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1. Martha y Marco Antonio en el estero Elefantes, Chile. 2. Laguna San Rafael. 3. Martha en Laguna San Rafael. Marco Antonio Aguirre Pliego UN PAÍS AL OESTE DE LOS ANDES AUSTRALES Memoria de un viaje: Chile 2006

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1. Martha y Marco Antonio en el estero Elefantes, Chile. 2. Laguna San Rafael. 3. Martha en Laguna San Rafael.

Marco Antonio Aguirre Pliego

UN PAÍS AL OESTE DE LOS ANDESAUSTRALES

Memoria de un viaje: Chile 2006

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UN PAÍS AL OESTE DE LOS ANDES AUSTRALES

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UN PAÍS AL OESTE DE LOS ANDES AUSTRALES.Memoria de un viaje: Chile 2006

1a edición, Oaxaca 20092a edición, Oaxaca 2011.

© 2009. Marco Antonio Aguirre Pliego.

Ilustraciones del autor.

Captura: Belén Hernández Cristóbal.

Impreso en Oaxaca, Oax., México.

Marco Antonio Aguirre Pliego

UN PAÍS AL OESTE DE LOS ANDESAUSTRALES

Memoria de un viaje: Chile 2006

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INTRODUCCIÓN

Dentro de la literatura, las memorias constituyen un género confidencial. A

diferencia de la crónica, en la memoria el autor toma parte en los hechos querefiere; de hecho es él el eje de la narración. Las memorias pueden versar sobretópicos múltiples, entre ellos los viajes; aunque cabe aclarar que hay memoriasde viajes que han trascendido la confidencialidad; quizá, entre éstas, una de lasmás antiguas sea la del veneciano Marco Polo, que lleva por título Viajes, puesdata del siglo trece. Existen otras memorias de trascendencia similar como: Pri-mer viaje alrededor del mundo (S. XVI) de Antonio Pigafetta, Viaje alrededor delmundo (S. XVIII) de Louis Antoine de Bougainville, Viajes a través de la AméricaMeridional (S. XVIII-XIX) de Felix Azara, Viaje a las regiones equinocciales delNuevo Continente (S. XIX) de Alexander von Humboldt, Viajes misioneros yexploraciones en Sudáfrica (S. XIX) de David Livingston, Incidentes del viaje aCentroamérica, Chiapas y Yucatán(S. XIX) de John Lloyd Stephens y, como últimade estos pocos ejemplos, la del mexicano Francisco de la Maza, intituladaPrimer viaje a Europa, en la que narra su excursión de 177 días por laseptentrional demarcación de colonizadores de tez clara, iniciada en abril de1939. La memoria que aquí presento es muy modesta; mi única pretensión, a travésde ella, es compartir una bella experiencia. No pude dejar de escribirla.

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1- Itinerario general.

ITINERARIO

SEP.

30 S. Oaxaca – México (ADO. 9.30 − 16.15 hrs.)OCT. 1 D. México, D. F. 2 L. México – Santiago (LAN 10.30 – 19.30 hrs.)

3 M. Santiago: caminata por Providencia y Bosque Nte. hasta Plaza Perú (Ofic. Skorpios) 4 Mi. Santiago – Pto. Montt (TUR – BUS 8.00 – 21.30 hrs.)

5 J. Pto. Montt – Pto. Varas – Ensenada – Volcán Osorno 6 V. Pto. Montt – Balmaceda (LAN 10.30 – 11.30 hrs.) Balmaceda – Pto. Chacabuco (Transfer 12.00 – 14.00 hrs.)

7 S Pto. Chacabuco – Laguna Sn. Rafael (Catamaranes del sur 8.30 – 13:30 hrs.) Pto. Chacabuco (21.00 hrs.) Pto. Chacabu- co – Coihaique (bus militar 21.00 – 22.30 hrs.)

8 D. Coihaique. 9 L. Coihaique – Balamaceda – Pto. Montt (12.00 – 13.00 hrs.) 10 M. Pto. Montt – Pto. Varas (recorrido a pie hasta 18.30 hrs.) Pto. Montt (paseo nocturno) 11 Mi. Pto. Montt – Santiago (LAN 10.20 – 11.55 hrs.) Santiago: Barrio Bella Vista. 12 J. Santiago: Museo Chileno de Arte Precolombino. Paseo Estado, Plaza de Armas (audición) 13 V. Valparaíso: Calle Colón en Trolebús

14 S. Santiago: Zoológico en Cerro Sn. Cristóbal, Feria Artesanal Sta. Lucía

15 D. Santiago: Museos Ferroviario y de Historia Natural en la Quinta Normal. Cerro Sta. Lucía. 16 L. Valparaíso: Cerros Florida y Mariposa 17 M. Santiago: Biblioteca Nal., Barrio Suecia (paseo diurno), Instit. Geogr. Milit, Parque O´Higgins, Mercado, Museo Histórico Nal. 18 Mi. Santiago – México (LAN 15.00 – 21.00 hrs.) Méx – Pue. (Estrella Roja 23:00 – 1:00 hrs.) 19 J. Puebla – Oaxaca (ADO 10.45 – 15.15 hrs.)

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2- Mapa vial, esquemático, de Santiago.

2006

SEP. 30 Salimos hacia la ciudad de México por la mañana. Llegamos en la tarde,cuando ya el cielo estaba gris, debido a un retraso que no tiene caso explicar.

OCT. 1. Aún estamos en la ciudad de México preparándonos mentalmente pararealizar un viaje de ocho horas, a través del cual pasaremos del otoño a laprimavera saltándonos el invierno.

OCT. 2. Nuestro vuelo por LAN lo operó Aeroméxico con despegue a las 10.30hrs. Dicho vuelo duró 8 horas efectivas. Al aterrizar en Santiago el horario localera una hora más tarde que en México, de modo que eran las 19.30 hrs. El pasode aduana fue tardado pero sin contratiempos. No nos pidieron abrir maletas.Pagamos un impuesto de ingreso de 15 dólares por persona. Para ir al hotel tomamos una furgoneta de esas conocidas en Chile comoTransfer, porque de haber tomado un autobús al centro, que es mucho másbarato, hubiéramos tenido que hacer un transbordo y eso era complicado siendorecién llegados. Nos hospedamos en el hotel “Residencial Londres” (por 30dll./día) en el barrio París–Londres, que es un sector céntrico y pintoresco deSantiago. Una vez instalados salimos a caminar. Cruzamos la Av. O'Higgins y caminamospor el Paseo Estado hasta la Plaza de Armas y nos aventuramos unas cuadras másallá de dicha plaza. Así nos dieron casi las 12 de la noche. Nos pareció tranquilala ciudad.

OCT. 3. El día estuvo nublado y frío (17°C) y nos dedicamos a investigar paracomplementar nuestra información de viaje. Primeramente nos dirigimos a lasoficinas de SERNATUR en la Av. Providencia, para lo cual tomamos el metro en laestación “Universidad de Chile” y lo abandonamos en la estación “ManuelMontt”, en dicha oficina nos obsequiaron, entre muchos folletos, un mapaturístico de Santiago. Visitamos las oficinas de las compañías navieras Navimag,Skorpios y Patagonia Connection's sin poder reservar el viaje a Laguna San Rafael,pero eso sirvió para deambular por los barrios Providencia y Bosque Norte queson zonas de alto nivel con arquitectura importante. Son barrios muy limpios enlos que domina la verticalidad. Casi no hay menesterosos. El metro es decalidad. La gente es alta, bien parecida y muy amable. El hotel en el queestamos hospedados es un edificio de la década 1920, al que para ingresar hayque tocar un timbre. En la tarde fuimos a la terminal Alameda también parasondear.

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3- Itinerario parcial.

OCT. 4. Hoy teníamos planeado ir a La Parva, pero amaneció lloviendo ypreferimos viajar a Puerto Montt por Tur Bus. Tomamos un taxi en Av. O'Higgins. El taxista, un hombre entrado en los setentas, se emocionó cuando ledijimos que éramos mexicanos y enseguida hasta nos estrechó la mano. Ya en laterminal abordamos el bus (así le llaman en Chile) y fuimos viendo el largocamino, que sería de 13 hrs. y media (salimos a las 8 y llegamos a las 21.30).Tuvimos durante el trayecto ratos de lluvia y ratos de sol en forma alternada. Eltrecho inmediato a Santiago está tapizado de viñedos. Es un valle fértil. Continúaeste valle en la región del Biobío, pero ahora con prados y arboledas de colores ycontrastes más intensos (del verde oscuro al amarillo, con sotos de árbolessituados como esculturas). La región del Biobío tiene muchos ríos, tres de ellosson grandes: el Itata, el Laja y el Biobío, El río Malleco tiene un puente deenormes armaduras de acero pintadas de amarillo. Veo pasar un camióndecorado con el logotipo de “Cemento Biobío”. La carretera, de cuatro carriles,es excelente. Tiene una carpeta impecable (sin parches) y una señalización muybien diseñada. En la parte sur de esta región, un poco antes de llegar a Temuco,empiezan a verse los pinares. La región de la Araucanía ya no es tan plana; tienecurvas horizontales y verticales; sin embargo, sigue habiendo hermosos prados,algunos de ellos de flores amarillas pequeñísimas y apretadas. Al pasar porTemuco vemos varios edificios en torre. Es una ciudad armoniosa. Hemos vistomuchos aserraderos a la orilla del camino. En Valdivia hacemos una breveescala. El sol está rasante e ilumina con rayos tenues el río Calle, el cual vemosdesde la terminal en la que hemos descendido un momento para descansar.Platicamos mientras con los tres conductores del bus. Les obsequio postales deOaxaca y se sorprenden. Un pasajero que se queda en Valdivia se despidedándonos la bienvenida a Chile. Llegamos a Puerto Varas y me llaman laatención las grandes armaduras de madera del edificio de la terminal. Por finllegamos a Puerto Montt, son las 21.30 hrs. Valoramos el costo del pasaje (16900p. Ch.= 360 pM. por per.) y nos parece económico. Uno de los conductoresnos recomienda con un agente de viajes que opera en la misma terminal: Franco,quien nos invita a su oficina y esa misma noche concertamos, para el díasiguiente, un paseo a Ensenada y el volcán Osorno. Además Franco secompromete a conseguirnos pasaje a Laguna San Rafael zarpando de PuertoChacabuco. Estamos en la región de Los Lagos. El mismo Franco nos consigueacomodo en un hostal ubicado en Ancud 128, por 15 000 p. Ch./día; la habitaciónque nos asignan cuenta con un gran ventanal que da a una terraza que ve al mar.

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4- Vista aérea (de sur a norte) de la laguna San Rafael, con el glaciar que desemboca en ella.

OCT. 5. Arreglamos la travesía a Laguna San Rafael en Catamaranes del Sur, víaInternet, a través de Franco. Compramos boletos del avión a Balmaceda (para ira Coihaique por aire se tiene que llegar a Balmaceda), en esto nos auxilia Franco,y enseguida iniciamos la excursión al Osorno en una lujosa camioneta en la quesolamente vamos Martha, yo y Omar, conductor y guía. El primer punto de visitaes Puerto Varas, que es una población de 25 000 habitantes fundada por colonosalemanes a mediados del siglo XIX. Comemos en un restaurante a orillas del lagoLlanquihue, desde cuyas vitrinas se ve el volcán Osorno. El día está nublado. Yaen la tarde nos dirigimos hacia el centro de Ski del Osorno. Ha empezado asoplar fuerte el viento. Frente a la cafetería y mirador nos estacionamos ydescendemos. Hace mucho frío. Omar revisa el termómetro de su vehículo ydice: “estamos a 1°C.”; pero yo creo que la temperatura aún es más baja porquenos estamos congelando, así que entramos a tomar un café. Después fuimos alsalto del río Petrohué. La cascada vuelve al curso horizontal y penetra en uncañón de paredes rocosas. Ahí el agua adquiere un color esmeralda precioso. Enel salto del río nos sorprende la lluvia. Es hora de regresar a Pto. Montt. En eltrayecto Omar nos cuenta la historia del chacay, ese arbusto de flores amarillasque trajeron los colonos alemanes y que se convirtió en plaga.

OCT. 6. Ya casi saliendo del hostal, Franco nos lleva el comprobante de pago dela travesía Pto. Chacabuco—Laguna San Rafael y nos da las instruccionesrespectivas. Marta Ojeda, la dueña del lugar, nos lleva al aeropuerto por 7000p.Ch. Todo es muy familiar. Salimos a las 10 hrs., en el vuelo LAN 75, rumbo aBalmaceda. Aterrizamos en dicho destino a las 11 hrs., pero tomamos carreterahacia Pto. Chacabuco, en una camioneta Transfer, hasta las 12. Hrs. Está nubladoy la temperatura es de 6°C. A los 5 minutos del arranque empieza a llover.Vamos viendo, en partes, los troncos, ya lavados, de los otrora bosquespatagónicos quemados. Unos minutos más y la lluvia se ha convertido entormenta. Al cabo de una hora pasamos por Coihaique. Y de este lugar a Pto.Chacabuco haremos una hora más. Puerto Chacabuco es un poblado de, más o menos, 1000 habitantes. Elconductor nos lleva al hostal Estrella. Descendemos en medio del chubasco. Elhostal es una casa particular con dos recámaras para huéspedes en la planta alta.En medio de éstas hay un baño. Pagamos por esa noche 15000 p. Ch.= 319 p.M.Se nos hace caro, pero más caro es el hotel Loberías donde una habitación cuesta300 dll. Por día. Tengo que confirmar nuestro zarpe en el hotel Loberías del Sur, que ya hemencionado, y comprar algunos víveres. Como la lluvia no cesa, no me quedamás remedio que arriesgarme a salir con todo y agua. El aire sopla helado y me

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5- Vista parcial del glaciar San Rafael.

tambalea con su energía. Cubro lo pendiente y regreso al hostal. Más tarde dejade llover. Corremos la cortina de una de las pequeñas ventanas y hasta entoncespodemos ver las boscosas montañas coronadas de nieve.

OCT. 7. Nos presentamos a las 7.30 hrs. en el hotel “Loberías del Sur” (muycercano al hostal Estrella) para iniciar la travesía al fiordo llamado Laguna SanRafael, en el catamarán “Chaitén”. Del vestíbulo del hotel ―muy elegante, demadera y estilo alemán— nos trasladaron al muelle, situado como 100m. terrenoabajo, en unas camionetas tipo vam. A las 8.00 hrs. en punto nos dieron labienvenida y zarpamos. Navegamos primero por el Seno Aisén, después por elCanal Costa que más adelante (al sur) se llama Estero Elefantes (en otro tiempohubo en éste elefantes marinos). El amanecer estuvo brumoso, pero de vez encuando se podían ver los rayos del sol atravesando ventanitas de la masanubosa. Viajábamos un poco menos de cincuenta personas, o sea que laembarcación iba tripulada a la mitad de su capacidad. Por babor íbamos viendolos cerros nevados del cordón costero. Muy cerca de las 14. hrs. Atravesamos elúltimo tramo del río Témpanos para entrar en la laguna, de 15 km. de largo comopor 6 km. de ancho máximo. Aproximadamente media hora después el capitánanclaba su nave en un punto intermedio de dicho cuerpo de agua. Nos dieronchalecos salvavidas y de diez en diez fuimos abordando las lanchas neumáticas(zodiaks) que nos acercarían a la lengua del glaciar, de dos km. de ancho en sudesembocadura. Conforme se acerca la lancha que tripulamos aumenta elnúmero de témpanos de hielo y continuamente se perciben los golpecillos dealgunos de éstos en el fondo de la embarcación con motor fuera de borda. Elazul del hielo del glaciar contrasta con el blanco de la nieve de los lomosmontañosos a los flancos de la avenida, cuyas alturas no exceden de 1141.m.s.n.m. Este es el espectáculo de la Patagonia, el espectáculo de la antesalasola y fría del fin del mundo. Nos deja sin palabras. El paisaje es … Colosal,increíble, majestuoso, dramático, impresionante, sensacional, sublime… No hayun solo adjetivo para calificarlo. Es todo eso y más. En las paredes rocosas de laboca del cañón hay marcas hechas en diferentes años, a partir de la década 1980,que registran el ritmo con el cual el ventisquero milenario se contrae debido alsobrecalentamiento del planeta (200 m. al año). A las 17hrs., más o menos,emprendemos el regreso a la nave nodriza (el catamarán) siendo aún tempranoempieza a caer la noche y se incrementa el frío. A bordo los cristales del lasventanas se han empañado por la calefacción en las estancias del buque. Unmiembro de la tripulación de mando nos dice que se nos espera en el salón deplanta alta para celebrar. El general Juan Gallardo, a quien acabamos de conocerhace pocas horas, me dice: “vénganse a nuestra mesa”. Da principio una fiesta.

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6- Mapa vial de Coihaique y su emplazamiento interandino.

Hay barra libre. Como no tienen brandy pido que me sirvan medio vaso de vodkaShtolishnaya. Hay música viva. El ejecutante hace una pausa para que elcoordinador de la ceremonia nos presente por grupos. ―Nos complace tener a bordo –dice– gente de Alemania, Chile, Colombia,España, Francia y México (somos los únicos mexicanos en la travesía). Me pareceque los aplausos suenan más fuerte al término de esta última presentación. Unode los integrantes del grupo de Gallardo nos envía a Martha y a mí, sendas copasde champaña lo cual agradecemos y brindamos. Entonces Gallardo nos comenta,refiriéndose al oferente: — Él fue embajador de Chile en Noruega. La fiesta transcurre en medio de canto, baile, juegos y rifas. Al finalizar ésta,Gallardo me pregunta que a dónde iremos al atracar. Le contesto que nosgustaría ir a Coihaique, consciente de la carencia de transportes que existe por lanoche en Pto. Chacabuco. Entonces él me dice: — Se vienen con nosotros; traemos un bus y vamos a una cena en Coihaique. Es un bus en el que viajan 16 militares retirados. Ellos se apean en el lugar de sucita y después de despedirse, nos mandan con su conductor, él sí de uniformemilitar, al centro de Coihaique. Son más de las once de la noche. Un bus esdemasiado vehículo para las tres personas que quedamos en él, mas con todo,ahí vamos. El conductor nos platica que todos los integrantes del grupo, paraquienes maneja, son generales retirados. Después de un breve recorrido debúsqueda por Coihaique nos deja en el hotel Austral, en la calle Colón. La dueñade éste, que nos recibe, nos ve bajar del bus y se sorprende. La habitación noscuesta 25000 p. Ch. = 532 p.M al día (un poco caro, pero qué podíamos hacer). Eledificio del hotel es de madera. Muy bonito. De momento no hay nada más que describir. Aún no tenemos una imagencompleta de Coihaique y es hora de encontrarse con la almohada.

OCT. 8. Por efecto de la luz solar, naturalmente despertamos. Martha abrió lacontraventana de tablillas y exclamó entusiasmada: ―¡Mira la nieve! Fue hermoso tener, como primera imagen de Coihaique esa mañana, el cerroDivisadero cubierto de nieve atrás del caserío. Coihaique es una población de aproximadamente 45 000 habs., fundada, enun pequeño valle interandino de la región de Aisén (la Patagonia), en 1929. El día entero lo dedicaríamos a caminar por la ciudad, planteándonos comoprimer objetivo, encontrar una casa de cambio. Así que muy temprano nosencontramos en la calle. Empezamos caminando por Colón de S.O. a N.E., y elsegundo descubrimiento del día es ver que por el punto cardinal nombrado al

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7- Vista de Coihaique con el paseo Horn, la Plaza Central y el cerro Cinchao, al fondo.

último, la perspectiva de la calle remata en las crestas nevadas del cerro Cinchao.Cruzamos la calle Barroso y damos vuelta hacia el N.O. (izquierda), en 21 deMayo, y al recorrer tres cuadras estamos ya en la plaza principal que tiene formapentagonal. La calle 21 de Mayo caminada así, tiene como remate visual el cerroLa Gloria, también coronado de nieve. De sorpresa en sorpresa vamosdescubriendo Coihaique. Todas las calles radiales que parten de los vértices del pentágono que es laplaza, tienen magníficos remates visuales. La oficina de información turística queestá en la calle Bulnes, está cerrada y las casas de cambio también. En estaciudad toman muy en serio los días de descanso. El ambiente es muy tranquilo,hasta parece que retrocede uno en el tiempo. La mayoría de las casas tienen unpequeño jardín al frente. En una de ellas vemos tulipanes de corola acopada,como los de Holanda y los de Irán. Comemos en el restaurante Histórico Ricerque parece ser el mejor de Coihaique. Desde su planta alta se ve el Paseo Horn,la plaza principal y el cerro Cinchao. En la plaza central un carabinero, muyamable, nos sugiere acudir por última vez, para cambiar dinero, a TurismoPrado. Le hacemos caso y vamos. No hay servicio, pero está la dueñaacompañada de una señora que después sabremos que es su hermana. Nosatiende. Hemos tenido buena suerte. Coihaique es un pueblo de pioneros. Su arquitectura, toda de madera, revelala existencia de un carácter eminentemente práctico. En la noche también salimos a caminar. Las chimeneas de todas las casasarrojan humo. De regreso al hotel le comenté a la dueña de éste: ―Mire nada más, salimos a caminar para ver si entrábamos en calor y, en vezde eso, entramos en frío.Mi ocurrencia le causó mucha risa.

OCT. 9. Una furgoneta de la línea Transfer nos recogió a las 10 hrs. en el hotelAustral, para llevarnos a Balmaceda. Durante el trayecto fuimos viendo todas lasmontañas nevadas, pues el día estuvo despejado. Despegamos en Balmaceda alas 12 hrs. en el vuelo 74 de LAN., y aterrizamos en Pto. Montt a las 13 hrs. Noshospedamos en el hotel Residencial La Nave ubicado en Antonio Varas esquinacon Ancud, muy cerca de la terminal de buses. Más tarde recorrimos la ciudadcaminando por la Av. Diego Portales que confluye con la Av. Costanera y llegahasta Angelmó, hacia el poniente. En Angelmó platicamos con un comerciantecallejero, llamado Ángel Antonio, que se interesó por la situación política actualde México. A la puesta del sol se veía hermoso el volcán Calbuco. Nosdetuvimos en el mercado de artesanías para comprar un pingüino de lapislázulide 32 mm. de alto, con pico chapeado de oro, que nos costó 5000 p. Ch.=107

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8- Panorámica de Puerto Varas con el templo del Sagrado Corazón, el lago Llanquihue y el volcánOsorno, al fondo.

P.M. Cenamos en el hotel que aparte de céntrico es más económico que aquelen el que estuvimos en la primera visita a esta ciudad, pues su costo por día essólo de 12 000 p.Ch. =255 p.M.

OCT. 10. Temprano hemos acudido a la terminal de buses para abordar uncamioncito que por 700 p.Ch. por persona (15 p.M) nos ha de llevar, en 20minutos, viajando hacia el norte, a la vecina población de Puerto Varas. Apenashemos empezado a caminar por las calles de esta población lacustre, de estiloalemán, y ya podemos percibir su efecto delicioso. En la visita anterior latransitamos fugazmente sin bajar del vehículo, por eso ahora queremospermanecer en ella la mayor parte del día. Amanecimos con cielo nublado quepara el medio día se despejó. Lo permanente fue un cúmulo de nubes sobre elcuerpo nevado del volcán Osorno. En nuestro recorrido identificamos algunas delas casas patrimoniales, tales como la Horn, la Droppel, la Casona Alemana de1914 y la Kuschel de 1915. Vimos el templo del Sagrado Corazón de estiloneorrománico alemán y nos sorprendieron los ulmos, unos árboles vernáculoscuajados de flores blancas. Caminamos por la ribera del lago Llanquihue y antesde abandonar la ciudad (25 000 habs.) estuvimos un buen tiempo sentados enuna banca del muelle, contemplando el panorama. A las 18 hrs. regresamos aPuerto Montt.

OCT. 11. A eso de las 8.25 hrs. salimos del hotel Residencial La Nave y estaballoviendo. Cinco minutos más tarde estábamos en la terminal de buses paratomar el de la línea ETM al aeropuerto, pero éste acababa de salir; sin embargo,nos llevaron, junto con otras personas y por el mismo precio, a la terminal aérea,en una furgoneta de la misma compañía. Despegamos a las 10.20 hrs., con destino a Santiago, en el vuelo 296 de LAN.Seguía lloviendo al abordar. Más al norte estaba despejado. Voy contemplando el paisaje por la ventanilla de la aeronave. La cordilleratiene poca nieve en el sector norte. Ya en Santiago, a las 12. hrs., salimos delaeropuerto Arturo Merino en el bus ETM, por 1200 p.Ch.= 25.50 p.M. por per., elcual nos deja en la Av. O'Higgins, frente a la terminal “Los Héroes” del metro. Deahí al barrio París-Londres tomamos un taxi que nos cobra 1000 p.Ch. y nosinstalamos nuevamente en el Residencial Londres, en la habitación 24, conbalcón a la calle. Por la tarde visitamos el barrio Bellavista con bares que sacan sus mesas a labanqueta. En la calle del mismo nombre hay joyerías especializadas enmanufacturas de lapislázuli. En una de ellas compramos cinco pingüinos y unmoai pascuense, de dicho material, para regalar.

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9. Terminal aérea de Puerto Montt. 10- Panorámica de Santiago viendo hacia Las Condes y Vitacura con el cerro El Plomo, al fondo.

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11- Barrio París-Londres en Santiago.

OCT. 12. Visitamos el Museo Chileno de Arte Precolombino en Bandera 361. Este museo está instalado en una casa del siglo XIX, de dos patios y dosplantas. Los primeros tienen orientación norte-sur. Entramos por el patio nortey de ahí a la puerta de la recepción. Faltaban 10 minutos para que abriera, eralas 9.50 hrs. Delante de nosotros hacían cola los niños de una escuela. Abrió: ala derecha del mostrador de recepción está la escalera que lleva a la colección.En el muro de su rellano hay un gran mapa de América, en relieve y en metal,que se continúa en el lecho bajo del techo mediante dobleces. En el mapa semarcan las áreas de las que provienen las piezas artísticas expuestas, y éstas son:Mesoamérica, el Área Intermedia (Centroamérica, Colombia y Ecuador); LosAndes Centrales (culturas preincaicas y quechua); Área Surandina (desde losmapuches hasta los onas y yaganes). Existe aparte una sala de textiles andinos(culturas paracas, chimú, etc.). En los corredores se exhiben piezas de lasculturas del Caribe y del Amazonas, como la marajoara. La colección, que era de un particular, (Arq. Sergio Larraín García), es de piezasextremadamente finas. Pueden verse las clásicas vasijas-retrato moches, con susvertederos de estribo. Me llamó especialmente la atención, por su exquisitodiseño, una vasija molusquiforme, también moche, de acabado vidriado oesmaltado con vivos anaranjados y sepias sobre fondo crema, de la cual tomé unapunte a lápiz ante la prohibición de tomas fotográficas. En uno de los extremosde la nave del Área Surandina, en medio de luz tenue, nos miran impasibles unasesculturas antropomórficas que a primera vista nos parecen moais de la Isla dePascua; pero, cuando nos acercamos, vimos que se trataba de los Chemamulls o“Gente de Madera”; obra de factura mapuche, cada una como de tres metros dealto, que, según la cédula correspondiente, estaban relacionadas con el culto aLos muertos. Pienso que no deben confundirse con los rewes, que también sonde madera y que son utilizados por las machis en sus ceremonias visionarias. También nos sorprendió una especie de campana de bronce de la culturaSanta María, situada ésta en el noroeste de lo que actualmente es Argentina(cerca de Tucumán). De las diferentes “naciones” mesoamericanas hay muestras muy selectas, conexcepción de las culturas de Oaxaca: la mixteca y la zapoteca (las descollantes),de las que no vimos nada. Esta sala termina con la exposición de un Xipe Totecde arcilla, como de 1.20 metros de alto, proveniente del Totonacapan, de unafinura plástica y una fuerza expresiva que, prácticamente, nos paralizó por unmomento. Al final recorrimos la tienda del museo (en la planta baja). Vimos lahora. La de mi reloj ya no coincidía con la marcada en el reloj de Martha. A mireloj se le había acabado la pila. Eso nos llevó a buscar un tallercito de relojería.

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12- Piezas del Museo Chileno de Arte Precolombino.

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13- Etnias registradas en el Museo Chileno de Arte Precolombino.

Era día festivo y la mayoría de los negocios estaban cerrados. Casualmenteencontramos el que buscábamos en uno de los andadores comerciales situados,perpendicularmente, frente a la Plaza de Armas, por la calle Merced. Lo atendíaun tipo con aspecto de escandinavo que al oír nuestro acento preguntó: ― ¿De dónde vienen? ―De México ―contestamos. ― ¿En México celebran el Día de la Raza como aquí? ―Se celebró durante algún tiempo. Ahora ya no porque hubo oposición, porparte de los pueblos autóctonos del país, a que se celebrara. Lo llegaron aconsiderar como una afrenta. ―Lo comprendo ―dijo el relojero―, aquí en Chile lo celebramos porque lascircunstancias son muy diferentes. A estas alturas de la plática ya estaba reparado el reloj. Nos despedimos. En la tarde fuimos a sondear los horarios de salidas a Valparaíso de la estaciónde buses Alameda. Luego caminamos por los paseos peatonales: Estado,Ahumada y Huérfanos, y nos metimos a la librería “Feria Chilena del Libro” a verlibros referentes a Chile. Ahí encontré la obra Guía de campo de las aves de Chilede Braulio Araya y la empecé a hojear, y en momentos a ojear, con eso pudedarme cuenta que es un libro ilustrado con dibujos de línea, en negro. Viendodetenidamente algunas de tales ilustraciones, descubro que aquellas extrañasaves que volaron tan bajo y tan cerca de nosotros en Puerto Varas, se llamanbandurrias. En seguida busco una parte donde se hable de las esfenisciformes(los pingüinos) y no la encuentro. Eso hace que decaiga mi interés de compra.Dejo el libro. Pasamos después por el templo dedicado a la Virgen de la Merced que cuentacon un museo, pero está cerrado. En la Plaza de Armas hay algarabía por ser día festivo y nos sentamos aescuchar a la banda que toca en el kiosco. Ya para terminar su actuación tocados composiciones de mambo que inevitablemente excitan a la audiencia y hayquienes hasta bailan. De ahí fuimos a la estación “Universidad de Chile” del metro y en esemomento ahí mismo empezaba un concierto: un cuarteto moderno integradopor guitarra, bajo, batería y una cantante que enseguida interpreta baladaschilenas muy emotivas. Nos vamos al hotel y ahí nos tomamos una botella devino chileno como lo habíamos hecho el día anterior y como lo haríamos todoslos demás días de estancia en Santiago.

OCT. 13. Amaneció lloviendo y seguiría lloviendo torrencialmente todo el día ygran parte de la noche. Ante la imposibilidad de pasear por Santiago, pensamos

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14- Mercado Central de Santiago.

viajar a Valparaíso, a dos horas en bus desde la capital, pensando que la lluvia noalcanzaría la zona costera. Así que tomamos pasajes en Tur Bus por 3200 p. Ch.por persona. En Valparaíso llovía también y fuerte. Lo único que pudimos hacerfue pasear en trolebús (troley le llaman en el lugar) por las calles Argentina,Colón y Condell hasta cerca del muelle Pratt, y regresar a la terminal. Regresamos a Santiago en una línea de buses más económica: Sol del Pacífico(2000 p. Ch. por per.) En la estación del metro “Universidad de Chile”, haciendo tiempo en lo queamaina la lluvia, descubrimos la explicación de la gran pintura mural que ladecora. Habla de la mítica mapuche. Dice que el canelo es el árbol sagrado deese pueblo y, entre otras cosas:

“… el mundo fue creado por dos serpientes: Mai-Mai y Ten-Ten que también lodestruyeron. La cabeza del dios Pillán, dios de los volcanes y del fuego, observa. Es un diosbenevolente que protege a los hombres…”

OCT. 14. Como consecuencia de la lluvia de ayer, hoy amaneció el cielodespejado. Además se percibe que anoche nevó en la cordillera. Así que anteesto, nos dispusimos a salir lo más temprano que pudimos. Nuestras andanzasempezaron recorriendo el Paseo Estado hasta llegar a la Plaza de Armas endonde, por su portal sur, nos desayunamos, cada quien, un “completo” (un hotdog). Enseguida visitamos el Museo Postal que mostraba una hermosa colecciónde timbres chinos. De ahí al Mercado Central (1864) cuya fachada ve a la callePresidente Balmaceda. Desde este punto, viendo hacia el oriente, parece que lanieve de la cordillera se derrama en el confín de la calle. Siguiendo esta imagenseductora e hipnótica nos dirigimos hacia el Parque Forestal y al Museo de BellasArtes. En el trayecto, al encontrarnos en la esquina acuchillada que forman lacalle Diagonal Cervantes y la mencionada Presidente Balmaceda, me llama laatención un aparador que exhibe locomotoras antiguas a pequeña escala.Mientras las contemplo admirado Martha me dice: ―¡Mira, aquí hay películas de Tarzán! La dueña de la tienda nos invita a pasar y al entrar, nuestro asombro sedesborda al ver el contenido de tan singular tienda: películas (en DVD) de laépoca del cine mudo (Chaplin, Harol Lloyd, Laurel y Hardy, Buster Keaton), lasobras célebres de David Wark Griffith y de Georges Melies; los exitos delimpresionismo alemán como “Metrópolis” de Fritz Lang y “El gabinete del Dr.Caligari” de Robert Wiene. Películas de las décadas 1930 y 1940. De Tarzán,todas las de Johnny Weissmuller, como “Tarzán y su compañera” (1934) del

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director Cedric Gibbons. Del mismo personaje pero con Gordon Scott, “Tarzán yel Safari perdido” (1956) que recuerdo haber visto allá por 1960 en el cineReforma de Tehuacán, Pue. Del cine mexicano: todas las del Santo, las de TinTan, las de Clavillazo y otras muchas ahora consideradas como clásicas. A trespor 10 000. p. Ch. También se venden aquí historietas de antaño: del LlaneroSolitario, de Tarzán, de Rin Tin Tin, de Lassie, de Gene Autry y muchas más. Estar en este espacio inesperado ha implicado una regresión en el tiempo. Esfascinante. Nos gustaría permanecer más tiempo en él para escrutar todas susexistencias; pero esta visita no estaba en nuestro programa, así que debemoscontinuar. El Museo de Bellas Artes está en un elegante edificio de la época de lainfluencia francesa en la arquitectura. Tiene en el frontis un copete con broncesen relieve que ven hacia el Parque Forestal, con calle en medio. En el Parque Forestal hay múltiples especies arbóreas, pero predominan losarces (maples) con sus hojas palminerves. Hay una gran calzada flanqueada porejemplares de esta especie, por la que caminamos verdaderamente complacidos.

Seguimos caminando hacia el oriente, ahora por la ribera norte del Mapocho, yya se ve la altísima mole de la Torre Telefónica, de paredes grises que contrastancon el fondo blanco de la cordillera. Un poco antes de llegar a la Plaza Baquedano, damos vuelta hacia el nortehasta encontrar la calle Pío Nono, por la que llegamos al pie del cerro SanCristóbal. Para subirlo tomamos el funicular (por 1200 p. Ch. p.per. = 25.50 p. M)que en una primer parada nos deja en el Zoológico Nacional. Para ver susejemplares pagamos 2000 p.Ch. p.per. = 42.50 p.M. Hay muchas especies, peronos interesan solamente las de aquí: Los euquénidos (llama, guanaco, alpaca yvicuña), los cérvidos (pudu y huemul), los cisnes de cuello negro, los pingüinos,los ñandúes y los cóndores. En el coto de Pingüinos hay dos especies de lasdiecisiete que de ellos existen en el mundo: pingüino de Humboldt (Spheniscushumboldti) y pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus). Habíamos vistoestas aves sólo en fotografía, pero ahora que las contemplamos en vivo nosparecen sensacionales, con su traje de etiqueta, su Jocoso andar y su nadovelocísimo, de saltos por encima del agua. Realizamos la segunda parte del ascenso también en funicular. Hemos llegadoa la cumbre del cerro (864 m.) y el panorama de Santiago es magnífico, con eltelón de fondo que tiene que es la imponente cordillera vestida de sempiternanovia. El incipiente calor del medio día nos envuelve y para mitigarlo, en larefresquería de la cima del cerro, pedimos sendos vasos de “mate con huesillo

helado”, que es una bebida dulce y refrescante de trigo y duraznos con todo ycarozo. En la tarde fuimos a la Feria Artesanal “Santa Lucía”, situada al sur del cerrodel mismo nombre y separada de éste apenas por la avenida O′Higgins. En la noche, de regreso al hotel, en el vagón del metro vimos a tres personasde la etnia mapuche platicando en su idioma (mapudungun): un varón y dosdamas. Una de ellas vestía su atuendo típico: un collar dorado de varias vueltas,una trenza sujeta con listón y un chalequito tejido, de motivos muy coloridos. Deno ser por este detalle casual, podríamos haber pensado que en Santiago no haypoblación autóctona. En el Paseo Estado, mientras caminamos el último tramo de la jornada, dosguitarristas tocan a los Beatles en versión instrumental.

OCT. 15. A la Quinta Normal llegamos en el metro. La estación de éste, con estemismo nombre, es una estación—museo, pues tiene seis vitrinas que exhibenobjetos incaicos de un entierro hecho en el pasado remoto en este mismo lugar.Por otro lado la arquitectura de la estación es admirable. La salida de ésta lolleva a uno directamente al gran jardín de 40 hectáreas que no está declaradocomo jardín botánico, pero que de facto lo es por la innumerable cantidad deespecies ahí plantadas. Son maravillosas y las contemplamos en lo que abre elMuseo de Historia Natural, incluso nos da tiempo de visitar el Museo Ferroviario,instalado también en un espacio de la misma Quinta. En él hay diseminadas unasquince locomotoras de vapor: unas muy pequeñas y otras muy grandes.Pequeñas, por ejemplo, la construida en Suiza en 1845 por Smocheweren, cuyavelocidad máxima era de 30 km. por hora y que aún luce bien pintada de verde yestacionada junto al pabellón que recrea una antigua estación con maquinariapara cambiar vías y otros artefactos propios de aquel oficio ferroviario. Ahí mismo, montada sobre una pared, hay una gran maqueta, con relievetopográfico a escala, que muestra el tendido de rieles que existió ( o que existe)desde las ciudades norteñas del país hasta Puerto Montt. En otra área está una locomotora, algo más grande, que es la tipo K 3045,fabricada en 1906 por la empresa Borsing de Alemania. Dicha máquina trabajóen el norte de Chile hasta 1966. Está enganchada a un viejo vagón chapeado conmadera. Hay locomotoras aún más grandes, de bielas visibles y robustas chimeneas, yreposan entre flores finamente cultivadas.

En la Quinta Normal hay un lago desde el que se ve, en días claros como el dehoy, la omnipresente y blanca cordillera de los Andes.

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15- Etnias de Chile.

El Museo de Historia Natural está instalado en un imponente edificio defachada neoclásica. Parece que ya abrió. Como hoy es domingo la entrada eslibre. En su salón central, de gran altura y decorado con motivos exóticos, seexhibe un esqueleto de ballena azul (Balenoptera musculus) de más de 20 metrosde largo. Hay, alrededor de éste, algunos animales disecados; y en maqueta, aescala natural, el antecesor prehistórico del guanaco. En la planta alta hay unaréplica del esqueleto de un Carnotaurus Sastrei hallado en Argentina. Esteanimal era un dinosaurio carnívoro muy parecido al velocirraptor. En la sección de antropología hay un gran mapa que muestra las áreas queocuparon los diferentes grupos autóctonos de Chile: atacameños, diaguitas,changos, chiquillanes, picunches, pehuenches, puelches, mapuches (araucanos),huilliches, cuncos, poyas, chonos, tehuelches (patagones), alacalufes, onas(selk′nam) y yaganes. Se exhiben también dos moais (esculturas), originales, dela Isla de Pascua (Rapa Nui). Hay dioramas de piso a techo, que recrean lasdiferentes zonas bióticas de Chile. En la sección de arqueología: cerámica diaguita bellamente decorada,cerámica y cestería del pueblo mapuche. Esta cestería es de tejido muy fino.Hay pipas, tambores rituales de un parche; una clava de mando, de piedra, notan fina como la que vimos en el Museo Chileno de Arte Precolombino. Esmagnífico el diorama que recrea la ceremonia de una machi (sacerdotisa) con unrehue de siete peldaños. Entre los mapuches, el rehue –que es una esculturaantropomórfica, de un tronco tallado, con peldaños a base de simple ahueca-do― es el elemento mediante el cual la machi asciende espiritualmente y secomunica con el ultramundo (wenumapu). Los rehues no deben confundirse conlos chemamuys. Generalmente el rehue, plantado frente a la ruca (choza) de lamachi, en las ceremonias (nguillatún) se engalana con banderas y ramas decanelo (Drimys winteri Forst), maqui y laural. La machi tañendo su tambor ritual(kultrún) entona sus cantos implorando y agradeciendo por el bienestar de sucomunidad a la vez que expresa parabienes por el nuevo día. En tiemposremotos incluso imploraban por el buen estado de los bosques de araucarias. LaAraucaria araucana es un árbol originario de Suramérica, que puede llegar a vivirhasta mil años, cuyo fruto es un piñón que constituía el alimento básico tanto delos mapuches como de los pehuenches. Después de comer ascendemos, por sus escalinatas, al Cerro Santa Lucía paracontemplar la ciudad en contraste con la cordillera de los Andes; ahora sí, sinuna sola nube. En el mirador de la cima hay demasiada gente y su área espequeña. En el invierno de 1834, Charles Darwin estuvo aquí y sobre esaexperiencia después comentaría:

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“Es un gran placer escalar el Cerro Santa Lucía, una pequeña colina que selevanta en el centro de la ciudad desde la cual la vista es verdaderamenteimpresionante y única.” Más tarde deambulamos por el Paseo Estado en el que han colocado untianguis de libros. Curioseando éstos encontramos uno, publicado inicialmenteen 1957, intitulado “Prehistoria de Chile Central”, de un célebre intelectualchileno llamado René León Echaiz, nacido en 1914, miembro de la Real AcademiaEspañola de la Historia. Lo compro. La obra inicia hablando de los pehuenches ysu inmigración paleolítica cordillerana, y termina comentando el inicio de lostiempos históricos en la capitanía de Chile; cuando los españoles habíanestablecido ya encomiendas.

“Ya en 1546 don Pedro de Valdivia logra pasar sin tropiezos el río Maule ysigue avanzando hacia el sur.”

OCT. 16. Valparaíso nuevamente. Mientras esperamos en un andén un bus económico a Valparaíso, conocemosa una dama de nombre Maria Teresa Pinto Moreno por ser, a esa hora (8 A.M.),la única persona que comparte nuestras expectativas de viaje. Inmediatamente se percata de nuestro acento extranjero y nos preguntasobre nuestra procedencia.― Pensé que eran bolivianos, porque en Bolivia, como en México, se habla

muy clarito el castellano. ― nos dice. Maria Teresa es agente de arte y cultura en Iquique y viaja frecuentemente aValparaíso por trabajo y porque además ahí tiene muchos amigos; también,porque es la forma en que ella huye del calor de Iquique. Nos habla de Perú y de cómo tratan ahí a los visitantes. Ella ha visitadodiferentes lugares de ese país; entre ellos, Machu Picchu. El bus que esperamos por fin llega. Es uno de esos que les llaman de dospisos. Nos toca a los tres en el compartimiento inferior. Al entrar en élencontramos a dos personas que lo han abordado antes. Quizá en Puerto Monttque es desde donde nos dicen que viene dicho bus. De modo que viajamos ahísólo cinco personas. Vamos a nuestras anchas. Durante el viaje seguimos platicando. Hablamos, entre tantas cosas, de lo queen Chile saben de México. María Teresa dice que conocen muy bien a nuestrospróceres, sobre todo al Benemérito de las Américas: Benito Juárez. En esepreciso momento el pasajero que va sentado delante de mí, y que nos vieneoyendo, salta de su asiento, voltea y dice con orgullo: ― Yo soy descendiente de Benito Juárez.

Y nos muestra una credencial para que verifiquemos su nombre y con ello suaseveración: Alfredo Eduardo Arce Juárez. Él es agente de turismo y viaja con suesposa que duerme y seguirá durmiendo el resto del viaje. Con esta intervenciónse une al corrillo de parlantes hasta nuestro arribo a Valparaíso: “la albacora delSur, Reina del agua”, como la llamó Pablo Neruda.

Salimos de la terminal de Valparaíso a la avenida Argentina y lo primero quenos llama la atención es el enorme edificio del Congreso Nacional. El cielo estánublado, pero no llueve y eso ya constituye una ventaja para caminar.Caminamos. Valparaiso es una ciudad portuaria cuyo litoral conforma una bahía abiertahacia el norte. El área adyacente a la playa es plana; pero hacia el sur, seencuentra semicircundada por una cadena de cerros en los cuales las callesserpentean hasta el delirio, y las construcciones, multicolores y multiestilísticas,se encaraman en las laderas como confeti. En la primera etapa de esta visita caminamos por la parte plana de esta ciudadde 285 000 habitantes, aproximadamente. Después (segunda etapa), parados enuna esquina de la avenida Francia, pretendemos tomar un camión que nos lleveal cerro La Cruz. A una chica que pasa, acompañada de su perrito, le pedimosque corrobore como acertada nuestra pretensión. A lo que nos contesta: ―Yo les sugiero que no vayan a ese cerro porque es muy peligroso. En todocaso mejor visten el cerro Mariposa. Yo voy para allá. Si quieren los guío. Aceptamos la invitación y cinco minutos más tarde estamos abordando elascensor al cerro Mariposa.

Del cerro Mariposa pasamos al cerro Florida. Una señora que transita junto connosotros una de esas solitarias calles, nos dice: ― Les sugiero que guarden su cámara. Por aquí no falta quien, de pronto, pasacorriendo y se las arrebata. Le agradecemos la sugerencia y la acatamos.

En el cerro Florida hallamos “La Sebastiana”, una de las tres casas que tuvo enChile Pablo Neruda. Pero desafortunadamente está cerrada. Los lunes no abre. El paisaje de los cerros es pintoresco, aunque se advierte, por lo descascaradode muchas paredes y lo oxidado de muchos techos de lámina, que esta parte altade la ciudad la habita la clase media que no dispone de excedente económico.Esto nos lleva a reflexionar sobre lo relativo que es el concepto “pintoresco”,pues si tuviéramos que ascender estas calles diariamente, tal vez dejaríamos depercibir el paisaje como ahora lo hacemos.

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16- Sala Toribio Medina de la Biblioteca Nacional de Chile.

Descendimos el cerro Florida en un camioncito de servicio urbano que veníaatestado y a exceso de velocidad por las curvas calles de su ruta. Cuando loabandonamos, recobramos la confianza por momentos perdida.

Por la noche, en Santiago, la estación Los Leones, del metro, es dearquitectura futurista; saliendo de ella una banda callejera de ragtime tocaalegremente. Tomamos la calle Suecia del barrio del mismo nombre. Hemosvenido aquí porque supuestamente encontraríamos la Casa de la Cultura deMéxico, pero ésta aquí ya no existe. Sin embargo la búsqueda nos ha servidopara conocer el barrio Suecia-Bosque Norte que es una zona de la ciudad muyelegante, con altos edificios, restaurantes de lujo, vistosas tiendas, bazares deantigüedades finísimas y galerías de arte. Un contraste total con respecto a losbarrios cerriles de Valparaíso.

OCT. 17. Como agradecimiento al buen trato que hemos recibido del pueblochileno, quiero donar un ejemplar de mi poemario “El rincón de lo inútil esbello”, y pensamos, Martha y yo, que el mejor lugar para hacerlo es la BibliotecaNacional. Así que iniciando el día nos dirigimos, caminando porque está muycerca de nuestro hospedaje, al edificio sede de tan noble institución. Le planteamos al personal de recepción nuestra pretensión y entonces nosconducen a una oficina en la que se encuentran dos damas. Una de ellas nosatiende. le digo que queremos hacer una donación y que somos mexicanos. Mecontesta: ― De lo último ya me percaté. ¿De qué parte de México vienen? ― De Oaxaca ― dice Martha. ― ¿De Oaxaca? Yo estuve hace tiempo en la ciudad de Oaxaca.En la casa de un amigo de nombre Carlos Jiménez. ― ¿Qué es arquitecto? –inquiero. ― Sí. ― ¿Y que tiene un hermano que es médico? –continúo. ― Sí y también su papá es médico –me dice. ― ¡Yo lo conozco! ― ¿De veras? –Exclama con asombro. ― Sí. Fuimos compañeros de trabajo, también hace tiempo. La señora se llama Millaray Durán, y nos pide entonces que la acompañemosal departamento de recepción de libros. Ahí me extienden la boleta de recibocorrespondiente (la 03874). ― No se vayan todavía –nos dice la señora Durán―. Los voy a llevar a conocer

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la parte más importante de la Biblioteca: la sala “Toribio Medina”. ― José Toribio Medina Zavala –nos va diciendo–, santiaguino nacido en 1852,fue un eminente polígrafo, bibliófilo, historiador y benefactor de la BibliotecaNacional de Chile, que viajó por Europa y América coleccionando libros. EnMéxico, por ejemplo, en la época de la revolución mexicana, evitaba que lasoldadesca quemara libros en las noches de frío, comprándoselos a peso cadauno. En 1925 donó su acervo a la Biblioteca Nacional, el cual consta de 22 000volúmenes y 500 manuscritos. Él mismo diseñó la sala que lleva su nombre, y nosólo eso, dirigió la ejecución de tal acondicionamiento. Era un sabio. Durante suvida de escritor, que comenzó más o menos cuando contaba con 21 años deedad, produjo 408 títulos. De ellos, 382 se conservan en la sala que enseguidavamos a ver. Llegamos a la Sala Medina. Entramos. Huele a madera fina. Es muy elegante.Es una sala de gran altura con estanterías en tres pisos. Las dos superiores serecorren por medio de balcones perimetrales. Sobre la puerta hay un gran óleode generatriz horizontal. A un lado de la misma hay un gran globo terráqueocomo de 90 centímetros de diámetro. Al centro de la sala hay dos grandesmesas; cada una, con una hermosa lámpara apoyada. En una esquina del recintoestá la encargada de la sala, atrás de un escritorio. La señora Durán le pide a la encargada el catálogo de libros de México. Unavez éste en sus manos, nos lo pasa para que lo escudriñemos y escojamos algunode los ahí catalogados. Titubeamos y la encargada de la sala también, porque elpréstamo sólo se le hace al público especializado y nosotros nada más somosunos simples turistas. Pero la señora Durán insiste y tanto la encargada comonosotros finalmente aceptamos. ― Mientras consultan algún libro voy a ver un asunto y enseguida vuelvo.Espérenme aquí –dice la señora Durán. Le pedimos a la encargada un libro sobre Oaxaca intitulado “Don AntonioBergosa y Jordán, Obispo de Antequera” editado en 1812, que es como uncompendio de sermones. De él leemos párrafos al azar. En uno de ellos el obispose refiere a los insurgentes novohispanos (o mexicanos) como “hijos de Satanás ydel tirano”.

Regresa la señora Durán. Hacemos comentarios. Ahora nos lleva a su oficinapara obsequiarnos unos manuales de información sobre la Biblioteca Nacional.De ahí nos traslada al gran salón central en el que hay una exposición de Sewellcon motivo de su declaración como Patrimonio Cultural de la Humanidad. ― Véanla –nos dice–. Aquí los dejo. A continuación nos despedimos con afecto mutuo.

Sewell es un ex campamento minero, a 150 Km. de Santiago y a 55 deRancagua, desplantado a una altitud de 2140 m. en la cordillera de los Andes,fundado en 1905 por la Braden Copper Company para explotar la mina ElTeniente que permanecía abandonada desde finales del siglo XIX. Chile tiene cinco sitios del Patrimonio Mundial: la isla de Pascua (1995),dieciséis templos de madera de Chiloé (2001), el área histórica de la ciudad deValparaíso (2003), las oficinas salitreras Humberstone y Santa Laura (2005) y elcampamento minero Sewell (2006). En la exposición se muestra el último en unagran maqueta. Maquetas menores ilustran el sistema estructural, de madera, delos edificios de la llamada coloquialmente ciudad de las escaleras. Hay tambiénfotografías y muestras de algunos equipos propios de la industria minera. Finalizamos nuestra visita anotando un comentario en la libreta de visitantes.

El siguiente punto en nuestro itinerario de hoy es el barrio Suecia―BosqueNorte, porque queremos admirar las obras de la vanguardia arquitectónicacontemporánea de Chile. Anoche ya no pudimos desahogar este propósito. Paraesto viajamos en el metro hasta la estación Tobalaba.

En la esquina acuchillada que forman las avenidas Bosque Norte y Tobalabavemos un edificio, de varios niveles, con uno de sus paramentos curvo en ladirectriz horizontal. Es el edificio Consorcio–Vida, construido entre 1992 y 1994.En una de sus paredes de la planta baja hay una placa con los nombres de losintegrantes del equipo que lo diseñó: Enrique Browne, Ricardo Hudson, BorjaHuidobro y Chemetov. Lo original del edificio es la forma en que los diseñadoressolucionaron la fachada principal, expuesta al poniente. Para protegerla delasoleamiento vespertino dispusieron sobre su superficie, jardineras conenredaderas y un entramado, de gran transparencia, por el cual los tallos trepancreando una cortina vegetal. Ahora caminamos por la avenida Apoquindo. Cerca de la estación El Golf hayun atractivo edificio con el paramento de su fachada curvo también, pero en ladirectriz vertical. De pronto vemos un rostro que nos parece conocido. ¡Ah!... Sí, es la hermana de la dueña del negocio Turismo Prado queconocimos en Coihaique seis días atrás. Nos aproximamos. ― Miren dónde nos vinimos a encontrar, –dice ella–. ¿Qué les parece Santiago? ― Magnífico, sobre todo esta zona de la ciudad –le dice Martha. ― No cabe duda que Chile es Santiago –exclama la señora. ― Pues parece que sí –le contesto sólo para no contradecirla–, pero me quedopensando: ¿Nos habrá querido decir algo así como “fuera de Santiago todo es

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Cuautitlán”? Al estilo de quienes sobreponderan la ciudad de México. Pienso acontinuación que ésta es la forma en la que ella expresa su orgullo deSantiaguina y nada más. Comentamos algunas otras cosas triviales y nos despedimos con muchafamiliaridad. Sobre la avenida Apoquindo, que es un gran muestrario de arquitecturaactual, vemos un edificio–torre cuyo diseño, no cabe duda, está inspirado en eledificio Chrysler de Nueva York (1929) del arquitecto William van Allen.

Del barrio Suecia–Bosque Norte nos trasladamos al barrio O'Higgins. En laesquina de Alameda con Dieciocho vimos un edificio muy bello, posiblemente deprincipios del siglo XX, a juzgar por el estilo de éste, de la autoría del arquitectoRicardo Larraín Bravo. Luego, caminando hacia el sur por la calle Dieciocho,encontramos la calle Santa Isabel, lugar del Instituto Geográfico Militar, dondecompramos un mapa topográfico de Laguna San Rafael en escala 1: 250 000. Una pareja nos encamina amablemente hacia el Parque O’Higgins. Poco antesde llegar al mencionado sitio, nos llevamos una agradable sorpresa al encontraruna plaza ornamentada con la estatua de Alonso de Ercilla y Zúñiga, que,obviamente, lleva el nombre del insigne personaje. Ercilla, viajero, militar yliterato madrileño del siglo XVI, es el autor de La Araucana, monumental poemaépico de cuatro mil cuatrocientas octavas reales, a través del cual describe laconquista de chile. En él se advierte la admiración que Ercilla tuvo por loscombatientes mapuches. Voltaire en su “Ensayo sobre la poesía épica” dijo del autor en cuestión: “En el transcurso de esta guerra, Alonso concibió el proyecto de inmortalizar asus enemigos inmortalizándose a sí mismo. Fue al mismo tiempo el conquistadory el poeta”.

Estamos ahora en el Parque O’Higgins. Éste tiene una sección pintoresca a laque llaman El Pueblito porque es la recreación de un pueblo típico de Chile. Ensu demarcación hay un acuario y un museo de insectos y mariposas que ya novisitamos porque la nutrición tiene prioridad.

Nos vamos a comer al Mercado Central. Su edificio fue diseñado por elarquitecto Manuel Aldunate que había estudiado en Santiago y en París. endicha obra Aldunate contó con la colaboración del arquitecto Fermín Vivaceta,quien solucionó la estructura.

En el Mercado Central abundan los locales para comer. Los promotores deéstos, por los pasillos, casi nos jalan en su afán de ganarnos como clientes.finalmente optamos por uno. Nos atiende un mesero muy joven. ― Son mexicanos, ¿Verdad? ― Sí ― Pues bienvenidos a Chile –nos dice. Pedimos salmón con puré de papas y una botella de vino blanco. La papa esomnipresente en la mesa chilena. Nos sirven tan abundantemente que hasta pienso que no voy a poder contodo. Por supuesto no falta la salsa de ají chileno, que es el único chile que hayen esta latitud. Al final nos sirven un licor digestivo por cortesía de la casa. Pagamos, contodo y propina, 11 000 pesos de aquí (234 p.M.). Barato. ¿O no?

Ahora vamos al Museo Histórico Nacional, ubicado frente a la Plaza de Armas.En él, a través de objetos de diferentes épocas, se describe la historia de Chile.En la sección del período prehispánico hay un rehue mapuche. En la de la épocacolonial: muebles, pinturas, atuendos, utensilios de cocina y diversas cosas másque conformaron aquella cotidianidad. En la del siglo XIX: el revolver con el quese quitó la vida, en 1891, el presidente José Manuel Balmaceda; también hay unagran maqueta que recrea Santiago en su desarrollo decimonónico. En ella se venalgunas edificaciones que hoy ya no existen, como el convento de las monjasClaras que fue sustituido por la Biblioteca Nacional, el puente Cal y Canto queunía Santiago con La Chimba. La avenida O’Higgins era una alameda con unaacequia que en cierto punto de su parte oriente se bifurcaba.

En la Plaza de Armas, a la hora del ocaso, reina la algarabía. Por un lado hayun mimo, por otro unos cómicos; más allá un grupo de músicos folcloristas,acullá un flautista. Pintores por doquier exponiendo y pintando cuadros conpaisajes de esta tierra encantadora. En una de estas pinturas estánrepresentados los picos nevados del Osorno y del Puntiagudo desde un punto devista en el que parecen traslaparse. Óleos, acuarelas, acrílicos con paisajes deeste bello país hermano, cuna de poetas como Pablo Neruda, Gabriela Mistral yVicente Huidobro; de novelistas como Manuel Rojas, María Luisa Bombal e IsabelAllende; de cuentistas como José Victorino Lastarria y Guillermo Blanco; depintores como Roberto Matta Echavarren, Nemesio Antunez y Carmen Aldunate;y de cantautores populares como Víctor Jara y Violeta Parra. Algarabía, alegría y más algarabía. Así es como Chile nos despide.

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OCT. 18. Tomamos un taxi en la calle París que nos lleva a la terminal de busesCentro-Puerto, cerca de la estación Los Héroes (metro). Esperamos un poco y alas 10.30 hrs., por 1200 p.Ch. (25 p.M. por cada uno), salimos en un bus conrumbo a la terminal aérea internacional. En el aeropuerto Arturo MerinoBenítez, que así se llama dicha terminal, permanecemos varias horas. En laaduana no nos hacen abrir las maletas. El avión B 767 de LAN despega a las 15horas. En la aduana de México nos tocó luz verde. Desde el mismo aeropuertosalimos a Puebla en autobús Estrella Roja (corrida de las 23 hrs.). Llegando aPuebla un taxi nos llevó, por 30 pesos, al hotel Real Pedregal, cerca de la CAPU,precisamente en boulevard Carmen Millán 73, Sn. Felipe Hueyotlipan. Lahabitación nos costó 180 pesos. Estábamos verdaderamente cansados.

OCT. 19. Tomamos un taxi a la CAPU. El conductor de éste nos hizo plática conel controvertido e inevitable tópico de la violencia que en estos días vive laciudad que atrora fuera la nueva Antequera, a la que vamos. A las 10.45 horassalimos en el ADO., a Oaxaca. A las 15.15 habíamos llegado a nuestra ciudad deresidencia; después de un recorrido de más de 18 000 kilómetros, en el queaprendimos mucho.

EPÍLOGO(O a manera de tal)

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IMPRESIONES DE CHILE

Chile es una inmensa serpiente blanca chapoteando en el mar, marcada con una veta parda en Atacama,un prado al oeste del Tupungatoy lunares azules desde el Reloncaví hasta sus archipiélagos australes.El sur de la serpiente es una fiestade pingüinos.El Llanquihue es un mar de agua dulce a la orilla del mar, vigilado poruna nutrida escolta de volcanes.Tierra tejida con siglos de mimbres mapuchesy cóndores quechuas.Galope de guanacos y bosques de araucaria mientras el magnetismo se hace aurora.Chile es un desfile de gigantescon atuendo de nieve desbarrancándose en el mar.Sus glaciares azules tocan roncos tamboresde otras edades.Leyendas tehuelches danzan en su delgado piecolgado en el abismo.Chile es la orilla larga, la orilla rota del confín austral.