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VIDA PÚBLICA Y CULTURA CIUDADANA A PARTIR DEL ESPACIO PÚBLICO
Rangel Mora. Maritza A.1
RESUMEN
Los actuales rasgos de vida ciudadana en la gran mayoría de las ciudades venezolanas, refieren un
proceso de deterioro en los comportamientos humanos, consecuencia del decaimiento en la comprensión
y práctica de los derechos y deberes ciudadanos del venezolano; particularmente en los asociados al
derecho a la ciudad. Si bien se han hecho avances legales para consolidar una sociedad políticamente
participativa, se han reducido las oportunidades para sentir a la ciudad incluyente, productiva, con iguales
derechos para todos; amable, libre, lúdica, creativa, segura, representativa, can calidad ambiental.
El espacio público urbano como lugar de todos para el uso colectivo, polivalente, colmado de
expresiones físicas de contenido simbólico por su valor social-cultural, requiere de ciertas condiciones
físico-funcionales para cumplir exitosamente el rol como amable escenario ciudadano de una sociedad
con una amplia cultura ciudadana; formador de seres libres, solidarios y satisfechos, con cohesión social
y respeto por el otro, por el interés colectivo. Su presencia, uso y mantenimiento, son fundamentales
para tal cumplimiento o para su sustitución por otros espacios urbanos, menos públicos y menos
democráticos.
El objeto central de esta investigación, es estudiar, a través de la investigación documental y de campo,
las relaciones entre las características físico- funcionales del espacio público y el comportamiento
ciudadano de sus habitantes para la vida colectiva; a partir de las necesidades humanas fundamentales,
enunciadas para el alcance de calidad de vida urbana. Con ello se formulan satisfactores y variables para
el logro, que bosquejan propuestas de enriquecimiento del espacio y la vida pública, a partir de
lineamientos urbanísticos, formativos y organizativos, principalmente. Tales parámetros son cotejados
con los actores primordiales de la ciudad -el arquitecto, el urbanista, el gestor urbano, el político, el
educador, el representante comunitario y el habitante, para conocer también la importancia de su
participación en la cultura ciudadana de una valorada ciudad.
Palabras claves: espacio público, vida pública, cultura ciudadana, necesidades humanas.
EL ESPACIO PÚBLICO Y LA VIDA PÚBLICA
Ya desde hace varias décadas Bailly (1979), señalaba que el espacio y la sociedad, lejos de ser
independientes, entre sí, se interpenetran profundamente, el hábitat es de hecho, la proyección sobre el
suelo de determinadas relaciones sociales.
Borja (2007, p. 60) en sus amplios estudios sobre el espacio público, menciona que éste es un ámbito
privilegiado de la vida social que sólo puede existir en un marco de derechos y deberes -que como decía
1 Arquitecto y Diseñadora Urbana. Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes, Mérida -
Venezuela. [email protected], 00 58 274 415.59.36
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la vieja Declaración de los “droits de l’homme” de 1789-, haga posible que los ciudadanos sean las
personas que “nacen y se desarrollan libres e iguales”... su conflictividad es casi siempre un indicador
de la calidad de dicho espacio, de su polivalencia, de su capacidad de adaptarse a distintos usos en
cualquier momento.
Boisteau (2.007, p. 8) citando a Borja dice, que el espacio público es ordenador, articulador, estructurador
y mecanismo de redistribución e integración social, creador de centralidades, de movilidades, de
accesibilidades... que ha de ser posible cuadrar la ecuación competitividad, cohesión social,
sostenibilidad, gobernabilidad y participación.
Rangel en su trabajo El Equipamiento Sociocultural en la Calidad Ambiental urbana (2.005), establece
ciertos parámetros fundamentales característicos en la ciudad y sus espacios públicos, con importantes
rasgos socializantes. Los primeros están asociados a la presencia de los tipos de equipamientos
requeridos; su correspondencia con la demanda; su accesibilidad, estado físico y características de
diseño; las particularidades en cuanto a administración, tenencia, identidad, etc.; las oportunidades para
la frecuencia de uso y para ser utilizados por diversidad de usuarios y la presencia de seguridad
personal, ambiental y vial.
Con respecto a las características físico espaciales más concurrentes en los espacios públicos con
mayor usos social, en ámbitos residenciales y que, por tanto deben ser incorporados a la hora de su
formulación para propiciar el encuentro, el intercambio, la expresión y el desfrute urbanos, Rangel (2.004,
p. 125) establece los siguientes: diversidad en el uso del suelo; trama regular orgánica; dimensiones,
proporción y escala humana del espacio; plano vertical continuo generado por un bloque urbano
compacto, participación efectiva de la naturaleza en el paisaje urbano y, en general, calidad ambiental
urbana.
Desde el enfoque de las políticas de seguridad orientadas a superar la violencia no sólo en el espacio
privado sino también en los ámbitos públicos, Laub (2007, p. 70) establece que habría que pensar la
ciudad como un lugar seguro, con servicios públicos adecuados, con sistemas de iluminación que
garanticen la circulación sin miedo, con baldíos debidamente cercados, con medios de transporte público
eficientes, con centros de atención municipal acordes con las demandas y necesidades de todos y todas.
El amplio panorama transitado por el estudio del espacio público, hizo posible que Rangel (2.009, p. 6)
produjera un aporte más innovador en la definición de ESPACIO PÚBLICO, en el cual se traspasa el
plano de lo netamente físico espacial, estableciéndolo como “…aquella esfera urbana de carácter
espacial, organizacional, situacional, ambiental que, observada y tratada en forma sistémica, impulsa el
logro y la integración ciudadana para el beneficio colectivo.”
Pero Bolay (2007, p. 77) refiriéndose a las actuales condiciones urbanas, acota que la organización del
territorio urbano, en su forma actual, ya no genera un sentimiento de pertenencia ciudadana, ni de
identificación social con el lugar en que uno vive. Tal tesis la establece por los cambios experimentados
consecutivamente en la planificación, basándose repetidamente en intereses económicos y mercantiles
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que han tendido más a desestructurar el tejido social existente que a fomentar la coherencia urbanística y
la cohesión social.
LA CULTURA CIUDADANA Y EL ESPACIO PÚBLICO
La “cultura ciudadana” es definida por Duque y Belandria (2.011) como el proceso de pedagogía
ciudadana para la construcción de acuerdos y el respeto por lo público; donde exista una convivencia
basada en normas, valores y comportamientos con sentido de lo público y una formación ciudadana en
ámbitos diversos: lo político, lo cultural, lo artístico, etc..
Boisteau (Ob cit, p. 20) enuncia que la construcción de la plena vigencia del estado de derecho
demanda un sometimiento de los comportamientos a la ley que no es alcanzable por puros métodos
represivos… No queda entonces más camino que el de la cultura ciudadana, entendida como la
armonización de ley, moral y cultura (Bogotá) o el de algo muy similar, la cultura de la legalidad (Palermo,
Sicilia) entendida como el acople adecuado entre los progresos del imperio de la ley y la comprensión y el
respaldo efectivo de la sociedad a ese imperio de la ley. Ambos caminos implican procesos educativos
acoplados a participación ciudadana a través de la comunicación y de otras formas de expresión
simbólica.
En el mismo documento Boisteau (p. 23) enuncia metas que han de alcanzarse para el logro de la
cultura ciudadana:
a) Aumentar el cumplimiento de las normas de convivencia
b) Ampliar el número de personas que llevan pacíficamente a otras personas a cumplir las normas de
convivencia;
c) Resolución pacífica de conflictos en el marco de una visión compartida de ciudad; y,
d) Aumento de la capacidad de expresarse y de interpretar la expresión de otros a través de la cultura, el
arte, la recreación y el deporte.
Torres (2.012) desarrolló para el Grupo de Investigaciones sobre el Espacio Público (GISEP – Facultad
de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes – FADULA, 2012) el trabajo “La re -
construcción de ciudadanía en torno a los espacios públicos”. Al respecto ella establece que con el uso
intensivo de los espacios públicos se abrirán oportunidades para construir o acentuar el sentido de
pertenencia en los habitantes y visitantes, en procura de su cuidado y defensa, para favorecer el rol
activo que implica el ejercicio de ciudadanía. Los ciudadanos informados podrán ejercer sus deberes y
derechos. Por ello Torres propone motivar el cuidado de tales espacios con el buen uso y defensa para
su permanencia en el tiempo mediante campañas periódicas dirigidas a:
- La divulgación de los instrumentos legales contentivos de deberes y derechos en torno a los espacios
públicos
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- La difusión de las competencias correspondientes a los diversos ámbitos gubernamentales precisando
instituciones involucradas
- La promoción de la acción ciudadana y modos de ejercicio de deberes y derechos.
- La exaltación de los valores intangibles construidos en torno a cada espacio público.
Jon Bloomfield (2.012), experto principal del proyecto Together Urbact, en su reciente artículo “La
relación emergente entre los ayuntamientos y los ciudadanos”, aborda el tema de la co-responsabilidad,
como una nueva relación entre el gobierno local y los ciudadanos, pautando que la misma podría ser
una solución a los nuevos retos a los que los estados de bienestar tradicionales se enfrentan hoy en día.
El enfoque podría servir de respuesta a la creciente necesidad de nuevos tipos de servicios y formas
innovadoras de prestación de los mismos frente a los nuevos desafíos urbanos, reafirmando el papel
clave que han de enfrentar ambas partes ante los cambios sociales de complejidad reciente, integrando
las dimensiones económica, social y ambiental.
Entre los diferentes enfoques en que se le puede acceder al estudio y producción de la cultura
ciudadana, está también el asociado a su injerencia en la conformación espacial de la ciudad y su
funcionalidad y viceversa. De allí que sea importante reconocer los parámetros físicos y funcionales
incidentes en la estructuración espacial, las dinámicas y la percepción del espacio público urbano, para
incentivar la cultura ciudadana; comprobándose internacionalmente que la identidad con el entorno, la
integración de la población, la participación ciudadana, la expresión de los usuarios y la vida colectiva,
son entre otros, comportamientos característicos propiciados por aquellos espacios públicos con
funcionamiento múltiple y adecuados equipamientos y servicios; calidad visual, ambiental y social;
eficiente conectividad, movilidad y accesibilidad; alta seguridad ambiental, personal y vial; oportunidades
para la expresión individual y colectiva; que permitan el intercambio, la vida comunitaria, la recreación y la
cultura, bajo principios de equidad, formación y enriquecimiento social y urbano, en general.
En este mismo sentido cabe la expresión de Borja y Muxi (2000, p. 23), citados por Torres (2.012),
quienes creen que hace falta analizar las nuevas dinámicas urbanas y elaborar respuestas a los desafíos
planteados desde la perspectiva del espacio público y de la relación entre su configuración y el ejercicio
de la ciudadanía, entendida como el estatuto igualitario que permita ejercer un conjunto de derechos y
deberes cívicos, políticos y sociales.
¿CULTURA CIUDADANA PARA QUÉ?
El desarrollo a escala humana es el planteamiento que hace Max- Neff, Elizalde y Hopenhayn (Desarrollo
a escala humana. Opciones para el futuro) al expresar que el mismo tiene que ver con la elevación de la
calidad de vida de las personas satisfaciendo adecuadamente las necesidades humanas fundamentales,
las cuales son siempre las mismas, lo que cambian son las formas o satisfactores para alcanzarlas.
Tales necesidades son: Ser, tener, hacer, estar, subsistencia, protección, afecto, entendimiento,
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participación, ocio, creación, identidad y libertad (p. 17). Posteriormente agregan que la no satisfacción
de alguna de las necesidades básicas genera patologías, individuales o colectivas.
La espacialidad o anatomía urbana es el resultado de un proceso histórico evolutivo, presente desde el
momento de fundación - surgimiento de la ciudad, al seleccionarse el sitio de emplazamiento de la
misma. Tal implantación tiene una alta influencia en las dinámicas de crecimiento y composición
poblacional, en la formación y desarrollo de las actividades económicas, sociales y culturales y hasta en
la formulación de las imágenes del lugar y la consecuente identidad de los habitantes, como resultado
de la aprehensión valorizada sobre la misma.
La funcionalidad o fisiología urbana, efecto de tal situación espacial y sus factores asociados, se
expresa en la existencia y espacialización de los usos del suelo urbano, las densidades e intensidades
del mismo, la presencia, suficiencia y calidad de los equipamientos; la dotación de los servicios y la
conectividad, la movilidad y la accesibilidad intra espacial urbana y territorial.
La anatomía urbana y su fisiología son los dos componentes de la estructura urbana de una ciudad,
causa y consecuencia de la actuación de la población sobre un territorio humanizado, de la viabilidad
para responder acertadamente o no a las necesidades humanas fundamentales. Como tal, la ciudad ha
de ser el lugar de las mejores condiciones para la vida humana, donde sus habitantes se procuran la
satisfacción de sus necesidades básicas, a través de un proceso tácito o explicito de conformación
urbana y formación personal y social para la construcción de acuerdos, a los fines de lograr el respeto
por lo público y la sana convivencia.
Con el devenir del tiempo, en la ciudad latinoamericana se han alterado estos principios básicos de
convivencia, surgiendo progresivamente patologías urbanas que desdicen grandemente de la ciudad
como lugar sin parangón para la vida humana. Por ello, en algunas ciudades se han iniciado procesos de
estudio para la explicación y búsqueda de soluciones, centrados ampliamente en la recuperación de la
cultura ciudadana. Colombia ha sido un abanderado de élite de este proceso, liderizado por Antanas
Mockus, como alcalde de la ciudad de Bogotá, durante el período entre 1994 y 1997.
Mockus explica que el gran problema a resolver fue el divorcio entre la ley (como expresión de la
oficialidad), la moral (o valores personales) y la cultura (como los valores sociales). Por ello el eje de la
acción de su gobierno, fue buscar hacer cultural y moralmente válidas las prescripciones legales y
combatir la justificación moral o la aceptación social o cultural de comportamientos ilegales. (p. 29)
La ciudad como ente educador es otra valiosa propuesta,
presentada por Rodríguez (2.001, p. 3) para impulsar la cultura
ciudadana, expresando que ella es un proyecto para construir
ciudadanía y democracia, es un propósito de construir ciudad para
más y mejores ciudadanos… Ser ciudadano es la práctica continua
de ciertos valores que el ser humano debe encontrar en la ciudad
en la que habita. La ciudadanía se alcanza en la relación dialéctica
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entre en ser humano y la ciudad; mientras ésta lo ciudadaniza, aquel la humaniza.
ESTADO ACTUAL DEL ESPACIO PÚBLICO Y LA CULTURA CIUDADANA EN LA CIUDAD
VENEZOLANA
La vida ciudadana tiene un especial escenario: el espacio público. El ha de ser el más democrático,
propiciador del encuentro, la convivencia, el ocio, la recreación, la creatividad, la manifestación cultural
en colectivo, al ser la ciudad expresión de la cultura de su población. En sus diferentes expresiones y
representaciones, el espacio público debe ser objeto de valoración, permitiendo su uso y participación
proactiva de los habitantes y visitantes para la construcción colectiva. La vida pública diversa y equitativa,
ha de ser la meta, creando espacios referenciales multifuncionales, donde se dignifiquen los entornos
urbanos, se generen monumentos y se construyan obras arquitectónicas con cualidades estético-
funcionales, que produzcan sentido de identidad y pertenencia, ampliando las centralidades urbanas,
enriqueciendo la cultura del lugar y, mejorando para todos, la calidad de vida.
Lamentablemente, en nuestras ciudades el espacio público se ha ido cargando de “disoluciones
urbanas”, antes que de propuestas nobles, dignas, requeridas por la población. Se reconoce el
decaimiento de la calidad arquitectónica y urbanística; la precaria accesibilidad y capacidad de los
equipamientos, cuando ellos existen; la segregación de los sectores residenciales, al construirse los
populares en espacios de alta fragilidad ambiental o enclaustrarse los residenciales de clase media y alta
por los problemas de seguridad personal. Las zonificaciones normadas de usos del suelo, no son
respetadas, con la consecuente mezcla entre sí de usos incompatibles y de ocupaciones que conflictúan
la funcionalidad de espacios de la ciudad. Conflictos similares presentan los valores patrimoniales
culturales y naturales, al no ponderarse, mantenerse o utilizarse adecuadamente.
En el caso particular de ciudades de montaña, la implantación edificatoria es agresora del medio
ambiente y del ciudadano. Se utilizan espacios de baja capacidad de carga, aumentado las
vulnerabilidades socio naturales; no existen áreas mínimas ni adecuadas localizaciones de los
equipamientos y las edificaciones residenciales han ido creciendo en condiciones infrahumanas, siempre
amenazadas por su localización, calidad constructiva e inseguridad social. Los nodos viales operan con
frecuencia como nudos críticos de tránsito con fuertes problemas funcionales, de seguridad y de calidad
visual.
Es un hecho notorio como la mayor parte de las ciudades del país han ido perdiendo su identidad por la
estandarización, la mala calidad o lo inacabado de la arquitectura, la homogenización del urbanismo, la
proliferación de avisos comerciales, la pérdida de los valores intrínsecos de carácter cultural, social y
espacial, la proliferación del comercio informal, la indigencia y la nueva política pública de “custodia de
terrenos vacantes”. Resultando manifiesto, el escaso mantenimiento de las instalaciones y los servicios
públicos, así como el empeoramiento del manejo de los residuos y desechos sólidos urbanos. Todo ello,
junto con el crecimiento de la contaminación atmosférica y de aguas, completa el deterioro creciente
observable en nuestras ciudades.
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La movilidad y la accesibilidad peatonal están totalmente supeditadas a la vehicular y a las precarias
condiciones de las sendas que la debieran permitir y propiciar. El transporte público aumenta su
ineficiencia, al no considerar a la movilidad como un componente fundamental del “sistema ciudad –
territorio”, que requiere de planificación interdisciplinar a diversas escalas geográficas, para el logro del
desarrollo urbano. Lo que se ha propiciado, es la adquisición y recuperación del vehículo privado,
aumentando la saturación vial y la contaminación atmosférica, además de los conflictos de tráfico por el
creciente colapso de tales unidades a cualquier hora del día. La incorporación de la motocicleta como
nuevo vehículo para la movilidad, ha agudizado el problema de congestión del tránsito, aumentando la
inseguridad vial y personal; siendo una agresión constante para el peatón y para los vehículos
tradicionales y un alto riesgo permanente para sus usuarios, quienes diariamente engrosan las
estadísticas de accidentes y muertes.
Los elementos “amables” - de mobiliario urbano, estéticos, informativos, lumínicos y de valor ambiental,
no se consideran de importancia; ni en lo que respecta a su presencia, su calidad, su mantenimiento, o
su complemento para su uso adecuado. Las paradas de transporte colectivo se mezclan con los
terminales de vías urbanas, sin poseer las condiciones mínimas de espacialidad y funcionalidad, ni de
humanidad para sus usuarios. Tampoco se regula la invasión del espacio público por parte del uso
comercial, permitiéndose la imposición del beneficio del individuo o la minoría, sobre la mayoría
poblacional, lo que también ha aumentado la inseguridad personal y vial de la ciudad tradicional,
disminuyendo su transitabilidad, su uso y su disfrute. La información urbana es muy limitada y se “pierde”
entre la comercial, la política y los grafitis, el deterioro constructivo y la vegetación. El comercio
alimenticio, ha tomado mucha fuerza como ocupante permanente del espacio público, sobre aceras,
orillas de calle, estacionamientos, expendiéndose sin principios mínimos de salubridad e higiene. El
cableado eléctrico y de servicios de comunicaciones a distancia, crece cada vez más en densidad,
generando un progresivo deterioro visual que opaca significativamente las vistas y panoramas de la
ciudad, aumentando la conflictividad por el uso del espacio y la contaminación electromagnética local.
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La ciudad venezolana esta carente de normas específicas, requeridas en razón de su vertiginoso
crecimiento, la agudización de sus conflictos y la poca aplicabilidad o pérdida de vigencia de las
existentes. La gestión urbana no ha previsto esta conflictividad y no se ha actualizado, actuando más por
conflicto que por prevención de los mismos. Además, se han incorporado nuevos problemas para la
administración de la ciudad, degenerando en fuertes apremios financieros, legales y de adecuaciones
de los órganos del Poder Local, además de intensa conmoción política, que lamentablemente ocupan
más tiempo e inteligencia que los propios de hacer ciudad y ciudadanía.
Todos estos rasgos de deterioro urbano existentes, asociados a otros factores de distinto origen, son
causa y consecuencia de la reducción de principios y valores ciudadanos; al haberse ido
desnaturalizando la calidad de la vida pública en nuestras ciudades y propiciado el irrespeto o el
desconocimiento de los deberes y derechos ciudadanos. El espacio público urbano está siendo
desplazado por otros lugares menos democráticos pero más seguros; la vida comunitaria se organiza
muy precariamente para el logro del beneficio político, pero no para la convivencia colectiva. La
recreación privada crece en adeptos y los espacios exteriores se mueren de mengua; convirtiéndose en
lugares solitarios, sin mantenimiento, ni dolientes.
Todo lo anterior es demostrativo de que la ciudad venezolana se encuentra en crisis y con ella el
habitante y la cultura urbana, la condición de lucha por el bien común, por el respeto a lo colectivo. Es
manifiesto que no hay formación ciudadana, no hay seguridad pública, no hay ordenanzas actualizadas,
no hay ciudadanía. Todo ello hay que construirlo.
En los estudios urbanos de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes
(FADULA), particularmente en estos últimos diez años, el espacio público ha sido un tema de particular
interés, al reconocérsele su importancia en la conformación de las ciudades, su incidencia directa en la
calidad de vida de los ciudadanos y el proceso de deterioro que están sufriendo hoy día en la mayoría de
las ciudades venezolanas, a pesar de las amplias y diversas condiciones físico ambientales y culturales
que otrora permitieron su conformación y utilidad constante, sobretodo en la ciudad de Mérida.
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A MANERA DE CONCLUSIÓN: LA CULTURA CIUDADANA A PARTIR DEL
ENRIQUECIMIENTO DEL ESPACIO PÚBLICO
Si se entiende la ciudad como aquella que optimiza y multiplica las posibilidades de contacto entre las
personas, ella debe disponer de ciertas condiciones urbanas para procurar una feliz interacción entre la
vida pública bajo principios de cultura ciudadana y la configuración y funcionalidad de su espacio público;
siendo aquella – en forma importante en nuestra realidad- causa y consecuencia de la calidad ambiental
urbana o calidad del espacio público urbano, además de otras determinantes, entre las que se
encuentran el poder político y las decisiones públicas.
El siguiente cuadro permite observar un listado de requerimientos y proyectos urbanos exigidos por las
ciudades para procurar en ellas calidad de vida como factor fundamental de vida pública urbana bajo
principios de cultura ciudadana; estableciéndose con ellos los interesados - responsables para su
cumplimiento, según sea el arquitecto, el urbanista, el gestor urbano, el político, el educador, el
representante comunal o el habitante en general. Tal listado y su cruce de variables con los actores
fundamentales, es producto de una visión apreciativa de la autora, buscando ser exhaustiva, aunque
reconociendo posibles subjetividades. El objeto central del planteamiento es alcanzar ciertas exigencias
primordiales del espacio público, formuladas a partir de las necesidades humanas fundamentales
requeridas en dicho espacio: ser, tener, hacer, estar, subsistencia, protección, afecto, entendimiento,
participación, ocio, creación, identidad y libertad; de manera que puedan reducirse las patologías
individuales y colectivas surgidas en la ciudad..
Las exigencias o necesidades del espacio público para el fomento de la cultura ciudadana son:
- Calidad ambiental urbana o calidad del hábitat.
- Identidad del habitante con el entorno,
- Integración de la población para la vida colectiva
- Participación ciudadana,
- Expresión de los usuarios
Los satisfactores generales resultantes de esta investigación, requeridos en nuestras ciudades a partir
de las necesidades o exigencias planteadas, a cotejar a través de variables específicas de
comportamiento (requerimientos y proyectos urbanos) con cada categoría de ciudadano actor – receptor
y, que participan decididamente en la conformación de la ciudad, son:
1. Funcionamiento múltiple
2. Adecuados equipamientos y servicios
3. Eficiente conectividad, movilidad y accesibilidad
4. Alta seguridad ambiental, personal y vial
5. Calidad social, visual y ambiental
6. Oportunidades para la expresión individual y colectiva
7. Ocasiones para el intercambio, la vida comunitaria, la recreación y la cultura,
8. Presencia de equidad, formación y enriquecimiento social y urbano, en general.
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Como se expresó con anterioridad, las necesidades humanas son las mismas para cada sociedad
independientemente de la historia y el lugar, lo que cambia son los satisfactores para alcanzar su
cubrimiento, así como las variables y los indicadores que permiten su implementación específica o el
reconocimiento preciso de las deficiencias. En este estudio, a los fines de precisar la relación entre la
conformación físico espacial y funcional de una ciudad y la cultura ciudadana de sus habitantes, se
llegan a establecer variables por satisfactor, formulándose aproximadamente un promedio de 6 variables
por cada uno. Muchas de ellas están relacionadas con la importancia de mejorar las condiciones del
espacio público y su funcionalidad, en razón de las precarias condiciones físicas y utilitarias actuales de
la ciudad venezolana; aunque para otras realidades latinoamericanas las variables que actúan en la
generación de la cultura ciudadana sean más de carácter educativo y organizacional.
Las cuatro primeros satisfactores hacen referencia directa a condiciones asociadas a los rasgos físicos
funcionales del espacio, los cuatro últimos están más relacionados con requerimientos sociales,
culturales y educativos, que exigen organizatividad e impulso hacia lo formativo, la vida socio cultural y
la calidad espacial y funcional de la ciudad, sus espacios públicos y sus ciudadanos.
Al cotejar en el cuadro las variables por satisfactor con cada actor – receptor urbano, se pueden obtener
las siguientes conclusiones
Del 100 % de las variables a cumplir, son el gestor urbano, el político y el representante comunitario los
actores más determinantes en la producción de cultura ciudadana, a partir de la calidad del espacio
público y de los requerimientos sociales, culturales y formativos; en razón de su requerida participación
en el desarrollo de la mayor cantidad de variables, formuladas. El urbanista y el educador participan en
las 2/3 partes de las variables, mientras que el arquitecto en un aproximado del 40 % de las mismas,
siempre que esté cumpliendo funciones específicas de generación de espacios privados. El habitante,
por su parte, puede cumplir cualquiera de las otras funciones de responsabilidad, pero en su participación
básica, es más receptor que actor efectivo.
El urbanista está más presente, en el cumplimiento de funciones asociadas a la calidad físico funcional
del espacio público; mientras que el educador en las variables asociadas a los requerimientos sociales,
culturales y formativos.
El adelanto de esta investigación, como tema central del nuevo proyecto del Grupo de Investigaciones
sobre el Espacio Público (2.0129, requerirá de su profundización a través del trabajo interdisciplinar y el
desarrollo de análisis más exhaustivos sobre los temas tratados. No obstante, se considera que se
alcanza un adelanto importante, motivador.
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1. FUNCIONAMIENTO ESPACIAL MULTIPLE
1.1 Uso del suelo diverso
1.2 Compatibi l idad entre los usos
1.3 Dens idad poblacional acorde con los equipamientos y la acces ibi l idad
1.4 Intens idad constructiva según capacidad de soporte natura l , funcional y socia l
2. ADECUADOS EQUIPAMIENTOS Y SERVICIOS
2.1 Exis tencia , capacidad y acces ibi l idad según demanda
2.2 Cal idad, divers idad requerida de los equipamientos
2.3 Gratuidad o economía de equipamientos socia les
2.4 Cal idad y cantidad adecuada de servicios
2.5 Tratamiento fina l sustentable de los servicios
2.6 Relación justa de precio/valor del servicio
3. EFICIENTE CONECTIVIDAD MOVILIDAD Y ACCESIBILIDAD
3.1 Asociación adecuada entre usos , conectividad y acces ivi l idad
3.2 Red peatonal estructurada, grata, segura
3.3 Red via l ampl ia , mantenida, segura e informada
3.4 Transporte plani ficado, extendido, diverso, seguro y ecónomico
3.5 Acces ibi l idad s in barreras a todos los espacios públ icos
3.6 Mobi l iario via l suficiente, adecuado, mantenido y bien loca l izado
4 ALTA SEGURIDAD PERSONAL, VIAL Y AMBIENTAL
4.1 Empleo, sa lud, educación, justicia y vivienda digna para todos
4.2 Vigi lancia públ ica personal constante
4.3 Vigi lancia y buenas condiciones via les
4.4 Normatización y educación permanente
4.5 Recuperación, conservación y usos según capacidades de soporte ambiental
4.6 Buena i luminación y mantenimiento de espacios urbanos
4.7 Autorregulación, mutua regulación pacífica y preocupación permanente por el sa ldo pedagógico
RELACIÓN ENTRE PROYECTOS Y RESPONSABLES DEL ESPACIO PÚBLICO PARA PROPICIAR CULTURA CIUDADANA
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RELACIÓN ENTRE PROYECTOS Y RESPONSABLES DEL ESPACIO PÚBLICO PARA PROPICIAR CULTURA CIUDADANA (Continuación)
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5. CALIDAD VISUAL, SOCIAL Y AMBIENTAL
5.1 Reconocimiento, realce, popularización y celebración de los valores patrimoniales e identitarios
5.2 Valorización de los elementos naturales relevantes y aumento de las áreas verdes urbanas
5.3 Impulso a las organizaciones identitarias, religiosas, deportivas, culturales, sociales, etc., enriquecedoras de la sociedad
5.4 Diseño espacial según condiciones climáticas, paisajísticas y de riesgo
5.5 Mantenimiento y realce de los espacios públicos y sus diferentes componentes
6. OPORTUNIDADES PARA LA EXPRESIÓN INDIVIDUAL Y COLECTIVA
6.1 Valorización de la ciudad para el impulso al orgullo, la identidad y la apropiación ciudadana
6.2 Acopio y popularización de las fechas fundamentales comunitarias
6.3 Comunicación y expresión simbólica oficial y ciudadana
6.4 Reconocimiento, organización y créditos a artesanos, artistas, deportistas
6.5 Adecuaciones espaciales para el trabajo y la exposición en las comunidades y la ciudad
7. OCASIONES PARA EL INTERCAMBIO, LA VIDA COMUNITARIA, LA RECREACIÓN Y LA CULTURA
7.1 Existencia, construcción, mantenimiento y calidad de los espacios públicos
7.2 Seguridad personal, vial y ambiental
7.3 Celebración de fechas importantes comunitarias, para la identidad y el encuentro
7.4 Popularización y práctica constante y organizada del deporte
7.5 Realización permanente de eventos recreacionales
7.6 Planificación y existencia de vida pública para todos
8. PRESENCIA DE EQUIDAD, FORMACIÓN Y ENRIQUECIMIENTO SOCIAL Y URBANO
8.1 Educar en y para la cultura ciudadana
8.1 Existencia y mantenimiento de equipamientos adecuados
7.2 Impulso a la solidaridad, la inclusión, la convivencia y la mezcla social
8.3 Reconocimiento de las actitudes y manifestaciones culturales
8.4 Enseñanza del arte y la historia del lugar
6.4 Diálogo entre los actores para la mediación y la negociación
5.6 Divulgación de los instrumentos legales contentivos de deberes y derechos en torno a los espacios públicos
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