zoido naranjo, f. (2012). paisaje urbano

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    Paisaje urbano. Aportaciones para la definicin de un marco terico, conceptual y

    metodolgico

    Florencio Zoido NaranjoDirector del Centro de Estudios Paisaje y Territorio

    1. Planteamiento de la cuestin

    Este texto corresponde al desarrollo escrito de la ponencia oral presentada conun ttulo similar (Paisaje urbano. Primera propuesta conceptual y metodolgica) al XColoquio y Jornadas de Campo de Geografa Urbana, celebrado en diferentes ciudadesdel norte de Espaa (Oviedo, Santander, Bilbao) bajo el rtulo general de Espacios y

    paisajes urbanos. Reflexionar su presente para proyectar su futuro. Dicho lema y laoferta de los organizadores para que abordara el paisaje urbano me inclinaron a plantearuna cuestin primaria: Qu es el paisaje urbano?

    Si es frecuente escuchar o leer la palabra paisaje con significados de todo tipo,

    an menos claro es el uso de la expresin paisaje urbano. En numerosos libros encuyo ttulo se incluye ni se la define, ni se pone objecin alguna a usarla como sinnimode morfologa urbana, imagen urbana, urbanizacin o incluso de ciudad, sin el menorreparo1 . Estas utilizaciones no me parecen apropiadas desde mi actual perspectiva detrabajo dedicada a dar un sentido propio a la nocin de paisaje y, por tanto, a laexpresin paisaje urbano; en caso contrario se tratara simplemente de una especie demoda. Pero la importancia que en la actualidad est tomando el paisaje, tanto desde el

    punto de vista intelectual como en sus aplicaciones, reclama especificidad y precisinen el uso de esta nocin. Como en otros escritosrecientes dedico mi atencin alpaisaje

    para proyectar los conocimientos adquiridos hacia la accin, concretamente a lasactuaciones comprendidas en la ordenacin del territorio (entendida en su sentidoamplio que incluye al urbanismo), enfoque tambin demandado por el lema general delX Coloquio de Geografa Urbana.

    La promulgacin del Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 2000; enadelante CEP) ha propiciado el aumento de la dedicacin intelectual a esta complejanocin y, gracias a ello, se estn produciendo numerosas aportaciones que contribuyen asuperar los abusos verbales y las reiteradas atribuciones de ambigedad y polisemia que

    padece. Desde mi punto de vista la principal contribucin en este sentido es el propioConvenio y, en l, la mayor precisin y el enriquecimiento del concepto mediante ladefinicin de paisaje y de otras definiciones incluidas en el artculo 1. A partir de ellascobran nueva luz otras numerosas e interesantes derivaciones o adjetivaciones del

    1Un comentario especial en relacin con esta cuestin merece el captulo 1 de la importante obra deHoracio CAPEL (2002), La morfologa de las ciudades, Ediciones del Serbal, Barcelona. Dedicada aexponer la trayectoria de los estudios urbanos en su orientacin morfolgica, recoge cmo los conceptosde paisaje urbano y morfologa urbana se entrelazan histricamente, segn su utilizacin por diferentesescuelas y corrientes de pensamiento, sin que se plantee un propsito de diferenciarlos. Dicho trnsito seproduce a lo largo de todo el siglo XX y no siempre tienen idnticas finalidades. Capel seala justamenteque la nocin de paisaje, con importante tradicin en la Geografa, ha sido tomada como punto departida o como punto de llegada (pg. 19), es decir, como forma que puede revelar causas, o como hechocomplejo con inters en s mismo; la morfologa acoge tambin el primer sentido, pero igualmentealcanza otro propio y general al ser propuesta, en s misma, para defender la autonoma del proyecto

    urbano (Aldo Rossi y seguidores, pg. 51). En todo caso, el largo recorrido compartido no ha aportadouna diferenciacin suficiente entre paisaje urbano y morfologa urbana.

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    concepto, tales como paisaje cultural, o la que es objeto de este escrito, paisajeurbano.

    Aportacin principal del Convenio es tambin la extensin de la condicin depaisaje a todo el territorio (artculo 2); esta opcin puede parecer actualmente algoelemental y obvio desde ciertas miradas, la de la mayora de los cientficos y los

    pintores, por ejemplo, pero no es unnime2

    , ni algo plenamente aceptado en otrosenfoques; es el caso de la legislacin, que tradicionalmente vincul el trmino paisaje aespacios y lugares sobresalientes o, tambin, del rechazo en amplias capas de lasociedad, casi siempre ms implcito que expreso, de la idea de paisaje urbano; estaltima actitud es principalmente una cuestin relacionada con la trayectoria histrica dela palabra que acaba convirtindose en mentalidad.

    En relacin con la aparicin y evolucin de la palabra paisaje en el contextooccidental (landschap, landschaft, landscape, paysage, paesaggio, paisagem, paisatge,etc.), aunque su distinta raz en los dos troncos lingsticos principales (germnico yromance) remitan a dos significados diferentes (tierra y campo), su utilizacin consentido exclusivamente artstico durante un periodo prolongado (en torno a dos siglos)

    la vincul a la reproduccin pictrica de espacios poco transformados (rurales ynaturales). A ello se debe que los diccionarios de distintas lenguas tuvieran hasta hace

    poco tiempo como primera o nica acepcin de esta voz la de cuadro que representa lanaturaleza o el campo3. An hoy este significado es el principal para muchas personas.Estas circunstancias histricas pueden ser extendidas, o incluso reforzadas, en relacincon las tradiciones orientales relativas al paisaje4.

    2Me ha sorprendido ver en una importante publicacin reciente (F. MOLINERO, J.F. OJEDA y J. TORT,coord., 2011, Los paisajes agrarios deEspaa. Caracterizacin, evolucin y tipificacin, Ministerio deMedio Ambiente y Medio Rural y Marino, Madrid) las dudas respecto a la condicin de paisaje de todo elterritorio, expresadas por los autores de su captulo primero (pg. 17) titulado Marco conceptual de lospaisajes de la agricultura (Valeri PAL i CARRIL, Alexis SANCHO REINOSO y Joan TORTDONADA).3Ver Jean Robert PITTE (2003),Histoire du paysage franais, Tallandier, Pars (pgs. 17 y ss.).4No pretendo ahora ms que poner en evidencia estos ltimos argumentos recurriendo a dos citas muydistantes, en el tiempo y culturalmente, que encuentro significativas en su coincidencia semntica.Gracias a las aportaciones de Augustin Berque (entre otras Paysage, milieu et histoire en Cinqpropositions pour una thorie du paysage,Champ Vallon, 1994, pgs. 11-29 y El pensamiento paisajero,Biblioteca Nueva, Madrid, 2009), conocemos la ntima relacin que en la cultura china se produce entretica y esttica a travs del paisaje. En ella, desde el siglo VI se expresa dicho vnculo referido casisiempre a un espacio de vida o entorno poco transformado o creado con intencin de reproducir lanaturaleza; montaa y agua (shanshui), dos elementos naturales forman, como es sabido, la palabrapaisaje del actual lenguaje mandarn. En dicho contexto se sita el primer ejemplo, un texto chino del

    siglo XVII dedicado a la relacin entre pintura y paisaje que seala: Me fascina una vista hermosa de lavegetacin y del agua percibida al salir de la ciudad a la que acudo para estudiar. Por otra parte delmbito de la cultura occidental, encuentro un escrito reciente de un reconocido intelectual espaol,tambin dedicado al paisaje, en el que se dice: El ro Pino era el paisaje ms inmediato de la ciudad; dehecho la separaba del esto es, lo que sera ya paisaje. El texto chino citado es de ZengYuanxun (1604-1645), un letrado culto dedicado en su jubilacin a la reflexin y disfrute del paisaje y deljardn; en China esta actitud de retiro contemplativo de personas ilustres, voluntariamente o forzadas porlas adversidades polticas, dio lugar a un tipo de morada austera rodeada de un jardn y a un subgneroliterario; son los jardines de letrado y los textos sobre paisaje y jardinera, presentes al menos entre lossiglos III y XVIII. Segn seala Martine VALLETTE-HEMERY (Les paradis naturels. Jardins chinoisen prose, Ed. Phillippe Piquier, 2001), que ha recopilado, traducido y publicado una interesante antologade esos escritos, dichas prcticas obedecen a la forma ms elevada de asociarcontemplacin y adhesininterioral ritmo de la naturaleza(pg. 21). El subrayado es mo; he consultado la edicin de 2009 de su

    obra en la misma editorial y traducido del francs la cita utilizada, cfr. pg. 147. El segundo texto citadoes parte del artculo de Carlos CASTILLA DEL PINO La mirada del paisaje, en Destruccin yconstruccin del territorio. Memoria de lugares espaoles. T. II. Andaluca y Barcelona, Ministerio de

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    A partir de estos argumentos y sin ms pretensin que sugerir, relacionar ladebilidad o el rechazo de la idea de paisaje urbano en diferentes mentalidades con latrayectoria esencialmente artstica y cientfica de la nocin de paisaje y su vinculacin

    preferente a los espacios naturales y agrarios 5.Aunque ms adelante matizar esta afirmacin, el arte del paisaje ha estado

    referido prioritariamente tanto en el contexto cultural oriental como en el occidental, ala relacin de las personas con la naturaleza y con los espacios poco transformados -naturales y agrarios- y ello ha transferido al lenguaje comn una idea de paisaje en laque apenas entra la ciudad6. El propio Javier Maderuelo ha escrito recientemente7 que,en lo que se refiere al gnero pictrico, no se puede hablar con propiedad de paisajeurbano hasta el ltimo tercio del siglo XIX (pgs. 13 y 14), aunque obviamente existenimportantes precedentes que ms adelante tratar sintticamente.

    Tambin la trayectoria cientfica de la nocin de paisaje remite a una dedicacinpreferente a los espacios naturales y agrarios. En ella, al igual que en el mbito artstico,tampoco se realiza una negacin expresa de la idea de paisaje urbano, si bien la mayor

    parte de los desarrollos analticos y metodolgicos ignoran esta parte de la realidad

    paisajstica, con la consecuencia de sesgar sus planteamientos tericos, conceptuales ymetodolgicos hacia cuestiones que apenas tienen utilidad para afrontar la dimensin

    paisajstica del hecho urbano.La exclusin de la ciudad no est presente en los albores del uso cientfico del

    trmino; si se lee a Humboldt sus descripciones de los lugares visitados o reconocidos

    Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Madrid, 2009, pgs. 34-36, cfr. p. 34. En este escrito, el autorinsiste en la desvinculacin de la nocin de paisaje respecto a la ciudad con afirmaciones como las quesiguen: El paisaje es el marco de la ciudad. Su destruccin la deja desnuda, aislada. Obviamente

    Castilla del Pino no fue un estudioso del paisaje, aunque si un reconocido cientfico en su mbitoprofesional (la psiquiatra) y un influyente intelectual, por eso concedo inters a las citas anteriores enapoyo del argumento de la negacin del paisaje urbano como mentalidad existente; explicada quizs porotra referencia literal del autor y texto recin citado: La Baha [de Algeciras] sigue all, claro est, peroes otra su fisonoma, y hasta se puede afirmar queya no es porque ha dejado de ser (pg. 33); el subrayado es mo.5Para la evolucin de la nocin de paisaje en el contexto cultural europeo ver Javier MADERUELO(2005), El paisaje. Gnesis de un concepto, Editorial Abada, Madrid. Como es sabido, la tradicinoriental sobre el paisaje, particularmente en China y Japn, es muy anterior a la occidental y estlargamente basada en una estrecha relacin entre pintura, poesa y caligrafa reflejadas en un nicosoporte (papel, pergamino), actividades artsticas practicadas desde los principios del taosmo y elbudismo que proponen relacionar armnicamente al ser humano con la naturaleza. Ver Franois CHENG(1979), Vide et pleine, Ed. du Seuil, Pars, 1979 (hay versin espaola editada con el ttulo Vaco yplenitud, Ed. Siruela, Madrid, 2004). Ibiden (1998) Shitao (1642-1707).La saveur du monde, Ed. Phbus,Pars e Ibidem (2006) Cinq meditations sur la beaut,Ed. Albin Michel, Pars.6 Ms adelante me referir a la trayectoria artstica de los paisajes urbanos (pintados, descritosliterariamente, etc.). Para corroborar la afirmacin de que el paisaje urbano, a diferencia de unamentalidad general que lo ignora, est presente en la mirada artstica, remito a la reciente publicacin deJuan Bosco DAZ URMENETA (2011), Joaqun Sez. Una potica del paisaje. Ed. Diputacin deSevilla. En relacin con este paisajista contemporneo, autor de numerosos leos y obra grfica sobreespacios urbanos pintados casi sin distancia (Las gradas de la catedral, 1988, Ventana de la oficina,1980) ni el pintor ni el estudioso dudan en clasificar dichas obras como paisajes.Con el mismopropsito puede consultarse el libro de Antonio Lpez (2007), En torno a mi trabajo como pintor,Fundacin Jorge Guilln y Universidad de Valladolid, en el que este reconocido artista reflexiona sobreel paisaje urbano defendindolo como gnero pictrico con inters actual.7

    Javier MADERUELO, en Prlogo. Sobre las imgenes de la ciudad, en Ana Mara MOYAPELLITERO (2011),La percepcin del paisaje urbano, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, cfr. pg. 13.

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    incluyen los espacios urbanos8, pero vinculan claramente la utilizacin del trminopaisaje con espacios naturales o poco transformados, en los que pueden aparecerconstrucciones y ncleos de poblacin de diverso tipo.

    Aunque de forma espordica la idea de paisaje urbano se ha mantenido presenteen el mbito cientfico, pero sin lograr relieve propio; con frecuencia se cita la obra de

    Camillo Sitte9

    (1889) como representativa de una mirada paisajstica en el estudio de laciudad desde la Arquitectura; por otra parte, en la Geografa contempornea, incluso enun contexto cientfico escasamente desarrollado como el espaol existen obras notablessobre ello10;para el mismo contexto e igualmente de gran valor son los trabajosaportados desde la Antropologa, principalmente los estudios pioneros de Julio CaroBaroja11.

    8He consultado la publicacin de Alexandro (sic) de HUMBOLDT, Del Orinoco al Amazonas. Viaje alas regiones equinocciales del Nuevo Continente,Editorial Labor, S.A., Barcelona, 1967 (2 edicin); enella las ciudades de Tenerife, Cuman o Caracas merecen la atencin del autor, que las describebrevemente.9 Camillo SITTE, Construccin de ciudades segn principios artsticos, Ed. Gustavo Gili, Barcelona,1980 (edicin original en alemn de 1889).10La primera publicacin en castellano titulada como paisaje urbano que conozco es el artculo de OttoJESSEN, en Estudios Geogrficos, n 29, de noviembre de 1947, titulado Paisajes urbanos espaoles,cfr. pgs. 729-738; trabajo realizado en 1930 para el libro dirigido por Siegfried PASSARGEStadtlandschafter der Erde, de 1930 y significativamente traducido por Manuel DE TERN; al mismotiempo, la obra ms importante de Oskar JURGENS (1926), Ciudades espaolas. Su desarrollo yconfiguracin urbanstica (que no vio la luz en castellano hasta 1992, publicada por el Ministerio deAdministracin Pblica con un Estudio preliminar sobre su autor de Antonio BONET CORREA)realizada por quien se denominaba discpulo de Camillo SITTE, no tiene un planteamiento claramentepaisajstico, aunque s un gran inters desde este enfoque. Aos ms tarde aparecera en espaol elopsculo Paisajes urbanosde Maximilian SORRE, Ediciones 3, Buenos Aires, publicada originalmente

    en francs en 1952 como Le paysage et la vie des villes, formando parte de la voluminosa obra Lesfondaments de la Gographie Humaine, Armand Collin, Paris. Por otra parte, en H. CAPEL, op.cit, semuestra con detalle cmo desde la tercera dcada del siglo XX el concepto de paisaje urbano se abrecamino en la Geografa alemana procedente del campo de la Geomorfologa y vinculado desde entoncesal ms amplio de paisaje cultural (estudios de E.J. SIDLER, 1914; W. GEISLER, 1924, y Ch.KLEIBER, 1921, entre otros). E igualmente la escuela francesa, desde su tradicin de GeografaRegional, aborda tempranamente la cuestin (tesis de Raoul BLANCHARD, sobre Grenoble de 1911) yposteriormente en la Geografa britnica (R.E. DICKINSON, 1939). En relacin con las aportacionesgeogrficas espaolas ver Francisco QUIRS LINARES (2004), El paisaje urbano en la geografaespaola moderna, en Nicols ORTEGA CANTERO, op. cit., donde se analizan con detalle lasaportaciones al tema en las dcadas centrales del siglo XX y, especialmente, la obra de Manuel de Ternrelativa a pequeas ciudades espaolas -Calatayud, Daroca, Albarracn, Sigenza- y medianas -Toledo- ograndes -Madrid-; estudios en los que la expresin paisaje urbano no es utilizada banalmente o como un

    mero sinnimo de morfologa urbana, sino que adquiere un sentido prximo a su entendimiento actual;los estudios sobre Geografa Urbana realizados por Manuel DE TERN han sido compilados por DanielMARIAS y editados recientemente en una nica publicacin de la Real Academia de la Historia, con eltitulo Ciudades Espaolas, Madrid, (2004). Igualmente es el caso de Eduardo MARTNEZ DE PISN,en su obra Segovia. Evolucin de un paisaje urbano (Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales yPuertos, Madrid, 1976), una monografa urbana realizada desde los planteamientos metodolgicos de laGeografa Regional en la quelas descripciones de determinados espacios urbanos en distintas etapas, elrecurso frecuente a la percepcin literaria de los mismos y del conjunto de la ciudad y, sobre todo, unaabundante coleccin de dibujos del autor muestran con claridad un acercamiento a la nocin de paisaje talcomo es entendida en la actualidad, mucho ms all de su simple inclusin en el ttulo de la obra, aunquesta no afronta explcitamente ni el concepto ni una metodologa especfica para estudiar el paisajeurbano.11Julio Caro Baroja abord el paisaje en general y en particular el paisaje urbano en diferentes trabajos

    (La interpretacin histrico-cultural del paisaje, en Paisajes y ciudades, Ed. Taurus, Madrid, 1984, cfr.pgs. 13-67,La casa enNavarra, Caja deAhorros de Navarra, Pamplona, 1982, 4 tomos y Cuadernos deCampo, Ed. Turner, Madrid, 1979), anticipndose en muchos aspectos a los planteamientos actuales y

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    Pero las corrientes cientficas que ya muy avanzado el siglo XX vuelven a poneren circulacin esta nocin se dedicarn a relacionarla con espacios escasamentetransformados, con los paisajes que podran considerarse predominantemente naturaleso agrarios. En este ltimo sentido se pueden sealar tres enfoques disciplinares

    principales. En primer lugar, por su mayor influjo en el mbito cientfico dedicado a

    este tema, la llamada Ecologa delPaisaje, con origen y arraigo en el mundo anglosajny para cuya trayectoria me remito a la reciente publicacin de Santiago GonzlezAlonso12. En este enfoque el paisaje es considerado esencialmente como unfenosistema que expresa un criptosistema segn la reiteradamente citada definicin deFernando Gonzlez Bernldez13; se trata principalmente de un conjunto demanifestaciones y causas naturales o ecolgicas en el que el fenmeno urbano apenas esconsiderado en s mismo, pues cuando aparece lo hace slo como alteracin de lasrelaciones naturales y de los ecosistemas; simplificando se podra concluir que estarama cientfica se ha dedicado prioritariamente al paisaje natural, expresinampliamente utilizada en relacin con la proteccin de la naturaleza, recogida por laUICN, y otros organismos internacionales a ella dedicados hasta llegar a la Estrategia

    paneuropea para la diversidad biolgica y paisajstica14.Otra orientacin relevante del estudio cientfico del paisaje deriva de las

    necesidades del reconocimiento territorial o Landsurvey, con origen britnico15 ytambin vinculada a pases de gran extensin; desarrollada principalmente en la extintaUnin Sovitica y en Europa occidental gracias a los trabajos pioneros britnicos(Dudley Stamp) y a la importante labor de Georges Bertrand16, hasta convertirse en lallamada Ciencia del Paisaje, prolongada recientemente por el llamado Sistema GTP(Geosistema, Territorio, Paisaje) tambin planteado por el influyente profesor de laUniversidad de Toulouse17. Tampoco esta orientacin entra en consideracin suficientede los paisajes urbanos. Matices de inters en ella, para llegar a la aplicacin de lanocin de paisaje a la totalidad del territorio, son la ausencia o muy escasa adjetivacindel paisaje como natural y, lo ms importante, su inters por los procesos detransformacin humana, abarcando con ello todos los paisajes; pero sus enfoques

    bsicos y sus mtodos son propios de la Geografa Fsica y apenas se dedica atencin alos paisajes intensamente transformados ni, concretamente, a los urbanos.

    La tercera orientacin, de menor influencia cientfica, pero tambin con graninters, es la referida a la consideracin del paisaje como totalizador histrico18 o

    dedicando una especial atencin a la interpretacin a travs del dibujo medio de expresin para el quetena grandes cualidades, a las relaciones entre funcin, forma y percepcin. Ver la primera obra citada,

    pgs. 22-25.12 Santiago GONZLEZ ALONSO (2010), Planificacin del paisaje y poltica territorial. De lospostulados a su aplicacin en Espaa, Universidad Politcnica de Madrid, Escuela Tcnica Superior deIngenieros de Montes, Madrid.13Fernando GONZLEZ BERNLDEZ (1981), Ecologa y paisaje, Ed. Blume, Madrid.14 Estrategia paneuropea para la diversidad biolgica y paisajstica (1999), Consejo de Europa,Estrasburgo.15 Ver Gabriel ROUGERIE y Nicolas BEROUTCHAVILI (1991), Gosistemes et paysages. Bilan et mthodes,Armand Colin, Pars.16 Es bien conocida su publicacin pionera Paysage et gographie phisique globale. Esquissemthodologique (1968) enRevue Geographique des Pyrnes et du Sud-Ouest, T 39, Fasc 3, pgs. 249-272, Toulouse.17Ver Claude y Georges BERTRAND (2002), Une gographie traversire. Lenvironnement a travers

    territoires et temporalits,Ed. Arguments, Pars; especialmente la Parte Cuarta dedicada al Sistema GTP.18 Esta expresin fue inicialmente utilizada por Jess GARCA FERNNDEZ (1975) en su obraOrganizacin del espacio y economa rural en la Espaa atlntica,Siglo XXI, Madrid.

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    palimpsesto19; enfoque que, al parecer, procede de la idea de paisaje cultural y haconducido a su renovacin y reforzamiento. En ella han tenido mayor presencia terica,conceptual y metodolgica los procesos de urbanizacin y las llamadas permanenciaso preexistencias urbanas 20, pero el desarrollo efectivo de los estudios que apelaban ala mencionada condicin totalizadora del paisaje ha estado dirigido de forma preferente

    a los espacios rurales, siguiendo los mtodos de la Geografa Regional clsica, conimportantes capacidades para describirlos e interpretarlos y, mucho ms recientemente,de la Geografa Cultural; en ambas corrientes cientficas el paisaje urbano queda enun segundo plano y es escasamente atendido, salvo notables y valiosas excepciones21.

    Sin duda las referencias anteriores podran ser ms matizadas y desarrolladascon estudios bibliogrficos y de evolucin cientfica ms detallados; lo nico que

    pretendo subrayar ahora, para que valga como hiptesis a comprobar, es la insuficienciao desvalimiento terico, conceptual y metodolgico del paisaje urbano, hecho ante elcual tienen escasa base y utilidad los planteamientos cientficos utilizados odesarrollados para abordar los paisajes menos transformados. Frente a estas dinmicas

    poco atentas a la dimensin paisajstica de la ciudad hay que subrayar la opcin rotunda

    del Convenio de Florencia en su artculo 2, titulado mbito de aplicacin,concerniente a todo el territorio, incluidas las reas urbanas y periurbanas,comprendidos no solo los lugares sobresalientes sino tambin los paisajes cotidianos odegradados22.

    19Desconozco el origen de la relacin entre los trminos palimpsesto y paisaje; Jean TRICART, en susReflexiones sobre el artculo de G. BERTRAND (1968) op. cit. cfr. pg. 272, seala la insistencia dePierre BIROT en esta expresin, pero ignoro si es suya inicialmente; Horacio CAPEL, op. cit, indica que,en relacin con la ciudad, fue utilizada por primera vez en el Coloquio del Urban History Group,celebrado en 1966, y luego ha sido repetida multitud de veces (pg. 58); por otra parte Rafael MATAOLMO la vincula a los estudios de Arqueologa y la califica de metfora de tanto xito (en su escrito

    La dimensin patrimonial del paisaje. Una mirada desde los espacios rurales, incluido en JavierMADERUELO (2010), Paisaje y patrimonio, Ed. Abada, Madrid, cfr. pgs. 31-73, citando a AlfredFIERRO-DOMENECH (1986),Le pr carr. Gographie historique de la France, Lafont, Pars) y criticasu uso al preferir, antes que la alusin al pergamino reescrito y borroso, la de la piel arrugada,utilizada inicialmente por Ferdinand BRAUDEL.20Son trminos ampliamente sostenidos en estudios de Historia y Geografa Urbana y consolidados porsu insercin en un manual de gran influencia, el de Phillipe PANNERAI (1983), Elementos de anlisisurbano, Instituto de Estudios de Administracin Local, Madrid. Un ejemplo interesante para ver laaplicacin de estas ideas a ciudades espaolas es el estudio de Jos Ignacio LINAZASORO (1978),Permanencias y arquitectura urbana. Las ciudades vascas de la poca romana a la Ilustracin, Ed.Gustavo Gili, Barcelona.21Ver Horacio CAPEL, op. cit., captulo 1, cfr. pgs. 19-66, y para Espaa QUIRS LINARES, op. cit.Para reforzar la argumentacin anterior acudo a los excelentes manuales de Geografa Urbana realizados

    en el extranjero y traducidos al espaol en las dcadas de 1960 y 1970; la cuestin del paisaje aparecesiempre de forma marginal o con nfimo desarrollo. Ver, a ttulo de ejemplo, Geografa Urbanade PierreGEORGE, Editorial Ariel, Barcelona, 1977 (Precis de Geographie Urbaine en su edicin originalfrancesa, de 1961), obra en la que aunque se utiliza la expresin paisaje urbano, se prefiere titular con eltrmino fisonoma el apartado dedicado a la descripcin de las formas urbanas. Otras influyentes obrassimilares ni siquiera emplean la palabra paisaje. La llegada de la Geografa Cultural al paisaje es msreciente y no conozco en ella escrito alguno especficamente dedicado a los aspectos tericos,conceptuales o metodolgicos del paisaje urbano; a ttulo de ejemplo baste consultar el nmeromonogrfico dedicado a Geografa Cultural delBoletn de la Asociacin de Gegrafos Espaolesn 34,2002, en el que numerosos artculos se ocupan del paisaje, pero ninguno de ellos relaciona este conceptocon la ciudad. Ms recientemente, en el nmero 51 del mismo Boletn de la AGE (2009) dedicadomonogrficamente al paisaje y resultado de un encuentro del Grupo de Trabajo de Historia delPensamiento Geogrfico de dicha Asociacin, si se incluir esta perspectiva aunque con un desarrollo

    mucho menor que el dedicado a los paisajes agrarios.22Convenio Europeo del Paisaje, ver su versin oficial en Instrumento de ratificacin en BOE n 31 de5 de febrero de 2008, pgs. 6259-6263.

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    2. La ciudad como paisaje sentido, descrito e interpretado

    Ms adelante se abordar la ardua cuestin de establecer las consecuencias que

    muestran las distintas manifestaciones del hecho urbano cuando se las relaciona con lanocin de paisaje, pues es evidente que la pluralidad de formas que presenta en laactualidad la urbanizacin genera paisajes muy diferentes. Las consideraciones quesiguen se refieren esencialmente a la ciudad compacta, nica forma urbana presentedurante un largo perodo y base desde la cual resulta imprescindible razonar en relacincon los fines de este escrito.

    La alusin en el epgrafe anterior al sentimiento, la descripcin e interpretacinde la ciudad conduce a considerar, tres formas bsicas de posicionarse ante el paisajeurbano; procedimiento a travs del cual pretendo nicamente mostrar los hilosconductores que llevarn al surgimiento y consolidacin de dicha idea; en definitiva setrata de comprender cmo se capta, se aprecia y se explica el espacio geogrfico en el

    que se habita, cuando ste tiene carcter urbano23. Se sintetizan y comentan brevemente,la mirada artstica, la del proyectista o tcnica y la cientfica. Obviamente estos tresenfoques pueden encontrarse reunidos en las aportaciones de determinadas

    personalidades con gran influencia general en la aparicin y evolucin de la idea depaisaje urbano, pero tambin es cierto que cada uno de dichos posicionamientos haseguido una trayectoria propia, dando lugar a corrientes de pensamiento y modos deactuacin diferenciados. Dichas trayectorias distintas han contribuido a la tan reiterada

    polisemia de la nocin de paisaje y a la ignorancia o incomprensin an presentes entrelos distintos saberes que se ocupan de ella. En el escrito recin citado abordo estasituacin de incomprensin, convencido de que el entendimiento de la nocin de paisajeque propone el Convenio de Florencia permite reunir las distintas miradas, superarestriles debates y proyectar mejor los conocimientos paisajsticos hacia la resolucinde problemas ecolgicos o necesidades sociales presentes.

    2.1. La trayectoria artstica

    La atencin artstica al paisaje urbano puede ser rastreada en antiguos relieves,pinturas y textos literarios de diferentes culturales y civilizaciones24; inicialmente sonrepresentaciones ms arquitectnicas que urbanas, pero tienen idntica utilidad paraindagar sobre orgenes que algunas siluetas del relieve, trazos que representan lminas o

    cursos de agua y detalles de plantas habitualmente tomadas en consideracin por loshistoriadores del arte para situar los inicios del gnero pictrico paisajstico25.

    23En relacin con la nocin de paisaje (en general y sin adjetivos) he abordado este triple enfoque en unartculo de prxima publicacin en Scripta Nova. Revista electrnica de Geografa y Ciencias Socialestitulado El paisaje un concepto til para relacionar esttica, tica y poltica.24 Ver en Geoffrey y Susan JELLICOE (1995), El paisaje del hombre. La conformacin del entornodesde la Prehistoria hasta nuestros das, Ed. Gustavo Gili, Barcelona (edicin original de 1975) lasreferencias a los bajorrelieves asirios que, hacia 1359 a. d. C. representan las murallas de Nnive o elpalacio de Khorsabad (pg. 27).25Es el caso de los recin citados bajorrelieves asirios, de algunas representaciones egipcias de jardines

    (ver JELLICOE, op. cit.,pg. 112), de los frescos conservados en Pompeya, o los tacuina sanitatis(librosde remedios) recordados, respectivamente, por MADERUELO, op. cit., pg. 63-64, y Alain ROGER(1997), Court trait du paysage, Ed. Gallimard, 1999, pg. 67-68.

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    Ms tarde, en murales y retablos medievales, en las miniaturas de los cdices yen los primeros lejos de las pinturas prerrenacentistas son ya claramente apreciableslos esfuerzos por transmitir la presencia de la ciudad entera (Figura n 1); del final deesta etapa, la representacin realizada por Ambrogio Lorenzetti (1338-1339) en el

    Palazzo Communale de Siena sobre el Buen y mal gobierno y sus efectos sobre laciudad y el campo ha sido considerada por diferentes autores26 como la expresinicnica de un programa poltico que reconoce en el territorio y en el paisaje unas

    potencialidades ampliamente desarrolladas en dcadas y siglos posteriores. En este caso,la mejor conservacin del mural que refleja el buen gobierno, permite hoy lacontemplacin de un interesante paisaje urbano bajomedieval realizado con un

    propsito aleccionador.Los dibujos y grabados que desde finales del siglo XV representan en alzado la

    ciudad de Venecia con intencin de prestigiarla y difundir su prosperidad 27, tendrn ungran xito como frmula general, primero en Italia y ms tarde al extenderse para otrasciudades de Europa, aunque convertidos en axonometras o representaciones a vista de

    pjaro; es el caso de trabajos como los de Joris Hoefnagel incluidos en el atlas CivitatesOrbis Terrarum28, la coleccin de vistas urbanas espaolas encargada por Felipe II a

    26Ver Santiago GONZLEZ ALONSO (2010), op. cit., pg. 83, y Julio CARO BAROJA (1984), Lainterpretacin histrico-cultural del paisaje, op. cit., cfr. pg. 20.27Ver Marino ZORZI (1992) El paisaje vneto en los fondos de la Biblioteca Nacional Marciana yGiorgio BUSETTO (1992), El paisaje vneto en los fondos de la Querini Stampalia, en PaisajeMediterrneo, Electa, Miln. Cfr. pgs. 298-303 y 304-307, respectivamente.28Aunque de Civitates Orbis Terrarum se publicaron numerosas ediciones entre 1572 y 1647 que van

    sumando nuevas vistas, los grabados de Hoefnagel se realizaron reuniendo imgenes anteriores. VerMara Dolores CABRAL LORETO (1988),Iconografa de Sevilla. Primer tomo 1400-1650, Ed. El Viso,Madrid, cfr. pgs. 60 y ss.

    Figura 1: Lorenzetti. Ciudad al borde del mar, 1335. Pinacoteca Nacional de Siena.

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    Anton Van den Wyngaerde29 y multitud de representaciones posteriores, hasta lasrealizadas por Alfred Guesdon con bocetos elaborados desde un globo aerosttico amediados del siglo XIX30. Kevin Lynch sintetiz el sentido profundo de estasrealizaciones: Una vista amplia produce un estado emotivo de deleite Un panorama

    bien organizado parece constituir un elemento fundamental del goce de la ciudad

    (pgs. 57 y 58)31

    .En los comienzos del gnero pictrico paisajstico, tal como lo entienden loshistoriadores del arte, tambin aparece la ciudad con una trayectoria similar a laanteriormente marcada; es decir, con una presencia inicial ms arquitectnica queurbana32, recurdense en primer lugar determinadas obras de Perugino, los Bellini,Rafael, Veronese o Tintoretto y tambin la presencia de ruinas, templos y palacios enlas pinturas de Marco Ricci, Giovanni Pannini, Claude Lorraine o Nicolas Poussin;

    pero donde la ciudad toma carta de naturaleza propia es en la pintura holandesa del sigloXVII, que con las vistas de imgenes urbanas de conjunto (Delft por Vermeer, Arnhen

    por Van Goyen, Nearden o Harlem por Ruysdael, etc.) o de escenas urbanas cotidianas(Vermeer, De Hoogh, Der Heyden, Berkheyde, etc.) sin otra finalidad que la

    representacin artstica, desprovista de significados religiosos o mitolgicos, seconvertirn en temas paisajsticos junto a la representacin de los campos o del mar33.En Italia desde el siglo XV hasta el XVII se representar pictricamente la ciudad(Roma y Npoles, principalmente) aunque siempre como escenario o fondo de algnacontecimiento religioso, mitolgico o poltico (Didier Barra, Gaspar Van Wittel), peroser en el siglo XVIII cuando el propio Van Wittel, junto con Canaletto y Guardi,

    principalmente, consolidarn el gnero de la veduta, o vista urbana, que nuevamente seextender desde Venecia a otras ciudades (Pars, Berln, Madrid, Londres, Npoles,Dresde, Viena, etc.) mediante las obras de otros afamados artistas (Bernardo Bellotto,Jean Baptiste Raguenet, Antonio Joli, etc.)34.

    En el siglo XVIII se completa, por tanto, la mirada de los pintores a la totalidaddel territorio al incluir en ella, sin ambages ni dudas, el inters por el hecho urbano; peroen esta misma centuria se producirn las causas que sesgarn de nuevo la nocin de

    paisaje hacia una vinculacin preferente con la naturaleza. Me refiero principalmente alinters filosfico por el paisaje (Enmanuel Kant, Jean Jacques Rouseau, etc.) ycientfico en general (Alexander von Humboldt, Horace Bndict Saussure), as como ala exaltacin literaria y pictrica de la naturaleza que culminar en el movimiento

    29 Ver Richard KAGAN (1986), Ciudades del Siglo de Oro. Las vistas espaolas de Anton Van

    Wyngaerde. Ed. El Viso, Madrid.30 Relativa a las ciudades espaolas es bien conocida la serie de litografas realizadas por AlfredGUESDON a mediados del siglo XIX, todas ellas han sido comentadas por Juan Benet, reunidas y bieneditadas enIngeniera de la poca Romntica. Obras Pblicas en Espaa alrededor de 1860, Ministeriode Obras Pblicas y Urbanismo, Madrid, 1983. Tambin se encuentran publicadas y disponibles enversin electrnica como apndice del libro de Francisco QUIRS LINARES (2009), Las ciudadesespaolas en elsiglo XIX, Ed. Trea, Consejera de Medio Ambiente del Principado de Asturias, Gijn;esta publicacin contiene un comentario sobre el autor, la coleccin de vistas y la forma en que,posiblemente, fueron realizadas. Cfr. pgs. 409-430.31Kevin LYNCH (1984),La imagen de la ciudad. Ed. Gustavo Gili. Barcelona (edicin original en ingls1960); he consultado la reimpresin de 2007.32 Ver Arquitecturas pintadas. Del Renacimiento al siglo XVIII (2011), catlogo de la exposicin delMuseo Thyssen Bornemisza, Madrid.33

    Ver Peter C. SUTTON (1994), El siglo de oro del paisaje holands (1994), Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.34Arquitecturas pintadas(op. cit.); ver los captulos VII,VIII, IX, y X. Cfr. pgs. 227-351.

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    artstico romntico en sus diferentes modalidades (Caspar David Friedrich, Bernardin deSaint Pierre o Friedrich von Schiller) ya en el siglo XIX35.

    Anteriormente se ha hecho referencia al inters de la pintura pleinair eimpresionista por el paisaje urbano (Claude Monet, Alfred Sisley, Camille Pisarro,Maurice Utrillo) y su continuidad hasta la actualidad (Paul Klee, Max Ernst, Ren

    Magritte, Giorgio de Chirico, Joaqun Torres Garca, Antonio Lpez, etc.) en obras contcnicas y estilos diferentes (expresionismo, cubismo, surrealismo, abstraccin,hiperrealismo); no obstante, y a pesar de la importante evolucin habida, la dedicacinde la pintura de paisaje a los espacios urbanos ser menor y parcial en el desarrollo deeste gnero, que se ha mantenido atento principalmente a los espacios de alto valornatural y a los agrarios.

    El gran giro intelectual al respecto se produce a mediados del siglo XX con laconversin del paisaje objetivo, es decir del espacio o territorio real, en hecho artsticoen s mismo, a travs de movimientos como el landart o earthworks; estas ltimascorrientes artsticas apenas se sitan en el espacio urbano pero influyen en suconsideracin ulterior en otras artes distintas a la pintura, principalmente la escultura, la

    fotografa y el cine. El gran poeta portugus Fernando Pessoa anticipa, en lacompilacin de sus reflexiones que recoge el Libro del desasosiego, esta ltima

    posicin del arte ante el hecho urbano al sealar la multiplicidad de sentimientos queprovoca36.

    La fotografa de temtica urbana, que inicia su trayectoria artstica a mediadosdel XIX con afanes similares a los de las pinturas urbanas contemporneas (descriptivo,

    pintoresco, social, etc.), toma en el primer tercio del XX un derrotero propio con lasinstantneas sobre la realidad urbana de Henri Cartier Bresson, seguido por numerososfotgrafos de la Agencia Magnum y otros muchos; eclosionar durante la segundamitad de la centuria con la captacin de los llamados pramos urbanos, paisajes de ladesolacin y del abandono37. Idnticos puntos de vista toman otras artes, prximas a laescultura o el teatro, que utilizan la ciudad en s misma para la experimentacin denuevos objetos y sensaciones, o incluso para la protesta.

    El arte pblico urbano, es decir la escultura en el espacio libre pblico y eltratamiento artstico de determinados elementos del mobiliario urbano son propuestassignificativas de cualificacin del paisaje; en estas nuevas corrientes el artista ChristoJavacheff que forra o empaqueta edificios singulares, monumentos o puentes, es uno de

    35Ver Nicols ORTEGA CANTERO (2004), Naturaleza y cultura en la visin geogrfica moderna delpaisaje en Ibidem (editor).Naturaleza y cultura del paisaje,Fundacin Duques de Soria y UniversidadAutnoma, Madrid. Cfr. pgs. 9-3536

    El Libro del desasosiego de Bernardo Soares, escrito por Fernando PESSOA, Editorial Seix Barral,Barcelona, 1984, es una compilacin de sueltos y escritos varios realizados entre 1912 y 1935; incluyenumerosas referencias a los paisajes urbanos sentidos e interpretados por el autor con gran profundidad;en el pargrafo 427, pg. 326 se hace la siguiente observacin:Cuando el criterio del arte era laconstruccin slida, la observancia cuidadosa de las reglas, pocos podan intentar ser artistas perocuando el arte pas a ser tenido por la expresin de sentimientos, cada cual poda ser artista porque todostienen sentimientos. Esta afirmacin alcanza particular sentido en cuanto se refiere a las manifestacionesartsticas relacionadas con los espacios urbanos, como sever seguidamente.37A ttulo de ejemplo ver los catlogos de las exposiciones: Manhatan, uso mixto. Fotografa y otrasprcticas desde 1970 al presente,Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofa, Madrid, 2010; Sanctuaryde Gregor Crewdson, Galera La Fbrica, Madrid, 2011 (resea en ABC Cultural de 3/9, pg. 23) y JosGUERRERO, Efmeros, Caja San Fernando, s.l, 2006. En este mismo sentido ver tambin el artculo deNeus MIR (2010) Ms all del paisaje en Zahar -67. Paisajes ciegos, Arte Leku, San Sebastin,

    donde se seala con acierto que los lugares se han convertido para estos artistas y para muchos otros desus coetneos en sintagmas verbales donde se reactualiza el pasado, el presente y las posibles historiaspara el futuro (pg. 197).

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    los ms conocidos; su forma de hacer se generaliza ms tarde (Figura n 2) enmanifestaciones personales o colectivas con propsito artstico o social y en diversossentidos38. Mencin particular merece el autodenominado arte urbano reivindicativo,que realiza diversas manifestaciones estticas participativas; actividades en calles y

    plazas como laciutat de les paraules en Barcelona, los recorridos de deriva urbanaen otras muchas ciudades, el movimiento walkscapes o stalkerque recorre las periferiasurbanas, las pintadas estridentes de casas y los grafiti dedicados a la libre expresinartstica en tapias, muros, medianeras, edificios abandonados, elementos del mobiliariourbano, etc. Estas actuaciones fueron promovidas originariamente por grupos juvenilescontestatarios, pero han sido progresivamente asimiladas por capas sociales msamplias y convertidas en una modalidad de expresin con evidentes repercusiones endoble sentido, la utilizacin del paisaje urbano como va de expresin y su incidencia en

    la imagen de la ciudad

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    .En cinematografa la apreciacin del mundo exterior alcanza an una mayorimportancia, especialmente al incorporar el sonido, hasta el punto de que el realizador

    38Como simple ejemplo reciente la Fig. n 2 muestra la accin emprendida en las famosas casas colgadasde Cuenca para una campaa turstica; con independencia del juicio que a cada cual merezca dichaaccin, resulta evidente el propsito de utilizacin de un paisaje urbano que goza de gran reconocimiento.Agradezco a Miguel ngel Troitio Vinuesa el envo de esta imagen tomada de la web de la DiputacinProvincial de Cuenca.39 Ver Mario SUREZ (2011), Los nombres esenciales del arte urbano y del grafiti espaol, Ed.Lumwerg, Barcelona, y Francesco CARERI (2005), Walkscapes. El andar como prctica esttica, Ed.Gustavo Gili, Barcelona. Las manifestaciones artsticas utilizando la ciudad como soporte han proliferado

    en los ltimos aos; adems de la citada ciutat de les paraules de Barcelona (2005) se pueden recordartambin otras como la muestra denominada El patio de mi casa. Arte contemporneo realizada enCrdoba (2009) y Calle concepto o Proyecto bisagra en Huelva (2011).

    Figura n 2. Casa colgada de Cuenca. Fotografa de la Diputacin Provincial.

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    francs Eric Rohmer declara que primero elige un escenario y luego idea el relato40. Enel llamado sptimo arte los espacios urbanos son claramente mayoritarios, con granfrecuencia sabiamente utilizados para expresar dramatismo (Alemania ao cero, deRoberto Rossellini), empata (Manhattan, Hanna y sus hermanasy tantas otras pelculasde Woody Allen), situaciones de pobreza y marginacin social (Ladrn de bicicletas,de

    Vittorio De Sica o En construccin,de Claudio Guern), modos de vida, etc.En resumen la atencin prestada por los artistas a la ciudad ha generado unatrayectoria muy rica y de gran complejidad, pero slo recientemente ha sido expresadaen relacin directa con la nocin de paisaje y esto explica, al menos en parte, lamentalidad, todava muy asentada, de excluir de ella los espacios urbanos. Tmensecomo ejemplos finales de estas ltimas afirmaciones las percepciones de los escritoresque sealaron que la palabra potica no pertenece a la ciudad41.

    2.2. Las aportaciones desde el proyecto tcnico y la planificacin urbana

    No siempre es posible entender este punto de vista como diferenciado del

    anterior o del siguiente. Principalmente cuando se trata de la arquitectura, estrechamenteunida al dibujo y a la pintura en largas etapas, especialmente, en personalidades conimportante y largo influjo posterior a su propia existencia (caso de Giorgio Vasari,Marco Vitrubio, Leonardo da Vinci, Andrea Palladio y tantos otros) e integrada mstarde, junto a la ingeniera, en el sistema cientfico. No obstante entender comodiferenciada esta forma de aproximarse al paisaje urbano, conceptual e histricamentehablando, aporta ideas y argumentos de inters, al tiempo que resulta imprescindibleabordarla para plantear el objetivo final de este escrito: aplicar los conocimientos sobreel paisaje urbano a la planificacin territorial. La trayectoria de este punto de vista estambin larga y compleja; tampoco pretendo resumirla ni, mucho menos, explicarla.Aludir nicamente a algunos hechos e ideas que describen cmo se va haciendoexplcita en ella la nocin de paisaje urbano.

    En primer lugar es preciso tener en cuenta que en numerosas construccionesprehistricas, antiguas y medievales que podemos asociar al hecho urbano (en unoscasos ms claramente que en otros), tales como megalitos, fortalezas, templos, palacios,etc, aparece de forma temprana una ntida intencin paisajstica42 reflejada en la

    bsqueda simultnea de una amplia visibilidad y del propsito de mostrarse (ser visto),mediante una cuidadosa seleccin de la situacin y del emplazamiento y sorprendiendocon las formas, el color, los reflejos, etc. Esta intencin se ir haciendo explcita y

    progresivamente ms compleja, principalmente en las consideraciones de quienesproyectan dichas construcciones (maestros de obras, arquitectos, ingenieros militares y

    civiles, etc.) A partir del Renacimiento, en la planificacin de ciudades completas,40 Este famoso cineasta, recientemente fallecido, declar a Octavi Mart periodista del diario El Pas(31/3/1999, pg. 30), con ocasin del estreno de su pelcula Cuento de otoo, lo siguiente: Fotografo lospaisajes en los que voy a rodar un ao antes Adapto mis historias al decorado, al paisaje Esimportante describir la geografa (sic) Hacer cine no es otra cosa que organizar el espacio. A mi megusta cambiar de sitio, rodar cada pelcula en un barrio o regin distinta. Y respeto el lugar.

    41 Durante una de la primeras reuniones denominadas Cosmopotica, realizadas en Crdoba cadaprimavera, la de 1997 dedicada a Poesa y paisaje, en la sesin dedicada a paisaje urbano, sepronunciaron las siguientes frases: la palabra potica no pertenece a la ciudad y el paisaje urbano nome dice nada, es una geometrizacin y un lmite; ver las crnicas de este acto publicadas en el diario ElPaslos das 5, 8 y 9 de mayo de 1997.42

    Damin LVAREZ SALA (1992), La intencin paisajstica, en Paisaje mediterrneo,Ed. Electa,Mlaga, cfr. pgs. 106-109.

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    nuevas estructuras o sistemas urbanos y en el pensamiento utpico relativo a la ciudadideal, se ponen de manifiesto criterios y orientaciones generales que pueden serasociados al amplio contenido semntico actualmente atribuido a la nocin de paisaje.Para corroborar fehacientemente este ltimo aserto sera necesaria una revisindetallada y completa de casos y textos que no he realizado, pero de los que puedo

    mostrar algunos ejemplos43

    . En la construccin de ciudades con fortificacionesprominentes ideadas para defenderse del alcance de la artillera (sistema Vauban) esnotorio el caso de las ciudades abaluartadas de la frontera hispano-portuguesa y de otrosnotables ejemplos hispanoamericanos; construidas desde finales del siglo XVII ydurante el XVIII, en ellas se refleja el hecho de elegir emplazamientos que se proyectanfsica y visualmente al exterior de s mismos volvindose an ms conspicuos

    paisajsticamente44.En el contexto cultural occidental el primer salto cualitativo desde la intencin

    paisajstica al proyecto de paisaje urbano se produce en la concepcin y construccin delos llamados reales sitios con entidad urbana y mayor complejidad que la edificacinde un palacio con jardn. Es el caso pionero de El Escorial45y de otros posteriores como

    Versalles, los palacios de Queluz en Lisboa, Belvedere y Schnbrun en Viena, o lasciudades de Karlsrhe y Aranjuez, todos ellos precedentes singularsimos de la posteriorcorriente tcnica que, simplificando, se podra denominar paisajismo46.

    En el surgimiento del paisajismo se imbrican diferentes propsitos asociables alactual entendimiento del paisaje. La construccin de Versalles, a partir del impulso delRey Sol en Francia y del ingenio planificador y creativo de Andr Le Ntre, pretendesimultneamente desarrollar una agricultura con base cientfica, adaptar especiesexticas para la produccin de nuevos alimentos y materiales, transformar tierrasincultas en productivas, perfeccionar el riego, acondicionar espacios de caza y construiramplios palacios, jardines y parques; se realizar, en suma, lo que, en trminos actuales,se denominara como un autntico proyecto paisajstico47. Aunque estas realizacionesaparecen inicialmente en mbitos rurales que experimentarn grandes transformaciones

    para dar lugar a a jardines y parques paisajistas en distintos pases (Lancelot-Capability-Brown en Inglaterra, Jean-Marie Morel en Francia, Friedrich Ludwig vonSchekel en Baviera, etc.), se irn poco a poco vinculando a la ciudad y, concretamente,a la planificacin urbana, especialmente por el diseo y realizacin de los primeros

    parques urbanos en las grandes ciudades europeas y americanas (es el caso de RegentsPark ideado por John Nash en Londres, el Bois de Boulogne y otros principales parquesde Pars por Jean Charles Alphand, Central Park en Nueva York por Frederich LawOlmsted, etc.), que contribuirn decisivamente a una lenta emergencia de la idea de

    43Es el caso de Leonardo da Vinci autor de un Tratado del paisaje incluido en el Codex Vaticanum;citado por CARO BAROJA, op. cit., 1984, pg. 18. Igualmente es posible rastrear la nocin de paisaje enVitrubio que en su obra Los diez libros de la Arquitectura escribe: Los templos y edificiossagradosestarn situados ms elevados, a fin de que desde all se vea la mayor parte de las murallas;citado por LINAZASORO, op. cit., pg. 171.44Tomo esta idea de la intervencin oral de Antonio Jos CAMPESINO FERNNDEZ en las I JornadasIberoamericanas de Asociaciones y Sociedades Geogrficas, celebradas en Trujillo (Cceres) organizadaspor la Asociacin de de Gegrafos Espaoles los das 30 de junio y 1 de julio de 2011. la obra de esteautor referida a las ciudades abaluartadas ibricas y americanas puede encontrarse enhttp://sites.google.com/site/totom6845Ver Luis CERVERA VERA,La Fresneda un lugar de Felipe II en el entornodel Escorial, Fundacin

    Benetton, Treviso, 2003.46Ver los captulos 18, 21 y 23 de G. y S. JELLICOE, op. cit., cfr. pgs. 207-222 y 251 a 286.47Ver JELLICOE, op. cit., cfr. cap. 16, pgs. 178-191.

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    paisaje urbano; de dicha trayectoria surge su vinculacin preferente, en la prctica y enlas mentalidades actuales, a los espacios verdes urbanos48.

    Arquitectura, ingeniera, urbanismo y ordenacin del territorio, en una secuenciahistrica que en trminos generales sigue dicha enumeracin, irn desarrollando, ms enla praxis que en un pensamiento articulado y explcito, sus propias ideas sobre paisaje

    urbano. Como antes he escrito, suele citarse a Camillo Sitte como el iniciador en estembito de la reflexin tcnica sobre el paisaje urbano, quizs por la ignorancia existenteen la bibliografa internacional de impacto de la figura anterior de Ildefonso Cerd49; sinduda pueden encontrarse otros ejemplos tempranos de gran inters, aunque aislados ycon escasa repercusin para la formacin de corrientes de pensamiento y accinexplcitamente referidas al paisaje urbano. La formulacin de la propuesta deconstruccin de la ciudad lineal por Arturo Soria en 1882, compuesta entre otroselementos de una densa trama verde formada por espacios pblicos y privados de cincotipos, y la formulacin bastante posterior (1902) de las ideas sobre la ciudad jardn porEbenezer Howard50, de aceptacin prcticamente universal, as como los planteamientossobre el sistema verde urbano y sobre las nuevas ciudades vinculados al

    Movimiento Moderno51, representan sin duda hitos en la trayectoria aqu sugerida queculminar en el ms reciente Landscape Urbanism52. Llama la atencin que, en laopinin de un tratadista de la gnesis del paisaje como Javier Maderuelo, esta nocin nose aproxima al concepto de paisaje urbano, hasta mediados del siglo XX (2011, pg.14), concretamente con la publicacin de las conocidas y reiteradamente citadas obrasde Kevin Lynch y Gordon Cullen53.

    2.3. Los fundamentos cientficos del paisaje urbano

    Como he indicado en el apartado primero de este escrito el paisaje urbano no hasido objeto de una gran atencin cientfica; los diferentes enfoques practicados hantenido otras orientaciones preferentes y, en consecuencia, nos encontramos en unasituacin de insuficiencia terica al respecto. Si la ciudad es, como indic Manuel de

    48Ver Francesco FARIELLO (2000), La arquitectura de los jardines. De laAntigedad al siglo XX,Librera Maireia y Celeste Ediciones, Madrid (edicin original en italiano de 1967).49El famoso libro de Franoise CHOAY (1965),Lurbanisme, utopies etrealits, Editions du Seuil, Pars(hay versiones espaolas de 1970 y 1979) no inclua ninguna referencia a la Teora general de laurbanizacin de Ildefonso Cerd, de 1859. Josefina Gmez Mendoza indica cmo la autora francesaenmendaba esa ignorancia en una obra posterior, La rgle et le modle de 1989. Ver Urbanismo eingeniera en el siglo XIX. Reforma interior de lasciudades y movilidad, Real Academia de Ingeniera,

    Madrid, 2006, cfr. pgs. 11-13.50 Sobre la relacin de las propuestas de A. Soria, E. Howard y otras posteriores con la introduccinsistemtica de la vegetacin en la ciudad puede consultarse la obra de Luis RODRGUEZ AVIALLLARDENT (1982)Zonas verdes y espacios libres en la ciudad, Instituto de Estudios de AdministracinLocal, Madrid, cfr. cap. V, pgs. 389-490.51Ms adelante se aborda esta cuestin con mayor detalle; existen numerosas referencias bibliogrficas alrespecto; ver Luis RODRGUEZ AVIAL LLARDENT, op. cit., cfr. caps. IV y V, pgs. 149-490.52Esta corriente de pensamiento se vincula preferentemente a la arquitectura paisajista y consiste en unamplio desarrollo de las ideas anteriores de dicho enfoque, mediante la atribucin de un enormeprotagonismo a la nocin de paisaje, ya que en ella arquitectura, arquitectura del paisaje, diseo urbano yplanificacin, paisaje y urbanismo se disuelven en un nico fenmeno y una nica prctica. Ver AnaMara MOYA PELLITERO, op. cit., cfr. pg. 44. Estas propuestas estn muy alejadas de una posibleimplementacin en el actual contexto europeo, en cuyo ordenamiento jurdico el paisaje tiene todava una

    escasa consistencia normativa.53Gordon CULLEN (1974), El paisaje urbano. Tratado de estticaurbanstica, Ed. Blume, Barcelona (laedicin original en ingls es de 1960).

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    Tern y nos recuerdan sus discpulos54, el paisaje ms intensamente transformado por laaccin humana, de poco nos sirven para analizarlo y comprenderlo los planteamientosque buscan conocer transferencias de energa entre elementos y factores de los sistemasnaturales, o descripciones que bucean en los usos, apropiacin y explotacin de los

    predios agrarios. Es posible que los planteamientos tericos, conceptuales y

    metodolgicos establecidos para los paisajes de dominante natural o agraria puedan serdesarrollados en su aplicacin al hecho urbano, pero tal actividad no ha sidosuficientemente realizada, como se ver seguidamente en un repaso sinttico de lasaportaciones de las principales corrientes cientficas que han considerado el paisaje.

    El marco terico conceptual y metodolgico al que se aspira tiene que establecerel sentido de la observacin, la descripcin o el anlisis de los hechos de carcter urbanoy su explicacin causal; no debe olvidarse que se trata, adems, de un fenmeno, laciudad, de extraordinaria complejidad y gran diversidad, tardamente abordado por laactividad cientfica en general. Tal es el punto de partida de Francisco Quirs en suestudio sobre el paisaje urbano en la Geografa espaola 55; en l seala cmo se utilizala expresin paisaje urbano con escaso desarrollo, principalmente para referirse a la

    presencia de la ciudad en un mbito mayor o, an ms frecuentemente, como sinnimode morfologa urbana. Segn el mismo autor, una notable excepcin a dichos

    planteamientos insuficientes son los trabajos antes citados de Manuel de Tern queestablecen la relacin entre la fisonoma o imagen de la ciudad y las causas o procesosque las explican, analizando las formas urbanas como producto temporal decondicionantes sociales y funcionales, a partir de la consulta y estudio de fuentesoriginales (censos, catastros, licencias de obras, evolucin de la planimetra, etc.).Desde dichos presupuestos los trabajos del propio Tern y los de sus discpulos hicieronavanzar los planteamientos relativos al paisaje urbano; pero como el propio Quirsseala (pg. 183) deberan haber seguido otros estudios que no se llegaron a hacer;quizs porque a partir de los aos 60 las investigaciones sobre Geografa Urbana enEspaa se orientarn prioritariamente hacia enfoques menos relacionados con losaspectos morfolgicos 56.

    54Ver Jess GARCA FERNNDEZ (2000), Valladolid. De la ciudad a la aglomeracin, Ed. Ariel,Barcelona, cfr. pg. 15; ver tambin Francisco QUIRS LINARES (2007), El paisaje urbano en laGeografa espaola moderna. La aportacin de Manuel de Tern en Manuel de Tern 1904-1984gegrafo, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, Madrid; este escrito recoge la siguiente cita delmaestro de gegrafos, tomada del estudio sobre Calatayud: la gran ciudad de tipo moderno llega a lacreacin de formas completamente distintas de las del medio natural, cfr. pg. 168.55La siguiente cita extrada por Francisco Quirs, op. cit. (2009), pgs. 177-178, del estudio de Manuelde Tern (1942), Calatayud, Daroca y Albarracn. Notas de Geografa urbana. Estudios Geogrficosn

    6, pgs. 163-202, es de gran expresividad respecto a un verdadero planteamiento terico: Toda ciudad espaisaje, un trozo de superficie terrestre dotado de un dibujo, unas formas y colores determinados. Laciudad tiene un rostro con fisonoma y gesto peculiares, y la tarea ms fina y sutil del gegrafo de laciudad consiste en interpretar el paisaje urbano, desentraar el ms profundo sentido de sus rasgosfisonmicos, captar la intimidad psicolgica de la ciudad (pg. 179). A pesar de la oscuridad de lasltimas palabras (subrayadas por m), el entendimiento del paisaje urbano recogido en esta cita tiene granafinidad con lo planteado por Maximilian SORRE, op. cit., cfr. pgs. 11 y 12 y supone una aproximacinimportante al establecido por el Convenio de Florencia, planteamiento que tratar de desarrollar msadelante en su aplicacin al hecho urbano.56 Como se ha sealado en la introduccin de este texto y particularmente en la nota 10, en los inicios dela Geografa Urbana el paisaje es mencionado y referido a la evolucin del plano urbano; en tesisposteriores estas referencias prcticamente desaparecen hasta que en 1983 Dolores BRANDIS publiqueEl paisaje residencial en Madrid (MOPU, Madrid) y plantee el concepto compuesto de morfologa

    urbana y componente social ms su interpretacin poltica y socioeconmica (pg. 12); la investigacinse dedica principalmente al estudio de la vivienda, sus tipologas constructivas y los mbitos urbanosresultantes; un amplio captulo VII describe y analiza los distintos paisajes residenciales de la capital

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    Entre las corrientes de estudio ms vinculadas a planteamientos biolgicos oecolgicos los paisajes urbanos aparecen en los esquemas tericos como la culminacinde un proceso de antropizacin creciente, como paisajes de la tecnosfera (industrialesy urbanos) o como ecotopos tecnolgicos57 sin capacidad de autoorganizacin oregeneracin, es decir como espacios artificiales, poco interesantes para estudiosos de la

    naturaleza y de las relaciones ecosistmicas, salvo en su vertiente negativa de mbitosexcesivamente contaminados o artificiales. El desarrollo terico, conceptual ymetodolgico de los planteamientos de la ecologa del paisaje en relacin con espaciosintensamente transformados como los urbanos no ha sido realizado.

    Dicha situacin general es tambin la existente para la llamada Ciencia delPaisaje, principalmente alimentada por los estudios de los cambios de usos del suelo ysu explicacin en trminos de evolucin natural e histrica. En sus ltimos trabajosGeorges Bertrand, su principal impulsor en el contexto cientfico inmediato, se hainteresado por las transformaciones que los procesos de urbanizacin provocan en los

    paisajes, pero en un nivel de consideraciones que se puede calificar de territorial, yaque no entra en el anlisis detallado de los espacios urbanos en s mismos, sino en su

    presencia de conjunto en mbitos que los contienen58. La mayora de las investigacionesrealizadas con el mtodo establecido inicialmente por el profesor de Toulouse en sutesis sobre las montaas cantbricas de Picos de Europa y Len, no incluyen espacios o

    paisajes urbanos y dedican escasa atencin a los procesos de urbanizacin, salvo parasubrayar las grandes transformaciones experimentadas por espacios naturales y agrarios;carecen, por tanto de conceptos, anlisis y mtodos relativos a los espacios urbanizados;con frecuencia se presentan a s mismos como estudios de Geografa Fsica59.

    La arquitectura del paisaje en la medida en que sea entendida como una ciencia,superando un perfil meramente tcnico, est sin duda ms prxima al enfoque aqu

    planteado que las orientaciones anteriores; sobre todo cuando se ocupa de laintervencin en espacios urbanos con diferentes escalas, tanto de detalle (concepcin deestructuras urbanas bsicas, calles, plazas, o el diseo y realizacin de parques urbanos),o tambin de planificacin con mayor extensin (diseos de nuevos desarrollos urbanos

    mediante el desarrollo de fichas tipo dedicadas principalmente a los aspectos morfolgicos de lasconstrucciones. Aos ms tarde en la tesis de Toms MAZN (1994), La configuracin del paisajeurbano en Alicante(1960-1990), Instituto de Cultura Juan Gil Albert, Alicante, el concepto que aqu setrata toma de nuevo protagonismo, en este caso en el ttulo de la publicacin y vinculado al anlisismorfolgico de la trama urbana, aunque el estudio se orienta prioritariamente alconocimiento de laactividad inmobiliaria y sus consecuencias en la ciudad de Alicante. Para que en la Geografia espaolaaparezca un enfoque ms prximo al aqu seguido es preciso esperar a 1996, ao en que se publica lacomunicacin de Matas MRIDA RODRGUEZ Aproximacin a la valoracin de los paisajes urbanos

    en el conjuntoterritorial, presentada a lasII Jornadas de GeografaUrbanacelebradas en Alicante en1995. Ver Antonio RAMOS HIDALGO, Gabino PONCE HERRERO y Juan Manuel DVILAHENARES (Eds.), Universidad de Alicante, cfr. pgs. 268-277.57GONZLEZ ALONSO, op. cit., pgs. 22 y ss.58Georges BERTRAND (2009), En passant par le paysageparmi lieux, environnements et territoires,en Geodoc, n 56, Universidad de Toulouse-Le Mirail, cfr. pgs. 1-51; este escrito tiene un gran interspara conocer la evolucin cientfica de uno de los principales impulsores del paisaje en Europa; ademspermite comprobar la afirmacin por la que ahora lo cito.59 A ttulo de ejemplo ver Jos GMEZ ZOTANO (2006), Naturaleza ypaisaje en la Costa del SolOccidental, Diputacin Provincial de Mlaga. Con esta interesante publicacin sobre Sierra Bermejaculmina una serie de tesis doctorales realizadas en Andaluca con la metodologa de Georges Bertrand eimpulsadas en el Departamento de Anlisis Geogrfico Regional y Geografa Fsica de la Universidad deGranada por los profesores Francisco Rodrguez Martnez y Yolanda Jimnez Olivencia. En todas esas

    investigaciones, y en otras realizadas en Espaa con enfoque similar, el anlisis de los procesos deurbanizacin tiene escaso desarrollo, los espacios urbanos no son abordados en s mismos.

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    y de estructuras o sistemas generales). En lo que atae al paisaje, el principal mrito deesta corriente intelectual y cientfica es, en mi opinin, haber reintroducido laconsideracin de la naturaleza en el conocimiento y la comprensin de la ciudad. Sobretodo en la planificacin y el proyecto urbano, tras una etapa de absoluta exaltacinfuncionalista de la edificacin y la urbanizacin que condujo a la produccin de

    espacios urbanos que despreciaban las condiciones ambientales ms bsicas (pendiente,iluminacin, ventilacin) o desprovistos de elementos y caractersticas naturalesfavorecedoras (vegetacin, agua, sombra). A partir de los aos 60 del pasado siglo el

    propsito de volver a relacionar naturaleza y ciudad se concreta con una especialvaloracin operativa del relieve, la red hidrogrfica y la vegetacin arbrea en el

    proyecto y la planificacin urbana. El concepto de negentropaacuado por Ian Mchargen su influyente obra Design with Nature60contiene un importante germen terico eigualmente interesantes son sus planteamientos metodolgicos que descomponen encapas cartogrficas el territorio y las superponen posteriormente para orientar laaccin; pero dicho mtodo es til principalmente para sealar restricciones, no afrontaconceptualmente el paisaje urbano en s mismo, ni desarrolla propuestas especficas

    para l salvo en la consideracin de las zonas verdes y la vegetacin urbana.Como ya he indicado, Javier Maderuelo considera que, en relacin al paisaje

    urbano, no fue hasta mediados del siglo XX cuando se publicaron dos libros que seaproximan por primera vez a este concepto. Me refiero a los libros de Kevin Lynch The

    Image of the Cityy al de Gordon Cullen Townscape,ambos editados en 1960 (pg.14). Esta afirmacin puede ser analizada a la luz de la amplitud conceptual de la nocinde paisaje establecida en el Convenio de Florencia y de los desarrollos metodolgicosrecientes, realizados principalmente en la denominadaLandscape Character Assessment(LCA).

    Kevin Lynch entiende que su trabajo est dedicado al arte del diseo urbano(pg. 45) y para hacerlo posible estudia la imagen de la ciudad entendindola en undoble sentido; el primero de ellos se relaciona con la impresin general que produce undeterminado hecho urbano a partir tanto de su contemplacin en una visin panormica,como de la sensacin dominante adquirida al deambular por l. Dichas prcticastransmiten una determinada reputacin escnica de cada ciudad, en los diferentes

    perceptores posibles. En segundo lugar relaciona dicha imagen con la posibilidad de querevele la estructura fsica de la ciudad (claridad y legibilidad de la misma), lo cual

    permite orientarse en ella; aunque Lynch ofrece ante todo un mtodo para captar ysistematizar las percepciones del espacio urbano, no debe olvidarse que su propsitofinal est referido al proyecto y a la planificacin, exigiendo a estas actividades lacapacidad de interpretar las transformaciones que la ciudad causa en el medio fsico en

    el que se implanta y las valoraciones de dichos efectos por sus habitantes.Gordon Cullen lleva el trmino paisaje al ttulo de su obra, lo toma comoverdadero concepto director (recurdese cuntas publicaciones contienen la palabra ensu nombre sin luego tenerla en cuenta verdaderamente) y lo entiende compuesto deaspectos objetivos y subjetivos; el libro se dedica a explicar las sensaciones o

    percepciones que producen determinados lugares y partes del espacio urbano, o algunoselementos y formas; dichos argumentos se desarrollan con una estructura y un lenguajesui generis, difciles de clasificar, pero que aproximan este libro singular a unasinstrucciones o gua de actuaciones; la publicacin presenta un indudable inters

    prctico (Figura n 3).

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    Ian MCHARG (2000), Proyectar con la naturaleza,Ed. Gustavo Gili, Barcelona (la edicin original eningls es de 1969).

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    Figura n 3. Plazoleta. Dibujo incluido en el libro de Gordon CULLEN (1974).

    Sin duda ambos libros se han convertido en referencias significativas en laevolucin de las ideas sobre los paisajes urbanos, principalmente en su aplicacin a laciudad occidental contempornea y, sobre todo, entre arquitectos, diseadores deespacios libres y urbanistas; pero las dos obras carecen de una consideracin suficientede los aspectos que explican la forma urbana, su base natural y el proceso histrico quelas une a su funcionalidad; tampoco contienen desarrollos tericos suficientes. Hanservido para que entre los estudiosos y profesionales de los enfoques antes citadoscreciera la atencin prestada a los aspectos perceptivos de los paisajes urbanos; en esteaspecto, la concepcin del paisaje en ambas obras se acerca a la definicin del paisajeincluida en el Convenio de Florencia. De aos siguientes cercanos son las obras de Cliff

    Tandy y Richard Smardon, menos citadas pero con gran inters prctico y gran reflejoen la arquitectura paisajista y en el diseo urbano, aunque carentes de planteamientostericos 61.

    61Cliff TANDY es editor de la obra colectiva Paisaje urbano, Ed. Blume, Madrid, 1976 (edicin originalen ingls de 1970) y autor igualmente de Industria y paisaje, Instituto de Estudios de AdministracinLocal, Madrid, 1979 (edicin original en ingls de 1975). En la misma escuela cientfica debe incluirse la

    influyente obra de Richard C. SMARDON y J.P. KARP, The legal landscape.Guidelines for regulatingenvironmental and aesthetics quality, Van Nostrand Reinhold, Nueva York, 1992, en la que la ciudad esabordada con escaso desarrollo.

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    La carencia de marco terico relativo a los paisajes urbanos ha sido planteadarecientemente por Emily Brady62 al poner de manifiesto que prcticamente toda lareflexin filosfica sobre el paisaje se refiere a la capacidad de este trmino para reflejarla naturaleza y las relaciones de los seres humanos con ella, pero en dichas lneas de

    pensamiento apenas aparecen consideraciones directas relativas a los paisajes o entornos

    intensamente modificados, ni por tanto a los ms transformados de todos, los paisajesurbanos. Defiende esta autora la necesidad de realizar un giro radical en dicha direccin,por dos razones principales: primero porque la mayor parte de la existencia y de lasactividades humanas se localiza en espacios muy modificados; en segundo lugar porquedichos mbitos tienen una gran complejidad ontolgica, que no es posible comprenderdesde postulados reduccionistas hombre-naturaleza, ni se completa con un aadidoutilitarista de dicha relacin. Acorde con los recientes planteamientos de laenvironmental ethics63 y la environmental aesthetics64 propone empezar adesarrollar este enfoque partiendo de la comprensin en profundidad de lasmotivaciones de los artistas del landarty earthworkscomo expresin primaria de lasrelaciones dialcticas entre artefacto y naturaleza, para superar los habituales

    enfoques moralizantes, ecolgicos o sociales, y dar entrada a otros planteamientosontolgicos y culturales, tal y como sugiere la compleja nocin de paisaje del CEP.

    3. Continuidad y especificidad en el paisaje urbano

    Cuanto he sealado hasta aqu muestra la necesidad de abordar y desarrollar lareflexin y el tratamiento en profundidad del paisaje urbano. No tiene sentido ignorar onegar la condicin de paisaje al espacio urbano; la atencin que se le ha prestado hastaahora es insuficiente, permaneciendo el concepto en la confusin y en sinonimiasinaceptables. En las pginas que siguen har diferentes propuestas para avanzar en sudesarrollo terico, conceptual y metodolgico, desde dos ideas principales: cuanto se

    predica para el paisaje en general, sin adjetivos, puede ser de utilidad para los espaciosurbanos; la consideracin especfica de stos exige desarrollos propios en los planosterico, conceptual y metodolgico. Empezar a recorrer dicho camino no significadespreciar las aportaciones al conocimiento de la ciudad desde otros enfoques (anlisismorfolgicos, explicaciones econmicas o sociales de los hechos urbanos); tampoco se

    pretende dejar resueltas todas las cuestiones que puedan suscitarse, pero s tengo lavoluntad de superar la utilizacin ambigua de la idea de paisaje urbano mediante suequiparacin con otras expresiones, principalmente con morfologa urbana. Por otra

    parte, los planteamientos que seguidamente realizo estn orientados a la utilizacin de

    62 Emily BRADY (2008), La esttica de los entornos modificados, en Esttica del entorno, obrapblica y paisaje, Centro de Estudios de la Obra Pblica y Urbanismo, Madrid, cfr. pgs. 4-22.63En relacin con este enfoque ver Albert CORTINA RAMOS (2010), Novacultura del territori i ticadel paisatge, Consell Assessor per al Desenvolupament Sostenible, Generalitat de Catalunya, Barcelona;ver tambin Jrg ZIMMER (2008), La dimensin tica de la esttica del paisaje en Joan NOGU(edit.), El paisaje en la cultura contempornea, Biblioteca Nueva, Madrid, cfr. pgs. 27-44.64El escrito citado de Emily Brady (2008) aborda los planteamientos de este enfoque y aporta referenciasa trabajos propios ms desarrollados (Aesthethics of the Natural Environment, Edimburg UniversityPress, 2006) y de otros autores como Allen CARLSON (2000), Aesthethics and Environment. TheAppreciationof Nature, Art and Architecture, Routledge, Londres y Nueva York; D.W. CRAWFORD,

    Comparing nature and artistic beauty, en Salin KEMAL e Ivan GASKELL, eds., Landscape, NaturalBeauty and the Arts, Cambridge University Press, 1993.

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    esta nocin en sus posibles aplicaciones a la ordenacin del territorio, entendida ensentido amplio que incluye la ordenacin urbana o urbanismo.

    3.1. Un marco terico para los paisajes urbanos

    Como he apuntado anteriormente la consideracin terica de los paisajesurbanos debe arrancar de su condicin de artefacto, de hecho o realidad consecuencia dela actividad humana y de espacio intensamente transformado; una accin antrpica que,sin embargo, no anula o elimina completamente la base natural presente en todoterritorio. En lnea con determinados planteamientos cientficos que intentan hacerfrente a los retos o problemas ambientales, sociales y econmicos contemporneos el

    punto de partida es entender dicha accin como parte de un sistema global y de unproceso en el que se integra el ser humano; posicin que, por tanto, niega la disyuncinentre lo humano y su marco vital debida al pensamiento dominante en el racionalismooccidental65; en el mismo sentido pero en relacin especfica con la nocin de paisaje,

    se plantea superar la situacin presente en la mayora de las sociedades actualesdenominada por Augustin Berque deforclusin, es decir, de separacin entre una formade actuacin destructiva del territorio y la valoracin idealizada de ste como paisaje66.

    Caractersticas y propsitos principales del paradigma terico en el que me sitoson tambin los siguientes. El conocimiento de los paisajes implica el anlisis odescripcin de hechos objetivos (los distintos lugares o partes del territorio y suscomponentes, as como su explicacin causal, en la que se entrelazan factores naturalesy humanos), pero para llegar a entender dichos espacios como paisajes es precisoconocer tambin las valoraciones sociales que de ellos se hacen y que encuentran su razen razones culturales que incluyen aspectos materiales e inmateriales; es imprescindible,

    por tanto, analizar y explicar la conformacin de un determinado mbito como territorioo espacio atribuido a un grupo humano que lo ocupa, lo aprovecha, lo modela y que, ensu condicin de espacio vivido, lo carga no slo de significados utilitarios, sino tambinsimblicos.

    Para alcanzar de forma completa los conocimientos referidos es preciso tener encuenta, adems, que tanto dicha realidad objetiva, como su valoracin por la sociedadson dinmicas y que, en ambos aspectos, cambian con distintos ritmos sus diversoscomponentes y sus sentidos unitarios o de conjunto. En consecuencia la trama decaractersticas compositivas de los espacios y de las sociedades que los pueblan, la

    pluralidad de relaciones naturales y culturales es de tal complejidad que hace nico cadalugar, cada territorio y cada paisaje, siendo imposible e innecesario generalizarlas. La

    comprensin de todo ello permite, no obstante, obtener enseanzas y conclusiones deutilidad general y, sobre todo, actuar en cada lugar de forma acorde con la realidadobjetiva conocida y con los peculiares valores atribuidos, de modo que se consigamantener la riqueza de los recursos y las relaciones naturales presentes y que nomermen sus posibilidades de utilizacin por las futuras generaciones que los ocupen.

    Para el conocimiento de los paisajes urbanos, es necesario partir de losplanteamientos de la Ecologa, es decir de considerarlos sistemas de relaciones naturalesradicalmente cambiados por la accin humana y convertidos en espacios de latecnologa, pero que requieren el mantenimiento de unas condiciones ambientales

    65Ver Edgar MORIN (2011),La Voie. Pour lavenir de lhumanit, Ed. Fayard, Mayenne; cfr. pgs. 80 y

    ss.66Augustin BERQUE (2009), op. cit., cfr. pgs. 40 y ss.

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    bsicas directamente relacionadas con la sostenibilidad, y con la salud humana,entendidas ambas en sentido amplio. En continuidad con lo planteado por Manuel deTern los paisajes urbanos no slo son los espacios o territorios ms intensamentetransformados, sino tambin los que presentan una mayor complejidad ontolgica; susaspectos biolgicos, aunque se puedan considerar disminuidos, estn presentes en ellos

    y tienen sus propias caractersticas y significados. En mbitos urbanos la ocupacinhumana alcanza densidades muy altas y sobrepone un ingente artificio a una basenatural que queda profundamente alterada o desfigurada; las transformaciones delrelieve y de la red hidrogrfica suelen ser radicales e, incluso, los cambios en lascondiciones climticas locales pueden ser significativos; pero ninguna de esasalteraciones debe ser ignorada ni despreciada; en los espacios urbanos se localizan yconcentran funciones productivas y prcticas sociales especializadas, que dan lugar al

    predominio de elementos territoriales y formas construidas propias; igualmente sonlugares caracterizados por presentar un alto dinamismo en sustitucin de materiales, enredistribucin de componentes y en cambios formales; contienen multitud de

    preexistencias residuales y de permanencias especialmente valoradas, tanto en sus

    condiciones materiales como por su significado histrico, cultural o simblico.Cada uno de los anteriores atributos generales del espacio urbano ha sido objeto

    de desarrollos cientficos especializados, contenidos en abundantes referenciasprocedentes de diversas disciplinas (Sociologa, Geografa, Urbanismo, etc.); no puedenser abordados aqu, ni siquiera sintticamente; no obstante debe advertirse que todosellos tienen cabida en la compleja nocin de paisaje con la que ser trabaja en el presenteescrito.

    3.2. Definicin y tipos de paisajes urbanos

    Desde hace aos insisto en la necesidad de superar los debates nominalistas y dehacer converger en mayor medida los distintos enfoques disciplinares que se ocupan del

    paisaje. Esos planteamientos que se ignoraban entre s condujeron no slo a unasituacin de autntico dilogo de sordos en los que el trmino paisaje era empleado consentidos muy distintos67(la famosa polisemia), sino tambin a la prdida de confianza yal abandono del concepto68. Como acertadamente seal Adrian Phillips en elimportante seminario celebrado en Sheffield en 2007 auspiciado por el influyente

    Landscape Research Group la promulgacin y la favorable acogida del ConvenioEuropeo del Paisaje permite superar una situacin adversa demasiado prolongada69.

    Siguiendo esta ltima recomendacin, me atengo a la definicin de paisajecontenida en el Convenio de Florencia (artculo 1) tratando de aplicarla y desarrollarla

    en relacin con los espacios urbanos, tan singulares paisajsticamente como ya se hasealado en el apartado anterior.Como se van a tratar los paisajes urbanos, es precisa, en mi opinin, una

    aclaracin previa sobre la adjetivacin del trmino paisaje. Es sabido que el Convenio

    67 Franco ZAGARI (2006) ha recopilado casi medio centenar de definiciones y, hasta cierto punto,entendimientos diferenciados de la nocin de paisaje en su obra Questo paesaggio. 48 definizioni,Gruppo Mancosu Editore, Roma.68Ver en este sentido el texto de Georges BERTRAND (1998) Le paysage lpreuve de la science, enJess ARIAS ABELLN y Francis FOURNEAU, El paisaje mediterrneo, Universidad de Granada, cfr.pgs. 103-105.69

    Ver Adrian PHILLIPS (2007), Sumario de ideas para la conclusin del encuentro del Grupo deInvestigacin del Paisaje, Shefield (original en ingls indito), publicado en espaol en CuadernosGeogrficos, n 43, Universidad de Granada, cfr. pgs. 353-358.

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    de Florencia toma en consideracin al paisaje sin adjetivarlo70 superando as posicionesconfrontadas de anteriores instrumentos internacionales que se refirieronalternativamente al paisaje natural (UICN) o al paisaje cultural (UNESCO). Noentrar aqu ni a desarrollar las argumentaciones al respecto de cada opcin ni arebatirlas, simplemente sealar, en primer lugar, que cada una de dichas opciones sigue

    siendo defendida en la actualidad como prioritaria, sobre todo la segunda71

    . Por otraparte, es necesario recordar que el adjetivo aadido puede ser tan variado como lassituaciones a las que atribuyamos la nocin principal; es intelectualmente lcito referirsea los paisajes del agua o del viento, a los agrarios o los industriales, a los jursicos o alos postmodernos, etc.; el adjetivo no hace sino sugerir o apuntar rasgos o causasdominantes en el paisaje de que se trate.

    Por todo ello, entiendo que el paisaje urbano es aquel cuyas formas asociamos afactores o procesos vinculados a la ciudad y, si se toma como punto de partida ladefinicin del Convenio Europeo, se puede definir consecuentemente como cualquier

    parte del territorio urbanizado tal como la percibe la poblacin y cuyo carcter sea elresultado de la accin e interaccin de factores naturales y/o humanos.

    La inclusin de la palabra urbanizado en la anterior definicin puede serdiscutida (lo definido no debe entrar en la definicin) o inducir al debate, tan reiterado,sobre qu es la ciudad o cules son sus caractersticas como espacio o como medio(apartando ahora las consideraciones de tipo sociolgico o econmico que tambinremiten a las causas que promueven o explican las formas urbanas). Dicha palabra

    podra ser sustituida por los atributos del hecho urbano sealados en el apartado anterior(intensidad de la transformacin, densidad, funciones especficas, etc.) pero con ello sealargara y reducira la eficacia de la definicin. De ella quiero sealar, como aspectos

    positivos, que mantiene la doble condicin (objetiva y subjetiva) del paisaje, as comosu entendimiento causal y dinmico. Al igual que para el paisaje en general, entre lostrminos empleados en esta definicin, destaca la relevancia atribuida a la palabracarcter sobre la que recae la tarea principal de desarrollar las referencia a losatributos y contenidos propios de cada mbito espacial, cuestin que abordar msadelante.

    Otra aclaracin previa indispensable es la relativa a las diversas formas deurbanizacin y a su indudable repercusin paisajstica. Aunque se pueden distinguir unaserie de atributos espaciales especficos del fenmeno urbano en su conjunto (cuestintambin discutida tras la aparicin y extensin de la ciudad difusa), resulta evidente quelas distintas formas de urbanizacin han producido diferentes paisajes urbanos. No es

    70El Convenio est dedicado al paisaje sin ms y evita adjetivarlo. Si se lee su breve texto con atencin

    en su versin original en francs se podr comprobar que el trmino paisaje slo aparece acompaado,significativamente, de los adjetivos europeo (en el Prembulo) y degradado (en el artculo 2 quedefine el mbito de aplicacin). Durante los trabajos para su elaboracin se plante, en varias ocasiones,la posibilidad de dedicar el Convenio a los paisajes naturales y/o a los paisajes rurales, propuestasque no prosperaron71 Ver PAL, SANCHO y TORT, op. cit., pg. 17. Estos autores afirman que no hay paisaje sin latransformacin humana del medio; segn mi criterio confunden transformacin y percepcin yrefuerzan de este modo su nfasis en lacondicin cultural del paisaje y su exaltacin de los paisajesrurales, tema del libro en el que colaboran. De ser admitida esta posicin se negara la realidad,pues noseran paisaje importantes espacios apenas hollados por los humanos y, adems, se negara toda unatradicin cientfica dedicada a los aspectos naturales del paisaje, as como el propio nacimiento de lanocin de paisaje en relacin con el asombro o la admiracin ante la naturaleza. De inters explicativorespecto al origen intelectual de la oposicin entre paisaje natural y paisaje cultural es el texto de

    Yves LUGINBHL (2008) Les paysages culturelles, en Monumental 2008. Dossier PatrimoineMondial, cfr. pgs. 52 y 53.

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    este el lugar para abordar una cuestin tan compleja como la elaboracin de unatipologa, ni de ciudades ni de espacios urbanos. Para los fines de este trabajo meapoyar en una triple distincin con base esencialmente morfolgica, aunque claramentevinculable a etapas histricas y modos culturales de urbanizacin. Desde el punto devista paisajstico propongo la diferenciacin bsica entre urbanizacin compacta,

    periurbanizacin y rururbanizacin72

    . Como he indicado anteriormente en el presenteescrito abordar nicamente la dimensin paisajstica de la ciudad compacta, intentandoavanzar en esta cuestin y partiendo de la conviccin de que las otras dos formas deurbanizacin plantean cuestiones paisajsticas diferentes, tanto respecto a la aquabordada, como entre s.

    Tambin las dimensiones de las ciudades y hasta cierto punto la escala espacialen las que podemos situarlas, requieren consideraciones previas para abordar susaspectos paisajsticos. La nocin de paisaje tiene sentido o valor para tratar hechos tandiferentes como el ms bsico ncleo urbano o la aglomeracin metropolitanamultimillonaria en habitantes y de enorme extensin superficial; puede ser atribuidatanto a la presencia del hecho urbano en un conjunto territorial o paisajstico mayor (la

    ciudad en el paisaje o paisaje urbano externo), como a una parte del mismo hechourbano (escena urbana o paisaje urbano interior). Obviamente en el caso de los ncleosurbanos de menor dimensin es especialmente valorada su presencia o incidenciaunitaria en un mbito ms amplio; mientras que de las grandes ciudades no siempreresulta posible tener una nica imagen que la comprenda. Ambas circunstancias estnmuy presentes en la componente subjetiva del paisaje urbano y conducen a dos

    planteamientos diferentes del mismo. La consideracin unitaria de un determinadohecho urbano, imagen o paisaje de conjunto de la ciudad est en el origen del aprecio ydifusin de los valores del paisaje urbano en s mismo (vistas renacentistas y modernas)y tambin en la especial importancia concedida a la presencia del hecho urbano en un

    paisaje mayor (caso de los pueblos blancos andaluces, de los asentamientos urbanos conemplazamientos prominentes, en meandros acusados, en lagunas, etc.).

    Por otra parte la percepcin del paisaje urbano interior en el contexto culturaloccidental tambin tiene una trayectoria propia; es idealizada en las arquitecturas[urbanas] pintadas, bajomedievales y renacentistas a las que me he referido en elapartado 2.1., pero sobre todo es convertida en paisaje propiamente dicho a partir de lasvedutedel siglo XVIII y de la p