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Finalista en el Concurso “Todos Somos Diferentes” ed. 2008 Recogido en la antología El color humano son todos los colores, pag. 159 Autora: Ana Mª López Expósito SOY DE SARAGURO Dedicado a todos los Saraguro y en especial a la comunidad de Tuncarta. A dos mil quinientos metros de altitud donde las montañas extienden sus brazos para acariciar y besar al hermano cielo se asienta la majestuosa etnia de los Saraguro uno de los centros indígenas más singulares de América del Sur. Aquella mañana Narcisa se levantó temprano quería terminar un collar de cuentas de colores que estaba haciendo para su madre, que se encontraba a miles de kilómetros, ese sería su regalo. Juanita le había prometido que la visitaría para la celebración de la fiesta Inti Raymi que tendría lugar en el mes de Junio. Se sentó en el poyete de la casa de adobe que estaba protegido del viento y del sol, desde allí se divisaban los campos de maíz y las montañas siempre verdes que rodeaban la comunidad al igual que otras casas levantadas precariamente sobre zonas de cultivo y sin la más mínima infraestructura de equipamientos ni servicios. Sobre una pequeña mesa de madera extendió un pañuelo bordado con rosas violetas 1

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A partir de una estrategia didáctica que propone un profesor ecuatoriano en un IES de Vera, los alumnos de diferentes nacionalidades aprenderán a compartir y serán más respetuosos con todas las culturas.

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Finalista en el Concurso “Todos Somos Diferentes” ed. 2008Recogido en la antología El color humano son todos los colores, pag. 159Autora: Ana Mª López Expósito

SOY DE SARAGURO

Dedicado a todos los Saraguro y en especial a la comunidad de Tuncarta.

A dos mil quinientos metros de altitud donde las montañas extienden sus brazos para acariciar y besar al hermano cielo se asienta la majestuosa etnia de los Saraguro uno de los centros indígenas más singulares de América del Sur.

Aquella mañana Narcisa se levantó temprano quería terminar un collar de cuentas de colores que estaba haciendo para su madre, que se encontraba a miles de kilómetros, ese sería su regalo. Juanita le había prometido que la visitaría para la celebración de la fiesta Inti Raymi que tendría lugar en el mes de Junio. Se sentó en el poyete de la casa de adobe que estaba protegido del viento y del sol, desde allí se divisaban los campos de maíz y las montañas siempre verdes que rodeaban la comunidad al igual que otras casas levantadas precariamente sobre zonas de cultivo y sin la más mínima infraestructura de equipamientos ni servicios. Sobre una pequeña mesa de madera extendió un pañuelo bordado con rosas violetas minúsculas. Abrió el costurero de mimbre marrón del que extrajo varias bolsas con cuentas de siete colores diferentes. Con las yemas de sus delicados dedos extendió cuidadosamente sobre el pañuelo las cuentas de color verde y enhebró la aguja. En ese momento se oyó la voz de su abuela que era la Cabilda* de la comunidad.

-Narcisa, Narcisa a desayunar que vas a llegar tarde a la escuela. Tu padre te está esperando.

-Ya voy abuela, falta media hora –se levantó precipitadamente pisando una mazorca de maíz, resbaló y cayó al suelo. El hilo del collar se engancho en una mazorca negra, se rompió y parte de las cuentas del collar cayeron esparcidas por la hierba.

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La Cabilda abrió el viejo y roído portalón de madera.-Pero ten cuidado, ¡OH, las cuentas por el suelo! Te tengo dicho que eso

trae mala suerte…-He tropezado abuela. Además eso son dichos de nuestros antepasados

¿Qué va a pasar?-Vete tú a saber…

Narcisa tenía doce años, era bajita con ojos negros que hacían juego con el color de su pelo. Llevaba una falda de pliegues de color negro, blusa beig bordada en el corpiño y los puños, y un tupo* sujetando el chal negro, destacando además un vistoso collar de cuentas de distintos colores.

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Cabilda*. Representante de la comunidad.

Tupu*. Alfiler de plata

Washington el papá de Narcisa la esperaba recostado sobre una silla de madera de eucalipto, al verla se levantó le dio dos besos y juntos partieron hacia el grupo escolar que estaba unido al precario edificio de la biblioteca de la comunidad. Su papá era el profesor de kichwa, la lengua de sus antepasados que se estaba promocionando en los centros educativos. Iba vestido con la indumentaria tradicional, una chusma* sin mangas, pantalón de lana negra hasta la rodilla y poncho negro anudado a la cintura con un cinturón de cuero adornado con remaches de color plata. Los dos llevaban sombrero negro de fieltro, y asimismo, el cabello largo trenzado a la espalda. Siempre se vestían con el traje típico de la etnia incluso cuando ayudaban a la Cabilda a realizar las tareas del campo. La elegancia los caracterizaba cualquier día de la semana, para las fiestas importantes usaban un sombrero de ala ancha negro con manchas blancas muy pesado de piel de vaca.

-¿Has ensayado el cuento del arco iris?...si quieres puedo darte algunas pautas.

-Gracias papá pero…prefiero hacerlo sola.

La fiesta de Inti Raymi estaba próxima. Washington había enseñado un cuento a su hija que estaba dedicado al arco iris que era considerado el símbolo de la etnia de los Saraguro. Narcisa lo había ensayado muchas veces en secreto, quería sorprender a todo el mundo pero especialmente a su madre a la que añoraba enormemente y podría abrazar muy pronto.

Los viernes por la tarde en la biblioteca de la comunidad de Tuncarta, la Cabilda contaba cuentos y relatos a los niños que voluntariamente acudían para leer, hacer sus deberes pero sobretodo escuchar historias. A la caída del sol las mujeres acudían a la biblioteca y hacían sus labores, bordados y collares de artesanía. La Cabilda se sentaba en el centro en una vieja silla de madera, a su lado derecho los niños y jóvenes, y a su lado izquierdo la bibliotecaria y las mujeres. Todos formaban un gran círculo mientras ella con su

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cálida voz narraba cada día un cuento, relato o leyenda en español; a veces cuando quería sorprenderles de manera especial o se aproximaba alguna fiesta importante narraba en kichwa que era considerada una lengua mágica. Cuando finalizaba el relato todos los asistentes tenían la obligación de contar algún cuento o anécdota para los demás. La narración oral era una antigua tradición de la zona, eso les convertía en excelentes narradores. Desde muy pequeños todos eran verdaderos artistas en el arte de a contar e inventar historias.

Juanita la mamá de Narcisa, llevaba cuatro años viviendo en España, se había establecido en un pueblo llamado Vera, municipio localizado en la costa del Levante almeriense, a 92 kilómetros de Almería. Había emigrado a España en compañía de su prima y otras personas de la etnia de Saraguro para hacer frente a la grave crisis económica y política que envuelve a Ecuador desde 1999, tenía gran interés por trabajar y progresar.

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Chusma*. CamisaNo había vuelto a Ecuador pero mensualmente enviaba dinero a su

familia para la casa de ladrillo que se estaban construyendo cerca de la biblioteca donde la mayoría de las construcciones eran de adobe.

La alegría de Juanita era inmensa la fiesta de Inti Raymi estaba próxima, muy pronto tendría entre sus brazos a su hija Narcisa de la que se sentía tan orgullosa. Su jefe que la consideraba una empleada muy eficiente le había regalado el billete de avión con la intención de que volviese pronto a Vera; viajaría con la compañía Santa Bárbara que era bastante económica. Aquella tarde preparó la maleta con entusiasmo, la llevaba cargada de regalos para los suyos, especialmente cuentos de autores españoles y europeos que no eran conocidos en la biblioteca de Tuncarta, también había comprado un libro de poesía de Federico García Lorca por el que sentía una profunda admiración. Los colocó en el fondo de la maleta, encima la ropa doblada con esmero, la cerró con llave y le puso un candado. El enorme estruendo de un trueno la aisló de sus pensamientos y, en ese instante, su mirada se dirigió hacia las nubes que había en el cielo, aumentaban sin cesar y se agolpaban como los pasajeros del metro a primera hora de la mañana; el sol parecía infiltrarse con sus rayos simulando un bosque de sombras, en ese momento, un sin fin de relámpagos se hizo presente, la tormenta que parecía formarse hacia el noreste descargó con fuerza -pronto volverá a salir el sol, pensó Juanita, en esta tierra las tormentas duran poco.

Al día siguiente una furgoneta gris se dirigía hacia Madrid, sus ocupantes tomarían el avión que les llevaría directamente a Quito. Como llegaron antes de lo previsto aparcaron para descansar. Ese mismo día tuvo lugar un atentado terrorista en el aeropuerto, la fatalidad quiso que Juanita y otros ecuatorianos se encontrasen en el interior de la única furgoneta que había aparcada en el lugar donde los terroristas habían colocado la bomba. Cuando ésta fue activada la furgoneta saltó por los aires y sus ocupantes murieron en el acto.

La noticia de la muerte de Juanita y los otros ecuatorianos fue difundida por todas las televisiones. Los vecinos de Tuncarta rápidamente tuvieron

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noticias del desafortunado incidente que fue muy doloroso para todos. Narcisa estaba desencajada, no pudo dormir en toda la noche. Se despertaba cada hora pensando que estaba viviendo una horrible pesadilla, que todo lo que le estaba pasando no podía ser cierto, que muy pronto vería a su madre y podría abrazarla. No podía creer que no volvería a verla. Sentía deseos de que el mundo se parara o se hundiera. Con frecuencia degustaba el sabor de las lágrimas que resbalaban por sus mejillas sin que pudiera hacer nada por evitarlas. La tristeza de Narcisa se volvió desesperación y la Cabilda y Washington no encontraban la forma de consolarla. No paraba de preguntarse ¿Por qué la vida era tan injusta con ella? Con la de cosas que quería contar a su madre, ya no tendría esa oportunidad. El paso de los días transcurría lentamente. La pena era tan grande que no volvieron a contar historias, ahora la biblioteca estaba de luto, todos se habían solidarizado con la familia, era como si el mundo de la narración oral hubiese llegado a su fin en ese rincón del mundo. Toda la comunidad se vistió de luto riguroso durante un mes. Narcisa se resistía a salir de la vieja casa mitad de ladrillo mitad de adobe. No volvió a hacer collares, pensaba que en el fondo su abuela tendría razón, llegó a convencerse de que las supersticiones a veces son ciertas.

La prima de Juanita les envió un paquete con sus objetos personales entre los que se encontraba un diario con algunas anotaciones que les sirvieron de consuelo durante algún tiempo, al atardecer los tres lo leían y releían una y otra vez…

Aunque soy maestra de escuela trabajo en las plantaciones de cítricos (naranja, limón), tomate, brócoli, lechuga…Me levanto a la salida del sol, descanso una hora para comer y termino a las seis de la tarde. En ocasiones, me gusta estar sola para pensar en mis cosas, entonces tomo el autobús y me dirijo a la playa más cercana de Vera, La Laguna, aquí vi el mar por primera vez, me siento muy afortunada de tenerlo tan cerca, este da otra dimensión a mi vida. En el bolso llevo un libro y un pareo que extiendo, nada más llegar a la playa, sobre la fina arena. Después leo durante un buen rato el libro de Edna Iturralde “Caminantes del sol” que me permite pensar en los míos. En los cortos días de invierno hay muy poca gente en la playa, doy largos paseos, me descalzo e inicio siempre el mismo recorrido. Siento el viento de Poniente que sopla sobre mi piel, vuelvo la cabeza y fotografío mis huellas sobre la arena hundida, aunque se que son efímeras, y las guardo en los archivos de mi memoria. Dirijo mis pasos a la laguna que hay a veinticinco metros del rompeolas, una familia de patos silvestres hace su recorrido bordeándola, la sombra de los juncos les sirve de embarcadero para sus descansos. Vuelvo al rompeolas, ahora mi mirada se dirige al suelo y allí están ellas vestidas de colores: negras, grises, veteadas…hoy he recogido una dorada tiene forma de corazón; las estoy coleccionando… son para Narcisa, quiero que sepa cuanto la quiero, pero sobre todo cuanto la hecho de menos. Me sitúo de nuevo frente la laguna rodeada de juncos y palmeras, el agua golpea mis pantorrillas, el olor a algas me hace volver la mirada hacia las enormes olas, tan grandes que me parecen morsas gigantes enfadadas. Me agacho, meto las manos en la tierra permaneciendo así un buen rato, las saco cubiertas de arena húmeda, las masajeo una y otra vez como si fuese crema hidratante, al poco tiro la arena y enjuago las manos. Me gusta sentir la pachamama* en la comunidad le tenemos un gran respeto, gracias a ella

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tenemos tanto maíz y otros productos. Entonces juego a quedarme quieta en el mismo sitio sin mover los pies, la estabilidad me dura poco, siento que bajo las plantas de los pies aparecen socavones, esto me hace perder el equilibrio y salir de nuevo a la orilla.

Mis ojos me comunican que me encuentro en el punto medio de la playa, siempre miro al Occidente y allí, a lo lejos, está ella majestuosa, elegante con sus picos como los mortales, la Sierra de la Cabrera, me recuerda a las máscaras que utilizan los Masais antes de un ritual. Entonces en la lejanía siento nostalgia de la comunidad de Tuncarta, me acuerdo de su enclave a dos mil trescientos metros de altitud sobre el nivel del mar y pienso en las semejanzas que hay entre Vera y Tuncarta, las dos tienen microclima, en ambas me siento integrada y en ambas me falta algo.

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Pachamama*. La tierra

En esos momentos pienso en mi familia y siento que mi corazón esta dividido en dos partes y me vienen a la cabeza los versos de una vieja canción: “no soy de aquí, ni soy de allá…” y no soy plenamente feliz. Empiezo a preguntarme si lo lograré algún día o quizás eso de la felicidad es una simple palabra en la que no debemos detenernos y debemos centrarnos en las vivencias que se nos presentan en el día a día sin pretender vivir del pasado y mucho menos del futuro. Estoy convencida que son el agua del mar, su olor y sonido los responsables de que me sienta filosófica. Me gustaría que Narcisa estudiara en España, con mi esposo soy consciente de que no puedo contar, él no es partidario de emigrar a otro país a buscarse la vida a pesar de que su salario es de 200 dólares mensuales que apenas si le permiten vivir, pero una vez más el respeto a la diferencia debe primar sobre todas las cosas; por eso me vine sola a esta tierra, –y me hago preguntas sobre las que no siempre obtengo respuestas. Como si salir a buscarse la vida a otro país fuese algo tan sencillo ¿No sería más fácil quedarse siempre en casa? ¿Acaso hay dentro de algunos de nosotros un duende dormido que si se despierta es el causante de que queramos tener alas y experimentar nuevos retos y necesitemos nuevos paisajes, gentes…para impedir que seamos orquídeas marchitas?¿Los retos y los cambios son necesarios para lograr un mayor bienestar en nuestras vidas o nos volveríamos locos?...

Una ola gigante me recuerda que el atardecer ha llegado, me despido de la enorme bola de fuego de color rojo, con mis manos le tiro un montón de besos, tan diferente en cada despedida y vuelvo a pensar en el derecho de cada uno a ser diferente. Curiosamente, me siento mejor tratada por los ciudadanos de Vera que por otros ecuatorianos que no son indígenas, paradojas de la vida, antes de venir tenía miedo a esta tierra que tan gratamente me ha sorprendido.

Mi jefe me considera buena gente y siempre dice que lo más importante es que me he adaptado con gran facilidad a la tierra almeriense y al duro trabajo que pocos españoles pueden soportar. Los fines de semana aprovecho para recrearme, nada me gusta tanto como recrearme en las cosas que realmente me importan, Entonces mi mirada se dirige hacia la única foto que hay sobre la mesita de noche enmarcada con un marco de aluminio plateado. En ella puedo ver el jardín de la biblioteca de la comunidad y a la derecha

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están la Cabilda, mi querida Narcisa y Washington cogidos del brazo, me la han enviado recientemente. Aprovecho para escribirles una larga carta. ¡Cuanto me gustaría que mi hija fuese la mejor narradora de la comunidad!...

Tras la lectura del diario Narcisa experimentó una gran mejoría. Volvió a ir al colegio, pero se había vuelto más introvertida, el brillo de sus ojos la delataba. Washington, sin embargo, se sentía intranquilo pensaba que en el fondo no había sido un esposo valiente al no haber acompañado a Juanita en los últimos años. La lectura del diario despertó en él un nuevo sentimiento, era como si el duende dormido del que hablaba Juanita se hubiera despertado en su interior, sintió deseos de conocer el mar, la playa de la Laguna…Un día reunió a Narcisa y a la Cabilda y los tres llegaron a un acuerdo. Aprovechando que el jefe de Juanita les había telefoneado para darles el pésame y conservaba su número decidió llamarle para ver si le ofrecía un puesto de trabajo en Vera. Éste le hizo un contrato temporal por un año y toda la familia se estableció en la localidad que ya contaba con 660 ecuatorianos, de diferentes zonas del país. Por fin había llegado el momento de estar con gente que les pudiese contar cosas sobre la vida de Juanita. Todos se sintieron felices ante el cambio.

La llegada a España transcurrió con normalidad. Se establecieron en un cortijo que les proporcionó el jefe a muy buen precio en la zona de la circunvalación. Matricularon a Narcisa en un IES* en un grupo de diversificación, donde había alumnos de diferentes nacionalidades.

Narcisa simpatizó enseguida con Isabel la profesora de Geografía e Historia. Nunca olvidaría aquella mañana cuando entró a clase por primera vez y todos sus compañeros le hicieron un buen recibimiento a la vez que pronunciaban en voz alta cinco veces cada palabra -IMASHINALLA KASHKANKI*, ALLISHAMUSHKA KANKI*, YUPAI CHANI*, CALLACAMA* en lengua kihwa. Seguidamente Isabel cogió el pizarrín con la mano derecha y las escribió en la pizarra, después ordenó que todos los alumnos las copiasen en sus cuadernos. Esto la sorprendió enormemente, no podía imaginar que alguien conociese la lengua de sus antepasados, se lo contaría a su padre nada más verle. Su simpatía aumentó cuando, más tarde, la profesora la informó de que había realizado unas vacaciones solidarias en Loja una población cercana a Saraguro y había investigado sobre la lengua Kichwa, aprendiendo algunas palabras.

-Me gustaría conocer a tu padre si es profesor de kichwa –le informó Isabel- sería estupendo si me pudiese dar clases particulares, siempre dirijo mis pasos hacia un viejo proverbio checo que afirma: “Aprende una nueva lengua y adquirirás una nueva alma”.

-SÍ, sí, seguro que él también querrá conocerte…-Pelota, pelota… –gritó otro alumno de Guayaquil, que ya empezaba a

ver a Narcisa como una rival. Pensaba que era una indígena, su padre siempre le había dicho en Ecuador que los indígenas eran personas inferiores.

-Silencio Cristian…-ordenó Isabel- a ver si aprendes a no meterte con los demás y hablas cuando te pregunto sobre los temas trabajados en clase.

La variedad de nacionalidades dentro del grupo de diversificación fue decisiva para que surgieran grupos diferentes entre los alumnos. A Narcisa

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no le gustaba Cristian el chico de Guayaquil a pesar de que los dos eran de Ecuador, consideraba que era un maleducado que siempre pretendía ridiculizar a todos los demás y se burlaba con frecuencia de los profesores. En cambio se hizo amiga de Ying Ying una alumna de nacionalidad china que era la más inteligente. También se unió a ellas Alexandra una alumna de Rumania que llevaba varios años viviendo en Vera y Ghiago un alumno brasileño.

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IMASHINALLA KASHKANKI*, ALLISHAMUSHKA KANKI*, YUPAI CHANI*, CALLACAMA*. Hola, bienvenida, ¿Cómo estás?, gracias, hasta mañana.

*IES. Instituto de SecundariaNarcisa empezó a sentirse mucho mejor, a pesar de que algunos días

fuesen grises y no azules. Las visitas a la playa de La Laguna, la proximidad del mar, el olor a junco y el sonido de las olas muy pronto hicieron efecto en ella…en ocasiones iba con su padre y abuela a la playa de La Laguna. Ahora era ella la que leía en voz alta el libro los Caminantes del sol a su padre y abuela cuando se tumbaban sobre la arena fina y cerraban sus ojos, esto les hacía sentirse más cerca de su tierra. Secretamente repetía el mismo itinerario que su madre, aprovechaba cada paseo por la playa para recoger una piedra de diferente color pero con forma de corazón, cuando volviese a Tuncarta las colocaría encima de su tumba.

Un día, tras la entrega de las notas de la primera evaluación Isabel fue al servicio y se dejó el bolso encima de la mesa de clase. Seguidamente Cristian y Radu un alumno rumano se dirigieron a la mesa del profesor, abrieron el bolso de Isabel y sacaron un billete de veinte euros en presencia de los demás compañeros, después les amenazaron para que todos guardaran silencio. A la salida de clase Narcisa y Ying Ying estaban indignadas, pero no sabían que hacer por miedo a las represalias. Dos días después Cristian y Radu volvieron a repetir la misma acción, pero la profesora no se enteraba -o le sobra el dinero o es muy despistada, pensó Narcisa- Aquella noche, aprovechando que había luna llena Narcisa se sintió audaz y relató a su padre el desagradable incidente.

-Deberías decírselo a Isabel o dejarle una nota secreta con lo que está ocurriendo pero sin identificarte, así nadie sabrá que has sido tú –sugirió su padre.

-De acuerdo, pero te voy a pedir un favor, yo escribo la nota y se la metes en el bolso cuando vayas a darle clases de kichwa.

-No estoy muy de acuerdo, pero lo intentaré…si eso es lo que quieres.Cuando Isabel descubrió la nota en el interior del bolso rápidamente

informó al director sobre lo ocurrido, que junto al jefe de estudios decidieron entrevistar a todos los alumnos por separado al no disponer de suficientes pruebas. Después de varias semanas de interrogatorios casi todos los alumnos de la clase acusaron a Radu y Cristian. Estos fueron expulsados un mes de clase y tuvieron que devolver el dinero a Isabel.

Las relaciones entre los alumnos de la clase de diversificación empeoraron después del incidente, los insultos y peleas aumentaban; cada día surgían nuevos grupos que querían ejercer poder sobre los demás. A los

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profesores cada día les resultaba más difícil impartir clase, se pasaban la mayor parte del tiempo ordenando que guardasen silencio.

-Me siento impotente no hay forma de poner orden en clase, sólo hay dos grupos de alumnos que realizan los trabajos y tienen interés, los otros grupos inducidos por Cristian, supongo, tratan de boicotear las clases, son formas de llamar la atención –confesó Isabel a Washington aquella tarde.

-Te entiendo. Es más difícil dar clases en España que en Ecuador, en la comunidad no tuve problemas de este tipo, allí los problemas son otros muy diferentes. Pero, creo que puedo ayudarte si me dejas ir a tu clase una tarde de estas. Cuando era adolescente viví algo parecido…

-Cuando quieras, ya no se que hacer con ellos.Era una tarde del mes de Mayo, Washington se dirigió al IES y entró en

la clase de diversificación. -Os presento al papa de Narcisa que también es profesor en Ecuador –

comentó Isabel.-¡Hola chicos! Me ha informado Isabel de que en esta clase hay una gran

variedad de alumnos de diferentes países… ¿Os gustaría realizar una actividad intercultural en la que se vean representados vuestros países?

-Sí, sí -gritaron al unísono los más estudiosos.-Seguro que es un rollo –comentó Radu el alumno rumano a la vez que

torcía la boca como un buzón de correos.-No voy a obligar a ninguno, pero podéis incorporaros cuando os

apetezca… aunque haya comenzado la actividad, la realizaremos en la biblioteca para que podáis consultar libros.

-Bien, así podremos investigar en Internet –comentó Salím un alumno de Marruecos que hablaba muy bien español.

-Para empezar os diré que vamos a realizar el juego del arco iris que representa el símbolo de nuestra etnia “Los Saraguro”, lo aprendí cuando tenía vuestra edad –informó Washington a la vez que cogía una caja grande rectangular sobre la que había dibujado un arco iris- Ahora cada uno de los interesados meterá la mano en esta caja y sacará un globo. Hay veintiocho globos tantos como alumnos que representan a los siete colores del arco iris –los alumnos se agolpaban como si los globos se fuesen a acabar, casi todos querían sacar uno.

-Me ha tocado uno rojo –comentó Ying Ying dirigiéndose hacia Narcisa a la vez que alzaba su mano derecha.

-El mío es verde –exclamó Narcisa y lo elevó con la mano izquierda a la vez que daba un salto- es el color de la esperanza, es el que más me gusta.

-El mío también es rojo –dijo Antonio un alumno de la etnia gitana- me gusta, tiene el mismo color que las rosas del rosal que hay en el patio de mi abuela.

-Ahora formareis un equipo con los alumnos que tengan globos del mismo color, rojos con rojos, azules con azules….en total siete equipos –siguió informando el papá de Narcisa- A continuación que cada equipo infle sus globos, les haga un nudo en la punta y los ate a un cordel, después dejáis que se eleven por el aire, los colores de los globos limitarán el territorio donde cada equipo va a trabajar.

Después del reparto de globos, Washington depositó la caja sobre la mesa. Abrió una gran bolsa de plástico de la que extrajo siete trozos de tela,

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cada una de ellas representaba un color del arco iris, en forma de rectángulo de dos por dos setenta metros.

-Cada grupo deberá realizar su propia bandera con estas telas rectangulares, hay una para cada equipo. En cada bandera podéis dibujar, escribir, coser, pegar… algo que sea verdaderamente importante y represente a vuestros países.

-Nosotros que representamos la bandera violeta sólo somos dos, en los otros equipos hay cuatro alumnos…-comentó Pepe un alumno español.

En ese momento, Cristian y Radu que parecían interesados ante las explicaciones de Washington, pero no habían querido participar en el juego, se acercaron a Isabel.

-¿Podemos participar?-Me parece estupendo, podéis uniros al equipo de la bandera violeta…

faltan dos, bueno es una sugerencia, si los cuatro os poneis de acuerdo.-Yo quiero dibujar algo que es muy importante para los ecuatorianos, en

Ecuador comemos todos los días, le llamamos mote*…-comentó Cristian a Isabel que le escuchaba con enorme interés, no daba crédito a lo que estaba viendo y oyendo, por primera vez Cristian se interesaba por una actividad.

-Es una gran idea.-Y yo quiero escribir el himno de Rumania, me lo sé de memoria, no

quiero que se me olvide. Además soy el único rumano de la clase y quiero que mi país esté representado.

-Genial, eh chicos, pido un fuerte aplauso para Radu y Cristian que se han animado a participar.

-Bien, bravo –gritaron todos a la vez dando saltos de alegría.-Mientras trabajáis os pondré música de Senegal, la compré el otro día

en el mercadillo de Vera. Por cierto podéis consultar los libros que queráis o meteros en Internet para sacar datos de vuestros países, después cada equipo deberá argumentar ante los demás porqué su bandera y territorio son los más importantes.

Todos los grupos trabajaban entusiasmados dando ideas –Isabel no parpadeaba, pensó que era la primera vez que todos los alumnos se interesaban por algo. Washington se acercó sigilosamente a Narcisa aprovechando que Isabel estaba haciendo fotografías desde diferentes ángulos, se había propuesto montar una exposición para prolongar el entusiasmo de los alumnos.

-Narcisa, creo que ha llegado el momento de que te conviertas en narradora y nos cuentes el relato sobre el arco iris.

-No me va a salir bien, no lo he ensayado…-Te va a salir bien, yo estoy a tu lado…es el momento apropiado.-Ya, pero no me atrevo...-Podrías intentarlo...tu madre estaría orgullosa.-Está bien. Lo haré.

Narcisa se dirigió al centro de la biblioteca, alzó la voz y dio las instrucciones a todos los equipos:

-Este será un gran relato colectivo en el que todos podemos participar. Yo seré la narradora y vosotros podéis intervenir cuando me acerque o señale vuestra bandera.

-Necesitamos cinco minutos para ensayar –sugirió Radu.-De acuerdo.

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La voz de Narcisa se transformó cuando comenzó el relato y los equipos eran todo oídos dispuestos a participar cuando llegase su turno:

“Cuentan que hace muchos años en el cantón de Saraguro encontraron una montaña con filones de oro y piedras preciosas. Los representantes de los países se reunieron con su bandera. Nada más llegar empezaron a discutir, pretendían demostrar que bandera era la mejor para dirigir la administración de la riqueza de la poderosa montaña.

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mote*. Maíz

Narcisa daba pasos muy cortos mientras que su cabeza se movía mirando a la derecha e izquierda contemplando las diferentes banderas; finalmente dio cuatro pasos al frente y se dirigió sigilosamente hacia la bandera roja que estaba situada junto al estante nº 30 de la CDU* de la biblioteca que representaba a las ciencias sociales.

-Nuestra bandera roja es la mejor –en ese momento intervino Ying Ying con voz serena y firme que transmitía una gran seguridad- representa a La Gran Muralla China que es la más grande del mundo, somos los primero productores de mangos en Senegal, tenemos los mejores cantaores de flamenco con la etnia gitana y hacemos la mejor sopa de remolacha roja en Ucrania. Esconderemos el oro en la Gran muralla que tiene unos sótanos secretos, qué sólo nosotros sabemos donde están, seremos unos excelentes administradores.

Todos escuchaban ensimismados en el más estricto silencio. Los pasos de Narcisa se dirigían ahora hacia el nº 03 de la CDU, que era la zona de los diccionarios y enciclopedias, entonces extendió su mano derecha realizando un semicírculo y con el dedo índice señaló la bandera naranja que parecía un mural.

-No, no podéis competir con nuestra bandera naranja –Intervino Mohamed elevando el tono de voz- Nosotros somos los representantes de España, Polonia, Marruecos y Cuba. Somos los primeros productores de naranjas del mundo, que son un alimento imprescindible para la salud, tenemos una gran poeta que fue Premio Novel en Polonia que se llama Winslawa Szymborska, su poesía nos eleva la moral para administrar mejor, tomamos el mejor té a la menta y cuscús en Marruecos y disfrutamos de las mejores playas del caribe en Varadero. Esconderemos el oro en el mar, allí estará más protegido.

Como si bailase un vals Narcisa dio dos vueltas sobre sí misma, extendió las manos en horizontal y se paró junto a la bandera violeta que cubría el nº 60 de la CDU que representa a la técnica, medicina y ciencias aplicadas.

-Siento deciros…-en ese momento intervino Cristian, colocándose en el centro de la biblioteca empuñando la bandera, con voz altiva- Que nuestra bandera violeta representa al maíz que se come en toda América Latina, Contamos con el himno de Bulgaria que es el más alegre de todos, tenemos el mejor equipo de fútbol ganador de la copa de Europa y el Monasterio de Rila en Bulgaria donde guardaríamos el oro y esmeraldas extraído de la montaña

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para que no puedan ser robados…estarían vigilados por los monjes las veinticuatro horas del día, no creo que haya mayor seguridad en ningún otro lugar del mundo.

La bandera azul resaltaba por su colorido, le habían puesto un marco dorado de seis centímetros de ancho que le hacía parecer la más elegante estaba situada en el nº50 que representaba a las ciencias. Esperaban impacientes la orden de Narcisa que no se hizo esperar.

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*CDU, clasificación decimal universal que se establece en las bibliotecas y se asigna un nº a cada uno de los saberes que existen desde el 0 al 9.

-Los representantes de la bandera azul hablaron pausadamente con gran solemnidad, todos a la vez, como si de un coro se tratase- Sin lugar a dudas nuestra bandera tiene más colorido que ninguna, representa los mercados del altiplano de Guatemala, Quezaltenango, Huehuetenango y Cichicastenango que tienen los mejores telares de Sudamérica, en Portugal fabricamos vino verde que es único en el mundo, la plaza Roja de Moscú nos pertenece y en Colombia no hay un lugar más seguro que la Iglesia de la Candelaria, situada en el centro de la ciudad de Medellín…

A continuación tomaron la palabra los representantes de la bandera verde, hablaron con mucho orgullo: Nuestra bandera cuenta con varios escudos muy poderosos, el de Brasil, Ecuador y el de Lituania, además los pozos de petróleo en Pakistán nos pertenecen y tenemos el río Amazonas en Brasil uno de los más grandes para navegar y pescar, ocultaremos la riqueza entre la maleza de la selva, así nadie podrá descubrirla.

Creemos que bromeáis, –por último, intervinieron los representantes de la bandera amarilla que estaban situados delante del estante nº 10 que representa la filosofía, dos hablaban en nombre de todos, los demás les acompañaban ondeando la bandera como el movimiento de las olas del mar- todos los campos de girasoles en Ucrania nos pertenecen, el museo del Ermitas de S. Petersburgo es nuestro y podríamos guardar los tesoros de la montaña en el Vaticano nadie sospecharía que se encuentran en Italia, la torre Eiffel con sus trescientos metros de altura nos serviría para ver cuando se aproximan los enemigos.

En ese momento la joven Narcisa repartió velas de colores entre los grupos les ordenó que las encendieran, después se dirigió a la sección de narrativa en el nº 80, que se encontraba en la parte más alta de la biblioteca. A paso ligero, subió dos escalones, alargó su mano derecha y cerró el interruptor de la luz. A pesar de la tenue luz de las velas se apreciaba que Iba vestida con un pantalón negro, unas sandalias de cuero marrón, llevaba una camisa de manga larga blanca. Se situó frente a sus compañeros, apoyó sus manos sobre la desgastada mesa de madera, miró al frente durante unos segundos, en su rostro se refleja una mezcla de entusiasmo y sobre todo pasión, entonces se produjo un silencio sepulcral, todos esperan impacientes con gran expectación el sonido de su voz melodiosa y armónica…y continuó la narración:

Los representantes de las banderas siguieron discutiendo durante horas no sabían que inventar con tal de ser los administradores de la riqueza. En ese momento empezó a soplar un viento enorme. –Narcisa con su boca y brazos

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imitaba el sonido del viento su,suuuuuu, suuuuuuuuuuuuuu, suuuuuuuuuuuuuuu, su,suuuuuu, suuuuuuuuuuuuuu, suuuuuuuuuuuuuuu, su,suuuuuu, suuuuuuuuuuuuuu, suuuuuuuuuuuuuuu, que se hacía cada vez más fuerte, desgarrador- Era un huracán que circulaba a una velocidad sobrecogedora superando los 1000 km/h, uno de los más mortíferos, destructivos y costosos que haya impactado al mundo en décadas y provocó miles de muertos. Los colores del cielo se iban apagando, sólo permanecían los tonos amarillos y rojos que se iban apoderando del lugar, los relámpagos eran tan continuados que convertían al cielo en un escenario fantasmagórico. Daba la impresión de que el cielo sería muy pronto un vaso de cristal partido en mil pedazos y no quedaría nadie con vida. El viento era tan fuerte que hizo desaparecer la montaña con sus filones de oro y piedras preciosas. Las siete banderas empezaron a tambalearse al igual que sus representantes que asustados gritaban: “se avecina el fin del mundo” “que va a ser de nosotros”. Todos sus sueños y ambiciones se venían abajo. Cuando se veían perdidos a lo lejos se oyó una voz que procedía de la montaña que se estaba hundiendo en el mar y decía –La voz de Narcisa se elevó a la máxima potencia.

“Estáis todos locos, solo queréis ambición y poder, aún estáis a tiempo, unid fuertemente vuestras manos y nadie podrá con vosotros, unid vuestras banderas –en ese momento todos los alumnos de la clase se cogieron de la mano y se apretaron fuertemente y colocaron las banderas en el centro del circulo- sólo así os podréis defender de los huracanes…repartid la riqueza.

Repetid conmigo tres veces –La voz de Narcisa se hizo más potente: “Repartiremos la riqueza a partes iguales entre cada una de las banderas””. Los alumnos repitieron con todas sus fuerzas tres veces las palabras de Narcisa. Después en un tono muy bajo volvieron a repetir las mismas palabras otras tres veces. Con gran serenidad en el centro del círculo, Narcisa miraba a los ojos de todos los participantes a la vez que daba vueltas sobre si misma, su voz era mágica...

Y cuentan en Saraguro que desde entonces todas las banderas se unieron en el cielo formando una bandera única y multicolor que dio vida al arco iris que ningún ser humano ha podido separar.

Finalmente todos los alumnos dejaron en libertad a los globos y, una lluvia de colores volaba sobre el cielo multicolor de Vera y en la arena de la playa alguien dibujó una puerta de color verde esperanza.

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