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¡QUÉ LA LUNA Y EL SOL NOS PROTEJAN! Por: Claudia Patricia Garay Forero. Finalizaba junio y los hijos de la Luna se preparaban para celebrar la festividad Jizca Chia Zhue: las bodas del Sol y la Luna. Una danza en su honor. Un tributo Muisca a las fuerzas cósmicas y a la naturaleza para proveer de energía, vida y alimentos a todos sus hijos. A los habitantes de la tierra. Chiguasuque una mujer Muisca de la localidad de Bosa, médico tradicional, vestida de traje blanco de algodón, quien a través de la luz que provee el blanco de su larga cabellera y las expresiones faciales que revelan una sabiduría ancestral, me comentaba que las bodas de Jizca Chia Zhue reconstruyen lo que su comunidad había perdido: la creencia en la fortaleza del Sol y en la oración de la Madre Luna: La madre que ilumina, alimenta, nutre y da la vida. Es el crecer, el amanecer, el despertar a usos y costumbres que el tiempo y el crecimiento vertiginoso y desmedido de la ciudad han intentado absorber. En medio de cánticos, rituales y danzas en honor a su máxima deidad, un grupo de 45 personas de la comunidad Muisca de Bosa amparadas en los pilares del amor, la unidad, la fraternidad y el compromiso, buscaban fortalecer su identidad colectiva como hijos de la Luna y el Sol. El corazón de Chiguasuque vibraba. Eso decía ella al tiempo que su mirada de añoranza dirigida no sé bien si al cielo o los cerros orientales de Bogotá, se manifestó ante mí acompañada de un suspiro. -¡Qué Chia y Zhue nos protejan!- Expresó con nostalgia. Chiguasuque miró directo a mis ojos diciendo: -“Algunas personas del lugar donde provengo, la vereda de San Bernardino de Bosa y también de la vereda San José

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¡QUÉ LA LUNA Y EL SOL NOS PROTEJAN!

Por: Claudia Patricia Garay Forero.

Finalizaba junio y los hijos de la Luna se preparaban para celebrar la festividad Jizca Chia Zhue: las bodas del Sol y la Luna. Una danza en su honor. Un tributo Muisca a las fuerzas cósmicas y a la naturaleza para proveer de energía, vida y alimentos a todos sus hijos. A los habitantes de la tierra.

Chiguasuque una mujer Muisca de la localidad de Bosa, médico tradicional, vestida de traje blanco de algodón, quien a través de la luz que provee el blanco de su larga cabellera y las expresiones faciales que revelan una sabiduría ancestral, me comentaba que las bodas de Jizca Chia Zhue reconstruyen lo que su comunidad había perdido: la creencia en la fortaleza del Sol y en la oración de la Madre Luna: La madre que ilumina, alimenta, nutre y da la vida.

Es el crecer, el amanecer, el despertar a usos y costumbres que el tiempo y el crecimiento vertiginoso y desmedido de la ciudad han intentado absorber.

En medio de cánticos, rituales y danzas en honor a su máxima deidad, un grupo de 45 personas de la comunidad Muisca de Bosa amparadas en los pilares del amor, la unidad, la fraternidad y el compromiso, buscaban fortalecer su identidad colectiva como hijos de la Luna y el Sol.

El corazón de Chiguasuque vibraba. Eso decía ella al tiempo que su mirada de añoranza dirigida no sé bien si al cielo o los cerros orientales de Bogotá, se manifestó ante mí acompañada de un suspiro.

-¡Qué Chia y Zhue nos protejan!- Expresó con nostalgia. Chiguasuque miró directo a mis ojos diciendo: -“Algunas personas del lugar donde provengo, la vereda de San Bernardino de Bosa y también de la vereda San José dicen que… ¡nuestros seres han muerto! Al Mohán a quien se le veía hace unos años alrededor del río Tunjuelito, hoy con sus veredas contaminadas es casi un recuerdo. Las Candilejas, la Llorona, las Sirenas y los Venados de Oro son nombrados como anécdotas por el grupo de abuelos. ¿Sabe por qué? Porque la ciudad nos buscó a nosotros”-

Mientras Chiguasuque me comentaba acerca de la progresiva desaparición de sus tradiciones, a paso lento y acompañadas del sonido de flautas, quenas, y marimbas, caminamos hasta llegar junto al Gobernador del Cabildo Indígena de la localidad de Bosa. Un joven de tradicional apellido Muisca. Neuta Tunjo. Para ser más exacta, José Reinel.

Chiguasuque le dijo a Neuta que me comentara con mayores detalles sobre la preocupación de la comunidad ante la llegada del urbanizador.

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-“Si desea nos podemos sentar en el prado. Allá junto al árbol de eucalipto. Lejos del ruido para que me escuche mejor”-. Remarcó Neuta.

Apartados un poco de los cánticos y las danzas en honor a la Luna y el Sol, le pregunté al Gobernador cuál era la preocupación de Chiguasuque y de la población Muisca de la zona.

-“Señorita. En el 2006 el Distrito expidió mediante decreto la adopción de un Plan Parcial en la localidad de Bosa que afecta a la comunidad indígena. Este proyecto conocido como El Edén – El Descanso afecta a las veredas de San Bernardino y San José, lugar donde vivimos. Quieren construir ocho mil viviendas de interés social y tres avenidas. Lo que le preocupa a mi comunidad es que el suelo de esta zona que es agrícola, fue clasificado como de expansión, característica que lo hace propicio para la ejecución de un Plan Parcial. Antes de la expedición de ese Decreto el Distrito realizó 13 reuniones con la comunidad de la localidad de Bosa, pero no con nosotros: con la población indígena de la zona, sin tener en cuenta aspectos como la cosmogonía o el pensamiento indígena. El proyecto todavía no se ha ejecutado y está en proceso de modificación”- Expresó el joven gobernador.

Según José Neuta la población indígena que habita en Bosa no es ajena al desarrollo. Sólo quiere que ante los proyectos de expansión y renovación urbana sea tenida en cuenta. La construcción de viviendas de interés social implica para toda su comunidad cambiar el estilo de vida. Pasar de una cuyo sustento está en la tierra, a formar parte del grupo masivo de personas asalariadas que ganan un sueldo mínimo, o incluso menos, sin tener la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas.

-“Voy a ser más sincero con usted señorita”- Me decía el joven Neuta acomodándose sus pequeños lentes. -Este proyecto fue creado desde la oficina y la occidentalidad sin saber cómo afectaría a las personas que viven del cuidado de los animales o de la agricultura. “Eso conduce a fraccionar, dividir y acabar con la comunidad indígena que ha vivido en torno al desarrollo de la tierra. Para el indígena la tierra no es un negocio”-

Mientras más me interesaba en el relato del joven Gobernador del Cabildo Indígena de Bosa, por un momento vi que a lo lejos un grupo de personas de la comunidad se acercaba a nosotros en compañía de la señora Chiguasuque. Sin darme cuenta hacía parte de un círculo de siete personas que escuchaban mis preguntas y las respuestas de José Neuta, y quienes a veces interrumpían para añadir comentarios con relación a esta situación.

El Gobernador continuó con su relato respondiendo a mi inquietud sobre las áreas que cobija el Plan Parcial y algunas cifras importantes. -“Como le venía diciendo la mayoría de estas personas viven del cuidado de la tierra. Partiendo de ese hecho el desarrollo de este proyecto ocupará en su totalidad más de 619 mil metros cuadrados. El 84.13% será área urbanizable, dejando sólo como área rural un poco más del 15%. El Plan Parcial corresponde a 247 predios. Tome nota de esto… el 73.6% son tierras indígenas y la valorización de los terrenos está por fuera del precio que establece el Distrito”.-

Expidiendo de su cuerpo olor a hierbas y a tierra como consecuencia de los marcados movimientos corporales, y evidenciando en sus manos, rostro y pelo la sabiduría que da la

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vida y el contacto permanente con la tierra, la señora María Neuta interrumpió al Gobernador expresando con ahínco la propuesta desproporcionada del Distrito al ofrecer un valor de 20 o 30 mil pesos por el metro cuadrado a una tierra por la cual sus ancestros dieron su vida. Un territorio que en la cosmogonía del pueblo Muisca es la Madre.

-¡Sí, claro!- Decía con voz ronca y fuerte el señor Orobajo, quien llamó mi atención por su ancha contextura y su marcada tez rojiza. -“Para avanzar en este proyecto hay que tener en cuenta aspectos como la vivienda digna. Para el indígena la vivienda digna no es una vivienda bonita. Es el lugar donde desarrolla su proyecto de vida, donde subsiste. Qué bueno sería crear un desarrollo urbanístico indígena. Una iniciativa que incluya a las 720 familias que afecta, donde se puedan llevar a cabo proyectos de tierras comunes que desarrollen productos agrícolas, o viviendas en las cuales cada familia pueda sembrar una huerta y tener sus medicinas tradicionales. Donde se viva una vida en comunidad como la debe tener el indígena, no dividida ni destinada a espacios pequeños y cerrados”.-

-¿Si las personas de la ciudad aplicaran el Ziscagoscua?- Me decía la señora Fontiba. -¿El Zis qué?- Pregunté. -“Señorita. Traducido del chibcha al castellano significa: curarse a sí mismo”- Reiteró.

-“La tierra nos provee todo y hay que protegerla”- Me decía esta mujer robusta y de sonrisa indeleble. -“Por eso nuestra comunidad está trabajando por la recuperación de los ríos Tunjuelito y Bogotá, y la conservación de los humedales. Imploramos para que los urbanizadores dejen de construir en nuestras tierras, o para que al menos, no destruyan todo lo que encuentran a su paso”-

¿Estarán condenados a incorporar un estilo de vida híbrido en condiciones de pobreza ante la imposibilidad de pagar impuestos? ¿A ser parte de una mezcla forzosa, lejos de toda identidad, entre el avasallador proceso de expansión urbana y una forma de vida agrícola - ancestral anacrónica? Me preguntaba mientras a lo lejos los sonidos de las festividades de la luna y el sol y los vestigios de un paisaje rural invadido por hileras de viviendas en condiciones poco deseables, tristes, calles polvorientas y sin asfaltar, componían el retrato de la vereda San José donde se encuentra el Colegio Distrital San Bernardino. Ese día lugar de homenaje a la naturaleza, y en donde de manera imprevista sucedía la charla que mantenía con miembros de la comunidad indígena.

La señora Fontiba comentaba que muchas de las plantas medicinales crecían a su vez junto al río Tunjuelito. -“Si hoy es difícil preparar muchos remedios, es por el doble desastre que significó la contaminación de las aguas y la llegada del pasto quicuyo al sector. Antes toda maleza era medicinal. Ahora crece pasto en todos los rincones y salvo el resistente diente de león, es difícil encontrar en las riveras otra planta con propiedades medicinales.

Por eso debo dinero a la Empresa de Acueducto. A veces no llueve lo suficiente para llenar mi pozo pequeño y me veo en la necesidad de regar con el agua de la llave”-.

Chiguasuque promotora del encuentro, interrumpió para hacer remembranza a sus costumbres de auto sanación.

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“Las plantas medicinales que ahora no se consiguen crecían alrededor de los humedales.

Por ejemplo el borrachero blanco. Sus hojas y flores tenían muchos usos, especialmente tratar el seco de difunto y el mal de ojo en los niños. La guaba que producía una suerte de mazorca pequeña y roja, curaba la mastitis de las vacas y servía para desinflamar heridas en los cristianos. El Cobán o “tapaculos” que producía estreñimiento al comer sus pepas dulces. El chilco que servía para curar el ombligo de los recién nacidos. La Toronja para lavar la ropa. Los hinojos para bajar la leche a las mamás recién paridas. La ortiga para castigar a los niños malcriados. La caléndula para desinflamar. La manzanilla para los dolores de estómago”-

A esta charla -novedosa para mí en muchos aspectos- José Neuta agregó que al igual que el conocimiento y aplicación de las plantas medicinales -elemento distintivo de sus tradiciones-, conservan también dentro de sus usos la transmisión oral. Esta sucede en las reuniones constantes entre los hombres viejos del Cabildo, algunas veces con la presencia de los niños, donde piden permiso a los taitas, sus antepasados, para entrar en el Cusmuye ó templo del agua. Allí sus ancestros les brindan toda la fuerza espiritual para sanar problemas y tomar decisiones.

-“Esta es una manera de conservar nuestra cultura. De afianzar nuestra identidad”- Me decía el Gobernador casi como si fuera un murmullo, como si quisiera que desde mi estilo de vida occidental le comunicara a la población con la que he convivido toda la vida, que todas estas acciones de penetración y colonización espontánea e impuesta enferman a la sociedad y a la tierra, no sólo por causas orgánicas: también por comportamientos sociales y espirituales incorrectos.

Por medio de una airosa señal con los brazos el señor Cobos, músico tradicional y hombre Muisca de Bosa, distrajo la atención de José Neuta invitándolo a continuar con el ritual de las bodas de Jizca Chia Zhue. En ese momento entendí que debía regresar a mi comunidad, a las filas de concreto, a fundirme entre el grupo de personas que en su mayoría padece de estrés producto de acciones encaminadas a acumular en un 90% bienes materiales.

Tomada del brazo por parte de Chiguasugue quien me acompañó hasta las afueras de la Escuela Distrital San Bernardino, me sentí con el deber en mi calidad de ser, producto del encuentro de las energías de la Luna y el Sol que da lugar a la creación, de comunicar la forma de vida y las amenazas que enfrentan las 720 familias de la comunidad Muisca de Bosa.

Caminé algunos metros en medio de las calles polvorientas de la vereda San José hasta encontrar un bus que me condujera de nuevo a las avenidas cotidianas, a los edificios, al ruido, a la gente encerrada en sus propios universos.

El olor fétido que mi cerebro asimiló a alcantarilla o a botadero de basura, me ubicó cercana a las veredas del Río Tunjuelito. Por fortuna el hedor se disipó son rapidez. Relajada al sentir que respiraba mi tradicional aire, -ignoro si puro- la muerte y la putrefacción se presentaron de nuevo. El bus que transitaba por la autopista sur pasaba cerca al Matadero Distrital. El mayor proveedor de carne en Bogotá.

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En ese momento cerré los ojos y decidí por unos minutos mirar dentro de mí. Comprendí que la tierra me llamaba a vivir la realidad espiritual que ella encierra para no enloquecer ante los acontecimientos que ocurren en el mundo occidental que me rodea.

Hay un cambio. Es evidente: se llama Evolución. -“Pero… ¿hacia dónde? ¡Qué la luna y el sol nos protejan!”- Cavilé camino a casa.

VARIAS COSAS: NO ES BUENO DARLE PARLAMENTOS TAN LARGOS A LOS PROTAGONISTAS DE LA CRÓNICA. SOBRE TODO SI NO SON TAN IMPORTANTES. TAMPOCO ESTÁN PLAGADOS DE SABIDURÍA NI SON LOS RELATOS MÁS SENTIDOS DE LOS INDÍGENAS.

LA OTRA ES QUE NO HAY UN DOLIENTE PARTOCULAR. LA NOTA ES UN HÍBRIDO A MITAD DE CAMINO ENTRE UN REPORTAJE DE DENUNCIA POR LA UTILIZACIÓN DE ESE SUELO AGRÍCOLA, Y UNA CRÓNICA SOBRE LA COMUNIDAD MUISCA DE BOSA. EL HÍBRIDO NO DESARROLLA NINGUNA DE LAS DOS.

TE PROPONGO QUE HAGAS UN REPORTAJE Y UNA CRÓNICA.