revista de historia naval nº51. año 1995

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  • 8/13/2019 Revista de Historia Naval N51. Ao 1995

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    HISTORI N V L

    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    Ao XIII Nm 51

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    REVI STADEHISTORIA NAVAL

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    Ao XIII 1995 Nm. 51

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    REVISTA DE HISTORIA NAVALCONSEJO RECFOR:Presidente: Directordel Instituto de Historia y Cultura Naval, Jos IgnacioGonzlez-Aher Hierro, contralmirante.Vicepresidentey Director: JosCervera Pery, coronel auditor. Periodista.

    Vocales: FernandoGonzlez de Canales y Lpez Obrero, Secretario Generaldel Instituto de Historia y Cultura Naval; Manuel Martnez Cerro,Jefe del Departamento de Cultura del Instituto de Historia y CulturaNaval; Hugo ODonnell y Duque de Estrada, de la Comisin Espaola de Historia Martima.Redaccin, Difusin yDistribucin: IsabelHernndez Sanz, Paloma Moreno de Alborn, Ana Berenguer Berenguer.Administracin: OvidioGarca Ramos, comandante de Intendencia de la Armada.Mara Isabel Morante Martnez.DIRECCIN Y ADMINISTRACIN:

    Instituto de Historia y Cultura NavalJuan de Mena, 1, 1a planta.28071 Madrid (Espaa).EDICIN DEL MINIS1ERIo DE DEFENSAIMPRIME:Servicio de Publicaciones de la Armada.Publicacin trimestral: cuarto trimestre 1995.Precio del ejemplar suelto: 650 pesetas.Suscripcin anual:

    Espaa y Portugal: 2.600 pesetas.Resto del mundo: 30 $ USA.Depsito legal: M. 16.8544983.ISSN-0212-467X.NIPO: 076-95-015-X.Impreso en Espaa. - Printed in Spain.CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.

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    SUMARIO Pgs.NOTA EDITORIAL5De la conducta y trayectoria del almirante Cervera en el 98, porJos Cervera Pery7La dimensin martima de la empresa de Portugal. Limitacin derecursos y estrategia naval en el declive de la monarqua hispnica, por Rafael Valladares19El Almanaque Nutico y la dijisin de la Astronoma en la primeramitad del siglo XIX: trabajos publicados (1795-1845), porFrancisco Jos Gonzlez Gonzlez33;..Jos Romero Fernndez de Landa, primer ingeniero de la Marina,por Jos M. Juan-Garca Aguado59Andrs de Oyarvide y la carta esfrica del Ro de la Plata, porAlejandro N. Bertochi Morn75La historia vivida1Documento: Combate de isla Flores (Azores). Apresamiento delRevenge y muerte de Richard Grenville (1591)97La Historia Martima en el mundo: El Centro de Documentacin delMinisterio de Defensa, por Jos Antonio Ocampo Aneiros103El legado histrico del San Diego en los museos nacionales deFilipinas, Espaa y Francia107Noticias Generales, por Jos Antonio Ocampo Aneiros109Recensiones121

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    COLABORAN EN ESTE NMEROJos Cervera Pery es coronel auditor y periodista; diplomado en Tecnologa de laInformacin y en Derecho Internacional; miembro de la Real Academia de la Historiay autor de una serie de libros de Historia Naval. Conferenciante y articulista, fuegalardonado con el ltimo premio Marqus de Santa Cruz de Marcenado, Prncipe delas Letras Militares. En la actualidad es jefe del Servicio Histrico del CuartelGeneral de la Armada y director de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL.Rafael Valladares Ramrez es investigador del Centro de Estudios Histricos delCSIC (Madrid). Doctorado en Historia Moderna por la Universidad Complutense deMadrid en 1992, tras haber ampliado sus estudios en varios pases europeos entre losaos 1993-1995.Francisco Jos Gonzlez Gonzlez es doctor en Filosofia y Letras (Seccin deGeografia e Historia) por la Universidad de Cdiz. Ha publicado numerosos artculosrelacionados con la Ciencia y la Marina en los siglos XVIII y XIX, y es autor de varioslibros, el ltimo de ellos, Instrumentos cient(ficos del Observatorio de San Fernando,siglos XVIII, XIX y xx se encuentra en este momento en prensa. En la actualidad esbibliotecario del Real Instituto y Observatorio de la Armada.Jos M. de Juan-Garca Aguado es doctor ingeniero naval. Responsable deArquitectura Naval y anteproyecto de la empresa ASTANO, S. A. hasta 1992, es en laactualidad profesor titular de la Escuela Universitaria de la Universidad de La Corua.Alejandro N. Bertochi Morn, historiador naval uruguayo, es colaborador de laRevista Naval de Montevideo y en sucesivas ediciones del Diario Espaol de dichaciudad. Colabora, asimismo, con esta REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Es autor de numerosas obras de tema martimo, siempre centrado en el estudio de la Amrica meridional y principalmente en la de su pas.

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    NOTA EDITORIALApenas extinguidos los ecos de la recepcin de nuestro nmero 50, que hamarcado en nuestro entorno una ms que significativa impronta, cuando yaestamos componiendo el 51, con el reto y desafo que supone la continuidad yla superacin. La acogida que la cincuentenaria singladura ha merecido de lectores y favorecedores es el mejor estmulo para trazar el siguiente derrotero.La proximidad del 98 comienza ya a despertar el inters de los historiado

    res y a razonar sus opiniones desde muy distintos pareceres, sobre el desdichado suceso que fue la guerra naval hispano-norteamericana. Hemos queridoanticiparnos escribiendo sobre la conducta y trayectoria del almirante Cerveraen la guerra naval del 98, saliendo un poco al paso de maliciosas o errneasinterpretaciones en aras de la verdad y la justicia.El Almanaque Nutico y la difusin de la astronoma en la Espaa de lamitad del siglo XIX, es un importante trabajo de Francisco Jos Gonzlez, quecompendia una serie de ellos, mientras que Rafael Valladares ofrece un documentado estudio sobre la dimensin martima de la empresa de Portugal,limitacin de recursos y estrategia naval en el declive de la monarqua hispnica (1640-1668).La figura siempre atrayente de Jos Romero Fernndez de Landa, primeringeniero de la Armada, es contemplada por Jos Mara de Juan-GarcaAguado, y desde la otra orilla atlntica, en Montevideo, Alejandro Bertocchinos muestra el perfil de Andrs de Oyarvide en el estudio de la Carta Esfricadel Ro de la Plata.Un interesantsimo documento sobre el combate de la isla Flores (Azores)con el apresamiento del Revenge y la muerte de Richard Greenville en 1591, ylas habituales secciones de La Historia Martima en el mundo, La historiavivida, las Noticias generales y las recensiones de libros del momento,completan como siempre las pginas de este nmero, en el que se da cima a latrayectoria marcada por 1995 . Que el nuevo ao de 1996 sea todo 1 feliz yventuroso, que el Consejo Rector, la direccin, redaccin y administracin dela REVISTA DE HISTORIA NAVAL,desea para todos autores, lectores y favorecedores quienes constituyen nuestra gran familia.

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    DE LA CONDUCTAY TRAYECTORIADEL ALMIRANTECERVERAEN LA GUERRANAVALDEL 98

    Jos CERVERAPERYDirector de la Revista de Historia Naval

    Composicin de lugarEstamos a dos aos de la llegada de 1998 y la proximidad del centenario delque fue llamado ao del desastre comienza a advertirse para los madrugadores de acontecimientos. Se afilan las plumas y se preparan las cargas de profundidad. Los estrategas de caf a los que tanto tema don Victor Concascomienzan a tomar posiciones para sus ataques conmemorativos. La conductay trayectoria del almirante Cervera durante la guerra naval hispano-norteamericana, cuyas trgicas consecuencias haba anticipado, parecen concertar lasprimeras andanadas, y ha surgido, pionero, un artculo feroz, demoledor,

    malintencionado y, sobre todo, injusto (1).No voy a entrar en polmica con su autor, a pesar de que sus argumentosson fcilmente rebatibles desde cualquier punto de vista, tcnico, humano eincluso poltico. Estoy seguro que plumas autorizadas lo harn con la solvencia y rigor histrico del caso. Me propongo simplemente esbozar una serie dereflexiones que avalan la conducta del almirante, incluso desdeposiciones contradictorias (las maniobras estratgicas pueden ser siempre discutidas, pero nootra serie de valores), salvando siempre, incluso desde opiniones no compartidas, su concepto del cumplimiento del deber, su valor personal, su disciplinada subordinacin y, sobre todo, su hombra de bien, puestas en entredicho tanfrvola como injustificadamente en el trabajo aludido, y mal que le pese alautor del mismo.Los 98 de Europa

    En el apogeo de la poltica imperialista de fin de siglo, hubo en Europavarios 98 que marcaran un giro en las relaciones internacionales. En ese aose espera un conflicto armado franco-ingls por la cuestin de Faschoda, peroPars no se atreve a enfrentarse con una guerra naval. La rivalidad anglo-rusaprosigue cada vez en aumento en Asia, donde Londres se ala con el Japn.Pero ser en Amrica Central donde Francia e Inglaterra, adems de Espaa,

    (1) Cmo y por qu fue destruida la escuadra de Cervera, Mariano Gonzlez Aniao,Historia 16, septiembre de 1995.Ao 1995

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    JOS CERVERA PERYtopen con los Estados Unidos, que aplican ofensivamente la doctrina deMonroe. En el marco de la accin poltica predomina la fuerza sobre el derecho, con una evidente desigualdad entre las naciones poderosas respecto de lasdbiles, en una impaciente carrera por el podero mundial. Pero en esta nuevaetapa colonialista las naciones se encontraron con que los territorios susceptibles de ser dominados ya estaban repartidos. Sin embargo, las fuerzas impulsoras de aventuras exteriores estaban vivas e iniciaron como solucin un proceso de redistribucin, teniendo como objetivos las antiguas posesiones depotencias de pasado esplendor, y cuya oposicin a las pretensiones de los fuertes era poco menos que testimonial.De esta manera se originan los 98; es decir, choques entre una nacin fuerte y rica y otra frgil y sin recursos, en los que la primera ambicionaba un territorio colonial de la segunda y mediante un ultimtum obligaba a sta a elegirentre el uso de la fuerza o ceder a las pretensiones exigidas. Generalmente lospases menos poderosos, reconociendo su inferioridad material y la falta demedios con que oponerse al contrario, renunciaron a sus derechos para eludirla guerra, pero Espaa no quiso hacerlo y pag caras las consecuencias.Seguamos siendo una nacin eminentemente agrcola, en la que slo destacaban ncleos aislados relativamente industrializados. Poseamos escasos recursos y nuestro papel en el concierto mundial era el de una potencia de segundoorden, dbil y aislada de Europa. No obstante, se mantenan los restos de ungran imperio colonial, herencia de su pasado esplendor, y sobre una de sus partes Cuba centraban los Estados Unidos sus ambiciones, con la ventajaadquirida de que la Isla viva una situacin crtica e inestable, con una insurreccin desatada contra la metrpoli en defensa de su independencia. Estascircunstancias serian hbilmente aprovechadas por los norteamericanos paraconseguir sus propsitos de dominacin, pues, como bien ha escrito Tun deLara, La guerra aun antes de empezar estaba perdida para la monarqua espaola y ganada virtualmente para los cubanos. En Washington se estim quehaba llegado el momento de ganarla para los Estados Unidos.El Gobierno espaol, muy presionado por la opinin pblica, consider queno se poda negociar con la Isla (los norteamericanos haban querido comprarla), ni renunciar a ella. Era una parte indivisible de la nacin y no se debantolerar imposiciones en detrimento de su soberana. No cedera Cuba de formapacfica y no haba otro remedio que aceptar la lucha, aun cuando las posibilidades espaolas fueran nfimas.Una guerra equvoca

    El enfrentamiento blico con los Estados Unidos por la cuestin cubanainteres enormemente a la opinin pblica espaola, muy sensibilizada ante lasintervenciones yanquis en lo que se consideraba como territorio espaol.Tambin los polticos (al menos en buena parte) adoptaron una actitud totalmente irrealista, de irresponsables triunfalismos, elaborando planes imposibles, barajando cifras absurdas, contando con barcos y fuerzas inexistentes. Decara a la galera afirmaron su seguridad en la victoria espaola, defendiendo la8

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    DE 1.4 CONDUCTA Y TRAYECTORIA DEL ALMIRANTE CERVERA TOPETEjusticia de su causa, exaltando el honor, el valor y el prestigio espaol y, sobretodo, subestimando el poder del enemigo de una forma tan ridcula como indocumentada. Los marinos, sin embargo, reconocan con realismo el deficienteestado material del Cuerpo. En pleno auge del imperialismo y de la poltica defuerza, una nacin como Espaa, con tantos kilmetros de costas y muchosarchipilagos dispersos, hubiese necesitado una armada poderosa paradefender su territorio y para reforzar su comercio y comunicaciones. Sinembargo, la Marina estaba desatendida desde el poder y casi olvidada en lospresupuestos, y la guerra vendra a probar de un modo tangible que en lo concerniente a organizacin naval, el abandono que propicia un largo tiempo depaz slo puede ser compensado por el afanoso y paciente trabajo mantenidocon asiduidad y constancia, sin que puedan pedirse milagros, por muchos quesean los esfuerzos que se emprendan, en la vspera de una declaracin de guerra, y de hecho, cuando los Estados Unidos se la declar a Espaa, la Marinadistaba mucho de ser una fuerza operativa disuasoria.Los errores estratgicos en el planteamiento de una guerra naval se pagan aun alto precio. Los documentos de Cervera (valiosa fuente de infonnacin y declarificaciones) dejan constancia de cmo el almirante los haba intuido, aunque tristemente no estuviera para remediarlos, sino para cumplir con disciplina y lealtad una misin imposible. En opinin de un tcnico, el almirante brasileo Custodio Jos de Melo, que dedic un importante estudio al desastrenaval del 98, una de las causas de la derrota espaola fue la del fraccionamientode su escuadra, llevando a las Antillas, donde operaba el grueso de la flota enemiga, la parte ms dbil, dejando en los puertos espaoles a la ms poderosa(acorazados Pelayo y Carlos y), estrategia que habra de resultar fatal, ya quela escuadra que arrumb a las Antillas tena forzosamente que entrar en alguno de los puertos de Cuba y Puerto Rico y quedar en cualquiera de stos mactiva, bloqueada por la poderosa escuadra norteamericana, o forzar el bloqueo yser irremisiblemente batida, como en efecto lo fue, habida cuenta la disparidadde fuerzas. En ese aspecto tambin se pronuncia Clarke, uno de los ms notables colaboradores de la revista inglesa especializada ms importante de lapoca: The Naval Annual.

    La historia ofrece siempre el ejemplo de sus enseanzas. Para no pocosespaoles era lcito prever la victoria de sus fuerzas navales porque las norteamericanas, aunque dotadas de abundantes medios operativos para conducircon xito una campaa naval, eran fuerzas sin cohesin de razas, cosmopolitasy sin la suficiente preparacin para sobrepujar el valor indmito espaol. Yanailusin, hija de la frivolidad o la ignorancia. El capitn de navo de la Marinanorteamericana A. T. Mahan, reputado en aquella poca como el ms importante publicista naval del mundo, al referirse a la salida a la mar del almiranteCervera y sus cuatro valientes naves, no vacila en escribir estas hermosasfrases: Sentenciado irremisiblemente por la locura o el falso orgullo nacional,que se manifestaba en forma de presin poltica, sorda a todo juicio profesional y experiencia militar, as, de esta suerte se hizo a la mar el almirante. Nonecesitan mayor explicacin estas palabras, que definen mejor que muchos textos la dura realidad a la que se enfrent la guerra naval del 98.Ao 1995

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    JOS CERVERA PERYPero hay otras opiniones, quiz de menor peso, que avalan la desastrosaconduccin poltica del conflicto. La intervencin de los Estados Unidos en losconflictos nacionales de Cuba y Filipinas ha escrito Pierre Vilar revel aEspaa su autntica endeblez. Eduardo Auns ser an ms duro y terminanteen sus apreciaciones: la incapacidad absoluta de la poltica espaola escribe en su Itinerario histrico de la Espaa contempornea desde el principiodel siglo XIX no haba acertado ni en sueos a dotar a los ltimos dominiosultramarinos, las islas de uba y Puerto Rico en Amrica y el archipilago deFilipinas en Asia, de un rgimen apropiado a sus intereses y su lealtad...; qupuede extraar entonces que en el torpe manejo de la improvisacin y el desconcierto, se busque la cabeza de turco apropiada (y en este caso fue la Marina)para cargar como propios los errores ajenos? Siempre se ha dicho ay de losvencidos exclamar dolorosamente el capitn de navo Concas en ladefensa que hizo del almirante Montojo, en el consejo de guerra al que fuesometid tras la prdida de su escuadra (?) en Filipinas; pero ahora hay queagregar ay de aquellos a quienes se envan para ser vencidos pues por muchosque meran en la contienda siempre parecern pocos para cubrir las faltas ajenas.y. la traicin a la patria: porque es traicin llevar al pas a la ruina y a la prdida de diez millones de habitantes, invocando romanticismo y leyendas quelos hombres polticos tienen el deber de saber que no son verdad, que no hansido nunca verdades de guerra, y que las naciones que han apelado a este tris

    te, recurso han acabado por desaparecer del mapa.Frente a la inconsciencia poltica, y la conciencia de las limitaciones tcnics, la mayor parte de los hombres de la Armada defendieron que la contiendadeba eldirse al precio que fuera, pues la flota no estaba en condiciones de.sostener la: lucha y en toda seguridad seran vencidos. Ello no sl supondra laprdida de Cuba, sino que tambin dejara en peligro todos los territorios dela nacidn e incluso la misma Pennsula, que podra quedar a merced del enemig. Adems, la guerra traera grandes dificultades polticas, econmicas eiternacionales para el pas, que habra de quedar prcticamente en ruinas. Estapstura, que puede ser calificada de catastrofista por los ignorantes pero quresponda las premisas del ms elemental sentido comn, fue sostenida pormuchos e importantes miembros de la Armada, y uno de sus representantesms significativos sera precisamente el almirante Cervera, por el papel tanpredominante como ingrato que le tocara vivir en el conflicto.Cervera y su circunstancia

    E120 de octubrede 1897 se otorga el mando de la llamada escuadra de instruccin, vacante al ser nombrado don Segismundo Bermejo ministro deMarina del Gobierno Sagasta, al contralmirante don Pascual Cervera Topete,cuyos brillantes servicios en la Armada lo convertan en el ms idneo para elcargo. Cervera disfrutaba de un merecido prestigio entre sus compaeros y ensu hoja de servicios figuraban hechos muy notables. Iniciada en 1861, cuandoa los veintids aos es ascendido a teniente de navo por mritos de guerracomo consecuencia de su comportamiento en el ataque a la cota de Pagalugan10 51

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    El almirante Cervera, comandante general de la escuadra de operaciones de las Antillas,en 1898

    DE LA CONDUCTA Y TRAYECTORIA DEL ALMiRANTE CERVERA TOPETE

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    JOS CERVERAPERY(Mindanao) a las rdenes de Mndez Nez. Desempea con gran eficaciavarios mandos en Cuba. Se destaca en la defensa del Arsenal de La Carraca, yen Cartagena a las rdenes del almirante Lobo, durante los Cantonales, lo quele vale que las Cortes lo declaren benemrito de la Patria en agosto de 1873.Vuelve a Filipinas un ao ms tarde, toma parte en la campaa de Jol y esgobernador de dicha isla hasta 1876. Despus de varios destinos a bordo y entierra, en la Pennsula se le designa para presidir la Comisin Inspectora de laconstruccin del acorazado Pelayo (1885) y ms tarde (1892) director tcnicoadministrativo de los Astilleros del Nervin, donde han de construirse los tresInfanta Mara Teresa. En el Gobierno de notables de Sagasta en 1892 ocupala Cartera de Marina, cargo que acepta por indicacin de la Reina Cristina, dela que haba sido ayudante, pero con la condicin de que no reduzcan el presupuesto y le autoricen a organizar los arsenales para mantenerlos a plena eficacia. Como no puede consguir lo que pretende, presenta a los tres meses sudimisin y es enviado a la Comisin de Marina en Londres, pasando al ascender a contralmirante al Arsenal de Cartagena, donde pone todo su empeo enadelantar la construccin del Princesa de Asturias, que est an sin tenninar,y en esta circunstancia se produce el nombramiento para comandante generalde la Escuadra.De su carcter personal se ha escrito que fue un hombre tremendamenterealista, sensato, prudente y responsable. Serio, justo y veraz. Crtico, desconfiado y obstinado. Honrado, humano y comprensivo. Muy independiente y plenamente dedicado a su profesin. Con un alto espritu de servicio, entiende quecumplir con su deber es trabajar al mximo en todos sus destinos, exponer asus superiores con toda honradez y claridad sus opiniones y, le hagan o nocaso, cumplir despus las rdenes recibidas con toda exactitud hasta sus ltimas consecuencias. Este sera el marino que dirigira la flota que luch enCuba contra los norteamericanos. Sin embargo, sus ideas eran totalmente contrarias a esta accin, y no por cobarda precisamente, sino en aras de un patritico realismo, conocedor del estado material de la flota, cuyos problemas msurgentes no haban sido atendidos, ni se haban afrontado ningn tipo de planes o preparativos para encarar la guerra. En estas condiciones, defendi confirmeza que el conflicto debi evitarse y que era necesario el mantenimiento dela paz. Sin embargo, consider que su deber como marino le obligaba a sacrificarse por la nacin y a obedecer las rdenes recibidas, aun sabiendo que ibahacia la inmolacin de sus barcos y a un desastre para la nacin.Cuando Cervera toma el mando de la Escuadra, sta est constituida por loscruceros Vizcaya, Oquendo, Mara Teresa y Coln y su situacin en cuanto aeficacia y operatividad dejaba mucho que desear. Al Coln le faltaban an susdos caones Armstrong de 254 mlm, por un viejo pleito con la casa constructora que llevaba aos sin resolverse. Los caones gruesos de los otros crucerosno haban disparado ms que los tiros de pruebas. La artillera de 140 mlm deestos tres buques tena un serio defecto en los casquillos de los proyectiles,pues. eran demasiado gruesos en su culote, lo que haca que cerrasen mal conel consiguiente riesgo de accidentes y de inutilizacin de las piezas de hacerfuego. En cuanto a las posibilidades de refuerzo de esta Escuadra, el Pelayo12 51

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    DE LA CONDUCTA Y TRAYECTORIA DEL ALMIRANTE CERVERA TOPETEestaba modemizndose en Toln, y el Carlos y, la Numancia, la Victoria y elAlfonso XIII sometidos a un proceso de grandes y lentas reparaciones, con loque prcticamente era imposible contar con ellos.

    Con los buques en estas condiciones y con un peligro de guerra inmediato,el almirante Cervera se apresura a pedir al ministro, que deba conocer la situacin pues acababa de dejar el mando, la autorizacin para trasladarse a SantaPola a fin de realizar intensos ejercicios tcticos y de tiro, lo cual se le consiente, pero con la recomendacin de que no gaste mucho ni en carbn ni endisparos. La Escuadra llega a Santa Pola a fines de noviembre, pero elOquendo tiene una avera en los condensadores y ha de entrar en reparacin.En enero es enviado con el Vizcaya a Norteamrica en devolucin de la visitadel Maine a La Habana, y como al Coln se le separa de la Escuadra por lacuestin de sus caones, sta queda en cuadro.Sin entrar a fondo (el espacio consignado para este trabajo no lo permitira)en el complicado engranaje que va desde la toma de mando de Cervera de laEscuadra de Operaciones hasta su inmolacin en Santiago de Cuba, hay quedestacar que el 12 de febrero se diriga el almirante al ministro en los siguientes trminos: Como no ceso de pensar en la posible guerra con los EstadosUnidos, creo que sera muy conveniente que se me dieran los informes posibles de lo siguiente:1. Cmo estan distribuidos los buques de los Estados Unidos y movimientos que hagan.2. Dnde tienen sus puertos de aprovisionamiento.30 Cartas, planos y derroteros de lo que pueda ser teatro de operaciones.4o Qu objetivos han de tener las operaciones de esta Escuadra ya sea ladefensa de la Pennsula y Baleares, ya la de Canarias o la de Cuba, o por fin,en el caso improbable de que fuesen las costas de Estados Unidos, cosa que nopodra ser, al menos de tener algn aliado poderoso.5. Planes que el Gobierno tenga en cada caso para la campaa, puntosdonde la Escuadra pueda encontrar recursos y cules sean, porque es extraoque aqu, por ejemplo, (se refera a Cdiz) no haya encontrado beta de cuatropulgadas, ni tubos de nivel para las calderas, ni otras cosas tan sencillas como

    stas. Tambin creo conveniente saber para cundo se cuenta con el Pelayo,Carlos V, Victoria y Numancia y si stos han de incorporarse a la Escuadra oformar cuerpo independiente de ella y cul sea la combinacin suya connosotros. Con el conocimiento de estas cosas podra yo ir estudiando lo queconvenga hacer, y llegando el da crtico, se emprendera sin vacilacin la conducta que nos convenga seguir, tanto ms necesario para nosotros, cuanto quesu Marina es cuatro veces ms fuerte que la nuestra y cuentan con la alianza dela insurreccin de Cuba.Las peticiones de Cervera fueron contestadas por el ministro Bermejo conrazonamientos poco menos que utpicos, pues hasta prevea un bloqueo a lascostas de los Estados Unidos, cuando la Marina norteamericanacontaba en aquellos momentos con cinco acorazados, seis monitores, tres cruceros acorazados,quince cruceros protegidos, diecisis caoneros y veinticuatro torpederos. Contales efectivos, frente a los menguados dispositivos espaoles cmo es posibleAo 1995

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    JOS CERVERA PERYque el ministro de Marina pudiese pensar en serio en la posibilidad de bloqueara los Estados Unidos y de disputarles en sus aguas el domino del mar?En estas circunstancias tiene lugar la voladura del Maine y se ordena aCervera que salga con el Mara Teresa y el Coln, sin caones todava, paraCabo Verde, donde se les unirn el Vizcaya y el Oquendo, que regresan de suvisita a los Estados Unidos, y la flotilla de torpederos de Villaamil. Cerverapide ir a Madrid para recibir in situ las instrucciones precisas, pero el ministrorehye el dilogo, que indudablemente no encuentra fcil, y reitera la orden,agregando que las instrucciones se le enviarn ms tarde, y comienza entoncesla gran aventura de salir a la mar (8 de abril), llegar a Cabo Verde el 14, a laMartinica el 10 de mayo, a Curaao el 14 y el 19 a Santiago de Cuba, despusde burlar la vigilancia norteamericana; con una logstica imposible, carbnmalo y escaso, dificultades de abastecimiento, y rdenes y contrardenes complicadas o confusas. Cuando Cervera navegaba desde la Martinica a Curaao,el ministro Bermejo le envi un cable que pudo haber variado sustancialmenteel giro de los acontecimientos: Desde su salida han variado las circunstancias.Se amplan las instrucciones para que si no cree que esa Escuadra opere ah conxito puede regresar a la Pennsula, reservando su derrota y punto de recaladacon preferencia Cdiz. Acuse recibo y exprese su determinacin. Cervera noconoci este telegrama hasta despus de terminada la guerra. Fiel a las rdenesanteriormente recibidas se meti en Santiago sin que el enemigo hubiese tenido noticias de sus movimientos durante casi veinte das.Inexorable sentencia

    Durante el mes largo que la Escuadra permaneci en Santiago se intentaronremediar los problemas de los barcos, que sufrieron varios bombardeos; losamericanos trataron de cerrar infructuosamente la entrada del puerto. Cerveray sus comandantes se plantearon la posibilidad de forzar el bloqueo.Consideraron incluso la salida de noche o por separado, pero siempre concluyeron que era imposible partir con alguna posibilidad de xito dado el potencial de la flota norteamericana. Marchar equivala a ser destruidos, por lo tantolo ms prudente era continuar esperando alguna circunstancia ms favorable ymientras resistir dentro del puerto, contribuyendo con hombres y armas a ladefensa de la plaza en colaboracin con el Ejrcito. Pero a fines de junio,Santiago se encontr en una situacin desesperada, ya que tras el desembarconorteamericano en la Isla, la poblacin estaba sitiada por tierra y por mar, aislada del resto de Cuba y sin recursos. En estas condiciones, Cervera, respaldadopor sus oficiales, decidi que la Escuadra tena slo dos posibilidades: saliral combate contra los buques americanos o permanecer en el puerto, colaborando en tierra a la resistencia de Santiago, y si esta ciudad llegaba a capitular,destruir los barcos voluntariamente antes de que cayeran en manos enemigas.Cobarda o desnimo? En ambos casos la flota espaola estaba perdida, peroal menos con la segunda opcin se salvaran ms hombres y su inmolacinsera ms til.14 51

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    DE JA CONDUCTA Y TRAYECTORIA DEL ALMIRANTE CERVERA TOPETENo lo entendi as el Gobierno, que le orden salir en la mejor ocasin queencontrara y a hallarla de inmediato le acuciaba el general Blanco, gobernadorgeneral de Cuba, del que Cervera haba pasado a depender en virtud de un

    decreto de concentracin de poderes en aqul. Blanco era partidario de que laEscuadra abandonara Santiago, pues pensaba que en el puerto creaba ms complicaciones que ventajas, y que al menos intentando forzar el bloqueo habraalguna posibilidad de escapar. El almirante crea por su parte que permaneciendo en Santiago ayudaran a la defensa de la ciudad, tendran inmovilizadala Escuadra enemiga y salvaran sus hombres. Pensaba honradamente quesacrificar a la vanidad de un combate intil a las tripulaciones, dejando aSantiago sin refuerzos, en nada beneficiara a la patria.Pero el 1 de julio, cuando la cada de la plaza era inminente, tras la batallade las Lomas de San Juan y de El Caney, Cervera recibi la orden terminantede partir de Santiago hacia el puerto que considerara ms conveniente. No tuvootra alternativa que la de la obediencia disciplinada, y cuando poco antes deentrar en combate en la maana del 3, su jefe de Estado Mayor y comandantedel Mara Teresa, don Victor Concas, dijo aquella trgica frase de PobreEspaa mi querido y noble almirante escribe Cncas me contest significativamente con la cabeza, como diciendo que haba hecho lo posible paraevitarlo, y que marchiba al sacrificio, al duro cumplimiento del deber, tranquilo el nimo y limpia su conciencia.No vamos a entrar en detalles del combate, sobradamente conocidos por otraparte y objetiva y sobriamente relatado por Concas y el norteamericano EnsorChadwick, amn de los partes suscritos por los comandantes y oficiales mscaracterizados de los buques. La Escuadra sali a las 9,35 de la maana, ycuatro horas ms tarde todos los barcos haban sido incendiadospor las fuerzas americanas, hundidos, o embarrancados por sus comandantes; Los espaoles tuvieron 323 muertos y 151 heridos. Los norteamericanos un muerto y dos heridos.Los prisioneros espaoles ascendierona 93 oficiales y 1.720 marineros. Ante tanestremecedor balance, cabe pensar si no se le hubiera debido prestar mayor atencin a las consideraciones de Cervera sobre el triste fin que esperaba a los buquesespaoles, intentando por todos los medios evitar el conflicto.

    La sentencia fue inexorable. Raymond Carr ha escrito que en el Atlntico elalmirante Cervera saba que su,escuadra sera derrotada si se le ordenaba ir alas Antillas. Su advertencia, fue rechazada por el Gobierno con un comit dealmirantes, incapaces de afrontar una confesin de impotencia y.una paz.inmediata. Los jefes de Cervera afirmaron ms tarde por su honor y su concienciasu convencimiento de que el Gobierno de Madridestaba decidido a que la flotafuese destruida lo antes posible, para hallar un medio de llegar rpidamente.ala paz. Muchos aos antes, Concas haba escrito que lo ocurrido el 3 de juliofue una buscada ocasin para los polticos, queante el temor de una asonada,no dudaron en sacrificar la patria entera bajo la originalsima teora de que eldesastre, imponiendo la ley de ,la necesidad, obligara al pueblo a la resignacin. Y otra vez Carr: En las Antillas, Cervera, sin carbn para operar, seencerr en la baha de Santiago slo para que se le ordenara salir de ella e ir auna destruccin segura a manos de la flota americana que bloqueaba la isla.Ao 1995

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    JOS CERVERAPERYNada ms dramtico que la actitud de Cervera escribe Nadal Ferrerasacudiendo a un sacrificio de cuya inutilidad era consciente. Todos sus esfuerzos para convencer de ello al ministro resultaron intiles y Cervera cumplifielmente las rdenes recibidas. El desenlace final el 3 de Julio sealaFeliciano Montero no pudo ser otro que el pronosticado por Cervera, yconocido previamente por los polticos de Madrid. Pero la situacin interna, lapresin de la opinin pblica, el miedo a un pronunciamiento militar en definitiva, la salvaguarda del sistema poltico y el propio rgimen, aconsejabansacrificar la escuadra y el prestigio de los militares. Y el maestro de historiadores, Fernndez Almagro, no duda en suscribir las siguientes frases: Harafalta ser un Shakeaspeare para discurrir una situacin ms dramtica que aquella en que se encontraba el almirante Cervera.Cobarda? Ineptitud? Veamos ahora algunas de las opiniones del camponorteamericano. El almirante Cervera abandon el Mara Teresa cuando ardapor todas partes. Lleg dificilmente hasta la playa a nado y all fue recogidopor una chalupa del yate armado Gloucester. Cuenta el comandante delmismo: Al ver al anciano caballero me sent culpable... Su tctica puede discutirse: nunca su valor. Y el teniente de navo Harry P. Bruce, oficial delmismo buque, escribe: Cuando el almirante Cervera lleg a bordo despus dehaberse rendido en tierra al teniente Norman, estaba vestido con una gorra demarino blanca, una camiseta, una chaqueta mojada y un par de pantalones con

    tantos girones, que un mendigo los hubiese rechazado. El comandanteWinwrigh, que le esperaba en el portaln, lo felicit por su heroico comportamiento. Sin esperar a vestirse, Cervera visit a los prisioneros espaoles. A supaso, descalzo y en harapos, pero con un aire innegable de dignidad, le saludaron los marineros y presentaron armas los centinelas.Luego fue trasladado al Iowa. Al subir a bordo la guardia present armas;los oficiales se descubrieron, las cornetas hicieron sonar sus voces, y cuando eleminente oficial que en una hora haba perdido ms que ningn hombre en lostiempos modernos apareci en la entrada, la tripulacin del Iowa rompi enaplausos y el contralmirante Evans lo recibi en el portaln del buque con estasfrases: Caballero: sois un hroe. Habis realizado la hazaa ms sublime detodas cuantas guarda la historia de la Marina. Es este el recibimiento paraun cobarde? Es la acogida de un inepto o de un irresponsable? Dejo al lectorla respuesta.Los documentos de don Pascual

    Las reacciones tras la derrota no se hicieron esperar. Los estrategas de caf(como ahora) clamaron contra las tcticas empleadas, contra las maniobrasdesplegadas y naturalmente contra la actitud del almirante, cabeza de turcotambin de iracundos parlamentarios, que no se haban movido de sus cmodos sillones del Senado o el Congreso durante la contienda. Pero el 30 de agosto de 1899, Pascual Cervera y Topete, satisfecho su honor tras la absolucinrecibida en el consejo de guerra al que fue sometido al regreso de su prisin enAnnapolis, serenado su espritu de tantos sinsabores e ingratitudes, sin ren16 51

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    DE LA CONDUCTA Y TRAYECTORIA DEL ALMiRANTE CERVERA TOPETE

    GUERRAllISPANOAMERCCLECCIEE CUETCREFERENTES ALAEscuadadeOpoiaciE L.S ATILI.A.S

    - ordenados por el Contraalmirante

    PASCUALCERVERAY TOPETE

    EL FERROLIMPRENTA DE EL CORREO GALLEGO-Sinforiano Lpez, 439 y 4

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    LA DIMENSINMARTIMADE LAEMPRESA DE PORTUGAL.LIMITACIN DE RECURSOS YESTRATEGIA NAVAL EN ELDECLIVE DE LA MONARQUAHISPNICA 1640-1668)

    Rafael VALLADARESDoctor en Historia Moderna

    IntroduccinEl 1 de diciembre de 1640, despus de una tormentosa dcada de revueltasy malestar social, Portugal se sublev contra el Gobierno de Felipe IV e iniciuna larga lucha para obtener el reconocimiento de su separacin del tronco de

    la Monarqua Hispnica, a la que perteneca desde 1580 (1). La guerra emprendida entonces tardara 27 aos en finalizar, pues hasta el 13 de febrero de 1668la Regencia de Carlos II no se avendra a firmar la Paz con Portugal y a reconocer a la nueva dinasta de Bragana.Si este conflicto alcanz una cronologa tan prolongada se debi, sobretodo, a que los compromisos europeos de Madrid, por un lado, y la debilidadinterna portuguesa, por otro, impidieron a ambos contendientes afrontar la guerra con carcter decisivo desde su comienzo. Madrid y Lisboa decidieron retrasar indefinidamente el duelo militar del que, sin otra alternativa, habra deseguirse o la reintegracin de Portugal en el Imperio Hispnico o el triunfo desu separacin.El Gobierno de Felipe IV organiz su lucha contra Portugal valiendose decuatro instrumentos bsicos: la guerra militar, terrestre y martima, defensivahasta 1657 y ofensiva desde este ltimo ao; el bloqueo econmico, de inciertosresultados ante la negativa internacional (y de los propios sbditos de laMonarqua) a cumplirlo; la va de la negociacin poltica; y por ltimo, la propaganda (2). El presente artculo se centra nicamente en mostrar uno de losaspectos menos conocidos de aquel largo conflicto, esto es, el esfuerzo naval que

    (1) Sobre el Portugal de los Austrias, vase B0UZALVAREZ,F. J.: Portugal en laMonarqua Hispnica. Felipe II, las Cortes de Tomar, y la gnesis del Portugal Catlico (1580-1640) (2 tomos), Madrid, Universidad Complutense, 1987, y OLIvEIRA,A. de: Poder e OposiaoPoltica em Portugal no Perodo Filipino (1580-1640), Lisboa, Difel, 1991.(2) Sobre ello, vase nuestro estudio Guerra y Poltica, Felipe IV y la lucha por laRestauracin de Portugal (1640-1668), Madrid, Universidad Complutense, 1991.Ao 1995

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    RAFAEL VALLADARESFelipe IV llev a cabo contra la sublevacin portuguesa y los efectos que sesiguieron de ello, en medio de las ms graves carencias financieras, materiales ypsicolgicas por las que la Monarqua Hispnica haba atravesado hasta la fecha.El lmite de los recursos

    Madrid se enfrent a la sublevacin portuguesa de 1640 en una penosasituacin naval, derivada del desastre martimo que haba tenido lugar en aguasdel Mar del Norte frente a los holandeses en octubre de 1639 (3). As, teniendo en cuenta la importancia que tendran las fuerzas martimas en unaempresa como la de reconquistar Portugal, pas de litoral por excelencia, loscomienzos no podan ofrecer peores augurios. Con todo, Madrid se enfrent ala situacin con relativo xito, de tal manera que, tras enormes esfuerzos, ladcada de 1640 conoci una recuperacin relativa de la Armada hispnica,tanto en aguas atlnticas como mediterrneas, si bien los aos siguientes habran de evidenciar la fragilidad de este rpido restablecimiento.Entre la segunda mitad de 1640 y los aos inmediatamente posteriores seadoptaron medidas de urgencia para superar aquella insostenible falta deArmada. Se orden la compra y alquiler de buques en aquellos pases que losofrecieran, como Francia o Dinamarca (4). En 1643 Felipe IV ordenaba que laArmada de Flandes, con base en Dunquerque, despachara 8 navos para su integracin en la del Mar Ocano (5). Tambin en este ao, y tras arribar a Cdiz,se desmantel la nunca bien pertrechada Armada de Barlovento, pasando sucapitana a engrosar el grupo ocenico que se estaba reconstruyendo (6).Tambin, como era tradicional, se recurri a la temida confiscacin de embarcaciones sobre todo extranjeras en los puertos peninsulares, las cuales alparecer no fueron debidamente indemnizadas (7).El resultado, con reservas, fue una aceptable recuperacin del poder navalde la Monarqua. En diciembre de 1641, la Armada del Mar Ocano fondeadaen Cdiz sumaba la respetable cifra de 53 unidades, con un tonelaje total de28.500 toneladas y un tonelaje medio de 537 toneladas. Respecto a la tipologade los buques, los 27 galeones,y las 22 urcas presentes suponan ms del 90 por100 de las unidades y el 97 por 100 del tonelaje absoluto de la formacin, loque indica la ptima adecuacin de los navos al medio atlntico en el quedeban desenvolverse. Por ltimo, casi el 75 por 100 de la flota se hallaba en

    (3) Vase al respecto ALCAL-ZAMORAY QUEIPODE LLANO, J.: Espaa, Flandes y el Mardel Norte. La ltima ofensiva europea de los Austrias madrileos (1618-1 639), Barcelona,Planeta, 1975, pp. 454-464.(4) Archivo General de Simancas, Seccin Estado, legajo 2056, Felipe IV a Don Miguelde Salamanca y al Residente de Dinamarca, 7 de febrero de 1641.(5) Archivo General de Simancas, Seccin Estado, legajo 2058, Felipe IV a Don Franciscode Melo, 3 de diciembre de 1643.(6) TOIuEs R.&1REz,B.: La Armada de Barlovento, Sevilla, Escuela de Estudios HispanoAmericanos, 1981, pp. 50-51.(7) Archivo General de Simancas, Seccin Estado, legajo 2342, Consejo de Estado, 20 deabril de 1640; legajo 2347, Consejo de Estado, 25 de enero de 1646.20 51

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    LA DIMENSIN MARTiMA DE LA EMPRESA DE PORTUGALestado de operatividad, y slo a la espera de ser carenadas durante el invierno,como era habitual. Tal era la Armada ocenica espaola a fines de 1641 (8).Hay testimonios de los aos posteriores que confirman esta recuperacinnaval de Madrid (9), y todo indica que el proceso culmin en torno a la crisisitaliana de los aos 1646-1648, coincidiendo con una de las fases ms crticasde la rivalidad hispano-francesa en aguas del Mediterrneo, cuando la capturade los presidios toscanos de Porto Longone y Piombino (1646) y las sublevaciones de Npoles y Sicilia (1647) pusieron en peligro la hegemona filipina enla regin, hasta entonces indiscutible (10). En este ltimo ao, las fuerzas navales de la Monarqua Hispnica contaban con 44 buques de la Armada ocenica, ms 32 galeras de la Armada mediterrnea lo que sumaba un total de 76unidades, cifra portentosa que superaba los 60 buques que poda opoerFrancia en aquel mismo ao (11). Al mismo tiempo, la Paz de Mnster deenero de 1648, haba cerrado para siempre el frente de Holanda, rentabilizando ms an esta recuperacin espaola en el mar.Pero tan rpidamente como se lograba una Armada, sta desapareca. Losmtodos empleados por Madrid durante la ltima dcadapara reconstruir su furza naval, hacen suponer que sta albergaba en su seno el germen de su propia destruccin: las compras impagadas, la transferencia de navos y los secuestros arbitrarios eran modos capaces de permitir una inmediata recuperacin de efectivos,pero no por mucho tiempo. Esta recuperacin, que slo fue relativa, se mostrsuficiente para medirse con Francia en un Mediterrneo al fin y al cabo hispnico, pero, llegado el caso de tener que enfrentarse de nuevo a un poder atlntico,mostrara de inmediato sus graves limitaciones.Y esto fue lo que sucedi.Fue, pues, a partir de la dcada de 1650 cuando la Armada espaola entren su declive definitivo, siendo varios los factores que contribyeron a ello. Sinduda, la escasez de fondos, el envejecimiento de unos buques cada vez msatrasados tcnicamente frente a los navos septentrionales y, por ncima detodo, la guerra conjunta contra Francia e Inglaterra desde 1655, fueron circunstancias que se aunaron para formar un muro insalvable a la hora de intentar hacer frente a la situacin. En el plano de los hechos, los ltimos aos deaquella dcada registraron una cadena de desastres difciles de igualar: la tomade Jamaica en 1655 y el bloqueo de Cdiz en 1656-1657a cargo de sendas arma-das inglesas; la captura parcial del tesoro indiano en l656y la destruccinde parte

    (8) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte deTierra, legajo 1373,Relacin de los bajeles de la Armada de Mar Ocano que se hallaban en la baha de Cdiz, 4de diciembre de 1641. Para valorar estos datos, tngase en cuenta que la Armada espaola derrotada en 1639 frente a los holandeses sumaba unos 100 barcos y 36.000 toneladas. ALCAL-ZAMORA Y QuEIPo DE LLANO, J.: Op. Cit., p. 433.(9) Archivo General de Simancas, Seccin Gi.erraAntigua, Parte de Tierra, legajo 1424,Junta de Ejecucin, 18 de abril de 1642.(10) Sobre la presencia hispana en el Mediterrneo Occidental y el protagonismo ejercidopor los presidios toscanos, vase ALCAL-ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, J.: Razn de Estadoy Geoestrategia en la Poltica Italiana de Carlos II: Florencia y los Presidios, 1677-1681>

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    RAFAEL VALLADARESde la Flota de Nueva Espaa; y la prdida definitiva de la estratgica base deDunquerque en 1658constituyen,en fin, los escalones quejalonan el descensovertiginoso del poder naval espaol en el siglo XVII (12). Ante esta situacin, fueronvarias las frmulas ensayadaspara frenar el derrumbe de la Armada ocenica.En primer lugar, se reconoci la necesidad de volver a hacer uso de losdenostados asientos de escuadras, es decir, del alquiler de navos a particulares. En 1657, por ejemplo, comenz a servir en la Armada la escuadra napolitana de don Andrs Dvalos, prncipe de Montesarcho, y ya en 1660su aportacin consista en 7 buques que sumaban 3.217 toneladas (13). Dos aos mstarde serva con 5 navos y 2.500 toneladas, que costaban a la Hacienda Realms de 800.000 reales, cantidad rara vez satisfecha por Madrid a tiempo (14).

    Otro asentista que apareci por estas fechas fue don Facundo AndrsCabeza de Vaca, vinculado a la Armada desde 1655 como suministrador depertrechos y capitales. Con seguridad, en 1663 tena hecho asiento de variosnavos para la Armada, y en 1664 contribua ya con siete buques (15). A fines de este mismo ao se firmaba otro asiento naval con el armador genovsHiplito Centurione, quien se comprometa a servir por tres aos con otrossiete navos que sumaran 4.000 toneladas (16).En segundo lugar, la compra de buques al contado fue otra de las frmulasbarajadas por aquellos aos, pero la exigua liquidez de la Hacienda castellanasupuso un freno considerable para estas iniciativas (17). En su lugar, pareceque la compra de barcos por asiento a plazos tuvo ms fortuna, pues lamayor flexibilidad de este sistema complaca sobremanera a una Haciendaasediada por las dificultades y los vencimientos inoportunos.En 1663 don Pedro de Aguero, marqus de Valdecorzana, fabricaba cuatrogaleones en los astilleros cntabros de Colindres y Guarnizo en virtud de unasiento firmado en aquel ao (18). En 1665 el mismo don Pedro de Aguero y(12) Sobre estos sucesos, vase el resumen que ofrece S1nArLING,R. A.: Espaa y el declive de la estructura imperial espaola, 1580-1 720, Madrid, Ctedra, pp. 166-168.(13) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3439,Relacin que ha dado el seor Prncipe de Montesarcho, 15 de septiembre de 1660.(14) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3465,Junta de Armadas, 2 de abril de 1664.(15) Sobre su trayectoria como asentista, vase SANzAYAN,C.: Los banqueros de Carlos II,Valladolid, Universidad de Valladolid, 1989, p. 423. Sobre su labor como asentista naval,Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3457, Junta deArmadas, 17 de agosto de 1664.(16) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3465,Junta de Armadas, 23 de diciembre de 1664.(17) En 1663 don Jos Pimentel escriba desde Copenhague proponiendo la fabrica deDinamarca como excelente para la compra de buques en aquel Reino, lo que fue contestado

    negativamente por Madrid ante la falta de dinero. Archivo General de Simancas, SeccinGuerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3457, Junta de Armadas, 16 de marzo de 1663.(18) Sobre el asiento de don Pedro de Aguero, Archivo General de Simancas, SeccinGuerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3457, Junta de Armadas, 31 de marzo de 1663. El descubrimiento de los astilleros de Guarnizo, a dos leguas de Santander, con rada segura y abundantes bosques que no pertenecan a ningn particular, se produjo en la dcada de 1580 cuandose preparaba la Gran Armada contra Inglaterra. Vase GOODMAN,D.: Poder y penuria.Gobierno, tecnologa y ciencia en la Espaa de Felipe II, Madrid, Alianza, 1990, p. 130.22 51

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    LA DIMENSiN MARTIMA DE LA EMPRESA DE PORTUGALsu cuado, el conde de la Vega, se encontraban terminando las obras de dosgaleones ms en los astilleros corueses de Muros (19).Mucho ms complicado se revel el asiento firmado en 1663 con los banqueros italianos Domingo Grillo y Ambrosio Lomeln, quienes, a cambio dehacerse con el codiciado asiento de negros el permiso para importar esclavos africanos a las Indias espaolas, se comprometieron a construir para laArmada un total de diez buques en los astilleros de Cantabria, donde ya seencontraba el marqus de Valdecorzana trabajando para cumplir con su asiento respectivo. El conflicto no tard en estallar: la competencia con los italianosque disponan de ms capital y, por tanto, atraan a la mano de obra local conunos salarios que el noble espaol no poda, o no quera pagar deriv en elincumplimiento del asiento por parte de los banqueros Grillo y Lomeln parasatisfaccin de stos y desesperacin de Madrid (20).En junio de 1664 ya no se hablaba de construir diez galeones cifra inicialrecogida en el asiento ni tampoco cuatro nmero fijado poco despus desurgir los problemas, sino tan slo dos, y no en los astilleros de Cantabria,sino en Catalua (21). En 1667, ninguno de estos dos nicos galeones se haballegado a terminar, y no parece que en los aos siguientes se diera satisfaccinal incumplido asiento de 1663 (22).La habilidad de los banqueros de la Coronapara acaparar beneficios y zafarse de sus obligaciones poda llegar a cotasinimaginables.Los problemas navales, sin embargo, no eran slo cuestin de cifras o dedinero, sino tambin de actitudes. El comportamiento de los asentistas deescuadras, por ejemplo, dejaba mucho que desear a la hora de cumplir con suscompromisos. El problema tena una doble raz: bien se deba a la simple esta-fa del responsable, quien alegaba no alcanzarle el dinero librado por laHacienda Real lo que sucedi a menudo con el avispado genovs HiplitoCenturione (23), bien era atribuible a los atrasos o impagos del Tesoro castellano (24), algunos realmente espectaculares (25).

    (19) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3489,don Andrs Martnez de Lansagarreta a la Reina Regente, 12 de noviembre de 1665.(20) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3457,Junta de Armadas, 31 de marzo de 1663. Vase tambin VEGA FRANCO,M.: El trfico de esclavos con Amrica. (Asientos de Grillo y Lomeln, 1663-1674), Sevilla, Escuela de EstudiosHispano-Americanos, 1984.(21) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3465,Junta de Armadas, 1 y 30 de junio de 1664.(22) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,don Blasco de Loyola a la Reina Regente, septiembre? de 1667.(23) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Junta de Armadas, 20 de julio de 1667.(24) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Junta de Armadas, 20 de julio de 1667.(25) Por ejemplo, en 1667 se calculaba que a don Pedro de Aguero se le deban 92.601escudos por dos galeones que estaba construyendo. Al tambin armador Juan Roco, por tresbajeles nuevos y el aparejo de otros dos, se le adeudaban 169.245 escudos. Archivo General deSimancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492, Junta de Armadas, 20 de juliode 1667.

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    RAFAEL VALLADARESLas soluciones a estos problemas no eran sencillas. Casi todo el mundocoincida en que la mayor parte de la Armada deba correr por administracin,esto es, a costa de la Hacienda Real y sin contratar los servicios particulares (26). Pero la realidad se impona y obligaba a contratar servicios privadosde alquiler. A medida que el incumplimiento del asentista desbordaba los lmites de lo permisible, se intentaba volver a los antiguos preceptos y se buscabanlos medios para prescindir de sus servicios (27).Sin embargo, sobre todo a partir de la dcada de 1660, nada fue fcil y as, era la propia Reina Regente, DoaMariana, quien en 1667 reconoca qu mientras no se consiga tener navospropios, no podremos dejar de valernos de las escuadras de asentistas (28).Los elevados gastos de mantenimiento de buques constituan otro dolorosovia crucis para la Hacienda que se repeta cada ao al terminar la temporada de

    navegacin. En 1660 el presupuesto para carenar tres galeras y tres fragatas,que sumaban 3.050toneladas, alcanzaba la cifra de 282.606 reales de plata (29).En 1667, la misma operacin aplicada a 17 buques de 9.826 toneladas secalculaba en 1.282.670 reales de plata (30). El incremento aproximado porcada navo en slo siete aos haba sido del 60 por 100 y del 40 por 100por cada tonelada.Cdiz, pues, la base atlntica espaola por excelencia, se haba convertidoen un puerto prohibitivo por los elevados precios de sus bastimentos y los altossalarios de su personal portuario. El gran gasto que se hace en las carenas quese dan en Cdiz se escriba en 1667 est ocasionado de la exhorbitanciade los jornales de la maestranza y de lo crecido de los precios de los materiales, por los muchos aprestos que concurren en aquel puerto (31). En consecuencia, durante la dcada de 1660 se puso en prctica un nuevo sistema paracarenar los buques, consistente en dividirlos entre Espaa e Italia con vistas acompartir sus gastos de mantenimiento. Durante el invierno de 1667-1668 elreparto afect ya a los puertos de Flandes (32). Algo parecido a una Unin de

    (26) Sobre este viejo debate en tiempos de Felipe II y su sucesor, vase THOMPSON,1. A.A.: Guerra y decadencia. Gobierno y administracin en la Espaa de los Austrias, 1560-1620,Barcelona, Crtica, 1981, pp. 314-335.(27) El conde de Villaumbrosa propuso rescindir el contrato con Hiplito Centunone ydedicar estos recursos a resucitar las escuadras provinciales que hubo por lo pasado enCantabria, con que se conseguira habilitar a los espaoles a las armas Martimas. ArchivoGeneral de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492, Junta de Armadas,20 de julio de 1667.(28) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Junta de Amadas, 20 de julio de 1667.(29) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3439,Relacin del dinero que ser menester, Cdiz, 15 de febrero de 1660.(30) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3493,Junta de Annadas, 16 de enero de 1667.(31) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Junta de Armadas, 20 de julio de 1667. Sobre el encarecimiento de los aprestos navales gaditanos en el siglo xvii, vase SERRANOMANGAS,F.: Armadas y Flotas de la Plata (1620-1648),Madrid?, Banco de Espaa, 1989, pp. 89-90.(32) ArchivoGeneral de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Consultas del Consejo de Guerra, julio y agosto de 1667.24 51

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    LA DIMENSIN MARTIMA DE LA EMPRESA DE PORTUGALArmas martimas al ms puro estilo del conde duque de Olivares, llegaba concuarenta aos de retraso.Las carencias de personal especializado crnicas, por estas fechas, en lahistoria de la Marina Hispnica, fueron otro escollo preocupante durantela Empresa de Portugal. Por ejemplo, en 1663 el duque de Alburquerque informaba que en la Capitana Real y dems fragatas del Mar Ocano hay gran faltade pilotos de las experiencias que conviene, y, en particular, noticiosos de lascostas y puertos de Portugal, por lo que se esperaba reclutar algunos pilotosexpertos entre los corsarios que operaban en Guipzcoa (33).La prctica de la guerra

    Problemas a un lado, la dimension naval del conflicto portugus fue aumentando a medida que desde 1660 Madrid consider enteramente posible lareconquista de Portugal. Causa asombro la lectura de los proyectos que elConsejo de Guerra elabor en Madrid para lograr la Restauracin de losAustrias en Lisboa. As, hasta el mismo desenlace de la guerra, los documentos reflejan una voluntad firme dirigida a la bsqueda de recursos hasta loimposible con la mira puesta en formar una gran Armada y un Ejrcito poderoso que aplastara la sublevacin y devolviera Portugal a la Corona de Felipe IV. Tal vez fuera en los diferentes planes de Armada elaborados duranteestos aos donde mejor se recoja lo expuesto.Entre 1660 y 1668 se realizaron (sobre el papel) varios proyectos de formaciones navales para invadir Portugal, de los que conocemos los elaboradospara las campaas de 1664, 1665 y la non nata de 1668.A mediados de 1663 se estimaba que la Armada del ao siguiente se compondra de 38 navos y 21.550 toneladas. El coste estimado ascenda a1.854.566 reales (34). En abril de 1664 el Consejo de Guerra discuta sus proyectos navales para la conquista de Portugal en 1665, para lo cual se aprobnuevamente una formacin compuesta por 38 navos con un gasto de1.650.000 reales. Con este fin, se exigira la colaboracin de todas las fuerzasnavales de la Monarqua: se enviaran galeras desde Npoles, Sicilia yCerdea; se ultimara la fbrica de los galeones ya comenzados en los astilleros de Galicia, Cantabria, Pas Vasco y Catalua; y se traeran urcas y galeones de las bases flamencas (35). En el verano de 1667, se pensaba que laArmada de 1668 deba constar de 40 unidades y 18.946 toneladas, lo quesupondra una inversin astronmica de ms de 18.000.000 de inexistentes reales, consecuencia del deplorable estado en que se encontraban los buques, delos precios alcanzados por los bastimentos y, sobre todo, del desquiciamiento

    (33) British Library(Londres),ColeccinAddiiionai, Manuscrito 28.443,fol. 154,Felipe W alvirrey de Navarra, 20 de abril de 1663.(34) ArchivoGeneral de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3457,Junta de Armadas, 4 de septiembre de 1663.(35) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3465,Consejo de Guerra, 21 de abril de 1664.Ao 1995

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    RAFAEL VALLADARESmonetario presente en Castilla, donde la moneda de velln haba terminado pordesplazar a la plata, elevando los precios (36).Obviamente, cuando se presentaban semejantes planes ante Felipe IV era asabiendas de la imposibilidad de su cumplimiento, sin embargo, sta era la manera de comenzar las negociaciones con el siempre rooso Consejo de Hacienda.El rutinario forcejeo entre las autoridades militares presionando al alza y lasfmancieras replicando a la baja es lo nico que permite encontrar una explicacin lgica a este desbordamiento de la fantasa naval y presupuestaria delConsejo de Guerra. As, el proyecto para 1665 pas de los 30 navos iniciales acontar slo con 16 (37). Y el de 1667, que hablaba de 40 buques para el veranosiguiente, nicamente dispona de 18 navos que sumaban 10.346toneladas (38).No es extrao que la paz con Portugal llegara a principios de 1668.

    A la luz de los efectivos de que dispuso la Monarqua en los ltimos aosde guerra cuesta creer que no se llegase antes a esta conclusin. Entre 1662 y1667 la Armada ocenica espaola cont con las siguientes unidades (39):166219166316166416166519166617166718As, el promedio de buques operativos fue de 17 en cada temporada demarzo a septiembre, sumando esta formacin alrededor de 10.000 toneladas.Ms concretamente, la ltima Armada que oper contra Portugal la de1667estaba compuesta por los 18 navos ya sealados, que alcanzaban10.346 toneladas. De stos, 12 pertenecan a la Corona, con 7.146 toneladas (el70 por 100 del tonelaje total), y 6 a los asentistas, con 3.200 toneladas (el 30por 100 restante) (40). Irnicamente, en el ltimo tercio del siglo XVII la Marinahispana lograba alcanzar la preponderancia de los navos de administracin depocas muy anteriores.

    (36) ArchivoGeneralde Simancas,Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Junta de Armadas, 16 de julio de 1667.(37) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3465,Junta de Armadas, 30 de septiembre de 1664.(38) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Junta de Armadas, 20 de julio de 1667.(39) Los datos se han obtenido, para 1662, de FERNNDEZDURO,C.: Ar,nada Espaola,Madrid, Museo Naval, 1972-1973 (9 volmenes; reedicin de la obra original publicada entre1895-1903), vol. V, pp. 50-51; para 1663, Archivo General de Simancas, Seccin GuerraAntigua, Parte de Mar, legajo 3457, Junta de Armadas, 8 de mayo de 1663; para 1664, Idem,legajo 3457, Junta de Armadas, 17 de agosto de 1664; para 1665, Idem, legajo 3465, Junta deArmadas, 12 de julio de 1665; para 1666,Idem, legajo 3489, Relacin de Juan Bautista Moretoa Su Majestad, 6 de mayo de 1666; para 1667, Idem, legajo 3492, Lorenzo Andrs Garca a SuMajestad, 24 de agosto de 1667.(40) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3492,Junta de Armadas, 30 de agosto de 1667.26 51

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    LA DIMENSIN MARTIMA DE LA EMPRESA DE PORTUGALManiobrar, por tanto, con semejante escasez de Armada, limitaba las operaciones navales a las de una simple guerra defensiva, y desde 1640 slo se dioorden de presentar batalla al enemigo cuando la Flota de las Indias se conside

    r en peligro, lo que fue una constante desde la prdida del litoral portugus enaquella fecha (41).Fue al final del conflicto cuando se pretendi ceder un mayor protagonismoa la fuerza ocenica, en un intento tan desesperado como ineficaz de someter alos portugueses.El ideal estratgico de Madrid en aquella guerra, inspirado siempre en latriunfal invasin llevada a cabo por el duque de Alba en 1580, consista enun ataque conjunto por tierra y mar contra Lisboa (42). Hasta los aos 1660no pudo ponerse en prctica, debido a los compromisos europeos de la Monarqua.En 1663, coincidiendo con la ofensiva terrestre de don Juan Jos de Austriadesde Extremadura, se barajaron tres posibles actuaciones que encomendar a laArmada: la ocupacin de algunos puertos en la estratgica costa del Algarve;escoltar la Flota del Tesoro que se esperaba de Amrica; o emprender el ansiado bloqueo de la ra de Lisboa. Cuando se haba decidido dar prioridad a esteltimo punto, el retraso en la llegada de los galeones de Indias oblig a darlesescolta dejando, una vez ms, la capital portuguesa con sus puertas abiertaspara abastecerse y comerciar (43). Para colmo de males, una tormenta a primeros de octubre cogi desprevenida a la Armada cuando sta se hallabaprxima a Cdiz, causando graves daos a la ya dbil formacin (44). Endiciembre se orden que las siete naves an en condiciones se dirigieran ainvernar en Galicia, con vistas a proteger Vigo y Bayona de un ataque portugus que se consideraba imninente (45).En 1664 la Armada no oper. Mientras, la permanencia de los barcos enGalicia durante aquel ltimo invierno haba permitido descubrir una nueva tctica contra los portugueses consistente en la concentracin del grueso de losnavos en la magnfica base de El Ferrol, con el fin de cubrir cuatro objetivos:la defensa del litoral gallego ante posibles ataques (se tema seriamente, anteuna ofensiva angloportuguesa sobre Vigo); el bloqueo comercial de la costa por

    tuguesa, desde Viana hasta Lisboa; impedir la llegada de los socorros extraje-ros; y, por ltimo, atacar la flota del Brasil cuando sta arribase a su metrpoli.(41) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3190,Junta de Armadas, 30 de septiembre de 1641.(42) La preocupacin del Gobierno portugus por la defensa de Lisboa fue una constantedurante toda la guerra. Por este motivo se llevaron a cabo diversas obras de fortificacin, litoraly terrestre. Vase SALAZAR BRAGA, J. E.: Algumas questes que se prendem com doisfortes danargem norte do Tejo, O Forte de S. Bruno e o Nossa Senhora de Porto Salvo, en SegundoCon gresso sobre Monumentos Militares Portugueses, Lisboa, Fundaaso Calouste Gulbenkian,1984, pp. 160-166.(43) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3457,Junta de Armadas, 8 de mayo y 7 de agosto de 1663.(44) FERNNDEZ DURO, C.: Op. Cit., vol. V, pp. 52-55.(45) Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte de Mar, legajo 3457,Junta de Armadas, 7 de diciembre de 1663.

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    RAFAEL VALLADARESPLAN DE ATAQUECONTRAPORTUGAL(CAMPAAS DE 1663- 1665

    -. VIGO-.-- -,.1 /

    ZAMORA

    .SALAMANCA

    RODRIGO

    lila. CACE RES

    E)rcIto Armada

    LCAR

    28 Nm. 51

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    LA DIMENSIN MARTIMA DE JA EMPRESA DE PORTUGALLos planes se redondeaban con otras iniciativas. Las galeras mediterrneas, ms aptas para entrar y salir de la ra de Lisboa, procederan a bloquearla capital rebelde, lo que provocara la salida a combate abierto de la flota por

    tuguesa, para dar en manos d nuestra Armada y destruirla. Se confiaba enque el cerco comercial de Lisboa provocara tanta confusin en aquel granpueblo, que se puede esperar novedad en l antes de que llegue a verse atacado por tierra. En efecto: las tropas veteranas tradas desde Italia y Flandespartiran desde sus cuarteles en Extremadura y, en un desfile imparable, unavez tomadas las plazas de Elvs, Estremoz y Evora, daran el asalto definitivoa una Lisboa aterrorizada y hambrienta. Sera el fin de la rebelin de Portugal (46).Este nuevo plan presentaba la originalidad de sustituir la base de Cdiz porla septentrional de El Ferrol. Supona tambin el reconocimiento tardo de quela fulgurante conquista llevada a cabo en 1580 no podra repetirse con igualresultado casi un siglo despus. En aquellas fechas tan lejanas, Felipe II notena necesidad de pensar en la intervencin de unas fuerzas navales enemigastan poderosas como.las que existan en el reinado de su nieto, ni entonces elataque a las flotas del Brasil pulmn econmico de la sublevacin bragancista posea el significado de ahora. Con todo, los nuevos planes de Felipe IV llegaban tarde y, sobre todo, excedan de la modesta capacidad de laArmada Catlica. De nuevo con los pies en la tierra casi literalmente, lasoperaciones en el verano de 1665 se limitaron a recorrer las costas enemigas,con el nico resultado de la destruccin del fuerte de las islas Berlingas y deun ataque al puerto algarviano de Sagres, que fue rechazado (47). Las intenciones por dejar patente la hostilidad de la Monarqua hacia los rebeldes portugueses no fueron capaces de superar la realidad.Conclusin

    El balance, cabe decir, de los esfuerzos navales de los Austrias a mediadosdel siglo xvii resulto negativo en su conjunto, aunque se lograran algunos xitos parciales, como el freno a la expansin francesa en Italia durante la dcadade 1640.

    (46) Todo el proyecto en Archivo General de Simancas, Seccin Guerra Antigua, Parte deMar, legajo 3465, Consejo de Guerra, 21 de abril de 1664.(47) La destruccin del Fuerte de S. Joo, situado en el islote principal de este pequeoarchipilago, fue magnificada por la propaganda espaola de la poca (se consider la primera batalla< ganada por la Armada del nuevo rey Carlos II), exagerndose el valor estratgico delenclave como punto de llegada para las flotas que, procedentes del Brasil, la India o Azores, sedirigan hacia Portugal. Coleccin de documentos y manuscriptos compilados por Fernndez deNavarrete. Museo Naval de Madrid, Nendelh-Liechtenstein, Krans-Tomson organizationLimited, 1971 (32 volmenes; edicin facsmil), vol. 7, fols. 262-262v, Relacin diaria de losucedido al Seor Diego de Ybarra, 9 de julio de 1666. Los ecos del asalto a las Berlingas llegaron incluso a Londres: Archives Gnrales du Royaume (Bruselas), Seccin Embajada deEspaa en La Haya, legajo 469, el conde de Molina a don Esteban de Gamarra, Londres, 13deagosto de 1666.Ao 1995

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    LA DIMENSIN MARTIMA DE LA EMPRESA DE PORTUGALsiquiera se pensaba acertadamente cuando el portugus austricista, don Manuelde Sosa y Castro, afirmaba necesitar 100 barcos por la mar para acabar conla sublevacin portuguesa (52). Lamentablemente, alguien olvid que la gloriosa expedicin de Alba en 1780 paradigma errado de aquella conquistahaba conducido hasta Portugal un ejrcito de 37.000 infantes veteranos abordo de 262 embarcaciones (53). La guerra, definitivamente, estaba perdida.

    (52) British Library (Londres), Coleccin Additional, Manuscrito 28.453, fol. 160 y,Parecer del Maestre de Campo, D. Manuel de Sosa y Castro, sobre la guerra de Portugal (Sinfecha, anterior a 1661).(53) Suiz INcLI4,: Guerra de anexin en Portugal durante el reinado de Felipe II,Madrid, Imprenta del Depsito de Guerra, 1897-1898 (2 volmenes), vol. 1, p. 323.Ao 1995

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    EL ALMANAQUENUTICO Y LADIFUSIN DE LA ASTRONOMAEN LA ESPAA DE LA PRIMERAMITAD DEL SIGLOXIX:TRABAJOSPUBLICADOS 1795-1845)

    Francisco Jos GONZLEZ GONZLEZ *Doctor en Filosofa y Letras

    PresentacinLa idea de realizar un trabajo sobre el Almanaque Nutico y las memoriasincluidas en el mismo como apndices, durante la primera poca de esta publicacin, surgi a lo largo del desarrollo de un curso monogrfico de doctoradotitulado La Marina y la introduccin de la astronoma en la Espaa de lossiglos xviii y xix. Este curso, incluido en el programa de doctorado Cienciasde la Tierra y del Espacio, y organizado por el Departamento de Estructura yPropiedades de los Materiales de la Universidad de Cdiz, fue impartido duran

    te el curso acadmico 1993-1994 en el Real Instituto y Observatorio de laArmada en San Fernando, gracias al convenio de colaboracin existente entredicha institucin y la Universidad de Cdiz.Entre los principales objetivos de este curso, caracterizado por su claraorientacin humanstica a pesar de estar incluido en un programa de doctoradode ciencias, se encontraba desde un primer momento el estudio con ciertodetenimiento de la aportacin de la Marina Ilustrada a la ciencia espaola,especialmente en el campo de la astronoma, una disciplina en la que las contribuciones de la Armada y de su personal podran ser seguidas ms de cerca.El Almanaque Nutico, publicacin anual que presenta las efemridesastronmicas de inters para astrnomos y navegantes, ha sido calculado sininterrupcin en el Real Observatorio de la Armada y publicado para cada ao,con la suficiente antelacin, desde 1792. En su primera etapa, esta publicacinincluy en forma de apndices una gran cantidad de memorias sobre astronoma y otras materias afmes, que tienen un gran inters por la escasez de estetipo de publicaciones en la Espaa de la primera mitad del siglo XIX.El estudio del contenido de estas memorias fue planteado como trabajoopcional a los alumnos matriculados en el curso y la iniciativa fue bien acogida por la mayor parte de ellos; como consecuencia de ello, reunimos una seriede reseas, todas de muy buena calidad, que nos hicieron pensar en la prepa

    (*) Coordinadorde un grupo compuesto por: Jos Luis Crdenas Leal, Manuel CatalnMorolln, Francisco Javier Galindo Mendoza, Carlos Gallego Torneiro, Carlos Garca Rubio,Enrique J. Gonzlez Conejero, Andrs Muoz Galn, Manuel Soler Hidalgo, AlejandroZambrano Ballester.Ao 1995

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    FRANCISCO JOS GONZLEZ GONZLEZracin de algn tipo de publicacin con los resultados obtenidos. Sin embargo,la variedad de estilos y de puntos de vista empleados por los alumnos a la horade elaborar sus trabajos, nos impuls a realizar una sntesis de todos ellos.As pues, tras preparar unos captulos introductorios, que sirven para situarlas memorias estudiadas en el contexto de la astronoma europea y espaola dela poca, hemos preparado unos pequeos resmenes de los contenidos y algunas notas sobre los autores y las materias que trataron en sus trabajos. El resultado de todo ello ha sido este breve trabajo que ahora publicamos, que puedeser considerado como un modesto pero til producto del inters de los alumnosdel curso sobre La Marina y la introduccin de la astronoma en la Espaa delos siglos XVIII y xix, por el pasado de la astronoma y sus ciencias afines enEspaa.La introduccin de las tcnicas de navegacin astronmica

    A lo largo del siglo xviii, la introduccin de tcnicas astronmicas en lanavegacin comenz a suscitar un creciente inters en gran parte de los navegantes y en algunas instituciones oficiales, que vean en las mejoras derivadasde las mismas (rapidez y seguridad) la posiblilidad de un ptimo aprovechamiento de las rutas transocenicas. Como todos sabemos, para poder fijar laposicin geogrfica de un lugar cualquiera es necesario determinar con exactitud latitud y longitud, las dos coordenadas que la definen (1). Desde un primermomento, el clculo de la primera de estas coordenadas fue relativamente sencillo, puesto que, al coincidir la latitud de un lugar con la altura del polo celeste sobre el horizonte observada desde ese mismo lugar, bastaba con obtener laaltura de la Estrella Polar para establecer su valor con suficiente precisin. Porel contrario, la determinacin de la longitud siempre result bastante mscomplicada, pues para calcularla era necesario observar el mismo fenmenoceleste en dos puntos diferentes, y extraer la diferencia horaria entre ambasobservaciones. Este problema se complicaba an ms cuando se trataba dehallarla desde un buque situado en alta mar (2).La utilizacin por los marinos de tablas con las posiciones de los astros paraun momento determinado (efemrides astronmicas) surgi como consecuencia de la cada vez ms estrecha relacin existente entre navegacin y astronoma desde los inicios de la Edad Moderna. Los navegantes portugueses, ya enel siglo xv, fueron los primeros en manejar unas tablas astronmicas que lespermitan calcular la latitud en los viajes hacia el Sur por la costa occidentalafricana. En esa poca, los marinos lusitanos ya ponan en prctica un mtodode navegacin basado en el clculo de la latitud mediante la observacin de ladiferencia de alturas de los astros sobre el horizonte.

    (1) Sobre la puesta en prctica de los mtodos de navegacin astronmica, vaseGONZLEZ,F. J.: Astronoma y navegacin en Espaa. Siglos xvi-xvii. Madrid,1992.(2) Sobrela solucin del problema de la determinacin de la longitud en alta mar y la relacin entre astronoma y navegacin, vanse CApar., H.: Geografa y matemticas en la Espaadel siglo xviii. Barcelona,l982, y SELLs,M. A.: , en Carlos IIIy laciencia de la ilustracin. Madrid, 1988.34 51

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    EL ALMANAQUE NUTICO Y LA DIFUSIN DE LA ASTRONOMA...La determinacin de la longitud en alta mar resultaba mucho ms complicada. A pesar de que la solucin del problema de hallar la longitud de unpunto desde un navo en alta mar haba sido un objetivo de primera magnitud para muchos gobiernos desde fines del siglo XVI, hasta bien entrado elsiglo xviii los navegantes no pudieron contar con mtodos fiables para sudeterminacin. Adems, las dos opciones que en el siglo xviii parecan msviables para su aplicacin en el mar (la utilizacin de cronmetros marinospara conseguir un exacto clculo de la diferencia horaria y el mtodo de laobservacin de las distancias lunares) implicaban directamente una mejorade la formacin astronmica de los marinos.El mtodo de los cronmetros se basaba en el siguiente principio: elbuque deba partir con un reloj que marease la hora del meridiano delpunto de partida; ya en alta mar, mediante observaciones astronmicas,

    deba deducirse la hora local del punto donde se hallaba situado el barco;de esta forma, la diferencia entre esta hora y la marcada en el reloj se traducira directamente en la diferencia de longitud entre la posicin de lanave y el punto de partida. A pesar de la simplicidad del procedimiento,tendran que pasar muchos aos hasta que la tcnica relojera pudiese presentar unos aparatos capaces de ser utilizados en alta mar sin prdida deprecisin.El mtodo de la observacin de las distancias lunares estaba basado enla utilizacin del desplazamiento de la Luna respecto a las estrellas comoun cronmetro universal. La prctica de este mtodo consista en deducir ladiferencia de longitud entre dos puntos, comparando el lugar que deberaocupar la Luna en el punto de partida y aquel en el que realmente se encontraba; para ello era necesario observar la distancia angular de la Luna a unastro de referencia y las alturas de ambos sobre el horizonte. Sin embargo,la necesidad de conocer con exactitud las posiciones estelares, la imposibilidad de predecir con mucho tiempo de antelacin, y con la suficienteexactitud, los movimientos de la Luna y la inexistencia de instrumentosadecuados para realizar observaciones astronmicas precisas en alta mar,retrasaron durante mucho tiempo la puesta en prctica de este mtodo.Ambos mtodos basaban gran parte de su eficacia en las observacionesastronmicas, especialmente el de las distancias lunares. Adems de la dificultad que entraaba la prctica de las observaciones y clculos, el principal problema para la aplicacin del mtodo de las distancias lunares fue,durante mucho tiempo, la inexistencia de unas tablas de los movimientosde la Luna. Esto no se solucionara hasta que, en 1764, las tablas de TobasMayer permitieron alcanzar una precisin muy parecida a la obtenida conlos cronmetros marinos de Harrison. Fue entonces cuando el Gobiernoingls encarg a Nevil Maskelyne, astrnomo del Real Observatorio deGreenwich, la comprobacin de los resultados y su comparacin con los

    obtenidos por Harrison con su cronmetro marino. La valoracin de lastablas fue positiva, de ah el apoyo del Board of Longitude a la publicacindesde 1766 de unas efemrides nuticas adaptadas al mtodo de las distancias lunares, pero de todo ello hablaremos un poco ms adelante.Ao 1995

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    FRANCiSCO JOS GONZLEZ GONZLEZLa creacinde nuevos observatorios

    Durante el Siglo de las Luces la proteccin y financiacin del Estado irasustituyendo, cada vez con ms fuerza, al mecenazgo de reyes y nobles en laprctica de la astronoma. Los aficionados a la astronoma tuvieron un papelcada vez menos importante, dada la imposibilidad de competir con los ms precisos y complejos instrumentos de los observatorios y la mayor complejidad delos clculos y mtodos utilizados. En el inicio de este proceso cabra destacarsin duda la fundacin de los Observatorios de Greenwich y de Pars, pionerosentre las instituciones astronmicas europeas (3).La creacin del Observatorio de Pars tuvo lugar en 1667 y estuvo ligadadirectamente a la fundacin de la Academia Real de Ciencias. El movimientopropicio a la organizacin e institucionalizacin de las investigaciones cientficas, tras el importante desarrollo adquirido por stas durante los aos precedentes, impuls a Luis XIV, y a su ministro Colbert, a apoyar la creacin deuna academia que acogiese los trabajos de los principales cientficos de lapoca. En ello influira, sin duda, la corriente de opinin favorable a las investigaciones astronmicas, tanto en la mecnica celeste como en sus aplicacionesprcticas, sobre todo en la navegacin (4).Durante esta primera etapa de la institucin, bajo la direccin del astrnomo italiano Cassini, se llevaron a cabo los trabajos de Remer (1644-1710)para la determinacin de la velocidad de la luz (1675) y Picard (1620-1682)inici la publicacin de las efemrides tituladas Connaissance des Temps. Elprimer fascculo de esta publicacin apareci en 1679, con la intencin de presentar a los astrnomos unas tablas de efemrides celestes de carcter anualcalculadas para el meridiano de Pars. Parece ser que fue la Academia deCiencias de Pars la institucin impulsora de esta empresa, con la que se pretenda conseguir una publicacin anual, libre de los aspectos poco cientficosde anteriores almanaques y calendarios, que prolongase indefinidamente elservicio prestado a los astrnomos por las efemrides de Jean Hecker, publicadas en 1662 y 1666 y basadas en las Tablas Rudolfinas elaboradas porTycho Brahe y Kepler (1627) (5).Por el contrario, los orgenes del primer observatorio ingls pueden sersituados directamente en la polmica surgida en la ciencia del siglo XVII sobrelos mtodos para solucionar el problema del clculo de la longitud en alta mar.La necesidad de contar con unas tablas precisas de posiciones de estrellas y dela Luna para la prctica del mtodo de las distancias lunares, llev a la monarqua britnica a promover la fundacin en 1675 del Observatorio Realde Greenwich, que fue puesto a cargo de John Flamsteed. A la muerte deFlamsteed, Edmond Halley fue la persona elegida para sustituirle, ya conocido

    (3) Vase SELLS,M. A.: La astronoma en el Siglo de las Luces, en Tribuna deAstronoma, nmero extra (1987).(4) Sobre la fundacin del Observatorio de Pars, vase TATON,R.: Les origines et lesdbuts de lObservatoire de Paris, en Vistas in Astronom,,20 (1976), pp. 65-71.(5) VaseLvY,J.: La cration de la Comiaissance des Temps, en Vistas in Astronomy,20 (1976), pp. 75-77.36 51

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    EL ALMANAQUE NUTICO Y LA DIFUSIN DE LA ASTRONOMA...

    ANDASTRONOMICAL EPHEMEPJS,

    F. .0 1. 1 H E Y E A R 1767Publilbed by O a D a of tite

    COMM,ISSIO.NER.S o LONG.ITUDEG

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    Portada del primer volumen del Nautical Almatwic

    NAuTICAL ALMANAC

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    EL ALMANAQUE NUTICO Y LA DIFUSIN DE LA ASTRONOMA...gb y acondicionamiento de la torre del Castillo de la Villa, que haba sido elegida para ubicar el Observatorio. Sin embargo, tendran que pasar todava algunos aos para que los trabajos astronmicos del nuevo Observatorio de laMarina alcanzasen alguna notoriedad cientfica. Este primer perodo, de escasos trabajos de carcter cientfico, culmin, tras la muerte de Godin en 1760,con el traslado de la Academia de Guardias Marinas desde Cdiz a su nuevoemplazamiento en la Isla de Len.El traslado de la Academia de Guardias Marinas contribuy an ms aaumentar los problemas del recin creado Observatorio. A partir de entoncesresultara bastante problemtico a los profesores y alumnos de la Academiadesplazarse por las noches desde la Isla de Len hasta Cdiz para realizar lasobservaciones astronmicas. Durante algunos aos esta situacin, poco propicia para la realizacin de una actividad cientfica sistemtica, llev a los responsables del Observatorio a orientar los trabajos del establecimiento hacia lasobservaciones espordicas de fenmenos astronmicos extraordinarios (eclipses, ocultaciones, trnsitos por delante del disco solar) y la colaboracin en lasempresas astronmicas de la poca. Este sera el caso de la participacin enlas observaciones de los trnsitos de Venus por el disco solar y de la colaboracin con las expediciones navales francesas que recalaron en Cdiz, en losviajes de prueba de los cronmetros marinos de Berthoud y Le Roy (9).Los contactos con astrnomos e instituciones cientficas europeas, derivados de la participacin en este tipo de observaciones, contribuyeron a lareactivacin de las actividades del Observatorio y a la difusin del conocimiento de la existencia de este establecimiento en los ambientes cientficoseuropeos. Por otro lado, durante estos aos fue llevado a cabo el viaje de Juande Lngara y Jos de Mazarredo a Manila a bordo de la fragata Venus, en laque ambos ensayaron con xito la prctica del mtodo de las distancias lunares para la determinacin de la longitud en alta mar. A su vuelta aEspaa, en1773, fue organizado en Cdiz un curso de dos meses de duracin paraexplicar a los cadetes de la Academia de Guardias Marinas la prctica delmencionado mtodo.Con Tofio al frente de la Academia de Guardias Marinas comenz el primer plan sistemtico de observaciones en el Real Observatorio de Cdiz. Entre1773 y 1776, Tofio y Varela llevaron a cabo numerosas observaciones astronmicas. Por otro lado, coincidiendo con el impulso gubernamental a las actividades cientficas caracterstico del reinado de Carlos III, el Observatoriogaditano se convertira en una verdadera escuela prctica de astronoma parauna nueva generacin de marinos cientficos. Estos, movidos por la definitivapuesta a punto de los mtodos para determinar la longitud en alta mar, iniciaron en Cdiz la preparacin cientfica necesaria para enfrentarse a la organizacin y realizacin de las expediciones cartogrficas auspiciadas por la Marinaen los ltimos aos del siglo. Entre los oficiales destinados al Observatoriodurante estos aos podran ser citados, junto a personajes insignes comoTofio,Vargas Ponce, Churruca o Fidalgo, algunos de los oficiales que parti

    (9) Vase GONZLEZ,F. J.: Astronoma y navegacin en Espaa. Siglos xvi-xv. Madrid,1992.Ao 1995

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    FRANCISCO JOS GONZLEZ GONZLEZ

    ciparon en la expedicin Malaspina: el propio Alejandro Malaspina, JuanVemacci, Jos de Espinosa, Dionisio Alcal-Galiano o Ciriaco Ceballos (10).En 1798 se llev a cabo el traslado del Observatorio desde su ubicacin original en el Castillo de la Villa de Cdiz a un nuevo edificio, construido segnel proyecto del marqus de Urea, en el cerro de Torrealta de la Isla de Len,desde donde se dominaba gran parte de la baha de Cdiz. De esta fonna, el quehasta entonces haba sido Real Observatorio de Cdiz pas a convertirse en elReal Observatorio de la Isla de Len (ms tarde San Femando). Con estas nuevas instalaciones, conseguidas justo antes del inicio de la crisis de la Marina,agudizada por los acontecimientos blicos de los primeros aos del siglo XIX,el Observatorio comenzaba la nueva centuria con unas mejoras materiales verdaderamente importantes. No cabe duda de que la crisis general en la quequed sumida Espaa durante el primer tercio del siglo xix tambin afect alObservatorio. De todas formas, con unas instalaciones redin inauguradas ycon el nombramiento del primer director numerario de la institucin en 1804,no puede decirse que el nuevo siglo empezase mal para el Observatorio. Conel nombramiento de Julin Ortiz Canelas como primer director numerario, elObservatorio quedaba separado orgnicamente de la Academia de GuardiasMarinas, a la que haba permanecido unido estructuralmente desde su creacinen 1753. Sin embargo, ni las nuevas instalaciones ni la independencia orgnica incidieron, al parecer, en un aumento de la actividad cientfica y en una

    (10) VdaseGONZLEZ,F. J.: Fuentesdocumentalesy bibliogrficas para el estudio de lasexpediciones cientficas de la Espaa iIustrada, en Cuadernos de Ilustracin y Romanticismo,2 (1992), pp. 73-93.

    El Observatorio de San Fernando en el siglo XIX. Estampa calcogrfica. Museo Naval, Madrid

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    EL ALMANAQUE NUTiCO Y LA DiFUSIN DE LA ASTRONOMA...mejora de la dotacin instrumental de la institucin. Puede afirmarse, por tanto,que los trabajos del Real Observatorio de la Isla de Len, ya como establecimiento independiente, estuvieron marcados durante los primeros aos delsiglo XIX por las tareas rutinarias derivadas del encargo oficial de la elaboracin del Almanaque Nutico y por la continua falta de personal (11).Los orgenes del Almanaque Nutico espaol

    El gran desarrollo adquirido por la Marina espaola a lo largo del siglo XVIII,caracterizado por la formacin de una oficialidad que pudiese hacerse cargo delas expediciones cientficas que el Estado pretenda organizar, haba hecho surgir una necesidad hasta entonces no sentida: la publicacin de unas efemridesastronmicas que ayudasen a la navegacin. De forma parecida a lo ocurridorespecto a la formacin cientfica de los citados oficiales, el Real Observatoriode Cdiz fue designado como la institucin ms apropiada en la que crear unaoficina que se encargase de elaborar esas efemrides.Como ya hemos podido ver, el mtodo de las distancias lunares puesto apunto por los astrnomos ingleses del dieciocho qued accesible a los navegantes a partir de 1767, fecha en la que apareci por primera vez en Inglaterrael Nautical Almanac, que inclua las tablas que haban de ser utilizadas en laaplicacin de