viajes por los templos zen del japon

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    VIAJE POR LOS

    TEMPLOS ZEN DEL JAP NImpresiones de un psiquiatra

    TRAS LAS HUELLAS DE BUDA

    COLECCI N DAIDOJITEMPLO DEL GRAN CAMINO

    ACTUALIZANDO LA ENSE ANZA DE LOS BUDAS.

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    Tenemos mucho gusto mi Shanga y yo en presentar esta colecci n Daidoji a lagente de habla hispana. Explica sencillamente nuestra experiencia de casi 20 a osde Pr ctica del Budismo Zen.Deseamos de coraz n que se extienda y que otras mentes abiertas la reediten, yaque s lo se han puesto en circulaci n 150 ejemplares de cada libro.Los textos que contiene este libro, no est n ordenados sistem ticamente. Cadalector habr de estudiarlos muchas veces y se ordenar n seg n su comprensi n yoportunidad. La mente tiene variados momentos de apertura. Quiz s por ellorepitamos tanto y con afirmaciones pedag gicamente rotundas por lo que pido

    disculpas. Sin embargo, todos los comentarios posibles no substituyen a lameditaci n Zazen, pr ctica-realizaci n transformadora de por s . Todas lastranscripciones y correcciones, han sido hechas por los componentes de la Shanga.

    El manifiesto auge de los valores del Tener sobre los del Ser, como tener fama,dinero, belleza, poder, juventud, fuerza......... en las sociedades opulentas y deconsumo actuales, constituyen los medios m s simples para conseguirsatisfacciones a los deseos llenos de objetivos de provecho, ganancia y placerque se edifican sobre el fundamento del ciego ego smo.La ambici n, el orgullo, la prepotencia, la arrogancia, la codicia, la c lera, lacompetitividad, la crueldad, la explotaci n de las diferencias y el abusivo eignorante uso de las categor as y las opiniones inmaduras, expresan elegocentrismo, el n cleo del apego, el enganche adictivo a esta estructuraelemental, aprendida, tan agresiva y depredadora que llamamos Ego.El Budismo Zen con su Pr ctica, diluye directamente esta enfermedad colectiva,originando una soluci n real de aplicaci n inmediata, voluntaria y al alcance detodos para cada individuo que rechace el ego smo descrito como nica manerade comportarse y no se detenga en los an lisis y cr ticas idealistas o emocionalesque suelen escamotear los cambios que s son posibles y que necesariamentehan de comenzar por experimentarse en uno mismo. El que no comienza porayudarse a s mismo, no podr ayudar a otros sino confundirles.El Editor

    Soko Daido

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    Agradezco al Grupo de Monjes Zen*, algunos de ellos responsables de DOJO en suspa ses de origen, haberme permitido acompa arles en este Viaje de Estudios yPrctica intensiva. De edades situadas entre los veintisiete y treinta y siete a os, losm os son casi cincuenta, pertenecen a la Shanga de allegados al fallecido MaestroDeshimaru, habiendo sido sus disc pulos entre quince y cuatro a os. Italia, Francia,Mnaco, Alemania, Suiza. Vietnam y Espa a, fueron y son, Ios pa ses de estosexploradores.Con profundo respeto agradezco al Maestro Shuyu Narita y familia, Jefe del Templo

    Zen de Todenji, de avanzada edad, su compasi n, sabidur a y patronazgo continuo.Sampai para todos ellos, as como para aquellas personas, monjes, civiles,ciudadanos del Jap n y cosas que con su amabilidad, su severidad, su indiferencia osu desprecio, han hecho posible la Experiencia.

    * Taiten Fausto Guareschi, Roberto Pinciara, Marosa Agnoli. Ludger y LaurenceTembreul. Francisco Villalva. Michel Tolosanno. Patrick Pajot. Evelyne Holzapfel.Denis Robert. Martine Haeguel. Chris Selig y Thuan Nguyen Tranh.

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    Hay quien sabe lo-que-no es pero no sabe lo-que-es. Cuando estemos ante unmendigo, lo mismo que ante un Rey,... cuando cualquier acto de vivir cotidianovalga lo mismo que cualquier otro... habremos llegado por fin, A Ninguna Parte;all donde no existe la ansiedad porque no hay elecci n, alternativa, ni deseoparticular: El Lugar de la Paz.No siendo asunto para pensar, sino para experimentar, dedico este libro

    A LOS PERROS

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    Varias noches, el grifo, goteaba.Y varias noches lo apret , sin resultado.Lo hab a arreglado hac a poco tiempo.Era, el Otro.

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    Avi n tras avi n, por la sombra del mundo, por desiertos blancos que soncontinentes... la Islandia, la Groenlandia, Alaska, Kanchatka, nos dejaremos caer enlas Islas Niponas acerc ndonos al primer objetivo que es el Templo de Todenjidonde vive el Maestro Shuyu Narita. Imperio del Sol Naciente imaginado en mi

    juventud, te saludo con admiraci n, respeto y agradecimiento. Gassho!An hemos de convertirnos en rodadores dejando el aire, para recorrer, unas horasen taxi, la distancia que nos separa de la aldea de IIdagawa, llanura arrocera ymontecillos, a cuyo socaire se levantan casitas y Templos manchados de nieve vieja,

    cansada de invierno, casi usada, que da a luz el agua joven, transparente y c clica.El Maestro nos abraz en el aeropuerto como a hijos perdidos y encontrados. Uno auno. Su anciana humanidad se vivificaba con nuestra imagen, con nuestrocansancio, como si recuperase una parte de s , poni ndonos en medio de sus grandesy abiertos brazos.Dejando la impedimenta en el hotel, mitad riokan u oriental, mitad occidental,volvemos a salir perseguidos por reverencias desacostumbradas, de se ales derespeto y cordialidad que ni los agudos momentos de fant stico egocentrismo soncapaces de proyectar. Con las espaldas cohibidas, se enfrent el camino del Templo,boca nocturna llena de misterios que nos albergar a. Como en un rito deapaciguamiento, ir amos a hacer Sampai, a echar en tierra la cabeza.Una alta escalinata guardada por rboles desdibujados de oscuridad, un bosque conaromas de incienso, condujeron a la gran boca de mortecina luz interior. Estanciascon lumbre de espera como farolillos de la antig edad que sit an ms que ense an.Torpes tropezones en la alargada lengua de losas y una enc a desdentada de maderade cedro bru ido interrumpen el camino. Estamos dentro. Descalz ndonos, subimoslos tres pelda os y pasado el pasillo, brocados dorados, rojos ropajes y budas ycandelabros. Son la garganta nueva, las tranquilas fauces, el iluminado final delcamino. Y en el suelo de arroz dorado, sentamos las cabezas tres veces.A un lado, siempre a un lado, La Esposa, la Nuera, la Nieta del Maestro esperan elturno arrodilladas y arrodill ndonos, repetimos y repiten el saludo nuevo y viejo,agradecido y hospitalario, torpe y sereno, tranquilo, acostumbrado.Una enorme campana ha hecho, de la circunstancia, acontecimiento.Unas palabras han hecho, de las emociones, literatura.Tondeji, cuyo significado viene de un poema de Dogen a prop sito de las relacionesZen entre China y Jap n, naci hace unos trescientos cincuenta a os.

    Como animalillos trasplantados tratando de recordar el camino de vuelta,maltrechos y doloridos, nos sube un ascensor y nos recorren los pasillos hasta darcon las habitaciones donde lastimosamente no hay nada, est n vac as. Cinco en cadauna hemos de trabajar. Pero no, descubrimos con encanto que tras las opacascorrederas laterales se encuentra lo necesario primorosamente doblado. Rojodoradascolchonetas hacen su pila junto a s bana, manta, edred n y almohada. Arrinconada,

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    una tele ciega, espera ser alimentada con la moneda. Juego de t con termo sobre lamesita. Hacia la luz de la ventana, cl sicas correderas de fino list n y papel dearroz. En el suelo, el tatami dorado de agusa, caricia para los pies y la vista, lenitivocon el tiempo del dolor y del fr o. Dejando a la puerta el calzado, nos disponemos acambiar de ropa para el ofuro o ba o caliente en com n.Junto a la pared, en una cesta, hay dos pilas de Kimonos o yukatas de algod n. Unosuave, ligero y azuliblanco que es el primero que se pone.Otro oscuro, pesado y de tonos marrones, va encima. El cintur n est doblado de

    manera que asemeja un panecillo, un bot n de flor que apena abrir.La antesala del ba o tiene cestas donde dejar cada cual sus cosas as como un peso yaparatos de masaje. Tras la corredera de cristales empa ados, se sugiere el ba o,estancia enorme con un gran ventanal y espumas de rocas en los ngulos de lapiscina azul. Al lado opuesto grifos de hielo y de fuego que mezclados en una

    jofainilla permitir n el lavado concienzudo antes de ir lentamente a la piscina.Qu placer y refinamiento en la recuperaci n, qu dulce dolor! Los romanos... losrabes...E inmediatamente, la Cena.Enmarcados por cuencos de laca a la izquierda y a la derecha para el arroz y la sopade miso, hay un jard n de vasijas redondas y cuadradas, profundas y planas,conteniendo salm n, verduras, frutos cidos, algas marinas y otros alimentosirreconocibles, cortados y presentados magistralmente. Tal arte y perfecci n inspiraun ritmo y una actitud que se manifiesta en los gestos, con ritualidad. Algo sagradoo profundo emerge y no es lo que tradicionalmente llamamos educaci n. Esa es sufuerza.Tomando con unci n y cierta dificultad las piezas, las combinaciones se sucedenhaci ndose innumerables los gustos entre tantos platillos. La sopa viva que se muevecomo lava ardiente, en c rculos y valos, haciendo ovillos de nada, te bebe entre susremolinos hasta la panza del bol misterioso. Apenas hay l neas rectas en lanaturaleza... Los costados, tienen flores doradas, los interiores, brillos cer micos deconcha marina. Blancos palillos, picotean m nimas cantidades eternizando el placer.D as despu s, el rito se invertir a convirtiendo la riqueza en pobreza, lo calientedeseado, en fr o necesitado, lo apetitoso y variado, en mon tono y desabrido,uniforme, escaso... Una lecci n con carga de profundidad para el cuerpo, la mente,el esp ritu... y cuanto hay. Lecci n a la ansiedad, la inclinaci n f cil, el descontrol.

    Debilitamiento de los deseos en la frustraci n reglamentada y voluntariamenteaceptada. Sabidur a de Maestros Sin Palabras.Pero esto habr de ocurrir en los Monasterios.Acabada lo que llamar La Cena Imperial, es servido el T . Agradece cada cualcena y compa a con un gassho tradicional, inclinaci n con las manos juntas haciael centro de la mesa y hacia la cocina y sus art fices, que lo reciben satisfechos,

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    correspondiendo, con otro, otro, otro...El tatami dorado, a mitad de camino entre lo duro y lo blando, acoge nuestroscuerpos arrebujados con las cabezas hacia el centro como es preceptivo.Pero no es s lo con la comida y el sue o como se recupera la energ a o se crea o serecoge. Cuando en circunstancias extremas no hay qu comer, en el Jap n se hacegimnasia con resultado parad jico.Misterios de la Energ a que comprobaremos en las pr cticas de los siguientes d as.Desde el fondo de las sombras de las consciencias, surge un ruido que,

    agrand ndose, levanta los p rpados, el pensamiento y el cuerpo: simplemente,despertar. Son las siete. Luz el ctrica. Recogida de ropa, aseo y salida. Salida arecorrer el pueblecito de casas individuales, modestas, ajadas, cansadas de nieve,

    jardincillos marchitos, rocas de paja, rboles con toquilla... reverencias de las gentes,... fr o en la cara.Todo es aqu peque o, hasta las colinas. Todo es modesto. Los cementerios pobladosde f licos granitos, granizados de bolitas blancas que son ofrendas de alimento a losque se fueron y son recordados. Cuervos y milanos negros, comensales perpetuosdel fest n de las ofrendas, mueven el paisaje y multiplican el c rculo vital,acompa ando, consumiendo, participando con sus vivires, de la muerte, de los ritos.Imposible el grito o la arrogancia all ...A la frugal comida le sigue un tiempo libre. Un recuerdo m gico del Templo bulleen m y recorro sus alrededores. Han pasado casi cuatro siglos desde que naci en elbosque. Un cierto abandono le naturaliza, integr ndole en el entorno. El agua, el sol,el viento y el tiempo, igualan las diferencias agris ndolo todo. Pronto, la marchitacubierta vegetal renacer . Una amplia superficie que adivina el lugar de su antiguoestanque, a ade planicie a la silueta de Todenji, Templo de tejado verde yrespingado como casco de guerrero, tras la red de ramas tiritantes. Aqu y all, unguio, un brillo de luz, el reflejo del sol en una superficie, quiz s una gota de agua,un esp ritu viajero...La tarde ha pasado. Se habla poco. Ratos de sue o alternan con recuerdos de lospa ses de origen, palomares lejanos...Nueva Cena Imperial con casi todo nuevo y distinto. Entre diez y once nosacostamos previendo una fuerte jornada para el d a vecino.Percibo en el ambiente algo indefinible. Silencio y medida.El Maestro nos ha enviado grandes mandarinas amargas.

    Me duermo inmediatamente para despertar dos horas despu s, alternando sue o yvigilancia. Pensamientos, sentimientos, sue os son recorridos lentamente,degustados intensamente. Son los detalles de ese Otro Mundo. La ropa espera amis pies: el nuevo y enorme colomo negro, el kimono blanco, el Kesa. S mbolos deChina, Jap n, La India. Resumen formal de milenios...A las cuatro nos levantamos y en unos minutos, recogida la ropa y aseados. Nos

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    encontramos en el Hall del Hotel. Inclinaciones mutuas y silencio. Es de noche. Seinicia el descenso de una colina a otra, entre pinares despoblados. Es una marcharpida, helada, en fila india. El fr o desaparece pronto. El viento nos acompa a conmsica unitonal. Marcha forzada dinamizante, emocionada, fantasmal, durante unkilmetro eterno. El cielo nos mira, los rboles nos miran, la tierra nos siente. Es elJap n y vamos hacia el Templo Zen de Todenji donde el Maestro anciano y sabiodirigir un dilatado entrenamiento. Todo es intenso y teatral como un sue o juvenil.Regatos, sombras, camino empedrado, la rama que da en la cara y de la mano del

    alba el Templo nos acoge en su vientre.Directamente cada cual ocupa su lugar en el Dojo, el Lugar de la Meditaci n. Hacegassho hacia el centro y se sienta en la alta y estrecha tarima, el Tan, sobre el negrozafu o coj n redondo. Adoptada la postura de Zazen esperamos un cuarto de hora,inm viles. La Sala tiene unos veinte metros de largo por cinco de ancho. Casi alfinal, una escultura de madera sin pintar representa a Mansjuri en zazen sobre ellen y a sus pies un coj n grande sobre el que el Maestro har las tres postraciones,el sampai del comienzo. Suena el gong y giramos mirando al muro, a unos cuarentacent metros de los ojos. Se recompone la postura y haciendo gassho de nuevocomienza una hora de meditaci n. Pensamientos inevitables que se dejan correr,dificultan al principio la concentraci n. El primer Zazen. Todo es aut ntico. Estoyen el Jap n. Tras de m el Rosshi medita. El trasplante ocurre sin rechazo. Misv sceras, mi cuerpo... se entregan como a algo ya vivido. La Energ a fluyeserenamente. Hay armon a. Perdido por no s qu acontecimientos, yendo yviniendo entre consciencias e inconsciencias, un el ctrico sobresalto me devuelve allugar: el kiosaku ha hablado sobre la espalda de alguien. Vuelvo a perdermehundi ndome en las alturas de Hishiryo para asustarme de nuevo brutalmente estavez: un trueno, mucho m s que un trueno, diez truenos juntos, han salido del Taiko,el tambor ritual golpeado por el monje ayudante, Kome. Retumbando por el Temploy por el Cielo, la serie de explosiones deja lugar, altern ndose, con el refrescanteparloteo de la lluvia-metal de la campana.El Zazen ha terminado. Salimos en fila india. Los pies de los practicantes tienenmarcas rojas y hundidas. Las caras cambiadas. La actitud y el porte indicandeterminaci n. Su mirada baja, recogimiento y respeto...Ordenadamente pasamos a la Sala contigua llamada del Dharma o de Buda y noscolocamos en dos filas a los lados. Al fondo, el altar ocupado por candelabros,

    ofrendas y estatuas. Delante entre columnas revestidas de brocados rojo y oro, elaltarcillo del incienso, el shoko. Entre ambas filas una tarima para el gran coj n rojosobre el que el Maestro har sampai. Lleva en la mano un peque o cetro lacado conla forma de una Serpiente Cobra de tantas civilizaciones que simboliza la Sabidur a,el Silencio y la Dignidad. El Maestro evoluciona cantando los sutras que a vecesacompa amos. Su voz es potente, v ntrea y matizada. Kome, el Monje ayudante,

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    est sentado entre instrumentos al lado derecho de la entrada. Golpea el Mocugyo opez de madera y distintos metales dando ritmo, entradas, terminaciones. En su atrilrojo y oro, los Libros Sagrados.Voces uniformes, olor a incienso, luz tamizante... atm sfera comunitaria y pr cticasformales que educan el esp ritu, quehaceres milenarios para el que intuye realidadesabisales. Paz, creencias... vac o, apariencias... Todo y Nada.Es la hora del T ceremonial. Siempre en silencio, pasamos a la Estancia delSamurai. Atravesando corredores de la vivienda del Maestro, bru idos por millares

    de caricias de pies enchinelados, llegamos a la Estancia que ha hecho construirespecialmente. Claras y nobles maderas sin pintar, tatami dorado, larga mesa negra,cojines azules y blancos, detalles de calidad y escasos que decoran delicadamente,galer a de luz separada por correderas de papel de arroz. En el Tokonoma o lugar dehonor, pintura sobre seda o kakemono y en el suelo una mesita negra con estatuaindia e incensario azul claro. Sobre el marco de las puertas, caligraf as aut grafas deMaestros reconocidos... Kodo Sawaki: Me he esforzado toda la vida en no tenerxito ... no he hecho m s que vender agua junto a un r o...El bosque circundante lo sabe y ense a sus ocres desnudos que en otra poca setornar n rojos...El Monje ayudante sirve y alarga el tiempo rellenando parsimoniosamente,repetidamente, el termo del agua. Un T amarillo es sorbido con un gesto medido,sereno, colgado de todas las cosas, tocando con la punta de los dedos el placer delmisterio, el color la forma pura, la dimensi n sin intermediarios. Los ojos, sin mirarnada concreto, ven mejor. Detenerse en algo es excluir el resto. El Todo es visibleSin Forma. La confusi n entre lo exterior y lo interior hace desaparecer a ambos...Educaci n Zen. Percepci n Zen. El T y el Zen tienen un mismo sabor.Y el Maestro Narita, maneja los hilos...Sin saberlo, las largas mangas de su colomo se mueven para ser plegadaselegantemente. En la postura del Diamante... m s all del dolor y del placer...Son las siete de la ma ana. Iniciamos la vuelta, cansados, contentos, distintos.Milanos y cuervos alborotan a nuestro paso. El Desayuno Imperial es degustado consacra satisfacci n.No hay clara separaci n entre estas escenas. Todo es lo mismo. S lo la hay en laspalabras. La luz del coraz n une las cosas que est n separadas en el recuerdo, en lospensamientos, en la mente. Porque todo es pasado excepto el momento.

    La V a del Zen es la V a del Coraz n.Con el tiempo justo para cambiar las ropas ceremoniales por el samui de trabajo,volvemos al Templo y en una nueva Sala, hom loga a la del Zazen, recibimos laEnse anza oral del Maestro, el Teissho.Mesas bajas ante cojines planos azules o burdeos, caligraf as en los dinteles depuertas de madera y papel de arroz. En la cabecera, el Tokonoma con estatuillas

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    antiguas, el tradicional quemador de incienso, el cuadro, una silla chinarojonegrodorada, estilizada como caballo de madera ante una mesa con libros,tablero y lugar para el traductor que pasa al franc s con habilidad y peque a voz(dif cil tarea digna de agradecer), cuanto escucha.Suena la aguda campanilla sin badajo golpeada por la varilla de metal,mimosamente envuelta en pa o rojo su empu adura y manejada al rev s seg nnuestra costumbre, con el vac o hacia arriba... lentamente. El Maestro se aproximapor el corredor y se hace gassho como muestra de respeto, agradecimiento,

    circunspecci n... mirando hacia adentro, sin insolente curiosidad que analiza.El Maestro inicia un sutra y comienza a hablar. Gesticula y sonr e. Escucho y mirofascinado al Anciano que va creciendo en apasionada comunicaci n. Parece feliz ylo expresa en rgica y delicadamente. Arm nico veh culo c smico... nuestra aperturale emociona... de tan lejanos pa ses para recibir la Transmisi n directa... as ms dedos mil a os... borrando fronteras de tiempo y espacio...Qu antigua juventud la suya y qu moderna decrepitud la nuestra.Todo parece estar m s all de prejuicios y leyendas. Aqu . Ahora. M s all de msall...

    Samu. Trabajo Zen. Educaci n para la Realidad.El que no trabaja, no come. Samadhi, o Zanmai en japon s, de la consciencia delcuerpo. Usar las manos, siempre ha sido un bueno y tradicional camino Zen. Elcuerpo est para ser usado directamente. Cuando uno se pierde en lo que est haciendo, invertido en el hecho, no tiene nombre...Escobas de bamb , palas de madera, recogedores. Se acepta el trabajo asignado queen este momento es limpiar las inmediaciones del Templo. El acto se interioriza einvade. Gestos simples elementales, econ micos, con gasto de energ a justo, sinambici n de acabar, sin cicater as ni c lculos, cuidadosamente, vigilantemente,concentradamente... Vac o de reflexiones, el cuerpo, la mano, la escoba, el suelo...Unidad.Se agitan las hojas h medas que en descomposici n, encubren secretillos animales,restos de ofrendas, puntas de varillas de incienso, vasijas rotas por el viento, el agua,la tierra y el fuego... los quehaceres y sentimientos de muchas personas, respetosque han pulido piedras. El ciclo se eterniza sin ser igual y si ndolo. La energ a sehace forma, el vac o, fen meno... regeneraci n ... gasto ... Estado.

    Escribir es recordar, interpretar, recrear. Como contar dinero de bolsillo ajenoTiene poco Zen. Ning n Zen ya...A una voz, se interrumpe el samu, dej ndolo disciplinadamente donde est . Algoqueda sin terminar. Mas, qu es eso? L mites y conceptualizaciones automatizadas,compulsiones productoras de ansiedad. Sin embargo nada ocurre. Y volviendo alorden de las cosas, los instrumentos se guardan y colocan, s lo eso. Las manos se

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    lavan en el agua helada, s lo eso. Una cosa de por vez. Una detr s de otra. Ellas vanviniendo como palomas, apaciblemente, al sembrado.En la Estancia del Samurai, T y regalos.Dos diminutas pastitas le acompa an. Delicado, agradable, fugaz. Con placer vamosacerc ndonos al Maestro, siempre en la postura japonesa, seiza, la postura delregalo, del ruego sin servilismo porque procede del agradecimiento y s lo as puedeaceptarlo, ponemos cada cual en sus manos los objetos elegidos para l y para suesposa. El Maestro est feliz. Siente la medida del agradecimiento y a su trav s

    quiz s, se siembra, su transmisi n.El Zen, la V a del Coraz n, nos encadena como a ni os que juegan el juegoamistoso de las diferencias y las no-diferencias que anul ndose en un s y un no,tejen el Sino.Siguiendo la tradici n, no abre ahora ning n regalo pero los presiona y palpa atrav s de los envoltorios como hace con sus disc pulos.Terminado el momento, que habr de repetirse, juguetea con su bast n, shippei, dera z, signo hoy de dignidad, en el pasado instrumento para caminar. Es un regalo desu Maestro Kodo Sawaki. El afeitado cr neo, brilla de luz y piel tostada. La cara est en sombra y sonr e.Llueve mansamente... junto al d a. Ha transcurrido una Navidad Oriental que secierra con la pr ctica del Zazen y la pertinacia de los de la TV nacional ... un grupode monjes europeos vienen a practicar el Zen....Y tras la sentada con distracciones, luces y sabor a espect culo a veces, elinterminable canto del Fukanzazengi. La contradictoria gama del interior y elexterior pierden sus fronteras fugazmente, inevitablemente, sin poderse distinguirlos frutos, sin buscarlos, sin causas o efectos. Estar... Ser... qu ms da.Viento y lluvia, lluvia y viento. Las cuatro de la madrugada de un nuevo d a. Zazen,largas ceremonias, oscuridad y luz, rodean al Venerable, como lo hacen nuestrassiluetas de blanco y negro. Tras el impacto inicial comienza a aparecer algosemejante al gusto por lo conocido que la repetici n hace profundo. Familiaridad yaventura, monoton a e inter s... peque as palabras ... el cuerpo musita con su propiolenguaje.En charla de sobremesa alguien comenta lo que podr amos llamar la antiguaalquimia de la transformaci n de la materia en oro, esta vez con la receta Zen, lacontinuadamente presente presencia de la Voluntad de Ser, decididamente y desde

    uno mismo, seg n la cual el gesto m s vulgar por corriente adquiere la nobleza de lareeducaci n para el Camino. Alquimia, colecci n de f rmulas referidas y cr pticas,de evidencias ocultas bajo simbolismos cuyo significado aparente tiene talcoherencia que confunde a la ignorancia a la ambici n, al ego smo y cuyaprofundidad se ala el Camino de la Transformaci n, del Camino, de la Revoluci ninterior a quien tiene la necesidad de seguirlo.

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    Cosas humildes y cotidianas, necesarias, simples, pegadas a nuestras manos y anuestros pies, encierran el secreto que no se quiere o r. Trampas de sabios paradragones vidos y tontunos. Agua viva para ingenuos. Ni por la astucia, ni por lafuerza... ni siquiera por el conocimiento.Un d a pleno en actividades se ha traspasado a mi cuerpo. El cuerpo es el tiempo, eltiempo es el cuerpo. La acumulaci n de esfuerzos gasta energ a y se agotan lossistemas habituales de regeneraci n, como si canales de acequia se cegasen.Cansancio y dolor son puertas distintas. Apenas recuerdo qu ocurre despu s. No

    importa gran cosa. La Energ a original conoce el camino; es el camino.Cansancio y dolor vividos son otra cosa a las palabras con las que les designamos.Sobrepasadas una y otra vez con el miedo que las sostiene, explotan, como globos,sin ruido: el puente se mueve en lugar del r o...Personajes antiguos sobresalientes, es el tema del Maestro en el Teissho. Moritadijo: no tengo familia, posesiones ni cargos; por tanto, no necesito el satori.Todo est en la misma bolsa: las palabras-hechos, los hechos-palabras, las palabrashechas con m s palabras, es decir, palabras de palabras ... elucubraciones y reflejoscon existencia pero sin esencia; no son aunque est n, aunque suenen, aunquechoquen con otras, desafortunadamente por las laderas de la conducta como bolas denieve ofuscadas, provocadas por imprudente caminante. Lastimosamente,desencadenan hechos. Visto as , produce extra eza: hay vidas rellenas de palabras oque son m s bien palabras. Nuestras existencias est n ocupadas al parecer poramplias reas de fantasmas, de operatividad sin cuerpo. Es una extra eza semejantea la que se siente cuando se oye hablar a un robot y m s an cuando hace algo quehemos visto hacer a un humano. Parece que convertirse en humano, simplemente,puede constituir toda su tarea de desmontaje t cnico, superestructural.Dice el Surangama sutra extraviados por su yo desde un tiempo sin comienzo,todos los seres vivos creen que ellos mismos son cosas y al perder el Esp rituinfinito se transforman por lo tanto en cosas. Materia y esp ritu conducen por laspalabras al mismo extrav o. Es la paranoia hist rica.Algo semejante ocurre con la TV que vuelve a filmar una sesi n de Zazen. Ella,ms que los hombres que dicen manejarla pregunta con preguntas que s lo hacequien quiere respuestas para el p blico.Son palabras trama-bola-de-nieve, en las que nos dejamos atrapar quiz s porque noimportando lo que ellas digan, s pueda comunicarse a su trav s una intuici n en

    lenguaje arracional de Eso que las palabras limitan. La Experiencia Zenprecisamente da nacimiento a una convicci n inamovible de que hay algo que vams all del intelecto comenta Svanancini. La Armon a, Tele incluida, es Camino.El term metro no ha pasado de los cinco grados. Mientras unos marchan al hotel,otros, con el Maestro y su esposa, nos sentamos a tomar calor junto a una estufa enhabitaci n privada. Escena amable y tribal, con puchero de T colgado del techo por

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    cadena sobre foso de grises cenizas. Silencio, Silencio.Hofuro, Cena, Descanso.Me despierto descansado y dolorido a las cinco y media. Todo el d a de hoy es derecuperaci n excepto el ensayo de la Ceremonia de ma ana. Se trata de la FiestaAniversario del Nacimiento de Buda. Aqu se integrar n, relacion ndose enconcentrado resumen, los hallazgos humanos a lo largo de miles de a os de la vidadel pueblo japon s.A las seis, ducha y desayuno en samui. Me ofrezco a no participar en la ceremonia

    encarg ndome de hacer las fotos con las m quinas de todos, cosa que es aceptadacon rapidez. Ah, la Imagen! Ello significa no vestir el enorme colomo negro-Chinay el kimono blanco-Jap n.Caminamos hacia el Templo con el sol. Entramos en la Estancia del Samuraisaludando al Maestro quien inmediatamente advierte mi atuendo. No compartiendolos motivos, me ordena tajantemente volver a vestirme con rapidez. Corro a trav sdel monte por atajos, pierdo el aliento entre las f licas tumbas, espanto a los cuervosque viven del cuento, de las ofrendas a los muertos, p jaros subvencionados porsiglos, sobreprotegidos de la civilizaci n sagrada por siglos y me pregunto si ser ncuervos realmente. Sorteando pinos y resbalando neveros jadeantes, retorno alTemplo. Bat algn rcord desconocido a juzgar por las bromas y felicitaciones. Nonot el fr o en todo el d a.La gente del pueblo comenz a llegar e igualmente varios Monjes Uamoto, Jefes deTemplo, entre ellos alg n Shinto cercano a quienes el Rosshi habr de devolver elcumplido en otra festividad seg n me pareci entender, sorprendi ndome toleranciaen tal alto grado. Los asistentes se acercan a los quinientos y entre ellos, no hay

    jvenes. Todos compartimos un d a de largas ceremonias, comidas y diversiones,siempre en el suelo sobre cojines, en selza, que sin excepci n resiente.Una cierta suntuosidad reverencial exaltada por nuestra presencia extranjera, la TV yla entrega de regalos contribuyeron a dar un cierto toque de ex tica importanciamundana. Autoridades a la cabeza con sus esposas en dos filas enfrentadas, nosregalaron una bola de hilos rojoblancodorados, junto a un peque o coraz n o conchade doble valva y semejante material, acompa ado del tradicional cascabelito, sons mbolos de suerte. Previamente por nuestra parte, se entreg al Maestro un preciosoKesa o manto marr n de veinticinco bandas o rect ngulos que asemejan campos dearroz que extendido y exhibido, ostentosa pero familiarmente para ser admirado por

    todos, provoc sonidos de admiraci n y no pocas l grimas. Todo esto era sin dudaimportante aunque no dispusiera de las claves culturales para conocer y explicar losmotivos. Recordaba tambi n a las romer as espa olas, elaboraciones popularesdonde se mezcla lo religioso, lo folkl rico, lo emocional, lo pintoresco. Color,movimiento, que con diferencias no esenciales, caracteriza lo convivencial festivo detodos los pueblos.

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    El agotamiento obliga a extractar si se quiere escribir. Si nada es necesario decir, acallar. Esta es la experiencia sobre el lujo de las palabras.Cuando las costumbres son perseguidas, cansadas y arrinconadas a trav s delcuerpo, la energ a se economiza, se hace supervivencial y en alg n momento fugazy eterno, se percibe Brillantemente.El Venerable, utiliza muy bien esta t cnica, como si no supiera lo que est haciendo. Tiene palabras amables para un o do. Entre el Zazen, los Teissho y los T ,no queda posici n intentable ni ngulo descansado. En los T nos dice pon os

    cmodos, como podr a dec rselo a un n ufrago. Paradoja Zen: habla a otro o do, aotra nariz...Es inimaginable la escasa cantidad de posibilidades de recuperaci n que tiene elsuelo, si se ha de conservar cierta dignidad o disciplina. Constantemente a losl mites, el dolor es constante. No cede con nada. S lo integrado en la concentraci n,en la no-consciencia. Se hace indispensable no resistirse a l, no luchar, no desear sudesaparici n. Es la paz y no la victoria, el Camino. Un chino dijo: la victoriaconseguida con la fuerza, ha de ganarse mil veces, Yo soy dolor, dolor soy yo.Circulan bromas al respecto: piernas de pl stico, el zenista pata de palo...En el T de hoy, el Maestro ha pedido que escribamos cada cual una frase sobre uncart n blanco de canto dorado. Es costumbre que a veces se ve en Occidente pero enotro sentido. El Maestro suele decir al disc pulo que le haga una frase paracomprobar el grado de profundidad de su Zen.Al final, como es frecuente entre Maestro y disc pulo le entregu mi Rakushu, unpeque o kesa o manto que se lleva al cuello, entre otras cosas como se al de que elZen es cosa seria para el practicante. Le rogu que escribiera sobre l a lo queaccedi . Tom ndolo con respeto, lo dobl y guard , devolvi ndomelo al d asiguiente. Hab a escrito en la seda blanca del env s, una bella caligraf a procedentedel Fukanzazengi de Dogen: Do moto enzu, El origen de la V a es universal. Eldisc pulo desentra ar a lo largo de la vida sus variados sentidos. Es un Koan.Impermanentemente cambiar con el disc pulo, con su vivir. En la blanca seda,estamp su rojo sello personal y el de Todenji, as como la fecha y su nombre. Lorecog haciendo un profundo gassho de agradecimiento, arrodillado en seiza comoes costumbre y con las manos extendidas. Luego toqu con l mi frente y me lopuse. Todo esto tiene un especial sentido que comenz , probablemente, cuando yoera ni o, en esa edad en la que todo es posible, en cuanto que las barreras y los

    impedimentos son difusos, y la intuici n poderosa. Las lecturas sobre otras manerasde vivir, contribuyeron a ello y hacia los veinte a os, hace ya treinta por lo tanto, elProfesor G mez Bosque en la Universidad de Valladolid habl del Zen. A ltambi n le gustaba la libertad, investigar en distintos campos que siempre eran elmismo. Este hombre y esta poca, fueron muy interesantes. Todo ello hab a quecombinarlo con la profesionalizaci n, el miedo al porvenir, la lucha por la vida y

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    expresiones semejantes, tantas veces repetidas en el hogar y muy especialmente enlas familias de la dif cil postguerra. Este mundo, daba un toque tr gico a lasupervivencia que a adido a la tica del deber y la moral encorsetada y r gida, nodejaban lugar apenas para el juego, el humor o la extravagancia. Despu s,continuaron las investigaciones a trav s de la L gica Dial ctica del Antagonismo deS. Lupasco que superaba las f rmulas aristot licas y marxistas en lo que aexplicaciones en torno al movimiento de la Energ a se refiere y tras una quincena deaos de dedicaci n muy polarizada en la participaci n de la vida animal y humana

    desde aquellos presupuestos antedichos, el Zen vuelve a interesarme porque laexperiencia conduce a la desilusi n. Es un hecho natural en las personasapasionadas a quienes atrae descubrir y aprender. Sin embargo el enfoqueracionalista, desvirt a lo ms importante de la experiencia que es su frescura, odicho de otra manera, el sentimiento del presente y la falta de objetivo, laespontaneidad, el hecho mismo de vivir y no su significaci n. No basta, puesestudiar y extrapolar a la pr ctica. Hace casi veinte a os, en Sociolog a para laconvivencia intent un esquema cibern tico de la conducta como indicaci n decondicionamientos y en Higiene mental, la reeducaci n atendiendo a los RitmosNaturales. Este es un comportamiento t cnico con el que el actor no llega nunca aser protagonista. De esta forma lleg el momento de experimentar el Zen y el Zazenaparec a como el aspecto m s concreto de la pr ctica. Fue Dokusho Villalba quienme ense los primeros pasos a su vez aprendidos con el Maestro Deshimaru. Paraambos mi agradecimiento.Todo este circunloquio, trata de expresar la evoluci n de unos matices que serepiten, poco m s o menos, en todas las personas. Algunas de ellas s lo echan enfalta una simple sugerencia que la cultura occidental no aporta, que no est ennuestro ambiente como salida, como f rmula, orientaci n, filosof a... ll meselocomo se lo llame. Su falta conduce a actitudes repetitivas de uno mismo, aconductas estereotipadas con la consiguiente frustraci n, sentimiento de culpa,sufrimiento, resentimiento, confusi n, autodestrucci n... o a una gama demimetismos, defensas, agresiones... de interminable descripci n. Hay muchosintentos posibles y uno de ellos, para estas personas, puede ser el Zen en cuanto queV a o Camino con casi dos mil quinientos a os de experiencia continuada.Cualquier otro seriamente seguido puede conducir al mismo resultado ya que Domoto enzu.

    Ma ana nos trasladaremos definitivamente al Templo para hacer all la vida, en unretiro total e intensivo llamado sesshin, centrado en la experiencia Zen desdemuchos ngulos. Dirigidos por el Maestro Narita, quien conoce y valora el grado yel punto para este siguiente paso, nos ponemos en sus sabias manos. Percibo unestado especial en intensidad, simplificaci n y concentraci n.Un solo camino.

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    A las cuatro de la madrugada, las luces se encienden. Estamos en la Sala delTeissho. El espacio da justamente para que, extendidas las colchonetas, quede unpasillo de unos cincuenta cent metros donde se alinean las cabezas como estradicional.Con celeridad nos levantamos, lavamos, recogemos la cama y vestimos las ropas deceremonia incluidos los tabi, una especie de botines blancos.Zazen.

    Ceremonia.Monoton a, sue o, cansancio, y muchas otras indescriptibles cosas. Climaespecial en el que lo superfluo parece debilitarse y caer; en el que la Energ a recorrelos caminos del Aqu y el Ahora, siguiendo quiz s un gen tico mapa escrito en elviento.Despu s, un interesante trabajo que el Maestro ha de presentar en la Shumu-sho alPresidente: los expedientes geneal gicos. Son documentos en los que aparece laL nea de la Transmisi n del Dharma, la sucesi n de la Ense anza, de Maestro aDisc pulo desde siglos. As , directamente hasta los Patriarcas de la Antig edad, los

    disc pulos de Buda, Dogen, Bodhidarma y Buda, es el Katsumyaku.Cada documento mide aproximadamente un metro de blanco papel que doblado conexactitud, adquiere el de una carta europea. El sobre, sin pegamento alguno,entrecruza solapas ingeniosamente. Grandes caracteres, peque os caracteres,trazados con pincel y maestr a por el Venerable, en columnas verticales, acreditan,certifican, describen y sit an. Rojas l neas, ordenan, refieren, separan y unen.Es una muestra de la Organizaci n oficial tan rechazable por Alan Watts. Lanecesidad del orden, limita.En el Teissho subsiguiente, alguien se pone m s enfermo. El Maestro comienzalamentando las incomodidades, la sobrecarga y aconseja cuidar el cuerpo que no esnuestro. Esto forma parte de su gran coraz n, de su capacidad de compasi n.Dirige el sufrimiento para la liberaci n del sufrimiento. Esta es la Sabidur a que vams all del conocimiento. El justo equilibrio, la V a del Medio, no excluye nada,por ello cualquier extremo resulta defectuoso, err neo.Pregunta por nuestros huesos y sugiere posturas descansadas pero nadie se permitelo que una parte de l desea o necesita. No estamos aqu para eso. Decir invitados ydisc pulos, es decir que hemos puesto la vida en sus manos, que tenemos fe. La

    convivencia con su Ancianidad desprendida, cercana y a la vez lejana, personal eimpersonal, es tan sugerente que constituye una constante invitaci n al olvido deuno mismo.En la explicaci n de los Textos tiene la plasticidad expresiva y la energ a de unBernstein y la econ mica medida de un Blavinsky. Cuerpo, cara, voz, suyas, soncomo una ma ana en el campo, donde ocurren mil cosas a la vez sin sobresalir

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    ninguna, todas son de un mismo color. Y as contin a tratando de hacernoscomprender tambi n con las palabras, quiz s feromonas humanas, que lo que elpensamiento llama las partes del Cosmos, no son otra cosa que interdependenciainterpretada por no ser percibido en su totalidad. El pensamiento nos ha convertidoen cosas.Plato t pico de la zona es el Satsumi, si no me equivoco. Tallarines y en bol aparte,verduras cocidas finamente picadas y un huevo crudo de codorniz. Cuenco de sopa.Todo se junta y se moja en la sopa sorbiendo con fruici n y ostensiblemente. Los

    palillos se mueven con celeridad. El cocinero, de blanco y con cinta del mismo coloren la frente, es agasajado. Sonr e placenteramente.De nuevo los de la TV, con respeto y confianza, filman... preguntan. El jefe denuestro grupo, obligado por la necesidad de poner palabras all donde ya hay hechos,agradece en nombre de todos la cordialidad de este Pueblo que exporta, adem s detecnolog a punta, espiritualidad. Porque all de donde venimos, la riqueza no bastapara vivir, e intentando buscar soluci n, las gentes multiplican las dificultades, lafalsedad y la locura. Sabias palabras las de Taiten Guareschi.El Zen puede ser la experimentaci n de lo que ya hay en uno mismo ese buey quebuscamos sobre el que vamos montados, ese suelo que buscamos sobre el quevamos caminando, nuestros ojos que no vemos. Est en todas las cosas, dicen losMaestros, y puede mostrarse siguiendo intensamente uno de los muchos caminosque hay. Todas las personas tienen ya lo necesario para intentarlo y Despertar,aunque sea bien cierto que los obst culos por parte del Yo pensante, culturalizado,condicionado, son tan formidables que hacen casi imposible Ver, SER, con laNaturaleza Original. F cil o dif cil? Da igual: palabras in tiles para el experto endesenga os.De vez en cuando sent a la necesidad de palmear a los gruesos rboles de finacorteza gris. Esos lomos de caballo fr o suavizaban algo en m .Zazen y Ceremonias. Mis rodillas y pies empeoran. Temo complicaciones. Laacupuntura aligera muy poco. El Maestro me ordena prescindir del Zazen demediod a. Ha pedido un banquillo de una cuarta para que lo use en las Ceremonias.En un rinc n hay docenas. Los japoneses, a pesar de la costumbre, tampoco puedensoportar mucho tiempo el seiza. Los j venes, menos a n, seg n fui comprobandoms tarde.Sandwiches, perro caliente y manzana. Comida americana simple y sana.

    Despu s una Ceremonia largu sima de reordenaci n de cuatro monjes, uno de ellosuna mujer. Es algo oficial para el Soto-Shu. La he seguido por una rendija, envueltoen una manta y sent ndome a ratos. Han recibido como antes lo hicieron delMaestro Deshimaru, el incienso y el agua, las certificaciones y el kesa de manos deShuyu Narita Rosshi. Jerarqu as, oficialidades, Maestros... cada cual, en suintimidad interior, debe aclarar este problema, dejarse encontrar por el viento como

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    la cometa del Maestro; demasiada cuerda o demasiado poca, dar n con ella en elsuelo.Zazen sin pausa alguna. Oigo la Voz del Kiosaku al golpear las espaldas, Espadacortadora de pensamientos, Escuela del Esp ritu, como se le llama. Est n rendidos yhan de estimular la Energ a. Una y otra vez se experimenta lo que uno cree sonl mites. Las creencias se remueven, apegos al fin como todo lo pensable, haci ndoseperecederas, como todo deseo, ilusi n o proyecto. Todo pasa... incluso laimpermanencia.

    Lo que tiene un comienzo ha de tener un final, lo que nace, ha de morir. El Zen esel Camino por el que los Realizados salieron de esta Rueda de Causas y Efectos a suvez Causas y Efectos... interminablemente... Budas o Despiertos que recorren lacalle y el mercado, el campo y la playa, siendo hombres con los hombres, rbolescon los rboles y arena con las arenas, sin importarles el Qu y s el Cmo. Su sacode la abundancia de Todo, porque Nada les limita, debe ser ligero a juzgar por susonrisa... Ni dif cil, ni f cil, s lo intentarlo.Tengo un hambre y un sue o monstruosos!Me anima la perspectiva del ofuro; aunque alg n d a su temperatura, eradisparatada.El Trueno contin a sonando. Lo no vivido, no es conocido, no es pensable; pero notodo lo vivido es pensable. En la profundidad, siento, nada. Una nada amplia, ligera,imprevisible, amable, intocable. No deseo ni que se llene ni que se vac e. No loalcanza la voluntariedad. Estoy simplemente tranquilo.Mi consejo es, tomar la ruta m s larga, dijo a su disc pulo.Pien Tao-Shih

    Gassho, el saludo Zen, un trato distante y cercano. Va m s all de la idiosincrasiapersonal, del conocimiento del otro, del hecho concreto que provoca el gesto. Actode Respeto hacia lo incognoscible, hacia las cosas, la Naturaleza original que hay encada existencia, inefabilidad innombrable e inconscienciada, Verdad misma por sertal cual es, Realidad. Ser iluminado por sta, es Despertar. Pero mientras ello ocurre,es respetable. Lo que est separado puede unirse de manera que con ella y de ella, hade salir el prop sito del cambio. Es respetable el suspiro por ser real, la intuici n deque m s all de la esperanza-desesperanza, el cuerpo va a hacer la Experiencia. Mascuando el Camino es Realidad, ya no hay camino, el Respeto no tiene sentido sin oque es sentido. Como es respetable el esfuerzo y el defecto y tambi n elagradecimiento a cuantas personas o cosas colaboran en nuestro proceso deevoluci n. No percibo sino a retazos. Nada ni nadie, es Lo-mismo a cada momentoque pasa. Un solo segundo real, Es Eternidad y Silencio sin l mites. Cuando hablasde ello, ya no es.

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    La habitaci n del jard n para la ceremonia del T , tiene el cargadero bajo, esnecesario inclinarse para poder entrar. As les sali a los Sabios Maestros, de formaque hasta el m s orgulloso Emperador aprendiera a inclinarse. Bueno para el cuerpo,la psique, el esp ritu y qui n sabe para cuantas cosas m s que no tienen nombre.Es costoso dejar pasar el rid culo que se siente. Ah comienza el Respeto a unomismo.Hoy debe ser d a trece.El ltimo Zazen del d a pasado tambi n fue perturbado por la gente de la TV. Y lo

    hicieron con respeto. Algunos de los t cnicos, en los largos intervalos de filmaci n,adoptaron la postura y uno de ellos hizo sampai tocando el suelo con la frente. Perono hubo completo silencio y hasta un apag n se produjo en medio de la Ceremoniafinal. Nada importa realmente; nada es seg n nuestros deseos. De esta manera elambiente se parece m s al ambiente social en el que hay que vivir. Los obst culosreavivan el esfuerzo y son de agradecer... Mi enemigo es mi Maestro... el espejoen que me veo, presenta una imagen m s n tida de m mismo. En m est orientarlopositivamente Mi enemigo es mi amigo.Esta may utica, esta pedagog a por la que cada t rmino encuentra respuesta v lidaen su contrario, es una dial ctica de la relatividad y constituye una buena gimnasiade las primeras fases del entrenamiento Zen porque nos ayuda a salir de losconceptos absolutos cerrados y de las dial cticas lineales, tenebrosas. Sin embargolos Maestros manejan varios niveles de profundizaci n, exista o no el Satori comovivencia ya vivida. Satori es la Puerta del Mundo desconocido y hay que continuarsiempre profundizando, desaprendiendo.Las fotos reveladas del d a anterior, comenzaron a aparecer en la Sala deT . Nos entretuvimos con ellas. El Rosshi las miraba divertido, participandoen todo con pasi n ondulatoria, sin elegir ni provocar rupturas,flexiblemente, estando y no-estando, Impersonal-Personal. Su capacidadpara la tolerancia, que es la serena aceptaci n de las diferencias y quiz s elhecho ya de haberlas desaparecido, igual que su resistencia, hace pensarque debe haber una relaci n entre ambas. Su trabajo es grande; ha depreparar todo, compartirlo, contestar dif ciles preguntas... y adem s seocupa de quehaceres como escribir con primor, las humildes etiquetas denuestro bagaje. Lecci n continua a la que a adiendo su habitual apetito ybuen humor, certifican la afirmaci n sostenida por siglos sobre la salud y

    longevidad de los Maestros Zen. l nos demuestra constantemente queteor a y pr ctica s lo son discriminaciones de las personas no espont neas,que han de pensar para actuar. Esa prudencia del antes y del despu s es lainseguridad yoica y el temor al fracaso o su opuesto, el deseo de xito.Dicen los Maestros que las miserias que nos adornan pueden ser trocadas

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    en virtudes aunque tambi n trucadas. Un yo en rgico y defectuoso podr despertar en un Satori en rgico.El Maestro explica que a trav s del valo de las manos en Zazen, el mudra, puestas ala altura del Hara o Kikaitanden, se establece una corriente de Energ a con elCosmos.La sesshin en el Templo de Todenji est a punto de terminar para continuar en otrosfamosos Templos y Monasterios en cortos lapsos de dos o tres d as. En totalsumar n siete, m gico n mero, el de los que habitaremos, cada uno con sus

    peculiaridades de todo orden.No trat ndose de sacar conclusiones, sino de no obstaculizar lo internalizado, act aactualizando nuestro vivir, integr ndose en nuestra historia en un Aqu y Ahoracotidiano y constante.No son de esperar milagros ni percepciones convulsas autogratificantes. La V a es elCamino ya, sin ilusiones o con ellas. Es la recreaci n del ser desde lo individualinhumano o lo real humano cada cual en su existencia. Adem s, dijo el Maestro,Zazen es un juego.Suena el mazo contra la madera, Moppan, en sucesi n creciente, se alando el finaldel Zazen y las voces recitan los Sutras que acalla la campana Keisu. Lospracticantes se levantan, estirando aliviados sus rodillas, como si fueran las de unamigo. Los pies, descalzos, sufren un fr o indiferente que aumenta al recorrer elsuelo de cedro bru ido que canta cansado como croar de rana disecada.Ms Sutras y pensamientos compensadores de descanso ... desayuno, pitillo, calor...todo muy humano. Mezclado aunque no revuelto, conjunto sin confusi n, esautoobservado y s lo cada cual sabe si huye.Pregunta: Es dif cil la V a?Respuesta: Es dif cil la Vida?Qu es Buda? Es Zazen. (Y la gente se extra a)... o comer Soba. Locos! En Zazensale lo mejor, dec a Deshimaru.Keisu-campana, contin a insistente, cadenciosa, seguida de otra aguda peque a yprxima desprovista de solemnidad, la primera, alta, colgante, pesada, casiinmodificable. La segunda, andante, mimada por el pa o rojo y la mano humana...Yin-Yan ... Yan-Yin...Sutras y Taiko que hacen el ritmo que rompe de vez en cuando Keisu.Hannya Singyo, el Sutra de la Suprema Sabidur a, Shiki-fen menos y Ku vac o,

    saliendo del vientre. El Rosshi tira del cord n colgante blanquinegro que mueve unbadajo medio muerto de una campana invisible y quebrada. Golpes secos sobreMokugyo.El Sol sale Bruscamente.En el T Ceremonial, Sutras y caligraf as.Maku moosso... No detenerse, no hacer caso de las ilusiones. Sawaki.

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    Alguna vez en los escasos ratos libres, costumbres individuales destapan lapersonalidad en opiniones y discusiones que manifiestan nuestra vanidad,agresividad, presunci n, ignorancia, autosuficiencia, pedanter a... etc. Las milautoafirmaciones del yo. El silencio habitual, calma las inclinaciones ego stas. Elsilencio, lenguaje de siglos venideros dec a uno de aquellos antiguos Padresafricanos. El adepto Zen, poco a poco, hablar slo cuando es indispensable o espreguntado. El que habla, no sabe; el que sabe, no habla. Se hace necesaria unaf rrea disciplina interior para no hablar s lo por tener boca y deseos. Sin embargo

    tambi n se agotan y un d a, un momento, el gesto justo, aparece sin esfuerzo niintenci n.Visitas de Monjes y regalos. Fuse, que significa donativo, no es sola yabstractamente una donaci n de dinero sino de s mismo, ser el otro porque en Zenno hay un interior y un exterior. Eso es tambi n el sentido de la armon a.Armonizarse con los otros como disciplina, dentro del aprendizaje de los primerospasos en la educaci n Zen, es no distinguirse en los actos de grupo, no utilizar losmotivos y razones personales, particulares, porque sabemos que sonautoafirmaciones. Hacer las cosas a mi manera, es individualismo ego sta, creerseimportante, diferenciarse y por tanto discriminar entre yo y no-yo, repitiendo el errordualista y la cadena interminable. Es una trampa continua y t pica.Paseo entre las tumbas observando los detalles, escrituras, formas, materiales, pasodel tiempo, escudos familiares, emblemas llamados Mon. Durante este rato, vacediendo una cierta ansiedad y tensi n que atribuyo en parte al peso de la Shanga, lacomunidad, el apelotonamiento, la falta de silencio a veces, la soledad, el ritmoacelerado y positivista de aprovechar todo lo que se ve y se escucha. Son muchosest mulos a la vez en un ambiente nuevo, apareciendo en gran n mero y a granvelocidad, lo que obliga a un esfuerzo que por muy inconsciente o justificado queme parezca, es de ganancia de algo. Hace a os que no vivo as y esto me solivianta.Mas tambi n pasa y siento comparativamente c mo deben sentirse las personas queacumulan responsabilidades sobre s por ambici n, debiendo ocuparse de todas ellasal mismo tiempo. No hay apego que no sea ego sta y por lo mismo apesadumbra;trtese de dinero, poder, prestigio, ideas, opiniones, estilos, ... todo es lo mismo,retenciones a defender, en las que estar ocupados compulsivamente; condicionantesde deseos y por lo mismo de sufrimiento. Y el altruismo es la mayor de las trampas,el mesianismo que se autojustifica con las palabras m s hermosas: amor, desinter s,

    libertad, sacrificio... Enti ndase el disfraz, es muy sutil. Como dec a Deshimaru, esun gran problema: el estado justo de esp ritu es el del muerto en su caja, es el delZazen justo. Muy dif cil o muy f cil. Shikantaza. Mushotoku. Hishiryo. Zanshin.El Jefe del grupo hace algunos comentarios, entre serios y divertidos, sobre lo quenos espera en los Monasterios. En ocasiones son tan duros dice, que ante algunaequivocaci n te mandan salir afuera y te dan de palos. A ad a que este, no brutal,

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    sino disciplinado comportamiento fuera quiz s una exageraci n, con la intenci n dedisipar restos de una posible y falsa confianza en pensar que lo m s dif cil ya hab apasado. Estos cuentos para ni os si los hay, vienen bien. Como en cualquier otrasituaci n, se trata de aceptar lo que se presente, formando parte de una situaci ngeneral voluntariamente asumida y reaccionar con autenticidad, sin c lculo previo,espont neamente y en el instante, sin extremos disonantes ni de autoinmolaci n,sacrificio, heroicidad, atletismo... autogratificaciones neur ticas, ni tampoco decomodidad. Nada de extremos.

    Imitar no conduce a nada, armonizar con los otros, siguiendo y respetando suscostumbres es comunicaci n profunda. El matiz tiene perfume Zen.Donde fueres, haz lo que vieres, dice nuestro refr n, porque la vida contin a en suvariedad de formas y uno mismo es una de ellas en constante interacci n. Con susllenos y sus vac os, palabras y silencios del Espacio c smico, como algunasesculturas de mi amigo Oteiza. Bueno es recordar al Maestro que utilizaba la ruedacomo ejemplo. Se puede elegir entre los radios y el espacio que hay entre ellos?Slo as la Dama japonesa de la leyenda, pis , simplemente, la cuerda del caballosalvaje que nadie puede dominar y el corcel qued extra ado.Por todo el mundo se utiliz y supongo que al menos en el lenguaje continuar haci ndose, a la Naturaleza como ejemplo de virtudes humanas. La Ca a, laPalmera, el Junco... y su flexibilidad, frente al poder y la fuerza del vientohuracanado. A mayor resistencia, mayor destrucci n. Pero la destructividad no esatribuible al viento sino a la relaci n fuerza-resistencia. Esta similitud po tica essuficiente para sugerir la armon a, la permeabilidad, la evoluci n, la revoluci ninterior, indispensables a cualquier aprendizaje y que implican abandonos,desapegos, p rdidas. La rigidez, es autoafirmaci n, cristalizaci n, re-sentimiento...Una faceta de la educaci n Zen tiene que ver con el empleo de mil manerasabsurdas, incoherentes o claramente injustas a primera vista y a vista vulgar, paraablandar al aprendiz, para hacerle, pues, flexible, permeable, desapegado de s mismo. Esta psicomec nica, es voluntariamente aceptada porque algo se intuye dedestructor en la autoafirmaci n. La experiencia ense a a reconocer lo-que-no-espero no se sabe lo-que-es.Alguien podr a aducir que este aprendiz moldeable, ablandado, est debilitado,suficientemente descondicionado y apto para nuevos y sugestionantescondicionamientos, supuestamente arracionales. Esto es un gran problema

    experiencial que cada interesado habr de resolver con la ayuda de su Maestro.Imposible sustituirlo por razonamientos: no hay ciencia que pueda responder a estapregunta. La mezcla del ansia de vivir, de poder, la inseguridad b sica...Impermanencia o Cambio, Sufrimiento e Impersonalidad, ... constituye unadial ctica de fuerzas, tentaciones y riesgos de todo vivir. Dependencia ydominancia, ignorancia o lucidez... son pares de opuestos cuya interminable

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    descripci n no explicar a ms que la acumulaci n de los conceptos con lo que elvariable yo reviste sus acciones prepotentes. Con Zen y sin Zen est n presentes en laproporci n del Despertar Activo, funcional, es decir, del reconocimiento. La V a,dicen los Maestros, es Atenci n Pura, observaci n atenta de la propia conducta ytodas sus consecuencias mediante las que puertas olvidadas por la historia sonreencontradas, a la vez que otras sin esencia, son descubiertas como seudopuertas,dibujos de un decorado, interpretaciones. La trampa, el enga o, la sustituci n deunas falseadas por otras, cada vez m s sutiles, aparentan variaci n cuando resultan

    ser repeticiones de lo mismo, inconscientemente obediente a su condicionado yo, en juego automatizado y teatral de circuitos cerrados que se autoalimentanfantasmalmente.Necesidad y deseo se confunden, las emociones acompa an a las interpretaciones ystas a las sensaciones, recreando una y otra vez el mismo personaje, ilusorio yautojustificado, reduci ndose a un di logo entre palabras y palabras, en el interior deuno mismo, ni siquiera una relaci n o una comunicaci n. La farsa de la producci nde la autoimagen, es una pel cula financiada por el yo mismo, cuyo precio es nadamenos que la realidad de la propia vida: aquello en lo que creo es la proyecci n dem mismo programado.La creencia, la idea, ciega la creaci n. El colmo es ya la integraci n del Zen o elZazen en la cosmovisi n yoica. La fuerza o el poder del egocentrismo es tal, que as como la sociedad productivo-consumidora integra sacando partido a las minor as,disidencias, discriminaciones o diferencias, el yo, su reflejo individual, saca partidodel Zen consiguiendo por su medio lo que no fue capaz de conseguir por los medioscomunes o de costumbre: poseer, tener. El exotismo se convierte en valor de cambio,el snobismo en apariencia de cambio y el objetivo doble, consciente o no, el delxito personal-social. Todo sigue igual. Mimetismo.En las personas j venes, este riesgo es especialmente significativo, puesto que nohan tenido tiempo de hacer el aprendizaje social o lo que es lo mismo, no hanexperimentado su yo, no han sufrido de desilusi n. En alguna ocasi n Ortega dicealgo semejante a esto: la nica filosof a vlida, es la del n ufrago. El MaestroZen: s lo un experto en desenga os, est preparado para comenzar la V a. Tras losl mites de la esperanza, tras los l mites de la desesperanza, el yo cansado, comienzaa ocupar su verdadero lugar. Los ancianos saben de esto pero tambi n es cierto quealgunos j venes pueden haber experimentado en alguna ocasi n de su vida, su

    relatividad, la impermanencia, el sufrimiento, de tal manera que, tocados los l mites,no encuentran caminos de vuelta. Ellos deben saber, alguien tiene que dec rselo unavez m s, que el Camino acaba de empezar. De otra manera es posible que laautodestructividad aparezca. Hay muchas formas.Hay otro aspecto, el utilitarista, que procede de esa capacidad parcial yparcializadora del yo, del pensamiento, que consiste en tomar del Zen uno o varios

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    aspectos, partiendo, discriminando, atomizando, en provecho de la propiapersonalidad, en resumen, utiliz ndolo". Puede ser el aspecto est tico-art stico, elfilos fico, el religioso, el pedag gico, el terap utico... etc., bajo facetas unilateralesy especializadas, es decir, supercondicionadamente t cnicas o emocionantes,dependientes siempre del mismo objetivo ganancial y adquisidor de capacidades, laconcentraci n o la relajaci n, o bien, el descubrimiento de impresiones milagrosas,mgicas, extrasensoriales... Siempre entrampados en la red de tomar la parte por eltodo, la apariencia por realidad, el fen meno por...

    El yo, proyecta sus anhelos desde una historia antiqu sima, sucesi n de costumbresque han tocado incalculable n mero y variedad de "salidas y sugerencias cuyarepetici n puede ocupar muchas vidas". Sin embargo, es m s antigua todav a laherencia del cuerpo, millones de a os de evoluci n en la Realidad c smica, dondese encuentra indivisa la Sabidur a Original. Unas personas, intuyen irresistiblementela llamada, otras se resisten buscando o encontrando en el rechazo, en las posiblesprdidas, motivos de temor. "El miedo nace del pensamiento" y ning nrazonamiento ha de invalidarle porque, b sicamente, proceder "del otro"; s lo lapropia experiencia ser respuesta, contando con que todo el mundo tiene en supropio ser cuanto es necesario para Despertar. Ahora queda intentarlodecididamente.La vida es, una oportunidad de darse una vuelta por la vida, un bucle corto, unacabriola.Darla con escaso engreimiento, recorrerla como se hace con un vino, puesto quetodo lo que tiene comienzo al fin se acaba, Eso es arte?Poder parar cuando te falla el freno, escrutar lo misterioso, prepararse el ambientedesde adentro, es el arte de vivir, hacerse el muerto.Tanto en oriente como en occidente, existe una antigua tradici n que es la del Retiroespiritual. Unas horas, unos d as, una temporada o algo definitivo que tanto puederealizarse fuera de la sociedad, enclaustr ndose, como dentro de ella.En la poca actual, parece haber desaparecido aunque tambi n parece renacerminoritariamente, t midamente. Evoluciona con la edad, las creencias, laexperiencia del sufrimiento y las desilusiones pero tambi n con el hecho de queexista o no la posibilidad cultural, institucional quiero decir. Para que lo factible losea, tiene que ser culturalmente concebible, tiene que existir como alternativaorganizada, p blica, porque en caso contrario depender del esfuerzo individual

    convirti ndose en duro pionerismo. Es el motivo por el que dec a que aparentementeesa tradici n hace siglos que viene debilit ndose. Mas lo contrario es igualmentecierto y necesario.Hay otra serie de motivos igualmente obstaculizadores relacionados con lasensaci n de permanencia que da el poder: cuanto m s grande es el yo y m sarropado est por el Tener, m s miedo tiene a perder, m s autojustifica la ilusi n de

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    la permanencia. En toda poca han sido los m s despose dos los ocupados deretirarse y los m s preocupados, los que teniendo cosas, dinero, ideas, poder,prestigio... etc. que a todo ello se aferra el yo con igual codicia, hab an mucho quedejar. En la poca actual, el consumo de situaciones y cosas, est ms generalizado,lo que constituye una forma de poder, de ilusi n, de apariencia, con lo que elego smo crece y crece, generando m s y ms insatisfacci n, amargura, desilusi n ysufrimiento. A quienes quedan fuerzas para la b squeda pueden mirar en otradirecci n, la profunda o espiritual, redescubri ndola. Como el Todo est

    equilibrado, ego smo y espiritualidad se potencian y actualizan mutuamente en unadial ctica energ tica simplista con variaci n de formas. Otra vez como ayer, cuandose han cumplido los quehaceres de las creencias, las obligaciones sociales... etc., lasoledad se padece por desocupaci n del espacio, el vac o se percibe y tiende aocuparse de nuevo con distintos asuntos o con su degenerada repetici n. Esta es laalternativa del hombre maduro y el anciano, la decrepitud y la cosificaci n de lacosa deteriorada que es o la b squeda de la Liberaci n, la Revoluci n Interior.Que se trate de una f rmula m s o no, est directamente relacionado con laproblem tica personal y la personal respuesta, por lo tanto no es generalizable.Trascender las palabras, los opuestos, los dualismos, el yo y el no-yo... etc., es laNueva Experiencia y la Antigua Experiencia. Nada ha cambiado, pues.Las civilizaciones han perdido parte de su cultura. Las sociedades masificadaspotencializan la b squeda individual. Es la renovaci n de las instituciones: el ciclo,el juego de las formas y el vac o, de los fen menos y la energ a vital. Historia yRealidad.

    SbadoQuince peque os platos de deliciosas caracter sticas, alegraron la Cena deDespedida en la Estancia del Samurai. Sak caliente, fotos, regalos y risas. Cerveza,cava espa ol y licor portugu s. Lo m s no se puede explicar, hab a que estar all .Por la ma ana una Ceremonia de Adi s, nos re ne silenciosamente y tras eldesayuno, el Maestro nos acompa a en el autob s y come con nosotros en laEstaci n un buen plato de soba; tallarines, sopa y gambas rebozadas. Recorremoslas tiendas agrupadas y calientes, peque as, variadas, concurridas, muy del gusto

    japon s. Parece que la mayor parte de ellas estuvieran en las estaciones.Comienza la peregrinaci n por los nuevos Templos y Monasterios. El Maestro nosver otra vez en Tokio.Tsuruoka y a pocos kil metros, Zempoji, el Templo de las Comas, de la Paz. En laladera de una monta a, en varios y elevados niveles, se ven los edificios, lasenormes puertas, la pagoda alt sima, troceados por centenarios cedros parte de los

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    cuales, alineados, bordean una larga escalinata. Estanques, campana gigante yentrada con m quina de coca-cola. Un pez de madera de cinco metros, agujereadoen su viente por golpes de siglos, preside, muerto, la entrada, mientras nosdescalzamos. Despu s de breve coloquio entre organizadores, se nos asignan doshabitaciones. En el tokonoma, una gran talla de Buda-sonriente-del sacofortuna.Quemador de incienso. En el rinc n un Tibor de metro y medio. Un rollo-cuadro.Una caligraf a. En el centro y en el techo, dintel tallado en madera, filigrana deescenas hist ricas o alusivas; en el suelo, estufa con tetera humeante. En el pasillo,

    un Juego de T . Puertas correderas laterales, guardan las ropas, siluetas demonta as, cordilleras, las decoran en su parte baja, seg n costumbre. Artesonado, derica caoba y de vez en cuando, se oye un meg fono.Todo el suelo vac o, tapizado del tatami de arroz, es una playa de arenas doradas.Un Monje entra y de rodillas, termina de abrir la puerta de papel de arroz. Tras unapausa, entra el Godo con lentos movimientos, acompa ado de otro Monje. Es unapersona de importancia en el Monasterio. El T de Bienvenida, es repartido entre luzy oscuridad. El rect ngulo de visitantes, levanta la taza con ambas manos y dapeque os sorbos de situaci n. Sentados sobre los talones e inm viles, el T semezcla con el incienso que arde en el tokonoma. Son las sustancias activas delmomento. El Godo sonr e, a veces, como el Buda de madera. Instante de bienvenida.Poco despu s, nos llevan a la Sala de Dharma, donde el mismo Godo, oficiasolemnemente, espectacularmente, dilatadamente. El Pueblo, asiste silencioso sobreuna enorme alfombra roja. A un lado, nuestro grupo hace lo mismo que los seis uocho monjes que acompa an al oficiante; sampai, canto de sutras, seiza...Magnificencia en los materiales, las maderas, los ropajes y al mismo tiempo,grandes espacios vac os, altos techos. El Monje oficiante, agita hacia adelante yhacia atr s su cetro de crines blancas con gesto medido, repetido siglo tras siglo ylos Monjes acompa antes cercanos a l, hacen malabarismos con los treinta librosde sutras que en tres pilas frente a cada uno, son pasados en acorde n, simulando sulectura, uno tras otro, acompa ando con un grito su terminaci n juyu, jai! ... juyu,

    jai! ... escalonadamente.El estruendoso taiko y la campana, subrayan el ejercicio. El bater a es admirado porlos concurrentes. Inevitable la imagen, mezclada, de liturgias europeas y africanas.Liturgias sostenidas y que sostienen a los pueblos desde su necesidad de concretar loinefable, lo arracional e inasible, lo misterioso. Folklore del vac o, clasificaci n de

    las nubes. Aut ntico e inaut ntico. La insistencia de las formas, junto a la niebla delmisterio, coexisten sin excluirse mutuamente. Es la misma cosa que unas veces se vecomo canto y otras como llanto, como carne y como letra, como m sica y comoruido.Husmeando entre la hojarasca, me encuentro como el indio, prendado del color,snob y lugare o. Otras veces creyendo percibir lo imperceptible. Destino humano.

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    Desatino zigzagueante, ciego y l cido sin saber. C mo hacer un solo juicio?Una frugal comida en un frugal lugar. Estar n haciendo un teatrillo para europeos?Dudas, nivel de valoraciones, comparaciones. El pensamiento y con l, la ansiedad.Hay opci n: se puede pensar esto o lo otro. Aparentemente se puede elegir.Inseguridad. Ingenuidad culpable de la ignorancia del ego smo. Los sentimientos sealternan de uno a otro extremo, saltando de blanco y saltando de negro, radicales,duales como el pat tico si-no. Cambio de nivel, advierto la trampa perpetua,integraci n en el Camino del Medio. Arroz, un trozo de zanahoria y de r bano

    encurtidos, una sopa de hortalizas y agua caliente, me ense an su sard nica sonrisa.Comprendes? Las cosas ense an. Ha percibido, el pescador, el Sentido del Agua?No, si s lo quiere pescar.No hay expresi n en la cara del Monje que come frente a m . Utiliza sus propioscubiertos de laca negra, envueltos en un cart n laqueado que se dobla nueve veces yextendido de un solo golpe, hace de bandeja. Tras lavarlo todo con agua caliente,chupa con discreci n la punta de los palillos, ocult ndose tras la ancha manga delcolomo. Una esp tula con un trocito de tela blanca en la punta, bru e y seca. Todoes cuidadosamente, silenciosamente colocado, doblado y envuelto en una servilletacuyas puntas se anudan con exactitud ritual. Comer y recoger, lo ha hecho con elmismo r pido estilo.Con ajenidad. Comer, habitualmente, es sostener el cuerpo. Una peque a parte, unpellizco de comida, es apartado y recogido luego para d rselo a los p jaros. Es eldelicado presente a la Naturaleza que somos, aunque en apariencia est afuera. Esotra forma de alimento. El cuerpo, no es nuestro. Otra forma de alimento quecuriosamente recibe el nombre de espiritual. Y ah queda todo, en el nombre.Nominar, designar, definir,... etc., es todo lo mismo, pertenece a la actividadconcretizadora y limitadora de la consciencia, actividad por otro lado muy til comoinstrumento pero que tomado en t rminos serios, hemos de reconocer su limitaci n,su escasez y especialmente su parcialidad. Aquello que no concebimos en palabras,tendemos a calificarlo de inexistente: simple ignorancia. Tenemos todos unaexperiencia profunda de la vida que consiste en estar vivos pero apenas podemosbalbucir torpes palabras si intentamos explicarlo. El Zen dice por boca del Maestroexperimentado el que habla, no sabe, el que sabe, no habla. Y el Zazen escoherente: experimentar en la Postura. S lo eso, naturalmente y con todo lo quesomos. Una aventura inimaginable y revolucionaria, asequible a cualquier humano.

    Dicho con palabras altisonantes el yo en el cosmos, el cosmos en el yo suena aciencia-ficci n. Traducciones sobre el tema hechas por personas que no manejanadecuadamente el castellano, distancian m s que acercan a los aficionados a lalectura, a adiendo telara as mgicas y oscurantistas a lo obvio o sencillo. Si a estoaadimos la mezcla de peculiaridades culturales entretejidas por siglos, la selvaconceptual desanima al persistente. Son fen menos como otros. Por fortuna en el

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    Zen, si algo sobra, son los discursos, textos y dogmas. La consciencia, siempre entredos fuegos, en la V a del Medio, el punto de m xima tensi n tan magn ficamenteestudiado por Lupasco y t cnicamente utilizado por la fisica at mica. Pero el adeptoZen, no debe tener miedo a las contradicciones, dec a el Maestro. Si hace Zazen;aprender a no elegir. El dilema es una crueldad de la consciencia que ella disfrazade hero smo o cuando menos de determinaci n y voluntarismo. Es el hist ricomanique smo dualista previsor y desvitalizado. El futuro so ado. La pel cula queslo por pensada o imaginada, parece posible.

    Ganar o perder, es f cil: lo dificil es, no luchar.Tras una Cremon a del T especialmente discreta, un Monje trae regalos. Se trata deun librito con fotos del Templo y de una caja primorosamente atada con un cord nrojo y blanco que contiene un pa o; dorado con el doble emblema de Zempoji.Gentiles, ceremoniosos, formalistas, costumbristas? Profundos m s all de lopersonal? Acaso el pez se ha mordido la cola?Mientras escribo, miro de vez en cuando al Buda de madera que sonr esard nicamente. Por qu ? Es tradicional en el Zen japon s y me parece que no as en el chino o no tanto al menos. Es risa de uno mismo? Expresa lo que se ve a lavuelta del camino? Una simple actitud?Un lenguaje universal? Un qu te parece ahora?La tetera ahuma en la estufa. En el pasillo, el Juego del T .Pasan dos horas entre Zazen y Ceremonia. Es necesario preparar las camas antes delbao caliente o nyuyoku, como lo llaman aqu . El lugar es peque o y catac mbico...

    Domingo

    Levantada a las cinco.Prejuicios, juicios anteriores a la experiencia, esquemas mentales. Es com n, antesituaciones nuevas, tomar partido, tener opini n, imaginarlas, calificar odescalificar, valorar antes de que pase un tiempo. Lastimosas comparaciones,lastimosas no-comparaciones. Estar situado frente algo o junto a alguien, impide oir,lo s bien y por m mismo. Las competencias, los arranques de mal humor, lasexplicaciones de lo obvio, el apasionado mesianismo, tan pedante y que huelerepugnantemente a Zen, el absolutismo subjetivo, que huele a fanatismo, elsubjetivismo absoluto, que huele a divinizaci n del yo... Qu defectuosos somos loshumanos en nuestra humanidad m s inhumana!Es la luz de la sombra.Es la sombra de la luz.Hay que tener cuidado, dicen los Viejos Maestros, con el lenguaje: no dejarsecomplicar por el uso convencional de las palabras. Esa es su superficie. El sentido

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    profundo es otro y no debe ser referido a las concepciones personales. As , con laspalabras, nos podemos alejar de las palabras. No es lo que se dice lo que importa,sino lo que se quiere decir...Hacia las diez de la ma ana, vamos con un Monje a su cercano Templo de Jokeiin.l, ha sido durante a os el Superior o Zenji de Zempoji. Parece un hombreconcentrado.Es peque ito. Comienza por poco en sus gestos y palabras. Un T escaso, conpastas, se va agrandando a lo largo de dos d as, en amabilidad, abundancia... Es un

    Maestro y lo demuestra tambi n en el manejo del tiempo y las formas, como buendiplom tico. Le gustan los grandes t tulos y al tiempo es moderado. Me da laimpresi n de un lnquisidor de Santo Oficio en civilizado. Representa la m ximaautoridad, la Shumu-cho del Soto Zen. Es uno de sus investigadores. En estemomento recoge informaci n sobre la Misi n en Europa a la que ha recorrido. Enresumen, viene a decir que es necesario formarse en el Jap n y despu s dejar enlibertad, colaborando. Prudente integraci n de extremos.No conviene tener fe en las inclinaciones personales, dice la cultura japonesa.Las cosas son tal y como son, tanto comprendamos como si no comprendemos,dice el Zen japon s. Los hombres corren, las instituciones pasan, No temer lascontradicciones.La educaci n del Monje, es ocupaci n constante y precipitada, perfeccionista,ajustada a las reglas, a los hechos y cuando el d a acaba, s lo queda dormir. Paraliberarse, ha de pasar por el sometimiento voluntario, una rigurosa disciplina, para lamayor a, imposible. La negaci n es la afirmaci n.En Zempoji hay un tipo de automatizaci n muy perceptible. El ahorro de Energ aque produce la impersonalizaci n, queda disponible. El cuerpo aprende a moverseen direcciones selectivas, unificadas, armonizadoras cuyo m todo est verificadopor siglos. No hay fugas. La profundizaci n en los hechos y la Energ a disponible oproducida es el cambio, el Despertar, la inundaci n por la no-consciencia, profunda,abisal, natural, que es la Conciencia Original?Es necesario recordar que cuando se habla de automatizaci n educativa o deimpersonalizaci n, me estoy refiriendo a desegotizaci n, con lo que salgo al paso delos que temen perder impulso vital o convertirse en fantasmas, sombras, zombiesde pel cula de terror.Ancdota simp tica y vulgar ha sido la improvisaci n de un zoco, un mercadillo

    ocasional: dos comerciantes en objetos lit rgicos, madre e hijo, han extendido por elsuelo m ltiples cacharritos y vestimentas. Todos, en derredor, observamos el brillode los ojos ajenos. Pena y alegr a se alternaban como ocurre a los ni os en la feria...si lo gasto en chocolate, no tendr para los caballitos...ZazenYa no quedan crujidos a los huesos

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    los o dos, apenas oyen a los cuervosun extra o sudor envuelve el llantodonde el humo sustituye al pensamiento.Se ha perdido la cuenta de los d asmedio hombre se yergue desde el suelosin percibir ni importar lo que es remedio:donde fueres, haz lo que vieres, dice el cuento.Las flores azules del romero, ni a Isabel

    pasados unos d as, ser n miel. Para qu preocuparse.El Templo de Jokeiin, se quem hace poco. Era de los antiguos, con el techo de paja.Los fieles ayudaron a construir ste, un edificio de dos pisos como una casacualquiera. Esta noche han venido unas treinta personas de aquellas, a pasar unashoras con nosotros. Ceremonia, T y concierto de biwa, un instrumento chinollegado al Jap n hace unos mil trescientos a os. Con l, se acompa an cantos muypeculiares. El ejecutante, con vestimenta de hidalgo, moteada en brazos y espaldacon el emblema familiar o Mon, explica y luego canta, con el ritmo y el saber de sussetenta a os ligeros.Despu s, los discursos y las preguntas. Estaban muy a gusto, disfrutaban del hablar,reir y saber. Curiosos y hospitalarios. Corteses y francos. Eran gente del pueblosinceramente impresionada con este grupo de europeos. Casi pareciera quehubi ramos llegado nadando. Mostraban un gran respeto. Admiraban el esfuerzo noimportando demasiado el contenido ni el resultado. Es un pueblo digno y reconocenla dignidad donde se encuentre, tampoco hace falta exagerar en nada porque tambi nson modestos y austeros. Es cierto que se luci el verbo, destap ndose el garraf n delas grandes ideas, las generalizaciones, la diplomacia e incluso la demagogia. Unfiloorientalismo que resultaba antioccidental ocultando escasamente unfilooccidentalismo no exento de perfume antioriental. Una ensaladaxenof bicomesi nica civilizada y sugerente, muy divertida, que tomada tal como sedec a, a nadie le convenc a. Sabi ndolo, todos los corazones se hab an comunicado,que era de lo que se trataba. Las palabras solamente son andamiaje; ni palabra, niletra. Todos en el ajo. Bien.El cuerpo va por delante, es cosa comprobada. Unos y otros notaban en sus piernasla innecesaria duraci n de las verbalizaciones. Sudor, dolor, ojeras, palidez y sutiles,cuando no francos, movimientos musculares. Como el que escribe era el nico

    sentado en una silla, mi posici n antiheroica me permiti aliviar a quien pudeoblig ndole a aceptar cojines. En ocasiones resulta dif cil distinguir entremortificaci n y disciplina, entre Zen y ego smo de la autoimagen. Representar aun continente es un envite de rdago. Sobremanera para el que cree representarlo.Una dosis modesta de desverg enza puede abrir la puerta de la sinceridad o lacompasi n.

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    LunesUn largo trayecto en tren, nos conduce hacia Fukui, comparti ndolo con un grupo dealegres y respetuosos jubilados que r en, charlan y pasan constantemente entrenosotros bastante extra ados. Una y otra vez, se inclinan observ ndonos condetenimiento y cortes a. Parte de su aventura. Es una marcha hacia el sur quecontin a. Trescientos kil metros por la costa del novelesco Mar del Jap n. Regionesdiferentes pero paisajes unificados por la nieve, ense an montecillos que enmarcanvalles grandes y peque os, caser os y pueblecitos oscuros. Los pinos, levantan elterreno y los bamb es lo ablandan como la espuma al T .Cansado de lanzar la vista para atrapar im genes con m s velocidad que el tren,recuerdo la Cajita de la Comida. La abro y el coraz n se alegra de su variedad de

    jard n comestible. Arroz, algas, pececillos, verduras, melocot n y cereza. Blanco,verde, marr n, amarillo y rojo. Diminuto y seriado pero hay un intento de agradar

    que tiene sabor de agradecimiento. Es la soja del cuidado, salsa de coraz

    n, salsacordial, t nica y hogare a. Dos botellitas calientes, una de miso y otra de T ,acompa an a la Cajita de la Comida. La impersonalidad del pl stico tambi n est presente sin desequilibrar nada. Y dos muchachas, pasan y pasan con el carrito delas golosinas. El Carrito que apenas cabe entre los asientos.La lectura, el cigarrillo, los paseos del pis, los de las piernas, mirar por la ventana,mirar para adentro, dormir...En fin, lo que hace todo el mundo en los trayectos largos. Y de vez en cuando unpoco de charla y, un poco de recuerdo... un poco de proyecto. El final inmediato est

    en Kioto: im genes le das construyen los jardines y los Templos, los museos y lascalles, las vestimentas, las gentes y la historia en una mezcla inveros mil, irreal.Cuanto m s desciendo hacia el sur, m s cuidado observo en casas y calles. Pordoquier, la casa es peque a y sencilla. Planta baja con jardincillo y un piso,encierran la vida familiar. Peque as dimensiones y estructura flexible. No hay vigade ms de quince cent metros de grosor y los compartimentos se hacen con panelesde listones y papel de arroz y con aglomerados o pl sticos f cilmente trabajables yde escaso peso. Todo ello contribuye al gasto m nimo, incluido el tiempo deconstrucci n que se reduce a un mes, poco m s o menos. La cubierta suele sertambi n de pl stico y m s al sur, de cer mica gris, siempre igual. Una casagrandiosa o simplemente notable, es rara de ver. Recuerdo al respecto, un adagiochino que dice as casa grande, hombre peque o.Como todo el mundo sabe, en el Jap n hay cientos de terremotos al a o. Cadaquince o veinde d as, los temblores son muy evidentes; las l mparas, tintinean. Me

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    emocion sentir dos de ellos; siempre dese notar esa fuerza. Cuando pasan dichosd as, dicen que la gente se preocupa temiendo que se sumen y provoquen desastres.Un pueblo que desde sus or genes convive con un poder tan destructivo, influenciasus costumbres, su filosof a, psicolog a, arquitectura... toda su cultura. No aspirar anada porque se tiene la experiencia hist rica y quiz s personal de su f cil prdida, esuna lecci n de impermanencia inevitable que aprendida y aplicada como ellos lohacen, arm nicamente con la naturaleza, les permite crear, permanecer.Los tres temores del japon s, son, el terremoto, el rel mpago y el padre, pero

    cuanto mayor es el temor, mayor es el control y el respeto y el desprecio por loparticular. Lo personal tiene un lugar secundario o, al menos, lo ten a.Me parece que hay una relaci n evidente entre lo comentado y el cuidado de cadacosa, cada gesto, cada t cnica, concentr ndose intensamente en cada caso. De laimpermanencia al no-tener. De la austeridad a la intensa sinceridad (sincero, sinnada; no s si esta asociaci n tiene justificaci n etimol gica). La misma sinceridadque nos asombra en el ave que vuela o en el pez que nada. Occidente da la impresi nde estar compuesto por peces sedientos.Observo que la gente es sencilla, alegre y un poco bulliciosa, cuando descansa. Sontantos en tan poco espacio que han hecho de la necesidad, virtud y de la virtud,placer y forma de vida. Me refiero a los comportamientos de paz o apaciguamientoque en este pa s an perviven como por ejemplo hacerse regalos y saludarse. Variasveces al a o, es obligado hacer los primeros que, en general, son de escaso valor,pero se aprovechan muchas otras circunstancias, aunque siempre con medida ymodestia porque en caso contrario el agradecimiento debido, constituir a uncompromiso o una carga de agradecimiento, el On, que jam s llega a pagarse deltodo. As obligan las atenciones, as atan y esclavizan, so pena de desairar, defensasiempre posible aunque de mal tono. Estas complicadas y estabilizadoras formas decomportamiento social las explica tan bien la antrop loga americana Ruth Benedicten su libro El crisantemo y la espada, que remito al lector a ella con especialagrado.En cuanto a las inclinaciones ceremoniales, especialmente en el suelo poracontecimientos se alados, constituyen costumbres sociales antiagresivas que merecuerdan rituales observados directamente en la Naturaleza. Dos personas que seencuentran o se buscan, se agachan, arrodillan, posan sus manos en el suelo einclinan varias veces, lentamente, sus cabezas casi paralelas, yugulares pr ximas,

    mirando siempre al suelo, confiando una en otra ... lenguaje del cuerpo, milenario.

    El Monasterio de Eiheiji.Todo el tiempo del trayecto, desde la estaci n, estuvo lloviendo. Un autob s nos dej en la entrada del recinto. De lejos, hab a visto un corte entre monta as. En la laderay junto al torrente de los neveros y los diosecillos verdes, musgo y pe ascal. Entre

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    los troncos enormes de los cedros seis veces centenarios, difuminados por la niebla,la lluvia y el atardecer, manchas blancas de edificios apenas se distingu an. En elcamino principal, la definida, p trea, gigantesca silueta barroca y china de un farol,indicaba la luz y la forma al peregrino que inconsciente, se dejaba llevar por suasombro y por sus pies, por su cansancio, por el misterio de lo entrevisto y lo oculto.Arriba, arriba y a la izquierda, tras la enorme puerta, el patio de nieve amontonada.Siempre a la izquierda, despu s de descalzarse, el largu simo recibidor de parquet,mostrador de oficina, tiendecilla de recuerdos y divanes. Cristal limpio e impersonal

    de parador, de hotel de seis pisos silenciosos. Madera entra able. Papel de arrozluego, tatami y celos a y despu s... la Experiencia, el Buda Sonriente.El estilo se ha conservado, adapt ndose a los grupos de numerosos visitantes. Cadauno de estos pisos, algunos prohibidos, es una unidad aut noma. Consta del Dojo olugar del Zazen, la Estancia del Descanso, Comedor, Cocina y Ba os con lavadora,separados de los retretes. Esta unidad se acompa a del equipo humano: Instructor

    jefe, Ayudante y dos o tres Monjes m s que atienden los servicios mec nicos.Nuestro instructor, es un gigant n. Observo que en los Monasterios, hay una mayorproporci n de monjes altos que en la calle. Es muy evidente y curioso en losmomentos en que los servicios son comunes y doscientos o m s se renen en la Saladel Dharma. En la Estancia que se nos ha asignado, el Gigant n nos re ne, nosvocea e intimida, da rdenes aparatosamente, exige que se le entregue el tabaco quese lleva, ninguno de nosotros tiene, pensamos, no, que te lo fumas, este es el

    juego. Un peque ito Monje, como salido de un cuento de ciencia ficci n, comoalguien coment , abraza a todos con gesto sonriente. Estuvo antes en Par s. Es

    jovencillo. En un entrecortado franc s, saltando por las palabras como si le picasen,haciendo gui os, pregunta por este o aquel. Funcionar como enlace, como gu a decostumbres, pues hay muchas diferencias secundarias en las maneras de unMonasterio a otro. En el Comedor, nos inicia en el ritual vigente: m