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REFRANES, ESCOLIOS Y LATINAJOS DEL QUIJOTE Y SANCHO PANZA, QUE

SE OYEN ENTRE NOSOTROS. Por:

Julio César García Valencia (+) y,

Hernán Alejandro Olano García. Individuos Correspondientes de la

Academia Colombiana de la Lengua.

Juan David Montejo Olano Prólogo

Editorial Hyrcania

Colección Barón de Tesalónica 2016.

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REFRANES, ESCOLIOS Y LATINAJOS DEL QUIJOTE Y SANCHO PANZA, QUE

SE OYEN ENTRE NOSOTROS. Por: Julio César García Valencia (+) y

Hernán Alejandro Olano García. Individuos Correspondientes de la

Academia Colombiana de la Lengua.

Prólogo: “Prolegómenos al tema ficcional en <El

Quijote>”, Juan David Montejo Olano

(Dibujo de Hernán Alejandro Olano Leiva,

2009).

Editorial Hyrcania Colección Barón de Tesalónica

2016.

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REFRANES, ESCOLIOS Y LATINAJOS DEL QUIJOTE Y SANCHO PANZA, QUE

SE OYEN ENTRE NOSOTROS. © Hernán Alejandro Olano García. © Juan David Montejo Olano. © Julio César García Valencia. http://hernanolano.googlepages.com http://hernanolano.blogspot.com @HernanOlano I.S.B.N. Pendiente. Hecho el depósito que exige la ley. Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro, por medio de cualquier proceso reprográfico o fónico, conocido o por conocerse, sin previo permiso escrito de los autores y del Editor. Edición y composición: Hernán Alejandro Olano García. Dirección editorial: Hernán Alejandro Olano Leiva. Transcripciones: Hernán Alejandro Olano García. Esta edición y sus características son propiedad de la Editorial Hyrcania, Hernán Alejandro Olano García.

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FOTOGRAFÍAS: Hernán Alejandro Olano García – Archivo particular de la Casa “Las Inesitas”, Villa de Leyva, Colombia. Publicación de la Colección de Estudios “Diego de Torres y Moyachoque, Cacique de Turmequé”, Grupo de Investigación en Derecho, Ética e Historia de las Instituciones reconocido y avalado por COLCIENCIAS en la clasificación “C” de 2016. Línea de Investigación: Historia de las Instituciones. Producto de Divulgación. Primera Edición: 2016. Diagramación e impresión: Guio Impresos y Papelería, Transversal 78D # 40G-30 Sur, Bogotá, D.C., Teléfono: 4037289 Cels.: 3203358845 - 3202329218 impresoresdelsan@hotmail.com Editorial Hyrcania Colección Barón de Tesalónica.

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DEDICATORIA, AL QUE LE CAIGA EL GUANTE:

Parte II, Capitulo III del Quijote: "Los

hombres famosos por sus ingenios, los grandes poetas, los ilustres historiadores, siempre o las

más veces, son envidiados de aquellos que tienen por gusto y por particular entretenimiento juzgar los escritos ajenos sin haber dado algunos

propios a la luz del mundo". Miguel de Cervantes Saavedra.

****.

“Mientras el lector no vea en

Don Quijote a un hermano mayor de cuyos defectos y virtudes

participa por un común y misterioso origen,

su lectura no le aprovecha”. Eduardo Caballero Calderón.

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PRÓLOGO: Prolegómeno al tema ficcional en

<El Quijote>.

Por: Juan David Montejo Olano. Tanto en la primera parte de <<El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha>>, como su segunda parte, presentan tantos aspectos según se perciban sus mil matices, desde los procesos descriptivos de Cervantes por medio del diálogo, hasta lo que conforma su camena, que reduciré mi ensayo, informe como la propia novela, al tema con el que más experimentan o juegan autor y personajes: la ficción. Primero que todo, don Quijote no es, como afirman Unamuno, Rubén Darío o Dostoievski, una deidad o el artífice de una nueva doctrina. No, esta figura, nunca torpe ni cómica, se creó a partir de un fundamento real que Cervantes le dio, como el profeta seglar de una literaria religión, ya concebida antes: la de la perpetuación. Fue él mismo quien instaló dentro de su ceguera – ¿qué otra cosa es el quijotismo sino eso?– las ansias célicas de ser fabulado por un <<sabio encantador>>, honrado con grandes fastos y, sobre todo, evocado por la posteridad. Ni priorizar sus ideales a la realidad, ni imponer su teoría de la libertad sobre la justicia tuvieron propósitos más nobles. Empero, en el universo

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cervantino, así como en el nuestro, la realidad subyuga con sevicia a aquellas ilusiones inconexas y los deseos deíficos del caballero ven en ella su único óbice. De todos modos, su ficticia esperanza cumple su objetivo volviéndose realidad –y, así, parte de la crueldad innata que en ella vive–, pero de una manera deshonrosa que, citando a Borges, <<con magnífica ironía>> introduce, como otro dios con la misma obcecación del argentino, Cervantes. Porque hoy en día, incluso entre quienes han leído su gesta, don Quijote es rememorado como un demente risible, personificación de un moralismo dogmático que su autor, Miguel de Cervantes, profiere contra los libros de caballerías. Si bien, éste último fue uno de los principales fundamentos al redactar la novela, Miguel de Cervantes, con bárbara causticidad, se percata de los impulsos plenamente probos del caballero andante y, con celos agudos, hace uso de la comedia y de lo ridículo para desmitificar y subestimar la profética naturaleza de nuestro hidalgo. Ya se habían percatado los lectores de 1605 de los deseos de perennidad del Quijote al leer en un soneto preliminar, escrito por el ejemplar Amadís de Gaula –una de las influencias cardinales en la ceguera del ingenioso caballero–:

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“vive seguro de que eternamente […] tendrás claro renombre de valiente, tu patria será en todas la primera.” Y añade, como el artificio mayor de la narrativa cervantina –y no quijotesca–: “tu sabio autor, al mundo, único y sólo.” Debemos detenernos aquí para hacer un cotejo aclaratorio entre lo cervantino y lo quijotesco, contrariedades de evidente disimilitud. A un lado dejaremos el sanchopancismo, el cardenismo o, incluso, el rodriguismo, por ser los intermedios superfluos entre ellos. Don Quijote, a merced de sus espejismos, rechaza la realidad común, conociéndola presente, para trazar en sí mismo otra esencia de vida, aunque equívoca igualmente respetable, con los principios de libertad, fe y atavismo, aunados en él como una unidad solitaria. En cambio, si se cree que el cariz trágico de la obra se encuentra en la paradoja de don Quijote, veremos que dentro de la quimera ficcional en la novela, el cervantismo puede ser un reflejo más clarividente de sus pasiones y sentimientos, pero de menores propósitos. Cervantes, desde su <<En un lugar de la

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Mancha>> hasta su adusto <<Vale>>, se describe a sí mismo como un comentarista impotente, tanto en su ficción –porque todo lo que quiso escribir y <<las musas más estériles>> se lo han negado ya lo redactó el gran Cide Hamete Benengeli– como en realidad personal –pues, muy a su pesar, don Quijote ha trascendido de ser un personaje suyo a elaborar su epopeya propia y un mundo íntimo, terco a la voluntad de su autor original. Esta triste certidumbre es revelada por el calificativo de <<ingenioso>> que se le da al andante caballero. ¿Urdirá la trama, desde la apoteosis tragicómica en la venta hasta los embustes ducales, la pluma luctuosa de Cervantes o el mismo don Quijote? El autor, al menos el irrefutable, revela, sin responder a esta cuestión decisiva, uno de los primordios de la novela, basado en la alternancia entre realidad y fantasía, cuando afirma en su prólogo que el caballero manchego no es su hijo, sino su hijastro; es decir, una invención totalmente ajena a él, pero que, por azar, debe controlar. Y puede ser que esta novela resulte tan abundante en inventiva por tener más planos, reales o imaginarios, que ninguna otra. Con este criterio, convergen durante los dos tomos diez visiones sustanciales de la ficción, amalgamadas unas con otras por medio de las apostillas de

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Cervantes y don Quijote. Las primeras tres, muy vagas entre sí, son meramente narrativas y pueden encontrarse con facilidad en casi cualquier otra obra literaria: la narración original del texto, todos los sucesos de éstas distorsionados siempre levemente por autor y personajes, y la psicología interna de éstos dos, la cual se limita a un duelo de reflexiones ópticas y mentales entre Cervantes y el caballero andante hasta la inclusión del ominoso Sancho Panza. Al comenzar a leer la novela, sabemos que el <<En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…>> es narrado por Cervantes, y así prosigue durante los siguientes ocho capítulos. Sin embargo, iniciando la primera parte del tomo primero, se agregan dos rangos más que ensombrecen la verosimilitud del relato: el texto arábigo de Cide Hamete Benengeli y la traducción del morisco aljamiado. Miguel de Cervantes jamás esclarece quién es el verdadero autor de esta ficción, que, en una ambigüedad jocosa, trata de crónica verdadera adaptada de otra foránea. Las capas ficcionales restantes –y, mi parecer, la quintaesencia del Quijote– las conforman la realidad novelesca e la que todos los personajes, excepto don Quijote y, algunas veces, Sancho Panza, moran; y, en el otro extremo, la ficción dentro de la ficción que desvaría nuestro hidalgo. Tenemos una dualidad entre realidad y ficción

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dentro de otra. Ésta corresponde a nosotros y el libro que palpamos sabiéndole irrealidad. No obstante todo, con el artificio de la princesa Micomicona se establece otra confusión indistinta entre las mentadas contrapartes: los personajes que el lector cree cuerdos incursionan en el averno emocional de don Quijote en aras de devolverle, no a la realidad, sino a su realidad, y, a pesar del intento, es tan voraginoso el maremágnum de los impulsos quijotescos que terminan perdiendo el juicio más severamente que quien creían loco. El cura, el barbero, Cardenio, don Fernando y hasta el sensato canónigo de Toledo padecen esta metamorfosis de un modo casi imperceptible al lector y, sobre todo, a sí mismos. En el segundo tomo se incluirán dos planisferios más: el del <<Quijote>> apócrifo de Avellaneda y la realidad-fantasía fingida con la que los duques mistifican a don Quijote y su escudero. Además de estos, que Cervantes sea uno de los pocos autores cuyos personajes puedan ser vistos sin él, fundaría las bases de innumerables corrientes literarias, como el Decadentismo, la filosofía orteguiana o incluso el teatro épico de Brecht. Sin Cervantes, sin don Quijote, sin <<El Quijote>>, no presenciaríamos aquesta gesta que nuestro hidalgo, y no Cervantes, recrea e impone

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sobre cada personaje y el lector que, a fin de cuentas, es uno de ellos.

(El dibujo anterior también es autoría de

Juan David Montejo Olano, 2009).

Ilustración de Gustavo Doré.

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REFRANES, ESCOLIOS Y LATINAJOS DEL QUIJOTE Y SANCHO PANZA, QUE

SE OYEN ENTRE NOSOTROS. Por: Julio César García Valencia (+) y

Hernán Alejandro Olano García. Individuos Correspondientes de la

Academia Colombiana de la Lengua. Estudio preliminar. Siguiendo una tradición humanística, fiel a devociones culturales que relievan el perfil de nuestra existencia, presentamos la profunda dimensión de la actividad creadora familiar, para convertirla en provecho del compromiso con la cultura. El doctor Julio César García, mi abuelo, seleccionó hace 70 años, entre 1947 y 1951, un listado de 180 refranes del Quijote, distribuidos en los artículos “Contribución al Refranero Colombiano” y “Otros refranes colombianos”, publicados en revista de Folklore #s. 3y 6. Dicha revista comenzó una segunda época en 1952 y no se volvieron a publicar los refranes, ni los escolios, ni mucho menos la selección de expresiones en latín que se encuentran a lo largo de las dos partes del Quijote. No hubiera creído yo, que estaría complementando con tal detalle y extensión la

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obra de mi abuelo; pero, antes de eso, quisiera hacer un recuento de lo que para los hablantes del castellano en el mundo panhispánico significa esta obra. Cervantes nació en 1547 y falleció en 1616, fue “tan real y genial como normal y corriente” según Jordi Gracia. Y su vida, como la de tantas otras personas, transcurrió en una familia con reveses domésticos y económicos, lo cual hizo que de sus casi setenta años, ésta fuera un continuo deambular por los pueblos de España. Su padre, médico, cambiaba con frecuencia el domicilio familiar en busca de mejores oportunidades. Así, el mismo Cervantes marcharía como soldado a la edad de veinticuatro años a la batalla de Naupaktos (Lepanto), en octubre de 1571, donde sería herido de tres arcabuzazos en su mano izquierda. Cuatro años más tarde, aún soldado, fue puesto preso cerca de las islas Azores y enviado a Argel, donde estuvo encarcelado cinco años, pues como llevaba dos cartas, una del duque de Sessa y otra de don Juan de Austria, los piratas bereberes pensaron que era un militar importante y pidieron por él cuantioso rescate. Estos sufrimientos lo hicieron conocedor de la vida, del mundo y de los hombres, que le servirían para ser reconocido como quien más grandeza le dio al idioma castellano.

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La primera parte de El Quijote, que ve la luz en 1605, y la segunda en 1615, redacción que aceleró cuando se enteró que en Tarragona se había publicado una continuación apócrifa de su obra, a cargo del licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, casi seguro un seudónimo de Lope de Vega. Las aventuras del Quijote duran cerca de nueve meses, según el análisis de Santiago Díaz Piedrahita “la primera salida tomas escasos tres días; la segunda abarca casi dos meses; ambas tienen lugar en la Mancha. Durante la tercera y última, que dura entre cuatro y cinco meses, don Quijote y su fiel escudero cruzan la Mancha y recorren parte de Aragón y las riberas del río Ebro para luego dirigirse a Cataluña”. El Quijote es la obra cumbre de la literatura castellana; su lectura estimulante, concebida inicialmente como una parodia de los libros de caballería, ensancha nuestras vivencias, aunque pocos en la actualidad lo han leído en su totalidad, porque ante el surgimiento de nuevas tecnologías, parecieran no ser de interés sus epopeyas heroicas, sus contadas frases en latín, su refranero, la reminiscencia de idiomas del medioevo, la lucha entre la lengua vulgar y la culta y, en fin, como diría Eduardo Caballero Calderón, la idea de contar en nuestro vocabulario con las

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“armoniosas palabras que hoy tanto complacen nuestro oído y resbalan tan dulcemente por nuestra garganta”. Es necesaria la lectura del Quijote frente a tanta literatura de supermercado, pues, como lo expresó don Luis López de Mesa “no es justo que defendamos el estómago de una mala leche y no protejamos el cerebro de un atropello de flagrantes necedades”, ante tanto libro mediocre actual, incapaz de entregarnos un mensaje útil, como lo señalara Héctor Ocampo Marín. Sin embargo, el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, dice que “El Quijote estampó un sello de desprestigio sobre las novelas de caballerías del que nunca se han recuperado. Pero la culpa de ello no la tiene Cervantes sino sus exegetas y comentaristas, al decretar que su mérito mayor había sido enterrar toda una corriente literaria. Cuando apareció el Quijote, la novela de caballerías, ya en decadencia, se había vuelto estereotipada, monótona, y perdido audiencia. La aparente burla cervantina de sus exageraciones anecdóticas y enredos estilísticos tenía cierta justificación. Pero en la tradición caballeresca destacaba un buen número de libros de rica elaboración imaginativa y audaces arquitecturas que quedaron también sepultados,

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en confusión innoble, bajo la lápida que, según sus intérpretes, plantó el Quijote sobre el género”. El Quijote representa la perduración en el siglo XXI de un pasado extinto y la anticipación de un futuro imperfecto, sumado a la vitalidad de los personajes y a la minuciosidad de lo que aquí se presenta para los devotos del idioma y del trabajo cervantino. Ya el maestro Rafael Maya describió el libro al decir que “El Quijote ha significado para los estudiosos de todos los tiempos, muchas cosas distintas: en medio de la gracia y de la ironía, invitación a meditar sobre el mundo y el destino del ser humano; el Quijote es un universo de símbolos, a más de ser una novela de costumbres, entretenida y recreativa”. Pero, es más, este trabajo, humedecido de ensueño hispánico, quiere destacar la sabiduría que se encierra en Miguel de Cervantes, para quien el idioma es un sentir, como queremos demostrar en estos versos, con los refranes y con las frases en latín, tarea ardua, que desea ser perdurable, como lo ha sido la novela y la figura del Quijote, que ha hecho a muchos pensar en la existencia real de alguna psicopatología, que no está lejana de la realidad verdadera, pues, como

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dice Adolfo de Francisco Zea, “los conceptos e ideas de las gentes del siglo XVI y sus formas de pensar sobre la cordura y la locura se reflejan admirablemente en la espléndida ficción literaria de Cervantes. En el Quijote se encuentran los elementos necesarios para explorar sin timidez los terrenos de la cordura, la prudencia y el buen juicio del hidalgo manchego, a la vez que indagar en las perturbaciones de la mente que llevaron a Alonso Quijano a transformarse en caballero andante de otra época, en un personaje heroico si se quiere, tan seguro de sí mismo que imitaba las famosas hazañas de sus predecesores sin renunciar por ello a afirmar su propia identidad de caballero”. Con nuestro corazón hidalgo, hemos querido poner con sencillez lo que de nuestra gran obra del castellano vale la pena destacar, para que siga siendo el legado de la sencillez y de la naturaleza de las cosas que nos hacen reconocernos en muchas de sus líneas ágiles, creativas, ceñidas a la realidad tanto de lo hispano, como de lo universal, en el idioma y en los acontecimientos, que bien hubieren ocurrido en la Mancha o en Oicatá, Boyacá. Nuestro abrazo emotivo a las palabras, no es más que la creación fecunda que nace del amor

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vibrante al idioma, que está lleno de pasión hacia lo panhispánico, y que no es otra cosa que desarrollar desde el corazón, la misma forma de vivir, de soñar, de pensar, de amar o de hablar por cualquier persona en Oaxaca, Cusco, Tunja, Temuco o Tucumán, sin pensar que fuera de Puerto Lápice, Ruidera, Montesinos, El Toboso o Argamasilla. El Secretario de la Real Academia Española, Darío Villanueva, dijo en 2014 que “el Quijote es un libro regocijante, concebido como una cadena de episodios protagonizados por una pareja de personajes camineros, de imagen inconfundible, hablar sabroso y suerte desventurada”; no pudo describir mejor la autenticidad cervantina, la novela idealista que muestra los valores personales ante la literatura universal, con la sencillez de la vida cristalina de sus protagonistas, llena de gracia y emoción en lo natural, que como lo dijera en 1945 Miguel Herrero: “lleva la serenidad de los mortales a las pobres almas humanas”. Según el <Destripaterrones> Sancho Panza, “prevaricador del buen leguaje”, su abuela sólo reconocía dos linajes, que eran “el tener” y el “no tener” y aquí está demostrado, que muchos “no tienen” el gusto y el placer de haberse acercado a

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la obra cervantina y que en ella “tenemos” muchas gemas, muchos arranques de caballería, muchas alabanzas a Cristo y sus santos, a damas y gitanos, a encantadores y barberos, a curas y casquivanas, a enjalmas y bozales, a ventas y castillos, a batallas y sanguinolientas venganzas, a gobernadores y gramáticos, a bachilleres y licenciados. Y tal como en 1871 lo dijera don Antonio Ríos y Rosas, citado por don Miguel Antonio Caro: “A través de los mares, y por encima de las discordias y rencores, que todavía separan más que los mares, los pueblos de América que hablan la lengua de Cervantes son para sus hijos, son nuestros hermanos”. Esta obra es como lanzar una botella al mar; alguien, algún día la encontrará en medio del torbellino agitado de los actuales tiempos para cualquier “desocupado lector” como el mismo Cervantes lo advirtió al inicio de su novela. El Caballlero de los Leones, como se llamó después de ser el Caballero de la triste Figura, nos deja un mensaje, que le hace tanta falta a los colombianos: derrotar las envidias y alegrarse más de lo bueno, que de lo malo que le pasa a las personas.

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Disfrutamos en el Quijote muchos temas importantes, pero en él se goza Cervantes el mundo de sabia manera e hizo que su libro se volviera el amigo que acompaña en las horas difíciles y en las luminosas, no obstante que hace poco, una cercana profesora de castellano, con importantes estudios filológicos, me confesó no haber leído el Quijote, sino algunos de sus apartes y eso, después de obtener su jubilación. Y es que tal vez, a ella, como a muchos, según Eduardo Caballero Calderón, don Quijote de la Mancha, “comenzó por aburrirme cuando era niño, más tarde comenzó a obsesionarme cuando era adolescente y, finalmente, sin haberlo vuelto a leer de corrido, sino a retazos y a saltos igual que un cura que hojea su breviario, ha llegado a ser tan mío, es decir, tan caro y entrañable, como mi propia infancia”. Y es que a veces, textos como éste, el más universal del castellano, parece ignorado pero posee recónditas rarezas y muchas cosas amenas y emblemáticas de nuestra tradición literaria, lo cual, espero llegue a despertar la curiosidad de futuros lectores.

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El mismo Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa reconoció en su discurso de ingreso como Individuo de Número de la Real Academia Española, que en el primer intento de lectura del Quijote, “por la oceánica abundancia de palabras y giros desconocidos me había –como diría Borges- derrotado en los primeros capítulos”. Así, el Quijote nos invita a soñar, a pensar en el amor no correspondido, en el idealismo, en la amistad, en el honor y en la gloria. Las aventuras del Caballero de los Leones hay que leerlas y releerlas, así las podemos incorporar a nuestros recuerdos, viéndolo como a un hermano mayor, como un abuelo espiritual, así como en la clave de lo que debe ser nuestra aventura personal, de nuestro propio <<quijotismo>> que perfecciona el ideal caballeresco impregnado de caridad para poder asumir el viaje de la vida, que como la del Quijote, es nuestra mayor locura. Por eso decía Jaime García Maffla, que “El Quijote es el más moderno de los libros, pues ya no existe la diferencia entre lo real y lo irreal, sino la diferencia entre mi yo y el mundo. Lo que está diciendo el Quijote es que lo que hay dentro de mí es más real que lo que hay fuera de mí. Ese es el gran quiebre que inaugura don Quijote”.

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Nuestro personaje satisface agravios, endereza entuertos, castiga insolencias, vence gigantes y atropella monstruos y es platónico enamorado. Caballero es y caballero muere, hace bien a todos y mal a ninguno y, aunque el capellán de los duques le llama bobo y califica de <<don Tonto>>, gozaba el Quijote de claro y desenfadado entendimiento, pero para todo lo que no fuese de caballería. Con realismo y universalidad, los refranes en <El Quijote>, estos, como sentencias breves, muchas veces hasta traídas de los cabellos tan disparatadas sentencias, que aparecen "de troche en moche" en la conversación de muchos de los personajes, especialmente en Sancho Panza, que para el Quijote, por ser tan seguidos y atropellados, hacían de la charla "desmayada y baja", no obstante que son parte de la gracia de la obra cervantina. He trabajado por varios meses en esta versión del Quijote, pero muchos otros “pacientes y beneméritos varones dedicaron largas horas y a las veces provechosas vigilias al análisis minucioso de su génesis, composición, frases, palabras, erratas y hasta sus letras todas”, como dijo Miguel Artigas.

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Así, don Quijote, Sancho, Rocinante y el rucio jumento, adquieren figura y vida propia con sus locuras y refranes y junto con la etérea Dulcinea se mezclan en nuestra imaginación. Los refranes, escolios y latinajos: El doctor Julio Cesar García, como brillante cervantófilo, publicó en 1947, bajo los auspicios del Instituto de Filología y Literatura y del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Antioquia, para conmemorar el cuarto centenario del nacimiento de don Miguel de Cervantes, un libro titulado "Cervantes en Antioquia", donde en219 páginas recoge a modo de antología trabajos sobre Cervantes o sobre motivos cervantinos escritos por Miguel Uribe Ángel, Félix Betancur, Luis Eduardo Villegas, Laureano García Ortiz, Antonio José Restrepo, Félix Restrepo S.J., José Ignacio Escobar, Baldomero Sanín Cano, Gonzalo Restrepo Jaramillo, Abel García Valencia, Roberto Jaramillo, Pbro.; F. Jaramillo Medina, Carlos E. Restrepo, Juan C. Ramírez, Juan de Dios Bravo, Cenón Muñoz y Rafael Restrepo Vélez, incluyendo antes de cada escrito una pequeña nota biográfica de cada uno de ellos y sin fragmentar los escritos recopilados -lo cual efectuaría los más tarde Eduardo Caballero

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Calderón-, quien si cercenó los escritos y acomodo los títulos por fuera de su denominación original. El doctor García, como cervantófilo, también fue autor de una publicación hecha en El Siglo de Bogotá el 16 de mayo de 1947 titulada "Bibliografía cervantina en Colombia", que antecedió a su selección de refranes realizada en 1948, con base en una edición facsimilar que le fue obsequiada por sus estudiantes del Instituto de Filología de la Universidad de Antioquia y, que me enorgullece haber completado hasta llegar a la suma de casi 500 refranes, siguiendo letra a letra la nueva edición de Don Quijote de la Mancha de la Real Academia Española dirigida y adaptada por el académico de la silla “T”, don Arturo Pérez-Reverte en 2014. Así como el mismo Cervantes lo observa, “el refrán que no viene a propósito, antes es disparate que sentencia”, aquí también, los de esas categorías:

1. ¡A la mano de Dios, y lluevan azotes! 2. ¡Aderézame esas medidas! 3. ¡Aquí fue Troya! 4. ¡Aquí mi desdicha y no mi cobardía!

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5. ¡Aquí morirá, Sansón, y cuantos con el son!

6. ¡Malum signum! 7. ¡Bonita esa niña! 8. ¡Fugite, partes adversae! 9. ¡Garras de cernícalo! 10. ¡Gobiernito tenemos! 11. ¡Mirad que entonada va la pazpuerca¡ 12. ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y

carcoma de las virtudes! 13. ¡Oh hideputa bellaco, y como es católico! 14. ¡Oh hombre de poca fe! 15. ¡Santiago, y cierra, España! 16. ¡Tarde piache! – respondió Sancho. 17. ¡Vive el Señor que me pele estas barbas si

tal fuere verdad! 18. ¿De qué lloras, corazón de mantequilla? 19. ¿Leoncitos a mí? 20. ¿Qué tienen que ver los Panzas con los

Quijotes? 21. A buen salvo está el que repica. 22. A buen servicio, mal galardón. 23. A cada puerco le llega su San Martín (Su

San Martín le llegará, como a cada puerco).

24. A dineros pagados, brazos quebrados. 25. A Dios rogando y con el mazo dando. 26. A idos de mi casa y que queréis con mi

mujer? No hay que responder.

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27. A las crías me atengo. 28. A lo que dijere el gobernador no hay que

replicar. 29. A mal viento va esta parva. 30. A otro perro con ese hueso. 31. A pecado nuevo, penitencia nueva. 32. A quien cuece y amasa, no le hurtes

hogaza. 33. A quien Dios quiere bien, la casa le sabe. 34. A quien Dios se la diere, San Pedro se la

bendiga. 35. A Rey ni a roque = a nadie. 36. A secas con pan y cebolla. 37. Adiós y veámonos, dijo un ciego a otro. 38. Ahora ( o agora) lo veredes (Anota que

así lo dijo Agrajes, 39. Al buen callar llaman Sancho. 40. Al buen entendedor pocas palabras...

(Entre nosotros se agrega pocas palabras bastan).

41. Al buen pagador no le duelen prendas. 42. Al dejar este mundo y meternos la tierra

adentro, por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero.

43. Al enemigo que huye, hacerle la puente de plata (Aquí: A enemigo que huye, puente de plata).

44. Al entrar en el hoyo todos nos ajustamos y encogemos.

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45. Al hijo de tu vecino, límpiale las narices y métele en tu casa.

46. Al hijo de tu vecino; límpiale el moco y mételo en tu casa (las narices, dijo Teresa Panza).

47. Al que no tiene, el rey lo hace libre. (Entre nosotros: Donde no hay nada todo está seguro).

48. Al soldado mejor le está el oler a pólvora que algalia.

49. Alabanza propia envilece (Entre nosotros: Alabanza propia, vituperio).

50. Algo va de Pedro a Pedro. 51. Aliquando bonus dormitat Homerus. 52. Allá van reyes, do quieren leyes

(Cervantes trastrocó el refrán en Boca de Teresa Panza, pero el original español es: Allá van leyes, do quieren reyes).

53. Allí está hecho piedra mármol. 54. Amanecerá Dios y medraremos

(Amanecerá y veremos). 55. Anda despacio; habla con reposo, pero

no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala.

56. Andar a caballo, a unos hace caballeros; a otros caballerizos.

57. Ándeme yo buscando tres pies al gato por el gusto ajeno.

58. Ándeme yo caliente y ríase la gente.

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59. Antes dormiré vestido que conseguir que nadie me desnude.

60. Antes se toma el pulso al haber que al saber.

61. Apolo versos, el amor conceptos. 62. Apresurarse como sastre en vísperas de

pascuas. 63. Aquí fue Troya. 64. Arrojar la soga tras el caldero. 65. Asaz desdichada es la persona que a las

dos de la tarde no se ha desayunado. 66. Así mata la alegría súbita como el dolor

grande. 67. Así son ellos como yo soy turco. 68. Asno eres, y asno has de ser, y en asno

has de parar. 69. Ata y calla. 70. Aun en el mismo infierno debe haber

buena gente. 71. Aún la cola falta por desollar. 72. Aunque las calzo no las ensucio. 73. Aunque no todas veces acierta en todas,

en las más no yerra. 74. Aunque soy rústico, mis carnes tienen

más de algodón que de esparto. 75. Aventuras y desventuras nunca

comienzan por poco. 76. Ayude Dios con lo suyo a cada uno.

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77. Bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido.

78. Bebamos y vivamos. 79. Bene quidem. 80. Bien puede ser que un caballero sea

desamorado, pero no que sea desagradecido.

81. Bien se está San Pedro en Roma (Bien se está cada uno usando el oficio para que fue nacido).

82. Bien vengas mal si vienes solo. 83. Buen ánimo, que todo es nada. 84. Buen corazón quebranta mala ventura. 85. Buena queja que mala paga. 86. Buenas son mangas después de Pascua. 87. Caballero andante sin amores era árbol

sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma. 88. Caballero soy y caballero he de morir si

place al Altísimo. 89. Cada día se ven cosas nuevas en el

mundo: las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan burlados.

90. Cada oveja con su pareja. 91. Cada uno es artífice de su ventura. 92. Cada uno es como Dios lo hizo y aun

peor muchas veces (y a veces peor, decimos por acá).

93. Cada uno ha de hablar de su menester donde quiera que estuviere.

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94. Cada uno tome lo que es suyo. 95. Caminemos todos con pie llano y con

intención sana. 96. Canalla malvada y peor aconsejada. 97. Cargar y ensartar refranes a troche y

moche hace la plática desmayada y baja. 98. Ceca en Meca y de zoca en colondra. 99. Cetro en la mano y corona en la cabeza. 100. Como anillo al dedo. 101. Como espinas que me puncen el

alma. 102. Como peras en cestillo. 103. Con la iglesia hemos dado,

Sancho. 104. Con su pan se lo coman. 105. Confieso que conozco que no es

deshonra llamar <<hijo de puta>> a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle.

106. Conoció su alegría a tiro de ballesta.

107. Cortesías engendran cortesías. 108. Cual es más loco, ¿el que lo es por

no poder menos, o el que lo es por su voluntad?

109. Cuando a Roma fueres, haz lo que vieres. (Adonde quiera fueres, haz lo que vieres).

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110. Cuando Dios amanece, para todos amanece.

111. Cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen.

112. Cuando menos se piensa el hombre, se halla con una vara en la mano o con una mitra en la cabeza.

113. Cuando Sancho, Sancha, y cuando gobernador, Señora.

114. Cuando te dieren la vaquilla, corre con la soguilla.

115. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso.

116. Cuando viene el bien, mételo en tu casa.

117. Cuidados ajenos, matan el asno. 118. Dádivas quebrantan penas (“El

dar quebranta penas”, escribió el Arcipreste de Hita).

119. Darse cata dello (caer en cuenta). 120. Deum de Deo. 121. De Dios para abajo, no os

entendemos. 122. De grandes señoras, grandes

mercedes se esperan. 123. De la abundancia del corazón

habla la lengua. (Ex abundancia cordis os

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loquitur- San Mateo XII 34- San Lucas VI- 45).

124. De las cosas de don Quijote bastan las escritas.

125. De las cosas obscenas y torpes, los pensamientos se han de apartar, cuanto más los ojos.

126. De los enemigos, lo menos. 127. De los hombres se hacen los

obispos, que no de las piedras. 128. De noche todos los gatos son

pardos. (De noche los gatos son pardos). 129. De sabios es guardarse hoy para

mañana y no aventurarse todo en un día. 130. De un dormido a un muerto hay

poca diferencia. 131. Debajo de mala capa debe haber

un buen bebedor. 132. Dejadme en mi sosiego,

pensamientos mal avenidos. 133. Déjenme pasar, que se me hace

tarde. 134. Del dicho al hecho hay gran

trecho (mucho). 135. Del hombre arraigado no te verás

vengado. 136. Del tropezar o caer no se sacaba

otra cosa sino el zapato roto o las costillas quebradas.

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137. Descuidos de escuderos suelen ser causa de otros peores sucesos.

138. Desde ahora para entonces y desde entonces para ahora.

139. Desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano (sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas).

140. Detrás de la cruz está el diablo. 141. Dijo la sartén a la caldera: Quítate

allá, ojinegra. 142. Dime con quién andas, decirte he

quien eres. 143. Dios bendijo la paz y maldijo las

riñas. 144. Dios dijo lo que será. 145. Dios es grande: paciencia, y basta. 146. Dios me entiende. 147. Dios sabe lo mejor y lo que está

bien a uno. 148. Dios sabe lo que será mañana. 149. Dios sufre a los malos, pero no

para siempre. (Dios consiente, pero no para siempre).

150. Dios, que da la llaga, da la medicina.

151. Dios, que es proveedor de todas las cosas, no nos ha de faltar.

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152. Donde las dan las toman. (Como me las dan las tomo).

153. Donde no se piensa salta la liebre. (Donde menos se piensa, se levanta la liebre).

154. Donde quiera que está la virtud en eminente grado, es perseguida.

155. Donde reina la envidia no puede vivir la virtud, ni adonde hay escasez hay liberalidad.

156. Donde una puerta se cierra, otra se abre. (Cuando una puerta se cierra, ciento se abren).

157. Dubitat Augustinus. 158. Duda de todo y créelo todo. 159. Dude quien dudare. 160. Dure la vida, que con ella todo se

alcanza. 161. Echarlo todo a doce, aunque

nunca se venda. 162. El abad de lo que canta, yanta. (El

que sirve al altar, vive del altar; el abad de lo que canta yanta).

163. El amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos.

164. El asno, hablando a lo grosero, sufre la carga, más no la sobrecarga.

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165. El asno sufre la carga, más no la sobrecarga.

166. El bien que viniere para todos sea, y el mal, para quien lo quiere buscar.

167. El buen adorno de la persona que está puesta en graves cargos ha de ser conforme a lo que ellos piden, y no a la medida de lo que su humilde condición le inclina.

168. El buen día mételo en casa. 169. El buen gobernador, la pierna

quebrada y en casa. 170. El buen olor sea cosa que deleita

y contenta. 171. El buey suelto, bien se lame.

(Título de una novela de don José María de Pereda).

172. El caballero andante sin dama es como el árbol sin hojas, el edificio sin cimiento y la sombra sin cuerpo de quien se cause.

173. El caminar tan a la ligera lo causa el calor y la pobreza, y el adónde voy es a la guerra.

174. El católico cristiano, cuando jura, jura.

175. El cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.

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176. El comenzar las cosas es tenerlas medio acabadas.

177. El consejo de la mujer es muy poco, y el que no le toma es loco.

178. El dar y el tener, seso ha menester.

179. El del vicio, dilatado y espacioso, acaba en muerte, y el de la virtud, angosto y trabajoso, acaba en vida.

180. El diablo, que todo. Lo enreda y todo lo encuece.

181. El gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda al palo.

182. El gobernador codicioso hace la justicia desgobernada.

183. El grande que fuere vicioso será vicioso grande.

184. El hacer bien a villanos es echar agua en la mar.

185. El hombre ha de ser hombre, y la mujer, mujer.

186. El hombre pone y Dios dispone. (Aquí decimos: El hombre propone).

187. El mal ajeno, de pelo cuelga. 188. El muerto a la sepultura y el vivo

a la hogaza. (El muerto al hoyo y el vivo a la olla).

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189. El pan comido y la compañía deshecha. (Comida hecha, compañía deshecha).

190. El poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas sino el gastarlas, y no el gastarlas comoquiera, sino el saberlas bien gastar.

191. El principio de la salud está en conocer la enfermedad.

192. El que compra y miente, en su bolsa lo siente.

193. El que es vencido hoy ser vencedor mañana.

194. El que larga vida vive mucho mal ha de pasar.

195. El que lee mucho y viaja mucho, ve mucho y sabe mucho.

196. El que luego da, da dos veces (El que da primero da dos veces).

197. El que mucho bebe mata y consume.

198. El que no madruga con el sol, no goza del día.

199. El que no puede ser agraviado no puede agraviar a nadie.

200. El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, que no se debe quejar si se le pasa.

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201. El que tiene el padre alcalde, seguro va a juicio.

202. El que toma el consejo de la mujer es poco, y el que no la toma es loco. (Consejo de mujer es poco, pero el que no la sigue es loco, decía doña Soledad Román de Núñez).

203. El que ve la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo.

204. El retirar no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza.

205. El tiempo es su pasar, la vida en su quedar.

206. El vencido ha de quedar a la voluntad (discreción) del vencedor.

207. El vestido descompuesto da indicios de ánimo descuidado.

208. El vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.

209. En ayunas estoy, si de pecar no. 210. En cada tierra, su uso. (A la tierra

que fueres, haz lo que vieres). 211. En casa llena presto se guisa la

cena. 212. En la tardanza dicen que suele

estar muchas veces el peligro. (La demora es lo que enfada).

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213. En la vergüenza y recato de las doncellas se despuntan y embotan las amorosas saetas.

214. En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño.

215. En manos está el pandero que le sabrá bien tañer.

216. En otras casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas.

217. En priesa me vez y doncellez me demandan.

218. En salvo (o a buen salvo) está el que repica.

219. En tanto más es tenido el señor cuanto tiene más honrados y bien nacidos criados.

220. Entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares.

221. Es bueno mandar, aunque sea un hato de ganado.

222. Es bueno vivir mucho, por ver mucho Era menester vivir mucho por ver mucho).

223. Es de más confianza el hacer la barba que ensillar un caballo.

224. Es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías.

225. Es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño.

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226. Es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mismo que querer poner puertas al campo.

227. Es tan buena la justicia, que es necesaria que se use aun entre los mismos ladrones.

228. Ese te quiere bien, que te hace llorar. (Quien bien te quiere te hará llorar).

229. Espantose la muerta de la degollada.

230. Esta ya duro el tallo de cebada para hacer zampoñas.

231. Estar hecho una uva (borracho). 232. Estar mascando barro (muerto). 233. Estarse en sus trece y en sus

catorce. 234. Este quiero, aqueste no quiero. 235. Gloria sea en las alturas, y paz en

la tierra a los hombres de buena voluntad. 236. Gota a gota la mar se apoca. 237. Gracias al cielo, el cual del

estiércol sabe levantar los pobres, y de los tontos hacer discretos.

238. Habéis aprendido a ser cortes en la escuela de la misma cortesía.

239. Hablará más que treinta procuradores.

240. Hablen cartas y callen barbas.

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241. Haceos miel y comeros han moscas. (En otra parte dice: paparos han moscas. Papar es comer cosas blandas, sin mascar).

242. Hacer bien a todos y mal a ninguno.

243. Hacer bien a villanos es echar agua en el mar.

244. Hacerse poeta es enfermedad incurable y pegadiza.

245. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico.

246. Han fundado más mayorazgos las letras que las armas.

247. Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse.

248. Has de temer a Dios, porque en temerle esta la sabiduría.

249. Hasta aquí son tortas y pan pintado.

250. Hasta la muerte todo es vida. 251. Hay dos maneras de hermosura:

una del alma y otra del cuerpo. 252. Hay más mal en la aldehuela que

se suena. (Pueblo pequeño, infierno grande).

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253. Haz lo que tu amo te manda, y siéntate con él a la mesa.

254. Helarse las migas entre las manos y la boca. (Por descuidarse).

255. Holgarse como perro por carnestolendas.

256. Hombre apercibido, medio combatido.

257. Hombre de bien, pero de poca sal en la mollera.

258. Hoy por ti, mañana por mí. 259. Hoy somos y mañana no. 260. Iglesia, o mar, o casa real. 261. Ir por lana y volver trasquilado. 262. Ir por los cerros de Ubeda. 263. Júntate a los buenos y serás uno

dellos. 264. La afrenta viene de parte de quien

la pueda hacer, y la hace y la sustenta; el agravio puede venir de cualquier parte, sin que afrente.

265. La boca sin muelas es como molino sin piedra.

266. La caza y los pasatiempos más han de ser para los holgazanes que para los gobernadores.

267. La codicia rompe el saco. (La ambición, entre nosotros).

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268. La conversación de vuesa merced, ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caído.

269. La culpa del asno no se ha de echar a la albarda.

270. La diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza su contraria.

271. La diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza, su contraria.

272. La doncella (o la mujer) honrada, la pierna quebrada y en casa (el mismo lo usan con gobernador).

273. La doncella honesta, el hacer algo es su fiesta.

274. La fortuna ordena y la razón pide. 275. La gente baldía y perezosa es en la

republica lo mismo que los zánganos en las colmenas.

276. La gente manchega es tan colérica como honrada.

277. La ingratitud es hija de la soberbia.

278. La letra con sangre entra. 279. La libertad, es uno de los más

preciosos dones que a los hombres dieron los cielos.

280. La mejor salsa del mundo es el hambre. (El hambre es la mejor salsa).

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281. La mujer honrada, la pierna quebrada, y en casa.

282. La mujer y la gallina, por andar se pierden aína (fácilmente).

283. La que es deseosa de ver, también tiene deseo de ser vista.

284. La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra fermosura.

285. La rueda de la fortuna anda más lista que una rueda de molino.

286. La salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.

287. La sangre se hereda y la virtud se consigue, y la virtud vale por si sola lo que la sangre no vale.

288. La valentía que se entra en la jurisdicción de la temeridad, más tiene de locura que de fortaleza.

289. La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua.

290. Las armas de los togados son las mesmas que las de la mujer, que son la lengua.

291. Las avecitas del campo tienen a Dios por su proveedor y despensero.

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292. Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones.

293. Las letras hacen ventaja a las armas (Dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas).

294. Las necedades del rico, por sentencias pasan en el mundo.

295. Las obras que se hacen apriesa nunca se acaban con la perfección que requieren.

296. Las paredes tienen oídos (oyen). 297. Las propias alabanzas envilecen. 298. Las reprensiones mejor asientan

sobre la blandura que sobre la aspereza. 299. Las tristezas no se hicieron para

las bestias, sino para los hombres. 300. Le echen bien de ver los que le

vieren. 301. Le quiero como a las telas de mi

corazón. 302. Lentejas los viernes. 303. Letras sin virtud son perlas en el

muladar. 304. Leyendo de claro en claro, y los

días de turbio en turbio. 305. Liebre huye, galgos la siguen. 306. Lo bien ganado se pierde, y lo

malo, ello y su dueño.

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307. Lo que cuesta poco se estima en menos. (Lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta).

308. Lo que has de dar al mur (ratón), dálo al gato, y sacarte ha de cuidados.

309. Lo que no veo por los ojos, con el dedo lo señalo.

310. Lo que se puede hacer por bien, no se haga por mal.

311. Los decretos que no se guardan, lo mismo es que si no lo fuesen.

312. Los duelos con paz son menos (o buenos).

313. Los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.

314. Los que ayer estaban en lo más alto hoy están por el suelo.

315. Los que buscan aventuras aventuras no siempre las hallan buenas.

316. Los trajes se han de acomodar con el oficio o dignidad que se profesa.

317. Los usos no vinieron todos juntos ni se inventaron a una.

318. Mal principio de semana tiene el que lo ahorcan el sábado.

319. Malos sean los que me quedan por vivir.

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320. Más bien parece el soldado muerto en la batalla que vivo y salvo en la huida.

321. Más calientan cuatro varas de paño de Cuenca que otras cuatro de limiste de Segovia.

322. Más estoy para bizmas y emplastos que para pláticas.

323. Más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno.

324. Más mojados que muertos de sed. 325. Más que bien será bastante. 326. Más quiero tener por amo y por

señor al rey, y servirle en la guerra, que no a un pelón en la corte.

327. Más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.

328. Más vale al que Dios ayuda que al que mucho madruga.

329. Más vale buena esperanza que ruin posesión y buena queja que mala paga.

330. Más vale el buen nombre que las muchas riquezas.

331. Más vale el pájaro en la mano que el buitre volando. (En el capítulo XII de la 2ª. Parte lo trae Cervantes como lo usamos nosotros, sin los artículos: “Más vale pájaro en mano que buitre volando).

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332. Más vale migaja de rey que merced de señor.

333. Más vale salto de mata que ruego de hombres buenos.

334. Más vale un toma que dos te daré. 335. Más vale vergüenza en cara que

mancilla en el corazón. 336. Mayor mal la flaqueza que la

calentura. 337. Me parece duro caso hacer

esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres.

338. Mejor es ser caballero andante que pastor.

339. Mejor me sabrá el pan desgobernado que siendo gobernador.

340. Mejor parece la hija mal casada que bien abarraganada.

341. Menos mal hace el hipócrita que se finge bueno que el público pecador.

342. Miente como un hideputa y mal nacido.

343. Mientras se duerme, todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos.

344. Mientras se duerme, todos son iguales.

345. Mientras se gana algo no se pierde nada.

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346. Mira y remira, pasa y repasa los consejos y documentos.

347. Mis desgracias, aunque tuvieron principio, nunca tendrán fin.

348. Mucha diferencia hay de las obras que se hacen por amor a las que se hacen por agradecimiento.

349. Muchas gracias no se pueden decir con pocas palabras.

350. Muchas veces donde no hay estacas hay tocinos.

351. Muchas veces suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias.

352. Muchos pocos hacen un mucho. 353. Muchos teólogos hay que no son

buenos para el púlpito. 354. Muchos van por lana y vuelven

tresquilados. 355. Muera Marta, y muera harta. 356. Nací para vivir muriendo, y tú

para morir comiendo. 357. Nadie diga: De esta agua no

beberé. 358. Nadie nace enseñado (aprendido). 359. Nadie puede prometerse en este

mundo más horas de vida que las que Dios quisiere darle

360. Nadie tienda más la pierna que cuanto fuere larga la sábana.

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361. Ni a ella la entiendan ni ella se entienda

362. Ni ajena, ni propia, ni pesada ni por pesar.

363. Ni al él le faltaran imperios que mandar ni a mi ínsulas que gobernar

364. Ni lo creo ni lo espero 365. Ni quito rey ni pongo rey. (Ni

quito ni pongo rey). 366. Ni tome cohecho, ni pierda

derecho 367. Ninguna cosa desta vida hace más

valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas

368. No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería.

369. No con quien naces, sino con quien paces.

370. No es la miel parta la boca del asno. (No se hizo).

371. No es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.

372. No es oro todo lo que reluce. (No todo lo que brilla es oro).

373. No es posible que el mal y el bien sean durables.

374. No es todo hacer barbas. 375. No es tuerta ni corcovada, sino

más derecha que un uso de Guadarrama.

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376. No es un hombre más que otro. 377. No estoy para dar migas a un gato. 378. No hay camino tan llano, que no

tenga algún tropezón o barranco. 379. No hay cosa que más fatigue el

corazón de los pobres que el hambre y la carestía.

380. No hay cosa que menos cueste ni valga más barata, que los buenos comedimientos.

381. No hay estómago que sea un palmo mayor que otro.

382. No hay libro tan malo que no tenga alguna cosa buena. (Se dijo desde Plinio).

383. No hay mayor locura que la que toca en querer.

384. No hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como ella aprieta a que se haga lo que quiere.

385. No hay memoria a quien el tiempo no acabe, ni dolor que muerte no le consuma.

386. No hay para que, señor, tomar venganza de nadie, pues no es de buenos cristianos tomarla de los agravios.

387. No hay peor cosa que cantar en el ansia.

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388. No he visto lo que he visto, ni ha pasado por mi lo que ha pasado.

389. No la has de ver en todos los días de tu vida.

390. No Mezclar lo divino con lo humano

391. No ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacristán.

392. No pidas de grado lo que puedas tomar por la fuerza.

393. No se ganó Zamora en una hora. 394. No se ha de dar tan barata la

libertad 395. No se ha de mentar (o no es

bueno mentar) la soga en casa del ahorcado. (En casa del ahorcado no se ha de mentar la soga.

396. No se mueve la hoja en el árbol sin la voluntad de Dios.

397. No se toman truchas a bragas enjutas.

398. No siempre hay tocinos donde hay estacas (Donde no hay tocinos, no hay estacas).

399. No todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros andantes.

400. No todos los que gobiernan vienen de casta de reyes.

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401. No ver por tela de cedazo. 402. Nunca segundas partes fueron

buenas. 403. O somos o no somos. 404. Oficio que no da de comer a su

dueño no vale dos habas. 405. Ojos que no ven, corazón que no

quiebra. (Lo que ojos no ven corazón no siente).

406. Omnis. Santuario mala, perdicis autem pessima. Todo hartazgo es malo; pero el de las perdices, malísimo.

407. Operibus credite, et non verbis. (Las obras hablan y no las palabras).

408. Otro gallo te cantara. 409. Paciencia y barajar. 410. Pagar justos por pecadores. 411. Para dar y tener, seso es menester. 412. Para ser del todo asno no me falta

más de la cola. 413. Para todo tengo y de todo me

alcanza un poco. 414. Parecéis, como se parece un

huevo a otro. 415. Pedir peras al olmo. 416. Plega a Dios que no demos con

nuestra sepultura. 417. Pon lo tuyo en consejo, y unos

dirán que es blanco y otros que son negro.

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418. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.

419. Por no haber hallado nidos donde pensó hallar pájaros

420. Por su mal le nacieron alas a la hormiga.

421. Porque tripas llevan corazón, que no corazón tripas.

422. Post tenebras spero lucem. 423. Preciare más de ser humilde

virtuoso que pecador soberbio. 424. Procura descubrir la verdad por

entre las promesas y dadivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre.

425. Pues tenemos hogazas no busquemos tortas.

426. Quando caput dolet… 427. Que Dios quede con vos y os

haga un santo. 428. Que el que vea la mota en el ojo

ajeno, vea la viga en el suyo. 429. Que mal parece en los

gobernadores el no saber leer ni escribir. 430. Quedó como galápago encerrado. 431. Querer atar las lenguas de los

maldicientes es lo mismo que querer poner puertas al campo.

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432. Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.

433. Quien a Dios quiere bien, la casa le sabe.

434. Quién a nosotros trasquiló, las tijeras le quedaron en la mano.

435. Quién bien tiene y mal escoge, por mal que le venga no se enoje,

436. Quién busca el peligro, perece en él. (Qui amat periculum inillo peribit).

437. Quién canta, sus males espanta. 438. Quién destaja, no baraja. 439. Quien está en el infierno nunca

sale dél. 440. Quién la vido y la ve ahora, cuál

es el corazón que no llora? 441. Quien la vio y la ve ahora, ¿cuál es

el corazón que no llora? 442. Quién las sabe las tiene (o las

tañe). 443. Quién puede poner puertas

campo? 444. Quién te cubre te descubre. 445. Quien te da el hueso, no te querría

ver muerta. 446. Quién te da el hueso, no te querría

ver muerto.

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447. Quien tropieza en hablador y en gracioso, al primer puntapié cae y da en truhan y desgraciado

448. Quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda.

449. Quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno.

450. Quitada la causa se quita el pecado.

451. Quitarle a un caballero andante su dama es quitarle los ojos con que mira, y el sol con que se alumbra, y el sustento con que se mantiene.

452. Ruin sea quien por ruin se tiene. 453. Sé padre de las virtudes y

padrastro de los vicios. 454. Sea lo que fuere, que con eso nos

contentamos. 455. Será bien dar tanto al tiempo. 456. Será mejor no menear el arroz,

aunque se pegue. (Es mejor no meneallo). 457. Si acaso doblares la vara de la

justicia, no sea con el peso de la dadiva, sino con el de la misericordia.

458. Si al palomar no le falta cebo, no le faltarán palomas.

459. Si bien canta el abad, no le va en zaga el bonacillo.

58

460. Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba.

461. Si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro.

462. Si el ciego guía al ciego, ambos van a peligro de caer en el hoyo

463. Si mal gobernares, tuya será la culpa, y mía la vergüenza.

464. Si me dan ocasión, han de ver maravillas.

465. Si os duele la cabeza, untaos las rodillas.

466. Sicut erat in principio. (En otra versión tan sólo aparece Sicut erat).

467. Siempre es alabado más el hacer bien que el hacer mal.

468. Siempre las desdichas persiguen al buen ingenio.

469. Sin perdonar derecho ni llevar cohecho.

470. Sobre el cimiento de la necedad no asienta ningún discreto edificio.

471. Sobre un buen cimiento se puede levantar un buen edificio.

472. Sobre un huevo pone la gallina. 473. Sola la vida humana corre a su fin

ligera más que el tiempo, sin esperar renoverse si no es en la otra, que no tiene términos que la limiten.

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474. Son tontos todos aquellos cristianos que miran en agüeros.

475. Stultorum infinitus est numerus. 476. Su alma en su palma. 477. Tal el tiempo, tal el tiento. 478. También suelen andar los amores

y los no buenos deseos por los campos como por las ciudades.

479. Tan buena suerte ser una gata como una rata.

480. Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades.

481. Tan presto se ve el cordero como el carnero.

482. Tan suele venir por lana, que vuelve trasquilado (Venir por lana y venir trasquilado // No querría que fuese por lana y volviese trasquilada).

483. Tantas letras tiene un no como un sí.

484. Tantas veces va en cántaro a la fuente… y no te digo más. (Tanto va el cántaro al agua, hasta que por fin se quiebra // Tantas veces va el cantarillo a la fuente).

485. Tanto es lo de más como lo de menos.

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486. Tanto monta cortar como desatar.

487. Tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales.

488. Tenemos hogazas, no busquemos tortas

489. Tengamos la fiesta en paz, y no arrojemos la soga tras el caldero.

490. Tengo más de limpio que de goloso.

491. Teniendo yo el mando y el palo, haré lo que quisiere.

492. Tiempos hay de burlas, y tiempos donde caen y parecen mal las burlas (No son estas burlas para dos veces).

493. Tiene un alma como un cántaro 494. Toda comparación es odiosa. 495. Todas las cosas tienen remedio, si

no es la muerte 496. Todo el mal nos viene junto,

como al perro los palos. 497. Todo era predicar en el desierto y

majar en hierro frio. 498. Todo es morir, y acabose la obra 499. Todo lo que suele adquirir un

gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta.

500. Todo lo sabe, todo lo alcanza.

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501. Tripas llevan pies, que no pies a tripas (Ante: Porque tripas llevan corazón, que no corazón tripas).

502. Un asno cargado de oro sube ligero por una montaña.

503. Un asno cubierto de oro parece mejor que un caballo enalbardado.

504. Un palo compuesto no parece palo.

505. Vale más buena esperanza que ruin posesión y buena queja que mala paga.

506. Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza.

507. Vender el gato por liebre. (Meter gato por liebre).

508. Ver los toros desde el andamio. (Desde la barrera).

509. Vióse el perro en bragas de cerro. 510. Vístete bien, que un palo

compuesto no parece palo. 511. Viva la gallina, aunque sea con su

pepita. 512. Vive Dios que si os huele, que os

mando mala ventura. 513. Vuesa merced coplee cuanto

quisiere, que yo dormiré cuanto pudiere. 514. Y ¿qué fará agora la tu merced?

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515. Y si no, tan amigos como de antes.

Bibliografía: ARTIGAS, Miguel. Los primeros pasos de El Quijote, en: CERVANTES, Miguel de. El Ingenioso Hidalgo don Quixote de La Mancha. Biblioteca Nueva, edición facsimilar del original, Madrid, 1934. AA.VV. El Quijote desde la Academia Colombiana de la Lengua. Fundación Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano y Academia Colombiana de la Lengua, Bogotá, D.C., 2006. CABALLERO CALDERÓN, Eduardo. Breviario del Quijote. Panamericana editorial, Bogotá, D.C., 2006. CADAVID MISAS, Roberto y FRANCO VÉLEZ, Jorge. El Quijote a lo paisa. Intermedio Editores, Bogotá, D.C., 2012. CARO, Miguel Antonio. Obras. Estudios lingüísticos, gramaticales y filológicos. Tomo III. Colección Clásicos Colombianos, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1980. CERVANTES, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Edición de la Real Academia Española, adaptada por Arturo Pérez-Reverté, con prólogo de Darío Villanueva. Editorial Santillana, Madrid, 2014.

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CERVANTES, Miguel de. Entremeses. Edición y notas de Miguel Herrero García, Espasa – Calpe, Madrid, 1945. DE FRANCISCO ZEA, Adolfo. La locura de don Quijote (Amabilis insania et mentis gratissimus error). Con la colaboración de Rubén Salazar Gutiérrez. Edición conjunta de las Academias colombianas de Historia, de la Lengua y de Medicina, Bogotá, D.C., 2007. DE RIQUER, Martín. Aproximación al quijote. Prólogo de Dámaso Alonso. Biblioteca Básica Salvat, Barcelona, 1970. GARCÍA VALENCIA, Julio César. “Contribución al Refranero Colombiano” y “Otros refranes colombianos”, publicados en revista de Folklore #s. 3y 6. GOENAGA, Francia Elena. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Estudio literario. Panamericana editorial, Bogotá, D.C., 2001. GRACIA, Jordi. Miguel de Cervantes. La conquista de la ironía. Taurus, Barcelona, 2016. OCAMPO MARÍN, Héctor. Laboriosidad de Cervantes, su actualidad y universalidad, en: Boletín de la Academia Colombiana, Tomo LIII, números 215 – 216, enero a junio de 2002, Bogotá, D.C., pp. 111 – 116. OLANO BUSTOS, Virgilio. El romancero del Quijote. Artes Gráficas DECA, Bogotá, D.C., s.f.

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OLANO BUSTOS, Virgilio. Vocabulario de ayuda para leer el Quijote. Artes Gráficas DECA, Bogotá, D.C., 2005. OLANO CORREA, Carmen Georgina. Don Quijote y el gobernador sancho, s.p.i., Bogotá, D.C., 1999. SUÁREZ, Marco Fidel. Obras. Los Sueños de Luciano pulgar. Tomo III. Colección Clásicos Colombianos, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1980. TORRECILLA, Adolfo. El humanismo cristiano de Cervantes, en: Aceprensa, # 29/16. VARGAS LLOSA, Mario. Las discretas ficciones de Azorín. Discurso leído el día 15 de enero de 1996, en su recepción pública como Individuo de Número de la Real Academia Española. www.rae.es VARGAS LLOSA, Mario. Leer libros de caballerías en el siglo XX, en: http://www.catedravargasllosa.com/obra-visor-din/leer-libros-de-caballerias-en-el-siglo-xx/html/52f4bd48-ea16-4796-a058-1fbdce196952.html, recuperada el 11 de mayo de 2016.

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El escudo de armas atribuido a don Miguel de

Cervantes Saavedra.

(Ilustración de Gustavo Doré).

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Esta obra, incluye un Prólogo, escrito por Juan David Montejo Olano, los

prolegómenos al tema ficcional del Quijote, así como todos los refranes que en número de 120 fueron recopilados en 1948

por el doctor en Filosofía y Letras Julio César García Valencia, complementados

hasta llegar a 516 por su nieto, el doctor en Derecho Canónico Hernán Alejandro

Olano García, ambos, Individuos de la Academia Colombiana de la Lengua.

Este texto reúne por tanto, el pensamiento de tres de cuatro generaciones: el bisnieto

con su prólogo, el nieto y el abuelo, mostrando una auténtica tradición

humanística familiar, realizando además un homenaje en los 470 años del

nacimiento de Miguel de Cervantes (1547) y los 400 años de su fallecimiento (1616), dedicando la obra además a los actuales

Duque de Bejar y al Marqués de Gibraleón.

¡LAUS DEO! Se culminó el 28 de mayo de 2016,

día de san Guillermo de Gelona, Décimo duque de Aquitania y conde

de Toulouse.