taller inicial de formación política

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TALLER INICIAL DE FORMACIÓN POLÍTICA MÓDULO 4 PARTIDO COMUNISTA DE LA ARGENTINA

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Modulo 4 Autor: CEFMA

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TALLER INICIAL DE

FORMACIÓN POLÍTICA

MÓDULO 4

PARTIDO COMUNISTA

DE LA ARGENTINA

TALLER INICIAL DE FORMACIÓN POLITICA

Presentación

El presente Taller Inicial de Formación Política es organizado por el Centro de Estudios

y Formación Marxista Héctor P. Agosti (CEFMA) del Partido Comunista de la

Argentina, con el objetivo de acercar algunos conceptos básicos de la teoría marxista y

elementos para el análisis de coyuntura a quienes comienzan a involucrarse en la

militancia política, o busquen adquirir conceptos básicos de la perspectiva marxista para

el análisis de la sociedad.

Nos encontramos en un contexto signado por la crisis del sistema capitalista, la cual, a

diferencia de otras que le precedieron, tiene un alcance civilizatorio por cuanto no se

reduce a sus aspectos económico-financieros sino que afecta cruciales cuestiones tales

como la energía, el medio ambiente, la alimentación y las pautas de consumo de una

civilización construida sobre el derroche de los recursos y la explotación desenfrenada

de la naturaleza.

En esta nueva situación de América Latina y Argentina se pueden contar por miles los

hombres y mujeres, particularmente entre las jóvenes generaciones, que aspiran a

relanzar y recrear la lucha por el socialismo.

Desde el CEFMA aspiramos a producir un salto en calidad y en cantidad en la

incorporación de estas nuevas generaciones a la lucha política, para que puedan

desarrollar un avance en el proceso de cambios estructurales en nuestro país.

Entendemos que esta es una tarea que ha madurado como exigencia, como necesidad,

pero también como posibilidad real. El clima de época por el que atravesamos nos

impone superar la crisis de alternativa que coexiste con la profunda crisis capitalista.

Como pocas veces en la historia, cobran hoy un significado tan pleno las palabras de

Lenin “sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario posible”

Entendemos que el estudio de los procesos históricos, de diferentes conceptos del

pensamiento revolucionario en sus aspectos políticos y culturales, y la socialización de

las diversas experiencias militantes que aportaron y aportan a la construcción de

alternativas debe formar parte de la formación teórico-práctica de todos aquellos que

luchamos por un cambio profundo en la organización social.

El Centro de Estudios y Formación Marxista invita entonces a participar de esta

experiencia formativa, aportando a un marxismo renovado, lejos de todo dogmatismo,

como indispensable aporte teórico a los proyectos concretos de transformación social

que con urgencia reclaman los pueblos de Nuestra América desde el marco de la teoría

marxista y el pensamiento revolucionario, el estudio y la reflexión sobre la realidad

contemporánea y los procesos históricos y políticos que han jalonado la lucha por la

emancipación de los pueblos. Estudio y reflexión, huelga aclarar, que están concebidos

como necesarios insumos para orientar la praxis transformadora de los pueblos de

Nuestra América.

SEGUNDA

DECLARACIÓN DE

LA HABANA

FIDEL CASTRO

(1962)

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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER

SECRETARIO DE LA DIRECCIONA NACIONAL DE LAS ORI Y PRIMER MINISTRO DEL

GOBIERNO REVOLUCIONARIO

SEGUNDA ASAMBLEA NACIONAL DEL PUEBLO DE CUBA

PLAZA DE LA REVOLUCIÓN, 4 DE FEBRERO DE 1962

Compañeros y compañeras de la Segunda Asamblea General Nacional del Pueblo:

Se reúne por segunda vez, con carácter de órgano soberano de la voluntad del pueblo

cubano, esta Asamblea General en el día de hoy; y se reúne para dar cabal respuesta a la

maniobra, a la conjura, al complot de nuestros enemigos en Punta del Este.

En todo el mundo están puestos los ojos sobre nuestro pueblo en el día de hoy; los

pueblos de todos los continentes están esperando esta respuesta de nuestra patria. Los

mensajes que se han leído en la tarde de hoy demuestran cuánto interés, cuánta atención,

cuánta solidaridad ha despertado el acto de hoy.

Desde luego que nuestro pueblo sabía perfectamente bien qué se proponían los

imperialistas yankis; nuestros pueblos están perfectamente informados de sus

intenciones; nuestro pueblo —que lleva tres años bajo el incesante hostigamiento del

imperialismo yanki— sabía a qué fueron ellos a Punta del Este, sabía que esa

conferencia no tenía otro propósito que promover nuevas agresiones y nuevos complots

contra nuestro país. Y, desde luego, ya el imperialismo ha dado nuevos pasos agresivos.

Como explicó nuestro Presidente al hablar en la tarde de hoy, ya los imperialistas han

acordado un embargo más —¡uno más! — sobre nuestras relaciones comerciales.

Aún quedaba un comercio, principalmente de tabaco y de frutas, con Estados Unidos,

ascendente a varios millones de dólares. Cuando la delegación yanki propuso en Punta

del Este sanciones económicas y políticas, cese del comercio y cese de las relaciones

diplomáticas de los demás gobiernos —de los que aún quedan con relaciones, de los que

aún no se han plegado, de los que han resistido a las presiones del imperialismo— a fin

de que rompieran con nosotros, el imperialismo, ya en plena crisis, aún cuando logró

una parte de sus propósitos —y es preciso analizar y considerar atentamente los acuerdo

allí tomados y los propósitos de esos acuerdos— no pudo, sin embargo, obtener todo lo

que pretendía, aun cuando logró declaraciones condenatorias contra Cuba, producto de

presiones enormes sobre todos los cancilleres.

Tan desvergonzada, tan irracional, tan injustificada era su demanda, tan deprimente, tan

desmoralizadora para los gobiernos allí representados, que algunos gobiernos se

resistieron a aceptar el máximo de las exigencias yankis. Y en virtud de su resistencia,

por cuanto no estaban dispuestos a romper simplemente por una orden de Washington, y

puesto que al fin y al cabo esos gobernantes estarían obligados bien a cumplir acuerdos

que no consideraban justos, o bien a desacatar esos acuerdos, el imperialismo, al

parecer, no creyó prudente llevar tan lejos la cosa en esta reunión como para imponer

con su mayoría mecánica de 14 títeres un acuerdo que podía ser desacatado por la

minoría que, siendo una minoría, sin embargo representa al 70% de la población de

América Latina.

El imperialismo, digo, no pudo imponer el acuerdo del cese de las relaciones

comerciales. Lo que pretendía el imperialismo era —al regreso de su delegación—

realizar este nuevo embargo sobre el comercio de Estados Unidos con Cuba. No logró el

acuerdo. Y como una prueba más de que al imperialismo le importa un bledo la OEA y

de que la OEA no es más que un ministerio de colonias yankis, un bloque militar contra

los pueblos de LA América Latina, al regresar la delegación de Punta del Este, lo

primero que hicieron fue dictar esa nueva medida y prohibir de manera absoluta toda

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compra de productos a Cuba, es decir, la compra del tabaco, la compra de nuestros

frutos y de aquellos productos que ascendían a algunas sumas de consideración.

Claro está que como el imperialismo no podía dejar de ser cínico, como el señor

Kennedy no podía dejar de ser un desvergonzado (EXCLAMACIONES Y SILBIDOS) —como

lo ha sido desde que tomó posesión, desde que rechazó toda posibilidad de llevar

adelante una política pacífica con nuestro pueblo, desde que organizó su criminal y

cobarde invasión a nuestras costas y todos los hechos que han costado sangre y vidas de

hijos de nuestro pueblo—, no podía dejar de acompañar su última felonía con la

hipocresía. La hipocresía más inaudita es el sello que acompaña a todos los actos del

imperialismo.

¿Qué hizo? Prohibir toda compra de productos a Cuba, es decir, privarnos de más de 20

millones de dólares y, junto a esa medida, declarar que ellos, los “buenos”, los “nobles”,

los “eternamente humanitarios”, no prohibían, en cambio, que nosotros les

compráramos a ellos, que nosotros les compráramos alimentos y medicinas. Es decir

que mientras nos quitan los dólares producto de nuestro comercio, los pocos que

quedaban con Estados Unidos después que nos arrebataron nuestra cuota de cientos de

millones de dólares, dicen que, en cambio, no prohíben que nos vendan. Es decir que

nos quitan los recursos para comprar, nos quitan los dólares destinados precisamente a

materias primas, a maquinarias, a alimentos, a medicinas y mientras por un lado dictan

esa criminal, unilateral y vergonzosa medida —una más contra nuestro pueblo—,

declaran que, en cambio, estarían dispuestos a vender mercancías y alimentos.

Estaría bueno preguntarles —ya que son tan “buenos”— por qué no las fían también.

Ya que están dispuestos a vender las medicinas y alimentos, ¿por qué no los fían?

Porque nos quitan los dólares de las compras, y entonces dicen que, en cambio, no

prohíben las ventas. Pero ese es el sello eterno de la hipocresía que acompaña al

imperialismo, a fin de ocasionar a nuestro pueblo tropiezos, dificultades, escaseces,

colas y dificultades de todo tipo, a fin de doblegar a nuestro pueblo mediante todos los

sacrificios, mediante la imposición de todos los sacrificios, de todas las zancadillas, de

todas las trampas, de todos los ataques arteros y cobardes contra nuestra patria.

Desde luego que Cuba no estaría donde está, ni nuestra patria ocuparía el lugar que hoy

ocupa en el concepto de los demás pueblos del mundo, si detrás de la patria, si detrás de

la bandera soberana de la patria, si detrás de la Revolución no estuviera el pueblo, si

detrás de esta Revolución no estuviera este pueblo (APLAUSOS). Y nuestra Revolución

no habría llegado a ser lo que es hoy, y Cuba no sería abanderada de la libertad de

América, si detrás de este hecho histórico de la Revolución no estuviese un pueblo

digno de ese lugar de honor que hoy ocupa en los corazones de los 200 millones de

hermanos de América Latina (APLAUSOS); si detrás de la patria soberana, si detrás de la

patria soberana, si detrás de la bandera libre, si detrás de la Revolución redentora no

hubiera un pueblo firme y heroico como este, la patria ni sería libre ni la bandera sería

soberana, ni la Revolución marcharía adelante con la firmeza inquebrantable con que

marcha.

La palabra de Cuba está respaldada por un pueblo entero; la palabra de la representación

de Cuba, allí donde habló para los pueblos y para la historia, estaba respaldada por un

pueblo entero. ¡Por eso vale nuestra palabra, por eso vale ante los ojos del mundo, por

eso vale ante la historia! Porque los que allí hablaron contra nuestra patria sus mentiras,

no hicieron más que repetir las consignas criminales de sus amos. Y detrás de las

palabras huecas de los impugnadores de la patria cubana, no había un pueblo; detrás

estaban los asesinos de obreros y de estudiantes, de campesinos; detrás estaba lo más

corrompido, lo peor de nuestras hermanas naciones. ¡Pueblo no, sino ausencia de

pueblo, vacío de pueblo! ¿Hasta cuándo tendrán la desvergüenza y el cinismo de hablar

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de democracia? ¿Hasta cuándo estarán usando, hasta desgastar, esa pobrecita palabra,

infeliz palabra de “democracia representativa”? Representativa solo de la voluntad del

imperialismo, representativa solo de la explotación, representativa solo de la traición;

democracia que es la democracia de la ausencia del pueblo. Porque todos esos

gobiernos, los 14, los 14 que votaron contra Cuba, convocan al pueblo, y los 14 no

reúnen tanto pueblo como la Revolución Cubana reúne aquí (APLAUSOS).

Si aquello es democracia, ¿qué es esto? Si aquello donde existe la explotación del

hombre, si aquello donde los hombres son discriminados por motivo de raza, si aquello

donde los pobres son miserablemente explotados y maltratados es democracia, ¿qué es,

entonces, esto? Si democracia quiere decir pueblo, si democracia quiere decir gobierno

del pueblo, entonces, ¿qué es esto? Si democracia es la expresión de la voluntad del

pueblo, cabe decir lo único que puede decirse: que el país, el pueblo y el régimen más

democrático de América, es este régimen que puede reunir al pueblo en una plaza

gigantesca como esta (APLAUSOS), que puede congregar cientos y cientos y cientos de

miles, que puede congregar un millón, que puede congregar quién sabe tantos, porque

cada vez son más, más y más los que se reúnen, y ya la multitud llega hasta las mismas

faldas del Castillo del Príncipe (APLAUSOS).

A este pueblo, que con su presencia demuestra su dignidad y su postura, es al que

quieren someter los imperialistas, es al pueblo que quieren dividir y disgregar los

imperialistas, es al pueblo que quieren aplastar los imperialistas para que ya nunca más

rigiera la voluntad soberana del pueblo, para que ya nunca más se volvieran a congregar

las multitudes como aquí se congregan, y para que el destino y la riqueza de la patria

fuera dilapidada, y el curso de su historia desviado por la voluntad de las camarillas que

se reúnen en la sombra, a espaldas de los pueblos; para que ya nunca más se vieran

multitudes gigantescas por las calles de la patria y en las plazas de la patria, levantando

con orgullo sus banderas y proclamando al mundo sus hermosas consignas.

Es al pueblo al que quieren ponerle la bota encima los imperialistas, oprimirnos,

ultrajarnos, hacer añicos nuestra dignidad nacional, como han hecho añicos la dignidad

de muchos pueblos hermanos de este continente. Es a este pueblo, rebelde y heroico, al

que quieren aplastar. Y he ahí su error, he ahí su gran error, he ahí la causa de su

fracaso, porque el imperialismo jamás aplastará a la Revolución Cubana (APLAUSOS), el

imperialismo jamás vencerá a la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Si los esbirros del imperialismo, si los capataces y mayorales del imperialismo y la

gusanera que los acompaña (EXCLAMACIONES Y SILBIDOS) pudiesen contemplar no más

que un minuto lo que nuestros ojos y los ojos de los visitantes que nos acompañan están

viendo hoy, quizás, quizás si se dieran cuenta, quizás si tan siquiera pudieran apreciar

los perfiles de su tamaño y descomunal error del imposible que pretenden, quizás se

dieran cuenta de lo débil y lo impotente que son; quizás si reflexionaran, porque hasta

ahora no han hecho más que errar y persistir en el error; hasta ahora, con sus agresiones,

no han hecho más que fortalecer a Cuba.

Y nuestro pueblo, ante esas agresiones, debe redoblar su espíritu de trabajo, debe

redoblar la fortaleza de su conciencia revolucionaria.

¿Qué hacer ante los que quieren, a fuerza de privaciones, a fuerza de agresiones y a

fuerza de bloqueos, rendir a la patria? ¿Qué hay que hacer? Pues, sencillamente, hay

que trabajar más, hay que tomar más interés en todo, hay que triplicar el cuidado y la

atención en la producción, en las fábricas, en las cooperativas, en las granjas, en los

campos, en todas partes (APLAUSOS); triplicar el esfuerzo para extraer el máximo de

nuestra riqueza con lo que tenemos, para extraer todo lo que necesitamos, para ir

resistiendo el bloqueo en estos meses, y quizás años largos de lucha y de sacrificios que

el imperialismo nos impone; utilizar todos los recursos que tenemos para producir, para

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resistir y, al mismo tiempo, distribuir mejor lo que tenemos, distribuir mejor lo que

producimos.

Y, por eso, es deber que cumplirá el Gobierno Revolucionario de estudiar todas las

medidas necesarias para que nuestro pueblo se pueda distribuir bien lo que tiene, para

que lo que tengamos bajo el bloqueo llegue a todos, para que todos compartamos sin

egoísmos lo que tenemos (APLAUSOS).

No importa que aquí no vengan automóviles en muchos años; no importa, incluso, que

muchos objetos de lujo no vengan a Cuba en muchos años. ¡No importa, si ese es el

precio de la libertad; no importa, si ese es el precio de la dignidad; no importa, si ese es

el precio que nos exige la patria! (APLAUSOS.)

Al fin y al cabo, el pueblo nunca tuvo lujos; al fin y al cabo, el pueblo nunca tuvo más

que la explotación, la humillación, la discriminación, la servidumbre, el desempleo y el

hambre; al fin al cabo, los lujos fueron para las minorías, para el pueblo fueron los

sacrificios.

¿Y qué logra el imperialismo, qué va a lograr, con que el pueblo se vea privado durante

unos cuantos años de aquellas cosas de las que se vio privado siempre? Pero el pueblo,

que tiene hoy lo que no tuvo nunca, que tiene igualdad, que tiene dignidad, que tiene

justicia, que es dueño de la patria, que es dueño de sus fábricas y de su riquezas, que es

dueño de su destino, que es libre; el pueblo, el verdadero pueblo, el pueblo sufrido de

siempre, ese pueblo cambia gustosamente lo que no tuvo nunca por que tendrá mañana,

por todo lo que tendrá para siempre (APLAUSOS).

Resistiremos en todos los campos: resistiremos en el campo de la economía; seguiremos

avanzando en el campo de la cultura. Allá, detrás de la gigantesca multitud, se divisa

otra multitud, cuyos vestidos son de color distinto, de color uniforme: son los 50 000

becados que están estudiando (APLAUSOS), que están estudiando en nuestra capital; son

el mañana prometedor de la patria, son los futuros ingenieros de nuestras fábricas

futuras, los técnicos, los que elevarán la productividad del trabajo de nuestro pueblo a

los más altos niveles; son el porvenir, son la promesa, son el futuro, son el mundo del

mañana que la patria se está forjando, porque la patria no trabaja para hoy, la patria

trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no

podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a

conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar.

Y nos seguiremos fortaleciendo no solo en el campo de la economía y de la cultura,

resistiendo, sino que seguiremos resistiendo allí donde les duele más todavía a los

imperialistas; seguiremos fortaleciendo nuestras fuerzas de combate, nuestras unidades

armadas revolucionarias (APLAUSOS); seguiremos aumentando la capacidad defensiva

de la patria, seguiremos endureciéndonos cada día más, y cada día más dispuestos a que

si los imperialistas, sordos y ciegos, se lanzan otra vez, ¡reciban una paliza todavía más

grande de la que recibieron en Playa Girón! (APLAUSOS PROLONGADOS), vengan sus

mercenarios, o vengan sus títeres, o vengan ellos. Porque, ¿alguien le tiene mido aquí al

imperialismo? (EXCLAMACIONES DE: “¡NO!”) ¿Quién se asusta del imperialismo?

(EXCLAMACIONES DE: “¡NADIE!”) Y cuando pensamos en las amenazas y en las

maniobras de los imperialistas, ¿qué hacemos? (EXCLAMACIONES DE: “¡REÍRNOS!”) ¡Nos

reímos de los imperialistas! Nos reímos de su desesperación porque, sencillamente, lo

sentimos mucho, pero no les tenemos miedo; lo sentimos mucho, pero no nos asustan

esos matones del imperialismo, no nos asustan esos criminales del imperialismo, porque

nosotros sabemos —y si no lo saben ellos, entérense— que si invaden a nuestro país,

mientras quede aquí un fusil, mientras quede aquí un hombre o mujer, ¡vamos a estar

peleando contra ellos! (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE:

“¡VENCEREMOS!”)

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Y, además, no vamos a estar solos. Con nosotros van a estar, en primer término,

nuestros hermanos de América Latina (APLAUSOS); los pueblos que tan gallardamente,

tan valerosamente, se batieron en las calles de muchas naciones oprimidas, que tan

dignamente, y en masa, respaldaron a la Revolución mientras transcurría la conferencia

de Punta del Este; los pueblos que enviaron sus mejores representantes a Cuba y a la

propia Punta del Este, para decir allí la voz no de las oligarquías sino de los pueblos. Y

vamos a tener con nosotros la solidaridad de todos los pueblos liberados del mundo, y

vamos a tener con nosotros la solidaridad de todos los hombres y mujeres dignos del

mundo (APLAUSOS).

Por tanto, a pie firme, sin vacilaciones, estamos dispuestos a resistir ¡lo que venga!

(APLAUSOS), ¡estamos dispuestos a enfrentarnos a lo que venga! (APLAUSOS), sin que el

sueño lo perdamos. ¡Pero que los imperialistas se preparen también a esperar, en ese

caso, lo que venga! (APLAUSOS).

Y es bueno que los imperialistas se vayan resignando a la idea de que eso tan terrible, de

que eso que tanto temen, de que eso que les produce insomnio, que se llama revolución

de los pueblos explotados por el imperialismo, eso, ¡vendrá también inexorablemente,

por ley de la historia! (APLAUSOS).

Vamos, pues, a lo más importante de esta tarde, que es la Segunda Declaración de La

Habana (APLAUSOS), nuestro mensaje a los pueblos de América y del mundo, la palabra

de nuestro pueblo en este minuto histórico, respaldada por este pueblo, respaldada por

su presencia, de tal manera, como nunca en América estuvo respaldada ninguna palabra,

ningún mensaje.

Con nosotros se encuentran numerosos latinoamericanos que visitan a nuestro país o

participaron de la Conferencia de los Pueblos en La Habana (APLAUSOS), pero ellos no

deben ser solo espectadores. Proponemos a la Asamblea General Nacional del Pueblo

que los latinoamericanos no sean espectadores, sino que tengan derecho también a votar

junto con el pueblo de Cuba la Declaración de La Habana (APLAUSOS PROLONGADOS Y

EXCLAMACIONES DE: “¡FIDEL, FIDEL!”)

Algún día ellos podrán reunir también a sus pueblos, como nosotros hoy, y podrán

expresar también su pensamiento tan libremente como nosotros hoy.

Preste el pueblo atención a cada palabra, a cada frase de este documento, de esta

Segunda Declaración, que proponemos, en nombre de las Organizaciones

Revolucionarias Integradas y del Gobierno Revolucionario, al pueblo de Cuba:

Del pueblo de Cuba a los pueblos de América y del mundo

Vísperas de su muerte, en carta inconclusa porque una bala española le atravesó el

corazón, el 18 de mayo de 1895 José Martí, Apóstol de nuestra independencia

(APLAUSOS), escribió a su amigo Manuel Mercado: “Ya puedo escribir... ya estoy todos

los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber... de impedir a tiempo con

la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan,

con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es

para eso... Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos, más vitalmente

interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas, el

camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los

pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal que los desprecia, les habrían

impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio que se hace en bien

inmediato y de ellos. Viví en el monstruo y le conozco sus entrañas; y mi honda es la de

David.”

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Ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América y llamó al

imperialismo por su nombre: imperialismo. A los pueblos de América advirtió que ellos

estaban más que nadie interesados en que Cuba no sucumbiera a la codicia yanki,

despreciadora de los pueblos latinoamericanos. Y con su propia sangre, vertida por

Cuba y por América, rubricó las póstumas palabras que, en homenaje a su recuerdo, el

pueblo de Cuba suscribe hoy a la cabeza de esta Declaración.

Han transcurrido 67 años. Puerto Rico fue convertida en colonia y es todavía colonia

saturada de bases militares. Cuba cayó también en las garras del imperialismo. Sus

tropas ocuparon nuestro territorio. La Enmienda Platt fue impuesta a nuestra primera

Constitución, como cláusula humillante que consagraba el odioso derecho de

intervención extranjera. Nuestras riquezas pasaron a sus manos, nuestra historia

falseada, nuestra administración y nuestra política moldeada por entero a los intereses

de los interventores; la nación sometida a 60 años de asfixia política, económica y

cultural.

Pero Cuba se levantó, Cuba pudo redimirse a sí misma del bastardo tutelaje. Cuba

rompió las cadenas que ataban su suerte al imperio opresor, rescató sus riquezas,

reivindicó su cultura, y desplegó su bandera soberana de territorio y pueblo libre de

América (APLAUSOS).

Ya Estados Unidos no podrá caer jamás sobre América con la fuerza de Cuba, pero en

cambio, dominando a la mayoría de los Estados de América Latina, Estados Unidos

pretende caer sobre Cuba con la fuerza de América.

¿Qué es la historia de Cuba sino la historia de América Latina? ¿Y qué es la historia de

América Latina sino la historia de Asia, África y Oceanía? ¿Y qué es la historia de

todos estos pueblos sino la historia de la explotación más despiadada y cruel del

imperialismo en el mundo entero?

A fines del siglo pasado y comienzos del presente, un puñado de naciones

económicamente desarrolladas habían terminado de repartirse el mundo, sometiendo a

su dominio económico y político a las dos terceras partes de la humanidad, que, de esta

forma, se vio obligada a trabajar para las clases dominantes del grupo de países de

economía capitalista desarrollada.

Las circunstancias históricas que permitieron a ciertos países europeos y a Estados

Unidos de Norteamérica un alto nivel de desarrollo industrial, los situó en posición de

poder someter a su dominio y explotación al resto del mundo.

¿Qué móviles impulsaron esa expansión de las potencias industrializadas? ¿Fueron

razones de tipo moral, “civilizadoras”, como ellos alegaban? No: fueron razones de tipo

económico.

Desde el descubrimiento de América, que lanzó a los conquistadores europeos a través

de los mares a ocupar y explotar las tierras y los habitantes de otros continentes, el afán

de riqueza fue el móvil fundamental de su conducta. El propio descubrimiento de

América se realizó en busca de rutas más cortas hacia el Oriente, cuyas mercaderías

eran altamente pagadas en Europa.

Una nueva clase social, los comerciantes y los productores de artículos manufacturados

para el comercio, surge del seno de la sociedad feudal de señores y siervos en las

postrimerías de la Edad Media.

La sed de oro fue el resorte que movió los esfuerzos de esa nueva clase. El afán de

ganancia fue el incentivo de su conducta a través de su historia. Con el desarrollo de la

industria manufacturera y el comercio fue creciendo su influencia social. Las nuevas

fuerzas productivas que se desarrollaban en el seno de la sociedad feudal chocaban cada

vez más con las relaciones de servidumbre propias del feudalismo, sus leyes, sus

instituciones, su filosofía, su moral, su arte y su ideología política.

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Nuevas ideas filosóficas y políticas, nuevos conceptos del derecho y del Estado fueron

proclamados por los representantes intelectuales de la clase burguesa, los que por

responder a las nuevas necesidades de la vida social, poco a poco se hicieron conciencia

en las masas explotadas. Eran entonces ideas revolucionarias frente a las ideas caducas

de la sociedad feudal. Los campesinos, los artesanos y los obreros de las manufacturas,

encabezados por la burguesía, echaron por tierra el orden feudal, su filosofía, sus ideas,

sus instituciones, sus leyes y los privilegios de la clase dominante, es decir, la nobleza

hereditaria.

Entonces la burguesía consideraba justa y necesaria la revolución. No pensaba que el

orden feudal podía y debía ser eterno, como piensa ahora de su orden social capitalista.

Alentaba a los campesinos a librarse de la servidumbre feudal, alentaba a los artesanos

contra las relaciones gremiales, y reclamaba el derecho al poder político. Los monarcas

absolutos, la nobleza y el alto clero defendían tenazmente sus privilegios de clase,

proclamando el derecho divino de la corona y la intangibilidad del orden social. Ser

liberal, proclamar las ideas de Voltaire, Diderot o Juan Jacobo Rousseau, portavoces de

la filosofía burguesa, constituía entonces para las clases dominantes un delito tan grave

como es hoy para la burguesía ser socialista y proclamar las ideas de Marx, Engels y

Lenin (APLAUSOS).

Cuando la burguesía conquistó el poder político y estableció sobre las ruinas de la

sociedad feudal su modo capitalista de producción, sobre ese modo de producción erigió

su Estado, sus leyes, sus ideas e instituciones.

Esas instituciones consagraban, en primer término, la esencia de su dominación de

clase: la propiedad privada. La nueva sociedad, basada en la propiedad privada sobre los

medios de producción y en la libre competencia, quedó así dividida en dos clases

fundamentales: una, poseedora de los medios de producción, cada vez más modernos y

eficientes; la otra, desprovista de toda riqueza, poseedora solo de su fuerza de trabajo,

obligada a venderla en el mercado como una mercancía más para poder subsistir.

Rotas las trabas del feudalismo, las fuerzas productivas se desarrollaron

extraordinariamente. Surgieron las grandes fábricas donde se acumulaba un número

cada vez mayor de obreros.

Las fábricas más modernas y técnicamente eficientes iban desplazando del mercado a

los competidores menos eficaces. El costo de los equipos industriales se hacía cada vez

mayor; era necesario acumular cada vez sumas superiores de capital. Una parte

importante de la producción se fue acumulando en un número menor de manos.

Surgieron así las grandes empresas capitalistas y, más adelante, las asociaciones de

grandes empresas a través de cartels, sindicatos, trusts y consorcios, según el grado y el

carácter de la asociación, controlados por los poseedores de la mayoría de las acciones,

es decir, por los más poderosos caballeros de la industria. La libre concurrencia,

característica del capitalismo en su primera fase, dio paso a los monopolios que

concertaban acuerdos entre sí y controlaban los mercados.

¿De dónde salieron las colosales sumas de recursos que permitieron a un puñado de

monopolistas acumular miles de millones de dólares? Sencillamente, de la explotación

del trabajo humano. Millones de hombres, obligados a trabajar por un salario de

subsistencia, produjeron con su esfuerzo los gigantescos capitales de los monopolios.

Los trabajadores acumularon las fortunas de las clases privilegiadas, cada vez más ricas,

cada vez más poderosas. A través de las instituciones bancarias llegaron a disponer estas

no solo de su propio dinero, sino también del dinero de toda la sociedad. Así se produjo

la fusión de los bancos con la gran industria y nació el capital financiero. ¿Qué hacer

entonces con los grandes excedentes de capital que en cantidades mayores se iba

acumulando? Invadir con ellos el mundo. Siempre en pos de la ganancia, comenzaron a

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apoderarse de las riquezas naturales de todos los países económicamente débiles y a

explotar el trabajo humano de sus pobladores con salarios mucho más míseros que los

que se veían obligados a pagar a los obreros de la propia metrópoli. Se inició así el

reparto territorial y económico del mundo. En 1914, ocho o diez países imperialistas

habían sometido a su dominio económico y político, fuera de sus fronteras, a territorios

cuya extensión ascendía a 83 700 000 kilómetros cuadrados, con una población de 970

millones de habitantes. Sencillamente se habían repartido el mundo.

Pero como el mundo era limitado en extensión, repartido ya hasta el último rincón del

globo, vino el choque entre los distintos países monopolistas y surgieron las pugnas por

nuevos repartos, originadas en la distribución no proporcional al poder industrial y

económico que los distintos países monopolistas, en desarrollo desigual, habían

alcanzado. Estallaron las guerras imperialistas, que costarían a la humanidad 50

millones de muertos, decenas de millones de inválidos e incalculables riquezas

materiales y culturales destruidas. Aún no había sucedido esto cuando ya Marx escribió

que “el capital recién nacido rezumaba sangre y fango por todos los poros, desde los

pies a la cabeza” (APLAUSOS).

El sistema capitalista de producción, una vez que hubo dado de sí todo lo que era capaz,

se convirtió en un abismal obstáculo al progreso de la humanidad. Pero la burguesía,

desde su origen, llevaba en sí misma su contrario. En su seno se desarrollaron

gigantescos instrumentos productivos, pero a su vez se desarrolló una nueva y vigorosa

fuerza social: el proletariado (APLAUSOS), llamado a cambiar el sistema social ya viejo y

caduco del capitalismo por una forma económico-social superior y acorde con las

posibilidades históricas de la sociedad humana, convirtiendo en propiedad de toda la

sociedad esos gigantescos medios de producción que los pueblos, y nada más que los

pueblos con su trabajo, habían creado y acumulado. A tal grado de desarrollo de las

fuerzas productivas, resultaba absolutamente caduco y anacrónico un régimen que

postulaba la posesión privada y, con ello, la subordinación de la economía de millones y

millones de seres humanos a los dictados de una exigua minoría social.

Los intereses de la humanidad reclamaban el cese de la anarquía en la producción, el

derroche, las crisis económicas y las guerras de rapiña propias del sistema capitalista.

Las crecientes necesidades del género humano y la posibilidad de satisfacerlas, exigían

el desarrollo planificado de la economía y la utilización racional de sus medios de

producción y recursos naturales.

Era inevitable que el imperialismo y el colonialismo entraran en profunda e insalvable

crisis. La crisis general se inició a raíz de la Primera Guerra Mundial, con la revolución

de los obreros y campesinos que derrocó al imperio zarista de Rusia (APLAUSOS) e

implantó, en dificilísimas condiciones de cerco y agresión capitalistas, el primer Estado

socialista del mundo, iniciando una nueva era en la historia de la humanidad

(APLAUSOS). Desde entonces hasta nuestros días, la crisis y la descomposición del

sistema imperialista se han acentuado incesantemente.

La Segunda Guerra Mundial desatada por las potencias imperialistas, y que arrastró a la

Unión Soviética y a otros pueblos de Europa y de Asia, criminalmente invadidos, a una

sangrienta lucha de liberación, culminó en la derrota del fascismo, la formación del

campo mundial del socialismo, y la lucha de los pueblos coloniales y dependientes por

su soberanía. Entre 1945 y 1957, más de 1 200 millones de seres humanos conquistaron

su independencia en Asia y en África. La sangre vertida por los pueblos no fue en vano

(APLAUSOS).

El movimiento de los pueblos dependientes y colonializados es un fenómeno de carácter

universal que agita al mundo y marca la crisis final del imperialismo.

15

Cuba y América Latina forman parte del mundo. Nuestros problemas forman parte de

los problemas que se engendran de la crisis general del imperialismo y la lucha de los

pueblos subyugados; el choque entre el mundo que nace y el mundo que muere. La

odiosa y brutal campaña desatada contra nuestra patria expresa el esfuerzo desesperado

como inútil que los imperialistas hacen para evitar la liberación de los pueblos. Cuba

duele de manera especial a los imperialistas. ¿Qué es lo que esconde tras el odio yanki a

la Revolución Cubana? ¿Qué explica racionalmente la conjura que reúne en el mismo

propósito agresivo a la potencia imperialista más rica y poderosa del mundo

contemporáneo y a las oligarquías de todo un continente, que juntos suponen

representar una población de 350 millones de seres humanos, contra un pequeño pueblo

de solo 7 millones de habitantes, económicamente subdesarrollado, sin recursos

financieros ni militares para amenazar ni la seguridad ni la economía de ningún país?

Los une y los concita el miedo. Lo explica el miedo. No el miedo a la Revolución

Cubana; el miedo a la revolución latinoamericana (APLAUSOS). No el miedo a los

obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas

medias que han tomado revolucionariamente el poder en Cuba, sino el miedo a que los

obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas

medias tomen revolucionariamente el poder en los pueblos oprimidos, hambrientos y

explotados por los monopolios yanki y la oligarquía reaccionaria de América

(APLAUSOS); el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebaten las armas a

sus opresoras y se declaren, como Cuba, pueblos libres de América (APLAUSOS).

Aplastando la Revolución Cubana, creen disipar el miedo que los atormenta, el

fantasma de la revolución que los amenaza. Liquidando a la Revolución Cubana, creen

liquidar el espíritu revolucionario de los pueblos. Pretenden, en su delirio, que Cuba es

exportadora de revoluciones. En sus mentes de negociantes y usureros insomnes cabe la

idea de que las revoluciones se pueden comprar o vender, alquilar, prestar, exportar o

importar como una mercancía más. Ignorantes de las leyes objetivas que rigen el

desarrollo de las sociedades humanas, creen que sus regímenes monopolistas,

capitalistas y semifeudales son eternos. Educados en su propia ideología reaccionaria,

mezcla de superstición, ignorancia, subjetivismo, pragmatismo, y otras aberraciones del

pensamiento, tienen una imagen del mundo y de la marcha de la historia acomodada a

sus intereses de clases explotadoras. Suponen que las revoluciones nacen o mueren en el

cerebro de los individuos o por efecto de las leyes divinas y que, además, los dioses

están de su parte. Siempre han creído lo mismo, desde los devotos paganos patricios en

la Roma esclavista, que lanzaban a los cristianos primitivos a los leones del circo, y los

inquisidores en la Edad Media que, como guardianes del feudalismo y la monarquía

absoluta, inmolaban en la hoguera a los primeros representantes del pensamiento liberal

de la naciente burguesía, hasta los obispos que hoy, en defensa del régimen burgués y

monopolista, anatematizan las revoluciones proletarias. Todas las clases reaccionarias

en todas las épocas históricas, cuando el antagonismo entre explotadores y explotados

llega a su máxima tensión, presagiando el advenimiento de un nuevo régimen social,

han acudido a las peores armas de la represión y la calumnia contra sus adversarios.

Acusados de incendiar a Roma y de sacrificar niños en sus altares, los cristianos

primitivos fueron llevados al martirio. Acusados de herejes fueron llevados por los

inquisidores a la hoguera filósofos como Giordano Bruno, reformadores como Huss y

miles de inconformes más con el orden feudal. Sobre los luchadores proletarios se

enseña hoy la persecución y el crimen, precedidos de las peores calumnias en la prensa

monopolista y burguesa. Siempre, en cada época histórica, las clases dominantes han

asesinado invocando la defensa de la sociedad, del orden, de la patria: “su sociedad” de

minorías privilegiadas sobre mayorías explotadas, “su orden clasista” que mantienen a

16

sangre y fuego sobre los desposeídos, “la patria” que disfrutan ellos solos, privando de

ese disfrute al resto del pueblo, para reprimir a los revolucionarios que aspiran a una

sociedad nueva, un orden justo, una patria verdadera para todos.

Pero el desarrollo de la historia, la marcha ascendente de la humanidad, no se detiene ni

puede detenerse. Las fuerzas que impulsan a los pueblos —que son los verdaderos

constructores de la historia—, determinadas por las condiciones materiales de su

existencia y la aspiración a metas superiores de bienestar y libertad, que surgen cuando

el progreso del hombre en el campo de la ciencia, de la técnica y de la cultura lo hacen

posible, son superiores a la voluntad y al terror que desatan las oligarquías dominantes.

Las condiciones subjetivas de cada país —es decir, el factor conciencia, organización,

dirección— pueden acelerar o retrasar la revolución según su mayor o menor grado de

desarrollo; pero tarde o temprano, en cada época histórica, cuando las condiciones

objetivas maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la dirección

surge y la revolución se produce (APLAUSOS).

Que esta tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo después de un parto

doloroso, no depende de los revolucionarios; depende de las fuerzas reaccionarias de la

vieja sociedad, que se resisten a dejar nacer la sociedad nueva que es engendrada por las

contradicciones que lleva en su seno la vieja sociedad. La revolución es en la historia

como el médico que asiste el nacimiento de una nueva vida. No usa sin necesidad los

aparatos de fuerza, pero los usa sin vacilaciones cada vez que sea necesario para ayudar

al parto (APLAUSOS); parto que trae a las masas esclavizadas y explotadas la esperanza

de una vida mejor.

En muchos países de América Latina la revolución es hoy inevitable. Ese hecho no lo

determina la voluntad de nadie; está determinado por las espantosas condiciones de

explotación en que vive el hombre americano, el desarrollo de la conciencia

revolucionaria de las masas, la crisis mundial del imperialismo y el movimiento

universal de lucha de los pueblos subyugados.

La inquietud que hoy se registra es síntoma inequívoco de rebelión. Se agitan las

entrañas de un continente que ha sido testigo de cuatro siglos de explotación esclava,

semiesclava y feudal del hombre, desde sus moradores aborígenes y los esclavos traídos

de África, hasta los núcleos nacionales que surgieron después; blancos, negros, mulatos,

mestizos e indios a los que hoy hermanan el desprecio, la humillación y el yugo yanki,

como hermana la esperanza de un mañana mejor.

Los pueblos de América se liberaron del coloniaje español a principios del siglo pasado,

pero no se liberaron de la explotación. Los terratenientes feudales asumieron la

autoridad de los gobernantes españoles, los indios continuaron en penosa servidumbre,

el hombre latinoamericano en una u otra forma siguió esclavo y las mínimas esperanzas

de los pueblos sucumbieron bajo el poder de las oligarquías y la coyunda del capital

extranjero. Esta ha sido la verdad de América, con uno u otro matiz, con alguna que otra

vertiente. Hoy América Latina yace bajo un imperialismo mucho más feroz, más

poderoso y más despiadado que el imperio colonial español.

Y ante la realidad objetiva e históricamente inexorable de la revolución latinoamericana,

¿cuál es la actitud del imperialismo yanki? Disponerse a librar una guerra colonial con

los pueblos de América Latina; crear el aparato de fuerza, los pretextos políticos y los

instrumentos seudolegales suscritos con los representantes de las oligarquías

reaccionarias para reprimir a sangre y fuego la lucha de los pueblos latinoamericanos.

La intervención del gobierno de Estados Unidos en la política interna de los países de

América Latina ha ido siendo cada vez más abierta y desenfrenada.

17

La Junta Interamericana de Defensa, por ejemplo, ha sido y es el nido donde se incuban

los oficiales más reaccionarios y proyankis de los ejércitos latinoamericanos, utilizados

después como instrumentos golpistas al servicio de los monopolios.

Las misiones militares norteamericanas en América Latina constituyen un aparato de

espionaje permanente en cada nación, vinculado estrechamente a la Agencia Central de

Inteligencia, inculcando a los oficiales los sentimientos más reaccionarios y tratando de

convertir los ejércitos en instrumentos de sus intereses políticos y económicos.

Actualmente, en la zona del Canal de Panamá, el alto mando norteamericano ha

organizado cursos especiales de entrenamiento para oficiales latinoamericanos, de lucha

contra guerrillas revolucionarias, dirigidos a reprimir la acción armada de las masas

campesinas contra la explotación feudal a que están sometidas.

En los propios Estados Unidos la Agencia Central de Inteligencia ha organizado

escuelas especiales para entrenar agentes latinoamericanos en las más sutiles formas de

asesinato, y es política acordada por los servicios militares yankis la liquidación física

de los dirigentes antimperialistas.

Es notorio que las embajadas yankis en distintos países de América Latina están

organizando, instruyendo y equipando bandas fascistas para sembrar el terror y agredir

las organizaciones obreras, estudiantiles e intelectuales. Esas bandas, donde reclutan a

los hijos de la oligarquía, a lumpen y gente de la peor calaña moral, han perpetrado ya

una serie de actos agresivos contra los movimientos de las masas.

Nada más evidente e inequívoco de los propósitos del imperialismo que su conducta en

los recientes sucesos de Santo Domingo. Sin ningún tipo de justificación, sin mediar

siquiera relaciones diplomáticas con esa república, Estados Unidos, después de situar

sus barcos de guerra frente a la capital dominicana, declararon, con su habitual

insolencia, que si el gobierno de Balaguer solicitaba ayuda militar, desembarcarían sus

tropas en Santo Domingo contra la insurgencia del pueblo dominicano. Que el poder de

Balaguer fuera absolutamente espurio, que cada pueblo soberano de América deba tener

derecho a resolver sus problemas internos sin intervención extranjera, que existan

normas internacionales y una opinión mundial, que incluso existiera una OEA, no

contaba para nada en las consideraciones de Estados Unidos. Lo que sí contaban eran

sus designios de impedir la revolución dominicana, la reimplantación de los odiosos

desembarcos de su infantería de marina; sin más base ni requisito para fundamentar ese

nuevo concepto filibustero del derecho, que la simple solicitud de un gobernante

tiránico, ilegítimo y en crisis. Lo que esto significa no debe escapar a los pueblos. En

América Latina hay sobrados gobernantes de ese tipo, dispuestos a utilizar las tropas

yankis contra sus respectivos pueblos cuando se vean en crisis.

Esta política declarada del imperialismo norteamericano, de enviar soldados a combatir

el movimiento revolucionario en cualquier país de América Latina, es decir, a matar

obreros, estudiantes, campesinos, a hombres y mujeres latinoamericanos, no tiene otro

objetivo que el de seguir manteniendo sus intereses monopolistas y los privilegios de la

oligarquía traidora que los apoya.

Ahora se puede ver con toda claridad que los pactos militares suscritos por el gobierno

de Estados Unidos con gobiernos latinoamericanos —pactos secretos muchas veces y

siempre a espaldas de los pueblos— invocando hipotéticos peligros exteriores que nadie

vio nunca por ninguna parte, tenían el único y exclusivo objetivo de prevenir la lucha de

los pueblos; eran pactos contra los pueblos, contra el único peligro: el peligro interior

del movimiento de liberación que pusiera en riesgo los intereses yankis. No sin razón

los pueblos se preguntaban: ¿Por qué tantos convenios militares? ¿Para qué los envíos

de armas que, si técnicamente son inadecuadas para una guerra moderna, son en cambio

eficaces para aplastar huelgas, reprimir manifestaciones populares y ensangrentar el

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país? ¿Para qué las misiones militares, el Pacto de Río de Janeiro y las mil y una

conferencias internacionales?

Desde que culminó la Segunda Guerra Mundial, las naciones de América Latina se han

ido depauperando cada vez más; sus exportaciones tienen cada vez menos valor; sus

importaciones precios más altos; el ingreso per cápita disminuye; los pavorosos

porcentajes de mortalidad infantil no decrecen; el número de analfabetos es superior; los

pueblos carecen de trabajo, de tierras, de viviendas adecuadas, de escuelas, de

hospitales, de vías de comunicación y de medios de vida. En cambio, las inversiones

norteamericanas sobrepasan los 10.000 millones de dólares. América Latina es, además,

abastecedora de materias primas baratas y compradora de artículos elaborados caros.

Como los primeros conquistadores españoles, que cambiaban a los indios espejos y

baratijas por oro y plata, así comercia con América Latina Estados Unidos. Conservar

ese torrente de riqueza, apoderarse cada vez más de los recursos de América y explotar

a sus pueblos sufridos: he ahí lo que se ocultaba tras los pactos militares, las misiones

castrenses y los cabildeos diplomáticos de Washington.

Esta política de paulatino estrangulamiento de la soberanía de las naciones

latinoamericanas, y de manos libres para intervenir en sus asuntos internos, tuvo su

punto culminante en la última reunión de cancilleres. En Punta del Este el imperialismo

yanki reunió a los cancilleres, para arrancarles mediante presión política y chantaje

económico sin precedentes, con la complicidad de un grupo de los más desprestigiados

gobernantes de este continente, la renuncia a la soberanía nacional de nuestros pueblos y

la consagración del odiado derecho de intervención yanki en los asuntos internos de

América; el sometimiento de los pueblos a la voluntad omnímoda de Estados Unidos de

Norteamérica, contra la cual lucharon todos los próceres, desde Bolívar hasta Sandino.

Y no se ocultaron ni el gobierno de Estados Unidos, ni los representantes de las

oligarquías explotadoras, ni la gran prensa reaccionaria vendida a los monopolios y a los

señores feudales, para demandar abiertamente acuerdos que equivalen a la supresión

formal del derecho de autodeterminación de nuestros pueblos, borrarlo de un plumazo,

en la conjura más infame que recuerda la historia de este continente.

A puertas cerradas, entre conciliábulos repugnantes donde el ministro yanki de colonias

dedicó días enteros a vencer la resistencia y los escrúpulos de algunos cancilleres,

poniendo en juego los millones de la tesorería yanki en una indisimulada compraventa

de votos, un puñado de representantes de las oligarquías de países que en conjunto

apenas suman un tercio de la población del continente, impuso acuerdos que sirven en

bandeja de plata al amo yanki la cabeza de un principio que costó toda la sangre de

nuestros pueblos desde las guerras de independencia. El carácter pírrico de tan tristes y

fraudulentos logros del imperialismo, de su fracaso moral, la unanimidad rota y el

escándalo universal, no disminuyen la gravedad que entraña para los pueblos de

América Latina los acuerdos que impusieron a ese precio. En aquel cónclave inmoral, la

voz titánica de Cuba se elevó sin debilidad ni miedo para acusar ante todos los pueblos

de América y del mundo el monstruoso atentado, y defender virilmente, y con dignidad

que constará en los anales de la historia, no solo el derecho de Cuba, sino el derecho

desamparado de todas las naciones hermanas del continente americano (APLAUSOS). La

palabra de Cuba no podía tener eco en aquella mayoría amaestrada, pero tampoco podía

tener respuesta; solo cabía el silencio impotente ante sus demoledores argumentos, ante

la diafanidad y valentía de sus palabras. Pero Cuba no habló para los cancilleres, Cuba

habló para los pueblos y para la historia, donde sus palabras tendrán eco y respuestas

(APLAUSOS).

En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el

imperialismo yanki. ¿Qué representaba allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba

19

representó los pueblos; Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las

masas explotadas de América; Estados Unidos por los intereses oligárquicos

explotadores e imperialistas. Cuba por la soberanía (APLAUSOS); Estados Unidos por la

intervención. Cuba por la nacionalización de las empresas extranjeras; Estados Unidos

por nuevas inversiones de capital foráneo. Cuba por la cultura; Estados Unidos por la

ignorancia. Cuba por la reforma agraria; Estados Unidos por el latifundio. Cuba por la

industrialización de América; Estados Unidos por el subdesarrollo. Cuba por el trabajo

creador; Estados Unidos por el sabotaje y el terror contrarrevolucionario que practican

sus agentes, la destrucción de cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones

piratas contra el trabajo de un pueblo pacífico. Cuba por los alfabetizadores asesinados

(APLAUSOS); Estados Unidos por los asesinos. Cuba por el pan; Estados Unidos por el

hambre. Cuba por la igualdad; Estados Unidos por el privilegio la discriminación. Cuba

por la verdad (APLAUSOS); Estados Unidos por la mentira. Cuba por la liberación;

Estados Unidos por la opresión. Cuba por el porvenir luminoso de la humanidad;

Estados Unidos por el pasado sin esperanza. Cuba por los héroes que cayeron en Girón

para salvar la patria del dominio extranjero (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡FIDEL,

SEGURO, A LOS YANKIS DALES DURO!”); Estados Unidos por los mercenarios y traidores

que sirven al extranjero contra su patria (ABUCHEOS). Cuba por la paz entre los pueblos;

Estados Unidos por la agresión y la guerra. Cuba por el socialismo (APLAUSOS

PROLONGADOS); Estados Unidos por el capitalismo.

Los acuerdos obtenidos por Estados Unidos con métodos tan bochornosos que el mundo

entero critica, no restan sino que acrecientan la moral y la razón de Cuba; demuestran el

entreguismo y la traición de las oligarquías a los intereses nacionales y enseñan a los

pueblos el camino de la liberación; revelan la podredumbre de las clases explotadoras,

en cuyo nombre hablaron sus representantes en Punta del Este. La OEA quedó

desenmascarada como lo que es; un ministerio de colonias yankis, una alianza militar,

un aparato de represión contra el movimiento de liberación de los pueblos

latinoamericanos.

Cuba ha vivido tres años de Revolución bajo incesante hostigamiento de intervención

yanki en nuestros asuntos internos. Aviones piratas, procedentes de Estados Unidos,

lanzando materias inflamables, han quemado millones de arrobas de caña; actos de

sabotaje internacional perpetrados por agentes yankis, como la explosión del vapor La

Coubre, han costado decenas de vidas cubanas; miles de armas norteamericanas de todo

tipo han sido lanzadas en paracaídas por los servicios militares de Estados Unidos sobre

nuestro territorio para promover la subversión; cientos de toneladas de materiales

explosivos y máquinas infernales han sido desembarcados subrepticiamente en nuestras

costas por lanchas norteamericanas para promover el sabotaje y el terrorismo; un obrero

cubano fue torturado en la base naval de Guantánamo y privado de la vida sin proceso

previo ni explicación posterior alguna (ABUCHEOS); nuestra cuota azucarera fue

suprimida abruptamente, y proclamado el embargo de piezas y materias primas para

fábricas y maquinarias de construcción norteamericana para arruinar nuestra economía;

barcos artillados y aviones de bombardeo, procedentes de bases preparadas por el

gobierno de Estados Unidos, han atacado sorpresivamente puertos e instalaciones

cubanas; tropas mercenarias, organizadas y entrenadas en países de América Central por

el propio gobierno, han invadido en son de guerra nuestro territorio, escoltadas por

barcos de la flota yanki y con apoyo aéreo desde bases exteriores, provocando la

pérdida de numerosas vidas y la destrucción de bienes materiales;

contrarrevolucionarios cubanos son instruidos en el ejército de Estados Unidos y nuevos

planes de agresión se realizan contra Cuba. Todo eso ha estado ocurriendo durante tres

años incesantemente, a la vista de todo el continente, y la OEA no se entera. Los

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cancilleres se reúnen en Punta del Este, y no amonestan siquiera al gobierno de Estados

Unidos ni a los gobiernos que son cómplices materiales de esas agresiones. Expulsan a

Cuba, el país latinoamericano víctima, el país agredido.

Estados Unidos tiene pactos militares con países de todos los continentes; bloques

militares con cuanto gobierno fascista, militarista y reaccionario hay en el mundo: la

OTAN, la SEATO y la CENTO, a los cuales hay que agregar ahora la OEA; interviene

en Lao, en Viet Nam, en Corea, en Formosa, en Berlín; envía abiertamente barcos a

Santo Domingo para imponer su ley, su voluntad, y anuncia su propósito de usar sus

aliados de la OTAN para bloquear el comercio con Cuba, y la OEA no se entera. Se

reúnen los cancilleres y expulsan a Cuba, que no tiene pactos militares con ningún país.

Así, el gobierno que organiza la subversión en todo el mundo y forja alianzas militares

en cuatro continentes, hace expulsar a Cuba, acusándola nada menos que de subversión

de vinculaciones extracontinentales.

Cuba, el país latinoamericano que ha convertido en dueños de las tierras a más de 100

000 pequeños agricultores (APLAUSOS), asegurado empleo todo el año en granjas y

cooperativas a todos los obreros agrícolas, transformado los cuarteles en escuelas

(APLAUSOS), concedido 60 000 becas a estudiantes universitarios, secundarios y

tecnológicos, creado aulas para la totalidad de la población infantil, liquidado

totalmente el analfabetismo (APLAUSOS), cuadruplicado los servicios médicos,

nacionalizado las empresas monopolistas (APLAUSOS), suprimido el abusivo sistema que

convertía la vivienda en un medio de explotación para el pueblo, eliminado virtualmente

el desempleo, suprimido la discriminación por motivo de raza o sexo (APLAUSOS),

barrido el juego, el vicio y la corrupción administrativa (APLAUSOS), armado al pueblo

(APLAUSOS), hecho realidad viva el disfrute de los derechos humanos al librar al hombre

y a la mujer de la explotación, la incultura y la desigualdad social (APLAUSOS); que se

ha liberado de todo tutelaje extranjero, adquirido plena soberanía y establecido las bases

para el desarrollo de su economía a fin de no ser más país monoproductor y exportador

de materias primas, es expulsada de la Organización de Estados Americanos por

gobiernos que no han logrado para sus pueblos ni una sola de estas reivindicaciones

(APLAUSOS). ¿Cómo podrán justificar su conducta ante los pueblos de América y del

mundo? ¿Cómo podrán negar que en su concepto la política de tierra, de pan, de trabajo,

de salud, de libertad, de igualdad y de cultura, de desarrollo acelerado de la economía,

de dignidad nacional, de plena autodeterminación y soberanía, es incompatible con el

hemisferio?

Los pueblos piensan muy distinto. Los pueblos piensan que lo único incompatible con

el destino de América Latina es la miseria, la explotación feudal, el analfabetismo, los

salarios de hambre, el desempleo, la política de represión contra las masas obreras,

campesinas y estudiantiles, la discriminación de la mujer, del negro, del indio, del

mestizo, la opresión de las oligarquías, el saqueo de sus riquezas por los monopolios

yankis, la asfixia moral de sus intelectuales y artistas, la ruina de sus pequeños

productores por la competencia extranjera, el subdesarrollo económico, los pueblos sin

caminos, sin hospitales, sin viviendas, sin escuelas, sin industrias, el sometimiento al

imperialismo, la renuncia a la soberanía nacional y la traición a la patria.

¿Cómo podrán hacer entender su conducta, la actitud condenatoria para con Cuba, los

imperialistas? ¿Con qué palabras les van a hablar y con qué sentimiento, a quienes han

ignorado, aunque sí explotado, por tan largo tiempo?

Quienes estudian los problemas de América, suelen preguntar qué país, quiénes han

enfocado con corrección la situación de los indigentes, de los pobres, de los indios, de

los negros, de la infancia desvalida, esa inmensa infancia de 30 millones en 1950 —que

será de 50 millones dentro de ocho años más. Sí, ¿quiénes, qué país?

21

Treinta y dos millones de indios vertebran —tanto como la misma Cordillera de los

Andes— el continente americano entero. Claro que para quienes lo han considerado casi

como una cosa, más que como una persona, esa humanidad no cuenta, no contaba y

creían que nunca contaría. Como suponía, no obstante, una fuerza ciega de trabajo,

debía ser utilizada, como se utiliza una yunta de bueyes o un tractor.

¿Cómo podrá creerse en ningún beneficio, en ninguna alianza para el progreso, con el

imperialismo; bajo qué juramento, si bajo su santa protección, sus matanzas, sus

persecuciones aun viven los indígenas del sur del continente, como los de la Patagonia,

en toldos, como vivían sus antepasados a la venida de los descubridores, casi quinientos

años atrás; donde los que fueron grandes razas que poblaron el norte argentino,

Paraguay y Bolivia, como los guaraníes, que han sido diezmados ferozmente, como

quien caza animales y a quienes se les han enterrado en los interiores de las selvas;

donde a esa reserva autóctona, que pudo servir de base a una gran civilización

americana —y cuya extinción se la apresura por instantes— y a la que se le ha

empujado América adentro a través de los esteros paraguayos y los altiplanos

bolivianos, tristes, rudimentarios, razas melancólicas, embrutecidas por el alcohol y los

narcóticos, a los que se acogen para por lo menos sobrevivir en las infrahumanas

condiciones (no solo de alimentación) en que viven; donde una cadena de manos se

estira —casi inútilmente, todavía—, se viene estirando por siglos inútilmente, por sobre

los lomos de la cordillera, sus faldas, a lo largo de los grandes ríos y por entre las

sombras de los bosques, para unir sus miserias con los demás que perecen lentamente,

las tribus brasileñas y las del norte del continente y sus costas, hasta alcanzar a los 100

000 motilones de Venezuela, en el más increíble atraso y salvajemente confinados en las

selvas amazónicas o las sierras de Perijá, a los solitarios vapichanas que en las tierras

calientes de las Guayanas esperan su final, ya casi perdidos definitivamente para la

suerte de los humanos? Sí, a todos estos 32 millones de indios que se extienden desde la

frontera con Estados Unidos hasta los confines del hemisferio del sur y 45 millones de

mestizos, que en gran parte poco difieren de los indios; a todos estos indígenas, a este

formidable caudal de trabajo, de derechos pisoteados, sí, ¿qué les puede ofrecer el

imperialismo? ¿Cómo podrán creer estos ignorados en ningún beneficio que venga de

tan sangrientas manos? Tribus enteras que aún viven desnudas; otras que se las suponen

antropófagas; otras que, en el primer contacto con la civilización conquistadora, mueren

como insectos; otras que se las destierra, es decir, se las echa de sus tierras, se las

empuja hasta volcarlas en los bosques o en las montañas o en las profundidades de los

llanos en donde no llega ni el menor átomo de cultura, de luz, de pan, ni de nada.

¿En qué “alianza” —como no sea en una para su más rápida muerte— van a creer estas

razas indígenas apaleadas por siglos, muertas a tiros para ocupar sus tierras, muertas a

palos por miles, por no trabajar más rápido en sus servicios de explotación, por el

imperialismo?

¿Y al negro? ¿Qué “alianza” les puede brindar el sistema de los linchamientos y la

preterición brutal del negro de Estados Unidos, a los quince millones de negros y

catorce millones de mulatos latinoamericanos que saben con horror y cólera que sus

hermanos del norte no pueden montar en los mismos vehículos que sus compatriotas

blancos, ni asistir a las mismas escuelas, ni siquiera morir en los mismos hospitales?

¿Cómo han de creer en este imperialismo, en sus beneficios, en sus “alianzas” (como no

sea para lincharlos y explotarlos como esclavos) estos núcleos étnicos preteridos; esas

masas, que no han podido gozar ni medianamente de ningún beneficio cultural, social o

profesional; que aún en donde son mayorías, o forman millones, son maltratados por los

imperialistas disfrazados de Ku-Klux-Klan; son aherrojados a las barriadas más

insalubres, a las casas colectivas menos confortables, hechas por ellos; empujados a los

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oficios más innobles, a los trabajos más duros y a las profesiones menos lucrativas, que

no supongan contacto con las universidades, las altas academias o escuelas particulares?

¿Qué Alianza para el Progreso puede servir de estímulo a esos ciento siete millones de

hombres y mujeres de nuestra América, médula del trabajo en ciudades y campos, cuya

piel oscura —negra, mestiza, mulata, india— inspira desprecio a los nuevos

colonizadores? ¿Cómo van a confiar en la supuesta alianza los que en Panamá han visto

con mal contenida impotencia que hay un salario para el yanki y otro salario para el

panameño, que ellos consideran raza inferior?

¿Qué pueden esperar los obreros con sus jornales de hambre, los trabajos más rudos, las

condiciones más miserables, la desnutrición, las enfermedades y todos los males que

incuba la miseria?

¿Qué les puede decir, qué palabras, qué beneficios podrán ofrecerles los imperialistas a

los mineros del cobre, del estaño, del hierro, del carbón, que dejan sus pulmones a

beneficio de dueños lejanos e inclementes; a los padres e hijos de los maderales, de los

cauchales, de los hierbales, de las plantaciones fruteras, de los ingenios de café y de

azúcar, de los peones en las pampas y en los llanos que amasan con su salud y con sus

vidas la fortuna de los explotadores?

¿Qué pueden esperar estas masas inmensas que producen las riquezas, que crean los

valores, que ayudan a parir un nuevo mundo en todas partes; qué pueden esperar del

imperialismo, esa boca insaciable, esa mano insaciable, sin otro horizonte inmediato que

la miseria, el desamparo más absoluto, la muerte fría y sin historia al fin?

¿Qué puede esperar esta clase, que ha cambiado el curso de la historia en otras partes

del mundo, que ha revolucionado al mundo, que es vanguardia de todos los humildes y

explotados, qué puede esperar del imperialismo, su más irreconciliable enemigo?

¿Qué puede ofrecer el imperialismo, qué clase de beneficio, qué suerte de vida mejor y

más justa, qué motivo, qué aliciente, qué interés para superarse, para lograr trascender

sus sencillos y primarios escalones, a maestros, a profesores, a profesionales, a

intelectuales, a los poetas y a los artistas; a los que cuidan celosamente las generaciones

de niños y jóvenes para que el imperialismo se cebe luego en ellos; a quienes viven

sueldos humillantes en la mayoría de los países; a los que sufren las limitaciones de su

expresión política y social en casi todas partes; que no sobrepasan, en sus posibilidades

económicas, más que la simple línea de sus precarios recursos y compensaciones,

enterrados en una vida gris y sin horizontes que acaba en una jubilación que entonces ya

no cubre ni la mitad de los gastos? ¿Qué “beneficios” o “alianzas” podrá ofrecerles el

imperialismo, que no sea las que redunden en su total provecho? Si les crea fuentes de

ayuda a sus profesiones, a sus artes, a sus publicaciones, es siempre en el bien entendido

de que sus producciones deberán reflejar sus intereses, sus objetivos, sus “nadas”. Las

novelas que traten de reflejar la realidad del mundo de sus aventuras rapaces; los

poemas que quieran traducir protestas por su avasallamiento, por su injerencia en la

vida, en la mente, en las vísceras de sus países y pueblos; las artes combativas que

pretendan apresar en sus expresiones las formas y el contenido de su agresión y

constante presión sobre todo lo que vive y alienta progresivamente; todo lo que es

revolucionario, lo que enseña, lo que trata de guiar, lleno de luz y de conciencia, de

claridad y de belleza, a los hombres y a los pueblos a mejores destinos, hacia más altas

cumbres del pensamiento, de la vida y de la justicia, encuentra la reprobación más

encarnizada del imperialismo; encuentra la valla, la condena, la persecución

maccarthista. Sus prensas se les cierran; su nombre es borrado de las columnas y se le

aplica la losa del silencio más atroz, que es, entonces —una contradicción más del

imperialismo—, cuando el escritor, el poeta, el pintor, el escultor, el creador en

cualquier material, el científico, empiezan a vivir de verdad, a vivir en la lengua del

23

pueblo, en el corazón de millones de hombres del mundo. El imperialismo todo lo

trastrueca, lo deforma, lo canaliza por sus vertientes, para su provecho, hacia la

multiplicación de su dólar, comprando palabras, o cuadros, o mudez, o transformando

en silencio la expresión de los revolucionarios, de los hombres progresistas, de los que

luchan por el pueblo y sus problemas.

No podíamos olvidar en este triste cuadro la infancia desvalida, desatendida; la infancia

sin porvenir de América.

América, que es un continente de natalidad elevada, tiene también una mortalidad

elevada. La mortalidad de niños de menos de un año en 11 países ascendía hace pocos

años a 125 por 1 000, y en otros 17, a 90 niños.

En 102 países del mundo, en cambio, esa tasa alcanza a 51. En América, pues, se

mueren tristemente, desatendidamente, 74 niños de cada 1 000 en el primer año de su

nacimiento. Hay países latinoamericanos en los que esa tasa alcanza, en algunos

lugares, a 300 por 1 000; miles y miles de niños hasta los siete años mueren en América

de enfermedades increíbles: diarreas, pulmonías, desnutrición, hambre; miles y miles de

otras enfermedades sin atención en los hospitales, sin medicinas; miles y miles ambulan,

heridos de cretinismo endémico, paludismo, tracoma y otros males producidos por las

contaminaciones, la falta de agua y otras necesidades.

Males de esta naturaleza son una cadena en los países americanos en donde agonizan

millares y millares de niños, hijos de parias, hijos de pobres y de pequeñoburgueses con

vida dura y precarios medios. Los datos, que serán redundantes, son de escalofrío.

Cualquier publicación oficial de los organismos internacionales los reúne por cientos.

En los aspectos educacionales, indigna pensar el nivel de incultura que padece esta

América. Mientras que Estados Unidos logra un nivel de ocho y nueve años de

escolaridad en la población de 19 años de edad en adelante, América Latina, saqueada y

esquilmada por ellos, tiene menos de un año escolar aprobado como nivel, en esas

mismas edades. E indigna más aún cuando sabemos que de los niños entre 5 y 14 años

solamente están matriculados en algunos países un 20%, y en los de más alto nivel el

60%. Es decir que más de la mitad de la infancia de América Latina no concurre a la

escuela. Pero el dolor sigue creciendo cuando comprobamos que la matrícula de los tres

primeros grados comprenden más del 80% de los matriculados; y que en el grado 6to, la

matrícula fluctúa apenas entre 6 y 22 alumnos de cada 100 que comenzaron en el 1ro.

Hasta en los países que creen haber atendido a su infancia, ese porcentaje de pérdida

escolar entre el 1ro y el 6to grados es del 73% como promedio. En Cuba, antes de la

Revolución, era del 74%. En la Colombia de la “democracia representativa” es del 78%.

Y si se fija la vista en el campo solo el 1% de los niños llega, en el mejor de los casos, al

quinto grado de enseñanza.

Cuando se investiga este desastre de ausentismo escolar, una causa es la que lo explica:

la economía de miseria, falta de escuelas, falta de maestros, falta de recursos familiares,

trabajo infantil. En definitiva, el imperialismo y su obra de opresión y retraso.

El resumen de esta pesadilla que ha vivido América, de un extremo a otro, es que en

este continente de casi 200 millones de seres humanos, formado en sus dos terceras

partes por los indios, los mestizos y los negros, por los “discriminados”, en este

continente de semicolonias, mueren de hambre, de enfermedades curables o vejez

prematura, alrededor de cuatro personas por minuto, de 5 500 al día, de 2 millones por

año, de 10 millones cada cinco años. Esas muertes podrían ser evitadas fácilmente, pero,

sin embargo, se producen. Las dos terceras partes de la población latinoamericana vive

poco y vive bajo la permanente amenaza de muerte. Holocausto de vidas que en 15 años

ha ocasionado dos veces más muertes que la guerra de 1914, y continúa. Mientras tanto,

de América Latina fluye hacia Estados Unidos un torrente continuo de dinero: unos 4

24

000 dólares por minuto, 5 millones por día, 2 000 millones por año, 10 000 millones

cada cinco años. Por cada 1 000 dólares que se nos van, nos queda un muerto. ¡Mil

dólares por muerto: ese es el precio de lo que se llama imperialismo! ¡Mil dólares por

muerto, cuatro veces por minuto!

Mas a pesar de esta realidad americana, ¿para qué se reunieron en Punta del Este?

¿Acaso para llevar una sola gota de alivio a estos males? ¡No!

Los pueblos saben que en Punta del Este, los cancilleres que expulsaron a Cuba se

reunieron para renunciar a la soberanía nacional; que allí el gobierno de Estados Unidos

fue a sentar las bases no solo para la agresión a Cuba, sino para intervenir en cualquier

país de América contra el movimiento liberador de los pueblos; que Estados Unidos

prepara a la América Latina un drama sangriento; que las oligarquías explotadoras, lo

mismo que ahora renuncian al principio de la soberanía, no vacilarán en solicitar la

intervención de las tropas yankis contra sus propios pueblos, y que con ese fin la

delegación norteamericana propuso un comité de vigilancia contra la subversión en la

Junta Interamericana de Defensa, con facultades ejecutivas, y la adopción de medidas

colectivas. Subversión para los imperialistas yankis es la lucha de los pueblos

hambrientos por el pan, la lucha de los pueblos contra la explotación imperialista.

Comité de vigilancia en la Junta Interamericana de Defensa con facultades ejecutivas,

significa fuerza de represión continental contra los pueblos a las órdenes del Pentágono.

Medidas colectivas significan desembarcos de infantes de marina yankis en cualquier

país de América.

Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su revolución, respondemos: las

revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos (APLAUSOS). Lo que Cuba puede dar

a los pueblos, y ha dado ya, es su ejemplo (APLAUSOS).

¿Y qué enseña la Revolución Cubana? Que la revolución es posible, que los pueblos

pueden hacerla (APLAUSOS), que en el mundo contemporáneo no hay fuerzas capaces de

impedir el movimiento de liberación de los pueblos.

Nuestro triunfo no habría sido jamás factible si la revolución misma no hubiese estado

inexorablemente destinada a surgir de las condiciones existentes en nuestra realidad

económico-social, realidad que existe en grado mayor aún en un buen número de países

de América Latina.

Ocurre inevitablemente que en las naciones donde es más fuerte el control de los

monopolios yankis, más despiadada la explotación de la oligarquía y más insoportable

la situación de las masas obreras y campesinas, el poder político se muestra más férreo,

los estados de sitio se vuelven habituales, se reprime por la fuerza toda manifestación de

descontento de las masas, y el cauce democrático se cierra por completo, revelándose

con más evidencia que nunca el carácter de brutal dictadura que asume el poder de las

clases dominantes. Es entonces cuando se hace inevitable el estallido revolucionario de

los pueblos.

Y si bien es cierto que en los países subdesarrollados de América la clase obrera es en

general relativamente pequeña, hay una clase social que, por las condiciones

subhumanas en que vive, constituye una fuerza potencial que, dirigida por los obreros y

los intelectuales revolucionarios, tiene una importancia decisiva en la lucha por la

liberación nacional: los campesinos (APLAUSOS).

En nuestros países se juntan las circunstancias de una industria subdesarrollada con un

régimen agrario de carácter feudal. Es por eso que con todo lo dura que son las

condiciones de vida de los obreros urbanos, la población rural vive aún en más horribles

condiciones de opresión y explotación; pero es también, salvo excepciones, el sector

absolutamente mayoritario en proporciones que a veces sobrepasa el 70% de las

poblaciones latinoamericanas.

25

Descontando los terratenientes, que muchas veces residen en las ciudades, el resto de

esa gran masa libra su sustento trabajando como peones en las haciendas por salarios

misérrimos, o labran la tierra en condiciones de explotación que nada tienen que

envidiar a la Edad Media. Estas circunstancias son las que determinan que en América

Latina la población pobre del campo constituya una tremenda fuerza revolucionaria

potencial.

Los ejércitos, estructurados y equipados para la guerra convencional, que son la fuerza

en que se sustenta el poder de las clases explotadoras, cuando tiene que enfrentarse a la

lucha irregular de los campesinos en el escenario natural de estos, resultan

absolutamente impotentes; pierden 10 hombres por cada combatiente revolucionario

que cae, y la desmoralización cunde rápidamente en ellos al tener que enfrentarse a un

enemigo visible e invencible que no lo le ofrece ocasión de lucir sus tácticas de

academia y sus fanfarrias de guerra, de las que tanto alarde hacen para reprimir a los

obreros y a los estudiantes en las ciudades.

La lucha inicial de reducidos núcleos combatientes, se nutre incesantemente de nuevas

fuerzas, el movimiento de masas comienza a desatarse, el viejo orden se resquebraja

poco a poco en 1 000 pedazos, y es entonces el momento en que la clase obrera y las

masa urbanas deciden la batalla.

¿Qué es lo que desde el comienzo mismo de la lucha de esos primeros núcleos los hace

invencibles, independientemente del número, el poder y los recursos de sus enemigos?

El apoyo del pueblo. Y con ese apoyo de las masas contarán en grado cada vez mayor.

Pero el campesinado es una clase que, por el estado de incultura en que lo mantienen y

el aislamiento en que vive, necesita la dirección revolucionaria y política de la clase

obrera y los intelectuales revolucionarios, sin la cual no podría por sí sola lanzarse a la

lucha y conquistar la victoria (APLAUSOS).

En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no

puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que, en

nuestras naciones, esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del

imperialismo yanki, ha sido incapaz de enfrentarse a este, paralizada por el miedo a la

revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas. Situadas ante el

dilema imperialismo o revolución, solo sus capas más progresistas estarán con el

pueblo.

La actual correlación mundial de fuerzas, y el movimiento universal de liberación de los

pueblos coloniales y dependientes, señalan a la clase obrera y a los intelectuales

revolucionarios de América Latina su verdadero papel, que es el de situarse

resueltamente a la vanguardia de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo

(APLAUSOS).

El imperialismo, utilizando los grandes monopolios cinematográficos, sus agencias

cablegráficas, sus revistas, libros y periódicos reaccionarios, acude a las mentiras más

sutiles para sembrar el divisionismo, e inculcar entre la gente más ignorante el miedo y

la superstición a las ideas revolucionarias, que solo a los intereses de los poderosos

explotadores y a sus seculares privilegios pueden y deben asustar.

El divisionismo —producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras—, el

sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a

cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de

acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos.

Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario

que deben quedar atrás. En la lucha antiimperialista y antifeudal es posible vertebrar la

inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase

obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas

26

más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa

mayoría de la población, y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el

dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben

luchar juntos, por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de

América, desde el viejo militante marxista, hasta el católico sincero que no tenga nada

que ver con los monopolios yankis y los señores feudales de la tierra (APLAUSOS).

Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas

armadas, humillados también por las misiones militares yankis, la traición a los

intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional

a los dictados de Washington.

Allí donde están cerrados los caminos de los pueblos, donde la represión de los obreros

y campesinos es feroz, donde es más fuerte el dominio de los monopolios yankis, lo

primero y más importantes es comprender que no es justo ni es correcto entretener a los

pueblos con la vana y acomodaticia ilusión de arrancar, por vías legales que no existen

ni existirán, a las clases dominantes, atrincheradas en todas las posiciones del Estado,

monopolizadoras de la instrucción, dueñas de todos los vehículos de divulgación y

poseedoras de infinitos recursos financieros, un poder que los monopolios y las

oligarquías defenderán a sangre y fuego con la fuerza de sus policías y de sus ejércitos.

El deber de todo revolucionario es hacer la revolución (APLAUSOS). Se sabe que en

América y en el mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en

la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo (APLAUSOS). El papel de

Job no cuadra con el de un revolucionario. Cada año que se acelere la liberación de

América, significará millones de niños que se salven para la vida, millones de

inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían

los pueblos. Aun cuando los imperialistas yankis preparen para América un drama de

sangre, no lograrán aplastar la lucha de los pueblos, concitarán contra ellos el odio

universal, y será también el drama que marque el ocaso de su voraz y cavernícola

sistema (APLAUSOS).

Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de 200

millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos

sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino, y

cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero

(APLAUSOS).

Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, con lo

heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy les ha tocado

una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad. Porque aquella lucha fue

para librarse del poder colonial español, de una España decadente, invadida por los

ejércitos de Napoleón. Hoy les toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial

más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista

mundial, y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le

prestaron nuestros antepasados.

Pero esta lucha, más que aquella, la harán las masas, la harán los pueblos (APLAUSOS);

los pueblos van a jugar un papel mucho más importante que entonces; los hombres, los

dirigentes, importan e importarán en esta lucha menos de lo que importaron en aquella.

Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de

campesinos sin tierra, de obreros explotados; la van a escribir las masas progresistas, los

intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de

América Latina (APLAUSOS). Lucha de masas y de ideas; epopeya que llevarán adelante

nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos

desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraba rebaño

27

impotente y sumiso, y ya se empieza a asustar de ese rebaño; rebaño gigante de 200

millones de latinoamericanos en los que advierte ya a sus sepultureros el capital

monopolista yanki (APLAUSOS).

Con esta humanidad trabajadora, con estos explotados infrahumanos, paupérrimos,

manejados por los métodos de fuete y mayoral, no se ha contado o se ha contado poco.

Desde los albores de la independencia sus destinos han sido los mismos: indios,

gauchos, mestizos, zambos, cuarterones, blancos sin bienes ni rentas, toda esa masa

humana que se formó en las filas de la “patria” que nunca disfrutó, que cayó por

millones, que fue despedazada, que ganó la independencia de su metrópoli para la

burguesía; esa, que fue desterrada de los repartos, siguió ocupando el último escalafón

de los beneficios sociales, siguió muriendo de hambre, de enfermedades curables, de

desatención, porque para ella nunca alcanzaron los bienes salvadores: el simple pan, la

cama de un hospital, la medicina que salva, la mano que ayuda.

Pero la hora de su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la vienen

señalando con precisión ahora también de un extremo a otro del continente. Ahora, esta

masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el

continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a

entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la

empieza a sufrir y a morir. Porque ahora, por los campos y las montañas de América,

por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad, o en el

tráfico de las ciudades, o en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a

estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes de deseos de morir por

lo suyo, de conquistar sus derechos casi 500 años burlados por unos y por otros. Ahora,

sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y

vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos,

para siempre, su historia (APLAUSOS). Ya se les ve por los caminos, un día y otro, a pie,

en marchas sin término, de cientos de kilómetros, para llegar hasta los “olimpos”

gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de

machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando sus garfios en la

tierra que les pertenece y defendiéndola con su vida; se les ve llevando sus cartelones,

sus banderas, sus consignas, haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a

lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido rencor, de justicias reclamada, de

derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa

ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase, porque esa ola la forman

los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las

riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia, y que ahora despiertan

del largo sueño embrutecedor a que los sometieron.

Porque esta gran humanidad ha dicho “¡Basta!” y ha echado a andar. Y su marcha de

gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya

han muerto más de una vez inútilmente (APLAUSOS). ¡Ahora, en todo caso, los que

mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única,

verdadera, irrenunciable independencia! (APLAUSOS PROLONGADOS).

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

El pueblo de Cuba

La Habana, Cuba,

Territorio Libre de América,

Febrero 4 de 1962

28

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba resuelve que esta Declaración sea

conocida como Segunda Declaración de La Habana, trasladada a los principales idiomas

y distribuida en todo el mundo. Acuerda asimismo solicitar de todos los amigos de la

Revolución Cubana en América Latina que sea difundida ampliamente entre las masas

obreras, campesinas, estudiantiles e intelectuales de los pueblos hermanos de este

continente (APLAUSOS).

Se somete a la aprobación del pueblo esta Declaración y se solicita que todos los

ciudadanos que estén de acuerdo levanten la mano.

(La multitud levanta las manos con una ovación prolongada y cantan el himno nacional

cubano y la internacional)

Queda aprobada por el pueblo de Cuba la Segunda Declaración de La Habana, y se da

por terminada esta asamblea.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACIÓN).

29

LA CUESTIÓN NACIONAL Y

EL INTERNACIONALISMO

EN EL SIGLO XXI

ALEXIA MASSHOLDER

HERNÁN RANDI

(2013)

30

31

La cuestión nacional y el internacionalismo en el siglo XXI Alexia Massholder y Hernán Randi (CEFMA)

1

Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la

humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros, no será

nunca capaz de luchar suficientemente por sí mismo.

Fidel Castro

Cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el

imperialismo dondequiera que esté.

Ernesto Che Guevara

Introducción

Dentro de los estudios estratégicos y la geopolítica la llamada “batalla de ideas” juega

un papel fundamental en tanto es el terreno en el que se ponen en juego desde

definiciones conceptuales hasta formas de concebir el mundo y relaciones de poder. El

poder imperial tiene clara conciencia de la importancia de este terreno de lucha y ha

logrado desplegar diferentes formas de dominación. En primer lugar, los sistemas

mediáticos que, controlados por los grandes poderes concentrados, no sólo brindan una

visión intencionalmente distorsionada de la realidad sino que pueden llegar a generar

opiniones y hasta movilizaciones populares en torno a hechos políticos concretos. En

segundo lugar, podemos pensar que el American way of life promocionado por los

Estados Unidos es una forma más de lo que Tvetzan Todorov llamaría “la colonización

de lo imaginario”, y que modelan patrones de conducta y consumo funcionales a su

poder hegemónico, buscando imponer lo que en este trabajo denominaremos

“internacionalismo de la dominación”. Finalmente, y entrando en la línea propuesta por

este trabajo, las clases dominantes a escala mundial han logrado apropiarse de

determinados conceptos, como “democracia” o “libertad” para redefinirlos según su

conveniencia. En ese sentido, recuperar para el movimiento revolucionario estos

conceptos es parte de la batalla global que debemos dar para desenmascarar la

intencionalidad con que han sido sistemáticamente utilizados, de forma tergiversada,

para accionar en el sentido etimológicamente opuesto. Dentro de la recuperación de los

conceptos, nos detendremos particularmente en el de “internacionalismo emancipatorio”

que incluye todas aquellas formas que a lo largo de la historia ha buscado recuperar la

tradición marxista (proletario, socialista, revolucionario, etc.).

Nación e internacionalismo en la historia

La historicidad de los conceptos y de las instituciones como punto de partida para los

análisis políticos, sociales y culturales es indudablemente uno de los aportes

fundamentales del marxismo. Partiendo de la aceptación de esta premisa analítica,

nuestro trabajo se propone sugerir algunas líneas de trabajo posible para pensar hoy la

relación entre la “cuestión nacional” y el “internacionalismo emancipatorio” frente al

“imperialismo de la dominación” a partir de algunos textos clásicos del marxismo.

Tal como señalara Perry Anderson, pocas nociones políticas son a la vez tan normativas

y tan equívocas como la del internacionalismo. Claro que no es la única. Si partimos de

la citada premisa marxista de la historicidad de los conceptos podemos observar que

1 Los autores son Directores Adjuntos del CEFMA, Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor P.

Agosti, Argentina.

32

términos como los ya citados “democracia” o “libertad” han corrido la misma suerte.

Enunciados en momentos históricos diferentes, en sitios geográficos distintos, y

definidos por determinados sujetos sociales, estos conceptos han sido usados para referir

a realidades tan disímiles como la estadounidense, la venezolana o la argentina. Y como

hemos desarrollado en otra oportunidad, no hace falta ser un observador perspicaz para

notar las insalvables diferencias entre ellos2. Es por eso que para reflexionar sobre el

internacionalismo hace falta no sólo atender las connotaciones que el nacionalismo,

como contraparte, fue adoptando en diferentes momentos, sino también mayores

precisiones sobre la intencionalidad política con la que se lo utiliza y su contexto

histórico. En la línea planteada por Anderson, si la idea de nacionalismo deja más o

menos clara la centralidad de la nación como valor político supremo, el

internacionalismo, etimológicamente, no elimina la idea de nación, sino que modifica el

valor político máximo al cual apunta. En otras palabras, partiendo del reconocimiento

de la existencia de la nación, se plantea un sistema de interrelaciones que debe ser

estudiado según el contexto histórico específico de que se trate. Así, continúa el autor,

el nacionalismo ilustrado inaugurado por la Revolución Francesa, que proponía una

armonía entre naciones civilizadas frente a la tiranía y la barbarie, difiere de los

objetivos que en Nuestra América plantearon Bolívar o San Martín que lucharon

además por la emancipación de nuestros pueblos.

Otro hito en el análisis de los itinerarios de los conceptos de nacionalismo e

internacionalismo puede ubicarse a mediados del siglo XIX con la irrupción de los

movimientos revolucionarios en Europa, que por primera vez se presentaban

persiguiendo objetivos políticos diferentes a los de las clases dominantes. Sin duda, el

Manifiesto Comunista actuó al mismo tiempo como “estímulo” y fue “consecuencia” de

estos procesos. Y de alguna forma, tal como Engels enunciara en el prefacio a la edición

alemana de 1890, “la historia del Manifiesto refleja hasta cierto punto la historia del

movimiento obrero moderno desde 1848. Actualmente es, sin duda, la obra más

difundida, más internacional de toda la literatura socialista”3.

Tras la fundación de la Primera Internacional Obrera, en el movimiento dialéctico de la

historia, la respuesta burguesa fue la exacerbación del nacionalismo, en su variante

chauvinista, en busca de dos objetivos centrales: acompañar un nuevo ciclo

expansionista guiado por las necesidades del capital monopolista emergente (es decir,

en búsqueda de mercados-colonias), y disputar el control de las masas para encuadrarlas

en el orden capitalista, en un momento en que arreciaban las presiones populares para

democratizar la vida política. Así, explica Anderson, “El chovinismo reinante funcionó

neutralizando los riesgos de semejante extensión del voto, desplazando las tensiones de

clase de los antagonismos de clase a los nacionales”.

El éxito de este nacionalismo puede observarse en la mutación operada en la Segunda

Internacional frente a la Primera Guerra Mundial, en donde la mayoría de los partidos

obreros respaldaron y aprobaron la matanza encarnizada de su propia clase en una

batalla que respondía claramente a los intereses económicos expansionistas de los

estados involucrados. El fascismo operó también para alejar a las clases subordinadas de

sus potenciales sublevaciones para orientarlas hacia objetivos que, nuevamente,

respondían a una competencia inter-imperialista que nada tenía que ver con los intereses

2 Massholder, Alexia, “El concepto de democracia en el pensamiento de Agosti”, en e-latina. Revista

electrónica de estudios latinoamericanos. Disponible en http://www.iealc.fsoc.uba.ar/elatina.htm

3 Engels, Federico, “Prefacio a la Edición Alemana de 1890”, en Marx, Carlos y Engels Federico, Obras

escogidas, Buenos Aires: Cartago, 1957, p. 12.

33

de aquellas clases4. No es un dato menor en el análisis histórico que en 1917 la

Revolución Rusa aparece como una amenaza concreta para el capitalismo, por su

manifiesta posición internacionalista que se reflejó y profundizó en los debates y

documentos de los primeros congresos de la Tercera Internacional. La contraposición

entre el nacionalismo (identificado con el capital) y el internacionalismo (identificado

con la causa de los trabajadores) se presentó entonces muy claramente.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el mapa geopolítico se redefine radicalmente. La

expansión del “internacionalismo proletario” del campo socialista (que ya no era

solamente la URSS5) propició en algunos países donde la izquierda venía siendo

perseguida y reprimida el surgimiento de los “nacionalismos populares”. El resultado de

estos movimientos fue la convergencia, en muchos casos, de diferentes clases y capas

sociales (los famosos “sectores medios”) en la lucha común contra el imperialismo. El

carácter heterogéneo y las contradicciones al interior de estos movimientos –que a su

manera reflejaban en cierta forma un difuso sentimiento antiimperialista que brotaba de

la experiencia soviética– indudablemente modificaron en algunos países de América

Latina, como Argentina, las clásicas confrontaciones burguesía-proletariado para hacer

frente a un enemigo mayor, el imperialismo norteamericano, cuyo dominio parecía

incuestionable luego de 1945.

Claro está que la existencia de un bloque socialista “amenazante” empujó al capital, que

siempre sabe hacer lecturas rápidas de las situaciones para operar sobre ellas, a construir

su propia versión del internacionalismo. Esta apropiación de la simbología y

herramientas conceptuales de las clases oprimidas y de la tradición revolucionaria

socialista para convertirlas en armas que operen contra ellas en la “batalla cultural” (y

no sólo cultural) es aún más evidente en la actualidad. La decidida intención de los

Estados Unidos de someter al mundo a su dominio, imponiendo sus valores y sus

patrones de pensamiento, llevó a una exaltación de la democracia, en su forma liberal

(aunque nunca lo explicitara) para disputar con la tradición revolucionaria las nociones

de “libertad”, “democracia” colocándose como su único intérprete y defensor universal.

Este “internacionalismo de la dominación” se vincula muy directamente con la tradición

de los Estados Unidos de promover su “destino manifiesto”, concepto utilizado ya en

1845 en la Democratic Review de Nueva York, en donde podía leerse: “El cumplimiento

de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido

asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y

autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra

necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como

destino”. Esta doctrina parte del supuesto de la “virtud” de las instituciones

estadounidenses y permite una justificación providencial a las acciones a extender el

sometimiento forzoso de naciones que no adoptan por su cuenta el American way of life.

Así lo reconocía el presidente estadounidense Theodore Roosevelt en 1904 cuando, en

su célebre “corolario” a la Doctrina Monroe afirmó: “Si una nación demuestra que sabe

actuar con eficiencia y decencia razonables en asuntos políticos y sociales, y si mantiene

el orden y cumple con sus obligaciones, no tiene por qué temer una interferencia de los

Estados Unidos. Sin embargo, un crónico mal proceder, o una impotencia que conduce

al debilitamiento de los lazos de una sociedad civilizada pueden, en América, o donde

sea, exigir la intervención de algún país civilizado; y en el Hemisferio Occidental en

casos flagrantes de mal proceder o impotencia, la adhesión de Estados Unidos a la

4 Anderson extiende las consecuencias de esta tendencia hasta el Estado Novo en Brasil, el peronismo en

argentina y los orígenes del MNR en Bolivia.

5 Es interesante la observación de Anderson acerca de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como

símbolo mismo de un espíritu internacionalista.

34

Doctrina Monroe puede forzar a Estados Unidos, a pesar de su reluctancia, a ejercer un

poder de policía internacional (…) En la medida en que nuestros vecinos del Sur

obedezcan las leyes primarias de una sociedad civilizada pueden estar seguros de que

serán tratados por nosotros con un espíritu de cordial y colaborativa simpatía”6.

La idea del occidente democrático y libre, como opuesto al despotismo y la sumisión

del individuo, se convirtió indudablemente en el estandarte del capital en el siglo XX.

En nombre de la democracia y la libertad, definida por ellos mismos, los Estados

Unidos violan sistemáticamente la libertad y la democracia que otros pueblos definen de

manera diferente. No es una cuestión semántica, conceptual. Es una cuestión política, de

lucha de clases, con niveles de complejidad quizá no presentes al momento de

elaboración de los fundadores del marxismo. Por eso frente a este “internacionalismo de

la dominación”, recuperar el “internacionalismo emancipatorio”, como concepto y

como práctica, redobla los desafíos actuales.

Recuperar el internacionalismo revolucionario y emancipatorio

Indudablemente la caída de la URSS fue un duro golpe para el movimiento

revolucionario mundial. Pero si actualmente los Republicanos estadounidenses rechazan

la reforma sanitaria de Obama por considerar que eso “conduciría al socialismo”, es

porque “el fantasma rojo” sigue siendo una amenaza para ellos (y un horizonte para

nosotros). Dijimos que la reacción suele actuar rápidamente y estudiar muy en

profundidad todo aquello que pueda cuestionar su sistema de dominación, para

neutralizarlo, para operar sobre ello. Y por algo los ojos están tan puestos sobre

América Latina7.

Entendemos que recuperar la tradición internacionalista revolucionaria es fundamental

en un momento en que el imperialismo ha desarrollado e internacionalizado nuevas

formas de dominación y de opresión que, lógicamente, adoptan en cada país

particularidades nacionales, pero que en su esencia responden, como lo señalara Noam

Chomsky en varios de sus escritos, a una lógica de la dominación mundial.

Desde el momento en que la burguesía como clase se consolidó frente a los regímenes

precapitalistas y se estableció el capital como relación social hegemónica, la lucha por

la apropiación de plusvalor, plustrabajo y recursos, ha traspasado las fronteras

nacionales y se ha internacionalizado cada vez más. Si además de la contradicción entre

capital y trabajo, tomamos en cuenta la particular contradicción entre metrópolis y

colonias o semicolonias, propias de la fase imperialista del capitalismo, y agregamos la

necesidad permanente de expansión del capital, obtenemos como resultado un proyecto

de “internacionalismo de la dominación” basado en una guerra por la apropiación de los

recursos a niveles jamás vistos, que no sólo obstaculizan su propia reproducción sino

que amenazan la existencia misma de la vida en el planeta. Esta lógica voraz regida por

el afán de un incremento permanente en las ganancias ha superado la tradicional vía de

crecimiento a través de la conquista de nuevos mercados. Presenciamos en la actualidad

un conjunto de cambios superestructurales que buscan dirigir el proceso político a través

de acuerdos entre un puñado de empresas y estados representantes-garantes de las

mismas, por una cúpula de financistas que dirige los movimientos de la clase dominante

en el seno de las metrópolis, y que da una nueva forma internacionalizada a las

concepciones tanto como del consenso como de la guerra por los recursos. Esta guerra,

en tanto los recursos están distribuidos de manera desigual en las diferentes regiones,

6 Tomado y traducido de www.pinzler.com/ushistory/corollarysupp.html

7 Atilio Boron ha demostrado esto de manera contundente en su último libro América Latina en la

geopolítica del imperialismo, Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2012.

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adopta diferentes formas en diferentes países, según el acuerdo que el imperialismo

logre con las burguesías que responden a él. De esta forma, los sectores enfrentados con

el imperialismo pueden articular en cada nación formas diferentes de enfrentarlo,

incluso en alianza con fracciones de la burguesía cuyos intereses se ven amenazados por

la presencia imperialista. Sin olvidar, claro está, aquella premisa señalada por Lenin en

La política nacional y el internacionalismo proletario: “La burguesía, que naturalmente

actúa en los comienzos de todo movimiento nacional como fuerza hegemónica

(dirigente) del mismo, dice que es práctico el apoyo a todas las aspiraciones nacionales.

Pero la política del proletariado, en el problema nacional (como en los demás

problemas), apoya a la burguesía sólo en una dirección determinada, pero nunca

coincidiendo con la política de la burguesía. La clase obrera sólo apoya a la burguesía

para asegurar la paz nacional, para asegurar la igualdad de derechos y crear mejores

condiciones para la lucha de clases”8. Y agregaba Lenin en aquel mismo trabajo:

“Seríamos muy malos revolucionarios si en la gran guerra emancipadora del

proletariado por el socialismo no supiéramos aprovechar todo movimiento popular

contra cada una de las calamidades del imperialismo, para agudizar y ampliar la crisis”.

Partiendo de la base en que claramente los revolucionarios prefieren la paz a la guerra,

no es con una misma vara que se miden los conflictos bélicos en caso de producirse. El

análisis de la situación concreta, que siempre posee un marco interno pero también un

marco global, nos permite señalar una clara diferencia, por poner sólo un ejemplo, entre

el envío de tropas cubanas a Argelia o Angola y el envío de tropas estadounidenses a

Libia (o Siria, Irak, etc.). Porque claramente un verdadero accionar internacionalista no

implica querer imponer por la fuerza tales o cuales valores que, como vimos, se

relacionan más con un pretendido “destino manifiesto” que con genuinas motivaciones

humanitarias. Como bien refiriera Lenin en su polémica con Kautsky, “el carácter de la

guerra (la guerra es reaccionaria o revolucionaria) no depende de quién haya atacado ni

del territorio en que esté el `enemigo´, sino de la clase que sostiene la guerra y de la

política de la cual es continuación esa guerra”. Y no sólo esto, sino que “es imposible

calcular de antemano todas las relaciones que pueden establecerse entre los

movimientos burgueses de liberación de las naciones oprimidas y el movimiento

proletario de liberación de la nación opresora”.

Para enfrentar al enemigo imperial debemos trabajar en pos de la unión, de la

coordinación de las luchas, en definitiva, del incremento del sentimiento

internacionalista y emancipatorio que permita seguir modificando la correlación de

fuerzas e inclinando la balanza a favor de los oprimidos, de las mayorías9. Así lo

declaraba el propio Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional del Trabajo en

1864: “La clase obrera posee un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa

en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. La experiencia del

pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los

trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en

todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus

esfuerzos aislados”. Pero los obstáculos a unidad para la lucha y para la articulación de

8 Este razonamiento es ilustrativo de la importancia del apoyo popular, pero crítico, a procesos de corte

claramente burgués como el argentino, o el brasilero, entendiendo que representan oportunidades

históricas para la elevación de la conciencia antiimperialista, de integración regional y el trabajo en pos de

la elevación de los niveles de conciencia.

9 Ejemplo máximo sería que nuestras cartas magnas incorporaran la problemática a su constitución como

Cuba, cuya constitución establece en el artículo 12: “La República de Cuba hace suyos los principios

antiimperialistas e internacionalistas (...) y funda sus relaciones internacionales en los principios de

igualdad de derechos, libre determinación de los pueblos, integridad territorial, independencia de los

Estados, la cooperación internacional en beneficio e interés mutuo y equitativo”.

36

una estrategia y una táctica coherentes con el objetivo final no siempre tienen origen en

el enemigo principal. Engels supo identificar claramente los sectores que, además de la

burguesía, podían obstaculizar el avance de los procesos revolucionarios

anticapitalistas. Por un lado, los llamados “utopistas”, identificados en aquella época

con los planteos de Owen y Fourier, que de alguna manera planteaban diferentes

sistemas de ordenamiento social que debían ser impuestos a la sociedad desde afuera, a

través del ejemplo y la propaganda. Por otra parte, los “curanderos sociales” que

aspiraban a suprimir “las lacras sociales sin dañar en lo más mínimo al capital ni la

ganancia”10

. La historia reciente de Nuestra América ha demostrado que esto es

completamente inviable, y que la reacción atrincherada en los sectores más

concentrados del capital, articulados con los designios imperiales, no permitirá jamás

ver menguados sus intereses en ningún nivel. El imperio trabaja incesantemente para

ello y estudia muy atentamente todas las variables. Repasemos sino las impunes

declaraciones de David Rockefeller vaticinando que “estamos al borde de una

transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones

aceptarán el Nuevo Orden Mundial (…) de lo que se trata es de sustituir la

autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la

soberanía de una elite de técnicos y financieros mundiales”. En 1991 este macabro

personaje agradeció al Washington Post, el New York Times, la revista Time, y otras

grandes publicaciones por haber “respetado sus promesas de discreción (silencio)

durante casi 40 años”. Y explicaba, “Hubiera sido imposible para nosotros haber

desarrollado nuestro plan para el mundo si hubiéramos sido objeto de publicidad

durante todos estos años”. Pensemos entonces que si las declaraciones sobre el Nuevo

Orden Mundial no requieren de un tratamiento discrecional, aquello que no se dice o no

se publica seguramente implica un nivel de brutalidad y violencia pocas veces visto en

la historia de la humanidad, dirían ellos, “civilizada”.

Un elemento central: la batalla de ideas

El avance del imperialismo y su propuesta del “internacionalismo de la dominación”

que busca penetrar en diversas regiones del planeta, sea o no por la fuerza, tiene como

uno de sus pilares fundamentales la manipulación de la opinión pública internacional y

la desinformación, que permiten no sólo la desarticulación de un movimiento

contestatario sino la aceptación, más o menos explícita, de toda serie de atropellos. En

este sentido, la batalla de ideas ha adquirido un lugar central, sobre todo como forma de

enfrentar a la potencia militar más poderosa de la historia. Esta batalla de ideas tiene

diferentes dimensiones, que van desde una progresiva apropiación por parte del imperio

de los conceptos “democracia” o “libertad” que citáramos al inicio del trabajo para ser

definidos según su propia conveniencia, hasta las presiones que, en base a esos mismos

conceptos, buscan imponer nuevos marcos jurídicos mundial emanados del

imperialismo para facilitar su dominio. Para la primera dimensión, puede citarse el

discurso de Woodrow Wilson en 1920 ante el Congreso de Estados Unidos: “Yo pienso

que todos nosotros comprendemos que ha llegado el día en que la Democracia está

sufriendo su última prueba. El Viejo Mundo simplemente está sufriendo ahora un

rechazo obsceno del principio de democracia (...) Este es un tiempo en el que la

Democracia debe demostrar su pureza y su poder espiritual para prevalecer. Es

ciertamente el destino manifiesto de los Estados Unidos, realizar el esfuerzo por hacer

que este espíritu prevalezca”. Pero también los discursos que acompañan las

10 Engels, Federico, Del socialismo utópico al socialismo científico, Buenos Aires: Lautaro, 1945, pp. 60

a 72.

37

intervenciones militares actuales en medio oriente, que para ellos se hacen “en nombre

de la democracia y la libertad” dan muy claros ejemplos. Para la segunda dimensión,

podemos mencionar la “imposición” (por presiones) de la aprobación de leyes

antiterroristas en países como la Argentina, Chile o Brasil, que de alguna forma avalan

posibles futuras intervenciones a nuestra soberanía en el marco de su cumplimiento.

Ayer se hablaba de “destino manifiesto”, hoy de “responsabilidad de proteger”, pero el

objetivo de injerencia y anexión es siempre el mismo.

Tampoco es menor, a la hora de analizar el mapa regional, tener presente la dinámica de

la lucha de clases, y la forma de llevarla adelante según se enuncien proyectos políticos

antimperialistas, anticapitalistas o por el socialismo. Comprender en profundidad el

marco nacional propuesto para llevar adelante la batalla emancipatoria nos permitirá

una mejor definición de las estrategias y las tácticas de lucha. Pero indudablemente, en

un momento en que el imperialismo ha multiplicado de manera exponencial no sólo su

agresividad sino su voluntad de expansión permanente para intentar sortear la crisis

capitalista actual, recuperar la teoría y la práctica internacionalista, pensar un

“internacionalismo emancipatorio” se nos presenta como una tarea fundamental para

contrarrestar los letales efectos del “internacionalismo de la dominación imperialista”

que no sólo acabará con nosotros, sino con el planeta mismo.

Bibliografía

Anderson, Perry, Internacionalismo: un brevario.

Marx, K, y Engels, F, Manifiesto comunista.

Marx, K, y Engels, F, Manifiesto inaugural de AIT, 1864.

Prefacio a la edición alemana del Manifiesto Comunista de 1890.

Lenin, V. I, La política nacional y el internacionalismo proletario.

Lenin, V. I, La revolución proletaria y el renegado Kautsky.

Castro, Fidel, Discurso en XXXII aniversario del desembarco del Granma y fundación

de las FAR, 1988.

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DISCURSO INAUGURAL DEL

PRESIDENTE DE

VENEZUELA, EN LA

CUMBRE FUNDACIONAL DE

LA COMUNIDAD DE

ESTADOS

LATINOAMERICANOS Y DEL

CARIBE (CELAC)

HUGO CHÁVEZ FRÍAS

(2011)

40

41

CUMBRE FUNDACIONAL DE LA

COMUNIDAD DE ESTADOS LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE (CELAC)

DISCURSO INAUGURAL DE HUGO CHÁVEZ FRÍAS, PRESIDENTE DE VENEZUELA

CARACAS, 2 DE DICIEMBRE DE 2011

Queridas Presidentas; queridos Presidentes, Primeros Ministros; Compañeras,

Compañeros, compatriotas no solo de Venezuela sino de la patria grande.

Felipe Calderón, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, gracias por sus palabras

Presidente. ¡Hay Jalisco no te rajes! Ud. sabe cómo queremos aquí a toda América

Latina y en el caso particular de México, desde hace muchísimo tiempo, pues, el pueblo

venezolano, siente un gran amor por el pueblo mexicano. Aprovecho su presencia para

ratificarlo y, decir: ¡Viva América Latina, viva México!

México…, México…, yo…, yo, siempre he pensado que México…

Una vez estábamos hablando de Sudamérica, no sé donde, de la unión sudamericana,

hace años, y alguien, creo que un mexicano, se paró y preguntó: ¿Y México? Y yo le

respondí: México…, México, es parte de Suramérica. El Sur, es un concepto mucho

más que geográfico. Es histórico, antropológico… el sur, somos el sur y aquí estamos,

el sur, la América Latina y Caribeña.

Cristina Fernández, mujer patriota, Presidenta Argentina; Evo Morales, Presidente,

Dilma Rousseff, Presidenta; Raúl Castro, Presidente; Rafael Correa, Presidente; Álvaro

Colom, Presidente, Guatemala y está con nosotros, también, el Presidente electo de

Guatemala, Otto Pérez Molina. Bienvenido Presidente… Nos estamos uniendo, fíjense

los regulares y los irregulares. Ayer Dilma llegó al Palacio escoltada por una generala y

yo le digo: Mira Dilma que bueno que andas con una generala. Y Dilma…, que

sabemos cuál fue su trayectoria de mujer revolucionaria, entonces, me decía: Bueno,

ellas son las regulares… Así yo soy regular y un poco irregular… y allá esta Daniel

Ortega irregular, como Otto Pérez Molina, regular… Y Raúl Castro, es regular, irregular

y una combinación de todos, el Presidente, Comandante Raúl Castro.

Presidente de Haití, Michel Martelly; Presidente Leonel Fernández, acaba de llegar y le

pedimos que aparezca en el escenario. ¿Dónde está Leonel?... Bienvenido Leonel

Fernández, Presidente de la República Dominicana. Hermano ¡bienvenido! Aplauso

para Dominicana… Leonel, viejo amigo, camarada. Saludamos al pueblo de Caamaño,

al pueblo de don Juan Bosch. Presidente Porfirio Lobo de la República de Honduras;

Daniel Ortega, Nicaragua; Ricardo Martinelli de Panamá; Fernando Lugo del Paraguay;

Desiré Bouterse, de Surinam; José Pepe Mujica, del Uruguay; Baldwin Spencer,

Antigua y Barbuda; Freundel Stuart, Barbado; Roosevelt Skerrit, Primer Ministro

Dominica; Tillman Thomas, de Grenada; Andrew Holness, de Jamaica; Denzil Douglas,

San Cristóbal y Nieves; Ralph Gonsalves, San Vicente y las Granadinas; Kamla Persad,

Primera Ministra Trinidad y Tobago; Primer Vicepresidente de Costa Rica, Alfio Piva;

Viceprimer Ministro de las Bahamas, Brent Symonette; Wilfred Elrington, Canciller de

Belice; María Ángela Olguín, Canciller de la República hermana de Colombia; el

Presidente está por llegar… Alfredo Moreno, Canciller de Chile, el Presidente de Chile

llega esta noche; Hugo Martínez, Canciller de El Salvador; el Presidente Funes se

excusó, no pudo asistir por razones de fuerza mayor, pero igual le damos la bienvenida

al pueblo salvadoreño… Rafael Roncagliolo, Canciller del Perú; el Presidente Ollanta

Humala anoche llamó, hablamos por teléfono, muy apenado, por situaciones internas,

en la región de Cajamarca, tuvo que ir a atender personalmente y me dijo que lamentaba

mucho, pero que enviaba un abrazo al pueblo venezolano, a los pueblos de América

Latina y el Caribe y que contáramos con el Perú, como contamos con todos los pueblos

de nuestra América.

42

Vicecanciller, Embajador, perdón…de Guyana en Venezuela, Geoffrey da Silva y

demás representantes de CARICOM, UNASUR, MERCOSUR, ALADI, ALBA,

PETROCARIBE, COMUNIDAD ANDINA, la CAF y todos los organismos

multilaterales de integración.

Embajadores, Embajadoras y cuerpo diplomático acreditado en Venezuela. Invitados

especiales.

Presidente de la Asamblea Nacional; Presidente del Tribunal Supremo de Justicia;

Fiscal General de la República; Contralor General de la República; Defensora del

Pueblo…

Ustedes ven que aquí en esta dictadura en Venezuela, sin embargo, hay Tribunal

Supremo, hay Asamblea Nacional… ¡no! …, hay Fiscalía, hay Controlaría, hay

Defensoría del Pueblo…

Señores Ministros, Ministras, Diputados, Diputadas, Gobernadores, Gobernadoras,

Generales y Almirantes del Alto Mando Militar.

A todos un saludo, al pueblo venezolano y a los pueblos de nuestra América.

Yo siempre tengo en estos eventos un dilema, leo un discurso o voy diciendo cosas.

Ahora estamos un poco atrasados y debo ser breve. Voy a serlo… Voy a serlo…

Ayer estábamos recordando y rindiéndole honores a unos de los grandes campeones de

la integración del sur, a Néstor Kirchner… aquí le rendimos tributo a Néstor, al pueblo

argentino, al gran pueblo argentino ¡salud! A Néstor, a Cristina, a Perón, a San

Martín… Como te recordamos, te recordaremos campeón de la unidad de la batalla,

Néstor Kirchner… ¡Vistes Cristina!, que no se fue ni se irá porque se quedó en nosotros,

en nuestros pechos, en nuestra mente, en nuestro corazón…, ese grande amigo, gran

compañero…

Como no se van ni se irán aquellos que dieron su vida por nuestros pueblos, por la causa

humana…, por la causa humana…, pero Néstor, siempre, en estos eventos, cuando me

tocaba a mí hablar agarraba la botella de agua que ponen allí y me amenazaba: “si

hablas más de 5 minutos te lanzo la botella”. Nunca le hice caso y nunca me lanzo la

botella… ¡Ah!, pero en una ocasión acudió a mí en una estrategia que el diseño; fue en

Mar del Plata. En Mar del Plata, aquella cumbre, en la que enterramos la propuesta del

ALCA, que era una propuesta bien avanzada… ¡no!...bien avanzada y que si se hubiese

aprobado, yo no sé cual sería hoy la situación en América Latina y el Caribe y,

sobretodo, pensando en los años que vienen. Estuviésemos amarrados, pues, sin duda,

encadenados… Aquella propuesta de una sola área de libre comercio para las Américas.

Desde mi punto de vista, la propuesta o el diseño más avanzado de colonialismo en toda

su historia… y allá llegaron a tratar de imponernos el ALCA. Cristina estaba, ya era

Senadora, recuerdo, al lado de Néstor, y yo no sé de Uds., algunos, Daniel tú estabas

ya… ¡no!, del Caribe había si algunos… Dilma era Ministra…

¡Oye!, les voy hacer una pregunta: ¿Cuál calva es más elegante, la de Lula o la mía?...

(RISAS)… la mía, dice Raúl que la mía. Estoy recordando cuando veo a Raúl, desde aquí

saludamos a Fidel, ese es otro gran campeón de la integración, de la liberación de

nuestros pueblos, de la dignidad y de la grandeza de los pueblos de América Latina y

del Caribe, de la causa humana y decimos desde nuestro corazón ¡Viva Fidel! …

Ahora, fíjense Uds. una cosa. Un día como hoy, hace 55 años, yo tenía año y medio de

haber nacido, apenas comenzaba a caminar, desembarcó un grupo de locos de amor, por

allá en una costa, venían en un barco, desembarcaron… era el 2 de diciembre de 1956.

Saludamos a la tripulación de combatientes del Granma y aquí uno de ellos: Raúl

Castro, uno de aquellos locos de amor, de aquellos tripulantes y combatientes del

Granma que dio inicio… bueno, digamos que a la última etapa de la revolución

liberadora de Cuba y, nos da mucho gusto, en verdad, que como decía nuestro hermano

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Presidente, Felipe Calderón, citando a José Martí, súper voluminoso, desde el Bravo

hasta el Magallanes, aquí estamos todos, pues…, desde el Río Bravo hasta el Estrecho

de Magallanes, hasta la Tierra del Fuego, incluyendo, por supuesto, a Cuba.

Estamos aquí…, después de tanto tiempo y, por primera vez, en Caracas, por primera

vez, pero ya venimos, como decía Calderón, de aquella cumbre de Salvador de Bahía y,

entonces, aquí tenemos que recordar, también, Dilma, desde aquí, a nuestro querido,

queridísimo compañero, que tanto luchó en sus 8 años como Presidente, y seguirá

luchando, por esto, por la unidad, por el acercamiento, por el entendimiento entre

nosotros, me refiero al querido, al queridísimo: Luiz Inácio Lula da Silva, hoy

enfrentando otra batalla de las que no tiende la vida, de cuando en cuando, pero, Lula

vencerá esa batalla, también, como hemos vencido cuantas batallas, cuantas

dificultades, cuantos sinsabores, cuantas emboscadas…

Salvador de Bahía, de la Primera Cumbre de América Latina y el Caribe, y allá en

Bahía, recuerdo que tomamos la decisión de hacer la Cumbre de México, en el 2010, y

allá estuvimos en Cancún, en la bella Cancún, fue en febrero, febrero de 2010, una

Cumbre inolvidable…¡no!.. de mucha discusión, debates y, sobre todo, toma de

decisiones y en Salvador de Bahía también se había decidido, en honor al pueblo

venezolano y al Bicentenario de nuestra independencia, efectuar en este 2011 la Cumbre

correspondiente, la tercera, en Venezuela.

Y venimos trabajando, desde Bahía, desde Cancún, preparando los detalles de esta

Cumbre, de esta reunión.

Son bien conocidas las causas, por las cuales, el 5 de Julio pasado, no pudimos hacer la

Cumbre. Fue para nosotros muy doloroso, muy lamentable… faltaban pocos días, ya era

el mes de junio y como Fidel Castro me dijo un día, me dijo: “Chávez”…, cuando yo le

comenté las razones por las cuales no quería ir al médico a hacerme los exámenes que

mandaban las circunstancias, unos dolores muy fuertes, repentinos, paralizantes en

algunos casos, que yo disimulada, pero yo quería hacer la Cumbre, queríamos hacer la

Cumbre, queríamos cumplir con ese compromiso… entonces Fidel me dijo un día, en

ese junio, faltando poco … “tu escoges, pues… la Cumbre o la vida…” y, como

revolucionario, me dijo: “…no tienes opción, tienes que escoger la vida, la Cumbre

puede esperar…la Cumbre puede esperar…”

Y fue así como iniciamos pues este proceso, estos 5 meses, difíciles, de tratamientos, de

intervenciones, recuperación, quimioterapias y yo le doy gracias infinitas a mi Dios, a

Dios por permitirme estar aquí de pie, completo, con Uds., hermanos y hermanas,

cumpliendo el compromiso de Bahía, el compromiso de Cancún, al frente de nuestros

pueblos, de nuestros compañeros Presidentes, Presidentas, primeros Ministros,

instalando en Caracas, en este valle indígena, en este valle libertario, en este valle

bolivariano, esta III Cumbre en la que… nace como… está naciendo, es un parto lo que

está ocurriendo aquí hoy… bueno, en estos días previos, yo quiero saludar a todos los

cancilleres de nuestros gobiernos de América Latina y el Caribe, que están con nosotros

y han estado trabajando intensamente discutiendo, debatiendo y elaborando… y

aprobando, en su nivel correspondiente, los documentos que luego nos corresponderán a

nosotros a partir de esta tarde, esta noche y mañana, debatir, discutir y aprobar la

Declaración de Caracas, el plan de trabajo y los documentos que dan nacimiento, pues,

a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la CELAC, “Comunidad de

Estados Latinoamericanos y Caribeños”. Y de esto abría un sin fin de cosas que hablar,

pero en verdad voy hacer breve, después nos van a ofrecer aquí un… concierto con el

maestro Gustavo Dudamel, breve, también, pero por ahí está la orquesta lista ya, así…

¿dónde está Alí?..., ahora es Ministro de Energía Eléctrica, yo andaba persiguiendo a

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Alí Rodríguez, que era jefe guerrillero…allí esta Alí… mira… y a Soto Rojas que está

allí, el Presidente de la Asamblea, otro jefe guerrillero. Hay varios aquí, varias…

Ahora, a nosotros nos metían en la cabeza que Guyana era una amenaza para nosotros y

aquí se planificaron golpes de estado contra Burnham, contra Forbes Burnham y…

¿cómo se llama?… luego vino…eh…después de Burnham, Raúl, vino… Jagan… Jagan

y nos pintaban unos mapas con unas flechas rojas. Primero, la flecha más grande venía

de Cuba, la amenaza, y de allá de la Unión Soviética, pues daba la vuelta, una flecha

larga. ¿Y Cuba? Y una flecha roja que venía de Guyana y, también, de Brasil, aún

cuando no era roja, pero a nosotros nos metían aquí… en la cabeza, asesores que venían

del norte a darnos charlas, como jóvenes militares que éramos…¡cuidado con Brasil!...

era una amenaza para Venezuela… ¡Brasil quiere llegar al Orinoco!... cuando Brasil

lanzo el Proyecto Cala Norte, que es Brasil hacia el Norte, aquí nos presentaban

documentos... ¡cuidado, ahí viene el gigante Brasil!

Yo recuerdo, cuando Lula vino a acompañarnos a inaugurar el segundo puente sobre el

Río Orinoco, hecho con el apoyo y la tecnología de Brasil, le dije, yo recordaba esos

años, y le dije: Lula, llegó Brasil al Orinoco... ¡mira, ahí está el Orinoco! Porque

Orinoco es de Brasil, como el Amazonas es de Venezuela... ¡somos una sola Gran

Patria, o no somos! ¡O somos una Patria, o no seremos Patria! ¡O hacemos la única,

Patria Grande, o no habrá Patria para nadie en estas Tierras! ¡Entendámoslo

definitivamente! Y como Calderón lo dijo también. Y esto es un grado de madurez que

hemos venido adquiriendo, y es necesario que la sigamos alimentando... la madurez.

¿Qué hay diferencias entre nosotros, entre los Gobiernos, entre las corrientes políticas

que libremente van y vienen por este Continente, y que hoy son Gobierno, y mañana

no? ¿O que tienen una fuerza, a lo mejor, determinante en un Parlamento, o en Poderes

constituidos de aquí y de allá...? ¡Sí, reconozcamos eso! Y eso es válido, y eso es

natural, en un Continente donde reina la Democracia. ¡Ah! Pero tenemos que aprender a

convivir con esas diferencias. Convivir con esas diferencias, aceptarlas, y buscar la

mejor manera de complementarnos. Y poner allá, por delante, los Objetivos Supremos

que la CELAC comienza a perfilar.

Y vuelvo a insistir, permítanme, en el tema de la Unidad Sustantiva, la Unidad Real,

Concreta. El Plan de Acción de Caracas... yo ruego, queridos Presidentes, Presidentas,

Primeros Ministros, Primeras Ministras, que una vez aprobado, como estoy seguro,

mañana, con los aportes que ustedes traigan, por supuesto, se aprobará... pase a formar

parte el Plan, el primer Plan de nuestra CELAC, pase a formar parte de nuestros Planes

de Trabajo diario. Y no lo dejemos por allá archivado en una computadora o en una

gaveta, como si nada hubiera ocurrido.

Ya vemos cómo está el Mundo, pues... ¡Ya vemos cómo está el Mundo! La crisis

mundial galopa. Algunos de ustedes, compañeros Presidentes, Presidentas, están en el

G-20... Cristina, Dilma, Calderón, nos representan allá en el G-20. Uno lee las cosas;

estuve oyendo los discursos... bueno, lo poco que a veces publican, porque a veces no se

dice nada. Me dijeron que el discurso de Calderón estuvo extraordinario en la última G-

20, y por supuesto, el de Dilma, el de Cristina, pero casi nadie los pasa, fíjate.

TeleSur... TeleSur es el que está transmitiendo, transmitiendo, transmitiendo,

transmitiendo. Pero a veces, uno siente que hay como unas componendas en los grandes

Medios de Comunicación internacionales, y no transmiten voces disonantes... ¡Quién

sabe qué estarán diciendo de esta Cumbre! A lo mejor ni existe para los europeos, o

para los norteamericanos.

Ahora, yo estaba viendo por TeleSur, anoche, antenoche, una huelga general en

Londres, por ejemplo, o en Gran Bretaña. Y no sé ya cuántos Gobiernos han caído en

Europa, y cuántos millones de pobres. Y la economía hundiéndose en el Norte, y no sé

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cuántos Bancos quebrados en el Norte. Y ahora, la represión... En Estados Unidos

antenoche detuvieron no sé si a 200 personas, en no sé cuántas ciudades. Y esta mañana

leí, que están ahora amenazando el Movimiento no sé cómo se llama, con tomar todos

los Puertos de la costa no sé cuál, de Estados Unidos. O sea, la cosa parece que se sigue

complicando, pareciera que se sigue complicando. Y es lamentable.

Pero ojala los Gobiernos del Norte, oigan un poco, y vean un poco, y se documenten un

poco, lo que está pasando en el Sur... por ejemplo, en América Latina y en El Caribe.

Cómo nosotros vamos saliendo, progresivamente, de la pobreza, de la miseria. Cómo

venimos cerrando la brecha, y eso, ya Calderón también lo decía... Calderón dijo casi

todo lo que yo iba a decir, por eso es que... ¿cuánto llevo, 5 minutos? Por eso es que dije

que yo iba a ser breve.

Calderón habló de todo lo que en México han logrado, y la brecha entre ricos y pobres.

Aquí en Venezuela nada más, en una década, hemos logrado, gracias a un esfuerzo

grande, grande en verdad, disminuir la pobreza general, que era de más del 50%...

¡imagínate tú, Calderón! Como México... México empezó a producir petróleo hace

mucho tiempo, 100 años casi, igual Venezuela... Venezuela, petróleo, petróleo, ¡y más

petróleo! Aquí sacaron tanto petróleo, que por allá en el Occidente, en el Lago de

Maracaibo, se ha hundido una gran parte de la costa del Lago... ¿Cuántos metros,

Rafael? Como 8, 9, 10 metros... ¡se hundió la tierra! Se llevaron no sé cuánto de

petróleo.

Y llegamos al final del Siglo XX, el Siglo petrolero, con más de la mitad de la

población, viviendo en pobreza, y casi 25% en miseria, pobreza que llaman crítica o

extrema. En una década, hemos bajado la pobreza general de más de 50, por ahí, a 27,

26... ¡y debe seguir bajando! ¡Va a seguir bajando! Y la pobreza extrema de 21, 22, a

7... ¡y va a seguir bajando! ¡Y tiene que seguir bajando! ¡Pobreza Cero! ¡Miseria Cero!

Dilma ha lanzado un Programa... Brasil, Miseria Cero, Pobreza Cero. Ahora, nosotros

hemos lanzado una Gran Misión nueva, inspirándonos en muchos Programas Sociales

de países amigos, como el de Brasil. Y el de Argentina, en este caso... la Asignación

Universal por Hijo, y para la Mujer Embarazada, tal cual nos copiamos, Cristina... ¡nos

copiamos! Algún argentino me dijo: eso es del Mundo, esos son Programas para el

Mundo. Y en Brasil tienen la Bolsa Familia. Y estoy seguro que en casi todos los

países... en Colombia, en Cuba, en Bolivia. Díganme Bolivia, allá está Evo, ¿cómo

estaba Bolivia? ¡Hundida en la miseria, en la pobreza, en un caos verdadero! Este

Continente era un caos. Ya no lo es, a pesar de que tenemos gravísimos problemas.

Ahora, yo voy a ir terminando, en verdad. Voy a redondear esta idea, voy a redondear

esta idea... porque nosotros necesitamos, en primer lugar nosotros mismos, los que

estamos al frente de las Instituciones de nuestros Estados... y dije Estados, fíjense, no

Gobiernos... ¡Estados! Comunidad de Estados. No es una Reunión de Gobiernos nada

más... ¡Estados! Pero nosotros tenemos que hacer un esfuerzo mayor para incrementar

la Conciencia. La Conciencia, para darnos cuenta de que este Camino es el único

Camino, con sus variantes, con sus diversidades... la Unidad entre nuestros Pueblos,

entre nuestros Estados, nuestras Repúblicas, nuestros Gobiernos. Aceptando, insisto, y

respetando, respetando nuestras diferencias. Sin permitir que la intriga cunda entre

nosotros. Sin permitir que la cizaña venenosa vaya a impedir, una vez más, el esfuerzo

unitario.

Yo estoy seguro que no nos van a descarrilar, que no va a triunfar de nuevo la cizaña, la

intriga que le permitió al Monroísmo imponerse y sepultar bien hondo el Proyecto de

Bolívar, y de San Martín, y de Morelos, y de O’Higgins, y de Artigas, y de Juana

Azurduy, y de Manuela Sáenz, la Generala Libertadora. El Proyecto de ellos es el

46

nuestro hoy, y nosotros estamos obligados a realizarlo ahora, no mañana, ¡ahora y

aquí...!

Hagámoslo, pero hará falta mucha voluntad. Y ustedes saben que la voluntad nace de la

Conciencia, del Saber, y del querer. Juntemos el Saber, y para esto, para saber ¡hay que

saber! Perdónenme, hay que estudiar, hay que conocer... no nos conocemos nosotros

suficientemente. No conocemos suficientemente nuestros potenciales. Si no conocemos

los potenciales, ¿qué vamos a conocer la fuerza que se desataría, o el poderío que se

desataría uniendo esos potenciales?

Ayer, por ejemplo, estábamos estudiando, Dilma es una buena maestra. Y ayer, Dilma

nos estaba explicando sobre un mapa, temas del Brasil. Y nosotros también aportando al

mapa, datos, conocimientos. Yo por ejemplo le decía a Dilma: Dilma, tú vas a leer por

ahí, en noticias y tal, que es mentira, pero es verdad, ¡es verdad! Venezuela ya tiene

probados, 200 trillones de pies cúbicos de gas, reservas probadas, probaditas, 200

trillones... Y, según el Gobierno de Estados Unidos, 500 mil millones de barriles de

crudos en la Faja del Orinoco. Esos son datos que aquí tenemos.

Ahora, ustedes leerán por ahí, que es falso, que eso es mentira, que eso no es petróleo,

que eso no se puede sacar de ahí. Bueno, ya estamos sacando un millón de barriles

diarios, ya, hoy, en la Faja del Orinoco, estamos sacando. Ojala Petróleos Mexicanos

venga a la Faja del Orinoco, Calderón, mándalo para acá, Petróleos Mexicanos.

Y el gas, hace poco, con el Presidente Santos, firmamos un Convenio para extender el

gasoducto, donde estuvo Correa... ¿te acuerdas que fuimos allá? Y nos hemos

imaginado que ese gasoducto, que ya existe, lo hicimos entre Colombia y Venezuela, en

La Guajira, se pueda extender hacia Panamá, y hacia Centroamérica. En Centroamérica

no hay ni petróleo ni gas, pero está aquí hermanos, eso es para todos nosotros ¡es un

petróleo de la CELAC! Y bueno, igual el petróleo que tiene México, y que tiene

Argentina; en Argentina descubrieron unos yacimientos hace poco, muy grandes, y en

Brasil ni se diga; yo creo que Brasil va para la OPEP, pudiera ir en algún momento, y

Argentina.

Bueno, pero Dilma nos explicaba mirando el mapa, los planes ferroviarios que

comenzaron ellos, digo ellos, porque Dilma fue Ministro de Lula, esos ocho años, y

cómo avanzan los planes ferroviarios... Y en Argentina también, vi que tienen unos

planes ferroviarios. Y en Uruguay, Pepe nos llevó a nosotros a ver unos ferrocarriles.

Bueno, yo, como en la novela Doña Bárbara, del gran Rómulo Gallegos, hay un

momento en que Santos Luzardo, allá en Las Sabanas, ve una polvareda... era el viento

que traía la polvareda, y le entró como la locura Patria, y dijo: “el ferrocarril, ahí viene

el ferrocarril”. Soñando con el ferrocarril. Igual, algún día, y ojala más pronto que tarde,

tiene que haber un ferrocarril que una Caracas con Buenos Aires... ¡qué tiene que

haberlo...! ¿Cómo no lo va a haber? Y después Bogotá con Centroamérica, y hacia

México.

La Integración... por allá veo a María Emma, la Secretaria General de la UNASUR. La

UNASUR está trabajando muy bien con los Proyectos de Integración de UNASUR.

Ahora le toca a la CELAC ampliar en todo el espacio, los Planes de Trabajo concretos.

La Unión Sustantiva, la Unión Real, la Unión Verdadera, Económica, Política, Social,

Cultural, Tecnológica. La Unidad, hay que construirla, pero con esa Conciencia, es

necesario batallar todos los días contra mil dificultades... la Conciencia, insisto, en que

ese es el Camino que Bolívar señalaba en Jamaica: “sólo la Unión nos falta...” Y parece

que lo estuviera diciendo aquí, hoy, Simón Bolívar: “sólo la Unión nos falta para

completar la obra de nuestra regeneración”… 1815.

Y en 1819, le escribía a Pueyrredón, allá en el Río de la Plata, y a los habitantes del Río

de la Plata, igual, les escribía invitando a la Unidad, y diciendo: “el día que logremos

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esa Unidad, si el cielo nos proporciona ese voto, entonces construiremos en este Nuevo

Mundo, la Madre de las Repúblicas, y la Reina de las Naciones”. Frases de Simón

Bolívar... La Reina de las Naciones, y la Madre de las Repúblicas.

Hoy, bueno, la Comunidad de Estados, que incluye las Repúblicas, los Gobiernos, las

Instituciones de los Estados, y sobre todo, y especialmente, a nuestros Pueblos. Sin

Pueblo no habría Unidad. Sin la movilización de nuestros Pueblos, de nuestras

sociedades, no habría, seríamos un cascarón vacío. Llenemos este Proyecto, de Pueblo,

del impulso creador y creativo de los Pueblos, ¡y lo lograremos! Debe nacer, como nace

la Comunidad de Estados de América Latina y del Caribe, con ese impulso vital. Y con

la voluntad de construir un Proyecto, un Gran Proyecto... ¡estoy seguro que nosotros lo

haremos!

Queridos Presidentes, Presidentas, Primeros Ministros, Primeras Ministras,

Compatriotas de la Patria Grande, el Pueblo venezolano, estoy seguro, la inmensa

mayoría de nuestro Pueblo, y sobre todo, esa Juventud que emerge a lo largo y ancho de

la Patria de Bolívar, de la Patria Primera de Bolívar, de Venezuela; los trabajadores,

trabajadoras, productores, productoras, los pueblos aborígenes, los estudiantes, las

mujeres, los militares, los civiles, ¡todos! la gran mayoría de nosotros, aportaremos todo

lo que podamos aportar, en este esfuerzo unitario, porque estamos conscientes que es el

Camino a la Redención de la Patria Venezolana, que no sería Patria, sin la Patria Grande

de América Latina y El Caribe.

Me traje también este libro, para concluir... “100 años de Soledad”. Rindo tributo al

Gabo García Márquez, ese grande nuestro, colombiano pero nuestro, Gabriel García

Márquez. 100 años de Soledad, Macondo, y al final, sabemos todos cómo termina. Voy

a leer sólo la frase final: “Sin embargo, antes de llegar el verso final, ya había

comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la Ciudad de

los Espejos, o los espejismos, sería arrasada por el viento, y desterrada de la memoria de

los hombres, en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los

pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible, desde siempre y para siempre,

porque las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tenían una segunda

oportunidad sobre la Tierra...”

A nosotros, pareciera que alguien nos condenó a 100 años de Soledad, y a 100 más.

Pero quizás, porque fuimos condenados quizá a esos cien primeros, y a esos cien

segundos, entonces alguien nos dio una segunda oportunidad sobre esta Tierra.

¡Aprovechemos esta segunda oportunidad, y hagamos la Patria de nuestros hijos!

¡Hagamos la Patria Una y Grande...!

¡Viva la Patria Latino-americana y Caribeña! ¡Viva Bolívar!

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49

LA GUERRA DE

POSICIONES EN

AMÉRICA LATINA

ROBERTO REGALADO

(2014)

50

51

La guerra de posiciones en América Latina Roberto Regalado

En todo proceso de revolución también surge la tendencia a la

contrarrevolución. Esto tiene carácter objetivo. Triunfa, en

definitiva, la corriente que logra la mayor fuerza, la que se guía

por un plan más acertado, más inteligente. El predominio de la

revolución o de la contrarrevolución se decide en el terreno

subjetivo: depende de la conducción de una o la otra.

Schafik Hándal

América Latina, en su conjunto, constituye un escenario destacado de la «guerra de

posiciones» de la que hablara Antonio Gramsci. Esa guerra se libra entre el

imperialismo norteamericano y sus aliados criollos, de una parte, y los movimientos

populares y las fuerzas políticas de izquierda y progresistas, de la otra, y un elemento

clave de ella es la disputa política y electoral por el control de los gobiernos de la

región.

De acuerdo con las concepciones predominantes en las izquierdas revolucionarias del

siglo XX, en una coyuntura histórica signada por el derrumbe de la URSS y el fin de la

bipolaridad de posguerra, cabía esperar décadas de virtual extinción de las luchas

populares. Para sorpresa de muchos, tras un breve lapso en el que predominó el

desconcierto, en América Latina se produjo un auge de los movimientos sociales, el

nacimiento de movimientos social-políticos y la ocupación de espacios institucionales

por fuerzas políticas progresistas y de izquierda dentro del sistema de democracia

burguesa, incluida la elección y reelección de un abanico de esas fuerzas al gobierno en

varios países.

La elección de gobiernos de izquierda y progresistas es algo novedoso en una región

donde la norma era la dictadura militar o el autoritarismo civil, y donde en los casos en

que la izquierda, por excepción, llegó a ocupar la Presidencia de la República mediante

el sufragio popular, fue víctima de la desestabilización y el derrocamiento violento, tal

como ocurrió en Guatemala en 1954 y en Chile en 1973. Por eso, el hecho de que hoy

esas fuerzas logren acceder al gobierno por medios pacíficos y que desde el gobierno

puedan construir poder popular, constituye un acontecimiento sin precedentes.

La izquierda accedió al gobierno en varios países de América Latina, pero en ninguno

ejerce todos los resortes del poder, sino solo una parte de ellos: el poder está en disputa.

Lo nuevo, y esto es algo trascendental, es que la izquierda latinoamericana ya no solo

participa en la disputa el poder desde la oposición, sino también desde el ejercicio del

gobierno. Ahora bien, cómo se erigen y cómo serán, en definitiva, los socialismos

latinoamericanos del siglo XXI –socialismos, en plural, porque obviamente serán

diversos–, son interrogantes que aún no estamos en condiciones de responder a plenitud,

porque los procesos que se orientan en esa dirección tienen un largo trecho por recorrer

y muchos obstáculos por vencer.

Los espacios sociales, políticos e institucionales ocupados por fuerzas de izquierda y

progresistas en la América Latina actual son resultado de la combinación de cuatro

factores, tres de ellos positivos y uno negativo. Los factores positivos son:

• El acumulado político de toda su historia de luchas contra la dominación colonialista y

neocolonialista, en especial durante el siglo XX, y de manera aún más específica, en el

52

período comprendido entre 1959 y 1989, es decir, durante la etapa histórica abierta por

el triunfo de la Revolución Cubana.

• El rechazo de la opinión pública mundial a la fuerza bruta históricamente empleada

contra los pueblos latinoamericanos –en especial, debido a la práctica masiva y

sistemática del asesinato, la desaparición, el encarcelamiento, la tortura y el exilio por

parte de los Estados de «seguridad nacional» entre 1964 y 1989–, que obliga al

imperialismo y sus aliados criollos a buscar formas más mediadas y sofisticadas de

dominación.

• El aumento de la conciencia, la movilización y la acción social y política registrado en

la lucha contra el neoliberalismo, que incorpora a la lucha política y electoral a franjas

populares que antes no podían y/o no tenían la conciencia y el incentivo necesarios para

participar en ellas.

Como resultado de esta combinación de factores, si bien no se cumplió el objetivo que

la gran mayoría de los movimientos político-militares latinoamericanos se habían

propuesto en las décadas de 1960 a 1980, a saber, la conquista del poder, en términos

generales semejantes a lo ocurrido en Rusia, China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba,

el imperialismo y las oligarquías criollas se vieron compulsados a abrir espacios de

lucha social y lucha política de signo popular. En esos espacios se amplió el horizonte

político, ideológico y cultural, y comenzó la construcción de idearios y proyectos

emancipadores que beben de diversas fuentes autóctonas y de las fuentes originarias del

marxismo, al tiempo que se despojan de la nociva influencia del «socialismo real».

El factor negativo que incide en la situación política latinoamericana posterior al fin de

la bipolaridad de posguerra es la construcción de un sistema transnacional de

dominación imperialista –compuesto por una tupida madeja de mecanismos políticos,

económicos, militares, ideológicos y mediáticos–, concebido para reducir a su mínima

expresión la autodeterminación, la independencia y la soberanía de las naciones del Sur.

Este sistema busca cercar, bloquear, imponer una camisa de fuerza e intervenir en los

asuntos internos de las naciones latinoamericanas y caribeñas. Fue, precisamente, la

creencia de que podría someter a esas naciones a los nuevos mecanismos

transnacionales de dominación, la que, en última instancia, movió al imperialismo a

dejar de oponerse de oficio a todo triunfo electoral de la izquierda, lo cual hizo basado

en la errónea creencia de que la camisa de fuerza del Estado neoliberal no permitiría el

acceso de la izquierda al gobierno y que, en caso de excepciones, accedería a él una

izquierda reciclada, como la socialdemocracia europea, que asumiría como propio el

abandono de todo vestigio de asimilación de demandas sociales y de redistribución de

riqueza.

En virtud de la interacción entre los cuatro elementos mencionados, desde finales de la

década de 1980 América Latina ha atravesado por diferentes momentos:

• En el primero, entre 1989 y 1994, lo predominante era la reestructuración y

revitalización del sistema de dominación continental del imperialismo norteamericano,

unida al desconcierto de los movimientos populares y las fuerzas políticas de izquierda.

• En el segundo, entre 1994 y 1998, lo predominante era la crisis del Estado

latinoamericano y el auge de las protestas sociales provocadas por la reestructuración

neoliberal.

53

• En el tercero, entre 1998 y 2006, lo predominante era la elección de gobiernos de

izquierda y progresistas.

• En el cuarto, de 2006 hasta el presente, lo predominante es la contraofensiva del

imperialismo norteamericano y la derecha criolla para reconquistar los espacios

sociales, políticos e institucionales que escaparon de su control. Esa ofensiva incluye los

golpes de Estado contra los presidentes Manuel Zelaya en Honduras (2009) y Fernando

Lugo en Paraguay (2011), y la intensificación de los fallidos intentos de

desestabilización y/o golpe de Estado, según el caso, realizados contra los gobiernos de

Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y otros.

Para ello, el imperialismo y la derecha criolla tratan de aprovechar al máximo las

limitaciones, los errores y las insuficiencias de los procesos de transformación

revolucionaria y/o de reforma progresista, que generan confusión, insatisfacción y

rechazo, desmoralizan y desmovilizan a sus bases de apoyo popular, y estimulan el voto

de castigo y la abstención de castigo contra la izquierda.

Cabría, a estas alturas, preguntarnos en qué medida se han modificado los cuatro

factores determinantes de la situación política latinoamericana, pero para ello es

conveniente hacer cambios en su ordenamiento y realizar modificaciones en sus

enunciados. El nuevo ordenamiento y los nuevos enunciados son: Efectividad e

inefectividad de la dominación transnacional; El acumulado reciente; El rechazo a los

golpes de Estado y las dictaduras; y la incorporación de franjas populares a la lucha

política y electoral.

Efectividad e inefectividad de la dominación transnacional

Es bien conocido que el sistema capitalista de producción entró en una fase de

agotamiento histórico, que lo compulsa a paliar sus contradicciones antagónicas

mediante una apropiación y una depredación cualitativamente superior de los recursos

naturales del planeta, y el establecimiento de niveles, también cualitativamente

superiores, de concentración de la riqueza y masificación de la exclusión social a escala

global. De ello se deriva que los procesos de transformación revolucionaria y reforma

progresista hoy en curso en América Latina, marchan a contracorriente del

recrudecimiento de las tendencias agresivas de las potencias imperialistas, que afectan

el desarrollo, amenazan la continuidad e imponen limitaciones a todos esos procesos.

No obstante el adverso y peligroso contexto general en el que actúan los gobiernos

latinoamericanos de izquierda y progresistas, hoy es posible afirmar que la

reestructuración del sistema de dominación continental iniciada por George H. Bush en

1989 resultó un fracaso, que sus sucesores en la Casa Blanca no han podido articular

una estrategia integral de recambio, y que se han dedicado a ponerle parches al diseño

fracasado.

• El pilar político de la reestructuración del sistema de dominación continental era la

imposición de un esquema único de democracia neoliberal, caracterizado por el

establecimiento o restablecimiento, según el caso, de los medios y métodos de la

democracia burguesa, combinado con una concentración y un blindaje absolutos en la

toma de decisiones en materia política, económica y social, acorde con las directivas de

los centros de poder mundial. El fracaso de este pilar coadyuvó a la elección de los

actuales gobiernos de izquierda o progresistas en Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, El

Salvador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela, a la reciente derrota electoral de la

54

ultraderecha en Chile, y a la agudización de las contradicciones sociales en países como

Colombia, Costa Rica, Panamá y México.

El complemento de este esquema era una madeja de mecanismos transnacionales de

imposición, verificación, control y sanción de «infracciones» a la democracia

neoliberal, entretejida en el Proceso de Reformas a la Carta de la OEA, que se inició con

la adopción del Compromiso de Santiago de Chile con la Democracia y con la

Renovación del Sistema Interamericano (junio de 1991) y llegó a su punto culminante

con la aprobación de la Carta Democrática Interamericana (septiembre de 2001). En

virtud del cambio en el mapa político del continente, estos mecanismos, originalmente

concebidos para evitar el acceso de fuerzas de izquierda al gobierno y para legitimar su

derrocamiento en caso que lograsen franquear esa barrera, no solo no pudieron ser

utilizados contra ellos, sino que las fuerzas populares se han apropiado parcialmente de

ellos para usarlos en su defensa frente a las acciones desestabilizadoras de la reacción.

• El pilar económico era establecer un férreo control monopolista transnacional sobre

los recursos naturales y las economías del continente con la creación de un Área de

Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto que fue derrotado por primera vez

en 2005 y por segunda vez en 2007, por lo que el imperialismo norteamericano acudió

al «Plan B» consistente en suscribir tratados bilaterales y subregionales de libre

comercio (TLC), y en la actualidad busca vertebrarlos por medio de la llamada Alianza

del Pacífico.

• El pilar militar era la ampliación y profundización del control estadounidense sobre las

fuerzas armadas de todas las naciones latinoamericanas, y también de su presencia

militar directa en la región. En este aspecto el resultado ha sido mixto, en la medida en

que, por una parte, los gobiernos de izquierda y progresistas afirman su soberanía,

autodeterminación e independencia –manifiesta en actos como el cierre de la base

militar estadounidense en Manta, Ecuador–, pero por la otra el imperialismo construye

un sistema de bases y posiciones militares de avanzada en la Cuenca del Caribe y

América del Sur, con la complicidad de gobiernos como los de Colombia, Costa Rica y

Panamá.

Cuando afirmamos que los sucesores del presidente George H. Bush no han podido

articular una estrategia integral de recambio, y que se han dedicado a ponerle parches al

diseño fracasado, lo hacemos ante la evidencia de que el objetivo de su política hacia

América Latina es reimponer la ya fracasada democracia neoliberal en los países

actualmente gobernados por fuerzas de izquierda y progresistas, y reimponer la también

ya fracasada madeja de mecanismos transnacionales de dominación, políticos,

económicos y militares, articulados dentro del obsoleto Sistema Interamericano y en

torno a él, incluidas las Cumbres de las Américas, que empezaron siendo la suprema

instancia legitimadora de la reestructuración de ese sistema y que, desde la derrota del

ALCA y otros de sus componentes, vagan en la inercia sin rumbo definido.

Pero, esto no significa que hayan dejado de actualizar y ejecutar sus doctrinas

contrarrevolucionarias y contrainsurgentes, entre las que resalta la doctrina de la

dominación de espectro completo dada a conocer por el Pentágono en 2008, cuyos

postulados se observan con nitidez en la política de doble carril, es decir, de guerra

como elemento fundamental y de diálogo como elemento de apoyo, que se desarrolla en

Colombia, y también en los esquemas de desestabilización, deslegitimación y

derrocamiento aplicados contra los gobiernos de izquierda, hoy especialmente enfocada

contra la Revolución Bolivariana de Venezuela.

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Tras este somero golpe de vista a la efectividad e inefectividad de los mecanismos

transnacionales de dominación del imperialismo norteamericano en América Latina,

hagamos lo propio con el resto de los factores que ejercen una influencia determinante

en la situación política actual de la región.

El acumulado reciente

Si el acumulado histórico de las luchas populares en América Latina es el primer factor

positivo de la correlación de fuerzas entre izquierda y derecha en la región, la base de

cualquier análisis que hagamos hoy sobre la situación y perspectivas tiene que partir del

acumulado reciente.

¿Cuánto, cómo y dónde hemos avanzado en la construcción de nuevos paradigmas y

procesos emancipadores durante los últimos veinticinco años? ¿Cuánto, cómo y dónde

nos hemos estancado? ¿Cuánto, cómo y dónde hemos retrocedido?

Es obvio que, ni me corresponde, ni podría yo, ni cualquier otra persona, a título

individual, hacer una evaluación de lo ocurrido durante las últimas dos décadas y media

en todos, o siquiera en una parte, de los países de América Latina y el Caribe, pero sin

duda alguna esta evaluación le corresponde al intelectual colectivo revolucionario del

que hablara Gramsci. Un tema que sí considero lo suficientemente abarcable como para

reseñar avances: la construcción de espacios regionales de debate, concertación y

colaboración, en los ámbitos social, político y gubernamental.

• En el ámbito social, resalta el entramado de redes y campañas de movimientos

populares diversos, que alcanzan su mayor grado de coordinación y acción conjunta

entre mediados de la década de 1990 y mediados de la década de 2000, en torno un eje

unificador que fue la lucha contra el ALCA, lo cual coincidió con el momento de

máxima visibilidad y repercusión del Foro Social Mundial y del Foro Social Américas.

A partir de la derrota del ALCA no se ha logrado establecer un nuevo eje unificador,

aunque es preciso reconocer que en esa dirección trabajan redes como la de los

Movimientos Sociales hacia el ALBA.

• En el ámbito político, se destacan los casi veinticuatro años de existencia del Foro de

Sao Paulo, primer y único agrupamiento de partidos y movimientos políticos del mundo

en el que convergen todas las corrientes ideológicas de la izquierda. El Foro atravesó

por dos períodos críticos: uno en sus primeros años, entre 1990 y 1993, cuando aún no

había definido su identidad política (antiimperialista y antineoliberal), no se había

dotado de normas y procedimientos para enfrentar las diferencias existentes en su seno,

ni se había forjado dentro de él el embrión del espíritu de unidad dentro de la

diversidad; y otro, entre 2002 y 2007, cuando se acentuaron las diferencias entre

algunos de sus miembros que accedían o esperaban acceder al gobierno, y otros carentes

de interés o de posibilidades de transitar por esa senda. No obstante sus avatares, el Foro

es un importante espacio de debate, búsqueda, concertación y coordinación. De este

multifacético ejercicio brotaron muchas de las ideas que se han concretado en los

actuales mecanismos gubernamentales de concertación, cooperación e integración

regional.

• En el ámbito gubernamental, lo que sobresale es la creación y progresiva ampliación

de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Libre

Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y la orientación de izquierda o progresista de

todos menos uno (Paraguay) de los actuales gobiernos miembros del Mercado Común

56

del Sur (MERCOSUR). La alianza estratégica entre estos dos mecanismos, sellada a

partir del ingreso de Venezuela al MERCOSUR, constituye el pilar fundamental de la

Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y de la Comunidad de Estados

Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), organismos que, en virtud de la correlación

favorable a las fuerzas de izquierda y progresistas, sirven de blindaje contra los intentos

de desestabilizar y derrocar a los gobiernos legítimamente constituidos, y contra la

injerencia y la intervención de los Estados Unidos y demás potencias imperialistas.

El rechazo a los golpes de Estado y las dictaduras

En virtud del rechazo mundial a los golpes de Estado y las dictaduras, el imperialismo

norteamericano ha actualizado y desarrollado sus medios y métodos para desestabilizar

y derrocar a los gobiernos que asumen una política de defensa de la independencia, la

soberanía y la autodeterminación nacional.

Como ya se señaló en un acápite anterior, la reestructuración del sistema de dominación

continental emprendida en 1989 por George H. Bush, se proponía sustituir a las

dictaduras y a los dictadores omnipresentes en la historia latinoamericana, por un

sistema de democracia neoliberal apuntalado por mecanismos transnacionales de

imposición, control, verificación y sanción. Sin embargo, como también se explicó, la

elección de gobiernos de izquierda y progresistas iniciada a finales de la década de

1990, seguida del giro a la izquierda del MERCOSUR y de la creación del ALBA, TCP,

UNASUR y CELAC, hicieron fracasar este diseño intervencionista.

La reacción del imperialismo norteamericano ante el fracaso de la reestructuración de su

sistema de dominación continental, fue regresar a la matriz original de la vieja estrategia

de desestabilización, deslegitimación y derrocamiento de gobiernos latinoamericanos,

pero con adecuaciones realizadas a tono con las nuevas circunstancias. Entre esas

adecuaciones resaltan:

• La manipulación de los nuevos y más potentes medios de comunicación,

transnacionales y nacionales, para construir y divulgar una imagen de ingobernabilidad

del país objeto de la campaña desestabilizadora y de ilegitimidad de las fuerzas políticas

de izquierda o progresistas a las que se intenta derrocar del gobierno.

• Disminuir todo lo posible el tiempo y el grado de exposición de las fuerzas militares y

paramilitares participantes en el proceso de desestabilización, deslegitimación y

derrocamiento, y encubrir también o justificar la participación de instituciones oficiales

y no oficiales de los Estados Unidos y otras potencias imperialistas.

• Construir una caricatura de «oposición civil y democrática» que lidere la

desestabilización y se erija en «gobierno provisional», tal como ocurrió con Pedro

Carmona (Pedro «el Breve») en Venezuela, 2002, Roberto Micheletti en Honduras,

2009, y Federico Franco en Paraguay, 2011.

• Los golpes de Estado de Honduras y Paraguay fueron encubiertos por maniobras

«legitimadoras» de las mayoritarias bancadas de derecha en las legislaturas de ambos

países, por lo que han sido calificados de golpes «legislativos».

• Tanto en el caso de Honduras, como en el de Paraguay, funcionaron los mecanismos

latinoamericanos de concertación política en defensa de los gobiernos constitucionales

57

derrocados, pero la desfavorable correlación de fuerzas dentro de esos países operó a

favor de la consolidación de los golpes de Estado.

• En el caso de Honduras se estableció el precedente, ratificado posteriormente en el de

Paraguay, de que el repudio y las sanciones internacionales contra los golpistas dejan de

funcionar una vez que se celebran los siguientes comicios presidenciales, no obstante la

situación de inconstitucionalidad en que tuvieron lugar dichos comicios. Este

precedente está concebido para ser aplicado en eventuales nuevos procesos de

desestabilización, deslegitimación y derrocamiento de gobiernos de izquierda y

progresistas.

• La negativa a reconocer la legitimidad del presidente Nicolás Maduro en Venezuela, y

el desarrollo de una prolongada e intensa campaña de desestabilización y

deslegitimación destinada a derrocarlo, constituyen el ejemplo más destacado y reciente

del empleo de esta nueva estrategia.

• La actitud asumida por la ultraderecha de El Salvador con relación a los resultados de

la segunda vuelta de la elección presidencial de 2014, en la cual triunfó por estrecho

margen el candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN),

Salvador Sánchez Cerén, revela la intención de realizar una burda copia del esquema de

la ultraderecha venezolana.

La incorporación de franjas populares a la lucha política y electoral

La reestructuración neoliberal de las décadas de 1980 y 1990 provocó una intensa y

aguda concentración de la riqueza, con su correlato de igualmente intensa y aguda

masificación de la pobreza, la miseria, la marginación y la exclusión social. Las capas

medias y los sectores laborales urbanos, que ocuparon un lugar subordinado –pero, al

menos, ocupaban un lugar– dentro de las alianzas sociales y políticas de la etapa del

desarrollismo latinoamericano, fueron económica y socialmente golpeadas con

brutalidad, lo que llevó a buena parte de ellas a abandonar el voto clientelista que

históricamente ejercían a favor de uno u otro partido político tradicional. En paralelo,

movimientos de base, como los indígenas bolivianos –por solo mencionar uno de los

más relevantes y conocidos–, por primera vez emergieron como participantes, con

criterio y con voz propios, en procesos electorales.

El cambio de actitudes político-electorales de las capas medias y los trabajadores

urbanos, y el ingreso a la masa de votantes de estratos sociales antes ausentes de ella,

constituyen un factor fundamental en la ocupación de espacios institucionales ocurrido

en diversos países de América Latina. Esa ocupación comienza en algunos casos desde

mediados de la década de 1980 en los ámbitos de los gobiernos locales y las legislaturas

nacionales, y llega a abarcar el acceso al gobierno nacional a partir de la primera

elección de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela (1998), seguido de Luiz Inácio

Lula da Silva en Brasil (2002), Néstor Kirchner en Argentina (2003), Tabaré Vázquez

en Uruguay (2004), Evo Morales en Bolivia (2005), Rafael Correa en Ecuador (2006),

Daniel Ortega en Nicaragua (2006) y otros.

Aunque ello requeriría de estudios para demostrarlo de forma científica, parece lógico

asumir que:

58

• En la primera elección a la presidencia de cada uno de estos líderes de izquierda o

progresistas, desempeñó un papel crucial el voto de castigo contra los gobernantes

neoliberales de las décadas de 1980 y 1990.

• Una parte de aquel voto de la primera elección, el motivado por una conciencia social

y política, que se nutre de los movimientos sociales y social-políticos populares, y en el

que convergen las minorías electorales con las cuales antes contaba cada uno de los

partidos de la izquierda legal, luego pasó a ser el voto duro de los actuales procesos de

transformación revolucionaria o reforma progresista.

• Otra parte del voto de la primera elección, el que puede considerarse como voto de

castigo contra los neoliberales propiamente dicho, se convirtió a partir de ese momento

en un voto fluctuante que se mueve acorde la percepción de beneficio, estancamiento o

perjuicio que sus emisores reciben de los actuales gobiernos de izquierda y progresistas,

y en el cual ejerce una influencia decisiva la mercadotecnia, crecientemente vacía de

contenido, costosa y sofisticada, de las campañas electorales.

La ofensiva desestabilizadora contra la Revolución Bolivariana en Venezuela, la

elección de alcaldes de derecha en las ciudades de Quito y Cuenca, en Ecuador, y la

campaña sucia con la cual la ultraderecha intentó evitar el triunfo del FMLN en la

segunda vuelta de los comicios presidenciales en El Salvador, son elementos

fundamentales del análisis de la situación y las perspectivas de la guerra de posiciones

que se libra en América Latina entre la izquierda y la derecha.

Parafraseando a Schafik Hándal, en cada una de estas y otras batallas, triunfará, en

definitiva, la corriente que logre la mayor fuerza, la que se guíe por un plan más

acertado, más inteligente. Les corresponde a los movimientos sociales, a los

movimientos social-políticos y a las fuerzas políticas de la izquierda decidir esa guerra

de posiciones, en el terreno subjetivo, a favor de la revolución, y eso depende de la

conducción de esos movimientos y fuerzas.

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ES HORA DE

CONOCER UN POCO

MÁS LA REALIDAD

FIDEL CASTRO

(2014)

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61

Es hora de conocer un poco más la realidad Fidel Castro Ruz

He rogado a los editores de Granma me exoneren en esta ocasión del honor de publicar

lo que voy a escribir en la primera página del órgano oficial de nuestro Partido, pues

pienso expresar puntos de vista personales sobre temas que, por conocidas razones de

salud y de tiempo, no he podido plantear en los órganos colectivos de dirección del

Partido y del Estado, como los Congresos del Partido, o las reuniones pertinentes de la

Asamblea Nacional del Poder Popular.

En nuestra época los problemas son cada vez más complejos y las noticias se propagan

a la velocidad de la luz, como muchos conocen. Nada ocurre hoy en nuestro mundo, que

no nos enseñe algo a los que deseamos y somos capaces todavía de comprender nuevas

realidades.

El ser humano es una extraña mezcla de instintos ciegos por un lado y de conciencias

por el otro.

Somos animales políticos, como no sin razón afirmó Aristóteles, que quizás influyó más

que ningún otro filósofo de la antigüedad en el pensamiento de la humanidad a través de

casi 200 tratados, según se afirma, de los cuales se conservaron solo 31. Su maestro fue

Platón, quien legó para la posteridad su famosa utopía sobre el Estado Ideal, que en

Siracusa, donde trató de aplicarlo, casi le cuesta la vida. Su Teoría Política quedó como

apelativo para calificar las ideas como malas o buenas. Los reaccionarios la utilizaron

para calificar tanto a Marx, como a Lenin, de teóricos, sin tomar para nada en cuenta

que sus utopías inspiraron a Rusia y a China, los dos países llamados a encabezar un

mundo nuevo que permitiría la supervivencia humana si el imperialismo no desata antes

una criminal y exterminadora guerra.

La Unión Soviética, el Campo Socialista, la República Popular China y Corea del Norte,

nos ayudaron a resistir con suministros esenciales y armas, el bloqueo económico

implacable de Estados Unidos, el imperio más poderoso que jamás existió. A pesar de

su inmenso poder, no pudo aplastar al pequeño país que a pocas millas de sus costas ha

resistido durante más de medio siglo las amenazas, los ataques piratas, secuestros de

barcos pesqueros y hundimientos de buques mercantes, destrucción en pleno vuelo del

avión de Cubana de Aviación en Barbados, incendio de escuelas y otras fechorías

similares. Cuando intentó invadir nuestro país con fuerzas mercenarias a la vanguardia,

transportadas en buques de guerra de Estados Unidos como primer escalón, fue

derrotado en menos de 72 horas. Más tarde las bandas contrarrevolucionarias,

organizadas y equipadas por ellos, cometieron hechos vandálicos que dieron lugar a la

pérdida de la vida o la integridad física de millares de compatriotas.

En el estado de la Florida se ubicó la más grande base de actividades contra otro país

que existía en aquel momento. Con el curso del tiempo el bloqueo económico se

extendió a los países de la OTAN y otros muchos aliados de América Latina, que fueron

durante los primeros años cómplices de la criminal política del imperio, que hizo trizas

los sueños de Bolívar, Martí y cientos de grandes patriotas de irreductible conducta

revolucionaria en América Latina.

A nuestro pequeño país, no solo se le negaba su derecho a ser una nación independiente

como a cualquier otro de los numerosos Estados de América Latina y el Caribe,

explotados y saqueados por ellos, sino el derecho a la independencia de nuestra Patria

que sería totalmente despojado, cuando el destino manifiesto cumplimentara su tarea de

anexar nuestra isla al territorio de Estados Unidos de Norteamérica.

En la recién concluida reunión de Fortaleza se aprobó una importante Declaración entre

los países que integran el grupo BRICS.

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Los BRICS proponen una mayor coordinación macroeconómica entre las principales

economías, en particular en el G-20, como un factor fundamental para el fortalecimiento

de las perspectivas de una recuperación efectiva y sostenible en todo el mundo.

Anunciaron la firma del Acuerdo constitutivo del Nuevo Banco de Desarrollo, con el fin

de movilizar recursos para proyectos de infraestructura y de desarrollo sostenible de los

países BRICS y otras economías emergentes y en desarrollo.

El Banco tendrá un capital inicial autorizado de 100 mil millones de dólares. El capital

inicial suscrito será de 50 mil millones de dólares, a partes iguales entre los miembros

fundadores. El primer presidente de la Junta de Gobernadores será de Rusia. El primer

presidente del Consejo de Administración será de Brasil. El primer Presidente del

Banco será de la India. La sede del Banco será en Shanghai.

Anunciaron también la firma de un Tratado para el establecimiento de un Fondo Común

de Reservas de Divisas para situaciones de contingencia, con un tamaño inicial de 100

mil millones de dólares.

Reafirma el apoyo a un sistema multilateral de comercio abierto, transparente, inclusivo

y no discriminatorio; así como a la conclusión exitosa de la Ronda de Doha de la

Organización Mundial del Comercio (OMC).

Reconocen el importante papel que las empresas estatales desempeñan en la economía;

así como el de las pequeñas y medianas empresas como creadores de empleo y riqueza.

Reafirman la necesidad de una reforma integral de las Naciones Unidas, incluido su

Consejo de Seguridad, con el fin de hacerlo más representativo, eficaz y eficiente, de

manera que pueda responder adecuadamente a los desafíos globales.

Reiteraron su condena del terrorismo en todas sus formas y manifestaciones,

dondequiera que ocurra; y expresaron preocupación por la continua amenaza del

terrorismo y el extremismo en Siria, a la vez que llamaron a todas las partes sirias a que

se comprometan a poner fin a los actos terroristas perpetrados por Al-Qaeda, sus

afiliados y otras organizaciones terroristas.

Condenaron enérgicamente el uso de armas químicas en cualquier circunstancia; y

dieron la bienvenida a la decisión de la República Árabe Siria de adherirse a la

Convención sobre Armas Químicas.

Reafirmaron el compromiso de contribuir a una justa y duradera solución global del

conflicto árabe-israelí sobre la base del marco legal internacional universalmente

reconocido, incluyendo las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas, los

Principios de Madrid y la Iniciativa de Paz Árabe; y expresaron apoyo a la

convocatoria, en la fecha más temprana posible, de la Conferencia sobre el

establecimiento de una zona de Oriente Medio libre de armas nucleares y otras armas de

destrucción masiva.

Reafirmaron la voluntad de que la exploración y utilización del espacio ultraterrestre

deberán ser para fines pacíficos.

Reiteraron que no hay alternativa a una solución negociada a la cuestión nuclear iraní, y

reafirmaron apoyo a su solución a través de medios políticos y diplomáticos.

Expresaron preocupación por la situación en Irak y apoyaron al gobierno iraquí en sus

esfuerzos por superar la crisis, defender la soberanía nacional y la integridad territorial.

Expresaron preocupación por la situación en Ucrania e hicieron un llamamiento para un

diálogo amplio, la disminución del conflicto y la moderación de todos los actores

involucrados, con el fin de encontrar una solución política pacífica.

Reiteraron la firme condena al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones.

Señalaron que las Naciones Unidas tienen un papel central en la coordinación de la

acción internacional contra el terrorismo, que debe llevarse a cabo de conformidad con

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el derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas, y con respeto a los

derechos humanos y las libertades fundamentales.

Reconocieron que el cambio climático es uno de los mayores desafíos que enfrenta la

humanidad, e hicieron un llamamiento a todos los países a construir sobre las decisiones

adoptadas en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

(CMNUCC), con miras a llegar a una conclusión exitosa para el año 2015, de las

negociaciones en el desarrollo de un protocolo, otro instrumento legal o un resultado

acordado con fuerza legal bajo la Convención es aplicable a todas las Partes, de

conformidad con los principios y disposiciones de la CMNUCC, en particular el

principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus respectivas

capacidades.

Expresaron la importancia estratégica de la educación para el desarrollo sostenible y el

crecimiento económico inclusivo; así como destacaron el vínculo entre la cultura y el

desarrollo sostenible.

La próxima Cumbre de los BRICS será en Rusia, en julio del 2015.

Pareciera que se trata de un acuerdo más de entre los muchos que aparecen

constantemente en los despachos cablegráficos de las principales agencias occidentales

de prensa. Sin embargo, el significado es claro y rotundo: La América Latina es el área

geográfica del mundo donde Estados Unidos ha impuesto el sistema más desigual del

planeta al disfrute de sus riquezas internas, el suministro de materias primas baratas,

comprador de sus mercancías y el depositante privilegiado de su oro y sus fondos que

escapan de sus respectivos países y son invertidos por las compañías norteamericanas en

el país o en cualquier lugar del mundo.

Nadie encontró nunca una respuesta capaz de satisfacer las exigencias del mercado real

que hoy conocemos, pero tampoco podría dudarse de que la humanidad marcha hacia

una etapa más justa de lo que hasta nuestros tiempos ha sido la sociedad humana.

Repugnan los abusos cometidos a lo largo de la historia. Hoy lo que se valora es lo que

sucederá en nuestro planeta globalizado en un futuro próximo. Cómo podrían escapar

los seres humanos de la ignorancia, la carencia de recursos elementales para alimento,

salud, educación, vivienda, empleo decoroso, seguridad y remuneración justa. Lo que es

más importante, si será esto o no posible, en este minúsculo rincón del Universo. Si

meditar sobre esto sirve de algo, será para garantizar en realidad la supremacía del ser

humano.

Por mi parte, no albergo la menor duda de que cuando el Presidente Xi Jinping culmine

las actividades para cumplimentar su gira en este hemisferio, al igual que el Presidente

de la Federación Rusa, Vladímir Putin, ambos países estarán culminando una de las

proezas más grandes de la historia humana.

En la Declaración de los BRICS, aprobada el 15 de julio de 2014 en Fortaleza, se aboga

por una mayor participación de otros países, especialmente los que luchan por su

desarrollo con miras a fomentar la cooperación y la solidaridad con los pueblos y de

modo particular con los de América del Sur, se señala en un significativo párrafo que

los BRICS reconocen en particular la importancia de la Unión de Naciones

Suramericanas (UNASUR) en la promoción de la paz y la democracia en la región y en

el logro del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza.

He sido ya bastante extenso a pesar de que la amplitud e importancia del tema

demandaban el análisis de importantes cuestiones que requerían alguna réplica.

Pensaba que en los días subsiguientes habría un poco más de análisis serio sobre la

importancia de la Cumbre de los BRICS. Bastaría sumar los habitantes de Brasil, Rusia,

India, China y Sudáfrica para comprender que suman en este momento la mitad de la

población mundial. En pocas décadas el Producto Interno Bruto de China superará al de

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Estados Unidos; ya muchos Estados solicitan yuanes y no dólares, no solo Brasil sino

varios de los más importantes de América Latina, cuyos productos como la soya y el

maíz compiten con los de Norteamérica. El aporte que Rusia y China pueden hacer en la

ciencia, la tecnología y el desarrollo económico de Suramérica y el Caribe es decisivo.

Los grandes acontecimientos de la historia no se forjan en un día. Enormes pruebas y

desafíos de creciente complejidad se vislumbran en el horizonte. Entre China y

Venezuela se firmaron 38 acuerdos de cooperación. Es hora de conocer un poco más las

realidades.

Fidel Castro Ruz Julio 21 de 2014

10 y 15 p.m.

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MÓDULO 4

TALLER INICIAL DE FORMACIÓN POLÍTICA

Presentación / 3

Segunda Declaración de La Habana (1962) / 5

Fidel Castro

La cuestión nacional y el internacionalismo del siglo XXI (2014) / 29

Alexia Massholder y Hernán Randi, Hernán

Discurso inaugural CELAC (2011) / 39

Hugo Chávez

La guerra de posiciones en América Latina (2014) / 49

Roberto Regalado

Es hora de conocer un poco más la realidad (2014) / 59

Fidel Castro

CEFMA

Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti

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