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el criticismo kantiano

Unidad 9. El criticismo kantiano

Unidad 9. El criticismo kantiano1. Kant. Vida y obras.2. El proyecto kantiano en las tres críticas. Respuestas a las preguntas ¿Qué puedo conocer?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar?.3. El conocimiento: El uso teórico de la razón.

3.1. Síntesis entre racionalismo y empirismo.3.2. El problema de la metafísica.3.3. Las condiciones de posibilidad de la ciencia. Juicios sintéticos y

juicios analíticos. Los juicios sintéticos a priori.3.4. La estructura de la Crítica de la Razón Pura. Análisis de las

facultades del conocimiento.3.4.1. La estética transcendental

- Las formas a priori de la sensibilidad: espacio y tiempo.- Los juicios sintéticos a priori en las matemáticas.

3.4.2. La analítica transcendental- Las formas a priori del entendimiento: las categorías.- Los juicios sintéticos a priori en la física.

3.4.3. La dialéctica transcendental.- Los paralogismos de la razón pura: Dios, mundo y alma.- La imposibilidad de la metafísica como ciencia.

4. La ética: El uso práctico de la razón.4.1 La crítica kantiana a las éticas materiales

- Características de las éticas materiales- Crítica kantiana: a posteriori, hipotéticas y heterónomas.

4.2. El formalismo kantiano- Definición ética formal- El imperativo categórico- El deber

4.3. Postulados de la ética: Libertad, inmortalidad y existencia de Dios.

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1. INMANUEL KANT (1724-1804). VIDA Y OBRA.

Kant no solo es junto con Hume el más importante filósofo del siglo XVIII, y por tanto, un filósofo ilustrado, sino que además abrió nuevos caminos al pensamiento y determinó toda la filosofía posterior. Con Kant como representante de la Aufklárung (Ilustración) se sientan las bases de la reflexión filosófica alemana.

Kant "no tuvo vida ni historia" escribió el poeta Heine. Su vida exterior careció de acontecimientos de importancia y toda su existencia estuvo dedicada al pensamiento: su vida cotidiana y su actividad filosófica eran la misma cosa. Sentir la vida es en sí mismo filosofar, vivir filosofando; no se aprende filosofía, decía Kant a sus alumnos, sino a filosofar.

Nace en 1724 en Königsberg (Prusia). Dio clases particulares hasta que en 1770 se convirtió en profesor de la universidad, obteniendo la cátedra de Lógica y Metafísica. En 1797 dejó las clases para dedicarse a lo que debería ser su obra definitiva el sistema de la filosofía pura pero no pudo concluirla con lo que se publicó con el nombre de Opus postumum. El pensamiento kantiano suele dividirse en dos etapas:

1. El periodo precrítico: abarca desde su primer escrito en 1747 hasta que obtiene la cátedra en 1770. En su primera obra. Fundamentos sobre el verdadero valor de las fuerzas vivas, Kant recoge la problemática científica de entonces que giraba en torno al concepto de espacio y de fuerza, e intenta introducir las teorías de Newton en Alemania.

2. El periodo crítico: corresponde a las tres "Críticas". Hasta ahora Kant se interesaba por cuestiones científicas, de física y matemáticas: a partir de ahora su interés se centra en las cuestiones metafísicas. intentando establecer cierto orden en las discusiones filosóficas. En 1781. aparece la primera edición de la Critica de la razón pura (CrPura) pero esta obra obtuvo un escaso interés y fue malinterpretada. Por esto, en 1783 escribe un breve resumen Prolegómenos a cualquier metafísica futura que quiera presentarse como ciencia, y más tarde, en 1787, aparece una segunda edición de la. Crítica, con algunas importantes modificaciones que intentaban aclarar los malentendidos o los aspectos más oscuros. En 1788. escribe la Crítica de la razón práctica (KpV) donde reflexiona sobre el uso práctico de la razón, la ley moral. Y en 1790, escribe la Critica del juicio, donde haré una reflexión sobre el juicio estético y el juicio teleológico acerca de la naturaleza. Kant escribió, además de las "Críticas" numerosos ensayos y opúsculos tales como: Metafísica de las costumbres, 1797; La religión en los limites de la simple razón, 1793: Idea de una historia universal en sentido cosmopolita y ¿Qué es la Ilustración?, 1784; Sobre la paz perpetua, 1795. En estas obras su reflexión se centra en el Derecho. la Religión, la Historia y la Política.

2. EL PROYECTO KANTIANO EN LAS TRES CRÍTICAS. RESPUESTA A LAS PREGUNTAS ¿QUÉ PUEDO CONOCER?, ¿QUÉ DEBO HACER?, ¿QUÉ ES EL HOMBRE?

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Los abusos metafísicos a que habían llegado los racionalistas, al hacer depender todo conocimiento de una realidad sustancial y. por otro lado, el estrecho margen a que es sometido el conocimiento desde la propuesta empirista, lleva a Kant a plantearse la necesidad de una crítica que reordene la estructura del pensar. Someter al tribunal de la razón a la razón misma.

Kant comienza por establecer la tarea propia de la filosofía, esta es: la ciencia de la relación de todos los conocimientos a los fines esenciales de la razón humana. ¿Cuáles son estos fines esenciales de la razón del hombre? La razón humana busca responder a cuatro preguntas:

1- ¿Qué puedo saber? o ¿Qué puedo conocer?, esto es. ¿Cuáles son los límites y posibilidades de nuestro conocimiento?

2- ¿Qué debo hacer?, esto es. ¿Como puedo actuar y comportarme para poder vivir en libertad y según mi propia conciencia?

3- ¿Qué me cabe esperar?, esto es, ¿Qué sentido puede tener mi vida en constante realización?

4- Una última pregunta que engloba a las otras tres: ¿Qué es el hombre? Sólo el hombre en tanto ser racional puede llegar a un autoconocimiento desde la conciencia y la reflexión de su existir.

A la primera pregunta intenta responder la Metafísica, a la segunda, la Ética y a la tercera, la Religión. Estas disciplinas no aparecen aisladas sino en íntima conexión: lo que se sabe determina lo que se hace y lo que se desea o espera: me define de una u otra manera. La filosofía se ocupa de la interrelación y unidad interna de estos conocimientos. La actividad filosófica se encarga de establecer una coherencia, un equilibrio, un orden, un entramado de todos los aspectos de la realidad humana.

Kant se pregunta, al mismo tiempo, por los limites del conocer, puesto que la capacidad de nuestra razón no es ilimitada en contra de lo que pensaban los racionalistas al proponer la razón dogmática, y por las posibilidades en contra del escepticismo que afirma que no podemos conocer nada con seguridad –empiristas. El método que Kant propone para enfrentarse con estas preguntas es nuevo: lo que él llama el método transcendental o crítico.

En la Crítica de la razón pura. Kant intenta poner orden a los problemas metafísicos para dar respuesta a la pregunta ¿que puedo conocer? a partir de las propuestas racionalistas y empiristas.

En la Crítica de la razón práctica intenta responder a la segunda pregunta a través de establecer el paso del uso teórico, en tanto conocimiento, al uso práctico de la razón, en tanto determinación de la voluntad a actuar. Kant se pregunta ¿basta la razón pura por sí sola para determinar la voluntad a actuar y fundamentar así, una ley moral y el deber?

Lo que mueve a Kant en esta reflexión es claramente el proyecto ilustrado sentar las bases de un conocimiento sólido para avanzar y progresar en la formación de una humanidad mas libre, de la conv i vencia en libertad , de la c o nvivencia pac i f i ca, de la plena realización del hombr e c o m o individuo y c om o ser social.

3. EL CONOCIMIENTO: EL USO TEÓRICO DE LA RAZÓN.

El la Crítica de la Razón Pura Kant intenta responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?, para establecer los límites y posibilidades del conocimiento. Partimos de los siguientes argumentos.

Podemos afirmar que es posible un conocimiento científico de la naturaleza. Si esto es así. tenemos que investigar en qué se basa este conocimiento, en qué se apoya o cuáles son sus principios o condiciones. Una vez demarcadas las condiciones

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del conocimiento científico podemos pasar a plantear el problema de la Metafísica,, puesto que la Metafísica es aquel conocimiento cuyos principios jamás deben ser tomados de la experiencia, sino que están mas allá de la experiencia –no utiliza dato empírico alguno-. ¿Es posible la metafísica en la misma medida en que es posible el conocimiento científico? A partir de un análisis de los problemas metafísicos tenemos demarcado el territorio del conocimiento posible, las condiciones de todo conocimiento así como sus propios límites.

Kant distingue tres facultades o fuentes de conocimiento: sensibilidad,entendimiento y razón. Este libro se divide en tres capítulos que corresponden al estudio de cada una de estas facultades. La estética trascendental, la analítica trascendental y la dialéctica trascendental» En la Estética trascendental estudia las condiciones sensibles del conocimiento, la experiencia. En La Analítica trascendental estudia las condicionas del conocimiento intelectual, el conocimiento que no procede de la experiencia. En la Dialéctica trascendental estudia la posibilidad de la metafísica y los límites de la razón.

A. SÍNTESIS DE RACIONALISMO Y EMPIRISMO.

Kant se encuentra con los dos polos en el problema del conocimiento e intenta buscar una vía intermedia: que existen estas dos fuentes de conocimiento, sensibilidad y entendimiento, es algo que esta claro pero no podemos afirmar uno sin el otro. La sensibilidad es pasiva se limita a recibir impresiones del exterior, mientras que el entendimiento es activo, produce espontáneamente ciertos conceptos e ideas sin derivarlos de la experiencia, como por ejemplo, los conceptos de causa, sustancia, necesidad, existencia.

a) Si admitimos que el entendimiento produce espontáneamente ciertos conceptos sin derivarlos de la experiencia, el entendimiento podrá conocer la realidad construyendo un sistema a partir de estos conceptos, sin necesidad de recurrir a la experiencia. Esta es la idea central del racionalismo. ¿Es Kant racionalista? Kant participó en sus primeras obras del pensamiento racionalista, sobre todo. del racionalismo alemán representado por Leibniz y su seguidor, Wolf. Kant admite que el entendimiento produce estos conceptos pero no puede admitir la construcción de un sistema del saber a partir de ellos, que en último término nos llevaría a afirmar la existencia de un dios -pensemos en la garantía racionalista cartesiana-. El racionalismo, dice Kant, es "la pretensión de avanzar con puros conocimientos conceptuales conformes a unos principios... sin haber examinado el modo ni el derecho con que la razón llega a ellos". Achaca al dogmatismo no solo su falta de crítica previa, sino también el que por ello mismo, toda su construcción sistemática es simplemente un puro análisis de conceptos vacíos que no alcanzan a realidad alguna.

b) Kant abandonó el racionalismo de Wolf al conocer la filosofía de Hume: éste le había despertado del sueno dogmático en que estaba sumido. Bajo la influencia del empirismo admite que nuestro conocimiento no puede pretender extenderse más allá de la experiencia. Es cierto que el entendimiento produce conceptos que no proceden de la experiencia, pero tales conceptos, afirma Kant. tienen aplicación exclusivamente en el ámbito de la experiencia. Kant acusa a Hume de haberse quedado demasiado corto en su examen crítico de la metafísica ya que sólo analizó las ideas de causa y sustancia; además, afirma que Hume ha ido demasiado lejos al afirmar que la conexión causa-efecto es un simple hábito psicológico. Para "Hume. no solo la metafísica es imposible sino que además las leyes físicas no son necesarias sino probables, con lo

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que las posibilidades se reducen radicalmente, no hay conocimiento seguro y por lo tanto el escepticismo es cada vez mayor.

La propuesta kantiana no asume ni el racionalismo ni el empirismo aunque el estudio de ambos le lleva a la siguiente afirmación "No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia (...) pero, aunque todo nuestro empiece (en el orden temporal) con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia..." Introducción a la CrPura.

Por lo tanto, afirma la existencia de conceptos que el entendimiento posee sin derivar de la experiencia, pero éstos: (1) los utiliza el entendimiento para conocer los objetos de la experiencia, para ordenarlos y unificarlos, y (2) no pueden ser legítimamente utilizados para referirse a algo de lo cual no tenemos experiencia sensible.

b. EL PROBLEMA DE LA METAFÍSICA.

La pregunta que Kant se plantea es la siguiente: ¿es posible la metafísica como ciencia?, esto es, ¿podemos tener un conocimiento científico, riguroso de temas como Dios, el alma, el existir humano, el mundo en su integridad?

Kant parte de un hecho -Faktum-: las Matemáticas y la Física son ya ciencias desde Tales y desde Galileo-Newton. en cambio, la Metafísica no parece haberlo conseguido. La Metafísica se encuentra en franca inferioridad respecto a las Matemáticas y la Física. Sobre estas últimas no cabe plantearse si son posibles como ciencias, puesto que de hecho están constituidas como tales. Lo único que podemos preguntarnos es cómo son posibles, es decir, en qué se basa su posibilidad real de ser ciencias, mientras que con la Metafísica tenemos que empezar por interrogarnos si es posible, para, más tarde, analizar cómo.

La inferioridad de la Metafísica con respecto a las ciencias es evidente: mientras la ciencia progresa en el saber, la metafísica sigue planteando los mismos problemas que ya plantearon Platón y Aristóteles en el siglo IV antes de Cristo. Mientras los científicos llegan a acuerdos en sus teorías (se abandonan unas en favor de otras), las discusiones metafísicas son cada vez más radicales. Por todo ello. si logramos demostrar que es posible la metafísica como un saber científico, entonces podremos avanzar y progresar en este conocimiento esencial al hombre. Para investigar este problema tenemos que establecer los siguientes pasos:

1. Analizar cómo es posible la ciencia: establecer las condiciones en que se da el conocimiento científico.

2. Para analizar esta cuestión tenemos que establecer los puntos de partida del análisis, esto es. ¿desde dónde vamos a hablar o establecer este discurso?

3. Una vez establecidas las condiciones de la ciencia, esto es. los instrumentos con los que trabaja, podemos pasar a analizar si la Metafísica puede establecerse como tal.

C. LAS CONDICIONES DE POSIBILIDAD DE LA CIENCIA. JUICIOS SINTÉTICOS Y JUICIOS ANALÍTICOS. LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI.

Para que un juicio o proposición pueda ser considerado como científico debe cumplir al menos, dos condiciones:

1) que aumente nuestros conocimientos, esto es. que explique o defina la realidad; le imponemos unas condiciones empíricas, en tanto que tales juicios o proposiciones sirvan para afirmar o negar siempre hechos que sucedan en la

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realidad;2) que estos juicios, argumentos o proposiciones tengan validez necesaria y

universal, es decir, que lo que expresan no pueda ser de otra manera y que tenga valor siempre y en cada caso. Estas condiciones generales y necesarias son a prior! y no provienen de la experiencia sino que la condicionan. Estas condiciones pertenecen a la estructura del sujeto. En la realidad solo se dan los hechos, condiciones empíricas, de la cual tenemos experiencia, suponiendo ésta una ordenación o estructuración por parte del sujeto. El sujeto ve la realidad bajo unas condiciones a priori.

Vamos a analizar cómo son posibles los juicios de la ciencia, en tanto tienen una validez universal y necesaria y explican hechos empíricos. Para analizar estos juicios Kant reproduce la distinción que había establecido previamente Leibniz entre verdades de razón y verdades de hecho, al igual que Hume, y distingue entre: juicios analíticos y juicios sintéticos.

a. Juicios analíticos: son aquellos cuyo predicado esta comprendido en el sujeto y. por tanto, basta con analizar el sujeto para afirmar necesariamente el predicado: A es B, no es posible negar B sin entrar en contradicción, ya que B forma parte de A. Por ejemplo, un todo es mayor que sus partes, o, todos los cuerpos son extensos. Estos juicios no dan información sobre el mundo, no amplían nuestros conocimientos.

b. Juicios sintéticos: cuando el predicado no está contenido en el concepto del sujeto. B informa sobre A. Por ejemplo, todos los que tienen la piel morena tienen abundancia de melanina. Aumentan nuestros conocimientos porque permiten establecer conexiones hasta ahora desconocidas, es por tanto un juicio extensivo. La ciencia trabaja con juicios sintéticos.

De los primeros podemos afirmar que son juicios a priori , esto es, su valor de verdad no depende de la experiencia, la conexión entre sujeto y predicado es inmediata, no se fundamenta en la experiencia sino en el concepto mismo del sujeto. Su verdad está asegurada sin necesidad de comprobación empírica y, por lo tanto, estos juicios son universalmente validos, no dependen de la experiencia. De los segundos podemos afirmar que son juicios a posteriori, su valor de verdad depende única y exclusivamente de la experiencia, la conexión entre sujeto y predicado solo se fundamenta en la comprobación empírica.

Según esta clasificación, para que un juicio científico aumente nuestros conocimientos tiene que ser un juicio sintético: pero para que posea una validez necesaria y universal, no puede proceder de la experiencia (los empiristas negaban el carácter necesario y universal del conocimiento factual), ya que si lo hacemos depender de la experiencia solo podemos hacer generalizaciones probables pero no verdades necesarias y universales La verdad universal y necesaria de un juicio solo puede establecerse al margen de la experiencia y, por ello, tiene que establecerse a priori. En conclusión, los juicios científicos necesariamente deben ser juicios sintéticos pero a priori.

- Los juicios sintéticos a priori.

Al establecer la distinción entre los diferentes tipos de juicios. Kant no es original ya que sigue la distinción establecida por Hume, Los argumentos de Hume llevaban a la ciencia a trabajar con probabilidades y no con leyes necesarias y universalmente validas (al examinar el concepto de causa. Hume criticaba la conexión necesaria y la validez universal en tanto no se podían establecer predicciones absolutas).

Kant no está dispuesto a admitir que los enunciados científicos no sean verdades universales y necesarias, afirmar que "todos los cuerpos son pesados" o

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bien "que la recta es la distancia más corta entre dos puntos" no puede ser un conocimiento solamente probable.

Analicemos el último ejemplo, hemos de admitir que es un juicio sintético, ya que en el concepto de recta no está incluido el concepto de distancia. Entonces, ¿es a posteriori? Tenemos que admitir que no, ya que nos consta su verdad sin necesidad de recurrir a la experiencia para comprobarlo y, además es universal y necesario ya que son imposibles las excepciones.

Por lo tanto, en contra de lo que podría afirmar Hume, existen juicios sintéticos a priori: éstos dan información sobre la realidad y además son universales y necesarios ya que su verdad no procede ni depende de la experiencia.

Tenemos establecidas cuáles son las posibilidades de la ciencia, esto es, hemos aclarado cómo es posible el conocimiento científico. Vamos ahora a reflexionar sobre las condiciones de posibilidad de la metafísica. Si ésta asume las mismas condiciones que la ciencia no pondremos ningún reparo para afirmar que los conocimientos metafísicos son también universales y necesarios.

d. LA ESTRUCTURA DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA. ANÁLISIS DE LAS FACULTADES DEL CONOCIMIENTO.

Si tenemos la posibilidad de construir a priori juicios sintéticos, es porque no todo nuestro conocimiento procede de la experiencia. Ha de haber en nuestros juicios algo que sea independiente de ella. La tarea de la CrPura consiste precisamente en: (1) descubrir esos elementos no empíricos o a priori, y (2) justificar su uso para no caer en los mismos problemas que los racionalistas. Estos elementos a priori, que no proceden de la experiencia ya que son previos a ella y que la condicionan, pertenecen a la estructura del sujeto. A estos elementos Kant los llama condiciones trascendentales.

En su libro CrPura. Kant distingue tres partes: estética trascendental, analítica trascendental y dialéctica trascendental. Estas tres partes se corresponden con el estudio de las tres facultades del conocimiento que podamos distinguir en el hombre: sensibilidad, entendimiento y razón.

1. La Estética trascendental estudia las condiciones sensibles del conocimiento, a la vez que muestra cuales son las (condiciones. que hacen posible que en la Matemática existan juicios sintéticos a priori.

2. La Analítica trascendental estudia el entendimiento, a la vez que muestra cuales son las condiciones que hacen posible que en la Física existan juicios sintéticos a priori.

3. La Dialéctica trascendental estudia la razón, intentando establecer la posibilidad o imposibilidad de la Metafísica como ciencia»

Comencemos analizando la siguiente afirmación que Kant hace al inicio del prólogo a la edición II de su CrPura: "No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. .. pero no por eso procede todo él de la experiencia....".

Así pues, el entendimiento no comienza nunca a pensar por si mismo, sino que algo debe ser dado en el exterior para que comience su actividad, es estimulado por algo exterior. Primero somos receptivos, es decir, recibimos impresiones o sensaciones, gracias a las cuales establecemos una relación inmediata con un objeto exterior (esta relación inmediata que establecemos es una intuición. A partir de este momento, empieza a actuar el sujeto cognoscente, ya que es tarea del sujeto unificar, ordenar, elaborar la materia bruta de la sensación. Esta actividad del sujeto se realiza a través de elementos no empíricos, esto es, elementos a priori. Son elementos a partir de los cuales el sujeto estructura y organiza lo dado a través de los sentidos. La

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información que recibimos del exterior - lo dado por los sentidos - es la materia. Lo que el sujeto estructura y organiza de esa información exterior es la forma.

Así explica Kant el conocimiento: el objeto que conocemos podemos decir que resulta de una elaboración del material empírico que nos proporcionan los sentidos mediante las formas o estructuras cognoscitivas del sujeto.

i. La estética transcendental.

A. El espacio y el tiempo como formas a priori de la sensibilidad .

Las condiciones sensibles del conocimiento son dos: el espacio y el tiempo. Toda sensación o percepción se da en un lugar y en momento determinado. Son, por ello, las formas en que organizamos la información que nos llega del exterior por los sentidos.

Espacio y tiempo son condiciones generales y necesarias, ya que no puede darse nada que no sea inmerso en un espacio y proyectado en un tiempo. Por este motivo, decimos que son formas a priori de la sensibilidad ya que prescindimos de los datos empíricos particulares.

El espacio y el tiempo son intuiciones puras. Son intuiciones en tanto que se produce una relación inmediata entre el exterior y el interior del sujeto: es una relación que no está mediatizada por pensamiento alguno y. por esto, se distinguen de los conceptos del entendimiento. Además, son puras, al carecer de contenido empírico alguno.

En conclusión: en la sensibilidad hay (1) un elemento exterior, la materia empírica que estimula nuestra sensación, y (2) unas formas a priori en las cuales se darán las sensaciones, estas formas son el espacio y el tiempo como intuiciones puras. El resultado de esta unificación y ordenación de las sensaciones en el espacio y el tiempo es fenómeno, este es el objeto de nuestra experiencia.

B. Los juicios sintéticos a priori en matemáticas

Las matemáticas se ocupan del espacio y del tiempo; la geometría, del espacio y la aritmética, del tiempo. Tal afirmación es obvia en el primer caso. no tanto en el caso de la aritmética. Kant lo explica del siguiente modo: la aritmética se ocupa de la serie numérica (1,2.3....,n) y ésta se basa en la sucesión temporal, puesto que según esta serie el 1 se encuentra antes que el 2, el 2 antes que el 3. y así sucesivamente; en conclusión, el tiempo es el fundamento último de la aritmética.

Una vez admitido esto Kant afirma que las matemáticas pueden formular juicios sintéticos a priori, puesto que el espacio y el tiempo son intuiciones puras, esto es. a priori. Veamos. Como las matemáticas formulan sus juicios en relación con el espacio y el tiempo, y. éstos, son condiciones previas, independientes de todo dato particular de experiencia, entonces, los juicios de la matemática son independientes de toda experiencia concreta y, por ello, a priori. De este modo, en todos los objetos de nuestra experiencia se cumplirán. necesaria y universalmente los juicios de la matemática.

En resumen, vemos, esto es sentimos, mediante una determinada concepción espacio-temporal, que la ciencia matemática nos aclara.

ii. La analítica transcendental.

A. Las categorías como formas a priori del entendimiento .

El entendimiento se encarga de juzgar, pensar y comprender toda una

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multiplicidad de sensaciones que se dan en un espacio y un tiempo. Comprender, juzgar, entender todo aquello que percibimos es la actividad' propia del entendimiento El segundo paso es analizar cómo se realiza esta operación que llamamos entender. Veamos.

Los instrumentos del pensar son los conceptos: comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto que unifica y da sentido a la multiplicidad de información. (Así, por ejemplo, englobo en el concepto perro tanto la impresión de un dálmata como de un chihuahua, y en el concepto animal tanto un perro como una gallina.)

Podemos afirmar que hay 2 tipos de conceptos: los conceptos empíricos y los conceptos puros o categorías. Los conceptos empíricos son generalizaciones que proceden de la experiencia. Así, a partir de la observación de la semejanzas o rasgos comunes, establecemos clasificaciones (los conceptos del ejemplo anterior, perro y animal son empíricos). Pero también hay otro tipo de conceptos que no proceden de la experiencia, sino que los pone o elabora el sujeto desde su espontaneidad, son los llamados conceptos puros o categorías. Por no proceder de la experiencia son a priori. Serían de este tipo los conceptos de necesidad, generalidad, sustancia, causa, unidad, multiplicidad..., etc. Con ellos organizamos y estructuramos toda la información empírica, esto es hacemos clasificaciones, establecemos conjuntos o separamos la información según a lo que atendamos. De esta manera, según establecemos una clasificación u otra, valoramos la información desde un punto de vista diferente y. por tanto, emitimos ya un juicio.

Según Kant, habría tantas categorías como juicios a los que atendemos para establecer clasificaciones o unificar los datos de la experiencia, o la información. Para poder establecer las categorías Kant recurre a la lógica (en tanto ciencia que trata con la estructura formal del pensar, sin tener en cuenta los contenidos para llegar a establecer cuales son las correspondencias entre los diferentes juicios y las categorías). Esta parte es lo que él llama la Analítica de conceptos.

La tabla de las categorías es la siguiente:

LÓGICA JUICIOS CATEGORIAS

1. Atendiendo a la cantidad tenemos:(Todo) A es B Universales Unidad(Algún) A es B Particulares Pluralidad

(Un solo)A es B Singular Totalidad

2. Atendiendo a la cualidad tenemos:A es B Afirmativos Realidad

A no es B Negativos NegaciónA es no B Indefinido Limitación

3. Atendiendo a la relación tenemos:A es B Categóricos Substancialidad

Si C es D, A es B Hipotético CausalidadA es B o C Disyuntivo Comunidad

4. Atendiendo a la modalidad tenemos:A es (posiblemente) B Problemáticos Posibilidad/imposib.

A es (realmente) B Asertóricos Existencia/no-exist.A es (necesariamente) B Apodícticos Necesidad/contingencia.

Las categorías o conceptos puros son las condiciones trascendentales

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necesarias de nuestro conocimiento de los fenómenos: el entendimiento no puede pensar los fenómenos si no es aplicándoles estas categorías.

Son, por tanto, a priori y, por otro lado, los fenómenos no pueden ser comprendidos ni juzgados si no es por medio de esta estructuración del sujeto cognoscente. De lo contrario, el mundo exterior sería no más que materia caótica.

Las categorías son formas a priori pero no tienen contenido, esto es los conceptos puros son vacíos y han de llenarse con los datos o información procedente de los sentidos. Sólo así hacemos un uso legítimo de los conceptos; de no ser así, sería un abuso de los conceptos, el mismo que de ellos hace el racionalismo. Los conceptos puros solo pueden utilizarse referidos a la experiencia sensible, si perdemos este referente el concepto se convierte en un concepto vacío, sin significación y sin posibilidad de establecer ningún discurso con pretensiones de objetividad o validez.

B. Los juicios sintéticos a priori en la física.

Hasta este momento tenemos delimitadas las condiciones trascendentales que hacen posible el conocimiento científico. Tenemos establecida la estructura o el modo en que conocemos, teniendo en cuenta que: el sujeto no es un mero receptor pasivo de la información que le llega del mundo exterior, de los objetos, sino más bien al contrario, el sujeto elabora, organiza, unifica estos datos para dotarlos de sentido, para comprenderlos, esto es, el sujeto interpreta la realidad. Ahora bien, si somos conscientes de que conocer es canalizar los datos según la estructura del sujeto y que lo que conocemos es ya una interpretación, entonces tenemos que ser conscientes también de que no podemos conocer lo que las cosas son en sí,, ya que en el momento que las conocemos están canalizadas ya por nuestra propia estructura subjetiva. De estas ideas surge la distinción kantiana entre: fenómeno y noúmeno.

- Fenómeno es lo que aparece o se muestra al sujeto, el objeto, dato o hecho del que tenemos experiencia sensible.

- Noúmeno es la cosa en sí, aquello que escapa a nuestra estructura cognoscitiva de lo que no podemos tener experiencia sensible; lo incondicionado.

La inaccesibilidad a la cosa en sí -noúmeno- caracteriza la filosofía de Kant, Por ello. a su doctrina se la llama idealismo trascendental, la cual se basa en la siguiente afirmación: el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de posibilidad de la experiencia de los fenómenos, pero no son propiedades o rasgos reales de las rosas en si mismas.

iii. La dialéctica transcendental.

A. La razón.

Es, según Kant, la facultad de los principios del entendimiento. Su función es "reducir la enorme variedad de los conocimientos del entendimiento al menor número de principios (condiciones universales) con el fin de producir la suprema unidad de los mismos". La razón se encarga de establecer juicios más generales, que engloben y expliquen un mayor numero de fenómenos. De este modo es como trabaja la ciencia, estableciendo razonamientos generales a partir de los juicios que el entendimiento establece de los datos de la experiencia. Esta búsqueda de la razón a ir más allá en las generalizaciones del conjunto de lo que conocemos, lleva inevitablemente a traspasar las barreras de la experiencia en busca de lo incondicionado, esto es a formularse preguntas y dibujar respuestas acerca de dios. el mundo y el alma.

B. Imposibilidad de la metafísica como ciencia .

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El conocimiento metafísico es una tendencia natural de la razón a ir mas allá en el conocimiento hasta plantearse las cuestiones últimas. Pero sobre estas cuestiones no podemos establecer ningún tipo de juicio o categoría ya que tienen que referirse a la experiencia sensible a fin de tener sentido o estar dotadas de contenido. La aplicación de las categorías más allá de la experiencia es ilegítima y da lugar a errores y discursos vacíos de contenido. La metafísica no habla de la realidad fenoménica sino de una realidad nouménica a la que no se puede acceder desde la estructura cognoscitiva propia de la ciencia.

4. HACIA UNA NUEVA ÉTICA: LA NECESIDAD DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA.

En la Crítica de la razón pura —a cuyo estudio hemos dedicado el apartado anterior—, Kant hizo un notable esfuerzo por explicar cómo es posible el conocimiento de los hechos (éste es posible merced a la conjunción de dos elementos: las impresiones sensibles procedentes del exterior y ciertas estructuras a priori que el sujeto impone a tales impresiones, a saber, las normas de espacio-tiempo y las categorías o conceptos puros) y hasta dónde es posible el conocimiento de objetos (el conocimiento objetivo solamente tiene lugar en la aplicación de las categorías a los fenómenos; las doctrinas metafísicas, al aplicar las categorías más allá de los fenómenos, no proporcionan conocimiento objetivo). Ahora bien, es obvio que la actividad racional humana no se limita al conocimiento de los objetos. El hombre necesita también conocer cómo ha de obrar, cómo ha de ser su conducta: la razón posee también una función moral, en correspondencia con la segunda de las preguntas que proponíamos en el apartado primero: ¿qué debo hacer?

Esta doble vertiente de la razón —conocimiento de objetos, conocimiento moral— puede expresarse por medio de la distinción entre razón teórica y razón práctica. No se trata, por supuesto, de que en el hombre haya dos razones, sino de que la razón posee dos funciones perfectamente diferenciadas. La razón teórica se ocupa de conocer cómo son las cosas, es decir, en el conocimiento de la naturaleza; la razón práctica, se ocupa no de cómo son las cosas, sino de cómo debe ser la conducta humana. A la razón práctica no le corresponde el conocimiento de cómo es de hecho la conducta humana, sino el conocimiento de cómo debe ser: no le interesa cuáles son los motivos que determinan empírica y psicológicamente a los hombres (deseos, sentimientos, egoísmo, etc.), sino cuáles deben ser los principios que han de determinarle a obrar si es que su conducta ha de ser racional y, por tanto, moral. Esta separación entre ambas esferas suele expresarse diciendo: la ciencia (la razón teórica, dice Kant) se ocupa del ser, mientras que la moral (la razón práctica, dice Kant) se ocupa del deber ser.

La diferencia entre ambas actividades racionales se manifiesta, según Kant, en el modo totalmente distinto en que una y otra expresan sus principios o leyes; la razón teórica, científica, formula juicios («el calor dilata los cuerpos», etc.), mientras que la razón práctica formula imperativos o mandamientos («no matarás», etc.).

A. LA CRÍTICA KANTIANA A LAS ÉTICAS MATERIALES.

A. Características de las éticas materiales

Si notable fue la originalidad de la teoría kantiana del conocimiento científico, no es menos notable su originalidad en el campo de la teoría moral. La ética kantiana representa una auténtica novedad dentro de la historia de la ética. Simplificadamente, esta originalidad puede ser formulada de la siguiente manera: hasta Kant, las distintas éticas habían sido materiales; frente a todas ellas, la ética de Kant es formal.

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Para comprender el significado de la teoría kantiana es necesario entender qué es una ética material. Comencemos por señalar que no debe confundirse ética material con ética materialista: lo contrario de una ética materialista es una ética espiritualista, lo contrario de una ética material es una ética formal. (Por ejemplo, la ética de Aquino es material, pero no es materialista.) De modo general, podemos decir que son materiales aquellas éticas según las cuales la bondad o maldad de la conducta humana depende de algo que se considera bien supremo para el hombre: los actos serán, por tanto, buenos cuando nos acerquen a la consecución de tal bien supremo, y malos (reprobables, no aconsejables) cuando nos alejen de él. De acuerdo con esta definición, podemos señalar en toda ética material los dos siguientes elementos:

- Toda ética material parte de que hay bienes, cosas buenas para el hombre y, por tanto, comienza por determinar cuáles -entre todos ellos— el bien supremo o fin último de hombre (placer, felicidad, etcétera).

- Una vez establecido tal bien supremo, la ética establece unas normas o preceptos encaminados a alcanzarlo.

Con otras palabras, podemos decir que una ética material es una ética que tiene contenido. Y tiene contenido en el doble sentido que acabamos de señalar: a) en cuanto que establece un bien supremo (por ejemplo, el placer es el contenido de la ética epicúrea), y b) en cuanto que dice lo que ha de hacerse para conseguirlo, sus preceptos establecen ciertas conductas concretas a realizar («no comas en exceso», «aléjate de la política», son preceptos epicúreos que determinan lo que ha de hacerse).

B. Crítica de Kant a las éticas materiales

Kant rechazó las éticas materiales porque, a su juicio, presentan las deficiencias que a continuación exponemos:

a) En primer lugar, las éticas materiales son empíricas, son —en terminología suya que ya conocemos— a posteriori, es decir, su contenido está extraído de la experiencia. Tomemos el ejemplo de la ética epicúrea. ¿Cómo sabemos que el placer es un bien máximo para el hombre? Indudablemente, porque la experiencia nos muestra que desde niños los hombres buscan el placer y huyen del dolor. ¿Cómo sabemos que para conseguir un placer duradero y razonable se ha de comer sobriamente y se ha de permanecer alejado de la política? Indudable mente, porque la experiencia nos muestra que el exceso produce, a la larga, dolor y enfermedades, y la política produce disgustos y sufrimientos. Se trata, pues, de generalizaciones a partir de la experiencia.

Posiblemente a un epicúreo le preocupará bastante poco que su ética sea empírica, a posteriori. A Kant, sin embargo, esto le preocupa sobremanera por la siguiente razón: porque pretende formular una ética cuyos imperativos sean universales y, en su opinión, de la experiencia no se pueden extraer principios universales. (Esto último ya quedó claramente expuesto en la primera parte del tema: ningún juicio que proceda de la experiencia puede ser estrictamente universal; un juicio tal ha de ser a priori, es decir, independiente de la experiencia.)

b) En segundo lugar, los preceptos de las éticas materiales son hipotéticos o condicionales. Esto quiere decir que no valen absolutamente, sino sólo de un modo condicional, como medios para conseguir un cierto fin. Cuando el sabio epicúreo aconseja «no bebas en exceso», ha de entenderse que quiere decir: «no bebas en exceso, si quieres alcanzar una vida moderada y largamente placentera». ¿Qué ocurrirá si alguien contesta al sabio epicúreo: «yo no quiero alcanzar esa vida de placer moderado y continuado»? Evidentemente, el precepto epicúreo carecerá de validez para él. He aquí un segundo motivo por el cual una ética material no puede

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ser, a Juicio de Kant, universalmente válida.

c) En tercer lugar, las éticas materiales son heterónomas. «Heterónomo» es lo contrario de «autónomo» y si la autonomía consiste en que el sujeto se dé a sí mismo la ley, en que el sujeto se determine a sí mismo a obrar, la heteronomía consiste en recibir la ley desde fuera de la propia razón.

Las éticas materiales son heterónomas, según Kant, porque la voluntad es determinada a obrar de este modo o del otro por el deseo o inclinación.

Siguiendo con el ejemplo de la ética epicúrea, el hombre es determinado en su conducta por una ley natural, por la inclinación al placer, siendo dominado por éste.

B. LA ÉTICA FORMAL DE KANT

a) Características de una ética formal.

Las éticas materiales se encuentran inevitablemente aquejadas, según Kant, de las tres deficiencias que hemos señalado. A partir de esta crítica, el razonamiento kantiano es sencillo y puede ser expuesto del siguiente modo:

- Puesto que todas las éticas materiales son empíricas (y, por tanto, incapaces de ofrecer principios estrictamente universales), hipotéticas en sus imperativos y heterónomas.

- Y una ética estrictamente universal y racional no ha de ser ni empírica (sino a priori), ni hipotética en sus imperativos (sino que éstos han de ser absolutos, categóricos), ni heterónoma (sino autónoma, es decir, el sujeto ha de determinarse a sí mismo a obrar, ha de darse a sí mismo la ley).

- Una ética estrictamente universal y racional no puede ser material. Ha de ser, por tanto, formal.

¿Qué es entonces una ética formal? Las explicaciones ofrecidas en los párrafos precedentes nos permiten contestar fácilmente a esta pregunta: una ética formal es una ética vacía de contenido, que no tiene contenido en ninguno de los dos sentidos en que lo tiene la ética material:

1.° no establece ningún bien o fin que haya de ser perseguido, y, por tanto,

2° no nos dice lo que hemos de hacer sino cómo debemos actuar la forma en que debemos obrar.

b) El imperativo categórico.

La exigencia de obrar moralmente se expresa en un imperativo que no es —ni puede ser— hipotético (como los mandamientos de las éticas materiales) sino categórico. Kant ha ofrecido diversas formulaciones del imperativo categórico, la primera de las cuales es la siguiente: «obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal» (ibíd. p. 72). Esta formulación muestra claramente su carácter formal; en efecto, este imperativo no establece ninguna norma concreta, sino la forma que ha de poseer cualquier norma concreta de nuestras acciones (las normas que determinan la conducta de cada uno, normas por las que se rige un sujeto —por ejemplo, «no cobrar precios abusivos»— son denominadas «máximas» por Kant): cualquier norma, cualquier máxima ha de ser tal que el sujeto pueda querer que se convierta en norma para todos los hombres, en ley universal. Esta formulación del imperativo categórico muestra igualmente la exigencia de universalidad propia de una moral racional.

También en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres ofrece Kant la siguiente formulación del imperativo categórico: «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca meramente como un medio» (ibíd. Pág. 84).

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Al igual que la formulación anterior ésta muestra su carácter formal y su exigencia de universalidad; a diferencia de aquélla, en esta formulación se incluye la idea de fin.

Lo único que es fin en sí mismo es el hombre, en tanto que ser racional. No ha de ser utilizado nunca, por tanto, meramente como un medio.

c) El deber.

La ética formal no establece, pues, lo que hemos de hacer: se limita a señalar cómo debemos obrar siempre, trátese de la acción concreta de que se trate. Un hombre actúa moralmente, según Kant, cuando actúa por deber. El deber, según Kant, es «la necesidad de una acción por respeto a la ley» (Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Trad. García Morente. Madrid, 1967, Pág. 38), es decir, el sometimiento a una ley, no por la utilidad o satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionarnos, sino por respeto a la misma.

Kant distingue tres tipos de acciones: acciones contrarias al deber, acciones conformes al deber y acciones por deber. Solamente estas últimas poseen valor moral. Supongamos, utilizando un ejemplo de Kant mismo, el caso de un comerciante que no cobra precios abusivos a sus clientes. Su acción es conforme al deber. Ahora bien, tal vez lo haga para asegurarse así la clientela, en cuyo caso la acción es conforme al deber, pero no por deber: la acción (no cobrar precios abusivos) se convierte en un medio para conseguir un propósito, un fin (asegurarse la clientela). Si, por el contrario, actúa por deber, por considerar que ése es su deber, la acción no es un medio para conseguir un fin o un propósito, sino que es un fin en sí misma, algo que debe hacerse por sí.

El valor moral de una acción no radica, pues, en algún fin o propósito a conseguir, sino en la máxima, en el móvil que determina su realización, cuando este móvil es el deber: «una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito que por medio de ella se quiera alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta; no depende, pues, de la realidad del objeto de la acción, sino meramente del principio del querer» (ibíd. Pág. 39).

C. LOS POSTULADOS DE LA ÉTICA: LIBERTAD, INMORTALIDAD Y EXISTENCIA DE DIOS

La Crítica de la razón pura había puesto de manifiesto la imposibilidad de la metafísica como ciencia, es decir, como conocimiento objetivo acerca del mundo, en su totalidad, acerca del alma y acerca de Dios. El alma —su inmortalidad— y la existencia de Dios constituyen interrogantes de interés fundamental para el destino del hombre.

Kant nunca negó la inmortalidad del alma o la existencia de Dios. En la Crítica de la razón pura se limitó a establecer que el alma y Dios no son asequibles al conocimiento científico, objetivo, ya que éste solamente tiene lugar en la aplicación de las categorías a los fenómenos, y el alma y Dios no son fenómenos que se den en la experiencia. De este modo, Kant señalaba que el lugar adecuado en que ha de plantearse el tema de Dios y del alma no se halla en la razón teórica, sino en la razón práctica.

La libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios son, según Kant, postulados de la razón práctica. El término «postulado» ha de entenderse aquí en su sentido estricto, como algo que no es demostrable, pero que es supuesto necesariamente como condición de la moral misma. En efecto, la exigencia moral de obrar por respeto al deber supone la libertad, la posibilidad de obrar por respeto al mismo venciendo las inclinaciones, deseos, etc. También la inmortalidad del alma y la

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existencia de Dios son postulados de la moral, según Kant, si bien en estos dos casos su razonamiento es más complicado y ha sido objeto de diversas objeciones. En cuanto a la inmortalidad, su razonamiento es el siguiente: la razón nos ordena aspirar a la virtud, es decir, a la concordancia perfecta y total de nuestra voluntad con la ley moral; esta perfección es inalcanzable en una existencia limitada; su realización sólo tiene lugar en un proceso indefinido, infinito, que, por tanto, exige una duración ilimitada, es decir, la inmortalidad. Por lo que se refiere a la existencia de Dios, Kant afirma que la disconformidad que encontramos en el mundo entre el ser y el deber-ser exige la existencia de Dios como realidad en quien el ser y el deber-ser se identifican y en quien se da una unión perfecta de virtud y felicidad.

ANEXOS, Textos PAEG

“Si se echa una ligera ojeada a esta obra [la Crítica de la razón pura] se puede quizá entender que su utilidad es sólo negativa: nos advierte que jamás nos aventuremos a traspasar los límites de la experiencia con la razón especulativa. Y, efectivamente, ésta es su primera utilidad. Pero tal utilidad se hace inmediatamente positiva cuando se reconoce que los principios con los que la razón especulativa sobrepasa sus límites no constituyen, de hecho, una ampliación, sino que, examinados de cerca, tienen como resultado indefectible una reducción de nuestro uso de la razón, ya que tales principios amenazan realmente con extender de forma indiscriminada los límites de la sensibilidad, a la que de hecho pertenecen, e incluso con suprimir el uso puro (práctico) de la razón […] Ello se ve claro cuando se reconoce que la razón pura tiene un uso práctico (el moral) absolutamente necesario, uso en el que ella se ve inevitablemente obligada a ir más allá de los límites de la sensibilidad”

(I. KANT, Crítica de la razón pura. Trad. de P. Ribas, Madrid, Alfaguara, 1978, p. 24).

“Ahora yo digo: el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin. Todos los objetos de las inclinaciones tienen sólo un valor condicionado, pues si no hubiera inclinaciones y necesidades fundadas sobre las inclinaciones, su objeto carecería de valor. Pero las inclinaciones mismas, como fuentes de las necesidades, están tan lejos de tener un valor absoluto para desearlas, que más bien debe ser el deseo general de todo ser racional el librarse enteramente de ellas. Así pues, el valor de todos los objetos que podemos obtener por medio de nuestras acciones es siempre condicionado. Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, empero, si son seres irracionales, un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio los seres racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como medio, y, por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto de respeto).”

(I. KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Trad. de M. García Morente, Madrid, Espasa Calpe, 1983, pp. 82 y 83)

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