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82 Vol. 1, núm. 2 Boletín de los Sistemas Nacionales Estadístico y de Información Geográfica Antecedentes históricos del ordenamiento territorial en México: la obra de Manuel Orozco y Berra Carlos Contreras Servín * En el área territorial de aproximadamente 4 millones de km 2 que México heredó de España, a raíz de la Independencia, yacían serios problemas que dificultarían la integración nacional, lo cual hizo evidente la necesidad de contar con investigaciones de carácter general para sustentar la planeación. El interés por la Geografía desde esa época obligó a fundar la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en 1833, además de la profesión de ingeniero geógrafo en 1843. De manera paulatina, a partir de estos dos acontecimientos se incorporaron a los planteles de la ciudad de México asignaturas relacionadas con dicha ciencia, particularmente en el Colegio de Minería y en las escuelas de Agricultura, Comercio y la Nacional Preparatoria, entre otras. Dentro de este contexto, sobresale la presencia de Manuel Orozco y Berra (1816-1881), como parteguas entre la Geografía de la primera mitad del siglo XIX y la del Porfiriato. Su obra permite comprender la forma en que los diversos gobiernos entendieron y trataron de utilizar los conocimientos geográficos en el ordenamiento del territorio nacional. * Doctor en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); es coordinador de la Licenciatura en Geografía en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Teléfono: (444) 818 24 75; correo electrónico: [email protected].

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Vol. 1, núm. 2Boletín de los Sistemas Nacionales Estadístico y de Información Geográfica

Antecedentes históricos del ordenamiento territorial

en México: la obra de Manuel Orozco y Berra

Carlos Contreras Servín*

En el área territorial de aproximadamente 4 millones de km2 que México heredó de España, a raíz de la Independencia, yacían serios problemas que dificultarían la integración nacional, lo cual hizo evidente la necesidad de contar con investigaciones de carácter general para sustentar la planeación. El interés por la Geografía desde esa época obligó a fundar la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en

1833, además de la profesión de ingeniero geógrafo en 1843. De manera paulatina, a partir de estos dos acontecimientos se incorporaron a los planteles de la ciudad de México asignaturas relacionadas con

dicha ciencia, particularmente en el Colegio de Minería y en las escuelas de Agricultura, Comercio y la Nacional Preparatoria, entre otras. Dentro de este contexto, sobresale la presencia de Manuel Orozco y

Berra (1816-1881), como parteguas entre la Geografía de la primera mitad del siglo XIX y la del Porfiriato. Su obra permite comprender la forma en que los diversos gobiernos entendieron

y trataron de utilizar los conocimientos geográficos en el ordenamiento del territorio nacional.

* Doctor en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); es coordinador de la Licenciatura en Geografía en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Teléfono: (444) 818 24 75; correo electrónico: [email protected].

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Geografía

Introducción

Se tiene la idea común de que la ordenación del territorio en México pertenece a la historia re-ciente y se le asocia a las políticas ambientales, urbanísticas, de desarrollo económico regional y descentralización, entre otras. Como de forma atinada lo ha señalado el doctor Ángel Bassols, el estudio de la integración-desintegración del espacio es un tema en esencia político que invo-lucra la idea de Estado, la propiedad y utiliza-ción de los recursos naturales, además de las for-mas de gobierno y administración del territorio.1 Sin embargo, poco se reflexiona que el interés del país por organizar, armonizar y administrar la ocupación del espacio surgió con el nacimien-to del propio Estado.

Por otra parte, el siglo XIX, dramático y por tanto crítico, produjo notables geógrafos: uno de ellos fue Manuel Orozco y Berra, polifacético y fecundo hombre de ciencia, cuya obra es muy apreciada; sus inquietudes enciclopedistas, sus variadas ocupaciones, su vida angustiada por las conmociones políticas, la inseguridad y la pobre-za se reflejaron en su producción diversa y de di-ferente valor. Por tal motivo, el presente trabajo pretende difundir la importancia de sus trabajos, en un momento crucial de nuestra historia, con la finalidad de establecer la importancia que tiene dicha obra como uno de los referentes obligados del hoy llamado ordenamiento territorial.

Para realizar esta exposición, me interesa hacerlo a partir de tres ejes de análisis, factores que, a mi juicio, concurren en el proceso de in-tegración territorial del México decimonónico y permiten comprender mejor la labor de Ma-nuel Orozco y Berra, éstos son: el surgimiento de la nación, la tradición histórico-geográfica y la construcción de la imagen territorial en los mapas del siglo XIX y, por último, la obra de Orozco y Berra, como parteaguas de los actuales estudios sobre ordenamiento del territorio.

Surgimiento de la nación

México heredó de España una extensa área te-rritorial de aproximadamente 4 millones de km2

(lo doble de la actual)2, pero bajo el número alen-tador de las leguas que formaban el nuevo país yacían serios problemas que dificultarían nuestra integración nacional. No obstante, en la cultura de las elites permanecieron los ideales ilustrados, en particular la concepción racionalista y progre-sista del orden que debería imponer el Estado. Este proyecto exigía la inclusión de técnicos y expertos a la burocracia, la creación de institu-ciones y organizaciones de estudio y fomento a la actividad científica y, sobre todo, la generación y formación de nuevos cuadros profesionales.

En tanto, algunos gobiernos del interior

efectuaron estudios geográficos y estadísticos de

1 Bassols Batalla, Á. Franjas fronterizas México-Estados Unidos. Colección México y América: I y II. México, UNAM-Instituto de Investi-gaciones Económicas, 1998-1999.

2 No obstante, hay que recordar que la guerra con Estados Unidos de América entre 1847-1848 redujo la extensión a poco menos de la mitad.

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sus localidades. Cada vez se hacía más evi-dente la necesidad de contar con investiga-ciones de carácter general que sirvieran como fundamento para la planeación a largo pla-zo y la organización de la República. Uno de los primeros obstáculos que se percibieron en el México independiente fue la necesidad de poblar las zonas alejadas del centro del país. No obstante, todos los proyectos iniciados en torno a la colonización estaban directamente alimentados tanto por la imagen que del terri-torio y del poblador se habían forjado las cla-ses dirigentes como por la idea de Estado que se pretendía edificar, lo cual no correspondía con la realidad política, geográfica, natural, demográfica y cultural de lo que desde 1821 se comenzó a denominar México; he ahí una de las razones del fracaso colonizador.3

Por otro lado, estas acciones de dominio tuvieron como marco de referencia la promul-gación de diversas leyes y la creación del Minis-terio de Fomento, en el que participaría Manuel Orozco y Berra, sobre todo en el periodo del Segundo Imperio.

De esta manera, se puede decir que el cono-cimiento y la idea de reorganización del México independiente del siglo XIX coinciden, en gran medida, con el periodo de nacimiento y muerte de Orozco y Berra (1816-1881). Por otra par-te, el conocimiento del territorio nacional en la

primera mitad de ese siglo se fue desarrollando a través de cuatro vías:

1. A partir de esfuerzos individuales, en especial científicos amateurs, viajeros y empresarios.

2. Como uno de los objetivos de los proyec-tos gubernamentales: comisiones de ex-ploración y límites, estudios sanitarios, proyectos de vías de comunicación y aná-lisis para la promoción de la inmigración y/o la inversión extranjera.

3. Dentro de los programas de enseñanza media y superior.

4. Para el último tercio del siglo, como fundamento de un ambicioso programa institucional.

De particular interés para el desarrollo de la Geografía en este periodo fueron las leyes del 1 de junio de 1839, 2 de diciembre de 1842 y 27 de noviembre de 1846, mismas que crea-ron la Dirección General de Colonización e Industria, que en 1853 se transformaría en la Secretaría de Fomento.4

La fundación del Ministerio de Fomento expresó un cambio en la concepción del territo-rio que se tenía desde la administración federal. Se ocupaba de incentivar aquellas obras públi-cas que permitiesen rendir las potencialidades del país; trataba sobre colonización y deslinde

3 Martín, Pere S. “Tierras y baldíos: las políticas del Estado mexicano para la civilización del territorio en el siglo XIX”, en: La integración del territorio en una idea de Estado. México y España, 1820-1940. México, Instituto de Geografía de la UNAM-Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-Agencia Española de Cooperación Internacional, 2002.

4 García Cubas, Antonio. El libro de mis recuerdos. México, Imprenta de Arturo García Cubas, 1904.

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Geografía

de tierras baldías; de las principales ramas pro-ductivas; de la construcción de obras públicas, canales, desagües y transporte (puertos inclui-dos); y del control de aranceles y aduanas. Era, también, el que intervenía en la desamortiza-ción de bienes, así como en el levantamiento de las cartas topográficas y de la información estadística.

Posteriormente, la Ley de Desamortiza-ción Civil y Eclesiástica de 1856 y el artículo 27 de la Constitución de 1857 permitirían la pri-vatización de las tierras comunales, cuyo orde-namiento jurídico había respetado la dotación de tierras otorgada durante el periodo colonial, con lo cual se asestaría un golpe a los derechos indígenas al declarar nulos sus ordenamientos y sus territorios en cuanto a tierras ociosas y, por lo tanto, enajenables.5

La Geografía y la construcción de la imagen territorial en los mapas del siglo XIX

Los estudios iniciales del territorio se remon-tan a la época de la colonización española; sin embargo, el tránsito de los estudios geográficos hacia el siglo XIX está marcado por la expedi-ción de Alejandro de Humboldt al continente americano (1799-1804), que incluyó una larga

estancia en la capital de la Nueva España; su obra Ensayo político sobre el reino de la Nueva España (1807-1811) recibió reconocimiento oficial en 1824 cuando se le declaró “la fuente estadística e informativa más confiable para reorganizar el país”.6 Con estos comentarios no implicamos que se adoptaran sus resultados acríticamente ni que su ensayo se convirtiera en la única fuente del de-sarrollo ulterior de la Geografía mexicana, pues lo que mantuvo su continuidad fue, sin lugar a dudas, la fuerza inercial de la Ilustración.7

En los primeros años de independencia empezaron a desembarcar en México viajeros relacionados con empresas mineras que realiza-ron estudios encaminados a promover la coloni-zación y la explotación mineral, quienes publi-carían obras como las de Joel R. Poinsett (Notas sobre México en 1822), George F. Lyon (Viaje por la República de México en 1826) y Henry G. Ward (México en 1827). Sin embargo, la de ma-yor trascendencia científica y que desarrolló el tema que nos ocupa fue escrita por el mineralo-gista Joseph Burkart (1798-1870) como resulta-do de una década de investigaciones en el país: se trata del libro Estancia y viajes en México en los años 1825 hasta 1834, observaciones sobre el país, sus productos, la vida y costumbres de sus habitan-tes, así como observaciones en las ramas de Minera-logía, Geognosia, Ciencia de Minas, Meteorología, Geografía.8

5 Martín Pere S. Op. cit.6 Azuela, Luz Fernanda, citada en “La valoración de Humboldt en los homenajes mexicanos del siglo XIX”, en: Zea, Leopoldo y Alberto

Saladino (coords.). Humboldt y América Latina. México, IPGH-UNAM-FCE, 2000, p. 20.7 Moncada Maya, Omar. “La Geografía en México. Institucionalización académica y profesional”, en: Aguilar, Guillermo y Omar Moncada

(comps.). La Geografía Humana en México: institucionalización y desarrollo recientes. México, UNAM-FCE, 1994.8 Von Metz, Margarita. México en el siglo XIX visto por los alemanes. México, UNAM, 1982.

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Con este trabajo, Burkart se distinguió entre los viajeros ligados con la explotación minera por el amplio espectro de estudios que efectuó y por el uso de instrumentos y métodos de investigación rigurosos, con los que realizó el registro y la interpretación de los datos. En la obra aparecen estudios sobre las ciudades y los diferentes climas, los volcanes, las fuentes ter-males, los distritos mineros y los edificios pre-colombinos, acompañados por tablas, mapas, mediciones, observaciones y estadísticas que corrigieron y completaron la visión de Hum-boldt sobre la geografía y la Naturaleza mexi-canas para los europeos interesados en el país (imperios políticos y financieros, empresarios y, desde luego, científicos).

Por otra parte, durante esta misma etapa, hubo una serie de proyectos impulsados por los sucesivos gobiernos en los que se efectuaron investigaciones y observaciones de carácter geo-gráfico. Destacan los trabajos del Istmo de Te-huantepec (1823-1826), de los alrededores de la ciudad de México (1825) y de la frontera nores-te de México y los Estados Unidos de América (1827-1829), que tuvieron por objeto “observar los rasgos naturales, obtener información geo-gráfica y apuntar datos exactos para los mapas”9 de cada región. Con el paso de los años, la pri-mera se convertiría en una de las regiones mejor estudiadas del país, por su presumible potencial para comunicación interoceánica.

En esos primeros años independientes aparecieron, también, numerosas propues-tas para el conocimiento de México: en 1832, Tadeo Ortiz de Ayala, en una obra titulada México considerado como nación independiente, ofreció, de hecho, un programa de gobierno que incluía la necesidad del conocimiento geo-gráfico y de la riqueza del país, paralelo a una propuesta de desarrollo de las diversas ramas de la economía, las comunicaciones, el creci-miento demográfico y la colonización.

El interés por crear una sociedad dedicada a la realización de tareas cartográficas y estadís-ticas del conjunto del territorio independizado explica el surgimiento del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (fundado en 1833), pre-cursor de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, así como la creación de la Comisión Geográfica Exploradora (1877). Sin embargo, conviene destacar la labor emprendida en tiem-pos de la Reforma por Antonio García Cubas en obras destacables como el Atlas geográfico, estadístico e histórico de la República Mexicana (1857), calificado por los expedicionarios fran-ceses de la Commission Scientifique du Mexi-que (1864-1867) como el mejor existente del conjunto del territorio mexicano.10

En lo que respecta a la educación, los pla-nes educativos de 1823 y 1826 incorporaban la figura del ingeniero geógrafo, organizada para

9 Mendoza Vargas, Héctor. “Las opciones geográficas al inicio del México independiente”, en: Mendoza Vargas, Héctor (coord.). México a través de los mapas. Temas selectos de Geografía de México, I.1.2. México, UNAM-Instituto de Geografía/Plaza y Valdés, 2000.

10 Ibid.

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Geografía

la realización de tareas en relación con el orde-namiento del territorio y el levantamiento del mapa topográfico. No obstante, fue hasta 1843 cuando se creó la carrera de ingeniero geógrafo, profesión que se incluyó dentro de los planes de estudio del Colegio de Minería.

Entre los trabajos geográficos más desta-cados durante esa época destacó el papel desem-peñado por los primeros ingenieros geógrafos para fijar los límites de la frontera México-nor-teamericana al término de la guerra de 1847.11

En el periodo 1835-1865 salieron 166 in-genieros del plantel de Minería, de los cuales tres eran geógrafos. Lo más notorio era la au-sencia de esta profesión, por ejemplo, en el Mi-nisterio de Fomento para el proyecto de la carta geográfica, la exploración y la medición exac-ta del territorio. Los geógrafos eran los únicos cuya especialidad llegaba hasta los ocho años, con estudios en Geodesia, las proyecciones car-tográficas y los métodos para las coordenadas geográficas.12

Trascendencia de la obra de Manuel Orozco y Berra

Breve semblanza de su vidaOriundo de la ciudad de México, vio la luz el 8 de junio de 1816 y falleció en este mismo lugar el 27 de enero de 1881. Estudió en el Colegio de

Minería, donde se graduó como ingeniero agri-mensor. Sus estudios en esta rama de las ciencias organizaron su mente y le posibilitaron para rea-lizar trabajos posteriores de gran valor.

En Puebla, estudió Leyes y obtuvo el títu-

lo de abogado en 1847. Apoyado por José Fer-nando Ramírez –quien le auxilió como maestro y amigo–, desempeñó con eficacia y honestidad algunos empleos. Fue director del Archivo Ge-neral de la Nación y, en 1856, tuvo el cargo de oficial mayor del Ministerio de Fomento. Gui-llermo Prieto le había pedido a Orozco y Berra se encargase de la formación del mapa postal de la República Mexicana debido a sus excelentes trabajos cartográficos y a sus profundos conoci-mientos geográficos e históricos del país. Liberal distinguido, fue ministro de la Suprema Corte, en sustitución de Ignacio Mariscal, durante la ad-ministración de Juárez. En el gobierno de Maxi-miliano, al igual que otros connotados liberales, colaboró con él, ocupado en trabajos científicos en bien de México.

De su vasta producción, se pueden desta-car (como trabajos en los que el concepto de ordenamiento territorial está presente) los si-guientes: Materiales para una cartografía mexi-cana, Memoria para la carta hidrográfica del Valle de México y Geografía de las lenguas y carta etno-gráfica de México; pero donde mejor se vislum-bra esa idea del ordenamiento territorial es en la Carta general del Imperio, que fue solicitada por

11 Moncada Maya, Omar. Op. cit.12 Mendoza Vargas, Héctor. Los ingenieros geógrafos de México, 1823-1915. Tesis de Maestría. México, UNAM-Facultad de Filosofía y Letras,

1993.

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el emperador Maximiliano durante la Interven-ción Francesa y el llamado Segundo Imperio.

A este valioso personaje, que poseía tan-tos atributos (ingeniero, escritor, abogado, geógrafo, historiador y funcionario público), se le encomendó la tarea de elaborar una nueva organización territorial del Imperio mexicano. El 27 de julio de 1864 recibió una comunica-ción del Ministerio de Fomento donde se le so-licitaba que, por orden del emperador, formase un proyecto de división territorial y política en el término de ocho meses. El 15 de febrero de 1865, Orozco y Berra contestó que, dentro del plazo que se le había señalado, presentaría la memoria respectiva para la nueva división te-rritorial, mencionando que la nación debía re-organizarse según las bases siguientes:

• La extensión total del territorio del país quedaría dividido por lo menos en 50 departamentos.

• Se elegirían, en cuanto fuera posible, lí-mites naturales para la subdivisión.

• Para la extensión superficial de cada de-partamento, se atendería a la configura-ción del terreno, clima y elementos, todos de producción, de manera que se pueda conseguir, con el transcurso del tiempo, la igualdad del número de habitantes de cada uno.13

Carta general del Imperio La elaboración de este mapa fue de suma im-portancia dentro de los planes de ordena-miento territorial que se hicieron en nuestro país en el pasado, ya que se tomaron en cuen-ta, básicamente, elementos geográficos para la delimitación de las jurisdicciones y el fu-turo desarrollo de las nuevas demarcaciones, y porque dentro de estas áreas sería más fácil la comunicación, lo cual inf luiría en su ac-tividad comercial. Por otra parte, Orozco y Berra indicó que elementos debían conside-rarse para elaborar la distribución territorial del Imperio:

“Una buena división territorial es un pro-blema complejo compuesto de multitud de elementos, de los cuales los unos pueden ser fácilmente puestos en relación, mientras los otros presentan en su conjunto dificultades insuperables a veces. Dependerá de los lími-tes, de su extensión, de los accidentes natura-les del terreno, de la feracidad del suelo, del modo con que estén distribuidos los depósitos de las aguas, los ríos y las montañas, de los centros principales de población, de su fuerza y de sus recursos, de los medios de comunicar-se, de las razas allí establecidas y, además, de otros mil pormenores; ni habrá que olvidar los idiomas hablados por los habitantes del país ni usos, su religión y sus costumbres.” 14

13 García, Rubén. Biografía, bibliografía e iconografía de Don Manuel Orozco y Berra. México, Sociedad Mexicana de Geografía y Esta distica, 1934. // Commons, Áurea. “La división territorial del Segundo Imperio mexicano”, en: Estudios de Historia Moderna y Contempo-ránea de México. Vol. 12. México, UNAM. 1989.

14 Orozco y Berra, Manuel. “Idea de las divisiones territoriales de México, desde los tiempos de la dominación española hasta nuestros días. Población actual”, en: El Sistema Postal de la República Mexicana. 30 de agosto. México, 1878.

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Geografía

De la demarcación dijo que: “…la elec-ción de límites naturales es la más perfecta que puede adoptarse, así para separar un país de otro, como una fracción política de su ve-cina dentro de una misma nación” (ver mapa). Del número y tamaño de las jurisdicciones destacó: “Debía procurarse también, en cuan-to fuera posible, que no resultaran fracciones

inmensas y llenas de recursos, que por sí solas pudieran convertirse en árbitros de la suerte co-mún, al lado de otras despobladas y sin medios de subsistencia, privadas de los elementos nece-sarios y, por consecuencia, débiles e incapaces para vivir y desarrollarse”.15 De aquí provino, sin duda, la división, fraccionando la superficie del país en 50 departamentos (ver cuadro).

Número de departamento

DepartamentoSuperficie antigua

(leguas)Población

antigua

Superficieactual

(leguas)

Población actual

I Yucatán 6 801 668 023 4 902 263 547

II Campeche 6 801 668 023 2 975 126 368

III La Laguna 364 11 807 1 685 47 000

IV Tabasco 1 719 70 628 1 905 99 930

V Chiapas 2 598 167 472 1 871 157 317

VI Tehuantepec 1 742 82 395 1 999 85 275

VII Oaxaca 3 288 525 938 1 839 235 845

VIII Ejutla 3 288 525 938 1 157 93 675

IX Teposcolula 3 288 525 938 1 352 160 720

X Veracruz 3 501 349 125 2 119 265 159

XI Tuxpan 3 501 349 125 1 325 97 940

XII Puebla 1 733 658 609 1 141 467 788

XIII Tlaxcala 276 90 158 1 030 339 571

XIV Valle de México 67 269 534 410 481 796

XV Tulancingo 67 269 534 1 030 266 678

Imperio mexicanoAño de 1865

Continúa

15 Ibid.

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Vol. 1, núm. 2Boletín de los Sistemas Nacionales Estadístico y de Información Geográfica

Número de departamento

DepartamentoSuperficie antigua

(leguas)Población

antigua

Superficieactual

(leguas)

Población actual

XVI Tula 67 269 534 617 178 174

XVII Toluca 3 204 1 029 629 1 095 311 853

XVIII Iturbide 3 204 1 029 629 833 157 619

XIX Querétaro 869 165 155 946 273 515

XX Guerrero 4 451 270 000 1 668 124 836

XXI Acapulco 4 451 270 000 1 965 97 949

XXII Michoacán 3 453 554 585 1 750 417 378

XXIII Tancítaro 3 453 554 585 1 194 179 100

XXIV Coalcomán 3 453 554 585 993 96 450

XXV Colima 607 62 109 1 131 136 733

XXVI Jalisco 8 324 804 058 1 252 219 987

XXVII Autlán 8 324 804 058 1 394 82 624

XXVIII Nayarit 8 324 804 058 1 718 78 605

XXIX Guanajuato 1 545 729 103 1 452 601 850

XXX Aguascalientes 381 86 329 1 768 433 151

XXXI Zacatecas 3 862 296 789 1 785 192 823

XXXII Fresnillo 3 862 296 789 2 299 82 860

XXXIII Potosí 3 914 397 189 2 166 308 116

XXXIV Matehuala 3 914 397 189 2 097 82 427

XXXV Tamaulipas 4 219 109 673 1 969 71 470

XXXVI Matamoros 4 219 109 673 2 195 40 034

XXXVII Nuevo León 4 216 145 779 2 379 152 645

XXXVIII Coahuila 7 947 67 590 3 996 63 178

XXXIX Mapimí 7 947 67 590 4 528 6 777

XL Mazatlán 7 947 67 590 2 116 94 387

XLI Sinaloa 4 690 160 000 2 576 82 185

XLII Durango 6 744 144 331 3 394 103 608

XLIII Nazas 6 744 144 331 3 089 46 495

Imperio mexicanoAño de 1865

Continúa

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91

Geografía

Posteriormente, hizo una observación de mucha importancia en lo relativo a la población: “Tomados en conjunto los departamentos, pre-sentan dos grandes divisiones: los marítimos y los interiores; los primeros forman un total de 61 625 leguas cuadradas, con 2 860 536 almas; los segundos cuentan 52 431 leguas cuadradas con 5 537 544 individuos. Comparando estos dos grandes grupos, se advierte que aquél tiene una superficie mucho mayor que éste, mientras que el segundo apenas cuenta con la mitad de la población. De aquí se infiere que, mientras nuestras inmensas costas están poco habitadas, la gente se agrupa en la parte central. Éste vie-ne a ser el núcleo de la nación, donde cuenta su mayor fuerza física e intelectual, la riqueza agrícola, industrial y manufacturera. Mirando la carta, este espacio se extiende de Oaxaca al

Sur, al Potosí y a Durango al Norte; el resto aún no entra con paso firme en el movimiento general del país”.16

Como se puede apreciar, de sus observa-ciones hay dos puntos que resaltan: la confi-guración física del país que, en la mayoría de los casos, es un obstáculo casi insalvable para la relación entre algunas regiones y la preocupa-ción de que la producción estuviese en relación con el número de habitantes; nos da la idea de que lo deseable era llegar a tener un equilibrio económico dentro de estas jurisdicciones.

Por otra parte, si observamos la orografía y la hidrografía descrita en el terreno, se nota lo siguiente: con esta división tenemos a la vista la red hidrográfica en su conjunto, pues de los

Fuente: Commons, Áurea. “La división territorial del Segundo Imperio mexicano”, en: Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México. Vol. 12. México, UNAM, 1989.

16 Ibid.

Número de departamento

DepartamentoSuperficie antigua

(leguas)Población

antigua

Superficieactual

(leguas)

Población actual

XLIV Álamos 6 744 144 331 2 657 41 041

XLV Sonora 13 940 139 374 4 198 80 129

XLVI Arizona 13 940 139 374 4 852 25 603

XLVII Huejuquilla 13 940 139 374 4 479 16 092

XLVIII Batopilas 13 940 139 374 2 967 71 481

XLIX Chihuahua 11 615 164 073 5 341 65 824

L California 8 437 12 000 8 437 12 420

Total 114 507 8 231 455 114 036 8 218 028

Imperio mexicanoAño de 1865

Concluye

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Geografía

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50 departamentos en que fue dividido el país sólo ocho se delimitaron teniendo en cuenta grandes elevaciones, montañas, cadenas montañosas, sie-rras madres y menores. Para los 42 departamen-tos restantes sirvieron de límites, principalmente, los ríos del país, lagunas, mares, golfos y océanos, por lo que las cuencas hidrográficas se convirtie-ron en la base de la organización territorial.

Por último, quisiera señalar dos cosas, apa-rentemente contradictorias entre sí, que valdría la pena reflexionar: Edmundo O´Gorman ca-lificó el proyecto territorial del Imperio como el único intento científico de organización te-rritorial que tenía una intención organizadora y constructiva, a diferencia de las leyes y decretos de la República que, en esa materia, expresaban la anarquía y la desidia17, sin embargo, hoy en día, nuestra organización territorial es, en sus términos básicos, heredera de la tradición co-lonial, reformulada en la época de la anarquía y la desidia.

El mismo O´Gorman reconoció que a pesar de su carácter científico, fruto del exa-men maduro y concienzudo hecho por Oroz-co y Berra, la propuesta de división impe-rial trató de imponer “ciertas ideas europeas [para la organización territorial, tomó en consideración la estructuración por departa-mento de Francia] demasiado extrañas por entonces”.18 Por otra parte, la división terri-torial propuesta por Orozco y Berra ref lejó el

escenario del encuentro complejo y conf lic-tivo de una tradición histórico-geográfica, de los propósitos de afirmación de un po-der político nacional en proceso de construc-ción; por esa razón, esta división no puede ser sólo vista como un intento de reorgani-zación regional, sino que es necesario reva-lorar la carta División territorial del Segundo Imperio 1865, como uno de los primeros an-tecedentes científicos del hoy llamado orde-namiento territorial.

Otras fuentes

De Humboldt, A. Ensayo político sobre el reino de la Nueva

España. Núm. 39, Colección Sepan Cuántos. México,

Editorial Porrúa, 1973.

De Olavarría, Enrique. La Sociedad Mexicana de

Geografía y Estadística. Reseña histórica. México,

Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomen-

to, 1901.

De la Torre Villar, Ernesto. Semblanzas de académicos.

México, Ediciones del Centenario de la Academia

Mexicana. 1975.

Gerhard, P. A guide to the historical geography. Cam-

bridge, Eng. University Press, 1972.

Olvida, J. “Proyectos de colonización en la primera mi-

tad del siglo XIX”, en: Relaciones, (42), Estudios de

historia y sociedad. México, Colegio de Michoacán,

pp.23-47.

Sierra, C. El nacimiento de México. México, Miguel Án-

gel Porrúa editor, 1984.

17 O´Gorman, E. Historia de las divisiones territoriales de México. Núm. 45, 5ª edición. Colección Sepan Cuántos. México, Editorial Porrúa, 1979.18 Ibid.