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TEMA N° 4 La Política de Estados Únicos en América Latina Evaluación del Balanc América Latina es una región vital para Estados Unidos en términos del papel que ha de desempeñar en la futura seguridad nacional de este país. Los países al sur representan el espectro completo de una pobreza casi total, como ocurre en Haití, hasta aquellos que tienen una creciente base industrial, tales como Brasil y Argentina. Debemos examinarse los intereses y objetivos estadounidenses y soviéticos en la región e instituirse políticas de largo plazo para proteger los intereses y objetivos de seguridad de Estados Unidos en Amerita Latina. Un América Latina estable y amiga garantiza un seguridad aunque no impenetrable, para Estados Unidos. A la inversa, un América Latina hostil (o incluso neutral) obligaría a Estados Unidos desviar escasos recursos de defensa de otras zonas críticas. Tres subregiones de América Latina se identifican generalmente con distintos grados de interés para la seguridad de Estados Unidos. Los países situados en la costa oeste de Sudamérica son una fuente secundaria de materias primas estratégicas, en el caso de que se cerrara el Canal de Panamá, la proximidad hacia esta subregión por otras vías de navegación así como el acceso a instalaciones de reparación y reaprovisionamiento de combustible de embarcaciones serian cruciales. Las posibilidades de control de las vías de navegación del Atlántico Sur desde bases en la costa oriental son estratégicamente significantes debido al gran porcentaje de envíos de petróleo que se efectuara a través de esta agua con destino a Estados Unidos y Europa Occidental. Los intereses estratégicos de Estados Unidos también incluyen capacidades militares regionales en vías de formación, apoyadas por industrias nacionales de fabricación de armamentos que están madurando, especialmente en Brasil y Argentina. Las relaciones de seguridad viables con las

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Para el estudio de las relaciones de Panama y los Estados unidos.

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Page 1: 3- Política Exterior de e.u. Evaluación. Haggerty

TEMA N° 4

La Política de Estados Únicos en AméricaLatina Evaluación del Balanc

América Latina es una región vital para Estados Unidos en términos del papel que ha de desempeñar en la futura seguridad nacional de este país. Los países al sur representan el espectro completo de una pobreza casi total, como ocurre en Haití, hasta aquellos que tienen una creciente base industrial, tales como Brasil y Argentina. Debemos examinarse los intereses y objetivos estadounidenses y soviéticos en la región e instituirse políticas de largo plazo para proteger los intereses y objetivos de seguridad de Estados Unidos en Amerita Latina. Un América Latina estable y amiga garantiza un seguridad aunque no impenetrable, para Estados Unidos. A la inversa, un América Latina hostil (o incluso neutral) obligaría a Estados Unidos desviar escasos recursos de defensa de otras zonas críticas.

Tres subregiones de América Latina se identifican generalmente con distintos grados de interés para la seguridad de Estados Unidos. Los países situados en la costa oeste de Sudamérica son una fuente secundaria de materias primas estratégicas, en el caso de que se cerrara el Canal de Panamá, la proximidad hacia esta subregión por otras vías de navegación así como el acceso a instalaciones de reparación y reaprovisionamiento de combustible de embarcaciones serian cruciales.

Las posibilidades de control de las vías de navegación del Atlántico Sur desde bases en la costa oriental son estratégicamente significantes debido al gran porcentaje de envíos de petróleo que se efectuara a través de esta agua con destino a Estados Unidos y Europa Occidental. Los intereses estratégicos de Estados Unidos también incluyen capacidades militares regionales en vías de formación, apoyadas por industrias nacionales de fabricación de armamentos que están madurando, especialmente en Brasil y Argentina. Las relaciones de seguridad viables con las repúblicas en la costa del este se han convertido en una meta importante, aunque algo difícil de lograr, para Estados Unidos.

Lamentablemente, muchos de los países de América Latina son políticamente inestables como resultado de sus propias luchas por desarrollarse. Esta inestabilidad es impulsada por el choque de economías atrasadas con el sistema económico internacional fluctuante y, en muchos casos, debido a interferencia externa en insurgencias producidas internamente. Redunda en interés de Estados Unidos que la estabilidad política emane de gobiernos que respondan a las necesidades tanto económicas como sociales de sus ciudadanos.

Para Estados Unidos, los objetivos militares van desde la defensa del Canal de Panamá para asegurar el acceso de EE.UU. a recursos esenciales en la región, hasta el evitar que surja una capacidad militar hostil; sin comprometer grandes números de fuerzas estadounidenses de forma permanente, son objetivos primordiales, al igual que lo es el control de las vías marítimas del Caribe y Atlántico Sur. Por tanto, el logro de convenios, derechos y autorizaciones para las operaciones necesarias por parte de las fuerzas militares estadounidenses y aliadas sirve a los intereses de seguridad de Estados Unidos. A pesar del hecho de que Cuba tiene vínculos claros con Moscú, el mantener a América Latina fuera

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del ámbito del conflicto Este-Oeste. También redunda claramente en interés de la seguridad de Estados Unidos, consideración que requiere un examen cuidadoso del actual enfoque estadounidense con vista a los países del hemisferio tanto hostil como más amistoso.

El enfoque adoptado por el gobierno de Reagan respecto a Cuba ha sido intransigente desde el principio, principalmente en respuesta a la ayuda cubana a los revolucionarios en América Central. Este enfoque constituye una repetición del embargo diplomático y económico establecido por el gobierno de Kennedy a principios de los años sesenta, que llevó a Cuba a depender casi totalmente de la Unión Soviética para su supervivencia, eliminando" así casi todas las posibilidades de que Estados Unidos ejerciera influencia sobre el nuevo régimen de la isla. A tono con la actitud del gobierno hacia el primer régimen comunista del hemisferio, ha surgido un paralelismo claro en las relaciones de Estados Unidos con Nicaragua.

Entretanto, en febrero de 1982, el Presidente Reagan anunció su Iniciativa para la Cuenca del Caribe, que constituye una serie de medidas de desarrollo económico para la región concebidas para proporcionar ayuda y concesiones comerciales de forma selectiva. Comparada con la Alianza para el Progreso anunciada por el gobierno de Kennedy en 1961, la Iniciativa para la Cuenca del Caribe es un programa de proporciones modestas.

Análisis de los intereses de la política estadounidense hacia América Latina. En primer lugar, los Estados Unidos no pretenden construir un enorme establecimiento militar en la región; en vez de ello, pretende ayudar a los países a mantener la seguridad y estabilidad internas. Los problemas centroamericanos ofrecidas por potencias regionales tales como México, Venezuela. Colombia y Panamá-el grupo Contadora.

La política de Reagan parece ser el completo reverso del programa de Carter remplazando el enfoque vociferante a los derechos humanos por uno caracterizado por la persuasión diplomática.

Designios Soviéticos en América Latina

Si bien los esfuerzos de EE.UU. en Centro y Sudamérica han promovido con frecuencia respuestas de "yanqui, go home," las iniciativas más sutiles de la Unión Soviética han despertado menos ira latinoamericana.

El comunismo echó raíces en América Latina poco después de la primera guerra mundial en la forma de partidos comunistas en distintas repúblicas; once de estos partidos habían sido fundados para 1929. Sin embargo, no fue hasta la aparición de Cuba como país comunista en 1960 cuando la Unión Soviética mostró un interés notable en la región.

Como resultado de la crisis de los misiles de 1962, la Organización de los Estados Americanos impuso un embargo patrocinado por Estados Unidos a Cuba. Cuba respondió exportando la revolución a las repúblicas vecinas. Esta reacción chocaba con la estrategia soviética de "coexistencia pacífica. " Los propios soviéticos practicaron la transición

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pacífica apoyando frentes unidos, pregonando su éxito cuando Salvador Allende, el candidato de Unidad Popular, fue elegido Presidente de Chile en 1970. Sin embargo, el golpe que derrocó a Allende en 1973 echó por tierra la doctrina soviética de transición pacífica. La estrategia soviética comenzó a cambiar hacia el apoyo de la lucha armada, siendo Nicaragua el ejemplo actual.

La relación de Cuba y la Unión Soviética ha sido compleja, y ha estad jalonada de actividades cooperativas y algunas medidas divergentes e independientes. En febrero de 1960, poco después del triunfo castrista en Cuba, el Subpremier soviético Anastas Mikoyan condujo una misión Comercial al incipiente régimen comunista, iniciando relaciones y estableciendo vínculos que se han fortalecido enormemente desde entonces. La respuesta estadounidense al nuevo régimen cubano fue una iniciativa sumamente eficaz destinada a cortar todos los lazos diplomáticos y económicos entre la isla y sus vecinos latinoamericanos y otros países occidentales. Esta medida estadounidense obligó a Cuba, incapaz de sobrevivir sin una ayuda económica masiva, a depender de la Unión Soviética, la única fuente comparable de asistencia disponible para el incipiente gobierno. Así, la política estadounidense estimuló los intereses soviéticos en Cuba en vez de socavar la revolución en la isla.8

Las diferencias soviéticas y cubanas se han modificado notablemente desde principios de los años sesenta cuando las relaciones sufrieron tensiones en torno a la cuestión de la lucha armada frente a la transición pacífica. Si bien la estrategia soviética en la región ha experimentado un cambio hacia el apoyo al conflicto armado, el régimen de Cuba se ha soviet izado más especialmente desde 1970 cuando Castro abandonó su enfoque personal en la administración de su gobierno.9 Por otro lado, Cuba-que se ha presentado como líder entre los países del Tercer Mundo-sufrió algo más que un desconcierto con la invasión soviética de Afganistán en 1979.

Amén de satisfacer las necesidades básicas de seguridad de Cuba, entre los objetivos soviéticos figuran la exportación del movimiento revolucionario cubano tanto dentro de América Latina como fuera a otras regiones del Tercer Mundo. Los despliegues en gran escala de tropas cubanas a África, utilizando el apoyo logístico soviético, permitirán obtener sin duda fuerzas experimentadas en combate para llevar a cabo operaciones militares en América Latina. Se ha iniciado un asalto político soviético- cubano a las islas del Caribe y los cubanos le han dado un sabor local más eficaz10 Ilustran esta aseveración la considerable actividad política y la concentración de equipo e instalaciones militares en Grenada con anterioridad a octubre de 1983.

Los pronunciamientos de Moscú tratan de presentar muy claramente la meta de la participación rusa en América Latina como promoción y defensa de la soberanía de los países de la región apoyo a su independencia del imperialismo y ayuda a esos países en su desarrollo económico y social. En su reciente separación de la transición pacífica. La Unión Soviética ha tenido cuidado con aparecer consecuente con sus propios pronunciamientos en contra del imperialismo de EE.UU. A través de su títere cubano, Moscú puede explotar el creciente descontento en la región escondiendo la mano.11

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El objetivo primordial de Moscú en el Caribe es su neutralización estratégica: es decir, impedir los refuerzos y reaprovisionamientos de OTAN desde los puertos en la Costa del Golfo de Estados Unidos durante eventualidades mediante el establecimiento de una amenaza naval eficaz en el Caribe y otras regiones más distantes del Atlántico. Otro objetivo soviético es desviar la atención estadounidense de otras zonas de preocupación tales como la Cuenca del Océano Indico.12

La Unión Soviética trata de aumentar su influencia en América Latina principalmente mediante una expansión de las relaciones y ayuda económica en el cono sur y aprovechando las oportunidades creadas por las revoluciones que ocurran autónomamente en la región del Caribe. La Unión Soviética, junto con Cuba, está dispuesta a presentar un reto a la hegemonía estadounidense ya". ..inclinar la balanza política en el hemisferio a su favor. "13

Para evitar que la Unión Soviética alcance estos objetivos y amplíe sus intereses en este hemisferio en detrimento de la seguridad nacional de Estados Unidos y a expensas de los países en desarrollo de la región, los Estados Unidos consecuentemente han de poner en práctica medidas de política que aprovechen sus puntos fuertes en tanto minimizan el impacto de sus puntos débiles. Un resumen de estos puntos fuertes y débiles contribuye a esclarecer la forma en que la política estadounidense coadyuva a alcanzar estos objetivos y promueve sus intereses.

Activos y Pasivos de Estados Unidos

En el contexto estratégico, el Canal de Panamá es fundamental para la estrategia defensiva global de Estados Unidos, ya que permite a Estados Unidos patrullar tres océanos con una fuerza naval que de otra forma solo sería suficiente para patrullar océano y medio. Además, es un activo o recurso importante el acceso a materias primas estratégicamente vitales relativamente cerca de las costas de Estados Unidos. Grandes porcentajes de la bauxita, manganeso, cobre, hierro y zinc importados por Estados Unidos provienen de esta región, -así como petróleo venezolano y mejicano. Además, América Latina obtiene beneficios positivos de estos intereses estadounidenses.

También en el lado positivo, un marco de acuerdos de defensa mutua, entre ellos la Ley de Chapultepec de 1945 y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de 1947 (el llamado Tratado de Río), aunque menos eficaz hoy que en años pasados, ha dado estabilidad sin un despliegue costoso de fuerzas por Estados Unidos.14

En contraste con estos activos, las vulnerabilidades estratégicas de Estados Unidos en la región son especialmente preocupantes. La totalidad de las 14 vías marítimas del Caribe vitales para los planes de eventualidades de OTAN pasan a través de cuatro estrechos estratégicos, vulnerables a la interdicción.15 Además, muchos latinoamericanos han llegado a considerar el anticomunismo como un cómodo pretexto para la interferencia estadounidense en sus asuntos nacionales y consideran a Estados Unidos reñido con la autodeterminación, lo que hace atractivos por omisión a los socialistas y los soviéticos.16 Las repercusiones de las instalaciones y fuerzas soviéticas en la Cuenca del Caribe para la

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estrategia mundial estadounidense son enormes: el contexto estratégico, que ha permanecido en equilibrio, disuadiendo la guerra mundial desde la Segunda Guerra Mundial, quedaría notablemente modificado.17 Es un ejemplo claro la construcción de aeropuertos e instalaciones en Granada con anterioridad a octubre de 1983. Estas instalaciones pudieran haber proporcionado muy bien una base de escala a los aviones soviéticos en ruta a Centroamérica y, junto con las bases en Nicaragua y Cuba, pudieran haber presentado una amenaza para la producción de petróleo a las refinerías de petróleo en el área del Caribe y las rutas marítimas para transportar el crudo a través de la región.

En los recursos militares en Latinoamérica bajo el Mando Sur de Estados Unidos (USSOUTHCOM) figuran niveles de fuerzas modestas que requieren refuerzos del suelo patrio para afrontar cualquier amenaza significante. Quizás el recurso militar más importante de EE.UU. en cuanto a la región es la habilidad de proyectar fuerzas cuando se necesite. La operación de octubre de 1983 en Granada, los ejercicios frente a las costas y desembarcos en Centroamérica y los vuelos de reconocimiento sobre Cuba son ejemplos específicos de esta capacidad.

El Programa de Asistencia Militar de EE.UU. para la región incluye transferencia de equipos y asesoría así como una variedad de programas del entrenamiento y educación, que oscila desde escuelas superiores para oficiales de las distintas ramas militares hasta equipos de entrenamiento móvil que operan en América Latina. Aunque muchos latinoamericanos se han tornado cada vez más críticos del sistema de seguridad interamericano, la mayoría todavía están consagrados a la idea de seguridad colectiva. A la guerra del Atlántico Sur en 1982 se debió que los establecimientos militares reexaminaran su preparación.18

Los Estados Unidos han incurrido en ciertas responsabilidades militares en Latinoamérica. Los sistemas de alerta estratégica de EE.UU. mirando al sur apenas existen. Mientras que la expansión soviética y cubana ha incluido una gran instalación sofisticada de monitor cerca de La Habana, capaz de interceptar comunicaciones y seguimiento de fuerzas convencionales y estratégicas de EE.UU. En respuesta a los criterios de limitación y aplicación de balance de EE.UU., muchas repúblicas han recurrido a fuentes alternas en pro de armas convencionales más sofisticadas, socavando así la influencia de EE.UU. Como resultado el sector militar de EE.UU. ha perdido las oportunidades para resolver las cuestiones de interoperabilidad y normalización entre las fuerzas armadas del hemisferio.19

Políticamente, ha existido una relación especial entre Estados Unidos y América Latina durante muchas décadas. Una historia fundamentada en compartir el hemisferio occidental tiende a inclinar a los latinoamericanos hacia opciones que son favorables a Estados Unidos. Más recientemente, la política de los derechos humanos incorporada en la Ley de Asistencia en Seguridad Internacional y Control de las Exportaciones de Armamentos, aprobada por el Congreso en 1976, ha tendido a hacer parecer a algunos de los regímenes militares latinoamericanos menos represivos, impresión que pudiera últimamente mejorar la imagen de Estados Unidos en la región.

El nacionalismo cubano y los deseos de liderazgo en el Tercer Mundo también constituyen un recurso potencial para Estados Unidos. Pueden proporcionar una oportunidad para alterar las relaciones soviético-cubanas. Además, la participación de Estados Unidos en los

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programas multilaterales destinados a ayudar a los países latinoamericanos es un recurso posible. México y Venezuela ambos son potencias emergentes, con intereses creados en el desarrollo regional: véase la Declaración de Contadora, el Acuerdo de San José de agosto de 1980 y su reunión cumbre conjuntamente patrocinada en septiembre de 1982 para ayudar a resolver las diferencias entre Nicaragua y Honduras.

La responsabilidad política estadounidense más aguda en la región ha sido las normas de política esporádicas e inconsecuente que los Estados Unidos han empleado en el curso de los años. La Política del Buen Vecino fue abandonada paulatinamente, la era de Nixon-Ford fue un período de descuido, la política de Carter fue considerada por muchos latinoamericanos como ambigua y contradictoria y, más recientemente, el Presidente Reagan ha abandonado el fuerte hincapié en los derechos humanos de la era de Carter y seguido otros derroteros.

Además, se culpa a Estados Unidos y las corporaciones multinacionales radicadas en Estados Unidos del estado de dependencia de muchas de las repúblicas de la región, que típicamente tienen economías de monocultivos. Muchos latinoamericanos consideran que han de recuperar el control de sus recursos de manos de los intereses extranjeros y cambiar el orden económico para que prosiga su desarrollo nacional.20

Otro factor significativo en la inestabilidad regional es una generación más joven radical izada en las poblaciones universitarias de la élite. Esta minoría politizada y vociferante está generalmente orientada al marxismo y tiene un fuerte deseo de deshacerse de las relaciones históricas de dependencia con Estados Unidos.21 El apoyo de EE.UU. a dictadores anticomunistas ha creado la impresión de que los Estados Unidos favorecen a las élites de la clase alta en contra de los intereses de las masas.22 Identificándose con estas élites gobernantes, los Estados Unidos colocan todas sus expectativas políticas en una cesta muy pequeña y corre el riesgo de que un país se torne hostil si es derrocado el régimen, como en Cuba y Nicaragua.23

Puesto que la imagen política de Estados Unidos ha sido mancillada por varios fracasos percibidos en años recientes, la influencia de EE.UU. sobre América Latina ha disminuido. Entre fracasos figuran la invasión de la Bahía de Cochinos, la Guerra de Vietnam y el desacuerdo interno muy divulgado que trajo aparejado y, en los años ochenta, la respuesta de EE.UU. a la crisis de las Malvinas. Cuando los Estados Unidos abandonaron en última instancia su neutralidad y apoyó a Gran Bretaña en la guerra del Atlántico Sur, los latinoamericanos sintieron un profundo sentido de traición y percibieron un abandono por parte de Estados Unidos de los términos del Tratado de Río.

En el campo de la economía, los Estados Unidos gozan de ventajas significativas por un lado pero sufre padecimientos en varios respectos. El mero volumen de comercio entre Estados Unidos y América Latina es un haber significativo. Los Estados Unidos proporcionan el 40 por ciento de las importaciones latinoamericanas en tanto que absorbe una tercera parte de las exportaciones de la región. Sólo las exportaciones estadounidenses a Sudamérica son casi cuatro veces sus exportaciones totales al resto del mundo en desarrollo. Los países del Caribe venden 60 por ciento de sus exportaciones a Estados Unidos y reciben de este país 40 por ciento de sus importaciones. La inversión total de

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Estados Unidos en la región asciende a unos $39.000 millones anualmente, más de 18 por ciento de toda la inversión estadounidense privada en el extranjero.24

En el epígrafe del debe, las políticas y programas económicos de Estados Unidos (actualmente la campaña de promoción por el gobierno de Reagan de las inversiones del sector privado) son vistas con escepticismo en América Latina como ventajosas para los intereses comerciales de EE.UU. y no conducentes a la formación de sistemas autóctonos de producción. Se culpa a Estados Unidos de mantener un desempleo crónico en la región. Los gobiernos latinoamericanos han comenzado a crear un sistema de coaliciones económicas regionales independiente de Estados Unidos.25 Sus economías se están apartando de las relaciones bilaterales con Estados Unidos y aproximándose a fuentes internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Están ampliando sus relaciones económicas con países de Europa Occidental, otros países del Tercer Mundo y, en algunos casos, con países del bloque soviético.

Para completar el cuadro de factores que inciden en las necesidades de la política de Estados Unidos en América Latina, es menester examinar más detenidamente los haberes de los soviéticos en la región.

Epígrafes del Debe y el Haber de los Soviéticos

Tras el logro de sus objetivos e intereses, la relación de la Unión Soviética con Cuba es su mayor haber estratégico en América Latina. Cuba da un sabor hispánico a las actividades propagandísticas soviéticas y apoya actividades subversivas en casi todos los países latinoamericanos y de la Cuenca del Caribe, por lo general respaldando la estrategia soviética de obtener mayor influencia y ascendencia. Cuba es la punta de lanza soviética en el Hemisferio Occidental, y su potencial de proporsicionar equipo pata eventualidades militares pudiera obligar a Estados Unidos a revaluar su postura defensiva en otros lugares.

Las instalaciones cubanas permitirán a la Unión Soviética utilizar la supresión estratégica para detener refuerzos en caso de OTAN mediante la interdicción de las vías marítimas del Caribe con una fuerza mucho menor de la que los Estados Unidos necesitarían para la prevención. Un ingrediente clave en este esfuerzo es la instalación soviética de vigilancia electrónica cerca de La Habana que parece ser la mayor instalación de este tipo fuera de las fronteras de la Unión Soviética.26

Debido al perfil que los soviéticos tratan de mantener en la región. Los puntos dificultosos, tales como las disputas fronterizas, la guerra del Atlántico Sur-y las revoluciones autóctonas por lo general, favorecen' a los soviéticos. Cuando los Estados Unidos meten la pata en sus relaciones, la imagen soviética se ve realzada por omisión. Aun así, la perspectiva estratégica para la Unión Soviética no carece de fallas. Aunque sus diferencias se han atenuado en el curso del tiempo uno de los mayores débitos de la Unión Soviética ha sido la acción autónoma de Cuba en apoyo de revoluciones en la región. a menudo en conflicto directo con la política soviética.

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Además de la distancia extrema de la Unión Soviética de la región, su sensibilidad a apariencias de agresión manifiesta es un débito. La divulgada pérdida de los soviéticos en la confrontación de 1962 con Estados Unidos en torno a los misiles en Cuba, así corno la acción emprendida en octubre de 1983 por Estados Unidos para cortar la concentración soviético-cubana en Granada, ilustran los dos débitos.

En el epígrafe de los activos militares soviéticos en América Latina figuran su creciente armada de aguas profundas; complementada en el Caribe con los activos cubanos, proporciona a los soviéticos una capacidad de interdicción marítima considerable y creciente en el Caribe y el Atlántico.27 Con más de 10.000 asesores, una brigada de combate de 3.000 hombres, una escuadrilla de cazas MIG-23, cientos de misiles superficie-aire, 650 tanques y numerosos otros activos en Cuba, los soviéticos también han creado una fuerza considerable en la isla.28 Además, los despliegues de tropas cubanas a África han creado una fuerza de combate experimentada para utilizarla en la región. En su apoyo de las luchas armadas en la región, la Unión Soviética ha suministrado aviones caza, tanques, misiles superficie-aire y otro equipo militar a otros países en América Latina. Las ventas de armas soviéticas en América Latina representan aproximadamente un 20 por ciento del mercado.29

Pero la Unión Soviética no está exento de débitos militares en el hemisferio. La pérdida de sus posibles instalaciones en Granada fue un revés militar, aunque no tan fuerte corno el desenlace de la crisis de misiles de Cuba y la prohibición de las armas nucleares en ese país. Sin embargo, los acontecimientos en Granada ilustran bien el hecho de que la proximidad del campamento armado cubano a Estados Unidos continental, que constituye un activo en ciertos respectos, es al mismo tiempo una partida ya que cae bien del pasivo dentro del alcance de los medios militares de reconocimiento y ofensivos de Estados Unidos.

La punta de lanza soviética en Cuba donde la Unión Soviética suplantó a Estados Unidos en una relación esencialmente al estilo de protectorado-ha conducido a relaciones diplomáticas ampliadas en la región. Las pugnas políticas internas asociadas con los conflictos, las violaciones de los derechos humanos y otras fluctuaciones también tienden a favorecer a los soviéticos simplemente en comparación con Estados Unidos debido a mayor sutileza de aquellos.30 En realidad, las pautas de política de Estados Unidos han ayudado a la Unión Soviética a introducirse en la región. El embargo de Cuba impuesto por Estados Unidos no solo obligó a la isla a depender de Moscú sino que, además, llevó a muchos otros países latinoamericanos a considerar a Estados Unidos como un país reñido con la autodeterminación.

Políticamente, los soviéticos tienen algunas claras desventajas. Aunque en menor grado hoy, su relación con Cuba ha sido característicamente volátil, y ciertamente existen posibilidades para un alejamiento futuro entre los dos países.31 Otras potencias regionales, tales como México y Venezuela, no desean una presencia soviética en la región, sentimiento compartido por la mayoría de las otras repúblicas. Por tanto, los soviéticos han de tener sumo cuidado con dejar entrever sus designios imperialistas en relación con América Latina.

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En la esfera económica, muchos expertos convienen en que el mayor activo soviético en la región es su relación comercial con Argentina. Son el mayor cliente de Argentina en lo que respecta a granos y carne, y proporcionan a Argentina turbinas hidroeléctricas, generadores, uranio enriquecido y otros productos en una red bien desarrollada de relaciones económicas. En conjunto, el comercio soviético con América Latina aumentó de solo $70 millones en 1960 a más de $1.000 millones en 1980. Al igual que Estados Unidos en el pasado, la Unión Soviética compra materias primas y productos alimenticios relativamente baratos, a menudo a cambio de productos industriales manufacturados.32 Pero, contrarrestando estas ventajas económicas considerables, el precio de la dependencia cubana es muy elevado. La ayuda soviética asciende a más de $3.000 millones anuales, lo que representa una cuarta parte del PNB de Cuba.33 Las concesiones comerciales para la cosecha azucarera cubana también son costosas para los soviéticos. Además, el control estadounidense de instituciones tales como el Banco Interamericano de Desarrollo ha hecho imposible algunas operaciones soviéticas.

Una Prescripción para el Equilibrio

La base para los intereses y objetivos de Estados Unidos en América Latina, aunque no totalmente inmutable, es relativamente estable en el curso del tiempo; si bien las administraciones presidenciales estadounidenses y sus hipótesis y objetivos de política exterior sí cambian. Cada desventaja que sufre Estados Unidos en su trato con América Latina emana, al menos en parte, de la ausencia de una política satisfactoria de largo plazo que sea consecuente y paciente capaz de reconocer las necesidades e intereses de los países en la región y a la cual los individuos y las agencias desde el Presidente hasta los comerciantes particulares han de responder. La misma observación también es válida en otras regiones del mundo. América Latina es meramente el caso en cuestión.

Para formular y encauzar una genuina política nacional debería establecerse en Estados Unidos por enmienda constitucional un Instituto de Política Exterior que operaría independientemente de los cambios políticos en los gobiernos estadounidenses. El seguimiento de esta política haría que el enfoque estadounidense frente a otros países fuera consecuente y confiable y estuviera menos sujeto a los intereses transitorios de los distintos gobiernos. Las facultades del instituto, así como los frenos y equilibrios, se derivarían de la Constitución por conducto de las tres ramas del gobierno, cada una de las cuales compartiría la responsabilidad del instituto. La política exterior establecida por el instituto reconocería que los países latinoamericanos seguirán ampliando sus relaciones-tanto políticas como económicas-con el resto del mundo. El instituto y sus normas de política no tratarían de impedir esta expansión sino que serían socios confiables y colaboradores en esa realización.

Suponiendo que la política estadounidense hacia América Latina refleje los intereses y objetivos de largo plazo, los Estados Unidos pueden aprovechar las ventajas o activos que tiene y reducir al mínimo el efecto de sus partidas en el pasivo corriente. Tres de estas medidas estabilizadores ilustran este aspecto:

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Los Estados Unidos deberían apoyar las iniciativas multilaterales por las potencias de la región, tales como México y Venezuela, encaminadas a resolver los conflictos. El proceso Contadora es un buen ejemplo.

Los Estados Unidos deberían ofrecer a Cuba incentivos económicos y evitar medidas de confrontación con otros regímenes (por ejemplo, Nicaragua). Esta política, si se sigue sistemáticamente, permitirá a Estados Unidos establecer relaciones económicas y políticas más normales con Cuba y, aprovechando el nacionalismo cubano reducir la necesidad de la isla de fuertes vínculos con los soviéticos.

Los despliegues de fuerzas de Estados Unidos deberían reflejar y apoyar las metas establecidas por el citado Instituto de Política Exterior, que debería incluir el mantenimiento de la estructura USSOUTHCOM, la ampliación de las actividades tendentes a asegurar la disponibilidad de instalaciones militares (tales como puertos, aeropuertos y zonas operativas) para uso en eventualidades, y la realización de ejercicios conjuntos de capacitación en toda América Latina en el mayor grado posible. Estas iniciativas crearían un ambiente propicio para promover una mejor comprensión y, quizás, un cierto grado de normalización entre los servicios militares autóctonos y estadounidenses, en tanto se mantiene una interfaz entre la estructura del Mando Sur de Estados Unidos y las fuerzas complementarias de CONUS (así como las capacidades de transporte aéreo y marítimo).

Las décadas de cambio que afronta América Latina en el futuro inmediato plantean numerosos problemas graves para todo el hemisferio. Los Estados Unidos han de estar dispuesto a participar positivamente a fin de afrontar esos problemas con éxito.

Notas

1. Janice M. Beck, "Strategic Appraisal of Latin America," introducción del capitulo preparado por Air War College Associate Programs (Base Aérea Maxwell, Alabama: Air University, mayo 1981). vol. 11. cap.18, 17- edición, p. 2.

2. Teniente General Wallace H. Nutting, "The United States Southern Command, " un articulo preparado por Air War College Associate Programs. op. cit., p. 24.

3. Margaret Daly Hayes, Latin America and the U.S. National Interest (Boulder, Colorado: Westview, 1984). p. 13.

4. Robert Wesson, editor, U.S. Influence in Latin America in the 1980's (Nueva York: Praeger, 1982), p. 16.

5. Walter LaFeber, "Inevitable Revolutions," Atlantic, junio 1982, pp. 74-83.

6. Bynum E. Weathers Jr., "Strategic Appraisal of Latin America" (Base Aérea Maxwell, Alabama: Air University, diciembre 1980), p. 21.

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7. Robert S. Leiken, Soviet Strategy in Latin America (Nueva York: Praeger, 1982), pp. 24-30.

8. William M. LeoGrande. "Cuba Policy Recycled," Foreign Policy; primavera 1982, pp. 105-19.

9. Weathers, p. 22.

10. Leiken, pp. 65-66.

11. Ibid., pp. 7-8, 73-74.

12. Ibid., pp. 42-43.

13. Hayes, p. 11.

14. The International Institute for Strategic Studies, "The Military Balance 1984/85, Latin America," Air Force, diciembre 1984, p. 147.

15. Leiken, p. 62.

16. Ibid., p. 3.

17. Frank C. Carlucci, "U.S. Defense Policy and Latin America," Speech File Service, Office of the Chief of Public Affairs, Department of the Army, julio 1982, pp. 3-10.

18. Hayes, pp. 250, 255.

19. Nutting, p. 22.

20. Benjamin Keen y Mark Wasserman, A Short History of Latin America (Bostan: Houghlon Mifflin Company, 1980), pp. 457, 458.

21. Howard J. Wiarda, "The Central American Crisis: A Framework for Understanding," AEJ Foreign Policy and Defense Review, 1982, pp. 2-7.

22. Wesson, p. 15.

23. Ibid., p. 6.

24. Weathers, p. 6; Nulting, p. 20; Carlucci, op. cit.

25. Weathers, pp. 17-18.

26. Carlucci, op. cit.

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27. Leiken, p. 63.

28. Nutting, p. 22; Carlucci, op. cit.

29. Hayes, p. 241.

30. Leiken, p. 73.

31. LeoGrande, op. cit.

32. Leiken, p. 18.

33. Carlucci, op. cit.

Colaborador:

El Mayor Brian C Haggerty (USAFA) es Jefe, Piloto de Evaluación de la Estandarización de Tripulaciones de C-130, Vigésima Séptima Fuerza Aérea. BA Travis, California. El mayor Haggerty tiene en su haber mas de 5000 horas de vuelo en C-130. Su gran experiencia en operaciones de C-130 incluye destinos en el 7760 Escuadrón de Aéreo transporte Táctico, CCK AB, Taiwan; el 3500 Escuadrón de Reconocimiento Estratégico y el Escuadrón de Aeronaves Teleguiadas, BA Davis-Monthan, Arizona, y piloto instructor de C-130, examinador de vuelo, oficial de táctica y piloto jefe del 210 Escuadrón de Aerotransporte Táctico, BA Clark, Republica de las Filipinas.

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