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pág. 12 NÚMERO • MARZO 2010 • • ISSN: 1999-8090 • $1.00 • 23 pág. 2 pág. 11 pág. 4-5 © ares © yaimel © armando santana © alex castro EDITORIAL ESTIMADOS LECTORES: A las puertas de un nuevo aniversario, y en las postrime- rías de una Serie Nacional de Béisbol de inesperados resultados, que aún levanta pasiones, Romo Sigler ofrece un análisis –estadístico y analítico--, sobre la fre- cuencia ofensiva de dos jóvenes estrellas, Yulieski Gourriel y Alfredo Despaigne, quienes de mantener el desempeño ac- tual podrían romper varios records ofen- sivos en la pelota cubana. ¿Son ellos peo- res o mejores peloteros que sus antece- sores? Una calle habanera ha sido foco de atención y de polémica en los últimos años: la Calle G –lugar de reunión de jó- venes en fines de semana--, es escrutada por una psicóloga. Y le damos la bienve- nida en nuestra publicación a un concur- so internacional de cartas de amor que convoca en Sancti Spíritus la Escribanía Dolz. El siempre sorprendente Alba Rico habla de placeres olvidados, Rodríguez Salvador arremete contra los prejuicios y Wejebe Cobo nos cuenta una historia de malos pilotos y de aviones asesinos. Es- peramos que nos escribann a vuelta de correo, con sus opiniones siempre bien- venidas. Gracias. CM en el silencio de los roperos 3 del barón rojo al global hawk 6 placeres 7 literatura una libro de imprescindible lectura la fiesta de los tiburones lecturas cartas de amor calle g deporte dos peloteros de futuro yulieski gourriel alfredo despaigne ciudad ¿guarida o espejo? resultados del concurso escribanía dollz

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NÚMERO

• MaRzO 2010 •

• ISSN: 1999-8090 • $1.00 •

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l Estimados lEctorEs: A las puertas de un nuevo aniversario, y en las postrime-rías de una Serie Nacional de Béisbol de inesperados resultados, que aún levanta pasiones, Romo Sigler ofrece un análisis –estadístico y analítico--, sobre la fre-cuencia ofensiva de dos jóvenes estrellas, Yulieski Gourriel y Alfredo Despaigne, quienes de mantener el desempeño ac- tual podrían romper varios records ofen-sivos en la pelota cubana. ¿Son ellos peo-res o mejores peloteros que sus antece-sores? Una calle habanera ha sido foco de atención y de polémica en los últimos años: la Calle G –lugar de reunión de jó-venes en fines de semana--, es escrutada por una psicóloga. Y le damos la bienve-nida en nuestra publicación a un concur-so internacional de cartas de amor que convoca en Sancti Spíritus la Escribanía Dolz. El siempre sorprendente Alba Rico habla de placeres olvidados, Rodríguez Salvador arremete contra los prejuicios y Wejebe Cobo nos cuenta una historia de malos pilotos y de aviones asesinos. Es-peramos que nos escribann a vuelta de correo, con sus opiniones siempre bien-venidas. Gracias. CM

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LA CALLEDEL MEDIOMArzO 2010

FErNANDO J. LEÓN JACOMINO

En El rEino del audiovisual, donde la televisión marca dia-riamente el paso de lo que exis-te y lo que no, el destino del li-bro dependerá cada vez más de la voluntad de los lectores, de su capacidad para deponer las cuantiosas urgencias del día a día y entregarse a ese rato en que la vida pasa vertiginosa por la ventana, mientras los ávidos ojos del que lee cruzan los terri-torios de la letra impresa. No en balde la novela, constructora por excelencia de universos pa-ralelos, es el género preferido de esos amplios grupos de lec-tores que, en última instancia, decidirán la suerte del libro.

Pensamientos como este me asaltan siempre que leo un texto cuya principal carta de presentación es la ameni-dad, como es el caso de La fiesta de los tiburones, escrito en 1970 por el narrador y ensayista cu-bano Reynaldo González y ree-ditado este año por la editorial Ciencias Sociales. Tiene que ser ameno un testimonio para cau-tivarnos 40 años después de su escritura, máxime cuando ade-más relata hechos ocurridos hace no menos de 70 años. Pero la autenticidad de La fiesta… ra-dica justamente en su capaci-dad para relatar las venturas y desventuras de un tiempo his-tórico imprescindible para la comprensión del presente, pe-ro narrado sin el más mínimo viso retórico, más bien con sor-na y desde una perspectiva au-toral que, sin decirlo, ilumina los hechos siempre desde la perspectiva de los perdedores; lo que produce en el lector una especie de seducción o embru-jo que puede conducir, como es mi caso, a más de una lectura del texto.

Los 26 años primeros de la república neocolonial cubana son como susurrados al lector a través de las voces de persona-jes que una vez fueron los pro-tagonistas de los hechos descri-tos y cuyas confesiones son or-ganizadas por el autor a partir de un conocimiento raigal del contexto de referencia, inter-pretado en toda su amplitud y complejidad. Por eso escogi-mos esta invitación a la lectura para inaugurar una columna que versará sobre las interac-ciones entre teatro y sociedad en Cuba, sobre esa relación de ida y vuelta que entiende como teatro toda construcción imagi-nal que intente reconstruir la sociedad desde presupuestos estéticos y produzca fenóme-nos de recepción sólo explica-bles a partir de la capacidad de cada autor para captar las esen-cias de un determinado mo-mento histórico en su conexión con el devenir de la cultura y la sociedad cubanas.

dejaba entrar a sus negocios a todos los que esperaban benefi-ciarse. Desde el principio el go-bierno empezó a descomponer-se. […]Yo pienso que si no llega a tener tantos problemas enci-ma y si los demás liberales se le juntan, él no hubiera exagerado tanto con lo de los Indepen-dientes de Color. […] Aquello de los negros muertos, muchos que ni habían peleado, fue un crimen, pero los propagandis-tas del gobierno convencieron a mucha gente de que era la única manera de evitar al yan-qui metido aquí de nuevo». Pe-ro Lázaro, a la sazón mayoral, policía, chulo y otra vez mayo-ral, va un poco más lejos: «Pon-ga en ese papel, escriba ahí: Jo-sé Miguel fue un patriota y hu-biera arreglado a Cuba si Cuba no le sale tan malagradecida. Póngalo sin quitarle una letra». Así quedaba retratado en dos perfiles diferentes pero com-plementario aquel hombre que, al decir del propio autor, «con-virtió en capital político la es-peranza popular de tener, al fin, un gobierno cubano des-pués de la segunda interven-ción americana».

Más que todo, La Fiesta de los Tiburones es un expediente de investigación que no quiso ser ensayo y tomó un camino más cercano a la novela. Se tra-ta de un libro de formación del autor, que por entonces conta-ba con apenas 30 años y escri-bía desde un paraje desfavore-cido y distante de los principa-les centros culturales cubanos. Esta condición de partida, que no hace sino incrementar el valor del texto, explica un po-co la confluencia de géneros que salta a la vista desde su primera lectura. Si bien las in-tervenciones de las voces con-vocadas clasifican como testi-

monios, el modo en que estas voces se editan (en el sen-tido audiovisual del término) y se estructuran en su relación con los demás elementos que componen la narración, con-vierte a La fiesta… en algo más que un testimonio coral, clasi-ficación que le concede el pro-pio autor. Es una de las tantas historias posibles de una ver-dad que ya no existe, ya que se oculta una y otra vez mediante la intencionalidad de testimo-niantes que vivieron, efectiva-mente, la experiencia pero que la presentan luego de una dé-cada de vida en Revolución, hecho sobre el que incluso co-mienzan a formarse ya una vi-sión crítica: «La gente de ahora piensa distinto −alega otra vez Lázaro, a propósito de las fa-mosas botellas que otorgaban las alcaldías neocoloniales−. Dígame, ¿de verdad usted cree que todos los que cobran aho-ra se ganan la plata como Dios manda? No hay que ser dema-siado sano, hijo, que te prepa-ran el entierro. Si eso fuera así no hubiera que luchar contra el ausentismo ni declararle la guerra a lo mal hecho”».

Esta distancia crítica que adoptan los testimoniantes con respecto a unos hechos supera-dos por la sociedad de la que ahora participan, aporta direc-tamente una perspectiva ideo-lógica que releva al autor de cualquier intención didáctica y salva al libro de la vocación re-tórica que ha atravesado a tan-tos testimonios nuestros, valio-sos pero lastrados por la excesi-va presencia del autor. La propia escritura y publicación del libro muy a principios de los años 70, induce a los protagonistas deve-nidos personajes a ofrecer una visión de lo narrado que es fic-cional en sí misma, una repre-sentación de ese otro tiempo, ido y superado por 10 años de Revolución en el poder, que ha

perdido en matices y sutilezas y que en buena lid es inter-pretado como la cuota que debió pagar cada cual para acceder a este nuevo esta-dio social, cualitativamen-te superior. Y aquí el autor da otra vuelta de tuerca a su intencionalidad ideológi-ca y no arroja la menor cul-

pa sobre sus personajes, acti-tud que recuerda mucho a Mi

socio Manolo, aquel texto memo-rable del teatro cubano, escrito en esos mismos días por cierto, en el que Eugenio Hernández Espinosa pone a Manolo en po-sesión de aquella verdad: «Mu-chos creen que el proceso es co-mo una varita mágica que toca una calabaza, ¡pum!, una carro-za; una hormiga, ¡pum!, un ele-fante; un hombre to´ hecho una mierda, ¡pum!, un hombre de estreno, nuevo de paquete. ¡Pum, pum, pum! Esta no es la Revolución del ¡pum!, ni es una varita mágica ni Mandrake el mago. Es un proceso que le tra-quetea».

Luego todo este material es moldeado por Reynaldo desde una postura cómplice pero cuestionadora, que maneja a su antojo cada trozo de conversa-ción y lo somete a un guión y una estructura autónomas con respecto al modo en que se pro-dujeron las entrevistas; respe-tando, eso sí, la ética particular de cada testimoniante, muchas veces contrapuesta a la del au-tor y, precisamente por eso, fa-vorable a la pluralidad y verosi-militud del relato.

Se habla de las deudas de este libro con la cultura popu-lar, relación indiscutible que a mi juicio no se limita a la apro-piación de las diferentes na-rraciones en su natural desen-fado, como cuando Justo des-cribe el recién llegado foxtrot como «un ruido grandísimo y los bailadores parecían pavos, masticando y mirando al te-cho. […] La parejas se ponían como si les picara la espalda y no pudieran rascarse».

Hay también una perspecti-va de autor que reproduce me-canismos de apropiación de la realidad tomados de la cultura popular. Ansioso por encontrar la verdad sobre un tiempo ido y ante la evidencia de testimo-nios convenientemente maqui-llados, Reynaldo termina eva-luando con ojeriza el campo, operando con la misma des-confianza que caracteriza a to-da cultura de resistencia, y esto lo conduce a un contrapunteo muy provechoso entre la opi-nión de los entrevistados y las evidencias que sobre esos mis-mos hechos ofrece la prensa de la época. De ahí que numero-sos recortes de prensa sean in-tercalados entre una y otra voz, para completar ese de dónde ve-nimos que constituye la gran

Cuando tuve en mis manos esta nueva edición de La fiesta…, me extrañó su parecido visual con un libro como Los propieta-rios en Cuba, 1958, publicado ha-ce unos años por la propia edi-torial Ciencias Sociales, pero luego comprendí que se trataba de algo absolutamente coheren-te, dado que La fiesta… bien pudo haberse titulado Los no propieta-rios en Cuba hasta 1958. Huyendo de los caminos y enfoques tri-llados de la historiografía tradi-cional, este libro avanza por los atajos y presenta los relatos his-tóricos de la época más como componendas electoreras que como verdaderos esfuerzos por la definitiva redención del pue-blo cubano, proyecto que, como sabemos, alcanza su definición entrado ya el segundo cuarto del siglo xx.

Pero más interesante aun es comprobar cómo Reynaldo eva-de siempre el tono grave de quien plantea verdades incues-tionables (de hecho no habla nunca directamente con su voz) y presenta los acontecimientos en su más riguroso orden cro-nológico, pero desde la aparen-te irresponsabilidad de testimo-niantes imposibilitados para transformar la realidad y, por eso mismo, empeñados en des-cribirla mediante la subestima-ción y el choteo, únicas armas verdaderamente a su alcance.

Una sola frase de Felipe o de Lázaro, personajes popula-res ambos pero localizados en diferentes estratos, vale por de-cenas de páginas de intención didáctica: «Los liberales –dice Felipe, un buscavidas devenido peón de mantenimiento en el central Stewart, escenario prin-cipal del texto– se viraban por-que José Miguel [Gómez] no

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PAOLA CAbrErA rODríguEzEstudiante de primer año de Periodismo

a través de los tiempos han existido diferentes gustos en todas las cuestiones: musicales, literarias…; pero no creo que en ninguna época como ahora los gustos se hayan vuelto tan co-munes al punto de que los jóve-nes de Cuba se visten igual que los jóvenes de todas partes.

Si su ropa siempre es negra, lleva el pelo largo y atuendos más bien agresivos, puedo en-tender que ese joven es friki; si anda de rosa, con la ropa ajusta-da al cuerpo, o simplemente si-gue al pie de la letra los dictá-menes de la última y más extra-vagante moda (fuera los criterios de si queda bien o se ajusta a quien realmente usted es), muy probablemente sea mickie; si lleva la ropa muy hol-gada, muy grande, usa sudade-ras, puedo dar por sentado que es rapero. ¿Qué pasa si simple-mente usted prefiere un color y quieres lucirlo, o si se siente có-modo con algún tipo de ropa? Seguramente será encasillado en alguna de las tantas clasifica-ciones que tienen los jóvenes

para todo lo que tenga que ver con la ropa.

De cierto modo ese fenóme-no no es del todo perjudicial, porque en Cuba se ha desperta-do una preocupación por el vestir que hacía tiempo no se tenía. ¿Pero el simple vestir co-mo «dicta» alguien más, es exactamente buen vestir? ¿Qué pasa con la ropa cubana? ¿Por qué los jóvenes de Cuba no co-nocen y por tanto no usan la ro-pa de su país?

En todas partes los habitan-tes de cada nación se sienten or-gullosos de sus tradiciones, sus raíces, sus costumbres, sus ves-tidos tradicionales, y en Cuba nadie se atreve a ir a una fiesta con una guayabera. Es increí-ble, pero cuando un cubano ha-bla de la ropa de su país, pocas veces puede incluir en su lista algo además de la mencionada guayabera. ¿Recuerdan las sa-yas can-cán, que hasta hace muy poco tiempo se podían encon-trar en todas las tiendas?, pues les digo que no son tales can-cán, son simplemente sayas típi-cas guajiras. ¿Ya ve?, no es que usted no la use, es que ni siquie-ra sabe que la está usando.

¿Qué ropa usan los jóvenes? Hoy en día resulta imposible estar totalmente a la moda si no se usa un pullover Dolce and Ga-bbana o uno zapatos Converse. Incluso, si no fumas un cigarro Hollywood o no usas un perfu-me de los más caros, ni puedes soñar con conseguir la admira-ción y el respeto de un grupo de amistades.

Desconozco la fecha en que Cuba dejó de hacer su ropa y pasó a la era de los extranjeris-mos. Estamos siendo víctimas, sin darnos cuenta, de la globali-zación, pero de esa globaliza-ción que nos hace a todos igua-les y nos hace creer que somos exclusivos porque usamos la ropa más cara, que casualmen-te es igual para todo el mundo.

Mucha gente se esconde tras la excusa de que la ropa cubana es muy cara, porque se vende en las tiendas a las que aparen-temente tienen acceso solamen-te los turistas. Pero esos mis-mos precios son los que los mi-kies, los repas y tantos más, pagan por unos zapatos iguales a los de su «exclusivo» compa-ñero. Hay miles de jóvenes (¡en Cuba!) que emplean los ingre-

sos de sus padres en las más aberradas locuras de la moda que se le ocurra al más especial de los diseñadores.

Mientras todo esto sucede, siempre hay un grupo que lejos de inmiscuirse en tareas tan mundanas como puede ser de-cidir qué tipo de cinto se está usando en Nueva York o en Es-paña, deciden darle un poco de cubanía a su vida y se ven fre-nados por varios motivos. Uno de ellos es que no saben dónde pueden adquirir esta ropa. El otro problema es el de la acep-tación, porque aunque usted no sea de los que sólo se siente vestido si usa el último grito de la moda, a nadie le gusta andar caminando y sentir gritos de «¡cheo!» a su paso.

Quizás haya gente en el país que promueva el uso de nues-tra ropa, pero no siempre se ha-ce en los espacios de mayor ma-sividad y es sorprendente la aceptación que tienen nuestras prendas internacionalmente.

Ojalá aprendamos a apre-ciar lo nuestro, y enseñemos a las próximas generaciones a hacerlo. Tal vez así logremos ser más humanos. CM

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pregunta del arte cubano en esa primera década de Revolu-ción en el poder. En este senti-do, La fiesta… se emparenta con buena parte del teatro cubano de esa primera década, particu-larmente con la obra de drama-turgos como Héctor Quintero, Eugenio Hernández Espinosa y Virgilio Piñera, entre otros.

Otro aspecto peculiar del texto es su relación con disci-plinas de investigación que el autor somete a enfoques verda-deramente revolucionarios pa-ra la época. Es el caso, por ejem-plo, del tratamiento de la racia-lidad y los problemas de género en La fiesta de los tiburones. Lo mismo en el segundo capítulo, dedicado a los negros, como en otros del libro, se dan numero-sos testimonios sobre el lamen-table estado de esta problemáti-ca durante la primera mitad del siglo xx en Cuba y muy parti-cularmente sobre los enfoques que signaban su tratamiento en lo más profundo de la sociedad cubana; tema que no se reduce aquí al tratamiento del negro (particularmente a los de pro-cedencia jamaicana y haitiana) sino que incluye lo sucedido con los llamados culíes chinos e incluso con los isleños, inmi-grantes económicos proceden-tes de las Islas Canarias.

Algo similar queda registra-do a propósito de la discrimina-ción de género en aquella socie-dad avileña y en toda Cuba, ya que usa opiniones y recortes de prensa que ofrecen una visión mucho más general del ambien-te republicano y que práctica-mente en todos los capítulos apunta al tema con una visión asombrosamente crítica. Sólo el tratamiento que reciben estos asuntos pagaría una lectura a profundidad del texto, que sería de gran utilidad ahora que tan-to y a veces tan ligeramente se habla de tales asuntos.

Pero La fiesta de los tiburones me interesa sobre todo por su valor como método para la in-terpretación de la realidad. Es-tá por escribirse, por ejemplo, un libro así que vuelva sobre los ingenios desmantelados y sus respectivos bateyes, sobre el costo cultural de una deci-sión al parecer imprescindible; o incluso varios títulos que ex-ploren en aquellas estrategias de resistencia cultural de anta-ño que renacieron durante el Período Especial y que todavía son localizables e insuficiente-mente atendidas. Pero sucede que, una vez escrita y publica-da La fiesta de los tiburones, todos estos posibles libros serían, ca-da uno a su modo, segundas partes de aquel; textos posibles que ojalá tengamos tiempo y cabeza para escribir con ape-nas la mitad de la lucidez que caracteriza a La fiesta…, esa ve-lada novela que circuló amplia-mente durante la reciente edi-ción de la Feria Internacional del Libro y que en breve estará a disposición de nuestros lecto-res, en la red de librerías de to-do el país. CM

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La novela de los tiburones

Calle G ¿guarida o espejo?4

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Los jóvenes y adolescentes que pue-blan las noches de esa céntrica ave-nida capitalina no son ni tan raros ni tan diferentes al resto de sus coe- táneos. Estigmas, prejuicios y des-conocimiento se erigen en barreras que impiden necesarias lecturas de lo que allí acontece y rebasa las ace-ras de una calle.

como en el cuento, la carroza se convierte en calabaza –o vi-ceversa. Pero no hay que espe-rar a la medianoche. Basta con que sean pasadas las 8:00 p.m. de cualquier fin de semana, pa-ra que la calle G, una de las más céntricas de la capital, cambie radicalmente de rostro cual si respondiera a un misterioso conjuro.

En vez de los caminantes apurados, de las pocas parejas cobijadas bajo los árboles y de algún turista en busca de la fo-to-souvenir con claridades de trópico, al irrumpir las som-bras toman posesión del par-que jóvenes y adolescentes ata-viados con singulares atuen-dos y peinados. Rockeros, Emos, Repas, Mickies... conflu-yen allí armando un variopin-to mosaico en el que las prefe-rencias musicales delimitan in-visibles fronteras. Asombro, rechazo, desconocimiento, ha-cen coincidir sobre ese espacio muchas miradas a las que aho-ra se suma la de LA CALLE DEL MEDIO, guiada por la brújula de la ciencia.

La máster Daybel Pañellas Álvarez, profesora de la Facul-tad de Psicología de la Universi-dad de La Habana y con un doc-torado en preparación, accedió a responder nuestras interro-gantes sustentada en la investi-gación que hace menos de un año hiciera en la calle G, con el apoyo de 23 estudiantes de esa facultad. Durante todos los fi-nes de semana de casi cuatro meses, entre las ocho de la no-che y hasta el amanecer, perma-necieron en esa avenida para observar, preguntar y, final-mente, llegar a valiosas conclu-siones.

¿Quiénes son los muchachos de la calle G?

Según los resultados más generales –explica Daybel–, son jóvenes y adolescentes, mayori-tariamente del sexo masculino, provenientes de todos los muni-cipios de la capital. Pero no pue-den verse como una masa indi-ferenciadada porque dentro de ellos hay una alta heterogenei-dad, dada básicamente por pre-ferencias musicales y estéticas en cuanto a la ropa, los acceso-rios, que los hacen asociarse por grupos.

No son una masa de desem-pleados y vagos. Están vincula-dos a la universidad, al preuni-versitario, a la municipaliza-ción; los hay técnicos y también trabajadores, aunque la mayo-ría son estudiantes. Se reúnen allí de jueves a domingo, pero en especial los viernes y sába-

dos, y arriban a partir de las 8:00 de la noche. Pero no todos a la vez, sino en una especie de rotación bien interesante. Gene-ralmente llegan primero los adolescentes, alrededor de las 12:00 a.m. se van, y entra una oleada de jóvenes.

No es una norma grupal ex-plícita pero sucede así. Tende-mos a pensar que tiene que ver con el control de la familia so-bre los adolescentes, pero ellos, obviamente, no lo declaran de esa manera porque sería reco-nocer su condición de menores, y allí pretenden no serlo.

¿Por qué G y no otro sitio de la ciudad?

Entre las razones declara-das por los muchachos está la posibilidad de poder trasno-char. Ellos dicen que, aparte de lo caros que son los existen-tes, no hay lugares de diver-sión abiertos después de las dos de la mañana, sitios adon-de puedan acceder más tarde bailando, cantando, hablan-do…, y esa posibilidad se las brinda la calle G, un lugar cén-trico al que llegan muchas guaguas.

Además, existe otro cons-treñimiento de tipo estructural que condiciona el pernoctar allí: los que viven lejos, si los co-ge la hora de la confronta, no tienen cómo regresar a sus ca-sas y deben esperar a que em-piece de nuevo el horario regu-lar del transporte público. Aun-que ya a esas altas horas de la madrugada son unos pocos los que permanecen.

¿Qué distingue a los grupos que se reúnen en el parque?

Los Rockeros son el grupo que conquistó la calle. Fue a partir del cierre del Patio de María, en los años 2001-2002, cuando buscaron un espacio para poder seguir compar-tiendo, y ocuparon el parque de G, sobre todo entre las ca-lles 25 a 21. Hoy siguen siendo los que tienen un mayor esta-tus –tampoco es algo explíci-to–, tanto por el territorio que ocupan como por el prestigio que allí tienen, dado por su condición de fundadores, lla-mémosle así. También es den-tro de los Rockeros donde es-tán las personas de más edad, las que exceden los 26 años, y

son llamados «los dinosau-rios».

A continuación de la calle 21 se ubican los Repas –reparte-ros–, inclinados por la música salsa, el rap, el reguetón. Des-pués de los Rockeros, son los que ocupan físicamente la posi-ción más privilegiada, aunque son de los más rechazados en el parque, sobre todo por sus acti-tudes que no son precisamente empáticas ni relacionales. Los distingue cierta agresividad y vulgaridad. Les gusta ejercer el poder, se anuncian de esa ma-nera, y no es algo que, al pare-cer, quieran modificar. Habría que profundizar más para ver hasta dónde eso tiene que ver con una conducta de defensa te-rritorial y también de su propia identidad. Aunque parezca ne-gativo, es el modo que tienen de posicionarse.

Después, en términos terri-toriales, les siguen los Mickies, quienes además de los Rocke-ros tienen también homólogos en otros lugares del mundo. Ellos son como la versión tropi-cal de los Fresas mexicanos o de los Pitucos peruanos, el re-

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flejo cubano de algunos para-digmas que vemos en las nove-las. Constituyen un grupo de al-to estatus económico, lo que no significa que sean hijos de pro-fesionales. Sus posibilidades fi-nancieras se traducen en llevar ropa de marca, iPod, celulares… De hecho, una de sus activida-des en el parque es pasarse mú-sica, fotos, mensajitos.

Los Emos son una identidad dentro del parque que atrae de ma-nera especial la atención.

Es la que tiene «el foco», co-mo hoy se dice. La mayoría de quienes han venido a consultar-nos pregunta por ellos, los Emo-tional. Creo que tiene que ver básicamente con la filosofía que supuestamente identifica a esa figura a nivel internacional –pa-ra nada son una creación cuba-na– que es la cultura del suici-dio. Pero los que nosotros en-trevistamos aquí no tienen cultura de muerte, ni eso forma parte de su identidad.

Algunos muestran cortadu-ras en antebrazos y piernas; ahora, si el cortarse tiene que ver con sentir dolor o con una marca identitaria como usar el

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bisté o pulovitos rosados, no tengo elementos para determi-narlo. Quisiera seguir profun-dizando en esta investigación con la que no me siento del todo satisfecha, porque aunque in-cluyó entrevistas a 413 mucha-chos y a muchos otros sujetos relacionados con G, son datos básicamente descriptivos, no explicativos.

Aun cuando entre los dife-rentes grupos existan elemen-tos estéticos difusos, son, en ge-neral, identidades que están emergiendo significativamente, e imagino que ganen en solidez. Los Emos, en particular, consti-tuyen el menos consolidado. Fueron los últimos en llegar, son sobre todo adolescentes, y su identidad es también recha-zada dentro del parque, básica-mente por la inmadurez que muestran y por su apariencia afeminada.

¿Qué mitos han dado pie a que las noches de la calle G sean vistas por algunos como un espacio sórdi-do y hasta dañino?

Existe el mito de que quie-nes acuden allí son unos vagos, de que hay violencia, drogas, de

que son unos extraños. Los que van a G se parecen al resto por-que son el resto. Entre ellos hay algunos desvinculados, pero re-sultan los menos y son los mis-mos que uno se tropieza a dia-rio en el barrio y en todos los lu-gares.

A los jóvenes y adolescentes que asisten al parque los distin-gue cierta pobreza motivacio-nal, o sea, pobreza para desear, y también la falta de estructura-ción de sus proyectos de vida; pero esas características no son exclusivas de ellos. Para nada digo que la juventud cubana tenga pobreza motivacional; no obstante, este resultado nos lla-ma la atención sobre un sector de la población juvenil cubana.

Al acercarnos a la forma en que perciben el socialismo cu-bano y las posibilidades de par-ticipación que tienen dentro de él, conocimos que ellos no ha-blan de capitalismo como op-ción, sí de un socialismo que de-be ser transformado; que no es un criterio exclusivo de esos grupos. De hecho, los valores de nuestro socialismo están presentes en ellos, aunque qui-zás no de manera consciente. Al profundizar en el diálogo, evi-dencian valores como la solida-ridad, la honestidad y la justicia social en la base de su ideolo-gía. Ahora, el modo en que los llevan a la práctica y en cómo desean que sea Cuba se diferen-cia de otros planteos, lo cual no significa que no quieran socia-lismo. Incluso, la emigración no está contenida entre las aspira-ciones de los entrevistados. Quieren viajar, conocer, pero regresar; aspiración identifica-da por investigaciones psicoló-gicas y sociológicas en otros su-jetos jóvenes.

Hay que señalar la resisten-cia que encontramos en G a ha-blar de temas políticos, y que igual estuvo presente entre los estudiantes de Psicología parti-cipantes en este trabajo: «Profe, ¿y vamos a preguntar sobre eso?», me decían. Por su parte,

los entrevistados preguntaban: «¿y con esto qué van a hacer?» Hablar de temas políticos, de socialismo, parece ser un tema tabú; y eso es algo que debemos desmitificar, porque todos so-mos protagonistas del socialis-mo que construimos.

Sin embargo, ellos no se sienten tenidos en cuenta para tomar decisiones, sino como ejecutores de lo decidido por otros. Tal falta de protagonismo ha sido evidenciada ya en otras investigaciones, al igual que la pertenencia sólo formal a orga-nizaciones estudiantiles, juve-niles y de masas.

Si son «más de lo mismo», ¿por qué entonces los entrecejos fruncidos?

Siento que parte de las sus-picacias hacia G son debidas a que no estamos habituados a que un conjunto de personas se reúna sin una convocatoria ins-titucional, sin un espacio que los acoja, aun cuando ese en-cuentro tenga como fin único conversar. Esa organización es-pontánea es algo que de mane-ra latente, no explícita, pudiera estar en el imaginario como al-go potencialmente peligroso.

Para comprender mejor lo que ocurre en esa arteria haba-nera hay que partir de que cada individuo tiene varias identida-des sociales. Esas identidades le permiten construirse su yo, a la vez que hablan de cómo la per-sona se da su posición en el mundo, la cual varía según el contexto. Cuando esos jóvenes están en el parque, son Rocke-ros, Mickies, Emos, Repas…, pe-ro al sentarse en el aula univer-sitaria probablemente esa no sea la identidad que aflore. Una de sus necesidades es reafir-marse identitariamente desde la diferencia, y esa demanda de no uniformidad se ve claramen-te satisfecha en la calle G.

Pero la reunión de grupos identitarios no es una cuestión inédita dentro de la historia so-cial cubana posterior a 1959. Es-tuvieron los Hippies, los Frikis, y se reunían en La Rampa, en la Fiat. Ahora, la novedad son las identidades otras que surgen, no la agrupación de personas. Además, vale aclarar que tam-poco lo que ahora ocurre en ese lugar es exclusivo de Cuba. Las capitales suelen tener espacios abiertos donde se dan aglome-raciones espontáneas de jóve-nes que van a compartir y a pa-sársela bien.

Lo que podría llamar la aten-ción es que Cuba defiende un para-digma de joven algo diferente a lo que se constata en el parque de G.

Primero te diría que no hay una única juventud cubana. Por tanto, yo sería incapaz de carac-terizar a la juventud cubana, porque al igual que el resto de la población, es muy heterogé-nea. Además, Cuba está conec-tada con el resto del mundo y eso significa influencias tam-bién sobre la socialización; no permanecemos dentro de un preservativo geográfico ni men-tal. Y está clarísimo que con la

afluencia del turismo y las nue-vas tecnologías, cada vez hay más entrada de información.

En el caso de los medios de comunicación cubanos en par-ticular, hay como una especie de dobles mensajes que te ha-cen preguntarte por dónde es que va el tiro. Porque, ¿qué es-tán proponiendo Las Chicas Gilmore?; ¿qué está ofrecien-do la televisión como paradig-ma de poder ser dentro de una sociedad?: el consumismo, lo superficial. La mayoría de las series norteamericanas que tienen como protagonistas a jóvenes y adolescentes lo que destacan es la frivolidad. Y no estoy criticando esas series, que se consumen mucho, apunto que forman parte de paradigmas que empiezan a ser consumidos.

También algunos productos comunicativos del patio han contribuido a reforzar estereo-tipos y prejuicios con respecto a quienes acuden a G. Cada cual debiera ser muy riguroso con lo que está emitiendo, porque yo creo que parte de la responsa-bilidad de que G sea vista como un espacio anómalo de la socie-dad, tiene que ver con algunos audiovisuales de nuevos reali-zadores.

¿Cuánto hablan de la toleran-cia o aceptación de la diferencia, los criterios y actitudes en torno a los protagonistas nocturnos de la calle G?

Yo no creo que todos los es-pacios institucionales tengan que servir la mesa para que afloren sin limitación las identi-dades de Rockeros, Mickies, Emos... Pero definitivamente la tolerancia a lo diferente dentro de otros espacios es un tema que está sobre el tapete. Y es de lo más interesante, porque a la vez que esos muchachos de-mandan de manera manifiesta aceptación o tolerancia (que puede a veces ser la más alta ex-presión de discriminación) a sus individualidades, ellos mis-mos incurren en conductas dis-criminatorias al no aceptar a los Repas o a los Emos. Pero di-go más, al preguntarles sobre la posibilidad de trasladarse, por ejemplo, hacia el Malecón si G no existiera, se opusieron alu-diendo que ese era lugar de prostitutas y homosexuales. Evidenciaron así una discrimi-nación que ya no sólo tiene que ver con preferencias estéticas, también con la orientación sexual o con determinadas op-ciones de vida.

Puede deducirse entonces que en este tema, de una forma o de otra, todos somos portado-res de actitudes discriminato-rias y de no aceptación. Los mis-mos que en un momento alzan la bandera del respeto a la di-versidad, en otro enarbolan lo contrario. Es pues un reto para la sociedad, para las ciencias so-ciales, cómo interactuar con la diversidad.

Hay también otras estigma-tizaciones y prejuicios relacio-nados con los ocupantes del

parque. Algunos pensaban que los policías eran quienes peor opinaban de esos muchachos; pero son los vecinos del lugar, sobre todo los residentes entre las calles 23 y 25. Protestan por-que se orinan en los portales y otros lugares. Pero, sin justifi-car transgresiones, ¿qué otras posibilidades les ofrece la calle? Algo parecido sucede con la in-gestión de alcohol, la cual es cri-ticada; pero a altas horas de la noche, lo que puede encontrar-se en los establecimientos que permanecen abiertos son ciga-rros, ron y preservativos. En-tonces, habría que ver cómo es-tamos también condicionando determinados consumos.

¿La investigación realizada por ustedes avala que sería perti-nente, necesario, desintegrar los grupos y pretender borrar las no-ches de G?

Para nada. Yo creo que ese lugar cumple una función so-cial, satisface las necesidades de un grupo de personas y es im-portante que se mantenga. Pero eso no excluye la necesidad de una multiplicidad de ofertas, porque es importante poder elegir; y hay muchos que si exis-tieran otros lugares no fueran a ese parque, la mayoría de los entrevistados no lo considera un espacio imprescindible.

No hay que desintegrar ese espacio. Pero aun cuando esos jóvenes no constituyen una di-ferencia, nos están haciendo un llamado sobre la labor social que hay que implementar hacia la juventud. El tema de la po-breza motivacional, de la no creencia en instituciones, nos está invitando a preguntarnos: si un joven no siente deseos o motivaciones hoy, ¿qué queda para el futuro? Tenemos que trabajar con el tema de la con-fianza de la juventud, de un fu-turo que no les resulte tan in-cierto y por que se sientan pro-tagonistas de su propia historia social y personal.

Creo que eso es misión de muchos, no del Estado en abs-tracto, y no únicamente de la familia. Las instituciones que colaboran con la socialización deben desarrollar una labor in-tencionada y consistente, lo que supone también información. Porque se pueden tener los me-jores deseos del mundo, pero si la manera para resignificar funciones es sólo hablar sobre valores…, ese no es el camino. El reto está en cómo se va a re-pensar un trabajo social y polí-tico, que parte desde conocer quiénes son esos otros, de no decirles cómo tienen que pei-narse, hasta lograr una sincro-nización en el actuar de todos.

Recuerdo que en El socialis-mo y el hombre en Cuba el Che comentaba la posibilidad que tenía Fidel para medir los lati-dos del pueblo. Yo creo que las instituciones relacionadas con nuestros jovenes deben ser ca-paces de medir esos latidos y de potenciarlos. Ese es un reto para el país y de él nos está ha-blando la calle G. CM

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JOrgE WEJEbE CObO

durantE la Primera Guerra Mundial, el aviador alemán Manfred Von Richthofen –hijo de un aristócrata prusiano–, conocido como el Barón Rojo por volar en un avión de ese co-lor, restableció códigos de ho-nor de la caballería medieval, los cuales, en general, eran asu-midos por pilotos contendien-tes de Alemania, principalmen-te franceses e ingleses. Era im-batible en los combates aéreos y perdonaba la vida al contra-rio que resultaba herido o que su nave no podía defenderse por haber sido dañada.

Derribó 80 aviones, récord no superado en la contienda, y encontró la muerte en la forma que menos deseaba. Según la versión más aceptada, un anó-nimo soldado australiano de infantería –más adiestrado en la cacería de patos que en la guerra de trinchera– le atrave-só el pecho con un certero dis-paro, mientras el Barón volaba a baja altura sobre territorio enemigo el 21 de abril de 1918. Tenía 25 años. Pilotos ingle-ses lo enterraron con honores militares. El Barón Rojo se convirtió en le-yenda y pione-ro de una casi centenaria pro- fesión.

Sin embargo, el ejemplo de Von Richtho-fen estaba condenado a no trascender. Hernan Goering era también un joven piloto de caza y un subordinado distin-

guido con el que compartió glo-rias y no pocas botellas de champaña para celebrar mu-tuas victorias. Pero el discípulo disfrutó de mejor suerte que el maestro aunque tuvo un desti-no tenebroso. Llegó a ser la se-gunda figura de importancia en la Alemania de Hitler, y en-tre los numerosos crímenes que cometió durante la Segun-da Guerra Mundial, se encuen-tra el haber ordenado a las fuerzas aéreas ametrallar en el aire a los pilotos aliados que se lanzaban en paracaídas para salvar sus vidas, y arrasar ciu-dades indefensas. Fue conde-nado a la horca en el juicio de Nuremberg en 1946, la que eva-dió envenenándose con una pastilla de cianuro horas antes de la ejecución.

Las arcaicas costumbres de novelas de caballería no tuvie-ron más espacio en la aviación militar. Ser piloto de combate se convirtió solamente en sinó-nimo de intrepidez, excepcio-

nales condiciones físicas y mo-tivación, pero al parecer la peli-grosa profesión entró en una cuenta regresiva en el siglo xxi.

De la cabina al joystick El complejo militar indus-

trial del Pentágono asegura que su nuevo caza-bombardero F-22 (que alcanza cerca de 4 000 kilómetros por hora y es invisi-ble a los radares) será la última nave de su tipo pilotada por el hombre en los próximos 20 años; pues aunque todavía no ha entrado en servicio a gran escala la tecnología de dire- cción a distancia utilizando la comunicación vía satélite y la computación, la misma ya re-sulta operacional.

Pilotos norteamericanos e ingleses desde aeropuertos en Nevada, Estados Unidos, vue-

lan en misiones de combate a Afganistán (a más de 13 000 ki-lómetros de distancia), sin salir de sus poltronas frente a panta-llas con vistas panorámicas. En su lugar despegan las nuevas

naves Global Hawk de 80 mi-llones de dólares, a las cuales dirigen

en vuelos que pue-den durar casi dos días, a más de 500 kilómetros por

hora y 20 000 metros de altura, en ope-

raciones de re-conocimiento y comunicacio-

nes para la Agencia Cen-tral de Inteligencia (CIA) o para lanzar cer-

ca de 1 000 kilogramos de bombas o misiles aire-tie-

rra. En el presente año, el 36 % del presupuesto para la construcción de aviones militares será invertido en la producción y perfeccio-

namiento de estas naves. Oportunamente la indus-

tria del ocio está llamada a de- sempeñar un papel importante en la selección y preparación de esta original categoría de pi-lotos, más parecidos a los febri-les adictos a los juegos milita-res de computadoras que simu-lan combates aéreos, que a sus reales antecesores; y hasta qui-zás en los futuros programas de captación que proyectan las fuerzas aéreas estadouniden-ses, a los aspirantes se les pue-da tolerar padecer vértigo de al-tura.

En definitiva el requisito esencial no será la valentía de sus predecesores. Lo funda-mental es mantener una gran concentración, energía y bue-nos reflejos con el joystick –bas-tón de mando con alguna simi-litud a los utilizados en los avio-nes– para eliminar al contrario y disfrutarlo; aunque a diferen-cia de los entretenimientos di-gitales, los que ya actualmente

Del Barón Rojo al Global Hawk

vuelan por el aire son reales se-res humanos. De conocer este futuro, el Barón Rojo se revol-vería en su tumba.

El canal Discovery, que ca-da día se parece más a un órga-no de relaciones públicas y pro-paganda oficial del Pentágono, presenta atrayentes audiovisua-les sobre las posibilidades de la nueva arma y la revolución tec-nológica con la que Estados Unidos proyecta lograr la su-premacía absoluta en el aire.

Sin embargo, recientemente el periódico The Wall Street Jour-nal divulgó que hackers ira-quíes de la insurgencia, utili-zando un software comercial para la conexión satelital deno-minado SkyGrabber y que se vende a través de internet por 30 dólares, interceptaron co-municaciones de aviones sin pi-lotos y que los servicios de inte-ligencia estadounidenses les ocuparon computadoras portá-tiles con videos tomados por estos aviones, lo que puede ser el inicio de una guerra por el control de esas naves. El man-do militar norteamericano de ocupación negó la noticia.

El Global Hawk y otras ver-siones de aviones sin pilotos ya han causado centenares de muertos inocentes en Irak, Af- ganistán y Pakistán. También Israel desarrolló su propia ver-sión y la utiliza profusamente contra los palestinos con igua-les resultados. Organizaciones de derechos humanos han do-cumentado y denunciado estos crímenes de Israel sin mayores consecuencias.

Entusiasmados por la nueva arma, países europeos se inte-graron para producir de con-junto un modelo propio del Glo-bal Hawk y organizan exposi-ciones adonde concurren los principales constructores para exhibir sus naves, atraídos por un nuevo y prometedor merca-do en la industria militar, que no tarda en extenderse a todos los países con recursos o capa-cidades tecnológicas necesarias para comprar o producir los aviones sin pilotos. Tampoco estarán muy rezagados en la fi-la grupos terroristas represen-tados por «respetables hombres de negocios» interesados en la adquisición de la letal tecnolo-gía, con la que quizás puedan repetir nuevas versiones del 11 de septiembre. CM

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Versión reconstruida del avión del Barón Rojo.

El Global Hawk.

nos cuidadosas, ¿no son dispositivos pensados para poner al otro al alcance de la mirada, tan lejos que poda-mos por primera vez tocarlo en lu-gar de comérnos-lo? Y las maneras de mesa, la gastronomía, las comidas comunes, ¿no son invenciones con-cebidas para retenernos fuera de nuestras tripas, para que la boca que masti-ca tenga también que hablar, reconociendo así la existencia de los otros comensales? Lo con-trario del amor es la guerra, con sus cuerpos crudos expuestos a la inme-diatez ciega de los violadores; lo contra-rio del banquete platónico es la ham-bruna y sus digestiones rápidas, solita-rias, desconfiadas. Lo que tienen de malo la prostitución y el fast-food, tan pa-recidos entre sí, es que niegan o anulan el mundo común; no ocurren en ningu-na parte, no le ocurren a nadie, no esta-blecen ninguna relación. ¿Será una ca-sualidad que el capitalismo gaste todos los años mucho más en destruir relacio-nes –por no hablar de seres humanos concretos– que en crearlas? ¿Que la prostitución genere beneficios de 18 000 millones de euros sólo en España y se co-ma sin parar a 400 000 personas? ¿Que la compañía McDonalds tenga 60 millo-nes de clientes al día en todo el mundo y venda todos los años 22 000 millones de dólares en comida-basura?

He dicho otras veces que la mayor o menor bondad de una sociedad parti-cular se revela menos en los sufrimien-tos de sus víctimas que en los placeres de sus beneficiarios. La esencia del ca-pitalismo se manifiesta, claro, en sus fábricas, sus campos de refugiados, sus muros fronterizos, sus prisiones; y se manifiesta igualmente –o aún más– en sus centros comerciales, sus parques de juegos, sus aeropuertos, sus progra-mas de televisión, sus estadios deporti-vos. Del paro y el trabajo precario se huye, como siempre, hacia la religión y los psicofármacos, pero también hacia los placeres industriales que, con arre-glo al modelo de la prostitución y el fast

food, el capitalis-

mo proporcio-na, en distinta escala

y por distintas vías, a po-bres y ricos por igual.

¿Habrá otro modelo? En 1956, poco antes de morir, Bertolt Brecht escribió un bellísimo poema titulado Verg-nügungen, que algunos traducen como Placeres y otros como Satisfacciones. Me gusta más este último término, deriva-do del latín «satis» (bastante, suficien-te), porque de entrada sitúa la mirada en los límites del mundo, fuera del cuerpo y sus intimidades infinitas. En Satisfacciones el poeta alemán ofrece una lista casi oriental de pequeños pla-ceres conectivos (mirar por la ventana, nadar, rostros entusiasmados, el viejo libro vuelto a encontrar, la nieve, zapa-tos cómodos, la dialéctica) completa-mente incomprensibles –lengua muer-ta, extraña, tediosísima– para un clien-te de McDonalds y Wal-Mart, un espectador de la Fox o un admirador de Fernando Alonso y Cristiano Ronal-do. De todas estas «satisfacciones» di-minutas de la extensión, hay dos ya ca-si extinguidas, como los dinosaurios y los bisontes, incompatibles con el or-den del mercado capitalista y que des-de un carro último modelo o desde Dis-neylandia nos parecen extravagantes y perversas, casi escandalosas: «com-prender» y «ser amable».

¿Por qué nos parece imposible hoy encontrar placer en «comprender» y «ser amables»? Porque, al contrario que la prostitución y el fast food, al contrario que el cólico y el orgasmo, el pensamien-to y la amabilidad son dos formas distin-tas de reconocer la existencia del mun-

do. Los dos se comportan

ante las cosas y ante los hom-

bres como el náufrago ante los

niños, a los que se debe ceder el paso al

abandonar el barco que se va a pique. «Compren-

der» es un ejercicio de buena educación con el objeto: darle la

palabra, dejarle pasar por delante de nosotros, cederle nuestro lugar en el asiento. El zoólogo, por así decirlo, deja hablar a los animales; el físico deja ha-blar al átomo; el filósofo deja hablar a los entes. Pero «ser amable», al mismo tiem-po, es una forma de (re)conocer a nues-tro prójimo, de comprender su existen-cia como igual a la nuestra, de establecer rangos y jerarquías a contrapelo de las clases (la superioridad del viejito, del en-fermo, del niño). Cada vez que digo «por favor», que cedo el paso, que me muestro cariñoso o complaciente, que me deten-go y dedico un minuto, arrancado al tiempo continuo de la digestión, a intere-sarme por mi vecino, estoy conociendo la fragilidad de los otros y declarando en voz alta la mía propia. Bajo el capitalis-mo, en Madrid, en Sidney y también –mucho me temo– en Pekín, una declara-ción de fragilidad es ya una invitación al desprecio y la agresión. En las grandes ciudades europeas, «amables» ya sólo lo son los que tienen algo que ocultar o al-go que temer: los inmigrantes, cuya mis-ma cortesía los pone a merced de todos los palos y todos los abusos.

El poema de Brecht acaba con este verso escueto: «ser amable». Es también la condición implícita de toda sociedad justa, el primer artículo tácito de toda constitución política. El comunismo es el conjunto de procedimientos comple-jos –económicos, sociales, tecnológicos– que permiten estos placeres sencillos: el de abrir la ventana al levantarse y reco-nocer el mundo fuera; y el de abrir los ojos y reconocer con un gesto la superio-ridad de un niño, de un viejo, de un en-fermo. Y los placeres –claro– de nadar, leer, oír música, contemplar las flores o la nieve, llevar zapatos cómodos y embe-lesarse en el rostro «entusiasmado» del amigo o del amado. CM

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SANTIAgO ALbA rICOEspecial para LA CALLE DEL MEDIO

Hay ExpEriEncias tan intensas que no tienen extensión. Hay emociones tan pegadas a nuestro pecho que no ocu-rren en ninguna parte. Puede decirse que es a eso a lo que todos, en Australia, en España y en China, llamamos «pla-cer» y «dolor»; es decir, al hecho de no estar ni en Australia ni en España ni en China cuando nos estremecemos. No me duele la cabeza en el mundo sino en mi propia cabeza; no me duelen las mue-las en la extensión de mi cuerpo sino en una especie de intimidad sin ventanas; no me duelen los riñones un martes de marzo sino en un presente puro, en una eternidad concreta. Lo mismo ocurre con el placer, cuyas intensidades más cortas suprimen también, mientras du-ra, todos los lazos con la tierra y con el tiempo. En su relación con el mundo, hay pocas diferencias entre sufrir y go-zar: el placer es un dolor blanco, el dolor es un placer negro.

El cólico nefrítico y el orgasmo nie-gan por igual el sol, los árboles, la bote-lla sobre la mesa, nuestra genealogía y nuestra historia, la mano que nos atien-de, incluso el cuerpo que tenemos entre los brazos. Ahora bien, el sufrimiento es un placer que nos expulsa, en el que no queremos quedarnos, que por ello mis-mo requiere al mismo tiempo una expli-cación y una salida y que busca abrirse camino, como las uñas de un topo, de vuelta al mundo del que ha sido arran-cado. Si las revoluciones se hacen a par-tir del sufrimiento –el aguijón de la rea-lidad clavado en el cuerpo, como decía Simone Weil– es precisamente porque el sufrimiento nos hace huir y porque de él sólo podemos huir hacia los otros y hacia afuera. Para bloquear ese regreso a la humanidad –de la migraña al pen-samiento, del cólico a la revuelta– se han inventado los antidepresivos, la reli-gión... y los placeres. La industria capi-talista del entretenimiento disuelve el mundo común con mucha más eficacia que los somníferos y los confesionarios.

El placer es un dolor que nos retiene, un dolor en el que queremos instalar-nos. Sin un empujón, nos quedaríamos en él para siempre. Los placeres más ele-mentales son –claro– el sexo y la comi-da, contra cuya insociabilidad visceral se han inventado refinados procedi-mientos de cultura. El amor y sus ma-

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EN EL MEDIODE LA CALLE

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Hay quien no tiene aire para llegar a la meta

Hay quien no tiene meta para llegar al aire

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las supuestas culpas originales de Eva, ni tampoco aquellos tiempos de luchas fe-meninas por usar pantalones, tener acce-so a los cargos públicos y bañarse con trusa en las playas.

En una pareja que recién ha cumpli-do 38 años de vida en común, esas peleas sólo forman parte del folclor. Yo tengo ya 30 de esa experiencia y sé cómo funciona el asunto. De manera que la dejé ensa-ñarse, porque en verdad quien hablaba por boca de Soledad no era Soledad mis-ma, sino, de algún modo, todas aquellas mujeres que, a lo largo de la historia, han sido relegadas al plano de objeto; en tan-to quien recibía el sermón tampoco era Félix, sino todos los hombres que asimis-mo hemos sido responsables de que to-davía perduren los prejuicios machistas.

Y ciertamente, a cualquiera podría parecerle que ya las mujeres

gozan de plenos derechos en Cuba; y es que en favor de la igualdad de géneros nuestro país ha hecho mu-cho más que cualquier otro en este último medio siglo; pero justo acabamos de ver que sólo basta cam-biar el punto de vista en una frase, para que en nues-

tras mentes se revuel-quen los fantasmas de la

Edad Media. Hagamos el experi-

mento contrario. Cambie-mos los roles y digamos en-tonces que son los hombres

quienes portan un gen de perro. ¿Qué pasaría?

Con absoluta seguridad, nada; ningún hombre se senti-ría aludido en lo personal; en todo caso, la palabra «hombre» sería oportunamente derivada hacia el total de miembros que

conforman nuestra especie –en la que se incluyen las mujeres,

por supuesto. Vean, entonces, có-mo de ningún modo estas se libran

de la culpa. Alguno hasta nos recor-dará aquella otra frase muy famosa del «hombre lobo del hombre», y

ANTONIO rODríguEz SALVADOr

mi amigo, el pintor y ensayista espiri-tuano Félix Pestana Cabrera, es dueño de un perrazo pastor alemán, de esos que sólo pueden ser sacados a la calle con bozal y cadena corta: una masa de pelos y dientes, que cuando «escanea» con el hocico al recién llegado lo hace tan arriba, que es inevitable asustarse ante el peligro de una posible castración. Sin embargo, apenas llego de visita a la casa, muy dócil Dalton se echa a mis pies y se lanza de costado para que yo le aca-ricie la barriga, ronronea como un ca-chorro y mira con inocencia: «Es que los perros tienen un gen femenino», me ex-plicó hace unos días mi amigo.

La frase, en el orden expresado por Félix, colocaba en alto la sensibili-dad de las mujeres; ciertamente, ellas son más receptivas a la dul-zura que nosotros los hombres; ahora mismo no recuerdo quién dijo que el principal órgano sexual de la mujer es su piel. Sin embargo, de súbito, un diablillo se me posó en el hombro y me dio por gastar una broma. Soledad, la esposa de Félix, nos preparaba un café en la cocina: ella es una mujer de refinado sentido del humor, amén de que nuestra amistad ha transitado ya por muchos veranos. De modo que al-cé la voz por sobre la de Diana Krall, que desde la computadora musitaba casualmente The girl in the other room, y casi grité: «Escucha, Soledad, lo que me ha comentado tu marido; di-ce que las mujeres tienen un gen de perro».

Para qué contar-les: a Félix le cayó encima toda la Edad Media, des-de San Agustín de Hipona hasta Santo Tomás de Aquino; sin olvi-dar, desde luego,

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A.A.g.

El poEta Jorge Ángel Hernán-dez Pérez nació en Vueltas, Villa Clara, en 1961. Más de una dece-na de títulos en los diferentes géneros avalan su intensa tra-yectoria como escritor. A poe-marios como Relaciones de Osai-da (1990), Las etapas del odio (2000) y Ojos de gato negro (2006), entre otros, suma libros de ensayo co-mo La parranda (2000), Ensayos raros y de uso (2002) y César López en la circularidad del cuento (2003), y novelas como La luz y el univer-so (2002), El callejón de las ratas

(2004) y Carmen de Bisset (2004), que hablan de una sostenida la-bor literaria, acreditada por im-portantes premios y reconoci-mientos. Entre otros, ha sido merecedor de los premios Fun-dación de la Ciudad de Santa Clara, 13 de marzo, «José Soler Puig», y de las becas Dador, «Fernando Ortiz» y Razón de Ser. Fundador y, por varios años, director de la revista Umbral, en estos momentos es editor de Ha-cerse el cuerdo, publicación críti-ca de la UNEAC en Villa Clara. En 2004 recibió la Distinción por la Cultura Nacional.

Jorge Ángel Hernández Pérez

INCLUYE POEMAS DE... casandra y yo

Me gustaría encontrarme con Ca-sandra. Tal vez la llamaría por un nombre de menos referencias; pe-ro ella, con sus dones proféticos y con todo el castigo de la increduli-dad. Descubrir lentamente que esa mujer y yo frecuentamos el mismo deterioro. La amaría con todas mis potencias, sin predecir la ruptura, sin mirar a los ojos de ese día en que se irá, definitiva y consciente de que ella lo sabía. Cuántas historias, cuánto miedo y valor para contarnos. Le pediría el amor de los eternos, le juraría la unión inmemorial.Sí.Solicito a Casandra.

Me gustaría saber que no es una utopía eso de hallar una mujer y compartir la vida.

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historia de un amor difícil

La amaba. Me amaba.Tanto amor en la estrechez no cabía.

bolero

Los boleros de Miguel Matamoros son hondamente trágicos, sufri-dos. Uno sabe que el mundo se ha acabado, que la vida cesó con el engaño. Un minuto después es el engaño quien sufre, es la vil trai-cionera quien se hunde en la fe de su tragedia y desespera de rabia al no poder concurrir a la guara-cha. Ese es el quid del éxito de crí-tica, el don de comprender la pa-sión nacional.

Si no fuera por él, y por otros auto-res que la misma virtud han com-prendido, no hubiera podido ce-rrar con tono tajante de epigrama aquel poema, que después eché al fuego, arrepentido. CM

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quién sabe si hasta nos pondrá el ejemplo de Hiroshima y Nagasaki, o el abomina-ble holocausto perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, o, simplemente, este otro mucho menos pro-mocionado en su carácter de monstruosi-dad, y que ahora mismo cometen las tro-pas yanquis en Irak y Afganistán.

En fin, siempre serán otros los geno-cidas, nunca el hombre que somos noso-tros mismos. Sin embargo, si nos remiti-mos a la historia, muy contadas mujeres han sido responsables directas de horri-bles matanzas. Más bien lo contrario; por lo regular han sido las mayores vícti-mas de las guerras. Alejandro Magno, Julio César, Gengis Kan, siempre estu-vieron lidiando como perros, e igual-mente trataron como perros a los venci-dos. Desde su papel de conquistadores, impusieron su tiránico punto de vista en la historia, y no sólo se dotaron a sí mis-mos de un halo mítico, sino que también borraron de un plumazo los ríos de san-gre y desolación que dejaron a su paso.

Para justificar sus abusos, los podero-sos inventaron los prejuicios. El primer gran historiador de la antigüedad, el grie-go Herodoto, advirtió que los egipcios llamaban bárbaros a todos aquellos pue-blos que no hablaran su lengua. El térmi-no pasó a los griegos, y entonces estos, asimismo, empezaron a llamar bárbaros a los extranjeros que no compartían sus costumbres. Hoy no es distinto: los cuba-nos conocemos muy bien cómo se intenta demonizar a quienes preservan posicio-nes rebeldes del pensamiento hegemóni-co. Mediante campañas de desinforma-ción se pretende convertir en poco dig-nas de crédito las ideas que no comulgan con las políticas imperiales.

Y eso fue justo lo que hizo la Iglesia con las mujeres durante la Edad Media. Al decretar que ellas –a diferencia del hombre– no habían sido creadas a ima-gen y semejanza de Dios, las colocaron casi en el mismo estatus que a los ani-males. En aquellos tiempos, el marido ejercía un poder absoluto sobre la espo-sa. Podía apalearla cuantas veces le vi-niese en gana, e incluso matarla sólo por una sospecha, o porque contradije-se su opinión. Tanta era la antipatía, que se creó un glosario de términos pa-ra definirla: avidissimum animal, bestiale baratrum, concupiscentia camis, duellum damnosum, etcétera. La mujer era com-parada con la peste, las bestias, el nau-fragio de la vida…

Pudiera parecernos que la Edad Me-dia ya está lejos en el tiempo, pero el eco de tales menoscabos todavía se escucha con fuerza. Por esa causa aún son nume-rosas las etiquetas discriminatorias que se les cuelgan a las mujeres. Decimos «hombre de la vida», y de inmediato pen-samos en un señor que goza de gran ex-periencia. Así, podemos ver que «hom-bre público» es un funcionario; «hombre del arte», un virtuoso, y «hombre del par-tido», un militante. Sin embargo, «mujer de la vida», lo mismo que «mujer públi-ca», «mujer del arte» o «mujer del parti-do», según el diccionario, tienen el signi-ficado de mujer prostituta.

Solamente en el Diccionario de Uso del Español hay 83 expresiones distintas pa-ra tipificar la palabra meretriz. Sinóni-mos de esta son «buscona», «cortesana», «golfa», «tunanta», «zorra»…, unos térmi-nos que, sin embargo, cuentan con signi-ficados distintos cuando se refieren a los hombres.

Imagine, amigo lector, que usted es un alienígeno recién llegado a la Tierra, y antes de insertarse en la nueva vida so-cial debe pasar un curso de idioma espa-ñol. De repente pudiese pensar que irrumpirá en un mundo apacible, donde la principal preocupación de sus habi-tantes es sobre todo fornicar. No tendría dudas al respecto, al comprobar que en el diccionario hay muchas más palabras para expresar acciones relacionadas con la prostitución, que vinculadas a la idea del hambre, la guerra o la muerte.

En fin, todo eso explica por qué mi amiga Soledad consideró oportuno aplicarle un correctivo a su marido Fé-lix. Recuerdo que en un momento de-terminado ella le dijo: «Tú eres un ma-chista, tú eres un…» y de repente quedó en silencio. Desorientada miró prime-ro hacia la computadora, y después ha-cia mí: «Antonio, tú que eres escritor, pudieras ayudarme con un sinónimo de machista…» Y entonces fui yo quien se quedó perplejo. Medité por unos instantes, y nada. «Vamos al matabu-rros», le sugerí, y enseguida pusimos manos a la obra. Pero no hallamos el dichoso sinónimo ni en el Diccionario de la Real Academia Española ni en el La-rousse ni tampoco en el diccionario de María Moliner. «Déjalo ya, Antonio, no merece la pena», dijo de pronto Sole-dad poniendo fin a la intensa búsque-da: «Acabo de comprender que el idio-ma español es macho.» CM

El punto de vista y los prejuicios

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LIuDMILA QuINCOSES

EstE 14 dE fEbrEro el Proyec-to Cultural Escribanía Dollz cumplió 16 años. Claro que ha-ce 16 años, en el lejano 1994, no era proyecto, era sólo inquie-tud, necesidad, ganas de cam-biar un poco el orden y brin-darse para conseguir lo que en definitiva es y seguirá siendo el principal propósito nuestro, lo-grar en tiempos de caos y glo-balización la comunicación. Te-ner un espacio en la historia de dos personas es tener también potestad para cambiar esa his-toria. Bueno, pero los lectores que desconocen de qué se trata estarán pensando: ¿Qué pasa en esta Escribanía Dollz?, ¿qué hizo la tal Liudmila el 14 de fe-brero de 1994?, ¿qué decía el fa-moso cartel? Pues bien, regre-semos a esa época: la Liudmila de entonces escribió en un pe-dazo de cartulina: Se escriben cartas de amor a cualquier hora, cartas de negocios, cartas de suici-das de 8:00 a.m. a 3:00 p.m. Todo esto en una ciudad en el centro de Cuba, todo esto en Sancti Spíritus, y siempre con la idea de hacer un experimento, de probar que la gente necesitaba escribir epístolas, necesitaba regalar sus palabras, lograr una felicidad aunque fuera mo-mentánea. La sinceridad para alcanzar todo esto era funda-mental. En Sancti Spíritus exis-tieron tres grandes y famosos escribanos en la época de la co-lonia, se dedicaban a hacer transacciones comerciales, nin-guno escribía cartas de amor. No habían dejado ningún ma-nual ni yo me imaginaba qué iba a hacer si alguien llegaba solicitando mis servicios. Un mes después, con mi primer cliente delante, tuve que impro-visar un protocolo: escuché su historia, escribí su carta, y has-ta hoy no he podido dejar de asistir a todo el que ha tocado a mi puerta.

Claro que la Escribanía se ha transformado. En el año 2000, junto a mi esposo Julio Neira, refundé el proyecto y ahora tenemos una galería de arte, talleres de libre creación, un café literario, intervencio-nes públicas con ventas de car-tas y postales en días conme-morativos, conciertos y proyec-ciones de películas en la calle, en la comunidad, para la gente que vive y hace suyo este espa-cio, patrimonio ya de la ciudad. Una mención importante es pa-ra mi madre, parte significativa del proyecto, y que tiene a su cargo una de la peñas más im-portantes, la ecológica-literaria «Amigos de la Esperanza», con más de 10 años de creada.

Hay escribanía, cartas, pe-ñas, exposiciones; pero existe

también algo increíble, el con-curso internacional de cartas de amor, que este año tuvo su edición vii y como siempre se premiaron las epístolas duran-te la feria internacional del li-bro en nuestra provincia. Se re-cibieron un total de 2 714 cartas: 1 519 misivas de Cuba y 1 195 del extranjero. La convocatoria tuvo una fuerte acogida y reci-bió una cobertura internacio-nal en más de 60 sitios web, además de ser publicada en los diarios más importantes de Cu-ba e Hispanoamérica.

Quiero agradecer especial-mente la participación de todas las personas que nos enviaron sus cartas desde las prisiones provinciales de hombres y mu-jeres, donde los oficiales, pro-motores y reclusos hicieron su-yo el concurso. Además, a to-das los que nos hicieron llegar sus misivas por correo postal desde los más recónditos para-jes de nuestro país y del mun-do. Ahora cuando casi parece un hecho del pasado tomar un sobre, poner una estampilla, esperar al cartero.

Una verdadera avalancha nos llegó este año por e-mail, como si todos hubieran sido contagiados con una fiebre

epistolar. Las cartas no para-ban, y a veces, lo confieso, me abrumaba ante la tremenda responsabilidad de leer y clasi-ficar 2 714 cartas. Debo agrade-cer también a mi madre que es la encargada de procesar las que llegan por correo regular y de las prisiones, y confeccionar las estadísticas.

Esta edición del certamen también ha sido superior en cuanto a la calidad de las car-tas recibidas. Me he pasado días imprimiendo las epístolas y sumergida en las más increí-bles historias; han sido en su mayoría cartas magníficas, es-critas por las más disímiles personas.

Aunque todavía existen prejuicios con respecto a las cartas de amor, yo las conside-ro un valioso testimonio de es-tos años que nos ha tocado vi-vir. Constituyen sin duda un verdadero tesoro para historia-dores y sociólogos, porque re-crean buena parte de la histo-ria y de la vida de estos tiem-pos, tan difíciles, en los que a pesar de las guerras, el estrés de cada día y las angustias exis-tenciales, las personas siguen demostrando que no han per-dido la fe. CM

amado EtErno:Te escribo el día de cual-

quier año y era, ya que el tiem-po es polvo para las alas de la Inmortalidad. Tejo tu fisono-mía, y es la de miles de seres que en todas mis vidas me han acompañado, mezcla de la be-lleza astral, recuento del olvido que ha surcado mi cielo en mi-lenarias épocas. A tu lado, todo el silencio se transforma en ma-ravilla; danzan los pájaros en sus nidos, silba el viento en mi pecho porque la infinitud es só-lo posible en nuestras memo-rias. ¡Cuántos siglos ya que te conozco, y vuelvo a borrar las promesas! Nada queda para atarnos a una sonrisa; el cre-púsculo se ha cuajado en mi mejilla y desciende el rocío, una y otra vez hasta tus plantas. ¡Cuántos siglos ya que te abono los lamentos! Sin embargo, sigo esperando, tu marea barriéndo-me como las tempestades. Rezo a la eternidad y ningún consue-lo me ata a los refugios.

Tú paladeas mi mano inse-gura que corta el pan para tu esencia de estrella. Miles de his-torias surcan la epidermis cual bramido del pasado y no puedo distinguirlas. La vereda es el preludio de mi llanto que va des-de el mutismo a tu bramido de vida. La intrascendencia nos acuna en su voluntad de espu-ma y tan siquiera queda abrir los brazos y abarcar orillas, pe-ces, universo, en un nexo de de-pendencia. Oigo tu voz, mien-tras el tiempo pasa. Oigo la in-clemencia avanzar hacia los mares y devolverme el aliento... ¿Cómo podré llegar a ti, amado inmortal, desde tantos abismos e impaciencia? ¿Qué vuelo me

desencadenará de la mujer que ignora el color de los espejos y las nubes?

El sueño, convertido en orbe no es capaz de bordar tus secre-tos. Eres un misterio incrustado entre las rocas, allende las ga-laxias para renombrar mi estir-pe. Te amo, en los límites de mi espacio y mi garganta. No pue-do tender los puentes en los már-genes que no nos pertenecen. Estamos bogando a través de las centurias, hablando en la lengua imperturbable del miedo. Aguar-da. Ninguna reserva someterá esta certeza de muerte, los ecos de la naturaleza navegando en nuestras esencias. Algún día venceremos al Minotauro y vol-veré a ser tuya en los albores del hombre, mientras serpientes y manzanas resplandecen en los jardines. Una mañana desperta-remos enjugándonos la confian-za y no será necesario abando-nar los nidos ni descubrirnos yertos en la realidad.

He nacido en ti como la vida. Bajo las lunas, en las luces de otros mundos, estaré a tu diestra para conducirte hacia el retorno. Dame las claves para demostrar-te los colores y parecerme a la verdad cuando fenece. He naci-do en ti como los reflejos, transi-dos por una flor sin nombre. Se-guiré iluminándote en mi mor-talidad, alzando las manos a un cielo sin repuestas que quizás pronto comprenda cuánto te ne-cesito. Sólo el amor hace mila-gros en las auroras de la huma-nidad. Sólo tu amor ilumina mi garganta, mientras el sol se me va quedando dentro, llameando en el póstumo fuego, pronun-ciando tu nombre para siempre.

Tu alma gemela. CM© y

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Escribir cartas de amor en Cuba

amado, amigo:Todavía estás aquí. Hay mu-

cho de esos horizontes que com-partimos juntos en la ventana de nuestros sueños. Desde ella, cuando te sorprendió la guerra detrás del océano, pensaba en ti y te llamaba; cada carta era un regreso y podía imaginarte en medio de la selva junto a la tro-pa desorientada, entre el peligro de las serpientes y los tiros, con el dolor de algún compañero he-rido o muerto. África y tú, tú y África, incertidumbre para nues- tro futuro, pero el amor nos ga-nó siempre.

Fuera de las nostalgias y esta otra partida, no me queda más amparo que escribirte y desha-cer las lágrimas ya no como la Penélope de Ulises y sus noches con la madeja de su fe para rete-ner al amado. Ahora vuelven las aguas a separarnos; el tiempo es otro, la vida es otra y cambia-mos ¿hasta olvidarnos?

Ya no soy el «espejo de tu carne» ni «el sustento de tus alas», el poeta se ha ido, ese Mi-guel del que te apropiaste para decirme: Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas, ansiado por el plomo. Borraste el pasado y no

te culpo, sólo eres un hombre que decidió su destino.

Y siempre quedan palabras por decir, dulces y amargas. De ese otro lado del mar también verás el sol ponerse y la ventana de nuestros sueños alguna vez será tu refugio. Podría hablarte de lo que fuimos, de mi ansie-dad esa primera noche que me alcanzó hasta la última, y que no hubo otro amor para encen-derme; pero nunca le di valor a la mentira. Sólo soy una mujer que prefirió este camino.

Sigues aquí en estos viejos papeles, en los libros, en la me-moria, los olores y mi edad fe-liz. Aún me perteneces como yo a ti y a esta tierra que no de-jará de ser tuya nunca. En ella hiciste la historia, la del amor, la de los hombres; en ella fuiste luz y sangre.

No te dejaré ir, «nada po-drá destruir lo que hemos si-do». El recuerdo volverá a la ventana con algún sueño in-completo, reviviéndonos, des-de otra época, otros cielos y horizontes diferentes.

Sólo me queda decirte, nos recordaremos,

Siempre yo

Primer Premioelaine vilar madruga | ciudad de la habana

GrAN Premiojuliana venero bond | ciudad de la habana

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durantE el primer tercio de la actual campaña beisbolera, el estadio «Mártires de Barba-dos», de la Ciudad Monumen-to, parecía estallar en cada presentación de los Alazanes. Fue tal el inicio que la pobla-ción granmense, con esa picar-día inherente al cubano para captar estados de ánimo esta-bleciendo vínculos con la rea-lidad sociocultural, bautizó de inmediato a Yoennis Céspe-des, Alfredo Despaigne y a Yordanis Samón –a propósito de la versión en pantalla de la legendaria radionovela– como Los Tres Villalobos.

Sin embargo, ¿fue en los úl-timos años esta tríada la más relevante? Con el objetivo de avivar la polémica, justo en el epicentro de los play off, les pre-sentamos, a nuestro juicio, los artilleros de más alcurnia a lo largo del quinquenio vistos desde diversas dimensiones.

En lo colectivoEn efecto, desde la Serie xlv

hasta la xlix, ningún trío ha si-do tan impresionante como los orientales. Sus guarismos com-binados (tabla 1) son verdade-ramente demoledores, al punto que sobran los dedos de una mano para contar los serpenti-neros que han salido incólu-mes ante sus escopetazos. Aprecie el lector que hablamos de palabras mayores al resaltar que dominan 14 departamen-tos, sobresaliendo el por ciento de corredores impulsados en posición anotadora. Los secun-dan Yulieski, Cepeda y Eriel, quienes comandan cinco casi-lleros, entre ellos el de mejor OBP y traer hacia el plato el mayor número de hombres que

significan el empate o la venta-ja. Se alzan con la medalla de bronce los no menos temibles Olivera, Meriño y Bell. Para que se tenga una idea de estas tres tandas, vale la pena añadir que fabrican anotaciones de manera inigualable, acumulan-do en todo este período un pro-medio de ensueño. Un dato to-davía más ilustrativo: La Haba-na, que encabezó durante el calendario regular el pitcheo con 3,92 de PCL, metáfora apar-te, necesitaría exclusivamente a cualquiera de estos tríos en su line up para vencer en cada cho-que.

En lo individualEs una lástima que Joan

Carlos Pedroso no se haya he-cho justicia con el team Cuba, pues en el plano doméstico es un pelotero de altísimos quila-tes. En los últimos cinco años, entre los pesos pesados con dí-gitos superiores a los 65 HR, 330 anotadas, 550 CP, 990 de OPS y al menos 1 400 VB, es pri-mero en OPS y Factor Poder, se-gundo en OBP, tercero en SLU y cuarto en cuadrangulares. Ce-peda, por su parte, se embasa como nadie. Céspedes no posee rival para pisar el home, pero al igual que Bell toma más pon-ches que boletos. El santiague-ro, al mismo tiempo, acumula una relación envidiable entre velocidad y fuerza, conectando 77 cuadrangulares en la misma medida en que se apropia sin sobresaltos de 78 bases. Igual-mente es el más efectivo tra-yendo hombres hacia la regis-tradora separados de esta a me-nos de 180 pies.

Ahora bien, indiscutible-mente, los showmen del perío-

¿Quiénes son en realidad los Villalobos?

TABLA 1 Jugadores E OPS OBP JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB SO BD CP CPA CIPA % VIEV FP PAY. Céspedes • A. Despaigne • Y. Samón GRA 1 013 423 450 5 645 4 871 1 007 1 658 340 356 27 268 2 872 590 118 68 1 075 2 46 146 581 606 150 1 814 2 181 623 28,56 271 1,73 250Y. Gourriel • F. Cepeda • E. Sánchez SSP 1 006 438 450 5 615 4 655 975 1 549 333 275 36 249 2 643 568 62 32 1 054 0 49 73 838 409 167 1 780 2 309 610 26,42 281 1,71 235H. Olivera • R. Meriño • A. Bell SCU 994 437 450 5 412 4 506 1 062 1 514 336 322 46 194 2 510 557 139 42 947 28 37 96 745 545 108 1 815 2 357 627 26,60 212 1,66 221D. Castro • J. Pedroso • H. Urrutia LTU 974 435 450 4 952 4 104 838 1 358 331 245 25 186 2 211 539 28 13 844 12 36 154 626 655 124 1 496 1 971 516 26,18 237 1,63 208Y. Southeran • V. Santos • K. Bailly GTM 902 398 450 4 762 4 058 708 1 243 306 202 28 182 2 047 504 26 33 822 8 46 185 465 678 150 1 318 1 950 504 25,85 205 1,65 198

TABLA 2 Jugador e OPS OBP JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB SO BD CP CPA CIPA % VIEV FP PAJoan Carlos Pedroso Brooks LTU 1 117 485 417 1 853 1 408 333 465 330 80 6 111 890 632 8 6 351 0 11 106 328 285 43 573 725 171 23,59 97 1,91 302Alfredo Despaigne Rodríguez GRA 1 117 447 440 1 940 1 646 353 588 357 137 12 118 1 103 670 47 25 410 1 14 56 223 186 28 645 738 207 28,05 103 1,88 313Yulieski Gourriel Castillo SSP 1 078 439 430 1 970 1 664 389 579 348 100 21 114 1 063 639 52 18 404 0 21 34 251 125 56 679 771 202 26,20 111 1,84 291Frederich Cepeda Cruz SSP 1 063 498 419 1 880 1 407 339 471 335 88 13 70 795 565 8 9 297 0 8 23 442 185 39 566 718 178 24,80 78 1,69 230Rolando Meriño Betancourt SCU 1 039 461 408 1 799 1 461 348 509 348 112 10 68 845 578 20 11 353 0 17 30 291 188 40 633 860 236 27,44 88 1,66 230Alexei Bell Quintero SCU 1 039 439 403 1 705 1 434 349 486 339 105 19 77 860 600 78 16 357 1 7 38 225 226 23 629 769 224 29,13 77 1,77 261Yoennis Céspedes Milanés GRA 995 404 438 1 980 1 715 420 550 321 102 13 112 1 014 591 36 24 365 1 15 46 203 231 59 673 722 191 26,45 101 1,84 270 TABLA 3 Jugador E T OPS OBP JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB SO BD CP TE FP PA Omar Linares Izquierdo PRI 20 1 131 487 1 700 7 454 5 962 1 547 2 195 368 327 54 404 3 842 644 246 95 1 221 11 48 106 1 327 675 133 2 364 785 1,75 276 Orestes Kindelán Olivares SCU 21 1 031 431 1 842 7 997 6 488 1 379 2 030 313 330 36 487 3 893 600 31 29 1 511 1 91 185 1 232 1 025 180 2 403 853 1,92 287 Luis Giraldo Casanova PRI 17 1 012 443 1 535 6 558 5 288 1 144 1 705 322 288 41 312 3 011 569 120 74 1 069 4 61 147 1 049 604 106 1 901 641 1,77 247 Antonio Muñoz Hernández CFG 24 970 435 1 945 8 377 6 676 1 281 2 014 302 355 45 370 3 569 535 62 43 1 407 3 68 79 1 551 875 129 2 318 770 1,77 233 Antonio Pacheco Masó SCU 22 924 399 1 853 7 955 7 045 1 258 2 356 334 366 63 284 3 700 525 60 44 1 304 8 88 73 741 834 187 2 278 713 1,57 191 Lourdes Gourriel Delgado SSP 20 916 410 1 740 7 330 6 223 1 122 2 026 323 326 39 247 3 171 506 121 77 1 077 19 74 44 927 372 190 1 952 612 1,57 183 Víctor Mesa Martínez VCL 19 885 383 1 752 7 692 6 834 1 282 2 171 318 351 46 273 3 433 502 588 238 1 174 17 76 103 662 843 194 2 183 670 1,58 184 Fernando Sánchez González MTZ 23 878 389 1 994 8 269 7 204 1115 2 215 307 338 65 280 3 523 489 135 76 1 223 2 62 135 866 885 180 2 058 652 1,59 182 Alfredo Despaigne Rodríguez GRA 6 1 060 427 554 2 366 2 047 425 709 346 159 18 131 1 297 633 53 29 461 4 16 59 240 261 34 755 450 1,83 287 Yulieski Gourriel Castillo SSP 9 1 011 413 869 3 897 3 375 722 1 137 337 207 54 189 2 018 598 102 33 742 5 45 64 407 316 94 1 275 308 1,77 261

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do, por lo avasallador de sus ac-tuaciones, son Yulieski Gourriel Castillo y Alfredo Despaigne Rodríguez. Ambos impulsan más de 400 carreras, sobrepa-sando los 100 dobles y 100 jon-rones. Son, en ambos casos, nú-meros tan excepcionales que ameritan detenernos para exa-minarlos acuciosamente. (ta-bla 2).

Veamos algunos ejemplos. Si como esperamos se materia-liza la idea –necesaria, vital, im-prescindible e impostergable– de efectuar un torneo que eleve el nivel de la pelota antillana, llámese Selectiva o Clásico Na-cional con cuatro o seis equipos y un calendario sobre los 45 partidos, Yulieski –me atrevo a afirmar– será el primero en co-nectar 500 jonrones, totalizar 1 000 extrabases, superar el ce-lofán de los 100 triples y, si bien no romperá el estambre de los 400 dobles –pues debe hacerlo la próxima campaña el incom-bustible Rolando Meriño, y Mi-chel Enríquez, en unas pocas–, está en condiciones de sobrepa-sar cómodamente dicha cifra.

A ello debemos añadirle que igualmente le es dado arri-bar a los 3 000 indiscutibles, al-go ni siquiera soñado hasta ahora. Un poco más exigente, pero perfectamente realizable, sería inaugurar el mítico club de los 300 cuadrangulares y 300 bases robadas. Para confir-mar estas aseveraciones que muchos considerarán descabe-lladas, al antesalista espiritua-no le bastaría desenvolverse otras 12 campañas. En ese ins-tante tendría 36 años, algo to-talmente posible si contempla-mos en la actual postempora-da, con esa misma edad, al carismático máscara Ariel Pes-tano –llegando safe a segunda en la semifinal versus Ciego de Ávila, aun lanzando Vladimir García rectas de 99 millas–, y al pimentoso center field Carlos Ta-

bares, como bujías inspirado-ras de Villa Clara e Industria-les, respectivamente. ¿Existe la más mínima duda de que Enri-quito Díaz es la inspiración de los Metros a sus 42 años? Por fortuna quedó atrás la época en que un pelotero de 32 años, Ermidelio es un buen ejemplo, era catalogado como abuelo.

Ahora bien ¿qué tendría que hacer para permanecer en-tero en esa fecha? Lo esencial, además de mantenerse sin le-siones, sería entregarse por completo a los entrenamientos cumpliendo adecuadamente la relación trabajo-descanso. Él es disciplinado, serio, y ha demos-trado que asume su tarea con responsabilidad.

Atesorar estos méritos cons-tituiría un excelente regalo a nuestro espectáculo cultural mayor y a los miles de pelote-ros que se han consagrado a defender la pelota libre conce-bida por Fidel. Obtenerlos en torno a la edición 60 de las Se-ries Nacionales está lejos de ser una quimera.

Queriendo desandar el apa-sionante mundo de los núme-ros, para que no queden incré-dulos, traigo a colación los per-formances históricos de los que considero los ocho bateadores, entre decenas de joyas, más in-tegrales de la pelota revolucio-naria. No sólo por lo irrefuta-ble de sus estadísticas, sino por el liderazgo que ejercieron en sus nóminas provinciales y con la selección nacional. Como evidentemente el espirituano ni siquiera llega a la mitad de los años dedicados a este de-porte por dichos jerarcas, me pareció justo analizar la fre-cuencia para cada renglón. Exactamente hice lo mismo con Despaigne. En ninguno de los casos tomé la mejor campaña, sino la periodicidad de por vi-da que me permitiera proyec-tar hacia el futuro los acumula-

dos de estos atletas extraclase. (tablas 3 y 4.)

Antes de proseguir me per-mito una aclaración. Desafor-tunadamente pululan por estos días en algunos círculos del ex-terior comentarios insidiosos que persiguen demeritar las ac-tuaciones descollantes de nues-tras figuras más prominentes. Que si los bambinazos de Des-paigne son frente a pitchers dis-capacitados; que si José Dariel alcanzó la mayoría de sus cua-drangulares en estadios muni-cipales, o que si Yulieski no produce a la hora buena. La respuesta podría estar en aque-lla popular canción de los 70: «mentira, quién te lo va a creer, mentira…» Sin embargo, el asun-to es más serio, pues para dar visos de credibilidad a sus ca-lumnias «utilizan» a leyendas inolvidables en la medida en que arremeten despiadada-mente contra los bisoños juga-dores. La fórmula se completa, cual cóctel molotov dinamite-ro, menoscabando impúdica-mente cada resultado en la are-na internacional. Era sabido que para dichos «expertos», el Real Madrid puede quedar seis años consecutivos en la cuneta de los octavos de finales de la Champions League y permanece-rá siendo un equipo galáctico incuestionable; mientras que nuestra novena, con dos subtí-tulos mundiales y uno olímpi-co, vive la más aterradora crisis que algún conjunto haya atra-vesado jamás.

Hilvanemos dos comenta-rios para tan enjundiosos ana-listas. Las glorias de antaño, ni aquí ni extrafronteras, consti-

TABLA 1 Jugadores E OPS OBP JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB SO BD CP CPA CIPA % VIEV FP PAY. Céspedes • A. Despaigne • Y. Samón GRA 1 013 423 450 5 645 4 871 1 007 1 658 340 356 27 268 2 872 590 118 68 1 075 2 46 146 581 606 150 1 814 2 181 623 28,56 271 1,73 250Y. Gourriel • F. Cepeda • E. Sánchez SSP 1 006 438 450 5 615 4 655 975 1 549 333 275 36 249 2 643 568 62 32 1 054 0 49 73 838 409 167 1 780 2 309 610 26,42 281 1,71 235H. Olivera • R. Meriño • A. Bell SCU 994 437 450 5 412 4 506 1 062 1 514 336 322 46 194 2 510 557 139 42 947 28 37 96 745 545 108 1 815 2 357 627 26,60 212 1,66 221D. Castro • J. Pedroso • H. Urrutia LTU 974 435 450 4 952 4 104 838 1 358 331 245 25 186 2 211 539 28 13 844 12 36 154 626 655 124 1 496 1 971 516 26,18 237 1,63 208Y. Southeran • V. Santos • K. Bailly GTM 902 398 450 4 762 4 058 708 1 243 306 202 28 182 2 047 504 26 33 822 8 46 185 465 678 150 1 318 1 950 504 25,85 205 1,65 198

TABLA 2 Jugador e OPS OBP JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB SO BD CP CPA CIPA % VIEV FP PAJoan Carlos Pedroso Brooks LTU 1 117 485 417 1 853 1 408 333 465 330 80 6 111 890 632 8 6 351 0 11 106 328 285 43 573 725 171 23,59 97 1,91 302Alfredo Despaigne Rodríguez GRA 1 117 447 440 1 940 1 646 353 588 357 137 12 118 1 103 670 47 25 410 1 14 56 223 186 28 645 738 207 28,05 103 1,88 313Yulieski Gourriel Castillo SSP 1 078 439 430 1 970 1 664 389 579 348 100 21 114 1 063 639 52 18 404 0 21 34 251 125 56 679 771 202 26,20 111 1,84 291Frederich Cepeda Cruz SSP 1 063 498 419 1 880 1 407 339 471 335 88 13 70 795 565 8 9 297 0 8 23 442 185 39 566 718 178 24,80 78 1,69 230Rolando Meriño Betancourt SCU 1 039 461 408 1 799 1 461 348 509 348 112 10 68 845 578 20 11 353 0 17 30 291 188 40 633 860 236 27,44 88 1,66 230Alexei Bell Quintero SCU 1 039 439 403 1 705 1 434 349 486 339 105 19 77 860 600 78 16 357 1 7 38 225 226 23 629 769 224 29,13 77 1,77 261Yoennis Céspedes Milanés GRA 995 404 438 1 980 1 715 420 550 321 102 13 112 1 014 591 36 24 365 1 15 46 203 231 59 673 722 191 26,45 101 1,84 270 TABLA 3 Jugador E T OPS OBP JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB SO BD CP TE FP PA Omar Linares Izquierdo PRI 20 1 131 487 1 700 7 454 5 962 1 547 2 195 368 327 54 404 3 842 644 246 95 1 221 11 48 106 1 327 675 133 2 364 785 1,75 276 Orestes Kindelán Olivares SCU 21 1 031 431 1 842 7 997 6 488 1 379 2 030 313 330 36 487 3 893 600 31 29 1 511 1 91 185 1 232 1 025 180 2 403 853 1,92 287 Luis Giraldo Casanova PRI 17 1 012 443 1 535 6 558 5 288 1 144 1 705 322 288 41 312 3 011 569 120 74 1 069 4 61 147 1 049 604 106 1 901 641 1,77 247 Antonio Muñoz Hernández CFG 24 970 435 1 945 8 377 6 676 1 281 2 014 302 355 45 370 3 569 535 62 43 1 407 3 68 79 1 551 875 129 2 318 770 1,77 233 Antonio Pacheco Masó SCU 22 924 399 1 853 7 955 7 045 1 258 2 356 334 366 63 284 3 700 525 60 44 1 304 8 88 73 741 834 187 2 278 713 1,57 191 Lourdes Gourriel Delgado SSP 20 916 410 1 740 7 330 6 223 1 122 2 026 323 326 39 247 3 171 506 121 77 1 077 19 74 44 927 372 190 1 952 612 1,57 183 Víctor Mesa Martínez VCL 19 885 383 1 752 7 692 6 834 1 282 2 171 318 351 46 273 3 433 502 588 238 1 174 17 76 103 662 843 194 2 183 670 1,58 184 Fernando Sánchez González MTZ 23 878 389 1 994 8 269 7 204 1115 2 215 307 338 65 280 3 523 489 135 76 1 223 2 62 135 866 885 180 2 058 652 1,59 182 Alfredo Despaigne Rodríguez GRA 6 1 060 427 554 2 366 2 047 425 709 346 159 18 131 1 297 633 53 29 461 4 16 59 240 261 34 755 450 1,83 287 Yulieski Gourriel Castillo SSP 9 1 011 413 869 3 897 3 375 722 1 137 337 207 54 189 2 018 598 102 33 742 5 45 64 407 316 94 1 275 308 1,77 261

e. equipot. TemporadasOPS. Por ciento de embasado + slugginGs OBP. Por ciento de embasado JJ. Juegos jugados CB. Comparecencias al bate VB. Veces al bate c. carreras H. Hits AVE. Average 2B. Dobles 3B. Triples

HR. Jonrones TB. Total de bases SLU. SlugginGs BR. Bases robadas CR. Cogido robando CI. Carreras impulsadas SH. Sacrificios SF. FlYes de sacrificio DB. Pelotazos BB. Base por bolas S0. ponchebb/s0. base por bola por ponche

BD. Bateo para doble play CP. Carreras producidas CPA. Corredores en posición anotadora CIPA. Corredores impulsados en posición anotadora %. por ciento de corredores impulsados en posición anotadoraVIEV. Veces que impulsa el empate o la ventaja FP. Factor poder (TB/H) PA. Poder aislado (SLU - AVE) TE. total de Extrabases E.BR. Efectividad en bases robadaset. extrabases

Leyenda

TABLA 4 Frecuencia de bate0 por veces al bate

Yuli

eski

Gou

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l Ca

stil

lo

Alfr

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Desp

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rígu

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LA CALLEDEL MEDIOMArzO 2010

© a

lex

cast

ro

H2B3BHRCCICPBBSOBB/SOBDE,BR (%)ET

2,7218,23110,414,763,854,882,525,628,831,96

44,8372,147,59

3,2019,66

180,2213,324,704,292,706,496,331,20

36,0451,667,61

3,1018,36

128,9716,954,624,952,786,258,751,74

49,8961,858,25

3,3118,80

148,3518,045,214,742,885,407,631,77

51,7559,048,67

2,9919,25

111,8324,815,605,403,09

10,748,450,89

37,6757,709,88

3,0919,21

160,5925,365,585,813,217,90

16,842,49

32,9661,1110,23

3,1519,47

148,5625,035,335,823,13

11,628,110,78

35,2371,1810,20

3,2521,31

110,8325,736,465,893,509,558,140,97

40,0263,9811,05

2,8912,87

113,7215,634,824,442,719,867,840,92

60,2064,636,65

2,9716,3062,5

17,854,674,552,659,57

10,681,29

35,9075,557,50

ESTADíSTICASCarlos del Pino y Hanoi Chong Federación Cubana de Béisbol Archivo del autor

14tuyen fantasmas para los crea-dores del presente. Cuando sus obras poseen realmente la maestría que las hace perdura-bles, significan inspiración per-manente para las figuras nove-les. ¿Es Ted Wiliams espíritu maligno sobre la grama del Fenway Park o exhortación pa-ra que los miembros actuales de la Nación Roja bostoniana continúen repletando «El Mons-truo Verde»? ¿Qué intención tie-nen entonces las loas a lumina-rias del pasado, construidas despreciando el presente que les da continuidad y enaltece? Por supuesto que no hablo sólo de béisbol. ¿No dijo orgulloso Juanes, con su fardo cargado de Grammys, que Silvio Rodrí-guez, desde su trova sin conce-siones, «sacudió» su concep-ción guitarrística? ¿Es lícito contraponer, a manera de en-tretenimiento, la obra fecunda del danés Lars Von Trier con la de Buñuel, Bergman o Fellini? ¿Hasta cuándo esa manía in-sulsa de reducir lo que aquí, re-cordando a los Orishas que pa-sean nuestra música por el mundo, se edifica «a lo cubano» con sudor y entrega? Como di-ría un agudo caballero de la crí-tica desde su filoso caballete: ¿de qué rayos están parlando los susodichos letrados?

Por otra parte, ¿por qué persisten en apocopar los éxi-tos limpios del deporte antilla-no obtenidos en buena lid? Si un escritor alcanza un premio en Iberoamérica, ¿se le ocurre a alguien en su sano juicio plan-tear que es un galardón menor porque no estaban concursan-do Wole Soyinka o Nadine Gor-dimer? O a la inversa: ¿los ensa-yistas que triunfan en el viejo continente deben sentirse me-nores porque no «le ganaron» antes a Cortázar, Roa Bastos, Carpentier, Guillén o Benede- tti? Por supuesto que existen paradigmas y todos quisieran acopiar una crónica elogiosa firmada por García Márquez o mostrar en su hogar un cuadro obsequiado por Dalí, pero ¿ha-ce menores a narradores y pin-tores de vanguardia carecer de estos avales?

Es hora de eliminar defini-tivamente los dobles raseros con nuestra pelota. Un novelis-ta latinoamericano, con su de-tective pintado del realismo

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mágico caribeño, es bueno si su obra merece tal distinción. No porque se parezca a Dashiell Hammett o Raymond Chan-dler. Nadie lo puede juzgar por-que su investigador no pronun-cie «elemental Watson» o imite a Hércules Poirot. No se puede, como hicieron ellos, perder la perspectiva. Nosotros, para su infortunio, no lo haremos. Allá piensan que El secreto de sus ojos es descollante porque Campa-nella, 25 años después de que su coterráneo Puenzo lo hiciera con La historia oficial, levantó una estatuilla en el teatro Ko-dak de Los Ángeles. Aquí sabía-mos de su valía porque la apre-ciamos en su real dimensión. La teta asustada tiene méritos, le ha-ya gustado o no a Scorsese o a James Cameron. Que este últi-mo sea maestro en superpro-ducciones al estilo de Titanic o Avatar, no convierte a la perua-na Claudia Llosa en cineasta pa-ralímpica. Con la pelota nacio-nal tiene que ocurrir exacta-mente lo mismo. La pauta de nuestras virtudes y desaciertos –que dominamos en toda su ex-presión– no la imponen quie-nes asistan o se ausenten a even-tos que, por cierto, no son con-vocados desde la oficina del Comisionado Nacional. Es tan simple que irrita ver la persis-tencia obcecada en un error, di-cho a lo beisbolero, del tamaño de una casa.

Todas estas líneas hay que suscribirlas textualmente para definir a Despaigne, quien no necesita aditamentos para arri-bar a las cifras anteriormente esbozadas, sólo que como po-see tres temporadas menos, lo hará después.

Considero que este dúo tie-ne la responsabilidad de actuar como motor impulsor del béis-bol nacional en la próxima dé-cada. ¿Cuánto ayudaría al es-pectáculo seguir presenciando enconadas porfías, estacazos mediante, más como una final de fotofinish que una competen-cia por el liderazgo de cuadran-gulares?

Ambos tienen ángel para repletar estadios logrando que niños, mujeres y ancianos se in-teresen por el tema. Cuando la calidad es mayúscula esto siem-pre ha sucedido aquí y allende los mares. Es más, no se conci-be esta gran pasión sin cons-tantes evaluaciones entre figu-ras de renombre inclinando la balanza hacia el elegido de ca-da uno de los parciales. ¿No fue permanente en la Plaza de Mar-te o en el Parque Central pole-mizar sobre la superioridad de Marquetti o Muñoz, Anglada o Urquiola, Junco o Kindelán? Al mismo tiempo, ¿cuánto hizo crecer el béisbol la dupla Babe Ruth-Lou Gherig? ¿No revolu-cionó la difusión masiva de esta modalidad la batalla entre Mic-key Mantle y Roger Maris? ¿No se internacionalizó aún más es-ta disciplina con la porfía Sammy Sosa-Mark McGwire? En fin, que cuando están cayen-do de bruces decenas de íconos de la pelota rentada, por sus vínculos con los esteroides, es un privilegio contar con jóvenes de su estatura que, sin aluminio y en pleno auge de los profesio-nales, prosigan acumulando dí-gitos homologables en cual-quier circuito. (tablas 5 y 6.)

Todo esto hace que el públi-co, como al resto de nuestros

deportistas, tenga que cuidar-los. ¿Por qué resulta tan difícil que la extraordinaria, pintores-ca y conocedora afición capita-lina, entendida como pocas en los entresijos beisboleros y que siempre se distinguió por pre-miar la calidad, hasta de los ad-versarios –como sucedió por ci-tar dos ejemplos en la Habana 91 y frente a los Orioles–, aqui-late en toda su magnitud al me-diano de los Gourriel? ¿Acaso no usaron antes los inolvidables Javier Méndez y Juan Padilla pinturas protectoras sobre los ojos? ¿Fue Yulieski quien inven-tó la codera que cubre el ante-brazo, las espinilleras, guanti-llas, o gafas para protegerse del astro rey al momento de fil-dear? ¿Opina alguien enajena-do sobre el banco de tercera que él está en la pelota porque papá Lourdes le ofreció a algún fede-rativo dos sacos de malangas y un cerdo? Mucho cuidado, pues por ese camino dentro de poco se le ocurre a algún fanático la peregrina idea de que Samuel es miembro de Van Van debido a que es el hijo de Juan y no por-que, además de tener como pro-genitor al maestro Formell, sea uno de los ejecutantes del drums y el timbal más destacados in-ternacionalmente. Una cosa es «meterse» con el rival, o en buen cubano «darle chucho» para desconcentrarlo, y otra bien dis-tinta es bombardearle imprope-rios imposibles de repetir cuan-do el muchacho no ha ido si-quiera a batear. Quizás algunos digan que contra Víctor y Lazo el graderío del Coloso del Cerro también la emprendió. Nadie niega que ellos por tener tem-peramentos explosivos convir-

tieran la rechifla en combusti-ble para desarrollar velocida-des siderales. El sentido de los gritos derrochaba pimienta, pe-ro no agresión transformada en hostigamiento verbal, como su-cede con el espirituano.

Estoy seguro que al final lo de los capitalinos con Yulieski es una especie de romance tormen-toso a lo Donatela Fontini con el Sebob periodista de la telenove-la brasileña de turno. A él por su parte le corresponde, mientras llega el instante en que el templo de la pelota lo colme de aplau-sos, como dirían los personajes animados del legendario Juan Padrón: «no os dejéis provocar» y hacer con el madero en ristre lo que sabe acometer.

Obviamente que no soslayo a José Dariel Pito Abreu, el de-nominado «Jonronero Cósmi-co» por Roberto Pacheco, cuyo rendimiento fue sencillamente fabuloso. Lo que ocurre es que el cienfueguero demoró un po-co más en consolidarse y es a partir de ahora que abrirá ple-namente sus turbinas. Está lla-mado, junto a Céspedes, Olive-ra, Leonis y Bell, a acompañar a las dos superestrellas actuales, echándose arriba la nave cari-beña a la que todavía tienen que aportar Cepeda, Pestano, Mi-chel, Garlobo, Peraza, Urgellés, Malleta, Vera y Pedro Luis en-tre otros jugadores.

Sin olvidar una hornada que ha venido ejerciendo presión durante el quinquenio y está lista para empeños mayores, entre los que sobresalen Adonis García, Leris El Búfalo Aguilera, Alexander Guerrero, Yenier Be-llo, Edilse Silva, Ariel Sánchez, o el tunero Yosvani Alarcón.

Considero, por todo esto, que si diseñamos la prepara-ción adecuada y ejecutamos ca-da acción tomando como base la Serie Nacional, con un co-rrespondiente certamen ulte-rior de máxima calidad, nues-tro país está en condiciones ini-gualables de alcanzar la victoria en un Clásico Mundial. Demos-trar matemáticamente esta ase-veración implicaría análisis que no son posibles en este trabajo, pero reitero, sin el más absoluto chovinismo, que esta genera-ción va a levantar un trofeo su-premo en alguno de los dos eventos de la próxima década (2013-2017). CM

TABLA 5. Yulieski Gourriel Castillo T JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB BI SO BD CP TEJugadas 9 869 3 897 3 375 722 1 137 337 207 54 189 2 018 598 102 33 742 5 45 64 407 80 316 94 1 275 450Proyección 12 1 610 6 440 5 579 1 195 1 878 337 342 89 313 3 324 598 208 68 1 226 0 74 106 673 132 522 155 2 105 744Total 21 2 479 10 337 8 954 1 917 3 015 337 549 143 502 5 342 598 310 101 1 968 0 119 170 1 080 212 838 249 3 380 1194 Participando en 132 de 135 juegos (90+45) y al menos 26 partidos de play off en las próximas 12 temporadas. Total 1 610 JJ TABLA 6. Alfredo Despaigne Rodríguez T JJ CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU BR CR CI SH SF DB BB BI SO BD CP TEJugadas 6 554 2 366 2 047 425 709 346 159 18 131 1 297 633 53 29 461 4 16 59 240 63 261 34 755 308Proyección 15 1 980 7 920 6 852 1 422 2 370 346 532 60 438 4 337 633 223 122 1 543 0 53 197 803 211 874 114 2 528 1 030Total 21 2 534 10 286 8 899 1 847 3 079 346 691 78 569 5 634 633 276 151 2 004 4 69 256 1 043 274 1 135 148 3 283 1 338 Participando en 132 de 135 juegos (90+45) en las próximas 15 temporadas. Total 1 980 JJ

t. temporadasJJ. Juegos jugados CB. Comparecencias al bate VB. Veces al bate CA. Carreras anotadas H. Hits

AVE. Average 2B. Dobles 3B. Triples HR. Jonrones TB. Total de bases SLU. SlugginGs

BR. Bases robadas CR. Cogido robando CI. Carreras impulsadas SH. Sacrificios SF. Flyes de sacrificio DB. Pelotazos

BB. Base por bolas BI. Base intencionalS0. poncheBD. Bateo para doble play CP. Carreras producidas en posición anotadora TE. total de Extrabases

Leyenda

LA CALLEDEL MEDIOMArzO 2010

quE siga la fiEsta DEl béisbol cubano...

...este dúo tiene la responsabilidad de actuar como motor im-pulsor del béisbol nacional en la próxima década. ¿Cuánto ayudaría al espectáculo seguir presenciando enconadas por-fías, estacazos mediante, más como una final de fotofinish que una competencia por el liderazgo de cuadrangulares?

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El socialismo o cual-quier otra alternativa no puede importar el pa-

trón de desarrollo de las poten-cias capitalistas, sus nociones de progreso, sus hábitos, su cultura. El cambio más importante es ese al interior de la mente de los hom-bres, en una dimensión cultural. Eso que entendemos como reali-

zación, como desarrollo, no puede ser lo que dictan las leyes del consumo des-medido. No podemos entender libertad como oportunidad de consumir; sino como ese estado que le permita al hom-bre trabajar para vivir y no vivir para trabajar, que le permita no enajenarse, no ser un mero objeto de determinacio-nes, y existir como algo más que un con-tinente de fuerza de trabajo, más que co-mo una mercancía, más que como una cosa, en definitiva. Eso, si queremos se-res humanos reales y planeta donde vi-vir. Para lo contrario el capitalismo ya tiene la receta.

MÓNICA rIVErOEstudiante de periodismo

universidad de La Habana

En días recientes leí el número 19 de su periódi-co y muy específicamen-

te el comentario del compañero Yoel Arias, estudiante de Lenguas Extranjeras, y me maravilló el po-der de análisis de un joven de 38 años. Estoy de acuerdo con todo lo planteado por el compañero, pues refleja claramente lo que es-tá pasando. Yo soy una jubilada que estuve vinculada más de 20 años a la Educación de mis 30

años de servicio, soy Licenciada en Edu-cación y fui profesora y metodóloga en el nivel medio superior; hace 16 años que estoy jubilada y coincido con el cri-terio de que 20 años atrás existía un alto nivel de exigencia en Educación, la ética era muy importante, el profesor era con-siderado como tal, y no abundaban tan-to los regalos, pues los estudiantes se ga-naban su lugar por su esfuerzo y conoci-mientos, no por su posición social o nivel económico.

Sabemos todo lo que ha representa-do en nuestra sociedad el Período Espe-cial, la situación económica, la creciente pérdida de valores, pero estos vicios han ido más allá de los límites. Es muy im-portante lo planteado por el compañero Yoel cuando pone el ejemplo de empleos altamente remunerados, cuando hay profesionales tales como médicos, inge-nieros o profesores que para llegar a ga-nar 1 000 pesos tienen que estudiar su carrera, diplomados, maestrías y docto-rados. Todos los trabajos son necesarios y deben servir para ennoblecer al hom-bre, pero hay que pagar el esfuerzo por la superación, los días de estudio y de sacrificio por alcanzar un mayor nivel en la sociedad.

No podemos negar el esfuerzo de nuestro Estado por reestablecer el or-den en todos estos aspectos, pero es po-

mo Omar Linares, Michel Enríquez, Germán Mesa, Teófilo Stevenson, Félix Savón, que demostraron en aquellos mo-mentos dos virtudes que urgen rescatar de inmediato: «el honor y orgullo de ser cubano».

Conozco que nuestro país posee li-mitaciones y necesidades infinitas en el sector de la economía, y que está some-tido a los efectos del brutal bloqueo eco-nómico, que no nos permite, entre tan-tas cosas, la obtención de los implemen-tos necesarios para desarrollar nuestra industria deportiva, el intercambio con potencias en aras de lograr el siempre necesario fogueo antes de cualquier competición a nivel internacional, la creación de las condiciones necesarias para el desarrollo del deporte en todas las esferas competitivas y sobre todo al-go fundamental, la atención necesaria a cada cubano que practique como profe-sión esta arista de importancia vital pa-ra una nación.

Pero, ¿qué solución se puede buscar en la lucha contra la deserción? Hemos perdido un por ciento numeroso de me-dallistas olímpicos, mundiales, continen-tales, panamericanos y centroamerica-nos. ¿Qué hacer para frenar este flagelo?

Las alternativas podrían girar en torno a elevar el salario a cada atleta, conformar anualmente equipos que va-ríen en nóminas para los eventos y así estimular a otros que desearían en al-

gún momento representar las gloriosas letras de nuestro equipo CUBA, rom-piendo el dañino esquema de siempre «llevar a los mismos» como se comenta en las calles de nuestro país, y valorar la posibilidad de incluir a deportistas en equipos o clubes de países que acepten nuestras decisiones para con estos atle-tas, la política de nuestro Estado en con-tra del profesionalismo y el dopaje, las convocatorias a entrenamientos, exáme-nes para comprobar estado físico, rendi-miento y los siempre importantísimos partidos de la selección nacional en eventos de envergadura de importancia nacional.

Debemos demostrar a quienes soña-ron y todavía añoran un descalabro en la esfera deportiva, que la mayor de las Antillas tiene y siempre tendrá un cau-dal de reservas para la victoria.

MIguEL ALEJANDrO SÁNCHEz ÁLVArEz

Quisiera, por medio de esta audaz publicación, elogiar la crónica «Vindi-

cación del Combatiente» del Lic. Amílcar Pérez Riverol, viejo com-pañero en toda suerte de corre-rías emocionales durante nues-tros estudios en el Preuniversita-rio «Mártires de Humboldt 7», y posteriormente en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana. Es realmente plausible que un excelente microbiólogo sorprenda con los agudos razona-mientos y la buena prosa emana-dos de su «bolígrafo» (lástima que

el mejor de la República. lo ostenten otras manos) tratando temas enrevesa-dos de la sociedad cubana. Sinceramen-te, me cuento entre los que han reído con la manera satírica a través de la cual nuestro cine ha vestido a esos personajes de nuestra realidad: los hombres (¿no existirán también mujeres?) enclaustra-dos en viejas normas éticas e ideológicas contrarias a toda evolución social, los di-nosaurios, dirían no pocos. El cine cuba-no ha hecho a través de ellos una burla a la intolerancia, aunque no parece ser es-ta la fórmula más objetiva ni enriquece-dora de hacer la crítica. Ciertamente, co-mo nos recuerda el cronista, es muy va-riopinto en matices y actitudes el espectro de los que en Cuba miran a la Revolución no como una maldición, sino como una obra por cincelar: son esos los «combatientes» contemporáneos que merecerían también ser explorados para que nunca los atrape la extinción. Creo que una de las funciones más elevadas del arte –entre las cuales el cine tiene un alcance mayúsculo– es la de hacer al hombre crecer. Y para lograrlo hay que «proponer» aquello que nos haga ser su-periores. Como ya sugiriera Amílcar en otros escritos, valdría la pena soñar, a la par del socialismo del siglo xxi, a los re-volucionarios del siglo xxi: hombres y mujeres libres de tabúes, llenos de pro-yectos consecuentes con su tiempo, seres que hagan fe y no catarsis. Sólo así se re-viven las utopías «necesarias para avan-zar», al decir de Galeano, pues es imposi-ble que en 50 años –edad de la Revolu-ción– estén exentas de desgaste.

ALEJANDrO gONzÁLEz ÁLVArEz

quEridos lEctorEs: En el próximo nú-mero daremos a conocer a los ganadores –también a los miembros del jurado y las ci-fras de participantes– del concurso de cró-nicas. Las crónicas vencedoras serán también paulatinamente publicadas. Con ello festejaremos el segundo aniversario

de la revista. El retraso en la impresión del número 22 ha dificultado también la posi-bilidad del intercambio epistolar, aunque incluimos algunas opiniones recibidas. Gracias por la constancia en su preferen-cia discrepante y participativa.

ENrIQuE ubIETA gÓMEz

Los Lectores oPiNANescríbanos a:

Calle 21 no. 406, Vedado, La Habana, Cuba. cp 10400email: [email protected]

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co lo que se ha avanzado y muy específi-camente en el sector de la Educación, donde aún están enraizados los malos vicios; pienso que si no los sacamos de raíz como se está haciendo con el mara-bú, nos van a destruir una de las con-quistas más grandes de la Revolución: la Educación. Soy testigo de eso pues soy veterana de la Campaña de Alfabetiza-ción en 1961, nuestro país ha dado ejem-plos solidarios de ayuda en educación en todo el mundo, a lo largo de todos es-tos años.

Agradeciendo su atención, HOrTENSIA guTIÉrrEz LAuzurIQuE

Queridos lectores de LA CALLE DEL MEDIO, la temá-tica que abordaré ha si-

do polémica en toda esquina u hogar de cada cubano apasiona-do por nuestro deporte. Sin duda alguna, a quién no le ha dejado un sabor amargo escuchar o ente-

rarse de la deserción, robo o abandono de misión de algunos de los atletas for-mados con sacrificio, fervor, dedicación y entrega por nuestra noble causa revo-lucionaria.

Sin embargo, hemos tenido las res-puestas convincentes de deportistas co-

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LA CALLEDEL MEDIOMArzO 2010

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Hasta el mes de mayo estaremos recibiendo la selección de los 50 pe-loteros clásicos cubanos (vivos y retirados) del período revoluciona-rio, y que en ese mes publicaremos la elección de los lectores y dare-

mos a conocer a los jugadores que más votos recibieron.CM

50 PELOTErOS cláSicOS

CONCurSO DELA CALLE DEL MEDIO

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90 AñOS. SEPTETO HAbANErOintérprete: SEPTETO HAbANErOProducciones Colibrí, 2009

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ProPUestAsmUsicALes

LA CALLEDEL MEDIOMArzO 2010

A cargo de AILEr PÉrEz, ISAbEL SOuTO y CArMEN SOuTO

¿QuIÉN TE MANDÓ?autor: MANOLITO SIMONETintérprete: MANOLITO SIMONET Y Su TrAbuCOCD en producción

DuLCE LOCurAautor: PATrICIO AMArO intérprete: AMArO CD DuLCE LOCurAbis Music, 2010

NuNCAautor: JOSÉ MAríA VITIErintérprete: JOSÉ MAríA VITIErCD PuLSO DE VIDASello Autor, 2009

FríOautor: rAúL TOrrESintérprete: rAúL TOrrESCD FÉNIx DE CrISTALbis Music, 2009

COJíMArautor: KOKINO Y SEKOuintérprete: ANÓNIMO CONSEJOCD DESOrDEN PúbLICOProducción Independiente, 2009

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LO QuE DIOS TE DIOintérprete: gErArDO ALFONSOdir.: ALFrEDO urETA

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ADrIANO DJ Y PrOYECTO HAbANEANDO todos los viernes a partir de las 10:00 p.m. en la Sala Atril del teatro Karl Marx

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23MaRzO

2010

NÚMERO directorenrique ubieta gómez

diseño10kzardoyas

correcciónana rosa gort

fotografíasalex castroarmando santana

rnps: 0583

colaboradoresa.a.g.santiago alba ricopaola cabrera rodríguezfernando j. león jacominoyamir pellegrinoamílcar pérez riverolailer pérez

liudmila quincosesantonio rodríguez salvadorh. romo siglervladia rubiocarmen souto anidoisabel souto anidojorge wejebe cobo

direccióncalle 21 no. 406, vedado, la habana, cuba. cp 10400.

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impresiónimprenta federico engels

YAMIr PELLEgrINO

En Esta ocasión nos referiremos a un fruto diferente, quizás hasta extra-ño para muchos, pero que posee pro-piedades que lo convierten en una muy atractiva fruta tropical, el níspero o zapote. Se cree nativo de Yucatán, México, y posiblemente de otras par-tes como el norte de Belice y el nordes-te de Guatemala. Luego llegó a otros parajes donde es venerado y extensa-mente cultivado como en la India, Fili-pinas, Sri Lanka, valles del interior de Palestina, así como muchos países del sur y centro de América, por supuesto incluida nuestra isla.

Las semillas del níspero o zapote permanecen viables durante años si se mantienen secas. Los árboles tardan entre 5 y 8 años en producir y los fru-tos maduran de 4 a 6 meses después de la floración. En los trópicos algunas variedades de nísperos producen casi continuamente. Los nísperos comple-tamente formados se maduran entre 9 y 10 días, y se pudren en dos semanas a temperatura y humedad relativa nor-males del verano.

Este excelente fruto tiene variados usos culinarios. Por lo general, los nís-peros o zapotes maduros, refrigerados o no, se cortan a la mitad y la masa se extrae con una cuchara para consu-mirla directamente. También, por ejemplo, un apetecible postre se elabo-ra presionando la masa a través de un colador, luego se agrega jugo de naran-ja y se cubre con crema chantilly. En Indonesia se fríe esta fruta. En Mala-sia se guisa la pulpa con jugo de limón y jengibre. En las islas Bahamas se aplastan los frutos maduros y se hier-ve el jugo para consumirlo como siro-pe. También añaden el puré de la pul-pa a las tortas y a las mezclas para el pan antes de hornearlos.

Otra receta más exótica, en algunas regiones de la India e Indonesia, incluye los brotes jóvenes de las hojas combina-dos con arroz al vapor o consumidos crudos. En Cuba, desde tiempos remo-tos, fue elaborado en forma de merme-lada o puré, y en muchas ocasiones fue parte de la escasa dieta de nuestros mambises en la manigua redentora.

Los nísperos o zapotes verdes (o no maduros) son ricos en taninos y muy astringentes. La maduración elimina los taninos en un 90 %, pero un cierto nivel de estos queda en la corteza o cáscara. Debido a la presencia de esta gran cantidad de taninos, esta fruta es muy recomendable como antioxidante para nuestro organismo. Posee tam-bién apreciables contenidos de fructo-sa, sacarosa, almidón y látex.

El látex seco fue masticado por los mayas, introducido en Estados Unidos en 1866, y a partir de él se concibió la multiconocida industria del chicle. También se han hecho esfuerzos para extraer chicle de las hojas y frutas ver-des, pero el rendimiento es insuficien-te, pues se estima que serían necesa-

rias 3 200 hojas para obtener una libra de la goma de mascar. La madera del árbol es muy apreciada desde tiempos remotos, muy utilizada también por los mayas.

Todo esto sin hablar de los multiu-sos en la medicina tradicional, por ejemplo, las semillas trituradas y la utilización del látex sirven para com-batir la fiebre, la disentería, malesta-res pulmonares, tos y resfriados.

El níspero o zapote es más que una fruta tropical, es parte de la cultura de nuestros pueblos, sólo que en ocasiones nos olvidamos de ella, ya sea porque no la encontramos frecuentemente en el mercado o porque la vida actual nos la trae en conserva. Mas debemos ser fie-les a las tradiciones, y si queremos ser justos con este fruto y con nuestro or-ganismo, dejemos que se muestre más veces en nuestra mesa. CM

EL SECrETO DE LA buENA MESA

3 vasitos6 unidadesvarias1 unidad grande1 unidad1 unidad1 taza1 unidadde soya o girasol4 ramitas1 chorritoal gustoal gusto1 ½ vasito por cada 1 de arroz

arroz ajo porro

habichuelas zanahoria

cebolla tomate rojopasas (uvas)

cuadrito de pollo concentradoaceite vegetal

espinaca leche

salpimienta

agua

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a d o s c o m e n s a l e s

Va

Ria

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sArrOz

SATISFECHO

Picar en trocitos pequeños los ajos porros, las habichuelas, la zanahoria, el tomate (pelado), la cebolla y las espinacas, después saltearlos todos en aceite.

•Lavar el arroz y ponerlo en la olla (arrocera o no) con el agua (al gusto). Añadir el cuadrito de pollo concentrado, el aceite; después verter todos los vegetales y la taza de pasas (uvas), antes de cerrar la olla, poner el chorrito de leche. Cuan-do esté el arroz… ¡Un gustazo!

· e l a b o r a c i ó n ·

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