psicoterapia

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Unidad 1 Introducción. Reseña de las conceptualizaciones históricas del sufrimiento del sufrimiento humano: locura, enfermedad mental, anormalidad. El paradigma fármaco médico y el enfoque del “trastorno mental”, características principales. Otro paradigma: “el malestar en la cultura”, la resistencia y consistencia del “síntoma”. Dispositivos actuales de abordaje del padecimiento psíquico: psicoanálisis, psicoterapias, autoayuda y farmacología. Foucault. M: “Los anormales”. Los anormales, familia indefinida y confusa que atemoriza a la gente a finales del s XIX, constituyen un fenómeno íntimamente relacionado con un conjunto de instituciones de control, una serie de mecanismos de vigilancia y distribución del orden. El grupo de los anormales se formó a partir de tres figuras cuya constitución no ha surgido de forma exactamente sincrónica: 1. Monstruo humano: vieja noción que encuentra su marco de referencia en la ley. Noción jurídica entendida en sentido amplio, ya que no concierne a únicamente a las leyes de la sociedad sino que refiere también a las leyes de la naturaleza. El campo de aparición del monstruo es un ámbito jurídico- biológico. Lo que constituye a un monstruo humano en un monstruo no es solo la excepción en relación con la forma de la especie, es la conmoción que provoca en las regularidades jurídicas. El monstruo humano combina lo imposible y lo prohibido. Ejemplos: hermafroditas. 2. Individuo a corregir: Personaje más reciente que el monstruo, que está más cerca de las técnicas de adiestramiento. aparece al ponerse en práctica técnicas de disciplina que tienen lugar en occidente en s XVII-XVIII. Suscitan el problema de aquellos que escapan a la normatividad que ya no se corresponde con la soberanía de la ley. 3. Onanista: surge en relación con las nuevas conexiones entre la sexualidad y la organización familiar. Se busca una solidificación e intensificación de las relaciones: padres culpables de negligencia/desinterés, ponen a los niños en manos de terceros iniciadores del desenfreno (el minúsculo espacio familiar sexualmente saturado en el que nos educamos y vivimos se formó en relación con estos procesos). Uso del propio cuerpo como origen de los trastornos físicos. Interdicción: medida judicial por la cual un individuo era al menos parcialmente descalificado en tanto que sujeto de derecho. Encierro: s XVII fórmula intermedia entre el procedimiento negativo de la interdicción judicial y los procedimientos positivos de corrección. Roudinesco. E: “¿Por qué el psicoanálisis?”. El sufrimiento psíquico se manifiesta hoy bajo la forma de la depresión. El hombre moderno pasa del psicoanálisis a la psicofarmacología y de la psicoterapia a la homeopatía sin tomarse tiempo para reflexionar acerca del origen de su desdicha. El individuo depresivo padece más las libertades adquiridas por cuanto no sabe hacer uso de ellas. La era de la individualidad sustituyó así a la de la subjetividad: dándose a si mismo la ilusión de una libertad sin coacción, de una independencia sin deseo y de una historicidad sin historia, el hombre de hoy devino lo contrario de un sujeto . Por eso se liga a redes, grupos, colectivos, comunidades sin alcanzar a afirmar su verdadera diferencia. Es la inexistencia del sujeto lo que determina no solo las prescripciones psicofarmacológicas actuales, sino también las conductas ligadas al sufrimiento psíquico. Cada paciente es tratado como un ser anónimo perteneciente a una totalidad orgánica. Por un lado se encomienda a la medicina científica y por el otro aspira a una terapia que cree más apropiada al reconocimiento de su identidad. Se pierde en el laberinto de las medicinas paralelas.

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Psicoterapia

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  • El Foro de Estudiantes de Psicologa UNLP, Psikenet, agradece al usuario: Paula

    Unidad 1

    Introduccin.

    Resea de las conceptualizaciones histricas del sufrimiento del sufrimiento humano: locura,

    enfermedad mental, anormalidad.

    El paradigma frmaco mdico y el enfoque del trastorno mental, caractersticas principales.

    Otro paradigma: el malestar en la cultura, la resistencia y consistencia del sntoma.

    Dispositivos actuales de abordaje del padecimiento psquico: psicoanlisis, psicoterapias, autoayuda y

    farmacologa.

    Foucault. M: Los anormales.

    Los anormales, familia indefinida y confusa que atemoriza a la gente a finales del s XIX, constituyen un fenmeno ntimamente relacionado con un conjunto de instituciones de control, una serie de mecanismos de vigilancia y distribucin del orden. El grupo de los anormales se form a partir de tres figuras cuya constitucin no ha surgido de forma exactamente sincrnica:

    1. Monstruo humano: vieja nocin que encuentra su marco de referencia en la ley. Nocin jurdica entendida en sentido amplio, ya que no concierne a nicamente a las leyes de la sociedad sino que refiere tambin a las leyes de la naturaleza. El campo de aparicin del monstruo es un mbito jurdico-biolgico. Lo que constituye a un monstruo humano en un monstruo no es solo la excepcin en relacin con la forma de la especie, es la conmocin que provoca en las regularidades jurdicas. El monstruo humano combina lo imposible y lo prohibido. Ejemplos: hermafroditas.

    2. Individuo a corregir: Personaje ms reciente que el monstruo, que est ms cerca de las tcnicas de adiestramiento. aparece al ponerse en prctica tcnicas de disciplina que tienen lugar en occidente en s XVII-XVIII. Suscitan el problema de aquellos que escapan a la normatividad que ya no se corresponde con la soberana de la ley.

    3. Onanista: surge en relacin con las nuevas conexiones entre la sexualidad y la organizacin familiar. Se busca una solidificacin e intensificacin de las relaciones: padres culpables de negligencia/desinters, ponen a los nios en manos de terceros iniciadores del desenfreno (el minsculo espacio familiar sexualmente saturado en el que nos educamos y vivimos se form en relacin con estos procesos). Uso del propio cuerpo como origen de los trastornos fsicos.

    Interdiccin: medida judicial por la cual un individuo era al menos parcialmente descalificado en tanto que sujeto de derecho. Encierro: s XVII frmula intermedia entre el procedimiento negativo de la interdiccin judicial y los procedimientos positivos de correccin.

    Roudinesco. E: Por qu el psicoanlisis?.

    El sufrimiento psquico se manifiesta hoy bajo la forma de la depresin. El hombre moderno pasa del psicoanlisis a la psicofarmacologa y de la psicoterapia a la homeopata sin tomarse tiempo para reflexionar acerca del origen de su desdicha. El individuo depresivo padece ms las libertades adquiridas por cuanto no sabe hacer uso de ellas. La era de la individualidad sustituy as a la de la subjetividad: dndose a si mismo la ilusin de una libertad sin coaccin, de una independencia sin deseo y de una historicidad sin historia, el hombre de hoy devino lo contrario de un sujeto. Por eso se liga a redes, grupos, colectivos, comunidades sin alcanzar a afirmar su verdadera diferencia. Es la inexistencia del sujeto lo que determina no solo las prescripciones psicofarmacolgicas actuales, sino tambin las conductas ligadas al sufrimiento psquico. Cada paciente es tratado como un ser annimo perteneciente a una totalidad orgnica. Por un lado se encomienda a la medicina cientfica y por el otro aspira a una terapia que cree ms apropiada al reconocimiento de su identidad. Se pierde en el laberinto de las medicinas paralelas.

  • Frente al cientificismo erigido religin y frente a las ciencias cognitivas que valorizan al hombre-maquina en detrimento del hombre deseante, vemos florecer toda clase de prcticas surgidas, ya de la prehistoria del freudismo, ya de una concepcin ocultista del cuerpo y del espritu. Estas prcticas tienen como denominador comn ofrecer una creencia (e ilusin de curacin) a personas ms bien acomodadas, pero desestabilizadas por la crisis econmica, y que sienten victimas tanto de una tecnologa mdica demasiado alejada de su sufrimiento como de la importancia real de la medicina para curar ciertos trastornos funcionales. La sociedad democrtica moderna quiere borrar de su horizonte la realidad de la desgracia, de la muerte y de la violencia, buscando integrar, en un sistema nico, las diferencias y las resistencias. Forma atenuada de la antigua melancola, la depresin domina la subjetividad contempornea como la histeria reinaba a fines del siglo XIX. En la vspera del tercer milenio, la depresin devino la epidemia psquica de las sociedades democrticas a la vez que los tratamientos se multiplican para ofrecer a cada consumidor una solucin honorable. Por cierto la histeria no desapareci, pero es vivida y tratada (cada vez ms) como una depresin. Ahora bien, este reemplazo de un paradigma por otro no es inocente. La sustitucin se acompaa de una valorizacin de los procesos psicolgicos de normalizacin en detrimento de las diferentes formas de exploracin del inconciente. Tratado como una depresin, el conflicto neurtico contemporneo parece no depender de ninguna causalidad psquica que provenga del inconciente. Y sin embargo el inconciente resurge a travs del cuerpo, oponiendo una fuerte resistencia a las disciplinas y las practicas destinadas a eliminarlo. De aqu el fracaso relativo de las terapias proliferantes. Por ms que estas se inclinen con compasin sobre el sujeto depresivo, no llegan ni a curarlo ni a captar las verdaderas causas de su tormento. No hacen ms que mejorar su estado dejndolo a la espera de das mejores. Surgida de la neurastenia, nocin abandonada por Freud, y de la psicastenia descrita por Janet, la depresin no es ni neurosis, ni psicosis, ni melancola, sino una entidad blanda que remite a un estado pensado en trminos de fatiga, dficit, debilitamiento de la personalidad. El xito creciente de esta designacin muestra que las sociedades democrticas de fines del siglo XX cesaron de privilegiar el conflicto como ncleo normativo de la formacin subjetiva. Dicho de otra manera, la concepcin freudiana de un sujeto del inconciente, conciente d su libertad pero atormentado por el sexo, la muerte y lo prohibido, se sustituy por la concepcin ms psicolgica de un individuo depresivo que huye de su inconciente y que est preocupado por suprimir en l la esencia de cualquier conflicto. Emancipado de las prohibiciones por la igualacin de los derechos y la nivelacin de las condiciones, el deprimido de fines de siglo ha heredado una dependencia adictiva al mundo. Condenado al agotamiento por la ausencia de perspectiva revolucionaria, busca en la droga o en la religiosidad, el higiensimo o ee culto de un cuerpo perfecto el ideal de la felicidad imposible. Por esta razn (constata alain ehrenberg) el drogadicto es hoy la figura simblica empleada para definir los rostros de un anti sujeto. Antes era el loco quien ocupaba este lugar. Si la depresin es la historia de un inhallable sujeto, la adiccin es la nostalgia de un sujeto perdido. En lugar de combatir este encierro, que conduce a la abolicin de la subjetividad, la sociedad liberal depresiva se complace en desarrollar la lgica. Desde 1950, las sustancias qumicas o psicotrpicos modificaron el paisaje de la locura. Vaciaron los asilos, sustituyeron la camisa de fuerza y los tratamientos de shock por la envoltura medicamentosa. Aunque no curan ninguna enfermedad mental o nerviosa, revolucionaron las representaciones del psiquismo fabricando un hombre nuevo, liso y sin humor, extenuado por la evitacin de sus pasiones, avergonzado de no ser conforme al ideal que le proponen.. Prescritos tanto por mdicos clnicos tanto como por los especialistas de la psicopatologa, los psicotrpicos tienen por resultado normalizar la conducta y suprimir los sntomas ms dolorosos del sufrimiento psquico sin buscar su significacin. Los psicotropicos son clasificados en 3 grupos: los psicolpticos, los psicoanalpticos y los psicodislpticos. En el primer lugar encontramos los hipnticos, que tratan los trastornos del sueo, los ansiolticos y los tranquilizantes, que suprimen los signos de la angustia, la ansiedad, la fobia y de diversas neurosis, y finalmente los neurolpticos (o antipsicticos), medicamentos especficos de la psicosis y de todas las formas de delirios crnicos o agudos. En el segundo grupo estn reunidos los estimulantes los antidepresivos, y en el tercer grupo, los medicamentos alucingenos, los estupefacientes y los reguladores del humor. La psicofarmacologa trajo al hombre, en primer lugar, un renuevo de libertad. Puesta en circulacin en 1952 por dos psiquiatras franceses, Jean Delay y Pierre Deniker, los neurolpticos le devolvieron al loco su palabra. Permitieron su reintegracin a la ciudad. Gracias a ello los tratamientos brbaros e ineficaces fueron abandonados. En cuanto a los ansiolticos y a los antidepresivos, aportaron a los neurticos y a los depresivos una mayor tranquilidad.

  • Sin embargo, a fuerza de creer en el poder de sus pociones, la psicofarmacologa termin por perder una parte de su prestigio a pesar de su formidable eficacia, encerr al sujeto en una nueva alienacin pretendiendo curarlo de la esencia misma de la condicin humana. Tambin aliment, con sus ilusiones, un nuevo irracionalismo. Pues cuanto ms se promete el fin del sufrimiento psquico por medio de la absorcin de pastillas, que no hacen ms que quitar sntomas o transformar una personalidad, ms el sujeto, decepcionado, se vuelca luego hacia tratamientos corporales o mgicos. No asombra pues que los excesos de la farmacologa hayan sido denunciados por aquellos mismos que la haban elogiado y que ahora reclaman que los medicamentos del espritu sean administrados de manera ms racional y en coordinacin con otras formas de cura: psicoterapia y psicoanlisis. Esa era la opinin de Jean Delay, representante francs de la psiquiatra biolgica, quien en 1956 afirmaba: conviene recordar que en psiquiatra la medicacin no es ms que un momento del tratamiento de enfermedad mental y que el tratamiento de fondo sigue siendo la psicoterapia. En cuanto a su inventor Henri Laborit, siempre declar que la psicofarmacologa no era, en tanto tal, la solucin a todos los problemas y que poda, incluso preverse su desaparicin. Sin embargo, la psicofarmacologa se ha convertido hoy, a su pesar, en el estandarte de un tipo de imperialismo. Permite a todos los mdicos y clnicos abordar de la misma manera toda clase de afecciones sin q sepamos jams a que tratamiento responden. Psicosis, neurosis, fobias, melancolas y depresiones son as tratadas por la psicofarmacologa como tantos estados ansiosos consecutivos a duelos, a crisis de pnico pasajeras, o a un nerviosismo extremo debido a un entorno difcil. El psicotrpico simboliza el triunfo del pragmatismo y del materialismo sobre las borrosas elucubraciones psicolgicas y filosficas que intentaban delimitar al hombre Si la emergencia del paradigma de la depresin significa que la reivindicacin de una norma avanz sobre la valorizacin del conflicto, esto quiere decir tambin que el psicoanlisis perdi algo de su fuerza subversiva. La paradoja de esta nueva situacin es que el psicoanlisis es en lo sucesivo confundido con el conjunto de prcticas sobre las cuales ejerci antes su supremaca. Sabemos sin embargo que la medicacin no se opone en si al tratamiento de la palabra. Si el psicoanlisis compite hoy con la psicofarmacologa, es tambin porque los pacientes mismos, sometidos a la barbarie de la biopoltica, reclaman en lo sucesivo que sus sntomas psquicos tengan una causalidad orgnica. Se sienten adems frecuentemente desvalorizados cuando el mdico procura indicarles otra va de aproximacin. El poder de los medicamentos del espritu es as el sntoma de una modernidad que tiende a abolir en el hombre no solo su deseo de libertad, sino tambin la idea misma de enfrentar la adversidad. El silencio es entonces preferible al lenguaje, fuente de angustia y de vergenza.

    Unidad 2

    Lo psicoteraputico en la historia.

    Arqueologa de lo psicoteraputico:

    La palabra y su efecto curativo en la antigua Grecia, magia, ensalmo y decir placentero.

    La medicina hipocrtica: saber tecnificado y el arte de curar en silencio, muta ars.

    La medicina cientfica: la mirada y le cadver, los signos positivos de la enfermedad.

    El tratamiento moral de Pinel. Procedimientos de desalienacin.

    La importancia del influjo personal en la cura, del chamn al psicoterapeuta.

    Psicoterapia y sugestin.

    Unidad 3

    La psicoterapia moderna.

    Origen: la figura de Charcot, la hipnosis y la sugestin en el campo de la medicina.

    El poder de la mirada.

    El trabajo con el sntoma: la supresin.

    Constitucin: el caso Freud de la neurologa a la neurosis mediante lo hipnocatrtico. La asociacin

    libre.

    La palabra en la psicoterapia freudiana: como reveladora de lo traumtico e instrumento del

    tratamiento.

    El trabajo con el sntoma: la interpretacin.

    Freud. S: Tratamiento psquico (1890).

  • Tratamiento psquico quiere decir tratamiento desde el alma ya sea de perturbaciones anmicas o corporales con recursos que influyen sobre lo anmico del hombre. Un recurso de esa ndole es la palabra. Las palabras son, en efecto, el instrumento esencial del tratamiento anmico. Las palabras de nuestro hablar cotidiano no son otra cosa que ensalmos desvados. La ciencia consigue devolver a la palabra una parte siquiera, de su primitivo poder ensalmador. La relacin entre lo corporal y lo anmico es de accin recproca; pero en el pasado el otro costado de esta relacin, la accin de lo anmico sobre el cuerpo, hall poco favor a los ojos de los mdicos. Parecieron temer que si concedan cierta autonoma a la vida anmica, dejaran de pisar el seguro terreno de la ciencia. El cambio se origin en la prctica mdica. Encontraron (reconocieron) en personas que no podan considerarse ni tratarse como enfermos del estmago o la vista etc., una afeccin del sistema nervioso en su conjunto. Tales estados han recibido el nombre de nerviosidad (neurastenia, histeria) y se los define como enfermedades meramente funcionales del sistema nervioso (estudios del cerebro y de los nervios de enfermos de esta clase no ha permitido descubrir hasta ahora ninguna alteracin visible, y an muchos rasgos de su cuadro patolgico nos disuaden de esperar que alguna vez pudiramos comprobar alteraciones capaces de provocar la enfermedad). Al menos en algunos de estos enfermos se descubri que los signos patolgicos no provienen sino de un influjo alterado de su vida anmica sobre su cuerpo. Por tanto la causa inmediata de la perturbacin ha de buscarse en lo anmico. Los signos patolgicos prevendran de un reflejo alterado de su vida anmica sobre su cuerpo Acerca de la influencia de lo anmico, el ejemplo ms simple de la influencia de lo anmico sobre el cuerpo: expresin de las emociones. Los procesos de la voluntad y de la atencin son igualmente capaces de influir profundamente sobre los procesos corporales y de desempear un papel importante como promotores o inhibidores de enfermedades fsicas. Expectativa: estado anmico por medio del cual fuerzas anmicas pueden ponerse en movimiento hacia la contraccin o curacin de afecciones corporales. Estn la expectativa angustiada (en una epidemia, los ms amenazados son los que tienen miedo de contraer la enfermedad) y la expectativa esperanzada y confiada, que es una fuerza eficaz de la que en rigor no podemos dejar de prescindir en todo ensayo de tratamiento y curacin. El influjo de la expectativa confiada se vuelve patente en grado sumo en las llamadas curas milagrosas que todava hoy se consuman sin colaboracin del arte mdico. Los mdicos practicaron tratamiento anmico desde siempre y en tiempos antiguos en medida mucho mas vasta que hoy. Si por tratamiento anmico entendemos el empeo por provocar en el enfermo los estados y condiciones anmicos mas favorables para su curacin, esta clase de tratamiento mdico es histricamente la ms antigua. Las palabras son los principales mediadores del influjo que un hombre pretende ejercer sobre otros. Pueden provocar alteraciones anmicas. Pueden eliminar fenmenos patolgicos, tanto ms aquellos que tienen su raz en estados anmicos. Desde que los mdicos han reconocido con claridad la importancia del estado anmico para la curacin, se les ocurri la idea de no dejar ya librado al enfermo el monto de solicitacin anmica que pudiera producir, y de conseguir el estado anmico favorable buscndolo concientemente con los medios apropiados. De este empeo nace el moderno tratamiento anmico. Hipnosis: estado anmico asaz curioso, que tiene gran semejanza con el sueo (de ah su nombre). Lo comn a los procedimientos usados para producir la hipnosis es el encadenamiento de la atencin. Todava no se ha esclarecido satisfactoriamente cmo es que el mero apalabrar provoca el mismo estado que los otros procedimientos. Hipnotizadores ejercitados indican que de esa manera puede producirse una alteracin claramente hipntica en un 80% de los sujetos. Pero no se dispone de un indicador por el cual se colegira de antemano cules personas son hipnotizables y cules no. No es condicin de la hipnosis la existencia de un estado patolgico. El estado hipntico tiene diversas gradaciones, en los grados ms leves se siente un ligero aturdimiento, mientras que el grado ms alto es llamado sonambulismo. Pero la hipnosis no es en absoluto un dormir como nuestro dormir nocturno. En ella se presentan alteraciones y demuestran conservarse operaciones anmicas que faltan en el dormir normal. El rasgo ms significativo y ms importante para nosotros reside en la conducta del hipnotizado hacia su hipnotizador. Mientras que aquel se comporta hacia el mundo exterior en un todo como lo hara un durmiente (extraando de l todos sus sentidos) permanece despierto respecto de la persona que lo puso en estado

  • hipntico, solo a ella la oye y la ve, la comprende y le responde (fenmeno llamado rapport). El primero se obedece por entero al segundo, se vuelve obediente y creyente, incluso de manera casi irrestricta en una hipnosis profunda. Como manifestacin prctica de esa obediencia y de esa credulidad se pone de relieve, como carcter del estado hipntico, que la influencia de la vida anmica sobre lo corporal se eleva extraordinariamente en el hipnotizado. Hay acrecentamiento de la influencia corporal de una idea la palabra ha vuelto a ser ensalmo Nota: una credulidad como la que el hipnotizado presta a su hipnotizador solo la hallamos, en la vida real, fuera de la hipnosis, en el nio hacia sus padres. Se llama sugestin al dicho del hipnotizador que ejerce los descritos efectos ensalmadores (o donde existe el propsito en principio) no ejerce poder ilimitado, solo poder de cierta intensidad. La hipnosis presta al mdico autoridad, rene todo el inters anmico del hipnotizado en la persona del mdico. Ella ofrece un simple paradigma del modo de curacin por tratamiento anmico. Un solo reparo podra hacer abstenerse al mdico y pacientes de emplear un procedimiento teraputico tan promisorio: si se averiguara que la hipnosis contrarresta sus beneficios con un dao en otro terreno; por ejemplo si deja como secuela una perturbacin o debilitamiento permanentes en la vida anmica del hipnotizado. Pero las experiencias hasta hoy bastan para desechar este reparo. Toda vez que las circunstancias hacen necesaria una aplicacin permanente de la hipnosis, se produce una habituacin a ella y una dependencia respecto del mdico hipnotizador, lo cual no puede contarse entre los propsitos de este procedimiento teraputico. El tratamiento hipntico significa realmente una gran ampliacin del poder de accin del mdico, y as un progreso del arte teraputico. Pero debiera utilizarse la hipnosis de otra manera que la hoy habitual. Por lo comn se recurre a esta clase de tratamiento solo cuando todos los otros medios han sido infructuosos, y le enfermo ya est acobardado y desanimado. Entonces abandona a su mdico, que no puede hipnotizar o no practica este mtodo y acude a un extrao. Se aprende que ni siquiera en la mejor hipnosis la sugestin ejerce un poder ilimitado, sino solo un poder de cierta intensidad. Si los sacrificios son pequeos, el hipnotizado los cumple; si son mayores se rehsa, como hara en la vigilia. La sugestin no tiene asegurado de antemano el triunfo sobre la enfermedad, por ms que se haya logrado la hipnosis, an profunda. Con una hipnosis nica no se consigue nada contra perturbaciones graves de origen anmico. Ahora bien, con la repeticin de la hipnosis desparece la impresin de cosa milagrosa que el enfermo quizs esperaba. Otra manera en que se revela la debilidad relativa de la sugestin por comparacin a la dolencia que se combate es cuando se consigue, si, suprimir los fenmenos patolgicos, pero solo por un lapso breve, trascurrido el cual reaparecen los signos de la dolencia y tenemos que volver a expulsarlos mediante una nueva hipnosis con sugestin.

    Freud. S: Fragmentos de la correspondencia con Fliess (1887-1904). Continuas desilusiones en los intentos de llevar un anlisis a su efectiva conclusin, la desercin de la gente durante un tiempo mejor asida, la falta de xito pleno con el que ya haba contado, la posibilidad de explicarme los logros parciales diversamente, de la manera comn: he ah el primer grupo. Despus, la sorpresa de ver que en todos los casos el padre debiera ser inculpado como perverso sin excluir al mo propio, la comprobacin de la inesperada frecuencia de la histeria para la cual debera repetirse esta misma condicin cuando es poco probable que la perversin en perjuicio de nios est tan difundida. La perversin tiene que ser inconmensurablemente ms frecuente que la histeria porque en efecto una enfermedad solo se hace realidad si los sucesos se han acumulado y se agrega un factor que debilite la defensa. En tercer lugar la evidencia cierta de que en lo inconciente no existe un signo de realidad de suerte que no se puede distinguir la verdad de una ficcin poblada de afecto. (Segn esto queda la solucin de que la fantasa sexual se aduea regularmente del tema de los padres). En cuarto lugar la consideracin de que en las psicosis mas profundas el recuerdo inconciente no se abre paso, con lo cual el secreto de las vivencias juveniles no se trasluce ni en el delirio ms confuso. Si de este modo se ve lo inconciente nunca vence la resistencia de lo conciente, entonces se hunde tambin la esperanza de que en la cura se pueda proceder en sentido inverso, hasta el total domeamiento de lo inconciente por lo conciente. Influido por todo ello me dispuse una doble renuncia: a la plena solucin de una neurosis y al conocimiento cierto de su etiologa en la niez.

  • Parece de nuevo discutible que solo vivencias posteriores den el impulso a fantasas que se remonten a la niez, con lo cual el factor de una predisposicin hereditaria recupera un imperio del que me haba impuesto como tarea desalojarlo. Freud. S: Sobre psicoterapia 1905 (1904).

    En Estudios sobre la histeria intent introducir un nuevo modo de tratamiento de las neurosis, ideas que sustentbamos acerca del efecto producido por los traumas psquicos a travs de la retencin del afecto, y la concepcin de los sntomas histricos como resultados de una excitacin trasladada de lo anmico a lo corporal, (ideas para las cuales habamos creado los trminos de abreaccin y conversin). El procedimiento teraputico que propusimos a nuestros colegas simultneamente con nuestra doctrina sigue luchando por su reconocimiento. Quizs puedan aducirse razones especiales para ello. En aquel tiempo, la tcnica del procedimiento an no haba sido desarrollada, no pude proporcionar al lector mdico del libro las indicaciones que lo habran habilitado para realizar por si mismo un tratamiento de esa clase. Pero sin duda influyen tambin razones de naturaleza ms general. La psicoterapia no es un procedimiento teraputico moderno. Al contrario es la terapia ms antigua de que se ha servido la medicina. Los mdicos no podemos renunciar a la psicoterapia, aunque ms no sea porque la otra parte que debe tenerse muy en cuenta en el proceso teraputico- los enfermos- no tienen propsito alguno de hacerlo. Un factor que depende de la disposicin psquica de los enfermos viene a influir, sin que nosotros lo busquemos, sobre el resultado de cualquier procedimiento teraputico introducido por el mdico. Casi siempre lo hace en sentido favorable, pero a menudo tambin en sentido desfavorable. Hemos aprendido a aplicar a este hecho la palabra sugestin, y Moebius nos ha enseado que la falta de confiabilidad de que acusamos a tantos de nuestros mtodos de curacin se retrotrae justamente a la influencia perturbadora de este poderoso factor. Los mdicos cultivan permanentemente la psicoterapia, por ms que no lo sepan ni se lo propongan, solo que constituye una desventaja dejar librado tan totalmente a los enfermos el factor psquico de la influencia que se ejerce sobre ellos. De esa manera se vuelve incontrolable, indosificable, insuceptible de acrecentamiento. Seria entonces licito que el medico se empee en apropiarse de ese factor, servirse deliberadamente de l. Ciertos trastornos y muy en particular las psiconeurosis, son mucho ms accesibles a influencias anmicas que a cualquier otra medicacin. No es un dicho moderno, sino una vieja sentencia de los mdicos, el de que estas enfermedades no las cura el medicamento, sino el medico, vale decir: la personalidad del mdico, en la medida en que ejerce una influencia psquica a travs de ella. Hay muchas variedades de psicoterapia, y muchos caminos para aplicarla. Todos son buenos si llevan a la meta de la curacin. Hemos desarrollado la tcnica de la sugestin hipntica, la psicoterapia basada en la distraccin mental, en le ejercicio, en la suscitacin de afectos adecuados. No menosprecio a ninguna de ellas, y en condiciones apropiadas las aplicara. Si me suscrib a un solo procedimiento teraputico, el mtodo que Breuer llamo catrtico y yo prefiero calificar como analtico, no fueron sino motivos subjetivos los que me decidieron a ello. A raz de mi participacin en la creacin de esta terapia, me siento personalmente obligado a consagrarme a explorarla y a edificar su tcnica. Me es lcito aseverar que el mtodo analtico de la psicoterapia es el de ms penetrantes efectos, el que permite avanzar mas lejos, aquel por el cual se consigue a modificacin ms amplia del enfermo. Y si se me permite abandonar por un momento el punto de vista teraputico, puedo aducir en su favor que es el ms interesante, el nico que nos ensea algo acerca de la gnesis y de la trama de los fenmenos patolgicos. A raz de las interacciones sobre el mecanismo de las enfermedades anmicas a que nos da acceso, quiz sea el nico capaz de superarse a si mismo y de sealarnos el camino hacia otras variedades de influjo teraputico. Muy a menudo se lo confunde con el tratamiento sugestivo hipntico. Entre la tcnica sugestiva y la analtica hay la mxima oposicin posible; aquella que el gran Leonardo da vinci resumi, con relacin a las artes, en las formulas per via di porre y per via di levare. En un todo semejante la tcnica sugestiva busca operar per via di porre, no hace caso del origen, de la fuerza y la significacin de los sntomas patolgicos, sino que deposita algo, la sugestin, que segn se espera, ser suficientemente poderosa para impedir la exteriorizacin de la idea patgena. La terapia analtica, en cambio, no quiere agregar ni introducir nada nuevo, sino restar, retirar, y con ese fin se preocupa por la gnesis de los sntomas patolgicos y la trama psquica de la idea patgena, cuya eliminacin se propone como meta. Si abandon tan pronto la tcnica sugestiva y, con ella, la hipnosis, es porque dudaba de poder hacer una sugestin tan fuerte y resistente como se requera para una curacin verdadera. En todos los casos graves, vi como la sugestin introducida volva a desmoronarse, y entonces reapareca la enfermedad misma o un

  • sustituto de ella. Adems reprocho a esta tcnica que nos impide penetrar en el juego de las fuerzas psquicas. Por ejemplo no permite individualizar la resistencia con que los enfermos se aferran a su enfermedad, mostrndose refractarios a la curacin, y la resistencia es lo nico que nos posibilita comprender su conducta de vida. Error muy difundido es el de que la tcnica para buscar las ocasiones de la enfermedad y para eliminar sus manifestaciones mediante esa exploracin sera fcil y obvia. La cura analtica lleva consigo muchas peculiaridades que la alejan del ideal de una terapia. El tratamiento psicoanaltico plantea elevadas exigencias tanto al enfermo como al mdico; a aquel le exige como sacrificio una sinceridad total, le insume mucho tiempo y por ende le resulta costoso, tambin al mdico le insume tiempo, y a causa de la tcnica que tiene que aprender y practicar, le es bastante trabajoso. Por ellos mismo hallo enteramente lcito aplicar mtodos teraputicos ms cmodos siempre que haya la perspectiva de lograr algo con ellos. Este punto es el nico decisivo; si con el procedimiento mas trabajoso y prolongado puede conseguirse mucho ms que con el breve y fcil, el primero estar a pesar de todo, justificado. En realidad, solo he podido desarrollar y poner a prueba mi mtodo teraputico en casos graves o gravsimos; al comienzo, fueron mi material nicamente enfermos en quienes se haba ensayado todo sin xito y que haban estado internados durante aos. Apenas he podido reunir experiencia suficiente para decirles como se comporta mi terapia en el caso de afecciones ms leves, que aparecen de manera episdica y vemos curarse tambin espontneamente a raz de las ms diversas influencias. La terapia psicoanaltica se cre sobre la base de enfermos quejndose de una duradera incapacidad para la existencia; y estndoles destinada, su triunfo consiste en que pudo devolverles a un nmero significativo de ellos, duraderamente, esa capacidad. Frente a ese resultado todo gasto se vuelve mnimo. No es posible todava sealar de manera definitiva las indicaciones y contraindicaciones de este tratamiento. No obstante, tratar de elucidar algunos puntos: Adems de la enfermedad es preciso tomar en cuenta el valor de una persona en otros campos, y debe rechazarse a los enfermos que no poseen cierto grado de cultura y un carcter en alguna medida confiable. No puede olvidarse que tambin hay personas sanas que no sirven para nada y que con excesiva facilidad se tiende, en el caso de esas personas de escaso valor, a atribuir a la enfermedad todo lo que las vuelve incapaces para la existencia, con tal que muestren algn asomo de neurosis. La psicoterapia analtica no es un procedimiento para tratar la degeneracin neuroptica, al contrario encuentra en esta su lmite. Tampoco es aplicable a personas que no se sientan llevadas a la terapia por su padecer, sino que solo se someten a ella por orden de sus parientes. Es preciso limitar la eleccin a personas que posean un estado normal, pues en el procedimiento psicoanaltico nos apoyamos en l para apropiarnos de lo patolgico. Las psicosis, los estados de confusin y desazn profunda, son pues inapropiados para el psicoanlisis, al menos tal como hoy lo practicamos. No descarto totalmente que una modificacin apropiada del procedimiento nos permita superar esa contraindicacin y abordar as una psicoterapia de las psicosis. La edad de los enfermos cumple un papel en su seleccin para el tratamiento psicoanaltico. En la medida en que las personas que se acercan a los 50 o los pasan suelen carecer de la plasticidad de los procesos anmicos de la que depende la terapia, y por otra parte porque le material que debera reelaborarse prolongara indefinidamente el tratamiento. El lmite inferior de edad solo se determina segn los individuos, los jvenes que no han llegado todava a la pubertad a menudo constituyen un terreno ptimo para la influencia teraputica No se recurrir al psicoanlisis cuando sea preciso eliminar con rapidez fenmenos peligrosos, por ejemplo, en el caso de una anorexia histrica. Sobre la posibilidad de que una cura analtica resulte daina: realizada con discernimiento no puede hacer temer dao alguno para el enfermo. La psicoterapia analtica se basa entonces en la inteleccin de que unas representaciones inconscientes, o mejor: el carcter inconsciente de ciertos procesos anmicos, son la causa inmediata de los sntomas patolgicos. La traduccin de eso inconciente que hay en la vida anmica del enfermo en algo conciente no puede sino traer por resultado corregir su desviacin respecto de lo normal y suprimir la compulsin que afecta su vida anmica. Es que el alcance de la voluntad conciente no va ms all de los procesos psquicos concientes, y toda compulsin psquica est fundada por lo inconciente. Tampoco deben temer que la entrada de lo inconciente en la conciencia del enfermo le provoque un sacudimiento daino, pues pueden convencerse en la teora de que el efecto somtico y afectivo de la mocin que devino conciente nunca puede ser tan grande como el de la mocin inconsciente. Y por cierto, dominamos

  • todas nuestras mociones solo por el hecho de que dirigimos sobre ellas nuestras mociones solo por el hecho de que dirigimos sobre ellas nuestras operaciones anmicas superiores, acompaadas de conciencia. El descubrimiento y la traduccin del inconciente se realizan bajo una permanente resistencia de parte del enfermo. La emergencia de esto inconciente va unida a un displacer, y a causa de este el enfermo lo rechaza una y otra vez. Ustedes intervienen en este conflicto que se libra en la vida anmica del paciente si logran moverlo a que, a los fines de alcanzar una mejor comprensin, acepte algo que hasta entonces haba rechazado (reprimido) a consecuencia de la automtica regulacin del displacer, habrn conseguido realizar un trabajo educativo En trminos grales pueden concebir al tratamiento psicoanaltico como una poseducacin para vencer resistencias interiores En ningn punto es ms necesaria esta poseducacin en los neurticos que en lo que atae al elemento anmico de su vida sexual. En ninguna parte la cultura y la educacin han provocado daos tan grandes como aqu. Unidad 4

    El dispositivo freudiano.

    El mtodo del psicoanlisis: la posicin del terapeuta, la relacin transferencial y las intervenciones, el

    sujeto y la verdad del sntoma.

    La finalidad de la cura: la perspectiva del sntoma y del fantasma.

    Los problemas de terminabilidad de un anlisis.

    Freud. S: Sobre el psicoanlisis silvestre (1910).

    Los consejos del mdico permiten discernir con claridad el sentido que atribuye a la vida sexual. No es otro que el popular, en que por necesidades sexuales se entiende solo la necesidad del coito o sus anlogos, las acciones que tienen por efecto el orgasmo y el vaciamiento de las sustancias gensicas. Ahora bien, este medico no puede ignorar que suele reprochrsele al psicoanlisis extender el concepto de lo sexual mucho ms all de su alcance ordinario. El concepto de lo sexual comprende en el psicoanlisis mucho ms; rebasa el sentido popular. Tambin imputamos a la vida sexual todo quehacer de sentimientos tiernos que brote de la fuente de las mociones sexuales primitivas, aunque estas ltimas experimenten una inhibicin de su meta originariamente sexual o la hayan permutado por otra que ya no es sexual. Por eso preferimos hablar de psicosexualidad, destacando as que no omitimos ni subestimamos el factor anmico de la vida sexual. Empleamos la palabra sexualidad en el mismo sentido amplio en que la lengua alemana usa el vocablo lieben (amar). Tambin sabemos desde hace tiempo que una insatisfaccin anmica con todas sus consecuencias puede estar presente donde no falta un comercio sexual normal, y como terapeutas siempre tenemos en cuenta que el coito u otros actos sexuales a menudo solo permiten descargar una mnima medida de las aspiraciones sexuales insatisfechas, cuyas satisfacciones sustitutivas nosotros combatimos bajo su forma de sntomas neurticos. Un segundo malentendido, an ms enojoso. Es cierto que segn el psicoanlisis una insatisfaccin sexual es la causa de las afecciones neurticas. Pero no dice nada ms? Se pretende dejar de lado, por demasiado compleja, su enseanza de que los sntomas neurticos brotan de un conflicto entre dos poderes, libido y una desautorizacin sexual demasiado estricta o represin? Una concepcin hace mucho superada, y que se gua por una apariencia superficial, sostiene que el enfermo padece como resultado de algn tipo de ignorancia, y entonces no podra menos que sanar si esta le fuera cancelada mediante una comunicacin (sobre la trama causal entre su enfermedad y su vida, sobre sus vivencias infantiles, etc.). Pero el factor patgeno no es este no-saber en si mismo, sino el fundamento del no-saber en unas resistencias interiores que primero lo generan y ahora lo mantienen. La comunicacin de lo que le enfermo no sabe porque lo ha reprimido es solo uno de los preliminares necesarios de la terapia. Si el saber sobre lo inconciente tuviera para los enfermos una importancia tan grande como creen quienes desconocen el psicoanlisis, aquellos sanaran con solo asistir a unas conferencias o leer unos libros. La comunicacin de lo inconciente a los enfermos tiene por regla general la consecuencia de agudizar el conflicto en su interior y aumentar sus penurias. Ahora bien, el psicoanlisis no puede dejar de hacer esta comunicacin, prescribe que no se la debe emprender antes que se cumplan dos condiciones. En primer lugar, que el enfermo haya sido preparado y l mismo ya est cerca de lo reprimido por l; y en segundo lugar, que su apego al mdico (transferencia) haya llegado al punto en que el vnculo afectivo con l le imposibilite una nueva fuga.

  • Solo cumplidas estas condiciones se vuelve posible discernir y dominar las resistencias que llevaron a la represin y al no saber. As una intervencin psicoanaltica presupone absolutamente un prolongado contacto con el enfermo, y el intento de tomarlo por asalto mediante la brusca comunicacin, en su primera visita al consultorio, de los secretos que el mdico le ha colegido es reprobable tcnicamente y las ms de las veces se paga con la sincera hostilidad del enfermo hacia el mdico, quien as corta toda posibilidad de ulterior influjo. Mediante estos preceptos tcnicos bien determinados el psicoanlisis sustituye al inasible tacto mdico, en el que se pretende ver un don particular. Al medico no le basta, entonces, conocer algunos de los resultados del psicoanlisis; es preciso familiarizarse tambin con su tcnica si quiere guiarse en la accin mdica por los puntos de vista psicoanalticos. Esta tcnica no puede aprenderse todava de los libros, y por cierto solo se la obtiene con grandes sacrificios de tiempo, trabajo y xito. Analistas silvestres daan ms a la causa que a los enfermos mismos. A menudo he visto que si uno de estos procederes inhbiles al comienzo provoco al enfermo un empeoramiento de su estado, al final le alcanz para sanar. No siempre, pero muchas veces fue as. La mejora se produce por si misma. El psicoanalista silvestre oblig a la paciente a dirigir la mirada hacia el fundamento efectivo de su afeccin o hacia sus proximidades y a pesar de la renuncia de la paciente esa intervencin no dejara de producir consecuencias beneficiosas.

    Freud. S: Dinmica de la transferencia (1912).

    La transferencia se produce necesariamente en una cura psicoanaltica. Todo ser humano, por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su infancia, adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa (las condiciones de amor que establecer y las pulsiones que satisfar, as como las metas que habr de fijarse). Esto da por resultado un clish que se repite de manera regular en la trayectoria de la vida Solo un sector de estas mociones determinantes de la vida amorosa han recorrido el pleno desarrollo psquico, este sector est vuelto hacia la realidad objetiva, disponible para la personalidad conciente y constituye una pieza de esta ltima. Otra parte de esas mociones libidinosas han sido detenidas en el desarrollo, est apartada de la personalidad conciente as como de la realidad objetiva. Solo tuvo permitido desplegarse en la fantasa o bien ha permanecido por entero en el inconciente. Si la necesidad de amor de alguien no est satisfecha de manera exhaustiva por la realidad, el se ver precisado a volcarse con unas representaciones-expectativa libidinosas hacia cada nueva persona que aparezca, y es muy probable que las dos porciones de su libido, la susceptible de conciencia y la inconciente, participen de tal acomodamiento. Es entonces del todo normal e inteligible que la investidura libidinal aprontada en la expectativa de alguien que est parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el mdico. De acuerdo a nuestra premisa, esta investidura se atendr a modelos, se anudara a uno de los clishs preexistentes. Insertar al mdico en una de las series psquicas que el paciente ha tomado hasta este momento. A primera vista parece una gran desventaja metdica del psicoanlisis que en l la transferencia, de ordinario la ms poderoso palanca del xito, se mude en el medio ms potente de la resistencia. En la cura analtica la transferencia se nos aparece siempre, en un primer momento, solo como el arma ms poderosa de la resistencia, y tenemos derecho a concluir que la intensidad y tenacidad de aquella son un efecto y una expresin de esta. El mecanismo de la transferencia se averigua, sin duda, reconducindolo al apronte de la libido que ha permanecido en posesin de imagos infantiles, pero el esclarecimiento de su papel en la cura, solo si uno penetra en sus vnculos con la resistencia. Uno no puede comprender la transferencia como resistencia mientras piense en una transferencia a secas. Es preciso decidirse a separar una transferencia positiva de una negativa, la transferencia de sentimientos tiernos de la de sentimientos hostiles, y tratar por separado ambas variedades de transferencia sobre le mdico. Y la positiva a su vez se descompone en la de sentimientos amistosos o tiernos que son susceptibles de conciencia y la de sus prosecuciones en lo inconciente. De stos ltimos el anlisis demuestra de manera regular que se remontan a fuentes erticas reprimidas. La transferencia sobre el mdico solo resulta apropiada como resistencia dentro de la cura cuando es una transferencia negativa, o una positiva de mociones erticas reprimidas Cuando cancelamos la transferencia hacindola conciente solo hacemos desasirse de la persona del mdico esos dos componentes del acto del sentimiento.

  • La ambivalencia de las orientaciones del sentimiento es lo que mejor nos explica la aptitud de los neurticos para poner sus transferencias al servicio de las resistencias. Donde la capacidad de transferir se ha vuelto en lo esencial negativa como es el caso de los paranoicos, cesa tambin la posibilidad de influir y curar.

    Freud. S: Consejos al mdico sobre el tratamiento psicoanaltico (1912).

    Reglas tcnicas decantadas de la experiencia de Freud, tras desistir de otros caminos. Todas ellas o al menos un buen nmero, se resumen en un solo precepto. Todas estas reglas pretenden crear el correspondiente para el mdico de la regla analtica fundamental instituida para el analizado.

    A. La tarea inmediata a la que se enfrenta el analista que trata ms de un enfermo por da consiste en guardar en la memoria los innumerables datos. La tcnica para dominar sta pltora es muy simple. Desautoriza todo recurso auxiliar, an el tomar apuntes. Consiste en no querer fijarse en nada en particular y en prestar a todo cuanto uno escucha la misma atencin parejamente flotante (correspondiente necesario de la regla fundamental que se le exige al analizado). As se ahorra el esfuerzo de una atencin que no podra sostener da tras da a lo largo de horas y evita un peligro inseparable de todo fijarse deliberado: el escoger material (seleccin que obedecera a las propias expectativas o inclinaciones

    B. Apuntes o taquigrafa practican daina seleccin. Mientras uno toma apuntes o traza signos taquigrficos, forzosamente practica una daina seleccin en el material, y as liga un fragmento de su propia actividad espiritual que hallara mejor empleo en la interpretacin de lo escuchado.

    C. B podra justificarse por ser parte de una publicacin cientfica. Pero un protocolo fiel no es camino para remediar la falta de evidencias en las exposiciones psicoanalticas, adems, por lo general son fatigosos para el lector y no consiguen sustituirle su presencia en el anlisis.

    D. Mientras el tratamiento de un caso no est cerrado no es bueno elaborarlo cientficamente. El xito corre peligro en los casos que uno de antemano destina al empleo cientfico y trata segn las necesidades de este, por el contrario se asegura mejor cuando uno procede al azar (con ingenuidad y sin premisas)

    E. Existe una tendencia afectiva peligrosa (ambicin de obtener con su instrumento un logro convincente para los dems) as no solo se sita l mismo en una disposicin de nimo desfavorable para el trabajo, sino que se expone indefenso a ciertas resistencias del paciente, juegos de fuerzas del cual la curacin depende en primer lugar. La frialdad de sentimiento que cabe exigir al analista se justifica porque crea para ambas partes las condiciones ms ventajosas: para el mdico el muy deseable cuidado de su propia vida afectiva, para le enfermo el grado mximo de socorro que hoy nos es posible prestarle.

    F. Si el mdico ha de estar en condiciones de servirse de su inconciente como instrumento del anlisis es lcito exigirle que se haya sometido a una purificacin psicoanaltica y tomado noticia de sus propios complejos que pudieron perturbarlo para aprehender lo que el analizado le ofrece.

    G. Que el mdico deje ver sus propios defectos y conflictos (para generar confianza) no ha demostrado ser una tcnica efectiva. El mdico no debe ser transparente para el analizado, sino, como la luna de un espejo, mostrar solo lo que le es mostrado

    H. La ambicin pedaggica es tan inadecuada como la teraputica. Es un error esforzar (a los enfermos) desmedidamente a la sublimacin as como segregarlos de las satisfacciones pulsionales (puede tornar ms dificultosa su vida). Como mdico es preciso ser sobre todo tolerante con las debilidades del enfermo, darse por contento si, an no siendo l del todo valioso, ha recuperado un poco de la capacidad de producir y de gozar.

    I. Dentro de que limites se debe reclamar la colaboracin intelectual del analizado en el tratamiento? Es difcil enunciar algo de validez universal sobre este punto: lo decide en primer trmino la personalidad del paciente. Pero es incorrecto dictarle deberes, debe aprender que ni en virtud de una actividad mental como la reflexin, ni de un esfuerzo de atencin y voluntad se resolvern los enigmas de la neurosis, sino solo por la paciente obediencia a la regla psicoanaltica que ordena desconectar la critica a lo inconciente y sus retoos.

    Freud. S: Sobre la iniciacin del tratamiento (1913).

    En este trabajo intentar compilar, para uso del analista prctico, algunas reglas sobre la iniciacin de la cura. Obra bien al presentarlas como consejos y no pretenderlas incondicionalmente obligatorias. La diversidad de las constelaciones psquicas intervinientes, la plasticidad de todos los procesos anmicos y la riqueza de los

  • factores determinantes se oponen a una mecanizacin de la tcnica. Sin embargo estas constelaciones no impiden establecer para el mdico una conducta en promedio acorde al fin. Con los enfermos de quienes sabe poco tom la costumbre de aceptarlos primero solo provisionalmente, por una semana o dos. Si uno interrumpe dentro de ese lapso, le ahorra al enfermo la impresin penosa de un intento de curacin infortunado; uno solo ha emprendido un sondeo a fin de tomar conocimiento del caso y decidir si es apto para el psicoanlisis. Ese ensayo previo ya es el comienzo del psicoanlisis y debe obedecer a sus reglas. Quizs se lo pueda separar de ste por el hecho de que en aquel uno lo hace hablar al paciente y no le comunica ms esclarecimientos que los indispensables para que prosiga su relato. La iniciacin del tratamiento con un perodo de prueba fijado en algunas semanas, tiene adems una motivacin diagnstica. Si el enfermo no padece de histeria ni de neurosis obsesiva, sino de parafrenia, l no podr mantener su promesa de curacin, y por eso tiene unos motivos particularmente serios para evitar el error diagnstico. No estoy en condiciones de afirmar que ese ensayo posibilite de manera regular una decisin segura; solo es una buena cautela ms. Prolongadas entrevistas previas antes de comenzar el tratamiento analtico, hacerlo preceder por una terapia de otro tipo, as como un conocimiento anterior entre el mdico y la persona por analizar, traen nitidas consecuencias desfavorables para las que es preciso estar preparado. Hacen que el paciente enfrente al mdico con una actitud transferencial ya hecha, y ste deber descubrirla poco a poco, en vez de tener la oportunidad de observar desde su inicio el crecer y el devenir de la transferencia. Suele atribuirse elevado valor a la expectativa con que le paciente enfrente el nuevo tratamiento. En realidad esta actitud de los pacientes tiene valor harto escaso, su confianza o desconfianza provisionales apenas cuentan frente a las resistencias internas que mantienen anclada la neurosis. Puntos importantes para el comienzo de la cura analtica son las estipulaciones sobre tiempo y dinero. Con relacin al tiempo, obedezco estrictamente al principio de contratar una determinada hora de sesin. Cuando se adopta una prctica ms tolerante, las inasistencias ocasionales se multiplican hasta el punto de amenazar la existencia material del mdico La pregunta por la duracin del tratamiento es de respuesta casi imposible. El psicoanlisis requiere siempre lapsos prolongados, medio ao o uno entero, son ms largos de lo que esperaba el enfermo. Por eso se tiene le deber de revelarle ese estado de cosas antes que l se decida en definitiva a emprender el tratamiento. Considero digno y acorde al fin que, sin propender a que se le asuste, se le llame de antemano la atencin sobre las dificultades y sacrificios de la terapia analtica quitndole todo derecho a afirmar despus que se lo atrajo a un tratamiento cuyo alcance y significado no tena noticia. Desapruebo tambin comprometer a los pacientes a que perseveren cierto lapso en el tratamiento. La abreviacin de la cura analtica sigue siendo un deseo justificado cuyo cumplimiento se procura por diversos caminos. Un factor de mucho peso se les contrapone: unas alteraciones anmicas profundas slo se consuman con lentitud; ello sin duda se debe en ltima instancia a la atemporalidad de nuestros procesos inconcientes. El psicoanalista no puede menos que preferir a los pacientes que le piden salud plena en la medida en que sea asequible, y le conceden todo le tiempo que le proceso de restablecimiento necesita. Desde luego, solo en pocos casos se pueden esperar condiciones tan favorables. El punto siguiente sobre el que se debe decidir al comienzo de una cura es el dinero, los honorarios del mdico. ste est resuelto a tratar las relaciones monetarias ante el paciente con la misma sinceridad en que pretende educarlo para los asuntos de la vida sexual. El hombre de cultura trata los asuntos de dinero de idntica manera que las cosas sexuales, con igual duplicidad y mojigatera. Por las mismas razones tendr derecho a negar asistencia gratuita. Muchas de las resistencias del neurtico se acrecientan enormemente por el tratamiento gratuito. La ausencia de la regulacin que el pago al mdico establece se hace sentir muy penosamente, la relacin toda se traslada fuera del mundo real, y el paciente pierde un buen motivo para aspirar al trmino de la cura. El hecho de que el enfermo se acueste sobre un divn mientras uno se sienta detrs, de modo que l no lo vea. Esta escenografa tiene un sentido histrico: es el resto del tratamiento hipntico a partir del cual se desarroll el psicoanlisis. Pero por varias razones merece ser conservada. Este criterio tiene el propsito y el resultado de prevenir la inadvertida contaminacin de la transferencia y permitir que en su momento se la destaque ntidamente circunscripta como resistencia. No interesa para nada con que material se empieza el tratamiento, con tal que se deje al paciente mismo hacer su relato y escoger el punto de partida.

  • Lo nico que se excepta es la regla fundamental de la tcnica psicoanaltica, que el paciente tiene que observar. Se lo familiariza con ella desde un principio Hay pacientes que desde las primeras sesiones preparan con cuidado su relato, supuestamente para asegurarse un mejor aprovechamiento del tiempo de terapia. Lo que as se viste de celo es resistencia. Corresponde desaconsejar esta preparacin, practicada solo para protegerse del afloramiento de ocurrencias indeseables. El paciente inventa otros mtodos para sustraer al tratamiento lo que es debido. Por ejemplo conversar con un amigo ntimo sobre la cura y colocar en esa charla todos los pensamientos que estaban destinados a imponrsele en presencia del mdico. La cura tiene as una avera, ser oportuno amonestar al paciente para que trate su cura analtica como un asunto entre su mdico y el mismo. Si en el curso del anlisis el paciente necesita pasajeramente de otra terapia, clnica o especializada, es mas adecuado acudir a un colega no analista que prestarle uno mismo esta otra asistencia. Tratamientos combinados a causa de un padecer neurtico con fuerte apuntalamiento orgnico son casi siempre impracticables. Tan pronto uno les muestra ms de un camino para curarse, los pacientes desvan su inters del anlisis. Lo mejor es posponer le tratamiento orgnico hasta la conclusin del psquico; si se lo hiciera preceder, en la mayora de los casos sera infructuoso. As como la primera resistencia, tambin los primeros sntomas o acciones causales del paciente merecen un inters particular y pueden denunciar un complejo que gobierna su neurosis. Mientras que las comunicaciones y ocurrencias del paciente afluyan sin detencin, no hay que tocar el tema de la transferencia. Es preciso aguardar para este, el ms espinoso de todos los procedimientos, hasta que la transferencia haya devenido resistencia. Cundo debe empezarse a hacer comunicaciones al analizado? Cundo es oportuno revelarle el significado secreto de sus ocurrencias? No antes de que se haya establecido en el paciente una transferencia operativa, un rapport en regla. El motor ms directo de la terapia es el padecer del paciente y el deseo, que ah se engendra, de sanar. La transferencia a menuda basta por si sola para eliminar los sntomas del padecer, pero ellos de manera solo provisional, mientras ella misma subsista. As seria solo un tratamiento sugestivo, no un psicoanlisis. Merecer este ltimo nombre nicamente si la transferencia ha empleado su intensidad para vencer las resistencias. Freud. S: Observaciones sobre el amor de transferencia (1914).

    Todo aquello que viene a perturbar la cura es una manifestacin de la resistencia. Y por lo tanto esta tiene que haber participado en la aparicin de las exigencias amorosas de la paciente. La tcnica analtica impone el precepto de negar a la paciente la satisfaccin amorosa que demanda. La cura debe desarrollarse en la abstinencia. Debe dejarse subsistir en los enfermos la necesidad y el deseo como fuerzas que han de impulsarle hacia la labor analtica y hacia la modificacin de su estado. Mientras no se hayan vencido las resistencias no habr posibilidad de satisfaccin real. Si el mdico le correspondiese significara una victoria para ella y una derrota para la cura. Habra conseguido repetir realmente, en la vida, lo que solo debiera recordar, reproducindolo como material psquico y mantenindolo en los dominios anmicos. As, la satisfaccin de las pretensiones amorosas de la paciente es tan fatal para el anlisis como su represin. Nos guardamos de desviar a la paciente de su transferencia amorosa o disuadirla de ella, pero tambin y con igual firmeza, de toda correspondencia. Conservamos la transferencia amorosa pero la tratamos como algo irreal, como una situacin por la que se ha de atravesar fatalmente en la cura, que ha de ser referida a sus orgenes inconscientes y que ha de ayudarnos a llevar a la conciencia de la paciente los elementos ms ocultos de su vida ertica, sometindolos as a su dominio conciente Argumentos contra la autenticidad del amor: -Desobediencia y capricho: un enamoramiento verdadero hara ms dcil a la paciente. -No presenta rasgos actuales (est compuesto por repeticiones y ecos de reacciones anteriores e incluso infantiles.). Algunos mdicos que practican el anlisis suelen preparar a las pacientes a la aparicin de la transferencia amorosa e incluso las inclinan a fomentarla para que el anlisis progrese. Difcilmente puede imaginarse tcnica ms desatinada. Con ellos solo consigue el mdico arrancar al fenmeno la fuerza probatoria que supone su espontaneidad y crearse obstculos que luego han de serle muy difciles de vencer.

  • No tenemos derecho a negar al enamoramiento que surge en el tratamiento analtico el carcter de autntico. De todos modos aparece caracterizado por algunos rasgos que le aseguran una posicin especial

    1. es provocado por la situacin analtica 2. queda intensificado por la resistencia dominante en tal situacin 3. es menos prudente, ms indiferente a sus consecuencias y ms ciego en la estimacin de la persona

    amada que otro cualquier enamoramiento normal. Sabiendo que el enamoramiento de la paciente ha sido provocado por la iniciacin del tratamiento analtico de la neurosis, tiene que considerarlo como el resultado inevitable de una situacin mdica. En consecuencia le estar totalmente vedado extraer de l provecho personal alguno. Los motivos ticos y tcnicos coinciden aqu para apartar el medico de corresponder al amor de la paciente No cabe perder de vista que su fin es devolver a la enferma la libre disposicin de su facultad de amar, coartada ahora por fijaciones infantiles, pero devolvrsela no para que la emplee en la cura, sino para que haga uso de ella mas tarde, en la vida real, una vez terminado el tratamiento. La enferma debe aprender del analista a dominar el principio de placer y a renunciar a una satisfaccin prxima pero socialmente ilcita, a favor de otra ms lejana e incluso incierta, pero irreprochable, tanto desde el punto de vista psicolgico como desde le social. Para alcanzar tal dominio ha de ser conducida a travs de las pocas primitivas de su desarrollo psquico y conquistar en este camino aquel incremento de la libertad anmica que distingue a la actividad psquica conciente de la inconciente. Jacques Alain Millar, Introduccin a un discurso del mtodo analtico.

    Hay cierta tendencia a hablar de la tica del psicoanlisis respecto al final del anlisis, y de la tcnica respecto al inicio del anlisis. En realidad, en ste las cuestiones tcnicas son siempre cuestiones ticas y esto por una razn precisa: porque nos dirigimos al sujeto. La categora de sujeto no es tcnica, no puede ser colocada sino en la dimensin tica. El rasgo propio de nuestra prctica es no tener patrones. Si en la prctica no tenemos patrones, tenemos principios. Y es necesario tratar de formalizarlos. Esos principios de la prctica se transmiten sin explicitacin a travs del propio anlisis. O sino, a travs de la supervisin. El que viene a vernos como analistas no es un sujeto, es alguien a quien le gustara ser paciente. El primer pedido en la experiencia ana es la demanda de ser admitido como paciente. Demanda que tiene precedencia sobre las dems. La 1 avaluacin es hecha por el paciente, es el que 1 avala su sntoma. l llega al anlisis en la posicin de hacer una demanda basada en una auto-avaluacin de sus sntomas, y pide un aval del ATA sobre sta. Decimos que el acto ana ya esta presente en este acto de avalar, en el acto de autorizar la auto-avaluacin de alguien que quiere ser paciente. Aceptar o rechazar al paciente ya es un acto ana. La prctica de las entrevistas preliminares no tiene sentido fuera de este contexto: sin decir que ya se considera en juego el acto ana y la tica del psicoanlisis en el inicio mismo de la experiencia ana. En la prctica de las entrevistas preliminares es consecuencia directa de cmo damos una estructura a las bienvenidas. Significa que el comienzo es aplazado, el ATA se demora en iniciar el proceso de anlisis hasta que est satisfecho, en el sentido de poder autorizar la demanda de anlisis y, consecuentemente, avalarla, segn razones que deben ser precisas. Cuando estas razones no estn claras no se debe avalar la demanda. Esto se puede prolongar por largo tiempo: no hay prctica standard. Niveles de la prctica (se superponen)

    1. Avaluacin clnica Subjetivac

    2. Localizacin subjetiva Rectificacin

    3. Introduccin al inconciente

  • Las entrevistas preliminares se utilizan como medio para realizar un diagnstico preliminar. El ATA debe ser capaz de concluir, de manera previa, algo respecto de la estructura clnica de la persona que viene a consultarlo. Es fundamental para el ATA saber reconocer al presictico (psictico con una psicosis no desencadenada). La cuestin se vuelve crucial pues el anlisis puede desencadenarla. Se puede decir que en general es una regla que debemos recusar la demanda de anlisis de un paciente presictico. Al no recusarla, se debe tener el mximo cuidado para no desencadenarla a travs de una palabra cualquiera. Para certificar que no se trata de un paciente psictico deben buscarse los fenmenos elementales1

    Unidad 5

    Psicoterapia Sistmica.

    Psicoterapia sistmica, conceptos bsicos: teora de los sistemas. Primera y Segunda ciberntica.

    Modelos: interaccional, estructural-estratgico y constructivista. Algunos autores representativos.

    Posicin del terapeuta: formas de intervencin.

    Sluzki

    Ciberntica de 1 orden

    Primera ciberntica. Nociones claves: organizacin, informacin. Aparece como esfuerzo tendiente a establecer los principios generales de regulacin de sistemas de todo tipo. Los primeros trabajos se centraron en los procesos de correccin de la desviacin, procedimientos que optimizan el logro de un objetivo dado: la homeostasis en el sentido de procesos auto correctivos Segunda ciberntica. El nfasis se desplaza a los procesos de amplificacin de la desviacin, la retroalimentacin positiva y los procesos sistemticos de cambio. Conduce a una visin homeodinmica de los procesos sistemicos, subrayando la dialectica estabilidad-cambio. Ocurre en el sistema un salto cualitativo que establece nuevas lneas de base nuevos procesos neutralizadores, reproduciendose as en una nueva etapa evolutiva del sistema. 1 Categora cl francesa retomada por L. Fenmenos psicticos que pueden existir antes del delirio, antes del desencadenamiento de una psicosis. Fenmenos de automatismo mental, fenmenos que conciernen al cuerpo y fenmenos que conciernen al sentido y la verdad.

    Compartieron cuna cientfica

    Ciberntica Teora general de los sistemas

    Procesos de comunicacin y control en sistemas naturales y artificiales

    Correspondencias o isomorfismos entre sistemas de todo tipo

    Se desarrollaron con convergencias

    nueva ciberntica modelo crucial que esta proveyendo a la terapia sistmica un lenguaje que le permite pensarse

    Mejor referente conceptual del campo de

    la terapia familiar

  • Surgen intervenciones generadoras de crisis (que buscan cambios cualitativos). Ciberntica de 2 orden

    El observador pasa a ser parte de lo que se observa (necesariamente lo afecta). El terapeuta familiar no es un agente que opera sobre una familia cambindola sino que es un participante educado en un proceso de transformacin colectiva de significados.

    Unidad 6

    Psicoterapias Breves.

    Psicoterapias breves. En su origen dos problemas: relacin del psicoanlisis con las demandas sociales y

    el dispositivo analtico es privado o pblico?

    Nociones bsicas: preeminencia de lo actual (urgencia o sntoma), la funcin activa del terapeuta,

    variabilidad tcnica en el abordaje, concepto de foco, encuadre y contrato.

    Tipo de intervenciones y el estatuto de la transferencia.

    Acortamiento del psicoanlisis o tratamientos planificados?

    Hctor Fiorini.

    Captulo 2 Hay un notable crecimiento de la actividad psiquitrica Esto da lugar a una disparidad entre demanda y la organizacin de recursos tericos y tcnicos disponibles. Frente a demandas ya creadas las instituciones se ven obligadas a instrumentar terapias breves. Se les cuestiona: falta de definicin, impredictibilidad, efectos difcilmente evaluables. Necesitan: asentar su base en la experiencia clnica, concepcin terica y sistematizacin tcnica del psicoanlisis, e incluir aportes de otras disciplinas sociales y modalidades teraputicas. Pero orientndose a la elaboracin de un esquema referencial propio. Una terapia breve se orienta, fundamentalmente a la comprensin psicodinmica de los determinantes actuales de la situacin de enfermedad-crisis-descompensacin (no omitiendo considerar factores disposicionales histricos intervinientes). En consecuencia: de su vida cotidiana y del afuera del tratamiento. Se tiende a asignar eficacia causal etiolgica a un conjunto de factores que operan ms all de la etapa de neurosis infantil. En este campo interaccional complejo la estructura de la personalidad debe ser comprendida como subestructura, no suficiente en tanto no encierra en si la totalidad de sus determinantes. Adquieren legitimidad los intentos de abordaje mltiple a diferentes niveles simultneos de la estructura compleja, heterognea de la existencia enferma. Una terapia breve organiza sus recursos de modo elstico (principio de flexibilidad) y en funcin de una evaluacin total de la situacin del paciente, su grado de enfermedad y el potencial adaptativo de su personalidad. Elabora su estrategia segn que capacidades estn invadidas por conflictos o libres de ellos. Se orienta hacia el fortalecimiento de las reas del yo libres de conflicto. La posibilidad de que comportamientos primitivamente ligados a motivaciones infantiles se autonomicen (adquiriendo fines en si mismas) sugiere la necesidad de entender al individuo como un sistema de mltiples motivaciones organizadas en una relacin de estratificacin funcional compleja. Una terapia breve necesita instrumentar una gama amplia de recursos, susceptibles en principio de abarcar los diferentes niveles motivaciones. De las consideraciones precedentes el individuo enfermo surge como un objeto complejo, mutideterminado por factores susceptibles de integrar estructuras diversas, diferenciadas por la dominancia variable ejercida por unos y otros de sus componentes. Porque existen tales alternancias funcionales se hace necesaria la flexibilidad en la eleccin de tcnica, en funcin d cada situacin concreta. Esta flexibilidad es rasgo distintivo de la psicoterapia breve. Asimismo aquella pluralidad causal hace indicado el empleo de tcnicas de diferente nivel y puntos de aplicacin. Solo puede aspirarse a totalizar al sujeto por su inclusin simultnea en mltiples redes referenciales entrecruzadas lo cual deriva en la necesaria adopcin de un arsenal teraputico multidimensional.

  • Pueden ser recursos de la accin teraputica: 1) Ofrecer un clima permisivo, vnculos nuevos. 2) Favorecer aprendizaje de autoevaluacin. 3) Alentar asuncin de roles que fortalezcan (por ejercicio) capacidad de discriminacin y ajuste realista. 4) Ayudar en la elaboracin de un proyecto personal (con metas). 5) Influenciar sobre las pautas de interaccin familiar.

    Instrumentos tcnicos tiles pueden ser:

    1) Psicoterapia individual o grupal 2) Terapia ocupacional 3) Terapia sobre el grupo familiar 4) grupales de tipo comunitario

    La mxima eficacia de una terapia breve depende de la elaboracin por un equipo asistencial de un programa unitario de tratamiento que coordine diversas tcnicas en una accin total, hilvanada segn una lnea psicodinmica coherente. El terapeuta debe desempear un papel esencialmente activo. Se exige de l una amplia gama de intervenciones. A partir de evaluar la situacin total del paciente, comprendiendo la estructura esencial dinmica de su problemtica elabora un plan de abordaje individualizado. Establece metas fundamentales, a alcanzar en planos aproximadamente previsibles. Para el logro de estos objetivos (parciales) esboza una estrategia general, que comprende a su vez objetivos tcticos escalonados. Orientacin estratgica de las sesiones significa focalizacin del esfuerzo teraputico. El terapeuta opera manteniendo en mente un foco, interpretacin central sobre la que se basa todo el tratamiento. Se lleva al paciente hacia ese foco mediante interpretaciones parciales y atencin selectiva (omisiones deliberadas). Un primer objetivo de la focalizacin consiste en dirigir la atencin del paciente a la funcin y significado interpersonal de sus sntomas. El principio de flexibilidad se aplica no solo en la individualizacin de la terapia (segn el criterio: pacientes diferentes-tratamientos diferentes) sino tambin en la remodelacin peridica de la estrategia y tcticas en funcin de la evolucin del tratamiento. La interpretacin transferencial es eficaz cuando se hace evidente inmediatamente su conexin con la problemtica nuclear actual. Se la destina a favorecer la comprensin de una situacin global a partir de lo vivido presente ms que a profundizar en ese aqu y ahora. No intervienen con el sentido y carcter sistemtico que asumen en la tcnica psicoanaltica

    el encuadre de la terapia breve limita la posibilidad de regresin transferencial (por menor frecuencia se sesiones, intervencin ms personal y activa del terapeuta, por hacerse frente a frente.

    En una institucin se reduce la posibilidad de concentrar la transferencia en la relacin con el mdico. El tiempo limitado hace indeseable el desarrollo de una intensa neurosis transferencial.

    La orientacin preponderante hacia la realidad actual extratransferencial se basa en la necesidad de ayudarte a efectuar ciertas tareas integrativas inmediatas, a recuperar lo antes posible su capacidad para remover los obstculos que le impiden lograr una homeostasis ms satisfactoria. En consecuencia acta confrontando sistemticamente al paciente con su realidad social, ambiental y con sus perspectivas frente a la misma. Las modificaciones iniciales puestas en marcha durante el tratamiento no se detienen con el alta. Las modificaciones que esta terapia podra producir seran ms significativas que el mero cambio sintomtico. Pueden distinguirse:

    a) pacientes que obtienen menor beneficio: en general, trastornos psiquitricos crnicos, fuera de fases agudas

    b) con expectativas de mejoras importantes: cuadros agudos, particularmente situaciones de crisis o descompensaciones. Situaciones de cambio por ejemplo en transicin de etapas evolutivas.

    Definen parmetros especficos de la psicoterapia breve:

    iniciativa personal del terapeuta

  • individualizacin planificacin focalizacin flexibilidad.

    Captulo 6

    Los pacientes tienden naturalmente a mantener una focalizacin. Solo en pacientes con marcada debilidad yoica puede encontrarse espontneamente un relato disperso. Empricamente, la focalizacin parece expresar necesidades de limitar la bsqueda, de modo de concentrar en ella atencin, percepcin, memoria, un conjunto de funciones yoicas. Tal concentracin puede ser condicin de eficacia para el ejercicio de estas funciones. En la prctica, el foco tiene un eje central, dado con la mayor frecuencia por el motivo de consulta. ntimamente ligado a ste, subyaciendo a ste, se localiza cierto conflicto nuclear. Motivo y conflicto se insertan en una situacin grupal especfica. Y estos tres juntos son aspectos fundamentales de una situacin que condensa un conjunto de determinantes. Es esencial respetar el carcter de estructura de la situacin. Sus componentes se estudian en un despliegue de niveles de anlisis entendidos como estratos funcionales enraizados en la situacin, actualizados y totalizados por sta. Foco como delimitacin de una totalidad concreta sinttica. El trabajo con el foco en psicoterapia sigue cierta secuencia.

    1) el paciente inicia la sesin aportando material disperso (episodios recientes, recuerdos, observaciones sobre los otros)

    Foco

    Situacin actual estructurada

    Motivo de Consulta

    Y Conflicto Nuclear

    Aspectos

    caracterolgicos

    individuales

    Psicodinamismos Conductas def Recusos adapat

    Determinantes

    del contexto

    social, ms

    amplio

    Econom Cult. Ideo

    Paciente-grupo

    Condiciones de vida Motivacin Aptitudes

    Proceso teraputico

    Momento del proceso

    Terapeuta -

    institucin Tiempo Objetivos Tcnica

    Situacin

    grupal Dinamismos Conflictos Roles recursos

    Momento evolutivo individual grupal social

    Aspectos histricos genticos indiv grup soc

    Reguladores Componentes del foco

  • 2) transcurrido un tiempo el terapeuta interviene (para preguntar en una direccin especfica, o para reformular el relato subrayando selectivamente)

    3) el paciente recibe la reformulacin y opera con ella (produce asociaciones guiadas, amplia elementos recortados por le terapeuta)

    4) nuevas intervenciones. A lo largo del proceso teraputico el fofo puede ir modificndose. Si la accin se ejerce sobre una estructura no pueden esperarse relaciones lineales ni proporcionales entre influencia y efecto. Si cada situacin puede entenderse como una estructura dotada de una organizacin particular es comprensible que nos se la pueda abordar por simple concentracin de estmulos correctores sino en base a planificacin estratgica.

    Hctor Fiorini. Focalizacin y psicoanlisis.

    Exploracin de la situacin como una modalidad de abordaje en las psicoterapias.

    Todo caso clnico es pensable en trminos de situacin. Desde un punto de vista clnico sta es una consulta por un cuadro de depresin ante una convergencia de situaciones de crisis. Una manera de profundizar la estructura de la situacin es pensarla como un espacio en el que estn convergiendo diferentes series causales, diferentes series de fenmenos que van configurando la situacin crtica. Serie, se trata de una clase homognea de fenmenos que responden a cierta legalidad, a cierto encadenamiento causal que es propio de esa clase de fenmenos. 1. serie corporal 2. serie laboral 3. serie evolutiva 4. serie prospectiva 5. serie social 6. serie familiar 7. serie de los fenmenos clnicos (en trminos clnico-psiquitricos) la medicacin en este caso va a funcionar como entrada en la situacin (dado que sus capacidades yoicas, con las que es necesario trabaja, estaban interferidas por la magnitud de los sntomas. El aparato psquico circula por todas las series, gesta todas las series. Pero no las gesta solo sino que todas las series son a la vez construidas desde el aparato psquico y de otras zonas de la realidad coproductoras con sta de cada una de las series. Para pensar una situacin necesitamos de los fundamentos de la psicologa y el psicoanlisis, de los aportes de la clnica psiquiatrita, pero adems necesitamos pensar diversos rdenes de realidad que van sucesivamente articulando crculos concntricos alrededor del paciente. La creacin de un vnculo capaz se ofrecer continencia es posiblemente la creacin de una nueva serie en la situacin. Cualquier delimitacin de un trabajo focal debe ser hecha en el interior de una situacin. El concepto de situacin designa un objeto articulador. Su funcin de articulacin se realiza por efectos de montaje, dados por yuxtaposiciones entre series cuyas resonancias ligan entre si a diferentes tipos de objetos: discursos, cuerpos, instituciones, grupos, fantasmas individuales. Se trata de un objeto (la situacin) que se construye, se sostiene en esos conjuntos de objetos diversos y a su vez, as constituido, es configurador del sentido otorgado a esos agrupamientos de objetos. A la vez que estructurado por tales conjuntos de objetos, estructura el sentido que estos asumen. Este objeto terico va siendo construido por los aportes de varias disciplinas: psicoanlisis, psicologa social, sociologa, antropologa. La situacin ubica la paciente, y a nosotros, en la zona de entrecruzamiento de vastas indagaciones interdisciplinarias.

  • Reglas tcnicas de complementariedad presencia-ausencia.

    Tanto la presencia como la ausencia del terapeuta pueden configurar alternativas tcnicas vlidas si estn dadas las condiciones para una u otra. Modalidades de presencia del terapeuta son:

    1) Presencia de la capacidad de contacto emptico. 2) Presencia de la capacidad de recibir la problemtica del paciente y concentrar en ella su atencin como

    aspectos de la funcin de continencia. 3) Presencia de la capacidad de reformular el sentido de esa problemtica, de trabajar su diversidad de

    efectos de significacin. 4) Presencia de la capacidad de informacin y de interrogacin 5) Presencia de su capacidad de iniciativa, de realizar propuestas. 6) Presencia de aspectos de realidad del terapeuta: estilo personal del pensamiento y de comunicacin,

    edad, aspecto y arreglo de su cuerpo y del mbito de la conducta. 7) Presencia de su capacidad de compromiso en el vnculo, inters en el mismo, investimiento libidinal

    del vinculo y de la tarea. 8) Presencia de su capacidad de producir experiencias vinculares correctivas. 9) Presencia de su capacidad de encuadrar, programar y evaluar el trabajo teraputico 10) Presencia de la neutralidad valorativa del terapeuta, esto es la ausencia de expresas influencias sobre

    conductas o estilo de vida del paciente. Qu podramos denominar ausencia en nuestra consideracin de conductas tcnicas del terapeuta? Probablemente a ciertas conductas especiales que suponen modos particulares de presencia.

    11) conductas de abstinencia, que implican modos diversos de evitar otorgar gratificaciones directas a deseos transferenciales del paciente.

    12) presencia de una no inmediata respuesta a los mensajes del paciente, es decir presencia de conductas de demora y rodeo.

    13) presencia de una modalidad selectiva en los intercambios, lo cual supone ausencia de un dilogo natural del desarrollo lineal.

    14) Conductas de anonimato, mediante las cuales el terapeuta omite ofrecer datos de su persona cuya inclusin no sera de utilidad para el proceso de ese paciente.

    15) Conductas de pasividad, por las cuales se dispone a recibir todo aquello que el paciente aporte como material, esperar en silencio hasta ciertos mensajes puedan configurarse como un material, aceptar como emergentes las modalidades de conducta que el paciente pueda producir sin inducciones preferenciales.

    16) Presencia de una distancia emocional que le permita evitar una invasin de la carga emocional del paciente sobre l mismo, as como evitar el descontrol emocional en sus propias respuestas.

    Caracteriza (ampliamente) dos tipos de situaciones clnicas: Tipo 1: corresponde a las neurosis. Freud formul la necesidad de una regla de abstinencia esta propone que ante una demanda del paciente (dirigida en transferencia, al rol del terapeuta) es indicado desde el terapeuta, una ausencia de gratificacin de lo demandado. Tipo 2: trastornos de estructuracin del narcisismo. La interaccin teraputica tiene que jugar, en ciertos momentos, una funcin estructurante. Cuando se hace presente una ausencia en la estructuracin del narcisismo del paciente, lo indicado ser una conducta de presencia estructurante. Modalidades de focalizacin.

    La idea de focalizar aparece a travs de una prctica clnica reseada inicialmente en trabajos del Instituto de psicoanlisis de Chicago alrededor del ao 40. vale agregar, a partir de propuestas de los pacientes. Espontnea: delimitacin espontnea de un rea de problemas. Selectiva: aparecen varias reas de conflicto, no una sola. Algunas se escuchan en primer lugar, o se indagan si le material no refiere a ellas. Inducida: Inducir un foco all donde nada permite focalizar nada. Se crea activamente una zona donde concentrar atencin y trabajo teraputico por un tiempo con la intencin de ordenar.

  • Punto de urgencia: zona de conflicto que amenaza ms el equilibrio del aparato psquico. Es propuesto por el paciente (F. espontnea). La inducida presenta un problema: al organizar un foco (el terapeuta) el paciente entra en relacin transferencial hostil porque desde su demanda oral quiere que se le trabajen todos los problemas ala vez. Toda focalizacin tiene que estar sometida a reconsideracin y acuerdos. Unidad 7

    Psicoterapias existenciales.

    Psicoterapias existenciales: anlisis existencial (Ludwig Binswanger), Logoterapia (Victor Frankl),

    psicologa de las profundidades (Igor Caruso).

    Neurosis como conflicto espiritual (neurosis nogenas). La frustracin existencial o el vaco de

    sentido.

    El espacio, el tiempo, el lenguaje y el encuentro en el anlisis existencial.

    Fin de la cura: la bsqueda de sentido de la existencial individual.

    La transferencia entendida como influencia recproca. La puesta en duda de la neutralidad del

    analista.

    Vctor Frankl: Conceptos bsicos de Logoterapia.

    Comparada con el psicoanlisis, la logoterapia es un mtodo menos retrospectivo y menos introspectivo. La logoterapia mira ms bien al futuro, es decir, a los cometidos y sentidos que el paciente tiene que realizar en el futuro. Al aplicar la logoterapia el paciente ha de enfrentarse con el sentido de su propia vida para, a continuacin, rectificar la orientacin de su conducta en tal sentido. El neurtico trata de eludir el cabal conocimiento de su cometido en la vida, y el hacerle sabedor de esta tarea y despertarle a una conciencia plena puede ayudar mucho a su capacidad para sobreponerse a su neurosis. Logos es una palabra griega que equivale a sentido, significado o propsito. La logoterapia se centra en el significado de la existencia humana, as como en la bsqueda de dicho sentido por parte del hombre. De acuerdo a la logoterapia la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. Por eso habla Frankl de voluntad de sentido, en contraste con el principio de placer en que se centra el psicoanlisis freudiano y en contraste con la voluntad de poder que enfatiza la psicologa de Adler. La bsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una racionalizacin secundaria de sus impulsos instintivos. Este sentido es nico y especfico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; nicamente as logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido. Logos o sentido no es algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la existencia. Si ese sentido que espera ser realizado por el hombre no fuera ms que la expresin de si mismo o nada ms que la proyeccin de un espejismo, perdera inmediatamente su carcter de exigencia y desafo; no podra motivar al hombre ni requerirle por ms tiempo. Frankl no considera que nosotros inventemos el sentido de nuestra existencia, sino que lo descubrimos. Nunca el hombre se ve impulsado a una conducta moral, en cada caso concreto decide actuar moralmente. Y el hombre que no acta as para satisfacer un impulso moral y tener una buena conciencia, lo hace por amor de una causa con la que se identifica, o por la persona que ama, o por la gloria de dios. Si obra para tranquilizar su conciencia ser un fariseo y dejar de ser una persona verdaderamente moral. La voluntad se sentido puede tambin frustrarse, en cuyo caso la logoterapia habla de la frustracin existencial. El termino existencial se puede usar en 3 maneras: para referirse a la propia 1) existencia; es decir, el modo de ser especficamente humano; 2) el sentido de la existencia; y 3) el afn de encontrar un sentido concreto a la existencia personal, o lo que es lo mismo, la voluntad de sentido. La frustracin existencial se puede tambin resolver en neurosis. Para este tipo de neurosis la logoterapia ha acuado el trmino neurosis nogena, en contraste con las neurosis en sentido estricto (las neurosis psicgenas). Las neurosis nogenas tienen su origen no en lo psicolgico, sino ms bien en la dimensin nologica (del griego noos, que significa mente) de la existencia humana.

  • Las neurosis nogenas no nacen de los conflictos entre impulsos e instintos, sino ms bien de los conflictos entre principios morales distintos, en otras palabras, de los conflictos morales (de los problemas espirituales, entre los que la frustracin existencial suele desempear una funcin importante). No todos los conflictos son necesariamente neurticos, y a veces, es normal y saludable cierta dosis de conflictividad. Anlogamente el sufrimiento no es siempre un fenmeno patolgico; ms que un sntoma neurtico, el sufrimiento puede muy bien ser un logro humano, sobre todo cuando nace de la frustracin existencial. La frustracin existencial no es en si misma ni patolgica ni patgena. El deber del especialista consiste en conducir al paciente a travs de su crisis existencial de crecimiento y desarrollo. La logoterapia considera que es su cometido ayudar al paciente a encontrar el sentido de su vida. La logoterapia difiere del anlisis en cuanto considera al hombre como un ser cuyo principal inters consiste en cumplir un sentido y realizar sus principios morales, y no en la mera gratificacin y satisfaccin de sus impulsos e instintos ni en poco ms que la conciliacin de las conflictivas exigencias del ello, del yo y del superyo, o en la simple adaptacin y ajuste a la sociedad y al entorno. Cierto es que la bsqueda humana de ese sentido y de esos principios puede nacer de una tensin interna y no de un desequilibrio interno. Esa tensin es un requisito indispensable de la salud mental. La salud se basa en cierto grado de tensin, la tensin existente entre lo que ya se ha logrado y lo que todava no se ha conseguido, o el vaco entre lo que se es y lo que se debera ser. Lo que el hombre necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. Lo que el hombre necesita no es la homeostasis sino la noodinmica; la dinmica espiritual dentro de un campo de tensin bipolar en el cual un polo viene representado por el significado que debe cumplirse y el otro polo por el hombre que de cumplirlo. Si los terapeutas quieren fortalecer la salud mental de sus pacientes, no deben tener miedo a aumentar dicha carga y orientarles hacia el sentido de sus vidas. El hombre carece de un instinto que le indique lo que debe hacer y no tiene ya tradiciones que le indiquen lo que debe hacer. La logoterapia no est indicada solo en los casos nogenos sino tambin en los casos psicgenos y sobre todo en las pseudoneurosis somatgenas. Lo que importa no es el sentido de la vida en trminos generales sino el significado concreto de la vida de cada individuo en un momento dado. La logoterapia considera que la esencia ntima de la existencia humana est en su capacidad de ser responsable. La logoterapia intenta hacer al paciente plenamente conciente de sus propias responsabilidades, razn por la cual ha de dejarle la opcin de decidir porque, ante que, o ante quin se considera responsable. Por ello el logoterapeuta es el menos tentado de todos los psicoterapeutas a imponer al paciente juicios de valor, pues nunca permitir que ste traspase al mdico la responsabilidad de juzgar. La funcin del logoterapeuta consiste en ampliar y ensanchar el campo visual del paciente de forma que sea conciente y visible para l todo el espectro de las significaciones y los principios. La logoterapia no precisa imponer al paciente ningn juicio, pues en realidad la verdad se impone por si misma sin intervencin de ningn tipo. El verdadero sentido de la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como si se tratara de un sistema cerrado. Por idntica razn, la verdadera meta de la existencia humana no puede hallarse en lo que se denomina autorrealizacin. La autorrealizacin no puede alcanzarse cuando se considera un fin en si misma, sino cuando se la toma como efecto secundario de la propia trascendencia. El sentido de la vida siempre est cambiando pero nunca cesa. De acuerdo con la logoterapia podemos descubrir el sentido de la vida de tres modos distintos: realizando una accin, teniendo algn principio, por el sufrimiento. Al amor constituye la nica manera de aprehender a otro ser humano en lo ms profundo de su personalidad. El amor no se entiende como mero efecto secundario del sexo, sino que el sexo se ve como medio para expresar la experiencia de ese espritu de fusin tot