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Textos de antiguos maestros Zen

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Instrucciones al cocinero de un monasterio zen del Maestro Dogen (1200 - 1253)

Tenzo Kyokun

Desde los tiempos antiguos, la casa del Buda está regida por seis administradores, todos ellos hijos del

Buda, cuya misión es la de gestionar conjuntamente los asuntos del Buda. El cocinero encargado de la preparación de las comidas de los monjes, el tenzo, ocupa una de estas funciones.

La regla de los monasterios, el Zenonshingi 1, precisa que la función del tenzo ha sido instituida "porque

los monasterios hacen ofrenda de alimento a un gran número de monjes". Esta responsabilidad siempre ha sido confiada a maestros iluminados que poseían el espíritu de la Vía, o a hombres eminentes que aspiraban ardientemente al espíritu del despertar.

¿Acaso la práctica de la Vía no forma un todo de un solo acuerdo?. Un tenzo sin el espíritu de la Vía

sufriría en vano al intentar realizar esta abrumadora tarea y no sería de ninguna ayuda a la comunidad. El Zenonshingi hace hincapié en que "es porque actualiza el espíritu de la Vía en la variedad y renovación de los menús apropiados a las estaciones y necesidades que el tenzo aporta a la sangha el aliento y el bienestar necesario para la práctica". Ya antes Isan Reiyu 2 y Tozan Shusho 3 ocuparon este puesto, como tantos otros grandes maestros y patriarcas a lo largo de los tiempos. Es decir que el tenzo es sensiblemente diferente de los que día a día preparan la comida, aunque estos últimos sean encargados o maestros cocineros en una gran casa.

Durante mi estancia en la China de los Song, he aprovechado mi tiempo libre para preguntar a los

antiguos sobre la naturaleza de las funciones que ellos habían ejercido en el pasado. Les estoy agradecido por haberme instruido haciéndome partícipe de sus experiencias. Sus enseñanzas son la médula que desde los tiempos antiguos se transmiten los maestros y patriarcas que han realizado la Vía. Por supuesto, es preciso leer con atención el Zenonshingi, pero también es importante escuchar a los antiguos relatar su experiencia sin perder el menor detalle.

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Quisiera ahora seguir el desarrollo de las actividades de un tenzo durante veinticuatro horas. Tras haber

terminado la comida del mediodía, el tenzo busca al intendente que le entrega cereales, legumbres y otros productos para la comida del día siguiente. Una vez que estos productos están en vuestras manos, debéis cuidarlos como a la niña de vuestros ojos. Acaso no dijo el maestro zen Honei Nin´yu : "los objetos y los bienes de la comunidad que utilizáis cotidianamente son la niña de vuestros ojos, protegedlos y cuidad de ellos." Tratad los alimentos con el mismo respeto con el que trataríais a los destinados a la mesa del emperador. Tened los mismos miramientos para con todos los alimentos, cocidos o crudos.

Después, todos los administradores se reúnen en la cocina para establecer los menús del día siguiente

tras deliberar sobre la elección de sabores y la preparación de los platos: legumbres de acompañamiento,

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sémola y otros platos. El Zenonshingi es muy claro en este punto:" Antes de decidir los menús del día siguiente, sabores, legumbres y cereales, el cocinero debe consultar a los administradores del monasterio." Se trata de los jefes de los seis (6) departamentos que se reparten la administración del monasterio: el director (tsusu), el asistente del director (kansu), el tesorero (fusu), el supervisor de la conducta de los monjes (ino), el cocinero (tenzo) y el jefe de trabajos (shissui). Cuando se han tomado las decisiones, los menús deben ser expuestos en los paneles situados frente a la habitación del superior y frente a la habitación de los monjes.

Una vez hecho esto, el tenzo inicia la preparación de la comida del día siguiente. Cuando lavéis el arroz

o las legumbres, hacedlo con vuestras manos, en la intimidad de vuestra propia mirada, con diligencia y conciencia, sin que vuestra atención se relaje un solo instante. No seáis cuidadoso para una cosa y negligente para otra. Procurad que ni una sola gota del océano de los méritos se os escape. No perdáis la ocasión de agregar vuestro grano de polvo a la cima de la montaña de los actos benéficos. El Zenonshingi dice:" ...si los seis sabores 4 no están en armonía y las Tres Virtudes 5 están ausentes, ese plato no es digno de ser presentado ante la sangha". Cuando veáis el arroz, ved también la arena. Si vuestra mirada va y viene escrutando minuciosamente los detalles, sin que vuestro espíritu se relaje, automáticamente las tres virtudes estarán presentes en toda su plenitud y los seis sabores se desarrollaran por si mismos.

Seppo Gisson 6 fue en su momento cocinero en el monasterio de Tozan Ryokai 7. Un día que estaba

lavando el arroz, el maestro le pregunto:" ¿Quitas la arena del arroz, o quitas el arroz y dejas la arena?" Seppo le respondió:" Hago las dos cosas al mismo tiempo." ¿Entonces que van a comer nuestros monjes?" preguntó Tozan. Como respuesta, Seppo volcó el cubo 8. Tozan le dijo: "¡ Llegara el día en que partirás a la búsqueda de otro maestro!". He aquí como practicaban antiguamente nuestros grandes antepasados: ellos dominaban la Vía trabajando con las manos. ¿Cómo nosotros, sus lejanos descendientes, podemos ser tan negligentes en nuestra práctica?. Un maestro ha dicho: "Remangándose es como el tenzo realiza el espíritu de la Vía". Tened cuidado de no confundir un grano de arroz con un grano de arena y lo dejeis escapar."

El Zenonshingi nos dice:" Durante la preparación de la comida el tenzo, debe cuidar perfectamente de

la perfecta limpieza de todas las cosas." No vertáis de cualquier manera el agua que ha lavado el arroz. Los antiguos utilizaban un saco de tela para filtrar el agua antes de tirarla. Tras poner el grano en la marmita y agregar la cantidad exacta de agua, no relajéis vuestra vigilancia, porque nada debe venir a contaminarlo, ni un ratón por descuido, ni la mirada curiosa de un ocioso.

Tras esto el tenzo prepara las legumbres que acompañan la guen mai de la mañana y guarda los

utensilios y recipientes que han sido utilizados para cocer el arroz y la sopa de la comida del mediodía. Verificad su absoluta limpieza y colocad en alto lo que esté hecho para estar arriba y abajo lo que esté hecho para ir abajo. Cada cosa encontrará la paz y el equilibrio en el lugar que le conviene, tanto arriba como abajo. Separad los palillos, cucharones y otros instrumentos y guardad junto lo que va junto. Prestad atención a las cosas, no las tiréis de cualquier manera.

Ahora el tenzo se consagra a la preparación de la comida del día siguiente. Examina el arroz, quitando

cuidadosamente insectos, granos, piedras y otras impurezas y limpia las legumbres. Durante estas operaciones, su asistente canta un sutra como ofrenda al espíritu guardián del horno. Tras esto prepara las legumbres de acompañamiento y la sopa, verificándolo todo con sumo cuidado.

Cuando el intendente os da las provisiones, no debéis discutir sobre la cantidad, grande o pequeña, ni

examinar la calidad, fina o basta. Solamente aplicaros de todo corazón en tratarlas de la mejor manera y en

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sacar de ellas el mayor partido posible. Nada es mas abominable que dejarse llevar por la cólera o por la alegría al considerar la cantidad o calidad de los productos. Practicar con ardor y diligencia es hacerlo de manera que día y noche las cosas entran en vuestro espíritu y que vuestro espíritu vuelve a las cosas, sin discriminación, con el mismo espíritu.

La preparación de los productos necesarios para la confección de los platos del día siguiente se hace

antes de media noche y después de media noche el tenzo se consagra a la cocción. Tras la comida de la mañana, lava las marmitas, pone a cocer el arroz y hace la sopa. Cuando vertáis el arroz en la marmita, debéis quedaros cerca del fregadero y vigilar personalmente que ningún grano se pierda y que la cantidad de agua sea la prescrita. encended el fuego y hacedlo cocer. Un viejo refrán dice:" Que la marmita sea vuestra propia cabeza y el agua que cuece el arroz, la sangre que da vida a vuestro cuerpo".

Una vez que el arroz está cocido, lo vertéis en recipientes de bambú o de madera que disponéis sobre

una mesa. Evidentemente hay que prever la cocción de las legumbres y de la sopa mientras que el arroz está cociendo. El tenzo debe estar presente durante la cocción de los platos y vigilar su desarrollo. Aunque disponga de asistentes, servidores, de mano de obra para el fuego y la vajilla o, como recientemente en los grandes monasterios, especialistas encargados de la cocción del arroz y de las sopas, aunque estas funciones no hayan existido en los tiempos antiguos, el cocinero debe saber que todo este personal está bajo sus ordenes y que él es el único responsable de todas las actividades de la cocina.

_____*---*_____ Cuando cocinéis no miréis las cosas ordinarias con una mirada ordinaria, con sentimientos y

pensamientos ordinarios. Con esta hoja de legumbre que tenéis en vuestras manos construid una maravillosa morada de buda y haced que este ínfimo grano proclame su ley. Dicho de otra manera, si preparáis un pobre caldo de hierbas silvestres, que no os inspire ningún sentimiento de disgusto o de desprecio, y si elaboráis un rico y cremoso potaje, que vuestro corazón no salte de alegría; donde no existe apego, ¿cómo ha de haber hostilidad?. Así, cuando tenéis que ocuparos de una materia basta no la tratéis sin miramientos, mostrad hacia ella la misma diligencia y atención que mostraríais hacia un objeto precioso. Es importante que vuestro espíritu no cambie según la calidad del objeto. Si vuestro espíritu depende de las cosas, es como si cambiárais de actitud y de lenguaje según la calidad de la persona que os encontráis. Un comportamiento semejante no es el propio de una persona que practica la Vía.

Si vuestra determinación es profunda y encamináis todas vuestras energías hacia la Vía podríais

alcanzar la suprema pureza de los antiguos y sobrepasar a vuestros antecesores llevando vuestro trabajo a la perfección hasta en el mínimo detalle. ¿Cómo negociar la Vía para alcanzar este objetivo? Pues bien, si los antiguos por dos cuartos hacían un caldo de hierbas silvestres, vosotros con dos cuartos elaborad un suculento potaje. Vaya, ¡qué difícil es la tarea!. Las condiciones de hoy en día están tan alejadas del pasado como la distancia que separa el cielo de la tierra, ¿cómo podríamos siquiera compararnos a los maestros del pasado? Sin embargo, aplicándonos sin escatimar esfuerzos, no hay razón para no hacerlo tan bien o mejor que ellos. Si esto no os parece evidente, es que todavía no habéis clarificado suficientemente vuestro espíritu. Vuestros dispersos sentimientos galopan como un caballo salvaje y vuestras emociones saltan de rama en rama como un mono. Sin embargo, cuando estos fogosos y dispersos pensamientos retroceden y se vuelven sobre sí mismos, aunque no sea más que por un instante, nuestra naturaleza original aparece automáticamente y todas las cosas son iguales y armoniosas. Así es como dirigimos las cosas en lugar de ser

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dirigidos por ellas. Un espíritu aclarado y tranquilo no es ni tuerto ni ciego y abraza todos los aspectos de la realidad. La hoja de legumbre que tienes en la mano se convierte en el cuerpo sagrado de la última realidad y este cuerpo que tienes en la mano se vuelve simple legumbre. De la práctica de este maravilloso poder de transformación, propia de la actividad del buda, se benefician todos los seres.

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La comida está preparada, ved que todo esté en orden y aseguráos que reposa tranquilamente. Cuando

suene el tambor o la campana, uníos a la sangha en el dojo. Mañana y noche, no debéis nunca faltar a zazén ni a la enseñanza del maestro.

-o0o-

Cuando volváis a vuestro cuarto, cerrad los ojos y contad el número de monjes, novicios y antiguos que

residen en el dormitorio de los monjes. Agregad aquellos que viven en las edificaciones próximas o están en la enfermería. Pensad en los pabellones de los monjes retirados. No olvidéis a los que acaban de llegar y que aún no forman parte de la sangha, los visitantes de paso y las ermitas. Algunos monjes pueden estar temporalmente ausentes. Si tenéis la más mínima duda sobre el número exacto, preguntad al asistente del director, al supervisor de los monjes y a los responsables de los dormitorios, residencias y pabellones o hablad con sus asistentes.

Una vez que habéis establecido el número preciso de comidas, os hace falta ahora calcular la cantidad

de comida necesaria. Para cada comensal preved una ración de arroz, pero cuando dividís una ración por dos, obtenéis dos raciones. O tres si dividís por tres. O cuatro si dividís por cuatro. También podéis dividir media unidad por dos y obtenéis dos medias unidades y cuando sirváis el arroz, un cuarto de unidad será una ración. Por otro lado, si servís nueve décimas partes de una unidad, ved cuanto os queda; y si ahora guardáis en reserva nueve décimas partes, calculad cuantas décimas partes podréis servir.

Cuando un monje come un grano de arroz de Luling (arroz de la mejor calidad) ve a Isan Reiyu. Cuando

el cocinero sirve un grano de arroz de Luling, ve al búfalo 9. El búfalo se come a Isan Reiyu e Isan Reiyu hace pastar al búfalo. ¿Estáis seguro de vuestras cantidades y del número de comidas a servir? Verificadlo una vez más, paso por paso. Una vez que todo está claro en vuestro espíritu y que distinguís perfectamente todos los pormenores, dad las instrucciones apropiadas y en el momento oportuno guiad a los otros en la Vía adaptándoos a las facultades de cada uno. Esta práctica, esfuerzo tras esfuerzo, día tras día, no debe jamás relajarse.

Cuando un benefactor visita el monasterio y hace una ofrenda (fuse) en comida, debéis decidir sobre el

fuse junto a los otros administradores. Esta regla ha sido observada siempre en los monasterios zen desde los tiempos antiguos. Sucede lo mismo con la distribución de todos los bienes destinados a la comunidad. Si no queréis que el desorden reine en donde estáis, no usurpéis derechos ajenos.

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Ahora, en el momento que la comida está en las bandejas y a punto de servirse, el tenzo viste el kesa 10

y despliega su zagu 11. Enciende una varilla de incienso como ofrenda y se prosterna nueve veces en dirección del cuarto de los monjes. Tras esto, hace llevar las bandejas al cuarto de los monjes en donde se sirve.

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Este es el desarrollo de la vida de un tenzo que consagra su atención a la preparación de la comida, sin

perder el tiempo en cosas inútiles. Si vuestras actividades son auténticas y actuáis por el bien de los demás, todo lo que realicéis alimentará el cuerpo de la última realidad. En contrapartida, nuestra gran sangha sentirá un bienestar apaciguador y gustará de practicar.

Hace ya siglos que las enseñanzas del buda fueron llevadas a Japón y sin embargo todavía nadie se ha

interesado por el método de preparación de la comida de los monjes. Nuestros antepasados no han dejado ninguna consigna sobre el tema y nuestros sabios predecesores no han incluido este capítulo en su enseñanza. Ni que decir tiene que nadie jamás ha hecho mención de las nueve prosternaciones antes de servir la comida. Ni en sueños ha pensado alguien en ello alguna vez. Me parece que en nuestro país la gente no le da más importancia a la comida y a su preparación que la que le puedan dar los animales de pelo y pluma. ¡Es del todo deplorable!, ¿por qué sucede esto?.

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Cuando estaba en China, durante mi estancia en el monasterio del monte T´ien T´ung, encontré a un

monje llamado Yung. Originario de la región del mismo nombre, era el tenzo en este monasterio. Un día tras la comida, cuando me dirigía hacia el pabellón de reposo a través de la galería Este, lo vi secando champiñones frente a la Sala del Buda. Tenía una vara de bambú en las manos y no llevaba sombrero. El tórrido sol quemaba el suelo. Iba y venía chorreando sudor, volteando una y otra vez los champiñones con toda su alma. Era un trabajo ingrato y abrumador. Su espalda estaba tensa como un arco y sus blancas cejas parecían un penacho. Me acerque a él y le pregunte:

"¿Qué edad tenéis?". "Sesenta y ocho años." "¿Por qué no le pedís a un sirviente que haga esta tarea?" "Porque aquello que hace otro no lo puedo hacer yo." "Veo que os ceñís a la regla de los antiguos, pero ¿por qué hacer esta tarea bajo el ardiente sol?" "¿Dejarlo para más tarde?, ¿para cuando?"

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Ya no sabía qué más decirle. Continué mi camino a lo largo de la galería pensando en lo que acababa de decirme el cocinero. Sus palabras me habían tocado el punto sensible y, en el fondo, presentía el gran alcance de esta función.

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Llegamos a China a mediados de abril de 1223, pero me quedé algún tiempo a bordo del barco en el

puerto de Ch´ing Yüan. Un día, a principios de mayo, mientras conversaba con el capitán, se presentó un monje. Tenía unos sesenta años. El objeto de su misión era comprar champiñones directamente a los comerciantes japoneses que estaban a bordo. Le invité a tomar el té y le pregunté de donde venía. Me dijo que era el tenzo del monasterio del monte Ayüwang.

"Soy oriundo de la provincia de Szechwan, pero dejé mi pueblo hace cuarenta años y ahora tengo

sesenta. Durante todos estos años, he viajado de un monasterio a otro, sin establecerme en ningún sitio hasta el año pasado cuando encontré a Koun Doken, el superior del templo Ku-yün del monte Ayüwang. Vine a visitarle y me quedé cerca de él, descubriendo que hasta ese momento no había hecho más que perder mi tiempo. Al final del Ango (retiro de verano) se me encomendó ser tenzo. Mañana celebramos el quinto día del quinto mes lunar y he visto que no tenía nada bueno para ofrecer de comida. He pensado en hacer una sopa de tallarines, pero no tenía champiñones. Por eso he venido aquí con propósito de comprarlos. Así podré hacer una ofrenda a todos los monjes de las diez direcciones."

"¿Cuándo salisteis del monasterio?" "Esta tarde después de comer." "¿A que distancia está el monte Ayüwang?" "Quince o veinte kilómetros." "¿Cuándo debéis partir? "En cuanto haya comprado los champiñones." "Nuestro encuentro de hoy en el barco se ha debido a circunstancias fortuitas que nos han permitido

conversar un momento. ¿No es esto un presagio? Os lo ruego, permitidme invitaros a pasar la noche a bordo."

"Debo volver al monasterio para preparar la comida de mañana. No estaría bien si no vigilara yo mismo

la cocina." "¡En ese gran monasterio seguramente habrá alguien capaz de cocinar ! Seguramente podran prescindir

de un cocinero sin que haya un disgusto." "Esta función ha sido confiada a este viejo. Digamos que es mi práctica de viejo. ¿Cómo podría delegar

en otra persona? Por otro lado, no he pedido autorización para pasar la noche fuera del monasterio."

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"Vuestra edad merece una consideración, ¿por qué no os consagráis solamente a la práctica de zazen o

al estudio de las palabras de los antiguos maestros, en lugar de afanaros tanto como cocinero, sin hacer más que trabajos manuales?. ¿Qué provecho sacáis de ello?"

El cocinero se hecho a reír y me dijo: "Mi buen amigo que venís del extranjero, ¡todavía no habéis comprendido lo que significa la práctica de

la Vía y aún no sabéis lo que quieren decir las palabras y las letras !" Su inesperada respuesta me lleno de confusión y de vergüenza y le pregunté: "¿Qué queréis decir con

"las palabras y las letras" y que entendéis por "la práctica de la Vía"?" "Sí no titubeáis en estas preguntas esenciales, os convertiréis seguramente en un hombre de la Vía." En ese preciso momento, era incapaz de comprender lo que quería decir, y agregó: " Si no comprendéis, venid un día a verme al monte Ayüwang, examinaremos más de cerca la

naturaleza de las palabras y las letras. Se hace tarde, el sol pronto se pondrá, debo darme prisa en regresar."

Se levantó y partió apresuradamente hacia el monasterio. En julio del mismo año, mientras permanecía en el monasterio del monte Tien-t´ung, recibí un día la

visita del cocinero del monte Ayüwang. Me dijo: "Voy a dejar mi función al final del Ango y tengo la intención de volver a mi región. Cuando supe que

estabais aquí, pensé en venir a saludaros." Estaba encantado de volver a verle y le acogí con alegría. Tras hablar de unas cosas y otras dirigí la

conversación a la discusión que habíamos entablado a bordo del barco en relación con las palabras y las letras y con la práctica, y me dijo:

" Una persona que estudia las palabras y las letras debe saber lo que es una palabra o una letra y aquel

que se consagra a la práctica de la Vía debe comprender lo que quiere decir practicar." "¿Qué entendéis por "las palabras y las letras"?" "Uno, dos, tres, cuatro, cinco." "¿Qué es la práctica de la Vía?" "No se esconde ningún tesoro en el universo." Tras esto hablamos de otros temas que ya no es necesario mencionar aquí.

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Si adquirí algún conocimiento sobre las palabras y las letras y comprendí un poco lo que es la práctica de la Vía, fue gracias a la benevolencia de este cocinero.

Cuando le conté esta conversación a mi añorado maestro Myozen, derramó lagrimas de gratitud. Más tarde, entre mis lecturas, encontré esta estrofa que Setcho Juken había escrito dirigida a un monje: ¿Una palabra, siete, tres o cinco, 12 para captar la verdad de las miríadas de formas del Universo? No os fiéis de ellas. En la noche profunda, la luna brillante ilumina el vasto océano. La joya del dragón negro que buscáis está aquí y allí, por todas partes. Leyendo este poema, me vino a la mente la conversación que había tenido el año anterior. Lo que

expresaba Setcho Juken se correspondía exactamente con lo que me había dicho el cocinero. Esta estrofa venía a confirmar mi sentimiento de que el tenzo de Ayüwang era verdaderamente un hombre de la Vía.

Así es como he llegado a ver el sentido de "uno, dos, tres, cuatro, cinco", y como ahora he captado

también el de seis, siete, ocho, nueve, diez. Vosotros, mis hermanos de las generaciones futuras, aplicaros en ver desde aquí lo que está allí, y desde allí lo que está aquí y paladeareis más allá de las palabras el sabor único del zen. Por el contrario, si no hacéis este esfuerzo, seréis las victimas del veneno de la dualidad y gustareis del zen de los cinco sabores que os impedirá preparar con corazón y talento el alimento de la comunidad.

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Realmente, la función de tenzo concretiza la transmisión de los antiguos. Es a la vez el ojo y la oreja, la

palabra y el sentido. ¿Cómo no habría de ser ella el centro de la diana, el corazón de la práctica?. Si sois dignos de vuestro nombre de tenzo, vuestro arte y vuestro espíritu son idénticos. En el Zenonshingi se dice: "...aportad todos vuestros cuidados a la preparación de las dos comidas diarias, velando tanto por la cantidad como por la calidad. Ninguna de las Cuatro Ofrendas -alimento, ropa, lecho y medicina - debe faltar jamás. El venerado Shakyamuni nos ha ofrecido el fuse de veinte años de su vida a nosotros, sus lejanos descendientes, para protegernos. Gracias al mérito de su acto, gozamos de la ayuda de su inextinguible luz. Sabed pues servir de la mejor manera a la comunidad sin temer jamás a la pobreza. Si vuestro espíritu no conoce límites, vuestra parte de bienestar es inextinguible". Con este mismo espíritu el superior de un monasterio debe servir a la comunidad.

Lo esencial en el arte de la cocina es tener una actitud de espíritu profundamente sincera y respetuosa

hacia los productos y el tratarlos sin juzgarlos por su apariencia, ya sea basta o refinada. ¿No os acordáis de la anciana que obtuvo infinitos méritos por haber ofrecido al buda con un corazón puro el agua con la que

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había lavado su arroz?. Pensad en el rey Ashoka, que en el instante de morir ofreció medio mango a un monasterio. Plantando esta última raíz de bien, recibió la predicción de que recolectaría los frutos en su próxima existencia. El lazo que creamos con el buda no va en función de la grandeza de la ofrenda, sino de la autenticidad de nuestro corazón. Nuestra práctica quiere que seamos verdaderos en todos los actos de nuestra vida.

Un plato preparado con ricos ingredientes no es necesariamente superior ni un cocido de humildes

legumbres es necesariamente inferior. Cuando cojáis o preparéis vulgares plantas silvestres, hacedlo sinceramente, con todo vuestro corazón y tratadlas con tantos miramientos como trataríais a los productos mas raros. El vasto océano tiene un único sabor a pesar de recibir el agua de innumerables ríos y el vasto océano de la naturaleza original no hace discriminaciones entre los sutiles sabores de un delicado plato y el gusto grosero de un cocido de hierbas silvestres. De igual manera, cuando hacéis crecer el germen de la Vía y alimentáis al embrión sagrado, comidas refinadas o vulgares tienen un solo sabor. Hay un viejo adagio que dice:" La boca de un monje es como un horno". Recordad que una planta silvestre puede alimentar al sagrado embrión y hacer crecer el germen de la Vía. No la rechacéis con desprecio ni la tratéis a la ligera. Un instructor y guía de dioses 13 y hombres debe saber sacar partido de una simple legumbre.

Por otro lado, no juzguéis las cualidades y los defectos de los miembros de la comunidad y no tengáis

en cuenta su ancianidad o su edad. Puesto que ignoráis vuestro propio porvenir, ¿cómo podríais augurar el de los demás?. Sí medís las faltas de los demás tomando como norma vuestras propias faltas, ¿cómo no cometeríais errores?. Los hombres difieren en edad y facultades, pero son todos iguales sobre la Vía. Por otro lado puede que el que actuó mal ayer, actúe bien hoy. ¿Qué es un santo? ¿Qué es un hombre ordinario? Nadie lo sabe. Se dice en el Zenonshingi que un monje no es ni santo ni hombre ordinario, abraza las diez direcciones. Si estáis firmemente resueltos a no permanecer en la dualidad del bien y del mal entraréis directamente en la Vía de la incomparable sabiduría del despertar, pero si tropezáis en el uno o en el otro no veréis la Vía, incluso aunque esté ante vosotros. Aplicándose en no discriminar es como se alcanza los huesos y la médula de los antiguos maestros. Vosotros, mis hermanos que ejerceréis la función de tenzo en el futuro, realizaréis también el despertar haciendo el mismo esfuerzo. Sabiendo que nuestro gran antepasado Hyakujo Ekai os ha dejado una línea de señales para guiaros en la Vía ¿cómo podríais ignorarlas?

-o0o-

A mi vuelta a Japón, colgué mi bastón de peregrino durante dos o tres años en Kennin-ji. Si bien es

cierto que existía una función de tenzo en este monasterio, el titular de este cargo no tenía nada que ver con un auténtico tenzo digno de este nombre. ¡Incluso ignoraba que la cocina era una actividad de Buda! No sabiendo discernir la Vía, ¿cómo habría podido entregarse a la práctica? ¡Es una lastima que no hay podido nunca tener la oportunidad de ver en acción un auténtico tenzo!. Es del todo deplorable desperdiciar así su tiempo y reducir a la nada su práctica haciéndolo de forma chapucera.

Observé a este monje en el ejercicio de sus funciones. No velaba personalmente por la preparación de

las dos comidas cotidianas y para todo se remitía a un estúpido, descerebrado e indiferente sirviente. Daba órdenes, fuera el asunto de importancia o no, pero jamás verificaba la ejecución del trabajo, como si el hacerlo fuera tan vergonzoso o inconveniente como mirar a la mujer del vecino. Pasaba su tiempo en su habitación, durmiendo, hablando con los vecinos, leyendo o cantando sutras. Pasaban los días y los meses sin que se arrimara jamás a una cacerola. Ni que decir tiene que no entraba dentro de sus cálculos el

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proveerse de los productos necesarios y todavía menos el prever un menú. ¿Cómo hubiera podido saber que estas actividades son en sí la práctica de la Vía? Jamás le había venido a la mente, ni en sueños, el prosternarse nueve veces antes de hacer llevar los platos al comedor. Ignorando él mismo estas cosas, ¿cómo hubiera sido capaz de formar jóvenes alumnos? Esta deplorable situación me entristeció profundamente. He aquí como se comporta un hombre que no tiene el espíritu de la Vía porque no ha tenido la suerte de encontrar un verdadero maestro; entra en una montaña de piedras preciosas y vuelve a su casa con las manos vacías; penetra en un océano de gemas y vuelve sin un adorno precioso.

Sí aún no tenéis el espíritu del despertar, es importante que sepáis que realizaréis la Vía practicando

con un maestro que haya realizado él mismo su verdadera naturaleza original. Sin embargo, si aún no habéis encontrado a esta persona pero en vosotros hay una profunda determinación de producir el espíritu del despertar y ponéis todo vuestro corazón en vuestro trabajo, realizareis también la Vía. Claro está que, si ninguna de estas condiciones se cumple, no esperéis ningún beneficio.

En todos los monasterios donde he estado en la gran China de los Song, he observado que los

administradores y sus adjuntos eran nombrados para su función por un año. No obstante, en todo momento y bajo toda circunstancia sus comportamientos manifestaban las tres líneas de conducta que se exigen al superior de un monasterio: por un lado trabajan para el bien de los demás, obteniendo así un doble provecho, para ellos mismos y para los demás; por otro, realzan el prestigio del monasterio por la nobleza de su espíritu a semejanza de los antiguos; finalmente rivalizan con los grandes maestros del pasado siguiendo sus pasos y su ejemplo. Sobre esto, quisiera que comprendiérais bien que aquel que no tiene en cuenta a los demás es un tonto y que aquel que considera a los demás como a si mismo es un sabio. Antiguamente un maestro dijo:

Habéis finalizado dos tercios de vuestra vida, Sin jamás haber hecho brillar la menor parcela de vuestra alma. Insaciables, devoráis vuestra vida corriendo tras futilidades. ¿Qué puedo hacer por vosotros, si ni siquiera volvéis la cabeza cuando os llamo? Sabed que os arrastrarán vuestras emociones si no veis a este buen amigo. ¡Sería deplorable que

fuérais como ese estúpido hijo prodigo que lleva con él el tesoro que le ha dejado su padre y que lo deja de lado, como si fuera un montón de desperdicios!. Es preciso que no os pase esto. Todos los hombres de la Vía que en el pasado han ejercido la función de cocinero han mostrado que sus actividades y sus valores espirituales estaban en perfecta concordancia. Isan Reiyu alcanzó el despertar cuando era cocinero. Fue también el cocinero Tozan Susho quien, cuando estaba pesando el sésamo, respondió a un monje que le preguntaba sobre el buda: " ¿El buda? ¡Tres libras de sésamo!"

¿Existe algo más precioso que la realización de la Vía? ¿Hay algún momento más grande que aquel del

despertar? Para el que aspira ardientemente a la realización de la Vía y que se entrega a la práctica, un puñado de arena se convierte en un tesoro, y una imagen de buda que está esculpiendo, un objeto de veneración. La historia ha dejado numerosas experiencias de este tipo. Ciertamente, esta acciones son meritorias pero, ¡cuanto más benéficas son si cabe las actividades de un cocinero, que hayan podido serlo las de nuestros grandes predecesores! Si lleváis vuestra tarea exactamente en el puro espíritu que ellos nos han transmitido, ¿cómo podríais dejar de igualar su perfección en la Vía?

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-o0o- La función de jefe o de responsable cualquiera que sea el dominio de la actividad, incluido el de tenzo,

requiere tres cualidades: alegría de vivir, benevolencia y grandeza de espíritu. Alegría de vivir, significa que estáis contentos de hacer vuestro trabajo. Pensad que si hubiérais nacido

en el reino de los dioses, seríais acaparados por tantas alegrías y tantos placeres que no tendríais tiempo ni ocasión de suscitar en vosotros el espíritu del despertar y aún menos de practicar; ni siquiera tendríais la oportunidad de preparar la comida que ofrecéis a los Tres Tesoros (Sambo) 14, ¡y sin embargo son el bien más precioso del Universo! Los Tres Tesoros son incomparables en excelencia, ni el rey de los dioses ni el soberano del mundo se le podrían comparar. El Zenonshingi dice sobre los monjes: " Respetados y honrados viven tranquilamente apartados de los asuntos del mundo; no siendo mancillados por la creación de objetos del pensamiento, son la excelencia de la humanidad".

No solamente tenéis la suerte de pertenecer a la especie humana sino que además tenéis el honor y el

privilegio de alimentar a los Tres Tesoros para el bien de todos los seres. ¿No es un magnífico karma? ¿Cómo no estar totalmente contento?. Imaginad que hubierais nacido en otro mundo, como el de los infiernos, o el de los espíritus ávidos, o el de las bestias, o el de los demonios, o en cualquier otra situación, que no os permitiera ver y entender la Vía. Imaginad que incluso habiendo vestido el milagroso hábito del monje, no estéis en estado de preparar correctamente las comidas de los Tres Tesoros, porque vuestro espíritu y vuestro cuerpo, receptáculos de sufrimiento, están entorpecidos por el doloroso destino que os aflige. Ya que esta vida os permite cocinar, sed felices de vivir esta vida y alegráos de ser lo que sois. Vuestro excelente karma es fuente de inalterables méritos por kalpas y kalpas. Ojalá podáis, por vuestro trabajo y vuestra aplicación, día a día, en cada momento, venir en ayuda de todos los seres del universo y utilizar vuestro cuerpo que es el fruto de miríadas de vidas para crear buenos lazos kármicos. Sí consideráis todas las cosas en este espíritu, vuestro corazón rebosará alegría. Incluso aunque fuérais el soberano del mundo, si no preparárais las comidas ofrecidas a los Tres Tesoros, no sacaríais ningún provecho y todos vuestros esfuerzos serían en vano.

La benevolencia es el sentimiento de un padre o de una madre hacia su hijo. Cuando pensamos en los

Tres Tesoros experimentamos este mismo sentimiento. Aunque los padres sean pobres o estén incluso en la miseria, tan grande es su ternura como atentos sus cuidados. ¿Cómo explicar este sentimiento? El que no tiene hijos no puede comprenderlo, es preciso que uno mismo sea padre para sentirlo. Un padre no considera a su hijo en términos de pérdida o de provecho, piensa antes que nada en criarlo bien. Despreciando su confort personal le abriga del frío y le protege del sol. La ternura de los padres es el colmo de la benevolencia. Aquel que ha alcanzado el espíritu del despertar conoce este sentimiento y solo aquel que lo practica puede sentirlo. ¿Acaso cuando tenéis en vuestras manos el agua o el grano, no los veis con la tierna y amante mirada de una madre que cuida de su hijo? Nuestro gran maestro Shakyamuni ¿nos habría hecho el don de veinte años de su vida si no se hubiera inclinado sobre nosotros con la tierna atención de un padre que no busca obtener resultados ni hacer fortuna?

La grandeza de espíritu es grande como una montaña, vasta como el océano. Es un espíritu sin ideas

recibidas o partidarias. No se alegra cuando solo hay un ligero peso a llevar, ni se aflige por levantar un gran peso. Incluso cuando escucha la llamada de la primavera, no salta de alegría entre el rocío y si contempla los colores del otoño, no derrama melancólicas lagrimas. Un paisaje incluye las vicisitudes de las cuatro estaciones, como el peso incluye el gramo y la libra. Un gran espíritu engloba la totalidad de los

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componentes. Así, de esta manera, hay que escribir, comprender y profundizar la palabra grande. Si Kazan Zenne 15, cocinero del monasterio del monte Chia, no hubiera comprendido la palabra grande, no habría estallado en risas al escuchar el sermón de Taigen Fu 16 y este último no hubiera realizado el despertar. Si la palabra grande no hubiera sido inscrita en el espíritu del maestro Isan Reiyu, no habría soplado tres veces sobre la ramita de madera que había recogido. Sí el maestro Tozan Shusho hubiera ignorado la palabra grande, no habría respondido: "¡Tres libras de sésamo!" al monje que le preguntaba sobre el buda. Es esencial que sepáis que nuestros grandes maestros del pasado han profundizado la palabra grande bajo toda clase de circunstancias. Cada uno, libremente, lo ha gritado con fuerte voz, ha expuesto el gran principio, realizado el gran asunto y formado grandes hombres. Han completado a los seres llevándolos al despertar. Aunque seáis superior de un monasterio, encargado de una función o simple monje, no olvidéis actuar siempre con alegría, benevolencia y grandeza de espíritu.

He escrito este texto para legarlo a los sabios de las generaciones futuras que estudiarán la Vía. Redactado en la primavera del año 1237, por el monje Dogen que transmite la ley desde la función de

superior del monasterio Kannondôri Kôshôhôrin-ji.

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Glosario 1 .- Zenonshingi: Obra que contiene la regla relativa a la vida de un monje en un monasterio zen. Escrita

por el maestro Hyakuyo Ekai , está todavía vigente. 2 .- Isan Reiyu: Dejó a su familia a los quince años para hacerse monje. Tras recibir la ordenación, a los

veintitrés años parte en peregrinación y se detiene en el monasterio del maestro Hyakujo Ekai, donde permanece veinte años como tenzo, llegando a ser su discípulo principal y sucesor. Hyakujo Ekai le encarga partir al monte Kuei-shan, donde Isan Reiyu funda un monasterio en que llegó a haber mil quinientos miembros.

3 .- Tozan Susho: Recorrió 2.000 km. mientras atravesaba China para encontrar al maestro Ummon. 4 .- Los seis sabores: Amargo, ácido, dulce, picante, salado, soso. 5 .- Las Tres Virtudes: Suavidad-ligereza; limpieza-frescura; cuidado-precisión. 6 .- Seppo Gison: Maestro zen; peregrinó como monje hasta los 50 años por diversos monasterios

realizando la función de tenzo. A los 50 años se estableció llegando a tener un gran número de discípulos. 7 .- Tozan Ryokai: Fundador de la escuela Soto junto a su discípulo Sozan. 8 .- En el zen no existe antagonismo entre el bien y el mal. Con este gesto él muestra que la progresión

del razonamiento es inoperante, pero no prueba su despertar, porque volcando el cubo crea un nuevo antagonismo.

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9 .- Literalmente "el búfalo de agua". El búfalo en los textos zen simboliza la naturaleza de Buda

inherente a toda persona. Es difícil de capturar y aun más de domesticar. 10 .- Kesa: Vestido de la libertad. Manto de tela, compuesto de bandas de tela cosidas entre si. Se lleva

sobre el hombro izquierdo y por encima del kimono o del kolomo durante zazén y en las ceremonias. Simboliza la transmisión de maestro a discípulo.

11 .- Zagu: Antiguamente estera ligera que se ponía en el suelo para sentarse. Actualmente es una

pieza rectangular de tela que se extiende en el suelo durante las prosternaciones para evitar que el kesa toque el suelo.

12 .- Alusión a una forma de poesía china de cuatro versos donde cada verso contenía por orden uno,

siete, tres y cinco versos. 13 .- Uno de los diez epítetos para nombrar al Buda. 14 .- Sambo: Los Tres Tesoros, el Buda, el Dharma y la Sangha, son la base del budismo, no pudiendo

existir vida religiosa búdica sin fe en los Tres Tesoros. 15 .- Kassan Zenne: Entró a los cinco años en un monasterio y fue poco menos que una lumbrera en el

terreno intelectual. Tras recibir la ordenación partió en peregrinaje y tras visitar al maestro Dogo Enche y siguiendo sus indicaciones partió a la búsqueda del maestro Sensu Tokujô. Este último vivía como barquero para huir de las persecuciones antibúdicas y desde hacía unos treinta años esperaba al discípulo a quien transmitir su sucesión. Al ver a Kassan y tras conversar con él le lanzó al rio de un empujón. Este hecho parece ser que "despertó" a Kassan. Tras esto Sensu le entregó el sello de la transmisión y tras montar en su barca desapareció en el río.

16.- Taigen Fu: Era el responsable de los monjes en el monasterio del monte Tai-Yüan y un hombre

muy erudito. A una de sus conferencias asistió de forma inesperada Kassan Zenne, quien tras escucharle durante un momento se echó a reir a carcajadas y abandonó la sala. Tras esto Taigen Fu se confesó ante Kassan como un hombre torpe y sin talento, hecho que Kassan no solo no desmintió sino que corroboró afirmando que se andaba por las ramas y que hablaba de cosas que no conocía. Siguiendo las instrucciones de Kassan, Taigen se encierra en su habitación dispuesto a hacer zazén hasta el fondo de sí mismo. Al amanecer del día siguiente se "despertó".

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HSIN-HSIN-MING

Creer en la Mente - El Libro de la Nada

Sosan Tercer patriarca Zen, + 606 d.C.

El Método Perfecto no conoce dificultades Salvo que rehúsa hacer preferencias; Sólo cuando está libre de odio y amor Se revela plenamente sin disfraz; Basta la diferencia de un décimo de pulgada Para que cielo y tierra se separen; Si deseas verlo con tus propios ojos, No fijes tu pensamiento en su favor ni en su contra. Alzar lo que te gusta contra lo que te disgusta Es la enfermedad de la mente: Cuando no se entiende el profundo significado (del Método), La paz de la mente se perturba para nada. (El Método es) perfecto como el vasto espacio, Con nada que falte, con nada superfluo: En realidad, debido a que se escoge Su talidad se pierde de vista. No persigas las marañas externas, Mora en el vacío interno; Sé sereno en la unidad de las cosas, Y (el dualismo) se desvanecerá por sí solo. Cuando te esfuerzas por ganar la quietud, deteniendo el movimiento, La quietud así ganada está siempre en movimiento; Mientras te demores en el dualismo,

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¿Cómo puedes realizar la unidad? Y cuando la unidad no se entiende cabalmente, De dos modos se soporta la pérdida: La negación de la realidad es su afirmación, Y la afirmación del vacío es su negación. Verbosidad e intelección... Cuando más les hacemos compañía, Más nos extraviamos; Fuera, pues, con la verbosidad y la intelección, Y no habrá lugar por donde no podamos pasar libremente. Cuando volvemos la raíz, ganamos el significado; Cuando perseguimos los objetos externos, perdemos la razón. En el instante en que nos iluminamos por dentro, Atravesamos el vacío de un mundo que nos enfrenta. Las transformaciones que se suceden en un mundo vacío que nos enfrenta Parecen reales en su totalidad debido a la Ignorancia; Procura no ir en pos de lo verdadero, Cesa tan sólo de no abrigar opiniones. No mores en el dualismo, Evita cuidadosamente perseguirlo; Tan pronto tengas lo correcto y lo erróneo, Sucederá la confusión, y la Mente se perderá. Los dos existen por causa del Uno, Pero no te aferres siquiera a este Uno; Cuando la mente no está perturbada, Las diez mil cosas no prodigan ofensa. No se prodiga ofensa, no hay diez mil cosas; No se produce perturbación, y ninguna mente es puesta a trabajar: El sujeto se aquieta cuando el objeto cesa, El objeto cesa cuando el sujeto se aquieta. El objeto es un objeto para el sujeto, El sujeto es un sujeto para el objeto: Has de saber que la, relatividad de los dos Reposa, en última instancia, en un solo Vacío. En un Vacío los dos no se distinguen, Y cada cual contiene en sí la totalidad de las diez mil cosas; Cuando no se hace discriminación entre esto y aquello; ¿Cómo puede surgir un criterio unilateral y prejuicioso?

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El Gran Método es calmo y longánime, Para él nada es fácil, nada es arduo; Los criterios pequeños son irresolutos, Cuando más se apresuran, más lentamente avanzan. El apego jamás se mantiene dentro de límites, Con seguridad se va por el camino equivocado; Abandónalo, y las cosas siguen sus propios rumbos, Mientras la Esencia ni se marcha ni permanece, Obedece a la naturaleza de las cosas y estarás en concordia con el Método, Calmo, cómodo y libre de molestias; Mas cuando tus pensamientos están atados, te apartas de la verdad, Crecen más pesados y torpes, y para nada son sanos. Cuando no son sanos, el espíritu se altera; ¿De qué sirve entonces ser parcial y unilateral? Si quieres recorrer el curso del Vehículo Único, No seas prejuicioso contra los seis objetos sensorios. Cuando no tienes prejuicios contra los seis objetos sensorios, Entonces eres uno con la Iluminación; Los sabios son no-activos, Mientras los ignorantes se atan; Mientras en el Dharma mismo no hay individuación, Ignorantemente se apegan a los objetos particulares. En su propia mente que crea las ilusiones, ¿No es ésta la máxima contradicción? Los ignorantes abrigan la idea de sosiego y desasosiego, Los iluminados no tienen gustos ni disgustos: Todas las formas de dualismo Son urdidas por los ignorantes mismos. Se parecen a visiones y flores en el aire; ¿Por qué perturbarnos en asirlas? Ganancia y pérdida, verdad y error, ¡Fuera con ellos de una vez por todas! Si la Mente retiene su absoluto, Las diez mil cosas son de la Talidad única. Cuando se sondea el hondo misterio de la Talidad, De improviso olvidamos las marañas externas; Cuando las diez mil cosas se ven en su unidad; Volvemos al origen y permanecemos donde siempre estuvimos. Olvida el origen de las cosas, Y alcanzaremos un estado que trasciende lo análogo;

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El movimiento se detiene, y no hay movimiento, El reposo se pone en movimiento, y no hay reposo; Cuando el dualismo no subsiste más, La unidad misma no mora. El fin último de las cosas donde no pueden ir más adelante No está ligado por normas ni medidas; En la Mente armoniosa (con el Método) tenemos el principio de la identidad, En el que hallamos que todos los esfuerzos se aquietan; Las dudas e irresoluciones están completamente desechadas, Y se fortalece la fe correcta; Nada se deja detrás, Nada se retiene, Todo es vacío, lúcido, y auto-iluminador; No hay ejercicio, ni derroche de energía... Esto es donde el pensamiento nunca llega, Esto es donde la imaginación no logra medir. En el reino superior de la Talidad verdadera No hay "yo" ni "otro": Cuando se busca la identificación directa, Sólo podemos decir "No dos". En ser "no dos" todo es lo mismo, Todo lo que es, está comprendido en él; Los sabios de los diez sectores Entrarán todos en esta Razón Absoluta. Esta Razón Absoluta está más allá (del tiempo) Que se apresura y (del espacio) que se extiende, Para ella un instante es diez mil años; Véasela o no, Se manifiesta por doquier en la totalidad de los diez sectores. Las cosas infinitamente pequeñas son tan enormes Como las cosas enormes pueden serlo, Pues aquí no subsisten condiciones externas; Las cosas infinitamente enormes son tan pequeñas Como las cosas pequeñas pueden serlo, Pues aquí los límites objetivos no se consideran. Lo que es lo mismo como lo que no lo es, Lo que no lo es, es lo mismo que lo que es: Donde este estado de cosas no logra subsistir, Ciertamente, no hay que detenerse allí. Uno en Todo,

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Todo en Uno... Si sólo se comprendiese esto, ¡No te preocuparías más por no ser perfecto! Donde la Mente y cada mente creyente no están divididas, Y donde están sin dividir cada mente creyente y la Mente, En donde las palabras fallan; Pues no es del pasado, del presente ni del futuro.

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Los Diez Toros del Zen

Kokuan

1. La Búsqueda del Toro. Recorro interminablemente los pastos de este mundo en busca del toro. Atravieso innumerables ríos, perdido en impenetrables perfiles de distantes montañas. Fallece mi fortaleza y se agota mi vitalidad, no encuentro el toro. En la noche sólo oigo el chirriar de las cigarras a través del bosque.

Comentario: El toro nunca se ha perdido. ¿Qué necesidad hay de buscar? Sólo a causa de la separación de mi verdadera naturaleza, fracaso en encontrarlo. En la turbación de mis sentidos pierdo incluso mi camino. Lejos de mi hogar, veo muchas encrucijadas, pero desconozco el verdadero sendero que me lleve a mi

casa. Me enzarzo entre la concupiscencia y el temor, la bondad y la maldad.

2. Descubrir sus Huellas.

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!Junto a la rivera bajo unos árboles, descubro huellas! Incluso sobre el fragante pasto veo sus pisadas. Están en lo profundo de las montañas remotas. Este rastro no puede ocultarse a ninguna nariz que apunte al cielo.

Comentario: Comprensión de la enseñanza, veo las huellas del toro. Ahora aprendo que, así como de un metal se forjan muchos utensilios, de mi mismo surgen miríadas

de paisajes. A menos que yo discrimine, ¿como diferenciaré lo cierto de lo falso? Aún no he atravesado la puerta, pero he intuido el camino.

3. Encontrar al Toro. Oigo la canción del ruiseñor. El sol es cálido, la brisa suave, los sauces verdean a lo largo de la ribera, Aquí ninguno toro puede ocultarse! ¿Qué artista podría dibujar tan soberbia cabeza, cornamenta tan majestuosa?

Comentario: Al oír la voz, podemos sentir su fuente. Tan pronto como emergen los seis sentidos, atravesamos la puerta. Dondequiera que uno entre, uno ve la cabeza del toro! Esta unidad es como la sal en el agua, como el color en los tintes. Lo más sutil no está separado de mi mismidad.

4. Apresar al Toro. Lo apreso con feroz lucha.

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Su gran poder y voluntad son inagotables. Desde la colina embiste a la inalcanzable nube lejana, O permanece en un barranco impenetrable.

Comentario: ! Permaneció mucho tiempo en el bosque, pero hoy lo he apresado! La bravura de la lucha interrumpe su camino. El toro ya esta lejos de su anhelado pasto verde. Su mente todavía es terca y sin freno. Mi deseo de someterle me obliga a alzar el látigo.

5. La doma del Toro Preciso el látigo y la soga, De lo contrario, se escaparía por caminos polvorientos. Si está bien domesticado, llega a ser dócil con naturalidad. Entonces, sin herraduras, obedecerá a su dueño.

Comentario: Cuando aflora un pensamiento, otro le sucede. Cuando el primer pensamiento brota desde la iluminación, cuantos le siguen son verdaderos. A través de la ilusión, se convierte todo en falsedad. La ilusión no esta producida por la objetividad; es

el resultado de la subjetividad. Amárralo fuerte por el anillo de la nariz y no dudes ni un instante.

6. Montándolo hasta casa. Monto el toro, lentamente regreso a casa. El son de mi flauta endulza la tarde.

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Marco con palmas la armonía que me acompaña, y dirijo el ritmo eterno. Quien oiga esta melodía se unirá a mí.

Comentario: La lucha ha terminado, se han equilibrado pérdida y ganancia. Canto la canción del leñador de la aldea, y entono melodías infantiles. A horcajadas sobre el toro, contemplo las nubes en el cielo. Recorro mi camino, sin importarme quien desde atrás me llame.

7. Trascendiendo al Toro. A horcajadas sobre el toro, llego a mi hogar. Estoy sereno. El toro también puede reposar. Empieza a amanecer. En el plácido descanso, bajo el techo de mi morada, abandono el látigo y la soga.

Comentario: Todo sigue una ley, no dos. Únicamente nosotros hacemos del toro una realidad temporal. Es como la relación entre el conejo y la trampa, los peces y la red. Es como el oro y la merma, o la luna que aparece tras la nube. Una sucesión viajes fugaces y arduos a través de un tiempo interminable.

8. Ambos, el toro y mi mismidad, trascienden. Látigo, soga, mismidad, y toro, todo llega a "no-ser".

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Este cielo tiene tal amplitud que ningún término puede abarcarlo. ¿Cómo puede existir un copo de nieve en un fuego ardiente? Aquí hay huellas de patriarcas.

Comentario: La mediocridad ha desaparecido. Mente libre de limitación. No busco ningún estado de iluminación. Tampoco hago nada, permanezco donde no existe ninguna iluminación. Desde que deambulo sin condición alguna, las miradas no me pueden ver. Aunque mil pájaros alfombraran con flores mi camino, la alabanza no tendría sentido alguno.

9. Alcanzar la Fuente. Demasiados pasos se han dado para regresar a la raíz y la fuente. !Mejor hubiera sido sordo y ciego desde el inicio! Morar en la propia intimidad, indiferente a lo de fuera. Las aguas del río fluyen plácidas y las flores son rojas.

Comentario: La verdad es clara desde el inicio. Equilibrado por el silencio, observo la producción y desintegración de formas. Quien no esta vinculado a las "formas", no precisa ser "re-formado". El agua es esmeralda, la montaña es añil, y observo la generación y la descomposición.

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10. En el Mundo. Descalzo y con el pecho al descubierto, me mezclo con la muchedumbre. Mis ropas son andrajosas y polvorientas, y siempre mantengo la placidez. No uso magia alguna para prolongar mi vida; Ahora, ante mí, los árboles muertos aparecen vivos.

Comentario: Adentro, tras mi puerta, mil sabios no me reconocen. La belleza de mi jardín es invisible. ¿Por qué deber uno busca las huellas de los patriarcas? Voy al mercado con mi odre de vino y regreso a casa con mi báculo. Visito la bodega y el mercado, sobre quienes poso mi mirada, se convierten en iluminados.

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FUKANZAZENGI

Guía universal por el método estándar del Zazen

Maestro Dogen (1200 - 1253)

La Vía es fundamentalmente perfecta. Penetra todo. ¿Cómo podría depender de la práctica y de la

realización? El vehículo del dharma es libre y despejado de todas las trabas. ¿En qué es necesario aplicar el esfuerzo concentrado del hombre? En verdad el Gran Cuerpo está más allá del polvo del mundo. ¿Quién podría creer que existe un medio de desempolvarlo? No es nunca distinto de cualquiera que sea, siempre exactamente allí donde esté. ¿Para que sirve ir aquí o allí para practicar?

Sin embargo, si hay una fisura, por muy estrecha que sea, la Vía queda tan alejada como el cielo de la

tierra. Si se manifiesta la menor preferencia o la menor antipatía, el espíritu se pierde en la confusión. Imaginad a quien se pavonea de comprender y que se hace ilusiones de su propio despertar, entreviendo la

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sabiduría que penetra todas las cosas, une la Vía y clarifica el Espíritu y hace nacer el deseo de escalar el cielo mismo. Esta persona ha emprendido la exploración inicial ilimitada de las zonas frontales pero está todavía de forma insuficiente sobre la Vía vital de la emancipación absoluta.

¿Tengo yo necesidad de hablar de Buda, que estaba en posesión del conocimiento innato? Se siente

todavía la influencia de los seis años que él vivió, sentado en loto en una inmovilidad total. Y Bodhidharma, la transmisión hasta nuestros días del sello, ha conservado el recuerdo de sus nueve años de meditación delante de una pared. Si esto sucedía con los santos de la antigüedad, ¿como los hombres de hoy pueden quedar dispensados de negociar la Vía?

Debéis en consecuencia abandonar una práctica basada en la comprensión intelectual, corriendo

detrás de las palabras y ateniéndoos al sentido literal. Debéis aprender el giro que dirige vuestra luz hacia el interior, para iluminar vuestra verdadera naturaleza. El cuerpo y el espíritu se borrarán por sí mismos, y aparecerá vuestro rostro original. Si queréis alcanzar el Despertar, debéis practicar el Despertar sin demora.

Para Zazen, conviene una habitación silenciosa. Comed y bebed sobriamente. Rechazad todo empeño y

abandonad todos los asuntos. No pensad: "esto está bien, esto está mal". No toméis partido ni a favor ni en contra. Parad todos los movimientos del espíritu consciente.

No juzguéis los pensamientos ni las perspectivas. No tengáis ningún deseo de convertiros en Buda.

Zazen no tiene absolutamente nada que ver con la posición sentada o la posición tumbada. En el sitio donde tenéis la costumbre de sentaros, extended una alfombrilla de paja y poned el zafu

encima. Sentaos en loto o en medio loto. En la postura del loto, poned primero el pie derecho sobre el muslo izquierdo y el pie izquierdo sobre el muslo derecho.

Cuidad de aflojar vuestra ropa y vuestro cinturón, arreglándolos convenientemente. Poned entonces la mano derecha sobre el pie izquierdo y la mano izquierda dirigida hacia arriba sobre

la mano derecha; los extremos de los pulgares se tocan. Sentáos bien rectos, en la actitud corporal correcta, ni basculada a la izquierda, ni basculada a la

derecha, ni hacia delante, ni hacia atrás. Tened cuidado de que las orejas estén en el mismo plano que los hombros y que la nariz esté en la

misma línea vertical que el ombligo. Poned la lengua pegada al paladar; la boca está cerrada; los dientes se tocan. Los ojos deben quedar siempre abiertos, y debéis respirar suavemente por la nariz. Cuando habéis conseguido la postura correcta, respirad profundamente una vez, inspirad y expirad.

Basculad el cuerpo de derecha a izquierda e inmovilizaros en una posición sentada estable. Pensad en no pensar. ¿Cómo se piensa en no pensar? Más allá del pensamiento (Hishiryo). Esto es en sí mismo el arte esencial del Zazen.

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El Zazen del cual hablo no es el aprendizaje de la meditación, no es otra cosa que el Dharma de paz y felicidad, la práctica-realización del Despertar perfecto. Zazen es la manifestación de la última realidad. Las trampas y las redes no pueden nunca alcanzarlo. Una vez que habéis asido su corazón, sois idénticos al dragón cuando entra del agua e idénticos al tigre cuando penetra en la montaña. Pues hay que saber que en este momento preciso - cuando se practica Zazen - el verdadero Dharma se manifiesta y que desde el principio hay que apartar la flojedad física y mental y la distracción.

Cuando os levantéis, moveros suavemente y sin prisa, calmada y deliberadamente. No os levantéis de

manera súbita o brusca. Cuando se echa una mirada sobre el pasado, se percibe que la trascendencia de la iluminación o la no iluminación, que morir sentado o de pie, siempre ha dependido del vigor del Zazen.

Además, la apertura a la iluminación en una determinada ocasión dada por un dedo, una bandera, una

aguja, un martillo, el cumplimiento de la realización gracias a un cazamoscas, un puño, un bastón, un grito, todo eso no puede ser asido totalmente por el pensamiento dualista del hombre. En verdad, tampoco puede ser mejor conocido mediante el ejercicio de los poderes naturales. Eso está más allá de lo que el hombre escucha y ve ¿acaso no es un principio anterior a los conocimientos y a las percepciones? .

Dicho esto, importa poco que seamos o no inteligentes. No hay diferencia entre el tonto y el listo.

Cuando uno concentra su esfuerzo en un solo espíritu, eso en sí mismo es negociar la Vía. La práctica-realización es pura por naturaleza. Adelantar es un asunto de cotidianeidad.

En conjunto, este mundo y los otros, a la vez en India y en China, respetan el sello de Buda. La

particularidad de esta escuela prevalece: simplemente devoción a la meditación sentada, sentarse inmóvil en un compromiso total. Aunque se dice que hay tantas almas como hombres, todos negocian la Vía de la misma manera, practicando zazen. ¿Por qué abandonar el asiento que os está reservado en la casa para errar en las tierras polvorientas de otros reinos? Un solo traspiés, y os escapáis de la Vía trazada toda recta delante de vosotros.

Habéis tenido la suerte única de tomar una forma humana. No perdáis vuestro tiempo. Lleváis vuestra

contribución a la obra esencial de la Vía de Buda. ¿Quién tomaría un placer vano de la llama que surge del silex? Forma y sustancia son como el rocío en la hierba, el destino semejante a un relámpago - que se desvanece en un instante - .

Os lo ruego, honrados discípulos del Zen. Acostumbrados desde hace mucho tiempo a tantear al

elefante en la oscuridad, no temáis al verdadero dragón. Concentrad vuestra energía en la Vía que indica el absoluto sin desvío. Respetad al hombre realizado, que se sitúa más allá de los actos de los hombres. Poneos en armonía con la iluminación de los Budas; suceded a la dinastía legítima del Satori de los Patriarcas. Conducíos siempre así y seréis como ellos son. Vuestra habitación del tesoro se abrirá por sì misma, y la utilizaréis como mejor os parezca.

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Zazen Wasan (El Himno del Zazen)

Hakuin

Todos los seres son desde el principio Budas. Es como el agua y el hielo; sin agua no puede haber hielo. No hay Budas si no es en los seres vivientes. Al no saber que está aquí cerca, lo buscamos lejos. ¡Qué lástima! Es como el que llora de sed estando en el agua; es como el hijo de una casa noble extraviado entre los pobres. La causa de nuestro deambular a través de los seis mundos es que estamos perdidos en los oscuros caminos de la ignorancia; y nos extraviamos cada vez más en la oscuridad. ¿Cuándo escaparemos de nacimiento y muerte? La meditación Zen del Mahayana excede toda alabanza. La generosidad, la moralidad y las demás perfecciones; invocar el nombre de Buda, el arrepentimiento, la disciplina, y muchas otras correctas acciones; se reencuentran todas en la práctica de la meditación. Por el mérito de una sola sentada/meditación él destruye sus inumerables pecados acumulados. ¿Cómo puede haber un falsos caminoa para él? El paraíso de la Tierra Pura no está muy lejos. Cuando, reverenciándola, esta verdad es escuchada aunque sea una sola vez, el que la alaba y felizmente la acoge, obtiene infinitos méritos. Entonces ¿cuántos más méritos obtendrá él que empieza a dirigirse hacia su propio interior y confirma directamente su propia naturaleza -ésa naturaleza que es la no-naturaleza? – Ése ha trascendido las vanas palabras. La puerta se abre, y causa y efecto son uno. El camino discurre en línea recta; no hay dos, ni tres. Tomando como forma la forma de la no-forma, yendo o viniendo él siempre está en casa. Tomando como pensamiento el pensamiento del no-pensamiento,

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cantando y danzando, todo es la voz de la Verdad. Inmenso es el cielo del ilimitado Samadhi; radiante la luna llena de la cuádruple sabiduría. ¿Qué queda para ser buscado? El Nirvana está clararamente ante él. Aquí mismo es el paraíso del Loto, Este cuerpo mismo es el cuerpo del Buda.

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EL SAMADHI DEL GRANERO DE LA GRAN SABIDURIA

Ejo

Trad. José L. Hernández

Siento un profundo respeto, que nace desde lo más recóndito de mi compasión, por vosotros que continuáis la práctica de zazen en el estado de espíritu que voy a describir: sin intentar obtener nada, sin ninguna meta; sin dejaros influir por vuestra inteligencia personal; sin mostrar suficiencia por la experiencia que habéis adquirido en el doyo.

Con toda la energía de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu, penetrad totalmente en komyozo, sin

daros vuelta hacia atrás para mirar el tiempo. No busquéis el satori. No escuchéis los fenómenos ilusorios (mayoi):

No detestéis los pensamientos que aparecen, tampoco los améis, y, sobre todo, no los mantengáis. De

todas maneras, sea lo que sea, debéis practicar la gran postura sentada aquí y ahora. Si no mantenéis los pensamientos, éstos no vendrán por sí mismos. Si os abandonáis a la espiración y dejáis que la inspiración venga en un armonioso ir y venir, no hay más que un zafú bajo el cielo vacío, pesado como una llama. Si no esperáis nada de lo que hacéis, si no consideráis cosa alguna, podéis cortar con todo, solamente por zazen.

Aunque los ochenta y cuatro mil bonno (deseos, ilusiones) vayan y vengan, si no les dais importancia, si

los abandonáis a sí mismos, en ese momento, de cada uno de ellos, de uno tras otro y de todos juntos, podrá surgir el maravilloso misterio del granero de la gran sabiduría.No existe solamente el komyo del momento de zazen. También está aquel que, paso a paso, acto tras acto, os hacer ver progresivamente que cada fenómeno puede realizarse inmediata, automática, independientemente de vuestra inteligencia propia y de vuestros pensamientos personales. Tal es la verdadera y auténtica certificación que existe sin molestar la manifestación de komyo.

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Es el poder espiritual del no actuar por la luz que se ilumina por sí misma. Este komyo es originariamente no sustancia, no existencia. Por ello, aunque muchos Budas lo realicen en este mundo, no son de este mundo. Y, estando en el nirvana, no están en el nirvana.

En el instante de vuestro nacimiento, komyo no existía. En el de vuestra muerte, no desaparecerá. Desde el punto de vista de Buda, no aumenta. Desde el punto de vista de los sentidos, no disminuye. Así como cuando tenéis ilusiones o dudas, no podéis hacer la pregunta correcta, cuando tenéis el satori

no podéis expresarlo. En ningún momento consideréis nada con vuestra conciencia personal. Durante las veinticuatro horas del día, tened la calma y la gran tranquilidad de los muertos. No penséis en nada por vosotros mismos. Así, al practicar la espiración y la inspiración, vuestra naturaleza profunda y vuestra naturaleza sensitiva, inconsciente y naturalmente, serán no saber, no comprensión.

Entonces, todo podrá volverse naturalmente calmo, esplendor de komyo, en la unidad del espíritu y del

cuerpo. Por eso, cuando lo llamamos, debería responder rápidamente. Un solo y mismo komyo armoniza en un todo a la gente del satori y la de las ilusiones.

Así, aunque os pongáis en movimiento, este último no debería perturbaros. Y el bosque, las flores, las

briznas de hierba, los animales, los seres humanos, todos los fenómenos (ya sean largos, cortos, cuadrados o redondos) podrán realizarse inmediata, automática, independientemente de vuestra inteligencia propia y de la acción personal de vuestro pensamiento.

No estéis apegados ni a las ropas ni al alimento ni a la casa. No sucumbáis al deseo sensual o al apego

del amor que son prácticas animales. Inútil interrogar a los demás sobre komyo, pues su komyo no tiene utilidad alguna para vosotros.

En el origen, este samadhi es el santo doyo, el océano de todos los Budas. Es entonces el más grande y

el más santo de todos los asientos transmitidos directamente de Buda en Buda a través de la santa práctica universal. Puesto que ahora sois discípulos de Buda, debéis hacer zazen tranquilamente en su asiento.

No os sentéis en el zafú infernal, el zafú gaki, animal o asura, ni tampoco en el de los shomon o de los

engaku. Practicad solamente shikantaza. No perdáis el tiempo. Es lo que se llama el auténtico espíritu del doyo, el verdadero komyo samadhi, el maravilloso y espléndido satori.

Este texto sólo debe ser leído por los verdaderos discípulos del Maestro Dogen, aquellos que están

autorizados a entrar en su habitación. Lo he escrito para mis c de zazen, para que no haya puntos de vista erróneos, para perfeccionarme a mí

mismo y para educar a los demás.

Escrito por Ejo, bajo el reinado del emperador Gouta. Con el más profundo respeto, en el templo Eihei-ji el 28 de agosto de 1278.

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UJI

Ser-tiempo

(Dogen (1200-1253))

Traducción española por Francisco José Ramos

A veces de pie en la cima de la más alta cúspide, A veces moviéndose en el fondo del más profundo océano, A veces tres cabezas y ocho brazos, A veces los diez y seis pies o los ocho pies del cuerpo dorado, A veces un básculo, o un matamoscas, A veces un pilar, o una linterna de piedra, A veces el tercer hijo de Chang o el cuarto de Lee, A veces la Tierra y el Espacio. "A veces" (uji) significa el tiempo es existencia y la existencia es tiempo. Un cuerpo dorado de diez y seis

pies es tiempo; y porque es tiempo, posee el brillo resplandeciente del tiempo. Debemos de entender esto como las doce horas del día, simplemente. Las tres cabezas y los diez y ochos brazos son el tiempo mismo. Y porque son el tiempo son inseparables de las doce horas del día.

Aunque no calculemos las doce horas del día como cortas o como largas, próximas o lejanas, de todos

modos las llamamos las doce horas del día. Porque el ir y venir del tiempo son obvios, nadie duda de ello. Nadie duda pero esto no significa que entienden. Nuestras dudas como seres sintientes, acerca de esto o de aquello, no son nunca las mismas. Por lo tanto, el tiempo pasado de nuestras dudas no siempre coincide con lo que dudamos ahora. Aún así, las dudas no son más que tiempo.

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La manera en que uno mismo se forma es la forma del universo entero. Cada cosa en el mundo es un "momento del tiempo" (ji-ji: tiempo-tiempo). Las cosas no se obstruyen entre sí, los momentos del tiempo nunca son un obstáculo el uno para el otro. Hay mentes hechas en el mismo momento del tiempo y hay momentos del tiempo en los que la misma mente se hace. Lo mismo sucede con la práctica y la realización. Es así como uno mismo formándose a sí mismo se ve a sí mismo. He ahí el entendimiento de que uno mismo no es más que tiempo.

Hay que entender que de esta manera hay innumerables formas y cientos de hierbas através de la

Tierra entera; y que, sin embargo, cada forma y cada hierba es la Tierra entera. Esto hay que entenderlo, pero en la práctica, desde la práctica. Cuando se está en el ámbito concreto de eso (inmo), sólo hay hierba y forma, sólo hay entendimiento de la forma y "no entendimiento de la forma", entendimiento de la hierba y "no entendimiento de la hierba". Y puesto que no hay nada más que justo este momento (shoti imuro ji), ser-tiempo es el tiempo del universo entero. Ser-tiempo y ser-forma no son más que tiempo. La totalidad de la existencia, la totalidad del universo existen en cada momento del tiempo. Nada se aparta ni se queda fuera del universo en este preciso momento. Observad y meditad profundamente en eso.

Aún así, una persona que no entiende el Buddha-dharma y oye hablar de la expresión "ser-tiempo",

piensa para sí de esta manera: A veces llego a ser un demonio furioso de tres cabezas y ocho brazos; y otras llego a ser los diez y seis pies u ocho pies del cuerpo dorado del Buddha. Es como habiendo cruzado los ríos y subido las montañas: aunque las montañas y los ríos existen todavía yo pienso que los he dejado atrás, y que ahora resido en el "preciado palacio" y en la "torre de bermellón". Y me digo que aquellos ríos y aquellas montañas están tan lejos de mí como el cielo de la tierra. Pero resulta que las cosas no son tan simples. En el tiempo en el que las montañas fueron escaladas y los ríos atravesados vosotros estábais presentes. El tiempo no está separado de vosotros. Y así como ahora existe, el tiempo jamás se aleja; así como el tiempo no está marcado por el ir y venir, el momento en el que ascendistéis a las montañas es el ahora mismo (nikon) de lo que el tiempo es. ¿Acaso este ser-tiempo no se engulló el momento de ascender la montaña y el momento en el que residistéis en el preciado palacio y la torre de bermellón? ¿Acaso este ser-tiempo no devolvió, al modo de un vómito, este mismo ahora del ser-tiempo?

Tres cabezas y ocho codos son el tiempo de ayer. Diez y seis u ocho pies son el tiempo de hoy. De todas maneras, la verdad de ayer y hoy se manifiesta, simplemente, en el momento en el que

entrando a las montañas, yo veo en torno a mí los miles y miles de picos de las montañas. Y es así como lo que pasa nunca pasa. Por tanto, seis cabezas y ocho codos son también mi ser-tiempo

en un mismo momento. Aunque parezcan lejanos, ellos son el ahora mismo. Diez y seis u ocho pies son también mi ser-tiempo en un mismo movimiento. Aunque parezcan muy, muy lejanos, ellos son el ahora mismo. Del mismo modo, el pino es también tiempo, el bambú es también tiempo.

No debes pensar que el tiempo meramente vuela y se escapa. No debes pensar que el vuelo del tiempo

es la única función del tiempo. Si el tiempo, sin más, volara entonces no habría más que intervalos entre "ayer" y "hoy", y tu estarías separado del tiempo. La razón por la cual no comprendéis el sendero del tiempo es porque consideráis que el tiempo no hace más que pasar.

En suma, los seres de todos los universos, aún siguiéndose los unos a los otros, en realidad no son más

que momentos de un mismo tiempo. Y puesto que todos los momentos son ser-tiempo, tu eres ser-tiempo.

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Ser-tiempo tiene el don de la regeneración: hoy regenera el mañana, hoy regenera el ayer, hoy regenera hoy, mañana regenera mañana. Porque la regeneración es el don del tiempo, no puede haber acumulación de los tiempos antiguos y de los tiempos presentes. Seigen es tiempo también. Obaku también es tiempo, Kozein y Sekito también son tiempo.

Puesto que unos y otros son siempre tiempo, la práctica y el despertar son simultáneamente tiempo.

Enlodarse y entrar en el agua son igualmente tiempo. A pesar de que las maneras de ver de la gente común, así como las causas de estas maneras, son lo que son, en el momento en que ven, esto no es el dharma de la gente común. Es sólo el dharma de la gente común lo que condiciona a la gente común [a ver de esa manera].

Como la gente común piensa que este mismo ser y este mismo tiempo están fuera del dharma, ellos

creen que el cuerpo dorado del Buddha de diez y seis pies no son ellos mismos. Esta ceguera de cuando dicen que no son el cuerpo dorado de diez y seis pies del Buddha es, de hecho, también un fragmento de ser-tiempo. Los que todavía no habéis entendido esto, ¡abrid los ojos! ¡Abridlos! ¡Despertad!

El caballo y la oveja, en orden de sucesión en el mundo son ahora lo que son, en su condición de

dharma que aparece y desaparece. La rata también es tiempo. El tigre también es tiempo. La vida también es tiempo. El Buddha también es tiempo.

Justo en este momento, tres cabezas y ocho codos despiertan el universo entero. El cuerpo dorado de

diez y seis pies despiertan el universo entero. Cuando el universo es el universo entero, entonces lo impecable se actualiza y se hace evidente.

Cuando el cuerpo dorado de diez y seis pies es el cuerpo dorado de diez y seis pies, entonces la motivación~la práctica~la sabiduría~el nirvana se nos revela. Esto es el ser. Esto es el tiempo. El tiempo entero es el tiempo completo. A parte de esto, no se podrá encontrar otro dharma, otra manifestación, otro fenómeno.

Puesto que todo dharma de más está de más, aún el ser-tiempo de una semi-impecabilidad es semi-

impecablemente ser-tiempo. Aún lo que aparece como mitad impecable es, de hecho, tiempo completo. Aún más: desde un punto de vista primordial, aunque la mitad se revele tarde o temprano, no se trata de otra cosa que del momento oportuno (juhoi) de ser-tiempo. Todo dharma se encuentra en su propia condición, repleto de vida, repleto de energía.

No os dejéis perturbar por la nada. No pretendéis hacer de esta nada un ser. Si creéis que el tiempo no hace más que pasar, entonces todavía no entendéis que el tiempo nunca

llega ni nunca se aparta. Y aunque entender es tiempo, que entendáis el tiempo o no, nada tiene que ver con el tiempo. No viendo del tiempo más que su ir y venir, la bestia no puede tener la experiencia del ser-tiempo de los dharmas en un momento justo (juhoi), y menos aún traspasar la barrera.

¿Pero quién, luego de haber entendido lo propio y lo justo de cada momento [de los dharmas], podría

hablar de eso (inmo) de cada momento? Y aún si alguien ha entendido, y después de mucho tiempo, pudiera hablar de eso, seguiría buscando como si buscara su rostro original en medio de la oscuridad.

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Si os atenéis a lo que la gente común piensa del ser-tiempo, entonces el despertar~nirvana no sería más que el ir y venir de ser-tiempo. Absolutamente ninguna trampa, ni redes algunas, pueden impedir la aparición (senjo) de ser-tiempo.

Apareciendo ya sea a la derecha, apareciendo ya sea a la izquierda, los reinos celestes y los seres

celestes son la combustión total (jinriki). Pero además, como si esto fuera poco, todo ser-tiempo vivo entre las aguas y sobre la tierra, aparece en virtud de mi combustión total en justo este momento.

Las especies y las criaturas diversas que son ser-tiempo en los reinos de yin y de yang aparecen todos

gracias a mi combustión total, a la regeneración de esa misma combustión. Hablando de regeneración no creáis que se trata de cualquier cosa que, como el viento y la lluvia, pasa del este al oeste. El universo no está ni en movimiento ni en reposo, ni progresando ni en regreso. El universo es pura regeneración.

La regeneración es como la primavera. La primavera tiene muchas caras. A esto se le llama

regeneración. Hay que entender que la regeneración se regenera sin ningún soporte externo. Por ejemplo, la regeneración de la primavera invariablemente regenera la primavera. Aunque la regeneración en cuanto tal no sea necesariamente la primavera, puesto que se trata aquí de la regeneración de la primavera, la regeneración de la primavera alcanza ahora el despertar justo en la primavera. Estudiad esto con todo detenimiento.

Hablando de regeneración, si pensáis que las condiciones de regeneración existen fuera de nosotros

mismos, que el "yo" de la regeneración por sí mismo le da la cara al Este, atravesando los cientos de miles de mundos y los cientos de miles de kalpas, esto significa que no os dedicáis lo suficiente a la práctica del Buddha-Dharma.

Un día, siguiendo el consejo de Musai Daishi, Yakusan Kodo Daishi visitó a Kozei Daijaku Zenji y dijo: "Los tres vehículos y las doce divisiones de la enseñanza yo las entiendo. Ahora bien, ¿qué significa la

expresión ‘Bodhidharma viniendo del Oeste’?" Daijaku Zenji respondió así: "A veces yo le hago levantar las cejas y le hago hacer un guiño. Ser-tiempo. A veces, yo no le hago levantar las cejas ni le hago hacer un guiño. Ser-tiempo. A veces, hacer-le levantar las cejas y hacer-le hacer un guiño está bien. Ser-tiempo. A veces, hacer-le levantar las cejas y hacer-le un guiño está mal. Ser-tiempo."

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Escuchando esto, Yakusan cayó en cuenta y despertó. Y le dijo a Daijuku: "Cuando estaba con Sekito, yo era como un mosquito montando un toro de hierro." Daijaku se expresa de una manera poco común. Cejas y ojos son océanos y montañas porque las

montañas y los océanos son ojos y cejas. La enseñanza de "hacer-le levantar las cejas" es ver las montañas. La enseñanza de "Hacer-le hacer un guiño" es fundar un océano. Lo correcto le es familiar. El está cubierto por la enseñanza. Lo incorrecto no está sin enseñanza ni sin él. Sin enseñanza y sin él no es algo incorrecto. Todo esto es igualmente ser-tiempo.

La montaña es también tiempo. El océano es también tiempo. Si no fueran tiempo no habría ni

montañas ni océanos. Entendimiento y palabras son, lo uno y lo otro, ser-tiempo. Hay y no hay son, lo uno y lo otro, ser-

tiempo. Aunque penséis que el tiempo de haber no ha llegado todavía, debéis saber que el tiempo de no haber

está ya ahí. El entendimiento es el asno, las palabras son el caballo: haced del caballo las palabras y del asno el entendimiento. El haber no llega, el no haber no está por venir. Así es el ser-tiempo.

El haber obstruye el haber, pero no obstruye el no haber. El no haber obstruye el no haber, pero no

obstruye el haber. El entendimiento no es más que entendimiento, así que no veáis más que entendimiento. Las palabras no son más que palabras, así que no veáis más que palabras. Obstaculizar no es más que obstaculizar, no veáis entonces más que obstaculizar. El obstaculizar obstruye el obstaculizar. Eso es ser-tiempo.

Aunque el obstaculizar sea utilizado por los otros fenómenos [dharmas], no hay un obstáculo que

obstaculize a los otros fenómenos [dharmas]. Yo lo encuentro. El se encuentra. Yo me reencuentro. El reencontrar encuentra el reencuentro. Sin el tiempo, eso no podría ser de ninguna manera. Es más, el entendimiento es el momento de actualizar el asunto fundamental. Las palabras son el

momento de traspasar la barrera. Existe el tiempo de abandonar el cuerpo; no hay el tiempo de ser uno ni de separarse de uno.

Es así como debéis practicar y aceptaros. Es así como debéis ser-tiempo. Los antiguos maestros ya han

dicho eso. ¿Acaso hay algo más que entender?

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Pues sí. Por lo que digo: Hay casi-entendimiento, y casi-palabras. Eso es ser-tiempo. No hay ni siquiera un casi-entendimiento ni unas casi-palabras. Eso es ser-tiempo. Vuestra práctica y

vuestro cuestionamiento deben de hacerse de esa manera. "Enseñar-le a levantar las cejas y a hacer un guiño: casi ser-tiempo. Enseñar-le a levantar las cejas y a hacer un guiño: falso ser-tiempo. No enseñar-le a levantar las cejas ni a hacer un guiño: casi ser-tiempo. No enseñar-le a levantar las cejas ni a hacer un guiño: ser-tiempo dos veces falso." Que eso sea yendo, que eso sea viniendo, que eso sea haber, que eso sea no haber: debéis entender

que, de todas las maneras, el tiempo es ser-tiempo. Este traducción se ha hecho en consulta con la siguientes ediciones de las obras del maestro Dogen:

Moon in a Dewdrop (Kazuaki Tanahashi: North Point Press, San Francisco 1985), Shobogenzo, Libro I (Gudo Nishijima & Chodo Cross: Windbell Publications, Tokyo 1994) y Shobogenzo Uji, edición limitada de 50 ejemplares en francés, inglés y acompañada de la escritura original en ideogramas sino-japoneses (Eido Shimano Roshi & Charles Vacher: Paris, Editorial "encre marine" 1997). Que sepamos ésta es la primera traducción al español de Uji, opúsculo 11 del total de 95 que completan la edición del Shobogenzo (Tesoro del verdadero ojo del dharma), según la ordenación cronológica hecha entre 1688 y 1703 por el maestro Hangyo Kozen. Esta versión se ha querido hacer sin notas al calce y sin comentarios, de tal manera que el lector o la lectora puedan concentrarse directamente en el texto. Sólo hay que tener en cuenta que para Dogen la escritura es parte de la práctica meditativa y que, por lo tanto, las palabras, el lenguaje o la escritura no son ni un estorbo ni tampoco meros instrumentos para la experiencia de la iluminación.

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