DR. MANUEL CRUZ HERNÁNDEZ

ACADÉMICO DE HONORDE LA

REAL ACADEMIA DE MEDICINA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA

VALENCIA26 de septiembre de 2013

Presentación del profesor Manuel Cruz Hernández

Juan Brines SolanesAcadémico de número de la RAMCV

EXCMO. SR. PRESIDENTE,EXCMOS. E ILMOS. SRES. ACADÉMICOS,EXCMAS. E ILMAS. SRAS. ACADÉMICAS,QUERIDOS AMIGOS Y COMPAÑEROS,SEÑORAS Y SEÑORES:

Por el honor que supone agradezco sinceramente a estaIlustre Corporación y en especial a su Presidente yJunta de Gobierno el haber aceptado mi propuesta paranombramiento como Académico de Honor de D. ManuelCruz Hernández y por haberme ofrecido su represen-tación para recibirlo. Y si honrado me siento por estarepresentación en acto tan solemne, no lo soy menospor la persona galardonada conocidas como son su ejem-plaridad y la inmensidad de su obra científica y laborprofesional. Por ello considero imposible que mi dis-curso iguale en justa objetividad los méritos que debeglosar pues la brevedad del acto no permite ni siquie-ra enumerar.

D. Manuel Cruz nació en Málaga a finales del año 1926hijo de maestros de escuela. Vivió allí los 3 primeros

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años, ya que sus padres se trasladaron a Granada, enbusca de la Universidad para sus hijos, de los que tresfueron catedráticos. Permítanme un inciso para recor-dar la ingente deuda que tenemos contraída los espa-ñoles con los maestros de escuela cuya callada labor,estímulo y generosidad han supuesto para muchos denosotros, como el que ahora os habla, el origen y losfundamentos del desarrollo personal y profesional.

Su escolarización primaria fue en una escuela nacio-nal de Granada. A los diez años le sorprendió la Gue-rra Civil y como ocurre con frecuencia a las personashonradas su familia sufrió la dura experiencia del refu-giado durante la contienda y finalizada ésta, las repre-salias cainitas que durante años, la desposeyeron desus plazas escolares.

Cursó los estudios secundarios en el Instituto PadreSuárez de Granada obteniendo el Premio Extraordina-rio en el Examen de Estado. Durante el bachilleratocompatibilizó sus estudios dando clases particulares.

Estudió la Licenciatura de Medicina en Granada obte-niendo en 1951 el Premio Extraordinario. Desde 1948continuó su práctica docente como alumno internonumerario participando en las tareas de la Cátedra dePediatría bajo la dirección de su titular el Profesor Anto-nio Galdó. Se doctoró en Medicina en Madrid el año1953 con la tesis titulada “Estudio electroencefalográ-fico de la meningitis tuberculosa”.

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Sus maestros directos en Pediatría fueron el ya citadoAntonio Galdó en Granada y Jean Chaptal en Mont-pellier.

Ha desarrollado su actividad docente en todos los nive-les universitarios: Alumno Interno de Pediatría, yacitado, Profesor Ayudante desde 1951 a 1954, ProfesorAdjunto por oposición de la Cátedra de Pediatría de laUniversidad de Granada desde 1954 a 1957, Catedrá-tico de Pediatría de la Universidad de Sevilla (Facultadde Cádiz) por oposición desde 1957 a 1964, Catedráti-co de Pediatría de la Facultad de Medicina de Barcelonatras nueva oposición desde 1965 a 1992, Profesor Emé-rito de la Universidad de Barcelona desde 1993, Direc-tor de la Escuela Profesional de Pediatría en Cádiz yBarcelona, Profesor invitado en diversas universida-des de España y del extranjero, en especial en Hispa-noamérica.

Entre sus aspectos profesionales merece comentarseque fue Médico Interno del Departamento de Pediatríadel Hospital Clínico de Granada desde 1951 a 1953 yJefe de Servicio del mismo desde 1954 a 1957. Esemismo año accede a la Jefatura del Departamento dePediatría del Hospital Moreno de Mora de Cádiz pues-to en el que permanece hasta 1964. Con su traslado aBarcelona como Catedrático de Pediatría se le nombraJefe del Departamento de Pediatría del Hospital Clínicoen el año 1965 cargo que mantendrá hasta su jubilaciónen 1993.

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Ha sido Puericultor del Estado por oposición, obteniendoplaza en 1954 con actividad en Cádiz y Barcelona. Ins-pector Médico Escolar, en 1954, con actividad en Bar-celona. Representante de España en la Confederación Euro-pea de Especialistas en Pediatría.Presidente de la Asociación Española de Pediatría de1976 a 1980 y vocal de la misma desde 1972 a 1976. Presidente del Congreso Español de Pediatría en Bar-celona del año 1976.Presidente del Comité Patrocinador del Congreso Inter-nacional de Pediatría en Barcelona del año 1980.Miembro de las Comisiones Nacionales de Pediatría,Alergia y Cirugía pediátrica.Vocal del Comité Nacional de Discapacidad presididopor Su Majestad la Reina Sofía.

Su labor investigadora se ha interesado principalmen-te en el estudio de las anemias infantiles, aminoacido-patías, alergia, inmunidad, dismorfología, cromosomo-patías, patología social, bioética y enseñanza. Fruto desus investigaciones son la dirección de 70 tesis docto-rales, la publicación de más de 400 artículos científi-cos en revistas nacionales e internacionales y un núme-ro de libros entre los que queremos destacar el Trata-do de Pediatría cuya 10ª edición se alcanzó en el 2010,el Manual de Pediatría cuya tercera edición ha salidode prensa este mismo año, el Tratado de Exploración clí-nica en Pediatría de 1995, el Atlas de síndromes pediá-tricos de 1997, Mensajes del bebé en el año 2005, Sesen-

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ta Años de Pediatría inacabada, en el 2010, Infectolo-gía pediátrica con dos ediciones, la última de 2010 enCaracas y finalmente, este mismo año, el Manual ilus-trado de enfermedades raras que está pendiente dedistribución.

Además ha sido Director de la Colección de Monogra-fías de la cátedra de Pediatría de Barcelona así como dela serie de monografías sobre el Tratamiento de lasenfermedades en niños y adolescentes donde se recogí-an los avances terapéuticos en las distintas subespe-cialidades pediátricas y que fueron apareciendo en losaños finales del siglo pasado y en los iniciales del actual.Director de la Revista Archivos de Pediatría, hasta sujubilación. Para no prolongar el relato diré como resu-men que ha sido autor principal o colaborador en untotal de 40 libros.

Entre las distinciones que se le han otorgado quere-mos destacar el ser Académico de Honor de las RealesAcademias de Medicina de Cádiz, Granada y Teneri-fe, Académico numerario de la Real Academia de Medi-cina de Cataluña, Medalla de Honor de UNICEF, Doc-tor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires,Miembro de honor de la Sociedad Valenciana de Pedia-tría y de numerosas Sociedades de Pediatría de Espa-ña y Latinoamérica, Primer miembro de Honor de laSociedad Canaria de Pediatría, Colegiado de Honor delos Colegios de Médicos de Las Palmas de Gran Cana-ria y Ambato (Ecuador), Colegiado emérito del Colegio

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de Médicos de Barcelona, Presidente de Honor de laAsociación Española de Pediatría, Presidente de Honorde la Sociedad Europea de Educación Pediátrica y Sociode Mérito de la Academia de Ciencias Médicas de Cata-luña y Baleares.

Hasta aquí, una apretada síntesis curricular. Permí-tanme ahora, señores académicos, añadir unas notassobre la obra de D. Manuel, que así se le conoce colo-quialmente en el ámbito pediátrico.

En la década de los sesenta, no existía en España librode Pediatría que se ajustara a las necesidades forma-tivas de los estudiantes y mucho menos a las asisten-ciales de los médicos generales y los pediatras. Habíabuenas monografías sobre problemas específicos de ladisciplina pero la realidad editorial ofrecía un panora-ma nacional bastante pobre. Como tratados de refe-rencia de Pediatría bastaban el del suizo Fanconi, eldel alemán Keller o el del americano Nelson. Pero sien-do buenos, estos tratados, disponían sus contenidossegún las necesidades formativas y profesionales desus respectivos países, es decir, ocupando el hueco quedejaban a la pediatría la organización de los estudiosuniversitarios y la estructura y dinámica asistencialde las respectivas sociedades; organizaciones, estruc-turas y dinámicas bien alejadas de la realidad españo-la y, por consiguiente, incapaces de suplir las exigenciasde estudiantes y profesionales.

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Por aquella época, siendo alumno interno de la cáte-dra de Pediatría con mi querido maestro D. Tomás Sala,hubo una conmoción en la Pediatría Española, un movi-miento renovador al aparecer los apuntes de D. Manuel.Por las cátedras y servicios de pediatría circulabanciclostilados y por entregas, por entregas de diferenteformato, a modo de pliegos de cordel. Se difundían poresos centros casi clandestinamente, entre los compa-ñeros que merecían confianza, algo así como si se tra-tase de algún tipo de comercio ilegal. El interés poraquellas hojas estaba justificado para el estudiante,porque al fin disponía de una referencia fiable paraaprender Pediatría y superar los exámenes; y tambiénpara el opositor a plazas de Pediatría del Servicio Obli-gatorio de Enfermedad, el famoso SOE, porque domi-nando sus contenidos aseguraba el éxito.

Estos apuntes recogían, en gran medida, los temas quehabía elaborado D. Manuel en las oposiciones a la cáte-dra de Cádiz que tan brillantemente había ganado yconstituyeron el antecedente inmediato del célebre libroLecciones de Pediatría y Puericultura que vio la luz enla misma década. Aquellas Lecciones eran ya palabramayor; allí estaba ordenada toda la Pediatría. Un textosalido de una mente privilegiada, que asombraba por sucapacidad didáctica y que hacía de la asistencia al niño,habitualmente dificultosa, una actividad cómoda yatractiva. Un alivio para el profesional de la Pediatría,que por fin podía acceder a una obra de consulta seriacon una información ordenada, actualizada y rigurosa

que cubría la mayoría de sus necesidades asistencia-les. Tres tomos, en rústica, de tapas blancas, inmacu-ladas, que se racionaban como oro en paño en las libre-ría médicas. Cuando conseguí mi ejemplar fui inmen-samente feliz; de ninguna otra obra he aprendido tantapediatría. Sus contenidos configuraron el núcleo duro demi formación pediátrica y las tablas, esquemas y figu-ras que los iluminaban, cuyo uso generosamente meconcedió D. Manuel, el material indispensable para lapreparación de las clases y de las oposiciones. Jamáshe dudado de su excelencia pues con su ayuda superéa la primera las dos únicas oposiciones a las que heoptado.

El éxito de la obra fue tal que se agotó con rapidez porlo que, junto a los avances espectaculares que se esta-ban produciendo en la disciplina obligó a nuevas edi-ciones, que se ampliaron hasta formar el famoso Tratadode Pediatría, “el Cruz”, como se le conoce en España eHispanoamérica, el libro más importante en toda lahistoria de la Pediatría de habla española. Con unacadencia de edición de cuatro años, la obra ha visto diezediciones dirigida por el mismo autor, hazaña que,según mi información, no ha sido igualada hasta elmomento en nuestra disciplina.

Este monumento a la Pediatría se expandió gracias a lagenerosidad de D. Manuel que aprovechó el éxito de suobra para hacer colaboradores de la misma a los pedia-tras más prestigiosos del país y de Hispanoamérica.

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Aunque fui beneficiado por esa generosidad, aunquereconozco que la obra ganó prestancia dentro y allen-de nuestras fronteras, no quiero desaprovechar la opor-tunidad de manifestar que, al menos para mí, fue per-diendo, con las sucesivas ediciones, parte del encantoy de la coherencia que la animaron desde el principio.Con la generosa cesión que el autor ha hecho del Tra-tado a la Asociación Española de Pediatría y, a tenor delos contenidos y distribución que esta sociedad prepa-ra para la undécima edición, creo que se reducirá mientusiasmo por esta obra.

Con el paso de los años el Tratado fue creciendo hastaabarcar todos los contenidos de la Pediatría más actual.Pero con el crecimiento se dificultó su manejo paraestudiantes y médicos generales. Ello obligó a elabo-rar una versión reducida del mismo titulada inicial-mente Compendio de Pediatría y después Manual dePediatría, en cuyo origen y desarrollo algo tuve quever, versión que sirvió como hermano menor para cubrirapetencias pediátricas menos exigentes.

Debo añadir que, a pesar de la inmensidad de su obra,D. Manuel no vive ajeno a las inquietudes pediátricasdel momento. Pendiente de distribución está, como yahe dicho, uno de los libros más esperados de su fábri-ca, el Tratado de Enfermedades Raras, primera sínte-sis que se publica sobre el vasto conjunto de estas res-baladizas afecciones. Su realización era una necesidad,pues la creciente presencia de estas elusivas afeccio-

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nes ha superado el estricto ámbito médico para irrum-pir abiertamente en los medios de comunicación social.Pero además de necesidad, es también un atrevimien-to. Atrevimiento por el ingente número de afeccionesque las integran, por la gran diversidad que manifies-ta su historia natural y por la dificultad de diagnósti-co y tratamiento amén de la trascendencia que revistenpara la persona que las padece y para la sociedad quelas acoge. Que el desafío lo haya llevado a cabo D.Manuel no sorprende. El autor es mundialmente reco-nocido como el mayor pediatra de habla hispana y expe-riencia sobre el tema no le falta pues además de lasincesantes aportaciones puntuales del último mediosiglo, en el año 1998, publicaba con J. Bosch el Atlasde síndromes pediátricos que, puede considerarse comoel punto de partida de la obra que ahora nos va a rega-lar. Pero además de necesidad y de atrevimiento estambién una provocación, especialmente para sus dis-cípulos más directos, cuya primera generación haceaños que disfruta de una merecida jubilación, y los dela segunda estamos comenzando a saborearla.

Que el maestro más grande que en toda su historia hatenido la Pediatría Española, en el ocaso de su exis-tencia, cuando de seguro arrastrará, aunque no lo mani-fieste, algún tipo de achaque, se adentre en los enre-vesados vericuetos de las enfermedades más raras quenos afligen es todo un ejemplo humano y profesionalque nos obliga a continuar esforzándonos en esa ina-

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cabable tarea de promover la salud del niño y comba-tir sus enfermedades. Hay grandeza en su vida y suobra.

Quiero finalizar con una nota de agradecimiento pueses mucho lo que debo a D. Manuel, especialmente sumagisterio y, sobre todo, su ejemplo como persona ycomo pediatra. Con él me he sentido, como cuenta Juande Salisbury (Metalogicon, 1159) de su maestro Ber-nardo de Chartres quien afirmaba que si su obra habíaido lejos siendo él un enano era porque había camina-do a hombros de gigantes. Con humildad cuento estahistoria pues yo, también enano, he tenido la fortunade ir a hombros de este gigante a quien hoy homenajeanuestra Real Academia de Medicina.

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