una mirada atrás, 6 . febrero

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Una mirada atrás, 6 Se aborda por primera vez el cambo de sistema de riego Hace veintidós años, la Comunidad de Regantes de Pozo Alcón, Hinojares y Cuevas del Campo, mediante una Asamblea General celebrada el 6 de mayo de 1.992, materializaba la inquietud y el interés para cambiar el sistema de riego existente denominado por inundación o “riego a manta” (la expresión lo dice todo). Era el tipo de riego utilizado desde la creación del embalse de La Bolera, ya que en aquel tiempo era impensable adoptar otro distinto. La zona regable de la Comunidad abarcaba 5.800 hectáreas, entre ellas 4.000 de olivar y el resto de otros cultivos. Año tras año se hacía patente la escasez de agua para satisfacer un regadío cada vez más exigente que proporcionara mayores cotas de productividad. El problema venía agravado por una severa y continuada sequía que se prolongó por más de una década, que dio lugar a un uso racionalizado del agua de regadío, que restringía considerablemente el uso de agua, incluso se estuvo barajando la posibilidad de racionar el agua de uso doméstico. Así las cosas, siendo presidente de la Comunidad de Regantes, Pablo Rodríguez Perea, se toma una determinación rigurosa para establecer un sistema de riego adecuado para aprovechar óptimamente el “líquido elemento”. Salió a la luz el viejo problema de las fugas de agua del embalse, conocido desde la construcción del mismo y que hasta entonces no habían alterado, significativamente, las necesidades de riego. Hay que decir también que las aguas que se filtran en el pantano vuelven a aflorar nuevamente al cauce, río abajo, y que se manifiestan en el aumento de las fuentes y de su caudal en la zona de Peralta.

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Una mirada atrás, 6

Se aborda por primera vez el cambo de sistema de riego

Hace veintidós años, la Comunidad de Regantes de Pozo Alcón, Hinojares y Cuevas del Campo, mediante una Asamblea General celebrada el 6 de mayo de 1.992, materializaba la inquietud y el interés para cambiar el sistema de riego existente denominado por inundación o “riego a manta” (la expresión lo dice todo). Era el tipo de riego utilizado desde la creación del embalse de La Bolera, ya que en aquel tiempo era impensable adoptar otro distinto. La zona regable de la Comunidad abarcaba 5.800 hectáreas, entre ellas 4.000 de olivar y el resto de otros cultivos. Año tras año se hacía patente la escasez de agua para satisfacer un regadío cada vez más exigente que proporcionara mayores cotas de productividad. El problema venía agravado por una severa y continuada sequía que se prolongó por más de una década, que dio lugar a un uso racionalizado del agua de regadío, que restringía considerablemente el uso de agua, incluso se estuvo barajando la posibilidad de racionar el agua de uso doméstico.

Así las cosas, siendo presidente de la Comunidad de Regantes, Pablo Rodríguez Perea, se toma una determinación rigurosa para establecer un sistema de riego adecuado para aprovechar óptimamente el “líquido elemento”. Salió a la luz el viejo problema de las fugas de agua del embalse, conocido desde la construcción del mismo y que hasta entonces no habían alterado, significativamente, las necesidades de riego. Hay que decir también que las aguas que se filtran en el pantano vuelven a aflorar nuevamente al cauce, río abajo, y que se manifiestan en el aumento de las fuentes y de su caudal en la zona de Peralta.

Conocidas las necesidades, se empezaron a estudiar soluciones. Una de ellas era impermeabilizar toda el área de terreno que ocupan las aguas del embalse; algo que se consideró una obra un tanto faraónica, además del enorme coste económico que suponía: unos “veinte mil millones de pesetas”. Lógicamente fue rechazada. Otra solución era recuperar el agua del embalse que aflora, a través de las filtraciones, en la zona de Peralta. También fue descartada porque era necesaria la creación de una estación elevadora que vertiera el agua recuperada al canal principal. Otra solución, la más convincente, era adoptar un sistema de riego “por goteo”, aunque había que superar

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un gran obstáculo de tipo económico, como era el coste de las instalaciones, que se estimaba en 3.500 pesetas por olivo; una cantidad desorbitada para la economía de entonces, teniendo en cuenta el bajo precio del aceite, además de no estar establecido el sistema de subvenciones de la UE. No obstante esa fue la propuesta más viable, ya que por una parte se disminuía drásticamente el consumo de agua; y por otra se podía contar con subvenciones de la Administración para cambio del sistema de riego. A pesar de todo había que vencer no pocas reticencias de quienes se oponían de forma contundente a adoptar un sistema de riego diferente del que habían heredado de sus padres.

Ni que decir tiene que hasta llegar a la situación actual han hecho falta veinte años de dedicación constante y muchos quebraderos de cabeza, donde no faltaron interminables y acalorados debates ante posiciones radicalizadas.

En este artículo se ofrece un recorte del diario JAEN referente a aquella Asamblea General de Regantes donde por primera vez, y de forma oficial, se plantea el cambio del sistema de riego.

Manuel Almagro Chinchilla

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