resumen de la obra literaria warma kuyay y agua

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RESUMEN DE LA OBRA LITERARIA "WARMA KUYAY- Jose Maria Arguedas -Warma Kuyay acontece en la hacienda Viseca, donde Arguedas vivi cuando era nio. Viseca es una quebrada angosta y honda. El casern de la hacienda est junto al ro que en las noches suena fuerte.Junto al casero hay una cascada; entre las piedras el agua se vuelve blanca y suena fuerte. En las noches, cuando todo estaba callado, esa cascada levantaba su sonido y pareca cantar.Ernesto es un nio enamorado de la Justina, una nia que est enamorada de Kutu, y esto molesta la muchacho, quien la ve bailar en un patio del casero de la hacienda de don Froyln sintiendo que su corazn tiembla cuando ella se re y, llora cuando sus ojos miran al Kutu. Los cholos se haban parado en crculo y Justina cantaba en el centro de l.El charanguero daba vueltas alrededor del crculo dando nimos; gritando como potro enamorado. En esos instantes apareci don Froyln y los larg a todos para que se vayan a dormir.

El nio Ernesto y Kutu, vivan en la misma casa que perteneca don Froyln. Una noche, Kutu le dijo a Ernesto que don Froyln haba abusado de la Justina cuando sta fue a baarse con los nios; Ernesto no poda creerlo y se puso a llorar abrazado al cholo.

El Kutu, que era un indio fornido, lo levant como quien alza un becerro y lo ech sobre su cama dicindole que la Justina tena corazn para l, pero que ella senta miedo porque l era un muchacho todava.Ernesto senta luna rabia irrefrenable por lo que haba hecho don Froyln, llegando a decirle a Kutu que cuando fuera grande lo matara.

Era tanta su sed de venganza que incit a Kutu para que matara a don Froyln, con su honda, como si fuera un puma ladrn. Ante la negativa del indio, Ernesto lo acus de cobarde y le dijo que se largara porque en Viseca ya no serva.

Dos semanas despus, Kutu pidi licencia y se fue. La ta de Ernesto llor por l; como si hubiera perdido a su hijo. Ernesto se qued junto a don Froyln, pero cerca de Justina; de su Justinacha ingrata. Ya no fue desgraciado.

A la orilla de ese ro espumoso, oyendo el canto de las torcazas, viva sin esperanzas, pero ella estaba abajo el mismo cielo que l, en esa misma quebrada que fue su nido, contemplando sus ojos negros, oyendo su risa, mirando sus pestaas largas, su boca que llamaba al amor y que no lo dejaba dormir.

La mirada desde lejos; era casi feliz porque su amor por Justina era un Warma Kuyay (amor de nio) y no crea tener derecho todava sobre ella; saba que tena que ser de otro, de un hombre grande que empuara ya el zurriago, el mismo ltigo con que Kutu masacraba los becerros ms finos y delicados de don Froyln, como queriendo as, lavar el honor de la Justina.

Ernesto vivi alegre en esa quebrada verde y llena del calor amoroso del sol, hasta que un da hubo de abandonar aquella tierra que amaba tanto y que era su ambiente, para vivir plido y amargado, como una animal de los llanos fros, llevado a la orilla del mar, sobre los arenales candentes y extraos.

CUENTO AGUARESUMENSan Juan de Luucanas, tiene como tema central el mal reparto del "Agua" para las comunidades por disposicin de Don Braulio Felix, el principal hacendado ms poderoso y un hombreabusivoy explotador.

La ausencia de lluvias hace necesaria una reparticin justa de las aguas analizadas, pero Don Braulio suele entregarla solo a sus allegados y amigos, tambin a propietarios blancos o mestizos como l, mientras que a otros los odia. En las tierras de los comuneros indios se secan; la reparticin de esta se realiza cada semana en la plaza del pueblo donde se convoca a los pobladores.

Llegan el nio Ernesto y el cornetero Pantalen luego se asoman otros muchachos o maktillos; todos ellos son escoleros o escolares, todo el pueblo oyendo la msica tocada por Pantalen o Pantocha todos se divierten, los primeros comuneros en llegar a la plaza son los tinkis, que se precian de ser los ms valientes y osados; luego aparecen los de San Juan o sanjuanes los mas miedosos. Pantalen que haba vivido un tiempo en la costa, el trata de infundir nimos en los comuneros para que se enfrentan a los abusos de Don Braulio, mientras tanto llega a la plaza Don Pascual el repartidor de agua o semanero, el est ya decidido de contrariar a Don Braulio por su explotacin dando el agua de la semana a los comuneros pobres que ms la necesitan, de pronto en un momento llega Don Braulio que al enterarse de lo sucedido tira balazos y a uno de los comuneros lo hiere causndole una herida, mientras el pueblo hua del lugar Pantalen gritaba para darles nimos de contrariar a Don Braulio.

Un da despus de lo ocurrido el nio Ernesto va a enfrentar a Don Braulio en su haciende, le tira la corneta de Pantocha a la cara hacindolo sangrar el de inmediato ordena que golpeen al nio pero este se dio a fuga del lugar, refugindose en un pueblo llamado Utek'pampa donde l puede darse cuenta que los indios de ese pueblo se hacen respetar sus derechos y son libres de cualquier abuso, lo opuesto a su pueblo natal.

COMPLETO

Cuando yo y Pantaleoncha llegamos a la plaza, los corredores estaban todava desiertos, todas las puertas cerradas, las esquinas de don Eustaquio y don Ramn sin gente. El pueblo silencioso, rodeado de cerros inmensos, en esa hora fra de la maana, pareca triste.San Juan se est muriendo dijo el cornetero. La plaza es corazn para el pueblo. Mira noms nuestra plaza, es peor que puna.Pero tu corneta va llamar gente.Mentira! Eso no es gente; en Lucanas s hay gente, ms que hormigas.Nos dirigimos como todos los domingos al corredor de la crcel.El varayok haba puesto ya la mesa para el repartidor del agua. Esa mesa amarilla era todo lo que exista en la plaza; abandonada en medio del corredor, slita, daba la idea de que los saqueadores de San Juan la haban dejado all por inservible y pesada.Los pilares que sostenan el techo de las casas estaban unos apuntalados con troncos, otros torcidos y prximos a caerse; slo los pilares de piedra blanca permanecan rectos y enteros. Los poyos de los corredores, desmoronados por todas partes, derrumbados por trechos, con el blanqueo casi completamente borrado, daban pena.Agua, nio Ernesto. No hay pues agua. San Juan se va a morir porque don Braulio hace dar agua a unos y a otros los odia,Pero don Braulio, dice, ha hecho comn el agua quitndole a don Sergio, a doa Elisa, a don Pedro...Mentira, nio, ahora todo el mes es de don Braulio, los repartidores son asustadizos, le tiemblan a don Braulio. Don Braulio es como zorro y como perro.Llegamos a la puerta de la crcel y nos sentamos en un extremo del corredor.El sol dbil de la maana reverberaba en la calamina del casero de Ventanilla, mina de plata abandonada haca muchos aos. En medio del cerro, en la cabecera de una larga lengua de pedregal blanco, el casero de Ventanilla mostraba su puerta negra, hueca, abierta para siempre. Gran mina antes, ahora servia de casa de cita a los cholos enamorados. En los das calurosos, las vacas entraban a las habitaciones y dorman bajo su sombra. Por las noches, roncaban all los chanchos cerriles.Pantacha mir un rato el pedregal blanco de Ventanilla.Antes, cuando haban minas, sanjuanes eran ricos. Ahora chacras no alcanzan para la gente.Chacra hay, Pantacha, agua falta. Pero mejor hagas llorar a tu corneta para que venga gente.El cholo se llev el cuerno a la boca y empez a tocar una tonada de la hierra.En el silencio de la maana la voz de la corneta son fuerte y alegre, se esparci por encima del pueblecito y lo anim. A medida que Pantacha tocaba, San Juan me pareca cada vez ms un verdadero pueblo; esperaba que de un momento a otro aparecieran maktillos[footnoteRef:1], pasas[footnoteRef:2] y comuneros por las cuatro esquinas de la plaza. [1: Makta: hombre joven. Maktillo: muchacho, diminutivo de makta.] [2: Paia: mujer joven.]

Alegremente el sol lleg al tejado de las casitas del pueblo. Las copas altas de los sacos y de los eucaliptos se animaron; el blanqueo de la torre y de la fachada de la iglesia, reflejaron hacia la plaza una luz fuerte y hermosa.El cielo azul hasta enternecer, las pocas nubes blancas que reposaban casi pegadas al filo de los cerros; los bosques grises de kerus y kantus que se tendan sobre los falderos, el silencio de todas partes, la cara triste de Pauta len cha, produjeron en mi nimo una de esas penas dulces que frecuentemente se sienten bajo el cielo de la sierra.Otra tonada Pantacha; para tu San Juan.Pobre llakta (pueblo).Como todos los domingos, al or la tocata del cholo, la gente empez a llegar a la plaza. Primero vinieron los escoleros (escolares): Victucha, Jos, Bernaco, Froyin, Ramoncha... Entraban por las esquinas, algunos por la puerta del coso. Al vernos en el corredor se lanzaban a carrera,Pantacha, makta Pantacha!Nio Ernesto!Todos nos rodearon; de sus caritas rebosaba la ale-gria; al or tocar a Pantacha se regocijaban; en todos ellos se notaba el deseo de bailar la hierra.La tonada del cornetero nos recordaba las fiestas grandes del ao; la cosecha de maz en las pampas de Utek y de Yanas; e! escarbe de papas en Tile, Papa-chacra, Kollpapampa. La hierra de las vacas en las punas. Me pareca estar viendo el corral repleto de ganado; vacas allkas, pillkas, moras; toros gritones y peleadores; vaquillas recin adornadas con sus crespones rojos en la frente y cintas en las orejas y en el lomo; pereca or el gritero del ganado, los ajos roncos de los marcadores.Hierra! Hierra!Salt a la plaza, atacado de repente por la alegra.Maktillos, zapateo, maktillos!Yaque! Yaque![footnoteRef:3] [3: Interjeccin de entusiasmo.]

Todos los escoleros empezamos a bailar en tropa. Estbamos llenos de alegra pura, placentera, corno ese sol hermoso que brillaba desde un cielo despejado.Los pantalones rotos de muchos escoleros se sacudan como espanta-pjaros. Ramoncha, Froyln, cojeaban.Pantalen se entusiasm al vernos bailar en su delante; poco a poco su corneta fue sonando con ms aire, con ms regocijo; al mismo tiempo el polvo que levantbamos del suelo aumentaba. A nuestra alegra ya no le bast el baile, varios empezaron a cantar:...Kanrara, Kanrara,cerro grande y cruel,ere negro y molesto;te tenemos miedo,Kanrara, Kanrara.Eso no. Toca Utekpampa, Pantacha.Ped ese canto porque le tena cario a la pampa de Utek, donde los kerkales y la caa de maz son ms dulces que en ningn otro sitio.UtekpampaUtckpampita:tus perdices son de ojos amorosos,Tus calandrias engaadoras cantan al robar,tus torearas me enamoranutekpampautekpamrta.La corneta de Pantaleoncha y nuestro canto reunieron a la gente de San Juan. Todos los indios del pueblo nos rodearon. Algunos empezaron a repetir el wayno en voz baja. Muchas mujeres levantaron la voz y formaron un coro. Al poco rato, la plaza de San Juan estuvo de fiesta.En las caras sucias y flacas de los comuneros se encendi la alegra, sus ojos amarillosos chispeaban de contento.Si hubiera traguito!Verdad. Pisco noms falta.Pantacha cambi de tonada; termin de golpe Utek-pampa y empez a tocar el wayno de la cosecha.Cosecha! Cosecha!Taytakuna, mamakuna[footnoteRef:4]:los picaflores reverberan en el airelos toros estn pelando en la pampalas palomas dicen: tinyay tinyay!porque hay alegra en sus pechitos.Taytakuna, mamakuna. [4: Tayta: padre, seor; mama: madre, tenora. Kuna: forma el plural; cha, el diminutivo.]

Sanjuankuna: estn haciendo rabiar a Taytacha Dios con el baile. Cuando la tierra est seca, no hay baile. Hay que rezar a patrn San Juan para que mande lluvia.El tayta Vilkas resondr desde el extremo del corredor: acababa de llegar a la plaza y la alegra de los comuneros le dio clera.El tayta Vilkas era un indio viejo, amiguero de los mistis[footnoteRef:5] principales. Viva con su mujer en una cueva grande, a dos leguas del pueblo. Don Braulio, el rico de San Juan, dueo de la cueva, le daba terrenitos para que sembrara papas y maz. [5: Nombra a la persona de la clase dominante, cualquiera que sea su raza.]

A don Vilkas le respetaban casi todos los comuneros. En los repartos de agua, en la distribucin de cargos para las fiestas, siempre hablaba don Vilkas. Su cara era seria, su voz medio ronca, y miraba con cierta autoridad en los ojos.Los escoleros se asustaron al or la voz de don Vilkas; como avergonzados se reunieron junto a los pilares blancos y se quedaron callados. Los comuneros subieron al corredor; se sentaron en hilera sobre los poyos, sin decir nada. Casi todas las mujeres se fueron a los otros corredores, para conversar all, lejos de don Vilkas. Pantaleoncha puso su corneta sobre el empedrado.Don Vilkas es enemigo de nosotros. Mrale noms su cara; como de misti es, molestoso.Verdad, Pantacha. Don Vilkas no es carioso con los maktillos; su cara es como de toro peleador; as serio es.Yo y el cornetero seguimos sentados en el filo del corredor. Ramoncha, Tefanes, Frailan, Jacinto y Bernaco, conversaban en voz baja, agachados junto al primer pilar del corredor; de rato en rato nos miraban.Seguro de don Vilkas estn hablando.Seguro.Los comuneros charlaban en vo baja, como si tuvieran miedo de fastidiar a alguien. El viejo apoy su hombro en la puerta de la escuela y se puso a mirar el cerro del frente.El cielo se hizo ms claro, las pocas nubes se elevaron al centro del espacio e iban ponindose cada vez ms blancas.A ver, rejonero orden don Vilkas.-Yo estoy de rejn, tayta contest Felischa.Corre donde don Crdova, pdele el rejn y mata a los chanchilos mostrencos. Hoy es domingo.Est bien, tayta.Felischa tir las puntas de su poncho sobre el hombro y se fue en busca del rejn.Si hay chancho de principal, mata noms grit Pantacha cuando el rejonero ya iba por el centro de la plaza.Volteamos la cara para mirar a don Vilkas: estaba rabioso.Qu dices tayta! le habl Pantacha.Principal es respeto, makta cornetero!Pero chancho de principal tambin orina en las calles y en la puerta de la iglesia.Despus de esto le dimos la espalda al viejo de Orkotuna.Pantacha levant su corneta y empez a tocar una tonada de las punas. De vez en cuando noms Pantacha se acordaba de sus tonadas de Wanakupampa. Por las noches en su choza, hacia llorar en su cometa la msica de los comuneros que viven en las altas llanuras. En el silencio de la oscuridad esas tonadas llegaban a los odos, como los vientos fros que corretean en los pajonales; las mujercitas paraban de conversar y escuchaban calladas la msica de las punas.Parece que estamos en nuestra estancia de Koani deca tambin la mujer de don Braulio.Ahora, en la plaza del pueblo, desde el corredor lleno de gente, la corneta sonaba de otro modo: junto a la alegra del cielo, la msica de las punas no entristeca, pareca ms bien msica de forastero.Pantacha toca bien puna estilo dijo don Vilkas.Es pues nacido en Wanaku, Los wanakupampas tocan su corneta en las maanas y atardeciendo, para animar a las ovejas y a las llamas.Los wanakus son buenos comuneros.Pantacha toc largo rato.Despus puso el cuerno sobre sus rodillas y recorri con la mirada las faldas de las montaas que rodean a San Juan. Ya no haba pasto en los cerros; slo los arbustos secos, pardos y sin hojas, daban a los falderos cierto aire de vegetacin y de monte.As blanco est la chacrita de los pobres de Tile, de Sano y de todas partes. La rabia de don Braulio es causante, Taytacha[footnoteRef:6] no hace nada, nio Ernesto. [6: Dios, Jesucristo.]

Verdad. El maz de don Braulio, de don Antonio, de doa Juana est gordo, verdecito est, hasta barro hay en el suelo. Y de los comuneros? Seco, agachadito, umpu (endeble); casi no se mueve ya ni con el viento.Don Braulio es ladrn, nio!Don Braulio?Ms todava que el atok (zorro).Se hizo rabioso el hablar de Pantalen.Algunos escoleros que estaban cerca, oyeron nuestra convenacin. Bernaco se vino junto a nosotros.Don Braulio es ladrn, Pantacha? pregunt, medio asustado.Ramoncha, el chistoso, se par frente al cornetero mostrndonos su barriga de tambor.Robando le has encontrado?Los dos estaban miedosos; disimuladamente le miraban al viejo Vilkas.Dnde hace plata don Braulio? De los comuneros pues les saca, se roba el agua; se lleva de frente, de hombre, los animales de los "endios. Don Braulio es hambriento como galgo.Bernaco se sent a mi lado y me dijo al odo:Este Pantacha ha regresado molestoso de la costa. Dice todos los principales son ladrones.Seguro es cierto, Bernaco. Pantacha sabe.Al ver a Bankucha y Bernaco sentados junto al cor-netero, todos los maktillos se reunieron poco a poco en nuestro sitio.Pantacha. nos mir uno a uno; en sus ojos alumbraba el cario.Maktillos! Maktillos!Levant su corneta y comenz a tocar el wayno que cantan los sanjuanes en el escarbe de la acequia grande de Kocha.En los ojos de los cholillos se notaba el enternecimiento que sentan por Pantalen; le miraban como a hermano grande, como al dueo del corazn de todos los escoleros del pueblo.Por Pantaleoncha yo me hara destripar con el barroso de doa Juana. Y t, nio Ernesto?T eres maula, Ramn; t lloraras noms como becerro encorralado.Jajayllas![footnoteRef:7] [7: Interjeccin de burla, de orgullo.]

Al ver la risa en su cara de sapo panzudo, todos los escoleros, olvidndonos del viejo, llenamos el corredor a carcajadas.Ramoncha daba vueltas, sobre un taln, agarrndose su barriga de hombre viejo.Ramoncha! Wiksa!Slo el viejo no se rea; su cara segua agestada, como si en el corredor apestase un perro muerto.Los comuneros de Tinki se anunciaron desde la cumbre del Kanrara. Parados sobre una piedra que mira al pueblo desde el abra, gritaron los tinkis imitando el relincho del potro.Tinkikuna! Tinkikuna!Corearon los escoleros. Todos los indios se levantaron del poyo y se acercaron al filo del corredor para hacerse ver con los tinkis.Sopl el cuerno con todas sus fuerzas para que oyeran los comuneros, desde el Kanrara.Hasta Puquio habr llegado eso dijo Ramoncha, hacindose ei asustadizo.Seguro hasta Nazca se habr odo y me re.Los tinkis saltaron de la piedra al camino y empezaron a bajar el cerro a galope. Por ratos, se paraban sobre las piedras ms grandes y le gritaban al pueblo. Las quebradas de Viseca y Akola contestaban desde lejos el relincho de los comuneros.Viseca grita ms fuerte.Claro pues! Viseca es quebrada padre; el tayta Chitulla es su patrn; de Akola es Kanrara noms.Kanrara? Tayta Kanrara le gana a Chitulla, ms rabioso es.Verdad. Punta es su cabeza, como rejn de don Crdova.Y Chitulla? A su barriga seguro entran cuatro Kanraras.Los indios miraban a uno y otro cerro, los comparaban, serios, como si estuvieran viendo a dos hombres.Las dos montaas estn una frente a otra, separadas por el ro Viseca. El riachuelo Akola quiebra al Kanrara por un costado, por el otro se levanta casi de repente despus de una lomada larga y baja. Mirado de lejos, el tayta Kanrara tiene una expresin molesta.Al ro Viseca le resondra para que no cante fuerte dicen los comuneros de San Juan.Chitulla es un cerro ancho y elevado, sus faldas suaves estn cubiertas de tayales y espinos; a distancia se le ve negro, como una hinchazn de la cordillera. Su aspecto no es imponente, parece ms bien tranquilo.Los indios sanjuanes dicen que los dos cerros son rivales y que en las noches oscuras, bajan hasta la ribera del Viseca y se hondean ahi, de orilla o orilla.Los tinkis entraron por la esquina de la iglesia. Venan solos, sin sus mujeres. Avanzaron por el medio de la plaza, hacia el corredor de la escuela. Eran como cien; todos vestidos de cordellate azul; sus sombreros blancos y grandes y sus ojotas lanudas, se movan acompasadamente.Tinkis, de verdad comuneros! dijo el cornetero.Don Vilkas despreciaba a los tinkis; al verlos en la plaza, levant su cabeza, jactancioso, pero los sigui con la mirada hasta que llegaron al corredor; les tena miedo, porque eran unidos y porque su varayok, cabo licenciado, no respetaba mucho a los mistis.Don Wallpa, varayok de los tinkis, subi primero las gradas.Buenos das taytakuna, mamakunasalud.Se acerc a don Vilkas y le dio la mano; despus vino donde el cornetero, los dos se abrazaron.Don Wallpa, taytay!Makta Pantacha!De tiempo has regresado de la costa.Seis meses, tayta.Los dos tinkis hicieron lo mismo que don Wallpa; saludaron a todos, le dieron la mano a don Vilkas y abrazaron a Pantalen.Al poco rato los escoleros y el msico nos vimos rodeados de los tinkis. Yo mir una a una las caras de los comuneros: todos eran feos, sus ojos eran amarillosos, su piel sucia y quemada por el fro, el cabello largo y sudoso; casi todos estaban rotosos, sus lokos (sombreros) dejaban ver los pelos de la coronilla y las ojotas de la mayora estaban huecas por la planta, slo el correaje y los ribetes eran lanudos. Pero tenan mejor expresin que los sanjuanes, no parecan muy abatidos, conversaban en voz alta ton Pantalen y se rean.Los escoleros se fueron, uno por uno, de nuestro grupo; varios se subieron a los pilares blancos; otros empezaron a jugar en la plaza. En medio de los tinkis ms que nunca me gust la plaza, la tor recita blanca, el eucalipto grande del pueblo. Sent que mi cario por los comuneros se adentraba mis en mi vida; me pareca que yo tambin era tinki, que tena corazn de comunero, que haba vivido siempre en la puna, sobre las pampas de ischu[footnoteRef:8]. [8: Paja dura de las regiones altas.]

Bernaco, te gustara ser linki?Claro! Tinki es hombre.Pantalen tambin pareca satisfecho conversando con los tinkis, sus ojos estaban alegres. Primero habl de Nazca; de los carros, de las tiendas, y despus de los patronos, abusivos en todas partes.No ves? De otro modo ha regresado el Pantacha, est rabioso para los platudos me dijo a la oreja el dansak (bailarn) Bernaco.Acaso? En la costa tambin, el agua se agarran los principales noms; los arrendatarios lucaninos, wallhuinos, nazqueos, al ltimo ya riegan, junto con los que tienen dos, tres chacritas; como de caridad le dan un poquito, y sus terrenos estn con sed de ao en ao. Pero principales de Nazca son ms platudos; uno solo puede comprar a San Juan con todos sus maizales, sus alfalfares y su ganado. Casi gringos noms son todos, carajeros, como a Taytacha de iglesia se hacen respetar con sus peones.Verdad. As son nazcas dijo el varayok Wallpa.Como en todas partes en Nazca tambin los principales abusan de los jornaleros sigui Pantaleoncha. Se roban de hombre el trabajo de los comuneros que van de los pueblos: San Juan, Chipau, Santiago, Wallwa. Seis, ocho meses, le amarran en las haciendas, le retienen sus jornales; temblando con terciana le meten en los caaverales, a los algodonales. Despus le tiran dos, tres soles a la cara, como gran cosa. Acaso? Ni para remedio alcanza la plata que dan los principales. De regreso, en Galeraspampa, en Tullutaka, en todo el camino se derrama la gente; como criaturitas, tiritando, se mueren los andamarkas, los chillkes, los sondondinos. Ah noms se quedan, con un montn de piedra sobre la barriga. Qu dicen sanjuankunas?Carago! Mitis son como tigre!Comuneros son para morir como perro!Sanjuanes y tinkis se malograron. Rabiosos, se miraban unos a otros, como preguntndose. Los ojos de Pantacha tenan el mirar con que en el warktay[footnoteRef:9] hacan asustar a todos los indios badulaques de San Juan; brillaban de otra manera. [9: Lucha a zurriago entre solteros, en carnavales.]

Todos los comuneros se reunieron junto a la puerta de la crcel para or a Pantaleoncha: eran como doscientos. Don Vilkas y don Inocencio conversaban en otro lado; el viejo se haca c! disimulado; pero estaba all para or, y contrselo despus todo al principal.El cornetero subi al poyo del corredor; les mir en los ojos a todos los comuneros, estaban como asustados,Pero comunkuna somos tanto, tanto; principales dos, tres noms hay. En otra parte dice, comuneros se han alzado; de afuera a dentro, como a gatos noms, los han apretado a los platudos. Qu dicen comunkuna?Los sanjuanes se pusieron asustadizos, los tinkis tambin. Pantactia hablaba de alzamiento, ellos tenan miedo a eso, acordndose de los chavias. Los chavias botaron ocho leguas de cercos que don Pedro mand hacer en tierras de la comunidad; lo corretearon a don Pedro para matarlo. Pero despus vinieron soldados a Chavia y abalearon a los comuneros con sus viejos y sus criaturas; algunos que se fueron a las alturas no-ms se escaparon. Eran como mujer los sanjuanes, le teman al alzamiento.Nunca en la plaza de San Juan, un comunero habla hablado contra los principales. Los domingos se reunan en el corredor de la crcel, pedan agua lloriqueando y despus se regresaban; si no conseguan turno, se iban con todo el amargo en el corazn, pensando que sus maizalitos se secaran de una vez en esa semana, Pero este domingo Pan tacha gritoneaba fuerte contra los mis-tis, delante de don Vilkas resondraba a los principales.Principales para robar nonis son, para reunir plata, haciendo llorar a gente grande como a criaturitas! Vamos matar a principales, como a puma ladrn!Al principio don Vilkas disimul, junto con don Inocencio; pero al ltimo, oyendo a Pantacha hablar de los mistis sanjuanes, se vino apurado donde los comuneros, mir rabioso al cornetero y grit con voz de perro nazqueo:Pantacha! Silencio! Principal es respeto!Su hablar rabioso asust a los sanjuanes. Pero el makta levant ms la cabeza.Taytay, como novillo viejo eres, ya no sirves!Don Vilkas empez a empujar a os indios para llegar hasta donde estaba el Pantacha.Carago, allko! (perro).Don Inocencio le rog, jalndole del poncho:Dejay don Vilkas; Pantacha es hablador noms.Te voy a faltar, tayta le grit el cornetero.Al or la amenaza de Pantalen, don Inocencio sujet al viejo.No enrabies don Vilkas, por gusto!Oyendo la bulla, algunos comuneros y las mujeres, que estaban en los otros corredores, se vinieron junto a la puerta de la crcel, para ver la pelea.Hombres y mujeres hablaban fuerte.Viejo es respeto! decan la mayor parte de las mujercitas.Machu? Don Vilkas es abusivo. Acaso? Endio noms es, igual a sanjuanea grit, desafiando, donWallpa, varayok de Tinki, viejo como don Vilkas.Wallpa! i Maula Wallpa!Don Vilkas se par, desafiante, mirando de frente al varayok de Tinki.S quieres, solo a solo, como toros en la plaza habl don Wallpa.Anda tayta, cajale en la barriga le dijeron los tnkis a su autoridad.Don Wallpa se quit el poncho, lo tir sobre sus comuneros y sali a la plaza. Se cuadr all como toro padrillo.Yaque, don Vilkas!Le llam con la mano.Poro las mujercitas sujetaron al viejo. Si no, el wa-rayok le hubiera hecho gritar como a gallo cabestro.Pantacha se ri fuerte, mirando a don Vilkas.Jajayllas!Se puso el cuerno a la boca y toc el wayno chistoso de los wanakupampas:Akakllo de los pedregales,bullero pajarito de las peas;no me engaes akakllo.Akakllo pretencioso,misti ingeniero, te dicenJajayllas akakllo!mustrame tu barrenojajayllas akakllo!mustrame tus papeles.El viejo Vilkas se enrabi de veras, bot a las mujeres que le atajaban y sali a la plaza; pero no fue a pelear con don Wallpa, ni resondr a Pantacha, sigui de frente, hacia la esquina de don Eustaquio. Casi del centro de la plaza volte la cabeza para mirar a los comuneros, y grit:Vers con don Braulio!Jajayllas novillo!El viejo lleg casi corriendo a la esquina de don Eustaquio, y torci despus a la calle de don Braulio, principal de San Juan.Don Vilkas subi otra vez al corredor.Maula! Para lamer a don Braulio noms sirve habl el varayok.Pero los sanjuanes ya estaban miedosos; se separaron de los tinkis y se fueron con don Inocencio a otro corredor.Sanjuanea son como don Vlkas: maulas! le dije al dansnk Bernaco.Con las balitas que don Braulio echa por las noches en las esquinas, estn amujerados. Vamos a ver qu dice el sacristn. Disimulando, nos acercamos al corredor de los sanjuanes. El sacristn estaba asustado, a cada rato miraba la esquina de don Eustaquio.Los sanjuanea conversaban, miedosos; como queriendo ocultarse unos tras de otros, se juntaban alrededor del sacristn Inocencio, pidiendo consejo.Sanjuankuna! habl don Inocencio. Don Braulio tiene harta plata, todos los cerros, las pampas, es de l. Si entra nuestra vaquita en su potrero, le seca de hambre en su corral; a nosotros tambin nos latiguea, si quiere. Vamos defender ms bien a don Braulio. Pantacha es cornetero noms, no vale. Sigoro!No sirve contra don Braulio.Los sanjuanes eran como gallo forastero, romo vizcacha de la puna: cuando el principal gritaba, cuando ajeaba fuerte y reventaba su balita en la plaza, sanjuanes no haban, por todas partes escapaban, como chanchos cerriles.Los comuneros estaban separados ahora en dos bandos: los sanjuanes con don Inocencio y los tinkis con Pantalen y don Wallpa. Los sanjuanes eran ms.Los tinkis hablaban en la puerta de la crcel, formando grupo.Vamos a contarle a Pan tacha lo que ha dicho don Inocencio dije.Vamos,Nos encaminamos con Bemaco hacia el corredor de la crcel.Cuando estuvimos atravesando la esquina, sali a la plaza, por la puerta del coso, don Pascual, repartidor cic semana.Don Pascual! -grit Bernaco.Don Pascual!Todos los indios hablaron alto el nombre del repartidor.Pantacha le hizo sea con la corneta a don Pascual. El semanero se fue derecho al corredor de los tinkis.Los sanjuanes corrieron otra vez hacia el corredor de la crcel, para hablar con el semanero; dejaron solo al sacristn.Los comuneros de todo el distrito se apretaron rodeando a don Pascual.Sanjuankuna, ayalaykuna, tinkikuna o la voz de Pantaloncha, don Pascual va dar kocha[footnoteRef:10] agua a necesitados. Seguro don Braulio rabia; pero don Pascual es primero. Qu dicen? [10: Estanque, laguna.]

De un rato, Pascual subi al poyo.Con msico Pantacha hemos entendido. Esta semana kocha agua va a llevar don Anto, la viuda Juana, don Jess, don Patricio... Don Braulio seguro carajea. Pero una vez siquiera, pobre va agarrar agua una semana. Principales tienen plata, pobre necesita ms sus papalitos, sus maizalitos... Tayta Inti (sol) le hace correr a la lluvia; kocha agua noms ya hay para regar: kocha va a llenar esta vez para comuneros.El hablar de don Pascual no era rabioso como el de Pantacha; pareca ms bien humilde, rogaba para que los comuneros se levantasen contra don Braulio.Est bien don Pascual!Est bien!Contestaron primero los tinkis.Don Pascual, reparte segn tu conciencia.Don Saksa, de Aylay, habl primero por los sanjuanes.Segn tu conciencia, tayta!Segn tu conciencia!Don Braulio abusa de comuneros. Comunidad vamos hacernos respetar. Para endios va ser kocha agua!Los sanjuanes no se asustaban con el hablar de don Pascual; le miraban tranquilo, parecan carneros mirando a su dueo.No hay miedo sanjuankuna! grit el makta Pantacha. A mujer noms le asusta el revlver de don Braulio.Seguro don Braulio carajea. Acaso? Vamos esperar; aqu en su delante voy dar agua a comuneros...Los maktas se miraron, consultndose. Recin entendan por qu Pantacha, don Wallpa, don Pascual, se levantaban contra el principal, contra don Vilkas y don Inocencio.Verdad compadre: en nuestro pueblo, dos, tres mistis noms hay; nosotros, tantos, tantos... Ellos igual a comuneros gentes son, con ojos, boca, barriga. Kocha agua para comuneros!Acaso? Mama-allpa (madre tierra) bota agua, igual para todos.Los sanjuanes tambin se hicieron los decididos. De tres en tres, de cuatro en cuatro, se juntaron los comuneros. Pantacha y don Pascual, uno a uno les hablaban, para hacer respetar al repartidor.La comunidad de San Juan estaba para pelear con el principal del pueblo, Braulio Flix.Los domingos en la maana los mistis iban a buscar a don Braulio en su casa. Le esperaban en el patio, dos, tres horas, hasta que el principal se levantaba. Junto a una pared haba varios troncos viejos de eucalipto; sentados sobre esos palos se soleaban los mutis mientras don Braulio acababa de dormir. El principal no tena hora para levantarse; a veces sala de su cuarto a las siete, otras veces a las nueve y a las diez tambin; por eso los mistis se iban a visitarle segn su alma; unos eran ms pegajosos, ms sucios, y tempranito estaban ya en el patio para hacerse ver por los sirvientes de don Braulio; otros, de miedo noms iban, para que el principal no les tomase a mal; llegaban ms tarde, cuando el sol ya estaba alto; otros calculaban la hora en que don Braulio iba a salir para convidar el trago a los sanjuanes, por borrachos noms cortejaban al principal.Los domingos, don Braulio se desayunaba con aguardiente en la tienda de don Heraclio: la tiendecita de don Heraclio est en la misma calle del principal. Como loco, don Braulio haca tomar caazo a uno y a otro, se rea de los mistis sanjuanes, les hacia emborrachar y les mandaba cantar waynos sucios. Hasta media calle sala don Braulio, rindose a gritos:Buena don Cayetano! Don Federico, buena!Los mistis borrachos se sacaban el pantaln; se peleaban; golpeaban por gusto sus cabezas sobre el mostrador.Al medioda, don Braulio iba al corredor de la crcel para la reparticin del agua: los mistis le seguan. De vez en vez, el principal se mareaba mucho y no se acordaba del reparto. Entonces don Inocencio, sacristn de la iglesia, hacia tocar la campana a as dos o tres de la tarde; al or la campana, don Braulio, segn su humor, se quedaba callado, o si no, saltaba a la calle y echando ajos iba al corredor de la crcel. Fueteaba a cualquiera, encerraba en la crcel a dos o tres comuneros y reventaba tiros en el corredor. Todos los mistis y los indios escapaban de la plaza; los borrachos se arrastraban a los rincones. El corredor quedaba en silencio; don Braulio hacia retumbar la plaza con su risa y despus se iba a dormir. Don Braulio era como dueo de San Juan.Seguro este domingo el principal estaba mareado, y por eso no vena. Don Vilkas, don Inocencio, de miedo se habran quedado en la puerta de la tienda, esperando la voluntad del principal.Ya era tarde. El tayta Inti quemaba al mundo. Las piedras de la mina Ventanilla brillaban como espejitos; las lomas, los falderos, las quebradas se achicharraban con el calor. Pareca que el sol estaba quemando el corazn de los cerros; que estaban secando para siempre los ojos de la tierra. A ratos se moran los kerkales y las retamas de los montes, se agachaban humildes los grandes molles y los sauces cabezones de las acequias. Los pajaritos del cementerio[footnoteRef:11] se callaron, los comuneros tambin, de tanto hablar, se quedaron dormidos, Pan tacha, Pascual, don Wallpa, vean, serios, el camino, a Puquio que culebreaba sobre el lomo del cerro Ventanilla. [11: Huerta que, en muchas aldeas de la sierra, rodea a la iglesia.]

El tayta Inti quera, seguro, la muerte de la tierra, miraba de frente, con todas sus fuer/as. Su rabia haca arder al mundo y haca llorar a los hombres.El blanqueo de la torre y de la iglesia reventaba en luz blanca. La plaza era como horno, y en su centro, el eucalipto grande del pueblo aguantaba el calor sin moverse, sin hacer bulla. No haba ya ni aire; parado estaba todo, aplastado, amarillo.El cielo se rea desde lo alto, azul como el ojo de las nias, pareca gozoso mirando los falderos terrosos, la cabeza pelada de las montaas, la arena de los riachuelos resecos. Su alegra chocaba con nuestros ojos, llegaba a nuestro adentro como risa de enemigo.Tayta Inti, ya no sirves! habl don Saksa, de Ayalay. En todo el corredor se oy su voz de viejo, triste, cansada por el Inti rabioso.Ayarachicha! Ayarachi![footnoteRef:12] [12: Msica fnebre.]

Pantacha se par en el canto del corredor, mirando ojo a ojo al Inti tayta; y sopl bien fuerte la corneta de los wanakupampas. Ahora s, la tonada entraba en el nimo de los comuneros, como si fuera el hablar di: sus sufrimientos. Desde la plaza caldeada, en esa quebrada ardiendo, el ayarachi suba at celo, se iba lejos, lamiendo los kerkales y los montes resecos, llevndose a todas partes el amargo de los comuneros malogrados por el Inti rabioso y por el principal maldecido.Pantalen ruega a Taytacha Dios para que le resondre al Inti.De repente, don Braulio entr a la plaza. Los mistis sanjuanes venan en tropa, junto al principal.Vicenticha, hijo del sacristn, corri a la torre, para tocar la campana grande. Comuneros y mujeres se pararon en todos los corredores. Como si hubiera entrado un toro bravo a la plaza, de todas partes, la gente corri a la puerta de la crcel; parecan hambrientos.Sanjuankuna, pobrecitos! habl don Saksa.Don Wallpa, Pascual, Pantacha, se reunieron.Rato se ha esperado don Vilkas, sentado como perro en la puerta de don Heraclio.Don Inocencio tambin.Principal cuando toma, no hace caso.Los tinkis se juntaron alrededor de don Wallpa; los sanjuanes, callados, sin llamarse, se entroparon en otro lado.No hay confianza; comuneros no van parar bien dijo Pantacha, mirando a la gente separarse en dos bandos.Comunkuna! grit kocha agua para en dios! Voltearon la cabeza los sanjuanes para mirar al makta; no haba hombra en sus ojos; como carnero triste eran todos; los tinkis tampoco parecan muy seguros.Don Pascual, firme vas a parar contra el principal; seguro carajeo.Acaso? como tayta Kanrara voy a parar: don Anto, don Jess, don Patricio, don Roso...La campana del pueblo son fuerte. Ahora la plaza pareca de fiesta. Hulla en todas partes, sol blanco, cielo limpio, campanas; slo el nimo no era para alegra, los comuneros miraban la tropa de los mistis, recelando.Don Pascual, Wallpa y Pantalen, se pararon a un costado de la mesa, mirando la esquina de don Eustaquio; los san Juanes en el lado de la crcel, sus mujeres tras de ellos y los tinkis junto a la puerta de la escuela; los escoleros trepados en los pilares de piedra blanca.Don Braulio ya estaba chispo; vena pateando las piedrecitas del suelo; su pauelo del cuello con el nudo junto al cogote; y el sombrero puesto a la pedrada. Tena las manos en los bolsillos del pantaln y la hebilla de su cinturn brillaba; a un lado se vea la funda del revlver. Rojo, como pavo nazqueo, vena apurado, para despachar pronto. Los otros principales, seguro estaban borrachos; don Cayetano Rosas andaba tambalendose.En medio de la plaza, junto al eucalipto, don Cayetano grit:Que viva don Braulio!Que viva! le contestaron todos; don Braulio tambin.Al ltimo, ocultndose, venan don Inocencio, sacristn del pueblo, y don Vilkas.Junto a mi pilar estaba el dansak Bernaco.Estoy asustadizo, capaz hay pelea nio Ernesto.Seguro hay pelea Bernaco; Pascual y Pantacha estn molestosos.Pero Pantacha est valiente.Mrale a don Braulio. Seguro hay pelea. Capaz don Braulio ha trado su revolvercito.No digas, nio Ernesto! Don Braulio revolvea noms, es como loco.Don Braulio subi las gradas del corredor.Buenos das, taytay! saludaron todos los comuneros al principal del pueblo.Buenos das contest don Braulio. Derecho se fue junto a la mesa; se par con la espalda a la pared; los mistis, don Vilkas y don Inocencio, se arrimaron a su lado.Los indios miraban a don Braulio; unos asustadizos, con ojos brillantes, otros tranquilos, algunos rabiando. Pantacha se acomod bien la correa que sujetaba el cuerno sobre su espalda; en su cara haba como fiebre Don Braulio pareca chancho pensativo; miraba el suelo con las manos atrs; curvo, me mostraba su cogote rojo, lleno de pelos rubios.Don Braulio me haca saltar el corazn de pura rabia!Silencio se hizo en toda la plaza. El eucalipto del centro de la plaza pareca sudar y miraba humilde al cielo.Semanero Pascual, kallary! (comienza) orden el principal.Don Pascual salt sobre la mesa; desde lo alto mir al cornetero, a don Wallpa, a don Saksa, y despus a los comuneros.Kallary!Lunes para don Enrique, don Heracleo; martes para don Anto, viuda Juana, don Patricio; mircoles para don Pedro, don Roso, don Jos, don Pablo; jueves para...Como si le hubieran latigueado en la espalda se enderez el principal sus cejas se levantaron parecido a la cresta de los gallos peleadores; y desde adentro de sus ojos apuntaba la rabia.Viernes para don Saksa, don Waman...Pascualcha; silencio! grit don Braulio.Los comuneros de don Saksa se asustaron, movieron sus cabezas, se acomodaron para correr ah mismo; los tinkis ms bien pararon firmes.Don Braulio, kocha agua es para necesitados!No hay dueo para agua! grit Pantacha.Comunkuna es primero! habl don Wallpa.El principal sac su arma.Fuera, carajo, fuera!Los sanjuanes se empujaban atrs, se caan del corredor a la plaza. Las mujeres corrieron primero arrastrando sus rebozas.Dos, tres balas sonaron en el corredor. Los principales; don Inocencio, don Vilkas, se entroparon con don Braulio. Los san Juanes se escaparen por todas partes; no volteaban siquiera, corran como perseguidos por ios toros bravos de Koani; las mujeres chillaban en la plaza; los escoleros saltaron de los pilares; los de Ayalay se atracaban en la puerta del coso, queran entrar de cuatro en cuatro, de ocho en ocho. Pantacha gritaba como diablo:Kutirimuychic maktakuna! (Volved hombres, volved!).En vano; los comuneros se perdan en las esquinas, en las puertas. Algunos tinkis noms quedaron en el corredor, serios, tiesos, como los pilares de piedra blanca.Don Antonio tambin haba trado su revlver, seguro le prest don Braulio; estir su brazo el alcalde y le ech dos tiros ms al aire. Los ltimos sanjuanes que sacaban su cabeza por las esquinas se ocultaron.Don Pascual se baj callado de la mesa al suelo.Principales y comuneros se miraron ojo a ojo, separados por la mesa. Don Braulio pareca de verdad loco; sus ojos miraban de otra manera, derechos a Pan-tacha; venenosos eran, entraban hasta el corazn y lo ensuciaban. Tras del principal, los mistis y don Vilkas esperaban temblando.Carago! Sua! (Ladrn!) grit el makta. Mata noms, en mi pecho, en mi cabeza.Levant alto su corneta. Como el sol de medioda su mirar quemaba, rajaba los ojos. Brinc sobre el misti maldecido... Don Braulio solt una bala y el makta cornetero cay de barriga sobre la piedra.A la crcel!Como baldeados con sangre, don Pascual, don Wallpa y los tinkis, cerraron los ojos. Se acobardaron; ya no valan, ya no servan, se malograron de repente; se ahumildaron, como gallo forastero, como novillo chusco; ah noms se quedaron, mirando el suelo.A la crcel wanakus! mand don Braulio con hablar de asesino.Don Vilkas abri la puerta de la crcel era carcelero como chascha (perro pequeo), temblando, don Wallpa entr primero; Pascual pareca viuda en desgracia, mirando el suelo, humilde, derecho se fue tras el varayok.Los dems carneros, a sus punas. Fuera!Se escaparon los tinkis; ganndose unos a otros, recelosos todava, volteaban la cabeza de rato en rato.En la plaza se hizo silencio; nadie haba. En un rato se acabaron la bulla, las rabias, los comuneros; se acab Pantacha, el makta de corazn, el makta valiente. Los mistis tambin se callaron mirando a Pantalen, tumbado en el suelo, como padrillo rejoneado. Don Vilkas y don Inocencio, parados en la puerta de la crcel, tenan miedo, no podan ir a ver la sangre del msico.Cirrenlo en la crcel hasta la noche mand don Braulio.No podan, don Inocencio, don Vilkas,Indios arrstrenlo!Por gusto mandaba, como a fantasma le teman.Nu taytay, nu taytay!Le rogaban con hablar de criaturitas.Usted, don Cayetano.Claro! Yo s!El viejo borracho se acerc al cornetero; de una pierna empez a jalarle,Caray! En la cabeza haba sido.Viendo arrastrar al Pantacha, me enrabi hasta el alma.Wikuero allko! (Perro cazador de vicuas) le grit a don Braulio.Salt al corredor. Hombre me crea, verdadero hombre, igual a Pantacha. El arma del auki Kanrara me entr seguro al cuerpo; no aguantaba lo grande de mi rabia. Queran reventarse, mi pecho, mis venas, mis ojos.Don Braulio, don Cayetano, don Antonio... me miraron noms; sus ojos, como vidrios redonditos, no se movan.Suakuna! (Ladrones) les grit.Levant del suelo la corneta de Pantacha, y como wikullo la tir sobre la cabeza del principal Ah mismo le chorre sangre de la frente, hasta llegar al suelo. Buena mano de maktillo!Los principales acorralaron a su papacito, para atenderlo.Taytay, murete; perro eres, para morder a comuneros noms sirves! le dije.Balas, carajo, ms balas!En vano gritaba; el fierro de la corneta le mordi en la frente, y su sangre corra, negra, como de culebra.Don Antonio; mtelo!Rogaba por gusto, su hablar ya no era de hombre; su sangre le acobardaba como a las mujeres.Taytacha, acbale de una vez, para morder no-ms sirve!Mir la fachada blanca de la iglesia.Jajayllas! Taytacha Dios no haba. Mentira es: Taytacha Dios no hay.Don Antonio me hizo sea con el pie para que escapara. Me quera el alcalde, porque era amiguero de sus hijos.Mtelo, don Antonio! rog don Braulio otra vez.La voz del principal me gustaba ahora; me hubiera quedado; su gritar me quitaba la rabia, me alegraba, la risa quera reventar en mi boca.Murete, taytay, allko!Pero don Antonio pate en el empedrado y despus me apunt con su revlver. Se enfri mi corazn con el miedo; salt del corredor a la plaza; tras de m son la bata de don Antonio.Taytay, Antonio!Al aire abale seguro el Alcalde, para disimular.Los comuneros de Utekpampa son mejores que los sanjuanes y los tinkis de la puna. Indios lisos y propietarios, le hacan correr a don Braulio. Cuando traa soldados de Puquio no ms, el principal se haca el hombre en Utek, atropellaba a los comuneros y haca matar los animales de la pampa, para escarmiento.Slo en la plaza de San Juan era valiente don Braulio, pero llegando a Utek se acababa su rabia y pareca buen principal.Por eso, cuando escap de la plaza, me acord de los maktas utek.Los sanjuanes se haban asegurado en sus casas, chanchos noms encontr en las calles. Las puertas, como en media noche, estaban cerradas.No par hasta llegar al morra de Santa Brbara; de donde se ven la pampa y el pueblito de Utek.Bien abajo, junto al ro Viseca, Utekpampa se tenda, como si fuera una grada en medio del cerro Santa Brbara.Nunca la pampa de Utek es triste; lejos del cielo vive: aunque haya neblina negra, aunque el aguacero haga bulla sobre la tierra. Utekpampa es alegre.Cuando los maizales estn verdes todava, el viento juega con los sembros; mirada desde lejos, la pampa despierta cario en el corazn de los forasteros. Cuando el maz est para cosecharse, todos los comuneros hacen chozas en la cabecera de sus chacras. Las tuyas, los loros y las torcazas ladronas vuelan por bandadas en todo el campo; pasan silbando por encima de los maizales, mostrando sus pechitos amarillos, blancos, verdes; a veces cantan desde los mollales que crecen junto a los cercos. Desde los caminos lejanos Utekpampa se ve llena de humo, como si todo fuera pueblo. Despus de la cosecha, la pampa se llena de anmales grandes; toros, caballos, burros. Los padrillos gritan todo el da, desafindose de lejos; los potros enamorados relinchan y se hacen or en toda la pampa. Utekpampa: indios, mistis, forasteros o no, todos se consuelan, cuando la divisan desde lo alto de las abras, desde los caminos!Utekpampa mama!Igual que los comuneros de Tinki llam a la pampa; como potrillo, relinch desde el morro Santa Brbara; fuerte grit, para hacerme or con los maktas utek. Pero mentira! Viendo lo alegre de la pampa, de los caminos que bajan y suben del pueblito, ms todava creci el amargo en mi corazn. Ya no haba Pantacha, ya no habla don Pascual, ni Wallpa; don Braulio no-ms ya era; con su cabeza rota se parara otra vez, para ajear, patear y escupir en la cara de los comuneros, emborrachndose con lo que robaba de todos los pueblos.Slito, en ese morro seco, esa tarde, llor por los comuneros, por sus chacritas quemadas con el sol, por sus anima] i tos hambrientos. Las lgrimas taparon mis ojos; el cielo limpio, la pampa, los cerros azulejos, temblaban; el Inti, ms grande, ms grande... quemaba al mundo. Me ca, y como en la iglesia, arrodillado sobre las yerbas secas, mirando al tayta Chitulla, le rogu:Tayta: que se mueran los principales de todas partes!Y corr despus, cuesta abajo, a entroparme con los comuneros propietarios de Utekpampa.(1935)