trabajo fin de grado la dieta macrobiótica … · la dieta que sigue se basa principalmente en dos...
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Irene Ruiz Ramírez
Lucía Antón Vicente
Escuela Universitaria de Enfermería
Grado en Enfermería
2015-2016
Título
Director/es
Facultad
Titulación
Departamento
TRABAJO FIN DE GRADO
Curso Académico
La dieta macrobiótica como terapia complementaria paraenfermedades crónicas
Autor/es
© El autor© Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2016
publicaciones.unirioja.esE-mail: [email protected]
La dieta macrobiótica como terapia complementaria para enfermedadescrónicas, trabajo fin de grado
de Irene Ruiz Ramírez, dirigido por Lucía Antón Vicente (publicado por la Universidad deLa Rioja), se difunde bajo una Licencia
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La dieta macrobiótica como terapia
complementaria para enfermedades
crónicas TRABAJO DE FIN DE GRADO
Escuela Universitaria De Enfermería Antonio Coello Cuadrado
Autora: Irene Ruiz Ramírez
Tutora: Lucía Antón Vicente
ESCUELA UNIVERSITARIA DE ENFERMERÍA
Fecha de entrega: 16/06/2016
Curso Académico 2015/2016. Convocatoria Junio 2016
1
ÍNDICE DE CONTENIDO
RESUMEN………………………………………………………………………………………2
ABSTRACT……………………………………………………………………………………..2
1. INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………3
1.1 JUSTIFICACIÓN DEL TRABAJO…………………………………………………..4
2. OBJETIVOS………………………………………………………………………………….5
3. METODOLOGÍA…………………………………………………………………………….6
4. DESARROLLO………………………………………………………………………………7
4.1 MARCO HISTÓRICO………………………………………………………………...7
4.2 PRINCIPIOS DE LA DIETA MACROBIÓTICA…………………………………….8
4.3 INFLUENCIA DE LA ALIMENTACIÓN MACROBIÓTICA EN LA SALUD……14
4.3.1 Beneficios de la dieta macrobiótica en la salud…………………………..15
4.3.2 Riesgos de la dieta macrobiótica para la salud…………………………..18
4.4 ENFERMEDADES CRÓNICAS SENSIBLES A LA TERAPIA
MACROBIÓTICA…………………………………………………………………...20
4.4.1 Cáncer………………………………………………………………………...20
4.4.2 Diabetes Mellitus tipo 2……………………………………………………...23
4.4.3 Otras enfermedades…………………………………………………………26
4.5 INFORMACIÓN PRÁCTICA PARA LOS PACIENTES. Recetas
macrobióticas………………………………………………….……………………28
5. CONCLUSIONES………………………………………………………………………….31
6. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………….34
ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 1. La Pirámide Macrobiótica, guía dietética para un clima templado…………...10
2
RESUMEN
El estilo de vida actual, basado en la mala alimentación y en el sedentarismo, es un
factor de riesgo clave para el desarrollo de enfermedades crónicas. La macrobiótica es
una filosofía basada en creencias orientales, cuya alimentación y hábitos de vida
ayudan a contrarrestar los efectos nocivos de la vida moderna. Además, sirve como
tratamiento para enfermedades crónicas. El objetivo de este trabajo es comprobar la
capacidad terapéutica de la macrobiótica y, para ello, se ha realizado una búsqueda
bibliográfica de artículos científicos en diferentes bases de datos. La información
obtenida trata sobre los orígenes de esta filosofía, los principios en los que se basa su
dieta, los beneficios que aporta a nuestro organismo, los posibles riesgos por sus
carencias nutricionales, su influencia terapéutica en diferentes enfermedades crónicas
(entre las que destacan el cáncer y la diabetes mellitus tipo 2) y por último, recetas de
alimentos típicos macrobióticos que nos ayudan a llevar a la práctica esta dieta. Las
conclusiones demuestran que la terapia macrobiótica es efectiva si se utiliza de
manera complementaria a otros tratamientos médicos, pero no como única terapia.
Palabras clave: dieta macrobiótica, tratamiento complementario, cáncer, diabetes,
enfermedades crónicas.
ABSTRACT
Our current lifestyle, based on a poor diet and a sedentary life, is a key risk factor for
the development of chronic diseases. Macrobiotic is a philosophy based on eastern
beliefs, in which diet and life habits help to counteract the adverse effects of modern
lifestyle. Moreover, it helps in the treatment for chronic diseases. The aim of this study
is to prove the therapeutic ability of macrobiotic and, in order to do that, a
bibliographical research of scientific articles in different databases has been done. The
information obtained includes various matters such as the origins of this philosophy,
the main points of its diet, the benefits it offers to our organism, the possible risks due
to nutritional lacks, the therapeutic effects of this diet in different diseases (among
which are cancer and type 2 diabetes mellitus) and finally, some recipes of typical
macrobiotic meals that are useful to fulfill this diet. Conclusions prove that macrobiotic
therapy is efficient when used as a complementary form to other medical treatments,
but not as a sole therapy.
Keywords: macrobiotic diet, complementary treatment, cancer, diabetes, chronic
diseases.
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1. INTRODUCCIÓN
La situación alimentaria que vivimos está determinada por dos grandes extremos, en
un lado está la pobreza, el hambre y la escasez de comida de los países
subdesarrollados, y en el otro están las enfermedades crónicas, la obesidad y los
desequilibrios nutricionales causados por el exceso de comida de los países
desarrollados y en vías de desarrollo.
En nuestra sociedad actual predomina un estilo de vida caracterizado por una mala
alimentación, ya que se consume gran cantidad de alimentos procesados, comida
rápida, grasas saturadas, productos refinados, frituras…y todo esto, sumado a la
escasa actividad física que se realiza y al alto nivel de estrés, se convierte en un
importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas (1).
La macrobiótica no solo es un tipo de alimentación sino que también es una filosofía
de vida basada en creencias orientales. Intenta alejarnos de nuestro estilo de vida
poco saludable ofreciéndonos una alimentación natural y orgánica que, junto con la
práctica de ejercicio físico y la reducción del nivel de estrés, nos ayudará a
recuperarnos de nuestro ritmo de vida y a prevenir enfermedades crónicas, o nos
servirá de terapia si ya estamos enfermos (2).
En los últimos años se han hecho numerosos ensayos clínicos para comprobar el
efecto terapéutico de esta dieta en pacientes con diferentes enfermedades, sobre todo
diabetes mellitus y cáncer. Los resultados han sido bastante buenos pero no lo
suficientes como para demostrar su mayor eficacia frente a otro tipo de terapia, esto es
debido a que la mayoría de los encuestados no utilizaba solamente esta dieta, sino
que la combinaba con otros tipos de tratamiento (3, 4, 5).
La macrobiótica es un tema bastante desconocido por la sociedad y sobre el que
existe gran confusión, es difícil encontrar información fiable si no sabemos bien dónde
buscar, por eso es importante que se siga investigando y se dé a conocer al mundo su
utilidad, tanto para la prevención de enfermedades y como para el tratamiento de las
mismas (1).
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1.1 JUSTIFICACIÓN DEL TRABAJO
La macrobiótica es un tema muy controvertido en la actualidad. Tanto su filosofía
como la estricta dieta que sigue son motivo de debate en foros, blogs y demás páginas
de Internet, por lo que podemos encontrar mucha información que nos puede dar lugar
a error.
Aparte de ser una terapia para muchas enfermedades crónicas, es un estilo de vida
que mucha gente sana sigue. Conlleva grandes beneficios a nivel físico y espiritual,
pero también puede traer algunos riesgos para la salud, como carencias nutricionales
debidas a la restricción de ciertos alimentos, por eso es importante conocer bien la
dieta antes de comenzar.
Actualmente, en los países desarrollados y en vías de desarrollo predominan las
enfermedades crónicas, como diabetes, obesidad e hipertensión, causadas por una
mala alimentación y un estilo de vida poco saludable. La macrobiótica, que
etimológicamente significa “larga vida”, ha desarrollado unas dietas basadas en el
consumo de alimentos naturales, ecológicos e integrales, que sirven tanto para la
prevención como para el tratamiento de estas enfermedades.
En los últimos años se han realizado diversos estudios sobre el efecto terapéutico de
la dieta macrobiótica en pacientes con enfermedades crónicas y los resultados han
sido bastante positivos. La mayor parte de la población desconoce este tipo de terapia,
que es bastante útil, económica y conlleva grandes beneficios. Por ello, es importante
seguir investigando sobre el tema para así dar a conocer esta dieta y que pueda ser
considerada como una opción más de tratamiento.
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2. OBJETIVOS
Objetivo general:
Estudiar la alimentación macrobiótica y su capacidad terapéutica en
enfermedades crónicas.
Objetivos específicos:
Definir los principios fundamentales en los que se basa la dieta macrobiótica.
Analizar los beneficios que tiene la dieta macrobiótica en la salud.
Estudiar los riesgos de la dieta macrobiótica sobre la salud con el fin de evitar
posibles problemas potenciales.
Averiguar la influencia de la alimentación macrobiótica sobre el organismo en
el tratamiento de diferentes enfermedades crónicas.
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3. METODOLOGÍA
Este trabajo consiste en un estudio de tipo descriptivo que trata de analizar la dieta
macrobiótica e investigar su influencia en nuestra salud, con el objetivo de comprobar
si es o no una opción válida de tratamiento para enfermedades crónicas.
El estudio va dirigido a pacientes con este tipo de enfermedades que, por una u otra
causa, están interesados en buscar otro tipo de tratamiento o bien en complementarlo
a través de la dieta.
Para ello, se ha llevado a cabo una búsqueda bibliográfica de artículos y libros de base
científica que comenzó en el mes de diciembre del año 2015. Se han utilizado artículos
descriptivos sobre el tema y artículos sobre estudios de casos clínicos que ayudan a
corroborar la información obtenida.
Las fuentes utilizadas para realizar este trabajo han sido:
- Bases de datos científicas: Scielo, PubMed, Dialnet, LILACS, Trip Database.
- Google académico.
- Artículos de revistas científicas.
Se han utilizado las siguientes estrategias de búsqueda:
- Macrobiótica AND dieta / Macrobiotic AND diet
- Macrobiotic AND (therapy OR treatment)
- Macrobiotic AND disease AND therapy
- Macrobiótica AND enfermedades crónicas / Macrobiotic AND chronic disease
- Macrobiótica AND diabetes / Macrobiotic AND diabetes
- Macrobiótica AND cáncer / Macrobiotic AND cancer
- Macrobiótica AND cardiovascular / Macrobiotic AND cardiovascular
- Macrobiótica AND obesidad / Macrobiotic AND obesity
- Macrobiótica AND riesgos / Macrobiotic AND risk
- Macrobiótica AND deficiencias / Macrobiotic AND deficiencies
La bibliografía utilizada ha sido tanto en inglés como en español y se ha procurado que
su antigüedad máxima sea de 15 años, con algunas excepciones como pueden ser los
libros escritos por autores claves para la historia de la macrobiótica o algunos estudios
clínicos cuyos resultados han sido bastante útiles para la investigación.
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4. DESARROLLO
4.1 MARCO HISTÓRICO
La macrobiótica es una filosofía oriental que busca alcanzar una vida longeva y de
buena calidad a través de una alimentación equilibrada, sana y segura, y así lo
muestra su significado etimológico, que proviene del griego makro = larga o gran y
bios = vida (2).
La dieta que sigue se basa principalmente en dos teorías asiáticas milenarias (el Yin y
el Yang y las Cinco Transformaciones), utiliza alimentos naturales, integrales y
orgánicos, adaptados al clima, a la persona y a la actividad física que realiza. La
macrobiótica no solo es una forma de vida sana y equilibrada, sino que también tiene
grandes beneficios en la prevención y tratamiento de muchas enfermedades crónicas
(3).
Esta corriente surgió en Japón de la mano de George Ohsawa (1893-1966), el
considerado “padre de la macrobiótica”, filósofo y médico naturista que adaptó la
medicina tradicional china a la visión occidental y creó varias escuelas por el mundo
dando a conocer su ideología. (1) Uno de sus estudiantes fue el japonés Michio Kushi
(1926-2014), quien introdujo la macrobiótica en Estados Unidos con la publicación de
varios libros y la creación del Instituto Kushi. Sus investigaciones se centraron sobre
todo en los beneficios de la dieta macrobiótica como prevención y tratamiento para el
cáncer (4).
Mario Pianesi (1944-…) fue el pionero de la macrobiótica en Italia, donde fundó la
asociación internacional Un Punto Macrobiótico (UPM). Para occidentalizar las ideas
de Ohsawa creó las denominadas dietas Ma-Pi, cinco propuestas que van desde las
más restrictivas orientadas al tratamiento de enfermedades crónicas y a la prevención
en personas con riesgo de contraerlas, hasta otras más amplias para la promoción de
la salud en personas sanas (1). También ha colaborado con el Instituto Finlay en Cuba
en la investigación sobre el poder terapéutico de la macrobiótica en enfermedades
crónicas, realizando ensayos clínicos en pacientes con diabetes mellitus, asma e
hipertensión, entre otras patologías (6).
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4.2 PRINCIPIOS DE LA DIETA MACROBIÓTICA
La alimentación macrobiótica se basa en el consumo de alimentos naturales,
integrales, locales y de temporada, seguros para la salud, cultivados por medios
orgánicos y que hayan sido procesados lo mínimo posible (6).
Como dice una de las teorías asiáticas en las que se basa esta dieta, es importante
que haya un equilibrio entre el Yin y el Yang, la acidez y la alcalinidad
respectivamente, tendiendo más hacia esta última. Esta tendencia alcalina
macrobiótica sirve para compensar la acidosis metabólica provocada por la forma de
vida de la sociedad actual, caracterizada por un alto nivel de estrés, una elevada
contaminación ambiental, una respiración superficial y una mala alimentación,
además, el medio ideal para que trabaje nuestro organismo es ligeramente alcalino,
pH 7 – 7,4 (2, 3).
Los alimentos Yin tienen predominio de fuerzas expansivas, son alimentos ácidos, y
fríos; los Yang tienen predominio de fuerzas contractivas, son alcalinos y calientes. Es
importante guardar este equilibrio para conseguir la armonía en nuestro organismo, el
exceso de Yin provocará que nuestras estructuras corporales se vuelvan débiles y el
exceso de Yang que se vuelvan rígidas.
Hay alimentos con alto poder acidificante que debemos evitar, o limitar su consumo,
entre ellos se encuentran los lácteos, las solanáceas (patatas, tomates, pimientos,
berenjenas…), la carne roja, los huevos, el café, el alcohol o el azúcar refinado (1, 6).
Por otra parte, los alimentos alcalinos hacia los que deberá tender nuestra dieta son la
miel, las pasas, las verduras frescas, la soja y sus derivados, la zanahoria, la col o la
cebolla (2).
Según otra teoría asiática, “Las Cinco Transformaciones”, cada pareja de órganos está
nutrida por diferentes sabores (dulce, salado, ácido, amargo y picante) y por eso es
importante que haya un equilibrio entre ellos en nuestra dieta. La pareja de órganos
riñón y vejiga está nutrida por los sabores salado y picante, el hígado y la vesícula
biliar por el ácido y salado, el corazón y el intestino grueso por el amargo y ácido, el
bazo-páncreas y estómago por el dulce y el amargo, y por último, el pulmón y el
intestino delgado por el picante y el dulce (1).
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En la dieta macrobiótica predominan tres grupos de alimentos: en un 50-60% de
nuestra ingesta diaria los cereales integrales de grano entero, sobre todo el arroz
integral; en un 30-40% las verduras y hortalizas, que contienen vitaminas, fibra
dietética y antioxidantes; y por último, en un 8-10% las leguminosas, como aporte de
proteínas de origen vegetal y de minerales.
La principal fuente de líquidos es el té bancha (té verde) y el agua de manantiales y
pozos. El calcio, debido a la restricción de los lácteos, se obtendrá de otros alimentos
como los frutos secos, los vegetales, los cereales o el ajonjolí.
El agua se beberá siempre antes o después de las comidas, pero nunca durante, ya
que diluye las enzimas digestivas afectando de manera negativa al proceso de la
digestión (1, 6).
Los condimentos que se emplean son siempre de origen natural, entre ellos podemos
ver el gomasio, el miso, el tamari, la sal marina integral, el vinagre de arroz o el limón
(6).
Los métodos de cocción y manipulación utilizados deben evitar en lo posible la pérdida
de nutrientes y propiedades de los alimentos, conservando su color, forma y olor, y
haciéndolos agradables al consumo (6).
Además, es importante comer con moderación, evitando los excesos en las comidas,
ya que provocan un aumento de los radicales libres y por tanto un mayor estrés
oxidativo, lo que favorece el envejecimiento y el desarrollo de enfermedades crónicas
y degenerativas (1).
Una herramienta muy útil para seguir esta dieta es la Pirámide Macrobiótica,
representada en la Figura 1. Fue propuesta por Michio Kushi y en ella se muestra la
frecuencia con la que debemos comer los alimentos, además, indica las cantidades
diarias en que se consumen los alimentos más utilizados y pone varios ejemplos de
ellos.
En el consumo diario podemos ver los cereales como base principal, que serán
integrales y de grano entero; después están los vegetales y encurtidos; las legumbres
y algas marinas; los condimentos siempre de origen natural, como la sal marina, el
miso o la salsa de soja; y por último los aceites vegetales.
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En el consumo semanal vemos como base las frutas, que deben ser de temporada y
cultivadas localmente; los pescados de carne blanca y los mariscos; luego las semillas
y los frutos secos; y por último los endulzantes de origen natural, principalmente
obtenidos de granos o con base de frutas.
Por último, como consumo mensual y opcional tenemos los lácteos, los huevos y aves
de corral, y en lo más alto de la pirámide la carne roja.
Esta pirámide fue propuesta para un clima templado pero se puede adaptar a otros
climas; también se pueden hacer cambios según la cultura, la edad, el estado de salud
de la persona, el deporte que realice, etc (4).
Figura 1. La Pirámide Macrobiótica, guía dietética para un clima templado. Fuente: The macrobiotic
Diet in Cancer.
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La dieta macrobiótica asegura un suministro adecuado de energía, de proteínas
(mayoritariamente de origen vegetal), de vitaminas y de minerales; es baja en grasas y
en carbohidratos simples, pero alta en carbohidratos complejos y fibra; tiene un alto
poder antioxidante gracias a los compuestos fitoquímicos presentes en alimentos
como el arroz integral o los vegetales.
No solo es importante que consumamos este tipo de alimentos sino también que lo
hagamos de una manera adecuada, es decir, las comidas deberán desarrollarse en un
lugar tranquilo, bien ventilado, sentados en una posición cómoda, comiendo
lentamente y masticando bien los alimentos. También es importante que el aire que
respiremos y el agua que bebamos estén libres de contaminación (6).
Mario Pianesi propuso cinco tipos de dietas que se adaptan a los requerimientos
nutricionales del estado de salud de cada persona, algunas de ellas se pueden utilizar
de por vida pero otras solo durante periodos cortos de tiempo. Estas dietas no son
estáticas, sino que se pueden individualizar según las características de la persona y
el objetivo que buscan (curativo, preventivo o promotor de la salud). Se ha
comprobado, mediante ensayos clínicos durante más de 30 años, que estas dietas son
efectivas y seguras nutricionalmente (1).
Dieta 1
- Crema de arroz integral.
- Gomasio (ajonjolí tostado triturado con sal marina integral).
- Té bancha
Esta dieta es bastante restrictiva, se limita a cortos periodos de tiempo y se debe
guardar reposo mientras se utiliza, además requiere control médico. Tiene un alto
poder terapéutico y está orientada a desequilibrios metabólicos severos que afectan a
las funciones de órganos importantes.
Dieta 2
- Cereales: arroz, mijo, cebada.
- Verduras: zanahoria, cebolla, col, achicoria, rabanito y perejil (siempre crudo).
- Legumbres: azuki, garbanzos, lentejas, frijoles negros.
- Condimentos: gomasio, sal marina integral, productos fermentados (miso, tamari,
umeboshi).
- Algas: wakame, kombu, nori, hijiki.
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- Bebidas: té bancha, té de arroz, agua de manantial o hervida.
Esta dieta es menos restrictiva que la anterior, pero todavía se utiliza en periodos
limitados de tiempo. Tiene gran valor terapéutico y está orientada a enfermedades o
trastornos metabólicos que están en descontrol (diabetes mellitus, osteoporosis,
cáncer, enfermedades autoinmunes).
Dieta 3
- Cereales: arroz, mijo, cebada, trigo, centeno, trigo sarraceno.
- Verduras: zanahoria, cebolla, col, berza, achicoria, rabanito, perejil (siempre crudo),
nabo, puerro, apio, lechuga, endibia, brócoli, calabacín, calabaza, diente de león,
daykon, berro, cebollino, pepino, habichuelas.
- Legumbres: azuki, garbanzos, lentejas, frijoles negros, frijoles rojos o colorados,
frijoles caritas, frijoles blancos. Menos frecuente: chícharos, frijoles españoles,
lentejas decorticadas, alverjas, gluten de cereales.
- Condimentos: gomasio, productos fermentados (miso, tamari, umeboshi, col ácida),
sal marina integral, vinagre de arroz y de umeboshi, aceite de ajonjolí, aceite de
oliva, aceite de germen de trigo, aceite de girasol, kuzu.
- Algas: wakame, kombu, nori, hijiki, arame.
- Dulces simples: torta de frijoles y castañas, arroz cocido al horno, crema de arroz y
zanahoria, cous-cous y frijoles, budín de arroz con harina de arroz, mochi, torta con
harina de castaña y otros.
- Bebidas: té bancha, té mu, té de arroz, yannoh, café de cebada, agua de manantial
o hervida.
Esta dieta es algo restrictiva pero sigue siendo vegetariana, es más completa que las
anteriores y puede utilizarse durante largos periodos. Tiene propiedades terapéuticas
pero sobre todo preventivas en personas con riesgo de contraer alguna enfermedad.
Dieta 4
- Cereales: arroz, mijo, cebada, trigo, centeno, trigo sarraceno, avena.
- Verduras: zanahoria, cebolla, col, berza, achicoria, rabanito, perejil (siempre crudo),
nabo, puerro, apio, lechuga, acelga, endibia, brócoli, calabacín, calabaza, diente de
león, daykon, berro, cebollino, pepino, habichuelas, coliflor.
- Legumbres: azuki, garbanzos, lentejas, frijoles negros, frijoles rojos o colorados,
frijoles caritas, frijoles blancos, garbanzos negros, frijoles borlotti. Menos frecuente:
chícharos, frijoles españoles, alverjas, habas, lentejas decorticadas, cicerchia,
habas, gluten de cereales.
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- Productos de origen animal: pescados (sardinas, langostinos, bacalao, merluza,
jurel, róbalo, anguila, langosta, bonito, camarón, cangrejo, calamar, pulpo), carnes
blancas ecológicas (pollo, conejo, liebre).
- Frutas: silvestres, cerezas, albaricoques, manzanas, peras, melón, sandía.
- Condimentos: gomasio, sal marina integral, productos fermentados (miso, tamari,
shoyu, umeboshi, col ácida), vinagre de arroz y de umeboshi, limón, aceite de
ajonjolí, aceite de oliva, aceite de germen de trigo, aceite de girasol.
- Algas: wakame, kombu, nori, hijiki, arame, agar-agar, dulse, kanten.
- Frutos secos y semillas: almendra, castaña, avellanas, nueces, ciruelas pasas,
semilla de girasol, calabaza.
- Dulces: compuestos con malto de arroz y cebada, miel ocasionalmente.
- Bebidas: té bancha, té mu, té de arroz, yannoh, café de cebada, agua de
manantiales o hervida, jugos de frutas y verduras, bebidas alcohólicas (cerveza y
vino elaborados ecológicamente).
Esta dieta es más amplia que las anteriores, es completa, incluye productos de origen
animal y puede utilizarse durante toda la vida. No es terapéutica, tiene propiedades
preventivas en personas con riesgo, pero sobre todo se usa como promoción de la
salud.
Dieta 5
- Cereales: arroz, mijo, cebada, trigo, centeno, trigo sarraceno, avena, maíz, etc.
- Verduras: zanahoria, cebolla, col, berza, achicoria, rabanito, perejil (siempre crudo),
nabo, puerro, apio, lechuga, endibia, brócoli, acelga, calabacín, calabaza, berro,
pepino, cebollino, habichuelas, coliflor, verdolaga, caléndula, diente de león,
ruqueta.
- Legumbres: azuki, garbanzos, lentejas, frijoles negros, frijoles rojos o colorados,
garbanzos negros, frijoles borlotti, frijoles del ojo. Menos frecuente: chícharos,
judías, lentejas decorticadas, cicerchia, habas, gluten de cereales.
- Productos de origen animal: pescados (sardinas, langostinos, camarón, cangrejo,
calamar, pulpo), carnes (pollo, conejo, liebre, ciervo, perdiz, faisán, codorniz, jabalí).
- Condimentos: gomasio, productos fermentados (miso, tamari, shoyu, umeboshi, col
ácida), sal marina integral, vinagre de arroz y de umeboshi, limón, aceite de ajonjolí,
aceite de oliva, aceite de germen de trigo, aceite de maíz, aceite de girasol.
- Algas: wakame, kombu, nori, hijiki, arame, agar-agar, dulse, kanten.
- Frutos secos y semillas: almendra, castañas, avellanas, nueces, ciruelas pasas,
semilla de girasol y calabaza.
- Frutas: silvestres, cerezas, damascos, manzanas, peras, melón, sandía, fresa, uva.
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- Dulces: compuesto con malto de arroz o de cebada, distintos tipos de miel o azúcar
morena de caña (cremas, bizcochos, roscones, panecillos helados y otros).
- Bebidas: té bancha, té mu, té de arroz, café de cebada, café de otros cereales,
jugos de frutas y verduras, agua de manantiales o hervida, bebidas alcohólicas
(cerveza y vino elaborados ecológicamente).
Esta dieta es la más amplia, es completa y puede mantenerse de por vida. No tiene
valor terapéutico, es promotora de la salud, pero más bien se utiliza como dieta de
transición entre la alimentación occidental y la macrobiótica (1, 6).
A lo largo del día se realizan tres comidas: desayuno, almuerzo y comida. El desayuno
se compone de uno o dos cereales acompañados de gomasio, leche de cebada o de
arroz, café de cebada o té bancha y, si nuestro estado de salud nos lo permite,
podremos añadir semillas, frutos secos y algunos dulces. El almuerzo y la comida se
realizan siguiendo un orden, primero consumimos los alimentos más yan y luego los
más yin, ayudando así a favorecer los procesos de digestión y de absorción (6).
Casi todas las dietas Ma-Pi tienen restringidos los alimentos de origen animal, lo que
obliga a que la principal fuente de proteínas sea vegetal. A pesar de que éstas son de
peor calidad por su bajo valor biológico, si se combinan y se complementan de manera
equilibrada se pueden conseguir mezclas proteicas de alta calidad, es decir, que
incluyan los 8 aminoácidos esenciales, y así lograr satisfacer las necesidades de
nuestro organismo. Algunos ejemplos de estas combinaciones son la tortilla de maíz y
los frijoles, el arroz y los frijoles, el arroz y la soja, el cuscús y los garbanzos, el arroz y
las habichuelas, o el mijo y las lentejas; en general, estas mezclas proteicas se suelen
conseguir combinando las legumbres con los cereales, ya que estos últimos son
pobres en lisina, por lo que se complementan perfectamente con las leguminosas que
son ricas en este aminoácido esencial (1).
4.3 INFLUENCIA DE LA ALIMENTACIÓN MACROBIÓTICA EN LA SALUD
El mayor problema de salud al que se enfrenta la sociedad moderna está provocado
por una alimentación industrializada basada en comida rápida, alimentos procesados,
fritos, grasas saturadas, productos refinados…, lo que produce una acidosis
metabólica en el organismo; además, los excesos de comida favorecen la formación
de radicales libres y aumentan el daño oxidativo en nuestras células. Todo esto, a su
vez, favorece el proceso de envejecimiento de nuestro organismo y el desarrollo de
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enfermedades crónicas y degenerativas que van a aumentar aún más los desechos
tóxicos ácidos del metabolismo.
Lo que intenta conseguir la dieta macrobiótica es compensar ese desequilibrio del pH
del medio interno mediante una alimentación equilibrada ligeramente alcalina, con el
consumo de alimentos sanos y naturales que dejen pocos desechos metabólicos y
eliminen las toxinas acumuladas en nuestro cuerpo. Además, ayuda a regular las
cifras en sangre de numerosas sustancias presentes en el organismo (1).
Esta dieta puede traernos grandes beneficios, pero también graves problemas de
salud, por lo tanto debemos estar bien informados y asesorados por un profesional
antes de utilizarla.
4.3.1 Beneficios de la dieta macrobiótica en la salud
La alimentación macrobiótica tiene un alto poder antioxidante gracias a los elevados
niveles de nutrientes presentes en su dieta (folatos, α-carotenos, tocotrienoles,
manganeso, cinc, magnesio o fibra) y a los componentes biológicos activos que tienen
algunos alimentos (los cereales integrales, el té verde, los productos fermentados, los
vegetales).
Los condimentos naturales que se utilizan son hierbas aromáticas, que nos aportan
grandes beneficios gracias a su poder antioxidante y a sus propiedades antisépticas,
digestivas, colagogas (facilitan la expulsión de la bilis retenida en la vesícula biliar) y
diuréticas.
La sal que se emplea es marina, integral y rica en minerales como el yodo y el flúor,
además, su uso está limitado, por lo que reduce el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares.
Es alta en ácido fólico (vitamina B9), lo que ayuda a disminuir las concentraciones
plasmáticas de la homocisteína, una sustancia cuyo valor elevado en sangre favorece
el depósito de placas de ateroma en las paredes de las arterias, aumentando así el
riesgo cardiovascular.
Esta dieta también es rica en minerales, en especial el magnesio y el manganeso.
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El magnesio es imprescindible para que haya una buena absorción de calcio. Si hay
deficiencia de este mineral, solo se absorberá una pequeña cantidad y el resto irá a las
arterias, los riñones y las articulaciones para formar peligrosas calcificaciones. La dieta
macrobiótica, a pesar de ser pobre en calcio, se compensa al tener un buen nivel de
magnesio. Además, este mineral favorece la absorción de vitamina D y ayuda al
control metabólico de la diabetes.
El manganeso es esencial para la prevención del daño oxidativo de las células y juega
un papel importante en el metabolismo de los glúcidos, lípidos y proteínas, además, se
ha demostrado su eficacia en la prevención y el tratamiento de la diabetes, ya que
aumenta la sensibilidad de los receptores de insulina.
La fermentación de la fibra dietética en el intestino produce un efecto prebiótico, es
decir, al ser un alimento no digerible pasa al intestino grueso sin ser absorbido antes y
ayuda a la actividad y al desarrollo de su flora bacteriana. La alimentación
macrobiótica también tiene un efecto probiótico, ya que consumimos alimentos ya
fermentados con alto contenido de enzimas vivas que favorecen el desarrollo de la
flora bacteriana intestinal.
El pescado es el producto de origen animal más aceptado por la macrobiótica. Entre
sus beneficios podemos encontrar la reducción de los niveles de triglicéridos y
lipoproteína A, la protección del sistema nervioso central y la disminución del riesgo de
muerte súbita por arritmias cardiacas (1). Además, su alto contenido en omega 3 nos
protege contra las enfermedades cardiovasculares (2).
La macrobiótica requiere una correcta masticación de los alimentos, lo que nos ayuda
a saciarnos antes y a evitar algunos problemas digestivos, como los cólicos y las
flatulencias. Esto, junto al efecto de saciedad de la fibra, se convierte en una gran
ayuda para poder evitar los excesos de comida e ingerir una menor cantidad de
calorías; además, se ha demostrado que la restricción calórica nos permite llevar una
vida más longeva y prevenir algunas enfermedades, sobre todo las de tipo
degenerativo (1).
Su alto contenido en fibra, obtenida sobre todo de los cereales integrales, las verduras
y las legumbres, ayuda a reducir el colesterol, regula la glucemia y mejora la función
del intestino grueso (efecto prebiótico). La fibra tiene componentes de gran interés
para el organismo, como la inulina y su efecto hipolipemiante, el almidón resistente y
17
su efecto prebiótico (1), o la lignina que es convertida en enterolactona por la flora
intestinal y nos protege contra las enfermedades cardiovasculares y el cáncer de
mama (2).
Los cereales integrales que se consumen en la dieta macrobiótica tienen una gran
cantidad de nutrientes, presentes en las capas externas del grano, que no contienen
los cereales refinados, ya que se eliminan en el proceso de pulido. Estos nutrientes
ayudan al control de enfermedades crónicas aumentando la sensibilidad a la insulina,
disminuyendo su demanda y reduciendo las concentraciones de glucosa e insulina en
ayunas. Entre ellos se encuentran el magnesio, el manganeso, el cinc, los
fitoestrógenos y los tocoferoles (1, 2).
La fermentación de los carbohidratos complejos en el intestino produce ácidos grasos
de cadena corta, que provocan una mayor oxidación de la glucosa, el aclaramiento de
la insulina y tienen propiedades protectoras y nutritivas sobre los colonocitos.
Los carotenoides ayudan al sistema inmunológico estimulando sus respuestas, para
ello intensifican la actividad celular anti-tumoral, aumentan la respuesta de las células
supresoras naturales y producen una activación de los linfocitos.
La principal fuente de líquido de esta dieta es el té verde o té bancha, una bebida con
múltiples beneficios sobre la salud gracias a los polifenoles que contiene. Estos
componentes del té nos protegen del daño oxidativo (tienen propiedades
antioxidantes), potencian la actividad de la insulina, reducen la presión sanguínea y
desarrollan actividades probióticas, antibacterianas, antivirales, antimicrobianas,
anticarcinogénicas, antimutagénicas, antiinflamatorias y termogénicas. Además, el té
verde disminuye la absorción de grasas, reduciendo así los niveles de colesterol y
triglicéridos en sangre.
Los productos fermentados de la soja, en especial el tamari, el shoyu y el miso, tienen
efectos antioxidantes sobre nuestro organismo. También nos proporcionan enzimas y
vitaminas que favorecen el desarrollo de la flora bacteriana del intestino grueso y nos
ayudan a asimilar los alimentos más fácilmente.
El consumo de algas nos proporciona grandes beneficios, ya que son alimentos muy
ricos en minerales, enzimas, vitaminas y aminoácidos; también reducen la absorción
18
de metales pesados y elementos radiactivos, estimulan el metabolismo y tienen
propiedades remineralizantes y diuréticas (1).
Además, se ha demostrado que esta alimentación ayuda a mejorar las cifras de
colesterol, disminuyendo el LDL y aumentando el HDL, regula la glucemia, reduce los
niveles de triglicéridos, mejora las cifras de tensión arterial y compensa la acidosis
metabólica crónica propia de la sociedad actual gracias a su dieta alcalinizante (1, 7).
También se ha comprobado su eficacia contra los cánceres hormonodependientes, ya
que provoca la excreción urinaria y fecal de estrógenos, disminuyendo así los niveles
de estradiol en sangre (7).
4.3.2 Riesgos de la dieta macrobiótica para la salud
La dieta macrobiótica se caracteriza por la restricción, total o parcial, de algunos tipos
de alimentos, como las carnes y los lácteos. Esto puede llevarnos a sufrir deficiencias
nutricionales, sobre todo de proteínas de origen animal, de vitaminas hidrosolubles
(B12, C) y liposolubles (A, D), de calcio y de hierro.
Es importante que llevemos un riguroso control médico y que tomemos suplementos
dietéticos para evitar que estas deficiencias acaben provocándonos enfermedades.
Entre las más frecuentes se encuentran la anemia por déficit de vitamina B12, la
hipoproteinemia, el escorbuto (déficit de vitamina C) y la hipocalcemia (8).
Se ha comprobado que las dietas propuestas por Mario Pianesi tienen deficiencias
nutricionales. La dieta 1, que es bastante restrictiva y solo se puede usar en periodos
cortos de tiempo bajo control médico, presenta déficit de vitamina A, riboflavina,
cobalamina, vitamina C y hierro. Las dietas 2 y 3 sólo presentan déficits de vitamina
B12 y, por último, las dietas 4 y 5 han demostrado ser seguras nutricionalmente (1).
Las proteínas son muy importantes para nuestro organismo, intervienen en gran
cantidad de procesos y funciones (forman la estructura de los tejidos, los reparan y
mantienen durante su crecimiento, tienen funciones metabólicas y reguladoras) y por
eso es necesario que dispongamos de una buena fuente de proteínas de alto valor
biológico, es decir, rica en aminoácidos esenciales (9). Las proteínas vegetales son la
fuente principal en la alimentación macrobiótica (8) y se consideran incompletas en
comparación con las de origen animal; con ellas no obtenemos los aminoácidos
esenciales suficientes para cubrir los requerimientos del organismo, lo que provoca un
19
déficit proteico cuantitativo (se consumen pocas proteínas) y cualitativo (se consumen
proteínas de origen vegetal que son de peor calidad) (9).
La dieta macrobiótica también restringe el consumo de agua de bebida, lo que puede
llevar a problemas de deshidratación o a enfermedades como la insuficiencia renal (8).
Todos estos déficits nutricionales son mucho más graves en niños que en adultos (9),
ya que están en un periodo de crecimiento en el que deben consumir mediante la dieta
todos los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo de su organismo. Cualquier
deficiencia nutricional durante esta etapa podría acarrear graves consecuencias para
el futuro (10).
Se han hecho numerosos estudios para demostrar la relación causa efecto de la
alimentación macrobiótica con los diferentes déficits nutricionales en niños, sobre todo
los de vitamina B12 (10, 12, 13, 14).
La deficiencia de vitamina D y de calcio en la dieta, sobre todo en edad de crecimiento,
puede provocar daños en nuestros huesos. Esto se demostró en un estudio realizado
con adolescentes de entre 9 y 15 años, que contaba con un grupo de niños y niñas
alimentados en su infancia con la dieta macrobiótica y con otro grupo control de niños
y niñas alimentados adecuadamente. Se hicieron mediciones del contenido mineral
óseo y del área ósea en varias zonas del cuerpo y los resultados fueron más bajos
para el grupo que había seguido una dieta macrobiótica, por lo tanto, podemos
concluir que este tipo de alimentación afecta negativamente a la salud de los niños
debilitando su estructura ósea y aumentado así el riesgo de fractura (10).
El déficit de vitamina B12 o, lo que es lo mismo, cobalamina, está determinado por los
valores en sangre de dos sustancias, el ácido metilmalónico y la homocisteína, que se
elevan cuando existe una carencia de esta vitamina y que son claves para su
diagnóstico (11). La mayor fuente de cobalamina en nuestra dieta son los alimentos de
origen animal, cuyo consumo está muy limitado en la macrobiótica, por lo que es muy
común que sus valores se encuentren disminuidos en sus consumidores, además,
cuando este déficit ocurre en la infancia, puede provocar daños irreversibles en
nuestro organismo. Así lo demostró un estudio de casos y controles que observó un
grupo de adolescentes alimentados con dieta macrobiótica hasta los 6 años y que
después cambiaron a una dieta lactovegetariana, lactoovovegetariana u omnívora, en
comparación con otro grupo de adolescentes alimentados con una dieta omnívora
20
desde su nacimiento. El primer grupo, a pesar de haber comenzado a tomar productos
con vitamina B12 seguía teniendo los niveles bajos y, además, presentaba elevados
valores sanguíneos de ácido metilmalónico, homocisteína y volumen corpuscular
medio, de manera que no consiguieron revertir los daños causados por la dieta
macrobiótica en su infancia (12).
Otro estudio demostró que el déficit de cobalamina en nuestro organismo produce una
disminución en los valores de densidad mineral ósea y contenido mineral óseo,
aumentando el riesgo de sufrir osteoporosis. Fue realizado con un grupo de
adolescentes alimentados macrobióticamente hasta los 6 años en comparación con un
grupo de referencia alimentado de manera omnívora (13).
La carencia de vitamina B12 en la infancia también puede producir un deterioro en el
desempeño cognitivo, así lo comprobó otro estudio. Para ello utilizaron dos grupos de
adolescentes, el primero alimentado con dieta macrobiótica hasta los 6 años (en el que
la mayoría de sujetos presentaban carencia de cobalamina) y el segundo alimentado
con dieta omnívora desde su nacimiento. Mediante pruebas psicológicas de
rendimiento, comprobaron la relación existente entre la baja puntuación obtenida y la
deficiencia de cobalamina (14). También se han visto casos de trastornos neurológicos
en lactantes con deficiencia de vitamina B12 cuyas madres siguen una alimentación
macrobiótica (12).
Todos estos casos de malnutrición se han dado en niños, pero aún así debemos tener
cuidado a la hora de comenzar con este tipo de alimentación.
4.4 ENFERMEDADES CRÓNICAS SENSIBLES A LA TERAPIA MACROBIÓTICA
Numerosos estudios han comprobado el poder terapéutico de esta dieta en
enfermedades crónicas, como el asma, la diabetes mellitus tipo 2, el cáncer, la
hipertensión, desequilibrios nutricionales, hipercolesterolemia, las enfermedades
cardiovasculares…, (6) pero las más prevalentes en la actualidad y sobre las que más
se está investigando son el cáncer y la diabetes mellitus tipo 2.
4.4.1 Cáncer
A lo largo de los años, se han publicado numerosas historias autobiográficas de
personas que se han recuperado del cáncer utilizando como terapia la dieta
21
macrobiótica (4). En 1979, Jean Kohler publicó un libro autobiográfico, Healing
Miracles from Macrobiotics, en el que relata su recuperación de un cáncer de páncreas
(15) y, tres años más tarde, Anthony Sattilaro publicó un libro, Recalled by Life: The
Story of My Recovery from Cancer, en el que cuenta cómo se recuperó de un cáncer
de próstata con múltiples metástasis óseas (16).
Una de las personas que más ha dedicado su vida a la investigación de la
macrobiótica y su utilidad preventiva y terapéutica sobre el cáncer fue Michio Kushi.
Este japonés, que obtuvo sus conocimientos de George Ohsawa, (4) escribió varios
libros que tratan sobre la macrobiótica y su uso como dietoterapia en el cáncer, entre
los que se encuentran The Macrobiotic Approach to Cancer (17) y The Cancer
Prevention Diet (18). En los años 60 creó Erewhon, una distribuidora de comida
macrobiótica, y en 1978 fundó el Instituto Kushi junto a su mujer Aveline Kushi (19).
A pesar de todas las historias personales publicadas y de todos los estudios con casos
clínicos hechos, no se ha podido demostrar fielmente la relación de la macrobiótica
con la curación del cáncer. Los relatos autobiográficos no tienen base científica, por lo
que no sirven para constatar su eficacia, y los casos clínicos tampoco son útiles para
demostrarlo debido a la gran escasez de respuesta por parte de los pacientes que,
además, utilizaban simultáneamente otras terapias convencionales (radioterapia,
quimioterapia…) (5).
En el cáncer, lo que ocurre es un descontrol a nivel vegetativo que provoca una
acumulación de residuos en los tejidos. Cada alimento tiene tendencia a actuar sobre
unas partes específicas del cuerpo, de manera que en cada tipo de cáncer evitaremos
los alimentos que tiendan a acumularse en la zona del tumor.
El proceso del cáncer se divide en dos etapas: simpaticotonía y vagotonía. La primera
es una fase de estrés, por lo que la dieta irá encaminada a aclararnos la mente y
darnos la energía suficiente para eliminar este factor psicológico negativo. En la
segunda fase la dieta nos ayudará a tonificar la energía y al drenaje linfático de los
tejidos afectados. Se ha comprobado que, después de un tiempo llevando esta
alimentación, se producen efectos positivos en nuestro sistema nervioso disminuyendo
la irritabilidad y ayudándonos a tranquilizarnos, esto nos sirve de gran ayuda ya que la
actitud que tengamos frente a esta enfermedad es crucial para nuestra recuperación
(20).
22
Los beneficios anticancerígenos de la macrobiótica no residen solo en los alimentos
que emplea, sino también en los principios básicos de su filosofía, como son la
reducción del nivel de estrés de vida, la práctica diaria de ejercicio físico o la mínima
exposición a pesticidas y a radiaciones electromagnéticas.
Una de las razones por las que funciona tan bien esta terapia es porque el paciente
juega un papel importante en su recuperación, tiene que poner de su parte para
modificar su estilo de vida y para seguir una dieta estricta y eso hace que se sienta
mucho más capacitado y animado frente a su enfermedad. Cuando el paciente utiliza
tratamientos convencionales siente que es el recipiente de la terapia, es decir, que no
puede poner nada de su parte y que solamente puede esperar, se siente débil y
desesperanzado; en cambio, con las dietoterapias el paciente siente que es parte de
su tratamiento, que su salud depende de sus esfuerzos personales y eso hace que se
sienta mucho más motivado (4, 21).
El consumo de cereales integrales nos protege contra el cáncer de estómago, de colon
y contra otros cánceres hormonodependientes, como el de próstata y mama. Estos
beneficios se deben a la fermentación de la fibra dietética en el colon, produciendo
ácidos grasos de cadena corta que disminuyen el pH del colon y son una fuente de
energía para los colonocitos. Los granos enteros son ricos en antioxidantes,
sustancias que protegen a las células del daño oxidativo ayudando a prevenir el
cáncer; también regulan la respuesta de la glucosa, protegiéndonos contra el cáncer
de colon y mama; y son una fuente importante de fitoestrógenos, previniendo los
cánceres hormonalmente dependientes (4, 22).
Las algas han demostrado reducir el riesgo de cáncer de mama y de endometrio,
gracias a las actividades antitumorales de los fucoidanos y de la fucoxantina, dos
compuestos presentes en las algas pardas.
Los alimentos de soja no fermentados tienen efectos anticancerígenos sobre los
tumores hormonodependientes (como el de mama, el de endometrio y el de próstata) y
también reducen el riesgo de otros tipos de cánceres como el de estómago, esto se
debe a que contienen saponinas e inhibidores de las proteasas. La soja también tiene
niveles elevados de fitoestrógenos, unos compuestos químicos que intervienen en el
metabolismo de los estrógenos y tienen efectos antioxidantes y antiangiogénicos (4).
23
Numerosos estudios han intentado demostrar la eficacia de la dieta macrobiótica como
terapia para el cáncer. En uno de ellos, se enviaron encuestas a pacientes que habían
acudido a la clínica de Michio Kushi y obtuvieron un 17,9% de respuesta; las
conclusiones fueron que los pacientes habían mejorado su bienestar emocional y
físico, habían tolerado mejor la quimioterapia y/o radioterapia y habían mejorado sus
relaciones familiares y sociales. Estos resultados de mejoría de los síntomas no
pudieron relacionarse con la macrobiótica, ya que, además del bajo índice de
respuesta obtenido, la gran mayoría de los pacientes utilizaba a la vez terapias
convencionales (91%) u otros tipos de terapias alternativas o complementarias (56%)
(4, 5).
Otro estudio que se hizo con pacientes con cáncer de próstata avanzado comprobó
que los sujetos que usaron la dieta macrobiótica como terapia vivieron una media de
228 meses, en comparación con 72 meses de media en el grupo control. Los
resultados no fueron concluyentes ya que hubo desarreglos en los criterios de elección
de los sujetos pertenecientes al grupo control (21).
Como estos, se han hecho muchos más estudios en los que ha sido imposible separar
el efecto terapéutico de la dieta macrobiótica con el de otros tipos de tratamientos que,
simultáneamente, utilizaban los pacientes (5).
4.4.2 Diabetes Mellitus tipo 2
La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es una enfermedad crónica causada por un estilo de
vida poco saludable que se caracteriza por una vida sedentaria con un escaso nivel de
ejercicio físico y una alimentación rica en grasas saturadas, comida procesada,
excesos de azúcar y de sal, etc. (23). Esta enfermedad afecta cada vez a más número
de personas y se prevé que, entre los años 2010 y 2030 en los países desarrollados y
en vías de desarrollo, aumenten los enfermos de DM2 en un 69% (24).
El exceso en el consumo de proteínas animales está asociado con el desarrollo de
esta enfermedad, las elevadas concentraciones plasmáticas de aminoácidos se han
asociado con un aumento de la resistencia a la insulina y con una mayor producción
endógena de glucosa. La dieta macrobiótica, que restringe casi totalmente los
alimentos de origen animal, se considera una opción adecuada para la prevención y el
tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2.
24
Su alto contenido en fibra dietética, carbohidratos complejos y su restricción de las
grasas ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre y enlentece su absorción,
reduce los niveles séricos de triglicéridos y colesterol, controla el peso y disminuye las
cifras de la tensión arterial. Además, ayuda a disminuir los requerimientos de insulina y
aumenta la sensibilidad de sus receptores.
Esta dieta contiene altas cantidades de dos minerales esenciales para el tratamiento
de esta enfermedad: el magnesio y el manganeso. El magnesio juega un papel muy
importante en el control metabólico de la diabetes, pero la dieta moderna y sus
elevados niveles de calcio y de azúcar lo neutralizan, por lo que suele ser un mineral
deficiente en la mayoría de estos enfermos. El manganeso, por su parte, ayuda a
prevenir el daño oxidativo de las células, el cual está relacionado con el desarrollo de
la diabetes mellitus tipo 2, y evita la disminución de la sensibilidad de los receptores de
la insulina (1).
El italiano Mario Pianesi propuso las dietas Ma-Pi, cada una de ellas con unas
características diferentes y orientadas a distintas enfermedades. El Instituto Finlay de
Cuba, junto con la colaboración de la asociación italiana Un Punto Macrobiótico, lleva
años estudiando la efectividad y la seguridad de estas dietas en enfermedades
crónicas, sobre todo en Diabetes Mellitus tipo 2 (23).
La dieta Ma-Pi 2 fue diseñada especialmente para enfermedades con un curso
metabólico ácido, como la DM2, ya que su principal efecto terapéutico es el poder de
alcalinización que contrarresta la acidosis metabólica provocada por el estilo de vida
de la sociedad moderna (25).
Uno de los estudios realizados por el Instituto Finlay se dedicó a investigar el efecto de
la dieta Ma-Pi 2 durante 3 meses en 65 pacientes con DM2. Se hicieron mediciones
antropométricas y de la composición corporal al principio y al final del estudio,
consiguiendo unos resultados bastante positivos en los que se pudieron ver
disminuciones en los valores medios: 3,7 kg de peso, 4,9% del Índice de Masa
Corporal (IMC), 4,2 cm en perímetro de cintura, 3,7 cm en perímetro de cadera, 3,9 cm
de circunferencia abdominal y 3,1% de grasa corporal. También se midieron los
indicadores bioquímicos básicos, obteniendo unos resultados finales con reducciones
del 32% en los niveles de glucosa, del 28% en el colesterol total, 31% en el colesterol
LDL y 36% en los triglicéridos. Estos resultados demostraron la relación de la dieta
Ma-Pi 2 con la mejoría de la Diabetes Mellitus tipo 2, además, la reducción de los
25
niveles lipídicos en sangre se asoció con una disminución del riesgo cardiovascular
(25).
Hicieron otro estudio similar, utilizando la dieta Ma-Pi 2 sobre 25 pacientes con DM2
durante un periodo de 6 meses. Se logró una disminución del 53% de la glucosa, 32%
de la hemoglobina glucosilada, 21% del colesterol total, 61% de la relación del
colesterol LDL/HLD y 43% de triglicéridos; también se redujeron las cifras del peso
corporal y de las circunferencias de cintura y de cadera. Se consiguió la normalización
de la tensión arterial, de la frecuencia cardiaca y de algunos valores sanguíneos como
la creatinina, el ácido úrico, la urea o la hemoglobina. Mejoró la calidad de vida y el
bienestar de los pacientes y, además, casi el 90% consiguió eliminar de forma
definitiva su tratamiento hipoglucemiante habitual (3, 26).
El Instituto Finlay realizó otro estudio utilizando la dieta Ma-Pi 5, la más amplia de
todas, sobre 54 pacientes diabéticos durante un periodo de 6 meses. Los resultados
fueron una disminución del 36% de la glucosa, 25% de la hemoglobina glucosilada,
19% del colesterol total, 24% del colesterol LDL y 34% de los triglicéridos. Se
normalizaron las cifras de la tensión arterial y disminuyeron los valores
antropométricos: el peso y el Índice de Masa Corporal en un 6%, la circunferencia de
la cintura en un 5,8% y la grasa corporal en un 11%. Además, el 36% de los pacientes
suprimió por completo su tratamiento con insulina y el resto redujo la cantidad (de 31
unidades de media por persona a 18 unidades); el 8% eliminó también su tratamiento
con hipoglucemiantes orales y el resto disminuyó la dosis (de un promedio de 4,4
tabletas por persona a 3,9). Al ser una dieta menos restrictiva que la Ma-Pi 2 los
resultados obtenidos fueron menos radicales, pero aún así, la dieta Ma-Pi 5 sigue
siendo una terapia eficaz y puede considerarse como una opción de tratamiento para
aquellos pacientes que no quieran restringir tanto su dieta (27).
También se hizo un estudio comparando la dieta Ma-Pi 2 con la dieta recomendada
por los profesionales para el tratamiento de la diabetes. En los resultados obtenidos se
pudo observar que en el grupo de la dieta macrobiótica hubo una mayor reducción de
los niveles séricos de glucosa en ayunas, glucosa postprandial, hemoglobina
glucosilada, resistencia insulínica, colesterol total y LDL, IMC, peso corporal y
circunferencias de cintura y cadera. Las conclusiones fueron que la dieta Ma-Pi 2 logró
un mejor control metabólico de la diabetes que la dieta recomendada por los
profesionales (28).
26
Otros estudios han comprobado el efecto terapéutico de la dieta macrobiótica Ma-Pi 2
en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 durante 21 días, el tiempo mínimo necesario
para que se puedan obtener resultados concluyentes de las modificaciones de la dieta
(26). En este corto periodo de tiempo se consiguió reducir los niveles séricos de
glucosa, de lípidos y de urea, así como el consumo de insulina. También se logró
reducir el riesgo cardiovascular de estos pacientes, y además, se notó un aumento en
el pH de la orina, lo que demostró una disminución de la acidosis metabólica (29, 30).
Como estos, hay cantidad de estudios que han demostrado le efectividad de la dieta
macrobiótica como terapia para la diabetes mellitus tipo 2, sobre todo utilizando la
dieta Ma-Pi 2, que es la más indicada para este tipo de trastornos metabólicos. Los
resultados han sido muy favorables, ya que los pacientes han conseguido mejorar su
calidad de vida y han disminuido su dependencia de los fármacos, o incluso han
dejado de necesitarlos (23, 24, 25, 27, 28, 31).
4.4.3 Otras enfermedades
Además del cáncer y la diabetes, hay otras patologías crónicas que mejoran utilizando
la terapia macrobiótica, entre ellas se encuentran las enfermedades cardiovasculares,
la obesidad, las dislipemias, la hipertensión o la osteoporosis. Esto se debe a la
capacidad demostrada de esta dieta para controlar la tensión arterial, el colesterol y
las grasas, además de otros múltiples beneficios que nos aportan sus nutrientes.
La dieta macrobiótica contiene alimentos ricos en ácidos grasos insaturados, tanto
monoisaturados como poliinsaturados, entre los que se encuentran los frutos secos,
los aceites vegetales (aceite de ajonjolí, de oliva, de maíz o de girasol) y las semillas
(semillas de ajonjolí, de girasol y de calabaza). Este tipo de grasas ayuda a disminuir
los niveles en sangre de las lipoproteínas de baja densidad (LDL), es decir, del
llamado colesterol “malo”, mejorando así el curso de enfermedades crónicas como la
obesidad o las enfermedades cardiovasculares. Por el contrario, las grasas saturadas,
presentes en bajas cantidades en esta dieta, aumentan este tipo de colesterol (6).
Su alto contenido de ácido fólico ayuda a disminuir los niveles de homocisteína, una
sustancia que favorece el depósito de placas ateromatosas en las paredes de las
arterias. Además, el alto poder antioxidante que tiene gracias a las vitaminas C y E, a
los betacarotenos (precursores de vitamina A) y a los compuestos fitoquímicos,
produce grandes beneficios sobre las enfermedades de tipo cardiovascular. Esta dieta
27
también presenta altas cantidades de magnesio, un mineral cuya deficiencia aumenta
de manera considerable el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares (1).
Los carbohidratos complejos, abundantes en esta dieta, nos ayudan a comer menos
cantidad de alimentos, ya que son una gran fuente de energía y su alto contenido en
fibra hace que nos saciemos antes (6). La correcta masticación es una regla básica de
la macrobiótica que nos ayuda a tener una mejor digestión y a que nos saciemos
antes, evitando ingerir grandes cantidades de alimentos y ayudando así a problemas
de sobrepeso (1). Además, se ha demostrado que esta alimentación, al ser baja en
proteínas, grasas y alcohol y alta en fibra dietética, ayuda a reducir el Índice de Masa
Corporal, logrando un mejor control de la obesidad (32, 33).
La inulina es un componente de la fibra que se obtiene de alimentos como la cebolla o
la achicoria, presentes en la mayoría de las dietas Ma-Pi. Ha demostrado tener
propiedades hipolipemiantes sobre nuestro organismo, es decir, ayuda a regular los
niveles de lípidos en sangre favoreciendo la salud de las personas que padecen
enfermedades como la obesidad y/o la dislipemia.
La causa principal de la osteoporosis es la ingesta elevada de proteínas de origen
animal, que provoca una acidosis metabólica y la consecuente salida de calcio de los
huesos para compensarla. De manera que los lácteos no son adecuados para esta
enfermedad, ya que el calcio que contienen no es suficiente para amortiguar su carga
ácida de proteínas, además son deficientes en magnesio, un mineral esencial para su
absorción. La dieta macrobiótica restringe casi por completo los productos de origen
animal y los lácteos, obtiene el calcio de otras fuentes (frutos secos, vegetales,
ajonjolí…) y contiene importantes cantidades de magnesio. El magnesio, además de
ser necesario para la absorción del calcio, ayuda a la absorción de la vitamina D, un
componente indispensable para que el calcio pueda pasar a través de la pared
intestinal. A pesar de que este mineral no es tan abúndate en la dieta macrobiótica, su
alto contenido en magnesio y, por tanto, en vitamina D, hace que se aproveche por
completo y que sus niveles sean más que adecuados, ayudando a prevenir y a tratar
la osteoporosis.
Además de los beneficios que nos ofrecen todos estos nutrientes, la principal base
terapéutica de la dieta macrobiótica es su poder de alcalinización, muy útil para el
tratamiento de las enfermedades crónicas con carga metabólica ácida derivadas del
estilo de vida moderno (1).
28
4.5 INFORMACIÓN PRÁCTICA PARA LOS PACIENTES. Recetas macrobióticas
La teoría no siempre es suficiente para poder llevar a cabo la alimentación
macrobiótica, muchos de sus alimentos pertenecen a una cultura distinta y podemos
encontrar dificultades a la hora de cocinarlos y combinarlos para elaborar platos con
ellos.
Las siguientes recetas servirán de ayuda para los pacientes que estén interesados en
esta terapia.
Crema de arroz
Es muy útil para aquellas personas que tengan poca energía o necesiten recuperar
fuerzas. Se suele tomar en el desayuno.
Ingredientes:
1 taza de arroz integral
10 tazas de agua
½ umeboshi o una pizca de sal marina por cada taza de arroz
Elaboración: Tostamos el arroz hasta que se dore un poco, en una sartén de acero o
de hierro. Lo ponemos en una olla junto con el agua y el condimento que hayamos
elegido (sal marina o umeboshi), tapamos la olla y dejamos que hierva. Lo cocinamos
hasta que el agua se reduzca a la mitad y lo dejamos enfriar un poco. Colocamos una
tela fina de algodón o muselina y la atamos a la olla, escurrimos sin que se cuele la
pulpa hasta que solo quede la crema de arroz.
Mijo
Ingredientes:
1 taza de mijo
2 tazas y ½ de agua hirviendo
1 pizca de sal por cada taza de mijo
Elaboración: Lavamos el mijo y lo tostamos en una sartén (con la sartén seca o con un
poco de aceite de sésamo). Le damos vueltas mientras para que no se queme,
durante 5 minutos más o menos (hasta que esté un poco dorado). Añadimos el agua
hirviendo y la sal y dejamos que hierva. Cuando comience a hervir bajamos la
temperatura al mínimo y dejamos que se cocine durante aproximadamente media
hora. También podemos hacer un plato de mijo blando, recomendable para el
desayuno, para ello simplemente utilizaremos 4 tazas de agua hirviendo en vez de 2 y
½.
29
Azukis
Esta legumbre beneficia la función renal, la sangre, la vejiga y ayuda a fortalecer la
espalda, sobre todo la zona lumbar. Se toman entre 3 y 5 cucharadas de azukis en
cada comida.
Ingredientes:
1 taza de azuki
2 tazas y ½ de agua
½ cucharadita de sal marina
Elaboración: Lavamos las legumbres. Las ponemos en una olla a presión con agua y
aumentamos la presión. Bajamos la temperatura casi al mínimo y cocinamos durante
45 minutos. Enfriamos la olla con agua fría para que baje rápido la presión, la abrimos,
añadimos la sal marina y seguimos cocinando sin tapa hasta que se evapore por
completo el agua.
Arame con cebolla y zanahoria
El arame es un alga que nos ayuda a tonificar y drenar los riñones, la vejiga y el área
urogenital.
Ingredientes:
1 taza de arame
½ taza de zanahoria cortada en dados
½ taza de cebolla picada
1 taza de agua
½ cucharada sopera de tamari
Elaboración: Rehogamos la zanahoria y la cebolla en un sartén con un poco de aceite.
Agregamos el arame y la taza de agua. Tapamos la sartén y dejamos que se cocine a
fuego lento durante 20 minutos aproximadamente. Destapamos, añadimos el tamari y
dejamos que siga cocinándose hasta que se termine de evaporar el agua. Cuando
haya terminado lo removemos y servimos.
Sarraceno
Ingredientes:
1 taza de sarraceno
2 tazas de agua hirviendo
1 pizca de sal
Elaboración: Tostamos el sarraceno durante unos 5 minutos en una sartén seca. Lo
ponemos en una olla y añadimos el agua hirviendo y la sal. Cuando empiece a hervir
30
bajamos el fuego al mínimo y lo cocinamos durante 30 minutos aproximadamente,
hasta que se haya absorbido el agua. Para tomarlo en el desayuno podemos cocinarlo
con 4 o 5 tazas de agua hirviendo en vez de 2, así nos saldrá un cereal más blando.
Arroz integral con mijo
Este plato, que combina dos tipos de cereales, favorece la digestión, las funciones
mentales y el ánimo. También ayuda a nutrir los órganos vitales.
Ingredientes:
2 tazas de arroz integral
½ taza de mijo
4 tazas y ½ de agua
7 cm de kombu o una pizca de sal marina
Elaboración: Limpiamos los granos, los colocamos en una olla a presión con agua y
añadimos el condimento que hayamos elegido (kombu o sal marina). Tapamos la olla
y la llevamos a presión, lo cocinamos durante mínimo 45 minutos. Después dejamos
reposar, destapamos la olla y removemos el contenido (20).
31
5. CONCLUSIONES
Después de haber estudiado la macrobiótica con sus principios filosóficos y dietéticos,
su influencia en la salud, tanto de forma positiva como negativa, y su potencial
terapéutico sobre diferentes enfermedades crónicas, se puede concluir que es una
buena opción de tratamiento siempre que se utilice de forma complementaria al
tratamiento médico habitual.
Los estudios realizados hasta la fecha han conseguido demostrar la utilidad de esta
dieta como terapia para enfermedades crónicas, pero siempre ligada a otros
tratamientos médicos convencionales, ya que los pacientes no accedieron a
abandonar estos últimos durante el estudio. A pesar de ello, los resultados han sido
bastante buenos y se ha visto una gran mejoría en el estado de salud de los pacientes.
La investigación de la macrobiótica como terapia para el cáncer se ha visto bastante
limitada, no solo por la escasez de respuesta por parte de los encuestados sino
también por la falta de rigor científico de los libros que tratan sobre ello. A pesar de los
obstáculos encontrados, se ha logrado ver un aumento en la tolerancia a los
tratamientos médicos convencionales agresivos para el cuerpo, como la radioterapia o
la quimioterapia; se ha aumentado la esperanza de vida de los pacientes; y se ha
mejorado su vida personal, en cuanto a sus relaciones sociales y a su bienestar
emocional y físico.
Los trabajos de investigación sobre la diabetes se han visto más favorecidos, la mayor
tasa de respuesta obtenida y el adecuado seguimiento de los pacientes durante el
estudio han logrado unos resultados bastante buenos y con base científica
demostrada. Se han conseguido mejoras en cuanto a la regulación de los valores
sanguíneos de glucosa, hemoglobina glucosilada, colesterol y otras sustancias; se han
estabilizado las cifras de los valores antropométricos, como el peso, la grasa corporal,
las circunferencias de cintura y de cadera y el índice de masa corporal; y se ha logrado
la reducción o incluso supresión del tratamiento médico debido a la falta de necesidad,
tanto de pastillas hipoglucemiantes como de unidades de insulina.
En cuanto a otras enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, la obesidad, la
hipertensión o la osteoporosis, no se han encontrado casos clínicos que demuestren la
eficacia de la terapia macrobiótica en su tratamiento. Aún así, se han comprobado los
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beneficios sobre el organismo de muchos nutrientes presentes en esta dieta y se han
asociado a la mejoría de los síntomas de estas patologías.
A la hora de comenzar con la terapia macrobiótica debemos informarnos bien sobre el
tema y hablarlo con un profesional, de esta manera nos podrán asesorar y adaptar la
dieta a nuestros requerimientos nutricionales y al objetivo que queremos conseguir, e
incluso podrán ayudarnos con suplementos alimenticios. Es aconsejable llevar un
control médico mientras se utiliza ya que, además de ver nuestro progreso, nos
ayudará a prevenir cualquier carencia y adelantarnos así a otros problemas de salud
que podríamos desarrollar.
También hay que tener en cuenta que no todas las dieta Ma-Pi pueden utilizarse
durante toda la vida, algunas de ellas presentan déficits nutricionales que a la larga
pueden perjudicar nuestra salud. La dieta 1 es únicamente terapéutica y tiene
bastantes carencias (vitamina A, riboflavina, cobalamina, vitamina C y hierro), se utiliza
en casos extremos y durante cortos periodos de tiempo. Las dietas 2 y 3 son algo más
flexibles y permiten utilizarse durante algo más de tiempo, pero siguen teniendo un
límite, además, presentan déficit de cobalamina. Por último, las dietas 4 y 5 son
completas y seguras nutricionalmente, por lo que se pueden utilizar de por vida.
Hay algunos grupos de riesgo que deberían tener especial cuidado a la hora de seguir
esta dieta, como son los niños, las mujeres embarazadas y las madres en periodo de
lactancia.
En primer lugar tenemos a los niños, que se encuentran en una etapa de desarrollo y
crecimiento clave para su futuro en la que necesitan consumir alimentos adecuados
que sustenten al organismo de los nutrientes necesarios. Se ha demostrado que
cualquier deficiencia nutricional en esta edad puede provocar problemas de salud
irreversibles, como es el caso de la anemia megaloblástica por déficit de vitamina B12.
En segundo y tercer lugar están las mujeres embarazadas y las madres en periodo de
lactancia. En ambos casos, la nutrición de este grupo de personas no solo es
importante para su salud sino también para la de sus hijos. La dieta que sigan va a
servir de alimento para ellos, ya sea a través de la circulación fetal o de la leche
materna, y cualquier carencia nutricional podría afectar a su desarrollo y provocarles
enfermedades irreversibles.
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Dejando a un lado la parte negativa, esta dieta nos puede aportar grandes beneficios a
la salud, ya que tiene cantidad de nutrientes que ayudan a nuestro cuerpo a funcionar
mejor, estemos o no enfermos. Tan importante como sus alimentos es su estilo de
vida, la macrobiótica sigue unos hábitos diarios que nos pueden ofrecer grandes
beneficios, como es la práctica de ejercicio físico (siempre que nuestro estado de
salud nos lo permita), realizar una respiración correcta, evitar los lugares con
contaminación ambiental o evitar las fuentes que nos producen estrés.
La dieta macrobiótica tiene algunos inconvenientes que pueden suponernos
obstáculos a la hora de llevarla a la práctica. Muchos de los alimentos que utiliza son
de origen oriental, como las algas (wakame, kombu, nori…), algunos de los
condimentos (gomasio, umeboshi, tamari, shoyu…) e incluso algunas legumbres
(azuki), lo que da lugar a dificultades a la hora de encontrarlos en nuestros
supermercados. También podemos encontrar problemas para combinar los alimentos
de una manera adecuada y hacer un menú diario; existen herramientas que nos
ayudan a ello, como la pirámide macrobiótica de Michio Kushi, que nos indica la
frecuencia y las proporciones diarias de consumo o las dietas Ma-Pi de Mario Pianesi,
que nos detallan los alimentos incluidos en cada una de ellas.
En los últimos años se está investigando bastante sobre la dieta macrobiótica como
tratamiento para enfermedades crónicas, se han publicado cantidad de artículos y de
estudios que están demostrando su efectividad. A pesar de ello, el uso de esta dieta
como terapia no es un tema muy conocido por la sociedad y muchos enfermos
crónicos no pueden optar a ella por la falta de información.
Sería interesante que la dieta macrobiótica se incluyera en los hospitales y otros
centros sanitarios como una opción más de tratamiento para algunas enfermedades, o
simplemente con una finalidad preventiva o promotora de la salud. Una parte del
trabajo de enfermería es la educación sanitaria, que consiste en recomendar a los
pacientes diferentes medidas para llevar un estilo de vida más saludable, entre las que
se encuentran la dieta o la práctica de ejercicio. La macrobiótica sería una buena
opción para aconsejarles, ya que incluye tanto hábitos dietéticos como de ejercicio
físico, les podríamos ayudar desde un punto de vista sanitario dándoles toda la
información posible y ofreciéndoles la ayuda necesaria.
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