recupera el optimismo - capítulo 1 "el virus s"

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"El Virus S" es el primer capítulo del libro "Recupera el Optimismo" (ESIc Editorial 2013), que incluye 12 cuentos sobre motivación y compromiso. http://www.recuperaeloptimismo.net

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Page 1: Recupera el optimismo - Capítulo 1 "El Virus S"

El Virus “S”

- Al abuelo le gustaba mucho la Universidad, ¿verdad, mamá? –preguntó Mar, la hija mayor, con vehemencia.

- Sí, hija, sí. La Universidad era una de las grandes pasiones delabuelo – respondió la madre con un cierto aire de nostalgia.

- ¿Y por qué le gustaba tanto la Universidad al abuelo, mamá? – replicó la hija de nuevo.

- Pues porque siempre descubría cosas interesantes en su trabajo oen el trabajo de alguno de sus compañeros. En una ocasión noscontó una historia que nos dejó perplejos durante mucho tiem-po – puntualizó la madre con misterio.

- ¿Me la cuentas, mamá, por favor?- Bueno, pero después te lavas las manos y te sientas en la mesa

para cenar. Tus hermanos estarán a punto de llegar, ¿de acuerdo? - Sí, sí, prometido – respondió con convicción Mar.

En un alejado pabellón de la Universidad se escondía un puntero labo-ratorio. Era fruto del programa de colaboración que tenía la Universi-dad con algunas empresas. En este caso Ana, una joven científica deldepartamento de Innovación, trabajaba duramente en un revoluciona-rio medicamento para rejuvenecer la piel de la cara. Iba a ser un pro-ducto rompedor.

Ana llevaba meses intentando sintetizar una sustancia cuya propiedadfundamental era ralentizar el envejecimiento de las células de la piel. Lainvestigación era financiada en parte por un laboratorio farmacéutico.

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- ¿Un laboratorio farmacéutico? – preguntó Mar.- Sí, hija, sí. El laboratorio esperaba fabricar un producto que per-

mitiera reducir las arrugas y, por tanto, tener más interés para lagente que las cremas convencionales– contestó Ángeles.

- ¿La gente utilizaba ya entonces cremas para estirarse la piel de lacara? – dijo Mar sorprendida.

- Sí, aunque ahora te parezca curioso tal vez algún día tu tambiénhagas algo parecido – apuntó la madre con resignación. Perosigamos con la historia del laboratorio, que se acerca la hora dela cena – contestó Ángeles.

El secreto de la fórmula de esta nueva proteína era un extraño com-puesto al que Ana había llamado “S” que provocaba una mutación delas células de la epidermis, obligándolas a contraerse. Bueno, eso es loque estaba buscando porque aún no lo había logrado. Alguno de loscomponentes no debía funcionar bien en el resultado final porque elcompuesto no causaba el efecto deseado.

Ana llevaba trabajando todo el día, y la noche se cernía ya sobre la Uni-versidad. Un calor sofocante había menguado considerablemente lasfuerzas de la investigadora, de modo que decidió hacer un pequeñodescanso para encarar la noche con más energías. Dejó las probetasencima de la mesa, abrió las ventanas del laboratorio, cogió un sánd-wich que guardaba en el frigorífico y salió al jardín.

Realmente hacía calor y además el grado de humedad era muy alto.Tras unos minutos de descanso, volvió al laboratorio y contempló, sor-prendida, un fenómeno curioso: el compuesto había desaparecido delas probetas.

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Tras la sorpresa inicial, empezó a ordenar su pensamiento: “¿cómo esposible que haya desaparecido el líquido de las probetas?”. El enigmalo resolvió Ana rápidamente, aunque sólo en parte.

El calor y la humedad habían interactuado de alguna forma con el com-puesto líquido de las probetas y el resultado es que el compuesto habíacambiado de estado.

- ¿Qué quieres decir con que había cambiado de estado, mamá?¿Cómo es posible que desaparezca el líquido de una probeta? –preguntó Mar.

- Si te acuerdas de lo que has aprendido en clase, cuando a un líqui-do le aplicas el calor suficiente pasa a estado gaseoso … Se evapo-ra, que no es lo mismo que desaparecer – contestó la madre.

- Así que desapareció al evaporarse … ¿Es eso?- Bueno, casi, porque no desaparece como tal. Pero sigamos con la

historia que pronto tenemos que comenzar a cenar – pidió denuevo la madre.

- Vale, vale, sigue – accedió la hija.

Ana pensó que tendría que volver a hacer el compuesto, variando algu-no de sus elementos, pero estaba ya muy cansada como para comenzarel proceso de nuevo así que prefirió volver a su casa a descansar.

Lo que Ana no pensó en ese momento es que el compuesto estaba enel aire del laboratorio y que, por tanto, había entrado en contacto consu piel de forma imperceptible para ella. Simplemente cerró las venta-nas, apagó las luces y se fue a casa. Durmió plácidamente durante másde ocho horas seguidas.

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A la mañana siguiente Ana se despertó con una extraña sensación detirantez y cosquilleo en su rostro. Se levantó pellizcándose la cara y cuálfue su sorpresa al verse en el espejo: ¡El Virus “S” había hecho efecto ensu rostro…! pero no exactamente de la forma esperada. Su piel seencontraba muy tersa sí, pero los músculos de la cara también se ha -bían tensado, por decirlo de algún modo, dibujando en su cara unasuave sonrisa que no era capaz de borrar.

“Seamos positivos, podría ser peor” – pensó, y decidió darse una ducharápida y volver al laboratorio urgentemente para tratar de solucionareste desaguisado.

Ana estaba casada con Álvaro, un joven ingeniero de caminos, que tra-bajaba en un conocido estudio de arquitectura en la ciudad. Hacía unpar de años que había entrado en el estudio y sus expectativas no sehabían cumplido: hacía trabajos auxiliares y participaba solo colateral-mente en los proyectos importantes. Llevaba, digamos, una mala racha.

En las últimas semanas la situación había empeorado. Algunos sociosdel estudio viajaban constantemente a visitar las obras de su proyectoestrella: “La Torre Overlook”, un rascacielos al borde del mar que habíaasombrado a propios y extraños por el uso altamente eficiente de lasfuentes de energía para su funcionamiento. Se sentía desplazado y estole hacía estar todo el día malhumorado, quejándose por todo.

Álvaro se encontraba dando el último sorbo a su café, cuando Anaentró en la cocina. Tras lavar la taza que acababa de utilizar, se despi-dió rápidamente de Ana para ir a recoger al aeropuerto a dos de lossocios del estudio de arquitectura. Le dio un beso en la cara y se des-pidió diciéndole “Nunca podré entender qué te hace sonreír tanto porla mañana temprano …”.

El improvisado chofer se subió a su coche y decidió comenzar su durodía de trabajo dirigiéndose a la terminal de llegadas del aeropuerto.Según conducía empezó a notar una impresión extraña en su cara. Sen-tía la misma sensación que cuando se quemaba en la playa, además deun pequeño cosquilleo. Su piel estaba tirante. No paraba de hacer mue-

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cas para deshacerse de aquella sensación, y al mirarse en el espejo retro-visor se quedó perplejo al ver que una amplia sonrisa se había forma-do en su cara ¡Y no podía quitarla!

Asustado pensó que debería ir al médico, pero justo en ese momentolos dos socios del estudio de arquitectura, muy trajeados, se montaronen el coche. “Por favor, es muy importante que lleguemos al Centro deConvenciones antes de 30 minutos”. Álvaro balbuceó “Bueno, es quedebería ir al médico porque …”. “No parece estar muy mal, de modoque en otro momento tendrá que ser. Necesitamos llegar urgentemen-te porque vamos a dar una conferencia sobre la Torre Overlook a inver-sores europeos y, como comprenderás, es vital para el estudio lograrotros proyectos similares ¡De modo que deja ya de sonreír y arranca!”.

Como necesitaba el trabajo, decidió llevarles lo más rápido posible parair luego al médico sin falta. Durante el trayecto los dos socios se conta-giaron del virus que Álvaro tenía en su cara, si bien ellos no se dieroncuenta de este hecho por estar absortos consultando sus notas sobre laconferencia.

El mayor de los socios, un alemán llamado Ulrich, tenía que hacer laclausura de la convención sobre Arquitectura y Sostenibilidad. Cuandose subió al atril del inmenso y abarrotado salón de actos ya lucía unatransparente sonrisa de oreja a oreja.

Su discurso consiguió una ovación sin precedentes, con todos los par-ticipantes puestos de pie aplaudiendo enérgicamente. El propio Ulrichse sintió muy complacido por la reacción de la audiencia, aumentan-do inconscientemente la sonrisa de su cara. Su estado anímico era deeuforia, sentimiento muy similar al que parecía mostrar el público pre-sente.

Los asistentes salieron con una increíble y atractiva sonrisa. El virus “S”cada vez se propagaba más rápido, era capaz de contagiarse en cuestiónde segundos. Tras la convención los asistentes volvieron a sus respecti-vas empresas y convocaron de forma inmediata a sus consejos de admi-nistración.

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En estas reuniones, sin saber muy bien por qué, todos tenían una son-risa en la cara, se mostraban respetuosos, cordiales y comprensivos conlos demás y eran mucho más receptivos que de costumbre. Las perso-nas se sentían más cercanas unas de otras, la comunicación fluía confacilidad, así como el respeto, la cordialidad y la comprensión mutuas.Además de aprobar inversiones relativas a Arquitectura y Sostenibilidadconsiguieron llegar a acuerdos sobre otros proyectos que llevabanmeses atascados en los respectivos consejos.

El otro socio que viajaba en el coche de Álvaro era uno de los asesoresdel presidente en lo relativo a Energía y Sostenibilidad. Al terminar laconvención, se pasó a una sala anexa, donde iba a tener una rueda deprensa con los medios de comunicación para darles una exclusiva sobrecómo la Torre Overlook era capaz de aprovechar la energía sin produ-cir los habituales residuos contaminantes.

Susan, una famosa locutora de la radio, también acudió a esta reunión,alertada por un colaborador de la repercusión y éxito que había tenidola presentación en el Centro de Convenciones. Susan quería tenerinformación de primera mano porque era una profesional, pero sobretodo, porque su posición hacia estos temas era bastante crítica (“no sonmás que cortinas de humo que nos despistan de los verdaderos pro-blemas que tiene la sociedad hoy en día” solía decir).

- ¿A qué problemas se refería, mamá? – preguntó Mar.- Probablemente a cómo paliar el hambre en el mundo, así como

a hacer llegar agua potable a todos los rincones de la tierra – dijola madre con tono solemne.

- Vaya, parecía un poco estirada … pero comprometida ¿no? –inquirió Mar.

- Sí, y te podrás imaginar cómo sería su cara … – preguntó la madre.- Claro, … lo que no puedo imaginarme es si el virus podría con

ella – añadió la hija de forma divertida.- ¿Quieres conocer, pues, el final de la historia?- Claro, mami, me muero de ganas por saber qué pasó – añadió la

hija abriendo los ojos intensamente.

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Los periodistas salieron encantados con la sonrisa de un niño adornan-do sus adultos rostros, y la que más Susan. El virus parecía haber cala-do más hondo en ella. De hecho su cara no mostraba ninguna tirantez… simplemente tenía una preciosa y cálida sonrisa. Sus crónicas en laedición de la tarde fueron inusualmente optimistas, destacando losaspectos buenos y obviando los politiqueos y los cotilleos.

Aquella tarde las acciones del estudio de arquitectura se revalorizaronmás de un veinte por ciento.

En el diario de las 8, Susan lució una radiante y fascinante sonrisa, queatrapó y cautivó a todos los oyentes.

- ¿Cómo pudieron notar los oyentes, que estaba sonriendo? ¡No laveían! – preguntó incrédula Mar.

- El tono de voz transmite muchas cosas, hija – puntualizó lamadre. – De hecho, pocas personas conocían cara a cara a Susany, sin embargo, todo el mundo pensaba que tenía el gesto estira-do por cómo hablaba (cosa que era muy cierta, claro).

Hasta donde se sabía, un virus como tal no se había transmitido nuncaa través de las ondas de la radio, pero en esto caso y gracias a lo espe-cial que era el virus “S”, ese singular día de Agosto toda la ciudad seacostó con una sonrisa dibujada en su cara, y sus sueños fueron increí -bles.

A las cinco de la mañana de aquella maravillosa noche, en una de lasventanas de un pequeño y moderno edificio de un alejado pabellón dela Universidad, una luz desafiaba a la oscuridad. Ana seguía trabajandosola, como había hecho todo el día, en su compuesto, para mejorarlocon una idea distinta a la que había tenido el día anterior. Ahora pen-saba que no era tan malo que el virus produjera, como efecto secunda-rio, la sonrisa en la cara. De hecho a lo largo de las horas le fue gus-tando la idea cada vez más. Si bien como en su caso no había tenidocontacto con nadie, el efecto de la sonrisa desaparecía poco a poco. Loque intentaba mejorar, pues, es que el virus produjera de forma cons-tante, no pasajera, aquella agradable sonrisa. La pobre no sabía todavía

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que tras varios intercambios con diferentes personas el virus habíamutado y… ¡su efecto era permanente!

- ¿Y el laboratorio fabricó aquel producto antiarrugas evitando queprodujera la sonrisa, mamá? – preguntó Mar con curiosidad.

- Hora de lavarse las manos y cenar – replicó la madre. – Ya estánsentados a la mesa tus hermanos.

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El Virus “S” – MORALEJA

Las lecciones del Virus “S”

Todos sabemos que mantener una actitud positiva en la vida ayuda porun lado a ser más feliz y por otro a superar con mayor facilidad situa-ciones adversas. De igual forma, sabemos que las emociones se transmi-ten, se “contagian” con facilidad, nos las pasamos de unos a otros aun-que no de una manera tan fácil como sucede con el virus “S”. Ya nosgustaría que se pudieran contagiar no solo las emociones sino tambiénlos comportamientos y las actitudes pero, aunque no sea tan sencillo, síque existen algunos mecanismos que permiten desarrollarlos.

La palabra compromiso surgió en la Roma clásica para expresar unacuerdo cuando existía un litigio. Las partes involucradas debían depo-sitar una fianza que perdían en el caso de no cumplir el trato. Así pues,compromiso significa “acuerdo entre ambas partes”. Es decir, éste no seentiende si no es recíproco y bidireccional. Si queremos que nuestrosprofesionales se comprometan, empecemos por comprometernos noso-tros con ellos. Los defectos de un equipo, son el reflejo de nuestrosdefectos como líderes.

En un principio puede parecer que el primer paso en la generación decompromiso debe ser dado por los líderes del equipo. Pero comodecíamos, éste es un concepto que implica reciprocidad, por lo quetambién podría ser interesante que fuera alguno de los miembros delequipo el que con su actitud de compromiso fuera el generador delvirus que contagiara a los demás. Los virus afectan a todas las perso-nas, independientemente de su rango o posición social, y el primeroque lo adquiere se lo va contagiando a todos los que están a su alre-dedor. Para propagar el virus del compromiso, cualquiera puede serel “culpable”. No obstante, en este caso, a las organizaciones les inte-resa inocular el virus por lo que lo más interesante sería que fueranlos líderes los primeros en contagiarse y, a través de ellos, llegar atodas las personas.

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El alma de las organizaciones

Una organización puede no cuidar su “alma”, su razón de ser, pero anteso después caerá en la mediocridad o en la irrelevancia. Por el contrario,aquellas que la cuidan verán cómo sus proyectos florecen y cómo losmejores acuden a ellas para contribuir a su desarrollo y mejora.

Un buen número de pensadores del management han recordado que lacrisis que vivimos no es sólo económica sino también de valores, y que,quizás tras ella, cambien algunos de los paradigmas del mundo empre-sarial. Probablemente es un momento estupendo para potenciar el almadentro de las organizaciones.

Para bien de todos, se percibe una corriente de pensamiento actual, unatendencia de cambio liderada por las empresas comprometidas conunos valores, con unos principios… que apuestan por un fin mayor delas empresas. Este “logro mayor” sería buscar la dignidad, grandeza,desarrollo y satisfacción de cada persona junto a las utilidades econó-micas y materiales.

Si comparamos las horas que pasamos en el trabajo con las que dedi-camos a la familia, a las aficiones… veremos que salvo excepciones labalanza se decanta con claridad hacia las horas de trabajo. Sería bonitopensar (o quizás soñar) que cuando las personas llegan cada día a tra-bajar no tienen la sensación de entrar en unas “mazmorras” de dondeserán liberadas 8 ó 10 horas después, y así día a día, salvo los “permi-sos” de fin de semana o vacaciones.

Lógicamente, y en primer lugar, cada persona debería poder encontrarun trabajo que le ayude en su desarrollo profesional, donde realmentese sienta realizada y si esto no es así, quizás debería replantearse su pro-yecto profesional. Lo que sucede en un buen número de ocasiones esque las personas son infelices incluso encontrando empresas que seadecúan a lo buscado.

Los directivos que tienen la suerte de dirigir equipos de personas debenser conscientes de la responsabilidad que tienen de influir en la felici-

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dad de las personas que trabajan con ellos. Según se comporten diaria-mente con cada persona del equipo (recordemos que pasan más tiem-po en el trabajo que con sus familias) favorecerán más o menos quesean felices en su trabajo y por ende en su vida personal. Toda personasometida permanentemente a jornadas interminables, a estrés, a nive-les de exigencia por encima de las posibilidades, a malas formas… esdifícil que sea feliz (y, por tanto, productiva, no lo olvidemos).

Las empresas están preocupadas en buscar las claves para aumentar elcompromiso de cada empleado y no hay ningún otro camino que nopase por que las empresas sean las que den el primer paso en compro-meterse con sus personas. Y en esto, cada directivo es el primer eslabónen la búsqueda del compromiso de su gente. Según nos comportemoscon ellos así nos responderán. Pero las personas no son robots quesiempre responden igual y al mismo ritmo. Cada una tiene sus cir-cunstancias, aspiraciones, motivaciones…

Nuestros equipos son un material maravilloso, pero muy sensible, quedebemos alinear para la consecución de los objetivos empresariales,pero para lo que es necesario un total compromiso en su desarrollo per-sonal y profesional.

Y todo esto no supone dejar de ser exigente, dejar de corregir… Las for-mas juegan un papel primordial.

Por tanto, dirigir no es exclusivamente “hacer hacer” como enseñabanen la universidad, sino “ayudar a hacer facilitando el desarrollo perso-nal y profesional”. Recordemos, una vez más, que en la medida quesomos responsables de un equipo somos sus referentes directos. Entodos los sentidos.

Ojalá nos estemos acercando al cambio y renovación de la manera depensar más tradicional, abriendo la esperanza a potenciar el alma de lasorganizaciones. Ojalá se vaya introduciendo ese “virus” positivo y vayacalando en todos los niveles organizacionales.

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