revista azul tomo 1

437

Click here to load reader

Upload: joe-vm

Post on 28-Dec-2015

1.119 views

Category:

Documents


286 download

TRANSCRIPT

  • TOMO 1

    Edicin facsimilar

    Direccin de LiteraturaCoordinacin de Difusin Cultural

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICOMxico, 1988

  • S . e

    8 - 36 - 0488 - 9 Obra ompleta-3 - 8 -7 T I

    Im r ~ ) h h n

    Iniv rsidad a i nal Aut "noma d Ixiconiv r itaria .:VI Mxic D, F,

    rdina in d Difusi in ultural,

    Prim ra edici n fac irnilar, 19

    o

    R

    lB r.-tE

  • NOTICIA

    Dos revistas literarias, El Renacimiento y la Revista Azul, colman la segunda parte del siglo de-cimonnico; otra, la Revista Moderna, anuda las postrimeras del XIX y los comienzos delxx. Las tres revistas, animadas respectivamente por Altamirano, Gutirrez Njera y JessE. Valenzuela, fundan, a su modo, eso que hoy reconocemos como literatura mexicana.

    Por constituir un empeo yo dira que cul turalmetite (cultura nacional) estratgico, laUniversidad Nacional Autnoma de Mxico se ha dado en los ltimos lustros a la tarea de ela-borar los ndices de las revistas citadas y exhu mar, facsimilarmente, sus nmeros aosos.

    As, Huberto Batis publica, en 1963 los ndices, y en 1979 la edicin facsimilar, de ElRenacimiento; Ana Elena Daz Alejo y Ernesto Prado Velzquez dan a lu: enI.968, el ndicede la Revista Azul; y la Coordinacin de Difusin Cultural publica, en 198-:, la edicin facsi-milar de la Revista Moderna, primera poca (acompaada del clebre discurso alusivo deJulio Torri y un ensayo crtico actualizado de Hctor Valds).

    Hoy, un ao despus de la salida de la Revista Moderna, le toca por [ortuna su turnoa la Revista Azul. La del ya citado y fundame ntal Guti rrez. Niera y Carlos Daz Dufoo; ladel grupo que ms tarde hallar en la Revista Moderna su domicilio cabal y su rgano decombate.

    En su exacto estudio introductorio, Jorge van Ziegler cuenta y analiza los pormenoresmil, la historia interna y la crtica dita de la Revista Azul; publicaci n que apareci, do-mingo a domingo, durante los aos de 1894 a 1896.

    Adelanto que la Revista Azul sobrecioi (/ la muerte Iloradisima de su fundador, elDuque Job, pero no al embate de El Imparcial, peridico ste que arrasa con la prensa porfi-riana, "ministerial" o no, como fue el caso de El Partido Liberal; peridico progubernamen-tal del que la Revista Azul era su suplemento hebdomadario. Sin emhargo, para entonces, larevista, como anota Boyd G. Cartel', haba "conseguido atraerse, en las distintas manifesta-ciones de su diversidad, casi todo el talento creativo del Nuevo Mundo hispnico de aquel. "tiempo.

    Al igual que lo hice en la noticia de la edicin facsimilar de Revista Moderna, sealoque la de la Revista Azul se realiza siguiendo los pasos "de quienes han reinoentado vastasregiones de la literatura nacional, merced a ediciones facsimilares de sus principales -' mitol-gicas no pocas veces- revistas literarias"; as como que el esiuerzo editorial que -represen-tan estas empresas contribuir por fuerza

  • ESTUDIO INTRODUCTORIO

    Significado de la Revista Azul"Imaginemos la literatura mexicana del sigloXIX estancada despus de El R enacimiento,del maestro Altamirano, sin ese puente que laRevista A zul tendi, en los umbrales de aquelsiglo, hacia el futuro", dice Francisco Monter-de en una evocacin de Manuel Gutirrez N-jera que prefiere las ancdotas y las imgenes-sugerencias de las ideas- a la crtica abiertay a la erudicin servicial.'

    Si la literatura mexi cana es, en el decir ca-tegrico de Alfonso Reyes , la suma de las obrasde los literatos mexicanos, r estarle la RevistaAzul, en la impensable hiptesis de Monterde,es concebirla, sin exageracin, distinta de loque ha sido hasta hoy. No parece enftico estejuicio cuando se considera la impo rtancia delas revistas y los peridicos en la historia de laliteratura mexicana. Al llenar, segn su pro-psito.s un hueco visible en las letras de sutiempo, reconquist la calidad de nuestras re-vistas y orient el quehacer literario hacia unadireccin nueva, plenamente entendida comoun movimiento.

    Despus del brillante ejemplo de IgnacioManuel Altamirano, con El Renacimiento(1869) , las revistas literarias mexicanas "adop-tan paulatinamente una esttica ms ceida yexigente y empiezan a cuidar la originalidad desus diversas secciones", pero la exper imenta-cin colectiva se resume en malas experiencias:abuso y falta de mtodo de las trad ucciones yreproducciones, heterogeneidad, agotamiento delas escuelas lit erar ias, imitacin de modelosextranjeros,- Ocurre tambin un fenmeno par-ticular de nuestra literatura, bien observadopor Mara del Carmen Ruiz Castaeda, compe-tente historiadora de su periodismo : la su-perposicin de nuevas tendencias, el realismo yel naturalismo, al romanticismo y el neoclasicis-mo ya establecidos, bajo la presencia del positi-vismo y de la preocupacin por el nacionalismoliterario encendida por Altamirano. Superpo-sicin y convivencia, no sustitucin o cambiode unas por otras. Y, hacia 1890, superposicin,

    ) Francisco Monterde, "Guti rrez N jera y el modernismo",en Aspectos literarios de la cultura mexicana, Mxico,UNAM, Coordinacin de Drrusi n Cultural, 1987, p. 104.

    2 "El Partid o Liberal y la Revista Azur, en El Partido Libe-ral, Mxico (4 mayo 1894) : l.

    a Mara del Carmen Ruiz Castaeda, Revistas literarias me-xicanas del siglo XIX, Mxico, UNAM, Coordi nacin deDifusin Cultural, 1987, p. 32.

    4 Ib id. , pp. 32-35.

    _ a ese ya complejo conjunto, de un nuevo movi-miento potico, an no conocido con el nombrede modernismo. Tendr ste el carcter de unarevolucin que vincula a Mxico, con una yafortalecida vocacin de originalidad, a un or-den internacional dentro de las letras hispni-cas. Sobre la aparicin de nuestro modernismo,la maestra Ruiz Castaeda observa:

    Por lo menos en su primera etapa, el moder-nismo mexicano es un producto hbrido queresulta de la exacerbacin de la sensibilidadromntica, tanto como del fracaso del realis-mo y del naturalismo para modificar la rea-lidad nacional, y de la tcnica decadente delos simbolistas franceses. .. De los ochentaen adelante, casi todos los peridicos tienenuna nota modernista. En La Juventud litera-ria se lucha ya, expresamente, por la impe-cabilidad formal. La nueva escuela maduralentamente, a travs de El Mundo (1894-1899)-con Nervo y Urbina-, de El Fgaro(1896-1897) y, sobre todo, de las famosasRevista Azul (1894-1896) y Revista Moder-na (1898-1911), culminacin de la dramticalucha por una expresin literaria original."

    Comprendida as, la Revista Azul resulta elpuente visto por Monterde en 1942. Pertenecea una bsqueda del siglo XIX y es uno de losfundamentos de las tentativas del XX. Si JosLuis Martnez6 considera a El Renacimiento lapublicacin ms caracterstica de su siglo yHctor Valds? a la Revista Moderna la msimpor tante, la Revista Azul no puede menosque situarse al lado de ellas o, como queraMonterde, entre las dos. El crtico nor teamer i-cano Boyd G. Cartel', historiador de las r evistasliterarias hispanoamericanas y notable estudio-so de Gutirrez Njera, advierte as su impor-tancia:

    Esta revista, situada casi exactamente amitad del camino cronolgico del modernis-mo, descuella en el mundo literario como lacumbre del desarrollo del conjunto de ten-dencias, teoras estticas y realizaciones que

    6 lbid. , p. 35.6 Jos Luis Mar tn ez, La expresin nacional. Letras mexica-

    nas del siglo X IX. Mxico, Imprenta Universitaria, 195S,pp. 82-83.

    7 Hctor Valds, "Estudio introductorio" a la edicin facsi-milar : Revista Moderna. Arte y Ciencia, Mxico, UNAM.Coordinacin de D ifusin Cultural, 1987, 5 vols,

  • x

    suelen identificarse con dicho movimiento...Si bien durante los veinte aos que precedie-ron a la desaparicin de la Revista Azul sepublicaron en Hispanoamrica algunas re-vistas muy buenas, en las que se daba cabidaa las nuevas orientaciones estticas, a laRevista A zul le corresponde el logro de haberconseguido atraerse, en las distintas manifes-taciones de su diversidad, casi todo el talentocreativo del Nuevo Mundo hispnico de aqueltiempo.s

    Lo justo es ver a la Revista Azul como laculminacin de dos procesos en la literatura def ines de siglo: los brotes del modernismo quese convertan en escuela y las tentativas de unapublicacin literaria de calidad similar a la deEl Renacimiento, manifiestas en distintas oca-siones. Ya en 1893, un grupo de poetas que acep-taban denominarse decadentistas, clamaba porun espacio donde cultivar una escuela poticatan novedosa como rechazada, y anunciaba lainminente aparicin de la Revista Moderna. Elhecho revela la plena madurez del modernismo,que har eclosin un ao ms tarde, frustradala promesa de los decadentistas, en la RevistaAzul. Esta publicacin, en Mxico, reunira lasfuerzas que pugnaban haca aos por una mo-dernidad literaria, y abrira, al amparo delenorme prestigio de Manuel Gutirrez Njera,las fronteras del pas. Es ya no slo una notablerevista mexicana sino tambin un momentoparticular de la cultura hispanoamericana:"pertenece a los ltimos aos del primer pe-riodo modernista, que va de 1882 - ao de lapublicacin de lsmaelillo, de Jos Mart- a1896 -ao de la publicacin de Prosas pro-fanas, de Rubn Daro, en Buenos Aires"," Lacalidad y la envergadura de su proyecto sonlos mritos capitales de la Revista Azul, comolo destaca Jos Luis Martnez:

    La intensa act ividad se manifiesta tambinen las revistas que recogen , junto a la pro-duccin local, la de los modernistas de otrospases as como traducciones francesas, ita-lianas e inglesas. En la ms r epr esentat ivade estas publicaciones, la Revista Azul (M-xico, 1894-1896 ), que anim hasta su muer teGutirrez N jera, esta apertura americanay universal es excepcionaL.. En aos decomunicaciones precarias, parece una haza-a esta circulacin que lograron establecerlos modernistas para conocerse y leerse entres, y divulgar sus obr as en las revistas li-

    8 Boyd G. Carter, Historia de la literatura hispanoamericanaa. travs de sus revistas, Mxico, Ediciones de Andrea,1968, p . 30.

    9 Ana Elena Daz Alejo y Ernesto Prado Velzquez, lndicede la Revista Azul (1894-1896) Y Estudio Preliminar.Mxico, UNAM, Centro de Estudios Literarios, 1968, p. 27.

    terarias.w

    Los modernistas viajaron y se reunieron, nopocas veces, a travs de revistas. El caso deGutirrez Njera es elocuente. Fuera de unascuantas salidas a ciudades y lugares del inte-rior, su vida transcurre en la ciudad de Mxico;escribe toda su obra dentro del periodismo: pien-sa todas sus pginas para las revistas y losperidicos y forma, en vida, apenas un libro.Fundir la literatura con el periodismo le per-mite la presencia viva y constante de la pginacotidiana. Cuando al fin dispone de una publi-cacin propia, sin apenas requerirla recibe unarespuesta casi unnime del mundo literario,mexicano primero, hispanoamericano al pocotiempo. Testimonio de su presencia en el exte-rior ser el eco de su muerte en esa literaturahispanoamericana. Si el modern ismo se consti-tuye en movimiento, es gracias en importantemedida a sus r evistas y al oficio periodsticode sus escritores. As lo seala Jos EmilioPacheco:

    En la nueva divisin del trabaj o [a partirde 1880] el escritor slo ser escr itor . Pero cmo va a serlo si no existe mercado parasus libros? Un dato impor tante, que sueleperderse de vista en las cons iderac iones so-ciolgicas sobre el modernismo, es que hastalibros capitales como Prosas profanas y Lu-nario sentimental se imprimieron en no msde 500 ejemplares. La extr aordinaria difu-sin de muchos poemas de esta poca se debea los peridicos y revistas (y a otros mediosya desaparecidos o en proceso de extincin :anuarios, agendas que incluan versos, hoj asde almanaque que al despr enderse diar iamen-te permitan leer el texto impreso al dorso dela fecha) .

    Refugio temporal de la ms joven gene racinmodernista mexicana, deseosa de una publica-cin propia, la Revista A zul se ver continuadapor la R evista Moderna, como lo reconoce Mon-terde: "Jess Va lenzuela -animador de Re-vista Moderna, ms tarde- recibi all elaliento para formarla y para hacer, de sta, laprolongacin de Revista A zul",12 Al no ser so-lamente un vehculo de la n ueva tendencia, sinoun vivo escenario de la superposicin de estilosy estticas que daba forma a la literatura me-xicana de su momento, la Revista Azul es causatambin de ecos mltiples. Ser r ecordada por

    10 Jos Luis Martnez, "Unidad y diversidad" , en AmricaLatina en su literatura, coord. e intr, de Csar FernndezMoreno, Mxico, UNESCO-Siglo XXI, 1972, p. 82.

    11 Jos Emilio Pacheco, Poesla modernista. Una antologiageneral. Seleccin, prlogo, notas y cronologa de. . . ,Mxico, Sep-UNAM, 1982, pp. 8-9.

    12 Francisco Monterde, op. cit., p. 103.

  • haber presenciado el nacimiento de algunos denuestros clsicos: Cosas vistas (1894) y Car-tones (1897) de Angel de Campo, Cuentos colorde humo (1898) de Manuel Gutirrez N jera,Cuentos nerviosos (1903) de Carlos Daz Dufooy el prlogo de Justo Sierra a las Poesas deGut ir rez Njera, "el texto ms notable de lacr tica literaria mexicana en el siglo XIX",segn Pacheco. Tambin, por las voces nume-rosas que "recibieron all aliento" para dar alos lectores de Mxico una literatura mejor.Los estudios de Daz Alejo y Prado T1elzquezEn 1968, el Centro de Estudios Literarios denuestra Universidad Nacional dio a conocer,con el Indice de la Revista Azul (1894-1896)y Estudio Preliminar, los resultados de lasinvestigaciones emprendidas por Ana ElenaDaz Alejo y Ernesto Prado Velzquez en 1965,con sus tesis profesionales sobre la famosa pu-blicacin. Ana Elena Daz Alejo, en sus pginasacadmicas, se haba ocupado de la prosa en laRevista Azul; Ernesto Prado Velzquez, dela poesa. La fusin y publicacin de sus tra-bajos, hace veinte aos, establece el punto departida para una comprensin exhaustiva de laRevisto. Azul, a la que, facilitando su acceso,desea cont r ibuir tambin la presente edicinfacsimilar .

    Ya en Mxico -Margarita Fierro Gonzlez,1951- y en los Estados Unidos -Harley DeanOberhelman, 1958; Mildred O. Wilkinson,1965-, la Revista A zul haba recibido trata-mientos universitarios, documentados por elerudito Boyd G. Cartel'. Artculos y ensayosdiversos de F rancisco Gonzlez Guerrero, Por-fir io Martnez Pealoza y el propio Crter,ent re otros, esclarecieron el carcter y el sig-nificado de la revista, antes que aquel estudiogeneral. Pero son los t rabajos de Daz Alejoy Prado Velzquez, de informacin prolija, laherramienta fundamental para su mejor lec-tura, entorpecida muchas veces por juicios im-precisos vertidos en historias literarias.

    El instrumental fabricado por estos investi-gadores tiene un doble carcter: histrico yestadst ico. Su "estudio preliminar" refiere lasvicisitudes de la fundacin de la revista, elsignificado de su nombre, su posicin esttica-apertura, afrancesamiento, espritu decaden-te- y dos episodios no por importantes menosanecdticos : las repercusiones de la muerte deGutirrez N jer a en el mundo literario r lafrustrada segunda poca (1907) de la publica-cin. Dedica dos secciones a la "poesa" y la"prosa" en la revista, pero con igual tcnica

    13 Ambos investigadores eran ya autores, en 1961, de loslndices de El Nacional. Peridico literario mexicano (1880-1884 ) , UNAM, Centro de Estudios Literarios.

    XI

    episdica. En la pr imera se relatan dos avata-res, tambin impor tantes pero aislados, de lapoesa en la Revista Azul: los "Poemas crueles"de Luis G. Urbina y "El beato Calasans" deJusto Sierra. En la segunda se destaca el papelde la crnica en la revista y se incluyen sem-blanzas de Gutirrez Njera, Carlos Daz Dufooy Angel de Campo. La falta de un criterio co-mn al dibujar estos aspectos generales de-nuncia el or igen individual de los captulos ysu afn mayor : el acopio de todo material his-trico-literar io til para la explicacin de larevista. Los autores procuraron ms su biogra-fa que su estu dio. Para ste, en cambio, sonde utilidad ext rema los apndices del estudiopreliminar y el ndice.

    Los apndices contienen informacin esen-cial. Sobre la poesa, una nmina de autorespor nacionalidades y cuadros de autores tradu-cidos, traductores, traducciones por autor, auto-res imitados, poesas publicadas en francs,poesas publicadas en italiano y autores pornmero de colaboraciones. Sobre la prosa, unanmina de autores por nacionalidades y cua-dros de autores por nmero de colaboracionesy de gacetillas por autor. Funcionan, comoinformacin general, cuadros de autores quecolaboran con poesas y prosas y de seudnimos,as como nminas de autores no identificados yde autores por gneros literarios.

    Con el ndice, estos registros permiten unmanejo extraordinariamente fcil de la revis-ta. Figuran all datos de difcil acceso: identi-ficacin de autores, seudnimos, nacionalidades.Estadsticas y ordenamientos reveladores dela participacin de redactores y colaborado-res: traducciones, nmero de colaboraciones,gneros. La informacin, en sntesis, a partirde la cual el crtico ha de establecer aprecia-ciones ms justas sobre las tendencias, la formay el desarrollo de la publicacin. Hasta ahorase ha venido afirmando, aun por crticos y co-nocedores de nuestras letras de gran prestigio,un cmulo de noticias acerca de la RevistaAzul que da forma a una tradicin de consej aserrneas sobre sus escritores y su naturaleza.Ya no es posible escribir, por ejemplo, que lascolaboraciones de Angel de Campo en ella eranquincenales o que la revista fue , llanamente.un vocero del modernismo.

    Los constructores de ese aparato crtico, sinembargo, apenas se aventuraron en la crtica.El suyo, ciertamente, es un estudio preliminar,detenido en la historiografa literaria y, aunen este terreno, carente de una visin de con-j unto. Falta todava el libro que pondere elpapel de la Revista Azul en la historia de lasletras y las revistas literarias mexicanas; lamedida en que fue modernista y contribuya la afirmacin del modernismo en Mxico eHispanoamrica; su origen en el peridico que

  • XII

    la patrocin y sus repercusiones inmediatas, atravs de sus escritores, en el periodismo lite-rario mexicano; su estructura interior, comorgano peridico, y la evolucin de esa forma;su programa literario; sus caractersticas edi-toriales ; su significacin ideolgica y poltica,que la tuvo; las generaciones literarias que enella intervienen; y, en fin, su enorme literatura.Aqu no haremos sino tocar los temas inevita-bles y la informacin imprescindible para unaprimera lectura de la revista, ahora -es nues-tro propsito- ms accesible. Queda indicadasu fuente esencial de investigacin; queda pro-puesta, para descubrimientos innumerables ydelectaciones continuas, su aventurada lectura.

    generacin, es en l algo ms que una mscara.A veces, muchas veces, slo eso.

    Gutirrez Njera lo haba usado tambincomo un modo de publicar varias veces unmismo trabajo. Sabemos con detalle, graciasa las pacientes pesquisas de Erwin K. Mapes,que la mayora de sus relatos apareci en msde una ocasin. No pocos de ellos conocen hastacinco lugares de publicacin, con distintos t-tulos, firmas y variantes. Otra circunstanciade nuestro periodismo, la remuneracin escasa,obligaba a semejante prctica, sobre todo enquienes, como Gutirrez Njera, la crnica erauna profesin. Los detalles brindados por Mapesprueban la provisionalidad de los textos. Elescritor altera los principios, los finales, in-serta y suprime prrafos, funde dos relatos enuno o extrae un cuento de una crnica. A lanecesidad de cambiar conflua la de perfeccio-nar, que hubiera privado cuando el autor de-cidiera incluir en un libro esas obras.

    Gutirrez Njera alimentaba los peridicoscon esta narrativa proteica y con un periodis-mo menor: noticias del da, pginas frvolas,artculos polticos, cuadros de costumbres, notashumorsticas. Adems, con su poesa y su cr-tica teatral y literaria. El literato se confundacon el periodista, el hombre de todos los oficios.La literatura de Gutirrez N jera, particular-mente su prosa narrativa, viva an en formade periodismo. Esto parece cierto si considera-mos cunto de ella brot de la circunstancia:crnicas, artculos o historias sobre Navidad,Ao Nuevo, Da de Muertos, Cinco de Mayo oSemana Santa con que los peridicos contri-buan a producir la atmsfera de las estacionesy las festividades. El hecho no sorprende enuna poca en que la mayor parte de la litera-tura, includa la novela, pasaba por las pginasde las revistas y los peridicos -y se detenaall muchas veces- antes de Ilegal' al libro.

    El considerable prestigio de Gutirrez N-jera obedeca a esa inm ensa literatura sin for-ma, sin libros, que no permita ver an lacomplej idad real del escr itor. Para muchos erael autor de "La Duquesa Job" (1884), el inno-vador, el arquetipo de una bohemia elegante ycosmopolita -gard enia en el ojal, sombreroalto y levita cruzada-, el adorador de lo fran-cs, el inventor de su propia vida. Imagenexecrable para no pocos, ."~ impona conformeGutir rez N jera creaba el gusto de su poca,a costa de la diversidad de su persona literaria.La versat ilidad de su pluma, su asiduidad, supresencia en casi todas las publicaciones de lapoca, como colaborador o miembro de la re-daccin, lo convirtieron en uno de los centrosde su generacin.

    En 1889 haba fundado, con Justo Sierra,Francisco Sosa, Jess E. Valenzuela y ManuelPuga y Acal, la Revista Nacional de Letras y

    Fundarin de la Revista Azul

    Manuel Gutirrez Njera, en 1894, era autorde un libro, Cuentos frgiles (1883) , y de unacopiosa produccin de artculos, crnicas, en-sayos, cuentos y poemas publicados en los pe-ridicos y las revistas de su tiempo. A sustrei nta y cuatro aos. y a casi veinte de suinicio precoz en la prensa, no haba podido es-capar del periodismo. " Escapar" , en su caso,no es un verbo enf tico. En el curso de su yaconsiderable earrera, haba comparado al pe-riodismo, cuantas veces le fue dado hablar desu oficio, con una condena. Lamentaba su pre-mura, la superficialidad y la precipitacin de sucultivo, el vr tigo de la vida. Pinta, en un ar-tculo de 1883, el "suplicio' del periodista enMxico: escribir hoy sobre espectculos, ma-ana sobre ferrocarriles o sobre bancos, sintiempo para el estudio o la reflexin. Conocabien este torm ento, el de la persona multipli-cada por la realidad, despus de haber transi-tado por ms de treinta y cinco publicacionesperidicas con un nmero casi igual de seud-nimos adems de su nombre.

    Como hoy, un vrtigo de identidad definaa su obra y a su persona en aquel momento.No para la sociedad de la poca, que vea en lal escritor refinado y al cronista capaz, sinopara s mismo y para quien se interrogara, sipudiera verlas j untas, sobre la naturaleza desus pginas. A la multi plicidad de asuntos quela vida moderna propona a su genuina voca-cin de observador, haba obedecido con unadivisin de su persona literaria. Sus columnasy secciones en peridicos como El Federalista,El L/ceo Mexicano, El Nacional, La Libertad, ElPartido Liberal, El Universal, Revista Nacio-nal de Letras y Ciencias y El Renacimiento(2a. poca), disti ntas en la perspectiva, el tonoy el tratamiento de acuerdo con los as untostratados, haban aparecido bajo seudnimosque, en algunos casos, adquirieron carcter pro-pio y fuerza de personajes de ficcin. A vecesel seudnimo, hbito de los escritores de su

    ---------

  • Ciencias, de .vida breve, y acusada por el propioPuga y Acal, una vez desaparecida en 1890, depublicacin de capilla, de acadmicos, y de in-fiel al calificativo "nacional", por su "santohorror de todo lo mexicano de la poca actual".El paso natural en un periodista llegado a lamadurez y la fama, con experiencia tan vasta,era crear su propia publicacin, y la oportuni-dad la ofreca, en aquel 1894, su misma casa detrabajo, El Partido Liberal (1885-1896), dondeprestaba servicios como Jefe de Redaccin.

    El Partido Liberal era hijo de los vaivenesque la contradictoria realidad poltica del por-firiato impuso al periodismo de fines del sigloXI X. Creado durante el primer ao del segundoperiodo presidencial de Porfirio Daz para for-talecer la posicin del gobierno, desprestigiadopor la reeleccin, fue dirigido primero por JosVicent e Villada, periodista encarcelado en1879, cuando el auge de la prensa oposicionistaoblig a Daz a endurecer el control sobre losperidicos. Destacado en la guerra de Inter-vencin y dos veces diputado al triunfo de laRepblica, adversario de los tuxtepecanos ydirector en t iempos de Lerdo de Tejada de lasubvencionada Revista Universal, Villada nofue el nico periodista en oscilar entre la prensade oposicin y la prensa de gobierno, cuandolas propias publicaciones lo hacan al menorcambio eu el clima de la poca.

    El Partido Liberal perteneci siempre a lallamada "prensa ministerial". Su segundo y l-timo director , Apolinar Castillo, con su carrera,justificaba mejor an su encomienda de pilarde las instituciones. "Haba sido jefe poltico deOaxaca y diputado a aquella Legislatura: jefepoltico de Crdoba, cantn veracruzano; dipu-tado y senador a las cmaras federales y go-bernador del Estado de Veracruz; catedrtico;periodista, y presidente de la Prensa Asociada,por ausencia de Ireneo Paz, quien haba asistidoa la Exposicin de Pars en representacin dela misma sociedad" . 16 Fue l quien mantuvo lacalma y la limpieza de conciencia que emanande las pginas del diario en un tiempo que co-noca como hechos cotidianos los cateos y se-cuestros de imprentas, la persecucin, el ase-sinato y los procesos a periodistas enemigosdel rgimen. Su peridico se contaba entre lostreinta subvencionados por el gobierno alrede-dor de 1890 ; era parte de un aparato de pro-paganda que costaba al estado no menos de unmilln de pesos al ao. Cuando en octubre de1896 las subvenciones sean suspendidas paraabrir una nueva etapa al periodismo mexicano,con la publicacin de El Imparcial de Rafael

    14 Manuel Puga y Aca1, "Dos muertas", en El Universal,Mxico (5 oct., 1890). Citado por Daz Alejo y PradoVelzquez.

    16 Ana Elena Da Alejo y Ernesto Prado Velzquez, op. c;t.,p. 11.

    XIII

    Reyes Spndola, a menor precio y mayores ti-rajes gracias a las primeras rotativas y losprimeros linotipos del pas, El Partido Liberal,en su ltimo nmero, se definir en un sinceroy elocuente eplogo:

    Peridico ministerial, perteneca en todo ypor todo al gobierno, y estaba destinado a de-fender la poltica del seor General Dazde una manera incondicional y absoluta, comolo proclamamos en diferentes ocasiones, puesnunca cremos ni que nuestra labor era ingra-ta, ni que nuestra conducta era reprochable. , .Como era justo, se retribua nuestro trabajo;pero no se compraba nuestra adhesin, ni sealquilaba nuestra conciencia... El gobiernoha juzgado conveniente suprimir los variosperidicos que sostena, como El Partido Li-beral, o que ayudaba a vivir, como a otroscolegas, para fundar un diario grande, inte-resante, rompiendo los antiguos moldes dela prensa ministerial. Est para ello en superfecto derecho, y as debe convenir a losintereses del pas. Nosotros acatamos la dis-posicin, recogemos nuestra vieja banderade combate en la prensa y seguiremos ayu-dando a la Administracin con todos nuestrosesfuerzos y nuestro entusiasmo inquebranta-ble, cada uno segn sus facultades y en elcrculo en que se encuentre...16

    Es ste el peridico que, en su condicin depromotor del progreso y la vida social en elmbito de un orden impuesto, auspiciar. apartir de 1894, y como su edicin dominical,a la Revista Azul. Al parecer, la idea de pu-blicarla correspondi a Manuel Gutirrez N-jera, pero las manifestaciones de reconocimien-to de sus redactores hacia Apolinar Castillo,por su estmulo, sus consejos, su inters, susesfuerzos y su apoyo material, reputan de im-portante la participacin en ella del directorde El Partido Liberal. Gutirrez Njera, en suartculo "El bautismo de la Revista Azul", pu-blicado en el nmero 7 con motivo de un brindisen la Maison Dore, que reuni a los redacto-res y colaboradores de la revista en celebracin"baut ismal" de la recin nacida, habla de lagenerosidad de Castillo al acoger la idea decrearla, proporcionar los medios y cederla enpropiedad a sus escritores; stos, al anunciarla introduccin del fotograbado en la revista,justifican as que el primer retrato sea el deCastillo : "El seor don Apolinar Castillo me-rece ocupar el primer lugar en nuestra galera;a sus e~fuerzos y a sus consejos se debe estarevista. .. Aqu lo amamos y lo respetamoscomo un padre: padre nuestro es por el amor

    16 "El Partido Liberal desaparece", en El Partido Liberal,Mxico 05 oct., 1896) : 1.

  • XIV

    y por la bondad, de que est impregnado suespritu" (RA, r, 24, 14 oct., 1894, pp . 379-380) .Carlos Daz Dufoo, en una tarda entrevistade Roberto Nez y Domnguez para Revista deRevistas (30 ag., 1936), llega a decir que fueApolinar Castillo quien, un da en su peridico,inst a Gutirrez Njera y a l a "fundar unarevista literar ia para encauzar el movimientointelectual de Mxico por nuevos senderos, yaque en aqu ella poca de los aos 80 se dejabasentir aqu un gran vaco, en la poesa sobretodo". F ue l, segn Daz Dufoo, quien propusolas condiciones de la edicin, plasmadas en losav isos publicados el 2 y el 4 de mayo de 1894 enEl Partido Liberal:

    "REVISTA AZUL"

    El domingo 6 de mayo aparecer la edicinliteraria de este ttulo. Sus directores y r e-dactores sern los conocidos escri tores Ma-nuel Gutirrez Njera y Carlos Daz Dufoo.Constar de 16 pginas en folio. Contend rlas producciones ms selectas de literatosnacionales y extranjeros y se publicar unavez por semana el da domingo."

    Por contrato celebrado entr e el propietariode El Partido Liberal y los seores ManuelGutirrez Njera y Carlos Daz Dufoo, di-rectores y propietarios de la Revista A zul,cuyo primer nmero aparecer el domingoprximo, deja de publicarse el da domin-go el nmero correspondiente del Part ido, yen su lugar se dar a los suscriptores laRevista A zul, publicacin en 16 pginas enfolio a dos columnas, pulcra y elegantementeimpresa, cuyos ejemplares valen, sueltos,doce y medio centavos, es decir, el doble delo que vale cada nmero de este diario."

    Presidida as por una voluntad de renovaciny calidad, la Reoist A zul public su primernmero, como se anunciaba, el 6 de mayo de1894. Su directorio no poda ser ms sobrio:Manuel Gutirrez N jera y Car los Daz Dufoo,Redactores y P ropietarios; Lu is G. Urbina, Se-cretario de Redaccin ; Lzaro Pava, Adm inis-tador. Era, oficialmente, "El Domingo deEl Partido Liberal" .20

    17 "La Revista Azul", en El Partido Liberal, Mxico (2 may.,1894 ): 1.

    18 "La Revista Azul", en El Partido Liberal, Mxico (4 may.,1894 ): 1.

    19 De Lzaro Pava, Daz Alejo y Prado Velzquez, op. cit.,p. 13, proporcionan la siguiente informacin; "LzaroPava naci en Sabn, Yuc., el 17 de diciemb re de 1844.Muri en la Ciudad de Mxico el 17 de septiembre de1933. Abogado, pol tico, historiador y periodista , fundvarios per idicos en su Estado natal y en la capital de laRepblica. Fue autor de numerosas obras histricas, eco-nmicas, pedaggicas y de estudios de diversa ndole".

    20 El Partido Liberal apareca de marres a domingo en forma

    Nacido en 1861 en ei puerto de Veracruz, ydos aos menor que Gutirrez N jera, CarlosDaz Dufoo llevaba a la Revista Azul unaexperiencia casi puramente periodstica. Aslo reconocer en el artculo que dedique a lamuerte del poeta en febrero de 1895. Radicadoen Espaa desde nio, se haba iniciado comoperiodista en El Globo de Emilio Castelar y enMadrid Cmico. A su regreso a Mxico, en 1884,colabor en La Prensa y El Nacional y, mstarde, en El Siglo XIX y El Universal. EnVeracruz, en 1887, haba dirigido El Ferroca-rril V eracruzomo; y en Xalapa, La BanderaVeracruzana. Dos juguetes cmicos en un actoy en verso, Entre V ecinos, estrenado en elTeatro Nacional, y De Gracia, ambos publica-dos en 1885, eran sus incursiones sobresalientesen la literatura. En el artculo citado recordarque en el momento de la f undacin de la R evistaAzul su vocacin literaria llevaba mucho tiem-po enterrada, prohibida por la esclavitud delperiodista, y que no era l quien le infundirasu fuerza potica, sino El Duque Job, el poeta :"El era un artista . . . l era el artista; era youn luchador de la gacetilla poltica ; haba con-sumido diez aos en esa labor diaria, y misensueos de arte, empalidecidos y esfumados,habanse quedado muy atrs, all en las pri-meras jornadas de la marcha. El desper t misrecuerdos, hiri fibras atrofiadas, sensacionesdormidas..." (RA, Il, 15, 10 feb., 1895, p. 230 ).

    Gutirrez N j er a y Daz Dufoo se haban co-nocido una noche de 1886 en la redaccin de ElSiglo X IX, cuando El Duque Job llevaba su co-laboracin y Daz Dufoo sala en compaade F rancisco Bulnes: "...y desde ah hasta sumuer te nos lig la ms fervorosa y cordial amis-tad", relata Daz Dufoo.s! Al presentar a larevista en su primer nmero, dice GutirrezN jera : "Somos, Carlos y yo, ntimos amigose incurables enamorados de lo bello" (RA, I,1, 6 may., 1894, p. 1). Por otras r eferenciasentendemos que esa amistad no alcanzaba laintimidad supuesta en esas declar aciones elo-cuentes. Cuando El Duque Job relate, a casidos semanas de la aparicin del primer nmero,el origen de la revista, y compare lricamentesu condicin y la de su amigo a la de dos presos-del periodismo, en su caso- , dejar entreversu superioridad en la empresa: "Yo, el mscriminal, porque era el autor de ms art culos,haba escalado ya, araando las paredes y des-garrndome los codos, los salones de los minis-

    ro grande (57 x 39 cm ) y constaba de cuatro pginas. Lasprimeras de la edicin domin ical se consagraban a texto sy artculos de creaci n literaria. entre dios el cuento, en-sayo o crnica de Gurirrez Njera. En cierro modo, alcrearse la Revista Azul no se hizo ms que independizar yampliar esa edicin literaria.

    21 Roberro N ez y Dom nauez, "Cmo se fund la RevistaAzul" (Entrevista con Carlos Oaz Dufoo) , Revista deRevistas, nm . 1371, 30 ag., 1936.

  • tros y la plataforma de la Cmara" (RA, 1,7, 17 jun., 1894, p. 9). Su mayor experiencia, elhaber sido electo ya diputado -por el Distritode Texcoco, en 1890-, la extensin y la fama desu produccin literaria, le otorgaban natural-mente la primaca en la aventura que iban aemprender. No obstante tener casi igual edad,a Daz Dufoo lo esperaban an, en el curso delas siguientes dcadas, sus realizaciones mssobresalientes, en el periodismo, la poltica yla literatura: sera tambin diputado, directorde El Imparcuu. y El Mundo, economista nota-ble y dramaturgo (1929-1937). Muerto Guti-rrez Njera, reconocer en l al maestro: "Yas caminamos: l el Poeta, el gua, el maestro;yo el iniciado, el aprendiz; l astro, lucirnagayo. .. "(RA, II, 15, 10 feb., 1895, p. 230). Sedejaba ent r ever ms el vnculo profesional,afinidad de personalidades entre el maestro yel discpulo, que la camaradera. Cuando desapa-rezca el maestro, el 3 de febrero de 1895, estare lacin ser ms visible an: en el directorioimpreso en las cubiertas de los tomos de la re-vista, aparecer el nombre de Manuel GutirrezNjera como "Fundador" y desaparecer el deCarlos Daz Dufoo.

    Ms discreto aun ser el papel del Secretariode Redaccin, Luis G. Urbina, El ao de su

    nacimiento es incierto; hasta cuatro distintosindican las antologas y las historias de la litera-tura mexicana: 1864, 1867, 1868, 1869. AntonioCastro Leal , editor de sus Poesas completas,se inclina por el de 1868, lo que hace de Urbina,en el momento de su colaboracin con Guti-rrez Njera, un joven de veintisis aos. Hapublicado ya un libro de poemas, Versos (1890).Su escue la, como la de Gutirrez Njera, comola de Daz Dufoo, ha sido el periodismo. Co-laborar regularmente en la Revista Azul hastael nmero diez; sus textos, ms tarde, serntan espordicos como los de cualquier otro co-laborador, Cuando en 1915 rena sus "escar-ceos de imaginacin y ejercicios de estilo", al-gunos de ellos publicados en la revista, enCuentos vividos y crnicas soadas, encontrarfrvolas y verbosas sus pginas y se ver como"un poeta de antao que escriba literatura depompa de jabn para divertir a los muchacnosde su tiempo" : "No hay para qu demostrarque, escritor novel entonces, tuve inevitable-mente que resentirme de las influencias mor-bosas de aquella atmsfera literaria. Me enve-nen de verbos dad" . Como Daz Dufoo, Urbinafue discpulo fervoroso del gran maestro -sele considera cont inuador o sucesor de GutirrezNjera en la crnica literaria-, pero, con eltiempo. discpulo arrepentido.

    Formado as el centro de una generacin

    22 Luis G. Urbi na, Cuentos oioidos y cronicas so adas, M xi-co, Editorial Porra, 1946, XIV.

    XV

    destinada a producir una nueva etapa en laliteratura de Mxico, y creado el lugar de en-cuentro de los poetas y prosistas del nuevorumbo -Mara Enriqueta, Balbino Dvalos,Angelde Campo, Amado Nervo, Jos Juan Ta-blada, Jess E. Valenzuela, Bernardo Couto,Jess Urueta-, El Partido Liberal poda ce-lebrar, el 4 de mayo de 1894, la inminenteaparicin del rgano literario:

    Considerablemente aumentada la redaccinen la que hoy figuran, amn de nuestros vie-jos compaeros de labor, periodistas de famay jvenes que con entusiasmo y buen xitocomienzan animosos su carrera; unidostodos ellos por igual respeto a las institucio-nes y por amor idntico a la libertad, al ordeny al progreso, seguir este diario la propialnea de conducta que desde su primer n-mero traz, y que se reduce a conservar loya ganado en las contiendas de la democra-cia, a perseguir nuevas victorias, y a soste-ner la legalidad constituida, factor impres-cindible y poderoso del desenvolvimientonacional que se ha operado y contina en-sanchndose.w

    El nombre

    A la explicacin ofrecida por Gutirrez Njeradel ttulo de su revista, en la primera de suspginas, los eruditos han sumado otras, en unafn por descifrar las causas profundas, y sinduda varias, de ese nombre caracterstico. ElDuque Job, aun consciente de ellas, no podadeclararlas, como no declara un poeta o unnovelista, en la obra misma, sus influencias ymodelos directos o indirectos. Ana Elena DazAlejo y Ernesto Prado Velzquez las resumenen un prrafo ceido:

    Segn afirma Max Henrquez Urea, el t-tulo de la revista fue copia del de la RevueBleu que se publicaba en Pars. Quizs aldrsele ese nombre no se pens slo en dicharevista francesa, sino tambin en la frase"L'art c'est l'azur", de Hugo, citada por Va-lera en su "Carta-Prlogo" al Azul... deDaro. Es indudable que tambin el propiottulo del libro de Daro (1888) debe haberinfluido en la denominacin de la RevistaAzul. Entre las .numerosas motivaciones quese han sumado a las anteriores, se alude alpoema "Azur" de Mallarm, publicado en LeParnasse Contemporain (1866) e incluidoposteriormente en Vers et prose (1893); ala estrofa de Hugo: "Adeu, patrie l/L'ondeest en furie./ Adieu, patrie,/Azur!" y al "Art

    23 "El Partido Liberal y la Reviste Azul". en El PartidoLiberal, Mxico (4 may., 1894) : 1.

  • - --- - - -

    XVI

    potique" de Verlaine, en donde emplea asi-mismo dicha palabra. Se han realizado in-vestigaciones, acuciosas en extremo, acercade los mltiples usos de la palabra "azul" ,como las de Porfirio Martnez Pealoza y lasdel erudito doctor Boyd G. Carter, a todo locual habr que aadir que ya el propio fun-dador de la Revista Azul haba bautizado unade sus composiciones juveniles con el nom-bre "Del libro azul" (1880) . Si no es posibleprecisar razonablemente la causa originaldeterminante, inspiradora y nica que influ-y en el nombre de la revista, al menos eslcito suponer que en el motivo confluyen elconjunto de acepciones que -segn sealaCarter- desde Novalis hasta Gutirrez N-jera han cristalizado en la palabra "azul"un anhelo y una aspiracin hacia el ideal dela belleza" .24

    En la explicacin de Gutirrez N jera, losestudiosos de la Revista Azul encuent ran tanslo "algunas referencias", y sealan que "elpropio fundador no nos da un indicio cierto delmotivo por el cual la llam as".25 Exageranquiz al disminuir la importancia de las pala-bras de El Duque J ob ante el cmulo de noticiasque muestran la moda del "azur" en el cursode aquellos das. Lo que el "azul" signif icabapara lOS editores de la revista es un indicio nomenos cierto, ni menos revelador, que el re-cuento de las apariciones de ese adjetivo nota-ble en la literatura de la poca. Gutirrez N-jera, en "Al pie de la escalera", no confes suspredecesores, sino las resonancias, ntimas ypblicas, que la palabra "azul" deba produciraplicada a su revista. Y ese deslumbramientopor el significado moral y estt ico del color escausa del nombre de la publicacin tanto comosu culto dentro de la poesa francesa. Ms nosrevela Gutirrez Njera al descifrarlo que alreconocer en un drama de Victorien Sardoupublicado en 1889 su inspiracin capital: ". . .lospresidiarios de birrete verde, enamorados, porsupuesto, de J ane Hading, se acordaron de ellay repit ieron cierta frase que deca lindamenteen Nos intimes: 'un ciel tout bleu... tout bleu.. .tout bleu l' De aquel azul!. .. azul!. .. I azul!. ..,dicho en voz baja, naci, batiendo sus ligerasalas, la idea de la revista" (RA, 1, 7, 17 jun.,1894, p. 97) .

    En la tradici n de nombres de nuestras re-vistas literarias, el de la Revista A zul es en sun manifiesto. Hacia 1894 el color, elementopara los simbolistas de una lengua traduciblea las del sonido, el olor y la percepcin tctil,es en Mxico objeto esencial del lxico litera-

    24 Ana Elena Daz Alejo y Ernesto Prado Velzquez, op. cit..pp. 14-15.

    26 lbia., p. 13.

    rio, bien como cualidad atrayente para el es-critor, bien como material de elaboradas sines-tesias. Baudelaire ha dicho ya que el mundoes un bosque de smbolos, y que las voces de lanaturaleza -los perfumes, los colores y lossonidos- son una profunda unidad: hay perfu-mes frescos, verdes y dulces. Rimbaud ha en-contrado el color de cada vocal y un verbopotico "accesible a todos los sentidos". Al con-vert irse, en la poesa r omntica y en la simbo-lista, en una condicin de las correspondenciasarmnicas entre los estados anmicos y el mun-do objetivo, el color, por la va de la sinestesiao fusin verbal de impresiones sensoriales di-versas, caracteriza un estilo. El decadentismo,con su tipo de hombre refinado y vido de nue-vas experiencias, explorador de parasos arti-ficiales donde las f ronteras de los sentidos sedisuelven, volver a poner lo en boga a finalesdel siglo. La sinestesia es considerada propiedadsuya. As, Angel de Campo, catalogado por co-modidad dentro del realismo y colaborador no-table de la Revista Azul, siente culpa cuandola usa en sus Cosas vistas (1894) : " ...se es-capa por las grietas la elega casta de las vio-letas, el madrigal de las rosas, el verso acre delos huele-de-noche y de los floripondios ; quetambin, aunque parezca decadente, hay for-mas poticas en los olores".26

    y aunque pareciera decadente, GutirrezN jera llama, a la casa que construye para unaliteratura azul, Revista Azul, que tambin haycolor en los cuentos, los poemas y las crnicas.El Duque Job no slo pens un "libro azul " .Recordarn, sus lectores, sus "Crnicas colorde rosa", sus "Crnicas de mil colores", su"Crnica color de Venus", sus "Cuentos colorde humo" .27 En la propia revista ("El lago dePtzcuaro" , RA, 1, 10, 8 jul., 1894, p. 145)hallaremos un esbozo de la esttica que produjoesos ttulos: "No puedo comparar la sensacinque en m produce el recuerdo del lago, sinocon la que me causa la poesa de Lamartine: esuna sensacin azul. Por qu no atribuir colora las sensaciones, si el color es lo que pinta, loque habla en voz ms alta a los ojos, y porlos ojos al espritu 7" Confesin elocuente : todaexperiencia sensible -sensacin, sentimiento-se traduce a color; el color, entre los idiomasdel espritu, es la voz ms alta. Con perfecta

    26 Angel de Campo, Cosas vistas y Cartones, Mxico, Edito-rial Porra, 1968 , p. 210.

    27 En su Breve historia del modernismo (Mxico, Fondo deCultura Econmica, 1954, pp. 68-69), Max HenrquezUrea escribe: "Guti rrez Njera es, acaso, el primeroque en las letras de Amrica profesa especial devocin porlos colores. As lo acusan otros ttulos de poesas suyas:.Musa blanca (1 886), Blanco.-PUdo.-Negro (1888), Deblanco (1888) o de algunas de sus deliciosas crnicas:El cielo est muy azul, Crnicas color de rosa, Crnicacolor de bitler, Crnica de mil colores, Crnica color demuerto. En este aspecto de su produccin es evidente lainfluencia que sobre l ejerci Thophile Gautier".

    ?

  • sinestesia, Gutirrez Njera nos explica queel mundo es sinestesia: todas las sensacionesse fu nden en una, la del color.

    La Revista Azul no sera lo azul que desesu fundador. Cruce de caminos de variadastentativas de su siglo, nos producir sensacio-nes rosas, verdes, amarillas y, no pocas veces,negras. Pero si SU nombre no define una rea-lidad, la de la monotona, s expresa un pro-grama. Ese nombre resulta as, ms que unatradicin literaria, una esttica.

    Programa y esttica

    Los anuncios de El Partido Liberal en los dasprevios a la aparicin de la Revista Azul con-vertan a la publicacin de Gutirrez N j eray Daz Dufoo en un rgano que, editado porun grupo de jvenes ahora sumado a la expe-rimentada redaccin del peridico, "unidostodos ellos por igual respeto a las instit ucionesy por amor idntico a la libertad, al orden y alprogr eso" , "contendr las producciones msselectas de lit er atos nacionales y extranjerosy se publicar una vez por semana el da do-mingo". Ded icado a defender, en lo poltico, la"legalidad constituida", el peridico destinabaa su dominical al alto recreo del espr itu:".. .la legalidad constituida, factor imprescin-dible y poderoso del desenvolvimiento nacional".

    Los redactores de la Revista Azul entendie-ron de modo menos civil esa contribucin aldesenvolvimiento nacional. E n el marco de esasvas establecidas; se proponen, sin declararlo."encauzar el movimiento intelectual de Mxicopor nuevos senderos". Vierten sus principios,no sin reticencias, a travs de las plumas deGutirrez N jera - "Al pie de la escalera"(RA 1, 1, 6 may., 1894, pp. 1-2), "El bautismode la Revista Azul" (RA, 1, 7, 17 jun., 1894,pp . 97-98) - y de Daz Dufoo - "Azul plido"(RA, 1, 2, 13 may., 1894, pp. 31-32), "El fun-dador de la Revista A zul" (RA, 11, 15, 10 feb.,1895, pp, 229-230), "Un ao" (RA, 111, 1, 5may., 1895, p. 1) .

    "Al pie de la escalera", de Gutirrez N jera,es un texto importante en la historia de lasideas literarias en Mxico. No slo explica ala revista; es tambin una elucidacin de supotica y un manif iesto de un sector de la nuevageneracin literaria. Desarrolla cuatro puntos:la inconveniencia de un programa para la r e-vista, la esttica per sonal de Gutir r ez Njer ay Daz Dufoo, el signifi cado del nombre y elprograma de la pu blicacin. La razn con laque Gutirrez N j era prueba la inutilidad delos programas es de or den prctico: "i Un pro-grama. . . ? j Yo no he tenido nunca programa ! Un programa... ? i Eso no se cumple jams!"Piensa, sobre todo, en los programas de losgobier nos. Cuando, en la lt ima parte del ar -

    XVII

    tculo, repita: "N uestro programa se reducea no tener ninguno", advertir otro inconve-niente. Un programa, al prefijar el futuro, loinmoviliza e impide el cambio. Por qu novivir al azar de los das?

    La esttica de Gutirrez Njera emana de sudicha de vivir; su dicha de vivir, de tener unacasa, una familia y una buena biblioteca. Elhombre dichoso encuentra "divinamente her-mosa la naturaleza", se convierte en un "incu-rable enamorado de lo bello". Satisface su amorpor medio del arte, porque con l entiende esabelleza infinita: "El arte es nuestro Prncipey Seor, porque el arte descifra y lee en vozalta el poema vivificante de la tierra y la har-mona del movimiento en el espacio". La dichade vivir impele al artista: "mostradme, bellacomo soy": "Y para obedecer ese mandato ga-lanteamos la frase, repujamos el estilo, quisi-ramos, como diestros batihojas, convertir elmetal sonoro de la lengua, en trboles vibrantesy en sutiles hojuelas lanceoladas".

    As, Gut irrez N jera y Daz Dufoo galan-tean la frase y repujan el estilo cuando a surevista la llaman R evista A zul' ttulo que cifra,en la explicacin de El Duque Job, el "poemaviv ificante" del cielo. La creacin de ese nom-bre obedece con perfeccin a la esttica queabriga. E n el azul celeste el poeta ve un sol,alas, nubes, esperanzas, y su mirada de artistalos descifra como vida, libertad, ideales; bajoese azul propicio florecen la naturaleza, losver sos y la prosa, "como la belleza antigua".El suyo ser un arte solar, diurno, de una be-lleza pura.

    El Duque Job parece entender que la bellezano yace en las cosas sino como cualidad pro-yectada en ellas por el hombre santificado porla dicha y la emocin de la vida. Es efecto deuna relacin subjet iva entre el hombre y lanaturaleza; producto de una facultad humana :la imaginacin, esa "loca de la casa" , como lallam Santa Teresa,28 como la llamaba PrezGalds en el ttulo de un drama que se comen-tar en la revista . Porque la imaginacin ofantasia crea y transfigura, El Duque Jobla llamar "piadosa embustera que hermosea lavida y que inventa los colores" y pedir a "la ge-neracin literaria sana, fresca, joven y va-liente" que la escuche. En su revista, dice, talvez no consiga que veamos, bajo el cielo vene-ciano, "el reluciente azul de los mares Adri-ticos", pero s "la copa de un rbol, el vuelode la golondrina, los azulejos de la cpula, laflecha de la tor r e. . . un girn de cielo!"

    No es difcil reconocer en esta doctrina laspr incipales tradiciones de la poesa francesa

    28 Porf irio Martnez Pealoza, "Para la esttica de la Re-vista Azul", en "Mxico en la cultura". supl , nm . 513 deNovedades ( 11 ene., 1959 ) : 3.

  • XVIlI

    de la poca. La preocupacin por la belleza ens, buscada con una serenidad vital capaz deproducir impasibilidad e imparcialidad inte-lectuales; el deseo de precisin tcnica y perfec-cin escultrica del estilo; la cercana a la"belleza antigua"; y el culto convencional dela naturaleza, procedan del parnasianismo. Laconviccin de que la naturaleza es un poemaviviente -Baudelaire la ve como un templo devivos pilares del que emanan voces confusas-que es preciso descifrar - "El azul no es sloun color: es un misterio... una virginidad in-tacta"-, era una herencia del simbolismo.Ambas corrientes se funden en una nueva sen-sibilidad hispanoamericana.

    A su pesar, Gutirrez Njera terminar elartculo con el programa de la revista. Decirque no se t iene programa es siempre el primerpunto de uno. Con l se admite la pluralidad,el azar, la improvisacin, el cambio. Adems,El Duque Job cede a la tentacin de hacerpromesas . Su refinado modo alegrico no evitaque se conviertan en un programa. La Revis taAzul, dice, conseguir poemas, comentar loslibros llegados de Europa y publicar seleccio-nes: "traeremos ya la novela, ya la poesa, ya laacuarela, ya el grabado, ya el wals para la se-ora, ya el j uguete para el nio"; habr tam-bin lugar para la murmuracin y la fri-validad : " No es perfecta la humanidad!" Asdescritas las tareas de la rev ista, no se equi-vocaba El Duque Job con los programas: elsuyo olvid la acuarela, el grabado, el walsprometdos.w

    Este primer artculo contiene una frase queGut irrez N jera proseguir en "E l bautismode la Revista Azul", siete semanas ms tarde :"La dicha de vivir, la que conlleva el trabaj oy la pena . .." Con su lujo habitual, detalla ahorael trabajo y la pena, la condena y la crcel,de l y su amigo Daz Dufoo: el periodismowPara hacer de esa esclavitud algo fructuosoy soportable, es preciso el contrapeso de la ima-ginacin y la sensibilidad, para las que ven, enla Revista Azul, una casa. Aparte de una nuevareferencia al sentido de su nombre y del test i-monio de gratitud hacia Apolinar Cast illo, el

    29 En el artculo de El Partido Liberal que anuncia el 4 demayo de 1894 la inminente aparicin de la Revista Azul,se lee : "En la R evista A zul, dicen sus directores : 'Nosproponemos proporcionar lectura amena , original en sumayor paree, de 105 dist.nguidos escritores mexicanos quenos favorecen con sus escritos, y hacer , al propio tiempo,una seleccin de lo que en el extranjero publicado, sobre-salga por su mrito o d idea del movimiento literario enEuropa y en Amrica'. I La buena acogida que del pblico obtuvo, con slo anunciar su aparicin este semanario deliteratura, nos inspir la idea de ganarlo para los abonadosdel Partio y no omitimos sacrificio alguno a fin de rea-'Iizar ese propsito". El programa citado parece una tra-duccin de las alegoras de El Duque Job.

    so Carlos Daz Dufoo hablar tambin de los tormentos delperiodismo en "Redactores y directores" (RA, 1, 22, pp.340341) .

    artculo es importante por la declaracin queGutirrez Njera hace de su francesismo, yainsinuado en su anterior credo poltico. Ve ensu sujecin a la prensa un desajuste entre larealidad y su temperamento: "Porque -buenoes decirlo- ramos, literalmente hablando, es-pritus franceses deportados a tierra ameri-cana".

    Ya en el segundo nmero, en su columna"Azul Plido", firmada con el seudnimo PetitBleu, Daz Dufoo, a ciertos reproches de sec-tarismo literario por las firmas incluidas, r es-ponda definiendo otro aspecto importante delprograma de la revista: ". ..no pertenece a ungrupo exclusivista de cultivadores del arte:es de los que aparecen como dueos de ella yde nadie ms" . No solicitara la colaboracin deeste o aquel escr it or, porque no poda pagarla,sino que abr ira sus puertas a los trabajos li-terarios de cualquier tendencia. Su nico cri-t erio de admisin es la altura espiritual, mezclade calidad art stica y elevacin de la sensibili-dad: "El cielo es para los pobres de esp ritu;pero nuestra Revista, aunque color de cielo, noes, precisamente, como el cielo" .

    A la muerte de Gutirrez N jera, la revistase reafirma en su programa. Cast illo y DazDufoo, en febrero de 1895, la entienden comoun medio para mantener viva la memoria delmaestro. En mayo, cuando cumple su primerao, Daz Dufoo presenta el tomo JII con unadeclaracin de fidelidad : "Hoy como ayer -de-cimos como el amado fundador de la RevistaAzul en el artculo de introduccin al nmeroprimero: 'No tenemos programa' .. . La Revista.Azul slo aspira a conservar como preciadareliquia, las t radiciones de su ilustre fundadory hermano nuestro" . Fidelidad infiel: GutirrezNjera no haba dicho "Hoy como ayer", sino"No hoy como ayer y maana como hoy.. . ysiempre iguaL . . Hoy como hoy; maana deotro modo; y siempre de manera diferente"Daz Dufoo entendi inversamente el manda-miento de El Duque Job. Al seguir publicandosus escritos en el lugar de honor y mantenerla ilusin de que viva, al conservar sus "tra-diciones" y la estructura de la revista, tendia pet rificarla. Si la revista no cambia y sinembargo nos parece viva, es por su corta du-racin. E l Duque Job la hubiera querido cam-biante, moderna, f luyente. Daz Dufoo, en cam-bio, obedeci a ese programa que tant o temasu maest ro. Los estudiosos de la revista, sinembargo, ven en esta parad j ica obediencia un"mrito indiscutible".Sl

    El propsito de publicar sin exclusivismo "lasproducciones ms selectas de literat os nacio-nales y extranjeros" de aquel presente no hizo

    31 Ana Elena Daz Alejo y Ernesto Prado Velzquez, op. cit.,p. 89.

    ?

  • de la Revista Azul una publicacin sin forma ."Espritus franceses", Gutirrez Njera y DazDufoo afirman su potica, publican su obra,confiesan sus preferencias al seleccionar laliteratura extranjera y abren la puerta a otrastendencias contemporneas, nacionales y ex-tranjeras. Esta apertura hizo que la revistano fuera slo la publ icacin de "la generacinliteraria sana, fresca, joven y valiente", sinotambin de la enfermiza, pesimista y neurticadel decadentismo, que all encontr lugar parasu literatura y para la manifestacin de suspreferencias, y que ser, no menos que la ten-dencia de los redactores de la Revista Azul,componente esencial del modernismo mexicano.

    Las posiciones del decadentismo haban sidoprecisadas un ao antes, cuando la publicacinde "Misa negra" (8 de enero de 1893), poema deun joven de veintids aos, Jos Juan Ta-blada, obligaba a la direccin del recin creadoEl Pas, ante la alarma de un sector de la so-ciedad encabezado por la esposa del presidente,Carmen Romero Rubio de Daz, a retirarpblicamente de las pginas literarias del pe-ridico, dirigidas por el propio Tablada, a laescuela pot ica representada por la composi-cin. A esa censura haba respondido Tabladacon una carta de renuncia a esa direccin lite-raria, publicada en el mismo peridico. La di-rige a los miembros de la escuela del decaden-tismo: Balbino Dvalos, Jess Urueta, JosPen del Valle, Alberto Leduc y Francisco M.de Olagubel. Ve en el decadentismo "un prin-cipio art st ico, un dogma esttico de una ge-neracin cuya fe y cuyos ideales han sidoderruidos por las verdades y la filosofa moder-nas, que vive en la duda, la negacin y el has-to, que busca el refinamiento y la originalidadestticos, la videncia de una realidad suprasen-sible, aun a costa de su equilibrio psquico ynervioso. Protesta ante el rechazo del pblicoy promete la aparicin de un rgano, la Revis-ta Moderna, donde la nueva generacin ha derefugiarse. Jess Umeta, primero, y AlbertoLeduc, despus, hacen eco, en El Pas, de lospostulados de Tablada. Leduc define al de-cadentismo como "un estado del espritu", comola duda sobre el sent ido de la vida y el mundo:"Yo no conoca ni de nombre a Baudelaire,Verlaine, Mallarm, Moreas ni ninguno otrode los llamados decadentes y me he credo de-cadentista". Se advertan las dos facetas delgrupo: decadentismo moral y decadentismoesttico, ste ltimo consistente en la refinadaexperimentacin verbal que se llamar despusmodernismo. Tambin, su filiacin: el decaden-tismo francs, del que. se empez a hablar,como escuela, hacia 1880.82

    32 Hcror Valds hace un relato completo de este episodio ensu "Esrudio introductor io" a la Revista Moderna.

    XIX

    Los detractores de los decadentistas mexica-nos vean en ellos dos enemigos temibles: sunegacin de los valores burgueses y el desafopropuesto por sus costumbres, particularmentela drogadiccin. Tablada encarnaba abierta-mente a los dos. A pesar de que Gutirrez N-jera estaba al pie de la escalera para impedirel paso de "los que no saben conversar con unadama", e invitaba a subir a los "amables invi-tados" prometindoles "flores en el corredory alegra de buen tono en los salones", da en-t rada a un grupo que los llenar de penumbrasy lamentaciones. El ha escrito poemas cvicos yr eligiosos en su juventud, conserva la fe y ladicha de vivi r, escr ibe pginas edificantes sobrelos males de la poca y pginas de recreo parala sociedad de "buen tono" y buenas costum-bres y deplora la moda de los estimulantes. Perono lo intimidan la rebelda ni las costumbresde los decadentistas. Daz Dufoo coincidir envarias ocasiones con la tesis decadentista sobrela fatiga del espritu moderno ; l Y Urbinase pronunciarn en favor de la regeneraciny de un humanismo ms saludable. No obstantelas claras diferencias ent re las dos generacio-nes modernistas, los decadentistas, a la esperade su Revista Moderna (1898-1911), que tar-dar an cuat ro aos, hallan en la ReuisiaAzul el espacio vital que se les negaba en otrossitios. Y la revista se enriquece : puede publicarun largo halago de primera plana a la esposadel presidente (M. Gut ir rez Njera, "Meda-llones femeninos", RA, 1, 11, 15 jul., 1894,p. 161) Y un poema (Jos Juan Tablada,"Onix", RA, 1, 7, 17 jun., 1894, p. 99) quedeba haber escandalizado a la primera damano menos que la "Misa negra": el respeto a la"legalidad constituida" y el repudio de losprincipios que apuntalan el orden y el progreso.

    Gran parte de lo que haba dado cuer po ysustancia a la potica y la prctica de estastendencias modernistas quedar mostrado enel panorama de las literaturas contemporneasque la Revista Azul iba a ofrecer. Sus editorescentraron su atencin en t res lit eraturas: la

    .mexicana, representada por 93 autores ; la f r an-cesa, por 69 ; Y la espaola, por 45. Si en loscasos de la literatura mexicana y la espao-la, como en el del resto de las literaturas nacio-nales que los ocuparon - 30, aun cuando algu-nas con un solo autor-, se atienen principal-mente a los autores del da o del pasadoinmediato, en el de la literatura francesa superspectiva es ms amplia : casi todo el sigloXIX: romanticismo, realismo, naturalismo,parnasianismo y simbolismo. Consecuentes consus particulares inclinaciones, procuran unlugar de privilegio a los escritores del Parnaso :Leconte de LisIe, Sully Prudhomme, Thodorede Banville, Jos-Mara de H r dia, FrancoisCoppe, Catulle Mends y Jean Richepin. Sor-

  • - - - - ---_.

    xx

    prende en cambio la atencin que les mereceel naturalismo -"Para vivir ahora en Mxico,como para leer una novela de Zola, se necesitairremisiblemente llevar cubiertas las narices" ,dice El Duque Job en un relato de 1881-:Guy de Maupassant, Edmond y J ules deGoncourt, Emile Zola, Paul Marguer itt e, En-cuentran la explicacin quienes sostienen unparalelismo, en la imparcialidad esttica y laobjetividad, ent re el naturalismo y el parna-siamsmo.

    Tan importante como la presencia francesaes la hispanoamericana, a t ravs del modernis-mo. Jos Luis Martnez da cuenta de ella cuandoescribe: "Durante los tres aos en que se pu-blica [la Revista A zul] incluye colaboracionesde 96 autores latinoamericanos, seguidores delmodernismo, de 16 pases, sin contar a los me-xicanos. Dara va a la cabeza con 54 colaboracio-nes, y le siguen Del Casal y Chocano, con 19cada uno, y Marti con 13".83 Los nmeros lti-mos son indicativos, si se considera que de mo-dernistas mexicanos de la primera generacincomo Salvador Daz Mirn y Manuel Jos Othnse publican 7 y 11 colaboraciones, respectiva-mente. A pesar de que Dara usaba ya la pa-labra "modernismo" desde 1888 y de que enMxico empezaba a circular en 1892, hacia1894 la denominacin "decadentismo" es lautilizada para refer irse al nuevo movimiento.Pero el concepto "moderno" sirve ya para re-sumir la conciencia de esa corriente plenamentedefinida para entonces.

    De esta manera, la Revista Azul se conver-ti r en la revista del modernismo. All se renensus iniciadores (J os Mart , Gutirrez Njera,Julin del Casal, J os Asuncin Silva), muer-tos ya en 1896, ltimo ao de la revista; sugenio y principal an imador (Dara); los poetasmayores de Mxico (Sierra, Daz Mirn,Othn), modernistas ocasionales y excntricos;su segunda generacin mexicana (Luis G. Ur-bina, Amado Nervo, Francisco A. de lcaza,Mara Enriqueta), de la que participan, enuna direccin especfica, los decadentistas (Ta-blada, Dvalos, Urueta, Pen del Valle, Leduc,Olagubel); sus 96 -con obligada heteroge-neidad- "seguidores" latinoamericanos y ' susvastas y complejas races: los romnticos, par-nasianos y simbolistas franceses, con aquellosespaoles -Campoamor, Nez de Arce, Rue-da- que an, a los ojos de la poca, daban vidaa nuestra lengua. As se entiende la voluntadsecreta de la revista de "encauzar el movimien-to intelectual de Mxico por nuevos senderos" .

    88 Jos Luis Martnez, op, cit., p. 82.

    Forma y desarrollo de la publicacin

    Los nmeros semanales de la Revista Azul apa-recieron del 6 de mayo de 1894 al 11 de octubrede 1896: casi dos aos y medio enclavados enel cuarto (1892-1896) de los siete periodospresidenciales del general Porfirio Daz. Suman128, dos menos que los necesarios para com-pletar el quinto de los tomos semestrales - 26nmeros cada uno, medio ao- en que losdispusieron sus editores. Sus pginas aparecancon numeracin consecutiva hasta el trminode cada serie o tomo, cuyo ltimo nmero, el26, era acompaado por el ndice de autor escorrespondiente al volumen y por un forro- azul- para encuadernar lo. El tomo siguien-te iniciaba otra numeracin; el quinto, incom-pleto, qued sin ndice. De "16 pginas en folioa dos columnas" cada nmero, salvo el primerodel tomo Il, nmero especial de 20 por la pu-blicacin de "El beato Calasans" de JustoSierra, y los ltimos de los cuatro primerostomos, que incluyen los ndices respectivos, lacoleccin consta de 2061 pginas: Tomo I, 416p. (6 may.-28 oct., 1894) ; Tomo Il, 424 p. (4nov., 1894-28 abr., 1895); Tomo In, 419 p.(5 may.-27 Oct., 1895); Tomo IV, 418 p. (3nov., 1895-26 abr., 1896); Tomo V, 384 p.(3 may.-11 oct., 1896).

    Aunque El Partido Liberal anunciaba unapublicacin "pulcra y elegantemente impresa",la Revista A zul, con su diseo limpio y mo-desto, no sera, por cierto, elegante, a juzgarpor los criterios de elegancia de la poca enmateria de revistas literarias. Ya desde el pri-mer nmero, Gut ir rez Njera, sin afectacin,se ve en la necesidad de justificarla: " . . .si osfijis slo en la pobreza de esta Revista, deesta casa, tened tambin en cuenta la cordia-lidad conque la ofrecemos"; y suspirando porno poder convertirla en un "mirador espln-dido", se resigna a que sea un "balcn abierto"a la belleza sencilla. La promesa de enriquecerlacon ilustraciones quedar sin cumplimiento.Sus editores son sensibles a ese hueco cuando,hacia el f in de los primeros seis meses, avisana sus lectores: "La R evista A zul se proponellevar a trmino algunas mejoras en su publi-cacin; y entre ellas la introduccin del foto-grabado" (RA, l, 24, p. 379). Y lo introducenpero no lo establecen: entregan en esa ocasinuna fotografa de Apolinar Castillo; poco des-pus (RA, l , 26), un fotograbado que ilustraun fragmento del poema "Carmen" de LuisG. Urbina, y, al cumplirse el primer aniversa-r io de la muerte de Gutirrez Njera, unafotografa del maestro (RA, IV, 14, 2 feb .,1895). Se trata de hoj as sueltas, independientesde la revista. E l nico grabado que se impri-mir en una de sus pginas ser el retrato dela actriz Fernanda Rusquella (RA, l, 25, p.

    -

  • 400); la publicacin seguir anteponiendo lacordialidad al lujo y la ornamentacin.

    Las frust radas "mejoras" y la firmeza deDaz Dufoo preservaron a la Revista Azul delcambio. Su diseo es siempre el mismo : pgi-nas a dos columnas rematadas por cornisas dedoble pleca -gruesa sobre fina, usadsima enlos peridicos de entonces- y el rubro REvISTAAZUL al centro, con folio al margen exte-rior; var iedad tipogrfica -tamao, cuerpo,familia- en los ttulos y subttulos de lostextos : rtulo o logotipo de portada, con suscaractersticas letras de trazo cncavo; y eluso - lujo nico-- de una bella familia deletras capitulares, parcamente empleada en co-mienzos de textos en prosa. Los espacios sonaprovechados al mximo : donde hoy preferi-mos los blancos que destacan la forma de lapalabra y el poema, o una letra de mayor ta-mao, se us de gacetillas y textos de relleno.Esa tendencia, la ausencia de ilustraciones yel formato - "en folio" , 32 cm. por 21.5 cm.-acercan a la revista ms al libro que al peri-dico. Sus contrastes, sin embargo, son de raramodernidad : para una literatura poblada delujo y sinuosidades, moldes rectos, limpios,de sobriedad extrema.

    En su organizacin interna, la R evista Azulofrece una regularidad semejante. Abre con elartculo principal, generalmente a cargo de Gu-tirrez Njera ; contina con una serie dedos o tres colaboraciones, el artculo de DazDufoo, alguna seccin mvil o eventual, otrascolaboraciones, ent re ellas la de Micr s, ycierra con la seccin "Azul Plido" de PetitBleu-Daz Dufoo, todo ello rematado aqu yall por gacetillas a pie de pgina. Sus editoresbuscarn mantener este esquema hasta el final,aun despus de la muerte de El Duque Job.Ello convierte a Gutirrez Njera, a Daz Dufooy a Angel de Campo en la columna vertebralde la revista: los colaboradores fijos que pro-veen, en promedio, casi la mitad de su materialliterario.

    La historia del sitio de honor destinado aGutirrez Njera resume en gran parte la evo-lucin silenciosa de la Revista Azul. Durantelos 40 nmeros que se hicieron en vida suya, supresencia fue cont inua: cuentos, crnicas, en-sayos y artculos publicados, casi siempre, enla pgina inicial. Slo en uno (RA, Il, 1), de-liberadamente, no publica: es el dedicado aJusto Sierra; dos ms (RA, n, 11 y 13) pres-cindirn, en sus ltimos momentos, de su firma,a causa de la enfermedad. Y slo en tres oca-siones (RA, I, 13 y 25; n, 8) cede las primeraspginas a Daz Dufoo, hasta que ste las asu-ma, en tres nmeros consecutivos (RA Il, 13,14 y 15), para suplir, pr imero, al maestro en-fermo, y para informar , despus , sobre el cursode su mal y sobre su muerte. El nmero que

    XXI

    llora esa desgracia (RA, n, 15, 10 feb., 1895)lleva una gran cinta de luto sobre el nombrede la revista y otra al cabo de la ltima pgina.La revista se convierte, en los nmeros suce-sivos, en una larga homila por el gran desapa-recido. Daz Dufoo no se atreve a ocupar sulugar; prefiere un proceder extrao: en l,mantiene vivo a Gutirrez Njera, volviendo apublicar -fiel en esto a los hbitos del maes-tro-- textos suyos escritos alrededor de 1890.En los siguientes 40 nmeros, Gutirrez Njeraes en no menos de 23 ocasiones el autor de por-tada; Daz Dufoo, en apenas 7. El Duque Jobes, hasta fines de 1895, el alma, sacralizada yapor la muerte, de la Revista Azul.34 En 1896,pese al nmero que se le dedica en su aniversa-rio luctuoso (RA, IV, 14), comienza el olvido:de enero a abril, exceptuado ese nmero derespeto, se publican slo 5 de sus textos yde mayo a octubre apenas 1. En esos periodos,Daz Dufoo y Micrs, en cambio, asaltan laprimera plana: el primero en 11 y el segundoen 14 de las 41 entregas de ese ao.

    Gutirrez N jera fabric tomo y medio dela revista pero ella fue su revista hasta elcuarto : Daz Dufoo no senta terminado suaprendizaje, ni digno su nombre de figurar enlugar del de Gutirrez Njera. Cuando sientallegada su madurez, el tiempo para un cambioser breve: no es suficiente siquiera para con-cluir el ya distinto tomo V.

    Si Gutirrez Njera es el emblema, el padreamado pero oneroso como un dios, Daz Dufooes el artfice. Trabaj de tres modos: con sucolaboracin fija en calidad de miembro de laredaccin; con una colaboracin eventual fir-mada con el seudnimo de "Monaguillo" y consu columna fija "Azul plido", de continuidadprodigiosa. Ocasin hubo en que public astres colaboraciones en el mismo nmero. Elloexplica que sumara, al trmino de la revista, lacifra ms alta de colaboraciones: 224, contralas 91 de Gutirrez Njera, las 84 de Angelde Campo y las 21 de Luis G. Urbina. La parteliterar ia, en esa abundancia, es de complejidadprevisible: ensayos y relatos donde sigue aGutirrez Njera pero va hallando sesgos per-sonales y perfecciones propias. De la columna"Azul plido" , Daz Alejo y Prado Velzquezhan hecho una acertada descripcin:

    Por lo general, la primera parte de "Azulplido" corresponda a disertaciones sobremoral, filosofa, etctera; la segunda co-mentaba las representaciones teatrales, losdiversos espectculos de la capital e infor-

    34 Monterde, en su evocacin de Guri rrez N jera, dice : "Enla minscula historia de nuest ro periodismo, imprimiGuti rrez Njera una huella personal; tan suya, que enlas pginas de Revista Azul creeramos ver sus impresionesdigitales , como en el barro de una estatua".

  • - . --- --- --

    XXII

    maba de las personalidades del mundo arts-t ico. De cuando en cuando apareca la reseade algunas reuniones sociales o de las pu-blicaciones que reciba la Redaccin.

    Por las columnas de "Azul plido" desfilen considerable medida la vida cultural deMxico. En sntesis amena entregaba la in-formacin objetiva que podra ofrecer cual-quier peridico, pero revestida y ornamentadacon la nobleza de palabra y concepto sin per-der cierto "sabor" a conversacin amistosa."Petit Bleu" era el encargado de recibir lasrevistas y los libros nuevos, hacer un comen-tario breve de ellos -si eran muy importanteslo hara en un artculo especial y lo firmaraCarlos Daz Dufoo o Monaguillo--, estar alda sobre la llegada de las personalidadesque visitaban al pas y sealar sus mereci-mientos. Al comentar la cartelera teatral, seextenda en consideraciones crticas, sobreel estilo de las obras y la escuela literaria ala que pertenecan, aplauda o censuraba a losactores, aconsejndolos cuando lo estimabaconveniente.e

    Unica seccin fija de la revista -slo dejde aparecer, por diversas razones, en los n-meros 1 y 5 del tomo II y 22, 23 Y 24 del tomoV-, "Azul plido" apuntala su carcter perio-dstico . En sus otros sitios, la Revista A zuldejar constancia de su momento slo a travsde composiciones literarias de ocasin, en quese abordan temas ligados a la temporada o ala celebracin de la semana o el mes, y de cr-nicas o ensayos sobre acontecimientos literariosde importancia. Con referencias continuas alambiente teatral y musical de entonces, a laaparicin de nuevos libros, a temas de encen-dida actualidad, a costumbres y asuntos socia-les, "Azul plido" ser el sitio donde "se mur-murar a la hora del t -a las cinco de latarde- y despus de esa hora, y al volver delteatro", como prometa El Duque J ob en elnmero inicial. Por lo dems, la Revista Azulser una publicacin eminentemente literaria.

    La colaboracin de Angel de Campo t uvotambin, desde el primer nmero, el carcterde una seccin. Micrs entrega semanalmenteun relato, que aparecer en 13 ocasiones bajo laseccin "Cartones", preludio de su libro de igualttulo, y tres veces en forma doble, la entreganormal ms un "cartn" . "Cartones" aparecehasta sept iembre de 1895, momento en que lacolaboracin de Micrs gana en frecuencia--durante los cuatro meses previos a la muertede Gutirrez Njera, por ejemplo, slo habaaparecido dos veces- y gradualmente se con-vierte, con repetidas apariciones de primera

    36 Ana Elena Daz Alejo y Ernesto Prado Velzquez, oo. cit.,pp. 89-90.

    pgina, hacia el tomo V sobr e todo, en la pre-sencia fundamental de la revista, con la de DazDufoo.

    Angel de Campo es un ejemplo de la plurali-dad de la publicacin. Si su prosa no es ajenaal esplendor del modernismo, su prosasmo,sus preocupaciones sociales y humanas - rasgotambin de cierta parte de la obra de Gut i-rrez Njera-, le dan un lugar aparte. Habapublicado en 1890 Ocios y apuntes y, en laspginas de El Na cional, su novela La Rumba.La Revista A zul celebra y anticipa la publica-cin de Cosas vistas y all Micrs da a conocersus Cartones . Nacido en 1868 y miembro de lageneracin de Luis Gonzlez Obregn, Luis G.Urbina, Victoriano Salado Alvarez, BalbinoDvalos y Federico Gamboa, a quienes conocien la Escuela Nacional Preparatoria, periodistay discpulo de Altamirano, es otro de los escri-tores jvenes de la revista y ejemplo de unade las vivas corrientes que se cruzan en ella .En ese momento ha encontrado ya su voz y escapaz de actuar el papel protagnico que las cir-cunstancias le proponen.

    Como Micrs sus "Cartones", Luis G. Urbinapublica sus "Caprichos", firmados unas cuan-tas veces con el seudnimo "Daniel Eyssette",y sus escasas colaboraciones sueltas, que noalcanzan a producir el hbito de buscarlas enlos nmeros sucesivos de la revista. "Capri-chos", sin embargo, aparecer an en el tomoIV. Otras secciones eventuales, en cambio, que-daron en el primer o como meros intentos dedar a la publicacin una forma regular y msvariada: "Album de viaje" (de Manuel Flores),"Notas de arte", "Impresiones y sensaciones" y"Cuentos escogidos". Mejor suerte hallarn lassecciones "Pginas nuevas" y "Pginas olvi-dadas", publ icadas ocasionalmente, y casi nun-ca juntas, a partir de febrero de 1895. Durarnhasta el fin de la revista y en ellas dialogarnel descubrimiento de la actualidad novedosa y eldel pasado ya olvidado. La seccin "Pginasnuevas", en la Revista Moderna, recordar,aos ms tarde, esa avidez periodstica. Haciael final, la Revista Azul intentar otras seccio-nes, dentro de su flexible patrn: "Marginalia","Notas de viaje", "Pginas de arte". As nohubo, casi, gnero literario vivo que le fueraajeno; public poemas, cuentos, poemas en pro-sa, traducciones, citas y extractos, ensayos, cr-nicas, notas de viaje, crtica literaria y frag-mentos de novelas, obras dramticas y diarios.

    Sus datos de clasificacin -tomo, fecha ynmero de entrega:- aparecieron en un cintillobajo el ttulo; su pie de imprenta -direccin,periodicidad, precio-, al final de la pgina 16,cuando el espacio lo permiti. Detalle que hacepensar a sus estudiosos que se tiraba dos veces,es la presencia bajo el ttulo del lema "El Do-mingo de 'El Partido Liberal' ", "mismo que no

  • figura en idnticos nmeros de otras coleccio-nes". Ciertamente, agotado el primer nmero,los editores anuncian a sus lectores su prximareimpr esin ; tal vez el lema sirvi para dis-tinguir una impresin de otra. El nico anunciofi jo que aceptan es el de "La Mutua", com-paa de seguros de vida, publicado a partirde septiembre de 1895 en la ltima pgina; enlos forros de algunos tomos, imprimirn lapublicidad de los libros de Micrs y FedericoGamboa. Sus mayores cont r ibuciones a la his-to ria universal de las erratas sern la prdidade la numeracin correcta en el nmero 14 --queaparece como 15- del tomo 1 y el "Ambr en-00" del t tulo del cuento de Micrs de juniode 1895 (RA, V, 15).

    Fin y segunda poca

    Cerca del cierre de su tomo V, a fines de sep-t iembr e y princip ios de octubre de 1896, laRevista A zul manifiesta sntomas de su fin.Hacia el nmero 20 de ese tomo, languidececon rapidez: "Azul plido", piedr a de toque desu forma y smbolo de su permanencia, dej ade aparecer en el nmer o 22, con lo que DazDufoo, alma de la r evista que se haba comen-zado a disolver semanas antes, se despide desus lectores. En las ltimas entregas - 23 y24- tampoco figura Micrs; el vaco es com-pleto. Parecieran nmeros hechos para alcanzaruna fecha, no para dialogar con los lectores: laRevista A zul se convierte, esos das, en unbuque evacuado.

    Sin una despedida oficial, sus lectores enten-dern ese abandono cuatro das despus de su l-tima aparicin (11 de octubre de 1896) , cuandoEl Partido Liberal, su t utor y soporte, des-apar ezca resignadamente. El gobierno de Por-firio Daz haba decidido, como explica El Par-tido Liberal de ese jueves 15 de octubre, crearun "diar io grande, interesante, rompiendo losantiguos moldes de la prensa ministerial":. esdecir , retirando las subvenciones de las dece-nas de peridicos que defendan su poltica paraconcentr ar las en una sola y poderosa voz lla-mada, no sin paradoja, El Imparcial (1896-1914). Significativo es que El Partido Liberal,en su ltimo nmer o, rinda el t ributo delrecuerdo a Manuel Gutirrez N jera, por inter-medio de la pluma de Martn Pescador (seud-nimo de Jos Anacleto Castilln ) .

    Al morir El Partido Liberal, juzgo debidoconsagrar un recuerdo a dos compaeros,ya idos del mal llamado banquete de lavida: Manuel Gutirrez Njera y RicardoDomnguez.

    Ambos dieron a esta publicacin lo mej 01'

    XXIII

    de su alma; y haba inapreciables tesoros enella!. .. Aqu, en este Partido, bien par tido,el inmortal autor de Odas Breves y de Tris-tissima N OX, dio los frutos maduros de sutalento. Aqu agot su vida, en defensa desus ideas polticas; y aqu afirm su envi-diable reputacn.w

    La Revista Azul era uno de esos "frutos ma-duros" del talento de Gutirrez Njera, debi -damente envuelto en este rpido eplogo. Ep-logo que lo es no slo de tales empresas sino deuna poca del periodismo mexicano. El Impar-cial inauguraba una nueva, sealada por loscambios introducidos por la prensa industria-lizada:

    La influencia del maqumismo cambi porcompleto las ideas existentes sobre la funcinde la prensa y la tarea propia del periodista.

    La mquina abarata los peridicos, duplicao multiplica las tiradas, aumenta las ganan-cias del editor y los sueldos de los perio-distas, favoreciendo su especializacin endeterminados aspectos relativos al oficio yla transformacin de ste en una verdaderaprofesin.s"

    Concebido como la edicin de la maana deEl Mundo. Semanario ilus trado (1894-1899)y El Mundo (1896-1906), empresas del inicia-dor de esa nueva concepcin, Rafael ReyesSpndola, El Imparcial alcanz al poco tiempode creado tirajes de treinta mil ejemplaresvendidos a centavo. De los peridicos cuyadesaparicin ocasion, absorbi lo mismo suspresupuestos que sus escritores, antes de que laescisin per iodismo-literatura se procure. Lossobrevivientes de la Revista A zul , tarde o tem-prano, hallan acomodo en l. Carlos Daz Dufooel primero, como su director, en febrero de1897, cuando la empresa que edita el diariojuzga oportuno for talecerlo y darle autonoma;Angel de Campo, cuando publica en l de 1900a 1908, sin interrupcin, sus "Semanas Ale-gres"; Luis G. Urbina, como editorialista en1911 y 1912. As persisten, en la publicacinque le dio fin , las voces de la Revista Azul.Daz Dufoo introduce en ella, incluso, "LosLunes Literarios" , seccin que recordar a larevista de su maestro y donde aparecern denuevo textos suyos.

    Prolongacin de otra ndole la constituye lasegunda poca de la R evista A zul perpetradaen 1907 por Manuel Caballero, "el infatigable,el nunca vencido, el ent us iasta lar ever", segndefinicin de Daz Dufoo de 1895 (RA, IV , 9,p. 144) , dir igida a encomiar su A lmanaque

    36 El Partido Lib eral, Mxico (15 oct. , 18%) : 1.37 Mara del Carmen Ruiz Castaeda, op. cit., p. 15.

  • XXIV

    Mexicano de Arte y Letras. Escaso colaboradorde la Revista Azul -slo public un par depoemas: "Lied" y "Mi venganza"-, ManuelCaballero (1849-1926) , poeta romntico, pe-riodista y fundador de peridicos diversos, ob-tuvo de Carlos Daz Dufoo, a principios de 1907autorizacin para continuar su publicacin:"...ver con gusto que la Revista Azul contineen sus manos la gloriosa t radicin que tanalto puso su fundador",38 le dice en carta in-cluida en el prospecto. Pero Daz Dufoo, apesar de la invocacin al numen de GutirrezNjera en que se deshace la revista, no verla continuacin de tradicin alguna. Al con-trario : esta Revista Azul nace con el propsitode combatir a l modernismo, ese cruce de cami-nos que escenific la publicacin de GutirrezNjera.

    De "24 pginas ; 16 de texto y 8 de forros",la revista de Caballero ostenta en sus anuncios :"Nuestro programa: j Guerra al decadent ismo !Restauremos el arte limpio, sano y fuerte" .Para cumplir su primera parte, contiene laseccin "Natas de combate" ; para realizarla segunda, incluye "Modelos de poesa clsica,antiguos y modernos". Consta asimismo de"Bocetos de crtica literaria", "Notas biblio-grficas", "Msica y drama" (crnicas teatra-les), "Cartas color de cielo" (correspondenciapara las damas, homlogo deliberado de "Azulplido") y "Materiales diver sos". E n su primernmero (7 de abril, 1901) , r ecoge inter esantesopiniones acerca de su reaparicin : "E l f inque se propone es noble y patritico" (Gral.Porfirio Daz) ; "Bien venido todo lo que signi-fique Arte y Progreso. Y en ese peridico azulpalpitar el Arte. Vctor Hugo lo dijo : L'Artc'est l'azur" (Gral. Bernardo Reyes ) ; "Simpa-t izo con las nobles ideas literarias que lo im-pulsan" (J os Lpez Portillo y Rojas); "ConRevista Azul ganar mucho nuestra lit er atur a,tan necesitada de regeneracin" (Luis G.Rubn) .

    Durante su breve vida,39 la publicacin' deCaballero casi no hizo ot ra cosa que injuriar almodernismo. Lo acus de enfermizo, malsano,delirante, afectado, con un lenguaje no menosafectado y delirante. Si Gutirrez Njera habacultivado la tradicin de la tolerancia y acogidoen su revista a los decadentistas, que hacen dela Revista Moderna la genuina cont inuacinde la Revista Azul, las herramientas de Caba-llero son el tribunal y la picota, el dogma y laexclusin de esa literatura. Su Revista Azul,preceptiva y moralista , se er ige en ad versariode la Revista Moderna. Pertenece a la histo-ria de nuestras polmicas, no a la de nuestras

    8S Revista Azul (segunda poca). Mxico ( mar.. 1907): 3.39 Const apenas de un prospecto y de seis nmeros; el ltimo

    apareci el 12 de mayo de 1907 .

    corrientes literarias. El ensayo de AtenodoroMonroy publicado en sus nmeros, "Valor es-ttico de las obras de la escuela decadentista" ,publicado ya en el libro que rene los t rabajosque concursaron en los Juegos Florales de Pue-bla de 1902, r epresenta su n ico fundamentocrtico inter esante: sin duda una valiosa apor-tacin a la discusin sobre los conceptos delmodernismo y el decadentismo.

    Si en su primer nmero Caballero se ufanabade los plcemes recibidos por la r eaparicin dela R evista Azul, en el segundo se ve forzadoa librar, en sus " Notas de combate", un en-cuentro prrico, segn se ver despus . Publicay discute una "Protesta literaria", firmada,entre otros jvenes, por Ricardo Gmez Robelo,Alfonso Cravioto, Jess Acevedo, Rafael Lpez,Pedro y Max Henrquez Urea, Jos de J. Nezy Domnguez, Carlos Gonzlez Pea y AlfonsoReyes, de opinin distinta de la de su padre. Elgrupo comprendi de inmediato las inconse-cuencias de Caballero :

    protestamos porque el Duque Job fue justa-men te el primer revolucionario en arte, entrenosotros, el quebrantador del yugo pseudo-clsico, el fundador de un arte ms amplio; yel anciano reportero pretende hacer todo locontrario, esto es, momificar nuestra litera-tura, lo que equivale a hacer retrogradarla tarea de Gutirrez N jera, y lo que espeor, a insultarlo y calumniarlo dentro de supropia casa, atribuyndole ideas que jamstuvo...40

    A raz de este manifiesto -testimonio lcidodel rel evo de generaciones al cambio de siglo :los modernistas vistos por los atenestas enciernes-, la publicacin de Caballero se con-vier te en una palestra. Dos semanas ms tarde,publica una "Contra-Protesta" fi rmada enAguascalientes, entre otros, por Enrique Fer-nndez Led esma, Eduardo J. Correa y un Ra-mn Lpez Velarde de dieciocho aos:

    Ha llegado a nuestro conocimiento la mani-festacin ruda y de todo punto injustificadacon que algunos escr itores modernistas hanpretendido atacar el viril programa de Re-vista Azul. Por estar dicho programa entera-mente de acuerdo con nuestras conviccionesartsticas y por ser R evista A zul el rganodefensor de los fueros del purismo castellanoa la vez que el fust igador del mod ernismo,creemos un deber hacer constar nuestro fer-vor por la nobilsima causa que alienta elref erido programa, a la vez que protestarenrgicamente cont ra la punible manifesta-

    40 Revista A zul (segunda poca) . Mxico ( 14 abr., 1907 ) : 2.

  • cin a que aludimos. La vieja bandera tienesus adeptos. j Viva esa bandera !41

    Arte revolucionario o purismo castellano, li-bertades de una poesa nueva o modelos clsicosdel "buen gusto": posiciones encontradas desdelas que se afirma una veneracin comn de lasnuevas generaciones hacia la obra de GutirrezNjera. La primera Revista Azul era ya paraellas un objeto del pasado, una reliquia. Impo-sible devolverla a la vida. Su segunda pocano obedeca a la poca literaria. Los nuevosescritores, an bajo el signo del modernismo,construan ya su siglo. El epteto con que JessUrueta, en acto pbl eo.ss fulmina a ManuelCaballero - "saqueador de sarcfagos"- cifrasu reverencia, su respeto y su mirada hacia elfuturo.

    JORGE VON ZIEGLER

    BIBL JO G RAFJ A

    Annimo. "La 'Revista Azul''' , Seccin "Le-tras" , en Tiempo (Mxico) , 2 de julio, 1962,p. 67.

    Carter, Boyd G. Las revistas literarias de His-panoamrica. Breve historia y contenido.Mxico, Ediciones De Andrea (ColeccinStudium 24), 1959.

    -Historia de la literatura hispomoam ericomaa traos de sus reuietas. Mxico, Edi cionesDe Andrea (Tomo V de Historia Iitercria.de Hispanoamrica), 1968.

    -"La Revista Azul. La resurreccin fallida:Revista Azul de Manuel Caballero", en Lasrevistas literarias de Mxico, Mxico, Depto.de Literatura , JNBA, 1963, pp. 47-80.

    Daz Alejo, Ana E lena y Prado Velzquez, Er-nesto. Indice de la "Revista Azul" (18.94-1896) Y Estudio preliminar elaborados

    41 uu.. (28 abr ., 1907): 50.42 Ana Elena D az Alejo y Ernesro Prado Velzquez, op. cit.,

    p. 25, sobre la "Protesta literaria" publicada en la revistade Caballero, informan : "Publicada la protesta, el grupodesfil en airada manifesracin callejera, desde la plaza deSanro Domingo hacia la Alameda Central , en cuyo quioscopronunciaron candentes discursos. Tomaron la palabra, enprosa y en verso, Rafael Lpez, Max Henrquez Urea,Ricardo Gmez Robelo y Roberto Argelles Bringas. Porla noche, en el Teatro Arbeu, se efectu una velada en laque Jess Urueta llam a Manuel Caballero "saqueador desarcfagos".

    xxv

    por... Mxico, Centro de Estudios Litera-rios, UNAM, 1968.

    Daz Alejo, Ana Elena. La prosa en la "Re-vista A zul" (1894-1896). Tes is profesional,Universidad Nacional Autnoma de Mxi-co, Facultad de Filosofa y Letras, 1965.

    Fierro Gonzlez, Margarita. Revistas literariasen que se inicia el modernismo. Tesis deMaestra en Letras. Mxico, UniversidadNacional Autnoma de Mxico, Facultad deFilosofa y Letras, 1951.

    Gonzlez Guerrero, Francisco. "Revista Azul",en Rumbos Nuevos, 3a. poca nm. 3, Cu-liacn, Sin., 29 ene., 1960, pp. 10-11.

    - "Cincuentenar io de una rebelin literaria",en Metfora, nm. 13, Mxico, mar.-abr.,1957, pp. 3-10.

    Martnez Pealoza, Porfirio. "Para la estticade la Revista A zul", en "Mxico en la cul-tura", Supl, nm. 513 de N ovedades, 11 ene.,1959, p. 3.

    - "La Revista Azul. Notas para la interpre-tacin de un color" , en Trioium, T. J, nms.9 y 10, Monterrey, jul.-ago., 1949, pp . 13-44.

    Nez y Domnguez, Roberto. "Cmo se f undla Revista. Azul" (Entrevista con CarlosDaz Dufoo), Revista de Revistas, 30 ago.,1936.

    Oberhelman, Harley Dean. A Study 01 th e"Revista Azul". Tesis doctoral. LaurenceKansas, The Uni versity of Kansas, 1958.

    - "Manuel Gutirrez Njera. His 'Crnicas'in the 'Revista Azul' " , en Hispania, XLIII(mar. , 1960), pp. 49-55.

    Prado Velzquez, Ernesto. La poesa en la "Re-vista A zul" (1894-] 896) . Tesis profesional,Universidad Nacional Autnoma de Mxico,Facultad de Filosofa y Letras, 1965.

    Wilkinson, Mildred O. A Study 01 the Uses ofthe Color 'Blue' in the "Revista Azul". Tesisde M. A. Carbondale, II1inois, USA, SouthernII1inois University, 1965.

  • N UM. 1.

    cha de vivir, la que conlleva el trabajo y la pe-na, es la que nos dice s