pretensiones pol-ticas por el sufragio femenino en colombia - d+cada de 1940 a 1950 û

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Un breve estudio sobre la igualdad jurìdica de la mujer en Colombia, el derecho al voto.

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PRETENSIONES POLÍTICAS POR EL SUFRAGIO FEMENINO EN COLOMBIA - DÉCADA DE 1940 A 1950 –

Por J. M. CHAVES [email protected]

Las mujeres han sido tratadas hasta ahora por los hombres como pájaros que, desde una altura cualquiera, han caído desorientados hasta ellos: como algo más fino, más frágil, más salvaje, más prodigioso, más dulce, más lleno de alma, - como algo que hay que

encarcelar para que no se escape volando.F. NIETZSCHE1

El tratamiento igual de las situaciones iguales es la primera y más fundamental exigencia de la justicia. Tratar a dos personas iguales, con normas desiguales, en situaciones

iguales, puede ser todo, pero menos un acto de justicia.GUILLERMO CHAVES CHAVES2

La historia de la humanidad, es una historia hecha desde la masculinidad; quizá,

como lo atestiguan vestigios antiguos en Grecia o en algunas regiones

precolombinas, nuestras primeras sociedades se fundaron desde el matriarcado,

pues a la mujer le era menester mantener a sus crías por un periodo relativamente

largo, en comparación a la de otros mamíferos; por ello, es alrededor de la madre

que se crean las hordas, los clanes, las tribus. Pero hay un periodo, en donde el

hombre va a tomar el papel primordial de la sociedad, se va a sublevar de la

mujer, y va a crear un periodo – extendido inclusive hasta hoy – de masculinidad,

de poder, de fuerza, casi de misoginia.

Con el devenir de la filosofía griega, y con Aristóteles específicamente, llega a su

cenit la discriminación hacia la mujer, y de donde arrancaran todas las absurdas

políticas y medidas que han persistido durante todos estos siglos, “para ser un

estadista con genio, es preciso tener la grandeza, como la que tiene el hombre

sobre la mujer, el ciudadano sobre el esclavo “3. Y así se desarrolla el

pensamiento, pasando por el pertinaz Freud, con su famosa teoría sobre la envidia

del pene, llevando la discriminación hasta lo puramente anatómico. “La más grave

consecuencia de este desconocimiento de la verdadera condición de la naturaleza

1 Más allá del bien y del mal, Alianza Editorial, Madrid 1993. p.1862 Chaves Chaves, Anales del Congreso de 1946, agosto 5.3 Política, Editorial Gredos, Madrid 1993. p 75

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de la mujer, que impide que se la vea más allá del nivel puramente animal, es que

se ha ignorado que ella es dueña de una sabiduría tan superior como puede ser la

del hombre, y es esto lo que no ha podido aprovecharse en el conocimiento de los

acontecimientos y los cambios que constituyen la vida de los pueblos

desplegándose históricamente”.4

Durante la década del 40 al 50, se crea un clima político cuya pretensión era

igualar la condición jurídica de la mujer y el hombre en Colombia. A la par, y

repasando nuestra cruda historia, hemos de revisar que, coincidencialmente o no,

corresponde a este periodo también un auge de la violencia, fruto de las luchas

intestinas entre liberales y conservadores, en donde se regionaliza de manera

absurda la posición política, creando cruentas y terroríficas batallas entre unos y

otros, especialmente en el campo, no sobra recordar por demás que la Colombia

de este periodo vivía aun de los ingresos agrícolas. Con la herencia de una patria

que funda su contemporaneidad desde la posición de simple colonia del Vaticano5,

el partido conservador se gana la bendición de la iglesia Católica, apostólica y

romana, y por ende desde el pulpito se inicia la más grande campaña proselitista

como jamás lo ha vivido nuestra historia. Es así como se presentan diferentes

posiciones desde el Congreso de la República en lo pertinente a la igualdad

jurídica de la mujer colombiana:

1. Los conservadores, que obedeciendo las directrices del Primado Católico

en Colombia, buscan granjearse la amistad de la mujer colombiana, pero

por sobre todo de aquella formada en el claustro de los conventos, aquella

que desde su formación académica había recibido fuerte influencia de la

pastoral católica, con una valoración moralista de su papel dentro de la

sociedad. Así se aseguraban de paso un buen número de votantes para

4 Mauro Torres, Concepción moderna de la historia universal, Tercer Mundo Editores, Bogotá 1997. p 392.5 La idea se puede complementar profundamente en el texto del maestro Eduardo Umaña Luna, Colombia: ¿siglo XXI?, Unibiblos, Bogotá 1999. pp. 66-87

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sus listas. Son aquellos que “han negado su voto por su proclive tendencia

tradicionalista y retardataria”6

2. Los conservadores de avanzada, aquellos que independientemente de

mirar con el crisol del catolicismo, buscaban desaforadamente la inclusión

de la mujer en la vida jurídica, como pretensión del cumplimiento de la

igualdad de todos los hombres, sin distinciones de ninguna especie.

3. Los liberales radicales, aquellos que sin miramientos filosóficos, sociales o

jurídicos, trataban de interponerse a toda propuesta proveniente del partido

contrario, aun en contra de su liberalismo heredado de las corrientes

revolucionarias francesa, para quien la igualdad – aunque sea puramente

formal desde la burguesía – era pretensión de sus luchas y de sus

principios. Estos, “han negado su voto por un motivo menos justificable: el

del miedo a que el voto de la mujer, influenciado por el clero, sea factor de

derrota electoral del liberalismo…”7

4. Los liberales modernos, que siguiendo el avance de los tiempos y de las

ideas, pugnaban por que la mujer esté en las mismas condiciones del

hombre en todo sentido.

Ya con anterioridad, durante y desde el denominado Olimpo Radical, dominó la

idea de limitar a la mujer en sus ejercicios civiles y políticos, “ las mujeres no

pueden tener los mismos derechos políticos que los hombres. La razón aducida es

la de que eran incapaces de cumplir con los deberes asignados al ciudadano,

dado que por ley divina y por naturaleza, debían estar sometidas y relegadas al

trabajo doméstico… otorgarles la igualdad civil podía desestabilizar la familia”8,

6 Elba María Quintana Vinasco, Por la Plenitud de la ciudadanía de la mujer colombiana, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 1950. Tesis para optar por al título de Doctora en Derecho y Ciencias Políticas. Tomado del ensayo introductorio del Profesor Luis F. Latorre U. p. 97 Ídem. 8 Vicente Pérez Silva, Antecedentes históricos de la igualdad jurídica del hombre y la mujer, Publicado en Mujer, familia y educación en Colombia, memorias del IV Encuentro Nacional de Historiadores, Pasto 26 al 28 de octubre de 1994. Academia Nariñense de Historia, Pasto 1997. Citando a la obra de Susy Bermúdez, El

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idea que se perfecciona desde la vigencia de la ley 57 de 1887 que sanciona el

Código Civil, de donde se desprenden la incapacidad y la subordinación de la

mujer.

Fueron varios los intentos por lograr un hecho de justicia, pero se vieron frustrados

por motivos que no vienen al caso. Sin embargo durante el periodo escogido, dada

la importancia política explicada someramente y que requiere de mayor

profundidad en otro estudio, se presentaron diferentes proyectos en el Congreso

de parte de los dos partidos tradicionales: en 1945 el proyecto uno, con suerte

negativa; en 1946 se presentaron los proyectos del represéntate conservador

Augusto Ramírez Moreno, del representante liberal Germán Zea Hernández, y otro

de los representantes social demócratas Juan Francisco Socarrás y Gilberto

Vieira. El ponente de tales proyectos fue el Doctor Guillermo Chaves Chaves,

bien como Representante y luego como Senador, a quien seguiremos en lo

concerniente en las partes filosóficas y sociológicas, dada la profundidad, la

seriedad y la tenacidad con que defendió esta tesis9. Para ilustrarnos un poco con

lo que ocurría dentro del congreso frente al sufragio femenino, leamos algunos

apartes de los anales de 1949: “Comisión Primera.- En consideración los

proyectos de los hh. SS. Romero Aguirre y Chaves Chaves sobre voto femenino,

el h.S. Delgado se pronuncia en contra del proyecto que limita la función del

sufragio femenino y defiende el proyecto del h.S. Chaves Chaves con serios

argumentos y anuncia su voto afirmativo para éste. En seguida manifiesta que la

mujer tiene suficiente discernimiento para actuar en esta materia con plena

libertad y no coaccionada por el clero como lo manifiesta el h.S. Ramírez. En uso

de la palabra el h. S. Ramírez manifiesta que él va a insistir incansablemente ante

los miembros de la mayoría liberal para que no cometan el error tremendo de votar

el proyecto del h.S. Chaves Chaves, explica que esta actitud la asume dejando

constancia de que el voto femenino es tesis del partido liberal, la que procurará

éste llevar a la práctica cuando ocupe la primera Magistratura del Estado un

Presidente Liberal. El h.S. Chaves Chaves sugiere que la iniciativa que ha

Bello Sexo. P.180-1819 Chaves Chaves. P 26

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presentado no es un oportunismo del partido conservador, pues ésta ha venido

siendo sostenida por la Representación conservadora en las Cámaras desde al

año de 1933, fecha en la cual el partido liberal gobernaba el país, y recuerda que

más tarde en 1945, en 1957 y en 1948, también fue repetida.”10

Como vemos, durante esta década, y obviamente que mucho antes, la lucha por la

igualdad jurídica de la mujer se centró en la doctrina de los partidos, ni siquiera

podemos hablar de política, porque diciente totalmente de su mismo significado;

liberales y conservadores debatían los proyectos, pero creían que el partido que

tomara la iniciativa sería el acreedor al sufragio de las mujeres; no en vano, y

como paradoja de la vida, es hasta la Constituyente del 54, y finalmente en el

plebiscito del 57, en que se concede la igualdad de derechos políticos para

mujeres y varones, un militar, exabrupto al que condujo la lucha bipartidista, sería

el que se ganaría el aprecio de la feminidad nacional.

A grosso modo, la ponencia de Chaves Chaves, que la traemos aquí, como ya

dijimos, por su profundidad filosófica y sociológica, se resume así: Inicia con un

análisis filosófico sobre el papel de la mujer, desde los principios mismos de la

humanidad, tomando como estudio las tesis marxistas sobre el principio de la

mujer como fuerza de productividad, y éste a la vez como acicate que llevaba a la

humanidad de las más bajas formas de vida social a las más altas. Pasa a

esbozar la condición de la mujer en los tres últimos siglos, llegando a la conclusión

de que la economía y la tradición jurídica llevaron a la sociedad a excluir a la mujer

de los campos civiles y políticos. Continua haciendo un detenido estudio sobre la

influencia de estas circunstancias sobre el derecho público, ya que las mujeres no

podían actuar sobre la formación de leyes, las mismas que las vejaban y

tiranizaban; no podían elegir a sus representantes, y mucho menos ser elegidas.

La revolución económica y social universal, producto del avance científico y

tecnológico, cambia la cara del siglo y de la historia; toma entonces la mujer

acción en la vida productiva del mundo, iniciando a devengar salarios y a ocupar

10 Anales del Congreso, Comisión Primera, Acta No. 24 del 4 de octubre de 1949. (Subrayados nuestros).

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puestos en fabricas y empresas; la mujer salde de casa y se emplea para ayudar

económicamente a la familia. Finalmente, llega a proponer la Reforma de la

Constitución del 45, en donde la mujer pueda finalmente tener la calidad de

ciudadana colombiana. Leemos textualmente algunos puntos importantes sobre la

ponencia: “Su capacidad física, intelectual y moral es exactamente igual a la de los

varones, pero sin la capacidad de voto, de elegir y ser elegida, es un ser

imperfecto… los varones del país no tenemos la facultad moral para seguir

diciendo en la Constitución, como hasta aquí, que la función del sufragio y la

capacidad para ser elegidos popularmente se reserva a los varones… Esto es

injusto, porque es tratar a cinco millones de seres racionales esencialmente

iguales a nosotros, con normas desiguales, en circunstancias iguales”11

Sin embargo, pese a los avances y logros obtenidos por la mujer en nuestra

historia jurídica, vemos como sigue siendo vejada, ultrajada, trabajando por

salarios de hambre, tiranizada por jefes, esposos o compañeros, por el padre, por

la publicidad, por la sociedad… La mujer deberá enfrentar sus luchas, desde el

punto que sea, para reclamar una justicia que sea eficaz en el respeto de su

propia dignidad.

11 Chaves Chaves. p. 38.