revista - el correo de la unesco. 1987.12

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5/24/2018 Revista-ElCorreodeLaUnesco.1987.12-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/revista-el-correo-de-la-unesco-198712 1/48 El Correo EL JAPON DE HOY

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Revista - El Correo de La Unesco. 1987.12

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  • El Correo

    EL JAPON

    DE HOY

  • 60 Japn

    La danza de la vida

    Estos bailarines japoneses de buto pertenecientes al grupo "Sankai Juku"fueron fotografiados durante un espectculo ofrecido en Estados Unidos.

    Como una araa de su hilo, cada uno de ellos est colgado de una cuerdaque de algn modo evoca el cordn umbilical. Al son de una msica

    misteriosa y sobrenatural, los bailarines, cuyos cuerpos desnudos estnpintados, descienden lentamente sostenidos desde lo alto por hombresque sujetan las cuerdas; con sus movimientos expresan las reacciones deun recin nacido. Aparecido a comienzos de los aos 60, el buto representa una inmersin en las fuentes mismas de la vida y de la danza y hallegado a constituir una de las tendencias principales de la danza contempornea en el Japn.

    Nuestras portadas. El "collage" de motivos japoneses de la portada y la composicin de papeles arrugados de la portada posterior que recuerda labandera nacional del Japn han sido especialmente realizados para este nmero por el artista japons Ado, autor tambin de la caligrafa de lapalabra "Japn" que se reproduce en las pginas siguientes.FoiosAdo / ElCorreodela Unesco

  • Este nmero mLa Exposicin Universal de Osaka, celebrada en 1970, seala unviraje importante en la historia contempornea del Japn. Conella el pas, recobrada su prosperidad, reafirma su puesto entre lasnaciones ms desarrolladas del mundo. Pero ese espectacularacontecimiento representa al mismo tiempo el apogeo y elComienzo del declive del gigantismo tecnolgico, del modernismotriunfante, de los grandes proyectos de urbanismo. Con la crisis delpetrleo el crecimiento econmico alcanza sus lmites, y el sistemade produccin y la sociedad en su conjunto evolucionan hacia unacreciente diversificacin y un mayor individualismo.

    Los aos que siguen van a ser testigos del florecimiento denuevas tendencias en el arte, la arquitectura, la esttica industrial yla literatura, apoyados en unos medios de informacin cuyo poderanuncia el advenimiento de una autntica "sociedad de

    comunicacin". Japn, que durante tanto tiempo haba seguido elejemplo de Occidente, asimilando sus ciencias, sus tcnicas y susmodos de pensar, se impone ahora en el mbito internacionalcomo pionero de la revolucin cientfica de este final de siglo yafirma su personalidad en todas las esferas de la creacin, al mismotiempo que paga con rmoras y problemas urbanos el precio de tanacelerado crecimiento.

    Es este Japn en plena evolucin que busca en su cultura lasraces de su extraordinario xito econmico y que se interrogasobre su futuro el que hemos intentado mostrar en estas pginas,aunque sea de manera parcial e incompleta/Ms all de lafascinacin que el Japn ejerce por su organizacin econmica osocial, su tecnologa o su cultura, esa imagen que aqu ofrecemospuede tambin reflejar las grandezas y las servidumbres de unacivilizacin industrial que est en vas de unlversalizarse.

    Federico Mayor Zaragoza, nuevo Director General de la Unesco

    El 7 de noviembre de 1987, la Conferencia General de la Unesco eligi alcientfico espaol Federico Mayor Zaragoza por un periodo de seis aospara el cargo de Director General de la Organizacin, en el que sucede alsenegals Amadou-Mahtar M'Bow, que lo ejerci desde 1974. El seorMayor Zaragoza, catedrtico de bioqumica de la universidad de Madridy antes de la de Granada, de la que adems fue rector, desempe elcargo de Director General Adjunto de la Unesco de 1978 a 1981 , fecha enque fue nombrado Ministro de Educacin de su pas (1981-1982).

    Jefe de redaccin: Edouard Glissant

    Diciembre 1987Ao XL

    Hacia un nuevo individualismo

    por Masakazu Yamazaki

    10

    La carrera por los ttulospor Kazuo Kurimoto

    14

    Una sociedad de comunicacinEntrevista con Yozo Shiozaki

    16

    El arte de la iluminacin

    porMotokolshii

    18

    La cocina japonesa y la sombrapor Junichiro Tanizaki

    21

    Una ciudad que expresa la naturalezapor Augustin Berque

    24

    Vivir en JapnTradicin, occidentalizacin y modernidadpor Marc Bourdier

    26

    Tribulaciones de un gordo en Tokiopor James Kirkup

    31

    El formidable avance de una tecnologaporShigeruKimura

    34

    Un capitalismo confucianoRaces culturales y religiosas de! desarrolloeconmico japonspor Michio Morishima

    38

    Los japoneses y la msica occidentalpor Luisa Futoransky

    41

    Entre la revolucin y la literatura puraLa literatura japonesa actual vista desde Parspor uno dess exponentesporTokuyoshi Hiraoka

    44

    Dos escritores de hoypor Dominique Palm

    La hora de los pueblosJAPON: La danza de la vida

    El Correo EspaolFrancsItaliano

    Hindi

    Turco

    Urdu

    Esloveno

    Macedonio

    Fins

    Sueco

    Se publica tambintrimestralmente en braille, en

    Una ventana abierta al mundoIngls Tamul Cataln Serbio-croata Vascuence

    espaol, ingls, francs y

    Revista mensual publicada Ruso Hebreo Malayo Chino Taien 33 idiomas por la Unesco, Alemn Persa Coreano Blgaro VietnamitaOrganizacin de las Naciones Unidaspara la Educacin, la Ciencia y la Cultura

    Arabe Portugus Swahili Griego1SSN0304-310X

    7, Place Fontenoy, 75700 Pars. Japons Neerlands Croata-serbio Cingals N"12-1987-CPD-K7-.1-452S

  • Hacia un nuevo

    individualismo

    Estado, familia yempresa en el Japn actual

    * Hacia mediados del siglo XIX el Japn puso fin a msde dos siglos de aislamiento abriendo sus puertos alcomercio internacional. Como reaccin a ello, se res

    taur un poder fuerte y centralizado bajo la autoridadsimblica del emperador Meiji. Inicibase as la historiamoderna del pas, que emprendi una vasta empresade occidentalizacin en todos los mbitos. Con motivo

    del centenario de la Restauracin Meiji El Correo de laUnesco dedic su nmero de septiembre-octubre de1968 al Japn.

    La limitacin de' la familia a la pareja, ladisminucin del ndice de natalidad y el envejecimiento de la poblacin la longevidad en elJapn es una de las ms fuertes del mundofiguran entre las tendencias ms pronunciadasde los aos 70. La disminucin del tiempo quepasan en su lugar de trabajo y con su familiacontribuye a la acentuacin del individualismoentre os japoneses.

    por Masakazu Yamazaki

    SE viene hablando mucho de los

    aos 70 y, sin embargo, para quienes los vivieron no hay nada ms

    difcil que darles una significacin. La causa de ello radica seguramente en el notable contraste que esos aos ofrecen con eldecenio anterior, que ha quedado grabadoen las mentes con trazos Indelebles debi

    do al vigor y la hondura de los cambios quele caracterizaron.

    El crecimiento econmico comenzaba

    apenas a dar sus frutos mientras sus partidarios y sus detractores se enzarzaban enduro debate en torno a l. Era cada vez

    ms patente que Japn sala del estado deaislamiento en que le haba hundido laderrota de 1 945 y que la posguerra era yapasado. La nueva poca que alboreabaapareca bajo el signo de la internacionali-zacin.

    En cambio, el decenio de los 70 fue un

    periodo desprovisto de todo imperativo heroico que no dej huella importante de supaso. La gente termin por considerar esainconsistencia como algo propio de esosaos 70 y empez a hablar de una "era dela incertidumbre", expresin que haba utilizado en una de sus obras el economista

    norteamericano John Kenneth Gal-

    braith.

    Declive de la imagen del estado

    Entre los cambios que caracterizaron elperiodo, uno de los ms destacados es eldeclive de la imagen del estado. Naturalmente, ste conserv sus funciones desistema poltico, pero su realidad se volvi

    cada vez ms borrosa en la mente de las

    gentes. Durante el siglo de modernizaciny de industrializacin que sigui a la Restauracin Meiji* (1868), esa imagen desempe un papel capital en la determinacin de las actitudes nacionales. Para los

    japoneses la modernizacin transform radicalmente el concepto de estado, quedej de ser simplemente una comunidadtnica, como era en la poca premoderna,para convertirse en una colectividad centrada en torno a una meta comn.

    La modernizacin hizo del estado un

    instrumento de proyectos colectivos, contribuyendo as vigorosamente a consolidarlo. Gracias a ella las gentes empezarona sentir que deban participar en la realizacin de los objetivos nacionales. Tal tendencia alcanz su apogeo en los aos 60,cuando el Japn pas a ocupar el segundopuesto entre los pases de mercado libreen relacin con el producto nacional bruto(PNB).

    Ese decenio de los 60 fue tambin un

    periodo particularmente fructuoso en loque atae a la posicin' internacional delJapn. La restitucin de Okinawa tuvogran repercusin en la opinin pblica. LosJuegos pimpicos de Tokio (1964) y laExposicin Universal de Osaka (1 970) fueron dos acontecimientos de primera importancia, magistralmente montados por elestado ante una gran muchedumbre venida del mundo entero. Gracias a la televi

    sin, todos los japoneses pudieron sertestigos del xito espectacular de amboseventos. Encarnado en ellos, el estado seconverta en una realidad palpable. As

  • pues, si los aos 60 fueron un periodo deobjetivos claramente definidos es porqueel estado mismo tena tambin unos con

    tornos perfectamente determinados y porque se atribua un papel clave en los grandes acontecimientos nacionales.

    Pero, mirando las cosas ms de cerca,

    comprobamos que si el Japn pudo tenerun comportamiento tan vigoroso y perseguir con tanto ahnco sus objetivos esporque aun figuraba entre las nacionesmenores. Durante la era Meiji, antes de suindustrializacin, y en la segunda mitad deldecenio de los 50, tras la derrota, su ob

    jetivo de "alcanzar y superar" a las demsnaciones era nicamente, o casi nicamente, un asunto interno.

    Pero en los aos 60, cuando el PNB del

    pas alcanz el nivel antes sealado, iba aalcanzarse un lmite que por entonces pas inadvertido. En adelante se mantendra

    cierto grado de crecimiento, pero dado elcontexto internacional los avances espectaculares quedaban excluidos. Fue la primera crisis del petrleo la que fren elcrecimiento econmico del Japn durantelos aos 70, pero, aunque no se hubiera

    producido, no es absurdo pensar que habra habido cualquier otro factor capaz derebajar las ostentosas curvas de crecimiento del Japn.

    En consecuencia, la culminacin de la

    potencia del Japn en el decenio de los 60priv al pas de la ocasin para recurrir aopciones ms audaces en el decenio siguiente. El resultado ms significativo deello fue que el ciudadano termin por desinteresarse del estado, desde el momento

    en que ste dejaba de estimularle en susactividades cotidianas y de respaldarle ensu existencia individual. El estado ya noera como antes un "grupo de combate"encargado de mantener un equilibrio continuamente amenazado por un sinnmerode pequeos problemas. Dicho de otromodo, haba dejado de ser el teatro detodas las grandes ceremonias y celebraciones para convertirse en la esfera de lascuestiones prcticas.

    La era de la regionalizacin

    Intil aadir que las consecuencias detal cambio no se advertan claramente por

    "El exceso de mano de obra estimul la expansin de las industrias de servicios, dando as una base ala idea de consumo sin produccin. " En la foto, la Bolsa de Tokio, una de las primeras plazasfinancieras del mundo.

  • "En el decenio de los aos 70 se produjo unconstante aumento del nmero de nuevas publicaciones. Hubo tambin un notable incre

    mento de las obras de tendencia didctica". El

    Japn es uno de los pases donde ms se lee: enlos trenes, el metro, los autobuses o los cafs y

    tambin en las libreras. Esta prctica es tan

    corriente que se le ha dado un nombre: tachiyomi (leer de pie). Abajo, un muchacho hojeaalgunas revistas de informtica.

    entonces. De todos modos, surgi unanovedad sobremanera significativa quehacia el final de los aos 70 se bautiz con

    una expresin muy popular: la "era de laregionalizacin". Comenzaron as a publicarse revistas de inters local destinadas a

    los habitantes de una determinada regin.Fue ste un fenmeno revolucionario en la

    historia de la prensa japonesa, que hastaentonces haba estado fuertemente cen

    tralizada. Paralelamente se produjo un aumento de la tirada de los peridicos localesy del nmero de jvenes oyentes de lasradios locales. Tales resultados puedenparecer de importancia secundaria, pero sise recuerda que en los aos 60 las ondas,por ejemplo, estaban totalmente dominadas por las grandes redes de televisin, esobligado constatar una evolucin, sutil pero significativa, de los gustos de los japoneses.

    Fue tambin en los aos 70 cuando

    empezaron a surgir en todo el pas movimientos de ciudadanos organizados porlas autoridades locales. Hasta entonces,en los movimientos de este tipo militabanindividuos ligados entre s por interesespolticos o ideolgicos; en el plano regionalservan como cauces de transmisin de

    los grandes temas de la poltica nacional.En cambio, los nuevos grupos se basabanmucho ms en los intereses de la comuni

    dad de que procedan. Generalmenteabiertos a lo cultural, se interesaban porlos problemas del tiempo libre o de laeducacin, y algunos intentaban inclusopromover el desarrollo local por medio de

    "El estado ya no era como antes un grupo decombate encargado de mantener un equilibriocontinuamente amenazado por un sinnmerode pequeos problemas. Haba dejado de ser elteatro de todas las grandes ceremonias y celebraciones para convertirse en la esfera de lascuestiones prcticas". Arriba, regulacin de lacirculacin urbana en el cuartel general de lapolica de Tokio, ciudad donde circulan diariamente ocho millones de vehculos.

    la "industria de la cultura". Las universida

    des populares, los movimientos ecologistas, las corales municipales y las asociaciones artesanales adquirieron nuevasignificacin esforzndose por que los ciudadanos se identificaran ms profundamente con su comunidad.

    Hoy, en su vida cotidiana el individuopuede pertenecer a un grupo aun manteniendo ciertas distancias que le permitirnidentificarse con l de una manera ms

    racional y polivalente. Dicho de otro modo,las gentes se vuelven ms individualistasen su vida diaria, lo que refuerza los aspectos individualistas de la sociedad engeneral. Vistos desde este ngulo, loscambios sobrevenidos en la imagen delestado son slo un aspecto de una tendencia ms general. Durante los aos 70 seprodujeron otros fenmenos sintomticosque, aunque fueran fruto del azar, contribuyeron, al menos exteriormente, al desarrollo del individualismo japons.

  • Cambios en la colectividad

    Aparte del estado, las agrupacionesms importantes del Japn moderno sonprobablemente la empresa y la familia.Pues bien, durante el pasado decenio ambas han experimentado una transformacin sin duda lenta pero cuyas consecuencias se siguen aun manifestando.

    En los aos 70 se produjo, seguramentepor primera vez desde el comienzo de laera Meiji, una disminucin del tiempo quelos japoneses pasan en sus lugares detrabajo y en familia.

    Segn los datos de encuestas publicados por el Ministerio de Trabajo, la semanade seis das, que se aplicaba en el 71 ,4 porciento de las empresas en 1 970, slo tenacurso en el 23,7 por ciento en 1 980, lo quequiere decir que un nmero tres vecesmayor de empresas conceden hoy a susempleados por lo menos un sbado libre almes. Y ms notable aun es la multiplicacin por cinco del nmero de empresasque cierran sus puertas dos das por semana. En cuanto a las estadsticas relati

    vas a las vacaciones pagadas, sealandurante el mismo periodo una disminucindel 57,7 al 25,1 por ciento del porcentajede empresas que conceden entre 1 y 14das, mientras que el de las que conceden15 o ms se ha duplicado prcticamente.

    Otra tendencia caracterstica de los

    aos 70 es la disminucin prodigiosa deltiempo que las mujeres dedican a suslabores domsticas, lo que trae como consecuencia inmediata el aumento del tiem

    po libre de que pueden disponer. Segn sedice, las causas principales de tal fenmeno son la propagacin de los aparatoselectrodomsticos durante los aos 60 y laconstruccin de guarderas infantiles y jardines de la infancia. Tambin el desarrollo

    del sector de servicios, y en particular el dela hostelera, ha desempeado un papelimportante en la aceleracin de lo que seha dado en llamar la "exteriorizacin de las

    labores domsticas". Fue igualmente enese decenio cuando se convirti en norma

    general la familia nuclear, lo que trajo consigo una disminucin del ndice de natalidad.

    Envejecimiento de la poblacin

    Una de las tendencias de las que msse habla en el Japn en los ltimos tiempos es el envejecimiento de la poblacin.En 1976 la esperanza de vida era comopromedio de 72 aos entre los hombres yde 77 entre las mujeres; segn las estadsticas, en elevacin constante, los japoneses disfrutaban de uno de los ms altos

    ndices de longevidad del mundo. Consecuencia directa de ello es la disminucin

    de la importancia relativa del lugar de trabajo y del hogar. En efecto, un hombre queinicia su vida profesional a los 20 aospara terminarla a los 55 pasa hoy menosde la mitad de su vida en el mundo del

    trabajo. Igualmente, una mujer que tienesu primer hijo hacia los 25 aos y cuyoltimo vastago abandona el hogar familiarcuando la madre tiene unos 55 aos, dedica menos de la mitad de su existencia a

    cuidar de su familia. Para los japoneses de

    ambos sexos, ello supone la ampliacin delas relaciones fuera del crculo del trabajoy de la familia, pero tambin el aumentodel tiempo que han de pasar solos.

    Los problemas con que tropiezan laspersonas de edad intermedia o avanzadavaran enormemente de uno a otro indivi

    duo; es pues imposible tratar de resolverlos mediante acciones de carcter polticoo medidas colectivas. El envejecimiento esms bien un factor de diversificacin, tantoen la manera de ver las cosas como en el

    tipo de conducta, y su resultado deberaser un mayor pluralismo en los aspectossociales relacionados con las corrientes

    de deas y con las costumbres.Va a ser seguramente en el terreno de la

    moda donde el cambio ser ms patente.Es poco probable que asistamos a la aparicin de tendencias dominantes, tanto enlos usos indumentarios como en las co

    rrientes de ideas, que sean suficientemen-

    "Un nmero tres veces mayor de empresasconceden hoy a sus empleados por lo menos unsbado libre al mes". En la foto, la piscina del

    parque de atracciones de Korakuen, en Tokio.La piscina misma y sus estanques paralelostienen cabida hasta para 30.000 personas.

  • 8te fuertes para afectar a la sociedad en suconjunto. Hoy empieza a manifestarse yauna tendencia a la diversificacin en la

    moda femenina y en la msica popular, yes difcil saber cuales van a ser las orienta

    ciones caractersticas de nuestra poca, alcontrario de lo ocurrido en los aos 60.

    Tendencias consumistas

    Produccin y consumo no han sidosiempre sino dos aspectos del mismo problema. Una no se concibe sin otro. Pero

    desde que se Inici la industrializacin, enel siglo XVII, los principios que han modelado la sociedad moderna van asociados

    casi exclusivamente con la produccin.Ahora bien, aunque sta ha conservado

    la supremaca, parece como si en el ltimodecenio se hubiera producido un cambiosutil en los valores sociales. Uno de los

    factores que ms han contribuido a ello hasido sin duda alguna el carcter opulentode la sociedad, que en los aos 60 tuvocomo resultado que el consumo se convirtiera en una virtud. De todos modos, la

    causa directa es la crisis de la energadurante los aos 70 y la introduccin de laelectrnica en la industria.

    Es verdad que la primera tuvo comoconsecuencia inmediata imponer ciertasrestricciones al consumo; pero aun msimportantes son los efectos devastadoresque ha tenido sobr el mito sacrosanto dela produccin en masa. Mientras antes laconsigna era incrementar la produccin,ahora se peda a los consumidores queobraran con mayor discernimiento para noestimularla demasiado. Por otro lado, lacreacin de industrias menos consumido

    ras de energa y la generalizacin de laautomatizacin gracias a los progresos dela electrnica crearon excedentes de ma

    no de obra y, al mismo tiempo, permitieronproducir bienes ms adaptados a las realidades del consumo. El exceso de mano de

    obra estimul la expansin de las industrias de servicios, dando as una base a la

    idea del consumo sin produccin.As pues, los aos 70 fueron una poca

    en que el consumo adquiri un alto valorsocial. Tal hecho, el primero de esa especie que se produca en casi tres siglos, fueacompaado por un cambio en la actitudde los consumidores que empezaron ainclinarse por los productos que correspondan a sus gustos individuales y despus a exigir, en vez de bienes, serviciosms personalizados.

    Caractersticos de estas tendencias son

    los cambios sobrevenidos en la edicin.

    En el decenio de los 70 se produjo unconstante aumento del nmero de nuevas

    publicaciones. Hubo tambin un notableincremento de las obras de tendencia di

    dctica en varias esferas como la filosofa,

    las ciencias sociales y naturales, etc. Estatendencia, unida al enorme xito del libro

    de bolsillo, parece contradecir a los crticosque sealan un desinters creciente por lalectura y anuncian el advenimiento de unaera de ignorancia. Lo que en este terrenoobservamos, particularmente en lo relativoa las revistas, es una tpica manifestacinde la tendencia a producir en pequeascantidades una gran variedad de mercancas. El fenmeno es un indicio de que los

    japoneses comienzan a tener gustos personales muy ntidos.

    La cultura, producto deconsumo

    Quiz aun ms significativo es el hechode que los japoneses hayan comenzado aexigir tambin una serie de servicios en elplano cultural. De esta evolucin da fe elflorecimiento que est experimentando laindustria de los servicios. Restaurantes,

    hoteles, agencias de viajes, clubes deportivos, centros de formacin, galeras dearte, museos, teatros, centros mdicos yhasta nuevas sectas religiosas atraen a unnmero cada vez mayor de japoneses. Loque esos establecimientos proponen noson servicios indispensables para la vidasino satisfacciones de orden intelectual o

    emocional, es decir "servicios culturales"en el sentido ms lato del trmino.

    En la esfera del arte, por ejemplo, ladifusin de las reproducciones de obrasartsticas despierta en gran nmero dejaponeses un inters real por los originales. En materia de educacin el xito de

    las emisiones radiofnicas y televisadases paralelo al de las conferencias en lasuniversidades populares. Este cambioaparente de tendencia, que se manifiestaen que una cultura a travs de intermediarios cede el terreno a una cultura en direc

    to, podra muy bien representar una importante transicin en la historia de la

    civilizacin.

    Hacia un individualismo

    menos rgido

    En las sociedades preindustriales la mayora de los individuos no tenan una existencia reconocida: no eran "nadie". En

    cambio, en nuestras democracias indus

    triales todos pueden aspirar a un respetoidntico por parte de sus semejantes; pero, como todos los individuos son tratados

    en pie de igualdad, han acabado por ser"cualquiera".

    Pero en nuestros das las gentes seafanan por afirmar su identidad y las sociedades se organizan para intentar satisfacer su deseo. Hasta hoy, la sociedadjaponesa ha satisfecho esa necesidad enel marco de la familia y del grupo detrabajo. Dicho de otro modo, a los individuos los tratan como tales su familia, sus

    colegas y sus superiores. La opinin msdifundida es que los grupos de ese tipofuncionan mejor en el Japn que en lospases occidentales y que ellos son elcimiento de la estabilidad psicolgica y dela diligencia del pueblo japons.

    No cabe la menor duda de que estemodo de ver sigue vigente hoy da, y espoco probable que se produzca un eclipsesbito del papel de la familia o del medioprofesional. De todos modos, las posibilidades de afirmacin del individuo no pueden quedar confinadas durante muchotiempo en esos dos grupos. Las gentes seesfuerzan cada vez ms por que las reconozcan en diversos sectores de la socie

    dad. Ahora bien, donde ms posibilidadestienen de alcanzar tal objetivo es en lasesferas donde la cultura se adquiere comoun bien de consumo, o en aquellas que se

  • basan en un intercambio de servicios, como los crculos de reflexin o las organizaciones benvolas.

    Para terminar, podemos llegar a la conclusin de que las diversas transformaciones sociales que se manifestaron en losaos 70 son sintomticas de la existencia

    de nuevas aspiraciones relativas al yo y ala individualidad. Aunque aun no se venclaramente las lneas maestras del fen

    meno, cabe afirmar con visos de probabilidad que el individualismo de maana serde un carcter completamente diferentedel que dominaba en la poca de la Industrializacin. Vamos a vivir pues un individualismo mucho ms maduro, repleto deintereses polivalentes y estticos, en vezdel rgido individualismo de la concurrencia y de las ideas rgidas. ,

    MASAKAZU YAMAZAKI, japons, profesor dela Universidad de Osaka y antes de la Universidad de Columbia (EUA), es autor, entre otrasobras; de un notable ensayo sobre el artecontemporneo. El presente artculo est tomado de un estudio ms largo publicado en agostode 1983 en la revista mensual Chuo Koron.

    Una arquitectura audaz

    "Los japoneses han comenzado a exigir tambin una serie de servicios en el plano cultural.Restaurantes, hoteles, agencias de viajes, clubes deportivos, centros deformacin, galeras de arte,museos (...) atraen a un nmero cada vez mayor de personas." En la foto, tres ejemplos de aarquitectura japonesa actual: 1. espiral erigida en Tokio y concebida por Fumihiko Maki para una

    empresa de confeccin que integra en un mismo complejo actividades comerciales y funcionesculturales. El edificio, compuesto como un collage, se desarrolla en una espiral ascendente queculmina en el ltimo piso con esta terraza ajardinada; 2. del mismo arquitecto, el gimnasio municipalde Fujisawa que despliega, a unos 30 km de Tokio, sus formas areas recubiertas definas estructurasparablicas de acero; 3. Museo de Arte Contemporneo de Los Angeles (Estados Unidos), obra deArata Isozaki, audaz combinacin de estilos arquitectnicos y de elementos geomtricos.

  • La carrera por los ttulos

    Un sistema de enseanza que absorbelas energas de los alumnos

    por Kazuo Kurimoto

    El carcter masivo de la educacin en el Japnse refleja en el gran nmero de estudiantes quese gradan todos los aos en las universidades ylos establecimientos de enseanza superior. Enla foto, imponente ceremonia de entrega dettulos en una universidad tcnica de Tokio.

    EN los aos 1970-1980 prosigui laevolucin ascendente de la econo

    ma japonesa, que ha llegado a representar el 1 0% de la actividad mundial eneste mbito. Ahora bien, suele afirmarse queuno de los factores que han permitido estaexpansin es la enseanza. Cmo hacontribuido esta ltima a tal evolucin? Y,

    desde un punto de vista ms general, cules situacin del sistema educativo japons ycules los problemas con que tropieza?

    Empecemos por mostrar de manera sucinta cmo se presenta este sistema.

    La enseanza primaria (seis aos) y elprimer ciclo de la enseanza secundaria (tresaos) representan nueve aos de escolari

    dad gratuita, con una tasa de escolarizacinque se aproxima al 100%. En este sistematodos los alumnos pasan automticamentede un curso al siguiente, lo que suprime lasrepeticiones y los retrasos escolares, perotambin, para los ms dotados, la posibilidadde saltarse etapas. '

    El segundo ciclo de la enseanza secundaria (tres aos) no es obligatorio, pero latasa de escolarizacin es del 97% de los

    jvenes del grupo de edad correspondiente.

    Al trmino de esos 1 2 aos de enseanza,un 36% de los jvenes se orientan hacia lasuniversidades (cuatro aos de estudios) o losinstitutos de enseanza superior (ciclo breve

  • Los juku, establecimientos privados que permiten a los nios mejorar su rendimiento esco

    lar y que les preparan tambin para los concursos de ingreso en las universidades, son uncomplemento indispensable del sistema oficialde enseanza en el Japn. En la foto, unprofesor de un juku reprende a un alumno queno sabe su leccin de matemticas.

    de dos aos). Por otra parte, como el 1 2% delos alumnos se matriculan durante esa etapaen escuelas especializadas, puede sostenerse que la mitad de los jvenes de esegrupo de edad van a asistir a establecimientos de enseanza superior donde en lamayora de los casos concluirn sus estudios.

    Por consiguiente, un 50% de los jvenesse incorporan a la vida activa despus de 12aos de escolaridad y el 50% restante trashaber concluido, de una u otra forma, sus

    estudios superiores. La mayora de ellos vana adquirir a partir de entonces, en el organismo o la agrupacin profesional que hayanelegido, los conocimientos propios de su profesin, a la par que reciben en su puesto detrabajo una formacin prctica que se asemeja al aprendizaje tradicional.

    De modo un tanto esquemtico, puedeafirmarse pues que la enseanza escolar yuniversitaria slo representa la mitad de laeducacin que recibe un joven japons durante su evolucin hacia la edad adulta. La

    otra mitad corresponde a estudios realizadosindividualmente al margen de su actividadescolar o a la formacin que adquiere dentrode un grupo o de una empresa.

    Aprender por s mismo

    En Japn a las personas no se les asignade manera definitiva una funcin determina

    da en su lugar de trabajo. Por el contrario, amedida que adquieren competencias variadas y que acumulan diversas experienciasprcticas pueden acceder a puestos de responsabilidad ms especializados. En las empresas japonesas no se suele contratar porsu competencia a una persona del exteriorque ser despedida una vez que deje de sernecesaria. El principio que se aplica consiste,en cambio, en contratar todos los aos a un

    nmero determinado de nuevos empleadosque constituirn la base de la pirmide delpersonal, en hacerles adquirir dentro de laestructura de la empresa la capacitacinadecuada o, en caso necesario, en destinar aun miembro de esa estructura a otra funcin.

    De este modo la empresa no slo dispone depoderosos medios de enseanza y de formacin sino que impulsa a cada uno de susmiembros a instruirse por s mismo.

    Lo que la sociedad espera de su sistemaescolar es que imparta los conocimientosbsicos indispensables a los futuros miem

    bros de los diversos organismos existentes yque prepare individuos capaces de adquirirms adelante una formacin profesional. Porconsiguiente, no est previsto en general queese sistema sea apto para capacitar, sin elcomplemento de formacin que reciben despus de incorporarse a la empresa, a especialistas completos que puedan ser eficacesde inmediato en la vida activa.

    La clave del xito social

    Acabamos de dar una visin sucinta del

    papel que desempea la educacin en lasociedad japonesa. Un informe publicado aprincipios de 1987, al trmino de investigaciones llevadas a cabo conjuntamente porlos norteamericanos y los japoneses, versasobre el grado de eficacia de la enseanzaescolar en el marco de este sistema. El

    informe consta de dos partes tituladas, respectivamente, "Reforma de la enseanza enlos Estados Unidos" y "El estado actual de laenseanza en el Japn", en las que se presentan los resultados de los estudios realiza

    dos por japoneses en Estados Unidos y pornorteamericanos en Japn. Los especialistasnorteamericanos hacen all un anlisis de la

    situacin de nuestro pas en los siguientestrminos:

    En la sociedad japonesa se atribuye sumaimportancia a la enseanza. El xito en estembito se asimila lisa y llanamente al xito enla vida y se estima que los resultados satisfactorios obtenidos en los estudios consti

    tuyen el nico medio para abrirse caminohacia el xito material y social.

    La enseanza en Japn da resultadossobremanera satisfactorios, que son fruto delos esfuerzos conjugados de padres, nios yprofesores. Adems, el sistema educativo seapoya en una tradicin histrica y cultural, enlas estrechas relaciones existentes con el

    mundo del trabajo y en una instruccin extra-escolar, as como en cursos suplementariosque se imparten antes de la escolarizacindel nio y en el nivel de la enseanza primaria y secundaria.

    Durante los nueve aos de escolaridad

    obligatoria todos los alumnos reciben unaenseanza bsica equilibrada de alto nivel.Adems, el promedio de los resultados obtenidos por los nios hasta que dejan laenseanza secundaria, as como su tasa deescolarizacin, son sumamente elevados.

    El informe expone a continuacin las particularidades del sistema educativo japons:despierta en el nio el deseo de tener xitoen sus estudios, le inculca el hbito de estu

    diar de manera eficaz, crea en torno a l una

    atmsfera propicia a esa eficacia, se afanaen desarrollar su capacidad de adaptacin ala vida en sociedad y le da, cuando termina laenseanza secundaria, un cierto grado deorientacin profesional.

    Tambin hace hincapi el informe en lasimperfecciones inherentes a la educacin japonesa, a saber, su rigidez y su excesivauniformidad. En efecto, en el sistema nipnlos alumnos tienen escasas posibilidades deeleccin. En el marco escolar no se toman en

    cuenta para nada las necesidades propias decada educando ni tampoco sus diferencias.Como consecuencia, en el momento en que

    11

  • se incorpora al mundo del trabajo se juzga alindividuo casi exclusivamente en funcin de

    sus diplomas y de sus antecedentes escolares.

    A qu obedece la importancia que seatribuye a la enseanza dentro de la sociedad nipona? Por qu los padres se preocupan de los estudios de sus hijos hasta elpunto de enviarles, despus de las clases, alos juku a fin de que estudien aun ms? Laexplicacin hay que buscarla, al parecer, enla estructura misma de la sociedad nipona.

    Una sociedad indiferenciada

    En esta ltima, que por lo general se considera tnicamente homognea, la rpida urbanizacin y la poderosa influencia de losmedios de comunicacin se han traducido en

    una atenuacin de las caractersticas regionales. Adems, a causa de la fuerte destruc

    cin de los medios de produccin y de lavivienda resultante de la Segunda GuerraMundial, y tambin como consecuencia de lareforma agraria, todos los japoneses, ricos ypobres, reducidos a la Indigencia, se vieronforzados a volver a empezar desde cero.Esto explica que el Japn sea, entre lospases de economa de mercado, aqueldonde existen menos desigualdades en lareparticin de la riqueza. Y de ah la aparicinde una especie de sociedad indiferenciada,en que la nocin de jerarqua social se mantiene muy difusa, pues todo el mundo tiene laimpresin de pertenecer a la clase media.

    En resumidas cuentas, esta poblacin de1 20 millones de habitantes constituye un sologrupo gigantesco donde no existe ningunadiferenciacin derivada de la lengua, la raza,la cultura regional o la jerarqua social. Ellopermite que un individuo competente accedafcilmente a una posicin social ms elevaday le presta una gran movilidad dentro de sumedio profesional. La otra cara de la medallaes el miedo a reconocer que si no se esvencedor en esta competicin la cada serirremediable.

    En esta sociedad homognea el hecho dedistinguirse por su grado de instruccin esprcticamente el nico medio de que disponeel individuo para forjarse una identidad social. Por consiguiente, sus antecedentescomo estudiante (incluida la reputacin del

    establecimiento en que se ha diplomado) vana ejercer una influencia decisiva en la futurasituacin profesional del joven japons y enel estilo de vida que adopte.

    Como se ha sealado anteriormente, un

    97% de los jvenes cursan el segundo ciclode la enseanza secundaria y un 48% llegana la enseanza superior. Esta situacin setraduce concretamente para el pas en lasiguiente distribucin: 4.600.000 alumnos en5.000 establecimientos de enseanza se

    cundaria, 400.000 estudiantes en 500 cen

    tros de enseanza superior y 1 .800.000 estudiantes en 460 universidades. Un sistema

    educativo de tal envergadura implica necesariamente que, en el momento en que losjvenes llegan al mercado del trabajo, existaalgn tipo de seleccin de parte de los empleadores. As, el acceso a ciertas empresasest reservado a los diplomados de determinadas universidades. En cuanto a los procedentes de otros establecimientos, quedarnexcluidos automticamente, es decir que losgrupos o empresas de primer orden dondehubieran deseado trabajar no los contratarn. Esto significa, en resumen, que elconcurso para ingresar en la universidad pasa a ser un primer examen de admisin a unaagrupacin profesional. Dicho de otro modo,el sistema de enseanza constituye unasuerte de tamiz del cual dependen las posibilidades futuras del alumno.

    Clases particulares en los juku

    As, el hecho de ser considerado apto paraentrar en una universidad o un centro de

    enseanza superior de renombre ejerce unainfluencia decisiva en el porvenir social ymaterial del nio. De ah que ste haga loimposible para ser aprobado en el concursode ingreso de la mejor de las universidades(dentro de las opciones a que puede aspirarde acuerdo con sus antecedentes esco

    lares). Ello produce un fenmeno de reacciones en cadena, ya que es importante seradmitido en un centro secundario que prepare lo mejor posible para ese concurso yque para entrar en ese centro resulta indispensable haber sido previamente alumnodel mejor de los colegios. La competenciapara acceder a todos los niveles de la enseanza es, por consiguiente, encarnizada. Y

    eso explica que numerosos padres, ademsde enviar a sus hijos a los cursos ordinarios,los matriculen tambin en los juku para queobtengan buenas notas en los concursos yque los propios nios, angustiados ante laidea de ir ms atrasados que sus compaeros de clase, pidan asistir a este tipo decursos.

    A ello hay que aadir que el sistema deeducacin pblica no permite que los niosparticularmente dotados puedan saltarse uncurso ni que los que tienen dificultades puedan repetirlo. Tampoco prev la existenciade cursos de distintos niveles en que seagrupen, respectivamente, los buenos y losmalos alumnos. Se produce as un desfaseentre la forma en que progresan los alumnosde una misma clase: para los ms brillantes,la enseanza que imparte la escuela es insuficiente, mientras que a los ms dbiles lesresulta demasiado difcil. Los primeros resuelven su problema gracias a los juku destinados a nios particularmente dotados quelos preparan para los concursos de admisinen las universidades ms selectivas. Pero los

    que no logran seguir el ritmo de la enseanzaescolar normal pueden salir adelante graciasa los cursos suplementarios de otros jukuque les permiten adquirir conocimientos bsicos ms elementales.

    En efecto, existen diversos tipos de juku. Sibien muchos de ellos imparten cursos generales de todos los niveles, los hay que ofrecen posibilidades de aprendizaje sumamentevariadas: clculo con abaco, caligrafa, pintura, piano e incluso natacin. Y los que aprovechan esas posibilidades no son solamentelos escolares; en efecto, los juku, las "clases"y los "crculos de estudio" tan numerosos enel Japn de hoy tienen alumnos procedentesde todas las capas de la poblacin. Conduccin de automviles, programacin informtica, contabilidad: he ah algunos de los cursosque adultos y estudiantes siguen como unaactividad paralela a su trabajo o a su formacin universitaria. En cuanto a las jvenes y alas mujeres, no slo toman lecciones decocina, de natacin y de tenis, sino queparticipan tambin en grupos variados dondepueden estudiar tcnicas tradicionales anteriores a la instauracin del sistema moderno

    de educacin: ceremonia del t, ikebana

    (arte de la decoracin floral) o bordado.Los juku que preparan para los concursos,

    as como todos los tipos de "clases" y de"grupos de estudio" existentes forman parteindiscutiblemente de un sistema de educa

    cin "de iniciativa privada" que tiene su origen en la tradicin japonesa. Complementoindispensable de un sistema "oficial" demasiado uniforme, que aniquila las diferenciasindividuales y deja escaso margen para laeleccin de cada cual, este sistema "paralelo", nacido espontneamente, contribuye aldesarrollo de la personalidad.

    Una competencia implacableEl estado actual de la educacin, que hace

    inevitable la coexistencia de los dos siste-

    Los poderosos medios de enseanza de quedisponen las empresas japonesas, que permitena sus trabajadores adquirir competencias variadas, confieren a stos una gran movilidad profesional. En la foto, un obrero cuyo puesto hasido reemplazado por una mquina recibe laformacin necesaria para hacerse ingeniero.

  • Foto Richard Kalvar Magnum. Pars

    mas, obliga al nio a dedicar largo tiempo alestudio. Ello equivale a privarlo de todos losmomentos libres en que podra distraerse asu antojo, meditar libremente o adquirir suspropias experiencias al margen de la colectividad. Adems, la finalidad primordial de laeducacin termina por desvirtuarse a causade la competencia por obtener las mejoresnotas en los exmenes, situacin que esinherente a esta forma de enseanza. No es

    de extraar, pues, que algunos alumnos queno pueden soportar esta atmsfera de rivalidad sin cuartel expresen, a travs de laviolencia en la escuela o del absentismo, sus

    dificultades para adaptarse a un sistema quelos acosa con controles permanentes. Queesta forma de educacin resulta nefasta parael desarrollo intelectual, social, emocional yfsico del nio es algo de lo cual profesores ypadres tienen plena conciencia. Sin embargo, el sistema est tan slidamente implantado que ni los padres ni un puado de pedagogos y de profesores, aun con la mejorvoluntad del mundo, estaran en condicionesde reformarlo.

    He ah por qu la educacin ha pasado a

    La entrada en una universidad prestigiosa esdecisiva para elporvenir social y material de losjvenes japoneses. En un santuario de Tokio se

    acumulan las preces escritas en unas tablillasespeciales de madera por los estudiantes vidosde obtener xito en sus exmenes de ingreso.

    ser un problema poltico y sociolgico, hastael punto de que se prev una tercera reformade la enseanza capaz de rivalizar con las de1872 (instauracin del sistema escolar moderno) y de 1946 (orientada hacia la democratizacin). Ello responde a las necesidadeseconmicas y sociales de un Japn que,saliendo poco a poco de las limitaciones queimpone un sistema de produccin masivauniforme, evoluciona rpidamente hacia unasociedad informatizada y mucho ms abiertaal mundo. a

    KAZUO KU RI MOTO pertenece al sector deEducacin de la Unesco, donde se ocupa enparticular de administracin y gestin de la educacin. 13

  • Entrevista con Yozo Shiozaki

    Una sociedad de comunicacin

    El Correo de la Unesco ha entrevistado al

    Sr. Yozo Shiozaki, Presidente de Dentsu

    France S.A., filial de la empresa de comunicacin ms importante del dapn, Dentsu Incorporated, para que explique el papel que desempean los medios deinformacin en la vida cultural japonesa.

    14

    Cules son los medios de comunicacinms Importantes en el Japn actual?

    De los cuatro medios de comunicacin de

    masas los peridicos, las revistas, la televisin y la radio , el ms poderoso es latelevisin. Hay dos canales que dependen dela Japan Broadcasting Corporation (NHK),propiedad del Estado, y cinco cadenas comerciales. De los 39 millones de hogaresjaponeses, el 99,7% posee por lo menos unaparato de televisin, y el hombre corrientecontempla sta de tres a cinco horas por da.Los japoneses leen tambin con avidez. Entodo el territorio nacional se leen cinco peridicos, dos de los cuales (Yomiuri Shimbun yAshai Shimbun) cuentan con ms de sietemillones de lectores cada uno. Las cifras de

    circulacin de los peridicos en Japn figuran entre las ms altas del mundo y el nmero de lectores es muy estable debido al altoporcentaje de suscripciones que permitenque los interesados los reciban a domicilio.Hasta 1976 los peridicos publicaban msbien artculos sobre temas polticos y econmicos destinados sobre todo a un pblicomasculino. Pero ltimamente se ha hecho un

    esfuerzo para dedicar ms espacio a la vidaen el hogar, las pginas femeninas, el deporte y las actividades de esparcimiento. Tambin aparecen ms de 2.000 publicacionesmensuales y 70 semanales. La radio, quepas a segundo plano en el periodo Inicial dela televisin, ha recuperado terreno con laaparicin de las emisoras comerciales, lamitad de las cuales difunden programas las24 horas del da, especialmente en las zonasurbanas.

    Cul es la funcin de los medios decomunicacin en la vida cultural?

    La funcin de los medios de comunicacin ha

    evolucionado en consonancia con las trans

    formaciones sociales e incluye ahora la concepcin y la coordinacin de las actividadesculturales como un vnculo entre la industria

    privada y el pblico. Por ejemplo, en nuestrocarcter de organismo de comunicacin fuimos uno de los principales promotores de lasOlimpiadas de Tokio en 1 964 y de la Expo 70en Osaka. En una poca ms reciente desempeamos un papel esencial en la organizacin y la publicidad de la Exposicin Internacional de Tsukuba en 1985, que fuepatrocinada por el gobierno japons, por laAsociacin Japn y por 28 empresas privadas. Gracias a la publicidad masiva que sedio a este acontecimiento 20 millones de

    Arriba, dos imgenes de una pelcula de publicidad en la que se anunciaba la aparicin simultnea en doce pases de una coleccin de enciclopedias sobre el mundo animal. La pelcularecibi el Gran Premio del Festival Internacio

    nal de la Publicidad (Cannes, 1987).

    A la izquierda, las luces de Tokio. Un bosquede letreros luminosos de nen deslumhra a

    quienes recorren las calles del barrio de Ginza,

    en la capital nipona.

    personas visitaron la muestra, que haca especial hincapi en la ciencia y la tecnologa, yese pblico pudo percatarse de que los avances de la alta tecnologa estaban menosausentes de su vida cotidiana de lo que seimaginaba.

    A qu otras esferas se aplica esta intensa actividad de promocin de los mediosde comunicacin modernos y del patrocinio privado?

    El primer torneo oficial de lucha sumo fueradel Japn, por ejemplo, se organiz en 1986con los auspicios de una cadena de televisin.' Al pueblo nipn le encant que secelebrara un torneo de sumo en el extranjeroporque ese deporte est estrechamente ligado a las races mismas de su Identidad cultu

    ral. Prcticamente todo el mundo en Japncontempla los combates que se difundendiariamente por el canal de televisin estatal.Es un deporte espiritual que tiene ms quever con la mente que con el cuerpo. UnaImportancia similar se da al bisbol, ya que elYomiuri es dueo de Giants, un famoso equipo japons de este deporte. Hace un ao seabri en el centro de Tokio, con el patrociniode una empresa de fabricacin de bebidas, laprimera sala de conciertos dedicada a lamsica clsica. Otras actividades educativas

    y culturales que cuentan con patrocinio privado son, por slo mencionar algunas, las presentaciones teatrales y cinematogrficas, lasexposiciones artsticas, las clases para elpblico, la creacin de reas verdes en lasciudades, la edicin, las becas y los intercambios internacionales. Otro aspecto de es-

  • te auge son las actividades de las empresasjaponesas en el exterior. Un buen ejemplo deaccin comercial de este tipo es la realizacin de una serie de manifestaciones con el

    ttulo de "Primer plano del Japn". En unintento por dar a conocer en otros pases lacultura japonesa actual, este programa sepresent en San Francisco en 1983, en Londres en 1985 y en Pars en 1987.

    Ha encontrado ahora el pueblo japonsun estilo de vida que logre armonizar lainfluencia occidental con sus propias tradiciones?

    En general, puede sostenerse que s. Altrmino de la Segunda Guerra Mundial, enmuchos aspectos el Japn estaba empeadoen aprender de Occidente, particularmentede Estados Unidos, todo lo relativo a la edu

    cacin, la cultura, los sistemas comerciales,etc. Ahora la situacin ha cambiado radical

    mente. Los japoneses estn luchando porexpresar su propia identidad en el plano de lacultura, de la moda y en muchos otros aspectos, y tengo la impresin de que tal vez estanueva identidad est empezando en ciertomodo a influir en Occidente. Es posible quehasta ahora los japoneses estuvieran demasiado dedicados a los problemas comerciales, a aumentar su producto nacional bruto,para pensar en otras cosas, pero si deseanrealizarse verdaderamente deben sustraer

    parte de su atencin de los asuntos econmicos para orientarla hacia la creacin de su

    patrimonio cultural. Han procedido a una revisin cuidadosa de su estilo de vida y sepreguntan si el materialismo, el mero afn deposeer cosas, de consumir sin tasa ni medida, basta para hacerles felices.

    Estima usted que el Japn es la sociedad de comunicacin ms importante enla actualidad?

    Si se tienen en cuenta los aspectos tcnicos,tales como el nmero de lectores de peridicos, el tiempo dedicado a ver televisin, elnmero de telfonos y de computadoras,etc., Japn es sin lugar a dudas una sociedadde informacin y comunicacin tan desarrollada como, por ejemplo, Estados Unidos.Pero hay que decir que Japn acaba slo deempezar a privatizar su sistema de telecomunicaciones y aun queda mucho espacio para

    el desarrollo. Nuestra empresa, por ejemplo,est ahora trabajando en la elaboracin deprogramas perfeccionados de transmisinpor cable y por satlite, y este ao hemoscreado un nuevo rgano subsidiario, el Instituto de Estudios Humanos Dentsu. Uno de

    los primeros temas a los que dedicar suatencin el Instituto es la bsqueda de laidentidad del Japn. Sobre este tema seorganiz ya recientemente un coloquio. Nosencontramos al borde de una transformacin

    profunda de la sociedad. Tal vez los japoneses han sido los primeros en advertir esatransformacin y en buscar los medios deafrontarla, y quiz en ese aspecto sean unasuerte de espejo de lo que ser el siglo XXI.

    D

    m

    A la izquierda, un Yokozuna (gran campen) de sumo. Esta antiguaforma de lucha, que al parecer naci en el Japn hace casi dos mil aos,guarda una estrecha relacin con la religin sinlosta. Hoy da se haconvertido en un espectculo de masas y es el medio de vida de varioscientos de atletas especialmente seleccionados. Todos los aos se celebran seis campeonatos principales que atraen a inmensas muchedumbresy se comentan profusamente en los medios de comunicacin.

    A la derecha, personajes de una pelcula japonesa de dibujos animados, Baja del rbol,Bunna, creada con motivo de la conmemora

    cin del trigsimo aniversario de la admisindel Japn en las Naciones Unidas en 1956. La

    fbula moderna en que se basa el filme, delconocido escritorjapons Tsutomu Minakami,narra la forma en que la rana Bunna cobraconciencia de la interdependencia de todos losseres vivientes, recordando los objetivos de lasNaciones Unidas

    4rSV"\

  • De las lmparas de papel a la luz fluorescente

    El arte de la iluminacin

    por Motoko Ishii

    Lmparas tradicionales de la poca Edo (siglos

    XVII al XIX) denominadas lmparas ariake,trmino con el que se designa la luna plida quetodava es visible al rayar el alba y, por extensin, el alba misma. Esas lmparas, que permanecan encendidas en las casas durante toda

    la noche, consistan en un soporte cbico conaberturas en forma de media luna por el que sedeslizaba una caja con un foco luminoso (arri

    ba, a la derecha) cuando se quera reducir laintensidad luminosa (arriba).

    DESDE hace mucho tiempo existen enel Japn sistemas de iluminacinmuy bellos que utilizan como mate

    rial el papel tradicional. Al principio se recurra simplemente a las velas o a las lmparas de aceite, cuya llama, rodeada de papeljapons, irradiaba una luz suave y uniforme.A partir de la poca Edo1 empezaron a fabricarse farolillos plegables con un armazn debamb en los que se colocaba una vela (loschochin), as como lmparas de aceite conun armazn de listones de madera muy del-

    En Japn el sintosmo y el budismo se ramifican en una multiplicidad de sectas religiosasque no son incompatibles, lo que permite seradepto a varas de ellas a la vez. En la foto,santuario de la secta sintosta Shinji Shumei-

    kai: al acentuar la majestuosidad del lugar, lailuminacin desempea "un papel anlogo alde una atmsfera con una temperatura ideal. "

    gados (los andn), unos y otras cubiertos depapel. Esos tipos de iluminacin eran muyfrecuentes en esa poca. Los faroles deOdawara2, tan pequeos una vez plegadosque podan deslizarse dentro del cinturncuando se parta de viaje; las lmparasariake, que consistan en un soporte cbicohueco por el que se deslizaba una caja demadera con aberturas en forma de media

    luna para disminuir la intensidad luminosa;las "farolas de cruce", cubiertas de un pequeo techo y ubicadas en las esquinas delas calles para facilitar las idas y venidasnocturnas...: son numerosas las ilumina

    ciones de antao que han llegado hasta nosotros y que se distinguen por la originalidadde su concepcin y la belleza de su forma.

    En Japn y tambin en otros pases delLejano Oriente, en particular China y Corea,exista antiguamente la costumbre de venerar la luz de la luna: las gentes se reunan enlas noches de luna llena y, a la vez que seentregaban a libaciones rituales, celebrabanla belleza del astro. Aun se conocen en China

    y en Japn numerosos poemas antiguos quecantan magnficamente este tipo de escenas.Y pienso que el grado de refinamiento quealcanzaron las soberbias iluminaciones de la

    poca Edo se debe precisamente a que sebasaban en semejante tradicin esttica.

    En la poca Meiji3, con la penetracin de lacivilizacin occidental, la luz elctrica y losfaroles de gas se propagaron por el Japncon una rapidez sorprendente. Al comienzode esa poca la claridad que difundan lasprimeras lmparas de arco instaladas en Tokio, en la avenida Ginza, fue motivo de asombro para muchas personas. Conocemos laescena gracias a las estampas (ukiyo-e) dela poca que han llegado hasta nosotros. Encuanto a la luz elctrica, que apareci alrededor de 1890, su difusin fue vertiginosa.Pero, como los gastos de instalacin de laslneas y las tarifas de la electricidad eranconsiderables, en la mayora de las casas seutilizaba, como nica iluminacin, una lmpara colgante en cada aposento. Las lmparas de aceite de la poca Edo, posadas en elsuelo y que los moradores atraan hacia spara alumbrarse, desaparecieron completamente, y durante mucho tiempo la norma fueemplear slo una lmpara por habitacin.

    Despus de la Segunda Guerra Mundial seprodujeron mltiples innovaciones en la iluminacin japonesa. Durante la guerra, en

  • pleno oscurecimiento, los japoneses, que sufran ataques areos reiterados y graves dificultades de abastecimiento, haban vivido

    das muy sombros tanto moral como materialmente. El resplandor blanco y radiante delas lmparas de luz fluorescente, fabricadasunos aos despus del trmino de la guerra,se consider como el smbolo mismo de la

    paz. Esas lmparas, utilizadas en un principio para la industria en plena recuperacin,se introdujeron en los hogares a partir de losaos 50. Constantemente aument el nme

    ro de familias que instalaban en el chanoma,lugar de reunin de toda la familia a la vezcomedor y cuarto de estar una iluminacinde esta clase. Apareci entonces un tipoparticular de tubos fluorescentes, que noeran rectos sino circulares, los circline (palabra forjada a partir de la expresin inglesacircular line): una forma de iluminacin original que no es frecuente en otros pases y queest muy en boga actualmente.

    El uso generalizado de las lmparas fluorescentes permiti obtener en todos los edificios pblicos (oficinas, fbricas, estacionesde ferrocarril o bancos) una intensidad lumi-.nosa superior a la media internacional. Lostcnicos en la materia se proponan as crearespacios muy bien iluminados donde la luzse repartiera de manera uniforme. Los crculos econmicos e industriales, cuyo primerobjetivo era aumentar la productividad,apoyaron la iniciativa, y lo mismo hicieron losarquitectos.

    La segunda ola innovadora se produjo enlos aos 70 con motivo de la Feria Universal

    (Expo 70) organizada en Senri, en los alrededores de Osaka, y en la que participaron77 naciones. La afluencia de pblico a sus 85pabellones, repartidos en un recinto de 351hectreas, fue enorme: un nmero casi increble de 64.220.000 visitantes. Una de las

    atracciones ms apreciadas de la Feria fueron sus iluminaciones nocturnas de extra

    ordinaria belleza.

    Me correspondi proyectar la iluminacinde cinco lugares de la Feria: el Pabelln de laEnerga Elctrica, la Galera de Arte, el "Ta-kara Beautillion", el techo del habitculo si

    tuado en la "zona-smbolo" y el Jardn Japons. Rechazando la concepcin de lailuminacin arquitectnica que predominabaentonces en Japn la de los espacios conuna claridad uniforme y muy intensa , propuse espacios ms animados, jugando contodos los matices del claroscuro y con unbrillo moderado, es decir con iluminaciones

    en que la luz sirviera de lazo entre el hombrey la arquitectura.

    Para el Pabelln de la Energa Elctricaelabor, aprovechando diversas fuentes deluz repartidas en el conjunto del edificio,"programas de luz" que jugaran con los efec

    tos de intermitencia y de variacin de intensidad de cada una de esas fuentes. En la

    Galera de Arte dispuse en los puntos deapoyo de los bastidores de vidriera del granAtrio una serle de bombillas transparentesque, repartidas en circuitos entrecruzadosverticalmente, permitan variaciones fluctuantes de la intensidad luminosa. Llegu aobtener as, segn un ritmo que recuerda elde la respiracin, ciclos regulares de luzcreciente y decreciente. En el vasto JardnJapons instal luces apacibles y suaves. Enresumen, explor las mltiples posibilidadesque ofrecen las nuevas formas de iluminacin en la arquitectura. Muchos otros intentosrealizados en este punto tuvieron en el pblico un eco muy favorable.

    Tras la Feria de Osaka, se empez a exigircada vez ms en Japn que la iluminacinfuera alegre y hermosa y no slo funcional.Por lo dems, ste era el propsito con queparticip entonces, junto a otros arquitectosjaponeses muy conocidos (como KenzoTange, Yoshinobu Ashiwara y Kiyonori Kiku-take) en diversos proyectos: hoteles, teatros,embajadas y edificios comerciales.

    La economa japonesa, en plena prosperidad despus de Feria Universal, se vio envuelta a mediados de los aos 70 en la

    tormenta originada por la crisis del petrleo.

    Realizada en 1976 para la sede de una compaa de seguros, esta araa de seis metros dedimetro construida con placas de aluminioanodizado provistas de mimbombillas incandescentes, lmparas de mercurio y tubos fluorescentes permite matizar la iluminacin a vo

    luntad, criterio esttico que responde tambinal afn de ahorrar energa caracterstico de esapoca.

    1 poca Edo: 1603-1867.

    2 Odawara: ciudad situada en el sudoeste del departamento de Kanagawa, a unos 80 km de Tokio. Se creeque los faroles mencionados fueron concebidos en elsiglo XVI por Jinzaemon, natural de esa ciudad.3 poca Meiji: 1868-1912. 17

  • La cocina japonesay la sombra

    18

    La iluminacin fue una de las vctimas direc

    tas de sus desastrosas consecuencias. Dejaron de encenderse las grandes araas y slose conservaron, entre los apliques decorativos, aquellas lmparas que irradiaban unaluz moderada. Se apagaron tambin losneones resplandecientes de las calles deGinza, el barrio de Tokio mundialmente

    conocido por su animacin. Para nosotros,los luminotcnicos, fue un periodo doloroso ysombro.

    En la segunda mitad de los aos 70 Japnse recuper completamente de los efectosnegativos de la crisis petrolera. La iluminacin volvi a aparecer profusamente en losestablecimientos comerciales, pero se prestaba gran atencin a las economas de energa; y se descartaron as las lmparas incandescentes, grandes consumidoras deelectricidad, reemplazndolas por las de altadescarga luminosa, que empezaron a utilizarse por doquier. En cambio, la iluminacinfluorescente reapareci en todo su esplendor, en particular las lmparas de ctodo froy los tubos de nen.

    A principios de los aos 80 se manifestuna preferencia por las iluminaciones msarmoniosas. Por otra parte, hubo un mayornmero de edificios que exigan un tipo especial de iluminacin. Tal es el caso, en especial, de los edificios religiosos.

    En el centro de los jardines sagrados deShiga (dependientes de la "Shinji Shumei-Kai", una organizacin religosa de rito sin-tosta) se yergue el santuario del fundador deesa secta, acabado de construir en 1983.

    El tipo de iluminacin que instal, consistente en lmparas disimuladas dentro de loposible en lugares inaccesibles a la vista,difunde en ese espacio de 40 metros dealtura una luz que acenta la sensacin decalma y de majestuosidad. La iluminacindesempea all un papel anlogo al de unaatmsfera con una temperatura ideal.

    La noche de la ceremonia que marc eltrmino de las obras ofrec, en la plaza situada frente al santuario, un espectculo de luzlser. Considerado como uno de los des

    cubrimientos ms importantes de nuestro siglo, el lser consiste en un haz de rayos muypotentes, reunidos artificialmente y orientados en una sola direccin. Componiendolibremente, en medio de las tinieblas, com

    binaciones de estos rayos, es posible descubrir nuevas expresiones de la luz, quepuede tener entonces existencia autnoma,sin apoyarse en el espacio arquitectnico.

    Cmo crear, con los numerosos sistemasde iluminacin y las diversas tcnicas dereglaje existentes, un nuevo entorno luminoso para toda clase de espacios arquitectnicos? He ah la tarea a la que me consagro enla actualidad. Al mismo tiempo me gustarahacer revivir ese sentido de la luz caracters

    tico del Japn de antao, que daba unaimportancia primordial al claro de luna, a

    MOTOKO ISHII, japonesa, estudi esttica industrial en Tokio antes de especializarse, enFinlandia, en concepcin y realizacin de ilumi

    naciones en arquitectura, aspecto relativamentenuevo en ef cual se destac en Japn durante laExposicin^ Osaka en 1970. Se ha dado aconocer en, el extranjero gracias a proyectos

    i como la iluminacin de la Exposicin Ocenicade Okinawa en 1975 y de varios pabellones dela Exposicin" Cientfica de Tsukuba.

    DE la cocina japonesa ha podidodecirse que no es algo que secome sino algo que se mira. Me

    atrevera a decir: que se mira o, mejoraun, que se medita! Tal es, en efecto, elresultado de la silenciosa armona entre el

    resplandor de las candelas que parpadean en la sombra y el reflejo de las lacas.No hace mucho exaltaba el maestro So-

    seki1 en su Kusa-makura2 los colores del

    yokan3; en cierto sentido, no inclinantambin a la meditacin esos colores? Su

    superficie turbia, semitranslcida como eljade, esa impresin que producen de absorber hasta en la masa la luz del sol, de

    abrigar una claridad indecisa como unsueo, esa profunda armona de los tonos, esa complejidad, no los encontramosen ningn tipo de pastel occidental. Compararlos con cualquier crema de pastelera sera superficial e ingenuo.

    Coloquen ustedes en una bandeja lacada de pastelera esa armona coloreadaque es el yokan, dispngalo en una zonade sombra de modo que apenas se distingan los colores: la contemplacin seraun ms grata. Y cuando al fin se lleven ala boca esa materia tan fresca y lisa, lasentirn fundirse en la punta de la lenguacomo una parcela de la oscuridad de lasala, solidificada en una masa azucarada,

    de modo que en este yokan en resumidascuentas bastante inspido encontrarn ustedes una extraa profundidad que realzasu sabor.

    Ciertamente, todos los pases del mundo han buscado armonas de colores en

    tre los platos, la vajilla e' incluso las paredes; en todo caso, la cocina japonesa, sise sirve en un lugar demasiado iluminadoy en una vajilla predominantemente blanca, pierde la mitad de su atractivo. Porejemplo, la sopa con miso* roja, que consumimos todas las maanas: si nos fijamos en su color, comprenderemos fcilmente que ha sido inventada en lasoscuras mansiones de antao. En cierta

    ocasin, invitado a una reunin de t, me

    ofrecieron miso, y de repente, al verla a ladifusa luz de las velas, en el fondo del

    tazn de laca negra, esta sopa pastosacolor de arcilla que siempre haba consumido descuidadamente me pareci dotada de una profundidad y de un color que lahacan soberbiamente apetitosa.

    De similar manera, esa salsa viscosa ybrillante que es el shoyu, sobre todo si se

    la emplea, como ocurre en la regin deKioto, para sazonar el pescado crudo y lasverduras cocidas, de esa variedad espesaque llaman tamari, gana mucho cuandose la contempla en la sombra y forma conla oscuridad una armona perfecta. Por suparte, el miso blanco, el toru6, el kamabo-ko7, la fcula de patatas, el pescado blanco, es decir todos los alimentos blancos,slo alcanzan su valor mximo si se ilumi

    na el entorno. Y en primersimo lugar elarroz, cuya simple vista, cuando se lepresenta en una caja de laca negra ybrillante colocada en un rincn oscuro,

    satisface nuestro sentido esttico y, almismo tiempo, estimula nuestro apetito.Ese arroz inmaculado, cocido en su punto, amontonado en una caja negra, que encuanto se levanta la tapadera despide unclido vapor y en el que cada grano brillacomo una perla, no hay un solo japonsque al verlo no sienta su insustituible generosidad. Llegados a este punto, nosdamos cuenta de como nuestra cocina se

    armoniza con la sombra, como entre ella yla oscuridad existen lazos indestructibles.

    Fragmento de In ei raisan (Elogio de la sombra.1933) de Junichiro Tanizaki (1886-1965)

    1 . Soseki. Natsume Soseki (1 867-1916), uno de losprincipales novelistas japoneses de comienzos delsiglo XX.2 Kusa-makura, "El reposacabezas de hierbas"(expresin potica que va asociada clsicamenteal "viaje"), novela de Natsume Soseki publicada en1906.

    3 Yokan: pastel de masa gelatinosa que presentael aspecto de nuestros dulces de frutas. La base esuna pasta de frijoles a la que se han aadidoazcar y agar-agar y que se ha perfumado confrutas: castaas, caquis, ciruelas, etc.4. Miso: pasta obtenida por fermentacin de sojacocida y machacada aadindole sal y levadura.Sirve de base para una sopa que entra obligatoriamente en el desayuno.5. Shoyu, salsa de color marrn a base de sojafermentada que es el condimento esencial de lacocina japonesa6. Tou, pasta blancuzca que presenta el aspectodel queso fresco y que se obtiene a partir de la sojaaplastada, cocida y pasada por un tamiz, con eladitamento de un coagulante El tofu entra en lacomposicin de numerosos platos, pero puedetambin comerse solo con diversos condimen

    tos.

    7. Kamaboko, pasta espesa obtenida a partir de lacarne de ciertos pescados blancos que se cuece alvapor y despus se seca. Cortada en lonchas,entra en la composicin de diversos platos.

    Pgina en color

    "En realidad, la belleza de una habitacin japonesa, producida nicamente gracias a un juegobasado en el grado de opacidad y de sombra, no requiere ningn accesorio. . . Nos deleitamoscon esta claridad tenue, procedente de una luz exterior de apariencia incierta, aferrada a lasuperficie de los muros de color crepuscular y que conserva difcilmente un ltimo soplo devida" (Elogio de la sombra por Junichiro Tanizaki). En la foto, detalle de un pabelln de trealizado en 1985, en Osaka, por el arquitecto Tadao Ando. Al combinar la sobriedad de losmateriales con la pureza de las lneas, la obra se ajusta manifiestamente a la tradicin estticajaponesa. Foto Thomas Hopkcr Magnum. Pars

  • - 1 Ml

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  • Una ciudad

    por Augustin Berque

    naturaleza

    Jardines,casas de t,

    bosques sagrados.

    LA tradicin urbana que tiene sus orgenes en Asia occidental nos ha legado,a su paso por Europa, la imagen de

    unas ciudades que se distinguen claramentede un fondo rural o natural. El urbanismo

    moderno, que ha desplegado por el campolos barrios suburbanos y ha multiplicado laszonas verdes en las ciudades, ha reducido

    mucho este contraste, pero tal evolucin noha llegado a anular la oposicin inconscienteque establecemos entre la ciudad y la naturaleza. La ciudad sigue siendo el polo simblicode lo construido y de lo artificial, y hacia elotro polo, el de lo natural, es a donde invariablemente se dirigen los propietarios de residencias secundarias y los veraneantes, incluso si ese polo simblico es con frecuenciacasi tan artificial en realidad como la urbe de

    la que salen.Este es, empero, un esquema tpicamente

    francs que carece de validez universal.Concretamente, no corresponde en absolutoal Japn. Desde un punto de vista morfolgico, las ciudades japonesas no se han distinguido nunca de su entorno rural con la mismaclaridad que las ciudades chinas o europeas,ya por el mero hecho de que jams hanestado rodeadas sistemticamente de mura

    llas. La diferencia de densidad de poblacinentre la ciudad y el campo ha sido siempretambin relativamente poco importante.

    Sin embargo, no es esto lo fundamental,sino el sentido que tiene la ciudad para losjaponeses en virtud de la relacin naturaleza-cultura. Con todo, si hacia finales de la Pri

    mera Antigedad (siglos III al Vil), la asociacin entre ciudad y civilizacin fue particularmente evidente en Japn, debido a que una yotra haban llegado juntas desde China, laforma relativamente repentina en que se pro-

    Pgina en color

    dujo hizo que se diera cierta prioridad alhecho urbano y a los modales civilizados,esto es, a la urbanidad, en perjuicio de unaconcepcin autctona de la naturaleza profundamente animista, para la cual exista unacontinuidad entre el orden cultural y el natural, que mantenan entre s una relacin ccli

    ca. Esta tendencia profunda iba a impregnardoblemente la urbanidad nipona, en el planosimblico de los modales ciudadanos: la ex-

    teriorizacin refinada del sentimiento de la

    naturaleza en la poesa, la arquitectura, etc.,y en el plano ecolgico, en la composicinmaterial de la ciudad, ante todo por el cometido fundamental, ms aun, "fundador", queen ella deba cumplir la vegetacin. A lo largode los siglos y hasta hoy, la ciudad japonesano ha cesado de expresar as la naturaleza atravs de las diversas manifestaciones quese resumen a continuacin.

    Cortesa y naturaleza

    La brillante civilizacin de la poca Heian(siglos VIII al XII) tena su centro en la Cortereal, que resida en Kioto (llamada por entonces Heian). Las artes y las letras florecan, yuno de sus frutos fue, por ejemplo, el GenjiMonogatari, una de las obras maestras delpatrimonio literario de la humanidad. Al igualque en francs o en espaol, lenguas en lasque el vocablo correspondiente (courtoisie,cortesa) se deriva precisamente de "corte",la lengua japonesa recurri a una palabraque se deriva de "palacio real" (miya): miyabipara designar los modales elegantes y elbuen gusto. El origen de la palabra miyako(capital, por entonces Heian) es el mismo.

    Ahora bien, tras este paralelismo etimolgico existe una diferencia radical de orienta-

    "El modelo bsico de un santuario sintosta es un edificio de madera rodeado de rboles. Estebosque sagrado (chinju-no-mori) simboliza por una parte el bosque de la montaa, en cuyasprofundidades tiene su origen lo divino. . . Por otra parte, ese bosquectllo es una representacinecolgica de la naturaleza primitiva, pues, como no se permite cortar su vegetacin, loschinju-no-mori se han convertido realmente en reliquias del bosque de brillante hojarasca quecubra antao las llanuras del Japn. " En la foto, un templo sintosta en Kioto.Foto Thomas Hopkcr Magnum. Pars

    cin. En francs, palabras como politesse(del griego polis, ciudad) o civilit (del latncives, ciudadano de Roma, la Urbs, de donde

    procede urbanit) remiten fundamentalmente a la relacin de los seres humanos entre s

    en este medio construido que es la ciudad;tambin la palabra courtois tiene su origen enlas relaciones amorosas. La referencia del

    miyabi es completamente distinta: no se tratade la relacin esencialmente poltica (de polis, precisamente) de los hombres entre s,sino de la relacin sensible y esttica delhombre con la naturaleza.

    De hecho, el miyabi, del que Genji monogatari nos ha dejado una relacin detallada,se manifestaba ante todo en el arte de expresar el sentimiento de la naturaleza, tanto en

    la poesa como en el vestido o en los jardines, por ejemplo. El criterio para juzgar losbuenos modales ciudadanos era saber apreciar debidamente el canto de las cigarras, laluna o los arces.

    Jardines y casas de t

    A finales de la poca Heian, esta expresindel sentimiento de la naturaleza haba ad

    quirido un carcter formalista Sin embargo,iba a regenerarse en la experiencia de lasoledad de las montaas, como prueba lapoesa de Saigyo (1118-1190), que por voluntad propia haba abandonado la vida de lacapital. Surgen por entonces valores estticos nuevos que, aparentemente, no guardanrelacin alguna con la ciudad. As, en su obraHojo-ki, Kamo-no-Chomei (1155-1216) trazael modelo de una vida de eremita, precariamente refugiado en una choza de "una prti-ca cuadrada" (hojo, unos 9 m2), diez vecesmenor que la casa que haba dejado enKioto.

    Dos o tres siglos despus, en las pocasMuromachi y Momoyama (siglos XIV al XVI),estos modelos antiurbanos por excelenciatendran su ms completa expresin ciudadana en las casas de t (chashitsu) y en eljardincillo adyacente (roji). Tanto por lo reducido de sus dimensiones como por los materiales de construccin empleados, la casa det es una metfora urbana del refugio demontaa, smbolo de la precariedad de lavida en este mundo. Igualmente el roji, consus piedras atravesadas (los "peldaos japoneses"), recuerda el sendero de montaa, 21

  • 22

    El ikebana, arte de la composicin floral, obedece a unas reglas y a un simbolismo precisos.En un comienzo era un rito religioso de presentacin deflores a la divinidad. En armona con

    el ideal de la ceremonia del t, que consiste enconjugar el sentido esttico con el espritu deausteridad, el ikebana debe, "con un poco deagua y una rama florida, evocar la inmensidad

    de los ros y de las montaas". La enseanza deeste arte sigue siendo muy popular en Japn.

    El barrio mercantil de Shinjuku (Tokio) consus esbeltas torres de cemento, hierro y acero"que rasgan el cielo y desafan a una tierra cuyacalma, como saben por experiencia los japoneses, es siempre precaria", segn la frase delfrancs Philippe Pons, gran conocedor del Japn. Diversa y fragmentada, Tokio es una"ciudad emprica" donde dominan las disonancias.

    arduo y pedregoso, que conduce al mundopuro de la contemplacin.

    Estas construcciones tuvieron una profunda influencia en la esttica de la casa japonesa y sobre todo, en el siglo XVII, en la de lasmansiones de guerreros (bke yashiki) de lacapital del Shogun, Edo (la futura Tokio),que, a su vez, son el arquetipo de las casitascon jardincillo en las que viven hoy en dabastantes habitantes de Tokio.

    As, a travs de los tiempos, la vida en lanaturaleza ha inspirado el modelo de vivienda Ideal de una de las ciudades ms grandesdel mundo, y ms aun en las ciudades deprovincia, donde hay menos problemas deespacio.

    Espacio salvaje y bosquessagrados

    Los tipos de construccin que se han citado deben mucho al budismo y, por conductode ste, aunque no fue la nica va de penetracin, a la civilizacin china. Pese a ello, la

  • expresin propia del fondo animista autctono, relacionada con el culto sintosta, se

    mantiene viva. Este culto se practica en lugares variados: una roca perdida en el fondo deun valle inaccesible, un santuario en plenacapital, una simple rama o un recinto sagradode varias hectreas de extensin. Hay detodo tipo y en todo el pas, pero todos presentan una caracterstica comn: su referencia a

    la naturaleza, que tiene una expresin a lavez simblica, por la mitologa propia de lasdeidades que en ellos se veneran, y ecolgica, por su vegetacin.

    El modelo bsico de un santuario sintosta

    Ijinja), tanto en la ciudad como en el campo,es un edificio de madera rodeado de rboles.

    Este bosque sagrado (chinju-no-mori) simboliza por una parte el bosque de la montaa(yama), en cuyas profundidades tiene su origen lo divino; la valorizacin de las profundidades (oku) se pone de manifiesto, adems,en la propia arquitectura de los templos. Porotra parte, ese bosquecillo es una representacin ecolgica de la naturaleza primitiva,pues, como no se permite cortar su vegetacin, los chinju-no-mori se han convertidorealmente en reliquias del bosque de brillante

    hojarasca que cubra antao las llanuras delJapn (excepto de la parte nororiental).

    Desde luego, la preservacin de los bosques sagrados dista de ser tan completacomo cabra desear, y el urbanismo modernoles ha comido no poco terreno, pero, aun as,siguen siendo el cordn umbilical que une lacultura japonesa con la naturaleza anterior ala ciudad en el centro mismo de las metrpolis ms populosas.

    El regazo de la naturaleza

    La sociedad japonesa, pese a su profundoapego a la naturaleza, no ha conseguidoevitar que se produzca en nuestra poca unagrave degradacin de su patrimonio natural,especialmente patente en el plano esttico,evolucin que slo en apariencia es paradjica. Obedece, entre otras causas, al des

    inters del pueblo nipn por la poltica, estoes, por los principios rectores del rgimenbajo el que se produca la citada degradacin. Es sta una actitud que, como ya se havisto, refleja una orientacin muy antigua yarraigada en la cultura japonesa.

    Pese a ello, la degradacin del medio am

    biente no dej de provocar ciertas resistencias locales, los llamados "movimientos de

    habitantes" (jumin undo), que proliferaron enla segunda mitad de los aos 60 y hanacabado por imponer medidas estrictas deproteccin del medio ecolgico. Desde entonces, a causa de la crisis econmica y delos cambios de la tecnologa, el deterioro haperdido virulencia, lo que a su vez ha aplacado a los movimientos de habitantes. El inte

    rs se ha desplazado en la actualidad hacialas zonas de recreo, concebidas principalmente como zonas verdes. As, el Gobierno

    Civil de Tokio est realizando un programade duplicacin de las zonas verdes en veinteaos. Adems de esta reordenacin ecolgica de la ciudad, muchos de sus habitantes se

    permiten un retorno simblico a la naturalezay compran la ciudadana de honor de algunasmunicipalidades del norte (en Hokkaido,etc.,), que de este modo financian la preservacin de sus bosques.

    El tema de la naturaleza contribuye as adisimular otros problemas ms especficamente urbanos y, como tales, polticos, porejemplo, los extensos terrenos pblicos situados en plena capital que se entregan a losresultados aleatorios de las subastas paraequilibrar las finanzas pblicas. Es evidenteque la suerte que corra el centro de la ciudadno es un tema que interese a los millones dehabitantes de las afueras que cada noche sereintegran a su casita rodeada de verdor.

    El hecho urbano est tan ntimamente ligado a los ms altos valores de la sociedad

    europea (la democracia, la civilizacin...) quea un europeo le cuesta imaginar que lasciudades puedan expresar otros valores o,incluso, que esos mismos valores puedantener una expresin distinta de la ciudad. Sinembargo, nada tienen esas connotacionesde universal, y muchas sociedades (hijasalgunas de la propia Europa) las ignoran,como la japonesa.

    La analoga material del fenmeno de laaglomeracin del habitat humano hastatransformarse en ciudades, que se da entodo el mundo, contribuye a encubrir queesas aglomeraciones son distintas entre s,como lo son las formas de agregacin de loshombres en sociedades.

    Ms valdra renunciar a las comparacionesformales, como criticar la relativa escasez de

    plazas pblicas o de debate poltico en lasciudades japonesas y, teniendo presente laorientacin profunda de una y otra cultura,comprender que el equivalente de la plazapblica europea mbito del quehacer poltico, delimitado por columnatas y torrespodra bien ser en Japn el bosque sagrado

    lugar de retorno a los orgenes, cuyaslindes son los troncos y las frondas de losgrandes rboles y que, en uno y otro caso,la sociedad no hace sino invocar, expresndolo en su urbanidad, el referente que laorienta y le sirve as de cimiento: para una elVerbo, para otra la Naturaleza.

    AUGUSTIN BERQUE es profesor de geografaen la Escuela de Altos Estudios de Ciencias

    Sociales de Pars, donde dirige el Centro deInvestigaciones sobre elJapn Contemporneo.Actualmente es Director francs de la Casa

    Franco-japonesa de Tokio. Ha escrito variasobras sobre eldapn, entre ellas Vivre l'espaceau Japon (1982) y, en colaboracin, Le Japon etson double, logiques d'un autoportrait (1987) y ^^mLa qualit de la ville, urbanit franaise, urbanitnippone (1987). 23

  • Vivir en JapnTradicin, occidentalizacin y modernidad

    HACE ya muchos aos que la casatradicional japonesa fascina a los arquitectos. Hoy por hoy aparece en

    lugar destacado en las revistas de decoracin y es objeto de numerosas publicacionesartsticas. No se trata de un espacio confortable de acuerdo con los criterios occidentales;

    en invierno es fra y sus habitantes viven aras del suelo sobre unas esteras (tatam).Tampoco satisface a los inversionistas quebuscan la seguridad que brinda la construccin ep piedra.

    Sin embargo, nos ofrece un ejemplo difcilde igualar de sistema (en cuanto a la construccin, la concepcin y la filosofa esttica)completo y complejo. Mantiene un estrechocontacto con la naturaleza gracias al materialutilizado para su edificacin (la madera) y a

    los lmites sutiles y sucesivos que la separandel exterior: el jardn. Con su techo de paja,sus muros de adobe y sus pilotes, permitesoportar en verano temperaturas del ordende 40 grados con una tasa de humedad dems del 80%. Tambin amortigua, merced asu flexibilidad, las sacudidas ocasionadas

    por los temblores de tierra. Gracias a suspuertas correderas, es adaptable a distintassituaciones; en efecto, si se retiran cuatro

    puertas de papel (fusuma), dos habitacionesse convierten en una. Constituye la expresin espacial de una organizacin sociofami-liar que rige estrictamente las relaciones y lajerarqua entre los individuos (lugar del jefede familia, de las mujeres, etc.)

    Es... Pero hoy en da habra que utilizar elimperfecto. En realidad, despus de una evo-

    por Marc Bourdier

    El espacio habitable, caracterizado por su sobriedad y su movilidad, se adapta mal a losimperativos de la vida moderna que le dan unaspecto de algo atestado. La "monofuncionali-zacin " de las distintas habitaciones, separadasahora por muros de hormign en lugar de lostabiques mviles de antao, acenta aun ms laexigidad de las viviendas.

  • lucin lenta y progresiva a lo largo del tiempo,este tipo de casa no es ms que un vagorecuerdo cuando uno se pasea por las grandes aglomeraciones urbanas como Tokio ypor sus ciudades-dormitorios.

    Las profundas y rpidas transformacionesdel modo de produccin del habitat y, comoconsecuencia, la aparicin de nuevos tiposde viviendas individuales o colectivas han

    trado consigo, en la posguerra, una claraevolucin del modo tradicional de habitar.

    Son mltiples los orgenes de esta evolucin. Es difcil no acusar a la influencia occi

    dental. La aparicin de la cama en un 42% delos hogares le es imputable sin lugar a dudas.Esta cama se aade a la de estilo tradicional

    (futon) que, todas las maanas, despus dehaber sido expuesta al sol, se guarda en unarmario empotrado (oshiire). Ocupa ademsmucho espacio en los apartamentos de superficie reducida (58 m2, como trmino medio, en Tokio). La silla, un mueble ausente delas casas japonesas antes de la guerra, tambin ha venido de Occidente. Actualmente es

    posible encontrar en un mismo apartamentomesa y sillas, en una habitacin, y mesa bajay cojines, en otra. Adems, por cierto, delpeso de la costumbre, la escasa altura de lasviviendas producidas en serie y para el mayor nmero posible de personas explicaneste doble empleo. No se percibe del mismomodo el volumen de una estancia segn seest sentado en el suelo o en una silla.

    Anlogamente, puede reunirse ms gente entorno a una mesa baja con cojines que a unamesa con sillas.

    Sin embargo, las modificaciones ms importantes del modo de habitar en Japn sonde origen local. As, la monofuncionalizacinde cada una de las habitaciones de la vivien

    da contempornea (sala de estar, dormitorio,comedor), en oposicin a las costumbrestradicionales que no impedan dormir, comero estudiar en una misma pieza de acuerdocon el humor o los imperativos del momento,obedece a una corriente de pensamiento quedata de antes de la guerra y que, en el afnde mejorar las condiciones de higiene de lascasas de la poca, cre un nuevo concepto:la separacin de las funciones de comer y dedormir. Sus inventores haban dado por descontado que se producira un fuerte aumentode la superficie de las viviendas fabricadasmasivamente despus de la guerra, pero seequivocaron en sus previsiones.

    As, como resultado de la concentracin en

    las grandes aglomeraciones urbanas, la superficie media de los apartamentos que sealquilan es hoy de 43 m2. Cada estancia, porpequea que sea, cumple una funcin determinada. Si, como ocurra antao, cada una

    pudiera comunicarse con las dems, estaestrechez resultara quiz ms llevadera. Sinembargo, el empleo de hormign armadopara la construccin de viviendas colectivasse ha traducido en una multiplicacin de losmuros en el espacio habitable, mientras quela estructura ligera a base de postes demadera de la casa tradicional permita lamovilidad de los tabiques. Asimismo, el nuevo cdigo de la construccin, en vigor desdelos aos 50, dispone que las casas pequeasde madera deben ser resistentes a las sacu

    didas ssmicas y ya no basta, como antes,con que puedan amortiguarlas. Una de lassoluciones tcnicas que se han encontradoha sido aumentar, a tal fin, el nmero de

    muros compactos.Todo occidental que penetre hoy da en un

    hogar japons observar sin duda con curio-

    La casa japonesa tradicional est concebidacomo un refugio ligero, abierto a la naturaleza,que permite vivir ntimamente el ritmo de las

    estaciones e impregnarse del sentimiento de loefmero que es uno de los fundamentos de ladoctrina bdica. Los paneles exteriores, corredizos y traslcidos, difunden la luz y se abrendirectamente al jardn. Este est compuestocomo un cuadro, a menudo para ser contemplado desde el interior de la casa.

    sidad ciertos elementos tpicos que aparentemente perduran: descalzarse en la entrada, caminar sobre los tatamis en algunasestancias y reconocer en un rincn la alcoba tradicional (tokonoma) que, empero, enlugar de la decoracin floral (ikebana), acogeahora a la televisin, etc.. Todos estos ele

    mentos "exticos" ocultan el hecho de queestas viviendas de hormign, con calefaccinen invierno y aire acondicionado en verano,son una fuente de perturbaciones antes desconocidas que causan, como lo demuestranlas encuestas, un estrs caracterstico entre

    las poblaciones de origen rural habituadas avivir en otras condiciones.

    Aunque todava no se haya consumado laoccidentalizacin total de la vivienda, el habi

    tat y el modo de habitar del Japn han sufridouna profunda evolucin.

    MARC BOURDIER, arquitecto francs, formaparte de un equipo de especialistas que lleva acabo actualmente, con los auspicios de la CasaFranco-Japonesa, un programa cooperativosobre la calidad del entorno urbano en Tokio. Es

    autor de varios estudios sobre ese tema.25

  • Tribulaciones de un gordoen Tokio Cmo viajar en el metro

    o acomodarse en los exiguos apartamentos modernos

    por James Kirkup E

    En las horas de afluencia, una avalancha de

    pasajeros toma por asalto un vagn del metro

    japons cuyas puertas se cierran con gran dificultad.

    'N Japn, contrariamente a lo queocurre en Pars, los asientos de la

    mayora de los trenes de cercanas ydel metro tienen la forma de largos bancosinstalados en ambos lados de los vagones.Estn tapizados con una felpa resistente decolor verde, rojo o azul y son bastante confortables. Me temo que la finalidad de estadisposicin de los asientos sea permitir queel mayor nmero posible de personas puedan permanecer de pie durante las horas deafluencia, que en las grandes ciudades parecen prolongarse todo el da. La gente hacecola con santa paciencia en los andenesfrente a la seal que indica exactamente elpunto en que las puertas de los trenes seabrirn automticamente: los trenes japoneses siempre se detienen en el lugar debidocon precisin absoluta.

    Pero en cuanto se abren las puertas seproduce una batalla campal para entrar enlos vagones y apoderarse de un asiento. Lospasajeros que desean salir suelen tener dificultades para hacerlo