el correo de la unesco

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BR A SIL Un vasto estudio sobre las relaciones raciales (véanse páginas 6 a 15) Foto Pierre Verger /1'

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Cuestion Racial

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  • BR A SILUn vasto estudiosobre las relaciones

    raciales(vanse pginas 6 a 15)Foto Pierre Verger

    /1'

  • Pg. 2. AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952 El CORREO DE

    _..-

    REDACCION Y ADMINISTRACIONCASA DE LA UNESCO19, Av. Klber, Paris-16

    Jefe de Redaccin : S. M. KofflerEditor Espaol : Cr J. de BenitoEditor Francs : Aiexandre LeyentitEditor Ingls : R. FentonLos artculos firmados expresan la opinin

    de sus autores y no forzosamente la de laUnesco o los redactores de ( El Chorreo)).Imp. GEORGES LANG, I 1, rue Curial, Pars

    MC. 53. 1. 62 S.SUSCRIBASE AL CORREO DE LA

    UNESCO : 1 ao (12 nmeros) : 20ufrs., 1 dlar o su equivalente, diri-gindose a la Organizacin o a lossiguientes agentes de venta ;Alemania : Unesco Vertrieb fr Deutsch-

    land, R OIdenbourg, Munich.Argentino. : Editorial Sudamericana,S. A., Alsina 500, Buenos Aires.Australia : H. A. Goddard Lid. 255a

    George Street. Sydney.Austria : Wilhelm Frick Verlag, 27 Gra-ben, Viena I.

    Barbados : S. P. C. K. Bookshop, BroadStreet, Bridgetown.

    Blgica : Librairie Encyclopdique, 7,rue du Luxembourg, Bruselas.

    Birmania : Burma Educational BookShop, 551-3 Merchant Street, P. O.Box 222, Rangn.

    Bolivia : Librera Selecciones, Av. 16 deJulia 216, Casilla 972, La Paz.

    Brasil : Livraria Agir Editora, RuaMxico 98-B, Caixa postal 3291,Rio de Janeiro.

    Canad (lengua ingles) : Univers ;'yof Toronto Press, Toronto ; (lenguafrancesa) : Centre des PublicationsInternationates, 4234, rue de la Roche,Montreal 34.

    Ceiln : Lake House Bookshop, TheAssociated Newspapers 01 Ceylon,Ltd., Colombo.

    Checoeslovaquia I Orbis, Narodni 37,Praga 1.Chile. : Librera Lope de Vega, Moneda924, Santiago de Chile.

    Chipre : Tachydromos P. O. B., 473 Ni-cosia.

    Colombia : Emilio Royo Martn, Ca-rrera 9a. 1791, Bogot.

    Costa-Rica : Trejos Hermanos, Apar-tado 1313, San Jos.Cuba : Centro Regional de la Unescopara el Hemisferio Occidental, Calle5, No. 306, Vedado, La Habana.

    Dinamarca : Ejnar Munksgaard Ltd.,6 Norregade, Copenhague K.

    Ecuador : Casa de la Cultura Ecuato-riana, 6 de Diciembre 332, Casilla67, Quito.

    Egipto : La Renaissance d'Egypte,9, rue Adly-Pasha, El Cairo.

    Espaa : Aguilar, S. A. de Ediciones,Juan Bravo 38, Madrid.Estados Unidos : Columbia UniversityPress, 2960 Broadway, Nueva York27, N. Y.

    Filipinas : PhiJippine Education Co.Inc., 1104 Castillejos, Quiapo, Manila.

    Finlandia : Akateeminen Kirjakauppa 2,Keskuskatu, Helsinki.

    Formosa : The World Book Co Lid..99 Chung King South Rd., Section 1,Taipeh.Francia : Librairie-Universitaire, 26, rueSouitlot, Paris (5').Gran Bretaa : H. M. Stationery Office.P. O. Box 569, Londres, S. E. I.

    Grecia : Elefthroudakis, LibrairieInternationale, Atenas.

    Hungria :

  • FAUNESCO AGOSTO-SEPTtEWBRE) 952. Pg. 3

    Basta con que se ponga el cartelito"Esta tarde, programa de televisin"para quemuchos aldeanos acudan a solazarse e instruirse a travs de la reducida pantalla

    del aparato receptor...

    ... (arriba) los nios demuestran siempre su impaciencia por entrar al saln de clasePor la noche, los mayores (abajo) se reunen tambin aN) para ver y luego comentar

    la transmisin ofrecida.

    por Henry R. Cassirer

    *w'V ASTA hace dos aos, la aldea de Nogentel, situada a DO kil-metl'os al este de Pars, pensaba en la televisin como en 11110de los milagros de la ciencia moderna ; uno de esos milagroque, como la energa atmica y el aire acondicionado, perte-

    necen a un mundo remoto y absolutamente ajeno a la vida tradicionalque all se lleva. Pero hoy los habitantes de la aldea se reunen yal lasveces por semana para ver programas de televisin en el local de laescuela-local que consta de una so) a habitacin grande-. yXogentel se enorgullece de haber iniciado un movimiento para laasistencia colectiva a la teledifusin de programas diversos, movi-miento que puede tener gran significado para muchos pases.

    En la actualidad la televisin progresa rpidamente, no slo enEstados Unidos y en Gran Bretaa, S1ll0 tambin en muchos pases deAmrica Latina y de Europa. Hasta en Asia y en Africa se estntomando medidas para fundar estudios y equipos de televisin. Puropor ser los aparatos receptores tan caros, existe el peligro de que estenuevo medio de educacin e informacin se convierta en poco msque en fuente de entretenimiento para los que puedan darse el lujo decomprarlos. Por ello, la Unesco se interesa grandemente por elmovimiento de asistencia coleetiya en las aldeas francesas a la tele-difusion de programas, movimiento que seala un camino para ponerla televisin al alcance de las clases econmicamente dbiles y haberuso de et) a principalmente para cumplir propsito educativos. Lacontribucin de Francia en este sentido merece ponerse a la a par deotros esfuerzos, bien diferentes por cierto, que se llevan a cabo enInglaterra y en Estados Unidos.

    Examinemos ahora lo ocurrido en Nogente !, Gtand. Chaudun yotras cuarenta aldeas de 200 o 300 habitantes, donde las gentesse ganan ! a vida como agricultores, horticultores o viticultores,apareciendo a veces entre ellos un granjero acaudalado o unacondesa. La idea de usar aparatos de televisin en estas aldeas paraentretener y educar a los habitantes de las mismas surgi primeraentre un grupo de gentes que haban tratado de organizar clubs ;)cinematogrficos, pero tropez con muchos obstculos para elloa causa del alto costo de los proyectores y del alquiler de las pelculas,as como de las dificultades que entmara el trasladar de atdea enaldea los pocos proyectores disponibles, dejndolos en manos deoperadores torpes que a menudo habrian de causarles seriosdesperfectos. Tanto esos

  • Pg. 4. AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952

    40. 000

    KILOMETROS

    A TRA VES DEL

    SUDESTE DE

    ASIA

    (4)

    UN REPORTAJE

    DE..

    R) TCH ! E CALDER

    Ilustraciones de Eric Schwab,fotgrafo de las N. U.

    EL CORREO DE

    Bajo el impulso de una personalidaddinmica como Daw Khin Kyi, viudade un hroe nacional, las mujeres yhasta las jovencitas de Birmania sededican en nmero cada vez mayor aseguir la carrera de mdicos, enfer-meras, asistentes sociales o parteras.Para los dispensarios (foto de arriba)constituyen un personal inestimable,pero la devocin con que ejercenesas profesiones no resulta menostil en los cuchitriles como el quemuestra la foto de abajo, donde seispersonas, una de las cuales esttuberculosa, viven en una sola habi-tacin.

    No, NO protest Daw KhinKyi, al llamarlaun admirador servil Madrecita de nues-tro pas. Hermanita ! y gracias!

    La Hermanita de su pas es la viuda de AungSan. el estadista que negoci con Gran Bretaa eltratado que di a Birmania su independencia.Aung San fu asesinado por sus rivales polticosen los mismos edificios del gobierno donde trabajaactualmente Daw Khin Kyi.

    Como viuda de un hroe nacional, se le habranrenido honores en Birmania ; pero ella se hacnquistado un puesto de honor por su propiacuenta. No se hace llamar Madame Aung-Sansino que, en este pas de mujeres emancipadas,conserva su nombre de soltera (que se pronunciaDokinch) y se gana la vida como directora delDepartamento de Previsin para la Madre y elNio.

    Me haban prevenido contra la'simpata de estamujer ; y digo aprevenidos porque se dice que susonrisa pronta, y, ms aun, su risa es tapaz de de-sarmar a todo el mundo, convertirlo a su punto devista y hacerla ganar cualquier discusin.

    A causa de esa sonrisa y esa risa me v de prontodevorado por lo-s insectos nocturnos, sentado enmedio de un jardn tropical y convertido en espec-tador de una revista de la que no entenda unasola palabra. No sirvi de nada argir que haba-mos estado todo el da fuera, desde el amanecer,trabajando con un calor asfixiante, sin tomarnosun minuto de descanso, ni siquiera para comer. Nisiquiera me sirvi de excu : : a el haber hecho todoeso en bien de las madres y los nios por los quetrabajaba Daw Khin Kvi. Esta, al oirme, no hizootra cosa que sonreir y sonreir...

    Era el da en que las estudiantes a su cargoreciban el diploma de enfermeras. Se haban ga-nado el ttulo con duro esfuerzo, saliendo al inte-rior del pas, a las aldeas del Delta del lrrawaddyy a los estados montaosos ; y ella quera que, detodos modos, las chicas se divirtieran. En otrotiempo tambin haba sido enfermera ; cuidabade Aung San, en aquel entonces caudillo de la re-stbtencia birmana, y as fu como empez su idilioeO/1 l. Daw Khin Kyi haba preparado una fiestapara sus estudiantes, y stas, a su vez.) le habanpreparado simultneamente, otro festejo.

    Las doce chicas eran el orgullo y la alegra deDaw Khin Kyi. Ella misma las haba elegido en elinterior del pas y trado a Rangn a prepararse,ya que las muchachas educadas en la ciudad dif-cilmente se adaptaran a la vida del campo, donde

    EN BIRMANIA

  • LA UNESCO AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952. Pig. 5

    IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES

    tan necesarias son las enfermeras. Y ellas, respon-diendo a la distincin, se haban graduado contodos los honores.

    La idea que tenan de un homenaje a su maestraera llevar a escena una pieza o una serie decuadros de revista, con bailes y canciones, en queSe contara la vida de una estudiante de enfermera,diciendo, entre chi. stes populares y efectos de golpey porrazo, por qu se dedicaban todas ellas a esanoble profesin.

    La robusta figura que se vea sentada bajo lahiguera de Bengala era U Bat Sein, secretariopermanente de los Ministerios de Salud Pblica y

    de Educacin. El hombre rea a mandbula batientey aplauda con toda su alma.

    Este espectculo-dijo-es parte de) a solu-cin a nuestro problema de reclutamiento deenfermeras. Si mandamos a las chicas en jira porel pas, las gentes quedarn encantadas y muchasotras chicas se precipitarn a pre. entarse comovoluntarias...))

    Daw Khin Kyi tiene tambin otros mtodos. Porejemplo, hace que las mujeres de los ministros sepresenten en reuniones femeninas. Y como casitodas ellas han sido enfermeras, mdicos o mujerescon alguna profesin liberal, sirven de buen ejem-plo para ilustrar el principio de que si una chicase dedica a enfermera, puede encontrar un buenpartido.

    Pero-) e dije yo en cierto momento-si se vaa preparar a todas estas muchachas como enfer-meras slo como preludio a su casamiento, dequ vale todo el esfuerzo que se haga ? >>

    Mi interlocutora sonri con un poco de lstimaante esta lgica masculina.

  • Pg. 6. AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952 EL CORREO DE LA U

    INFORME SOBRE LAS RELACIONES

    RACIALES EN EL BRASIL

    por el Dr. Alfred Mtraux

    L\L es la razn de que la Unesco haya elegido el Brasilpara realizar all una investigacin sociolgica sobrerelaciones raciales? En este artculo deseariamos res-ponder cabalmente a esa pregunta, que se nos ha for-mulado repet veces. Puede parecer sorprenden le. enefecto, que para realizar. un estudio de esa ndole unaorganizacin internacional elija un pas que, segn

    todas las trazas, no presenta ningn problema urgente al respecto. Estamostan acostumbrados a dirigir concentradamente nuestros esfuerzos al estudiode condiciones o estado de crisis, que resulta lgico que una situacin mso menos armoniosa escape a nuestra atencin.

    Hasta el objeto mismo de la investigacin ha llegado a crear alarma entrealgunas gentes, preocupadas por las repercusiones que un estudio de estandole podra tener sobre la situacin que se trata de describir y com-prender. Hay que procurar - se nos ha dicho-evitar que los brasileosadquieran conciencia de unas diferencias raciales a las que hasta ahora, sihemos de creer en la evidencia de los hechos, no han presado mayoratencin. No se debe despertar con investigationes indiscretas un antago-nismo que puede estar siempre latente.

    Aun hechas en serio, semejantes observaciones no pasan de una simplehumorada por lo que se refiere a su alcance. En efecto, todo el mundo sabemuy bien que, en el estado actual decosas, las ciencias sociales no puedenejercer ninguna influencia inmediatasobre actitudes que tengan un arraigosecular. Por lo dems, es lgico quecause asombro el hecho de que el estudiode las relaciones interraciales en elBrasil forme parte de la lucha empren-dida por la Unesco contra el prejuicioy la discrimacin de razas. Explicar lasrazones de eleccin de ese pas para unainvestigacin como la mE'ncionada estanto ms importante cuanto que la gra-vedad de los conflictos raciales en otrasregiones del mundo parecera exigirforzosament e una orientacin completa-mente diferente a la elegida. Pero noes por un deseo de evasin, ni por amorde lo facia, por lo que la Unesco se hadecidido a analizar tas reacciones vconducta de los brasileos en cuanto serefiere a la cuestin racimal.

    La discriminacin de esta ndole, bajotodas sus formas, ha sido objeto ya deincontables trabajos. No bastaran variasbibliotecas enteras para agotar el mon-tn de los libros y artculos consagradosa la descripcin y anlisis del prejuicioracial y sus efectos. Slo en los EstadosUnidos cientos de organizaciones einstituciones pblicas y privadas seocupan de los problemas creados por ladiscriminacin de razas, en la esperanzade llegar a resolverlos por la aplicacinde mtodos cientficos. Las tensionesverdaderamente temibles que el antago-nismo racial provoca en Africa del Surhan producido un sinfn de comentariosy estudios, que no hacen sino ir enaumento. A la Unesco le habra sidodifcil encontrar hechos inditos queagregar a la masa de los ya acumu-lados, y cabe dudar que una ovarias investigacionE's suplementariaspudieran arrojar nueva luz sobre pro-blemas estudiados y disculidos con tantafrecuencia. Desde luego, los raros ejem-plos existentes de relaciones socialesarmoniosas no han gozado, por parte delos hombres de ciencia y del pblico,del mismo grado de inters.

    Pero, por otra parte, la existencia deun pas en el que viven en armonarazas diferentes constituye un hecho importante, susceptible de tener pro-funda repercusin en el conjunto de la cuestin. Uno de los dogmasesenciales del racismo es el de que hombres de razas diferentes no puedenvivir mezclados sin condenarse a la decadencia \ moral v fsica. Losracistas proclaman que la nica solucin para los pases en que coexistendos o ms razas diferentes es la segregacin absoluta. Segn ellos, habrauna incompatibilidad congenita entre tos seres humanos que se diferencianpor el color de la piel. o la forma de la nariz. Si se puede Hogar. con unoo varios ejemplos concretos, a demostrar que esta tesis, o mejor dicho estacreencia, es falsa, no habr ya manera de exrusar las injusticias sufri-mientos que las polticas de segregacin imponen a los miembro de lasrazas calificadas de inferiores.

    EL caso del Brasil constituye el argumento ms fuerte que pueda opo-nerse al credo racista. No dejar de ser conveniente, por lo tanto, cono-cer mejor un clica. social que ofrece semejante desmentido a todo loque los polticos y los doctrinarios del racismo prorlaman continuamente.La impresin general que las relaciones raciales en el Brasil producen en elviajero o visitante es excelente, y hace tiempo que tanto stos como elsocilogo expre-san su sorpresa al observar all actitudes diferentes de lasque existen en la gran mayora de las regiones del mundo. Se saluda alBrasil como a uno de los raros pases que han llegado a implantar en elmundo la democracia racial. Pero la ciencia no puede darse por satisfechacon comprobar estas cosas de un modo general : la ciencia quiere saber siesta armona es real o slo aparente, y si Se manifiesta de la misma maneraen todos los medios sociales y en todas las regiones del Brasil.

    Varios estudios realizados con anterioridad-particularmente los traba-

    El ao pasado la Unesco emprendi sobre el terreno un estudiocompleto de los diversos factores, tanto favorables como des-favorable, que desde el punto de vista social, econmico,cultural y psicolgico caracterizan actualmente las relaciones racialesen el Brasil. El Dr, Alfred Metraux, de la Divisin Relaciones Racialesde la Unesco, explica en esta pgina las razones por las cuales laOrganizacin eligi para un estudio-testimonio de esta ndole unpas como el Brasil, considerado por socilogos y estudiantes derelaciones de raza como un notable ejemplo de armona en cuanto astas se refiere, en vez de dirigir su atencin hacia algn otro pas enque las tensiones raciales fueran mucho ms violentas. Para evitar queeste trabajo adquiriera un carcter demasiado local, se incluyeron enel plan las regiones ms representativas del Brasil, confindose latarea a diversos grupos personalidades cientfica, tanto del Brasilcomo del extranjero. El trabajo realizado por ellos consisti en elestudio, por contacto directo y observacin de casos determinados,de las actitudes de la poblacin de cuatro grandes zonas metropo-litanas del pas hacia los problemas raciales, y en particular haciael negro y su posicin en la escala social. Esas cuatro grandes zonasson : So Paulo, la ciudad, no slo del Brasil sino de toda AmricaLatina que se desarrolla ms rpidamente ; Ro de Janeiro, la capitalfederal, que es tambin un gran centro industrial ; Baha, llamadaasimismo Salvador, o Salvador da Baha, la gran metrpolis negradel Brasil, y Recife, capital del rido estado de Pernambuco, situadoen la gran giba que en el mapa forma el nordeste del pas. La cuestinde las relaciones raciales en el interior del Brasil, punto cuyo estudiose ha descuidado hasta el presente, qued a cargo de un grupo deexpertos de la Unesco, que observ directamente una serie de casosen diversas comunidades del centro montaoso del pas, de la regindel Amazonas, del rido rido sert del nordeste y de las plantacionesde Baha. Los artculos que publicamos en las pginas siguientespresentan el cuadro de las actitudes raciales en el Brasil contempo-rneo, tal como lo han observado los expertos a cuyo cargo estuvola encuesta de la Unesco. Excepcin hecha del artculo de GilbertoFreyre-autor de Los amos y los esclavos monumental estudiodel desarrollo y evolucin de la sociedad patriarcal del Brasil-losdems trabajos se deben a esos expertos designados por la Organi-zacin Internacional. Bajo el ttulo Clase y casta en el interior delBrasil la Unesco publicar en el curso de los prximos meses lostrabajos del grupo encargado de estudiar las relaciones racialesen el medio rural del pas, reunidos en un libro que ha compilado ycorregido el Dr. Charles Wagley, de la Universidad de Columbia,Nueva York. Los estudios y conclusiones de los dems grupos sernpublicados a su vez dentro de los dos aos prximos. Esta mono-grafa sobre el negro y las relaciones raciales en el Brasil, total-mente puesta al da, comprender en conjunto no menos deseis volmenes de apretada lectura y sugestiva presentacin.

    TANTO las autoridades brasileascomo los centros cientficos hanprestado n la Unesco su concursoentusiasta; por algo saben los brasile-os que la reputacin de su pas no hade sufrir menoscabo con tales estudios.Si en el cuadro hay alguna pequeasombra aqu y all, esas sombras nohacen mas que resaltar la luz que loinunda.

    La encuesta de la Unesco en el Brasilha adquirido un carcter puramentesociolgico y psicolgico, es decir, quese ha aplicado a la realidad socialcontempornea, otorgndose a la histo-ria una minima parte de atencin. Perono hay que dejar de tener en cuentaque las actitudes raciales observndasen el Brasil son producto de una largntradicin histrica y que trasuntan unconcepto ibrico de la persona delesclavo, concepto muy diferente del queha caracterizado a otras potenciascoloniales. Las leyes espaolas y portu-guesas han contenido siempre clusulasfavorables a los esclavos y han tratadolambin siempre de facilitar su libera-cin. Tnles disposiciones legnles reflejanla voluntad de las gentes de iglesia que,ya en el siglo XVI, defendan la condi-cin humana de los indios v los esclavosnegros. Por desgrnciado que fuera elesclavo en el Brasil, nunca lleg adescender a la categora de bestia decarga. Una vez en liberlad, estuvoen seguida en condiciones de aspirar aconvertirse en miembro de la comunidadde los hombres libres y comenzar aascender n la escala social.

    Quiene-s deploran la presencia deunas importantes minoras de gentes decolor en el Brasil olvidan con demasiadafacilidad el papel que indios y negroshan desempeado en el proceso de lacivilizacin brasilea. Como muchoshistoriadores lo han sealado ya, lanacin habra tenido un carcter com-pletamente diferente de no haber con-lado con el aporte africano, que dehea sus antiguos esclavos. Cabe dudarde que esta contribucin del negro

    enriqueci singularmente las tradiciones sociales, religiosas y artsticas deun pas que, pese a su juventud, se manifiesta ya fuertemente original, unpas que puede llegar a crear un nuevo tipo de civilizacin ? Asombrarsede que un negro o un mulato puedan tener lalenlo y llegar a ocupar unaposicin importante sera dar pruebas de un racismo inconsciente y poneren duda las facultades innatas de la gente de color. Al hacer alusin a ladeuda que el Brasil ha contrado con sus ciudadanos de raza negra, no nosreferimos a los hombres destacados que, de una manera total o parcial,pertenecan a esta : lo que a nuestra entender resulta mas signilicativotodava es el aporte de los millones de esclavos importados de Africa,porque fueron ellos los que injertaron sus civilizaciones negras en el troncoportugus. La colonizacin del Brasil ha sido una aventura compartida porblancos y negros. Unos y otros han colaborado estrechamente - incluso apesar suvo-en) la creacin de un nuevo medio social. El encante de la vidaen el Brasil se debe, en cierta medida, a las tradiciones africanas y a laforma en que stas han ido modelando el carcter nacional.

    Del ejemplo de este pas se desprende otra leccin : la de la importanciade los fenmenos econmicos en a formacin del prejuicio racial. Enciertas grandes ciudades, la rpida urbanizacin del Brasil ha complicadolas relaciones entre blancos y negros, provocando conf) ictos que correnpeligro de adquirir un carcter amenazador. La promocin del proletariadocampesino en la escala social y la competencia entre inmigrantes extran-jeros y la masa de las gentes de color que se estableren en los centrosindustriales podra destruir esta democracia racial si las manifestacionesracistas que suscita no tropezaran con una enrgica resistencia, fundada enuna tradicin liberal y generosa. En el Brasil se han promulgado las leyesraciales precisamente para combatir el racismo, no para darle existenciaoficial. Por ello, como la investigacin de la Unesco lo ha de nostradoampliamente, el Brasil contina siendo un pas ejemplar, destinado adesempear un papel de suma importancia en la formacin de un mundodentro del cual se practique, por fin. el respeto mutuo entre todos loshombre, sean cuales fueren sus credos o el color de su piel.

    jos histricos de Gilberto Freyre y las investigaciones sociolgicas de DonaldPierson en Baha - confirmaron la opinin favorable que se mundose haba formado ya de la situacin racial del Brasil, aunque no se hubierandisipado todas las dudas exi"tentes al respecto. Por ejemplo : algnincidente exagerado por la prensa, as como las expresiones irritadas enque a veces incurran ciertas organizaciones negras, han hecho temer aalgunos que tas relaciones raciales en el Brasil no fueran tan armoniosascomo muchos brasileos y extranjero se complacan en creer. Pero auncuando no hubiera surgido ninguna nota discordante, siempre habra validola pena ilustrar con ejemplos concretos la armona establecida en el pas,as como explicarla a los de fuera. El hombre de ciencia tiene el deber depreguntase cuales han sido los factores determinantes de que el Brasilse lihrara de los frutos amargos que en tantas otras partes ha producido ladiscriminacin racimal.

    Con la esperanza de extraer una leccin del caso brasileo, la Unesco hadelegado en diversos equipos de socilogos, antroplogos y psiclogos latarea de completar los trabajos ya existentes por medio de estudios llevadosa cabo en regiones no examinadas todava y en grupos sociales diferentesde los ya considerados. La encuesta se ha extendido desde la regin amaz-nica hasta la regin industrial de So Pauto, y ha abarcado los medios masdiversos, desde las aldeas del serto a los crculos universitarios.

  • DE LAUNESCO AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952. Pg. 7

    Ms de un autor ha dicho que cualquier estudiosobre la presencia del negro en el Brasil a lolargo de la formacin de ste equivaldra a una

    historia del pas ; afirmacin evidentemente exagerada,porque lo mismo se ha dicho no slo del portugus,que hizo del Brasil una nacin al desarrollar un sis-tema patriarcal, agrario, esclavista de vida, sino tam-bin del indio americano. Ha habido y hay an intr-pretes del desarrollo social y cultural del Brasil paralos cuales debe considerarse al indio, y no al invasoreuropeo o negro, como la figura central del proceso.Para esos intrpretes la historia del pas debe serindocntrica ; no lusocntrica o afrocntrica.

    Como en tantos otros casos, en ste resulta difcil deresolver objetivamente el problema de adjudicar laprimaca a uno de los tres grupos. Pero las pruebasms concluyentes reunidas hasta la fecha por antro-plogos e historiadores de la cuestin social parecenindicar que el negro slo le va en zaga al portugscomo elemento bsico al que Brasil debe no slo suexistencia econmica, sino tambin los principalesrasgos extra-europeos de su cultura moderna y orga-nizacin social. Porque el Brasil constituye actual-mente en Amrica una cultura notable ms por esosrasgos extra-europeos (aunque siga siendo predomi-nantemente europea) que por sus caractersticas sub-europeas, pasivamente coloniales. Mucho de lo quecontribuye a cimentar este vigoroso comienzo de unacultura originalmente brasilea se debe a que el negro,gracias al trato relativamente liberal de que fueraobjeto por parte del portugus, ha tenido oportunidadde expresarse como brasileo, no vindose forzado acomportarse como un intruso desde el punto de vistatnico y cultural ; como brasileo de origen africano,no como africano indeseable que nunca debiera habersido introducido en el pas.

    Tuvo lugar esta introduccin en el siglo XV, nomuchos aos despus de haber sido descubierto Brasilpor los portugueses. Se trajo al negro como esclavo,

    por Gilberto Freyre

    primero para completar las filas serviles del indio,natural del lugar, y luego para reemplazarlo, por serste tan difcil de mantener en la esclavitud que suempleo resultaba antieconmico. Los indianfilos en-cuentran en el hecho de ser el indgena tan difcil decapturar y mantener en esclavitud-una prueba de quefu y es tnicamente superior al africano, en quienlos psiclogos dedicados al estudio de cuestiones so-ciales, como McDougall, no han vacilado en encontraruna especie de instinto de sumisin. Ms aun : losindianfilos hallan en este hecho evidencia de que losbrasileos deban considerar al indio como un verda-dero > y que algunos deban sentirsehonrados y orgullosos al saber que corre por sus venassangre como la de aqul.

    Esto podr ser verdad, pero tambin es verdad quela insubordinacin del indio americano contra elcapturador de esclavos y su falta de adaptacin a larutina del trabajo agrcola en las plantaciones portu-guesas no fueron del todo una expresin de psicologao carcter raciales, sino la consecuencia de encon-trarse tambin, el indio, desde el punto de vista de unacultura propia, en una etapa nmada y antiagrcola,mientras que muchos de los africanos trados al Brasilcomo esclavos haban alcanzado ya la etapa agrcola,no repugnndoles la vida. sedentaria como le repu-gnaba a aqul.

    Adems, no es cierto que los africanos trados alBrasil fueran siempre tan sumisos con sus amos, enabierto contraste con los indios revueltos. Los africa-nos se adaptaron a los trabajos sedentarios, pero nosiempre a la esclavitud. Desde el primer perodo de lacolonizacin europea del Brasil hasta la abolicin dela esclavitud en el Imperio brasileo de 1889, hubo unnmero considerable de levantamientos, no slo en lasplantaciones, sino tambin en los pueblos y ciudades.

    La ms importante de todas las ciudades coloniales- So Salvador da Baha-sufro una violente suble-vacin de los esclavos africanos contra sus amos en los

    fotoPjeffeVerger.

    ----------->--------El historiador portugus'Zurara, figura del siglo XV.cuenta que conoci cierto (Sigue en la pg. 8.)

    primeros tiempos del Imperio. Los astutos esclavosmusulmanes fueron la eminencia gris>> que animtanto ste como otros levantamientos, ya que Brasiltuvo la fortuna de contar, entre los africanos importa-dos para la labor domstica y el trabajo en las plan-taciones, con un considerable nmero de musulmanesy un nmero mayor aun de negros que cayeron bajola influencia islmica y adoptaron la religin y partede la cultura mahometana. El hecho es que ciertonmero de estos africanos trados al Brasil saban leery escribir en rabe y que algunos de ellos llegaron aimportar libros en este idioma por oficios de un librerode Ro de Janeiro, en una poca en que, entre un grannmero de propietarios blancos de plantaciones, loshombres apenas saban leer sus devocionarios o hacernotas para su testamento, y las mujeres vivan en talestado de ignorancia que se consideraban un dechadode perfecciones cuando, con gran esfuerzo, podanllegar a firmar su nombre.

    Parece ser un hecho que se import determinadonmero de muchachas africanas al Brasil con objetode que los prncipes del comercio entre los portu-gueses que habitaban ciudades como so Salvador lastuvieran de favoritas. Se eligi a estas muchachashasta cierto punto siguiendo cnones caucsicos debelleza y europeos de refinamiento, buscndolas gene-ralmente entre gentes de grupos africanos arabizadoso islamizados.

    Con respecto a la historia del negro en el Brasil,no debe olvidarse que este pas fu colonizado por elportugus que, ya en el siglo XV, empez a capturaren Africa esclavos, utilizados luego para trabajos do-msticos y como mano de obra en las plantaciones.Algunos de estos esclavos fueron tratados como miem-bros de las propias familias blancas, por las que llega-ron a sentir, como es natural, una devocin enorme.

    --.

  • Pg. 8. AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952 El CORREO DE

    (Sigue de la Pg. 7.)nmero de esos esclavos,mantenidos por familiasportuguesas como silO __L-'1--"'---

    moral y sentimentalmente formaran parte de ellas ;esclavos a los que de nios se ense y educ igual quea los hijos de esas familias, y a quienes se cas de lamanera ms cristiana del mundo con blancos de ori-gen portugus.

    Los colonizadores lusitanos, igual que los espaoles,haban aprendido quiz de los moros a ser hwnanoscon los esclavos que trabajaban para ellos en el campo,y ms que hwnanos con sus esclavos domsticos.

    El ejemplo fu seguido en buena parte en Brasil,aunque hay que reconocer que, bajo la presin de cir-cunstancias econmicas o ecolgicas violentamentenuevas, algunos amos no fueron solamente inhumanossino tambin crueles con sus esclavos. Para esos amosno haba* ms que un deseo o ambicin : hacerse loms rpidamente ricos que fuera posible en el tr-pico. Por consiguiente trataron a sus esclavos no comomiembros de sus propias familias patriarcales, deacuerdo a las mejores tradicionas rabes e ibricas,sino como animales de los que un plantador ambiciosode caa de azcar o caf quera extraer el mximo deproductividad con el mnimo de gastos. Pero es justotambin dejar sentado que, como regla general, elsistema patriarcal de posesin de esclavos y explota-cin agrcola logr conservar por largo tiempo en elBrasil algunos de los mtodos rabes de tratar a losesclavcs que Portugal introdujo en Europa en elsiglo XV.

    Cierto nmero de observadores extranjeros dignosde toda fe nos dicen que la esclavitud en el Brasilse desarroll bajo un signo mucho ms humano queen las otras partes de Amrica y del mundo que tam-bien visitaran. Algunos de ellos llegan a trazar uncontraste entre la situacin en que encontraron a losesclavos en el Brasil y la del los obreros de las nuevas

    fbricas europeas a principios del siglo XIX, llegandoa la conclusin de que era mejor ser esclavo en unaplantacin tpicamente patriarcal del Brasil que traba-jar libremente en la misma poca en una fbrica deEuropa.

    Tambin se ha comparado el trato de que eranobjeto los esclavos en el Brasil dentro de ese rgimenpatriarcal con el que se daba a los obreros libertosen los aos de laissez taire') econmico que sucedierona la abolicin de la esclavitud en la Amrica portu-guesa. Ciertos investigadores han llegado a la conclu-sin de que los esclavos, bajo el rgimen patriarcal ypaternal de antes, recibieron mejores cuidados de susamos que los trabajadores libres-tanto blancos comonegros-durante esos aos de transicin que, porcrueles que fueran, contribuyeron a la formacin deuna personalidad ms viril entre los grupos mejor do-tados de trabajadores de color.

    A lo largo de la historia del Brasil, la contribucinde los negros, tanto libres como esclavos, a la forma-cin de un espritu nacional y de una cultura brasilea(en el sentido sociolgico de la expresin) ha sido tanvaliosa como su aporte al desarrollo econmico del pas.Tambin, como lo ha sealado ms de un observadordel extranjero, esa contribucin ha sido grande en elcaso de los tipos ms originales y tpicamente brasi-leos de belleza o gracia femeninas. Las cuarteronasdel Brasil, o las mulatas todava ms claras, con unoctavo de sangre negra, tienen un encanto especial,que armoniza de una manera muy peculiar con lasformas y colores del paisaje tropical y que rara vezalcanzan a tener las blancas puras o las blancas conalguna gota de sangre india. Y es cosa comn veractualmente en el Brasil que las chicas ms blancasincurren en una especie de imitacin sutil e indirectade ese tipo de belleza o gracia femenina, el tipo lige-ramente tocado por el soplo negro, el tipo que tieneun ritmo negro al andar, una gracia negra al bailar yal sonrer.

    Se podra decir que, aun cuando no se d la mezclade razas, en el Brasil se ha hecho sentir la profundainfluencia del negro. Todo brasileo, por rubio que sea,lleva en su alma algo de aqul. Su influencia se sienteen cierto nmero de expresiones ntimas de la vida ola cultura en el Brasil : por ejemplo, en un catolicismoen el que se deleitan los sentidos del brasileo, y ei :los modos tpicamente brasileos de caminar, de reiry de bailar.

    La influencia negra es evidente en la msica brasi-lea, particularmente en las canciones de cuna : y esnotable en las historias de aparecidos, en las fbulasde animales, en los cuentos del campo.

    Y la cocina brasilea sera hoy nicamente portu-guesa, con uno o dos toques de la influencia del indio,si no fuera por muchas cosas africanas que se hanincorporado a las recetas : verduras, picantes afro-disacos que el Brasil ha asimilado y mezclado concosas europeas, rabes y orientales.

    La cultura africana en el Brasil est lejos de seruna curiosidad etnogrfica o una cosa de museo. Esuna realidad viva y creadora que no se detiene enel mero pintoresquismo.

    Y lo que es ms excepcional, un brasileo crespo yde piel negra no se considera negro o africano, sinobrasileo. Esto explica que su situacin, aunque no per-fectamente ajustada a estilos y condiciones predomi-nantemente europeas, como las que caracterizan lavida en el Brasil moderno, sea completamente dife-rente de la situacin del negro en los Estados Unidoso en el sur de Africa. Esto explica tambin lo naturalque fu para un famoso negro brasileo, con una edu-cacin literaria europea, decir una vez, al pronunciarun discurso : Nosotros, miembros de la raza latina... He ah un sintoma elocuentsimo : en el Brasil unnegro con educacin literaria no tiene dificultad algunaen considerarse, no slo brasileo-ciudadano cabaldel Brasil-sino latino, miembro de la raza latinan.

    Foto lean Manzon.

  • FAUNESCO AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952. Pg. 9

    LAS RELACIONES RACIALES

    EN EL BRASIL (rigue)SAO PABLO

    AL abolirs. e la esclavitud en el Brasil, en 1888,So palo no era sino una ciudad colonial,una ciudad m-s rural que urbana, apegadaa costumbres tradicionale-s. Hoy es ia segundaciudad del pas, con ms de un milln y mediu dehabitantes, y el mayor centro industrial de todaAmrica Latina. Con sus rascacielos de cementoarmado, su fiebre de construcciones (una casa nuevacada cuarto de hora) y su cintura de chimeneashumeante, esta confluencia de razas y rasgostnicos-italianos, portugueses, espaoles, ale-manes, eslavos y japoneses, confundidos con losviejos brasileos y con los negros, que afluyen delcentro y del norte del Brasil para aumentar lasfilas de los trabajadores industriales-es, en reali-dad, segn la expresin de Yerhaeren, una ciudadtentacular.

    La urbanizacin y la industrializacin presentanoportunidades que el hombre de color ha sabidoaprovechar con agudo sentido de la realidad.Cuenta. en primer lugar con el anonimato de lagran ciudad, que le permite escapar al paterna-lismo de las viejas familia-s rurales y a la capitu-lacin pasiva o la sumisin'servir ante el blanco.Aunque viva en un cuchitril, no por ello sientemenos el negro la gran dulzura de ser libre.Ahora tiene, adems, facilidades para propor-cionar a sus hijos la instruccin que les permitaascender en la escala-social. Sobre todo, el negroencuentra en las fbricas-poderosas o modes-tas-puestos con salarios que le permiten me-jorar su nivel de vida. Se ve surgir ya una clasemedia de color, propietaria de casas o terrenos,que se di-stingue de la clase proletaria por su pu-ritanismo y su sentido de la dignidad humana.

    La vieja sociedad* brasilea favoreca la ascen-sisn del mulato o del negro, pero al mismo tiempola restringa, efectuando para ello una rigurosaseleccin. Las grandes familias tenan todas susprotegidos de color : hijos adoptivos, ahijados, aveces sus mismos hijos ilegtimo : todos aquellosque, en la masa oscura, se distinguan por su inte-ligencia y su devocin. Se les mandaba a laescuela, se les encontraba empleo, y de este modotoda una clientela negra se agrupaba alrededor deesas viejas familias. Pero no se trataba sino deuna minora, y la ascensin de unos pocos se haciaa expensas. de la masa, que permaneca en laesclavitud. La urbanizacin e industrializacin,conjuntamente con las leyes obreras, que se apli-can a todos los trabajadores, sin distincin decolor o de origen, tienden actualmente a sustituirese'ascenso de unos pocos individuos por elascenso del grupo de color en su totalidad.

    Pero es evidente que, por eso mismo, el blancose va a sentir amenazado en las posicionesprivilegiadas que ocupaba hasta ahora y va atener que tratar de conservar su puesto demando ante la invasin cada vez mavor denegros y mulatos. Puesto en tal encrucijada,intentar trazar barreras, si no para detener, por

    lo menos para retardar ese movimiento. Pero,cmo va a poder hacerla en un pas democrticocomo el Brasil, donde el color es cosa tab-nadiedebe hacer alusin a sel-y donde contina te-niendo la mxima vigencia esa vieja tradicin deamistad que rige las relaciones entre blancos ynegros ? Desde luego, se ver obligado a hacerlaarteramente y con disimulo, empleando procedi-mientos desviados ; por ejempto, declarando al

    por Roger Basdede la Escuela de Estudios Superiores (Pars)y ta Universidad de So Paulo (Brasil)

    negro que hubiese ganado un concurso para ocuparun puesto superior, inepto para el desempeo delmismo como consecuencia de un pretendido dic-tamen medio, o, si no, dndo]e ! a consabidaexcusa : Lo sentimos mucho, pero no hay ningnpuesto vacante. Si quiere Vd. dejarnos su direc-cin, en cuanto haya algo libre le avisaremos sinfalta Existe as toda una poltica dirigida aencaminar a los negros nicamente por ciertasvas : la de la construccin de casas, por ejemplo,o la de los trabajos duros y desagradables que elblanco ge resiste a hacer. Hemos conocido algunosbachilleres negros de los que llegan con su ttulo,afanosamente conquistado, a solicitar un puestode secretario, y que luego tienen que contentarsecon lustrar pisos o aceptar un cargo de portero enel mismo e. stablecimiento del que esperaban serfuncionarios.

    La poltica de que hablamos se apoya en este-reotipos e ideologas determinados, que varansegn los sectores de la sociedad, y pretende justi-ficarse por esos mismos estereotipos e ideologas.En el seno de las viejas familias tradicionales,acostumbradas a la sumisin v tambin al afectodel negro protegido, se trata de luchar contra laarrogancia y la agresividad del nuevo negror, deconservar a toda costa la antigua hegemona de lafamilia y obligar al negro a mantenerse en'susitio >>. En el caso de los descendientes del inmi-grante, se trata de la competencia vital entabladaen la ciudad, de la lucha por ocupar tos mejorespuestos, de buscar colocacin a los compatriotasrecin llegaos al pas, insistiendo en la inferio-ridad tcnica o en la pre'asentacin poco esttica delnegro. Sin contar con que, para ese hijo de extran-jero, asimilarse equivale a adquirir los valores dela sociedad brasilea de otros tiempos, a ponerse,por lo que respecta a pensamientos y senti-mientos, al mismo diapasn de la antigua clasedominante, la de los tiempos de la esclavitud.

    A pesar de todo, gracias al desarrollo de lainstruccin, gracias a la guerra, que, al mismotiempo, ha acelerado el movimiento de industria-lizacin. y a la llegada de la mano de obra necesa-ria de Europa ; gracias tambin a las luchas de lospartidos polticos y la consiguiente puja electoral,el negro ha llegado a ocupar puestos a los que enotros tiempos no hubiera osado nunca aspirar.El blanco, en consecuencia, se ve obligado a revi-sar sus estereotipos, a reconocer el valor de susnuevos compaeros de trabajo, a aceptar quizque le d rdenes algn negro que se haya mos-trado ms capaz que l.

    Este fenmeno de enquistamiento-'segregacinvoluntaria slo a medias-no puede menos dellamar la tencin del observador de la sociedadpaulista, en oposicin a lo que ocurre en otraszonas del Brasil. No hay que cree1'lo simple fen-meno de clase, por el cual el blanco-que ocu-pa un estrato superior de la sociedad, mientrasel negro se halla en el ms bajo-, piensa que uncontacto que pudiera juzgarse envilecedor tendrapor fuerza que rebajarlo. Al negro de la clasemedia le ocurre lo mismo : se le cierran las puer-tas y como no quiere que se le considere igual alnegro de clase baja,. y como por otra parte elblanco lo lechaza, se ve obligado a organizar suspropios centros recreativos, como, por ejemplo, elllamado de los evolucionados. Una vez ms taindustrializacin y la urbanizacin tienen en este

    caso un doble efecto contradictorio : al poner encontacto a blancos y a negros en puestos relati-vamente importantes, destruyen determinadosprejuicios sobre la incapacidad congnita del des-cendiente del africano. A) mismo tiempo, el pre-juicio, roto por un lado, se hace ms fuerte por elotro, cambiando'o trasladando la-s barreras de lavida profesional a la vida social.

    Pero no conviene, sin embargo, exagerar losalcances de este enquistamiento. Las fuerzassexuales que, en tiempos del Imperio, impidieran,al mezclar los colores. la formacin de castas se-paradas, siguen propiciando la mezcla de razas,sobre todo entre la clase baja y en uniones ile-gtimas. Esa mezcla se produce tambien en losmatrimonios entre gentes de color oscuro con per-sonas de piel ms clara, compensndose la dife-rencia de color con las ventajas econmica-s quepueda aportar el contrayante de piel ms oscura.Un estudio del censo de poblacin en So Paulo,sobre todo al compararse la natalidad y mortali-dad del negro con la del mulato, demuestra quetodos los aos cierto nmero de gentes de colorpasa definitivamente la lnea divisoria y quedaincorporado a la poblacin blanca del pas, noslo estadstica sino tambin moralmente. Quierodecir con ello que todas esas gentes sern tratadascomo blancas gracias al anonimato de la gran ciu-dad, que no permite el control genealgico de lasfamilias ; pero tambin quiero decir que habrnadoptado, contra los que siguen siendo de color,los misnros prejuicios y los mismos complejos delos blancos.

    Los socilogos norteamericanos llaman

  • Pg. 10. AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952

    LAS RELACIONESRACIALESEN EL BRASIL

    (rigue)

    El CORREO DE

    RIODE JANEIRO

    por L. A. Costa PintoDe la Universidad del Brasil, Ro de Janeiro

    El artculo que publicamos en esta pgina constituye un resumen'de ! as conclusiones formu-ladas por el Profesor L. A. Costa Pinto en su estudio"El Negro en Ro de Janeiro-Las relacionesraciales en una sociedad en evolucin". Dicho estudio ser publicado por la Unesco en 1953.

    LA situacin racial en Ro de Janeiropresenta grandes analogas con ladescrita a propsito de So Paulo. Tam-bin en la capital del Brasil, la inte-

    gracin armoniosa considerada como caracte-rstica de las relaciones interraciales en elpas no corresponde a la realidad que sedesprende las investigaciones sociolgicasrealizadas.

    Tantas veces-y desde hace tanto tiempo-se viene repitiendo que elprejuicio racial no existeen el Brasil, que estaafirmacin, despus dedar la vuelta al mundo, seha convertido en motivode orgullo nacional. Trasdicho dogma se disimulanno obstante ciertos senti-mientos de rencor y unmalestar evidente. Pode-mos. pues-para servinosde una expresin muyuTIlizada por el socilogoRenzo Sereno a propsitode Puerto Rico-calificarese fenmeno de cripto-mecanismo. Consiste elmismo en el miedo aadmitir, o en el deseo deesconder la importanciaque en realidad se atri-buye a la cuestin de razay color. Tal negativa aenfrentar los hechos res-ponde a diversas causas.La primera hemos debuscarla en las formasextremas que ha revestidoel racismo en otros pases,y que, por comparacin,muestran la situacin bra-silea como un modelo detolerancia y armona so-cial. Pero si se comparanlos Estados Unidos y elBrasil, pronto se ver quese trata de diferencias degrado ms que de gnero.Diferencias de grado fcil-mente identificables aqucomo all, de acuerdo conlas regiones que se exa-minen. No se trata depersecuciones o discrimi-naciones brutales, sino deuna serie de pequeoshechos, ms o menos im-portantes, ms o menosgeneralizados, ms o me-nos frecuentes, que, ensuma, imbuyen en losmiembros de un gruporacial el sentimiento deestar expuestos en cual-quier momento a una---_l'-.----'-----1--injusticia o a una simple grosera por su tiporacial. Esta inseguridad produce en muchosnegros un estado de verdadera angustia, demiedo e inestabilidad. Incluso si un individuono ha padecido nunca una grosera o una re-pulsa a causa de su color, basta con que estamenazado para que permanezca a la defensivay se sienta vctima.

    Lo que nos parece caracterstico de la situa-cin brasilea no es la ausencia de prejuicios,sino la falta de violencia en las formas dediscriminacin impuestas al negro.

    En primer lugar, hemos de referirnos a unhecho importante : la manifestacin de unanueva situacin racial corresponde al aflujohacia la capital de ciertos elementos ruralesatrados por las posibilidades que les presentauna industria en pleno desarrollo. Una elevadaproporcin de esos emigrantes procedentes delinterior esta representada por los individuos decolor. De esta manera, el proletariado urbanoest en gran parte constitudo por represen-tantes de la raza negra o mulatos. A ese res-pecto, las estadsticas son reveladoras : el n-mero de negros que pertenecen a la categoriade patronos resulta insignificante en relacina la masa de empleados de color, negros omulatos. Los puestos de mando en la indus-tria, el comercio y la agricultura se encuen-tran entre las manos de los blancos, salvoraras excepciones.

    Los hombres de color que han logrado salir

    de la masa proletaria y situarse en un peldaosuperior de la escala social representan< excepciones honrosas que no pueden dis-frazarnos el estado verdico de la situacinracial. Esos hombres que parecen haber con-seguido superar los obstculos suscitados porel color de su piel, estaban sometidos a unproceso de < : blanqueamiento y, de acuerdo-con su ascenso social, eran tratados como sisu pigmentacin fuera blanca.

    Junto a esas antiguas minorias, aceptadaspor las clases elevadas de la sociedad y quedesempean para ellas el papel de un sm-bolo de su liberalismo, se levanta una nuevaminora negra que desea ascender socialmentesin renunciar por ello a su

  • LA UNESCO AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952. Pg. II

    E N los Estados Unidos,) a lnea de demar-cacin entre los blancos y los negrosest perfectamente delimitada : cual-

    quiera que no sea blanco es considerado comonegro, por dbil que sea el porcentaje desangre negra que corra por sus venas. En Vi/aReconcavo (ciudad a la que se designa conese nombre en la encuesta realizada por laUnesco, pero que geogrficamente tiene otradenominacin, esta lnea de demarcacin es unhecho ms que una lnea de separacin entrenegros y blancos ; est siempre presente en losespritus cuando se trata de clasificar a un in-dividuo : cada uno sabe quin es de pura"raza blanca y quin no lo es. Esta clasificacinpor la raza es uno de los aspectos ms im-portantes de la cultura local, y uno de losms difciles de captar para el extranjero.Los bahianos del Reconcavo estiman que sepuede percibir instantneamente la diferenciaentre un blanco puro" y un mestizo proce-dente de un cruce entre blanco e indio, blancoy negro, o negro e indio. Pero esta diferencia-cin somera no les basta. A cada persona sela clasifica o se la describe minuciosamente ;fundando su clasificacin en el color de la piel,en la contextura del pelo y en los rasgos de lafisonoma. Constantemente se hace alusin alos tipos raciales en la conversacin. Del mis-mo modo que se dira en los Estados Unidosque alguien es pequeo o grueso, los habi-tantes de Vila Reconcavo hablan del color yde los cabellos de una persona.

    En el Reconcavo se reconocen tres gradostnicos : los Blancos, los Negros y los Indios.Los blancos se llaman broncos. El trminonegro se aplica rara vez a las personas deascendencia africana, que se designarn msbien con la expresin de homen de cor (hom-bre de color). Esta palabra negro es un tr-mino genrico para la raza negra, pero casinunca designa a un individuo. Nego (variante

    atentada de la palabra negro) est un trminoafectuoso bastante empleado, incluso entreblancos, y sirve a veces de apodo. Cuando elbohiono del Reconcovo dice indio, suele pen-sar en el indio del interior de Mato Grosso ode la cuenca del Amazonas. Cuando quieredesignar a los habitantes del Reconcovo quepresentan el caracter fsico del indio ameri-cano, emplea generalmente la voz coboe/o.

    Los mismos blancos estn subdivididos endos categoras, los/ouros (rubios) y los mo-renos. Todava existe un tercer trmino queemplean solo los que se consideran comoblancos puros* para designar las personasque tienen ciertos caracteres fsicos de laraza blanca : es tronco do ferro*. Un broncoda ferro es un hombre que es blanco desde elpunto de vista feno-tpico, es decir que pre-senta el aspecto fsico caracterstico de laraza blanca (piel clara, rasgos finos y cabe-ttos hermosos", que son los lisos), pero quetiene negros entre sus ascendientes. General-mente es moreno y con frecuencia tiene untinte ligeramente amarillento. El bronco daferro presenta a veces algunos rasgos carac-teristicos del coboe/o, a parte de los que debea su ascendencia negra o blanca. En Vi/aReconcoyo, el blanco puro" tos designa enocasiones bronco da ferra, pero, en general,suele lIamorle bronco. la mayor parte de lapoblacin llama broncos a los broncos daferro y nadie tratara jams personalmente a-uno de ellos lIamndole bronco da ferro en supresencia. Blancos y no blancos tratan a losbroncos da ferro como blancos y as nadietiene por qu sentirse molesto.El color de la piel desempea un gran papel

    en esta clasificacin, pero la calidad del pelotiene tambin su importancia. En caso deduda, es el cabello el que constituye la piedrade toque. Despus de la piel y del cabellose tienen en cuenta los rasgos fisiognmicos(prognatismo, forma de la nariz y espesor delos labios). Los numeroso trminos que seemplean en Vi/a Reconcovo para designar alas personas de ascendencia negroide a mez-clada pueden clasificarse, segun esos diversoscriterios, del siguiente modo :

    MATICES DE COLOR

    Y DE SENTIDO

    por Harry W. HUTHINSON

    1. El preto o preto retinto (negro), con pielnegra y reluciente, el pelo crespo, los labiosespesos y la nariz achatado. los pretos esta-blecen entre ellos distinciones y se clasificansagn diferencias nfimas de. cualidad. enel color de la piel, la forma de la nariz, etc.El preto que tiene ms > es aquelque se aleja ms del tipo negro habitual, yque es, sin embargo, un negro. Un negro ms bonito"que tos otros.

    2. El cabro y la cabrocha tienen en generalla piel ligeramente ms clara que el preto,los cabellos un poco ms largos, pero todavacrespos y rebeldes, la facies un poco menosnegroide, aunque con frecuencia los labios

    sean an bastante espesos y lo nariz chota.El cobro y lo cabrocha ne suelen tener lo nielreluciente ni lo limpieza de rasgos del preto..

    3. El Cabo verde tiene lo piel ligeramentems clara que el preto, pero es todava muyobscura. Tiene, sin embargo, los cabellos lar-gos y lisos y sus rasgos son frecuentementefinos, sus labios delgados y su nariz estrechoy rectilnea. Es casi un blanco de piel negro.

    4. El escuro, u ombre obscuro, tiene el tintems obscuro que el trmino medio de los mes-tizos. Este vocablo se ap ! ica generalmente ouna persona que no puede clasificarse enninguno de los tres categoras mencionadosanteriormente. El escuro es casi un negro,pero tiene los rasgos caractersticos de lorozo blanca. Por regla general, tiene quo/i-donde.. El trmino escuro es muy til 01 ex-tranjero en el Reconcavo.

    5. Los mulatos constituyen una categora enel seno de lo cual se distinguen siempre dostipos : el mulato escuro y el mulato claro.El mulato tiene una cabellera que le cae casihasta el hombro, pero que es bastante en-crespado y rizada. A pesar de todo, esa cabe-llera se deja alisar. lo facies del mulato esmuy variable : labios espesos y nariz fina oviceversa. En general los rasgos del mulato sonms toscos que los del bronco y ms finos quelos del preto. El mulato se distingue habitual-mente por el tinte amarillento de lo piel, quees mas acentuado en l que en el bronco dotierra. Su pigmentacin vara desde el muyclaro hasta el muy obscuro. Un mulato claro,con el pelo alisado, los labios delgados y unanariz. regular, se parece hasta producir con-fusin con el bronco da terra.

    6. Pardo est un trmino poco usado en laconversacin. Designa una de las categorasoficialmente empleados por los censos y parael establecimiento de documentos de identi-dad. Sin embargo, a veces se aplica ese tr-mino a un indivduo para indicar que se acer-ca ms 01 bronco que al mulato claro. Sucedea veces que a nios mestios se les llamapardos antes de que sus rasgos lleguen a es-tor suficientemente acusados como para quese les pueda alinear en alguno de los otrosgrupos. As, una madre llama parda asu hijito de tres aos. Esta vive con su pa-drino que es un bronco da terra. El considerao lo nia como blanca, porque tiene lo pielmuy clara y su pelo se alargo y se ondula li-geramente. Pero la madre sigue lIamndolaparda porque ello sabe que sus cabellospueden rizarse un da u otro y entonces sermulato clara.

    7. El sarar no es dificil de distinguir. Tienelo piel muy cloro y el pelo rojo o rubio, pero

    crespo o ensortijado. Sus cabellos se calificande duros. Su facies es muy variable, ms toda-va que la del mulato. Hay sarars que pasa-ran por blancos en los Estados Unidos, pero,con frecuencia, el aspecto del sarar resultacurioso : piel ni clara ni obscura, a vecessembrada de manchas rojizas, reflejo azul-verdoso en los ojos y cabellos que se deco-loran fcilmente al sol. En Vila Reconcovo, elsoror se encuentra generalmente entre lospescadores y los habitantes de las islas. Esraro ver a una persona de ese tipo fsico cuyapiel no est fuertemente bronceada y el ca-bello descolordo.

    8. El moreno tiene la piel muy hermosa,fina y lisa, de color claro pero no blanca.Sus cabellos negros son largos y onduladoso rizados. Son fciles de peinar y no es nece-sario alisarlos. Sus rasgos se parecen muchoms a los de los blancos que a los de los ne-gros. Aqu tambin hay que distinguir entrelos morenos claros y los morenos escuros,entre el moreno mulato y el moreno blanco,que es el moreno de las familias blancas. Eltrmino moreno empleado para los blancosviene a distinguir el moreno del rubio enel seno de un mismo grupo.

    Son raros los que pueden ser situados sinvacilacin alguna en uno de esos grupos ra-ciales". Aquet que se aproxima mucho al tipoperfecto del preto-es decir, que presentatodos los caracteres del preto-es designadocomo bem preto o bem pretinho (verdade-ramente negro). lo mismo sucede con elsororo-bem sarar-o con el moreno, alque se llamar bem moreninho o moreno fino.Tambin es dificil de encontrar et tipo per-fecto de las otras categoras por lo numerosasque son las variantes. Occure con frecuenciaque un indivduo se acerca a un tipo fsico,presentando, sin embargo, uno o varios rasgoscaracterscos de otro tipo. Asi, por ejemplo,un muchacho de V ila Reconcovo presenta loscaracteres del escuro, pero, como es muysimptico, se prefiere considerarlo moreno.

    Tiene la piel y los rasgos finos peroel pelo drro y crespo. Se le atribuye general-mente el trmino moreno, pero agregando :'mas efe tem cabelo ruin.. Con frecuencia seoye decir, es mutato, pero muy claro*. Estasdescripciones evocan una imagen muy netade la persona de que se trata. En Vi/a Re-concavo, no se trata slo de distinguir losnegros de los blancos ; es preciso, asimismo.diferenciar todos los matices intermedios.

    A las categoras enumeradas hasta ahorahay que agregar la de los caboc/os, cuyo casoes un tanto especial. Como ya hemos indi-cado, los tipos amerindios que se en-cuentran en el Reconcavo son, en su mayorparte, procedentes del sertao, en el norte, queemigran en perodos de sequa. Esas inmi-graciones peridicas han dejado relativamentepocas huellas, si se piensa en su antigedad.No obstante, la poblacin de Vi/a Reconcavocomprende un elemento caboc/o importante,el de los hombres de piel rojiza o bronceada,de pmulos ms salientes que los de los ele-mentos negros o blancos, y con los ojos lige-ramente rasgados en forma de almendra. Sinembargo, son raros los habitantes del Recon-cavo a los que se designa con el nombre decaboc/os. Ms bien se les suele englobar enlas categoras locales que hemos enumerado

    antes, sin tener para nada en cuenta sucaracter indio. En V ila Reconcava, el caboc/ono est muy bien visto. Se le considera comomenos civilizado que las gentes del pas,aunque se sepa que suele ser ms trabajador,ms ambicioso, ms seguro y ms frugal, sibien menos alegre que las despreocupadasgentes del Reconcavo. En la regin rural deVila Reconcavo hay muchos caboc/os-hom-bres-que van todos los aos a trabajar enlas plantaciones durante la poca de la cose-cha. Para alajarles se construyen una especiede barracas en la que ellos mismos cocinan,lavan y planchan sus vestidos y se reunen porlas noches alrededor del fuego cantando lascanciones del serto, al margen siempre delas obreros permanentes.

    Ambos grupos se mantienen a distancia unodel otro, porque si el morador tiene pocaestima por el caboc/o, este ltimo la paga enigual moneda. Juzga perezosas a las gentesdel pas, a las que tacha de ignorantes y desupersticiosas. El caboc/o vaqueiro (vaquerodel nordeste) de determinada plantacincuenta que los obreros de la misma no lehablan ms que de magia negra, que sonperezosos y gastadores y que se burlan de sufrugalidad. No teme su magia negra, porquesabe que no se funda en nada, pero des-confa de los que hablan de ella. Los habi-tantes de Vila Recancavo no quieren admitirque tengan antepasados caboc/os o indios.Una muchacha de tipo indio casi perfecta seconsidera mulatinha, y protest con vehe-mencia cuando se le pregunt si habasangre india en su familia, aunque acab porreconocer a regaadientes que uno de sustatarabuelos era mestizo indio. la sobrinade esta muchacha, si se la vistiese con unsarang y se le pusiera una pluma en el ca-bello, respondera perfectamente a la idea quees tiene del tipo Pocahontas ; pero se laconsidera como mulata casi morena.

    Los blancos puros" odopton una actitudmuy diversa respecto al cobocto. Algunasfamilias blancas proclaman que estaran muysatisfechas de poder precisar que tienen san-gre india, porque eso significara que estnestablecidas en el Brasil desde hace muchotiempo. A veces, sucede que un nio blancotiene el aire muy indioo, es decir que esmoreno, con cabello lisa de un negro de jade.Los representantes de ese tipo llevan el sobre-nombre de tapuya, y, generalmente, son admi-rados por los blancos. Todos los obrero ! \) delas plantaciones estn de acuerdo en quenadie sobrepasa al cabac/o para el trabajo.El obrero de tipo indio, procedente del nor-deste, ir al campo a las seis de la maanay no volver hasta las seis de la tarde.Lleva consigo la comida y la come sobre eltajo. El morador, por el contrario, ir al campoa las seis y regresar a medioda. Pero comoobreros permanentes, los propietarios de lasplantaciones prefieren a los negros del Re-concavo, y, en consecuencia, no se esfuerzanmucho por fijar, a los caboc/os en la plan-tacin. En cuanto la cosecha est terminada,el caboc/a toma su hatillo y se va.

    Nadie sabe si volver al ao siguiente ynadie se preocupa por ello.

    Hasta ahora no hoy una tensin graveentre los dos grupos. Trabajan juntos duranteuna parte del ao, pero posan sus vocacionesseparados.

  • EL NORDESTE Y

    EL AMAZONAS

    EL Brasil demuestra, como ejemplovivo, que una nacin compuestade gentes de diversas extraccionesraciales no tiene por qu verse divididapor tensiones diversas o por la segrega-cin o discriminacin entre determi-nados grupos. Todo el mundo sabe quepor regla general las relaciones entrebrasileos de origen europeo, negroidee indio (de la Amrica del Sur) sonpacficas.

    Pero en un pas tan vasto como elBrasil hay contrastes sorprendentesde regin a regin, y entre las ciudadescosmopolitas y las pequeas pobla-ciones y casas solariegas del interiordel pas. Como tantos otros aspectosde la vida social brasilea, cabesuponer que las caractersticas de lasrelaciones raciales sufren variacionesdiversas dentro del marco nacionalcomn en que se desarrollan. Lasdiferencias de composicin tnica,subsistencia bsica, alcance de la in-dustrializacin v vulnerabilidad a lasideas extranjeras complican ms toda-

    va el problema de la generalizacinen gran escala. No es de sorprender,por tanto, que haya grandes vacos ennuestra informacin al respecto. Hastahace poco tiempo, esto resultabaparticularmente cierto sobre nuestroconocimiento de las relaciones racialesen el interior del pas. Teniendo encuenta que ms del 70 % de la pobla-cin de ste, aproximadamente cin-cuenta millones de almas, vive enpoblaciones que tienen menos de cincomil habitantes o en granjas o planta-ciones aisladas, era sumamente urgenteproceder a algunos estudios sobre lapoblacin rural.

    En 1950 y 1951 la Fundaao para o oDesenvolvimento da Ciencia na Bahiay el Departamento de Antropologa dela Universidad de Columbia realizaron,en colaboracin con la Unesco, estudiosde esa ndole. Se eligieron tres pe-queas comunidades en diferentesregiones del norte del Brasil, realizn-dose bajo et patrocinio de la Unescoun cuarto estudio antropolgico en

    1948 para el Internacional HyleanAmazon Institute.

    Basado en los cuatro estudioscitados, la Unesco ha recibido'ya uninforme. Bajo el ttulo de Las razas ylas clases en el interior del Brasileste informe consta de cuatro art-culos, referentes a una comunidadtradicional en el seno de las planta-ciones de Baha (Vila Reconcavo) ;una antigua poblacin minera de lameseta brasilea (Minas Velhas);una comunidad caracterstica delrido serto al nordeste del pas(Monte Serrat) y otra situada aorillas del Amazonas ( It), prepara-dos, despectivamente, por Harry W.Hutchinson, Marvin Harris, Ben Zim-merman y Charles Wagley. Cadaartculo es un estudio personal ydirecto de las relaciones raciales enuna poblacin representativa de unaregin importante del norte del Brasil.Hay diferencias entre una y otracomunidad, entre una y otra regin ;pero al compararlas, las lneas

    generales apuntan a las tradicionesbsicas del pas, tradiciones que com-parte un ncleo representativo de 1 ;poblacin brasilea. En el resto diesta nota tratar de resumir algunos ;de los rasgos comunes a las cuatripoblaciones.

    En todas y cada una de ellas adver-timos que el principio ms importantEque rige las relaciones entre las gente :es el de clase, el de pertenecer a deter.minada clase social, ms que a deter-minada raza. En la jerarqua social SEasigna un lugar a las gentes de acuerd (con el dinero que ganan, la ocupacina que se dedican, el nivel de educa-cin que han alcanzado, sus vincula-ciones familiares y, por ltimo, SIraza, que podr ser tan importantecomo las otras calificaciones, per (nunca superior a ellas.

    Aparte de esos criterios, las cualidaJdes que el pueblo adjudica a los diver-sos tipos raciales, o que asocia a stosdemuestran la existencia de una formjtibia de prejuicio racial. Las caracte-rsticas fsicas de un individuo sconsideran tanto mejores cuanto mse acerca ste al modelo blanco, 1tanto ms inferiores cuanto ms SIaproxima al negro o al indio (sto etel Amazonas). Las gentes haban decabello malo para referirse a losrizos del negro ; y en todas partes la-piel muy oscura es considerada menodeseable que la clara. Regularmentese atribuyen caractersticas psicolgi-cas ms o meneo-s denigrantes a cierta'razas ; segn e-3a actitud, el negro elinnatamente menos inteligente que ehlanco. En puridad, stos son prejui-cios de orden racial ; pero pesand

  • , Fotos Pierre Yerger.como pesan contra ellos todas lasotras consideraciones que cuentanen el plano social, el efecto que puedantener sobre las reacciones de las gentespierde importancia. En la vieja pobla-cin minera, por ejemplo, un hombrenos dijo que por nada del mundorecibira a un negro en su casa ; peropoco despus brindaba, con el mayorrespeto y cordialidad del mundo,hospitalidad a un ingeniero de color.

    En situaciones sociales concretas,lo que determina, ms que la raza, laforma en que las gentes deben tratarseson otras caractersticas : la riqueza,la educacin, la familia, las'vincula-ciones y la poltica.

    Pero no deja por ello de haber casosen que el prejuicio de raza determinala actitud o el comportamiento de losbrasileos. Ocasionalmente se producentensiones en el plano de la clase alta,donde siempre que no se pongan enJuego otros criterios, el racial puedellegar a asumir proporciones crticas.Los que pertenecen a la clase baja notratan de competir con los que sehallan en posicin superior a la suya,pero s lo hacen entre ellos-como entodas partes-los que luchan poringresar a la clase alta. o tratan dedistinguirse socialmente en la comu-llidad a a que pertenecen.

    A esta altura de la jerarqua socialka resultado a menudo que la razaconstituye un elemento verdadera-mente crucial en el camino del xitomundano, debindose jugar un albur- y perderlo-el hombre de color queaspira a la participacin en unfestival, el nombramiento para unpuesto de carcter poltico o la boda

    con alguien cuya posicin econmicacorresponda exactamente a la suya.Pero por otra parte, si se satisfacenclaramante las exigencias del medioen cuanto a educacin y posicineconmica, los individuos de pieloscura cruzan fcilmente los umbralesde la clase superior y son plenamenteaceptados en ella. As, en todas lascomunidades del Brasil hay agente decolor en los grupos ms elevados dela sociedad ; individuos que gozan deuna renta relativamente alta, quedesempean un puesto burocrtico,que poseen cierta cultura, que estn

    Por Charles WAGLfYde la Universidad de Columbia

    relacionados, de una u otra manera,con alguna importante familia de lalocalidad y que de aspecto son negroso mulatos o caboclos (amerindios). Yaunque el llegar a una posicin real-mente destacada llegue a ser msdificil para la gente de color, nuncallega a resultar imposible.

    A pesar de la escasa importanciaque el sentido racial tiene. Toda pro-porcin guardada, en la posicin que elindividuo ocupa en la sociedad, lamayor parte de las gentes que integrantos'grupos ms selectos son europeasde aspecto. Lo cual equivale a decirque a la gente de color le estnreservadas posiciones inferiores de-sdeel punto de vista social, econmico ycultural.

    Sin embargo, sera un error con-siderar dicha correlacin de raza y clase

    como un efecto del tibio prejuicioracial que sealamos ms arriba. Hayque buscar las causa. s de esta situa-cin ms bien en la lentitud con quese han otorgado hasta la fecha ventajasde orden econmico y educativo alos grupos histricamente poco pri-vilegiados formados por los descen-dientes de esclavos e indios primitivosen la tercera o cuarta generacin. Elprincipal obstculo que se opone alascenso social del negro no estribaen el prejuicio de raza, sino en ladesventaja de educacin y medios defortuna heredada por quien no des-ciende de europeos.

    En este sentido, resulta de funda-mental importancia el que no hayauna segregacin concreta en institu-ciones, ni una discriminacin encuanto se refiere a educacin y ocupa-cine-s basada solamente en la razade un individuo. Ocurren ejemplosaparentes de segregacin cuando lospobres que son al mismo tiempoagente de color se ven confinados aciertos barrios de una ciudad o unapoblacin cualquiera. Pero en estascomunidades la segregacin en granescala resultara imposible de llevara la prctica. No hay ninguna cla. sifi-cacin simple en dos o tres tiposraciales que permita distribuir a lasgentes en distritos residenciales,escuelas diferentes, iglesias, etc. ; encambio existen muchos tipos fsicosdiferentes, como el branco (europeo),el mulato, el moreno oscuro, elmoreno claror, el cabo verde (depiel oscura y rasgos europeos), elsarar (de piel clara y rasgos ne-groides), el caboclo que tienefacciones de indio americano, y el

    pardo para no mencionar sino unop o c o s. En esas circunstancias esdifcil imaginar un sistema de segre-gacin que pueda funcionar en algunaforma.

    El reconocimiento de tantos tiposintermedios demuestra, en cierto modo,un sentido agudo de las diferenciasraciales. Las gentes llegan, en su con-versacin, a identificar a las demsf'efirindose a su tipo fsico. En lamisma forma que otros pueblos hablande ese

  • Pg. 14. AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952

    LAS RELACIONESRACIALESEN EL BRASIL

    (rigue)

    BAHIA

    El CORREO DE

    LA METROPOLIS

    NEGRA...

    por Thales de Azevedode la Universidad de Baha

    LAS mejores relaciones socia-les entre blancos y personasde color son probablementelas que se registran en las

    regiones colonizadas por los portu-gueses en los cuatro ltimos siglos.Tal hu sido, por ejemplo, la impre-sin trada a Europa por AndrSiegfried despus de sus viaje portodo el mundo. No escapa a esaregla el Brasil, la mayor nacinfundada por colonos portugueses,que despus de descubrirlo, lo po-

    blaron. En realidad, una de lascaractersticas de la civilizacinbrasilea es la convivencia arm-nica de diversos grupos tnicos,oriundos del proprio pas, de Euro-pa, de Africa y, ms recientemente,-de Asia ; grupos que consti-tuyen actualmente la poblacin deaquella tierra. En varios otros pa-ses, la convivencia entre blancos dediversas procedencias o diversosgrupos de color es igualmente pa-cfica y exenta de tensiones ; pero

    en pocas partes del mundo moder-no sern ms satisfactorias que enel Brasil las relaciones entre blan-cos y hombres de color, especial-mente por lo que se refiere a losdescendientes de los viejos escla-vos africanos.

    No existen en el Brasil prejui-cios activos de raza, y mucho me-nos lucha organizada e institucio-nalizada entre blancos y negros,aun en aquellas partes de su terri-torio en que esos ltimos son ms

    numerosos, como los Estados delCentro-Sur y del Este. Entre esosltimos, Baha constituye en. ejem-plo tpico. La poblacin bahianaest constituda, en trminos gene-rales, por blancos descendientes deportugueses, negros descendientesde los esclavos trados de la Guineay de Angola y los mulatos resul-tantes del intenso mestizaje quedesde mediados del siglo XVI vienellevndose a cabo entre los dos pri-meros grupos, y contra el cualresult impotente la legislacincolonial que prohiba el casamientode personas libres con esclavos.Incluso antes de ser suprimidas,esas leyes eran ya letra muerta.Si algo acta hoy en el sentido demoderar el mestizaje, ese algo es,no tanto el prejuicio del color,como las distancias sociales ali-mentadas por los sentimientos declase, que, a pesar de no ser muyfuertes, superan indiscutiblementeaquel prejuicio.

    En la capital del Estado, pocoms de un tercio de los habitantesson blancos ; los negros llegan aconstituir un 20 por ciento de lamisma, y el nmero de mestizosasciende a cerca de tm 47 por cien-to. En esa ciudad de 400. 000 habi-tantes, una de las ms importantesdel Brasil, el nmero de blancoscrece con la misma lentitud conque va disminuyendo el de negros,mientras el de mulatos de todos loston o s contina aumentando aritmo cada vez ms acelerado yalcanzando las cifras ms altas detodo el Brasil, incluso en compara-cin a las registradas en aquellasregiones en que los negros sonproporcionalmente ms abundan-tes, como los Estados de'MaranhScy Piau.

    Ms caracteristicas todavia queel mestizaje-practicado intensa-mente en los estratos inferiores dela poblacin y extendido, aunquedecreciendo en. intensidad, a lascapas ms altas de sta-son lasposibilidades de ascenso que laspersonas de color poseen dentro dela sociedad local. Por ser sta unasociedad de clases multirraciales,en que de hecho no existen castas- como ha demostrado el socilogoDonald Pierson-los morenos y losmestizos pueden,

  • LA UNESCO

    Brasil, en Baha se mezclan des-preocupadamente todos los gruposraciales en los vehiculos pblicos,teatros y cines, cafs y restau-rantes, iglesias, escuelas, y hastaen las filas militares, en la medidaen que cada clase social est repre-sentada en esos agrupamientos yorganizaciones. Todo sto se ob-serva acentuadamente en Baha,donde causa tambin menos ex-traeza que en otras partes. EnBaha, el ascenso social de lososcuros, ascenso en que la edu-cacin desempea un papel pre-ponderante, est considerado lacosa ms natural del mundo.

    Los bahianos acostumbran a de-cir que la diferencia de posicinsocial en su medio est marcadapor la educacin del individuo :puede subir todo aqul que alcancecierto nivel de instruccin y depreparacin profesional, y que unaa ello maneras corteses y unaconducta moral compatible con loscnones locales. Aunque los more-nos y los mulatos menos pigmen-tados se hallen concentrados en sugran mayora en los estratos infe-riores de la sociedad, y desempe-en ocupaciones no slo modestassino tambin algo humillantes, haymuchos de ellos en las filas de to-das las profesiones de prestigio.As, los ciudadanos de color ejercensus actividades no slo entre lossuyos, sino tambin entre los blan-cos, y-podemos encontrarlos demdicos, jueces, abogados, inge-nieros, profesores universitarios,sacerdotes, polticos, jefes de servi-cios burocrtico y-sto conmenos frecuencia-de comer-ciantes, industriales, banqueros ymilitares.

    Una vez clasificados en estasprofesiones, tienen abierto el acce-so a las sociedades cientficas y lasacademias literarias, a las her-

    mandades religiosas y los clubssociales y recreativos de gran ca-tegora. Particularmente, por mediode las profesiones liberales, alcan-zan categora social los individuospobres y de color. Entre los poe-tas, escritores, cientficos y estads-tas cuya actuacin enorgullece alos bahanos y a muchos otros bra-sileos, hay muchos hombres decolor, a veces de color acensuado yde trazos inconfundiblemente ne-groides.

    Y el que pintamos no es un cua-dro romntico, trazado por obser-vadores a la ligera o por. admira-dores incondicionales del modo devida bahiano, sino el resultado deencuestas de carcter sociolgicocon verificacin directa de la com-posicin tnica de varios grupos deprestigio, as como de diversas or-ganizaciones escolares, recreativas,religiosas, polticas, administrati-vas y econmicas.

    En 1951, el autor de este artculoempreridi una de esas encuestasbajo el patrocinio de la Unesco,dentro del programa de EncuestasSociales en el Estado de Baha for-mulado por la Columbia Universityy llevado a cabo por la Fundacinpara el Desarrollo de la Ciencia enBaha.

    Conviene advertir, sin embargo,que las relaciones interraciales enla ciudad no estn totalmenteexentas de fricciones y discrimina-ciones que frequntemente Se con-funden con antagonismos de clases.Vn anlisis de las costumbres y dela estructura social de Baha de-muestra que hay ciertos punto deresistencia al ascenso social de losindividuos ms negroides y revelaque hay bahianos que imputan alos negros el atraso econmico enque vive la regin, si se la comparacon otras zonas del Brasil cuya in-dustrializacin y enriquecimiento

    se produce con mucha mayor rapi-dez. Por ejemplo, en las capas mselevadas de la sociedad los casa-mientos entre ambos grupos en-cuentran obstculos a veces muyfuertes, hasta el punto de que sueledecirse que, no siendo en materiade casamiento, no existe realmenteprejuicio de color en Baha. Noobstante, un mestizo que ejerzauna profesin liberal o que seaposeedor de cierta fortuna puedecasarse con una blanca >,vale decir, de origen autntica-mente europeo.

    El matrimonio constituye la pie-dra de toque de las relaciones in-terraciales. En Baha, el matrimo-monio es considerado por muchoshombres de color como el medio deacceder a una mejor posicin so-cial. El nmero de uniones entregentes de pigmentacin distinta esbastante elevado, cifrndose en un20 % del total del Estado. Por otraparte, tiende a disminuir la pre-sin social que antao se ejercieracontra los matrimonios mixtos.Hay en Bahia hombres de colorque desempean situaciones desta-cadas, casados con mujeres blan-cas o, cuando menos, con esposasms claros de piel que llos.

    Un estudio realizado sobre variosde esos casos revela el hecho cu-rioso de que una mujer de tez os-cura que se casa con un blancoest mucho ms expuesta a la hos-tilidad de los familiares de su ma-rido que un hombre de color quecontrae matrimonio con una mujerde color claro o totalmente blanca.Esta actitud, paradjica en apa-riencia, se explica por el hecho deque en la familia brasilea los pa-rientes de la mujer tienen mayorinfluencia que los del marido yste, fatalmente es absorbido poraqullos.

    As, el hombre de piel oscura

    se releva :, al integrarse a la fami-lia de su mujer blanca o clara,mientras que un blanco que secasa con una mujer de tez oscura

  • Pg.) 16. AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952 El CORREO DE

    LA VUELTA AL MU

    ANO 2. 500 o. de Cristo.-la caravanaprocedente de Nnive acababa de llegar aUr. Ardasipal, el comerciante, recibe dos la-drillos cocidos con unos signos que lee aten-tamente. Su corresponsal de Nnive, Baalid, leda cuenta en ellos de los beneficios obtenidoscon las mercancas que le haba enviado. Sonlos pasos iniciales de un servicio, el de Co-rreos, que nace al mismo tiempo que el primercomercio internacional, en los albores de lahistoria de la cultura.

    Slo hace 60 aos quel el material impresodisfruta de tarifas reducidas en un impor-tante grupo de pases. Antes, los impresos seenviaban con la misma tarifa que las cartas.Y no hace ms de 150 aos que el serviciode correos constitua an de hecho un privi-legio reservado a la realeza, los comerciantes,la aristocracia y los altos funcionarios delEstado.

    El primer servicio oficial de correos deque hasta ahora se tiene noticia lo fundDaro el Grande de Persia 500 aos antesde J.-C. Por medio de postas de jinetes,Daro enviaba mensajes a su vasto imperio,que se extenda desde la India hasta Egipto.Los estadistas de Macedonia, Egipto y Romasiguieron ese ejemplo, y los emperadoreschinos tenan un detallado sistema postal queMarco Polo describi varios siglos ms tardeal regresar de su famoso viaje a las tierrasdel Gran Khan.

    Con los romanos, el correo imperio) lleg aalcanzar un grado de eficacia que slo se hapodido superar en los tiempos actuales. Lascartas de Julio Csar a Cicern, escritas desdeInglaterra, llegaron a Roma en 26 das. En1800, el reparto de uno carta enviada en esasmismas condiciones hubiera tardado un mes.

    la palabra posta, con que se designa elcorreo en muchos idiomas, data de ese perodoromano. Se deriva del latn. positus., quequiere decir colocado o apostado, porquelos caballos estaban efectivamente apostadosa distancias fijas para servir de relevo en laconduccin de los despachos.

    Los particulares hacan uso de esclavos parallevar las cartas o las confiaban a algn via-jero dispuesto a hacerles ese favor. Alrededordel ao 300 de nuestra era, el emperador Dio-cleciano inici el primer correo pblico paralos ciudadanos de Romo.

    Con la cada del Imperio Romano caytambin el correo europeo como servicio

    pblico oficial, y slo en el curso del siglo VIIICarlomagno logr restablecerlo parcialmente.Los seores del medioevo mantuvieron correosreales, aunque no hubiera entonces ningnservicio pblico regular de stos. Los gremiosde comerciantes en Espaa, Inglaterra, Fran-cia, Alemania e Italia establecieron a su vezservicios privados para atender el servicio deletras o cartas de cambio que haba quepagar en los ferias. Desde el siglo XIIIhasta lo revolucin de 1789 lo Universidad dePars mantuvo un correo internacional parauso de su cuerpo cosmopolita de estudiantesy profesores. Isabel lo Catlica, organiz elservicio de postas en Espaa y estableci elcorreo para Amrica.

    Hacia 1550 se permiti o los correos realesde Inglaterra y Francia llevar cartas parti-culares. El jefe de correos de lo reina Epi-zabeth autoriz o sus mensajeros o llevarcorreo privado al continente en los cteros enque se embarcaban. Mientras tanto. Carlos Vhaba extendido o Austria y Holanda losbeneficios del servicio postal alemn.

    En 1635, Thomas Witherings, director decorreos de Carlos t, cre un servicio pblicoentre Londres y Edimburgo. lo tarifa quepagaba el destinatario era de dos peniquespor una carta enviado o menos de 130 kil-metros y de ocho peniques por una que fuerao Escocia. Tambin, con el consentimiento delgobierno francs, Witherings organiz un ser-vicio extranjero de correos o travs deFrancia.

    El Cardinal Mazarino, primer ministro deluis XIII y luis XIV, introdujo el uso delcorreo poro enviar paquetes, y en 1653 fundun servicio local para beneficio de los pari-sienses. Se pagaba un sueldo* por este ser-vicio, pero en forma de sello de correo ; ysta es lo primera vez que se puso en prcticatan famoso expediente. Un imitador inglsdel Cardenal, William Dockra, organiz unservicio muy eficaz de correos en Londres o

    penique por carta, pero fu o parar o la cr-cel por orden de Jaime, Duque de York, quegozaba del monopolio de beneficios postales.

    En 1670, Inglaterra y Francia crearon, porun tratado especial, el. Correo de Lyon* ;de ese fecho, por tanto, dota el correo inter-nacional regular. Inglaterra enviaba paquetespostales a Francia dos veces por semana, ysta se encargaba del servicio por tierrahasta Lyon. Las tarifas se pagaban hasta este

  • FAUNESCO AGOSTO-SEPTIEMBRE 1952. Pg. 17

    NDO POR UNOS CENTAVOS

    por Phili L. SOLJAK

    punto, y de ah o cualquier otro direccinabonaba lo diferencio el destinatario.,

    Un nuevo trotado anglo-francs, firmado en1713, estableci lo base de una contabilidadde los correos en trnsito, contabilidad quecon escasos variantes sigui en vigencia hasta1870. Se poda enviar cartas o Italia, Espaay Turqua sin pagar franqueo. lo contabilidadentre los oficinas de correo de Inglaterra yFrancia se hacia sobre los cantidades totalesque se deban entre correo y correo, hacin-dose el cmputo del importe carta por carta.

    En 1711, el director general de correos de) a Reina Ana haba reorganizado el correobritnico y regulado los servicios entre lo me-trpolis y sus colonias en Norteamrica ylos Antillas. Por esta poca, los famosos. paquebotes. de Falmouth empezaron a viajarde Inglaterra o Espaa, Portugal y los Anti-las, y hacia 1800 servan uno vasto parte delmundo. Para completar su reducido paga, lostripulaciones de estos pequeos barcos seentregaron muchos veces 01 contrabando o o) a captura de barcos extranjeros como botnde guerra. Estos actividades pusieron 01infortunado director general de correos enconflicto frecuente con otros secciones delgobierno, como lo Aduana o ! a Marina.

    En Norteamrica, Benjamin Franklin ampliel servicio de correos intercolonial y,en 1775, como director general interino decorreos para los colonias, inici un servi-cio de Nueva York o Inglaterra. El Congresocontinental fund un correo americano inde-pendiente 01 estallar lo guerra de Gran Bre-taa con sus colonias americanos en 1775.

    Hacia 1790, el correo britnico transportadopor carricoches o diligencias, que WilliamPitt fundara seis aos antes, reparta cartas ypaquetes o lo mitad del costo de los jinetesindividuales de antes. Cada vez haba msgentes que escriban por. correo urgente..sus cartas. Pero los tarifas, basados en lo dis-tancio o que deba llevarse el envo postal,subieron rpidamente durante los guerras na-polenicas. En Francia, el Emperador acabcon lo concesin en arrendamiento del correoo individuos o empresas privadas, fundando en1804 un servicio nacionalizado y puesto bajolos rdenes de un director general.

    En 1835, un ingls pabaga 17 peniques porenviar una carta o 1. 150 kilmetros de dis-tencioo paro recibir una que tuviera que

    efectuar el mismo recorrido. Insistiendo enque las tarifas postales deban basarse en elpeso y no en la distancia a que se trans-portaba la carta o paquete en cuestin, SirRowtandHitt propuso) a adopcin de unatarifa uniforme de un penique, que debaabonarse, por medio de una estampilla decorreos, el enviar el artculo. Ambas reformasestaban ya en vigencia en 1840, y prontoEstados Unidos, Francia, Espaa y Alemaniasiguieron los pasos de Gran Bretaa. Antes deque pasara mucho tiempo, sta ltima volvaa abrir brecha con tarifas reducidas paralibros y peridicos.

    Mientras tanto, el comercio y las comuni-caciones iban sufriendo una rpida expan-sin en Europa, y los colonizadores-adelan-tados >> iban ocupando y poblando nuevos te-rritorios allende la mar. Tanto los ferro-carriles como los barcos de vapor trans-portaron el correo ms rpidamente y enmayor volumen que antes. Los subsidios queles pagaban las oficinas de correo permi-tieron que compaias navieras como laCunard Line, la Pacific and Oriental y laRoyal Mail Une tuvieran servicios regularescon las Amricas y las colonias britnicas.Antes de que ello ocurriera, en 1834 la firmade Jardine, Mathieson and Co., establecida enCantn, haba empezado a hacer correr susfamosos ctipers de China* que a toda velacruzaban raudamente el mar con su carga ysus despachos.

    En la India, el servicio que Lord Clive inau-gurara en 1766 segua el ejemplo britnicomanteniendo tarifas uniformes y bajas, pesea las grandes distancias recorridas. A loscolonizadores aislados en muchas regiones deEstados Unidos, el Canad, Australia, NuevaZelandia y frica del Sur les traan el correolas diligencias y los jinetes especialmentededicados a esta tarea. El correo australiano,fundado en 1810 por el Gobernardor Mac-quarie, mantena comunicacin regular conEstados Unidos por va martima cincuenta yseis aos ms tarde. En Nueva Zelandia, elcorreo empez usando corredores maores, y,en Sud frico, jinetes hotentotes.

    El. Pony Express., servicio que transportcorreos desde St. Joseph, Missouri, a SanFrancisco-una distancia de casi 3. 500kilmetros-realiz una verdadera proeza du-rante los diecisis meses que dur su fun-cionamien. o, entre 1860 y 1861, fecha en quelo reemplaz el telgrafo de la Western

    Union. Ochenta jinetes y 400 caballos, situa-dos en postas de relevo, recorran esa dis-tancia en menos de diez das, o sea, la ter-cera parte del tiempo empleado por una dili-gencia ; y para ello desafiaban tempestades,inundaciones y ataques de los indios, con loque ganaron una fama que el tiempo no halogrado menoscabar.

    Otro servicio de correos que merece elcalificativo de pintoresco es el de la. cajde estao., que hasta hace poco ha funcio-nado en la isla de T ofua, perteneciente algrupo de las islas Tonga, en los mares delSur. Por impedir los arrecifes de coral que ro-dean la isla el acercamiento de los barcos ala costa, se tir durante mucho tiempo al maruna caja de estao que contena el correo.El nadador ms fuerte de la isleo se tiraba almar, desafiaba la marejada y llevaba elcorreo a remolque hacia la costa.-

    Al irse ampliando los correos internacio-nales, se fueron firmando ms y ms tratadospostales. Pero a causa de las muchas diferen-cias de tarifas y procedimientos en diversospases, se hizo casi imposible la distribucinrpida y exacta de la correspondencia. En1863, por indicacin de Estados Unidos, unaconferencia internacional celebrada en Parsnegro a ponerse de acuerdo sobre un cdigopostal destinado a mejorar y simplificar lasrelaciones internacionales en ese sentido.

    la puesta en marcha de dicho cdigo y suaplicacin prctica se vieron demoradas porla guerra civil norteamericana y la guerrafranco-prusiana. En 1870 y 1871, los parisien-ses, sitiados por los alemanes, organizaron uncorreo Tours por medio de palomas men-sajeras y globos, servicio que si