vigilar y castigar

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 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉT ARO FACULTAD DE DERECHO LICENCIATURA EN CRIMINOLOGÍA SINOPSIS: Ensayo del libro “Vigilar y Castigar: Nacimiento de la Prisión” por Michel Foucault.  Arturo Torres Zamora; 2do Semestre; Sociología Criminal Ensayo de libro 20/04/12

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO

FACULTAD DE DERECHO

LICENCIATURA EN CRIMINOLOGÍA

SINOPSIS: Ensayo del libro “Vigilar y Castigar:

Nacimiento de la Prisión” por Michel Foucault. 

Arturo Torres Zamora;

2do Semestre; Sociología Criminal

Ensayo de libro

20/04/12

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Introducción

Vigilar y castigar, parece que son dos palabras que han estado desde la

llegada del hombre al mundo, dos palabras que no hacen mas que

incomodarme y preguntarme si algún día dejaremos de utilizar todo ese

“monstruo” jurídico que hemos creado, lamentablemente, para protegernos de

nosotros mismos.

Este ensayo pretende exponer los puntos principales que el filósofo galo Michel

Foucault, expuso en su libro “Vigilar y Castigar: Nacimiento de la prisión”. No

expondré capitulo por capitulo en una forma sistematizada, sino, de una

manera “mezclada”. 

El verdadero fin de la prisión y sus castigos

El libro inicia con una minuciosa y cruda descripción del castigo corporal que

sufrió un criminal, Damiens, condenado en el año de 1757. Este castigo

corporal es mejor conocido como suplicio, una técnica sanguinaria y sub-

humana, una manera de castigar, de oprimir, de aterrorizar, que estuvo en usodurante siglos y siglos en el viejo continente. Era tal su uso que llegó un punto

en el que tenía una rigurosidad matemática (había manuales que indicaban

como se debía llevar a cabo el proceso paso por paso), un objetivo “terrorista”,

era un “ritual” preciso y con un objetivo politizado. Podría decirse entonces que

el suplicio (que es un castigo netamente corporal), cumplía dos consecuencias

una deseada y otra no deseada.

La consecuencia deseada era castigar al culpable haciendo caer sobre el todo

el poder ante los ojos del pueblo en publico, ya fuese en la plaza o en el

mercado principal, para que este vea cuan poderoso es el regente y lo que les

pasaría si actuaban de igual manera. El autor nos describe todo este fastuoso

proceso para hacer notar como ha cambiado la forma de “castigar”, como

nuestro sistema penal “dejo” de ser bárbaro, sin embargo, este discurso

mediático se sigue suscitando, al menos que yo tenga conocimiento, aquí en

México. Vemos este “espectáculo” cada vez que el gobierno “asesta” un golpecontra el crimen organizado, el gobierno y sus agencias nos exhiben su

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poder… ¿Cómo? Solo hay que ver cualquier noticiario y nos daremos cuenta;

los detenidos (aun sin consignación y mucho menos una sentencia) esposados

y formados detrás de: un arsenal, drogas, dinero, etc.; los baleados y mutilados

cadáveres de “presuntos culpables” en las calles. Aquí en México tenemos un

clarísimo ejemplo de “el ceremonial mismo de la justicia manifestándose en su

fuerza”1. El autor nos dice que “no se podía ser inocentemente objeto de una

sospecha”, sin embargo, lo seguimos viviendo.

La consecuencia no deseada es que el pueblo se sintiera más cerca a los

criminales, e incluso los apoyaba, sintiendo empatía con lo que les sucedía y

en ocasiones se revelaban e intentaban salvarlos o se identificaban con ellos, y

peor aún, que fueran convertidos en mártires.

En este libro al autor le interesa, estudiar un mecanismo de control que la

sociedad moderna ejerce sobre los individuos, se pregunta cómo, en menos de

un siglo, las tecnologías de castigo se orientaron en otra dimensión, la

“humanización”, que es la ideología de las prisiones actuales. Aquí es donde

hace su aparición nuestra “ciencia”, la criminología (en su faceta positivista),

que sirve de herramienta y consejero de castigo , no para explicar ni “tratar” al

“inadaptado”, sino de justificación “científica” y legal al juez o magistrado, para

castigar no el cuerpo del individuo, sino su alma. Podríamos decir que esto es

la despedida a las viejas “anatomías” punitivas, pero, realmente ha terminado

la era de los castigos corporales. Se introduce, a lo que yo llamo un falso

interés, no sólo ya por el delito, sino por el qué lo ha llevado a cometerlo, se

investiga en su vida, en sus relaciones con los demás, su familia, su entorno,

etc. Esta investigación biográfica es una parte esencial de la instrucción

 judicial, para poder articular el discurso positivista, que justifica al sistema

 judicial. De hecho, se trata de un mecanismo muy complejo donde los

profesionales (psiquiatras, criminólogos, psicólogos clínicos, etc.) están

ejerciendo su poder sobre los condenados y en vez de curar y readaptar, solo

idean nuevas maneras de castigar la mente.

Una de las principales diferencias es que antes el cuerpo del condenado

pasaba a ser poder del rey, este imprimía todo su poder sobre él, en cambio

1 FOUCAULT Michel, “Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión”, Siglo Veintiuno Editores, 2009, p. 44  

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ahora ha de ser un “bien social”, objeto de una apropiación colectiva y útil, de

ahí el hecho de que los reformadores han propuesto siempre los trabajos

públicos como una de los mejores sustitutivos penales.

Estaríamos ante una forma de castigo “disciplinaria”, donde lo que se busca

castigar no es el cuerpo del condenado (por el contrario, se lo alimenta, tiene

atención médica, cuenta con horas de ejercicio y de sueño, etc.) sino su mente,

privándolo de la libertad.

Una de las grandes máximas con las que se defendió la reforma a los sistemas

penales en Europa, es que al quitare el poder al rey de castigar al pueblo, a los

pobres le sería “quitado  de encima” ese exceso de poder arbitrario y sordo.

Aunque, sabemos que eso esta aún un tanto lejos de hacerse realidad, al

menos aquí en México. Otro cambio que se suscito durante esta época fue el

del aumento de la riqueza, que supuso una disminución de los crímenes de

sangre y un aumento de los delitos contra la propiedad. Por esto, la burguesía

siente la necesidad de un ejercicio más escrupuloso de la justicia, que castigue

toda una pequeña delincuencia que antes dejaba escapar, a la que se le

toleraba, pues solo afectaba a los de se mismo estrato social y para la que

el suplicio resulta totalmente desmedido, resulto en “penas de la economía”.

Aquí podemos notar en este “tramo” de la historia, como comienza esa

incesante opresión al proletariado, que lamentablemente seguimos viviendo

En cada plano de la sociedad moderna, existen mecanismos que buscan

controlar y “normalizar” a los individuos, mediante la vigilancia continua. Para

explicar esta situación, el autor se basa en la conocida “filosofía” del estatista

Bentham “una prisión imaginaria donde un solo guardia vigilaría, sin ser visto, a

todos los prisioneros: la ilusión de estar siendo permanentemente observados

funcionaría de por sí como un mecanismo de control y ejercicio de poder” , el

panóptico. 

De esta manera aparece dentro de la prisión un modelo técnico-médico de la

“curación y de la normalización”.

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Conclusiones

La criminología positivista y la “cientificidad” de las investigaciones, como ya

mencione anteriormente, son instrumentos justificadores a los que los

tribunales recurren para tener una suerte de sustento con el fin de que sus

sentencias y juicios sean “engullidos y digeridos” por la sociedad, cualquiera

que se el fin del estado.

Aunque el suplicio haya sido eliminado, aun podemos ver como en las

prisiones de nuestro país no se hace nada mas que castigar y castigar. La

prisión paso de ser un sistema de protección para la sociedad a un a “bestia”

que el estado utiliza para mantener a la gente con la cabeza agachada.

Este juicio que Foucault hace a los “profesionistas” que trabajan en conjunto

con el aparato judicial, no son nuevas para mi, pues es algo que me había

molestado desde hace ya un tiempo, sin embargo, las razones y el lenguaje

que utiliza el autor me dieron una opinión mas amplia en “contra” de estos

sistemas. Al decir que estoy en “contra” del sistema penal, no quiero que se

interprete que el sistema debería ser desarticulado y desterrado, mas bien,

necesita ser reformado, necesita ser separado de la politiquería, necesita ydebe adoptar lo que pregona, la seguridad y justicia que merece la sociedad y

todos sus individuos. 

Para nuestro agobio parece que la política penitenciaria actual la seguiremos

viendo y sintiendo por un buen rato, pues esta sujeta al interés de unos pocos.