Movimiento cultural juvenil argentino perteneciente a la Sociedad Internacional Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino es un capo, pero una pena mucha gente no lo conoce. Yo sí. Vivió hace muchos años (siglo XIII), en los cuales, yo, Reginaldo, fui su secretario. Lo acompañé durante sus viajes, lo ayudé

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Reginaldo N° 1: La Fe

Me he propuesto hacer que la gente conozca al “Gordo”,y lo llevaré a cabo a través de este boletín. Hoy hablaré de la Fe siguiendo la doctrina de mi maestro. Es sorprendente lo mucho que puede mostrarnos.

personalmente en la preparación de sus lecciones, lo asistí en la redacción de sus obras, y hasta me ocupé de su dieta. Me tenía mucha confianza, y yo, de cariño, le decía “Gordo”, aunque ningún historiador quiso registrar esto último porque según decían restaba seriedad a sus biografías. No veo por qué.

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La Fe: Creer algo a alguien

La fe es “creer algo a alguien”. En términos generales, conozco algo por fe cuando alguien me dice algo que no sé por mí mismo. Por ejemplo, es muy raro que uno pida a sus padres una prueba de ADN para asegurarse de que lo son: simplemente les creemos. El “algo” que creemos es el objeto, el contenido de la fe, y el “alguien” a quien creemos es quien puede dar crédito de eso que creemos, ya que confiamos en esa persona. Así, la fe implica una relación personal.

En el plano sobrenatural, hablamos de fe cuando el “algo” que creemos son los contenidos de la Revelación, es decir, lo que Dios ha manifestado de sí mismo. Conjuntamente, el “alguien” a quien creemos es Dios. De esta manera, cuanto tengo fe, creo a Dios aquello que Él ha manifestado de sí mismo a través de la Revelación.

Se debe precisar que la fe no es un sentimiento.

Se trata de un acto que involucra a toda

la persona y que recae principalmente

sobre su inteligencia. Eso se manifiesta porque cuando creo

algo a alguien —por ejemplo, que tal es mi padre— se me

incorpora una nueva idea, no un sentimiento.

Cuando uno cree

que Dios es Uno y Trino, lo sabe, no

lo siente.

Creer por fe: ¿con certeza y sin temor?

En la fe, creemos por la autoridad del “alguien” que nos dice

“algo”.

Decía que hay fe cuando aquello que creo —el “algo”— no lo sé por mí mismo. Por ejemplo, yo no estuve presente cuando nació mi mejor amigo, así que creo que su cumpleaños es tal día porque me lo ha dicho; en otras palabras, le creo por fe. De allí que se dice que la fe es de las cosas no vistas. Si, en cambio, presencio un accidente de tránsito, sé que ha ocurrido porque lo he visto, y ya no necesito creerlo por fe.

La fe se caracteriza porque, a pesar de que no veo ese “algo” que creo, lo creo con certeza y sin temor. Aquí juega un papel muy importante la autoridad del “alguien” que comunica el “algo”. Si un experto en computación de mi entera confianza me dice que Windows 7 es mejor que Windows XP, le creo. No así si lo mismo lo anda gritando un loco por la calle.

En lo relativo a la Revelación, el único “alguien”

con la suficiente autoridad para ser creído es Dios: sólo Él puede mostrarme cómo es Él mismo. De allí que, en esta materia, la Iglesia es custodia del mensaje revelado, no su autora.

¿PreÁmbulos y artículos de la fe?

Los preÁmbulos se conocen por la razÓn y por fe. Los artÍculos, sÓlo por fe.

En lo que respecta a la Revelación, Dios manifiesta dos clases de verdades. Una primera clase engloba a aquellas que, si bien pueden ser creídas por fe, también pueden ser conocidas a través de la razón. Por ejemplo, que Dios existe ha sido revelado, pero filósofos como Platón y Aristóteles postularon la existencia de un Ser Supremo usando sólo la razón. En esa línea, Santo Tomás estableció cinco vías o caminos que permiten probar racionalmente la existencia de Dios. Esta clase de verdades reciben el nombre de preámbulos de la fe.

demostrar la inconsistencia de las objeciones

planteadas en su contra.

Una segunda clase de verdades abarca a aquellas que sólo pueden ser creídas por fe, pues no pueden ser descubiertas usando sólo la razón. Por ejemplo, que Dios es uno y trino. Esta clase de verdades reciben el nombre de artículos de la fe, y son supra-racionales (superiores a la razón), mas no irracionales (opuestas a la razón), por lo que no se oponen a la razón. Así, si bien no pueden ser demostradas —es decir, probar su certeza—, sí es posible explicarlas persuasivamente y

¿Por quÉ Dios ha revelado lo que tambiÉn puedo conocer

por medio de la razÓn?

Aquellas cosas que Dios ha revelado y que además puedo conocer por la razón —preámbulos de la fe— me ayudan a creer esas otras que sólo puedo conocer por fe —artículos de la fe—. Por ejemplo, para creer que Dios es uno y trino, es fundamental creer previamente que Dios existe. De allí que los preámbulos de la fe son importantes. Si hay verdades que también puedo conocer por medio de la razón, ¿por qué Dios las ha revelado? Por tres razones:

“3. Para que se conozcan sin errores. Los razonamientos que hay que realizar para conocer estas verdades son tan difíciles que se corren muchos riesgos de equivocarse usando sólola razón.”

“2. Para que su conocimiento llegue a más personas. No muchos tienen las capacidades, el tiempo, o las ganas para ocuparse del descubrimiento de estas verdades.”

“1. Para conocerlas con mayor rapidez. Usando sólo la razón, el hombre podría descubrir la existencia de Dios únicamente después de un largo período de su vida.”

¿Alguien me puede obligar a creer?

Sin importar cómo lo mire, 1+1=2. Se trata de algo que no es opinable: es algo evidente. Nadie puede decir “yo no estoy de acuerdo”, o “para mí, en realidad, 1+1=7”. Cuando conocemos que 1+1=2, simplemente lo sabemos, pues nos damos cuenta de que es así por nuestros propios medios. No podemos elegir creerlo o no.

Así también, yo sé que la Catedral existe porque la he visto. Y a quien no lo crea, le bastar ía vis i tar la o googlearla para convencerse de que existe.

Con las cosas de fe, en cambio, no ocurre así. “Dios existe” o “Dios es uno y trino” son verdades, pero puedo creerlas o no. Esto porque lo que creo por fe, no lo veo por mis propios medios. Son verdades ciertas —Dios existe por más que crea en Él o no—, pero al no ser evidentes, puedo elegir no creerlas. De allí que creer por fe es un acto libre, y nadie puede obligarme a creer.

A m

Í nadie me

obliga: yo

creo

porque quiero.

¿Por quÉ ellos creen y yo no?

¿QuerÉs creer en Dios y no podÉs?

PedÍ el don de la fe.

Para que yo crea, son necesarias dos cosas: primero, que alguien me proponga algo a creer, y segundo, que yo esté dispuesto a creer eso que me proponen.

Lo primero puede darse de muchas maneras: charlando con algún amigo, leyendo algún libro o la biblia, yendo a misa… Pero nada de eso garantiza que yo crea, pues dos personas pueden ir a la misma misa y escuchar lo mismo, y uno puede creer y el otro no. Debo querer creer. ¿Cómo se da esto?

Las verdades que Dios propone, por medio de la Revelación, para que sean creídas por fe son sobrenaturales. Por encontrarse sobre-lo-natural, a veces son difíciles de creer. ¿Cómo es posible que yo crea algo que está por encima de mis capacidades naturales? Para creer algo sobrenatural, es necesario que una fuerza sobrenatural me mueva a creer. Por ello, para que yo crea, Dios me concede la gracia de poder creer; la cual, sin embargo, no anula mi libertad. Me da la posibilidad: yo decido si la uso. De allí que la fe es un regalo, un don, y hay que pedirlo.

Es un movimiento cultural juvenil argentino perteneciente a la Sociedad Internacional Tomás de Aquino, que —a través de comunidades de estudio y difusión— busca promover el pensamiento de Santo Tomás en la sociedad contemporánea.

REGINALDO

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Es un pequeño boletín de publicación continua dirigida a toda clase de público que,con un lenguaje sencillo, busca difundir la doctrina de

Santo Tomás de Aquino. Esta edición ha sido elaborada en base a las cuestiones 1, 2, y 6 de la

segunda sección de la parte II de la

Suma de Teología.