Ética mundial y cooperación al desarrollo

19
El futuro de la coo- peración al desarrollo depende, en buena me- dida, de su capacidad de confrontarse con la ética mundial que se desplie- ga como horizonte de ex- pectativas y posibilidades en función de un mun- do único, 1 como utopía- energía para la promo- ción y activación de al- ternativas en función de un mundo justo 2 y co- mo freno de emergencia que advierte de los peli- gros y encubrimientos, que encierra la actual or- ganización social. 3 El horizonte no sólo propone que “otro mundo es posible” sino que puede ser más justo y de este modo desactiva el pragmatismo de la acción y la cultura de la satisfacción, que resul- tan excluyentes. El hori- zonte de la cooperación avanza en la construc- ción de la interdepen- dencia mundial que conforma la geografía actual de lo humano. Asimismo, la ética mundial ofrece provi- siones para la coopera- ción al desarrollo en la medida que activa los potenciales de un nuevo vínculo social y suscita una pluralidad de actores, que se articulan entre sí. Finalmente, la ética mundial es como el freno de emergencia que proponía Walter Benjamín al observar que el progreso producía pirámides de sacrificios. Alteridad Julio de 2007 Sección central 22 Ética mundial y cooperación al desarrollo Joaquín García Roca * Oficios del río, xilografía a color. 1983 * Datos del autor: Profesor invitado de la Maestría de Gestión del Desarrollo (UPS), Universidad de Valencia y Centro de Estudio sobre Migraciones (CeiM).

Upload: others

Post on 28-Jun-2022

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Ética mundial y cooperación al desarrollo

El futuro de la coo-peración al desarrollodepende, en buena me-dida, de su capacidad deconfrontarse con la éticamundial que se desplie-ga como horizonte de ex-pectativas y posibilidadesen función de un mun-do único,1 como utopía-energía para la promo-ción y activación de al-ternativas en función deun mundo justo2 y co-mo freno de emergencia que advierte de los peli-gros y encubrimientos, que encierra la actual or-ganización social.3

El horizonte no sólo propone que “otromundo es posible” sino que puede ser más justoy de este modo desactiva el pragmatismo de la

acción y la cultura de lasatisfacción, que resul-tan excluyentes. El hori-zonte de la cooperaciónavanza en la construc-ción de la interdepen-dencia mundial queconforma la geografíaactual de lo humano.Asimismo, la éticamundial ofrece provi-siones para la coopera-ción al desarrollo en lamedida que activa los

potenciales de un nuevo vínculo social y suscitauna pluralidad de actores, que se articulan entresí. Finalmente, la ética mundial es como el frenode emergencia que proponía Walter Benjamín alobservar que el progreso producía pirámides desacrificios.

Alteridad Julio de 2007

Sección central

22

ÉÉttiiccaa mmuunnddiiaall yy ccooooppeerraacciióónn aall ddeessaarrrroolllloo

Joaquín García Roca*

Oficios del río, xilografía a color. 1983

* Datos del autor: Profesor invitado de la Maestría de Gestión del Desarrollo (UPS), Universidad de Valencia y Centro deEstudio sobre Migraciones (CeiM).

Page 2: Ética mundial y cooperación al desarrollo

La cooperación para el desarrollo descubreestas tres provisiones éticas desde el lado oscurode la historia, desde las espaldas del progreso yen permanente connivencia con los excluidos delmismo. Hay lugares, como propuso la sociologíacrítica y la pedagogía de la liberación, que desve-lan el tamaño de la injusticia con la misma niti-dez que se conoce una habitación oscura acer-cándose a la pared.4 Al conocer el sistema desdesus propios límites, la cooperación se inmunizatanto contra los pesimismos estériles como antelos optimismos ingenuos. “Quien diagnostiquehoy un crepúsculo sin amanecer es que está cie-go, y quien hable de un amanecer sin crepúsculoes un ingenuo”.5

La pedagogía de la liberación propuso pen-sar desde los últimos y no capitular ante ningúnpoder; propuso hablar, desde la otra cara delmundo, “desde los últimos de la tierra, desde elGran Sur”.6 Desde esa experiencia ética se puedeinvocar el sufrimiento de las víctimas para lograrel lugar apropiado, como un día hizo Bartoloméde Las Casas y Antonio Montesinos, quienes enlos albores de la modernidad pudieron ver elmundo de los conquistados, de los abatidos, delos excluidos, de los sin poder.7

Los retos y oportunidades de una coopera-ción diferente, crecida, mejor, negociada, con re-laciones de reciprocidad y solidaridad es capazde recuperar su valor ético desde los procesosque están encapsulados en la realidad misma, co-mo los brotes de invierno.

Para abordar estas tareas se impone recrearel principio de responsabilidad8 en función de lasupervivencia del planeta y las posibilidades deuna vida digna para las generaciones futuras. Elprincipio de responsabilidad significa apremiopara la decisión, así como pluralización de losactores sobre un trasfondo de incertidumbres.

¿Qué procesos hacen posible la cooperaciónal desarrollo? ¿Cómo se puede construir un nue-vo vínculo mundial? ¿Qué fuerzas sociales la sos-tienen? ¿Qué modo de política puede encaminareste modo de cooperar?

1. La producción ética de la interdependencia socialUn proceso social, que se convierte en ge-

nerador ético de cooperación, es el nacimientode la interdependencia planetaria, cuyos sismó-grafos son la conciencia del destino común dela tierra, la triple globalización que convierte elmundo en único y desigual, el terrorismo inter-nacional que ha des-localizado los peligros y, fi-nalmente, los procesos migratorios, que despla-zan a 180 millones de personas de sus lugares deresidencia.

Los sismógrafos de la interdependencia

La conciencia ecológica anuncia el naci-miento de un mundo interdependiente; en él semuestra la unidad de los seres humanos con latierra; formamos parte de un organismo vivo,inacabado y en proceso; no somos señores de latierra, acaso simples responsables de la misma;no somos el centro de la tierra sino que depen-demos de ella. Los seres humanos somos tierraque ama, espera, desea, ora. El grito ecológico in-corpora hoy a los pobres que son los seres vivosmás amenazados de la tierra.9

Por su parte, la globalización hace que lasmercancías lleguen selectivamente a todos losrincones del planeta, en los que se encuentran yalos tres sacramentales de la globalización: la co-ca-cola y/o el Mcdonal, la maquila que interco-necta el producto que se ultimará en Taiwan y latarjeta de crédito, que globaliza las finanzas. Laglobalización puede tener como horizonte “laglobalización de la nada” o el nacimiento de unmundo único e interconectado por la vida.10

Asimismo, el terrorismo internacional visi-biliza la pérdida de domicilio de los peligros, sinmorada, ni territorio, ni frontera, ni clase social.Se le busca en Irak y está en las puertas del Pen-tágono; se le escudriña en forma de arsenal ató-mico y está en forma de humillación. A la luz delterrorismo internacional que la interdependen-cia es el destino del que depende la superviven-

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

23

Page 3: Ética mundial y cooperación al desarrollo

cia de los humanos. El terrorismo tiene suficien-te con el odio que no tiene nación, ni clase, ni re-ligión, sino que se domicilia en todos los entresi-jos de la realidad. Para afrontar estas amenazas,las instituciones locales y los estados nacionalesse muestran insuficientes “nunca fueron conce-bidos como instrumentos para abordar los peli-gros y las amenazas globales”11 (Rifkin: 344).

Finalmente, las migraciones visibilizan, porsu parte, la movilidad social y la imposibilidadde las fronteras ante el fenómeno estructural dela desigualdad. La desigualdad es el efecto llama-da, capaz de empujar a unos a morir en el um-bral de Europa, en el estrecho de Gibraltar o encualquier río Grande, intentando alcanzar unparaíso parido por las ondas de televisión. “Na-die pondrá limites, en palabras de Bachir, alhambre de dignidad y a los deseos de expectati-vas de futuro. Y si morimos en el estrecho es queAlá lo ha querido así”. Los inmigrantes son losvoceros de la interdependencia. Ellos denuncianla gran contradicción de querer interconectar elmundo sólo con las mercancías, los productos olas finanzas y excluir a las personas.12

Los gérmenes de la interdependencia

En la actualidad, está muriendo un proyec-to de civilización que se construyó en torno alvalor de la independencia e impregnó los mejo-res esfuerzos del siglo XX, en todos los ámbitosde la realidad.

En el espacio político, la autonomía e inde-pendencia marcaron la brújula para la construc-ción de una nación libre como ideal de los pue-blos. En tiempos de colonialismos, fue la condi-ción de la libertad y del desarrollo, y seguirá sién-dolo para aquellas naciones sometidas a la tira-nía interna y al imperialismo externo. Despuésde lograr la independencia de las naciones a lolargo del siglo XX, nos adentramos ahora en laconstrucción de la interdependencia mediantealianzas regionales y creación de unidades políti-cas más amplias que las nacionales. Hoy naceotro horizonte, que disuelve las fronteras, el den-

tro y el fuera, lo propio y lo ajeno; las fronterasya no funcionan para producir la identidad yproteger a los ciudadanos. “No se puede basar laseguridad en los muros”, y “la soberanía es unaquimera”, como recordaba recientemente el ana-lista norteamericano Benjamín Barber.13

En el ámbito educativo, la finalidad de laeducación se orientó a la creación de sujetos au-tónomos, que puedan valerse por sí mismos; elvalor educativo esencial era la creación de perso-nas autónomas y autosuficientes. Recientemente,el Informe DELORS ampliaba las finalidadeseducativas mediante el “aprender a convivir yaprender a ser” en contextos de mundialización.Tan importante es el aprendizaje de conocimien-tos y habilidades, como adiestrarse en el arte devivir juntos.14

2. La cooperación en tiempos demundializaciónSi en tiempos de independencia fuimos ca-

paces de crear instituciones que las gobernaran,ahora procede hacer lo mismo con la interde-pendencia. De hecho se está construyendo a tra-vés de un proceso, a la vez económico, político ycultural, que crea un mundo único e interconec-tado por los intereses, que mueven a los capitalesfinancieros a buscar beneficios económicos entodos los lugares del planeta; por los problemasque requieren instituciones políticas para gober-nar los asuntos comunes que afectan a toda lahumanidad y por las causas que favorecen lacreación de otro mundo mejor y posible comohorizonte moral de la humanidad. La confluen-cia de intereses, problemas y causas hace que laglobalización no sólo produzca un mundo únicosino también desigual y antagónico.15

La difícil coexistencia entre un ideal, quepostula un mundo único (mundialización), unsistema económico, que tiene la desigualdad co-mo motor de su desarrollo (globalización de losintereses) y un proyecto político que postula ins-tituciones mundiales (globalización de los pro-

Alteridad Julio de 2007

Sección central

24

Page 4: Ética mundial y cooperación al desarrollo

blemas), hace particularmente densa la coopera-ción al desarrollo.

La globalización de los intereses

La globalización más visible y exitosa es laeconómica, que es hoy el vehículo a través delcual se ha formado un capital mundial mediantela eliminación de todas las barreras para la circu-lación de bienes y de servicios. En las cuestionesde producción, distribución y comercialización,cada vez tiene menos sentido hablar de enclavesterritoriales o de Estados nacionales, en su lugarse asiste al flujo de mercancías y capitales paratraspasar las fronteras; hay un poder económico,

que avanza como el conquistador y lleva inscritauna dinámica depredadora, que va dejando porel camino a todos los retardatorios.

Cuando los intereses económicos se consti-tuyen en el motor de la globalización, ésta pro-pone la liberalización y las privatizaciones porencima del bien común, reduce el gasto social ylos presupuestos dedicados a los bienes públicos,restringe la disciplina fiscal y los impuestos, fa-vorece la libertad de movimientos de capitales yreduce el movimiento de los trabajadores. Estaglobalización neoliberal ha institucionalizado elpoder de los mecanismos económicos –merca-dos y empresas- por encima de los derechos hu-manos, de los proyectos políticos, de las necesi-dades sociales y medioambientales.16

Ciertamente, esta globalización económicaha ampliado la oferta de bienes y servicios dispo-nibles por todo el mundo, pero también ha pro-

ducido un desfase moral en el que 1.200 millonesde personas viven con menos de un dólar diarioy el 20% de la población mundial disfruta del80% de su renta. Las inversiones especulativasprivan sobre las productivas: la mayor parte delos seis mil millones de dólares que circulan dia-riamente en los mercados globales son capitalesespeculativos. El resultado es un mundo más co-municado, pero más desigual y asimétrico.

Algunas consecuencias golpean fuertemen-te la visión cooperante: el sometimiento de lapolítica a la economía, con la reducción de losespacios para la política; el aumento de las desi-gualdades sociales, con brechas crecientes entreel Norte y el Sur y dentro de cada uno de ellos;y las crisis ambientales que modifican las con-diciones de vida. Pero sobre todo, importa ad-vertir las consecuencias antropológicas que es-tán por debajo de este proyecto globalizador,que convierte al hombre en un depredador,competitivo y devorador.

Para la globalización neoliberal, la coopera-ción al desarrollo es contraproducente porquerompe las leyes del mercado, es ineficaz porqueno logra lo que se propone, como es acabar conla pobreza, y es insignificante porque deja las co-sas como estaban.17

La globalización de los problemas

Junto a esta globalización, asistimos igual-mente a la necesidad de afrontar conjuntamentelos problemas; los riesgos y las amenazas no tie-nen domicilio sino que andan por todos los plie-gues de la realidad; no son calculables ni previsi-bles desde un único territorio, ni por unos indi-viduos, ni por unos estados, sino que caracteri-zan el actual modo de vida. Lo que sucede den-tro del globo, atañe a todos y afecta a cada uno.

La emergencia de estos problemas globalesha producido otra dimensión de la globalizaciónque consiste en la creación de instituciones mun-diales. Gracias a este proceso, se tutelan valorescomunes sobre los derechos humanos, sobre elmedio ambiente, sobre la mujer, sobre el desa-

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

25

Para la globalización neoliberal, lacooperación al desarrollo es contrapro-ducente porque rompe las leyes delmercado; es ineficaz porque no logra loque se propone, como es acabar con lapobreza; y es insignificante porque de-ja las cosas como estaban.

Page 5: Ética mundial y cooperación al desarrollo

rrollo sostenible, so-bre la alimentación,sobre el agua... LasCumbres Mundialesson los sismógrafosde este proyecto deglobalización basadoen la conciencia de lospeligros.

Las institucioneslocales y nacionalesse muestran incapa-ces de gobernar losnuevos problemasque trascienden lasfronteras y, de estemodo, se postulannuevas formas de de-recho internacional y de estructuras de “gober-nanza”. Si las amenazas son globales, el remediono puede ser nacional, aunque haya que tomarmedidas en este plano. Frente a sus amenazas,es pertinente una alianza entre todos los esta-dos, las instituciones locales e internacionales,los distintos actores, cuya última expresión es laDeclaración del Milenio.

Tradicionalmente, las guerras clásicas eranprotagonizadas por ejércitos permanentes, queactuaban de forma autónoma y se situaban enun espacio y tiempo bien definidos. Los peligros,por el contrario, estallan de forma capilar y di-suelta, desde abajo como procesos endógenos,que penetran en todos los poros de la vida socialen formas imprevisibles. Se producen en cual-quier lugar, en cualquier calle, en el metro; bastacon que alguien prefiera otro club de fútbol, quevista de otro modo, que hable otra lengua, queprecise de una silla de ruedas o que se toque lacabeza con un pañuelo.18

Para la globalización de las responsabilidades,se propone la creación de instituciones interna-cionales, basadas en la posibilidad de alianzas yvinculaciones internacionales.

Con frecuencia, la construcción de esta se-gunda globalización no sólo prescinde de la par-

ticipación ciudadanasino que soslaya losderechos humanos.Lo ha dicho inequívo-camente Mary Robin-son, Alta Comisiona-da de la ONU para losDerechos Humanos,“el orden y la seguri-dad nacionales hansignificado con fre-cuencia una restric-ción de la democraciay de los derechos hu-manos”.19 Lo advertíacon preocupación elSecretario General deNaciones Unidas ante

el Consejo de Seguridad el 28 de enero de 2002:“Todos deberíamos tener claro que no hay nin-guna contradicción entre una acción eficaz con-tra el terrorismo y la protección de los DerechosHumanos. Por el contrario, creo que, a la larga,comprenderemos que los derechos humanos,junto con la democracia y la justicia social, cons-tituyen la mejor profilaxis contra el terrorismo.Aunque está claro que son necesarias la vigilan-cia para prevenir los atentados terroristas y la fir-meza a la hora de condenarlos y castigarlos, seríacontraproducente sacrificar en el proceso otrasprioridades clave como los derechos humanos”.El director del Centro Carr de Política sobre De-rechos Humanos de Harvard, M. Ignatieff, afir-maba que “el problema es saber si, tras el 11 deseptiembre, la era de los derechos humanos hallegado a su fin”.

Esta segunda globalización de los problemasse sustancia últimamente en torno a las emer-gencias. En los últimos años, cooperar significamayoritariamente atender a situaciones de emer-gencia originadas por la guerra, las carestías, lashambrunas, las catástrofes naturales a través delamplio abanico de ayudas humanitarias. En laactualidad, rondan cerca de 40.000 organizacio-nes no gubernamentales de carácter internacio-

Alteridad Julio de 2007

Sección central

26

Entierro de la niña negra. Xilografía en negro y celeste. Fragmento. 1958

Page 6: Ética mundial y cooperación al desarrollo

nal, que gestionan el 20% de toda la ayuda inter-nacional a los países empobrecidos.

Sin negar su papel decisivo, es evidente queeste desplazamiento está produciendo efectosperversos, encubrimientos y retóricas que difi-cultan la cooperación al desarrollo.

Las emergencias, que requieren ayuda hu-manitaria, desplazan a las situaciones de subde-sarrollo, que demandan cooperación al desarro-llo. Con frecuencia, las Organizaciones no gu-bernamentales para el desarrollo (ONGDs) hansido utilizadas como ambulancias para reducir,controlar o asistir tanto las emergencias como lasinjusticias. El primer efecto de esta identificaciónha sido el debilitamiento de la cooperación, quemuestra una gran fatiga, quizá porque los resul-tados son lentos y poco vistosos en los cortos pe-ríodos electorales; la emergencia, por el contra-rio, goza de alta estima social y política.20

El segundo efecto de la identificación de ayu-da humanitaria y cooperación ha sido la creaciónde grandes agencias humanitarias que en nombrede la eficacia y la eficiencia se han constituido enauténticas empresas de servicio. Tan alarmante esesta progresiva burocratización que la revista delos combonianos Mundo negro ha llegado a escri-bir que “El alma propia de las ayudas esta cam-biando: la valencia solidaridad es siempre más dé-bil, la valencia auto-reproducción de la agenciahumanitaria es siempre más potente”.21

En tercer lugar, parece inevitable que las or-ganizaciones humanitarias sean instrumentali-zadas y utilizadas en el contexto de la guerra. Hayuna cooptación de las organizaciones de coope-ración que crea una dependencia material y coti-diana de las estructuras militares”. La contrapo-sición entre las ONGDs y el ejército pertenece ala historia”, decía un militar en Kosovo. Al con-vertirse en ambulancias mundiales, que socorrena los bombardeados en nombre de los que bom-bardean, sirven para darle un barniz humanita-rio a las guerras, lo que Chomky ha llamado hu-manitarismo militar; se trata de crear un apara-to ideológico y material para socorrer a las victi-mas con el fin de aumentar el consenso interna-

cional a la operación militar. El lanzamiento depaquetes humanitarios junto con las bombas,ocurrido en la guerra de Afganistán, constituyela mejor escenografía de esta realidad.22

Las propias organizaciones de cooperaciónsufren la colonización, por parte de las emergen-cias, cuyas intervenciones son muy volátiles y de-penden mayormente de la captación de donacio-nes. Impone un estilo a los proyectos de inter-vención que recupera el paternalismo, ya que sonpreparados en un despacho, sin conocer el con-texto local. En tiempos de emergencia parece quelo importante es la intervención rápida con lamisma metodología, la misma estrategia, losmismos dispositivos. En las situaciones de emer-gencia está argumentada la intervención jerár-quica, sin consulta ni participación. Incluso estájustificada la intromisión en los asuntos internosdel país en nombre de la seguridad, cuando real-mente es una simple injerencia.

La emergencia, al contrario que la coopera-ción, carece de conciencia crítica, abandona losprocesos sostenidos por la acción puntual a cor-to plazo y desprecia las capacidades locales. Re-duce a los pueblos a simples comparsas y a losnativos a meros empleados de sus burocracias.Están pocos meses, viajan en carros especiales,frecuentan restaurantes para extranjeros, se reú-nen entre ellos; corren de emergencia en emer-gencia sin un proyecto ni una política de trasfor-mación. Finalmente, el encubrimiento mayor,sin embargo, es aquel que en nombre de la emer-gencia humanitaria convierte el sufrimiento enespectáculo.

La mundialización de la solidaridad

Hay una tercera globalización, que mundiali-za lo humano y las causas solidarias, a través de lacooperación. Por la mundialización de la solidari-dad, todos los seres forman una realidad orgánicae interconectada; la conciencia humana se amplíaa escala planetaria y se ha creado una nueva alian-za del ser humano con la naturaleza. Se trata no

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

27

Page 7: Ética mundial y cooperación al desarrollo

sólo de un cambio de escala, que pasa del Estado-nación al sistema-mundo, sino de uno de residen-cia mental y cordial. Un mundo único y solidarioha impregnado todos los sueños diurnos elabora-dos tanto por las tradiciones religiosas, que lo ha-cen derivar de las manos divinas, como por la cul-tura laica, que lo sitúa en el interior de un proyec-to colectivo de dignidad y de justicia.

Si la primera globalización está impulsadapor las fuerzas económicas y por las empresasmultinacionales, la segunda por institucionespolíticas nacionales e internacionales, la coope-ración al desarrollo vehicula la tercera, que se ali-menta de valores y de sueños de gentes y pue-blos, que imaginan otro mundo posible y nece-sario. El paso de la primera globalización econó-mica que convierte el mundo en un supermerca-do, a la segunda globalización que despoja a losEstados nacionales de su autosuficiencia requie-ren de la tercera globalización como respuesta alos procesos globales de conquista, colonizacióny empobrecimiento.

Los portadores de esta mundialización sonla nueva geografía de la cooperación al desarro-llo que “comprende una multitud de luchas loca-les, que promueven a nivel transnacional una de-mocracia sustancial como contrapeso al neolibe-ralismo”.23 Los grandes sismógrafos son los mo-vimientos sociales: los movimientos de mujeresque se sacuden el yugo del patriarcalismo mile-nario y buscan definir su identidad en reciproci-dad con lo masculino; los movimientos religio-sos, que propugnan un diálogo de religiones másallá de sus respectivas ortodoxias; los movimien-

tos a favor de la tierra, que proclaman el destinouniversal del planeta, la defensa de los derechoshumanos que gritan la común dignidad desdetodos los rincones del mundo; los movimientosde resistencia antiglobalización, que se compro-meten con la paz, los derechos humanos, la de-fensa de la infancia, el desarrollo, el comerciojusto, la condonación de la deuda del TercerMundo, el medio ambiente o el género. La econo-mía social que rompe a pequeña escala las leyesdel capitalismo salvaje y depredador y de estaforma testifica que la lanzadera de David frente aGoliat pertenece a la tradición popular. Las orga-nizaciones de voluntariado que canalizan la ac-ción de ciudadanos en organizaciones solidariasy se transforman en personas activas a través delas prácticas del don y de las relaciones de ayuda.Las tres constituyen hoy la fisonomía de la coo-peración al desarrollo.

Adquiere actualidad la advertencia que hizoen su día el premio Nobel de Literatura, el ben-galí Tagore, “Durante más de un siglo hemos si-do arrastrados por el próspero Occidente detrásde su carro, ahogados por el polvo, ensordecidospor el ruido, humillados por nuestra propia faltade medios y abrumados por la velocidad. Accedi-mos a admitir que la marcha de este carro era elprogreso, y que el progreso era la civilización. Sialguna vez nos aventurábamos a preguntar “pro-greso hacia qué y progreso para quién”, se consi-deraba que abrigar ese tipo de dudas acerca delcarácter absoluto del progreso era una rasgo ex-céntrico y ridículamente oriental. Recientemen-te, hemos comenzado a percibir una voz que nosadvierte que hemos de tener en cuenta no sólo laperfección científica del carro, sino la profundi-dad de las fosas que surcan su camino”.

3. La producción ética del víncu-lo mundial

La refundación ética de la cooperaciónnecesita recrear un nuevo vínculo mundial, quesirva de cemento y fundamento de todo el edifi-

Alteridad Julio de 2007

Sección central

28

En las situaciones de emergencia es-tá argumentada la intervención jerár-quica, sin consulta ni participación. In-cluso está justificada la intromisión enlos asuntos internos del país en nombrede la seguridad, cuando realmente esuna simple injerencia.

Page 8: Ética mundial y cooperación al desarrollo

cio. Cada formación histórica ha sido posiblemediante un nuevo pacto social. Piénsese, porejemplo, en el nacimiento del Estado de bienes-tar, fue posible porque hubo un pacto entre losenfermos y los sanos, los trabajadores y los para-dos, los jóvenes y los ancianos... Era el vínculonecesario para afrontar los efectos de la SegundaGuerra Mundial. La Unión Europea está siendoposible gracias al pacto entre los Estados de undeterminado territorio, que se sustancia en laconstitución europea.

Un vínculo mundial

En la actualidad, se vislumbra la puesta enmarcha, a escala planetaria, de un nuevo vínculosocial. Hay muchos intentos por reformularla: lapertenencia a la misma familia humana, el desti-no de la tierra, la unidad de la especie, los dere-chos humanos, la ciudadanía cosmopolita.

Los seres humanos hemos ensayado histó-ricamente todos los mecanismos para construirun dentro y un fuera, para establecer un noso-tros y un ello. Se han creado cientos de oposi-ciones para definir la pertenencia y la identi-dad: la edad, la clase, el grupo étnico, la comu-nidad, la religión.

Los elementos étnicos sirvieron en un princi-pio para marcar las diferencias y señalar fronte-ras; de este modo, se declaraban importantes laspropiedades personales adquiridas por descen-dencia, las características físicas reconocibles porel aspecto, asociadas a propiedades naturales.

Los elementos religiosos desplazaron a los ét-nicos. Los grupos humanos se conforman comocomunidades en torno a creencias y conviccionesque dirimen las cuestiones del origen, el destinoy ofrecen normas para vivir y morir con sentido.La potencia de lo sagrado cimentaba al grupo,hasta el punto que “si los dioses no cambian, na-da ha cambiado”.

Los elementos culturales ampliaron la ver-sión religiosa. El nosotros estaba cohesionado porla herencia colectiva, por las ideas, costumbres yprácticas que configuran la vida.“Nosotros hace-

mos esto, que es bueno; y ellos hacen lo otro, quees malo”. La cultura del grupo se representabacomo una reproductora de copias idénticas. Muypronto se entendió que la cultura no se asemejatanto a una fotocopiadora, cuanto a un concier-to improvisado.

Con la primera modernidad, la identidaddel nosotros se construye con elementos políticos.El nacimiento del Estado-nación se convierte enreferente para marcar fronteras: el pasaporte o eldocumento de identidad confieren estatus na-cional y consecuentemente distribuye la ciuda-danía. La modernidad entendió que la justicia, laigualdad, los derechos... han de aplicarse en elmarco jurídico de un Estado.

Lo universalizable

La cooperación no acepta los criterios étni-cos, religiosos, culturales o políticos como fun-damento de la nueva ciudadanía cosmopolita; yen su lugar reconoce un vínculo más radical: laresponsabilidad común ante el sufrimiento hu-mano. Una responsabilidad que no tiene límitesterritoriales, ni étnicos, ni religiosos, ni políticos,ni ideológicos sino que asume como suyo el su-frimiento de los perdedores, de los empobreci-dos. Sólo la reacción ante el sufrimiento injustoalcanza un horizonte universal, que se despliegaen resistencia unas veces y en indignación otrascontra las causas del sufrimiento injusto.

La pregunta ética decisiva hoy es saber si hayalgo que pueda ser universal; unos han visto louniversalizable en la dignidad, cuyo nombre ac-tual son los Derechos Humanos, que conformanel consenso mínimo alcanzado para fundamen-tar un nuevo consenso mundial. Otros han vistoen la pertenencia a la familia humana o al géne-ro humano, el elemento fundamental de la uni-versalización.

Recientemente, se ha recuperado la viejaidea hobbesiana para fundamentar el vínculomundial. En el contexto de los atentados terro-ristas, el miedo y la inseguridad frente al Otro seconvierten en la instancia última. Estamos uni-

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

29

Page 9: Ética mundial y cooperación al desarrollo

dos porque necesitamos defendernos. “Porque elterrorismo afecta a todos, todos debemos unir-nos ante él”. El miedo común y el peligro com-partido es lo máximo universalizable, que funda-menta la cooperación al desarrollo, en la medidaque el hambre es un dominio de inseguridad. Seexplica de este modo que el 50% de los presu-puestos estatales dedicados a la cooperación, seusen en la reconstrucción de Irak. El miedo creamás responsabilidades que la justicia.

Cuando el otro es portador de amenaza, esla defensa ante él la que justifica la colaboraciónentre los agredidos. Cuando el emigrante econó-mico es un enemigo, que quita trabajo, trae de-lincuencia y produce inseguridad, el vínculo so-cial será el miedo a perder lo que uno cree que lepertenece. El miedo y la seguridad producenuna vinculación basada en mecanismos de defen-sa. Las consecuencias son inevitables: se exigeque los otros sean objeto de controles especiales.Lo que produce un ambiente de odio contragrupos étnicos, que en última instancia cohesio-na a una cierta sociedad, y de este modo, se harecrudecido la necia imaginería maniquea delbien contra el mal. El miedo distorsiona lasagendas de los gobiernos y desplaza la coopera-ción hacia su propia seguridad, y las energías so-ciales se focalizan hacia la preocupación por laseguridad, real o ficticia.

Responsabilidad común ante el sufrimiento humano

Podemos y debemos recrear el universalis-mo moral sobre otras bases, que actúen con au-toridad incondicional y pretensión de verdad.Como advirtió Theodoro Adorno, “dejar hablaral dolor es la condición de toda verdad” y perci-bir el sufrimiento del otro es la condición indis-pensable para toda pretensión moral universal,aquello que puede fundamentar las opcionespro-cooperación.

¿Qué puede significar hoy esta responsabili-dad universal ante el sufrimiento provocado porla injusticia?

Significa, en primer lugar, que se alcanza launiversalidad a partir de una parcialidad, de losúltimos, de los que están fuera, de los que ven ne-gado su ser y sus derechos (E. Dussel) Se puede yse debe universalizar desde los débiles, los perde-dores, los que no pueden dar la vida por supues-to. Hay un sufrimiento en la realidad, que perte-nece a todos, tanto si se produce en Lima como enBagdad. Cuando los últimos tienen reconocidossus derechos, los tenemos todos. El lugar de launiversalización son las victimas y los perdedores.

Esta memoria del sufrimiento del otro es labase ética de la cooperación. De este modo, la so-lidaridad se asienta sobre la autoridad de la sillavacía; es una autoridad que se impone absoluta-mente. El que no está sentado en la mesa tiene laclave y la autoridad del tiempo. Como afirmaAgnes Heller “la silla vacía espera al Mesías ymientras la silla esté ahí, emite bramidos y ad-moniciones, incluso patéticos, para que se le ten-ga en cuenta. Todo el resto es pragmatismo”. Lacuestión hoy no es saber quien ocupará la sillavacía, sino saber si la política democrática mo-derna se realizará bajo la constelación de la sillavacía, o si en nombre de la modernidad se debe-rá renunciar a esta prioridad.24

Cuando la centralidad de la gestión políticagira en torno a los intereses de la sociedad de laabundancia y, dentro de ella, en torno a los de lasclases medias, desaparece la cooperación. Estacentralidad, que escucha el hambre y la sed dejusticia, es la categoría central en la fundaciónética de la cooperación.

Si logramos poner en el centro a los últimos,la cooperación será un camino de justicia con losque están peor situados.

Dar y recibir

En el interior de la cooperación bulle un do-ble potencial, que se sustancia en el dinamismodel dar y en el dinamismo del recibir. La coope-ración es viable en la confluencia del dar y del re-cibir, de ayudar y ser ayudados, de cuidar y sercuidados, de educar y ser educados. Con fre-

Alteridad Julio de 2007

Sección central

30

Page 10: Ética mundial y cooperación al desarrollo

cuencia, los dinamismos se contraponen y sonmutuamente excluyentes de modo que unos dany otros reciben, unos cuidan y otros son cuida-dos, unos educan y otros son educados. La coo-peración, desde esta perspectiva, no es una ayu-da de los que tienen para los que no tienen. Estetipo de ayuda sólo es un ejercicio del poder.

Cooperar consiste en hermanar el dar y elrecibir. La relación de ayuda se siente libre y es-pontánea, humilde y agradecida a un mismotiempo. Lejos del ejercicio de dominación y delcomplejo de quien no tiene nada que recibir sedomicilia en la apertura permanente hacia losdemás. Como señalaba Hélder Cámara “Nadie estan rico que no pueda recibir algo ni tan pobreque no pueda dar algo”.

La raíz de la solidaridad consiste en dar aque-llo que hemos recibido, y en recibir aquello quelos otros nos dan. De este modo, reconoce el mo-mento de verdad que comporta el dar y el recibir,pero se resiste a fragmentarlos. Y deeste modo se alumbra el dominio dela solidaridad. No es manteniendo elmito del capitán del barco como so-brevive la embarcación, sino inser-tándose en el seno de un movimientoque se sustenta sobre la colaboracióny sobre la alianza.

La solidaridad ante el sufri-miento reivindica el dinamismo deldar y recibir como un proceso inte-ractivo entre personas y pueblos,que permite cuestionar la civiliza-ción del cowboy, que como afirmaFátima Mernisi, se construye sobreel otro como peligroso, se defiendecon las pistolas y crea ranchos parala autodefensa. Esta ideología delcowboy ha enfatizado el conceptode identidad como sinónimo de pu-reza incontaminada.

La solidaridad como dar-recibires el viático para salir de las visionesuniformes, de las pretensiones tota-litarias y de las ideologías hegemóni-

cas, que con frecuencia acompañan las políticaspro-cooperación.

4. La construcción ética de los actores de la cooperaciónLa geografía social de la cooperación anda a

la búsqueda de una arquitectura, que urbanicesus desempeños, reconozca el papel de los nue-vos actores y sea capaz de articular las sinergias.No todo vale en la cooperación al desarrolloaunque todo el mundo tiene un papel en la coo-peración. Sin embargo, la situación actual de lacooperación al desarrollo es caótica a causa deldesbordamiento de los actores tradicionales de lacooperación, con la consiguiente descoordina-ción en sus funciones y tareas. Las Universidadesconstruyen molinos para el regadío en el Sur,mientras los Ayuntamientos crean escuelas para

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

31

Las caballadas. 1950

Page 11: Ética mundial y cooperación al desarrollo

formar cooperantes en el Norte. Las ONG para eldesarrollo solicitan subvenciones de los presu-puestos públicos, mientras las AdministracionesPúblicas abren cuentas bancarias para recaudardinero de los ciudadanos. Los empresarios hacencampañas navideñas para hacer felices a los ni-ños del Tercer Mundo, a la par las iglesias cons-truyen barbacoas para promover viviendas.Mientras los bancos promueven centros socialesen los países en desarrollo y las cooperativas de-sarrollan microcréditos. ¡El mundo al revés!

Distinguir para unir

Para urbanizar la cooperación, es nece-sario distinguir para unir y sólo de este modo seactivan reciprocidades entre los actores que in-teractúan en el mundo de la cooperación. Tanimportante resulta la pluralización de los acto-res de la cooperación como articularles coordi-nadamente.

El arte de la diferenciación

La cooperación necesita hoy someterse alprincipio de diversificación y al arte de la separa-ción, que se despliega en pluralidad de actores(WALZER). Diferenciar los territorios, delimitarlas esferas y acotar las competencias es el ejerci-cio cultural que permitió abandonar la EdadMedia. “Por favor...déjennos hacer tranquilosnuestra Edad Media...” le dice Bolívar a un médi-co francés en la obra de García Márquez El gene-ral en su laberinto.

Practicar el arte de la diferenciación es ur-gente en el ámbito de la cooperación, ya quecon él se producen los límites y los dominios es-pecíficos. La cooperación debe diferenciar la es-fera social y la estatal; en la primera nacen lasONGD y en la segunda las agencias oficiales.Las primeras expresan el dinamismo cooperan-te de la Sociedad civil; las segundas instrumen-tan la Ayuda Oficial al desarrollo y los créditos.Las ONGD para el desarrollo despliegan el ca-

pital social que anida en la gente; las Adminis-traciones, por su parte, gestionan los presu-puestos públicos y crean el marco jurídico. Laesfera política debe regular los mercados, los in-tercambios y las relaciones entre los gobiernos.La esfera social está interesada en crear la con-ciencia mundial, que se sustancia en la relaciónentre los pueblos y sus gentes. Si lo primero creael funcionario de la cooperación, lo segundocrea el cooperante.

La cooperación debe, asimismo, diferenciarla esfera política y la esfera religiosa. La primeradebe someterse a criterios de legitimidad políti-ca a través de mecanismos democráticos; la se-gunda se somete a la legitimidad social por lapertenencia libre y la lealtad personal. Si lo pri-mero crea al funcionario de la cooperación inter-nacional; lo segundo, el misionero.

En consecuencia, la cooperación al desarro-llo debería diferenciar más de lo que está dis-puesto a hacer actualmente entre lo que corres-ponde a los Estados a través de sus Administra-ciones y lo que corresponde a la sociedad civildesde sus organizaciones sociales.

El arte de la integración

El ejercicio de la diferenciación, con ser ab-solutamente necesario, produce efectos contra-producentes si no se acompaña del arte de la in-tegración. La persistente apelación a los planesintegrales y a las estrategias a largo plazo, que seobserva en el ámbito de la cooperación, puedeverse como un intento de armonizar los actores,comunicar los ámbitos y vincular la economía, lapolítica y la ética; la política con los valores; lolocal con lo mundial; lo administrado con lo co-munitario; las ONGD y los Estados.

El futuro de la cooperación dependerá engran medida de que sea capaz de lograr la armo-nización interna de todos los actores, una vezconquistada la autonomía propia de cada uno deellos. Resultará decisivo articular las distintas es-feras así como los nexos y vínculos necesariosentre las políticas nacionales y las internaciona-

Alteridad Julio de 2007

Sección central

32

Page 12: Ética mundial y cooperación al desarrollo

les, entre el crecimiento económico y el desarro-llo humano, entre los cooperantes y los misione-ros, entre las administraciones y las ONGD.

Un mayor grado de pluralización de los ac-tores de la cooperación, sólo tiene sentido si seproducen entre ellos relaciones sinérgicas, queevitan el aislamiento al tiempo que incrementanla coordinación y el enriquecimiento recíproco.Sinergia es sinónimo de constante cooperación,de interacción empática y funcional de los facto-res y actores implicados en la resolución de losproblemas. Se trata de combinarlos de maneraque su actuación acreciente la aportación especí-fica y las fortalezas de cada una de las partes. Re-crear la interdependencia a través de prácticasintegrales es la tarea pendiente en el ámbito de lacooperación.

La mentalidad suma cero

¿Cómo distinguir las competencias y los ac-tores de la cooperación? ¿Se puede lograr la arti-culación y las relaciones sinérgicas entre las dis-tintas esferas? ¿Pueden ser complementarias lasdistintas lógicas de la cooperación?

La mentalidad de la suma cero impone suley en ciertos modos de entender la coopera-ción. Planteados como antagónicos y excluyen-tes los distintos actores de la cooperación, pare-ce inevitable que cada uno crezca a costa delotro, cristalicen en territorios excluyentes, desa-rrollen lógicas opuestas y se substancien enprácticas enconadas.

La terca mentalidad de suma cero, postulaque para ganar algunos otros tienen que perder;las ganancias del vencedor son matemáticamenteiguales a las pérdidas del otro: si en juego hay diezpesos y gano ocho, alguien ha tenido que perder.La imagen tiene una poderosa influencia en lacooperación para el desarrollo. Se acepta resigna-damente que “a más políticas de cooperación,menos organizaciones solidarias”, o al contrario“a más Sociedad, menos Estado”, y no resulta di-fícil encontrar en las hemerotecas abundantes ar-gumentos que abonan ambas patologías.

El inmenso poder de esta mentalidad expre-sa la colonización de la cooperación por parte dela racionalidad económica. La cuestión hoy essaber si no hay alguna manera de escapar a lamentalidad de la suma cero en el ejercicio de lacooperación. ¿Podrán coexistir, complementarseo dotarse de apoyos mutuos? La tarea consiste ensaber cómo se pueden relacionar distintas esferasde la realidad, al tiempo que se mantienen comorealidades diferenciadas. Distinguir para unir, di-ferenciar para integrar.

En los últimos años existen intentos bien in-tencionados, que enfatizan el problema de lacooperación en el aumento de los presupuestosdestinados al desarrollo. Y en verdad que todo loque se haga para incrementar los presupuestosserá poco ante el alto grado de abandono que tie-ne la cooperación en las agendas de la haciendapública; todo lo que se haga para aumentar lospresupuestos será poco cuando estamos más le-jos que nunca de alcanzar el objetivo fijado porlas Naciones Unidas, hace cuatro décadas de quelos países ricos destinen al menos el 0,7% de suProducto Interior Bruto (PIB) a la Ayuda Oficialpara el Desarrollo.

Sin embargo, la solución no está en el sim-ple crecimiento presupuestario, por amplia-ción de lo existente, sin plantearse la racionali-dad de los medios. Es una grave patología quelas Administraciones agreguen nuevos disposi-tivos a los ya existentes y sumen nuevos ingre-dientes a las viejas estructuras, o que lasONGD quieren ser cada vez más fuertes y po-tentes por ampliación de recursos, de socios yde influencias, sin plantearse la coherencia in-terna y la racionalidad de las medidas.

Las organizaciones solidarias, también, hansido colonizadas por esta lógica incremental ycada vez más se asemejan a las empresas de ser-vicios, que miden su poder por la cuenta de re-sultados, por el peso económico y por la fideliza-ción de los usuarios. En este caso, la eficacia sus-tituye a la participación y la eficiencia a la impli-cación comunitaria.

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

33

Page 13: Ética mundial y cooperación al desarrollo

La ilusión acumulativa esconde, pospone yaplaza la imperiosa necesidad de encontrar nue-vos modelos de gestión para la cooperación. Seasemeja al espejismo que sufre el maestro cuan-do quiere vencer el fracaso escolar de su alumnoa base de aumentar las horas de clase, en lugar derevisar los métodos de aprendizaje.

Los dinamismos internos de la cooperación

En el interior de la cooperación coexistentres niveles perfectamente delimitados y, sin em-bargo vinculados entre sí. Hay un primer nivelen el cual la cooperación tiene el estatuto de las

virtudes cívicas que se cultivan como hábitos delcorazón. En un segundo nivel, la cooperación sedespliega como movimiento social con los dis-positivos de la presión ciudadana y la acción co-lectiva. El tercer dinamismo de la cooperaciónalude a la gestión de proyectos con un alto nivelde institucionalización. Los tres niveles formanun “continuum”.

La cooperación como energía cívica

El primer dinamismo interno de la coopera-ción se despliega en el cultivo de valores como lasolidaridad, la generosidad, la magnanimidad.La cooperación se sustancia en forma de hábitosdel corazón o como virtud cívica.

La cooperación es, en primer lugar, un códi-go de conducta que anida en la conciencia yarraiga en el mundo de la vida; se inserta, prima-riamente, en la experiencia personal y en la vidacotidiana. Este primer nivel constituye la basedonde se construye el edifico de la cooperaciónmediante el sentido de justicia y de solidaridad.Se sustancia en el escenario de los mundos vita-les y crea los espacios comunitarios. Se estructu-ra como alianza, se sostiene sobre estrategiascooperativas, tiene su base moral en los senti-mientos altruistas. Sin el fortalecimiento de lasvirtudes cívicas, no hay políticas de cooperación.

Cualquier política de cooperación exige cul-tivar este nivel, como el árbol necesita alimentarsus raíces. Junto al proceso de institucionaliza-ción que vive recientemente el mundo de la coo-peración, es necesario activar la responsabilidadpersonal y colectiva, la solidaridad individual ycomunitaria que se expresa en un estilo de vidaque pueda universalizarse.

La dignificación de la solidaridad comovirtud permitirá dinamizar a la vez el creci-miento en estructuras solidarias y el desarrollode la responsabilidad personal, articular la ga-rantía jurídica y la iniciativa social, conectar losmecanismos abstractos de protección y la per-sonalización de las relaciones y aunar la gratui-dad con la justicia.

Alteridad Julio de 2007

Sección central

34

Serie Bomba atómica,1953

Page 14: Ética mundial y cooperación al desarrollo

Este nivel de motivaciones y convicciones esmás necesario que nunca ya que la actual situa-ción mundial no solicita sólo el ejercicio de laayuda, sino que requiere la disponibilidad a per-der derechos legítimos y cuestionar el propio ni-vel de bienestar o las prácticas que generan unasociedad patógena para poder superar la brechade las desigualdades mundiales.

La cooperación como movimiento social

La cooperación al desarrollo se sustancia,igualmente, en forma de movimiento social,que se sitúa a la mitad del camino entre la vir-tud privada y el ámbito de la política institucio-nal. Es una acción colectiva que intenta trans-formar las relaciones sociales entre Norte-Sur,consciente de que el problema del Sur está en elNorte. Este esfuerzo colectivo se activa, se ali-menta y se expresa en forma de protesta y mo-vilización social.

Como movimiento social, la cooperaciónpara el desarrollo procura cambios sustancialesen el Norte. Lo decisivo, entonces, es la capacidadde movilizar la sociedad en torno a un desarrollohumano y sostenible, pero sobre todo universali-zable; como todo movimiento social, nace en lasfracturas de la actual organización mundial; seorganiza en función de un desarrollo humanobasado en la redistribución de la riqueza, en lapromoción de condiciones de vida y en una for-ma más justa y equitativa de ordenar las relacio-nes internacionales.

La agenda de la cooperación como movi-miento social se centra en torno a la lucha contrala pobreza, la defensa de la tierra, la cultura de lapaz, la deuda externa, el comercio justo o las cam-pañas antiminas. En torno a intereses como la de-fensa y la restauración de formas amenazadas devida, la inmigración o la supervivencia de la hu-manidad, se desencadenan en una acción colecti-va, cada vez más potente y organizada.

La función principal de las ONGD, en estemomento, consiste en promover y activar un te-

jido social con capacidad de movilizarse y haceroir su voz crítica ante las injusticias y los dese-quilibrios que genera la actual desorganizaciónsocial. Lo cual no será posible si se convierten enestructuras jurídicas enfrentadas únicamente agestionar proyectos. La existencia de presupues-tos públicos a disposición de las ONGDs me-diante subvenciones públicas ha provocado elabandono de la condición de movimiento social.

La cooperación como gestión

La cooperación como virtud y como movi-miento social se sustancia en dispositivos y es-tructuras de servicio, que gestionan proyectos,en un ámbito específico.

Tanta importancia adquiere esta dimensiónque ha dado pie a la época del “proyectismo”, co-mo instrumento único de cooperación, que lle-gará a desplazar a las otras dimensiones de lacooperación. El interés por la gestión se centraen las cuestiones gerenciales con la necesariapreocupación por la eficacia y la eficiencia, y porla captación de recursos. Cooperar acaba siendorealizar un proyecto con subvención pública, so-metido a los criterios de gestión administrativa,con sus burocracias y corporaciones.

Como consecuencia se producen dos efectoscontraproducentes. En primer lugar se declara al“proyecto” como instrumento único de la coope-ración y se debilitan tanto el fortalecimiento delas convicciones personal y colectivas como sucondición de movimiento social; en segundo lu-gar, se convierte a los ejecutores de los proyectosen los actores fundamentales de la cooperación,renunciando a involucrar en el mundo de la coo-peración a otros agentes sociales que pudieranaportar sus conocimientos y formular propues-tas políticas más amplias que las que atañen so-lamente a la gestión estricta de los programas. Elpropio éxito de las ONGD se convertiría en supropio fracaso, que hace muy incierto su futuro.A partir de la crisis de los Grandes Lagos, dondelas ONGD asumen tareas que no les correspon-

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

35

Page 15: Ética mundial y cooperación al desarrollo

den y que les exceden, se ha generado una cre-ciente desconfianza en sus habilidades para re-solver los problemas políticos y sociales.

Otro modo de cooperar

Caminamos en consecuencia hacia otromodo de ejercer la cooperación al desarrollo, conespecial incidencia en la educación para el desa-rrollo, en la dimensión política de la coopera-ción, en el modo de ser una organización solida-ria y en el potencial migratorio del codesarrollo.

Otro modo de ser estado en la esfera de lacooperación

La producción política de la cooperaciónnecesita, ante todo, recrear las prácticas coope-rativas y conectivas que fortalezcan la colabo-ración en lugar de las relaciones de dominio, y

el control desde la distancia se sustituya por di-námicas participativas con capacidad de pro-mover otras relaciones. Ulrich BECK ha habla-do de abajamiento y des-potenciamiento paraabordar los nuevos problemas y riesgos. Lacooperación al desarrollo propone otro modode acción política “que tiende a movilizar todoslos sectores de la sociedad” mediante una inter-vención directa que configure la cooperacióndesde abajo”.

Se abandona, de este modo, la antitesis ami-go-enemigo en el ámbito de la cooperación, queha estado en la base de las corrupciones y ami-guismo tan frecuentes en ciertas prácticas de la

cooperación, y se abandonan igualmente los mé-todos burocráticos para generar nuevas prácticasmediante nuevas formas de organización, quegerminalmente se están produciendo en organi-zaciones trasnacionales del tipo de Grenpace,Aministía internacional, Tierra de los Hombres,Foros sociales. En ellos aparecen los primerossíntomas de una ciudadanía mundial.

A nivel internacional, la Declaración del Mi-lenio fue la victoria de la política sobre la econo-mía, cuando la humanidad se propuso erradicarla pobreza hasta el año 2015. Era el triunfo de lacapacidad de soñar, traída por la política: pode-mos erradicar la pobreza, si queremos; podemoscrear un nuevo orden mundial, si pretendemos;podemos universalizar los derechos humanos, sicodiciamos. Sin embargo, muy pronto se impu-so una cierta economía sobre la política y, comoconsecuencia, se rebajaron todas las metas hastaconvertir la erradicación de la pobreza (dominiode la política) en mera superación del hambre(dominio de la economía).

La fuerza de la cooperación no está tantoen la disponibilidad de medios fuertes y poten-tes, cuanto en la participación de la gente. Hayun uso de los medios fuertes y potentes en lacooperación que causa mayores males, cuandose hace sin comunidad, sin participación, sincolaboración.

En las políticas de cooperación necesitamosmenos de la geopolítica, y más de ética de la in-dignación incapaz de consentir con el empobre-cimiento; necesitamos menos del poder de losdonantes, que de la cooperación humilde de losafectados, con capacidad de instituir relaciones,co-responsabilizar en las tareas y fomentar lacompañía.

La mayor tarea que pueden acometer hoylas Administraciones pro-cooperación, consisteen reconocerse humildemente como un agentemás y renunciar a la centralidad para entender-se como un simple facilitador. No se necesita laretirada del Estado de la esfera de la coopera-ción, ni siquiera su adelgazamiento, como pro-

Alteridad Julio de 2007

Sección central

36

En las políticas de cooperación ne-cesitamos menos de la geopolítica ymás de ética de la indignación incapazde consentir con el empobrecimiento;necesitamos menos del poder de losdonantes, que de la cooperación humil-de de los afectados.

Page 16: Ética mundial y cooperación al desarrollo

ponen los neoliberales y conservadores, sino re-crear sus competencias y ejercer como Estadode otra manera. Cuando el Estado se coloca enel centro de la cooperación, los restantes agen-tes se desplazan a posiciones subordinadas. Lasituación de la cooperación vive, entonces, unaexcesiva “satelización”. Por la vía de las subven-ciones, el Estado ha colonizado a las organiza-ciones solidarias; por la vía de las acreditacionesexcesivamente reglamentaristas se ha impedidola necesaria creatividad social; por la vía de lastitularidades se ha debilitado el surgimiento denuevas iniciativas; por la vía de las declaracio-nes retóricas sobre el sistema público se ha dis-minuido la responsabilidad social.

Otro modo de ser ONGD

Tres tipos de actores adquieren una impor-tancia decisiva cuando se renuncia a la centrali-dad del Estado: los ciudadanos que recrean supropia responsabilidad social, mediante las co-munidades de sentido; las organizaciones solida-rias, que promueven movimientos sociales a tra-vés de la acción colectiva; las empresas sociales,que producen proyectos de cooperación. No setrata de eliminar ni de fragilizar el compromisosocial del Estado, si no lo contrario; tampoco deentronizar las ONGD con prerrogativas divinas,más bien lo contrario; se busca lograr un mayornivel de relaciones sinérgicas y reciprocidadesentre los nuevos actores de la cooperación.

Las ONGD no estarán centradas en la recau-dación de fondos públicos y recuperarán su esta-tuto de movimiento social; dejarán de ser sim-ples intermediarias financieras que transfierenrecursos al Sur para pasar a convertirse en dina-mizadoras sociales en el Norte; dejarán de serfuncionales a los procesos económicos y políti-cos que acrecientan la pobreza para significarsecomo agentes de transformación que abranoportunidades para ejercitar las capacidades ypotencialidades de las personas.

Como movimiento social convertirán lacooperación en un proceso bi-direccional que

pone en cuestión el modelo de desarrollo de lospaíses ricos. Las ONGD han de ceder el protago-nismo a las propias comunidades y desarrollaránun simple papel de dinamizadores de intercam-bios, permitiendo así que la sociedad en su con-junto asuma la responsabilidad de la coopera-ción solidaria. Las Administraciones no instru-mentalizarán a las ONGD en función de intere-ses económicos, políticos o culturales.

Otro modo de gestión

La actual administración de la cooperación¿está en condiciones de gobernar las tres dimen-siones de la cooperación con sus respectivos ac-tores sociales? ¿Podrá afrontar la cooperación encondiciones de complejidad? En la actualidad,los departamentos gubernamentales de la coope-ración están agrupados por sectores, en lugar deorganizarse horizontalmente; de este modo, no

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

37

Nacimiento en los Andes. 1950

Page 17: Ética mundial y cooperación al desarrollo

están en condiciones para orientar procesosmultidimensionales e integrados, realidades in-terdependientes y problemáticas interactivas. Eincluso, son inadecuados para gobernar la multi-plicidad de actores existentes e incorporarles ac-tivamente a la toma de decisiones.

En términos generales, la gobernación de lacooperación tiene dos alternativas ante sí: o biense sigue como hasta ahora por la vía de agregar ysumar nuevos dispositivos a los ya existentes, ose plantea un salto cualitativo para gestionar losnuevos problemas. El primer itinerario proponeaumentar los departamentos, agregar las presta-ciones y crecer en unidades especializadas. Confrecuencia, las políticas pro-cooperación son enla práctica la suma de políticas sectoriales, nosiempre armonizadas y a menudo contradicto-rias con conflictos intersectoriales y retraso en latoma de decisiones.

La segunda vía presta atención a las inte-racciones de los problemas y a las situacionesesencialmente mutantes; en lugar de un creci-miento por ampliación de lo existente, introdu-ce mecanismos integradores, instituciones fle-xibles y participación ciudadana. La estabilidadde las instituciones, que era un objetivo básicodel primer itinerario, no se contrapone a laelasticidad y prontitud para responder a necesi-dades y oportunidades en rápido cambio. Estasegunda vía requiere una revisión completa delsistema pro-cooperación a través de mejoresmecanismos para la integración de políticassectoriales e intercambios entre las administra-ciones y los actores sociales.

La tarea más urgente de los gestores públicosde la cooperación consiste en impulsar la dobletransición -diferenciar para unir-, con objeto defortalecer las relaciones entre las comunidades desentido, que cultivan el valor de la cooperación, losmovimientos sociales con incidencia socio-políti-ca y las organizaciones solidarias, que gestionanlos proyectos. La responsabilidad pública enfatiza-rá, de este modo, la lucha contra la pobreza mejo-rando los métodos de diálogo y colaboración.

Migraciones y codesarrollo

Las actuales migraciones hacen un aportesustancial a la refundación de la cooperación aldesarrollo. En cada inmigrante, cobran carne ysangre culturas, civilizaciones y religiones, queamplían las capacidades de todos para una vidamás digna, justa y feliz. Detrás de cada inmigran-te hay sueños que necesitamos todos para vivirhumanamente; hay sueños de dignidad personaly aspiraciones a mejores condiciones de vida.

Cuando alguien sale de su país, con él viajantambién sus redes sociales; la inmigración no esuna aventura individual, sino que es un nuevomodo de vivir la vinculación con los suyos. Elcodesarrollo consiste en visibilizar esta vincula-ción a través de medidas concretas en las comu-nidades de origen, que permitan la utilización delas nuevas capacidades al servicio del desarrollo

Alteridad Julio de 2007

Sección central

38

Ritual del río. 1983

Page 18: Ética mundial y cooperación al desarrollo

local, desde las remesas que promuevan estruc-turas financieras locales hasta las pequeñas coo-perativas de ahorro y crédito para la dinamiza-ción de las pequeñas economías locales de losentornos migratorios, desde las capacidades cul-turales hasta los hábitos democráticos.

Las migraciones configuran vínculos, cone-xiones, redes y relaciones entre origen y destino,entre lugares distantes. El migrante es una cone-xión que mantiene vínculos con su tierra natal yde ella recibe noticias, peticiones, afectos, pa-rientes. Este potencial de vinculación está gene-rando campos sociales transnacionales: familiastrasnacionales, política transnacional, escuelastransnacionales...

No cabe duda que la presencia de inmigran-tes afecta positivamente a los países receptores ypodrá resultar positiva a los países emisores acondición de que se active el codesarrollo, comoforma de cooperación.

Resulta beneficiosa para la demografía delos países de acogida, ya que les ayudan a salir delestancamiento demográfico. Recientemente, laONU, en su Informe de Desarrollo Humano, re-comienda a Europa duplicar su número de inmi-grantes hasta el año 2050 para compensar el en-vejecimiento de su población y la baja natalidad.Asimismo, ha producido un incremento de lapoblación escolarizada y las cotizaciones a la Se-guridad Social de la inmigración han hecho po-sible, en buena parte, el superávit anual que re-gistra las cuentas de este organismo en los paísesdel Norte. Puede decirse que el desarrollo delNorte sólo será sostenible si incorpora a perso-nas inmigrantes.

Las migraciones traen efectos positivos,también, para sus países de origen: sostienen alas familias que allá quedaron; envían remesasque disminuyen las tensiones sociolaborales,aportan estilos de vida democratizadores, forta-lecen los contactos entres las redes formales e in-formales, financian micro-proyectos, contribu-yen a la transición demográfica de sus países. Pe-ro, sobre todo, se están convirtiendo en un nue-vo actor para la cooperación al desarrollo. El co-

desarrollo es un modo de favorecer la participa-ción activa de las personas migrantes en el com-promiso por el desarrollo de sus comunidades deorigen. Los inmigrantes son potenciales que pue-den y deben ocuparse de sus países de origen. Elcodesarrollo enfatiza las capacidades de los pro-pios inmigrantes como agentes de cooperación.Los inmigrantes tienen un papel importante enla creación de enlaces y conexiones entre paísesde origen y de acogida

Es asimismo un modo de entender la rela-ción entre los países del Norte y los del Sur basa-da en la colaboración, reciprocidad y justicia. Enel origen de las migraciones existe la ausencia decondiciones de vida y un reparto injusto y desi-gual del crecimiento económico, que se constitu-ye así en el principal factor de expulsión de lasmigraciones forzosas.

Necesitamos abrir la cooperación al codesa-rrollo. Entendiendo que el co-desarrollo no esuna medida destinada a invertir recursos en lospaíses de origen de los inmigrantes con el fin deimpedir que vengan. Tampoco se deben ligar lasmedidas de codesarrollo a las políticas de con-trol migratorio. Ni siquiera es una medida des-tinada a estimular los retornos de los inmigran-tes a sus pases mediante apoyos económicos: nose debe ligar las iniciativas de codesarrollo al re-torno de los inmigrantes a su país de origen.Tampoco es una estrategia destinada a utilizarlas remesas para el desarrollo de sus comunida-des de origen como un ámbito de la actividadbancaria. Es un modo de fomentar la asociaciónentre los propios inmigrantes con el fin de esta-blecer el diálogo y la presión tanto en sus paísesde origen como los de destino.

Con frecuencia, la inmigración se considerauna aventura individual, por la cual alguien in-tenta solucionar su vida de modo individual. Elcodesarrollo, por el contrario, favorece la bús-queda de respuestas colectivas y asociadas.

De este modo, nace una nueva concepciónde las políticas migratorias, que postula pasar delconcepto de extranjería -la inmigración comien-za en nuestra frontera- al de inmigración, que

Alteridad Julio de 2007

Ética mundial y cooperación al desarrollo

39

Page 19: Ética mundial y cooperación al desarrollo

comienza cuando alguien debe abandonar el paísde origen en busca de un mejor futuro y vidadigna. La pregunta ya no consiste en saber qué sepuede hacer cuando la persona llega a la fronte-ra (extranjería), sino en aproximarse a un proce-so que empieza en la salida y afecta a todos losmomentos del trayecto (migración). ¿Por qué sesale? ¿Qué sucede en el camino? ¿Cómo se entra

en el país receptor? ¿Qué cambios se producenen la identidad de la persona que emigra? ¿Cómose trasforma la sociedad receptora en contactocon los inmigrantes? Si hay derecho a emigrar,existe también el derecho al retorno, basado en lalibertad personal y en el compromiso a favor deun país que se ha visto empobrecido por la sali-da de ciudadanos llenos de coraje y competencia.

Alteridad Julio de 2007

Sección central

40

1 HABERMAS, J. El discurso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1989.2 RICOEUR, P. Du texte à l´action, Esprit, Seuil, 1986.3 BENJAMIN, W. Tesis de filosofía de la historia, en Discursos interrumpidos. Madrid, Taurus, 1973.4 HORKHEIMER, M. El espacio social, en Ocaso, Barcelona, Antrhopos, 1986, p.108.4 BECK, U. Un nuevo mundo feliz, Barcelona, Paidós, 2000, pp. 25-26.6 BOFF, L. Teología del cautiverio y de la liberación. Ed. Paulinas, Madrid, 1978,7 GARCÍA ROCA, Globalización y solidaridad en OSORIO, ELIZALDE Ampliando El Arcoiris. Nuevos pa-

radigmas en educación, política y desarrollo, Universidad Bolivariana, Santiago de Chile, 2005, pp. 92.8 JONAS, H. El principio Vida. Hacia una biología filosófica, Trotta, Madrid, 2000.9 BOFF, L. Ecología grito de la Tierra, grito de los pobres, Trotta, Madrid, 2002.10 RITZER, G. The Globalization of Nothing, Pine Forge Press, California, 2004, BECK, U. Qué es la globali-

zación. Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, Paidós, Barcelona, 1998.11 RIFKIN, J. El sueño europeo, Paidós, 2004.12 NAIR, S. Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles, Bronce, Barcelona, 2006.13 BARBER, B. La interdependencia, en El País 10-9-04.14 DELORS, J. La educación encierra un tesoro, Santillana, UNESCO, Madrid, 1996.15 GARCÍA ROCA, J. Migracions i globalització, en L Espil 21 (2006)l16 GARCIA ROCA, J. Globalización, en 10 palabras clave en filosofía política (coord.,Adela CORTINA), Este-

lla: EVD, 1998, pp. 163-212.17 HIRSCHMAN, A. Retóricas de la intransigencia, FCE, México, 1991.18 ENSENSBERGER, H. M. Perspectivas de guerra civil, Barcelona, Anagrama, 1994.19 ROBINSON, M. Los derechos humanos, ensombrecidos por el 11-S. en El PAÍS 4-7- 2002.20 Sólo desde 1988 a 1996, los gastos anuales para la ayuda humanitaria por parte de los miembros de la OC-

DE han crecido de 410 millones a 3.066 millones de euros. La asistencia humanitaria de la Unión Euro-pea para situaciones de emergencia ha pasado de 195.3 millones de euros en 1991 a 700 en 1997. Mien-tras que los fondos para la cooperación al desarrollo han disminuido un 25%. RUFFINI, G. Il ruolo delleorganización non governative nell´emergenza, en Movimondo. Dopo la Guerra, Roma, 1999.

21 Nigrizia, dossier Aiuto n. 7-8- 2000.22 POMFRET .J. A chi vanno gli aiuti umanitari? In Internazionale (1997) 206, p. 7.23 FALK, R. Resisting”Globalization from above” through “Globalization from below”, New Political Eco-

nomy 2 (1997), pp.17-24.24 METZ, J. B. Jahrbuch Politische Theologie, vol 2. Bilderverbot, a cura de RAINER, M. Y JANSSEN, H-G.

Münster, 1997.