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UNA REVISIÓN TEÓRICA SOBRE LA PERSONALIDAD Y LA RESILIENCIA Moreno Herrera Ana Carolina Orozco Orozco Felipe Andres Universidad del Norte Teorías de la personalidad Prof. Moisés Mebarak Mayo del 2015 Departamento de Psicología

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  • UNA REVISIÓN TEÓRICA SOBRE LA PERSONALIDAD Y LA RESILIENCIA

    Moreno Herrera Ana Carolina

    Orozco Orozco Felipe Andres

    Universidad del Norte

    Teorías de la personalidad

    Prof. Moisés Mebarak

    Mayo del 2015

    Departamento de Psicología

  • 2

    Índice

    1. Resumen………………………………………………...……………...………3

    1.1 Palabras claves…………………………………………..……………………3

    2. Objetivos…………………………………………………..…………………...4

    3. Justificación………………………………………………..…………………..5

    4. Marco teórico…………………………………………………………………..8

    5. Metodología….……...…………………………………….………..…………20

    6. Conclusión……………………………….……………………………………20

    7. Referencia……………………..………………………………………………22

    8. Anexos……………………………………………………………………….27

  • 3

    Resumen

    En las últimas décadas ha aumentado el interés científico por resiliencia. Se ha empezado

    a hablar de personalidad resiliente o tipos de personalidad relacionadas con la resiliencia. De

    aquí, que es importante clarificar la resiliencia y adentrase a la historia de esta, para luego, según

    el punto de vista de los principales autores del siglo XX y XXI, empezar a entrelazar este

    concepto con la personalidad, los tipos de personalidad y los factores protectores influyentes en

    ella.

    Palabras claves

    Resiliencia, personalidad, niños, factores protectores, adaptación.

  • 4

    Objetivos

    General

    Describir de forma general los conceptos de resiliencia y personalidad para identificar sus

    posibles relaciones.

    Específicos

    Analizar los conceptos recientes de personalidad y resiliencia.

    Corroborar la relación existente entre el concepto de resiliencia y el concepto de

    personalidad.

  • 5

    Justificación

    Todos los días se presentan retos o situaciones que no siempre suelen ser fortuitas o

    favorables para cada individuo. Y muchas de estas circunstancias no dependen del actuar del

    individuo, sino que provienen de estímulos externos, estímulos que no pueden ser controlados.

    Un ejemplo de estas adversidades son las dictaduras políticas que se vivencian desequilibrando

    todo a su paso; incluso la identidad de una persona.

    Se han realizados estudios para esta circunstancia en particular; la investigación realizada

    por Valdebenito, Loizo y García (2009). En donde toman como objetos de estudio a los

    familiares de detenidos – desaparecidos de la dictadura militar de San Luis (Argentina) y cómo

    lograron sobreponerse a las adversidades. Los resultados arrojados indican que los familiares han

    seguido sus vidas-apoyados por sus afectos y proyectos personales- a pesar de no tener un cuerpo

    que velar, y cerrar ese momento adverso de su vida o tener una respuesta de lo sucedido por

    parte de sus captores en un juicio.

    Por otro lado, la investigación de González Arratia y Valdez Medina (2011) arroja que la

    resiliencia en personas adultas se debe en un 31.7% al factor de neuroticismo y apertura de la

    personalidad del individuo. La investigación realizada por Limonero, et al. (2012) demuestra que

    el 20,1% de los estudiantes universitarios son resilientes, es decir, exhibieron mayor puntuación

    en regulación emocional y en satisfacción con la vida.

    Con lo anterior es posible distinguir que se necesita mayor intervención investigativa en

    la generación de propuestas que desarrollen la capacidad de resiliencia en los individuos y

    aumentar el porcentaje de los mismos. Adicionalmente, cabe resaltar que los factores de

  • 6

    personalidad no son determinantes para lograr este cambio, también se necesita de un ambiente

    adecuado en el cual, se incluya el apoyo social.

    Introducción

    Para Becoña (2006) la psicología se interesó por la resiliencia desde hace mucho tiempo,

    aunque es en los últimos años en donde se ha destacado esta temática para esta ciencia. Es

    precisamente por seguimientos, estudios e informes clínicos desde hace varias décadas que se

    vuelve relevante la resiliencia, ya que estos señalan que existen niños, que por muy difícil,

    traumática o extrema que sea la situación por la que atraviesen (abuso sexual, abandono, hambre

    o violencia extrema, etc.), no desarrollan conductas criminales, abuso de sustancias alucinógenas

    o cualquier otro problema de salud mental.

    Fue precisamente esta clase de niños los que llamaron la atención de decenas de

    investigadores desde hace más de 70 años, y es que Cicchetti (2003) comenta que los estudios

    iniciales de la resiliencia se efectuaron en personas diagnosticadas con esquizofrenia, en sujetos

    bajo estrés, personas en situación de extrema pobreza y especialmente en aquellas que

    experimentaron situaciones traumáticas en la niñez.

    ¿Por qué si algunas personas desde temprana edad enfrentan situaciones muy adversas

    tienen vidas normales y son competentes de adultos?, esta es la pregunta con la cual se puede

    resumir el origen del interés del estudio de la resiliencia, y autores como Becoña (2006) creen

    que:

    El origen del estudio de la resiliencia en psicología y psiquiatría procede, por tanto, de los

    esfuerzos por conocer la etiología y desarrollo de la psicopatología, especialmente de los

    niños en riesgo de desarrollar psicopatología debido a enfermedades mentales de los

  • 7

    padres, problemas perinatales, conflictos interpersonales, pobreza o una combinación de

    varios de estos factores. (p.126)

    Algunos autores como Kumpfer, et al. (1998) asocian con la resiliencia el temperamento

    biológico, las características internas, inteligencia, locus de control interno, crianza, etc., y otros

    hablan de carácter al referirse a la resiliencia. Ya sea innata o adquirida, la resiliencia se

    constituye como una competencia de los seres humanos. Muchos autores difieren un poco acerca

    de la definición, pero Becoña (2006) es quizás quien la mejor la defina; como una capacidad de

    sobreponerse a experiencias adversas, y desarrollarse con éxito.

    La resiliencia se asocia entre las personas del común al concepto de supervivencia,

    porque implica un moldeamiento a las situaciones difíciles para salir hacia adelante. Del intenso

    estrés de una situación, es encargada una competencia para resolverlo para que la persona salga

    airosa e incluso mucho más fortalecida, al estado previo a la situación adversa. Es por esto que a

    la resiliencia también se le conoce como invulnerabilidad.

    Por otra parte, en la resiliencia son muy importantes los relatos de las experiencias

    personales de quienes sufrieron grandes adversidades y vejámenes, pero resolvieron

    exitosamente esas situaciones, porque estas son una gran fuente para la obtención de

    información. Los ejemplos más famosos son los de personas que estuvieron en los campos de

    exterminio judíos, secuestros en las selvas, guerras, etc., y que a pesar de todo esto logran

    reorganizar sus vidas y convertirse en grandes ejemplos para toda la humanidad.

  • 8

    Marco teórico

    ¿Se puede definir en un par de palabras la resiliencia?, y si así fuese, ¿Cuáles serían esas

    palabras? Quizá, se podría definir como capacidad para soportar las crisis de forma positiva y

    salir adelante podría ser la respuesta, pero es ciertamente simplista esta definición. Es por esto

    que autores como Pereyra (2001), creen que:

    La resiliencia es más que la aptitud de resistir a la destrucción, preservando la integridad

    en circunstancias difíciles, es la aptitud de reaccionar positivamente a pesar de las

    dificultades y la posibilidad de construir basándose en las fuerzas propias del ser

    humano. No es sólo sobrevivir a pesar de todo, sino que es tener la capacidad de usar la

    experiencia derivada de las situaciones adversas para proyectar el futuro. (p.2)

    Sin embargo, Becoña (2006) define el concepto de resiliencia como una capacidad de

    sobreponerse a experiencias adversas, y desarrollarse con éxito. En comparación con la

    definición propuesta por Pereyra, se observa mayor simplicidad y al mismo tiempo, ubica a la

    persona resiliente en un presente adverso pero con esperanzas de un futuro mejor. Esto lo evalúa

    Rosario (2013) al investigar si un director de escuela puede desarrollar la resiliencia en un

    contexto de pobreza y los resultados, fueron favorables de acuerdo a las narrativas de los

    alumnos participantes.

    Por otra parte, hace más de 20 años Werner (1993) hallo que la alegría, inteligencia,

    autoestima y autoeficacia labran la resiliencia. Fue es su estudio de más de 700 niños pobres de

    la isla de Kauai en donde concluyó que los resilientes prevalecen ante las dificultades, ya que

    estos tienen la habilidad de superar de una manera eficaz las adversidades. Y se encontró

  • 9

    además, que fue la relación afectuosa con un adulto cercano lo que determinó para estos niños el

    surgimiento de una fuente de fortalezas ante las adversidades.

    Hay autores como Melillo (2001), que afirman que la resiliencia contiene unos ‘pilares’,

    estos harían referencia a las aptitudes que facilitan la perseverancia y la resistencia de la

    integridad frente a situaciones hostiles. Estos ‘pilares’ son:

    Figura 1. Elaborado por Orozco y Moreno (2015) con base a la teoría de Melillo (2001)

    Estos atributos no son los únicos que se asocian a la resiliencia, también se puede

    encontrar el apoyo emocional, el orden familiar con un límite razonable y claro; como parte de

    7 Pilares 1. Introspección: hace referencia a la capacidad para auto-

    examinarse, plantearse grandes

    interrogantes y darse responderse

    2. Independencia:

    conocimiento de la fijación de

    límites entre la persona y el

    medio problemático, es decir,

    capacidad para sostener un

    distanciamiento emocional y

    físico con los problemas, sin

    aislarse.

    4. Capacidad de

    relacionarse:

    habilidad para

    entablar una

    conexión con otras

    personas.

    3. Iniciativa: es una capacidad

    para encargarse de los

    problemas y controlarlos, y

    también tiene que ver con la

    decisión de probarse en

    tareas que poco a poco son

    más exigentes.

    5. Sentido del humor: sentido

    de hilaridad, encontrar lo

    cómico de la tragedia propia,

    permite que se distancie del

    centro de tensión y que la

    adversidad se vuelva relativa.

    7. Creatividad: tiene que ver con la

    capacidad de crear desde el caos

    algo con sentido

    6. Conciencia moral: hace

    referencia a los valores internos,

    que orientan al bien común con

    honestidad.

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    los recursos familiares y sociales. Son igualmente importante la flexibilidad, la cohesión y una

    comunicación sincera dentro del núcleo familiar.

    Lo anterior se puede relacionar con el concepto de personalidad. Éste por su parte, ha

    sido definido desde diferentes corrientes o enfoques psicológicos. Sin embargo, todas las

    definiciones concuerdan en un solo punto: todos los seres humanos nacen con ciertas

    características que los individualizan o diferencian en comparación con los otros y son

    proyectadas en todas las circunstancias de vida.

    En este sentido Ribes (2009) señala que la personalidad es un concepto que adquiere

    significación en la teorización psicológica si, y sólo si, se aplica a la descripción y al análisis del

    conjunto de características que hacen única a una persona como individuo, es decir, que es

    diferente de otras personas. Por tal motivo se establece que, dichas características pueden estar

    presentes en varias personas pero, no se expresan o manifiestan de la misma manera.

    Corroborando lo anterior Acinas (2014), realizó un estudio que abordó a las personas en

    situación de cáncer y cómo estos enfrentaron su situación traumática haciendo énfasis en su

    personalidad de tipo resiliente. Sin embargo, algunos casos potencializaron rasgos de

    personalidad tipo C manifestando depresión, tristeza, poca expresión emocional, etc) tras haber

    sobrevivido a dicho diagnóstico.

    García y Domínguez (2013) por su parte, hacen referencia a factores individuales o

    intrapsíquicos (identidad (incluye personalidad), creencia y visión de uno mismo) y los factores

    relacionados al entorno o a la interacción como los familiares y los sociales. Estos factores o

    “pilares” como les llama Melillo (2001), han permitido identificar los factores de riesgo o los

    factores protectores que permiten la resiliencia.

  • 11

    Siguiendo esta idea, Amar (2000) en el Proyecto Infancia y Calidad de vida, desarrolla

    diferentes estudios relacionados a los factores de protección que poseen los niños en situación de

    pobreza y cómo logran seguir adelante en la vida. Especialmente en el proyecto de investigación

    “Factores cotidianos de protección al niño en las familias pobres de Barranquilla” encontró que:

    “Los tres factores cotidianos de protección más significativos para estas familias fueron:

    seguridad, afiliación y afectividad. Entre éstos, los dos primeros tienen mayor relevancia”

    (p.117).

    Lo anterior puede relacionarse a los factores sociales propuestos por García y Domínguez

    (2013) y en relación a los factores intrapsiquicos, dentro del mismo proyecto de investigación

    mencionado se resalta que los niños han desarrollado factores de protección que sobresalen en la

    personalidad del niño como autoestima, confianza, independencia, sociabilidad, competencia,

    etc. Esto ha contribuido a que los niños puedan salir adelante a pesar de las diferentes

    adversidades a las que tienen que enfrentarse día a día. A estos niños se le conoce como “niños

    resilientes”.

    Por otra parte Montaña, Acosta y Gerena, (2002) toman como referencia para su estudio

    la teoría coherente de Eysenck quien proponiendo tres dimensiones de la personalidad

    (Extroversión, Neuroticismo y Psicoticismo), las cuales ha formulado con una base psicométrica

    bastante fuerte. Con base a sus definiciones, ha sido posible identificar esos factores de

    protección o esos factores de riesgo, que han permitido que las personas enfrenten su dificultad y

    de alguna u otra manera, sigan adelante.

    Hay autores que consideran que la resiliencia se integra a la personalidad moral como una

    competencia emocional, ya que esta construcción requiere de la resiliencia. Esto lo plantean

    autores como Carreño (2012), quien además considera que la resiliencia es una construcción, un

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    aprendizaje producto de la interacción, ya que no es innata. Por lo tanto, referente a la resiliencia

    Carreño (2012) considera que:

    Se transforma así en una herramienta eficaz que favorece y promueve el desarrollo de

    construcción de la personalidad moral debido a que es un proceso basado en el

    autoconocimiento, la autoconfianza y autoestima. Estas dimensiones de la personalidad

    moral, conducen a cada sujeto a tener mayores herramientas para una vida más sana y

    en armonía consigo mismo y con su entorno. (p.2)

    Carreño (2012) hace referencia a la resiliencia como fruto del aprendizaje en la

    interacción cotidiana, se puede entender que no todos los individuos la poseen o, algunas

    personas de acuerdo a su profesión u ocupación deberían desarrollarla. Este es el caso del

    personal en el área de la salud. Estas personas están expuestas día a día al malestar y/o

    sufrimiento de otras personas.

    La investigación realizada por Arrogante y Pérez-García (2013) relaciona el bienestar

    subjetivo o “felicidad” del personal de enfermería con los factores de personalidad y la

    resiliencia. Los análisis de esta investigación mostraron que el Bienestar Subjetivo estaba

    asociado con una mayor resiliencia y un menor neuroticismo en dicho personal en comparación

    con personal fuera del área de la salud, lo que quiere decir que la resiliencia es fundamental en el

    área sanitaria ya que media los factores de extroversión y neuroticismo.

    Siguiendo con estudios dirigidos hacia este personal, Arrogante (2014), realiza un estudio

    correlacional entre la resiliencia y el síndrome de Bornout y la salud (física y mental). Este autor

    concluye demostrando que la resiliencia es importante en este campo laboral para aminorar las

  • 13

    consecuencias negativas del estrés laboral, lo que podría conllevar a la aparición del síndrome de

    burnout.

    Por lo tanto, se debe seleccionar el personal sanitario con base a sus niveles de resiliencia

    y sus factores de personalidad, con la finalidad que puedan desempeñar su labor diaria sin verse

    expuestos a daños colaterales con el paso del tiempo. Pues es de admirar que estas personas, se

    “desprendan” de sí mismos para servir a aquellos pacientes que están pasando por un momento

    difícil y a sus familiares que le acompañan.

    Como anteriormente se había comentado, las historias de personas resilientes son

    centrales para el estudio el estudio de esta, y autoras como Forés y Grané (2008) resaltan y

    definen la resiliencia a partir de los relatos y mitos acerca de estas. Una de las tantas historias

    mencionadas por estas autoras es la de Tim Guénard. Hijo de un padre alcohólico y de una madre

    maltratadora.

    Cuando Tim era un niño, solía ser amarrado a un árbol y dejado en un bosque con apenas

    tres años, o puesto a dormir desnudo en la casa del perro. Cuando cumplió cinco años recibió de

    su padre una paliza que le destrozó la nariz y le fracturó varios huesos del cuerpo. Tim tuvo que

    esperar 2 años más para que a los 7 años fuera recibido en un orfanato, al cual llegó casi sin

    saber hablar. Pero en este sitio también recibiría maltratos por lo que intentaría suicidarse dos

    años después.

    Las desgracias del pequeño Tim no pararían ahí, porque a los 11 años fue llevado a una

    correccional de menores por un incendio que, al parecer no cometió, pero que luego de un año

    saldría fugado. Se fue a las calles de Paris y viviendo allí, es violado a los 13 años y

  • 14

    posteriormente prostituido. ¿Qué destino le puede esperar al pequeño Tim de adulto?, la mayoría

    de personas creerían que uno no muy bueno ciertamente.

    Pero Tim no se convirtió en un drogadicto, alcohólico, criminal, maltratador o violador.

    De hecho, escribió un libro, tiene 4 hijas, es colaborador del Tour de Francia y fundó una

    asociación que cuida a niños abandonados. De aquí que Forés y Grané (2008) afirmen que:

    La mayoría de determinismos humanos no son definitivos: no estamos en manos del

    destino o la fatalidad. El destino previsto no tiene porqué llevarse a cabo a ninguna

    infancia, por muy desgraciada que haya sido, no puede determinar la vida futura. El

    relato de nuestra historia nos remite al pasado para explicar el presente, pero nunca

    cierra el futuro. Ésa es la razón por la cual decimos que la resiliencia enmarca un

    antidestino, nos acerca y nos asocia como seres humanos a la palabra devenir. (p.19)

    También la personalidad puede ser vista como un patrón estable en el tiempo, pero no

    estático, es más bien un proceso que integra las experiencias vividas por la persona y, en algún

    grado, la genética. Esto se debe a que la personalidad en cierto modo, permite la adaptación de

    los individuos (Aparicio, Bonilla, y Sánchez, 1999). Por ejemplo Vargas y colb. (2003), en su

    investigación Familia Con Violencia Conyugal Y Su Relación Con La Formación Del

    Autoconcepto toman como referencia a Erickson y su teoría de la personalidad al citar que: “Su

    principal preocupación está relacionada con el crecimiento del yo, especialmente con la manera

    como la sociedad moldea su desarrollo” (p.8).

    En relación a esto, toda persona nace con una personalidad que puede ser modificada

    (con el fin de continuar) cuando se expone a ciertas circunstancias. Por esta razón cuando se

    habla de adaptación, es probable que también se relacione con el término personalidad resistente,

  • 15

    pues estudios como el realizado por Zamora y Hernández (2009) hacen referencia a éste, como

    un tipo de personalidad que se moldea mediante y de acuerdo a los recursos propios de la

    persona y de la interacción social que posea.

    Así por ejemplo, si la persona no cuenta con los recursos psicológicos necesarios o el

    mejor ambiente para desarrollar sus potencialidades, éste puede manifestar un trastorno en su

    personalidad. Un ejemplo de esto, es la investigación realizada por Bordás (2009), quien toma

    como muestra, a las personas sin hogar. En esta investigación se encontró que existe una relación

    entre las personalidades con problemas interpersonales (dependiente, narcisista y antisocial),

    junto con uno perteneciente a las personalidades ambivalentes con conflictos (compulsivo), y las

    altas puntuaciones que corresponden a la dependencia del alcohol y el trastorno delirante.

    Otro ejemplo fue el realizado por Gargurevich (2010) quien estudió la relación entre tres

    factores específicos de la resiliencia (soporte social, personalidad, afrontamiento) y la

    sintomatología producto del estrés postraumático, en los sobrevivientes de un incendio en la

    ciudad de Lima, Perú. En esta investigación se hicieron hallazgos interesantes como el papel del

    soporte social, ya que este se erige como un mediador entre la personalidad y estrés

    postraumático.

    Sin embargo se ha hablado sobre el aprendizaje de la resiliencia y la personalidad como

    un factor no estático de la persona, lo que indica que puede verse potencializado o por el

    contrario disminuido de acuerdo a la experiencia de vida de cada persona. Para demostrar esta

    idea, Sánchez-Teruel y Robles-Bello (2014) realizaron una investigación con el Cuerpo Especial

    de la Policía Nacional de España, en la cual tomaron cuatro variables: la edad y el nivel

    educativo, el tesón y el control de las emociones, en el manejo de situaciones adversas y

    complejas.

  • 16

    Una de las conclusiones relevantes procedentes de este estudio indica que “en colectivos

    profesionales la edad podría ser una variable moduladora del nivel de resiliencia” p. 79. Esto

    hace referencia que al tomar una muestra con personal entre los 23 y 38 años, las experiencias de

    cada uno de ellos a nivel personal y laboral son diferentes y por lo tanto, varía la forma cómo

    enfrentan las situaciones adversas en las cuales estén inmersos.

    Y con respecto a la personalidad, los autores encontraron una correlación importante en la

    cual se toman diferentes características en común entre los miembros de la Unidad de

    Intervención Policial (UIP) indicando que:

    Parece ser entonces que las correlaciones positivas y significativas entre estas

    subdimensiones y la resiliencia podrían plantear que la capacidad para imponerse y

    sobresalir, el ser ordenado, meticuloso, con tenacidad en las actividades emprendidas,

    ser capaz de controlar las emociones en situaciones de tensión y de mantener el propio

    control en situaciones de riesgo son rasgos de personalidad que están asociados a la

    resiliencia en este colectivo profesional (Sánchez-Teruel y Robles-Bello, 2014, p.79)

    Por consiguiente se puede establecer una relación entre los estudios de Sánchez-Teruel y

    Robles-Bello (2014) y con la investigación propuesta por Gargurevich (2010), en la cual se

    concluye que “parece ser entonces que para promover la resiliencia es necesario contar con

    diversas estrategias y con diversas fuentes de resiliencia” (p.79).

    Pero, ¿Es posible medir e influir en la resiliencia?, esta es una pregunta que puede surgir

    al adentrarse en ella, y la respuesta es sí, por lo menos para autores como Monroy y Palacios

    (2011) quienes creen que se puede medir tomando las bases biológicas de la resiliencia

    (respuestas fisiológicas), que son producto del estrés. Por lo tanto, aquí el concepto se relaciona

  • 17

    con una respuesta adaptativa y para medirla no se pueden dejar a un lado los factores biológicos

    asociados al estrés crónico y agudo.

    Y para el proceso de influencia, se debe partir del conocimiento tanto de los factores

    protectores como de riesgo, ya que estos son los que contribuyen a que se inicie o no un proceso

    de resiliencia. Así, a partir de estos factores es que se pueden organizar sistemas adaptativos de

    motivación, aprendizaje, respuesta al estrés, apego, auto regulación, etc. Serán estos sistemas,

    que pueden ser a nivel sociocultural o individual, los que influirán en los individuos para

    propiciar la aparición de un proceso de resiliencia frente a situaciones de estrés crónico o agudo.

    Cabe resaltar que cualquier situación que sea concebida como adversa para la persona,

    independiente de si es producto de un estímulo externo (desastre natural, el fallecimiento de un

    familiar, etc) o interno (enfermedad de cáncer, pensamientos negativos sobre sí mismo, etc),

    puede verse en relación a la personalidad y los niveles de estrés de la misma. Sin embargo, han

    sido pocos los estudios que corroboran dicha información.

    Un ejemplo de lo anterior son las investigaciones propuestas por Zamora (2009),

    Bethelmy y Guarino (2008) y Orejudo, Camacho y Vega-Michel (2012). Estos últimos expresan

    que: “Por ejemplo Hauner et al. (2008) evaluaron en 230 adolescentes las dimensiones de

    neuroticismo y extraversión/ introversión, encontrando que los patrones circadianos de cortisol

    son más planos en el caso de los hombres con altas puntuaciones en neuroticismo. Por su parte,

    los participantes con altos niveles de introversión mostraban mayores niveles de cortisol”

    (p.139).

    Si para estos autores los factores protectores son parte fundamental del proceso de

    resiliencia, hay otros que creen que la resiliencia se constituye como tal en un factor protector;

  • 18

    uno para las tendencias criminales. Es Acero (2009) quien afirma que las personalidades

    resilientes poseen un locus de control interno, responden de una manera constructiva a gran

    cantidad de estímulos estresores, poseen una capacidad de soportar eventos traumáticos y

    fortalecerse de estos, y son personas que su estilo de afrontamiento les permiten llevar el control

    de sus vidas y crecer cada día más.

    Debido a estas características de la personalidad resiliente, es que esta se convierte en un

    factor contra rasgos antisociales. Es así que se sugiere que se debe dejar a un lado el estilo

    ‘determinista’ en el cual se cree que las personas que han sufrido pobreza extrema, maltrato,

    violaciones, falta de educación, etc., son criminales en potencia.

    Si bien es cierto que nadie tiene conocimiento sobre los sucesos adversos que puedan

    acontecer en la vida de una persona, es fundamental como factor protector, desarrollar la

    resiliencia en el seno familiar. Un estudio relevante es el presentado por Vinaccia, Quiceno y

    Moreno (2007) quienes después de realizar diversos estudios concluyen que: “… se vio el rol

    importante que desarrolla la familia… en una época del ciclo vital muy sensible a los conflictos y

    a la búsqueda de identidad” (p.142).

    Es por eso que en las personas debe haber un “reconocimiento de sus emociones, una

    integración de las mismas a la estructura personal y la puesta en acción de adecuadas estrategias

    de afrontamiento que les permita proyectarse al futuro y crecer como seres humanos al no tomar

    la adversidad como un enemigo sino como un maestro de la vida”. (Acero, 2009, p. 142)

    A la luz de los datos proporcionados por estos autores, vemos que se contribuye a dejar

    atrás el estigma de las personas que se ven sometidas a situaciones adversas y a dilucidar cómo

    este proceso de resiliencia se convierte en un factor de protección contra tendencias criminales.

  • 19

    Pero estos autores, estudiaron al igual que Acinas (2014), como éste proceso no solo es

    beneficioso para enfrentar situaciones de violencia, maltrato, pobreza, etc., sino también de

    enfermedad.

    Sin embargo, como cada persona es diferente y por ende su forma de reaccionar (ante la

    situación adversa), Álamo et al. (2012) elaboró una investigación con 100 pacientes recién

    diagnosticados con cáncer para observar sus niveles de afrontamiento y concluyeron que la

    mayoría no poseía la suficiente fortaleza para enfrentar, entender y aceptar su diagnóstico. Por

    esta razón los autores deducen que en el trascurso de sus vidas, estos pacientes jamás lograron

    desarrollar la resiliencia como una estrategia y por ende, el tiempo de mejoría se prolongó en

    comparación con los pacientes resilientes.

    Por tal razón para autores como Cordini (2004) surge la necesidad de fomentar la

    adquisición de conductas resilientes no solo en niños, sino también en adolescentes. Estos aún

    están en desarrollo también por lo que tienen más permeabilidad que un adulto. Y en

    concordancia, Guillén (2005) comenta que la adolescencia es el segundo nacimiento; el social, y

    debe darse una reestructuración del concepto de resiliencia.

    Por lo que este autor insiste en el desarrollo de la resiliencia en la juventud para “darles la

    oportunidad de poner a prueba sus propias capacidades, para lograr el éxito, porque el tropiezo se

    convertirá en crecimiento personal siempre que exista apoyo interno y externo. Formar personas

    socialmente competentes que tengan conciencia de su identidad y utilidad, que puedan tomar

    decisiones, establecer metas y creer en un futuro mejor, satisfaciendo sus necesidades básicas de

    afecto, relación, respeto, poder y significado”. (Guillén, 2005, p. 43).

  • 20

    Ser una persona resiliente es un logro que no sucede de la noche a la mañana, pues a

    medida que la persona enfrenta de forma coherente (de acuerdo a sus recursos psicológicos y

    externos) las diferentes situaciones -sean estas negativas-, logrará visualizar un mejor futuro.

    Pues como bien se ha dicho, el pasado estará siempre en la espalda y como tal, solo puede verse

    a través de un espejo con el fin de ver por dónde has caminado y dónde estás aquí y ahora, para

    así mirar al frente y prestar atención a las infinitas oportunidades a las que se puede acceder.

    Metodología

    Para la elaboración de esta revisión se basó principalmente en fuentes bibliográficas

    (artículos y revistas) de investigaciones científicas relacionadas a la resiliencia y la personalidad,

    con el fin de poder abordar las temáticas e ir de lo general a lo particular. Se tomaron

    investigaciones de diferentes partes del mundo para corroborar los estudios y los resultados

    encontrados en cada una de ellas.

    Conclusión

    Después de este largo recorrido se puede concluir que, aunque no hay un consenso acerca

    de si la resiliencia es biológica o adquirida, la mayoría de autores como Becoña (2006),

    Kumpfer, et al. (1998), Pereyra (2011) y otros autores citados anteriormente, concuerdan en que

    está es una habilidad o competencia para afrontar y sobreponerse a las adversidades o situaciones

    extremas. El individuo no solamente enfrenta de una forma constructiva las adversidades, sino

    que además, sale fortalecido porque aprende de cada una de ellas para poder tener una mejor

    calidad de vida.

  • 21

    Vemos también, que autores como Álamo et al. (2012) enfatizan en la importancia de las

    conductas resilientes, porque de estas depende en gran medida el bienestar general de las

    personas. Por tal razón autores como Lemos (2007) y Anzola (2004), por citar solo a algunos,

    plantean políticas para la promoción de la resiliencia para adquirir y practicar conductas

    resilientes, independientemente de la etapa de desarrollo en el que se encuentre el individuo,

    aunque se prioriza en la infancia por obvias razones.

    Los colombianos se han visto afectados en diferentes aspectos de su vida por el conflicto

    armado presente desde aproximadamente los años 60 hasta nuestros días. Por esta razón, han

    desarrollado la capacidad para sobreponerse a situaciones de desplazamiento, pobreza y

    enfermedad (física o psicológica) como es el estudio presentado por Domínguez y Godín (2007)

    sobre La resiliencia en familias desplazadas por la violencia sociopolítica ubicadas en Sincelejo

    y en la cual concluyeron que:

    Los testimonios de vida relatados invitan a pensar en la Resiliencia como un enfoque

    que puede transferirse a todos los espacios de la vida, y especialmente a la educación de

    niños y jóvenes, para enfrentar el crecimiento de modo más favorable; promoviendo

    habilidades para la vida, potenciando el sentido del humor, la capacidad de escucha,

    para pedir ayuda, para narrar sus experiencias, para pensar en sí mismos, en los otros y

    en su responsabilidad social. (p.177 y 178)

    Con lo anterior, se hace necesario que la resiliencia se “enseñe” desde la primera infancia

    y se fortalezca en la adolescencia, esta última comprendida como la etapa de mayor inestabilidad

    emocional y en la cual se estructura la personalidad. En Argentina un estudio demostró que “un

    19% de los jóvenes, que se encuentran igualmente expuestos a condiciones adversas en sus

  • 22

    vidas, presentan competencias sociales y una adaptación positiva que los caracteriza como

    sujetos resilientes” (Cardozo y Alderete, 2009, 175). Lo que podría favorecer la resiliencia en

    los jóvenes colombianos sería las competencias sociales.

    Por otro lado, las competencias sociales y la adaptación positiva se relacionan con la

    personalidad que posee la persona. Pues bien es sabido que la persona nace con características

    que pueden ser visibles en su conducta y con las cuales se siente identificado y por tal motivo, lo

    hacen único. Aun así, esta revisión sugiere que la personalidad de una persona puede verse

    modificada si la persona se ha visto expuesta a una situación adversa. Por ende, la personalidad

    no es un determinante de la resiliencia, sino un factor que la potencializa y favorece.

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  • 27

    Anexos

    Ana Moreno

    � Correo electrónico: [email protected]

    Felipe Orozco

    � Correo electrónico: [email protected]