solidaridad con mary saenz pcd auditiva
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Asociación civil sin fines de lucro partida de registros públicos Nro. 1249241
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PRONUNCIAMIENTO.
La Federación Nacional de Mujeres con Discapacidad del Perú-FENAMUDIP en la más sincera
solidaridad con la señora Mary Sáenz de Cadenas, ciudadana, contribuyente, mujer con
discapacidad auditiva, expresamos nuestra inconmensurable indignación y la más enérgica
censura ante los hechos ocurridos en la oficina sucursal de la SUNAT ubicada en la av. benavides
del distrito de Miraflores Lima, por constituir estos un flagrante trato discriminatorio que con
inaudita impunidad escarneció la dignidad de mujer y de persona con discapacidad de la citada
señora.
En consecuencia, mediante el presente pronunciamiento, demandamos (sin que se afecte el curso
de los procedimientos ya iniciados), no solo las disculpas oficiales públicas del caso a la agraviada
sino la publicación de un documento oficial de posición institucional de la SUNAT reivindicativo del
respeto a la persona con discapacidad que deslinde con tan lamentable inconducta funcional.
Así mismo exigimos, la rápida ejecución de ejemplares y drásticas medidas correctivas para todos y
cuantos estuvieron involucrados y/o participaron haciéndose cómplices de tamaña impunidad, en
clara inobservancia de la normativa de mejoramiento de la atención al ciudadano, la atención o
tratamiento preferente, la ley general de la persona con discapacidad entre otras, y lo que es
todavía peor en franca oposición a la misión institucional de la Entidad Pública, considerando que
en general toda institución del aparato estatal ha sido creada para generar valor público, bienestar
para el ciudadano y en particular la SUNAT se sostiene con la contribución de las ciudadanas y
ciudadanos del país, razón por la que rechazamos categóricamente toda justificación encubridora
de tan deplorables comportamientos.
En este sentido, invitamos a sumar su fuerza y sus respectivos pronunciamientos a los entes de
rectoría o afines a la atención de la persona con discapacidad como son: CONADIS Perú, Ministerio
de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, OMAPED Miraflores, OREDIS lima, Defensoría del Pueblo.
Así como a nuestros entes gremiales: la Asociación de Sordos del Perú ASP y la CONFENADIP.
Lamentamos que pese a encontrarnos en el “DECENIO DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD”, y
que a lo largo de estos casi ocho años esta nominación ha presidido por obligatoriedad los
membretes institucionales, entidades estatales que han desempeñado roles relevantes en el
crecimiento e incidido en un saludable cambio de costumbres de los contribuyentes como la
SUNAT, demuestren tal ineficacia en la implementación del trato preferente y de una mínima
observancia de comportamientos inclusivos por parte de sus funcionarios con relación a las
personas con discapacidad y a las mujeres como corresponde de acuerdo a ley.
Acusamos que este es el resultado de los escasos esfuerzos para inculcar valores, evidente
desinterés por incluir contenidos trascendentes en frívolas programaciones institucionales de
parte de nuestras autoridades y el inadecuado uso de los canales de comunicación masiva para
divulgar la “CONVENCIÓN DE NACIONES UNIDAS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS
PERSONAS CON DISCAPACIDAD CDPD/ONU” así como de la normativa nacional existente por parte
de la sociedad civil.
Finalmente, con el ruego de su difusión a quien reciba el presente pronunciamiento, agradecemos
por anticipado este importante esfuerzo para detener los atropellos que se cometen contra las
personas con discapacidad en el día a día del país.
Reiteramos a Mary Sáenz, nuestra solidaridad, ¡fuerza hermana en la búsqueda de justicia,
equidad de género e igualdad de oportunidades, en la discapacidad estamos contigo
¡Si nosotras mismas no nos defendemos, nadie lo hará por nosotras!
Líneas abajo están los hechos referidos en primera persona. Lean ustedes y, sírvanse expresar su
indignación.
Saludos fraternos:
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SONIA MALCA SILVA
PRESIDENTE DE LA FENAMUDIP
Discriminación, abuso y maltrato en la Sunat (¿quién es el verdadero sordo?) . Escribe: Manuel
Cadenas Mujica (esposo de Mary Saenz)
Martes 8 de abril de 2014. Oficina de la Sunat de la avenida Benavides cuadra 44. Por enésima vez
en los últimos meses, mi esposa Mary Sáenz de Cadenas acude a esta entidad para recibir
información sobre una nueva amenaza de la institución recaudadora. No porque no queramos
pagar impuestos, sino porque nos corta toda posibilidad de hacerlo al embargar cuentas de
detracción y de ahorros por montos superiores a lo adeudado en el mismo momento en que el
cliente acaba de depositar el impuesto y el pago por nuestros servicios.
Ella espera tranquila a que le toque su turno. Le toca con la señorita de la cabina 7. Aparece su
número en la pantalla, va y se sienta frente a su escritorio. Deja el teléfono sobre él, como hacen
todos para que la mano descanse un momento, a la espera de su atención. Pero la señorita de la
cabina 7 no parece muy dispuesta a cumplir con su función de servidora pública. De inmediato, se
coloca a la defensiva.
pregunta - ¿Me va a grabar? —
respuesta - No, pero me gustaría, porque quisiera tener toda la información para luego pasarla a
mi contador porque ya he tenido problemas y soy sorda.
Hago un alto. A mi esposa no le gusta decirlo, pero esta vez se ve obligada a hacerlo público
debido a que quisiera ayudar de alguna manera a que nadie más en su condición sufra el mismo
maltrato: ella es hipoacúsica, casi sorda, debido a una otoesclerosis, extraña enfermedad que
afecta principalmente a personas de origen caucásico (la familia de su padre proviene de Europa
Oriental). Hace varios años que ha ido perdiendo la audición, pues se trata de una sordera
profunda a nivel nervioso que mejora ligeramente con el uso de audífonos y un poco mejor con
implantes cocleares. Igual, las personas hipoacúsicas deben aprender a leer los labios.
Se trata de una de las discapacidades menos comprendidas, pues la gente cree que hablándoles
más fuerte o gritándoles escucharán mejor, y no es así. Como combinan la lectura de labios con lo
poco que perciben de la voz de una persona, mientras más la conozcan, la “escucharán” mejor.
Pero las personas deben hablarle de frente, suave y claramente, para que ella “escuche”. Además,
al contrario de lo que se cree, el ruido las afecta terriblemente, pues crea en su oído interno un
tinnitus (zumbido de oídos) permanente, que a su vez les provoca jaquecas y migrañas. Por eso,
aman el silencio, los sonidos tenues. Nada de chillidos o sonidos muy graves.
Aunque en el camino ha perdido la posibilidad de disfrutar de una pasión que tenemos en común:
la música (ambos cantamos y tocamos instrumentos), nos entendemos mucho porque yo amo el
silencio y tranquilidad, ambos lo disfrutamos tremendamente.
Pero volvamos a la mañana de hoy. Una vez que escuchó a mi esposa responder de esa manera,
no preguntó por su condición ni le interesó saber de qué otra manera podía ayudarla; la señorita
de la cabina 7 se paró como un resorte y trajo consigo a Víctor Cerrillo, funcionario de Sunat a
cargo de la oficina de Benavides cuadra 44. Sujeto muy alto y de ceño fruncido, tampoco preguntó
por la condición de mi esposa. Vino a la mala.
“Señora, usted no puede grabar en esta oficina pública porque está prohibido”, y acto seguido,
con aires prepotentes y autoritarios, le despachó un discurso al respecto, sin dejarla hablar ni
explicar. Una vez que terminó su perorata, que mi pequeña esposa tuvo que escuchar
avergonzada en medio del público y algo amedrentada por el enorme sujeto, le tocó su turno.
“Está bien, señor ¿Cerrillo? No hay problema. Pero resulta que soy sorda y necesito tener la
información correcta y que no se me pase nada. Como no se puede grabar (no lo iba a hacer, pero
ya conocemos lo que sucedió), tráigame un intérprete de señas, por favor”.
Segunda vez que señalaba su discapacidad. ¿Acaso indagó, le interesó esa condición, tuvo el
menor gesto servicial como corresponde a un funcionario de la administración pública al que
pagamos el sueldo con nuestros tributos. No. Simplemente le indicó a la señorita de la cabina 7
que no atienda a mi esposa. “Que se vaya esta señora, no la atiendas, que se vaya”, le indicó, y se
dio media vuelta. Mi esposa lo interceptó.
- Oiga, señor, ¿no ha entendido que soy sorda? —increpó mi esposa a Cerrillo. Este la miró de pies
a cabeza—. Quiero un intérprete para poder comunicarme… y también un policía porque quiero
dejar sentada esta discriminación y maltrato, pues no me dan las facilidades de ley para acceder a
la información.
- ¿Sorda? ¿Ah sí? —desde su altura, se dibujó una mirada sarcástica, un gesto de burla, de sorna,
que a mi esposa avergonzó y humilló profundamente—. ¿Sorda? ¡Cómo va a ser sorda si me está
escuchando! —y acompañó su burla con otro gesto igualmente sarcástico.
- ¡Soy labiolectora, imbécil! —la desesperación se apoderó de mi esposa. Desde su diminuto metro
sesenta le salieron esas agallas que la caracterizan y que han hecho que su discapacidad no sea
obstáculo para ser lo emprendedora que es—. Soy labiolectora y soy sorda, ¿ves, ves? —
imprecaba mientras se levantaba el cabello para mostrar su audífono.
Mary me cuenta la humillación que sintió. “Me sentí desnuda, Manuel, como si me hubieran
desnudado en público. Me dio tanta vergüenza. No por el audífono sino porque, o sea, si soy coja,
¿tengo que bajarme el pantalón para que me crean? Me dio mucha vergüenza y mucha rabia. Por
eso, no me dio la gana de moverme”. Desde luego, no hubo ni intérprete de señas ni policía que
viniera en socorro de mi esposa. El que había en la puerta, se hacía el loco. Como dice ella, “no va
a morder la mano que le da de comer”. La benemérita…
Acto seguido, Mary puso su queja en el libro de reclamaciones. Luego, con la indignación
corriendo por su cabeza como un reguero de pólvora intentó acercarse a la oficina de Cerrillo (¿o
será Cerdillo?, con el perdón de los cerdos…), quería que se disculpe con ella. Pero Cerrillo es,
como dicen quienes lo han visto en acción en esa oficina, un energúmeno. Lejos de disculparse, lo
que hizo fue llamar a gritos, a voz en cuello en medio de la agencia, a dos agentes de seguridad
para que saquen a empellones a mi esposa de la oficina. El policía de la puerta solo atinó a guardar
silencio.
¿Por qué lo hacemos público? No solo porque mi esposa espera una disculpa pública y formal de
Sunat, sino porque quizás de este modo –seguimos siendo ilusos– esta institución pública
recapacite, se dé cuenta de una vez por todas que no puede seguir tratando a los ciudadanos
como si fuéramos súbditos, y mucho menos a quienes sufren de alguna discapacidad. Porque no
se trata de un caso aislado: este es apenas un botón de muestra de lo que constituye una actitud,
un modo de actuar, una filosofía cotidiana en el ente recaudador. Sino, que lo digan los millones
de usuarios hostilizados por teléfono y por todos los medios posibles como si fueran delincuentes.
Ya basta. Ya basta, carajo