una casa para siempre - enrique vila-matas
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7/23/2019 Una Casa Para Siempre - Enrique Vila-Matas
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Una casa para siemprePor Enrique Vila-Matas (*)
De mi madre siempre supe poco. Alguien la mató en la casa de Barcelona, dos
das despu!s de que "o naciera.
El crimen #ue todo un misterio que cre dar por resuelto el da en que cumpl
$einte a%os, " mi padre, desde su lec&o de muerte, reclamó mi presencia " me
di'o que, por descon#iana a los ad'eti$os, estaa aproim+ndose al momento
en que enmudecera radicalmente, pero que antes deseaa contarme algo que
'ugaa importante que "o supiera.
-ncluso las palaras nos aandonan -recuerdo que di'o-, " con eso est+ dic&o
todo, pero antes dees saer que tu madre murió porque "o as lo dispuse.
Pens! de inmediato en un asesino a sueldo ", pasados los primeros instantes
de perple'idad, comenc! a dar por cierto lo que mi padre estaa con#esando.
ada $e que pensaa en el &ac&a ensangrentada senta que el mundo se
&unda a mis pies " que atr+s quedaan, pat!ticamente diu'adas para
siempre, las escenas de alegra " plenitud que me &aa &ec&o idealiar la
#igura paterna " #or'ar la imagen mtica de un &omre siempre le$antado antes
de la aurora, en pi'ama, con los &omros cuiertos por un c&al, el cigarrillo
entre los dedos, los o'os #i'os en la $eleta de una c&imenea, mirando nacer el
da, entreg+ndose con implacale regularidad " con monstruosa perse$erancia
al rito solitario de crear su propio lengua'e a tra$!s de la escritura de un liro
de memorias o in$entario de nostalgias que siempre pens! que, a su muerte,
pasara a #ormar parte de mi tierna aunque pa$orosa &erencia.
Pero aquel da de ani$ersario, en Port de la el$a, se #ugó de esa &erencia todo
instinto de ternura " tan sólo conoc el pa$or, el terror in#inito de pensar que,
'unto al in$entario, mi padre me legaa el sorprendente relato de un crimen
cu"o origen m+s remoto, di'o !l, dea situarse en los primeros das de aril de
/012, un a%o antes de que "o naciera, cuando sinti!ndose !l toda$a 'o$en "
con +nimos de emprender, tras dos rotundos #racasos, una tercera a$entura
matrimonial, escriió una carta a una 'o$en ampurdanesa que &aa conocido
casualmente en 3igueras " que le &aa parecido que reuna todas las
condiciones para &acerle #eli, pues no sólo era pore " &u!r#ana, lo que a !l le
#acilitaa las cosas, "a que poda protegerla " o#recerle una notale #ortuna
económica, sino que, adem+s, era &ermosa, mu" dulce, tena el laio in#erior
m+s sensual del uni$erso ", sore todo, era etraordinariamente ingenua "
ser$il, es decir, que posea un gran sentido de la suordinación al &omre, algo
que !l, a causa de sus dos anteriores in#iernos con"ugales, $aloraa mu"
especialmente.
4aa que tener en cuenta que su primera esposa, por e'emplo, le &aa
mutilado, en un insólito ataque de #uria, una ore'a. Mi padre &aa sido tan
desdic&ado en sus anteriores matrimonios que a nadie dee sorprenderle que,
a la &ora de uscar una tercera mu'er, quisiera que !sta #uera dulce " ser$il.
Mi madre reuna esas condiciones, " !l saa que una simple carta,cuidadosamente redactada, podra parla. 5 as #ue. 6a carta era tan
apasionada " estaa tan &+ilmente escrita que mi madre no tardó en
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sentarse en Barcelona. En el centro de un laerinto de calle'uelas del Barrio
7ótico llamó a la puerta del, " ennegrecido palacio de mi padre, quien al
parecer no pudo ni quiso disimular su gran emoción al $erla all en el portal,
sosteniendo a'o la llu$ia un maletn aul que de'ó caer sore la al#omra al
tiempo que, con &umilde " temlorosa $o de &u!r#ana, preguntaa si poda
pasar.
-8ue aquel da llo$a en Barcelona -me di'o padre desde su lec&o de muerte-,
es algo que nunca pude ol$idar, porque cuando la $i cruar el umral me
pareció que la llu$ia era sal$a'e en sus caderas " me sent dominado por el
impulso erótico m+s intenso de mi $ida.
Ese impulso pareca no tener "a lmites cuando ella le di'o que era una eperta
en el arte de ailar la tirana, una dana medie$al espa%ola en desuso.
educido por ese ligero anacronismo, mi padre ordenó que de inmediato se
e'ecutara aquel arte, lo que mi madre, ansiosa de complacerle en todo " con
creces, realió encantada " &asta la etenuación, acaando rendida en losraos de quien, sin el menor asomo de cualquier duda, le ordenó
cari%osamente que se casara cuanto antes con !l.
5 aquella misma noc&e durmieron 'untos, " mi padre, dominado por esa
suprema cursilera que acompa%a a ciertos enamoramientos, tu$o la impresión
de que, tal como &aa imaginado, acostarse con ella era como &acerlo con un
p+'aro, pues gor'eaa " cantaa en la almo&ada, " le pareció que ninguna $o
cantaa como la de ella " que incluso sus &uesos, como su laio in#erior " sus
cantos, eran #r+giles como los de un p+'aro.
-5 esa misma noc&e, a'o el rumor de la llu$ia arcelonesa, te engendramos
-me di'o de repente mi padre con los o'os mu" desoritados.
9n lento suspiro, siempre tan inquietante en un moriundo, precedió a la
eigencia de un $aso de $od:a. Me negu! a d+rselo, pero al amenaar con no
proseguir su relato, por pura precaución ante el posile cumplimiento de la
amenaa, #ui casi corriendo a la cocina ", procurando que ta onsuelo no lo
$iera, llen! de $od:a dos $asos. 4o" s! que todas mi precauciones eran
asurdas porque en aquellos momentos ta onsuelo sólo $i$a para alimentar
su intriga ante un cuadro oscuro del salón que representaa la coquetera
celestial de unos +ngeles al &acer uso de una escalera; sólo $i$a para ese
cuadro, " mu" proalemente esa osesión le distraa de otra< la constante
angustia de saer que su &ermano, acosado por aquella sua$e pero implacale
en#ermedad, se estaa muriendo. En cuanto a !l, en aquellos momentos sólo$i$a para alimentar la ilusión de su relato.
uando &uo saciado su sed, mi padre pasó a contar que el $ia'e de miel tu$o
dos escenarios, Estamul " El airo, " que #ue en la ciudad turca donde
ad$irtió la primera anomala en la conducta de su dulce " ser$il esposa. 5o, por
mi parte, ad$ert la primera anomala en el relato de mi padre, "a que estaa
con#undiendo esas dos ciudades con Pars " 6ondres, pero pre#er no
interrumpirle cuando o que me deca que la anomala de mi madre no era
eactamente un de#ecto, sino algo as como una peculiar mana. A ella le
gustaa coleccionar panes.
En Estamul, "a desde el primer momento, entrar en las panaderas se
con$irtió en un etra%o deporte. ompraan panes que eran per#ectamente
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in=tiles, pues no estaan destinados a ser de$orados sino m+s ien a ele$ar el
peso de la gran olsa en la que reposaa la colección de mi madre. Mu"
pronto, !l protestó " preguntó con notale crispación a qu! oedeca aquella
rara adoración al pan.
-Algo tiene que comer la tropa -respondió escuetamente mi madre,
sonri!ndole como quien le sigue la corriente a un loco.
-Pero Diana, >qu! clase de roma es !sta? @aluceó desconcertado mi padre.
-Me parece que eres t= quien est+ romeando esas preguntas tan asurdas
-contestó ella con cierto aire de ausencia " esoando la sua$e " so%adora
mirada de los miopes.
iete das, seg=n mi padre, estu$ieron en Estamul, " eran unos cuarenta los
panes que mi madre lle$aa en su gran olsa cuando llegaron a El airo.
omo era &ora a$anada de la noc&e, !l marc&aa #eli sai!ndose a sal$o delas panaderas cairotas, e incluso se o#reció a lle$ar la olsa. o saa que
aqu!llas ian a ser sus =ltimas &oras de #elicidad con"ugal.
enaron en un arco anclado en el ilo " acaaron ailando, entre copas de
c&+n rosado "a la lu de la luna, en la terraa de la &aitación del &otel.
Pero &oras despu!s mi padre despertó en mitad de la noc&e cairota "
descurió con gran sorpresa que mi madre era son+mula " estaa ailando
#ren!ticas tiranas sore el so#+. rató de no perder la calma " aguardó
pacientemente a que ella, totalmente etenuada, regresara al lec&o " se
sumergiera en el sue%o m+s pro#undo. Pero cuando esto ocurrió, nue$os
moti$os de alarma se a%adieron a los anteriores. De repente mi madre,
&alando dormida, se giró &acia !l " le di'o algo que, a todas luces, sonó comouna ta'ante e implacale orden<
-A #ormar.
Mi padre a=n no &aa salido de su asomro cuando o"ó<
-Media $uelta. Compan #ilas.
o pudo dormir en toda la noc&e " llegó a sospec&ar que su mu'er, en sue%os,
le enga%aa con un regimiento entero. A la ma%ana siguiente, a#rontar la
realidad signi#icaa, por parte de mi padre, aceptar que en el transcurso de las
=ltimas &oras ella &aa ailado tiranas " se &aa comportado como un
general perturado al que sólo pareca interesarle dar órdenes " repartir panes
entre la tropa. 8uedaa el consuelo de que, durante el da, su esposa segua
siendo tan dulce " ser$il como de costumre. Pero !se no era un gran
consuelo, pues si ien en las noc&es cairotas que siguieron no reapareció el
tir+nico sonamulismo, lo cierto es que #ueron en aumento ", de #orma cada
$e m+s en!rgica, las órdenes.
-5 el toque de Diana -me di'o mi padre- comenó a con$ertirse en un aut!ntico
cal$ario, pues cada da, minutos antes de despertarse, los resoplidos que
seguan a los ronquidos de tu madre parecan imitar el sonido incon#undile de
una trompeta al amanecer.
>Deliraa "a mi padre? odo lo contrario. Era mu" consciente de lo que estaanarrando ", adem+s, resultaa impresionante $er cómo, a las puertas de la
muerte, mantena ntegro su &aitual sentido del &umor. >n$entaa? al $e
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", por ello, pro! a mirarle con o'os incr!dulos, pero no pareció nada a#ectado
" siguió, serio e inmutale, con su relato.
ontó que cuando ella despertaa $ol$a a ser la esposa dulce " ser$il, aunque
de $e en cuando, cerca de una panadera o simplemente paseando por la
calle, se le escapaan etra%as miradas melancólicas dirigidas a los militares
que, en aquel El airo en pie de guerra, &acan guardia tras las arricadas
le$antadas 'unto al ilo. 9na ma%ana incluso ensa"ó algunos pasos de tirana
#rente a los soldados.
M+s de una $e mi padre se sintió tentado de encarar directamente el
prolema &alando con ella " dici!ndole por e'emplo<
-ienes como mnimo una dole personalidad. Eres son+mula ", adem+s de
ailar tiranas sore los so#+s, con$iertes el lec&o con"ugal en un campo de
instrucción militar.
o le di'o nada porque temió que si &alaa con ella de todo eso tal $e #ueraper'udicial " lo =nico que lograra sera ponerla en la pista de un rasgo oculto
de su car+cter< ciertas dotes de mando. Pero, un da, paseando en camello
'unto a las pir+mides, mi padre cometió el error de sugerirle el argumento de
un relato re$e que &aa pro"ectado escriir<
-Mira, Diana. Es la &istoria de un matrimonio mu" ien a$enido, me atre$era a
decir que e'emplar. omo todas las &istorias #elices, no tendra demasiado
inter!s de no ser porque ella, todas las noc&es, se trans#orma, en sue%os, en
un militar.
A=n no &aa acaado la #rase cuando mi madre pidió que la a'aran del
camello ", tras lanarle una mirada de desa#o, le ordenó que lle$ara la olsa
de los panes turcos " egipcios. Mi padre quedó aterrado porque comprendióque, a partir de aquel momento, no sólo estaa condenado a cargar con la
pesadilla del trigo etran'ero, sino que adem+s reciira orden tras orden.
En el $ia'e de regreso a Barcelona mi madre mandaa "a con tal autoridad que
!l acaó con#undi!ndola con un general de la 6egión Etran'era, " lo m+s
curioso #ue que ella pareció, desde el primer momento, identi#icarse
plenamente con ese papel, pues se quedó como ausente " di'o que se senta
perdida en un uni$erso adornado con pesados tapetes argelinos, con #iltros
para templar el pasts " el a'en'o " narguil!s para el :i#, escudri%ando el
&orionte del desierto desde la noc&e luminosa de la aldea encla$ada en el
oasis.
5a su llegada a Barcelona, "a instalados en el $ie'o palacio del Barrio 7ótico,
los amigos que #ueron a $isitarles se lle$aron una gran sorpresa al $erla a ella
#umando como un &omre, con el cigarrillo &umeante " pendiente de la
comisura de los laios, " $erle a !l con las #acciones emotadas " tersas como
los gui'arros pulidos por la mare'ada, medio ciego por el sol del desierto "
con$ertido en un $ie'o legionario que repasaa trasnoc&ados diarios coloniales.
-u madre era un general -conclu"ó mi padre-, " no tu$e m+s remedio que
ganar la atalla contratando a alguien para que la matara. Pero eso s,
aguard! a que nacieras, porque deseaa tener un descendiente. iempre
con#i! en que, el da en que te con#esara el crimen, t= saras comprenderme.
6o =nico que "o, a esas alturas del relato, comprenda per#ectamente era que
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mi padre, en una actitud admirale en quien est+ al orde de la muerte,
estaa in$entando sin cesar, #iel a su constante necesidad de #aular. i la
proimidad de la muerte le retraa de su gusto por in$entar &istorias. " tu$e la
impresión de que deseaa legarme la casa de la #icción " la gracia de &aitar
en ella para siempre. Por eso, sui!ndome en marc&a a su carrua'e de
palaras, le di'e de repente<
-in duda me con#unde usted con otro. 5o no so" su &i'o. 5 en cuanto a ta
onsuelo no es m+s que un persona'e in$entado por m.
Me miró con cierta desaón &asta que por #in reaccionó. Vi$amente
emocionado, me apretó la mano " me dedicó una sonrisa #eli, la de quien est+
con$encido de que su mensa'e &a llegado a uen puerto. unto al in$entario de
nostalgias, acaaa de legarme la casa de las somras eternas.
Mi padre, que en otros tiempos &aa credo en tantas " tantas cosas para
acaar descon#iando de todas ellas, me de'aa una =nica " de#initi$a #e< la de
creer en una #icción que se sae como #icción, saer que no eiste nada m+s "que la equisita $erdad consiste en ser consciente de que se trata de una
#icción ", sai!ndolo, creer en ella.
(*) Enrique Vila-Matas (Barcelona, /01) es autor de una amplia ora
narrati$a, que le &a consagrado como uno de los m+s importantes "
personales autores de su generación. Algunos de sus ttulos
son< Impostura, Historia abreviada de la literatura portátil , Una casa para
siempre, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, Recuerdos inventados, Lejos de
Veracruz , Extraña orma de vida, El viaje vertical (Premio Cómulo 7allegos)
" !artleb" " compañ#a (Premio iudad de Barcelona), adem+s de los ensa"osde El viajero más lento, " el El mal de $ontano(Premio 4erralde " el Medicis a
me'or no$ela etran'era).