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VIAJE AL PALENQUE CARIBE DE ANA MERCEDES HOYOS* Maria Cristina Laverde Toscano** ransitar por el camino de un artista consagrado despierta en el especta- dor diversos y entrañables sentimientos. Recorrer la obra de Ana Mercedes Hoyos nos enfrenta al proceso coherente y mesurado de una creadora que se apropió de la luz majestuosa para dar vida a objetos del entorno cotidiano. Objetos que danzan, dueños del movimiento y la sensualidad que los convierte en sagrados. El encuentro con un cuadro de esta artista se transforma así en un acto sublime de contemplación. Esta Maestra vive hoy en función de su trabajo las veinticuatro horas de cada día: sus viajes continuos tienen que ver siempre con sus labores artísticas en Nueva York, con sus exposiciones en los más disímiles puntos del planeta, con su anhelo ferviente de conocer lo que grandes maestros de la plástica universal muestran en famosos museos y galerías del mundo. Así preserva la riqueza de esa relación constante en su obra entre temáticas locales y estilos y lenguajes contemporáneos e internacionales. En Bogotá, la vida de Ana Mercedes Hoyos transcurre alderredor de su taller donde infatigablemente lleva al lienzo sólo algunos de los múltiples proyectos que invaden su creativa imaginación. Los pocos compromisos que acepta giran también en torno al trabajo, al igual que sus amigos con quienes comparte actividades y labores de su quehacer artístico. Al final, como ella afirma «... todo se me vuelve el mismo cuento». T *Esta crónica se realiza a partir de largas horas de conversación con la Maestra y de la investigación de su obra. **Socióloga, Directora del Departamento de Investigaciones de la Universidad Central.

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VIAJE ALPALENQUECARIBE DE

ANA MERCEDESHOYOS*

Maria Cristina Laverde Toscano**

ransitar por el camino de un artista consagrado despierta en el especta-dor diversos y entrañables sentimientos. Recorrer la obra de Ana MercedesHoyos nos enfrenta al proceso coherente y mesurado de una creadora que seapropió de la luz majestuosa para dar vida a objetos del entorno cotidiano.Objetos que danzan, dueños del movimiento y la sensualidad que los convierteen sagrados. El encuentro con un cuadro de esta artista se transforma así en unacto sublime de contemplación.

Esta Maestra vive hoy en función de su trabajo las veinticuatro horas de cadadía: sus viajes continuos tienen que ver siempre con sus labores artísticas enNueva York, con sus exposiciones en los más disímiles puntos del planeta, con suanhelo ferviente de conocer lo que grandes maestros de la plástica universalmuestran en famosos museos y galerías del mundo. Así preserva la riqueza deesa relación constante en su obra entre temáticas locales y estilos y lenguajescontemporáneos e internacionales. En Bogotá, la vida de Ana Mercedes Hoyostranscurre alderredor de su taller donde infatigablemente lleva al lienzo sóloalgunos de los múltiples proyectos que invaden su creativa imaginación. Lospocos compromisos que acepta giran también en torno al trabajo, al igual quesus amigos con quienes comparte actividades y labores de su quehacer artístico.Al final, como ella afirma «... todo se me vuelve el mismo cuento».

T

*Esta crónica se realiza a partir de largas horas de conversación con la Maestra y de la investigaciónde su obra.**Socióloga, Directora del Departamento de Investigaciones de la Universidad Central.

Su obra, sin sobresaltos, se ha desenvuelto entrelo abstracto y lo realista logrando convertir a la geometríaen el eje de su creación. Basta una mirada a las distintasetapas de su desarrollo para corroborar esta aseveración:las figuras humanas de los primeros períodos que en elúltimo tiempo reaparecen; los buses y vallas de su pasopor el «Arte Pop»; las ventanas y las puertas de colorestenues y controlados que progresivamente se cierran hastaocultar los objetos de los entornos internos y externos queantes, misteriosamente, dejaban entrever; en su clausuradefinitiva, logra Ana Mercedes desligarse de la referenciaal objeto; el retorno a la «realidad» con la sacra Laguna deGuatavita; la etapa dedicada a la recreación de obras dequienes han sido sus maestros desde el Renacimiento has-ta épocas recientes; esta fue la antesala del período fecun-do de su propios bodegones de colores intensos: los Bode-gones de Palenque que, transformándose progresivamen-te, perviven en manifestaciones diversas de esa culturaalucinante.

Es a partir de estos Bodegones cuando Ana Mer-cedes Hoyos adquiere su lenguaje particular, donde es due-ña de su voz propia. Bodegones imponentes que la indu-cen, en arduo proceso de investigación, al mundo fantásti-co de la cultura Palenque. Penetró su alma hasta encon-trarse con Domingo Bioho y comprender la grandeza deun pueblo que en defensa de la vida, de sus tradiciones yde su libertad, ha librado las más cruentas batallas. Unpueblo que ha preservado en mucho sus raíces africanasamalgamando en mágico sincretismo sus ritos, sus creen-cias, sus costumbres, su religión y su lengua con aquellasprovenientes de las culturas indígena y española. Ello ex-plica la infinita riqueza de Palenque como un pueblo ple-no de posibilidades: las posibilidades inmensas del mesti-zaje americano.

La transformación de este período implica el re-torno acompasado a la figura humana que, en principio, seinsinúa a través de sombras; luego, los brazos o las piernasde ébano de las palenqueras; sus faldas en vuelo, el movi-miento sensual de sus caderas. Hasta cuando un buen díairrumpe la figura solemne de «Lola», una palenquera que,

adornada con los colores de nuestra bandera, orgullosamuestra la belleza de su raza. Desde hace algunos años,técnicamente apoya su trabajo en la fotografía, convertidaen «memoria» de su proceso, parte de la travesía que lepermite llevar al lienzo imágenes de profundo realismo perodespojadas de lo aledaño.

De esta manera llega al momento de hoy: por unaparte, las «Sandías de la Cordialidad», pintadas en formatospequeños o grandes, no importa, pero dotadas de maravi-llosa monumentalidad. «Se trata de rescatar el objeto otor-gándole la dimensión que le infunda respeto». Paralela-mente, las «Fiestas de San Basilio de Palenque» en donde,una vez más, se solaza inmersa en las ilimitadas expresio-nes de esta cultura. Llega a sus fiestas que son fiestasreligiosas invadidas por dioses y santos afroamericanos;festejos a los que acuden sus héroes: Pambelé y el boxeoestán presentes porque recogen, me atrevo a afirmar, lahistoria de un pueblo en el que la lucha, la guerra y la con-frontación han sido la constante. Así incursiona Ana Mer-cedes en el tema de la religiosidad Palenque en el cual susindagaciones socioantropológicas, sus destrezas técnicasy su inagotable imaginación creadora permitirán, sin lugara dudas, nuevas obras de incalculable valor artístico y, a suvez, testimonios de un momento histórico que reclamahondas transformaciones al servicio de la igualdad en ladiferencia.

LA PROCESION(De la serie La fiesta de San Basilio) - 1994

Oleo sobre tela, 300 x 100 cms

LA EDUCACION DE LAS NIÑAS

Ana Mercedes Hoyos creció con su única herma-na en el seno de una familia convencional y burguesa. Supadre, Manuel José Hoyos, fue un famoso arquitecto bo-gotano; su madre, Ester Mejía, una ama de casa formadaen las más rancias tradiciones. Los dos rodearon a sushijas de inmenso amor, de cuidados sin límites y la preocu-pación fundamental radicaba en educarlas como se debíaeducar a las «niñas bien» de entonces: prepararlas para lameta única de la mujer, esto es, para el matrimonio. Enconsecuencia, cuantos conocimientos pudieran adquirirpara «adornar» su condición de apetecidas esposas y ma-dres, eran bienvenidos. «Le daban a una todas las alterna-tivas para conseguir un buen marido», señala la pintora.

Quince años estudió en el Mary Mount, un cole-gio donde pudo vivir en plenitud esos años definitivos dela infancia y la adolescencia. Era un lugar, afirma, «... dondenos educaban para ser felices. Se estudiaba poco y se pa-saba rico». Por esto y por su querida familia, recuerda congran cariño ese período de su vida. Ciertamente la forma-ción académica no era la mejor; ni siquiera recibían el títu-lo de bachiller, indispensable para acceder formalmente ala universidad. Además, se declara como «una pésima es-tudiante» que a duras penas logró sobresalir en dibujo.

Estas carencias, sin embargo, fueron colmadas porlas apetencias artísticas de su padre y por el deseo de quesus hijas conocieran temprano otros mundos, «ilustrándo-se» con diversas manifestaciones del arte. Cuando AnaMercedes tenía escasos nueve años, realizan el primero demuchos viajes a Europa. Asisten a los más selectos con-ciertos, recorren lugares históricos, visitan los mejoresmuseos y galerías. Esta niña, desde entonces, empezó aasombrarse ante «Las Meninas» de Velásquez, «Los Gira-soles» de Van Gogh o el «Jarrón azul» de Cézanne». Cadaregreso a su país significaba la nostalgia por la distancia detanta maravilla. Aquí empieza a sentir su vocación y ainteresarse por cuanto libro de arte estuviera a su alcance.

Tenía catorce años cuando sus padres, reconocien-do las habilidades pictóricas de Ana Mercedes y ante lassúplicas de la jovencita, decidieron que, con un grupo deniñas, tomaran clases de pintura con Luciano Jaramillo,conocido de la familia por cuanto los padres del pintor eranamigos del matrimonio Hoyos. Acababa de llegar de París«... super bohemio y buen mozo como él sólo -enfatizanuestra Maestra- entonces las niñas en lugar de atender asus enseñanzas, terminamos enamoradísimas y nos quita-ron a Luciano ...». Hasta aquí llegaron las clases de pintu-ra patrocinadas por sus progenitores.

DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES ALA UNIVERSIDAD DE LA VIDA

Una vez termina sus estudios secundarios decide irreme-diablemente entrar en el mundo del arte. Como no puede-y tampoco le interesa- matricularse en una carrera porcarecer del título de Bachiller, opta por los cursos libres de

la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de los Andes.Lo mismo haría a los pocos meses, y simultáneamente, enla Universidad Nacional. ¡Y aquí fue troya con la familia!No podían aceptar que una niña «tan culta, tan bien edu-cada y de tan buena procedencia» pudiera acercarse a se-mejante ambiente, antesala de la perdición. Peor aún cuan-do Ana Mercedes empezó a llegar a casa acompañada de

tan deslucidos compañeros de mochila y cabellos largos:¡el horror total!.

Tuvo diversos y notables profesores pero ninguno -a sujuicio- marcó definitivamente su trabajo artístico. Quizásinfluyó el chileno Enrique Serda, en la perspectiva del ar-quitecto que da lecciones sobre composición, equilibrio,relación y fusión de los distintos elementos plásticos. «Entécnicas -considera la artista- es muy difícil enseñar por-que, en pintura sobre todo, son muy personales y cada quiendebe buscar su propia expresión. Cada cuadro es una aven-tura que demanda soluciones diferentes. No existen fór-mulas».

Con los demás profesores de los Andes -señala- «... habíaun conflicto de intereses. Todos eran muy buenos artistasy un buen artista, con contadas excepciones, no es un buenmaestro: termina compitiendo con el alumno». En la Uni-versidad Nacional, la diferencia la marcaban los estudian-tes: con humildad asistían a aprender, en contraste con laprepotencia del andino.

Su gran fortuna radicó en tener como profesora a MartaTraba en las dos universidades. Ana Mercedes, con la avi-dez de la discípula, la perseguía a donde aquella iba. En elprimer semestre fue su peor alumna. En el segundo, cuan-do estaba a punto de sacarla del curso, le presentó el mejortrabajo y allí nació una gran amistad que se convirtió enmotivo adicional de preocupación familiar: además depertenecer al mundo del arte Marta era comunista y estosignificaba una amenaza permanente.

Marta Traba no sólo influyó en su determinación de con-vertirse en artista sino también pesó en su concepción delarte ubicado siempre en contextos políticos, económicos,sociales y culturales. De otra parte, ella sabía diferenciarsu condición de profesora, que ejercía con excelencia, desu calidad de crítica que impartía sin contemplaciones. Con

Ana Mercedes, a pesar de profundas diferencias concep-tuales cristalizadas más adelante y consignadas en cartascruzadas que nuestra artista guarda y nunca mostrará, Tra-ba fue por regla respetuosa. Elogiosa en algunos momen-tos y en abierto desacuerdo frente a sus etapas de Ventanasy Atmósferas.

En términos generales, la academia -como lo presentía yhoy lo corrobora- no fue lo más positivo para Ana Merce-des Hoyos. Por eso le interesó más la investigación, temá-tica y técnica, que realiza por iniciativa personal. Comoinfatigable lectora se introdujo en la historia del arte. Elestudio del Barroco desde Caravaggio hasta Zurbarán,Velásquez, Goya... ha sido una de sus grandes pasiones.«El arte -indica- es un proceso tan universal que empiezaen sus orígenes y termina hoy. Así hay que estudiarlo,profundizando en aquellos períodos que por miles de ra-zones le interesen a una en un momento determinado».

Pero no sólo estos temas ocupan su laboriosa indagación.Le interesa la historia, particularmente de las culturasprehispánicas y del famoso «encuentro» de América yEuropa. Allí ha identificado símbolos sagrados america-nos que han sido recreados en sus pinturas: las lagunas ylos papagayos que, como mascotas de nuestros indígenas,tanta admiración despertaran en Colón, como lo señalaen sus crónicas.

Por todo esto Hoyos considera que «me gradué en la uni-versidad de la vida a la cual aún pertenezco». Piensa quela formación es un proceso permanente si se quiere ser unbuen artista y estar en la vanguardia. De aquí que en losúltimos quince años ha viajado a las mejores exposicionesde la plástica en el mundo y no hay libro que llegue a susmanos y no sea consumido con fervor.

En esta primera etapa de formación, por razones obvias,carecía de «una habitación propia». Vivía como estudian-te hija de una familia que reñía con su opción. Debía en-tonces acudir al estudio de sus amigos para pintar sus figu-ras humanas, obras que hoy considera «son pésimos cua-dros». Uno de ellos, al óleo y con gran firma de la artista,se encuentra en la casa de unos primos a quienes les supli-ca el cambio por la obra que ellos consideren. Para frus-tración de la Maestra, no ha logrado convencerlos.AUTORRETRATO CON DOMINGA

(De la serie Autorretratos) - 1992Técnica Mixta - Panel, 46 x 49 cms

LA LIBERACION POR EL MATRIMONIO

El mundo de Ana Mercedes era ya el mundo delarte. Sus labores cotidianas, sus aficiones, sus amigos ysus fiestas, pertenecen a él. En uno de estos jolgorios co-noce a Jacques Mosseri, un brillante arquitecto, bohemio,colombiano-judío de ancestros griegos, franceses e italia-nos, con quien inicia un romance que a los dos meses losconduce a Nueva York para casarse por lo civil. Otro acon-tecimiento nefasto para tan golpeada familia la cual, noobstante, al comprender la afinidad de intereses de la pare-ja, cede en su oposición. Así pudieron contar con el apoyoirrestricto de los padres de la novia.

En Nueva York viven un tiempo y al regresar, porfin nuestra Maestra cuenta con un espacio propio y lograsu pequeño taller en el cual empieza en forma su vida pro-fesional y una relación de pareja que ha significado el en-riquecimiento mutuo.

Pero no fueron el matrimonio en sí ni la influen-cia de su marido arquitecto los factores que dieron nuevorumbo a la obra de esta artista, como lo señalan algunos desus críticos. Fue el nacimiento de Ana: «A mí me criaronentre algodones y eso me impedía ver dificultad alguna.Cuando la niña nace me veo enfrentada a una serie deresponsabilidades que, al asumirlas, vuelven mi vida orga-nizada. Curiosamente, después de la muerte de mi papállegan nuevas obligaciones, hasta económicas, y ahí sí meorganicé del todo». Desde entonces ella maneja sus pro-pias finanzas y aún las de Jacques, encontrándole gusto aesta nueva división del trabajo.

De cualquier manera, Ana cambió su vida: «lomejor que me ha sucedido es mi hija y me arrepiento de nohaber tenido más. La presión del trabajo y mi interés en élme lo impidieron». En verdad esta experiencia vital enAna Mercedes, se hace presente en su obra ordenándo-la, dotándola de conceptos arquitectónicos en los que lageometría empieza a ocupar lugar fundamental.

VENTANA - 1976Oleo sobre tela, 30 x 30 cms.

ETAPAS DE UNA TRAVESIA

De las figuras humanas al «Arte Pop»

Los primeros dibujos y pinturas de la artista giranen torno a la figura humana, especialmente niños; se sen-tía aquí algún ascendente del fenómeno Botero que poraquel entonces empezaba a imponer su lenguaje de figu-ras regordetas. Con túneles y laberintos de tintessurrealistas se aproxima al lugar de las ambientaciones yobtiene el Primer Puesto (1968) en la exposición «Espa-cios Ambientales», organizada por Marta Traba. Ya en esemomento la manifestación de lo local, lo nuestro, es pal-pable a través de los paisajes urbanos alusivos a las monta-ñas y cielos bogotanos que se asoman y penetran sus labe-rintos y sus puertas.

En su estadía en Nueva York (1967) goza inten-samente el auge del «Arte Pop» cuyas temáticasconsumistas y sus técnicas, dentro de los márgenes de au-tonomía que han caracterizado a nuestra pintora, influyenen su proceso. A través de su entrañable amigo Luis Blan-co, se le abre la oportunidad maravillosa y única de traba-jar cerca a Andy Warhol, Papa del movimiento Pop y, ajuicio de Ana Mercedes, uno de los más importantes artis-tas del siglo XX. «El no sólo pintaba; en su taller realizabaimpresos que coloreaba: eran ideas impresas que despuésse volvían pura iconografía». Con el grupo de este famo-so pintor y en sus talleres, realiza su primer gran trabajográfico en tanto fueron ellos quieneselevaron el «screen» al estatus del arte. Antes, ella utilizóla serigrafía en Colombia pero apelando a su manejo in-dustrial.

De este modo sus vallas y buses emergen elabora-dos en grandes formatos, en policromías planas desde yaal servicio de la luz, cuya génesis indudable es el coloridode los decorados vivos en la imaginería popular y en losque la geometría camina con paso firme empezando a de-finir la obra. Aparecen «como un trabajo de reportería grá-fica que permite una lectura inmediata, fácil, que lleguesin mediaciones al público como ha sido mi propósito» -afirma Ana Mercedes-.

Ventanas y puertas que se cierran

Sin quiebres ni rupturas, hacia fines de los sesentaAna Mercedes Hoyos inicia la etapa de sus Ventanas yPuertas que desarrollará durante cerca de una década. Son

estructuras geométricas y realistas cuyas dimensiones, cre-ciendo progresivamente, se aproximan al tamaño concre-to de estos artefactos; elaboradas en gamas de colores te-nues, en los que el espacio se va convirtiendo en elementofundamental. En sus inicios, enseñan las nubes y los cie-los diurnos o nocturnos del entorno de nuestra Maestra,jugando los azules un lugar privilegiado. A través del vi-drio de algunas de sus primeras puertas, se observan obje-tos de la cotidianidad doméstica.

Progresivamente, montañas y firmamentos vandesapareciendo para anidar la luz que evoca los días o lasnoches a través de resquicios que irremediablemente vanclausurando las Ventanas en el marco de un conjunto rigu-rosamente ordenado por los mandatos de la geometría.Todo envuelto en un halo de misterio y en la cadencia de lapoesía. Llega el momento en que esa luz se reduce a unalínea blanca sobre el lienzo y la Ventana se cierra. Se con-dena en definitiva cuando el cuadro es un negro o un blan-co colmado, rompiendo con sobriedad la referencia al ob-jeto y ubicándose en la más clara abstracción.

La crítica es implacable. Muchos, como MartaTraba, consideran a la artista en la antesala de la locura,confinando su obra a la que esta crítica denominara «lacultura gato».

De las Atmósferas a las Lagunas

Las Atmósferas aparecen como ventanas reduci-das al marco de unos cuadros invadidos por cielos blancoso azules que los cubren desde cada amanecer hasta el cre-púsculo: «Son -señala Ana Mercedes- los cielos de Bogo-tá». Sin pretexto alguno busca encontrarse con la luz comouna de sus más caras inquietudes. Esa la luz y los efectosque ella produce según el cielo al que se refiera. Por ellosus lienzos, una vez más, se ven ocupados por colorestersos en busca del infinito. En algunos cuadros se vis-lumbran tenues gamas que definen planos diferentes. Susformatos crecen hasta alcanzar, algunos, los tres metros.

En contraste con la crítica internacional que aco-ge entusiasmada la obra de esta etapa, otorgándole inclusodiversos premios, la nacional se ensaña nuevamente: «loscuadros de Ana Mercedes Hoyos -llegaron con sarcasmoa afirmar- son excelentes para pintar otro encima». Mu-chos no entendían su obra hasta el extremo de que el cua-dro ganador del Primer Premio en el Salón Nacional de1978, fuera colgado verticalmente en un Salón realizado

BODEGON (zurbarán - 1986Carboncillo sobre papel, 70 x 100 cms

en la ciudad de Tunja. Pocos percibieron, como lo señalaAna Mercedes, «... que el cielo entonces cambió de lugar,arrinconándosele a un lado del cuadro».

Hacia 1980, aún invadida por la luz, pinta su «Arco Iris»de colores luminosos, anunciando el descenso a la laguna.Paisajes y ríos con alusiones claras a lo local, hacen partedel primer período de esta etapa; elaborados en tonos deazul intenso y cielos blancos a manera de aureolas,premonitorios de nuevos manejos cromáticos. Así llega ala «Laguna de Guatavita», una «pintura abstracta pero rea-lista». La curva, que había quedado tímida en las nubesde sus ventanas, reaparece con ímpetu. «Toda mi vida -explica la maestra- me ha interesado el close up, enton-ces, en lugar de pintar el cielo visto a través de árboles ymontañas, me voy directamente a él o le tomo un pedaci-to; o uno del río Magdalena. Así, los planos se vuelvenuno liviano y otro pesado, que es lo más abstracto que tepuedas imaginar. Allí empieza a obsesionarme el círculo y

la geometría se enaltece». Círculos que van disminuyen-do de tamaño a medida que se acercan al centro de la obra.

En este lenguaje arriban luego sus «Flores de Luto», ho-menaje a Marta Traba quien falleciera en 1983. Y de losGirasoles de intensos amarillos a naranja, pasa a sus Gira-soles en concreto coloreado, esculturas con las cuales tie-ne el proyecto de sembrar un día un bello jardín.

El caminohacia su propio bodegón

Prosigue el camino de nuevas búsquedas y defini-ciones en la recreación de la obra de quienes considera susgrandes maestros. Investiga, estudia y recorre visualmentela historia del arte, penetrando aquellas obras que colmansus inquietudes; las convierte así en tema de sus propiascreaciones.

«Me devuelvo a la historia del arte para indagarsobre él. Recorrí siglos reinterpretando la obra de impor-tantes maestros hasta llegar a Caravaggio que para mí esel origen de grandes cambios en el arte. Con él empezó elmodernismo y éste termina en el cubismo. Nunca me metícon Velásquez, por ejemplo, pero sí con Zurbarán; recrean-do sus bodegones y naranjas -que al final eran círculosconcéntricos- encontré en él la parte de la geometría queme interesaba. Y Jawlensky que también con sus bode-gones imponentes me incita al regreso de los fuertes con-trastes. Gauguin y Van Gogh, los dos trabajando con elespacio desde concepciones del arte diametralmente opues-tas, me conducen a Cézzane quien, como lo afirmó Picasso,es el padre de ese cubismo que, a la postre, es lo que per-sigo obstinadamente en la recreación de sus cuadros».

El círculo se torna inquietante para Ana MercedesHoyos. «Ese espacio del círculo le transforma a una lacabeza», señala. Y las respuestas están en el cubismo, enla geometría y, en consecuencia, en Cézzane. Por eso apartir de sus círculos de la obra anterior y en la misma

EL PRIMER BODEGONDE LA HISTORIA DEL ARTE (Caravaggio) - 1985

Oleo sobre tela sin preparar, 100 x 310 cms

gama de amarillos, elabora su «Florero de Girasoles» (1986)como un paso en el camino y como un homenaje a VanGogh. Por los mismos años (1984 - 1986) concibe engrandes formatos, como casi todos los de este período, apartir de Caravaggio y en un reconocimiento a él, segura-mente, diferentes versiones al óleo de «El Primer Bode-gón en la Historia del Arte». Acudiendo al taller de Warholen Nueva York, realiza una gran serigrafía con esta temá-tica, reproducida a mamparo de sus propios criterios. Nues-tra Maestra en este proceso se apropia con absoluta auto-nomía de muchos de los avances fundamentales en la his-toria del arte y demuestra, además, la total vigencia de lasobras de los grandes Maestros. Recorre tantos bodegones-tema perenne de la pintura universal- que, cuando se en-cuentra las palanganas de Cartagena se dijo, «llegó el tur-no de pintar el Bodegón de Colombia. Llegó el momentode pintar mi propio Bodegón».

Los bodegones de Palenque

Un buen día contemplando el cielo transparentede Cartagena, los azules intensos de su mar y sintiendo laarena en su piel, redescubre de pronto a una de tantas ven-dedoras de frutas que rodean a los turistas: los colores deesas frutas y sus cortes, la manera como las organizan enlas palanganas, el hecho de poderlas cargar sobre la cabezaen perfecto equilibrio. «Eso no lo hacen sino ellas. Y allíestaba todo. Encontré el cubismo en unas palanganas yme dediqué a investigar. Me metí en mi país y en una desus más maravillosas culturas».

Ciertamente, Palenque es el primer pueblo librede América. Era un fuerte y era un refugio de esos cima-rrones amantes de la libertad. Por ello lograron preservaren mucho esa cultura, dueña de mágicas expresiones: sus

ritos, en torno a la muerte y a la vida, sus prácticas desanación, sus creencias, sus costumbres, sus estrategiasde supervivencia, sus fiestas y sus danzas, su lengua y sureligión, todos como actos de creación y recreación cultu-ral con hondas raíces africanas que se encuentran y entre-lazan con elementos de las culturas indígena y española,dando lugar a un rico mestizaje. La Maestra tenía la certe-za de que a través de sus bodegones conocería su cultura... «Ellos son Africa y siguen siéndolo -afirma-. Y justo enAfrica se inspiró Picasso para desarrollar su cubismo. Y elbodegón era la conclusión perfecta del cubismo; al mismotiempo este bodegón estaba ubicado dentro de una luz,dentro de un espacio, dentro de un tiempo que eran míos.No de Zurbarán. Pero su geometría estaba en los bodego-nes de Palenque porque estos son más geometría queZurbarán...». Las palanganas fueron el modelo de sus bo-degones no sólo visualmente sino desde el punto de vistasocial. Es el mismo bodegón popular con el que se inicióel Barroco «... que era lo que me interesaba; además po-seía todas las connotaciones formales que necesitaba -

enfatiza Ana Mercedes-. Fueron muchas coincidenciaslas que me llevaron a esta temática. La palabra bodegónviene precisamente de «pintura de bodeguilla», términopeyorativo dado a las pinturas de Velásquez por pintar es-cenas de la vida cotidiana popular».

De otra parte, la escena de las palanganasvisualmente le resultaba bella; envuelta en el ritual delpregón para incitar a la venta, era aún más seductora. Sonpregones de viejos ancestros unos, y otros, creaciones re-cientes de la imaginería popular, a la manera de Bola deNieve: «Cómprenme los merenguitos que son como boni-tos, tan dulces como la miel ...».

El bodegón en sí mismo no le interesaba, sinocomo elemento de una cultura universal que se encarnóen un sitio y adquirió todas las características de lo nues-tro. Documentos que convocan a la reflexión, cuidandocon rigurosidad el manejo plástico y estético de cada obra.La Maestra nos hizo dueños de esos bodegones al darlespermanencia en un discurso novedoso apoyado en la foto-grafía; ésta utilizada como parte del proceso, como «me-moria» que, al llevarla al lienzo, altera a su voluntad des-pojándola de lo superfluo. Por eso la luz se impone confuerza y la referencia local involucra los colores de nuestrabandera. Además, cualquier accesorio que surja: vestidos,adornos, ademanes, pertenecen a esta cultura y sólo a ésta.Son obras de profundo realismo meduladas, en formas ycomposición, según los mandatos del constructivismogeométrico. Bodegones de frutas diversas en policromíasque responden a sus colores de origen; elementos coti-dianos y frutas individuales,jugosas y frescas, dotadas de la monumentalidad que AnaMercedes Hoyos sabe asignar a los objetos que recrea ensus lienzos.

Los bodegones de palanganas la llevaron a losmercados de Bazurto y a las palenqueras donde reaparecepausadamente la figura humana hasta que irrumpe condecisión conduciéndola hoy a otras manifestaciones de lacultura Palenque; porque como ella lo afirma, «si tuvieracinco personas dentro, aún no alcanzaría a pintar cuantobulle en mi imaginación».

FLORERO DE GIRASOLES (Van Gogh) - 1986Oleo y callage fotohráfico sobre papel, 150 x 102 cms

«Lola», una Palenquera en Domingo

Decíamos antes que la fotografía, desde hace al-gunos años, se convierte en parte fundamental del procesocreador de Ana Mercedes Hoyos. Son, en el taller, el testi-monio «vivo» de la realidad que quiere recrear en sus obras;en absoluta libertad se aleja de los detalles que atrapa lacámara y grandes espacios de sus lienzos se ven frecuen-tados por los colores intensos del Caribe colombiano, con-trastando con los tenues de sus Ventanas y Atmósferasanteriores.

A los palenques les molesta la fotografía que losmira como «curiosos» elementos de nuestro folclor. Ellos,contrario a la apariencia, son reservados y hastaintrovertidos. Es uno de los mecanismos, considero, endefensa de las raíces. Por ello Ana Mercedes tuvo queiniciar un proceso de acercamiento que en muchos casosla llevó al compadrazgo. Tomaba las fotografías que reve-laba al momento, devolviéndolas a sus mujeres protago-nistas quienes en corrillo reían en jocosos comentarios.

Con su cámara se desplazó de las playas deCartagena al mercado de Bazurto para conocer y sentir ellugar donde adornaban las palanganas con sus cortes dejugosas frutas, rodeadas por el frasco para el aceite de coco,el cuchillo con cabos de colores diversos y el vaso pararefrescarlas ante el sol ardiente. «El que hallo en Bazurtono es el bodegón que se mueve por las playas de Cartagena.Aquí permanece estático. El movimiento es el de laspalenqueras en acción, cumpliendo diferentes funciones.Por ello el elemento humano empieza a cobrar notableimportancia», enfatiza la pintora.

Estas escenas magníficas de Bazurto conducen abodegones en los que comienzan las palenqueras a insi-nuarse en sombras, reapareciendo en su obra la figura hu-mana. Sosegadamente, en la cadencia de un cuadro a otro,se inicia su aparición; con ésta el ritmo Caribe, el donairede una raza y el lugar de sus mujeres, se convierten entestimonio histórico y estético de una parte de nuestra his-toria.

BODEGONDE PALENQUE - 1987Oleo sobre tela, 100 x 100 cms

En este caminar recala a las «Palenqueras en Do-mingo». Ellas, engalanadas con ropas y adornos multico-lores, se encuentran y conversan en la cotidianidad de susventas. Y son atrapadas en las nuevas y luminosaspolicromías de la Maestra. Negros y descubiertos brazosque trabajan; faldas al viento de las que emergen piernassentadas enmarcando palanganas; espaldas erguidas comoaval del equilibrio a guardar con las frutas en la cabeza;pies descalzos o cubiertos con zapatos de texturas fucsias;vestidos llanos que dejan entrever las formas redondeadasy sensuales de sus cuerpos; delantales de rayas intensasrematando en manojos de flores rojas; uñas carmesí, co-llares, aretes; y hasta cajones de madera burda, soporte delas palanganas. Todos o algunos de estos elementos enjuego hacen parte de las obras en las que advienen laspalenqueras. Es la técnica que utilizaron impresionistasfamosos como Manet, Degas o Monet, quienes insinuan-do la presencia de un individuo al mostrarnos sólo unaparte del cuerpo, sugieren su dinamismo.

Apelando a sus close up, en unos momentos losmateriales de los atuendos palenques se enaltecen; en otros,las figuras humanas comienzan a cobrar fuerza desplazandofrutas y utensilios hasta cuando irrumpe el rostro de «Lola»

(1989), ataviado con los colores de nuestra bandera yenmarcado en el azul Caribe. Con ella abre las puertas aescenas comunes en las que caben completas sus mujeresde palenque; la abre también al ascenso de «Zenaida»(1990). «`Lola’ y `Zenaida’» son dos cuadros identidadde una cultura -apunta Ana Mercedes-. Por eso son sólodos. No me interesa elretrato por el retrato. Me importa lo que ellos simbolizanen términos culturales y por esto trascienden lo meramen-te estético».

Son pinturas de un hondo realismo, concebidas yguiadas desde la geometría porque, como reitera la pinto-ra, «... el raciocinio geométrico orienta mis trabajos en to-das sus etapas. No sé ni me interesa la anatomía y jamás,en consecuencia, pienso en términos del húmero o elomoplato». Igual durante este período, cada fruta monu-mental puede ser motivo de un cuadro en el que la dimen-sión del objeto lo aleja de la realidad concreta a la vez quelo «describe» inmerso en la riqueza conceptual de la artis-ta, en su libertad creadora y en su preocupación por la esen-cia de lo recreado, «que implica la total abstracción de cuan-to miro».

Son los factores que hacen posible la estancia denuestras «raíces» en composiciones cromáticas prodigio-sas que han recibido el aplauso unánime de la crítica inter-nacional. Por ello sus «Bodegones de Palenque», sus«Palenqueras en Domingo», «Lola» y «Zenaida», han des-filado ya por importantes museos y galerías del planeta.

PALENQUERA - 1990Oleo sobre tela, 150 x 150 cms.

ZENAIDA - 1990Oleo sobre tela, 60 x 60 cms.

La Fiesta de San Basilio de Palenque

Recorriendo la Carretera de la Cordialidad, entreBarranquilla y Cartagena, nuestra artista da con los pues-tos de frutas en los que venden zumosas y rojas sandíasque despiertan su curiosidad, de la misma manera que losplatos esmaltados que las exhiben. Con el permiso de susvendedores toma mil fotografías desde ángulos inimagi-nables, ante la mirada entre compasiva y burlona de susdueños: pensaban que estaba definitivamente loca. Ob-servando estas frutas comprende que su origen ya no esPalenque y avanza en el descubrimiento de nuevos ele-mentos.

Aparece así la serie de las «Sandías de la Cordiali-dad» (1992); son sandías que gradualmente adquieren di-mensión universal. Descubre que pueden proceder deBarranquilla o de alguna ciudad mexicana; igual el platoadornado en el que se les coloca puede ser español o ale-mán. Sin embargo, las sandías que pinta a partir de aquíestán dotadas de la identidad que proviene de su calidad deartista colombiana. En adelante, «... cualquier sandía queyo lleve a un cuadro va a tener el sello mío». Son las san-días de Ana Mercedes Hoyos.

Una tajada de esta fruta fresca u otra cortada endos partes, pintadas en grandes formatos -sólo unas pocaspequeñas- cobran la monumentalidad que ella sabe otor-garles. En gamas de rojos intensos salpicados por las se-millas negras; rodeadas de superficies blancas o enpolicromías entre amarillos y verdes; enmarcadas por unhalo ligero, evocador del plato en el que reposan. Sonsandías poseedoras, sin lugar a dudas, de un lenguaje con-ceptual y estéticamente universal.

Al tiempo que desarrolla esta serie sale del merca-do de Bazurto con la necesidad de llegar a Palenque. Leresulta imperativo conocer sus formas de vida en el senode su propia cultura. Es el compromiso de una artista conun pueblo al que ama. Recorre sus calles y penetra suscostumbres en la vida de tantos amigos que la acogen coninmenso cariño: logró la amistad de familias completas yhoy es la madrina de parejas, de niñas y niños que la reco-nocen como a uno de los mejores voceros y defensores desu cultura. De esta manera toma puerto en las dos fiestasmás populares del poblado: la de la Virgen y la Fiesta deSan Basilio de Palenque para las cuales el pueblo, sus ha-bitantes y allegados, se preparan durante todo el año.

BAZURTOPERDIDO - 1991Oleo sobre tela,350 x 200 cms.

«La Fiesta -indica Ana Mercedes- es un tema uni-versal. Pero la de San Basilio es la de la celebración de suSanto y en ella aparecen manifestaciones diversas de sucultura: el vestido y el ritmo de su movimiento que es casiun baile; el tambor, los juegos, las procesiones...» En esteúltimo ámbito emerge el elemento religioso al cual apenasse aproxima. En la procesión, el protagonista es San Basilioy los «cuagros» de niños y niñas marchan ataviados consus mejores galas, llevando las cintas del pabellón. El ves-tido de cada mujer debe costar el trabajo de muchos días ylas que no lo logran asisten con el uniforme de colegialas.

Trajes festivos de los que nacen piernas y brazosde jóvenes palenqueras se trasladan, en imponentesformatos, a los óleos de nuestra Maestra: ciñendo sus ta-lles alzan el vuelo desde las caderas en amplias faldasplisadas o recogidas en pliegues; colores, las más de lasveces, en tonos pasteles y algunos, en azules, rojos o ama-rillos intensos, adornados con encajes y cintas que avivan

el movimiento cadencioso de estos cuerpos sensuales ybellos. La expresión cultural de las mujeres palenques, através de formas volumétricas de infinita plasticidad y ri-queza cromática, es lo que Ana Mercedes Hoyos buscarecrear en sus lienzos.

A la Fiesta de San Basilio de Palenque acude labanda de guerra del pueblo vecino y el tambor se convierteen nueva temática de la pintora infatigable. Envuelto en eltricolor de nuestra bandera, va adquiriendo -como LasSandías- un lenguaje universal. Es el tambor de hondasraíces africanas, parte primordial de esta cultura y sus ce-lebraciones porque -como lo señala Friedemann- hasta enla última noche del ritual del velorio de sus muertos «... elprofundo tambor Pechiche anuncia, para tranquilidad delCabildo, del cuadro y del pueblo, que el alma del muertofelizmente está abandonando este mundo». Así, como sím-bolo palenque, se signa con la impronta universal de laobra de Ana Mercedes Hoyos.

LA PROCESION 1(De la serie La Fiesta deSan Basilio) - 1993Oleo Sobre Tela, 100 x 100 cm.

De esta manera, progresivamente se introduce altema novedoso de la religiosidad popular del lugar. Ade-más de San Basilio, la pintora encuentra en sus casas elculto al Sagrado Corazón, a la Vírgen de Chiquinquirá y aotras más; a José Gregorio Hernández y «... de unos añospara acá, la imagen de Pambelé boxeador, que enmarcadacon el mismo cuidado que el resto de los Santos, ha empe-zado a ocupar un lugar prominente en el firmamento Pa-lenque»; a ellos acuden ante sus necesidades diversas a lavez que practican sus rituales y credos de origen africano.

Pambelé es el héroe del pueblo y el boxeo el de-porte soñado; seguramente aquí, a más de otros factores,aflora la tradición de una cultura en esencia luchadora yguerrera como condición de supervivencia. En el pobla-do, una de las pocas y más grandes construcciones en ce-mento es justamente el gimnasio donde niños y jóvenessueñan con las victorias de Pambelé. San Basilio comoPambelé son Palenques. Por ello también, como el boxeo,son tema de este período en el que interioriza la figurahumana como símbolo cultural, como documento históri-

EL TAMBORDE MALANGA - 1993Oleo sobre tela, 120 x 120 cms.

co y estético de un pueblo con el cual Ana Mercedes Ho-yos guarda entrañables nexos. Con fundamento presumi-mos para los próximos años obras majestuosas que mos-trarán al mundo tantos recodos desconocidos de esta míticacultura.

LENGUAJES DE UN PROCESODE CREACION

Ana Mercedes Hoyos ha sido estudiosa perennede los temas y técnicas en los que se desenvuelve su traba-jo. «Mi proceso de creación empezó -asevera- desde cuan-do opté por la pintura porque, desde entonces, nunca hedejado de pintar». Ante cualquier obstáculo investiga, buscala solución y los libros son sus mejores aliados. En susviajes -con mayor razón en los períodos primeros de for-mación,- visita los mejores almacenes de materiales parael arte logrando aquellos que responden a sus inquietudesy demandas. La gama es tan amplia que cuando se cono-cen las posibilidades de cada uno se puede elegir el ópti-mo, según los requerimientos de las obras.

Nuestra pintora, con la ayuda de un asistente, ela-bora las telas para sus óleos: las importa en algodón o enlino, al igual que la base para prepararlas. De allí la texturaque permite los acabados peculiares de sus cuadros. «Mitécnica -señala- en el proceso total es inventada por mí yno tengo dificultad en compartirla. Me inspira sí un pro-fundo respetico».

El óleo como el dibujo, ocupan su mayor interés.El primero, a diferencia del acrílico que poco le atrae, esflexible y le proporciona diversas alternativas. La escultu-ra en concreto también ha sido objeto de sus trabajos: lotridimensional le conmueve y de hecho en sus pinturasexiste un elemento escultórico «... todas se podrían volverescultura -indica- pero no me parece que se justifique. Lohago cuando siento la necesidad, como en las Ventanas yen los Girasoles que eran más esculturas que pinturas;particularmente estas últimas me rondaban hasta cuandolos convertí en volúmenes».

Elementos de su lenguaje

Tres elementos fundamentales hacen parte de sulenguaje: la luz, el espacio y el tiempo; este último apareceen etapas recientes. El color no es el color. Es luz. No lopiensa en términos de amarillo, rojo o azul sino en funciónde la luz. Además, «... no puedo hablar de uno de estoscolores porque cada uno tiene diez ángulos. Mi problemaradica en lograr que un color reaccione con otro y cree elespacio y la luz. Una ̀ acostumbra la cabeza’ y entiende elmomento en el que un cuadro reclama uno particular paraalcanzar, por ejemplo, la luz del trópico».

Cuando realizaba los cuadros blancos lo hacía conlibros de física a sus pies: leía, pensaba y pintaba al mismotiempo. Era la contraposición de colores vueltos blancos:el blanco al final es la descomposición del color. Cogíauno y otro hasta que casi se confundían. Experimentabauna y otra vez y resolvía según los imperativos de sus ven-tanas clausuradas.

El uso reiterado del amarillo, del azul y del rojoobedece a su interés por mostrar lo colombiano. «El país -

La artista pintando«Gang Girl»

nos cuenta- pasaba por un momento difícil y yo no vivíaen Colombia. Entonces la banderita se hacía presente ocu-pando grandes o pequeños espacios y así se quedó. Existeuna intencionalidad pero manejada estéticamente».

La forma progresivamente determina el espacio yéste, a su vez, determina a la forma; es el positivo y elnegativo en la pintura. Empieza a valorar el lleno y el va-cío, el interior y el exterior. La línea se vuelve importantecuando logra encerrar la forma que a la vez delimita eseespacio del cual es imposible hablar sin pensar en el lleno.«Este complemento me resulta fascinante».

El elemento tiempo es preocupación reciente; apartir quizás del uso de la fotografía en su proceso. Consi-dera que nuestros pueblos son dueños de un tiempo dife-rente al de los llamados países desarrollados. Puede vol-ver a Palenque dentro de dos años y reanudar su trabajosin dificultad; esto no lo logra una sociedad industrializada.«Es uno de los privilegios del subdesarrollo -apunta laMaestra-. Somos dueños de un tiempo diferente y mági-co». Son conceptos que aún no ha logrado aclararse deltodo a pesar de percibirlos con fuerza: «Ojalá no me pasecomo a Marta Traba, quien murió sin entender muchos desus planteamientos conceptuales».

La geometría para Ana Mercedes Hoyos es la cons-trucción. Si una escultura o un cuadro no se construyen,sus elementos quedan flotando sin sentido o simplementese caen. «No puedo pintar esa sandía -asevera- sin anali-zar qué está detrás y qué en el plato que la sostiene». Asino lo pinte, ella lo imagina y a partir de esta construcciónmental elabora sus cuadros.

Hasta las Ventanas y aún hasta las Atmósferas, lacurva apenas se insinuaba en la pintura de nuestra artista.Trabajaba sólo con ángulos rectos y ello limitaba sus posi-bilidades creadoras. A partir de la «Laguna de Guatavita»,un cuadro redondo, y de «Los Girasoles», la curva se intro-duce de lleno y se inauguran nuevos campos que incluyenel volumen en su obra. Una obra que se llena de sensuali-dad.

Y el humor también concurre porque como AnaMercedes sostiene, «... los temas que elijo soninmensamente humanos. Provienen de escenas comunesy en ellos son muchos los casos divertidos. Los palenquestienen el humor a flor de piel y éste se hace presente hastaen sus movimientos». Lo mismo sucede con la sensuali-

dad: los protagonistas de sus temas la poseen y, «... la ne-cesito en mis cuadros hasta el nivel de lo tactil». De allí elterminado de sus obras que invita a palpar las superficiesdotadas de volúmenes redondeados. Son elementos que,como los nombres de cada cuadro y etapa, provienen de larealidad que los gesta.

La pintora elabora sus obras en formatos por logeneral grandes pero también pequeños; unos y otros po-seen la monumentalidad que ensalza el objeto. Cuandograndes, el detalle se pierde y su pintura es abstracta y ex-presionista: termina viendo la abstracción de la forma.Pintar en grande le significa la necesidad de pintar en pe-queño. No sólo para descansar sino para ver las cosas demanera diferente. «Es como un laboratorio -asegura-. Secambia por la necesidad de experimentar». Generalmenteuna sandía de tres metros le resulta injustificada. Prefiereuna pequeña que visualmente parezca de tres metros. Enotras ocasiones el gran formato se impone en razón deltema complejo: reducido, se vuelve cositero y al ampliarlose torna abstracto y lo insignificante desaparece en el im-perio de la esencia.

Estos son los elementos cardinales de su lenguaje. Sinembargo, sabe que lo más importante en el arte es proveerde alma, de vida, a los objetos engendrados por el artista.La meta radica en la interioridad de la obra.

BODEGON - 1993Oleo sobre tela, 150x 200 cms

La fotografía, memoria de la realidad

Desde hace algunos años el proceso de creaciónde Ana Mercedes cuenta con técnicas complementarias.Primero, viene el acercamiento a la realidad elegida; el co-nocimiento del tema, la indagación. Luego, aparece lafotografía que ella misma toma a las escenas que le intere-san: «... soy brutísima en esta técnica; uso una cámara ele-mental porque sólo sé mirar, enfocar y pulsar. Ni siquierasé cambiar los rollos». Y las hace ella porque es quiensabe lo que quiere ver. De una misma escena toma milfotografías que, reveladas, mira una y otra vez hasta selec-cionar aquellas que respondan a sus inquietudes; las de-más, pueden servir más adelante porque, asevera, «... unasiempre vuelve y es también lo fascinante de este recur-so».

De aquí pasa al dibujo donde empieza a despojaral objeto de lo suplerfluo. De una fotografía puede reali-zar muchos dibujos o puede unir varias fotografías parauno. Estos van al heliógrafo donde se amplían «... enformatos que me invaden. En ocasiones vienen en dospliegos porque, como yo los quiero, no caben en uno». Apartir de este momento la Maestra determina los fragmen-tos que le interesen y, de pronto, este fragmento, con ele-mentos de otro dibujo o solo, vuelve al heliógrafo parasometerse a nueva ampliación. Más adelante, estos frag-mentos los monta en planos diferentes y «... se vuelvencomo en el cine, ̀ irreales’».

En algunas oportunidades realiza con ellos collagesy nuevamente estas partes ampliadas retornan al dibujoque, con protagonismo, concurre en todo el proceso decreación; a su juicio, es el alma de la pintura; además deque le apasiona, es una excelente pintora de trazo firme ydefinido, «... una línea me sale de una -sostiene-; no megusta la línea despelucada». De este modo llega al pincelcon el cual, al igual que en el dibujo, produce los trazos deuna sola vez, «alla prima» porque sus pinturas no soportanvarias capas sobre el lienzo.

En contadas ocasiones la foto proviene de un pe-riódico o de una revista. Elige el tema con libertad univer-sal: «La escogencia es mía y puede ser una niña de Palen-que o de Nueva York. No importa».

Este proceso técnico le interesa hondamente y, porahora, no piensa cambiarlo. La fotografía es memoria dela realidad que quiere recrear, y, además, tiene la intenciónsocial de reportería, de documento visual e histórico. Esuna aproximación al arte ciertamente distinta y pertinentea América Latina porque «... es dueña de un tiempo dife-rente».

El paso mágico de lo inerme a la vida

Una vivencia continua de esta última etapa pro-viene del proceso mismo de elaboración de aquellas obrasdonde asiste la figura humana. «Por lo regular -dice la

pintora- en un cuadro realizo primero los vestidos; cuandoestán listos me doy cuenta que son como muñecas inani-madas. Empiezo a pintar la «carne» y surgen los brazos ylas piernas y las muñecas comienzan a cobrar vida. Ad-quieren movimiento. Entonces acuden a mi cabezaPinocho y los cuentos de hadas de mi infancia. Algo pare-cido sucede con las caras. Primero pinto máscaras cubistas-que son máscaras africanas-. Sus ángulos me son desco-nocidos y los voy definiendo en la marcha. Cuando pintolos ojos y la boca sonríen y gesticulan. Descubrir este pasode lo inerme a la vida ha sido una experiencia maravillo-sa».

Rutinas cotidianas de la creación

Por lo regular nuestra artista trabaja en las tardes hasta lashoras de la noche que su cuadro reclame . Las mañanas,«como tengo que vivir en el mundo» -comenta- le impli-can diligencias y llamadas que distraerían la creación. Laluz diurna o nocturna le es indiferente y sólo se detienecuando los ojos se cansan. No le gusta dejar un cuadro amedio camino porque «... la cabeza se nos cambia». Elmedio ambiente, para bien o para mal, sí afecta la crea-ción. La pintura que elabora en Colombia es diferente a lade Nueva York. Esta última resulta bella pero más concre-ta. En el invierno neoyorquino «... ese oscurecer a mediatarde me aniquila» y prefiere pintar en Bogotá.

Ana Mercedes Hoyos sabe cuando un cuadro está termi-nado porque con frecuencia su imaginación, desde el pri-mer momento, intuye cómo va a quedar o, cuando menos,cuáles son sus demandas. Ningún cuadro es fácil y noexisten fórmulas para desarrollarlo. «Un día -nos cuenta-Jacques, mi marido, me observaba detenidamente mien-tras pintaba un cuadro durante muchas horas: si le daba laluz, si lograba la sombra, si el volumen respondía.... Depronto me dijo: `te veo sufriendo como si te enfrentaras aun monstruo’. Es la dificultad de la creación que, comoparadoja, resulta inmensamente placentera». No obstan-te, sostiene que muchos artistas mienten sobre su proceso:para dificultar el arte volviéndolo tan complicado que re-sulte inalcanzable.

Para esta Maestra no cuenta la inspiración. Funciona, nosdice, en los artistas que trabajan poco. Aquellos discipli-nados laboran todos los días y de una obra sale otra. «Sidescansan un mes ciertamente tendrán que esperar a queles llegue la musa. «A mí me sucede como al MaestroNegret -anota-. Me voy de viaje por diez días y a los tresquiero regresar porque necesito pintar».

Los entornos internos y externos inciden positivamente ensu trabajo: es una mujer por excelencia estable. La muertede su gran amigo Luis Blanco (1993) le ocasionó profun-da melancolía y se decía: «Si estoy triste voy a dedicar toda

mi energía a pintar y, evidentemente, pintaba y pintaba conavidez total». Igual, cuando murió su madre enferma(1994). Se encontraba en Nueva York preparando unaimportante exposición para la semana siguiente. No debíavenir a Colombia porque a pesar de la enfermedad, la si-tuación no era alarmante. Pero una fuerza interior la trajoy a los tres días falleció doña Ester. El sábado fue el sepe-lio y el domingo regresó a aquella ciudad, acompañada deun hondo dolor y del luto de su alma. Realizó la exposi-ción y con ahínco se refugió en el trabajo.

Su temperamento es en esencia alegre. Por lo re-gular trabaja con música; aún cuando le gusta y escucha aMozart y la ópera en general, la popular tiene un lugarespecial en su creación. «Buscando a América» de RubénBlades, Bola de Nieve o algunas canciones de Celia Cruzque le resultan muy evocadoras. «Pongo la música, cantoy bailo con la pintura: me bailo sola y pinto rico», apuntaAna Mercedes. Realizando sus Girasoles repetía una yotra vez «La Canción del Lamento» de Luis (?), quizásporque eran veintiún girasoles... En otros momentos, pre-fiere la compañía del silencio.

Así trabaja una gran artista dueña de un lenguajepropio desde sus «Bodegones de Palenque». Un lenguajeque se ha impuesto en Colombia y en el mundo donde sele conoce, se le respeta y se le identifica. Ha llegado ya atener imitadores y seguidores. Diversos artistas han traba-jado el tema de las culturas negras pero Ana MercedesHoyos realiza su propia aproximación. Parte de elemen-tos de lo nuestro que universaliza en tanto pueden compe-tir con la fuerza del arte francés, el alemán o el italiano.Llevó recientemente una exposición al Japón y su obrafue entendida y aplaudida con fervor. «El cuento que yocuento -reitera- no lo puedo contar sino yo, pero es tanuniversal que el japonés lo comprende».

El problema del artista joven radica en que muy prontocree encontrar un «lenguaje propio» y se acomoda en losmárgenes del facilismo. Ella, por lo contrario, ha sido unaeterna inconforme: habría podido quedarse en sus «Venta-nas» o en sus «Atmósferas» pero ya no le colmaban. De-bía proseguir la búsqueda. Se trazó un camino en el quefaltan muchas millas por recorrer porque como asegura,«... mi cabeza está saturada de ideas y a punto de explotar.

BANANAS - 1992Oleo sobre tela,180 x 180 cms

Con lo que llevo dentro de mí, podría pintar durante cienaños» y miles de cuadros plenos de luz, de formas sensua-les y bellas, de movimiento, recuperando el tiempo de nues-tra América mestiza.

UN ARTE ARRINCONADOPOR CRITICOS Y GALERISTAS

El mundo del artista y el mundo del crítico mar-chan en Colombia por senderos diametralmente opuestos.Una cosa es concebir y elaborar una obra y otra pretenderanalizarla o, como suele suceder, juzgarla. Aquí, segúnAna Mercedes, el crítico ha terminado compitiendo con elartista. Los galeristas, desconociendo a los creadores, seconvirtieron en protagonistas a quienes lo único que inte-resa es figurar en las páginas sociales de una prensa quepara nada le interesa lo artístico. Sólo busca el espectácu-lo, la farándula y la noticia cruenta. Hoyos le asigna a losmedios de comunicación una gran responsabilidad de cuan-to le sucede a la cultura y al arte colombianos. En mayormedida a los medios de la capital.

«No hay derecho -enfatiza- a que un diario tanimportante y de tanta tradición como «El Espectador» con-trate a una señora para que ensalce al círculo reducido desus amigos de siempre e insulte a los demás. Posando decrítica se enreda en la palabra vana, en circunloquios queni ella misma comprende para arrasar a quienes no se leinclinan. Por algo a la señora Escallón le cerraron el pasoen el cargo al que aspiraba en la OEA. Ese no puede ser,ni lo es en ningún país del mundo, el papel de la crítica».Los medios, es verdad, poseen una gran influencia en susdestinatarios y como voceros de una crítica rigurosa, seve-ra y constructiva, podrían desempeñar una función deter-minante en la educación de nuestras gentes; inducir al amorpor el arte en sus diversas manifestaciones. De esta mane-ra, propiciarían alternativas de expresión y de comunica-ción distintas a la violencia.

Las facultades de periodismo del país, los directi-vos de los medios impresos y electrónicos tienen el deberhistórico de evaluar la responsabilidad que les compete:en el tipo de profesionales que están formando, en la nece-sidad de prepararlos hacia el periodismo cultural de unaparte; de otra, en las demandas profesionales que permi-tan ejercicios ética y socialmente comprometidos.

La crítica ha sido nefasta para el desarrollo del artecolombiano. «Personas tan importantes como Marta Tra-ba -puntualiza la Maestra- a quien admiré y quise, demo-lieron inmisericordemente a importantes artistas. Con ar-gumentos en absoluto subjetivos enterraron a creadoresvaliosos como Luciano Jaramillo, y Gonzalo Ariza -quiensólo hace pocos años revivió-, para no hablar del caso deDébora Arango que es aún más complejo. Hoy, con con-tadas excepciones, quienes gratuitamente asumen el lugarde Traba -y sin los aportes irrefutables de esta crítica- con-tinúan la tónica arrasadora. ¿Qué papel positivo están ju-gando?, ¿cómo apoyan el avance del arte en Colombia?».

Aquí radica la causa del difícil ambiente artísticoen nuestro medio: rencillas, competencias desleales, riva-lidades absurdas. Ana Mercedes -nos señala- no tuvo ge-neración a más de sus amigos entrañables, Manolo Vellojíny Hernando del Villar. Con Negret, Grau y Obregón, per-teneciendo a generaciones anteriores, guarda y guardóamistad y una inmensa admiración como Maestros.

Son las razones para el llamado abierto de nuestrapintora hacia un camino donde se forme gente para la crí-tica profesional y responsable. Una crítica que eduque,oriente y propicie una visión del arte como solaz del espí-ritu y como espacio de fecunda recreación. Hoy, a más detruncar la creatividad de muchos, con sus discursosdesmotiva y desorienta al espectador. Es una crítica facilistaque lejos de promover y respaldar nuevas figuras, se con-forma con la noticia conocida. Por eso sólo hablan de unospocos. Es preciso construir un lugar digno para nuestrosartistas; la cultura y el arte no pueden continuar como lascenicientas de nuestra historia.

Otro gran problema -planteado con énfasis por lapintora-, es la orientación de las galerías en el país. Mane-jadas con miopía ni siquiera han comprendido la dimen-sión de las posibilidades económicas del arte. Ningunavende a los grandes artistas colombianos. Se rodean delos mediocres que puedan manipular a su antojo. Por esonuestro arte, más allá de Botero -el mejor embajador delpaís- y de unos pocos, no existe en el panorama universal.La gran mayoría, y gente de calidad, se queda en el círculode lo local.

En el Movimiento Arte Latinoamericano (?) con-curren artistas venezolanos, mexicanos, brasileños, cen-troamericanos; colombianos, sólo Botero y Ana MercedesHoyos. En subastas tan importantes como las de Cristhie’s

y Sotheby’s, que miden el termómetro de quién es quién,sólo venden la obra de los dos anteriores y no tienen repre-sentantes en Colombia, a diferencia de lo que sucede conla mayoría de países del continente. El motivo: absolutafalta de promoción de los nuestros, carencia de políticas,públicas y privadas, que orienten la presencia internacio-nal de los artistas nacionales.

«Pero -sostiene la pintora- si no hay canales para que elarte llegue a amplios sectores de nuestra población, ¿cómopedir que se nos de a conocer internacionalmente? Y nosoy de los que respiran por la herida. Hablo con total auto-ridad. He sido afortunada y hasta privilegiada porque miobra se ha podido comunicar con otras culturas:Norteamérica, Latinoamérica, Europa y hasta el Oriente ymi mayor preocupación continúa siendo Colombia y Amé-rica Latina. Mi obra se conoce, se respeta y se vende enmuchos países del mundo». Es la denuncia de una artistaque quiere a su patria y a su gente; que reconoce la gran-deza del arte, la función que debe desempeñar en una so-ciedad y, además, que tiene la certeza de que nuestro paíspuede ser cuna de muchos y destacados maestros de laplástica contemporánea. Es un llamado para que, en con-cierto, «apoyándonos mutuamente», enseñemos a nues-tros niñas y niños a amar la creación y a amar lo nuestro.

LAS EXPOSICIONES,ESPACIOS PARACONFRONTAR SU OBRA

La mayor parte de la obra de Ana Mercedes Ho-yos se desarrolla en su estudio de Bogotá pero sus viajes aNueva York, donde también cuenta con su taller, son cons-tantes. A su juicio, es una ciudad maravillosa, llena deestímulos y donde, en las mejores exposiciones del plane-ta, encuentra aportes invaluables para su trabajo.Adicionalmente, el centro de difusión de su obra está allí:de manera regular se reune con galeristas y directores deimportantes museos que quieren llevar su trabajo a las másdiversas ciudades del mundo.

Las exposiciones se constituyen espacios sorpren-dentes donde puede confrontar su obra. Un cuadro en elestudio es diferente en las paredes de una galería; además,el público que lo observa le provoca la sensación de serrecreado en comunión. El lugar donde más las disfruta esNueva York: es la meca del arte universal y por ello cuen-ta con la posibilidad de cotejar sus lenguajes con los deartistas de las más disímiles procedencias. El año anterior,entre otras, participó en París en una muestra a la que con-

BAZURTO - 1991Oleo sobre tela, 200 x 450 cms

currieron pintores americanos y europeos, inaugurada porel Presidente de Francia. Esta exposición viajará por elplaneta y hoy se encuentra en el Japón, país al que tam-bién fue invitada en 1994. Resultó una experiencia inusi-tada para Ana Mercedes: en esta cultura al artista se levalora en tal medida que los invitados extranjeros son reci-bidos con honores de jefes de Estado. «Yo pensaba queestaban equivocados de personaje e insistí en hacérselosaber. Ellos pensaban que mi humildad era excesiva».

Para este año prepara tres exposiciones trascen-dentales en su proceso: México -segunda patria por adop-ción-, Japón y Nueva York. Esta última, junto con la obrade Francisco Toledo, viajará a la Feria de Buenos Aires yserá una oportunidad maravillosa para analizar su obra allado de la de este gran exponente del arte latinoamericano.1995 es un año crucial en su carrera. También prepara unlibro con Luis Angel Parra sobre la historia de una prince-sa negra en el que, a ciencia cierta, el tema Palenque ten-drá vida. La publicación se presentará en México, en Ja-pón y en muchos otros rincones donde aman y creen en suobra. Sin embargo, no ha llegado aún la exposición de suvida. Los sueños la acarician recogiendo los últimos diezaños de su obra.

Son muchos años de trabajo obstinado y fecundodonde, siguiendo el norte de sus Maestros tiene una obraconsolidada, majestuosa y reconocida universalmente.Zurbarán, Caravaggio, Lichtenstein, Monet -con las cate-drales en diez versiones como sus réplicas de un mismocuadro-, Mondrian, Warhol, Cézanne -la conclusión- y al-gunos otros, han acompañado su proceso. De AméricaLatina, Diego Rivera, Rufino Tamayo y, en el último pe-ríodo, Francisco Toledo, son para ella doctrina del conti-nente. Hoy, más que artistas, le interesan los movimientoscontemporáneos del arte italiano y alemán y con ellos bus-ca comunicarse.

En este momento, a más de su querida familia, laacompañan sus cuadros consentidos, parte de su colección,que por nada del mundo saldrían de su lado: unas Atmós-feras que habitan en su rincón de Nueva York y, por sobretodo, «Zenaida», la muñeca de todos en la casa de Bogotá,siempre estará cerca: en razón de cuanto simboliza, haceparte de sus más caros afectos. Las obras que permanen-temente crea, se marchan a otros lugares y su partida ya noresulta dolorosa: Ana Mercedes sabe dónde y con quiénvivirán.

Muchos premios y distinciones, nacionales, y con mayorrazón internacionales, han retribuido su trabajo alborozan-do el espíritu. Quizás el que más fue la «Estampilla delQuinto Centenario» del encuentro de América y Europa:hizo posible el viaje de Palenque por el mundo en la co-municación de muchos. Es el homenaje a una raza en laque nuestra Maestra conquistó su lenguaje universal; elhomenaje a una cultura de la que desentrañará nuevas ymágicas creaciones en la luz alucinante de nuestro amadoCaribe colombiano. Un homenaje a esa América altiva enrazón de su mestizaje...