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PIERRE BOURDIEU, EL LENGUAJE Y LA COMUNICACIÓN: DE LOS MERCADOS LINGÜà STICOS A LA DEGRAD ACIÓN MEDIà TICA. Luis Enrique Alonso "Poder y saber se articulan por cierto en el discurso. Y por esa misma razón, es precio concebir eldiscurso como una serie de fragmentos discontinuos cuya función táctica no es uniforme ni estable. Másprecisamente, no hay que imaginar un universo del discurso dividido entre el discurso aceptado y eldiscurso excluido o entre el discurso dominante y el discurso dominado, sino como una multiplicidad de elementos discursivos que pueden actuar en estrategias diferentes." Michel Foucault (1978: 122) Introducción La enorme repercusión que en los últimos años han tenido los trabajos sociológicos de Pierre Bourdieu ha creado una especie de espejismo en la recepción concreta de su obra, de tal manera que ya sea por la vÃa del deslumbramiento teórico – que lleva a utilizar las categorÃas de análisis propuestas por el autor francés sin ningún tipo de reanálisis, adaptación o salvaguarda teórica-, ya sea por la vÃa de la polémica abrupta y personal –donde autores enfrentados y antiguos colaboradores separados de su maestro mezclan temas personales, polÃticos y teóricos en una gelatina de temas poco propicios para el debate intelectual sosegado-, nos hemos encontrado ante una extraña situación en la que brillan por su ausencia lecturas que evalúen las aportaciones reales de su obra y todavÃa estamos a la espera de aportaciones que se despeguen de la “bourdieumanÃa†o de la “bourdieufobia†, para entrar en el análisis mesurado, crÃtico y concreto de sus esquemas de análisis . En este texto -y como mejor homenaje a la figura del sociólogo francés en el triste momento de su reciente fallecimiento- pretendemos revisar un concepto central en la posible sociolingüÃstica de Pierre Bourdieu, concepto, por cierto, que da sentido al

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PIERRE BOURDIEU, EL LENGUAJE Y LA COMUNICACIÓN: DE LOS MERCADOS LINGÜà STICOS A LA DEGRADACIÓN MEDIà TICA.Luis Enrique Alonso"Poder y saber se articulan por cierto en el discurso. Y por esa misma razón, es precio concebir eldiscurso como una serie de fragmentos discontinuos cuya función táctica no es uniforme ni estable. Másprecisamente, no hay que imaginar un universo del discurso dividido entre el discurso aceptado y eldiscurso excluido o entre el discurso dominante y el discurso dominado, sino como una multiplicidad deelementos discursivos que pueden actuar en estrategias diferentes." Michel Foucault (1978: 122)IntroducciónLa enorme repercusión que en los últimos años han tenido los trabajossociológicos de Pierre Bourdieu ha creado una especie de espejismo en la recepciónconcreta de su obra, de tal manera que ya sea por la vÃa del deslumbramiento teórico –que lleva a utilizar las categorÃas de análisis propuestas por el autor francés sin ningún tipo de reanálisis, adaptación o salvaguarda teórica-, ya sea por la vÃa de la polémica abrupta y personal –donde autores enfrentados y antiguos colaboradores separados de su maestro mezclan temas personales, polÃticos y teóricos en una gelatina de temas poco propicios para el debate intelectual sosegado-, nos hemos encontrado ante una extraña situación en la que brillan por su ausencia lecturas que evalúen las aportaciones reales de su obra y todavÃa estamos a la espera de aportaciones que se despeguen de la “bourdieumanÃa†o de la “bourdieufobia†, para entrar en el análisis mesurado, crÃtico y concreto de sus esquemas de análisis.En este texto -y como mejor homenaje a la figura del sociólogo francés en eltriste momento de su reciente fallecimiento- pretendemos revisar un concepto central enla posible sociolingüÃstica de Pierre Bourdieu, concepto, por cierto, que da sentido alanálisis sociológico de los discursos que propone, también muy polémicamente, elpropio Bourdieu. Nos centraremos asà en el uso y desarrollo del concepto de mercadolingüÃstico, sin intentar dar ningún veredicto general o final para la sociologÃa de esteautor francés, sino por el contrario, utilizando sus lÃneas temáticas para hacer unareflexión detenida del particular lugar que ocupa el análisis de los discursos en lapráctica sociológica.Además el concepto de mercado lingüÃstico se ha incrustado en el conjunto deherramientas que utiliza habitualmente la sociolingüÃstica actual, y ya sea en lasrecientes presentaciones anglosajonas de la disciplina (Mesthrie, Swann, Deumert yLeap 2000: 316-353), ya sea en las introducciones francesas a este área de conocimiento(Calvet 1998: 78-81; Boyer 1996: 25-32), nos encontramos ya indefectiblemente con uncapÃtulo dedicado a los mercados lingüÃsticos en la versión de Bourdieu y su escuela,tomado como uno más de los tópicos intelectuales que construyen el “mainstream†de la última teorÃa sociolingüÃstica.De la abundantÃsima bibliografÃa reciente sobre Bourdieu podemos destacar visiones claramente positivas como las de Bonnewitz (1998), Pinto (1998) o Mounier (2001), presentaciones radicalmente contrarias como la de Verdès-Leroux (1998), e incluso introducciones con ánimo desinhibidamente

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pedagógico como la de Accardo y Corcuff (1998). En el ámbito español nos podemos encontrar con dosrecientes, muy sustanciosas y muy diferentes obras sobre la figura de Pierre Bourdieu, obras que, además,van mucho más allá de las simples presentaciones son las de Vázquez GarcÃa (2002) y RodrÃguez López(2002).

La presencia del concepto de mercado lingüÃstico no ha dejado asà de aumentar –incluso en intentos de construcción de aplicaciones metodológicas o instrumentalesformales (Sankoff y Leberge 1978: 239-250)- y este aspecto de la muy extensa laborsociológica, tanto temática como ya temporalmente, de Pierre Bourdieu ha seguidollamando la atención académica. De hecho en Francia se ha reeditado recientemente ellibro que Bourdieu monográficamente dedicó a los temas del lenguaje –su ya clásico¿Qué significa hablar?. EconomÃa de los intercambios lingüÃsticos- con el tÃtulo y la presentación de John B. Thompson que toma de su versión inglesa – ahora, pues,Languaje et pouvioir symbolique-, asà como con algún artÃculo más dedicado al tema de lo popular, al espacio de representación de las clases sociales y una pequeñaintroducción inédita a la última parte del libro que toma el muy revelador subtÃtulo de“Pour una pragmatique sociologique†.1 Los mercados lingüÃsticos o la lógica de la dominación económica ampliada yaplicada al marco del lenguaje"Lo que, fundamentalmente, desearÃa explicitar es un modelo muy simple que podrÃa formularse asÃ: habitus lingüÃstico + mercado lingüÃstico = expresión lingüÃ-stica, disurso". Pierre Bourdieu (2000b: 120)El conjunto de deteminaciones institucionales que las situaciones sociales dereferencia proyectan sobre las interacciones lingüÃsticas y la producción discursiva sonconceptualizadas por Bourdieu como un mecanismo de mercado. Los mercados de lainteracción que dibuja Bourdieu no son mercados de intercambio entre valores iguales ysoberanos, son situaciones sociales desiguales que llevan emparejados procesos dedominación y censura estructural de unos discursos sobre otros. Los diferentesproductos lingüÃsticos reciben, pues, un valor social –un precio-, según se adecuen o no a las leyes que rigen en ese particular mercado formado por un conjunto de normas deinteracción que reflejan el poder social de los actores que se encuentran en él. Las leyesde formación de precios en cada mercado lingüÃstico, que son las que dictan laaceptabilidad de los discursos y la legitimidad del habla, se construyen en contextossocio-históricos concretos y en función de las prácticas de los sujetos implicados en lanegociación de los valores, cuyo poder, a su vez, está marcado por su posiciónestratégica en el espacio social de referencia

La estructura social del mercado lingüÃstico determina asà qué es lo que tienemás valor en el intercambio lingüÃstico y los discursos no son otra cosa que las jugadas prácticas con las que los sujetos que intervienen en un mercado lingüÃstico, tratando de aumentar sus beneficios simbólicos, adaptándose a las leyes de formación de los valores y a la vez poniendo en juego su capital lingüÃstico, social y culturalmente codificado. El

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discurso, por tanto, lejos de cualquier código formal, lleva para Bourdieu la marcasocial –el poder y el valor- de la situación en que se ha producido. La misma produccióndel discurso se realiza anticipando sus condiciones de recepción en el mercadolingüÃstico, no tanto mediante la realización de un cálculo estratégico individual comopor la adhesión naturalizada a los valores dominantes estructurantes y estructurados, enforma de habitus, en el propio mercado.2Las principales referencias sobre el tema de el lenguaje, los mercados lingüÃsticos y la violenciasimbólica en la obra de Pierre Bourdieu son Bourdieu y Boltanski (1975: 2-35), Bourdieu (1985: 11-39 ypassim), Bourdieu y Wacquant (1994: 118-151), Bourdieu (2000a120-137) y Bourdieu (2001a: 67-157 ypassim).

De esta forma, Bourdieu va a extender su terminologÃa y enfoque general para elanálisis de las prácticas sociales –como prácticas de distinción, enclasamiento ydesclasamiento- a la producción de discursos en los marcos de interacción lingüÃstica.El mercado lingüÃstico conforma el campo de la interacción con sus leyes particularesde aceptabilidad de los discursos y prácticas lingüÃsticas, como un conjunto derelaciones de fuerza y dominación lingüÃstica; mercado donde se hacen valer capitaleslingüÃsticos y simbólicos provenientes de posiciones sociales consolidadas, a partir deestrategias expresivas –como la hipercorrección que ejercitan las clases medias en sulucha por el enclasamiento o la hipocorrección controlada, la informalidad o lacampechanÃa que muestran los que están en posiciones muy seguras de dominio socialpara hacer observar que tienen poder hasta para eludir la norma lingüÃstica o simbólicaen su provecho- que son disposiciones y competencias comunicativas aprendidas,naturalizadas y cristalizadas en forma de habitus preconscientes.El intenso uso de la nomenclatura y el utillaje económico de filiación marxista,debidamente adaptada a los intercambios simbólicos (valor de uso, valor de cambio,plusvalÃa, capital, renta debidamente apellidados aquà como lingüÃsticos) en los análisissociolingüÃsticos de Bourdieu está destinado a hacer visible cómo se articula y se ejerceel poder simbólico, a través de la producción y la circulación de los discursos, dentro deun mercado en el que el valor y el prestigio que puede traducir una formación discursivase construye en el juego de interacciones que crean las acciones y decisiones de losgrupos de poder establecidos en un campo social. Es en este mercado donde seestablecen las condiciones que los discursos deben presentar para ser reconocidos comocompetencias lingüÃsticas efectivamente solventes y, por ello, como capital lingüÃ-stico que produce beneficios en forma de autoridad y prestigio en la interacción social.El valor general de los discursos está en función, de esta forma, de los poderesde aquellos grupos que tienen la capacidad de intervenir con resultados socialesefectivos en el mercado lingüÃstico. El valor particular de cada enunciado depende,igualmente, de la habilidad que tenga cada sujeto de convencer a sus virtuales

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receptores de la legitimidad, autoridad y ajuste a las fuentes de poder de su discursoespecÃfico. Por lo tanto, la performatividad de los actos de habla sólo se puede explicarpor la fuerza delegada que le otorgan a los discursos los grupos sociales que construyenconflictivamente las leyes del mercado lingüÃstico, en cuanto que escalas de valores conlas que se evalúa la eficacia simbólica real y el poder efectivamente ejercido por loshablantes en los intercambios comunicativos.Por lo tanto, los discursos sólo cobran su valor –y su sentido- en relación con unmercado, construido por un conjunto de leyes concretas de formación de precios. Elvalor real del discurso sólo depende de la relación de fuerzas que se estableceefectivamente entre las competencias lingüÃsticas de los locutores entendidos no sólocomo capacidad de producción, sino también como capacidad de apropiación de loscapitales simbólicos que circunscriben el campo en el que se realiza la interaccióncomunicativa. De esta forma el poder del discurso –como poder lingüÃstico, como podersimbólico- se muestra en la capacidad que tiene los diferentes agentes que actúan en elintercambio para imponer los criterios de validación más favorables para sus productoslingüÃsticos.Bourdieu, de esta forma, considera que la base, unidad y coherencia formal deese desigual y fragmentado espacio conformado por un conjunto de mercadoslingüÃsticos lo establece la autoridad institucional de la lengua oficial. Por ello, el autorfrancés considera que la lengua estándar crece con el Estado en su génesis y en sus usossociales legitimados. El mismo proceso de formación del Estado es el que crea las

condiciones para la constitución de un mercado lingüÃstico unificado, esencialmentenormalizado y dominado por la lengua oficial. Institución polÃtica e instituciónlingüÃstica son asà indisolubles –ya sea en los mercados genéricos de la lengua oficial oen los mercados lingüÃsticos internos de los diferentes campos (profesionales,académicos, laborales, artÃsticos, etc.) donde se producen intercambios simbólicos sobreun espacio de poder concreto- y, en un último nivel, la lengua del Estado transmitida através de las instituciones (escuela, administraciones públicas, normas de aceptaciónciudadana) se convierte en la norma teórica con la que se miden objetivamente todas lasprácticas lingüÃsticas. En suma, la lengua estándar es producto de la dominación polÃticaconstantemente reproducida a través de las instituciones, a la vez, que es un instrumentosimbólico de poder que regula las prácticas lingüÃsticas.2. La propuesta sociolingüÃstica de Pierre Bourdieu“La homologÃa de posiciones y la orquestación más o menos perfecta del habitus favorece unreconocimiento práctico de los intereses, de los cuales el locutor es el portavoz , y de la forma particularde la censura que prohibe su expresión directa: y este reconocimiento en el doble sentido dadirectamente acceso, fuera de toda operación consciente de desciframiento, a lo que el discurso quiere

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decir†. Pierre Bourdieu (1991: 98)Bourdieu trata de superar el carácter fenomenológico y microsituacional de laetnometodologÃa y la sociolingüÃstica norteamericanas integrando su visión del lenguaje en su teorÃa del habitus y del sentido práctico (Bourdieu 1991). Por otra parte, la teorÃa lingüÃstica derivada del inconsciente epistemológico del estructuralismo parte de la posición del observador externo; a partir de lo cual se tratan a los discursos como textos a decodificar en un proceso en que los textos aparecen para ser descifrados, hallando su estructura subyacente y su lógica de composición interna. Este enfoque olvida, según Bourdieu, radicalmente lo fundamental: que la práctica discursiva es una práctica que funciona en un contexto de posiciones sociales prefiguradas y que tiene igualmente su sentido en la búsqueda de efectos sociales. El fetichismo de la lengua y de la lingüÃstica privilegia la visión de un intelectual que puede diseccionar, disecar, analizar y clasificar textos y partÃculas obviando o despreciando los poderes –a la vez históricos e inmediatos- que se ponen en juego en lo que parece un puro acto de enunciación verbal.Las habilidades lingüÃsticas, al igual que todas las competencias sociales, seadquieren en la práctica, a través de un proceso de aprendizaje y socialización en lasnormas discursivas del grupo en el que el sujeto es producido. Los discursos reproducenlos esquemas fundamentales de la división del mundo social, los sujetos adquieren lascompetencias sociales –incluidas las lingüÃsticas- que las construyen y las constituyenno como individuos abstractos –una especie de homo lingüisticus- sino como un gruposocial. Del mismo modo la producción de enunciados se realiza en situaciones socialesy para adaptarse estratégicamente a esas situaciones sociales, el sentido de los discursoses el sentido de estas situaciones sociales y de la manera de adecuarse a ellas; es unsentido práctico que de manera inconsciente o preconsciente –aunque no por elloreprimida o alienada- utiliza el mundo del lenguaje para construir el mundo de lo social,por lo tanto, el lenguaje no se entiende ni se construye en su fuerza real desde si mismo–en su lógica, en su gramática, en su estética-, sino desde su sentido práctico en elcampo social.

Los procesos de interpretación y análisis de la significación de los discursosdeben de hacerse pues siguiendo este sentido práctico; sentido que al ser también lacomposición y la interacción de diferentes habitus acaba componiéndose,naturalizándose y aceptándose como un sentido común que iguala y legitima lo que esuna construcción de poderes lingüÃsticos desiguales y arbitrarios. El análisis deldiscurso tal como lo propone Bourdieu es una conquista contra el sentido común de laenunciación –la doxa-, una ruptura epistemológica contra todo lo que parece fuera delos dominios de lo social y que, sin embargo, hay que colocarlo en lo social másinmediato, como un oficio de auténtica heterodoxia, para poder comprender el acto dehablar mismo. Lo esencial de su conclusión es que las diferencias entre posicionessociales, más que las posiciones mismas, son lo que está en juego en el mundo dellenguaje (y del consumo, y del derecho y del arte, etc.) y el orden simbólico del decirqueda definido no por una lógica significante, sino por un conjunto de diferencias desituación (estructuras estructuradas) y de posición (estructuras estructurantes) ensistemática expansión conflictiva. Las diferencias de posición no tienen fin, se renuevanpermanentemente –no están limitadas ni por recursos escasos ni por los niveles de

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riqueza disponibles- en la dinámica social misma; el juego del lenguaje se produce en larivalidad de las posiciones sociales y en esta rivalidad se producen siempre diferenciasnuevas y se acumulan capitales simbólicos que estimulan a producir nuevos discursos yjugadas simbólicas. De ahà que la institución que por analogÃa Bourdieu elige pararepresentar los intercambios lingüÃsticos sea el mercado.Los mercados lingüÃsticos se definen asÃ, a través de prácticas simbólicasrelacionales, de clase, económicas en un sentido total, de fuerza de sentidos ysignificados. El análisis del discurso se convierte por ello en un análisis estructural delas relaciones de clase, lo que implica tener en cuenta no sólo determinacioneseconómicas, sino también prácticas culturales y cadenas simbólicas que constantementereproducen las formas de subjetivación del sistema de posiciones sociales y las formasde exteriorización de la subjetividad como jugadas de posicionamiento yreposicionamiento en la red de relaciones sociales. La dicotomÃa del marxismo ortodoxoentre lo ideológico y lo económico, es sobrepasada en el planteamiento de Bourdieuconstruyendo una economÃa general de las prácticas en las que los sistemas simbólicos –el arte, la religión, la lengua– tienen una función estructuradora y totalizadora,inseparables del mundo objetivo.La idea de mercado lingüÃstico trata de representar el lenguaje a partir delconjunto de elementos de estructuración del espacio social y la profundidad de susconsecuencias. El enclasamiento y la distinción de clase son las fuerzas que ordenan,organizan y reconstruyen el campo lingüÃstico como un espacio social que se presentafragmentado por un conjunto de relaciones que definen las diferentes partes enconflicto. La hipótesis general de la distribución de los agentes sociales en un espaciode clases que tiene efectos en todos los dominios de la práctica se expresa en el lenguajey los intercambios simbólicos de los agentes. La lucha de clases se expande, asÃ, a todoslos ámbitos –económico, polÃtico, cultural, lingüÃstico- y el ejercicio del poder sedemuestra a través del poder simbólico que enmascara la dominación presentándolacomo realidad legÃtima cuando en realidad se basa en la ocultación de su base, eso es, laposesión y el acaparamiento de diferentes tipos de capitalLa violencia simbólica3Sobre la idea de diferentes tipos de capital que funcionan de manera parcialmente autónoma, pero conhomologÃas y conexiones evidentes, asà como de sus efectos en forma de poder y violencia simbólica ver:Bourdieu (1997: 23-40), Boudieu (1999 65-75), Boudieu (2000b: 131-175). El sociólogo norteamericanoJeffrey Alexnder (2000) ha criticado el reduccionismo crÃtico de Pierre Bourdieu al construir la cultura

responde a la desigual distribución del capital lingüÃstico y cultural estableciendo unsistema de censuras que reproduce la dominación en el campo simbólico, traduciendo lalucha de clases en un sistema de intercambios comunicativos. El lenguaje comoinstitución renueva la estructura dominante de distribución desigual del capital cultural,legitima la desigualdad, naturaliza la exclusión y participa en la reproducción del orden

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social, imponiendo la violencia simbólica, induciendo códigos, pero otorgando, a la vezla fantasÃa de la libertad, la creación y el mérito individual; estamos, en suma, en unapráctica de distinción que mantiene las distancias de las posiciones sociales.El análisis del discurso por Bourdieu es asà un análisis de la producciónlingüÃstica como un conjunto indivisible de los productos y de los agentes productores yen tanto que estos están situados en un sistema relativamente autónomo de posiciones –el mercado lingüÃstico- y poderes en competición por la conquista del prestigio y de laautoridad. No existe una exacta coincidencia entre la dominación económica y lasdiferentes formas de dominación simbólica, lo que existe en una composición de estasdiferentes formas y una homologÃa entre los campos. La dominación final es unasumatoria lógica de los diferentes campos y el estudio de la lengua sólo puede realizarseen ese conjunto de fuerzas que enmarcan el sistema de dominación; los discursos segeneran, se aceptan y se valoran en él y sólo en él pueden ser interpretados4.El modelo de análisis del lenguaje en Bourdieu es, pues, la evaluación de todaslas consecuencias de las estructuras sociales y de las estructuras simbólicas. El ajustedel sistema de posiciones y relaciones sociales es condición necesaria para el análisis delas producciones lingüÃsticas. Siguiendo las cadenas de prácticas es como se puedenobservar los efectos reales del habla y los comportamientos lingüÃsticos individualestienen su eficacia simbólica en cuanto que son valorados al producir distinción,reconocimiento y diferenciación social. Los actos particulares de habla, por lo tanto, nose producen como actos racionalizados, individualizados y calculadores, sino comoexteriorización práctica de un habitus que aquà es un habitus lingüÃstico, definido por unconjunto relacionado de disposiciones adquiridas, esquemas de percepción y deapreciación de la realidad, asà como de actuación en ella, inculcados en un contextosocial y una situación histórica determinada. El habitus es simultáneamente productorde prácticas sociales simbólicas e ideológicas construyendo una gramática generadorade prácticas, mediadora entre las relaciones socialmente objetivas y loscomportamientos individuales, producto, a su vez también, de la interiorización de lascondiciones objetivas y de las estrategias de adaptación de los actores a un campo.La interiorización o aprehensión perceptiva –sensible y/o imaginaria- secompleta con la exteriorización de los esquemas inconscientes del pensamiento por losque se valoran las prácticas que los agentes realizan a través de la ilusión “biencomo un simple capital cultural, o sea, un elemento de dominación social y no como un regulador generalde la vida social misma, tal como él mismo propone en su propio programa de investigación -de clarafiliación parsoniana- conocido ya como nueva sociologÃa cultural, asà la sociologÃa de la cultura deBourdieu -que no sociologÃa cultural de Bourdieu, según Alexander – no serÃa nada más que un pretextopara la crÃtica del poder, pero no un análisis real de las funciones de la cultura en la constitución delvÃnculo social.4

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El sociólogo argelino Lahourai Addi (2002) nos muestra con solvencia como el centro de la sociologÃa yla antropologÃa de Bourdieu es una sociologÃa de la dominación colonial inscrita en une especie de"paradigma kabyle" que surge de los primeros trabajos empÃricos de Bourdieu en Argelia y que luego sedisemina por toda su obra tomando una consistencia y una coherencia feroz. Como en tantas otras cosaseste enfoque arrastrado desde sus primeras obras -sugerimos desde estas lÃneas- puede ser un valorintrÃnseco en la obra de Bourdieu, pero también un desenfoque sistemático al generar por analogÃaargumentos demasiado cerrados cuando se aplican a situaciones y sociedades más fluidas y abiertas.

establecida†de la espontaneidad y la libertad radical de los actos lingüÃsticos. Sinembargo, según Bourdieu todos los pensamientos, percepciones y acciones están deacuerdo con las regularidades objetivas de las relaciones de clase. Los habitus de claseson tal cual, porque producen que los agentes se comporten de una manera que perpetúalas relaciones de clase reproduciéndolas y renovándolas. Los habitus lingüÃsticos son enel campo del lenguaje los elementos de anclaje de la reproducción cultural y losdiscursos las estrategias de los actores para moverse en ese campo sacando el mayorbeneficio simbólico posible, por ello, al ser este campo estructuralmente desigual yjerarquizado bajo la apariencia de intercambios iguales y creativos lo que existe es laimposición de los capitales simbólicos de las clases dominantes. La fuerza de la lenguano viene pues de su estructura formal sino de su actividad relacional en forma demercado, donde todos acuden a intercambiar para obtener beneficios, pero unos soncapaces de obtener plusvalÃas y otros, sin embargo, son expropiados de sus exiguasriquezas, aunque en la presentación liberal del lenguaje y (la economÃa), todos seamossujetos soberanos y el intercambio cree riquezas para todos.En toda situación social vamos a hallar tanto modelos socioculturales deaceptabilidad y censura de los discursos generados en contextos determinados, comoindividuos con determinados habitus –esquemas interiorizados (hasta su incorporacióncorporal) que compatibilizan la competencia comunicativa con el sentido como valor yproducción social- asà como con diferentes niveles de capital simbólico y lingüÃ-stico,según los cuales existirán mayores o menores posibilidades de poder definir la situacióny modificar la estructura de lo decible. Es en la intersección de este complejo conjuntode relaciones donde se va a producir el discurso y donde debe analizarse e interpretarse.El proyecto sociolingüÃstico de Bourdieu se tiñe asà de una rara originalidad, noes el primero que habla de mercados lingüÃsticos, de hecho, la primera búsquedasistemática para encontrar una homologÃa estable entre el análisis económico –de origenmarxista- y el análisis semiótico lo hizo el autor italiano Ferrucio Rossi-Landi en sumuy conocido texto El lenguaje como trabajo y mercado donde se consideraban las

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mercancÃas como mensajes y los mensajes como mercancÃas y donde se elaboraba todauna semiótica ampliada del orden social completo como proceso de producción sÃgnica,con todos los corolarios lógicos y esperables de un punto de parida como este(equivalentes generales, explotación, ideologÃa). Pero desde todo punto de vista yaunque existan evidentes semejanzas terminológicas la intención teórica de Bourdieu esmuy distinta, si en Ross-Landi (1970; 1976) habÃa un programa de saturar con unateorÃa marxista del valor ampliada (donde se reconoce el conflicto y la explotación en elámbito de los sistemas comunicativos) la habitual teorÃa de raÃz saussuriana de losvalores lingüÃsticos particulares, ordenados y sistematizados lógicamente en sudiferencia semiológica; por el contrario Bourdieu se centra en los efectos sociales deldiscurso, no preocupándose como Rossi-Landi por hacer una nueva lingüÃstica marxista,sino estudiando las estrategias del habla de los diferentes grupos sociales que sonestrategias de dominación, de adaptación, de resistencia o de enclasamiento en el ámbitodel lenguaje.De esta forma la sociolingüÃstica de Bourdieu se va diferenciando de las lÃneashabituales por las que han avanzado los diferentes proyectos de encuentro entre lenguay sociedad en los últimos cien años. Es evidente que la diferencia con respecto alestructuralismo de origen lingüÃstico es radical criticándole la confusión sistemáticaentre estructura social y estructura simbólica, la consideración de la lengua como unsistema preconstruido y cerrado y la idea de que la naturaleza social de la lengua, que esuna de sus caracterÃsticas inalienables, queda expulsada y sustituida por una descripción

de la arquitectura interna, formal y combinatoria, a la que se entrega la lingüÃsticaprofesional dejando fuera a la principal norma de formación del lenguaje: la relación dedominación social. Pero si la representación puramente objetivista y estructuralista delsistema lingüÃstico no permite comprender ni su funcionamiento ni su fuerza cotidiana,la representación puramente fenomenológica de los rituales lingüÃsticos aunque permiteuna descripción viva tampoco es capaz de analizar las relaciones entre las produccionessubjetivas de los agentes en los intercambios lingüÃsticos y las estructuras sociales dedominación y reproducción del poder.De ahà que viene reclamar ese habitus lingüÃstico como la aprehensión y laexpresión subjetiva de la lógica objetiva de la organización social, en un proceso deinteriorización de lo exterior regulada por factores genéticos-adaptativos adquiridos enel mismo proceso de socialización del individuo como modo de percepción y relaciónconductual con otros individuos. Bourdieu se posiciona, por tanto, contra cualquierilusión de las competencias comunicativas como creadoras de un individuo libre nosometido a las acciones y reacciones de fuerza de los campos sociales en los que semueve, asà como de la exaltación de la creatividad y plasticidad de los gruposlingüÃsticos populares, dominados o marginados.Por ello nos encontramos en la obra de Bourdieu serias correcciones al idealismocomunicativo de Habermas, puesto que la comunicación no sólo puede ser entendida entérminos de la comunicación misma, o a la pragmática analÃtica de Austin, por serincapaz de explicar de donde viene la fuerza performativa de las palabras, sin olvidar a

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la etnolingüÃstica y la sociolingüÃstica norteamericana, por ejemplo de Lakoff o deLabov, donde se empieza por la observación supuestamente neutral pero fascinada delas variaciones de estilo, sobre todo de las versiones populares del idioma, y se acabareclamando implÃcita o explÃcitamente una inversión de valores sobre lotradicionalmente establecido (lo culto y lo popular) sin estudiar las funciones dellenguaje en el entramado de fuerzas sociales que modela la producción lingüÃstica.De todo esto se deduce además una crÃtica a la simple validación del estudio dellenguaje por el carácter popular o natural de las expresiones lingüÃsticas que sedescriben, por ello, y en sentido contrario, en Bourdieu existe un proyecto degeneralizar y dotar a la filosofÃa analÃtica del lenguaje de la base sociológica de quecarece y de proporcionarle un análisis total de las condiciones sociales que posibilitan elproceso de generar efectos que describe. Para eso se utiliza la homologÃa económica ylas reglas del mercado lingüÃstico como formas de producción y reproducción de lalengua legÃtima en procesos de atribución de precios y previsión de beneficios5El cÃrculo se cierra, pues, disolviendo el lenguaje en la sociedad y la sociedad se muestracomo economÃa general (material y simbólica) de prácticas y contraprácticas declasificación y dominación.3. De la sociologÃa del lenguaje al sociologismo sin lenguaje o los lÃmites del modelointerpretativo de Bourdieu5Diferentes versiones , a modo de balance, sobre le proyecto sociolingüÃstico de Bourdieu se pueden verlos trabajos de Muñoz Dardé (1987: 41-57) y Calvet (2002: 58-61), también es muy clarificador eldiálogo que mantiene Bourdieu con el crÃtico literario inglés Terry Eagleton en Bourdieu y Eagleton(2000: 219-232) .

"La crÃtica de Bourdieu a la lingüÃstica formal no es de hecho ninguna novedosa, pues no es más que unalótropo de su teorÃa general y especÃficamente, de sus teorÃas de la reproducción y la violenciasimbólica […] Más concretamente, a pesar de su énfasis inicial sobre la variación lingüÃstica dentro deun mercado, la posición final de Bourdieu sugiere una visión del lenguaje (y del pensamiento) que es máshomogéneo y conformista -como resultado de la censura, ya sea autocensura, sobrecensura institucionalo la censura oculta de la doxa- que cualquier otra cosa. Las palabras tienen poder en el mundo deBourdieu, pero ese poder parece que sólo fluye en una dirección". Richard Jenkins (2002: 156-157)Es evidente que la aportación de Pierre Bourdieu al acercamiento entre lasociologÃa y la lingüÃstica ha sido enorme, además como desde muchos puntos de vistase ha argumentado la disciplina tradicional de la sociolingüÃstica como marchamo

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académico regularizado se habÃa venido dedicando más a problemas estrictamentelingüÃsticos (cambio o variación lingüÃstica, ideolectos y sociolectos, nacionalismo ylenguaje, hipercorrección, habla común, cualquier otro tema de la influencia de lo socialsobre el lenguaje) que a temas de corte realmente sociológico. En este sentido el trabajode Bourdieu por romper los principios de inmanencia lingüÃstica que se arrastran desdeSaussure y que ha lanzado al estudio del lenguaje por una especie de “lingüÃstica delcerebro†(realizada sobre sistemas de oposición y de transformación lógica) ha sidocontundente y hasta fascinante, sobrepasando con mucho las posiciones más avanzadasde la etnolingüÃstica y la sociolingüÃstica norteamericanas, fuertemente influenciada porel interaccionismo simbólico y, por lo tanto, mucho más centradas en los procesos deconstrucción lingüÃstica de la microsituación social que en demostrar –como pretendeBourdieu- que los códigos lingüÃsticos son parte de un capital simbólico que, a su vez,valoriza, produce y reproduce lo social genérico.Bourdieu explica, pues, el habla por el contexto social y su noción de contextono aparece como situación particular, tal como se presenta en todas las versiones delpragmatismo “micro†o del interaccionismo, sino que Bourdieu lo lleva hasta un espaciosocial y concreto, pero no concreto por la limitación o la supresión de lasdeterminaciones generales como hacen los pragmatistas, sino, precisamente por todo locontrario, por hacer entrar en liza todas las sobredeterminaciones sociales posiblesPero quizás, como tantas veces, la gran aportación de Bourdieu se vuelve contrasi misma y su contribución a la sociolingüÃstica no puede ocultar una deriva no tantosociológica, como sociologista, en una de las versiones más estrictas de lo queentendemos por sociologismo (Rancière y ortos 1994), esto es, la pretensión de explicarsociológicamente todos y cada uno de los aspectos de la realidad humana, lo que enúltima instancia no es más que un determinismo o un reduccionismo sociológico quetiende a explicar los fenómenos de la civilización, la mente y la cultura exclusivamentemediante formas de organización y estructura socia (Searle 2001: l03-123), sin abordarlos aspectos de organización cognitiva que el propio lenguaje interpone en laconstrucción de la realidad social misma.Si los juegos del lenguaje son infinitamente abiertos y libres en el pragmatismoanalÃtico, los juegos del lenguaje en Bourdieu son eternamente cerrados y reproductivos,los sujetos existen por y para realizar su habitus. En este punto la matriz durkheimianade la sociologÃa del lenguaje de Bourdieu es evidente y donde en el clásico autor francésse dibujaba una solidaridad orgánica y una consciencia colectiva funcional, en nuestrosociólogo contemporáneo hay un modo de dominación orgánica con un sistema dehabitus no menos funcional en su diferencia y valor de distinción. De la misma forma sufiliación al denostado estructuralismo lingüÃstico sigue siendo inocultable y lo que enSaussure era un “comunismo lingüÃstico†–la expresión es del propio Bourdieu (porejemplo, Bourdieu y Wacquant 1994: 123-126)- con diferencias y valores ordenadas enel sistema de la lengua, aquà no deja de ser un capitalismo lingüÃstico (no hay otra cosa

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detrás de la noción de mercado lingüÃstico) con diferencias y valores ordenados yreproducidos por el sistema de dominación social.El hecho social durkheimiano -objetivo que se impone sobre los sujetos- y quetanta importancia ha tenido en la propia formación del paradigma estructuralista en lalingüÃstica, vuelve a reaparecer en la concepción que presenta Bourdieu del lenguaje,pero esta vez, cargado del funcionalismo de la dominación con escasas –por no decirnulas- aperturas a la praxis o al dialogismo. La inteligente maniobra de Bourdieu,muchas veces más terminológica que real, de atribuir al habitus y fundamentalmente alhabitus lingüÃstico el carácter, no sólo de estructura estructurada, sino el de estructuraestructurante (es decir formadora de prácticas), no deja de seguir otorgando un carácterexcesivamente reproductivista al plan de análisis social propuesto por Bourdieu6.Centrar como hace nuestro autor el análisis del discurso casi exclusivamente enla violencia simbólica, planteado como una reconstrucción necesitante, frente a lacomprensión participante de, por ejemplo, la hermenéutica contemporánea nos llevapeligrosamente hacia el monologismo, un monologismo crÃtico y denunciador de ladominación, pero monologismo al fin y al caboEn la idea de la reconstrucción necesitante (Bourdieu 1995: 442-443) hay una pretensión de objetivismo y descripción (denuncia) del campo de fuerzas que ha producido las expresiones lingüÃsticas –los discursos son necesarios en un campo conflictivo- que deja fuera las capacidades deinterpretación de los factores -empezando como pretende Gadamer (1998: 11-27) ainterpretarse a sà mismo en diálogo con el enunciado o la obra- o las posibilidades deacción comunicativa del lenguaje de los sujetos sociales, donde no sólo se pone enjuego un interés instrumental, sino también un interés hermenéutico o incluso un interésemancipatorio. Abrir el mundo del lenguaje al dialogismo, es, sin obviar el marco de ladominación social, apreciar también las capacidades de autoorganización yautoreflexión de los sujetos, de construcción y atribución del sentido por parte de lospropios actores y no sólo la descripción de cómo los sentidos de los poderosos seimponen a los dominados (Habermas 1991).Y es que, aunque se halla pretendido lo contrario -ver por ejemplo Burkitt(1998)-, es este bloqueo de Bourdieu para pensar lo dialógico en todas sus versiones, esel que genera la imposibilidad estructural de nuestro autor para acercarse, desde susplanteamientos epistemológicos y metodológicos, a conceptos imprescindibles en elanálisis sociológico de los discursos como es el de la polifonÃa o el mundo de la vidacotidiana (Alonso 1998; Alonso y Callejo 1999). Asà consecuentemente con estos6Sobre la importancia del concepto de hecho social tal como se plantea en la obra del clásico autorfrancés en la formación del concepto de lengua en la obra de Saussure, puede verse el trabajo de Beltrán(1991). Por otra parte el reproductivsimo –heredado tanto de la matriz Durkheim, como de la matrizSaussure- ha sido una de las crÃticas más habituales al pensamiento de Bourdieu , demasiado centrado en

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los procesos de continuación y poco abierto a estudiar los procesos de resistencia, véanse asÃ, porejemplo, los trabajos de GarcÃa Canclini (1990), Giroux (1992) y Lane (2000).Esta es una crÃtica habitual que se despliega desde diferentes cÃrculos de orientación hermenéutica, asÃnos encontramos con la tÃpica argumentación heideggeriana y liberal de Luc Ferry y Alain Renaut (1988:34) donde afirman que se corre el riesgo de caer en una caricatura como la que incitó a Bourdieu hacealgunos años a reducir, sin otra forma de proceso, el sentido de toda diferencia comunicativa, filosófica yexistencial a la expresión de una voluntad social de distinción. Pero es evidente que el desafÃohermenéutico en las ciencias sociales esta planteado y como dice Zygmunt Bauman (2002b: 226) "laverdad de la sociologÃa debe ser negociada, de igual manera que o es el consenso corriente; y las más delas veces no son los sociólogos quienes establecen las reglas de la negociación".

planteamientos, que se arrastran en la obra de Bourdieu desde la época de libros comoEl oficio del sociólogo8en el que se plantea el conocimiento como una conquista contrael sentido común, una doxa con la que hay que cortar y separase en la crÃtica (Boudieu,Chamboredon, Passeron 1996), todo lenguaje "popular" es considerado como unaausencia de poder, algo que se entiende por el poder que no tiene, porque en lahomologÃa con la economÃa que aquà se despliega, tienen escaso capital simbólico olingüÃstico. Todo lo contrario al planteamiento de Mijail Bajtin donde todo actolingüÃstico es un acto que necesita al otro, como otro concreto, que implica ideologÃa,pero por eso mismo implica acción, creación y reacción, praxis social que se producedesde todos los espacios de la estructura social9.De esta manera muchos autores han subrayado la dimensión creativa del actolingüÃstico, inseparable de la estructura social, pero no por ello puramente reproductivode ella. Si Zygmunt Bauman (2002a: 245 y 289) defiende el carácter de praxis de todacultura, más allá del funcionamiento de cultura como concepto o como estructura,Cornelius Castronadis (1997), nos define las propiedades del lenguaje no sólo en sudimensión instituida, sino también en su dimensión instituyente, y, en suma, se nosavisa de que el lenguaje no es sólo sistema, ni sistema lógico inmanente –como proponeel estructuralismo lingüÃstico antropológico –un sistema de dominación social –comopretende Bourdieu-, sino también una praxis conflictiva que se produce en el mundo dela vida cotidiana. La versión más abierta de este enfoque la realiza Michel de Certeau(1990) cuando habla de la invención de lo cotidiano para recobrar el carácterintersubjetivo y creativo del lenguaje, puesto que una de las funciones especÃficas del

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lenguaje consiste en construir sentido, en crear significados intersubjetivos más allá dela simple denominación o descripción unilateral. Siempre hay relaciones ambiguas –porabiertas- entre los productos culturales (y lingüÃsticos) y las prácticas culturales (ylingüÃsticas), el consumidor cultural es también productor, produce sentido cotidiano al Lejeune (2001) contrapone con eficacia El oficio del sociólogo de Bourdieu, Passeron y Chamboredoncon los Estudios en Etnometodologia de Garfinkel (1984) como obras, publicadas ambas a finales de los años sesenta, y convertidas en manifiestos de dos de los cabezas de fila de la renovación radical dosprogramas de investigación -en el sentido más restrictivo del concepto- históricos en la sociologÃa, hoymás complementarios que sustitutivos, asà si en Bourdieu se sigue, refina y multidimensionaliza la ideadurkheimiana de los hechos sociales como cosas, en Garfinkel se radicaliza la visión fenomenológica yetnográfica de acción social como fenómeno permanentemente creado y creador de sentidos realizadasobre y por sujetos sociales concretos. En esta misma lÃnea es muy curioso que en uno de los últimostextos firmados en su vida por Pierre Bourdieu , un prólogo sobre la obra de otro grande de la sociologÃa de orientación etnometodológica y fenomenológica -pasada por la revolución cognitivista- AaronCicuorel; Bourdieu y Winkin (2002: 9-19) se dedican a ponderar más las actitudes de investigador dentrodel campo sociológico de Cicourel: su heterodoxia, rigor, ascetismo, su práctica cientÃ-fica, pero apenasdicen nada de lo importante de sus contribuciones e incluso de lo difÃcil que supone casar la orientaciónde la sociologÃa cognitiva de Cicourel (1979) con el proyecto sociológico e Bourdieu, dando la impresiónde observar los productos de la sociologÃa más por la actitud esforzada del sociólogo que la realiza quepor la enorme riqueza de sus contribuciones intelectuales. Finalmente uno de los discÃ-pulos más brillantes