11-reflexión-el-equilibrista

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GRUPO JUVENIL VOCACIONAL LASALLISTA “PARMENIA” OCTUBRE 2010 REFLEXIÓN: EL EQUILIBRISTA Érase una fiesta popular en una ciudad… en ella se congregaban la mayor parte de los habitantes. En esta fiesta también se daba oportunidad, a aquellos que lo quisieran y pudieran demostrar sus habilidades, y entre muchos acróbatas, prestidigitadores y saltimbanquis de circo, apareció también un desconocido que dijo ser un equilibrista… “Señoras y señores: voy a intentar caminar sobre esta cuerda, haciendo equilibrio, a fin de llegar hasta el otro extremo del techo del ayuntamiento. Necesito que ustedes me ayuden, expresando su confianza y animándome a hacerlo. ¿Creen todos ustedes que yo puedo realizar esto? ¿Cuento con la confianza de todos ustedes en mi intento?” ¡Sí creemos! –contestó la gente que se amontonaba abajo. Apoyado por la unánime confianza de todos los presentes, el equilibrista comenzó lentamente su trayecto, con suma prudencia, y haciendo permanente equilibrio con la larga vara que tenía en sus manos, y paso a paso, fue trasladándose por encima de la cabeza de todos los presentes, allá en lo alto a 25 metros de altura. Cuando finalmente dio el último paso, que lo colocó seguro sobre el techo del ayuntamiento, la multitud aplaudió frenéticamente la proeza…Después les volvió a decir: “Señoras y señores, ahora voy a realizar el mismo trayecto, pero sin la vara y marchando hacia atrás. Aquellos que creen en mí, colóquense a la derecha y aquellos que consideren que yo no lo puedo hacer, colóquense a la izquierda”. Y comenzó la prueba. La multitud contenía el aliento esperando a cada momento lo peor, pero deseando que el éxito coronara aquella hazaña imposible. Cuando finalmente llegó, todo el mundo estalló en un aplauso cerrado, incluso aquellos que tuvieron que reconocer que no lo habían creído capaz. Terminado el clamor de los aplausos y vítores, el equilibrista se dirigió nuevamente a la multitud diciéndoles: “Ahora voy a realizar el intento más arriesgado. Recorreré el mismo trayecto pero conduciendo sobre el cable una carretilla de albañil. ¿Lo creen posible? Yo necesito alguien que se comprometa ante todos los demás a creer en lo que prometo realizar ¿Hay alguno entre ustedes que esté dispuesto a ello?” Se adelantó un joven y levantando la mano gritó: Yo estoy dispuesto a creer en ti: “¿Estás seguro de que tu confianza es plena?” – preguntó con tranquilidad el equilibrista.   “Sí plena y totalmente. Yo creo en ti. Estoy seguro de que puedes caminar sobre esa cuerda conduciendo la carretilla…” “Muy bien, de acuerdo –dijo el equilibrista- ven te invito, súbete a la carretilla…” No se trata de creer en algo. Tener Fe es creer en Alguien y jugarse la vida en su seguimiento. Es fácil decir que confiamos en Dios, pero a la hora de la verdad nos da miedo dar el paso… sin embargo, ahora el turno es nuestro… En la decisión vocacional, como en la vida, se necesita ir dando pasos en los que siempre hay riesgo, dificultad…y requieren confianza en nosotros y en Dios para llevarlos a cabo. Estos pasos suelen comprometernos cada vez más, como le sucedió a nuestro Fundador, La Salle, quien tan vivamente expresó: “Dios me fue conduciendo de un compromiso a otro sin que yo lo hubiera previsto desde el inicio…”  Lo importante, es que, como La Salle, pidamos en la oración esa confianza y abandono que necesitamos para lanzarnos a seguir a Cristo, venga lo que venga. “Padre, me pongo en tus manos: haz de mí lo que quieras”  

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GRUPO JUVENIL VOCACIONAL LASALLIST

“PARMENIA

OCTUBRE 201

REFLEXIÓN: EL EQUILIBRISTA

Érase una fiesta popular en una ciudad… en ella se congregaban la mayor parte de los habitantes. En esfiesta también se daba oportunidad, a aquellos que lo quisieran y pudieran demostrar sus habilidades, y ent

muchos acróbatas, prestidigitadores y saltimbanquis de circo, apareció también un desconocido que dijo ser u

equilibrista… 

“Señoras y señores: voy a intentar caminar sobre esta cuerda, haciendo equilibrio, a fin de llegar hasta el ot

extremo del techo del ayuntamiento. Necesito que ustedes me ayuden, expresando su confianza y animándome

hacerlo. ¿Creen todos ustedes que yo puedo realizar esto? ¿Cuento con la confianza de todos ustedes en m

intento?” ¡Sí creemos! –contestó la gente que se amontonaba abajo.

Apoyado por la unánime confianza de todos los presentes, el equilibrista comenzó lentamente su trayect

con suma prudencia, y haciendo permanente equilibrio con la larga vara que tenía en sus manos, y paso a paso, fu

trasladándose por encima de la cabeza de todos los presentes, allá en lo alto a 25 metros de altura. Cuand

finalmente dio el último paso, que lo colocó seguro sobre el techo del ayuntamiento, la multitud aplaud

frenéticamente la proeza…Después les volvió a decir: “Señoras y señores, ahora voy a realizar el mismo trayecto, pesin la vara y marchando hacia atrás. Aquellos que creen en mí, colóquense a la derecha y aquellos que consideren q

yo no lo puedo hacer, colóquense a la izquierda”. 

Y comenzó la prueba. La multitud contenía el aliento esperando a cada momento lo peor, pero deseando qu

el éxito coronara aquella hazaña imposible. Cuando finalmente llegó, todo el mundo estalló en un aplauso cerrad

incluso aquellos que tuvieron que reconocer que no lo habían creído capaz. Terminado el clamor de los aplausos

vítores, el equilibrista se dirigió nuevamente a la multitud diciéndoles: “Ahora voy a realizar el intento marriesgado. Recorreré el mismo trayecto pero conduciendo sobre el cable una carretilla de albañil. ¿Lo creen posible

Yo necesito alguien que se comprometa ante todos los demás a creer en lo que prometo realizar ¿Hay alguno entustedes que esté dispuesto a ello?” 

Se adelantó un joven y levantando la mano gritó: Yo estoy dispuesto a creer en ti: “¿Estás seguro de que confianza es plena?” – preguntó con tranquilidad el equilibrista.  – “Sí plena y totalmente. Yo creo en ti. Estoy segude que puedes caminar sobre esa cuerda conduciendo la carretilla…” 

“Muy bien, de acuerdo –dijo el equilibrista- ven te invito, súbete a la carretilla…” 

No se trata de creer en algo. Tener Fe es creer en Alguien y jugarse la vida en su seguimiento. Es fácil decir que

confiamos en Dios, pero a la hora de la verdad nos da miedo dar el paso… sin embargo, ahora el turno es nuestro…En la decisión vocacional, como en la vida, se necesita ir dando pasos en los que siempre hay riesgo, dificultad…y 

requieren confianza en nosotros y en Dios para llevarlos a cabo.

Estos pasos suelen comprometernos cada vez más, como le sucedió a nuestro Fundador, La Salle, quien tan vivamen

expresó: “Dios me fue conduciendo de un compromiso a otro sin que yo lo hubiera previsto desde el inicio…”  

Lo importante, es que, como La Salle, pidamos en la oración esa confianza y abandono que necesitamos para

lanzarnos a seguir a Cristo, venga lo que venga.

“Padre, me pongo en tus manos: haz de mí lo que quiera

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