revista de historia naval nº56. año 1997

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  • 8/13/2019 Revista de Historia Naval N56. Ao 1997

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    HISTORI N V L

    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    REVISTADEHISTORIA NAVAL

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    Jos Cervera Pery. coronel auditor. Periodista.Fernando Gonzlez de Canales y Lpez-Obrero, Secretario Generaldel Instituto de Historia y Cultura Naval; Manuel Martnez Cerro,Jefe del Departamento de Cultura del Instituto de Historia y CulturaNaval; Hugo ODonnell y Duque de Estrada, de la Comisin Espaola de Historia Martima.

    Redaccin, DfusinyDistribucin: IsabelHernndez Sanz, Ana Berenguer Berenguer.Administracin: OvidioGarca Ramos, comandante de Intendencia de la Armada.DIRECCIN Y ADMINISTRACIN:

    Instituto de Historia y Cultura NavalJuan de Mena, 1, l. planta.28071 Madrid (Espaa).

    EDICIN DEL MINISTERIODE DErnNSAIMPRIME:

    REVISTA DE HISTRIA NAVALCONSEJORECTOR:Presidente: Directordel Instituto de Historia y Cultura Naval, Jos IgnacioGonzlez-Aher Hierro, contralmirante.Vicepresidentey Director:Vocales:

    Servicio de Publicaciones de la Armada.Publicacin trimestral: primer trimestre 1997.Precio del ejemplar suelto: 650 pesetas.Suscripcin anual:

    Espaa y Portugal: 2.600 pesetas.Resto del mundo: 4.000 pesetas.Depsito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467X.NIPO: 076-97-018-5.Impreso en Espaa. - Printed in Spain.CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.

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    SUMARIOPgs.

    NOTA EDITORIALLa Armada Guardacostas de Andaluca y la defensa del Atlntico

    (1521-1550), por Esteban Mira Caballos7Don Jos Mara de Salazar y la Banda Oriental del ro Uruguay,por Alejandro N. Bertocchi Morn21El bautismo de fuego de los cruceros de combate, por Jos M.Gutirrez de la Cmara31La contribucin de los judos espaoles al desarrollo de la ciencia

    nutica en los tiempos precedentes al descubrimiento de Amrica, por Ricardo Arroyo Ruiz-Zorrilla47Don Francisco Daz Pimienta: de maestre y capitn de naos acapitn general de la Flota del Mar Ocano, por Pilar RuizFernndez de Caete59La historia vivida:Cmo fue la botadura del Canarias67Documento: Un retrato de Federico Gravina y Npoli, capitngeneral de la Armada69La Historia Martima en el mundo: Chatham y Portsmouth, dosarsenales histricos, por Jos Antonio Ocampo AneirosNoticias GeneralesRecensiones

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    COLABORAN EN ESTE NMERO

    Esteban Mira Caballos es doctor en Historia de Amrica y ejerce el profesorado enel Instituto Pblico de E. S. Zurbarnde Badajoz. Ha publicado numerosos trabajosen diversas revistas y publicaciones nacionales y extranjeras; entre ellos, recogemosaqu: En torno a la expedicin de Sebastin de Ocampo a la isla de Cuba (1506),publicado en Revista de Indias (Vol. LVI, n. 206. Madrid, 1996), Indios americanosen el Reino de Castilla (1492-1542), en el Congreso de AHILA, Leipzig, 1996, yRectificaciones en torno al gobierno de frey Nicols de Ovando en La Espaola(1502-1509), en Revista de Estudios Extremeos. Badajoz, 1996.Alejandro N. Bertocchi Morn, historiador naval uruguayo, es colaborador de laRevista Naval de Montevideo y de sucesivas ediciones del Diario Espaol de dichaciudad. Colabora, asimismo, en la REVISTA DE HIsTonjA NAVAL. Es autor de numerosas obras de tema martimo, siempre centrado en el estudio de la Amrica meridionaly principalmente en la de su pas.Jos Manuel Gutirrez de la Cmara Sen, es capitn de navo especialista enArmas Submarinas. Es autor de varios artculos tanto de carcter general como relacionados con su especialidad. Colaborador de la Revista General de Marina desde elao 1966. Destacamos sus artculos: ,Es posible la existencia de corsarios de superficie en una futura conflagracin mundial?, i,Queda todava lugar para los buquesde guerra de superficie en la lucha contra el trfico martimo?. En las pginas de estamisma revista ha publicado: De la primitiva fragata al cruero de combate y Loscruceros post-Jutlandia.Ricardo Arroyo Ruiz-Zorrilla es capitn de la Marina Mercante y diplomado enComercio Exterior. Conferenciante y articulista, es autor de numerosos trabajos sobrehistoria martima y arqueologa naval. Ha intervenido en programas culturales enRadio Nacional de Espaa y Televisin Espaola. En 1989 obtuvo el Premio Virgendel Carmen de la Asociacin de Navieros espaoles por su libro Apunte para unahistoria de la enseanza de la nutica en Espaa.Pilar Ruiz Fernndez de Caete es licenciada en Geografa e Historia. PremioVirgen del Carmen de libros compartido con Antonio de la Vega por su obra Elcertamen naval de Almera de 25 de agosto de 1900. Ha trabajado en los fondosdocumentales de las Cortes Espaolas relativos a los debates parlamentarios del 98.Autora tambin de otros trabajos en revistas especializadas.

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    NOTA EDITORIALMil novecientos noventa y siete nace bajo el signo de la austeridad, lobligado ajuste presupuestario de carcter restrictivo exigir un mayor esfuerzo de todos. La REVISTA DE HISTORIA NAVAL quiere ser la primera en el firme

    propsito de seguir su lnea de objetivos, que tantos estmulos est recibiendopor parte de nuestros lectores.En este primer trimestre del noventa y siete, destacadas firmas colaborancon sus trabajos a hacer ms fcil la tarea. Un esplndido estudio del profesorMira nos sita ante la Armada de Andaluca, en una poca conflictiva. Elhistoriador uruguayo Alejandro Bertocchi nos brinda una magnfica semblanza de don Jos Mara Salazar, el marino espaol que tanto hizo por la BandaOriental del Ro de la Plata El bautismo de fuego de los cruceros de combatees el tema que ofrece el capitn de navo Gutinez de la Cmara, cenando elcaptulo de estudios, lbs trabajos de Ricardo Anoyo sobre la contribucin delos judos espaoles a la ciencia de la navegacin y de Pilar Ruiz Fernndezde Caete, sobre un marino poco conocido: don Francisco Daz Pimienta.Mantenemos los espacios La Historia vivida, La Historia Martima enel Mundo, Noticias generales y Documento; son espacios muy arraigados en el entramado de la REVISTA, que finalmente se completa con las acostumbradas recensiones de nuevos libros.Supla V. E. con su celo..., esta frase, al final de muchos escritos deimonnicos, se inclua cuando las dificultades o los contratiempos exigan mayores esfuerzos. Creemos, por tanto, que en el esfuerzo y el celo de todos est laclave para que la REVISTA mantenga sus calidades prioritarias...

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    LA ARMADA GUARDACOSTASDEANDALUCA Y LA DEFENSA DELATLNTICO 1521-1550)Esteban MIRA CABALLOSUniversidad de SevillaIntroduccin

    El presente trabajo constituye la continuacin de una pequea ponenciaque, bajo el ttulo de La Armada de la Guarda de las Costas de Andaluca(1521-1525) presentamos, en 1991, al II Congreso de Historia de Andaluca (1). En aquella ocasin, insistimos en el devenir de la Armada a lo largode los cinco primeros aos de su existencia, mientras que ahora lo hemosampliado a toda la primera mitad del siglo xvi. Con el anlisis de este periodo de tiempo es posible establecer ya conclusiones, con un mnimo rigorcientfico, sobre la actuacin de esta Armada andaluza, su organizacin y sufuncin.Los umbrales cronolgicos que delimitan este estudio implican un conocimiento casi total de la misma. La primera fecha seala el momento exacto enque aparece la Armada Guardacostas de Andaluca configurada ya como tal,es decir, formada por un grupo de navos de guerra bajo esta denominacin,recorriendo unas rutas concretas y cumpliendo unos objetivos muy definidos.El ao 1550 no responde, en cambio, al fin de la Armada, sin embargo, suactividad fue desde entonces mucho menor. No podemos perder de vista quedesde la tercera dcada del siglo XVI se haban comenzado a organizar lasprimeras flotas acompaadas de buques de guerra, circunstancia que se generaliz a partir de las Ordenanzas de Navegacin del 18 de octubre de 1564,

    restando, pues, exclusividad a la Armada Guardacostas en la proteccin deltrfico atlntico.Debemos decir, igualmente, que pese al nombre tan excluyente que tuvoesta armada no fue, sin embargo, la nica dedicada a la guarda de las costascastellano-aragonesas, ni tan siquiera la nica de Andaluca. Como es biensabido, la defensa de la pennsula Ibrica, en el siglo xvi, no poda solventarsecon un slo centro de operaciones ya que, como muy bien ha afirmado Ricardo Cerezo, haba tres entidades geopolticas perfectamente diferenciadas: enprimer lugar, la castellano-cantbrica, que deba encargarse de la defensa detoda la cornisa noroeste; en segundo lugar la aragonesa, desde donde se debaproteger el Mediterrneo, y en tercer, y ltimo, lugar, la andaluza, en cuya(1) MIRA CABALLOS, Esteban: La Armada de la Guarda de las Costas de Andaluca(1521-1525), Andaluca y Amrica. Crdoba, 1994.

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    ESTEBAN MIRA CABALLOScapital, Sevilla, se centralizladefensatantode lospuertosdelsuratinticopeninsular como de las rutas seguidas por las flotas y navos de las Indias (2).Por otro lado, debemos advertir y justificar la denominacin que hemos utilizado para esta Armada. Nosotros, por nuestra parte, no hemos dudado en atribuirle el apelativo de Armada Guardacostas de Andaluca por una serie de motivossuficientemente convincentes y que para nada resultan arbitrarios: primero,porque en la mayora de los documentos de la poca se la designa con el nombrede Armada de la Guarda de las Costas de Andaluca, que es como realmente sela conoci en el siglo xvi. Segundo, porque su marco de actuacin estuvo siemprecentrado en las costas andaluzas y, muy especialmente,en los trayectosde Sanlcar de Barrameda a Cdiz y desde estos puertos a las islas Azores y a las islasCanarias. Y tercero, y ltimo, porque los navos, la artillera, la tripulacin eincluso su financiacinprocedan, en todos los casos, de Andaluca.En definitiva, nos parece indudable su carcter netamente andaluz, pues estuvo especialmente vinculada tanto a los puertos onubenses y gaditanos como a lapropia Sevilla, Con todo, no debernosperder de vista que se trata de una-armadade averas y que recibi otros nombres, a saber: Armada del Poniente,justificando su nombre exclusivamente en su marco de actuacin al poniente con respectoa la Pennsula Ibrica; Armada de Averas, utilizando como parmetro el impuesto que serva para financiarla y, finalmente, Armada Real del Ocano y Armadade la Guarda de las Indias, ambos nombres igualmente inapropiados pues ni fueReal ni tuvo nunca como marco de actuacin las Indias.Su creacin estuvo determinada, como veremos a continuacin,por la presencia de piratas franceses en las costas de Andaluca, hecho que se repiti sin cesardesde los primeros viajes colombinos. Precisamentesu ereccin, en 1521, coincidi con la masiva presencia de corsarios que desde estas fechas hubo en lascostas andaluzas y portuguesas (3). No debernos olvidar que Espaa, situada enla confluencia de los dos principales focos de corsarios del momento, la Berberay Francia, se convirti en polo de atraccin de los piratas, que centraron susactuaciones en el tringulo Madeira, Canarias y costa occidental de Andaluca,bien a la espera de los navos que iban a las Indias o, preferentemente,de los queretornaban a la Pennsula cargados de metal precioso. No debernos olvidar quelos corsarios, en estas primeras dcadas del siglo xvi, permanecieron por lo general en tomo a las costas occidentales andaluzas, decidindose a cruzar el ocanoen muy raras ocasiones. No en vano, los primeros enfrentamientos de relevanciaen el Nuevo Mundo no se produjeron hasta finales de la dcada de los veinte.As pues, la Corona, ante el riesgo que corran los navos que participabanen el comercio indiano que, por cierto, le interesaba bastante ms que el peli

    (2) CEREZO MARTNEZ, Ricardo: La proseccin martima de Espaa en la poca de losReyes Catlicos. Ed. SanMartn, Madrid, 1991, p. 117. Del devenir de esta armada andaluza nose conocan ms que algunas referencias espordicas de cronistas y de historiadores comoFernndez Duro y Rumeu de Armas. FERNNDEz DuRo, Cesreo: Armada Espaola, desde launin de los reinos de Castilla y de Aragn. T. 1, Museo Naval, Madrid, 1972, pp. 425 y ss. yRUviEUDE ARMAs, Antonio: Piratas y ataques navales contra las islas Canarias. T. 1.InstitutoJernimo Zurita, Madrid, 1947.(3) RUMEUDE ARMAS: Op. Cit.T.1.p. 71.8 56

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    L4ARMADA GUARDACOSTASDE ANDALUCA YLA DEFENSA DEL...gro que pudieran correr los puertos del sur de Espaa, decidi la creacin dela Armada Guardacostas de Andaluca.Para finalizar con esta introduccin creemos necesario advertir que laArmada no fue unitaria ni tuvo un solo momento de creacin, sino que suaparicin y desaparicin fue casi anual, aprestndose en primavera y desarmndose en otoo, cuando el peligro corsario disminua.A continuacin, y dado lo extenso del tema, nos centraremos en el anlisisde algunos aspectos organizativos deesta armada, a saber: su financiacin, lasrutas, los navos empleados, los objetivos y, para finalizar, haremos referenciaa los problemas constantes que padeci para abastecerse de la artillera necesaria para resistir a los corsarios.La financiacin de la Armada: la avera

    La Aimada Guardacostas de Andaluca, pensada para defender puntos crticos de la Carrera de Indias, se sufrag desde sus orgenes a travs de una institucin sobradamente conocida: la avera. Se trataba de un impuesto espordicoo eventual, de antiguos orgenes castellanos, que gravaba con un porcentaje lasmercancas que iban o venan de las Indias a los puertos andaluces.Pese a que este gravamen no era nuevo, s es cierto que haba cado endesuso en las ltimas dcadas del siglo xv, reapareciendo de nuevo en 1507.Precisamente en este ao el genovs Niculoso Espnola cobr la imposicindel dos por ciento que se ech sobre el oro que viniese de Indias... (4), parasufragar los gastos de mantenimiento de la flotilla que, al mando de Juan de laCosa, estaba vigilando las costas andaluzas en espera de la flota de las Indias.Este dato aportado por el profesor Enrique Otte tiene gran importancia ya quehasta hace poco tiempo se haba credo que la imposicin no apareci hastafechas mucho ms tardas, oscilantes entre 1521 y 1543 (5).Los costes de la Armada se repartan entre los mercaderes que eran los quehaban pedido al Rey, en reiteradas ocasiones, la creacin de una armada guardacostas. No debe extraarnos que el pago de la Armada recayese, en un principio, sobre los comerciantes, pues haba sido as al menos desde el siglo xiii,en que conocemos la existencia de autnticas sociedades de comerciantes destinadas a defender el trfico martimo. Sin embargo, est claro que la Coronamaniobr con perspicacia al reimplantar este impuesto en vez de financiar lanueva Armada .de las tercias del Reino como lo haca, por ejemplo, la del Reinode Granada. No cabe duda de que la gran beneficiada de la Armada Guardacostas de Andaluca fue la Corona pues, a la sazn, era la principal interesada enque los navos del Nuevo Mundo llegasen ntegros a Sevilla.

    (4) Orre, Enrique: Empresarios espaoles y genoveses en los comienzos del comerciotrasatlntico: la avera de 1507. Revista de Indias, Madrid, 1963, p. 520.(5) CSPEDESDEL CASTILLO,Guillermo: La avera en el comercio de Indias, Anuario deEstudios Americanos, T. II, Sevilla, 1945, p. 535. ZurvlALAcu.xEauI, Leopoldo: Contribucin alestudio de la avera en el siglo xvi, Anales de Estudios Econmicos, Madrid, 1945, p. 12.Ao 1997

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    ESTEBAN MIRA CABALLOSAs, se estableci que la Armada se hiciese a costa del oro y perlas y otrasmercaderas, que viniesen de las Indias, y del Poniente, y de Canarias, y de lasAzores, y de las islas Madeira y Berbera, a las ciudades de Sevilla, y Cdiz y

    Jerez de la Frontera, i las villas del Puerto de Santa Mara, y Sanlcar deBarrameda, y Rota, y Chipiona, y los puertos del condado de Niebla, yAyamonte, y Lepe y la Redondela (6).Pese a que en el texto tan slo se alude a los productos que venan de fuerade Andaluca esevidente que tambin recay sobre los que salan desde esosmismos puertos con destino a las Indias, muy a pesar de la oposicin quemostraron los mercaderes (7). El porcentaje que supuso la avera oscildependiendo de las necesidades defensivas de cada ao, como podemosobservar en las cifras aportadas en el Cuadro 1 que mostramos a continuacin:CUADRO 1

    PORCENTAJESDEL IMPUESTODE LA AVERAAO15211%15221%15235%15251%15281%15361%1542(*)6%154241543 (**)415432,515430,515521,5 %PORCENTAJE MEDIO2,37 %

    (*) Los porcentajes del ao 1542 corresponden uno a principios de eseao y otro al mes de diciembre.(**) Los tres datos de ese ao 1543 corresponden, el primero, a principios,el segundo, a mediadoS y el tercero, a finales de ese dicho ao.(6) RealCdula a todas las justicias, regidores y a todos los dems que a ella atae. 6-IX-1522. Archivo General de Indias (AGI), Indiferente General 420, L IX, ff. 3iv-34v. Por su

    parte Veitia Linaje, que debi tener la Real Cdula a la vista, la reprodujo en su libro casi literalmente, introduciendo tan slo la palabra plata en el texto original, lo cual es explicable enfuncin del momento posterior en que escribi. VEITIA LINAGE, Joseph de: Norte de Contratacin de las Indias Occidentales, Comisin Argentina de Fomento Interamericano, BuenosAires,1945, L. II, Cap. IV. p. 510.(7) RealCdula a los oficiales de la Casa de la Contratacin de Sevilla, Madrid, 22-1-1543.AGI, Indiferente General 1963, L. VIII, ff. 155-158v.10 56

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    LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCA Y LA DEFENSA DEL...De los datos expuestas en este Cuadro 1 se puede deducir que pese a ser lamedia algo mayor al 2 por 100, la mayora de los aos la imposicin se limital 1 por 100. Igualmente, observamos una fuerte oscilacin interanual pues, en

    1543, pas del 4 por 100 a comienzos del ao a tan slo el 05 por 100 en losmeses fiales. El impuesto, pues, se adaptaba a las necesidades defensivas decada momento, de forma que cuando se haba financiado el grueso de losgastos el resto del ao se continuaba pagando un reducidsimo porcentaje paraacabar de cubrir por completo las necesidades de la Armada.Pese a que los mercaderes tenan, al igual que la Corona, gran inters en laeficaz defensa de las costas, sus quejas contra la avera fueron constantes.Adems, siempre hubo una gran resistencia por parte de los mercaderes aseguir pagando el dicho porcentaje cuando los rumores sobre la presencia decorsarios en las costas cesaban. Una de sus reivindicaciones ms comunes fue,como ya hemos mencionado, que se tributase tan slo de aquellas mercancasque viniesen de las Indias pero, en ningn caso, de las que saliesen de lospuertos de Andaluca (8), propuesta que el Rey rechaz, reiterando la disposicin para que se pagase la avera de todas las mercancas que se trajesen ollevasen de levante y poniente (9).En otras ocasiones eran los grandes seores de Andaluca los que seoponan a que en su jurisdiccin se cobrase la avera. Concretamente, en1528, escribieron los diputados de la Armada a Su Majestad informndoleque el conde de Ayamonte haba organizado una armada propia para elcuidado de las costas de su Seoro y que, por este motivo, no quera que ensu demarcacin territorial se pagase el impuesto de defensa (10). Carlos Yactu con rapidez y energa ordenando a los responsables de la Armada queno se consintiese tal situacin, y que en todos los seoros, incluido el deAyamonte, se pagase la avera (11). En los aos sucesivos se convirti casien una norma enviar reales cdulas al duque de Arcos, al conde de Ayamonte, al duque de Medina-Sidonia, al duque de Bjar y al duque de Jerez entreotros, para que no mostrasen ningn tipo de impedimento al cobro de laavera en sus respectivos trminos, pues sera en gran deservicio de SuMajestad.El impuesto de la avera se hizo extensivo a todos aquellos mercaderesandaluces que tuviesen relacin con el comercio indiano. Muy pocos productos y muy pocas personas quedaron exentos de este gravamen pues, segnexpresin de la poca, lo deban pagar todas las personas privilegiadas y porprivilegiar, porque de otra forma, segn manifest el Rey en 1536, habrafraudes y seran tan pocas las rentas de avera que se debera crecer mucho el

    (8) Cartade Luis Fernndez de Alfaro a Su Majestad, Sevilla, 20-111-1535.AGI, Indiferente General 1092, N. 101. Carta del mismo a Su Majestad, Sevilla, 2-111-1535.AGI, Indiferente General 1092, N. 94.(9) Real Cdula a los oficiales de la Casa de la Contratacin de Sevilla, Madrid,21-VIII-1528. AGI, Indiferente General 421, L. XIII, ff. 346v-348.(10) Real Cdula a los diputados de la Armada, Madrid, 12-IX-l528. AGI, IndiferenteGeneral 421. L. XIII ff. 346v-348.(11) Ibidem.Ao 1997

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    ESTEBAN MIRA CABALLOSao venidero... (12). Ya CspedesdelCastillo, que realiz un estudio sobreeste gravamen, estableci un nmero determinado y muy concreto de productos a los que no se les aplic el porcentaje de la avera, a saber: el matalotaje de los tripulantes, los caudales de los religiosos, armas o pertrechos yalgn artculo de bajo precio yio de primera necesidad (13).Sin embargo, como veremos a continuacin, no fueron stas las nicasmercancas excluidas del pago de la avera. Precisamente en 1528 se inici unlargo pleito, que dur ms de dos aos, entre los pescadores del Puerto deSanta Mara y Juan de la Torre, Alonso de Illescas y Alonso Hernndez que ala sazn eran los diputados de la avera (14). Los pescadores defendan que nose les deba cobrar el impuesto del uno por ciento del pescado qu capturabanen la cercana de las costas de la Berbera corno se les solicitaba desde hacavarios aos. Los diputados argumentaban que entre los productos sometidos ala imposicin estaban todos aquellos que viniesen de la Berbera, no obstante.los alcaldes del mar de la mencionada localidad presentaron unas probanzasen las que demostraron que no reciban ningn beneficio de la Armada Guardacostas de Andaluca porque los corsarios no solan llegar hasta aquellascostas. Tan slo cuando se sentan perseguidos por los buques de la Armada seacercaban hasta all, sin hacerles a ellos ms daos sino pedirles a vecesalgunas pescadas (15).La sentencia fue fallada en 1528, a favor de los pescadores, siendo apelada por los diputados de mercaderes al Consejo de Indias

    que, en 1530, ratific la sentencia inicial (16).Por otro lado, no slo haba productos eximidos del pago sino tambingrupos humanos, as, por ejemplo, los rnercaderes ingleses afincados en Andaluca no estuvieron sometidos al gravamen de la avera. Estos se quejron alRey en varias ocasiones afirmando que, contra lo dispuesto, los diputados lesqueran cobrar el impuesto. Sus protestas se centraban en dos puntos, a saber:primero, alegaban que eran amigos de los franceses por lo que no estabanexpuestos a sus ataques. Y segundo, que no estaban en la .zona de comercioque quedaba afectada por la avera puesto que Inglaterra, punto de destino desu comercio, no estaba ni al levante ni al poniente como deca la RealCdula de la avera (17). El Rey los socorri y apoy, alegando que efectivamente slo comerciaban de Andaluca hacia Inglaterra y no eran objetivo delos corsarios franceses, por lo cual dictamin de manera tajante que no se les

    (12) Carta de los diputados de la armada de averas a Su Majestad, 19-X1-1536.AGI, mdiferente General 1092, N. 196. Parece ser que la imposicin lleg a recaer incluso sobre lamayora de los pasajeros. Vase del VAS MINGO, Marta Milagros y NAvARRO AzcuE, Concepcin: El riesgo en el transporte martimo del siglo XVI. Actas del Congreso de Historia de losDescubrimientos, T. III, Madrid, 1992, p. 608.(13) CsPEDES DEL CASTILLO: Op. Cit.pp.550-551.(14) Pleito entre los alcaldes de la mar del Puerto de Santa Mara y los diputados demercaderes. Se inici el 20-VIII-1528. AGI. Justicia 727, N. 5.(15) Ibidem. Pregunta 4. de la probanza.(16) Ibdem.(17) Respuesta a los oficiales de la Casa de la Contratacin de Sevilla, Madrid, 13-VIII-1528. AGI, Indiferente General 421, L. XIII, pp. 264-264v.

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    LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCA YlA DEFENSA DEL...aplicase la avera y que, incluso, se les devolviese lo que haban pagado hastaese momento (18). Esta misma sentencia fue reiterada en 1538 en 1539 y,finalmente, en 1543, insistindose siempre en que bajo ningn concepto lesfuese solicitado el porcentaje anual correspondiente a la avera (19).Igualmente, el oro y las mercancas reales estuvieron slo sujetas al pago dela avera entre 1521 y 1528 como muy bien ha afirmado Paul Hoffman (20).Despus de esta fecha la Corona dej de pagar la imposicin pese a las reiteradas protestas de los comerciantes no slo andaluces (21),sino incluso de la islaEspaola (22).Asimismo, algunos de los puertos afectados por esta contribucin quisieron eximirse de su tributacin. En este sentido, conocemos un memorialconjunto de las villas de Lepe, Ayamonte y la Redondela, presentados ante elConsejo de Indias, en el que expusieron las causas por las que deban quedarexentos de dicho arancel. En concreto, la villa de Ayamonte expuso losiguient:

    que la tierra es estril y no hay ms trato que la via e higuerales yque nadie ira a tratar all si se pagase la avera (23).Sin embargo Carlos V tras unos inicios dubitativos en los que dispuso quese discutiese en el Consejo de Indias si las causas alegadas por los representantes de estas localidades eran justas, orden, finalmente, que lo pagaran sinningn tipo de dilacin.Este tributo se cobraba a travs de recaudadores nombrados para tal efecto,por eleccin conjunta del juez de la Armada Guardacostas y de tres diputadosde mercaderes. Adems, exista-un recaudador general que se encargaba de(18) Real Cdula a Francisco Tello, Valladolid, 14-VIII-1536. AGI, Indiferente General1962, L. IV. ff. 152-153. Real Cdula a Francisco Tello, Valladolid, 22-VIII-1536. AOl, Indiferente General 1962, L. IV, ff. 153v-154.(19) Real Cdula a los diputados de la armada de avera, Valladolid, 16-IV-1538. AGI,Indiferente General 1962, L. VI, ff. 42-42v. Real Cdula al licenciado Francisco Tello, Toledo,

    30-111-1539. AGI, Indiferente General 1962, L. VI, ff. 194-195. Real Cdula a los oficiales dela Casa de la Contratacin de Sevilla, Madrid, postrero-II-1543. AGI, Indiferente General 1963,L. VIII, ff. 173-173v.(20) H0rrMAN,Paul E.: El desarrollo de las defensas del Caribe en el -siglo xvi y principios del xvii. Influencia de Espaa en el (aribe, la Florida y la Luisiana, 1500-1800. Institutode Cooperacin Iberoamericana, Madrid, 1983, (pp. 15-35), p. 17. En las cuentas del tesorerode la Isla Espaola Pasamonte aparece uno de estos pagos de avera: descargo a BartolomCarreo de 12 pesos, 4 tomines y 1 grano que pareca por fe de Diego Caballero escribano dela dicha Audiencia que por el presidente y oidores de ella fue acordado y mandado que losficiales de Su Majestad diesen y pagasen a la avera de lo que se montase del oro que iba paraSu Majestad en la nao del dicho Bartolom Carreo, y que cumplieron los dichos 12 pesos, 4 tomines y 1 grano. AGI, Indiferente General 1205, N. 61.(21) Respuesta a los oficiales de la Casa de la Contratacin, Burgos. 8-11-1428.AGI, Indiferente General 421, L. XII, ff. 287-288v.(22) Relacin de los mercaderes de La Espaola, Santo Domingo, 1528. AGI, SantoDomingo 9, R. III, N. 27 ff. 34v-35. -(23) Real Cdula al consejo de Ayamonte. Madrid, 17-V-1537. AOl, Indiferente General

    1962 L.IV ff.lOOv-lOl.Ao 1997

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    ESTEBAN MIRA CABALLOScoordinar al resto de los cobradores locales siendo, evidentemente, el queresponda, en primera instancia, ante los diputados y el juez de averas y, enltima instancia, ante el propio Consejo de Indias.Este cargo estuvo desempeado, entre 1523 y 1532, por el factor de laCasa de la Contratacin Juan de Aranda y, a partir de ese ltimo ao, porFrancisco Prez, que ostent el cargo de receptor general de averas (24). Asu vez este recaudador general tena poder para elegir y colocar subordinadosen Sevilla, Cdiz, Sanlcar de Barrameda y Jerez de la Frontera. As, en Sevilla, en 1523, encontramos como recaudador de la avera a Diego de Aranda,hermano del que por aquel entonces era receptor general y factor de la Casade la Contratacin, por lo que parece evidente que se destinaba a tales puestosa personas de la entera confianza del recaudador general. En cambio, enCdiz, hubo permanentemente dos recaudadores que, en 1538, eran Diego deAlbo y Rodrigo de Molina (25), mientras que unos aos despus haba sidosustituido el segundo por un tal Diego Prez de la Fuente (26).En esta ltima ciudad fueron frecuentes las fricciones entre el corregidor ylos recaudadores de la avera, por lo que el Rey se vio obligado a recriminar,en mltiples ocasiones, a aqul para que favoreciese la recaudacin delimpuesto. -En el resto de los puertos donde se recolectaba la avera no hubo recaudadores expresamente colocados para tal efecto, por lo que la tarea qued enmanos de los alcaldes ordinarios a los que el Consejo de Indias, como mediode incentivar su inters, acord que se les asignase un salario por el desempeo de esas funciones adicionales (27).Navos, rutas y objetivos de la Armada

    A continuacin, vamos a entrar en unos aspectos ms relacionados con lasactividades y-estrategias de la Armada Guardacostas de Andaluca.Comenzando por una cuestin tcnica como es el tipo de veleros utilizados en la armada de Andaluca, debemos decir que fue principalmente lacarabela, apoyada casi siempre por otros navos. En cuanto al nmero deembarcaciones podemos decir que vari siempre en funcin de las noticiasque circulaban sobre la presencia de corsarios en las costas andaluzas. Acontinuacin mostramos el Cuadro II donde se sealan el nmero y el tipo deembarcaciones utilizadas por esta armada andaluza en el periodo cronolgicoanalizado.(24) Cuentas que se tomaron de la avera, SIR AGI. Indiferente General 1093, R. 2, N. 17.(25) Real Cdula a Francisco Tello, Madrid, 3-VIII-1538. AGI, Indiferente General1205, N. 55.(26) Real Cdula al Corregidor de Cdiz, Valladolid, 7-XII-1543. AGI, Indiferente General 1207, N. 19.(27) Respuesta a los oficiales de la Casa de la Contratacin de Sevilla y diputados de laarmada, Madrid, 21-VIII- 1528. AGI, Indiferente General 421, L. XIH, ff. 299-299v.

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    LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCA Y LA DEFENSA DEL...CUADRO II

    NAVOS DELA ARMADAGUARDACOSTASDEANDALUCA(1521-1550)(28)AO GALEONES NAOS CARABELAS PATACHES CARRACAS BERGANT: TOTAL

    1521 3 31522 1 1 1 31523 2 2 4 .1526 2 1 31535 7 ? 7 7 7 ? 41536 3 2 1 61537 1 3 41538 1 3 41539 1 11543 2 1 31544 7 7 7 ? 7 7 . 41548 6 61550 4 2 - 6TOTAL 4 9 26 1 2 1 51

    Segn se desprende de este cuadro la mayora de las veces la Armada estyo compuesta por cuatro navos, y ms raramente por tres o seis. As, siexceptuamos el ao 1539, en que slo fue una embarcacin, la Armada estuvosiempre formada por tres, cuatro o seis veleros, nmero que dependa tanto delos rumores que circulasen sobre la presencia de corsarios en las costas, comode la urgencia que hubiera en su despacho.No obstante, se dieron aos de extremo peligro en los que lleg a haber12 embarcaciones en la guarda y custodia de las costas andaluzas pues,adems de seis navos de la Armada Guardacostas, hubo otra armada con otrastantas embarcaciones de refuerzo seguramente procedente del Reino deGranada. Igualmente, encontramos otros aos en los que observamos justamente el punto opuesto, es decir, un nico barco de armada, tal y comoocurri en 1538, siendo capitn Hernando Blas, que parti con el objetivo delimpiar todos los rincones de la costa, de los franceses (29).En cuanto al tipo de navo utilizado debemos decir que fue bsicamentela carabela, ya que de un total de 43 embarcaciones en las que se especificasu tipo, 26 fueron carabelas, lo que supone un porcentaje de algo ms del 60por 100.(28) Los aos que no aparecen reflejados en el cuadro son aquellos de los que no hemospodido obtener ningn tipo de informacin sobre el nmero y el tipo de navos que componanla armada. En 1535 y en 1544 conocemos el nmero total de navos pero no su tipo concreto.(29) Real Cdula a los oficiales de la Casa de la Contratacin de Sevilla, Valladolid,29-111-1538.AGI, Indiferente General 1962, L. VI, ff. 31-31v.

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    ESTEBAN MIRA CABALLOSEstas carabelas solan ir apoyadas por alguna nao o, ms excepcionalmente,por algn galen y/o carraca que, en realidad, no se diferenciaban estructural-mente de los navos comerciales ms que en su dotacin material y humana,pues iban perfectamente artilladas no como las comerciales, que eludanconstantemente las Ordenanzas al respecto y no portaban ms cargamentoque soldados y marineros. Solan ser propiedad de particulares, es decir, decomerciantes y armadores gaditanos o sevillanos, adquirindose por confiscacin las embarcaciones ms adecuadas que hubiera en esos momentos en lospuertos, eso s, remunerando a su propietario convenientemente por el tiempode uso en la Annada.En lo referente a las rutas y al marco de actuacin de la Armada podemosdecir que estuvieron muy bien definidas: en primer lugar, el trayecto Azores-

    Sanlcar, acompaando a las naves que venan de regreso del Nuevo Mundocargadas de mineral precioso. Qu duda cabe de que sta era la principalmisin que tena encomendada la Armada andaluza, siendo su objetivofundamental traer en salvamento a Sanlcar de Barrameda estos buques.En estos aos lo frecuente era que los navos procedentes de las Indias esperasen en estas islas portuguesas la llegada de la Armada Guardacostas paracruzar con suficiente proteccin la zona ms peligrosa de la travesa. Ensegundo lugar, las costas en tomo al cabo de San Vicente y el trayecto deSanlcar a Cdiz, lugares donde con frecuencia aguardaban los corsarios alas flotas del Nuevo Mundo. Y en tercer y ltimo lugar, la va Sanlcar-Canarias, protegiendo a las flotas que partan de Sevilla con destino a Indiasporque, como bien afirm Girolamo Benzoni, hasta all llega a la ida elcamino peligroso (30).Realmente, con la vigilancia de estas rutas el Rey se asegur una defensarelativamente eficaz de las flotas indianas, ahorrndose los gastos que suponan el mantenimiento de una armada permanente que acompaase a los navos hasta el otro lado del ocano. Era pues necesario elegir unos puntosconcretos de vigilancia ya que, como explic en 1540 Luis Sarmiento en unacarta dirigida a Su Majestad, la mar era tan larga que aunque se armasen milnaos era por dems pensar de poder estorbar que los franceses no enviasen sinarmada a donde quisieren... (31).Queda suficientemente claro que, pese a que su lugar de vigilancia eran lascostas andaluzas, lo que al Rey y a los comerciantes les interesaba no era ladefensa de Andaluca sino la proteccin de la Carrera de Indias, que tanimportantes ingresos reportaba tanto a las esquilmadas arcas reales como a lossufridos comerciantes. De manera que el objetivo que justificaba su creacin

    (30) BENz0NI, Girolamo: Historia del Nuevo Mundo. Alianza Editorial. Madrid, 1989,p. 166.(31) Carta del embajador Luis Sarmiento a Su Majestad, Sevilla, 12-1-1540. ArchivoGeneral de Simancas (AGS), Estado 372, N. 82. A partir de la dcada de los 50, por este mismorazonamiento de que el mar era muy extenso, se pens que ms eficaz sera organizar flotasprotegidas que organizar armadas guardacostas que raramente topaban con los corsarios queen el mar andaban. Parecer de Bernardino de Mendoza, h. 1550. Archivo Histrico Nacional(AHN), Diversos, documentos de Indias 93.16 56

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    LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCA YL4 DEFENSA DEL...lo podemos resumir en una frase que aparece en un documento de la poca:para que limpien de corsarios la costa y los resistan y ofendan y nuestrossbditos naveguen con seguridad... (32).El problema de la artillera

    Una de las ms graves carencias de esta armada guardacostas fue, sin lugara dudas, la artillera y la municin, segn se puso de manifiesto a lo largo detoda su andadura. Esto era debido a dos causas fundamentalmente: primero, que la oferta fue siempre menor a la demanda y, segundo, a que deba ser trada de las ferreras de Guipzcoa y Vizcaya, por lo que llegaba a Sevillaen poca cantidad y a muy elevados precios (33). La documentacin existente en los archivos referentes a esta escasez crnica de artillera en la Sevilladel siglo XVI son innumerables. As, por ejemplo, resultaba prcticamenteimposible vender en los puertos andaluces un navo si no estaba bien provistode artillera, porque de no ser as el comprador no encuentra en toda estatierra artillera para el navo comprado (34).Ya en la temprana fecha de 1523, cuando apenas llevaba la Armada dosaos de actividad, el conde de Osorno, a la sazn juez de la Armada, escribial Rey lamentndose de que la mayor falta que tenemos es de buena artillera (35).Hasta tal punto lleg a ser crtica la situacin que Carlos V orden almencionado juez que no hiciese ningn gasto en la Armada hasta que notuviese certeza de que habra disponible la artillera necesaria porque, de locontrario, los gastos seran en balde. Dado el inters del texto lo transcribimosparcialmente en las lneas siguientes:

    Y porque la principal cosa y ms necesaria para la dicha armada es laartillera y sin ella no ser de efecto alguno, estaris advertido que no sehagan los gastos de la armada hasta que tengis la certeridad (sic)de la artillera competente (36).Por otro lado, la artillera de bronce era muchsimo ms provechosa para laArmada, sin embargo resultaba intil pretender conseguir lombardas de estemetal cuando ni siquiera era fcil obtenerlas de hierro. En un manuscrito de lapoca se entrev perfectamente esta situacin, advirtiendo que en esta tierra(32) Real Cdula al capitn Diego Lpez de las Roelas, Valladolid, 1O-IX-1548. AGI,Indiferente General 1964,L. XI, ff. 68v-69.(33) CRAUNU, Pierre: Sevilla y Amrica. Siglos xvi y xvii, Universidad de Sevilla, Sevilla,1983, p.27.(34) Carta de los oficiales de la Casa de la Contratacin de Sevilla a Su Majestad S/F.AGI. Indiferente General 1092,N. 41.(35) Carta del conde de Osorno a Su Majestad, Sevilla, 15-111-1523.AGI, IndiferenteGeneral 1092, N. 16.(36) Real Cdula a Surez de Carvajal, Madrid, 7-1V- 1536. AGI, Indiferente General1962. L. IV, ff. 59v-60.

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    LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCA YLA DEFENSA DEL...to. Ms concretamente, en 1537 el Rey tuvo que recurrir como solucin extrema al salitre de Carmona, por lo que orden al corregidor de esta localidadque no pusiese impedimento alguno para que se sacase de su trmino, porquehaba mucha necesidad para la armada que se haba de proveer para la guarda de las costas andaluzas (43).Como es sabido, el salitre que abasteca las armadas y las flotas proceda,en esta primera mitad del siglo XVI, de distintos lugares, entre ellos de Almera; no obstante, su lejana haca que no siempre llegase en las condiciones yen la cantidad requerida. El salitre de Carmona era, en cambio, de mejor calidad pero ms escaso, motivo por el cual slo se extraa de estos yacimientosen caso de extrema perentoriedad.Igualmente necesarias y escasas eran las ballestas, los arcabuces y lasdems armas utilizadas para pertrechar los buques de guerra, hasta el puntode que, frecuentemente, haba que recurrir al alquiler de ellas duranteel tiempo que durase la Armada. A la vuelta, se proceda al pago de su alquileras como al abono completo de aquellas que hubiesen sufrido algn deterioroo hubiesen quedado inservibles (44).En este trabajo hemos intentado trazar un perfil de algunos aspectos organizativos de la Armada Guardacostas de Andaluca, dejando para otra ocasinel anlisis de las misiones que se le encomendaron en este periodo.No obstante, en este trabajo se apuntan ya las carencias crnicas de capitalque padeci, lo cual se tradujo en una gran falta de medios. Sin duda, la escasez de artillera fue un problema que aquej constantemente a la Armada,cuyos dirigentes se vieron obligados a solicitar del Rey las soluciones pertinentes. Igualmente, detectamos un nmero de navos demasiado escaso queles oblig, en la mayora de las ocasiones, a luchar con los franceses eninferioridad de condiciones.Y para finalizar, otro de los problemas que ms incidieron en la marcha dela Armada fue el carcter eventual que se le imprimi y que, sin duda, leperjudic enormemente en sus actividades.

    (43) Real Cdula a los oficiales de la Casa de la Contratacin de Sevilla, Valladolid,24-111-1537. AGI, Indiferente General 1962, L. V, ff. 119v-120.(44) Real Cdula al juez de Residencia de Sevilla, Valladolid, 28-IX-1536. AGI, Indiferente General 1962, L. V, ff. 3-3v.Ao 1997

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    DON JOS MARA DE SALAZARY LA BANDA ORIENTAL DEL ROURUGUAY

    Alejandro Nelson BERTOCCHI MORNHistoriador Naval

    El 30 de junio de 1809 la fragata Proserpina echaba el anda en la baha deMontevideo en pleno rigor del invierno meridional. A su bordo viajaban elnovel virrey del Ro de la Plata don Baltasar Hidalgo de Cisneros, recientemente nombrado por la Junta sevillana, y el capitn de navo don Jos Marade Salazar, comandante del buque y nuevo jefe del Apostadero Naval en estaciudad.Para el veterano de Trafalgar, quiz no hubiere cargo ms honroso, pero ental caso ms difcil, ya que debera enfrentar una situacin poltica muycomplicada en vsperas de un estallido que primero llevar a la insurgencia yluego a la misma independencia. En tamaa expectativa, Cisneros poco podrhacer y ser arrollado por los acontecimientos que desembocarn en el Cabildo Abierto bonaerense del 25 de mayo de 1810, diana que har estallar laguerra fratricida en lares platenses.Para Salazar tambin urga la hora, ya que tendra a su frente no slo latarea inherente a su alto cargo, sino que el solo hecho de comandar las fuerzasnavales en este teatro hara de su persona y la Institucin a su cargo figuras detremendo peso en el ulterior desarrollo del conflicto, tanto en el terreno poltico como en los hechos de armas resultantes. Pero entrando en otras disciplinas, el nombre de Salazar llegar a alcanzar notable ribete en el inicial proceso formativo de la orientalidad (1), y en tal menester, gran parte de loshistoriadores uruguayos lo ubican a la altura de uno de sus antecesores msilustres: don Jos de Bustamante y Guerra, quinto gobernador montevideano ycomandante del Apostadero.Sobre el periodo en que Salazar estuvo en ejercicio del mando supremonaval rioplatense, don Homero Martnez Montero ha legado una clara crnica:El Apostadero Naval de Montevideo, obra publicada en Madrid en 1968, porlo que en parte nos remitimos a ella. Empero, el centro de estas letras dado enreferencia a la crucial importancia que tuvo la Real Armada espaola en elsurgimiento de la mentalidad autonmica montevideana frente a la poderosaBuenos Aires, cosa que al arrastrar, con toda lgica en tal disciplina, al mismo

    (1) El hoy territorio uruguayo era llamado desde los primeros das de la dominacinhispnica como Banda Oriental, al hallarse al este de los ros Uruguay y Plata, como contrapartida a la otra ribera occidental.Ao 1997

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    ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORNterritorio oriental de los ros Uruguay y Plata, produjo en forma inopinada unirresistible sentimiento diferencial entre las gentes de la capital virreinal y lasde la martima Montevideo.El inicio es meramente de corte geogrfico. La baha de Montevideo es elmejor y nico puerto de ultramar del Ro de la Plata, y ello trajo aparejado elcelo bonaerense que siempre vio con mal ojo el desarrollo marinero de susrivales, y ciertamente, al ser tales hechos avalados por Madrid en cuantocontencioso lleg a la Corte con los ejemplos del Correo Martimo, de los.derechos del registro y de la jurisdiccin autnoma de las fuerzas navales confrente a la autoridad virreinal, la controversia alcanz, a veces, tal nivel devirulencia, que bien los socilogos sealan su igualdad con los procesoscantonales tpicos de los pueblos ibricos.

    San Felipe y Santiago de Montevideo es la nica ciudad capital de laAmrica espaola fundada bajo la gida de la Casa de Borbn. En 1724, donBruno Mauricio de Zabala, gobernador de Buenos Aires, eriga en la rocosapennsula, a la sombra del cerro homnimo, un ncleo habitado sobre loscimientos de un presurosamente abandonado punto fortificado lusitano. Alpaso del tiempo, ya Espaa no slo debi hacer frente, en defensa de suslares rioplatenses, a la injerencia portuguesa, sino a la cada vez ms poderosa ambicin britnica. Lord Anson, cual un segundo Francis Drake, cruzlas aguas cercanas a la boca del Plata, en los finales del mes de enero de1741, con proa al Pacfico, aquel lago hispano de otrora, y as la amenazadel poder naval ingls sobre el suratintico se har realidad sobre zonas quese hallaban al cuidado de la base montevideana. Malvinas, los estrechosaustrales y la propia costa patagnica sealan claramente este aserto, y porcierto, la invasin de 1806-1807, que fracasa en el intento, resulta la nicaderrota militar que sufren los britnicos en todo el siglo XIX, lo cual no espoca cosa.Por ende, Montevideo se hace Apostadero Naval por Real Orden del 9 deagosto de 1776, en horas en que la formidable expedicin punitiva, al mandode Cevallos y Casa Tilly, caa sobre Santa Catalina, el Ro Grande y la Colonia del Sacramento (2) en un verdadero paseo militar, que amenaz al mismocentro del Brasil, cosa que es detenida por la diplomacia, tratado de San Ildefonso mediante. As, la atalaya montevideana pasaba de mera fortaleza esttica como lo deseaba Buenos Aires, defensora de la Banda Oriental, aostentar el rango de ser la base naval ms importante del poder naval espaolal sur del Ecuador, siendo sus resultados inmediatos, tanto la toma de Femando Poo y Annobn bajo soberana (3), como el riguroso control de las islasMalvinas y sus aguas cercanas.

    (2) Para su siglo, la expedicin, al mando de Casa Tilly, con sus ms de cien velas, hasido la ostentacin de poder naval ms formidable que haya visto el Atlntico sur. Slo laoperacin britnica de 1982 para recuperar las islas Malvinas puede ser catalogada comomayor.(3) Operacin efectuada bajo el mando del capitn de fragata don Juan Varela y Ulloa,que parte desde Montevideo, en abril de 1778, con las fragatas Santa Catalina y Nuestra Seora de la Soledad.22 56

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    DON JOS MARA DE SALAZAR Y LA BANDA ORIENTAL DEL RO URUGUAYDesde esas horas, toda la navegacinpropia tuvo su regazo en la abrigadabaha montevideana, y de tal menester,

    la ciudad-puerto y sus gentes sintieronprofundamente las cosas marineras,que ______________________en parte se mimetizaron con las viven-cias de los vastos campos de la BandaOriental, mucho ms all de la jurisdiccin otorgada por el virrey a la gobernacin montevideana. Y este conceptoresultar bsico para entender lo quevendr, y observarcmo el destinode laplaza y sus tierras se hall indisolublemente unido al pensamientode los marinos que hallaron su hogar en la ciudad.Para suerte de la verdad histrica,ya en la actualidad la inmensa mayora de los analistas dan por sentadoque la causa ms importante del estallido que llev a la independencia deHispanoamrica fue la acefala delpoder metropolitano, invasin napolenica de por medio. En tal razn, porestas tierras se arbitraron soluciones Puerta de plaza deque se hallaban inscritas en laspropias tradiciones hispanas para tamaas situaciones, emulndose las juntaspeninsulares con las de estos territorios casi de inmediato.El memorable da del 21 de septiembre de 1808 se produce la primeramanifestacin juntista de la Amrica espaola con el Cabildo Abierto que seda en Montevideo. El virrey, el abnegado don Santiago de Liniers y Bremond,fue desobedecido una vez ms, siendo los motivos polticos de tal decisin lasospecha de afrancesamiento de la autoridad bonaerense, amn de otrosavatares que hacan a la rspida controversia que agitaba ambas ciudades.Montevideo, la regiamente denominada Muy Fiel y Reconquistadora,haca de este modo la ms excelsa ostentacin de fidelidad a la Corona hispnica, en horas graves para el Imperio. Los hombres de la Real Armada muchotuyieron que ver en esto, y sobre sus hombros va a recaer el sostn y la defensa de la Junta, y lo harn mucho ms all del espejo de aguas propio, convirtindose, poco a poco, en la ltima esperanza.Al darse el acceso al poder de la novel Junta bonaerense, de mayo de 1810,se iniciaba un proceso anlogo al vivido dos aos antes. Ahora, Montevideodesobedecera una vez ms a Buenos Aires, la cual, con la casi totalidad delapoyo popular y de las guarniciones, se hallaba en un marco de expresa desobediencia hacia la metrpoli. Incluso se estaba desestimando las propias intimaciones del poderoso virrey del Per, que pareca decidido a intervenir en elPlata para yugular el proceso insurgente.Ao 1997 23

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    ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORNLas singulares condiciones que desde siempresealaban a la plaza montevideana hacan que ante caso tan grave, como la defenestracin de Cisneros y elno reconocimiento de novsimo Consejo de Regencia gaditano, se procedieramuy duramente ante los avances de Buenos Aires. Ejemplo tenemos en el frorecibimiento que tuvo el enviado bonaerense don Martn Galin, en la sesindel Cabildo Abierto del 31 de mayo, donde se dio lectura a un documento de laJunta, con la firma de don Cornelio Saavedra, en la que se solicitaba expresoreconocimiento de dicha corporacin como la heredera del mando supremo delRo de la Plata, requisito que claramente hacan constar tales letras.No caban dudas, bajo ninguna especie. Era nuevamente el inicio de otroconflicto entre las comunidades platenses, que se sospechaba estallara encualquier momento; no bastaban los oficios que los juntistas de Buenos Aires

    enviaban a sus pares montevideanos explicando la novel situacin, y ni siquiera sirvi la trmula carta que el ex virrey hizo entregar al gobernador deMontevideo, el brigadier don Joaqun de Soria sucesor temporal de donFrancisco Xavier de Elo, de viaje en Espaa, relatndole las incruentasacciones del 25 de mayo y rogando para que se despejara el camino y no seprodujera un doloroso enfrentamiento mientras no se abrieran las brumas quecubran los horizontes de la vieja Espaa.Martnez Montero inscribe en sus pginas, a partir de este instante, la decisiva participacin de Salazar en todas estas instancias, en especial sobre lavisita de Galin, que tuvo en el comandante del Apostadero a su ms formidable enemigo, cosa que prontamente asumi Buenos Aires, ya que en sus aguasprestaban servicio destacamentos a rdenes del alto mando naval montevideano. Para colmo, al paso de los das comenzaron a arribar a Montevideodiversas personalidades, que huan de la capital del Plata, con informacionesdesfavorables para los presididos por Saavedra, temindose por posibleslevantamientos en el interior con efusin de sangre, dada la exaltacin de losnimos.Obviamente, el proceso de mayo tena intramuros de Montevideo sussimpatizantes, que en mayor medida se hallaban dentro de la guarnicin. Porcontraste, las fuerzas navales expresaban a pleno su incondicional apego alpoder central metropolitano, sentimiento encabezado por su comandante, figura de primer plano en este tremendo perodo de la vida rioplatense. Y esaacrrima defensa a ultranza de que harn gala los hombres de la Real Armada,ante estas horas, se basaba en su rigurosa disciplina y patriotismo y se afirmaba plenamente en el ms ntimo carcter la Muy Fiel y Reconquistadora,ahora enfrentada a un proceso poltico extrao que parta desde la ex capitalvirreinal. Justamente desde donde se haba expulsado a varios jefes navales,que se hallaban en el momento dentro de los muros de la plaza, conjuntamentecon la totalidad de los buques del Rey. Y este ltimo sugestivo aspecto marcar todo el proceso blico que sobrevendr rpidamente, como trgico colofna esta rencilla entre hermanos.Del 11 al 12 de julio, parte de la guarnicin montevideana, acaudillada poralgunos jefes militares de los cuerpos terrestres, ms algunos civiles prominentes afectos a Buenos Aires, se puso en una situacin de enfrentamiento24 56

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    DON JOS MARA DE SALAZ4R Y LA BANDA ORIENTAL DEL RO URUGUAYhacia sus mandos naturales, siendo la figura de Salazar, una vez ms, decisivapara que el hecho se zanjara en forma incruenta y feliz para su causa. Algunosde los alzados son enviados presos a Espaa, y bien se seala que esta categrica accin del comandante del Apostadero signific la apertura del fuegocontra Buenos Aires, ya que pocos das despus se conocen las infaustasnuevas del fusilamiento de Liniers, Gutirrez de la Concha y otros jefes amanos de los bonaerenses, en un trgico error reconocido por los ms grandeshistoriadores argentinos, cosa que desatar la tormenta que nada podr detener.Esto era un lgico desenlace de una situacin poltica clara en la que existan dos posiciones inconciliables, enfrentadas por ello sin espacio alguno ycimentadas en un viejo contencioso que sacudir hasta los cimientos del viejoorden hispnico, que ya nunca ms estara unido bajo un mismo color. Esto esa grandes rasgos el resultado de la invasin del corso a la metrpoli, la atomizacin de aquella gigantesca Espaa americana en esta constelacin denacionalidades. Los sentimientos localistas y forales haban, finalmente, primado entre las dos ciudades pltenses, avivando el fuego de las acciones directas,complicndose el panorama por las idas y venidas de las situaciones dadas porla injerencia portuguesa, doa Carlota de Borbn, por medio, y la dual conducta britnica, que pese a su condicin de aliada de Espaa, obraba en un marcodifuso, aguardando el final del conflict europeo para proseguir en sus polticasde dominacin de la Amrica hispana. Durante toda la lucha naval en aguas delRo de la Plata, la Royal Navy, de estacin en estas aguas, slo vigilara eltrfico hacia y desde Europa, sirviendo de enlace entre Buenos Aires, Montevideo y ultramar, con intercambio de pasajeros, carga y valores, amn del vitalcorreo imprescindible resorte para la conexin entre Cdiz y el Plata.Si efectuamos un encuadre general de este proceso en tan lgido momento,debemos coincidir con todos aquellos analistas que indican la existencia delApostadero Naval de Montevideo como materia que evit el desarrollo delproceso insurreccional bonaerense, limitando sus efectos y bloqueando su salidapor la mar. Asimismo, se seala a Salazar como el origen de la voluntad orgnica de tal decisin que, obviamente, est inextricablemente unida a la consideracin geogrfica de la posicin geobloqueante montevideana y al carcter de loshombres de la Real Armada. Haban sido las fuerzas de marinera quienes desarmaron a los conjurados intramuros de Montevideo y tambin quienes controlaban la Colonia y Maldonado, y ahora se presentaban frente a Buenos Aires ensus aguas locatarias, ejerciendo el control de los acontecimientos.Salazar debi extremar sus virtudes en dos frentes bien claros: el militar yel poltico. En el primero, mientras su presencia se cont al frente del comando, la situacin general estuvo bajo control, pese a la virtual inexistencia deauxilios desde Espaa, y en lo segundo radic 1 ms difcil para el alto jefenaval, que dio nota de su sapiencia intelectual y de su acendrado concepto delpatriotismo. Las idas y venidas de las horas polticas vividas en la ciudadestn sealadas en la misma correspondencia de Salazar a los juntistas gaditanos, la cual bien podra abarcar un captulo donde, en suma, no esconde susamarguras ante la actuacin de Elo, el que, finalmente, ser el escollo queobrar para que el marino deba retirarse del Ro de la Plata.Ao 1997

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    ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORNEn octubre de 1810 se produce el arribo del mariscal de campo don Gasparde Vigodet, novel gobernador montevideano, nombrado por el Triunviratoen horas en que los notables de la ciudad estaban dando el apoyo para que

    Salazar fuera nominado en ese alto puesto. Es que la enorme mayora de lapoblacin ya intua la posibilidad de un cerco, y por ende conoca que elmantenimiento de la plaza iba a depender de sus buques. En este caso esevidente que desde la metrpoli poco poda hacerse en beneficio del territoriodadas las pesadas razones de la guerra, y es de notar el error de enviar una vezms a Elio al Plata, hombre duro y poco maleable, atento a los momentos quese vivan, los que exigan otro tipo de manejos.Vigodet obr an ms duramente que el propio Salazar, ya que comisional capitn de fragata don Juan Angel de Michelena al ro Uruguay y el Paranpara cerrar esas vas a los bonaerenses, conociendo que la Junta del Paraguayse hallaba en franca oposicin contra Buenos Aires, y as intentar acorralar ala insurgencia en su propio feudo.Empero, llega una vez ms la hora de Elio, quien arriba el 12 de enero de1811 con dos buques y 500 hombres de refuerzo, trayendo el ttulo de virreydel Ro de la Plata, entrando ya los acontecimientos en un torbellino final. Unmes despus se declara la guerra total contra Buenos Aires, mientras ya seadvierten signos del levantamiento de la campaa oriental, la cual se harrealidad bajo la direccin del caudillo don Jos Artigas, quien prontamente,bajo el inmenso prestigio de su nombre, recibe el apoyo casi total del interiorde la Banda Oriental, ponindose sitio a la ciudad de Montevideo (4).En estos tremendos meses en que la guerra fratricida ya desangraba en sutotalidad a las tierras platenses, Salazar debi hacer pesar su opinin en lostejes y manejes que se dieron en tomo a la figura de doa Joaquina Carlota deBorbn, que desde Ro de Janeiro, y haciendo ostentacin de ser la hermanadel Deseado, pretenda poner pie en el Ro de la Plata mediante la intrusinde las armas lusitanas. Aqu se nos aparece rutilante la figura histrica delmarino, defensor acrrimo de la integridad hispnica de la Banda Oriental, dela cual se saba conocedor, como vemos en este manifiesto, hacindose ecodel sentir de las gentes de este lar. Luego, debe presenciar las negociacionesque abre Elio con Buenos Aires, que precipitan el armisticio del 20 de octubrede este ao, cosa que acenta an ms profundamente las desavenencias conel virrey. La sola lectura de su carta de fecha 13 de septiembre de 1811 alConsejo de Regencia, donde informa de las condiciones de paz con BuenosAires, nos da idea del alcance de su pensamiento geopoltico y del tenor desus apreciaciones sobre el temido futuro que sobrevendr en la regin.En las reuniones previas a la firma del referido armisticio no hay certezade que Salazar haya estado totalmente en contra de las ideas de Elio. Pero nohay duda de que el desarrollo posterior de los acontecimientos fue tan desafortunado para los intereses de Montevideo como para los propios pobladores dela Banda Oriental, invadida por un ejrcito portugus que se dedic a talar los

    (4) La consecuencia inmediata de esta situacin es la batalla de Las Piedras, victoria artiguista sobre un conjunto de tropas peninsulares al mando del capitn de fragata don Jos dePosadas. Este hecho hace an ms cerrado el sitio montevideano.26 56

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    DON JOS MARA DE SALAZAR YL4 BANDA ORIENTAL DEL RO URUGUAYcampos y arrear ganados al Brasil, con la nica oposicin de las partidas artiguistas. Todo esto, pese a que una de las clusulas del armisticio haba solicitado la evacuacin del territorio por los intrusos del norte. Realmente, estedocumento, precipitadamente signado por Elio, tal cual su mismo carcter,slo sirvi a los intereses de Buenos Aires, dando a la insurgencia un respirosalvo a las gentes de Artigas que fue bien aprovechado para hacerse deuna escuadra, con la que tomarn el control del Ro de la Plata, precipitando lacapitulacin montevideana del 20 de junio de 1814 (5).Pero ya a esta altura no estaba Salazar en el Plata. En enero de 1811 laRegencia lo nombraba gobernador Militar y Poltico de Montevideo, siendo esta designacin un honor similar al de su antecesor: don Jos deBustamante y Guerra. Empero, con tal ttulo, Salazar poco poda hacerante la fuerte figura del virrey Elio, quien absorba para s todos los resortes del poder, y ya vemos en qu malhadada forma, por lo que el marino,en sucesivas cartas a la Regencia, solicita indubitablemente el abandonodel cargo y su vuelta a Espaa, cosa a la larga autorizada. En el mes deoctubre parte hacia la pennsula, dejando detrs una coyuntura cada dams adversa. En noviembre de 1814 se le comisionaba a Ro de Janeiro aindagar el estado de las provincias del Ro de la Plata, o sea, cuando yanada haba ms para hacer, pues estas tierras ya se hallaban perdidas parael dominio peninsular (6).La moderna investigacin histrica, en la medida de lo posible, no debeaplicar conceptos del presente; por ende, el anlisis debe guiarse en unejercicio de empata que supere el valladar de los sentimientos polticos.Ante este aserto, bien debemos expresar que la presencia de Espaa en elPlata ha sido profusamente analizada en decenas de tratados, y para suertede los tiempos que vendrn, ya en aras de una integracin regional, hasurgido una novel generacin de historiadores iberoamericanos que sehallan inmersos en la regeneracin de los estudios de la mal llamadapoca colonial.En esta exgesis hay tres factores que poseen un peso histrico inalterablepara esta parte de la Amrica meridional: Espaa, Montevideo y el Ro de laPlata. La superposicin de estos tres elementos posibilita primero la identidadhispnica de los pueblos platenses, aventando las intrusiones de los rivaleseuropeos, y luego, por imposicin de la geografa y la accin socio-poltica dediversos factores, surge la especial diferenciacin entre las comunidades deBuenos Aires y Montevideo. Aunque tal sentimiento cantonal no fue impedimento para que, cada vez que el Imperio o el territorio se hallara en guerra,todo fuera dejado de lado en defensa de la soberana del Rey, y esto fue sufrido y saludablemente entendido por lusitanos y britnicos a lo largo de lossiglos XVII, XVIII y xix.

    (5) Del 14 al 17 de mayo de 1814 se da en aguas de Montevideo un combate naval, en elque la flotilla, al mando del capitn de navo don Miguel de Michelena, es derrotada por otrasimilar, al mando del marino irlands don Guillermo Brown.(6) Salazarfallece en Ro de Janeiro en el ao 1818, con la jerarqua de brigadier de laArmada.Ao 1997

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    ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORNPuerto, pradera y frontera, as es definida la Banda Oriental por los socilogos uruguayos. Frontera, ya que esta tierra fue, gracias al avance extranjero,una suerte de Marca Hispnicadurante los 298 de Espaa en elPlata; pradera, merced a la riquezaganadera que hall en las pasturasorientales un verdadero vergel, ypuerto, base para la misma organizacin del territorio y portaln deingreso desde ultramar para lacomunicacin con el resto de laEspaa.San Felipe y Santiago deMontevideo y su apostaderonaval fue preciso modelador deuna nacionalidad que slo hallar su concrecin ya bien adentrado el siglo XIX; pero que fuecincelado por la accin independiente del comercio martimo yel pensamiento de los marinos

    que se hallaron al frente de losdestinos del primer puertorioplatense.En el ao 1828, la Convencin Preliminar de Paz, bajo el auspicio britnico, daba nacimiento al que inicialmente se bautiz como Estado de Montevideo, que luego, con ms lgica, pas al ttulo de Repblica Oriental delUruguay, una de las ltimas naciones sudamericanas en obtener su absolutaindependencia (7).Bajo tal marco, debemos sealar que las filosofas polticas imperantes, almenos hasta ese momento en la Banda Oriental, jams haban siquieraasumido la total independencia del resto de las provincias hermanas del exvirreinato del Ro de la Plata. Ms bien al contrario, pues, don Jos Artigassin duda, de todos los caudillos libertadores de la Amrica del Sur, el msgenuino arquetipo del caudillo rural hispnico, tal cual sus antepasados delviejo Aragn fue durante toda su vida activa un luchador por las ideas delfederalismo y neto defensor de los fueros provinciales contra las polticascentralistas de la poderosa Buenos Aires. Pero nunca so con una BandaOriental absolutamente independiente y escindida del resto rioplatense.Finalmente, el desarrollo de los acontecimientos que sealamos en la sucintacronologa que se adj unta llevaron a la independencia, auspiciada por unasiempre interesada Inglaterra, pero hecho que, en gran parte, tuvo su base enesa cadena de sentimientos, cuyo origen se da en la poca hispnica con sulucha de puertos.

    (7) Junto a la Repblica del Ecuador.28 Nm. 56

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    DON JOS MARA DE SAL4Z4R Y LA BANDA ORIENTAL DEL RO URUGUAYLa presencia del Apostadero Naval de Montevideo y la actuacin de sujefe, de mayo de 1810 a octubre de 1811, modulan los perfiles iniciales de ladesvinculacin de la Banda Oriental de su secular dependencia de Buenos

    Aires (8). Valiente expresin del ms claro analista de esta poca, que esclarece ese proceso sociolgico de divisin que sufri el Plata entre sus orillas.El examen crtico de todo ste periodo hace ver cunto debe la Banda Orientala las vivencias marineras y a aquellos jefes que, como Salazar, pese a no seroriundos de estas tierras, sintieron profundamente las necesidades y derechosde las poblaciones de este rincn de la Espaa americana. Quien no lo asumapuede recurrir a los archivos de la Madre Patria y poner ante sus ojos, porejemplo, la correspondencia habida entre estos marinos y las autoridadespeninsulares.Eliseo Alvarez-Arenas nos habla de la imposicin de la geografa porconveniencia del comercio y la estrategia, en lo referente a la conciencia delespaol ante la mar. Bien puede valer la proyeccin de esta idea a los territorios orientales del ro Uruguay, dado este hecho concreto que fue la martimaMontevideo, cabeza orgnica de la Banda Oriental y primera base navalhispana sobre el suratlntico. Siguiendo bajo esta retrospeccin histrica,podemos visualizar a Vespucio y Sols cruzando las pardas aguas platensescon sus carabelas descubridoras, esos mismos buques que fraguaron la primera talasocracia occidental moderna y crearon aquel imperio atlntico quetambin fue el primero, del cual la Banda Oriental, gracias a la magnficaubicacin de la baha montevideana, fue importante mojn.Aquella virtual Pax Hispanica que rigi el continente americano durante300 aos tuvo en la Real Armada su nmen y su sostn, y cuando ste fueyugulado y esa unin atlntica se transform en un muro por la invasin de lametrpoli y la carencia de buques hubo personalidades, de la talla de un JosMara de Salazar, que intentaron con abnegacin e inteligencia detener losprocesos disolventes. A tales hombres, a todo lo ancho de esta Iberoamrica,mucho se les debe y en este caso no est exento el Uruguay, cuya conformacin, como vernos, est indisolublemente unida a la historia de la Real Arma

    da espaola.

    (8) El Apostadero de Montevideo. Captulo V, pgina 146. Como hecho poco creble, elnomencltor de la ciudad de Montevideo no honra al brigadier Salazar, a tanto lleg el pocoestudio de tamaa poca.Ao 1997

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    ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORNCRONOLOGA

    1 509.Amrico Vespucio navega sobre la zona del Ro de la Plata.1516Juan Daz de Sols descubre oficialmente el ro que llevar su nombre y desembarcaen el llamado puerto de La Candelaria, sin duda Montevideo.1519.La armada de Magallanes ene Plata.1527.Sebastin Gaboto funda en la costa uruguaya el fuerte de San Salvador, primer establecimiento europeo en esta tierra.1536.Don Pedro de Mendoza funda la ciudad de Buenos Aires por vez primera.1580.Don Juan de Garay refunda Buenos Aires.1618.Se crea la gobernacin del Ro de la Plata.1680.Los portugueses fundan la colonia del Sacramento frente a Buenos Aires.1724.Fundacin de Montevideo.1776.Apostadero Naval de Montevideo.1806-1 807.Invasiones inglesas.1 808.Junta del ao VIII en la ciudad de Montevideo. La primera del continente.1810.Cabildo Abierto del 25 de mayo en Buenos Aires. Cada del virrey.1810Montevideo desconoce a la Junta bonaerense en el mes de junio.1811.Elio, virrey del Ro de la Plata. Montevideo, capital de virreinato.1811.En febrero se insurrecciona la Banda Oriental al mando de don Jos Artigas. Primersitio de Montevideo.1811.Ante el armisticio entre Elio y Buenos Aires, Artigas levanta el sitio y se retira al Ayu,500 kilmetros al norte de Montevideo, en la epopeya llamada Exodo del PuebloOriental.1812.Ruptura del armisticio. Segundo sitio de Montevideo.1814.-Capitulacin de Montevideo y comienzo de los conflictos entre Artigas y la centralistaBuenos Aires.1820.Artigas se retira al Paraguay, derrotado por bonaerenses y portugueses.1825.La Banda Oriental bajo el imperio de Brasil. Levantamiento de los 33 orientales ycomienzo de la lucha entre republicanos e imperiales. Unin de la Provincia Orientalcon las restantes de la Confederacin Argentina.1827.Batallas de Juncal e Ituzaing, victorias rioplatenses.1828.Ante el empantanamiento de la situacin interviene Gran Bretaa y se produce laConvencin Preliminar de Paz. Independencia de la Banda Oriental.1830.Repblica Oriental del Uruguay.

    BIBLIOGRAFABLANCO ACEVEDO,Pablo: El Gobierno Colonial en el Uruguay y los orgenes de la nacionalidad. Montevideo, 1935.CAILLET Bois, Teodoro: Historia Naval Argentina. Buenos Aires, 1944.CRAwF0RD, Leslie: Uruguay atlanticense. Montevideo, 1973.H. D.: Historia Patria. Montevideo, 1949.MARTNEZMONTERO,Homero: Montevideo naci en el mar. Montevideo, 1978.MARTNEZMONTERO,Homero: El Apostadero Naval de Montevideo. Madrid, 1968.Hoja de servicios y papeles referentes al brigadier don Jos Mara de Salazar, del ArchivoMuseo Alvaro de Bazn, Viso del Marqus (Ciudad Real).

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    EL BAUTISMO DE FUEGODE LOSCRUCEROS DE COMBATEJos Manuel GUTIRREZ DE LA CMARA SENCapitn de navo

    IntroduccinEl crucero de combate fue considerado por eminentes autoridades navalesde principio de siglo como un tipo de buque hbrido y anmalo que se sale dela clasificacin tradicional que divide a los buques de guerra en unidades decombate, por una parte, y servicio de cruceros y fuerzas sutiles por otra, augurando a esta anomala de la clsica jerarqua un porvenir no muy claro.Sin embargo, el crucero de combate demostr en su momento que disponade capacidad para realizar con eficacia la dualidad de sus misiones.En el servicio de cruceros, adems de desempear los mismos papelesasignados a sus congneres ms pequeos, estaba capacitado, por su mayorarmamento y proteccin, para realizar otro tipo de misiones de mayor envergadura, tales como incursiones propias del servicio de informacin, en las quela posibilidad de tener que sostener un combate con fuerzas de descubiertaenemigas haca imposible su realizacin a toda fuerza sutil.Tambin era misin del crucero de combate servir de apoyo de una serie decruceros distribuidos en servicio de vigilancia sobre una lnea de comunicacin, constituyendo la base de una potencial concentracin de fuerza, pudiendo una sola unidad de este tipo, o en colaboracin con otras, defender lospuntos focales de una lnea de navegacin contra un nmero elevado de cruce

    ros de menor potencia ofensiva.Como buque de lnea, el crucero de combate posea unas cualidades inmejorables. Gracias a su elevada velocidad y con relativa proteccin y parecidaartillera al resto de los buques de lnea, poda combatir como uno ms, reforzando los puntos ms debilitados de la lnea propia y concentrando el fuegosobre los ms vulnerables de la del enemigo.Esta facultad le converta en un instrumento tctico de un valor incalculable al posibilitarle para inclinar la balanza a favor de la flota que contaba conunidades de este tipo, y en el caso de que las dos fuerzas contendientes dispusiesen de cruceros de combate, es fcil comprender la importancia de unaadecuada utilizacin tctica en el desenvolvimiento del combate global. Poreso, los almirantes que mandaban agrupaciones de cruceros de combaterequeran unas especiales caractersticas que incluan rapidez de reflejos, decisin y acometividad dadas las variables circunstancias que podan presentarsedurante el combate.Alo 1997

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    JOS MANUEL GUTIRREZ DE I CMAP SENSituacin general al comienzo de la Gran Guerra

    La primera guerra mundial fue un periodo rico en acontecimientos para laevolucin de nuestro protagonista, ya que en casi todas las acciones navalesde importancia los cruceros de combate participaron intensamente.Al estallar la guerra, en agosto de 1914, la flota alemana era inferior a lainglesa pese al gran impulso que haba imprimido a su desarrollo el almirante Von Tirpitz, ministro de Marina desde 1911, incrementndose losefectos de esta diferencia por la situacin geogrfica. El bloqueo del Mardel Norte no presentaba grandes dificultades para Inglaterra, ya que la salidapor el Canal de la Mancha estaba totalmente controlada por la Flota delCanal compuesta por los buques anticuados y cuyo cometido era precisamente mantener la libertad de navegacin inglesa en la Mancha y el pasodel Mar del Norte entre las Orcadas y Noruega lo impeda la Gran Flota,compuesta por las mejores y ms modernas unidades, cuyo grueso se encontraba en Scapa Flow (Islas Orcadas) a modo de bloqueo pasivo.Varias divisiones de cruceros controlaban los posibles accesos al Atlntico entre Noruega y Gran Bretaa, vigilando adems el norte del Canal de laMancha, impidiendo de este modo el trfico martimo con los puertosalemanes.La salida de la Flota de Alta Mar al Atlntico entraaba grandes dificultades, ya que con toda probabilidad sera localizada por la barrera de vigilancia en los accesos de salida, y aun en el caso de que la Gran Flota nopudiera llegar a tiempo para interceptarla, al regreso a sus bases era inevitable un combate pues la vigilancia de las entradas sera doblemente reforzada. Por esta razn Alemania no intentara salir al Atlntico mientras nolograse el equilibrio de fuerzas que necesitaba para poder mantener esecombate.Por el contrario, en el Bltico el dominio alemn era absoluto y los rusos,que se encontraban aislados de sus aliados y protegidos por una barrera deminas, permanecan inactivos dentro de sus bases de Riga y Kronstandt, mientras que los buques alemanes de las bases del Mar del Norte podan pasar alBltico por el Canal de Kiel y mantener el dominio de este mar dejando asalvo las comunicaciones con el sur de la pennsula escandinava.Heligoland

    Aunque el dispositivo estaba preparado para reaccionar al menor movimiento de los alemanes, no bastaba con una actitud de espera dejando lainiciativa al enemigo, por lo que el Almirantazgo decidi montar una operacin contra la lnea de vigilancia que los alemanes mantenan en la baha deHeligoland, formada por destructores y apoyada nicamente por crucerosligeros.Esta misin se fij para el 28 de agosto y con tal motivo se hizo a la mardesde Harwich el comodoro Tyrwhitt con veintinueve destructores y dos32 56

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    JOS MANUELGUTIRREZDE i CMAI?ASEN

    cruceros ligeros. Mientras esta fuerza llevaba a. cabo su misin destructoraestaba previsto que seis submarinos se dejasen ver en las proximidades de laIsla de Heligoland para actuar a modo de seuelos y torpedear las unidadespesadas enemigas que pudieran aparecer por aquellos parajes.Se incluy en la operacin el apoyo de los cruceros de combate Invencibley New Zealand que se mantendran al norte de los buques atacantes comofuerza de cobertura, bajo la dependencia directa del primer lord del mar.El da 26 el almirante sir John Jellicoe, comandante en jefe de la GranFlota, tuvo conocimiento del plan y recomend utilizar la totalidad de lamisma, pero el Almirantazgo consider que bastara con el apoyo de la 1 aEscuadra de cruceros de combate.Jellicoe envi rpidamente al vicealmirante sir David Beatty con los Lion(buque insignia), Princess Royal y Queen Mary adems de la escuadra decruceros del comodoro Goudenought. A su vez Jellicoe con toda la Gran Flotase hizo a la mar por si la Flota de Alta Mar intentaba salir de sus bases.La fuerza de Tyrwhitt lleg a Heligoland en las primeras horas del da 28sorprendiendo a la flotilla de destructors alemanes que patrullaba en aquella zona. Los buques alemanes se replegaron sobre los caones costeros de305 mm que debido a la neblina no pudieron ser utilizados.En apoyo de los destructores se fueron agrupando enseguida varios cruceros ligeros alemanes, inicindose un duro combate en el que el crucero ligeroalemn Fraueniob caus graves daos al ingls Arethusa, recin entrado enservicio, pero la sbita aparicin de los cruceros de combate de sir DavidBeatty oblig a los alemanes a emprender una retirada en la que resultaronhundidos los cruceros ligeros K5ln, Mainz, Ariadne y el destructor V-] 78.

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    El crucero acorazado britnico Good Hope. Coleccin del Museo Naval.

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    EL BAUTISMO DE FUEGO DE LOS CRUCEROS DE COMBATE

    La opinin pblica, que deseaba ardientemente un Nelson de los tiemposmodernos, colm a David Beatty de gloria, lo cual era razonable y merecidopues la operacin supona el primer xito de esa guerra y constitua unaimportante victoria. Beatty haba conducido con mucho acierto las operaciones actuando con gran acometividad y arriesgando sin dudar un momentosus cruceros de combate en unas aguas muy comprometidas por la proximidad de la costa alemana, en las cuales exista, entre otras, amenaza desubmarinos enemigos y propios. En honor a la justicia tambin hay quesealar que de no haber sido por las oportunas medidas de refuerzo adoptadas por Jellicoe, que valor perfectamente la capacidad ofensiva del enemigo, es muy probable que esta victoria no hubiera tenido lugar pues Beatty nose hubiera encontrado all.A raz de esta primera participacin en la guerra, el crucero de combatecaus muy buena impresin a los observadores navales de todo el mundo y lasautoridades navales britnicas recibieron el primer espaldarazo de la opininpblica, pero no se deba cantar victoria hasta que los cruceros de combateingleses se enfrentaran con sus congneres alemanes.Destruccin de la escuadra de Cradock y batalla de las Falkland

    El 1 de noviembre de ese mismo ao de 1914, dos meses despus delcombate de Heligoland, tiene lugar en el Pacfico la destruccin de la Divisindel contralmirante Cradock por la escuadra de cruceros del Extremo Orienteque mandaba el vicealmirante Von Spee.

    El crucero acorazado alemn Scharnhorst. Coleccin del Museo Naval.

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    11o, 1850

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    Combate de Coronel (1 de noviembre de 1914).

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    EL BAUTISMO DE FUEGO DE LOS CRUCEROS DE COMBATELa escuadra alemana se encontraba en las Islas Carolinas al declararse laguerra y, de acuerdo con los planes previstos, deba dirigirse a las costas occidentales de Amrica y atacar el trfico martimo britnico. Contaba estaescuadra con los cruceros acorazados Scharnhorst y Gneissenau, de 11.400toneladas, con ocho caones de 210 mm, seis de 150 mm y 22,5 nudos develocidad, y los cruceros ligeros Leipzig, Nremberg y Dresden, de 3.200toneladas, diez caones de 105 mm y 23 nudos de velocidad.Una escuadra inglesa al mando del contralmirante sir Cristopher Cradock,comandante de las fuerzas navales del Atlntico Occidental, fue enviada alPacfico a fin de impedir la entrada de la escuadra alemana en el ocanoAtlntico. Estaba formada por el crucero acorazado Good Hope (buque insignia), de 14.000 toneladas, con dos caones de 234 mm, doce de 152 y una

    velocidad de 22 nudos; crucero acorazado Mon,nouth, de 9.800 toneladas,catorce caones de 152 mm y 22 nudos de velocidad; el crucero ligero Glasgow, de 4.820 toneladas, con dos caones de 152 mm, diez de 102 y velocidadde 25 nudos, y por ltimo, el crucero auxiliar Otranto, con cuatro caones de120 mm y 17 nudos de velocidad.Esta escuadra no era la ms adecuada para enfrentarse a la eficiente escuadra alemana. Movilizada con reservistas, estaba formada por buques anticuados, de menor poder ofensivo que los alemanes.Estaba previsto poner a las rdenes de Cradock el crucero acorazadoDefence, que por sus excelentes caractersticas y estado de adiestramientohubiera constituido una ayuda incalculable, pero nunca lleg a incorporarse.Tambin se puso bajo su mando el viejo acorazado Canopus que aunque lento(normalmente 12 nudos y espordicamente 14) contaba con cuatro nadadespreciables caones de 305 mm como artillera principal.El 22 de octubre sali Cradock de las Falkland con el Canopus y el GoodHope para unirse a los Monmouth, Glasgow y Otranto, que ya haban entradoen el Pacfico. Desde las Islas Chonos puso un mensaje al Almirantazgo sealando su intencin de dejar atrs al viejo Canopus ya que limitaba mucho lavelocidad de avance de la fuerza. Esta decisin no sent muy bien en el Almirantazgo, ya que si bien era cierto que el Canopus limitaba la movilidad de laescuadra, el prescindir de cuatro caones de 305 mm dejaba a Cradock enclara desventaja artillera.El da 1 de noviembre, Cradock, ya reunido con el Glasgow y sus restantescruceros, tuvo informacin por unas seales captadas por la TSH de la presencia de un buque alemn por el norte, por lo que los buques ingleses aproaronal NNO. formando una lnea de exploracin orientada al ENE. dejando unintervalo de 15 millas entre cada dos buques contiguos. El Canopus habaquedado ya rezagado unas 300 millas. Las condiciones de visibilidad eranmuy buenas.A las 16.20 el crucero Glasgow avista humo por estribor dirigindose areconocerlo. Simultneamente los alemanes avistan los cruceros Glasgow,A4on,nouth y Otranto.A las 18.30, ya en el crepsculo vespertino, con viento fresco del sudeste ymar gruesa, ambas lneas navegan hacia el sur a una distancia de 13.000Ao 1997

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    JOS MANUEL GUTIRREZ DE LA CMARA SEN

    metros, destacando perfectamente las siluetas de los buques ingleses sobre elhorizonte, mientras que las de los buques alemanes, proyectadas sobre elelevado fondo montaoso que constituyen los Andes, permanecen muy difusas para los directores de tiro ingleses.A esta hora Von Spee cae una cuarta hacia el enemigo por giros simultneos.ordenando abrir fuego al estar a 10.400 metros.A la tercera salva el Scharnhorst centra al Good Hope destrozndole elcan de proa de 243 mm. Cada buque alemn hace fuego sobre el correspondiente de la lnea enemiga, actuando los ingleses de la misma forma.El Otranto, muy castigado por el Dresden, sale de la lnea sin ser perseguido. El Gneissenau tambin centra el tiro a la tercera salva, producindoseincendios en los buques ingleses que tratan de cerrar distancias sin conseguirlo siendo machacados por el fuego alemn hasta que anochece.Despus de poner fuera de combate al Monrnouth obligndole a retirarse,los dos cruceros acorazados germanos concentran su fuego sobre el GoodHope, que se defiende bravamente. Poco despus el crucero acorazado desaparece en el abismo arrastrando consigo al valiente contralmirante Cradock ya cerca de un millar de hombres.Con la oscuridad ces el fuego despus de 52 minutos de intenso caoneo.El Moninouth, haciendo agua, se dirige al norte perseguido por el Nremberg,que lo hunde a las 21.00 horas. El Giasgow que haba recibido cinco impactos, se aleja hacia el oeste. Los alemanes solamente tuvieron insignificantesdaos en los Scharnhorst y Gneissenau.Pero no era la prdida de 1.654 hombres y de los dos cruceros acorazadosingleses lo que dio mayor importancia al combate, sino el dominio de las

    El crucero de combate britnico inflexible. Coleccin del Museo Naval.

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    LOS INGLESES 4B[t) FUEGD U55

    MACEDONIA

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    Batalla de las Falkland (8 de diciembre de 1914).

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    JOS MANUELGUTiRREZDE I CMARASENaguas sudamericanas del ocano Pacfico por la escuadra alemana. La inmediata consecuencia fue la paralizacin del trfico martimo con Sudamrica.El dominio de esta zona era decisivo para el aprovisionamiento de nitrato deChile, tan importante en la fabricacin de municiones.Este hecho, conocido por Combate de Coronel, ya que tuvo lugar a laaltura de la ciudad chilena del mismo nombre, encuentra muy pronto la rplica britnica.La escuadra de cruceros del Extremo Oriente del almirante Graff von Speehaba doblado ya el Estrecho de Magallanes, pues haba recibido rdenes dedirigirse a Alemania a travs del Atlntico, pero antes de regresar a la Metrpoli Von Spee atacar la base de Port Stanley, en las Islas Falkland, con el finde destruir las instalaciones de aprovisionamiento de carbn y la estacin deradio.Von Spee, que no andaba sobrado de municiones, saba que encontrarauna importante defensa en la base inglesa, pero lo que nunca se le pas por laimaginacin fue la presencia de cruceros de combate enemigos en las islas.En efecto, el Almirantazgo britnico, deseoso de tomarse la revancha porel desafortunado Combate de Coronel, no perda la esperanza de destruir a loscruceros alemanes antes de la llegada a sus bases. Por eso lord Fisher, primerlord naval, haba ordenado destacarse de la Gran Flota a los cruceros de batalla Invencible e Inflexible, que a las rdenes del almirante Doveton Sturdeefondean en Port Stanley el 7 de diciembre.Aparte de estos cruceros de batalla, la defensa de las islas estaba constituidapor el viejo acorazado Canopus, actuando ya como batera flotante; los cuatrocruceros acorazados Defence, Carnavon, Cornwaii y Kent: los cruceros ligerosGiasgow y Bristol y los cruceros auxiliares Macedonia, Otranto y Oraina.En la madrugada del 8 de diciembre se avistan desde Port Stanley unascolumnas de humo que pertenecan a la flota alemana, pero se tard una horaen identificar al enemigo. Entre tanto, el estado de la flota britnica era de loms lamentable, ya que los cruceros de batalla estaban entregados a la durafaena del carboneo, lo que significaba que las calderas estaban apagadas.A las 09.25, cuando el Gneissenau estaba dentro del alcance artillero delCanopus, el acorazado dispar dos proyectiles de 305 mm que levantaron dosgrandes surtidores en las proximidades del crucero. De atacar Von Spee entonces, podra haber aplicado la tctica utilizada por los norteamericanos contrala escuadra del almirante Cervera en Santiago de Cuba, es decir, concentrar elfuego de todos sus buques sobre cada uno de los del enemigo al dejar la bocana de salida de puerto, haciendo la reaccin prcticamente ineficaz. Pero elalmirante alemn debi sospechar la presencia de buques muy poderosos y alno tener razones para suponer el estado en que se encontraba en esos momentos el enemigo, no quiso actuar con