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1 INTRODUCCION A LA SABIDURIA DE ORIENTE JORGE A. LIVRAGA RIZZI Vosotros habéis oído hablar del Hombre que recorre los caminos del Tiempo, pero yo os digo que aunque sea por un breve instante, contempléis la posibilidad de que el Hombre, en su ultérrimo sentido, permanezca inmóvil, y sea el Tiempo un continuo devenir que, rodando bajo sus pies, le de la ilusión de la sucesión de los momentos. Según esta teoría, las apariencias de las civilizaciones y de los individuos serían tan sólo formas en la arena que arrastran las aguas de la vida, bajo los pies del Hombre Interior. La realización sería, entonces, un problema selectivo de conciencia y no una simple acumulación de experiencias corporales o psicológicas, pues, el afirmar dogmáticamente que el Hombre Interno evoluciona o cambia según la marcha de los cuerpos, equivaldría a conocer la génesis de los números a partir de cero. Este y mil problemas más atenazan la mente del legítimo buscador de la Verdad, lo exprese para los otros o para sí mismo. Pero existe un tercer tipo de hombre que no confiesa sus dudas y ni siquiera tiene definida conciencia de las mismas; es el que está dormido, aletargado profundamente en el mullido y engañoso lecho de las percepciones exteriores. Para él no está hecho este libro, pues cree que sabe y no le importa confirmarlo racionalmente. Dejémosle así, en su conciencia de la no-cosa, atado a los fantasmas grises o dorados de sus fantasías, y no le perturbemos con una Filosofía que, estando construida de Fuego, hace saltar en nubes las tranquilas aguas de la inercia. Para los buscadores, para aquellos que son capaces, aunque sea sólo por un minuto, de razonar sobre los problemas del Ser y del Existir, desapegados de los refugios mentales de posiciones

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La sabiruria ancestral

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INTRODUCCION

A LA SABIDURIA

DE ORIENTE

JORGE A. LIVRAGA RIZZI

Vosotros habéis oído hablar del Hombre que recorre los caminos del Tiempo, pero yo os digo que aunque sea por un breve instante, contempléis la posibilidad de que el Hombre, en su ultérrimo sentido, permanezca inmóvil, y sea el Tiempo un continuo devenir que, rodando bajo sus pies, le de la ilusión de la sucesión de los momentos.

Según esta teoría, las apariencias de las civilizaciones y de los individuos serían tan sólo formas en la arena que arrastran las aguas de la vida, bajo los pies del Hombre Interior.

La realización sería, entonces, un problema selectivo de conciencia y no una simple acumulación de experiencias corporales o psicológicas, pues, el afirmar dogmáticamente que el Hombre Interno evoluciona o cambia según la marcha de los cuerpos, equivaldría a conocer la génesis de los números a partir de cero.

Este y mil problemas más atenazan la mente del legítimo buscador de la Verdad, lo exprese para los otros o para sí mismo. Pero existe un tercer tipo de hombre que no confiesa sus dudas y ni siquiera tiene definida conciencia de las mismas; es el que está dormido, aletargado profundamente en el mullido y engañoso lecho de las percepciones exteriores. Para él no está hecho este libro, pues cree que sabe y no le importa confirmarlo racionalmente. Dejémosle así, en su conciencia de la no-cosa, atado a los fantasmas grises o dorados de sus fantasías, y no le perturbemos con una Filosofía que, estando construida de Fuego, hace saltar en nubes las tranquilas aguas de la inercia.

Para los buscadores, para aquellos que son capaces, aunque sea sólo por un minuto, de razonar sobre los problemas del Ser y del Existir, desapegados de los refugios mentales de posiciones

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preestablecidas que hasta ahora los cobijaron, estas pobres palabras serán como deformes huellas que, a pesar de todo, darán la dirección, el sentido de un nuevo sendero de investigación y de vivencia.

Para los ya habituados al Eclecticismo —o como queráis llamarle— el curso siguiente será una saludable gimnasia mental, ordenadora de muchos conocimientos dispersos.

La singular manera en que está confeccionado este manual, lo hace útil para seguir la pauta de estudios y también como libro de consulta para los temas más fundamentales que, en la ciclópea obra, síntesis de todo Conocimiento Esotérico, la «.Doctrina Secreta» de H.P.B., aparecen recubiertos de magnificentes detalles, que pueden confundir al estudiante poco avezado.

J.A.L.

TEMA I

EL ENIGMA DE DIOS

Generalmente la opinión divide a los hombres en «creyentes» y «ateos» y las

gentes, a semejanza de grandes máquinas de hierro, se deslizan por esos railes sin poder elegir otra dirección que la marcada por las anteriores generaciones. Mas, en verdad, decimos que esos son dos términos genéricos, sin real significado, pues no existen en la Humanidad ni «creyentes» ni «ateos».

Si un hombre fuese un real creyente de cualquiera de las religiones, el cumplimiento estricto de las normas morales de los Maestros Fundadores, sean éstos Lao Tsé, Jesucristo, Gautama Budha o Mahoma, lo elevaría de la categoría humana y, por tanto, dejaría de pertenecer a ella. Si ateo, las aparentes injusticias de la vida, le harían perecer al menor de esos impactos pues, sin esperanza alguna de una compensación o explicación superior, su aparato psíquico se derrumbaría ante el peso de las más negras ideas. Lo cierto es que todos tenemos una evidencia interna de la existencia de una Causa Primera, Uno sin Segundo o Absoluto, con el que, por sus atributos totales, se relaciona la conciencia de tantas formas como pensadores hay.

Tiene razón el que se dice creyente y sigue lo mejor que puede una serie de normas prefijadas por otros, pues él sería incapaz de elaborarlas mejores y necesita de la amenaza y protección externa para su infantil grado de evolución. No le falta tampoco al señalado como ateo, pues se habla tanto de la Divinidad, cada cual adaptando sus imaginarios designios a los intereses creados en determinados grupos sociales en detrimento de los otros, que dicho

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concepto de lo Divino repugna a los espíritus nobles y caen en un extremo de negación que no es precisamente de ese «Algo», Causa sin Causa, sino del fantoche ridículo con el que se le pretende identificar.

Esa evidencia interior, ese desconocido pero imprescindible Origen, no como Comienzo, sino como Esencia, puede también llamarse Dios.

LA FILOSOFÍA NATURAL O ESOTÉRICA

Últimamente el concepto de Filosofía se ha degenerado de tal manera, que ese término suele involucrar tan sólo una forma de juego racional, sobre bases convencionales, completamente desligado de la Naturaleza y de la Lógica en su sentido estricto. Se especula y se bucea en un mundo de imágenes comunes que atan y desatan cuerdas mentales que para nada sirven ni de nada traccionan, de tal suerte que el filósofo actual, cual pescador burlado, sólo extrae el sedal que él mismo arrojó al mar de las ideas fundamentales, sin presas ni frutos de su esfuerzo.

Pero la verdadera Filosofía o Amor al Conocimiento, es Sabiduría y no puja de valores colectivos o individuales. Es una divina armonía de medios que nacen en la música de la Naturaleza, entendiéndose por ella al Todo en Acción, o sea, la Vida-Una. Tal sería la Filosofía Interna o Esotérica, la Filosofía de las Causas, que es síntesis divinizada de toda religión, ciencia y arte, no quedándole nada excluido, porque es total.

El día en que dejen de luchar torpemente las fracciones, brillará la Unidad que las involucra y esa Unidad es Filosofía, y el hombre que tiene el sentido de la Unidad o Síntesis, es Filósofo.

LOS TRES PRINCIPIOS DE UNA FILOSOFÍA NATURAL O ESOTÉRICA

Estos tres Principios Fundamentales que la basamentan, son la estructura de todo este Manual.

1° FORMAR UN NÚCLEO DE FRATERNIDAD UNIVERSAL DE LA HUMANIDAD SIN DISTINCIÓN DE RAZA, CONDICIÓN SOCIAL, CREDO, SEXO, NACIONALI-DAD NI COLOR.

2° FOMENTAR EL ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS RELIGIONES, CIENCIAS, FI-LOSOFÍAS Y ARTES.

3° INVESTIGAR LAS LEYES INEXPLICADAS DE LA NATURALEZA Y LOS PODE-RES LATENTES EN EL HOMBRE.

El primero expone la existencia de la Fraternidad Universal y la necesidad de que todos los hombres tengan conciencia de ella, desde su misma cuna. Es bueno señalar que tal actitud llevada a la acción, imposibilitaría los feroces separativismos que brutalizan a la Humanidad y por ende, frenaría en su origen toda guerra o acto de violencia.

El segundo Principio nos propone un eclecticismo racional que, de ser generalizado, permitiría observar todo desde todos sus ángulos y no desde el particular de cada secta religiosa, filosófica, artística o científica.

El tercero, corona final de los otros dos, nos recuerda la necesidad de conocernos a nosotros mismos ya toda la naturaleza de que somos parte. Conocernos sin prejuicios, sin oposiciones particulares almenadas de orgullo y vanidad, baluartes de la ignorancia y de los sufrimientos. Este Principio es el que mata la superstición y nos lleva al Recto Conocimiento.

CONSTITUCIÓN SEPTENARIA DEL HOMBRE

Hay algo que es evidente para todo estudiante: su cuerpo físico; pero, ¿es este cuerpo forma o materia, o ambas cosas? Si vosotros tenéis una barra de tiza y la moléis en un mortero, obtendréis polvo de tiza; ha desaparecido la forma, o sea, la barra, pero sigue existiendo la substancia a la que llamáis tiza. De tal suerte, toda cosa tiene en sí dos factores primordiales: su substancia y la forma que ordena las partículas o moléculas de esa substancia. Así, vuestro cuerpo está constituido de substancias moldeadas por una forma que les da organización, tal cual el huso magnético da orientación a las limaduras del hierro, siendo éstas simples evidencias concretas de la estructura electrónica o forma

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que pre-existe o Subsiste al aporte o reiteración de la limadura. Del mismo modo, nuestro cuerpo físico está constituido de elementos tangibles y de una forma electrónica o etérica que lo estructura, y por ello lo llamamos cuerpo Etero-Físico. Pero, ¿tan sólo existe en el hombre cuerpo Etero-Físico? Si fuese así, ¿qué diferencia existiría entre una mano perfectamente momificada y otra perteneciente a un cuerpo vivo? Es evidente que la hay, y esa diferencia se traduce en calor, corrientes eléctricas, coloración, tono muscular, etc. A la causa intrínseca de esas manifestaciones podemos llamarle Vida, o sea, el segundo cuerpo a partir del Etero-Físico sería el Vital, Energético o Pránico, tal como lo llama «Doctrina Secreta».

El estudiante tiene entonces su Etero-Físico en común con las rocas, etc. y su cuerpo Pránico con los vegetales, pues éstos, además de Etero-Físico, tienen un proceso vital evidente a través de su crecimiento y reproducción. Pero eso no es todo, porque en el transcurso de un mismo día un hombre material y vivo, acelera sus procesos biológicos o los retarda como resultante de ciertos factores invisibles, externos a esos dos vehículos, como ser el miedo, la ira o el amor. Esa sería su psiquis, o mejor dicho, su cuerpo psíquico o emocional, que en nuestros libros toma el nombre de Cuerpo Astral. Es el que tenemos en común con los animales superiores, además, evidentemente, del Etero-Físico y del Pránico.

No es eso todo, pues el hombre medio cuida y lava su Etero-Físico, alimenta su Pránico y controla, dentro de lo que le es posible, su Astral, disimulado o evidenciado en sus acciones. «Eso» que está detrás o por encima de ellos, es el cuerpo Mental-Concreto, o sea, su Mente o conjunto organizado de ideas formales, que tienen relación directa consigo mismo. Esas ideas están siempre más o menos bañadas de deseo: deseo de sobresalir, de poseer riquezas, buscar goces o atenciones de parte de los otros. Por todo ello, en Oriente, se le llama Kama-Manas, literalmente Deseo-Mente, o más explícitamente, Mente de Deseos. Es también nombrado «Yo Inferior» por ser la raíz de la conciencia que nos identifica con los cuerpos inferiores. Este cuerpo Kama-Manas no lo tiene el hombre en común con ningún otro ser conocido de este

planeta, siendo, aunque no fuese más que por esto, netamente superior y más evolucionado que los animales, pues la coordinación armónica de todas sus percepciones, le permite trabajar en «lo invisible», en el mundo de las cosas que no se ven, como ser los sentimientos, las ideas, los temores y los deseos.

ASTRAL ASTRAL

PERSONALIDAD

PRANICO ETERO-FÍSICO

Estos cuatro vehículos o cuerpos son llamados en la Doctrina Secreta,

Cuaternario Inferior o Personalidad, pues forman un individuo psicosomático integral, con una biosis de área cerrada y propia economía. Se nos enseña que todo este Cuaternario es mortal, pues está sujeto al tiempo y por ende, al desgaste que sufre todo lo formalmente manifestado. Pero más allá del mismo existe, como podemos comprobar casi a diario, un mundo de ideas inegoístas, no contaminadas de miedo ni deseo, una parte superior de la Mente, desapegada completamente de los pequeños problemas de la vida mundana y a la que llamamos Manas, Mente Pura, Mente Espiritual o Yo. Es la Mente filosófica que sólo poseen los hombres más o menos evolucionados, aquellos que tienen cierta vida interior y alimentan ideales nobles.

No acaba aquí la serie de cuerpos, pues es sabido que existen y existieron hombres que tenían el don de leer el porvenir, comprender escritos hechos en lenguas desconocidas, presentir una catástrofe en determinada parte de la tierra, etc. A esta facultad que, adormecida, subyace en todo hombre, se le puede llamar Intuición, siendo su organización el Cuerpo Intuicional o, como dicen los Esoteristas Orientales, Cuerpo Budhico, siendo la palabra Budhi, equivalente a Sabiduría o Conocimiento Directo, que no precisa de la razón. En este Cuerpo moran los más maravillosos ideales religiosos y altruistas en su más filosófica y vulgarmente inimaginable concepción. Y por último, en esta escala as-

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cendente, más allá de Budhi o Alma, como algunos le llaman en Occidente, está el Yo Real, el Observador Silencioso, la Chispa Ultérrima, la Mónada, el Espíritu o Atma, pues tal es la denominación que utilizaremos, por ser el Sánscrito una lengua extremadamente metafísica y completa.

vés de números que se traducen en organizaciones corporales, musicales, colóricas, etc.

Se podría afirmar que los cuerpos del hombre son dos o cuarenta, lo mismo da, ellos seguirán siendo siete, mientras no varíe la clave armónica que los estratifica y que salta a la vista ante la contemplación desapasionada.

ATMA

Las Enseñanzas Eternas dicen que esta es la Tríada Superior —Atma,

Budhi y Manas— y, en general, Yo Divino del hombre. Es la causa de todo lo que exteriormente somos y es nuestra parte inmortal. No está en el tiempo, al menos como lo entendemos nosotros vulgarmente, y es perdurable y existe antes y después de esta o de cualquier otra encarnación; es el Individuo.

Esta clasificación septenaria es la de la Naturaleza en este momento, sobre el planeta Tierra, pues ella está potenciada a tra-

CUERPOS Y SUBCUERPOS

El hombre es una unidad funcional, pero sus organismos, adaptados a cada escala vibratoria de la naturaleza o dimensión, son siete. También cada uno de esos siete cuerpos están divididos a su vez en siete subcuerpos y así, cinco veces más, aunque en esta somera Introducción tan sólo veremos la primera subdivisión.

De tal manera el cuerpo Astral, por ejemplo, se subdividiría en siete escalas o subcuerpos; el más denso, correlativo en la unidad fundamental, al Etero-Físico, se llamará Astral-Etero-Físico y así sucesivamente, hasta Astral-Atma, que será la parte más sutil del vehículo observado.

En el primer ejemplo podemos señalar las emociones de origen físico o burdas, en relación con los sentidos y en el último las más elevadas, como ser las que acompañan a los actos de heroísmo y renunciamiento. En cada cuerpo pasará lo mismo, al menos dentro del Cuaternario, o aspectos «rupas» o formales, aunque sus leyes se las atribuiremos también a los «arupas» o sin forma, de la Tríada Superior o Egoica.

Contemplando detenidamente el diagrama adjunto (fig. 1) se

Nombres Sánscritos ATMA ................... .............MONADA BUDHI ............................. INTUICIONAL MANAS ................. ..........MENTAL KAMA-MANAS .......... ..MENTAL DE DESEOS LINGA-SHARIRA ......... ...EMOCIONAL O ASTRAL PRANA .................. .............VITAL O ENERGÉTICO STHULA-SHARIRA .........ETERO FÍSICO

ETERO-FÍSICO

KAMA-MANAS

ATMA

KAMA-MANAS

KAMA-MANAS

Traducción

ANTAHKARANA o ANTASKARANA

TRIADA O

EGO

BUDHI

EGO

KAMA-MANAS

ASTRAL

PRANICO

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llegará a comprender a la perfección esto que es evidencia para los sabios Mahatmas y tal vez mera teoría para muchos lectores, pero que guarda en su corazón la imbatible lógica de la verdad.

Los cuadrados representan los «corazones formales», o sea, los centros de energía formativa, manusíaca, de Tercer Logos, así como los triángulos lo eran de lo funcional. Estos estarán radicados en el spbcuerpo Kama-Manas de todos los cuerpos, pues la mente de deseos concreta regula y organiza todo este amplio mecanismo, siendo el asiento principal de la misma el subcuerpo Kama-Manas del cuerpo Kama-Manas.

Ahora veamos que donde coinciden la energía del subcuerpo con la del cuerpo, por ejemplo en Astral-Astral, o en Manas-Manas, radicará la expresión más típica del cuerpo; ése será el punto crítico de mayor potencia y ese «corazón energético» enviará energía a todos los subcuerpos de esa tónica en todos los cuerpos. En el ejemplo de Astral-Astral, él emitirá su tono hacia todos los subcuerpos astrales de los restantes seis cuerpos, respondiendo ellos según el grado de desarrollo alcanzado. Esos «corazones energéticos» de cada cuerpo están regidos por el Segundo Logos y representados por triángulos en el diagrama (fig. 2).

Las «X» representan a los «pequeños moradores del umbral», Inteligencias o «cerebros electrónicos» que regulan la zona intermedia entre un cuerpo y otro, abarcando el último subcuerpo del superior y el primero del inferior, contando de arriba a abajo, que es la manera más correcta de estudiarlos, aunque con fines didácticos los expliquemos de abajo a arriba.

Estos centros o corazones rigen la ley en los cuerpos o sea, la energía justiciera (primer Logos) que da en cada individuo paso al caudal vibratorio que su voluntad y acciones le supieron proporcionar.

Esta diagramación no es difícil si se sigue a la luz del texto, y todo se

ve claro a la segunda ojeada, siempre y cuando se preste una real atención. Tal proceso de especulación en los vehículos, explica la multiplicidad de reacciones y el lector puede estudiarse en sí mismo, y deducir con bastante certeza cuál es el subcuerpo y qué cuerpo reacciona ante determinada situación. Toda la actividad del hombre-tipo, se desarrolla dentro del Cuaternario, con muy breves chispas Triádicas, estando ésta en potencia, hasta que el Aspirante, recorriendo el estrecho sendero, supere la Cuarta Iniciación y con ella la etapa humana convirtiéndose en un verdadero Semi-Dios. Hasta entonces, es muy difícil contar con más de escasos minutos diarios en que no funcione tan sólo la energía del Cuaternario; y aún cuando creemos estar desarrollando experiencias búdhicas, como en el caso de una fervorosa plegaria religiosa, tan sólo activamos el subcuerpo Búdhico del Astral, motivando una emoción superior, pero nada más que una emoción sujeta a las circunstancias físicas o somáticas que afectan al Individuo. Es el nuestro un mundo de cuatro elementos activados: material, vital, emocional y mental bañado de deseos. Conociendo este Cuaternario podemos superarlo y sumirnos en la Luz de la Tríada.

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TEMA II

SISTEMA SOLAR

Si alguien os preguntase: ¿Es la hormiga un animal pequeño?, le contestaríais: ¡Por supuesto! Esta definición es forzada por las circunstancias, pues consciente o subconscientemente, relacionáis el tamaño del cuerpo de la hormiga con el vuestro, pero, no lo podéis negar, si a un microbio se le pudiese hacer tal pregunta y este contestarla, lo haría en muy opuesto sentido, describiéndonos la hormiga como algo enorme y casi inconmensurable. Así las cosas, ¿es la hormiga un animal pequeño o grande? La lógica nos dice que tan sólo toma esos atributos en comparación con los objetos que le rodean y que «en sí» no es grande ni pequeña. Nosotros decimos entonces que nada es grande ni pequeño y que de las relaciones y comparaciones nace la ilusión del tamaño. De tal manera, el Sistema Solar no es más grande ni más impresionante que un grano de arena, pues en, y a través de él, se expresa el Gran Misterio de la Manifestación o del Ser en Existencia. Es evidente que el hombre se encuentra suspendido entre dos abismos: lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. Con Protágoras, podemos decir que es la medida de todas la cosas (desde su punto de vista). Esa tendencia humana, la vemos reflejada en todo el proceso de la Historia. Los antiguos romanos creían en una determinada época que el Sol era una gigantesca antorcha que alumbraba el Universo. En el siglo XIX, se pensaba y se afirmaba a través de todas las Casas de Estudio «muy científicamente» que era una enorme masa de carbón incandescente. A comienzos del siglo actual se le comparó a un fenomenal «arco voltaico», y en nuestros días la

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ciencia común dogmatiza sobre «el hecho» de que es un horno atómico y su combustible fundamental el hidrógeno. Vemos que cada época ridiculiza a la anterior y cree ver en el Sol lo mismo que tiene momentáneamente entre manos. Si mañana se descubre la fuente de energías «a» se dirá que el Sol es «a» y si pasado se utiliza «b», que el astro rey es «b»; pero la verdad es que hoy y mañana y pasado sabremos sobre el Sol muy poco más que los antiguos romanos.

Situación del Sol en nuestra Galaxia, la Vía Láctea cuales se esfuerzan en autoconvencerse.

En Esoterismo existen enseñanzas milenarias de las cuales trataremos a continuación de dar un simplísimo e incompleto esbozo que el lector deberá considerar según su propio criterio. Exponemos entonces una teoría, y como tal, puede ser meditada y hasta puesta en duda. Para algunos hombres esta teoría es una verdad plena, pero tal concepción no puede meterse «a martillazos» en el campo mental de nadie, por lo que todos tenemos derecho a aferramos al tablón que preferirnos, o dejarnos hundir... o aprender a nadar.

Fotografía de los rayos X emitidos por la corona del Sol Lo que se ve y se estudia del Sol, es su atmósfera y los distintos rayos

y partículas aceleradas que transitan por ella y que son emitidas al resto del Sistema; pero el Sol está detrás de todo ello o tal vez no exista como materia sólida, y esa esplendente fuente tenga un origen aun no sospechado por hombre alguno. En cuanto a la creación del Sistema y del Universo todo, está la Humanidad tan ignorante como el último y el más salvaje de sus miembros, pues al respecto, el papú polinésico y el astrofísico europeo tienen sólo sus ideas basadas en percepciones, con las

Los más antiguos archivos de las humanidades primitivas que H.P.B. consultara directamente para sus obras, nos hablan de una Biología Celeste, o sea, que el Universo todo es un organismo o un «animal cósmico», como le llamaba el Iniciado Platón, y las

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Kamadhenu (Vaca Cósmica) Pintura sobre tela Museo Etnográfico de Ginebra

Las Divinidades que aparecen en las diferentes partes del cuerpo, se pueden agrupar en cuatro temas: 1 Brahma y el dominio del Saber. 2 La estructura y los elementos del Universo 3 Vishnu y sus Manifestaciones 4 Shiva y sus Asistentes

Es elemento indispensable del ritual hindú y aparece como símbolo del Cosmos al que animan los diferentes Dioses que ella engloba y armoniza, atribuyéndoles un sector en el Universo. Fecundación del Punto Laya (Representación simbólica] mismas leyes que lo rigen son las que se manifiestan aun en las más pequeñas de las microbacterias. Según esto, el Cosmos sería un ser vivo y sus distintas galaxias, conjuntos de seres comprendidos en la organización del primero, tal cual los conjuntos de células están incluidos en nuestro organismo físico. El estudiante medio hallará alguna dificultad en concebir esto, pues cien trabas psíquicas inculcadas desde la niñez le gritan al oído que los mundos son meras rocas lanzadas al acaso en el espacio, estabilizadas sus relaciones matemáticas por fuerzas ciegas y sin fin alguno. H.P.B. solía decir que si eso fuese cierto, tendríamos que aceptar que un conjunto de maderas y metales lanzados a unos cuantos metros de altura podrían caer bajo la forma de un órgano interpretando una fuga de Bach. Afirmaba que mientras esto último no sucediese, no se podría aceptar la posibilidad de lo anterior.

1 Cometa reproductor 2 Penetración en un Punto Laya (Fecundación) 3 Nebulosa 4 Sistema Planetario

El Ocultismo Universal que en los dos últimos milenios se refugió en Oriente, nos enseña que existe en el Universo una fuerza dual que es origen de todas las posteriores dualidades, entre las

que se impulsa la evolución. Esta dualidad en su aspecto concreto se refleja en los sexos. Existen en el Universo zonas (la ciencia actual las llamaría de antimateria) de Materia en estado puro, o sea, homogénea, que se podría comparar a óvulos femeninos. Los Libros antiguos atesorados en el Tibet, les llaman «Layas»; y cierta clase de Cometas, a los que llamaremos «Reproductores», que hacen las funciones de espermatozoides cósmicos. Cuando uno de ellos penetra en un «Punto Laya», éste se conmueve, fecundándose y alimentándose de la Matriz Cósmica, o sea, de la substancia sutilísima que le rodea y que aun hoy, la mayoría de las publica-ciones científicas llaman impropiamente «Espacio»; y empieza a crecer, organizándose primero en forma de nebulosa y luego de sistema estelar. Este sistema vivirá un tiempo «X», pasado el cual morirá de vejez —si no le acontece un fin violento— es decir, que su desasimilación vencerá su poder asimilativo de las energías y rayos cósmicos, y se convertirá en otro

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Cometa, pero de un tipo distinto, pues no será portador de vida, sino el cadáver de un sistema que errará por el «Espacio» hasta terminar de desintegrarse en unas zonas especiales del Cosmos, que son como cementerios estelares, a través de los cuales, las materias componentes del cadáver solar quedarán liberadas para formar parte, luego, de nuevos sistemas solares.

El Esoterismo Oriental enseña que, astrológicamente, deben considerarse solamente siete planetas y dos astros —el Sol y la Luna— quedando excluidos de los cálculos normales los planetas que están más allá de Urano, límite astrológico de nuestro Sistema. Posteriormente las distintas Escuelas, basándose en especializaciones dentro del conocimiento, han reducido este número a cinco planetas y dos astros... u otras cien clasificaciones.

También se enseña, que varios Sistemas Solares están ligados por cometas, como varios átomos lo están dentro de una molécula por los que podríamos llamar «electrones de valencia». Parece ser que cierto número de planetas exteriores funcionan

como «catalizadores» para nuestro sistema septenario de planetas, agregados posteriormente a su manifestación objetiva. También un caso especial ocurre con Marte, pero eso no es tema para este libro.

EL TRINO LOGOS SOLAR

Desde los tiempos prehistóricos, los hombres atribuyeron a la Divinidad o al Espíritu de la Naturaleza, tres Poderes o Atributos Básicos. Bueno es saber que en Esoterismo no se divaga sobre la Divinidad Absoluta, pues siendo un concepto inalcanzable para toda mente, tratar de abarcar sus Misterios es perder el tiempo las-timosamente. Más bien, se medita sobre lo evidente a través de sus manifestaciones inteligibles. Esta posición nos lleva a reconocer, con todos los pueblos que tuvieron formación Iniciática, que el símbolo más acabado y evidente que tenemos de la Divinidad es el Sol, imagen de ese otro «Sol Central Espiritual» que está «detrás» de todo.

Electrones de valencia Enlace covalente en las moléculas de flúor y oxigeno

Nuestra Tierra forma parte de un sistema estelar, cuya estrella central

es el Sol. La Tierra es un planeta y hasta ahora, la ciencia astronómica actual ha descubierto ocho planetas más, aunque el número de los mismos es, se dice, mayor. Cuando los medios técnicos sean superados por otros mejores, podrán percibirse más integrantes de nuestro sistema de mundos. En la Figura 3 pueden apreciarse esos nueve planetas con sus respectivos nombres.

Se enseña que en El radica la Voluntad del Sistema que a la vez es Ley en su aplicación objetiva. Esa sería la imagen del Espíritu Padre o Primer Logos.

En el Éter, o Substancia, o Espacio Cósmico —«cristalizaciones» del cual serían los planetas— imperaría principalmente el Segundo Logos, que es Amor-Sabiduría en lo subjetivo y Energía-Vida en lo objetivo; y rodeando el sistema, que en conjunto tiene la forma de un huevo, existe una capa de tipo electrónico, de «tensión superficial», que separa, cual membrana cósmica, el llamado Éter Solar del Cósmico, que es menos denso. Esa cáscara o

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membrana invisible (aunque no imperceptible bajo muy perfeccionados métodos de investigación electrónica) es llamada en una clave el «Anillo Impasable», aunque no es tal sino para cierto tipo de energías, a semejanza de la función de toda membrana, que es un filtro selectivo de las substancias que le afectan. Ese sería el emblema del Tercer Logos, que es Inteligencia en lo subjetivo y Forma en lo objetivo. Tal es la versión esotérica de lo que las religiones externas llaman Brahma, Vishnu y Siva; Mitra, Ormúz y Arimán; Osiris, Isis y Horus; Padre, Hijo y Espíritu Santo; etc.

COMO ESTA INTEGRADA LA TIERRA. SISTEMA, CADENA, RONDA, GLOBO Y RAZA.

Lo que se explica en esta sección es muy esquemático y básico pues,

para un concepto acabado del tema, el estudiante deberá consultar el tomo de Cosmogénesis de la «Doctrina Secreta».

No obstante, intentaremos explicarlo de la manera más completa posible, dentro de las características de este Manual. Se nos dice que la Tierra física es sólo la expresión tangible de un verdadero sistema de cuerpos, a semejanza de lo que se ve en el hombre (ver Figura 4). En esta Figura aparecen cuatro esferas in-

Fotografía traslúcida de un huevo en incubación Galaxia NGC 253 (Cielo A ustral) 400.000 millones de estrellas a 12 millones de años luz del Sol

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terpenetradas, cada una vibrando distintamente. La central o interna es la Tierra tal cual la vemos, y las otras tres que la penetran son «estados etéricos» de materia, muchísimo más sutil y en gran parte desconocida aun por la novísima «Ciencia Espacial». Estos éteres corresponden a esos Símbolos Alquímicos que se llamaron Tierra, Agua, Aire y Fuego.

La Doctrina Secreta dice (ver Antropogénesis) que el grupo de

entidades que forman la actual Humanidad, penetraron en la naciente Tierra por su parte más sutil, habitando en el Globo A o esfera primera de la Figura 4. Allí realizaron su experiencia y luego esa «Oleada de Vida» pasó por los restantes Globos (ver Figura 5) en estado de «Sueño sin Ensueños», sin la menor concien-

Fig. 5

Fig.4

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cia ni noción de ello, tal cual un viajero que se durmiera en un autobús profundamente, llegaría a su destino, pero sin saber por qué camino ni cómo. Llegados al Globo G, volvieron al A, pero como allí no tenían más que aprender, despertaron en el Globo B. Al paso de esta Oleada entre el Globo A y la vuelta al mismo, se le llama «Ronda», o sea, que en la primera Ronda de este sistema de siete Globos o Cadena, se actualiza el estado de conciencia colectiva que llamamos «Globo A». Al comenzar la segunda Ronda, se actualiza B, siguiéndose el mismo proceso hasta completar siete vueltas o Rondas, con lo que se activan los siete Globos y se habrá actualizado la Cadena completa.

Ahora bien, el atento lector se preguntará: ¿Qué diferencia de experiencia existe, por ejemplo, entre el Globo A y el G, si los dos están en la esfera 1, en el mismo ambiente evolutivo? La diferencia la hace el tiempo, pues los centenares de millones de años que separan esas dos experiencias, las hacen diferentes y, en cierta manera, complementarias, pues la naturaleza del Planeta ha variado y requiere diferentes experiencias.

Resumiendo: CADENA es el conjunto de siete Globos; RONDA es el paso de una Oleada de Vida a través de siete Globos; y por ende, toda la Cadena.

cuerpos minerales, entonces «pertenecíamos» al Reino Mineral. En la Segunda, al Reino Vegetal. En la Tercera, éramos animales, mejor dicho, animales lunares. En la actual estamos en vías de completar la etapa humana. En la Quinta seremos Dioses mentales. En la Sexta, Dioses completos y en la Séptima y última, colaboraremos de manera incomprensible aun para el estudiante, con los Espíritus Planetarios en la llamada «Evolución Dyanchohánica», pues los «Dyanchohans» son, en Esoterismo Oriental, los Resplandecientes Espíritus o Almas Regentes Planetarias.

Repásese detenidamente todo lo anterior y luego sígase adelante. Un sistema de Cadenas Planetarias es el conjunto armónico de siete de

ellas (ver Figura 7). Tomemos como ejemplo el Sistema de Cadenas a que pertenece la Tierra; su Cadena Planetaria es la Cuarta de su serie, es decir, que la actual Oleada de Vida que forma esta Humanidad ha pasado ya Tres Cadenas Planetarias y le falta recorrer otras Tres completas que, para nosotros, aun están en el futuro. Así, esta Oleada de Vida actualizó su Primera Cadena en el Planeta X, hoy desaparecido. La Segunda, en el X', también destruido. La Tercera, en un Planeta que está en vías de de-sintegración y que hoy es la Luna, satélite de la Tierra. La Cuarta, en este Planeta Tierra. La Quinta, en el Planeta Y. La Sexta en el Y' y la Séptima en el Y". Estos tres últimos están en el Futuro; aun no existen.

La presente Humanidad, en la Primera Cadena actualizó

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TEMA III

ANTROPOGENESIS OCULTA

Se nos enseña que la Humanidad está en el Cuarto Globo de la Cuarta Cadena, cursando su Cuarta Ronda, habitando la expresión física de la Tierra. En cada Globo se desarrollan siete Razas (ver Figura 8).

Entonces, antes del comienzo de la Primera Raza en este Glo-

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bo, habremos vivido ya siete Razas en cada Globo superado, que en nuestro caso son tres: el A, el B y el C, donde pasamos la parte activa de la Primera, Segunda y Tercera Rondas respectivamente. En la actualidad, estamos en la Quinta Raza de la Cuarta Ronda —Globo D— de la Cuarta Cadena.

serias, que apoyan tal o cual teoría o investigador, según los vientos políticos y económicos que soplen. Si el lector analiza fríamente dichas teorías «evolucionistas» (de evolucionistas tienen muy poco), verá que están cifradas en opiniones, prejuicios, descubrimientos hinchados artificialmente y mucho esfuerzo bien intencionado, pero no siempre inteligente.

Según esto, hemos vivido ya cuatro Razas desde que se comenzó a actualizar este Globo con la Primera de ellas. Veremos sucintamente cómo fue eso, pero primero deberá el lector consultar la Figura 8, en la que verá que cada Raza está compuesta a su vez de siete Subrazas. De la Segunda Subraza de la Primera Raza, surgió la Segunda Raza; de la Tercera de la Segunda, la Tercera Raza y así sucesivamente.

No tenemos espacio, ni en esta breve Introducción correspondería entrar en largas argumentaciones ni polémicas, pero puntualizaremos, entre cientos, algunas falsas evidencias que, sin embargo, el público suele creer y repetir a pie juntillas.

Darwin presentó su famosa teoría que daba como probable origen del Hombre actual, un antecesor Pitecoide, a fin de que las generaciones posteriores la comprobaran y ampliaran racional y prácticamente. Mas, en pocos años, lo que fue teoría se convirtió en Dogma y a pesar de que respecto estrictamente a los orígenes del Hombre se sabe tanto hoy como hace 150 años, poco falta para que quemen en una pira a los pocos científicos que se permiten poner en duda públicamente, desde la cátedra o el libro, las aseveraciones de esta nueva «Secta de los Adoradores del Mono».

En verdad, el estudiante se puede preguntar: ¿a qué viene todo este esquema si la ciencia actual explica muy sencillamente la aparición del Hombre sobre la Tierra? ¿Si desde Darwin a los más modernos investigadores se ha andado tanto camino que ya no cabe dudar sobre lo ocurrido, más que en ínfimos detalles?

Pero el que se hace tal pregunta, suele no ser un profesional, sino un simple lector, informado a través de revistas más o menos

Charles Darwin (1809-1882) Se han encontrado cráneos humanos con características primitivas y bestiales, que registran antigüedades de varias decenas de miles de años y de ello se deduce cómo habrá sido la Humanidad de entonces. Mas, si un arqueólogo de un lejano futuro, hallase restos de un salvaje bosquimano de nuestros días y tuviese los mismos dogmas «científicos», observaría que la Humanidad actual apenas conocía el fuego e ignoraba el empleo de la rueda. Pero así como hoy coexisten esas tribus de «Hombres de los Bosques» con las avanzadas civilizaciones de origen europeo, cabe la posibilidad de que una gran guerra arrasase los países más civilizados. ¿No sería entonces más probable encontrar en el futuro, restos de esos pueblos primitivos y aislados antes que objetos elaborados en los países directamente afectados?

A principios del siglo XX, se creyó haber encontrado un cráneo del «eslabón perdido» rebautizado «Hombre de Piltdown». Con ese hallazgo se comprobaba, según los más afamados científicos, el origen animal del hombre, y hasta el famosísimo Museo Británico la tuvo por la más valiosa de sus piezas, pues fue

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res de buen carácter científico —al menos en relación a sus colegas comunes— quisieron constatar esto y llamaron a geólogos que con sus más modernos equipos analizaron la capa de lava que la cubre en parte. El resultado evidente fue que la lava se había solidificado hace la friolera de 8.000 años, lo que daba a la pirámide una antigüedad mínima igual a esa fecha, aunque no se podía descartar que tuviese dos o veinte veces más. De inmediato, casi todos los arqueólogos empezaron a buscar «peros» y a dudar de los mismos aparatos que, si hubiesen registrado mil años, hubiesen sido para ellos inapelables y cualquiera que los hubiese puesto en duda, tachado de ignorante o cándido inmediatamente. Toda esta obcecación se debe a creer que civilizaciones tales como la Azteca, Maya, Egipcia o Sumeria, pudieron haber nacido de la barbarie hace unos pocos miles de años, pasando por encima de las tradiciones y anales de esos mismos pueblos, que en casos como el de Sumeria, registran períodos de cientos de miles de años, y si bien son símbolos astronómicos en una de sus claves, son tan fieles y exactos como nuestros modernos textos. El aceptar la simple posibilidad de la veracidad de estas cifras horroriza a los arqueólogos y ello les dificulta extraordinariamente el camino del conocimiento estable y verídico.

Cráneo del presunto fósil humano de Piltdown: el hallazgo de éste «anillo de conjunción» fue una clamorosa falsifi-cación descubierta en 1953. guardada de mil maneras contra los bombardeos aéreos y otros riesgos. Años más tarde, el Carbono 14 demostró que tal «tesoro científico» junto con las «armas primitivas por él utilizadas», no era más que una broma de mal gusto de un aficionado que, coordinando fragmentos del cráneo de un negro y trozos óseos de mo-no, y reuniéndolos a algunos pedernales comunes, los «envejeció» por medio de ácidos. Así logró aquel «indudable aspecto» para quienes previamente, no esperan hallar más que eso y por ende, lo ven en todas partes. Se estudia la evolución de los cuerpos. ¿Por qué no se estudia a la

vez, la evolución psicológica de los instintos y atavismos y no se busca, no sólo en el pasado, sino en el futuro de la Raza Humana? Porque es evidente que si existen seres «por debajo» de nosotros, también los habrá «por encima», o sea, que tal vez los Mitos antiguos sobre Héroes, Semidioses, Angeles, etc., no sean tan anticientíficos como se puede pensar si se analizan a través de los prejuicios comunes de la época.

La pirámide de Cuicuilco, cercana a la ciudad de México, había sido considerada siempre como una reliquia preazteca, pero de más o menos dos milenios de antigüedad. Ciertos investigado-

Cientos y cientos de casos como los enunciados podrían llenar volúmenes mucho más grandes que este Manual; unos dramáticos, otros enternecedores por los esfuerzos vertidos, otros tremendamente jocosos, pero, repetimos, nuestra intención actual no es esa.

Pirámide de Cuicuilco Período Preclásico Superior. Centro de México, cerca de Thalpan. Maqueta del Museo Nacional de Antropología de México.

No tocaremos las ideas religiosas sobre los orígenes del Hombre, pues aunque en su faz interna puedan albergar tal vez mucha más verdad de la que posee la ciencia materialista, exte-

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riórmente son simples conjuntos de cuentecillos inadmisibles para el hombre de mediana cultura. Mas, las primitivas y eternas Enseñanzas nos dicen que en las distintas etapas geológicas de nuestro planeta, a partir de su primitivo estado de materia crítica y radiante, los seres iban adaptando sus cuerpos a las nuevas condiciones de vida y que, conjuntamente con el planeta, éstos iban endureciéndose más y más.

Poco es lo que puede decirse, por ahora, de los vehículos utilizados por la actual Humanidad en el transcurso de las Tres Rondas anteriores de nuestra Cadena, o sea, cuando se activaron los Globos A, B, y C. Podemos decir algo sobre lo que ocurrió en nuestro Globo, el D, al comenzar la parte activa —para nosotros— de la Cuarta Ronda. PRIMERA RAZA

Explican las Estancias del «Libro de Dzyan» (antiquísima obra

manuscrita sobre hojas de palmera y otros implementos tratados alquímicamente hasta hacerlos incombustibles y prácticamente indestructibles, traducida y comentada por H.P. Blavatsky), un vasto mecanismo de la Naturaleza, del cual sólo daremos algunos enfoques fundamentales. Según ellos, la primera manifestación visible del Hombre, en esta Ronda, fue la Raza Primera o de los «Chayas» (sombras, fantasmas). Estas, más bien entelequias, eran formas traslúcidas, casi transparentes, constituidas por materias en estado semi-gaseoso y que aparentaban ser como bolsas amorfas, de varias decenas de metros de altura. Se dice que mediante esos burdos a la vez que sutiles vehículos, la Humanidad o lo que era en aquella época lo que es hoy la Humanidad, tomó experiencia Etero-física. (Esto es respecto a la evolución formativa; en otras claves la Enseñanza muestra otros aspectos). O sea, una reactualización de lo actuado en la Primera Cadena (así como, de cierta manera, en la Primera Ronda de esta Cadena), pero en un grado mucho más elevado. Estas «Sombras» se perfeccionaron poco a poco a fin de servir luego de verdadero medio de expresión al Hombre Interno y psicológico que en esos momentos esta-

ba aun en potencia. Desarrollaron un sentido, que luego sería el Tacto, pero que al principio se traducía en una forma de «sentir» las vibraciones lumínicas, eléctricas, sonoras, calóricas, etc. De esta forma, los primitivos Chayas deambulaban en grupos, siguiendo las ondas radiales y lumínicas emitidas por el Sol y la Luna, únicas luminarias que podían atravesar la enorme capa de vapores radioactivos y micropartículas que flotaban en la pesada y húmeda atmósfera. Los grandes bosques del Período Primario servían entonces de escena. Estos Chayas se reproducían por partenogénesis (se segmentaban sencillamente como los organismos unicelulares) y no conocían la muerte natural, desde el punto de vista actual. Se formaron sobre el Polo Norte Magnético (de aquel entonces) y luego invadieron otras zonas. SEGUNDA RAZA

Llamada, en Doctrina Secreta, Raza Hiperbórea. Devenían de la

Segunda Subraza de la Primera Raza y sus formas eran mucho más densas y definidas. Se modificaron sus cuerpos al mismo tiempo que el del Planeta y desarrollaron el Oído, empezando a interpretar los sonidos de la Naturaleza. Se reprodujeron por «esporas», o sea que sus cuerpos exudaban ciertas materias que, luego de ser vitalizadas por el Sol y la Luna, se transformaban en esas formas «prehumanas». Por ello se les llama en los Libros Sagrados del Oriente, los «Hijos del Sudor».

Gradualmente, ese «sudor» se fue perfeccionando hasta asemejarse a verdaderos huevos. Los Hiperbóreos reactualizaron su experiencia Pránica o Vital, que habían hecho en la Segunda Cadena.

TERCERA RAZA

De la Tercera Subraza Hiperbórea se desarrolló la Tercera Raza, llamada por los sabios de una manera intraducible, por lo

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que H.P.B. los llamó Lémures, haciéndose eco de antiguas tradiciones y de una teoría de fines del siglo XIX sobre un continente sumergido al que llamaron «Lémur». Esta Raza, en su perfeccionamiento, fue modificando sus características rápidamente. Por ser más cercana a nuestro tiempo histórico, la recuerdan las antiguas tradiciones con el nombre genérico de «Gigantes» y entre los Griegos Clásicos con el de «Cíclopes».

a los componentes de esta Raza, fue la vista física, a medida que perdían la ultrafísica, centralizada en esa especie de ojo que se les figura en la frente.

Crearon a través de millones de años muchos focos civilizatorios sobre los continentes de entonces, especialmente sobre uno, que abarca el actual Océano Pacífico, parte de Asia, África, Polinesia, Antártida y Patagonia. H.P. Blavatsky le llamaba continente Lémur. Se hundió lentamente debido a la actividad volcánica. Hace aproximadamente 18 millones de años quedaron definitivamente

diferenciados sus sexos (hasta ese entonces las formas eran hermafroditas) y esta primitiva Humanidad se fue pareciendo poco a poco al ser humano actual. Se nos dice que eran de talla enorme y muy robustos, llegando a medir unos 9 metros de alto y

CUARTA RAZA

Se la llamó Atlante; nació de la Cuarta Subraza de la Lémur, y como por muchas decenas de miles de años, coincidieron civilizaciones importantes de Cíclopes y Titanes o Atlantes, la cruza de ambas Razas y las posteriores mutaciones dieron como fruto principalísimo expresiones culturales de esos pueblos Lemuro-Atlantes. A todo esto, los Cíclopes verdaderos, con su especie de ojo (más bien pantalla radárica) en medio de la frente, fueron desapareciendo y los Lemuro-Atlantes redujeron su altura a menos de 7 metros. Esta Raza recibió la conciencia Mental, pero sus mentalidades estaban regidas por Kama-Manas y fueron egoístas. En verdad, fueron los países y ciudades Atlantes los primeros en

LEMURÍA. Hace más de 1.000.000 de años

contando con una fuerza física terrible, capaz de mantener a distancia con un simple palo o piedra, a los feroces carnívoros y monstruos de la época. Vivían en «ciudades» construidas con grandes bloques de lava volcánica, en estilo «dolménico» y utilizando las rocas sin pulir y casi sin escuadrar.

A TLANTIDA. Hace 800.000 años

Desarrollaron el habla, si bien al principio ésta era sólo un conjunto de sonidos que imitaban a los de la Naturaleza en distintas escalas. Poseían gran sensibilidad «parapsicológica», lo que les permitía relacionarse entre sí telepáticamente y trabar relación con los seres invisibles de la Naturaleza y con los Maestros de esa naciente Humanidad. Desarrollaron la conciencia Astral, lo que les permitió hacer uso de sus sexos. El sentido que se les manifestó

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parecerse a lo que significamos hoy con esos términos. Desarrollaron el sentido del Gusto.

A través de miles de siglos cubrieron toda la tierra con construcciones de imponente esplendor y un duradero foco civilizatorio que ocupaba el corazón de su continente original, la Atlántida, situado, en parte, en lo que hoy es el Océano Atlántico; y llegó en sus siglos de esplendor máximo a constituir una Civilización de desarrollo técnico casi equivalente al actual, el que, en algunos sentidos, aun no ha sido alcanzado. En esos remotos tiempos, el Hombre extrajo por primera vez energía del átomo, en forma menos impresionante que la obtenida en nuestros días, pero mucho más controlable. Portentosas fueron sus obras hidráulicas, arquitectónicas, viales y enormes sus conocimientos de psicología profunda, astrología y astronomía. Construyeron naves y plata-

ATLÁNTIDA. Antes del «Diluvio», 9564a.C. posiciones de su eje y esos trastornos se reflejan en un período glacial que exterminó y mutó millones de hombres descendientes de los primitivos Atlantes. Sus cuerpos disminuyeron mucho de tamaño y a través de los milenios crearon centenares de efímeras civilizaciones en América, África, Europa y Asia. En el medio del Océano quedaron restos del continente desaparecido, que con el tiempo se redujeron a una isla, no mucho mayor que Irlanda, a la que Platón llamaría luego Poseidonis. Los otros fragmentos se fueron hundiendo a través de sucesivos cataclismos, pero esta isla perduró hasta la época casi histórica de hace unos 11.500 años, en que, tras otra catástrofe geológica, desapareció bajo las turbulentas y cenagosas aguas. Este hecho no tuvo carácter aislado, sino que afectó extensas zonas de Asia Central y el Noroeste de África, dándose nacimiento al desierto del Sahara y las costas de Europa y Asia Menor, que sufrieron cambios de importancia, sembrando gran mortandad entre las primitivas colonias de esos pueblos que luego se llamaron Fenicios.

A TLANTIDA. Hace 200.000 años

formas voladoras de las cuales nos quedan tradiciones diseminadas en casi todas las antiguas «Mitologías». En verdad, la existencia de las últimas formas civilizatorias atlantes es

casi histórica, y muchos monumentos existentes en la actualidad son restos atlantes más o menos modificados por agregados posteriores o copias más modernas de quienes tenían o habían tenido a la vista los originales.

Intentaron mover el eje de la Tierra y dominar los aerolitos del espacio en contra de sus enemigos. Poseían conocimientos hoy insospechados sobre magnetismo y metalografía.

En el curso de un día y una noche gran parte de ese continente se sumergió en la fosa Atlántica, en medio de espantosos y casi inauditos cataclismos que arrasaron la mayoría de las costas del mundo. Ello ocurrió hace aproximadamente 850.000 años. La Tierra toda varió paulatinamente su clima adaptándose a nuevas

Hoy la mayor parte de la población mundial es de origen atlante y aun se conservan bien organizadas las Subrazas Sexta y Séptima, que son los Chino-Mogoles y los Japoneses, respectiva-

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mente. Los indígenas Americanos, Lapones, Árabes, etc., son fragmentos mutados de otras Subrazas y tribus Atlantes. Esto no asombrará demasiado al lector si sabe que aun subsisten formas muy modificadas de las Humanidades Lémures, que constituyen los negros en general y algunas tribus africanas y australo-polinésicas en especial. QUINTA RAZA

Nació casi abortivamente, pues apenas se insinuaba la Quinta Subraza

Atlante, cuando la Cuarta Subraza aceleró el mecanismo de defensa de nuestro planeta, motivando las extraordinarias violencias geológicas a que hemos hecho referencia. Emigró penosamente a través de innúmeros cataclismos (de allí devienen las alegorías de todos los libros religiosos sobre un Salvador que, cruzando mares, lleva al pueblo santo hacia la Tierra Elegida por los Dioses), bajo la forma de tribus pastoriles y nómadas, sin cultura propia, pero de elevada moral y amplias potencialidades mentales y psicológicas. De esta manera subsistieron los integrantes de la Quinta Subraza o Raza Raíz; sus descendientes vivieron en la Edad Glacial, a fines del Terciario, en estado semisalvaje, en ca-vernas y chozas, conservando tan sólo restos artísticos y técnicos del antiguo esplendor. Así llegaron al Pamir y al Gobi (mejor dicho, al mar interior que es ahora el desierto de Gobi), verdaderos crisoles de pueblos, desde donde se derramaron en varias corrientes migratorias, en constante lucha con los reverdecidos retoños atlantes y aun lemúricos. Muchas de estas migraciones fueron absorbidas por la gran cantidad de sangre atlante que cubría la tierra, sirviendo, no obstante, esas cruzas, para mejorar las costumbres y condiciones intelectuales de creatividad de esos «Pueblos del Mar».

La Quinta Raza actualizó la chispa manásica (dentro del sistema general de Mente Concreta que caracteriza a la Ronda y la Cadena), el sentido del olfato, el lenguaje escrito, y volvieron a imponer las viejas normas éticas y religiosas salvadas por los Iniciados de los numerosos «Diluvios». Constituyen hoy la raza

blanca y aun son numéricamente inferiores aunque ya dominan decididamente a los restos Lémures y Atlantes que, con el correr de la evolución, irán desapareciendo con nuevos cambios de la Naturaleza. En la actualidad, la Quinta Raza ha llegado a su punto crítico y peligroso, pues impera su Quinta Subraza.

SEXTA RAZA Se desenvolverá a partir de la hoy naciente Sexta Subraza de la Quinta

Raza. Tendrá por base América del Norte y un continente polinésico que surgirá poco a poco de las aguas, al mismo tiempo que parte de Asia y Europa quedarán cubiertas. Desarrollará un Sexto Sentido que será la Clarividencia, o sea, la percepción de las cosas hoy invisibles y de las distantes, aptitud de gran utilidad en la investigación científica, que será más racional que ahora, imperando un sano criterio que la convertirá en una actividad mística completamente alejada de los bajos intereses y de la guerra. Los grandes países se fraccionarán en pequeños estados independientes pero sometidos a un Gobierno Mundial; la tónica común será la Fraternidad Total y el Orden más estricto, imperando sistemas colectivos bajo la dirección jerárquico-paternal de los más aptos.

Como siempre, existirán pueblos atrasados por propia determinación, que continuarán con sus supersticiones y guerras intestinas. Los restos de la Cuarta Raza serán fácilmente asimilados, no así los de la Quinta, que traerán innúmeras dificultades a las Confederaciones del futuro. La Sexta Raza desarrollará la chispa Búdhica dentro de la gran tónica de la Ronda y de la Cadena número 4.

SÉPTIMA RAZA Le dará nacimiento la Séptima Subraza de la Sexta Raza. Grandes

cambios geológicos habrán alterado la actual faz del Planeta, que habrá envejecido considerablemente. Se radicará en

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América del Sur, Antártida y un continente que surgirá del Atlántico, anexionándose los restos de África y Europa Oriental. Esta será la última Raza Humana y sus características físico-psicomentales y organizativas serán tan diferentes y superiores a las actuales, que no es posible señalarlas en tan breve Manual.

Activará la Chispa Atmica o de Voluntad Liberadora. Luego, la Tierra y sus habitantes entrarán en un nuevo período de «Sueño de Ronda» y el Planeta físico comenzará el largo proceso de desintegración que se hará cataclismo mundial en la Séptima Ronda. Al finalizar la actividad del Globo D, con la última Raza del actual esquema, la Luna ya habrá dejado de existir.

ADDENDA Al terminar este capítulo se destaca como buena la oportunidad de recordar aquellas sabias advertencias que H.P. Blavatsky hacía al comenzar el mismo tema en su monumental «Doctrina Secreta». Las resumimos señalando que todo lo que se expone, aunque en su raíz es inconmoviblemente exacto, está sujeto en sus detalles a la falibilidad de quienes, siendo humanos, pueden caer en error y oscuridad de concepto. Se recuerda, además, con la Maestra, que existen Siete Grandes Claves —en realidad 343— y que cada lector suele entender las cosas de acuerdo a su modalidad o Rayo individual o, lo más fácil, al personal del momento que considera cada problema.

Por nuestra parte agregamos que muchas incógnitas evidentes en la «Doctrina Secreta» han sido pasadas por alto, así como las explicaciones que, por muy metafísicas o apartadas del «normal» discurrir de la gente, puedan llevar al estudiante poco avezado a la confusión y al error. El Ideal de este Manual no es encandilar la razón con una rutilante serie de conocimientos esotéricos, sino hacer que el lector medio comprenda un poco más de la Filosofía Esotérica en la forma más firme posible, a fin de alejar exageraciones y «horrores» de concepto, de los que no están exentos aun escritores de gran valía esotérica, pero desgraciadamente formados en ese falso «impresionismo» que suele acompañar a las

manifestaciones de la Sabiduría y de las que la autora de la «Doctrina Secreta» nos previene.

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TEMA IV DHARMAN-DHARMA

A nuestro alrededor parece girar un mundo maravilloso, es-

tupendamente coordinado, que captamos inteligentemente gracias a una ordenación psicomental equivalente que demuestra una misma perfecta armonía entre todos los elementos visibles e invisibles que existen en el Cosmos. Para aclarar este concepto y llegar a su sencillo, aunque profundo significado, imagine el lector estar de visita en una casa desconocida, en una mansión que no sabe si está habitada. Al entrar percibe todo limpio, ordenado, siguiendo los dictámenes de la belleza; si al pasar a las distintas habitaciones percibe signos de trabajo como ser, papel a medio escribir en la máquina, un piano abierto y cuadernos pautados, la cocina encendida, con alimentos, etc. ¿Pensará el lector, si en tal caso se halla, que todo es fruto de la casualidad, que esos objetos quedaron así por sucesivos golpes de viento, o bien deducirá lógicamente que todo ello sirve a uno o más seres inteligentes, que han hecho el orden y que de él se sirven? La contestación cede a la evidencia...

De tal manera, ¿no es evidente asimismo que existe, o mejor dicho, tiene que existir una, llamémosle así, «Inteligencia Cósmica», que a través de sucesivas introducciones actúa en todas las cosas, aun en las para nosotros invisibles e inconcebibles? Existe entonces, un Plan de Acción que se traduce en una Ley Universal, continente de infinito número de leyes especiales. La Ley recibe en Ocultismo Oriental el nombre de Dharman y cada una de las aplicaciones de la misma, Dharma. Así hablamos del Dharma de un hombre, de un sol o una hormiga; Dharman los involucra a todos

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y los coordina. Esta Ley o conjunto de leyes es también llamada en Oriente «Sentido de la Vida»; es la dirección del Sendero de la Evolución. Detrás de la caída de una piedra, de un fenómeno de osmosis o de una emisión radial de la estrella más remota, está el Dharma como causa y fin de todo. KHARMAN-KHARMA

Aunque todo esto es en realidad extremadamente complejo, pues el Plan y sus distintos subplanes no sólo abarcan las Matemáticas Estáticas —por ahora son las únicas que puede conocer la Humanidad no Iniciada— sino la Dinámica o de los «espacios» internumerales, es simple en sus bases generales. Hecha esta salvedad, pasemos a explicar que la aplicación de esta Ley, crea la diferenciación dual y de ésta, toda la serie de fenómenos objetivos y subjetivos con sus encadenamientos de acción y reacción. Karma es precisamente, la expresión de la Ley como acción y reacción en lo particular, y Karman el conjunto de todo el Karma.

Demos ejemplos: imaginar a Karma como unas murallas elásticas que bordean el sendero de la Evolución; dada una fuerza que se desviase y chocase contra ellas, sería repelida con otra proporcional a la actuada pero en sentido contrario y rectificador. Así dada esta Ley, quienes la faltan deben sufrir condiciones adversas tan importantes como las egoístamente favorables que se han provocado en contra de la armonía universal. Esto sería la Esencia de la Justicia Natural que es, precisamente, la que vemos en la Naturaleza. Entendemos por «Naturaleza» el Todo.

Nos indica la Doctrina Secreta que todo ello dista de ser una máquina ciega, una especie de cerebro mecánico desprovisto de la capacidad de encarar situaciones nuevas. Por el contrario, se enseña que unas muy importantes Inteligencias Cósmicas son quienes regulan la aplicación del mecanismo. Esos Supremos Jueces Naturales son los «Lipikas» o «Señores de Karma» y son como emanaciones super-inteligentes de la Ley en Acción o Dharma-Karma. Mas esos Jueces se expresan sobre los hombres a través de los «Li-pitakas» o Escribientes, que son Fuerzas Naturales Inteligentes

que registran las acciones en los Anales de la Naturaleza (Akashicos) o Cuerpo Astral de la misma y administran la Justicia dictada por los Lipikas. CLASES DE KARMA PARA LOS HOMBRES

Existen dos clasificaciones fundamentales cuyas características, debidamente marcadas, pueden ser de mucha utilidad en la recta comprensión del problema a través de un Manual tan breve como este. La que considera la triple modalidad del mismo y la que tiene en cuenta la constitución septenaria o, mejor expresado, los vehículos activados y que están en el mundo de la acción. Bueno es recordar que Karma, etimológicamente, significa acción. Veamos primeramente estos Tres Tipos de Karma para estudiar después las cuatro Modalidades.

Karma Colectivo: Es el que afecta a grandes grupos de individuos, o sea, que es la suma kármica general-global, sin detallar particularidades. Hay Karma de un Sistema Solar, de la Especie Humana, de una raza, de un país, de una sociedad, de una familia, de una amistad, etc.

Karma Individual de ciclo largo: Como su nombre lo indica es el que afecta a un individuo durante múltiples encarnaciones y ello explica que nazcan hombres ricos y pobres, hermosos y feos, sanos y enfermos, pues todo ello, por lógica, es fruto de acciones anteriores. Este concepto ha sido comprendido mal incluso en los países orientales, y suele pensarse que un hombre «A», si en una vida roba a «B», deberá ser robado en otra por su anterior víctima; si ello fuese así, entraríamos en una rueda inacabable. En realidad Karma no es un castigo, sino una compensación justiciera y en el caso dicho, no es forzosa tal situación, sino que en su oportunidad, el que fue ladrón experimentará un dolor equivalente al causado con su despojo, a fin de que aprenda a no repetirlo. El que ha sido robado será recompensado también de alguna manera, pues se le transmitirá la cantidad de energía de reacción liberada por el otrora victimario. Lo mismo pasa con los favores. Por ello es que, sin causa aparente, ciertas personas nos benefician y

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en otras oportunidades, el recuerdo infra-subconsciente de una maldad aún no superada nos hace parecer antipático alguien a quien acabamos de conocer.

Karma Personal de ciclo corto: Atañe a una sola persona. Si por ejemplo un comerciante sisa en el peso, o un conductor de ómnibus es poco amable con el público, estas pequeñas acciones negativas darán sus frutos a la brevedad, a veces en el mismo día. También suele ser mero Karma Personal nuestros éxitos o fracasos comerciales e incluso afectivos, si bien este tipo de Karma de la personalidad está enraizado en el Individual y englobado en el Colectivo. Lo interesante es que, si bien el del Individuo nos llega desde más allá de la cuna, este otro que tratamos ahora, nos lo construímos minuto a minuto, y minuto a minuto bebemos sus destilaciones. Ello no quita que al mismo tiempo actuemos y actúen sobre nuestros elementos Kármicos Colectivos e Individuales.

Respecto a las Modalidades Kármicas, ellas son múltiples y regidas por complicadísimas combinaciones matemáticas. Su primera expresión es el 4, mejor dicho, él es Corona de la primera suma: 1+2 + 3 + 4=10. Aquí se cierra un ciclo y se vuelve a la unidad 1 + 0 = 1. Esos cuatro Elementos Kármicos son los Cuatro Cuerpos Inferiores o aquellas «Zonas de pequeños umbrales» que señalásemos en la Figura 2 con X. Son los filtros o controles de la precipitación Kármica y a través de ello se da la forma de nuestras futuras encarnaciones, según vivimos en las pasadas. Así, aparte de todo lo demás, cada Cuerpo tendrá su «Karma de Cuerpo»; las acciones físicas tendrán repercusión en nuestro Cuerpo Físico, las emocionales en el Astral, etc. Veamos un hipotético caso de repercusión de acciones de una a otra vida. Esto nunca es tan simple, pues debemos agregar elementos kármi-cos anteriores y múltiples, pero con fines explicativos puede mostrarse así. En el gráfico vemos la expresión de una encarnación en el 1.200 sobre otra ocurrida en el año 1.960. El sujeto poseía en el 1.200 un físico robusto y poderoso y abusó de él, castigando y dejando tullidos a varios de sus aterrorizados servidores; en esta encarnación de 1.960 nace físicamente disminuido y con propensión a accidentes. En lo energético fue generoso, pues

zona muerte

En este gráfico vemos cómo ¡as acciones en un plano de esta vida, traspasando la zona de muerte, interaccionan sobre el mismo plano de la vida siguiente.

solía repartir dinero a los pobres y proteger a todos sus amigos con sus numerosas influencias. La actual versión energética (Cuerpo Pránico) será positiva, dispondrá de energías aun en el sentido económico y ello le permitirá sobrepasar mejor sus inconvenientes físicos (Cuerpo Etero-físico). Respecto a lo emocional (Cuerpo Astral), vemos un panorama indefinido, pues conjuntamente a emociones elevadas de tipo místico y fraternal, encontramos expresiones de violencia, cargadas de ira y animalidad. En la vida que comienza en 1.960 sus experiencias emotivas serán inestables a medida que se precipiten esos diversos elementos y sus éxitos afectivos dependerán en gran parte, de los esfuerzos del propio individuo.

En el mental (Cuerpo Kama-Manas), apreciamos una buena disposición, pletórica de ideales de progreso e ideas constructivas, junto a una inclinación marcada hacia la filosofía en lo que a especulativo se refiere. Esto se traducirá, para 1.960, en un Cuerpo Mental armónico que ayudará mucho en la regularización de los demás vehículos a través del proceso de los Subplanos de los Cuerpos.

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LIBRE ALBEDRIO El conocimiento superficial de las leyes del Karma trae al estudiante

un peligroso error de concepto, que es el de suponer inamovible el futuro y por lo tanto, inútil todo esfuerzo para mejorarlo y hacerse mejor, más útil para la Humanidad; mas si eso fuese así, si todo estuviese absolutamente preestablecido, ¿cómo seguiríamos moviendo las Ruedas del Karma y cómo movimos éstas por primera vez?

Es evidente que para poder actuar de acuerdo o desacuerdo con la Ley o Dharma, debemos tener cierta forma de Libre Albedrío, pero ¿cómo ensamblar esto con un Determinismo de Especie, Nación e Individuo? Si en lugar de pensar siempre en términos extremos, siguiésemos el consejo del Maestro Gautama Budha y buscásemos el «Sendero del Medio», estaríamos más cerca de la Verdad. Porque «Destino Kármico» y «Libre Albedrío», no se excluyen sino que se complementan. Imaginad un barco: en él pululan cientos de personas que actúan en distintos puestos, desde el «polizón» acurrucado en un rincón de la sentina, hasta el Capitán, casi omnipotente en su nave. Unos, de acuerdo a sus categorías o trabajos, se pueden trasladar por una pequeña parte del navio, otros por todo él, pero nadie lo abandona, o sea, que es un estado de libertad limitada por razones de eficacia y seguridad común.

Por otra parte, ¿qué razón tendría el dolor, si no fuese un aviso de que algo ha contrariado la Ley? El dolor de una muela nos pone en guardia y nos permite salvarla. ¿No pasará igual con todo tipo de sufrimiento, siendo éste un aviso para reencauzar nuestra vida? Si no existiese la más mínima parte de Libre Albedrío, ¿qué razón tendría el dolor?; ¿cuál sería su causa y para qué serviría experimentarlo?

Quien comprende esta realidad, puede asimilar su enseñanza y actuar rectamente, despojándose poco a poco del Karma negativo en virtud del positivo para, al fin, liberarse de los frutos de la acción y no necesitarla más, sumiendo su Supraconciencia en el Nirvana (imagínese el Nirvana a gusto de cada uno; el que lo co-

noce no puede ya describirlo y los que de ello somos ignorantes, tampoco). REENCARNACIÓN

Esta no es una creencia, sino un patrimonio, un ancestral recuerdo de la Humanidad, una evidencia instintiva. En todos los pueblos de la antigüedad, desde la más remota hasta la histórica, era algo que los padres enseñaban a sus hijos y luego, en detalle, los Sabios a todo el pueblo. Este pueblo lo sentía así, interiormente, y en muchos individuos florecían recuerdos de pasadas encarnaciones.

Pero a medida que la Ley de los Ciclos —que impera en toda la Naturaleza y de la cual la reencarnación es una de sus múltiples resultantes— fue precipitando esta «Edad Negra Espiritual» —Kali Yuga—, los hombres se sumieron en el materialismo, y las necesidades de la vida diaria ahogaron la capacidad filosófica. En Oriente, esta Enseñanza se fue transformando para las masas en un cúmulo de creencias supersticiosas en las que se pretendía hacer reencarnar a los hombres en animales y vegetales. En Occidente fue olvidada casi por completo, siendo finalmente un conocimiento proscrito para todas las sectas hebreo-cristianas y musulmanas. Ese innatural estado de cosas ha forzado a los sacerdotes de estas creencias a prometer inmerecidos premios y absurdos castigos a sus respectivos fieles e infieles, lo que las ha llevado, tras algunos siglos de vida, al actual proceso de desintegración.

A pesar de todo, el Primitivo Conocimiento se conservó en los Centros Iniciáticos Orientales y de allí se vierte otra vez sobre el mundo a través de sus Discípulos Occidentales.

Se nos enseña en Doctrina Secreta que el Hombre necesita un cúmulo de experiencias a fin de perfeccionarse y que para ello se halla sumido en la corriente de la vida, corriente que, siendo dual, tiene la existencia física como un polo y la metafísica como el otro; de tal manera que la muerte no existe sino como ilusión, al igual que para un observador aéreo parecerá que el cable que se introduce en el agua desaparece en su superficie, y para otro sub-

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marino, al contrario, o sea que surge de la nada, pues no puede ver la parte no sumergida; mas el cable existe dentro y fuera del agua, siendo todo lo anterior fruto de una ilusión óptica, como las vulgarmente llamadas «vida» y «muerte» son ilusiones psicológicas provenientes de un imperfecto estado de conciencia que lo ve todo según las circunstancias del medio ambiente.

NACIMIENTO: Así se llama a la separación del organismo de aquél que le sirvió de madre. La conciencia, con todas sus gradaciones, se infunde en ese pequeño cuerpo poco a poco hasta su pleno desarrollo, en que la alentarán todas las energías activadas durante milenios como herencia biológica, como un legado cultural y también como experiencias individuales sembradas y cosechadas a través de innúmeras vidas. Esta es la causa de que hermanos con idéntica o casi idéntica herencia biológica, igual educación y condiciones externas, puedan ser tan distintos, cuando no de caracteres francamente opuestos.

El influjo de la «Vida Celeste» repercute por varios años en las criaturas y ello las inviste de esa inocencia original que se va mezclando a instintos salvajes primero y luego a una trabajosa endoculturación que termina por destruir, en la mayor parte de los casos, ese beatífico candor de la vida metafísica.

MADUREZ: En la plenitud de sus energías psico-físicas el hombre se lanza al trabajo que le ha tocado en la sociedad en la que actúa, y las condiciones kármicas individuales y colectivas van modelando su marcha en la presente encarnación. Desgraciadamente, suele adaptarse al medio ambiente, matando sus potencias individuales hasta el punto de convertirse en una máquina, salvo en aquello que precisamente debería sojuzgar en beneficio de su prójimo: los deseos egoístas, la violencia. Mientras se mantiene sano, fuerte y apto para ganar dinero, suele burlarse de todo lo que no pueden tocar sus manos o instrumentos-alargaciones de las mismas; tal haría un salvaje ante un papel pentagramado y escrito musicalmente, por ver tan sólo puntos y figuras y no oír la música prometida. Este salvaje ya sabe ver, ahora le falta aprender a leer, o sea, interiorizarse del sentido y porqué de las cosas. El hombre común, cuando joven, suele quejarse de que sus padres no hubiesen sabido respetar sus

inclinaciones; pero al ser padre él, elige un nombre, una religión y una patria a sus hijos y no les elige un sexo porque aun no puede, pero descontemos que si lograse controlar ese factor también actuaría con el mismo despotismo.

VEJEZ: Así como paulatinamente fue encarnando la conciencia, paulatinamente desencarna. Si bien, al decir de Gautama Budha, el hombre comienza a morir cuando nace, es en su vejez cuando el proceso se vuelve evidente; y ello está maravillosamente calculado por la Madre Naturaleza, pues la única forma de que la conciencia pueda elevarse, es abandonando las sensaciones inferiores o fisiológicas. La bondadosa vida lo toma dulce, pero firmemente de la mano y lo conduce por el camino que marca la necesidad.

MUERTE: Con esta y otras palabras señalaban los hombres el proceso de aletargamiento de la conciencia en lo físico, que sufren periódicamente y con frecuencia más o menos regular.

Al perder el cuerpo físico en que el hombre común ha fijado sus sensaciones vitales, pasa por un período de sueño e inconsciencia, hasta habituarse a captar distintamente las imágenes emotivas y mentales. Si es un individuo medianamente evolucionado sentirá poca atracción por el mundo objetivo que ha abandonado y por los aspectos materiales de sus parientes y amigos. Paulatinamente, su conciencia se elevará de las pasiones y sentimentalismos hacia la «región» de los más puros Ideales que pueda concebir. Allí, con sus nuevos y viejos parientes y amigos con los que tenga afinidad espiritual, construirá su Vida Celeste (en Doctrina Secreta, De-vachán), especie de pequeño «Nirvana» dentro de la ilusión de la mente finita (Kama-Manas). Su vida continuará allí normalmente y en tal circunstancia, muchos dudan que antes hayan vivido otra forma de vida, con vehículos más densos.

Pasado un tiempo, la «Energía Devachánica» se agota y entre los sollozos de los amigos celestes muere, o sea, que renace en la materia y así se cierra el ciclo, al tornar esa Alma a un nuevo cuerpo denso.

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TEMAV

CONCEPTO GENERAL DE RELIGIÓN Y RELIGIONES Se nos dice que Religión es todo aquello que reúne a los hombres

entre sí y a éstos con el Todo, desde las más ínfimas cosas hasta el Espíritu del Sol, único Dios más o menos concebible para el hombre en su actual período evolutivo. Por lo tanto, todo lo que fracciona y separa no es Religión, sino su contrario.

Ciertamente, este concepto de Religión es tan amplio y verda-deramente religioso que abarca toda la manifestación, incluso la humana. El concepto vulgar que de Religión se tiene en Occidente excluye del mismo la ciencia, el arte, la política, salvo cuando esas manifestaciones se avienen a servir a determinada sociedad civil, llámese la misma, Iglesia, Mezquita o Sinagoga. Por el contrario, la verdadera Religión, la de la Sabiduría y el Amor, abarca armoniosamente toda expresión humana, sin restringirla en lo más mínimo, comprendiendo que lo que se ve como verdad en determinada etapa evolutiva, puede verse como mentira tarde o temprano.

Así, existe una Religión Universal que es, en esencia, válida para todo el Cosmos, pues es la vivencia y contemplación de sus Leyes Interiores o Esotéricas. Por lo que respecta a las formas religiosas de moda, son sólo adaptaciones de la imagen de esa Verdad Ontológica a las necesidades y gustos de la época en que fueron plasmadas.

Así, los hombres siempre adoran las mismas fuerzas naturales y los mismos fenómenos psíquicos bajo distintos nombres. ¿Qué diferencia básica existe entre la Maya hindú, la Isis egipcia,

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la Juno griega, la María cristiana y tantas otras que inútil sería nombrar ahora? ¿Cuál entre Demeter llorosa y Magdalena? ¿Cuál entre el libidinoso Zeus y el vengativo Jehová?

El lector deberá estudiar e investigar en las fuentes más eclécticas, no comprendidas en las partes en puja, para poder ser juez. La identidad que halle, lejos de anonadarle, debe llenarle de magnificente alegría, pues esa Verdad común y eterna, que sobrevive al tiempo y al capricho de los hombres, es la Religión, expresión misma de la Divinidad. Así como concentrando siete colores dispersos, se logra la síntesis del blanco, así, sobreponiendo las enseñanzas y alegorías de todas las religiones, se logra el Saber y por ende, la Paz. Las mismas leyes rigen ambos procesos y más allá de las opiniones de una época, ello ha sido, es y será así.

Los Maestros de Religión o «Avalaras», tales como Gautama Budha, Jesús-Cristo o Lao Tsé surgen de la Humanidad como flores de la misma, para perfumarla, embellecerla y permitir la perpetuación de las Verdades Originales; pero los hombres asimilan muy poco de tales bondades y los persiguen, apedrean o crucifican para, una vez muertos físicamente, montar en su nombre espantosas máquinas de absorción política, militar, económica, que luchan unas contra otras sin darse cuenta de que, más allá del fanatismo enloquecido de las camarillas dirigentes, todos los hombres se aman y desean comprenderse. Estas no son más que formas pseudorreligiosas y es por eso que las Inteligencias Divinas envían una y cien veces sus respectivos Mensajes a fin de despertar, aunque sea paulatinamente, a la Humanidad. Bueno es aclarar que no existe ninguna forma religiosa mejor que otra en su Mensaje Original. Respecto a los credos e iglesias, a poco de nacer, se vuelven más o menos degradados, y en especial en Occidente ya no quedan más que deformes restos religiosos que, como enormes cuerpos sin Almas, se esfuerzan como «zombis» en titánicos simulacros de vida. Ello causa el fraccionamiento y oposición mutuos, aun entre los que invocan al mismo Maestro. En el Brahmanismo encontramos casi tantas formas de culto como poblados importantes de influencia, y en el Cristianismo, unas 47.000 sectas batallan en nombre del Crucificado.

Esta atomización es pasajera; cuando el Señor del Amor se manifieste nuevamente entre los hombres, habrá una benéfica reacción, aunque muchos no notarán nada y perderán otra oportunidad.

RELIGIONES NATURALES Y REVELADAS

Los hombres que hoy dirigen los destinos materiales de la

Humanidad se sienten, lógicamente, mejores que todos los demás y netamente superiores —al menos en lo general— a cuantos pueblos han existido. Esta vanidosa concepción de sí mismos les lleva a la lógica deducción de que la forma religiosa que sustentan es también la mejor. Entonces, siendo los Hebreos y los Cristianos quienes dominan el dinero y las armas, se supone que sus religiones son superiores y provienen directamente de Dios. Los Musulmanes que hoy manejan el Medio Oriente y que comparten parcialmente ese poder, también se endilgan tal preferencia.

Algunos lectores no estarán muy de acuerdo con lo dicho, pues habrán leído que las religiones antiguas y orientales se formaron compaginando antiguas tradiciones y mitos populares, que en determinado momento personificaron, creando así un culto religioso nacido de la Naturaleza y de los hombres, pero no de Dios. Esta es una opinión interesada, que calla más de lo que dice. Todas las formas religiosas, antiguas y modernas, tienen su origen en un Maestro que canaliza la necesidad mística de una época y reforma los antiguos conceptos y escrituras en el crisol de las nuevas. El Espíritu de las religiones es inmortal y único, pero las humanas expresiones son efímeras y multiformes; de ahí que cada vez que los Principios Religiosos se degeneran, surge un nuevo Avatara (Enviado) para reimplantarlos, creando el germen de una nueva religión. Mas este proceso responde a la Ley de los Ciclos y al Equilibrio de la Naturaleza, por lo que todas las religiones son «naturales» cuando nacen. Algunas se mantienen largos siglos en sus formas originales y sin perder el Oculto Sentido de los Misterios de la Vida —como ocurrió en el Antiguo Egipto—; otras se derrumban y son re-veladas, esto es, se les agregan nuevos velos y

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alegorías a fin de que la multitud de fieles no perciba la pérdida gradual de conocimiento y virtud que sufren los sacerdotes. Pero no hay por qué afligirse; nuevas y esplendentes formas de Vida y Amor se manifestarán en reemplazo de las desgastadas y el Eterno Mensaje se repetirá hasta que el último de los humanos logre entenderlo y vivirlo.

ALCANCE DEL SEGUNDO PRINCIPIO DE LA FILOSOFÍA ESOTÉRICA EN LO RELIGIOSO

Recordaréis que dice: «FOMENTAR EL ESTUDIO COM-PARATIVO DE LAS RELIGIONES, CIENCIAS, FILOSOFÍAS Y ARTES». El estudiante puede hacerse la pregunta: ¿Cabe la posibilidad de coordinar todos los credos, todas las Escrituras, en una síntesis que resuma lo mejor y esencialmente divino de todas ellas, dejando lo humano de los intereses materiales de lado, como vil escoria?

El actual estado de relativa convivencia entre los distintos credos, prueba que con un poco de discernimiento y buena voluntad todo puede armonizarse, pues ¿cuáles son las Escrituras Religiosas que dicen: «Perseguid, quemad, golpead a quienes no consideran esta la Única Verdad»? Aquél que las conoce todas os diría «¡Ninguna!»; muy por el contrario, todas ellas enseñan a respetar a las demás formas de adoración a la Común Divinidad y se oponen a la violencia y la persecución al igual que a la falsedad y ostentación.

Pero los hombres, en su debilidad, retorcieron estas puras verdades a fin de hacerse con sus restos chozas protectoras para sus ególatras personalidades. Con el correr de los siglos, las Escrituras confeccionadas por los Discípulos Directos de los Maestros de Amor, fueron reemplazadas por otras, siendo calificadas las originales de apócrifas, cuando no mutiladas, inyectándoseles agregados según los respectivos momentos políticos. Los Jefes Religiosos, al principio humildes servidores de sus pueblos, devienen con el correr de los tiempos magnates despóticos, ignorantes y simuladores, verdaderos provocadores de explosiones de ma-

terialismo, ateísmo y extremos políticos de todas clases. Unas en mayor grado que otras, todas las formas, fracciones y sectas religiosas se acomodan a esta negra descripción, pues el tiempo las carcome y transforma en negaciones vivientes de las mismas Enseñanzas que pretenden sustentar.

Este Segundo Principio de la Filosofía Esotérica viene a llenar un inmenso vacío y a permitir que todos los hombres puedan salvarlo, resucitando la Religión de la Sabiduría, o sea, la Ciencia en la Religión y ésta en la Ciencia.

Los fieles de las distintas fracciones se abominan porque no se conocen; más allá de las iglesias sectarias existe la Verdad Única que resplandece en todo lugar y época. Al estudiar comparativamente todas las Escrituras desapasionadamente, se superan las barreras de odios y se llega a las puras fuentes, más allá del lodo que suele rodearlas. No se puede analizar el Budismo, por ejemplo, siendo un fanático musulmán, ni ver las bellezas del Corán creyendo que el que no es budista es un subhombre alejado de toda Verdad Transcendente. Cuando llegamos a tan ecléctica opinión de tolerancia para con los que no piensan como nosotros, nos humanizamos realmente y nos acercamos a la Divinidad y a las Escrituras Originales de nuestra Religión —si es que preferimos una— más que cumpliendo un millón de veces los ritos formales que encadenan y envilecen. Puede el brahmán pasar cien veces por debajo de una vaca, el cristiano oír misa diariamente, el musulmán postrarse ante la Meca todos los días de su vida, que si no tiene Amor en su corazón y no realiza ese Amor sin distingos y generosamente, si no ve como hermano hasta al más mísero gusano que dormitase su esbozo biológico bajo la más pesada de las piedras, no habrá dado un paso en el Sendero hacia el ejemplo del Maestro, sea éste el que sea.