01. los gurús de la lluvia - la peonza musical - jpr

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 K l    a  u  s H  a  g  e r  u  p La Peonza Musical - Parte 1 Los Gurús de la Lluvia probablemente son como tú y yo, así que puede ser difícil verlos o saber quienes son. Sin embargo una cosa es cierta, ellos saben mucho más de la energía y el medio ambiente que la mayoría de la gente. Ellos saben que nuestras vidas día a día son más fáciles cuando tenemos mucha energía y conocen lo que pasará si nosotros simplemente continuamos usando más y más energía. Y lo que es más importante, ellos saben que podríamos hacer cada uno para conservar nuestra energía. Los Gurús de la Lluvia son energéticos, juguetones, curiosos y listos. Ellos tienen su propio universo y pueden usar su propio alfabeto. Un Gurú de la Lluvia es alguien que se preocupa por las cosas, y quien conoce como reducir el consumo de la energía en el mundo. El emblema de los Gurús de la Lluvia es una peonza musical mágica, un juguete super-energético.  L   a   p  e  o  n  z  a  m  u  s  i    c  a  l   -  P  a  r  t   e  1  Con el apoyo de: www.losgurusdelalluvia.com El contenido de este libro es responsabilidad del autor y no reeja necesar iamente la opinión de la Comunidad Europea. La Comisión Europea no es responsable de cualquier posible uso que se realice de la información de este libro.  L  os G u r   ú  s    d   e   l a  L l u v  i  a  L  os G u r   ú  s    d   e   l a  L l u v  i  a 

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    Kl

    ausHagerup

    La Peonza Musical - Parte 1Los Gurs de la Lluvia probablemente son como t y yo, as que puede serdifcil verlos o saber quienes son. Sin embargo una cosa es cierta, ellos sabenmucho ms de la energa y el medio ambiente que la mayora de la gente.Ellos saben que nuestras vidas da a da son ms fciles cuando tenemosmucha energa y conocen lo que pasar si nosotros simplementecontinuamos usando ms y ms energa. Y lo que es ms importante, ellossaben que podramos hacer cada uno para conservar nuestra energa.Los Gurs de la Lluvia son energticos, juguetones, curiosos y listos. Ellostienen su propio universo y pueden usar su propio alfabeto. Un Gur de laLluvia es alguien que se preocupa por las cosas, y quien conoce como reducirel consumo de la energa en el mundo. El emblema de los Gurs de la Lluvia esuna peonza musical mgica, un juguete super-energtico.

    L

    apeonzamusical-Parte1

    Con el apoyo de:

    www.losgurusdelalluvia.com

    El contenido de este libro es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente la opinin de la Comunidad Europea.La Comisin Europea no es responsable de cualquier posible uso que se realice de la informacin de este libro.

    LosGursdelaLluvia

    LosGursdelaLluvia

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    Para:RamnRobles

    Urgente!

    LaPeon

    zaMus

    ical

    KlausHagerup

    Parte 1

    LosGursdelaLluvia

    LosGursdelaLluvia

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    2007 Enova SF/RegnmakerneAutor: Klaus Hagerup, Noruega

    Ilustraciones: Lars Hegdal, NoruegaDiseo: Scanpartner Trondheim, Noruega

    Tipografa: The Sans 10.5/16 pPapel: A4

    Impresin:

    Traducido al ingls por Tim ChallmanTraducido al espaol por M. ngeles Alonso Riera

    Todos los derechos reservados. Prohibida la reproduccin de cualquiera de las partes de este libro sin permiso escrito del autor.Prohibido su uso comercial.

    Los Gurs de la LluviaEsta es la primera parte de las tres que componen la historia de los Gurs de la Lluvia.

    Esta historia est publicada en colaboracin con la accin de la UE, Kids4Future, EIE/06/204/SI2.447395, CreatingActions among Energy Conscious Children Combining Education, Communication and Energy Knowledge in an Inte-grated Approach for a Sustainable Future.

    Sobre el autor

    Klaus Hagerup es el autor del universo de los Gurs de la Lluvia. Naci en Oslo en 1946. Es uno de los autores noruegosms conocidos, tanto de libros para nios como para adultos. Su madre, Inger Hagerup, es una escritora muyconocida y su padre escribi algunos libros para nios. Klaus Hagerup es tambin dramaturgo, instructor, traductor yactor.

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    La Peonza Musical- Parte 1 -

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    Captulo 1

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    El domingo 14 de septiembre Ramn encontr un paquete en la puerta de su casa. Era del

    tamao de una caja de zapatos y, en el papel de estraza que lo envolva, estaban escritas

    con tinta negra las siguientes palabras: PARA RAMN ROBLES, URGENTE!

    Si Ramn se hubiese parado a pensarlo, probablemente no lo hubiera abierto, porque

    haba cosas que no encajaban. La primera, que no haba sello en el paquete. La segunda,que no haba direccin. La tercera, que hoy era domingo y el nico correo que llegaba los

    domingos era el peridico, que el padre de Ramn lea en cinco minutos y su madre en

    diez. En cuanto a l, no lea ms que las historietas y eso le costaba exactamente un minuto

    y quince segundos. En el peor de los casos, poda haber una bomba en el paquete y en el

    mejor podra ser una broma en la que alguien hubiera atado un trozo de cordel al paquete

    y fuera a dar un tirn en el momento en el que l se inclinase a recogerlo.

    Cualquier tonto podra darse cuenta de que haba algo extrao en ese paquete, pero

    Ramn no era cualquier tonto. Era increblemente curioso. Tan curioso que su padre, su

    madre y sus profesores pensaban que su curiosidad se pasaba de la raya. Preguntaba todo

    lo que se le ocurra y se le ocurra preguntar por todo! De dnde vena el calor del horno?

    De dnde sacaban la velocidad los coches? Por qu salan sonidos de la radio? Por qu

    se vean cosas en la tele? Cmo hacen la luz las lmparas? De dnde viene el viento? Por

    qu empieza a llover? Qu les pasa a las flores cuando se marchitan?

    Cuando encontr el paquete en la puerta, no se le ocurri pensar que nada estuviera mal.

    Slo pens: qu habr en el paquete? Y, como su nombre estaba escrito en l y deca que

    lo abriera inmediatamente, lo cogi y lo abri. No haba nada raro dentro. Era una peonza.

    Era del tamao de una pelota de ftbol, y tena una cenefa de rayas de colores violeta, rojo,

    naranja, amarillo, verde, azul y ail. Pareca un pequeo arco iris alrededor de la peonza.

    La mayor parte de la gente que encontrara una peonza con una cenefa arco iris en su puer-

    ta se hubiera preguntado quin la puso all, pero Ramn era extraordinariamente curioso y

    lo primero que pens cuando hubo abierto el paquete fue: me pregunto cmo girar!

    Fue al saln. Eran las 10 de la maana, pero, como era domingo y no haban ido a trabajar,

    sus padres estaban durmiendo todava.

    Ramn empuj la mesa y las sillas de comedor contra la pared y enroll la alfombra para

    dejarle a la peonza mucho espacio libre para girar. La coloc en el medio y la estabiliz

    firmemente con su mano izquierda. Entonces apret hacia abajo el mango, tan fuerte

    como pudo. La peonza comenz a girar y todos los colores del arco iris se fusionaron en

    uno, resultando el color ms divertido que hubiera visto nunca. No era violeta, ni rojo, ninaranja, ni amarillo, ni verde, ni azul, ni ail. Eran todos los colores del mundo impactn-

    LA PEONZA MUSICAL

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    dole en un nico y brillante color que era pura emocin y...no pudo pensar en otra palabra:

    vida!

    Ramn miraba y miraba. La peonza giraba vertiginosamente mientras, al mismo tiempo, un

    leve sonido cristalino sala de ella. Al principio slo era una nota, pero luego se convirti

    en una cancin:

    Imagina la vida como un juego

    Compartido

    En un planeta donde es agradable estar

    Piensa que furamos hojas,

    Yemas, ramas, flores, nidos,Y, de todos nuestros sueos,

    El tronco fuera el hogar.

    Deja a nuestro planeta vivir

    Y siempre podr seguir

    Girando en el cielo azul

    Suaves gotas caern

    Y aire fresco nos dar

    La peonza gira y gira y con ella giras t.

    Que el agua, el fuego y el aire,

    Sean hoy nuestros amigos

    Juguemos todos en paz

    En una pequea peonza

    Llamada Tierra,

    Que podramos purificar.

    En una vida en la que los sueos

    Se hagan realidad

    Y no haya problemas,

    Sino armona y...

    Deja a nuestro planeta vivir

    Y siempre podr seguir

    Girando en el cielo azul

    Suaves gotas caern

    Y aire fresco nos dar

    La peonza gira y gira y con ella giras t.

    Danzan los gurs de la lluvia

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    Girando como peonzas.

    Fuego, aire, tierra y agua es su cancin.

    Cantan y hacen jerigonzasY bailan con ilusin.

    Si queremos, nunca terminar la meloda

    Dndonos energa para todo el da.

    Deja a nuestro planeta vivir

    Y siempre podr seguir

    Girando en el cielo azul

    Suaves gotas caern

    Y aire fresco nos darLa peonza gira y gira y con ella giras t.

    Sbete en la gran peonza

    Que la Tierra es para ti.

    Nunca la dejes parar.

    Debemos vivir la vida

    Que hoy tenemos aqu.

    Aplaude, baila, retoza

    Con el calor que te da.

    Disfruta de la energa

    e intntala conservar.

    La Tierra es una peonza

    No dejemos que se pare

    Giremos con su esperanza

    Suaves gotas caern

    Y aire fresco nos dar

    En el cielo azul nosotros

    Siempre debemos bailar.

    La Tierra es una peonza

    No dejemos que se pare

    Giremos con su esperanza

    Suaves gotas caern

    Y aire fresco nos dar

    En el cielo azul nosotros

    Siempre debemos bailar.

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    Durante toda la cancin la peonza haba estado bailando en el suelo al comps de la

    msica. Cuando la msica se acab, se par y se qued en el suelo ladeada. Pareca casi

    viva mientras bailaba. Ahora era una simple peonza. La recogi. No, no haba nada especialen ella, excepto la cenefa arco iris. Pero, sin embargo, haba cantado y, aunque Ramn

    nunca haba odo esa cancin antes, casi se la haba aprendido de memoria:

    Imagina la vida como un juego

    Compartido

    En un planeta donde es agradable estar...

    Haba estado jugando con la peonza pero, al mismo tiempo, le pareca que la peonza haba

    estado jugando con l.

    La peonza gira y gira y con ella giras t...

    Sin saber por qu, Ramn estaba seguro de que la peonza haba estado girando especial-

    mente para l y de que era su cancin la que haba cantado la peonza. Una cancin que

    conoca, aunque no la hubiera escuchado nunca antes.

    - Es un gran misterio! - se dijo Ramn en voz alta. Y se emocion, porque le entusias-

    maban los misterios, particularmente si eran grandes.

    - Tiene que haber algo en esa cancin - dijo.

    Ramn no tena hermanos con quienes hablar y, por eso, hablaba bastante a menudo

    consigo mismo.

    - Es una especie de mensaje. Para m. Un mensaje de texto. Es normal mandar men-

    sajes en el mvil. Pero no haba odo que nadie mandase mensajes a travs de una peonza,

    o con una peonza, o desde una peonza, o como se diga... En cualquier caso da igual cmo

    se diga, lo ms importante es... All arriba, en alguna parte, los gurs de la lluvia estaban

    bailando en el cielo.

    Gurs de la lluvia! Quiz pudieran ayudarle a resolver el misterio, pero quines eran los

    gurs de la lluvia? Por qu bailaban en el cielo entre todos los lugares posibles? Y, en nom-

    bre del cielo, qu tena todo eso que ver con l?

    - En cualquier caso, el cielo no est aqu dentro dijo - est ah fuera!

    Dos segundos y medio ms tarde, sali al patio de la entrada. Mir hacia arriba. El cielo

    estaba azul y sin nubes, pero no pudo ver nada bailando all arriba.

    - Puede que los gurs de la lluvia slo bailen cuando la peonza est cantando - dijo

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    para s. El patio estaba asfaltado, as que no fue muy difcil hacer bailar a la peonza.

    Enseguida empez a cantar y Ramn mir al cielo de nuevo. Tampoco esta vez vio ningn

    gur de la lluvia, pero vio otra cosa. Vio una estrella.Eran las 10 y media. El sol brillaba, el aire era claro y el cielo azul. A pesar de eso, Ramn

    Robles haba visto una estrella en el cielo. Una estrella que no haba visto nunca antes.

    Estaba justamente encima de l y parpadeaba... no, no parpadeaba: centelleaba... no,

    parpadeaba. Parpadeaba como una luz de nen que est a punto de fundirse. Brillaba, se

    apagaba un segundo y volva a brillar. Luego volva a apagarse y a brillar de nuevo. Y vuelta

    a apagarse. La peonza se par. Ramn volvi a hacerla bailar, pero ahora el cielo estaba

    vaco. Cuando se volvi a parar Ramn volvi a ponerla en marcha con todas sus fuerzas.

    Volvi a mirar hacia arriba. La estrella no estaba. Pero vio una nubecilla que vena flotando

    hacia l desde la lejana. Cuando se acerc, Ramn vio que no era una nube corriente.Pareca ms bien un tornado de Florida, como los que haba visto en la tele.

    Haba mirado, ms bien temeroso, como rodaban destrozando edificios, derribando rbo-

    les y haciendo volar a los coches por el cielo como si fueran globos. Si un tornado haba

    llegado a esta zona sera espeluznante! Casi haba corrido dentro de casa para despertar a

    sus padres, cuando el tornado se par a pocos cientos de metros por encima de su ca-

    beza. Entonces se convirti en una nube completamente normal. Un momento ms tarde

    comenz a llover y la nube estaba en medio del sol radiante.

    Las gruesas gotas de lluvia le golpearon en la cara. Lami un par de gotas y descubri con

    gran sorpresa que estaban saladas. Escudri la nube, cerr los ojos y los volvi a abrir. Era

    difcil de creer, pero segua viendo lo que haba visto. No era el fantstico arco iris que sali

    de la nube y descendi hacia el patio donde l estaba lo que era increble. Lo increble fue

    la chica que se desliz desde la nube, aterrizando elegantemente a sus pies.

    -Hola - dijo - Mi nombre es Regina. Soy una gur de la lluvia.

    Ramn sacudi la cabeza.

    -No, eres un sueo.

    Ella le cogi de la mano.

    - Ests seguro de eso? - le pregunt.

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    Mientras Ramn haba estado mirado la peonza, haba tenido la vertiginosa sensacin de

    que haba estado girando con ella. Eso casi le mare. Ahora estaba completamente quieto

    y se senta mareado de veras.

    Haba estado completamente seguro de que la nia que vino deslizndose desde el cieloen un arco iris, deba ser algo que haba soado. Esta clase de cosas no ocurren en la reali-

    dad. Pero cuando le cogi de la mano, pareci como si le recorriera una sacudida elctrica.

    Y esa clase de cosas no suceden en los sueos. En sus sueos Ramn conoca a menudo

    a gente que pareca casi real. A esas personas poda verlas, poda hablar con ellas y jugar

    con ellas, pero haba una cosa que no poda hacer: no poda tocarlas. Si intentaba tocarlas

    pareca que intentaba rascar el aire. No importaba lo reales que parecieran, las personas

    que encontraba en sus sueos solan parecer sombras. No estaban hechas de carne y

    hueso y no existan en el mundo real, incluso si parecan vivas en su mente.

    La chica que estaba frente a l era de carne y hueso. Cuando le cogi de la mano haba

    sentido una sacudida elctrica, como si ella hubiera encendido la luz dentro de l. Todava

    le tena fuertemente cogido de la mano. Sinti que se ruborizaba y la nia le sonri.

    - Vi que estabas aqu iluminado - dijo ella estrujndole la mano.

    Ramn sinti que su cara se pona an ms caliente y pens que ahora parecera un to-

    mate muy maduro. Ella le mir complacida.

    -Ahora s que ests colorado, eh?!

    Ramn no supo qu contestar, pero no era necesario decir nada, porque ella se haba

    puesto a decir:

    - Casi todo el mundo que se pone colorado, pasa ms vergenza despus de

    sonrojarse. A la mayora de la gente no le gusta ponerse colorado, pero los gurs de la

    lluvia pensamos que es magnfico sonrojarse, porque, entonces, el calor sube a las

    mejillas y, si abrazamos a alguien cuando somos buenos y estamos sonrojados, comparti-

    mos ese calor con la persona a la que abrazamos y, de ese modo, estamos ayudando a que

    el mundo siga. Me entiendes?

    Ramn apenas consigui mover la cabeza antes de que la chica le diera un abrazo. Cuando

    termin de abrazarle, su cuerpo estaba ardiendo, de la cabeza a los pies y se dio cuenta deque ella tambin estaba carmes.

    LOS GURS DE LA LLUVIA

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    - Ves? Ahora yo tambin estoy brillante dijo - No es hermoso?

    - No s - murmur l.

    - Por supuesto que es hermoso - dijo la chica, que ahora sonaba como si fuera unpoco superior. (Como los mayores cuando quieren explicar algo a un nio y estn seguros

    de que el nio no lo va a entender) - Cuando te abrac compartimos nuestro calor y tam-

    bin pusimos el aire a nuestro alrededor ms caliente de lo que lo estaba antes de abra-

    zarnos y lo maravilloso es que, aunque desprendimos parte de nuestro calor, no perdimos

    nada de l. Porque el calor que est dentro de nosotros se renueva y se renueva mientras...

    - Mientras vivamos! - exclam Ramn.

    Le sali as. No tena ni idea de por qu lo dijo, pero fue como si supiera mucho ms de lo

    que de hecho saba.

    La nia asinti y le mir como un profesor que estuviera a punto de decirle en clase que

    haba sido un chico listo.

    - Entiendes lo que quiero decir? - dijo ella.

    - No - dijo Ramn - No entiendo absolutamente nada.

    Despus de que la nia hubiera bajado por el arco iris, todo haba ido tan deprisa que

    Ramn no haba tenido tiempo de asimilar correctamente nada de nada. Ella haba estado

    hablando casi todo el tiempo y, por fin, haba cerrado la boca unos segundos. Ahora l

    tena tiempo de pensar.

    Haba dejado de llover. La nube y el arco iris haban desaparecido y el cielo estaba tan azul

    como antes. La peonza yaca en el suelo. La nia estaba a menos de un metro de l. Su

    cara an estaba colorada. Era ms o menos de alta como l, pero un poco menos llenita.

    Llevaba pantalones rojos, una camiseta amarilla, un jersey ail, zapatos violeta y

    calcetines azules. Alrededor del cuello luca un pauelo amarillo que pareca de seda. Su

    media melena era de un pelo muy negro. Sus ojos eran marrones y, aunque su cara estaba

    todava colorada, not que su piel estaba bronceada, como si acabase de volver de un viaje

    a las montaas. Ramn saba que, cuando dejase de estar ruborizado, su cara volvera a ser

    del color rosado que tena siempre. Esto le avergonzaba un poquito, pero era el color que

    tena su cara as que trataba de vivir con l lo mejor que poda. La nia se llamaba Regina;

    as lo haba dicho. Y tambin haba dicho que era un gur de la lluvia. Peculiar, pens

    Ramn, pero no tuvo tiempo de pensar en ello detenidamente.

    - Qu es lo que no entiendes? - pregunt Regina.

    - Nada.

    - Cre que habas dicho que no entendas absolutamente nada.

    - Pues eso... - Bueno, dejmoslo...Dime lo que no entiendes exactamente.

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    Ramn pens profundamente, pero haba tanto que pensar que sus pensamientos se em-

    brollaron de tal manera que, si su cerebro hubiera sido una caa de pescar, tendra nudos

    por todas partes.

    - No entiendo cmo la lluvia puede estar salada - dijo.

    Eso fue lo nico que se le ocurri decir, pero no era lo nico que tena en la cabeza.

    Regina se puso triste de repente.

    - Porque estaba llorando.

    - Qu la lluvia eran tus...? - Mis lgrimas?

    - S.

    - Desde luego que no.

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    Ramn se tranquiliz. Las cosas ya eran bastante extraas. Si la lluvia salada hubieran sido

    las lgrimas de Regina, eso ya hubiera sido el colmo.

    - La lluvia estaba salada porque se haba mezclado con mis lgrimas, - explic ella -

    Estaba llorando porque Jonia est murindose.

    -Jonia?

    - S. El planeta de donde vengo. T mismo lo pensaste.

    - Cmo sabes que yo lo pens?

    - Bueno...t tambin eres un gur de la lluvia.

    - Qu yo soy un gur de la lluvia?

    - Desde luego que lo eres. Por eso he venido hasta aqu.

    Ramn sinti un zumbido en su cabeza. Era como si todo estuviese dndole vueltas den-

    tro...como una peonza. Suspir.

    - Podras decirme, por favor, DE QU ESTS HABLANDO?

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    Captulo 3

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    Regina puso los ojos en blanco.

    - Te das cuenta de que hay gente que cree que el nico lugar en el universo en el que

    hay vida es en este planeta enano?

    Ramn no replic. Saba que mucha gente no crea que hubiera vida en otros planetas. l

    se lo haba planteado de vez en cuando pero, precisamente ahora, ya no estaba conven-

    cido. Y, aunque lo hubiera estado, no hubiera dicho nada. Estaba tan interesado en lo que

    Regina le fuera a decir que se haba quedado sin habla.

    Se haban sentado en el banco verde de la parte baja de jardn. La peonza con la cenefa

    arco iris yaca en la mesa de madera, frente a ellos. A su lado haba otra peonza completa-

    mente idntica. Ramn no tena ni idea de cmo haba llegado hasta all. Haba aparecido,

    sin ms. De repente. Era entonces cuando se haba quedado sin habla. Por lo menos se

    senta como si hubiera perdido la voz. Su garganta y su lengua estaban como entumecidas

    y notaba la boca seca. Intent decir Hola, de dnde vienes?, pero lo nico que consigui

    articular fueron unos cuantos gruidos. Eso le vino muy bien, de hecho, porque estaba

    ms interesado en or lo que Regina tena que decir que en hablar l mismo. Tena pregun-

    tas que hacer pero, sobre todo, estaba interesado en escuchar. Esa era una de sus buenas

    cualidades y era una cualidad bastante inusual para un chico de su edad. Bueno, bastante

    inusual para cualquier chico de cualquier edad.

    Regina abri los brazos con desesperacin.

    - Has odo alguna vez algo tan estpido?

    Ramn mene la cabeza en un gesto que poda significar s, pero tambin no.

    -En realidad es obvio que hay vida en millones de planetas en el espacio - sigui ella. - De

    hecho, es muy reconfortante pensar eso, no crees?

    Ramn sonri tmidamente. En verdad era agradable pensarlo, especialmente si hay vida

    amistosa ah fuera. Si la vida fuera hostil, sin embargo, no sera tan agradable.

    - En la mayora de los planetas la vida es diferente de la de aqu - dijo Regina - no es

    LA HISTORIA DE REGINA

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    exactamente de vida humana de lo que hablamos, pero tampoco aqu hay vida humana.

    - Aqu s hay - dijo Ramn, descubriendo que, despus de todo, s que era capaz dehablar.

    Regina neg con la cabeza.

    - Qu porcentaje de vida humana crees que hay en la Tierra? - pregunt con un po-

    quito de arrogancia.

    - Un quince por ciento, aventur Ramn (aunque no tena ni idea).

    - Quince por ciento?

    - S...o catorce...o algo as.

    - Tonteras.

    - Tonteras?

    - Absolutas tonteras!

    - Cmo lo sabes?

    - Observa

    - Dnde?

    - Y yo qu s? - dijo Regina - tienes que averiguarlo t mismo. Yo no soy de este planeta,

    pero sois menos de una centsima parte. Y si tienes en cuenta toda la vida del universo,

    entonces no sois ni una millonsima parte. Los terrcolas no sois los ms importantes del

    universo!

    De hecho Ramn ya haba pensado eso exactamente, pero no le haba gustado la idea;

    porque, si los humanos no fueran los ms importantes del universo... cmo seran los

    que lo fueran? Cada vez que haba imaginado seres como lagartos gigantes, con ojos

    flamgeros y grandes garras, haba intentado pensar en otra cosa. Y ahora estaba pensando

    en esa nia completamente normal y a la vez completamente anormal, sentada a su lado

    en el banco.

    - T tampoco lo eres!

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    Regina se rasc el cuello bajo el pauelo de seda amarillo.

    - Yo tampoco lo soy... qu quieres decir? - Que t tampoco eres lo ms importante del universo.

    - Yo no he dicho eso, verdad?

    - No lo eres porque eres humana.

    - No, soy joniana.

    - Es lo mismo.

    Ramn tena el presentimiento de que se iban a enzarzar en una tremenda discusin, pero,

    afortunadamente, ella sonrea.

    - S, dijo. Es ms o menos lo mismo.

    - Pero... t dijiste...

    - Lo que dije es que en la mayora de los planetas la vida es totalmente diferente de la

    de aqu, pero no en todos. Despus de todo hay...

    - Millones...

    - Millones de millones, y sera muy raro que en algunos de ellos no hubiese formas de

    vida parecidas. Y la vida en Jonia...

    - Se parece a la de la Tierra?

    - S, excepto que somos mucho ms avanzados, lo que significa que vamos para atrs

    mucho ms deprisa, comprendes?

    - Naturalmente, dijo Ramn Cualquiera comprendera que, cuanto ms avance algo,

    en realidad va ms rpido en la direccin equivocada.

    - No me crees? - dijo Regina.

    - No - dijo Ramn.

    - Entonces, escucha.

    - Eso es lo que hago.

    - Los jonianos nos ahogamos en nuestro propio progreso - dijo Regina, rascndose

    de nuevo el cuello - ahora somos bastante inteligentes.

    - Pues como los humanos - dijo Ramn.

    - Ms - dijo Regina volvindose a rascar el cuello - los jonianos hemos vivido en Jonia

    exactamente el mismo tiempo que los humanos en la Tierra. Tenemos el mismo clima y

    tanto aire, tierra y agua como aqu, pero descubrimos la electricidad, los coches, la

    televisin y los ordenadores hace varios siglos. Nos calentamos con carbn, gasoil, gas y

    energa nuclear mucho antes que vosotros lo hicierais. Jonia hubiese sido un lugar

    maravilloso para vivir si no hubiera sido por...

    La nia se rasc el cuello por cuarta vez. Su pauelo se haba deslizado hacia abajo y

    Ramn pudo ver el lunar rojo que se haba estado rascando.

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    - No s exactamente cundo las cosas empezaron a ir mal continu.- Nos pill por

    sorpresa. Cuando los jonianos eran pobres, tambin eran ricos al mismo tiempo, de alguna

    manera, porque se tenan unos a otros, se ayudaban y se cuidaban mutuamente. Ahoratenemos de todo y somos ricos en ese aspecto material, pero ya no contamos unos con

    los otros y, como resultado, somos pobres tambin. Hoy la mayora de los jonianos slo

    piensan en s mismos. Viven en casas grandes con las que se puede hasta viajar: por eso

    se llaman casas rodantes. Todas las casas rodantes tienen por lo menos una pantalla plana

    en cada habitacin. Todas tienen chorros de agua caliente que funcionan durante todo el

    ao, as que la temperatura es de 52 grados y medio constante en el cuarto de bao. Los

    jonianos nunca friegan las habitaciones de sus casas: eso lo hace un regulador de habita-

    ciones invisible, que est conectado con los cables de la calefaccin que van por el suelo,

    techo y paredes. El polvo y la suciedad de las casas rodantes son aspirados por unos tubosque tambin se usan para conducirlas. Como las casas se utilizan como si fueran coches, no

    tienen bodegas, ni stanos, sino que todo el suelo es un almacn de energa insonorizado,

    con grandes tanques que contienen el gas, el gasoil, el petrleo y todos los combustibles

    necesarios para hacer funcionar la casa rodante. Los jonianos no cocinan. Eso lo hacen los

    pequeos robots de cocina, que funcionan por control remoto... Estn conectados a una

    caja de fusibles en el suelo energtico de la casa. Debido al ruido y a la suciedad que hay

    all abajo, hay ascensores todo alrededor de las casas rodantes, y as no tienen que ver toda

    la mugre que se acumula bajo sus suelos, porque los jonianos estn muy orgullosos de la

    gran cantidad de energa que usan. En nuestra fiesta nacional se da un premio a la familia

    que ha gastado ms energa en el ao. El premio es una casa rodante en el campo. Pero,

    este ao han sacado un nuevo premio, porque casi todos los jonianos tenan ya su casa

    rodante en el campo, con todo funcionando durante todo el ao, de modo que estuviera

    caliente y acogedora cuando sus propietarios la fueran a usar en las vacaciones de

    invierno. Por cierto, no hay mucho tiempo libre en invierno en Jonia, pero tenemos

    grandes mquinas de nieve que hacen nieve artificial y la esparcen por el planeta de

    diciembre a marzo. Las casas de campo rodantes son ms pequeas que las urbanas y

    un poquito ms primitivas. En ellas los jonianos pueden hacerse sus sndwiches o frer

    un huevo, si quieren relajarse, pero no lo hacen a menudo, porque los jonianos son muy

    activos y usan toda su energa para amontonar todos los objetos materiales que pueden

    conseguir para no hacer nada. Quieres escuchar sus 10 mandamientos?

    La nia continu sin esperar respuesta.

    1. Slo debes pensar en ti mismo.

    2. No debes ahorrar energa.

    3. Debes quedarte con todo lo que puedas conseguir.

    4. Tienes que tener encendida la calefaccin durante todo el ao.

    5. No debes ir andando al colegio.6. No debes montar en bici.

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    7. Tienes que consumir todo lo que tienes lo ms rpidamente que puedas.

    8. No debes compartir tus cosas con nadie.

    9. Nunca debes apagar las luces.10. Solo te limpiars los dientes con cepillo elctrico.

    - Cepillo elctrico? - pregunt Ramn atnito.

    - S - dijo Regina, pero creo que ese mandamiento en particular slo lo pusieron para

    hacer bulto. Lo triste es que en Jonia la esencia de la vida es consumir lo ms que se pueda

    en el mnimo tiempo posible y ahora la mayor parte de Jonia est arruinada, a menos que...

    - A menos que qu?

    Ramn contuvo el aliento hasta que Regina dijera exactamente lo que dijo:

    - A menos que los gurs de la lluvia podamos salvarla.

    - Nosotros?

    - S, t tambin eres un gur de la lluvia.

    - Cmo lo sabes?

    - Pasaste la prueba.

    - Qu prueba?

    - Cuando oste la peonza musical, miraste al cielo y la viste.

    - Te refieres a la estrella que brillaba? Era....?

    - Exacto, pero no era una estrella. Era Jonia. Todava no est totalmente muerta.

    - S que lo est.

    - No, mira!

    Ramn ech hacia atrs la cabeza. Al principio slo vio el cielo, pero luego fue como si una

    trampilla azul se abriese all arriba y l pudiese captar dentro un destello de la luz

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    parpadeante de Jonia, el planeta moribundo. Un instante despus la trampilla se cerr y el

    cielo volvi a ser tan azul como lo haba sido antes.

    Regina mir a Ramn con ansiedad.

    - Lo has visto?

    -S - dijo Ramn. - Est murindose.

    - Definitivamente eres un gur de la lluvia - dijo ella. - Solo los gurs de la lluvia

    pueden ver planetas moribundos.

    Ramn se sinti repentinamente triste.

    - De verdad tienen que morirse?

    Regina asinti.

    - Todos los seres vivos han de morir, tarde o temprano. Jonia poda no haber muerto

    en muchos aos, pero ahora est a punto de morir. Maana es nuestra fiesta nacional. Me

    temo que mi planeta no podr sobrevivir a ese da, a menos que me ayudes a salvarlo.

    - Yo? No puedo...

    - Creo que s puedes - dijo Regina rascndose el cuello.

    - Cmo?

    - Podemos hablarlo cuando estemos all.

    - All, dnde?

    - En Jonia.

    Ramn volvi a mirar hacia el cielo. Pareca ms bien vaco, pero la trampilla azul estaba

    entreabierta y pudo ver una dbil luz parpadeante dentro.

    - No creers que puedo llegar all arriba? - dijo Ramn.

    - Claro que puedes! Slo necesitas un poco de energa extra.

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    - Y de dnde voy a sacarla?

    - De ti mismo.

    - No tengo mucha energa...

    - Pero puedes crearla.

    - Y cmo se hace eso?

    Regina sonri con satisfaccin.

    - Con ayuda de la peonza musical, por supuesto.

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    Captulo 4

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    Cuando Ramn se despert por la maana, no tena ni idea de lo que iba a pasar unas

    horas ms tarde. Si lo hubiera sabido, probablemente se hubiera asustado tanto que no hu-

    biera podido salir de la cama. Y entonces, lo que pas no hubiera pasado, l no hubiera

    experimentado lo que experiment y el da no hubiera sido tan interesante como fue.

    Afortunadamente, nunca sabemos con antelacin lo que la vida nos depara. El fu-turo es un libro cerrado en el que no slo intentamos leer: se supone que tambin

    escribimos en l.

    Cuando Regina dijo que Ramn poda subir hasta Jonia con la ayuda de

    la peonza musical, se subi encima de la mesa. Se arrodill y empuj el

    mbolo de la que estaba al lado de la que haba recibido Ramn.

    La peonza empez a girar, pero Regina no la solt. Agarrada a ella, ambas,

    Regina y la peonza, comenzaron a bailar juntas. Cada vez ms deprisa. Al

    principio parecan dos arco iris, luego se fundieron en uno y despus, el

    arco iris se convirti en un solo color y luego el color desapareci. La

    peonza y Regina parecan una nube de polvo. La nube se par a un par

    de metros de la mesa, sin dejar de bailar. Y l escuch la voz impaciente

    de la nia saliendo de la nube de polvo:

    - Bueno, vienes o no?

    Ramn no se consideraba un chico especialmente valiente. Le daba miedo la

    oscuridad, se sobresaltaba con los truenos y no le gustaba montar en los tiovivos.

    Adems, tena vrtigo. La sola idea de volar por el aire sentado en una peonza en

    movimiento le pareca impensable. Sin embargo, eso fue exactamente lo que hizo. Cuando

    Regina le grit, l se subi a la mesa, apret el mango de la peonza con todas sus fuerzas, y

    se agarr a ella con fuerza. Aunque todo pas muy deprisa, l se sinti como si estuviera en

    una secuencia de cine a cmara lenta. Como en un sueo. Saba que se estaba moviendo

    con una velocidad tremenda, pero se senta como si estuviera parado. Como la Tierra,

    pens. Ella tambin gira y nosotros ni nos damos cuenta. Un segundo ms tarde pareci

    como si su cuerpo se hiciera cada vez ms ligero, como si flotara en el aire y, en realidad,

    eso era lo que estaba haciendo. Se sent en la peonza de la cenefa arco iris y se elev hacia

    el cielo. Y no estaba asustado. Mir hacia abajo. La Tierra ya estaba muy abajo, lejos de l.Ech un vistazo a los lados. Regina flotaba junto a l. Desde el suelo quiz pareciera una

    EN ALGN LUGAR DEL CIELO

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    nube de polvo, pero desde all arriba, donde l estaba flotando, pareca una chica corriente.

    Ella le hizo una sea con la mano y l le correspondi con otra.

    - Ests bien sentado? - pregunt ella.

    - S - le grit l.- Estoy bien sujeto.

    - No es necesario que te sujetes. Ests flotando por ti mismo

    - dijo Regina. Y no tienes por qu gritar. Aqu arriba nos podemos

    or fcilmente en centenares de metros a la redonda.

    Tena razn. Estaban, al menos, a cincuenta metros uno de otro,flotando en un lugar de la atmsfera que Ramn nunca hubiera

    imaginado que exista. Abri la boca y escuch un leve

    tarareo. Era como un eco, pero ahora se oa un dueto. Una

    voz de nia, que era la de Regina, y otra de chico, que era

    la suya. Cerr los ojos. Todo estaba en silencio, salvo el

    tranquilo susurro del espacio y las voces de los dos gurs de

    la lluvia en su camino hacia el planeta Jonia:

    Imagina la vida como un juego

    Compartido

    En un planeta donde es agradable estar

    Piensa que furamos hojas,

    Yemas, ramas, flores, nidos,

    Y, de todos nuestros sueos,

    El tronco fuera el hogar.

    Deja a nuestro planeta vivir

    Y siempre podr seguir

    Girando en el cielo azul

    Suaves gotas caern

    Y aire fresco nos dar

    La peonza gira y gira y con ella giras t...

    Cuando se acab la cancin, continuaron flotando un rato en silencio. Ramn

    no estaba mareado en absoluto. Se senta como un pjaro. Los pjaros no

    tienen vrtigo - pens. - Si lo tuvieran nunca despegaran para volar. Pero,

    desde luego, yo no soy un pjaro. Soy un nio. Y, sin embargo, no tengo vr-

    tigo, porque, si lo tuviera, no estara volando.

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    - Se me ha quitado el miedo a volar - dijo.

    - Me alegra orlo - replic Regina. - Conoc a algunos gurs de la lluvia a los que nuncase les quit. Se suelen quedar en sus planetas, pero ya es algo tenerlos ocupados en sus

    planetas, no?

    - Dnde?

    - En los planetas de dnde son.

    - Cmo lo sabes?

    - Porque sino, no habra gurs de la lluvia en ellos no crees?

    Ramn tom aliento. No era aire normal lo que sinti en su garganta pero, fuera lo que

    fuera, poda respirarlo y eso era lo que importaba.

    - Oye... qu es un gur de la lluvia? - pregunt.

    Regina flotaba por encima de l.

    -Un gur de la lluvia es alguien que ve lo que va mal y hace algo por evitar que las

    cosas vayan empeorando - contest ella. - Un gur de la lluvia es alguien que se preocupa.

    - Qu se preocupa de qu?

    - De algo ms que de s mismo.

    - Y... cmo sabes que yo soy as?

    - Porque eres increblemente curioso y eso es lo mismo que preocuparse. - Ramn se

    sinti desconcertado. Se sonroj pero, como saba que Regina pensaba que ponerse colo-

    rado era bueno, su vergenza se le pas enseguida.

    - No soy tan curioso - dijo.

    - Qu no? He odo que preguntas por todo lo que despierta tu curiosidad y que te

    despiertan la curiosidad todas las cosas. Cmo se produce el calor de un horno y de dnde

    viene la velocidad de los coches. Por qu salen sonidos de una radio, por qu se ve la

    televisin y por qu luce una lmpara. De dnde sale el viento. Por qu empieza a llover yqu les pasa a las flores cuando se marchitan.

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    Ramn volvi a ponerse colorado. Se senta como si le hubiesen pillado en el mismo mo-

    mento en el que estuviera haciendo algo de lo que debiera avergonzarse, pero no poda

    evitar que existieran tantas cosas que le intrigaran.

    - Cmo sabes todo eso? - pregunt.

    Regina se ri.

    - Siempre tan curioso!

    - Slo me preguntaba cmo...

    - Me lo dijo un gur de la lluvia.

    - Y cmo lo saba l?

    - Querrs decir ella.

    - Bueno, pues ella.

    - Porque es una compaera tuya de clase.

    - Hay una gur de la lluvia en mi clase?

    - S.

    - Cmo se llama?

    - Rosa Ronda

    - Y ella es una gur de la lluvia? Si casi nunca dice nada!

    - No tienes que hablar mucho para ser un gur de la lluvia.

    - Pero t dijiste que...

    - Puedes encontrar las respuestas a lo que te produce curiosidad sin preguntar.

    - Cmo puedo hacer eso?

    - Te dar algunas pistas: Libros, peridicos, radio...

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    - Internet.

    - Bravo!, vas mejorando.

    - Hay ms magos de lluvia, adems de Rosa y yo, en mi clase? -pregunt Ramn,

    pretendiendo ignorar la irona de su tono de voz.

    - Hay tres ms.

    - Tres! Cuntos hay en toda la escuela?

    - Cuarenta y cuatro, contando los dos profes.

    - Profes? Pero ellos son mayores, no?

    - S - dijo Regina muy seria. - Pero tambin hay gente mayor que se preocupa.

    - Caramba! - dijo Ramn. - Nunca haba pensado eso antes. Cmo es un gur de la

    lluvia?

    - Un gur de la lluvia puede ser alto o bajito, gordo o delgado, moreno o de pelo

    rubio. La apariencia fsica no importa. Lo que importa es lo que hace. Nadie nace gur de la

    lluvia, pero todos podemos serlo. Y los que llegan a serlo tienen una cosa en comn.

    - Y qu es?

    - Tienen mucha energa y la comparten con los dems.

    Ramn estuvo a punto de decir que l no se senta con mucha energa ahora mismo pero,

    entonces, una trampilla se abri en el cielo, justo delante de ellos. Regina se dirigi directa-

    mente all y desapareci por ella. Y, como a Ramn no le gustaba particularmente la idea

    de quedarse flotando solo por el universo, la sigui.

    Al otro lado de la trampilla el cielo era exactamente igual de azul. Ramn mir hacia abajo

    y vio algo que pareca un gran ocano. No era ni azul ni verde, pero era una masa ondulan-

    te, amarilla, roja y rosa bajo l. A veces pareca como si el ocano se separase y poda ver un

    destello de luz en la distancia, como si alguien en el fondo del mar les estuviese mandando

    seales de socorro.

    - ste es el ocano ms hermoso que he visto nunca - dijo Ramn.

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    - No es un ocano - dijo Regina. - Es una capa de gases y, por desgracia, tenemos que

    atravesarla.

    - Ya - dijo Ramn - Quiero decir... no he entendido nada.

    Regina se rasc el cuello.

    - Se ha echado tanto gas a la atmsfera en mi planeta que se ha formado como un es-

    cudo. Eso hace que el calor que sube desde Jonia no pueda salir y la temperatura aumenta

    cada vez ms.

    - Y eso es bueno? - pregunt Ramn, con la conviccin de que no era bueno en abso-luto.

    - Los jonianos creen que s. Se han construido tantas casas all abajo, que ya casi no

    podemos encontrar materiales. Sin embargo, se sigue construyendo continuamente con

    muy poco aislamiento. Y, aunque los almacenamientos de energa estn funcionando a

    toda mquina, los jonianos piensan que hace mucho fro durante el invierno, cuando se

    hace la nieve artificial. As que son felices por todo el calor que pueden tener y no se preo-

    cupan de dnde lo sacan...

    - Eso es espeluznante!,

    - Muy espeluznante, s. Todos los glaciares se estn derritiendo. Casi no queda agua

    potable y el nivel del ocano est subiendo. Mira: hay un agujero en el escudo de gas.

    Tenemos que darnos prisa, entremos antes de que se cierre del todo!

    - Espera un momento - dijo Ramn, que no estaba muy interesado en quedarse atra-

    pado debajo de la capa de gas. - Olvid coger mi baador. Quiz debiera volver y...

    Pero era demasiado tarde. Regina ya se precipitaba hacia abajo como una flecha, en

    direccin al escudo de gas, desapareciendo tras una abertura que iba a ser sellada de un

    momento a otro por una nube rosa. Ramn cont rpidamente hasta tres, se tap la nariz y

    se zambull tras ella. Por un instante pens que estaba yendo directamente hacia el gas y

    que morira en el intento, pero enseguida estaba en el otro lado. Sobre su cabeza quedaba

    una de las ms hermosas pero ms peligrosas nubes que hubiera visto nunca. Bajo l es-

    taba el planeta Jonia.

    Estaban a pocos kilmetros de la superficie y Ramn pens que Jonia no era muy diferente

    de la Tierra, vista desde un avin, como la vio cuando fue a las islas Canarias con sus padresel ao pasado. Justo debajo de l haba una gran ciudad. Pareca completamente normal

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    hasta que se dio cuenta de que los edificios se movan. Al principio no poda creer lo que

    vean sus ojos, pero entonces se acord de lo que Regina le haba contado de las casas

    rodantes. Los jonianos las movan para ir a trabajar, para llevar a sus hijos al colegio o visitara los amigos, dando un paseo por el barrio. Bueno, no... dando un paseo no, claro: con-

    duciendo! Toda la ciudad se mova. Por una parte, le pareci muy divertido, aunque pens

    que debera ser muy difcil encontrar nada en una ciudad en la que los edificios estaban

    continuamente cambiando de sitio.

    - Eso no es problema - dijo Regina, que, obviamente poda leer sus pensamientos.

    Bueno, de hecho a Ramn no le haba parecido muy raro. Porque, desde que se levant por

    la maana temprano, haba experimentado mogolln de cosas mucho ms extraas.

    - Todas las casas rodantes forman parte de un mapa dinmico que registra todos

    los cambios de posicin y lleva a la gente a donde quiere ir automticamente. Lo que ves

    abajo es la capital. Vamos a aterrizar en el parque.

    Regina seal un rectngulo marrn en el que no haba ninguna casa rodante.

    - Se ve muy bonito - dijo Ramn.

    - S - dijo Regina orgullosa. - Incluso hay un rbol. Y hemos conseguido una ley que

    prohbe que aparquen aqu casas rodantes.

    - Hemos?

    - S. Los gurs de la lluvia de Jonia.

    - Sois muchos aqu?

    - Desafortunadamente slo cuatro, pero hacemos todo lo que podemos.

    - Bueno, ahora somos cinco - dijo Ramn. - Venga, aterricemos!

    De repente Ramn se sinti un poquito orgulloso de ser un gur de la lluvia y casi se em-

    potr en algo que se mova, cuando not la mano de Regina que le agarraba del cuello de

    la camisa, retenindole.

    - Ests loco? Ibas lanzado a esa casa rodante.

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    - Lanzado?

    - S. Tu peonza gira a mucha velocidad. Si no lo hiciera no podras gravitar.

    - Mi peonza no est girando - dijo Ramn. - Estamos flotando.

    - Eso te parece a ti, porque yo estoy girando tan rpido como t - dijo Regina con

    impaciencia. - A nosotros nos parece que estamos parados pero, para los jonianos que nos

    ven, parecemos dos tornados.

    - Entonces ser mejor que dejemos de girar - dijo Ramn.

    Regina agit los brazos, volviendo a impacientarse.

    - Claro, muy bonito! Y entonces caeremos como piedras y moriremos aplastndonos

    contra el suelo.

    - Pues... cmo vamos a aterrizar?

    - Deslizndonos por un arco iris, naturalmente.

    -Qu arco iris?

    - El que nosotros hagamos.

    - Nosotros no podemos hacer un arco iris o s?

    - Pues claro que podemos hacer un arco iris. Somos gurs de la lluvia. Y ahora me

    apuesto algo a que me vas a preguntar cmo lo vamos a hacer. Me equivoco?

    - No - dijo Ramn - De hecho siempre me he preguntado cmo se haca un arco iris.

    -Se hacen con lluvia y sol, por supuesto - contest Regina. - Cuando los rayos del sol

    atraviesan las gotas de lluvia, aparece el arco iris. Mira: ah est nuestro sol.

    Seal a un punto en el cielo que era ms o menos amarillo. Ramn pudo ver los rayos del

    sol penetrando a travs de la capa de gas.

    - Y por all hay dos nubes de lluvia.

    Regina seal dos pequeas nubes grises, un poco ms all, debajo de ellos.

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    - Todo lo que tenemos que hacer es dirigir las nubes hacia los rayos del sol. Entonces

    haremos que llueva y nos aseguraremos de que un extremo del arco iris acabe en el

    parque.

    - As de simple? - dijo Ramn.

    - S - dijo Regina. - As de simple.

    Y, dicho esto, se dirigi a una de las nubes. Ramn la sigui.

    - Yo coger esta nube; t coge la otra - dijo desapareciendo en ella.

    - Bueno... me parece que no tengo eleccin - se dijo Ramn. Y vol hacia la otra nube.

    Dentro todo era gris. Sac la cabeza hacia fuera y vio que la nube de Regina se mova en

    el cielo en direccin a los rayos del sol. Me parece que tengo que intentar hacer eso yo

    tambin pens, volviendo a meter la cabeza en la nube. Gir, rod, se contorsion y volvi

    a sacar la cabeza. La nube de Regina estaba ya en el entorno de los rayos solares, pero la

    suya iba en direccin contraria.

    - Estoy haciendo moverse a la nube! Estoy girando tan deprisa que el viento que creo

    propulsa la nube! Soy un avin!!!

    Dio un cuarto de vuelta, descubriendo que poda dirigirla. Entonces puso rumbo a la otra

    nube, donde Regina estaba esperndole y hacindole seas impacientemente.

    - Regina! - grit. - Dnde ests?

    - Aqu mismo - dijo la voz aguda de Regina junto a l.

    Se movi a tientas en la gris oscuridad y cogi su mano. La apret. Ella tambin apret la

    suya. Ramn sinti perlas de humedad resbalando por sus mejillas. En ese momento la

    nube se abri. Los rayos de sol la atravesaron y Ramn mir hacia abajo, desde un extraa-

    mente hermoso arco iris que se extenda hasta el planeta, all abajo.

    - Ahora ya podemos dejar de girar - dijo Regina.

    - Cmo?

    - As - dijo ella.

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    Se baj de la peonza y la dej balancearse por su cuenta encima del arco iris. Ramn la

    imit. Ella an le tena de la mano. Entonces le empuj sobre el arco iris. Ramn nunca

    hubiera credo que fuese posible deslizarse por un arco iris hecho de rayos de sol y gotasde lluvia, pero lo era.

    Cerr los ojos mientras caa y pens que ste deba ser el ms fantstico tobogn de todo

    el universo.

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    Captulo 5

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    Aunque era verdaderamente divertido caer por el arco iris,

    Ramn estaba un poquito nervioso. Tarde o temprano

    aterrizara y no saba si iba a ser un aterrizaje agradable o un

    buen golpe. El arco iris tena ms de un kilmetro de largo y l

    se deslizaba con mucha velocidad hacia el parque. No saba siaterrizara en blando o no. Hizo un aterrizaje de zambullida.

    De dnde haba salido esa charca? Y el agua no estaba fra. Debe estar a 30

    grados, pens. Y estaba a punto de empezar a nadar cuando oy la voz de Regina:

    - No es profunda y ests cerca de la orilla.

    Ramn mir a su alrededor. Haba aterrizado en medio del parque. El estanque no era

    mayor que una piscinita, pero no ola a cloro, como el agua de la piscina en la que sola

    nadar en verano en casa en la Tierra. Este agua saba dulce, casi como almbar. Y tambin

    pareca almbar, aunque no fuera tan espesa. Nad hasta la orilla y fue hasta Regina, que

    estaba de pie bajo un enorme rbol muy cerca del estanque. Detrs de ella, en el suelo, es-

    taban las dos peonzas. Ramn se dio cuenta que la hierba del parque era marrn en lugar

    de verde. Regina se rasc el cuello

    - Te caste al agua - dijo.

    C.G.L.

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    - Ya lo s.

    - Es un parque grande - continu, - y el estanque es pequeo, pero t te las hasarreglado para aterrizar en l.

    - No lo hice a propsito.

    - Ya... tuviste suerte.

    Regina se ri y Ramn no supo si deba enfadarse o rerse tambin l.

    Ella tena una risa contagiosa. Tan contagiosa que hizo que los pjaros

    gorjearan en el rbol, como rindose.-Pueden rerse los pjaros en Jonia? - pregunt.

    La risa en el rbol se hizo ms sonora.

    - Eso no son pjaros - dijo Regina.

    - Entonces qu son?

    - Tigres! - grit una voz desde lo alto del rbol.

    - Leones! - grit otra.

    - Panteras! - grit una tercera.

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    - O... digmoslo de otra manera - dijo la primera voz.

    - Somos gurs de la lluvia! - exclamaron las tres voces a la vez.

    En ese instante dos chicos y una chica saltaron del rbol. Cayeron justo al lado de Ramn yempezaron a hablar todos a la vez:

    -Vienes de la Tierra?

    - Has tenido buen viaje?

    - Encantada de conocerte.

    - Que suerte que caste ah dentro!

    - Yo soy Ral.

    - Y yo Renata. Y se chico de ah es mi hermano pequeo. Se llama...

    - Me llamo Rubn - dio el ms joven de los tres. - Y t cmo te llamas?

    - Me llamo Ramn - dijo Ramn.

    - Ya lo saba - dijo Rubn, metindose el dedo en la boca.

    Renata se lo sac.

    -Se supone que no debes chuparte el dedo - le dijo severamente.

    - Puedes coger una alergia en los labios por eso.

    - Bueno, el riesgo merece la pena. - Y le tendi la mano a Ramn. Soy uno de los

    gurs de la lluvia ms pequeos del universo - dijo l con orgullo.

    Ramn le estrech la mano y Rubn hizo una reverencia tan profunda que su cara casi

    tocaba el suelo.

    - Ten cuidado con la hierba - dijo Renata. - Puedes coger alergia en la cara.

    - Ese es el precio a pagar por ser bien educado - dijo Rubn, guindole un ojo a

    Ramn, que pens que, aunque pareca que ese nio no tuviera ms que cuatro o cinco

    aos, hablaba como un mayor.

    - Tienes que secarte - dijo Ral. - El agua no es totalmente....

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    - ... pura - dijo Renata

    - Probablemente es uno de los estanques ms contaminados del universo - dijoRubn, - pero sigue siendo divertido nadar en l... cuando no mira nadie, claro.

    Renata volvi a mirarle severamente.

    - Pero no es algo que yo haga - se apresur a decir el nio. - Baarme en un estanque

    absolutamente contaminado... desde luego que no! Te tienes que quitar el agua de encima

    ahora mismo.

    - Dnde puedo hacerlo? - pregunt Ramn, sintiendo como si sus ropas se le pega-ran repentinamente al cuerpo.

    - En el cuartel general - dijo Regina. Y se rasc el cuello.

    - De qu cuartel general ests hablando?

    - Del cuartel general de C.G.L., naturalmente.

    - Que significa Club de Gurs de la Lluvia - dio Renata.

    - Est en el rbol - dijo Regina.

    - Venga!, el ltimo en subir va al punto negro.

    El ltimo en subir, por supuesto, fue Ramn, aunque trep tan rpido como pudo y aunque

    se le haban pasado todos sus miedos a las alturas despus del viaje por el espacio. Era

    un rbol grande, con gruesas ramas y grandes hojas que escondan la entrada de una

    pequea casita hecha de planchas de madera, que era conocida como el cuartel general.

    Ramn entr tras ellos en la estancia, que era sorprendentemente amplia. En el suelo

    haba cuatro sillas de madera, un sof y una mesa. En la mesa haba una pequea lmpara

    de aceite. La habitacin slo tena una ventana, cuya vista daba a las ramas y las hojas del

    rbol. Delante de la ventana haba una gran maceta negra.

    - se es el punto negro - dijo Rubn. - Te tienes que meter en l.

    Ramn estaba a punto de protestar cuando Regina le explic que no era una maceta

    corriente, sino un artilugio limpiador que haban inventado y construido ellos mismos.

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    - Esto es lo que conserva las hojas verdes en el exterior - dijo Ral.

    - Y el aire fresco aqu dentro - aadi Renata.

    - Sabamos que ibas a ser el ltimo en llegar arriba - dijo Rubn. -Por eso dije lo del

    punto negro. Y ahora deberas meterte dentro rpidamente, o pillars una alergia.

    - S. Me escuece el cuello - dijo Ramn.

    - Nos pasa a todos. Es muy difcil impedir que nos salga alguna alergia. Eso significa

    que te ests convirtiendo en uno de nosotros.

    Ramn se meti en el artilugio. As que eso explicaba que Regina se hubiese estado ras-

    cando el cuello continuamente... Tena una alergia.

    No estoy seguro de querer ser uno de ellos, se dijo a s mismo. Debera continuar siendo

    terrcola.

    - Pero creo que ha sido un placer conoceros.

    - Pero qu? - dijo Rubn.

    - Oh!, nada - dijo Ramn, introducindose en la maceta, que empez a girar.

    Oh, no!, pens.Ya estoy dando vueltas otra vez. Lo siguiente ser que este artilugio

    despegar y me ver otra vez en el espacio. Afortunadamente no sucedi eso, sino que la

    maceta sigui rodando, produciendo una especie de silbido chirriante, similar al que haba

    escuchado en una tormenta en las montaas la Semana Santa pasada. Dur unos minutos

    y luego se apag.

    Ramn estaba un poco atontado, pero no estaba mareado. Haba girado tanto reciente-

    mente que haba quedado inmune a los mareos y vrtigos.

    Se puso de pie en la maceta.

    Ral, Renata y Rubn aplaudieron.

    - Tienes mucho mejor aspecto ahora - dijo Renata.

    Ramn asinti. Se senta mejor.

    - Aqu est! - dijo Regina, - Limpio y reluciente.

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    - Pues continuemos - dijo Rubn, volvindose hacia la salida.

    - Eso es - dijo Renata. - El concurso es maana.

    - Y entonces ser visto y no visto - dijo Rubn.

    - A dnde...? - empez a decir Ramn. Pero no lleg a terminar la pregunta. Los cua-

    tro jonianos estaban saliendo ya del cuartel general y bajando por el rbol.

    Ramn se apresur tras ellos. Y, cuando saltaba al suelo desde la ltima rama, Ral,

    Renata y Rubn ya estaban fuera del parque, mientras Regina estaba junto al estanque,

    esperndole.

    - Date prisa - le dijo. - O llegaremos tarde.

    - Qu vamos a hacer?

    -Vamos a intentar salvar el planeta Jonia.

    Ella ech a correr y Ramn la atrap enseguida. Regina resoplaba y jadeaba. Se no-

    taba que no estaba en buena forma, aunque fuera una gur de la lluvia.

    -Si era tan urgente... por qu no habis venido antes a buscarme?, -pregunt Ramn.

    - Porque... nosotros...pensbamos que podramos solucionarlo por nuestra cuenta -

    contest Regina casi sin aliento. - Acostumbramos a valernos por nosotros mismos.

    Entonces corrieron por una calle que era la ms ancha que Ramn haba visto en su

    vida. Una bocina reson detrs de l. Regina le empuj a un lado de la calle y una casa de

    tres pisos le adelant con un ruido ensordecedor. Un nio pequeo le salud con la mano

    desde una ventana del tercer piso.

    - Todas las casas son tan grandes como sa? - pregunt Ramn.

    Regina neg con la cabeza.

    - Slo las ms pequeas.

    - Las ms pequeas?

    - S. La gente edifica un piso ms cada vez que tiene un hijo. La gente de esa casa slo

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    debe tener un hijo.

    Haba conseguido decir todo sin tomar aliento. Cuando termin de hablar, pareca tancansada que Ramn temi que se desmayara.

    - Deberas descansar.

    - Ya lo s - suspir. - Pero ahora no puedo. Ya casi estamos.

    - Dnde?

    - Aqu.

    Se par en una enorme superficie asfaltada, rodeada por una alta valla metlica, erizada

    de pas en su parte superior. En el extremo ms alejado haba un edificio de ladrillo que

    pareca tener, por lo menos, un kilmetro de largo.

    Los otros tres ya haban llegado. Se agarraban fuertemente a la valla metlica, mientras

    tomaban aliento.

    Ral era delgado y de tez oscura, con orejas grandes que sobresalan de su cabeza, nariz

    afilada y un largo y delgado cuello. Aunque llevaba unas gafas redondas de gruesos

    cristales empaados, Ramn poda ver sus ojos marrones.

    Renata era pequea y rechoncha, con el pelo pelirrojo y rizado, nariz respingona y ojos

    azules, que brillaban cuando sonrea. Ramn apost a que era ms o menos como Regina,

    unos aos ms pequea que Ral.

    Rubn tena la misma naricilla respingona y los mismos ojos chispeantes que Regina, pero

    era la mitad de alto que ella y tena un pelo rubio que creca en todas direcciones, sobre su

    cara perfectamente redonda.

    Todos ellos estaban muy plidos cuando se encontraron en el parque, pero, ahora, la piel

    de sus caras era de un rojo subido y parecan globos a punto de explotar.

    - Qu es esto? Un campamento militar?

    Regina neg con la cabeza.

    - Pues qu es?

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    - La casa de... - dijo Ramn todava sin aliento.

    - Ronaldo Rodrguez - interrumpi Renata, tambin boqueando.

    - Quin es...? - empez a preguntar Ramn. Pero Rubn le contest antes siquiera

    de que hubiese formulado la pregunta completa. Aunque era el ms pequeo, era el que

    estaba en mejor forma de los cuatro.

    Ronaldo Rodrguez, el hombre ms rico de Jonia. Es dueo de casi todo el planeta.

    Vive... Ah!

    En el mismo momento, el muro de un kilmetro de largo se abri y apareci una enormecasa rodante, con el motor rugiendo. Atraves el asfalto y se par delante de la valla.

    Aunque estaba parada, el ruido del motor cada vez era ms fuerte. Ramn se dio cuenta de

    que tena alas y de que sala humo negro de detrs de ellas.

    - Es un avin! - grit.

    Apenas poda escuchar su voz, pero pareca que Rubn estaba acos-

    tumbrado a hacerse or por encima de mucho ruido.

    - Exactamente! Es una lujosa aero-casa - grit.

    Entonces, ocho avionetas salieron del edificio. Atravesaron

    tambin el asfalto y se pusieron al lado del primer ingenio

    areo, mucho ms grande y vistoso. El sonido de los motores

    era ahora insoportable, pero la voz de Rubn pudo orse por

    encima:

    - sas son las aero-casas que pertenecen a los dems miembros

    de la familia Rodrguez. Sus primos viven en las tres de color verde,

    su to y su ta en la marrn, su abuelo y su abuela en la negra,

    sus hijos en las tres de color gris y sus gatos en la

    plateada. Y aqu est el propio Ronaldo Ro-

    drguez!

    Una trampilla se abri en el tejado

    de una de las avionetas. Un hom-

    bre sali y se mantuvo de pie en el

    techo. Llevaba puesto un traje decuero y algo que pareca un

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    antiguo casco de aviador. Se lo quit. Aunque su tez era griscea y su pelo blanco, pareca

    sorprendentemente joven, sonriendo y agitando su casco en el aire.

    Por un momento, Ramn se pregunt si Rodrguez le estaba saludando a l, pero entonces

    oy una extraa mezcla de ruido de motores y voces detrs de l. Se volvi y se llev un

    susto de muerte. Una columna de aero-casas se encaminaba directamente hacia ellos.

    Pareca que fueran a empotrarse contra la valla, aplastndolos a l y a sus nuevos amigos.

    se hubiera sido un final terrible para un da tan interesante. Ramn estaba a punto de

    gritar cuando una mano le cogi la suya: era Regina.

    - No te asustes - dijo ella. - Todava no.

    Le habl bajito, pero, an as, l la oy perfectamente, porque, de repente, todo haba

    quedado en silencio.

    El estruendo de los motores haba cesado. La ms cercana de las aero-casas se haba

    parado un metro detrs de ellos. Y el resto del convoy estaba alineado a lo largo de la valla.

    Ramn vio que haban sido los jonianos que se asomaban a las ventanas de sus

    aero-casas los que haban aclamado a Ronaldo. Ahora haban dejado de hacerlo y le

    miraban fijamente desde sus ventanas abiertas, como si estuvieran esperando que algn

    acontecimiento extraordinario estuviera a punto de suceder. l los salud desde su altura.

    (Porque, aunque alguna de las aero-casas tenan cinco o seis pisos, ninguna era tan grande

    como la lujosa residencia del seor Rodrguez). Pareca que estuviera subido en una mon-

    taa metlica.

    Los jonianos que dirigan sus miradas hacia l parecan gente corriente, aunque sus caras

    plidas daban a entender que haca mucho que no salan de sus casas ni tomaban aire

    fresco.

    Ahora, el resto de la familia Rodrguez estaba saliendo de sus lujosas aero-casas. Ellos tam-

    bin llevaban trajes de cuero y cascos, que se quitaron en cuanto estuvieron encima de sus

    avionetas y agitaron hacia la multitud de admiradores que les contemplaba.

    - Mis ms queridos amigos jonianos - dijo Ronaldo Rodrguez.

    - Qu va a ... - empez a decir Ramn.

    Regina le apret la mano.

    - Shhh - susurr ella. - Va a hablar.

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    - Maana es nuestra fiesta nacional - continu Rodrguez.

    Hablaba en voz baja, suave y aterciopelada, pero spera al mismo tiempo.

    - Maana demostraremos a todo el mundo que tenemos de todo y que nos atreve-

    mos a hacer uso de todo lo que tenemos. Dejemos que nuestro lema sea el mismo de

    siempre: SALO Y TRALO. Como de costumbre, competiremos en modalidades diferentes:

    Una para los grandes consumidores de combustible; otra para los que vierten el aceite ms

    asqueroso, otra para los mayores emisores de gas; otra para los mayores consumidores de

    objetos de usar y tirar y otra para los mayores consumidores de energa elctrica.

    Maana por la noche - continu - todos los desperdicios que hayis conseguido generardurante el da sern recogidos y almacenados en nuestros nuevos cohetes. Los cohetes

    sern enviados a la atmsfera y los harn explotar en unos festivos y coloridos fuegos arti-

    ficiales, creando una lluvia de desperdicios. Mientras estn brillando en el cielo los gases,

    aceites y otros restos de polucin, sern entregados los premios de las diferentes modali-

    dades y daremos tambin un gran premio al mayor consumidor de todas las categoras de

    Jonia. Y ese ao el gran premio es...

    En ese instante, lleg otra lujosa aero-casa. Era ligeramente ms pequea que la de

    Ronaldo Rodrguez, pero mayor que las otras ocho. Era dorada y brillante.

    - ... de oro! - anunci Rodrguez. - El concurso comenzar a media noche. Que gane el

    que ms consuma. Buena suerte a todos.

    Al or estas palabras, la muchedumbre rugi ensordecedoramente. Hubo un atronador

    rugido de motores cuando las aero-casas encendieron sus maquinarias al mismo tiempo.

    Ramn se tap los odos y cerr los ojos. Cuando volvi a abriros el asfalto delante de l

    estaba vaco y las aero-casas se haban ido. Por un instante pens que todo haba sido un

    sueo, pero entonces se dio cuenta de que an tena cogida a Regina de la mano. La mir,

    se puso colorado y le solt la mano.

    - Dnde se han ido todos?

    - A su casa, a prepararse para el concurso.

    - Tienen exactamente doce horas para prepararse - dijo Ral.

    Ramn pareca perplejo. Ech una ojeada a su reloj, pero se haba parado a las doce y me-

    dia. Esa era la hora en la que haba visto Jonia por primera vez, centelleando en el cielo.

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    Haca slo hora y media? A l le pareca que haba pasado mucho ms tiempo. O, tal vez,

    el tiempo se haba detenido? No, eso no poda suceder. El tiempo es lo nico que no puede

    pararse. De todos modos el tiempo segua corriendo aqu en Jonia. Doce horas. No queda-ba mucho tiempo. Aunque ya saba la respuesta, no pudo por menos de preguntar:

    - Qu pasar dentro de doce horas?

    - Todo el mundo intentar gastar toda la energa que pueda - dijo Renata.

    - Aunque estamos en otoo, encendern la calefaccin que calienta las calles y la

    nieve se derretir - dijo Rubn

    - El agua de las piscinas se calentar hasta hervir - aadi Ral.

    - Abrirn los grifos del agua caliente a tope - dijo Renata.

    - S! - dijo Rubn. Y las aero-casas darn vueltas y ms vueltas, intentando quemar

    la mayor cantidad posible de combustible. A muchos nios les comprarn una

    aero-casa de juguete para aprender a conducir. A m tambin me regalarn una, con lo

    que lo deseaba! Bueno... ahora ya no. Ya no creo que vaya a conducir mi aero-casa de

    juguete. O... bueno... slo una vez.

    - Y las aero-casas que no estn en el aire, estarn funcionando, aunque estn en tierra

    - dijo Ral.

    - Y las calles se llenarn de aceite - continu Renata. - Todos los adultos fumarn, por

    lo menos cien cigarrillos. No porque les guste fumar, sino para usar sus encendedores lo

    ms posible. La gente tirar todo el papel que pueda y...

    - Los nios se tendrn que lavar los dientes tres veces al da con sus cepillos elctricos

    - dijo Rubn exasperado. - Yo no creo que haya que lavarse los dientes ni una vez.

    - Qu deberamos hacer? - dijo Regina. - Dinos algo.

    Ramn estaba alucinado.

    - Yo?

    - S, t. Por eso ests aqu no? Creamos que seras capaz de ayudarnos despus de

    que te contramos cmo iban las cosas.

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    Ramn se qued helado, aunque en Jonia haca calor.

    - Y por qu creais eso?

    Los ojos de Renata brillaban cuando le mir.

    - Porque eres un gur de la lluvia - dijo.

    - Y vienes de la Tierra - dijo Ral.

    - Pero aqu tambin hay gurs de la lluvia... - dijo Ramn.

    - Slo nosotros cuatro - dijo Regina tristemente. - Los problemas nos sobrepasan. Son

    demasiado grandes.

    - Pero hemos odo que los gurs de la lluvia de la Tierra saben lo que hay que hacer

    para salvar su planeta - dijo Rubn. - Tenamos que traer un terrcola hasta aqu y t fuiste

    el elegido.

    Ramn sacudi el cabeza, confundido.

    - Yo? Y por qu yo? - pregunt.

    - Porque eres uno de los gurs de la lluvia ms curiosos del universo - dijo Renata. - Lo

    que significa que, probablemente, sabes un montn.

    - No - dijo Ramn. - Eso significa que no s casi nada. Por eso tengo tanta curiosidad

    por las cosas.

    Los otros tres se quedaron mirndole fijamente.

    - Oh, no! - dijo Rubn finalmente. - Maldita sea!

    - Y, adems..., yo... no soy... un gur de la lluvia... normal - tartamude Ramn. - Quiero

    decir que... ni siquiera saba que lo era... hasta hoy, as que...Yo... no tengo... No. No puedo

    ayudaros.

    Ral, Renata y Rubn se quedaron pasmados, como si no hubieran comprendido nada de

    lo que haba dicho. l mir a Regina, desesperado. Estaba plido, blanco como la cera. Ella

    baj la mirada al asfalto.

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    - Pero hay algo que me he estado preguntando - dijo Ramn.

    Lo dijo sin pensar, pero saba que si empezaba a preguntar algo sobre cualquier cosa en laque estaba interesado, las respuestas solan llegar, de una manera u otra.

    Regina levant la vista y le mir.

    - De verdad hay muchos gurs de la lluvia en la Tierra?

    Regina asinti con la cabeza.

    - Entonces, muchos de ellos llevan siendo gurs de la lluvia mucho ms tiempo queyo.

    Ella volvi a asentir.

    - Y todos son tan curiosos como yo?

    - Bueno... casi todos - dijo Regina.

    - Pero ahora t eres el que ms - dijo Rubn.

    - Entonces, muchos de ellos tienen que saber un montn ms que yo - dijo Ramn.

    Regina asinti por tercera vez. Y Ramn tambin asinti, esta vez.

    - Es lo que me imaginaba - dijo.

    Rubn le dio un golpecito en el hombro.

    - No ests triste. No importa cunto sepas, siempre hay alguien que sabe ms. Yo

    mismo he encontrado...

    - Ya lo s! - interrumpi Regina.

    - Ya os he contado esto? - pregunt Rubn sorprendido.

    - Cllate Rubn - dijo Regina impaciente. - Ramn, vulvete a la Tierra inmediata-

    mente.

    - Pero...

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    - Desde luego, tienes que hacerlo - dijo Renata.

    -Pero...

    - Tienes que buscar a los gurs de la lluvia que conoces y preguntarles.

    - Preguntarles qu?

    - Todo sobre lo que tengas curiosidad.

    - Es que tengo curiosidad por todo!

    - Ya lo s - dijo Regina. - Pero ahora ests preguntndote como puedes ayudar a Jonia,

    no?

    - Bueno, s. Pero de toda la gente que conozco, no s quines son gurs de la lluvia y

    quines no - dijo Ramn.

    Regina le dio una hoja de papel.

    - Aqu tienes una lista. Venga, vete. Pero recuerda que tienes que volver antes de me-

    dia noche.

    - No lo conseguir - dijo Ramn. -Slo tengo doce horas.

    - El tiempo es un poco diferente aqu - dijo Ral mirando al cielo.

    - Ms o menos como la mitad de lento.

    Ramn mir tambin al cielo.

    - Y cmo se supone que voy a volver a la Tierra?

    - Usando la peonza como la usaste para venir aqu, naturalmente, -dijo Regina. - Por

    cierto, que te la dejaste en el parque. Pero yo te la he trado.

    Y se la tendi.

    - Y por qu no vienes conmigo? T te sabes el camino.

    - T mismo lo encontrars. Es divertido poder hacer lo que tienes que hacer.

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    Le sonri.

    - Adems, no me siento con fuerzas para viajar. Casi no tengo energas. Tengo querecuperarme.

    -A m me pasa lo mismo - dijo Rubn. - Casi no tengo fuerzas ni para lavarme los

    dientes con el cepillo elctrico...

    - Pero t, en cambio, ests lleno de energa - dijo Ral.

    - S. Tienes ms que suficiente - dijo Renata.

    - Cmo podis saber eso? - pregunt Ramn.

    - Porque eres nuestra nica esperanza - dijo Regina sonrindole.

    - Por favor! - dijo Renata.

    - Intntalo! - dijo Ral.

    - De acuerdo - dijo Ramn. - Lo intentar.

    - ste es nuestro chico! - dijo Rubn, dndole otro golpecito en el hombro.

    Ramn se arrodill y apret el mango de la peonza hacia abajo con todas sus fuerzas. La

    peonza empez a girar, pero no despeg del suelo. Volvi a intentarlo y le pas lo mismo.

    Lo intent otra vez. No.

    Ramn volvi a ponerse de pie.

    - No funcionar, porque yo tampoco tengo suficiente energa para ponerla en

    marcha.

    Entonces Regina fue hacia l.

    - Ramn - le dijo bajito. Y le dio el abrazo ms fuerte que le haban dado en toda su

    vida. Fue como si todo el calor de las mejillas de la nia entrara en l, repartindose por

    todo su cuerpo.

    - Ahora ya tienes energa suficiente - le volvi a susurrar.

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    Ramn estaba tan colorado como un tomate, y lo saba.

    Se volvi a arrodillar y arranc la peonza con todas sus fuerzas y toda la energa que lehaba dado Regina.

    Ramn remont el vuelo hacia el cielo abierto. Haba empujado el mango de la peonza

    incluso con ms fuerza que la primera vez. No haba visto ningn claro en el escudo de gas

    que cubra el planeta por encima de l, pero ya no tena tiempo de rectificar la trayectoria.

    Cerr los ojos. Estaba seguro de que se iba a estrellar. Sin embargo, en un instante haba

    atravesado el escudo. La capa de gas no era realmente un escudo: era simplemente gas.

    Antes no saba lo que significaba escudo de gas, pero ahora s.

    Ech una ojeada hacia atrs. El cielo era azul y estaba vaco y, en algn sitio bajo l haba

    cuatro gurs de la lluvia mirando hacia arriba, fijamente, esperando la ayuda que no estaba

    seguro de poder brindarles.

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    LaPeon

    zaMus

    ical

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    2007 Enova SF/RegnmakerneAutor: Klaus Hagerup, Noruega

    Ilustraciones: Lars Hegdal, NoruegaTraducido al ingls por Tim Challman

    Traducido al espaol por M. ngeles Alonso Riera

    ISBN:Depsito legal: M.

    Tipografa: Myriad Pro 10.5/16 pPapel: A4

    Impresin: Grficas Arias Montano, S.A.

    Traducido al ingls por Tim ChallmanTraducido al espaol por M. ngeles Alonso Riera

    Todos los derechos reservados. Prohibida la reproduccin de cualquiera de las partes de este libro sin permiso escrito del autor.Prohibido su uso comercial.

    Los Gurs de la LluviaEsta es la segunda parte de las tres que componen la historia de los Gurs de la Lluvia.

    Esta historia est publicada en colaboracin con la accin de la UE, Kids4Future, EIE/06/204/SI2.447395, CreatingActions among Energy Conscious Children Combining Education, Communication and Energy Knowledge in an Inte-grated Approach for a Sustainable Future.

    Sobre el autor

    Klaus Hagerup es el autor del universo de los Gurs de la Lluvia. Naci en Oslo en 1946. Es uno de los autores noruegosms conocidos, tanto de libros para nios como para adultos. Su madre, Inger Hagerup, es una escritora muyconocida y su padre escribi algunos libros para nios. Klaus Hagerup es tambin dramaturgo, instructor, traductor yactor.

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    La Peonza Musical- Parte 2 -

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    Ramn sali como una flecha, disparado hacia cielo abierto. Haba apretado sobre la espiral

    de la peonza usando incluso ms fuerza que la vez anterior. No vea ningn resquicio en

    el escudo de gas que se cerna sobre l, pero ahora era demasiado tarde para rectificar el

    rumbo. Cerr los ojos, seguro de que se chocara. Pero la capa de gas no era realmenteun escudo: solo era gas. Antes no lo saba, pero ahora ya s. Ech una ojeada hacia abajo,

    detrs de s. El cielo era azul y estaba vaco, pero l saba que, ah abajo en alguna parte, en

    el planeta Jonia, haba 4 Gurs de la Lluvia esperando una ayuda que no estaba seguro de

    poder proporcionarles.

    LA BATALL A DE JONIA

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    Captulo 1

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    Ramn se agarr fuerte al mango de la peonza. Haba ascendido rpidamente cuando vol

    a Jonia con Regina. Haba volado como una flecha. No, de hecho haba volado mucho ms

    rpido que una flecha: haba volado a la velocidad de la luz. No, no Incluso ms deprisa,

    porque todo estaba negro a su alrededor y eso solo poda significar que haba dejado

    atrs a la propia luz. No est mal para ser un nio volando sobre una peonza -pens. Sepreguntaba cunto tiempo habra estado en el aire.

    No poda decirlo con exactitud porque su reloj se haba parado y era como si el tiempo

    no existiese mientras l estuvo suspendido en el espacio. Todo lo que haba odo era

    un sonido susurrante: el susurro del viento proveniente de estrellas y planetas no

    cartografiados. Uno de esos planetas era la Tierra. se era su destino. All es donde

    encontrara otros Gurs de la Lluvia que podran volver con l y ayudar a salvar el planeta

    Jonia. Y eso tena que ser antes deque Ronaldo Rodrguez pudiera comenzar su horrible

    competicin Usar y tirar, que destruira para siempre el planeta ya daado.

    Dnde estaba la Tierra? No debera estar muy lejos, dada la velocidad a la que viajaba.

    Opuede que no estuviera volando tan deprisa, despus de todo. A lo mejor ya no

    quedaba energa en la peonza y se haba parado... Quiz era el espacio el que se deslizaba

    rpidamente a su lado, mientras l estaba colgado en el cielo como un pequeo planeta

    viviente, a punto de morir. En ese caso, los Gurs de la Lluvia de Jonia tendran que volar a

    la Tierra y, una vez all, lo ms probable es que Regina les contase a su madre y a su padre

    toda la historia.

    Siento de veras tener que decirles esto, seores de Robles dira - pero su hijo

    Ramn probablemente se haya convertido en un pequeo planeta muerto. Est en rbita

    en alguna parte, all arriba, sentado cmodamente a salvo en una peonza.

    Ramn se dio cuenta de que haba empezado a llorar. Qu clase de funeral le haran?

    No podran decir: el polvo al polvo, las cenizas a las cenizas. No, sera ms bien algo como:

    Las cenizas a las cenizas, el polvo al aire. Y cmo pondran flores en su atad?

    Las flores tendran que ser enviadas por globos de aire caliente, pens Ramn. La mayorade los funerales son tristes, pero el mo lo sera an ms.

    ROILANDIA

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    Pero esto no poda estar sucediendo. l y su peonza estaban llenos an de energa

    debido al abrazo que Regina le haba dado antes de que se marchase. Fue el abrazo

    ms clido que le haban dado en su vida y nunca jams se haba sentido tan fuertecomo cuando puls la espiral de la peonza hasta el fondo antes de despegar hacia el

    espacio.

    La cuestin era, pens, si estaba volando en la direccin adecuada. Estaba completamente

    solo y antes, cuando vol hacia Jonia, haba ido con Regina. Ella le haba prometido que

    encontrara el camino con toda seguridad. Cmo poda estar tan segura? Le haba dicho

    que deba usar la peonza igual que la haba usado a la ida. Qu significaba eso? Quera

    decir que la peonza le llevara por el buen camino? S, deba ser eso, pero a l le resultaba

    muy difcil confiar en una peonza.

    Se sobresalt repentinamente. Haba visto algo a lo lejos. Fue como si la oscuridad se abriese;

    como ver el final de un tnel o la entrada de una cueva. Una cueva en el cielo! La cueva se

    abri y l pudo ver ms all parpadeantes tonalidades rojizas, marrones y anaranjadas.

    Por fin! Era la Tierra! Ahora todo lo que tena que hacer era entrar por el agujero, encontrar

    una nube de lluvia, empujarla bajo el sol y, cuando la lluvia provocase un arco iris,

    deslizarse por l. Solo esperaba no caer en frica o en el Ocano Pacfico. Un Gur de la

    Lluvia flotando sobre una peonza en el Pacfico no sera de gran ayuda. Bueno, bueno

    pens cada problema a su tiempo.

    De repente estaba fuera de la oscuridad. El planeta brillaba de un rojizo oscuro en el rojo

    sangre de la luz solar. Ahora a encontrar una nube de lluvia. Divis una y dirigi all su

    peonza. Estaba convirtindose en un experto en eso ya. Incluso se imagin que hara

    algunos viajecitos de vez en cuando por el espacio, una vez que hubiera salvado a Jonia

    de su destruccin. No, Ramn Robles - se recrimin a s mismo - no seas tan confiado;

    podras muy bien no ser capaz de...

    En ese instante la peonza se adelant y Ramn not cmo coga velocidad.

    Me he ruborizado pens me sent tan avergonzado por el hecho de que me

    estaba felicitando a m mismo, que me ruboric y ahora har bien en tener cuidado o esta

    peonza me llevar al fin del mundo.

    Ramn volvi a tomar el control de la peonza puso rumbo a la nube oscura y se acerc a

    ella sin ningn problema.

    La lluvia cay, pero dentro el aire era hmedo y caliente. Empez a sudar como lo hacacuando se acercaba una tormenta de rayos.

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    Espero no estar dentro de un nubarrn de tormenta - pens No estoy especialmente

    interesado en llegar a la Tierra a la velocidad del rayo, pero es una posibilidad y ya he

    estado antes en circunstancias ms difciles.

    Volvi a girar en la peonza y empuj la nube para que un rayo de sol le diera exactamente en

    el ngulo adecuado. Sali de la nube y mir por todas partes. Debera haber un arco iris por all,

    pero no vio ninguno: solo la densa lluvia, el rojo sol y el brillante planeta bajo l. Pero no haba

    ningn arco iris Si! All! a menos de cincuenta metros un magnfico arco iris se alargaba

    hasta el planeta. Era un aro iris de verdad, estaba seguro, pero haba algo raro. No era amarillo,

    ni naranja, ni rojo, ni verde ni azul, ni prpura. Pareca como una calle asfaltada: era gris.

    El arco iris era ancho y liso, casi como una autopista. Una autopista hacia la Tierra. Era

    increble! Pero ahora a Ramn ya nada le pareca increble. Vol hacia ese arcoiris gris, baj

    de la peonza y se desliz por l hasta que aterriz con un chapoteo.

    Era la segunda vez que aterrizaba en el agua desde un arco iris, pero esta vez el estanque

    era mucho ms pequeo que el del parque de Jonia. No tena ms de un metro de largo y

    era demasiado pequeo para nadar en l. Se puso de pie y descubri que estaba en una

    baera. Deba ser muy vieja y estaba hecha de algn metal, porque estaba empezando a

    oxidarse. Bueno, mejor dicho: estaba terminando de oxidarse.

    La baera empez a venirse abajo y el agua en el que se encontraba estaba llena de costrasroosas flotando. Qu suerte la suya! Se fij en el agua. Era una mezcla de marrn, rojo,

    verde ponzooso y amarillo mantecoso. sta tena que ser el agua ms contaminada de

    todo el universo. Mucho peor que el agua del estanque del parque de Jonia y l estaba

    dentro de ella...No, ya no lo estaba! Ramn salt fuera de la baera a toda prisa. Uf!

    Mir alrededor. En todas direcciones haba pilas de cosas que haban sido alguna vez

    cafeteras, bicicletas, relojes, trompetas, coches, tostadoras, microondas, televisores,

    reproductores de DVD y carretillas. Ahora solo eran cosas oxidadas que la gente haba

    tirado. Las haban dejado en un vertedero. Haba aterrizado en un vertedero!

    Pero Dnde?, En qu pas? Hablaran aqu su idioma? Cmo llegara a su casa?

    Afortunadamente la peonza estaba a su lado, cerca de la baera oxidada pero seca, sin

    daos. No poda decir lo mismo de s mismo. Estaba mojado y con algunas raspaduras. Todo

    le picaba y su ropa era del mismo color nauseabundo que el agua en la que haba cado.

    Necesito lavarme se dijo a s mismo- Tengo que encontrar un sitio en el que

    pueda lavarme.

    Por qu no te zambulles?- dijo una voz oxidada detrs de l. Ramn se dio la

    vuelta. Al principio no supo si lo que vea era una persona o un robot, Pero entonces ladiminuta criatura volvi a hablarle.

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    Yo puedo esperar mi bao

    As que era una persona, despus de todo. La persona ms extraa que Ramn hubieravisto jams. Y la ms fea. El hombre que estaba ah plantado mirndole no era ni la mitad

    de alto que l, pero no pareca un duende. Pareca pareca un viejo y rooso horno.

    Sus piernas eran tan cortas que casi no haba distancia entre sus caderas y sus pies. Era

    increble que pudiese andar con esas piernas. Su cuerpo era redondo y pareca un viejo

    horno de hierro. Pareca que le haban pegado los brazos a los lados del cuerpo, sin codos,

    como horcas de jardinero que se hubieran usado para extender abono. Su nariz pareca

    un tubo de escape y su cabeza una chimenea, especialmente cuando unas nubecillas de

    humo negro salieron de su boca al soltar el aliento.

    Por un momento Ramn pens que haba volado tan deprisa que haba aterrizado en el

    pasado. Las ropas del hombrecillo parecan una especie de armadura. Puede que fuera un

    caballero pero, si lo era, tena que ser un caballero muy pobre. Su armadura pareca que iba a

    desintegrarse en cualquier momento y grandes trozos de xido caan de sus brazos cada vez

    que hablaba. Era gris, pero corpulento, a pesar de parecer que tena por lo menos 90 aos.

    Por qu no te zambulles? Repiti con voz ronca- Eso es lo que tenemos que

    hacer si queremos lavarnos en la suciedad.

    Lavarnos la suciedad, querrs decir dijo Ramn.

    El viejo se ri. Son como un coche con los frenos estropeados chirr