LOS ANIMALES Una jirafa que estaba comiendo en un árbol vio una hoja muy alta. No podía llegar. Llamó al rinoceronte para subirse encima. -Rinoceronte, ¿me ayudas a coger esa hoja? El rinoceronte le dijo: -¡Claro que sí! Pero no pudieron coger la hoja del árbol. Llamaron al león y les dijo: -¡Sí, lo haría encantado! Y ya los tres lo intentaron pero tampoco consiguieron coger la hoja alta del árbol. Y por fin llamaron al elefante y le preguntaron: -Elefante, ¿nos ayudas a coger esa hoja del árbol, por favor? El elefante les ayudó y la cogieron. Moraleja: Se bueno con las personas y cuando lo necesites tendrás mucha ayuda.

Ion

EL ELEFANTE Y LAS JIRAFAS Había una vez un elefante y unas jirafas. Un día el elefante fue al monte. Se perdió. Se entretuvo comiendo hierba. Entre tanto, unas jirafas aparecieron por el lugar. Una de ellas le dijo: -¿Quieres venir con nosotros a jugar? El elefante le respondió: -¡Vale! Me quedaré un rato a jugar con vosotras. Pero, ¿me podéis ayudar a encontrar a mi madre? porque estoy perdido. Las jirafas se echaron a reír, lo entretuvieron y se decían cosas a secretitos. Se estaba haciendo de noche y las jirafas le guiaron por el camino falso. MORALEJA: No te fíes de quien se ríe de ti y habla a secretitos.

Carla

EL RINOCERONTE

Una vez un rinoceronte, tenía de todo, mucho. Se chuleaba ante sus amigos: el caballo, el mono, la tortuga y los perros. Siempre gritaba el rinoceronte: -¡Tengo de todo y vosotros no, ja, ja! -¡Nos da igual, podemos jugar juntos!- gritaban los animales. El rinoceronte, pasaba un poco de envidia y preguntaba: -¿Puedo jugar con vosotros? ¡Os dejare mis juguetes!... -¡No porque te chuleas y no somos tus amigos!-contestaba el mono. El rinoceronte pasaba mucha envidia, pues veía jugar todos los días a los animales. MORALEJA: Sí te chuleas, no tendrás amigos.

Alba

EL CABALLO Y EL NIÑO Un día dos niños entraron en el monte a caminar pero no llevaban sus brújulas. El monte cada estaba mas oscuro porque se estaba haciendo de noche. En su camino encontraron un caballo, dos pájaros, un zorro y tres ardillas. Los animales estaban tranquilos pero al llegar los niños se asustaron. Los niños trataron de tranquilizaron y les dijeron: -¿Nos podéis ayudar a encontrar el camino de vuelta? Uno de los animales, el caballo, al ver que no les quería hacer daño, se les acercó. Los guío hasta un camino. Los niños se sorprendieron de lo bueno que era el animal. Así que todos los días se acercaban al camino para dejar un trozo de pan para el buen caballo. MORALEJA: Confía en los animales que, si no les haces daño, te ayudarán.

Rubén