18 domingo v de cuaresma marzo (ciclo...

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18 Marzo Domingo V de Cuaresma (Ciclo B) – 2018 1. TEXTOS LITÚRGICOS 1.a LECTURAS Si se prefieren pueden utilizarse todas las lecturas del Año A. Estableceré una nueva alianza y no me acordaré más de su pecado Lectura del libro del profeta Jeremías 31, 31-34 Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño -oráculo del Señor-. Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor- : pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan al Señor .» Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor-. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado. Palabra de Dios. SALMO 50, 3-4. 12-15 R. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro. ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.

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18

Marzo

Domingo V de Cuaresma

(Ciclo B) – 2018

1. TEXTOS LITÚRGICOS

1.a LECTURAS

Si se prefieren pueden utilizarse todas las lecturas del Año A.

Estableceré una nueva alianza

y no me acordaré más de su pecado

Lectura del libro del profeta Jeremías 31, 31-34

Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de

Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir

del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño -oráculo del Señor-.

Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor- : pondré mi

Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.

Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan al Señor .» Porque todos me

conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor-. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no

me acordaré más de su pecado.

Palabra de Dios.

SALMO 50, 3-4. 12-15

R. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,

por tu gran compasión, borra mis faltas!

¡Lávame totalmente de mi culpa

y purifícame de mi pecado! R.

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Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me arrojes lejos de tu presencia

ni retires de mí tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

que tu espíritu generoso me sostenga:

yo enseñaré tu camino a los impíos

y los pecadores volverán a ti. R.

Aprendió qué significa obedecer

y llegó a ser causa de salvación eterna

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9

Hermanos:

Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía

salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por

medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser

causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

Palabra de Dios.

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Jn 12, 26

«El que quiera servirme, que me siga,

y donde yo esté, estará también mi servidor», dice el Señor:

EVANGELIO

Si el grano de trigo que cae en tierra muere, da mucho fruto

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12, 20-33

Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de

Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo

dijeron a Jesús. El les respondió:

«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae

en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.

El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la

Vida eterna.

El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será

honrado por mi Padre.

Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"? ¡Si para eso he llegado a esta hora!

¡Padre, glorifica tu Nombre!»

Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.» La multitud que estaba

presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»

Jesús respondió: «Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora

el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos

hacia mí.»

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Palabra del Señor.

1.b GUION PARA LA MISA

Domingo V de Cuaresma (B)

Entrada: Celebramos hoy el quinto domingo de Cuaresma. Estamos ya a las puertas de la Semana Santa. El Santo

Sacrificio de la Misa es la actualización del Misterio Pascual completo: la pasión, muerte y resurrección del

Señor. Participemos activamente en él porque esa será la mejor preparación para la Semana Santa que se acerca.

Primera Lectura: Jer. 31, 31-34

El Profeta anuncia la gran compasión de Dios quien pondrá su Ley en el interior del hombre.

Segunda Lectura: Heb. 5, 7-9

El Hijo de Dios llegó a ser causa de salvación eterna para todos nosotros gracias a su obediencia.

Evangelio: Jn. 12, 20-33

La glorificación de nuestro Señor Jesucristo por parte del Padre se ha de dar a través de su Sacrificio y el fruto

será la redención del mundo, es decir, la reconciliación de los hombres con Dios.

Preces:

Cristo dirigió súplicas y plegarias a quien podía salvarlo de la muerte. Oremos también nosotros con la

confianza del Señor.

A cada intención respondemos…

Por el santo Padre para que tenga la fortaleza necesaria para anunciar al mundo la verdad de Jesucristo y

poder llevar sobre sus espaldas la preocupación por todas las iglesias.

Por los que gobiernan las naciones, para que se esfuercen por derribar las barreras de la hostilidad y de

la división y se lancen a construir juntos un mundo de justicia y solidaridad.

Por los que han de recibir el sacramento del Bautismo en esta Pascua, para que la vida nueva que

recibirán los neo-catecúmenos sea para ellos y sus seres queridos motivo de esperanza sobrenatural.

Oremos....

Por los misioneros especialmente los que son perseguidos por dar testimonio de Cristo, para que sus

sufrimientos sirvan de edificación y nos motive a un compromiso evangélico cada vez más sincero y

generoso. Oremos…

Por nuestra Patria, Argentina, para que no se apruebe la ley de despenalización del aborto que se

presentará próximamente en la Cámara de Diputados.

Ten piedad, Señor, por tu bondad de tus hijos que caminan en la fe y en la esperanza y concédeles lo que

humildemente te suplican. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Ofrendas

Traemos al Altar nuestro deseo de morir como el grano de trigo, para transformarnos en pan de Cristo y así

unirnos a su sacrificio redentor.

Presentamos:

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* Cirios para que se consuman iluminando el ara donde se realiza misterio eucarístico.

* Pan y vino, para la obra salvadora de la Pascua, en donde somos rescatados.

Comunión: En el momento de la comunión del Cuerpo de Cristo se realiza realmente lo que Él nos dice en el Evangelio de

hoy: “Cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí”

Salida: Después de haber sido atraídos por Cristo y haber consentido en esa atracción, ahora vayamos con gran alegría

al mundo para que sean muchos los hombres que se acerquen a Cristo en la Semana Santa que se aproxima.

(Gentileza del Monasterio “Santa Teresa de los Andes” (SSVM) _ San Rafael _ Argentina)

Directorio Homilético

Quinto domingo de Cuaresma

CEC 606-607: la vida de Cristo se ofrece al Padre

CEC 542, 607: el deseo de Cristo de dar su vida para nuestra salvación

CEC 690, 729: el Espíritu glorifica al Hijo, el Hijo glorifica al Padre

CEC 662, 2853: la Ascensión de Cristo a la gloria es nuestra victoria

CEC 56-64, 220, 715, 762, 1965: historia de las alianzas

III CRISTO SE OFRECIO A SU PADRE POR NUESTROS PECADOS

Toda la vida de Cristo es ofrenda al Padre

606 El Hijo de Dios "bajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado" (Jn 6,

38), "al entrar en este mundo, dice: ... He aquí que vengo ... para hacer, oh Dios, tu voluntad ... En virtud

de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de

Jesucristo" (Hb 10, 5-10). Desde el primer instante de su Encarnación el Hijo acepta el designio divino de

salvación en su misión redentora: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo

su obra" (Jn 4, 34). El sacrificio de Jesús "por los pecados del mundo entero" (1 Jn 2, 2), es la expresión

de su comunión de amor con el Padre: "El Padre me ama porque doy mi vida" (Jn 10, 17). "El mundo ha

de saber que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado" (Jn 14, 31).

607 Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús (cf. Lc 12,50;

22, 15; Mt 16, 21-23) porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación: "¡Padre líbrame de esta

hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!" (Jn 12, 27). "El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo voy a

beber?" (Jn 18, 11). Y todavía en la cruz antes de que "todo esté cumplido" (Jn 19, 30), dice: "Tengo sed" (Jn

19, 28).

542 Cristo es el corazón mismo de esta reunión de los hombres como "familia de Dios". Los convoca en torno

a él por su palabra, por sus señales que manifiestan el reino de Dios, por el envío de sus discípulos. Sobre

todo, él realizará la venida de su Reino por medio del gran Misterio de su Pascua: su muerte en la Cruz y

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su Resurrección. "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12, 32). A esta unión

con Cristo están llamados todos los hombres (cf. LG 3).

690 Jesús es Cristo, "ungido", porque el Espíritu es su Unción y todo lo que sucede a partir de la Encarnación

mana de esta plenitud (cf. Jn 3, 34). Cuando por fin Cristo es glorificado (Jn 7, 39), puede a su vez, de

junto al Padre, enviar el Espíritu a los que creen en él: El les comunica su Gloria (cf. Jn 17, 22), es decir,

el Espíritu Santo que lo glorifica (cf. Jn 16, 14). La misión conjunta y mutua se desplegará desde entonces

en los hijos adoptados por el Padre en el Cuerpo de su Hijo: la misión del Espíritu de adopción será

unirlos a Cristo y hacerles vivir en él:

La noción de la unción sugiere ...que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Espíritu. En efecto, de la

misma manera que entre la superficie del cuerpo y la unción del aceite ni la razón ni los sentidos conocen

ningún intermediario, así es inmediato el contacto del Hijo con el Espíritu... de tal modo que quien va a

tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes contacto necesariamente con el óleo. En efecto,

no hay parte alguna que esté desnuda del Espíritu Santo. Por eso es por lo que la confesión del Señorío del

Hijo se hace en el Espíritu Santo por aquellos que la aceptan, viniendo el Espíritu desde todas partes

delante de los que se acercan por la fe (San Gregorio Niceno, Spir. 3, 1).

729 Solamente cuando ha llegado la Hora en que va a ser glorificado Jesús promete la venida del Espíritu

Santo, ya que su Muerte y su Resurrección serán el cumplimiento de la Promesa hecha a los Padres (cf. Jn 14,

16-17. 26; 15, 26; 16, 7-15; 17, 26): El Espíritu de Verdad, el otro Paráclito, será dado por el Padre en virtud de

la oración de Jesús; será enviado por el Padre en nombre de Jesús; Jesús lo enviará de junto al Padre porque él

ha salido del Padre. El Espíritu Santo vendrá, nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para siempre,

permanecerá con nosotros; nos lo enseñará todo y nos recordará todo lo que Cristo nos ha dicho y dará

testimonio de él; nos conducirá a la verdad completa y glorificará a Cristo. En cuanto al mundo lo acusará en

materia de pecado, de justicia y de juicio.

662 "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí"(Jn 12, 32). La elevación en la Cruz

significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. Es su comienzo. Jesucristo, el único Sacerdote

de la Alianza nueva y eterna, no "penetró en un Santuario hecho por mano de hombre, ... sino en el mismo

cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9, 24). En el cielo, Cristo

ejerce permanentemente su sacerdocio. "De ahí que pueda salvar perfectamente a los que por él se llegan

a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor"(Hb 7, 25). Como "Sumo Sacerdote de los

bienes futuros"(Hb 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los

cielos (cf. Ap 4, 6-11).

2853 La victoria sobre el "príncipe de este mundo" (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en la Hora en

que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de este mundo, y el príncipe

de este mundo está "echado abajo" (Jn 12, 31; Ap 12, 11). "El se lanza en persecución de la Mujer" (cf Ap

12, 13-16), pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, "llena de gracia" del Espíritu Santo es preservada

del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción inmaculada y Asunción de la santísima Madre de

Dios, María, siempre virgen). "Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de

sus hijos" (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 17. 20) ya que su

Venida nos librará del Maligno.

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La alianza con Noé

56 Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la

humanidad a través de una serie de etapas. La Alianza con Noé después del diluvio (cf. Gn 9,9)

expresa el principio de la Economía divina con las "naciones", es decir con los hombres agrupados

"según sus países, cada uno según su lengua, y según sus clanes" (Gn 10,5; cf. 10,20-31).

57 Este orden a la vez cósmico, social y religioso de la pluralidad de las naciones (cf. Hch 17,26-27), está

destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída que, unánime en su perversidad (cf. Sb 10,5),

quisiera hacer por sí misma su unidad a la manera de Babel (cf. Gn 11,4-6). Pero, a causa del pecado

(cf. Rom 1,18-25), el politeísmo así como la idolatría de la nación y de su jefe son una amenaza

constante de vuelta al paganismo para esta economía aún no definitiva.

58 La alianza con Noé permanece en vigor mientras dura el tiempo de las naciones (cf. Lc 21,24), hasta la

proclamación universal del evangelio. La Biblia venera algunas grandes figuras de las "naciones", como

"Abel el justo", el rey-sacerdote Melquisedec (cf. Gn 14,18), figura de Cristo (cf. Hb 7,3), o los justos

"Noé, Daniel y Job" (Ez 14,14). De esta manera, la Escritura expresa qué altura de santidad pueden

alcanzar los que viven según la alianza de Noé en la espera de que Cristo "reúna en uno a todos los hijos

de Dios dispersos" (Jn 11,52).

Dios elige a Abraham

59 Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a Abraham llamándolo "fuera de su tierra, de su patria y

de su casa" (Gn 12,1), para hacer de él "Abraham", es decir, "el padre de una multitud de naciones" (Gn

17,5): "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3 LXX; cf. Ga 3,8).

60 El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la

elección (cf. Rom 11,28), llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad de

loa Iglesia (cf. Jn 11,52; 10,16); ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos

creyentes (cf. Rom 11,17-18.24).

61 Los patriarcas, los profetas y otros personajes del Antiguo Testamento han sido y serán siempre venerados

como santos en todas las tradiciones litúrgicas de la Iglesia.

Dios forma a su pueblo Israel

62 Después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud

de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, para que lo

reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y verdadero, Padre providente y juez justo, y para que

esperase al Salvador prometido (cf. DV 3).

63 Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (cf. Ex 19,6), el que "lleva el Nombre del Señor" (Dt 28,10). Es el

pueblo de aquellos "a quienes Dios habló primero" (MR, Viernes Santo 13: oración universal VI), el

pueblo de los "hermanos mayores" en la fe de Abraham.

64 Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza

nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf. Jr

31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de

todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11).

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Serán sobre todo los pobres y los humildes del Señor (cf. So 2,3) quienes mantendrán esta esperanza. Las

mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester conservaron viva la

esperanza de la salvación de Israel. De ellas la figura más pura es María (cf. Lc 1,38).

220 El amor de Dios es "eterno" (Is 54,8). "Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi

amor de tu lado no se apartará" (Is 54,10). "Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia

para ti" (Jr 31,3).

715 Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo son oráculos en los que Dios

habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con los acentos del "amor y de la fidelidad"

(cf. Ez. 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y Jl 3, 1-5, cuyo cumplimiento proclamará San Pedro la

mañana de Pentecostés, cf. Hch 2, 17-21).Según estas promesas, en los "últimos tiempos", el Espíritu del

Señor renovará el corazón de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los

pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con los hombres

en la paz.

762 La preparación lejana de la reunión del pueblo de Dios comienza con la vocación de Abraham, a quien

Dios promete que llegará a ser Padre de un gran pueblo (cf Gn 12, 2; 15, 5-6). La preparación inmediata

comienza con la elección de Israel como pueblo de Dios (cf Ex 19, 5-6; Dt 7, 6). Por su elección, Israel debe ser

el signo de la reunión futura de todas las naciones (cf Is 2, 2-5; Mi 4, 1-4). Pero ya los profetas acusan a Israel

de haber roto la alianza y haberse comportado como una prostituta (cf Os 1; Is 1, 2-4; Jr 2; etc.). Anuncian,

pues, una Alianza nueva y eterna (cf. Jr 31, 31-34; Is 55, 3). "Jesús instituyó esta nueva alianza" (LG 9).

III LA LEY NUEVA O LEY EVANGELICA

1965 La ley nueva o Ley evangélica es la perfección aquí abajo de la ley divina, natural y revelada. Es obra de

Cristo y se expresa particularmente en el Sermón de la montaña. Es también obra del Espíritu Santo, y por

él viene a ser la ley interior de la caridad: "Concertaré con la casa de Israel una alianza nueva...pondré mis

leyes en su mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (Hb 8,8-10; cf

Jr 31,31-34).

2. EXÉGESIS

Santo Tomás de Aquino

Comentario al Evangelio de San Juan

Capítulo 12, Lección 4

(…)

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[1635] Aquí es preanunciada la pasión de Cristo. Y primero preanuncia Cristo que es inminente el tiempo de su

pasión; segundo, señala la necesidad de la pasión, allí donde dice "De verdad, de verdad os digo: si el grano de

trigo al caer a tierra no muriere...", etc.; tercero, induce la necesidad de la pasión de los otros, allí donde dice

"quien ama su alma la perderá".

[1636] Dice, por lo tanto: "Viene la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre". Donde hay que notar que

el Señor, al ver que estos gentiles marchaban a la fe y al entender que de algún modo en ellos comenzaba la

conversión de las gentes, preanunció que era inminente el momento de su pasión, por una semejanza, como

quien ve la espiga blanqueada dice "llega la hora de poner la hoz en la mies". Más arriba (4: 35): "Ved los

campos que ya están blancos para la mies". Así, por lo tanto, habla aquí el Señor. 'Por el hecho de que las gentes

quieren verme', dice, "viene la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre".

[1637] Él, ciertamente, fue glorificado de tres modos. Primero, en su pasión: Hebreos (5: 5), "no se glorificó a

Sí mismo para hacerse pontífice (a saber, en el altar de la cruz), sino

Quien le dijo 'Tú eres mi Hijo, Yo te engendré hoy". Y de acuerdo con esto dice "viene la hora de que sea

glorificado el Hijo del Hombre", esto es, que padezca, porque antes de su pasión las gentes no se convertirán a

Él. Ciertamente, en esa pasión fue glorificado en cuanto a los signos visibles, como con la oscuridad del sol, la

ruptura del velo y otros de este tipo; y en cuanto a signos invisibles, como en el triunfo con que ocultamente

triunfó en Sí mismo sobre los príncipes del Tártaro, como se dice en Colosenses (2: 14-15). Por eso dijo más

arriba: "Todavía no vino mi hora", porque todavía no estaba preparada la devoción de las gentes como entonces.

Segundo, fue glorificado con la resurrección y la ascensión. En efecto, primero fue necesario que Cristo

resurgiera y ascendiera al cielo y, glorificado así, enviara el Espíritu Santo a los Apóstoles, por medio de los

cuales las gentes debían ser convertidas. Más arriba (7: 39), "Todavía no había sido dado el Espíritu porque

Jesús todavía no había sido glorificado"; Salmos (67: 19), Cristo "al ascender a lo alto, cautivó a los cautivos".

Tercero, fue glorificado mediante la conversión de las gentes: Filipenses (2: 11), "que toda lengua

confiese que el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre".

[1638] A continuación, cuando dice "De verdad, de verdad os digo...", etc., señala la necesidad de su pasión. Y

pone ésta primero; segundo, su utilidad, allí donde dice "más si muere, aporta mucho fruto".

[1639] La necesidad de su pasión es causada por la conversión de las gentes, la cual no puede darse sino con el

Hijo del Hombre glorificado por la pasión y la resurrección. Y por esto es que dice "Amén, amén os digo", esto

es, de verdad', "si el grano de trigo al caer a la tierra no muriere, se queda solo".

Acerca de lo que atañe a la letra hay que saber que usamos el grano de trigo para dos cosas, a saber, para

el pan y para semilla. Esto que dice aquí se entiende acerca del trigo en tanto que es semilla, no como materia

del pan, porque según esto no prolifera como para hacer un fruto. Dice "no muriere" no porque pierda su

poderío seminativo, sino porque muta a otro aspecto: 1 Corintios (15: 36), "lo que tú siembras no vivificará si

primero no muere". Así como la palabra de Dios es semilla en el alma del hombre en tanto que está revestida de

voz sensible, para producir el fruto de la buena obra (Lucas [8: 11]: "La semilla es la palabra de Dios"), así la

Palabra de Dios revestida de carnes es la semilla enviada al mundo, a partir de la cual debía proliferar la más

grande espiga: de ahí que también se la compara con el grano de mostaza (Mateo [13: 31]).

Dice por lo tanto: 'Yo vine como semilla para fructificar y por eso os digo: "Si el grano de trigo, al caer a

tierra, no muriere, se queda solo", esto es, si Yo no muero no se seguirá el fruto de la conversión de las gentes'.

Por eso se compara con el grano de trigo, porque vino para rehacer y sustentar las mentes humanas: esto lo

logra sobre todo el pan de trigo; Salmos (103: 15), "el pan da firmeza al corazón del hombre"; más arriba (6:

52), "el pan que Yo os daré es mi carne en pro de la vida del mundo".

[1640] Pero ¿acaso no debía ser convertida la multitud de las gentes sino mediante la muerte de Cristo?

Ciertamente, que por este modo se hiciese estaba de acuerdo con el poderío de Dios, pero no de acuerdo con

una determinación de Dios ordenada por Él, visto que era más adecuada". Hebreos (9: 22), "sin derramamiento

de sangre no hay perdón"; más abajo (16: 7): "en efecto, si no me fuere, el Consolador no vendrá a vosotros".

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[1641] La utilidad de la pasión se pone cuando dice "si muere aporta mucho fruto", como si dijera: 'si no es

cayendo a tierra por la humildad de la pasión (Filipenses [2: 8], "se humilló haciéndose obediente hasta la

muerte") no se sigue ninguna utilidad, porque "se queda solo". Pero "si muere", esto es, mortificado y matado

por los judíos, "aporta mucho fruto". Y primero, ciertamente, el fruto de la remisión del pecado: Isaías (27: 9),

"este es todo el fruto para que el pecado sea quitado". Este fruto, ciertamente, lo aportó la pasión de Cristo,

según aquello de 1 Pedro (3: 18), "Cristo murió una vez por nuestros pecados, el justo por los injustos, para

ofrecernos a Dios". Segundo, el fruto de la conversión de las gentes a Dios. Más abajo (15: 16), "os puse para

que vayáis y aportéis fruto y vuestro fruto permanezca". Este fruto lo aportó la pasión de Cristo: más abajo, aquí

mismo (v. 32): "Si Yo fuere levantado de la tierra arrastraré todas las cosas hacia Mí". Tercero, el fruto de la

gloria. Sabiduría (3: 15), "es glorioso el fruto de las buenas tareas". Más arriba (4: 36), "quien cosecha recibe

merced y reúne fruto para la vida eterna". Y también este fruto lo aportó la pasión de Cristo. Hebreos (10: 19),

"tenemos confianza en la entrada de los santos en la sangre de Cristo, Quien os inició en una vía nueva y

viviente por medio de un velo, esto es, su carne".

[1642] Pone aquí la necesidad de la muerte de otros que por amor a Cristo se exponen a padecimientos. Y pone

primero la necesidad de esta muerte; segundo, exhorta para esa misma muerte, allí donde dice "si alguien me

sirve, que me siga".

Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero antepone que debe ser soportada la necesidad de la muerte

por causa de Cristo; segundo, añade la utilidad de esta muerte, allí donde dice "quien odia su alma en este

mundo, la custodia para la vida eterna".

(…)

Capítulo 12, Lección 5

[1649] Más arriba se trató acerca de la gloria mostrada a Cristo por diversos hombres; aquí se trata de la gloria

mostrada a Cristo por Dios. Y primero se pone la petición de esta gloria; segundo, se añade la promesa de la

gloria, allí donde dice "Vino por lo tanto del cielo una voz...", etc.

Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero antepone la afección de su alma; segundo, propone la

petición, allí donde dice "¿Y qué diré?...", etc.

[1650] Pero, acerca de lo primero, presta atención a que es admirable lo que dice: "Ahora mi alma está turbada".

En efecto, más arriba exhortó a sus fieles a que tuvieran odio a su alma en este mundo, y ahora, siendo

inminente la muerte, oímos al Señor mismo decir "ahora mi alma está turbada". A causa de esto dice Agustín:

"Señor, ordenas a mi alma seguirte, veo que se turba tu alma: ¿qué fundamento buscaré si sucumbe la piedra?".

Y por eso hay que ver primero qué es esta turbación en Cristo; segundo, por qué quiso tolerarla.

[1651] Hay que saber en cuanto a lo primero que propiamente se dice que algo se turba cuando se conmueve: de

donde también al mar conmovido le decimos 'turbado'. Por lo tanto, a veces algo excede la medida de su quietud

y tranquilidad, entonces se dice que eso está turbado. En el alma humana hay una parte sensitiva y una parte

racional. En la sensitiva del alma, ciertamente, acaece la perturbación cuando es conmovida por algunos

movimientos; por ejemplo, cuando es contraída por el temor, es elevada por la esperanza, es dilatada por el

gozo o es afectada por alguna otra pasión. Pero esta turbación, ciertamente, a veces se somete a la razón; en

cambio, a veces excede el límite de la razón, a saber, cuando la razón misma es perturbada. Esto acaece muchas

veces en nosotros, pero en Cristo esto no tiene lugar, dado que es la Sabiduría misma del Padre; ni tampoco en

alguien sabio: de donde la sentencia de los estoicos es que el sabio no es turbado, a saber, en cuanto a la razón.

Según esto, por lo tanto, el sentido es: ahora mi alma está turbada, esto es, ha sido afectada por los

padecimientos de temor y tristeza, en cuanto a la (parte) sensitiva, por los cuales, sin embargo, la razón no era

perturbada ni perdía su orden: Marcos (14: 33), "comenzó Jesús a sentir pavor y tedio".

Más padecimientos de este tipo están de una manera en nosotros y estuvieron de otra en Cristo. En

efecto, en nosotros están por necesidad, en tanto que somos conmovidos y afectados desde afuera; más en

Cristo no están por necesidad, sino por imperio de la razón, dado que en Él ninguna pasión está sino la que Él

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mismo concitó. Pues las fuerzas inferiores estaban sometidas a la razón en Cristo de tal modo que nada podían

llevar a cabo y padecer sino lo que la razón les ordenaba; y por eso se dice más arriba (11: 33) que "Jesús rugió

en el espíritu y se turbó". Salmos (59: 4), "conmoviste la tierra (esto es, la naturaleza humana) y la turbaste".

Por lo tanto, el alma de Cristo se turbó de tal modo que no contra la razón sino según el orden de la

razón estuvo en Él la turbación.

[1652] En cuanto a lo segundo hay que saber que el Señor quiso turbarse a causa de dos cosas. Primero a causa

de la enseñanza de la fe, para probar la verdad de la naturaleza humana, y por eso, al acercarse ya a la pasión,

lleva a cabo todo al modo humano. Segundo, a causa del ejemplo: pues si hubiese llevado a cabo todo con

constancia y no hubiera sentido ninguna pasión en el alma, no habría sido suficiente para los hombres su

ejemplo para soportar la muerte. Y quiso turbarse por eso, para que, cuando nos turbamos, no rechacemos

soportar la muerte ni fallemos; Hebreos (4: 15), "no tenemos un pontífice que no pueda compadecerse de

nuestras debilidades, tentado mediante todo por su semejanza (a nosotros) excepto en el pecado".

[1653] A partir de esto aparece una continuación con lo precedente, porque, en efecto, había dicho: "quien odia

su alma en este mundo la custodia para la vida eterna", con lo cual había exhortado a sus discípulos respecto de

la pasión, para que no dijeran algunos 'Oh, Señor, puedes disputar y filosofar seguro acerca de la muerte, tú, que

estando fuera de los dolores humanos no te perturbas a causa de la muerte'; y para excluir esto quiso turbarse.

Expresando un sentimiento natural: y por eso, según Crisóstomo, se lee interrogativamente: "¿Y qué voy a

decir? ¿Acaso esto: 'Padre, sálvame de esta hora'?", como si dijera 'no voy a decir esto'.

[1659] Rechaza esta petición, propuesta por una motivación del apetito natural, al decir "por eso llegué hasta

esta hora", como si dijera 'no es justo que Sea librado de esta hora de padecimiento, porque vine para padecer,

no conducido por una necesidad fatal, no coaccionado por una violencia humana sino ofrecido

espontáneamente': Isaías (53: 7), "se ofreció porque Él mismo quiso"; más arriba (10: 18), "nadie me la quitará -

a saber, 'mi alma'- sino que Yo mismo la pongo"

[1660] Su petición la propone la razón cuando dice "Padre, glorifica tu nombre". Donde por "tu nombre" pode-

mos entender dos cosas, a saber: el Hijo mismo. En efecto, se dice 'nombre' por 'noticia' como 'modo de

conocimiento', de donde el 'nombre' es aquello con lo que una cosa es manifestada; el Hijo manifiesta al Padre:

más abajo (17: 6), "Padre, manifesté tu nombre a los hombres". Y de este nombre se dice en Isaías (30: 27), "he

aquí que el nombre del Señor viene de lejos". Por lo tanto, el sentido es 'Padre, glorifica tu nombre, esto es, a tu

Hijo'; más abajo (17: 5), "glorifícame, Padre, con la gloria que tuve junto a Ti antes de que el mundo existiese".

O el "nombre" del Señor es 'conocimiento' del Padre; y entonces el sentido es 'haz esto, Padre, glorifica

tu nombre; esto es, haz aquello que es gloria de tu nombre'. Y remite a lo mismo porque, glorificado el Hijo,

está glorificado el nombre del Padre. Dice esto porque el Hijo debía ser glorificado por la pasión: Filipenses (2:

8), "se hizo obediente al padre hasta la muerte, muerte de cruz. A causa de esto también Dios lo exaltó". Como

si dijera: 'el sentimiento natural pide que Yo sea salvado, pero la razón pide que tu nombre sea glorificado', esto

es, que el Hijo padezca porque por la pasión de Cristo el conocimiento de Dios debía ser glorificado. Pues antes

de la pasión Dios era conocido solamente en Judea, "y en Israel es grande su nombre" (Salmos, 75: 2), pero

después de la pasión su nombre fue glorificado entre los gentiles.

(…)

[1673] Hay que saber que por doble razón el Señor quiso morir con muerte de Cruz. Una, ciertamente, a causa

de la deshonra de esa muerte: Sabiduría (2: 20), "condenémoslo a una muerte muy deshonrosa". De ahí que

también Agustín dice86: el Señor quiso morir de este modo para que ni la deshonra misma de la muerte apartara

al hombre de la perfección de la justicia.

Segundo, porque así la muerte es por un modo de exaltación; de ahí que también el Señor dice "si fuere

levantado". Este tipo de muerte, ciertamente, era adecuado para el fruto, la causa y la figura de la pasión. Al

fruto, porque mediante la pasión debía ser exaltado: Filipenses (2: 8), "se hizo obediente hasta la muerte,

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¡muerte de cruz!, por lo cual Dios lo exaltó y le dio un nombre que está sobre todo nombre". Y Salmos (20: 14)

decía: "Sé exaltado, Señor, con tu poderío".

Por otra parte, era adecuado a la causa de la pasión de dos modos, porque no sólo por la parte del

demonio sino también por la parte de los hombres. Por la parte de los hombres porque moría en pro de la

salvación de ellos; ellos habían muerto percibe habían sido echados y sumergidos en las cosas terrenas: Salmos

(16: 11), "establecieron inclinar sus ojos a tierra". Por lo tanto, quiso morir exaltado para elevar nuestros

corazones a las cosas celestiales. En efecto, Él mismo es nuestro camino hacia el cielo. Por otro lado, por la

parte de los demonios, para que Él, elevado, conculcara en el aire a aquellos que ejercían en el aire su principa-

do y potestad.

Por otra parte, era adecuado a la figura porque el Señor mandó que se hiciera una serpiente de bronce en

el desierto, según se tiene en Números (21: 9). Más arriba (3: 14): "así como Moisés levantó la serpiente en el

desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre...", etc. Por lo tanto, levantado así "atraeré todas

las cosas hacía Mí" por medio del amor: Jeremías (31: 3), "te aprecié con amor perpetuo, por eso te atraje,

conmiserándome". En esto aparece también en grado máximo el amor de Dios hacia el hombre, en tanto que se

dignó morir por ellos: Romanos (5: 8), "Dios hace valer su amor en nosotros porque cuando todavía éramos

pecadores según el tiempos' Cristo murió por nosotros". En esto se cumplió lo que pide la esposa en Cantar (1:

3): "Atráeme tras de ti y correremos hacia el olor de tus ungüentos".

SANTO TOMÁS DE AQUINO, Comentario al Evangelio de San Juan, c. 12, lección 4 y 5, [1631-1674], t. 2,

Ágape, Buenos Aires, 2010, p. 143-70

3. COMENTARIO TEOLÓGICO

Fray Luis de Granada

La gloria de la cruz

Hombre fue, y así murió como hombre; mas muerto venció la muerte, y sepultado saqueó al infierno; y

saqueado el infierno, subió al cielo; y subido al cielo, envió al Espíritu Santo y santificó al mundo. Y quien

quisiere ver esta santificación, ponga los ojos en aquella felicísima edad de la primitiva Iglesia, y verá los

desiertos poblados de monjes, y los poblados llenos de mártires, de confesores y de doctores y vírgenes. Verá

derribados los templos de los ídolos, verá vencidos los tiranos, verá convertido el mundo: y entenderá que nadie

era poderoso para hacer tan grandes maravillas, sino Dios.

Lo que después de todo esto se siguió, fue esta renovación del mundo, acompañada con los triunfos

admirables que en esta jornada alcanzó. Porque primeramente triunfó del reino del diablo, que cuasi en todo el

mundo era adorado, cuyos altares y templos derribó. Triunfó del mundo, cuyos reyes y emperadores, no

peleando, sino padeciendo, venció y sujetó. Triunfó de sus enemigos, cuya república y templo hasta hoy día

destruyó y puso en perpetuo cautiverio. Y lo que más es, triunfó del pecado, que tan apoderado estaba de todos

los hombres del mundo, pues tanta muchedumbre de santos se levantaron de nuevo, que vencieron este tirano,

vencedor de todos los reyes y emperadores del mundo. Y finalmente, triunfó del infierno, pues lo saqueó: y

también del cielo, pues nos lo abrió: y triunfará después de la muerte, cuando le hará restituir todos los muertos

y volver a la vida sus despojos. Por lo cual todo se ve claro cómo no es deshonra, sino grandísima gloria,

hacerse Dios tal hombre cual aquí protestamos y confesamos que se hizo.

Ni hace contra esto haber padecido tan cruel y tan deshonrada muerte, pues en la muerte no hay deshonra,

sino en la causa: porque así como padecer por maleficios es la más amenguada cosa del mundo, así por el

contrario, padecer por beneficios, esto es, por la patria, por la justicia, por la fe, por la castidad y por la gloria y

obediencia de Dios, es la cosa más gloriosa y más honrosa del mundo: y cuanto mayor fuere por esta causa la

ignominia, tanto mayor será la gloria. Demás de que esta tan gloriosa muerte parió todas las muertes de los

mártires, y todas las mortificaciones y virtudes de los confesores y de todos los santos que ha habido en el

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mundo, los cuales con el ejemplo, esfuerzo y beneficio que de esta gloriosa muerte recibieron, padecieron

constantemente todo lo que convenía padecer por la virtud. Alaba, pues, oh hombre, al Señor por este tan

grande beneficio, considerando que pudiera Él desamparar al hombre después que pecó, sin perder por eso nada

de su derecho, o pudiéralo remediar por otro medio que no le fuera tan caro, y no quiso sino por éste que a Él

era tan costoso, por ser más conveniente para nuestro remedio. Y pues este Señor de tal manera se hizo nuestro

medianero, que con sus merecimientos obligó a Dios, y con sus ejemplos a los hombres, el que quisiere valerse

de sus merecimientos, es razón que trabaje por imitar sus ejemplos.

(FRAY LUIS DE GRANADA, Vita Christi, Preámbulo)

4. SANTOS PADRES

San Agustín

Si el grano de trigo no muere

8. "Había también algunos gentiles, de los que habían venido para adorar en las fiestas. Estos se

acercaron, pues, a Felipe, que era de Betsaida de Galilea y le rogaban diciendo: Señor, queremos ver a Jesús.

Viene Felipe y se lo dice a Andrés, y Andrés y Felipe conjuntamente se lo dicen a Jesús". Veamos la respuesta

que les dio Jesús. He aquí que los judíos quieren matarle, y los gentiles quieren verle. Pero también eran de los

judíos aquellos que gritaban: Bendito el que viene en el nombre del Señor, Rey de Israel, Unos circuncidados,

otros sin circuncidar, eran como dos paredes, que, viniendo de lados diversos, se juntaban con ósculo de paz en

la única fe de Cristo. Escuchemos la voz de la piedra angular. Respondióles, pues, Jesús, diciendo: Es llegada

la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Podrá pensar alguno que se sentía glorificado porque los

gentiles querían verle. Pero no es así. Preveía que los mismos gentiles, después de su pasión y resurrección,

habían de creer por todas las naciones, porque, como dice el Apóstol, una obcecación parcial ha invadido a

Israel, hasta que la plenitud de las gentes haya entrado. Tomando ocasión de este deseo de los gentiles que

querían verle, anuncia la plenitud futura de las gentes y afirma que está al caer la hora de su glorificación,

verificada la cual en el cielo, las gentes abrazarían la fe. Por lo que estaba predicho: Ensálzate, ¡oh Dios!, sobre

los cielos, y tu gloria sobre toda la tierra. Esta es la plenitud de las gentes, de la que dice el Apóstol: Parcial

obcecación ha caído sobre Israel hasta que entre la plenitud de las gentes.

9. Pero convenía que a la excelsitud de su glorificación precediese la humildad de su pasión; por lo cual

añadió: En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muriere, queda él solo;

pero, si muriere, da mucho fruto. Hacía alusión a sí mismo. Él era el grano que había de morir y multiplicarse:

morir por la infidelidad de los judíos, y multiplicarse por la fe de los pueblos.

10. Luego, exhortando a seguir las huellas de su pasión, dice: Quien ama a su alma, la perderá. Lo cual

de dos modos puede entenderse: Quien la ama, la pierde; esto es, si la amas, la pierdes. Si quieres tener vida en

Cristo, no temas morir por Cristo. También de otro modo: Quien ama a su alma, la perderá. No la ames si no

quieres perderla; no la ames en esta vida para no perderla en la eterna. Con esta última interpretación parece

estar más de acuerdo el sentido evangélico, porque dice a continuación: Y quien odia a su alma en este mundo,

la guarda para la vida eterna. Luego en la frase anterior: Quien la ama, se sobrentiende; en este mundo, ése la

perderá; y quien la odia también en este mundo, ése la conserva para la vida eterna. Profunda y admirable

sentencia, de qué modo tiene el hombre en su mano el amor a su alma, para hacerla perecer, y el odio, para que

no perezca. Si la has amado malamente, entonces la has odiado; pero, si le has tenido odio bueno, entonces la

has amado. Felices quienes la odiaron atendiendo a su conservación, para no perderla enfrascados en su amor.

Pero cuida mucho de no caer en la tentación de quererte matar a ti mismo por entender que de este modo debes

odiar a tu alma en este mundo. Pues por esto algunos malignos y perversos, y más crueles y más criminales

homicidas para consigo mismos, se arrojan a las llamas, en el agua se ahogan, lánzanse por precipicios y

perecen. No son éstas las enseñanzas de Cristo; antes bien, al demonio, que le instigaba a precipitarse, le

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respondió: Aléjate, satanás, porque está escrito: No tentarás al Señor Dios tuyo. Y a Pedro, indicándole el

género de muerte con que había de glorificar a Dios, le dijo: Cuando eras joven, te ceñías y caminabas por

donde querías; pero, cuando seas viejo, otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras. Estas palabras son

clara expresión de que quien sigue las huellas de Cristo no se ha de dar la muerte a sí mismo, sino que ha de ser

otro quien se la dé. Pero, cuando se halle en la alternativa y sea forzoso al hombre escoger entre dos cosas, o

traspasar la ley de Dios, o morir bajo la espada del perseguidor, elija entonces morir por amor a Dios antes que

vivir teniendo a Dios ofendido; entonces debe odiar a su alma en este mundo, a fin de guardarla para la vida

eterna.

11. El que me sirve, sígame. ¿Qué quiere decir sígame, sino imíteme? Cristo padeció por nosotros, dice

el apóstol San Pedro, dejándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas. Esto es lo que significa: Si alguno me

sirve, sígame. ¿Cuál es el fruto? ¿Cuál la recompensa? ¿Cuál el premio? Y donde yo estoy, dice, allí estará

también mi servidor. Amémosle desinteresadamente, para que el precio de ese servicio sea estar con Él. Porque

¿dónde se estará bien sin El o dónde se estará mal estando con Él? Óyelo más claramente: Si alguno me sirve,

mi Padre le honrará. ¿Con qué honor sino con el de estar en compañía de su Hijo? Estas palabras: Mi Padre le

honrará, parecen ser una explicación de las anteriores: Donde yo estoy, allí estará también mi servidor. Pues

¿qué mayor honor puede esperar el adoptivo que estar donde está el Hijo único, no igualado a la divinidad, sino

asociado a su eternidad?

12. Debemos más bien indagar qué se entiende por servir a Cristo, a cuyo servicio se promete tan grande

recompensa. Si por servir a Cristo entendemos preparar lo necesario al cuerpo, o cocer y servir los alimentos

que ha de cenar, o darle la copa y escanciar la bebida, estas cosas las hicieron quienes pudieron gozar de su

presencia corporal, como Marta y María cuando Lázaro era uno de los comensales. Pero de este modo también

el perverso Judas sirvió a Cristo, pues él era el que llevaba la bolsa, y aunque hurtase criminalmente de las cosas

que en ella se metían, sin embargo, por su medio se preparaba lo necesario. De aquí es que, cuando el Señor le

dijo: Lo que haces, hazlo pronto, algunos pensaron que le mandaba preparar algo por ser día de fiesta, o dar

alguna limosna a los pobres. Por lo tanto, en modo alguno diría el Señor de tales servidores: Donde yo estoy,

allí estará también mi servidor; y: Si alguno me sirve, mi Padre le honrará; pues vemos que Judas, que servía

tales cosas, más bien que honrado, es reprobado. Pero ¿por qué hemos de buscar en otro lugar qué se entiende

por servir a Cristo y no lo hemos de ver en estas mismas palabras? Cuando dijo: Si alguno me sirve, sígame, dio

a entender que quería decir: Si alguno no me sigue, éste no me sirve. Sirven, pues, a Cristo los que no buscan

sus propios intereses, sino los de Jesucristo. Sígame, esto es, vaya por mis caminos y no por los suyos, según

está escrito en otra parte: Quien dice que permanece en Cristo, debe caminar por donde El caminó. Si da pan al

pobre, debe hacerlo por caridad, no por jactancia; no buscar en ello más que la buena obra, de modo que no sepa

la mano izquierda lo que hace la derecha, esto es, que se aleje la codicia de la obra caritativa. El que de este

modo sirve, a Cristo sirve, y a él con justicia se le dirá: Lo que hiciste a uno de mis pequeños, a mí me lo hiciste.

Y no solamente el que hace obras corporales de misericordia, sino el que ejecuta cualquiera obra buena por

amor de Cristo (entonces serán obras buenas, cuando el fin de la ley es Cristo para la justicia de todo creyente)

es siervo de Cristo hasta llegar a aquella magna obra de caridad que es dar la vida por los hermanos, esto es,

darla por Cristo. Porque también esto ha de decir Cristo por sus miembros: Cuando por éstos lo hicisteis, por mí

lo hicisteis. El mismo se dignó hacerse y llamarse ministro de esta obra, cuando dice: Así como el Hijo del

hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por muchos. De donde se sigue que cada cual es

ministro de Cristo, por las mismas cosas que lo es el mismo Cristo. Y a quien de este modo sirve a Cristo, su

Padre le honrará con el extraordinario honor de estar con su Hijo y jamás acabará su felicidad.

13. Hermanos, no penséis que el Señor dijo estas palabras: Donde yo estoy, allí estará también mi

servidor, solamente de los obispos y clérigos buenos. Vosotros podéis servir también a Cristo viviendo bien,

haciendo limosnas, enseñando su nombre y su doctrina a los que pudiereis, haciendo que todos los padres de

familia sepan que por este nombre deben amar a la familia con afecto paternal. Por el amor de Cristo y de la

vida eterna avise, enseñe, exhorte, corrija, sea benevolente y mantenga la disciplina entre todos los suyos

ejerciendo en su casa este oficio eclesiástico y en cierto modo episcopal, sirviendo a Cristo para estar con El

eternamente. Ya muchos de los que se contaban entre vosotros prestaron a Cristo el máximo servicio de padecer

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por El: muchos que no eran obispos ni clérigos, jóvenes y doncellas, ancianos con otros de menor edad, muchos

casados y casadas, muchos padres y madres de familia, en servicio de Cristo, entregaron sus almas por el

martirio, y con los honores del Padre recibieron coronas de gloria.

SAN AGUSTÍN, Tratados sobre el Evangelio de San Juan (t. XIV), Tratado 51, 8-13, BAC Madrid 19652,

211-17

5. APLICACIÓN

P. José A. Marcone, IVE

“Cuando yo sea elevado en alto atraeré a todos hacia mí”

(Jn 12,20-33)

Introduccción

En el Ciclo B (el correspondiente a este año 2018), los evangelios de los tres últimos domingos de

Cuaresma (domingos III, IV y V) tienen como tema principal “la futura glorificación de Cristo por su cruz y

resurrección”1.

Los domingos IV y V están dominados por un verbo, el verbo hypsothênai, que significa ‘ser exaltado’.

El domingo pasado, domingo IV, leímos: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser

levantado en alto (verbo hypsothênai) el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna” (Jn

3,14-15). Y hoy leemos: “Cuando yo sea levantado en alto (verbo hypsothênai) sobre la tierra, atraeré a todos

hacia mí” (Jn 12,32). Pero en medio de estos dos textos, en Jn 8,28, tenemos este otro texto, que no aparece en

ninguna de las lecciones de los domingos de Cuaresma: “Cuando hayáis levantado en alto (verbo hypsothênai)

al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy” (Jn 8,28). Cada uno de estos textos tienen algo en común y

algo propio.

En común tienen el verbo hypsothênai que indica el modo de la muerte de Cristo: alzado del suelo, en el

aire, clavado en una cruz entre cielo y tierra. Pero el verbo hypsothênai significa, literalmente, ‘ser puesto por

encima de’. Está compuesto por la preposición hypér, que significa ‘arriba’, ‘sobre’, ‘más allá de’, ‘por encima

de’2. Y el verbo títhemi, que significa ‘poner’, ‘colocar’. Cuando Jesús habla de su muerte en el evangelio de

San Juan jamás usa el verbo ‘crucificar’ (stauróo), cosa que sí hace en los sinópticos (Mt 20,19; 26,2). En San

Juan, Jesús usa siempre el verbo hypsothênai. Por esta razón, queda claro que, para Jesús en el evangelio de San

Juan, su cruz es una exaltación, no una humillación: Jesús es ‘colocado por encima de’ todos los hombres y

todas las cosas. En los tres textos recién citados (Jn 3,14, Jn 8,28 y Jn 12,32), se resalta que la cruz es una

elevación que, al mismo tiempo, es una exaltación y, por lo tanto, una glorificación.

Pero cada texto pone una consecuencia distinta de esa exaltación (y en esto consiste lo propio de cada

uno). En Jn 8,28 la exaltación en la cruz es manifestación de su divinidad. En efecto, ‘Yo soy’ es el nombre de

Dios, el nombre de ‘Yahveh’ revelado en la zarza ardiente a Moisés (Éx 3,13-16). Respecto a esto dice

Raymond Brown comentando Jn 8,24-58: “Como en el caso de Nicodemo, Jesús insiste en decir que no es de

este mundo, sino que proviene de lo alto. La única realidad que puede salvar a ‘los judíos’ es la fe que ÉL ES

(el nombre divino ‘Yo soy’) (...) A la objeción de los judíos, que la libertad de la muerte no fue concedida ni

siquiera a hombres de gran estatura como Abraham, Jesús reivindica de ser superior a Abraham, recurriendo

1 Prenotanda del Leccionario, nº 97.

2 SWETNAM, J., Breve diccionario griego - español del Nuevo Testamento, 2008. En castellano tenemos muchas palabras formadas con

esta preposición. Por ejemplo, ‘hiperactividad’: Conducta caracterizada por un exceso de actividad (DRAE). En griego, con el caso genitivo tiene otros significados.

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una vez más al nombre divino ‘YO SOY’. Los judíos captan que se está refiriendo a su divinidad, y tratan de

matarlo porque lo juzgan un blasfemo”3.

En Jn 3,14-15, la exaltación en la cruz será causa de salvación para todo el que crea en la divinidad de

Jesucristo y en el poder de su sangre para perdonar los pecados: ‘para que todo el que crea tenga vida eterna’.

En Jn 12,32, el evangelio de hoy, la consecuencia de la exaltación en la cruz será la creación de un

nuevo pueblo que se reunirá en torno a Jesucristo: ‘atraeré a todos hacia mí’. Es precisamente esto lo que

tenemos que explicar en esta homilía.

1. “Cuando yo sea elevado en alto sobre la tierra…

La elevación de Cristo en la cruz es exaltación y glorificación porque ella es, en primer lugar,

manifestación de su divinidad. Queda muy claro en Jn 8,28, como vimos recién; pero también en el evangelio

de hoy. En efecto, para Santo Tomás el evangelio de hoy tiene como finalidad “manifestar la virtud de la

divinidad de Cristo a través de su pasión y muerte”4.

Pero, además, la elevación de Cristo en la cruz es exaltación y glorificación porque el verbo hypsothênai

también significa el poder regio que el rey ejerce sobre su pueblo. El verbo hypsothênai nos presenta a Cristo

reinando desde la cruz5.

Pero, cuidado, porque esto no le quita a la cruz su esencia de sufrimiento. La cruz, aun siendo exaltación

y glorificación, sigue siendo un tormento doloroso. Aún más, es exaltación y glorificación porque es

sufrimiento. El verbo hypsothênai usado en el evangelio de hoy demuestra mejor que en las otras dos citas (Jn

3,14 y Jn 8,28) esa fusión de sufrimiento y gloria que es la cruz. En efecto, en el evangelio de hoy, el verbo

hypsothênai está acompañado de una expresión de Cristo que manifiesta todo su dolor y su temor ante la

muerte: “Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: ‘Padre, líbrame de esta hora’? ¡Si para eso he llegado a esta

hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!” (Jn 12,27-28).

Santo Tomás, siguiendo a San Agustín, hace notar que esta expresión de Cristo en San Juan está en lugar

de su agonía en el Huerto narrada por los sinópticos. Dice Santo Tomás: “Como dice San Agustín, esto que dice

aquí el Señor, ‘Ahora mi alma está turbada’ y ‘Padre, glorifícame’, es lo mismo que lo que dice en Mt 26,38,

‘Triste está mi alma hasta la muerte’”6. Los exégetas modernos opinan lo mismo. “Aquí el pensamiento de la

muerte turba a Jesús, como en los sinópticos Jesús es turbado por ella en el Getsemaní”7. “Aquí Jesús siente

irrumpir el Getsemaní de una manera arrolladora en su vida”8.

La oración de Jesús al Padre en el evangelio de hoy, “¡Padre, glorifica tu Nombre!”, tiene el mismo

significado que la oración que hizo en el Huerto: “Decía: ‘¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí

esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú’” (Mc 14,36; cf. Mt 26,39; Lc 22,42). “¡Padre,

3 BROWN, R., Il Vangelo e le Lettere di Giovanni, Editrice Queriniana, Brescia, 1994, p. 72.74-75.

4 “Hic (Jn 12,1) autem incipit ostendere virtutem divinitatis ipsius quantum ad passionem et mortem eius” (SANCTI TOMAE DE AQUINO,

Super Evangelium S. Ioannis lectura, caput 12, lectio 1; traducción nuestra). 5 Cf. DE LA POTTERIE, I., La Passione di Gesú secondo il vangelo di Giovanni, Edizione Paoline, Milano, 1988, p. 18.

6 SANCTI TOMAE DE AQUINO, Super Evangelio S. Ioannis lectura, caput 12, lectio 5; traducción nuestra.

7 BROWN, R., Idem, p. 94; traducción nuestra.

8 MARCHESI, G., Il Vangelo della speranza, Città Nuova Editrice, Roma, 1987, p. 151. Dice también K. Stock: “Como en todos los

Evangelios, también aquí Jesús, frente a su propia muerte, se dirige en oración al Padre, como lo hace, por ejemplo, en Mc 14,32-42, durante su agonía en Getsemaní. Se da cuenta del significado de su propia muerte (= exaltación), pero no por esto va al encuentro de ella de un modo insensible. Como todo ser humano, también Él huye de ella con espanto, está conmovido y turbado por su propio destino de muerte. Dado que tiene sensibilidad humana, querría rogar al Padre que le ahorre este camino. Pero no se deja determinar por su propio deseo sino por la guía de Dios: ‘¡Padre, glorifica tu Nombre!’” (STOCK, K., Gesù, il Figio di Dio, Edizioni ADP, Roma, 1993, p. 122; traducción nuestra).

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glorifica tu Nombre!” significa: ‘Padre, si es tu voluntad, dame la muerte de cruz, ya que así tú serás

glorificado’.

Santo Tomás vibra junto con Cristo que teme y trema ante la muerte que se le aproxima. Compara el

alma turbada de Cristo con el mar cuando pierde su quietud y tranquilidad, y se conmueve y conmociona,

generando olas gigantescas, contrapuestas entre sí. Y entonces dice el santo: “Observa con atención que es

admirable lo que dice: ‘Ahora mi alma está turbada’. Apenas unos versículos antes exhortó a sus fieles que

deben odiar su alma en este mundo. Pero ahora, ante su inminente muerte, escuchamos al mismo Señor que

dice: ‘Ahora mi alma está turbada’. Por esta razón, San Agustín dice: ‘Señor, le mandas a mi alma que te siga,

pero veo que tu alma está turbada. ¿Qué fundamento buscaré, entonces, si la piedra fundamental sucumbe?’”9.

Jesucristo siente en sí el deseo intenso de librarse de esta hora tormentosa. Y por eso se pregunta a sí

mismo si no debe pedirle al Padre que lo libre de esa hora: “¿Y qué diré: ‘¿Padre, líbrame de esta hora’?” (Jn

12,27). De esta manera Jesucristo hace suyos los sentimientos de todos los hombres de todos los tiempos que

sufren y se estremecen ante las cruces que deben llevar. Por eso dice Santo Tomás: “Con esta pregunta el Señor

transfiere a sí mismo el afecto de todo hombre turbado”10

. Toda la turbación que un hombre siente ante sus

cruces, el Señor la transfiere a sí mismo y se la aplica a sí mismo.

Pero la respuesta a su auto-pregunta es negativa. No pedirá que el Padre lo libre: “¡Si para esto he

llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!” (Jn 12,27-28). Por eso dice Santo Tomás: “Jesús rechaza esta

petición propuesta por el movimiento natural del apetito, diciendo, ‘¡Para esto he llegado a esta hora!’. Es como

si dijera: ‘No es justo que me vea libre de esta hora de la pasión, porque para esto vine, para padecer, no

conducido por una fatal necesidad, no coaccionado por la violencia humana, sino espontáneamente ofrecido’.

Por eso dice el libro de Isaías: ‘Fue ofrecido en sacrificio porque él mismo lo quiso’ (Is 53,7 Vulg). Y el mismo

Cristo dice: ‘Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente’ (Jn 10,18)”11

.

2. …atraeré a todos hacia mí”

Cristo clavado en la cruz y elevado entre tierra y cielo es exaltado por sobre toda creatura y, a causa de

su sufrimiento, se convierte en motivo de unidad para todo el género humano. Éste es el significado

fundamental de la frase que dice hoy Jesús: “Cuando yo sea elevado en alto sobre la tierra atraeré a todos hacia

mí” (Jn 12,32).

Para los Hechos de los Apóstoles la Iglesia nace en Pentecostés. Para San Juan la Iglesia nace al pie de

la cruz de Cristo12

. Y este nacimiento es anunciado en el evangelio de hoy.

Esta reunión de todos los hombres que confluyen en Cristo crucificado y exaltado comienza a cumplirse,

precisamente, cuando los fariseos lo condenan a muerte. San Juan lo narra de la siguiente manera. Acaba de

suceder el milagro de la resurrección de Lázaro. Entonces dice el evangelista: “Entonces los sumos sacerdotes y

los fariseos convocaron consejo y decían: ‘¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos milagros. Si le

dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra

nación’. Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: ‘Vosotros no entendéis

9 “Sed attende circa primum quod est mirabile quod dicit nunc anima mea turbata est. Supra enim fideles suos exhortatus est

animam suam in hoc mundo odio habere, et nunc, imminente morte, audivimus ipsum dominum dicentem nunc anima mea turbata est. Propter quod Augustinus dicit: domine, sequi iubes animam meam, turbari video animam tuam: quale fundamentum quaeram, si petra succumbit?” (SANCTI TOMAE DE AQUINO, Ibidem; traducción nuestra). 10

“Consequenter ponit dominus petitionem gloriae, dicens et quid dicam? Pater, salvifica me ex hac hora: ubi dominus transfert ad se affectum hominis turbati” (SANCTI TOMAE DE AQUINO, Ibidem; traducción nuestra). 11

SANCTI TOMAE DE AQUINO, Ibidem; traducción nuestra. 12

Dice I. De La Potterie: “A diferencia de Lucas en los Hechos, Juan ve realizarse el nacimiento del pueblo mesiánico de Dios, es decir, de la Iglesia, no en Pentecostés, sino junto a la cruz de Jesús, en el Calvario” (DE LA POTTERIE, I., Il mistero del cuore traffitto, Edizioni Dehoniane Bologna, Bologna, 1988, p. 125; traducción nuestra).

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nada, ni os dais cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación’. Esto no

lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por

la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Jn

11,47-52).

Los mismos elementos que encontramos en nuestro evangelio de hoy los encontramos en este paso en

que Caifás, en forma privada, condena a muerte a Jesús. En efecto, está presente, en primer lugar, la muerte de

Jesús como causa de salvación para toda la nación. En segundo lugar, la indicación de que es necesario que

muera uno solo. Y, en tercer lugar, la indicación que esa muerte iba a ser causa de que los hijos de Dios

dispersos en el mundo entero y a lo largo de los siglos se reunieran en uno (en griego, eis hén), es decir, en

Cristo.

Luego, San Juan va retomar esta idea y la va a exponer de una manera muy explícita y muy gráfica. En

efecto, estando Jesús ya muerto en la cruz, dice San Juan: “Uno de los soldados le atravesó el costado con una

lanza y al instante salió sangre y agua” (Jn 19,34). E inmediatamente agrega: “Todo esto sucedió para que se

cumpliera la Escritura: (…) ‘Mirarán al que traspasaron’” (Jn 19,36.37). ¿Quiénes son los que mirarán?

Responde De La Potterie: “No son ni los soldados, ni la multitud, ni siquiera inmediatamente los judíos. ‘Los

que mirarán’ (prestar atención al futuro) son todos los discípulos, todos los creyentes, hasta el fin del mundo”13

.

De hecho, para San Juan, ‘mirar’ y ‘ver’ es sinónimo de ‘creer’, como queda de manifiesto en el texto que

sigue: “Jesús gritó y dijo: ‘El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a

mí, ve a aquel que me ha enviado’” (Jn 12,44-45)14

.

Ninguna imagen más gráfica para expresar la elevación de Cristo en la cruz que ese costado abierto por

una lanza, es decir, abierto por una arma hiriente y punzante muy larga para poder llegar a la altura en que se

encuentra el Crucificado. Ninguna imagen más gráfica para expresar la muerte en cruz que la sangre y el agua

que salen de ese costado abierto. Ninguna imagen más gráfica para expresar que ese Cristo exaltado en la cruz

atraerá a todos hacia sí que la imagen de todos los creyentes y discípulos de todo el mundo y de todos los

tiempos elevando su rostro para clavar su mirada en ese costado abierto de donde sale sangre y agua.

Por esta razón, en esa frase de San Juan, ‘Mirarán al que traspasaron’, se cumple de manera perfecta lo

que Jesús anuncia en el evangelio de hoy: “Cuando yo sea elevado en alto sobre la tierra atraeré a todos hacia

mí” (Jn 12,32)15

. La realidad de la Iglesia naciente está presente también en el texto de hoy en la mención de los

griegos que quieren ver a Jesús. Aunque lo más probable es que hayan sido observantes de la Ley de Moisés

13

DE LA POTTERIE, I., Il mistero del cuore trafitto…, p. 176; cursiva del autor; traducción nuestra. Y sigue diciendo, completando de manera excelente la idea: “Un poco antes, el discípulo amado, aquel ‘que había visto’, había explicado por qué él se presentaba como testigo: ‘El que lo vio da testimonio (…) para que también vosotros creáis’ (Jn 19,35). Todos aquellos que han oído y entendido su testimonio, todos aquellos que leen su Evangelio, son invitados a ‘mirar’, como él, al Cristo del costado traspasado, a ver y a contemplar como él para entrar en comunión con su experiencia de testigo, para creer verdaderamente como él mismo había creído” (p. 176 – 177; cursiva del autor; traducción nuestra). El autor expresa lo mismo también en las pp. 130 y 134 del mismo libro. Y en las pp. 125 – 126 dice: “El hecho que muchos ‘volverán los ojos hacia Aquel que han traspasado’, es decir, hacia Jesús elevado, creará también entre ellos una verdadera unidad, pero no teniendo como causa una especie de acuerdo horizontal de tipo sociológico. Todos encontrarán el principio de su unidad fuera del propio grupo, en Él. Serán todos ‘reunidos en uno’, estarán orientados hacia aquel único hombre elevado, que tiene el costado abierto. Precisamente, al tener su mirada orientada hacia Él, serán todos ‘reunidos en uno’. Con esta mirada, estos hombres, que estaban dispersos, se convertirán en el nuevo pueblo mesiánico de los hijos de Dios” (traducción nuestra). 14

En Jn 14,8-9 se expresa la misma idea: “Le dice Felipe: ‘Señor, muéstranos al Padre y nos basta’. Le dice Jesús: ‘¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?’”. 15

La frase de la Escritura ‘Mirarán al que traspasaron’ está tomada por San Juan de Zac 12,10. Pero ‘el que traspasaron’ en el texto del profeta Zacarías es el mismo Yahveh. Por lo tanto, la frase del profeta Zacarías aplicada a Jesús por San Juan es, también, una indicación de la divinidad de Jesús.

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(‘temerosos de Dios’), sin embargo, representan las primicias de los pueblos paganos para la Iglesia. Los que se

interesan por ellos son Felipe y Andrés, los dos Apóstoles que tienen nombres griegos16

.

Pero, además, el agua que sale de la llaga del costado de Cristo es el Espíritu Santo, como dice el

Catecismo: “El Espíritu es, pues, (…) personalmente el Agua viva que brota de Cristo crucificado (cf. Jn 19,34;

1Jn 5,8) como de su manantial y que en nosotros brota en vida eterna (cf. Jn 4,10-14; 7,38)” (CEC, 694). Y la

sangre que sale junto con el agua, o mezclada con el agua, es la redención obrada por Cristo para el perdón de

los pecados17

. La sangre es la redención aceptada por los creyentes; y el agua es el Espíritu que otorga la gracia

santificante. La sangre y el agua salidas del costado traspasado de Jesús construyen y edifican la Iglesia.

Pio XII, citando a Santo Tomás de Aquino, completará el simbolismo del agua y la sangre que brotan del

costado abierto: “Del costado de Cristo brotó agua para lavar y sangre para redimir. Por eso la sangre es propia

del sacramento de la Eucaristía; el agua, del sacramento del Bautismo, el cual, sin embargo, tiene su fuerza para

lavar en virtud de la sangre de Cristo”18

. El Bautismo y la Eucaristía son los dos sacramentos principales que

construyen y edifican la Iglesia.

Por eso, los Santos Padres y el Magisterio repetirán siempre: “Del Corazón traspasado del Redentor

nació la Iglesia”19

.

Pero hay algo más que indica que ese ‘atraer a todos hacia Mí’ es la creación de la Iglesia. Dice De La

Potterie: “Es necesario recordar que, en el cuarto Evangelio, la escena del Calvario tiene también una dimensión

eminentemente eclesiológica: el relato del episodio del Jn 19,25-26 (la madre de Jesús y el discípulo predilecto

al pie de la cruz) desarrolla precisamente el tema que estamos considerando, porque describe el nacimiento de la

Iglesia (María es aquí la ‘Iglesia naciente’ y el discípulo la figura de los creyentes)”20

. La Iglesia no sólo estará

en el futuro, cuando los creyentes ‘mirarán a’ (= creerán en) Cristo. La Iglesia está ya presente, recién nacida,

podríamos decir, en María y Juan al pie de la cruz21

.

Conclusión

Santo Tomás dice que “el modo de la muerte del Señor es por la exaltación en el madero de la cruz”22

. Y

también dice: “El Señor quiso morir por muerte de cruz porque así la muerte es por modo de exaltación”23

. El

modo de muerte en cruz, para San Juan, no es un modo de afrenta, escarnecimiento, mancillamiento,

menosprecio o envilecimiento. El modo de muerte en cruz para San Juan es por modo de exaltación.

16

En Hech 16,12ss se narra la entrada de San Pablo en Europa. Ese versículo marca un momento histórico: con la conversión de una mujer, Lidia, comienza lo que luego será el Occidente cristiano. 17

“Durante su vida Jesús había hablado del agua de la vida que Él iba a dar; y había dicho de sí: ‘De su interior (dal suo intimo) brotarán ríos de agua viva” (Jn 7,38; cf. Jn 4,10). Ahora que ha sido glorificado, elevado sobre la cruz, el agua que brota de Él, mezclada con la sangre de la donación de sí mismo, es verdaderamente el agua de la vida, que trae la salvación al pueblo” (BROWN, R., Idem, p. 134). 18

SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Teologica, III, q. 66, a. 3 ad 3; citado por PIO XII, Encíclica Haurietis aquas, sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús, año 1956, nº 21. 19

PIO XII, Encíclica Haurietis aquas, sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús, año 1956, nº 21. 20

DE LA POTTERIE, I., Il mistero del cuore trafitto…, p. 117. 21

Además, la escena de la túnica sin costura que no es dividida (Jn 19,23-24) también es, en su sentido literal, símbolo de la unidad de la Iglesia: “La túnica sin costura de Jesús es el símbolo del pueblo mesiánico sin escisión que reencuentra su unidad. Como telón de fondo está la palabra del evangelista Juan, según la cual Cristo iba a morir para reunir en la unidad a los hijos de Dios dispersos (Jn 11,52); la túnica de Jesús simboliza la unidad del pueblo mesiánico” (DE LA POTTERIE, I., La passione di Gesù…, p. 120; traducción nuestra). 22

“Modus autem mortis est per exaltationem in ligno crucis” (SANCTI TOMAE DE AQUINO, Super Evangelium S. Ioannis lectura, caput 12, lectio 5; traducción nuestra). 23

“Dominus voluit mori morte crucis (...) quia sic mors est per modum exaltationis” (SANCTI TOMAE DE AQUINO, Ibidem; traducción nuestra).

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Pero… ¡qué difícil que es aplicar esto a nuestras propias cruces! ¡Qué difícil es decir esto de mi propia

cruz concreta y cotidiana! Y sin embargo Jesucristo nos dice hoy: “En verdad, en verdad os digo: si el grano de

trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el

que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo

esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará” (Jn 12,24-26).

Por lo tanto, debemos aplicar a mi cruz concreta y cotidiana el mismo modo de ver que Jesús tiene de su

cruz en el evangelio de San Juan. Debemos estar absolutamente convencidos que la cruz que yo llevo en el

crudo ‘aquí y ahora’ de mi existencia personal e incomunicable no es una afrenta ni una vergüenza sino una

exaltación y un ensalzamiento. La mirada de fe sobrenatural debe alzarse por sobre el sufrimiento concreto de

mi propia piel y llevarnos a estar absolutamente seguros que esa mi cruz es un enaltecimiento y una elevación,

es decir, una glorificación.

Igualmente, debemos estar convencidos que los mismos efectos que tuvo la cruz de Cristo ‘atrayendo a

todos hacia Él’ y constituyendo la Iglesia, así también, mi cruz concreta, bien aceptada y ofrecida a Dios con

amor, es sumamente fecunda. Por eso Tertuliano pudo decir: “La sangre de los mártires es semilla de nuevos

cristianos”.

_______________________________

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Función de cada sección del Boletín

Homilética se compone de 7 Secciones principales:

Textos Litúrgicos: aquí encontrará Las Lecturas del Domingo y los salmos, así como el Guion para la

celebración de la Santa Misa.

Directorio Homilético: es un resumen que busca dar los elementos que ayudarían a realizar un enfoque

adecuado del el evangelio y las lecturas del domingo para poder brindar una predicación más uniforme,

conforme al DIRECTORIO HOMILÉTICO promulgado por la Congregación para el Culto Divino y la

Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede en el 2014.

Exégesis: presenta un análisis exegético del evangelio del domingo, tomado de especialistas, licenciados,

doctores en exégesis, así como en ocasiones de Papas o sacerdotes que se destacan por su análisis

exegético del texto.

Santos Padres: esta sección busca proporcionar la interpretación de los Santos Padres de la Iglesia, así

como los sermones u escritos referentes al texto del domingo propio del boletín de aquellos santos

doctores de la Iglesia.

Aplicación: costa de sermones del domingo ya preparados para la predica, los cuales pueden facilitar la

ilación o alguna idea para que los sacerdotes puedan aplicar en la predicación.

Ejemplos Predicables: es un recurso que permite al predicador introducir alguna reflexión u ejemplo

que le permite desarrollar algún aspecto del tema propio de las lecturas del domingo analizado.

¿Qué es el IVE, el porqué de este servicio de Homilética?

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El Instituto del Verbo Encarnado fue fundado el 25 de Marzo de 1984, en San Rafael, Mendoza,

Argentina. El 8 de Mayo de 2004 fue aprobado como instituto de vida religiosa de derecho Diocesano en

Segni, Italia. Siendo su Fundador el Sacerdote Católico Carlos Miguel Buela. Nuestra familia religiosa tiene

como carisma la prolongación de la Encarnación del Verbo en todas las manifestaciones del

hombre, y como fin específico la evangelización de la cultura; para mejor hacerlo proporciona a los

misioneros de la familia y a toda la Iglesia este servicio como una herramienta eficaz enraizada y nutrida

en las sagradas escrituras y en la perenne tradición y magisterio de la única Iglesia fundada por

Jesucristo, la Iglesia Católica Apostólica Romana.

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