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1 MAURRAS POETA MALDITO DEL SIGLO XX Por José Emilio URDAPILLETA ROMERO. Asunción del Paraguay, 24/07/17. Inspirado por ancestros espirituales de la pluma y la palabra, quienes con poderosa y penetrante visión se convirtieron en verdaderos profetas de la historia, Charles Maurras, sin embargo, alcanzó un poco más con su intelecto lúcido y preclaro: comprendió que al enemigo de las nacionalidades sólo se lo podía derrotar atacándolo en sus mismísimos cimientos. Primero, un poema (Esos Malditos): Cuando el mundo occidental empezó a entrar en su decrépita decadencia espiritual, esto es, en tiempos de Voltaire y Diderot, no faltaron -sin embargo- algunos lúcidos exponentes del mundo que moría -¿para siempre?- bajo las guillotinas de la Revolución Francesa. Lo curioso es que esta “trilogía de franceses” a quienes podemos considerar los primeros “poetas malditos” de las tierras que alguna vez pertenecieron a “Los Más Cristianos Reyes de Europa” ( 1 ), todos ellos fueron inicialmente admiradores 1 Los Reyes descendientes de Carlomagno (los famosos “Francorum Rex”) recibieron la denominación estilística de “Rex Christianissimus” por parte del mismo Papado. Desde el reinado de Clovis I esta denominación, sin embargo, existía informalmente para los Soberanos de la actual Francia. La expresión completa es: “Su Cristianísima Majestad por la Gracia de Dios, el Muy Alto, Muy Poderoso y Más Excelente Príncipe; Rey de Francia y Navarra”.

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Page 1: URDAPILLETA Maurras. Poeta maldito del siglo XX · los primeros “poetas malditos” de las tierras que alguna vez pertenecieron a “Los Más Cristianos Reyes de Europa” (1),

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MAURRAS

POETA MALDITO DEL SIGLO XX

Por José Emilio URDAPILLETA ROMERO.

Asunción del Paraguay, 24/07/17.

Inspirado por ancestros espirituales de la pluma y la palabra, quienes con

poderosa y penetrante visión se convirtieron en verdaderos profetas de la

historia, Charles Maurras, sin embargo, alcanzó un poco más con su intelecto

lúcido y preclaro: comprendió que al enemigo de las nacionalidades sólo se lo

podía derrotar atacándolo en sus mismísimos cimientos.

Primero, un poema (Esos Malditos):

Cuando el mundo occidental empezó a entrar en su decrépita decadencia

espiritual, esto es, en tiempos de Voltaire y Diderot, no faltaron -sin embargo-

algunos lúcidos exponentes del mundo que moría -¿para siempre?- bajo las

guillotinas de la Revolución Francesa.

Lo curioso es que esta “trilogía de franceses” a quienes podemos considerar

los primeros “poetas malditos” de las tierras que alguna vez pertenecieron a “Los

Más Cristianos Reyes de Europa” (1), todos ellos fueron inicialmente admiradores

1 Los Reyes descendientes de Carlomagno (los famosos “Francorum Rex”) recibieron la denominación estilística de “Rex Christianissimus” por parte del mismo Papado. Desde el reinado de Clovis I esta denominación, sin embargo, existía informalmente para los Soberanos de la actual Francia. La expresión completa es: “Su Cristianísima Majestad por la Gracia de Dios, el Muy Alto, Muy Poderoso y Más Excelente

Príncipe; Rey de Francia y Navarra”.

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del “Siglo de las Luces”, que fue el nombre absurdo que el liberalismo otorgó al

período de tiempo entre 1689 y 1789. (2)

El primero que mencionaremos, el R. P. Robert de Lamennais,

inicialmente fue un niño rebelde que se resistía a cualquier forma de disciplina y se

quedaba encerrado leyendo a Rousseau, D’Alembert y otros. Fue la genocida

efusión de sangre de 1789 lo que le hizo abrir los ojos. Así comprendió el peligro

que estallaba contra la civilización y, mientras ocultaba a sacerdotes recientemente

ordenados de los verdugos que portaban el estandarte “liberté, egalité et

fraternité”, nació en su interior, quizás por ese corazón rebelde y romántico que

tenía, el deseo de hacerse clérigo. Fundador de la “Congregación de San Pedro”,

profesor de Matemáticas y escritor con ardiente pluma, es considerado el principal

precursor de la “Doctrina Social de la Iglesia”, sobre todo gracias a la romántica

influencia de Chateubriand, su amigo. (3) Escribió obras vigorosas como “El Libro

del Pueblo” y “Progresos de la Revolución y Guerra Contra la Iglesia”.

A Louis Gabriel Ambrose, el Vizconde de Bonald, ya lo hemos citado en

anteriores ensayos y forma parte de la “trilogía”. Mucho más contrarrevolucionario

que Lamennais; mucho más reaccionario; enemigo de cualquier liberalismo; anti-

reformista; metódico en su vida y en sus palabras; amante de la lingüística y

católico ferviente; no dudaba ni un solo segundo en proponer el retorno a la

monarquía tradicional, de base católica y sentido paternal. (4) Al igual que

Lamennais, también De Bonald tuvo sus agitaciones liberales: apoyó la Revolución

Francesa y llegó a tener altos cargos hasta después de 1790, cuando sus

2 La historiografía británica y liberal-masónica marca a la “Revolución Gloriosa” de 1688-1689 como evento fundamental. Fue cuando un grupo de traidores ingleses se unieron a holandeses para derrocar al legítimo Rey británico Jacobo II de Estuardo, por haberse bautizado católico, buscar restablecer relaciones con Roma e intentar la paz con Francia y España. Desde luego, 1789 es el año en que se desató la “Revolución Francesa”. De allí el “Siglo de las Luces” de 1689-1789 en la mencionada tradición histórica inglesa. 3 Lamennais tiene sus momentos, propios de su corazón inflamable. Tras el estallido de la Revolución Francesa, fue ultramontano híper-tradicionalista. Cuando se produjo la breve Restauración Borbónica en Francia, viendo la debilidad de los Reyes en poner en ejecución una efectiva contrarreforma anti-revolucionaria, se hizo feroz crítico de la monarquía, a la que consideró débil ante su momento decisivo en la historia. Enojado con el mundo, sus únicos amigos fieles fueron el mencionado Vizconde René de Chateaubriand, autor de la hermosa “Genie du Christianisme” (tan admirada por el Mariscal Presidente del Paraguay Francisco Solano López Carrillo, dicho sea de paso), y un joven Ernest Renan, considerado padre del “nacionalismo civil” en Francia y famoso escritor de una de las mejores obras históricas sobre el Salvador del Mundo: “La Vida de Jesús”. 4 Entre las obras del Vizconde de Bonald destacan: “Ensayo Analítico sobre las Leyes Naturales del Orden Social” (París, 1800) y “Demostración Filosófica sobre el Principio Constitutivo de la Sociedad” (París, 1830).

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sentimientos religiosos hicieron que rechazara a la “Diosa Razón” y renunciara a

cooperar con los insurrectos.

Finalmente, el “rockstar” del tridente contra-ofensivo, Joseph Marie

D’Almassi, Conde de Maistre, o más sencillamente, el Conde de Maistre (en la

política liberal-progresista, es equivalente al Conde Drácula en la ficción). Con una

mente superdotada, fue admirado incluso por sus más rancios enemigos. No

obstante su poderoso odio y las rigurosas afrentas a cualquier atisbo

revolucionario, basadas siempre (o casi siempre) en profundas e irrebatibles

observaciones lógicas y naturales (5), nuestro bien-amado Conde también había

tenido sus deslices de juventud: a pesar de haber sido educado por jesuitas (o

quizás a causa de ello), perteneció a la Masonería del Rito Escocés hasta 1790,

cuando la abandonó al ver que ella se encontraba vinculada estrechamente con la

Revolución Francesa. Detenernos en la vida y obra de este diplomático, filósofo y

magistrado nos tomaría varios ensayos aparte (y quizás sean necesarios, más

adelante).

Estos tres individuos, verdaderos “poetas malditos” ya en su tiempo

(Charles Baudelaire se refirió especialmente a Joseph de Maistre como “su

maestro” porque “le enseñó a pensar”), son la pulpa en el fruto de la filosofía

maurrasiana. No se puede pensar en Charles Maurras sin la influencia fundamental

de sus mencionados compatriotas. Cada uno de ellos aportó fragmentos

primordiales que luego, con la mirada integradora y unificadora del fundador de

“Acción Francesa”, terminaron siendo la estampa y la marca registrada del nuevo

nacionalismo francés...

De Lamennais le marcó con pensamiento social y cívico, no exento de

elementos que podrían ser vistos como liberales. De Bonald le otorgó la visión

católica tradicionalista... Y, finalmente, fue De Maistre quien le dio el fuego

5 Isaiah Berlin, filósofo liberal anglo-letón, nacido en el seno de una familia judía de traficantes de madera, no sin asco se refería a Joseph de Maistre como “padre del proto-fascismo” citando una clásica descripción del Conde Saboyano hecha por Émile Faguet: “(De Maistre) es un feroz absolutista, un furioso teócrata, legitimista

intransigente, apóstol de la más monstruosa trinidad compuesta de Papa, Rey y Horca; siempre y en todos lados el

campeón del más inflexible dogmatismo, oscura figura de la Era Medieval, en parte erudito, en parte inquisidor,

en parte verdugo”. Véase: Isaiah Berlin: “Introducción” p. 11; en “Consideraciones sobre Francia” de Joseph de Maistre. Cambridge University Press (1994).

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destructor de su lógica antirrevolucionaria implacable, capaz de refutar

cualquier pensamiento de corte revolucionario.

Charles Maurras

Acción Francesa:

Charles Maurras (1868-1952) fue objeto de admiraciones y

deprecaciones tan variadas como sorprendentes. Escritores de línea conservadora

o filo-monárquica como Jacques Maritain y Pierre Boutang se nutrieron de su

pensamiento, al igual que el Gral. Charles de Gaulle, quien admiraba las posturas

“integralistas” promovidas por las obras maurrasianas. Muchos grupos nacional-

católicos, incluso de tinte fascista, fueron influenciados por la “Acción Francesa”.

Tanto es así que el historiador Zeev Sternhell, en un imaginativo y paranoico

intento, busca ensamblar y conectar a todo pensador “Anti-Revolución Francesa”

de cualquier tiempo y lugar con las ideas de Charles Maurras, que a su vez se unen

a la del Conde de Maistre. (6)

6 El historiador polaco-israelí Zeev Sternhell es un auto-declarado “liberal y súper-sionista” que, al mismo tiempo, en sus estudios sobre los orígenes del fascismo, es capaz de encontrarlo “hasta en la sopa”. Para él, cualquier forma de identidad nacional o tradicionalismo étnico es “fascismo” en esencia. Véase su obra “Les Anti-Lumiéres: Du Siécle XVIII a la Guerre Froide”, publicado en Francia en el 2006. Como suele ocurrir, es un hombre lleno de contradicciones: si, según sus propios estudios, el “fascismo” es la expresión más agresiva del nacionalismo italiano, de idéntica manera se puede observar al “sionismo”, sobre todo guiándonos por sus efectos a nivel internacional, como la expresión más agresiva del nacionalismo israelí. Sin embargo, como ya dijimos, Sternhell dice ser “súper-sionista” al mismo tiempo que se pone a favor de la paz con Palestina.

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El asunto “Dreyfus” fue el momento clave. Édouard Drumont inició su

famosa campaña de prensa contra el Cap. Alfred Dreyfus, soldado francés pero de

origen alemán y judío de religión, acusado de ser espía de los alemanes en la

guerra franco-prusiana. En su defensa se levantó Emile Zola hablando de

injusticias estructurales, antisemitismo estatal y otros argumentos propios del

liberalismo. Al fin, se demostró la culpabilidad de Dreyfus (quien no actuó solo,

pues años después se supo que el Myr. Ferdinand Walsin Esterhazy era el principal

nexo de los agentes alemanes en el Ejército Francés). Dreyfus terminaría

recibiendo una sentencia leve por su crimen de alta traición.

Aquí se produjo el “despertar político” de Maurras, quien vio claramente los

manejos del sistema que se pretende denominar a sí mismo “democrático” pero

que no es más que una plutocracia miserable, sin compasión ni interés por nada

que no haga a los fines propios de cada grupo de poder. Hasta Donald Trump

utilizó ideas maurrasianas en varios de sus discursos y propuestas, por “obra y

gracia” del controvertido Steve Bannon, su jefe de estrategia y propaganda. (7)

Es aquí cuando ve la necesidad del retorno de la monarquía. Era, según

Maurras, el único sistema de Gobierno honesto y capaz de velar verdaderamente

por los intereses de la nación. Todo lo demás era fácilmente corruptible. En tanto

que, por su parte, la monarquía sólo tenía que soportar la corrupción de un solo

individuo: el mismo Rey, si es que se encargaba de ser demasiado deshonesto,

egoísta y déspota.

Pocos eran los perjuicios al lado de los inmensos beneficios que Maurras

encontraba en un sistema monárquico clásico como el de la “Francia Eterna”, a la

que veía como foco de la cultura y la civilización. “Francia se hizo en 15 siglos con

40 reyes” era la frase que le atribuían y, sin duda, identificaba plenamente sus

convicciones, su posición en general... Pero, ¿qué decía fundamentalmente sobre el

“enemigo de la civilización”?

7 Todo esto desató tormentas de ira y lágrimas de sangre de la prensa liberal-progresista internacional. Véase: “Steve Bannon Loves France”, del respetable digital “Político”, 22 de Marzo de 2017. http://www.politico.eu/article/steve-bannons-french-marine-le-pen-front-national-donald-trump-far-right-populism-inspiration/ Además de esto, no es secreto para nadie que el slogan de Donald Trump “Make America Great Again” fue extraído del famoso discurso en inglés hecho por el Duce, Benito Mussolini, en su saludo a los EEUU, en Septiembre de 1927. Disponible en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=c5l_r8MG5II.

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Extirpar el tumor:

Las más famosas obras de Charles Maurras pertenecen a su período de

entre-guerras mundiales. La extensión y riqueza de su obra es inapreciable,

prácticamente alcanzó todos los aspectos de la política europea en su tiempo. (8)

En ellas, se identifica con claridad oncológica al tumor que debe ser extirpado

(Revolución Francesa) y cómo debe ser eliminado (Monarquía Tradicional). Y es

que desde 1789 vivimos bajo la guillotina de esos bufonescos principios de

“Libertad, Igualdad, Fraternidad”, anti-naturales y contrarios a la cultura, la

tradición y el espíritu de occidente.

En sus famosas entregas para “Acción Francesa” del año 1922, dejó

plasmados sus ataques contra la trilogía de la modernidad, “liberté, egalité,

fraternité”.

La supuesta democracia que se impuso a la humanidad desde “La

Convención”, basada en el grito de “Libertad”, no es más que permitir que

cualquier Ley Natural quede eliminada en base a los caprichos momentáneos de

cualquier plebe enardecida, o cualquier grupo de plutócratas desarraigados,

metecos y cosmopolitas que ninguna relación tienen con la nación en donde

desatan sus absurdos “cantos de sirena” en pos del republicanismo al estilo de la

sangrienta revolución. Todo deja de ser solemne y respetado. En base a la “liberté”,

pierden fundamento las cosas, precisamente porque todo está permitido. Decía

que: “al abandonar, ser negligente y despreciar, en nombre de la Libertad, a las Leyes

Naturales y Espirituales, los Estados se arrojan a la discreción de los vientos del

momento y se exponen, con la máxima facilidad, a cualquier corrupción y grave

peligro”.

Pero, sin duda alguna, Maurras se sentía más preocupado por el segundo

principio revolucionario, la “egalité”. Veía como contrario a toda lógica, a toda

realidad humana o natural, que se pudiera considerar a todos como “iguales”

siendo que para nadie es secreto que ningún hombre es igual a otro. Existen los

que producen más y los que producen menos, los que estudian más y los que

8 “Mes Idées Politiques” publicada en 1937 y “Romantisme et Revolution” de 1922 son quizás las más influyentes de Maurras. Pero hay tantos y tan variados escritos suyos que se hace imposible seleccionar alguno en particular que pueda destacar por encima de otros.

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estudian menos, los que tienen más talento y los que tienen menos talento. El

principio de la “igualdad” solamente consigue que los elementos menos dotados

por la naturaleza y por sus propias voluntades (que, en todos lados, son mayoría)

se impongan a los de mayor calidad y capacidad, los más valientes y

emprendedores, los más inteligentes y sacrificados. Así, lo único que se consigue es

que cualquier atisbo de genialidad sea ahogado y eventualmente “igualado” con la

mediocridad general. “El sistema democrático otorga el poder a los más numerosos,

es decir, a los elementos inferiores de la nación, los productores menos vigorosos,

consumidores más voraces, quienes dañan más y hacen menor trabajo”, son sus

palabras textuales, contundentes. ¡Corría el año 1922!

Finalmente, tampoco tenía buenos conceptos sobre la “fraternité”. Al igual

que las palabras slogan y vacías que la preceden en la trilogía revolucionaria, es un

concepto totalmente anti-natural que no permite la mínima relación o noción

relacionada con la realidad. La “hermandad universal” entre todos los hombres es

un mero concepto cosmopolita, pues no puede existir tal cosa en un mundo con

etnicidades, culturas, tradiciones y creencias tan distintas. Así pues, en nombre de

la “fraternidad”, según Maurras, las “guerras internacionales”, que son odiosas

aunque a veces tristemente necesarias, se convirtieron en el odio a uno mismo y el

odio hacia cualquiera que no comparte el ideario de la “Revolución Francesa”. En

sus palabras textuales: El principio de la fraternidad universal entre las naciones,

que se suponía debía establecer la paz entre las naciones, tomó la locura de ira y

agresión construida por la naturaleza y el mecanismo secreto de ese animal político,