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  • 7/29/2019 Renacer 074

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    Diciembre 1999, n 74, aoxxi

    INDICE Presentacin.02

    Encuentro con P. General...03

    El Futuro de la Congregacin...04

    Encuentro con los Provinciales de Latinoamri-ca......07

    Preparacin Captulo Provincial : reflexiones de lasComunidades ..09

    San Vicente...08

    La Serena..15

    Santa Sofa21

    Los Quillayes22

    Conclusiones Reunin Intercomunitaria de julio99...24

    Noticias.28

    SAN ANTONIO M. ZACCARIA

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    RENACER N 74 PG. 2 RENACER N 74

    En este nmero de RENACER, presentamos una serie de documentosque han servido de base para nuestra reflexin comunitaria e intercomunita-ria y sus respectivas conclusiones en vista al Capitulo Provincial de Enero2000 y al Captulo General de Julio 2000.

    El Captulo General deber dar a toda la Congregacin en general y anuestra Provincia en particular las indicaciones y propuestas concretas demanera que ellas la relancen e impulsen al inicio de aquella primavera

    desde tiempo deseada y todava no aniquilada; propuestas de redefinan,entre otras cosas, que significa ser Clrigo Regular de San Pablo en laIglesia y en la sociedad del tercer milenio, cul sea su rol, sus campos es-

    pecficos de accin, tradicionales y nuevos (Hacia el Captulo del 2000).

    A.- La situacin (por ej.: Escuelas, Pastoral, Vocaciones) determina el mo-

    do de pensar y la apertura hacia el porvenir. Ya no es ms una cuestin de mentalidad a priori acerca de las obras y de los

    mtodos, sino su efectiva actualidad y eficacia en el mundo de hoy.

    B.- La superacin de las divergencias tcnicas y de las actitudes polmicas

    contrapuestas.

    En general, nos pone a todos (con nuestras limitaciones) en una mayor situacinde confianza, corresponsabilidad, de solidaridad en construir o reconstruir, ancon presencia de personas en edad avanzada y/o enfermas.

    Da mayor fuerza al sentido de la Comunidad local y provincial, al vivir ms queal hacer en trminos tangibles (externos), a la calidad de nuestro ser barnabitas.

    Pone en crisis en el viejo mundo (cf. Italia) las escuelas tradicionales y las parro-quias gloriosas frente a las cuales es necesario encontrar alternativas de obras

    y/o de modalidades.

    C.- Ser ms barnabitas hoy, en sentido dinmico.

    PRESENTACION

    ENCUENTRO CON EL P. GENERAL LUIGI VILLA,

    LOS QUILLAYES 22/05/1999

    RESUMEN DE LAS IDEAS MAS SIGNIFICATIVAS

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    Ensanchar los horizontes.

    Ayuda de personal (cmo?). Intercambio de ideas y experiencias.

    Bsqueda de lo esencial. Compromiso de formacin en primer lugar.

    D.- La crisis de ciertas obras no debe bloquear la vida y el apostolado. Ms

    bien, esa crisis requiere: de religiosos ms preparados, que saben renovarse;

    de obras ms sacerdotales y pastorales, en el sentido de la formacin;

    de formacin permanente en la lnea de San Pablo y de San Antonio MaraZaccaria.

    E.- Unidad de formacin y su validez. Espiritualidad barnabita: preparar a los formadores

    Espiritualidad experiencial y pastoral en la que iniciarse con medida y compromiso.

    Sentido y estructuracin del Estudiantado de Roma.

    Conocimiento entre barnabitas en vista de la unidad congregacional.

    F.- Hacia el Captulo General 2000: Los problemas de este perodo y los de

    siempre deben ser mirados en clave: de vocacional y misionera; de revisin crtica propositiva de estos aos; perspectiva hacia el 2000 y los aos sucesivos.

    Para esto: dos subsidios:A. Espiritual, en cuanto barnabitas autnticos;

    B. Normativo-programtico sobre la valoracin de lo que se est viviendoahora.G.- Alguna pista para ser desarrollada:

    Participacin ampliada (2 socio). Contribucin de ideas en perspectiva proyectiva. Examen concreto de la subsidiariedad. El valor de nuestra unidad global y, despus, de nuestra identidad congregacional y

    provincial: qu corresponde a las Provincias y qu corresponde a las Comunidades. Las Provincias de Amrica Latina (y en general las Provincias que presentan un

    nmero reducido de miembros): formas de colaboracin y de fusin.

    H.- Conclusin. El criterio que debe ser garantizado hoy para maana: caminar juntos y en forma

    comn. Conjugar en concreta armona, difcil pero necesaria (es el nico camino), la origina-

    lidad de los individuos y la acogida y apoyo de todos. En lugar de la uniformidad, buscar la convergencias de obras y sensibilidades, en el

    dilogo confiado y en la comprensin del camino que debe llevarse a cabo juntos

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    1. Si el presente esfruto del pasado, el fu-turo ser fruto del pre-

    sente. Esto implica laconfeccin de un pro-yecto. Pero slo pode-mos dar a luz un pro-yecto cuando establezcamos las metasque quiere alcanzar el barnabita del futu-ro, las etapas que deben ser recorridas,respetando las coordenadas del espacio y

    del tiempo. Para nosotros las metas gene-rales deben encontrar sus bases, en lascartas de San Pablo, en el Magisterio de laIglesia y en nuestras Constituciones. Estaltima afirmacin implica, sin duda algu-na, una vuelta a las fuentes. Este retornono puede, por lo dicho, tener un carcterfundamentalista y anclado al pasado, msdebe ser el fruto de una re-lectura y ac-tualizacin que obedezca a la dinmicahistrica. La programacin depender delos recursos humanos y materiales dispo-nibles (cronogramas fsicos y econmicos).El contexto es precisado por el rea que el

    barnabita ocupa en el espacio geogrfico ypor la actividad que ejerce en un determi-nado momento histrico.

    2. Volver a las fuentes, para nosotros, sig-nifica antes que nada, volver a incorporarla espiritualidad de San Pablo, reflejadaen sus Cartas, en nuestra vida cotidiana.No se logra comprender el motivo por elcual hay religiosos barnabitas que buscanotras espiritualidades, por muy loablesque sean. Las Cartas de San Pablo formanparte de la propia Revelacin divina y per-tenecen al conjunto del Nuevo Testamen-

    to. Poseen el sello divino. Cul deberser, pues, el carisma barnabita? Es elmismo del apstol de las naciones. Nues-tro fundador nos dio un ejemplo cuandonos indic a este apstol como el patronode nuestra orden religiosa. Todas nues-tras casas de formacin deberan por con-siguiente, proporcionar a sus religiosos,

    EL FUTURO DE LA CONGREGACIN

    EN DIRECCION AL TERCER MILE-una lectura ac-tualizada de losescritos de estea p s t o l , o

    "segundo funda-dor del cristia-nismo" segnafirmaba Federi-

    co Nietzche.

    3. La meta fundamental, en el mo-

    mento presente, est constituidapor el proyecto de la "Nueva Evan-gelizacin", teniendo a la vista elnuevo milenio en gestacin. Evan-gelizacin significa colocarse en"estado de misin" para anunciar el"misterio de Cristo" en un mundomarcado por la descristianizacin,provocado por el avance de las sec-tas, del atesmo ms prctico queterico, por el islamismo creciente ypor el conjunto de los dolos, sobra-damente conocidos: el poder, el di-

    nero y el sexo.

    4. Tambin la Iglesia militante vive,en este momento, conflictos de in-tereses encontrados: poltica degrupos, indiferentismo, divisiones,contratestimonio de clrigos y defieles, adems de cansancio y des-ilusin (ver Redemptoris missio, n.

    36).

    5. Puede decirse que este contextono es muy diferente al encontradopor San Pablo en sus viajes misio-neros y en sus estadas en Jeru-saln, Antioqua, Corinto, Efeso yRoma. Delante de estas dificultadescomo reaccion el apstol? En lorelativo a la verdad evanglica, noadmita tolerancias. Basta nombrarel conflicto en Antioqua con Pedroy Bernab (Gl 2,11-14), las invecti-vas contra las malas costumbres en

    Para nosotros las metas generales de-ben encontrar sus bases, en las cartasde San Pablo, en el Magisterio de laIglesia y en nuestras Constituciones.

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    Corinto y en Roma (1Cor 5; Rm 1-2) ylos sinsabores reflejados en la 2Cor. Porel resto, pues, se mostraba flexible. Pa-ra l la caridad supera, infinitamente,

    cualquier ley. La autntica evangeliza-cin comienza con el testimonio de lacaridad, de la disponibilidad y de lasimplicidad, sin dejar espacio a vanida-des (1Cor 13,8-12; Rm 13,8-10; Ef 5,1-2; Col 3,14; Gl 6,1-5 et passim). Demodo que la mezquindad, e lcomodismo, el nefasto individualismoburgus, junto con la tibieza vividatambin entre nosotros, contrastan conespritu de San Pablo y el de nuestroFundador.

    6. El primer paso para poder participar

    de la "Nueva evangelizacin" es conver-tirnos dentro de la lnea adoptada por

    San Pablo y por nuestro Fundador.

    7. El segundo paso es verificar la con-sistencia o no de nuestras obras. No so-mos numerosos. Entonces hay urgentenecesidad de la reevaluar los espaciosconsagrados a nuestro apostolado. Diosnos ha dado inteligencia para poder ra-cionalizar nuestras actividades apostli-cas. Hay una distribucin asimtrica delos religiosos en relacin a las obras.Hay obras con poqusimas personas y

    otras donde los efectivos son ms biennumerosos. Adems el miedo a la cirug-a desequilibra la distribucin tanto derecursos humanos como materiales. Elpeso de un cierto regionalismo impideuna correcta aplicacin de los medios a

    los fines. En breve, debemos invertirnuestros recursos humanos y materia-les all donde hay reales necesidades.Debemos ir donde las personas preci-san de nosotros y no permanecer dondeya no hacemos falta o donde se entie-rran los parcos recursos de que dispo-nemos. Esto significa cerrar casas, aun-

    que estn aureoladas por una larga tra-dicin.

    8. El tercer paso que debe darse con-siste en potenciar las nuevas fundacio-

    nes. Ellas sirven, no slo para favorecera gente que carece de nuestros servi-

    cios, sino tambin para revitalizarnosy salir del inmovilismo, anticipo deuna muerte poco gloriosa. Tanto Os-wald Spengler cuanto, en cierto senti-

    do, Toynbee aplicaron el modelo bio-lgico a las naciones y a las institucio-nes: nacimiento, crecimiento, madu-rez, vejez y muerte. A no ser que sevenzan los nuevos desafos que sur-gen como remedio a la vejez y a lamuerte, no tenemos oportunidad de

    sobrevivir.

    9. El cuarto paso consiste en encon-trar factores operativos en la ejecu-cin de las metas propuestas. Estasdeben responder a las siguientes in-

    terrogaciones:

    a) cul es el perfil de barnabita de-

    seado?

    b) qu tipo de formacin debe entre-

    garse en funcin de ese perfil?

    c) qu medios deben usarse y cules

    estn a nuestra disposicin?

    El barnabita es un hombre de vida ac-tiva-contemplativa que ejerce su mi-nisterio en el frente. Bajo el punto devista sociolgico ste trabaja, en gene-ral, pero no exclusivamente, en elcampo de la clase media. En Brasilesta clase est sufriendo un achata-miento que conduce a una crecienteproletarizacin. En esta clase, la fran-ja juvenil es la privilegiada. Esto indi-ca que el barnabita es un apstol delos jvenes. A ellos debe llevarse elanuncio del evangelio, dentro del con-texto en el que viven. Para insertarseen este medio, el barnabita debe es-tar, debidamente, preparado con unaespiritualidad paulina y una cultura

    moderna.

    10. Por cultura se entienden tanto el

    aspecto formativo cuanto la expresinde esta formacin, revelados en el mo-do de vivir y pensar. Estos modos setraducen en el lenguaje, en la ciencia,en la religin, en el arte y en la tcni-

    ca.

    En cierto sentido sera la paideia" y la

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    "humanitas" de los antiguos, acrecentadas por las conquistas de la moderni-dad en el campo de las ciencias, de la filosofa y de la teologa. Queremos, en-tonces, que el barnabita sea culto y promotor de cultura en vista de apro-piarse de un instrumento apostlico para preservar tradiciones an vlidas,

    enfrentar las crisis ocasionadas por las nuevas situaciones y promover una

    renovacin y un sano progreso en la lnea autnticamente paulina.

    11. Para poder alcanzar esta meta, es necesaria una slida preparacin queno se improvisa. Puesto que las posibilidades son numerosas, debemos haceropciones sabias, que no excluyan la audacia pero tampoco la prudencia. De-bemos conocer de antemano cules son las urgencias en el campo apostlicoy con qu aptitudes e intereses podemos contar entre nuestros efectivos.Contando con estos datos, estaremos listos para organizar el currculum for-mativo. Este currculum no puede limitarse sim-plemente a lo necesario para la profesin simple,solemne y la ordenacin sacerdotal, sino que de-be incluir disciplinas para la formacin perma-

    nente. Hoy, ya no hay lugar para currculos ce-rrados en un mundo en permanente transforma-cin. Conviene decir que cualquier currculumprecisa fundamentarse en una cultura generalpara despus desembocar en la especializacin.Esto evita la especializacin precoz que conduce aun cierto desequilibrio y uniformidad cultural ypor otro lado en caer en una pluralidad de cono-cimientos sin una apropiada consistencia, caracterstica tpica de ciertoshombres de negocios ricos en improvisaciones y superficialidades. De esto sederiva la necesidad de un proyecto formativo que tenga la capacidad de res-ponder a las exigencias de los desafos de la hora presente y del futuro prxi-mo, adecuado tanto a la necesidad personal, como a la comunitaria. Si en elorden temporal los profesionales honestos se preparan con el debido ahnco,con mayor razn, los religiosos, debemos prepararnos para entregar lo que lasociedad espera de nosotros y as, tanto por nuestra actitud como por nues-

    tro saber, hacer debidamente creble el evangelio que anunciamos.E. G. Hennings

    Julio de 1999

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    Temas tratados y tareas pendientes que deben ser tomados encuenta en las conversaciones internas a las Provincias(Encuentro Intercomunitario, Captulo provincial, Reuniones Co-

    munitarias).

    1. La calidad de nuestra vida religiosa y,particularmente, la vida y el espritucomunitario.

    2. La cercana a los Cohermanos, la visita

    regular a las Comunidades y su anima-cin.

    3. La justa frecuencia de las ConsultasProvinciales y la asidua comunicacincon Roma.

    4. Las vocaciones y su formacin: luces ysombras en este sector, segn los distintos lugares.

    5. La colaboracin entre las Provincias, especialmente en elcampo de la formacin; las propuestas (que a menudo se es-cuchan) de gradual unificacin.

    6. El envo de los Estudiantes a Roma, y la posibilidad de un

    mejor conocimiento entre todos los barnabitas.7. El personal del que disponemos, las previsiones para los aos

    venideros, la actual situacin al lmite, las posibilidades denuevas fundaciones.

    8. El problema, en cada una de las Provincias, de la integracinentre barnabitas autctonos y los de afuera.

    9. La preparacin espiritual y jurdica para el Captulo Generaldel 2000, especialmente en los Captulos Provinciales y en lasreuniones Intercomunitarias.

    10.La designacin de los candidatos al oficio de Superiores Pro-vinciales.

    11.La eleccin de los socios al Captulo General y la oportunidadde enviar un representante de la nacin en que se est traba-jando.

    12.Fechas que deben ser observadas para cumplir con todas lasobligaciones de cara a la celebracin del Captulo General.

    ENCUENTRO CON LOS PADRES PROVINCIA-LES

    BARNABITAS DE LATINOAMERICA

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    1. Premisa

    La primera observacin que desea-mos hacer es que existe el riesgo de sentirseatrapados en una disyuntiva paralizante:

    a) si el Captulo va a tomar un derro-tero encaminado a elaborar decisio-nes organizativo-administrativas,necesarias a causa de las dificulta-des del momento y del cambio derumbo que muchas actividades pas-torales estn tomando especialmen-te en Europa, se vuelve inspido einerte, sin vuelo e inspiracin;

    b) si profundiza los grandes temas denuestra espiritualidad -tanto los ge-nerales sugeridos por la amplia dis-cusin suscitada por el examen deconciencia de la Iglesia de cara alnuevo milenio, como los ms pecu-liares derivados de la profundiza-cin siempre necesaria de nuestrocarisma e identidad- se pierde enelucubraciones inconcluyentes abo-nando el clima y sensacin de inefi-cacia frente a las decisiones urgen-tes y cuya resolucin es por mu-chos invocada.

    Vale decir: buscaremos el esprituo la eficacia? Al buscar el Espritu tendrntodos los barnabitas, sea cual sea su mbito

    APORTES DE LAS COMUNIDADES

    DE LA PROVINCIA CHILENA

    COMUNIDAD

    SAN ALEJANDRO SAULI

    SAN VICENTE DE T.T.

    de influencia y decisin, suficiente impulsointerior como para volver obras visibles loque el espritu siembra en su corazn?(1)Al determinar decisiones concretas, consta-tables y contables, evitarn los barnabitasreducir su Orden religiosa en una empresams, que slo debe concretar programas ycuadrar balances?

    2. Primeras intuiciones

    a. Una actitud que evita descargarsobre los Captulos, sean ellos ge-nerales, provinciales o incluso lo-cales, esperanzas desbordantes -esesndrome del "deus ex machina"que previamente justifica nuestra

    pereza o nos predispone para dis-parar sobre ... el pianista- es asu-mir conciencia que -al menos- de-

    bo estar consciente de los proble-mas que son mos y acoger la ayu-da externa -aunque quirrgica-cuando la comprensin, compromi-so y accin internas son insuficien-tes o ineficaces.

    b. Las necesidades que tengo no mepueden ser impuestas(2); pero seme pueden imponer soluciones atales necesidades despus de laconstatacin que no puedo alcan-zarlas solo. No lo sugiere slo unanecesaria humildad, sino la inteli-gente conciencia que mi clarivi-dencia puede slo ganar y nada

    perder de las sugerencias o cami-nos nuevos que vienen desde el

    1. Son, por de pronto, muchas las observaciones de la espiritualidad cristiana que acentan esta eficacia comprensiva yactiva de Dios que instala sus criterios en nuestro interior. Veamos: 1Jn 2,27; Jn 14,26; 1Co 3,3; 2Co 5,12; 9,7; Ef6,6; Rm 2,15.29; 6,17; 10,6ss ... Sin embargo los porfiados hechos estn ah para demostrar que podemos vivir sinnuestro "espritu" o en contra de l.

    2. Nadie har por mi el proceso de discernimiento y de acogida que estn en la justificacin de mi consagracin y de la

    forma con la que la llevo a cabo en decisiones ascticas, pastorales ... .

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    amor a mi perfeccin que manifiesten los cohermanos.

    c. No obstaculizar, pero tampoco dilacionar y postergar, la aplicacin de las medidas to-madas, que se acogern como una incuestionable voz de Dios para nuestro tiempo. Lafuerza a las decisiones, ms que la autoridad, la dar la acogida. Entendemos que esta

    intuicin no est exenta de dificultades: no significa que los religiosos pierden su res-ponsabilidad de buscar en primera persona, no comporta desempolvar una obedienciatamquam cadaver, pero -a la vez- requiere apreciar el largo camino de discernimien-to en que todos tuvimos el grado de participacin que nuestra responsabilidad y entre-ga permitieron y no puede cada da se un nuevo partir de la nada ... .

    d. Hay esperanza cobijada en nuestra familia religiosa, tanto en relacin a su capacidadde sealarnos e proporcionarnos caminos de santificacin personal, como en su inne-gable aporte al crecimiento de la Iglesia y del mundo. Esta esperanza no un mero actode voluntarismo, depende de nosotros, de nuestra entrega y de nuestro testimonio. Poreso es necesario no caer en teoricismos ni en pesimismos, que justificaran slo nues-tra abdicacin o nuestro pecado.

    e. Ahondar el cario a la Congregacin. Ella somos nosotros aglutinados por el Espritude Dios. Sus bellezas sern los frutos maduros que el Espritu logr hacer madurar encada religioso; sus fealdades sern las heridas que el Espritu no logr sanar en cadareligioso.

    f. Rescatar la fuerza de la oracin como un ingrediente fecundo en intuiciones espiritua-les y en energas de aplicacin. Ella, en la medida que sea verdadera, nos dar inteli-gencia de la fe y actividad de la voluntad. Ese dilogo con Dios que la oracin suponey fomenta iluminar los caminos y sugerir los pasos para recorrerlos.

    g. Tanto en vistas a la coherencia de nuestra respuesta evanglica, como a la perspectivade promocin vocacional, cmo indicar que los religiosos se comprometan en unatarea animadora que aspira a crear vitalidad eclesial, ms que a agregar socios a la ta-rea? As que no afn por las vocaciones, sino testimonio slido, lmpido y sencillo.Los mega-proyectos han quedado siempre como monumento a la estupidez o al fraca-so.

    3. Algunas sugerencias prcticas en vistas ya al Captulo 2000

    * Liberarse sin nostalgias o ambages de las situaciones y pesos que nos comen el alma,

    el tiempo y el dinero para podernos dedicar de lleno y con serena soltura a lo que valela pena.

    * Que la Curia general -sea cual sea su estructura, ojal no demasiado parecida a la una

    multinacional- acoja su rol de animadora espiritual, que no es tiempo perdido.

    4. Algunos desafos actuales que deberan ocupar nuestro tiempo e inters

    1. Identificacin

    Entre las caractersticas que la Iglesia universal y nuestra Iglesia continental atribuyena la vida religiosa, Puebla la indic como disponible para asumir, dentro de la Iglesia Particu-lar, los puestos de vanguardia evangelizadora(3). En su historia larga en Amrica Latina estacaracterstica se ha manifestado produciendo "intrpidos luchadores por la justicia, evangeliza-dores de la paz"(4), fruto de una entrega absoluta a la causa del Evangelio, de "su amor heroicoa Cristo... En la entrega de estos religiosos a la predicacin e implantacin del Reino de Cristo

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    se refleja, como en un libro viviente, el eco de la confesin del Apstol: Siendo libre de todos,me he hecho esclavo de todos para ganar a los ms que pueda ... Me he hecho dbil con losdbiles para ganar a los dbiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Ytodo esto lo hago por el Evangelio, para ser partcipe del mismo (1Co 9,19.22-23)" y de ah sehace "una cordial invitacin a emular la generosidad y la entrega de los primeros evangeliza-dores" hasta manifestar"la madurez que se alcanza con el don de la propia libertad puesta al

    servicio exclusivo de Dios y de los hermanos"(5). Un mnimo de seriedad sugiere que volva-

    mos a la opcin fundamental: Antes de retomar el camino repetimos nuestra adhesin al pro-yecto del Padre sobre nosotros y, como el Seor Jess, proclamamos con la vida: "Ya estoyaqu para cumplir, oh Dios, tu voluntad" (Heb 10,7)(6). Esta caracterstica propia de los reli-giosos los pone en permanente necesidad de reestructurar su identidad para responder a los de-safos que el mundo hace brotar.

    2. Desafos

    No ser la primera vez que nos encaramos a los desafos que la sociedad nos presentay resulta siempre resbaladizo determinar cules son realmente los desafos que nos solicitan.En este aspecto tambin nos dejaremos guiar por nuestra Iglesia que, entre los muchos posi-

    bles, acenta algunos que estima agudos e imperiosos. Aceptemos que estos desafos existen yall estn retndonos. En un mundo: donde muchos niegan la existencia misma de Dios, noresulta fcil proponer un camino y ordenar la vida confiados en la palabra de ese Dios. En unmundo que se encandila con sus triunfos materiales y tcnicos, es difcil hablar de la fuerza delEspritu, del sacrificio y del encuentro eterno con el Seor. Del mismo modo, en un mundo in-

    justo, cuesta proponer las exigencias del Seor a personas que se aferran a sus intereses; ohablar del rostro paterno de Dios a personas que viven en medio de tanta inhumanidad. De unmodo preferente los que sufren, los ancianos, los enfermos, los que estn solitarios o son se-gregados por la sociedad han de recibir la buena nueva de la salvacin. Su dolor y sus penas

    pueden tener una inmensa fecundidad en este camino de la Cruz hacia la Resurreccin. Hayque recordar que la esperanza no se confunde con el optimismo. Este ltimo es un estado denimo. En cambio la Esperanza surge de la muerte vencida y se debe proclamar precisamentedonde estn los crucificados de la historia. Este es el aporte original del Evangelio: "Ave, Crux,

    Spes unica"(7). Si es cierto que, junto con la palabra y ms que ella, es el testimonio el quearrastra y convence, "Hoy se requiere una renovacin espiritual profunda en la vida religiosa.Tambin en los Institutos Seculares, para que su testimonio pueda expresarse en nuevas expe-riencias consagradas en medio del mundo. Hay una nueva urgencia en la educacin formal einformal, en la salud (enfermos de Sida, alcohlicos, drogadictos, marginados), en el campo dela familia (separaciones, abortos, divorcios, ausencia paterna, abandonos), en el campo social(moral pblica, etc.), que debieran despertar nuevos compromisos de amor consagrado en quie-

    3. CELAM,Documento de Puebla, 771, que cita Pablo VI,Evangelii Nuntiandi, 69. Se precisa que a lo menos hayque despertar la disponibilidad hacia esa vanguardia evangelizadora y que esta postura debe compaginarse con lacomunin fiel con sus Pastores y con su comunidad y en fidelidad al carisma de su fundacin.

    4. Juan Pablo II, Carta Apostlica "Los Caminos del Evangelio"con ocasin del V Centenario de la Evangelizacin

    del Nuevo Mundo (29 de junio de 1990), n. 5. Se CitaPuebla, n 8.

    5. Juan Pablo II, Carta Apostlica Los Caminos del Evangelio, cit., nos 6.12.17. Juan Pablo II, Exhortacinapostlica Vita Consecrata(25 de marzo de 1996) n 3.

    6. cfr. CONGREGAZIONE SUORE DI SANTA MARTA,Itinerari di realizzazione, Roma 1997, p. 5.

    7. CECH,Nueva Evangelizacin para Chile. Orientaciones Pastorales 1991/1994, nos 94-95.

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    nes estn llamados por el Seor a vivir su bautismo de manera ms radical"(8).

    Sigue siendo paradigmtica, particularmente lcida, iluminadora y rica en perspecti-vas la descripcin del estado del hombre en el mundo actual que disea el Concilio Vaticano IIen la Constitucin pastoral Gaudium et spessobre la Iglesia en el mundo actual en los nmeros

    4-10, cuya lectura por de pronto recomendamos.Especialmente destacamos:

    a. las inquietantes e incesantes interrogantes sobre el sentido de la vida presente y futuray la relacin entre una y otra;

    b. las transformaciones operadas por la accin de la inteligencia del hombre que, mien-tras aumentan su podero, tambin fomentan su inseguridad y perplejidad;

    c. la multiplicacin de bienes y su distribucin inicua;

    d. la libertad desaforada y las nuevas esclavitudes;

    e. la puesta en discusin de las tradicionales formas de agregacin;

    f. la purificacin de la vivencia religiosa, junto con el perdurar de antiguas o el surgir de

    nuevas supersticiones.As precisamos los desafos con las interrogantes que nos proporcionan:

    2.1 En un mundo que sufre el permanente asedio de "modas pseudoculturales", incluso enque las propuestas polticas, religiosas, ecolgicas, ticas y estticas se ofrecen a la humanidadcomo productos de un gran supermercado cultural donde cada cual toma lo que le sirve para"armar lo suyo", resulta imperioso mantener viva aquella humana y cristiana capacidad de

    discernimiento, a fin de que la tentacin de "probarlo todo" no llegue a traducirse en incapaci-

    dad para "quedarse con lo bueno" (y agregarlo a nuestro haber).

    2.2 Desafo informtico: el acelerado proceso de incremento de las comunicaciones graciasal desarrollo de la computacin nos hace ilusionarnos con un mundo donde las fronteras se di-luyen. Sin embargo, se trata de un acercamiento tan real como insustancial, es decir, funda-

    mentado no desde el rostro del otro, desde el encuentro interpersonal a travs del cuerpo, sinodesde una vasta red informtica que jams requiere ni interpela, sino que, por el contrario, per-mite la fcil desconexin dejando al otro y a los otros reducidos a meras fuentes (de informa-cin, de dilogo, de diversin, etc.). Cmo proponer un Dios que es esencialmente comuni-dad de personas en un mundo as?

    2.3 La escisin entre Evangelio y culturaa la que aludiese el Papa Pablo VI est lejos deconcluir, por el contrario, pareciese ahondarse. De hecho no son pocos los que piensan que nohemos hecho los esfuerzos suficientes por poner en prctica las propuestas del Concilio Vatica-no II. Y no podemos olvidar que dicho Concilio signific un real y verdadero acercamiento dela Iglesia, y por tanto del Evangelio en cuanto ella es su anunciadora, al mundo actual con susdiversas culturas. Si no rescatamos, pues, al menos el espritu del Concilio no corremos el

    riesgo de deambular por senderos paralelos a los de la cultura actual, que fue precisamente loque pretendi corregir el Concilio? Los espiritualismos "catlicos" y la proliferacin al interiorde la Iglesia de movimientos religiosos de corte tradicionalista junto a la reedicin de una Teo-

    8. CECH,Nueva Evangelizacin para Chile , cit., n 132. Se pueden releer en este sentido las lneas programticasdel Captulo general 1994, especialmente los "Principios inspiradores" a las pp. 5ss.

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    loga fundamentalista por parte de los mismos sectores, no es un botn de muestra de lo quevenimos diciendo?

    Desafo puntual y urgente, en este contexto, lo constituye la cultura juvenil. Aqu valesaber distinguir la esencia de los accidentes al momento de evangelizarla.

    2.4 Educacin. Puesto que somos una Congregacin dedicada en gran parte a la educacinescolar, es necesario clarificarnos los objetivos que perseguimos y sus respectivos medios, o

    bien, rescatar el espritu de los ya probados por aos en calidad y eficiencia, pues no son pocoslos que se preguntan cmo educar y formar a una juventud en la que se da una permanente pug-na entre novedad (venida sobre todo de parte de una cultura secular-moderna) y tradicin(propuesta, entre otras, por la cultura cristiana), entre tecnociencia y fe, entre autonoma

    (querida por Dios) y relativismo moral. Todo esto en un contexto, al menos para nuestra Pro-

    vincia, de "reforma educacional", que pretende entre otras cosas educar para la vida como sinnunca antes se hubiese hecho. No es acaso necesario traducir vida como pragmatismo paraentender aquello de "educacin para la vida"?

    2.5 Articular nuestras respuestas desde Cristo, y ste ledo en y con la Iglesia a fin de evi-tar, hasta donde se pueda, las posiciones, decisiones y prcticas antojadizas. Esto requiere denuestra parte mayor comunin, mayor respeto y un voto de credibilidad en el sano juicio y cri-terio de quienes hemos elegido como guas y animadores.

    2.6 Sociedad narcisista. "Hay una crisis muy grande de nuestras relaciones con los seme-jantes, esto en parte tiene que ver con la economa de mercado donde t vales en funcin de loque eres capaz de producir y vender, en funcin de tu apariencia. Vivimos en un mundo deenormes apariencias"(9). Dicho narcisismo se traduce en franca indiferencia frente a la pobre-za, en apata frente al dolor, en opresin en vez de comunin y en rechazo del abajamiento(pilar fundamental de nuestra fe). La falta de compromiso con el mundo se traduce, incluso, en

    crisis vocacional, pues comprometerse con el mundo significa compromiso con el futuro, y las

    generaciones jvenes no quieren hacerse cargo de ese futuro que les implica vocacionalmente.Es sintomtico el hecho que actualmente la permanencia en la casa paterna se extienda cadavez ms, hasta cerca de los treinta aos. La seguridad del hogar paterno les permite seguir dis-frutando del mundo sin tomrselo realmente en serio.

    3. Las respuestas

    Estos desafos nos sugieren algunas actitudes o compromisos.

    1. El primero, sin duda, el de profundizar nuestra espiritualidad, o sea, cmo ali-

    menta nuestra vida cristiana la oracin que rezamos a diario(10). Es difcil y atrevidosugerir desde fuera las inquietudes y actitudes que debe sugerir nuestro permanenteexamen. Bastara retomar -por ejemplo- la liturgia de la palabra del domingo XVII deltiempo ordinario, ciclo C, que nos pone al frente de la "angustia" de la oracin, esa

    misma que expresa Pablo como no saber qu y cmo pedir(11). As la primera res-puesta ser cultivar nuestra espiritualidad.

    9. DORFMAN A., en: ZERN F.,Desacatos al desencanto, Chile 1997, p. 53

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    2. Animar y levantar, con extremo respeto, las expresiones religiosas de nuestro

    pueblo. "tener especial preocupacin por las diversas expresiones de la religiosidadpopular o piedad popular del pueblo cristiano (santuarios, peregrinaciones, mandas,funerales, visitas a los cementerios, animitas, etc.) procurando descubrir y destacar susvalores as como purificarlas de toda clase de supersticin o sincretismo, para que se-an vividas con el verdadero sentido cristiano y contribuyan ms a la evangeliza-cin"(12).

    3. Ofrecer antdotos a las distintas formas de violencia que impiden una conviven-

    cia justa y pacfica. Sin mucho aparataje la misma superacin en un nivel alto(13) delas pequeas conflictualidades de nuestra convivencia comunitaria sern un aporte in-dudable al despeje del clima de violencia. Con frecuencia no calculamos cunto puedecontribuir a dar un vuelco al rumbo del mundo un pequeo gesto o una humilde deci-sin(14).

    4. "Un amor de preferencia en favor de los que sufren cualquier forma de pobreza o

    privacin, cualquiera sea su condicin. Es una manera de poner en prctica las actitu-des del Buen Samaritano, es decir, lo que Jess realiza en favor de los enfermos, y ensu amor concreto y efectivo por los ms pobres y marginados"(15). Concretamente se

    trata de superar cierto pragmatismo que a veces entra tambin en el contexto pastoraly nos hace virar lejos de los preferidos del Seor. Por cierto estas decisiones no son nifciles ni inmediatamente perspicaces y requieren profundo discernimiento. Lo que nosoportan es la distraccin. Se tratar, adems, de mirar desde ellos, ms que de mirarhacia ellos. Es el sentido, etimolgico y real, de la "compasin" que para el religiosoes con Cristo y con los hermanos.

    5. "Una opcin preferencial por los pecadores, como la que tiene el Padre de los

    cielos (cfr. Lc 15,11-14), que procure conducir a una sincera conversin a los que seencuentran ms alejados del seor y les ayude en el camino de regreso a la casa pater-na, valorando y acogiendo con afecto a los que reconocen y lloran sus pecados"(16),recordando que "No son los sanos los que tienen necesidad de mdico, sino los enfer-mos" (Mt 9,12; Mc 2,17, Lc 5,31: expresin vertida en el contexto de la llamada deMateo/Lev). Los religiosos en forma muy especial estn llamados a manifestar con-

    fianza en el contagio del bien(17) y de la misericordia y vencer as la difundida con-

    10. ALDAZABAL, Jos,La alabanza de las horas. Espiritualidad y pastoral, Dossier CPL 46, Barcelona 19962, p.202.

    11. Cfr. Rm 8,26s. Valga la precisacin que al hablar de angustia no entendemos el temor, sino esa sensacin detener entre manos una potencialidad amplsima y grandiosa que nuestra torpeza puede desperdiciar o no sacarleel provecho esperado, esa misma que -aun rezando mucho y bien- sintieron y sienten los santos desde los aps-toles que hacen la peticin que Jess les ensee a orar (Lc 11,1), a san Juan de la Cruz, a san Antonio M. Zacca-ria ... .

    12. CECH,Nueva Evangelizacin ... , cit., n 144. Sobre el seguimiento espiritual, valedero tambin en circunstan-cias distintas de la piedad popular, cfr. Juan Pablo II, Vita Consecrata, n 103.

    13. En un nivel alto: entendemos no estableciendo armisticios o acomodos, sino recurriendo al amar al otro en Cris-to y a Cristo en el otro, despertandola razn de ser de nuestra consagracin: Todo en Cristo.

    14. FROHNHOFEN, Herbert, Nada nuevo desde Can y Abel? Fe cristiana y violencia , en Selecciones de teolog-a, n 138, 1996, pp. 111-120.

    15. CECH,Nueva evangelizacin ..., cit., n 158. Juan Pablo II, Vita Consecrata, nos 5.82.

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    viccin que slo el mal es contagioso y difusivo. En este contexto son de extrema im-portancia los "Nuevos Aerpagos" que seala el Papa en la exhortacin apostlicapost-sinodal de la vida Religiosa y que son precisamente esos campos abiertos, peroaparentemente refractarios a la savia evanglica (18). "Con los fieles alejados de laIglesia deberamos proceder con mayor imaginacin"(19). Esto interroga, sin duda,los destinatarios y los itinerarios de nuestra Catequesis y de la entrega de los Sacra-mentos. Es de Religiosos ponerse en pie de reflexin, porque somos... vanguardia; nocubrir vacos, sino abrir senderos.

    6. Dar, desde el colegio, bases slidas para la sntesis que ir luego construyendo

    cada uno. Educar para la vida significa dar fundamentos que vayan ms all de lasmodas o requerimientos capitalistas vigentes.

    7. Educar para la construccin o sostenimiento de una cultura solidaria a partir del

    esfuerzo por mantener colegios en que dicho discurso sea creble no por los dichossino por la realidad misma, es decir, por la evidencia de una educacin de calidad paralos pobres y desde los pobres.

    8. Abrirse al futuro desde la escatologa, y no desde los fatalismos. Vale decir, creer

    que el mundo es un permanente dinamismo que se encamina hacia Dios, pero nomgicamente sino contando con el esfuerzo de los hombres.

    16. CECH,Nueva Evangelizacin ..., cit., n 160; cfr. CECH, Iglesia Servidora de la Vida. Orientaciones pastora-les 1986/89, n 103.

    17. Bastara recorrer cualquier ndice de la Biblia donde habla de bendecir o bendicin para percibir la amplitud ypeso que tiene en la escritura esta perspectiva; en forma muy especial a Aarn -el consagrado- se le asigna esta

    funcin de bendecir: entre los muchos textos cfr. Nm 6,23; 1Cr 23,13.

    18. Juan Pablo II, Vita Consecrata, nos 96-99.

    19. KEHL, Medard, Hacia dnde va la Iglesia?, en Selecciones de teologa, n 138, 1996, p. 86.

    5. Y, por qu no? el slogan que solicita el documento preparatorio:

    a) "Parte ya" (Ex 14,15)

    b) "Seor, qu debemos hacer?" (He 2,37; cfr. Lc 3,10-14)

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    COMUNIDAD SAN JOSE

    LA SERENA

    1. Desde sus orgenes la ex-periencia de vida barnabita hapretendido ser esencialmenteapostlica. Lo mismo puede de-cirse de su "propuesta" a travsdel tiempo. Pero esto podra dara entender fcilmente que unbuen barnabita tiene que estarsiempre ocupado, dedicado amil "apostolados". Sin embargo,la calidad de la vida apostlica

    no encuentra un eficaz medidoren lo que hacemos sino -msbien- en lo que somos. Dehecho, nuestra vocacin el la dereproducir la vida de los apsto-les segn el modelo trazado por

    Antonio Mara. Dicho de otramanera, ser apstol (ser barna-bita) significa tener una vida, noun empleo(1).

    2. Sin embargo, cabe recor-

    darnos mutuamente que esta-mos inmersos en la cultura delos resultados(2). Al interior de

    esta cultura se ha generado el cul-to a la eficacia y a la eficiencia atoda costa. Las personas quedansometidas a ritmos frenticos, des-tructivos, y, por ello mismo, in-humanos. Todo termina siendouna imposicin, algo que se haceporque no queda ms remedio.Ms an, la unidad personal quedaminada, pues se reclaman de unmismo sujeto continuas negocia-ciones de identidad e incluso di-versos proyectos contradictoriosentre s. Ello produce personas an-siosas, irritables, frustradas, de-pendientes de algo o de alguienque los acaudille y determine. Laexistencia entera corre el riesgo dehacerse maquinal y rutinaria, puesen la rutina de las mquinas hayuna garanta del rendimiento total.

    Esta situacin afecta tambin a laIglesia, a los clrigos y, desde lue-go a los religiosos. Acaso nuestraComunidad, nuestra Provincia,nuestra Congregacin precisenuna revisin de posiciones de las

    que se aleje la amenaza del puroactivismo, del rendimiento a costade las personas. No se trata, claro

    1. La prctica apostlica de Antonio Mara parte de una intuicin contemplativa: Si tienes un

    amigo muy querido, tambin amars lo que l ama. Por lo tanto, puesto que Dios cuidatanto del hombre, seras bien cruel y poco amante de su Majestad y Bondad si de una cosaque tanto le cuesta [it. "che cos carestiosa gli costa], no lo tuvieras en muchsima cuen-ta (Ser. 4). En otros trminos, el hombre le cuesta mucho a Dios, tanto como un bien enpoca de caresta Y esto empuja a los ebrios amadores de Dios (cf. Ser. 4) a conside-rarse deudores del prjimo (Cartas, 11). De aqu que San Antonio Mara considere alprjimo y, por consiguiente, el servicio del apostolado, la manera ms eficaz y leal de de-mostrar el amor a Dios (Cf. Carta, 2. La famosa exhortacin a Morigia y Ferrari). Entreparntesis, sera interesante evidenciar las afinidades del pensamiento zaccariano contextos recientes del magisterio tales como Gaudium et Spes, n 19, JUAN PABLO II, Re-demptoris Missio, n 11 y JUAN PABLO II, Centesimus Annus, n 53.

    2. Cf. el cumplido anlisis que de ello hace, con especial mirada a la vida religiosa, TELLOINGELMO N., Mi yugo es suave y mi carga es ligera, en Vida Religiosa, vol. 78 (1 Julio1995), pp. 242-243.

    NUESTRA

    CULTURA

    Y

    SUS

    DESAF

    OS

    A

    LA

    VIDA

    APOSTLICA

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    est, de fomentar veleidades, caprichos o, para usar una conocida metfora,actitudes de cigarras, que viven a costa de las hormiguitas de sus comuni-dades.

    No habr que volver -slo valga como provocacin reflexiva o como hip-

    tesis de trabajo evaluador y revisor dentro de nuestro quehacer apostlicoen todas sus mltiples vertientes- a replantearse el sentido profundo de loque significa pensar en la belleza de los lirios del campo que no hilan ni te-

    jen, o en la confianza de las aves del campo que no precisan graneros parasubsistir? (Cf. Lc 12,27-31)(3).

    3. Hay un hecho que parece indiscutible: la primera caracterstica de lavida apostlica consiste en la participacin en la vida del Seor(4). Losapstoles son, pues, los que caminaron con el Seor "todo el tiempo que elSeor Jess convivi con nosotros" (Hch 1, 21). Fueron llamados por l, leescucharon, descansaron y rezaron con l, discutieron con l, y fueron en-

    viados por l. La culminacin de esta vida tuvo lugar en la ltima Cena, elsacramento del pan de vida(5). Aunque uno de ellos se fue pronto, porquetena mucho que hacer.

    4. Mas, no cabe duda de que esta vida apostlica aunque conlleve nopocas tensiones al interior de nuestras comunidades, llega a ser el manan-tial de la fertilidad de las mismas. De hecho, alimentada por la Palabra deDios, aquilatada a travs de la oracin continua, la "confabulatio spiritua-lis"(6), se extiende y abraza todo lo que est ms alejado de l. En estaperspectiva, vivir plenamente la vida apostlica significa, pues, descubrir queel autntico apostolado no est conformado por las formas exteriores atravs de las que se despliega, por las organizaciones y las estructuras que

    3. A nuestro juicio, hay muchos intereses de diversos rdenes que ofuscan la idea que elhombre actual tiene de s mismo y que, por tanto, pueden desfigurary en ocasionesdesfiguran de hecho- la personalidad religiosa. Podemos enmarcar estas deformacio-nes en dos grandes tendencias: la nueva idolatra o el culto a la eficacia y el espejismode la felicidad sin dolor. Por el contrario, hay una dimensin de la experiencia religiosaque entronca con la experiencia paradigmtica de la historia del pueblo de Israel, esdecir, la del sbado -contemplativo y necesario (cf. la lectura, en este sentido tantode las figuras, igual de paradigmticas de Mara y Marta como smbolos del sbado ydel anti-sbado, como del episodio del paraltico de Betesda en Jn 5,1-18)- , en laque se asocian tanto el descubrimiento de la gratuidad de Dios, como la comprensinde esa misma gratuidad por el camino del dolor. Sobre todo este enfoque, cf. GROS-SO GARCA L., El sbado necesario, en Vida Religiosa, vol. 78 (1 de Julio 1995),pp. 244-265.

    4. Cfr. CONGAR Y.,Apostolicit e apostolo, in Mysterium Salutis (a cura di J. Feiner e M.Lhrer), Brescia, Queriniana, 1972, VII, 678ss.

    5. Quizs sea tambin este aspecto el que permite entender el nfasis eucarstico de An-tonio Mara.

    6. Basta recordar la clida exhortacin de S. Antonio Mara Zaccaria a Carlos Magni(Carta III).

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    levanta o a las que da vida, sino por una presencia testimonial, alternativa acualquier otro estilo de presencia. Si participamos as de la vida de Cristo, nosvaciaremos de nosotros mismos, nos dilataremos hasta conseguir espacio ysilencio para que nazca una palabra nueva, como si fuera por vez primera(7).

    5. La vida apostlica nos invita a vivir una tensin. Hemos prometido noolvidmoslo nunca- construir nuestras vidas junto con nuestros hermanos. Pe-ro el impulso de la vida apostlica nos lleva hacia mundos diferentes. Nos lle-va al mundo de la juventud, de la escuela, de la pastoral parroquial, de la mi-sin. A algunos de nuestros cohermanos -en tiempos no muy lejanos- losllev al mundo del trabajo... A otros los lleva a las universidades o a camposde apostolados no tradicionales dentro del contexto de nuestra familia religio-sa(8).

    6. Pero en nuestra sociedad contempornea, esta tensin apostlica pue-de convertirse fcilmente en divisin. No podemos ocultarnos a nosotros mis-mos el peligro -siempre inminente- de llegar a ser gente con dos vidas, una,como barnabitas en nuestra comunidad y otra, en nuestro apostolado. Esto sedebe a la manera de entender hoy el trabajo. Pero si esto mismo llega a suce-der entre nosotros, entonces se rompe la hermosa, dolorosa y frtil tensinque existe en el corazn mismo de la vida apostlica, y podemos ser simple-mente como una persona que tiene un empleo, y que vuelve cada noche alhotel de la comunidad. ste es un reto muy especial que tenemos que afron-tar hoy.

    7. La sociedad occidental contempornea fragmenta la vida. Los das de la

    semana se separan del fin de semana, el trabajo del tiempo libre, la vida detrabajo de la jubilacin, al menos para los que tienen la suerte de tener un tra-bajo. Se puede ser profesor durante el da, padre por la noche y cristiano eldomingo. Esta fragmentacin puede hacernos difcil tener una vida unificada ytotal. Los barnabitas (los de aqu, de all y de acull), actan en una gamabastante variada de tareas apostlicas que van del apostolado directo a la do-cencia, de la direccin espiritual a la educacin y formacin de los dems.Convendra, pues, preguntarse si tambin nuestra vida -tanto la personal co-mo la comunitaria- no est sometida -por mmesis con la sociedad que nosrodea- a los riesgos del desquiciamiento existencial

    7. Orar as es ser, construirse, hacerse en Cristo, que se refleja en todas las manifestacio-nes de la persona. Que la accin fluya de la superabundancia de la contemplacin. Cf.MARITAIN, JACQUES ET RASSA, De la vie doraison, A lArt Catholique, Paris, 1922,p. 28.

    8. Por ejemplo, los gitanos, las personas que llevan handicaps, los nios "marginales"

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    8. En la sociedad occidental ha triunfado la tica del trabajo. Es lo que -para muchos- justifica su misma existencia, al punto que, siguiendo ciertaconstante cultural ajena al espritu genuinamente cristiano(9), se ha proclama-do (y vivido, por cierto) con nfasis la identidad trabajo = salvacin. De ello

    pueden Digamos lo que digamos, no cabe duda que el activismo febril queencontramos tan frecuentemente en nuestras comunidades puede sugerir quea veces tambin nosotros creemos que podemos salvarnos por lo que hace-mos(10). Una verdadera autoevaluacin, dentro de este contexto existencial,es fruto, no tanto de unas reformas externas, cuanto de unos dinamismos in-ternos ascendentes, sobre las bases del redescubrimiento de una adecuada

    paideiaindividual y colectiva capaz de armonizar en fecunda sntesis dialcti-ca, la cultura del trabajo redentivo con la cultura del ocio creativo y gratificante(11).

    9. La crisis fundamental de nuestra sociedad es quiz una crisis de senti-

    do. La violencia, la corrupcin y la drogadiccin son sntomas de una enfer-medad ms profunda, que es el hambre de un sentido para nuestra existenciahumana(12). En este contexto, pues, ser misionero, prroco, predicador, pro-fesor, capelln significa vivir la vida a la intemperie, al estilo del xodo, del de-sierto. Incluso, para cumplir con nuestra tarea misionera y apostlica, Diospuede llevarnos a ese desierto. Y all colapsarn nuestras antiguas certezas,y el Dios que hemos conocido y amado desaparecer. Y entonces quiz ten-gamos que participar en la noche oscura de Getseman, cuando todo parece

    9. De signo bien distinto, por ejemplo, al que se desprende de las obras teolgicas de autoresprestigiosos tales como Chenu, Teilhard de Chardin y Congar que han hecho sentir su in-fluyente peso en los documentos del Vaticano II (cfr., en su conjunto, la obra de Trulhar K.

    V., Il lavoro cristiano. Per una teologa del lavoro, Roma, Herder, 1966), relativos a la espiri-tualidad laical y a la valoracin positiva de la actividad humana y cristiana en el mundo.

    10. No solamente se trabaja por el hecho de vivir, sino que se vive para trabajar. La frase esdel Conde Zinzendorf, citada por Max Weber en su conocida obra sobre el Espritu del ca-

    pitalismo y la tica protestante, Tubinga, 1934, p. 171.11. No es arbitrario afirmar que el ocio constituye uno de los fundamentos de nuestra cultura

    occidental. La reaccin de sorpresa que tal afirmacin pudiera suscitar no dejara de serprueba de la diametral diferencia entre nuestros juicios de valor sobre el ocio y el trabajo,frente a los del hombre antiguo y medieval, quienes nunca identificaron el ser activo con laenervante actividad del trabajo, ni el ocio con la pereza. Sobre el argumento, es til leer elconjunto de los aportes aparecidos en el vol. 78 (1 Julio 1995) de Vida Religiosa.

    12. Crisis, percibida y descrita -mucho antes que en las crnicas de los diarios- por la literatura.Desde los aos veinte, pues, existe un tema recurrente en la produccin literaria: el vacoespiritual y la ausencia de sentido del mundo moderno. Pinsese, por ejemplo, en la obra

    literaria de T. S. Eliot, James Joyce, Ezra Pound, W.B. Yeats, Kafka, Musil Sobre el argu-mento, cfr. GONZALEZ-CARVAJAL SANTABRBARA L., Ideas y creencias del hombreactual, Sal Terrae, Santander, 1993[3], pp. 153-178. Este vaco existencial es fcil presa debrujos, astrlogos, embaucadores y mil otros tejedores de engaifas mltiples. Pero, haytambin espacio para la esperanza de la recuperacin despus de tocar fondo- de unadimensin de fe ms pura y aquilatada

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    absurdo y sin sentido, y el Padre parece estar ausente.

    Y, sin embargo, slo si nos dejamos llevar all, donde nada tiene ya sentido,podremos or la palabra de gracia que Dios ofrece a nuestro tiempo: "La gra-cia se hace presente cuando pasamos, a travs de la desesperacin, a una

    afirmacin de alabanza" (13).

    10. Puestos, a menudo, frente al vaco de nuestra sociedad, quizs una delas peores tentaciones que se tenga que salvar en el momento de concretarnuestra accin apostlica, sea precisamente la de creer que es posible llenarese mismo vaco con tpicos credos a medias, y -peor todava- propuestospor nosotros mismos -de manera inconsciente- como sustitutos del Dio vivoanhelado y buscado en ese espacio de contemplacin silenciosa que es laantesala en la que va gestndose el encuentro con el hermano objeto denuestro apostolado. Si el desierto es un lugar de silencio aterrador, que pode-mos intentar ahogar repitiendo viejas frmulas con terrible sinceridad, no es

    menos verdad que el Seor mismo nos lleva al desierto para mostrarnos allsu gloria que estamos llamados a proclamar posteriormente(14). Cabe, enton-ces preguntarnos si podemos todava, dentro de nuestras comunidades, apo-yarnos para lograr este estilo de vida apostlica, sntesis de contemplacinactiva.

    11. Nosotros estamos en la parroquia o en el aula, expandiendo la presen-cia de nuestros hermanos, representndolos. Cmo pueden, entonces, lasoraciones que compartimos por la maana y por la tarde ser no solamente elcumplimiento comn de una obligacin sino parte del ritmo de la comunidadque enva a sus miembros y los recibe a su vuelta? Rezamos por y con

    nuestros cohermanos en sus apostolados? Si no es as, cmo puede llamar-se apostlica nuestra comunidad?

    12. En nuestras comunidades debemos ser capaces de compartir nuestra fe ynuestras dudas. Las crnicas de nuestras primeras comunidades reflejan este sentir(15). Esta exigencia vale para la mayor parte de nosotros, especialmente para mu-chos de los que entran hoy a engrosar nuestras filas, No basta con recitar juntos lossalmos. Necesitamos compartir la fe que nos trajo a esta familia religiosa y que nosmantiene hoy. ste es el fundamento de nuestra fraternidad. Quiz slo podamoshacerlo con titubeos, con timidez, pero aun as podemos ofrecer a nuestros herma-

    13. Cf. C. ERNST, The Theology of Grace, Dubln 1974, p.72, cit. por ALONSO S. M., La vidareligiosa de hoy y de maana: caractersticas esenciales, en Vida Religiosa, 58, julio 1985.

    14. A este propsito, conviene recordar la consigna del Maestro Eckhart: "Mantnte firme y novaciles en tu vacuidad". Cf. M. ECKHART, Sermons and Treatieses, vol. 1, Londres 1979,p.44.

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    nos "ese fervor estable, santo, que siempre nuevo y gallardo fluya de agua viva"(16),hasta -incluso- sorprendernos de encontrarnos y descubrirnos mutuamente, como sifuera por vez primera(17).

    La vida religiosa, si pierde su autenticidad, pierde su identidad, pierde tambin su mi-

    sin y su vocacin especfica, y se convierte en un antisigno para la Iglesia y para elmundo.

    Ortega y Gasset dice que la vocacin es la voz que llama a cada uno a su autnticoser(8). Pero reconoce que la mayor parte de los hombres se dedican, por siste-ma, a acallar y desor esa voz de la vocacin. Procuran hacer ruido dentro des, ensordecerse, distraerse para no orla. De este modo, se estafan a s mis-mos, sustituyendo su un autntico ser por una falsa trayectoria vitalista.

    Y la vocacin, para el mismo Ortega, no se identifica con la profesin o con eloficio. Implica mucho ms: un cierto equilibrio de ideas, convertidas en criterios,un conjunto armnico de valores, una serie de actitudes: todo ello, ordenado ycentralizado por un ideal -en nuestro caso la vida apostlica comunitaria- perci-bido con suficiente claridad y compartido con conviccin en la accin misionera,

    eficaz solamente si fluye de un generoso empeo por dar vida a una verdaderacomunin.

    Al olvidar esto, no estaremos, los religiosos, estafndonosen gran medida- anosotros mismos y, en consecuencia, estafando a los dems, o aniquilando,quizs, nuestra propia sustancia, para usar las vigorosas expresiones de Orte-

    ga? No habremos ahogado, muchas veces, lo ms esencial e irrenunciable, elncleo vivo y central de la vida religiosa, es decir, la comunin, con una multitud deelementos accesorios, estructurales o simblicos disfrazndolos con el nombre deapostolado? No habremos sustituido, tal vez, nuestro autntico ser por una falsa tra-yectoria vital?

    Redescubrir nuestra autntica vocacin apostlica religiosa comunitaria es lo cree-mos firmemente- una de las tareas de mayor urgencia para el prximo Captulo Gene-ral del 2000.

    15. Basta con leer las sugerentes y provocadoras pginas de lapor todos conocida- obritatitulada Primavera barnabtica, que convendra retomarde vez en cuando- como lectu-ra espiritual en nada repetitiva.

    16. S.A.M.Z., Carta 5.17. Cf. El hermoso artculo de TORRES PREZ F., De qu es lcito disfrutar, en Vida Reli-

    giosa, 78 (1 Julio 1994), pp. 303-312 (en especial, sobre este argumento, las pp. 309-311).

    18. Cf. ORTEGA Y GASSET J., En torno a Galileo, Leccin XI: El hombre del siglo XV, enObras Completas, t. V, Madrid, 1964, p. 138.

    CONC

    LUSIONES

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    COMUNIDAD SANTA SOFIA

    SANTIAGO (1)

    La vida religiosa se ha caracterizado por ofrecer en cada

    poca, respuestas nuevas a retos nuevos. Nuestros funda-dores fueron unos sismgrafos finsimos de lasdeshumanizaciones que sacudan sus tiempos. El Espritulos llamaba a responder a ellas y lo hicieron con una creati-vidad y coraje que an hoy nos admira y nos sorprende. Enfidelidad creativa a ellos y dciles al Espritu, nos sentimos

    impulsados hoy a volver a las races del Evangelio para des-cubrir el sentido del servicio que la vida religiosa tiene parala Iglesia y el mundo en que debemos ser testigos.

    Por dnde parece hoy empujarnos el Espritu? Culesseran algunos rasgos de este nueva figura de la Vida reli-giosa? En qu direccin avanza hoy la refundacin?

    He aqu algunas pistas en una bsqueda esperanzada:

    1. Seducidos por Jess

    La vuelta radical a Jess es necesaria para que la Vidaconsagrada recupere originalidad, credibilidad y fecun-

    didad. Desde esta perspectiva de fe podremos abrir-nos al Espritu y cultivar una espiritualidad que favo-rezca el discernimiento comunitario en cualquiera co-

    yuntura histrica.

    2. Disponible para la misin

    La misin tiene que ser discernida desde nuestros pro-pios carismas. Los sordos y los miedosos no sern losalbailes de la refundacin. Esto puede suponer abrir

    obras nuevas, cerrar viejas que ya no dicen nada, re-orientar otras. Y todo, por fidelidad al Espritu.

    Pero esta misin privilegia a algunos. Si la opcin por

    los oprimidos y por los pequeos confi-gur la vida y la misin de Jess (cfr. Lc4,18), tambin debe configurar la de todos

    sus seguidores. La forma ms significativaes la insercin: cambiar de lugar fsico ysocial siempre ha sido una de los modosms usados en la Vida religiosa para re-hacerse. Todas las familias religiosas hannacido en la frontera de alguna deshumani-zacin. Nunca se refunda un Instituto des-de la instalacin y el acomodo.

    Dnde estn nuestras prioridades?

    Estamos de parte de los excluidos o delos que excluyen? Se descubre hoy ennuestro talante de vida: sencillez, modes-tia, solidaridad y alegra?

    3. Inculturacin: transformacin de mentali-

    dad y del estilo de vida.

    Para la vida religiosa inculturarse significa

    hacer inteligibles y vivenciales len otroscontextos histricos las intuiciones primi-genias.Estamos muy al comienzo de este proceso

    y tiene que partir desde las bases de laVida religiosa y no en los laboratoriosde una Curia o un Captulo General. Es

    fruto de mucha contemplacin, de exigentedesprendimiento y de un amor muy grandea la gente.

    4. Experiencia de fraternidad.

    Si tenemos hoy un papel que desempeares el de construir espacios de calor huma-no, de encuentro y acogida, de apoyo, de

    1. Sntesis -confeccionada por el P. Pierangelo Brumana y presentada por la Comunidad de SantaSofa- del artculo del P. JOS MARA GUERRERO, La refundacin como expresin de fidelidadcreativa, en Testimonio, n 173, mayo-junio 1999.

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    serenidad y de fiesta y tambin de perdn; de compartir en amistad lo que somos y tenemos. La alegra, lalibertad, la confianza entre nosotros crea un clima que mejora el ambiente fraterno y atrae a los que bus-can respirar Evangelio puro. El individualismo es siempre disociador.

    Somos capaces de discernir juntos, proyectar juntos, trabajar juntos la calidad de nuestra vida y misin?5. La dimensin proftica

    No nos han faltado profetas que han propuesto una alternativa nueva de sociedad (denunciando y anuncian-do). Esta dimensin entra en crisis siempre que la vida religiosa tiende a lo normal, ocupa lo ya habitual, elcentro, lo seguro y lo conocido.

    Se habr agotado esta vertiente de agua viva?

    6. Los laicos.

    Nuestro carisma puede ser compartido con los laicos. Esto significa tenerlos como compaeros de misin ynos exigir una actitud de respeto, apertura y valoracin. Participacin y corresponsabilidad es comunin,

    no demagogia.Si nos cerramos a ellos ser posible una vida religiosa atrayente y significativa?

    7. Espiritualidad encarnada, liberadora e inculturada

    Esta nos comprometedesde la experiencia de Dios- con las grandes causas de la humanidad: la defensade la vida, la superacin de la pobreza, la justicia, la no violencia, la dignidad de las personas, el papel de lamujer en la sociedad y en la Iglesia, el cuidado de la creacin.

    Se vive en la experiencia de Dios como alguien que promete y abre perspectivas de futuro. Est naciendo unavida religiosa: fermento, descalza, impregnada de modestia, que acompaa al Pueblo en su peregrinar.

    3. Vemos poca conciencia en nuestrocarisma de "Reformadores. La reforma debe

    partir de Nosotros.

    Para interpretar hoy nuestro carisma, hayque salir de la superficialidad.

    COMUNIDAD SEMINARIO

    LOS QUILLAYES.

    PUENTE ALTO

    1. S, existe el sentido de gratitud comodon de Dios para ser Barnabitas.

    2. Se escucha una y otra vez.

    Falta fe y esperanza en el Plan de Dios so-

    bre nuestra Congregacin.

    Hay que pensar ms en la Congregacincomo en su totalidad que en los interesespersonales y de cada provincia.

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    La historia de nuestra Congregacin es signo de que Diosquiere que siga con su espritu Paulino.

    Seramos todava reformadores, si hubiese ms escucha de lavoz del Espritu. No faltan ideas o propuestas, sino llevarlas

    a cabo.4. No somos personas desahuciadas, sino vivas. No hayque pensar en el ao 2000 con nimo pesimista ni catastrficopor un lado, ni de tantas ilusiones y sueos por otro, sino con-fiando en el Seor de la vida, pensando en nuestra historia.

    5. La primera raz de los pecados personales y comunita-rios es la falta de conciencia de nuestra consagracin, sin tomarel peso del paso que hemos dado al vivir como antes de la con-sagracin.

    Nos frena la falta de caridad y de valores entre nosotros.

    6. El instrumento de nuestros captulos podr ser eficaz, si hubiera ms madurez de partenuestra, sabiendo acoger la correccin fraterna, sin sentirse atacado ni ofendido.

    En las conferencias espirituales nos hace falta aterrizar a nuestra vida concreta.

    Nuestros captulos son semanales, pero nos hace falta ms calidad que cantidad.

    7. Notamos que hay un sentido de temor sin tomar en cuenta la fuerza del Espritu, quesiempre suscita algo nuevo y verdadero.

    Sugerimos que los captulos sean orientados hacia la realidad de cada Provincia.

    Pensamos dar fuerza aplicativa a las de-cisiones de los Captulos Provinciales yGenerales, creando un espritu nuevopara acoger las decisiones capitulares,como tambin los anhelos de los coher-manos que, sin tener cargos especiales,

    forman parte de la vida de la Provincia.8. Podemos poner por obra laLectura Pauli, abiertos a la Palabra de

    Dios, que se hace vida siempre novedosa,aterrizndola ahora y a travs de la escuchade las necesidades y problemas actuales.

    9. Para incrementar el espritu paulinoy actuar apostlicamente, hace falta meditarms sobre la figura y las cartas de San Pablo,para que su espritu empape nuestro espritu y lo vivamos de forma nueva, a pesar de las deci-siones tomadas por la comunidad.

    10. Los representantes al Captulo General sean personas capacitadas con Luz y Fuego.

    11. Nos empearemos asumiendo con responsabilidad nuestro humilde aporte.

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    DOCUMEN

    TOANEXOALDOSSIE

    RTRABAJADOENLAREUNININTERCOMU

    NITA-

    RIA

    DE

    JULIO

    99,QUERECOGEELIN

    TERCAMBIODEOPIN

    IONESENTRELOSRELIGIO- FUSION O INTEGRACIN INTERPROVINCIAL

    De un tiempo a esta parte se ha venido amasando la ideade fusionar nuestras provincias barnabitas en dos grandes

    provincias: la primera comprendida por el eje Europa-USA y, la segunda, por Latinoamrica-Filipinas. La mo-tivacin fundamental que lleva a algunos a secundar este

    proyecto tiene que ver con la fluidez del intercambio,facilidad en las gestiones interprovinciales y mayoresrecursos traducidos en nuevas y mejores obras.

    Sin embargo, y a pesar del atractivo inherente a las motivaciones,no son pocas las resistencias. Pinsese, por ejemplo, en las dificultadeseconmicas, estructurales y culturales que significara un proyecto de talenvergadura. Adems, nos encontramos en un perodo que busca solucio-nar problemas de la Congregacin, y no agudizarlos. Ahora bien, cada

    provincia tiene los suyos; entonces, tras la posible fusin existe el indes-mentible riesgo de universalizar los problemas, hacindose, con ello, in-controlables.

    Nuestra provincia, ms que de fusin, prefiere hablar de integra-cin comunitaria y acercamiento entre provincias limtrofes desde la for-macin misma de los estudiantes. Avala esta contrapropuesta nuestra ex-

    periencia de intercambio formativo con la provincia Argentina: bien valo-rado, aunque sin desconocer las dificultades propias del camino quehemos venido trazando. Lo mismo vale para la relacin Chile-Brasil, cu-ya experiencia no puede considerarse un fracaso absoluto, pues ella fuecondicionada negativamente por el contexto social de la dcada de los '70.

    Por otro lado, queda claro que cualquier camino de acercamientodebera pasar necesariamente por mantener la identidad sin dejar de buscarla universalidad barnabita. En este contexto, y puntualmente, sugerimosque el postulantado debera hacerse en la provincia de origen. Tambincontribuye al intercambio posibles encuentros de una misma cohorte dereligiosos procedentes de distintas provincias.

    OBRAS BARNABITAS Y NUEVAS FORMAS APOST-LICAS

    La evaluacin de las obras barnabitas debe ser echa con

    espritu crtico y honestidad, no esperar el momentotrgico. Los mismo vale para la postulacin de nuevasformas de apostolado. Tal discernimiento supone tomarconciencia del contexto cultural en el cual dichas opcio-nes se realizan, de tal modo que nuestro trabajo, ademsde ser comunitario, sea verdaderamente atingente a lostiempos que corren, caracterizados por la multiplicidadde discursos del ms diverso origen y la propia inseguri-

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    dad humana que ello acarrea. No est dems recordar la urgencia que tiene el barnabita de domi-nar los instrumentos de anlisis para dar respuestas vlidas a un mundo cada vez ms exigente.

    Adems, dicha evaluacin requiere serenidad de nimos y magnanimidad, para abrirnosa lo que el Espritu nos sugiera. Pero tambin, la necesaria prudencia sugerida por el Evangelioque lleva a sopesar las propias fuerzas e incluso los recursos materiales antes de comenzar a cons-truir.

    Al hablar de obras, la tentacin inmediata es mimetizarse para agradar al mundo, es de-cir, hacer lo que el mundo -y no Dios- quiere que hagamos. En tal contexto vale la pena pregun-tarnos si no nos estaremos aburguesando o, al menos, sondear hasta qu punto nuestro quehacerresulta alternativo, proftico e interpelante. Recordemos, s, que no se trata de hacer mucho o po-co, sino de la calidad involucrada.

    Nuevas formas de vida y apostolado son posibles cuando existe una espiritualidad sli-da, esto es, que vaya ms all de experiencias personales, ya sea positivas, ya sea negativas. Eneste sentido, un buen apostolado conduce necesariamente al religioso a compartir ms con el Se-or y la Comunidad.

    El creciente nmero de personas que nos requiere nos desafa a mirar con nuevos ojos lapiedad populary el ecumenismo. As mismo, ese "creciente nmero" habla bien de nuestras op-

    ciones, pues evidencia que hasta ahora, y a Dios gracias, hemos sabido estar de lado de los opri-midos ms que de los opresores. Ofrecimientos puntuales para reflexionar y discutir lo constitu-yen dos nuevas propuestras: un Liceo en Peumo (propuesto a la comunidad de San Vicente) yuna Parroquia en "La Compaa" (propuesto a la comunidad de La Serena).

    ESPIRITUALIDAD Y VIDA EN COMUNCuando reflexionamos acerca de nuestra espiritualidad evidenciamos que no se trata tan-

    to de cantidad cuanto de calidad. Y la calidad es el resultado de la gracia divina secundada por laaccin del religioso barnabita; pero se trata de esa accin que huye de los arro-

    bos espirituales para acoger ms bien los medios propuestos por la tradicineclesial y zaccariana, vale decir, Liturgia de las Horas, Meditacin, Celebracinde los Sacramentos y dems prcticas de piedad. Captulo aparte merece la pre-ocupacin por acercarnos a nuestras fuentes de espiritualidad, vlida y vigente.Para nosotros cultivar una espiritualidad no se traduce en armarse de un sinn-mero de espiritualidades ajenas, sino de estar en plena y libre posesin de un ejeespiritual barnabita. Slo as podremos estar en la historia como barnabitas.

    Constatamos, por otro lado, que nuestro gran pecado en materia de espirituali-dad es la modestia, quiz mal entendida. Una modestia que nos lleva a pasar por encima de nues-tras celebraciones como si se tratase de eventos tangenciales. Tampoco se trata de hacer alardede lo propio, ni de pretender que la Iglesia somos nosotros, sino de insertarnos en la pastoral dio-cesana con lo propio, con nuestra identidad y experiencias pastorales pasadas y presentes, y sen-tirnos sanamente orgullosos de ello.

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    Sin lugar a dudas que la calidad de la que venimos hablando debera medirse tambinpor la obediencia a nuestros superiores. La obediencia reclama un fuerte trabajo de conversin yreforma interior, la cual termina traducindose en calidad de vida en comn. Y en esto no aporta-mos gran novedad; as lo ha entendido siempre la tradicin de la Iglesia y nuestra propia tradi-cin: no puede ofrendar totalmente el espritu quien no haya ofrendado totalmente la voluntad.Creemos que por aqu falta bastante camino que recorrer.

    FORMACINTenemos una tarea pendiente respecto de la formacin, y es la de encontrar un sustituto

    del actual Maestro. Tarea que no deja de preocuparnos no slo por la calidad que, de suyo, recla-ma dicha personalidad, sino sobre todo por la vara tan alta que ha puesto el actual Maestro, p. Lo-renzo Baderna.

    Respecto tambin de la formacin es necesario rescatar la fisonomadel barnabita culto, no por odiosos orgullos veterotestamentarios, sino porqueas lo exige la cultura actual. Si queremos hablar con verdad en medio de unmundo de multiplicidad de verdades, no podemos ir con la pretensin de im-

    ponernos por la fuerza bruta o la verborrea, aunque s por la fuerza de la razn.Con todo, jams debemos olvidar que el mejor camino para autentificar la pa-labra es el testimonio.

    RESPECTO DE LOS INTERROGANTES PUNTUALES

    "Segundo socio" que acompaa al Provincial. Si la Congregacin de Religiosos no acepta la pro-

    puesta del padre General, quien acompae al Provincial debera ser un religioso autctono.Estudiantado romano. Debe pensarse con la mayor seriedad posible en trminos de quines, cun-do, modalidad, etc. Recordemos que para la Curia es un gasto y desgaste enorme. Ms bien pro-

    ponemos un ao o seis meses de integracin barnabita destinado a conocer lasraces, pero esto a cargo de un maestro.

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    LA PROVINCIA CHILENA AUGURA CON JUBILO ATODOS

    LOS COHERMANOS, COLABORADORES Y AMIGOS

    UN BUEN INICIO DE MILENIO, CON LA ESPERAN-ZA

    NOTICIAS

    ALGUNAS FECHAS IMPORTANTES

    1-4 Enero 2000 Encuentro de formadores en Bruxelles. Participa por nuestra provincia el

    P. Lorenzo Baderna

    4-8 Enero 2000 ENERO CAPITULO PROVINCIAL Llegada de todos los cohermanos a

    Los Quillayes el 3 de enero en la noche

    2-26 Julio 2000 CAPITULO GENERAL en Napoles, Italia.

    VIAJEROS...A VACACIONES

    27 Febrero 2000 A Italia P. Lorenzo Baderna y p. Angelo Ferrari

    12 Enero 2000 A Italia p. Giulio Pireddu.

    Al Captulo General P. Paolo Rippa y ...otros