revista 1-2015 1

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revista en el area psicologica primera parte

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  • Grupo ACTArgent na

    Rev sta de c enc asconductuales contextuales

  • HoracioRevista de ciencias conductuales-contextuales

    Distribuci n gratuita2015 GrupoACTArgentinawww.grupoact.com.ar

    Licencia Creative Commons 2.0Contacto: [email protected]

    Direcci n:Fabi n Maero

    Paula Jos QuinteroDise o: Fabi n Maero

  • Contenidos

    Introducci nValidaci n emocional, qu es y c mo practicarlaActivaci n conductual en la vida cotidianaCrianza y conductismoFarmacolog a conductualQu cuernos es el an lisis funcional?La ara a mental que afirma ser nosotrosLa psicoterapia como aplicaci n de los principios evolutivosEntrevista a Benjamin Schoendorff

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    Horacio - N 1, 2015

  • Introduccin

    Bienvenidos al primer n mero de Horacio, la revista irregular sobre terapias conductuales-contextuales!Este es un peque o aporte desde Grupo ACT para difundir temas poco conocidos (o francamente poco interesan-tes), de las terapias conductuales-contextuales (o terapias de tercera ola, terapias de tercera generaci n, terapiasbasadas en mindfulness, como quieran llamarlas).La revista es gratuita (si han pagado por esto, pueden exigir que les devuelvan su dinero), pero s aceptamos do-naciones en nuestra web www.grupoact.com.ar, para sostener los servidores web o incluso para que los autorespodamos darnos un lujo extravagante, tal como almorzar.Si tienen un art culo dentro de la tem tica que quisieran ver publicado aqu , pueden contactarnos a [email protected]. Tambi n pueden contactarnos all por sugerencias de art culos, comentarios y dem s.Esperamos que disfruten la lectura.

    Horacio - N 1, 2015

  • o te preocupes.No es para tanto.Estas exagerando.No te pod s poner as por eso.

    No vale la pena estar triste.

    Todos hemos recibido alguna vez comunicaciones simi-lares a stas. Entonces, apenas las escuchamos, corre-mos a abrir la cajita de herramientas para cambiar loque sentimos, todos ilusionados, hasta que nos damoscuenta de que simplemente no podemos. La cajita re-sulta in til, lo que sentimos es algo que no depende denuestra voluntad. Por supuesto que una vez que una emo-ci n se ha disparado, contamos con varios recursos pa-ra elegir c mo responder a ella, pero esa es otra historia.Las emociones tienen siempre un disparador un even-to que las precipita; que no podamos identificarlo des-de afuera no significa que la emoci n surgi de lanada. Todos los seres humanos estamos preparados pa-ra experimentar todas las emociones ya que son partedel desarrollo evolutivo de nuestra especie y cumplenuna funci n. En este sentido no hay tal cosa como emo-ciones buenas o malas, correctas o incorrectas.Vamos a decirlo de entrada: todas las emociones que ex-perimente una persona son siempre v lidas y tienen sen-tido.Dem s est decir que la mayor a de las veces cuando al-

    guien nos dice no te preocupes, no es nada est tra-tando de ayudar, de calmar, de aliviar. Sus intencionesson buenas pero probablemente provoque el efecto con-trario: hacernos sentir equivocados y dejarnos solos. Aesto le llamamos invalidar: comunicarle al otro que losiente es incorrecto, que deber a sentir distinto, que noes comprensible lo que le pasa.B sicamente, lo que est detr s de la comunicaci n in-validante es la no aceptaci n de la experiencia emocio-nal del otro.

    Probablemente uno de los mayores aportes de la Tera-pia Dialectico-Conductual (DBT) haya sido la inclusi nde la Validaci n como una de las estrategias centralesdel tratamiento si quer s leer m s sobre DBT clickaqu -. De hecho es una terapia que estimula la presen-cia de una dial ctica entre estrategias de validaci n(aceptaci n) y estrategias de cambio, mientras que lamayor a de las psicoterapias que conocemos est n orien-tadas principalmente al cambio solamente.La validaci n por parte del terapeuta implica, de mane-ra resumida, comunicar al paciente que sus respuestasemocionales tienen sentido y son entendibles dentro desu historia y/o contexto actual (Linehan, 1993). El tera-peuta acepta las emociones del paciente y le comunicaesta aceptaci n. Aceptarlas implica identificar esas res-

    Validacin emocionalqu es y cmo practicarla?

    Paula Jos Quintero

    5Grupo ACT Argentina

  • puestas, tomarlas seriamente, sin desatenderlas ni trivia-lizarlas, con una actitud no juiciosa y describi ndolasde manera no peyorativa.B sicamente, cuando un terapeutaDBT utiliza estrategias de validaci nemocional lo que hace es alguna deestas cuatro cosas (o varias a la vez):1. Ofrece oportunidades para la ex-presi n emocional: el terapeuta escu-cha, clarifica y valida las emocionessin juzgarlas, d ndoles lugar. Esto implica lo contrarioa intentar controlar las emociones del paciente inten-tar calmar las emociones r pidamente env a el mensajede que son algo que no tendr a que estar ah , algo de loque hay que deshacerse, justamente lo contrario a lo quese intenta al validar.2. Ense a habilidades de identificaci n y etiquetado deemociones: invita a observar con atenci n qu es lo quese est experimentando, a identificar los componentesde la emoci n (disparadores, sensaciones corporales,impulsos de acci n) y a poder nombrarlas.3. Lee las emociones: para esto es necesario que el te-rapeuta conozca bien al paciente y est familiarizadocon su cultura y contexto. Leer las emociones implicaque con pocos elementos como el evento precipitanteo cierta postura corporal- el terapeuta puede darse cuen-ta de cu l es la emoci n que puede estar sintiendo el pa-ciente y comunic rselo a modo de hip tesis. Esto es casisiempre validante ya que comunica que la respuesta emo-cional del paciente es normal y entendible.4. Comunica la validez de la emoci n: el terapeuta co-munica que esa experiencia emocional es comprensible.Existen dos tipos de comprensi n que puede comuni-car. La primera es comunicar que la mayor a de las per-sonas responder an a la situaci n disparadora de laemoci n de la misma manera. La segunda es comuni-car que la emoci n es comprensible dadas sus experien-cias pasadas de aprendizaje incluso cuando otroshubieran reaccionado diferente, es entendible dentro deese contexto.

    Podemos definir entonces a la validaci n como una pr c-tica de aceptaci n profunda de las emociones del otrosin juzgar, sin aconsejar, sin intentar cambiar nada enese momento. Cuando validamos, corroboramos la im-

    portancia de lo que siente la otra persona y lo tomamoscomo algo leg timo. En definitiva: comunicamos quenos importa su experiencia.

    No tenemos que estar de acuerdo pa-ra validar, ni pensar que nosotrosreaccionar amos igual. Tampoco esnecesario que nos parezca l gica larespuesta emocional. Si asumimosque todas las respuestas emocionalesson producto de una historia de

    aprendizaje y un contexto particular, podremos enten-der que son siempre v lidas, aunque no comprendamosdel todo esa respuesta particular.Tenemos muy buenas razones para practicar validaci ncon las personas que tenemos a nuestro alrededor. Lavalidaci n construye confianza y aumenta la intimidaden los v nculos, disminuye la sensaci n de aislamientoy alienta a que el otro experimente y acepte sus emo-ciones.La pr ctica de la validaci n suele generar tambi n unaumento de la capacidad para la auto-validaci n emo-cional. Respetamos las emociones de los otros y tam-bi n las propias, acept ndolas como parte de laexperiencia de ser humanos.

    1) Prestando atenci n, escuchando al otro, mir ndolo alos ojos: escuchar lo que dice atentamente, observar susgestos, su tono de voz, su postura corporal; estar atentoa lo que el otro expresa sin pensar en la respuesta quedar s.2) Aceptando con mente abierta la experiencia emocio-nal del otro: cualquiera que sea la emoci n que est sin-tiendo, es su emoci n, y puede incluso ser dolorosa peroeso es parte de la condici n humana. Es importante ha-cer lugar a todas las emociones, todas tienen un sentido.3) Identificar las emociones del otro y dar una respues-ta emp tica sin aconsejar: aconsejar implica que algo dela situaci n debe cambiar, muestra que nos cuesta tole-rar la presencia de la experiencia emocional. Si la otrapersona no ha pedido consejo, darlo puede resultar in-validante ya que puede dejar ver que consideramos queel otro no sabe c mo resolver sus problemas.4) Ofrecer compa a: ofrecele permanecer a su lado du-rante la experiencia emocional; si no est s seguro de queeso es lo que el otro desea pod s preguntar si desea es-

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    Validaci n emocional Horacio - N 1, 2015

    No hay tal cosacomo emociones'buenas' o 'malas'

  • tar solo, si quiere hablar sobre eso o si hay algo puntualque puedas hacer en ese momento. Es importante noemitir juicios ni valoraciones en esos momentos y estardispuesto a dar no lo que uno cree que es mejor sino loque es mejor desde la perspectiva del otro.Una de las razones por las que nos cuesta tanto validarlas emociones del otro es la ansiedad que sentimos porayudarlo a sentirse mejor y, de paso, sentirnos mejornosotros. Nos cuesta hacer lugar a las emociones, en es-pecial cuando son dolorosas o displacenteras. Nos due-le que al otro le duela, que est triste, que est enojadoy nos cuesta tolerar estar ah para simplemente acom-pa ar. Pero el riesgo de querer ahogar r pido esas emo-ciones es alto: podr amos ense ar sin quererlo que lasemociones dolorosas no deber an estar ah , cuando enrealidad son parte ineludible de la vida; podr amos es-tar comunicando que el otro no sabe c mo llevar unavida sin dolor, lo cual es en realidad una meta inalcan-zable.Para finalizar: no hay experiencias emocionales posi-tivas sin las negativas. Quien no est dispuesto a sen-tir y aceptar el dolor poco a poco va perdiendo lacapacidad para experimentar felicidad y alegr a (Lucia-no Soriano & Salas, 2006). En este sentido, uno de losmejores regalos que podemos ofrecer es dar lugar a lasemociones del otro y a las propias-, las que fueren, por-que todas contienen algo de verdad y de sentido y me-recen ser experimentadas completamente.

    Linehan, M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline personality disor-

    der. NewYork: NY: Guilford Press.

    Luciano Soriano, M., & Salas, M. (2006). La terapia de aceptaci n y compromiso

    (ACT): Fundamentos, caracter sticas y evidencia. Papeles Del Psic logo, 27(2),

    7991.

    Publicado originalmente en Psyciencia

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    Validaci n emocional Horacio - N 1, 2015

  • os principios de activaci nconductual no s lo son tilespara depresi n; son, despu sde todo, principios sobre

    cu l es la mejor manera de cambiar lasacciones para vivir la vida que uno quie-re.Esta vez quisi ramos dedicar algo de tiempo a la apli-caci n m s amplia y cotidiana, m s all de la depresi n,de los principios de activaci n conductual.

    No te conf es de las impresiones generales, muchacho, conc ntrate enlos detalles.-Sherlock Holmes

    A cada momento hay una multitud de caminos a seguir.Nos despertamos, y elegimos entre un mate, caf , t . Sitenemos que tomar un colectivo, elegimos una paradapara esperar (habitualmente la m s cercana). Al me-diod a podemos elegir almorzar una ensalada, una ham-burguesa, o incluso pasar por alto el almuerzo.Innumerables pero muy peque as elecciones en el es-pectro de acciones posibles (pero incluso el Sahara estcompuesto de innumerables pero muy peque os granosde arena).Habitualmente esas elecciones son autom ticas, soste-nidas por h bito, por costumbre e invisibles por su

    automaticidad. Es por eso que el mo-nitoreo o registro cotidiano de conduc-tas uno de los componentes b sicosde todo abordaje de activaci n conduc-tual puede resultar inesperadamen-te esclarecedor.Quiz sirva pensarlo as : qu has he-

    cho hoy, c mo has actuado lo largo del d a, y qu cami-no trazan para tu vida esas acciones? Pero no en l neasgenerales, sino en detalle: qu has hecho a las 9 de lama ana? a las 10? a las 11? Las planillas que utiliza-mos en BATD (se pueden descargar de www.batd.com.ar)pueden servir para hacer visible lo cotidianamente in-visible. El registro de nuestras acciones y elecciones sir-ve para hacernos concientes de los patrones de acci ngenerales en nuestra vida.El registro tiene otro uso posible adem s del mostrarpatrones generales de acci n. Hay una vieja pieza de sa-bidur a en el an lisis de la conducta: si quieren cambiaruna acci n, lleven un registro detallado de ella: bajoqu circunstancias sucede? sucede siempre en ciertotipo de situaciones? qu efecto tiene? qu est mulosla facilitan?Por ello citamos a Sherlock Holmes al principio de es-ta secci n (bueno, a Conan Doyle en realidad, pero Hol-mes es m s reconocible): un error frecuente, de partede psic logos y no psic logos, es centrarse en las im-

    Activacin Conductual en lavida cotidiana

    Fabi n Maero

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    " Qu has hecho hoy,a lo largo del d a?"

  • presiones generales en lugar de ser detallado. No es lomismo decir de manera general estoy comiendo dem s que ser preciso: cu ndo, bajo qu circunstancias,en qu momentos, qu efectos tiene, etc.No es casualidad que haya investigaciones que sugierenque meramente llevar un registro regular del peso e in-gesta es una excelente forma de prevenir el aumento depeso durante las fiestas de fin de a o (fig.1).

    Se cuenta a veces la siguiente historia:"Un profesor de filosof a lleg a su clase llevando al-gunos art culos. Cuando empez la clase, tom un fras-co grande de mayonesa y lo llen con piedras de unoscinco cent metros, y les pregunt a sus alumnos si es-taba lleno. Todos dijeron que s . Entonces el profesortom una caja con guijarros y las ech dentro del fras-co. Sacudi ligeramente el frasco y los guijarros, m speque os, cayeron en los espacios entre las piedras.El profesor volvi a preguntar a la clase si el frascoestaba lleno ahora. Los alumnos rieron y dijeron queahora s , estaba lleno. El profesor tom entonces unacaja con arena y la ech dentro del frasco. La arenallen el resto del espacio en el frasco. El profesor di-jo quisiera que reconozcan que este frasco represen-ta sus vidas. Las piedras son las cosas importantes,tales como familia, salud y relaciones. Los guijarrosson otras cosas un poco menos importantes, como eltrabajo y la escuela. La arena son las cosas m s pe-que as y las posesiones materiales. Si lo llenaran conarena al principio, no habr a lugar para las piedritaso las piedras m s grandes. Lo mismo aplica para susvidas. Si la llenan de cosas peque as, nunca tendr nlugar para las cosas que son realmente importantesActivaci n conductual usa el mismo principio: cu lesson las piedras, cu les los guijarros y cu l es la arenaen tu vida? Dicho de otro modo: cu les son tus valo-res, las cosas importantes, y qu tanto espacio est s ha-ciendo en tu vida para ellos? Fundamentalmente: de lasacciones y elecciones que has tomado hoy, cu nto hasdedicado a las cosas que son realmente importante, ycu nto a las cosas que no lo son?

    En activaci n conductual siempre se enfatiza que todocambio tiene que ser peque o, tan peque o que pueda

    llevarse a cabo con un m nimo de esfuerzo. Despu s detodo, modificar una conducta que ha sido cotidiana re-quiere no s lo el esfuerzo para hacerla, sino que impli-ca una lucha contra meses y a os de refuerzos. Cuandouna persona con una larga historia de abuso de alcoholintenta dejar de beber, no lidia tan s lo con cesar laingesta, sino principalmente con a os y a os de h bi-tos. Porque el principal obst culo a sortear no es la ac-tividad sino la historia, activaci n conductual proponeque al cambiar una acci n los pasos sean tan peque oscomo se pueda.Un error frecuente al tratar de cambiar o instalar unanueva conducta es que se suelen poner metas enormesal principio: estudiar dos horas todos los d as ir algimnasio una hora tres veces por semana, practi-car piano una hora todos los d as. Por lo general, losresultados de plantear metas muy distantes de las posi-bilidades o de la rutina es que la actividad termina aban-don ndose por completo.Si su meta es estudiar un poco m s, hacer ejercicio, serm s sociable, etc., comiencen con los pasos que podr andar en su peor d a. Ser a as : en tu peor d a, cu ntoser a el m ximo de esa actividad que podr as realizar?Supongamos que la actividad es hacer ejercicio. Si lom ximo que podr as hacer en tu peor d a ser a dar unavuelta a la manzana, bien, esa ser la meta a alcanzar.Pero, este es el truco: todos los d as. Parece poco, no?Pero como dijimos, el obst culo a sortear es la historiay la rutina, no el esfuerzo en s de la actividad. Se trata

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    Activaci n Conductual en la Vida Cotidiana Horacio - N 1, 2015

    Fig. 1. Boutelle et al, 1999. Comparativa de aumento de peso entre personasque registraron su ingesta y peso regularmente -l nea entera-, versus personasque no lo hicieron -l nea de puntos. El eje vertical es la media de cambio depeso en libras, el eje horizontal el es tiempo. N tese particularmente lo que pasa

    durante las fiestas (Holiday).

  • m s de cambiar rutinas que de hacer esfuerzos heroi-cos, no importa demasiado la intensidad.Sucede tambi n que nos cuesta ser concientes del po-tente efecto de lo cotidiano: una vuelta a la manzana pord a suma 146 kil metros en un a o. Caminar a la si-guiente parada de colectivo en lugar de la m s cercanason unos 40 kil metros en un a o.Una escritora de un popular sitio c mico narra lo quesucedi cuando luego de varios intentos frustrados a lolargo de su vida de correr cierta cantidad de kil metros,tan s lo decidi salir a correr todos los d as, aunque fue-ra una cuadra y volverse a su casa:Cada vez que intent hacer ejercicio antes, me mo-lestaba por lo mala que era haci ndolo, o me sent aculpable y frustrada cuando no pod a cumplir algunameta que me hab a impuesto al azar. De manera quedej de correr porque me hac a sentir una mierda.No ponerme otra meta que no sea No s , sal y corrhasta que no quieras correr m s, tuvo un enorme im-pacto. No importaba si corr a por cinco minutos. Elhecho de que mi respiraci n sonara como los sonidosque imagino emanan de las personas viejas teniendosexo era divertido. De pronto me encontr haciendoesto por diversi n.() La parte importante es salir de la casa y tan s -lo ir. No importa un carajo si s lo hiciste dos cuadras,no importa un carajo si la mitad del tiempo caminas-te, no importa un carajo si son s como un ave murien-do todo el tiempo. Al carajo. Est s ah afuera, bien porvosEn ocasiones, el h bito s hace al monje.

    Mientras que este t tulo podr a referirse a la mejor ma-nera de lidiar con varios artefactos electr nicos, en rea-lidad se refiere a un recurso de activaci n vinculado alanterior: descomponer actividades.La forma de plantear una meta puede contribuir a sucumplimiento o ser un obst culo. Una forma til de en-carar una meta compleja o que requiere mucho esfuer-zo es descomponerla en actividades m s accesibles ypensarlas de manera independiente. Por ejemplo, lim-piar el cuarto que m s bien parece una demostraci ndel principio de entrop a probablemente resulte unatarea m s accesible si se divide en metas m s breves:este s bado juntar las cosas para tirar, el domingo

    tan s lo doblar la ropa, el martes limpiar.Esto ofrece algunas ventajas desde un punto de vistaconductual: en primer lugar, las actividades m s pe-que as son m s f ciles de llevar a cabo que la meta fi-nal; en segundo lugar, es m s probable que lasactividades peque as encuentren refuerzos positivos yaumenten la motivaci n a seguir; en tercer lugar, des-componer la actividad permite reducir la ansiedad porla tarea y hacerla menos aversiva.

    Una vez que tenemos un buen registro de los patronesde conducta y conocemos los detalles de lo que quere-mos cambiar, una vez que pensamos en nuestros valo-res y prioridades, una vez que planteamos metas accesiblesy descompuestas en sus partes m s peque as, el com-ponente que resta es el llevarlas a cabo. En activaci nconductual utilizamos varios recursos para esto: en pri-mer lugar, agendamos la actividad, a veces verbalmen-te, a veces por escrito. Considerar la actividad en elcontexto de la rutina diaria hace que tenga un tiempopropio dedicado. No es lo mismo decir un d a de es-tos voy a hacer los tr mites en el Registro Civil, queagendar tr mite en el Registro Civil, para el jueves alas 9 de la ma ana.En segundo lugar, si queremos cambiar algo, el apoyosocial puede ser una herramienta poderosa. Hacer p -blico un compromiso o una decisi n ayuda a su cum-plimiento, e incluir la ayuda de otras personas puedetener un enorme impacto. Un proverbio chino reza has-ta una hoja de papel es m s liviana si se levanta entredos personas, y por eso utilizamos refuerzo social ypedidos expl citos de ayuda en el entorno. Instintiva-mente hacemos esto todo el tiempo con las actividadesque nos cuesta sostener: hay grupos de personas que sejuntan a correr o a andar en bicicleta, grupos de estudioen la facultad, grupos de p rdida de peso, de lectura,etc tera.

    Uno de los errores m s frecuentes que he visto cometera terapeutas es echarle sutilmente la culpa al pacientecuando ste no realiza tal o cual actividad: un pacienteque no lleva a cabo una determinada actividad es por-que no tiene motivaci n, o porque en realidad tantono le importa, o (esta me suele sacar de las casillas),

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    Activaci n Conductual en la Vida Cotidiana Horacio - N 1, 2015

  • se est autosaboteando. Es comprensible, pocos tera-peutas est n familiarizados con los principios de modi-ficaci n de conducta, pero cl nicamente es una v a muerta.La perspectiva en activaci n conductual es bastante m scompasiva y pragm tica: si alguien no hace algo queser a positivo para su vida es porque las alternativas re-sultan m s apetecibles, o porque no hay refuerzo sufi-ciente para ello, ya sea porque no est vinculado a valorespersonales o porque realizarlo resulta aversivo. En lugarde echarle la culpa a la persona, vemos qu sali mal eintentamos resolverlo para el futuro.Skinner, un poco socarronamente, sol a decir la ratasiempre est en lo correcto, y en cierto sentido es cier-to. Las acciones de ratas y personas son funci n de lashistorias de aprendizaje y del ambiente presente. Siem-pre se hace lo mejor (incluso podr amos decir, lo ni-co), que se podr a hacer con las circunstancias presentes.Si queremos cambiar algo, necesitamos modificar esascircunstancias (digresi n: siempre me he preguntadoqu tipo de contexto hace que una misma persona con-sidere, por ejemplo, a la criminalidad asociada a la po-breza como inevitable pero al considerar a un pacientediga que en realidad no quiere cambiar, como si nose tratara en ambos casos de acciones influenciadas porlas circunstancias)Por ello, en lugar de castigarnos o echarnos la culpa anosotros o a alguna condici n interna (no tengo moti-vaci n, me falta autoestima, etc.), una mejor alternati-va es dar un vistazo a lo que sucede alrededor: recordla actividad? era accesible? podr a reducir la intensi-dad? busqu apoyo social? podr a cambiar la activi-dad o reducir la exigencia? est vinculada con mis valores?

    Los principios de activaci n conductual pueden ser ex-tremadamente tiles para la vida cotidiana, m s all desu aplicaci n para depresi n cl nica. No son garant a deque todo sea fant stico, claro est , tan s lo aumentanlas chances de que algo suceda.Y una invitaci n a modo de despedida: piensen en algoque ser a positivo para su vida si lo hicieran, algo quequerr an cambiar en lo que hacen. Siendo que esta es lanica vida que tenemos, qu har an si fueran a vivir suvida a prop sito, como si su vida les perteneciera?Quiz sea algo como hacer m s ejercicio, retomar con-tacto con personas importantes para ustedes, aprender

    algo nuevo, o lo que sea que se les ocurra. T mense untiempo para considerar qu tan importante es, a cu l desus valores se asocia (este formulario puede resultar til),y consideren cu l ser a el paso m s peque o que podr andar hoy para acercarse a ello, una actividad muy pe-que a, realizable, pero que vaya en esa direcci n. P n-ganlo en su agenda, o pidan a alguien que se lo recuerde,y vean qu pasa cuando lo llevan a cabo.

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    Activaci n Conductual en la Vida Cotidiana Horacio - N 1, 2015

  • na madre refiere que est algo cansada detener que juntar la ropa de su hija adoles-cente del suelo y colocarla en el cesto de ro-pa sucia. Se queja cada d a, a la par querepite la conducta de ordenar la ropa de su

    hija. Refiere que ha hablado con ella muchas veces so-bre la importancia del orden en la casa y de la colabo-raci n en el hogar por parte de todos los integrantes dela familia. Ha repetido estos contenidos a su hija infini-dad de veces, confiando en que la palabra lograr cam-biar algo de la situaci n que le genera tantaincomodidad. Pero nada cambia. La madre refiere en-tonces que su hija no aprende lo que ella intenta en-se arle.Pero curiosamente esta madre est , sin ser conciente deello, ense ndole a su hija. Lo que le ense a es pro-bablemente lo opuesto a lo que sus palabras intentanconseguir. Le ense a con sus conductas. Le ense a,podr amos arriesgar, que no es necesario que haga na-da diferente, ya que su ropa estar siempre ordenada ylimpia. A lo sumo la adolescente tendr que tolerar es-cuchar a su madre quej ndose, pero eso no parece sertan molesto comparado con el beneficio de tener su ro-pa lista sin mover un dedo.Estamos ense ando con nuestras conductas todo el tiem-po. Quiz hasta ense emos a nuestros hijos conductasque no deseamos de su parte.Pensemos otra vez. Un padre refiere que ya no sabe c -mo lograr que su hijo deje de golpear a sus amigos. Suhijo tiene 6 a os y cuando se encuentra con amigos enreuniones o cumplea os su pap refiere que no puede

    estar tranquilo hablando con los otros padres ya que confrecuencia ocurre un episodio en el que su hijo golpeaa un amiguito cuando no obtiene lo que quiere. El paple ha explicado muchas veces lo que suelen explicar lospap s en esas situaciones que pegar est mal, que hayque pedir bien las cosas, que hay que respetar los tur-nos, etc. Tambi n intent hablar sobre lo que le pasaen esos momentos a su hijo preguntando por qu hi-ciste eso?. Este pap conf a tanto en la palabra comola madre del ejemplo anterior, y es capaz de repetir elargumento acerc ndose al ni o con calidez cada vez queun nuevo episodio ocurre. Este argumento repetido, queel ni o a esta altura ya conoce de memoria, es seguidola mayor a de las veces por un aviso que dice m s o me-nos as : si ocurre de nuevo, nos iremos de la fiesta.Curiosamente, cuando vuelve a ocurrir el padre vuelvea repetirle al hijo que no debe hacer esas cosas. Peronunca ha llegado a cumplir con el aviso; nunca se hanido de la fiesta efectivamente.De nuevo, el padre est ense ando con conductas pro-bablemente algo diferente a lo que quiere en realidadtrasmitir. Est ense ando, quiz , que la conducta de pe-gar no tiene m s consecuencia que hacer hablar un po-co al padre, lo cual, debido a la reiteraci n de laconducta, no parece ser tan molesto para el ni o.Estamos ense ando con nuestras conductas todo el tiem-po. Nuestras conductas son, en el mbito de crianza,parte del contexto de la conducta de nuestros hijos.Nuestras respuestas son una parte de las consecuenciasde la conducta del ni o.

    Crianza y ConductismoAll you need is love y un poco de prctica

    Paula Jos Quintero

    12Grupo ACT Argentina

  • Asumimos que las conductas se repiten (las de los hi-jos y las de todos) debido a que tienen una funci n par-ticular en un contexto dado (una funci n deseable) y esafunci n es definida por aquello queantecede a la conducta (lo que ocurriantes) y aquello que es su consecuen-cia (lo que ocurri despu s). Lo queocurri antes de la conducta recibe elnombre de antecedente y lo que ocu-rri despu s el de consecuencia. Losantecedentes y las consecuencias no son la conducta ens , sino su contexto. El conductismo propone que parapoder cambiar las conductas, lo nico que podemoscambiar de manera directa es el contexto de las mismas.Es decir: para que una conducta cambie, es necesariocambiar sus antecedentes o sus consecuencias a vecesambos.Ninguno de los padres de los ejemplos es conductista.Jam s leyeron nada sobre la t cnica de manejo de con-tingencias. De hecho quiz hasta les genere rechazo laidea de combinar crianza y conductismo. Sin embargo,ambos est n utilizando refuerzos para comportamien-tos que no desean ver en sus hijos. Sus respuestas est ncumpliendo una funci n, lo sepan o no.Y la propuestaes entonces, ya que es inevitable aplicar contingencias,aplicarlas de manera que logren aumentar las conduc-tas que quieren ver en sus hijos: pueden ser conductasde respeto hacia otras personas, o de colaboraci n encasa, de amistad, de inclusi n de personas diferentes, etc.La clave estar a entonces en aumentar la efectividad enla crianza y la definici n de efectividad va a ser par-ticular en cada familia, con su cultura y sus valores. Lapropuesta es lograr aportar consecuencias reforzantespara las conductas que queremos aumentar y no apor-tarlas para las conductas que queremos disminuir.Deteng monos de nuevo. Notemos que cuando habla-mos de crianza no estamos mencionando el castigo co-mo la clave. Estamos hablando de reforzar conductasdeseadas y no reforzar las no deseadas. Por qu ? Por-que es el m todo que prob ser m s efectivo. Si bien enla crianza de los hijos a veces se utiliza el castigo, lasinvestigaciones reportan que es menos efectivo que lautilizaci n de refuerzos ya que no ense a conductas nue-vas aspecto fundamental- sino que s lo marca lo queno, con altas chances de da ar la relaci n, de ser utili-zado de manera abusiva. S , pese a todos los mitos en-

    torno al conductismo, desde all no se recomienda lautilizaci n de castigos. Para algunos puede ser una sor-presa.

    Pero venimos mencionando refuer-zos y castigos y es necesario definir-los brevemente para asegurarnos deestar hablando de lo mismo.El reforzamiento es el proceso defortalecer (o aumentar) una conduc-ta a trav s de sus consecuencias (fun-

    cionalmente llamadas aqu reforzadores). Comonotar n, un est mulo s lo puede considerarse un refuer-zo si logra mantener o aumentar la conducta que lo an-tecede. De modo que refuerzo no es equivalente apremio. Un premio puede aumentar o no la conductaque lo antecede. Tambi n notar n entonces que un est -mulo puede ser reforzador de una conducta para unapersona y no para otra. Por eso si queremos aumentaruna conducta en nuestros hijos, tendremos que saber quest mulos pueden funcionar como reforzadores y cu lesno para ellos. Hay una manera bastante sencilla de sa-berlo y es probando. Si doy una consecuencia que au-menta la conducta que deseo aumentar si felicito a mihijo porque lo veo estudiando y eso genera que mi hijocontin e estudiando o estudie con m s frecuencia- en-tonces puedo asumir que, en parte, mi felicitaci n fun-ciona como un reforzador de la conducta de estudiar. Encambio si mi felicitaci n no genera ning n impacto obien hace que conducta de estudiar disminuya, puedodecir que no est funcionando como reforzador. Esto ex-plica en parte porque algunos padres refieren que consus hijos estas cosas no funcionan. Probablemente noest n encontrando los reforzadores adecuados para esapersona en particular. La madre del ejemplo inicial in-tenta disminuir la conducta de su hija de dejar la ropatirada en el suelo, pero lo que logra al levantarla ella ylavarla es reforzar dicha conducta.Y asumimos que laest reforzando porque la conducta de su hija se man-tiene.El castigo es un m todo para disminuir una conducta atrav s de sus consecuencias. De la misma manera queocurre con los refuerzos, un castigo puede llamarse cas-tigo s lo si logra disminuir la conducta que lo antece-de. Si la conducta no cambia, entonces no hubo castigoah . De all que cuando un padre dice lo castigo perono le importa, en realidad no est castigando la con-

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    Lo nico quepodemos cambiar es

    el contexto

  • ducta; su intenci n no produce el efecto deseado.Castigos y refuerzos se definen por el efecto que produ-cen, no por la intenci n de quienes los aplican.Y es defundamental importancia comprender que no se est re-forzando o castigando a los hijos (a las personas en s )sino que se est reforzando o castigando conductas.Cambiamos conductas cambiando sus consecuencias.La propuesta es, como mencionamos, reforzar las con-ductas deseadas y no reforzar las no deseadas. C moaplicar a esto a los ejemplos dados al comienzo? Quizla madre de la hija adolescente podr a probar dejandode reforzar la conducta de su hija de dejar todo tirado,quiz probar con no juntar la ropa ni lavarla hasta tantoella la coloque en el cesto de ropa sucia. Quiz el padredel ni o de 6 a os podr a probar dejando de hablar ama-blemente con su hijo explic ndole por vez n mero cienqu eso est mal y retir ndolo de la fiesta cuando apa-rece una conducta indeseada como pegar a un amigo.Como ven, esto no es una propuesta te rica sino pr c-tica. Se trata de probar qu cambios generan cambiosen las conductas de nuestros hijos y c mo impactan pa-ra acercarnos m s a lo que queremos lograr.

    Refuerzos no significa figuritas, golosinas o una estre-lla dorada en un cuaderno: de hecho las figuritas, lasgolosinas o las felicitaciones pueden resultar en refuer-zos o no dependiendo del ni o y del contexto. De mo-do que si no te gusta usar esas cosas con tus hijos, pod sdejarlas de lado sin problemas.Los refuerzos se definen por sus efectos: un est muloparticular puede ser un reforzador para una conductaparticular en un contexto particular, si fortalece el com-portamiento que lo precede. As de simple. No es nece-sario que se vea como un premio o que sea placenteroo tenga mucho sentido para un observador externo.Reforzamiento implica cambio: puede ocurrir que unaconducta aumente porque se presente un est mulo ape-titivo (reforzamiento positivo) o porque disminuya unest mulo aversivo (reforzamiento negativo). Estas defi-niciones pueden sonar algo tediosas, pero sea el refuer-zo positivo o negativo siempre involucra un cambio y eseste cambio lo que es reforzante.Algunos reforzadores son m s naturales que otros:Cuando se trata de reforzar conductas muchas personas

    recurren a reforzadores artificiales (como dar dinero,por ejemplo). Pero de hecho, muchos reforzadores na-turales son m s poderosos. Los reforzadores naturalesen este sentido son aspectos que provoca la conducta enuna situaci n, la conducta los hace aparecer naturalmen-te. Por ejemplo, si disfrut s leer, entonces leer s m s amenudo. El refuerzo (el placer al leer) ocurre natural-mente cuando lees. Algunos expertos en crianza est npreocupados por la proliferaci n del uso de refuerzosartificiales con los ni os. Se recomienda preferir siem-pre la utilizaci n de refuerzos naturales. De hecho loscomportamientos mantenidos por reforzadores natura-les son m s propensos a persistir o aumentar y a ser ex-perimentados como libremente elegidos.El reforzamiento sucede, est s planific ndolo o no: Jus-tamente como existen los reforzadores naturales, proba-blemente est s reforzando conductas particulares de tushijos, quieras o no.Determinados est mulos son reforzantes en determina-dos contextos: Los est mulos no son esencialmente re-fuerzos o no lo son. Son refuerzos en determinadocontexto. De esta manera un plato lleno de tu comidafavorita es probablemente altamente reforzante cuandoten s hambre, pero luego de que terminaste de comerel plato? Probablemente no.Como padres, podemos aprender a encontrar est mu-los espec ficos reforzantes:Muchos reforzadores sonaprendidos. Cualquier cosa que pase al mismo tiempoque el reforzamiento puede convertirse en un reforzadorpor s mismo, por ejemplo, los ni os pueden encontrarque algunas frases sin sentido o algunos apodos que lesdan sus padres son reforzantes si sus padres usualmen-te los usan mientras les dan afecto.Si practicas estar presente para tu hijo con toda tu aten-ci n, ser amoroso y amable con l; si practic s ser sin-cero y respetuoso de sus necesidades y de las tuyas; sicon frecuencia logr s tomar su punto de vista y poner-te en su lugar y validar sus emociones y deseos, enton-ces tendr s montones de reforzadores naturalesaumentando las conductas que quer s fortalecer en tushijos. Eso no significa que no enfrentar s desaf os en lacrianza; todos los tenemos. Significa quiz que habrmenos frustraci n en la relaci n con ellos y m s deseosde compartir tiempo y actividades juntos en el marco deun v nculo confiable y seguro.

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  • oy vamos a explorar una aplicaci n poco co-nocida del conductismo: Farmacolog a con-ductual. En particular, deteng mosnos sobreel efecto que los programas de refuerzo pue-

    den tener sobre un tema en extremo interesante: el efec-to de los psicof rmacos.Como sabr n, los programas de refuerzo tienen un pro-fundo efecto en la conducta. Habitualemente los pro-gramas de refuerzo se clasifican en "programas deraz n", en los cuales el refuerzo se obtiene seg n la ta-sa de respuestas (como por ejemplo, recibir una pagaluego de pintar 40 metros de pared), o programas de in-tervalo, en los cuales el refuerzo se obtiene luego de undeterminado lapso de tiempo (por ejemplo, recibir lapaga una vez por d a).La investigaci n en psicof rmacos generalmente s loconsidera las propiedades bioqu micas de las drogas:qu neurotransmisor afecta, de qu manera, en qu reacerebral, etc., pero rara vez se tiene en cuenta el contex-to en que las drogas son administradas. Cotidianamen-te, consideramos que un sedante es un sedante y unestimulante es un estimulante. Rara vez consideramosqu efecto tiene la historia de aprendizaje y el contextode quien consume esas drogas, porque un sedante es unsedante. Punto.Pero... hay m s para contar en esta historia, hay pregun-tas muy interesantes para hacer.Y por suerte para no-

    sotros (no sea que nos toque investigar), algunaspreguntas as fueron formuladas hace bastante tiempo:qu efecto tienen el ambiente y la historia de aprendi-zaje en el efecto de las drogas psicoactivas? Para res-ponder a eso, citaremos a Batman: pronto Robin, allaboratorio.

    Como dec amos, la investigaci n conductual en esta rea(denominada Farmacolog a Conductual), tiene ya me-dio siglo de antig edad. Veamos algunas de las investi-gaciones. Tengan paciencia, que el camino es arduo peroentretenido.En la d cada del 50 Peter Dews (1955), entren a variaspalomas para que picotearan una tecla bajo una tasa fi-ja (TF) o bien bajo un intervalo fijo (IF) de presentaci nde comida. Es decir, entren a las mismas palomas pa-ra que picotearan una tecla en dos situaciones distintas:en la primera condici n de investigaci n las palomas re-cib an comida luego de picotear 50 veces una tecla(ten an que ganarse el pan a picotazos, dicho de otromodo); en el segundo caso, las palomas recib an comi-da cada 15 minutos, sin importar cu nto picotearan.La siguiente fase del experimento consisti en adminis-trar pentobarbital a las palomas, un barbit rico que ha-ce algunos a os se utilizaba como sedante. Las palomasque recib an comida cada cierto intervalo fijo de tiem-

    Farmacologa Conductual

    Fabi n Maero

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