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Segunda batalla de Alihuatá La segunda batalla de Alihuatá se produjo durante la Guerra del Chaco , entre Bolivia y el Paraguay, desde fines de octubre hasta los primeros días de diciembre de 1933 y forma parte de la Segunda Ofensiva paraguaya cuyo objetivo era la aniquilación de las fuerzas enemigas localizadas en el sector Norte (Zenteno-Alihuatá) defendido por la 9.ª División boliviana al mando del coronel Carlos Banzer. Antecedentes El 3 de octubre, el presidente paraguayo Eusebio Ayala visitó Isla Poí para ascender a José Félix Estigarribia a Brigadier General por el triunfo en la batalla de Campo Grande . Estigarribia le manifestó que había llegado el momento de un cambio en la estrategia: Había constatado que los mismos regimientos bolivianos que combatieron en Nanawa, Gondra y Campo Grande estaban agotados, física y moralmente. 1 También había mermado la temida superioridad numérica y de medios del ejército boliviano. La ofensiva del ejército boliviano había sido detenida y las últimas batallas de Campo Grande y Pozo Favorito permitían pasar de la ‘’defensa activa’’ a la ofensiva. Considerando estos argumentos, el presidente Ayala dio su autorización para el cambio de estrategia comprometiéndose a enviar todos los recursos que el Paraguay pudiera disponer para esta nueva fase de la guerra. En el lado boliviano, el mayor Oscar Moscoso expuso al general Kundt el temor de los oficiales por la suerte del ejército boliviano debido al cansancio, desmoralización y falta de soldados luego de los combates de julio a septiembre. Propuso una retirada estratégica a la línea Magariños-Platanillos para que las tropas se repusieran y mientras tanto concentrar allí una fuerza de 80 mil hombres bien armados. Al sugerirle este movimiento, comprendí que toqué el orgullo, la pasión del general por los puntos geográficos, pues dio un grito, y, me dijo que cómo era posible pensar en un repliegue que significaba abandonar tantos fortines. Le

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Segunda batalla de Alihuatá

La segunda batalla de Alihuatá se produjo durante la Guerra del Chaco, entre Bolivia

y el Paraguay, desde fines de octubre hasta los primeros días de diciembre de 1933 y

forma parte de la Segunda Ofensiva paraguaya cuyo objetivo era la aniquilación de las

fuerzas enemigas localizadas en el sector Norte (Zenteno-Alihuatá) defendido por la

9.ª División boliviana al mando del coronel Carlos Banzer.

Antecedentes

El 3 de octubre, el presidente paraguayo Eusebio Ayala visitó Isla Poí para ascender

a José Félix Estigarribia a Brigadier General por el triunfo en la batalla de Campo

Grande. Estigarribia le manifestó que había llegado el momento de un cambio en la

estrategia: Había constatado que los mismos regimientos bolivianos que combatieron en

Nanawa, Gondra y Campo Grande estaban agotados, física y moralmente.1 También

había mermado la temida superioridad numérica y de medios del ejército boliviano. La

ofensiva del ejército boliviano había sido detenida y las últimas batallas de Campo

Grande y Pozo Favorito permitían pasar de la ‘’defensa activa’’ a la ofensiva.

Considerando estos argumentos, el presidente Ayala dio su autorización para el cambio

de estrategia comprometiéndose a enviar todos los recursos que el Paraguay pudiera

disponer para esta nueva fase de la guerra.

En el lado boliviano, el mayor Oscar Moscoso expuso al general Kundt el temor de los

oficiales por la suerte del ejército boliviano debido al cansancio, desmoralización y falta

de soldados luego de los combates de julio a septiembre. Propuso una retirada

estratégica a la línea Magariños-Platanillos para que las tropas se repusieran y mientras

tanto concentrar allí una fuerza de 80 mil hombres bien armados.

“Al sugerirle este movimiento, comprendí que toqué el orgullo, la pasión del general

por los puntos geográficos, pues dio un grito, y, me dijo que cómo era posible pensar en

un repliegue que significaba abandonar tantos fortines. Le respondí tranquilamente que

sería peor abandonarlos dejando allí prisioneros y material”.

Sugerencia de Moscoso a Kundt (Antezana Villagrán, 1982, p. 175 vol. 2)

Kundt también dijo que Bolivia carecía de los recursos para constituir una fuerza tan

grande y que estaba preocupado por el aumento de soldados bolivianos que se auto-

herían y si bien quiso motivarlos con permisos para visitar a sus familias tuvo que

suspender esa medida porque sólo un tercio retornaba al frente. Además, con la

movilización de las clases 1934, 1921 y 1922, sólo podría contar con unos 8000

hombres más.2 Aprovechando la visita de Kundt en La Paz, el coronel Toro envió al

señor Roberto Bilbao La Vieja a visitar las grandes unidades para recopilar

informaciones desfavorables sobre Kundt con el objeto de proponer su remoción ya que

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algunos oficiales declaraban que no pensaban seguir obedeciendo sus órdenes. Cuando

Kundt volvió dio licencia a Toro para que viajara al interior del país, sacándoselo de

encima.3

El plan

Teniendo en mente la vuelta a la ofensiva cuyo objetivo central no era ocupar el terreno

empujando al enemigo mediante ataques frontales sino destruir su capacidad operativa

aislándolo de su base, la orden de Estigarribia, fechada el 20 de octubre, determinó:

En la región de Zenteno (Alihuatá): Obligar a la línea de vigilancia del enemigo a

replegarse sobre sus posiciones principales; logrado este objetivo interceptar el

camino que partiendo de Alihuatá Viejo conduce a Puesto Sosa y a Saavedra. Al

mismo tiempo, esforzarse por interceptar el camino que partiendo de Zenteno

conduce a Saavedra, con el fin de cercar el grupo de tropas que opera en el sector

Zenteno e intentar su destrucción.1

En el sector Nanawa: Despejar el camino Nanawa-Pirizal, obligando al enemigo a

rectificar su dispositivo para descongestionar la presión que ejerce desde el norte

sobre el fortín Nanawa e intentar seguidamente la destrucción de las tropas

enemigas que accionan en Pirizal.

Estigarribia adelantó su puesto de mando al fortín Falcón (Rojas Silva), a no más de

20 km del frente, donde inició la concentración de una División de Reserva con nuevos

contingentes llegados de Asunción y tropas extraídas de Nanawa, Toledo, Fernández, y

aún de Bahía Negra y Fuerte Olimpo (Alto Paraguay, al norte del país). Se constituyó

así una fuerza de 4 divisiones (Div.6,7,8 y Div. Rva.) apoyadas por dos grupos de

artillería (GA-1,GA-3) frente a la 9.ª División boliviana y sus refuerzos.

En esta ofensiva se empeñaría la casi totalidad de los 27 000 combatientes con que

contaba todo el ejército paraguayo en ese momento.

Cambio de estrategia paraguaya

El 23 de octubre de 1933, veinte días después de la reunión Ayala-Estigarribia, lo que

demuestra la rapidez en la preparación, las fuerzas paraguayas comenzaron las primeras

operaciones de sondeo en tres sectores de la 9ª División:

Los regimientos 10, 12 y 40 paraguayos atacaron por los flancos al RI-27 que

custodiaba el camino que une Arce con Alihuatá.

Más al este, a 5 km, el RI-16 atacó al RI-6 boliviano; y

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A 8 km de ese lugar, en dirección a Charcas, el regimiento de zapadores 2 y el RC-1

de la 8.ª División atacaron al RI-50 y secciones del RI-3 bolivianos.

Esta primera fase fue interpretada erróneamente por el comando boliviano. Se olvidaron

las propuestas de retirada hacia una zona más favorable (Campo Jordan o Ballivián) y

del estado material y moral en que se encontraban los distintos regimientos.

“Y hay que añadir que los sucesos del frente iban confirmando en esos días de

optimismo de los meros informes. Desde el 28 de octubre al 10 de noviembre los

continuos ataques paraguayos fueron rechazados invariablemente por las tropas de la

novena división […] Allí se vivía en una verdadera embriaguez de heroísmo, y se

confiaba ciegamente en mantener indefinidamente una posición victoriosa. El

comandante de la división, coronel Carlos Banzer, hizo transmitir […] un telegrama a

Salamanca que decía: Novena División reafirma su voluntad de vencer y presenta por

nuestro intermedio sus respetos a Vuestra Excelencia”.

(Alvéstegui, 1970, p. 295, vol. 4)

Luego de estos ataques de empuje y aferramiento, que recibieron una fuerte respuesta de

las fuerzas bolivianas, y siguiendo el plan de operaciones, se comenzó a envolver el ala

izquierda de la 9.ª División para salir a su retaguardia en dirección a Charata. Al mismo

tiempo se presionó en todos los restantes frentes (Gondra-Nanawa) para amarrar al resto

de las tropas bolivianas en sus posiciones y confundir a Kundt sobre las propias

intenciones y la dirección principal del ataque. El 12 de noviembre, el comando

paraguayo lanzó un fuerte ataque distractivo sobre Nanawa y Bullo. El regimiento

‘’Curupayty‘’ logró copar al regimiento ‘’Castrillo‘’ y tomar prisioneros a 428  de sus

integrantes, entre jefes, oficiales y tropa.

Sin darse cuenta del cambio de estrategia y de la magnitud de la operación adversaria en

el norte, el general Kundt sacó fuerzas de la 4.ª División ubicada en Gondra y de la

7.ª División ubicada en Nanawa con el objeto de sostener la progresiva prolongación del

ala izquierda de la 9.ª División. Pero la superioridad de las fuerzas paraguayas era

demasiado grande por lo que el envolvimiento continuó avanzando inconteniblemente,

sobrepasando a cada nuevo regimiento boliviano que aparecía en su frente.

De esta manera, la 9.ª División boliviana, que durante las acciones de julio (1933) frente

a Gondra se había reducido a dos regimientos y una compañía, desde la batalla de

Campo Grande había vuelto a crecer, recibiendo en su línea el refuerzo de 9 

regimientos muchos de las cuales salieron de la 4.ª  y 7.ª División.

Las dificultades para abastecer a todas las fuerzas paraguayas en pleno verano

retardaron los movimientos en ciertos sectores pese a que antes de iniciar la operación

se habían perforado más de veinte pozos para proveer de agua a tantos soldados. Esta

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demora hubiera permitido, quizás, salvar a la 9.ª División ordenando su retirada

nuevamente a "Kilómetro 7", un lugar favorable para establecer una buena defensa.

Pero el gobierno boliviano temía que el abandono del fortín Alihuatá repercutiría

peligrosamente en la moral del país y el general Kundt subestimaba la capacidad del

ejército paraguayo para maniobrar ofensivamente con tantos hombres en pleno verano

por lo que sostenía que el envolvimiento enemigo por el flanco izquierdo se detendría

de un momento a otro por problemas logísticos. Kundt confiaba además que moviendo

económicamente sus fuerzas por líneas interiores podía frenar el amplio y complicado

envolvimiento paraguayo.4 Los partes diarios de la aviación boliviana detectaban

siempre lo mismo: idas y venidas de camiones enemigos, único indicio del movimiento

de las fuerzas paraguayas en los montes.

El coronel Carlos Banzer, viendo el permanente deterioro de su situación, siguió

pidiendo refuerzos. Ante tanta insistencia, el 28 de noviembre, Kundt viajó desde su

lejano puesto en Muñoz, a más de 100 km, a Alihuatá, a reiterarle la orden de mantener

dicho fortín, prometiendo realizar a la brevedad un ataque desde Puesto Moreno, por la

espalda de la entrante paraguaya, para dispersarla. Ese mismo día, el general

Estigarribia llegó a Arce, sede del comando del coronel Ayala, jefe del Primer Cuerpo,

para instarle a que inicie las operaciones de cerco de forma inmediata.

La caída de Alihuatá

El 3 de diciembre, Estigarribia decidió asumir personalmente la conducción táctica de

toda la operación sustituyendo a Ayala por su falta de iniciativa y ordenó al coronel José

A. Ortiz, a cargo de la maniobra, que cerrara el camino Alihuatá-Saavedra. El día 4, la

vanguardia paraguaya que guiaba el explorador Manuel Irala Fernández (alias ‘’Yacaré

Valija‘’), salió al pajonal de ‘’Campo 31‘’, sobre el camino Alihuatá-Saavedra. Ese

mismo día, en medio de una lluvia torrencial, la 7.ª División paraguaya reforzada con

los regimientos RI-1, RI-2 y RC-5 (unos 3300 hombres) penetró en la retaguardia de la

9.ª División boliviana. El RI-41 "Colorados" boliviano trató de contener ese avance a la

altura del "km 31", pero fue arrollado.5 El 4 de diciembre el mayor Sinforiano Bilbao

Rioja, sacado apresuradamente del sector Gondra, recibió la misión de enviar un

batallón del RI-34 para despejar el camino a la altura del "km 31" pero, por su escasa

importancia, esta unidad no tuvo ninguna posibilidad de realizarlo.

El día 6 de diciembre, una pequeña unidad de 200 soldados paraguayos cortó el mismo

camino a la altura del "km 22". Tanto Kundt, desde el sur, como Banzer desde el norte,

enviaron fuerzas para eliminar ese bloqueo que se mantuvo con gran tenacidad:

"Es una de las situaciones típicas de la campaña. Una fracción enemiga no muy

numerosa y sin medios de transporte se incrusta en el dispositivo de nuestras unidades.

Se encuentra entre dos fuegos. Desde el norte recibe fuego de las fracciones que la

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Novena ha organizado al sur del fortín. Desde el sur es batida por la fracción del

teniente Vaca Roca, compuesta de más de 100 hombres. Además, esa misma fracción

enemiga esta batida por la Batería Seleme. Y sin embargo, se mantiene en sus

posiciones. En forma análoga los paraguayos han cortado seguramente todas las

picadas. Hay que reconocer [que el enemigo ha llevado a cabo esta acción] con mucha

audacia y resolución."

General Hans Kundt (Brockmann, 2007, p. 335)

La incredulidad sobre estas operaciones paraguayas se extendió al teniente coronel

González Quint, jefe de la 4.ª División, que no quiso creer que el camino estuviera

cortado a esa altura pese al informe de un chofer que había logrado salvarse de una

emboscada enemiga en ese punto.6

Banzer transmitió a Kundt un mensaje desesperado diciéndole que todos los hombres

de su comando estaban en la línea, incluso los zapadores que no tenían entrenamiento

de combate, a los cuales se les había dado una breve instrucción de cómo sostener un

fusil. Clasificó su situación como de “muy grave”.

Historiador norteamericano Bruce Farcau   (1996 , p. 153)

Un escuadrón del regimiento ‘’Lanza‘’ investigó en qué situación estaba el camino más

largo, el que va de Alihuatá hacia Pozo Negro-Saavedra. A las dos horas, en la noche

del 6 de diciembre, el subteniente Jaime Urriolagoitia informó que había chocado con

fuerzas enemigas. Esto significaba que la 9.ª División, que en esos momentos contaba

con más de 7000 hombres distribuidos en 8  regimientos, tenía sus dos principales

caminos de repliegue en poder del enemigo.

"Banzer comunicó a Kundt esta circunstancia, solicitando que si se pensaba salvar a la

9.ª División se le autorizara a retroceder a lo largo del único camino que todavía

estaba abierto: Pozo Encanto-Pozo Esperanza, y ocupar Campo 31. Kundt simplemente

le respondió que “procediera de acuerdo a las circunstancias”.

Bruce Farcau   (1996 , p. 153)

Una alternativa hubiera sido lanzar a la 9.ª División contra una o las dos rutas

interceptadas lo que hubiera significado tener que atacar, en malas condiciones, a un

enemigo que precisamente estaba esperando esa acción. Banzer evaluó esa posibilidad y

decidió que era mejor replegar sus tropas por un tercer camino que había terminado de

abrirse tres días antes y que se dirigía a la retaguardia del sector donde se hallaba

desplegada la 4.ª División frente a Gondra.

Ataque sorpresivo del coronel Rafael Franco en el sector Gondra

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Lo que Banzer no pudo prever fue que, casi simultáneamente, a las 04:35 del día 7, el

frente de la 4.ª División colapsó por un sorpresivo ataque nocturno que, sin preparación

previa de la artillería y por propia iniciativa, realizó el teniente coronel Franco de la

1.ª División paraguaya. Esta acción abrió una brecha de 1200 metros en el sector

defendido por el teniente coronel Pareja por donde se infiltró la división paraguaya.

"El regimiento del teniente coronel Pareja, que sufrió todo el peso de la frenética y

pujante acometida, apenas si quedó con 200 hombres hábiles para reorganizar su

desbaratada línea; y esta tarea era materialmente imposible realizarla “a caballo” sobre

el camino Gondra-Campo Vía, desde cuando hubiera equivalido a la pérdida total de la

unidad que habría sido destruida por la avalancha paraguaya de dos mil quinientos

hombres, que avanzaron con una consigna irreductible en pos del objetivo estratégico

prefijado. Además, no hay que olvidar en este respecto la segunda columna que se

movió más al Sur de la anterior y fuerte de 2000 hombres [...]"

Ex-combatiente e historiador al servicio de Bolivia Aquiles Vergara Vicuña   (1944 , p. 75

vol. 5)

Este ataque tomó por sorpresa no sólo al coronel boliviano González Quint, de la

4.ª División, sino también a Estigarribia que pidió varias veces la confirmación de que

el Franco había logrado infiltrarse y estaba cerrando de esa manera las vías de escape de

las dos divisiones bolivianas buscando unirse por el sur con el envolvimiento que el

coronel Ortiz estaba realizando desde el noroeste. El general Estigarribia comentó años

después:

"En la batalla de Alihuatá, el enemigo actuó de una manera enteramente diferente de la

que esperábamos y perjudicó su situación en ventaja nuestra. No fue necesario dividir

la operación en dos etapas, ya que con una pudimos obtener el mismo resultado".

Estigarribia (Querejazu Calvo, 1990, p. 93)

Desorientado por el curso de los acontecimiento, Kundt estimó que el grueso del

ejército paraguayo que avanzaba por la izquierda de la 9.ª División realizaría una

persecución paralela a la retirada de ambas divisiones con dirección hacia Muñoz por lo

que ordenó reforzar Saavedra retirando tropas desde Nanawa. Los informes, muchas

veces confusos, sobre los movimientos del enemigo se iban reduciendo prácticamente a

los partes diarios de la aviación que sólo podía detectar a los camiones enemigos que se

movían de un lado al otro por los caminos.

Retirada hacia Campo Vía

Banzer acusó a Kundt de haberle ordenado que ‘’procediera de acuerdo a la situación’’

sin prevenirle que el frente de la 4.ª División había sido roto y que la maniobra de ayuda

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del destacamento Brandt, enviado desde Puesto Sosa para frenar a una división

reforzada, consitía en una insignificante unidad compuesta por 300 reclutas en proceso

de instrucción que nunca habían combatido ni tenían experiencia en el monte

chaqueño.7 Las instalaciones del fortín Alihuatá fueron incendiadas. El gobierno

boliviano prohibió la difusión de la noticia que llegó al pueblo boliviano a través de las

radioemisoras argentinas y paraguayas.

La 9.ª  y la 4.ª División retrocedieron penosamente hacia Campo Vía, una zona

particularmente inhóspita, a mitad de camino entre Gondra y "Kilómetro 21", bajo el

permanente acoso de un enemigo que salía de todas partes, hasta quedar finalmente

detenidas por los dos brazos del cerco paraguayo. La consecuencia más importante de

esta retirada fue la ruptura en el abastecimiento de agua que comenzaron a sufrir ambas

divisiones.8 Algunas pequeñas unidades bolivianas lograron huir antes de que el cerco

se cerrara completamente; lo hicieron con gran sacrificio y muchas bajas. Sin ninguna

posibilidad de abrirse paso y ante la pasividad de Peñaranda que supuestamente venía a

auxiliarlos desde el exterior, con el grueso de sus fuerzas agotadas por tantos días de

combates, arrastrando heridos sin poder atenderlos por falta de medicamentos y ante el

peligro acuciante de que miles de soldados murieran de sed bajo un sol abrasador, los

coroneles Banzer y González Quint se encontraron en Campo Vía.

Notas

1. ↑ a b Querejazu Calvo, 1981, p. 235.

2. ↑  Querejazu Calvo, 1981, p. 234.

3. ↑  Querejazu Calvo, 1981, p. 230.

4. ↑  Farcau, 1996, p. 149.

5. ↑  Farcau, 1996, p. 153.

6. ↑  Brockmann, 2007, p. 335.

7. ↑  Antezana Villagrán, 1982, p. 238 vol. 2.

8. ↑  Ayala Moreira, 1959, p. 329.