Carrera de Especialización en

Gestión del Patrimonio Cultural

Patrimonio Cultural y Museos

Rodolfo Giunta

GPC – FADU –UBA

2016

La publicación de sus obras completas comenzó a editarse en 1938 y fue

ordenada por el Congreso de la Nación (Ley Nº 12.328).

A los catorce años Mitre trabajaba en la estancia de don Gervasio Rosas,

quien al ver su aficción por la lectura comentaba:

“Pero, este muchacho, donde quiera que encuentra una sombrita se pone a

leer”.

Su vocación americanista puede rastrearse en "El Diario de la Juventud de

Mitre (1843-1846)", cuando se desempeñaba como soldado del Sitio de

Montevideo comandado por Oribe, fue publicado por la Institución Mitre en

1936.

Influenciado por la obra de Abel-François Villemain [Historia de Cromwell],

tenía el propósito de escribir sobre Bolivar, Belgrano, Rondeau, Alvear, Sucre,

San Martín, Quiroga, López, Paz, Rámirez, Rivera y Artigas, con el objetivo de

dar "una idea muy completa de la historia militar de la independencia".

Su perspectiva americana se afirmó a partir de la lectura de

"Précis de l'Histoire Moderne" de Jules Michelet, que le

proporcionó un marco adecuado del proceso de expansión

europea.

En su paso por Chile, pudo adquirir una imprenta en Valparaíso,

editando la Conquista del Perú de Williams H. Prescott y

teniendo la idea -registrada en una carta a Andrés Lamas (4

Marzo 1851)- de publicar la vida de Artigas, Moreno, San Martín

y Bolívar.

Nuevamente en Buenos Aires prosigue sus investigaciones en el

archivo histórico, completando los rastreos previos de Pedro De

Angelis.

Las "biografías" siempre tuvieron para Mitre un sentido pragmático sobre las

generaciones actuantes vertiendo sus investigaciones en la “Galería de la

Celebridades argentinas”.

En 1854 fundó el Instituto Histórico y Geográfico del Río de la Plata publicando sus

"Bases orgánicas" en la Imprenta de la Tribuna en 1856, siguiendo el modelo del

que creara Lamas en Montevideo (del cual había sido socio fundador), formando

parte del antecedente más lejano de la Junta de Historia y Numismática Americana,

creada en 1893.

Con la idea de escribir una historia del descubrimiento y conquista del Río de la

Plata fue reuniendo materiales que actualmente conforman el Archivo Colonial,

sobre todo a partir de copias autenticadas encargadas al cónsul argentino en

Sevilla, del Archivo de Indias.

Paralelamente encaraba estudios sobre ciertos hitos consagrados como "Ollantay",

drama incaico del cual discute el hecho de ser previo a la conquista, o el "Popol

Vuh", por muchos reseñada como la "biblia americana", haciendo destacar que en la

traducción del padre Ximénez se mezclaban tradiciones nativas con noticias

cristianas

En Ollantay estudio sobre el drama quechua (1881) puso en cuestión la existencia

de una literatura previa a la conquista. A su entender sólo existía lo que dio en llamar

un "protoplasma de literatura" compuesto por tradiciones mitológicas, arengas

públicas, relatos históricos y poesía lírica. Discutió la idea de varios americanistas

que sostenían la existencia de una literatura dramática autóctona muy superior a la

europea de entonces, incluso previa a la aparición del "drama nacional" en España,

y que podía parangonarse -en algunos aspectos- con el drama de la Antigua Grecia.

Definiendo al drama como "el producto de la necesidad que siente el hombre moral

de salir de sí mismo, buscando emociones convencionales, fuera de su propio ser,

pero en armonía con su naturaleza, y que responda a un ideal colectivo", encara un

análisis con fuertes matices sociológicos y psicológicos, por el cual deduce la

imposibilidad de la producción de dicho genero en las sociedades indígenas. El

fundamento mayor lo formula desde la filología en tanto sostiene que el nivel de sus

idiomas era inorgánico porque carecía de la posibilidad de expresar ideas abstractas

y por ende desprovisto de proyecciones morales, como para gestar una construcción

literaria como la referida. Concluye que más allá de quien haya sido su autor (una

hipótesis probable sería Valdez) y su época, no se podría negar ni su filiación

cristiana, europea, más precisamente española, ni su contenido moral, político y

literario característico del siglo XVIII.

En Una carta sobre Literatura Americana, dirigida a Diego Barros Arana, que fuera

publicada en la "Revista Chilena" del 1º de Abril de 1876, aparecen sus comentarios

sobre el "Popol Vuh", a la que considera como la "piedra angular del edificio

imajinario de Brasseur de Bourgbourg, suponiendo que como la Biblia es un libro

anterior á la conquista".

Demuestra que fue el padre Ximenez quien lo escribió en lengua Quiché, tomando

verbalmente sus relaciones de boca de los indios, con el objetivo de propanganda

fide, tal como el propio autor lo declara en su publicación española editada en Viena

en 1857. Si bien este fue el texto de base que utilizó el Abate Brasseur de

Bourgbourg para su publicación de 1861, en dicha oportunidad el "Popol Vuh" fue

presentado como una obra nativa. Mitre no solamente denuncia la omisión respecto

al autor, sino que además señala que la hipótesis de Bourgbourg presupondría la

existencia de un alfabeto fonético entre los americanos.

"Sus grandes ojos negros y rasgados miraban hondamente y dejando

escapar en su brillo normal el fuego de la pasión condensada, al mismo

tiempo que guardaban su secreto. Este era el rasgo característico de su

fisonomía..."

"...su voz era ronca, hablaba con sencillez, daba sus órdenes verbales con

precisión y tenía chiste espontáneo en su conversación".

"Fue un hombre de acción deliberada, inteligencia común de concepciones

concretas; general más metódico que inspirado; político por necesidad y por

instinto más que por vocación".

"San Martín no fue ni un mesias ni un profeta. Fue simplemente un hombre de

acción deliberada, que obró como una fuerza activa en el orden de los hechos

fatales, teniendo la visión clara de un objetivo real".

Tanto con San Martín como Belgrano, ambos personajes fueron escogidos como los

referentes paradigmáticos para rendir cuenta, el primero, del proceso de

emancipación americana, y el segundo de la Revolución de Mayo.

El objetivo central era la búsqueda (y a su vez justificación) de una identidad de las

naciones conformadas a partir de la ruptura con el Orden Colonial.

Identidad que no podía solasyar ni al período colonial ni a las culturas aborígenes

preexistentes. Por ello se avocó profundamente al estudio de lo "colonial", reuniendo

desde "incunables" de las primeras ediciones de Bernal Díaz del Castillo, Pedro Cieza

de León y Ulrico Schmidel, entre otros, hasta todo el conjunto de materiales que

actualmente conforman el "Archivo Colonial", sobre todo a partir de copias

autenticadas encargadas al consul argentino en Sevilla, del Archivo de Indias.