ESTAMOS HACIENDO CRECER LA CULTURA

EN NUESTRAS MENTES JVENES

AO 2. NMERO 21.

CRNICA Y AGRADECIMIENTOLa noche anterior me fue difcil dormir, aunque cerr los ojos temprano, mis pensamientos no se ausentaron hasta muy entrada la madrugada; la verdad es que estaba ansioso y deseaba que llegara la hora letal, quiz hasta conscientemente estaba con las pupilas sumamente dilatadas y a travs de mi ventana vea las estrellas. Realmente fue complicado conciliar el sueo esa noche, afortunadamente termin, como lo hace todos los das.

Despus de un semi somnoliento amanecer, me levant desesperadamente y trat de organizar el desordenado orden cotidiano de mi habitacin, aunque el tiempo presionaba, necesitaba hacer algo para calmar mi notable ansiedad. Entre mis planes: realizar la rutina de arreglo personal, salir de la casa, llevar el encargo y pasar por quien me iba a ayudar con el encargo; fui, ambivalentemente, muy desafortunado, slo sali bien lo primero, y eso con mucha subjetividad! Intent avanzar paralelamente con el tiempo, ms an soy bastante lento; entonces se lleg la hora de partir con tres pesados paquetes y mi frenes, afortunadamente mi hermano me haca compaa. El trayecto fue relativamente corto, ya no pude pasar por la ayuda, con mucho esmero llegu barrindome a la cita; an me faltaban algunas sorpresas.

Fui en busca de quien dira algunas palabras acerca del contenido de los tres paquetes que llevaba, lo encontr con suma facilidad; l me llev con otras dos personas que me atendieron nicamente por algunos minutos pareca que todo marchaba bien. Sin embargo, al salir de aquella oficina donde la poltica ya haba entrado, fue requerida mi presencia en otra donde se me dio la primer sorpresa: el video an no estaba listo y pareca que no haba forma de que se solventara el problema antes del evento qu mala pata! Afortunadamente, quien haba trabajado en el video conoca a otra persona que poda ayudarme a resolver esa dificultad, y sin premura, resolv acudir a la instruccin de aqul, l hizo lo mismo con las personas que le resuelven cotidianamente sus dilemas hogareos; y entonces, nos movimos, mi hermano, otro enviado del cielo y yo. Despus de casi media hora regresamos al lugar donde ms tarde vertera mi ansiedad, justo a tiempo para acomodar los tres paquetes, saludar a la ayuda, platicar un poco con ella y hacer esperar a dos personas que intentaban agilizar la situacin, pues haca tiempo ya haba llegado el invitado, un seorn de las letras y un personaje singular de la tierra donde nac yo tambin. Era la hora

Me desped de la ayuda, la atrevida desconocida me tom del brazo y me condujo hacia los que me esperaban y a los cuales yo haba hecho esperar ms de la cuenta (ese tiempo sirvi para terminar el video!), al fin llegamos!, el recorrido me pareci eterno, ella, la desconocida, me hablaba en mi idioma, ms yo no alcanzaba a entenderla por completo; los otros, aquellos de las sillas, murmuraban, ms tampoco los escuch con claridad; creo que en realidad estaba pasmado por el suceso, ya no senta ansiedad, estaba extraviado pero presente! responda aqul jovenzuelo de saco azul y de instruccin preparatoria. Me esperaban cuatro personas, ya conoca a tres de ellas, del invitado?, saba absolutamente nada; salud y me invitaron a sentarme para ver aquel famoso video del cual ya les he hablado. Fueron 11 minutos que aprovech para volver a la realidad, para fijar mi vista y mi concentracin en lo prximo. Termin la proyeccin (qued perfecto!), me levantaron y nos conducimos al aparente patbulo, el lugar donde, pensaba, sera el acabose.Ya encima (que no arriba!), tomaron asiento ellos, los cotidianos ms el invitado, y despus yo, realmente no estoy habituado a esos modales de la adultez. Alguien, conocido, tomo el micrfono y se dio a la tarea de presentarlos a ellos, los cotidianos ms el invitado, despus a m. Y as empez el ceremonioso ritual (perdn por la rebuznancia). Primero habl l, aquel que apoy la idea desde siempre; habl con la firmeza que le caracteriza y la ecuanimidad que requera su funcin; dijo palabras ciertas, palabras que encajaban perfectamente en el molde, aunque respetuoso de sus costumbres, procur darles libertad a sus pensamientos; despus us el micrfono el invitado, pausado, como me lo haban contado, hizo gala de su destreza en eventos de esa naturaleza y de su experiencia en lo presentado; creo que fue el ms objetivo de todos, pero el ms fro, tambin de todos. Y luego, yo: el de despus.

Qu dije?, vlgame el seor, no lo s!; ms de lo que si estoy consciente, es de que la emocin me sala por cada poro de la piel. La noche anterior haba calculado el tiempo de lectura de esas tres hojas, en ese instante lo super como por cinco minutos, intent ser gil, pero esa mendiga ansiedad me traicionaba sin piedad; mejor me resign y mostr mis carencias como orador, qu ms daba!... era mi primera vez. Antes de decir la ltima frase de la tercera hoja, tom aliento, exhal y junt con fuerza las letras. Despus, retir las hojas, las puse en su lugar, di la espalda a ellos, los que murmuraban al principio y me dirig a mi fro asiento; en medio de l, quien puso el material para volver real la idea, y el otro, conocido desde hace varios aos quera sentarme de inmediato, ms recib otra sorpresa y un gran regalo. Ellos, los iniciales murmuradores, ahora estaban eufricos. No supe qu hacer, slo agradec su contagiante alegra. Luego de unos instantes (minutos), por fin logr posar mi semi talento (lase nalgas) sobre la acogedora, pero fra silla. Posteriormente, l, quin se sent al lado del invitado, us la palabra y, fiel a su costumbre, trat de persuadir con su notable habilidad a ellos, los de abajo (slo por ubicacin), yo me haba ausentado otra vez vea a esas caras conocidas, aunque preferentemente las dos primeras filas. Y luego la entrega de tres papeles a otros, desconocidos para m, conocidos para algunos detrs de las dos primeras filas. Luego, un maestro del histrionismo, el del principio, us el micrfono y vino la masacre. Ellos, los iniciales murmuradores, decan, yo, el parcialmente ausente, replicaba y, por instantes ruido y luego, un diminuto silencio. Despus el final de la cita; el reclamo de ellos, los nuevamente murmuradores; los reprimidos oyentes y tambin, los parcialmente conocidos, en ese momento.Y an hubo ms, derramar tinta, derramar lgrimas, desgarrar la vista y los brazos, desgarrar las ideas y los recuerdos, presentar a la ayuda, una corta sesin de fotografa con mi pose semi ausente y ellos, los de siempre. Los tres paquetes?, intactos; la ayuda?, temerosa; los de siempre?, como siempre. Y luego, un amplio espacio, pero no vaco

Hoy, en este nmero, Balam Quitz agradece a quienes asistieron a la presentacin del libro La gente que pasa y sus ltimos vestigios; realmente se siente en deuda con aquellos que hicieron de ese da, una estampa instantneamente adherible a la memoria.

GRACIAS A TODOS: ellos, los otros, los iniciales murmuradores, los incidentales, la ayuda y los de siempre!

Hasta pronto y pasarn a disculpar la egolatra y la dedicatoria de este nmero para los asistentes!

Enva tus comentarios o colaboraciones a:Notas de coleccin. balam_quitzeazul@yahoo.com.mx 28 DE MAYO DE 2005