un desafío a los astrónomos.doc

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UN DESAFÍO A LOS ASTRÓNOMOS El P. Charopin, célebre astrónomo jesuita, salió de San Luis de Misuri a fines de 1.888, con los sabios Prichet, Nipher, Engler y Valler, para estudiar, cerca de San Francisco, en Norman, el eclipse de sol del 1.º de enero de 1.889. Transcribimos unas líneas de la carta que escribió después del suceso: “De los cinco astrónomos de la expedición, yo era el único católico. La misma tarde de la víspera se nubló el cielo, amenazando tiempo parecido para el día 1º. Se temía que las nubes impidiesen nuestro trabajo. A la noche, ni una estrella; los astrónomos, abatidos. Les animé y prometí dos minutos de sol en la totalidad del eclipse. Prichet me dijo: -¿Es usted profeta, Padre? -Ni profeta ni hijo de profeta. Pero estoy seguro; ustedes no pueden creer ni comprender mis razones. Me pidieron una explicación. -Bien; lo haré: Los católicos tenemos una madre que ustedes, protestantes, desconocen. Ella con Dios lo puede todo, y ama tiernamente a sus hijos. Cuando quiero obtener una gracia, procuro que conmigo lo pidan otros muchos y siempre me la concede. Ahora, en San Luís, centenares de niños y religiosas piden: “Madre, concede al P. Charopin dos minutos de sol”. Por eso estoy tan seguro. Incrédulos, se rieron. Engler me propuso comprometerme, si el cielo estaba cubierto, a ir a pie a Odgen (500 millas). Acepté con una condición, que su vez firmasen ellos que, si hacía sol, se arrodillarían y reconocerían la Providencia de Dios y la protección de María. Así se firmó el contrato. Amaneció el día triste y nublado. Mis astrónomos, desanimados, ni almorzaron. A las diez no había esperanzas. Yo me retiré a rezar el rosario entero; y decía a la Virgen: -Madre, se trata de tu honra: que esos herejes no puedan decir te falta poder. Después obligué a los sabios a ocupar sus puestos. Justo diez minutos antes se abrió el cielo, dejando ver el anillo o corona Dos minutos duró el eclipse. Éxito rotundo. Los profesores corrieron a estrecharme la mano. Mientras, el cielo se encapotaba ocultando al sol. Después de cenar les recordé que estaba sin cumplir una de las partes del contrato.

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UN DESAFO A LOS ASTRNOMOS El P. Charopin, clebre astrnomo jesuita, sali de San Luis de Misuri a fines de 1.888, con los sabios Prichet, Nipher, Engler y Valler, para estudiar, cerca de San Francisco, en Norman, el eclipse de sol del 1. de enero de 1.889.

Transcribimos unas lneas de la carta que escribi despus del suceso:

De los cinco astrnomos de la expedicin, yo era el nico catlico. La misma tarde de la vspera se nubl el cielo, amenazando tiempo parecido para el da 1. Se tema que las nubes impidiesen nuestro trabajo.

A la noche, ni una estrella; los astrnomos, abatidos.

Les anim y promet dos minutos de sol en la totalidad del eclipse.

Prichet me dijo:

-Es usted profeta, Padre?

-Ni profeta ni hijo de profeta. Pero estoy seguro; ustedes no pueden creer ni comprender mis razones.

Me pidieron una explicacin.

-Bien; lo har: Los catlicos tenemos una madre que ustedes, protestantes, desconocen. Ella con Dios lo puede todo, y ama tiernamente a sus hijos. Cuando quiero obtener una gracia, procuro que conmigo lo pidan otros muchos y siempre me la concede. Ahora, en San Lus, centenares de nios y religiosas piden: Madre, concede al P. Charopin dos minutos de sol. Por eso estoy tan seguro.

Incrdulos, se rieron. Engler me propuso comprometerme, si el cielo estaba cubierto, a ir a pie a Odgen (500 millas). Acept con una condicin, que su vez firmasen ellos que, si haca sol, se arrodillaran y reconoceran la Providencia de Dios y la proteccin de Mara.

As se firm el contrato.

Amaneci el da triste y nublado. Mis astrnomos, desanimados, ni almorzaron. A las diez no haba esperanzas.

Yo me retir a rezar el rosario entero; y deca a la Virgen:

-Madre, se trata de tu honra: que esos herejes no puedan decir te falta poder.

Despus obligu a los sabios a ocupar sus puestos.

Justo diez minutos antes se abri el cielo, dejando ver el anillo o corona Dos minutos dur el eclipse. xito rotundo. Los profesores corrieron a estrecharme la mano.

Mientras, el cielo se encapotaba ocultando al sol.

Despus de cenar les record que estaba sin cumplir una de las partes del contrato.

Entonces todos se arrodillaron y dimos gracias a la Virgen por su proteccin. Nipher asegur que era la primera vez que se arrodillaba.

P. Javier Andrs Ferrer, mCR