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Unidad 4 Moneda y valor de la teoría de Marx

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Unidad 4

• Moneda y valor de la teoría de Marx

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EL PROBLEMA DEL VALOR DE LA MONEDA-MERCANCIA El marco de análisis

A continuación, admitimos y tomamos como punto de partida las siguientes proposiciones de Marx:

• el valor relativo es la forma necesaria del valor; su condición es la existencia del equivalente general;

• a diferencia de las mercancías, que tienen un valor de uso particular, la moneda-mercancía tiene un valor de uso general;

• al contrario de las mercancías, la moneda-mercancía no tiene que ser validada socialmente; el trabajo que la produce es directamente trabajo social.

Se adopta como marco de análisis lo que Marx llama la "circulación simple".Y El esquema general es el siguiente. La sociedad se compone de (n -1) productores de mercancías ordinarias y de un productor de moneda mercancía, llamada "moneda-oro". El productor del oro para uso privado, ya sea de consumo o industrial, pertenece al subconjunto de productores de mercancías ordinarias. Sólo se utilizan medios de producción circulantes y se admite que el periodo de producción es el mismo para todas las mercancías. El periodo unitario comprende, a la, vez, la producción y la circulación de las opinión más apropiada, de la doctrina clásica,. que consiste en concebir la demanda de consumo como una cuestión básicamente de costumbre. Es evidente que el hábito no es algo inmutable y que al modificarse provoca cambios en los precios. Si los hábitos no se modifican, las variaciones en los precios afectan por supuesto a la demanda. Pero, dada la estabilidad de.las preferencias, la demanda para el consumo no, manifiesta, en la concepción clásica, una sensibilidad a los precios comparable a la que le atribuye la teoría posterior..

En cambio, esta sensibilidad es total en cuánto a la demanda de moneda que, al contrario de la demanda para el consumo, está determinada por la necesidad. Resulta claro que, en Ricardo, la demanda de moneda no tiene nada que ver con el homónimo que encontramos en la teoría neoclásica, es decir, la demanda de saldos monetarios. Se trata más bien de la contrapartida de la venta de mercancías bajo una restricción según la cual sólo pueden existir -intercambios monetarios. Esto justifica la elasticidad de sustitución nula del medio de cambio,1' o sea, la ausencia de elección por parte de los que lo reciben. Por tanto, si se admite que el valor monetario de las mercancías permanece constante, toda oferta dé bienes es al mismo tiempo una demanda de una cantidad de moneda inversamente proporcional a su precio.

Nos parece que de lo anterior podemos inferir la concepción de la moneda como mercancía particular en Ricardo. En efecto, la moneda se presenta como una

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mercancía que es a la vez semejante a las demás, dado que su valor está regulado por la misma ley general, y específica, ya que, al contrario de las mercancías, su demanda es ajena a toda elección.

Aunque insuficientemente justificadas, aceptamos a continuación las restricciones que propone Ricardo entre cantidad de moneda y su precio. Tenemos así los elementos necesarios para analizar el proceso de ajuste de la cantidad de moneda.

El proceso de ajuste de la cantidad de mercancía-moneda Consideremos una economía cerrada en su posición natural o una abierta en el

supuesto de una distribución natural del oro a nivel internacional. Supongamos una perturbación, por ejemplo, si en un país "se descubriera una mina de oro" o "si en vez de descubrirse una mina, se estableciese un Banco similar al Banco de Inglaterra con la facultad de emitir billetes para servir de medio circulante se produciría el mismo efecto que en el caso de la mina si a través de préstamos se aumenta] considerablemente la cantidad de moneda circulante.

En un sistema de precios de producción sin producción conjunta y con rendimientos constantes, los precios sólo dependen de la tasa de ganancia. Por lo tanto, no cambian si, como consecuencia del aumento de la producción de oro, se modifica la estructura de la producción (siempre y cuando se verifique, por supuesto, la condición de autorreemplazamiento).

El dinero existe desde la época esclavista, pero a lo largo de la historia há experimentado una serie de cambios hasta llegar al sistema capitalista donde cumple funciones básicas para el desarrollo del sistema.

Actualmente el criterio general es considerar que son dinero las monedas metálicas, los billetes y los depósitos bancarios y que por el contrario, no lo son el cheque y la letra de cambio..`

Funciones del dinero Son varias las funciones que cumple el dinero en la sociedad capitalista, las más

importantes son:

• Medida de valores

• Patrón de precios

• Medio de cambio y circulación

• Medio de atesorarniento y acumulación

• Instrumento de pagos diferidos

• Dinero mundial

Medida de valores y patrón de precios La primera y la más importante función del dinero es servir como medida de

valores de las mercancías, lo cual se debe a la propia esencia del dinero, o sea el ser también una mercancía equivalente general de todas las demás.

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El valor de las mercancías se expresa en forma monetaria, es decir, a través del dinero, mediante determinada cantidad de oro o plata si estos metales son utilizados copio mercancía dinero.

Sabemos que el oro y la plata han llegado a ser los equivalentes generales de las demás mercancías; es decir, funcionan como dinero debido a que tienen varias características que les permiten cumplir dicho papel:

• Se pueden transportar fácilmente.

• Son resistentes y no sufren mucho desgaste, duran bastante tiempo.

• Se pueden dividir en las partes que sea necesario.

• Tienen cualidades físicas muy específicas, por lo que son difíciles de falsificar.

¿A qué se debe que todas las mercancías puedan expresar su valor en dinero? A que todas tienen en común que son producto del trabajo humano materializado, incluyendo al oro que funciona cono dinero. Esto mismo significa que cl dinero se convierte en la medida común del valor.

Sin embargo, no siempre existió el dinero y quizá no será necesario en el futuro, por lo cual el dinero constituye una categoría histórica en las mercancías producidas. Se supone la ausencia de provisiones o déficit imprevistos; en una palabra, el sistema está 'en su posición "normal". El supuesto de circulación simple implica una economía estacionaria: la' técnica no cambia, el nivel de la producción y el valor de las mercancías permanecen constantes. Por hipótesis, se excluye el trueque: la moneda-mercancía tiene que estar presente en todas las transacciones y, dado que es producida al mismo tiempo que las demás mercancías, la circulación se inicia forzosamente con la venta -de mercancías al productor de oro. No es necesario especificar nada más en cuanto a la secuencia de los intercambios. Basta, recordar que, en virtud de las hipótesis admitidas, la circulación se termina cuando se venden todas las mercancías producidas.1

La condición de existencia del valor positivo de la moneda-mercancía El análisis que presentamos a continuación se propone una respuesta formal a la

siguiente pregunta: ¿en qué condiciones el valor de la moneda se determina de manera coherente con las reglas establecidas por Marx? '

El problema del valor de la moneda-mercancía está directamente relacionado con la forma misma de la circulación de la moneda. Marx define la circulación simple de las mercancias, como la "metamorfosis M-D: M". Ahora bien, si para los (n - 1) productores de mercancías el esquema de la circulación es M-D-M, entonces para el productor de moneda-oro es D-M-D. Por lo tanto, la moneda-oro resulta una, mercancía "excluida", pero esta vez en el sentido literal de la palabra, ya que su productor se encuentra, tanto antes como después de la circulación, con la misma cantidad de oro que produjo. Dada la exclusión del productor de oro del sistema de intercambios, su situación es análoga a la de un individuo que autoconsume toda su producción. La 1 T Ramírez Gómez, Ramón. La moneda, el crédito y la banca a través de la concepción marxista y de las teorías subjetivas, México, UNAM, 1972, pág. 117.

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diferencia entre ambos reside en que, en el primer caso, la exclusión es la condición de las transacciones, mientras que en el segundo no afecta en absoluto la situación de los demás individuos.

La consecuencia inmediata es que la moneda no tiene valor positivo. Más precisamente, por hipótesis, el oro entra en la circulación con un valor determinado al que se realizan todos los intercambios. Pero una vez que éstos han tenido lugar, el valor de la moneda-oro se anula y su productor ya no puede reproducirse. Cuando se dice que un trabajo particular es un trabajo social (integralmente o no, poco importa aquí), se indica que, gracias a este trabajo y a través del intercambio, se adquiere el derecho a una fracción determinada de la producción o del trabajo de los demás. Pero el productor de oro, aunque haya efectuado un trabajo, no adquiere ningún derecho a la producción social. Por consiguiente, su trabajo particular no es trabajo social o, si se prefiere, a urja cantidad positiva de su trabajo corresponde una cantidad nula de trabajo social.

Dado que la anulación del valor de la moneda-mercancía es un efecto de de moneda atesorada. En cada periodo, -una fracción constante del valor de las (n-1) mercancías producidas se transfiere al productor de oro. Al final de cada periodo, los agentes tienen la misma provisión de mercancías y añaden a la provisión de moneda-oro heredada del periodo anterior, una cantidad constante de la misma.

Si se quisiera mantener constante la provisión monetaria, habría que admitir la anulación de la producción de oro (a partir del "segundo periodo"). La sociedad sólo se compondría de los (n-1) productores de mercancías, lo que contradiría la idea misma de moneda-mercancía, es decir, como perteneciente al conjunto de las n mercancías producidas.

Hemos visto que la moneda "sale" de la circulación. Preguntémonos si lo que sale en un periodo puede volver a entrar en la circulación del siguiente o, más generalmente, si la demanda de atesoramiento puede ser asimilada a una demanda para transacciones. La respuesta es negativa.

• Puesto que la provisión de moneda es creciente de, un periodo a otro, si la demanda de atesoramiento fuera una demanda de transacciones, habría un valor creciente de moneda-oro en circulación. Pero el esquema estacionario exige que el valor de la moneda en circulación permanezca constante, lo cual implica una contradicción.

Notemos que ésta no puede resolverse imaginando una variación proporcional, y en sentido contrario, de la cantidad de moneda y de la velocidad de circulación. Esta idea es completamente artificial e incorrecta, ya que la velocidad de circulación sólo depende de la organización de los intercambios que, por hipótesis, no se modifica.

Podemos concluir que, en la circulación simple con moneda-mercancía, la provisión monetaria de los agentes es, a la vez, creciente en términos de valor y no está destinada a las transacciones. Es decir que, al igual qué para las mercancías, la salida de la moneda para el atesoramiento es definitiva. Contrariamente a las primeras que son consumidas, productivamente o no, la moneda-oro se acumula.? La acumulación de valor en forma monetaria es, pues, la condición de los intercambios en los que

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interviene la moneda mercancía y, dado que la forma monetaria es la única forma adecuada del valor, es también la condición del valor mismo. De lo cual resulta que el "fin último" de la circulación simple con moneda-mercancía no se reduce a lo que afirma Marx, a saber, al "consumo", al "valor de uso".$ Veremos en V.1.5 cuáles son, según Marx, los determinantes de una demanda de moneda tan poco habitual.

Una consecuencia de lo anterior es que la materia de la moneda no puede ser indiferente. Está determinada, ante todo, por la exigencia de su adecuación a la acumulación monetaria. Si las mercancías pueden ser, indistinta mente, bienes duraderos o perecederos, la moneda-mercancía debe ser por necesidad un bien duradero, inalterable, etc... Así se justifican las propiedades físicas usuales que Marx y los demás economistas subrayan en cuanto al oro. En fin, cabe señalar hasta qué punto puede ser ambigua la representación de la "sociedad mercantil" o de la "circulación simple" sobre la cual se apoyan las dificultades encontradas hasta ahora desaparecen: el oro tiene un valor positivo como moneda oro, o sea, el trabajo del productor de moneda es trabajo social.

Por lo tanto, la circulación tiene que terminar mediante la operación siguiente: D-M para el comprador y M -D para el vendedor de la mercancía M. Este último "inmoviliza" o "petrifica" en forma de "tesoro" la moneda-oro obtenida en el intercambio. Esto implica que, además de sus necesidades específicas satisfechas por valores de uso particulares, los agentes (al menos uno) desean también guardar un valor de uso general. En los términos de Marx, tienen una demanda positiva de "atesoramiento". Ésta es la condición del valor positivo de la moneda-mercancía y, por ende, de su existencia.

De lo anterior resulta que el valor global de la moneda- mercancía está dado por la cantidad de trabajo del productor de oro incorporada en la moneda atesorada. Las condiciones de producción del oro no proporcionan, pues, informaciones suficientes para la determinación del valor de la moneda en tanto no se expliquen las reglas relativas a la demanda de atesoramiento. Vamos a hacerlo a continuación.

Consecuencias

• Abramos un paréntesis. El análisis anterior permite aclarar la proposición de Marx según la cual el intercambio entre los productores de mercancías y el productor de oro es una venta para los primeros, sin compra por parte del segundo, pues la compra, en "sentido categórico", significa que se adquiere una mercancía con la moneda obtenida por la venta de otra.

En efecto, como acabamos de mostrar, el productor de oro no "compra" realmente las mercancías cuando intercambia, o más bien, sólo las compra si su valor se encuentra, al final de la circulación, en el saldo de otros agentes como moneda atesorada. (Evidentemente, la situación es por completo distinta para cualquier otro agente que compra con la moneda obtenida vendiendo su producto.) En cambio, las mercancías cedidas al productor de oro realmente se venden, cualquiera que sea la demanda de atesoramiento, positiva o nula.

• Sabemos que la demanda de atesoramiento tiene que ser positiva: si fuera nula, el productor de oro quedaría excluido de los n procesos productivos, la

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producción de moneda-oro no podría renovarse en el periodo siguiente y la circulación de las mercancías resultaría imposible.

Dada la hipótesis de estado estacionario, en cada periodo esta demanda tiene que ser igual a la cantidad de moneda producida y puesta en circulación. Esta exigencia sólo se relaciona con la noción misma de moneda-mercancía; en particular, es por completo ajena a lo que Marx bautiza la "ley" de la cantidad de medio de cambio, que examinaremos en los siguientes temas

• De lo anterior, se infiere que la producción estacionaria de todas las mercancías implica un aumento regular, con tasa decreciente, de la provisión la condición básica de la economía monetaria con moneda-mercancía es la, existencia de un deseo específico, cuyo objeto es el dinero. Este deseo es irreductible, tanto a las ventajas que el dinero proporciona para la realización de los intercambios de mercancías, como al rendimiento (en términos de bienes) que ofrece su posesión.

En sus diferentes obras, Marx muestra que el capitalismo (y no la ficción de la circulación simple) constituye la estructura económica adecuada para la realización -incluso para la expresión racional- de este deseo, como lo veremos el siguiente tema En el marco de las diversas versiones de la teoría del valor, esta concepción representa, en nuestra opinión, la base de la oposición más radical a la noción de riqueza real sobre la cual se ha construido, desde A. Smith, toda la economía política.

Las ambigüedades de la teoría de Marx En relación con la interpretación propuesta, dos ambigüedades nos parecen

particularmente significativas. Las examinaremos por separado después de haber presentado el problema tal como lo plantea Marx.

El planteamiento del problema De manera general, no se encuentra en Marx ningún análisis, ni siquiera

alusiones explícitas, al papel central que desempeña el atesoramiento para la determinación del valor de la moneda-mercancía. Nos parece claro que Marx considera que el problema del valor de la moneda está completamente resuelto una vez que ha sido definido en oposición al valor de las mercancías. Como consecuencia de esta laguna, la función que Marx atribuye al atesoramiento se desplaza a la regulación de la cantidad de moneda en circulación.

El análisis se desarrolla en dos etapas. La primera consiste en el enunciado de la "ley" de la circulación monetaria: "Dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo medio de sus metamorfosis, la cantidad de dinero [...] circulante depende de su propio valor." En la segunda, Marx presenta el proceso de ajuste. Cuando el valor de las mercancías en circulación cambia, "la masa de dinero circulante ha de ser, por tanto, capaz de contracción y de expansión". Para que esta masa sea adecuada, "es necesario que la cantidad de oro y plata que existe en un país exceda a la absorbida por la función monetaria. Pues bien, el dinero atesorado es el que permite que se cumpla esta condición. Los receptáculos en que el dinero se atesora sirven al mismo tiempo de canales de desagüe y de suministro del dinero en circulación, que gracias a [ellos] no inunda nunca sus canales circulatorios". En las exposiciones habituales de la

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teoría del valor-trabajo de Marx. Se trata, en realidad, ya sea de una economía de trueque, y por tanto incompatible con el valor, ya sea de una economía monetaria, pero incompatible con la moneda- mercancía.2

Ya sabemos que se toma como punto de partida la teoría del valor, la moneda se presenta como un bien particular, cuya integración modifica radicalmente el esquema del valor.

Acabamos de verlo en la teoría de Marx, donde la presencia de la moneda implica el atesoramiento y, por tanto, la acumulación de valor en forma monetaria. Recordemos que algo similar ocurre en las teorías neoclásicas y clásica: en la primera, el esquema básico de los precios relativos (el modelo Arrow-Debreu) es refractario a la introducción de la moneda, lo cual exige su modificación; en la segunda, como lo hemos mostrado, la teoría de los precios de producción de Sraffa es incompatible con la mercancía-moneda.

Pese a estas analogías, la teoría de Marx es fundamentalmente distinta. A diferencia de los enfoques neoclásico y clásico -donde la teoría de los precios no monetarios constituye la base racional de la construcción ulterior-, en Marx, el esquema mismo de la determinaciónn de los valores sin moneda no tiene un sentido evidente, ya que contradice el análisis del valor, como se verá más detalladamente en V.2. En nuestra opinión, esta originalidad de la concepción de Marx (por lo general descuidada tanto por la tradición como por su propio autor) puede convertirse en una superioridad sólo a través del desarrollo de la teoría de la moneda que se encuentra, en la actualidad, particularmente retrasada.

Examinemos ahora la noción misma de moneda. La característica propia de la teoría de la mercancía-moneda consiste en que este bien no tiene ninguna especificidad desde el-punto de vista de la determinación de su valor, como lo vimos en Galiani y Ricardo. Una de las conclusiones del análisis anterior es que, al contrario de la presentación corriente (apoyada, a decir verdad, en las profundas ambigüedades de Marx, que señalaremos más adelante), la teoría de Marx no tiene nada que ver con esta concepción de la moneda.

Por otra parte, es indudable que la moneda neoclásica, que se singulariza por la ausencia de utilidad propia, independiente de su valor de cambio, es completamente distinta de la moneda-mercancía de Marx. No obstante, nuestra interpretación sugiere que ambas tienen un importante punto en común: comparten la misma preocupación relativa al valor positivo de la moneda y buscan la solución en la demanda de moneda. Pero ésta tiene un sentido totalmente diferente en las dos teorías. La originalidad de la concepto de Marx, tal como resulta del análisis anterior, nos parece la siguiente: sugiere que dos "representantes" de la moneda-oró pueden, ellos también, ser atesorados. En el marco de la teoría de la moneda-mercancía esto carece de sentido.

En El capital, la posición de Marx acerca del atesoramiento es totalmente confusa. Empieza, distinguiendo la provisión de dinero en los."comienzos" de la

2 D. Comparación con otras concepciones de la moneda

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circulación de mercancías" y en la fase de desarrollo de la producción. En este último caso -que es el único que nos interesa-, para cada productor la compra de mercancías es "incesante" mientras que la producción y la venta "requieren tiempo y dependen de una serie de factores fortuitos. Para comprar sin vender, tiene necesariamente que haber vendido antes sin comprar. Esta operación, en una escala general, parece contradecirse consigo misma". La solución, agrega Marx, consiste en la presencia del productor de oro, es decir, en la venta de mercancías sin compra por parte de este último.

Este planteamiento contiene un error e in}plica un análisis incorrecto. El error radica en la total confusión entre atesoramiento y saldo de transacción, lo cual contradice otras afirmaciones de Marx y, sobre todo, la noción de moneda-mercancía.

En el texto anterior, Marx examina explícitamente la relación entre atesoramiento y productor de oro, cuya importancia para la teoría de la moneda-mercancía nos es familiar.' Todo lo que Marx dice en la parte citada y en las líneas que siguen puede resumirse así: dado que la moneda y las mercancías se producen simultáneamente, la circulación sólo puede empezar con intercambios en los cuales intervenga el productor de oro. Esto es a la vez evidente y exterior al problema. Marx cree analizar el atesoramiento; en realidad, plantea el problema, completamente distinto, de la introducción y difusión de la moneda a través de los intercambios. Ahora bien, las restricciones relativas a las secuencias de los intercambios no tienen nada que ver con el atesoramiento, puesto que pueden ser perfectamente respetadas, ya sea el atesoramiento positivo o nulo. En otros términos, el productor de oro no resuelve una presunta dificultad relativa a la realización del atesoramiento. Se trata más bien de lo contrario: el atesoramiento resuelve el problema del productor de oro, dado que constituye la condición que asegura un valor positivo a la moneda-oro producida.

Recordemos, en fin, que el atesoramiento no es una interrupción de la circulación. Por lo tanto, es ajeno a la crítica de la ley de Say que se refiere a la moneda en su función de medio de cambio.

Demanda de moneda-oro para el atesoramiento y demanda de mercancía-oro

También en este punto la exposición de, Marx es ambigua. Por un lado, enuncia claramente que el "tesoro" consiste en "oro y plata inmovilizados como dinero"." En otro texto,, distingue correctamente el tesoro de la demanda de moneda para el atesoramiento y para las transacciones

Hemos visto que la distinción entre estas dos formas de demanda de moneda es central para la coherencia de la teoría de la moneda-mercancía. Vamos a mostrar ahora que Marx establece claramente esta diferencia, en particular en la Contribución; en los Elementos fundamentales obtiene el mismo resultado a través del análisis de las funciones de la moneda; pero en El capital confunde totalmente demanda de atesoramiento y saldo de transacción.

De manera general, Marx no explica por qué la demanda de atesoramiento no debe asimilarse a la demanda de saldo para transacciones. En la Contribución, la diferencia entre esos dos tipos de demanda se afirma más que se demuestra. En cuanto al análisis de las funciones de la moneda, aunque sea interesante, no es

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suficiente para contestar la pregunta. En nuestra opinión, la principal explicación de la debilidad del análisis monetario de Marx es la falta de identificación de las condiciones para la determinación del valor de la moneda de manera coherente con su definición. Como mostramos en el apartado anterior, estas condiciones son las que excluyen cualquier asimilación entre las dos demandas. Probablemente, esta debilidad explica por qué Marx cae en un empirismo insulso y, sobre todo, en la más grande confusión teórica cuando, en El capital, trata de justificar económicamente el atesoramiento.

Marx afirma claramente: "No debe confundirse el tesoro con la reserva monetaria, la cual constituye parte integrante de la cantidad global de dinero que siempre se halla en circulación." Reprocha esta confusión a aquellos economistas que, considerando la moneda sólo como unidad de medida y medio de cambio, asimilan erróneamente su cantidad total a la cantidad en circulación, aunque la primera rebase a la segunda en el monto de moneda acumulada. Sobre . esta base completamente coherente con la noción de moneda-mercancía, Marx critica la teoría monetaria de Ricardo (como lo veremos en el apartado siguiente).

El saldo de transacción depende únicamente de la organización de los intercambios y, más precisamente, de la ausencia -de sincronización entre ingresos y pagos. En los términos de Marx: "El dinero sólo es aquí moneda suspendida” [...] Esta primera transmutación del medio de circulación en dinero sólo constituye una fase técnica de la propia circulación monetaria. Por consiguiente, el saldo de transacción no se modifica cuando lo único que cambia es la cantidad de moneda, es decir, que esta última no se ajusta a través de variaciones en la velocidad de circulación. Marx atribuye la función de ajuste al atesoramiento.

En los Elementos fundamentales, el análisis de las funciones de la moneda lleva a la siguiente conclusión: en su función de unidad cíe medida asociada a la noción de "precio ideal", cuenta la materia y no la cantidad. Cuando la moneda funciona como medio de cambio se verifica lo contrario. En fin, en su función de "tesoro" (la "tercera determinación"), la cantidad y la materia de la moneda son esenciales. No se comprende por qué, en El capital, Marx la cantidad de moneda en circulación, estableciendo así su valor a un nivel predeterminado en relación con la circulación, el problema se reduce a la oposición entre dos mecanismos de ajuste: En este caso, como veremos en V.1.4, el proceso ricardiano es seguramente el más plausible.

Por el contrario, la situación cambia cuando se sabe que el valor de la moneda-oro sólo está regulado por sus condiciones de producción, si existe una demanda de atesoramiento adecuada. Ahora la contradicción anterior desaparece. En efecto, el hecho de tratar la moneda-oro como si fuera papel de curso forzoso equivale, según Marx, a excluir la demanda de atesoramiento, eliminándose así toda posibilidad de atribuir un valor positivo a la moneda producida. Sólo queda el subterfugio de' tornar el precio natural de la mercancía oro como precio natural de la moneda-oro. Como ya vimos, ésta es la posición constantemente defendida por Ricardo.

Discusión de la "ley de la cantidad de medio de cambio" Vamos a. mostrar que la ley de la cantidad enunciada por Marx no es compatible

con la teoría de la moneda-mercancía; es, en cambio, totalmente coherente con la

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teoría de Ricardo, a la que Marx se opone; en fin, su adopción por parte de Marx origina numerosas confusiones.

La ley de la cantidad se apoya en la ecuación siguiente:

Vm Qm

Donde V es la velocidad de circulación, vi y q; son, respectivamente,, el valor unitario y la cantidad de la mercancía i, vm el valor unitario de la moneda, y qm la cantidad de moneda en circulación.' Dadas las cuatro primeras variables, esta ecuación determina la cantidad de moneda en circulación. A. El valor de las mercancías y de la moneda

La ley de la cantidad exige que los valores de las mercancías que aparecen en la ecuación monetaria sean conocidos de antemano independientemente de la cantidad de moneda en circulación, es decir, que la moneda haga circular magnitudes de valor preexistentes a la circulación. Esto implica que los valores están determinados únicamente a partir de las condiciones de producción, o sea, en el modo particular que Marx reserva exclusivamente al valor de la moneda-oro: "Cuando entra en la circulación como dinero, el oro tiene ya un valor dado.

Esto lleva a rechazar una parte de la crítica que, sobre la base de esta ecuación, Marx dirige a la teoría cuantitativa:

La mercancía-oro: el dinero que sale de, la circulación "puede ser transformado de su forma de dinero en la de objetos de lujo" o "ser acumulado como dinero y constituir el tesoro". Pero en El capital confunde uno con otro: "paralelamente a la forma directa del tesoro, discurre su forma estética, la posesión de mercancías de oro y plata".

Esta confusión es fatal para la teoría de la moneda-mercancía. Además, como veremos más adelante, debilitaría considerablemente la crítica a Ricardo. Conocemos la causa. Al no identificar el papel de, la, demanda de atesoramiento para la determinación del valor de la moneda, Marx lo limita a la regulación de la cantidad de medio de cambio. En este caso, cualquiera que sea la demanda de moneda-oro,, como mercancía o como moneda, el resultado no cambia: si la moneda en circulación es excesiva, el oro sale de la circulación y la cantidad de medio de cambio se acerca a su nivel adecuado.

La crítica de Marx a la teoría monetaria de Ricardo Después de haber presentado una síntesis excelente de la teoría ricardiana de la

mercancía-moneda, es decir, de la determinación del valor de la moneda y del proceso .de ajuste de la cantidad en circulación, Marx plantea así su crítica esencial:

Lo que debía demostrarse era que el precio de las mercancías o el valor del oro depende de la masa del oro circulante. La prueba consiste en la premisa de lo que ha de demostrarse, o sea, de que toda cantidad del metal precioso que sirve como dinero

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[...] debe convertirse en medio de circulación [...] En otras palabras, la prueba consiste en la abstracción de todas las demás funciones que desempeña el dinero aparte de su función como medio de circulación. En particular, esto implica que el oro] está obligado a permanecer dentro de la circulación copio papel moneda de curso obligatorio emitido por el estado (y en esto piensa Ricardo).

La primera impresión no es favorable. El juicio de Marx parece a la vez injustificado y contradictorio. Injustificado, porque le reprocha a Ricardo haber hecho abstracción de las funciones de la moneda distintas de la de medio de cambio sin explicar cómo la consideración de esas funciones (en realidad, el atesoramiento) permitiría resolver el problema planteado. Contradictorio, porque, por un lado, Marx critica a Ricardo por haber analizado la moneda como si se tratara de papel de curso forzoso y, por el otro, señala que, en la teoría de Ricardo, el precio y , la cantidad de moneda están regulados por el mecanismo de la gravitación; el cual sólo existe para las mercancías y no es obviamente posible para los billetes de curso forzoso.

En realidad, esta contradicción es sólo aparente. Pero para mostrarlo hay' que apoyarse en el papel que desempeña el atesoramiento para la determinación del valor de la moneda. Volvemos entonces a encontrar la debilidad fundamental de la teoría de Marx. En efecto, si el atesoramiento sólo regula nuestra opinión, sólo se vuelve inteligible sobre la base de la "doctrina de Smith", tal como la hemos interpretado en el capítulo II. Recordemos que, en este marco, las unidades monetarias son, en realidad, concebidas como una especie de bonos de compra de cantidades dadas de mercancías. Una vez que todas las mercancías se atribuyen .a los bonos, la cantidad de estos últimos queda así fijada y los bonos suplementarios tienen un poder de compra nulo. No pueden, por lo tanto, circular, y la cantidad de moneda en circulación permanece constante pese al aumento de la masa monetaria disponible. Esta doctrina es ciertamente muy débil, como ya lo mostramos. Además, surgen dificultades adicionales en lo que se refiere a la ley de Marx. No' se ve por qué se atesoraría una moneda sin poder de compra, ni tampoco cómo el excedente de moneda-oro llegaría a los atesoradores. Habría que admitir que entra en la circulación, lo que plantea otras dificultades: los "canales de la circulación" estarían "inundados", al contrario de lo que afirma Marx, y además, volveríamos a encontrar el problema que este autor señala a propósito de Ricardo: ¿cómo explicar el efecto de la variación de la cantidad de moneda sobre su valor de cambio?

Todas estas dificultades desaparecen si se adopta la teoría ricardiana de la moneda. En estas condiciones, la ecuación de Marx es coherente. En efecto, admitamos, al igual que Ricardo, que las mismas reglas se aplican a la determinación del valor de las mercancías y del de la moneda. No se necesita, pues, ninguna demanda para garantizar un precio positivo de la moneda: su precio natural está determinado, como para las mercancías, por sus condiciones de producción. Reemplacemos vt y vm por los precios naturales de las mercancías y de la moneda. La ecuación monetaria determina entonces la cantidad natural de moneda. Si esta última es distinta de la cantidad existente, la gravitación proporciona el mecanismo de ajuste.

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Los únicos problemas pendientes son los que hemos examinado en el capítulo anterior3.

Los desarrollos anteriores explican, tal vez, por qué la teoría monetaria de Marx pudo ser interpretada como una versión de la teoría ricardiana del costo de producción. Esta interpretación no es apropiada, como intentamos mostrarlo en los apartados precedentes. Pero, al mismo tiempo, hay que reconocer que tal equivocación se apoya sólidamente sobre la exposición misma de Marx; en particular, sobre la ley de la cantidad.

De manera más general, Marx percibe con claridad las debilidades de la la ilusión de que son [...] los precios de las mercancías los que dependen de la masa de los medios de circulación y ésta, a su vez, de la masa de material dinero existente dentro de un país, es una ilusión alimentada en sus primitivos mentenedores por la absurda hipótesis de que las mercancías se lanzan al proceso circulatorio sin precio y el dinero sin valor, y que luego allí una parte alícuota de la masa formada por las mercancías se cambia por una parte alícuota de la montaña de la metalidad.

Esta crítica es en parte inexacta. En un periodo dado, y de acuerdo con la teoría de la moneda-mercancía -en particular, con la regla del atesoramiento-, sólo la moneda-oro entra en la circulación con un valor predeterminado. En lo que concierne a las mercancías, Wicksell tiene razón al notar que "Marx mismo tiene que admitir que el trabajo se desperdicia y no cuenta, si no produce nada útil o si excede la cantidad socialmente necesaria".

La cantidad de moneda Ya sabemos que, para Marx, el atesoramiento constituye la red de "canales de

desagüe y de suministro" a través de los cuales_ la cantidad de medio de cambio se adapta a las "necesidades de la circulación". Se puede ver inmediatamente que esta regla de ajuste no es compatible con la teoría de la moneda-mercancía.

En primer lugar, nos llevaría a admitir que el atesoramiento se comporta como un saldo de transacción que varía en función de los cambios en los valores y en las cantidades de mercancías o de moneda. Pero la teoría de la moneda-mercancía excluye toda confusión entre estos dos tipos de demanda de moneda.

En segundo lugar, esta teoría exige que toda la cantidad de moneda-oro puesta en circulación en un periodo dado sea igual al atesoramiento de este mismo periodo. Por lo tanto, no es posible que el atesoramiento absorba el excedente de moneda metálica en relación con un nivel "normal", como lo requeriría la ley de la cantidad. Si fuera así, deberíamos concluir que sólo este excedente puede tener un valor positivo, en tanto que el valor de la cantidad normal es nulo. Esto es, por supuesto, absurdo.

3 Conclusiones sobre la relación entre la teoría monetaria

de Marx y la de Ricardo. La "ley de la cantidad de medio de cambio" es una ley ricardiana

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Aun cuando se dejen de lado estas dificultades de fondo, no se ve cómo podría funcionar la regla de ajuste enunciada por Marx. Consideremos nuestro sistema de circulación simple en su posición normal y supongamos, por ejemplo, un aumento de la masa monetaria. Sintéticamente, la posición de Marx es la siguiente: en el caso del papel de curso forzoso, al cual no se aplica la ley de la cantidad, la masa monetaria puede "rebasar los cauces" o "sus límites"; en cambio, como vimos, cuando la circulación es metálica, a través del atesoramiento, "sus canales circulatorios nunca se inundan". Es decir que la cantidad de medio de circulación nunca se aleja del nivel fijado por la ecuación monetaria. Esta posición es, conmpletanmente oscura. En la característica esencial de la circulación simple con moneda-mercancía es la coexistencia del movimiento sin límite finito de la moneda y del movimiento finito de las mercancías. Como vimos, el primero es la condición del segundo. Este esquema es, por tanto, fundamentalmente inestable. En los términos de Marx, podemos decir que expresa una contradicción, lo cual no tiene nada que ver con una incompatibilidad lógica o incoherencia. Incluso ésta es la única contradicción que identificamos en la -mercancía. En efecto, las contradicciones tradicionalmente admitidas entre trabajo privado y trabajo social, por, un lado, y entre valor de uso y valor de cambio, por el otro, son dócilmente aceptables: la primera, yen, razón- de -la imposibilidad de -un conocimiento objetivo del trabajo privado, y la segunda, a causa de la total ambigüedad de la noción de valor de uso.

De ser así, la resolución de la contradicción, de la mercancía o de - la circulación simple se halla entonces en el capital mismo y consiste en la generalización a las mercancías del tipo de movimiento que, en la circulación simple, es específico de la moneda. Para Marx, ésta es la expresión adecuada del capital. El capitalismo aparece, pues, como la forma racional de lo que en la circulación simple se presenta como u n delirio: el movimiento sin fin del dinero.

Volvamos a examinar ahora la posición de Marx en la discusión de la teoría de Ricardo. Marx se apoya esencialmente en el esquema de la circulación simple con moneda-mercancía, concebido como un instrumento de análisis positivo de la determinación, y del proceso, de .ajuste de la cantidad de moneda.. Esto significa atribuir a dicho esquema un papel análogo al que desempeña la economía de puro intercambio en la. teoría neoclásica. En el marco de la interpretación que acabamos 4e proponer, esta concepción de la circulación simple con moneda mercancía es ,incompatible con el método adoptado por Marx y, por tanto, inaceptable.,

Conforme a una segunda línea de interpretación, complementaria de, la anterior, el análisis de esta sección muestra, negativamente, la imposibilidad de asimilar: la moneda a una mercancía particular. Este resultado, que será confirmado por el estudio de las formas del valor, implica que la moneda es exterior a los n procesos de producción. De lo cual resulta una modificación radical del esquema de la circulación simple, en particular, la eliminación de su inestabilidad. Para mostrarlo nos es necesario desarrollar esta concepción de, la' moneda. Los elementos que presentamos a continuación nos parecen suficientes.

La moneda no mercancía consiste básicamente en:

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• una unidad de cuenta abstracta, común a todos los agentes, en cuyos términos se fijan las magnitudes económicas y, se establece la comunicación entre los individuos. Desde este último punto de vista, el postulado de la unidad de cuenta desempeña un papel análogo, al de la hipótesis de nomenclatura en la teoría del valor;

• la amonedación, o sea, la operación mediante la cual los individuos obtienen las cantidades de unidades de cuenta necesarias para los intercambios, que consisten en una circulación de las mismas en la teoría monetaria de Ricardo y sienta las bases de una teoría alternativa, la de la moneda-mercancía.

Pero no la elabora con suficiente claridad como para permitirle desligarse del enfoque ricardiano. De aquí resultan los numerosos defectos de su análisis. La ley de la cantidad de medio de cambio constituye una de las cumbres más altas de la confusión que alcanza la exposición de Marx. La ecuación monetaria de la que se extrae esta ley se contradice con la noción de moneda- mercancía y es, al mismo tiempo, totalmente coherente con la concepción ricardiana a la cual se opone Marx. Habiendo adoptado esta ecuación e intentando desprenderse del mecanismo ricardiano de ajuste,. Marx encuentra la salida en el atesoramiento. Sin embargo, este último representa una demanda de moneda sin ninguna cabida en una ecuación monetaria de tipo ricardiano (que sólo incluye la demanda de transacción): Solamente puede desempeñar un papel en el marco de la teoría de la moneda-mercancía, que es incompatible con dicha ecuación. Y en este último caso, el atesoramiento es por completo ajeno a la regla de ajuste de la cantidad de moneda.

Interpretación de los resultados Proponemos a continuación dos líneas de interpretación que parecen igualmente

plausibles.

La primera se justifica a partir del método de Marx. Recordemos ante todo las indicaciones que proporciona este autor acerca de la actividad de atesoramiento, por un lado, y de la figura del agente que la desempeña, por el otro. Marx analiza el atesoramiento como una actividad «carente, de contenido" y sin "límite inmanente" .25 Al carecer de contenido, el atesoramiento se opone a la acumulación de mercancías como valores de uso o de cambio. En el primer caso, "su modo de acumulación está determinado por la particularidad de su valor de uso", en tanto que en el segundo, "la acumulación se manifiesta como una operación comercial o específicamente económica". En ambos casos, la acumulación "desarrolla aspectos particulares de la individualidad". En cambio, "todo cuanto tiene que hacer el atesorador es apartar y acumular [oro y plata], peso sobre peso, actividad esta, carente de contenido, la cual, aplicada a otras mercancías, las desvalorizaría". Por lo demás, "el atesoramiento no tiene un límite inmanente, ni una medida en sí mismo, sino que es un proceso infinito que halla un motivo de su comienzo en cada uno de sus resultados"." Estas dos características del atesoramiento son precisamente las que Marx atribuye al capital.

A propósito del comportamiento relacionado con el sujeto que atesora, Marx evoca la avaricia ("el atesorador desdeña los placeres mundanos temporales y pasajeros") la religión ("el atesorador... es de religión protestante y, más aún, puritano")

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y sobre todo el delirio, como lo atestigua- el texto notable presentado en la nota anterior.

Si se acepta el análisis que hemos propuesto en los apartados anteriores.

Forma simple y forma total del valor En este apartado y en el siguiente se supone que el lector posee un conoci-

miento general de la teoría de las' formas del valor. Nos limitaremos a los aspectos más relevantes de la relación entre moneda y valor.

El punto de partida del análisis de Marx es la forma simple del valor. Sólo se consideran dos mercancías: una expresa su' valor "bajo la forma de valor relativo", la otra "funciona como equivalente". Para nuestro propósito, el aporte más significativo del estudio de esta forma es que el valor implica tanto la forma relativa como el equivalente: En efecto, por una parte, "el valor (de una mercancía) sólo puede expresarse en términos relativos" y, por la otra, "la forma relativa de valor y la forma equivalencial son [...] dos polos de la misma expresión de valor".

La ambigüedad del análisis de la forma simple del valor aparece cuando Marx, le atribuye la propiedad de simetría, según la cual una u otra mercancía puede desempeñar, alternativamente, el papel de equivalente. Volveremos sobre este punto más adelante.

La forma total del valor se obtiene a través de la generalización de la forma simple cuando se considera un número de mercancías superior a dos. Cada mercancía expresa ahora su valor relativo en las (n-1) mercancías restantes que constituyen sus equivalentes. Dado que sólo existen equivalentes particulares, los intercambios son imposibles.

Esté es el resultado se verifica cualquiera que sea la teoría considerada. Para entender' mejor la originalidad de la posición de Marx, desarrollemos este punto examinando una situación de arbitraje, que es, a la vez, análoga a la forma 'total y más sencilla que ésta, dado que podemos admitir la propiedad

P I* j - 1 /p i*j .Consideremos el caso más simple' de una economía compuesta por tres individuos A, B, C, cada uno de los cuales es productor o, de manera más general, poseedor de una mercancía, respectivamente, a, b, c. La generalización de los resultados obtenidos es inmediata. Sean pa b, P6c. Pa, a las tasas de cambio entre pares de mercancías fijadas en ausencia de un numerario único, o sea, tales que: pab x (pa,/pbe ). Podemos considerar que estos precios están determinados en los n(n-1)/2 mercados "especiales", según la expresión de Wairas, uno de los pocos autores que, después de Turgot, estudió el arbitrajes' Podemos también pensar en precios que surgen de un sistema clásico de producción, en ausencia de un patrón único. Cualquiera que sea el enfoque adoptado, el problema no cambia.

Es común considerar que una situación de arbitraje se caracteriza por el hecho de que los agentes requieren. mucha más información para llevar a cabo las transacciones que si los, precios se expresan en términos de un numerario., Así se justificaría la adopción dé la moneda como unidad" de cuenta común, cuyo resultado es la reducción. del número de. los precios relativos de n(n -.1)/2 a (n - l).52 Esta posición

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no nos parece correcta. Dada la falta de numerario, los agentes necesitan, evidentemente, un. mayor número de informaciones relativas a los precios. Pero, como lo mostraremos

Los distintos sistemas de circulación difieren según la base de la amonedación. Los esquemas incompatibles con la moneda-mercancía que vimos en V.1.1.B. y V.1.1.B.(Unidad anterior) corresponden respectivamente a la moneda fiduciaria y ala moneda metálica. El primero se caracteriza fundamentalmente por un banco central y un sistema de cuentas individuales.. La base de la amonedación es un acuerdo entre el banco y los individuos acerca de la realización del nivel de actividad que estos últimos anticipan. Una vez terminada la circulación de las mercancías en un periodo dado y en .la hipótesis de estado estacionario, la monedaa vuelve a su punto de partida, el banco, y todos los saldos monetarios se anulan. En el segundo, la base de la amonedación es una mercancía aceptada por todos los agentes, por ejemplo el oro, que, por consiguiente, es la única que tiene un precio legal en términos (le unidades de cuenta. La transferencia de cantidades de unidades de cuenta entre individuos se realiza a través de la circulación de piezas de oro. Este último es producido y demandado como cualquier otra mercancía. La circulación se termina entonces mediante la operación siguiente: M-D para el vendedor de M que, posteriormente, a través de la fundición de las piezas de oro obtenidas, "compra" la mercancía-oro que necesita. Como en el caso anterior, en equilibrio estacionario, los saldos monetarios se anulan.

Dada la hipótesis de estado estacionario, la característica esencial de ambos esquemas es la anulación de la moneda en cada periodo de la circulación. Por lo tanto, la permanencia de saldos monetarios positivos no constituye la condición del fundonamiento (más precisamente, de la existencia) de una economía monetaria en equilibrio, sino la expresión, y la medida del desequilibrio.

Podemos concluir que el esquema M-D-M a partir del cual Marx define la, circulación simple es compatible a la vez con la moneda metálica y con la moneda desmaterializada, siempre y cuando se conciba la moneda como exterior al conjunto de las mercancías producidas. El análisis de la próxima sección mostrará que la teoría de las formas del valor conduce precisamente a esta concepción de la moneda.

Equivalente general y formas del valor La "génesis de la forma dinero" es el objetivo explícito que Marx asigna a la

teoría de las formas del valor. Se trata del análisis de las condiciones o posibilidades del intercambio generalizado en una sociedad compuesta por productores privados, y no del estudio del origen de la moneda.

A causó de un error en un punto central de la demostración, Marx no logra alcanzar de manera satisfactoria el objetivo propuesto. Una vez eliminada esta falla, se obtiene una teoría coherente en la cual la naturaleza de la moneda como equivalente general y su relación con la teoría del valor se conciben de manera por completo distinta de la tradicionalmente admitida que no se cumplen las condiciones de existencia de los valores relativos, la forma total no es, a decir verdad, una forma del valor. Lo mismo ocurre, obviamente, para la forma simple si, como hace Marx, se le atribuye la propiedad de simetría. En efecto, aquí también se encuentra, reducido a dos mercancías,. el mismo problema de expresión del valor que en la forma total.

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La forma general del valor y la inversión imposible de la forma total En la forma general del valor, todas las mercancías expresan su valor de

términos de una única mercancía que constituye. el equivalente común o general; De manera totalmente coherente con el análisis de la forma total,

Marx concluye que: "esta forma es la que relaciona y enlaza realmente a todas las mercancías como valores, la que hace qué se manifiesten como valores de cambio las unas respecto a las otras.

Hasta aquí no hay ninguna dificultad. El problema surge por el hecho de que Marx va mucho más lejos al afirmar la existencia de una relación entre la forma total y la forma general del valor, según la cual la segunda resulta de. la inversión de la primera: "Si invertimos la serie (de las igualdades de la forma total], es• decir, si expresamos la relación invertida que se contiene ya lógicamente en esta serie, llegamos la la forma general del valor).

En síntesis, el valor relativo es la forma necesaria del valor; su condición de existencia es el equivalente general, que a su vez resulta de la inversión de la forma total del valor. Esta inversión desempeña, por tanto, un papel centra. en la teoría de Marx, ya que proporciona la condición de existencia de los valores. relativos. Al mismo tiempo, constituye la relación fundamental -en todo caso, la única que Marx establece- entre valores y moneda como equivalente general.

Ahora bien, este análisis de Marx nos parece totalmente erróneo. Si n es el número de mercancías, la forma total del valor contiene n(n -, 1) expresiones de los valores relativos y, por ende, n(n-1) equivalentes particulares. Se deduce la imposibilidad de obtener la forma general del valor a través de la inversión de la forma total. Dicho en otros términos, el resultado de esta 'inversión es la forma total misma.

La figura V.1 permite ilustrar este razonamiento. Sean x1 xb y x, las cantidades de mercancías a, b, c. Representamos con el símbolo "-" la relación expresa su valor relativo", y con el símbolo"-" la relación "funciona como eqúivalénte": Se nota inmediatamente dónde se ubica el error de Marx. La expresión de (n-1) vale es relativos en términos de un único equivalente es un resultado de la inversión de la forma total del valor solamente en el supuesto de que esta ultima consista en la expresión del valor relativo de una única mercancía en (n-1) equivalentes particulares. Es evidente que esta condición es completamente arbitraria y, además, incompatible con la forma total del valor. En efecto, como lo confirma Marx: "Si el valor relativo se expresa, como necesariamente tiene que expresarse, en está forma total, ala continuación, este requisito no implica una dificultad más grande para los intercambios, sino la imposibilidad de estos últimos.

Examinemos una situación en la que la información acerca de los precios sea completa. Supongamos que: pa b < (pq c /pti ), o sea que para pa (C) Pcb >P a b. Esto implica que, en el intercambio entre .a y b, Atiene interés en optar en favor del intercambio indirecto de a contra c y, luego, de c contra b, en lugar del intercambio directo. A se presenta entonces en el mercado a-c. Pero no encuentra ningún partenaire. En efecto, de la desigualdad anterior resulta: Pc b Pb. > Pca; es decir que C

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no tiene interés en intercambiar en el mercado a-c, dado que puede obtener una cantidad superior de a a través del intercambio indirecto por medio de b.

Por lo tanto, en el mercado a-c tenemos una oferta positiva y una demanda nula de a, y una demanda positiva y una oferta nula de c. Este resultado es, sin duda, general: en cada mercado tenemos una oferta positiva y una demanda nula de una mercancía, y una demanda positiva y una oferta nula de la otra. Se concluye que no es posible ningún intercambio a precios expresados de términos de equivalentes particulares, según la expresión de Marx.

Comprobémoslo por reducción al absurdo, suponiendo que se realicen los intercambios. De la desigualdad p* (*pc*b >p), resulta pa pcb *pb *a > 1, es decir, que la tasa de cambio de en términos de sí mismo es mayor que 1. A través del intercambio indirecto, A realiza entonces una ganancia de términos de su propio producto, que no tiene límite, dado que se reproduce a cada repetición del proceso de intercambio. Lo mismo ocurre, evidentemente, para todos los agentes y se llega a una situación imposible. Queda así confirmado que los intercambios no pueden realizarse a esos precios.

Regresemos a Marx:

Cualquier poseedor de mercancías considera las mercancías de los demás como equivalentes especiales de la suya propia, viendo por tanto en ésta el equivalente general de todas las demás. Pero como todos los poseedores de mercancías hacen lo mismo, no hay ninguna que sea equivalente general, ni pueden por tanto las mercancías poseer una forma relativa de valor que las equipare como valores y permita compararlas entre sí como magnitudes de valor. Las mercancías no se ,enfrentan, por tanto, como tales mercancías, sino simplemente como productos o valores de uso. .

Como lo muestra el análisis anterior, en ausencia de una unidad de cuenta común, la evaluación de cualquier mercancía en términos de otra es distinta según que dicho valor relativo se exprese de manera directa o indirecta. De esta incompatibilidad, entre los valores relativos de una misma mercancía, Marx infiere con justa razón la imposibilidad de relación de equivalencia yy la consecuente inexistencia del valor relativo, y, por ende, del valor mismo.

Examinaremos más adelante las implicaciones de la posición de Marx. Por el momento podemos destacar directamente la consecuencia siguiente. Dado del valor de Marx, como algunas premisas para una vía de investigación alternativa al enfoque tradicionalmente dominante, que se apoya sobre la teoría del valor. No se trata, pues, de un examen exhaustivo de esta teoría.

Hay que reconocerle a Marx el gran mérito -desafortunadamente poco compartido por sus sucesores- de plantear problemas profundos y de señalar sus dificultades, aun si las soluciones que propone resultan a menudo insatisfactorias.

En lo que se refiere a la noción de trabajo en la teoría del valor, la posición de Marx es explícita: "No se parte del trabajo de los individuos en calidad de trabajo comunitario, sino, a la inversa, de trabajos particulares de individuos privados, los cuales sólo en el proceso de intercambio, y por supresión de su carácter originario, se revelan como trabajo social general." Esto nos parece suficiente para rechazar los

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análisis marxistas en los cuales los valores son calculados como evaluaciones de cantidades físicas de mercancías en términos del trabajo utilizado para producirlas. El hecho de que este método pueda encontrar sólidos apoyos en numerosas afirmaciones de Marx no nos parece un argumento satisfactorio, si se trata de poner de manifiesto los aspectos más interesantes y originales del pensamiento de este autor para desarrollar el marxismo como teoría específica del capitalismo, y no de parafrasear un texto repitiendo indefinidamente sus ambigüedades y errores.

De lo anterior resulta que "el trabajo social no [es] una premisa acabada, sino un resultado en devenir". Aquí se ubica la "dificultad", en nuestra opinión fundamental, que Marx expresa con toda claridad: "Las mercancías, por una parte, deben entrar en el proceso de intercambio como tiempo de trabajo general materializado, mientras que, por la otra, la materialización del tiempo de trabajo-de los individuos en cuanto general, es, a su vez, sólo producto del proceso de intercambio."

La solución de Marx, que estriba en el papel de equivalente general desempeñado por una mercancía, desplaza el problema sin resolverlo y es además inaceptable, dada la imposibilidad de inversión de la forma total del valor. Sin embargo, el problema planteado es real y no vemos cómo podría ser solucionado en el marco tradicional de la teoría del valor.

Introduzcamos ahora el resultado del análisis que hemos propuesto en esta sección, es decir, que los datos iniciales de la teoría del valor son tanto los trabajos privados como la unidad social expresada por la unidad de cuenta común. Podemos esbozar una posible solución para la dificultad planteada. Los n productores evalúan en unidades de cuenta el producto de su actividad, o sea, como diría Marx, el trabajo privado efectuado. Obtenemos así algo comparable a lo que Marx llama el "precio ideal". Estas evaluaciones son a la vez conmensurables e incompatibles. En razón de la primera propiedad, pueden existir ahora relaciones entre productores. Para analizarlas, sería necesario establecer las reglas relativas a la obtención de las unidades de cuenta o amonedación que, como lo señalamos más arriba, cambian según el régimen monetario considerado, ya sea de moneda metálica o fiduciaria. No lo haremos aquí. El punto esencial es que, a través de relaciones recíprocas forma relativa de valor de cada mercancía se expresa por una serie infinita de expresiones de valor distintas de la forma relativa de valor de cualquier otra mercancía." s6 De lo_ cual resulta, precisamente, la imposibilidad de obtener la forma general del valor como resultado de la inversión de la forma total.

Del análisis anterior se deriva directamente el rechazo de la deducción de Marx según la cual el equivalente general es una mercancía. Si la forma total del valor no puede invertirse, entonces el equivalente general no puede pertenecer al conjunto de las n mercancías o, en términos de Marx, ninguna mercancía puede ser "excluida" a través de lá inversión de la forma total para desempeñar el papel de equivalente general. De lo cual resulta que este último no puede ser el oro, elegido por Marx entre las n mercancías iniciales en virtud de las propiedades naturales que tradicionalmente se le atribuyen.

Por otra parte, como ya vimos, el equivalente general es la condición de existencia de los valores relativos, o sea, de relaciones cuantitativas entre mercancías.

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En consecuencia, se concluye que el equivalente generales una unidad de cuenta abstracta que debe ser postulada como dato inicial de la teoría del valor. Lejos de ser, una mercancía particularizada por su valor de uso, el equivalente general representa, en la teoría de Marx, la expresión mínima de la unidad social que hay que admitir al mismo tiempo que los n productores privados, separados unos de otros, para que puedan existir entre ellos relaciones sociales en términos de valor.

Así reconstruida, la teoría de las formas del valor nos parece coherente. Puede entonces discutirse y, de ser aceptada, constituir una etapa para ulteriores desarrollos del pensamiento de Marx.

ANEXO: OBSERVACIONES ACERCA DE LA TEORÍA DEL VALOR DE MARX

En este anexo mostramos que el resultado antes obtenido puede proporcionar tanto una solución a lo que nos parece ser el problema central de la teoría que son simultáneamente de compra y de venta-, se determina la evaluación social de la actividad de cada productor, es decir, lo que Marx designa como cantidad de trabajo socialmente necesario. En efecto, ¿qué es la evaluación social del trabajo de un productor sino el conjunto de los gastos que los demás efectúan para comprar su producción?

Al mismo tiempo, la hipótesis de productores privados implica la incompatibilidad de las evaluaciones que cada uno hace de su9 propio trabajo. La diferencia entre la evaluación social y la evaluación privada constituye una estructura de déficit y superávit (de suma algebraica, obviamente nula), originados en el proceso de producción Y circulación de las mercancías, cuya liquidación es imposible a este nivel y se realiza en la esfera de la circulación financiera.

La descripción anterior -por cierto, demasiado rudimentaria- es, sin embargo, suficiente para mostrar algunas características de la pista de investigación esbozada.39 En este marco, ya no es necesario apelar al valor trabajo. En efecto, ¿por qué la evaluación privada de la actividad de un productor debería apoyarse únicamente en un cálculo -por lo demás, nada evidente del tiempo de trabajo gastado? Esto sólo sería un postulado sin justificación ni utilidad. Podemos entonces eliminarlo como punto de partida del análisis. La consecuencia directa es que la hipótesis inicial de una nomenclatura de mercancías producidas es inútil, puesto que su principal interés en la teoría de Marx es el de permitir el cálculo del tiempo de trabajo incorporado.

Así pues, el postulado de objetividad natural de los bienes es sustituido por el postulado de objetividad social del equivalente general como unidad de cuenta abstracta. Por paradójico que pueda parecer a primera vista, una vez eliminado el error de demostración, el análisis de la relación entre valor y moneda en Marx conduce a un enfoque de las relaciones sociales cuantitativas (o relaciones económicas) distinto del fundamentado en la teoría del valor. En esta. dirección pueden desarrollarse las intuiciones más originales y profundas de Marx. su movimiento circular, la solución de esta dificultad consiste en la elaboración de un sistema de circulación que se termine sin que la moneda-oro vuelva a su punto de partida.

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• Una primera posibilidad consistiría en admitir que algunos individuos tienen una necesidad que se satisface con la materia misma de la moneda (adorno, etc.). En este caso, una cantidad positiva del oro obtenido a través de la venta de mercancías quedaría en las manos de los individuos interesados y el productor de esta cantidad ya no se yerta excluido como en el caso anterior.

Hay que descartar esta vía que de ningún modo permite resolver el problema del valor de la moneda-mercancía. Es cierto que ahora se puede atribuir al productor de oro una cantidad positiva de trabajo social. No obstante, esto no tiene nada que ver con la noción de valor de la moneda en Marx: el trabajo social' del productor de oro no es positivo porque produce moneda-oro -"un valor de uso general"-,3 sino únicamente porque produce una mercancía que, como las demás, tiene un valor de uso particular. Al valor positivo de la cantidad de oro demandada corresponde, pues, un valor nulo de la moneda-oro.

Se puede expresar lo anterior de otra manera, complementaria de la precedente. Utilizando la representación de Marx, la operación con la cual se acaba la circulación es: D-Mi para el comprador y M;--M para el vendedor de M, quien, a través del intercambio, sustituye el valor de uso particular que produjo por otro valor de uso particular M., el oro, y no con D, la moneda oro. Se trata de una operación de trueque directo que, como tal, está sometida a la condición de "coincidencia recíproca de las necesidades". El poseedor de moneda-oro tiene que encontrar un agente que necesite el valor de uso particular representado por el oro, en tanto que este último tiene- que encontrar un agente que necesite su propia mercancía. Probablemente, esta operación sea más fácil dado que, en el caso presente, el oro es el único medio de cambio. Sin embargo, dicha facilidad no altera en absoluto la naturaleza de la transacción.

Pese a las apariencias, lo que acabamos de examinar no constituye una hipótesis escolar, sino que expresa la oposición entre la noción de moneda mercancía y la teoría que pretende solucionar el problema del valor de la moneda a partir del valor de la materia del medio de cambio. Ya lo vimos en el capítulo II y volveremos sobre este punto.

Del análisis propuesto se deduce que, al contrario de la afirmación explícita de Marx, M-D-M no puede representar el esquema del intercambio en la circulación simple con moneda-mercancía, ya que implica un valor nulo de esta última.

• El resultado que acabamos de obtener indica la respuesta al problema planteado: el valor de la moneda-mercancía sólo puede ser positivo si la culminación de la circulación coincide con la existencia de una cantidad positiva de moneda en la provisión de por lo menos un agente.