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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD IZTAPALAPA. DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES. DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. EL CONCEPTO DE LIBERTAD EN EMMANUEL KANT. T E S I N A QUE PARA OBTENER EL TITULO DE : LICENCIADA EN FILOSOFÍA P R E S E N T A: MARTÍNEZ MOLINA CLARA. ASESORA: DRA. DULCE MARÍA GRANJA CASTRO. NOVIEMBRE DE 2002

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

UNIDAD IZTAPALAPA.

DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES.DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA.

EL CONCEPTO DE LIBERTADEN EMMANUEL KANT.

T E S I N A

QUE PARA OBTENER EL TITULO DE :LICENCIADA EN FILOSOFÍA

P R E S E N T A:MARTÍNEZ MOLINA CLARA.

ASESORA: DRA. DULCE MARÍA GRANJA CASTRO.

NOVIEMBRE DE 2002

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INTRODUCCIÓN

El propósito de este trabajo consiste en hacer una exposición del concepto delibertad, uno de los conceptos más importantes de la filosofía kantiana, y enparticular, de la ética, disciplina filosófica que desde Sócrates está encaminada acontribuir en el perfeccionamiento y en la dignidad del ser humano.

Para Sócrates la razón humana no sólo era facultad de conceptuar, y creyó que asícomo era posible conceptuar las cosas externas, y definirlas, también se podríaconceptuar y definir las cosas internas, como la bondad, la justicia, la belleza, elamor, etc.; de este modo, el filosofar de Sócrates no únicamente se proyecto hacia lanaturaleza, sino hacia su interioridad, y más específicamente hacia su mundomoral.Por otra parte, Sócrates creyó que en el ser humano existía una tendenciafundamental hacia el “bien”, y que la dignidad de éste radicaba, precisamente, enser bueno y ser bello, moralmente hablando. Así pues, la moral no fue para Sócratesuna técnica para calcular fines prácticos, sino el verdadero conocimiento que va másallá de toda especialidad, “el conocimiento del hombre sabio”.

Ahora bien, la filosofía de Emmanuel Kant ha tenido repercusiones en todos lospensadores posteriores a él, para detractar o para esclarecer las tesis filosóficas queconforman el entramado de este sistema de pensamiento que, valga decir, apenas losestudiosos empiezan a comprender∗; y en este sentido, creo que es correcta laapreciación de Roger Verneaux, al decir que: “si Descartes es llamado padre de lafilosofía moderna, Kant debe ser llamado su pedagogo”, pues, en efecto, la funciónde Kant en la historia del pensamiento filosófico ha sido la de maestro, la deeducador; Kant como Sócrates ha formado y sigue formando espíritus.

Reflexionando minuciosamente sobre las condiciones, los límites y alcances delconocimiento científico, Kant llegó a la conclusión de que la Metafísica no esposible como conocimiento científico. Haciendo un paréntesis, recordemos quedurante el siglo XVIII la metafísica con sus problemas de Dios, la libertad y lainmortalidad del alma se encontraba anquilosada con respecto al contundente éxitoy consolidación de la física que, con Galileo y Newton, había adquirido el papel deciencia particular o ciencia experimental de la naturaleza, cuyo sostén se encontrabaen la matemática y en la lógica.

∗ Durante largo tiempo se creyó, por ejemplo, que existía contradicción e incompatibilidad entre las dos“Críticas” de Kant; del mismo modo se le acusó de escéptico, arguyendo que el concepto de cosa en síconstituía una prueba de que no podemos conocer las propiedades de las cosas mismas, y que por lotanto, sólo podemos acceder a un conocimiento de apariencias (sentido psicologista de lo a priori); y porel lado de la ética, es común tachar a Kant de rigorista y santurrón, argumentando que su ética estádiseñada para santos y no para seres humanos, es decir, se le acusa de no haber tomado en cuenta lasensibilidad o la historia del ser humano, haciendo de éste un racionalista extremo, parecido a unautómata; cuando lo que Kant sostiene es que la razón práctica, si bien no erradica las pasiones del serhumano, le permite tomar distancia de ellas y decidir libremente.

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La metafísica durante este tiempo se presentaba como un conjunto de conocimientosdudosos, que no avanzaban, que permanecía girando siempre en derredor de losmismos problemas insolubles, y peor aún, anclados en contradicciones; así pues, ensu afán de constituirse en conocimiento, no había hecho mas que crearrazonamientos sofísticos (paralogismos) o antinomias. Debido a esto, la metafísicacomparada con la física no merecía llamarse ciencia; porque conocer la naturaleza,desde la perspectiva de Kant, es objetivarla, determinarla en juicios, juicios queconsisten en concebir la naturaleza de acuerdo con reglas necesarias, con leyescientíficas; y Dios, mundo y alma constituyen principios de razón que se hallan fueradel círculo de la experiencia humana. Y si no puede haber ciencia mas que de laexperiencia, entonces la metafísica no pude ser llamada ciencia.

Sin embargo, Dios, mundo y alma, al no ser objetos sensibles que podamos captarvía la investigación científica, muestran que el saber acerca de éstos debe empezardonde termina el conocimiento acerca de los fenómenos. Estas ideas constituyen laprueba de que existe un tipo de saber hacia el cual aspira la razón humana y que laobservación y la experimentación, es decir, la ciencia, no colma; Dios, alma ymundo son ideas o nociones que no proceden de la información de nuestros sentidospero que designan saberes supremos de la razón que señalan hacia lo Absoluto, hacialo incondicionado, son principios regulativos a los que apunta la razón ignorando laexperiencia y obedeciendo a su anhelo espiritual de perfeccionamiento y completud.

Kant señaló claramente que el ser humano no sólo es un sujeto capaz de conocer,porque lo que llamamos actos morales señalan que el ser humano busca o que esbueno, es decir, trata de perfeccionarse. Este sentido de perfeccionamiento revelaque además de una conciencia cognoscitiva, el ser humano se caracteriza por poseeruna conciencia moral, porque usa la razón en sentido práctico (como voluntad), esdecir, aplica la razón a su obrar, a su conducta.

Para el filósofo de Königsberg la conciencia moral del ser humano y el mundo moralen su conjunto, es tan evidente como su conciencia cognoscitiva, y se manifiestacontundentemente en las leyes que rigen nuestra conducta: las normas morales yjurídicas constituyen la prueba innegable de que existe la conciencia moral, que es laque eleva al ser humano por encima de su animalidad.En efecto, Kant enseñó que el conocimiento no sólo es de objetos, sino de lo quedebe ser; del mismo modo en que los principios éticos tienen su origen en la razónpráctica pura, y no en algo externo a ella.Así pues, del mismo modo en que la conciencia cognoscitiva se hace patente en elhecho de la ciencia, la conciencia moral se manifiesta en las leyes que rigen nuestraconducta, conformando así el sentido ético del ser humano. De hecho, no esexagerado afirmar que la praxis ética constituye un hecho más primario que laciencia, y que pertenece a todo ser humano.

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En la “Crítica de la razón práctica” Kant emprende un minucioso examen de lasposibilidades y pretensiones de una facultad llamada voluntad, con el objetivo dedescubrir y fijar los límites en los cuales el uso de esta facultad es legítimo. Kantsostiene que la razón teórica y la razón práctica son dos funciones de una mismafacultad; la primera, tiene como función conocer, y la segunda, tiene como funciónno conocer sino dirigir la voluntad repercutiendo así en la acción.Así pues, la voluntad será la razón con referencia al obrar; ésta facultad es lo quedistinguirá al ser humano del resto de los seres naturales, con esta facultad sedesignará a un ser con capacidad para regirse por leyes concebidas por cuentapropia. Sólo la capacidad de obrar según leyes autoimpuestas hacen posible hablarde voluntad y de moralidad.

Desde la perspectiva kantiana los rasgos de la conciencia moral que hacen posible laarticulación de la ética son el deber y la libertad. Con este filósofo la ética alcanza suemancipación y su autonomía, pues antes de él los ataques de la ciencia fuerondirigidos contra los conceptos de índole moral que no ofrecían ningún dato quepermitiera conocer, en armonía con ellos, el mecanicismo de la naturaleza. Antes delesfuerzo de Kant los filósofos habían intentado fundamentar la moralidad sobre laidea del bien o de la felicidad. En el caso de las morales empiristas llegaron aidentificar el bien con el placer, pero al tener cada persona una idea diferente sobrelo placentero, resulta que sólo alcanzamos un punto de vista moral puramentesubjetivo e individual, del cual no se puede deducir ninguna regla universal deconducta.Kant combatirá esta tesis propuesta por el empirismo, que en el fondo sostiene quela persona sólo puede obrar si es movida por algún interés material, por algúnmotivo empírico y que hace depender o sitúa, como origen de los principios de lamoralidad, a la experiencia y no a la razón práctica pura.

Por otra parte, Kant afirma que de ningún modo la búsqueda de nuestra felicidadpuede constituir el fundamento de la moralidad, porque lo que seguimos pornecesidad natural, es decir, por instinto, no puede ser al mismo tiempo obligaciónmoral; en este sentido, para el filósofo alemán, la moralidad de un acto depende sólode su forma y no de su objeto o materia. En efecto, contrariamente a la filosofíamoral tradicional, lo bueno incondicional no consistirá en un objeto supremo de lavoluntad como el placer o la felicidad, sino en la “buena voluntad”. Y la buenavoluntad no es otra que aquella que se determina según el deber, únicamente por elquerer mismo.

El concepto de libertad es indispensable como concepto problemático en el uso de larazón teórica. Pero, Kant anuncia en el prefacio a la “Crítica de la razón práctica”que este concepto resulta incomprensible, aún más, resulta un escándalo en unmundo regido por leyes absolutas y necesarias; sin embargo, este concepto, sostiene

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Kant, es “la clave de los principios prácticos más sublimes”. A pesar de laproblematicidad que entraña este concepto para la razón especulativa, no es unagregado para llenar un vacío dentro del sistema kantiano; afirma él mismo que es,de hecho, la “piedra angular del sistema de la razón pura”; por decirlo así, no sonreflexiones hechas de último minuto; este concepto preocupó hondamente al filósofoy es fruto de varios años de reflexión∗.Así pues, en este breve trabajo intento exponer algunos aspectos de este concepto enel cual se cifra el valor más grande que posee el ser humano: su autonomía. Parto dela convicción de que el ser humano tiene la facultad de orientar su conducta hacia losvalores como la justicia, la bondad, la fidelidad, etc., que constituyen finesespirituales cuya realización no depende de leyes naturales, sino de nuestro querer,de nuestra voluntad, cuando no está determinada por leyes naturales; es decir, partode la convicción de que la exigencia espiritual de la humanidad se halla por encimade la necesidad natural.

Por lo que respecta a la organización de este trabajo, éste se divide en tres apartados,en el primero, se expone el problema de la posibilidad teórica de la libertad, es decir,la Observación a la tercera antinomia que Kant expone en la “Crítica de la razónpura”, porque aquí inicia la discusión sobre la tensión que existe entre necesidad ylibertad; básicamente, se trata de dar respuesta a la pregunta ¿cómo es posible unacausalidad libre?

En el segundo apartado, una vez que quedó demostrado que la idea de libertad no esincompatible con la idea de necesidad lógica, o que éste es un concepto posible queno incurre en contradicción alguna en el pensamiento, se exponen algunas razonespor las que el único fundamento posible de las acciones humanas en el ámbitopráctico es la libertad. Trato de responder a la pregunta: ¿Por qué es necesarioaceptar una causalidad libre? Principalmente en este apartado se retoman algunosaspectos expuestos por Kant en la “Fundamentación de la Metafísica de lasCostumbres”.

Finalmente, en el tercer apartado me ocupo de la prueba práctica de la realidadobjetiva de la libertad, es decir, se trata de averiguar si verdaderamente existe lalibertad como propiedad constitutiva de la voluntad humana. Para ello, básicamente,me referiré a la libertad en sentido práctico, como voluntad, ya no como conceptovacío, tal como Kant procede en la “Crítica de la razón práctica”.

∗ Ernst Cassirer, autor de “Kant, vida y doctrina”, afirma en esta obra que el primer escrito sobre“sabiduría moral”, que ahora conocemos como “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres”, alver la luz en 1785, resultó ser, como la “Crítica de la razón pura”, producto de más de doce años deestudios y meditaciones.

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El trabajo termina con las conclusiones y la bibliografía. En las conclusiones destacouna vez más los diferentes sentidos en que Kant habla de “libertad” y subrayo laimportancia del sentido práctico de tal concepto como condición posibilitante delobrar moral y como fuente de la que emana la dignidad humana.

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I. APARTADO La tercera antinomia (sobre el problema de la posibilidad teórica de lalibertad)

Se dice que los grandes problemas de la metafísica son tres: la inmortalidad del alma(idea psicológica), la existencia de Dios (idea teológica) y la naturaleza del universo(idea cosmológica).La razón humana no puede dejar de preguntarse si verdaderamente existe Dios, o siexiste el alma, y si ésta no perece, o si somos libres; pero tampoco puede ofrecer unademostración teórica sobre estas cuestiones sin enredarse en razonamientossofísticos o en paralogismos, como los llama Kant.

Pero existe a mi ver, una cuestión fundamental que no puede dejar de asombrarnoscuando nos detenemos a pensar en ella, y es la cuestión de la libertad; pues más alláde ser, como dijera Kant, “la piedra con la que chocan todos los empirístas”, o “lapiedra angular de toda la construcción de un sistema de razón pura, incluso de laespeculativa”1, el concepto de libertad entraña el drama de la existencia misma delser humano; sin obviar que, de este concepto de libertad las ideas de Dios einmortalidad del alma podrán adquirir realidad objetiva.

No es exagerado decir que “toda la filosofía práctica de Kant no es otra cosa que unafilosofía de la libertad, y su tema son los principios de acción que se siguen delconcepto de libertad”2.La idea de libertad permite articular conceptos fundamentales como deber,autonomía, dignidad; es decir, hace posible la ética misma.Disciplina indispensable porque constituye el “corazón” de la Filosofía y del serhumano mismo, que además de tener una constitución biológica, es un sujeto moral.

Por otra parte, a pesar de que Kant demostrará que la metafísica no es posible comociencia, es por el concepto de libertad que se abre de nuevo la posibilidad de hacermetafísica bien encaminada y salvaguardada de los ataques de la ciencia, quesobrevalora lo que puede cuantificar y observar desdeñando los problemas que el serhumano no puede dejar de lado, como la moralidad, porque en ellos va implícito supropio destino y el de la humanidad.

1 .Emmanuel Kant, Crítica de la razón práctica, Traducción, Estudio introductorio, Notas e índice analìti- co de Dulce María Granja Castro. México, Porrúa, 2001. (Biblioteca de Signos), [3], [4], <3>, <4>, <5>.Las referencias a la “Crítica de la razón práctica” están hechas siguiendo la escrupulosa traducción que hace alcastellano de esta obra la Doctora Dulce María Granja Castro, dicha traducción fue realizada, según palabras de lapropia traductora, “comparando las variantes que presenta el texto de Kant en las ediciones de Hartknoch, Natorp yVörlander”. En esta edición bilingüe alemán-español la traductora presenta dos paginaciones distintas de la obra: lapaginación que corresponde a la primera edición, hecha por Hartknoch que se presenta entre <>, y la edición de laReal Academia que aparece entre [ ].2 .Francisco Javier Herrero, Religión e historia en Kant, Madrid, Gredos, 1974. p.17.

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Inicio exponiendo brevemente la Observación a la tercera antinomia que Kantelabora en la “Crítica de la razón pura” sobre la tensión que existe entre necesidady libertad porque aquí inicia, precisamente, la problemática entorno al concepto delibertad, pues aunque la libertad que aquí se expone tiene un sentido trascendental yes diferente a la libertad en sentido práctico, deja el camino abierto para ésta; losconocedores de la filosofía Kantiana coinciden en que el camino seguido por Kantpara determinar la libertad en sentido práctico, es decir, del ser humano, comenzócon la discusión a la tercera antinomia de la razón pura.

Así pues, en este apartado sólo se trata de ver la posibilidad teórica de la libertadpráctica; tratando de responder, en primer lugar, ¿Cómo es posible una causalidadlibre?, pues en el mundo sólo opera la causalidad mecánica; y en segundo lugar, setratará de responder ¿Por qué es necesario aceptar una causalidad libre?

Se dice que en esta parte teórica que atañe a la razón especulativa se expone unalibertad trascendental, que es distinta a la libertad moral o práctica, que cabe decirsobre esta última, tiene un fundamento que se basta por sí mismo; pero esimportante iniciar de este modo porque aquí se estudia la posibilidad teórica o lógicade una libertad práctica, y al respecto dice Kant que:

“Merece especial atención el hecho de que la idea trascendental sirva de fundamentoal concepto práctico de ésta y que aquélla representa la verdadera dificultad que haimplicado desde siempre la cuestión acerca de la posibilidad de esa libertad”3.

El ser humano tiene un carácter empírico porque vive en este mundo cuyo atributoes ser fenoménico, así parece que todas sus acciones, como fenómenos, estánconectadas con otros fenómenos y sometidas a leyes naturales; según un orden

natural de las cosas que imperan en el mundo, según la determinación causal. Peroquizá el mundo sometido a las leyes de la naturaleza conoce no sólo la causalidadnatural, sino quizá también exija para la explicación de los fenómenos unacausalidad por libertad.

3 . Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, prólogo, traducción, notas e índices de Pedro Ribas, Madrid, Alfaguara, 1998. A 534 / B 562. *Todas las referencias a la Crítica de la razón pura fueron hechas siguiendo la traducción que hace al Español de esta obra Pedro Ribas, según el propio traductor, siguiendo la paginación tradicional de la primera y segunda ediciones.

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A diferencia de las categorías las ideas no se refieren a ninguna intuición sensible,sino al uso del entendimiento en el conjunto total de la experiencia. Para Kant lasideas no son fingidas arbitrariamente u ociosamente por la razón, son propuestas porla naturaleza misma de ésta; son ideas trascendentales.Como conceptos puros de la razón, las ideas no tienen otra fuente que la razónmisma. Sin embargo, hay un uso meramente formal o lógico de la razón que se hacepatente cuando hacemos abstracción de todo contenido del conocimiento. Pero, haytambién lo que se conoce como uso real o puro, y que nos remite a los elementos apriori que lo hacen posible.

Los lógicos han estudiado suficientemente a la razón como facultad lógica, pero larazón como facultad trascendental, es decir, como facultad capaz de producir a priorisus propios conceptos es totalmente desconocida:

“Al igual que en el caso del entendimiento, hay un uso meramente formal de lamisma, es decir, un uso lógico, ya que la razón hace abstracción de todo contenidodel conocimiento. Pero hay también un uso real, puesto que esta facultad encierra elorigen de ciertos conceptos y principios que no toma ni de los sentidos ni delentendimiento. Hace ya mucho que los lógicos explicaron la primera de las dosfacultades como la capacidad de inferir mediatamente (a diferencia de lasinferencias inmediatas, consequentiae inmediatae). La segunda facultadcognoscitiva, en cambio, la cual produce conceptos ella misma, no se comprende deesta forma”.4

El entendimiento en su uso lógico era la facultad de juzgar, la razón será la facultadde raciocinar; y raciocinar es el proceder deductivo mediante el cual la razón semuestra como facultad de concluir mediatamente, es decir, como ocurre en elsilogismo; que se parte de proposición dada, y por mediación de otra se deduce oinfiere una tercera que será la conclusión, como en el ejemplo de Kant: “todos loshombres son mortales. Todos los sabios son hombres, entonces, se puede concluirque, todos los sabios son mortales; la proposición: “todos los sabios son mortales”dice Kant, no está inclusa en el juicio puesto a la base (pues el concepto de sabio noestá en éste) y no puede ser obtenida más que por medio de un juicio intermedio”.

En este ejemplo de silogismo la razón infiere la conclusión como consecuencia de lapremisa mayor y mediante la condición de la menor. Pero, la razón puede procederal revés, es decir, puede buscar la verdad de la premisa mayor presentándola comoconclusión de lo que Kant llama un “prosilogismo”; por ejemplo:

4 . Ibíd. , A 299 / B 356.

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“todos los animales son mortales. Todos los seres humanos son animales, entonces,todos los seres humanos son mortales”.

Me permití remitirme a esto para hacer notar que, la razón no se refiereinmediatamente a los objetos y a su intuición, sino, dice Kant, a los conceptos yjuicios del entendimiento; pues si el entendimiento se ocupaba de los fenómenos dela sensibilidad y, posteriormente, los unificaba en conceptos y juicios; ahora la razónse ocupará de los conceptos y de los juicios del entendimiento pero, esforzándosepor unificarlos a la luz de un “principio superior”.

La razón en su uso lógico busca la condición general de un juicio o conclusión; suprocedimiento es inferir juicios mediante la subsunción de su condición menor bajouna regla general que es mayor, pero, sucede que la regla está a su vez sometida a lamisma operación haciéndose necesario buscar la condición de la condición hastadonde sea posible. Así, dice Kant, el proceder de la razón en su uso lógico estriba enla “búsqueda de un incondicionado” para el conocimiento condicionado delentendimiento; haciéndola ir de condición en condición en busca de talincondicionado.

“...la razón busca en su uso lógico la condición general de su juicio (de laconclusión). El mismo silogismo no es más que un juicio obtenido mediante lasubsunción de su condición bajo una regla general (mayor). Ahora bien, si se tieneen cuenta que esta regla se halla, a su vez, expuesta al mismo esfuerzo de la razón yque, por tanto, hay que buscar la condición de la condición (por medio de unprosilogismo) mientras ello sea factible, se comprende que el genuino principio de larazón general (en su uso lógico) es éste: encontrar lo incondicionado delconocimiento condicionado del entendimiento, aquello con lo que la unidad de éstequeda contemplada”.5

Que la razón tienda en su uso lógico a elevarse de condición en condición hasta elpretendido incondicionado se debe a que un principio sintético a priori de la razónpura le impone creer que si se da lo condicionado, se dará también la totalidad de laserie de las condiciones, totalidad que es incondicionada. Los conceptos puros querepresentarán lo incondicionado no serán otra cosa que principios de síntesis o,como dice Kant, ideas trascendentales. Y por idea trascendental Kant entiende:

5 . Ibíd. , A 308 / B 364.

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“Entiendo por “idea” un concepto necesario de razón del que no puede darse en lossentidos un objeto correspondiente. Los conceptos puros de razón que ahoraconsideramos son, pues, ideas trascendentales. Son conceptos de la razón pura,puesto que contemplan todo conocimiento empírico como determinado por unaabsoluta totalidad de condiciones”.6

Por otra parte, existen, dice Kant, tres tipos de raciocinio, el hipotético, el categóricoy el disyuntivo; y en correspondencia con estos hay tres formas del concepto de loincondicionado, postuladas por el principio sintético a priori de la razón pura. Porejemplo, en la serie de los raciocinios hipotéticos la razón busca “la causa de lascausas”, es decir, el concepto de una causa que no tenga a su vez otra causa, pues,por definición, toda causa está dentro de ella. Precisamente, esto corresponderá a laidea del mundo, como unidad absoluta de la totalidad de los fenómenos, tambiénllamada por Kant, objeto de la cosmología racional.

Se dice que en la serie de los raciocinios categóricos la razón busca un concepto quepresente algo que sea “siempre sujeto” y nunca predicado. A esto Kant le hadenominado idea del yo o unidad absoluta del sujeto pensante, esto corresponderá ala idea de alma.

En la serie de los silogismos disyuntivos la razón busca como última y definitivaunidad incondicionada la noción de la “totalidad de la realidad”, el concepto de algoque no sea una parte del ser, es decir, el ser de todos los seres, Dios, tambiénllamado por Kant unidad absoluta y suprema que ha de constituir la condición deposibilidad de todos los objetos del pensamiento en general.

Así, dice Kant, el sujeto pensante es el objeto de la sicología; el conjunto de todoslos fenómenos del mundo es el objeto de la cosmología, y la cosa que encierra lasuprema condición de posibilidad de cuanto sea posible pensar, el ser de todos losseres, Dios ha de constituir el objeto de la teología.

Sólo la razón pura puede suministrar la idea de una doctrina trascendental de alma(psycología rationalis), así como, de una ciencia trascendental del mundo(cosmología rationalis) y, por último, del conocimiento trascendental de Dios(teología trascendentalis).

6 . Ibíd. , B 384.

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En la tercera oposición de las ideas trascendentales en la “Crítica de la razón pura”,Kant nos presenta la tesis y la antítesis con respecto a la antinomia de la razón pura.

TESIS ANTITESIS

La causalidad según leyes No hay libertad. Todo cuantode la naturaleza no es la sucede en el mundo seúnica de la que pueden desarrolla exclusivamentederivar los fenómenos según leyes de la naturaleza.todos del mundo. Paraexplicar éstos nos hacefalta otra causalidad porlibertad.

En esta antinomia se da una consideración relacional del mundo, se trata de indagarlo concerniente al origen de los fenómenos en el mundo. Cabe adelantar que, tesis yantítesis son verdaderas pero en ámbitos distintos, la antítesis es verdadera encuanto hace referencia al mundo de los fenómenos espacio temporales; y la tesis esverdadera en el mundo inteligible.El problema que salta a la vista de manera inmediata es que, la libertad no sólocomo comienzo espontáneo de una serie de acciones, sino como determinación deesta misma espontaneidad, es contraria a la ley de la causalidad, que exige que en laexperiencia “todo esté condicionado por el enlace de causa efecto”.

La libertad en sentido trascendental es, en primer lugar, un concepto puro de larazón, y por esto, trascendente; trascendente quiere decir que, no se le puede darningún objeto en la experiencia; así, es una idea que, dice Kant, “determinará segúnprincipios el uso del entendimiento, en el todo de la experiencia completa”.7

7 . Ibíd. , B 378.

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Se dice que la libertad es una idea porque, como Kant la entiende corresponde a unconcepto “necesario” que la razón pura utiliza para organizar un cúmulo deconocimientos; en este sentido, se dice que tiene una función “reguladora” noconstitutiva del conocimiento. Este concepto puro de la razón no existe en lanaturaleza como objeto que pueda estimular o llegar a nosotros vía los sentidos, sinembargo, la razón lo supone necesariamente pues estos conceptos o Ideas purascomo libertad, alma o Dios tienen en sentido especulativo como función determinarel uso del entendimiento, pese a que son trascendentes y supera toda posibleexperiencia.

Así pues, hasta aquí tenemos que, el concepto de libertad es un concepto purotrascendente para la filosofía teórica, del cual no podemos dar un objeto en laexperiencia. Así, cuando se ha intentado desde el aspecto teórico volverlos objetospara aprehenderlos vía argumentos especulativos, el resultado es una creencia sinfundamento, falsa, porque creemos que realmente existe un conocimiento de losupransensible y con ello, dice Kant, se producen espejismos dialécticos, así como,posiciones dogmáticas, y en el peor de los casos, incredulidad que nos lleva a unabanalización de las cuestiones morales y de la Metafísica que fue antaño, comodijera, el filósofo de Königsberg, reina de todas las ciencias.

Regresemos al asunto de la “causalidad natural” y a la pretensión de que quizá éstaexija, para explicar los fenómenos naturales, también una causalidad libre. Tenemosque, para nosotros, según Kant, es una ley de la naturaleza el que todo lo que ocurretiene una causa. Ahora bien, esta causalidad no es suficiente para explicar lo queocurre en el mundo según el tiempo, pues se hace necesario admitir un “estadotemporal anterior como causa”; y como esta causa es también temporal, resulta quecaemos en una serie regresiva infinita.

Ahora bien, si se pudiera pensar en una causa que se presentara como si siemprehubiera sido, la serie podría tener fin y entonces podríamos pensar al mundo comonacido temporalmente gracias a una causa creadora. En efecto, dicha causa estaríafuera de la serie de causas.No obstante, esta causa entraría en conflicto con el principio de que una explicacióncausal del mundo del fenómeno tiene que ser según consecuencias temporales.

Kant señala que en la explicación causal del mundo de fenómenos nos referimossiempre a las consecuencias temporales. Pero en una serie regresiva, dice Kant, nohay más que “un comienzo subalterno”, nunca un primer comienzo, negándosenos,por esto, integridad o completud en la serie.

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“Si todo sucede, pues, sólo según las leyes de la naturaleza, no hay más quecomienzos subalternos, nunca un primer comienzo. En consecuencia, jamás secompleta la serie por el lado de las causas derivadas unas de otras”.8

Sin embargo, la razón exige un principio incondicionado bajo el presupuesto de quesi el condicionado es dado, también puede ser dada la suma de todas las condiciones,y por ende, el incondicionado absolutamente; pero como según el concepto denaturaleza, constituido a partir del principio de causalidad, nada acontece en realidadsin causalidad suficiente -completamente determinada- tenemos, pues, unacontradicción en el concepto de naturaleza, o “una contradicción en su universalidadilimitada”.Así pues, tenemos que admitir una causalidad diferente por la cual “algo ocurra sinque la causa de ello sea determinada por otra causa anterior según leyes necesarias”,una causalidad en la que la causa de los acontecimientos no dependan en lasecuencia temporal.

“...debemos suponer una causalidad en virtud de la cual sucede algo sin que la causade este algo siga estando, a su vez, determinada por otra anterior según leyesnecesarias; es decir, debemos suponer una absoluta espontaneidad causal que iniciepor sí misma una serie de fenómenos que se desarrollen según leyes de la naturaleza,esto es, una libertad trascendental. Si falta ésta, nunca es completa la serie defenómenos por el lado de las causas, ni siquiera en el curso de la naturaleza”.9

Kant insiste en que no se habla del comienzo absolutamente primero según eltiempo, sino sólo según la causalidad. Kant llama a dicha causalidad “espontaneidadabsoluta”. Esta comienza por sí misma una serie de fenómenos que trascurren segúnleyes naturales, es decir, inicia por sí misma una nueva serie con todas susconsecuencias naturales en el infinito, aunque, según el tiempo este suceso no seamás que la continuación de una serie precedente.Así, un acto tal como “levantarme de la silla voluntariamente” sucede y se desarrollasegún efectos naturales, pero, este acto no se deriva de dichos efectos naturales, y eneste sentido es un comienzo absolutamente primero de una serie de fenómenos conrespecto a la causalidad.

8 .Ibíd. , A 446 / B 474.9 .Ibíd. , A 446 / B 474.

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Ese acontecimiento es realizado por el acto de una decisión que no es consecuenciade otro acontecimiento antecedente; por esto para dar una explicación satisfactoriade todo lo que ocurre por la causalidad según la naturaleza, es necesario apelartambién al principio de causalidad por libertad, pues en la relación de la causalidadno se puede llegar a obtener la totalidad de las condiciones y se hace necesario quela razón cree para sí, la idea de una espontaneidad que ella misma puede empezar,sin que ninguna otra causa hubiera debido proceder para determinarla en la acción,según la ley del encadenamiento causal.

“En efecto, no nos referimos aquí a un comienzo absolutamente primero desde unpunto de vista temporal, sino desde un punto de vista causal. Por ejemplo: si ahorame levanto de la silla de un modo plenamente libre y sin el influjo necesariamentedeterminante de las causas de la naturaleza, una nueva serie se inicia, en términosabsolutos, en este suceso y en sus consecuencias naturales hasta el infinito, aunque,desde un punto temporal, este mismo suceso no sea más que la continuación de unaserie anterior. En efecto, la decisión y el acto no forman parte en modo alguno de lasecuencia de meros efectos naturales ni son una simple continuación de los mismos.Al contrario, con respecto a este acontecimiento las causas naturales determinantescesan por completo fuera de esos efectos. Aunque el suceso sigue a estas causasnaturales, debe llamarse un comienzo absolutamente primero de una serie defenómenos, si bien no con respecto al tiempo, sino con respecto a la causalidad”.10

La libertad en el sentido cosmológico, como Kant lo llama, no va a ser otra cosa que“la facultad de empezar por sí mismo” un estado nuevo, cuya causalidad no estásubordinada –según la ley de la naturaleza- a otra causa que la determina en cuantoal tiempo; en este sentido, es pues, una idea trascendental pura que no contiene nadatomado de la experiencia; del mismo modo que no hay objeto alguno en laexperiencia que corresponda a esta idea; o mejor dicho, un objeto que sea adecuadoa las ideas trascendentales como la libertad.

La libertad en el sentido cosmológico, como Kant lo llama, no va a ser otra cosa que“la facultad de empezar por sí mismo” un estado nuevo, cuya causalidad no estásubordinada –según la ley de la naturaleza- a otra causa que la determina en cuantoal tiempo; en este sentido, es pues, una idea trascendental pura que no contiene nadatomado de la experiencia; del mismo modo que no hay objeto alguno en laexperiencia que corresponda a esta idea; o mejor dicho, un objeto que sea adecuadoa las ideas trascendentales como la libertad.

10 . Ibíd. , A 450 / B 478.

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Si bien es cierto que la razón, con su pasión especulativa, tiende por necesidad asepararse de los objetos con el afán de conocer la totalidad, es decir, loabsolutamente incondicionado, según una pretensión legítima; también es cierto que,no puede demostrar teóricamente la libertad como algo real. Sólo puede suponerla,porque es imposible explicar cómo es posible la libertad; que es tanto como quererresponder dice Kant, en la “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”,cómo es que la razón es práctica”.11

Por lo menos en esta parte, Kant no pretende probar la “realidad” de una causalidadlibre, únicamente su “posibilidad”. Va a ser tarea de la “Crítica de la razón práctica”probar la realidad de la libertad.

Tratar de demostrar teóricamente la realidad de la libertad implicaría, nada menosque, reducir a leyes a alguna experiencia, dice Kant, que sólo es posible. Por ahora,sólo tenemos que la libertad es una idea necesaria que la razón pura utiliza paraexplicar la causalidad natural, cuya realidad objetiva no puede exponerse de ningunamanera por leyes naturales, en ninguna experiencia posible. Pues lo absolutamenteincondicionado no se puede encontrar en la experiencia, éste sólo nos es dado comotarea para el uso empírico; no puede darse de la libertad nunca un ejemplo adecuado.

Por otra parte, es posible ver los hechos como efectos de la libertad, sin negar elcurso de las leyes de naturaleza, en primer lugar, porque el acto de la facultad por lacual la razón se erige un orden espontáneo es libre de las condiciones de lanaturaleza aunque toda causalidad obre según una ley.

Se puede aceptar que la causalidad por libertad es necesaria como principio que larazón utiliza para hacer comprensible el problema de la “primera causa del mundo”,del origen o comienzo dinámico de una secuencia de acontecimientos, al modo enque Aristóteles propuso –también prestando atención a la necesidad que siente larazón de apelar en la serie de causas naturales a un comienzo primero- el postuladode un primer motor inmóvil que es responsable de todo el movimiento, sin que élmismo necesite ser movido por otra causa anterior y externa.Si tomamos en cuenta a la serie causal de la totalidad de los fenómenos del mundo,y pretendemos establecer su “primer motor”, entonces nos referimos a la libertadtrascendental en sentido “cosmológico”.

11 . Manuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, México, Porrúa, 1996. tr. Manuel García Morente. p.57.

16

Por lo que corresponde al problema de la libertad trascendental, no debemos olvidarque sólo nos estamos preguntando si es posible pensar y admitir una facultad capazde iniciar una serie de efectos o estados sucesivos; no es necesario, dice Kant, en laObservación a la tesis, contestar cómo es posible tal causalidad, pues ocurre que enla causalidad según leyes naturales tampoco se responde cómo ocurre que mediantecierta existencia quede supuesta la existencia de otra cosa, es decir, tampoco seresponde cómo es posible la causalidad natural.

Podríamos decir que, se hizo necesario aceptar una causalidad por libertad para quela razón especulativa fuera capaz de comprender el problema de la primera causa delorigen o comienzo dinámico de una serie ilimitada.

Si los hechos naturales son fenómenos, es decir, simples representaciones que seencadenan siguiendo leyes empíricas, es preciso, dice Kant, que tengan causas queno sean los fenómenos, o en otros términos, es necesario que ellos tenganfundamentos que no sean fenómenos.Pero, semejante causa que Kant llama inteligible, no está determinada en sucausalidad por fenómenos, aunque sus efectos se manifiesten y puedan serdeterminados por otros fenómenos.

“...todo cuanto sucede ha de tener una causa. Consiguientemente, la mismacausalidad de la causa, la cual ha sucedido o nacido a su vez, tiene que poseer por suparte una nueva causa. De esta forma, toda la esfera de la experiencia se convierte,por mucho que se entienda, en un conjunto de mera naturaleza”.12

Esclareciendo este punto, la autora Julia Iribarne explica que Kant llama “carácterinteligible” al tipo de legalidad propio de la “causalidad por libertad”, del mismomodo en que Kant llama carácter empírico al de la legalidad de la naturaleza.13

“Doy el nombre de inteligible a aquello que no es fenómeno en un objeto de lossentidos. Teniendo esto en cuenta, si aquello que en el mundo sensible ha de serconsiderado como fenómeno posee en sí mismo una facultad que no sea objeto de laintuición sensible, pero que le permita ser causa de fenómenos, entonces podemosconsiderar la causalidad de ese ser desde dos puntos de vista distintos: en cuantocausalidad propia de una cosa en sí misma, como inteligible por su acción; y encuanto causalidad propia de un fenómeno del mundo sensible, como sensible porsus efectos”14

12 . Véase de nuevo, Crítica de la razón pura, A533 / B561.13 . Julia Valentina Iribarne, La libertad en Kant: Alcances éticos y connotaciones metafísicas, Buenos Aires, 1981. p.36-38.14 . Véase de nuevo la Crítica de la razón pura, A538 / B566.

17

Así pues, según el carácter empírico el sujeto sería un fenómeno, y según el carácterinteligible sería un noúmeno; cada causa operante en la naturaleza tiene una ley decausalidad, pero el principio o ley de causalidad por libertad es de carácterinteligible, no constituye un fenómeno más.

El incondicionado sólo es dado como tarea para el uso empírico; dice Kant que, paranosotros los fenómenos son simples representaciones que se encadenan siguiendoleyes empíricas, que bien podrían tener causas que no sean los fenómenos, y que,por ejemplo, una de estas causas que origina la “cadena de causas” podría ser lalibertad. O como dice textualmente Kant: una causalidad que no es todavía unfenómeno, aunque su efecto se encuentre en el fenómeno.En efecto, de no ser así, el extremo opuesto, es decir, el de querer sujetar a larealidad de los fenómenos lo que ocurre con la causalidad, haría imposible unaconciliación entre naturaleza y libertad.

“Si los fenómenos fuesen cosas en sí mismas y espacio y tiempo fueran,consiguientemente, formas de existencia de las cosas en sí mismas, entonces lascondiciones y lo condicionado serían siempre miembros pertenecientes a una mismaserie. De ello surgiría en este caso la antinomia común a todas las ideastrascendentales y que consiste en que esa serie resultaría inevitablemente, o biendemasiado grande, o bien demasiado pequeña para el entendimiento”.15

Kant es categórico, “si los fenómenos son cosas en sí, entonces no hay sitio para lalibertad”. Así pues, la cuestión ahora es saber si realmente lo son.

Primeramente, de ocurrir que los fenómenos fueran cosas en sí no podría hablarse delibertad –porque todo estaría determinado por la ley natural, es decir, sólo lanecesidad natural regiría los hechos; el único modo de superar el mero ámbitoempírico es posible por el concepto de libertad- por ahora, trascendental.Por otra parte, lo anterior sólo es posible si distinguimos entre fenómeno y cosa ensí.

Justamente, el carácter inteligible puede ser atribuido al “sujeto” como causa en síde acciones, que no son fenómenos aunque la causa en sí de la acción no estésometida a ninguna condición temporal; de aquí que, según Kant, no tenga sentidoaplicar conceptos como el de iniciar o terminar.

15 . Ibíd. , A536 / B564.

18

“Desde el punto de vista de su carácter inteligible, este sujeto agente no se hallaría,pues, sometido a ninguna condición temporal, ya que el tiempo sólo es condición delos fenómenos, no de las cosas en sí mismas”.16

Con esto, Kant está liberando al sujeto de todo influjo de la sensibilidad ydeterminación por parte de los fenómenos, pues, en tanto que éste es noúmeno, tieneun carácter inteligible que deja abierta la posibilidad de ser libre de todocondicionamiento causal.Verdaderamente, el ser humano sólo puede conocer la naturaleza si apela a lossentidos, pero también, este mismo ser humano tiene “determinaciones internas” queno pueden atribuirse a las impresiones que proceden de los sentidos; se puede decirque, tiene otro tipo de facultades, como la razón, que no es propiamente hablando,un tipo determinado de fuerza empíricamente condicionada, pues ésta rebasa conmucho lo puramente condicionado hasta el grado de dictarnos principios moralesque nos sacan del mundo fenoménico; así, el sujeto es capaz de comenzar por símismo sus efectos en el mundo sensible; pues su voluntad puede llevarlo a actuarindependientemente de la coacción ejercida por los apetitos sensibles.

Sin duda, la voluntad es la facultad que nos distingue de los objetos, porque por éstael sujeto contribuye a la creación del mundo; es un hecho innegable, que el sujetoproduce independientemente de las causas de la naturaleza, aunque, lo que producese encuentra determinado en el orden temporal según leyes empíricas.

Así pues, el sujeto como causa “phaenomenon” es el fenómeno del sujetotrascendental –el cual puede ser libre de todo condicionamiento causal-; el sujetoque decide tomar una actitud moral buena o mala, es un sujeto que está fuera deltiempo, es decir, no se le pueden aplicar categorías como espacio y tiempo, porqueno es un fenómeno más de la naturaleza, así como, tampoco se puede decir que susacciones morales caduquen.

La antinomia se apoya en una apariencia, la naturaleza no contradice la causalidadpor libertad, pues la razón es capaz de empezar absolutamente por el incondicionadosensible la serie de condiciones en los fenómenos; esto no es otra cosa que la ideatrascendental de libertad. Así pues, no es extramundano hablar de una tal causalidadlibre, como la que propone Kant, porque somos capaces de deslindar el mundo de laexperiencia, o de fenómenos, del mundo inteligible.

16 . Ibíd. , A540 / B568.

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La crítica especulativa nos hace patente que la espontaneidad es imprescindiblecomo concepto problemático en el uso completo de la razón.Por otra parte, si vía la razón teórica fuese posible aprehender el fundamento últimode la realidad, tendríamos un conocimiento completo y absoluto, y por ende, la tareapara la razón teórica cesaría. Pero puesto que las ideas metafísicas se mantienencomo ideales a alcanzar, aquella se ve obligada a seguir su búsqueda, a seguiravanzando.

Me permito citar a Francisco Javier Herrero autor de “Religión e historia en Kant”,pues me parece que tiene razón cuando afirma que “la causalidad por libertad entróen la tesis como una necesidad de la comprensión, por parte de la razón, de la seriedel mundo, como el problema de la primera causa del origen o comienzo dinámicode una secuencia”17

Así pues, la tarea de la razón teórica, más que ocuparse de la realidad de la libertad,será más bien referir las acciones que acontezcan a la posibilidad de una“autodeterminación espontánea”, es decir, a la causalidad por libertad. Laposibilidad de pensar sin contradicción la naturaleza y la causalidad por libertadconstituye el punto de partida para hablar de libertad en sentido práctico.

En resumen, podríamos decir que:

La necesidad natural se refiere sólo a las condiciones del sujeto como fenómeno,pero este mismo sujeto, descubre Kant, es una cosa en sí que no se halla bajo lascondiciones del tiempo, pues puede considerarse a sí mismo como determinable sólopor leyes que él mismo se dicta según la razón, es decir, de manera libre, pues no esel caso que contemos sólo con una voluntad simplemente animal (arbitrium brutum).

Nuestra voluntad puede ser determinada independientemente de los impulsossensibles, por móviles que no están representados más que por la razón, es decir, demanera libre, o como dice Kant, de libre arbitrio (arbitrium liberum).En efecto, el ser humano es el único responsable de su acción que como fenómenoestá determinada.

17 . Religión e historia en Kant, p.17.

20

Así pues, en este apartado hemos de entender por libertad trascendental o en sentidocosmológico:

“...la capacidad de iniciar por sí mismo un estado. No se trata, pues, de unacausalidad que se halle, a su vez, bajo otra causa que, siguiendo la ley de lanaturaleza, la determine temporalmente”.18

La libertad en sentido trascendental es una idea necesaria a la que la razón llegainevitablemente, pues dada una serie causal de fenómenos, supone que tiene queexistir “un primer comienzo absoluto que desencadene o que inicie la serie causal”.

Si tomamos en cuenta a la serie causal de la totalidad de los fenómenos del mundo,y pretendemos establecer su “primer motor”, hablamos de libertad trascendental ensentido cosmológico.

Frente a la necesidad natural de los sucesos cósmicos, afirmar la existencia de lalibertad, dice Rogelio Rovira, consiste en establecer un comienzo absoluto queponga en marcha espontáneamente la serie de los acontecimientos del mundo.19

Por libertad en sentido cosmológico o trascendental no hemos de entender nadaextramundano, únicamente hemos de señalar con este término la idea de que existeuna “capacidad dinámica causal” absolutamente espontánea.

En efecto, la idea trascendental de libertad no contiene nada que proceda de laexperiencia, así como, tampoco se encuentra en la experiencia algún ejemplo de éstaporque lo que ocurre en la experiencia o en el mundo de los fenómenos se encuentradeterminado por la ley de causalidad.Se dice que este concepto acuñado por Kant en esta primera “Crítica” es negativo, esdecir, es un concepto que permanece vacío.

Kant explica que el ser racional puede decir con justicia que toda acción realizadacontra la ley moral, aún cuando esta acción sea considerada como fenómeno, esdecir, determinada en el tiempo ya pasado, y por tanto, inevitablemente necesaria,pudo no realizarla, pudo evitarla.

18 . Véase la Crítica de la razón pura, A533 / B561.19 . Rogelio Rovira, Teología Ética: sobre la fundamentación y construcción de una teología racional según los principios del idealismo trascendental de Kant. Madrid, ediciones Encuentro, 1986. Págs.57-64.

21

Dicha acción con todo el pasado que la determina pertenece a un único fenómenodel carácter de ese sujeto, carácter que él se da a sí mismo, y según el cual seatribuye a sí mismo, como causa independiente de toda sensibilidad la causalidad deaquellos fenómenos.

“Pero el mismo sujeto que, por otra parte, tiene conciencia de sí mismo como cosaen sí, considera también su existencia en tanto que no está sometida a lascondiciones del tiempo y se considera a sí mismo como determinable sólo por leyesque él se da a sí mismo mediante la razón, y en ésta su existencia nada es para élanterior a la determinación de su voluntad, sino que toda acción y en general todocambio de determinación de su existencia según el sentido interno, e incluso toda lasucesión de su existencia como ser sensible no debe ser considerada en la concienciade su existencia inteligible sino como una consecuencia de su causalidad comonoúmeno, y nunca como su fundamento determinante”.20

El ser humano no sólo existe como parte del orden causal de la naturaleza, todo loque él determina apelando a leyes causales constituye sólo una parte del ámbito en elque éste se desenvuelve y actúa; el mundo moral, social, político y artístico, por citaralgunas de estas actividades en las que se desenvuelve, representan más que la meradescripción del curso necesario de la naturaleza, aunque también es verdad que lanaturaleza no obedece las leyes humanas, pues ésta tiene sus propias leyes quesiguen un curso inevitable.Sin embargo, a diferencia de los animales, los seres humanos en tanto seres dotadosde razón, no sólo se rigen por leyes dictadas por la naturaleza sino por leyesconcebidas por cuenta propia.

20 . Crítica de la razón práctica, [97-98], <174-175>.

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II. APARTADO ¿Por qué es necesario aceptar una causalidad libre?

El mundo sensible se nos presenta, dice Kant, “como una cadena de fenómenosenlazados según leyes generales”1, la naturaleza nos presenta la conexión de loseventos como necesaria; pero en la naturaleza puede iniciarse “por un actovoluntario” una cadena causal que no se deriva de un evento natural anterior, esdecir, ese acto voluntario bien podría constituir el primer eslabón de la cadena.

Que existe causalidad necesaria, así como, causalidad libre son afirmacionesverdaderas que no se contradicen, pues la primera afirmación sólo se refiere a losacontecimientos considerados como fenómenos en el tiempo; y la segunda se refiereal ámbito de las cosas en sí; sólo en el ámbito de los fenómenos observados por laciencia rige el determinismo mecánico.

Ahora bien, en la “Crítica de la razón pura” sólo se trató de demostrar, según Kant,que la idea de libertad no es incompatible con la idea de necesidad natural, o queeste es un concepto posible que no incurre en contradicción alguna en elpensamiento. La aparente contradicción entre tesis y antítesis que Kant expuso en latercera antinomia desaparece si consideramos los actos humanos desde dosperspectivas distintas.La ley de causalidad rige inexorablemente todos los acontecimientos que ocurren enel tiempo, pero puesto que desde la perspectiva kantiana el tiempo no es objetivo nireal sino únicamente la forma de toda intuición humana, es posible considerar lascosas desde dos puntos de vista, como noúmenos, es decir, tal como son en símismas, y como se aparecen ante nosotros, como fenómenos.

De este modo queda abierta la posibilidad lógica de que un acto voluntario, que seaparece ante nosotros siempre como causalmente determinado porque ocurre en eltiempo, pueda ser libre en tanto que cosa en sí, ya que las cosas en sí no seencuentran sometidas a la sucesión temporal. Sin embargo, hasta aquí no sabemosnada acerca de la realidad de la libertad, es decir, todavía cabe preguntarnos:¿es realmente libre la voluntad humana?

“Hay que tener presente que no hemos pretendido demostrar aquí la realidad de lalibertad como una de las facultades que contienen la causa de los fenómenos delmundo sensible, ya que, además de que ésta no habría sido una consideracióntrascendental –que sólo se ocupa de conceptos-, no lo habríamos logrado, puesto

1 . Emmanuel Kant, Prolegómenos a toda Metafísica del porvenir, México, Porrúa, 1997. Tr. Manuel García Morente, p.91.

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“Hay que tener presente que no hemos pretendido demostrar aquí la realidad de lalibertad como una de las facultades que contienen la causa de los fenómenos delmundo sensible, ya que, además de que ésta no habría sido una consideracióntrascendental –que sólo se ocupa de conceptos-, no lo habríamos logrado, puestoque, partiendo de la experiencia, nunca podemos inferir algo que no deba serpensado según leyes de la experiencia”.2

En efecto, partiendo de meros conceptos no se puede conocer la posibilidad deningún fundamento real ni de ninguna causalidad como es la libertad; por esto Kantse refirió a la libertad como idea trascendental, es decir, como idea que la razónnecesita para iniciar, en términos absolutos, la serie de condiciones en la esfera delfenómeno mediante algo que, dice Kant, es incondicionado desde el punto de vistasensible.

La libertad no puede conocerse según un testimonio de la experiencia, porque la ideade libertad rebasa toda posible experiencia.Así pues, mediante la razón pura especulativa es imposible saber si la libertad es unapropiedad constitutiva de la voluntad humana. Sin embargo, Kant intentará probarla realidad práctica de la libertad apelando a las fuentes prácticas del conocimiento.

Reservaré para el tercer apartado lo concerniente a la prueba práctica de la realidadobjetiva de la libertad que Kant expone en la “Crítica de la razón práctica”, es decir,la argumentación concerniente a la libertad como propiedad real y constitutiva de lavoluntad humana.

En el presente apartado sólo deseo exponer que el único fundamento posible de lasacciones humanas en un ámbito distinto al teórico es la libertad.Deseo hacer ver que la moralidad sólo tiene razón de ser si se le atribuye libertad alser humano: sólo por la libertad tiene sentido la distinción entre actos buenos ymalos, justos e injustos.

Kant explica que el ser racional puede decir con justicia que toda acción realizadacontra la ley moral, aún cuando esta acción sea considerada como fenómeno, esdecir, determinada en el tiempo ya pasado, y por tanto, inevitablemente necesaria,pudo no realizarla, pudo evitarla.

Dicha acción con todo el pasado que la determina pertenece a un único fenómenodel carácter de ese sujeto, carácter que él se da a sí mismo, y según el cual seatribuye a sí mismo, como causa independiente de toda sensibilidad la causalidad deaquellos fenómenos.

2 . Crítica de la razón pura. A558 / B586.

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“Pero el mismo sujeto que, por otra parte, tiene conciencia de sí mismo como cosaen sí, considera también su existencia en tanto que no está sometida a lascondiciones del tiempo y se considera a sí mismo como determinable sólo por leyesque él se da a sí mismo mediante la razón, y en ésta su existencia nada es para élanterior a la determinación de su voluntad, sino que toda acción, y en general todocambio de determinación de su existencia según el sentido interno, e incluso toda lasucesión de su existencia como ser sensible no deben ser consideradas en laconciencia de su existencia inteligible sino como una consecuencia de su causalidadcomo noúmeno, y nunca como su fundamento determinante”. 3

El ser humano no sólo existe como parte del orden causal de la naturaleza, todo loque él determina apelando a leyes causales constituye sólo una parte del ámbito en elque éste se desenvuelve, actúa; el mundo moral, social, político y artístico, por citaralgunas de estas actividades en las que se desenvuelve, representan más que la meradescripción del curso necesario de la naturaleza, aunque también es verdad que lanaturaleza no obedece las leyes humanas, pues ésta tiene sus propias leyes quesiguen un curso inevitable.

Sin embargo, a diferencia de los animales, los seres humanos en tanto seres dotadosde razón, no sólo se rigen por leyes dictadas por la naturaleza sino por leyesconcebidas por cuenta propia.

Por otra parte, de todas las ideas de la razón pura especulativa, dice Kant, elconcepto de libertad es lo que otorga al conocimiento en relación con elconocimiento práctico gran extensión en el ámbito de lo suprasensible. Dice Kantque por el concepto de libertad adquieren consistencia y realidad objetiva losconceptos de alma y Dios; la posibilidad de estas ideas es demostrada porque lalibertad en sentido práctico es real y se manifiesta ante el ser humano mediante laley moral.Pero la primera tarea que Kant se fija consiste en “tratar de buscar el uso moral de larazón y fundar sobre él los conceptos de Dios, libertad e inmortalidad”.4

“Si la razón pura es realmente práctica, demostrará su propia realidad y la de susconceptos mediante hechos y en vano será toda disputa en contra de la posibilidad deque sea tal”.5

3 . Véase de nuevo la Crítica de la razón práctica, [97-98], <174-175>.4 . Ibíd. , [4], [5], <5>, <6>, <7>, <8>.5 . Ibíd. , [3], <3>.

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Y puesto que no se puede pensar nada sin categoría, la idea racional de libertad no esla excepción, a esta idea corresponde el concepto de causalidad.Ahora bien, en la síntesis de la causalidad no hay contradicción en pensar para locondicionado en la serie de las causas y de los efectos en el mundo sensible unacausalidad no condicionada sensiblemente, así, una acción en tanto que pertenece almundo sensible es siempre sensiblemente condicionada, es decir, mecánicamentenecesaria, pero también puede tener, al mismo tiempo, debido a la “causalidad delser agente”, en cuanto ésta pertenece al mundo inteligible, una causalidadsensiblemente incondicionada que constituye el fundamento de la acción y quepodemos pensar como libre.

Así pues, la razón teórica se esforzó en analizar lo que podemos conocer a cienciacierta como fenómeno; pero en el caso de la razón práctica tenemos que ésta va aproporcionar realidad a un objeto suprasensible de la categoría de causalidad, esdecir, de la libertad. Así, lo que para la razón especulativa podía ser únicamentepensado, para la razón práctica se vuelve un hecho.

Kant dejó claro en la “Crítica de la razón pura” que la razón no cede al principio quees dado empíricamente, es decir, que ésta no ha de seguir el orden de las cosas talescomo ellas se presentan en el fenómeno; la razón en tanto que facultad pura concapacidad de elaborar síntesis a priori, se hace con perfecta espontaneidad un ordenpropio según sólo la representación de ideas como el deber o el bien.

La razón puede poner como necesarias ideas como libertad, deber, bondad, etc.,ideas prácticas que posiblemente no vemos reflejadas o realizadas en la realidad peroque son indispensables para organizar la experiencia moral, experiencia que seencuentra en la raíz del ser humano.Por otra parte, si por desgracia no vemos la importancia de ideas como libertad, almao Dios es porque tendemos a juzgar la experiencia moral o práctica apelando a reglasempíricas.

Ahora bien, sólo he de adelantar que Kant descubre que la razón en tanto que tieneconciencia de sí misma se intuye a sí misma como razonando según sus propiosprincipios y no abajo la causa de influjos extraños a ella, es decir, “se considera a símisma como autora de sus principios, independientemente de ajenos influjos”.

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Rogelio Rovira explica que Kant ve con claridad que la conciencia que la razón tienede sí misma tanto en su uso especulativo como en su uso práctico, es inseparable dela conciencia de los principios racionales que se hallan en la base de su actividadpropia.De aquí se sigue que, tanto la razón teórica como la razón práctica, por seguir suspropios principios, con independencia de ajenos influjos, son espontáneas, es decir,libres.6

Así pues, en la experiencia de las acciones reales, es decir, como eventos del mundosensible, no se puede encontrar la conexión necesaria desde el punto de vistapráctico. En este sentido, Kant explica que la causalidad por libertad tiene que serbuscada siempre fuera del mundo sensible, en lo inteligible. Por esto fue necesarioindagar en la “Crítica de la razón pura” un principio objetivo de la causalidad queexcluyera toda condición sensible de su determinación; un principio, dice Kant, en elque la razón no necesitara apelar a nada más como fundamento determinanterespecto de su causalidad.

De hecho, lo que hace posible un principio como el de autonomía que es distinto yopuesto al de heteronomía, es la idea de libertad; sólo en esta idea podemosencontrar el fundamento o condición de posibilidad de un imperativo categórico oley moral universal.

La razón en su uso teórico no puede demostrar la existencia de la libertad, para éstala idea de libertad sólo puede permanecer como concepto negativo; sin embargo, laidea de libertad es indispensable y necesaria porque no podemos obrar moralmente,es decir, por deber, mas que bajo la idea de libertad.

Efectivamente, la obligación implica libertad, libertad de obedecer o desobedecer laley moral; aún más, sin la idea de libertad tampoco podemos considerarnos comohacedores o autores de leyes morales universales, esto nos incapacitaría para darnosleyes para actuar; y es un hecho que somos los únicos seres que actuamos según laconcepción de leyes, y no sólo según leyes como ocurre con el resto de los seres dela naturaleza.

“Toda la naturaleza actúa según leyes, pero sólo un ser racional tiene la facultad deobrar por representaciones de las leyes, es decir, por principios que su razón ledicta”.7

6 . Rogelio Rovira, Teología Ética: Sobre la fundamentación y construcción de una teología racional según los principios del idealismo trascendental de Kant, Madrid, ediciones Encuentro, 1986.p.75.7 . Manuel Kant, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Porrúa, 1996. Traducción de Manuel García Morente. p.34.

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Sólo en un ser racional se puede encontrar la representación de la ley moral, puessólo éste es capaz de sentir respeto por lo que reconoce inmediatamente como unaley, es decir, sólo en el ser humano puede operar la conciencia de la subordinaciónde la voluntad a una ley moral sin mediación de influjos como el mero placer, elmiedo o el egoísmo. De igual modo, sólo en un ser racional podemos encontrar elsentimiento de vergüenza que produce la conciencia de no haber cumplido condeterminado deber, o de haber hecho mal.

“La determinación inmediata de la voluntad por la ley y la conciencia de la misma sellama respeto; de suerte que éste es considerado como efecto de la ley sobre el sujetoy no como causa”.8

El objeto de nuestro respeto o lo que nos conmueve es únicamente la ley que nosimponemos a nosotros mismos. El objeto de respeto sólo es tal porque tiene que verdirectamente con una ley que nos imponemos a nosotros mismos, con una ley quenace de nuestra voluntad.

Kant nos señala la fuerza que tiene este sentimiento con relación a otras personascuando vemos que cumplen con su deber; esto no nos es indiferente, aunquemostremos lo contrario, este sentimiento se impone.

“Todo respeto a una persona es propiamente sólo respeto a la ley -a la honradez, etc.-, de la cual esa persona nos da el ejemplo. Como la ampliaciónde nuestros talentos la consideramos también como un deber, resulta que ante unapersona de talento nos representamos, por decirlo así, el ejemplo de una ley –la deasemejarnos a ella por virtud del ejercicio-, y esto constituye nuestro respeto”.9

La causalidad incondicionada y su facultad, la libertad, aunada a un ser quepertenece al mundo sensible y al mismo tiempo al mundo inteligible ya sepresentaba como algo contundente para la razón especulativa; aunque desde elámbito de la ciencia natural o desde la razón especulativa no tiene sentido positivo,pues sólo significa “la idea por la cual la razón empieza absolutamente por elincondicionado sensible la serie de condiciones en los fenómenos”.

8 . Ibíd. , p.26.9 . Ibíd. , p.27.

28

Hasta esta parte tenemos la coherencia interna del concepto de libertad, o dicho enotros términos, que la naturaleza no contradice la causalidad por libertad, es decir,que este concepto es pensable y que no entra en contradicción con la universalidadde la ley natural.Pero, aunque el concepto de libertad fundado en la “Crítica de la razón pura”permanece vacío porque únicamente constituye el principio regulativo de la razónteórica por el cual conocemos, dice Kant, el objeto al cual se atribuye tal causalidad,es indispensable porque nos planta ante la problematicidad de este concepto.

“La razón especulativa no aumenta en nada respecto de su conocimiento, pero sí encuanto a la certeza de su concepto problemático de libertad, al cual indudablementele es proporcionada aquí realidad objetiva, si bien sólo práctica”.10

Se dice que la libertad es compatible con el determinismo de la naturaleza y que elser humano igual que cualquier ser natural vive sujeto al determinismo de aquella,pero al mismo tiempo este ser humano tiene conciencia de sí mismo como noúmeno,como algo más que un conjunto de deseos y necesidades físicas, y considera que suexistencia no está sometida a las condiciones del tiempo, es decir, considera quedeterminada acción que realice contraria a la ley moral pudo ser evitada, porquedicha acción con todo el pasado que la determina puede y es imputable al serhumano.

Sólo un ser libre puede ser responsable de sus actos, sólo a un ser libre se le puedeatribuir y pedir cuenta de lo que hace, aún si aquello que hace es malo pues lalibertad no sólo es para hacer el bien, sino también para hacer el mal; pues si el actomalo no fuese un acto también de libertad no sería inmoral ni mucho menosimputable al ser humano.

Por otra parte, la autodeterminación o autonomía de nuestro querer constituye lacondición de posibilidad para “obrar moralmente”, pues en efecto, si el ser humanono tiene capacidad para determinarse a obrar con arreglo a principios autónomospropuestos por él mismo, entonces no tiene sentido hablar de moralidad, deresponsabilidad o de justicia. El único principio posible para la moralidad es laautonomía de la libertad.

La voluntad desde la perspectiva kantiana es una facultad legislativa, es decir, comofacultad capaz de crear obligaciones, como facultad de darnos a nosotros mismosleyes que deben regir nuestro obrar.

10 Ver de nuevo la Crítica de la razón práctica, [49], <85>.

29

“La autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes morales y delos deberes que le corresponden; por el contrario, toda heteronomía del arbitrio nosólo no funda obligación alguna, sino que es más bien contraria a este principio y ala moralidad de la voluntad...la ley moral no expresa nada más que la autonomía dela razón pura práctica, es decir, de la libertad; y ésta es también la condición formalde todas las máximas, condición bajo la cual solamente éstas pueden concordar conla ley práctica suprema”.11

Las leyes morales no se encuentran inscritas en el ser humano como atributosnaturales, estas leyes no son algo que se siga por necesidad natural, pues de locontrario no serían mandatos; del mismo modo en que el ser humano no puedefijarse como único objetivo buscar la felicidad, pues esto ya se encuentra inscrito ensu naturaleza, en otros términos, si la naturaleza se hubiese fijado como fin nuestrafelicidad plena o gozo pleno –por lo menos en esta vida- no nos hubiera dotado derazón, aún más, de una razón como facultad práctica que debe tener influjo sobre lavoluntad.

Siendo la felicidad un fin que todos los seres humanos tienen, es decir, comoimpulso natural, no puede sin caer en contradicción ser tomado como deber; delmismo modo en que proponernos como deber la perfección ajena es contradictoriopues esto sólo es obligación de cada ser libre.

Aún más, si no supiésemos que el ser humano es libre, entonces todas lasproposiciones prácticas objetivas no tendrían ningún sentido.

En la “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres” Kant explica que el serhumano encuentra en sí mismo la facultad por la cual se distingue de todas lasdemás cosas, esa facultad es la razón.

En efecto, la razón muestra mediante ideas como libertad, alma o Dios, unaespontaneidad tan pura que excede por mucho lo que la sensibilidad pueda ofrecer;sólo por la razón son posibles distinciones fundamentales como mundo sensible ymundo inteligible.12

11 . Ibíd. , [33], <59>.12 . Ver de nuevo la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, p.46

30

Únicamente un ser dotado de razón puede considerarse a sí mismo comointeligencia, y como miembro o perteneciente al mundo inteligible, esto es, comoperteneciente al conjunto de los seres racionales como cosas en sí mismas bajo leyesque, independientemente de la naturaleza, se fundan en la razón.13

Justamente el concepto de mundo inteligible, explica Kant, es sólo un punto de vistaque la razón se ve obligada a tomar fuera de los fenómenos para poder pensarse a símisma como práctica.

Así pues, la condición necesaria de la posibilidad de la obligación y de la acción nosólo conforme a la legalidad sino por el deber mismo, sólo es posible por la idea delibertad.

El deber es el fundamento autónomo y absoluto de la acción; en la filosofía prácticade Kant el deber es en sí mismo fundamento; el hecho del deber muestra que larazón puede ser práctica, es decir, que puede determinar la voluntadindependientemente de todo factor empírico.

Y ya que el único fundamento posible para la moralidad es, como ya se habíamencionado, la autonomía de la voluntad o concepto positivo de libertad que Kantexpone en la segunda Crítica, resulta que, cuando una persona cumple la ley moralporque está convencida de que es su deber, reconoce que esa ley es ley de suvoluntad, es decir, su voluntad hace suya la ley moral, dándose a sí mismo esa ley.

Caffarena explica que la necesidad implicada en el deber moral es absoluta, en estedeber vemos manifestada una necesidad absoluta, prueba de ello es que aunque estedeber no se realice (aunque no veamos en la realidad un solo ejemplo de éste) suincondicionalidad marcada por nuestra razón permanece con la misma fuerza.

En otros términos, sabemos que nuestras acciones se deben realizar según leyesmorales, y que debemos obedecer.14

De hecho, el deber como ley moral es ya una ley de la causalidad por libertad en la“Crítica de la razón práctica”; es curioso hacer notar que cuando el ser humano se veante la posibilidad, o con la facultad suficiente para transgredir la ley moral, intuye osabe sobre la conciencia de la libertad de la voluntad.

13 . José Gómez Caffarena, El teísmo moral de Kant, Madrid, Ediciones Cristiandad. Cap. IV. La visióndel mundo del teísta moral. Págs.169-170.14 .Ibíd. , p.178.

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Por otra parte, se dice que Kant no quiso situar la raíz del hecho moral endeterminados valores concretos, sino en aquel que constituyera la esencia o elfundamento primero de cualquier otro. Al respecto, dice Caffarena que le pareció aKant que el criterio más insobornable para fundamentar la moral podía ser el de laposible universalización de la máxima por la que se rige la conducta concreta que encada caso se juzga. Por esto, será buena moralmente, y nos hace buenos, aquellamáxima que pueda ser adoptada como máxima de todos, como ley universal.

Sobre este punto sólo quiero recordar que, lo que hará posible el surgimiento delmundo moral en la ética de Kant es el hecho de que los seres humanos son libres.

Las leyes prácticas puras que tienen como finalidad algo completamente a prioridado por la razón y que nos ordenan de forma absoluta lo que debemos hacer,llamadas también por Kant leyes morales, sólo pueden ser producto de la razón purapráctica, es decir, producto de la razón aplicada a la acción, a la moral. Para Kantrazón práctica equivale a voluntad.

“Pero el entendimiento, además de la relación con los objetos (en el conocimientoteórico) también tiene una relación con la facultad de desear, la cual por eso se llamavoluntad, y voluntad pura en cuanto el entendimiento puro (que en tal caso se llamarazón) es práctico mediante la mera representación de la ley”.15

Los objetos prácticos, dice Kant, se refieren a objetos de satisfacción, de aversión,de placer o pena; estos objetos atañen de algún modo a nuestros sentimientos y anuestros juicios morales; en tanto que se refieren al placer o a la pena, pertenecen ala filosofía práctica.

Kant tratará de demostrar que no es lo que afecta inmediatamente a los sentidos loque determina la voluntad humana; es decir, demostrará que la razón puede y debeser práctica si la moral no constituye una ficción o un invento.

“El principio de la propia felicidad, por mucho uso que se hiciera en él del intelectoy de la razón, no contendría en sí ningún objeto o fundamento determinante de lavoluntad que aquellos que son adecuados a la facultad inferior de desear, y entonces,o no existe facultad superior de desear, o la razón pura tiene que ser por sí solapráctica, es decir, (debe) poder determinar la voluntad mediante la mera forma de laregla práctica, sin presuponer ningún sentimiento, y por lo tanto, sin lasrepresentaciones de lo agradable o de lo desagradable como materia de la facultad dedesear, materia que es siempre una condición empírica de los principios”.16

15 .Ver de nuevo la Crítica de la razón práctica, [55], <97>.16 .Ibíd. ,[25], <45>.

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Sólo si la razón pura puede ser práctica es posible que sea legisladora; así, en tantoque el ser humano está provisto de razón puede gobernar su conducta, según laconcepción de leyes que no ve en la naturaleza; y si bien es cierto que la razónpráctica o voluntad posee componentes o motivos emocionales, también es ciertoque puede guiar la conducta del ser humano. Es decir, podemos actuar únicamenteporque es nuestro deber hacer tal o cual cosa, sin que determinen dicha acción losimpulsos encaminados a la obtención de placer.

Cabe decir que, el principio de la moralidad que andamos buscando sólo puede estaren la razón, sólo puede ser un principio de razón pura que es el lugar de lanecesidad, y por ende, de la universalidad. Así pues, Kant funda la ley moral en larazón y sólo en ésta hemos de buscar las bases de la obligación moral y no en lanaturaleza humana.

Si bien es cierto que, intentar explicar cómo es posible la libertad es tanto comoquerer explicar por qué la razón es práctica, y explicar alguna de estas dos cosasconstituye algo imposible; también es cierto que la libertad es una idea querequerimos los seres humanos para actuar conforme al deber, conforme a leyesmorales, y a pesar de que la libertad no puede ser explicada al modo en queexplicamos o describimos una ley natural porque esto implicaría, dice Kant, reducira leyes algo que sólo es posible.17 Sin embargo, la razón pura práctica obliga al serhumano a adoptar la idea de libertad necesariamente si reconoce en él una facultaddiferente de la mera facultad de desear.

No sólo el placer nos mueve a obrar; Kant demuestra en la segunda Crítica que larazón por sí misma nos proporciona motivos para obrar sin necesidad de excluir loque sentimos. Por el contrario, en el caso de que nuestra voluntad se vea afectadapatológicamente por la pasión, ésta si nos impide pensar, es decir, excluye o tiende aanular las razones que en determinado momento pudiéramos esgrimir.Esta idea de Kant aparece claramente apuntada ya en la “Fundamentación de laMetafísica de las Costumbres” cuando dice expresamente que la razón tiene queconsiderarse a sí misma como autora de sus principios, es decir, independiente deinflujos ajenos o externos.

La razón práctica o voluntad de un ser racional debe considerarse como libre.

“...como razón práctica o como voluntad de un ser racional, debe considerarse a símisma como libre; esto es, su voluntad no puede ser voluntad propia sino bajo laidea de la liberta y, por lo tanto, ha de atribuirse, en sentido práctico, a todos losseres racionales”.18

17 . Ver de nuevo la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, p.64.18 . Ibíd. , p.57.

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La razón, en opinión de Kant, nos ha sido concedida como facultad práctica, comofacultad que debe tener influjo sobre la voluntad humana; y si queremos pensar a unser como racional y con conciencia de su causalidad respecto de sus acciones, esdecir, con voluntad, se tiene que aceptar la causalidad por libertad.

En efecto, sólo la conciencia de la ley moral me obliga a obrar por deber, para serescomo nosotros afectados por la sensibilidad no ocurre siempre lo que la razón por sísola ordena, de aquí que para nosotros esto sea deber u obligación.

En este sentido dice Kant que la voluntad humana puede tener interés en algo, entanto que nuestra voluntad no es por sí misma siempre conforme a la razón, pero noes ese interés lo que la mueve a obrar; el interés práctico en la acción es distinto alinterés patológico en el mero objeto de la acción.19

Verdaderamente, existen principios morales en virtud de los cuales los sereshumanos organizamos y regimos nuestra existencia, estos principios constituyen unabase para formular juicios morales a cerca de nosotros mismos y de los que nosrodea.

Kant demostrará que la “conciencia moral” es un hecho de la existencia humana tanreal y evidente como el conocimiento mismo. La conciencia moral es una facultadcomún en todos los individuos, no necesitamos apelar a nada desconocido, sólorequerimos de un entendimiento común; nuestra facultad de razonar no sólo esfacultad de matematizar y cuantificar la naturaleza, también es “facultad deenjuiciamiento moral”, es decir, de juzgar, discernir y valorar para así estimar labondad, el deber y la maldad.

Se dice que Kant construye una nueva metafísica basada en la conciencia moral de laley y de la obligación, para ello no tuvo que apelar a nada desconocido y externo alser humano pues la conciencia, esta maravillosa facultad, se encuentra en nuestrointerior:

19 . Ibíd. , p.34.

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“Con esto también concuerda perfectamente las sentencias de esa maravillosafacultad que está en nosotros y que llamamos conciencia. Un hombre puede procurarencubrir mediante todos los artificios una acción contraria a la ley, que ahora seacuerda haber cometido, representándosela como un error involuntario, como merainadvertencia que no pudo evitarse del todo, es decir, como una cosa a la que él hasido arrastrado por el torrente de la necesidad natural, y así declararse inocente; sinembargo siente que el abogado que habla a su favor no puede hacer callar a su vozinterior que lo acusa, si es conciente de que en el tiempo que cometió esa accióninjusta él estaba en sus cinco sentidos, es decir, en el uso de su libertad; y aunque élse explique su propia falta por cierto mal hábito contraído insensiblemente por ellento abandono de la atención sobre sí mismo, al punto de considerar su falta comouna consecuencia natural de tal hábito, sin embargo, esto no puede salvarlo de ladesaprobación y reproche que se hace a sí mismo”.20

Así pues, en el hecho de la razón humana común o conciencia moral podemosencontrar principios racionales y evidentes por medio de los cuales juzgamos lo quehacemos; cabe decir que sólo aplicamos dichos calificativos morales a las personaspues sólo ellas pueden tener mérito o demérito en sus acciones; sólo los sereshumanos podemos autocriticarnos y reflexionar sobre lo que hacemos, sólo nosotros,en última instancia, podemos decidir acerca de nuestra conducta.

La conciencia moral es Faktum de la razón, es decir, es un hecho que se vive y secomprende de manera personal. En el siguiente apartado se expondrá esta ideafundamental de Kant; por ahora sólo quiero avanzar lo siguiente; en efecto, al llamara la conciencia de la ley moral “hecho de la razón” Kant está contemplando a todoser racional como partícipe de una vivencia análoga. Esto a mi ver constituye unaprueba de que la libertad no es una invención. Cada persona desde sí misma sabecual es su deber, sabe desde sí misma cuando ha hecho mal o bien.

Sólo porque el ser humano es racional y libre tiene sentido calificar moralmente notanto el contenido del acto, sino la voluntad misma del ser humano. So pena deacallar en nuestro interior la voz de la razón, siempre estamos pensando o diciendoque lo que tal o cual persona hizo, no era la única opción; es decir, le atribuimos aesa persona autonomía y responsabilidad. Desde nuestra propia conciencia siempreestablecemos un contraste entre lo que pudimos haber hecho y lo que realmentehicimos, aceptando que el agente es el origen de sus acciones y que no consisten eneventos que meramente suceden al azar, sino que, por el contrario, la persona encuanto agente, por ejemplo, levanta su brazo cuando quiere.

20 . Ver de nuevo la Crítica de la razón práctica, [98], <176>.

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¿Quién podría negar que efectivamente las personas somos cuestionadas pornuestras acciones?Del mismo modo, constituye un hecho que el ser humano rige su conducta segúnleyes morales, y más aún, siempre se ve obligado a elegir someter o no su conducta aesas leyes morales. Todo el tiempo estamos siendo elogiadas o condenadas por loque hacemos, del mismo modo en que todo el tiempo estamos elogiando ocondenando lo que las demás personas hacen. Pero más allá del elogio se encuentrael hecho absoluto de nuestra conciencia moral que no descansa y que a pesar deltiempo transcurrido nos grita que hicimos mal o que hicimos bien.

Porque el ser humano se sabe sometido a leyes prácticas que expresan cómo debenser sus actos volitivos juzga, dice Rogelio Rovira, sus acciones según hubierandebido ocurrir, aún cuando no hayan ocurrido, según el deber ser.

En el ámbito teórico, en el que apelamos a leyes causales, “la libertad moral comohecho a priori de la razón práctica”, que Kant expone rigurosamente en la “Críticade la razón práctica”, rebasa con mucho las determinaciones causales de losfenómenos; y a pesar de que el concepto de libertad no puede explicar nadaconcerniente a los fenómenos, nos es impuesto por la ley moral y por la razónpráctica, de aquí que no podamos ignorarlo por más esfuerzo que hagamos.

Por otra parte, tenemos que decir que los parámetros o criterios que utilizamos paraemitir juicios sobre los fenómenos de la naturaleza son insuficientes y radicalmentedistintos de los que necesitamos para emitir juicios morales que nos han de permitirreflexionar y dirigir nuestra existencia; los juicios sobre los fenómenos de lanaturaleza no nos proporcionan algún elemento que nos permita abrigar esperanza,es decir, clausura el sendero de la fe racional, cuestión indispensable para el serhumano.

La fe racional constituye un presupuesto fundamental en la filosofía kantiana. Alrespecto Caffarena explica que la fe racional no es otra cosa que “fe en el serhumano”, fe que va más allá del tema religioso y que afecta a todo el criticismo.El espíritu humanista –o amor esperanzado a los seres humanos- es la fuente moralmás importante del pensamiento práctico de Kant. Prueba de ello es el concepto deser racional como fin en sí mismo que es el fundamento del principio prácticosupremo, o ley práctica suprema: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, en tupersona o en la de los demás, siempre y al mismo tiempo como un fin en sí mismo ynunca como un medio”.21

21 . Ver de nuevo el texto de Gómez Caffarena, p.196.

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La idea de respetar “toda voluntad racional” como fin en sí misma y de no tratarlacomo mero medio para la consecución del objeto de los deseos propios, nosconduce a la idea de todo ser racional como hacedor de la ley universal, es decir,como legislador moral.En opinión de Kant la “voluntad del ser humano” considerado como ser racionaltiene que respetarse por ser fuente del derecho.

Por otra parte, so pena de negar lo que es esencialmente humano y con ello el mundomoral, así como la cultura en general, tenemos que aceptar que es necesario apelar auna causalidad libre, pues de no contar con una voluntad libre, es decir, no sujeta lasdeterminaciones causales –al modo en que lo están los fenómenos-, el ser humanono tiene salvación posible; éste sería un compendio de pasiones incapaz de fijarseobjetivos que lo llevaran más allá de lo que su biología impone, como le ocurre a losanimales; en el mejor de los casos se parecería a un autómata que obedecería altosdesignios.

Así como el conocimiento práctico es vital para darle sentido a todo el cúmulo deconocimientos teóricos, del mismo modo necesitamos suponer la idea de libertadpara que la actividad de un ser racional sea práctica.

Si verdaderamente la razón puede ser práctica entonces es capaz de proporcionar alser humano la facultad de obrar según una ley moral universal. La razón tiene quepoder mover la voluntad humana independientemente del objeto del placer o elinterés en la mera comodidad, esto es lo que intentará probar Kant en la segundaCrítica.

Justamente, la mera forma de ley a la que apelará el filósofo de Königsberg no esobjeto de los sentidos, y por esto no puede estar incluida en los fenómenos, la meraforma de ley corresponde a una facultad que trasciende todos los fenómenos y suprincipio de causalidad.

Si en la “Crítica de la razón pura” Kant se refirió a la libertad en sentidotrascendental, es decir, como una idea necesaria a la que la razón llegainevitablemente al suponer que, dada una serie causal de los fenómenos, debe existirun “primer comienzo absoluto” que inicie dicha serie. En la segunda Crítica Kant sereferirá a la libertad como libertad práctica, es decir, como autonomía, como loopuesto del determinismo de las acciones, como propiedad de los seres humanosdotados de voluntad.

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En esta parte sólo deseo dar algunas razones que apoyen la necesidad de queadoptemos la idea de libertad, ya que sólo en ésta puede tener su razón de ser lamoralidad. Al respecto avanzo la siguiente cita de Kant:

“El único principio de la moralidad consiste en la independencia de toda materia dela ley (es decir, de un objeto deseado), y al mismo tiempo en la determinación delalbedrío mediante la mera forma legislativa universal de la cual una máxima debeser capaz. Pero aquella independencia es la libertad en sentido negativo; en cambio,esta legislación propia de la razón pura, y como tal, práctica, es la libertad en sentidopositivo. Por consiguiente, la ley moral no expresa nada más que la autonomía de larazón pura práctica, es decir, de la libertad...”.22

La moralidad sólo puede tener su raíz o su razón de ser en la libertad, pero es por eldeber que conocemos que somos libres. La razón de ser del deber moral es lalibertad, y sólo la libertad constituye la razón de ser de la moralidad, del mismomodo en que la libertad es el fundamento de todas nuestras valoraciones; Kantafirma que de todas las ideas que componen la razón especulativa, la única idea quepodemos conocer a priori es la libertad, pues la libertad es condición de la ley moral,ley que de hecho conocemos porque “tenemos obligaciones morales”, pues de no serlibres no habría en nosotros imperativos morales:

“Para que no se crea encontrar incoherencia ya que ahora llamo a la libertadcondición de la ley moral, y luego en el tratado afirmo que la ley moral es la únicacondición bajo la cual podemos adquirir conciencia de la libertad, sólo quierorecordar aquí que si bien la libertad es, sin duda alguna, la ratio essendi de la leymoral, la ley moral es, empero, la ratio cognoscendi de la libertad”.23

El ser humano juzga que puede hacer algo porque es consciente de su deber, yporque reconoce en sí mismo la libertad, y que de no ser por la ley moral le seríadesconocida.

En efecto, Kant piensa que si la ley moral no estuviese ya contenida o pensada pornuestra razón nunca podríamos admitir un principio como el de la libertad. Y de noexistir algo como la libertad, la ley moral no podría de ningún modo encontrarse otener resonancia en nosotros, en nuestro interior.

La ley moral nos hace patente nuestra libertad, pero también, por ella adquirimosconciencia de que somos responsables de lo que hacemos.

22 .Ver de nuevo la Crítica de la razón práctica, [33], <59>.23 . Ibíd. ,[4], <7>.

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El deber, sostiene Kant, no es otra cosa que la necesidad de una acción por respeto ala ley. Justamente, un objeto por el cual hago determinado esfuerzo despierta en mísensaciones, pero no respeto. El ser humano sólo puede sentir respeto por aquelloque se relaciona directamente con su voluntad, es decir, por aquello que sesobrepone a sus inclinaciones, y que por tal se impone con fuerza, como mandato oley:

“Una acción realizada por deber, tiene empero, que excluir por completo el influjode la inclinación, y con ésta todo objeto de la voluntad; no queda, pues, otra cosaque pueda determinar la voluntad, si no es, objetivamente, la ley y, subjetivamente,el respeto puro a esa ley práctica, y por lo tanto, la máxima de obedecer siempre aesa ley”.24

Por otra parte, un imperativo categórico como el que Kant formula tiene una validezilimitada, es decir, necesaria y que de valer para una sola persona tiene que valerpara todos los seres humanos. El imperativo categórico que propone Kant sedistingue de un imperativo técnico relativo o consejo de prudencia porque obligaincondicionalmente, es decir, de manera irrestricta.

Este imperativo moral se contrapone a la pluralidad de los otros imperativos quedependen de elementos materiales. Sólo el imperativo categórico se apoya en launiversalidad de la razón.

Me parece oportuno retomar lo que aporta Caffarena en relación con la universalidadde la razón y su vínculo con conceptos como respeto y ley.

Se dice que el modelo de ley que preside la teorización kantiana del surgimiento dela “conciencia del deber” es la ley de la naturaleza.25 Prueba de ello es, según esteautor, el hecho de que Kant utilice en los escritos morales el término “legalidad” queevoca la imagen de la fijeza y armonía que el ser humano encuentra en el cosmos, yen particular, en la naturaleza.

La razón desempeña un papel clave en esta tesis de Caffarena; la razón descubre yadmira las leyes naturales, y en su autocrítica como razón especulativa se encuentraa sí misma en el origen de la legalidad, pero sin ser el único origen. Desde estaperspectiva se encuentra planteada la cuestión del origen y sentido de una legalidadde las conductas humanas.

24 . Fundamentaciòn de la Metafísica de las Costumbres, p.26.25 . Ver el texto de Gómez Caffarena, p.189.

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En efecto, en el ámbito práctico será la razón pura práctica el único origen de laconciencia de la moralidad, sin erradicar por esto la sensibilidad del ser humano, yen particular, aquellos atractivos sensibles que tienden a determinar –no en pocasocasiones- la conducta humana pero no independientemente del deber que la razónprescribe.

Las leyes de la naturaleza presentan sin excepción validez universal, y del mismomodo, la ley moral reclama validez universal; por esto, dice Caffarena, la razónexige a todos los individuos por el camino ya sea teórico o práctico elcomportamiento en que se realice la armonía global.26

Se debe aclarar que todo lo anterior no quiere decir que Kant fundamentó el debersegún un principio o apelando a la naturaleza, pues tenía muy claro el error queHume cometió; la moralidad, desde la perspectiva kantiana, no se puedefundamentar según un principio material que, valga decir, siempre se encuentracondicionado y, por ende, hace inagotable la cadena de medios y fines.Sólo me remití a esta parte queriendo destacar la exigencia de universalidad queimpone la razón no sólo en el aspecto teórico sino también en el práctico.

Kant tiene plena conciencia de que la ley moral planteada desde la óptica delempirismo ético sostenido por Hume, no puede ser ni universal ni necesaria, porqueel placer y el dolor sólo pueden ser conocidos a posteriori y, por esto, la ley moral nopuede ser un imperativo categórico, sino sólo hipotético.

Se nos niega pues por esta vía un conocimiento de la ley moral, porque no puedehaber tal ley universal.

Así, la razón no podría nunca mover a la voluntad a querer; si la razón por sí sola noes capaz de producir censura o aprobación moral sino apelando a ciertossentimientos, entonces esto implicaría, como dice Kant, subsumir todos losprincipios prácticos bajo el principio de amor a sí mismo (egoísta) o de felicidadpropia, aunque esto implique perjudicar o dañar a las otras personas.

Del mismo modo en que tenemos conciencia de principios puros teóricos podemostener conciencia de las leyes prácticas puras; la razón nos prescribe principios queguían nuestra conducta sin tener al placer como único fundamento de nuestradeterminación.

26 . Ibíd. , p.190.

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La razón práctica de un ser racional tiene que considerarse libre pues constituye lacondición necesaria de la moralidad; aunque desde la razón teórica la libertad no seamás que una idea que presenta un problema insoluble; aceptar la existencia de unacausalidad práctica responde pues, a una necesidad práctica.

En definitiva, la idea de libertad es imprescindible para todo aquél que se identifiquecon algo más que un compendio de deseos y necesidades físicas. Sin pasar por altoque resulta algo imposible callar a la razón en nuestro interior, pues sólo por laconciencia de la moralidad tenemos conciencia de la libertad.

Por esto podemos decir que la idea de libertad recibe por la ley moral realidadobjetiva, es decir, esto significa que la libertad en sentido práctico se mostrará como“independencia de las causas determinantes del mundo sensible, como autonomía” opropiedad de la voluntad que se da a sí misma una ley, como propiedad de lavoluntad de ser para sí misma.

Por otra parte, Kant explica que es siempre sólo una y la misma razón la que, bajo elaspecto teórico o bajo el aspecto práctico, juzga según principios a priori; así aunquela facultad de la razón teórica no alcance a establecer afirmativamente ciertasproposiciones como libertad, alma o Dios, -que por lo demás no le soncontradictorias-, tiene que admitir estas proposiciones pues perteneceninseparablemente al interés práctico de la razón pura, como algo que, si bien nocrece en su suelo, encuentra suficientemente justificado, y debe tratar decompararlas y conectarlas con todo lo que está en su poder como razónespeculativa.27

Aprovechando esta idea creo que es conveniente decir que, el mundo moral noconstituye un mundo aparte, aunque su fundamentación tenga que prescindir deelementos empíricos, es decir, de lo que verdaderamente constituye elcomportamiento humano; el ser humano al que se refiere Kant no es un ciudadanoque habita dos mundos, distintos e irreconciliables entre sí.

Sin duda, el mundo moral es el mismo y único mundo en el que se tiene que realizarlo que el filósofo denominaba “corpus mysticum de los seres racionales”, el mismomundo en el que operan las leyes naturales; porque en efecto, por ser moral y libre elser humano no deja de pertenecer al mundo físico.

27 . Crítica de la razón práctica, [121], <218>.

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Es frente al mundo, en el cual todo se rige según leyes causales, que el ser humanose proclama sujeto y libre según la concepción de leyes.Aunque no debemos olvidar que la forma legislativa de la ley moral a la que apelaráKant, en tanto que producto de la razón, no será algo que pertenezca al mundo de losfenómenos.

Por otra parte, la idea de autolegislación que Kant retoma de Rousseau, y que afirmaque la obediencia a la ley autoimpuesta es libertad, constituye uno de los principiosbásicos de la ética.

Según Caffarena, ambos filósofos coinciden en que la ley moral es la condiciónformal de nuestra razón en el uso de nuestra libertad.28

Aunque, el objetivo del presente trabajo no es analizar la influencia que dejóRousseau en el pensamiento práctico de Kant, me parece que tampoco podemospasar por alto tan profunda influencia, tan profunda como la que Hume le dejó.

La influencia de Rousseau se plasmó en conceptos capitales de su filosofía prácticay que posteriormente evolucionaron, como el concepto de dignidad humana, queconstituye un valor irreductible para la filosofía moral.

Otro ejemplo es, dice Caffarena, el de voluntad general que da su máximorendimiento en la fundamentación de la moral kantiana, cuando éste formula elimperativo categórico apelando a la exigencia de universalidad fundada en el valorabsoluto, y en el carácter de “fin en sí” que se predica, o que se debe reconocer enlos seres racionales.

Kant retoma de Rousseau el principio de que “toda voluntad racional o humana esuna voluntad legisladora”; de aquí va a proceder su dignidad, su peculiar existenciay valor.

Caffarena ubica en este hecho la “verdadera clave de la categoricidad kantiana deldeber”; el descubrimiento del valor que tienen las personas –a pesar de que no seanun Newton o una Marie Curie- constituye una idea rectora en el pensamientopráctico de Kant que evolucionará hasta descubrirnos la exigencia de constituir,como dijera el filósofo: “una sociedad civil en la que compagine la máxima libertadbajo leyes externas, según una constitución civil perfectamente justa”.29

28 . Ver de nuevo el texto de Gómez Caffarena, p.19129 . Emmanuel Kant, Filosofía de la Historia, México, F.C.E, 1997. Prólogo y traducción de Eugenio Imaz, p.49.

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Así pues, me parece oportuno remitirme a este pasaje de Kant que cita Caffarena, yque ilustra la idea de que el ser humano constituye un valor irreductible, y que portanto, constituirá el objetivo o razón de ser de una disciplina como la filosofía moral.

“Soy por inclinación un investigador. Siento toda la sed de conocimiento y lainquietud ávida de progresar en él, así como la satisfacción por cada conquista.Hubo un tiempo en que creí que sólo eso podría constituir el honor de la humanidady desprecié al vulgo ignorante. Rousseau me ha vuelto al camino recto. Desaparecela ofuscación que daba origen a esa preferencia, aprendo a honrar a los hombres yme sentiría más inútil que el trabajador común, si no creyera que mi tarea puedeaportar a todas las demás un valor, el de promover los derechos de la humanidad”.30

Volviendo al asunto de la libertad diremos que, la razón especulativa sólo puedeapuntar hacia la libertad sin poder determinar los conceptos, y si bien puede pensardicho concepto lo deja indeterminado, es decir, como ideal trascendental.Por otra parte, la idea de libertad en sentido práctico se encuentra inseparablementeunida al concepto de autonomía, ésta constituye el principio universal de moralidadque sirve de fundamento a la idea de todas las acciones de los seres racionales, demodo análogo en que la ley natural sirve de fundamento a todas los fenómenos.

Es interesante hacer notar, aunque sea de modo breve, que el concepto kantiano deautonomía no es la arbitrariedad de la voluntad individual, pues también contemplala voluntad común, que cada uno percibe y promulga desde sí mismo.

En opinión de Caffarena la libertad en sentido práctico, es decir, como autonomía,brindará la posibilidad de mostrar un razonamiento que concluya la realidad delhecho moral, y que abordaremos en el apartado III.

Cuando nos reconocemos como inteligencias y nos pensamos como seres libres nosincluimos en el mundo que Kant llama inteligible, es decir, desde el punto de vistaque la razón se ve obligada a tomar fuera de los fenómenos para poder pensarsecomo práctica; y reconocemos que la autonomía de la voluntad nos conduce a surespectiva consecuencia que es la moralidad.

Por el pensamiento y por la concepción que tenemos de una voluntad libre nosincluimos en un orden de cosas muy diferente del de nuestros meros apetitos en elcampo de la sensibilidad.

30 . Ver el texto de Gómez Caffarena, p.165.

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Así pues, una persona que intenta ser mejor, que tiene el deseo sincero de tenerbuenos sentimientos, al saber que tiene un mayor valor íntimo de su persona se tieneque considerar y situar desde otro punto de vista distinto al de las meras causasdeterminantes del mundo sensible.

El ser humano en tanto que tiene dignidad y no precio adquiere un valor interno,dicho valor le es atribuido porque tiene la capacidad de obrar según la obediencia auna ley moral que ella misma se da. Es por esto que, el carácter de legisladoruniversal es constitutivo del ser persona, y sólo de este carácter le viene dada sudignidad.

La dignidad de un ser racional, que no obedece ninguna otra ley que la que él mismose da, se articula con la idea de Kant de que el ser humano es fin en sí mismo,debido a que su existencia posee valor interno, un valor absoluto. Esta ideaconstituye, dice Caffarena, un argumento crítico moral fundamentante.31

Pienso que este argumento viene a mostrarnos que la idea de libertad, en sentidopráctico, es necesaria para que veamos en el ser humano mismo algo digno deaprecio; en última instancia, sólo por el ser humano tiene sentido una disciplinacomo la ética.

31 . Ibíd. , p.179.

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En resumen:

No se ha ofrecido ningún elemento concreto que afirme la realidad de la libertad entanto propiedad real y constitutiva de la voluntad humana, sólo he intentado darrazones de por qué es necesario aceptar una causalidad libre, porque sin ella nopodemos dar cuenta de lo que ocurre con el ser humano, es decir, he intentado hacerver que el único fundamento posible para hacer valer y explicar algunas accionesque llevamos a cabo los seres humanos se debe a la idea de libertad.

Finalmente, la idea de libertad es necesaria por ser una idea que suponemos en eldesenvolvimiento de un ser racional. El ser humano que habita la naturaleza es elmismo que puede llegar al grado más alto de racionalidad moral, porque su ser nosólo es biológico, éste es también un sujeto moral capaz de encontrar en sí mismolos principios que han de guiar su conducta; su conciencia moral constituye unhecho que no puede negar. Así, el ser humano sometido a las leyes de causalidadtiene que formar parte de otro orden porque es persona.

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III. APARTADO (LA LIBERTAD EN SENTIDO PRÁCTICO)

En el primer apartado expuse la Observación a la tercera antinomia, con el fin demostrar que admitir una idea como la de libertad no encierra ninguna contradicciónlógica. La aparente contradicción desaparece si consideramos los actos humanos desdedos perspectivas diferentes.

Ahora bien, todos los acontecimientos o fenómenos que ocurren en el tiempo seencuentran sometidos a la ley de causalidad que rige inexorablemente. Pero ésta sólohace referencia al sujeto agente como fenómeno.

Sin embargo, este mismo sujeto tiene conciencia de sí mismo como cosa en sí, como nosujeto bajo las condiciones del tiempo. Se considera como determinable sólo por leyesque él se da a así mismo según su razón.

Considerar las cosas no sólo como fenómenos tal y como aparecen ante el sujetocognoscente, deja abierta la posibilidad de considerarlas como noúmenos, es decir,como cosas en sí, no sujetas a las condiciones del tiempo.

Así, a la luz de estas dos consideraciones podemos aceptar la posibilidad lógica delconcepto de libertad; y por ende, cabe aceptar como razonable dicho concepto aplicadoa los actos humanos.

En el apartado II traté de avanzar algunas consideraciones acerca de la necesidad deaceptar la idea de libertad para articular la experiencia moral. Traté de hacer ver que lalibertad práctica es condición de posibilidad de la ley moral y de la imputación oresponsabilidad moral.Sin embargo, hacia el final expresaba que todavía no se había dicho nada acerca de laexistencia real del concepto de libertad. En otros términos, no se había dicho nadaacerca de la prueba que aporta Kant en la segunda Crítica acerca de la existencia real dela libertad como propiedad de la voluntad humana.

Así pues, en este III apartado me referiré a la libertad en sentido práctico, es decir, comovoluntad, ya no como concepto vacío; pero sí como capacidad real de la voluntad paradirigir nuestra conducta, como facultad legislativa y creadora de obligaciones. Alrespecto dice Kant:

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“La primera cuestión es si la razón pura basta por sí sola para la determinación de lavoluntad, o si sólo como empíricamente condicionada puede ser fundamentodeterminante. Ahora bien, aquí interviene un concepto de causalidad justificado por laCrítica e la razón pura, si bien no susceptible de representación empírica, a saber elconcepto de libertad; y si ahora podemos encontrar fundamentos para demostrar queesta propiedad pertenece verdaderamente a la voluntad humana (y así igualmente, ala voluntad de todos los seres racionales) entonces queda claro no sólo que la razón purapuede ser práctica, sino que sólo ella, y no la razón limitada empíricamente, es prácticade modo incondicionado”1

En efecto, para que la posibilidad del concepto de libertad llegue a ser real, basta con“poder probar un caso real”, es decir, mostrar que determinadas acciones presuponenuna causalidad como la libertad. Y este caso va a ser encontrado por Kant en lamoralidad.

La razón en su uso teórico pudo afirmar la posibilidad lógica de la libertad de los actoshumanos, haciendo una distinción entre los objetos como fenómenos y como noúmenos,es decir, como cosas en sí.

Pero no puede conocer las cosas tal como son en sí mismas al margen del espacio y deltiempo. Así pues, vía la especulación es imposible saber si la libertad es una propiedadconstitutiva de la voluntad humana. Por esto se dice que Kant creyó que la realidadobjetiva de la libertad, o su posibilidad real sólo podía ser conocida recurriendo a lasfuentes prácticas del conocimiento.

Es menester para abordar la problemática en torno a la libertad en sentido prácticoiniciar con lo que Kant entiende por “realidad objetiva de un concepto”; y para ello meapoyaré en la interpretación de Rogelio Rovira2.

El pensamiento de un objeto exige únicamente que lo concebido en el concepto noimplique contradicción, es decir, que tenga posibilidad lógica; en otros términos, que noviole el principio de contradicción.Pero, el conocimiento de un objeto requiere de un esfuerzo adicional, y es que se dérealmente el objeto que se concibió en el concepto. Así, el concepto debe tener ademásde posibilidad lógica, posibilidad real.

1. Crítica de la razón práctica [15], <30>.2. Rogelio Rovira, Teología Ética: Sobre la fundamentación y construcción de una Teología racional según los principios del idealismo trascendental. Madrid, Ediciones Encuentro, 1980. Cáp. (La realidad objetiva de la libertad y la posibilidad de una metafísica dogmático-práctica).

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“...a la posibilidad real es a lo que Kant llama realidad objetiva o validez objetiva de unconcepto, y es en ella donde tiene su asiento la verdad trascendental de unconocimiento”3

Para conocer que un concepto es posible basta con recurrir al principio de contradicción;pero este principio no nos sirve como herramienta para explicar cómo puede conocersela posibilidad de que el objeto que pensamos se dé realmente o en la realidad.Desde la doctrina de Kant llamada Idealismo trascendental se puede obtener dichoconocimiento sobre la realidad objetiva de un concepto de dos modos:

A) mediante el testimonio de la experiencia, también llamada vía empírica.B) mediante una demostración racional, según fuentes teóricas o prácticas, o vía apriori.

De antemano, podemos decir que para conocer la realidad objetiva de la libertad prácticano podemos recurrir al testimonio de la experiencia, porque ya que es una idea querebasa toda posible experiencia (en tanto idea trascendental), nunca encontraremos unejemplo u objeto que le sea adecuado.

El conocimiento moral tiene un carácter especial, pues si bien se trata de un saber, quees conocimiento, no es como el saber teórico, porque la necesidad implicada en el debermoral es absoluta o incondicional, y aunque no se realice en la realidad, no se invalida oanula el precepto o mandato moral.

En la naturaleza o mundo del fenómeno la necesidad es condicionada, pues los objetospodrían haber sido otros. Es decir, si bien se sabe que puesta la causa se siguenecesariamente el efecto, la causa o las condiciones que la originaron bien hubiesenpodido ser otras.

Sin embargo, el deber se impone al ser racional de manera tal que aunque no lorealicemos, o lo ignoremos, se mantiene como obligatorio, es decir, no admite excusas ypermanece como mandato. Así pues, la posibilidad de que el deber sea de otra maneraqueda excluida.Esta característica tan peculiar del deber hizo reflexionar a Kant en que todos losintentos de fundamentar la moralidad a partir de la razón teórica estaban destinados alfracaso.

3 . Ibíd.,Pág.71.

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Si se puede establecer que el ser racional, al cual se le atribuye estar dotado de voluntad,es en algún caso consciente de que su misma razón es capaz de determinar su voluntad,con independencia de los fundamentos de determinación que proviene de su inclinación,entonces, se habrá probado que la libertad existe realmente, que la voluntad humana eslibre; y que por lo tanto, a diferencia de lo que sostenía Hume, que la razón es prácticasin necesidad de recurrir a cualquier objeto como el placer o la utilidad; es decir, que larazón es capaz de determinar la conducta del ser humano de manera autónoma. En larazón práctica lo que puede probar la realidad objetiva de la libertad es una acciónmandada a priori, como ocurriría en el caso de que el deber pudiese determinar lavoluntad a obrar independientemente de cualquier elemento empírico.Precisamente, para Kant, este caso se da, sin lugar a dudas en el ámbito de la moralidad,y concretamente, en la ley moral.Por la ley moral la razón sabrá o tendrá conciencia de sí misma como razón purapráctica.

En la primera Crítica Kant dice que la libertad en su sentido práctico, debe ser entendidacomo:

“En su sentido práctico, la libertad es la independencia de la voluntad respecto de laimposición de los impulsos de la sensibilidad”4.

La voluntad humana, dice el filósofo de Kögnigsberg, es sensible pero si bien se veafectada o influida por móviles que provienen de la sensibilidad no es por ello unavoluntad puramente animal (arbitrium brutum) que se determine únicamente opatológicamente según la sensibilidad.

Así pues, la voluntad humana es arbitrium sensitivum, pero no brutum sino liberum,porque la sensibilidad no determina su acción de modo necesario, pues el ser humanogoza de la capacidad de determinarse espontáneamente a sí mismo, es decir, conindependencia de los impulsos sensitivos.5

De considerar la serie de acciones llevadas a cabo por los seres vivos según un primercomienzo espontáneo de la serie, estaremos aludiendo entonces a la libertad en sentidopráctico.Como observa Rogelio Rovira, esta primera definición de la idea de libertad en sentidopráctico es lo opuesto a la necesidad bruta o física, es decir, al determinismo de lasacciones.Esta primera definición aportada por Kant en la“Crítica de la razón pura”, es unadefinición negativa, pero es importante porque de ella deriva un concepto positivo, másrico.

4 . Crítica de la razón pura, A534 / B562.5 . Ibíd., A534 / B562.

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La prueba práctica indirecta de la realidad objetiva de la libertad, no será otra cosa quela demostración de la libertad hecha por medio de la ley moral.Kant tratará de explicar la realidad objetiva de la ley moral a la luz de la posibilidad realdel concepto de libertad, que es el que la hace posible.

Así pues, la primera pregunta que Kant se formula en la Crítica de la razón práctica esla siguiente:¿Dónde empieza nuestro conocimiento de lo incondicionado práctico, en la libertad o enla ley moral?6

En la libertad no empieza el conocimiento de lo incondicionado, pues no tenemosconciencia de ella inmediatamente (de manera directa) si no es por un concepto, o víanegativa.La libertad tampoco es algo que podamos deducir de la mera experiencia, pues laexperiencia solamente nos da a conocer la ley de los fenómenos o ley del mecanicismonatural que, por lo demás, es absolutamente opuesto a la libertad.Sin embargo, de la cual sí tenemos conciencia inmediata es de la ley moral, ésta se nospresenta, en primer lugar, en el instante en que formulamos la máxima de la voluntad.La razón es la responsable de presentarnos la ley como un fundamento determinante dela voluntad, sobre el cual, dice Kant, las condiciones sensibles no pueden prevalecer,sino que es totalmente independiente de dicha experiencia sensible.

Precisamente, esta experiencia de la ley moral, dice Kant, es la que nos conducedirectamente al concepto de libertad.A la pregunta ¿Cómo es posible la conciencia de la ley moral?, el filósofo deKönigsberg responde que, del mismo modo que adquirimos conciencia de los principiosteóricos puros, es decir, la razón misma nos los prescribe necesariamente, así mismo,las leyes morales son obra de la razón.

El concepto de una voluntad pura deriva de la conciencia de las leyes prácticas, asícomo la conciencia de un entendimiento puro deriva de los principios teóricos puros.

La moralidad, dice kant, nos revela el concepto de libertad, y la razón práctica en esteconcepto presenta a la razón en su uso teórico el problema más insoluble7. Precisamenteme ocuparé, más adelante, de esta insolubilidad.

6 . Crítica de la razón práctica, [30],<53>.7 . Ibíd.,[30],<54>.

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A pesar de que el concepto de libertad, como bien sabemos, no puede explicar nadaconcerniente a los fenómenos, nos es impuesto por la ley moral y por la razón práctica,de aquí que no podamos ignorarlo, por más esfuerzo que hagamos.Dice el filósofo alemán que el ser humano juzga que puede hacer algo porque “esconciente de su deber y porque reconoce en sí mismo la libertad que, sin la leymoral, le habría permanecido desconocida.8

Por otra parte, Kant afirma que las únicas proposiciones prácticas de la geometríaconcernientes a una existencia son: “se puede hacer algo si se exige que se debe hacer”.La regla o ley fundamental de la razón pura práctica “Obra de modo que la máximade tu voluntad pueda, al mismo tiempo, valer siempre como principio de unalegislación universal”, es incondicionada porque dice cómo se debe obrar en modoabsoluto; pero no sólo esto, sino que, se presenta a priori como una “proposiciónpráctica categórica”, por medio de la cual la voluntad es determinada inmediatamentey objetivamente, dice el filósofo, por la regla practica misma que es, como ya se hadicho, una ley.

Así pues, la razón pura práctica en sí misma es, sin más, legisladora. La voluntad esconcebida por Kant como independiente de las condiciones empíricas, y por estomismo, como una “voluntad pura” determinada únicamente mediante la mera forma dela ley. Y este fundamento determinante descubierto por este filósofo es consideradocomo la condición suprema de todas las máximas. Sin embargo, dice, esto nos ha deresultar extraño:

“La cosa es muy extraña y no se encuentra nada semejante en todo el resto delconocimiento práctico. Porque el pensamiento a priori de una legislación universalposible, el cual, por consiguiente, es meramente problemático, es ordenadoincondicionalmente como ley, sin tomar nada de la experiencia o de una voluntadexterna cualquiera. Pero tampoco es un precepto según el cual es posible un efectodeseado (porque entonces la regla sería siempre condicionada físicamente), sino unaregla que determina meramente a priori a la voluntad respecto de la forma de susmáximas, y entonces no es imposible pensar al menos una ley que sirve simplementepara la forma subjetiva de los principios como fundamento determinante mediante laforma objetiva e una ley en general.

8 . Ibíd.,[30],<54>.

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La conciencia de esta ley fundamental se puede llamar un hecho (Faktum) de larazón porque no se le puede deducir de datos precedentes de la razón, e.g., de laconciencia de la libertad (porque esta conciencia no nos es dada anteriormente), sinoporque ella se nos impone por sí misma como proposición sintética a priori, la cual noestá fundada en ninguna intuición, ni pura ni empírica, mientras que sería analítica si sepresupusiera la libertad de la voluntad, pero para ello se requeriría, como conceptopositivo, una intuición intelectual, la cual de ningún modo puede ser admitida aquí. Sinembargo, para no caer en falsa interpretación al considerar esta ley como dada, se debenotar bien que ella no es un hecho empírico, sino que es el único hecho de la razónpura por el cual la razón se manifiesta como originalmente legisladora (sic volo, sicjubeo)”.9

Así pues, llama Kant (Faktum) al hecho de la razón práctica que constituye laconciencia de la ley moral; esta ley moral no es un hecho empírico, sino el único hechode la razón pura, la cual se enuncia por esto como originalmente legisladora.Dice Julia Iribarne que, la palabra “hecho” aplicada a la ley práctica expresa queexperimentamos directamente en nosotros, por la conciencia de la ley, la acción, elpoder, de la razón práctica; sin embargo, sin ser capaces de apercibir por una intuición,o comprender a través de un concepto cómo es posible que se produzca esa acción.10

Las tesis para probar vía la ley moral que existe libertad son dos:

a) se tiene que demostrar que la ley moral, que es un juicio práctico sintético a priori,está dada como un faktum de la razón pura práctica.

b) por otra parte que, la condición de posibilidad de ese faktum es la libertad de lavoluntad.

En estos dos puntos se encuentra para Kant la prueba de la libertad, o de que somoslibres.

Se dice que la ley moral, por mandar categóricamente, une la obligación directa oinmediatamente con el concepto de una voluntad racional. Sin embargo, esta obligaciónabsoluta no se encuentra contenida en el concepto de una voluntad racional.

9 .Ibíd., [31],<55>,<56>.Según la traductora, hacia el final de la cita Kant se está refiriendo a una Sátira de Juvenal, la cual, en suopinión, se puede traducir como: “Hoc volo, sic jubeo, sit pro ratione voluntad”, es decir, “así lo quiero, así loordeno”. Nota de la traductora número l5. Pág.161.

10.Julia V. Iribarne, La libertad en Kant: Alcances éticos y connotaciones metafísicas, Buenos Aires, EdicionesCarlos Lohlé,1981.Pág.52.

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Así pues, cabe preguntarnos ¿cómo es posible el enlace sintético a priori de laobligación absoluta de pensar nuestras máximas como leyes universales y el conceptode voluntad racional?

“Todo nuestro conocimiento tiene una doble relación: en primer lugar, una relación conel objeto; en segundo lugar, una relación con el sujeto. En el primer respecto se refiere auna representación, en el último a la conciencia, la condición universal de todoconocimiento en general. (Propiamente, la conciencia es una representación de que hayen mí otra representación)”.11

A la luz de la distinción que Kant establece entre el conocimiento según el objeto y elsujeto, el Faktum de la razón pura práctica pude aplicarse, dice Rovira, en tanto queobjeto de conocimiento, a la ley moral o representación del vínculo sintético deobligación absoluta con el concepto de voluntad racional.Pero puede ser referido también, en relación con el sujeto del conocimiento, a laconciencia de la ley moral, es decir, a la representación de que hay en nosotros larepresentación de la ley moral.

Así pues, según el origen de nuestro conocimiento, un vínculo sintético sólo podráconocerse o a posteriori, recurriendo a la experiencia, o a priori, recurriendo a lasintuiciones puras y conceptos puros que conforman nuestro conocimiento.Pero, de antemano, la vía empírica como camino posible para conocer el enlace sintéticoexpresado en la ley moral, está vedada; porque este enlace tiene que ser enteramente apriori.La vía a priori, tampoco se puede practicar porque no cabe aplicar el recurso de unaintuición pura, ni siquiera la aplicación de un concepto puro del entendimiento; porqueaquí, en el ámbito práctico no se trata, como en el conocimiento teórico, de cómo puedela razón pura conocer a priori objetos, sino de cómo la razón pura puede serinmediatamente un fundamento de determinación de la voluntad.

En efecto, como mencionó el filósofo alemán, nos encontramos ante un caso extraño,ante una proposición sintética a priori que no puede ser explicada; ante tal circunstanciasólo cabe decir que este “hecho” de la razón muestra la imposibilidad de entender laexigencia moral a partir de una primera certeza del pensamiento. Y puesto que,teóricamente no se puede explicar la exigencia moral, sólo queda o sólo debemosaceptarla como pura “facticidad”.

La naturaleza de este hecho de razón es tal que no es algo dado previamente; nuestroconocimiento de la ley moral, al que no podemos llegar por ninguna vía, ni empírica, nipura, está dada a nuestra razón pura práctica como un hecho.

11 . Ver el texto de Rogelio Rovira, Pág.85.

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La reflexión sobre este punto de Francisco Javier Herrero es esclarecedora:

“Lo que es dado es una exigencia absoluta del bien incondicionado. Podríamos decirque es un evento por el que el ser humano percibe la incondicionalidad de suexistencia. El ser humano es tal en la medida en que percibe esta exigencia que, comoes dada en la forma de “deber”, es más bien la necesidad de una absolutaautorrealización”.12

Así pues, la posibilidad de deducir el hecho de otros datos anteriores de la razón resultaimposible, este hecho se manifiesta sin que podamos probarlo.

Para el filósofo de Königsberg, la ley moral es un “Faktum” porque el vínculo sintéticoentre obligación absoluta y voluntad racional presenta los rasgos propios de algo dado,de un “hecho”: la ley moral se nos impone por sí misma y no necesita fundamentos quela justifiquen, además de ser, como dice Kant, apodícticamente cierta.

La certeza de la que habla Kant, dice Rogelio Rovira, no se da en la apercepciónempírica, porque no se trata aquí de una conciencia empírica, ni en la apercepción pura,porque el yo trascendental no se da nunca; en efecto, el yo, desde la perspectivakantiana, no puede ser conocido por mí porque no es una intuición, sólo es la forma dela conciencia.El yo acompaña a todas nuestras representaciones, es decir, el yo se presupone en todaslas afirmaciones, pero no existe realmente como substancia; en este sentido se dice que,el yo es sólo un yo lógico, y la realidad del yo es sólo lógica.

La ley moral se presenta ante la razón como una certeza que viene a confirmar queexiste parecer moral en el ser humano.El vínculo que se presenta en este hecho de la razón no es sensible sino inteligible y sólose da en su uso práctico.La ley moral se manifiesta por sí misma y no requiere fundamento alguno que laexplique, pues basta la conciencia que el ser humano tiene de ella, esta conciencia es laprueba de que realmente existe en él parecer moral.

La palabra “hecho” aplicada a la ley práctica expresa que experimentamos directamenteen nosotros, por la “conciencia” de la ley moral, la acción de la razón práctica, aunque,como explica Kant, sin ser capaces de apercibir, por una intuición pura o empírica, ocomprender vía un concepto, cómo se produce este hecho; sin embargo, sabemos que talo cual acción debe producirse.

12 . Francisco Javier Herrero, Religión e Historia en Kant, Madrid, Gredos,1975. Pág.27.

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El hecho de la razón se hace evidente para nosotros en el momento en que analizamoslos juicios que emitimos acerca del valor de las acciones. El hecho de la razón se haceevidente para nosotros en el momento en que analizamos los juicios que emitimosacerca del valor de las acciones. Estos juicios implican que cualquiera que sea la fuerzade la inclinación, la razón permanece incorruptible y confronta la máxima seguida por lavoluntad con la voluntad pura, aquella que es práctica a priori, y sólo reconoce comoprincipio de determinación la forma de una legislación universal.En otros términos, Kant piensa que el hecho de la razón práctica, que constituye laconciencia de la ley moral nos hace saber que la razón pura es por sí sola práctica y queda al ser humano una ley que es llamada por él, ley moral.13

A pesar de que la ley moral, por estar dada como un hecho a la razón pura práctica, nopuede recibir ulterior explicación, sí debemos exponer cuál es su condición deposibilidad en tanto que “juicio práctico” sintético a priori.

Para encontrar ese concepto en virtud del cual se explica la posibilidad de la ley moral,es necesario recordar que la ley moral exige que un ser racional piense sus máximascomo leyes prácticas universales.Esto sólo puede ocurrir en el caso de que el ser racional ponga como fundamento dedeterminación de la voluntad la forma legisladora universal del principio práctico.Puesto en forma de pregunta: ¿cómo tiene que ser una voluntad para que la formalegisladora de las máximas sea sólo un fundamento suficiente de determinación?

El principio de la moralidad que nos presenta, dice el autor de la Crítica de la razónpráctica, la universalidad de la legislación, y que por esto es fundamento formalsupremo de la determinación de la voluntad al margen de todas las diferencias subjetivasque determinada voluntad pueda presentar, es proclamado por la razón como una leyque es aplicable a todos los seres racionales, en cuanto son capaces de actuar segúnprincipios prácticos a priori, es decir, para todos aquellos seres que tengan razón yvoluntad.

En el ser humano, en tanto que ser finito, la ley moral tiene la forma de un imperativo,pues aunque es un ser racional y tiene una voluntad pura, también se encuentra sujeto anecesidades y a causas sensibles. Así, aunque posea una voluntad pura, o nodeterminada por los instintos, no tiene una voluntad santa, es decir, una voluntadincapaz de incorporar máximas contrarias a la ley moral.Por esto para el ser humano la ley moral es un imperativo que ordena categóricamenteporque la ley es incondicionada. La razón nos impone su ley objetiva o deber y nosotros tenemos la capacidad deproyectar ese deber en la acción, pues existe una dependencia de la voluntad con la ley.

13 .Crítica de la razón práctica.,[32],<57>.

55

Así pues, la forma legisladora de la ley es un producto de la razón, por tanto, no es algoque pertenezca al mundo de los fenómenos. La forma legisladora de la ley, en tanto quefundamento de determinación de la voluntad, ha de ser independiente de todos losfundamentos de los sucesos fenoménicos según la ley de causalidad, porque esosfundamentos son, a su vez, fenoménicos.

En efecto, nos acercamos a la definición de libertad en sentido positivo o práctico, quetiene que ver con la capacidad de darse leyes a sí mismo. Por esto se dice que, lalibertad de la voluntad es autonomía:

“La autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes y de los deberesque le corresponden; por el contrario, toda la heteronomía del arbitrio no sólo no fundaobligación alguna, sino que es más bien contraria a este principio y a la moralidad de lavoluntad. El único principio de la moralidad consiste en la independencia de todamateria de la ley (es decir, de un objeto deseado), y al mismo tiempo en ladeterminación del albedrío mediante la mera forma legislativa universal de la cual unamáxima debe ser capaz. Pero aquella independencia es la libertad en sentido negativo;en cambio, esta legislación propia de la razón pura, y como tal, práctica, es lalibertad en sentido positivo. Por consiguiente, la ley moral no expresa nada más quela autonomía de la razón pura práctica, es decir, de la libertad; y ésta es también lacondición bajo la cual solamente éstas pueden concordar con la ley práctica suprema”.14

Siendo un principio material siempre condicionado y empírico, la voluntad sólo es libreen la medida en que se puede determinar independientemente de toda condiciónempírica, es necesario concluir que la única ley que puede aplicársele es una ley formal.Así pues, al hecho de la realidad de la ley moral viene a probarse la realidad objetiva dela libertad de la voluntad.

En efecto, para Kant, si no hubiera libertad alguna no podría de ningún modoencontrarse la ley moral en nosotros.El tercer elemento que reúne los dos constituyentes del juicio sintético a priori, y que esel que nos hacía falta, es la libertad en su concepción positiva, es decir, como causalidaddeterminada por sus propias leyes.

Quizá a la luz de esto sea más fácil comprender por qué para el filósofo alemán –comodecíamos en el apartado segundo- la libertad es “la ratio essendi de la ley moral, y laley moral es, la ratio cognoscendi de la libertad”15

14 . Ibíd.,[33],<59>.15 . Ibíd., [5], <7>.

56

La idea de libertad mostrará su realidad, dice Rovira, al ser la condición necesaria de unhecho, es decir, del Faktum de la razón pura práctica, de la ley moral.Esta idea, dice este autor, habrá de formar parte no de los objetos opinables, pues sólo loempírico es susceptible de opinión; tampoco de los objetos de fe, pues la libertad es lacondición de posibilidad del uso práctico de la razón o de la acción, sino sencillamente,de los hechos en su más amplio sentido:

“la idea de libertad no es una persuasión, sino una auténtica convicción, y, másconcretamente, un saber”.16

Al respecto, es oportuno tomar en cuenta dos factores; primeramente, que la libertad,aunque es un hecho en sentido amplio, no lo es –dice Rovira-, en sentido estricto, pueses la condición necesaria de un hecho. Y en segundo lugar, la libertad mostró su realidadobjetiva no para el uso especulativo de la razón, sino para su uso práctico, ya que es lacondición de posibilidad de un juicio sintético a priori de carácter práctico, es decir, dela ley moral.Así, por estas dos cuestiones Kant reserva al conocimiento de la libertad un tipoparticular y exclusivo de saber: el saber sin evidencia. De aquí que, desde el Prefacio dela Crítica de la razón práctica, anuncie que:“la libertad es la única, entre todas las ideas de la razón especulativa, cuya posibilidadconocemos a priori sin todavía comprenderla, porque ella es la condición de la leymoral, ley que nosotros conocemos”.17

Por lo anterior, Kant determinará que la libertad será un tipo de saber sin evidencia,porque la libertad no se nos presenta directamente, sino a través de la ley moral, comocondición de su posibilidad.Aspirar a tener una intuición directa de la libertad sería tanto como pretender tener unaintuición intelectual de la realidad absoluta de la libertad como cosa en sí, algo queresulta imposible.

Este conocimiento de la libertad, aunque sin evidencia, es un saber y no una meraopinión o una mera creencia; basta con saber que la ley moral se impone como un hechoa la razón pura práctica. Este es un motivo, digamos objetivo; pero subjetivamente,tenemos el sentimiento de respeto a la ley moral, y del cual hablamos en el segundoapartado.

16 . Véase de nuevo el texto de Rovira. Pág.96.17 .Crítica de la razón práctica,[4],<5>.

57

El ser humano sabe que es libre sólo por la conciencia que tiene de la ley moral, ésta sele presenta de forma obligatoria; la obligatoriedad con que se presenta esta ley moralproviene de la razón; en este sentido se dice que lo que experimentamos en el deber esla necesidad moral de hacernos determinar sólo por la razón.Y de este modo, cuando la razón determina la voluntad, se hace práctica. Es menesterrecordar aquí la afirmación de Kant de que voluntad y razón práctica son lo mismo:

“Cada cosa en la naturaleza actúa según leyes. Sólo un ser racional posee la facultad deobrar por la representación de las leyes, esto es, por principios; posee una voluntad.Como para derivar las acciones de las leyes se exige razón, resulta que la voluntad no esotra cosa que la razón práctica”.18

En efecto, la voluntad o razón práctica puede darse a sí misma leyes, esto constituye unhecho de razón del que no cabe ulterior explicación. El entendimiento, además de larelación con los objetos en el conocimiento teórico, afirma Kant, también tiene unarelación con la facultad de desear, la cual por esto se llama voluntad, y voluntad puraporque el entendimiento puro es práctico mediante la mera representación de una ley.19

Así pues, para concluir ésta parte tendremos que decir que la voluntad es libre, en elsentido de que es legisladora suprema; o como dice Rogelio Rovira, espontaneidadpráctica absoluta de darse leyes a sí misma.20

18 .Manuel Kant, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, México, Porrúa,1996. Tr. ManuelGarcía Morente. Pág.34.19 . Crítica de la razón práctica, [55],<97>.20 . Véase de nuevo el texto de Rogelio Rovira, Pág.61.

58

La libertad en sentido psicológico.

Una persona no tiene buena voluntad si todas las acciones que realiza las lleva a cabopor miedo a un castigo, o porque espera una recompensa; a fin de cuentas, evitar elcastigo o procurarse un premio estarán encaminados a realizar su felicidad, y la felicidadno puede ser, como ya se había dicho, el fundamento que determine una voluntad moralautónoma.Por otra parte, si el destino, el ser supremo, o la naturaleza, nos premiaran y noscastigaran según un mecanismo determinado, la voluntad libre no tendría razón de ser,sería una mera ilusión. Si todo se halla determinado o escrito, no tenemos poder dedecisión; si esto ocurre, los seres humanos seríamos un receptáculo de aquellosmandatos, nuestra voluntad quedaría anulada.

Ahora bien, la causalidad mecánica es la producción de acciones por movimientoscorporales, y la causalidad psicológica produce acciones por representaciones. Enambos casos los fundamentos determinantes de tal causalidad pertenecen acircunstancias determinables en el tiempo:

“...por muy internas que sean esas determinaciones, aunque tengan una causalidadpsicológica y no mecánica, es decir, aunque produzcan acciones por representaciones yno por movimientos corporales, siempre son fundamentos determinantes de lacausalidad de un ser en cuanto su existencia es determinable en el tiempo; ese serhumano se encuentra bajo condiciones del tiempo pasado que obran necesariamente, lascuales, por consiguiente, cuando el sujeto debe obrar, ya no están en su poder,implicando así una libertad psicológica”.21

Kant define la libertad en sentido psicológico como, el eslabonamiento simplementeinterno de las representaciones del alma, aunada a una necesidad natural.22

El filósofo alemán sostiene que la libertad como propiedad psicológica está encaminadaa una investigación de la naturaleza del alma y de los incentivos de la voluntad.23

Esta investigación nos hace referirnos una vez más al empirismo, en el cual micausalidad jamás es libertad, pues si tomamos la existencia de las cosas en el tiempocomo determinaciones de las cosas en sí mismas, la necesidad en la relación causal nopuede unirse con la libertad.

21. Crítica de la razón práctica,[97],<173>.22 . Ibíd.,[97],<173>.23 . Ibíd.,[168],<94>.

59

En efecto, de la causalidad como necesidad natural se sigue que todo evento, y todaacción que sucede en un momento dado, están condicionados necesariamente por lo queocurrió en el tiempo precedente.Y como el tiempo pasado no está ya en nuestro poder, toda acción que realizamos tieneque ser necesaria según fundamentos determinantes que no están en nuestro poder, esdecir, en el momento en el que actuamos nunca somos libres; siempre nos encontramossujetos a la necesidad de estar determinados a obrar por lo que no está en nuestro poder.Pero, de no ser capaces de comenzar por nosotros mismos una acción en el mundo,entonces sólo hay lugar para el “encadenamiento natural continuo”, de este modo,afirma Kant, nuestra causalidad nunca sería libertad.24

“...se puede admitir que si nos fuera posible tener, en el modo de pensar de un hombre,que se revela por sus acciones tanto internas como externas, una comprensión tanprofunda que todos los incentivos de estas acciones, hasta el más pequeño, nos fueraconocido, y al mismo tiempo todas las circunstancias externas que operan sobre estosincentivos, se podría calcular, con la misma seguridad que un eclipse solar o lunar, laconducta de un hombre en el porvenir...25

La libertad psicológica o racional es aquella a la que el sujeto accedeintrospectivamente; aquí, puesto que las acciones ocurren en el tiempo, se dice que sonnecesarias.Esta libertad es conocida por nosotros vía la experiencia, y se encuentra sometidatambién a la ley de causalidad; este tipo de libertad es perfectamente compatible con lanecesidad natural. Y como este tipo de libertad no es más que la libertad de unrostizador, como afirma Kant, no se puede poner como fundamento de la existencia delas leyes morales.

La idea de libertad práctica que ha de ponerse en la base de las leyes morales y de laimputación moral no puede ser sino una idea trascendental de la razón, mediante la cualse piensa una espontaneidad absoluta, independiente de lo empírico y de la ley decausalidad.

La idea de libertad práctica que ha de estar a la base de las leyes morales no puede seruna idea obtenida por mera introspección.

24 .Ibíd.,[95],<170>.25 .Ibíd.,[99],<177-178>.

60

La idea de libertad en sentido práctico es una noción moral y no física. Y por último, nodebemos olvidar que la existencia del sujeto no está determinada en el tiempo; de locontrario sujetamos o sometemos sus acciones a la ley de la necesidad natural.La idealidad del tiempo, es sólo la forma de la intuición sensible, el modo derepresentación propio del sujeto, afirma el filósofo alemán, en cuanto pertenece almundo sensible.Si bien es cierto que el concepto de libertad en sentido práctico, no nos lleva a sostenerque nuestras acciones por ser libres carecen de causas, también es cierto que somosresponsables del carácter que nosotros mismos nos hemos formado.

En la “Antropología en sentido pragmático” Kant distingue entre carácter físico ycarácter moral. El primero se puede definir, nos dice, como el signo distintivo del serhumano en tanto ser biológico o sensible; por lo que respecta al carácter moral se diceque es aquello que nos distingue como entes racionales, pero dotados de libertad.Debido a esto, “ la disposición del carácter moral nos indica aquello que la personaestá decidida a hacer de sí misma”.26

“Un carácter significa aquella propiedad de la voluntad por virtud de la cual el sujeto sevincula a sí mismo a determinados principios prácticos que se ha prescritoinmutablemente por medio de su propia razón”.27

Cuando nos referimos al carácter moral de una persona no estamos situados en lo que lanaturaleza hace del ser humano, sino en lo que ésta hace de sí misma según losprincipios prácticos que ella misma se dicte para dirigir su conducta, para conformar supersonalidad.El carácter moral no es lago que heredemos de la naturaleza, es lo que se forja, se formao se adquiere de modo voluntario. De este modo virtudes y vicios son adquiridos demodo voluntario.El carácter moral, dice el filósofo alemán, tiene un valor intrínseco, constituye un valoren sí mismo; en la “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres” afirma quetodo tiene o un precio o una dignidad, lo que tiene precio puede ser sustituido por algoequivalente, sin embargo, lo que se halla por encima de todo precio al no poder sersustituido por nada material tiene una dignidad, un valor incondicionado, un respeto.28

26 . Emmanuel Kant, Antropología En sentido pragmático, Madrid, Alianza Editorial,1991. Tr. José Gaos.Apartado III (Del carácter como índole moral), Pág.230.27 . Ibíd., Pág.238.28 .Manuel Kant, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, México, Porrúa, 1996. Tr. ManuelGarcía Morente. Pág.48,49, y 50.

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La humanidad en tanto que tiene capacidad de moralidad es lo único que poseedignidad. La moralidad es la condición, sostiene el filósofo, bajo la cual un ser racionalpuede ser fin en sí mismo. Y el fundamento de la dignidad del ser humano descansa ensu capacidad de ser autónomo, de ser libre en sentido positivo o práctico, pues sóloobedece las leyes que él se da a sí mismo.

Así pues, tener un carácter moral determinado, es decir, ser una persona de principios eslo menos, dice el filósofo en la “Antropología”, que se puede exigir de un ser humano; yjustamente, tener un carácter moral supera en dignidad al mayor de los talentos.29

Por otra parte, dicho sea de paso, el carácter personal se fortalece cuando la personarespeta la ley que se impone a sí misma, este hecho la hace cobrar conciencia de sudignidad y en tanto que en este acto respeta su persona, también honra a la humanidad.Desde esta perspectiva, podríamos decir que obrar por respeto a la ley también es exaltarla dignidad de la persona.

El carácter, sostiene el filósofo en la Doctrina del método, “es un modo de pensarpráctico y coherente según máximas inmutables”, y la ley moral es lo único que fundaun carácter.30

Cada persona puede hacer que su espíritu sea más receptivo de un interés moral puro, esdecir, puede tener una representación pura de la virtud; basta con presentarconvenientemente al corazón dicha virtud para que se vuelva un incentivo muypoderoso, que además, nos impulse a hacer el bien; de aquí que, únicamente a nosotroscorresponda la tarea de volvernos fieles, justos, buenos, etc., en una palabra, virtuosos;esto es una tarea personal, “una revolución en el corazón” de cada ser humano. Aunque,el ejemplo de otras personas y la Educación pueden ser incentivos que orienten ofortalezcan nuestro carácter.

“...ante un hombre de condición humilde y del pueblo en quien veo la integridad decarácter llevada a un grado tal que no encuentro en mí mismo, mi espíritu se inclina, loquiera yo o no, por más alta que yo mantuviera la cabeza para no dejarle olvidar misuperioridad”31

Finalmente, el conjunto de las acciones que el ser humano realiza en el espacio y eltiempo corresponden al carácter empírico, y éste se encuentra determinado por causasempíricas. Pero, la realidad que subyace debajo de ese carácter empírico constituye,como explica Manuel García Morente32, “la verdadera esencia metafísica” del carácterdel ser humano. Sin embargo, debemos tener en cuenta que aquí no nos referimos al

29 . Ver de nuevo la Antropología En sentido pragmático, Pág.242.30 . Crítica de la razón práctica, Doctrina del método, [152], [153], <272>.31 . Crítica de la razón práctica, [77],<137>.32 . Manuel García Morente, La Filosofía de Kant, (Una introducción a la filosofía), Madrid, Espasa-Calpe,1975. Colección Austral. Pág.163.

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carácter suprasensible o en sentido metafísico, si por éste entendemos lo que nopodemos explicar, es decir, lo que desconocemos, pues Kant parte de la idea de que losprincipios morales deben establecerse sobre conceptos que proporcionen a la personavalor moral y confianza en sí misma, sin la cual no puede tener lugar la conciencia de suintención moral ni la de su carácter moral, cosas que constituyen, según palabras delfilósofo, el bien supremo en el hombre.33

Ahora bien, desde la perspectiva kantiana se dice que cabe hablar de libertad práctica endos sentidos; como libertad de la voluntad y como libertad del albedrío.La libertad de la voluntad es la capacidad de darse leyes a sí misma; esta libertad de lavoluntad es autónoma, es decir, la propiedad de la voluntad de ser una ley para símisma. La libertad en sentido práctico tiene que ver también con la independencia delalbedrío respecto de la constricción por los impulsos de la sensibilidad.En la “Crítica de la razón pura” Kant sostiene que un albedrío es sensible en la medidaen que se halla patológicamente afectado por motivos de la sensibilidad. Se llamaanimal (arbitrium brutum) si puede ser constreñido patológicamente.

El albedrío humano es arbitrium sensitivum, pero no brutum, sino liberum, ya que lasensibilidad no determina la acción de modo necesario; el ser humano goza de lacapacidad de determinarse espontáneamente con independencia de la constricción porlos impulsos.34

Se dice que la capacidad que tiene el albedrío humano de determinarse espontáneamentees, en términos positivos, su capacidad de determinarse racionalmente, es decir, porleyes prácticas.35

Para el filósofo alemán, el albedrío que pude ser determinado con independencia deestímulos sensibles, mediante motivos que sólo pueden ser representados por la razón,se llama libre albedrío.36

La libertad del albedrío consiste en nuestra capacidad de iniciar espontáneamente unaserie causal de acciones. Desde la perspectiva kantiana el albedrío es libre en el caso deque ponga como causa determinante de su obrar la forma legisladora universal de la leymoral; o en el caso de que haya puesto como causa determinante los impulsos sensiblescomo el placer ante el objeto querido.

“Para este ser la ley moral es, pues, un imperativo que ordena categóricamente porque laley es incondicionada; la relación de una voluntad tal con esta ley es de dependencia,que bajo el nombre de obligación, significa una constricción impuesta por la mera razóny su ley objetiva a una acción llamada deber, porque un arbitrio afectadopatológicamente (aunque no determinado patológicamente y, por lo tanto, también

33 . Crítica de la razón práctica, Doctrina del método, [157],<281>.34 .Véase Crítica de la razón pura, A534/B562.35 . Véase de nuevo el texto de Julia Iribarne, Pág.55-56.36 . Crítica de la razón pura, A802/B830.

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siempre libre), implica un deseo que deriva de causas subjetivas y por ello puede serfrecuentemente contrario al fundamento determinante objetivo puro y por ello necesita,como constricción moral, de una oposición de la razón práctica que puede ser llamadaconstricción interior, pero intelectual. En la inteligencia absolutamente suficiente [Dios]el arbitrio es correctamente representado como incapaz de máxima alguna que no puedaser al mismo tiempo una ley objetiva, y el concepto de santidad que por ello lecorresponde, no lo pone por encima de todas las leyes prácticas, pero sí por encima detodas las leyes prácticamente restrictivas, y por lo tanto, por encima de la obligación ydel deber”.37

En efecto, se dice que el arbitrio es libre y autónomo porque se somete a las leyessurgidas de su propia facultad legislativa, es decir, de la voluntad. Cuando el arbitrio sedetermina según el placer, se dice que es libre pero heterónomo, porque aquí el albedríoelige no someterse a sus propias leyes; en este caso la voluntad no se da a sí misma esaley, sino el objeto es quien otorga a la voluntad dicha ley. Por el contrario, hablamos deautonomía del albedrío cuando llevamos a cabo acciones en razón de las leyes que dictala propia voluntad.

Al respecto, Rogelio Rovira afirma que “la voluntad no está bajo la ley, sino que ellamisma es la legisladora del albedrío y consiste en la espontaneidad práctica absoluta enla determinación del albedrío”.38

El arbitrio es indispensable, en tanto facultad de llevar a cabo espontáneamente accionesen el mundo, pero según leyes que nacen de la voluntad. Así pues, la existencia de lasleyes morales sólo puede aclararse suponiendo que la voluntad es libre, es decir, quetiene la propiedad de hacer surgir espontáneamente determinadas leyes morales.Sin embargo, fenómenos como la imputación moral o la capacidad de perversión (deincluir máximas contrarias a la ley moral, que me llevará a ejecutar actos malos) sólose explican si el ser humano no sólo es capaz de actuar según las leyes morales, sinotambién en contra de ellos, es decir, si su albedrío es libre.

Así pues, de la voluntad racional que es, por decirlo así, la razón práctica a priori,proceden leyes de carácter universal; y del libre arbitrio proceden máximas que puedenser conformes o contrarias a la ley moral.

37 . Crítica de la razón práctica, [32],[33],<57>,<58>. Los corchetes son míos porque, según el análisis de laTraductora, con el término Allergnugsamsten el filósofo designa la “autosuficiencia absoluta”, que sólo puedepertenecer a la inteligencia infinita de Dios. Al respecto, ver nota número 16, Pág.161, de ésta misma edición.38 . Ver de nuevo el texto de Rogelio Rovira, Pág.60.

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El libre arbitrio se funda sobre la voluntad autónoma y se distingue de ella por laposibilidad que entraña de incorporar máximas contrarias a la ley moral; esto concuerdacon el hecho de que los seres humanos tenemos la capacidad real de ejecutar actosmalos o contrarios a la ley moral. En este sentido, cuando el arbitrio del ser humano sepervierte se dice que se emplea para el mal una potencia cuya fuente se encuentra en larazón pura práctica.39

La voluntad no elige necesariamente lo que la razón manda independientemente de todainfluencia extraña como el placer, no nos encontramos ante un determinismo moral; sivoluntad y razón coincidieran de forma necesaria podríamos hablar de compulsión o denecesidad natural pero no de libertad. Sólo desde este ángulo podemos comprender laperpetua lucha del ser humano por convertirse en sujeto.Del ser humano que hablamos aquí es un ser racional, pero finito, cuya voluntad seencuentra sometida a estímulos sensibles que no siempre coinciden con las leyesobjetivas. Por esto tiene sentido hablar de deber u obligaciones morales.Por otra parte, un principio material es siempre empírico y debido a esto se dice que unavoluntad sólo es libre en la medida en que es determinable independientemente de todacondición empírica. En este caso descubre el filósofo alemán que la única ley quepodemos aplicar es una ley formal.

Una ley formal como el imperativo categórico nos presenta la acción como necesaria ensí misma, es decir, sin referencia a algún otro fin, en este sentido es objetivamentenecesaria; es criterio, además de tener un carácter universal, nos permite conocer sinuestros actos pueden ser calificados como morales. Cabe mencionar que la acción quese ejecuta por la ley moral debe tener, sostiene el filósofo, dos requisitos, en primerlugar, rectitud moral como acto, y en segundo lugar, valor moral como intención.40

Si la heteronomía hace referencia a la voluntad de la persona determinada por el deseo ola inclinación, la autonomía, en cambio, además de ser, como afirmar el filósofo, fuentede la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional, constituye lafuente del valor incondicionado que hace referencia al ser humano como autor de leyes.

39 . Véase de nuevo el texto de Julia Iribarne, Pág.57.40 . Crítica de la razón práctica, Doctrina del método, [160],<285>.

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“¡Deber! nombre sublime y grande, tú que no contienes nada de placer o nada queinsinúe lisonja, que exige sumisión, pero sin amenazas que hagan nacer en el ánimorepugnancia natural y miedo para mover la voluntad, sino que sólo exponer una ley quepor sí misma encuentra entrada en el ánimo, y conquista veneración, aún contra lavoluntad, (si no siempre observancia) y frente a la cual enmudecen todas lasinclinaciones aún si obran secretamente contra ella, ¿qué origen es digno de ti y dóndese encuentra la raíz de tu noble linaje que rechaza orgullosamente todo parentesco conlas inclinaciones, raíz de la cual debe derivar la condición indispensable del únicovalor que los hombres pueden darse a sí mismos?”41

Una vez más debemos reconocer que la ley moral nos es conocida porque tenemosconciencia del deber. El origen, afirma Kant, no es otro que aquello que eleva al serhumano por encima de sí mismo, lo que lo sitúa en un orden de cosas distinto, que sóloel entendimiento puede pensar; este origen no es otro que la libertad que esindependencia del mecanicismo de toda naturaleza, pero considerada al mismo tiempo,como facultad de un ser sometido a leyes puras prácticas que le son propias, que le sondictadas por su propia razón.

Así pues, la libertad trascendental que se manifestó como posible, es esta libertadpráctica que ahora identificamos como espontaneidad e independencia de todadeterminación natural que nos hace elegir las máximas de nuestras acciones.El ser humano vive y se desenvuelve en el mundo fenoménico en el cual rige eldeterminismo causal que no cesa por más voluntad que tenga dicho ser humano, peropor la autonomía de su voluntad puede trascender dicha naturaleza, es decir, puede élmismo ser causa de sus acciones en el mundo. Por este hecho el ser humano puede serconsiderado causa noumenon; con este concepto Kant designa a un ser dotado de unavoluntad libre, cuyo motivo determinante, si ha de ser autónoma, es la ley moral.42

Nuestras acciones que han de llamarse libres se encuentran determinadas por el carácterque nosotros mismos nos hemos formado. El ser humano parte de la idea de quedeterminada acción realizada contra la ley moral pudo ser evitada; considera que todo elpasado que determina dicha acción, conformado por condiciones adversas, malasamistades o vicios del propio carácter, “pertenecen a un único fenómeno del carácter deese sujeto, carácter que él se da a sí mismo y según el cual se atribuye a sí mismo, comocausa independiente de toda sensibilidad, la causalidad de aquellos fenómenos”43

41 . Ibíd.,[86],<154>.42 .Crítica de la razón práctica, [55],<98>.43 . Crítica de la razón práctica, [97],[98],<174>,<175>.

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Kant demuestra que el ser humano además de ser un ser biológico es un ser libre porquetiene voluntad, es decir, posee la capacidad de determinarse a sí mismo a obrar por larepresentación de la universalidad de la ley moral. Esto no es otra cosa que autonomíaporque la fuente de esa ley no es otra que el sujeto mismo, y por esto se somete a dichaley moral, a pesar de que las leyes mecánicas que rigen el mundo sensible no cesen.Ese ser humano que tiene una constitución biológica y que habita la naturaleza es elmismo que puede llegar al grado más alto de racionalidad moral, porque es, además, unsujeto moral.

Por otra parte, decimos que una persona, en tanto que posee voluntad, con sus actosmodifica el mundo sensible, aunque es difícil saber hasta que punto la persona sedetermina efectivamente a obrar por la ley moral, esto es algo que no se puede juzgarcon estricta justicia.

“La verdadera moralidad de nuestros actos (mérito culpa), incluso la de nuestra propiaconducta, permanece, pues, oculta para nosotros. Nuestras imputaciones sólo puedenreferirse al carácter empírico. Cuál sea en este carácter la parte que pueda considerarsecomo puro efecto de la libertad y cuál la debida a la simple naturaleza y al defecto, noculpable, de temperamento o a la afortunada condición de éste (mérito fortuna), es algoque nadie puede averiguar. En consecuencia, nadie puede tampoco juzgar con plenajusticia”.44

Al respecto sólo podemos decir que hasta cierto punto, lo que entraña la libertad humanarepresenta un misterio, pues no podemos penetrar la personalidad, el alma, o si se mepermite decirlo así, el corazón de la otra persona y comprender o saber bien a bien porqué hace o deja de hacer, y más aún, lo que la mueve a hacerlo.

La mismisidad de cada ser humano representa un misterio, si por misterio entendemoslo inaccesible para la razón, y que por lo tanto, sólo puede ser objeto de fe.En este sentido, ideas como libertad o bien supremo –en tanto objetos a priori de lavoluntad moralmente determinada- no son objetos para poder ser conocidosteóricamente, son objetos impuestos por la razón práctica que deben ser realizados.45

La razón práctica exige que hagamos acopio de toda nuestra fuerza para realizar eldeber; y en tanto que la razón teórica no entra en contradicción consigo misma alaceptar ideas como libertad, alma o Dios, ella misma como razón práctica presuponeque es posible que las condiciones de posibilidad efectivamente se realicen.

44 .Crítica de la razón pura, A551/B579.45 .Crítica de la razón práctica, [5],<6>,[110],<97>.

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Así pues, la necesidad que tenemos de creer que somos libres no resulta del hecho deque teóricamente tengamos pruebas, sino de la “necesidad que surge de la razón en suuso práctico”, y de la urgencia con la que ésta nos prescribe acciones conforme a la leymoral o conforme al bien. Al respecto recordemos que desde la filosofía kantiana, lavoluntad es siempre voluntad de bien, “nihil appetimus, nisi sub ratione bonis; nihiladversarum, nisi sub ratione mali”.46

En efecto, el bien es algo que todos los seres humanos deseamos a priori, es decir,necesariamente; la misma naturaleza, sostiene Kant, ha dispuesto que el ser humanosiempre tenga presente su bien (wohl) y su mal (übel), es decir, su bienestar físico yemocional que hace referencia a sus estados subjetivos, a todo lo concerniente a susdeseos y conveniencias. Sin embargo, la razón pura también le fue otorgada con un finsuperior, porque ésta le permite reflexionar sobre lo bueno (gut) y lo malo (böse)moralmente hablando, independientemente de cualquier interés que prescriba lasensibilidad; ambos conceptos determinan un objeto para la voluntad.

“Lo que debemos llamar bueno (gut), debe ser en el juicio de todo hombre racional unobjeto de la facultad de desear, y el mal (das Böse) un objeto de aversión a los ojos detodo el mundo, y por lo tanto, para este juicio se necesita, además del sentido, tambiénla razón”47

Así pues, si un principio racional es pensado como el fundamento determinante de lavoluntad, es decir, sólo mediante la forma de ley de la máxima que el sujeto formula,entonces decimos que este principio es “una ley práctica a priori”, y debido a esto, quela razón pura es práctica en sí misma. Ahora bien, de este modo la ley determina inmediatamente a la voluntad, y a la acciónconforme a esa ley es buena en sí misma, o como sostiene el filósofo alemán: “unavoluntad cuya máxima es siempre conforme a esta ley es buena absolutamente bajo todorespecto y condición suprema de todo bien”. 48

Una vez más, destaco que mediante el concepto de ley moral, además de constituir unfundamento para la praxis ética, Kant logra establecer bien y mal en sentido moral,superando así el error que cometieron los “moralistas empíricos”. Siguió el caminoinverso a éstos, porque inició buscando una ley que determinara a priori a la voluntad, yposteriormente, el objeto o “bien supremo”. De este modo la ley formal prescribirá a larazón únicamente la forma de su legislación, convirtiéndose así en la condición supremade las máximas que el sujeto se prescribe a sí mismo.

46.Crítica de la razón práctica, [59],<104>. Siguiendo la meticulosa interpretación de la traductora, en suopinión, esto se puede traducir así: “no deseamos nada si no es en razón de un bien, ni rechazamos nada si noes en razón de un mal”. (Nota número 23, de la presente edición, Pág.163). Véase al respecto también la notaaclaratoria número (26) de la traductora.47 .Crítica de la razón práctica, Objeto de la razón pura práctica, [61],<107>.48 .Ibíd.,[62],<109>.

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Finalmente, deseo referirme brevemente a la tabla de las categorías de la libertad porquelas categorías en el ámbito práctico hacen referencia a los seres humanos comointeligencias, y a la relación que guarda la razón con la voluntad.49

La experiencia fáctica es posible porque tenemos intuiciones o sensaciones queprovienen de nuestros sentidos, pero además de la sensación requerimos de conceptosque hacen posible nuestro pensar acerca de la experiencia, es decir, a la base decualquier conocimiento de experiencia habrá –como condiciones a priori- conceptos deobjetos. Del mismo modo en que las condiciones formales para captar un objeto pormedio de los sentidos son el espacio y el tiempo, digamos que las condiciones formalesdel pensar empírico son los conceptos puros del entendimiento o categorías. En elpensamiento el conjunto de percepciones se configura en experiencia científica por lasformas del juicio o categorías.50

Las categorías de la libertad en la “Crítica de la razón práctica” se refieren a ladeterminación de un libre arbitrio que tiene como fundamento una ley pura práctica apriori, estas categorías tienen como fundamento la forma de una voluntad pura dada enla razón, es decir, en la facultad misma del pensar; en los conceptos o preceptos queseñalan hacia la razón pura práctica o en la determinación de la voluntad.Así pues, los conceptos prácticos a priori en relación con el principio supremo de lalibertad se transforman en conocimientos que no necesitan de intuiciones para tenersignificado; por el contrario, estos conceptos o conocimientos hacen posible o producenla realidad de aquello a lo que se refieren, y se refieren concretamente a la intención dela voluntad.

En efecto, podríamos decir que lo incondicionado sensiblemente está determinadoúnicamente por la ley moral y que la tabla de las categorías de la libertad es consideradapor Kant como causalidad incondicionada, que no está sujeta a fundamentosdeterminantes empíricos en relación con las acciones que este tipo de causalidad puedeproducir como fenómenos en el mundo sensible. Este tipo de causalidad se encuentrafuera del mundo sensible, en la libertad, es decir como autonomía en tanto que de hechoes propiedad de un ser inteligible.

La voluntad contiene el concepto de causalidad, porque en el concepto de voluntad puraestá contenido el concepto de una causalidad con libertad, es decir, una causalidad queno es determinable según leyes naturales, y aunque no sea posible obtener una intuiciónque nos demuestre la realidad de la libertad, al modo en como se procede en el ámbitoespeculativo, queda suficientemente justificada y cimentada en la ley moral que es elmotivo determinante de la voluntad, para el uso práctico de la razón.

49 .Crítica de la razón práctica, [65],[66],[67], <115>,<116>,<117>,<118>,<119>.50 .Crítica de la razón pura, A92-95/B125-129.

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El concepto de causalidad empíricamente incondicionada, en su relación con lo práctico,tiene una aplicación real, sostiene el filósofo alemán, que se manifiesta concretamenteen las intenciones, es decir, en las máximas pese a que no tengamos intuición alguna quedetermine su realidad teóricamente hablando. Así pues, todas las categorías (de lacantidad, de la cualidad, de la relación y de la modalidad) están unidas necesariamentecon el fundamento determinante de la voluntad pura o con la ley moral, que no carecede realidad objetiva prácticamente hablando.

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CONCLUSIONES

En primer lugar, en el apartado I de este trabajo examiné la idea de libertad segúnalgunas ideas que Kant expone en la “Crítica de la razón pura”, en este escrito laidea de libertad nos fue presentada como idea regulativa y a priori, imposible de serdemostrada como propiedad real de la voluntad humana por mero análisis teórico.Sin embargo, este concepto constituye una idea necesaria que la razón pura utilizapara explicar la “causalidad natural”, es decir, para hacer comprensible el problemade “la primera causa del mundo”, o bien para poder explicar el comienzo dinámicode la totalidad de acontecimientos naturales en el mundo, y por esto Kant se refiere aella como: “libertad trascendental en sentido cosmológico”.

Ahora bien, el único modo posible para hacer concebible el concepto de libertad allado de ley natural o mecanicismo de la naturaleza es hacer una distinción entrefenómeno y noúmeno. La ley de causalidad determina el curso de todo lo que ocurreen el tiempo. Pero el tiempo, según sostiene Kant, no es algo real, sino la forma purade toda intuición humana.El ser humano es uno más de los fenómenos del mundo sensible, su causalidad, entanto fenómeno, está regulada por leyes empíricas y tiene un carácter empírico; peroéste se sabe a sí mismo como algo distinto de todo lo que le rodea, facultades comola razón lo señalan como objeto inteligible, es decir, el ser humano tiene concienciade que su razón constituye una facultad distinta de todo lo que se encuentra en elmundo empíricamente condicionado. La razón le plantea la realización de ideas quesólo son posibles.

En efecto, el fundamento de un acto natural es siempre un fenómeno, pero ni todo unconjunto de “motivos materiales” y estímulos sensibles pueden producir, porejemplo, el deber; en este sentido, la razón construye de manera espontánea un ordenque según ideas hace concordar con las condiciones empíricas; la razón al margen delo condicionado empíricamente, afirma la necesidad de acciones independientementedel mecanicismo de la naturaleza.

La razón especulativa tiene un carácter empírico porque supone que todas las cosasson explicables según la ley de causalidad; así pues, según la ley de causalidad, quees proporcionada por la experiencia, todos los actos del ser humano se encuentrandeterminados en la esfera del fenómeno; de éste modo todas sus acciones sonpredecibles y necesarias según condiciones previas. Así pues, con base en el carácterempírico no hay libertad. Pero la razón, en tanto facultad de producir acciones, sellama práctica, y tiene la capacidad de crear un orden distinto al natural e ignorandolos fundamentos empíricos, que de modo inevitable determinan la acción, nos haceconscientes de que tal o cual acción no debió haber sucedido.

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Nosotros sólo podemos conocer el aspecto sensible o carácter empírico de lo queocurre en el tiempo; pero la razón pura como facultad puramente inteligible no seencuentra sometida a la forma del tiempo; no es fenómeno, y por ello, no estásometida a las condiciones de la sensibilidad. Por lo demás, el ser humano seconsidera a sí mismo como determinable sólo por leyes que él se da a sí mismo,según la razón. La causalidad que Kant llama inteligible no está determinada en sucausalidad por fenómenos, aunque, valga decirlo, sus efectos se manifiestan en losfenómenos; así pues, el carácter inteligible hace referencia a la legalidad que atañe ala causalidad por libertad.

Según el carácter empírico, el sujeto es fenómeno; pero según el carácter inteligibleéste mismo sujeto debe ser considerado noúmeno; así pues, cada acontecimientoocurrido en la naturaleza y explicado según la ley de causalidad, es distinto a aquélprincipio o ley de causalidad por libertad cuyo carácter es inteligible, y que no puedeconstituir un fenómeno más.

En efecto, en tanto que el ser humano posee un carácter inteligible o puede ser causaen sí de acciones, es decir, en tanto que es noúmeno es libre de “todocondicionamiento causal”.Sólo de éste modo se puede explicar que el sujeto sea capaz de comenzar por símismo a actuar en el mundo a pesar de la coacción ejercida por los apetitossensibles. Así pues, el sujeto trascendental puede ser libre del condicionamiento delmecanicismo causal.

La idea trascendental de libertad hace referencia a la capacidad que tiene la razón deempezar absolutamente la serie de condiciones en los fenómenos; este principiosurge para dar reposo a la razón y para hacer comprensible la primera causa ocomienzo dinámico del mundo.La razón teórica únicamente podrá apuntar a la posibilidad de que la causalidad porlibertad sea el origen de determinadas acciones, pero sin poder probar si realidad. Lalibertad en sentido trascendental es una idea necesaria a la que la razón llegainevitablemente porque supone que dada una serie causal de fenómenos debe existir“un primer comienzo absoluto que inicie la serie causal”. Así pues, este conceptonegativo de libertad permanece vacío. Sin embargo, este concepto de libertadtrascendental que elabora la razón pura sirve para concebir la posibilidad de lalibertad en sentido práctico, dicho concepto contiene lo incondicionado, algo bajo locual se halla comprendida toda experiencia, pero que no puede ser objeto deexperiencia. Aún considerando las dificultades que entraña este concepto, debemostener presente que la idea de libertad es indispensable y necesaria porque nopodemos obrar moralmente, es decir, por deber, mas que bajo la idea delibertad.

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Precisamente, en segundo término, en el apartado II de este trabajo me concentré enproporcionar algunas razones que hicieran ver la necesidad que tenemos de aceptarla existencia de una causalidad libre; y para ello retomé algunos aspectos expuestospor Kant en la “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres”; una vez quequedó demostrado, en el apartado primero, que la idea de libertad no esincompatible con la idea de necesidad lógica.

En la citada obra Kant asevera que entre todos los seres del mundo existen algunoscon capacidad de obrar según la representación de leyes; en efecto, sólo los sereshumanos tienen la capacidad de “desencadenar series causales de fenómenos”; asípues, únicamente un ser racional puede representarse la ley moral; sólo en éstepuede operar la conciencia de la subordinación de la voluntad a una ley moral sinmediación de influjos como el placer o la conveniencia.

Así pues, la libertad es la condición de posibilidad para obrar moralmente; sólo enésta puede tener su raíz o su razón de ser. Pero es mediante el deber, como nosmuestra el filósofo de Königsberg, que conocemos que somos libres. En efecto, larazón de ser del deber moral es la libertad, sin embargo, sólo mediante la ley moralconocemos que somos libres, porque de la libertad en sí, es decir,independientemente o al margen de la ley moral, no podemos tener ningunaintuición. Debido a esto el filósofo alemán se refiere a la libertad como: “la ratioessendi de la ley moral” y a la ley moral como “la ratio cognoscendi de lalibertad”.

En efecto, de todas las ideas que componen la razón especulativa, la única idea quepodemos conocer a priori es la libertad, pues la libertad es condición de la ley moral,ley que conocemos porque sabemos que tenemos obligaciones morales, porque deno ser libres no habría en nosotros imperativos morales. En este sentido, afirmabaque el ser humano juzga que puede hacer algo porque es consciente de su deber, yporque reconoce en él mismo la libertad, pero que de no ser por la ley moral le seríadesconocida.La experiencia de la ley moral es la que nos conduce directamente al concepto delibertad, la conciencia de la ley moral es posible del mismo modo en que lo es laconciencia de los principios teóricos puros, es decir, la razón misma nos losprescribe necesariamente, así pues, las leyes morales también son obra de larazón.

Aún sin haber aportado una prueba que demuestre la existencia de la libertad comopropiedad real de la voluntad del ser humano, intenté mostrar en el segundo apartadode este trabajo, que sólo la idea de libertad puede constituir el fundamento de lasacciones de los seres racionales, de modo semejante como la ley natural sirve defundamento a todos los fenómenos; puesto que los seres humanos, además de serseres biológicos, son sujetos morales, que cuentan con la capacidad de encontrar en

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ellos mismos aquellos principios que constituyen la guía y fundamento de suconducta; por otra parte, en esta misma sección del presente trabajo, se puso énfasisen la idea de que debido a la naturaleza peculiar del ser humano, -por el hecho deque tiene conciencia moral-, éste pertenece a un orden superior, es decir, a un ordeninteligible. A un orden sólo concebible por la razón, que se erige al margen de losfenómenos, para que ella pueda pensarse como práctica.

En efecto, alguien podría objetar que la constitución biológica del ser humano lodispone para tener determinados apetitos, que él no elige tenerlos, y esto es verdad;sin embargo, es responsable de su decisión de concederles o no influjo sobre susmáximas. Es decir, es responsable de dejarlos determinar sus elecciones, esresponsable de vejar o de respetar las leyes racionales emanadas de la voluntad.Así pues, por lo que respecta a la ciencia, ésta satisface nuestras necesidades deconocimiento pero la libertad es imprescindible porque está ligada a nuestravoluntad, y por ende, a nuestra necesidad moral.Del mismo modo, la naturaleza no contradice una causalidad libre, pues si bien escierto que la ciencia satisface nuestros anhelos de conocimiento, también lo es que lalibertad responde a una necesidad moral, tan legítima como la primera, y debido a larelación directa que entabla con la voluntad, facultad que nos distingue de losobjetos y de los animales, a ella se debe que empecemos a obrar en el mundo pornosotros mismos.

En tercera instancia, en el apartado III de este trabajo me concentré en lainvestigación crítica que Kant inició en la “Crítica de la razón práctica”, con el finde exponer el nuevo sentido que adquirió el concepto de libertad, desde un punto devista práctico o positivo, es decir, como autonomía de la voluntad; el camino queseguí a grandes rasgos, fue el siguiente:

La razón tiene dos modos de relacionarse con sus objetos. Primeramente, si la razóndetermina sus objetos previamente dados por alguna otra fuente distinta a ellamisma, digamos la experiencia, estamos haciendo referencia al conocimientoracional teórico especulativo. Pero si la razón determina o pretende hacer reales susobjetos, entonces hacemos referencia al conocimiento racional práctico.La razón en su función teórica determina el objeto dado en la intuición, es decir, enun dato proporcionado por la experiencia que es externa a ella; pero en su funciónpráctica la razón se ocupa de nuestras elecciones morales de acuerdo con una ley queproduce ella misma; en este sentido, sostiene Kant que la razón en su uso práctico seocupa de los fundamentos de la determinación de la voluntad, que define como “lafacultad de determinar su causalidad por la representación de reglas”.

En la “Crítica de la razón práctica”, en la sección que se intitula “Analítica de losprincipios”, Kant determinó que la ley de una voluntad pura sólo puede ser “ leyformal”. Dicha ley formal, por su carácter de ley, se impone independientemente del

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objeto material al que haga referencia; nos presenta pues a la voluntad como unafacultad racional; en efecto, esto presupone ya al concepto de libertad como unafacultad determinada únicamente por la razón.De hecho, un imperativo categórico como el que Kant formula tiene validezilimitada, es decir, expresa necesidad y universalidad, porque tiene que valer no sólopara la persona que promulga desde sí y para sí dicha norma de conducta, sino paratodo ser humano. El imperativo moral que propone Kant se distingue de unimperativo técnico relativo o consejo de prudencia porque obligaincondicionalmente, de forma irrestricta; el imperativo categórico se apoya en launiversalidad de la razón.

En la “deducción de los principios de la razón práctica”, Kant presenta a la leymoral como un hecho de razón práctica (faktum), que constituye la conciencia de laley moral, del cual no cabe ulterior explicación.Si bien en sentido estricto se le ha criticado al filósofo de Königsberg no presentar ladeducción de la ley moral, según meros conceptos, no se puede negar que la realidaddel hecho moral resulta contundente; justamente la libertad recibe por la ley moralrealidad objetiva.Este hecho de la razón muestra la imposibilidad que tenemos para entender laexigencia moral a partir de una primera certeza del pensamiento, es decir,teóricamente no somos capaces de explicar la exigencia moral porque no podemosdeducir el hecho moral de otros datos anteriores de la razón, debido a esto sólo nosresta aceptarla como pura facticidad , pues se manifiesta ante nosotros sin quepodamos probarlo.

En efecto, en el ámbito práctico la razón pura práctica es el único origen de laconciencia de la moralidad, sin erradicar por este hecho la sensibilidad del serhumano, o aquellos atractivos sensibles que determinan en algunas ocasiones laconducta humana pero no independientemente del deber que la razón prescribe.Así pues, si la voluntad es libre, como afirma Kan, ella sigue o se da a sí misma supropia ley, y no la ley que le impone algún objeto externo a ella, es decir, esautónoma; sólo una voluntad libre puede obedecer a una ley formal porque si lavoluntad estuviera determinada, por ejemplo, por lo placentero o la conveniencia,estaría sujeta a los impulsos sensibles y no sería libre.En este contexto adquiere sentido la frase “ley moral y libertad se implicanmutuamente”, porque efectivamente, por la ley moral conocemos que somos libres.Con la ley moral el ser humano tiene conciencia de ser él mismo el legislador, tieneconciencia de su autonomía.

De la libertad, independientemente de la ley moral, no tenemos ninguna intuición enel mundo de la experiencia, el cual se rige por leyes universales y necesarias. Sinembargo, se encuentra en nosotros la intuición del valor absoluto de la ley moral, entanto que resuena en nuestro interior la orden de obrar de cierto modo, si puedo

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decirlo así, en tanto que se nos impone como obligación independientemente de losimpulsos sensibles. Así pues, en este sentido, ningún impulso sensible puedeservirnos como disculpa –ante nosotros mismos- para no cumplir con lo queconsideramos nuestro deber o con la “observancia de la ley moral”.

En efecto, la conciencia del deber surge cuando nos sabemos no necesitados a obrarde un modo determinado, esto es, cuando un acontecimiento como el mentir o elinfringir un mal a otra persona depende únicamente de nosotros, de nuestra voluntad.Por esto se dice que la moralidad está en la voluntad del sujeto, en la disposición delánimo del sujeto que realiza el acto y que es lo que se califica como moral o inmoral;dicha moralidad no se encuentra en el objeto, ni en el acto prescrito, sino en lamáxima de la acción, que constituye el fundamento o motivo que mueve a lavoluntad a querer y a realizar la acción.

De aquí que, lo único bueno sin restricción sea, según el filósofo alemán, una buenavoluntad, porque hasta los dones o capacidades más elevados pueden volversevicios, que perjudiquen a la persona que los posee y a los que le rodean, si la personacarece de una buena voluntad; dicha buena voluntad es buena sólo por el querer, esdecir, por la intención, y no por el objeto que persiga o por lo que realice.Cuando una persona obedece la ley moral porque cree que debe cumplirla, es decir,por la ley misma, hace suya la ley moral, se la da a sí misma en un acto deautonomía; éste es el fundamento que Kant le otorga a la moralidad; de aquí que laprimera condición de la moralidad se encuentre en la formulación del imperativocategórico; éste nos señala si la máxima de la acción es o no moral; y lo más difícil,hace referencia a la comprobación interior de que la acción por realizar es debida yquerida en sí misma por constituir un fin último del ser humano.En efecto, lo que se sostiene en la “Crítica de la razón práctica” es que la cadenatotal de fenómenos con respecto a cualquier acción que tenga que ver con la leymoral, y concretamente con la voluntad del ser humano, debe ser considerada como“elegida libremente por el sujeto”.

De hecho, la posibilidad misma del imperativo categórico, que es una proposiciónpráctica sintética a priori, no se hubiera podido fundamentar usando como referenciaalgún elemento de la serie causal de los fenómenos, y el intento de otorgar unfundamento objetivo a la ética habría fracasado. En este sentido, sólo la idea delibertad en sentido práctico, es decir, como autonomía, puede constituir la condiciónnecesaria de la posibilidad de la obligación y de la acción por el deber mismo.

La idea de libertad es prácticamente necesaria como condición de la moralidad parael agente moral. La ley moral nos obliga a suponer que somos libres, pero laconciencia misma apoya la tesis de la libertad, porque cuando la persona contemplasus acciones realizadas contra la ley moral, el conjunto de factores causales que

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podrían aminorar la culpa, no resultan suficientes, pese al tiempo transcurrido. Lapermanencia de la culpa hace patente que la ley moral persiste independientementedel tiempo transcurrido.Así pues, el ser humano es empíricamente determinado y nouménicamente librerespecto de las mismas acciones.

Por otra parte, podemos hablar de libertad práctica en dos sentidos, como libertad dela voluntad y como libertad del albedrío.La libertad de la voluntad consiste en la capacidad de darse leyes a sí misma, esdecir, autonomía, entendida como propiedad de la voluntad de ser una ley para símisma; la razón es de hecho práctica y puede movernos a querer determinada acciónindependientemente de los influjos de la sensibilidad.Pero la libertad en sentido práctico es también independencia del albedrío respectode la constricción por los impulsos de la sensibilidad. La libertad del albedríoconsiste en nuestra capacidad de iniciar espontáneamente una serie causal deacciones. El albedrío es libre si pone como causa determinante de su obrar la formalegisladora universal de la ley moral, pero también es libre si pone como causadeterminante del obrar los impulsos sensibles como el placer o el miedo; en éstecaso se dice que es libre pero que fue afectado patológicamente.En ambos casos el albedrío es libre y autónomo porque se somete a leyesprovenientes de su propia facultad legislativa que es la voluntad.

En efecto, para que la explicación del hecho de la libertad sea completo, Kantobserva que la existencia de las leyes morales sólo puede aclararse suponiendo quela voluntad es libre, es decir, que ésta tiene la propiedad de hacer surgirespontáneamente determinadas leyes morales; de este modo, toda naturaleza racionalque se somete a la ley moral hace que su voluntad sea la causa de los objetos; peropara explicar la perversión moral o el mal moral, entendido como la posibilidad deincluir máximas contrarias a la ley moral, debemos suponer que el ser humano nosólo es capaz de actuar según leyes morales, sino también en contra de ellas, y estoocurre porque su albedrío es libre.

En “La Religión dentro de los límites de la sola razón” podemos leer que, en efecto,el fundamento del mal no puede residir en ningún objeto que determine el albedríomediante una inclinación, tampoco en ningún impulso natural, sino en la regla que elalbedrío se dicta él mismo para el uso de su libertad, es decir, en una máxima.47

Así pues, lo que resulta espeluznante es el hecho de que nuestras acciones contrariasa la ley moral son incorporadas conscientemente por nosotros mismos.

Por otra parte, afirmar la existencia de la libertad constituye un primer paso paraavanzar más allá del mundo sensible, pero éste fue dado a fuerza de cumplir con la

47 . Immanuel Kant, La Religión dentro de los límites de la mera Razón, Madrid, Alianza Editorial, 1981.Traducción, prólogo y notas de Felipe Martínez Marzoa. Pág.31.

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exigencia de la razón práctica que, en el fondo, no hace más que señalar el destinomoral del ser humano. Ahora bien, las ideas de libertad, alma y Dios, que nodeterminaban ningún objeto y que sólo tenían como función, en el ámbitoespeculativo, servir al intelecto como principios para señalar la aplicación y darcoherencia al conjunto de conocimientos, resulta que en el uso práctico de la razón,es decir, en lo moral, las ideas se vuelven causas eficientes de las acciones y de susobjetos.

Las ideas, que para la razón teórica permanecen como “ideales trascendentales”, enel uso práctico de la razón se vuelven postulado. En el libro primero de la“Dialéctica trascendental” Kant se refiere a estos ideales trascendentales comopostulados que no constituyen “dogmas teóricos”. Por el contrario, son suposicionesemitidas desde un punto de vista necesariamente práctico. Y aunque no amplíannuestro conocimiento especulativo, porque no constituyen un dato más que se sumaal agregado del conjunto de conocimientos, los tres postulados dan “realidadobjetiva a las ideas de la razón especulativa. El ideal de conocimiento y la completuda la que aspira la razón, no se logra añadiendo un número indeterminado de datosempíricos; antes bien, la razón requiere de determinados “principios” que no sonempíricos bajo los cuales estructura y organiza el cúmulo de experiencia fáctica.48

Ya describía, en el primer apartado, el modo en que opera la razón teórica; ésta va decondición en condición en busca de una condición que no esté sujeta a condiciones.Y justamente las ideas de mundo, alma y Dios, en la “Crítica de la razón pura”permanecen como ideales que sobrepasan toda posible experiencia. Pero estas ideastrascendentales tenían como tarea determinar el uso del entendimiento en el conjuntototal de la experiencia. Las ideas indicaban al entendimiento los límites de laexperiencia. Ellas mismas constituían “principios de unidad”, inagotables desde elpunto de vista de toda experiencia posible. En este sentido, sostiene el filósofo deKönigsberg, las ideas no son principios constitutivos, sino regulativos delconocimiento. Sin embargo, para la razón práctica libertad, alma y Dios se vuelvenpostulados.

Estos postulados son los de la inmortalidad, el de la libertad positivamenteconsiderada (como causalidad de un ser en cuanto pertenece al mundo inteligible), yel de la existencia de Dios.49

El postulado de la inmortalidad del alma se deriva de la condición prácticamentenecesaria de que duremos el tiempo necesario para completar nuestra perfección,para garantizar de manera completa el cumplimiento de la ley moral. En segundolugar, el postulado de la libertad se deriva de la suposición necesaria de laindependencia del mundo sensible y de la facultad de determinación de la propiavoluntad, según la ley de un mundo inteligible, es decir, de la libertad. Y por último,

48 .Crítica de la razón pura, B378, A322, B379, A32 y SIG.49 .Crítica de la razón práctica, [133],<239>.

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el postulado sobre la existencia de Dios es necesario por ser la condición de unmundo inteligible, y con ello, de la existencia del bien supremo, del bien más alto;Dios es el único que puede garantizar la unión perfecta entre virtud y felicidad.

Principalmente la libertad es el objeto fundamental de la “fe racional”. Esto implicaconsiderarla algo más que una mera hipótesis racional; libertad alma y Dios sonproposiciones cuya verdad tenemos que admitir sin pruebas teóricas porque sonindispensables en tanto que constituyen la base del quehacer moral.Comentando el artículo de Kant, “¿Qué significa orientarse en el pensamiento?”,Caffarena sostiene que hablar de fe racional es aceptar que la razón presupone pornecesidad, “y en virtud de un fundamento subjetivo”, aquello que no puede saber porfundamentos objetivos.50

Así pues, libertad, alma y Dios, al volverse postulados en el ámbito práctico, pierdensu carácter de trascendencia y dejan de situarse más allá de toda experiencia humanapara constituir la experiencia moral; en efecto, son fundamentos de posibilidad parapoder realizar el “bien moral” u objeto necesario de la razón práctica; para hacerrealizable, si se me permite decirlo así, y sin afán determinístico, el destino moral dela especie humana.

Sin embargo, cómo sea posible la libertad es algo incognoscible; es algo que no sepuede contestar mediante puros conceptos. Así, sostiene Kant, la libertad espostulada mediante la ley moral y para el fin de ésta.51

De este modo, la moralidad tiene su fundamento en la libertad, y queda situadaindependientemente de la experiencia empírica, como principio que orienta nuestraexistencia. La libertad es el concepto más sublime porque nos descubre y nos orientahacia nuestra verdadera dignidad que consiste en volvernos personas, en forjarnos uncarácter moral, a pesar de todos los acontecimientos y necesidades que nosmantienen en lucha perpetua con el mundo. La libertad hace percibir al ser humanola incondicionalidad de su existencia, lo convierte en sujeto que, a pesar del conjuntode hechos fortuitos y necesarios que conforman la existencia humana, se proclamaresponsable y autor de su destino.

De éste modo Kant allanó con éxito el camino para que ningún fenómeno sensiblepueda resultar determinante para el ser humano, ser que trasciende el ámbito naturalporque tiene un carácter inteligible, porque constituye un fin irreductible y porque elcarácter moral no es algo que la naturaleza le otorgue, por el contrario, es algo que lapersona forja y elige espontáneamente.Precisamente, el valor intrínseco que posee el carácter moral se debe al hecho de queéste hace alusión a aquella propiedad de la voluntad por la cual el sujeto se vincula a

50 .José Gómez Caffarena, El Teísmo Moral de Kant, Pág.129.51 .Crítica de la razón práctica, [134],<241>.

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sí mismo a determinados principios prácticos que él mismo se prescribe por mediode su razón. Así pues, el carácter inteligible que posee el ser humano es aquello quelo distingue como ente racional, dotado de libertad, es decir, de autonomía. Sin dejarde mencionar que por el concepto de libertad tomamos conciencia del valorirreductible que constituye toda naturaleza racional. Recordemos que la fe racionalconstituye un presupuesto fundamental en la filosofía kantiana porque no es otracosa que “fe en el ser humano”; este espíritu humanista o amor esperanzado a losseres humanos es la fuente moral más importante del pensamiento práctico de Kant.

Sin dejar de mencionar que la determinación por cuenta propia, es decir, laautonomía constituye la expresión más acabada del carácter racional y moral del serhumano.

Por otra parte, el concepto de fin en sí mismo constituye el fundamento de la leypráctica y, justamente, la idea de respetar “toda voluntad racional” como fin en símisma y de no tratarla como mero medio útil para la consecución de un objeto de losdeseos propios, nos conduce a la idea de todo ser racional como legislador moral. Enefecto, en opinión del filósofo alemán, la voluntad del ser humano al ser autónomatiene que respetarse porque ésta constituye la fuente del derecho.

Finalmente, parecerá extraño que la ley moral o la libertad nos manifiesten tantosmatices; en primer lugar, una vida independiente de la animalidad y, en segundolugar, una existencia independiente del mundo sensible. Pero quizá no lo parezcatanto si pensamos en la Filosofía como lo que siempre ha sido: el ejercicio de larazón humana en los límites de lo incognoscible. Así pues, aceptemos con humildadque el concepto de libertad nos resulta, por mucho, inexplicable e incomprensible y,como sostiene Kant, es lo más que puede exigirse de una filosofía que se esfuerzapor alcanzar los límites de la razón humana.

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ÍNDICE

I. APARTADO

La tercera antinomia (sobre el problema de la posibilidadteórica de la libertad) .................................................................................6

II. APARTADO

¿Por qué es necesario aceptar una causalidad libre? ...............................22

III. APARTADO

La libertad en sentido práctico.................................................................45

Conclusiones ...........................................................................................70

Bibliografía general ................................................................................80