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Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry 63 Enero-Junio, 2015 VOL XXXIII ISSN: 1315-9496 TIEMPO Y ESPACIO UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS Depósito Legal pp198402DC2832 Lorena Puerta Bautista Manuel Silva-Ferrer María Soledad Hernández Bencid Guillermo Tell Aveledo Guillermo Guzmán Mirabal Gilberto Quintero Lugo David Ruiz Chataing Angel Omar García González Véronique Hébrard Jo-ann Peña Angulo Nancy Urosa Salazar Sócrates Ramírez

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Celebramos junto con nuestros articulistas, colaboradores y lectores el número 63 de la revista Tiempo y Espacio, publicación que, por más de treinta años, edita el Centro de Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry” del Instituto Pedagógico de Caracas. En esta ocasión el historiador Tomás Straka, como editor invitado, coordinó el dossier “Centenario del inicio de la explotación petrolera en Venezuela (1914-2014)”. A la par del dossier reunido a partir de un conjunto de trabajos presentados en las XIII Jornadas de Historia y Religión UCAB 2013, también forman parte del número 63 siete artículos insertos en la sección Estudios. Con el regocijo de ver como sigue avanzando esta publicación nacida en 1983, quienes hasta el presente número dirigimos la revista nos despedimos de su conducción y hacemos votos por el éxito de quienes pronto asumirán su dirección editorial.

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Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry

63 Enero-Junio, 2015VOL XXXIIIISSN: 1315-9496

TIEMPO

Y

ESPACIO

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR

INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS

Depósito Legal pp198402DC2832

Lorena Puerta Bautista

Manuel Silva-Ferrer

María Soledad Hernández Bencid

Guillermo Tell Aveledo

Guillermo Guzmán Mirabal

Gilberto Quintero Lugo

David Ruiz Chataing

Angel Omar García González

Véronique Hébrard

Jo-ann Peña Angulo

Nancy Urosa Salazar

Sócrates Ramírez

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-Junio, 2015.Depósito Legal pp198402DC2832. ISSN: 1315-9496

TIEMPO Y ESPACIO

© TIEMPO Y ESPACIOUniversidad Pedagógica Experimental LibertadorInstituto Pedagógico de Caracas.Subdirección de Investigación y PostgradoCoordinación General de InvestigaciónCentro de Investigaciones Históricas Mario Briceño IragorryAv. José Antonio Páez. El Paraíso, Caracas-VenezuelaZona Postal 1021Teléfonos: (0212) 915-83-69Diseño de cubierta:Diagramación y arte fi nal: Deisy Goncalvez GoncalvezDepósito Legal pp198402DC2832ISSN: 1315-9496

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3Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry

Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-Junio, 2015.Depósito Legal pp198402DC2832. ISSN: 1315-9496

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADORINSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS

CUERPO DIRECTIVO

Directora (E) Alix Agudelo Subdirectora de Docencia ( E ) Judith Rangel Subdirectora de Investigación y Postgrado ( E ) Miren de Tejada Subdirector de Extensión ( E) Humberto González Secretario Juan Acosta Boll

DEPARTAMENTO DE GEOGRAFIA E HISTORIA JEFE DE DEPARTAMENTO

Jorge Bracho

CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS“MARIO BRICEÑO IRAGORRY”

Coordinadora: Haydee Vilchez

TIEMPO Y ESPACIO

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TIEMPO Y ESPACIO• Es una publicación científi ca fundada en 1983 perteneciente al Centro de

Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry” del Instituto Pedagógico de Caracas; de circulación nacional e internacional, destinada a divulgar los resultados de investigaciones realizadas en áreas de Geografía, Historia y Ciencias Sociales.

• Podrán publicar trabajos en esta Revista, los profesores del Departamento de Geografía e Historia de todos los Institutos Pedagógicos, estudiantes de pregrado y postgrado de la UPEL y otras Universidades, historiadores nacionales e internacionales y personas de alta califi cación intelectual y académica.

• El sistema de arbitraje utilizado por el Consejo Editorial seguirá el criterio denominado “doble ciego”, es decir, los autores no conocen quien los arbitra y éstos últimos no conocen la identidad del autor.

• Publicación fi nanciada por la Subdirección de Investigación y Postgrado del Instituto Pedagógico de Caracas.

• Tiempo y Espacio está indizada en el Proyecto Scielo Venezuela, en la base de datos de Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE), además de DIALNET (Universidad de la Rioja, España) en el Índice y Directorio de Revistas Venezolanas de Ciencia y Tecnología REVENCYT, Código: RVT011 y en la Red de revistas científi cas de América Latina y el Caribe, España y Portugal. Sistema de información científi ca (Redalyc.org).

• La Revista no se hace responsable de los juicios y criterios expuestos por los autores.• Para efectuar canje y correspondencia enviar a Centro de Investigaciones Históricas

“Mario Briceño Iragorry” (CIHMBI); Universidad Pedagógica Experimental Libertador-Instituto Pedagógico de Caracas, Torre Docente, piso 8, Nº 802, Av. Páez, Urbanización El Paraíso, teléfono 0058-02129158369 (Directo) / 4616036 / 4616086 / 4616121; Ext. 272. Caracas Venezuela.

• Correo Electrónico: [email protected]. Página web: www.upel.edu.ve

PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN POR CUALQUIER MEDIO SIN AUTORIZACIÓN DE SUS EDITORES.Diagramación: Deisy Goncalvez Goncalvez

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TIEMPO Y ESPACIO

Nº 63. Enero-Junio 2015 VOL XXXIIIPublicación del Centro de Investigaciones Históricas

“Mario Briceño Iragorry”

DirectorJosé Alberto Olivar

Jefe de RedacciónJean Carlos Brizuela

Editor InvitadoTomás Straka

Consejo EditorialElina Lovera

Universidad Pedagógica Experimental Libertador

Rebeca Padrón GarcíaUniversidad Pedagógica Experimental Libertador

Luis Fernando CastilloUniversidad Pedagógica Experimental Libertador

Suzuky GómezUniversidad Pedagógica Experimental Libertador

Germán Guía CaripeUniversidad Simón Bolívar (SL)

Luis Alberto ButtóUniversidad Simón Bolívar

Zandra PérezUniversidad Pedagógica Experimental Libertador

José J. Hernández PalomoConsejo Superior de Investigaciones Científi cas

Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla-España

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Normas de Publicación para los Autores

• La Revista incluirá en su publicación: artículos, documentos, avances de investigación y reseñas bibliográfi cas que correspondan al campo de las Ciencias Sociales, especialmente al de la Historia. • Los artículos deben ser inéditos y producto de investigaciones originales, cuyo contenido debe estar expresado con claridad y sus argumentos bien fundamentados.• Cada artículo debe venir acompañado de un resumen con una extensión máxima de ½ cuartilla, y de 3 a 5 palabras clave. Así mismo, debe incluir una breve relación de los datos académicos del autor (Currículum Vitae). • Se presentará en redacción defi nitiva, a doble espacio, en papel blanco tamaño carta, y con una extensión no mayor a 25 cuartillas. En cada página se dejará un margen de 3 centímetros del lado izquierdo y 2 del lado derecho con un máximo de 30 líneas por página, tipo de letra Times New Roman 12.• El encabezamiento de los artículos debe incluir el título, en la siguiente línea y a la derecha el nombre del autor o autores e inmediatamente insertar un pie de página con el grado académico, el departamento, institución a la que pertenece y correo electrónico.• Las normas de redacción, presentación de tablas y gráfi cos, citas, señalamientos de autores, referencias bibliográfi cas y otros aspectos afi nes deben hacerse en el sistema autor-año-página (Cárdenas, 2006: 85). Las citas textuales que tengan una extensión mayor de 2 líneas deben aparecer sangradas sin comillas y a un (1) espacio. También pueden colocarse citas al pie de página o al fi nal del trabajo, indicando Autor, Título y Página.• Los títulos de libros, revistas y periódicos así como las palabras que se empleen en otro idioma, irán con negritas; para indicarlos se subrayan en el texto. Las comillas quedan reservadas para los títulos de artículos, partes o capítulos, lo mismo que para las citas textuales cortas.• Los títulos de obras o artículos deberán citarse completos en la primera oportunidad, a continuación pueden abreviarse o si se trabaja con varios títulos de un mismo autor éstos pueden codifi carse con el empleo de siglas que estarán identifi cadas en notas a píe de página.• El sistema de arbitraje utilizado por el Consejo Editorial seguirá el criterio denominado “doble ciego”, es decir, los autores no conocen quien los arbitra y éstos últimos no conocen la identidad del autor.• La bibliografía se incluirá sólo en casos muy especiales, cuando el tema lo requiera o que el artículo no incluya citas a pie de pagina.• El material ilustrativo, mapas, cartogramas, cuadros o fi guras en general, será reproducido sólo en aquellos casos estrictamente necesarios y deberán contemplar normas establecidas en la metodología de la investigación.• Los cartogramas, mapas o fi guras deben presentarse en original.

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CONTENIDO

Presentación ..................................................................................................... 11-13

DossierCentenario del inicio de la explotación petrolera en

Venezuela (1914-2014)

Lorena Puerta Bautista...................................................................................... 15-33La inversión extranjera en Venezuela: De las casas comercialesa las compañías petroleras (1850–1975)

Manuel Silva-Ferrer .......................................................................................... 35-53Venezuela: Th e Modern Oil Nation. Globalización,Estado, cultura y comunicación en torno al enclave petrolero

María Soledad Hernández Bencid ................................................................ 55-69Juan Bimba y el Míster: fantoches en el imaginario petrolero venezolano

Guillermo Tell Aveledo ..................................................................................... 71-86El Socialcristianismo venezolano y el Petróleo

Guillermo Guzmán Mirabal ........................................................................... 87-105Venezuela y los Estados Unidos: diplomacia petrolera.Tres momentos del duelo entre Leoni y Johnson (1964–1969)

Estudios

Gilberto Quintero Lugo ............................................................................... 107-124Por una ciencia histórica de todos y para todos.La pertinencia social del historiador en el siglo XXI

David Ruiz Chataing .................................................................................... 125-142Ideas políticas de Mariano Picón Salas

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Angel Omar García González ....................................................................... 143-162La historiografía marxista venezolana en tres autores: Juan Bautista Fuenmayor, Carlos Irazábal y Miguel Acosta Saignes

Véronique Hébrard ...................................................................................... 163-186Ciudades leales, ciudades patriotas.Guerra de independencia e identidades urbanas (Venezuela, siglo XIX)

Jo-ann Peña Angulo ................................................................................... 187-209La justicia como equidad, el régimen político ylas morales del siglo XXI en Venezuela y Estados Unidos

Nancy Urosa Salazar ..................................................................................... 211-230Simón Rodríguez y la capacidad transformadora del Arte Social

Sócrates Ramírez .......................................................................................... 231-259Ciudad Bolívar en el marco del desarrollismo militar (1952-1958)

Reseñas..................................................................................................................... 261-272

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CONTENT

Presentation ..................................................................................................... 11-13

DossierSpecial Edition 100th anniversary of the beginning of

the exploitation of oil in Venezuela (1914-2014)

Lorena Puerta Bautista...................................................................................... 15-33Foreign investment in Venezuela:Commercial houses to oil companies (1850-1975)

Manuel Silva-Ferrer .......................................................................................... 35-53Venezuela: Th e Modern Oil Nation. Globalization, State,culture, and communication around the oil enclave

María Soledad Hernández Bencid ..................................................................... 55-69Juan Bimba and the Mister: fantoches imaginary Venezuelan oil

Guillermo Tell Aveledo..................................................................................... 71-86Th e oil and the Venezuelan Socialcristianismo

Guillermo Guzmán Mirabal ........................................................................... 87-105Venezuela and the United States: oil diplomacy.Th ree moments of the duel between Johnson and Leoni (1964-1969)

Studies

Gilberto Quintero Lugo................................................................................ 107-124For a historical science of all and for all.Th e social relevance of the historian in the 21st century

David Ruiz Chataing .................................................................................... 125-142Ideas politicals of Mariano Picón Salas

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Angel Omar García González ....................................................................... 143-162Th e three authors Venezuelan Marxist historiography:Juan Bautista Fuenmayor, Carlos Irazábal and Miguel Acosta Saignes

Véronique Hébrard ...................................................................................... 163-186Loyal cities, cities Patriots. War of independence andurban identities (Venezuela, 19th century)

Jo-ann Peña Angulo ...................................................................................... 187-209Justice as fairness, the political regime andthe moral of the 21st century in Venezuela and United States

Nancy Urosa Salazar ..................................................................................... 211-230Simón Rodríguez and the transformative power of Social art

Socrates Ramirez .......................................................................................... 231-259Ciudad Bolívar in the framework of the military developmentalism (1952-1958)

Reviews..................................................................................................................... 261-272

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PRESENTACIÓN

Pensar, representar y administrar el petróleo

El 31 de julio de 1914 la historia de Venezuela se partió en dos. Convencionalmente se ha aceptado esta fecha, en la que ocurre el reventón del pozo Zumaque I, como la del inicio de la industria petrolera en el país. Aunque las evidencias documentales demuestran que el pozo había iniciado su producción en abril, y es un hecho que para entonces ya llevaba treinta y seis años funcionando una empresa de capital y gerentes venezolanos, la Petrolia del Táchira, que para muchos pudiera ser más a propósito para afi ncar una tradición petrolera nacional, las compañías establecieron este acontecimiento como su natalicio, y así lo han seguido sosteniendo PDVSA y el Estado después de la nacionalización.

En todo caso, al menos en un aspecto tienen razón: lo que arranca en 1914 —bien sea en abril o en julio— impulsó cambios de un volumen y un alcance que ya no dejarían nada igual. Los parajes solitarios de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo se trastornaron con ejércitos de trabajadores, maquinarias y construcciones improvisadas como nunca había pasado antes, pero como a partir de entonces terminaría pasando en el resto del país. Braceros venidos de los Andes, de Coro y muy pronto de Margarita, técnicos llegados de México y de las Antillas (sobre todo de Trinidad y Granada), capataces norteamericanos, holandeses e ingleses, crearon, como por ensalmo, una Babel en la que corre el dinero (y con demasiada frecuencia el licor, las prostitutas, las pianolas y las puñaladas). Con ellos aparecen los balancines y las torres, acaso el primer paisaje industrial de Venezuela; aparecen rancherías que en veinte años se convirtieron en urbanizaciones ordenadas y pulcras, aparecen campos de beisbol y carreteras asfaltadas; va perfi lándose una clase media y una nueva forma de ser pobre, distinta a la del tradicional Juan Bimba; una nuevas comidas y unos nuevos bailes: aparece, en suma, la Venezuela petrolera. Es una dinámica que se ve primero que en ningún otro sitio en aquellos alrededores de Mene —donde está Zumaque— y que, a la vuelta de un siglo, ya ha transformado todos los rincones del país.

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El petróleo, como una y otra vez lo dijo uno de los hombres que más pensó sobre él, Arturo Uslar Pietri es, después de la conquista, el hecho más importante de la historia venezolana. La forma en la que cambió nuestra geografía, nuestros modos de vida, nuestro idioma, es solo comparable con el impacto que produjo el sojuzgamiento de la población autóctona y la incorporación del territorio a la dinámica del mundo atlántico en el siglo XVI. En ambos casos hubo épica y muchas injusticias, en los dos hubo mucho de sometimiento a poderes externos y de mestizaje; en el uno el oro fue un aliciente inalcanzado mientras en el otro, la riqueza estalló en la forma de continuos reventones (el episodio de la riqueza rápida y trágica de Cubagua vino a la memoria de muchos en un principio, sobre todo su moraleja fi nal, pero el petróleo ha demostrado más permanencia). No pocas veces el uno simplemente remató al otro, como en la ocupación del espacio fundando centros urbanos o en la asimilación de algunos grupos indígenas. ¿Cómo, entonces, reaccionar a cambios tan grandes y acelerados? ¿Cómo controlarlos? Las respuestas dadas por los venezolanos fueron tan variadas como pudieron serlo los bari que fl echaban a los ingenieros que se aventuraban en su territorio y los ministros del gabinete de Juan Vicente Gómez que bascularon del entusiasmo por la dimensión de las inversiones al temor de que la avalancha se los llevara a todos.

Pensar el petróleo para comprenderlo y aprehenderlo, eso que se ha llamado la conciencia petrolera; administrar su renta para transformar a Venezuela según los diversos proyectos de país que se han diseñado y adelantado; representar al petróleo y a sus dinámicas en una creación capaz de expresar las vivencias de una sociedad cambiante; fueron desafíos que por cien años han retado al talento venezolano. En algunas ocasiones hemos sido más exitosas que en otras, aunque el balance —para sorpresa incluso de nosotros mismos, tan dados a la autofl agelación— es alentador. Compulsar lo que al respecto a sabido (o podido) generar, es el objetivo del dossier que se presenta en estas líneas. A través de los artículos que en él se reúne se espera ofrecer una visión de conjunto de este siglo de historia, a través de las manifestaciones culturales, del pensamiento y de la acción política estructurados en torno al fenómeno petrolero. Así, Lorena Puerta, profesora de la Universidad Central de Venezuela, nos presenta un análisis de los cambios inducidos en

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la estructura económica venezolana gracias al impacto del petróleo, tomando como referencia el caso de las casas comerciales y las compañías petroleras establecidas en el país.

Por su parte, Manuel Silva-Ferrer, venezolano avecindado en la Universidad Libre de Berlín, nos ofrece una panorámica sobre el impacto del petróleo en nuestra cultura y la forma en que impulsó dos procesos fundamentales: una determinada modernidad y, entreverada con ella, la estructuración de una identidad nacional.

María Soledad Hernández Bencid, investigadora de la Universidad Católica Andrés Bello, centra en el estudio del pensamiento petrolero a través de las caricaturas publicadas en la legendaria revista Fantoches. Demuestra cómo las relaciones entre dos fi guras, Juan Bimba, por Venezuela, y “el Míster” (colérico, embutido en un salacot imperialista), por las compañías petroleras, fueron la representación crítica de lo que estaba pasando en toda la sociedad durante la década de 1930. Guillermo T. Aveledo, de la Universidad Metropolitana, también optó por una mirada innovadora: en su enjundioso estudio se detiene en el pensamiento político sobre el petróleo a través de sus exponentes socialcristianos. Se trata de un tema injustamente olvidado, comoquiera que la importancia del socialcristianismo en la democracia venezolana fue enorme, jugando siempre un papel muy relevante en aspectos claves como, naturalmente, el de la política petrolera. Por último, Guillermo Guzmán Mirabal, de la Universidad Católica Andrés Bello, se enfoca en la diplomacia petrolera poniendo de relieve otro tema olvidado: el de las tensas relaciones entre Venezuela y los Estados Unidos durante la década de 1960, por el problema de las cuotas de importación establecidas por la potencia del norte. Guzmán Mirabal se adentra en las difíciles negociaciones a través de fuentes primarias norteamericanas, lo que constituye todo un aporte que permitirá a la política venezolana en general, y petrolera en particular, desde un ángulo que hasta el momento prácticamente no se había estudiado.

Como vemos, la oferta es variada tanto en problemas, como en enfoques y fuentes consultadas. Todos los trabajos fueron presentados como ponencias en las XIII Jornadas de Historia y Religión, dedicadas a la industria petrolera por su centenario, que se realizaron en la Universidad Católica Andrés Bello

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en mayo de 2013. Resulta todo un honor contar con la prestigiosa revista Tiempo y Espacio para su difusión. Ojalá contribuyan a generar debates, tan necesarios en estos momentos de Venezuela, y detonen en los lectores el deseo de emprender nuevas investigaciones.

Tomás Straka

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. Lorena Puerta Bautista. La inversión extranjera en Venezuela: De las casas comerciales a las compañías petroleras (1850–1975), pp. 15-33.

Lorena Puerta Bautista Licenciada en Historia y Doctora en Ciencias Sociales egresada de la Universidad Central de Venezuela. Profesora de Historia Económica General. Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales-Escuela de Administración y Contaduría, Departamento de Ciencias Económicas y Sociales. Ganadora de la IV Bienal del Premio de Historia Rafael María Baralt. Correo Electrónico: [email protected]

Recibido: 12/10/2014

Aprobado: 24/02/2015

Resumen: La Inversión Extranjera en Venezuela está relacionada con la expansión del capitalismo y la exportación de capitales ocurridos durante el siglo XIX, cuando desde Europa se consideraba el territorio de América Latina como un escenario de posibilidades de desarrollo económico. En Venezuela la dinámica generada por la economía cafetalera desde mediados del siglo XIX permite la presencia de Casas Comerciales Extranjeras, las cuales esencialmente se encargaban de colocar en los mercados extranjeros el café venezolano. Posteriormente, la inversión extranjera se incrementa y cambia con la explotación petrolera, actividad que defi ne la orientación de la economía venezolana desde la segunda década del siglo XX, en este contexto, Venezuela se convirtió en un destino de la inversión europea y norteamericana, particularmente en el periodo que comprende el fi n de la II Guerra Mundial hasta la

DOSSIER

LA INVERSIÓN EXTRANJERA EN VENEZUELA: DE LAS CASAS

COMERCIALES A LAS COMPAÑÍAS PETROLERAS (1850 – 1975)

Foreign investment in Venezuela:Commercial houses to oil companies (1850-1975)

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015.Depósito Legal pp198402DC2832. ISSN: 1315-9496.

década de los setenta cuando el Estado se reserva el derecho exclusivo de inversión en sectores estratégicos tales como el sector petrolero, minas y servicios. Palabras clave: Café, Casas Comerciales, petróleo, compañías petroleras, inversión, desarrollo.

Abstract: Foreign investment in Venezuela is related to the expansion of capitalism and the export of capital that occurred during the nineteenth century, when Europe was considered from the territory of Latin America, as a stage of economic development opportunities. In Venezuela the dynamics generated by the coff ee economy since the mid-nineteenth century allows the presence of commercial investment, which essentially took care to place in foreign markets Venezuelan coff ee. Subsequently foreign investment increases and changes with oil exploration, an activity that defi nes the orientation of the Venezuelan economy since the second decade of the twentieth century, in this context, Venezuela became a destination for European and American investment, particularly in the period covered by the end of the II World War until the early seventies when the State reserves the exclusive right investment in strategic sectors such as the oil industry, mining and services.Keywords: Coff ee, Commercial Investment, oil, oil companies, investment, development.

La economía cafetalera y las casas comerciales

El Siglo XIX a nivel mundial se caracterizó por ser un periodo de grandes cambios económicos y sociales producto de la revolución industrial. El fenómeno de la industrialización se inició en Gran Bretaña durante la segunda mitad del siglo XVIII, fundamentada en la aplicación de la fuerza mecánica a la producción y luego con la invención de la máquina de vapor la cual transformó el sector transporte. Este proceso de industrialización se trasladó a Francia, Alemania, Japón, Estados Unidos y de ahí al resto del mundo, con la industrialización, cambia la relación hombre —ciencia— técnica y con ello la producción económica, lo cual infl uyó de manera directa en el desarrollo del capitalismo a nivel mundial.

Con los profundos cambios ocurridos en el sistema económico mundial en cuanto a la producción de bienes y servicios, acompañado de la exportación de capitales hacia mercados que ofrecían potencialmente materia prima y mano

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. Lorena Puerta Bautista. La inversión extranjera en Venezuela: De las casas comerciales a las compañías petroleras (1850–1975), pp. 15-33.

de obra, se incentivó la inversión extranjera (IE). Particularmente en Venezuela, la IE se concentró en tres sectores específi cos: la minería, los servicios públicos y el transporte, cuyo incremento es notable durante la segunda mitad del siglo XIX, en parte por la reestructuración del sistema económico venezolano, que se implementó durante el gobierno centralizador de Antonio Guzmán Blanco (1870-1888)1.

A pesar de las condiciones económicas desfavorables y la inestabilidad política en Venezuela en el siglo XIX hubo una tendencia hacia la instauración de Casas Comerciales Extranjeras, las cuales por lo general se dedicaban a la importación y exportación de mercancías, víveres, ferretería, importación de café y operaciones. Las primeras Casas Comerciales Extranjeras que se establecen en Venezuela eran de origen alemán, inglés, americano, francés e italiano, particularmente las fi rmas de origen alemán, fueron las más reconocidas y arraigadas en el país.

Hubo presencia de Casas Comerciales Extranjeras en los principales puertos de Venezuela: Ciudad Bolívar, La Guaira, Puerto Cabello y Maracaibo, en este contexto, se entiende que el puerto de Maracaibo se convierte en el segundo más importante del país desde el siglo XIX, debido a que la producción cafetalera de los estados andinos se exportaba a través del puerto de Maracaibo, el más cercano y propicio para las actividades de importación y exportación. De acuerdo a Nikita Harwich Vallenilla (1992):

El mayor aporte de las casas comerciales extranjeras fue su experiencia en cuanto a los procedimientos y manejos del negocio de importación y exportación y sus contactos con corresponsales en los grandes puertos europeos o norteamericanos (t. I, 14).

En este sentido, las Casas Comerciales Extranjeras promovían la dinámica del sistema agroexportador, desde el puerto de Nueva York procedían más de la mitad de las importaciones, y hacia allá se dirigían la mayor parte de las exportaciones. Nueva York se convirtió en el centro redistribuidor de la economía agroexportadora e importadora venezolana hacia localidades como Hamburgo, Marsella, Burdeos y Liverpool. 1 Al respecto véase: González Deluca, M., (2001). Negocios y política en tiempos de Guzmán

Blanco. Caracas: 2da edición, Comisión de Estudios de Postgrado, FHE. Universidad Central de Venezuela; Quintero I. y otros (1994). Antonio Guzmán Blanco y su época. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.

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Asimismo, hubo un importante incremento en los capitales exportados en el año económico de 1859-1860, debido a una mayor presencia de las casas de comercio y la posición del café venezolano en el mercado mundial. Esta situación fue promovida por:

El alza acentuado en la movilización de capitales [que] ocurre durante la década de 1850 y eso tiene que ver con la llegada a Maracaibo del comercio alemán. (…) en los siguientes años nuevas fi rmas alemanas se establecen en Maracaibo y monopolizan, fundamentalmente, el comercio del café desde el fi nanciamiento de la cosecha hasta su extracción a los principales mercados europeos y norteamericanos (…) las casas ‘Minlos Breuer y Cía.’, ‘Schmilinsky y S.A.’, ‘Blohm Mecklemburg y S.A.’, ‘Schön Wilson y S.A.” y “Riedel Bornhorst y S.A.’, en este mismo orden de mayor a menor en importancia, exportan el 77% del café que sale por el puerto de Maracaibo. (Cardozo Galué (s/d): 26-27).

La función de las casas comerciales no se limitó a incentivar el comercio exterior de los rubros venezolanos, también constituyó una especie de dependencia en cuanto a los productores y las operaciones de crédito, las cuales fueron uno de los principales mecanismos de control del mercado y extracción de benefi cios a los productores. En Venezuela, la ausencia de un sistema bancario que otorgara préstamos y la continua escasez de capitales, ponía a los productores en manos de los comerciantes y de las condiciones que ellos fi jaran, eran ellos los únicos que tenían el dinero y las mercancías que los hacendados necesitaban para la producción y el consumo.

Esta labor de las casas comerciales las realizaban a través de sus agentes viajeros, quienes se convertían en compradores de café y vendedores de todo tipo de mercancías, en algunos casos el productor retiraba durante el año telas, abrigos, calzados, sombreros, herrajes, utillaje de labranza, víveres y demás artículos necesarios para el mantenimiento de la casa y la hacienda. Al fi n de la cosecha, el agricultor entregaba al comerciante su café, las cuentas se liquidaban sobre el precio del día, mientras al agricultor se le cobraban las mercancías retiradas según en valor del momento2. De esta manera, las casas

2 Al respecto véase: Harwich Vallenilla, N., (Coord.) (1992), Inversiones extranjeras en Venezuela. Siglo XIX, Caracas: Academia Nacional de Ciencias Económicas, 2 tomos.

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comerciales colocaban en el mercado el café a precios del mercado internacional desarrollándose una relación de desigualdad en las ganancias y rentabilidades para los agricultores.

Los agentes viajeros, no eran sólo empleados de la casa comercial, ellos representaban toda una dinámica de vida ligada a la actividad comercial, en la cual existió una estructura casi familiar producto de la misma actividad laboral que incitaba lazos de lealtad y confi anza. Trabajar en las Casas Comerciales Extranjeras implicaba responsabilidades y era una actividad que estaba en consonancia con los ideales de la mayoría de los jóvenes contratados desde la casa matriz ubicada por lo general en países europeos, quienes venían con la idea de escalar posiciones dentro de las fi rmas comerciales, hacerse socios y lograr tener una posición económica que posteriormente les permitiera regresar a su país.

El papel de los agentes viajeros era fundamental para la expansión de las actividades de la casa comercial, por lo tanto, el agente viajero debía de ser sutil con los clientes a fi n de lograr el mayor número de ventas para las casas comerciales. Con frecuencia eran publicadas en la Revista Mercantil, Órgano de la Cámara de Comercio de Maracaibo recomendaciones para mejorar las funciones de los agentes viajeros:

Como medida que iba dirigida directamente a todos los empleados de las casas comerciales, ellos debían mover la voluntad del cliente para hacerle desear, o preferir lo que deseamos venderle, para interesar al comprador y dirigir su voluntad hacia el negocio que se le quiere proponer, una de las condiciones más esenciales que debe poseer el vendedor es un buen carácter y una agradable disposición (1923:117).

Se trataba de un protocolo en el trato a los clientes, era todo una labor de mantener al cliente satisfecho y de lograr los objetivos manteniendo una actitud de respeto, diálogo, atención y servicio a los clientes, en una Venezuela en donde no existía un sistema bancario consolidado, en la cual los agentes comerciales servían de vinculo y referencia cuando de préstamos, ventas y cobro de mercancía se trataba. Los agentes viajeros debían ser atentos con los

Cardozo Galué, G., (1998). Historia zuliana (economía, política y vida intelectual en el siglo XIX). Maracaibo: Editorial de la Universidad del Zulia.

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clientes, ya que por lo general los acuerdos eran realizados en base a créditos que se supeditaban a los resultados de las cosechas de café anuales. Por lo tanto, eran parte del proceso crediticio de los productores cafetaleros, y en general a la dinámica del circuito agroexportador.

Las actividades desempeñadas por los agentes viajeros era de vital importancia para el funcionamiento de las Casas Comerciales Extranjeras y que muchas veces se veía obstaculizada por los difíciles medios de comunicación, hasta las primeras décadas del siglo XX los principales medios de trasporte eran recuas, carreteras y pequeñas embarcaciones para el tráfi co fl uvial y marítimo.

Era de tal importancia la función de las Casas Comerciales Extranjeras en la economía cafetalera que con motivo de la celebración de los dos años de publicación de la Revista Mercantil (junio 1924: 413 -473), se realizó una reseña acerca de la fundación y desarrollo de las casas comerciales, lo que nos permite conocer con detalle las relaciones y funcionalidad de las mismas en las actividades económicas. De esta fuente se presenta la siguiente información acerca de las casas comerciales extranjeras:

La Casa Breuer, Möller & Co. Sucs: Esta casa fue fundada en el año de 1860 por los señores Montavio & Minlos, fi rma que pasó a ser Minlos, Breuer & Co, en 1865, la que fue sucedida en 1896 por Breuer, Möller & Co, antecesora inmediata de la Breuer, Möller & Co. Sucs. Esta fi rma se dedica en grandes escalas a la importación de mercancías, víveres y ferretería y a la importación del café, realiza además operaciones bancarias, tiene establecimientos sucursales en las plazas de San Cristóbal, Estado Táchira; Cúcuta y Barranquilla de la República de Colombia y además un depósito de víveres de Sabana de Mendoza, en el Estado Trujillo.

Algunos de los socios de la fi rma fueron los señores F.W Birtner, Paul Grosser, Paul Dorn, domiciliados en Hamburgo; E. Von Jess, W. Larsen y H. Kammann radicados en Maracaibo, Edwald Gumpel, en San Cristóbal, y F Bellingrodt, H. Juhr, en Barranquilla, además en carácter de factores mercantiles se encontraban los señores R. Scharder, A. Möller, W. Friedel, Arno Gerlach, Hans Henschel, E. Rappard y J.M. Ortega Rincón, este último sólo tenía poder para Maracaibo. Contaba con unos cincuenta empleados en sus ofi cinas y departamentos, trabajan en sus depósitos de frutos, en el de Sabana

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de Mendoza en Trujillo y en los departamentos de mercancías y víveres cerca de 100 peones diariamente. También en las casas sucursales había un número igual de personas empleadas, fuera del personal de la casa de los señores Julio A. Añez & Co., de quienes esta casa fue comanditaria3.

La Christern, Zingg & Ca: Fue fundada en Maracaibo el 16 de enero de 1876, por el señor W. Christern, siendo sus actuales socios los señores W. Christern (hace ya tiempo retirado en Lübeck. Alemania), Gustavo Zingg, Adolfo Christern y Hans Zittlosen, teniendo como apoderado general al señor Meter Gastreich. La ofi cina en Maracaibo mantenía un personal de 31 empleados bajo la dirección de los socios y asesorados por su poder general, en sus talleres de curtiduría que producen suela de general aceptación en la República por su buena calidad, además mantiene a no menos de veinte personas en el cuidado de sus potreros de crianza de ganado vacuno, cuyo ramo es motivo de atención especial.

Christern, Zingg & Ca. Son importadores y exportadores, agentes de la “Hamburg-Amerika Linie”, asociación naviera alemana, únicos vendedores para los estados Táchira, Mérida, Trujillo y Zulia de las conocidas máquinas para escribir “Continental”, bicicletas y motocicletas “Wanderer”, motores marinos “Hanomas Lloyd”, exportadores de cueros, máquinas para calcular “Trinks-Brunsuiga”, motores de petróleo crudo “Diessel Benz”, exportadores de café, industriales.

La A. Dubuc & Ca. Sucs (Rafael J. Alegretti): Fue creada por el señor Alonso Dubuc, asociado en 1891 con el señor Arturo M. Ochoa para formar la fi rma Dubuc & Ochoa, hasta 1902 que disuelta continuó la fi rma A. Dubuc hasta el 30 de abril de 1923, en que se constituyó la fi rma A. Dubuc & Ca., asociando a su antiguo apoderado Rafael J. Alegretti, empleado de la casa desde 1891, quien con la fecha de 30 de junio de 1924 ha asumido el activo y pasivo de la fi rma para continuar los mismos negocios bajo la razón social de A. Dubuc & Ca. Sucs.

Julio A. Añez & Ca., Sucesores: El 15 de febrero de 1894, la fi rma mercantil Luciani, Avila & Co., radicada en la ciudad de Maracaibo y el señor

3 Comanditaria: Afrontar los fondos necesarios para una empresa comercial o industrial, sin contraer obligación mercantil alguna.

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Julio Antonio Añez, constituyeron la sociedad mercantil en nombre colectivo que giró bajo la fi rma de Luciani, Añez & Co., reservándose exclusivamente al señor Julio Antonio Añez el uso de la fi rma social, con el objeto de toda clase de negocios comerciales y en especial sobre efectos de ferretería, quincalla y marina, sobre comisiones y exportaciones, constituyendo el 26 de febrero de 1894, como factor mercantil, al señor Héctor J. Soto. En 31 de marzo de 1901, se disolvió la expresada sociedad mercantil Luciani, Añez & Co., sucediéndole la de Julio A. Añez & Ca., constituida el 10 de julio de 1901 en comandita simple, por los señores Breuer, Möller & Co.

Firnhaber & Co: Esta sociedad tuvo su fundación el 1º de julio de 1908, bajo la razón social de Rayhter & Firnhaber, como importadores de mercancías secas y sus ventas por mayor, el 1º de marzo de 1919, por separación del socio Rayhter, la fi rma fue modifi cada por la de Firnhaber asociado al apoderado señor A. K. Mittenzwei, siendo en esta misma oportunidad que se traslado el almacén al edifi cio de la Marina, avenidas “Gómez” y “La industria”, el edifi cio con destino a sus ofi cinas y mayor, reformando a la vez conveniente y lujosamente el adjunto edifi cio de su detal que da frente a la avenida “Gómez” Nº 19, con la fecha de 30 de junio de 1924, entra a formar parte de la fi rma como socios de ella el señor Ernest Firnhaber, apoderado de la casa hasta hoy y hermano del principal señor Otto Firnhaber.

Pinedo & Brigé: Firma establecida en 1922, especializada en el ramo de automóviles, siendo uno de los almacenes más completos de su género en la localidad. Además eran los agentes de las acreditadas marcas ‘Hudson’ y ‘Essex’”.

La Casa Blohm & Cía.: Fue fundada en 1854, sus actividades eran diversas: el comercio de importación y exportación, la actividad agrícola, la realización de préstamos, importación de mercancías secas y exportación de café, víveres, ferretería, esta fi rma mantenía varias sucursales en el país. Una vez de regreso a Lübeck, el señor Blohm se propuso ampliar sus operaciones comerciales hacia el occidente de Venezuela, en 1857: establece ofi cinas en Caracas, en 1880 en la ciudad de Valencia y en 1898 en Barquisimeto. Esta compañía fue:

La primera casa comercial alemana establecida en Maracaibo (…) el edifi cio estaba situado (…) [frente al lago] justo al lado del desembarcadero. En la planta baja estaban los almacenes y las ofi cinas (Rodríguez, 2000: 134).

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Eran diversas las actividades a las que se dedicaban las Casas Comerciales Extranjeras y en la medida que la estructura económica se ve infl uenciada por la actividad petrolera, éstas se van incorporando al dinamismo relacionado con este sector industrial de la minería, no obstante, mantienen la preponderancia de la actividad económica tradicional: la agroexportación.

Las actividades de las Casas Comerciales Extranjeras no estaban desligadas de los confl ictos internacionales, lo que afectaba en algunos casos el funcionamiento del capital extranjero en Venezuela; tal como fue el caso de la participación de Alemania en el confl icto bélico en la primera guerra mundial, en ese momento:

Los intereses británicos y franceses enfrentados al imperio prusiano de Guillermo II provocarán que la casa Kolster, de origen germánico, encargada de despachar —al igual que la Bauer—, grandes rumas de café de Puerto Cabello y Maracaibo hacia Hamburgo y los puertos del antiguo imperio Austro—Húngaro, cesen en sus envíos regulares paralizando las actividades navieras de sus empresas a causa del confl icto (Cordero Velásquez, L., 1990: 48).

Durante el periodo entre guerras, el funcionamiento de las Casas Comerciales Extranjeras va a disminuir su infl uencia, principalmente por depender de las fl uctuaciones del mercado internacional y por la carencia de inversión en la modernización de la producción cafetalera, la cual desde fi nales del XIX se halla incapacitada para competir con otros mercados exportadores de café, como es el caso del café procedente de Brasil, cuyo rubro se convirtió en un producto más rentable y representaba un mercado más estable que el de Venezuela.

Mientras que en Brasil se produjo algunos adelantos importantes en materia tecnológica y científi ca, orientados al perfeccionamiento de la técnica de cultivo del café, en Venezuela se mantenía las mismas condiciones de atraso en cuanto a técnicas de cultivo y explotación de la tierra, lo que generó que el café de otras naciones fueran ahora de mejor calidad que el producido en las regiones andinas.

La falta de inversión de capitales y el endeudamiento de los productores con las Casas Comerciales Extranjeras generó un estancamiento en la producción

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del café. Aunado a esto, no existió un verdadero impulso de parte del Estado por mejorar las condiciones crediticias del productor agrícola. Si bien es cierto, en el año de 1928 se crea el Banco Agrícola y Pecuario, los fondos con los cuales contaba no eran sufi cientes para encarar la situación económica de muchos agricultores.

A estas circunstancias hay que agregar la caída general de los precios, mejor conocido como la crisis de 1929, en donde la producción del café y la agroexportación en general entraron en crisis. La confl uencia de estos factores infl uirá en la disminución de la presencia de las Casas Comerciales Extranjeras en el sistema económico venezolano hasta la progresiva desaparición de la mayoría de ellas.

De igual forma, la crisis de 1929 no afecta de una forma brusca al sistema económico venezolano que ya para este momento se encuentra más orientado hacia la explotación petrolera. Se trata de la subsistencia de los dos sistemas económicos, el tradicional agrícola y el moderno petrolero, que a lo largo del siglo XX, es el que domina el panorama del sistema económico mundial, así como el de las actividades económicas de Venezuela. Inclusive:

Para el año de 1934 la situación de la industria cafetalera es verdaderamente lamentable; el Ejecutivo Federal destinó diez millones de bolívares para ayuda de los agricultores del café y cacao más necesitados de los estados Trujillo, Mérida y Táchira que sumaron 34.402, pero por el otro lado entraron grandes cantidades de materiales y maquinarias para el desarrollo de la industria petrolera en el Lago de Maracaibo (Pérez, C. A., 1988: 59-60).

Estas circunstancias son las que dan origen al declive de la economía agroexportadora y al surgimiento de la economía petrolera, incentivada por la supremacía que empieza a tener el petróleo como fuente de energía no solo para cubrir necesidades humanas sino para poner en funcionamiento una serie de maquinarias bélicas.

El petróleo y las compañías petroleras

La explotación petrolera toma especial auge durante la dictadura del General Juan Vicente Gómez (1908-1936), cuando se otorgan concesiones

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petroleras a los “allegados y amigos” del dictador quienes al poco tiempo las vendían por precios irrisorios a las compañías petroleras. Se considera que las concesiones, son un sistema:

Conocido en la doctrina jurídico-minera con el nombre de sistema regalista. En él, el otorgamiento de la concesión es de carácter forzoso a favor del solicitante o denunciante (Vallenilla, L., 1998: 31).

Bajo esta fi gura, se entregaron grandes extensiones de terrenos a una vigencia de largo plazo, estando exoneradas las compañías petroleras del pago de los impuestos de exportación y teniendo la nación una mínima participación en los benefi cios de la explotación.

Este sistema ya se había puesto en práctica antes del confl icto bélico de la Gran Guerra, en el año de 1883 durante el periodo gubernamental de Guzmán Blanco, se le otorgó una concesión para la explotación de asfalto en el estado Bermúdez al ciudadano Horacio Hamilton, quien en 1885 vende esta concesión a la New York and Bermúdez Company4.

En abril de 1884 el Ejecutivo Nacional otorgó derechos por cincuenta años a la Compañía Petrolia del Táchira, organizada sobre la base de una concesión otorgada en 1878 a Manuel Antonio Pulido para explotar petróleo en el estado Táchira. Esta compañía operó en el Distrito Rubio-San Cristóbal hasta 1907, su producción era limitada, con una pequeña refi nería que producía kerosén y gasolina para el consumo interno de alguno de los poblados ubicados en el estado Táchira.

Cuando se otorgan las concesiones petroleras no existían leyes que regularan la explotación petrolera, por ello en el marco legal, se usaron las leyes de minas de 1907 y las cláusulas de la Ley de Minas de 1905, bajo esta fi gura se otorgaron varias concesiones que cubrían amplias zonas.

La primera Ley de Hidrocarburos y demás minerales combustibles fue promulgada en el año de 1920 y la regulación legislativa supuso una serie de prerrogativas adaptadas a los minerales combustibles separándolo de las disposiciones para la explotación de minas. De acuerdo a la Memoria del Ministerio de Fomento presentada al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela 4 Esta compañía se relaciona con la Revolución Libertadora (1901-1903) a la cual tuvo que

enfrentarse Cipriano Castro.

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entre los años de 1923—1925, las principales compañías petroleras que operaban en el país eran las siguientes:

- Th e Venezuelan Oil Concessions Ltd, es cesionaria del contrato que celebró el Ejecutivo Nacional con el ciudadano Antonio Aranguren el 28 de febrero de 1907 y bajo ese contrato tenía sus trabajos de exploración y explotación establecidos en los Distritos Bolívar y Maracaibo del estado Zulia. Está compañía fue explotadora de petróleo, asfalto y similares.

- Th e Colon Development Company Limited, es cesionaria del contrato celebrado entre el Gobierno Nacional y el ciudadano Andrés J. Vigas el 31 de enero de 1907, de acuerdo a los términos establecidos tiene sus trabajos establecidos en el Distrito Colon del Estado Zulia.

- British Controlled Oilfi elds, Ltd, es concesionaria del contrato celebrado entre el Ejecutivo Federal con el ciudadano Bernabé Planas, el 22 de Julio de 1907, traspasado luego a la compañía el 5 de enero de 1920, para la exploración y explotación de yacimientos de petróleo y demás sustancias similares existentes en el Distrito Buchivacoa del estado Falcón.

- Th e Caribbean Petroleum Company, es cesionaria del contrato celebrado entre el Ejecutivo Federal y el doctor Rafael Max Valladares, el 2 de enero de 1912. El 1º de diciembre de 1922 la compañía en virtud de su contrato y de los artículos 210, 211 y 212 de la Ley de Minas de 1910, solicitó renovación de su concesión la cual fue renovada por un periodo de treinta años más:

...la renovación dió lugar al Fisco Nacional de la suma de Bs 5,000,000 el 12 de diciembre de 1922 y a cinco pagos de Bs 1,000,000 cada uno, que se efectuarán el 12 de diciembre de cada uno de los cinco años subsiguientes” (Memoria del Ministerio de Fomento presentada al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela, 1923: p.110).

Los trabajos de perforación de esta compañía para el año de 1922, se concentraban en la región de Mene Grande, Distrito Sucre, como también en las Sierritas, Distrito Mara, Distrito Perijá, Quiroz, Distrito Miranda, todos en el estado Zulia.

- British Zulia Oil Company. El 23 de marzo de 1922, la compañía adquirió de la British Equatorial Oil Company la opción que ésta tenia sobre los

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contratos de exploración y explotación de petróleo celebrados entre el Ejecutivo Federal y el señor Juan Garcia Gómez, por cuatro zonas en los estados Zulia y Trujillo, conocidas como zonas números 3,4,17 y 18.

- New England Oil Corporation Ltd, es concesionaria de los contratos de exploración celebrados con los ciudadanos Ulpiano Olivares, Antonio José Ramírez Román, Simón Tagliaferro, Hermán Ayala D. y José Ruiz S, así como también es poseedora de contratos de explotación con la compañía anónima “Minerales Petrolíferos Riopauji” y “South American Company”.

- Sucre Exploration Company, cesionaria de los contratos celebrados entre el Ejecutivo Federal y el ciudadano José R. Mediavilla, el 15 de abril de 1920. De conformidad con la Ley sobre Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles.

- Perija Exploration Company, es cesionaria de los contratos celebrados entre el Ejecutivo Federal y el ciudadano Domingo M. Navarro, el 27 de mayo de 1919 de las zonas números 1,2,3,4 y 5 del Distrito Perijá, estado Zulia.

- Orinoco Oil Company, es una Sociedad Anónima constituida de conformidad con las Leyes del Estado de Delaware, Estados Unidos de América. Es concesionaria de los contratos y títulos otorgados por el Ejecutivo Federal al ciudadano R. Isava Núñez, para la explotación de hidrocarburos en reservas nacionales ubicadas en los distritos Mara y Miranda del estado Zulia.

A fi nales del año 1923 existían registradas en el país, ochenta y tres compañías petroleras, que habían realizado contratos con el Estado venezolano para la exploración y explotación petrolera:

El número de setenta y dos (…) se ha elevado a ochenta y tres, porque durante el año de la cuenta se formaron las nueve que a continuación se expresan: La Compañía Marítima Paraguaná, Th e Maxudian Petroleum Corporation, Th e American British Oil Company, Th e Condor Oil Company of Venezuela, Th e Andes Petroleum Corporation, Th e Gulf of Maracaibo Corporation, Th e Central Venezuela Oil Corporation, Th e Cojedes Oilfi elds Corporation, Th e Margarita Oilfi elds Corporation, Th e Texas Petroleum Corporation y Th e Richmond Petroleum Company of Venezuela (Memoria del Ministerio de Fomento presentada al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela, 1925: p. IX).

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Sin embargo, de la cantidad mencionada de compañías trasnacionales formadas y registradas en el país con la autorización de explorar y explotar el recurso mineral, sólo un reducido grupo de estas compañías exportaba petróleo (Ver cuadro N° 1):

Cuadro Nº 1. Petróleo Exportado. Año de 1924

Fuente: Memoria del Ministerio de Fomento presentada al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela, 1925: IX.

Compañía Toneladas

Th e Caribbean Petroleum Company 628.976,735Th e Venezuelan Oil Concessions Ltd 397.121,729Th e British Controlled Oilfi elds Ltd 142.666,611

Th e British Equatorial Oil Company Ltd 54.929,837Total 1.205.694,912

Las compañías petroleras para este momento son las que tienen la tecnología y el conocimiento necesario para llevar a la cabo la explotación petrolera, por lo tanto, la inversión de capitales que realizan éstas compañías, está concentrado en varias áreas de infl uencia que abarcan desde el fi nanciamiento de las exploraciones geológicas hasta llevar a cabo el proceso de exploración, explotación, refi nación y transporte del recurso petrolero.

Sin embargo, la concesión petrolera no le otorgaba a las compañías trasnacionales la propiedad del subsuelo, la cual le pertenecían al Estado venezolano. En este sentido, se incentivó en todos los niveles un cambio radical de la economía venezolana, en donde el Estado se convirtió en el principal acreedor de las ganancias provenientes de la industria petrolera, el país se adapta a las nuevas condiciones económicas, existiendo una fuerte tendencia hacia el rentismo petrolero, entiendo que la renta es:

La expresión de la remuneración a los medios de producción no producidos, por su participación en la generación del producto. La condición rentista petrolera de una sociedad capitalista viene determinada por la captación de una renta internacional que no es

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otra cosa que un ingreso obtenido a través del intercambio con otras naciones, a cuenta de la propiedad nacional sobre unos medios de producción no producidos. En el caso venezolano, dichos medios de producción no producidos no son otros que los yacimientos petroleros (Baptista, A. citado en: Schliesser, R. y Silva, J., 2000: 78).

Estos son los preceptos bajo los cuales se conforma el Estado capitalista por medio del nuevo modelo rentista, que se convirtió en un factor de importancia dentro de la economía nacional, basada en la actividad productiva del petróleo que de acuerdo a Baptista, A. (2006)

Envuelve recursos sociales de trabajo y esfuerzo humano, así como herramientas, tecnologías, equipos y maquinarias. Y, por el otro lado, al negocio de ser propietario de una cosa que no cuesta nada tenerla, que la economía internacional la necesita porque es útil, y que rinde un provecho, o en los términos rigurosos del lenguaje científi co, una renta (71).

Ahora bien, el problema se manifi esta en la medida en que tomamos en consideración que el sector petrolero fue y es el que más contribuye a las fi nanzas del Estado, la cual desde la segunda década del siglo XX se caracteriza por concentrar la mayor parte de sus recursos en la industria petrolera, la cual se ha convertido en el sustento de todo el sistema económico nacional.

Al respecto, la inversión de las compañías petroleras, se inicia con la obtención de la concesión petrolera, lo que implicaba fundamentalmente en la exploración, explotación, refi nación y trasporte. En un principio, el proceso de refi nación fue concebido fuera del territorio venezolano y tuvo que promoverse desde el gobierno central la construcción de refi nerías por parte de las trasnacionales.

Al terminar la II Guerra Mundial, se emprendió un programa de expansión de actividades de la industria petrolera en Venezuela con la fi nalidad de obligar a las trasnacionales a realizar la refi nación del petróleo dentro del territorio, por ello y a partir de la promulgación de la Ley de Hidrocarburos de 1943, las compañías convinieron en construir nuevas refi nerías en vista de que “antes de la última guerra sólo había dos refi nerías, las cuales procesaban unos cien mil barriles diarios...” (Zuloaga, G., 1960: 7). En consecuencia, se

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emprendió la construcción de las dos refi nerías en el estado Falcón, por su relevancia y magnitud, se trata de las refi nerías de Amuay de la Creole Petroleum Company y Punta Cardón de la Shell Company of Venezuela ubicadas en la Península de Paraguaná. Se eligió este punto geográfi co ya que ésta es la región más cercana a los campos del Lago de Maracaibo, donde se podía construir puertos en aguas profundas.

Como parte de la transformación radical del espacio geográfi co y con la fi nalidad de hacer operativa la refi nería en la Península de Paraguaná se construyó el acueducto haciendo uso de una inversión conjunta de las compañías y el gobierno “para traer agua dulce a lo que era antes un desierto, han trasformado la zona occidental de Paraguaná en una región fl oreciente.” (Ibídem: 7). Antes de la construcción del acueducto el agua llegaba a los centros poblados por medio de tanqueros y de pozos poco profundos, por lo tanto, está fue una obra de ingeniería necesaria y de repercusión general en la Península de Paraguaná.

Otros centros importantes de refi nación son Puerto La Cruz, donde hay varias refi nerías; Caripito en Monagas; y San Lorenzo y Bajo Grande, en las orillas del Lago de Maracaibo, con la construcción de las refi nerías en el territorio nacional, se completa el ciclo de exploración, explotación, refi nación y distribución del recurso petrolero a nivel nacional, lo cual había conllevado a la construcción básicamente de la nada de la infraestructura necesaria para el desarrollo de la industria petrolera en Venezuela.

La inversión de las compañías petroleras, se vio justifi cado por la rentabilidad de la explotación petrolera, solamente la Creole Petroleum Corporation en el año de 1953 “…produjo un promedio de 794.284 barriles diarios, es decir, el 45 por cierto de toda la producción venezolana…” (El Farol, abril 1954:2), la cual fue llevada a los mercados internacionales por la compañía obteniendo dividendos que le permitieron aportar al fi sco nacional por concepto de impuestos “718 millones de bolívares; suma la más grande pagada en toda su historia por la Creole a la Nación” (Ídem).

La posesión del recurso mineral, la posición del Estado venezolano de otorgar concesiones petroleras y la inversión extranjera contribuyó a que Venezuela se convirtiera en el año de 1945 en el segundo productor mundial

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de petróleo, relevando de dicho segundo puesto a Rusia, poseedora de grandes extensiones e importantes fuentes petrolíferas. Por la importancia que ello conlleva, Venezuela fue reconocida a nivel internacional por ser un país con amplias potencialidades del recurso petrolero, lo cual tiene evidencia en la cuantiosa inversión extranjera que se realiza en el país en la exploración y explotación del recurso.

Sin embargo, el estado capitalista, basado en la renta petrolera se ha enfrentado a la reducción de la producción y exportación del petróleo con su repercusión negativa en los ingresos fi scales, muestra de la extrema vulnerabilidad de la economía venezolana, en un periodo de un amplio programa de modernización capitalista, para lo cual era necesario incrementar la capacidad de acumulación de capitales por medio del intervencionismo económico que inicia en el año de 1945.

En términos jurídicos la Ley de Hidrocarburos de 1943 viene a representar la confi rmación del Estado como el mayor benefi ciario dentro del modelo económico rentista, adoptando una posición frente al sector privado de intervencionismo y proteccionismo, aunque hay que considerar que extendió por un período de cuarenta años más las concesiones existentes.

Es así como se llega a la Ley sobre Bienes y Revisión en las Concesiones de Hidrocarburos y la Ley que Reserva al Estado la Industria del Gas Natural de 1972, Ley que Reserva al Estado la Explotación del Mercado Interno de los Productos Derivados de Hidrocarburos de 1973; la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos de 1975.

La política petrolera llevada a cabo por Rafael Caldera (1969–1974), profundizó medidas de corte nacionalista que se evidencia en la Ley sobre Bienes y Revisión en las Concesiones de Hidrocarburos y la Ley que Reserva al Estado la Industria del Gas Natural, el principio de la reversión se basa en que los bienes del Estado deben regresar a esté, es decir, el fi n de las concesiones petroleras, está regulación en alguna medida da paso a la nacionalización del petróleo.

En 1975 se concreta con la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, mejor conocido como la nacionalización del petróleo. Con esta acción se crea la compañía Petróleos de Venezuela, S. A. (PDVSA), que sustituye las concesionarias, lo que genera

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a la industria petrolera venezolana una nueva posición dentro del comercio internacional, en la medida en que ha disminuido en términos formales la presencia de las compañías petroleras en cuanto al proceso de explotación del recurso, lo que conduce a una mayor concientización sobre la pertinencia de contar con un recurso natural no renovable de mucha demanda en el mercado mundial, y el cual es apetecido por otros países que cuentan con ese hidrocarburo, situación que genera otro problema de estudio en relación a la competitividad de la industria petrolera venezolana en América Latina.

A manera de conclusión

La inversión extranjera en Venezuela ha sido de relevancia para medir las relaciones económicas internacionales y para dinamizar en el siglo XIX la economía cafetalera por los aportes que las Casas Comerciales Extranjeras ejercieron en la actividad comercial, siendo promotoras de la expansión del café venezolano en puertos extranjeros.

Otros aspecto a destacar, es que la explotación petrolera cambia la dinámica económica tradicional —a pesar de los intentos de algunos de los dueños de las casas comerciales por permanecer en el país— las circunstancias políticas generadas por la II Guerra Mundial y fundamentalmente la expansión de los capitales estadounidenses en América Latina, y particularmente en Venezuela, van a sustituir la proveniencia del origen de la IE.

Por medio de la fi gura de las concesiones, se generó la apertura a las compañías petroleras americanas para que realizarán labores de exploración, explotación y refi nación del petróleo, sin embargo, la presencia americana trascendió los campos petroleros y estableció campamentos petroleros, en donde se establecieron relaciones con los obreros venezolanos, se invirtió en la construcción hospitales, acueductos, vías de comunicación y en ocasiones las obras publicas de envergadura fueron construidas con el aporte del capital extranjero y el Estado venezolano. Evidentemente que las compañías petroleras tenían en su benefi cio, la potencialidad de los pozos petroleros venezolanos explotados en el estado Zulia y en la región oriental.

Estas circunstancias cambiaron cuando el Estado venezolano realiza la nacionalización del petróleo y demás minerales combustibles, quedando para

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. Lorena Puerta Bautista. La inversión extranjera en Venezuela: De las casas comerciales a las compañías petroleras (1850–1975), pp. 15-33.

sus activos la infraestructura desarrollada por las compañías petroleras y el conocimiento del manejo de la industria.

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. Manuel Silva-Ferrer. Venezuela: Th e Modern Oil Nation. Globalización, Estado, cultura y comunicación en torno al enclave petrolero, pp. 35-53.

Manuel Silva-Ferrer Egresado de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela con doctorado en Filosofía y Ciencias Sociales por la Freie Universität Berlin. Fue becario de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho y del  Deutscher Akademischer Austausch Dienst (DAAD). En la actualidad se desempeña como becario de la  John Boulton Foundation  y desarrolla en el departamento de historia del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität Berlin un proyecto de investigación que indaga en las relaciones entre el petróleo, la sociedad y la cultura en América Latina durante el siglo XX.

Recibido: 12/03/2014

Aprobado: 24/04/2014

Resumen: Este texto forma parte de un trabajo más amplio. En realidad, es un texto en transición. Algunos fragmentos acompañan un trabajo ya acabado, que será publicado muy pronto. Otros pedazos son el germen de un proyecto de investigación de largo aliento que acabo de echar a andar, y cuyo objetivo es realizar un mapa de los cambios ocurridos durante el siglo XX en el espacio de la cultura y la comunicación en Venezuela, como resultado de la aparición y desarrollo de la industria del petróleo. En ambos casos, pretendo observar cómo ocurre la rearticulación de las estructuras culturales y comunicacionales tras un acelerado proceso de incorporación a la modernidad. Con

VENEZUELA: THE MODERN OIL NATIONGLOBALIZACIÓN, ESTADO, CULTURA Y

COMUNICACIÓN EN TORNO AL ENCLAVE PETROLEROEDUCADORES

Venezuela: the modern oil nation. Globalization, State, culture, and

communication around the oil enclave

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este objetivo, persigo identifi car los fl ujos y traspasos que en los ámbitos de la sociedad, la cultura y la comunicación estuvieron determinados por la expansión del enclave petrolero, en el marco de la fase de la globalización referida a las fuentes de energía, combustibles y aceleración de la movilidad, que siguió desde mediados del siglo XIX y comienzos del XX a la de industrialización regida por la máquina de vapor. Palabras clave: Libros, biblioteca, historia, cultura, Agustín Chipía, Universidad, Mérida.

Abstract: Th is text is part of a larger work. In fact, it is a text in transition. Some accompany a fi nished work, which will be published very soon. Other pieces are the germ of a long breath that I just jump-start research project, and whose objective is to make a map of the changes that have occurred during the 20th century in the space of culture and communication in Venezuela, as a result of the emergence and development of the oil industry. In both cases, I intend to observe how it occurs the rearticulation of cultural and communicational structures after an accelerated process of incorporation into modernity. With this objective, I pursue to identify fl ows and transfers that were determined by the expansion of the oil enclave, within the framework of the phase of globalization referred to sources of energy, fuels and acceleration of the mobility that followed since the mid-19th century and early 20th to the industrialization governed by the steam engine in the fi elds of society, culture and communication.Key words: books, library, history, culture, Agustín Chipía, University, Mérida.

El énfasis de este ensayo consiste en determinar cómo la modernidad y las defi niciones que de ella se desprenden adquieren un matiz particular en un país inundado por el petróleo. Y en cómo las radicales contradicciones que tuvieron lugar bajo el infl ujo de la súbita riqueza surgida del fondo de la tierra, se proyectan desde y hacia la cultura y la comunicación, determinando los fl ujos que posibilitan su confi guración. Con esta orientación, la tesis que pretendo desarrollar es que el impacto producido por el capital petrolero ocasionó una profunda reorganización de los intercambios entre las distintas esferas de la sociedad. Y con ello una rearticulación de los fl ujos socioculturales, que estuvieron a continuación determinados fundamentalmente por el entrecruce del sólido meollo institucional de la modernidad y las radicales transformaciones impulsadas por los procesos de modernización, así como por el legado de larga duración del pasado colonial.

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Una mirada muy general a las dinámicas desencadenadas en Venezuela tras la instalación de la industria petrolera permitiría reconocer al menos los siguientes procesos:

1º) La aparición de un novedoso mercado mundial ampliado, que absorvió, reordenó y modifi có los mercados locales y regionales.

2º) La aguda concentración del capital en las llamadas “oligarquías del petróleo” —las clases medias y altas—, que como prolongación de las metrópolis europeas y de las emergentes metrópolis norteamericanas desplazaron a las antiguas oligarquías agropecuarias igualmente dependientes del capital transnacional.

3º) El enorme fl ujo de capitales inducido por el enclave produjo una vertiginosa expansión urbana, acompañada por el traslado en masa de campesinos, obreros y artesanos de toda índole a las zonas petroleras y a los nuevos centros urbanos, donde los salarios multiplican a los del campo. Esto generó importantes movimientos migratorios locales, regionales y transnacionales, la aparición de nuevas poblaciones y el crecimiento desbordado y caótico de las ciudades.

4º) Como parte de sus estrategias corporativas y empresariales, la nueva industria se encargó de promover una reorganización de la vida laboral y, en general, una adecuación de la vida cotidiana al interior y en torno al enclave.

5º) Como resultado de lo anterior, el tiempo libre como esfera de la vida cotidiana adquirió en los llamados campos petroleros y en las ciudades emergentes una dimensión totalmente nueva. Esto implicó la puesta en circulación de costumbres y prácticas hasta ese momento desconocidas, y el traspaso de la idea de la cultura como repertorio identitario de tradiciones ancestrales, lo autóctono, la naturaleza y el folklore, a la idea de una nueva cultura moderna relacionada con lo “popular urbano”.

6º) Estas modifi caciones en marcha tuvieron consecuencias aún mayores, al promover en otro nivel el cambio de una cultura secularmente identifi cada con valores europeos e hispánicos, a otra de novedosa expresión mestiza/híbrida, en gran parte americanizada, que se identifi ca con los nuevos ritmos globales de la modernidad de su tiempo.

7º) Como resultado de los fl ujos fi nancieros y de personas a escala global, la producción, el consumo y las necesidades humanas —el ámbito de

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los deseos— se hicieron más internacionales y cosmopolitas; pero también marcadamente diferenciados entre el enclave, su área de infl uencia inmediata y el resto del territorio.

8º) La industria cultural y la comunicación de masas infl uyó de manera determinante en esta transformación del panorama de la cultura. La rápida penetración de los medios audiovisuales logró incorporar numerosas poblaciones aisladas al ritmo de los movimientos contemporáneos. De esta forma, el canon literario que había dominado la cultura letrada durante el siglo XIX y los comienzos del XX va a ser arrasado por un nuevo “canon popular”, que progresivamente imponen el cine, la radio y posteriormente la televisión.

9º) Para que estos cambios pudieran ocurrir con fl uidez debió existir una centralización legal y judicial, que fue efectivamente ejecutada por el Estado. Las rentas producto del maná petrolero lograron así que el históricamente tambaleante estado nacional acumulara un enorme poder económico, político y militar, que permitió fi nalmente asegurar su control sobre el territorio, garantizando a su vez la existencia del enclave.

10º) Por último, tal como fue apuntado por el mexicano Bolívar Echeverría (2008), el hecho de que el petróleo, más allá de las transformaciones materiales —“la modernización devastadora”—, entró a formar parte consustancial del repertorio identitario nacional al alimentar la utopía de un futuro mejor para todos.

El Estado Mágico: el Estado de la nación en la Venezuela del petróleo

En su discurso de incorporación a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales en el año de 1955, expone el intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri, lo que medio siglo después es ya una evidencia. Que al menos las últimas tres cuartas partes del siglo XX y aún los comienzos del XXI, la mayor parte de lo que ocurre en Venezuela guarda relación directa o indirecta con la industria del petróleo:

Cuando hayan desaparecido las generaciones presentes y otras remotas y distintas las hayan sucedido en el modifi cado escenario de este país,

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es posible que, al contemplar en su conjunto el panorama de nuestra historia, lleguen a considerar que uno de los hechos más importantes y decisivos de ella, si no acaso el más importante y decisivo, es el hecho geológico de que en su subsuelo se había formado petróleo en inmensas cantidades (Uslar Pietri 1955, 223).

Esta consideración del “hecho geológico” como determinante del “panorama de nuestra historia” es el punto de partida del antropólogo venezolano Fernando Coronil, quien en su trabajo Th e Magical State: Nature, Money and Modernity in Venezuela (1997), oberva cómo la singularidad que produce la conversión de un recurso natural proveniente del subsuelo en inmenso caudal monetario, fue la que permitió a principios del siglo pasado imaginar a Venezuela como moderna nación petrolera, identifi car al gobierno con el Estado, y considerar a éste último como agente central de los procesos de modernización. Partiendo de una perspectiva poscolonial que le permite “reconocer a la periferia como el asiento de modernidades subalternas” (Ibíd, 84), Coronil se ubica en oposición al enfoque que sostiene que el paso a una Venezuela moderna es sólo visible tras el fi n de la dictadura de Juan Vicente Gómez, con la defi nición por contraste al “atraso gomecista”, de un tiempo de avanzada post-Gómez.1 De esta forma, consiguió distinguir en el período de la dictadura las marcas de una transición hacia un Estado liberal moderno.

Las transformaciones generadas por el petróleo produjeron así el fenómeno decisivo: convertir repentinamente al Estado en el agente principal de la riqueza nacional, haciéndolo partícipe en todos los renglones de la actividad productiva del país. Fue así como a través de la dominación de la estructura petrolera y su impacto en la urbanización, producción, comercio y consumo, así como en el sistema de la comunicación y los servicios, fue posible que todos los espacios alcanzaran cohesión en el territorio venezolano. En este contexto, el país comenzó a abandonar una larga fase determinada por la economía agrícola, para abordar a continuación un tiempo de profunda aceleración identifi cado con el capitalismo moderno y defi nido por los productos que la nueva industria y los medios de comunicación pusieron a su alcance. De esta manera, los cambios más relevantes que moldearon los hábitos, el carácter, el 1 Perspectiva que devino dominante en Venezuela aupada, entre otras fuerzas, por el impulso

de la ensayística de intelectuales como Mariano Picón Salas.

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gusto y en general la cultura del venezolano, guardan estrecha relación con lo que a continuación fue introducido en el país por fi rmas como Standard Oil, Mobil, Exxon y Shell. Y ello porque estas compañías se constituyeron no sólo en concesionarias de la explotación petrolera, sino sobre todo, en los agentes centrales de importantes cambios socio-culturales entendidos como procesos de mezcla, transculturización o hibridación.

The modern oil nation: la nación como enclave petrolero

Las enormes transformaciones espaciales, económicas y sociales producidas en Venezuela como resultado del desarrollo de la industria petrolera tuvieron en el corto plazo importantes repercusiones en el ámbito de la cultura. El paso de una atrasada economía rural—latifundista, a otra impulsada por el capital petrolero que introduce relaciones propias del modo capitalista, operó el primer gran salto material de la república desde los tiempos de la Independencia. Este elemento estructural de transición al capitalismo, que ya se encontraba presente de manera incipiente en las últimas décadas del siglo XIX, comenzó a imponer verdaderas modifi caciones a principios del siglo XX con la articulación de una poderosa “estructura petrolera”.2 Es así como tras esta nueva fi ebre del oro, el país rural del café, el cacao, los cueros y el balatá, fue cediendo paso al país rural del petróleo. Y el eje de las relaciones comerciales y culturales comenzó a desplazarse paulatinamente desde Europa hacia los Estados Unidos.3

Esta novedosa “estructura petrolera” produjo con el paso del tiempo una toma de conciencia sobre la necesidad de proteger la súbita riqueza que ofrecía

2 El término es de Ramón Santaella, en su trabajo “La dinámica del espacio venezolano durante el gobierno de Gómez.” Tierra Firme. Revista de Historia y Ciencias Sociales. (Número especial dedicado al gomecismo) Vol III, 12: 629—636.

3 En 1928 Venezuela era el segundo productor mundial de petróleo —detrás de los Estados Unidos— y el mayor exportador. La crisis económica mundial impuso al café y el cacao, productos tradicionales de exportación del país, una considerable merma en precios y volumen de producción de la que no pudieron recuperarse, mientras simultáneamente la renta petrolera se convirtió en el elemento determinante de la economía del país. Al respecto es útil el trabajo de Consuelo Ascanio. 1985. “Consideraciones sobre el café venezolano entre 1908—1935.” Tierra Firme 12: 613—628; y el ya mencionado trabajo de Ramón Santaella, en el mismo volumen.

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la tierra. Así, ante el temor del carácter fi nito del recurso, y en el empeño de hacer uso de él como palanca para el desarrollo, se fue generando una especie de corriente ideológica, que sintetizada en la frase “sembrar el petróleo” (Uslar Pietri 1955, 238), se convirtió con el paso del tiempo en un elemento central del imaginario nacional y en la doctrina que hasta hoy ha guiado la acción política del Estado.

Coronil argumenta que es a partir del régimen de Gómez cuando la riqueza en Venezuela comienza a ser sinónimo del “cuerpo natural” de la nación. De esta forma, en la medida en que la sociedad identifi có sus intereses particulares con los del país a través de la industria petrolera, el Estado pudo entonces representarse a sí mismo como agente legítimo de lo que Benedict Anderson (1991) denominó una “comunidad imaginada” limitada y soberana (Coronil 1997, 8). Sin embargo, desde mi perspectiva, esta identifi cación sólo es posible atribuirla al sector que el escritor Mario Briceño-Iragorry bautizó como la “oligarquía del petroleo” (Briceño Iragorry 1957, 423). Es decir, los benefi ciarios directos del enclave: un grupo bastante reducido que estuvo muy lejos de representar a la totalidad del espacio imaginado de la nación. Así pues, en un país que padeció endémicamente la ausencia de imprentas, aspecto que Anderson considera tan central para la creación de “comunidades imaginadas” como la demarcación y control del territorio por parte del Estado soberano, la comunidad nacional venezolana no podrá imaginarse en toda su amplitud sino hasta mediados del siglo XX, con la expansión del ideario petrolero de la mano de los medios de comunicación de masas. Hasta esta nueva fase abierta por la radio y la televisión, y en menor escala por el cine, la idea de nación como “comunidad imaginada” sólo tiene sentido aquí en tanto comunidad de enclave.

El espíritu en movimiento de la modernidad. La fabulación de los cambios producidos en el marco de la explotación petrolera

Los planteamientos de Hayden White (1981) sobre el valor de la narrativa como discurso histórico, permiten reconsiderar dentro del origen de la nación y el Estado moderno en Venezuela el aporte de tres fi cciones literarias: Mene, de Ramón Díaz Sánchez (1936), Los Riberas, de Mario

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Briceño Iragorry (1957), y Ofi cina N° 1, de Miguel Otero Silva (1960). La razón está —como ya fue observado por Gustavo Luis Carrera y Miguel Angel Campos— en que en ellas el discurso literario consiguió realizar con notable éxito una reconstrucción de los radicales cambios de mentalidades, esquemas de experiencia y expectativas sociales que la explotación del petróleo introdujo en la sociedad venezolana. Y además de ello, como plantea Jean Franco, porque la literatura latinoamericana logró hacia mediados del siglo XX redefi nir su papel en la sociedad y la cultura, al crear un canon literario cuya importancia le permitió no sólo introducir teorías de lectura y comprensión de su trabajo y el de sus contemporáneos, sino tanto más importante, el de proveer una valiosa evaluación de la cultura latinoamericana que logró trascender las fronteras del continente (Franco 2002, 4).

De esta manera, en 1961 Germán Carrera Damas observó en el relato de la vida de Alfonso Ribera, en Los Riberas, desde sus orígenes como pulpero rural hasta su climax como banquero, heredero de las lucrativas gestiones que su padre ejercía entre el Estado y las transnacionales petroleras: “un esquema (…) para el estudio de la formación de la burguesía venezolana en la primera mitad del siglo XX”. En este esquema el historiador reconoce la manera en que el “gigantesco y turbio negocio petrolero (…) realizado a la sombra del poder público (…) se traducirá en la forma más veloz de acumulación de capital: el peculado.” Poniendo así de manifi esto los tres elementos que constituyeron las bases del desarrollo de la burguesía nacional: “connivencia con el capital extranjero, disfrute de prerrogativas amparadas por el Estado, y abierto saqueo del erario nacional” (Carrera Damas 1961, 13-14).

En Los Riberas se observa como el robo al Estado se convirtió en Venezuela en una nueva habilidad que “el hombre común ha terminado en mirar (…) como un hecho natural” (Ibídem). Y como apunta Carrera Damas, “el cuantioso capital acumulado al amparo de las infl uencias políticas, proporciona la base imprescindible para las empresas (…) que construirán el dominio económico de la nueva clase” (Carrera Damas 1961, 17).

Pero si Los Riberas ofrece en su narración el discurso histórico de la emergencia de la burguesía nacional, Mene y Ofi cina N° 1 muestran en el mismo contexto el proceso simultáneo por el que en esta nueva organización social emergen las clases marginalizadas y el proletariado. A partir del

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nacimiento de un pueblo petrolero (El Tigre), Otero Silva (1960) narra en Ofi cina N° 1 el origen del éxodo campesino hacia la búsqueda del progreso. Y la fundación de poblaciones surgidas en la prosperidad de un tiempo que las hace perecer con la misma velocidad con que las vió surgir, como metáfora de “la decadencia del sistema agrícola latifundista y pequeño mercantil (…) y la incrustación y violento surgimiento de un modelo diferente cuyo factor dinámico es el petróleo” (Araujo 1972, 137).

La novela de Otero Silva no es sólo refl ejo de los cambios en el ámbito económico y social. Es también una muestra de los cambios estructurales que están teniendo lugar en el país en el campo de la cultura —sobre todo de la cultura cotidiana—, como resultado del complejo y contradictorio conjunto de procesos que emergen como consecuencia de la transición abrupta del capitalismo agrario semifeudal al moderno capitalismo de enclave. Como observó el escritor venezolano Juan Liscano, la población entera ingresó en una vertiginosa espiral de transformaciones, que se pusieron de manifi esto en la modifi cación geográfi ca del territorio, la redisposición espacial de la población y la llegada de una numerosa migración. Pero también en un nuevo sistema que abarcó comportamientos sociales, valoraciones, trabajo, medios de cambio, precios y valores de las cosas, costumbres, juegos, diversiones, y hasta el lenguaje y el habla (Liscano 1981, 17). Estos cambios, que muestran claramente el paso a una sociedad totalmente diferente, deben ser observados sobre todo como propios de la incorporación de la modernidad occidental a la cultura venezolana. Y aunque la riqueza del petróleo no logró resolver los confl ictos sociales producto de las agudas desigualdades estructurales, es de resaltar que Otero Silva alcance a observar cómo se estaban creando “los fundamentos necesarios para un Estado moderno” (Franco 1971, 268).

Por su parte, en Mene, Ramón Díaz Sánchez (1936) describe el tránsito a la nueva pobreza moderna que va surgiendo alrededor del campo petrolero, y que arrastra tras de sí enormes contingentes migratorios atraídos por el nuevo mito de El Dorado. Así, al silencio de la selva y los pantanales del lago se opuso de pronto el ruido de las máquinas, las maravillas modernas: los barcos a vapor, los Buick, los Ford, los aviones, el refrigerador, la luz eléctrica, la cocina eléctrica —de pronto, el paradigma que rige la realidad cotidiana es radicalmente otro:

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todo puede ser eléctrico— y tras ellos el bullicio de caseríos y pueblos enteros convertidos en campos petroleros.

El valor de estas narraciones -además de sus reconocidas cualidades literarias- se concentra sobre todo en la caracterización de un vertiginoso proceso de transformación cultural impulsado por el petróleo, y en los contradictorios procesos interculturales de mezcla y copresencia que imponen lo que Marshall Berman llamó “la atmósfera en que nace la sensibilidad moderna” (Berman 1982, 5). Un mundo de contradicciones en el que cada evento posee su rostro contrario. Todo lo sagrado puede ser profanado. Y en el que, como en el texto de Marx que inspira la obra de Berman, casi un siglo después, con velocidades y fantasmagorías propias: “all that is solid melts into air”.

Los fenómenos de la cultura, la modernidad y la globalización en la nación del petróleo

La incorporación a la modernidad es un proceso de largo aliento, que como ha sido evidente en el caso venezolano, fue auspiciado en gran medida por el surgimiento de la industria petrolera. A ésta última le siguó paulatinamente el Estado rentista, en el marco del accidentado tránsito hacia un régimen de libertades, que fue fi nalmente posible hacia mediados del siglo XX con el advenimiento de la democracia. La regularización de los partidos políticos, la reorganización de los sindicatos, la reinstauración de la libertad de prensa y un amplio programa de reformas económicas y sociales dieron pie a una fase de afanosa modernización institucional y de inclusión popular, cuyas repercusiones no tardaron en alcanzar el territorio de la cultura.

Este movimiento epocal de tránsito a la modernidad abarcó un conjunto de fenómenos culturales, que es necesario considerar como fondo de los aspectos relativos al espacio de mayor visibilidad y preponderancia de la cultura: los medios de comunicación. Los cambios más relevantes de esta transformación podrían resumirse entonces en los siguientes aspectos:

1º) El desplazamiento del eje de la cultura desde la esfera privada a la pública, con la consecuente ampliación de los públicos y la demanda cultural. Esto como resultado del reforzamiento del papel del Estado petrolero como

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gestor de políticas dirigidas a los sectores educativo y de las artes, quien en lo sucesivo y como fenómeno particular de la cultura venezolana, va a efectuar prácticamente una monopolización de la cultura letrada, al tiempo que promueve al capital privado como gestor de aquellas actividades culturales vinculadas al sector industrial, y sobre todo de los medios de comunicación.

2º) La ampliación del sistema educacional público en todas sus ramas y niveles, y el notable esfuerzo para desarrollar las instituciones de las artes y las ciencias. A partir de este momento la educación y la cultura dejaron de ser un ámbito reservado a las élites, para convertirse en una compleja organización diseñada para públicos masivos.

3º) El signifi cativo desarrollo de la industria cultural, sobre todo del conjunto de empresas vinculadas a la radio y la televisión, un sector de carácter privado y ajeno a cualquier rol de servicio público, que junto al sistema educativo confi guró la dupla de los agentes hegemónicos del campo, con el consabido rebasamiento de la dicotomía histórica entre alta cultura y cultura popular.

4º) Como consecuencia de lo anterior, la expansión de la cultura de masas como expresión máxima de la cultura cotidiana, cargada de las contradicciones que produce su carácter fuertemente inclusivo y a la vez homogeneizante. Aspecto que redunda particularmente en la globalización de los procesos culturales.

5º) Y por último, el contexto que la propia modernidad y la fase de globalización correspondiente ofrecen a la transformación cultural, donde la idea de la cultura como esfera autónoma carece de signifi cado.

El papel preponderante de los medios de comunicación audiovisual en los procesos de modernización cultural

A pesar del sostenido desarrollo de la educación en el país desde la segunda mitad del siglo XX, y de los importantes logros alcanzados en las artes y las ciencias, se ha vuelto ya un lugar común la afi rmación de que el más dinámico y de mayor impacto de todos los sectores del campo cultural, es el de las industrias culturales; y entre éstas, de manera relevante, aquellas

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vinculadas al sector de los medios de comunicación audiovisual. Esta evolución de los medios audiovisuales, que fue central para el desarrollo de una cultura de masas, constituyó en Venezuela, como en el resto de América Latina, un aspecto preponderante del proceso de confi guración del campo cultural desde la década de 1920. El origen de esta circunstancia puede hallarse en los enormes défi cit de educación formal e institucionalización democrática que padece la sociedad venezolana, lo que condujo a una transformación del aparato mediático, de espacio de información y entretenimiento, a agente fundamental de los procesos de modernización que se hallaban en curso.

Ya bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez el Estado comenzó a entregar el control del sector comunicacional a un pequeño grupo de la naciente élite económica venezolana. Momento a partir del cual, aupados por el auge petrolero, los medios iniciaron un camino en ascenso que los llevó a convertirse en pocos años en grandes empresas y en uno de los negocios más prósperos del país. En líneas generales, el dispositivo de la comunicación que se impone va a funcionar bajo esquemas puramente comerciales, impulsado por el auge monetario y el aumento en la capacidad de consumo que le ofrece el auge petrólero (Capriles 1976, 107-110, Pasquali 1963/1972, 99).

La mejor muestra de ello la constituye la instalación de la Broadcasting Caracas en 1930, emisora que inauguró los servicios radiofónicos en el país.

Haciendo uso de los propios vendedores del almacén como responsables de sus contenidos —lo que es ya un síntoma de lo que sería luego el campo de los medios audiovisuales en el país— la emisora comenzó a estructurar su programación organizando minuto a minuto la comercialización de espacios con fi nes publicitarios. De esta forma, segmentos enteros de programación eran vendidos a las empresas publicitarias de entonces, quienes se encargaban de realizar programas como “La Caravana Camel”, “Desfi les Chesterfi eld”, “Sonrisas Colgate”, o el que sería por muchos años el único noticiero de la radio y luego de la televisión, el famoso “Reporter Esso“.

Esta rápida expansión del aparato comunicacional comercial, aupada por el crecimiento vertiginoso de la economía petrolera, así como por el acelerado ritmo de acumulación material que se fue imponiendo a la nueva y poderosa burguesía emergente, propició lo que Arjun Appadurai llamó una „revolución del consumo“. Un fenómeno sustentado en los imprevistos y drásticos cambios

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operados en la estructura de valores sociales, como resultado de la coyuntura particular que impusieron los nuevos fl ujos comerciales y sus consecuentes fl ujos culturales (Appadurai 1997, 30). A partir de entonces, publicitar y vender fueron el comienzo y el fi nal del novedoso proceso comunicacional, y los medios audiovisuales el espacio privilegiado en el que los venezolanos, a falta de libros y escuelas, comenzaron a modelar las ilusiones de un mundo moderno por la vía del consumo.

En el marco de esta constelación que favoreció la organización de un dispositivo de la comunicación orientado a la actividad comercial y alejado de cualquier interés público, surgió en esa época el germen que con el tiempo constituiría los más sólidos pilares del habitus cultural del venezolano: 1º) El consumo de enormes dosis de material publicitario, con productos, formas y modas importadas casi todas de los Estados Unidos, a través de las empresas de jabones, cosméticos y alimentos; y 2º) la afi ción al melodrama venido de Cuba, en la forma de la radionovela “El derecho de nacer“, cuya fórmula dramática devino en referencia arquetípica de la industria televisiva del país y del resto de América Latina.

Los sueños modernos de la nación del petróleo: la naciente cultura de masas

Como modelo para el análisis de los fenómenos culturales derivados del desarrollo de los medios de comunicación, que como calco del sistema comercial americano se expandieron por el continente americano, los planteamientos originados por el pensamiento crítico de la Frankfurter Schule se convirtieron en el paradigma dominante en América Latina, al menos hasta fi nales de la década del setenta y principios de los ochenta del siglo pasado. No obstante, la ampliación de la mirada con la cual escrutar los procesos inherentes a las interacciones entre la cultura y la comunicación, permitió observar que las relaciones que lo popular establece con lo masivo no podían considerarse únicamente como negación. Debían considerarse también otros aspectos vinculados con el papel originario de los medios. Precisamente aquellos en que éstos operan como agentes del tránsito de una cultura que se piensa como centrada en la visión no modernizada ni mediada, a una cultura cuya base se encuentra en la mediación.

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Partir de esta premisa implica considerar también que los medios audiovisuales en Venezuela —que tal como fue argumentado en los trabajos de Oswaldo Capriles y Antonio Pasquali, redujeron el fenómeno de la telecomunicación al de “telecomercialización“— realizan sin embargo en alguna medida el viejo anhelo de inclusión que ni la Independencia ni los posteriores proyectos nacionales habían podido lograr a todo lo largo del siglo XIX: poner al alcance de las mayorías “incultas”, si no la educación, al menos la posibilidad de acceder a ciertas fuentes de información y del saber. Fomentando así lo que Carlos Monsiváis denominó como un “segundo analfabetismo” (Monsiváis 2008, 143). De esta forma, aunque los críticos de la Ilustración, concentrados en sus análisis de la superestructura, observaron con horror el hecho de que la radio y la televisión se limitaran a la difusión de música popular, melodramas y grandes cuotas de publicidad; se debe considerar, sin embargo, que esos medios que se transfi rieron como tecnología a Venezuela y al resto de América Latina permitieron también que enormes contingentes de analfabetas y semialfabetizados ampliaran su horizonte de contacto con el mundo, que de otra forma habría seguido estando fuera de su alcance.

Por ello, su signifi cación para un país como Venezuela, en el que un 80% de la población aún padece el analfabetismo hacia fi nales de la década de 1930, y sólo uno de cada mil estudiantes que acude a la escuela primaria alcanza la secundaria —es decir, unos 600 alumnos en todo el país—, incluso la sola lectura de los titulares de los periódicos en la radio signifi có un salto enorme en términos de la capacidad de acceso a estas nuevas formas de la información y la cultura. Y el conjunto de la experiencia mediática, tal como la describió Daniel Bell (1974), se convirtió en la herramienta más apropiada para que una sociedad aislada geográfi camente y carente de instituciones nacionales avanzara impulsada por el petróleo hacia su cohesión defi nitiva, a la par que a su relocalización dentro de las coordenadas globales.

En el momento en que la presión demográfi ca y las exigencias de la nueva burguesía del petróleo obligan a una ampliación espacial de la ciudad de Caracas, se está produciendo al mismo tiempo el crecimiento de la prensa, la aparición de la radio y la televisión, y la expansión del cinematógrafo. Estos fenómenos consignarán parte del cuadro de las transformaciones que por obra y gracia del petróleo, de manera más o menos simultánea, van a atravesar

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las principales ciudades del país a lo largo del siglo pasado.4 Lo “popular urbano” es el sello distintivo en estos nuevos escenarios identifi cados con la efervescencia de lo colectivo. Justo allí donde comenzaron a desarrollarse las experiencias de interrelación entre sectores cada vez más identifi cados con el entorno cambiante de la ciudad, que fueron alterando las rutinas tradicionales del ocio y rehaciendo las estrategias que permitieron romper —al menos de forma simbólica— las jerarquías que una sociedad tradicional impone. Están naciendo así los sueños modernos de una cultura, cuyos nuevos territorios ofrecen asiento y lugar de encuentro a sectores medios y populares.

Dos acontecimientos podrían considerarse emblemáticos en este conjunto de transformaciones que se producen en la cultura venezolana en su encuentro con los medios masivos. El primero de ellos es la visita a Caracas de Carlos Gardel en abril de 1935. Evento que conjugó de forma ejemplar algunos de los elementos que se estaban incorporando al país desde el mundo industrializado: el buque a vapor, el tren y el avión que trasladan al artista, la difusión a amplia escala de sus discos y películas, la radio y la prensa convertidos en agentes de propulsión de la cultura popular, y una multitud de admiradores integrada por lo más amplio del espectro social, que en auto y a pie se dirigen a la estación del tren para recibirlo.5 Se reconoce así por primera vez la fi gura de un ídolo popular de nuevo cuño, al margen de las promesas de redención política de la tradición caudillesca decimonónica, cuyo origen y confi guración se encuentran ahora concentrados en su físico, en su música, en sus películas y en su talento para encantar a los jóvenes de todas las clases sociales. Estamos justo en el momento en que se está produciendo el proceso de transición que va del “pueblo” al “público”, determinado fundamentalmente por los “modos de recepción que [pone] en funcionamiento un creciente circuito cultural bajo la marca de lo masivo” (Martín-Barbero 1987, 31—43). Un proceso que tiene aquí como particularidad, el hecho de que se produce simultáneamente con la 4 Ver: Almandoz, Arturo. 2006. Urbanismo europeo en Caracas 1870—1940. Caracas:

Fundación para la cultura Urbana. Para una descripción de los cambios espaciales de la ciudad en relación con la expansión del cine es útil el trabajo del arquitecto Nicolás Sidorkovs. 1994. Los cines de Caracas en el tiempo de los cines. Caracas: Armitano Editores.

5 En su trabajo Bulla y buchiplumeo, la investigadora venezolana Raquel Rivas Rojas (2002) recoge las crónicas sobre la visita de Gardel publicadas por la prensa de la época y analiza parte de los cambios que experimentó la sociedad en su tránsito a la experiencia de lo masivo.

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aparición de la sociedad de masas que está originando el enclave petrolero, casi un siglo después que tuvo lugar en Europa y los Estados Unidos.

El segundo acontecimiento a considerar en este proceso de confi guración de una cultura de masas en Venezuela, lo constituye la difusión entre 1949 y 1950 por Radio Continente de la radionovela El derecho de nacer, escrita por el cubano Félix Benjamín Caignet. La trama elemental del hijo natural —lugar común de la sociedad tradicional venezolana— conjugada con la del ascenso y la mezcla social, se convirtieron en todo un suceso para una sociedad en plena transformación, que encontró en el melodrama radial interpretado por actores locales el lugar que desde el siglo XVIII había tenido en Europa el folletín sentimental como motor de la ensoñación popular.

Con El derecho de nacer la radio comenzó a infl uir de manera generalizada en las rutinas cotidianas urbanas. Lo que puso de relive la revolución que desde los medios de comunicación se hallaba en marcha, con la constitución de una cultura industrial masiva. Esta incorporación de mayores contingentes de la población a lo que sucede en el centro de la sociedad, y con ello el posterior desarrollo de una relación de mucha mayor cercanía con las nuevas instituciones y los valores que desde los medios se estaban originando, hicieron que la radio, y sobre todo el melodrama radial, ofreciera por vez primera a amplios sectores populares las herramientas para la ejecución de complejas estrategias de incorporación a lo que Beatriz Sarlo llama una “cultura común” (1992, 15).

Este proceso, que podría ser descrito como “un mayor sentido de adhesión a la sociedad (…), y una mayor afi nidad con sus iguales”, tuvo como resultado la visibilización de una sociedad de masas, por la integración “relativamente libre y sin coacción ninguna” de sus consumidores (Shils 1985, 141). Por ello, si Daniel Bell se atreve a conjeturar sobre la fecha en que la revolución de los medios audiovisuales estableció en los Estados Unidos una verdadera sociedad de masas con la representación de Peter Pan en televisión, no cabe duda de que en la Venezuela que ensaya una modernidad impulsada por el petróleo, un hito comparable podría establecerse con ese período en que Radio Continente transmite El Derecho de Nacer a una audiencia que comienza a reconocerse ávidamente no sólo en los diálogos, en las situaciones y en los personajes, sino fundamentalmente en la experiencia moderna que comienza a confi gurarse alrededor de la forma de recepción del mensaje hertziano.

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Y ello porque más allá del alcance limitado y las implicaciones que para la élite letrada de hasta mediados del siglo XX pudieron tener fi cciones literarias como Las memorias de Mamá Blanca, de Teresa de la Parra (1929), o Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos (1929), El derecho de nacer tuvo la cualidad de servir, con su retórica del amor, la familia y la sexualidad, de traductor espontáneo de esa élite, en sus intentos de hacer visible a los sectores sociales que se estaban sumando a la vida activa del país, del proyecto nacional de tipo clasista, machista, jerárquico y autoritario al que debían adecuarse. En el marco de la nación y el Estado venezolano moderno que estaba delineándose, y en virtud de su función como espejo social a la vez que agente conciliatorio de las diferencias, la paradoja consistió en que el melodrama de Caignet adquirió el carácter de lo que Doris Sommer (1991) defi nió como “fi cciones fundacionales”.

Comentarios fi nales

El papel preponderante desempeñado a lo largo del siglo XX por el petróleo en los procesos de transformación cultural de Venezuela es un asunto que está hoy fuera de toda discusión. La idea de Venezuela como moderna nación petrolera, esto es, el petróleo como sustrato geológico de la modernidad venezolana y a la vez como determinante de los relatos de la nación -con toda la carga de contradicciones que esto conlleva- parece hoy estar más vigente que nunca. La centralidad alcanzada por la “estructura petrolera” como determinante del panorama nacional a lo largo de la última década ha abierto las puertas a una revaloración de determinados procesos de la historia venezolana que parecían dejados de lado.

La actualización de una cierta perspectiva petrolera ha permitido así la actualización del prisma con que observar las continuidades y dicontinuidades históricas del paisaje de la cultura, la comunicación, y sobre todo, de la confi guración de las identidades nacionales. En este papel de trabajo he intentado ordenar muy esquemáticamente —bosquejando ciertos detalles— algunos de estos procesos. No obstante, el campo de estudio es bastante más amplio de lo que he podido alcanzar a mirar desde aquí. Enormes porciones de éste han sido apenas abordadas, por lo que todavía queda mucho por decir.

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María SoledadHernández Bencid

Historiadora. Magister en Historia de las Américas. Doctora en Historia por la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas, Venezuela). Investigador Investigadora adscrita al Centro de Investigación de la Comunicación de la UCAB. Profesora en las Escuelas de Filosofía y Comunicación Social de la misma Universidad. Autora y coautora de libros y revistas especializadas. Correo electrónico: [email protected]

Recibido: 12/03/2014Aprobado: 24/04/2014

Resumen: A lo largo de 100 años de exploración, explotación y comercialización del petróleo, no poco se ha investigado y escrito sobre el tema. El petróleo ha estado y está presente en todos los ámbitos de la vida nacional, desde el económico, pasando por el político, social y cultural. Su importancia trasciende lo geográfi co y temporal, transformándose en el tema obligado de la cotidianeidad del venezolano. Es por ello que le ha sido imposible zafarse de la pluma implacable de humoristas y caricaturistas de todos los tiempos. A través de la creación de una especie de imaginario popular referido al petróleo, Leoncio Martínez “Leo”, uno de los más destacados representantes del género, en los inicios del siglo XX, muestra, en el semanario Fantoches, una cara muy particular de la intervención del capital extranjero en la explotación petrolera venezolana.Palabras clave: petróleo, capital extranjero, Leoncio Martínez, prensa, caricaturas, imaginario popular.

Abstract: Over 100 years of exploration, mining and marketing of oil, not little has been researched and written on the subject. Oil has been and is present in all areas of national life, from economic, to political, social and cultural. Its importance transcends

JUAN BIMBA Y EL MÍSTER:FANTOCHES EN EL IMAGINARIO

PETROLERO VENEZOLANO

Juan Bimba and the Mister:Fantoches imaginary Venezuelan oil

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geographical and temporal, becoming the subject of forced Venezuelan everyday. Th at is why it was impossible to escape the relentless pen comedians and cartoonists of all time. Th rough the creation of a kind of oil based on the popular imagination, Leoncio Martínez “Leo”, one of the most prominent representatives of the genre in the early twentieth century, shows in the weekly Fantoches, a particular face intervention of foreign capital in Venezuelan oil mining.Key words: oil, foreign capital, Leoncio Martínez, press, cartoons, popular imaginary.

¡Petróleo! Oro negro que como antaño el oro rubio guía el rumbo de los hombres de presa y coloca en guerra de ambiciones los destinos del mundo.

Fantoches, Editorial, 4 de julio de 1936.

El petróleo marca un nuevo rumbo a la Historia de Venezuela. Su antigüedades tal, que a través de la extraordinaria pluma de los Cronistas de Indias, podemos documentar y referir los primeros indicios de su existencia en el país. Desde el “MENE” de los aborígenes, hasta la exploración y explotación en gran escala del oscuro mineral, trascurren cientos de años que van dando forma a un país que pasa rápida y sorpresivamente de “campamento a hotel de lujo” como lo califi cara el dramaturgo José Ignacio Cabrujas.

Bajo ninguna circunstancia el petróleo nos es ajeno, su Historia está unida indefectiblemente a todos y cada uno de los venezolanos, por ello no es exclusivamente un asunto económico ni político, sino que abarca los ámbitos de la sociedad y la cultura.

A lo largo de estos 100 años, que esta semana conmemoramos en las Jornadas de Historia y Religión, harto se ha investigado y escrito sobre petróleo. Su importancia trasciende, tanto el ámbito geográfi co como el temporal, transformándose en el tema obligado de la cotidianeidad del venezolano. Por lo que le ha sido imposible, entre otras cosas, escapar de la pluma vivifi cadora y mordaz del caricaturista y humorista, quien hábilmente recurre a un universo simbólico, para narrar o hacer valoraciones de un hecho particular, ya que acostumbra ver, el devenir histórico del país, desde la otra acera.

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Bajo una óptica particular y creativa, nace en el imaginario popular venezolano, una forma de interpretar y cuestionar la intervención del capital extranjero que acompaña a la explotación petrolera en el país.

Una revisión exhaustiva de la prensa de caricatura de inicios del siglo XX, refl eja la escasez de prensa escrita, crítica, ya que este período corresponde al régimen del general Juan Vicente Gómez, donde predomina la prensa ofi cial lisonjera y alabanciosa, y donde la censura, el terror y la represión llevan a La Rotunda y a otras cárceles, a los principales caricaturistas y periodistas venezolanos, como a tantos otros opositores al régimen.

Sin embargo, destaca un periódico dirigido por el escritor Leoncio Martínez Martínez,1 mejor conocido como “Leo”, quien sorteando las difi cultades, se arriesga a publicar en el semanario Fantoches, semanario de su propiedad, fundado en 1923 y que a duras penas sobrevive hasta 1932,una serie de caricaturas que, entre otros tópicos, tocan el tema petrolero, constituyéndose, al decir del humorista y escritor, Aquiles Nazoa: “En el documento más fi dedigno de la era gomecista, tanto por lo que dice como por lo que fue obligado a callar”.2

Valiéndose de su ingenio y habilidad, a través de unos personajes feos y grotescos, Leoncio Martínez, muestra la Venezuela, de principios del siglo XX, marcada por profundos contrastes. Por un lado, se observa la Venezuela paupérrima, analfabeta, enferma, desnutrida, triste y por el otro, la Venezuela petrolera, que avanza hacia la modernidad, la de los grandes y jugosos negocios, la de las oportunidades, representadas en una burguesía que crece, se desarrolla

1 Caracas (1888-1941) Humorista, periodista, dramaturgo, actor, caricaturista, poeta, publicista, compositor de piezas populares y creador y promotor del Círculo de Bellas Artes de Caracas. Trabajó como periodista en la revista cultural El Cojo ilustrado, y en los periódicos, La Voz del Pueblo, El Nuevo Diario, La Linterna Mágica y Pitorreos. Funda en 1923 el semanario Fantoches, caricaturista costumbrista y crítico literario, primero en hacer publicidad luminosa en esquinas de Caracas. Encarcelado varias veces durante los gobiernos de Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras. Publica una recopilación de sus cuentos bajo el nombre de Mis Otros Fantoches. Sus poemas fueron editados luego de su muerte y una selección de sus dibujos fueron reunidos y publicados por Aquiles Nazoa. (Diccionario Historia de Venezuela, Fundación Polar, Vol. II, pp. 844-845.

2 Leoncio Martínez, en una selección de Aquiles Nazoa, Ediciones del Consejo Municipal del Distrito Federal, Caracas, 1976, p. 10.

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y se enriquece a la sombra del gran negocio petrolero, y unas compañías extranjeras que se benefi cian de la explotación, exportación y comercialización, en forma directa, de nuestro hidrocarburo y que sus abogados colaboran, diligentemente, en la redacción de las leyes que pretenden regular el uso y abuso de tan importante recurso.

Para referirse a las caricaturas de “Leo”, Aquiles Nazoa, señala lo siguiente:

De trazo grueso, a veces brutal y con insistencia en los negros, son aquellas el auténtico retrato del pueblo venezolano de su tiempo. No hay personaje criollo de ninguna clase social que no haya sido dibujado por él con minucia y con un regusto por lo feo que llega a ser sarcástico…se trataba de retratar a un pueblo y a un país estrangulados por el hambre, las enfermedades, la ignorancia y la represión inmisericorde de una dictadura cruel hasta más allá de la imaginación; en una palabra, un pueblo y un país necesariamente feos.3

Esta caricatura del país, referida al tema petrolero, está representada por un campesino, fl aco, pálido, triste, con alpargatas o descalzo, pantalón arremangado, franela con huecos y sombrero de cogollo, que lleva por nombre Juan Bimba,4 y que se convierte, con el tiempo, en el símbolo del partido Acción Democrática, representando al campesino desplazado, a quien el maestro Gallegos, candidato presidencial por el partido Acción Democrática, dirige su mensaje en la campaña electoral de 1947; en contraposición se encuentra un personaje gordo, robusto, ricachón, con mirada lujuriosa, identifi cado, por Leo, como el Míster, y al que también se le conoce como “el Musiú” o“Míster Dánger”, aquel personaje, que magistralmente, presenta el, ya mencionado, maestro Gallegos en su célebre novela Doña Bárbara y que describe como un extranjero, contrabandista y corrupto, símbolo de la presencia, incipiente y corruptora, de los llamados “yanquis” o “gringos” en el plano socio-cultural y económico de la Venezuela de entonces.3 Leoncio Martínez. ob. cit, pp. 10-11.4 Personaje gráfi co cuya creación se atribuye a Mariano Medina Febres, médico y diplomático

venezolano que como dibujante fi rmaba Medo. (Diccionario Historia de Venezuela, Fundación Polar, Vol.II, p. 608).

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Ambos personajes son los protagonistas de muchas de las caricaturas que semanalmente presenta Leo en su Fantoches y que en algunos casos viene acompañada de un Editorial referido al petróleo y que incluye en la sección “Leo y Comento”.

Muchas de las caricaturas de Leo que ilustran ésta ponencia, pertenecen al segundo período de Fantoches, es decir a partir de 1936 y hasta 1941, correspondiendo al Gobierno de Eleazar López Contreras. Período donde la relativa e inestable “libertad de expresión”, permite relajar un poco la mano y descargar a través de la caricatura, lo que durante tantos años estuvo censurado.

La caricatura se politiza y el tema petrolero salta a la palestra, generando a través del uso de la sátira y el humor negro una abierta postura nacionalista y refl ejando un profundo y genuino sentimiento popular. En sus editoriales,5

“Leo”, compara al capital extranjero con la empresa conquistadora llevada a cabo por España en el siglo XVI. Se refi ere a la voracidad con que las compañías están saqueando al país ante la mirada complaciente del Ministerio de Fomento, quien, según el autor, otorga y mercantiliza las concesiones y permite el enriquecimiento de los particulares a costa del trabajo del obrero venezolano. Asimismo, destaca el caso Mexicano como ejemplo de la usurpación del capital extranjero en esas tierras.

El escritor y cronista, Carlos Eduardo Misle, defi ne esta etapa de Fantoches, de la siguiente manera: “La política y el petróleo, ocupó los mayores espacios, desde el editorial hasta las caricaturas, con temas y alusiones contra los gomecistas y los neo-gomecistas o todo tipo de reaccionarios y cavernícolas”.6

Para ilustrar esta presentación, se seleccionaron una serie de caricaturas representativas del tema petrolero. La primera de ellas muestra a los personajes protagónicos de esta presentación: Juan Bimba y el Míster (ver página siguiente), quienes conforman la imagen central de la crítica de Fantoches. No siempre están representados de la misma manera, sobretodo el Míster, cuya imagen varía de acuerdo a las circunstancias y al evento que se quiera resaltar.

5 Fantoches, 4 de julio de 1936, p.1.6 Carlos Eduardo Misle, Leoncio Martínez Leo. Paladín de gracia y civismo. Caracas 1988, p. 16.

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La segunda (ver página siguiente, arriba) se refi ere al jugoso negocio de las Concesiones representado en un huevo gigante, donde el otorgante deja muy en claro la transacción. Al país le queda el cascarón y el capital extranjero se lleva lo que está en su interior. El personaje central es el famoso y conocido “Tío Sam”, muy común en las caricaturas de comienzos de siglo en toda América Latina y le sigue, de cerca, Míster Pot representante del capital inglés.7

La siguiente (en la página próxima, abajo), muestra la voracidad de las Compañías extranjeras. Mientras el Míster duerme su borrachera, a la sombra de un moriche, soñando con el jugoso negocio del cual no se sacia nunca,Juan Bimba le observa con tristeza y con las manos vacías, al fondo un representante del capital inglés, llena una maleta de contratos.

7 Fantoches, 14 de noviembre de 1936.

Fantoches, 17 de abril de 1937.

Fantoches, 16 de marzo de 1925.

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. María Soledad Hernández Bencid. Juan Bimba y el Míster: fantoches en el imaginario petrolero venezolano, pp. 55-69.

¡ Y, todavía no está satisfecho!

Fantoches, 17 de abril de 1937.

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La leyenda de la que siguie habla por sí sola. El Tío Sam y MísterPot, conversan sobre un país, que se observa a lo lejos con unos pozos petroleros, que antes lo vendían pero ahora puede que lo consigan regalado, ambos llevan maletas repletas de documentos relacionados con las concesiones petroleras otorgadas por el gobierno.

--Vámonos, Sam, vámonos a Venezuela, que ese país antes lo vendían y ahora podemos ver si lo conseguimos regalado.

Fantoches 17 de octubre de 1937.

Las tres caricaturas sucesivas (en la página siguiente) representan de diferente manera a Juan Bimba y al Míster. En la primera de ellas, el Míster aplasta a Juan Bimba y le refi ere que el Bagre, uno de los apodos del general Juan Vicente Gómez, le otorgó de forma vitalicia el negocio petrolero. En la siguiente, el Míster descansa plácidamente sobre bolsas de dólares, libras esterlinas y bolívares, mientras Juan Bimba lo observa y un zancudo que representa las demandas petroleras, por parte del Estado venezolano, no le quitan el sueño, porque en primer lugar nunca prosperan y si prosperan que importa darle un poquito de sangre al zancudo fastidioso. La última de esta serie, representa a un escocés,que lejos de fumar su pipa con picadura, está pegado a un barril de oro negro, sin darle oportunidad a Juan Bimba de explotar su propia riqueza.

En la caricatura de la página 64 fi guran los presidentes de Venezuela, Juan Vicente Gómez (derecha) y Eleazar López Contreras (izquierda), y de

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-¡Ah, zancudo más molesto! Pero un poco de sangre, más o menos, no me importa.

Juan Bimba. — Mister, péguese de su pipa y déjeme a mí chupar en la mía

Fantoches, 14 de julio 1942.

Fantoches, 24 de diciembre de 1936.

M. Danger --¡Carrangba! Este John Bimba no comprenderg que el Bagre hacegme dueño vitalicio de todo esto!

Fantoches, 14 de julio de 1942.

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Estados Unidos, T.J. Roosevelt (centro) quien lleva un letrero donde se lee claramente: INTERESES PETROLEROS, también se representa a la Iglesia, los políticos camaleónicos y hasta el partido Liberal, quienes han metido su mano en el jugoso negocio petrolero, utilizando como leyenda un conocido refrán criollo.

REFRÁN CRIOLLO: “Muchas manos en el plato ponen el caldo morao”.

Finalmente, esta última caricatura de Leom (página siguiente), muestra al Presidente López Contreras, a Juan Bimba y al Míster, sentados a la mesa, y mientras este último tiene su plato repleto, en el de Juan Bimba solo hay migajas. Al cortar el pan, el Presidente Eleazar López Contreras, muestra, con sus palabras, lo desigual de la repartición de la riqueza petrolera en el país.8

Fantoches, 29 de agosto de 1936.

8 Fantoches, 24 de octubre de 1940.

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Pero Leoncio Martínez, “Leo”, no solo produjo caricaturas tan particulares, sino que introduce un nuevo elemento en el periodismo gráfi co venezolano: las tiras cómicas o historietas. Los personajes centrales, son un muñeco de madera llamado Pinocho y su inseparable perrito Petipuá. Adaptando y adoptando el muñeco italiano, de madera y nariz larga, creación del Carlo Collodi, recrea las desventuras de cualquier venezolano, con una ternura e ingenuidad muy especial. Algo curioso es que estaban escritas en verso (ver página siguiente).

Sobre el particular, Aquiles Nazoa, señala lo siguiente: “Adoptó Leo al famoso muñeco de palo para ponerlo a vivir en las páginas de Fantoches las

-Confórmate, Juan Bimba, que el mister es la visita y hay que darle lo mejor.

Fantoches, 24 de octubre de 1940.

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más divertidas aventuras. Acompañado de su perrito Petipuá, el muñeco de Leo ingresó en las tradiciones sentimentales de los venezolanos como símbolo de bondad, alegría de vivir y fe en la justicia”18

En estas dos historietas, vemos a los personajes inmersos en dos realidades que a diario vivieron los venezolanos de ese tiempo. En la primera de ellas, Pinocho viaja a los campos petroleros de Mara y observa detenidamente lo jugoso del negocio petrolero, así que al regresar a Caracas vende gasolina al detal y en poco tiempo el negocio crece tanto que se transforma en agencia y lo vemos rodeado de saquitos de bolívares. La otra tira cómica, representa la presión que ejerce el gobierno sobre las primeras organizaciones políticas, consideradas comunistas y que expresamente prohibía su asociación el célebre inciso VI del artículo 32 de la Constitución de 1936 (ver página siguiente).

El patrono de la Compañía Baruta PetroleumCompany, le obliga a renunciar a ORVE Y ANDE para poder conservar su trabajo. A pesar de las supuestas libertades públicas pregonadas por el Gobierno de López Contreras,

Fantoches, 12 de mayo de 1932.

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Leoncio Martínez va a parar a la cárcel y su semanario confi scado, como en tiempos del General Juan Vicente Gómez.

Pero no todo es crítica, hacia el petróleo y sus derivados. Sus dibujos alcanzan el mundo de la publicidad, y para no perecer entre la represión y la falta de recursos económicos, encontramos en Fantoches, algunos avisos publicitarios de la gasolina “VENZOLEO” (ver página siguiente).

Leoncio Martínez “Leo”, a través de sus caricaturas y de su fi no y negro humor, nos muestra los rostros e hijos de la realidad, de esa realidad contrastante entre el país rural que realmente es, pero que se le obliga a despertar de manera apresurada a una realidad que ha tocado a su puerta y que no tuvo tiempo de pensar si le abría o no. Llegó para quedarse, sin ser invitada, y ante la mirada atónita de tantos Juan Bimbas, Pinochos y Patipuás, aparecieron

Fantoches, 27 de junio de 1928.

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Fantoches, 24 de diciembre de 1936.

Fantoches, 24 de diciembre de 1936.

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unos personajes de hablar extraño que le dieron a su vida otra dimensión, para bien o para mal. Vaya mi humilde reconocimiento a Leoncio Martínez, y a su extraordinario trabajo testimonial. Leo fue ante todo un defensor de lo nuestro, un nacionalista en el buen sentido, un testigo de excepción que deja para la posteridad una historia que tiene mil caras y que luego de 100 años, no hemos terminado de escribir ni de contar.

Fue parte de una generación, que en palabras de Carlos Eduardo Misle, el conocido “Caremis”:

Que pasan la infancia, la adolescencia, la mocedad, toda la juventud y la madurez bajo décadas de opresión y de terror. Una generación que debía permanecer solitaria, sin protestas o simplemente callada o, de lo contrario, expuesta al vejamen o al exilio; a la cárcel que podía convertirse en tortura y hasta en muerte. Pero con una dignidad civil demasiado vigorosa para dejar de evidenciarse.22

9 Ibidem, p. 22.

Fantoches, 24 de diciembre de 1936.

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Guillermo Tell Aveledo Licenciado en Ciencias Políticas y Administrativas, mención Politología (UCV, 2002, Summa Cum Laude), y doctor en Ciencias, mención Ciencias Políticas (UCV, 2011). Profesor en el área de historia del pensamiento político en la Escuela de Estudios Liberales (UNIMET) y la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos (UCV). Correo electrónico: [email protected].

Recibido: 12/03/2014Aprobado: 24/04/2014

Resumen: En buena medida, los estudios sobre el pensamiento político-económico petrolero en Venezuela —su relación con el Estado y el modo en que éste distribuye la renta fi scal que de su explotación recibe— se han concentrado en las perspectivas de autores desde el positivismo al socialismo reformista. Sin embargo, poca es la literatura que se dedique al pensamiento socialcristiano con especial atención al tema petrolero. Teniendo la Doctrina Social de la Iglesia —y por extensión el socialcristianismo— una visión peculiar del hombre, de la cuestión social y la economía, así como de las relaciones entre el Estado y la sociedad, ¿cómo enfrentaron los socialcristianos venezolanos el tema petrolero? Intentaremos examinar si existió una doctrina socialcristiana ante este particular hecho venezolano desde el examen en algunos de sus textos doctrinarios, programáticos y de polémica política, desde sus orígenes en las organizaciones de acción católica hasta las proximidades de la nacionalización en 1976.Palabras clave: Venezuela, Petróleo, socialcristianismo, ideología.

Abstract: In good measure, studies on oil-economic thought in Venezuela —its relationship with the State and the way in which it distributes tax revenues that his farm receives— have focused on the perspectives of authors from positivism to reformist

EL SOCIALCRISTIANISMO VENEZOLANO Y EL PETRÓLEO

The oil and the Venezuelan Socialcristianismo

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socialism. However, little is literature devoted to Italy thinking with special attention to the oil issue. Taking the Social doctrine of the Church —and by extension the socialcristianismo— a peculiar vision of man, social issues and the economy, as well as relations between the State and society, how confronted the Venezuelan socialcristianos the oil issue? We will try to examine whether there was a doctrine Christian at this particular Venezuelan fact since the review in some of its programmatic, doctrinal texts and political controversy, from its origins in the organizations of Catholic action up to the vicinity of the nationalization in 1976.

Key words: Venezuela, oil, socialcristianismo, ideology.

No revisaremos la actuación de Copei como gobierno y sus realizaciones concretas en el área petrolera, las cuales merecerían un estudio aparte. Podemos mencionar, sin embargo, algunos de los logros en política pública petrolera desarrollada por los gobiernos socialcristianos y que evidentemente tienen que ver con esta visión “copeyana” del petróleo. Durante el primer gobierno del Dr. Rafael Caldera (1969-1974) tuvieron lugar —entre otras políticas y hechos— la conferencia de la OPEP en Caracas (1970), la nacionalización del Gas Natural (1972), la construcción y apertura de la petroquímica de El Tablazo (1972), la fi jación unilateral de precios (1971) y -el inicio del proceso de reversión de la industria petrolera de las manos de las compañías transnacionales y extranjeras que operaban el sector hacia el Estado Venezolano (1971; lo que, sin duda, aceleró de manera audaz la apelación a la nacionalización del petróleo, colocándola como uno de los temas centrales de la campaña electoral). La bandera nacionalizadora fue asumida en ese momento con meridiana claridad por la izquierda marxista recién pacifi cada, por los socialcristianos y, acaso más prudentemente, por Acción Democrática (partido para el cual ésta era una meta histórica sin un horizonte de realización específi co). Luego, en el gobierno del Dr. Luis Herrera Campins (1979-1984) se continuó la diplomacia petrolera y las relaciones con la OPEP, asentando nuestro liderazgo en el mundo en Desarrollo y entre los países petroleros (cuyos regímenes políticos eran abiertamente contrarios a nuestra democracia pluralista), así como se logra el cambio de patrón de refi nación —para lograr la expansión y mejor control del consumo interno de hidrocarburos procesados—, y la internacionalización de la industria con el objetivo de promover el control nacional —a través de PDVSA

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y sus fi liales— en todos los aspectos posibles de la industria, promoviendo la compra de refi nerías y puertos, intentando evadir las imposiciones comerciales de las empresas del ramo (lo que llevó a la conformación de la Rhur Oel GB, y los preparativos para la adquisición de CITGO). Las gestiones de los ministros Hugo Pérez la Salvia, Humberto Calderón Berti y José Ignacio Moreno León se convirtieron en emblemática referencia posterior.

Hay que recordar, empero, que pese al presidencialismo venezolano, los diez años de gobierno copeyanos estuvieron circunscritos por dos circunstancias únicas: 1) ninguno de esos gobierno llegó al poder por medios de fuerza (ya una rebelión o un golpe de Estado), sino a través de elecciones libres, de modo que se trataba de administraciones atadas a un proceso constitucional y político previo a sus mandatos (y del cual, ya en coalición, ya en la oposición pacífi ca, eran copartícipes dado su rol fundamental en la forja del sistema político venezolano a partir de 1946); 2) se tratada de gobiernos no de coalición, sino de gobiernos de un sólo partido sin una mayoría en las cámaras parlamentarias (teniendo lugar la primera administración copeyana en los fi nales del multipartidismo propio de los orígenes de nuestro sistema democrático de partidos, y la segunda en el momento de mayor equilibrio en el bipartidismo venezolano). Copei nunca obtuvo, y posiblemente no lo aspiraba, el poder absoluto, y por tanto no era el único conductor de la política estatal.

Acaso es por eso que hay que reconocer, de entrada, que los matices diferenciadores derivados de las concepciones democristianas del Estado y la política encajan plenamente en las líneas generales del proyecto histórico de desarrollo social, económico e institucional de la “Segunda República Liberal Democrática”, lo que hace que cualquier peculiaridad difícilmente se traduzca en diferencias sustanciales en políticas públicas, especialmente en el tema petrolero, el cual abordaba Copei como un problema que no podía abordarse de manera sectaria o partidista (y así queda consagrado en la Constitución de 1961, que obligaba al Estado a deliberar con los sectores sociales afectados por una política determinada). Copei apoyó y colaboró en la concepción de los aspectos generales de la modernización venezolana a partir de 1936, modernización que incluiría el nacionalismo petrolero también esbozado por el socialismo reformista: esto es, para resumirlo, el uso de los ingresos —crecientes— derivados de la renta e impuestos petroleros para el

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impulso a otros sectores económicos, la promoción de una diversifi cación económica y la creciente capacitación (humana, legal y técnica) de Venezuela para la administración y gestión del recurso petrolero. No hay una “Venezuela Política y Petróleo”, un “Pentágono Petrolero” o un “Sembrar el petróleo” socialcristiano en la memoria popular. Sin embargo, se propone un matiz sutil en su noción del “dominio del petróleo”. En buena medida, la hoy polémica meta histórica de la nacionalización no retrocedió ni se desvió en las manos de las administraciones socialcristianas, sino que avanzó en aspectos importantes de su realización. Hay que añadir que, para bien o para mal, el primer gobierno de Rafael Caldera evitó capitalizar electoralmente a favor de su partido la nacionalización en 1973, pese a una coyuntura internacional propicia, postergando el ejecútese defi nitivo de la reversión hasta el período constitucional siguiente y un profundo debate en las cámaras del Congreso (“…no se quiso dar un paso que pudiera ser interpretado como ventajismo del gobierno para favorecer la candidatura de su partido”1).

Todas estas consideraciones, admitimos, pueden ser objeto de estudio desde la historia de la industrialización, las políticas públicas y la legislación petrolera desde una perspectiva técnica2. Pero estas consideraciones nos invitan a explorar el marco general de referencia ideológico que —desde sus programas y manifi estos, desde la opinión y en el debate político— rodeaba la concepción copeyana del petróleo. Nos permitimos afi rmar que el tema petrolero en nuestro pensamiento político, condicionado por el hecho indiscutido de la propiedad estatal de los yacimientos, hace surgir consideraciones sobre el poder del Estado, las el modo en que este poder reconfi gura las relaciones entre Estado y sociedad, y la vinculación de ese poder estatal a metas de desarrollo económico y social —de variado signo— que sin el petróleo serían de más difícil realización. Existiendo en el socialcristianismo un acervo ideológico particular, distinto a las raíces ilustradas y materialistas del resto de nuestros movimientos políticos, caracterizado por la infl uencia de la Doctrina Social 1 Peña, Alfredo (1978): “Conversaciones con Luis Herrera Campins”. Caracas, Editorial

Ateneo de Caracas, p. 58.2 Para un resumen de la visión técnico-política desde Copei, léase Calderón Berti, Humberto

(1978): “La Nacionalización Petrolera: visión de un proceso”. Caracas, Gráfi cas Armitano; para una visión general y accesible al lego, léase Rodríguez, Policarpo (2006): “Petróleo en Venezuela ayer, hoy y mañana”, Caracas, El Nacional.

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de la Iglesia, el personalismo, y la “especifi cidad” de la democracia cristiana, este ha de infl uir en las caracterizaciones de los socialcristianos venezolanos sobre el petróleo. Ningún otro de los países donde el movimiento mundial de la Democracia Cristiana —al que pertenece y en el que tuvo una enorme infl uencia Copei— ha tenido un rol político de consideración, es el petróleo un tema relevante. La realidad venezolana, sin complejos de originalidad, es abordada a través del marco de referencia socialcristiano:

No hablo como técnico petrolero, pues ni lo soy ni lo pretendo. He buscado en técnicos muy serios, muy califi cados y honestos, orientación e información. (…) son mi conciencia de hombre responsable y mi corazón de venezolano los que me han dictado estas refl exiones.3

Este marco de referencia, en nuestro estudio, ha de enfocarse en las nociones socialcristianas de Estado, Economía, Desarrollo (y los nexos entre lo político, lo social y lo económico), y así tratar de comprender la caracterización copeyana del tema petrolero: su propiedad nacional, sus efectos sobre la economía y sociedad, y la necesidad de “dominarlo”.

El rol del Estado

Para los socialcristianos el Estado no ha de someter a la sociedad, a las comunidades y a las organizaciones autónomas de individuos, sino que les sirve. El poder civil no tiene razón en sí mismo, sino que tiene como tarea el servicio al bien común —pluralmente defi nido—, partiendo de una concepción neo-aristotélica o neo-tomista del Estado (y del escepticismo católico hacia la autoridad política absoluta)4:3 Caldera, Rafael (1975): “La Nacionalización del petróleo”. Caracas, Ediciones Nueva

Política, p. 19.4 Para introducirse a la particularidad del pensamiento socialcristiano, pueden leerse:

Montenegro, Walter (1991): “Introducción a las doctrinas político-económicas”. México, F.C.E.; Caciagli, Marco (2008): “Cristian Democracy” en Ball, Terence y Bellamy, Richard (2008): “Th e Cambridge History of XXth Century Political Th ought”, Cambridge, Cambridge University Press; Sigmund, Paul (2010): “La Transformación de la Ideología Demócratacristiana: trascendiendo a la izquierda y la derecha, o ¿qué le ocurrió a la tercera vía”, en Mainaring, Scott y Scully, Timothy (2010): “La Democracia Cristiana en América Latina: confl ictos y competencia electoral”, México, F.C.E.; y, obviamente, Caldera, Rafael

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[La] ...sociedad política exige sistemas de organización, normas de actuación y mecanismos de conducción que permitan y aseguren el logro de su fi nalidad (…). Es así como surge el Estado: instrumento al servicio de los intereses del todo social, en quien se reconoce la autoridad y se atribuyen los poderes necesarios para que cumpla con su función primaria de ser rector y garante del bien común. Es pues, parte de la sociedad política, última instancia de lo social.5

La sociedad tiene una existencia previa a la coerción estatal, y unos intereses y aspiraciones que le son propios. El Estado puede intervenir sobre la sociedad “de manera sana sencilla o efi caz”, pero atendiendo al principio de “subsidiariedad”, que indica que la acción estatal sólo tiene carácter supletorio allí donde la sociedad no es capaz de actuar por sus propios medios. El poder estatal no es una panacea, y sólo tiene sentido social y humano cuando está atado a una forma de gobierno democrática y pluralista, esto es, no controlado por un solo partido y atenta al conjunto de intereses sociales:

Nosotros creemos que el Estado sí tiene el derecho y el deber de intervenir en la vida social y económica en la medida necesaria para lograr señalados objetivos. (…) Pero usar el intervencionismo estatal como arma de lucha política o ideológica; convertir los organismos que deberían intervenir (…) en aparatos burocráticos empeñados en crear y multiplicar trabas inútiles y restricciones odiosas, es desconocer por completo la función del Estado (…) COPEI propicia, por consiguiente, un intervencionismo sano, sencillo y efi caz.6

La Economía

La economía en sus consideraciones técnicas y particularistas sería, a su vez, accesoria a las consideraciones humano-morales: en el programa del Movimiento

(1972): “Especifi cidad de la Democracia Cristiana”. Caracas, Ediciones Caroní (aunque existen múltiples ediciones, traducidas a varios idiomas).

5 “Programa de Gobierno de Rafael Caldera, período 1969-1974. Principios Fundamentales”, en “Congreso Ideológico…”, p. 59.

6 Padrón, Paciano (1981): “COPEI: Documentos fundamentales, 1946”. Caracas, Ediciones Centauro, pp. 124-125. Existe una evolución desde el corporativismo católico hacia el pluralismo social, gracias al compromiso de los políticos católicos con la democracia y al desprestigio del corporativismo autoritario gracias al fascismo europeo.

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de Acción Nacional, en 1940, los socialcristianos plantearían que “la necesidad de estructurar el juego de las fuerzas económicas dentro de una subordinación de legítimos intereses espirituales y a las necesidades nacionales. La moral por encima de la economía. Venezuela por encima de los intereses económicos”7. El gobernante socialcristiano aspira a una “economía humana”, esto es, orientada al desarrollo integral de la persona (material, sí, pero también, espiritual, de relaciones con su familia y su comunidad) —en criterios que hoy operacionalizamos, por ejemplo, en los índices de desarrollo humano. Para los socialcristianos hay una preferencia por el sector obrero, al cual debe evitársele la ideologización materialista y disolvente desde el socialismo y advertírsele en contra de la lucha de clases. El desarrollo integral se da, entonces, sólo como posibilidad en los regímenes abiertos, que a su vez han moderado la obsesión estatista (propia del totalitarismo de cualquier signo). Por eso los criterios técnicos, que deben ser atendidos, no pueden sobreponerse a las consideraciones programáticas del sistema político:

… Los técnicos (…) se saben responsables para con el país, saben que no es el ejercicio individual de una actividad lucrativa lo que llena la fi nalidad para la cual la sociedad los ha formado (…) tienen conciencia, además, de que las alternativas que propongan no pueden indiferentemente realizarse por orientaciones ideológicas diversas; (…) sería una frustración de su propio destino profesional y de su responsabilidad social, el que sus conocimientos y estudio (…) sirvieran para alimentar totalitarismos de izquierda o de derecha que desconozcan la libertad y la dignidad del hombre, o regímenes en los cuales el lucro sea el único objetivo, y el egoísmo individualista prevalezca por sobre los legítimos y fundamentales derechos de la comunidad.8

El Desarrollo

El socialcristianismo venezolano se concibió a sí mismo como revolucionario y no violento. Su meta era el cambio de la realidad social venezolana de manera progresiva (“por la Justicia social en una Venezuela mejor”):

7 “Programa del MAN”, en Suárez Figueroa, Naudy (1978): “Programas Políticos Venezolanos de la Primera Mitad del Siglo XX”, Caracas, UCAB.

8 Caldera, Rafael (1966): “Mensaje a los técnicos” en “Ideario…”, p. 123.

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Copei aspira a una honda reforma para dar a las clases desposeídas un grado humano de bienestar y de seguridad social (… y) propicia la solidaridad y armonía entre las clases y grupos sociales mediante el reconocimiento de los derechos de cada uno y la sujeción de todos a las superiores exigencias de la Justicia Social y del bien común.9

Esto debe complementar las tareas de creación institucional y dar contenido preciso a la democracia política (“el mejor sistema de gobierno y la entiende, no sólo como la expresión del principio de que la soberanía reside en el pueblo, sino también como la garantía de los derechos de la persona humana”10, y por lo tanto, el más exigente):

Hablar de libertad de trabajo a quien no tiene ocupación; de libertad de comercio a quien no tiene qué comprar; de garantía a la propiedad a quien no la logrado poseer un pedazo de tierra donde vivir; de inviolabilidad del domicilio a quien no espera siquiera obtener una vivienda decorosa, suena más a ironía que a convicción. Y el peligro es patente de que las otras libertades, esenciales para la afi rmación del ser humano: libertad de expresión del pensamiento, libertad de rendir culto a Dios, libertad de educar a sus hijos, libertad de participar en la dirección del Estado, lleguen a ponerse en almoneda, a trocarse, ni siquiera por la realidad, sino por la mera oferta de una vida mejor.11

Esto implica una tarea de reforma social intensa y general, que no se atenga sólo a la prosperidad económica:

Hay que distinguir dos campos: el de la economía nacional en general, y el de la distribución de los bienes que esa economía produce. En el primero, conviene señalar que desde el año 58 para acá [1978…] el país ha progresado inmensamente. Una política guiada por el nacionalismo constructivo, ha permitido, con la participación de todas las fuerzas políticas, llegar a la nacionalización de la industria del petróleo, sin provocar ninguna conmoción (…) Pero el problema está en la distribución de la

9 COPEI (1948): “Programa del partido aprobado en la III Convención Nacional”, en COPEI (1987): “Congreso Ideológico Nacional para la Democracia Nueva: Documentos fundamentales”. Caracas, Secretaría Nacional de Formación y Doctrina, p. 9.

10 “Programa…” en “Congreso Ideológico…”, p. 9.11 Caldera, Rafael (1962): “Latinoamérica, prueba crucial para la civilización cristiana” en Caldera,

Rafael (1970): “Ideario: la Democracia Cristiana en América Latina”. Barcelona, Ariel, p. 33.

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riqueza. Allí es donde no ha imperado la justicia, y quienes han tenido la posibilidad de aprovechar su cercanía al poder, su amparo o su infl uencia, han amasado grandes riquezas; mientras la población sufre toda una serie de privaciones que la llevan hasta la inmensa marginalidad social, hay millones de compatriotas que no reciben los benefi cios del producto social (…) La igualdad real (…) ha sido un derecho formal ante la ley, pero no un disfrute pleno para las grandes mayorías. Estas cuestiones deben corregirse, porque si no estamos creando un Estado desintegrado.12

El desarrollo en el que colaboren el Estado y la sociedad ha de acometerse sin complejos, ya que la tarea de corregir los problemas sociales derivados de la indiferencia oligárquica previa al proyecto nacional modernizador serían muy profundos, y la meta contemporánea, mucho más compleja (en magnitudes demográfi cas y en objetivos cualitativos):

...sería un error admitir que tenemos demasiado dinero. Lo que hemos alcanzado palidece ante las necesidades sociales que es indispensable atender. (…) Mayor es la suma de recursos que los países subdesarrollados necesitan para llegar al desarrollo, que lo que necesita un país desarrollado para continuar atendiendo las necesidades de su pueblo en un ritmo normal13.

Hay que decir que el régimen pluralista venezolano se enfrentó a una explosión de alternativas:

...los regímenes económicos y comerciales imperantes hasta hoy han hecho que los países latinoamericanos nos hayamos convertido en países monoproductores que vendemos la materia prima al precio que fi ja el comprador y luego la adquirimos transformada en productos manufacturados a precios que fi ja el vendedor. Esta situación, que podía mantenerse en épocas anteriores, ya no puede mantenerse. Entre otras razones, los adelantos tecnológicos, y especialmente los adelantos habidos en los medios de difusión de masas, han hecho conocer a los pueblos latinoamericanos el grado de desarrollo, el standard de vida en que viven los pueblos de Norteamérica y de Europa, y con justa razón aspiran a conquistar ese mismo nivel de vida. (…) es urgente la adopción

12 Peña, op.cit, pp. 46-47.13 “La Nacionalización…”, p. 105.

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de nuevos principios en las relaciones económicas internacionales, para lograr un progresivo desarrollo de todas las regiones del mundo. De democracia o de comunismo nada saben los millones de seres que habitan en los ranchos de Venezuela o en las favelas del Brasil o en los tugurios de toda América. Ellos sienten necesidad. Es hambre, miseria y abandono lo que están padeciendo, y son capaces, en su desesperación, de no ser comprendidos y defendidos por quienes pueden y deben hacerlo, de dejarse arrastrar por las banderas mentirosas y engañosas de quienes les ofrecen una vida mejor, de quienes les ofrecen pan a costa de libertad.14

Es preciso acotar que los partidos socialcristianos del siglo XX se forjaron en la emergencia de las democracias de posguerra y frente a la alternativa —vívida y real— del socialismo real. Lo que en los orígenes del socialcristianismo es una crítica casi equidistante ante el capitalismo y el comunismo, da paso a una crítica ya no a los “imperialismos” yanqui o ruso, sino a todo tipo de gobierno autoritario (ya reaccionario, ya revolucionario):

Para vencer al subdesarrollo, dos sistemas se ofrecen a la perspectiva del hombre contemporáneo: el democrático, con su afi rmación de la libertad como clima ideal para la transformación y con su sentido de respeto a los derechos y a la dignidad del hombre (…) y el totalitario comunista, que hace caso omiso de la libertad, que para alcanzar fi nes económicos (…) pretende convertir al hombre en un simple ente productivo al servicio de un Estado omnipotente y abusivo.15

El Petróleo

Ya desde la UNE, pasando luego por Acción Católica y Acción Nacional, los socialcristianos venezolanos defi enden una postura nacionalista en materia petrolera. El petróleo en Venezuela fue concebido por los regímenes previos a 1936 como una oportunidad de rapacidad, a juicio de los jóvenes político católicos, de las oligarquías criollas vinculadas al gomecismo y el imperialismo extranjero.

14 González, Godofredo (1968): “Copei contra las restricciones petroleras”. Caracas, Fracción parlamentaria del Partido Socialcristiano Copei, no. 49, pp. 1164-1166.

15 Herrera Campins, Luis (1962): “Condición para el desarrollo” (columna Palenque). Maracaibo, Panorama, 9 de abril de 1962.

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Ante eso, sería preciso proteger, por igual, los intereses de la sociedad venezolana en la obtención de mayores réditos de la explotación petrolera, y los intereses de los sectores obreros y medios venezolanos de la industria. Por eso apoyan la Ley de Hidrocarburos del año 43, el “pentágono petrolero” durante el Trienio, etc. El primer manifi esto de Copei, en 1946, establece ya la importancia del petróleo como factor central de la economía y, cuando Copei se convierte fi nalmente en partido en 1948, su manifi esto admite la posibilidad de nacionalización de manera explícita: "Incorporación de Venezuela, dentro de las posibilidades de la realidad nacional, al grupo de países que trabajan directamente su petróleo”16. Reconocen los socialcristianos la “honda diferencia”, sin nostalgia,

...entre la antigua Venezuela con una economía preponderantemente agropecuaria, no invadida todavía por la técnica y cuya ciudad capital apenas alcanzaba el centenar de miles de habitantes, y la Venezuela que al impulso de la economía petrolera se mueve con inquietud de torbellino, con sus masas de obreros cada vez más califi cados y sus ciudades asomadas de improviso a los complejos problemas del urbanismo17.

Pero lo esencial del problema petrolero para los socialcristianos es que• Disloca la vida económica del país, debilitando al resto de la economía

nacional (“Venezuela vive y sufre los efectos de una economía dislocada. Un solo producto, que no nos pertenece, domina nuestra balanza comercial…”18)

• Perturba las relaciones entre Estado y sociedad, dándole al gobierno una riqueza que lo coloca en una posición de ventaja casi inalcanzable (“Al empobrecimiento del país ha ido acompañando el enriquecimiento creciente del Gobierno…”19); y

• Pone en evidencia la debilidad de nuestros actores económicos que se hallaban incapaces, hacia mediados de siglo, de administrar y extraer este recurso; aún concebida como explotación extranjera y espejismo:16 “Programa…” en “Congreso Ideológico…”, p. 14.17 Caldera, Rafael (1955): “Dominar el Petróleo” (contestación al discurso de incorporación de

Arturo Uslar Pietri como Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales) en “Temas de sociología venezolana” (1972). Caracas, Editorial Tiempo Nuevo, p. 93.

18 “Esencia y fi nalidades de Copei” (1946), en Padrón, Paciano (1981): COPEI: Documentos fundamentales. Caracas, Ediciones Centauro, p. 123.

19 Idem.

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...nos ha granjeado una falsa reputación de bienestar económico, ante propios y extraños… La función que ha desempeñado el Petróleo en nuestra economía no es ni con mucho la de un factor de enriquecimiento; única y casi exclusivamente se ha limitado a encubrir nuestra falla económica. Su explotación apenas ha cumplido la misión de ser el retén de una terrible catástrofe. (…) A causa de los negros años de nuestra vida política, que dirigida en su mayor tiempo por ineptos y amigos del peculado, no se han podido formar capitales nacionales capaces de iniciar estar explotaciones y a causa de la política de Gómez de mantener sonrientes las fauces extraordinarias de los trusts.20

Los benefi cios materiales que ostensiblemente derivan de la renta petrolera han sido insufi cientes y hasta perjudiciales en los hábitos, patrones de consumo, productividad y nivel de vida del venezolano común. Esto había de cambiarse de manera radical, ya que el desarrollo económico no es nada sin desarrollo social, y la democracia corre peligro si es incapaz de promover dicho desarrollo integral (libertades públicas, participación, vivienda, educación, salud, etc.): puede ser sustituida por un Estado omnipotente (que ofrezca mayor “bienestar” por menos libertad, o que ofrezca más rápida igualación a costa de lo mismo). La desproporción del poder estatal sobre la sociedad es un peligro constante; y,

• Profundiza el azar económico y la dependencia social del Estado, pese a los benefi cios superfi ciales que su renta puede generar:

Hay razones para felicitarnos… Pero… Toda colectividad surgida alrededor de una mina se acostumbra a vivir del azar. Menosprecia el esfuerzo constante y pone a un lado la modesta virtud del ahorro (…). El hábito de la riqueza fácil hace perder la noción económica del gasto (…) se llega a admitir como necesidad el deseo de exhibir jactanciosamente una riqueza revestida de formas engañosas; y la vida económica adquiere resonancias de mito (…)“… Los pensadores venezolanos de estos tiempos se han dado cuenta de la paradoja creada por el petróleo. Al lado de la euforia jacarandosa ha estado siempre una inquietud: la de obviar los males que trae consigo esta riqueza inesperada (…)21

20 “Exportación e Importación”, Editorial UNE, n° 13, 28 de noviembre de 1936.21 “Dominar el petróleo”… pp. 96-97.

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Así, las dislocaciones derivadas del petróleo han de enfrentarse no con la resignación escondida en falsa esperanza de la “siembra petrolera” (que en su versión uslariana aspiraría a una fugaz infl uencia del petróleo; pero que en su versión generalmente aceptada en la democracia implica el uso del ingreso petrolero para efectuar cambios en la población en atención a los derechos sociales), sino en lo que denominó Rafael Caldera el “Dominio del Petróleo”. “Estatista”, acaso como consecuencia de la noción de subsidiariedad, pero anclada en un régimen pluralista.

El Dominio del Petróleo

El objetivo a largo plazo del Estado democrático venezolano con respecto al petróleo no habría de ser la mera expansión de lo obtenido a través de la renta, ni siquiera la nacionalización (este no es el fi n de nuestra relación con el petróleo, sino de un modo jurídico concreto de esa relación –las concesiones a las compañías extranjeras). El objetivo es el “dominio del petróleo”. ¿En qué consiste esto? No hay que ver al petróleo como una suerte de apéndice afortunado de la economía venezolana, del cual podemos vivir, sino como nuestra actividad fundamental: el rasgo defi nitorio de la Venezuela moderna. Si bien la industria petrolera no es la industria con más empleo, sus efectos y la circunstancia de nuestros yacimientos hacen plausible una mayor integración de esta industria con el resto de la sociedad. Debíamos, a juicio de Copei, convertirnos crecientemente en expertos en todas las áreas de nuestro principal negocio. Desde la perspectiva de la subsidiariedad, dadas las condiciones del capital venezolano, esto necesitaría de una acción creciente del Estado, que habría de promover con criterios técnicos y no políticos (es decir, no exclusivos de un partido ni de su clientela), desde la localización y extracción, hasta el refi namiento y la distribución, toda la industria (lo cual podría incluir, eventualmente, una participación del sector privado nacional).

El famoso adagio uslariano de “sembrar el petróleo”, cuya reivindicación reconoce Caldera en la carrera de Uslar, sería en insufi ciente:

...implica la transitoriedad de una riqueza que se nos escapa de las manos y está llamada a desaparecer (…). Pero la realidad exige más. No basta el objetivo (…) de tener para el país un benefi cio duradero de

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una industria que se mira correr fuera de nuestro alcance. No es posible considerar la economía petrolera como distinta y superpuesta a la genuina economía nacional (…). Hay que integrar de lleno la economía petrolera en la economía venezolana. La realidad nos enseña, hoy por hoy, que a pesar de los problemas de la competencia y de las conjeturas atómicas, está llamada a durar unos cuantos años más. Hemos de verla de cerca. Hemos de hacerla más venezolana. (…) “sembrar el petróleo” es parte de un objetivo más amplio, obligado aunque ambicioso: es necesario dominar el petróleo. Tenemos que abandonar el concepto del petróleo como una realidad que escapa a nuestras manos, para ganar la idea del petróleo como un elemento subordinado a la realidad nacional. Ello ha de llevarnos a un entendimiento cada vez más fecundo con la iniciativa privada, nacional y extranjera, y a la colaboración cada vez mayor con nuestro capital humano en la explotación de esa riqueza nacional. La industria petrolera es por muchos títulos nuestra primera industria (…). Además es centro de otras industrias… [esto es: las áreas de transporte, incluida una fl ota mercante, gas natural, energía eléctrica, petroquímica…].22

Esto además implica una creciente nacionalización del recurso humano involucrado, ya obrero, ya administrativo. Copei abrigó una sospecha hacia el crecimiento del Estado, no desde la perspectiva de sus funciones y benefi cios, sino del poder de las élites gobernantes que podían enseñorearse sobre la sociedad. El dominio del petróleo es un dominio de este recurso y también un dominio de la sociedad sobre sí misma, evitando convertirse en esclava de esta industria en manos de una facción política. La sociedad y las comunidades deben evitar convertirse en apéndices estatales:

...al lograr el objetivo —en verdad histórico— de dominar el petróleo, el país va a alcanzar el pleno dominio de sí mismo. (…) Llega el momento decisivo de probar si somos o no somos capaces de dirigir nuestra propia vida hacia la realización de nuestro propio destino. (…) el subdesarrollo no lo venceremos mientras no demostremos nuestra capacidad de dominar y manejar esa actividad económica que se ha convertido en la base de nuestra existencia.23

22 “Dominar el petróleo”… pp. 97-98.23 “La Nacionalización…”, p. 99.

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Con la nacionalización no estaríamos “cerrando el ciclo del petróleo. Todo lo contrario. Estamos cerrando el ciclo de las compañías petroleras extranjeras”24. Como consecuencia de un proceso prolongado y de un aprendizaje paulatino: “Ya Venezuela está madura para manejar directamente su actividad petrolera. Existe disposición creciente en el país para asumir el manejo de las áreas actualmente bajo concesión. (…) Hemos acumulado invalorable experiencia en la materia; hay personal califi cado…” Y añade el senador Caldera, de manera signifi cativa: “Al proclamar que esta política petrolera ha refl ejado un gran consenso nacional, siento también la necesidad de afi rmar que Venezuela está erguida como un solo hombre en la defensa de los precios de su petróleo y de su plena soberanía sobre sus recursos naturales”.25

Todo esto, se advierte, aumenta la necesidad de buena administración; no sólo del Estado en general (cuya reforma administrativa será un objetivo especial de los gobierno socialcristianos), sino especialmente de la industria petrolera, que no podría ser concebida como anexo clientelar de un partido o caja chica de la administración. Advertía Caldera:

Un Estado despilfarrador e incompetente puede darse el lujo de botar unos cuantos millones en cualquiera otra empresa (…): en el petróleo, no. Los millones del défi cit que haya producido cualquier ente estatal o paraestatal, los ha cubierto el petróleo. Pero éste tiene que seguir cubriendo todo lo necesario, no sólo para mantener el aparato del Estado, sino para cubrir los crecientes gastos sociales de una población cada vez más numerosa y cada vez más exigente (…). Aprobada la nacionalización, el papel de los técnicos va a cobrar mayor infl uencia y signifi cación. Ya no será una importancia reconocida apenas en la literatura de circunstancia. El país (… se va) a acostumbrar a oír y a respetar el criterio de los técnicos y de los administradores.26

Y, precisamente por ello, en atención a la “… el manejo del petróleo es una cuestión tan decisiva para el porvenir de nuestro país que no podemos hacer de ello una bandera electoral, sino que tenemos que tratar de buscar los

24 “La Nacionalización…” p. 24.25 Último mensaje de Rafael Caldera como Presidente Constitucional para el período 1969-

1974 (6 de marzo de 1974), en “La Nacionalización…”, pp. 52-53.26 “La Nacionalización…”, pp. 96-98.

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términos de una gran coincidencia, de un consenso amplio y abierto entre todos los grupos políticos democráticos de Venezuela…”27. El petróleo pertenece a todos los venezolanos y, así como no hay democracia sin pluralismo ésta no puede sobrevivir sin el aporte de todos los sectores involucrados.

* * *Advertía frecuentemente Luis Herrera Campins que “no existe el milagro

democrático de Venezuela por su petróleo, sino a pesar de su petróleo”28. Copei, que apoyó y colaboró en la concepción de los aspectos generales de la modernización venezolana y la nacionalización petrolera, estaba consciente de los riesgos que el petróleo entrañaba para la vida política y social:

• El petróleo, recurso de un país que aspira a ser democrático, debe ser instrumento para el desarrollo social implícito en un programa genuinamente democrático.

• El Estado, dadas las condiciones económico sociales venezolanas, se ve obligado a atender desde sí, el desarrollo de la industria petrolera en todas sus facetas —“dominar el petróleo”—, hasta que la sociedad sea capaz de hacerlo.

• A la vez, la democracia impone, sobre la administración petrolera, no sólo una utilidad, sino además un imperativo de no convertirse en agencia de un gobierno o de un partido.

• Todo esto se deriva de la concepción pluralista y democrática de la acción del Estado. La gran mayoría de los países petroleros, especialmente aquellos con los que ha tenido relación Venezuela, tienen regímenes autoritarios de diverso signo. El petróleo no ayuda a la democracia, sino que posibilita la tentación exclusivista inherente al Estado.

En ese sentido, la colaboración de Copei junto con los partidos democráticos venezolanos —especialmente Acción Democrática— signó la conformación de una industria petrolera nacional, técnica e independiente. Fue un logro consciente y tenazmente perseguido por la democracia venezolana y no un accidente histórico.

27 Herrera Campins, Luis (1978): “Un Consenso Petrolero” (Síntesis del programa de gobierno, N° 3). Caracas, Ávila Arte, p. 2.

28 “Luis Herrera: un líder con pinta de Cannon”, entrevista en Blanco y Negro, Diario ABC, Madrid, 13 de Diciembre de 1978, pp.30-35.

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Guillermo Guzmán Mirabal

Abogado. Magister en Historia de Venezuela y candidato a doctor en Historia en la Universidad Católica Andrés Bello. Correo electrónico: [email protected].

Recibido: 12/03/2014Aprobado: 24/04/2014

Resumen: En 1959, el gobierno estadounidense impuso el Programa Obligatorio de Restricciones Petroleras para importación de petróleo, que incluía la exención terrestre —overland exemption— para el petróleo canadiense y mexicano. La medida era claramente discriminatoria hacia Venezuela, que a partir de entonces va a protestar sistemáticamente tal política. Durante los cinco años en los que coincidan en la presidencia Raúl Leoni y Lyndom B. Johnson —entre fi nes de 1962 y principios de 1963 hasta comienzos de 1969— Venezuela buscará activamente un mayor benefi cio por la venta de su petróleo, dejando claramente sentada su posición frente a la política discriminatoria norteamericana. Ambas naciones tratarán de sostener sus posiciones para sacar el mayor provecho del otro. Entre Leoni y Johnson se desarrollará un duelo petrolero en el que cada quien buscará el mayor benefi cio para su país. Palabras clave: Restricciones petroleras, Leoni, Johnson, Venezuela, Estados Unidos.

Abstract: In 1959, the U.S. government imposed the Mandatory Oil Import Quote Program, which includes an overland exemption for Canadian and Mexican oil. Th e policy was clearly discriminatory against Venezuela, which thereafter protested consistently

VENEZUELA Y LOS ESTADOS UNIDOS: DIPLOMACIA PETROLERA.

TRES MOMENTOS DEL DUELO ENTRE LEONI Y JOHNSON (1964-1969)

Venezuela and the United States: oil diplomacy.Three moments of the duel between Johnson

and Leoni (1964-1969)

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such act. During the fi ve years Raul Leoni and Lyndom B. Johnson were in charge of the presidency —between late 1962 and early 1963 to early 1969— Venezuela actively seek a greater profi t from its oil, fi rmly stated its position on the U.S. discriminatory policy. Both nations will try to hold their positions to get the most out of the other. Among Leoni and Johnson began a duel oil, both seeking the greatest benefi t to each country.Key words: Oil restrictions, Leoni, Johnson, Venezuela, United States.

Introducción

Durante la década de 1950, las compras de petróleo foráneo crecieron enormemente en los Estados Unidos, debido principalmente a la aparición de nuevos campos petroleros en el exterior que producían crudos a bajos precios. Hasta entonces, la política de importación petrolera estadounidense había permitido la libre entrada de productos, a pesar de que existían una serie de presiones informales.1

En 1955, el Congreso de los EE.UU. sanciona la Ley de Extensión de los Acuerdos Comerciales otorgando al presidente el derecho de limitar la entrada de renglones que considerara importados en cantidades amenazantes a la seguridad nacional.

En 1957 el gobierno consideró que las importaciones de petróleo crudo habían alcanzado un punto en que constituían una amenaza a la seguridad y se estableció un programa de restricción voluntaria, que consistían en mantener las importaciones en un 12 por ciento de la producción nacional2.Ese programa, que no establecía sanciones, buscaba lograr un equilibrio entre la industria petrolera norteamericana y las importaciones del resto del petróleo que necesitaban los Estados Unidos. Venezuela protestó argumentando varios elementos. En primer lugar, consideraba el país que las restricciones conducirían a las compañías a reducir la producción en sus concesiones. Por otro lado, adujo que el petróleo venezolano siempre estuvo disponible en época de guerra o paz, por lo que debiera ser considerado dentro de su esfera de seguridad nacional, en 1 Ver: Franklin Tugwell, La política petrolera en Venezuela; Caracas, Monte Ávila Editores,

1977, pp. 97-98. 2 Sobre el particular ver: Luis Vallenilla, Auge, declinación y porvenir del petróleo venezolano;

Caracas, Monte Ávila Editores, 1990, pp. 212 y sig.

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lugar de amenaza. Canadá protestó con mismos argumentos. La crisis del canal de Suez en 1957 hizo que subieran los precios del petróleo momentáneamente, pero una vez superado los problemas, se produjo un aumento en la producción que hizo que los precios alcanzaran niveles inferiores al período inmediato previo a la crisis. Este debilitamiento de los precios a nivel internacional impulsó el mercado norteamericano. Muchos pequeños productores, especialmente del suroeste de los Estados Unidos, tuvieron que reducir su producción debido al petróleo importado. La entrada de petróleo barato afectó igualmente a los productores de carbón. Así, el programa voluntario3 no logró detener los problemas derivados del incremento de las importaciones.

El 11 de marzo de 1959, el gobierno estadounidense fi nalmente impuso el Programa Obligatorio de Restricciones Petroleras para importación de crudo y productos no terminados, que fue profundizado incluyendo a los productos terminados y combustible residual el 1 de abril.4 Se excluía de las restricciones el petróleo canadiense y mexicano que fuera introducido a los Estados Unidos por vía terrestre. Esto fue conocido como la overlan dexemption —exención terrestre— a los productos con ese origen.5 Esta medida era claramente discriminatoria hacia Venezuela. A partir de entonces, Venezuela va a protestar sistemáticamente esta política norteamericana.

Los períodos presidenciales de Raúl Leoni y Lyndom B. Johnson coinciden entre fi nes de 1962 y principios de 1963 hasta comienzos de 1969. Durante estos cinco años, Venezuela buscará activamente un mayor benefi cio por la venta de su petróleo, dejando claramente sentada su posición frente a lo que considera una política discriminatoria. Ambos países tratarán de sostener sus posiciones para sacar el mayor provecho del otro. Entre Leoni y Johnson se desarrollará un duelo petrolero en el que cada quien buscará el mayor benefi cio para su país. 3 Realmente hubo tres programas voluntarios entre julio de 1957 y marzo de 1959.4 Luis Vallenilla, Auge, declinación y porvenir…Ob.Cit., p. 218. 5 A México, que no tenía oleoductos que lo conectaran con los EE.UU., se le buscó una

solución conocida como el “Circuito de Brownsville”, que permitía que el petróleo fuera considerado que entraba por vía terrestre, a pesar de realmente llegar por barco. A los mexicanos les funcionó este método hasta que el presidente Nixon, el 22 de diciembre de 1970, excluyó totalmente de cuotas y restricciones a su petróleo, hasta por el monto de 30.000 barriles diarios. Luis Vallenilla, Auge, declinación y porvenir…Ob.Cit., pp. 219-220.

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Elementos de la contienda

Programa obligatorio de importaciones

El 11 de marzo de 1959 los Estados Unidos de América impuso el Programa Obligatorio de Restricciones Petroleras para importación de crudo y productos no terminados, con el cual se pretendía limitar la entrada de petróleo para consumo interno, argumentando razones de seguridad nacional. A las pocas semanas, el 1 de abril, se elevaron las restricciones al incluir productos terminados y combustibles residuales. Con el programa se aplicaron cuotas obligatorias para limitar las importaciones de crudo y derivados. El presidente Dwight Eisenhower basó su promulgación en la Ley de Acuerdos Comerciales Internacionales —Trade Agreements Act— que autoriza al presidente de los EE.UU. para restringir la excesiva importación de determinados productos, si ello resultare en una amenaza a la seguridad nacional. Sin embargo, quedaron exentas las importaciones de productos que entraran por vía terrestre, quedando así tácitamente fuera de las restricciones los crudos venidos desde Canadá y México.

Esta medida fue considerada por el gobierno de Venezuela como un “trato discriminatorio” hacia su petróleo, proponiendo a los EE.UU. que se incluyera a los productos venezolanos en un trato preferencial hemisférico, junto al petróleo canadiense y mexicano, sin favoritismo alguno. Todo el petróleo producido en nuestro continente podría entrar sin restricciones al mercado estadounidense, dejando afuera los productos venidos del Medio Oriente.

En 1962, durante la administración del presidente John F. Kennedy, los Estados Unidos aumenta la participación de Canadá y México en el mercado estadounidense, dejando de un lado el pedido venezolano.

Importancia de Venezuela para los Estados Unidos

En noviembre de 1963, con la muerte de John F. Kennedy, el hasta entonces vicepresidente Lyndom B. Johnson asume la presidencia de los Estados Unidos de América. Apenas días después gana las elecciones en Venezuela Raúl

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Leoni, para jurar el cargo el 11 de marzo de 1964. Para entonces, la importancia estratégica de Venezuela para los EE.UU. en Latinoamérica era amplia.

Está previsto que Raúl Leoni suceda a Rómulo Betancourt como Presidente de Venezuela en marzo de 1964. El éxito o fracaso del gobierno de Leoni es de gran importancia para los EE.UU. Venezuela es de importancia estratégica como el más grande exportador de petróleo. La inversión de capital estadounidense en Venezuela totaliza unos US$ 3 billones, lo que es superado sólo por nuestras inversiones en Canadá y el Reino Unido. Además, Venezuela tiene un gran valor simbólico para nuestra política en Latinoamérica como un país que está teniendo un rápido progreso social y económico a través de una democracia constitucional. Venezuela sigue siendo un blanco prioritario en los esfuerzos Comunistas para promover una revolución violenta en Latinoamérica, principalmente debido a que Fidel Castro no puede permitir que triunfe un régimen democrático reformista de importancia.6

El 6 de marzo de 1964, pocos días antes de asumir Leoni la presidencia en Venezuela, el presidente Johnson modifi ca la regulación de importación de petróleo, aumentando el máximo nivel permitido para petróleo residual para entrar al distrito No. 1,que corresponde ala costa este de los Estados Unidos, desde el estado de Maine hasta Florida. Este hecho, que benefi cia a los productores foráneos de petróleo, va a generar la reacción de sector de productores de carbón estadounidense. Tres meses después, el 5 de junio, Johnson atiende una reunión con representantes de todos los sectores del carbón. En ella, éstos le indican que la subida de las cuotas en petróleo residual costó 4.000 puestos de trabajo en el sector.

El 11 de junio de 1964, hablan telefónicamente el presidente Johnson y Tomas Mann, Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos, sobre el tema del carbón y las implicaciones con Venezuela.7 Johnson señala 6 Proyección de la estabilidad política en Venezuela —National Intelligence Estimate— 19 de

febrero de 1964. http://history.state.gov/historicaldocuments/frus1964-68v31/d522. Todos los documentos que provienen de esta fuente están en inglés, la traducción es del autor.

7 Conversación telefónica entre el presidente Johnson y el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos (Mann), 11 de junio de 1964, 07:05 pm.http://history.state.gov/historicaldocuments/frus1964-68v31/d16

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que “…Esos malditos hombres del carbón realmente me están asesinando, porque nosotros no le dimos algo del aumento sustancial. Ellos piensan que debemos dejar de añadir, de importar petróleo de Venezuela todo el tiempo”.8

Mann le responde a Johnson que el problema no es Venezuela:

Sr. Presidente, creo que hay demasiado petróleo viniendo de Canadá. (…) Trabajé esta exención, el asunto de la exención terrestre hace unos cuatro años. El aquel momento acordamos que los canadienses iban a enviar alrededor de 50.000 barriles por día mayoritariamente en el área del Estrecho de Puget9, y están ahora enviando unos 300.000 barriles, especialmente en Humphrey’sstate10.

Tomas Mann conocía muy bien del asunto pues había sido Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Económicos en abril de 1959 cuando los Estados Unidos aceptan darle a México y Canadá la exención terrestre en el programa de importación de petróleo.

Enrique Tejera París, embajador de Venezuela en Washington, había participado su molestia a Mann: “Los venezolanos están sumamente nerviosos por esta situación. El Embajador vino a verme ayer protestando.”11

Sin embargo, al presidente le preocupan los problemas que enfrentan los productores de carbón:

¿Qué voy a hacer con el carbón si tú y Marlin12 toman todo el maldito petróleo que Canadá y Venezuela produce? ¿Debo mantener a toda mi gente muriéndose de hambre en las áreas del carbón? (…) Ellos estuvieron aquí esta semana, todos, y me dijeron “usted nos cortó 4.000 trabajos al subir la cuota de petróleo residual”. Por ello voy a nombrar un comité, incluyéndote a ti y a McNamara13, para rehacer esto y hacer algo por el carbón. Nosotros tenemos que darle alguna ayuda a la gente

8 Ídem. 9 Área localizada en el estado de Washington, al noroeste de los Estados Unidos. 10 Conversación telefónica entre el presidente Johnson y el secretario de Estado adjunto para Asuntos

Interamericanos…Ob.Cit.11 Ídem. 12 Marlin E. Sandlin, presidente de la corporación Pan American Sulphur Company, de

Houston, Texas.13 Robert McNamara, Secretario de Defensa entre 1961 y 1968.

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de Virginia del Oeste, de Pennsylvania y de Illinois, así como ayudamos a la gente de Venezuela y Canadá. No digo ayudarlos con exclusión pero darles alguna ayuda.14

Mann asiente al presidente, pero defi ende por su posición: “Bien, aunque prefi ero ayudarlos pero sin perjudicar a Venezuela.”15

Tres momentos del duelo

Primer momento: Marzo de 1965

El primer encuentro en el duelo entre Leoni y Johnson estará enmarcado en las conversaciones bilaterales sobre petróleo de Washington en 1965.

El 4 de marzo, Maurice Bernbaum, nuevo Embajador de los Estados Unidos en Venezuela16, presenta credenciales al presidente: “Leoni en lugar de limitarse a las cortesías diplomáticas normales en esas ocasiones, no perdió tiempo en hacer un largo discurso sobre las restricciones petroleras de los Estados Unidos y las venideras reuniones petroleras entre los EE.UU. y Venezuela”.17

El 11 de marzo, en su primer discurso al Congreso Nacional, el presidente venezolano advierte que

Los Estados Unidos han mantenido un sistema de restricciones a las importaciones petroleras que establece un tratamiento discriminatorio perjudicial a los intereses de Venezuela. (…) Hacia mediado de este mes se celebraran en Washington, consultas a nivel político, sincronizadas con el proceso de revisión a que actualmente está sometido dicho sistema. Existe, pues, una nueva oportunidad para que Venezuela insista en los justos planteamientos que formuló desde el mismo momento en que fueron establecidas tales restricciones y para que estos sean oídos

14 Conversación telefónica entre el presidente Johnson y el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos…Ob. Cit.

15 Ídem. 16 Maurice M. Bernbaum fue embajador de Washington en Caracas entre 1965 y 1969. 17 Telegrama de la Embajada de Venezuela al Departamento de Estado, 22 de marzo de 1965, 08

a.m.http://history.state.gov/historicaldocuments/frus1964-68v31/d525

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y reconocido el tratamiento equitativo tercamente reclamado por el gobierno nacional. El mantenimiento de ese régimen discriminatorio es un punto negro en las relaciones existentes entre Venezuela y los Estados Unidos.18

Nueve días después, el 18 de marzo, durante la primera entrevista de trabajo entre Leoni y el embajador Bernbaum, aquel insistió en “sus aspiraciones por un mejor tratamiento en la política de importaciones petroleras de los EE.UU.”19 El presidente le dijo que consideraba la política estadounidense como “discriminatoria”, enfatizando que la postura norteamericana era un problema tanto político como económico: “Leoni intenta alertar a Johnson de la estrecha relación entre una solución satisfactoria (del problema petrolero) y la habilidad de Venezuela de concluir favorablemente la amenaza comunista que parte de Cuba”.20

Piensa el presidente que durante las conversaciones en Washington es “esencial hacer algún progreso en por lo menos algunos aspectos del problema.”21 Igualmente, le indica al embajador que ha enviado una carta al Presidente Johnson con el Ministro de Minas Manuel Pérez Guerrero, quien ha viajado a Washington para participar en las deliberaciones.22 Así mismo, Leoni “considera urgente una revisión del tratado de comercio (entre Venezuela y los Estados Unidos), a su juicio arcaico, a través de negociaciones tranquilas”.23

Un rango importante de asuntos fue tratado, algunos por mi iniciativa, otras por la suya, impresionándome que Leoni estuviera tan metido en su trabajo, conociendo los temas importantes y deseados, y teniendo

18 Raúl Leoni: Mensaje presentado por el ciudadano Dr. Raúl Leoni, Presidente Constitucional de la República de Venezuela el 11 de marzo de 1965; en Mensajes Presidenciales (Recopilación, notas y estudio preliminar preparados por el doctor Antonio Arellano Moreno); Caracas, Presidencia de la República, 1971, Tomo VI, pp. 346-347.

19 Telegrama de la Embajada de Venezuela al Departamento de Estado, 22 de marzo de 1965…Ob. Cit.

20 Ídem. 21 Ídem.22 La carta es fechada 13 de marzo y fue recibida en el Departamento de Estado el día 19 de ese

mes.23 Telegrama de la Embajada de Venezuela al Departamento de Estado, 22 de marzo de 1965…

Ob. Cit.

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una visión práctica de la política en lugar de teórica. Es, por supuesto, muy temprano para formarme un juicio fi rme, pero en esta primera entrevista, me dio las bases para esperar que es alguien con el que podemos trabajar.24

Ese mismo día, en Washington, se inauguran las conversaciones bilaterales sobre el tema petrolero. Frente a las solicitudes de Venezuela, “nuestras posiciones se habían congelado en una postura básicamente negativa y yo estaba muy preocupado de que los EE.UU. no tendría ninguna posición que no fuera una de negativa general”.25

La intensión estadounidense, sin duda, era la de despachar el pedido venezolano rápidamente. Durante el almuerzo, el secretario Udall le ofreció a la delegación venezolana la posibilidad de darle algún trato preferencial al petróleo venezolano frente al del Medio Oriente. Para su sorpresa, los venezolanos no solo rechazaron la propuesta, sino que insistieron en que el petróleo venezolano debía recibir el mismo trato que el de Canadá. A partir de entonces, durante esa tarde y todo el día siguiente,

(…) los venezolanos adoptaron una posición bastante infl exible en la que insistían en que todas las discriminaciones entre Venezuela y Canadá tenían que ser eliminadas y, además, que deseaban una garantía por escrito que el gobierno de los EE.UU. aceptada como principio esta posición, a pesar que nosotros no teníamos claro cómo podríamos hacer esto técnicamente. Insistieron que estaban preparados para quedarse indefi nidamente (en ese punto) hasta que estuviésemos en posición de darles esta garantía por escrito.26

Venezuela insistía “obstinadamente”27 ser tratados igual a Canadá. Por otro lado, los norteamericanos pensaban que el ofrecimiento hecho era una mejora para el petróleo venezolano:

24 Ídem. 25 Carta del Director de la Ofi cina de Asuntos de Colombia y Venezuela (Margolies) al Embajador

en Venezuela (Bernbaum), 22 de marzo de 1965. http://history.state.gov/historicaldocuments/frus1964-68v31/d526.

26 Ídem.27 Ídem.

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La situación se veía bastante sombría con el Departamento del Interior (…) que opinaba que pidiendo tanto los venezolanos estaban cercanos a perder la oportunidad de ganar lo que para nosotros parecía un avance sustancial de su situación.28

En medio del atasco en que se encontraban las conversaciones, las palabras de Leoni en su mensaje al Congreso Nacional, y las reuniones sostenidas con el embajador Bernbaum surtieron efecto:

Afortunadamente tu telegrama (de Bernbaum) llegó justo en el momento indicado y alertó a Tom Mann de las serias implicaciones políticas que estaban envueltas. Después dijo que tu referencia al “punto negro” en el discurso del Presidente Leoni, hizo que sus antenas se estremecieran y sintió que era necesario tomar un papel activo en las conversaciones.29

Al fi nal de la tarde, a pedido de Tomas Mann, los delegados se trasladaron a su ofi cina. Pareciera que todo se trataba de un plan bien orquestado por Venezuela para lograr la atención de los Estados Unidos sobre lo solicitado. Y todo pareciera que estaba saliendo según lo previsto. En primer término,

El Sr. Mann (dijo) que no estaba, sinceramente, totalmente informado de lo que sentían los venezolanos sobre el tema, y que el Presidente Johnson no estaba informado en nada sobre esto hasta el presente. Dijo que tomaría los pasos necesarios para que el Presidente fuese informado.30

Mann, de manera franca, manifestó que la posición venezolana iba demasiado lejos, mucho mas de lo que se podía ofrecer en ese momento, pues todo lo pedido requería extensas consultas con el presidente, el Congreso, las empresas domésticas afectadas y los otros países envueltos. Por ello no sería posible darles, como era solicitado fi rmemente, una garantía escrita de no discriminación del petróleo venezolano y de igualdad de trato frente al de Canadá. Sin embargo, expuso de lo que a su parecer serían las dos maneras de 28 Ídem. 29 Ídem. 30 Ídem.

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solventar el asunto de la exención terrestre, con las que se zanjarían las quejas de discriminación expuestas por los venezolanos:

Un método, deseado por los venezolanos, era que a Venezuela se le otorgara una cuota país. Dijo que esto permitiría a Venezuela determinar la cantidad de petróleo que recibiríamos y el precio al que lo íbamos a recibir. Expresó que (…) estaba muy claro que el Congreso nunca toleraría un acuerdo en el que otro país podría imponer a los Estados Unidos el precio que debe pagar por sus importaciones de un producto específi co.31

Consideró entonces la otra solución viable:

Dijo que la otra posibilidad, y le pareció que era la única alternativa, y si las demandas de los venezolanos fueran atendidas en su totalidad, sería la creación de algún tipo de acuerdo de licencia de Hemisferio Occidental según el cual las importaciones de petróleo de Canadá debían ser sometidas a una licencia similar a la impuesta al petróleo de origen venezolano, con una preferencia al petróleo del Hemisferio Occidental contra el petróleo del Medio Oriente.32

A pesar que expuso que suponía esta alternativa también muy compleja de llevar adelante,

Él, sin embargo, les dio su compromiso personal de promover el estudio a fondo del tema, aunque dejó en claro que no podía garantizar resultados satisfactorios. Además, fueron complacidos con una minuta que fue redactada por el Sr. Mann y el Ministro de Minas (de Venezuela).33

Finalmente, la delegación venezolana lograba un documento del Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos que contenía la promesa de revisar la exención terrestre. Daniel Margolies, Director de la Ofi cina de Asuntos de Colombia y Venezuela del Departamento de Estado, deja entrever lo que podría ser la verdadera posición venezolana:

Personalmente, creo que será muy difícil poner Venezuela y Canadá en un plano de total igualdad. De hecho, los propios venezolanos reconocen

31 Ídem. 32 Ídem. 33 Ídem.

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esto y, por ello, sugirieron que fuera usada la palabra “similar” en lugar de “igual”para defi nir su posición.34

Así mismo, el funcionario analiza la posición de Leoni:

Me sentí alentado por el hecho de que el presidente Leoni (…) indicó que espera que se avance “por lo menos en algunos aspectos del problema” y que estaría satisfecho con una solución que mejorara la posición de Venezuela en nuestro mercado para aumentar la cantidad de dinero recibido por Venezuela por la venta de su petróleo, sin insistir en que Venezuela se debe colocar en una situación de exacto paralelismo con Canadá.35

Por último, Margolies hace referencia a la posición de la delegación venezolana:

Espero que los venezolanos tengan una visión realista de la situación, porque creo que hay posibilidades de que algo muy favorable para ellos se puede resolver, siempre y cuando no adopten una posición tan rígida como la que tomaron antes de nuestra reunión en el despacho del señor Mann.36

Segundo momento: 14 de enero de 1966

Diez meses después de las conversaciones sobre petróleo de Washington, el 14 de enero de 1966, Johnson pareciera que cae en cuenta de la situación en la que se encuentra con respecto al petróleo venezolano. En el Salón Oval, reunido con el Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos,

El presidente (Johnson) le preguntó al Sr. Mann si hemos obtenido alguna ventaja sobre Venezuela y el Sr. Mann dijo que no. El Presidente dijo que había sido tonto subir la cuota cuando se hizo. Dijo que parece casi idiota para nosotros tomar fondos públicos para alimentar niños hambrientos mientras importamos cantidades extras de petróleo desde Venezuela. Piensa que debemos usar carbón y mantener ese petróleo afuera y poner toda esa gente a trabajar en las minas de carbón.37

34 Ídem. 35 Ídem. 36 Ídem. 37 Memorándum de conversación, 14 de enero de 1966, 10,15 am.http://history.state.gov/

historicaldocuments/frus1964-68v31/d534.

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Inmediatamente después de esta conversación, el presidente Johnson llamó al Secretario del Interior Stewart Udall y:

(…) lo emplazó a encontrar alguna vía para (…) protegernos realmente, para después decir a Venezuela “cuando quisimos incrementar tu cuota, darte un poco de alivio, entonces nos subes el precio. Pero nosotros no vamos a aceptar eso. Queremos precios más bajos con mayores cantidades (de petróleo) en lugar de precios más altos.38

Johnson, aparentemente molesto por el camino que han tomado los acontecimientos, le pide buscar, preferiblemente en el Medio Oriente, una formula igual a la alcanzada en Venezuela, “pero quiero alguien que sea más listo que Venezuela.”39 Udallle responde que “quizás nuestra gente no ha buscado sufi cientemente una fórmula que tenga el efecto de sacudir realmente a estos venezolanos”.40

Efectivamente, Venezuela había logrado una mejor participación en el mercado norteamericano a raíz de las conversaciones de Washington.

Tercer momento: 11 de abril de 1967

Teniendo como marco la reunión de Jefes de Estado en Punta del Este, Uruguay, el 11 de abril de 1967 se reúnen Leoni y Johnson. El encuentro tiene lugar en la casa ocupada por el presidente venezolano.41 Leoni, junto a su canciller Ignacio Iribarren Borges, le da la bienvenida a Johnson y sin mayores preámbulos hace mención a las correspondencias enviadas en dos ocasiones anteriores, a través de Pérez Guerrero y Gonzalo Barrios,42 puntualizando que en ese momento el 38 Grabación de conversación telefónica entre el presidente Johnson y Udall, 14 de enero de 1966,

10:15 am. Biblioteca Johnson, Grabaciones y Transcripciones, Cinta F66.01, Lado B, PNO 5. 39 Ídem. 40 Ídem. 41 Memorando de Conversación, 11 de abril de 1967, 6 pm. http://history.state.gov/

historicaldocuments/frus1964-68v31/d540.42 Las cartas son fechadas 13 de marzo de 1965y 17 de enero de 1966, y se encuentran en

los Archivos Nacionales y Administración de Documentos de los EE.UU., RG 59, Central Files 1964-66, PET 1 US-VEN y POL 7 VEN, respectivamente. Johnson, en tono jocoso, haciendo referencia a las gestiones emprendidas por Barrios y Pérez Guerrero en Washington, que incluyeron reuniones con él en la Casa Blanca, le comentó a Leoni que, “en caso de

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problema mas serio que tenía Venezuela era el asunto petrolero. Y que parecía que todo se pondría peor por las nuevas restricciones referentes al sulfuro presente en el petróleo venezolano, agregando que era un asunto al que se tenía que conseguirle una solución. Johnson responde que entiende lo importante que es el petróleo para la economía de Venezuela y que ha tratado de ayudar a solventar el problema tanto como ha podido. Indica que durante su administración, entre 1964 y 1966, el volumen de importación de petróleo venezolano hacia los Estados Unidos creció a 1.604 millones de barriles, frente al período de Kennedy, entre 1961 y 1964, que el volumen fue de 1.394 millones de barriles. Eso signifi có que se pasó de $3.1 billones durante Kennedy a $3,5 billones durante Johnson.43

Alos requerimientos de Venezuela, Johnson ofrece tres planes concretos. En primer lugar, asistencia técnica para eliminar el sulfuro del petróleo venezolano. En segundo término, ofrece utilizar más petróleo venezolano, dejando claro que Estados Unidos compra mas petróleo de Venezuela que de cualquier otro país:

El porcentaje es de 60 por ciento de nuestras importaciones, y Venezuela tiene por lo menos un 30 por ciento mas de nuestro mercado de importación que cualquier otro país. Queremos mantener las ventas de Venezuela altas, y algo que vamos a hacer ahora es iniciar conversaciones con Canadá para ver si podemos hacer que ésta reduzca su participación.44

Para lograr este objetivo, Canadá debe reducir sus exportaciones a los EE.UU. puntualiza.45 Por último, ofrece comprar una mayor cantidad de asfalto “a precios bajos”46. A través de una nueva orden presidencial, el Secretario del Interior va a tener la potestad de aumentar la cantidad de asfalto para importar, lo que podría utilizarse para el producto venezolano: “El presidente Johnson

cansarse de tener a esos dos a su lado, él podría utilizar sus servicios para ayudarlo en sus relaciones comerciales con muchos países del mundo.”

43 Memorando de Conversación, 11 de abril de 1967, 6 pm…Ob.Cit.44 Ídem. 45 Aunque en realidad lo que se buscaba era que Canadá redujese la tasa de crecimiento de

sus exportaciones hacia los EE.UU., como explicó al día siguiente Anthony Solomon, Subsecretario de Estado para Asuntos Económicos, a José Antonio Mayobre, Ministro de Minas e Hidrocarburos.

46 Memorando de Conversación, 11 de abril de 1967, 6 pm…Ob.Cit.

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dijo al presidente Leoni que si no tenía objeciones de enviar este asfalto adicional a bajo precio, daría la orden al día siguiente”.47

Después de exponer sus tres puntos, Johnson es tajante: “Esto (…) es todo lo que podemos hacer en este momento”.48

Por su lado, Leoni contesta que a pesar que los EE.UU. ha aumentado la cantidad de petróleo que importa desde Venezuela, hay una tendencia creciente desde 1959 de comprar los grados más baratos, lo que lleva a menores retornos. Se ha incrementado la compra de petróleo residual de menor costo sobre el petróleo crudo de mayor valor “(…) y cada vez que el precio del barril baja cinco centavos hay una gran pérdida para Venezuela.”49 A esta tendencia, que ha sido notifi cada reiteradamente por Venezuela desde 1959, hay que agregarle que ha bajado el precio del barril cada año. Este problema incluye a las compañías petroleras, que ven mermada su ganancia al igual que la nación venezolana. Por eso el empeño del gobierno de Venezuela en solventarlo.

Sin embargo, el argumento de mayor peso para Leoni es el siguiente:

El problema del mercado del petróleo venezolano en los EE.UU. no debe ser considerado sólo desde la posición de que Venezuela busca únicamente su benefi cio, sino a la luz de lo que Venezuela representa en Latinoamérica. Venezuela ha construido una democracia con principios sólidos que refl ejan los de la Alianza para el Progreso (…), (pero) es tierra fértil para los enemigos de la democracia y de los EE.UU. (…) A pesar de las actividades guerrilleras, hemos podido mantener una situación política estable. Si Venezuela es incapaz de mantener una estabilidad presupuestaria que derive en difi cultades para fi nanciar los programas que se llevan adelante para el desarrollo nacional y progreso social, no tengo dudas que sería objeto de una convulsión social. Nuestros enemigos naturales no han sido capaces de poner un pie en Venezuela hasta ahora, pero si Venezuela se ve sacudida por un desbalance social, esto podría darle la bienvenida a nuestros enemigos comunes. Por ello el problema del petróleo venezolano es de importancia para la seguridad del hemisferio.50

47 Ídem. 48 Ídem. 49 Ídem. 50 Ídem.

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La amenaza comunista y la posible inestabilidad de la democracia en Venezuela vuelven a ser argumento esgrimido por Leoni para obligar a los Estados Unidos a mejorar las condiciones de compra del petróleo venezolano.

Sobre el punto relacionado con el nivel de sulfuro presente en el petróleo venezolano, Leoni, a pesar de su queja al comienzo de la conversación, comenta que no revierte mayor problema, pues las compañías petroleras, especialmente la Creole, están trabajando para buscarle una solución a corto plazo. Así mismo, agradece la posibilidad de colocación inmediata de un mayor volumen de asfalto pues así puede llevarse algo en concreto a Venezuela. Por su lado, Johnson se compromete a iniciar conversaciones con Canadá para intentar una reducción de los volúmenes de exportación a los EE.UU.51

Finalmente, Johnson advirtió a Leoni que “posiblemente tenga que alejarlo de perseguir a los comunistas en su país con el fi n de ayudarlo a eliminar a los tejanos furiosos que lo hostigarán (por darle preferencia petrolera a Venezuela).”52

Conclusiones

La sanción del Programa Obligatorio de Restricciones Petroleras en 1959 y la implementación de la overland exemption —exención terrestre— a los productos de origen canadiense y mexicano por parte de los Estados Unidos, fue considerado por Venezuela como una medida discriminatoria hacia sus productos petroleros. Desde ese momento, el gobierno de Venezuela protestará sistemáticamente la política norteamericana.

Durante el gobierno de Raúl Leoni, la protesta fue acompañada de acciones coherentes que le permitieron a Venezuela mejorar su posición en el mercado estadounidense. Un fi rme y elaborado manejo diplomático que tenía una clara fi nalidad: lograr mayores benefi cios por los productos petroleros vendidos. Se armaron escenarios para propiciar negociaciones con posiciones

51 Ídem. 52 Ídem. El Presidente Johnson concluyó la conversación diciendo al presidente Leoni que ha

sido afortunado en contar con los servicios de Enrique Tejera París, a quien considera uno de los más populares y capaces de todos los embajadores que laboran en los Estados Unidos, y que él y su esposa estaban entre los miembros más apreciados del Cuerpo Diplomático.

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fi rmes iniciales, que se ablandaron para lograr algún avance en lo solicitado, cualquiera que fuera. Junto a la discriminación, especialmente frente al petróleo canadiense, la amenaza comunista y el fantasma de la lucha armada fueron argumentos utilizados por el gobierno para presionar.

El duelo petrolero entre Leoni y Johnson se escenifi có durante los cinco años que coincidieron en sus respectivos cargos. Venezuela no se amilanó ante el contendor y supo sacar provecho de sus ventajas.

FUENTES

Documentales inéditas

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Documentales éditas

Mensaje presentado por el ciudadano Dr. Raúl Leoni, Presidente Constitucional de la República de Venezuela el 11 de marzo de 1965; en Mensajes Presidenciales (Recopilación, notas y estudio preliminar preparados por el doctor Antonio Arellano Moreno); Caracas, Presidencia de la República, 1971, Tomo VI.

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. Gilberto Quintero Lugo. Por una ciencia histórica de todos y para todos. La pertinencia social del historiador en el siglo XXI, pp. 107-124.

Gilberto Quintero Lugo Profesor Titular e investigador activo de la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes. Miembro fundador del Grupo de Investigación Sobre Historiografía de Venezuela (GIHV). Es candidato a Doctor en Historia por la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado, entre otros trabajos, artículos de su especialidad en publicaciones periódicas arbitradas e indizadas, así como los libros: El teniente Justicia Mayor en la Administración Colonial Venezolana. Aproximación a su estudio histórico jurídico (Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1996); La Crisis de la Democracia en Venezuela (1941-1993). Refl exiones históricas e historiográfi cas. Mérida (Venezuela), Universidad de Los Andes-Facultad de Humanidades y Educación-Escuela de Historia-Grupo de Investigación Sobre Historiografía de Venezuela-Consejo de Desarrollo Científi co, Humanístico y Tecnológico, 2000. Correo electrónico: [email protected].

ESTUDIOS

POR UNA CIENCIA HISTÓRICA DE TODOS Y PARA TODOS. LA PERTINENCIA SOCIAL

DEL HISTORIADOR EN EL SIGLO XXI*

For a historical science of all and for all. The social relevance of the historian in the 21st century

Recibido: 18/11/2014Aprobado: 24/01/2015

Resumen: Siempre se ha creído que la pertinencia social de la Historia como disciplina de conocimiento y del ofi cio de historiar es la de servir de “conciencia crítica” de

* El presente ensayo fue presentado originalmente como ponencia en el Congreso Nacional “América Latina en los Albores del Siglo XXI”, realizado en la ciudad de Valera (Estado Trujillo), los días 12 y 13 de junio de 2011, en el área temática Sentido y Proyección de la Historia.

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la humanidad: en particular con relación a la explicación y comprensión de los “problemas reales” que, desde siempre, han afectado a los hombres. No obstante ello, a fi nales del siglo XX, debido a la caída de los regímenes del llamado socialismo real y al cuestionamiento de los paradigmas básicos de la modernidad, la utilidad o pertinencia social de la Historia ha sido puesta en tela de juicio. Pero, a principios del siglo XXI, razones de orden fáctico, teórico y ético han revelado que la Historia y el ofi cio de historiador aún conservan su utilidad o pertinencia social. Del análisis de esas razones se ocupa esta ponencia, en función de demostrar la utilidad y necesidad de un conocimiento histórico que dé cuenta de los problemas reales de la humanidad aún en el siglo XXI, en plena era de la globalización.

Palabras clave: Historia, historiador, teoría social, postmodernidad, globalización.

Abstract: He has always believed that the social relevance of history as a discipline of knowledge and the craft of Historicizing is the serving of “critical consciousness” of humanity: in particular in relation to the explanation and understanding of the “real problems” which, historically, have aff ected men. However it, at the end of the 20th century, due to the fall of the regimes of the so-called real socialism and the questioning of the basic paradigms of modernity, utility or social relevance of history has been put into question. But, at the beginning of the 21st century, factual, theoretical and ethical reasons have revealed that the history and the offi ce of the historian, is still preserved its usefulness or social relevance. Th e analysis of these reasons this paper, deals with function to demonstrate the value and necessity of historical knowledge that realize the real problems of humanity even in the 21st century, in the era of globalization.

Key words: history, historian, social theory, postmodernism, globalization.

Introducción

En el ámbito de la civilización occidental tradicionalmente se ha entendido que la función social del historiador y de la Historia como conocimiento de la condición humana es la de preservar, para la posteridad, la memoria colectiva de la especie como tal, independientemente de cómo se haya organizado socialmente. También se le ha exigido, especialmente a partir del siglo XVIII, que explique y haga comprensible racionalmente el devenir humano. Ello, a causa esencialmente de haberse reconocido el hombre como un ser esencialmente histórico: es decir, temporal; que tiende a considerar todo hecho como acontecimiento, a defi nir génesis

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mediante el traslado del dato actual a las etapas primigenias de su constitución, a buscar la inteligibilidad no sólo en lo que es, sino en el movimiento —cambio— por el cual ha llegado a ser lo que es ahora.

No obstante las anteriores consideraciones, el conocimiento histórico, y su utilidad o pertinencia social, ha sido cuestionado en las últimas décadas del siglo XX y primeros años del XXI. Se trata de lo que se conoce como la “crisis del paradigma moderno de la Historiografía” (Historia a Debate, 2000, T. I, pp.153-254), ya que a fi nales de la década de 1970, primero en América y algo después en Europa, empezó a percibirse entre los intelectuales y las gentes corrientes una situación de pérdida de seguridad en las teorías y diagnósticos que habían guiado el desarrollo de la investigación social en los treinta años anteriores, conceptualizados estos últimos como los de máximo esplendor de las teorías sociales entonces en boga: materialismo histórico, estructuralismo, funcionalismo, y las tesis de la Escuela de los Anales en el campo específi co de la Historiografía (Sharpe, J., 1996, pp.45-48: Aróstegui, J., 2001, pp.160-165).

Tal pérdida de seguridad se ha vinculado con el agotamiento generalizado de los paradigmas que durante esos años habían ejercido un infl ujo decisivo en la investigación de las ciencias sociales, ya que la intelectualidad occidental había apostado, para la resolución de los graves problemas que, desde siempre, habían afectado a la humanidad y al planeta como entorno natural, al supuesto poder explicativo de la teoría social: al seguimiento, en general, de los modos de operar las ciencias físico-matemáticas (el llamado método científi co o hipotético-deductivo) en el estudio de las sociedades humanas; y la confi anza en la aparente superioridad de los métodos empíricos. Giovanni Levi (1996, pp. 119-120), a propósito del surgimiento y desarrollo de los estudios de microhistoria, ha explicado la crisis de los paradigmas dominantes en la investigación histórica y social en general, en los siguientes términos:

Se dan en microhistoria ciertas características distintivas que nacen en el período de su aparición en la década de 1970 a partir de un debate político y cultural más general. No hay en ello nada especialmente raro, pues las décadas de los setenta y los ochenta fueron de manera universal años de crisis para la creencia optimista predominante según lacual el mundo se transformaría con rapidez y de forma radical de acuerdo con una orientación revolucionaria. En ese tiempo, muchas

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de las enseñanzas y metodologías que habían guiado anteriormente la mayor parte de los debates culturales, incluido el campo de la historiografía, demostraron ser más que inválidas, inadecuadas frente a las consecuencias impredecibles de los acontecimientos políticos y las realidades sociales —acontecimientos y realidades que estaban muy lejos de ajustarse a los modelos optimistas propuestos por los grandes sistemas marxistas o funcionalistas-. Todavía estamos viviendo plenamente las impresionantes fases iniciales de este proceso y los historiadores se han visto forzados a plantearse nuevas cuestiones acerca de de sus propias metodologías e interpretaciones. Ante todo ha quedado socavada la hipótesis del automatismo del cambio. Más en concreto: lo que se ha puesto en duda ha sido la idea del progreso constante a través de una serie uniforme y predecible de etapas en las que, según se pensaba, los agentes sociales se ordenaban de acuerdo con solidaridades y confl ictos que, en cierto sentido, estaban dados y eran inevitables.

A lo indicado por Levi se agregaría el hecho de que el marasmo en la teoría y en las prácticas ha estado condicionado también por la aparición y el crecimiento de una nueva cultura intelectual, denominada convencionalmente postmodernismo, y por el despliegue de los llamados giro lingüístico en la Filosofía y giro cultural en el análisis de la sociedad desde diversos campos de la investigación social, ya que ha propiciado una nueva valoración –en sentido negativo- del discurso historiográfi co y de la práctica propia del ofi cio de historiar. Lo que trajo como consecuencia, desde fi nales de la década de 1980, dos hechos puntuales: la vuelta a la narración pura y simple, al considerarla como la única y exclusiva forma adecuada del discurso histórico; y la creciente fragmentación de la investigación histórica. De tal suerte que los historiadores profesionales de hoy en día no aprecian que exista un método historiográfi co en el que se reconozcan unas técnicas comunes mínimas, a tiempo que las historia sectoriales del tipo de la historia económica o de la historia social, o las historias temáticas tales como las que estudian el devenir de las ciencias, la educación, el arte, la religión y otras tienden cada vez más a escaparse del tronco sectorial común de la ciencia histórica y convertirse en ramas especializadas de las ciencias sociales a las que se refi ere específi camente su tema, lo que no hace sino reforzar aún más la propensión al gremialismo (Aróstegui, J., 2001, pp. 137-163; Levi, G., 1996, pp. 119-122; Appignanesi, L., 1991; Schechi, J.J.,

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1992; Kellner, D., 1991; Anderson, P., 1998; Seidman, S., 1994; Lyon, D., 2000; Jameson, F., 1989; Lyotard, J. F., 1984; Giddens, A., 1993; Habermas, J., 1991; Vattimo, G., 2000; Rorty, R., 1990; White, H., 1992; Ricouer, P., 2000; Fontana, J., pp. 285-328).

En razón de las anteriores consideraciones, hoy en día algunos teóricos de la postmodernidad sostienen la inutilidad del conocimiento histórico y desconfían de que pueda tener algún valor o infl ujo de carácter social. Especialmente por que los cultores del giro lingüístico han pretendido demostrar el carácter fi ccional del discurso histórico y, por consiguiente, inadecuado para servir de base a la planeación del futuro y, menos, a la transformación radical de los órdenes sociales considerados como injustos. A tiempo que el giro cultural, al centrar la mirada de los historiadores en las llamadas mentalidades, imaginarios o representaciones sociales, paradójicamente los alejó del estudio de los problemas reales de la humanidad, los cuales se ubican precisamente en la esfera de la sociedad, la economía y la política; a tiempo que convertía a los historiadores en una suerte de “secta de iluminados” al pasar estos a emplear un lenguaje tan enrevesado, que el discurso histórico pasó a ser un constructo más propio de “iniciados” que del común de la gente. Por ello, no es nada casual que muchos vean al historiador y su ofi cio como una especie de práctica esotérica que nada tiene que ver con los problemas que día a día debe enfrentar. No obstante, aunque pudiera ser verdad que el relato histórico tenga mucho de fi cción, que el estudio de las mentalidades no aporte de inmediato nada útil a la resolución de los problemas humanos y que los historiadores estemos más o menos apartados de las necesidades y expectativas reales e inmediatas del común de los mortales, acontecimientos recientes han demostrado que la Historia y sus ofi ciantes aún conservan su pertinencia social. De ello tratamos a continuación.

1. El fi n de la historia y el escenario mundial: ¿es pertinente socialmente aún el conocimiento histórico?

El caso planteado concretamente es que en las tres décadas inmediatamente subsiguientes al término de la Segunda Guerra Mundial la historiografía del llamado mundo occidental estuvo dominada por corrientes de pensamiento que

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aunque estuvieron políticamente enfrentadas, compartían la creencia básica en la existencia de un curso único y progresivo que marcaba el ascenso del hombre, como especie, a lo largo del tiempo. Pero, desde fi nales de la década de 1970 se empezó a notar que la esperanza del progreso y la equidad plena para toda la humanidad no se realizaba, pues, en lugar del crecimiento universal esperado se producían nuevas crisis de diversa naturaleza en los países tenidos como desarrollados y relativamente opulentos, al mismo tiempo que se incrementaba la distancia que los separaba de los ostensiblemente pobres. El resultado de ello fue una progresiva desilusión en diversos sectores intelectuales al comprobarse que las viejas teorías socio-políticas carecían de fundamento. Desde entonces, el la Historia cayó en descrédito. La razón principal de ello ha sido el hecho de que las “profecías” que se habían formulado sobre la base de la concepción lineal del progreso sencillamente fallaron. Como bien ha explicado John Kenneth Mc Donald:“Uno de los mayores peligros de sacar lecciones de la historia es que estas lecciones resultan ilusorias, o enteramente equivocadas, cuando se aplican en unas nuevas circunstancias diferentes” (Collather, N., 1999, p.6). Esta opinión es de muy especial interés, pues procede de alguien que habla, no desde la teorización fi losófi ca de los académicos universitarios, sino desde la vasta experiencia de una institución dedicada desde siempre a tratar de alterar el curso del devenir humano como es la Central Intelligence of America (CIA). Eugenio Montale (1987, p.49) lo ha expresado también, pero en términos académicos: “Que el futuro haya de ser, ineluctablemente, mejor que el pasado y el presente es una opinión que ha atravesado indemne la ilustración, el positivismo, el historicismo idealista y el marxismo(…). La historia no lo demuestra.

Lo cierto es que los historiadores profesionales reaccionaron mal ante este desencanto. En lugar de examinar críticamente su modo de operar para descubrir dónde habían fallado, se limitaron a desplegar una refl exión y nuevas vías de investigación que terminaron por arrinconar las antiguas interpretaciones, hasta el punto de casi declararlas falsas y, prácticamente, decidieron que el conocimiento del pasado era socialmente inútil, por no decir que imposible. Se llegó así a la llamada crisis de la Historiografía, incluyendo dentro de esta crisis la desconfi anza en el poder interpretativo de las diversas perspectivas teóricas que la informaban, en razón del supuesto o real agotamiento de los paradigmas que durante las décadas que van de 1950 a 1980 habían ejercido un gran infl ujo

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académico: el materialismo histórico, el funcionalismo, el estructuralismo y las propuestas teóricas de la Escuela de los Annales. A lo cual se agregó la vuelta a la narración y la aparición de ciertas obras que cuestionaban la efi cacia de la teoría social como orientadora del quehacer político, a saber: El fi n de la historia y el último hombre (1992), de Francis Fukuyama, ciudadano estadounidense de origen japonés, nacido y educado en los Estados Unidos y titulado en una universidad de ese mismo país, el que muchos seguramente conocen ya que fue muy promovido mediáticamente, hasta el punto de convertir a su autor en un campeón del neoconservadurismo y promotor del pensamiento único al postular la permanencia eterna e inmutable del orden capitalista y neoliberal; y El choque de Civilizaciones (1996), de Samuel Huntington, think tank del Instituto John M. Olin de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard, que reduce el devenir humano a la permanente confrontación ideológica y cultural entre el mundo occidental y el resto del planeta. Y con respecto a la vuelta a la narración, con la misma no habría mayor problema si sus cultores no estuvieran convencidos de estimarla como la única forma posible del discurso histórico y por el hecho de que en la mayoría de los textos de Historia escritos bajo esta modalidad: “...las habilidades para la comunicación y la brillantez son lo que cuentan en la nueva cultura, mientras el nivel de lo que se comunica está dejando de importar (…) se puede construir con espuma, pero la experiencia enseña que muy poco o nada de esto subsiste” (Israel, J., 1999, p. 17).

No obstante las observaciones de Israel, todavía hay quienes presentan argumentos en apoyo del uso de la narración como forma básica del discurso histórico, pero a condición de que se fundamente en una adecuada base de erudición. La narración, dice Maurice Keen (2000, p.12):

Nos permite recuperar fuerzas que un enfoque temático tiende, de manera inevitable y artifi cial, a oscurecer, pero que operan continuamente, al mismo tiempo que el funcionamiento, o el mal funcionamiento, de los sistemas sociales, económicos y políticos, y que interactúan con la historia de éstos: fuerzas del azar, de coincidencia, de carisma o de maldad individuales. Si la olvidamos, corremos el riesgo de olvidar cómo y por qué es tan fácil que guerras generales y holocaustos sorprendan a sociedades que parecen bien asentadas en el camino del progreso.

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No obstante la pertinente observación de Keen, no cabe duda de que para obtener una adecuada comprensión del devenir humano, además de considerar los acontecimientos concretos y las intenciones de los actores socio-históricos concretos, hay que tomar en cuenta las estructuras: es decir, el contexto socio-económico, geográfi co-ambiental, ideológico y cultural en general en que ocurren los acontecimientos y se desenvuelven los actores socio-históricos. Y ello no tiene, necesariamente, que ser contradictorio u opuesto a la narración de los hechos. Bien claro lo ha dicho Pierre Vilar (citado por Fontana, 2001, p. 244) cuando apunta:

Si yo no creyese a la ciencia histórica capaz de explicación y de evocación ante la desgracia humana y la grandeza humana (teniendo, como perspectiva, la gran esperanza de aliviar una y ayudar a la otra), no pasaría mi vida en medio de cifras y legajos. Ahora bien, si fuésemos en búsqueda del hombre con vagos sentimientos de bondad y una intención de literatura, añadiríamos a la inutilidad pretensiones antipáticas. No es una ciencia fría lo que queremos, pero es una ciencia.

Por consiguiente, no es casual que Vilar formulara su concepto de Historia Total que procuró plasmar en su vasta producción historiográfi ca . Este concepto, de una unión global de la historia, de una historia total, tiene su base en el conocimiento de la economía, aunque no se limita a ella. De acuerdo con el programa de investigación que formuló por primera vez en 1960 en su obra Crecimiento Económico y Análisis Histórico (1974), y que desarrollaría posteriormente en otros trabajo teóricos (1980, 1982 y 1997), la Historia Global o Total la defi ne en términos de la relación que existe entre unos “hechos de masas” (demografía, economía, manifestaciones colectivas de pensamientos y creencias), unos “hechos institucionales” (derecho, constituciones políticas, gobierno, administración pública, fuerzas y prácticas políticas, relaciones internacionales) y los “acontecimientos históricos” puntuales en los que intervienen los individuos y el azar. Como se ve, es un esquema tripartito como el que Fernand Braudel (1979) formuló en su momento en función del tiempo, solo que Vilar lo presenta como un programa de articulación social.

En defi nitiva, para Vilar, como para todo historiador que provenga de la tradición historiográfi ca progresista, los métodos de investigación y el discurso histórico se defi nen por su capacidad para explicar los problemas reales de los

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hombres, de ayer y de hoy, y de ayudar con esto a resolverlos. No los hace válidos la coloración política sino su poder explicativo y su efi cacia práctica. Ahora bien, en los tiempos que corre, a esta defi nición de orden teórico y ético como justifi cación y fundamento de la pertinencia social del ofi cio del historiador, se añadiría la infl uencia de un conjunto de procesos históricos contemporáneos que, por sus efectos y trascendencia en la marcha de la humanidad, han contribuido a hacer indispensable una vez más el conocimiento histórico como vía para comprenderlos y explicarlos en toda su magnitud. En primer término, la creación de una especie de espacio universal, conformado por un conjunto de empresas claramente capitalistas concentradas en determinadas áreas geográfi cas y niveles del planeta, originarias o procedentes de las sociedades “más desarrolladas”, y cuyas tendencias globalizadoras se manifi estan en una escala formada por las diferencias de ritmo histórico y de realizaciones civilizatorias entre las diversas sociedades que integran hoy la humanidad. De tal suerte que: “Bajo esta certeza de modernidad globalizadora permanece en constante estado de pre erupción el magma formado por la acumulación de determinantes históricos…” (Carrera Damas, G, 2000, p.11).

En segundo término, la ruptura del equilibrio que habían establecido los bloques de poder constituidos después de la fi nalización de la Segunda Guerra Mundial ha dejado libre el escenario para que proliferen por doquier confl ictos de profunda y esencial historicidad, a los que en las décadas de la llamada “guerra fría” los intereses internacionales no le prestaron la debida atención, y respecto de los cuales las que fueron hasta no hace mucho poderosas determinaciones ideológicas, ni siquiera los mencionan o evocan. Por el contrario, para justifi car tanto su irrupción como el intervencionismo político-militar a que han dado lugar se apela a pretextos fundados en otras consideraciones como las fronteras históricas no reconocidas o robadas, las diferencias étnicas o socio-culturales de carácter ancestral, los fundamentalismos religiosos, el indefi nido terrorismo y ciertos justifi cativos de carácter mítico-histórico, cuyas raíces penetran a veces en un pasado que supera el milenio. De allí que sea posible sostener que: “Una de las consecuencias del complejo, y para algunos altamente desconcertante, nuevo orden mundial, es el ver cómo en la práctica política, social y aún económica, se realiza la afi rmación de Benedetto Croce de que toda historia es contemporánea en el sentido de que

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ella penetra, como totalidad esencial, las determinaciones humanas” (Carrera Damas, G., 2000, p. 11)

De modo que los confl ictos actualmente existentes en el Medio Oriente, Asia Central y en otras regiones del planeta (Luttwork, E., 2000; Dieterich, H., 2005) requieren de un exhautivo análisis histórico para hacerlos inteligibles en su origen y devenir. Ni se diga, yéndonos al pasado más remoto, del caso de las sociedades aborígenes u originarias de América, África y Oceanía y sus luchas por el reconocimiento de su identidad y sus derechos ancestrales.

En tercer lugar, y fi jando la mirada en otra escala, la de los reordenamientos político-territoriales y constitucionales al interior de un Estado, esas profundas raíces históricas guardadas en el inconsciente colectivo, han estimulado el reiterado reclamo de reivindicaciones regionales, étnicas y socio-culturales que parecían haberse disipado bajo la acción de la racionalidad centralizadora y uniformadora. Tal es el caso, por ejemplo, de los cambios socio-políticos ocurridos recientemente en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Por esto, el no reconocer la historicidad de las rivalidades y eventuales confl ictos así generados, pueden inducir a suponer como viables soluciones simplistas, extraídas de la racionalidad ordenadora o del simple sentido común, como ha quedado demostrado en el caso de los movimientos autonómicos en Italia, España y otros lugares de Europa occidental y oriental, o en la caracterización de los movimientos antiglobalizadores, ecologistas, indigenistas y de otra naturaleza en la propia Europa, los Estados Unidos, América Latina y otros lugares del planeta (Harnecker, M., 2002). En consecuencia, se ha llegado a una situación que parece paradójica:

…simultáneamente con la necesidad y la urgencia de encauzar la acción de las fuerzas globalizadoras, claramente perceptible sobre todo en los terrenos de la tecnología y laeconomía, está planteada la conveniencia de lograr una adecuación informada de tal acción globalizadora con otros factores sociales que se mueven, a diferente ritmo, en la dimensión especial constituida por el tiempo histórico, es decir una dimensión en la cual la convencional disección entre pasado, presente y futuro es substituida por un haz de tendencias que atraviesan, con desigual vigor y persistencia, las tres etapas convencionales (Carrera Damas, G., 2000, p. 13).

Precisamente, la percepción de este juego dialéctico y su comprensión e interpretación es el cometido primordial del sentido histórico. Porque en él

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confl uyen dos poderosos componentes que lo hacen el instrumento más idóneo para examinar la relación entre globalización y procesos socio-históricos más específi cos, todos los cuales siguen diferente ritmo histórico. “Los dos poderosos componentes son el ejercicio del espíritu crítico y la integración del conocimiento, sistematizado, obtenido a partir del procesamiento crítico de la información” (Carrera Damas, G., 2000, p. 13). El ejercicio del espíritu crítico consiste en la permanente y vigilante aplicación de preceptos, normas y criterios metodológicos extraídos precisamente de la experiencia acumulada en la producción de conocimiento histórico. Por su parte, la integración del conocimiento obtenido a partir del procesamiento crítico de la información, es la consecuencia lógica de la observancia estricta de las normas técnicas y metodológicas que rigen la elaboración crítica, acopio, ordenación e interpretación de los datos. Lo cual involucra también tomar muy en cuenta los referentes socio-culturales, específi cos y generales, movilizados en la interpretación de la información requerida para la formación técnica de los datos.

2. A modo de conclusión: por una historia de todos y para todos. La tarea por cumplir

Sin embargo, cabe señalar que no siempre el espíritu crítico y la formación técnica de los datos que informa la producción del conocimiento histórico visibilizan enfáticamente la utilidad o pertinencia social de la Historia. En efecto, para muchas personas la palabra “historia” evoca los años escolares cuando tenían que aprenderse memorísticamente la lista, tan larga como incomprensible, de reyes, o el relato de confl ictos políticos, guerras y batallas cuyos protagonistas no representaban otra cosa que estereotipos de valentía, maldad, intriga, astucia y heroísmo según los casos, y cuya signifi cación histórica en la larga marcha de la humanidad no pasaba de allí. De este modo, la persona salía de la escuela a menudo con la idea de que la Historia no es más que un enojoso ejercicio memorístico, una simple acumulación de datos que no nos sirve para nada y, por consiguiente, no tiene por qué importarnos. De allí que no sea extraño que en los ambientes escolares y familiares se suela ver a la Historia como una aburrida asignatura que hay que cursar y aprobar por obligación. Aunque a veces, eventualmente, el joven cree saber que la Historia

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es algo más que un mero aprendizaje memorístico de fechas, nombres y detalles o una simple compilación de “cuentos” o “novelas” apta para la distracción, pudiendo llegar a preguntarse seriamente: ¿para qué sirve la Historia realmente?

Nada más legítimo que esa interrogante, pues durante mucho tiempo se vio a la Historia como el simple relato, sin más, de los hechos humanos pasados. Sólo progresivamente se llegó a comprender que esos hechos se refi eren a la vida del hombre en sociedad y que los mismos no son productos del azar o la casualidad sino de múltiples determinaciones o condicionamientos. Y esta es la base para interrogarse de verdad acerca del pasado. A partir de aquí la Historia puede ser concebida ciertamente como una memoria colectiva. Pero ello no excluye el peligro de las desviaciones o desfi guraciones, como lo prueba el hecho de que tradicionalmente las élites han confundido el relato de su particular devenir con el propio de las colectividades sobre las que han ejercido su hegemonía. Pero, como bien ha señalado Manuel Tuñón de Lara:

La memoria individual de cada hombre es un resultado de su experiencia vivida día tras día, es, también, una selección de ella, sin la cual nadie podría afrontar los trabajos ni establecer relaciones o señalar, en suma, los problemas de su existencia. Pero la memoria histórica tardó tiempo en ser la memoria colectiva de todo un pueblo; sólo cuando llegó a serlo, cuando el pasado no es la simple acumulación de recuerdos sino el conocimiento de los hechos en sus conexiones, en su devenir, es cuando puede decirse, en puridad, que se ha recuperado el pasado para mejor conquistar el porvenir (Tunón de Lara, M., 1981, p. 5).

Luego, la Historia no es el simple relato de hechos humanos ni ningún pasatiempo. Tampoco algún tipo de relato literario. Es lo que de ella decía Marc Bloch: “La ciencia de los hombres en el tiempo” (Bloch, M., 1979, p.26). Es decir, indagación científi ca y explicación racional del dinamismo de las sociedades humanas. A partir de estas defi niciones se comprende bien para qué sirve en realidad la Historia y, por consiguiente, su necesidad y pertinencia en los tiempos actuales de globalización y en el futuro próximo que ya se vislumbra. Porque la comprensión del pasado es el entendimiento crítico del presente que nos lleva hacia el porvenir. Este postulado en el caso de nuestra América y de Venezuela en particular es dramático, pues, se trata de sociedades cuya producción historiográfi ca durante mucho tiempo se ha dirigido más a

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justifi car situaciones políticas específi cas y proyectos socio-políticos de élites que a la comprensión de su trayectoria como pueblos o sociedades. Ello es así en la medida en que para efecto de la construcción de una historiografía con criterios científi cos no se debe separar el conocimiento producido de los criterios que rigieron su producción. Mas aún cuando en el caso particular de la sociedad venezolana, que es prácticamente el mismo de las restantes de América Latina: “el criterio científi co básico es la fi nalidad social del conocimiento formado y esta fi nalidad es la transformación de la sociedad venezolana en el sentido de hacerla más idónea para encarar los problemas históricos que se le plantean” (Carrera Damas, G., 1985, T. I, p. 45).

Hoy es evidente que si un pueblo no ha comprendido su pasado y no sabe cómo y por qué ha llegado a ser lo que es, ese pueblo no podrá prever con seguridad el porvenir. Luego, la Historia es necesaria, a pesar de no ser “inocente”. Por esto mismo los pueblos se ven a veces obligados a recuperar su memoria colectiva que le había sido arrebatada, ocultada o falsifi cada. Esta no es ninguna afi rmación banal, porque cuando se pretende aprisionar a todo un pueblo o nación lo primero que se hace es falsifi carle o arrebatarle la imprescindible experiencia que constituye su Historia. Por esto la Historia, en su pasión por comprender, es vital para una colectividad que quiera ser libre en su destino. De donde se puede deducir con propiedad que la función y pertinencia social de la Historia, y por consiguiente del historiador, es la de ser la conciencia crítica de la sociedad en que se desenvuelve. Y esto a pesar de no ser el ofi cio de historiar una actividad “inocente” o “aséptica”, ya que la disciplina historiográfi ca ha sido usada y abusada de diversos modos por las élites hegemónicas y los intelectuales orgánicos en todos los tiempos. Tales usos y abusos han tenido como presupuesto las falacias que se esconden tras la concepción historiográfi ca de un modelo único de evolución humana: esto es, el que nace de la idea fi losófi ca de que todo se produce mecánicamente, en un ascenso ininterrumpido que lleva a la humanidad desde las cavernas prehistóricas hasta el incierto paraíso de la postmodernidad. Frente a esta concepción del devenir humano, que excluye como aberrante o utópico todo lo que no encaja en la mitología del progreso, diversos historiadores progresistas han recordado la existencia de enormes fuerzas olvidadas por la producción historiográfi ca más reciente, y que una historia concebida como no lineal

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puede recuperar para la comprensión del cambio en el marco de la evolución humana. En consecuencia, si el historiador ha de ser la conciencia crítica de la sociedad donde vive, debe esforzarse por construir una historiografía nueva que dé cuenta, a la vez, de todas las voces y no sólo de las provenientes de los sectores hegemónicos para, como bien ha escrito Fontana:

…recuperar unos fundamentos teóricos y metodológicos sólidos, que hagan posible que nuestro trabajo pueda volver a ponernos en contacto con los problemas reales de los hombres y mujeres de nuestro mundo (…) que nos han de llevar, de paso, a reemprender el proyecto, hasta hoy no realizado, de construir una historia de todos, capaz de combatir con las armas de la razón los prejuicios y la irracionalidad que dominan en nuestras sociedades. Una historia que nos devuelva la voluntad de planear y construir el futuro, ahora que sabemos que es necesario participar activamente en la tarea, porque no está determinado y depende de nosotros (Fontana, J., 2001, p. 16).

Pro ello, volver la espalda a la Historia en estos momentos es una actitud suicida. Lo queramos o no, la Historia está presente en nuestro alrededor y es una de las fuentes más efi caces de convicción, de formación de opinión en asuntos relativos a la dinámica y el destino de las sociedades. Las legitimaciones de orden histórico están tras una gran parte de los confl ictos políticos actuales y no sólo de los que se libran entre países, pueblos y etnias, sino de los que se producen en el interior mismo de las sociedades actuales. Consecuencialmente, no podemos despreocuparnos de la función social de la Historia, porque lo que nos estamos jugando es demasiado trascendental. Y si bien es verdad que los viejos métodos nos han fallado y que la confusión ecléctica que ha venido ha reemplazarlos nos sirve de poco, la respuesta de la disciplina y de sus cultores no puede ser la de abandonar el “campo de batalla”. Por el contrario, la respuesta debe ser la de contribuir al necesario esfuerzo colectivo de reconstruir una práctica que nos permita aproximaciones de nuevo, efi cazmente, a los problemas reales de nuestras sociedades y de nuestro tiempo. En la medida en que el historiador es quien conoce mejor el mapa de la evolución de los grupos humanos, está en mejores condiciones de descubrir la mentira que marcan los signos indicadores de una dirección supuestamente única y quien puede, también, descubrir el rastro de los otros posibles caminos que conduzcan a destinos diferentes y tal

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vez mejores. Es quien, más que nadie, está en condiciones de asumir la tarea de denunciar los engaños y reavivar las esperanzas de “volver a empezar el mundo de nuevo”. Porque, se quiera o no, consciente o inconscientemente, el historiador trabaja siempre en el presente y para el presente. Hablamos de engaño porque la Historia en malas manos (lo que ha ocurrido desafortunadamente en más de una ocasión) puede convertirse en una temible arma de destrucción masiva. Lo ha sido frecuentemente en las manos de aquellos que la han usado como elemento de creación de una conciencia de aceptación acrítica o emocional del orden establecido o para promocional los programas más aberrantes pues, como bien ha escrito Linda Colley: “En este siglo, en especial millones de hombres y mujeres han muerto a causa de que ellos, u otros, han creído fabricaciones sobre el pasado con los cuales los han alimentado políticos, periodistas, fanáticos y también malos historiadores” (Colley, L., 1991, p. 5)

Lamentablemente no se puede decir que lo señalado por Colley sea exclusivamente cosa del pasado. De hecho, al día de hoy el conocimiento histórico, por regla general, está presente en la base misma de los prejuicios que se usan para justifi car las más diversas formas de opresión y de exterminio, trátese del pretexto de superioridades raciales o civilizatorias, o de ideologías laicas o religiosas. Ello es lo que se ha manifestado específi camente en algunos confl ictos de principios del siglo XXI tales como las matanzas étnicas en Ruanda, los confl ictos en la antigua Yugoslavia, la política de los talibanes en Afganistán, las invasiones a Irak y Afganistán por parte de los Estados Unidos y ciertos países europeos, el fundamentalismo islámico, entre otros. Concientes de la trascendencia que pueden tener estas visiones del pasado que nutren las memorias colectivas es absurdo pretender abandonar la refl exión sobre los múltiples usos de la Historia en nombre de una imposible como presuntuosa neutralidad (académica o postmoderna) que, por lo demás, no sirve para impedir que los poderes establecidos sigan haciendo uso adoctrinador de ella. Por esta razón, dadas las confusas circunstancias y difi cultades del tiempo actual, a los historiadores nos corresponde combatir, con argumentos válidamente construidos, los prejuicios derivados tanto de las interpretaciones interesadas del pasado como de las “profecías” paralizadoras de los intelectuales orgánicos partidarios de la globalización sin más. De este modo, los historiadores pueden contribuir a la clarifi cación de la encrucijada en que actualmente se

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encuentran las ciencias sociales en el mundo, y particularmente en América Latina y el Caribe, y mostrar con la mayor nitidez posible los diversos caminos que se pudieran abrir en el futuro, y dentro de los cuales los pueblos que integran la humanidad pueden escoger las alternativas que puedan orientarlos hacia la realización efectiva del ideal de una sociedad en que haya la mayor igualdad posible dentro de la mayor libertad. Y ello justifi ca la vigencia social del conocimiento histórico en el siglo XXI.

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015.David Ruiz Chataing. Ideas políticas de Mariano Picón Salas, pp. 125-142.

David Ruiz Chataing Licenciado (1989), Magíster Scientiarum (2000) y Doctor en Historia (2005). Todos sus estudios realizados en la Universidad Central de Venezuela. Profesor Titular, Dedicación Exclusiva, de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador-Instituto Pedagógico de Caracas. Miembro del Centro de Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry”. Ha publicado entre otros escritos: Hojas Sueltas Venezolanas del Siglo XIX (2001), La Controversia federalismo-centralismo en la prensa venezolana del siglo XIX (2001), La Independencia de Hispanoamérica (2005), Doctrinas e Ideas Políticas (2009), las biografías del prócer civil de la Independencia Miguel José Sanz (2011) y de los presidentes venezolanos del siglo XIX Ignacio Andrade (2005), Francisco Linares Alcántara (2008) para la Biblioteca Biográfi ca Venezolana de El Nacional y el Banco del Caribe. Recientemente vio la luz Historia Intelectual de Venezuela. Ensayos (2011). Correo electrónico: [email protected].

Recibido: 27/11/2014Aprobado: 22/01/2015

Resumen: Se estudia la óptica de Mariano Picón Salas sobre la política, el contexto en que se conformó su ideario social y público; su postura frente al fascismo, el nazismo y el comunismo. Igualmente sus convicciones ante el partido APRA, el Plan de Barranquilla (1931), el rol de los militares en la sociedad libre, su compromiso con la República civil y democrática en Venezuela. También se consideran su visión del papel del Estado en la modernización nacional y la crítica a los métodos materialistas y mecanicistas tales como el positivismo y el marxismo. Además, se traza el desarrollo de su compromiso con el establecimiento de la democracia en Venezuela. La investigación es bibliográfi ca documental. Se pesquisan de manera exhaustiva sus libros, discursos, correspondencia, artículos periodísticos, etc.

IDEAS POLÍTICAS DEMARIANO PICÓN SALAS

Ideas politicals of Mariano Picón Salas

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015.Depósito Legal pp198402DC2832. ISSN: 1315-9496.

Palabras clave: Mariano Picón Salas, Ideas políticas, fascismo, nazismo, comunismo democracia.

Abstract: Mariano Picón Salas optics on policy, examines the context in which is conform its ideology, social and public; his stance against fascism, Nazism and communism. Also his convictions to the APRA party, Plan of Barranquilla (1931), the role of the military in the free society, its commitment to the civil and Democratic Republic in Venezuela. Also consider his vision of the role of the State in national modernization and the criticism of the materialistic and mechanistic methods such as positivism and Marxism. In addition, it traces the development of its commitment to the establishment of democracy in Venezuela. Th e research is bibliographic documentary. His books, speeches, correspondence, newspaper articles, etc. is pesquisan in a comprehensive manner

Key words: Mariano Picón Salas, political Ideas, fascism, Nazism, communism, democracy.

Introducción

En las próximas páginas nos aproximaremos a la idea de la política en el pensamiento de Mariano Picón Salas. Brevemente se expondrá el contexto histórico e ideológico en el que se construyó su ideario sobre los asuntos públicos. Se rescatarán de sus escritos su postura ante el rol de los militares en la República civil, su percepción del partido APRA peruano y de su principal dirigente Víctor Raúl Haya de la Torre. Mariano Picón Salas esgrimió una política antioligárquica, de contenido popular. Para mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de las grandes mayorías, los países latinoamericanos requieren un Estado interventor que cree las condiciones para desarrollar la iniciativa individual. De la cosmovisión de Picón Salas veremos cuál es su actitud ante el positivismo y el marxismo, así como frente al fascismo, nazismo y comunismo.

Picón Salas se muestra, desde su temprana juventud, hasta el fi nal de sus días, como un defensor de un socialismo nacional, el cual reivindica la República liberal y democrática.

La investigación es bibliográfi ca-documental, se revisaron sistemáticamente los libros, folletos, discursos, artículos de prensa y la correspondencia del autor.

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El hombre y su tierra

Mariano Picón Salas nació en la venezolana ciudad de Mérida, el 26 de enero de 1901. Murió el 1 de enero de 1965. Fue docente, historiador, ensayista, periodista y diplomático. Múltiples vetas creativas, puestas todas al servicio de su patria. Emigró a Chile en 1923 donde estudió Historia, Literatura y Filosofía. En 1936 regresa a Venezuela y funda, junto con Rómulo Betancourt, Alberto Ravell y Luis Beltrán Prieto Figueroa, la Organización Venezolana (ORVE). Funda el Instituto Pedagógico de Caracas (1936), la Revista Nacional de Cultura (1939), la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela (1946), creador del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (1963). Se recibió como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia en 1947. Premio Nacional de Literatura (compartido con Arturo Uslar Pietri) en 1952; profesor en las más prestigiosas universidades del mundo. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas.

Su producción intelectual, muy amplia, abarcó, la historia y la cultura latinoamericana y venezolana, inscrita en lo universal mediante su especifi cidad y mestizaje.

Ideas Políticas

Para acercarnos a las ideas políticas de Don Mariano Picón Salas, debemos decir que no fue un político profesional, más bien fue un intelectual prestado al servicio de su país, por las urgencias de la realidad. Sin embargo, precisamente como escritor y como intelectual, desarrolló una perspectiva política liberal, democrática, antitotalitaria, a la que fue fi el toda su vida, como lo demostraremos a continuación.

Para abordar los orígenes de las ideas políticas en Mariano Picón Salas contamos, afortunadamente, con varios escritos autobiográfi cos de nuestro autor. Su óptica del mundo se fraguó al calor de las ideas revolucionarias europeas, la Reforma de Córdoba, la Revolución Mexicana, un gran espíritu de solidaridad latinoamericana, y las luchas estudiantiles contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Y con muchas lecturas de los más disímiles autores. (PICÓN SALAS, M.: 1953, p. 301).

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Picón Salas, al fi nal de su vida, se autodefi ne como un liberal un tanto anacrónico. En medio de los mayores fanatismos y dogmatismos se esforzó por conocerse y liberarse a sí mismo. Madurar su conciencia y apaciguar el furor con la cultura y los goces estéticos. Se deshizo tempranamente de la idea según la cual se puede tener la verdad absoluta. Sus maestros, lo dice en Regreso de tres mundos, fueron un Voltaire, Bertrand Russell, Bernard Shaw, Benedetto Croce y Ortega y Gasset. Realistas, quizás escépticos, ante los que consideran que la liberación de la humanidad requiere de cesares providenciales y de cataclismos y catástrofes (PICON SALAS, M: 1959, pp. 15-16). Prefi ere en Comprensión de Venezuela (1948) los versos de Goethe, Rilke y las sinfonías de Beethoven a las ansias de poder de Bismarck o la hecatombe racista que postuló y trató de concretar Hitler. La poesía y la música pueden, por lo menos, calmar la angustia del hombre (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., pp. 105-321) Ante los dogmatismos excluyentes considera que América Latina puede ofrecer oportunidades de vida próspera y libre a los hambrientos pueblos europeos. Famélicos no sólo de alimentos para el cuerpo. Estaban, también, urgidos de tolerancia, concordia y sosiego.

Picón Salas refl eja un espíritu anti-militarista. Los soldados en la gestión pública han mostrado tendencia a las corruptelas y son eternos candidatos a ejercer autocracias. Aunque no descarta la necesidad de construir un ejército moderno que vele por la seguridad y el desarrollo del país.

Dentro del proceso de conformación de su ideario político, fue signifi cativa su postura ante el APRA, movimiento político e ideológico peruano fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre. En una reseña publicada en el periódico La Hora, Santiago de Chile, realiza un balance crítico del aprismo. Ante la dominación imperialista que se manifi esta en la apropiación y explotación de nuestras riquezas naturales por parte de las compañías norteamericanas, urge una política alternativa que la enfrente. Iguala a Haya de la Torre con grandes maestros latinoamericanos del siglo XIX: Alberti, Sarmiento, Mitre. De los discursos, artículos del líder peruano, se deduce que es acertada su propuesta de una unión latinoamericana para enfrentar la dominación económica foránea. Igualmente la construcción de un sano nacionalismo que luche contra la opresión nacional generada por el imperialismo moderno. Haya de la Torre propone el ejercicio de la función política desde la técnica, desde un

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Estado preparado para transformar nuestros países. Para construir la nación, Picón Salas parafrasea a Haya de la Torre, en Latinoamérica hay que incluir al pueblo en el goce de los benefi cios materiales y la cultura. La política en nuestros países la acaparan las burguesías y las oligarquías feudales al servicio del imperialismo. La política para el cambio social debe ser eminentemente popular. Considera una necedad debatir si es un pensamiento reformista o revolucionario; de derecha o de izquierda. Es la política que urge aplicar en nuestros países (PICÓN SALAS, M.: 2010, pp. 321-324).

En su pensamiento juvenil destaca un raigal espíritu anti-oligárquico. Repudia en noviembre de 1932, dese Santiago de Chile, las arcaicas, feudales, oligarquías criollas que apagaron los sueños libertarios de un Bolívar o un Martí y se postraron ante el capitalismo foráneo. El cambio revolucionario implica incorporar a las masas campesinas e indígenas a la modernidad económica y la vida pública (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., pp. 368-371).

Ante la crisis mundial del capitalismo liberal, Picón Salas propone una vigorosa intervención estatal. En carta que escribe Picón Salas desde Chile, el 4 de abril de 1932, a Rómulo Betancourt, comenta qué debe hacer esa institución política. Se le exige que aplique la justicia social, que generalice una educación popular, la cultura, que divulgue las soluciones técnicas a nuestros grandes problemas, industrialización y la reforma agraria. Picón Salas se proclama socialista pero no a lo nazi ni a lo comunista. A lo mestizo latinoamericano con la vieja aspiración de la República liberal y democrática. Picón Salas es partidario de un Estado que haga, conjuntamente con la sociedad, un gran esfuerzo por mejorar la colectividad nacional. Desde ese ente estatal, sugiere fortalecer un patriotismo latinoamericano y antiimperialista (PICÓN SALAS, M: 2004, v. 1, p. 177).

Así como había que deslastrarse de viejas concepciones sobre el Estado en la política, igual había que romper con las concepciones vetustas en el terreno social. Mariano Picón Salas con Augusto Mijares, inicia la reacción contra el pensamiento positivista. Aversión que se venía manifestando en toda América Latina. Acusa al positivismo, al que considera similar al marxismo, como un materialismo mecanicista. La Historia es un proceso natural en que para nada interviene la voluntad humana. El clima, la raza, la geografía son las que explican la vida social y no la voluntad creadora de los hombres o los

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grupos sociales. Para estos autores, no existía el espíritu humano. La exageración mayor, y hasta el oportunismo político, de una suerte de darwinismo social, fue la tesis del Gendarme necesario. A pesar de estos cuestionamientos, le reconoce al positivismo la superación de la epopeya en el estudio de nuestra historia. También avanzaron en la reconstrucción documental de nuestro pasado. En carta de Mariano Picón Salas, escrita a Mario Briceño Iragorry el 2 de agosto de 1956, le reprocha a su amigo que en el libro La Hora Undécima (1956), trató con excesiva dureza al positivismo venezolano:

Naturalmente que sería absurdo que hoy fuéramos positivistas y yo mismo he insistido en la caducidad de dicha fi losofía histórica que ya hizo su ciclo y nos parece defi ciente para cualquier explicación integral del hombre. Pero en 1880 nuestros positivistas (…) reemplazaron, al menos, una visión demasiado romántica de la Historia por otra afi ncada en hechos concretos (PICÓN SALAS, M.: 2002, pp. 140-141).

Con el método positivista se inició en Venezuela el estudio metódico, académico, de la Historiografía, de la Etnología y la Lingüística, entre otras disciplinas científi cas (PICÓN SALAS, M.: Ibíd., p. 40).

Mariano Picón Salas ante el nazi-fascismo

Mariano Picón Salas fue un testigo de excepción de los grandes acontecimientos mundiales del siglo XX. Su función diplomática que lo llevó a Europa en diversas oportunidades, le permitieron presenciar u observar de cerca las guerras mundiales, la crisis del capitalismo internacional y el surgimiento del fascismo, el nazismo y el régimen soviético. Como escritor y como pensador, intentó comprender esos fenómenos en función de diseñar una política latinoamericana y venezolana ante ellos. Se asumía parte de una élite dirigente, un “comando”, que advertía al pueblo sobre la necesidad de guardar distancia, desde una perspectiva socialista democrática, ante esos regímenes opresivos.

Picón Salas observa, en Miranda (1945), que las grandes revoluciones liberales del siglo XVIII, son antecedentes de la polémica contemporánea. Por un lado la Revolución Francesa de 1789 con sus jacobinos estatistas y por otro sus girondinos liberales, la Revolución de Independencia de Estados

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Unidos con su Estado de derecho, división de poderes y autoridad de la ley. Igualmente la previa “Revolución Inglesa”, de 1688, cuya síntesis histórica fue la monarquía constitucional, derivada del progresivo control del poder real y la ampliación paulatina de los derechos ciudadanos (PICÓN SALAS, M.: 1953, pp. 367-368 y 379). Había dos percepciones de lo público: la política abstracta, metafísica, utópica, del roussoniano “obligar a ser libres” y otra más serena, práctica, escéptica, de resolver los problemas que van surgiendo sin ofrecer a los pueblos la tierra prometida ni panaceas. Picón Salas concuerda con John Locke que en la búsqueda de la libertad absoluta, se suele arribar a la tiranía. Que no se puede construir un orden social perfecto, con la falible condición humana.

Con estas certezas, se adentra Picón Salas en las causas, en los orígenes, del fenómeno fascista y nazi.

Picón Salas denuncia, en el semanario Claridad, de Santiago de Chile, en septiembre de 1927, una tendencia a fortalecer el Estado, no para que realice la justicia social, sino para que se imponga contra los derechos de los trabajadores. Un Estado, enarbolado por nacionalistas como el italiano Mussolini, que destruye los derechos de los ciudadanos e impone la razón de Estado. En Italia se practica: “…una mística de exclusión y odio que pareciera destruir el espíritu mismo de la cultura” (PICÓN SALAS, M.: 1952, p. 101).

En una reseña de un libro del escritor francés Julián Benda, publicada en la revista Atenea, de la Universidad de Chile, en diciembre de 1927, observa que desde fi nales del siglo XIX signifi cativos intelectuales en vez de enarbolar los valores de la igualdad, la libertad, la tolerancia y la convivencia, se han dejado arrastrar por las pasiones políticas y los odios de razas y facciones. Basta nombrar a Mommsen, Treitschke, Ostwald, Brunetiére, Barrés, Lamaitre, Peguy, Maurras, Dannunzio y Kipling. Es también el caso de Jorge Sorel quien considera bajeza y cobardía buscar la unión humana. Se debilita la idea integradora de humanidad y es sustituida por la excluyente de raza, nación y clase. Claros antecedentes de comportamientos presentes en el fascismo italiano y el bolchevismo ruso. También el excesivo individualismo contemporáneo conduce a la negación de todo concepto universal y conduce al nihilismo fi losófi co (PICÓN SALAS, M.: 2010, p. 110-111). Muchos años después, en 1962, retomando estos temas dirá que otro antecedente del totalitarismo

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nazi fue la radical reacción contra los valores de la cultura occidental que formuló el escritor alemán Federico Nietzsche. Éste decretó la muerte de Dios, de los valores de la cultura occidental y del nacimiento de un superhombre. Esto signifi có que la humanidad estableció plena soberanía sobre su destino, pero avanzó por ese camino, las próximas décadas, de manera excesivamente tecnocrática, dictatorial y terrorista. Quizás no fue la Divina providencia la que murió sino que fue el hombre el que espiritualmente se aniquiló a sí mismo. Y también seres humanos fallecieron físicamente, por millones.

En un texto de 1937, Apaciguamiento y precatástrofe, retoma la indagación sobre los orígenes de los regímenes totalitarios, principalmente el nazi. Señala que el hambre, la desesperación, la crisis económica, llevaron a las muchedumbres enardecidas en los mítines, a buscar su destino personal y colectivo en regímenes de fuerza. De la primera guerra, regresaron los soldados y se encontraron sin empleo, sin familia, hasta con graves trastornos psicológicos. Este fue el caldo de cultivo para que los discursos de superioridad de raza y antisemitismo calaran en los pueblos angustiados. A todas estas, las democracias parecían aletargadas ante la emergencia en que vivían sus poblaciones seducidas por la rápida solución de la fuerza. Dice Picón Salas al respecto: “De sus rencores hicieron mitos. El resentimiento se convirtió en idea política” (PICÓN SALAS, M.: Ibíd., pp. 1001-1002). Los enloquecidos arrastraron a los cuerdos. Y esto sucedió en la culta Alemania. Aunque Picón Salas recuerda que las grandes mayorías no disfrutaban siquiera de una mediana cultura y educación que los protegiera de la demagogia de los falsos líderes.

El resentimiento alemán contra el Tratado de Versalles y otros pactos, el miedo a la guerra entre los pueblos europeos, la inefi cacia de la Sociedad de Naciones, el pavor al comunismo de la Europa capitalista, le fueron abriendo el camino a una agresiva Alemania rearmada. Mientras que las democracias tienen que mostrar de manera transparente sus gastos militares, el régimen nazi dejo de hacerlo a partir de 1935. El gobierno hitleriano exporta productos subsidiados y atrae divisas e inversiones. Alemania con una economía de guerra, disminuye la tasa de desempleo que había alcanzado en 1933 el 10% de la población laboral. Los nazis abiertamente repudian la concepción occidental cristiana de derecho. Esgrimen una política de superioridad racial, de antisemitismo y un exagerado nacionalismo. Mientras tanto España es sacrifi cada, y la política

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entendida como diálogo, como la asumían los franceses, ve estrecharse sus oportunidades.

Los pueblos europeos, seducidos por las prédicas demagógicas, percibieron que la ciencia, la cultura, en nada resolvieron su calamitosa situación. Mussolini, Hitler, arremetieron contra la libertad intelectual, contra las universidades. La verdad pasó a ser no el resultado de arduas investigaciones, refl exiones y debates científi cos, sino lo que les convenía al líder y al pueblo alemán. Y lo falso lo que no les conviniera a estos. Prevalecieron un espíritu, de secta, la cerrada ideología del partido y del Estado. Las ciencias, las artes, para los nazis son especies de sirvientas del aparato estatal. Desde estas criadas se construyó el “mito germánico”. Se edifi có una suerte de imperialismo espiritual: “…surge el tirano con el plan de confi gurarnos el alma; de rehacer las gentes a su imagen y semejanza” (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., p.133). Como convencer es más difícil que vencer, el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, nazi, se fue por el camino rudo de la violencia para obligar la conformidad, y la ordenación totalitaria. Impusieron la disciplina del rebaño. Los que no compartieran los dogmas del partido nazi, perdían la cabeza. Y un maniqueísmo intolerante dividió a los individuos en réprobos, que no aceptaban las verdades sagradas y los bienaventurados que sí las abrazaban (PICÓN SALAS, M: 2007, pp. 244-249). Los militantes implacables tenían una semántica propia que eleva o degrada a cualquier persona. Basta llamar a alguien “revolucionario”, “burgués”, “reaccionario” para que ese fulano o zutano gane el cielo o se hunda en las candelas del infi erno (PICÓN SALAS, M.: 1959, pp. 118-119).

¿Por qué surgen estos fanáticos del odio y la violencia que embarcan a los pueblos en terribles catástrofes? Picón Salas, más allá de la pura explicación histórica referida a la situación económica, social, política y cultural de las sociedades, encuentra causas psicológicas profundas. Localiza en algunas fi guras descollantes de la Historia Universal que han sido resentidos y que no han sabido amar. Menciona a Savonarola, Calvino, Robespierre y Hitler. Sus utopías castigadoras, reglamentan todo. Y el que no se someta le espera la guillotina o el paredón. Los justos disfrutarán de una felicidad planifi cada, a los otros les espera el campo de concentración. No son auténticos Mesías como ellos se proclamaron. Para Picón Salas lo que caracteriza a un auténtico

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dirigente espiritual es su capacidad de dar amor y de construir el mundo a partir de ese hermoso sentimiento (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., p. 94).

Pero retomemos la refl exión de Picón Salas sobre el surgimiento y desarrollo de los totalitarismos en Europa. En otro escrito del año 1937, Preguntas a Europa, en especial en la “Meditación alemana”, indica que en Alemania las ideas en vez de difundir los valores de la tolerancia y la convivencia, apuntalaron las situaciones de fuerza. Basándose en un relativismo moral y en el irracionalismo, Alemania erige la violencia como su principal atributo. En vez de razón, pasión. En vez de la realidad, el mito. Un romanticismo exacerbado exaltó, exageró, las virtudes nacionales del pueblo germano. Mito de la sangre, del ideal, de la fuerza y del poder. Los alemanes se apropiaron de la Historia y de la Filosofía, de la Metafísica, y consideraron que eran los únicos que sabían interpretarlas. Nacionalizaron a Dios. Entendieron el Derecho como subordinación y fuerza. Convirtieron en ley e institución la voluntad personal ilimitada. Los apologistas del Tercer Reich, muchos de ellos universitarios, lamentablemente, en vez de alentar conceptos como la libertad, la igualdad de derechos, la tolerancia, el respeto a la diversidad, se solazaban en acentuar la diferencia, en la idea de superioridad e inferioridad de los pueblos y en el mito del superhombre ( PICÓN SALAS, M.: 1953, pp. 927, 938-953).

Ese mismo años 1937, escribe “Los anticristos” donde sigue refl exionando sobre la experiencia alemana. Encuentra como un cáncer del alma, una malaria del espíritu, en el partido nazi que los hace despreciar lo que provienen de un pueblo que consideran inferior. Desde ese punto de vista odian la poesía de Heine y la ciencia de Albert Einstein, porque son judíos. El totalitarismo pretende destruir la relación equitativa entre los pueblos, contemplada en el Derecho de Gentes, la tolerancia, el pluralismo, la igualdad y la libertad. Pero todos estos valores prevalecerán por sobre las fuerzas irracionales. Porque son eternos y representan lo mejor de la humanidad que no puede ser destruido (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., pp. 1102-1107). Afortunadamente su profecía se cumplió casi una década después.

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Mariano Picón Salas ante el comunismo

Derrotadas las potencias del eje Nazi-fascista en 1945, la preocupación de Mariano Picón Salas referida al totalitarismo, se desplazó hacia la comprensión del fenómeno comunista y la ideología marxista. Aunque ya, desde los años veinte, haya escrito sobre estos tópicos. En uno de sus escritos juveniles, publicado en el periódico El Debate, de Santiago de Chile, le crítica a los marxistas el “rigorismo lógico” de su materialismo histórico. De este deducen que una evolución cuasi biológica de la realidad les va a entregar el poder para aplicar las recetas de un libro casi centenario que es El Capital, de Carlos Marx. Se ahorran el trabajo de pensar porque una cartilla les ofrece una defi nición. Ese catecismo es por, ejemplo el libro de Bujarin sobre materialismo histórico. Un revolucionario comunista reduce todo a lo económico y a la ubicación de clase. Niegan el espíritu como realidad humana (PICÓN SALAS, M.: 2010, pp. 334-335).

En el terreno de la práctica política, Picón Salas le escribe a Rómulo Betancourt el 15 de noviembre de 1933, el comunismo de origen soviético, como lo aplican en Argentina y Chile sus adeptos, frena la lucha obrera pues no se tomas la molestia de estudiar y comprender la realidad de los países para trazar tácticas y estrategias adecuadas a nuestras circunstancias nacionales. Le dice a Rómulo Betancourt que no quiere ser utópico. En otra carta a éste último del 20 de noviembre de 1933, desde Chile, le expone que urge construir un socialismo nacional latinoamericano. Expone al guatireño que el marxismo con su exceso de racionalismo, su mecanicismo, ha obligado a una reacción en sentido contrario, el resurgimiento de un sano espiritualismo. El reduccionismo clasista empobrece realidades harto complejas. Es más a Picón Salas le parece que en el estado histórico por el que atraviesa Venezuela la idea nacional precede la de la clase social (PICÓN SALAS, M.: 2004, v. 1, pp. 194-198).

El 6 de marzo de 1934 Picón Salas le escribe, desde Santiago de Chile, al dirigente aprista Luis Alberto Sánchez, que no es marxista, pues, el marxismo es un economicismo. Una simplifi cación de la realidad a lo material y a lo económico. La doctrina de Marx es un fatalismo naturalista que niega la voluntad del hombre (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., v.1, pp. 263-264).

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En epístola dirigida al Sr Presidente de la República General Eleazar López Contreras, en febrero de 1936, desde Praga, Checoslovaquia, señala categórico que no es comunista, pues, aparte de negar la libertad humana y una vida trascendente, el dogma marxista es insufi ciente para explicar la sociedad; rechaza la dictadura del proletariado porque disiente de cualquier forma de opresión del hombre; porque el comunismo fomenta la lucha de clases y eso nos llevaría a la barbarie, entre otros argumentos (PICÓNSALAS; M.: Ibíd., pp. 332-333). En comunicación del 23 de febrero de 1937, también desde la capital de Checoslovaquia, pero esta vez dirigida a Isaías Medina Angarita, insiste en el peligro del ingreso del comunismo internacional a Venezuela con su idea de lucha de clases. En un país como el nuestro donde la heterogeneidad racial, el analfabetismo, la falta de cultura política y el antecedente histórico de una guerra social, la revolución federal, pudieran hacer retroceder el país –si penetra el marxismo-leninismo- a estadios históricos primitivos. Denuncia que en el precario mundo universitario venezolano, muchos jóvenes pudieran considerar al marxismo como la última verdad científi ca. Venezuela debe luchar simultáneamente contra la dominación bolchevique y la de los trust imperialistas (PICÓN SALAS, M.: Ibíd., pp. 117-120). En 1937, sigue por este camino fi losófi co, distanciándose de Marx. Considera que este pensador puso al revés el modelo hegeliano donde prevalece la idea, el espíritu, y lo sustituye por otro donde impera la naturaleza, lo material. Un error idealista cambiado por otro mecanicista materialista. Picón Salas remata su idea así: En el mundo de Marx casi no existe ya la voluntad y la conciencia subjetiva” (PICÓN SALAS, M:: 1953, p. 939).

En uno de sus escritos autobiográfi cos, de 1959, insiste en su idea de “revolución”, y en que, desde hace décadas, se encuentra lejos del marxismo. Le reprocha a ese ideario la postergación de la instauración de la libertad para establecer la igualdad. Critica acerbamente los manuales de materialismo histórico como el de Bujarín y Plejanov con cuya lectura se sustituía el esfuerzo crítico de adquirir una sólida, refl exiva y amplia cultura. Estos manuales vomitan un rígido esquema determinista, edifi can una Teología con su predestinación, sus réprobos y elegidos. Es fi rme en la convicción de que ninguna dictadura puede establecer la libertad. Acusa al materialismo histórico de empobrecer la cultura al explicar el fenómeno humano desde un monismo materialista.

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Combate la concepción de hacer tabla rasa con el pasado pues se destruye un hermosos legado espiritual, cristiano, humanista, henchido de sabiduría y prudencia indispensable para sobrellevar la vida humana, y hasta para hacerla dichosa (PICÓN SALAS, M.: 1959, p. 98-110). Años después, en la primera edición de Suma de Venezuela (1966) no quiere aceptar que para llegar a una mejor humanidad haya que atravesar por una catástrofe y retaliación universal, donde la sangre del hombre emanada de paredones y guillotinas, sea el combustible revolucionario (PICÓN SALAS, M.: 2007, p. 29). Prefi ere una humana, razonable, esperanza de progresivo mejoramiento social, mediante la técnica, la ciencia, la educación, la cultura y la elevación de nuestra conciencia moral. Consecuente con estos planteamientos, denuncia en correspondencias de mayo de 1961, ante los Diputados del Congreso Nacional de Venezuela, Rafael Caldera y Héctor Mujica, el uso de la violencia y de los fusilamientos para eliminar o atemorizar a los adversarios que estaban realizándose en la República de Cuba, sumergida en violenta revolución marxista-leninista (PICÓN SALAS, M.: Ibíd., v. 2, p. 194 y v. 3, pp. 265-266).

Finamente, en 1962, unos años antes de su muerte, vuelve ajustar las cuentas con la doctrina de Marx y su concreción totalitaria: el régimen soviético. Picón Salas denuncia que Stalin obligó a sinceros revolucionarios, a asumir la responsabilidad por delitos que no habían cometido. Era usual, en la tierra prometida soviética, el asesinato del adversario. Cualquier persona o acontecimiento era envilecido, exaltado o deformado por un aparato de propaganda que no podía ser contrastado con otras versiones sobre ese individuo o hecho. Igual que durante el Tercer Reich nazi. ¿En qué se diferencian el nazismo y el bolchevismo? En nada. Ambos se consideraban infalibles, sus gobiernos sagrados y aspiraban, con un baño de sangre, la purifi cación radical del mundo. El stalinismo tiene su más remoto antecedente en siglos de absolutismo de los zares. El Zar Rojo: “decidía de la conciencia de millones de hombres, fi scalizaba sus sueños y pensamientos, ordenaba los dogmas que debían proclamarse en que las palabras de hoy rectifi caban a las de ayer, y nunca desde el Imperio Bizantino las gentes entregaron su alma y renunciaron a pensar, según el humor y el capricho del déspota” (PICÓN SALAS, M.: 1962, pp. 86-87). El marxismo al ingresar en el mundo eslavo devino en Teología con sus salvados y sus réprobos. La Unión Soviética era un

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sistema político, económico, social e ideológico monstruoso. Un sistema de fe compulsiva, un tragarse a sabiendas y casi sádicamente el engaño. Entre otros horrores, se creó la confusión de no saber a ciencia cierta quien era héroe o traidor. En ese sistema los jueces juzgaban suponiendo lo que el acusado quería hacer, o aún pensar.

A fi n de cuentas, ni el capitalismo liberal ni el comunismo ortodoxo han logrado organizar la convivencia humana. Se debe seguir buscando ese ideal de concordia, de igualdad y de libertad para el hombre. Y todo el legado espiritual de que dispone la humanidad, desde los griegos hasta nuestros días, puede ayudar en ese cometido.

Mariano Picón Salas y la democracia venezolana

Mariano Picón Salas reclama para la política venezolana una cierta humanización. Deberíamos, recomienda, practicarla como los anglosajones, como los nórdicos, con un sentido práctico para resolver los confl ictos y problemas y no guiándonos con abstracciones que le imponemos a la realidad. Y sobre todo que le damos a nuestras convicciones un carácter sagrado y la llevamos a cabo con furor de cruzados. Hay que impregnarse de una sólida y amplia cultura para evadir los fanatismos.

Mariano Picón Salas, desde Chile, lucha contra la tiranía gomecista: fi gura entre quienes se solidariza con los autores del “Plan de Barranquilla”, de 1931. Acompaña el proceso de transición hacia la democracia desde los tiempos de la muerte del general Juan Vicente Gómez, el 17 de diciembre de 1935. Se le atribuye junto a Alberto Adriani y Diógenes Escalante, la autoría del “Programa de Febrero” proyecto para la modernización nacional que adelantó el lopecismo y el medinismo. Desde las páginas del periódico caraqueño El Universal, el 22 de febrero de 1936, expone que la situación de Venezuela no debe ser objeto de controversia intelectual o doctrinaria abstracta. Los problemas de la nación son gravísimos. Son situaciones que requieren soluciones técnicas. El latifundismo y el atraso agrícola, la heterogeneidad racial:

…nuestro estancamiento demográfi co, (…) nuestro analfabetismo campesino, (…) nuestro desordenado sistema bancario, (…) nuestra

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educación inadaptada al suelo y al ambiente, de nuestra monstruosa injusticia social que gemía y se acurrucaba en los infectos presidios del gomecismo, que se hacía miseria física irredimible en la sífi lis del recluta, en la anemia del trabajador campesino (PICÓN SALAS; M.: 1986, pp. 101-103).

El país requería una hoja de ruta, una organización, y eso se lo dio el proyecto de modernización lanzado por el Gobierno de López Contreras, ya mencionado. Picón Salas abandona la lucha partidista para dedicarse desde cargos públicos, la docencia o el periodismo, a colaborar con las soluciones científi cas a esas calamitosas situaciones nacionales. Picón Salas ofrece su aporte, fundamental, desde el campo educativo. El 30 de septiembre de 1936 se funda el Instituto Pedagógico Nacional. Este ente generaría los maestros y profesores para iniciar la transformación de la situación educativa nacional. Y seria, también, un alto centro de refl exión humanística. Para fortalecer ésta tendencia dentro del proceso modernizador venezolano, crea la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela, en 1946. El país necesitaba médicos para curar al pueblo; ingenieros para la transformación material. Pero también requería historiadores, fi lósofos, literatos, para la cura de almas. Conocer nuestro pasado, cómo somos, y hacia dónde debíamos enrumbarnos era tan importante como aumentar la producción de alimentos o la construcción de escuelas y hospitales.

Luego de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez y del restablecimiento del sistema democrático, comenta entusiasmado los avances de la reforma agraria, en educación, el desarrollo de las industrias básicas, la creación de corporaciones regionales de desarrollo y la industrialización del país (PICÓN SALAS, M.: 2010, pp. 376-377).

Para incorporar a la democracia Venezolana progresos signifi cativos del mundo, no deja de recorrer el orbe. El 14 de marzo de 1960, escribe desde París, donde ejerce como Embajador de Venezuela en la UNESCO, al Doctor Luis Ignacio Arcaya, Canciller de la República. Describe alborozado su visita al Estado de Israel. Observó la organización social, económica, y política de ciudadanos hebreos en el Medio Oriente. Es una propuesta equidistante al individualismo capitalista y la opresión totalitaria comunista. Los kibutz

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consisten en un trabajo comunitario donde se respeta la libertad personal y los grandes valores de la cultura occidental (PICÓN SALAS, M.: 1987, p. 451).

Picón Salas está preocupado por la falta de cultura política, y hasta la ignorancia en esos asuntos que prevalece en nuestro país, sobre todo entre los jóvenes. Apoya junto con Rómulo Betancourt, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Ramón J. Velásquez y Gonzalo Barrios, la creación de la revista Política (Caracas, 1959-1969) como instrumento de debate de ideas contra las posturas de los folletines comunistas. Y para divulgar los valores de la democracia. Fue una publicación periódica fundada para generar discusión ideológica de altura (RUIZ CHATAING, D.: 1999, pp. 169-191).

Desde una perspectiva cristiana combate el terrorismo. La vida humana es sagrada y nadie, por ningún motivo, tiene derecho a arrebatársela a otro. A lo largo de la historia siempre encontraremos homicidas que se enrolan en cualquier causa con tal de saciar su sed de sangre. Pareciera que el único antídoto contra este tipo de violencia es una higiene del alma que depure y limpie, así como la que realizamos al bañarnos y ponernos ropa nueva. Y sin embargo hay individuos-monstruos, con pestes espirituales para los que no se ha inventado el asilo que se acomode a su vileza (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., pp. 378-384).

Finalmente, Mariano Picón Salas en carta escrita desde París, el 22 de diciembre de 1961, dirigida al escrito colombo-venezolano Hernando Track, sintetiza en palabras muy sencillas y sentidas lo que considera la tarea fundamental de la naciente democracia venezolana: “Los nuevos planes del gobierno están abriendo ancho camino a la iniciativa y a la actividad individual. Cuando todos comprendamos que las vías de la violencia no conducen sino al fracaso y a la ruina y que es imprescindible el trabajo para mejorar las condiciones sociales, podremos dar por asegurado el futuro y empezaremos a conquistar la moderación de que tan urgidos estamos” (PICÓNSALAS, M.: 2004-2006, v.3, p. 365). Trabajo, moderación, educación y cultura. Este es el programa de Picón Salas para la construcción de la democracia y la nación venezolana.

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Conclusiones

Mariano Picón Salas reclama una humanización de la política. Este acercamiento a lo humano signifi ca que no tiene que ser utópica. Debe basarse en realizaciones concretas que aproximen la sociedad a la libertad, la igualdad y la prosperidad. Sin fórmulas abstractas, escolásticas. Sin mesías y sin tierra prometida. Sin consignas sagradas, sin fanatismos excluyentes.

Picón Salas confi guró su ideario al calor de las luchas favorables a los indígenas y campesinos durante la Revolución Mexicana; del clamor por la autonomía universitaria de la Reforma de Córdoba; de las luchas antidictatoriales y estudiantiles que recorrieron América Latina las primeras décadas del siglo XX. Se nutrió de la experiencia nacionalista, antiimperialista y latinoamericanista del APRA peruano.

Picón Salas desarrolló un espíritu antioligárquico. Repudió a los grupos aristocráticos, “feudales”, que se reservaron la actividad política y la riqueza que generaban los países hispanoamericanos. La nueva política tenía que ser popular. Urgía incorporar al pueblo a la vida pública ya los benefi cios económicos, culturales y educativos. Para cumplir esta tarea se requería un Estado interventor, que agilizara la reforma agraria, la industrialización, la educación, la cultura para las grandes mayorías ignaras.

Para el autor de Los malos salvajes... así como había que abandonar como lastre el clásico Estado liberal, había que superar las viejas concepciones sociales: el positivismo y el marxismo eran mecanicismos materialistas que ignoran la libertad creadora del hombre y su espíritu.

Mariano Picón Salas, desde muy joven, cuestionó las doctrinas y los regímenes totalitarios. Refutó en ellos la apelación a la violencia como principal arma política, la asunción de unas ideas como sagradas e irrefutables; la sumisión a un líder máximo e indiscutible; la construcción de mitos sobre el pasado y el futuro y la división de los ciudadanos en “elegidos” y “réprobos” si simpatizaban, o rechazaban, las ideas y prácticas de esos regímenes autocráticos. Denuncia un aparato de propaganda que exalta o degrada a las personas sin posibilidades de contrastar otros puntos de vista. Cuestiona esos gobiernos tiránicos que destruyen la división de poderes, la independencia del poder judicial, las libertades ciudadanas, la alternabilidad republicana, en síntesis que

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viven de la demolición de la democracia. Combate su pensamiento único, la conversión de las ciencias en sirvienta de un Estado–Leviatán que vive de la pasión y del mito insufl ado en las mentes de las muchedumbres enloquecidas. Picón Salas reclama que de ninguna dictadura saldrá la libertad, porque la libertad se aprende ejerciéndola. De la negación de la civilización y la cultura acumulada por la humanidad, no brota la bondad natural del hombre, sino la barbarie. Picón Salas insurge contra la idea de hacer tabla rasa con el pasado: de ese modo se destruye la espiritualidad, el humanismo, el espíritu cristiano, que debe servir para construir un mundo mejor. Aboga por una ética de la responsabilidad ante la negación y la “nausea” contra los valores espirituales.

Desde muy joven y hasta su muerte, Picón Salas defendió un socialismo nacional latinoamericano con el cual reivindica la República Liberal democrática.

REFERENCIAS

PICÓN SALAS, M: (1962). Los malos salvajes. Civilización y política contemporánea. Buenos Aires: Editorial Suramericana.

PICÓNSALAS, M. (1952). Dependencia e independencia en la historia hispanoamericana. Caracas: Edición de la Librería Cruz del Sur.

PICÓNSALAS, M. (1987). Mariano Picón Salas Embajador de Venezuela (Compilación Delia Picón). Caracas: Ministerio de Relaciones Exteriores.

PICÓNSALAS, M. (2002). Epistolario Briceño-Iragorry y Mariano Picón Salas (Estudio preliminar de R. A. Rivas Duarte). Maracaibo: Universidad Cecilio Acosta.

PICÓNSALAS, M. (2004-2006). Mariano Picón Salas y sus amigos. Caracas: UCAB. 3 vols. PICÓNSALAS, M. (1953). Obras Selectas. Caracas: EDIME. PICÓNSALAS, M. ( 2010). Prosas sin fi nalidad (1923-1944). Caracas: UCAB. PICÓNSALAS, M. (1959) Regreso de tres mundos. México: Fondo de Cultura Económica. PICÓNSALAS, M. (2007) Suma de Venezuela. Caracas: FEDUPEL.RUIZ CHATAING, D. (1999) Investigaciones de Historia Política. Caracas: Fondo Editorial del

IPASME. VV.AA. (1986) Pensamiento Político Venezolano del siglo XX. Documentos para su estudio. Gobierno

y Época del Presidente Eleazar López Contreras. Caracas: Congreso de la República. Tomo VIII, Vol. IX, nro. 25.

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. Angel Omar García González. La historiografía marxista venezolana en tres autores: Juan Bautista Fuenmayor, Carlos Irazábal y Miguel Acosta Saignes, pp. 143-162.

Angel Omar García González

Licenciado en Educación y Magister en Historia de Venezuela por la Universidad de Carabobo. Profesor Agregado de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo. Correo electrónico: [email protected].

LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA VENEZOLANA EN TRES AUTORES:

JUAN BAUTISTA FUENMAYOR, CARLOS IRAZÁBAL Y MIGUEL ACOSTA SAIGNES

The three authors Venezuelan Marxisthistoriography: Juan Bautista Fuenmayor,Carlos Irazábal and Miguel Acosta Saignes

Recibido: 01/11/2014Aprobado: 10/01/2015

Resumen: El propósito de este trabajo es presentar una aproximación a las características de la historiografía marxista venezolana. Para ello, partiremos de los indicadores que otros historiadores han señalado como relevantes en ella, y apoyándonos en rasgos que destacan en la obra de Juan Bautista Fuenmayor, procederemos a compararlo con otros autores marxistas como Carlos Irazábal y Miguel Acosta Saignes; a los fi nes de presentar los aportes, fortalezas y debilidades de esta corriente historiográfi ca y su signifi cación para la comprensión del proceso histórico venezolanos.

Palabras clave: Historia, historiografía, democracia, marxismo, positivismo, petróleo.

Abstract: Th e purpose of this paper consists in approximation to characteristics of the the Venezuelan Marxist historiography. To do this, we start from the indicators that other historians have indentifi ed as relevant in it, and support us in highlighted features in the work of Juan Bautista Fuenmayor, we proceed to compare it with other Marxist authors like Carlos Irazábal and Miguel Acosta Saignes; in order to present

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the contributions, strengths and weaknesses of this historiographical trend and its signifi cance in order to undertand Venezuelan historical process.

Keywords. History, historiography, democracy, Marxism, positivism, oil.

Introducción

La historiografía, convencionalmente defi nida, alude al registro escrito de la historia, a la memoria que los hombres van dejando a través del tiempo, sobre hechos y acontecimientos de su interés. Con el pasar de los años este ofi cio, que tuvo a veces un carácter literario, tanto épico como romántico; alcanzó madurez científi ca y, de la mano del positivismo, adquirió un estatus académico que hizo de la historia un ofi cio profesional.

En Venezuela los primeros estudios sobre formales historiografía comenzaron en los años sesenta, de la mano del historiador Germán Carrera Damas, quien fundó la Cátedra de Historiografía Venezolana y organizó varios seminarios dedicado a estudiar la obra de destacados historiadores: José Gil Fortoul, Caracciolo Parra Pérez, Laureano Vallenilla Lanz y Mario Briceño Iragorry. Esto formaba parte de una etapa de profesionalización de la disciplina que mostraba un auge inusitado, auspiciado por los cambios políticos que experimentaba el país. Sin embargo, durante la primera mitad del siglo XX, la producción historiográfi ca privilegió los enfoques construidos bajo la visión positivista, especialmente inspirados por el prestigio que había alcanzado este paradigma, por lo relevante de la obra que desarrollaron sus promotores; lo cierto es que el debate académico estuvo determinado por los aportes de esta corriente del pensamiento.

A la muerte de Juan Vicente Gómez, en 1935, el país se adentra en una convulsionada dinámica de cambios políticos, económicos, sociales y académicos que, sumados a la penetración de modernas teorías sociales y al impacto político e ideológico que mostraba la Revolución Rusa, terminaron creando las condiciones para propiciar nuevas interpretaciones del proceso histórico venezolano, que no sólo permitían una comprensión distinta, sino conclusiones radicalmente diferentes sobre nuestro pasado y presente. Así pues, estimulados por los grupos políticos de izquierda, se produjeron los primeros trabajos que, utilizando el marxismo como herramienta de análisis, describían

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el impacto que el petróleo estaba ocasionando en la relaciones sociales y de producción; así como los factores que explicaban el fracaso de las aspiraciones populares.

En consecuencia, el propósito de este trabajo consiste en realizar una aproximación a los aspectos que caracterizan la historiografía marxista venezolana; valorar sus aportes, fortalezas y debilidades; así como los elementos presentes en la obra de algunos de sus más connotados promotores. Para ello, acudiremos al aporte de tres destacados autores: Juan Bautista Fuenmayor y su obra 1928-1948: Veinte Años de Política; Carlos Irazábal con su trabajo Hacia la Democracia; y Miguel Acosta Saignes con su obra Latifundio. Debido a las etapas que presenta la historiografía marxista y a las características que conforman la obra de Juan Bautista Fuenmayor, se intentará una caracterización a partir de ella, para luego compararla con los aportes realizados por Saignes e Irazábal. Al fi nal se presentarán algunas conclusiones.

Finalmente una aclaratoria resulta imperativa: el orden en que se comparan las obras aquí seleccionadas es inversamente proporcional al de su elaboración y publicación. Ello se debe a que la obra de Juan Bautista Fuenmayor había sido analizada con anterioridad en otro trabajo y, como podrá observarse, ella es la única que posee un carácter militante, lo cual la hacía más propensa al debate político ideológico. Mientras que las otras, que fueron pensadas como instrumentos de formación política de los grupos de izquierda a fi nales de la década de los treinta del siglo XX, terminaron siendo producciones con un rigor mucho más académico e historiográfi co.

Caracterización historiográfi ca

La historiografía marxista venezolana, surgida en la década de los treinta del siglo XX e impulsada por los sectores que demandaban cambios en el sistema político, los cuales apuntaban a la consecución de un régimen democrático, evidenciado en: libertad sindical, derecho a huelga, partidos políticos con garantías para su libre ejercicio, libertad de prensa, combate al analfabetismo y a los monopolios petroleros transnacionales y, principal y fundamentalmente, la elección directa del Presidente de la República; constituyó un esfuerzo, novedoso en su momento, de búsqueda de explicaciones a nuestro proceso

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histórico que trascendiera los determinismos basados en el ambiente, la raza y ciertas condiciones sociales, que había establecido el positivismo como elementos intrínsecos de nuestra constitución efectiva (URBANEJA: 1995). Estos elementos, a decir del positivismo, incidían de forma negativa en la conducta del venezolano, al cual debía “educársele” hasta alcanzar los valores y formas de vida que le hicieran ser, en términos generales, obediente y sumiso; aspectos que requerían la existencia de gobiernos despóticos, de oprobiosas tiranías, como única garantía para alcanzar el orden, el respeto a las leyes, y la subordinación a la autoridad, es decir: la paz.

En este esfuerzo de búsqueda de explicaciones a nuestra realidad socio-política, el marxismo, en particular, y las ciencias sociales contemporáneas, en general, se convirtieron en las herramientas que fundamentaban todo el andamiaje teórico de los análisis y argumentaciones que se esbozaban. En este contexto, “el primer ensayo de historiografía marxista” que analiza nuestro pasado histórico en busca de respuestas al presente y como mecanismo de legitimación de los ideales que promovían los sectores de izquierda, fue el llamado Plan de Barranquilla (CABALLERO: 2007: 45). Su trascendencia historiográfi ca puede ser ubicada en dos direcciones: en el contexto en el cual es enmarcada la situación venezolana, haciéndola parte de una realidad continental infl uida por la penetración capitalista extranjera (en fase imperialista) y sus efectos, “que sostiene y ampara a Gómez en Venezuela, como lo hace con otros gobiernos despóticos en el continente”; así como, en los proyectos incumplidos desde la independencia que dejaron a las grandes mayorías, excluidas y explotadas. La conclusión a la que arriban sus redactores parecía obvia: “Caudillo y latifundismo han sido, en lo interior, los dos términos de nuestra ecuación económica y social” (SUAREZ: 1976: TOMO I: 102).

La situación descrita le planteaba a los redactores del Plan retos de difícil solución: ¿Cómo enfrentar un régimen que contaba con un aparato represor poderosísimo, con un control absoluto de la sociedad en sus diversas instancias y con la indiferencia de la comunidad internacional sometida, en parte, a situaciones similares por los dictadores del momento, o complacida con el régimen por las ventajas que para la explotación petrolera éste le otorgaba? A lo cual habría que agregar la inexperiencia política y militar de unos jóvenes que sólo tenían como referentes ideológicos las transformaciones ocurridas en

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la Unión Soviética, situación que podría llevarlos a idealizar las soluciones que demandaba el momento histórico.

Quizás por esto, resulta interesante llamar la atención sobre un aspecto que destaca del Plan, y es que sus redactores no pretendieron quedarse solo en la descripción de los procesos históricos, sino que planteaban un programa de acción que procuraba superarlos. Sin embargo, como lo ha destacado Manuel Caballero, hay allí una debilidad: el programa resulta reformista, y más aún, diremos nosotros, conservador, si se le compara con el tono y lenguaje empleado en el diagnóstico. La palabra Plan sugiere no solo el inventario de las tareas que debían realizarse, sino también, las formas de lograrlas. Sin embargo, no existe en el análisis ninguna mención a las formas cómo pueda crearse una situación insurreccional que permita conquistar las transformaciones a las que se hace referencia. Así pues, la frase: “… Gómez será arrollado por el primer imitador de Madero o Urquiza que transporte a Venezuela en ésta o en aquella forma, rifl es y cartuchos. Ya las masas venezolanas están “armadas de la resolución vehemente de armarse…” (IBID: 99); luce como una expresión anodina, o peor aún inocua. Pareciera que sus redactores esperaban una agudización espontánea de las contradicciones que les permitiera arribar a ese escenario. Salta así a la palestra un elemento que perseguirá, constantemente, a los sectores de izquierda (los marxistas): el acceso al Poder político y las formas de alcanzarlo. Manuel Caballero lo ha descrito de la siguiente forma:

Hay como hemos dicho, las alusiones repetidas a una revolución futura y a la promesa de fundar un partido político en el interior del país, una vez que esa revolución triunfante haya permitido el regreso. Pero no hay ninguna indicación de qué cosa se habrá de hacer en lo inmediato o incluso en un plazo mediano o largo, para apresurar esos acontecimientos políticos. (CABALLERO: 2007: 50). (Cursivas nuestras).

Este primer esfuerzo de análisis e interpretación de nuestra realidad histórica, política y social, encontró más tarde, a partir del año 1937, continuidad en el esfuerzo que emprendieron otros jóvenes impregnados del espíritu revolucionario de la época, seducidos por las teorías que aupaban la transformación radical del orden establecido, y en procura de dotarse de un programa ideológico que fuera expresión de sus aspiraciones y proyectos. Surge así, en 1937, Latifundio, escrito por Miguel Acosta Saignes (1908-1989) y

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publicado bajo el seudónimo de José Fabbiani Ruiz1 y, en 1939, en México, es publicado Hacia la Democracia, de Carlos Irazábal (1907-1991)

Ambos trabajos, junto al documento redactado, en 1931, por el Comité Central Provisional del Partido Comunista de Venezuela, Sección de la Internacional Comunista, titulado: “La Lucha por el Pan y por la Tierra”, hacen parte del esfuerzo iniciado durante estos años, por quienes se adscribieron al marxismo como instrumento de análisis y compartían sus predicciones sobre el fututo de la sociedad; por apropiarse de una herramienta teórica que les permitiera una comprensión más acertada de nuestro proceso socio-histórico, al tiempo que constituyera un arma ideológica para oponerla a los determinismos esbozados por el positivismo. Así pues, siguiendo la perspectiva de un historiador, la historiografía marxista venezolana puede ser dividida, atendiendo a su devenir, en tres momentos: el nacimiento, el fraguado y el desarrollo (CARRERA DAMAS: 1967: 105-107).

La primera etapa estaría comprendida entre los años 1937 y 1939, y caracterizada por el intento de construir una visión general del proceso histórico venezolano que contribuyera a sustentar ideológicamente las luchas que se emprenderían. Los análisis realizados tenían como característica una visión de totalidad que procuraban establecer relaciones de causa-efecto entre el modelo económico-social, la situación política y la infl uencia-dependencia internacional. Estos primeros trabajos estuvieron condicionados por el ímpetu de la juventud y la convicción de que un cambio revolucionario, semejante al octubre ruso, podía alcanzarse en el corto plazo. Interesa destacar que no se trataba solo de elucubraciones teóricas, de apreciaciones abstractas, de 1 El propio Acosta Saignes aclara las circunstancias que rodearon la primera publicación de

Latifundio bajo un seudónimo, un dato importante pues se trataba de un personaje real de la época. “Un día me acompañó José Fabbiani Ruiz, viejo amigo mio, a visitar a Juan de Guruceaga en la Tipografía Vargas. Llevábamos los originales de Latifundio y Bs 500, facilitados por un opositor, no clandestino, del gobierno de López Contreras. Juan de Guruceaga, extraordinario mecenas de los movimientos progresistas de 1936 y 1937, cuya biografía está por escribirse, me señaló que con gran contento publicaría cuanto le lleváramos, pero que como yo salía expulsado políticamente, corría el peligro de que, al aparecer un volumen con mi nombre, le clausuraran la Tipografía. Pregunté a José Fabbiani Ruiz, quien había sido viejo luchador durante la época Gómez y había actuado muy progresivamente en 1936 y 1937, si estaba dispuesto a dar su fi rma como autor. La respuesta fue afi rmativa. Así dejamos una copia del libro a Guruceaga” (ACOSTA SAIGNES: 2010:8-9). (Cursivas nuestras).

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interpretaciones distantes de la realidad venezolana. Quienes escriben no sólo fundamentan sus aseveraciones en el dato, sino que, han sido testigos desde las cárceles y la clandestinidad, de la miseria y el despotismo que afl ige al pueblo venezolano. Desde esta perspectiva, el más infl uyente de estos trabajos ha sido El Plan de Barranquilla, pero desde el punto de vista teórico y académico, quizás lo sea Latifundio. Por esta razón, compartimos la aseveración según la cual en la obra de Miguel Acosta Saignes “se aprecia una visión crítica y el análisis cuidadoso de las fuentes procedentes de fondos documentales no explorados hasta entonces, sin el afán común de ajustar el discurso a presupuestos ideológicos” (GONZÁLEZ DELUCA: 2007: 56).

Una segunda etapa, que Carrera Damas denomina de “fraguado”, estaría comprendida entre los años 1940 y 1950, en la cual la producción historiográfi ca fue alimentada por los aportes de ciencias auxiliares como la Sociología, la Antropología y la Economía Política. En general, es una etapa en la que se elaboran pequeños ensayos difundidos en artículos de prensa y folletos, cuyo propósito fundamental era contribuir al debate ideológico. Ella coincide con el inicio de los estudios de Historia en el país, aspecto que tendrá gran relevancia de cara al desarrollo de la tercera etapa de la historiografía marxista. Recordemos que en este período se forman y comienzan a desarrollar su actividad profesional algunos de los más destacados historiadores venezolanos, que se adscribieron al marxismo o lo utilizaron como herramienta para el análisis historiográfi co, entre ellos: Miguel Acosta Saignes, Federico Brito Figueroa, Germán Carrera Damas. También pueden ser incluidos en este grupo historiadores no profesionales como Carlos Irazábal, quien se doctoró en Ciencias Políticas y es el autor del trabajo citado anteriormente. La producción historiográfi ca correspondiente a este período no estuvo exenta del debate internacional respecto al papel que debían jugar los movimientos y partidos revolucionarios en función de la lucha contra el nazi-fascismo y sus alianzas con el capitalismo mundial, elementos que tendrían gran signifi cación en el uso de categorías conceptuales no aplicables totalmente a la realidad venezolana2. Es quizás, durante el transcurso de estos debates que sea más

2 Un ejemplo de ello es la utilización de la categoría semi-feudal para caracterizar la existencia del latifundio venezolano en el siglo XIX. Ver Carrea Damas, Op, Cit. Otro ámbito que estuvo bajo los efectos del debate internacional, infl uido los postulados del browderismo fue

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explícita la utilización del discurso histórico como una herramienta apologética que procuraba imponer la visión de uno de los bandos en disputa tanto en los niveles intrapartido como entrepartidos.

La tercera etapa se inicia hacia el año 1950, aproximadamente, y estaba caracterizada, a decir de Carrera Damas, por dos elementos fundamentales: la existencia de historiadores profesionales, y la acumulación de experiencias y resultados logrados en las etapas precedentes. Se trata de la producción y aportes sustentada en los logros y experiencias acumulados por la historiografía marxista durante estos años. Sin duda, pueden hallarse en la producción de estos años, una historiografía más profesional, que toma en cuenta los debates académicos que van teniendo lugar respecto al avance de la ciencia histórica y, mostrando con ello, una madurez intelectual y profesional no exenta de debate y de crítica. En resumen, Carrera Damas señala tres elementos que sintetizan las etapas descritas: a) se trata de una historiografía que nace con un propósito militante; b) se trata de una historiografía joven que cuenta con resultados científi cos considerables y, c) se trata de una historiografía que ha alcanzado un grado de madurez sufi ciente para afrontar los desafíos del campo profesional. De lo señalado anteriormente, nos interesa destacar la primera, por constituir un elemento presente en el aporte historiográfi co de Juan Bautista Fuenmayor en su trabajo 1928-1948, Veinte años de Política.

Sobre la obra de Juan Bautista Fuenmayor

Juan Bautista Fuenmayor (1905-1998), fue un destacado dirigente del Partido Comunista de Venezuela, integrante de la llamada Generación del 28, que se tituló de abogado en 1960 en la Universidad Central de Venezuela luego de haber retomado los estudios suspendidos a consecuencias de la prisión sufrida durante el régimen gomecista, y de su incorporación a la lucha y militancia política, sobre todo, a partir de 1936. Más tarde, en 1963, se doctoró en Derecho con el trabajo titulado Teoría del Estado y el Derecho;

el político partidista, que confrontaba las posiciones de los sectores comunistas respecto del respaldo a las políticas de apertura democrática adelantadas por el presidente Isaías Medina Angarita, y quienes se oponían a ellas por considerarlas una claudicación a los principios del marxismo y, por tanto, la renuncia a una concepción revolucionaria.

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también fue profesor universitario, diplomático, escritor e historiador; dejó una vasta obra dedicada al estudio y análisis de nuestra historia política, entre sus trabajos destacan: Historia de la Venezuela Política Contemporánea (1899-1969), publicada en 20 tomos, en la cual se encuentra una detallada narración de sucesos trascendentales de nuestro siglo XX; Principios de Economía Política, especie de manual que introduce al lector en aspectos básicos que rigen la relación entre economía y política, siempre desde la óptica marxista, y que busca explicar los modos de producción, las relaciones entre capital y trabajo, el comercio, los salarios; sin dejar fuera el inventario de autores y concepciones teóricas distintas; 1928-1948: Veinte Años de Política, obra de dimensiones modestas, en la que el autor analiza el tiempo que transcurre desde los años fi nales del gomecismo hasta el derrocamiento de Rómulo Gallegos, período éste que abarca la primera y segunda etapa de formación y evolución de la historiografía marxista venezolana, señaladas por Germán Carrera Damas.

A efectos de lo señalado, es bueno destacar que Juan Bautista Fuenmayor, quien fue galardonado en 1991 con el Premio Nacional de Historia, no fue un historiador profesional, alguien que haya recibido una formación que le permitiera adquirir habilidades y destrezas necesarias para iniciarse en la difícil y compleja tarea de escribir sobre el pasado. Su producción historiográfi ca no fue el resultado de la aplicación de los métodos propios de la ciencia histórica. Fuenmayor fue un historiador de ofi cio, que utilizando su experiencia en el terreno de la militancia y la lucha política, logró ofrecer una visión de un período de la historia reciente no exento de polémicas y contradicciones. Su obra presenta dos características básicas: Primero, contiene alguno de los aspectos teóricos que los investigadores han destacado como necesarios para el estudio de la historia política, pues busca explicaciones en el pasado de aspectos relacionados con:

[La] ... adquisición, conservación, expansión, objetivación, uso y distribución del poder en las sociedades, incluyendo en este orden de ideas, tanto los conocimientos acerca de la lucha por el poder y su ejercicio en dichas sociedades, como acerca de la refl exión de los hombres sobre el tema” (ELENA PLAZA: 2000: 69).

Su obra pretende establecer relaciones de causa-efecto en relación a nuestro proceso socio-histórico que son explicadas, siguiendo la concepción

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marxista de la historia, a través de las relaciones de producción; de la explotación del campesinado y la clase obrera; del saqueo que perpetran las compañías petroleras transnacionales con nuestro petróleo; de las condiciones de explotación y miseria a que fueron sometidos los trabajadores petroleros; de la alianza, en situación de dependencia, entre la burguesía criolla y el capital transnacional y, de las luchas que sostuvieron los diversos grupos que se disputaban las banderas de la izquierda en general, y el comunismo en particular. Son estos elementos, principalmente, los que Fuenmayor toma en consideración para establecer relaciones explicativas que le permitan hilvanar ideas y establecer relaciones de causalidad en procura de una comprensión de nuestro devenir histórico y del entramado de relaciones, de distinta índole, que promueven y sostienen la lucha por el Poder político.

El segundo aspecto que está presente en la obra de Fuenmayor es su carácter testimonial. Él es un actor de los procesos que se narran. Unas veces en la vanguardia, otras en la retaguardia; es su mirada protagónica la que nos conduce a través de los acontecimientos históricos que se describen. Fuenmayor escribe con pasión. Es polémico. Parece tener presente, de forma recurrente, el deseo de ajustar cuentas, de saldar viejas rencillas, de demostrar que la historia le daba la razón en los debates que sostuvo y en los que alertaba sobre errores y equivocaciones en las decisiones adoptadas. Fuenmayor fue un actor político, con lo cual se quiere precisar que la historia por él contada es una historia profundamente parcializada, como la ve y la entiende Fuenmayor y parte del sector político en el que militó. Esto, por lo demás, no le resta méritos a su obra, todo trabajo intelectual tiene un sesgo de subjetividad. También describe la posición de los comunistas respecto al proyecto de país que los diversos actores políticos bosquejaron a partir de la muerte de Juan Vicente Gómez, un debate impregnado de pasión y confrontaciones ideológicas como consecuencia de la decantación que van experimentando los sectores de izquierda. Fuenmayor busca, no sólo explicar el proceso político venezolano, sino saldar cuentas con los adversarios, tanto los que terminaron conformando el sector socialdemócrata y fundando Acción Democrática, principalmente Rómulo Betancourt, como los que dentro de la militancia comunista se disputaban el control del partido, fundamentalmente, la tendencia liderizada por Gustavo Machado.

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El carácter militante del texto, que busca constituirse en herramienta para la comprensión de la historia reciente del país, queda claramente expresado en los propósitos que el autor señala en la presentación:

Este libro se propone recoger las experiencias de las luchas políticas venezolanas realizadas desde 1928… hasta 1948 fecha del derrocamiento de Rómulo Gallegos… Las nuevas generaciones no vivieron el pasado inmediato, causa y razón del agitado presente; y, en lugar de una versión exacta de los hechos de esa época, han recibido interpretaciones reñidas muchas veces con la verdad histórica (FUENMAYOR: 1979: 7).

No se trataba de escribir un libro más sobre la historia reciente del país, sino de producir una historiografía orientadora capaz de desmentir las patrañas que, a su juicio, se habían tejido sobre acontecimientos de reciente monta. El planteamiento de los Annales pareciera estar presente en el propósito de Fuenmayor: buscar explicaciones en el pasado para comprender el presente. Así, el autor anunciaba el carácter historiográfi co del texto, pues se proponía narrar el acontecer político de la nación, destacando “el saldo positivo de las luchas de los marxistas en ese período”; asignándole a la obra un carácter esclarecedor que pretende mostrar “una versión exacta de los hechos de esa época”.

Por otra parte, la temporalidad del texto contribuye a que Fuenmayor describa, desde su vivencia, los aspectos políticos, económicos, sociales y constitucionales; que caracterizaron los debates respecto al tipo de sociedad que se aspiraba construir. La defi nición de un proyecto nacional que fuera expresión de las necesidades y anhelos de los actores políticos que estaban insurgiendo en el escenario nacional y que estuviera adaptado a la nueva realidad socioeconómica del país; constituía el eje medular de los debates sostenidos por los grupos de izquierda a partir de 1936. Esta etapa es la del inicio del debate socialista, caracterizada por una sociedad en la que la economía ha sido transformada por la explotación petrolera y el Estado comenzaba a adquirir las características de un Estado rentista y, por consiguiente, el artífi ce fundamental del proceso de modernización de la sociedad venezolana (ARTURO SOSA: 1983: Nº 12: TOMO: 6: 15). Al reconstruir esta etapa, Fuenmayor presentaba los argumentos marxistas del pasado conjugándolos con los del presente.

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Una comparación con otros autores marxistas

Como ya señalamos, una de las características de la obra de Juan Bautista Fuenmayor es su carácter testimonial. Su obra es la narración de sus vivencias, experiencias, expectativas, deseos, anhelos, esperanzas; que se van expresando en las luchas por la conquista de las libertades públicas y por lograr establecer un sistema político democrático capaz de brindar la mayor suma de felicidad y de estabilidad posible. Su esfuerzo por establecer relaciones explicativas entre los diversos factores que incidían sobre el acontecer político, económico y social de la nación, va siempre de la mano de esas vivencias y experiencias. Este dato resulta de gran signifi cación en la comparación con otros autores marxistas, así como, en el análisis de las etapas por las que atraviesa la historiografía marxista venezolana.

A diferencia de Fuenmayor, la obra de Carlos Irazábal (1907-1991), Hacia la Democracia, representa una visión del proceso histórico venezolano que se distancia de la dimensión personal. En ella, el presente es el resultado del triunfo de los sectores oligárquicos y de la burguesía, que lograron imponer sus proyectos por encima de las aspiraciones de las clases oprimidas. Irazábal nos presenta una visión dialéctica en la cual, a pesar del rol protagónico que en diversos momentos jugaron los sectores desposeídos, nunca alcanzaron imponer sus proyectos. De allí que, en el marco de una explicación materialista de la historia, presente el proceso histórico venezolano como el resultado de la lucha librada por los sectores populares para alcanzar la transformación del modelo económico. “Lo medular de las revoluciones [sentenció] es su contenido económico. Cuando no se producen transformaciones económicas radicales no se puede hablar con propiedad de revolución” (CARLOS IRAZÁBAL: 1974: 25).

La revolución a la que hace referencia Irazábal es la que conduzca al establecimiento del un régimen democrático como respuesta al personalismo despótico representado en la dictadura gomecista y el andinismo. El largo camino hacia la democracia sería un proceso que comenzó en la época colonial y que, atravesando por diversas contingencias: la gesta independentista, la guerra federal; desembocó en una dictadura oprobiosa que para lograr respaldo de otros gobiernos, le abrió las puertas al capitalismo transnacional y le entregó nuestras riquezas en condiciones desfavorables para la república. Así pues, la conclusión a la cual arriba Irazábal es categórica:

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La administración de Juan Vicente Gómez marca el vértice del proceso del despotismo semi-feudal petrolero de Venezuela, auspiciado por las intocadas relaciones de producción y de cambio, cuyos rasgos más negativos se acentuaron por el gran acaparamiento de la tierra que se operó y por la penetración del imperialismo petrolero que, como hemos visto, arranca precisamente de esa época (Ibid: 261).

Otra diferencia con la obra de Fuenmayor, es que Hacia la Democracia pretende ser una obra que busca la comprensión total del devenir histórico venezolano. No está presente en su autor el deseo de polemizar con sus compañeros de lucha, ni de adversarlos por razones personales o de militancia política. Esto queda claramente demostrado en la recurrencia permanente que realiza el autor a las fuentes del marxismo para hilvanar sus ideas y apoyar sus afi rmaciones. El manejo de conceptos y categorías resulta mucho más estricto y apegado a la teoría marxista, que en la obra de Fuenmayor.

También debe señalarse una diferencia sustancial: el uso que hace de las fuentes. El dato es un referente permanente, bien sea a través de estadísticas o de bibliografía califi cada para sustentar las afi rmaciones que realiza, con lo cual le otorgó al trabajo un carácter mucho más académico y profesional.

La relevancia de la obra de Irazábal quedó plasmada en el juicio que hizo el historiador Germán Carrera Damas y que el autor recogió en el prólogo de la tercera edición:

La historiografía marxista venezolana aparece, como producto defi nido, con la obra ya mencionada de Carlos Irazábal, Hacia la democracia, esa obra ha tenido gran repercusión en los estudios históricos venezolanos, pero no por su aportación original en cuanto al estudio de los fondos documentales y archivos (nada contribuye en ese sentido) ni por la maestría en el manejo de las categorías del materialismo histórico (es más bien principista y mecanicista). Su repercusión se ha debido a que representa, y de allí su gran valor historiográfi co, el surgimiento de una nueva concepción de la historia aplicada a Venezuela (Ibid: 10) [cursivas nuestras].

Así pues, la obra de Carlos Irazábal representa una visión más acabada, de mayor amplitud, en la consideración de variables explicativas que, desde su perspectiva, hayan infl uido para determinar el curso de los procesos históricos

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y las derrotas del movimiento popular. La forma original de construir una visión de la historia de Venezuela, constituyó un aporte de gran valor en la producción de una historiografía marxista que buscaba superar los moldes establecidos por la visión positivista de la historia.

Otra obra de grandes méritos en la contribución realizada por la historiografía marxista fue el trabajo de Miguel Acosta Saignes (1908-1989) titulado, Latifundio; obra escrita en la clandestinidad, durante el año 1937, en la cual el autor aborda en profundidad el problema de la tenencia de la tierra en Venezuela, sin dejar de establecer comparaciones con otros países. Esto le permitió comprender que el latifundio existiría, en tanto no se produjera una revolución que alterara la propiedad de los medios de producción, otorgándole a los desposeídos condiciones favorables para superar la situación de dependencia a la cual habían estado sometidos.

En primer lugar, el trabajo realiza un inventario de las opiniones que habían manifestado destacados intelectuales, de diversas concepciones ideológicas, en referencia a la problemática de la tenencia de la tierra, presentando así una realidad no sólo venezolana, sino latinoamericana y europea. El autor procuraba situar el objeto de su interés, no sólo en una crítica al gomecismo, sino en la denuncia del capitalismo como modelo propiciador de la desigualdad e injusticia que describía. En segundo lugar, Acosta Saignes se apoyaba en la utilización de fuentes de diversa índole: estadísticas, hemerografía, libros, testimonios; elementos que le otorgaban al texto un carácter singular y lo revestían de un valor académico e intelectual de gran signifi cación. De allí nuestra afi rmación anterior: esta obra presenta un mayor prestigio, en estos ámbitos, que el Plan de Barranquilla, pues trasciende la mera denuncia para ser un verdadero estudio sobre los alcances y dimensiones del latifundio venezolano y los medios para superarlos.

En tercer lugar, el autor describe, las diversas formas que adopta la explotación de la mano de obra campesina, así como los subterfugios legales utilizados por los latifundistas para perpetuar sus privilegios. En este sentido, la obra posee el mérito de ser la primera que muestra en detalles las diversas formas de explotación de la mano de obra campesina: medianeros, aparceros, pisatarios, conuqueros; constituyendo una denuncia que ponía al descubierto el fracaso de las promesas realizadas a las clases populares desde la época de la

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independencia. En este sentido, la afi rmación de Acosta Saignes es contundente: “Desde el despotismo político, hasta la miseria económica, nacen del régimen de la tierra, y en Venezuela, mientras exista el latifundismo en su estado actual no será posible el funcionamiento de la Democracia” (ACOSTA SAIGNES: 2010: 25). Porque lo que estaba en el fondo de las causas que sustentaban el latifundio, era un modelo económico y social que negaba toda posibilidad de superación al campesino en aspectos como: educación, salud, acceso al agua, derechos laborales, entre otros. De allí las banderas que levantaron los grupos de izquierda durante estos años, estaban orientadas a la conquista de derechos, no sólo políticos, sino sociales y económicos.

En cuarto lugar, Acosta Saignes no pretendía hacer un trabajo apologético, distanciándose de la realidad que le indicaban las fuentes para construir una visión acorde a sus ideales políticos. Por el contrario, la revisión profunda de los datos que disponía para la época, lo llevaron a comprender que la superación del estado de atraso en el que se encontraba el campo venezolano, requería un proceso de modernización y tecnifi cación necesarios para afrontar con éxito el reto de la productividad y la competitividad requeridas para satisfacer la demanda interna y concurrir en situaciones favorables al mercado internacional; en este sentido, realizaba la siguiente afi rmación:

El progreso económico del país no puede lograrse mientras perduren las relaciones de producción semifeudales que el latifundio mantiene vivas en el campo. Es el progreso de la industria en el país lo que signifi cará un avance económico; las formas de producción y de relación de trabajo semifeudales deben ser superadas por otras de forma capitalista. Pero masas campesinas desposeídas, técnicas agrícolas rudimentarias, que mantienen escasa producción y grandes extensiones de tierra improductivas; capitales pertenecientes a los latifundistas estancados en los bancos del país y del extranjero; signifi can el descenso de la economía nacional y su invalidez ante el avance de capitales extranjeros en busca de terrenos propicios (Ibid: 144). Subrayado nuestro.

Esta obra de Miguel Acosta Saignes constituyó un aporte de gran signifi cación para la comprensión del problema de la tenencia de la tierra en Venezuela y abrió el camino a posteriores investigaciones sobre el problema agrario en el país, algunas desarrolladas por investigadores marxistas, por ejemplo, el trabajo de Federico Brito Figueroa titulado: El problema tierras

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y esclavos en la Historia de Venezuela, obra de dimensiones medianas, muy bien documentada y realizada con la rigurosidad del historiador profesional, que engrosa la lista de textos aportados por la historiografía marxista para la comprensión de la Historia de Venezuela.

Conclusiones

La historiografía venezolana posterior a la independencia ha transitado un largo camino que va desde la producción testimonial hasta profesional. Esa historiografía se remonta al siglo XIX, cuando se dio inicio a versiones románticas que presentaban una narración de la historia de Venezuela que hacía apología del héroe y justifi caba la gesta emancipadora. (VER LUCIA RAYNERO: 2007). Durante el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del XX, la producción historiográfi ca estuvo infl uida por el aporte de historiadores que se adscribieron al paradigma positivista como herramienta de análisis. Su infl uencia no solo fue relevante por los aportes que realizaron a la comprensión científi ca de la historia venezolana; sino polémica, pues algunos de sus postulados contribuyeron a justifi car la existencia del gomecismo como un mal necesario. Autores como: José Gil Fortoul, Cesar Zumeta y Laureano Vallenilla Lanz, estuvieron a la vanguardia de un proceso de producción historiográfi ca al cual, luego, se sumaron escritores que, distanciándose de dichas posturas, forjaron una historiografía cargada de erudición y criticidad; entre estos últimos destacan: Mario Briceño Iragorry, Mariano Picón Salas y Augusto Mijares (Ver GONZÁLEZ DELUCA: 2007). Ambas tendencias marcaron la pauta del debate historiográfi co, tanto por la relevancia de sus obras, como por la actuación política de sus autores.

Como lo ha señalado la historiadora María Elena González Deluca, la insurgencia de la Generación del 28, signifi có el inicio de una etapa, en la cual, con el tiempo, las ideas políticas decimonónicas fueron perdiendo vigencia, frente al avance de nuevas ideologías que auspiciaban la existencia de partidos políticos, la intervención del Estado como ordenador fundamental de la actividad económica, así como la participación de los ciudadanos en la elección directa del Presidente de la República, entre otros aspectos (Cf, Ibid: 31). Es en este contexto que comienza a surgir una historiografía que, asumiendo el

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marxismo como herramienta para la exégesis histórica, presenta una visión del proceso histórico venezolano distinta de los postulados anteriormente imperantes. Ésta tuvo, como se ha señalado, un propósito político y otro ideológico. El político estaba representado en el carácter militante promovido por dicha historiografía, pues ella sirvió para justifi car, defender y promover las demandas políticas exigidas por los sectores de izquierda a la muerte a Juan Vicente Gómez. Esta historiografía representaba la justifi cación científi ca, que las demandas presentadas respondían a un origen real y legítimo, y no a meras especulaciones, a exageraciones de grupos fanatizados por ideas exóticas. El propósito ideológico lo constituía el hecho de reafi rmar la lucha contra el capitalismo, en fase imperialista, así como, contra toda forma de opresión; pues, era claro, a la luz de esas interpretaciones, que el atraso político, económico y social de la nación, estaba asociado a la existencia de una desigual posesión de los medios de producción auspiciada por un capitalismo explotador.

La producción historiográfi ca marxista presenta ciertas diferencias según sea el autor que se estudie. Así por ejemplo, en la obra de Fuenmayor se entremezclan la vivencia personal y el acontecer político de la nación. La suya es una historia testimonial, lo cual no quiere decir, falsa o caprichosa. Él no presenta una historia adulterada, que satisfaga sus propios intereses personales o políticos; por el contrario, con las herramientas aportadas por el marxismo, esgrime los argumentos que le permiten rebatir a sus adversarios. Porque, en defi nitiva, el carácter testimonial de la obra, también alude al hecho, que la historia por él contada, es la verdadera. Desde su perspectiva, las otras representan falsifi caciones, versiones interesadas que buscaban justifi car hechos políticos de gran trascendencia en el acontecer reciente de la nación. Visto así, la obra de Fuenmayor, 1928-1948: Veinte Años de Política, constituye la respuesta historiográfi ca, a la versión que, sobre un período similar, ofreció Rómulo Betancourt en Venezuela, política y petróleo. Esto puede apreciarse claramente, la polémica que sostiene, a lo largo del texto, con el fundador de Acción Democrática respondía, no sólo al espíritu revanchista que podía albergar el ánimo del dirigente comunista, sino al propio carácter esclarecedor que le asignó a su obra. A fi n de cuentas, es bueno recordar que Fuenmayor hizo parte de un grupo que, al enfrentar la tiranía gomecista, se autocalifi có de Generación, lo cual aludía en el fondo, quizás sin saberlo, al deseo de

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trascendencia, de marcar una impronta en el acontecer nacional. Visto así, su obra hace parte de la contribución que los marxistas realizaban al forjamiento de una conciencia política necesaria para alcanzar los ideales impulsados por los sectores comunistas.

Las obras de Miguel Acosta Saignes y Carlos Irazábal, se inscriben en la etapa de fraguado que caracteriza la producción historiográfi ca marxista. Sus trabajos representan una etapa de maduración, de refl exión intelectual, que procura superar las apreciaciones iniciales, cargadas de pasión juvenil e inexperiencia política, que los impulsó a pensar que la derrota del gomecismo podía alcanzarse sólo con el esfuerzo voluntarioso de las masas. Los trabajos registrados durante esta etapa, evidencian un manejo sustancial de la teoría política y un conocimiento palpable de la realidad venezolana; bien porque se ha revisado la bibliografía especializada, o porque se ha constatado, in situ, las penalidades y miserias de la población; en todo caso, estos escritos demostraban la maduración política e intelectual que estaba alcanzado esta historiografía.

En ambas casos, el manejo de fuentes diversas permitió afi anzar un discurso que trascendía el propósito ideologizante, otorgándole a los textos carácter científi co y académico. En el caso de Latifundio, la obra posee el mérito de ser el primer estudio profundo que abordaba el problema de la desigual posesión de tierras en el país. No solo es magistral por las relaciones explicativas que va estableciendo, las cuales son refl ejo de una realidad descrita con detalles a lo largo del texto, “basada en datos suministrados por los propios interesados”; sino que, como el mismo autor lo señala en la introducción, abre el camino para nuevos abordajes, pues “cada capítulo viene a ser un libro en potencia”.

Un dato interesante en el planteamiento de Acosta Saignes, es que pareciera estar presente, por momentos, una mentalidad fi siócrata, pues, no solo considera que la explotación petrolera impactó las relaciones laborares en el campo en forma negativa, desplazando una parte importante de mano de obra a los campos petroleros; sino que sostenía que la verdadera productividad del país se encontraba en el campo, por eso abogaba por un proceso de tecnifi cación que superara el trabajo artesanal y le permitiera al trabajador alcanzar condiciones laborales que lo sacaran de la situación de semiesclavitud

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a la cual aún continuaba sometido. La irrupción de la explotación petrolera, en las condiciones en las que ocurrió, sólo habría potenciado nuestra condición de país semicolonial sometido al tutelaje extranjero.

En cuanto a la obra de Carlos Irazábal posee el mérito de ser el primer ensayo estructural de interpretación marxista de la historia venezolana, queriendo signifi car que se buscaba comprender la totalidad del proceso histórico: desde la colonia hasta el presente del autor. Su interpretación no sólo fue novedosa, amén de muy bien documentada; sino que describe con agudeza los efectos que sobre las relaciones económicas, sociales, laborales y políticas, produjo la explotación petrolera. El propio autor confi esa que lo que comenzó como una “sucinta tesis política”, se transformó en un ensayo de interpretación de la realidad venezolana, que le ha merecido elogios tan destacados como el referido anteriormente.

En defi nitiva, de lo dicho hasta aquí se puede concluir, que en la actualidad la historiografía marxista venezolana se encuentra en una etapa de receso, quizás marcada por la crisis de los paradigmas que afectó a las ciencias sociales en general; quizás por el colapso del modelo soviético a fi nales del siglo XX; quizás por la apabullante infl uencia que, hasta la primera década del siglo XXI, tuvieron la democracia liberal y la economía de mercado; quizás por la “dictadura académica” existente en muchas de nuestras universidades, que cuestiona y desprecia los enfoques interpretativos que no respondan a la lógica del capital; lo cierto es que no se aprecian esfuerzos académicos que procuren presentar visiones del procesos histórico venezolano que tengan como sustento un enfoque marxista de la historia y, en consecuencias, que se propongan continuar, ampliar y profundizar, el esfuerzo iniciado, entre otros, por los autores aquí estudiados. Un reto que debemos continuar en un futuro cercano.

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Tiempo y Espacio. Nº 63. Enero-junio, 2015. Véronique Hébrard. Ciudades leales, ciudades patriotas.Guerra de independencia e identidades urbanas (Venezuela, siglo XIX), pp. 163-186.

Véronique Hébrard Historiadora. HDR, Université de Paris I-Centre de recherches d’histoire de l’Amérique latine et du monde ibérique, UMR 8168-Mondes américains. Correo electrónico: [email protected].

Recibido: 05/02/2015Aprobado: 26/02/2015

Resumen: La crisis de la monarquía española consecutiva a las invasiones napoleónicas de 1808, provoca en Venezuela una ola de lealismo para la salvaguardia de los derechos del Monarca. Se manifi esta en primer lugar por la constitución de Juntas de gobierno. Sin embargo, Caracas constituyéndose en epicentro del movimiento, debido a su estatuto de capital de la Capitanía, ciertas ciudades se rehúsan en prestarle su obediencia. Excluidas de las primeras elecciones para la formación del Congreso constituyente, no reconocen la independencia ni la constitución. Luego, à la favor de la guerra que se desencadena después de la llegada de las tropas de pacifi cación a inicio de 1812, las discrepancias entre ciudades patriotas y ciudades lealistas adoptan un doble registro, objeto de este artículo: los hechos de armas y, a un nivel más simbólico, es decir la reivindicación de un título que corresponda a su compromiso en el confl icto y dibuja lógicas de alianza y repertorios de identidad cuyas huellas se perciben todavía en el contemporáneo.

Palabras clave: Venezuela, independencia, ciudad, guerra, identidad.

Abstract: Th e crisis of the consecutive Spanish monarchy the Napoleonic invasions of 1808, causes a wave of lealismo in Venezuela for the safeguarding of the rights of

CIUDADES LEALES, CIUDADES PATRIOTAS.GUERRA DE INDEPENDENCIA E

IDENTIDADES URBANAS (VENEZUELA, SIGLO XIX)

Loyal cities, cities Patriots. War of independence and urban identities (Venezuela, 19th century)

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the monarch. It manifests fi rst of all by the Constitution of Councils of Government. However, Caracas becoming the epicenter of the movement, because of its status as capital of the captaincy, certain cities are reluctant to lend him their obedience. Excluded from the fi rst elections for the formation of the Constituent Congress, they do not recognize the independence or the Constitution. Th en, the Please of the war that is triggered after the arrival of the troops of peace at start of 1812, discrepancies between Patriots and loyalists cities adopt a double record, object of this article: the facts of weapons and, on a more symbolic level, i.e. the claim to a title that corresponds to his involvement in the confl ict and draw logic of Alliance and repertoires of identity whose traces are still perceived in the contemporary.

Key words: Venezuela, independence, city, war, identity.

Introducción

El presente artículo forma parte de una investigación más amplia sobre la guerra civil de independencia de Venezuela y la manera como las poblaciones civiles vivieron este confl icto de más de diez años. En el marco de esta investigación pude percibir de qué manera el espacio urbano fue afectado por la guerra, tanto como sede de las instituciones o debido al papel que desempeña a nivel concreto y simbólico1. Pero, leyendo las fuentes, apareció que más allá de estos primeros aspectos, había también que tomar en cuenta las modalidades según las cuales las ciudades, en tanto actores colectivos, en este contexto de ruptura política y luego de guerra, construían o reivindicaban su propia identidad urbana, incluso a veces se la atribuían, en función de su posicionamiento frente a la crisis de la monarquía. Proceso que dio lugar a nuevas discrepancias que renovaron la jerarquía de los honores, característica del periodo colonial. Sin embargo, más que la demanda y el otorgamiento mismos, me gustaría abordar la manera en que las ciudades, dentro del territorio que conformaba la Capitanía General de Venezuela, construyen las unas en relación a las otras —pero también por si mismas— una nueva jerarquía de los honores en función de su compromiso o del que era conveniente haber adoptado en función del contexto. Es decir, que

1 En particular Véronique Hébrard, “La participación popular en la guerra de independencia en Venezuela  : la otra cara de la guerra civil (1812-1818)”, en Germá n Cardozo Galue y Arlene Urdaneta Quintero compiladores. Colectivos sociales y participació n en la independencia hispanoamericana, Maracaibo, Universidad de Zulia, 2005, pp. 211-226.

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en este contexto de mutación y guerra es preciso construirse una identidad de buena ciudad, en la medida en que, en particular con el inicio de la política de Pacifi cación organizada por Monteverde a partir de 1812, algunas de ellas fueron alternativamente leales o patriotas.

Las huellas de tal dinámica son muy perceptibles después de la guerra y nos encontramos frente a un mapa renovado de esta jerarquía urbana que demuestra toda su funcionalidad en ocasión de confl icto que estalla en 1826 entre los departamentos venezolanos integrados en la República de Colombia y la nueva capital Bogotá; confl icto que desemboca en la ruptura de la Antigua Venezuela2, nuevamente independiente en 1830.

La lealtad de los pueblos

La crisis que conoce la monarquía española después de la invasión de su territorio por las tropas francesas en 1808, provoca en Venezuela, así como en el conjunto de los reinos americanos, una amplia manifestación de lealtad a favor de la salvaguardia de los derechos del monarca Fernando VII. Lealtad que se concretiza en la formación de Juntas de gobierno, en 1808-1809 y 1810, cuyo primer objetivo es asumir el poder soberano dejado vacante por el rey, proclamándose “Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII” 3. Ahora bien, estas primeras juntas son constituidas a iniciativa de las ciudades principales y a nombre de los mismos referentes, en particular la retrocesión de la soberanía y el derecho a la insurrección de los pueblos en caso de ruptura unilateral del pacto entre el rey y sus sujetos.

2 Nombre dado por los actores venezolanos para designar lo que era Venezuela antes de su integración en la República de Colombia. En efecto, en virtud de la división territorial adoptada por la Constitución de 1821, el término Venezuela designaba uno de los doce departamentos que, a su vez, se dividían en provincias. Los departamentos de la Antigua Venezuela eran: Orinoco, compuesto por las provincias de Guayana, Cumaná, Barcelona, Margarita; Venezuela, con las de Caracas y Barinas; Zulia, con las de Coro, Trujillo, Mérida, Maracaibo y Boyacá.

3 Numerosas son las publicaciones recientes sobre el tema. Ver en particular, porque el caso venezolano es estudiado: Manuel Chust (coord.), 1808. La eclosión juntera en el mundo hispano, México, FCE/El Colegio de México, 2007; Alfredo Ávila y Pedro Pérez Herrero (comp.), Las experiencias de 1808 en Iberoamérica, Madrid-México, Universidad de Alcalá-Universidad Nacional Autónoma de  México, 2008.

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Esta necesidad de tomar en cuenta la ciudad, el pueblo, para la aprehensión del periodo de las independencias americanas ha sido demostrada en varios estudios4. Polos identitarios fuertes, las ciudades obstaculizan, en muchos casos, la afi rmación de la nación. Sin embargo, si su papel durante las guerras de independencias fue cuestionado en una perspectiva militar o socio-política5, raramente su hizo hincapié en esta dimensión más simbólica de su compromiso, el cual permite no obstante entender de manera renovada el sentido de las rivalidades urbanas y sus consecuencias, incluso en la larga duración.

En el caso venezolano, el proceso que lleva a la proclamación de la independencia en julio de 1811, es también ocasión de una renegociación de esta jerarquía urbana6 y de la construcción de nuevos repertorios de pertenencia en la medida en que, lo veremos más adelante, no son todas las ciudades que se adhieren al proceso impulsado por Caracas. Esta recepción diferenciada de los acontecimientos vinculados a la necesaria respuesta a la crisis de la monarquía determina además en gran parte el compromiso de cada una de las ciudades en la guerra civil, contribuyendo de este modo a dibujar un nuevo “repertorio de situaciones y conductas urbanas” 7.

4 Daniel Gutiérrez Ardila, Un Nuevo Reino. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada (1808-1816), Bogotá, Editorial Universidad Externado, 2010; Geneviève Verdo, L’indépendance argentine entre cités et nation, 1808-1821, Paris, Publications de la Sorbonne, 2006; Véronique Hébrard, Venezuela independiente: una nación de discurso (1808-1830), Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2012.

5 Pienso en particular a los trabajos de Pilar González Bernaldo, “Producción de una nueva legitimidad: ejército y sociedades patrióticas en Buenos Aires entre 1810 y 1813”, Cahiers des Amériques latines N° 10. L’Amérique latine face à la Révolution française. L’héritage révolutionnaire : une modernité de rupture, Paris, IHEAL, 1990 ; Juan Ortiz Escamilla, “La ciudad amenazada, el control social y la autocrítica del poder. La guerra civil de 1810-1821”, en La ciudad y la Guerra, Relaciones. Estudios de historia y sociedad, N° 84, otoño 2000, vol. XXI, El Colegio de Michoacán, pp. 13-58. Para un balance general, ver Véronique Hébrard, “La ciudad y la guerra en la historiografía latino-americana (siglo XIX)”, Anuario Americanista Europeo, REDIAL & CEISAL, N° 1: Escribir la ciudad latinoamericana. Miradas Cruzadas, Paris, IHEAL, 2003, pp. 41-58. http://www.red-redial.net/revista/anuario-americanista-europeo/article/view/61.

6 Véronique Hébrard, “Ciudades y guerra civil en la Independencia de Venezuela (1812-1823)”, Tiempos de América, N° 10, 2003, pp. 99-108.

7 Jean Nicolas, “Ville en révolution et identité politique”, en Benoit, Bruno (dir.), Ville et Révolution française, Lyon, Institut d’études politiques de Lyon/Presses universitaires de Lyon, 1994, p. 16.

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Tal importancia de la ciudad, del pueblo, en tanto entidad administrativa e identitaria adquiere de hecho una fi sonomía singular cuando estalla la guerra de independencia propiamente dicha. Es debido a la función misma del espacio urbano y a la imbricación del elemento armado en su conformación y estructuración, pero también en el caso venezolano, a las modalidades de la aplicación de la política de pacifi cación por Monteverde que reactiva esta jerarquía de los honores. En este sentido el geógrafo A. Musset subraya que durante el período colonial “tal como todo bueno aristócrata la ciudad enarbola sus títulos, sus blasones y armas” y “reivindica el estatuto de villa, o el de ciudad”. Heredada de España, “esta práctica se dobla en América de cualidades específi cas donde ya el confl icto estaba presente en la medida en que su honor podía acrecentarse en virtud del recuerdo de una lucha heroica contra los Indios”8. Si « el otorgamiento por la Corona de títulos y blasones permitió jerarquizar los centros urbanos fondados en el Nuevo Mundo y establecer un sistema que, a pesar de numerosos trastornos, no fue desmantelado por el acceso a la independencia”9, podemos sin embargo considerar que hubo una fuerte tentativa de renegociación de esas jerarquías, por lo menos a nivel interno, en función del compromiso en un campo u otro, pero también de las autoridades presentes. Se debe por parte al hecho que la ola de lealtad que sacude a Venezuela a partir de la primavera de 1808 vuelve a dar a “los pueblos un papel de primer plan que los Borbones les hicieron perder. Las ciudades vuelven a ser el primer lugar político”10, favoreciendo una modifi cación de las reglas del ennoblecimiento. En este sentido un gran número de distinciones son pedidas u otorgadas, en función de su actitud leal, a ciudades “que contribuyeron a los esfuerzos fi nancieros que exigían la situación en España”, que “alistaron tropas y combatieron a los independentistas” o a otras porque se “abstuvieron de tomar partido”11.

8 Alain Musset, “De Séville à Lima : villes identiques ou villes en quête d’identité ?”, en Alain Musset; Pablo Emilio Pérez Mallaína (dir), De Séville à Lima, en Villes en parallèle N° 25/avril 1997, Université de Paris X-Nanterre, 1997, p. 24.

9 Ibid., p. 25.10 Marie-Danielle Demélas-Bohy; Julián Montemayor, “Noblesses citadines, de l’Espagne à

l’Amérique”, en Alain Musset; Pablo Emilio Pérez Mallaína (dir), De Séville à Lima, op. cit., pp. 90-91.

11 Ibid., p. 91.

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Esta práctica de los “donativos patrióticos” por numerosas ciudades venezolanas, en particular en 1808-180912, no se interrumpe después de la formación de la junta de gobierno en abril de 1810. En este sentido, Lucena-Salmoral señala que encuentro en los archivos mención de tres donativos en 1810, el primero procedente de Puerto Cabello, el segundo efectuado en junio por el marqués de Casa León y que salió por el puerto de La Guaira y el tercero, hecho por la ciudad de Cumaná y que llegó en Cádiz en septiembre13. Ahora bien, estos donativos, hechos en especies o en dinero, originaron a veces el otorgamiento de nuevo escudo en el cual fi guras vinculas a la guerra están presentes.

En Venezuela, y eso me parece importante para entender lo que pasó en el marco de la guerra que estalla después de la llegada de Monteverde para “pacifi car” la Capitanía General de Venezuela, el proceso que desemboca en la proclamación de la independencia es concebido de manera concéntrica, a partir de Caracas, ciudad-faro y madre de la revolución, hacia las otras ciudades de la Capitanía y luego hacia América, para formar una confederación continental. Pero, desde luego, y porque Caracas quiere erigirse en epicentro del movimiento, en tanto sede de la Capitanía, ciertas ciudades, particularmente Coro, Maracaibo y Guayana, se niegan en prestarle obediencia. Por esta razón están excluidas de la primeras elecciones que tuvieron lugar a partir de julio de 1810 para formar el Congreso constituyente y luego, estas ciudades “rebeldes” no reconocen la independencia proclamada el 5 de julio de 1811 ni la primera constitución publicada en diciembre del mismo año. En este sentido, un hombre que se auto titula como el “mas fi el vasallo de SM, natural y ciudadano de Maracaybo, quejándose del despotismo del Gobernador D. Pedro Ruiz de Porras nombrado por el Consejo de Regencia y de su falta de respecto hacia un pueblo que manifi esto desde el inicio su “constante fi delidad”, dice que Monteverde quiso justiciar a los “sospechosos de ser adictos al sistema de Caracas”14.

12 Ver, sobre este aspecto, uno de los pocos trabajos consagrados a este tema: Manuel Lucena Salmoral, “’El donativo patriótico’ hecho por Venezuela a España para ayudar a sufragar los gastos de guerra de independencia peninsular”, Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Caracas), Tomo LXI, enero-marzo de 1978, N° 241, pp. 3-20.

13 Ibid., p. 7.14 Carta de Manuel Suárez, Maracaibo, 21 de Mayo de 1812. AGI. Sección V. Gobierno. 14°

Caracas, 4. Consejo y Ministro. Legajo 385, documento N° 348. El subrayado es nuestro. En todas las citas conservé la ortografía original.

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Estas líneas de fractura, a veces enraizadas en discrepancias anteriores15, se refuerzan a favor de la guerra e inciden en la reconfi guración del territorio a partir de 1817, pero sobre todo durante el periodo de la República de Colombia, en particular en términos de identidades urbanas.

De hecho, tal como lo veremos en la última parte del articulo, Venezuela consigue, en 1829, a separarse de la República de Colombia, gracias a movimientos que se organizan a partir de ciudades que federan su acción para la reconstitución de la Antigua Venezuela, valiéndose de su compromiso pasado en tanto ciudades patrióticas.

Las ciudades enemigas: nuevos repertorios de la identidad colectiva

El inicio de la guerra cristaliza esta renegociación de las jerarquías del honor, en la medida en que, desde este momento, la ruptura entre las ciudades patriotas y las ciudades que permanecieron (o se tornaron) leales se manifi esta en un doble registro: los hechos de armas y el nivel más simbólico de una reivindicación de un título que corresponda a su compromiso en el confl icto. Podemos considerar que la guerra es también una guerra de los honores y de símbolos que alimentan el confl icto civil en la medida en que, en una guerra civil, tal como a nivel individual, a nivel colectivo de una ciudad, “difícilmente se puede quedar neutro”16.

Si antes de la guerra, las ciudades que manifestaron su oposición al proyecto impulsado desde Caracas fueron acusadas por las nuevas autoridades de “traidores”, de “facciosas”, y de amenazar la unidad de la nación recién nacida, con la llegada de la tropas de pacifi cación a inicio de 1812, se vuelven las “buenas” ciudades desde las cuales las tropas realistas emprenden la

15 Ver al respecto Elina Lovera Reyes, De leales monárquicos a ciudadanos republicanos. Coro, 1810-1858, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 2007; Zulimar Maldonado Vitoria, “Las ciudades disidentes durante la independencia de Venezuela: el caso de Maracaibo”, [en línea], Revista de Ciencias Sociales (Maracaibo), Vol. 11, N° 1, abril 2005, 17 pp.

16 Jean-Clément Martin, “Introduction”, en Martin, Jean-Clément (resp.), La guerre civile, entre histoire et mémoire. Colloque d’octobre 1994, Nantes, Ouest Editions, Enquêtes et Documents N° 21, 1995, p. 14.

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“reconquista” del territorio venezolano. Reconquista tanto más simbólica que empieza en el marco de los terremotos que sacuden el territorio en marzo de 1812, provocando la muerte de millares de personas y dando lugar a interpretaciones que tienden a ilegitimar la empresa de los patriotas en la medida en que es visto como una punición divina frente a los trastornos políticos introducidos desde abril de 181017.

Además, y reforzando esta dimensión simbólica del “desastre”, de un punto de vista militar son sobre todo las fuerzas patriotas que sufren pérdidas, en particular el batallón de línea de Caracas, en cambio las tropas las ciudades leales, Coro y Maracaibo, sufren menos pérdidas. Este aspecto tiene, entre otros consecuencias, que ciudades y pueblos patriotas piden auxilios a las tropas realistas.

Luego, cuando Monteverde inicia su justicia de excepción para condenar a los patriotas18, muchos prisioneros son enviados a las ciudades “históricamente” leales, a la vez para alejarlos de los focos patriotas y, sobre todo, de Caracas, dando fuerza simbólica a la condena. Lo podemos percibir leyendo las quejas de ciertas familias y las críticas de algunos de los jueces que fi guran en los juicios por infi dencias contra las personas acusadas o sospechosas de haber sido favorables a los “revolucionarios”, pero también en los escritos de los miembros de la Audiencia. Estos últimos denuncian no solamente el funcionamiento errado de esta justicia de excepción, pero también esta práctica de desplazamiento arbitraria y errática de los prisioneros:

Entregados los pueblos del Gobierno en los Tenientes, Alcaldes, y Cabildos que nombraba el mismo Gefe militar que comandaba la tropa, se procedia por informes exactos, o inexactos, a la prision de los que se reputaban insurgentes, los quales eran enviados desde luego sin mas formalidad, ni mas proceso a Coro, u otro pueblo seguro de los ya pacifi cados : se embargaban sus bienes, por lo general sin inventario,

17 Ver los trabajos muy sugestivos de Rogelio Altez sobre el tema, en particular : El Desastre de 1812 en Venezuela. Sismos, vulnerabilidades y una patria no tan boba, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello-Fundación Empresas Polar, 2006 y Si la naturaleza se opone… Terremotos, historia y sociedad en Venezuela, Caracas, Editorial Alfa, 2010.

18 Ver Inés Quintero; Angel Rafael Almaraza, “Autoridad militar vs. legalidad constitucional. El debate en torno a la constitución de Cádiz”, Revista de Indias, vol. LXVIII, N° 242, 2008, pp. 181-206.

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o con inventario muy diminuto: se depositaban en personas sin responsabilidad conocidas ; y en éste estado permanecian los reos, sin que nadie volviese a hacer memoria de ellos si no tenian valedores que agitasen sus acusas [sic], o su libertad.19

Además, estas prácticas alimentan, por parte de las personas y familias afectadas por estos “destierros” como se llaman a veces estos desplazamientos20, una visión muy negativa de las ciudades leales que tendrá mucho peso después de la guerra.

Más realista que el Rey…

Es en este contexto de violencia que se formulan estas reivindicaciones de títulos de parte de las ciudades leales. ¿Cómo podemos captarlas, y que forma adoptan? Por una parte, hay reivindicaciones circunstanciales, encontradas por casualidad en el archivo, en particular a través de ciertos testimonios en la Causas de Infi dencias; y en este caso se parecen a un relato.

Es el caso del juicio de un Alférez, acusado de acciones a favor de los patriotas y cuyas declaraciones atentaron contra el honor de la ciudad de San Juan de Payara (en la provincia de Barinas)21. Ciudad que reivindica su actitud siempre leal y que resistió a los ataques de los patriotas en 1813.

De hecho, este alférez, llamado Antonio Colon es juzgado porque proyectó, según las acusaciones de Auto, asaltar con los hombres de su compañía que provenían de San Juan de Payara, la ciudad de San Fernando Apure después de la derrota de las tropas del Rey en Carabobo. Éste niega los hechos, acusando 19 Carta de los Ministros de la Audiencia, Nueva Valencia, 9 de febrero de 1813. AGI. Sección

V. Gobierno. 14° Caracas, 4. Consejo y Ministro. Legajo 437A, documento N° 372.20 Es el caso de un comisario de la Regencia, cuando afi rma que, cuando en las provincias orientales

las injusticias “hacian difundir por todas partes el descontento, infl amando los espiritus de las venganzas”, “en Caracas seguian con mas furor las proscripciones, carceles y destierros”. Pedro de Urquinaona y Pardo, Relación documentada del origen y progresos del trastorno de las provincias de Venezuela, hasta la exoneración del Capitán General D. Domingo Monteverde... Diciembre de 1813..., Madrid, 1820, pág. 81. Archivo Restrepo, Rollo 12, vol. 29.

21 AGN-Causas de Infi dencia (Revolución y Gran Colombia, sec. 5). Tomo XXIV, 1814. Expediente 8. “Contra el Alferez Antonio Colon, vecino del Pueblo de Achagua”, Achagua, 1814, fol. 458-490.

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los ofi ciales de su compañía de estar al origen de este proyecto, y considerando que la causa de su prisión “es por una calumnia que le han imputado algunos enemigos suyos del Pueblo de Payara” del cual es vecino22.

Frente a la difi cultad de establecer la verdad, y sobre todo porque las acusaciones de Colon insultan el honor de un pueblo y sus habitantes que siempre fueron leales, Juan Gallardo “Teniente Justicia Mayor y Comandante de este Pueblo de San Juan de payara y Jues Comandante por el Govierno de esta provincia” manda se procede a una información secreta “sobre los sujetos que [Colon] indica en su declaracion”23.

Unos de los testigos indica que los sujetos acusados por Colon, “lejos de ser inclinados (…) en la causa de los insurgentes save que asi ellos como los demas de este Pueblo han sido afectos al Gobierno del Soverano como que (…) han servido con mui buena voluntad a la causa española con sus personas y vienes (…)”, declarándose el mismo como uno de los que sirvieron esta leal causa24.

Del mismo modo, el testigo Juan Agustín Base, vecino de Payora, interrogado sobre la acusación hecha por Colon según la cual los miembros de la Compañía de Blancos de la ciudad serían “amantes a la causa de los Insurgentes revolucionarios”, indica de manera sugestiva en relación con la identidad de la ciudad y sus habitantes:

Que no puede creer por ninguna manera que en la Compañia de Blancos haya avido ni sido amantes a la causa de los Insurgentes revolucionarios, por que aquí nunca han tenido mesclados los vecinos con ese infame gobierno sino que todos han sido volunarios a la causa justa de nuestro soverano (…).25

Un otro testigo precisa que “tanto el esquadron de blancos como el de los pardos de este Pueblo, unos y otros siempre han sido y son muy adictos a defender la justa causa de nuestro soverano”26.22 Ibid, “Comparución de Antonio Colon, Puerto Cabello”, fol. 478.23 Ibid. Juan Gallardo “Teniente Justicia Mayor y Comandante de este Pueblo de San Juan de

payara y Jues Comandante por el Govierno de esta provincia, 19 de octubre de 1814”, fol. 463.

24 Ibid., “Declaración de D. Antonio Fortoledo”, fol. 464.25 Ibid., “Declaración de D. Juan Agustin Baes, vecino”, fol. 465-466.26 Ibid., “Declaración de Juan Francisco Alvarado, de este vecindario”, fol. 471-472.

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Finalmente, en virtud de los resultados de esta información secreta que el mismo requirió, Juan Gallardo pide que los vecinos de Payara sean distinguidos por el gobierno. Empieza entonces el relato de la ciudad, de cierto modo su Hoja de servicio, relato del coraje de sus habitantes y de sus méritos, mencionando, diferentes acontecimientos signifi cativos. Primeramente, cuando supieron la llegada del jefe realista Yañes, “al puerto de dicho San Fernando ninguno estubieron mas prontos que los de este vecindario para contribuir con que socorrer las tropas que dicho señor trahia, supliendo hasta con la cantidad de 50 mil y pico de pesos en efectivo, y despues aca no han cesado de dar quanto han podido y aun voluntarios han dado sin pedirles”. En segundo lugar menciona que cuando los patriotas entraron en el pueblo, “se les acabe de experimentar la verdadera adiccion a la justa causa, pues aun habiendo sido persuadidos por ellos no quisieron condecender, antes por el contrario resistieron fuertemente para no ser imbadidos, ni perturbados del sistema español”27. Ahora bien, dice, en este momento crítico, cuando incluso el Fiscal había huido, “no hubiera tenido nuestro General D. José Yañes quietud ninguna pues le faltaban los auxilios de la Provincia y solo este Pueblo fue capaz de sostenerlo y resistir a los Insurgentes”. Concluye su auto pidiendo, en reconocimientos de tales pruebas de lealtad y coraje, que el “Gobierno los singularisasen como leales vasallos”28.

Por otra parte, existen reivindicaciones más formales que tienen efectivamente por objetivo obtener un reconocimiento. Durante este período, se trata sobre todo de escritos que las autoridades municipales dirigen a las autoridades superiores en el territorio venezolano, o directamente a la Península. Testimonios tanto más preciosos que durante estos años de guerra la prensa es casi inexistente.

Unos de estos textos, fechados de mayo y octubre de 1813, emanan del Jefe Político de la provincia y del Ayuntamiento de la ciudad de Cumaná. Su redacción ha sido motivada por la decisión de la ciudad, después de la Capitulación de San Mateo, en julio de 1812, de reconocer las autoridades peninsulares, pero también por la mala interpretación que se hizo de esta decisión. En efecto, los representantes locales niegan que la rendición sea 27 Ibid., Juan Gallardo, San Juan de payara, 26 de octubre de 1814, fol. 473-474.28 Ibid.

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únicamente considera como una consecuencia directa de la Capitulación o de la llegada de los emisarios de Caracas enviados por Monteverde. Según ellos, es más bien la unión de todos los habitantes de la ciudad contra el gobierno revolucionario que permitió esta vuelta a la obediencia de la Metrópoli.

(…) han sido y son incesantes las quejas y los clamores tanto de algunos Españoles Europeos, como de muchisimos hijos de este propio Pais, a cuyo valor y denuedo junto con porcion de circunstancias se debe la rendicion de esta Capital y Provincia a la obediencia de la Metropoli, y segun dicen los mismos y la voz publica y general de toda la ciudad de ningun modo a la capitulacion, y mucho menos a D. Joaquin Garcia Jove, y Doctor Don José Maria Ramirez, los dos Emisarios que remitio aqui el Pacifi cador de Caracas Don Domingo Monteverde.29

Pero esta redición, se debe también al sostén de los pueblos de los alrededores, incluso a los Pueblos de Indios, durante el ataque al Parque de la ciudad, así como a los donativos que permitieron esta victoria por las armas contra el gobierno patriota.

Todos contribuyeron con quanto podian a mantener el Parque listo de todo como el Administrador de Correos Don Antonio Aldecochea que daba las luces y cargaba el Agua, Don Alonso Ruiz, D. Pedro Franco, y D. Juan Alancon? que mandaban carne, Don Yeracino Leyva algunos reales y los mismos Ruso y Chaves que gastaron lo que tenian siendo unos probrecitos para conseguir casabe, el pescado, la galleta y tambien en hacer regalos? a la gente para mantenerla contenta, y por fi n a la medio dia del veinte y tres de Agosto se puso el Pabellon Español.30

Es la razón por la cual el Jefe Político se hace el porta-voz de esos hombres que combatieron y se quejan que este acto heroico, verdadera prueba de lealtad no ha sido todavía recompensado:

29 “El Señor d. Andres Level Gefe politico de esta Provincia, Cumaná a ocho de Mayo de mil ochocientos trece”. AGI. Sección V. Gobierno. 14° Caracas, 4. Consejo y Ministro. Legajo 437A, documento 308.

30 “En la ciudad de Cumaná a once de Mayo de mil ochociento trece comparecio Dn Francisco Antonio Aza Recepto de Alcavalas de esta Capital”. AGI. Sección V. Gobierno. 14° Caracas, 4. Consejo y Ministro. Legajo 437A, documento 308.

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Los bravos intrepidos y leales Españoles y Americanos que tubieron la energia y valor necesarios para hacer rendir al Poder Executivo intruso de esta ciudad (...) se quexan de ser estos unos hechos que yacen en la obscuridad y en las tinieblas.31

Finalmente, a través de esta reivindicación de un titulo ofi cial de ciudad leal, se trata de hacer todo lo posible para que este acto de valentía y lealtad hacia la Corona española se vuelva un acontecimiento y sea reconocido como parte de los Anales de la patria.

En este sentido, hay que subrayar que las primeras ciudades leales son las que más quieren contar de qué manera debieron y supieron resistir a los asaltos y a la mala infl uencia de las ciudades patriotas. Es en particular el caso de Guayana y Maracaibo, que se consideran tanto más amenazadas que las dos están situadas en las periferias del territorio. Son muchos los textos colectivos de estas dos ciudades que, en efecto, testimonian de esta voluntad de dar conocimiento de su compromiso y contribución a la pacifi cación de su región.32

Uno de ellos, redactado por el ayuntamiento de Guayana, del mes de julio de 1813, es muy signifi cativo de esta dinámica. Dirigido al Secretario del Despacho del Gobierno de Ultramarina, establece un balance de la situación de la ciudad y de la provincia desde 1810.33

Se quejan en primer lugar de la mala infl uencia de los extranjeros de las islas vecinas que, según ellos, difunden noticias subversivas, verdades amenazas al orden público y que serían en parte responsable de la sublevación de las provincias venezolanas en 1810.34 Quizás lo más interesante en este 31 “El Señor d. Andres Level Gefe politico de esta Provincia, Cumaná a ocho de Mayo de mil

ochocientos trece”, op. cit.32 Numerosos son los documentos de este tipo, cuyos títulos son en si mismos muy signifi cativos. Por

ejemplo: Breve resumen de los esfuerzos hechos por la provincia de Coro desde el 19 de abril de 1810 hasta la pacifi cación general de Venezuela, que se da al público con solo el objeto des (sic) desvanecer qualesquiera ideas contrarias que se hayan podido formar en vista de los ofi cios insertos en las gazetas del gobierno de 1°, 3 y 6 de octubre último, Cádiz, en la imprenta de Figueroa, 1813, 14 págs. BNE.

33 AGI. Sección V. Gobierno. 14° Caracas, 4. Consejo y Ministro. Legajo 177, documento 279.34 Sobre la difusión el la región de la revolución haitianas, ver en particular: Alejandro E.

Gómez, “Las revoluciones blanqueadoras  : elites mulatas haitianas y ‘pardos beneméritos’ venezolanos y su aspiración a la igualdad, 1789-1812”, Nuevos Mundos, Coloquios 2005, [en línea]. http://nuevosmundo.revues.org/868.

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documento es la manera de la cual hablan precisamente del extranjero, el Otro, de esos hombres sin religión que se introdujeron en la provincia por los puertos y “seducieron” una ciudad ya sometida a la infl uencia nefasta de “los independentistas” y “del vulgo”. Dentro de esta nueva jerarquización entre buenas y malas ciudades, el estatuto de ciudad-puerto, como espacio de peligro y muy permeable otorga a la provincia tanto mas mérito por su lealtad pues,

(...) las máximas perniciosas de que los extrangeros de estas colonias inmediatas están imbuidos, en todos tiempos han relaxado las costumbres religiosas de estos habitantes, y han infundido en muchos de ellos un espiritu inquieto, y un anhelo de separacion de la obediencia y reconocimiento del soberano legitimo y de la Nacion de que son parte integrante35.

En cuanto a Maracaibo, una de las primeras ciudades leales, hace oir su voz en ocasión de la nominación de su nuevo gobernador por el Consejo de Regencia. Pide que sea revocado en la medida en que, desde su llegada en diciembre de 1810, alimentó un clima de confl icto y sospecha, “inventando” incluso según Manuel Suárez, ya citado, una conspiración en la ciudad, cuyo objetivo hubiera sido,

[elaborar] planes los mas sanguinarios, como eran los de incendiar toda la Ciudad, asesinar al Gobernador y a todos los Europeos, cortar los pechos a las mugeres de estos con otro desatinos semejantes que no ha dejado de creer parte del vulgo incauto y sencillo pero que los mas han mirado como una seqüella de la perversa maximas de desunion y de discordia que ha adoptado este Gefe desde los principios de su Gobierno siendo asi que para desacreditar tan enormes envectivas y calumnias, basta saber que a ninguno de los presos se les ha encontrado armas, preparativos ni papeles que dieran la menor idea del crimen que se les atribuye.36

Estas acusaciones de parte de Gobernador les permitirían justifi car, según Suárez, su política rigurosa, incluso de terror. Negando estas acusaciones Suárez pone al contrario en evidencia la actitud siempre leal de Maracaibo que 35 AGI. Sección V. Gobierno. 14° Caracas, 4. Consejo y Ministro. Legajo 177, documento

279.36 Carta de Manuel Suárez, Maracaibo, 21 de Mayo de 1812, op. cit.

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“desde que la ciudad de Caracas en 19 de Abril de 1810 estableció su lobrego, torpe y despreciable sistema de govierno, aunque a nombre de nuestro amado y cautivo Rey el Sor Dn Fernando 7° nunca pudo, por mas que se esforzaba en sus argumentos y sofi smas, alterar, en lo mas minimo, la constante fi delidad de este Pueblo, siempre sin intermision el mas leal desde su existencia”.

Admite que, durante un tiempo, algunos pudieron ser seducidos por el “sistema de los insurgentes”, desde que, por parte de los autores de esta “insensata revolucion”, “se denegaron el reconocimiento y obediencia de la Soberania nacional de las Cortes Generales extraordinarios, atacando criminalmente la autoridad, legitimidad y legalidad del Cuerpo constitucional, mas autorisado, lexitimo y legal de quantos hasta ahora han existido sobre la tierra, destruyendo sus mismos principios, y faltando a las promesas que tantas veces manifestaron”. Sin embargo, afi rma:

(...) despues de la tercera época, que fue la publicacion infamante de su independencia, se acabaron en Maracaybo aquellos encontrados partidos, todos sin excepcion se llenaron de entusiasmo por su Rey y por su Nacion, como de odio y furor contra los procedimientos de Caracas, considerando ya por muy necesario el uso de las armas, respecto a que no habian bastado los requerimientos y amonestaciones pacifi cas.37

Suárez concluye diciendo que no se puede creer en las sospechas de este gobernador en contra de una “ciudad fi el” donde no existe “un solo individuo que no reconozca la legitimidad, y obedezca la soberania de VM en su Augusto Congreso de Cortes, a excepcion del Gobernador D. Pedro Ruiz de Porras” y cuyos hombres se alistaron voluntariamente, incluso en los cuerpos de milicias de otras ciudades para ayudar a su rendición. Estas acusaciones del gobernador y de “ciertos enemigos de la gloria de Maracaybo” de no tienen pues otro objetivo “desacreditar la fi delidad de un pueblo tan leal a su Soberano como obediente a sus Gefes”.

Cual que sea la forma que toma la reivindicación de lealtad, es interesante notar que prevalece siempre la idea de frente unido, únicamente amenazado por elementos “exteriores”. Se percibe muy bien en el caso de Guayana en

37 Ibid.

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1812 tras la demanda de honores para la ciudad formulada a las autoridades peninsulares.

Descubrí este pedido y su motivación en una carta fechada del mes de abril de 1812, escrita por el capitán de la Compañía de milicias de Infantería de Pardos Tiradores Voluntarios de Fernando 7°, José Fermin Florencio Solá, originario de Guayana38. En esta carta, hace el relato de “los acaecidos de esta Provincia con la cruel ostilidad de las Provincias Insurgentes de Caracas, Cumaná, Barcelona y Barinas; por quienes se ha visto invadida por mar y tierra la triste, y fi el Guayana”. Además, según el, la victoria, a pesar de la inferioridad de las tropas de la ciudad, fue posible gracias a la unidad de todos los habitantes y al haber escogido como santa patrona de la ciudad la Soberana Reyna de los Angeles Ma Santisima, bajo el titulo del Carmen; Santa en honor de la cual una misa fue celebrada así como una procesión en la ciudad. Después de la victoria, pide por consiguiente al Capitán General de ayudarlos fi nancieramente para que sea posible organizar una nueva misa de agradecimiento. Concluye su carta diciendo:

(…) suplica rendidamente a VM se signe mandarla establecer, y costear de las Caxas Nacionales en las mismas circunstancias que se hizo en reconocimiento y gratitud de tan singular gracia, y benefi cio concedido a esta fi delisima Ciudad, y sus habitadores, que la han sostenido y sostendran con su sangre, baxo el debido dominio de VM, de quien no dudan obtener esta gracia, que a nombre de todos rendidamente pide a VM el Suplicante.

En este nivel de la representación colectiva de sí mismo, se silencia las divisiones internas (a pesar de que sean sobresalientes en particular en los juicios por infi dencia) y es, de un cierto modo, en tanto comunidad urbana que se afronta a la ciudad enemiga y que se dirige hacia las autoridades realistas para obtener honores en reconocimiento de su actitud. Es en particular el caso de la ciudad de Coro que no participó al Congreso de 1811 que declaró la independencia. Ahora bien, en 1813, las Cortes Generales y Extraordinarios de España otorgan por decreto a esta ciudad “el renombre de Muy Noble y Leal: el uso de un escudo de armas con jeroglífi co alusivo a sus gloriosos hechos (…)”, en reconocimiento de su “fi delidad, patriotismo y constante adhesión 38 AGI. Sección V. Gobierno. 14° Caracas, 4. Consejo y Ministro. Legajo 385, doc N°

343.

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a la justa causa nacional (…) en las turbulencias que han afl igido a varias de las Provincias de Venezuela, a cuyas seducciones resistió siempre con la mayor fi rmeza”39.

A través de estos casos de ciudades leales que piden, de diferentes maneras, un “reconocimiento” y agradecimiento para su compromiso al lado de las autoridades de pacifi cación, podemos percibir cual es la importancia, en este contexto de guerra además, de presentarse unida frente al “enemigo”. Unidad que se construye suponiendo la exclusión/estigmatización del opositor interno y del extranjero a la ciudad. Para construir este Nosotros citadino, es preciso fabricar Otro que simboliza la alteridad absoluta.

El particularismo de los pueblos en la edifi cación de la nación

Para poder ahora cerrar el círculo, tengo que llevaros algunos años después de la guerra, en 1826-1829, durante el confl icto que opone la Antigua Venezuela a Bogotá en tanto capital de la República de Colombia. Además, estudiar este momento permite aprehender la manera como las ciudades patriotas gestionan su compromiso en tanto tales frente a las autoridades. Ahora bien en la medida en que, precisamente, esta jerarquía de los honores se “negocia” con la autoridad legítima, son las demandas de la ciudades leales (o que se volvieron leales) las que se expresan durante el confl icto. Para las ciudades patriotas, a pesar de algunas fuentes que testimonian de su actitud, hay que esperar el restablecimiento de las autoridades republicanas en 1818 et sobre todo el primer confl icto en el marco de la República de Colombia, para que aparezcan los “relatos” y “testimonios” de su compromiso de primera hora en tanto ciudad patriota. Relatos y testimonios que tienen como “función” conferir al compromiso desde el inicio del proceso una garantía de legitimidad al movimiento en contra de Bogotá. De hecho, en esta vez, es el compromiso en el bando de los patriotas que se vuelve un honor e incluso una marca de fabrica de los pueblos venezolanos. En efecto, esta crisis permite percibir de

39 Premio concedido a la lealtad de la ciudad de Coro y de sus habitantes, Cádiz a 22 de Marzo de 1813. Citado en Elina Lovera Reyes, De leales monárquicos a ciudadanos republicanos. Coro, 1810-1858, op. cit., p. 293.

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qué modo la conformación de esta jerarquía de las ciudades en función de su lealtad para con la corona o de su compromiso patriótico se inscribe en la larga duración y contribuye a dibujar y nutrir discrepancias de otro orden40.

En primer lugar hay que notar que, una vez más, las ciudades y sus municipalidades son, en tanto órganos constitucionales, al centro del dispositivo que tiene por fi nalidad de “reconstituir” la nación venezolana. Este papel central se enraíza en la tradición de una gestión y organización del territorio donde la marca del cabildo fue particularmente importante en Venezuela hasta las reformas borbónicas. Sin embargo, la historiografía, tras recordar esta importancia de la vida municipal durante el período colonial, critica la opción federal de la Primera República que hubiera contribuido al fraccionamiento de la soberanía, impidiendo el desarrollo de un sentimiento nacional. Es así que el positivista L. Vallenilla Lanz afi rma de manera muy crítica que “lo que nuestros teóricos del federalismo consideraban ingenuamente como una novedad, no tendía a otro resultado sino al de cubrir con un ropaje republicano las formas disgregativas y rudimentarias de la colonia, dándole el nombre pomposo de Estados o Entidades Federales a las Ciudades-cabildos (…), que eran entones lo que casi son todavía: pequeñas ciudades con extensas y desiertas jurisdicciones territoriales. Presumiendo de revolucionarios, reformadores, innovadores, estadistas avanzadísimos, los federalistas de Venezuela, como los de todo Hispanoamérica, no resultaban ser otra cosa que empecinados tradicionalistas”41. Ahora bien, no se puede negar la incidencia de esta estructura política que constituye el polo de referencia el más familiar. Martín Tovar, un hombre político de la época, lo recuerda para, precisamente, probar la viabilidad del sistema federal que defi ne además como un “ayuntamiento de ayuntamientos americanos, o lo que es igual, una federación de Municipalidades americanas » que además, en 1810, “hizo frente al gobierno central de Madrid, y lo venció”.42

Indisociablemente de este cuadro de referencia, los recuerdos y 40 Para un análisis más detallada, ver Véronique Hébrard, “Cités et acteurs municipaux dans la

reformation du Venezuela (1821-1830)”, Histoire et Sociétés de l’Amérique Latine, n° 5, Paris, Aleph, mars 1997, pp. 137-165.

41 Laureano Vallenilla Lanz, Disgregación e Integración. Ensayo sobre la formación de la nacionalidad venezolana, Caracas, C. A. Tipografía Garrido, 1953, p. LVII.

42 M. Tovar, A los Colombianos, Curazao, 10 de noviembre de 1829, 12 p. Fundación Boulton/Biblioteca Venezolanista. Fonds “Lord Eccles”, N° 30 (Caracas), p. 8.

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particularidades que los actos escritos por las municipalidades durante la crisis de 1826-1829 expresan para legitimar el movimiento, están directamente ligados a los acontecimientos ocurridos desde 1808 y más aun a la guerra de independencia. De allí el empeño de las ciudades que al inicio habían seguido la bandera realista, de demostrar sus cualidades y “liberarse” de su actitud pasada, dando la prueba de su legalidad participando a las acciones a favor de la separación de la República de Colombia.

Así, durante el confl icto que estalla en julio de 1824 en Puerto Cabello entre la Municipalidad y José Antonio Páez, con motivo del reclutamiento de tropas destinadas a apoyar a Bolívar en Perú, los representantes del poder civil se quejan de los poderes extraordinarios de Páez para llevar a cabo esta misión, que serían debidos a la presencia en Puerto Cabello, ciudad recién liberada, de numerosos traidores e individuos cuya adhesión a la causa republicana no estaba comprobada. Ahora bien, los representantes de la ciudad tratan de fundamentar la sinceridad de sus reivindicaciones precisamente en esta situación histórica, sin que hubiera en sus motivaciones alguna voluntad revanchista o una nueva lealtad hacia el enemigo español43. Explicaban que gracias a ese estatuto de ciudad recién liberada, se fortalecía el entusiasmo por la justicia y la libertad, permitiendo así que Puerto Cabello se pareciera a Caracas, modelo y ejemplo en esta materia. Y, en nombre de este pasado común asumido, Vicente Michelena, en su calidad de alcalde y virulento detractor de Páez, se dirige a la población para demostrar la buena fe de sus decisiones y anunciar su negativa a acatar las disposiciones de las autoridades militares. Así, evocando la promulgación de la Constitución de Cúcuta tras la liberación de Puerto Cabello en 1823, recalca:

Se renovó el Ayuntamiento, yo fui nombrado alcalde segundo y, en unión de mis compañeros cuyos nombres no son desconocidos de los antiguos compatriotas, me propuse hacer gustar a aquellos habitantes los bienes de la libertad en cuanto era compatible con la conservación de la independencia, que ha sido desde el 19 de Abril de 1810 mi más constante anhelo.44

43 “Acta y acuerdo de la Municipalidad de Puerto Cabello, 4 de septiembre de 1824”, en J. F. Blanco y R. Azpúrua, Documentos para la historia de la vida publica del libertador de Colombia, Perú y Bolivia, Caracas, impr. de “la Opinión nacional” , 1875-1877, tomo IX, p. 380.

44 “El ciudadano Vicente Michelena, alcalde ordinario del cantón de Puerto Cabello, a sus conciudadanos, 20 de diciembre de 1824”, en ibid., p. 383.

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Al contrario denuncia la falta de experiencia de esos militares que pretenden sustituirse a su autoridad, afi rmando que “estos errores eran apoyados por hombres nuevos en la Revolución, que están tan poco instruidos en los asuntos civiles como el señor Cala (…)”45.

Con la agitación suscitada por el decreto sobre las milicias en 1825, y para apuntalar la denuncia de las prácticas del gobierno de Bogotá, se vuelve a hacer referencia al papel jugado por Caracas en 1810. Luego, cada una de las ciudades justifi có su adhesión al movimiento de Valencia de abril de 1826 con la posición que habían asumido junto a los patriotas durante la primera República y la guerra. Así, aunque las quejas formuladas por las Municipalidades que apoyaban la decisión y las propuestas de Valencia fueran básicamente idénticas, un análisis cuidadoso de cada uno de estos actos revela que las adhesiones se legitimaban recurriendo, esta vez y en este preciso contexto, a la fi gura de José Antonio Páez y a su papel en la liberación de las últimas plazas fuertes asediadas tras la victoria de Carabobo del 24 de junio de 1821 y, más aún, a su papel como jefe (e hijo) de los llanos también liberados por él, cuyos habitantes se habían distinguido luego por su ejemplar patriotismo. Es el caso de la villa de Calabozo que justifi caba con estos términos su apoyo a Páez:

[…] necesitamos más de él, tanto por su valor acreditado, celo patriótico, pericia militar y local, cuanto por el grande ascendiente, respeto y subordinación que le deben estos Departamentos, principalmente los pueblos de los llanos, que le aman y que sin su presencia se creerían en una total orfandad […].46

En el Departamento de Apure otras Municipalidades, a ejemplo de la de Achaguas, recuerdan su apoyo a Páez en la liberación del país, y además los perjuicios causados por los combates y la sangre derramada en esta región, cuyos habitantes no han sido indemnizados, pese a las promesas hechas por el gobierno:

Los apureños bastantemente penetrados de los deberes a que están llamados por el orden natural, creen que por ningún título deben permanecer por más tiempo bajo una administración de gobierno que

45 Ibid.46 “Acta de la ciudad de Calabozo, 4 de mayo de 1826”, Memorial de Venezuela, N° 5, 10 de

julio de 1826.

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hasta ahora ninguna ventaja les ha proporcionado, después de tantos sacrifi cios por la libertad de Colombia, que sin exageración puede decirse han tenido una parte muy activa para ello […]. La amistad, el respeto y la consideración hacia S. E. el Benemérito General José Antonio Páez , jamás podrán desaparecer del corazón de los apureños, pero no es esto lo que ha vendado los ojos de los apureños, ellos bien claro han palpado la poca consideración a sus servicios.47

El propio Páez hace referencia a la singularidad de Caracas en junio de 1826, tras justifi car la creación de una milicia nacional:

Permaneced en unión, y nuestra dicha es cierta: justifi quemos nuestra causa con nuestra propia conducta, y hagámosnos con ella acreedores a los derechos que reclamamos: recorred la historia de vuestro nombre [de habitantes de Caracas] y ella bastará para inspiraros los más elevados y gloriosos sentimientos.48

Pero en 1826, es sobre todo la isla Margarita que se refi ere al período de la guerra contra los españoles para demostrar la confi abilidad de su adhesión a favor de Páez. Durante una reunión de la Municipalidad de los dos cantones que formaban la isla, un ciudadano toma la palabra para evocar la acogida y el asilo dados a sus “hermanos” que huyeron en 1815, y recordar todos los hechos y la valentía de los patriotas. Erigiéndose en vocero de la historia, agrega:

Se cansó la desgracia, vencieron los buenos y se rescató la patria general; entonces la justicia colocará a Margarita en la gran tabla en que el mundo admira a las Espartas y Saguntosi porque salvamos nuestros trofeos, el honor de nuestras insignias, y la memoria de nuestros padres, y el nombre y la historia y el ser entero de la patria.49

A través de sus voceros, los ciudadanos están orgullosos de haber acogido también al hombre que todavía es considerado como el salvador más eminente de la patria, Simón Bolívar, de quien se dice: 47 “Contestación. Excmo Sr Vicepresídente de Colombia, Achaguas, 8 de agosto de 1826”,

Memorial de Venezuela, N° 12, 10 de septiembre de 1826.48 “J. A. Páez. Habitantes de Caracas. Cuartel general de Caracas, 2 de junio de 1826”,

Memorial de Venezuela, N° 7, 1° de agosto de 1826.49 “Acta de la isla Margarita, Asunción, 2 de diciembre de 1826”, La Lira, n° 2, 9 de marzo de

1827.

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(…) el mundo ignora que tenemos este título al amor y a la protección de Bolívar Fue comprado con virtudes heroicas, que no tienen otro fruto que el ejemplo que producirán. Que la historia lo conozca y la fama lo extienda por todas partes, y que escrito en nuestros corazones alimente la esperanza y sostenga el patriotismo: recordémoslo todos, y repitamos cien veces: ¡viva Bolívar margariteño, viva el hijo protector y el patriarca de Margarita!50

Una vez más, esta valorización de un pasado regional, municipal, que se refi ere a la guerra de independencia, sirve a una causa más amplia (la de la patria, la de la “Antigua Venezuela” y también la de América), retomando el tema de espacio pionero. Es en particular la villa de Maracay la que se pronuncia en este sentido. Tras hacer la apología de Páez y recordar la adhesión patriota de la villa, los representantes de la Municipalidad exhortaban al Poder Ejecutivo a “no cubrir de luto un país que ha sido la cuna de la libertad, el semillero de los valientes, el modelo de los hombres heroicos, y por fi n el que dio la primera luz al inmortal Bolívar, al padre de la patria”51. En este texto subyace la idea de que sin el impulso dado por Venezuela, y sobre todo por algunas ciudades y regiones, pero también sin las acciones heroicas de sus padres (Bolívar y Páez), no se habría conseguido liberarse de la Península. Al mismo tiempo, esa memoria reciente puesta al servicio de la defensa de un territorio confi rma los vínculos que unen las ciudades patriotas y las de Nueva Granada. Por consiguiente, tienen una memoria común relacionada con la guerra, sus glorias y sus desgracias, lo cual, en defi nitiva, rebasa el marco nacional, dando toda su fuerza a la observación de M. Tovar cuando, estableciendo un paralelo entre los dos procesos, afi rma de manera sugestiva para nuestro análisis, que “una federación de Municipalidades colombianas enfrentará al gobierno de Bogotá y lo vencerá. Tal es la fuerza del federalismo”.52

Las ciudades que representaban los dos cantones de la isla Margarita, Asunción y Porlamar, se manifi estan también en este sentido en 1828. Sus vecinos, tras atribuirse el título de “eminentes patriotas” deseosos de mostrarse

50 Ibidem.51 “Acta de la Municipalidad de Maracay, 4 de marzo de 1826”, Memorial de Venezuela, N° 5,

10 de julio de 1826.52 M. Tovar, A los colombianos, op. cit., p. 8.

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dignos del “distinguido lugar que deben tener en la historia de la independencia Sudamericana”53, justifi can su adhesión a los principios de plenos poderes e integridad territorial, afi rmando:

Margarita, que entrevé estos designios, que prevee estos males, y que quiere conservar la inmarcesible gloria de haber sido la primera provincia de Venezuela que opuso los generosos pechos de sus hijos a la formidable expedición española que debió sojuzgar la América del Sur; la que sin ajenos auxilios destruyó las huestes íberas atrincheradas en su rudos peñazcos; y, en una palabra, la que levantó sobre los cadáveres españoles la bandera de la República; no puede consentir en que la obra grandiosa del patriotismo sea destruida por el genio de la codicia y de la torpe ambición.54

Se daba así una común reivindicación de las diferentes ciudades, unidas por su voluntad de reemplazar el poder de Bogotá por un gobierno encargado de redactar un texto constitucional adecuado. Con la formulación de estas peticiones y reivindicaciones emanadas de los pueblos y ciudades, para que se considerara la modifi cación del funcionamiento de la República de Colombia, se percibe muy bien la fuerza del sentimiento de pertenencia local nacido del arraigo histórico, de la práctica resultante de ello, pero sobre todo de la memoria vinculada al papel jugado por Venezuela al inicio del proceso y más aún de los compromisos de las entidades urbanas durante la guerra civil de independencia.

A manera de conclusión, me gustaría subrayar que, a mi modo de ver, este tipo de investigación permite aprehender de manera original lo difícil que fue el proceso de construcción de la nación, cuestionándolo desde la redefi nición de las identidades urbanas, que se dieron lugar debido a la guerra de independencia, y de su pertinencia para los actores de la época. Permite percibir una geografía de las pertenencias impregnada por la guerra y durante

53 “Representación de los vecinos de Margarita al Excmo Sr Jefe Superior de Venezuela. Margarita, 26 de marzo de 1828”, El Voto de Venezuela, o colección de actas y representaciones de las corporaciones civiles, militares, los padres de familias de los Departamentos de Venezuela, Maturín y Orinoco, dirigidas a la gran Convención de Colombia y a S. E. el Libertador Presidente sobre las reformas, Caracas, Devisme, 1829, p. 228.

54 Ibid., pp. 229-230.

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la cual se dio la ocasión de afi rmar o reafi rmar su propia identidad de ciudad, su papel y presencia en los cuadros urbanos que se sucedieron durante este momento de mutación profunda; pero que obedecen todos a esta jerarquía de los honores, tan fuerte desde el período colonial y que dejó huellas incluso en el periodo contemporáneo, tal como lo analiza A. Musset cuando afi rma que “la escala de los valores urbanos se mide frecuentemente al rango ocupado por la ciudad en la jerarquía de los antiguos códigos de nobleza”55.

55 Alain Musset, “De Séville à Lima : villes identiques ou villes en quête d’identité ?“, op. cit., p. 25.

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Jo-ann Peña Angulo Profesora Ordinaria de la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes (ULA). Departamento de Historia Universal. Licenciada en Historia, Magna Cum Laude. Magister Scientiarum en Ciencias Políticas, ULA. Correo electrónico: [email protected].

Recibido: 18/01/2015Aprobado: 26/02/2015

Resumen: El problema del régimen y la moral dentro del campo de las relaciones recíprocas entre Venezuela y Estados Unidos (2001-2010), se plantea a través de la re-lectura del modelo de la justicia como equidad de John Rawls. Dicha reinterpretación nos permitirá dentro del campo del conocimiento histórico y de la fi losofía política, modifi car conceptualmente los parámetros del autor y ampliar las perspectivas de estudio de la política exterior en Venezuela, intentando profundizar en la carga axiológica de los gobiernos considerados en este caso, entes morales. Es decir, poseedores de la capacidad para el conseguir el bien y la justicia. Si bien, la relación planteada régimen-moral no parece tener más que una conexión fi losófi ca, veremos cómo la moral se convierte en el elemento que atribuye, moviliza y transforma la posibilidad de un régimen político justo y bueno, tanto en política doméstica como externa. Tomando en cuenta las diferencias —propias de la naturaleza humana— se estudia y analiza cómo los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos, poseen en algunos casos similitudes en cuanto a las decisiones tomadas por ambos, pero argumentados el primero, en el socialismo y el segundo, en el liberalismo y en dónde el antiamericanismo y el anticomunismo, permiten concebir y consolidar posturas políticas

La justicia como equidad, el régimen político y las morales del siglo XXI en

Venezuela y Estados Unidos

Justice as fairness, the political regime andthe moral of the 21st century in

Venezuela and United States

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Palabras clave: Moral, régimen, política, chavismo-bolivarianismo, neoconservadurismo.

Abstract: Th e problem of the regime and the moral within the fi eld of the mutual relations between Venezuela and the United States (2001-2010), is through the re-reading of the model of Justice as fairness of John Rawls. Th is reinterpretation will allow us within the fi eld of historical knowledge and political philosophy, modify the parameters of the author- and broaden the perspectives of study of foreign policy in Venezuela, trying to deepen the axiological burden of the Governments considered in this case, moral entities. I.e., owners of the ability to get good and justice. Although the relationship posed regimen-moral doesn’t seem to have more than a philosophical connection, we will see how morality becomes the element that attaches, mobilizes and transforms the possibility of a political regime just and good, both in domestic politics and external. Taking into account the diff erences —typical of human nature— studying and analyzes how the Governments of Venezuela and United States, have in some cases similarities in terms of the decisions taken by both, but argued the fi rst, in socialism, and the second, liberalism and where anti-Americanism and anti-communism, allow conceiving and consolidate political stancesKey words: Moral, regime, chavism-bolivarianism, conservatism

Preámbulo

Más allá del ritornelo discursivo de los intereses “malsanos” o de “los siempre subyugados”, intentaremos profundizar sobre las doctrinas fi losófi cas-políticas, y la valoración moral, que movilizan y dan vida a las acciones y políticas implementadas en las relaciones reciprocas, tanto por parte de los neoconservadores en los Estados Unidos como del chavismo-bolivarianismo en nuestro país, durante el período 2001-2010. Lejos del enfoque tradicional, hacemos uso de las principales ideas de la justicia como equidad1, justice as fairness, de John Rawls2, como una forma de estudiar a los Estados y gobiernos como 1 En palabras del propio autor, fue presentada como 3 lecturas en la Universidad de Columbia

en abril de 1980. La primera de ellas titulada: “Rational and full Autonomy”, del 14 de abril; la segunda: “Representation of Freedom and Equality” del 15 de abril y la tercera “Construction and Objectivity” del 16 de abril. Todas forman parte de las “Cuartas Lecturas sobre John Dewey”.

2 Filósofo político estadounidense, autor de numerosas obras como Teoría de la Justicia (1971), Liberalismo político (1993), Justicia como equidad (2001) y expositor de conferencias citadas como “El constructivismo kantiano en la teoría moral” (1980), entre otros..

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entes morales, y poder establecer por una parte, la relación régimen político y moral en cada uno de ellos y por la otra, estudiar la posibilidad de la concepción pública de la justicia ralwsiana, es decir la prioridad de lo justo sobre lo bueno, como modelo de análisis para el estudio de las relaciones internacionales.

Cuando John Rawls habla de los dos modelos básicos de la justicia como equidad —es decir una concepción reconocida y aceptada mutuamente por todos los individuos— distingue: a la sociedad bien ordenada, well-ordered society, a la persona moral, moral person, y a la posición original, the original position, ésta última intermediaria entre ambos, y cuyo fi n es compaginar entre el modelo de concepción de una persona moral y la sociedad bien ordenada, que regulada por una concepción pública de la justicia, —la prioridad de lo justo sobre lo bueno— posee unos principios de justicia que rigen su estructura básica3 y que según Rawls, deben ser independientes de las concepciones particulares o morales del bien.

No obstante cuando hacemos referencias a los gobiernos o estados como entes morales, partiendo de la idea de la persona moral ralwsiana como aquella que posee dos capacidades morales fundamentales, una para actuar desde y no solo en concordancia con los principios de justicia y la otra para revisar y racionalmente perseguir una concepción del bien, la sociedad que estos entes morales construyen o procurarán instituir está amparada en valores morales, ideológicos, políticos y doctrinarios que no impiden que la concepción pública de justicia que ellos intentan crear esté exenta de cuestionamientos y que sea necesariamente compartida por todos los ciudadanos, sin desmeritar el esfuerzo que éstos puedan hacer para convivir en sociedad. De tal modo que los principios que dicha sociedad considere justos, en su lógico ejercicio como personas morales, no necesariamente deben compaginar con el signifi cado que el gobierno o estado como ente moral, le atribuyan al derecho que todos poseen.

Aclarado este punto, observaremos que al estudiar a Venezuela y a los Estados Unidos como entes morales, en lugar de personas morales pero con

3 “…es la forma en que las principales instituciones (esto es la constitución política y las principales disposiciones económicas y sociales) distribuyen derechos y deberes derivados de la cooperación social. Ferran Requejo y Eduard Gonzalo, “John Rawls: Logros y limites del último Liberalismo Político Tradicional.” en Teorías políticas contemporáneas, edit. por Ramón Máiz Suárez (España: Tirant Lo Blanch, 2009), 93.

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las mismas capacidades de éstas, indagaremos en las respectivas concepciones públicas de justicia de sus sociedades —venezolana y estadounidense— sean éstas bien ordenada o agregaríamos nosotros, bien ordenada modifi cada4 y en la capacidad del actuar racional5 y razonablemente6 de sus gobiernos como entes morales.

Se asume de esta forma las constantes diferencias políticas entre la concepción moral de Venezuela y Estados Unidos como producto de su propia naturaleza moral, y como elementos lógicos de la normal disensión de sus valores morales, históricos, políticos y culturales.

El régimen político y las morales del siglo XXI en Venezuela y Estados Unidos

Al intentar vincular la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela, en cuanto al problema del régimen y la moral durante el siglo XXI, hemos buscado aquellos clivajes morales que entendidos como los quiebres y fracturas de naturaleza moral, inciden en la valoración que posee el gobierno o el estado con respecto a algo o alguien, y que luego son formulados dentro de sus políticas nacionales e internacionales. En este sentido, tanto en Estados Unidos como en Venezuela, los sucesos del 11 de septiembre del 2001 y de abril del 2002, marcaron quiebres importantes tanto en los individuos como personas morales como en sus respectivos gobiernos como entes morales.

Ahora bien, ¿cuál es el objetivo de estudiar la moral interna de cada país? En primer lugar, analizar la relación de ésta con la moral de sus respectivas políticas externas, pues son las últimas, expresiones de una determinada concepción moral de la realidad y en segundo lugar, la posibilidad de estudiar las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos a través de la justicia como equidad

4 Según esto tenemos, que a la sociedad bien ordenada de Rawls, la llamaremos en algunos casos como sociedad bien ordenada modifi cada, pues no necesariamente se cumple en ella la prioridad de lo justo sobre lo bueno.

5 “Se entiende aquella acción dirigida a la satisfacción de los deseos o fi nes de un agente”. Ferran Requejo y Eduard Gonzalo, Op, Cit.,p. 94.

6 “Supone que el agente está dispuesto a gobernar sus acciones por un principio compartido de equidad.” Ibíd.

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de John Rawls. En consecuencia, haremos un ajustado ejercicio refl exivo que nos permita dibujar la concepción moral del gobierno o estado —venezolano y estadounidense— para luego compararlas en el escenario internacional no sin antes aclarar que no pretendemos imponer una especie de moral universal de la sociedad venezolana.

Observaremos que dicha mirada nos permite la posibilidad de argumentar la economía desde el punto de vista moral, pues la organización de los bienes y los medios de producción al formar parte de las actividades humanas de subsistencia, no obedecen a ningún principio de carácter fi losófi co mucho menos moral, el propio devenir histórico ha dado fe de la creación de una valoración moral, justa y buena de los distintos modelos económicos, especialmente cuando dicha carga axiológica, permite convencer —a propios y extraños— de la probidad de su aplicación.

Indagaremos así, por una parte, en una concepción eminentemente ideológica —chavismo-bolivarianismo— inserta en todos los poderes públicos del estado llegando a un control7 casi absoluto de los mismos sin pretensiones de consenso y aunado a un carácter cuasi religioso8, relacionado con las fi guras del líder carismático, algunas veces con el cristianismo y otras con el catolicismo, aderezado siempre con la idea de la justicia social, que ayuda a reforzar el proceso de ideologización entre sus seguidores. Por la otra, en una doctrina política —neoconservadurismo— cuyas raíces judaicas permiten la cohesión en torno a los ritos propios de dicha práctica; pero que al menos públicamente procuran no conjugarla con la política estatal o gubernamental, pues a pesar de sus esferas de infl uencia dentro de las decisiones de la política estadounidense, la institucionalidad democrática dista de ser incondicional con ella.

En consecuencia en el choque de juicios y pensamientos sobre lo justo y bueno, ambos gobiernos como entes morales, buscarán mantener su ideal de régimen político: Venezuela y su propuesta de la democracia participativa y protagónica más cerca del socialismo —según los propios discursos ofi ciales y no ofi ciales— amén del chavismo-bolivarianismo y Estados Unidos y 7 Son innumerables las denuncias que al respecto realiza el sector político y ciudadano que se

le opone.8 En este sentido, dicho carácter responde a una hábil construcción simbólica por parte del

Estado venezolano.

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su tradicional democracia representativa de origen liberal defendida por el neoconservadurismo.

Las morales del chavismo-bolivarianismo

Consideraremos tres momentos históricos importantes en la política interna de Venezuela, que desde el gobierno y el estado, gracias al ámbito de infl uencia del chavismo-bolivarianismo. infl uenciarán en la formulación de su política exterior. Dicha periodización, nos permitirá sentar las bases políticas, ideológicas y culturales del chavismo-bolivarianismo como ideología del gobierno y del estado venezolano. Cabe apuntar que la clasifi cación presentada aquí, no está defi nida por el inicio y fi n de los respectivos períodos presidenciales9 de Hugo Chávez. A saber:

1. El primer momento (1989-1999): está ubicado dentro del contexto de la democracia liberal; pero con síntomas elocuentes de su deterioro: crisis de los partidos políticos tradicionales10, la apatía electoral de la población (antipolítica), la pérdida de credibilidad del sistema democrático vigente, el estallido social del 8911, los golpes de Estado del 92, el fi n del llamado bipartidismo en las elecciones del 93, lo que permite decir al historiador Manuel Caballero:

...en la opinión popular, comienza a tomar cuerpo la idea de un escobazo, que barra con toda esa pochedumbre, que barra con los partidos democráticos de tal manera emporcados y, sobre todo, que cancele de una vez por toda la sucia política12.

9 Los períodos presidenciales de Chávez son los siguientes: el primero de 1999-2001, el segundo del 2001-2007 y el tercero del 2007-2013.

10 Los partidos políticos tradicionales en Venezuela son AD —fundado en 1941- y COPEI— fundado en 1946-.También tuvieron vida política en este periodo, el PCV fundado en 1931, el MAS —fundado en 1971— y la Causa R.

11 Resulta oportuno analizar las palabras del líder emergente con respecto al caracazo “Así fue cuajando como un pensamiento diverso, que dio los primeros frutos a fi nales de los ochenta, particularmente después del caracazo , en febrero de 1989. Está rebelión popular dio un gran impulso al movimiento. Cuando se produjo reanudamos con más fuerza las reuniones y conspiraciones. Ya nuestro trabajo ideológico, político, organizativo, estaba consolidado”. Hugo Chávez Frías, “Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela del 2 de febrero de 1999”, (Febrero. 2, 1999 [citado el 22 de octubre 2007 ] ): disponible en http://www.analitica.com/Bitblio/hchavez/toma.asp.

12 Manuel Caballero, La Crisis de la Venezuela Contemporánea (Caracas: Alfadil Ediciones, 2003), 184.

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Dicha circunstancia anima el surgimiento de nuevos actores, outsiders o liderazgos políticos y los inicios del cambio de régimen político en Venezuela, divulgado desde el año 1999, por el mismo Hugo Chávez, quien insistía en el cambio drástico de la estructura política-social del país a través de la Asamblea Constituyente, en su Discurso de toma de posesión presidencial del 2 de febrero de 1999, al enunciar como parte de la refundación de la republica a la soberanía del pueblo, que posteriormente llamará democracia participativa13 y protagónica o como la denominara Heinz Dieterich, socialismo del siglo XXI, que contrastará con la tradicional democracia representativa, que a partir de 1958 se conjuga como la moral del estado y del gobierno venezolano, con el voto universal, directo y secreto. Emergía entonces la moral democrática en Venezuela.

De manera que en nuestro intento por defi nir a la moral14 establecida por el chavismo-bolivarianismo, durante el período 1989-1999, la asociaremos a la dualidad fracaso-esperanza, ilusión-desilusión, característica del fi n y fracaso de la democracia representativa y el inicio y triunfo del outsider. Nos encontramos así con la mengua moral de la democracia representativa, al pretenderse instituir y difundir desde el gobierno y estado venezolano, valores y signifi caciones morales-políticas, que se mimetizarán progresivamente en torno a un nuevo liderazgo con tradición socialista. Es importante aclarar que aunque para un gran sector de la sociedad venezolana, comienza a tomar cuerpo la idea de la “revolución política” del chavismo-bolivarianismo, para otro, ésta no es más que una transgresión a los poderes republicanos y democráticos establecidos.

13 “…las decisiones políticas son tomadas directamente por la población mediante asambleas o referendos. Ahora bien, la democracia participativa puede en un momento dado signifi car el desprecio a las instituciones de representación y control, de modo que se podría transitar de la participación a la aclamación que, como lo demuestra la historia, en general degenera en una autocracia bonapartista o en una democracia delegativa”. María Romero y Elsa Cardozo, “Aproximación a la propuesta internacional de Hugo Chávez: Las concepciones de la democracia e integración”, en Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, año/vol. 8, no.001 (enero-junio 2002): 160.

14 Tomando en cuenta el valor semántico de la moral en Venezuela, debemos decir que en el siglo XIX, los hacedores de la libertad y de la independencia, rompieron con la moral establecida vinculada a la monarquía y su relación de dependencia. De allí la importancia del ideario de Simón Bolívar con respecto al poder moral; es decir aquel que él recomendaba construir para deslastrarse defi nitivamente de la metrópolis. Se pasa así de la moral monárquica a la moral republicana.

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2. El segundo momento (1999-2006): enmarcado ya en la progresiva consolidación de los nuevos actores políticos y sociales, la aparición de la sociedad civil asociada a la oposición y al gobierno nacional, la reactivación del discurso socialista15 ligado al recién estrenado siglo XXI y la vuelta al populismo. Se comienza a fortalecer entonces el cambio de régimen interno de Venezuela, de la democracia representativa a la democracia participativa, especialmente luego de aprobarse en 1999 la Constitución Bolivariana de Venezuela. Todo esto aunado a los sucesos de abril y al paro petrolero16 del 2002 y a la creación de la Misión Alimentación, desde abril del 2003, ésta ultima como icono axiológico y simbólico dentro de la política venezolana, debido a los mensajes e historietas de los empaques usados en los alimentos de primera necesidad así como de la retórica posteriormente usada por ejemplo, con motivo de la inauguración de la segunda fase de la Misión Mercal el 26 de junio del 2005: “Esto es

15 Es importante señalar que las ideas marxistas tienen largo transcurrir en el pensamiento político venezolano, pues no sólo representaron a la oposición política al caudillo Juan Vicente Gómez, sino que los gobiernos posteriores intentaron luchar contra dichas ideas. Por ejemplo, durante el gobierno del General Eleazar López Contreras, la Liga de Defensa Nacional expresaba en su Manifi esto: “Penetrados del inminente peligro que para las naciones entraña la propaganda comunista…y en consideración de que en Venezuela existen focos de tal gangrena social, denunciados al público hasta por el Presidente de la República que es un deber patriótico contribuir con todas nuestras fuerzas y coadyuvar con el Gobierno Nacional a la extirpación radical de semejante plaga…” Partido Nacionalista, “Programa Político del Partido Nacionalista”, en Colección del Pensamiento Político Venezolano del Siglo XX. Documentos para su Estudio, no. 31, ed. Congreso de la República (Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983), 169. Luego de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el electo presidente Rómulo Betancourt expresaba: “En el transcurso de mi Campaña Política fui explícito en el sentido de que no consultaría al Partido Comunista para la integración del gobierno…-pues para Betancourt- la fi losofía política comunista no se compagina con la estructura democrática del Estado venezolano.” Rómulo Betancourt, La Revolución Democrática en Venezuela. Documentos del Gobierno presidido por Rómulo Betancourt (Caracas, 1968), 17.

16 Se inició en diciembre del 2002 y culminó en enero del 2003.Con respecto a esto hay dos lecturas: la primera alude que la huelga general de PDVSA, comenzó como una protesta del sector petrolero ante ciertos problemas laborales, especialmente por las decisiones del gobierno de incluir en las juntas directivas, personal de confi anza del proceso –como ellos lo llaman- en lugar de personal califi cado con reconocidos meritos académicos y profesionales. La segunda afi rma que se trató de un sabotaje petrolero guiado por los Estados Unidos, por la oligarquía y burguesía empresarial y sindical venezolana cuyo único objetivo era derrocar al presidente.

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socialismo: el capitalismo es el reino de la desigualdad y en nuestro país debe haber igualdad para todos”.17

En cuanto a los sucesos de abril de 2002, las dos versiones de lo acontecido, el vacío de poder18 y el golpe de estado19, no solo transformaron el sentido axiológico del gobierno y del estado venezolano como ente moral sino de los mismos individuos como personas morales, libres e iguales, racionales y razonables.

2002: La signifi cación moral para el chavismo-bolivarianismo

Los sucesos de abril del 2002 marcaron un clivaje moral en el gobierno venezolano, que aceleró y facilitó la tan ansiada transición política, anunciada en el mismo año 199920. Clivaje moral que permitió el renacer del chavismo-bolivarianismo que francamente no estaba en su mejor momento. Una fractura moral que el gobierno venezolano leyó como una amenaza oligárquica y estadounidense que contravenía la moral del pueblo venezolano, logrando así robustecer su proyecto ideológico con las masas, en una nueva etapa que en el año 2005 llamaría, Salto Adelante. En consecuencia, la legitimación del poder es el signifi cado moral que tanto el gobierno venezolano como el chavismo-bolivarianismo atribuyen a los sucesos de abril del 2002.

Esta legitimación ante las masas y comunidad internacional, supuso cambios importantes de su propia concepción moral de la política nacional e internacional, pues una especial política antiestadounidense se fue desarrollando

17 Jo-ann Peña Angulo, Sacralización y satanización política: El imaginario cultural en Venezuela 1999-2006. Tesis para optar al título de Licenciado en Historia (Universidad de Los Andes, ULA, 2008.

18 Argumentado por aquellos que lo adversan.19 Argumentado por el gobierno nacional.20 "Por allá en 1995 lo llamábamos Agenda Alternativa Bolivariana…Luego en plena campaña

electoral, lo lanzamos al mundo como el Proyecto de transición, pero en el fondo es el mismo viejo sueño bolivariano: Un proyecto de desarrollo integral para Venezuela… En lo político nuestra propuesta, y desde hoy nuestra orientada acción hacia la transición transformadora y eso también es conveniente decirlo”. Hugo Chávez Frías, “Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela del 2 de febrero de 1999”,(Febrero. 2, 1999 [citado el 22 de octubre 2007 ]): disponible en http://www.analitica.com/Bitblio/hchavez/toma.asp.

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a la par del tan ansiado cambio de régimen, que animado por el estado y el gobierno venezolano bajo el chavismo-bolivarianismo, se justifi có en la cultura imperialista e intervencionista de Estados Unidos. De allí que a partir de este momento, el chavismo-bolivarianismo buscó las alianzas internacionales sin la presencia de Estados Unidos, pues amén del petróleo y regalías, consigue “apoyo” en otros países, especialmente en aquellos que históricamente ha conservado o cultivado ese resentimiento hacia los Estados Unidos.

La creación y construcción de una nueva moral asociada está vez, ya no a la democracia representativa sino a la izquierda socialista se rememora en el chavismo-bolivarianismo. Se diseña entonces un complejo simbólico, cuyo objetivo es la asociación de la democracia21 con el socialismo22 y la vinculación con Dios, a la revolución cubana, al bolivarianismo, a la acción social y participativa de sus políticas y al llamado socialismo del siglo XXI.

Ahora bien, con respecto al paro petrolero de diciembre de 2002, es fundamental resaltar su signifi cado moral, pues en la praxis política e ideológica, éste resultó ser el eslabón que faltaba para el control de los medios de producción, objetivo vital del régimen socialista. Al poseer el control de la principal fuente de ingresos del país, PDVSA, el gobierno se aseguró dos objetivos esenciales: el tangible, ya mencionado encaminado además a la centralización férrea del poder y al sustento fi nanciero del chavismo-bolivarianismo y en lo intangible: la progresiva consolidación moral de dicha ideología.

En este sentido, debe quedar claro que los sucesos de abril 2002 no provocaron el giro23 repentino del gobierno venezolano hacia el socialismo,

21 Entendida como “el sistema en que el pueblo en su conjunto ostenta la soberanía y en uso de ella elige su forma de gobierno y, consecuentemente, sus gobernantes”. Manuel Ossorio, Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales (Guatemala: Datascan, 1999), 288.

22 Defi nido como el sistema político-social que reafi rma la “…superioridad de los intereses colectivos sobre los individuales…la potestad plena del estado para estructurar la sociedad y la economía, sobre la base de la propiedad colectiva de los medios de producción” Ibídem, p. 903.

23 Para algunos esta hipótesis puede sostenerse en que: “El propio Chávez, inspirador y propulsor principal del texto constitucional de 1999, ha aclarado que en el tiempo en que dicho texto fue propuesto, él no era no socialista ni comunista, sino que creía en la posibilidad de un capitalismo humano, inspirado en la tercera vía de Tony Blair”. Juan Carlos Rey, “Sobre el Estado social de derecho,” Revista SIC, no.716 (abril 2009): 262. No compartimos dicha tesis.

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como se ha querido dejar ver. Lo que si se plantea con más fuerza a partir de ese momento, es el debate ideológico con respecto a la consolidación de la moral del chavismo-bolivarianismo a la cual denominaremos, El auge de la moral mesiánica, en la que la moral asociada a la idea del mesías o salvador, se convierte en el vehículo de todos los discursos o alocuciones políticas que emergen del chavismo-bolivarianismo.

Vale destacar la creación y difusión por parte del mismo poder ejecutivo, de una serie de discursos y posterior representación de sentimientos anti-judíos y anti-sionistas, en ocasión de los “…dos allanamientos llevados a cabo por el gobierno contra Hebraica, el complejo de la comunidad judía, en 2004 y 2007”24, que aún no han sido explicados así como el ataque contra la sinagoga Tiferet Israel en el 2009, por parte de un grupo hasta ahora desconocido. Parece el chavismo-bolivarianismo, mostrar la infl uencia ideológica anti-judia de Norberto Ceresole25, especialmente expresada en su obra Caudillo, ejército, pueblo: la Venezuela del Comandante Chávez. Este juicio anti-judío se sumó en consecuencia a la moral mesiánica del chavismo-bolivarianismo, que instituyó simbólicamente las valoraciones morales del estado venezolano, con respecto a lo “justo” y a lo “bueno”, a lo “moral” e “inmoral”, a través de su adherencia progresiva al socialismo, exaltada por la fi gura del líder, que no es otro que el propio presidente Chávez.

3. El tercer momento (2006-2010): Periodo defi nido por la agudización del cambio de régimen y del chavismo-bolivarianismo, especialmente luego del discurso en ocasión de la toma de posesión presidencial, el 10 de enero del 2007, en el cual el presidente Chávez hace referencia directa a los cinco motores para la edifi cación del socialismo del siglo XXI, a saber:

Primer motor: Ley Habilitante, va directa al socialismo.Segundo motor: Reformar Constitucional. Estado de derecho socialista.Tercer motor: Moral y Luces. Educación con valores socialistas.

24 Robert Sugarman y otros, Antisemitismo en Venezuela tras el caso de la fl otilla de Gaza (Estados Unidos: Anti-Difamation League. 2010), 5.

25 Sociólogo argentino y asesor político de Chávez. Ceresole con su tesis de caudillo-ejército-pueblo impregnó al chavismo-bolivarianismo sobre la importancia de mantener al ejército como elemento mediador entre Chávez y el pueblo. En este sentido podemos afi rmar sin duda alguna, que sus ideas se plasmaron en la política interna, acopladas bajo el “nuevo” rol social del cuerpo militar.

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Cuarto motor: La Nueva Geometría del poder. El reordenamiento socialista de la geopolítica de la nación.Quinto motor: Explosión del poder comunal: Democracia protagónica, revolucionaria y socialista.26

El hecho de ganar tres elecciones presidenciales consecutivas, llenó de gloria al chavismo-bolivarianismo y el gobierno venezolano no titubeó al respecto. Conocedores de todo su poder político, social y moral, continúan enfi lándose hacia el socialismo y la mejor vía que proponen ante el país y el mundo, es la siguiente:

Seamos socialistas de mente, de alma, de cuerpo, de espíritu, de todo, seamos socialistas. El socialista verdadero es como el cristiano verdadero, idéntico. Pone a los demás por delante, se desvive por la suerte de los demás, es impulsado por el amor y la solidaridad, no por el egoísmo. El capitalismo, [en cambio], es el reino del egoísmo.27

En este periodo, el discurso y algunas “decisiones” antiestadounidense y anticapitalistas se profundizan como líneas ideológicas del chavismo-bolivarianismo especialmente en el 2006, a nivel económico y diplomático, pues no solo intenta derogar la Ley para proteger y promover el ejercicio de la Libre Competencia, vigente desde 1992 con la llamada Ley Antimonopolio28, Antioligopolio y Competencia Desleal sino que amenaza en el programa Aló Presidente no. 252, al embajador de Estados Unidos en Venezuela (2004-2007), William Brownfi eld29. No obstante las retóricas opuestas no llegan a

26 Hugo Chávez Frías, “2007: Patria, Socialismo o Muerte”, (2007 [citado el 12 de enero 2010]): disponible en www.presidencia.gob.ve/gobierno_presidente_link9.html.

27 Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Igualdad, Libertad, Justicia, Independencia y Patria. Esas son las razones de nuestra lucha (Caracas, 2007), 32.

28 Esta ley no se aprobó de manera defi nitiva. No obstante, expresaba de manera clara la cosmovisión del chavismo-bolivarianismo con respecto a la libre competencia, y la intervención del estado, especialmente cuando se buscaba argumentar legal y moralmente la institucionalización de un sistema económico que siendo incompatible con el capitalismo justifi cara su amenaza a la franquicia de comida rápida, McDonald’s, cuyos establecimientos fueron cerrados por 48 horas por el gobierno debido a “irregularidades fi scales”.

29 “Usted es el provocador. Rechazamos cualquier agresión y no la promovemos, pero el embajador sigue con su empeño en aparecerse en un estadio regalando guantes y peloticas...

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materializar la suspensión de las relaciones comerciales de ambos países, a pesar que en septiembre del 2008, Chávez en un acto de masas, decide la expulsión30 de Venezuela del embajador sucesor de Brownfi eld, Patrick Duddy31, al que además nombra “persona no grata”.

Dichos elementos difundidos a nivel de la política interna venezolana, buscan no sólo dibujar los parámetros de la política externa sino que sus simpatizantes lo internalicen como suyo, llegando inclusive a concebir a los Estados Unidos con el sinónimo de una “moral decadente”. Al respecto tenemos el llamado que hizo Gil Otaiza32, en el 2005 según el cual “hay que preparar al pueblo para que odie a los gringos”.33

En dicho periodo, debemos incluir la aprobación de la enmienda constitucional el 15 de febrero del 2009, que no pondría límites a la cantidad de veces que un funcionario público pueda reelegirse así como todo un conjunto de proyectos34 emitidos en el 2010 por la Asamblea Nacional de la Republica Bolivariana de Venezuela, que no buscaban otra cosa que el arraigo ideológico y emocional de los ciudadanos con el chavismo-bolivarianismo, a través de organizaciones sociales que bien supieron difundir nociones y prácticas del socialismo en cuestión, a saber: asamblea de ciudadanos y ciudadanas, comunidad, autogestión, corresponsabilidad, planifi cación

Con su imprudencia y provocación puede generar un caso grave. Desde Estados Unidos nos amenazaron, pero esta es una provocación del imperio para buscar otro acontecimiento... Vaya preparando sus maletas” Gustavo Méndez, “Chávez podría declarar persona no grata a Brownfi eld”, (2006 [citado el 2 de septiembre 2011]): disponible en http://www.eluniversal.com/2006/04/10/pol_art_10104A.shtml.

30 Dicha decisión se tomo luego que el Departamento de Estado expulsara al Embajador de ese país en Bolivia. Luego de esto, el gobierno venezolano la deja sin efecto y en el año 2009 Duddy regresa al país. Más datos sobre el último comentario en U.S Department of State, “Diplomacy in action: Biography Patrick Duddy”, [citado el 2 de septiembre 2011]: disponible en http://www.state.gov/r/pa/ei/biog/91891.htm.

31 Embajador de Estados Unidos en Venezuela desde 08/09/2007 hasta 8/31/2010.32 Presidente del Instituto Nacional de Tierras.33 Francisco Olivares, “El Mito Militar”, El Universal (abril 24, 2005): 1.34 Entre los que se encuentran: Proyecto de Ley Orgánica del Poder Popular, La Ley Orgánica del

Sistema Económico Comunal, La Ley Orgánica de Planifi cación Pública y Popular, Ley Orgánica de Contraloría Social, todas elaboradas por la Comisión Permanente de Participación Ciudadana. Descentralización y Desarrollo Regional.

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participativa, estado comunal, sistema económico comunal, socialismo, entre otros.35

Así que a la moral correspondiente a este período, la llamaremos como: el arraigo de la moral del chavismo-bolivarianismo, pues no sólo permitió superar la realidad de la crisis36 económica entre sus simpatizantes sino que le sirvió de escenario para la consolidación de lo “bueno”, “lo justo” y lo “moral” del socialismo sobre el capitalismo, pero especialmente sobre el capitalismo estadounidense, pues con intencionalidad dejaba de lado, que el capitalismo de estado es el gran aliado de China y Rusia, ambos socios de Venezuela. Bajo el arraigo moral del socialismo se aprobarán más de 160 leyes amén de la Habilitante en sus tres períodos presidenciales desde 1999, aunado a la toma de los medios de producción por parte del gobierno venezolano, primero bajo el slogan de la democracia participativa y luego bajo el socialismo del siglo XXI, facilitaron como vimos la construcción de una imbricada red moral adjetivizada bajo los epítetos antisistemas: anticapitalista, antiestadounidense, antiimperialista y otros señalados como veremos en el campo de la política internacional.

En resumidas cuentas, la historia moral del gobierno venezolano bajo la órbita del chavismo-bolivarianismo, durante el periodo 2001-2010, transita por tres etapas: 1º) La mengua moral de la democracia representativa; 2º) El auge de la moral mesiánica; y 3º) El arraigo moral del chavismo-bolivarianismo bajo la idea del socialismo. Esta periodización moral de la política interna en Venezuela, nos permitirá por una parte, contraponerla al intento de la clasifi cación moral de los Estados Unidos y por la otra, facilitarnos el estudio de la analogía doméstica desde la moral así como la relación régimen-moral en nuestra reinterpretación de la justicia como equidad para el estudio de relaciones entre Venezuela y Estados Unidos durante 2001-2010.

Por consiguiente, la concepción pública de la justicia de la política interna del gobierno venezolano bajo la impronta del chavismo-bolivarianismo se deriva: por una parte, de una de tradición política-moral expresada en la

35 Ver el Proyecto de Ley Orgánica del Poder Popular de la República Bolivariana de Venezuela.36 “En 2010 se comenzarán a observar importantes contradicciones sobre las orientaciones

de un régimen cada día más radicalizado frente a una población que reclama la bonanza registrada desde el 2003.” AFP, “2010, un año de desafíos para Chávez,” (2009[citado el 14 de mayo 2010]): disponible en www.elnuevodiario.com.ni/internacionales/64667.

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democracia representativa y avalada en su constitución política. Por la otra, ejercida directamente por el estado o gobierno —durante 2001-2010— que al decretar las leyes o disposiciones constitucionales, intentan moldear la tradicional naturaleza política-moral amén del cambio de régimen en Venezuela

Así en política externa, la concepción pública de justicia del gobierno venezolano, dependerá directamente de dos factores: el primero, de la concepción moral de la política exterior del gobierno como ente moral derivada de su política interna y el segundo, de la concepción de justicia establecida en los estatutos internacionales aceptada y reconocida mutuamente por los demás países.

Las morales del neoconservadursimo

Al plantearnos el estudio de los neoconservadores y su infl uencia política en el gobierno estadounidense durante el periodo 2001-2010, debemos partir de las complejas relaciones de la política estadounidense plasmada en la llamada estructura trifuncional: Congreso, burocracia fraccionada y grupos de presión37 como trilogía fundamental de la política interna y externa de ese país. En este sentido, los neoconservadores38 han sabido bien difuminarse en cada una de las estructuras y subestructura de dicha relación, logrando obtener una notoria infl uencia en la política de este país, no sólo en el periodo que nos corresponde estudiar.

2001: La signifi cación moral para el neoconservadurismo

Los ataques al Word Trade Center y al Pentágono en septiembre del 2001 fracturan la moral y los valores de lo bueno y lo justo de la sociedad

37 Alfredo Toro Hardy, El Desafío Venezolano. Como infl uir las relaciones políticas estadounidense (Caracas: Panapo, 1991), 116. El autor denomina a esta relación “Los triángulos de acero”, p. 116.

38 Los neoconservadores y sus simpatizantes supieron mantenerse en el poder desde gobiernos anteriores, ejemplo de ello son: Dick Cheney y Donald Rumsfeld. En consecuencia, la administración de Bush hijo se caracterizó por la presencia entre otros, de recios neoconservadores como Paul Wolfowitz, Subsecretario de Defensa; Douglas Feith Subsecretario de Defensa para la Política e I. Lewis Libby Secretario General del Vicepresidente. Además de los experimentados Dick Cheney como Vicepresidente (2001-2009), y Rumsfeld Secretario de Defensa del 2001 al 2006.

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estadounidense. Para los neoconservadores, estos ataques signifi caban la materialización de aquellos patrones éticos y morales, que habían rechazado así como la oportunidad de implementar interna y externamente, los principios de la doctrina neoconservadora.

Es así como el anticomunismo liberal, la animadversión hacia las prácticas culturales que denigran a Occidente, el cambio de régimen, el nacionalismo estadounidense, la demostración de su poderío militar, y el rechazo a las ideologías, se hicieron presentes luego del 11-S.

No pretendemos defender o enjuiciar dicha postura, pero lo que queremos dejar claro es que la relación régimen-moral es palpable especialmente en situaciones de crisis y clivajes, pues si Estados Unidos era visto por algunos como “un tigre de papel” según Rumsfeld, era pertinente entonces eliminar esa imagen de debilidad y evitar futuros ataques.

En América Latina, esto no ha sido entendido aun y erróneamente se sigue pensando que los Estados Unidos actúan de manera pragmática sin ningún asidero moral. Nada más alejado de la realidad. De allí, que resulta tan complejo comprender y establecer relaciones cónsonas con este país, desde esta parte del continente americano.

Es evidente entonces como el clivaje moral luego del 11 de septiembre del 2001, empujó al gobierno y Estado norteamericano a actuar como ente moral cuyos respectivos poderes, el de la justicia y el de lo bueno, la mayoría de las veces no compagina con la prioridad de la concepción pública de la justicia —lo justo sobre lo bueno—. Es decir, que Estados Unidos mantuvo su postura racional más allá inclusive, de los compromisos diplomáticos con los organismos internacionales. Al respecto, Fukuyama alega que Kristol y Kagan:

Afi rmaban que conseguir que los regímenes tiránicos acataran reglas civilizadas por medio de acuerdos, el derecho internacional o las normas era en última instancia inviable, y que a largo plazo sólo la democratización podía garantizar la conformidad y la convergencia de intereses.39

39 Francis Fukuyama: América en la encrucijada.Democracia, poder y herencia neoconservadora, trad. por G. Dols ( Barcelona, España: Ediciones B, 2007), 54.

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Ahora bien, ¿Cómo mantener relaciones con Estados Unidos respetando su conexión moral sin detrimento de nuestro país? He aquí precisamente el gran problema a resolver, más aún cuando dichos gobiernos parecen poseen diferencias doctrinarias y morales irreconciliables. Es por este motivo, que en la búsqueda de vías alternas de resolución, plantearemos a continuación un intento de clasifi cación moral de los Estados Unidos.

Ahora bien, más allá de las críticas del gobierno venezolano y del chavismo-bolivarianismo hacia dicho presidente y hacia los Estados Unidos, nuestro interés es estudiar el trasfondo del neoconservadurismo como una manera distinta de entender el mundo. Así que en búsqueda de ello, transitaremos por dos vías: en la primera, tomaremos las ideas teóricas fundamentales de William Kristol40 y Robert Kagan, autores de Toward a Neo- Reaganite Foreign Policy (1996) conocido desde entonces como el ideario Kristol-Kagan. Esto debido a la infl uencia de tal documento en la política exterior Ronald Reagan, George H. Bush y George W. Bush, respectivamente. En la segunda, tomaremos las ideas de los discursos centrales del presidente George W. Bush, así como de otros grupos de neoconservadores pertenecientes al aparato estatal estadounidense, que dan fe del predominio neoconservador.

De tal manera, que en esa continua construcción del régimen moralmente justo y bueno, la infl uencia neoconservadora tendrá oportunidades históricas únicas, que no desaprovecharán para concretar política y moralmente, las doctrinas fundamentales de su pensamiento.

1. La moral de la grandeza nacional (2001-2004): Durante este período el gobierno estadounidense de George W. Bush enfrentó duras crisis axiológicas en política doméstica y externa, especialmente luego del 11-S. Ante todas las críticas41, Bush hijo supo plasmar en sus discursos la idea de la grandeza nacional apoyada en el patriotismo y las convicciones religiosas tradicionales, que daban forma al objetivo férreo de la seguridad nacional. Efectivamente la

40 Hijo de Irving Kristol.41 En este sentido, mucho se ha hablado sobre las “incongruencias” de la política estadounidense,

especialmente por parte de la izquierda mundial. No obstante, si el gobierno de George W. Bush actuó de manera unilateral haciendo caso omiso a las advertencias de los organismos e instituciones internacionales, no fue por otra razón que en concordancia con el marco teórico-moral del neoconservadurismo.

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concepción de la hegemonía benevolente, del ideario Kristol-Kagan, enrumbó a Estados Unidos a la supremacía militar:

La aspiración de la hegemonía benevolente global puede sacudir a algunos como a cualquier orgullo elevado o moralmente sospechoso. Pero una hegemonía es ni más ni menos que un líder con infl uencia preponderante y autoridad sobre los otros en sus dominios. Esta es la posición de América en el mundo hoy.42 (Trad. a.)

Es entonces la hegemonía benevolente, la justifi cación no sólo de la invasión de Irak, sino de la lucha al terrorismo internacional así como las otras decisiones políticas de orden interno, que tanto disgusto causaron entre algunos sectores estadounidenses y extranjeros, debido a que éstas” contraponían el espíritu de la libertad y los derechos humanos. Nos referimos en este punto a la llamada Ley Patriótica o Act Patriot, creada por abrumadora mayoría del Congreso y la Cámara de Representantes, el 26 de octubre del 2001. A saber:

Una de las herramientas que refuerzan la ley permite a los funcionarios interceptar para controlar y monitorear los múltiples dispositivos de comunicación. Una segunda herramienta permite a los funcionarios con la aprobación de la Corte acceder a los archivos de negocios y otros documentos, incluyendo los libros de egresos, que pueden ser relevantes para una amenaza terrorista. El tercero de ellos, permite la vigilancia de los no americanos “lobos solitarios” sospechosos pero no vinculados a grupos terroristas.43 (Trad. a)

42 “Th e aspiration to benevolent global hegemony might strike some as either hubristic or morally suspect. But a hegemony is nothing more or less than a leader with preponderant infl uence and authority over all others in its domain. Th at is America position in the world today” William Kristol y Robert Kagan, “Toward a Neo- Reaganite Foreign Policy”,Carnegie Foreign Aff airs (1996 [citado el 12 de noviembre 2010]): disponible en http://carnegieendowment.org/1996/07/01/toward-neo-reaganite-foreign-policy/1ea.

43 “One of the tools lets law enforcement offi cials set roving wiretaps to monitor multiple communications devices. A second tool allows offi cials to get court-approved access to business records and other documents, including library check-outs, that might be relevant to a terrorist threat. Th e third one permits surveillance of non-American “lone wolf” suspects not specifi cally tied to terrorist groups” Jim Abrams, “Senate clears way to extend terror-fi ghting bill”, (2011 [citado el 11 de junio 2011]): disponible en http://cnsnews.com/node/90411.

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Contra la Ley Patriótica se levantaron muchas voces, pues se puso en el tapete el debate de la prioridad de los derechos sobre la seguridad nacional o viceversa. No obstante veremos como en el año 2006, entre las propuestas contrarias hechas en el Congreso, entre la Cámara del Senado y la Cámara del Representantes, George W. Bush renovará dicha acta.

Durante este período de la moral de la grandeza nacional, los neoconservadores apoyados en la importancia que le conceden a la concepción del régimen estadounidense, entendido por los neoconservadores en términos de política y de los modos de vida de sus ciudadanos, ambos como prácticas culturales vinculadas a sus valores tradicionales, Así tenían racionalmente que vincular esta idea de la grandeza, no sólo en el campo de la política exterior, desplegando la fuerza militar, argumentada en las ideas de los padres fundadores —la predestinación de los Estados Unidos como garantes de la libertad— sino con el propio régimen interno para lo cual tenían que construir y crear las condiciones de un régimen justo y bueno:

Un gran país ha sido movido para defender una gran nación. Los ataques terroristas pueden estremecer la fundación de nuestros grandes edifi cios, pero no pueden tocar la fundación de América. Estos actos destruyeron el acero, pero ellos no pueden mancillar el acero del espíritu americano.44 (Trad. a.)

Y qué mejor manera, que hacerlo a nivel doméstico sino a partir de la Welfare Reform45, es decir la Reforma de Bienestar, ley de 1996 ya vencida, pero promulgada nuevamente en el año 2002, teniendo presente que fue el

44 “A great people has been moved to defend a great nation. Terrorist attacks can shake the foundations of our biggest buildings, but they cannot touch the foundation of America. Th ese acts shattered steel, but they cannot dent the steel of American resolve” George Bush, “Statement by the President in His Address to the Nation”, (2001 [citado el 14 de diciembre 2009]): disponible en http://georgewbush-whitehouse.archives.gov/news/releases/2001/09/20010911-16.html.

45 En todo caso, cuando en 1996 el Acta de Responsabilidad Personal y Oportunidad de Trabajo o Personal Responsability and Work Opportunity Act, coloquialmente conocida como Reform Welfare, introducida por el republicano Eugene Clay Shaw Jr durante el gobierno de Bill Clinton, dejaba bien claro que la idea de igualdad de oportunidades es contraria a la tan usada concepción igualitaria, propia de los regímenes comunistas y socialistas o el de la democracia participativa de la nueva izquierda estadounidense.

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llamado Estado de Bienestar o Welfare State, causa directa de las severas crisis económicas gubernamentales y estatales de años anteriores. Ya lo decía George W. Bush: “El sistema de bienestar se convierte en un enemigo del esfuerzo y la responsabilidad individual, con dependencia pasada desde una generación a la próxima”.46 (Trad. a) Observamos aquí, cómo la concepción del libre albedrio y la responsabilidad individual del neoconservadurismo, se opone frontalmente a la concepción paternalista de estado y a la cultura de la dependencia, muy característica de la cultura latinoamericana y especialmente animada por el chavismo-bolivarianismo.

Durante este período de la moral de la grandeza nacional, el neoconservadurismo construye y difunde un sistema de signifi caciones, con el cual la sociedad estadounidense logra unirse e identifi carse, tras los sucesos del 11 de septiembre del 2001.Ese sistema de representaciones logra vincular los ataques sufridos con la imperiosa necesidad de la defensa y grandeza nacional de los Estados Unidos, que incluyen por cierto la estructuración y aplicación de programas económicos amparados en las ideas del Tax Cut47, premisa de los neoconservadores, difundida ampliamente por Kristol.

En resumidas cuentas, esta búsqueda de la grandeza nacional que los neoconservadores, no sólo justifi có la política exterior estadounidense basada en el llamado excepcionalísimo y el unilateralismo, entre otros, sino que sirvió de continuo recordatorio, que la predestinación de su país a velar por la libertad y la justicia, correspondía la reconstrucción de la moral luego del clivaje del 11 de septiembre, y la responsabilidad del gobierno y Estado de dicho país, a actuar acorde a las circunstancias históricas, circunstancias que no desperdiciaron los neoconservadores, tanto en su “otra” lectura de la ingeniería y justicia social a nivel interno, como su afán de supremacía militar además de la caracterización de la democracia liberal como el régimen político y moral idóneo, tanto para los Estados Unidos como para el resto de los países del mundo.

46 “Th e welfare system became an enemy of individual eff ort and responsibility, with dependence passed from one generation to the next.” George Bush, “President Announces Welfare Reform Agenda”, (2002 [citado el 15 de septiembre 2011]): disponible en http://georgewbush-whitehouse.archives.gov/news/releases/2002/02/20020226-11.html.

47 Como the Economic Growth and Tax Relief Reconciliation Act EGTRRA en el 2001 y the Jobs and Growth Tax Relief Reconciliation Act JGTRRA, en el 2003.

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2. La moral cuestionada (2004- 2010): Durante el segundo mandato presidencial de George W. Bush se presentan elementos tangibles y no tangibles, que apuntalaban no solo una caída estrepitosa de la popularidad de su imagen y de sus políticas sino una especie de pérdida de legitimidad, aunado a la fatiga de guerra dentro de la sociedad estadounidense. Esta situación fue el resultado de varios factores, entre ellos: las elecciones presidenciales dudosas, la ausencia de armas de destrucción masiva en Irak, la inversión de millones de dólares en armamento, la crisis inmobiliaria, entre otros. Lo cierto es que aquellos valores fi losófi cos y morales que sustentaron el accionar político, interno y externo durante la etapa de la grandeza nacional comienzan a hacer cuestionados.

Ahora bien ante la dudosa legitimidad de la segunda administración Bush, al presidente no le queda más remedio que ofrecer mejor calidad de vida al ciudadano y en eso concentró todo sus esfuerzos hasta que en el 200848 detona la crisis económica que señalará los pasos para el partido demócrata en las próximas elecciones presidenciales. Observaremos así en política doméstica, la continuidad de políticas relacionadas con los impuestos, alocuciones sobre el crecimiento económico y la responsabilidad del trabajo, la defensa de los derechos humanos y civiles y la prioridad de la educación, en la cual tiene gran importancia la llamada No Child Left Behind 49 (2005). En cuanto a política exterior, la supremacía militar, la seguridad nacional, los homenajes a las tropas estadounidenses en Afganistán, Hawai así como los encuentros

48 Efectivamente, el riesgo inicial de las llamadas hipotecas subprime, (el préstamo a personas que difícilmente podrían devolverlo), detonaron —según los expertos— una consecución de políticas erradas encabezadas desde la Reserva Federal Th e Federal Reserve de los Estados Unidos, por el economista republicano Alan Greespan, quien ejerció la jefatura de dicho órgano desde 1987 hasta el 2006. Greespan se vio así mismo como un republicano libertario. Él culpa a los neoconservadores de abandonar sus principios por la toma del poder, específi camente las relacionadas con disciplina fi scal. Dichas criticas entre otros aspectos, pueden leerse en su libro, Th e Age of Turbulence: Adventures in a New World. Recordemos aquí a la llamada burbuja inmobiliaria o housing bubble.

49 “Que ningún niño se quede atrás” Con la cual Bush intenta mejorar el sistema de educación pública, incentivando la inversión del estado en los planteles educativos y profesores, para responder a la natural competencia dentro del ámbito académico y profesional del estadounidense, sin dejar de lado, ni a los inmigrantes ni a los menos favorecidos. Esto con el propósito de integrarlos en una comunidad multiracial, que no discrimine.

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diplomáticos con Korea del Norte, países latinoamericanos y africanos, las reformas migratorias y los debates sobre las energía alternativas, entre otros.

Bush insistirá en legar los valores neoconservadores a la sociedad estadounidense. Así podríamos afi rmar que desde la justifi cación moral atribuida al capitalismo por Irving Kristol, Bush llama y sigue auspiciando en el 2006, las políticas de apoyo de su gobierno hacia los pequeños propietarios, comerciantes y al espíritu emprendedor de los estadounidenses. Se resume aquí la relación entre el gobierno y empresa privada, el libre comercio y el incentivo individual, cosmovisión del capitalismo, bajo la mirada liberal estadounidense tradicional y el infl ujo del neoconservadurismo.

Este debacle fi nanciero de la segunda administración de George W. Bush aunado al hastío de la guerra dentro de la sociedad estadounidense y todo lo que ella contempla, deja abierto el debate sobre la responsabilidad del gobierno como ente moral, en cuanto a la crisis económica y a la carga moral de llevar a cuestas una grandeza nacional, que pareció diluirse con el fracaso militar. Se presenta así el segundo gran clivaje moral al que tuvo que enfrentarse Bush hijo.

En resumen la historia moral de la política interna del gobierno estadounidense como ente moral y bajo la órbita del neoconservadurismo durante el periodo 2001-2010, nos permite ver que la concepción pública de la justicia de la política interna ese gobierno se desprende de una de tradición política-moral expresada en la democracia liberal y avalada en su constitución política amén del capitalismo. Estados Unidos no hizo otra cosa que ser fi el a sus principios morales, estrechamente vinculados con su concepción del régimen político, que le permite en todo caso ser percibidos como entes pragmáticos, debido especialmente a sus pretensiones de establecer la democracia50 como régimen político en países que difícilmente podrían separar diferencias étnicas y religiosas de larga data

50 Fukuyama expresa que Kristol y Kagan “Afi rmaban que conseguir que los regímenes tiránicos acatarán reglas civilizadas por medio de acuerdos, el derecho internacional o las normas era en última instancia inviable, y que a largo plazo sólo la democratización podía garantizar la conformidad y la convergencia de intereses” Francis Fukuyama: América en la encrucijada..Democracia, poder y herencia neoconservadora, trad. por G. Dols ( Barcelona, España: Ediciones B, 2007), 54.

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A manera de conclusión

No debe entonces sorprender cómo algunos gobiernos justifi can el no cumplimiento de los derechos en benefi cio de alguna idea de la bueno, que en todo caso tratarán de conseguir racionalmente en benefi cio de sus propios intereses políticos, doctrinarios e ideológicos. En este contexto, la moral condiciona el comportamiento racional para la consecución del bien especialmente sí es infl uenciada por alguna ideología o doctrina política. Así cuando el ente moral actúa razonablemente en correspondencia con la idea de justicia lo hace buscando el benefi cio y la reciprocidad entre las partes involucradas. Sin embargo dicha acción no está exenta de la infl uencia moral, lo que determina el hecho que el entendimiento y el consenso se realice efectivamente gracias a los elementos comunes que los cohesiona.

Tomando en cuenta que los seres humanos como “personas morales son capaces de anteponer su concepción de lo justo a su concepción del bien, es decir están dispuestos a ser razonables antes que racionales”51, cabria preguntarnos ¿si los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela como entes morales en el periodo 2001-2010, serían capaces de actuar de la misma forma?

Observamos entonces cómo el modelo de la justicia como equidad de John Rawls, nos ofrece la posibilidad de estudiar a Venezuela y Estados Unidos desde sus diferencias, acotando que éstas no deben ser necesariamente obstáculos en el establecimiento de las relaciones entre ambos. Pues son precisamente estás diferencias fi losófi cas, políticas y culturales las que nos permiten indagar sobre la relación entre el régimen político y la moral y sobre las posturas racionales y razonables de cada uno de estos gobiernos, ya sea bajo el chavismo-bolivarianismo o el neoconservadurismo.

51 Ferran Requejo y Eduard Gonzalo, “John Rawls: Logros y limites del último Liberalismo Político Tradicional.” en Teorías políticas contemporáneas, edit. por Ramón Máiz Suárez (España: Tirant Lo Blanch, 2009), 95.

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Recibido: 27/01/2015Aprobado: 13/02/2015

Resumen: El presente artículo propone un recorrido alternativo para comprender el arte contemporáneo latinoamericano, utilizando como punto de partida la obra de Simón Rodríguez, destacando algunos aspectos de su vida, que proporcionan una visión epistémica formalizada por los aportes de su pensamiento al campo de las artes. Considerándolo además de pedagogo, como un antecedente del arte social, el conceptualismo y la poesía visual y destaca sus aportes a la fenomenología de la lectura. La investigación dentro del paradigma naturalista interpretativo, indaga hermenéuticamente en una variedad de fuentes: documentales, vivenciales,

Nancy Urosa Salazar Multidisciplinaria: plástica, música, fotografía, diseño, teatro, cine. Arte público. Docencia constante performance. Curadurías, conferencias, tutora, jurado de tesis y de certámenes artísticos, Licenciada en Cinematografía- U.C.V, Magíster en Artes Plásticas en la UPEL – IPC y Doctora en Cultura y Arte  para América Latina y el Caribe en 2014. Productora y co guionista con Peggy González “El Papagayo” 35mm (2001). Premio OPSU - UCV (2004).Mención de Honor en el 2005 III Salón de arte Dycvensa y XIII Salón Alejandro Otero. Jurado de selección y premiación de II Salón Nacional de Arte Universitario (2010) UCV , del Salón Municipal de Arte Juan Lovera(2009). Jefe de la Cátedra de Diseño del Departamento de Arte Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Coordina la línea de Investigación: Prácticas Artísticas Contemporáneas del Núcleo de investigación NIADT. Investigadora invitada del ININCO, UCV. Correo electrónico: [email protected].

SIMÓN RODRÍGUEZ Y LA CAPACIDAD TRANSFORMADORA DEL ARTE SOCIAL

Simón Rodríguez andthe transformative power of Social art

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testimoniales, provenientes del trabajo de campo, y de la observación participante. Privilegia el enfoque del interaccionismo simbólico, para redimensionar los hechos del pasado, a través de una lectura de los acontecimientos presentes. Aplica técnicas de categorización y saturación de la información, propias de la Teoría Fundamentada. Asume la praxis artística como didáctica de una pedagogía que busca llegar al conocimiento, a través de la educación de la sensibilidad, evidenciando la relación arte, educación y estética de la recepción. Esta visión aspira a ser contribución a la epistemología de las artes y la educación.

Palabras clave: Simón Rodríguez, arte social, pedagogía, estética de la recepción.

Abstract: Th is article proposes an alternative route to understand Latin American contemporary art, using as a point of departure the work of Simón Rodríguez, highlighting some aspects of his life, which provide a view of epistemic formalized by the contributions of his thinking in the fi eld of the arts. Looking at it as well as educator, as a precursor of social art, conceptualism and visual poetry and highlights their contributions to phenomenology of reading. Research within the interpretive naturalist paradigm, hermeneuticamente explores a variety of sources: documentary, experiential, testimonials from the working fi eld, and participant observation. It favors the approach of symbolic interactionism, to resize the facts of the past, through a reading of the present events. Applied techniques of information saturation, and categorization of the grounded theory. It assumes the artistic praxis as Didactics of a pedagogy that seeks to reach the knowledge, through sensitivity education, evidencing the relationship art, education and aesthetics of reception. Th is vision aims to contribute to the epistemology of the arts and education.

Key words: Simón Rodríguez, social art, pedagogy and aesthetics of reception.

Nuestro personaje protagónico, Simón Rodríguez, nace en Caracas un 28 de octubre, según algunos historiadores en el año 1769 y para un grupo de mayor aceptación en el año 1771. Él y su hermano Cayetano son bautizados como niños expósitos, pero una revisión documental a la fecha, esclarece que ambos eran hijos de Rosalía Rodríguez, hija de un hacendado y ganadero de origen canario, y del sacerdote Alejandro Carreño, quien les dio su apellido.

Simón Narciso, como se le bautizó, utiliza el apellido materno, y quizás no precisamente por su madre, sino por su tío, José Rafael Rodríguez, sacerdote también, que se encargó de su crianza y educación.

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Cayetano afamará el apellido de su padre (Carreño), ubicándolo desde entonces por generaciones hasta la actualidad, dentro del campo de los estudios y la creación musical,

A la vuelta de 20 años el Cabildo de Caracas le otorga el título de maestro a Simón Rodríguez, el 23 de mayo de 1791. Al siguiente año es llamado por el Alférez Real de Caracas, Feliciano Palacios y Sojo, para que fuese su amanuense y se encargase de la educación del niño Simón Bolívar.

En 1793 se casa con María de los Ángeles Ronco, y en 1794 hace público su primer escrito Refl exiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento, el cual presenta al Ayuntamiento el 19 de Mayo de ese año.

Rodríguez y Bolívar estuvieron constantemente juntos en tres lapsos, que se señalan así: cinco años en Caracas, de 1792 a 1797; tres años en Francia e Italia, durante 1804, 1805 y 1806; y uno en el Perú y Bolivia, en 1825. (Rumazo; 2006:19).

Esta cita de Alfonzo Rumazo nos ofrece una visión de la movilidad y nomadismo de Rodríguez, y nos dimensiona en toda la fórmula del cosmopolitismo ilustrado del siglo XIX.

Arturo Guevara (1977) lo tipifi ca como “dromómano”; se dice de quien tiene la obsesión por caminar, pero podríamos verlo como una conducta de época: los aventureros ilustrados como Alejandro Humboldt y esa “observación participante” que recomendaba Juan Jacobo Rousseau.

Rodríguez en este primer escrito ya muestra una estructura que se hará presente posteriormente en otros textos de carácter educativo y político: diagnostica, teoriza, realiza cuestionamientos críticos y propone soluciones.

La búsqueda de la originalidad es un imperativo en su obra y actuación, que excluye la imitación como paradigma estético y pedagógico, generando obras que promueven la participación activa de la lectura en la construcción del pensamiento, para ello recurre a una prosa fragmentaria y a una síntesis conceptual y gráfi ca de las ideas. En este sentido, la investigación se presenta en diferentes planos de lectura: el soporte escrito y la propuesta curatorial; cuya puesta en escena nos coloca frente a Simón Rodríguez y su obra como interlocutor principal sobre los siguientes ejes: arte, educación, poesía, política.

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Estos ejes entonces son los lineamientos a desarrollar, y para ello hemos subdividido cada uno en tres sub categorías:

Categoría - Eje Subcategoría

Arte Conceptual Performance Arte SocialComunicación Estética de la

Recepción

Poesía El valor de la palabra Arte Vida Poesía VisualArte Sonoro

PolíticaDesempeño de cargos en Instituciones

Gubernamentales

Posición pública ante la autoridad

Referencias en su obra artística

PedagogíaDesempeño docente

en Instituciones educativas

Propuestas pedagógicas

La praxis artística como didáctica

El historiador, debe resaltar los acontecimientos narrados, pero es un escritor, es un narrador, por lo cual tiene que ocuparse de la forma al escribir su relato, y este es susceptible de ser entendido como un “artefacto”, capaz de experimentar modifi caciones, ya que los hechos, pueden ser revisados infi nitamente y reinterpretados tras el hallazgo de nuevas evidencias: “o de una conceptualización más sofi sticada de los problemas” (White, 2003: 109).

Lo inédito de un documento o de un acontecimiento es buscado por el historiador, y se constituye por lo general en aporte de las investigaciones.

El curador inicialmente restringía su actividad al ámbito de las colecciones. Es quien catalogaba las piezas y luego estructuraba discursos a partir de su resignifi cación, icónica y socio-cultural. La introducción de los estudios curatoriales dentro de la academia comienzan a partir de 1986, por esta razón, aún no se considera como una disciplina.

Una de las actividades del curador es establecer relaciones intertextuales, y el hallazgo al establecer comparaciones diacrónicas puede dar oportunidad de proponer vínculos inéditos, como encontrar afi nidades entre Simón Rodríguez y André Breton.

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Esta vinculación podría resultar forzada, pero si analizamos sus biografías nos conseguimos con rasgos de personalidad e intelectualidad con similitudes signifi cativas. Tanto Rodríguez como Breton son pioneros del pensamiento crítico, cultivaban un razonamiento abductivo y buscaron incesantemente la originalidad discursiva.

No sabemos si Breton leyó a Simón Rodríguez pero si a Fourier, a quien le dedica su último poema Oda a Charles Fourier (1947) que resulta un canto a la libertad. A Simón Rodríguez como a Fourier se les considera creadores del “socialismo utópico” y al relacionar a Breton con Chateaubriand encontramos que “Breton, el cabecilla del surrealismo, se asemeja mucho a Chateaubriand, el primer escritor romántico” (Balakian; 1971:295), el mismo al que Simón Rodríguez hizo la traducción al castellano de su obra literaria, Atala (1801).

En el campo de los estudios sobre creatividad, tanto Rodríguez como Breton han donado grandes contribuciones y podríamos señalar, la valoración del razonamiento abductivo, expresado en el automatismo psicológico.

Para Rodríguez el aprendizaje signifi cativo se logra a través de la sensibilidad, en la búsqueda de la creatividad dentro de la educación.

El azar objetivo, redimensionado por las investigaciones del grupo surrealista y muy particularmente por su representante principal André Breton, generó teoría y en la práctica muchas producciones artísticas.

González Abrisketa plantea el profundo desprecio e imposibilidad de reconocer la importancia de nuestros actos inconscientes, lúdicos, que no obedecen a una razón lógica.

La experiencia dicta que el azar es determinante en la investigación, que la mayor parte de los descubrimientos, de los conocimientos o innovaciones relevantes a los que somos capaces de acceder en la investigación tienen un componente altísimo de azar, de imprevisibilidad (González Abrisketa, O; 2011: 47-56).

Al respecto lo más revelador es comprender el azar objetivo y reivindicarlo como acto intelectual, la elaboración de una aparente incoherencia o arbitrariedad; a pesar de que no podamos enlazarla con la lógica formal, común, obedece a un ordenamiento distinto, que de alguna manera desconocida, permite ensamblarse dentro del discurso y generar una nueva dirección o posibilidad de desarrollo: producción de conocimiento.

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Validar este proceder como proveniente de una metodología para la creatividad, es otra epistemología. El azar objetivo puede ser sinónimo de Serendipia, serendipity en inglés, es un término utilizado en el habla científi ca, proveniente de un cuento de la literatura persa, el término alude a un hallazgo afortunado, un descubrimiento, es un encuentro que puede resultar fortuito.

Descubrir que la historia no es el tiempo. Pero se cuenta en un tiempo. Y esto es complejo pues al decir la palabra año, e invocar una medida de tiempo realmente estamos diciendo que la tierra le ha dado una vuelta al sol, se ha movido en el espacio.

Es en el inmóvil espacio simbólico, no menos que en el tiempo también simbólico, que la razón formal opera. Pero sobrepasando a esa razón formal, la inteligencia capta el movimiento, propio del tiempo porque primordialmente lo es del espacio, cuya fl uencia natural, y no otra cosa, es lo que constituye la temporalidad (Ardao, 1983: 37).

Arturo Ardao separa así la razón, de la inteligencia, un conocimiento abstracto que relaciona, identifi ca cuantifi ca, y un conocimiento empírico para darle el orden “un sentido más profundo: el de la diversidad y la cualidad, antitéticas al mismo tiempo que solidarias, de la identidad y la cantidad” (Ardao, 1983:36).

Estas disertaciones en torno al tratamiento del tiempo, a la espacialidad y a la validación del azar objetivo son necesarias para sustentar nuestro planteamiento de visualizar a Simón Rodríguez en el campo de las artes, no sólo como teórico, sino como artista conceptual del siglo XXI.

Para entender la vida de Simón Rodríguez, como historia perdida, es preciso comprender su relación con el duelo continuado: desde su nacimiento como niño expósito, la pérdida de sus pertenencias y afectos. Según datos biográfi cos perdió a su mujer y parte de sus escritos, en el viaje de Panamá a Guayaquil, a fi nales de 1824. Uno de los baúles con gran parte de su obra se perdió en su último viaje, y el otro dejado a su muerte en Amotape en 1854, había quedado a resguardo, pero se quemó en el incendio de Guayaquil en 1898.

Cuando invoco la obra olvidada de Rodríguez, me refi ero a todo su aporte sobre la creatividad como el camino de crecimiento del ser humano armónico, con la realidad cambiante que es la vida y ese caminar optimista, incansable, es también su legado.

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Hay un trabajo cinematográfi co del fi lósofo alemán Michel Haneke 71 fragmentos de una cronología al azar (1994), que deja al espectador ante esta realidad fílmica de fragmentos colocados uno tras otro sin ningún tipo de ensamblaje visual (salvo los fundidos a negro) ni otra micro estructura discursiva, que genere un sentido o coherencia en el relato fílmico.

Viene a colación tal referencia para que el lector asuma la manera en que está escrito este texto, y una de las formas de escribir de Simón Rodríguez se encuentra ligada a ese carácter fragmentario. Digo una de las formas, porque dependiendo de para quién estaba escrito el texto, cambiará la forma, y el estilo.

Esta manera de leer por supuesto, reclama la cooperación del lector para lograr la construcción del discurso, para crear la diégesis. estilo diagramado, poético-visual (le he llamado) donde el texto, las palabras se defi nen expresivamente por su ubicación en el espacio, en este caso sobre el soporte del papel o pantalla en el caso de art net, y mail art, los poetas visuales son los que han desrrollado más trabajos, en este sentido.

La escuela, poco nos enseña a valorizar y crear con las alturas y espesores de las letras, a pesar que en la actualidad las computadoras son un ciber mega “chivalete”1, con una fantástica cantidad de caracteres tipográfi cos y las incontadas posibilidades de su combinatoria.

Nuestra imaginación no se entrena para tal libertad tipográfi ca, por el contrario, recibe una formación en el ejercicio homologado de la escritura, desde el punto de vista formal. El conocimiento y el apropiado uso de los códigos normativos de convenciones de la archivología, constituyéndose posteriormente en uno de los dispositivos de poder selectivo, de los grupos de intelectuales académicos.

La palabra intertextualidad, resulta casi un tropo literario, cuando el llamado investigador riguroso, deja fuera de contexto todos los otros textos, que no sean en soporte escrito: dibujos, fotografías, videos, acciones, instalaciones, pintura, gráfi ca. El carácter físico, de cada uno de los soportes en sus respectivos espacios, no son integrados al momento de ser leidos alo sumo son asumidos como anexos.

1 Chivalete: En imprenta tipográfi ca, el mueble, generalmente de madera, donde se colocan las cajas  de caracteres para componer los textos.

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El curador se nos presenta como un investigador diferente, pues no sólo piensa en el texto escrito como el reporte que sustenta la investigación, sino que el concepto textual, se establece por las relaciones que ha podido estructurar con las obras, u objetos, el disposicitivo de exhibición imaginado y propuesto en un espacio determinado.

Es bien sabido que la fi gura del curador en el ámbito de las instituciones culturales gubernamentales en nuestro país, fue casi indeseable en esta primera década del siglo XXI. Una revisión hemerográfi ca permite realizar tal sentencia. Si bien se realizaron exposiciones temáticas, se impuso el texto de sala, y este a veces bastante desvinculado de la exposición o expografía.

Al refl exionar sobre las propuestas de arte contemporáneo, que vinculan la praxis artística como una manera de pedagogía para abordar los más diversos tópicos, encontramos que el aprendizaje llega a través de la participación y la experiencia estética, capaz de generar disfrute y transformación constante en estos espacios culturales; esto hace relevante ocuparse de la estética de la recepción y el consumo cultural y es este punto donde se enfatiza la propuesta de Rodríguez en cuanto a la capacidad transformadora del Arte Social.

Los medios de comunicación, juegan un papel muy importante en la creación de los niveles de incertidumbre, el llamado canto de la sirenas puede dejarnos perplejos. Escribir, calcular y leer, en ese orden era saber utilizar los medios de comunicación para Simón Rodríguez.

Surge así otro concepto que emplearemos, el de educomunicación, como el instrumento de la estética de la recepción. La educomunicación es escencial para enseñar a leer los ingredientes de nuestras golosinas comunicacionales, preeminentemente audiovisuales, nos prepara en un primer estado de conciencia: saber que estamos ingiriendo ¿Cuáles son los elementos?, ¿Cuáles son los códigos de esa estructura comunicacional?

En las aulas de clases, se habla de una educación más participativa, de un conocimiento constructivo, pero las didácticas mayormente empleadas giran en torno al profesor, y en el caso universitario: la clase magistral es su expresión más común. La circunstancia que comentamos también ha llevado al estudiante a sentirse más cómodo, de esta manera, donde lo imprevisto, la imaginación, la curiosidad no son valores, ni cualidades a estimular. La estructuración de la malla curricular de estudios y la especifi cación de objetivos

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por ponderación, convierte al sistema educativo, en una competitiva red de relaciones conductuales muy normatizada, lo que Paulo Freire (1975) llama una “educación bancaria” en su libro La Pedagogía Del Oprimido.

Los discursos científi cos se validan principalmente por la sustentación de hechos verídicos confi ables. “Sólo que la cosa no es aquí un factum brutum, un simple dato, simplemente constatable y medible, sino que es en defi nitiva algo cuyo modo de ser es el estar ahí”, que podría defi nirse como, lo performativo.

Yo y el otro, somos cuerpos análogos cognoscentes, esto es un hecho y no una argumentación. Mas ésta percepción del otro como cuerpo, es una instancia inmediata, luego ese cuerpo se percibe como sujeto, con “conciencia encarnada”, que poseen historicidad propia y colectiva, es decir un sentido de pertenencia dentro de una tradición histórica. “La hermenéutica tiene que partir de que el que quiere comprender, está vinculado al asunto que se expresa en la tradición, y que tiene o logra una determinada conexión con la tradición desde la que habla lo transmitido” (Gadamer, 1977: 365).

El sentido de pertenencia dentro de una tradición, en relación al caso de nuestro estudio y la fi gura protagónica de Simón Rodríguez, lo sitúa tradicionalmente en el campo de la educación, la pedagogía, la política, especialmente por la relación personal como maestro de Simón Bolívar y como uno de sus testigos del juramento en el Monte Sacro, de Italia.

Pertenecemos a esa tradición, pero la lectura, la interpretación de los textos, nos lleva a relacionarlo además con el campo de las artes y la comunicación “Se trata de reconocer la distancia en el tiempo como posibilidad positiva y productiva del comprender” (Gadamer, 1977: 367). Los textos, nos sitúan y nos revelan cuán vigentes se hayan para el pensamiento contemporáneo. “La comprensión comienza allí donde algo nos interpela. Esta es la condición hermenéutica suprema” (Gadamer, 1977: 369).

Cuando el texto nos interpela, es porque ya hemos entendido algo, pero reclama más y es entonces, que se produce un movimiento de comprensión entre el todo y la parte y viceversa. “Cada texto debe ser comprendido desde si mismo” (Gadamer, 1977: 361). La lectura es comprender, este es el milagro del que hablaba también Simón Rodríguez, allí fenomenológicamente dialogan quien escribe con su lector.

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LEER, es RESUCITAR IDEAS, SEPULTADAS en el PAPELCada Palabra es un EPITAFIO

I que, para hacer ese especie de MILAGRO, es necesarioconocer los ESPIRITUS de las difuntas

y tener ESPÏRITUS EQUIVALENTES que subrogarles (Rodríguez, 1975:29).

Gadamer (1977), dice que “es tarea de la hermenéutica explicar ese milagro de la comprensión, que no es una comunión misteriosa de las almas sino participación en un sentido comunitario” Cuando se lee, se activan las ideas, y es por eso que no tienen temporalidad.

A partir de la Ilustración, se postula que sólo se llega a la comprensión completa por el camino de la interpretación histórica.

El nombre de Simón Rodríguez o Samuel Robinson se repite, en instituciones educativas, proyectos y misiones gubernamentales, pero la puesta en práctica de su pensamiento aún se hace esperar.

El artículo 14 de la actual Ley Orgánica de Educación (2009) expresa:

La educación regulada por esta Ley se fundamenta en la doctrina de nuestro Libertador Simón Bolívar, en la doctrina de Simón Rodríguez, en el humanismo social y está abierta a todas las corrientes del pensamiento. La didáctica está centrada en los procesos que tienen como eje la investigación, la creatividad y la innovación, lo cual permite adecuar las estrategias, los recursos y la organización del aula, a partir de la diversidad de intereses y necesidades de los y las estudiantes.

No hay dentro de los pénsum académicos, ni en los objetivos programáticos de ninguno de los cursos, en diferentes escolaridades que he realizado, algún énfasis en la obra de Rodríguez. ¿Toda esta ignorancia u omisión, podría ser llamada: agujero epistémico?

Sabemos que hay un olvido y por lo tanto un desconocimiento generalizado de los pensadores latinoamericanos. Si bien el nombre de Simón Rodríguez ha sido utilizado para proyectos de Estado en educación, la implementación de la experiencia educativa dista mucho de los postulados que él dejo expresado en sus escritos.

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No es algo incoherente, o arbitrario homologar el arte y la pedagogía. Paulo Freire, así lo expresa: el maestro como artista, y se personifi ca por ejemplo en: “Ser docente es mi más importante obra de arte” palabras de Joseph Beuys en una entrevista en Artforum en 1977.

Decir “pedagogía experimental”, puede ser inclusive una tautología, así como decir “arte experimental”, es algo implícito, intrínseco a la acción. Claro, el término experimental surge en oposición a: tradicional o institucional.

Y todo esto implica un cambio de paradigma en la concepción de arte, como creador de objetos o situaciones para ser contempladas, pasivamente, a otro enfoque, donde se desdibuja la fi gura del autor y el concepto de obra se abre, como decía Umberto Eco (1992), a una participación y completación del sentido por parte del llamado espectador-lector, y no sólo desde el punto de vista interpretativo, sino que ya abandona ese rol pasivo y se convierte en: usuario, consumidor, partícipe y co-autor.

Buscaremos entonces entablar tal relación con la obra y las acepciones de Simón Rodríguez, ¿podríamos llegar a tomarlo en cuenta como antecedente del conceptualismo en Latinoamérica, y de la poesía visual?

La teoría de la recepción y la semiología que en un principio, se concentran en estudios lingüísticos, posteriormente llegan a la transposición interpretativa de los signos lingüísticos, a las imágenes. Pero esta transposición interpretativa ha sido muy cuestionada en lo que se refi ere al eje sintagmático.

Al establecer la relación con la direccionalidad de la lectura de las obras bidimensionales, las convenciones perceptivas dicen que: se debe apreciar de izquierda a derecha, empezando por el ángulo inferior, seguidamente al superior izquierdo y de allí a al superior derecho, bajando al inferior derecho.

Seguir la direccionalidad visual de lectura convencional por percepción no siempre se produce, ya que cualquier perceptor puede ser llamado a iniciar la lectura de una imagen en una pintura, en una fotografía, en un paisaje en cualquier otro punto de la imagen que pueda resultarle más signifi cativo, y que no permita establecer la secuencialidad visual preestablecida.

Ciertamente una de las preocupaciones de la teoría de la percepción es predeterminar la estimulación visual, de este estudio proviene la teoría del rectángulo áureo y el número proporcional del universo phi 1,618

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No ocurre de igual manera cuando nos referimos a los audiovisuales, donde el aspecto de la temporalidad y la secuencialidad le otorgan un ordenamiento sintáctico a las imágenes, casi como que fuesen palabras.

Si doy un salto en el eje temporal en un audiovisual, es mucho más aceptable a que lo realice en un texto escrito y mucho mayor en el ensayo académico. La elipsis, este recurso retórico, que me permite saltar a realizar una pregunta sobre la falta de refl exión, frente a la revisión de nuestra tradición epistémica latinoamericanista y develar el eje central, para edifi car la trama discursiva entre: la investigación, la propuesta plástica, y la construcción curatorial resulta una irrupción en la retórica del discurso académico.

La trasgresión de la retórica de la academia ha sido siempre una constante de las vanguardias artísticas en sus respectivas épocas, en relación a los artistas universitarios, la fi gura del profesor Joseph Beuys es emblemática. El ser consecuente como artista y docente de arte, lo llevó a ser cuestionado y expulsado de la Universidad de Dusseldorf donde se desempeñaba.

Para Rodríguez, la educación parte de un principio creativo, que es la misma raíz del arte. Su utilidad social, no para domesticar y doblegar los impulsos que nos hacen individualidades ante un sistema, sino para fortalecer un músculo que se llama voluntad, en cada uno y generar la conciencia que nos permite convivir cívicamente en la plenitud de nuestra humana diversidad.

Solo la Educación Mental, impone preceptos a la Voluntad:porque EDUCAR, es CREAR VOLUNTADES (Rodríguez, 1975: 29).

Claudio Perna nos dice que “la organización de modelos de sistemas de mensajes verbales obliga, más allá de la lectura convencional, a un tipo de actividad visual y mental que denominó: “ACCIÓN PERCEPTIVA”; ”El lector-receptor será así, participe y protagonista de su aventura conceptual” (Perna, C; 1984:71).

Ciertamente hay un pensamiento mucho más sintético que se va imponiendo, el vapor de fi nales del siglo XIX, empieza a movilizarlo todo mucho más rápidamente, masivamente. Con la aparición de la litografía en 1798 Aloys Senelfelder abre unas posibilidades del registro y la reproductibilidad de la imagen, hasta el momento inexplorado, con la facilidad del tiraje a colores de ediciones mucho más grandes. Con el cartel, y la invasión del espacio

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público, surge una nueva problemática a la lectura de elementos lingüísticos entramados con la imagen y el espacio cotidiano.

La síntesis gráfi ca será requerida para resolver estas imágenes en sus componentes visuales más signifi cati vos, y la fractura de la lectura lineal se hace inminente, promovida por dife rentes fuentes, tamaños y énfasis del signo tipográfi co.

La historia cuenta que Simón Rodríguez, ya bajo su alter ego de Samuel Robinson, llega a Baltimore, en Estados Unidos, un estado que contaba con una población de 26.000 habitantes aproximadamente en el año de 1800, y allí trabaja como cajista de una tipografía. El contacto con este ofi cio sin lugar a dudas condicionará el pensamiento y el trabajo discursivo de Rodríguez, dándole vehemencia a la visualidad de los textos; creando énfasis a través de las cajas bajas y altas y del uso de los espacios en blanco.

Hacia 1800 las máquinas de imprenta inician una carrera de velocidad; Charles, tercer conde de Stanhope, introdujo la primera prensa de imprimir construida totalmente de acero y ya para 1804 los hermanos Henry y Sealy Fourdrinier instalaron en Londres su primera máquina de fabricar papel. La bobina de papel continuo permitió enfrentar una demanda en constante crecimiento.

En 1814 Friedrich König crea la imprenta de vapor; y llega a México la primera imprenta de acero traída por Francisco Xavier Mina, liberal español que organizó una expedición para apoyar la lucha de los patriotas mexicanos por su independencia.

Simón Rodríguez se adelanta a este concepto de comunicación sintética. Los valores plásticos de esta nueva visualidad, incorporan sentido, resemantiza el lenguaje verbal. Esto será un punto álgido al que recurrirán las vanguardias en los inicios del siglo XX.

De esta manera que al supeditar el tiempo circular de la magia, a la linealidad de la cronología histórica, se entabla el enfrentamiento entre conciencia mágica y conciencia histórica. De una adoración de las imágenes, idolatría, se pasa a una adoración de los textos, textolatría.

Con la escritura se introdujo el pensamiento conceptual, mucho más abstracto que el imaginativo. La historia del pensamiento está marcada por la

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lucha entre la escritura y la imagen, entre la magia y la consciencia histórica; y es por eso que los textos resultan ser metacódigos de las imágenes, los textos buscan hacer concebibles las representaciones.

Quizás en esa urgencia sintética es que Luis Camnitzer introduce al grupo Tupamaro como promotores de una estética visual comprometida con un hacer político de resistencia, como una posición intrínseca al arte, y muy particularmente al arte conceptual latinoamericano.

Al respecto de esta posición, viene a colación el texto introductorio de Patricia Betancourt (2005) sobre la obra de otro uruguayo relacionado a las letras y a las artes visuales: Clemente Padin. Ella explica que su análisis profundizará “en una interrogante que tiene que ver con conceptos fi losófi cos y cuestio namientos sobre la ‘funcionalidad del arte’ y su posibilidad de promover el pensamiento, la refl exión y las acciones de cambio”.

Así como introduce a los Tupamaros, Simón Rodríguez se hace presente en esta visión de la historia del arte latinoamericano, sustentada sobre el hecho cultural gastronómico del salpicón y la compota y dice que “en cualquier futuro, debería ser imposible enseñar arte sin tomar en cuenta esta información” (Camnitzer, 2007: 27), es así para Camnitzer el arte como parte de una didáctica de la liberación.

Inscrita como ya lo había comentado Glubert Rocha, en la estética de la violencia, estética del deterioro. Que no provenía de un odio sino por el contrario “de un amor brutal como la violencia misma, porque no es el amor de complacencia o de contemplación, sino amor de acción, de transformación” (Rocha, 1970: 13), que permite superar la dicotomía “agitación/construcción”, que unifi ca y poliniza a través del “arte, la política la pedagogía y la poesía” (Camnitzer; 2007: 38) asumidos como un todo y no como ejes separados.

Didácticas de la liberación: Conceptualismos latinoamericanos siglo XIX a 1970, resulta un documento antecedente importante en este estudio. Camnitzer hace también una comparación entre Rodríguez y Beuys, refl exiona entre los términos chaman y predicador y sus relaciones en el arte contemporáneo, categorizando como predicadores a los artistas latinoamericanos.

Esto le permite, para cerrar su discurso con una invocación a Rodríguez como artista, a pesar que Rodríguez jamás se hubiese asumido como tal,

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Camnitzer lo invoca, como un ejemplo, un antídoto para que el artista latinoamericano no sea sólo un predicador, sino también un educador.

El italo-venezolano Claudio Perna antecede a Camnitzer al establecer las relaciones entre los estudios de arte y la obra de Simón Rodríguez en sendas obras, como trabajos de ascenso académico, el primero, con innumerables citas, referencias y paralelismos de los textos de Simón Rodríguez con el arte conceptual y su trabajo de ascenso de profesor agregado a la categoría de Asociado en 1984, pero defi nitivamente La ventana, la obra presentada por Camnitzer dentro de la propuesta curatorial de María Elena Ramos en 1996, Intervenciones en el espacio, donde el Museo de Bellas Artes invita a once artistas internacionales para crear obras, especialmente para este espacio, lo que actualmente se conoce como Intervenciones de sitio específi co (site specifi c), esta obra de Camnitzer resulta un hito como antecedente al media–art y al arte conceptual, en la relación de Rodríguez con las Artes Plásticas.

Simón Rodríguez, crea una manera de escribir, que rompe totalmente con las convenciones establecidas, se opone a la linealidad. Emprender esta manera de conceptualizar y expresarla en una escritura arbórea, esto es un reto aún, a las normativas actuales de la academia. ¿Se podrá escribir un trabajo para el grado de Doctor, en forma logogramática? ¿Es un estilo que podrá permitir la academia?

Eso sería una empresa que realmente rescataría el espíritu de sus palabras, con absoluta cabida dentro de los postulados de la Teoría Fundamentada, pero la producción intelectual a pesar de todas estas teorías debe asumir una forma, un estilo, cuya preocupación parece obsesionar a la academia, más que los aportes al conocimiento; por ello resulta gratifi cante encontrar que dicha tarea fue abordada exitosamente por el Prof. Claudio Perna, con su trabajo de ascenso a la categoría de Asociado.

Diagramas, mapas conceptuales, cuadros, constituyen el corpus del texto, de este documento inédito. Existe un ejemplar corregido y reposa en una caja en la Fundación Claudio Perna .Ya la complejidad del pensamiento, estaba activa como propuesta, en sus textos en los cuales fue estructurando un discurso entre el estudio de la geografía, el arte y la educación.

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Ese ser que se construye día a día

En ese sentido van los lineamientos del constructivismo pedagógico.Así Como Pestalozzi escribió las catorce cartas dirigidas a su amigo

Gessner, que cuenta Como Gertrudis enseña a sus hijos, donde expone su proyecto educativo, en 1801. Rodríguez ofrece un texto con la misma estructura epistolar, en una comunicación donde explicita sus ideas y su proyecto educativo pormenorizadamente.

En nota aparecida el 2007-12-19 por Paúl García L. en el diario La Gaceta de Latacunga–Ecuador, reseña el texto Consejos De Amigo Dados Al Colejio De Latacunga (sic), donde informa que a su paso por Ecuador, Simón Rodríguez impartió clases en el colegio Vicente León y escribió, a solicitud del entonces rector Rafael Quevedo Pozo, una serie de recomendaciones sobre cómo debería ser el funcionamiento de dicha escuela, y todos los aspectos que se deberían tomar en cuenta.

Siguiendo el texto podríamos estructurarlo de la siguiente manera, en relación a los aspectos más enfáticos:

1º) El carácter del texto escrito.2º) Planta física y funcionamiento de la escuela.3º) Objeto principal de la escuela.4º) El reglamento.5º) La justifi cación (importancia de la primera escuela).6º) La profesión del Magisterio.7º) La especifi cidad de las palabras.8º) Los exámenes.9º) La religión.10º) Concepción pedagógica (opuesta al Método Lancaster o enseñanza

mutua).11º) Sobre el leer, escribir y calcular.12º) Sujeto, objeto e ideas.13º) Los consejos.

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14º) Las asignaturas.15º) Investigación fonológica de los vocablos y su pronunciación

incorrecta.16º) Uso incorrecto de expresiones lingüísticas.17º) Equipamiento y autogestión.18º) La Maestranza.19º) La vocación del magisterio.20º) Características del personal y la infraestructura educativa.21º) La administración de los recursos y la rendición de cuentas.22º) Nota fi nal.

El texto original de Consejos De Amigo Dados Al Colejio De Latacunga, reposó por largo tiempo en la biblioteca de los jesuitas en Cotocollao, fue descubierto por el padre Aurelio Espinosa Pólit, lo cual es referido en el número 83, del semestre enero-junio de 1954 en boletín Academia Nacional de Historia, simultáneamente con el centenario de la muerte de Simón Rodríguez.

La transcripción del texto original fue realizada por el paleógrafo del Municipio de Quito Jorge Garcés, en 1955 se editó la primera edición impresa en Caracas, manteniendo fi el el texto y la ortografía usada por su autor.

Este es un documento importante para desmentir la falta de metodología del pensamiento de Rodríguez. Sucre le dice a Bolívar en más de una oportunidad que Rodríguez tiene buenas ideas pero que no le muestra un proyecto concreto para realizarlas.

Bolívar nombra a Rodríguez en noviembre de 1825 Director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes y Director General de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana. Es una actividad multimedial que va del lápiz para dibujar y trazar las rutas, por donde transiten físicamente los cuerpos, al que traza las letras y los números, al mismo tiempo el director de los caminos espirituales que abre la educación.

Es de hacer notar que Rodríguez en todo este periplo que signifi có su estancia en el poder en compañía de Sucre, en 1826, siempre mencionó sus establecimientos educativos como escuelas de Artes y Ciencias.

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Razón tiene al responderle a Bolívar en su carta desde Oruro del 30 de septiembre de 1827 citado por O´Higgins…”yo estaba encargado de dar ideas, no de recibirlas… En Chuquisaca, Sucre me reprende como a un lacayo… no se lo habrá dicho porque me salí de su palacio sin darle ni pedirle cuentas” (Rodríguez, 1954: V. II, pp. 359-365).

Simón Rodríguez, se le asocia a la fi gura de Pestalozzi, por su manera de enseñar, también con Mallarme por su forma al escribir; pero la escritura diagramada, con la cual Camnitzer establece este paralelismo, es un antecedente explícito a los postulados de Ausubel y los mapas conceptuales, a lo que Camnitzer en cierta manera ofrece una defi nición excelente “organigramas mentales que aumentan la velocidad de entender” (Camnitzer, 2007: 39).

Rodríguez los llamaba “cuadros” y la analogía con la composición pictórica, con el encuadre fotográfi co y cinematográfi co, con la gráfi ca que producen la colocación en un orden y una sintaxis visual determinada, fi jan las ideas.

Sin cuadro no hay memoriaSino ideas dispersas o amontonadas

(aunque haya alguna conexión entre ellas) (Rodríguez, 1975: 155).

Aprendizaje signifi cativo, en términos de una pedagogía constructi vista, según David Ausubel. La explicación grafi cada por Rodríguez en la palanca, que privilegiar la creatividad y la experiencia como la base del aprendizaje.

Resulta terrible darse cuenta de que hayan existido estos seres humanos (me refi ero a Rodríguez y Pestalozzi y tantos otros) con propuestas explícitas de la importancia del arte en el proceso de aprendizaje, de la necesidad primordial de educar y excitar la sensibilidad, enseñar desde la emoción, desde la intuición, a alcanzar el razonamiento, y que a estas alturas del siglo XXI aún sus propuestas educativas no sean los ejes para el desarrollo de la educación popular que ellos propugnaban.

Las ideas de Pestalozzi corren con mejor suerte, cultivó discípulos que cosecharon sus enseñanzas, en el sentido que forman parte del cuerpo teórico práctico de la llamada Nueva Escuela, que junto con Fröbel, Dewey, Montessori, Celestin Freinet encontrarán arraigo en algunos sectores sociales que promoverán instituciones educativas que funcionan utilizando estos modelos pedagógicos.

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Rodríguez dice que “cada sentido tiene sus recuerdos” y que “la forma es un modo de existir”, en Luces y Virtudes Sociales podemos hallar refl exio nes específi cas que hacen alusión a planteamientos o preocupaciones del arte actual.

Educación – jeneralice la instrucciónY el Arte Social progresará

como progresan todas las artesque se cultivan con esmero (Rodríguez, 1975: 138).

El sentir liga el conocimiento a la experiencia estética, y ésta con la actividad humana de transformarse y de llegar al entendimiento, el cual es requerido según el interaccionismo simbólico, para darle el grado de signifi cación que las acciones y las cosas tiene en nuestra vida.

Lo que no se hace sentir no se entiendeY lo que no se entiende no interesa (Rodríguez, 175: 161).

El maestro debe enseñar a sentir el conocimiento, y esto es una labor alquímica como todo arte.

Defi nir la inmortalidad a través de la sombra, es una metáfora bastante inusual, pero así lo hizo Simón Rodríguez, quien se hacía acompañar en sus caminatas nocturnas, con un candil ensamblado a su bastón; es muy posible que haya visionado la sombra infi nita que produciría su potente luz.

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Recibido: 12/02/2015Aprobado: 25/03/2015

Resumen: Este trabajo ilustra el papel que jugó Ciudad Bolívar en el proceso de planifi cación del desarrollo industrial de Guayana a mediados del siglo XX. Destacamos los lugares otorgados a la ciudad en el pensamiento y las ejecutorias ofi ciales y locales en el marco del desarrollismo militar durante el período 1952-1958. Demostramos que desde algunos ámbitos de la planifi cación, el carácter portuario de Ciudad Bolívar fue considerado en la proyección de Guayana, aunque sin solución de continuidad. De modo que la investigación pone de relieve elementos incidentes en el declive económico de esta localidad que no logró hacerse un espacio en la dinámica de crecimiento que convocó a otras zonas de su región y del país.

Palabras clave: Ciudad Bolívar, Guayana, Orinoco, industrialización, siglo XX.

Abstract: Th is work illustrates the role played Ciudad Bolivar in the planning process of industrial development in Guyana in the mid-20th century. We highlight the places given to the city in the thought and the offi cial and local enforceable within the

Sócrates Ramírez Magíster en Ciencia Política (USB, 2013), Licenciado en Historia Summa Cum Laude (ULA, 2008). Profesor de Historia Económica General en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. Ayudante Académico adscrito al Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Simón Bolívar. Autor de Decir una Revolución: Rómulo Betancourt y la peripecia octubrista, Academia Nacional de la Historia y Fundación Bancaribe, 2014. Correo electrónico: [email protected].

CIUDAD BOLÍVAR EN EL MARCO DEL DESARROLLISMO MILITAR (1952-1958)

Ciudad Bolívar in the framework ofthe military developmentalism (1952-1958)

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framework of the military development during the period 1952-1958. We demonstrate that since some areas of planning, port character of Ciudad Bolívar was seen in the projection of Guyana, but without solution of continuity. So research highlights incidents elements in the economic decline of this town that failed to make a space in the dynamics of growth which called on other areas of their region and the country.

Key words: Orinoco, Ciudad Bolívar, Guayana, 20th century, industrialization.

Introducción

Desde su fundación en 1764 como Angostura, la dinámica vital de Ciudad Bolívar estuvo ligada al río Orinoco, al menos hasta poco antes del cierre de la primera mitad del siglo XX, cuando aquel curso de agua ya no determinó un modo más intenso de su vida económica sino que pasó a convertirse en un símbolo alegórico del tiempo pasado; y en referente para la pugna y la denuncia citadina por el letargo que parecía imponerse con la nueva planifi cación pública que lejos de considerarla la excluía. La Ciudad Bolívar que resulta de los años cincuenta continúa unida al río tan sólo como un símbolo apreciable pero ya no mira en él la posibilidad de un empuje ostensible tiempo atrás.

En otra investigación nos hemos referido a las condiciones económicas de Ciudad Bolívar desde fi nales del siglo XIX hasta la década de los cuarenta del siglo XX. Ahí hemos explicado cómo ésta se había convertido en el principal centro económico, comercial y administrativo de Guayana gracias a su activísimo puerto sobre el Orinoco desde donde se hacían los despachos de los productos venidos de los Llanos; y en parada obligatoria de embarcaciones nacionales y extranjeras encargadas del abastecimiento de la ingente zona circundante, que no sólo incluía a Guayana sino al sur de Anzoátegui y Monagas. Con algún interregno durante la Segunda Guerra Mundial, este escenario no sobrevive a la aparición de nuevos puertos y en general a la dinámica que imprimen nuevos intereses económicos como los ligados al negocio del petróleo y el hierro. El primero revitalizará la importancia de los puertos marítimos del norte de Anzoátegui, mientras el segundo dará inicio al estudio y paulatina concreción de nuevas áreas para el embarco de minerales y el desembarco de provisiones en zonas más cercanas a la explotación férrica, desplazando defi nitivamente

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en importancia y nivel de actividad comercial al puerto de Ciudad Bolívar. Si bien este es un escenario que parece defi nitivamente consolidado en los años sesenta, ya desde fi nales de la década de los cuarenta del siglo XX puede leerse con propiedad1.

1. Pensar a Ciudad Bolívar en el marco de la industrialización de Guayana

Si algo caracterizó al decenio militar en Venezuela, al menos desde la refl exión del país inmediato, fue el esfuerzo por pensar a Guayana. Tal esfuerzo ha quedado evidenciado en los planes, en los primeros atisbos de su materialización, y en algunas contribuciones intelectuales cuyo propósito ha sido la posterior sistematización de lo propuesto y lo logrado durante el período con el patrocinio estatal y privado en la región2. Ello supone que el panorama ideal y material que pueda hacerse sobre la zona norte del estado Bolívar para esta década sea en la esfera fundamentalmente económica, promisorio.

Empero, el modo de pensar la región en la medida de las nuevas y mejores condiciones económicas que ésta pudiese brindar al país no se gestan directamente en el decenio militar, puesto que tan sólo acuden a una actualización política de lo patentado en el cortísimo ensayo revolucionario iniciado el 18 de octubre de 1945 y cuya prolongación resulta alterada con el derrocamiento de Gallegos en noviembre de 1948. Nos interesa de este proceso puntual apreciar algunos elementos de la relación de continuidad y cambios que ocurre en torno al tema del hierro en Guayana y al modo de visionar a Ciudad Bolívar en el marco de este proceso, tan sólo de planifi cación durante el llamado trienio.

1 Cfr. Sócrates Ramírez, “Ciudad Bolívar y el Puente de Angostura: memoria de un proyecto”. Mañongo. N° 38. Vol. XX. Enero-Junio, 2012, pp. 61-87.

2 Un ejemplo de este esfuerzo puede ser la sección que Hildelisa Cabello Requena le dedica en su libro de historia del estado Bolívar a las transformaciones propiciadas durante la década 1948-1958 bajo el título: “Una década fundamental en la Historia del Estado Bolívar”. Cfr. Hildelisa Cabello Requena, Historia Regional del Estado Bolívar. Caracas: Corporación Venezolana de Guayana e Italgráfi ca, 1996, p. 357 y ss.

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Sobre este aspecto Rómulo Betancourt sostiene que aunque el tema no es novedoso en la arena del interés político del país durante aquellos tres años, debido a que los hallazgos fundamentales de los yacimientos férricos ocurren hacia 1938 durante el período presidencial de López Contreras, el gobierno de la Revolución de octubre de 1945 se interesa por otros temas sensibles. El primero de ellos es el del transporte del mineral en bruto que hacen las concesionarias extranjeras para llevar a los centros de fundición en sus respectivos países la materia prima obtenida. Betancourt arguye que el transporte directo del mineral debe hacerse desde puertos venezolanos. Hasta el momento, la práctica de los inversores extranjeros había sido la de llevar el producto en embarcaciones de pequeño calado a través del Orinoco hasta la isla de Trinidad, mientras que desde este punto era trasladada a los centros industriales extranjeros.

La posición expuesta por Betancourt da cuenta de la intención nacional por vigorizar el mercado fl uvial y marítimo venezolano y por obligar a las empresas extranjeras de que sean los puertos criollos también los receptores del abastecimiento traído del extranjero, contribuyendo así a un más óptimo benefi cio fi scal. El compromiso ofi cial será el de favorecer la construcción de una red ferroviaria de unos trescientos kilómetros de extensión que uniese los centros de extracción del Cerro Bolívar y El Pao con Puerto La Cruz, convirtiendo a éste en punto alternativo para el trasbordo y embarque del mineral en buques de navegación en aguas profundas. Alternativamente y mientras el proyecto planteado fuese fi nalmente ejecutado, el Gobierno revolucionario adelantaría el dragado del canal de navegación del Orinoco para que barcos de mayor calado pudiesen recorrerlo sacando el material férrico del puerto más cercano a las minas3. En ningún caso dentro de estas propuestas que recoge Betancourt en su publicación de 1956 se menciona a Ciudad Bolívar o a su puerto como centro receptor y de embarque del mineral, y aun cuando tampoco se menciona a otro puerto sobre el Orinoco, es ostensible pensar que el dragado del río por este motivo en particular benefi ciaría al puerto de San Félix cuya cercanía a los centros de extracción ya había sido considerada importante, razón expresada en el Plan Preliminar de Vialidad, elaborado en tiempos de la Junta Revolucionaria de Gobierno.

3 Cfr. Rómulo Betancourt, Venezuela, política y petróleo. 2 ed. Caracas: Monte Ávila Editores y Fundación Rómulo Betancourt, 2001, p. 448.

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Justamente dentro de este plan se había considerado a la población de San Félix como la salida natural del mineral de hierro, por lo cual Iron Mines había creído conveniente el establecimiento de un gran puerto para tal fi n en esta área.4 Aunque ello antes de 1948 era sólo una recomendación de la Comisión Nacional de Vialidad para el Gobierno, evidencia ya un modo particular de pensar ciertos aspectos ligados al futuro de la región en torno al tema del hierro.

Dentro del Plan se hace una consideración especial sobre la navegabilidad del Orinoco, donde no sólo es ponderado el carácter estratégico del nuevo puerto sino las condiciones para el tránsito de todo tipo de embarcaciones por el canal de navegación. La recomendación de la Comisión justifi ca el carácter estratégico del puerto de San Félix en otro criterio: entre el caño Mánamo en el Delta del Orinoco y ese puerto pueden transitar embarcaciones de mayor calado que hasta Ciudad Bolívar5. En todo caso, y tomando en cuenta los altos costos del dragado, aunque benefi cioso para el tránsito de embarcaciones de mayor capacidad por el Orinoco, un paliativo inmediato es que lo hiciesen desde San Félix aquellas embarcaciones autorizadas por su capacidad hasta un puerto marítimo venezolano más próximo que podría ser el de Carenero en la Península de Paria.6

El otro aspecto fundamental en la planifi cación del Gobierno revolucionario respecto al tema del hierro sería -a un ritmo más apresurado que el de la creación de una compañía nacional de petróleo-, la constitución de una empresa siderúrgica nacional dedicada a una trasformación progresiva del material férrico de Guayana en la propia región y preferiblemente bajo el auspicio del capital estatal. Betancourt, en una prédica posterior al período revolucionario, por lo tanto, prejuiciada sobre los manejos del tema durante el

4 Comisión Nacional de Vialidad, Plan Preliminar de Vialidad. Caracas: Ministerio de Obras Públicas, 1947. [Mecanografi ado], p. 187.

5 A quince (15) pies de calado podía llegarse desde el Delta hasta San Félix, mientras que desde este puerto hasta el de Ciudad Bolívar sólo podía hacerse a un máximo de diez (10) pies, lo que ya restringía el acceso hasta el puerto bolivarense de los buques de la Compañía Venezolana de Navegación que calaban entre catorce (14) y dieciséis (16) pies con entre mil doscientas (1200) y mil ochocientas (1800) toneladas de carga. Cfr. Plan Preliminar de Vialidad, p. 208-209.

6 Ibídem, p. 210.

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ciclo andado del gobierno militar, pero consecuente con su natural insistencia nacionalista, dice que hasta entonces el problema de la explotación de las materias primas en el país es que éstas emigraban en bruto al no haber plantas industriales en Venezuela que permitiesen la obtención de derivados.7

Así, en el marco de estos deseos, pero en general, dentro del propósito de garantizar un programa intensivo de industrialización nacional en diversos órdenes, en 1946 se creará la Corporación Venezolana de Fomento (CVF). Aunque adscrita al Ministerio de Fomento, tendrá un desempeño autónomo, y su principal función sería diseñar y seguir diversos planes de desarrollo fi nanciados con capitales públicos provenientes de la renta petrolera. Específi camente dentro de sus áreas de acción, al menos durante el período del Gobierno revolucionario8, la CVF tendría a su cargo el estudio y desarrollo de los planes electrifi cación y desarrollo minero. Estos habían recibido el nombre de Proyecto del Hierro y Acero, Proyecto Hidroeléctrico del Caroní y Proyecto del Aluminio9.

El trayecto de este organismo también da cuenta de la suerte de continuidad y profundización que se hará durante la década militar de los planes de desarrollo e industrialización delineados desde el Gobierno revolucionario, dentro de los que continúa resaltando la promoción al establecimiento de industrias básicas en el ramo de la siderurgia y de la generación eléctrica10.

7 Cfr. Rómulo Betancourt, Op. Cit., p. 452. 8 A pesar de la continuidad institucional de este organismo después de 1948, Sonia

Barrios ha catalogado su existencia tomando en cuenta los cambios en sus características procedimentales y a ciertas variaciones en las políticas del Estado. Así, considera un primer período que denomina del populismo radical y que comprendería el gobierno revolucionario y el de Rómulo Gallegos hasta noviembre de 1948; seguido de otro que denomina fase inicial del período de autoritarismo militar que comprende las fases directivas que de los cuerpos colegiados de gobierno hicieron Carlos Delgado Chalbaud y Germán Suárez Flamerich entre noviembre de 1948 y diciembre de 1952 y, fi nalmente, una tercer fase que denomina de consolidación del período de autoritarismo militar, que refi ere al gobierno personal de Pérez Jiménez desde el último hito hasta enero de 1958. Cfr. Sonia Barrios, El moderno estado intervencionista en Venezuela. El caso de la Corporación Venezolana de Fomento. Caracas: Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), Universidad Central de Venezuela, 1998. (Col. Luis Lander, 5). p. 79.

9 Ibídem, pp. 85 y 89. 10 Ibídem, p. 102.

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Esto será así hasta que el gobierno de Pérez Jiménez en 1953 decida transferir algunas de las competencias y desarrollos de interés de esta corporación a nuevas instituciones. Por ejemplo, el estudio y planifi cación intensiva para establecer una industria siderúrgica y de electrifi cación del Caroní serían encargados a la Ofi cina de Estudios Especiales adscrita a la Presidencia de la República, mientras que la CVF quedaría encargada de seis planes específi cos que en adelante serán los que se referirán en sus memorias, a saber: Plan Nacional de Electrifi cación, entendido como un plan sectorial de extensión eléctrica; Plan Azucarero Nacional, Plan Arrocero Nacional, Plan de Fomento Industrial, Plan Bancario de Fomento y Plan de Estudios Económicos11.

Pese a ciertos matices de continuidad en la planifi cación, la visión sobre Guayana se impregnará de nuevos elementos durante el decenio militar y concretamente durante el período del gobierno personal de Pérez Jiménez entre 1952 y 1958. Probablemente lo más destacado de una relectura sobre el entorno sea su adscripción principalísima al marco de propósitos del Nuevo Ideal Nacional. De este modo, la visión estratégico-militar del Gobierno infl uirá en la concepción de algunos proyectos de desarrollo industrial donde el de Guayana ocupará un lugar especial.12 Uno de los más destacados criterios

11 Ibídem, p. 104. También se expresa en los propósitos puntuales de la Corporación que son explicados por sus representantes: “Dentro del Plan de Fomento Industrial, la función fundamental del Instituto ha sido la de propender al aumento y diversifi cación de la producción nacional. Por esta razón tiene un carácter complementario, aparte de los planes específi cos de la Corporación Venezolana de Fomento que son: Electrifi cación, Azúcar, Arroz, Bancos, etc. En virtud de su carácter, está dirigido a prestar la mejor ayuda técnica y fi nanciera para la creación y progreso de Empresas industriales de tipo regional o local, y en especial aquellas que utilizan subproductos de industrias existentes o materias primas nacionales. De la misma manera limita sus actividades a cooperar efectivamente en renglones de tipo agrícola-pecuario, mineros e industriales en general, que por circunstancias perfectamente comprensibles no puedan ser atendidos por el Banco Industrial de Venezuela o el Banco Agrícola y Pecuario”. Vid. Ministerio de Fomento. Memoria correspondiente al año 1955 y Cuenta del período administrativo 1° de julio de 1954 al 30 de junio de 1955. Caracas, 1956. Introducción, Sección de la Corporación Venezolana de Fomento, p. IL [sic].

12 El sector militar dio cuenta especial de su interés por Guayana en el marco del fragor desarrollista. Su órgano informativo, la Revista de las Fuerzas Armadas así lo expresa. En una muestra de sus números publicados destacan algunos artículos que tienen a Guayana como objeto. Se expresa un interés por el estudio científi co del hierro y por destacar la ubicación espacial del recurso en el mundo, precisando el potencial existente en Venezuela.

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al respecto sería el de hacer descansar la ejecución de estos proyectos en la argumentación ideológica de que su desarrollo obedecía a objetivos nacionales y a los altos intereses de la nación, de lo cual se derivan al menos dos aspectos; el primero, una concepción particular de la idea política del bien común;13 el segundo, la convicción y la demostración de que el Estado es el perceptor puntual de esa idea del bien colectivo y que por tanto obra en consecuencia.

Sobremanera este segundo aspecto es mejor desarrollado en otro criterio, igualmente de dos vertientes; uno sería el privilegio de la utilidad castrense de los proyectos, concretamente el del establecimiento de una industria siderúrgica nacional que permitiría la creación doméstica de ingentes pertrechos militares.14 El otro, la porfía del Estado de tener bajo su control el fi nanciamiento y los benefi cios de los desarrollos planteados, lo que en algún modo determinó escenarios de desavenencia entre éste y el sector privado nacional, quien lógicamente también había visto en el sector férrico y eléctrico alguna posibilidad de inversión y cuya exclusión se amparaba en el argumento ofi cial de la poca capacidad capital de aquél para un desarrollo de la envergadura que demandaban esos proyectos.15 Al supeditar los mismos al interés supremo de la Nación, el Estado se estaba reservando las directrices —al menos en el caso de Guayana—, de la creación de una industria siderúrgica nacional y de la electrifi cación del Caroní.

Esto se colige del artículo “Hierro” publicado por el Capitán e Ingeniero Militar Leopoldo Paoli Chalbaud en el Vol. 11. Nro. 61. Mes 7, Año 5. Julio, 1951, pp. 13-17. También se encuentran artículos relacionados al tema de la navegabilidad del Orinoco en el marco de la explotación del caucho en la zona selvática de Guayana, Vid., por ejemplo el artículo de Jesús Blanco, “El caucho en Venezuela”, Vol. 11. Nro. 62. Mes 8, Año 5. Agosto, 1951, pp. 142-148. Algunos de interés histórico: el Tcnel. (A). E.G. Vogelsang publica un “Mapa de Guayana de Sir Walter Raleigh”, Vol. IV. Nros. 131-132. Mayo y Junio de 1957, pp. 18-19 y 44. Aunque escasa, esta muestra evidencia que en el seno de las Fuerzas Armadas se expresaba un interés por pensar la región Guayana.

13 Cfr. Fredy Rincón N., El Nuevo Ideal Nacional y los planes Económico-Militares de Pérez Jiménez 1952-1957. Caracas: Centauro, 1982, p. 113.

14 Cfr. Ibídem, p. 97 y ss. 15 Sobre estas fricciones, deben considerarse las opiniones respecto a la reserva estatal en la

creación y puesta en marcha de la industria siderúrgica nacional que hace el denominado Sindicato del Hierro, una agrupación económica con intereses de inversión en el rubro durante el gobierno de Pérez Jiménez. A propósito, Cfr. Fredy Rincón N., Op. Cit., pp. 85-89 y pássim. En torno a la posición de Fedecámaras, Cfr. Sonia Barrios, Op. Cit., pp. 63-68.

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Hasta entonces Guayana parece un ideal y se mantendrá en esa posición durante el período militar donde apenas los espacios son ocupados por la planifi cación y las ejecutorias de la primera hora. El Estado venezolano se interesa en profundizar los benefi cios económicos que puede aportar la región y donde hasta el momento sólo había cobrado espacio la presencia extranjera a través de sus emprendimientos extractivos de hierro en la región del Cerro Bolívar y El Pao y de oro en la zona del Yuruary. Cabe preguntarse entonces, ¿es una concepción total la que reviste a Guayana en la planifi cación industrial del Estado durante el período militar? De seguidas intentaremos mostrar el modo de inserción-exclusión de Ciudad Bolívar como caso concreto en este proceso de planifi cación de la región y en las realizaciones inmediatas a propósito de lo primero.

2. Ciudad Bolívar comporta un caso aparte

En la planifi cación de la industrialización de Guayana pueden apreciarse dos órdenes perceptivos emanados de la visión ofi cial sobre los que parece haber continuidad desde 1946 hasta fi nales de los años sesenta del siglo XX. El primero refi ere a una ponderación de la región como totalidad. Este ámbito implica la percepción de toda una Guayana promisoria, puntal de su propio desarrollo y fundamental para el mismo deseo a nivel nacional. Una suerte de visión dorada que no discrimina en las particularidades sectoriales dentro de la región y que se refi ere al futuro de la misma esbozando una suerte de visión homogénea en cuanto a participación y benefi cios en ese proceso de industrialización y desarrollo16. Es la concepción que mayores espacios ostenta en el discurso ofi cial del período anteriormente señalado.

El segundo ámbito refi ere a los matices que detallan las áreas de vigorización consideradas en la planifi cación y sobre las cuales, con base en el criterio de cercanía a las zonas de extracción mineral y a las facilidades para el

16 Con propiedad el texto de Cabello Requena que hemos referido ilustra esa situación. El tratamiento que hace sobre los planes y la obra material ejecutada por el Estado en Guayana durante ese decenio expresa una intensión por globalizar Guayana y entenderla como un solo conjunto, sin detenerse en las particularidades que tal proceso pudo concitar. Cfr. Hildelisa Cabello Requena, Op. Cit., p. 357 y ss.

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transporte, se diseñarán los espacios para el procesamiento industrial. Este es el criterio de especifi cidad que demarca concretamente las áreas de desarrollo, ergo, las que serán asiento de los centros industriales. Bajo este segundo criterio se clarifi ca que pese a la pretensión globalizadora de la idea de Guayana como polo de desarrollo, esa totalidad a la que remite el primer aspecto está representada específi camente en una porción territorial, la de la confl uencia de los ríos Orinoco y Caroní.

Ahora bien, lo expresado en los proyectos que en el marco de una vigorización industrial de Venezuela le atribuían a esta porción del territorio un papel fundamental en la producción de energía eléctrica como sustento de una industria pesada en los rubros del aluminio y del hierro, además del papel que jugaría en la generación de electricidad para el consumo nacional, amén de su situación como un importante puerto para las comunicaciones y distribución de la producción a las zonas petroleras cercanas y al extranjero, aunque parecen cargados de una exaltación a las bondades y ventajas económicas de la región como una totalidad, no tuvieron una expresión homogénea en toda el área señalada, ni en los planes ni en las realizaciones. De modo que, un proceso dentro del período fue pensar a Guayana como polo de desarrollo del país y otro, el que dentro de los planes y sus concreciones inmediatas esa idea lograse tener lugar a plenitud en la región demarcada. Precisamente Ciudad Bolívar parece ser en este decenio una expresión de esa circunstancia.

Como ya se ha indicado, Ciudad Bolívar concluye la década de los cuarenta del siglo XX recobrando temporalmente una importancia como puerto fl uvial gracias a las diversifi caciones que de estos enclaves se dieron en el país para garantizar las importaciones durante la guerra, pero con el correr de los años posteriores a 1945 poco a poco irá adquiriendo esa faz que ya parecía clara al inicio de la década comentada y ésta es la pérdida de importancia progresiva de su puerto en benefi cio de otros mejor posicionados, ya no para el comercio de las mercaderías llaneras sino del oro y el hierro que se habían convertido ahora en la principal referencia económica de la zona.17 Este fragmento del diagnóstico de las condiciones e importancia de su puerto contenidas en la Plan Preliminar de Vialidad de 1947 es bastante elocuente:

17 Cfr. Sócrates Ramírez, Ob. Cit., p. 68.

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El tráfi co por los puertos de Ciudad Bolívar, San Félix y Barrancas es en promedio de unas 25.000 toneladas anuales, cargo que sólo requiere el servicio de un pequeño barco de 450 a 500 toneladas y 8 pies de calado para hacer el recorrido de unos 750km entre Ciudad Bolívar y la bahía de Carenero donde se haría el trasbordo a los barcos trasatlánticos. […]Es conveniente advertir que a un [sic] cuando el Orinoco permitiera el paso de grandes barcos mercantes sin necesidad de obras de canalización estos barcos no irían de ninguna manera a Ciudad Bolívar o San Félix puesto que el volumen de carga está muy lejos de la cantidad requerida para hacer económica su entrada a dichos puertos.18

En 1948 se puede apreciar como Ciudad Bolívar puja por concentrar su importancia como puerto fl uvial de primer orden en el Orinoco mientras se va consolidando el desplazamiento de éste aguas abajo. Aunque se evidencia la pérdida del vigor del embarcadero debido al declive comercial en esa franja del Orinoco, para la fecha aún mantendrá una importancia como centro comercial y administrativo que conservará a lo largo del decenio. Es paradójico, pero desde Ciudad Bolívar parece tomar orden un proceso que eludiéndola da mayor fuerza a otros espacios en el futuro. Es en esta ciudad donde se establecerá la sede de la Orinoco Mining Company en 1949,19 y de donde partirán justamente los recorridos de Milo Perkins por el Orinoco y el Caroní que luego darán como resultado parte de las recomendaciones que hará al gobierno militar en materia de desarrollo e industrialización para la Venezuela de los cincuenta.

Es por ello que Perkins se refi ere a Ciudad Bolívar en sus propuestas. Muchos aspectos se desprenden de lo planteado por este estadounidense en torno al problema. En primer lugar el uso de la ciudad como enclave para sus recorridos da cuenta de la importancia que aún ésta podía revestir en la zona a comienzos de aquella década20 y es probable que tal situación le haya motivado no tan sólo a mencionarla sino a pensarla en relación a la totalidad guayanesa en sus planes.

18 Vid. Plan Preliminar de Vialidad, p. 210. 19 Cfr. Hildelisa Cabello Requena, Ob. Cit., p. 358-359; y nuestro artículo ya referido, pp.

72-73.20 Milo Perkins, Por el desarrollo y la estabilidad de Venezuela. Principios de acción. 2 ed. Caracas:

Banco Central de Venezuela, 2010, p. 218.

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Perkins piensa que la ciudad parece llamada a tener un puerto con mayor dinamismo que el observado. Su perspectiva en el mediano plazo, tomando en cuenta el ritmo acelerado del crecimiento económico del país, aunado a la esperanza de un escenario óptimo fundado en la materialización de sus propuestas, incide en apreciar a Ciudad Bolívar no desplazada por el puerto de San Félix sino a ambas formando un poderoso enclave portuario sobre el Orinoco. Esto también resultará paradójico, sobre todo si contrastamos su propuesta con los derroteros del futuro próximo: Milo Perkins no piensa a Ciudad Bolívar sin seguirle atribuyendo la importancia de su puerto. Variados son los ejemplos que permiten tal apreciación.

En sus propuestas, la planifi cación de industrias siderúrgicas no las ubica solamente en la zona cercana a San Félix sino a lo largo de todo el corredor fl uvial que comunica a ese puerto con Ciudad Bolívar, por lo cual, esta última -al menos idealmente- parece cobrar una importancia plausible. Aunque por lo pronto sólo es un ejercicio de visiones, Perkins sostiene que la existencia de dos grandes puertos estaría en principio determinada por el nuevo auge industrial de la zona, pero también por el aumento de la población, lo que redundaría en una diversifi cación de la producción de bienes de consumo y de servicios que incluso lograría ampliarse fuera del área de Guayana incluyendo a la región sur-oriental, aunado a la fundación de nuevas poblaciones y al estímulo de la producción agrícola en la región de Llanos que continuaría usando al Orinoco como principal vía de traslado de sus productos.21

Si bien Perkins no visiona a Ciudad Bolívar como un centro de producción industrial tal como el que plantea aguas abajo del Orinoco, parece persuadido de los efectos reales y directos que este establecimiento generaría en la ciudad, principalmente a través de la vigorización de su puerto. En ese caso es posible decir que pese a no tener este enclave una importancia de primer orden como otros en la industrialización de Guayana, sí se cree factible su incorporación a la generación y disfrute de los benefi cios por venir. De hecho, Perkins considera evidente para el momento que Ciudad Bolívar se ha benefi ciado de forma subsidiaria de la explotación férrica que ejecutan en la zona algunas empresas de capital extranjero.22

21 Ibídem, p. 174.22 Ibídem, p. 175.

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Sus exposiciones en torno al modo de inserción de Ciudad Bolívar en la nueva dinámica económica del eje Orinoco-Caroní deben estimarse también fuera de la espacialidad concreta de la ciudad y apreciarse en su relación con lo que él reiteradamente denominó la Región Orinoco. Perkins lee el declive en la navegación comercial del río al inicio de los años cincuenta, o dicho de un modo optimista, plantea que la navegación podría ser aún más dinámica si no se desatiende la importancia de esta red en la comunicaciones,23 y en todo caso, sería gracias a la consolidación de la vía fl uvial como medio de comunicación comercial que este estadounidense cree que la ciudad podría benefi ciarse.

Los ejemplos de sus propuestas son diversos. No deja de concentrarse en el empuje que se impondrá en la región a través de los establecimientos industriales de hierro, aluminio y electricidad, pero alternativamente plantea otras opciones como que el Orinoco recobre su papel comunicador entre los mercados productivos de los Llanos y el resto del país. También propone el estímulo al establecimiento de plantas enlatadoras refrigeradas como mecanismo más científi co para el aprovechamiento del ganado. La zona del Orinoco no sólo se vería benefi ciada por el establecimiento de estas industrias en derredor sino que ello ocasionaría un tráfi co más intenso en el Orinoco a partir de la incorporación de garrafas refrigeradas24 que sirvan para la distribución de todos esos productos. Otro proyecto altamente favorable para la dinamización del comercio en la zona sería la construcción de astilleros y el establecimiento de fábricas de papel.25

Ciudad Bolívar también es mencionada por Perkins cuando se refi ere a la necesidad de que el Estado venezolano estimule la descentralización industrial en Venezuela o como él le llama la dispersión geográfi ca de la industria. Parece atribuirle grandes posibilidades cuando en tal ejercicio equipara el papel futuro de este enclave al que pueden tener otros centros que visiona como espacios de 23 La visión de Perkins para entonces es que el transporte fl uvial podría ser utilizado con más

efi ciencia en Venezuela si éste se encontrara articulado con una buena red carretera. Para ello resalta los benefi cios naturales que tiene el país al respecto. Considera que el dragado del Orinoco ha sido una excelente ejecución que posibilita en el futuro su idea. Cfr. Ibídem, p. 183.

24 Ibídem, p. 176.25 Ibídem, p. 177.

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alto potencial económico para el país como Puerto Cabello, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Puerto La Cruz y Puerto Ordaz.26

En septiembre de 1958, casi ocho meses después del derrocamiento de Pérez Jiménez, Perkins dirigirá al gobierno provisorio un informe confi dencial -hasta ahora inédito- en la misma línea que lo hiciera a principios de la década, aunque resultando más preciso. El espíritu es el de hacer una relatoría sucinta de los grandes proyectos de desarrollo promovidos por el Estado en el quinquenio precedente, destacando niveles de avance y aspectos por concluir. Sobre Guayana se detiene en los dos emprendimientos más destacables avanzados hasta entonces: el programa de Electrifi cación del Caroní y el desarrollo de una industria siderúrgica nacional. Su mención estimula algunas ideas sugestivas. En primer lugar, a propósito de la trayectoria de estos párrafos, no menciona a Ciudad Bolívar, adscrita o separada de estos planes, como sí lo hace en su primera y conocida recomendación publicada; y aunque esto resulta importante acentuarlo tomando en cuenta la dirección de nuestro análisis, parece secundario frente a lo siguiente. Y es que las proposiciones que hace Perkins sobre esos dos proyectos en particular dentro del tema Guayana, no distan mucho en contenido de lo sostenido en 1952, por lo cual posibilita pensar que con ello se reconocía que el gobierno de Pérez Jiménez no había actuado en el tiempo estrictamente bajo sus sugerencias. Éstas se repiten en un modo más corto pero sin eludir lo esencial en el nuevo informe, presentándolas pues como temas inconclusos. Lo más cercano al interés que Perkins había puesto pocos años atrás en relación al destino de pervivencia de la economía de la ciudad ligada al comercio fl uvial lo hace recordando el necesario establecimiento de industrias no dedicadas al ramo férrico sino a la producción de diversas manufacturas, con lo cual, da continuidad a lo pretéritamente sostenido. El recurrente énfasis en el gran futuro de la región, aunque no niega las realizaciones, lo presenta como una realidad aún no alcanzada.27

Sin embargo, Perkins cree que estos planes inmersos en el gran proyecto de apuntalamiento industrial de Guayana podrán cobrar vida cuando se

26 Ibídem, p. 187. 27 Milo Perkins, “Report on the Venezuelan Economy. Confi dential until published by the

Venezuelan government”. September 19, 1958. En Archivo Histórico de Mirafl ores (AHM), Sección Inventarios, Serie B-36, Carpeta 14, Documento 13. Sobre los emprendimientos señalados, Vid., pp. 65-59.

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resuelvan al menos dos aspectos: uno, de índole organizativo a través de la creación de una junta planifi cadora Orinoco-Caroní, y luego otros de índole social urgente para el cual se requerirá la concurrencia de diversos organismos del Estado, tales serían fundamentalmente las soluciones de problemas sanitarios, educacionales, de atención médica, y de agua y habitación.28

3. Las huellas

Curiosamente, son estos últimos derroteros los que transita la política ofi cial en relación a Ciudad Bolívar en los años siguientes a la primera propuesta de Perkins. Del panorama que plantea -al menos para el caso de nuestro objeto de estudio-, nada resulta concretarse fuera del plano de la atención al último problema trazado, es decir, a la atención social.

El tema vialidad es abordado a dos manos: por un lado, el gobierno nacional continúa con la refacción de la carretera que conduce de Los Llanos a Ciudad Bolívar,29 mientras que la Orinoco Mining Company favorece las conexiones internas entre la ciudad y los centros mineros aledaños. Es por ello que quizá en muchas de las memorias gubernamentales no aparezcan refl ejadas algunas mejoras al respecto, puesto que no fueron fi nanciadas con dineros públicos. Un ejemplo de este proceder lo constituye la conexión terrestre entre Ciudad Bolívar y Ciudad Piar. Como continuación de los trabajos relacionados a la Carretera Panamericana (oriente) destacan dentro del período los emprendimientos en el tramo entre el Dorado y La Gran Sabana que permite el acceso de vehículos pesados desde el primer punto hasta el sitio denominado “La Escalera” en la Sierra de Lema.30

En las Memorias del Ministerio de Obras Públicas correspondientes al período 1953-1957 llama poderosamente la atención que el desarrollo de 28 Ibídem, p. 219. 29 Se trata de la llamada Carretera Panamericana (oriente), proyectada con una longitud de

1289 km., y cuyo trayecto permitiría el tráfi co desde Caracas a Santa Elena de Uairén. Cfr. Plan Preliminar de Vialidad, p. 97.

30 Cfr. Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1955. Caracas, 19 de abril de 1955. Tomo I. Introducción, p. IV. [La Memoria ha sido presentada por el Ministro Juan Bacalao Lara y corresponde al ejercicio del año 1954].

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obras públicas de todo tipo se encuentre concentrado en la zona central y en los Andes venezolanos. En una primera aproximación parece que este refl ejo no se corresponde efectivamente con las propuestas generales que Perkins había hecho recientemente. De hecho, la realización material del perezjimenismo en Ciudad Bolívar —por ejemplo— parecerá minúscula si se le compara con la ejecutada en otras partes del país y que son continuamente refl ejadas en las Memorias correspondientes. Frente a este caso quedan dos posibilidades por cubrir: la primera, que la planifi cación se haya sectorizado y corresponda a otros organismos su ejecución, tal vez a la Gobernación del estado o a la Ofi cina de Estudios Especiales creada el 21 de agosto 1953 y adscrita a la presidencia de la República con el objeto de organizar el proceso de industrialización del hierro y la electrifi cación del Caroní.31 La segunda, que estando los planes sectorizados, éstos no hayan podido desplegarse en su totalidad o siquiera parcialmente y su curso resultase postergado o alterado con el cambio de gobierno en 1958.32

Dentro del período y atendiendo parcialmente a las propuestas que hace Perkins sobre las condiciones primarias que deben atenderse antes de apuntalar el proceso de industrialización de la zona del Orinoco que incluye a Ciudad Bolívar, sólo dos obras emblemáticas destacan: la mención permanente de los avances en la construcción de un moderno complejo hospitalario para la ciudad, nueva sede del Hospital Ruiz y Páez33 y la culminación en 1954 31 Hildelisa Cabello Requena, Op. Cit., pp. 360 y 365. 32 Esta es una inferencia que hemos heredado de nuestra pasada investigación referida,

concretamente de lo concerniente a la planifi cación de la construcción de un puente sobre el Orinoco por parte de la Gobernación del estado Bolívar con la venia del Ejecutivo Nacional. Este fue un proyecto que fi nalmente no pudo concretarse en el período sino en 1967. Tenemos datos de que algunos documentos remiten a la proyección del puente durante el decenio militar. Aún no hemos logrado acceder a ellos en el Archivo Histórico de Mirafl ores.

33 La mención de este avance es recurrente en las Memorias del MOP que van desde 1955 hasta 1957. Siempre aparece refl ejada la misma descripción de la obra y el remitido a las explicaciones específi cas del Hospital de Valera del cual este proyecto es copia fi el. Destacamos algunos informes técnicos al respecto presentados por este ministerio.

“Área de construcción: 23.208,45 metros cuadrados. / Costo estimado: Bs. 15.207.953,00. / Capacidad: 300 camas.

Hospital General que formará parte del Centro Asistencial previsto para Ciudad Bolívar en un terreno de 16 hectáreas, donde lo acompañarán la Escuela de Enfermeras, los Laboratorios, los Sanatorios Antituberculosos y el Hospital Psiquiátrico.

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de un complejo carcelario en el marco del programa de Reforma Carcelaria y Penitenciaria que adelantaba el Ministerio de Justicia para entonces.34

Adicional a ello y en la misma dirección de sólo ofrecer mejoras en el ámbito de los servicios sociales, es apreciable la construcción de una planta de tratamiento de agua potable para el abastecimiento urbano;35 un Durante el año de la cuenta se vaciaron 8.900,00 metros cúbicos de concreto. La instalación

eléctrica se ejecutó hasta un 15% y la plomería hasta 43%. La super-estructura de esta obra, en la cual había que dejar provistas todas las tuberías

embutidas, se inició el 16 de noviembre de 1953. Actualmente se tramita la contratación de las obras que faltan para la total terminación del edifi cio, incluyendo las ventanas, obras de ornato y exteriores”. Vid. Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1955. Caracas, 19 de abril de 1955. Tomo I, pp. 65-66.

34 La muy famosa Cárcel Modelo de Ciudad Bolívar, quizá la primera obra emblemática del gobierno militar en Ciudad Bolívar, paradójicamente no destinada a un benefi cio general. Algunos datos sobre sus características a propósito de su culminación en 1954: “Área de construcción: 5.535,45 metros cuadrados. / Costo aproximado: Bs. 3.500.000,00 / Capacidad: 128 presos.

Esta construcción, proyectada para dar cabida a 120 presos y 8 presas, está ubicado en la Zona Sur-Oeste de Ciudad Bolívar, abarcando un área de terreno de 40.000.00 metros cuadrados que fueron donados por la Municipalidad para este fi n. Para su total saneamiento se pagó la cantidad de Bs. 16.500,00 por concepto de bienhechurías que ocupaban parte de este terreno. Esta cárcel agrupa un conjunto de edifi cios dispuestos de la manera siguiente:

1 edifi cio de dos (2) pisos de talleres. 1 edifi cio para alojamiento de presos, igualmente de dos pisos. 1 edifi cio para servicios de comedor, cocina y lavandería. 1 edifi cio para alojamiento de mujeres. También están contemplados y concluídos [sic] los edifi cios para la Sala de Máquinas y

Administración. El último de los nombrados dispone de dormitorios para sesenta (60) Guardias, comedor, cocina, Ofi cina para el Administrador, Jefe de Guardias, Ecónomo, Alcaide, Depósito de armas, Cámara Secreta, dormitorios individuales y Casino para Guardias, además de un amplio sitio de estar.

Todos los edifi cios fueron construidos por el Ministerio de Obras Públicas mediante contrato por Administración Delegada. Igualmente se construyó el edifi cio para Enfermería”. Vid. Ibídem, p. 70.

35 En la memoria respectiva se especifi can algunos detalles de la obra: “Para dotar de servicios de agua potable a esta importante capital de Estado, se terminó y puso en servicio la Planta de Tratamiento de Ciudad Bolívar, cuyas principales características son las siguientes:

Capacidad: Capacidad normal presente: 13,5 millones de litros por día.

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edifi cio para los servicios de la Unidad Sanitaria de la localidad con diversas especialidades médicas;36 el acondicionamiento de dos instituciones educativas públicas emblemáticas de la localidad: el Grupo Escolar Estado Mérida y el Liceo Peñalver;37 y el inicio de la construcción de una estación radiotrasmisora.38

Pero sobre el puerto y la puesta en marcha de obras signifi cativas que permitan una mejor participación de la ciudad en el panorama económico que se dibuja para la región muy poco parece desarrollarse. En la Memoria del MOP presentada en 1955 ninguna mención se hace en relación a la ejecución de trabajos en el puerto de Ciudad Bolívar durante el año 1954; sin embargo, dos similares cercanos fueron considerados en el desarrollo de obras públicas: el puerto de Guanta en Anzoátegui y Puerto Ayacucho en el Territorio Federal Amazonas.39 El mismo panorama se repite en la presentación de la Memoria del MOP durante 1956.40 Sólo en la Memoria presentada

Capacidad máxima: 15 millones de litros por día. Capacidad futura normal con extensiones: 15 millones de litros por día. La capacidad normal de la planta se basa sobre el consumo normal de la población para el período de

diseño hasta 1978. Sin embargo, la planta será capaz de soportar el gasto máximo sobrecargándola. Abastecimiento: La Planta es abastecida por aguas del Río Orinoco mediante bombeo a la Planta de

Tratamiento desde la toma”. Vid. Ibídem. p. 252. 36 Es un edifi cio de 4 pisos y comprende las dependencias que a continuación se describen:

Planta Baja, Sección de Epidemiología, Servicios Generales, Sección de Malariología, Sección de Antituberculosis, Sección de Higiene del Adulto, Seguro Social, Sección de Higiene Mental, Sección de Ingeniería Sanitaria, Administración, Sección Antivenérea, Departamento Anti-leproso, Nutrición, Consejo Venezolano del Niño, Sección de Higiene Escolar, Bacteriología.

Según reza la Memoria respectiva: “Los trabajos de construcción de esta obra se iniciaron mediante contrato celebrado con una Empresa Constructora Nacional el 6 de Agosto y se terminaron el 30 de noviembre de 1956”. Cfr. Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1957. Caracas, 19 de abril de 1957. Tomo I. [La Memoria ha sido presentada por el ministro Oscar Rodríguez Gragirena y corresponde al ejercicio del año 1956].

37 Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1955. Caracas, 19 de abril de 1955. Tomo I, pp. 106 y 108, respectivamente.

38 Ibídem, pp. 102-103. 39 Cfr. Ibídem, pp. 45-46.40 Memoria y Cuenta que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso

Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1956. Caracas, 19 de abril de 1956. Tomo I. [La

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en 1957, correspondiente al ejercicio del año anterior, aparece una escueta mención sobre el aeropuerto de Ciudad Bolívar en relación a obras mínimas de acondicionamiento tal como se habían emprendido en varios similares a lo largo del país. Del puerto se suele destacar, quizá como el rasgo más resaltante a lo largo de todo el gobierno perezjimenista en relación a su existencia, que fueron concluidas las obras correspondientes al edifi cio de la Capitanía de Puerto dependiente del Ministerio de Comunicaciones.41

Como confi rmación de una reminiscencia de su importancia comercial atribuida en la región, Ciudad Bolívar será considerada por la CVF al establecer en ella una sede del Banco de Fomento Regional Guayana inaugurado a inicios de 1955.42 También se le considerará en el marco del llamado Plan Nacional de Gasifi cación que durante el año 1956 contemplaba una conexión para el surtido de gas que partiría desde El Tigre hasta Ciudad Bolívar y desde allí hasta Puerto Ordaz.43

Más allá de ofi cios puntuales de obras públicas, la ciudad parece negada incluso en sus propias celebraciones. Una revisión al detalle de las publicaciones de la prensa nacional sobre los sucesos más destacados en el interior del país, cobertura que para la época solía ser bastante amplia, revela cómo ni siquiera los aniversarios de la ciudad —cada 22 de mayo— lograron dar cita a la inauguración de obras y al esbozo de planes para la localidad. La única actividad de este orden referida por la prensa, y eludiendo la signifi cación de la fecha, se hace para informar al país del viaje que la esposa del presidente Pérez Jiménez, Flor María Chalbaud Cardona, y demás damas esposas de miembros del gabinete ejecutivo, realizarán a la ciudad tras la invitación de la Sociedad

Memoria es presentada por el ministro Oscar Rodríguez Gragirena. En su exposición inicial al Congreso se excusa de la parquedad del escrito ya que pertenece a una gestión que no le tocó dirigir, habiéndose apenas incorporado a la dirección de ese despacho el 16 de febrero de 1956.

41 Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1957. Caracas, 19 de abril de 1957. Tomo I, p. 76.

42 Ministerio de Fomento. Memoria correspondiente al año 1955 y Cuenta del período administrativo 1° de julio de 1954 al 30 de junio de 1955. Caracas, 1956. Introducción, Sección de la Corporación Venezolana de Fomento, p. XXXXVII [sic].

43 Ministerio de Fomento. Memoria correspondiente al año 1956 y Cuenta del período administrativo 1° de julio de 1955 al 30 de junio de 1956. Caracas, 1957, p. 276.

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Bolivariana de Damas, seccional Bolívar para cumplir un deber de orden social: la inauguración de la Casa-Hogar “2 de diciembre”. La ocasión es referida por un rotativo caraqueño como toda una oda de la farándula política del momento, que además de la inauguración, incluyó junto a otras visitas de orden social al Asilo San Vicente de Paúl, Orfanato Bolívar, Instituto de Orientación de Menores, reuniones de noche con el gobernador del estado Bolívar, el obispo de la ciudad y los mandos militares locales.44

La obra material no habla por sí sola. Su ponderación, además de la visión de la huella en cualquier tiempo, requiere la apreciación de quienes se suponen sus benefi ciarios directos, esos que en todo caso valorarán sus alcances y darán fe del modo cómo lo hecho impactó en alguna medida en la construcción de su normalidad.

De ese modo, y siendo conscientes de la parcialidad que subyace a la actividad de las imprentas, el único número rescatado de una publicación local de la época adquiere para nosotros una elocuencia especialísima por diversos motivos.45 Como antesala a su comentario debe destacarse que el ejercicio de sus editores no sólo reviste una apreciación a distancia de los alcances materiales de ese tiempo, sino también una labor de refl exión sobre la ciudad, ergo, una forma local de pensarla.

Lo primero que salta a la vista en la apreciación del ejemplar de La Espiga, publicado en febrero de 1952, es la forma como refi ere una sensación colectiva de atraso y melancolía por el pasado en pleno inicio de la década de los cincuenta del siglo XX. Así, la ciudad parece sucumbir en una suerte de letargo intelectual que puede apreciarse en las muestras que van dando sus habitantes de la poca preocupación —comparada con el pasado— que otorgaban en el entonces a la cultura y las buenas maneras. Así se expresan desde La Espiga: 44 “Casa-Hogar “2 de Diciembre” Inaugurará hoy en Ciudad Bolívar la esposa del Presidente

de la República”. El Nacional. Caracas, 22 de mayo de 1955. 45 Nos referimos a La Espiga. Órgano Ofi cial de la AVAP [¿?]. Nro. 1. Ciudad Bolívar:

Casa Editorial Publicidad Guayana, febrero de 1952. Director: José E. Sánchez Negrón. En adelante y después de especifi car el artículo correspondiente nos referiremos a esta publicación simplemente como La Espiga, lo cual siempre remitirá al Nro. 1. Este es el único ejemplar de publicación periódica editado en Ciudad Bolívar durante la década de los cincuenta del siglo XX que se conserva en la Biblioteca Nacional de Venezuela. Forma parte de la llamada Colección Febres Cordero.

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Hablar de la cultura de Guayana es una cosa igual que criticar a la persona X que asistió a la reunión social “tal”, tiene mucho que decir. Anteriormente Ciudad Bolívar iba dando un ejemplo prometedor de avance intelectual. Veladas, recitales y otros programas se elaboraban; el pueblo paulatinamente iba gustando de ellos. Pero de repente concluyó aquella época, en la pantalla de los cines se dejó ver la guaracha, la rumba, y últimamente el mambo, echando por tierra aquel incipiente interés cultural. Muchas y diversas instituciones existen en Ciudad Bolívar, pero jamás se le ha visto a ninguna elaborar un programa verdaderamente educativo. Apenas en algunos institutos docentes se realizan pequeños actos de esta índole.46

Es también el grito de una visión de la localidad que pugna con nuevas costumbres y usos, enfrentándose a la necesidad de guardar tradiciones domésticas y familiares ante la impronta de un tiempo nuevo. Ese texto en específi co forma parte de un llamado a los padres para velar por la rectitud de sus hijos, por la adecuada educación y por el cultivo de valores como el respeto y la honradez, que en idea de quienes escriben, han sido embestidos por la civilización. Visto desde hoy, aunque lógico, resulta un modo pacato de leer su entonces.

Desde estas críticas páginas se aborda el tema del hierro con la particularidad de relacionarlo a la realidad de la ciudad. Se invita a comparar la falta de correspondencia entre el alborozo vivido por la exportación en cantidad de mineral férrico y la ausencia de benefi cios concretos en la localidad. En las palabras siguientes, la espera parece haber dado paso a un cuadro franco de desilusión:

La esperanza de toda Venezuela se empina en el sur del vasto territorio que ocupa geográfi camente la parte norte de la América del Sur. Allí donde los aventureros de la vieja Europa en la época de la conquista perdieron sus vidas y sus ambiciones, está la mirada fi ja de los inversionistas extranjeros. Hace algunos días los cintillos de los diarios nos daban la noticia de la llegada a puertos norteamericanos del primer cargamento de hierro venezolano, la noticia la leyó nuestro pueblo con aire de triunfo económico y vio refl ejarse en el horizonte un porvenir preñado de

46 J. M. Guzmán, “Guayana y su cultura”. La Espiga, p. 4.

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incontables realidades. Aquí en Guayana, teatro del hierro y..., brilló la alegría y el optimismo, los comerciantes hacían grandes pedidos para sus negocios, los caseros refaccionaban sus viejas casas y solicitaban terrenos para construír [sic] nuevos apartamentos, en las casas humildes se entonaban canciones de aleluya al buen tiempo y se abrían los brazos para acoger en sus senos generosos al viajero que en busca de nuevas perspectivas venía a fi jar residencia. Unos hacían sus preparativos y otros sus planes mentales para cuando llegara la cosecha del hierro. Los números del almanaque fueron quedando atrás y con ellos las esperanzas. La cosecha llegó y todos se preguntan: para cuándo será? [sic].47

A parte de lo descrito, otro elemento se desprende de los fragmentos seleccionados: la consubstanciación local de Ciudad Bolívar con Guayana, una muestra de aquel primer carácter de región total que ya se había enunciado. Aunque el cuadro de desesperanza parece fi nalmente unido a la ciudad, cuando se habla previamente del hierro exportado y de los benefi cios que de él se espera en lo inmediato, se hace considerando a Ciudad Bolívar como un enclave que merece importancia en Guayana, incluso, como Guayana misma.

Hay un espíritu en estas líneas que da cuenta de la concepción de merecimiento de la localidad frente al benefi cio nacional y regional que siente brindar. En ello se ampara la equiparación de Ciudad Bolívar a Guayana y se justifi can los no tan velados reclamos. Los mismos también suelen relativizar el orden de las realizaciones sociales que se han mencionado como único ámbito realmente perceptible en la acción material del gobierno militar en la ciudad. Al respecto resulta sumamente expresivo el siguiente extracto dedicado a criticar la desasistencia de los niños que habitan las márgenes del Orinoco:

Observando, en reciente viaje, la niñez en las márgenes del Orinoco en uno de sus trayectos más importantes —Ciudad Bolívar-Caicara— por su densa población, por sus grandes trabajos agrícolas y por sus bellezas naturales, donde se admira desde el apacible y bucólico paisaje de las siembras en sus islas y riberas, verdes de plantíos y pintorescos “ranchos” de paja, hasta el abrupto, imponente y bravío “Paso del Infi erno” o “La Vuelta del Torno”: fosa fl uvial con lápida cristalina y burbujeante, lecho eterno de muchos navíos que se atrevieron a sofocar su furia. Estos sitios son la rebeldía del Gran Río pareciera que allí se perpetúa una leyenda

47 J. E. Rojas Ruíz, “Guayana, teatro del hierro y…”. La Espiga, p. 2.

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de Titanes, de hombres fuertes y sanos. Es lo contrario de otra fuerza que se levanta a sus orillas: la niñez empobrecida y famélica de ojos grandes, hondos y somnolientos que esperan la mano pródiga que les dará salud y fé [sic] para crecer y llegar a ser útiles a su Patria, a su Tierra. Desde un punto de vista sanitario tendríamos que convenir que el futuro de esta regsón [sic] tendrá que ser decadente ya que su célula primordial El Niño, está constantemente expuesto al contagio de toda clase de enfermedades por el modo de vivir que tiene, sin tomar en cuenta las más elementales reglas de higiene, viviendo y jugando alrededor de charcas que a medida que el río cumple su proceso de bajada van quedando inmediatas a las chozas o “ranchos” veraneros de los isleros, donde también se incuban los propagadores del combatido Paludismo, el cual habrá sido eliminado en las estadísticas pero no en realidad del campo venezolano, donde aún la plaga es el principal azote no solamente del niño sino de los adultos también. El régimen alimenticio sin las sufi cientes calorías y vitaminas para ayudar al crecimiento infantil es también defi ciente. Da sentimiento ver como comen estos niños. Mugrientos, agachados en el suelo y los animales domésticos disputándoles la poquísima comida. Con niños levantados así, nunca se llegarán a tener hombres capaces para resistir las faenas primitivas y el clima inclemente. Se está contribuyendo a la degeneración física del venezolano. La regeneración empezaría por aquí primero. Paradójico es que al lado de una demostración de superioridad, de grandeza, de provenir promisor, se dé otra de miseria y dolor en la salud del niño del Orinoco. Cuán lejos están los años en que la sonrisa franca y sincera, expresión de salud e inocencia, adorne las caritas tristes y pálidas de los niños del Orinoco. ¿Cuándo romperán las carcajadas infantiles preñadas de vida como rompen las olas contra los riscos de ira?48

Para inicios de 1952 y a juzgar por lo apreciado en La Espiga, Ciudad Bolívar continúa siendo de algún modo un centro donde convergen informaciones de la región. Tal como el caso de los niños desatendidos en las riberas del Orinoco entre esta ciudad y Caicara, el panorama al otro lado del estado, hacia el Caura tampoco resulta alentador:

Informes recibidos del Caura dan cuenta que aquella región está quedando totalmente desolada. Innumerables familias han desocupado aquel lugar

48 Luis Vicente Guzmán M. “El Niño de las Riberas del Gran Río”. La Espiga, pp. 8-9.

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por la falta de trabajo que existe en ella. Dicen que el Banco Agrícola y Pecuario está negando rotundamente los créditos para el cultivo de la agricultura, y la producción de este año se dice que está perdida porque se considera en un setenta por ciento menor a los años anteriores. […]Así viene sucediendo en el Caura desde hace tiempo. La rica región de Guayana que en otros tiempos elevara su producción agrícola a considerable cifra y donde sus habitantes miraban en el panorama del futuro un horizonte grande y amplio, han visto reducirse y encontrar cerca una bancarrota para su entusiasmo y espíritu.49

Hay en esta publicación una mención directa al desacuerdo de cómo las políticas del Estado respecto al desarrollo de Guayana han perjudicado la pujanza económica de la ciudad y la han dejado de lado en la futura generación de benefi cios. Contrariamente a lo expuesto por Perkins en su ejercicio de visión sobre la ciudad y su futuro indivisible ligado al río, desde estas páginas que comentamos, quienes las escriben, no parecen persuadidos de ello, desestimando que el dragado del río pueda reactivar la actividad comercial en una sección del Orinoco que había sido ya desplazada por la ubicación estratégica de otros puertos. Desde La Espiga se pronuncian por el favor que le haría a la ciudad el paso por ella del puente que comunique a Guayana con el resto de Venezuela además de una vía férrea que sirva a la industria siderúrgica:

El Dragado del Orinoco y la construcción de Ciudad Ojeda y Puerto Ordaz comenzarán muy pronto tal como lo declaró a la prensa caraqueña el Presidente de la Orinoco Mining, señor Mc. Lake. El Dragado del Río y el puente sobre el mismo eran dos caminos que se les presentó en su ruta al pueblo guayanés. El puente sobre el río Orinoco hubiera representado para Guayana el paso agigantado hacia una era de prosperidad y hubiera sido una labor de grandes benefi cios para el País. El Dragado del Orinoco no era más que profundizarlo mientras exista el interés extranjero en un tiempo ya determinado: Cuarenta años. El Gobierno Nacional quiso ser neutro en la solución y prefi rió escuchar la voz del conglomerado. Una pequeña representación bastó para ello y venció el camino del Dragado. Doña “Sutana” y el señor “Fulano” hablaron en nombre del pueblo: Queremos el Dragado!!! Ese no era el sentimiento de los habitantes porque veía mayor porvenir en el puente

49 A. V. Llano. Sección “Comentando”. La Espiga, p. 14.

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y el ferrocarril ya que ello traía para la región progreso y acercamiento de pueblos. Dios quiera exista error en la voz del conglomerado! pero lamentablemente no es así.50

Esta es una evidencia importantísima porque indica el cambio de signo en el modo de pensar la vida económica de la ciudad que había ocurrido con la exposición del portento industrial de Guayana. De ese modo, Ciudad Bolívar reclama para sí grandes obras, que en lo inmediato generen empleos y en el futuro benefi cios tributarios, además de que terminen uniéndola a la mejor suerte que han ido signifi cando los planes de desarrollo en la región. También, y aunque esto sea una sugerencia provisional necesitada de otros contrastes, al menos en el sentir público, la ciudad parece haber dejado de mirar su futuro de cara al río uniéndolo a una esperada vía terrestre que la convierta en la antesala de la industria guayanesa.

Todos los fragmentos seleccionados permiten otras deducciones. Dos parecen sugerentes. En primer lugar, ilustran la percepción local de que los benefi cios que habían empezado a endilgársele a Guayana en relación a la economía del país no parecían revertidos a la región o al menos, no a todas las zonas. Cada fragmento expresa la sensación de que el nuevo tiempo pregonado no llega a todas partes. En segundo lugar, este ejemplar parece fuera del lugar que se ha construido en el imaginario venezolano sobre el carácter de las publicaciones periódicas durante la década militar y con mayor propiedad durante el tiempo del gobierno personal de Pérez Jiménez; pues se emiten algunos juicios incómodos al poder en pleno fragor de la planifi cación y solidifi cación de la acción económica y emprendedora del Estado. No tenemos noticias de la suerte posterior de esta publicación, pero para otras inferencias resulta elocuente el hecho de que sólo un número se conserve en los repositorios.

Consideración fi nal

Dos tipos de evidencia testimonial dan cuenta de la separación de Ciudad Bolívar de los benefi cios del proceso industrializador de Guayana en el decenio comprendido entre 1948 y 1958. Estos son: la huella material propiamente

50 Ídem.

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dicha y el alegato social. Durante el período del gobierno militar, la ciudad es un escenario donde termina consolidándose un perfi l que ya parecía claro desde inicio de la década de los cuarenta del siglo XX: el de su estancamiento comercial y económico.

Después de la coyuntura bélica mundial que le dio un temporal vigor al puerto de Ciudad Bolívar, ésta no pudo recobrar el cariz de centro motor del comercio en el Orinoco, aunque se comportó como una suerte de emplazamiento desde donde se articulaba un nuevo proceso de desarrollo económico de gran envergadura. Diversas fueron las razones: la disminución de la producción de Los Llanos con fi nes de exportación, la imposibilidad de navegar buques de gran calado por el Orinoco hasta tanto no se hiciese un dragado del canal, la poca estima que en el ánimo de los lugareños y del gobierno local se le dará al transporte fl uvial con fi nes altamente comerciales, pero sobremanera, el establecimiento de un nuevo puerto que cobraría una importancia cardinal con los proyectos del desarrollo hidroeléctrico del Caroní, con la explotación de hierro en el Cerro Bolívar y el Pao, y con la planifi cación de una industria siderúrgica nacional en la confl uencia de los ríos Orinoco y Caroní, por lo tanto, más cómodo en factibilidad comunicativa con la región industrial en desarrollo y con el Delta del Orinoco.

Por otro lado, a ello hay que añadirle la intensifi cación de la producción petrolera del oriente del país, con lo cual, Puerto La Cruz, al norte del estado Anzoátegui, no sólo se consolida como un puerto en el ramo, sino igualmente como enclave para el desembarco de mercadería importada, sustituyendo de esta forma el papel que Ciudad Bolívar había tenido hasta entonces como centro receptor de importaciones y como núcleo distribuidor de las mismas en Guayana y el oriente de Venezuela. En términos generales, este es un panorama que ya aparece dibujado pocos años antes de iniciarse el gobierno militar y a cuyo cierre es una certeza.

Ahora bien, pese a lo que fi nalmente ocurre, Ciudad Bolívar está inserta, al menos desde la insinuación, en los planes de desarrollo de Guayana. Es una mención que en primer lugar evidencia una comprensión total de Guayana en el marco de las posibilidades económicas de la región, sobre todo en lo concerniente a la generación de benefi cios, y que luego se muda al señalamiento de las especifi cidades que caracterizarían el nivel de participación de las áreas

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periféricas en este proceso de planifi cación y crecimiento económico que había sido radicado aguas abajo del Orinoco que hace frente con Ciudad Bolívar. Esto signifi ca que al menos en el proceso de pensar el aprovechamiento económico de la región, durante este decenio no se le dejó de lado, se le incluyó, y ello tomando siempre en cuenta su condición de enclave comercial y ciudad portuaria con la que defi nitivamente se había destacado sobre todo desde el siglo anterior. Tal como en su oportunidad referimos, este aspecto se encuentra ejemplifi cado en las observaciones de Perkins: en sus sugerencias, Ciudad Bolívar no parece tener un destino diferente al de benefi ciarse de su cercanía al río.

En la tarea de pensar la ciudad en el marco de un tiempo nuevo, se ve su puerto aparejado al de San Félix constituyendo una suerte de corredor necesario para el embarco y desembarco, en un canal plagado de industrias. Se le estima también como un puerto necesario para la recepción de mercaderías creadas por una industria secundaria ligada a la potenciación productiva de Los Llanos y a la posibilidad creativa de manufacturas de todo tipo. Pero en esto no parece existir un claro interés local. Las fuentes conexas revelan como una especie de sentir colectivo no la supervivencia de un destino ligado al cauce del río, huelga decir, a la reactivación de su vida fl uvial, sino a la modernización a través de los rieles y el asfalto. Así se quiere ver pues a Ciudad Bolívar: como antesala a Guayana a partir de la comunicación terrestre. Desde la observancia local, esta es la exigencia que sigue proyectándose más allá de la década del cincuenta, y que como contribución de la obstinación citadina, deriva en el levantamiento del Puente de Angostura en 1967.

Durante el gobierno militar ni una u otra cosa termina consolidándose a favor de la ciudad. El cese de la relación económica entre la ciudad y el río termina materializándose, pero ello no da paso a una nueva forma de relacionamiento óptimo con los planes y las concreciones materiales y económicas de la primera hora ligadas al desarrollo de Guayana. Los modestos benefi cios no van más allá de la generación de empleo a los locales y del desarrollo de algunas obras públicas ligadas fundamentalmente al sector educativo y de salud, que incluso no resultan unánimemente apreciadas por la población, quien sigue destacando el estado de atraso que evidencia el contexto en contraposición a los deseos de un mayor vigor que creen merecer gracias al infl ujo del mito de

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la riqueza, también total, que ha desatado la explotación de hierro en la región. De este modo, Ciudad Bolívar patenta su carácter periférico en la producción y captación de benefi cios, ya no en el proceso de pensar sino de hacer una nueva Guayana para Venezuela.

Este no ha sido un ejercicio que persigue el señalamiento de responsabilidades; es decir, el objetivo de estas líneas no ha sido ubicar en una escala de culpas al gobierno militar frente a lo ocurrido con un proceso que bien pudiésemos destacar como de franco declive de la ciudad si lo comparamos con su suerte a principios del siglo XX. Nuestro propósito ha sido el de ubicar el estado de este proceso durante la década señalada, tomando en cuenta, tal como quiso dejarse claro al inicio de este trabajo, que como en muchas de las realizaciones, en ésta, que no la es, durante el período militar tiene continuidad un proceso que en ambos límites temporales termina trascendiéndolo.

Fuentes

Primarias

Documentos de Archivo

Archivo Histórico de Mirafl ores (AHM).“Report on the Venezuelan Economy. Confi dential until published by the Venezuelan

government”. September 19, 1958. Sección: Inventarios, Serie B-36, Carpeta: 14, Documento: 13.

Publicaciones ofi ciales

Comisión Nacional de Vialidad, Plan Preliminar de Vialidad. Caracas: Ministerio de Obras Públicas, 1947. [Mecanografi ado].

Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1955. Caracas, 19 de abril de 1955. Tomo I.

Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1956. Caracas, 19 de abril de 1956. Tomo I.

Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentada al Congreso Nacional en sus Sesiones Ordinarias de 1957. Caracas, 19 de abril de 1957. Tomo I.

Ministerio de Fomento. Memoria correspondiente al año 1955 y Cuenta del período administrativo 1° de julio de 1954 al 30 de junio de 1955. Caracas, 1956.

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Ministerio de Fomento. Memoria correspondiente al año 1956 y Cuenta del período administrativo 1° de julio de 1955 al 30 de junio de 1956. Caracas, 1957.

Perkins, Milo, Por el desarrollo y la estabilidad de Venezuela. Principios de acción. 2 ed. Caracas: Banco Central de Venezuela, 2010.

Publicaciones periódicas de la época

Blanco, Jesús, “El caucho en Venezuela”. Revista de las Fuerzas Armadas. Vol. 11. Nro. 62. Mes 8. Año 5. Agosto, 1951, pp. 142-148.

“Casa-Hogar “2 de Diciembre” Inaugurará hoy en Ciudad Bolívar la esposa del Presidente de la República”. El Nacional. Caracas, 22 de mayo de 1955.

Guzmán, J.M. “Guayana y su cultura”. La Espiga. Órgano Ofi cial de la AVAP [¿?]. Nro. 1. Ciudad Bolívar: Casa Editorial Publicidad Guayana, febrero de 1952, p. 4.

Guzmán M., Luis Vicente, “El Niño de las Riberas del Gran Río”. La Espiga. Órgano Ofi cial de la AVAP [¿?]. Nro. 1. Ciudad Bolívar: Casa Editorial Publicidad Guayana, febrero de 1952, pp. 8-9.

Llano, A.V., Sección “Comentando”. La Espiga. Órgano Ofi cial de la AVAP [¿?]. Nro. 1. Ciudad Bolívar: Casa Editorial Publicidad Guayana, febrero de 1952, p. 14.

Paoli Chalbaud, Leopoldo, “Hierro”. Revista de las Fuerzas Armadas. Vol. 11. Nro. 61. Mes 7. Año 5. Julio, 1951, pp. 13-17.

Rojas Ruíz, J.E. “Guayana, teatro del hierro y … … …”. La Espiga. Órgano Ofi cial de la AVAP [¿?]. Nro. 1. Ciudad Bolívar: Casa Editorial Publicidad Guayana, febrero de 1952, p. 2.

Vogelsang, E.G., “Mapa de Guayana de Sir Walter Raleigh (1595)”. Revista de las Fuerzas Armadas. Vol. IV. Nros. 131-132. Mayo y Junio de 1957, pp. 18-19 y 44.

Secundarias

Barrios, Sonia, El moderno estado intervencionista en Venezuela. El caso de la Corporación Venezolana de Fomento. Caracas: Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), Universidad Central de Venezuela, 1998. (Col. Luis Lander, 5).

Betancourt, Rómulo, Venezuela, política y petróleo. (1956). 2 ed. Caracas: Monte Ávila Editores y Fundación Rómulo Betancourt, 2001.

Cabello Requena, Hildelisa, Historia Regional del Estado Bolívar. Caracas: Corporación Venezolana de Guayana, Italgráfi ca, 1996.

Ramírez, Sócrates, “Ciudad Bolívar y el Puente de Angostura: memoria de un proyecto”. Mañongo. N° 38. Vol. XX. Enero-Junio, 2012. pp. 61-87.

Rincón N., Fredy, El Nuevo Ideal Nacional y los planes Económico-Militares de Pérez Jiménez 1952-1957. Caracas: Centauro, 1982.

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RESEÑAS

Catalina Banko Historiadora. Profesora Titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela.

Atlantic Ports and the First Globalisation. c. 1857-1929. Editor: Miguel Suárez Bosa. Editorial: Palgrave MacMillan, 2014. Serie: Cambridge Imperial and Post-Colonial Studies Series, Megan Vaughan and Richard Drayton (eds.).

La llamada “Primera Globalización” se caracteriza, desde mediados del siglo XIX, por profundos cambios estructurales de la producción industrial, los métodos bancarios y el comercio internacional. Mientras las economías nacionales se van integrando en el proceso de formación de un mercado mundial que se desarrolla en torno al Atlántico, los puertos adquieren un rol fundamental en la confi guración de las redes comerciales que vinculan Europa, África y América.

El funcionamiento y la naturaleza de esos puertos varían según su proximidad a los centros distribuidores de mercancías manufacturadas o a las regiones productoras de determinadas materias primas. El sistema de administración de los espacios portuarios adquiere modalidades diversas de acuerdo al papel desempeñado por las instituciones del Estado y del sector privado. No solamente los puertos se constituyen en puntos nodales para el

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intercambio económico sino que también cumplen un rol decisivo para el establecimiento de lazos entre diferentes medios culturales.

La exploración científi ca del entorno portuario adquiere múltiples dimensiones y variada es la gama temática para su estudio: infraestructura, población, agentes navieros, compañías de seguros, sistema naviero, régimen aduanero y comunidad portuaria en general, son algunos de los muchos problemas que atraen la atención de los investigadores. En el presente volumen, el interés de los autores se focaliza en los diferentes modelos de administración portuaria que se han aplicado en algunas de las plazas mercantiles que han actuado como nexo en el amplio mundo atlántico.

El presente volumen fue coordinado por el profesor Miguel Suárez Bosa (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria) y en el texto se han incorporado diversos estudios sobre puertos que han tenido destacado papel en la navegación internacional. El eje del estudio sigue la línea del papel que esos puertos ejercieron en el marco de economías extractivas y asociadas a la producción de materias primas exportables. Las reformas en el sistema de administración portuaria se constituyen en un aspecto fundamental para comprender los cambios no solamente en las políticas de comercio exterior de los territorios en cuestión, sino también las transformaciones del mercado naviero mundial. Cada autor, a lo largo de nueve capítulos, se consagra a presentar un estudio focalizado en los regímenes portuarios, las obras de infraestructura realizadas, las redes comerciales extendidas hacia el hinterland y hacia los mercados exteriores. El marco temporal permite además analizar diferentes coyunturas relacionadas con la modernización portuaria, especialmente en lo que se refi ere al desarrollo de los mercados de combustible, como puede observarse en el capítulo sobre los puertos carboneros en las Islas Canarias, realizado por Luis Cabrera Armas.

El contenido del libro se inicia con el estudio de los puertos insulares oeste-africanos de Canarias y Cabo Verde, caracterizados por su rol como estaciones de apoyo a la navegación. Los siguientes capítulos analizan el rol de algunos puertos continentales africanos: Casablanca, Dakar y Lagos. La investigación prosigue más allá del Atlántico para continuar en La Habana y La Guaira. El libro fi naliza en Brasil, en el gran puerto exportador de Santos. Con ello, el lector puede adquirir una visión completa e integral de las grandes

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redes comerciales en el Atlántico, apreciando semejanzas y diferencias en los sistemas de administración portuaria.

El primer capítulo, elaborado por Miguel Suárez Bosa, presenta un estudio introductorio de carácter metodológico para encarar el análisis del funcionamiento de los puertos en el marco de importantes reformas. En la introducción se examina la vinculación entre los puertos y sus hinterlands, así como diferentes conceptos teóricos sobre las comunidades portuarias o la conformación de mercados de commodities. Seguidamente, Luis Cabrera Armas analiza la evolución de las funciones portuarias en las Islas Canarias, centrando su atención en la conformación del mercado de carbón en los puertos isleños, que se habían constituido en una de sus principales fuentes de riqueza. Ana Prata aborda las operaciones portuarias en San Vicente (Cabo Verde), que rivalizaba con Canarias en los servicios de apoyo a la navegación. Este capítulo incluye el estudio del mercado de carbón y los factores que condujeron a su progresiva declinación a causa del predominio de los puertos canarios, en una actividad dominada por las empresas británicas.

El cuarto capítulo, escrito por Miguel Suárez Bosa y Leila Maziane analiza el puerto marroquí de Casablanca, durante la primera fase del Protectorado francés. En esta sección se brinda un detallado estudio sobre las actividades comerciales efectuadas en ese puerto, tomando en cuenta la creciente signifi cación de la exportación de fosfatos en la economía marroquí a través de Casablanca. El modelo de gestión que se presenta se caracteriza por diferenciarse del modelo landlord característico del sistema portuario francés. El siguiente capítulo, obra de Daniel Castillo Hidalgo, estudia la evolución del puerto de Dakar (Senegal). En esta sección se exploran aspectos relativos al uso del ferrocarril así como también al desarrollo del sector exportador vinculado a los cultivos de cacahuetes. Este capítulo hace hincapié en la confi guración de un modelo de transportes con importantes consecuencias sobre el desarrollo económica en el largo plazo. En una línea similar, Ayodeji Olukoju, ofrece una visión de conjunto del puerto de Lagos (Nigeria). En este capítulo se analiza el incremento de las conexiones del puerto nigeriano con diferentes mercados de commodities (aceite de palma, semillas de palma), abordando además la cuestión institucional y la evolución de los movimientos británicos en la región. En estos dos capítulos, se centra el

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interés en la estructuración de sistemas de transporte regionales que tuvieron especial incidencia económica.

El siguiente capítulo, escrito por Francisco Suárez Viera se encarga del análisis de las funciones comerciales del puerto de La Habana (Cuba). El autor explora la dinámica del mercado azucarero cubano, cuya salida fundamental se realizaba a través de puertos que hacían las veces de elementos articuladores de la economía isleña. La profesora Catalina Banko es la autora del octavo capítulo, encargado del estudio del puerto de La Guaira (Venezuela). En esta parte queda patente la magnitud de las obras en el puerto venezolano, condicionado por la morfología geográfi ca costera. Para permitir la conexión marítima de Caracas, los ingenieros debieron ofrecer respuestas técnicas acordes a una economía en crecimiento, elementos que son analizados en este capítulo, observando la gestión portuaria pública que posteriormente será asumida por una corporación británica. Por último, Cezar Honorato y Luiz Cláudio Ribeiro abordan la evolución del puerto de Santos (Brasil) y su estrecha vinculación con el sector cafetero. La exportación de café a través del puerto brasileño le permitió convertirse en uno de los centros comerciales más activos del país. El capítulo muestra los cambios en las infraestructuras y el esquema institucional en relación con esa expansión comercial.

En resumen, este libro reúne los resultados de largos años de investigación comparada, suponiendo un renovado interés en los estudios de Historia Marítima a nivel internacional. Una cuidada base documental y estadística completan este libro que ofrece al lector una interesante síntesis de la evolución histórica de los puertos del Atlántico Sur, desde una perspectiva local que se orienta a lo global. En suma, se trata de una importante contribución para la indagación en torno a los regímenes de administración portuaria que han regido desde el siglo XIX hasta las primeras décadas de la siguiente centuria.

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Alberto Navas Blanco Licenciado en Historia y Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela. Profesor Titular de la escuela de Historia de UCV.

Jaime Ybarra. Archipiélagos de poder. Historia electoral de Venezuela, 1870-1888. Valencia, Asociación de Profesores de la Universidad de Carabobo, 2014.

La comprensión histórica del sistema electoral venezolano debe pasar, necesariamente, por una revisión integral de las variables sociopolíticas y culturales básicas de los procesos dinámicos que han infl uido sobre nuestra formación social, al menos desde el siglo XVIII.

En este sentido, como lo ha hecho Jaime Ybarra en su obra: “Legitimacióndel poder político a través del sistema electoral venezolano, 1870-1888”1, observamos cómo es posible elaborar conocimiento histórico, teniendo como objetivo una coyuntura histórica tan compleja como lo fue el período del Guzmanato, abordando el estudio no solamente el período específi co de 1870 a 1888 y sus fuentes bibliográfi cas y documentales, sino también y muy especialmente, guardando el debido cuidado de mantener

1 Obra presentada como Tesis Doctoral, por Jaime A. Ybarra M. el 22 de noviembre de 2012, ante Jurado Examinador, designado por la Universidad Católica Andrés Bello, en Montalbán (Caracas), integrado por los Dres. Dora Dávila (UCAB), Fernando A. Oduber (USR) y Alberto Navas B. (UCV).

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una debida contextualización, temporal y espacial, que es la que nos permite superar los niveles historiográfi cos de la descripción y explicación, para pasar a procesos de interpretación en lo que denominaríamos una complejidad fundamentada como conocimiento histórico.

Jaime A. Ybarra M., autor de la presente publicación, pertenece a una valiosa generación de jóvenes académicos formados en los cursos de pregrado y postgrado en las diversas universidades del interior de la República, las cuales han desplegado a lo largo de todo el territorio venezolano, el interés crítico y académico por la Historia, completando con ello un ciclo iniciado en 1946, cuando a la cabeza de la refundación de la Facultad de Filosofía y Letras, en el seno de la Universidad Central de Venezuela, Mariano Picón Salas dio el impulso inicial necesario al estudio superior de las humanidades,2 esfuerzo que se multiplicó en diversas instituciones universitarias, públicas y privadas, que en las últimas siete décadas han abierto cursos de pregrado y postgrado en Historia, entre ellas la Universidad de Los Andes (Mérida), la Universidad del Zulia (Maracaibo), Universidad de Carabobo (Valencia), Universidad Rómulo Gallegos (Guárico), Universidad Católica Andrés Bello (Caracas), Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Universidad Simón Rodríguez, etc.

En el caso específi co de Jaime Ybarra, contamos con un profesional formado como Licenciado en Educación mención Ciencias Sociales en la Universidad de Carabobo (1997), Magíster en Historia de Venezuela en la Universidad de Carabobo (2003) y Doctor en Historia en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas (2013). Ejerciendo la docencia de pregrado y postgrado en diversos cursos de Historia de Venezuela tanto en la Universidad de Carabobo como en la Universidad Rómulo Gallegos. Ybarra, también cuenta con una importante labor como editor y autor en diversas publicaciones y revistas científi cas, entre las cuales destacan: El Desafío de la Historia, Boletín de la Academia de Historia del estado Carabobo, UNICA de la Universidad 2 La Facultad de Filosofía o Artes de la Real y Pontifi cia Universidad de Caracas, hoy Facultad

de Humanidades y Educación de la UCV, es en realidad la Facultad más antigua de Caracas y de Venezuela, siendo el primer egresado de dicha Universidad y Facultad el Dr. Antonio Tovar y Bañes en el año de 1725, en tal sentido, lo que aprueba la Junta de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt en 1946 fue propiamente una refundación de la vieja Facultad de origen colonial.

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Cecilio Acosta, Ciencias de la Educación, FACES y Mañongo de la Universidad de Carabobo y, bajo el sello editorial del Perro y la Rana su obra de historia regional “El Torreón del Alambique”. En síntesis, nuestro autor representa para el futuro de la historiografía nacional y regional, una muestra efectiva de que ya el interés superior por la investigación y enseñanza de la Historia no se limita a los viejos y venerables muros de la Universidad de Caracas.

Concretamente, y desplazándonos al fondo de la obra que publica Ybarra, nos interesa resaltar la importancia que tiene para el estudio de la historia política de Venezuela, la investigación crítica y documental de los procesos electorales, aunque ello, no ya desde la perspectiva tradicional de la descripción episódica, numérica y descontextualizada de tales eventos; sino muy especialmente, a la luz de las capacidades e instrumentos que otorga la formación de historiadores universitarios, aptos para desarrollar un conocimiento crítico y científi camente elaborado. Todo ello cobra un valor muy especial a la hora de estudiar regímenes de confi guración tiránica, como lo fue el del General Antonio Guzmán Blanco entre las décadas de 1870 y 1888, período cargado de personalismo y arbitrariedades extremas, pero en el que también se practicaron procesos electorales de alcance nacional y regional, en una conjunción de fenómenos de gran complejidad histórica, donde se pone a prueba la calidad del historiador para explicar e interpretar la verdadera razón y adecuado valor político y contextual de la realización de eventos electorales bajo un clima de predominio del personalismo tiránico, vulneración de las libertades individuales y públicas, irrespeto a la independencia de los poderes, a los principios liberales y federales. En fi n, un reto que exige del investigador un conocimiento de la realidad estudiada mucho más allá de los acontecimientos y procesos estrictamente electorales.

En otros trabajos nuestros,3 hemos hecho referencia al período comprendido entre 1870-1935, como un proceso de “Reajuste tiránico del proyecto nacional republicano”, es decir, una prolongada etapa de la historia de Venezuela, cargada de 65 años de procesos dictatoriales de complejidad creciente, precisamente iniciados bajo el régimen del General Guzmán

3 Alberto Navas Blanco. Hacia una recomprensión del tiempo histórico venezolano. Caracas, Edic. Heródoto-Facultad de Humanidades y Educación UCV, Escuela de Historia, 2012. pp. 27 y ss.

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Blanco (1870-1888), seguido por el general Joaquín Crespo (1892-1898) y, fi nalmente, por los Generales Cipriano Castro (1899-1908) y Juan Vicente Gómez (1908-1935). Más de medio siglo de secuencias autocráticas, confi gurándose el Estado venezolano como un aparato de violencia, en una estructura de mando vertical unívoco, pero que, paradójicamente, conservó durante ese largo tiempo una formalidad constitucional republicana, así como la eventual convocatoria a elecciones parlamentarias, presidenciales, regionales y locales; materializándose todo ello en una realidad sociopolítica y cultural muy peculiar de la evolución venezolana, donde la consagración de legitimidad, bajo un clima de amplia restricción de las garantías y libertades, pudo convivir como una perversidad recurrente hasta convertirse, inclusive mucho más allá de 1935, como una “cualidad” relativamente permanente del sistema político venezolano.

En el estudio de esta curiosa paradoja sociopolítica para el período del Guzmanato, trabajado por Jaime Ybarra, radica la importancia de su publicación, es decir, en la necesidad de profundizar el conocimiento e interpretación de estas perversas “cualidades” de nuestro sistema político. Por todo ello, los eventos coyunturales que han adulterado desde el siglo XIX a la gran mayoría de los procesos electorales venezolanos, a través de fraudes, adulteraciones, violaciones constitucionales, violencia, etc., no deben ser entendidos simplemente como manifestaciones periódicas de un sistema en proceso de modernización. Al contrario, la recurrencia y permanencia de tales rasgos perversos, durante el citado siglo XIX, buena parte del siglo XX y su supervivencia en casos del siglo XXI, nos hace pensar en la obligatoriedad de remitirnos a indagaciones más complejas e interactivas entre los diversos estratos de la realidad sociopolítica y cultural venezolana, así como entre las diversas disciplinas sociales y humanísticas, para poder generar resultados veraces, fundamentados y confi ables, que sirvan efectivamente a la construcción de una conciencia histórica crítica, cuya utilidad social y cultural de recuperar el camino republicano sobre bases reales, solamente podremos apreciar a mediano y tal vez largo plazo.

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Manuel Donis Ríos Doctor en Historia (UCAB). Individuo de número de la Academia Nacional de la Historia.

Yuleida Artigas, Jean Carlos Brizuela y José Alberto Olivar se han empeñado en que presente su tercer trabajo compilatorio, titulado La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos (Universidad Pedagógica Experimental Libertador, 2014), presentación que hago con muchísimo gusto. Ellos, además de amigos consecuentes, fueron mis alumnos en la Maestría en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello.

La obra que nos ocupa corresponde a una línea de investigación histórica que tiene como objetivo analizar la actuación de intelectuales laicos y eclesiásticos, y de políticos, venezolanos, desde fi nales del siglo XVIII y los inicios de nuestra vida republicana en el siglo XIX. Jean Carlos y José Alberto fueron, en compañía de Jorge Bracho, los coordinadores de La opción republicana en el marco de las Independencias. Ideas, política e historiografía 1797-1830 (Academia Nacional de la Historia - Universidad Metropolitana, 2012); y de nuevo, Brizuela y Olivar, coordinaron Levitas y sotanas en la edifi cación

Yuleida Artigas Dugarte, Jean Carlos Brizuela y José Alberto Olivar (Coordinadores). La Venezuela perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos. Caracas: Universidad Pedagógica Experimental Libertador-Vicerrectorado de Extensión, 2014.

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republicana. Proceso político e ideas en tiempos de emancipación (UPEL–IPR (Instituto Pedagógico Rural El Mácaro, 2012).

La Venezuela Perenne contiene 22 ensayos escritos por especialistas de diversa procedencia sobre una pléyade de venezolanos ilustres, civiles todos, alejándose del tradicional culto a los hombres de uniforme, que contribuyeron con sus aportes a la edifi cación del país que queremos. Doce de los autores han cursado -o cursan- sus estudios de Postgrado en la UCAB; 4 en la Universidad Central de Venezuela; 3 en la UPEL; 1 en la Universidad de Carabobo; y 1 en la Universidad de Friburgo, Suiza.

Más que de una semblanza biográfi ca, se ofrece su contribución a la vida nacional de una Venezuela posible, factible, realizable, viable. Tomando prestado el título de la obra de Gonzalo Picón Febres, como confi esan los coordinadores, se asume lo que Augusto Mijares defi nió como lo afi rmativo venezolano. La visión nacionalista y moralista que remite a la necesidad de releer la historia y sacar de ella los valores fundamentales, en contraposición a la visión pesimista del carácter nacional. Lo afi rmativo venezolano, “otro canto al heroísmo venezolano”, producto del trabajo de hombres y mujeres de carne y hueso, perseverantes, desinteresados, que permitieron -y permiten- la existencia de un país paralelo al de “las vergüenzas, latrocinios y perjurios de nuestra vida política”.

Como dice el Introito: “(…) dar a conocer, en tiempos de tantas carencias y debilidades institucionales republicanas, la obra más representativa de veintidós venezolanos comprometidos desde sus distintos ámbitos de actuación intelectual y política, en la construcción de un país que procura y pretende alcanzar el progreso material, la estabilidad democrática y justicia social que tanto le ha costado a lo largo de su historia”.

Debo decir que este objetivo se ha hecho recurrente en los tiempos actuales. Fue, por ejemplo, el mismo de La Biblioteca Biográfi ca Venezolana, proyecto editorial patrocinado por El Banco del Caribe y el diario El Nacional a partir de 2005 y que alcanzó las 150 Biografías.

El esfuerzo colectivo que hoy se presenta se dividió en 3 capítulos. El primero, titulado Escritores y literatos: Ideas, letras y nación, incluye 7 ensayos: La pluma independiente de Juan Vicente González (Alexandra Mendoza); Gonzalo Picón Febres, primer historiador de la literatura venezolana (Mariano

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Nava); Eloy Guillermo González: voz y rostro de una generación (J. C. Brizuela); Simón Planas Suárez y su visión de Venezuela (David Ruiz Chataing); Visiones sobre un memorialista. Tulio Febres Cordero ante la historiografía y la crítica (Háncer González); La mujer intelectual: escenarios para la reivindicación a principios del siglo XX (Aportes de Ada Pérez Guevara), de Rosmar Brito y María S. Harringhton; y Ecos de la transformación de San Cristóbal en la obra de Rafael María Rosales (Ildefonso Méndez Salcedo). Personajes que permiten la comprensión global de la cultura venezolana. Intelectuales pioneros que hicieron propio el campo del periodismo, la literatura, la historia, la docencia y el derecho, precursores varios de ellos en su área.

El segundo capítulo, Historiadores, geógrafos y pedagogos: Maestros de generaciones; y Políticos y estadistas, está conformado por 9 ensayos. Ocho historiadores de diversos cánones historiográfi cos y un geógrafo: Caracciolo Parra y Olmedo: Rector de las reformas y de la autonomía en la Universidad de Los Andes (Alí López Bohórquez); José Gil Fortoul: defensor de los derechos políticos de la mujer (Jaime Ibarra); La obra educativa de monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno (Agustín Moreno); Mario Briceño Iragorry. Cultura y Nación. Una aproximación (Jorge Bracho); Eduardo Arcila Farías: el innovador de los estudios históricos en Venezuela (Juan A. Acuña); Augusto Mijares o el problema de ser intelectual en Venezuela (Andrés E. Burgos Gutiérrez); Juan Bautista Fuenmayor: historiador del movimiento comunista venezolano (Ángel García González); Carlos Irazábal: iniciador de la historiografía marxista en Venezuela (Omar Hurtado Rayugsen); y Pablo Vila: impulsor de los estudios geohistóricos en Venezuela (Claudio Briceño Monzón).

El tercer capítulo, Forjadores del orden democrático lo integran 6 ensayos sobre: Rafael Caldera: la justicia social, el desarrollo y la paz (Rafael Tomás Caldera); Lo internacional en el ideario político de Rómulo Betancourt (Luís Manuel Marcano); Jóvito Villalba: tribuno de la democracia (José Alberto Olivar); El caballero del comunismo venezolano: ideario de Gustavo Machado (Luís Alberto Buttó); Alberto Carnevali Rangel: Convicción democrática (Yuleida Artigas); y El maestro Prieto Figueroa. Hijo de la calle del diablo (Antenor Viáfara Márquez).

Considero que se alcanzaron los objetivos. Esta publicación representa un justo homenaje a nuestros próceres civiles, destacando el rol relevante

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que les tocó desde los inicios de la República en 1811, mucho antes de que “comenzara a sonar el fuego de la artillería y el crujir de los cuerpos alcanzados por la fi losa bayoneta o la mortífera lanza llanera”; y a lo largo de todo el siglo XIX y el siglo XX.

Decía Manuel Caballero que el objetivo de todo historiador es “(…) ayudar a los pueblos a confi ar en su propia fuerza antes que en la de un padre protector vestido si es posible de uniforme, a recuperar la memoria, esto es, la historia. En una palabra, a llegar a la madurez”1.

Felicito a todos quienes han contribuido con el buen éxito de esta publicación, particularmente a la doctora María Teresa Centeno, vicerrectora de extensión de la UPEL; y por su fi nanciamiento, asunto de particular importancia en los tiempos que vivimos.

Sólo me resta invitarlos a leer este libro. Que se convierta en referencia obligada para otras iniciativas de este tipo y puedan sus coordinadores continuar con su encomiable labor.

1 Manuel Caballero, Por qué no soy bolivariano. Una refl exión antipatriótica, Alfadil Ediciones, Caracas, 2006, 44.