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Unidad I PATRIMONIO – Josep Ballart— El valor como recurso del objeto patrimonial define el valor como recurso de un objeto del pasado. Patrimonio es algo de valor, calidad añadida por las personas. El valor es una percepción que varía según el contexto. En una sociedad con crisis económica poco se puede hacer por su conservación, pese a su voluntad. Debe decidir qué sacrificar y qué salvar. Lo que se salva y se mantiene reporta beneficios por inversión. El Patrimonio, tiene (según Lipe): Valor Económico: Beneficios por inversión, Lo que se salva y mantiene Valor Estético: Gustos, Tradiciones estéticas; Psicología. Valor Asociativo: Conocimiento asociado a tradiciones; Documentos históricos sobre las personas que los crearon. Valor Informativo: Investigación de la cultura; Arqueología; Antropología; Depende de los conocimientos que se desean obtener. En un contexto económico favorable, donde la vida real tiene lugar, se clasifican en (según Ballart): Valor de Uso: Es la utilidad que tienen, qué necesidad o deseo satisfacen. Valor formal: Es la atracción que despiertan y su mérito. Valor simbólico: Es un vehículo de relación entre quienes los produjeron y los actuales receptores. Hacen de nexo entre personas separadas en el tiempo. Valor de uso del patrimonio histórico. ▪ Materialidad del objeto, se refiere al uso para el cual fue creado, las posibilidades de su uso aumentan con la tecnología, añadiendo valor. ▪ Acumulación de objetos, riqueza. ▪ Valor de uso inmaterial, conocimiento, investigación, se recibe información que incrementa el depósito de conocimiento humano. Los objetos tienen un valor de uso y un valor de mercado (economía y mercado). El Valor de recurso de un objeto patrimonial no es igual al valor de recurso de un objeto del pasado que no ha sido declarado bien cultural por su utilidad en su contexto original. Los restos del pasado ayudan al desarrollo cultural (desarrollo de relaciones económicas, creencias y gustos) que establecen su valía. Utilidades del conocimiento y su importancia en la investigación sobre patrimonio histórico. • Un bien cultural es el resultado del conocimiento humano acumulado, y es tomado como un vehículo transmisor de conocimiento. • El valor económico del conocimiento añade valor a los productos nuevos. • La investigación sobre el patrimonio histórico genera más conocimiento, incorpora valor añadido en lo económico, actual y futuro (regeneración de valor). El valor formal del patrimonio histórico. Se refiere al valor intrínseco del material con que está construido el objeto, oro, marfil, metales preciosos, piedras preciosas, materiales raros, que atraen la atención del observador por estar realizados con materiales que apelan a los sentidos. La escasez y dificultad o rareza de los materiales suman valor. La singularidad y exotismo genera deseo por su preciosismo o atractivo de lo raro. Así otorgan poder a su poseedor y dan lugar a la aparición de las “Cámaras de las Maravillas” en el Renacimiento. (objetos exóticos, místicos y mágicos) Una pieza única antigua es un tesoro, los objetos no agotan su razón de ser en la funcionalidad. Un factor adicional es el artificio, una obra hecha por manos humanas con conocimientos y destrezas. Otro valor agregado es el genio, la capacidad de hacer arte, difícil de justipreciar, ya que para lograrlo se debió invertir esfuerzo, tiempo y dinero. La distinción entre Bellas Artes y Arte Decorativo surgió en la Edad Moderna. Otra fuente de valor es la antigüedad y la pátina que el paso del tiempo le otorga al objeto. La pátina son restos y señales que agregan valor al valor formal. En las artes decorativas y en los objetos arqueológicos la pátina del tiempo es muy apreciada.

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Unidad I

PATRIMONIO – Josep Ballart—

El valor como recurso del objeto patrimonial define el valor como recurso de un objeto del pasado. Patrimonio es

algo de valor, calidad añadida por las personas. El valor es una percepción que varía según el contexto. En una

sociedad con crisis económica poco se puede hacer por su conservación, pese a su voluntad. Debe decidir qué

sacrificar y qué salvar. Lo que se salva y se mantiene reporta beneficios por inversión. El Patrimonio, tiene (según

Lipe):

❖ Valor Económico: Beneficios por inversión, Lo que se salva y mantiene

❖ Valor Estético: Gustos, Tradiciones estéticas; Psicología.

❖ Valor Asociativo: Conocimiento asociado a tradiciones; Documentos históricos sobre las personas que los crearon.

❖ Valor Informativo: Investigación de la cultura; Arqueología; Antropología; Depende de los conocimientos que se

desean obtener.

En un contexto económico favorable, donde la vida real tiene lugar, se clasifican en (según Ballart):

❖ Valor de Uso: Es la utilidad que tienen, qué necesidad o deseo satisfacen.

❖ Valor formal: Es la atracción que despiertan y su mérito.

❖ Valor simbólico: Es un vehículo de relación entre quienes los produjeron y los actuales receptores. Hacen de nexo

entre personas separadas en el tiempo.

Valor de uso del patrimonio histórico.

▪ Materialidad del objeto, se refiere al uso para el cual fue creado, las posibilidades de su uso aumentan con la

tecnología, añadiendo valor.

▪ Acumulación de objetos, riqueza.

▪ Valor de uso inmaterial, conocimiento, investigación, se recibe información que incrementa el depósito de

conocimiento humano.

Los objetos tienen un valor de uso y un valor de mercado (economía y mercado). El Valor de recurso de un objeto

patrimonial no es igual al valor de recurso de un objeto del pasado que no ha sido declarado bien cultural por su

utilidad en su contexto original. Los restos del pasado ayudan al desarrollo cultural (desarrollo de relaciones

económicas, creencias y gustos) que establecen su valía.

Utilidades del conocimiento y su importancia en la investigación sobre patrimonio histórico.

• Un bien cultural es el resultado del conocimiento humano acumulado, y es tomado como un vehículo transmisor

de conocimiento.

• El valor económico del conocimiento añade valor a los productos nuevos.

• La investigación sobre el patrimonio histórico genera más conocimiento, incorpora valor añadido en lo económico,

actual y futuro (regeneración de valor).

El valor formal del patrimonio histórico.

Se refiere al valor intrínseco del material con que está construido el objeto, oro, marfil, metales preciosos, piedras

preciosas, materiales raros, que atraen la atención del observador por estar realizados con materiales que apelan a

los sentidos. La escasez y dificultad o rareza de los materiales suman valor. La singularidad y exotismo genera deseo

por su preciosismo o atractivo de lo raro. Así otorgan poder a su poseedor y dan lugar a la aparición de las “Cámaras

de las Maravillas” en el Renacimiento. (objetos exóticos, místicos y mágicos) Una pieza única antigua es un tesoro,

los objetos no agotan su razón de ser en la funcionalidad. Un factor adicional es el artificio, una obra hecha por manos

humanas con conocimientos y destrezas. Otro valor agregado es el genio, la capacidad de hacer arte, difícil de

justipreciar, ya que para lograrlo se debió invertir esfuerzo, tiempo y dinero. La distinción entre Bellas Artes y Arte

Decorativo surgió en la Edad Moderna. Otra fuente de valor es la antigüedad y la pátina que el paso del tiempo le

otorga al objeto. La pátina son restos y señales que agregan valor al valor formal. En las artes decorativas y en los

objetos arqueológicos la pátina del tiempo es muy apreciada.

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Finalmente, el contexto en el que se considera el valor formal de los objetos es el académico, el museo y la crítica

profesional. En segunda línea los liderazgos sociales, los medios de comunicación, los poderes económicos y políticos.

Valor formal – resumen

• El material: metales, piedras preciosas; materiales raros; la escasez dificultad o rareza.

• Singularidad o exotismo.

• Unicidad: un objeto único es un tesoro.

• Artificio: a más conocimiento y destreza, mayor es el valor.

• Genio: difícil de objetivar por la inversión de esfuerzo, tiempo y dinero.

• Antigüedad: apreciable por la pátina del tiempo que tiene el objeto.

La atribución del valor.

La evaluación formal tiene por objeto la consideración de la forma. Los objetos de la Historia tienen niveles distintos

de trabajo. Este valor se incrementa en relación con el trabajo que incorpora, ya sea el talento, la pericia, la rareza y

la genialidad, que son cualidades propias del artífice. Es el historiador quien tiene que distinguir entre objetos útiles

y objetos artísticos. Cualquier instrumento puede ser una obra de arte, pero no al revés. Un objeto útil es un

instrumento en que la utilidad es inherente al objeto. En cambio una obra de arte: • No tiene como fin un uso

primordial como instrumento. • Su fundamento y lógica no destacan. • Es irreemplazable. Un instrumento es algo

en el que la organización técnica y el orden nacional se destacan, es un objeto de uso. Las preferencias estéticas de

los individuos están condicionadas por factores personales e influenciadas por el entorno en el que viven. La forma

apela a los sentidos del individuo. La función tiene que ver con el uso y explica en términos sociales al objeto. La

forma y la función son las bases del diseño, que los combina y da lugar al diseño industrial que es producto de un

contexto específico, “La Revolución Industrial”. El diseño industrial nació por la necesidad de validar al arte en la

industria. Entre los bienes culturales la interacción forma – función pueden determinar el destino de estos bienes.

Por ejemplo, cuando una construcción histórica se usa para vivir, quizás la búsqueda de otorgar mejor utilidad vaya

en detrimento del valor formal del objeto, (Gaudí nunca incluyó en La Sagrada Familia el uso de ascensores).

El valor simbólico – significativo del Patrimonio Histórico.

El lugar idóneo para conservar objetos del Patrimonio Cultural es el Museo. Los objetos tienen méritos y virtudes,

contienen información y transmiten conocimiento. Como un vehículo de comunicación que ayuda a comprender el

papel del objeto real. Las sociedades humanas, aparte del lenguaje verbal y el corporal, usamos un lenguaje social

formado por signos y símbolos que se transmite por medio de los objetos. Cuando el hombre produce objetos,

produce significados. El significado de un objeto se manifiesta en un lenguaje no – verbal, en el que el signo puede

que nos remita a otra cosa, advirtiendo sobre algo. Según Peirce, filósofo norteamericano, “para que un signo exista,

ha de ser captado como tal”. Los objetos operan como signos del pasado porque allí estuvieron, como objetos

necesarios y distintivos de los que se valía la gente en determinada situación. Si bien los objetos del pasado pueden

tener niveles de significados diferentes, cuando el signo del objeto permanece, el objeto puede transformarse en un

símbolo.

La importancia del objeto original en el proceso de comunicación y los valores de la conservación.

Se trate del objeto que sea, una vez realizado, se convierte en un producto autónomo separado del autor. La obra

original es un objeto testimonio, pasa a pertenecer a todos así como la información que el autor puso en el mismo.

Ese objeto original y auténtico tiene un valor agregado de obra única y la información sólo puede residir en el original.

Si se destruye la obra original, es:

• Una pérdida económica, por el valor de cambio del objeto.

• Una pérdida estética, por la destrucción de valores formales originales.

• Una pérdida histórica, por la destrucción del signo al desaparecer el objeto significante.

La función de los símbolos.

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Los objetos como signo son extensiones del pasado que se hacen físicamente presentes en el momento que pasa.

Los objetos como símbolos son interpretaciones que varían con el paso del tiempo y se acumulan. La visión del bien

patrimonial depende del conocimiento y la experiencia que posee el observador. La experiencia y la riqueza de las

simbolizaciones dependen del bagaje cultural del individuo.

Conocimiento en base al patrimonio histórico

Científico y académico <————————>Conocimiento tradicional

Interactúan y se enriquecen mutuamente

Según Lipe, el observador tiene dos tipos de reacción:

• Tipo sensitivo; sensaciones visuales y táctiles.

• Tipo intelectual; busca ordenar, clasificar y evaluar el papel y la importancia del objeto en el pasado.

El objeto como símbolo asegura su continuidad en la transmisión de conocimientos y mantiene vínculos con el pasado.

La interpretación simbólica varía con el paso del tiempo y el caudal de conocimientos acumulados en el objeto crean

nuevas visiones que influyen en las interpretaciones. La investigación sobre el pasado y el papel de los vestigios.

Existen tres vías para acercarse al pasado.

• Memoria: utilizada por la historia oral, hablada, las interpretaciones individuales.

• Documentos, archivos, libros: utilizada por los historiadores.

• Restos físicos: objeto de atención de antropólogos y arqueólogos.

El conocimiento histórico busca construir generalizaciones sobre el comportamiento de los grupos humanos y sobre

las causas de la evolución de las sociedades.

Los objetos de la Historia como fuente del conocimiento.

Visión de Oriente. Según Naipaul, escritor indio, más allá de las palabras, datos y acontecimientos, es fundamental

identificarse con los artificios y entender el contexto.

Visión de Occidente. Algunas escuelas pretendían reducir el pasado a cifras y la historia a pura sociología. La historia

es el lugar donde la realidad es, si existe históricamente.

Los objetos son elementos de una relación social y poseen un diseño específico para satisfacer tal relación.

Existen interesantes modelos metodológicos de análisis objetual con el fin de otorgar método y cuerpo al estudio del

objeto histórico. Los más conocidos son los modelos de McClung y el de Pearce.

Las limitaciones del Patrimonio Histórico para el estudio y comprensión del pasado.

• Magnitud de los restos materiales para el Patrimonio Histórico, resulta inabarcable por lo mucho que ofrece, los

seres humanos han aprendido a parcelar el tiempo con la ayuda que el paso del tiempo otorga a las cosas. Así, los

restos materiales connotan la limitación del espacio, del tiempo y lugar acotados.

• Dificultades en la apreciación de los objetos por la poca conservación de estos.

• Los arqueólogos deben, además de su metodología, recurrir a fuentes secundarias, haciendo que sus conclusiones

sean provisionales, es por ello por lo que se recurre al experto, quien con su conocimiento contribuye a salvar la

distancia y la mudez de los objetos/restos, proporcionando al observador la posibilidad de la comunicación y la

comprensión.

• Cómo mostrar el cambio con objetos que parecen no haber cambiado con el paso del tiempo, durante cierto

periodo y que produce la sensación que la sociedad que los produjo no evolucionó nada. Las potencialidades del

patrimonio histórico para el estudio y comprensión del pasado. los historiadores saben el valor que los objetos del

pasado tienen en la investigación histórica y dividen el pasado en dos fases:

• La que se puede estudiar mediante los documentos escritos.

• La que no.

Cuanto más atrás en el tiempo van, son los objetos del pasado más utilizados como fuente de conocimiento. La

corriente pluridisciplinar sostiene que los objetos del pasado contienen información que refleja cómo era la sociedad

que los creó. Luego de pasar por el tamiz de los especialistas, los objetos del pasado continúan brindando información

en los museos, donde el público puede acceder a ellos y relatar la historia.

Aspectos de valor potencial:

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• Accesibilidad: los restos materiales físicos del pasado son más accesibles que los libros, más atractivos y

entretenidos.

• Inmediatez y autenticidad: el observador recibe un doble estímulo, mental y sensorial, pues experimenta en

primera persona viendo o tocando algo único. Son evidencias palpables con identificación emocional. A través de los

objetos del pasado se accede a un pasado que aporta elementos de juicio, con lo que valorar empíricamente al

pasado y constatar aquella realidad con ésta, y su contribución a conformar el presente.

Contexto económico.

Los bienes patrimoniales, además del uso contemplativo o su carácter simbólico, son valorados en dinero. La ciencia

económica tiene diversas maneras de valorar económicamente los bienes producidos por el hombre. El valor de

cambio se concreta en lo que se está dispuesto a pagar por disfrutarlos. Por sus valores estéticos, simbólicos y

utilitarios, los bienes del patrimonio pueden ser valorados económicamente por el mercado, en parte ya que hay

bienes patrimoniales que no pueden ser vendidos (El Partenón, La Alhambra). Pero siempre hay un criterio de

estimación elemental y básico, es más valorado aquello que más cuesta producir o que es más escaso.

Análisis económico y bienes culturales.

La relación entre Estado, público y Bienes Patrimoniales puede agruparse en:

1) Se niega el papel de la economía en los asuntos patrimoniales y se deja este dominio administrativo en técnicos y

funcionarios que no reciben suficiente presupuesto para conservarlos y divulgarlos, porque no se les reconoce

potenciales económicos a los Bienes del Patrimonio. Este modelo predomina en países ricos en patrimonio, donde la

gestión es totalmente pública.

2) Se considera a los Bienes Culturales como una categoría económica más sujeta a algún tipo de intervención por el

Estado, y los sitúan a la misma altura que el medio ambiente o la enseñanza. Los Bienes Culturales fluctúan según el

color político dominante, la fuerza de los grupos de presión y las modas. A su vez este modelo se subdivide en:

a) Los Bienes Culturales son bienes públicos, la gestión puede ser pública o privada.

b) Los Bienes Culturales son bienes de mérito, siendo lo más significativo la acción positiva del Estado a través

de incentivos al disfrute colectivo.

Los bienes públicos, el Mercado y la Política.

El costo de mantenimiento y conservación de un monumento o un Bien Patrimonial no es cubierto por la emisión de

entradas que pagan los visitantes. Al no ser alcanzado, el proceso de asignación de recursos hace necesario el aporte

del presupuesto público, esta asignación queda en manos de los políticos. La correlación de las fuerzas políticas juega

un papel trascendental en la conservación patrimonial.

Edward H. Carr – Qué es la historia?

Es un proceso de recreación del pasado, a través de vestigios provenientes de él. La interacción entre el historiador,

los hechos, objetos y relatos, un dialogo entre el pasado y el presente, un dialogo entre la sociedad de hoy y de ayer.

Básicamente es el intento de comprender e interpretar el pasado, sus causas y su origen “conocer el pasado para

comprender el presente y mejorar el futuro”, ésta es la doble función de la historia. No todos los hechos son hechos

históricos. Los hechos son sometidos a un proceso de selección del historiador, es él quien decide a que hechos dar

lugar y en qué orden y contexto hacerlo. La selección de los hechos históricos mayormente está sujeta a la

interpretación de cada historiador. Para comprenderlo debemos saber en qué contexto social y en qué época se

encuentra éste. Edward Carr realiza una distinción entre:

CRONICA: mera catalogación de hechos sin ninguna intención de establecer conexiones entre ellos.

HISTORIA: intento de comprender e interpretar el pasado, de explicar las causas y el origen de las cosas.

Para el cronista “un hecho” es algo que habría sucedido en el pasado. El Siglo XIX fue una época para los hechos “lo

único que se necesita en la vida son los hechos”. La tarea del historiador era solo “mostrar lo que realmente sucedió”.

Los positivistas en su defensa de la Historia como ciencia:” primero averiguar los hechos y luego deducir inclusiones”.

La teoría empírica del conocimiento presupone total separación entre sujeto y objeto.

QUE ES UN HECHO HISTORICO?

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Los hechos solo hablan cuando el historiador apela a ellos, es él quien decide a qué hechos da lugar y en qué orden

y contexto hacerlo. El historiador es necesariamente selectivo. La condición de hecho histórico depende de una

cuestión de interpretación. Este elemento interpretativo interviene en todos los hechos históricos. No se puede

abarcar todos los hechos, los hecho deben tener trascendencia para ser históricos:

Hecho: “se cae la manzana” – Hecho histórico: “se le cae en la cabeza”

“La historia que leemos está basada en hechos pero no es en absoluto fáctica sino una serie de juicios admirados”

(Barraclough)

“El primer requisito del historiador es la ignorancia, una ignorancia que simplifica y aclara, selecciona y emite.”

“Al historiador le incumbe la doble tarea de descubrir pocos datos relevantes y convertirlos en hechos históricos,

descartar datos carentes de importancia.”

“Los datos tienen que ser elaborados por el historiador, el uso que éste haga de ellos es precisamente un proceso de

elaboración” (legado de Streseman).

“La historia consiste en ver el pasado por los ojos del presente y a la luz de los problemas de ahora, y la tarea

primordial del historiador no es recoger datos, sino valores” (Crose).

La historia no se ocupa del pasado en sí, ni de la opinión que de él se forma el historiador, sino de ambas cosas

relacionadas entre sí. Toda la historia es la historia del pensamiento y la historia es la reproducción en la mente del

historiador del pensamiento cuya historia estudia (Collingwood).

La tarea central del historiador consiste en discernir e interpretar los modelos y regularidades del pasado.

OBJETIVOS:

• Ayudar a la sociedad humana a comprender el presente y moldear el futuro.

• El pasado interesa en la medida en que contribuya a esta tarea.

La historia es la experiencia del historiador, el único modo de hacer historia es escribirla. La función del historiador

no es amar el pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo como clave para la comprensión del

presente. El énfasis puesto en el papel del historiador como hacedor de la historia tiende a descartar toda historia

subjetiva: la historia es la que hace el historiador.

COMO DEBEMOS DEFINIR LAS OBLIGACIONES DEL HISTORIADOR FRENTE A LOS HECHOS?

El deber de respeto a los hechos no termina en la obligación de verificar su exactitud, tiene que intentar que no falte

en su cuadro ninguno de los datos relevantes del tema. La historia es un proceso continuo de interacción entre el

historiador y sus hechos, un dialogo sin fin entre el presente y el pasado.

La sociedad y el individuo son inseparables, son mutuamente necesarios y complementarios. Cada uno de los seres

humanos, en cada una de las fases de la historia, nace en el seno de la sociedad que lo moldea desde su más temprana

edad. El desarrollo de la sociedad y del individuo se condicionan mutuamente. No llegaremos a una comprensión del

pasado ni del presente si concebimos al individuo abstracto al margen de la sociedad.

El historiador es parte de la historia, su posición determina su punto de vista sobre el pasado.

El historiador, cuanto más consciente de su propia situación, más capaz es de trascenderla y mejor armado esta para

determinar la naturaleza esencial de las diferencias entre su sociedad y la de otros periodos. Antes de estudiar la

historia, estúdiese el historiador y su ambiente histórico y social.

Es un individuo, producto de la historia y la sociedad.

Los hechos históricos son hechos acerca de individuos llevados a cabo no aisladamente. Son hechos acerca de las

relaciones existentes entre los individuos en el seno de la sociedad y acerca de las fuerzas sociales que determinan

resultados.

Lo que ha de investigar el historiador es lo que subyace al acto.

La historia, en sus dos sentidos, es un proceso social en el que participan los individuos en calidad de seres sociales.

El proceso recíproco de interacción entre el historiador y sus hechos, lo que llamamos dialogo entre el pasado y el

presente, no es un dialogo entre individuos aislados, sino entre la sociedad de hoy y la de ayer. Hacer que el hombre

pueda comprender la sociedad del pasado e incrementar su dominio de la sociedad presente es la doble función de

la historia.

Denys Cuche – LA NOCION DE LA CULTURA EN LAS CIENCIAS SOCIALES.

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La noción de la cultura está relacionada a las ciencias sociales. Éstas la necesitan para pensar la unidad de la

humanidad en la diversidad sin hacerlo en términos biológicos. El hombre es esencialmente un ser de cultura. La

cultura permite que el hombre no solo se adapte a su entorno, sino que haga que éste se adapte a él, a sus

necesidades y a sus proyectos. La cultura hace posible la transformación de la naturaleza. La naturaleza en el hombre

está totalmente interpretada por la cultura. Las diferencias más biológicas, como la división sexual de los roles y de

las tareas en las sociedades humanas es un resultado de la cultura, y por eso varía de una sociedad a otra. En la

actualidad la cultura posee un sentido amplio que se remite a los modos de vida y de pensamiento.

EVOLUCION DE LA PALABRA CULTURA EN LA LENGUA FRANCESA DESDE LA EDAD MEDIA HASTA EL SIGLO XIX.

La evolución semántica de la palabra se produjo en la lengua francesa en el Siglo de Las Luces. Para 1700 “cultura”

es una palabra antigua.

Fines del S XIII: designa una parcela de tierra cultivada, proviene del latín cultura que se refiere al cuidado de los

campos o ganado.

Comienzos del S XVI: ya no es un estado (el de la tierra cultivada), sino una acción: el hecho de cultivar la tierra.

Mediados del S XVI: se forma el sentido figurado de la palabra, cultivar una facultad, el hecho de trabajar en su

desarrollo.

Siglo XVIII: comienza a imponerse el sentido figurado de la palabra, en esa época aparece la palabra cultura seguida

por un complemento de objeto (cultivo de las artes), como si fuese necesario precisar la cosa que se cultiva.

Progresivamente cultura se libera de los complementos y es usada para designar a la formación, la educación de la

mente.

Luego se pasa de cultura como acción (acción de instruir) a cultura como estado (estado de la mente cultivada por la

instrucción).

Los pensadores del Siglo de Las Luces conciben la cultura como una característica distintiva de la raza humana, para

ellos la cultura es la suma d todos los saberes acumulados y transmitidos por la humanidad.

En el S XVIII la “cultura” es algo propio del hombre, más allá de cualquier distinción de pueblos y de clases. La palabra

se asocia a la idea de progreso, de evolución, que están en el núcleo del pensamiento de la época. Nace la palabra

civilización, junto con cultura se encuentran en el mismo campo semántico, reflejan las mismas concepciones

fundamentales. Cultura evoca al progreso individual, mientras que civilización al colectivo. Se entiende a la

civilización como un proceso que saca a la humanidad de la ignorancia y la irracionalidad. Es un proceso de

mejoramiento de las instituciones. La civilización puede y debe extenderse a todos los pueblos. Si bien unos son más

avanzados que otros en ese momento, son incluso tan avanzados que pueden ser considerados como “civilizados”.

Todos los pueblos, incluso los más “salvajes” tienen la vocación de entrar en el mismo movimiento de civilización, y

los más avanzados tienen el deber de ayudar a los más retrasados. En 1787 nace el término “etnología”, que se define

como la disciplina que estudia la “historia de los progresos de los pueblos hacia la civilización”.

EL DEBATE FRANCO – ALEMAN SOBRE LA CULTURA (S XIX - XX).

El término kultur aparece en Alemania en el S XVII. La burguesía intelectual adopta el término y lo usa en su oposición

a la aristocracia de la corte. La burguesía y la aristocracia no tienen vínculos estrechos en Alemania. Hay dos palabras

que definen esta oposición, todo lo auténtico que contribuye al crecimiento intelectual y espiritual es referido como

cultura, mientras que todo lo que tiene que ver con apariencia y superficialidad pertenece a la civilización. La corte,

aunque es civilizada, carece de cultura. La intelligentsia consideraba que debía desarrollar y hacer relucir la cultura

alemana, y pasó de ser una oposición social a ser una oposición nacional. Con el ascenso social de la intelligentsia, se

transforma el significado de los términos. En Alemania el término civilización pierde su connotación aristocrática y

evoca más a Francia y a las potencias occidentales, cultura se convierte en marca de la Nación Alemana. La cultura

que manifiesta la clase intelectual es considerada como rasgo alemán. La Nación Alemana, debilitada por las

divisiones políticas, reafirma su existencia al glorificar su cultura. El término kultur toma una noción más particularista,

oponiéndose a la noción francesa que es más universal. Cada pueblo, a través de su cultura propia, tenía un destino

que cumplir. El significado de cultura alemana evoluciona durante el S XIX. La nación cultural precede y se transforma

en nación política. Tomada cultura como un conjunto de conquistas artísticas, intelectuales y morales que

constituyen el patrimonio de una nación, considerada como adquirida de una vez y para siempre, y que constituye

el basamento de su unidad. En Francia, con la admiración por los círculos y las letras alemanas, se enriqueció el

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término cultura adoptando una dimensión colectiva, dejó de referirse sólo al desarrollo intelectual del individuo,

para designar a un conjunto de características de una comunidad. Esta cultura es, ante todo, la cultura de la

humanidad.

CULTURA E IDENTIDAD. La cultura se origina en procesos inconscientes, la identidad remite a la pertenencia

necesariamente consciente. La identidad cultural remite a la identidad social. Para ésta, la identidad expresa la

resultante de las diversas interacciones entre el individuo y su entorno social. La identidad social de un individuo se

caracteriza por el conjunto de sus pertenencias en el sistema social. La identidad permite que el individuo se ubique

en el sistema social y que él mismo sea ubicado socialmente.

LOS CONCEPTOS OBJETIVOS Y SUBJETIVOS DE LA IDENTIDAD CULTURAL. Los que asemejan la cultura a una “segunda

naturaleza” que se recibe como herencia y de la que sería imposible escapar conciben la identidad como algo dado

que definiría de una vez y para siempre al individuo. La identidad cultural remite al grupo original de pertenencia del

individuo. El origen, “sus raíces”, sería la base de toda identidad cultural, una representación casi genética de la

identidad que termina en la naturalización de la pertenencia cultural. La identidad sería pre-existente al individuo,

que no puede hacer otra cosa que adherir a ella. Una esencia que no puede evolucionar, y sobre la cual ni el individuo

ni el grupo tienen influencia. El individuo, por su herencia biológica, nace con los elementos constitutivos de la

identidad étnica y cultural, con la socialización del individuo en el seno del grupo cultural. El resultado es casi el

mismo, en él se encuentran la características fenotípicas y las cualidades psicológicas pertenecientes a la

“mentalidad”, al “genio”, del propio pueblo al que pertenece. Está basada en un sentimiento de pertenencia de algún

modo innato. Se piensa como una condición inherente al individuo y se la define de manera estable y definitiva.

ENFOQUE CULTURALISTA. El acento se pone en la herencia cultural vinculada con la socialización el individuo en el

seno de un grupo cultural. El resultado es casi el mismo: el individuo llega a internalizar los modelos culturales que

se le imponen, de manera que no podrá hacer otra cosa que identificarse con su grupo de origen. La identidad se

define como pre-existente al individuo. Se intentará establecer la lista de atributos culturales que deben servir de

apoyo a la identidad colectiva.

TEORIAS PRIMORDIALISTAS. Consideran que la identidad etnocultural es primordial porque la pertenencia al grupo

étnico es la primera y la más importante de todas las pertenencias sociales en las que se crean vínculos más

determinantes, basados en una genealogía común. La identidad cultural es una propiedad esencial inherente al grupo

porque es transmitida en y por el grupo, sin referencia a otros grupos.

LA CONCEPCION RELACIONAL Y SITUACIONAL. Según el enfoque relacional de Fredrik Barth hay que aprehender el

fenómeno identitario en el orden de las relaciones entre los grupos sociales, para definir la identidad de un grupo no

es importante inventariar el conjunto de rasgos culturales distintivos, sino encontrar entre éstos los que son

empleados por los miembros para afirmar y mantener una distinción cultural. Considera que la identidad es algo que

se construye y reconstruye constantemente en los intercambios sociales. Según el enfoque situacional, la identidad

se pone en juego en las luchas sociales, todos los grupos no tienen el mismo “poder de identificación”, este depende

de la posición que el grupo ocupa en el sistema de relaciones que vincula a los grupos entre sí.

Peñalba – EVOLUCION DEL CONCEPTO Y DE LA SIGNIFICACION SOCIAL DEL PATRIMONIO CULTURAL.

Patrimonio Cultural: conjunto de manifestaciones u objetos nacidos de la producción humana que una sociedad ha

recibido como herencia histórica y que constituyen elementos significativos de su identidad como pueblo. Tales

manifestaciones u objetos constituyen testimonios importantes del progreso de la civilización y ejercen

una función modélica o referencial para toda la sociedad, de ahí su consideración como bienes culturales. La función

referencial de estos bienes influye en la percepción del destino histórico de cada comunidad, en su sentimiento de

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identidad nacional, en sus potencialidades de desarrollo, en sus relaciones sociales y en el modo en que interacciona

con el medio ambiente.

El coleccionismo de objetos como primera forma de valoración del patrimonio.

En la antigüedad el patrimonio era sinónimo de posesión, riqueza personal, y su valor se media en términos dinerarios.

Los mecanismos para adquirir este patrimonio con frecuencia se asociaban a botines de guerra. Así, las campañas

bélicas se convirtieron en la forma más eficaz de apropiarse de objetos preciosos que eran atesorados como botines

de guerra, pero eran también usados para ostentar riqueza y poder. Estos botines tenían cuatro posibles destinos:

a) Destrucción o fundición de los objetos para extraer los componentes valiosos que pudieran incluir.

b) Su comercialización a cambio de dinero para satisfacer necesidades.

c) Reutilización.

d) Como elementos decorativos o para ser custodiados en las cámaras de los monarcas vencedores.

En estas cámaras los tesoros estaban guardados al azar, su única intención era engrosar el patrimonio personal y su

disfrute era individual y privado. Durante el periodo Helenístico, los tesoros adquirieron una perspectiva estética y

antropológica. El imperialismo romano provocó dos cosas: riqueza material por la adquisición de tesoros y riqueza

cultural porque los elementos adquiridos de pueblos conquistados influenciaron en su propia cultura. El patrimonio

adquirió una significación pedagógica (modelo a imitar, sobre todo de Grecia). Los tesoros eran protegidos y

expuestos a todos. El mundo grecorromano continuó siendo una influencia durante la Edad Media. La Iglesia se

convirtió en uno de los mayores coleccionistas de objetos antiguos y obras de arte. Ese coleccionismo se manifestó

en la acumulación de tesoros con un sentido similar al de los templos de las civilizaciones antiguas. Esta moda se

extendió a las clases privilegiadas y nacieron las “Cámaras de las Maravillas” donde se guardaban objetos preciosos,

raros, místicos y mágicos, y se ubicaban en castillos y palacios. En el Renacimiento se da la especialización artística

del coleccionismo, reorientándose al mecenazgo y a la adquisición de pinturas y esculturas. También se tomó

conciencia del tiempo que separaba la Antigüedad de la Edad Media, los monumentos del pasado comenzaron a ser

apreciados como testimonios de la historia. A nivel estético, el arte grecorromano seguía contemplándose como la

expresión más magnífica de la cultura universal, y como tal debía ser imitada en las obras recientes. Se desarrollaron

las “academias”, reuniones literarias que en la Edad Moderna fueron determinantes para la protección, estudio y

difusión pedagógica de los monumentos grecorromanos, precisamente por su estimación como modelos estéticos.

En la Edad Contemporánea se amplía el espacio temporal para la valoración de los bienes culturales, con ello el

relativismo cultural y la distancia histórica empezaron a considerarse los dos criterios fundamentales para

aproximarse al estudio del patrimonio artístico. La progresiva valoración de los monumentos como símbolos de la

identidad sociocultural. Entre finales del S XVIII y principios del S XIX los museos dejaron de ser simples almacenes

de obras de arte de difícil acceso, para mostrarse como verdaderos templos culturales e indicadores de la riqueza

cultural de un país. El gran paso se produjo durante la Revolución Francesa, cuando fueron entregados al estado

democrático los tesoros artísticos de las iglesias, la monarquía y la aristocracia, lo que convirtió al Louvre en el primer

museo nacional de Europa en 1793. Se pasó de un coleccionismo de objetos realizado de manera egoísta por unos

pocos a la nacionalización de tales objetos con el fin de ponerlos al servicio de la colectividad. A partir de entonces

los bienes culturales se consideraron elementos significativos de la riqueza cultural de toda la nación. Pequeños

esfuerzos de protección y difusión de la cultura ayudaron a que la sociedad se implicara hacia el patrimonio, aunque

los bienes culturales siguieron siendo accesibles para pocos, siendo solo aquellos con educación los que podían

disfrutar de su contemplación. El Romanticismo estableció una vinculación emocional entre las personas y su pasado

histórico artístico como base del espíritu de los pueblos. La vuelta al pasado se hizo con el anhelo de reencontrar las

raíces culturales y los elementos significativos que habían determinado la forma de ser de las sociedades

contemporáneas.

Los monumentos artísticos son objetos que sirven para plasmar esa cultura común, a la vez que muestran la evolución

de esta a través de los tiempos. Por ello el Romanticismo empieza a creer en la relatividad de la historia, que podía

traerse de nuevo al presente para mirarla desde una óptica diferente. Se desplaza al clasicismo como criterio estético

dominante y el gótico pasa a ser considerado el estilo nacional en Europa. La restauración de monumentos se

impregnó de este espíritu, haciéndose frecuente la reconstrucción “en estilo” de muchos edificios románicos y

góticos, considerando que se debía continuidad a la obra realizada por el artista medieval. La recuperación y

valorización del patrimonio histórico que se desarrolla en el S XIX fue por tres causas:

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a) Una interpretación ideológica que dota a los monumentos del pasado de una fuerte carga emocional y

simbólica.

b) Un progresivo interés turístico por conocer el patrimonio cultural de cada país.

c) El desarrollo de la Historia del Arte como disciplina científica para el estudio de los monumentos y las

obras de arte del pasado.

Fue aceptado el valor relativo de los bienes culturales y se abrió la posibilidad de incorporar como tales las creaciones

contemporáneas y las expresiones folclóricas, etnográficas y de otros tipos. Hubo un replanteamiento de las prácticas

restauradoras, que comenzaron a realizarse con criterios más modernos y profesionales.

La preocupación política por la difusión y la protección del patrimonio histórico artístico.

En la Edad Contemporánea hubo un interés de los Estados en estrategias de gestión de las políticas culturales. El

objetivo era facilitar el acceso a la cultura para todos los sectores de la población, incrementar los niveles educativos

y promover la identificación social con determinados valores, para lo cual se intentó llevar a cabo metodologías muy

diversas que han promovido actitudes distintas hacia el cuidado y valoración del patrimonio histórico. Se crearon los

primeros organismos estatales encargados de velar por el cumplimiento de leyes destinadas al cuidado y

conservación de bienes culturales: “Comisiones de Monumentos”, siendo su único defecto que la clasificación de los

bienes culturales seguía siendo en base a su antigüedad cronológica. Esto no fue desarrollado al mismo nivel por

todos los países, algunos se aprovecharon del retraso de otros para expropiar sus bienes. Por ejemplo, en la guerras

napoleónicas los franceses se apropiaron de una gran cantidad de obras egipcias. La expansión colonial de las

potencias imperialistas como Inglaterra, Alemania o Francia dio lugar a que sus museos se nutrieran con piezas

robadas durante todo el S XIX, bajo el pretexto de que no podrían ser correctamente conservados por sus lugares de

origen, a expensas de su descontextualización. La concepción de la cultura con sentido estético y sólo accesible para

unos pocos se mantuvo durante todo el S XIX, con algunos intentos de democratización por parte de la Iglesia y de

algunos países como España, durante las Misiones Pedagógicas a partir de 1931. Este esfuerzo educativo comenzó a

dar frutos recién en las primeas décadas del S XX, cuando en Europa se movilizaron iniciativas sociales con el objeto

de reconstruir el patrimonio arquitectónico, destruido en gran parte durante la Primera Guerra Mundial. Por otra

parte, el progresivo asentamiento de las democracias en occidente originó un nuevo tipo social: el ciudadano, mas

implicado en los asuntos de su comunidad por su capacidad de decisión. La cultura adquirió una importante carga

social. La normativa para la conservación del patrimonio histórico promulgada en Europa en las primeras décadas

del S XX tuvo significación social y educativa. La aparición de la cultura de masas y el desarrollo de nuevas ideas sobre

bienes culturales. Los organismos internacionales dedicaron mayor atención a la cultura y al patrimonio,

estableciendo las bases teóricas y los criterios más adecuados para su conservación y gestión. El problema

fundamental seguía siendo el acercar el arte a las clases populares, con el ánimo de concientizar sobre la necesidad

de implicarse en su conservación. Se hacía necesario emprender acciones políticas para la democratización de la

cultura, que pusieran el patrimonio al alcance de un mayor numero de personas. Consecuencia de este impulso ha

sido el desarrollo de una potente gestión cultural, tanto publica como privada, que ha convertido a las masas de

ciudadanos en espectadores y consumidores. El aumento del nivel de vida de la sociedad occidental, la privatización

de las condiciones de vida, la democratización del espacio y el tiempo libre, y la legitimación moral del hedonismo

han convertido a las actividades turísticas, culturales y de ocio en un fenómeno de masas.

Este consumo masificado ha tenido como consecuencia la difusión del conocimiento sobre el patrimonio, pero por

otra parte el impacto del actual volumen de visitas a los monumentos y obras de arte es tremendo y altera la

percepción social y el uso que se le ha dado al patrimonio. Esta visión del patrimonio resulta descontextualizada y en

muchos casos existe agresividad de los turistas para con los elementos patrimoniales. Se hace necesaria una relación

sostenible, desde una perspectiva ética y educativa, entre la población y el patrimonio. Aquí adquiere importancia el

papel de la sociedad civil para asegurar la conservación del patrimonio. En las últimas décadas han sido promovidas

leyes y documentos normativos por los organismos internacionales donde se sugiere la cooperación de todas las

fuerzas sociales en la conservación del patrimonio. El patrimonio es entendido como “riqueza colectiva” y el objetivo

de su regulación es la protección, acrecentamiento y transmisión de esta a las generaciones futuras.

La Ley General de Patrimonio Histórico (1985) propone algunos avances:

a) Se valora el significado histórico del bien cultural por encima de su efecto estético (los criterios de belleza

cambian a través del tiempo).

b) Se prioriza el valor social del bien por sobre el sentido de propiedad (este puede limitar su uso).

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c) El uso más importante de los bienes culturales es su estudio y disfrute por parte de la mayor cantidad de

población.

d) Se justifica el tratamiento público del bien por la función social que cumple.

Luis Alonso Fernández – MUSEOLOGÍA.

Historia y evolución del museo.

La historia y evolución del museo están íntimamente ligadas a la historia humana, proveyéndola de otros elementos

diferentes a los expresados por la historia escrita. Los objetos coleccionados y conservados en los museos son

fundamentales para el conocimiento de los periodos a los que pertenecen y necesarios para el desarrollo socio

cultural del mundo moderno. El museo tal y como lo conocemos es un invento nacido en el Siglo de las Luces, por

imposición y decisión de la Revolución Francesa. El testimonio histórico del museo. Antes de la época clásica griega

coleccionar objetos preocupaba a muchos pueblos y culturas, pero en Grecia, especialmente durante el Helenismo,

se reunía y conservaba en los templos productos variados de la creación humana, tales como objetos artísticos y

otros de valor. Grecia puso las bases para la invención, consolidación y exportación europea del museo casi veintitrés

siglos después. Origen y evolución histórico-objetiva del museo. Platón, para facilitar la contemplación de las obras

maestras, prevé junto a los templos instalaciones provistas de un personal atento para recibir a los turistas que hacen

una peregrinación artística (mouseion). Muchos de los términos empleados por la civilización helénica continúan

siendo válidos hoy en día para expresar distintas tipologías o especialidades del museo, siendo las dos instituciones

de la Grecia clásica, el mouseion y la pinakothéke dos vertientes complementarias que confluyen en la concepción

del museo actual.

• Mouseion: recoge el conocimiento y el desarrollo de la humanidad (cultura-arte).

• Pinakothéke: obras de arte, estandartes, trofeos y cuantos objetos y tesoros podrían identificar o cualificar

la realidad patrimonial y cultural del país.

• Gliptoteca: museo de esculturas.

• Dactiloteca: colección de camafeos, obras de arte en relieve.

• Tesoros: los tesoros acumulados en los templos fundamentan la raíz nutricia de los museos, junto con

mouseion y pinakothéke determinaron el nacimiento histórico de los museos.

En la descripción del tiempo de los museos se reconoce la presencia en la conciencia humana de dos clases de tiempo:

el tiempo que pasa, y el tiempo que perdura o "Gran Tiempo” reconocido por civilizaciones arcaicas que rechazan la

Historia y que mediante el ritual y el mito llegan a anular el tiempo que pasa. El Helenismo reconoce que el tiempo

pasa, toma conciencia de si mismo mientras hace historia, se busca y se analiza, se consultan archivos, se recopilan

documentos y se reúnen en los museos los testimonios artísticos de su clasicismo.

Precedentes de los museos en la Antigüedad, antes de Grecia clásica y Roma.

El cercano Oriente.

En las civilizaciones antiguas, como Egipto, la actividad coleccionista fue debida a la preocupación por la vida en el

más allá. Los Elanitas saquearon la región de Babilonia reuniendo y exponiendo el botín de guerra. En el Palacio de

Nabucodonosor se expuso una gran colección de piezas de guerra destinadas a la contemplación de todos los pueblos

“Gabinete de Maravillas de la Humanidad”, la que puede ser calificada de museo porque estaba expuesta al público

y no a un reducido número de personas, tal como las colecciones.

Analogías en el Lejano Oriente.

En las culturas africanas, sudamericanas y oceánicas el resultado museológico-museográfico es fruto del colonialismo

europeo. En los palacios imperiales de china se formaban colecciones de pinturas y caligrafías que los ornamentaban.

En Nara, Japón, se construyó el templo-residencia del Gran Buda, cuyos tesoros podían ser apreciados en un depósito.

Algunas comunidades islámicas formaron colecciones de reliquias en las tumbas de sus recientes mártires. China y

Japón han terminado por aceptar la propuesta museológica del viejo continente, no solo por influencia colonialista,

sino por haber llegado a coincidir en su desarrollo cultural con el europeo.

Memoria colectiva. El “porvenir del pasado”.

El coleccionismo ha sido en todas las culturas el germen de los museos. El museo es entre otras cosas el certificado

de antigüedad de los países, todo lo que realmente conocemos sobre nosotros mismos proviene del pasado. Sólo

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una porción de nuestra historia está en la literatura, y la literatura tiene una interpretación subjetiva, sujeta a errores

de interpretación. Sólo los especímenes materiales de la historia son indispensables, ya que son su materia prima, la

verdad sobre el pasado. La conservación es el medio por el cual los preservamos. Las razones de memoria colectiva

y porvenir del pasado son las que impulsan a un país de cultura milenaria como China a intentar reconstruir por

completo sus riquezas artísticas.

Grecia clásica. Periodo helenístico.

A diferencia de otras culturas mesopotámicas (Asiria, Babilónica) y de predecesoras en el Egeo (Atenas, Olimpia,

Delfos, Éfeso, Samos) los griegos ofrecían a la admiración pública y democrática de reliquias artísticas del pasado.

Los depósitos de obras de arte fueron formados por exvotos más o menos lujosos que los fieles llevaban a los templos,

formándose así colecciones que podían ser vistas y apreciadas pagando un óbolo al sacristán. Los sacerdotes tenían

la responsabilidad de administrar los depósitos, catalogar el contenido de las colecciones, administrar los santuarios,

llevar inventarios y llevar a cabo arreglos generales. El arte poseía un gran sentido social, los artistas prestaban

especial atención a los juicios que el pueblo hacía sobre sus creaciones. Algunos templos se convirtieron en lugares

de peregrinación y visita de turistas. Ptolomeo Filadelfo hizo uso del término mouseion para designar a su centro

cultural de Alejandría, donde fraternizaban artistas, poetas y sabios en cooperación intelectual; contaba con salas de

reunión, laboratorios, jardines y con la famosa biblioteca. Era una especie de Ciudad Universitaria, un establecimiento

de cultura. En este período las colecciones artísticas superan las áreas de los templos y santuarios y comienza la

crítica del arte.

Los orígenes del coleccionismo en Roma.

Los romanos heredaron la afición griega por el coleccionismo de obras de arte. El coleccionismo romano inicia una

nueva fórmula, esta formado por botines de guerra, con lo conquistado o con la apropiación y exportación de piezas

valiosas de las provincias romanas. Cada vez que se anexionaba un nuevo territorio debía ser exhibido en lugares

populares. En Roma el coleccionismo adquiere una intensificación de su carácter privado y una dimensión económica,

como valor susceptible de comerciarse, una inversión rentable. Cuando no se podían conseguir originales se

encargaban réplicas pictóricas o escultóricas. Durante el último siglo de la Republica poseía célebres colecciones

particulares. Durante la época del Imperio las pinacotecas llegaron a tener funcionarios encargados de su vigilancia.

Destaca en este periodo la figura de Marco Agripa, quien abrió sus colecciones al público y creía que el arte debía ser

patrimonio de la comunidad. Los romanos convirtieron sus palacios y lujosas villas en auténticos museos de obras

originales y copias griegas, creando un intenso mercado del arte y una gran actividad en talleres de reproducciones.

Cristianismo, Edad Media y Bizancio.

La Iglesia potenció el uso de formas plásticas propias frente a las paganas heredadas, pero continuando con el

enfoque didáctico de Roma. El coleccionismo fue transformándose en los llamados tesoros eclesiásticos en la Edad

Media. Durante este periodo iglesias y monasterios se llenaron de obras de arte y objetos de metales y piedras

preciosas de uso litúrgico, a menudo profanados y robados para su fundición en monedas. Las piezas procedentes

del paganismo eran destruidas, salvo las colecciones formadas por objetos raros con poderes mágicos o milagrosos.

En la Baja Edad Media se retoma el interés por los valores mundanos, se forman colecciones de objetos bellos para

un mayor bienestar de la vida. en Europa se formaron grandes colecciones de señores feudales, aristócratas y

príncipes y continuaron la de la Iglesia. Los puertos mediterráneos de Lombardía y La Toscana por influencia eclesial

de Roma produjeron un gran movimiento de antigüedades. San Marcos de Venecia y Saint Denis constituyeron

verdaderos conjuntos museísticos de obras de arte. Durante el medioevo el espíritu de colección y el deseo de

mostrar los bienes culturales no prevaleció, debido a una concepción teocéntrica que consideraba a la vida humana

y todas sus manifestaciones como algo secundario. Por diez siglos los objetos artísticos estuvieron guardados en

monasterios y templos, desde el S VI en el ábside, a partir del S IX en una cámara situada sobre el santuario “Cámara

del Tesoro”, en otras ocasiones se guardaban en bóvedas. En Bizancio, ornamentado por numerosas obras de arte

por Constantino (cuando la capital llevaba su nombre, refugio del saber, la cultura y el arte), Constantino VII,

arqueólogo y coleccionista, mostraba a sus invitados sus propiedades artísticas.

Renacimiento y Barroco.

Mediante el desarrollo del humanismo y la investigación del arte de la antigüedad se reconoce a la Italia del

Renacimiento como el precedente histórico más relevante de los museos. En la segunda mitad del S XV (cinquecento)

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comenzó a utilizarse el término museo con un sentido similar al actual, al aplicarlo Cosme De Médicis a su colección

de códices y curiosidades. La colección fue desarrollada por sus descendientes hasta su donación al Estado en 1743

para ser accesible al público de La Toscana y de todo el mundo. El coleccionismo anterior puso las bases del llamado

“coleccionismo erudito del Renacimiento”, consecuencia de una conciencia histórica de la civilización pasada y de

una conciencia crítica del presente. En los S XIX y S XX los museos se abren definitivamente al público. La historia de

los museos se identifica en el Renacimiento fundamentalmente con Italia, visión antropocéntrica, se vuelven a

admirar sus creaciones. La aparición de monarquías absolutas y el capitalismo fomentan el coleccionismo y el

mecenazgo. El ideal del mecenas renacentista nace en el oficio de crear grandes obras para su colección

(quattrocento). En el S XVI, coleccionismo sistemático, aparición de expertos en la materia que ayudan al desarrollo

de la Historia del Arte y de las ciencias e instituciones museológicas. En este tiempo los Médicis de Florencia admitían

visitantes en sus palacios para contemplar sus colecciones. Lorenzo El Magnífico, nieto de Cosme De Médicis, llegó a

reconocer que el disfrute del arte era un deseo común a toda la humanidad. Contrató al primer conservador de

nombre conocido: Bertoldo. Escultor, arqueólogo y discípulo de Donatello, con la tarea de conservar y restaurar sus

colecciones (el primer curador). El duque Cosme I encargó la construcción de los uffizi, que históricamente pueden

considerarse como el primer edificio proyectado para museo. En 1582 pudo ser visitado por el público, apareciendo

incluso en guías de turismo. El mecenazgo hacía favorecer el gusto por el coleccionismo y se renueva el concepto de

museo, dándole un matiz erudito y humanista. En Holanda el coleccionismo fue desarrollado por la burguesía. En

Francia las piezas de colección del Rey Francisco I solo eran conocidas por rumores, siendo calificadas como las

Maravillas de Fontainebleau, por ser éste el lugar donde estaban albergadas. Monarcas sucesores y personajes de la

política y la Iglesia ampliarán de modo más ecléctico esta colección y el conjunto terminará formando los Museos

Nacionales Franceses. En general, las colecciones reales de toda Europa crecieron decisivamente en los siglos XVI y

XVII sobre las colecciones iniciadas en el siglo anterior Siglos XVII y XIX: el museo moderno. Se produce un cambio

con respecto al espíritu del coleccionismo y es el de que la colección deja de ser un elemento de ostentación y

prestigio para su propietario, y en cambio se exaltan los valores de la historia nacional de cada país. El museo se

convierte en un aula permanente de lecciones históricas. Francia fue el país donde los valores del S XVIII iban a ser

especialmente estimados, se destaca la preocupación por los museos. La Ilustración, la Enciclopedia y el propio

Diderot estaban convencidos de que el pueblo era capaz de apreciar las obras de arte. Diderot fue el primero en

diseñar un programa museológico para el Louvre, inspirado en el mouseion de Alejandría.

En toda Europa se desarrolla esta tendencia de convertir las colecciones reales en museos públicos. El S XVIII se

considera como el creador del concepto moderno de museo, el museo público, que tendrá su consolidación en el S

XIX y su máximo desarrollo en el S XX.

Balance europeo.

El museo es un fenómeno europeo extendido como institución pública y didáctica. Sobre todo durante los siglos XIX

y XX por los más variados países del mundo. Un producto preparado por el desarrollo particular que vivió el viejo

continente en los siglos XVII y XVIII en su propio territorio geográfico y antropológico. Las fases de este proceso hasta

su configuración actual pueden catalogarse en cuatro periodos generales:

1) (1789 a 1850) planteamiento y definición como institución pública.

2) (1850 a 1914) consolidación internacional.

3) (1939 a 1945) crecimiento y revisión interrumpida por la Segunda Guerra Mundial.

4) (1950 a la actualidad) espectacular evolución de los museos no exenta de crisis y alternativas.

El patrimonio cultural: La memoria recuperada

Francisca Hernández Hernández

La humanidad siempre ha tratado de expresar sus sentimientos y aspiraciones a través de los monumentos y obras

de arte que, con el paso del tiempo, se han convertido en un auténtico patrimonio cultural que había que proteger y

conservar para salvaguardar la memoria colectiva de los pueblos. De este modo, los bienes culturales se convierten

en auténticos documentos patrimoniales que testimonian cómo se ha ido conservando la memoria histórica, al

mismo tiempo que invitan a poner todo el empeño en seguir conservándola. Inmersos en una sociedad cada vez más

interesada en experimentar nuevas sensaciones estéticas y culturales, la tarea es hacer comprender a las nuevas

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generaciones que dichas experiencias forman parte de la memoria histórica que ellas han heredado y que están

llamadas a transmitir íntegramente. Fruto de ese empeño, es necesario despertar del sueño la memoria de un pasado

cultural que para muchos es poco conocido y menos valorado, pero que necesita ser recuperado, protegido y

reconocido como el mejor regalo que las generaciones pasadas dejaron en testimonio de lo que constituyó su único

legado: la memoria imperecedera del significado que para ellas tuvieron las cosas y los lugares.

Origen del concepto de patrimonio

Se considera Patrimonio, al conjunto de bienes culturales, materiales o inmateriales, que han sido heredados de los

antecesores, que se reúnen y conservan para transmitir a las generaciones futuras, convirtiéndose en un bien público

y su conservación debe ser asegurada por el poder público. A partir de la noción de patrimonio personal y familiar,

ese concepto se extiende a los bienes y propiedades del Rey, los que en la Revolución Francesa son nacionalizados

junto con los bienes del Clero y de los emigrados, para ser considerados propiedad del Estado. Para ser considerado

patrimonio, un objeto debe sortear un proceso con ciertos criterios que son aplicados por los historiadores.

Carácter religioso: en todas las culturas hubo creación artística de tipo religioso y profano, agrupada alrededor de los

templos.

Templos griegos, depositarios de las obras de arte: eran los sitios usados para ubicar las obras de arte para ser

visitados por los devotos que rendían culto a las divinidades. Los sacerdotes eran los encargados de registrar,

inventariar y conservar las obras de arte entregadas por los fieles. Dichos tesoros no se consideraban patrimonio

particular de nadie, sino de la comunidad. No solo se guardaban obras de arte sino también armas y botines de guerra,

maravillas de la naturaleza, animales disecados y curiosidades de países lejanos.

Cristianismo, contribución, creación y conservación del patrimonio: según la Sacrosantum Concilium, la iglesia no

consideró propio ningún estilo artístico. Se acomodó a los usos y costumbres de los pueblos, aceptando las formas

artísticas de cada época y lugar, creando un inmenso tesoro de arte. La Iglesia conserva elementos relacionados con

la Fe a los que considera patrimonio y que debe responsabilizarse para transmitirlo a las futuras generaciones de

creyentes. Los santuarios, reliquias de santos y mártires, las peregrinaciones para venerarlas son una muestra cabal

de lo que representa el patrimonio dentro de la Iglesia.

Reliquias y santuarios, importancia: la diversidad de objetos acumulados (objetos maravillosos, raros e insólitos) son

precursores de las cámaras de las maravillas de las monarquías y de los futuros museos, y de un patrimonio propiedad

de la Iglesia y los creyentes.

Imágenes, polémica e influencia en el desarrollo del patrimonio: con la Reforma Protestante resurge el problema del

culto a las imágenes. De igual manera, la Reforma de Enrique VIII en Inglaterra, también las rechaza; en Francia,

Catalina de Médici concede libertad de culto a los calvinistas, lo que da lugar a enfrentamientos con la Iglesia católica

conocida como guerra de los Hugonotes, en la que se desconocía el carácter patrimonial de los objetos religiosos.

Tras el Concilio de Trento y su contra reforma, imágenes y ermitas necesitaban mantenimiento continuo con costes

a cargo de los vecinos, motivo que los llevaba a considerarlos patrimonio del lugar al que pertenecía. El pueblo no se

refería a ellas como patrimonio aunque la forma de cuidarlo y conservarlo para transmitirlo a generaciones futuras,

indica que la idea está en la base de su comportamiento.

Intervención de la monarquía en la consolidación del patrimonio: en la Antigüedad y la Baja Edad Media los santuarios

van conformando tesoros artísticos con los objetos acumulados en ellos. La monarquía contribuye a aumentar su

contenido, los reyes decidían poner sus tesoros en manos de la Iglesia. Carlomagno es quien más contribuye a su

formación; de esta manera se fueron constituyendo los regalía, objetos usados en la consagración y coronación de

los reyes.

Los regalía: en la Alta Edad Media los reyes y nobles recurrían a estos tesoros para financiar sus guerras. Los regalía

sostenían la continuidad de la monarquía al constituir una segura reserva de metales y piedras preciosas que podían

ser empeñados, fundidos o vendidos. En Francia ocurrió lo mismo y además se requisaba obras de orfebrería

religiosas y profanas. Los reyes continúan enriqueciendo estos tesoros, atraídos por el valor artístico y comienzan a

formar diversas colecciones. Durante el S. XV al inicio del humanismo la realeza europea comienza a coleccionar

conjuntos de objetos, siendo de carácter privado. Durante el Renacimiento usarán sus fortalezas y castillos para

guardar sus colecciones junto a sus bibliotecas, donde guardaban una copia de cada libro publicado, y archivos, donde

registraban acontecimientos y datos de la época.

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Conservación del patrimonio: ya en la España de la Edad Media había preocupación por el patrimonio. Existía un

intento de recopilación y conservación de objetos y sitios como un valor que no debía perderse. Era el Fuero Real de

Alfonso X, estableciendo la guarda de objetos de la Iglesia, haciendo a los obispos responsables de su guarda. Así

como impedía su comercialización y prohibía la compra de estos bienes.

Humanistas y su aprecio por las antigüedades: durante el primer período del Renacimiento, los humanistas

redescubren la Antigüedad y tratan de conservarlos por respeto venerable para recordar su pasado, reconocen su

carácter testimonial, aunque se reduce a una pequeña élite de eruditos y artistas. La realeza también se ocupa de la

conservación de los monumentos antiguos, sobre todo los clásicos considerados de real valor histórico y artístico. Al

mismo tiempo se da una destrucción intencionada en dos formas:

Destrucción negativa: con base política, ideológica y religiosa que sostenía que conservarlos suponía que el espíritu

de un pueblo siga vivo y alentará el deseo de mantener un status quo que no era bien visto.

Destrucción positiva:

• de carácter ritual: se dá en Japón donde reconstruían los templos originales deteriorados por el tiempo.

• de carácter creativo: se dá en Europa donde se reemplaza con un edificio más grandioso, el existente que ya

resulta chico y menos llamativo

Los Papas y la protección del patrimonio: los Papas serán los que dicten disposiciones de protección de monumentos

y son los primeros en transgredirlas. El incipiente renacentismo tratará de conservar y restaurar monumentos

religiosos existentes. No obstante en Roma, la ambigüedad papal será importante. Por un lado ordenaban la

conservación pero no dudaron en convertir el Coliseo en una cantera. Prohibían la exportación de antigüedades a la

vez que autorizaban actos de vandalismo sobre los monumentos en aras de convertir a Roma en una ciudad moderna,

universal y abierta a todas las expresiones artísticas. El poder político de los Papas pondrá a Roma en el centro de las

miradas de las naciones europeas. Al igual que en Roma, Venecia tenía en el siglo 14 una dedicación por las

antigüedades y la arqueología que irá desarrollando a lo largo del siglo 15, convirtiendo los museos en escuelas de

arte. La monarquía renacentista hará lo propio con sus monumentos conservándolos aunque no pondrá reparos a la

hora de derribarlos para sus propios fines. Como tampoco tendrán ningún prurito en venderlos si la situación

económica así lo requiere como sucedió hacia fines del siglo 18.

Anticuarios e Historiadores, entre el diálogo y la crítica del arte antiguo: Los historiadores podían tratar de forzar los

acontecimientos del pasado por algún motivo preconcebido, pero el anticuario era estudiadamente neutral. Durante

las dos primeras décadas del siglo 18 se plantea el estudio de la historia siguiendo la evolución de las artes y de las

ciencias en su contribución al desarrollo de la sociedad. Existía el afán no sólo de comprender la evolución en este

campo, sino también su decadencia. Entra en juego la comprensión del factor libertad. El arte sólo puede surgir en

donde hay libertad. Es una época en la que Italia, Grecia y Turquía son el objetivo de muchos viajes arqueológicos, el

Grand Tour, realizado por personas distinguidas y cultas que buscaban conocer diversas culturas. Durante los siglos

17 y 18, surge en Europa la tendencia a recorrer lugares y tierras nuevas que favorecen el descubrimiento de sus

monumentos. Eruditos e intelectuales, se afanan por conocer los testimonios del pasado, monumentos y objetos

para entender el sentido de la historia. Durante la revolución Francesa ocurrió igual que con Roma y los Papas, una

notable ambivalencia de criterios. A los comienzos de la Ilustración, la sociedad siente la necesidad de recuperar,

conservar y proteger el Patrimonio Histórico para la posteridad. Uno de los medios de propagación del movimiento

ilustrado fueron los periódicos, los que sirvieron también para crear opinión favorable para impedir que se

destruyese el patrimonio colectivo del pueblo, no solo en Paris, sino en otras capitales europeas. Es la primera

conciencia colectiva que defiende el patrimonio de los ciudadanos. En 1879 se confiscan los bienes del clero y de la

realeza, por el Estado francés, que debe gestionar su preservación y cuidado. Así nace el Patrimonio Nacional. Tras

la caída del monarquía y del antiguo Régimen aparece una ideología que considera el patrimonio una estética

degenerada que no será aceptada por una doctrina que mira al futuro y que no desea ni siquiera el recuerdo de la

realeza y el régimen feudal. Comienza una destrucción sistemática de innumerables obras de arte. Las diferentes

corrientes a favor y en contra de la protección del patrimonio desembocan en que el patrimonio constituye la

herencia de toda la humanidad y debía hacerse de acceso público pues así podrán estudiarse y obtener un mejor

conocimiento. Se llega al nuevo concepto de museo, de carácter público en el que el patrimonio es propiedad

colectiva y no de la aristocracia y el clero. Con la reconciliación de Napoleón con la Iglesia y la devolución de

numerosos monumentos la vida del museo es clausurada. La Revolución Francesa genera en la conciencia del

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ciudadano cierta ambigüedad frente al patrimonio, por un lado desean acabar con la simbología del antiguo régimen

y, por otro, pretenden conservar y proteger su propio pasado. La toma de conciencia al respecto genera el nuevo

concepto de nacionalización de los bienes culturales que se convertirán en bienes de interés público abierto a todos

los ciudadanos.

Unidad II

Reforma y Contrarreforma

Alberto Tenenti

Reforma: Iniciada por Lutero en 1517, a raíz de la venalidad de la iglesia por la venta de indulgencias para financiar

la reconstrucción de la Basílica de San Pedro. Una situación que los numerosos estados de Alemania aprovecharon

para independizarse de la autoridad del Emperador Carlos V y del Papa. A su vez, en Inglaterra en 1534, el deseo de

reforzar la monarquía indujo la separación de la Iglesia de Roma. Enrique VIII crea la Iglesia Anglicana y se proclama

Sumo Pontífice. En Suiza, Zuinglio y Calvino se propagan las ideas separatistas, el calvinismo se extiende por Escocia

(presbiteranos); Inglaterra (Puritanos); Francia (Hugonotes) y por los Países Bajos. Con la aparición de la imprenta

Lutero, convencido que la Biblia era un texto accesible para todos, la tradujo al alemán. También influyo en la

enseñanza, que le arrebató a la Iglesia y pasó a manos de los magistrados seglares, convirtiendo la instrucción general

en obligatoria, laica y técnica, además de religiosa. La Reforma protestante dio lugar entre otras cosas, a la necesidad

de aprender a leer y escribir, provocando una revolución de las costumbres.

Contrarreforma: La Iglesia no se quedó atrás y generó una serie de medidas eclesiásticas y político-religiosas, a fin de

contrarrestar el avance del Protestantismo. Si bien, ya antes había promovido reformas y reorganizaciones, cuando

surge el protestantismo, la Iglesia continúa con su renovación por cuenta propia y no solo como respuesta a lo que

sucedia en el norte Europa. Pero es indiscutible que la reforma protestante tuvo una gran influencia en el proceso.

En 1545 el Papa Paulo III, convoca al Concilio de Trento, que concluyó en 1563, fijando el dogma católico y creando

nuevos medios de difusión de la doctrina.

Unidad III

Bianchi - LA EPOCA DE LAS REVOLUCIONES BURGUESAS – 1780/1848.

La época de la doble revolución.

Sociedad predominantemente rural, en una Europa mayormente dominada por monarquías absolutas. Las

transformaciones comienzan el dos países rivales: Francia e Inglaterra, con procesos diferentes y paralelos.

La revolución Industrial en Inglaterra.

Comienza el desarrollo de una economía capitalista caracterizada por la separación entre quienes venden su fuerza

de trabajo a cambio de un salario (proletariado) y los poseedores de los medios de producción (burguesía). Inglaterra

estaba dispuesta a subordinar su política a los fueros económicos. La revolución se desarrolló en dos etapas: Etapa

del Algodón y Etapa del Ferrocarril.

Las transformaciones de la sociedad.

A partir de la Revolución, la aristocracia no sufrió grandes cambios, de hecho pudieron engrosar sus rentas con la

explotación minera y agraria ya que eran propietarios del suelo y del subsuelo. Las antiguas burguesías mercantiles

se vieron beneficiadas por el comercio. Algunos miembros ricos de la burguesía fueron asimilados por la clase alta,

mientras que otros hombres de negocios conformaron la clase media. Las condiciones de vida de los trabajadores y

sus familias (proletariado) se deterioraron por el hacinamiento, epidemias, largas jornadas de trabajo, etc. Prevalecía

la asociación entre riqueza y Providencia, y entre pobreza y pecado. Sobre las últimas décadas del siglo XVII surge el

ludismo como forma de lucha por parte de los trabajadores en contra de los medios de producción industrial, primero

en contra del reemplazo de la mano de obra humana, y luego para conseguir mejores condiciones laborales.

La revolución francesa.

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Los filósofos de la Ilustración habían destronado a la Teología, alejándose de lo sagrado y cuestionando el carácter

divino del poder real. Los economistas ilustrados, fisiócratas, criticaban al mercantilismo, considerando que la riqueza

provendría de la producción y no de la acumulación. Para la producción se necesitaba levantar trabas y dar libertad

al comercio, lo cual iba en contra de los intereses de la nobleza, que no estaba dispuesta a resignar impuestos y

aranceles aduaneros. La sociedad francesa se dividía en tres órdenes o Estados: los que rezan (el clero), los que

guerrean (nobleza) y los que trabajan la tierra (los campesinos). Los dos primeros estados eran las clases privilegiadas,

mientras que el tercero incluía a todos los campesinos, artesanos, profesionales, pequeños comerciantes, etc.

Primera etapa (1789 – 1791): la toma de la Bastilla simbolizó la caída del absolutismo y el inicio de un período de

liberación. En agosto de 1789 se aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, basada en los

principios de libertad, igualdad y fraternidad. Libertad se refería a lo personal, comercial y empresarial. Igualdad

intentaba eliminar los privilegios de sangre. Fraternidad concernía al sentimiento de hermandad, todos serían

franceses. En 1790 se nacionalizan los bienes del clero, y se coloca a la Iglesia bajo el poder del Estado, siendo sus

miembros funcionarios públicos. En 1791 se aprobó la Constitución que establecía un sistema de monarquía limitada,

controlada por una Asamblea Legislativa cuyos miembros serían elegidos por el sufragio de adultos varones

propietarios (burguesía).

Segunda etapa la república jacobina (1792 – 1794): los nobles emigrados, con el objeto de reinstaurar la monarquía

absoluta, obtuvieron el apoyo de Prusia y de Austria para invadir militarmente a Francia. Al estallar la guerra, los

jacobinos (élite política ilustrada) ejecutan a Luis XVI, se hacen con el gobierno e instauran la disciplina del Terror

para evitar la insurrección de los sectores más populares y de sus oponentes.

La tercera etapa de la Revolución. La difícil búsqueda de la estabilidad (1794 – 1799): en el mes termidor del nuevo

calendario, el ejército organiza un golpe de estado. Esta fuerza militar estaba basada en el mérito y no en la cuna, y

fue liderado por Napoleón Bonaparte.

Fin e institucionalización de la Revolución: Napoleón Bonaparte (1799 -1815): el 18 de brumario de 1799, Napoleón

queda al mando de la Guarnición de París. Significó el fin de la agitación revolucionaria. Restringió la participación

popular, ejerció un estricto control de la población, logró que el papado reconozca la expropiación de bienes

eclesiásticos a cambio de severas limitaciones en la libertad de culto, subordinó la Iglesia Francesa al Estado,

reorganizó la administración y las finanzas, reorganizó la educación pública y propuso las bases de una organización

teocrática y centralizada. En su afán expansionista, y inició la guerra contra Inglaterra, la cual mediante bloqueos

marítimos y continentales (económicos) y los correspondientes contrabloqueos franceses no resultó favorable para

ninguno de los dos bandos. Finalmente decidió dar un vuelco militar en la Invasión a Rusia (1812), la cual fracasó ante

la imposibilidad de los militares franceses a sobrevivir a las condiciones climáticas del crudo invierno ruso. Las fuerzas

aliadas de Prusia, Austria, Rusia y Suecia lograron la derrota de Napoleón.

Las revoluciones de 1830.

Las bases de las revoluciones: liberalismo, romanticismo, nacionalismo.

Mediante el Congreso de Viena en 1815 se proponía la alianza de las monarquías europeas para oponerse a los

ataques de una ola liberal, quienes querían volver al régimen absolutista en un intento de restauración. Pero la

sociedad europea había cambiado, en Italia y Alemania el liberalismo confluyó con el nacionalismo, por la necesidad

de expulsar a los poderes autocráticos dominantes. Italia y Alemania aspiraban a una nación bajo una monarquía

constitucional o un gobierno republicano. En Francia y España aspiraban a un gobierno que respetara los principios

liberales. El liberalismo era una filosofía orientada a salvaguardar las libertades individuales, políticas y económicas

del individuo. Era el sistema que mejor se ajustaba a las nuevas burguesías. Como política económica logró madurez

en Gran Bretaña “la mano Invisible”. El rechazo al racionalismo propio de la ilustración y la exaltación de la intuición

se transformaron en las principales características del romanticismo, con primeras manifestaciones literarias en

Inglaterra. En Francia este romanticismo constituyó originalmente un movimiento tradicionalista en reacción contra

la Revolución Francesa. La exaltación del espíritu nacional y la búsqueda de sus orígenes permitió que el

romanticismo prendiera fuertemente en países desmembrados o víctimas de la dominación extranjera. En las letras

resaltan Chateaubriand y Víctor Hugo, en la música Chopin y Beethoven. Era romántico leer sobre el medioevo, sufrir,

rezar, combatir, viajar a tierras exóticas, amar apasionadamente, es decir, fue un desafiante rechazo a todo aquello

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que limitaba el libre albedrío. Esta época fue también favorable para los inicios del nacionalismo, que aludía a un

sentimiento de pertenencia a una comunidad ligada por la herencia común de la lengua y la cultura, y una relación

con un territorio considerado como “el suelo de la patria”, confluyendo estos elementos en la idea de nación.

Consideraba que el Estado debía coincidir con fronteras étnicas y lingüísticas, y que cada gobierno nacional debía

estar libre de instancias exteriores. Tanto el nacionalismo, como el liberalismo y el romanticismo fueron movimientos

identificados con las clases letradas de la sociedad.

Las revoluciones de 1848: “La primavera de los pueblos”.

Las nuevas bases revolucionarias: democracia y socialismo.

Los movimientos de 1848 fueron básicamente democráticos, se comenzó a revindicar el derecho a voto de todos los

ciudadanos. No había democracia sin sufragio universal y se consideraba a la república como la forma política más

idónea para garantizar este sufragio. Se comenzó a hablar de socialismo. En Francia, Charles Fourier denunció a la

propiedad privada, la competencia y la libertad de comercio como las bases de la desigualdad social, proponiendo la

construcción de una sociedad racional y armónica basada en el principio de la cooperación. Etienne Cabet formuló

un proyecto de sociedad comunista. Louis Blanc proponía, como medio para transformar la sociedad y suprimir el

monopolio burgués sobre los medios de producción, la creación de "talleres sociales", cooperativas de producción

montadas con créditos estatales. En síntesis, delegaba en el Estado la tarea de la "emancipación del proletariado".

Estas ideas transformaron el pensamiento del proletariado francés y trascendieron a Europa, marcando el fin de la

política tradicional y demostrando que mediante el liberalismo, la democracia política, el nacionalismo; las clases

medias e incluso las clases trabajadoras iban a ser protagonistas permanentes del panorama político.

Bianchi – EL APOGEO DEL MUNDO BURGUÉS (1848 – 1914).

Capitalismo e industrialización.

Contrariamente a la primera etapa de la Revolución Industrial inglesa – textiles- que se había basado en innovaciones

tecnológicas sencillas y de bajo costo, Francia se incorporaba al proceso de industrialización en una etapa mucho

más compleja —la de los ferrocarriles— y que exigía una gran acumulación de capitales. El obstáculo pudo ser

superado por la capacidad de adaptación del sistema bancario francés. A partir de las iniciativas del Estado y de la

participación del capital bancario el desarrollo del capitalismo industrial francés mantuvo su ritmo de constante

crecimiento. Así, en los primeros años del siglo XX, Francia poseía ya el perfil de un país industrial moderno. En el

caso de Alemania un marcado intervencionismo estatal favoreció el desarrollo de la industrialización. Si bien sólo

unos cuantos países se convertirían en economías industriales, la expansión del capitalismo transformado en un

sistema mundial dejaba pocas áreas que no estuvieran bajo su influencia. El mundo parecía transformarse a un ritmo

acelerado. En primer lugar, las ciudades crecían, había nuevos diseños urbanos, aparecen las grandes tiendas donde

el capital circulaba rápidamente, el confort en las viviendas, se produce el auge en la industria de transportes en

general y la ciencia crece por demanda de la industria.

Del capitalismo liberal al imperialismo.

La "gran depresión”.

A pesar del optimismo y de los éxitos obtenidos la naciente economía capitalista estaba sometida a crisis periódicas

e inherentes a un sistema que se auto condenaba a momentos de saturación del mercado por el crecimiento desigual

de la oferta y la demanda. De este modo, a los períodos de auge le sucedían períodos de depresión en la que los

precios caían dramáticamente e incluso muchas empresas quebraban. Hacia los primeros años de la década de 1870

en Estados Unidos 39.000 kilómetros de líneas ferroviarias quedaron paralizadas por la quiebra, los bonos alemanes

cayeron en 60% y, hacia 1877, casi la mitad de los altos hornos dedicados a la producción de hierro quedaron

improductivos. La edad de oro del capitalismo "liberal" parecía haber terminado. Y esto también iba a afectar la

política, las prácticas proteccionistas pasaron entonces a formar parte corriente de la política económica

internacional. La depresión enfrentó a las economías nacionales, donde los beneficios de una parecían afectar la

posición de las otras. la competencia y la crisis eliminaron a las empresas menores, que desaparecieron o fueron

absorbidas por las mayores, que pudieron producir en gran escala, abaratando costos y precios y fueron las únicas

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que pudieron controlar el mercado, mediante la racionalización de procesos productivos para la producción en gran

escala y de bajo costo.

La época del imperialismo.

Los años que transcurren entre 1875 y 1914 constituyen el período conocido como la época del imperialismo, en el

que las potencias capitalistas parecían dispuestas a imponer su supremacía económica y militar sobre el mundo.

Amplios territorios de Asia y de África quedaron subordinados a la influencia política, militar y económica de Europa.

Los efectos sobre los territorios dominados no fueron sólo económicos, sino que también afectó a la política y

produjo un importante impacto cultural: se transformaron imágenes, ideas y aspiraciones, a través de ese proceso

que se definió como "occidentalización". El imperialismo creó las condiciones que permitieron la aparición de los

líderes antimperialistas y generó además las condiciones que permitieron que sus voces alcanzaran resonancia

nacional.

Las transformaciones de la sociedad.

El mundo de la burguesía.

En Inglaterra, por ejemplo, la burguesía se llamaba a sí misma, "clase media", y englobaba a los ricos industriales, a

los prósperos comerciantes, a profesionales como médicos y abogados, y en un nivel inferior a una pequeña

burguesía de tenderos, maestros, empleados. En el plano social, la principal característica de la burguesía era la de

constituir un grupo de personas con poder e influencia. Pertenecer a la burguesía significaba superioridad, era ser

alguien al que nadie daba órdenes, excepto el Estado y Dios. Podía ser un empleado, un empresario, un

comerciante, un profesional, pero fundamentalmente era un "patrón": el monopolio del mando -en su hogar, en la

oficina, en la fábrica- era fundamental para definirse. La superioridad de la burguesía como clase comenzó a ser

considerada como una determinación de la biología, el burgués era miembro de una clase superior que representaba

a un nivel más alto de la evolución humana. El resto de la sociedad era indudablemente inferior. La estructura familiar

burguesa estaba basada en la subordinación de las mujeres. La vida familiar se desarrollaba en hogares donde la

decoración se sobreañadía como un elemento que enmascaraba la función, así ninguna pintura sin su marco dorado,

ninguna silla sin tapizado, ninguna superficie sin mantel o sin un adorno, ninguna tela sin su borla. Los objetos eran

algo más que útiles o signos de confort, eran los símbolos del estatus y de los logros obtenidos. Los objetos debían

ser sólidos, hechos para perdurar. La dualidad, solidez y belleza expresaba la nítida división entre lo corporal y lo

espiritual, lo material y lo ideal, típica del mundo de la burguesía, todo se expresaba a través del dinero que podía

comprarla. La clase obrera no era homogénea. En la cúspide parecían ubicarse los obreros "especializados", aquellos

capaces de fabricar y reparar las máquinas quienes recibían un mejor pago, los que se encontraban en una mejor

posición para "negociar" con los patrones y aspiraban a “mejorar” ascendiendo a la burguesía. Por debajo de los

trabajadores especializados, se ubicaba la gran masa de los obreros y obreras de fábrica, con jornadas de trabajo de

15 o 16 horas diarias, con situaciones de trabajo precarias, bajo la amenaza de las periódicas crisis de desempleo.

Por debajo de la masa de obreros de fábrica había un tercer escalón: los recién emigrados del campo, que eran

muchas veces peones que no tenían un trabajo fijo, trabajaban esporádicamente en la construcción de ferrocarriles,

en la excavación de las grandes ciudades, en la descarga de navíos. Hubo progresos en la seguridad e higiene del

trabajo, y comenzó a disminuir el empleo infantil. La jornada laboral tendió a reducirse, en parte por las presiones

sindicales, pero también porque el aumento de la productividad permitía que en un tiempo menor los obreros

produjeran más y hubo una mejora en los salarios. En 1863, se fundaba la Unión de Asociaciones de Trabajadores

alemanes que algunos años más tarde (1875), se habría de transformar en el Partido Obrero Socialdemócrata. Nacía

así el primer gran partido socialista europeo. No se trataba aún de un socialismo "revolucionario", trataba de utilizar

al máximo los recursos de la democracia para actuar sobre el Estado, promover reformas y dar a la clase obrera una

influencia política. La clase obrera fue visualizada como "peligrosa" para el orden constituido. Muchos

contemporáneos reconocían la gravedad de la "cuestión social" y vivían con el temor a un levantamiento. La memoria

de las revoluciones de 1830 y de 1848 estaba fresca, de allí que, pese a la seguridad de la burguesía en su fortaleza y

en sus logros, el miedo a la insurrección siempre estuvo presente. El socialismo de la década de 1880 ya no esperaba

una pronta instauración de la nueva sociedad. Su éxito todavía se limitaba a algunos sectores restringidos del

proletariado y a una importante capa intelectual, pero su influencia era todavía muy escasa sobre las amplias masas

que conformaban el mundo del trabajo.

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Un mundo a la defensiva: aristócratas y campesinos.

Frente a las transformaciones económicas y sociales que se vivían en Europa las clases sociales del antiguo orden

buscaban sobrevivir procurando adaptarse o presentando resistencia frente a los cambios. Y la inercia muchas veces

triunfaba sobre las innovaciones. Pero también es cierto que, pese a todas las resistencias, la expansión capitalista

cambiaba al mundo y consolidaba el apogeo de la burguesía. Las ideas y los movimientos políticos y sociales.

Las transformaciones del liberalismo: democracia y nacionalismos militantes.

Los cambios que vivía la sociedad no dejaron de impactar sobre un liberalismo que comenzó también a sufrir

transformaciones. El conservadurismo se encontraba en retirada. Sus argumentos tradicionales, como el origen

divino del poder político y del orden social establecido, y la legitimidad exclusiva del derecho tradicional, perdían

cada vez más fuerza en un mundo que se transformaba rápidamente. Pero este conservadurismo en retirada

encontró algunas fortalezas desde las cuales resistir. Las iglesias fueron una de ellas: el anglicanismo en Inglaterra, el

protestantismo en Alemania y el catolicismo en los países latinos —fieles a las monarquías-, pronto se transformaron

en baluartes del conservadurismo. Todas estas Iglesias eran profundamente antiliberales, aunque sólo la mayor de

ellas, la Iglesia católica se pronunció explícitamente en contra del liberalismo, la "separación de la Iglesia y el Estado"

era precisamente el liberalismo. El gran avance del liberalismo no se hizo sin conflictos. Y el principal problema que

se planteó a la burguesía liberal fue precisamente el de la democracia. Estaba cada vez más claro que las "masas", es

decir, los "no respetables", la misma clase obrera, constituían un amplísimo sector que cada vez más contaba en

política. Estaba bastante claro que, tarde o temprano, todos los sistemas políticos tendrían que darles un lugar. Y

esto era algo que aterrorizaba a los "respetables", quienes

consideraban a las masas ignorantes y peligrosas por definición. El problema radicaba en que el liberalismo, por un

lado, carecía de reservas teóricas sólidas contra los avances de la democracia. Si sus fundamentos políticos eran la

participación de la "nación" -entendida como el conjunto de ciudadanos- en la vida política y la defensa de los

derechos individuales, el liberalismo ofrecía argumentos muy pobres para negar derechos políticos, como por

ejemplo, el sufragio. La ampliación del sufragio se debió no sólo a las carencias teóricas del liberalismo y a las

presiones que llegaban desde abajo, sino al contundente hecho de que las burguesías necesitaban la "fuerza del

número". En este proceso de democratización, el liberalismo fue sacudido profundamente. El nacionalismo había

sido un concepto que en sus orígenes se vinculaba con el liberalismo y la democracia. La idea de nación, como

comunidad de todos los ciudadanos políticamente maduros estuvo ligada a los principios liberales y democráticos:

el liberalismo italiano, por ejemplo, concebía la unidad nacional y la libertad política como dos aspectos que no

podían separarse. Sin embargo, el término mismo de nacionalismo no apareció hasta las postrimerías del siglo XIX.

El conservadurismo, atrincherado en las fuerzas armadas, configuró un nuevo concepto de nacionalismo agresivo y

militante. Dicho concepto se basaba en la idea de la "grandeza de la nación", grandeza que se establecía a partir de

la "superioridad" de una nación sobre las otras. Este nacionalismo agresivo y militante —que contaba muchas veces

con el entusiasta apoyo de las masas - daba su fundamento al imperialismo. El concepto de nación pronto derivó en

el de raza. Las razas blancas, y en especial las arias, parecían estar llamadas a dominar a los pueblos de color gracias

a su "superioridad" y mayor cultura. Dentro de este clima de ideas, el antisemitismo comenzó a extenderse por toda

Europa hacia la década de 1880. El desafío a la sociedad burguesa: socialismo y revolución. Un socialismo de tipo

marxista se impuso en el continente. En 1890 el Partido Socialdemócrata alemán había adoptado un programa que

se ajustaba a los principios del marxismo. Sobre la base de tales principios, el programa declaraba que "la

transformación de la propiedad privada capitalista de los medios de producción en propiedad colectiva" era la

condición necesaria para la liberación "no sólo del proletariado, sino de toda la humanidad". Pero también se

establecían las líneas a las que se ajustaría la "lucha política": en primer lugar, la "revolución de las mentes", es decir,

la preparación ideológica del proletariado para la revolución socialista; en segundo lugar, un programa de reformas

políticas, que el partido se comprometía a realizar, dentro del sistema establecido, para mejorar las condiciones de

los trabajadores. Pero esto no se pensó como revolución, sino como evolución.

Hernández Hernández - EL SIGLO XIX Y LA ACEPTACIÓN PLENA DEL MONUMENTO HISTORICO: LAS PRIMERAS

MEDIDAS SOBRE LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO.

EL SIGLO XIX Y LA ACEPTACIÓN PLENA DEL MONUMENTO HISTÓRICO.

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Como fruto de la reflexión que tiene lugar después de los acontecimientos vandálicos de la Revolución francesa con

respecto a los monumentos, surge el concepto moderno de conservación y restauración como una necesidad de

preservarlos de futuras destrucciones. En Francia, a partir del Concordato firmado por Napoleón en 1801, con la

Santa Sede, tiene lugar la devolución de las iglesias profanadas, aunque la propiedad siguiera siendo del Estado. Esto

supuso que muchos templos en estado ruinoso fueran demolidos o vendidos a particulares, por lo que

desaparecieron numerosas iglesias y monasterios. Con la restauración de la monarquía se recupera el interés por los

monumentos antiguos y tiene lugar un estudio detallado de los edificios que se encuentran en peores condiciones,

con el objeto de ver qué se puede hacer con ellos. Comienzan las demoliciones y restauraciones de las iglesias góticas

que los arquitectos, muy influidos por las ideas neoclásicas, no están en condiciones de realizar siguiendo unas líneas

que respeten la idea original y dando paso a numerosas arbitrariedades. Ludovic Vitet es nombrado primer inspecteur

general de monuments historiques. Es el primer cargo administrativo que se crea con el propósito de que el inspector

recorra Francia haciendo un inventario del patrimonio monumental que necesita ser conservado, así como de los

edificios de que disponen las distintas regiones para realizar los trabajos necesarios.

Hobsbawm – LA ERA DE LA REVOLUCION, 1789 – 1848.

LAS ARTES.

Se produce la extraordinaria difusión de los acontecimientos artísticos en las naciones. En la primera mitad del siglo

XIX, la literatura y la música rusas surgieron bruscamente como una fuerza mundial, y también en mucha menor

proporción, la literatura de los Estados Unidos, también lo hicieron la literatura y la música polacas y húngaras y, al

menos en forma de publicación de canciones populares, cuentos y leyendas épicas, las literaturas del norte y de los

Balcanes. También el excepcional desarrollo de ciertas artes y géneros. La literatura, por ejemplo, y· dentro de ella la

novela. Probablemente ningún medio siglo cuenta con una concentración mayor de grandes novelistas. La música es

quizá algo más sorprendente todavía. El repertorio de los conciertos contemporáneos está formado en su mayor

parte por las obras de los compositores activos en este período «clásico» de la música instrumental, principalmente

el de las grandes obras alemanas y austríacas, la ópera floreció más vastamente en Italia y Francia. En las artes

plásticas, la relación es menos brillante, con la excepción parcial de la pintura en España. La escultura en todos los

países estaba en un nivel inferior que en el siglo XVIII y también la arquitectura. Todavía no está aclarado qué es lo

que determina el florecimiento o el agostamiento de las artes en un determinado período. Sin embargo, es indudable

que entre 1789 y 1848 la respuesta debe buscarse ante todo en el impacto de la doble revolución. Si una frase puede

resumir las relaciones entre artista y sociedad en esta época, podemos decir que la Revolución Francesa lo inspiró

con su ejemplo y la Revolución Industrial con su horror mientras la sociedad burguesa surgida de ambas transformaba

su existencia y sus modos de creación. Los artistas de aquel período se inspiraban y estaban implicados en los asuntos

públicos. El lazo entre los asuntos públicos y las artes es particularmente estrecho en los países en que la conciencia

nacional y los movimientos de liberación o unificación nacional estaban más desarrollados. Es bastante natural que

tal nacionalismo encontrara su mejor expresión cultural en la literatura y la música. También es comprensible que

las artes tradicionalmente dependientes de los encargos de las clases dirigentes -cortes, gobiernos, nobleza- como la

arquitectura y la escultura y no tanto la pintura, reflejaran menos este resurgir nacional. La ópera italiana floreció

más como arte popular que cortesano, mientras la arquitectura y la pintura italianas morían. El romanticismo surgió

como una tendencia consciente y militante de las artes en Inglaterra, Francia y Alemania hacia 1800 (final de la

década de la Revolución Francesa). El artista romántico era joven, permanecía solitario, se consideraba genio, era

incomprendido en general y era pobre, en muchos casos revolucionario. La obsesión de los románticos era la

recuperación de la unidad entre el hombre y la naturaleza. El romanticismo era la moda más característica en el arte

y en la vida de la doble revolución, pero no la única. La vida de la clase media era antirromántica, el estilo de

decoración era una suerte de clasicismo doméstico.

Mosse – LA CULTURA EUROPEA DEL SIGLO XX.

La transmisión del romanticismo y del idealismo. El romanticismo comenzó concediendo gran importancia al

sentimiento y a la emoción, había centrado su atención en la persona como ser creador. Acompañado por un

individualismo extremo, se esforzó por integrar al hombre dentro del universo y del Estado.

Unidad IV.

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Bianchi – EL SIGLO XX: LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA (1914 – 1991) EL MUNDO EN CRISIS (1914 – 1945).

1914: continuidades, rupturas y significados.

Hacia 1914 el mundo estaba densamente poblado e integrado por el movimiento de personas, de capitales, de

servicios y de ideas. Estos movimientos como resultado de los nuevos medios de transporte y de comunicación. Este

mundo estaba dividido en “sociedades avanzadas” y “sociedades atrasadas”. El mundo avanzado se caracterizó por

un crecimiento de las ciudades por el proceso de industrialización y Estados integrados por ciudadanos, individuos

hombres con derechos legales y políticos, gente común, quienes formaban el electorado. Esta irrupción de las masas

era signo de que los viejos mecanismos de subordinación habían dejado de existir. Hacia comienzos del siglo se

identificó a la democracia con la estabilidad económica del capitalismo. La idea de ruptura expresa la crisis de la

identidad burguesa, cuestión que aparecía en la cultura, la alta cultura dejó de ser un coto de la burguesía: la

educación de masas amplió el campo a nuevos sectores sociales. La democratización de la cultura se dio en base a la

combinación entre tecnología y descubrimiento del mercado de masas, como en el caso del cine. Creció la

importancia de aquellos aspectos de la realidad que aparecían como ocultos o inexplicables, la irracionalidad.

La guerra y la revolución.

1914: el comienzo de la guerra. El desarrollo capitalista había conducido a la expansión imperialista y a la rivalidad

entre potencias. El imperio austrohúngaro declaró la guerra a Serbia. Rusia, junto con Francia e Inglaterra, declaró

su apoyo a Serbia. El 28 de julio de 1914 estallo la Gran Guerra, la que se prolongó hasta 1918. Desde el punto de

vista de la política interna, los gobiernos trataron de mantener la paz interior para canalizar las energías disponibles

hacia la guerra. En 1917 estalla la Revolución Rusa: el primer desafía abierto al capitalismo.

La Revolución Rusa de 1917.

La Rusia zarista mostraba un notable atraso, con la figura del zar que ejercía un poder absoluto de carácter divino,

con una burguesía débil y un campesinado sometido a la servidumbre. El proceso de industrialización con capitales

franceses había dado lugar a la creación del proletariado. En 1905 comenzó una ola de huelgas que fue reprimida

por las tropas zaristas, provocando el levantamiento de los trabajadores y campesinos. La guerra aumento el

descontento que en 1917 se transformó en una abierta insurrección. Las tropas del zar se negaron a reprimir y

fraternizaron con ella. Surgieron diferentes partidos revolucionarios, pero los bolcheviques llegan al poder.

La construcción del mundo soviético.

Los bolcheviques tenían el control de la capital, pero en el resto del vasto país las fuerzas combinadas de las

nacionalidades descontentas con la opresión rusa, partidarios del zarismo y opositores que generaron un frente

armado y provocaron una guerra civil que se prolongó por tres años. Frente a la inestabilidad se sacrificaron algunos

principios revolucionarios. Para ordenar la economía, se nacionalizó la industria, el aparato productivo y la asignación

de la mano de obra quedó bajo la dependencia de las necesidades del Estado. Pero la industrialización exigía también

otros cambios. Exigía transferir recursos y producir alimentos para una creciente población urbana. El problema

radicaba en la baja productividad de la agricultura. mientras la figura de Stalin se transformaba en el centro de un

verdadero "culto a la personalidad". La política represiva culminó con los procesos de Moscú cuando, en 1936, fue

ejecutado un numeroso grupo de disidentes. El compromiso de Stalin con la industrialización resultó atractivo para

muchos comunistas que veían en ella el camino al socialismo y su compromiso con el restablecimiento de la grandeza

de Rusia, en un renovado discurso nacionalista fue la combinación que le permitió mantener un férreo dominio sobre

el partido y el Estado.

El crack del 29 y la depresión de los años de la década de 1930.

Desde fines de la guerra, la venta de acciones había constituido una de las principales formas de obtener capital para

invertir en la industria, se había transformado en un factor clave para el crecimiento económico. La confianza que se

tenía en el capitalismo se trasladó entonces a la Bolsa de Valores: parecía imposible que allí se pudiera perder dinero.

A nadie le parecía importante averiguar si las cotizaciones reflejaban el verdadero estado de la economía. Sin

embargo, el 29 de octubre de 1929 la Bolsa de Valores neoyorquina quebró. La especulación había llevado a un alza

artificial de las acciones y se acentuó la desproporción entre el valor nominal de los títulos y los verdaderos activos

que las empresas tenían. En tales circunstancias los dividendos repartidos no podían ser más que ficticios. En síntesis,

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las acciones habían dejado de reflejar la marcha de la economía. Una ola de problemas sociales abatió al territorio.

Los salarios cayeron estrepitosamente, aumentó la desocupación. La consecuencia política más inmediata de la crisis

fue el desprestigio del Partido Republicano y que el presidente electo en 1932, Franklin Delano Roosevelt, procediese

del Partido Demócrata. Prometió un "Nuevo Trato" (New Deal), término con que se definió os, lo que implicaba gran

concentración de capitales y métodos adecuados de producción en masa. Gracias al "Plan de los Cuatro Años",

Alemania había ingresado en la guerra en coincidencia con una óptima producción; sin embargo la situación varió a

partir de 1942. Comenzó a registrarse una aguda crisis de producción y un grave déficit de mano de obra. Se

intentaron programas de emergencia, se requisaron las zonas ocupadas y contingentes de mano de obra fueron

enviadas a las fábricas alemanas. Pero esto no impidió que en 1943 la crisis alcanzara su punto más agudo y que

debiera declararse la "movilización total". Situaciones similares eran atravesadas por Italia y por Japón. En síntesis,

se debilitaba la capacidad de producción del Eje, en el momento en que se daban los ataques cada vez más intensos

de los Aliados. La guerra había terminado con los regímenes fascistas, pero también había modificado al mundo de

la democracia. Las altas inversiones en armamentos y la revolución tecnológica permanente en el campo bélico

habían encontrado una salida para la crisis del capitalismo. Los contemporáneos hablaron de Primera y de Segunda

Guerra Mundial. Hubo indudables diferencias entre ambos períodos de la guerra, pero también resulta indiscutible

su continuidad. Entre ambas hubo muchas semejanzas, fueron dos episodios de una carnicería sin posible parangón,

que dejaron imágenes de pesadillas tecnológicas —la memoria de los gases tóxicos y de los bombardeos, después de

1918, y de la nube de destrucción nuclear, después de 1945, que marcarían a los sobrevivientes y a la siguiente

generación. Ambos conflictos concluyeron con el derrumbamiento y la revolución social en extensas zonas de Europa

y Asia. Pero la continuidad está dada sobre todo por el hecho de que la segunda parte de la guerra concluyó con los

problemas que la primera había dejado pendientes, acabó con los problemas de la economía capitalista y el progreso

de la vida material sostuvo la democracia política occidental. Alemania y Japón acabaron integrándose a la economía

del mundo occidental, mientras surgían nuevos enemigos —Estados Unidos y la Unión Soviética- que nunca se

enfrentarían en el campo de batalla.

La sociedad contemporánea

El mundo de la posguerra.

La Guerra Fría.

Tras la guerra mundial Estados Unidos y la Unión Soviética se constituirían en potencias hegemónicas. Los países

europeos dependían de las relaciones soviético-americanas, ambas potencias estaban interesadas en la rápida

estabilización económica de una Europa que había quedado devastada por la guerra. Además era necesario atender

urgentes problemas sociales: la desmovilización de los ejércitos, la inserción de masas de gente en la vida civil y

productiva, la situación de los prisioneros de guerra, de los confinados en campos de concentración y de muchos que

habían sido desplazados de sus lugares de origen. La noticia de la capacidad nuclear de la Unión Soviética llevó al

presidente Truman a asumir un discurso donde se presentaba al comunismo como un bloque monolítico y en

expansión que sólo podía ser contrarrestado por un programa de contención. La imagen difundida por la Guerra Fría,

de un mundo dividido en bloques mutuamente amenazantes, que caminaba sobre el filo de una navaja, pasó a formar

parte del sentido común de la sociedad. Pero la Guerra Fría generó una visión del mundo que también se reprodujo.

Para definir a un "nosotros" es necesario definir a un "otro". Y si ese "otro" se presenta como algo amenazador, los

vínculos que constituyen al "nosotros" se fortalecen. La Guerra Fría permitió homogeneizar a la sociedad y construir

el consenso dentro de cada bloque.

La irrupción del "Tercer Mundo”.

Es un concepto difuso, incluye países con economías dependientes tanto de uno como de otro bloque, y que aspiran

a una independencia que es tanto económica como política. Sin embargo, con países socialistas y capitalistas, lo que

pone en duda la idea de "tercerismo". El único punto en común es el de ser países identificados con la dependencia

colonial generada por la expansión del imperialismo. En términos generales, se trataba de regiones caracterizadas

por continuar siendo abastecedoras de materias primas y de productos alimenticios, y mercados para los productos

industriales y las inversiones de capitales de las metrópolis.

La construcción del Estado de bienestar.

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Tras la guerra, para los países europeos la prioridad absoluta la constituyó la recuperación económica, en la década

de 1950 y la de 1960, se produjo un aumento sostenido de la producción industrial. En la década de 1950, Europa

occidental aumentaba su participación en la actividad económica global sentando las bases para su prosperidad de

la década de 1970. El resultado de este proceso fue el fortalecimiento de la situación económica de los países

capitalistas desarrollados. Y este rápido crecimiento produjo una reestructuración y reformas sustanciales dentro del

capitalismo, al mismo tiempo que un avance hacia la globalización y la internacionalización de la economía. La

agricultura disminuyó su importancia en casi todas partes, los sectores de servicios (transporte, comunicaciones,

construcción, etc.) absorbieron una participación creciente del empleo. La reestructuración del capitalismo facilitó a

los estados la planificación y la gestión de la modernización económica, dentro de los parámetros de una economía

mixta, el compromiso con el bienestar de la población y con la seguridad social permitió la expansión de un mercado

de consumo masivo. El Estado de bienestar keynesiano que surgió en la posguerra tenía motivaciones económicas:

paliar, mediante el pleno empleo, los efectos de las crisis cíclicas de la economía, este Estado de bienestar era

considerado como una deseable y posible forma de organización social.

La evolución del mundo capitalista.

Hacia fines de la década de 1970 había terminado la ola de prosperidad. El desempleo, la inflación y la amenaza de

la hiperinflación, el estancamiento de la economía y los déficit crecientes señalaban una crisis que pronto afectó al

Estado de bienestar. Los modelos de respuesta política pueden reducirse a dos. Por un lado, la línea de la

socialdemocracia, que se negó a abandonar los objetivos del capitalismo de bienestar, especialmente de pleno

empleo, estabilidad y seguridad social. Es el caso, por ejemplo, de Suecia que mantuvo la idea de que la

responsabilidad política del bienestar público es posible. Por otro lado, el modelo neoconservador o neoliberal que

desmanteló el Estado de bienestar y se apoyó en el sector privado y en las fuerzas del mercado para alcanzar el

crecimiento económico y cubrir la provisión de los servicios sociales. Son los casos de la Gran Bretaña de Margaret

Thatcher y de Los Estados Unidos de Ronald Reagan.

Hernández Hernández

EL PATRIMONIO CULTURAL. LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO: CRITERIOS INTERNACIONALES.

A lo largo del siglo XIX la visión que de la historia tienen el movimiento romántico e idealista dará como fruto la

práctica de la restauración del patrimonio histórico, considerada como una disciplina científica. Una vez que es

restaurada la monarquía francesa, se experimenta una vuelta a lo antiguo y un interés por recuperar los monumentos

medievales. Al hablar de la conservación del patrimonio histórico es preciso hacer referencia a la restauración como

un aspecto más que contribuye a hacer posible que dicho patrimonio pueda transmitirse a las futuras generaciones

en un estado de mayor integridad posible. No obstante, estos dos términos significan realidades distintas, aunque

complementarias, porque cuando un bien mueble o inmueble se ha alterado o deteriorado de forma considerable,

no puede darse una verdadera conservación sin una aplicación correcta de las técnicas de restauración. La

restauración puede definirse como aquellas actuaciones que son necesarias para hacer que un bien cultural

deteriorado recupere su valor histórico y sea mejor comprendido, la conservación se refiere al conjunto de medidas

encaminadas a mantener y preservar en el futuro dicho bien. A lo largo del siglo XIX estos dos conceptos fueron

defendidos de forma diferente por Viollet-le-Duc y por Ruskin. Si para el primero no existe ninguna causa que pueda

impedir la restauración de un monumento que se encuentra alterado o seriamente dañado, para el segundo es

preferible dejar el monumento tal como está y que, solo en el caso extremo de que peligre su conservación, se

intervenga lo mínimamente necesario. La Carta de Atenas (1931). Primer documento de carácter internacional que

expone los principios generales sobre la conservación y restauración de los monumentos.

a) La necesidad de una cooperación internacional para protegerlos.

b) Importancia de su conservación, mantenimiento y restauración.

c) Proclamación de los principios y técnicas que se han de seguir en la restauración.

d) Recomendación de respetar su ambiente o entorno.

e) Sistemas de documentación, difusión y acción educativa.

La Carta de Venecia (1964).

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Los principios de la Carta de Atenas habían intentado sensibilizar a todos los países para que prestasen atención al

estado de conservación de los monumentos, no pudo llevarse a cabo durante mucho tiempo al comenzar, muy

pronto, la segunda guerra mundial. Como consecuencia de esta última, fueron innumerables los monumentos que

quedaron completamente destruidos o en estado de ruina y que necesitaron ser reconstruidos. La creación de la

Organización de Naciones Unidas potenciará la colaboración entre los países y se convocarán algunos congresos para

estudiar el estado de los monumentos históricos, llegando a la conclusión de que es necesario elaborar un nuevo

documento de carácter internacional que regule las actuaciones de restauración y conservación, actualizando los

principios de la Carta de Atenas. Amplía la noción de monumento a la creación arquitectónica aislada, como el

ambiente urbano o paisajístico que sea expresión de una determinada civilización. Considera que la conservación y

restauración de los monumentos no tiene otra finalidad que la de “salvaguardar tanto la obra de arte como el

testimonio histórico”.

Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural UNESCO (1972).

Patrimonio cultural: integrado por los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura

monumentales; elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de

elementos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la

ciencia, los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración

en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia

y los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos

los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético,

etnológico o antropológico.

Patrimonio natural: integrado por monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas

o por grupos de esas formaciones que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético

o científico, formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el

hábitat de especies animales y vegetales amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde el

punto de vista estético o científico y los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas,

que tengan valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia y de la conservación de la belleza

natural.

En 2003 La UNESCO define al Patrimonio Inmaterial como prácticas, representaciones y expresiones, los

conocimientos y las técnicas que procuran a las comunidades, los grupos e individuos un sentimiento de identidad y

continuidad.

Hobsbawm – HISTORIA DEL SIGLO XX.

Las artes (1914-1945).

De hecho, las únicas innovaciones formales que se registraron después de 1914 en el mundo del vanguardismo

“establecido” parecen reducirse a dos: el dadaísmo, que prefiguró el surrealismo, en la mitad occidental de Europa,

y el constructivismo soviético en el este. El constructivismo era una incursión en las construcciones tridimensionales

básicas preferiblemente móviles, se incorporó rápidamente a las principales tendencias arquitectónicas y de diseño

industrial, sobre todo a través de la Bauhaus. El dadaísmo surgió en 1916 como una protesta nihilista angustiosa,

pero a la vez irónica, contra la guerra mundial y la sociedad que la había engendrado, incluido su arte. Puesto que

rechazaba cualquier tipo de arte, carecía de características formales, aunque tomó algunos recursos de las

vanguardias cubistas y futuristas anteriores a 1914, en particular el collage, un procedimiento de reunir pegados

diversos materiales, especialmente fragmentos de fotografías. Todo cuanto podía causar la perplejidad del aficionado

al arte burgués convencional era aceptado como dadá. El dadaísmo desapareció a principios de los años veinte, junto

con la época de la guerra y de la revolución que lo había engendrado, el surrealismo nació de ella, como “el deseo de

revitalizar la imaginación, basándose en el subconsciente tal como lo ha revelado el psicoanálisis, y con un nuevo

énfasis en lo mágico, lo accidental, la irracionalidad, los símbolos y los sueños”. Hasta cierto punto el surrealismo era

una reposición del romanticismo con ropaje del siglo XX aunque con un mayor sentido del absurdo y de la burla. El

surrealismo significó una aportación real al repertorio de estilos artísticos vanguardistas. De su novedad daba fe su

capacidad de escandalizar, producir incomprensión o, lo que viene a ser lo mismo, provocar, en ocasiones, una

carcajada desconcertada, incluso entre la generación de los vanguardistas anteriores. La Bauhaus fue la escuela

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alemana artística en la que se unificaron la arquitectura, las artes plásticas y la artesanía, que ejerció enorme

influencia en la arquitectura contemporánea. Fue fundada en Weimar en 1919 por el arquitecto Walter Gropius y su

principal intención era la simplicidad de la forma reduciendo el objeto a la mera funcionalidad, llegó a marcar el estilo

de dos generaciones, tanto en la arquitectura como en las artes aplicadas. Esta escuela fue vista como subversiva. Ni

el vanguardismo alemán ni el ruso sobrevivieron a la llegada al poder de Hitler y de Stalin, y los dos países, punta de

lanza de lo más progresista y distinguido de las artes de los años veinte, desaparecieron prácticamente de la escena

cultural. Para la mayoría de los talentos creadores del mundo no europeo, que ni se limitaban a sus tradiciones ni

estaban simplemente occidentalizados, la tarea principal parecía ser la de descubrir, desvelar y representar la

realidad contemporánea de sus pueblos. Su movimiento era el realismo. Aunque ya en 1914 existían en diversos

países occidentales medios de comunicación de masas a escala moderna, su crecimiento en la era de los cataclismos

fue espectacular. Prensa escrita, cine y fundamentalmente la radio.

LA REVOLUCIÓN SOCIAL, 1945-1990.

El cambio social más drástico y de mayor alcance de la segunda mitad de este siglo, y el que nos separa para siempre

del mundo del pasado, es la muerte del campesinado. Los países desarrollados industrializados, con una o dos

excepciones, también se convirtieron en los principales productores agrícolas destinados al mercado mundial, y eso

al tiempo que reducían constantemente su población agrícola. Cuando el campo se vacía se llenan las ciudades. El

mundo de la segunda mitad del siglo XX se urbanizó como nunca. La típica “gran ciudad” del mundo desarrollado se

convirtió en una región de centros urbanos interrelacionados, situados generalmente alrededor de una zona

administrativa o de negocios. Fue el auge de las profesiones para las que se necesitaban estudios secundarios y

superiores. Este estallido numérico se dejó sentir sobre todo en la enseñanza universitaria. Esta multitud de jóvenes

con sus profesores eran un factor nuevo tanto en la cultura como en la política. A diferencia de las poblaciones rural

y universitaria, la clase trabajadora industrial no experimentó cataclismo demográfico alguno hasta que en los años

ochenta entró en ostensible decadencia, acabó siendo víctima de las nuevas tecnologías, especialmente los hombres

y mujeres no cualificados, o sólo a medias, de las cadenas de montaje, fácilmente sustituibles por máquinas

automáticas “postfordismo”. La entrada de la mujer en el mercado laboral no era ninguna novedad: a partir de finales

del siglo XIX, el trabajo de oficina, en las tiendas y en determinados tipos de servicio, como la atención de centralitas

telefónicas o el cuidado de personas y en número impresionante y cada vez mayor, en la enseñanza superior, que se

había convertido en la puerta de entrada más visible a las profesiones de responsabilidad. No es de extrañar que los

políticos comenzaran a cortejar esta nueva conciencia femenina, sobre todo la izquierda, cuyos partidos, por culpa

del declive de la conciencia de clase obrera, se habían visto privados de parte de su antiguo electorado. La revolución

cultural de fines del siglo XX debe entenderse como el triunfo del individuo sobre la sociedad.

LA MUERTE DE LA VANGUARDIA: LAS ARTES DESPUÉS DE 1950.

La tecnología revolucionó las artes haciéndolas omnipresentes y transformando su percepción. La radio y los

cassettes lograron que en los años ochenta la música podía estar en cualquier parte. Aunque un televisor era mucho

más caro y abultaba más que una radio, pronto se hizo casi universal y resultó accesible incluso para los pobres en

algunos países atrasados, siempre y cuando existiera en ellos una infraestructura urbana. El estatus social atribuido

a una “alta cultura” pasó de moda. Hubo dos factores todavía más importantes para su declive. El primero fue el

triunfo universal de la sociedad de consumo, así el pop art (Warhol, Lichtenstein, Rauschenberg, Oldenburg)

reprodujo con la mayor objetividad y precisión posibles, las trampas visuales del comercialismo estadounidense: latas

de sopa, botellas de coca-cola, etc. artistas en su afán de liberarse de toda restricción. La innovación había sido su

esencia. En segundo lugar se presuponía que el arte era progresivo y, por consiguiente, que el estilo de hoy era

superior al de ayer.

Unidad V

Modernidad Liquida – Zygmunt Bauman

1. Emancipación.

En la actualidad, la modernidad líquida, hay una escasez de potenciales revolucionarios, capaz de convocar masas y

cambiar el orden de la sociedad. En el primer concepto que desarrolla, Emancipación, explica cómo la liberación

carece de un sustento de masas, para responder el porqué de esta situación. Existen dos conceptos libertad subjetiva

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y libertad objetiva, esto con el fin de dar dos respuestas o dos posibles hipótesis: la primera los individuos por vivir

en esclavitud se sientan libres y por lo tanto no sientan necesidad de liberarse; la segunda, a las personas les disgusta

la idea de ser libres y, dado los sinsabores de la liberación, rechazan la idea de emancipación.

Las bendiciones a medias de la Libertad: La libertad de esta modernidad líquida ha convertido a los seres de las

sociedades en individualistas. Los logros que poseemos pierden su atractivo y su poder gratificador al mismo instante

que los obtenemos, la línea gratificante de cada meta se mueve constantemente lo que nos hace imposible

detenernos, lo que nos genera desdicha.

Los azares y los cambios de fortuna de la crítica: En la sociedad actual somos seres reflexivos y constantemente nos

estamos cuestionando. Esto nos hace más críticos que nuestros ancestros, pero esa crítica no es una crítica

trascendental. Debido a la hospitalidad con la crítica, pasamos de una crítica estilo productor a una crítica estilo

consumidor.

El individuo en guerra con el ciudadano: La sociedad moderna existe por su incesante acción individualizadora. Con

el proceso de individualización se desintegra el concepto de ciudadanía. Es así como el individuo posee una

desconfianza a la causa común, bien común, sociedad buena o sociedad justa. Contrario al ciudadano que busca el

bienestar individual a través del bienestar de la ciudad o bien común.

El dilema de la teoría crítica de una sociedad de individuos: El dilema de la teoría crítica y la crítica social, es que

ambas se consumen buscando unir lo que han separado, es decir los extremos del abismo entre individuo jure e

individuo facto. Para lograr convertirse en un individuo facto primero hay que ser un ciudadano.

La crítica de la política de vida: Existe un nuevo programa de emancipación pública, una liberación verdadera

demanda más esfera pública y poder público. Siendo esta defendida de la invasión de lo privado, con el fin de generar

unos intereses públicos de una sociedad buena y justa y así llegar a convertirnos en individuos de facto.

2. Individualidad.

La sociedad está envuelta en una sociedad consumista, donde se busca satisfacer un deseo por medio de la variedad

de productos que se ofrecen en el mercado, pero ese deseo en si es la búsqueda de pertenecer a un alto poder

adquisitivo. Los cuales tienen mejor oportunidad de arreglar sus decisiones erróneas.

El capitalismo: Pesado y liviano: Se realiza un paralelo entre 2 etapas del capitalismo; el pasado y el actual. Siendo el

primero, el capitalismo pesado donde se establecían fronteras y se destacaban grandes fábricas, maquinaria pesada,

y fuerza laboral masiva. Por el contrario, el capitalismo liviano, se caracteriza por no tener una dirección, no se queda

estático en un lugar y siempre va en busca de nuevos rumbos.

Tengo auto, puedo viajar: Nos encontramos en un mundo que nos brinda muchas oportunidades líquidas-fluidas.

Donde el individuo tiene que descubrir que es capaz de hacer, ampliar esa capacidad y elegir un fin. Esta carta amplia

de oportunidades nos ofrece un juego de azar donde es fácil ganar o perder.

Basta de hablar, muéstramelo!: Vivimos en una sociedad donde cambiamos líderes por asesores. Los asesores a

diferencia de los líderes buscan que los líderes encuentren las soluciones a sus problemas con sus propias

herramientas y por medio de ejemplos de vida privados, sin trascender al bienestar común.

La compulsión convertida en adicción: Las adicciones son autodestructivas, donde no se puede estar satisfecho. El

consumismo nos genera el deseo de tener objetos, gracias al amplio rango de estos que se encuentra en el mercado,

la única forma de satisfacer ese deseo es por medio de la actividad de comprar. Esto nos ha convertido en adictos,

creyendo comprar felicidad, pero esta resulta ser líquida (subjetiva).

La compra como rito de exorcismo: Los consumidores hallan en la compra compulsiva liberarse de la inseguridad y

de equivocarse. Por medio de esta actividad se sienten seguros y confiados, pero al ser un sentimiento fugaz sienten

el deseo de volverlo hacer a diario. Después de disolver y emanciparse de esos sólidos antiguos, la sociedad queda

expuesta a un nuevo orden que se rige por medio de un modelo económico, como lo es el capitalismo, que ha llegado

a dominar la vida humana convirtiéndolos en unos seres individuales con libertad subjetiva y lejos de una

emancipación verdadera.

5. Comunidad.

Lo más notable de la comunidad es que siempre ha existido, pero se hace evidente la desaparición del sentido de

pertenencia social del humano al volverse “independiente”. Tanto los hombres como las mujeres buscan grupos a

los cuales pertenecer, con seguridad y para siempre, en un mundo en el que todo lo demás se mueve y se desplaza

en donde nada es seguro. Cuando el ser humano tiene posibilidades reales de ser individual, la sociedad ya no es

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aquella suma de individualidades si no el conjunto de estas, ser independientes no es tan fácil. El individuo como tal,

solo puede confiar en sí mismo, ya no puede confiar en los demás, ya que su seguridad está muy por encima de

intereses colectivos o mejor dicho comunitarios. En conclusión, hemos dado lugar a un capitalismo sólido, en una

modernidad sólida, sin embargo este mismo desarrollo, traducido en la ciencia y la tecnología, así como también en

lo político, económico, intercambio cultural, apertura de mercados, globalización, ha llevado al ser humano a alejarse

de aquello con lo que se mantenía unido, la sociedad. La modernidad líquida aumenta en los individuos sentimientos

de incertidumbre y una privatización de la ambivalencia. Se trata de una continuación caótica de la modernidad,

donde una persona puede cambiar de una posición social a otra de manera fluída. El nomadismo deviene en un rasgo

general del hombre líquido moderno, mientras fluye a través de su propia vida como un turista, cambiando sitios,

trabajos, cónyuges, valores y a veces más —como su orientación política o sexual— excluyéndose de las redes

tradicionales de contención. Bauman acentúa la nueva carga de responsabilidad que el modernismo líquido coloca

en los individuos, en donde los patrones tradicionales son reemplazados por otros auto-escogidos. La expresión

“modernidad líquida” busca definir un modelo social que implica “el fin de la era del compromiso mutuo”, donde el

espacio público retrocede y se impone un individualismo que lleva a “la corrosión y la lenta desintegración del

concepto de ciudadanía”. La entrada a la sociedad globalizada está abierta para cualquiera con su propia posición y

capacidad de pago, de modo similar a como era la recepción de los viajeros en las posadas. El resultado es una

mentalidad normativa con énfasis en el cambio más que en la permanencia —en el compromiso provisorio más que

permanente (o "sólido")—, que puede dirigir a la persona hacia la prisión de su propia creación existencial.

Hernández Hernández

EL PATRIMONIO CULTURAL.

EL DESARROLLO SOSTENIBLE: ALGUNOS MODELOS CULTURALES.

En la conferencia de Helsinki, en 1996, se usa el concepto de desarrollo sostenible en relación con el patrimonio

cultural “la utilización del patrimonio cultural como recurso debe integrarse en el proceso de planificación de un

desarrollo sostenible, respetando aquellas restricciones que se aplican al uso de los bienes no renovables”.

Cuando conservamos el patrimonio cultural, estamos contribuyendo a definir de una manera más clara y precisa los

sistemas sostenibles de producción y consumo, contando con una gestión sensata del espacio y de los recursos, con

un ahorro de energía y con el reciclaje de materiales y deshechos. Las políticas que se lleven a cabo han de tener

presente que la utilización del patrimonio y la visita a los sitios culturales deben permitirse siempre que no se

sobrepase el nivel aceptable para que estos no sean vulnerados, evitando, sobre todo, que en cualquier política

sostenible de turismo cultural se dé una explotación excesiva del mismo, dado que se trata de recursos no renovables

que están sometidos a un deterioro o pérdida, pudiendo destruir la misma razón de ser del turismo. Se han de buscar

aquellas políticas de turismo cultural que mejor se adapten a un uso equilibrado y sostenible del patrimonio que

garantice la posibilidad de transmitirlo a las generaciones futuras y se desmarque de los esquemas propios del

turismo de masas, ofreciendo alternativas, dirigiendo el turismo hacia otros sitios que se encuentren en fase de

desarrollo y sean menos conocidos. Se debe sensibilizar a la población para que tome parte en la salvaguarda del

patrimonio local y que intente utilizar el patrimonio cultural como un recurso para el desarrollo equilibrado del

turismo mediante la selección de lugares y de obras artísticas que se encuentren más olvidadas. Insiste en la

necesidad de promover el mantenimiento y desarrollo de empresas que traten de conservar las habilidades técnicas

tradicionales necesarias para la conservación del patrimonio, el aprovechamiento del patrimonio arquitectónico

como un elemento de desarrollo económico en aquellas regiones que más lo necesitan y la creación de industrias

culturales que promuevan el interés por aquellos monumentos históricos que favorezcan el empleo del sector

turístico. La conservación del patrimonio histórico. Criterios internacionales. A lo largo del siglo XIX la visión que de

la historia tienen el movimiento romántico e idealista dará como fruto la práctica de la restauración del patrimonio

histórico, considerada como una disciplina científica. A través de las técnicas de fotografía -macrofotografía,

ultravioleta, infrarrojos y rayos x-que facilitan el estudio del estado en que se conserva una obra y de ser necesario

someterla al proceso de restauración. Al final de la restauración de una obra se ha de elaborar un informe del estado

inicial en que aquella se encontraba, así como sobre el proceso de restauración y sobre el resultado final de la misma.

La difusión del patrimonio. Se entiende por difusión a las estrategias que se utilizan para hacer más comprensible el

patrimonio y que este pueda ser conocido por un mayor número de personas, una gestión cultural que hace posible

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la proyección social del patrimonio, hecho que permite establecer una estrecha interacción entre éste y la sociedad,

el museo es la institución más adecuada y accesible al gran público y el único medio que permite el contacto directo

entre el visitante y el patrimonio mueble. En tanto que monumentos, conjuntos históricos, parques naturales y

yacimientos arqueológicos, son objeto de una valoración con el único objetivo de que puedan ser admirados y

disfrutados por el gran público. La gestión cultural del patrimonio consiste en la elaboración de proyectos integrales

que contemplen una seria y rigurosa labor de investigación y conservación de este como paso previo a su

presentación y comunicación al público.

Castells – GLOBLIZACIÓN E IDENTIDAD.

En las últimas décadas han coexistido a nivel mundial dos procesos paralelos: la globalización, por un lado, y la

reafirmación de diversas identidades culturales, por otro. Ambos procesos están interrelacionados, ya que la

homogeneización cultural con la que suele asociarse a la globalización implica una amenaza a las culturas locales, las

identidades específicas. Surge así el miedo a perder las referencias culturales que definen a las personas, y de ahí los

conflictos y reivindicaciones en torno a las identidades locales o regionales. En este doble proceso han tenido mucho

que ver las políticas de los estados-nación, que en muchos casos gobiernan identidades distintas en un mismo marco

estatal. Para que el Estado-nación no se convierta en “Estado fallido”, es necesaria una voluntad civilizadora que

legitime esas identidades. Los dos procesos se desarrollan al mismo tiempo. No es simplemente una coincidencia

histórica, sino que existe una relación sistémica. Esto, en principio, no es tan obvio, porque en algún momento se

plantea la idea de que la globalización requiere también una cultura global, apareciendo distintas versiones: por un

lado, la que habla de la unificación, la homogenización cultural del mundo como crítica de este proceso; por otro, la

idea de que se superarán los particularismos, y en algunas de las ideologías también los atavismos históricos

identitarios, para fundirnos en una especie de cultura universal indiferenciada en la que nos asumiremos

culturalmente como una sola cultura ligada a la especie humana. No es más que una continuación de lo que han sido

los dos grandes racionalismos sobre los que se fundamenta cultural e ideológicamente el mundo contemporáneo: el

racionalismo liberal y el racionalismo marxista. La globalización no es una ideología sino un proceso objetivo de

estructuración del conjunto de la economía, sociedades, instituciones, culturas y no quiere decir que todo sea un

conjunto indiferenciado de procesos. La ciencia y la tecnología están articuladas globalmente. Son redes de ciencia y

tecnología globales. Se ha desarrollado la noción de bienes públicos globales que requieren una gestión global, como

el medio ambiente. Los derechos humanos que mueven al Tribunal Penal Internacional son también valores que se

firman global, universalmente. La globalización está basada en tecnologías de comunicación e información que

permiten suprimir las distancias entre países, es incluyente y excluyente. Incluyente de todo lo que tiene valor y

excluyente de lo que no lo tiene. En cierto modo, todos los estados han sido los principales agentes de la liberalización

y la globalización; y, al hacerlo, de alguna manera se han distanciado de lo que era su base histórica de representación

y legitimación política. Hay tres tipos de identidades colectivas. En primer lugar identidad legitimadora, aquella que

se construye desde las instituciones y en particular desde el Estado. El segundo tipo de identidad es la identidad de

resistencia, aquella en la que un colectivo humano que se siente o bien rechazado culturalmente, o bien marginado

social o políticamente, reacciona construyendo con los materiales de su historia formas de autoidentificación que

permitan resistir frente a lo que sería su asimilación a un sistema en el que su situación sería estructuralmente

subordinada los hace resistir, y resisten con lo que tienen porque no pueden hacerlo como ciudadanos, porque como

ciudadanos son minorías que no tienen sus derechos representados. El tercer tipo de identidad es identidad proyecto,

articulada a partir de una autoidentificación, siempre con materiales culturales, históricos, territoriales. Y aunque

siempre sea con esos materiales, hay un proyecto de construcción de una colectividad, y en ese momento puede ser

un proyecto de tipo nacional, genérico (feministas, ecologistas, etc.). Los procesos instrumentales de poder y riqueza

global, las instituciones, un Estado-nación que ya no representa la nación y las identidades construidas con principios

autónomos son los elementos de la crisis de gestión que vive nuestro mundo en estos momentos.

Sergio S. Sosa

José Luis Acuña Sayago

13/03/19