porque soy cristiano, cesar vidal

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~ CESAR VIDAL @ Planeta Testimonio

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CESARVIDAL

@ Planeta Testimonio

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En un momenta en que el cristianismo, incluso en sus ma-nifestaciones culturales, se ve sometido a un acoso injusto einmerecido desde los mas diversos frentes, Cesar Vidal hadecidido poner por escrito las razones que Ie llevan a sercristiano.El autor repasa la excepcionalidad de los Evangelios, la

mesianidad de Jesus y el hecho de su resurrecci6n, pero vamucho mas alia. Analiza el cristianismo como sistema depensamiento y descubre que es el unico que da respuesta alas grandes preguntas que se plante a el hombre. Desde 10individual ~c6mo cambia la vida de una persona~ hasta10 general ~c6mo ha influido en la historia del mundo--,Vidal nos ofrece una completa reivindicaci6n de la fe cris-tiana.Una exposici6n convincente y sencilla de las principales

razones para ser cristiano en tiempos dificiles.

@ Planeta TestimonioISBN-13: 978-84-08-08113-5ISBN-IO: 84-08-08113-6

I III I9 788408 081135

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Cesar Vidal (1958) es doctor en Historia(premio extraordinario de fin de carrera),Teologia y Filosofia, y licenciado enDerecho. Ha ejercido la docencia en distintasuniversidades de Europa y America. En laattualidad es columnista del diario La Razony colabora en medios como Libertad Digital, laCOPE, Antena 3 0 Ml{Y Interesante. Defensorinfatigable de los derechos humanos, hasido distinguido con el Premio Humanismode la Fundaci6n Hebraica (1996) y harecibido el reconocimiento de organizacionescomo Yad-Vashem, Supervivientes delHolocausto (Venezuela), ORT (Mexico)oJ6venes contra la Intolerancia. Entreotros premios literarios, ha recibido el dela Critica ala mejor novela hist6rica (2000)por La mandnigora de las doce lunas, el PremioEspiritualidad (2004) por El testamento delpescador, el PremioJaen de narrativajuvenil(2004) por El ultimo tren a Zurich y el Premiode novela hist6rica Alfonso X el Sabio (2006)por Elfuego del cielo. Entre sus ultimas obrasdestacan Enigmas historicos al descubierto (2002),Nuevos enigmas historicos al descubierto (2003),De Isabel a Sqfia. Medio milenio de reinas deEspana (2004), Los masones (2005), Bienvenidos ala Linterna (2005),Jesus y los manuscritos del marMuerto (2006), La guerra que gano Franco (2006),Corria el ano... (2006),Jesus y Judas (2007),El camino hacia la Cultura (2007), Cambiaronla historia (2007), Recuerdo 1936 (2008) y Sinanimo de ser exhaustivos... (2008).

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POR QUESOY CRISTIANO

@ Planeta Testimonio

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POR QUESOY CRISTIANO

CESAR VIDAL

@Planeta

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Colecci6n PLANETA t TESTIMONIODirecci6n: Jose Pedro Manglano

© Cesar Vidal Manzanares, 2008Derechos cedidos a traves de Silvia Bastos, S. 1. Agencia Literaria© Editorial Planeta, S.A, 2008

Diag~na,l,662-664, 08034 Barcelona (Espana)ComposlclOn: Zero preimpresi6n, S. 1.

ISBN 13: 978-84-08-08113-5ISBN 10: 84-08-08113-6

Editorial Planeta Colombiana S. ACalle 73 No. 7-60, Bogota

ISBN 13: 978-958-42-1979-4ISBN 10: 958-42-1979-0

Primera reimpresi6n (Colombia): septiembre de 2008Impresi6n y encuadernaci6n: Printer Colombiana S. AImpreso en Colombia - Printed in Colombia

Este libro no podra ser reproducido, ni totalni parcialmente, sin el previo permiso escritodel editor. Todos los derechos reservados

PRIMERA PARTE

PORQDE AMO LA VERDAD

Capitulo 1. La veracida~ de la Biblia: Verdad vs.T6picos 19Algunos t6picos ... falsos 19Algunas verdades sobre la Biblia 20Los Evangelios (I): ifuente hist6rica 0 mito? 23Los Evangelios (II): la incomparable

transmisi6n 26Los Evangelios (III): su antigiiedad 33

Capitulo 2. Jesus es el mesias 49Profecias 1-7. La estirpedel mesfas 50Profecias 8-14. Ellugar y la epoca del nacimiento del

mesfas 54Profecias 15-20. Las circunstancias relacionadas con el

ministerio del mesfas 57Profecias 21-48. Las circunstancias relacionadas con la

muerte del mesfas 60Profecias 49-51. Las circurtstancias relacionadas con

sucesos posteriores a la muerte del mesfas 71

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1. Los hechos anteriores a la resurrecci6n 792. Los hechos que rodearon la resurrecci6n 853. Las apariciones 864. El numero de testigos 915. Las consecuencias 92Las endebles versiones alternativas: Gnopudo ser...? 98

SECUNDA PARTE

PORQUE DA RESPUESTA A LAS PREGUNTASETERNAS

Capitulo 4. Quienes somos, de d6nde venimos... 105Quienes somos 105

Capitulo 5.... Y ad6nde vamos 119La perdici6n tras el juicio de Dios 119Jesus el Salvador 122Los ap6stoles corroboran el mensaje de Buenas Nuevas

de Jesus 125Mi conversi6n 132

TERCERA PARTE

PORQUE EL CRISTIANISMO SIGNIFICA UNANUEVA VIDA

Capitulo 6. La nueva vida (1): las razones 137Capitulo 7. La nueva vida (II): vida, veracidad

yamor 145Vida vs. Muerte 146Veracidad vs. Mentira 148Amor vs. Egoismo 150

Capitulo 8. La nueva vida (III): confianzae inmortalidad 157Espiritu vs. Materialismo 157

CUARTA PARTEPORQDE EL CRISTIANISMO HA CAMBIADOPOSITIVAMENTE LA HISTORIA UNIVERSAL

Capftulo 9. EI cristianismo ha sido el primer defensorde los debiles 173La defensa de los debiles (I): la mujer 175La defensa de los debiles (II): los esclavos 181La defensa de los debiles (III): las victimas

de la violencia 188La defensa de los debiles (IV):10s necesitados 191

Capitulo 10. EI cristianismo preserv6la cultura 197La salvaci6n de la cultura chisica 197La protecci6n de la par: 203La aparici6n de la universidad 204

Capitulo 11. EI cristianismo ha creadola modernidad 207El impulso cultural de la Reforma del s. XVI 207El nacimiento de la democracia moderna 210El inicio de las legislaciones sociales 214

Conclusi6n. Veinticinco razones por las que soycristiano 219

Apendice. Jesus en las fuentes hist6ricas no-cristianas225

Notas 235Bibliografia 243Abreviaturas 253

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El cristianismo me parece uno de los temas de refle-xi6n mas cautivadores, interesantes, utiles y sugesti-vos a los que puede acercarse la mente humana,Du-rante anos, ha sido objeto de buena parte d~ misestudios e investigaciones como historiador-lesus yJudas (2007), Pablo el judfo de Tarso (2006),Jesus y losdocumentos del mar Muerto (2005)...-, de mis refle-xiones como ensayista ·-EI legado del cristianismo enla cultura occidental (2005)...- e incluso de mi laborcomo novelista -EI testamento del pescador (2004),EIHijo del Hombre (2007)...-. Sin embargo, a pesar detodo 10 anterior, el cristianismo significa para mi mu-chomas .

.Creo que siempre ha sido publico y notorioque soycristiano. Incluso no son pocos los que conocen lacongregaci6n local a la que asisto cada semana paraadorar a Dios en compania de otras personas. Seme..jante circunstancia siempre me ha parecido natural,es decir, que ni me acompleja ni me intimida ni meaverguenza. Por el contrario, el hech<:fdeser cristiano10 considero una muestra mas del amor absoluta-mente inmerecido que Dios derrama sobre mi vida a

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indicado, esa fe siempre h.aest~do de m;niflesto e in-cluso, ocasionalmente, me he referido a ella e inclusola he argumentado, no me he detenido a explicar elporque de esa circunstancia con cierto detalle. Esa es,precisamente, la finalidad de estas paginas, la de co-mentar algunas de las razones que me llevaron haceafios a convertirme en alguien que tiene a Jesus comosu Sefior y Salvador.

Acometo esta tarea, nada trabajosa por otra parte,precisamente en unos momentos en que realizar unaconfesi6n de fe resulta cada vez mas diffcil y en queel cristianismo, incluso en sus manifestaciones cultu-rales, se ve sometido a un acoso injusto e inmerecidoen los mas diversos frentes. En contra de 10que pue-dan pensar otros, esas circunstancias s6lo me indicanque este es el momenta mas id6neo para abordar eltema.

Adelanto que no pretendo ser exhaustivo a la horade sefialar las razones de mi profesi6n de fe. En estelibro, he rehuido ser prolijo y tan s6lo he recogido lasque me parecen mas relevantes. La primera es que,como sefialan los primeros capftulos, el cristianismoes Verdad, una afirmaci6n que algunos encontraranofensiva, pero que a mf me parece absolutamenteesencial. En ese apartado, me detengo en variosas-pectos que, ami juicio, son esenciales como la excep~cionalidad de 10s Evangelios, la mesianidad de Jesusy su resurrecci6n.

En la segunda parte, me acerco al cristianismocomo unico sistema de pensamiento -sea religioso 0secular- que proporciona una respuesta cabal y com-pleta alas preguntas clasicas de la filosoffa: quienessomos, de d6nde venimos y ad6nde vamos. No se me

il,eli';e~[&d!a&~i;'herTJerdido,peroam! me pa-Ree tambi~n absolutamente esencial. El cristianismoposee una enorme fuerza porque diagnostica. quienessomos, d6nde estamos y hacia d6nde podemos diri-girnos.

La tercera parte la dedico a la forma de vida que co-mienza cuando uno ha adoptado la decisi6n de seguira Jesus. No se nace cristiano -aunque no sean pocos10sque piensen asf- y el serlo implica asumir el se-gllimiento de Jesus de manera continuada y firme. Eseseguimiento, lejos de constituir una larga codificaci6nde conductas y comportamientos, se expresa eticamen-te en una serie de principios dotados de una especialnobleza y de una fuerza liberadora extraordinaria quese enfrenta a cualquier tipo de impulso esclavizador.

La cuarta parte dellibro sefiala c6mo el cristianis-mo es la fuerza espiritual que ha alterado de la ma-nera mas positiva la Historia y c6mo, por afiadidura,sin su aparici6n este mundo en que vivimos manten-drfa unas sefias de identidad despiadadas y barbarasy se verfa exento de buena parte de sus aspectos maspositivos.

Por supuesto, el orden de los capftulos es el queme ha parecido mas adecuado, pero ellectorno estaobligado a compartir mi punto de vista. A decir ver-dad, puede comenzar el libro por donde Ie parezcamasoportuno, si bien s6lo su lectura completa podradarle cabal idea de 10 que pretendo exponer en suspaginas.

Esta obra no es -ni tiene la menor pretensi6n deser- un tratado de apologetica. Tampoco me he en-tregado a reflexiones de caracter personal, 0, al me-nos, no 10he hecho en exceso. Pretende ser s6lo una

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pales por las que soy cristiano, razones que, diChoseade paso, coinciden, en mayor omenor medida, conlas que han impulsado a otros a serlo a lolargo de lossiglos. En ese sentido, el punta de referencia esencialde estas paginas es la Biblia y, especialmente, el Nue-vo/Testamento. Esa circunstancia explica, por ejem-plo, que haya reproducido pasajes que me parecenesenciales no solo para seguir la argumentacion de laobra sino, sobre todo, para entenderla~Hace unas de-cadas no pocos de estos textos eran de dominie>co-mun para much as personas. Lamentablemente no esel caso hoy en dia.

Por 10 que se refiere a los desarrollos posterioresdel cristianismo no carecen de interes. Sin embargo,se relacionan con aspectos que exceden la finalidadde este texto. Detenerme en ellos habria no solo exce-dido la finalidad de esta obra, sino que ademas la hu-biera convertido en otra diferente. Las denominacio-nales han quedado, pues, limitadas a cuestionespuntuales de caracter historico. Insisto. Tienen su in-teres general y, por supuesto, personal, pero formanparte de otras areas de interes. Yya no deseo entrete-ner mas a los lectores con consideraciones prelimina-res. Ellibro les esta esperando.

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El concepto de verdad no pasa por una de sus epocasde mayor popularidad. La moda en estos momentosconsiste en afirmar que no existe ninguna verdad-salvo la que permite afirmar que la Verdad no exis-te castigando terriblemer~.teal que cuestiona esa opi-ni6n- y que cada persona, cada sociedad incluso,debe ir fOr-mandosu propia verdad desligada de he-chos reales y de una Verdad objetiva y comprobable.Semejante concepci6n de la vida, por muy extendidaque este, me parece, en terminos filos6ficos, un ver-dadero disparate. Sin meternos en honduras, eche ellector un vistazo a su alrededor. No Ie costara darsecuenta de que dependemos incluso para los actos mastriviales del recurso a una infinidad de pequefias ver-dades, y de que no es posible forjar y utilizar una«verdad» que no sea cierta sin pasar por riesgos con-siderables.

Pensemos, por un instante, en el momenta en quenos levantamos. Abrimos los ojos confiados en la ver-dad que nos dice que veremos algo; extendemos lasmanos con"encidos de la verdad que afirma que po-dremos apoyarnos en ellas y sacamos los pies de la

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tamos en el vacfo. Los siguientes pasos que vamosdando son afirmaciones continuadas de una verdadtras otra: la de que el interruptor enciende laluz, lade que sale agua de un grifo 0 la de que el jab6n tie-ne un efecto limpiador. En realidad, tan convencidosestamos de la realidad de esas verdades que si algunano se viera verificada -por ejemplo, porque ha deja-do de funcionar el fluido electrico- como minimo,provocaria nuestro desconcierto. EI resto del dia dis-curre sobre mas y mas verdades: nuestra relaci6n deparentesco, nuestra situaci6n laboral, nuestra edad ...En otras palabras, llamamos mama a nuestra madrey no ala vecina del 3.°A, trabajamos en nuestro em-plea y no en el de un primo de Cuenca y, aunque a al-gunos les fastidie mucho, la edad limita claramentenuestras acciones.

Pensemos ahora por un solo momenta en la posi-bilidad de que cualquiera de nosotros decidiera quela verdad no existe y que, en realidad, depende de undeseo. Podria dar al interruptor de la luz a la esperade que saliera agua para ducharse 0 podrfa abrir ungrifo con la intenci6n de encontrar la leche para eldesayuno. Podrfa, pero (con que resultados? (Y quesucederfa si, de repente, decidiera que es no el hijo desus padres sino del tabernero de la esquina y preten-diera por elloque la cerveza Ie resultara gratis? (0 sise presentara en la sede de la presidencia del gobier-no con la intenci6n de asumir las tare as del pres i-dente? Si, es cierto. Al final del dia, podrfa estar enuna comisarfa 0 respondiendo alas preguntas de unpsiquiatra, 10 que, dicho sea de paso, parece 10 massensato. Y es que ni la verdad depende de nosotros nide nuestro capricho ni la podemos crear. A 10 sumo

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LA VERACIDAD DE LA BIBLIA:VERDAD VS. TOPICOS

Si en el curso de una conversaci6n, alguien mencio-na la Biblia no suele ser extrafio que, de manera in-mediata, comience a escuchar una seriemanida det6picos. Por ejemplo, «(quien me garantizaque no sehan introducido cambios desde que se escribi6?» 0

«seguro que es un libro tan parcial como otros a lahora de mostrar a sus protagonistas» 0 «(por quela Biblia y no el Conin?» 0 «esta llena de corttradic-ciones» 0 «la Biblia es poesfa oriental y no hay quecreer 10 que dice»... A esos t6picos afiadase que, ulti-mamente, resulta comun que te digan que Jesus estu-vo casado con Marfa Magdalena porque 10 han lefdoen El c6digo Da Vinci. Como todos tenemos algun co-nocido capaz de decir cosas semejantes -puede queincluso algun pariente- no me voy a entretener enexcesC)en recalcar hasta que punto afirmaciones asfindican una deplorable ignorancia y una pavorosa fal-ta de espfritu crftico. Esa ignorancia y esa carencia deespfritu crftico me parecen aun mas tristes porque

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••••••••••••,..,..•••••••••••..., ""'......._u"""'u y_.L U'-'.L.LL-\.o...JI Y'-'''-'L.L .LL-\..L.L "-'L ••.... ~ ••.....L,.I. U,.l.,.I. ,.1.,.1.'-..1.:) ,,,",,,V.l..I.

cierta exactitud la peculiar evoluci6n de la vida senti-mental de folc16ricas, toreros 0 incluso concurs antesde la telebasura -al menos, tal y como se relata enciertos medios-, pero distan mucho de contar conesa exactitud, prolija y detallada, a la hora de hablarde la Biblia y, dicho sea de paso, se erea 0 no en ella,salta a la vista que la diferencia entre la Biblia y unprograma de telebasura es abismal.

Esta capacidad para pontifjcar sobre temas espiri-tuales sin unos conocimientos minimos es una de lasc~r.acteristicas mas pasmosas de la sociedad en la queVlVlmos.Personalmente, no logro acostumbrarme aella de la misma manera que no consigo hacerme a lamala educaci6n 0 a la gente que se ve abandonadapor su desodorante. Muchas personas son capacesde caldearse hablando de politica, de economia 0 dedeportes; procuran informarse mas 0 menos bien alr~~pecto y, en ocasiones, hasta cuentan con una opi-mon fundamentada y, sin embargo, despachan de unplumazo la Biblia, que es la obra literaria -no entroen otros aspectos- mas relevante de la Historia uni-versal. Desde luego, es para reflexionar... Pero volva-mos a 10nuestro.

Cualquiera que se moleste en repasar la prensa escri-ta de los ultimos afios -no digamos ya la televisada-encontrara ciertas muestras de incoherencia con lav~rdad. Por ejemplo, es comun dar con versiones par-clales de 10shechos 0 toparse con apoyos incondicio-nales a uno u otro dirigente politico 0 descubrir que

.$~Oln61uso.'delitos de determina.das forma-;Ih!nes politicas 0 personajes publicos. En su conjun-to, la. prensa nos permite saber por d6nde respirabandistintos sectores de la poblaci6n en una epoca deter-minada, pero es obvio que la verdad ha sufrido unacoso titanico y que no pocas veces ha quedado ocul-ta. Y nos estamos refiriendo a fuentes escritas de apa-rici6n reciente; en terminos hist6ricos, de ayer por latarde. Ir hacia atras en los siglos constituye un pro-blema de no escasa envergadura. Sin embargo, de ma-nera bien significativa, en la Biblia todas esas cir-cunstancias aparecen de modo muy diferente.

Para empezar, la Biblia se redact6 a 10largo de unperiodo de tiempo que va del s. XIV a. J.C. al s. I a.J.e.; sin ningun genero de dudas, es la obra de masdilatada redacci6n de la Historia superando inclusoa textos como los Vedas 0 el Talmud. En milenio ymedio, seria 16gico esperar cambios enormes, alte-raciones espectaculares y gigantescas incoherencias.Lo que encontramos es precisamente todo 10 con-trario, tanto en la forma como en el fondo. Formahmente, el texto de la Biblia se ha conservado con unaexactitud prodigiosa. De hecho, hallazgos modernoscomo 10s documentos del mar Muerto nos han mos-trado que los textos se han transmitido con notable,casi prodigiosa, exactitud.

Los autores de los diferentes libros de la Biblia fue-ron extraordinariamente variados. Por s610 citar al-gunos, tenemos desde un boyero israelita del s. IXa. J.C. a un rey que fue antes pastor del s. XI a. J.e.,desde un medico del s. I a un sacerdote critico dels. VI a~J.e., desde el marido de una prostituta del s. IXa. J.e., a un extraordinario fil6sofo del s. X a. J.C.

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je de la Biblia resulta enormemente coherente y,comoen el caso de una catedral medieval, todas las piezasse hallan entrelazadas de tal manera que se sustentany adornan reciprocamente. Como veremos mas ade-lante, no podemos decir 10mismo de las literaturas deEgipto, Grecia 0 Roma, por mencionar las de la Anti-guedad, y mucho menos de las posteriores.

Sin embargo; a pesar de su coherencia, los librosde la Biblia no son oficialistas ni ocultan la realidad.Aun menos la endulzan. Incluso personajes de ex-traordinaria relevancia en la Historia bfblica sonexpuestos con todos sus defectos, debilidades y pe-cados. 2 Samuel 11 y 12puede describir el pecado deDavid y Betsabe sin ningun tipo de afiadidos ni dis-culpas y, por supuesto, los Evangelios relatan c6moPedro neg6 a Jesus por tres veces sin excusas ni ate-nuantes. Los ejemplos podrfan multiplicarse, pero laBiblia presenta unas notas de im'parcialidad que re-sultan profundamente conmovedoras y totalmenteinhabituales. Baste recordar, por ejemplo, que no sa-bemos a ciencia cierta que Imperio venci6 en la ba-talla de Kadesh. La raz6n es que tanto egipcios comohititasse atribuyeron la victoria. Esa incapacidad

. para asimilar la derrota se encuentra totalmente au-sente de las paginas de la Biblia.

Estas notas aun se acentuan mas en el caso deunas obras esenciales para nuestro estudio. Me re-fiero a los Evangelios. En las paginas siguientes, in-tentare acercar allector a cuestiones muy concretas,como su genero, su valor como fuente hist6rica y sutransmisi6n.

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'lttrante'siglos, nadie cuestion6 el caracter hist6rico'e 10sEvangelios. Semejante visi6n no se daba s610entre 10s cristianos, sino tambien entre los paganos.Podfan no creer en las ensefianzas de Jesus e inclusocontemplarlas con desprecio, pero no hallamos en losescritos de los enemigos del cristianismo de los pri-meros siglos referencia a que sus afirmaciones fueranfalsas y 10mismo puede decirse de los adversarios ju-dfos. En las fuentes rabfnicas -, nada favorables a Je-sus y a sus discipulos- se ofrecen interpretaciones al-ternativas -y negativas- de los hechos expuestos en10sEvangelios, pero no se niega, por regIa general, suveracidad ni siquiera cuando se hace referencia a epi-sodios de caracter sobrenatural. A decir verdad, laproblematic a relacionada con el genero literario alque pertenecen los Evangelios constituye un debatecontemporaneo cuyas rakes son mas propias de la fi-losoffa que de la ciencia hist6rica.

A pesar de que hay gente que no se ha recicladocientfficamente y que aun sigue refiriendose a teorfashace tiempo superadas como la crftica de las formasy la crftica de la redacci6n, 10cierto es que los Evan-geliosson fuentes hist6ricas que encajan dentro de lospatrones de la Historia clasica.

En primer lugar, hay que sefialar que los Evange-lios -yen esto no se diferencian, como veremos masadelante, de otras fuentes hist6ricas de la Antigue-dad- no son escritos imparciales, aunque no caen enlos excesos legendarios de los Evangelios ap6crifos 0de las leyendas rabfnicas. Ademas, como ha sefialadomuy ,,!-certadamenteD. E. Aune, recuerdan cons ide-rablemente el genero de biograffas populares tfpico

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••...... ~ ------~-- -_ ..-venciones literarias como la que encontramos en Lu-cas 1, 1-4. Pero con todo, los Evangelios marcan dis-tancias con el mundo grecorromano en algunosrasgos de no escasa importancia. Asf, sienten una es-pecial predilecci6n por las referencias al Antiguo Tes-tamento y, por supuesto, por lascreencias cristianasprimitivas acerca de Jesus. En otras palabras, losevangelistas siguieron algunos de los cauces literariosgrecorromanos, pero no fueron serviles con los mis-mos, pudiendose percibir adem as una trascendentalinfluencia judfa facilmente explicable. Sin duda, enellos debi6 influir la popularidad que entonces tenfael genero biografico en el mundo grecorromano, perotambien el deseo de poner por escrito relatos orales ycolecciones escritas previas relacionadas con la vida,ensenanzas, muerte y resurrecci6n de Jesus, al que lascomunidades cristianas vefan como Senor y Mesfas.

Los mismos evangelistas no se vefan, por 10 tanto,como autores de una obra literaria-. imucho menoscomo los redactores de una obra de Hcci6n 0 mftical-sino mas bien como transmisores de un testimonio deconsecuencias trascendentales para todo ser humano .

.Su labor no era de creaci6n sino de «siervos (hypere-tai) de la Palabra» (Lucas 1, 2). De ahf que, a diferen-cia de los re1atos hagiograficos de la epoca, no busca-ran pintar las cualidades de Jesus 0 cantar sus loascomo caracter moral. En realidad, si acaso, los textos.se caracterizan por una escasez pasmosa de detalles so-bre la persona de Jesus como individuo. Lo interesanteen Jesus era que habfa cumplido las profecfas mesia-nicas _entregadas a Israel a 10 largo de los siglos, quesu muerte expiatoria ofrecfa la vfa de salvaci6n para laHumanidad y que su llamado universal se dirigfa no

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Elrelinelt'/;c1i!'\,~er's;, peri'nitit'(!J,ue'Oiosoperara unio radical de la persona aquf y ahora, al conver-

tit.e verdaderamente en el Rey de su existencia.Bstos aspectos resuItan aun mas obvios cuando

a.scendemos al terreno concreto de cada uno de losEvangelios. Marcos parece mostrar la influencia delI~nero biografico c1asico.Mateo tarnbien permite tra-zar paralelismos con biograffas antiguas, pero, a la

, vez y de manera predominante, resulta obvio su usopreponderante de elementos procedentes del judafs-mo y del cristianismo primitivo. A esto hay que afia-dir que los destinatarios de su obrason no tanto lagente de fuera como la de dentro, no tanto los no con-versos como los disofpulos. Lucas, sin duda, es el quepresenta mayor paralelismo con los generos literariosgrecorromanos y asf ha sido captado por los especia-listas. Para Aune, por ejemplo, Lucas y Hechos son unclaro ejemplo de historiograffa grecorromana y paraTalbert, se tratarfa mas bien de una biograffa. Contodo, son innegables los elementos judfos que hanparticipado de manera decisiva en la obra de Lucas.Finalmente, Juan, pese a sus diferencias con los otrosEvangelios,se asemeja mas a estos que a cualquierotra obra y asf ha sido puesto de manifiesto por di-versos estudiosos que 10 consideran una indiscutibleFuente hist6rica (Talbert, J. A. T. Robinson). Concebi-dos los cuatro en buena medida para uso interno (Ma-teo, Marcos), resulta tambien obvia su finalidad ex-terna (Lucas 1, 1-4; Juan 21, 30-31).

En terminos generales, por 10 tanto, podrfamos de-cir que los Evangelios can6nicos encajan en el gene-ro biografico-hist6rico existente en la literatura gre-corromana, genero, por otro lado, muy diferente de la

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'-"del relata mitologico. Ahora bien, en elcasc> de losEvangelios en ese genero se producen engarces de ele-mentos muy distanciados cultural mente de eseCOD-texto como son el judafsmo y el cristianismo primiti-yo. En otras palabras, por razon de las aportacionesexternas almundo grecorromano, los Evangelios ca-nonicos vendrfan a ser biograffas clasicas sui generis0, si se prefiere, un subgenero dentro de este generoliterario. No se trata de relatos mfticos, sino de fuen-tes historicas. Una vez llegados a este punto, la cues-tion que logicamente se plantea es la de su transmi-sion y fiabilidad.

El grado de fiabilidad de una fuente historica derivade una serie de factores como son su transmision, lacercanfa a los hechos relatados 0 la confirmacion porotras fuentes historicas. De hecho, buena parte de lostopicos generalizados (y falsos) sobre la Biblia, en ge-neral, 0 los Evangelios en particular, van en esa di-reccion. Lo cierto, sin embargo, es que los Evangeliosrepresentan, en terminos comparativos, una fuenteexcepcional en el marco de la Historia Antigua.

Por 10 que se refiere a la transmision del texto, losEvangelios ofrecen, desde una perspectiva historica,un panorama incomparable. Actualmente contamoscon 2328 manuscritos y fragmentos de manuscritosque recogen la totalidad de los Evangelios y que per-tenecen cronologicamente a los primeros siglos denuestra era empezando por el s. I a. J.e. De hecho, yrehuyendo totalmente el tono apologetico, puede afir-

Para la Guerra de las Galias de Cesar (compuesta entreel 58 y el 50 a. J.C) hay varios manuscritos, pero solonueve 0 diez son buenos, y el mas antiguo es de 900arros mas tarde que la epoca de Cesar. De los 142 librosde la Historia romana de Livio s6lo nos han llegado 35;estos nos son conocidos a partir de no mas de 20 ma-nuscritos de poco valor, solo uno de los cuales, y eseconteniendo fragmentos de los Libros III-VI, es del s. IV.De los 14 libros de faS Historias de Tacito solo sobrevi-ven cuatro y medio; de los 16 libros de sus Anales, 10sobreviven completos y dos en parte. El texto de las por-ciones que restan de sus grandes obras historicas de~pende enteramente de dos manuscritos, uno del s. IXyel otro del s. XI.

En otras palabras, obras esenciales de la Historiaromana nos han llegado en un numero de manuscri-tos muy inferior a los Evangelios y en textos separadospor un numero de siglos que se acerca al milenio.A pesar de todo, ningun historiador serio cuestiona elcontenido de las obras de Cesar, Tacito 0 Tito Livio, yes logico que asf sea. Dicho esto, (por que deberfa apli-carse un criterio~diferente a los Evangelios que noshan llegado en un numero mucho mayor y en manus-critos mucho mas cercanos ala obra original? A decirverdad, no existe ninguna razon salvo el prejuicio que,dicho sea de paso, constituye uno de los vericuetosidealespara perderse sin encontrar la Verdad.

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rico contenido en los Evangelios recibe confirmaci6npartiendo de fuentes arqueo16gicas. Por regIa general,los descubrimientos realizados en este entorno hannevado a confirmar los datos evangelicos v.g.: la exis-tencia del estanque de Betesda de Juan 5, 2; la cir-cunstancia de que Pilato era prefecto de Judea segununa inscripci6n de Cesarea maritima descubierta en

I

1961, etc. Algo similar podemos decir de las fuentesliterarias externas a las que nos referimos en el apen-dice situado al final de esta obra. El testimonio sobreJesus es muy escaso y breve, pero no contradice losdatos evangelicos e incluso los confirma.

Por otro lado, los materialesde que se nutrieronlos redactores de los Evangelios -que concluyeron suobra durante el siglo Iy, muy posiblemente, antes delafio 70 a. J.c.- parecen habet sido muy antiguos,abundantes y cuidadosamente conservados y trans-mitidos. La misma ensefianza oral-como pusieronde manifiesto en su dfa Gerhardson y Riesenfeld-no s610 no desvirtu6 el contenido original sino quefue transmitida de manera fidedigna y escrupulosa.C. L. Blomberg ha indicado recientemente algunos delos factores que contribuyeron a eno decisivamente:

1. Que Jesus era visto como la Palabra de Dios y,por 10 tanto, su ensefianza debfa ser relatadacuidadosamente.

2. Que mas del noventa por ciento desu ensefian-za tiene estructura poetica, 10que facilita la me-morizaci6n de la misma.

3. Que la memorizaci6n resultaba inseparable delos sistemas de educaci6n y aprendizaje en laAntigiiedad.

4. Que la historia oral permitfa un cierto margen

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''S.' Que era habitua11a toma de notas en 10que a 1aensefianza de 10srabinos se refiere.

6. Que 1as escasas referencias a Jesus en disputaseclesia1es posteriores obliga a pensar que losprimeros discfpulos no inventaron ensefianzasque despues colocaron en los labios de Jesuspara defender suspuntos de vista.

7. Que se ha enfatizado excesivamente la creenciaen un pronto regreso de Jesus que hubiera, pre-suntamente, nevado alos primeros cristianos ano consignar por escrito las ensefianzas de suMesfas hasta ·la segunda generaci6n.

S610partiendo de .la comprensi6n de estos hechospodemos explicarnos hist6ricamente el grade deacuerdo existente entre los distintos Evangelios. Elnoventa y uno porciento (601 versiculos de 661) deltexto del Evangelio de Marcos aparece en el de Ma-teo 0 en el de Lucas y,generalmente, en los dos.Otros235 versiculos aparecen en Mateo y Lucas, aunque noen Marcos. El sese~ta y ocho por ciento del materialnarrativocomun a Marcos y Lucas 0 Mateo se en-cuentra ademas en el mismo orden, coincidencia ex-traordinaria que hace pensar en la existencia de unpatr6n para contar la vida de Jesus subyacente en lastres obras.

No hace falta decir que no contamos con una si-tuaci6n semejante en relaci6n con otros personajes dela Antiguedad. Pensemos, por ejemplo, en AlejandroMagno. Si los cuatro Evangelios se escribieron a lospocos afios de la vida de Jesus, la Historia de Alejan-dro, de Quinto Curcio Rufo, se redact6 cuatro siglosdespues de la muerte de Alejandro y los manuscritos

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mas antiguos que nos han llegado son del s. IX a. J.e.Por otro lado, la Vida de Alejandro escrita por Plutar-co es del s. I d. J.e. 10 que 10 situa a cerca de cuatro-cientos arros de distancia de su biografiado. Sin em-bargo, en terminos generales, nadie cuestiona laveracidad de los datos recogidos por Rufo 0 Plutarcoa pesar de la mayor distancia cronologica 0 de la peortransmision textual. (Por que deberia entonces ha-cerse con 10 que los Evangelios narran sobre Jesus?Incluso cuando los datos que nos han llegado de unpersonaje se redactaron con mas proximidad a su vidade 10 que sucede con Alejandro, no faltan en la Anti-giiedad -ni actualmente, si a eso vamos- notablesdiferencias e incluso contradicciones. El Socrates dePlaton discrepa del que nos han transmitido Jenofonteo Aristofanes que, en todos los casos, fueron contem-poraneos. Sin embargo, el Jesus de los Evangelios, apesar de los enfasis distintos de los cuatro autores, re-sulta de una notable coherencia.

Las supuestas discrepancias de los Evangelios, porotro lado, son tan «menores que parece deshonestoreferirse a ellas como contradicciones» (C. L. Blom-berg). De hecho, en lugar de contradicciones, 10 queencontramos son relatos mas breves de un mismo su-ceso (Marcos 5, 21-43 y Mateo 9, 18-26; Marcos 11,12-14 y 20-21 y Mateo 21, 18-22, etc.); distinta ubica-cion en el relato como consecuencia de una estructu-ra narrativa difeFente (Lucas 4, 16-30; Marcos 6, 1-6);intentos de clarificacion de la fuente en relacion conlos destinatarios del Evangelio (Marcos 10, 18 y Ma-teo 19, 17; Lucas 14, 26 y Mateo 10, 37); ensefianzasde Jesus situadas en div~rsos contextos (algo com-prensible si tenemos en cuenta que sus ense:aanzas se-dan repetidas en distintas ocasiones) (Mateo S- 7 y

Mateo 24-25); diferencias de matiz en la traduccionde una fuente semitica previa; etc. No insistiremos enello 10 bastante: los Evangelios, como fuente histori-ca, tienen un lugar incomparable en 10 que a trans-mision, coherencia y armonia se refiere, pero hayotras cuestiones a las que debemos referirnos.

Desde el s. XIX, desde Strauss y Reimarus, ha sidoun caballo de batalla en relacion con la fiabilidad his-torica de los Evangelios el tema de los milagros refe-ridos en ellos. Sin duda, se trata de una cuestion conconnotaciones metahistoricas, pero sin entrar en lamisma y ya pasada la epoca de un cientifismo reduc-cionista nacido en buena medida de la Ilustracion,podemos afirmar hoy con certeza al menos tres cosas:primero, que las referencias a sucesos inexplicados 0

sobrenaturales tambien abundan en autores clasicoscuyo caracter como fuente historica nadie discute(Tacito, Suetonio, Tito Livio, Flavio Josefo, etc.); se-gundo, que el metodo cientifico no cuenta con ins-trumentos validos para conocer mas alla de aquelloque es objeto de su estudio y, por 10 tanto, mal puedepronunciarse sobre hechos puntuales no sujetos a ob-servacion directa; y tercero, que el historiador no pue-de negar a priori los relatos relacionados con mila-gros y mas teniendo en cuenta el impacto historicoque tuvieron esos sucesos (vg: la Resurreccion), aun-que no pueda entrar a juzgar, obviamente, sobre lanaturaleza de los hechos acaecidos. Un autor tan pocosospechoso de «ortodoxia cristiana» como M. Smithha afirmado que no puede negarse que Jesus realiza-ra curaciones, y un estudioso de la Antigiiedad clasi-ca de la talla del catedratico de la Universidad de Yale,Ramsay MacMuLlen, ha sCllalado que los menciona-dos l'c1atosde milagros no PUCdCll scr ncgados ala Ii-

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gera como supercheria porque, de hecho, resultan in-dispensables para poder comprender la expansion del·cristianismo y la comprension del paganismo en elImperio romano.

Por supuesto, hay datos contenidos en los Evange-lios que no pueden ser confirmados por testimonios ex-ternos -algo nada raro en fuenteshistoricas no solo dela Antigiiedad-, pero tampoco son desmentidos ni te-nemos razones para dudar de ellos. De hecho, tanto laevidencia externa como la interna apuntan al hecho deque los Evangelios constituyen fuentes historicas fia-bles que nos permiten conocer en muy buena medidala vida y la ensefianza de Jesus. En un sentido similarse manifesto el profesor David Flusser de la Universi-dad hebrea de Jerusalen con una serie de afirmacionesque resultan tanto mas interesantes cuanto que noarrancan de un cristiano sino de un estudioso judio es-pecializado en el periodo del Segundo Templo:

Los Evangelios (III): su antigiiedad

Losdiscipulosde Jesus que relataron las palabras y loshechos del maestro... no podian por menos de aspirara la maxima veracidad y exactitud, pues para ellos setrataba de la fidelidada un imperativoreligiosoy no lesera Iicito apartarse de 10 realmente sucedido; debiantransmitir con la mayorexactitudlas palabras del maes-tro... pues de no atenerse fielmentea los hechos hubie-ran puesto en peligro su salvaci6neterna. No les era Ii-cito mentir.

Entre los topicos que se repiten hasta la saciedad fi-guran aquellosque se refieren al hecho de que losEvangelios se redactaron a una enorme distancia deafios de los sucesos que relatan y que, por 10tanto, ca-recen de fiabilidad. Yahemos visto en las paginas an-teriores que, en terminos comparativos, los Evange-lios tienenuna situacion muy ventajosa en el terre node las fuentes historicas de la Antigiiedad, pero esque, por afiadidura, son textos dotados de una ex-traordinaria cercania con los hechos que narran.

A decir verdad, la datacion de los Evangelios ha ex-perimentado en las ultimas decadas una reubicacionen fechas cada vez mas antiguas. Si durante el si-glo XIX era comun situar la misma en el siglo II (en elcaso de Juan incluso en la segunda mitad del siglo II),hoy dia existe una practica unanimidad en colocarladurante el siglo I. Podemos afiadir ademas que todosellos se redactaron a pocos afios de la crucifixion deJesus.

Empecemos por el Evangelio de Lucas, que formaparte de un interesantisimo diptico compuesto porcsta obra y por los Hechos de los Apostoles. Existeuna unanimidad casi total en aceptar que ambasobras pertenecen al mismo autor y que, por supues-to, el Evangelio de Lucas fue escrito con anterioridad,como se indica en 10sprimeros versiculos dellibro delos Hechos (Hechos 1, 1-4). Partiendo de la datacionde este, sin embargo, debemos situar la redaccion deLucas antes del afio 70 d. J.C.

Al menos desde el siglo II el Evangelio -y,por 10tanto, ellibro de 108 Hechos- se atribuyeron a un talLucas. Referenciaa a elte personaje que fue medico y

Sin embargo, los Evangelios no constituyen soloun conjunto de fuentes historicas extraordinariamen-te bien transmitidas y ademas fiables, sino que tam-bien son notablemente antiguas y cercanas a 10s he-chos que relatan.

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colaborador del apostol Pablo aparecen ya en el Nue-vo Testamento (Colosenses 4, 14; Filemon 24; II Ti-moteo 4,11). El britanico Hobart! -en el mismo sen-tido se definio A. Harnack-2 intento demostrar queen el vocabulario del Evangelio aparecfan rasgos delos conocimientos medicos del autor (por ejemplo: 4,38; 5, 18 y 31; 7, 10; 13, 11; 22, 14, etc.) y,ciertamente,el texto lucano revela un mayor conocimiento medi-co que los de los autores de los otros tres Evangelios.Por otro lado, el especial interes del tercer Evangeliohacia los paganos encaja ciertamente en el supuestoorigen gentil del medico Lucas. Lo cierto es que, comosostuvo O. Cullmann, «no tenemos razon de pesopara negar que el autor pagano-cristiano sea el mis-mo Lucas, el companero de Pablo».3 Como veremosmas adelante, la datacion posible del texto abona aimmas esta posibilidad. En cuanto a la datacion, por 10general se sostiene hoy una fecha para la redaccion delos Hechos que estarfa situada entre el 80 y el 90d. J.e. De hecho, las variaciones al respecto son mini-mas. Por mencionar solo algunos de los ejemplos di-remos que N. Perrin ha senalado el 85, con un mar-gen de cinco anos arriba 0 abajo; E. Lohse indica el90 d. J.e.; P. Vielhauer, una fecha cercana al 90, yCullmann aboga por una entre el 80 y el 90.4 El ter-minus ad quem de la fecha de redaccion de la obra re-sulta facil de fijar por cuanto el primer testimonio ex-terno que tenemos de la misma se halla en la EpistulaApostolorum, fechada en/la primera mitad del siglo II.En cuanto al terminus a quo ha sido objeto de mayorcontroversia y para algunos autores deberia ser el 95d. J.C. Pese a todo en la obra se dan numerosos indi-dos internos que obligan a considerar que Lucas y losHechos fueron escritos antes del ano 70 d. J.e.

La primera de estas razones es que Hechos con-cluye con la llegada de Pablo a Roma. No aparecenmenciones de su proceso ni de la persecucion nero-niana -que tuvo lugar en el 64 a. J.C.- ni, muchomenos, de su martirio. A esto se anade que el poderromano es contemplado con aprecio (aunque no conadulacion) en los Hechos y la atmosfera que se respi-ra en la obra no parece presagiar ni una persecucionfutura ni tampoco el que se haya atravesado por lamisma unas decadas antes. No parece que el conflic-to con el poder romano haya aparecido en el hori-zonte antes de la redaccion de la obra. De hecho, elrelato de Apocalipsis -conectado con una persecu-cion imperial- presenta ya una vision de Roma muydiversa y nada positiva, semejante a una bestia (Apo-calipsis 13). Esta circunstancia parece, pues, abogarmas por una fecha para los Hechos situada a iniciosde los anos sesenta, desde luego, mas facilmente ubi-cable antes que despues del 70 d. J.e. Como ha indi-cado B. Reicke,5«la unica explicacion razonable parael abrupto final de los Hechos es la asuncion de queLucas no sabia nada de los sucesos posteriores al ano62 cuando escribio sus dos libros».

En segundo lugar, aunque Santiago, el «hermanodel Senor», fue martirizado en el ano 62 por sus com-patriotas judios, el suceso no es recogido por los He.;.chos. Relatos como el de la muerte de Esteban, la eje-cucion del otro Santiago, la persecucion de Pedro 0

las dificultades ocasionadas a Pablo por sus antiguoscorreligionarios que se recogen en los Hechos hacenmuy diffcil justificar la omision de este episodio ymas si tenemas en cuenta que permitiria senalar laresp011sabiHdacl de las autoridades judias (y no solode las ro••••• ) .,1'1 la persecuci6n del Evangelio,

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puesto que el asesinato se produjo en la ausenciatransitoria de procurador romano que tuvo lugar a lamuerte de Festo. Cabrfa esperar que la muerte deSantiago, del que los Hechos presentan una imagenconciliadora, positiva y pnictica, fuera recogida porLucas. Aboga tambien en favor de esta tesis el hechode que un episodio asi se podria haber combinadocon un claro efecto apologetico. En lugar de ello, s6lotenemos el silencio, algo que unicamente puede ex-plicarse de manera l6gica si aceptamos que Lucas es-cribi6 antes de que se produjera el mencionado he-cho, es decir, con anterioridad al 62 d. J.e.

En tercer lugar, los Hechos no mencionan en abso-luto un episodio que represent6 un pape1 esencial enel cristianismo y la controversia teo16gica judeocris-tiana. Nos referimos ala destrucci6n de Jerusalen y lasubsiguiente desaparici6n del segundo Templo en elano 70 d. J.e. Esto sirvi6 para corroborar buena par-te de las tesis sostenidas por la primitiva Iglesia y fueutilizado repetidas veces por autores cristianos en sucontroversia con judios. Precisamente por eso se hacemuy diflcil admitir que Lucas omitiera el recurso a unargumento tan aprovechable desde una perspectivaapologetica. Pero aun mas incomprensible resulta estaomisi6n si tenemos en cuenta que Lucas acostumbraa mencionar el cumplimiento de las profecias cristia-nas para respaldar la autoridad espiritl1al de este mo-vimiento. Un ejemplo de ello es la forma en que narrael caso concreto de Agabo como prueba de la veraci-dad de los vaticinios cristianos (Hechos 11,28). El quepudiera citar a Agabo y silenciara el cumplimiento deuna profecia de Jesus acerca de la destrucci6n delTemplo s6lo puede explicarse, a nuestro juicio, por elhecho de que esta ttltima aun no se habfa producido,

10que nos situa, de manera inexcusable, en una fechade redacci6n anterior al ano 70 d. J.e. L6gicamente,por 10tanto, si Hechos se escribi6 antes del 62 d. J.C.,aun mas antigua tiene que ser la fecha de redacci6ndel Evangelio de Lucas.

La unica objeci6n para oponerse a esa tesis es que,supuestamente, la descripci6n de la destrucci6n delTemplo que se encuentra en Lucas 21 tuvo que escri-birse con posterioridad al hecho, siendo asi un vati-cinium ex eventu. Lo cierto, sin embargo, es que talafirmaci6n es, a nuestro juicio, muy dudosa por las si-guientes razones:

1. Los antecedentes judios veterotestamentariosen relaci6n a la destrucci6n del Templo (Eze-quiel 40-48; Jeremias, etcetera).

2. La coincidencia con pron6sticos contempora-neos en el judaismo anterior al 70 d. J.e. (porejemplo: Jesus, hijo de Ananias, en Guerra, VI,300-9).

3. La simplicidad de las descripciones en 10s Si-n6pticos que hubieran sido, presumiblemente,mas prolijas de haberse escrito tras la destruc-ci6n de Jerusalen.

4. El origen termino16gico de las descripciones enel Antiguo Testamento.

5. La acusaci6n formulada contra Jesus en rela-ci6n con la destrucci6n del Templo (Marcos 14,55 y ss.).

6. Las referencias en el documento Q6 -que se es-cribi6 antes del 70 d. J.e.- a una destrucci6ndel Templo.

No hay nada en Lucas que nos obligue a datarlodespues del 70 d. J.C. y, por las razones expuestas, 10mas posible es que se escribiera antes del 62 d. J.C. De

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hecho, ya en su dia, e. H. Dodd sena16 que el relatode los sin6pticos no arrancaba de la destrucci6n reali-zada por Tito, sino de la captura de Nabucodonosor en586 a. J.e., y afirm6 que «no hay un solo rasgo de lapredicci6n que no pueda ser documentado directamen-te a partir del Antiguo Testamento». Con anterioridad,e. e. Torrey habia indicado asimismo la influencia deZacarias 14, 2 y otros pasajes en el relato lucano so-bre la futura destrucci6n del Templo. Asimismo, N.Geldenhuys7 ha senalado la posibilidad de que Lucasutilizara una versi6n previamente escrita del Apoca-lipsis sin6ptico que recibi6 especial actualidad con elintento del ano 40 d. J.e. de colocar una estatua im-perial en el Templo y de la que habria ecos en II Tesa-lonicenses 2.8 Concluyendo, pues, podemos senalarque existen argumentos de signo fundamentalmentehist6rico que obligan a plantear que la obra fue escri-ta en un periodo anterior al ano 62 en que se producela muerte de Santiago, autentico terminus ad quem dela obra. De ello se desprende asimismo -como se per-cibe tambien en el documento Q- que Jesus, en efec-to, pronunci6 oniculos prediciendo la destrucci6n delTemplo. No nos parece por ello sorprendente que elmismo A.Harnack llegara a esta conclusi6n al final desu estudio sobre el tema, fechando los Hechos en elano 62 0 el conjunto de los sin6pticos por otros auto-res. Lucas -que senala en los primeros versiculos desu Evangelio que ya otros habian escrito obras seme-jantes con anterioridad- habria concluido pues su li-bro sobre Jesus, como mucho, a tres decadas de sumuerte, cuando el numero de testigos oculares vivosera todavia notable y la comprobaci6n de los hechosresultaba sencilla, tal y como el mismo sef1ala en SlIpr610go (Lucas I, 1-3).

El Evangelio de Mate09 recoge una lectura judeo-cristiana de la vida y la ensenanza de Jesus. Su data-ci6n suele situarse en alguna fecha en torno al 80 d.J.e., pero la base para afirmar tal cosa es, como en elcaso de Lucas, la presuposici6n -insostenible por lasrazones ya senaladas- de que la predicci6n de Jesussobre la destrucci6n del Templo es un vaticinium exeventu. Como Lucas, Mateo utiliz6 posiblemente unafuente de dichos de Jesus que, convencionalmente, sedenomina Q10 e igualmente podria ser datado antesdel 70 d. J.e., por las mismas causas ya aducidas (sal-vo la relacionada con ellibro de los Hechos). Aunquequiza no fue redactado en Palestina, una antigua tra-dici6n conecta a su autor con el ap6stol del mismonombre. El descubrimiento y dataci6n del papiroThiede en 1994 -. datado en torno a los anos 40-50 dels. 1- que contiene un fragmento de Mateo zanja lacuesti6n sobre su antigiiedad y nos indica que estaobra fue escrita apenas unos anos despues de la cru-cifixi6n.11

Por 10 que se refiere al Cuarto Evangelio, el deJuan, los datos hist6ricos nos obligan a fecharlo en unano muy temprano, desde luego, mucho antes del90 a. J.e., en que suele ser ubicado. Las noticias re-cogidas en Juan 21, 20-21 y 24 identifican al redac-tor inicial con el Discipulo amado. Hay referencias alDiscipulo amado en 13,23; 19,26-27; 20, 1-:10y 21,7y 20-24. Cabe la posibilidad, asimismo, de que los pa-sajes de 18, 15-16; 19,34-37 y,quiza, 1,35-36 esten re-lacionados con el mismo. Resulta obvio que el Evan-gelio en ningun momento identifica por nombre alDiscipulo amado -como tampoco a Juan el ap6stol-y si en la Ultima Cena s610estuvieron presentes losDoce, es obvio que el Discipulo amado tendria que ser

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uno de ellos. En ese caso, la identificaci6n tradicio-nal con Juan resultaria obligada ya que formaba par-te del grupo selecto de discipulos de Jesus junto a Pe-dro y Santiago, pero el primero aparece mencionadode manera expresa como alguien distinto del discipu-10 amado y el segundo fue ejecutado muy poco des-pues de la muerte de Jesus. Por afiadidura, existenotros argumentos que favorecen la posibilidad de queese Discipulo amado autor del Cuarto Evangelio fue-ra Juan. Sumariamente, los mismos pueden quedarresumidos de la manera siguiente:

1. La descripci6n del ministerio galileo tiene unaenorme importancia en Juan hasta el punto deque la misma palabra «Galilea»aparece mas ve-ces en este Evangelio que en ningun otro (veaseespecialmente: 7, 1-9).

2. Cafarnaum recibe un enfasis muy especial (2, 12;4, 12; 6, 15), en contraste con 10que otros Evan-gelios denominan el lugar de origen de Jesus(Mateo 13, 54; Lucas 4, 16). La misma sinago-ga de Cafarnaum es mencionada mas veces queen ningun otro Evangelio. Tanto en el caso de 1como de 2, nos encontramos ante circunstanciasque encajan ala perfecci6n con Juan, el de Ze-bedeo, toda vez que el no s6lo era galileo, sinoque ademas vivfa en Cafarnaum (1, 19; 5, 20).

3. El Evangelio de Juan se refiere asimismo al mi-nisterio de Jesus en Samaria (c. 4), algo que re-sulta natural si tenemos en cuenta la conexi6nde Juan, el de Zebedeo, con la evangelizaci6njudeocristiana de Samaria (Hechos 8, 14-17).Este nexo ha sido advertido por diversos auto-res con anterioridad y reviste, en nuestra. opi-ni6n, una importancia fundamental.

4. Juan formaba parte del grupo de tres (Pedro,Santiago y Juan) mas pr6ximo a Jesus. Resultaun tanto extrafio que un discipulo en aparienciatan cercano a Jesus como el Discipulo amado,de no tratarse de Juan, no aparezca siquieramencionado en otras fuentes.

5. Las descripciones del Jerusalen anterior al 70 d.J.e. encajan con 10 que sabemos de la estanciade Juan en esta ciudad despues de Pentecostes.De hecho, los datos suministrados por Hechos1, 13-8,25 y por Pablo (Galatas 2, 1-10) sefialanque Juan estaba en la ciudad antes del afio 50d. J.C.

6. Juan es uno de los dirigentes judeocristianosque tuvo contacto con la Diaspora judfa, al igualque Pedro y Santiago (Santiago 1, 1; I Pedro 1,1; Juan 7,35; I Corintios 9, 5),10 que encajariacon algunas de las noticias contenidas en fuen-tes cristianas posteriores en relaci6n con el au-tor del Cuarto Evangelio.

7. El Evangelio de Juan procede de un testigo quese presenta como ocular, 10 que de nuevo enca-jarfa con Juan, el de Zebedeo.

8. El vocabulario y el estilo del Cuarto Evangeliosefialan a una persona cuya lengua primera erael arameo y que escribfa en un griego correcto,pero lleno de aramismos, todas ellas circuns-tancias que encajan con Juan, el hijo de Ze-bedeo.

9. El trasfondo social de Juan, el de Zebedeo, en-caja a la perfecci6n con 10 que cabria esperar deun «conocido del sumo sacerdote» (Juan 18,15). De hecho, la madre de Juan era una de lasmujer'l que servia a Jes(ls «con sus posesiones»

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(Lucas 8, 3), al igual que la de Juza, adminis-trador de las finanzas de Herodes. Asimismo sa-bemos que contaba con asalariados a su cargo(Marcos 1, 20). Quiza algunos miembros de laaristocracia sacerdotal 10 podrfan mirar condesprecio por ser un laico (Hechos 4, 13), peroel personaje debi6 de distar mucho de ser me-diocre a juzgar por la manera tan rapida en quese convirti6 en uno de los primeros dirigentesde la comunidad jerosolimitana, s610 detnis dePedro (Galatas 2, 9; Hechos 1, 13; 3, 1; 8, 14;etc.). De no ser, pues, Juan el de Zebedeo el au-tor del Evangelio -y pensamos que la evidenciaen favor de tal posibilidad no es, en absoluto,pequefia- tendrfamos que conectarlo con al-gun discfpulo cercano a Jesus (por ejemplo,como los mencionados en Hechos 1, 21 y ss.)que contaba con un peso considerable dentro delas comunidades judeocristianas de Palestina.

En relaci6n con la dataci6n de este evangelio, nopuede dudarse de que el consenso ha sido casi unani-me en las ultimas decadas. Por 10general, los crfticosconservadores databan la obra en torno a finales delsiglo I 0 inicios del siglo II, mientras que los radica-les, como Baur, la situaban hacia el170 d. J.e. Uno delos argumentos utilizados como justificaci6n de estapostura era leer en Juan 5, 43 una referencia ala re-beli6n de Bar Kojba. El factor determinante para re-futar esta dataci6n tan, tardfa fue el descubrimientoen Egipto del p 52, perteneciente a la ultima decadadel siglo I 0 primera del siglo II, donde aparece escri-to un fragmento de Juan. Esto situa la fecha de re-dacci6n en torno al 90-100 d. J.e, como maximo. Contodo, existen, a juicio de vado ••• tudiosos, razones

considerables para datar el Evangelio en una fechaanterior. Quiza, el punta de arran que de esta revisi6nde la fecha quepa situarlo en relaci6n con los estudiosde e. H. Dodd12 sobre este Evangelio. Dodd reconoci6,por ejemplo, que el contexto del Evangelio esta refe-rido a condiciones «presentes en Judea antes del afio70 d. J.e., y no mas tarde, ni en otro lugar» (op. cit. p.120). De hecho, la obra es descrita como «diffcilmen-te inteligible» fuera de un contexto puramente judfoanterior a la destrucci6n del Templo e incluso a la re-beli6n del 66 d. J.e.

Ademas nos encontramos con elementos que ha-cen pensar en una dataci6n anterior al 70 d. J.C. Demanera somera, los mismos pueden resumirse asf:

1. La cristologfa resulta muy primitiva. Jesus esdescrito como «profeta y rey» (6, 14y ss.); «pro-feta y mesfas» (7,40-2); «profeta» (4, 19Y9, 17);«mesfas» (4, 25); «hijo del hombre» (5, 27), y«maestro de Dios» (3, 2). Aunque, en verdad,Juan hace referencia a la preexistencia del Ver-bo, tal concepto esta presente asimismo en Q-que identifica a Jesus con la Sabidurfa eter-na- y, como hemos visto en la tercera parte denuestro estudio, en la generalidad del judeo-cristianismo palestino anterior a Jamnia.

2. El trasfondo -como ya se percat6 Dodd- s610encaja en el mundo judfo palestino anterior al70 d. J.e.

3. La unica referencia que, en apariencia, situarfael Evangelio tras el afio 70 d. J.C. es la noticiaen relaci6n con la expulsi6n de las sinagogas dealgunos cristianos (Juan 9,34 y ss.; 16,2). Para al-gunos autores, tal circunstancia esta conectadacon el birkat ha-minim 0 expulsi6n de 108judeo-

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cristianos del seno del judaismo e indicarfa unaredacci6n posterior al 80 d. J.e. Lo cierto, sinembargo, es que utilizar el argumento de la per-secuci6n para dar una fecha tardia de redacci6nde los Evangelios no parece que pueda ser de re-cibo desde el estudio realizado al respecto porD. R. A. Hare.13 De hecho, tal medida fue utili-zada ya contra Jesus (Lucas 4,29), Esteban (He-chos 7, 58) y Pablo (Hechos 13, 50), con ante-rioridad al 66 d. J.e.

4. No hay referencias a los gentiles en el Evange-lio (aunque si la hay en Q, que es anterior al70 d. J.e.). Esta circunstancia obliga a datar elEvangelio en una fecha muy temprana, cuandotal posibilidad tenia poca relevancia, y, desdeluego, resulta imposible de encajar con la ideade que el autor vivia en Efeso como han soste-nido algunos estudiosos.

5. Los saduceos tienen una enorme importanciaen el Evangelio. De hecho, se sigue reconocien-do el papel profetico del Sumo Sacerdote (Juan11, 47 y ss.). Todo ello carecerfa de sentido trasel 70 d. J.e. -no digamos ya tras Jamnia-,dada la forma en que este segmento de la vidareligiosa judia se eclips6 con la destrucci6n delTemplo.

6. No hay referencias a la destrucci6n del Templo.Por el contrario, la profecfa sobre tal evento atri-buida a Jesus (2, 19) no s610no se conecta conlos sucesos del ano 70, sino con los del 30 d. J.e.

7. Los detalles topograficos son anteriores al 70 d.J.e. y rigurosamente exactos. No s610 revelanlos mismos un conocimiento extraol"cUnariodela Jerusalen anterior f;l.l70 d. J.e., 51 Ide-

mas considera que la misma no «fue» asi, sinoque «es» asi (4,6; 11, 18; 18, 1; 19,41).

8. El discfpulo esta vivo en una epoca en que de-beria esperarse su muerte. Por 10general, estacircunstancia -recogida en el capitulo 21- hasido utilizada para justificar una fecha tardia dela fuente, mas teniendo en cuenta que presupo-ne la muerte de Pedro (21, 18-23) en la cruz(comparese con 12, 33 y 18, 32). Tal interpreta-ci6n significa ir mas alIa de 10que dice la fuen-te, que s610nos indica, como mucho, una fechaposterior a165 d. J.e. De hecho, y viendo el con-texto hi'st6rico, preguntarse si el Discfpulo ama-do (y mas si se trataba de Juan) iba a sobrevivirhasta la venida de Jesus resultaba 16gico. San-tiago, el «hermano de Jesus», habia muerto ene162 d. J.e.; Pedro, en e165; Pablo, en fecha cer-cana. Es 16gicoque muchos pensaran que la Pa-rusia podia estar cereana y que, quiza, el Discf-pulo amado vivirfa hasta la misma. Este no erade la misma opini6n. Jesus no les habia dichoeso a el y a Pedro, sino que este debia seguirlo sinimportar 10que Ie sucediera al primero (Juan 21y ss.). Ahora Pedro habia muerto (65 d. J.e.),pero nada indicaba que, por elIo, la Parusia es-tuviera cerca. Una vez mas, la destrucci6n delTemplo en el 70 d. J.e. no es mencionada. Por10 tanto, desde nuestro punto de vista, 10masrazonable es suponer que la conclusi6n de Juanse escribi6 en una fecha situada, como maximo,entre el 65 Yel 66 d. J.e., siendo esta ultima 0bien obra de el, que hablarfa entonces en terce-ra persona, 0 bien de algun discfpulo suyo. EIcontexto resulta, a nuestro juicio, claramente

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judeocristiano y palestino. En cuanto al resto delEvangelio, sin duda, es anterior al 65 d. J.e.,pero, con seguridad, posterior a la misi6n sama-ritana de los treinta y, muy posiblemente, ante-rior alas grandes misiones entre los gentiles delos cincuenta d. J.e. La acumulaci6n de todo estetipo de circunstancias explica el que un buen nu-mero de especialistas haya situado la redacci6ndel Evangelio con anterioridad al 70 d. J.C.

En cuanto a Marcos que, muy posiblemente, re-coge la predicaci6n petrina,14 es un evangelio dirigi-do fundamentalmente a los gentiles y, casi con todaseguridad, forjado en un medio gentil que pudo serRoma 0, en segundo lugar, Alejandrfa. Como ya in-dicamos, se suele admitir de manera poco menosque unanime que fue escrito con casi absoluta cer-teza antes del afio 70 d. J.C. y, desde luego, no pue-de desdefiarse la posibilidad de que fuera un testa-mento de Pedro en medio del contexto de lapersecuci6n neroniana.

Estos hechos no s610nos permiten concluir que losEvangelios fueron fuentes muy antiguas y fiables,sino que ademas confirman la tesis de la Iglesia pri-mitiva en el sentido de que s610eran admisibles aque-Hosevangelios redactados por un ap6stol 0 por el dis-cfpulo directo de un ap6stol. Ap6stoles fueron Juan yMateo; Marcos -que fue interprete de Pedro en suspredicaciones segun diversas fuentes- recogi6 el tes-timonio del ap6stol y Lucas cont6 con numerosasfuentes de primera mana aparte de que fue colabora-dor del ap6stol Pablo.

En absoluto pecamos de exagerados al afirmar queningun personaje de la Antigiiedad cont6 con testi-monios tan numerosos de su vida y ens.IIZU~", con

fuentes tan cercanas en el tiempo y con una transmi-si6n tan numerosa y fidedigna como Jesus. Por sitodo 10anterior fuera poco, los datos sustanciales delos Evangelios aparecen confirmados en otras fuentesno cristianas. ~<

Sin embargo, el caracter excepcional de los Evan-gelios no es la unica causa por la que soy cristiano.

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La realidad excepcional de los Evangelios como fuen-te hist6rica resulta verdaderamente abrumadoracuando se analiza demanera objetiva y documentaday sin dejarse arrastrar por los t6picos. Sin embargo,en si misma, no resulta un motivo para ser cristianomayor que el que existiria para ser homerico en elmas que improbable caso de que la Iliada hubiera lle-gada de una manera tan fiel hasta nosotros como, porejemplo, el Evangelio de Lucas. Cuesti6n aparte seplantea cuando entramos a considerar el contenidode esas fuentes y 10 que estas significan.

Me referi al principio de esta secci6n a la coheren-cia del mensaje de la Biblia. Desde la referencia a lacaida del ser humano, nos encontramos con prome-sas repetidas y reiteradas de que Dios no 10 abando-nara y de que recibira la salvaci6n. Aim mas. Se afir-ma que esa salvaci6n sera ejecutada por un personajeque recibe el nombre de mashiaj, una palabra hebreade la que deriva nuestro mesias y que es equivalentea la griega lrist6s de la que procede nuestro Cristo.Tanto mashiaj como jrist6s significan «ungido».

Hist6l"icamente, no han faltado los personajes que

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han pretendido ser el mesfas anunciado en las Es-crituras. Es cierto que no existen ejemplos antes deJesus, pero, tras su muerte, han abundado desde elmismo siglo I hasta finales del s. xx cuando muri6Menajem Mendel Schneerson, un personaje al quesus seguidores Judfos consideran actualmente el me-sfas. En total, Ios pretendidos mesias han rondado elmedio centenar a 10 largo de veinte siglos.1 (Que di-ferencia existe entre esa cincuentena de supuestosmesfas y Jesus? (POl'que ellos son mesfas falsos y Je-sus es el verdadero? La clave, pOl'supuesto, se hallaen las Escrituras. Mientras que los citados personajesen ningun caso las cumplieron, Jesus sf 10 hizo.

La Biblia contiene distintas profecias sobre la ac-ci6n del mesfas --en torno a unas trescientas en sutotalidad-, profecias que debfan facilitar su reco-nocimiento par parte del pueblo de Israel cuando, fi-nalmente, hiciera acto de presencia. Pues bien, unade las razones esenciales para ser cristiano es queJesus, a diferencia de otros pretendientes, cumpli6esas profecias y asf demostr6 que era el mesfas es-perado.

En las paginas siguientes he consignado algunas deesas profecias. No son todas las recogidas en la Bibliani tampoco todas las cumplidas pOl'Jesus, pero creoque proporcionan suficientes botones de muestrapara dejar de manifiesto que fue el mesfas prometido.

El mesfas que debfa redimir a Israel y, dicho sea depaso, a toda la Humanidad aparece delimitado connotable exactitud e11las Escrituras, textol, ,or otro

lado, redactados entre quince y diez siglos antes delnacimiento de Jesus. En las siguientes lfneas, he re-cogido el texto de la profecia mesianica y su cumpli-miento en la persona de Jesus.

1. Nacido de mujer.A diferencia de 10 contemplado en otras religiones,las Escrituras de Israel no cifraban su esperanza enun ser angelica 0 mftico para su redenci6n. Esta de-rivaria de un hombre, nacido de una mujer, que ten-dria que enfrentarse en terrible combate con la Ser-piente.

Genesis 3, 15: «Y enemis-tad pondn~ entre ti y la mujer,y entre tu descendencia y sudescendencia; esta te herinien la cabeza, y tu Ie heriras enel calcafiar.»

Galatas 4, 4: «Mas venidoel cumplimiento del tiempo,Dios envi6 su Hijo, hecho demujer, hecho subdito alaley.»

2. Nacido de Abraham.Ese salvador -que redimiria a todo el genera huma-no- seria un descendiente de un oscuro habitante deVI' de los caldeos llamado Abraham, un personaje quehabfa dejado a su familia y su patria para obedecer alunico Dios dieciocho siglos antes del nacimiento deJesus.

Genesis 22, 18: «En tu des-cendencia seran benditas to-das las gentes de la tierra, porcuanto obedeciste mi voz.»

Galatas 3, 16: «A Abra-ham fueron hechas las pro-mesas, y a su descendencia.No dice: Y alas descenden-cias, como de muchos; sinocomo de uno: Y a tu simiente,la cual es Cristo.»

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3. Nacido de Isaac.Abraham, sin embargo, tuvo un hijo de Agar-Ismael-y otro de Sara -Isaac- ademas de otros posteriores deQuetura. En teoria, el mesias podia haber descendidode cualquiera de ellos, pero las Escrituras sefialan ques610podria descender de Isaac, el hijo de Sara.

Genesis 21, 12: «Entoncesdijo Dios a Abraham: No teparezca grave 10 del mucha-cho y tu sierva; en todo 10 quete diga Sara, escuchala, por-que de Isaac te vendra la des-cendencia. »

Lucas 3, 23: «Y el mismoJesus comenzaba a ser comode treinta alios, hijo de Jose,como se creia; que fue hijo deElL.»

Lucas 3, 34: «... Que fue deJuda, que fue de Jacob, quefue de Isaac, que fue de Abra-ham, que fue de Tera, que fuede Nacor ...»

4. Nacido de Jacob.De la misma manera ,que Abraham, su padre, Isaactambien tuvo varios hijos. El mayor se llamaba Esau-de el procederia el reino de Edom- y el menor, Ja-cob. Las Escrituras sefialan una vez mas la linea porla que vendria el mesias. Seria la de Jacob.

Numeros 24, 17: «La vere,pero no ahara: La mirare,pero no de cerca: Saldra ES-

TRELLA de Jacob, y se levanta-ra cetro de Israel.»

Lucas 3, 23: «Y el mismoJesus comenzaba a ser comode treinta alios, hijo de Jose,como se creia; que fue hijo deEll... »

Lucas 3, 34: « ••• Que rue deJuda, q1.te £\1e de Jucob, querue de 1.I.c, 'lIlt' fill' de Abra-ham, ClUI ml clt' Tcra, que ruecl, • .- ..•

5. Nacido de la tribu de Juda.Jacob, a su vez, tuvo hijos -los doce patriarcas- yademas descendientes femeninos como Dina. Sin em-bargo, el mesias profetizado vendria a traves de Juda.

Genesis 49, 10: «No seraquitado el cetro de Juda y ellegislador de entre sus pieshasta que venga Silo'~yael se

. congregaran los pueblos.»

Lucas 3, 22-23: «Y descen-dio el Espiritu Santo sabre elen forma corporal, como pa··lama, y se escucho una vozdel cielo que decia: Tu eres miHijo amado, en ti me he com-placido. Y el mismo Jesus co-menzaba a ser como de trein-ta alios, hijo de Jose, como secreia; que fue hijo de Eli ...»

Lucas 3, 34: «... Que fue deJuda, que fue de Jacob, quefue de Isaac, que fue de Abra-ham, que fue de Tera, que fuede Nacor ...»

6. Nacido de la linea de Isai.De entre toda la tribu de Juda, el hijo de Jacob, el me-sias tendria que venir de una familia concreta, la deIsai 0 Jese.

Isaias 11, 1: «Y saldra unavara del tronco de Isai, y unvastago retoliara de sus rai-ces.»

Lucas 3, 23: «Yel mismo Je-sus comenzaba a ser como detreinta alios, hijo de Jose, comose creia; que fue hijo de Eli...»

Lucas 3,32: «... Que fue deDavid, que fue de Isai, que fuede Obed, que fue de Booz,que fue de Salmon, que fue deNaasson ...»

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7. Nacido de la casa de David.Isaf ~uvo distintos hijos, pero el mesfas -segun lasEscnturas- vendrfa de uno muy concreto, de David.

Jeremias 23, 5: «Vienenlos dias, dice YHVH, y des-pertare a David un renuevojusto, y gobernara como Rey,que sera dichoso, y ejecutarajuicio y justicia en la tierra.»

Lucas 3, 23: «Y el mismoJesus comenzaba a ser comode treinta anos, hijo de Jose,como se creia; que fue hijo deEli ...»

Lucas 3,32: «... Que fue deDavid, que fue de Isai, que fuede Obed, que fue de Booz,que fue de Salm6n, que fue deNaass6n ...»

Profecias 8-14: ellugar y la epoca del nacimientodel.mesias

Si las profecfas anteriores -todas ellas cumplidas porJesus- perfilaban de manera muy clara la estirpe alaque deberfa pertenecer el mesfas, las que vamos a exa-minar a continuaci6n sefialan ellugar donde deberfanacer y la epoca concreta en que deberfa tener lugarese hecho.

8. Nacido en Belen.Dadas las circunstancias de su filiaci6n, el mesfas po-dia haber nacido en cualquier parte del mundo. Porsupuesto, Jerusalen hubiera sido un enclave ideal enla medida en que era la capital del reino de Juda, perono hubiera resultado un disparate que el mesfas vierala primera luz en el exilio. A fin de cuentas, en el exi-lio habfan profetizado Ezequiel 0 Daniel y se habrc\l1consolidado aspectos esenciales de 16que gonce.mos

como judafsmo del Segundo Templo, el mismo en quenaci6 Jesus. Sin embargo, las Escrituras -ocho siglosantes del nacimiento de Jesus- sefialaron que ellu-ga'r donde nacerfa serfa Belen. No s610eso. La profe-cia de Miqueas hace pensar que e1mesfas es un per-sonaje que ya existfa antes de su encarnaci6n.

Miqueas 5, 2: «Mas tu, Be-len Efrata, pequena entre losmillares de Juda, de ti me sal-dra el que sera Senor en Is-rael; y sus salidas son desde elprincipia, desde los dias de laeternidad.»

Mateo 2,1: «Y cuando na-ci6 Jesus en Belen de Judeaen dias del rey Herodes ...»

9. Nacido cuando no hubiera un rey judfo.El nacimiento del mesfas tendrfa lugar en una epocamuy especial. Apesar de proceder de la estirpe de Da-vid, no sucederfa en el trono a alguien que pertene-ciera a ella. A decir verdad, cuando naciera, el cetroque estarfa gobernando a los judfos no se encontrarfaen manos de un judfo.

De manera verdaderamente reveladora, Jesus na-cio en el unico perfodo de la Historia universal en queha existido un reino judfo que contaba con un mo-narc a que no era judfo. Se trataba del idumeo Hero-des. Semejante circunstancia no se darfa ni antes nidespues en la Historia.

Genesis 49, 10: «No seraquitado el cetro de Juda, y elIcgislador de entre sus pies,hasta que venga Silo.»

Mateo 2,1: «Y cuando na-ci6 Jesus en Belen de Judeaen dias del rey Herodes ...»

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10-14. Nacido cuando estuviera en pie el Templo.De la misma manera que el poder regio de Juda no sehallarfa en manos de un judfo cuando llegara elme-sfas, el Templo sf estaria en pie. Esta circunstanciatenfa una obvia relevancia porque no siempre ha exis-tido templo en Jerusalen -en la actualidad, por ejem-plo no hay templo- y porque la experiencia hist6ricade Israel era que podfa ser destruido y permanecer enese estado durante decadas. Por si fuera poco, el tem-plo volvi6 a ser arras ado unas cuatro decadas despuesde la crucifixi6n de Jesus y no ha sido reconstruidocon posterioridad. Sin embargo, cuando el mesfas na-ciera deberia estar en pie, segun las Escrituras.

Malaqufas 3, 1: «He aquf, yo envfo mi mensajero,que preparara el camino delante de mf: y luego ven-dra a su templo el Senor a quien vosotros buscais, yel angel del pacto, a quien deseais. He aquf viene, hadicho YHVH de los ejercitos.»

Salmo 118,26: «Bendito el que viene en nombre deYHVH: Desde la casa de YHVH os bendecimos.»

Daniel 9, 26: «Y despues de las sesenta y dos se-manas se quitara la vida al Mesfas, y no por sf: y elpueblo de un principe que ha de venir, destruira a laciudad y el templo.»

Ageo 2, 7-9: «Y hare temblar a todas las gentes, yvendra el Deseado de todas las gentes; y llenare estacasa (el templo) de gloria, ha dicho YHVH de losejercitos. Mfa es la plata, y mfo el oro, dice YHVH delos ejercitos. La gloria de esta casa ultima sera ma-yor que la de la primera, ha dicho YHVH de los ejer-citos; y dare paz en este lugar, dice YHVH 4e losejercitos.» .

Zacarias 11, 13: «Y me dijo YHVH: Ee

rero, el hermoso precio con que me han apreciado. Ytome las treinta piezas de plata, y las di al tesorero dela casa de YHVH.»

No deja de ser significativo que la epoca exacta enque deberfa tener lugar el nacimiento del mesfas noescap6 a los sabios de Israel anteriores y posterioresa Jesus. Por ejemplo, en Lam. Rab. 1,51, p. 36, se in-dica claramente que el Silo de Genesis 49, 10, que na-cerfa cuando el cetro de Israel estuviera en manos deun no-judfo, es el mesfas. No menos significativo esel reconocimiento de Gen. Rab 85, 1 en el sentido deque «antes de que el ultimo esclavizador (Tito) na-ciera» habfa nacido el mesfas 0 la referencia talmu-dica recogida por Martin Buber en el sentido de que«todos los plazos de la redenci6n ya han pasado».2Efectivamente, de acuerdo con las Escrituras, el me-sfas debfa nacer en una epoca muy concreta. De lasdocenas de pretendientes mesianicos que han apare-cido a 10 largo de la Historia, unicamente Jesus naci6en ese tiempo.

Profecias 15-20: Las circunstancias relacionadascon el ministerio del mesias

Aparte de la estirpe y de la epoca y lugar del naci-miento del mesfas, las Escrituras tambien senalan al-gunas circunstancias que caracterizarian el ministe-rio del mesfas.

1 5. Precedido por un mensajero que predicaria en elclcsierto.

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Isaias 40, 3: «Voz que cla-ma en el desierto: preparadun camino a YHVH: hacedrecta una calzada en el yermopara nuestro Dios.»

Mateo 3, 1-2: «Yen aque-lIas dias vino Juan el Bautistapredicando en el desierto deJudea, y diciendo: Arrepenti-as, que el reino de los cielosse ha acercado.»

16. El ministerio del mesias comenzaria en Galilea.Las Escrituras senalaban que el ministerio del mesiasdebia iniciarse en Galilea, una tierra especialmentecastigada por la acci6n de potencias enemigas de Israely tambien fronteriza con otros pueblos. De manera sig-nificativa, el mesias no s610consolaria a los afligidossino que ademas estaria cerca de los que no formabanparte de Israel. Se trata de un cumplimiento de la pro-fecia que aparece senalado en fuentes judias como elZohar 1, 119a. En cuanto a la identificaci6n del textode Isaias 9, 1 Y ss. con el mesias tiene un rancio abo-lengo judio. Asi 10indica por ejemplo el testimonio deR. Yoseel galileo recogido en Pereq Shalom p. 101.

Isaias 9,1-2,6: «... Zabu16ny tierra de Neftali... a la orilladel mar, mas aHadel Jordan, enGalilea de los gentiles, el pue-blo que caminaba en la oscuri-dad ha vista una gran luz y sa-bre aqueHos que moraban en latierra de sombra de muerte habrillado una luz ... porque unnino nos ha nacido, un hijo nosha sido dado, y el dominio des-cansara sabre su hombro y seraHamada Admirable consejero,Dios fuerte, Padre eterno, prin-cipe de paz ...»

Mateo 4, 12-13, 17: «Pero,al escuchar Jesus que Juanestaba preso, se volvi6 a Gali-lea; y dejando a Nazaret, vinoy habit6 en Cafarnaum, ciu-dad maritima, en los confinesde Zabu16n y de Neftali [...JDesde entonces comenz6 Je-sus a predicar, y a decir:Convertlos, porque el reinode los cielos se ha acercado.»

17. Realizaria milagros.Otra de las marcas de la redenci6n traida y anuncia-da por el mesias seria la realizaci6n de milagros.

Isaias 35, 5-6: «Entonces losojos de los ciegos se abriran y 10mismo sucedera can los oidosde los sordos. Entonces el cojosahara como un ciervo, y la len-gua del mudo cantara ...»

Mateo 9, 35: «Y marchabaJesus par todas las ciudades y al-deas, ensenando en sus sinago-gas ypredicando el evangelio delreina, y curando toda enferme-dad y toda dolencia del pueblo.»

18. Ensenaria con parabolas.De manera bien significativa, el mesias utilizarfa elmashal 0 parabola como forma de ensenanza. Se tra-ta de un genero en el que, como sena16 en su dia elerudito judio J. Klansner, destac6 especialmente Jesus.

Salmo 78, 2: «Abrire miboca en parabola; hablare ar-canas de antano.}}

Mateo 13, 34: «Todo estose 10 dijo Jesus a las gentesutilizando parabolas, y sinparabolas no les hablaba.»

19. Se presentaria en el templo.El mesias no s610vendria en una epoca en que el tem-plo estaria en pie -es decir, antes del ano 70 d. J.e.en que fue destruido por las legiones romanas deTito- sino que ademas 10visitaria.

Malaquias 3, 1: «He aqui,yo envio a mi mensajero, quepreparara el camino delantede ml y entonces vendra a sulemplo el Senor a quien vos-olros buscais, y el mensajerodel pacta, a quien deseais.Vcndra con seguridad, ha di-~h() YHVH de 101 e,j6rcilns.»

Mateo 21, 12: «Y entr6 Je-sus en el templo de Dios, yech6 fuera a todos los quevendian y compraban en eltemplo, y volc6 las mesas delos cambistas, y las sillas delos que vendian palomas.»

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20. El mesfas entrarfa en Jerusalen montado en unasno.Como rey de paz, el mesfas no realizarfa su entrada enJerusalen en una montura militar como el caballo sinoen un asno. La identificacion del texto de Zacarfas 9,9 con una profecfa mesianica cuenta con claros para-lelos en la teologfa judfa como el Zohar 3, 69 a.

Zacarias 9, 9: «Ah~gratemucho, hija de Si6n; lanzavoces de jubilo, hija de Jeru-salen, porque tu rey vendnl ati, justa y salvador, humilde, ycabalgando· sobre un asno,sobre un pollino hijo deasna.»

Lucas 19,35-37: «Y 10 lle-varon a Jesus; y, tras echarsus vestidos sobre el pollino,montaron a Jesus encima. Ymientras se iba desplazando,tendian sus capas por el ca-mino. Y cuando estaban acer-candose a la bajada del montede los Olivos, toda la multitudde los discipulos, llena de ale-gria, comenz6 a alabar aDiosa gran voz por todas las mara-villas que habian visto.»

Profecias 21-48. Las circunstancias relacionadascon la muerte del mesias

La idea de la muerte del mesfas estaba muy arraigadaen el judafsmo anterior a Jesus. Tanto los esenios deQumran -de los que proceden los documentos del marMuerto- como la literatura rabfnica hacen referenciaa un mesfas que sufrirfa y darfa su vida por el pueblo.Aun mas. Ese mesfas era asociado con el Siervo su-friente de YHVH (Isafas 52, 13-53, 12). Semejante con-cepcion teologica no resulta sorprendente porque Ins re-ferencias a ese tipo de mesfas en las Escriturll, ,on n111y

abundantes. Desde luego, cuenta con claros paralelosen el judafsmo. Al respecto, no deja de ser significativoque R. Patai dedique un capitulo entero de su estudiosobre el mesfas judfo a este tema.3

En 4 Esdras 7, 27-30, por ejemplo, se hace referen-cia a como «el mesfas» al que Dios llama «Hijo» preci-samente «morira». En Y Suk 55b y B. Suk 52a, se in-terpreta Zacarfas 12, 10 como una profecfa referente ala muerte del mesfas. Por 10 que se refiere a los textosde Isafas 53 aparecen relacionados con el mesfas endistintas fuentes judfas incluido el Talmud (Sanh 98b).De hecho, es precisamente en el Talmud donde los dis-cfpulos de Juda ha-Nasf todavfa ven al mesfas en Isafas53. Lo mismo puede decirse de pasajes como el mi-drash sobre Rut 2, 14y Pesiqta Rabbati 36. De manerabien significativa, la tradicion judfa mas antigua insis-tfa en los sufrimientos y la muerte del mesfas y en suidentificacion con el siervo de Isafas 53.

21-22. Traicionado por un amigo.El mesfas serfa traicionado por uno de sus amigosmas cercanos.

Salmo 41, 9: «Incluso elhombre de mi paz, en quienyo confiaba, el que de mi pancornia, levant6 contra mi elcalcafiar. »

Salmo 55, 12-14: «Porqueno me afrent6 un enemigo, queyo 10 habria soportado; ni sealz6 contra mi el que me abo-rreefa, porque me hubiera OCW-

tlldo de el, sino t(l, hombre, quec.lI'i\Smi an1iio fnthT10 m(o •.•»

Mateo 10, 2, 4: «~Vlosnombres de los doce ap6sto-les son: ... y Judas Iscariote,que 10 entreg6.»

Mateo 26, 49: «Y cuandoJudas lleg6 a don de estaba Je-sus, dijo: Salve, Maestro. Y Iebes6.»

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23. Vendido por treinta monedas de plata.Las Escrituras, en el s. VI a. J.e., habian sefialado in-cluso que el precio que recibiria el traidor por entre-gar al mesias seria treinta piezas de plata.

Zacarias 11, 12: «Y lesdije: Si os parece bien, dadmemi salario; y si no, dejadlo. Ypesaron por mi salario treintapiezas de plata.»

Mateo 26, 15: «Y les dijoJudas: (Que me quereis dar, yyo os 10 entregare? Y ellos Iesefialaron treinta piezas deplata.»

24. El dinero de la traici6n seria arrojado en la casade Dios.

Zacarias 11, 13: «Y medijo YHVH: Arr6jalo al teso-rero, hermoso precio con queme han apreciado. Y tome lastreinta piezas de plata, y selas arroje al tesorero, en lacasa de YHVH.»

Mateo 27,5: «Y, tras arro-jar las piezas de plata en eltemplo, se march6 y fue, y seahorc6.»

Zacarias 13, 7: «Levantate,oh espada, sobre el pastor, ysobre el hombre que es micompafiero, dice YHVH de losejercitos. Hiere al pastor y lasovejas se desperdigaran ...»

Marcos 14, 50: «Entoncestodos sus discfpulos 10 deja-ron y huyeron.»

Salmo 35, 11: «Se levanta-ron contra mi testigos falsos;me interrogaron sobre cosasque no sabia.»

Mateo 26, 59-60: «Y losprincipes de los sacerdotes, ylos ancianos, y todo el COl1se-jo, buscaban falso t•• timonio

contra Jesus, para entregarle ala muerte; y no 10 hallaron,aunque se presentaron muchostestigos falsos, pero, al final, lle-garon dos testigos falsos.»

Isaias 53, 7: «Angustiadoel, y afligido, no abri61a boca.Como cordero fue llevado almatadero; y, como una ovejaque se encuentra ante sustrasquiladores, enmudeci6, yno abri61a boca.»

Mateo 27, 12: «Y cuandoera acusado por 10s principa-les de los sacerdotes, y por losancianos, no respondi6 nada.»

Isaias 53, 5: «Pero el fueherido por nuestras rebelio-nes, molido por nuestros pe-cados. El castigo de nuestrapaz vino sobre el; y por su lla-ga fuimos curados.»

Isaias 50, 6: «Di mi cuerpon los que me herian, y mis111 ejill as a los que me tirabandel cabello. No escondi el ros-lI'o de los insu!tos y de los es-cupitajos.))

Mateo 27, 26: «Entoncesles solt6 a Barrabas: y trasazotar a Jesus, 10 entreg6para que fuera crucificado.»

Y Juan 19,11: «Respondi6Jesus (a Pilato): "Ninguna po-testad tendrias contra mi, sino te hubiese sido dada desdearriba: por tanto, el que a time ha entregado, tiene mayorpecado."»

Mateo 26, 67: «EntoncesIe escupieron en el rostro, y Iedieron de bofetadas; y otros Iepropinaban pufietazos.»

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30. Se atribuirfa la condena del mesfas aDios.Aunque el mesfas serfa enviado por Dios, en el mo-mento de su rechazo y muerte, muchos considerarfanque era el propio Dios el que 10 castigaba por mante-ner unas pretensiones injustificadas.

Isaias 53, 4: «Ciertamentellev6 el nuestras enfermeda-des, y sufri6 nuestros dolores;y nosotros 10 consideramosazotado, herido por Dios yabatido.»

Marcos 14,53-65: «Y traje-ron a Jesus al sumo sacerdote;y se reunieron con el todos losprincipales sacerdotes y losancianos y los escribas. Sinembargo, Pedro Ie sigui6 delejos hasta el interior del patiodel sumo sacerdote; y se sent6con los sirvientes y se calenta-ba al fuego. Y los principalessacerdotes y todo el conciliobuscaban un testimonio con-tra Jesus, para entregarlo alamuerte, peru no 10 encontra-ban. Porque muchos decianfalso testimonio contra el,peru sus testimonios no con-cordaban. Entonces aparecie-ron unos que dieron falso tes-timonio contra el, diciendo:Nosotros Ie hemos oido decir:Yo derribare este templo queha sido hecho por mano, y entres dias edificare otro hechosin mano. Pero ni siquiera deesa manera coincidia su testi-monio. Entonces el sumo sa-cerdote, levantandose, pre-gunt6 a Jeslls: "(No respondesnada? (Ql1l~ atestiguan ~st()S

contra ti?" Pero 61 perml\necfa

callado, y no respondia nada.EI sumo sacerdote Ie volvi6 apreguntar, y Ie dijo: "c:Erestu elmesias, el Hijo del Bendito?" YJesus Ie dijo: "Yo soy; y vereisal Hijo del hombre sentado aladiestra del poder de Dios, y vi-niendo en las nubes del cielo."Entonces el sumo sacerdote,rasgando sus vestiduras, dijo:"(Que mas necesidad tenemosde testigos? Habeis oido lablasfemia: (que os parece?" Ytodos 10 condenaron como reode muerte. Y algunos comen-zaron a escupirle y a cubrirle elrostro, ya darle bofetadas, yadecirle: "Profetiza." Y los sir-vientes Ie daban de bofetadas.

31. Objeto de burlas.El mesfas serfa tambien un personaje sobre el que re-caerfan mofas y burlas.

Salmo 22, 7-8: «Todos losque me Yen,se mofan de mi, ha-cen gestos con los labios, mene-an la cabeza, diciendo: "Que seencomiende a YHVH, que ElloIibre, que 10 salve puesto que en61 se complac:fa".»

Mateo 27, 29: «Y Ie pusie-ron en la cabeza una coronatejida de espinas, y una carraen la mano derecha; y ponien-dose de rodillas del ante de el,se burlaban, diciendo: "jSal-ve, Rey de los Judios!"»

32. Sus manos y sus pies serfan taladrados.Las Escrituras tambien describen condetalle la ma-nera en que el mesfas recibiria muerte. De hecho, suspadecimientos incluirfan que Ie traspasaran las ma-nos y 108 pies.

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Salmo 22,16: «Porque mehan rode ado perros; me hacercado una cuadrilla de ma-lignos. Han horadado mismanos y mis pies.»

Lucas 23, 33: «Y cuandollegaron allugar que se llamade la Calavera, Ie crucificaronalIi, y tambien a los malhe-chores, uno a la derecha, yotro ala izquierda.»

33. Ejecutado con delincuentes.El mesfas serfa ejecutado como un criminal y al ladode delincuentes.

Isaias 53, 12: «Por tanto yoIe dare parte con los grandes, ycon los fuertes repartira despo-jos ya que derramo su vida has-ta la muerte, y fue contado conlos malvados, mientras llevabael pecado de muchos y orabapor los transgresores.»

Mateo 27, 38: «Entoncescrucificaron con el ados la-drones, uno a la derecha, yotro a la izquierda.»

34. El mesfas intercederfa por sus perseguidores.En medio de su dolor, el mesfas orarfa por los que Ieocasionaban sus sufrimientos.

Isaias 53, 12: «Por tanto yoIe dare parte con los grandes, ycon los fuertes repartira despo-jos ya que derramo su vida has-ta la muerte, y fue contado conlos malvados, mientras llevabael pecado de muchos y orabapor los transgresores.»

Lucas 23,34: «Y Jesus de-cia: "Padre, perdonalos, por-que no saben 10 que hacen." Yrepartiendo sus vestiduras,sobre ellas echaron suertes.»

35. El mesfas serfa rechazado por su propio pueblo.De manera bien significativa, y a pesar de la espera desiglos, el mesfas no serfa aceptado como tal por lamayoria de Israel, su propio pueblo.

Isaias 53, 3: «Despreciadoy desechado entre los hom-bres, varon de dolores, expe-rimentado en quebranto. Es-condimos el rostro de el. Fuemenospreciado, y no 10 apre-ciamos.»

Juan 7, 5: «Porque ni aunsus hermanos creian en el...»

Juan 7, 47-48: «Entonceslos fariseos les respondieron:"(Tambien vosotros habeiscaido en el engafio? (Acasoha creido en el alguno de losprincipes, 0 de los fariseos?""

36. El mesfas serfa odiado sin causa.No s610serfa rechazado. Ademas el mesfas serfa ob-jeto de un odio que no merecerfa.

Salmo 69, 4: «Han aumen-tado mas que los cabellos de micabeza los que me aborrecensin motivo. Se han fortalecidomis enemigos, los que me des-truyen sin razon alguna. Asipago 10 que no he hecho.»

Juan 15, 25: «Sino paraque se cumpla la palabra queesta escrita en su ley: "Sinmotivo me aborrecieron."»

37. Los amigos del mesfas se apartarfan de el en me-dio de sus sufrimientos.

Salmo 38, 11: «Mis amigosy mis compafieros se aparta-ron de mi en mi dolor y la gen-te que era cercana se alejo.»

Lucas 23, 49: «Pero todossus conocidos, y las mujeresque Ie habian seguido desdeGalilea, contemplaban tododesde lejos.»

38. La gente sacudirfa la cabeza al ver el suplicio delmesfas.

Salmo 109, 25: «Parat~lIos he sido objeto de opro-bio. Me miraban y meneabansu cubeZtl.»

Mateo 27, 39: «Y los quepasaban, Ie arrojaban inju-rias, meneando la cabeza.»

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Salmo 22, 7: «Todos losque me Yen, se burl an de mi.Hacen gesto con los labios ymenean la cabeza.»

Lucas 23, 35: «Y el puebloestaba mirando; y se burlabande ellos prfncipes que estabancon ellos, diciendo: "A otrossalv6: salvese a si mismo, si esel mesias, el elegido de Dios."}}

Salmo 22, 18: «Repartieronentre si mis vestiduras y sobremi ropa echaron suertes.»

Juan 19, 23-4: «Y unavezque los soldados hubieron cru-cificado a Jesus, echaron manode sus vestiduras, e hicieroncuatro partes (una para cadasoldado); y la tunica, pero la tu-nica era sin costura, toda tejidadesde arriba. Y se dijeron: "Nola partamos, sino echemossuertes sobre ella, para deter-minar de quien sera."; para quese cumpliese la Escritura, quedice: "Repartieron entre si misvestiduras, y sobre mi ropaecharon suertes." Y asi se com-portaron los soldados.»

Salmo 69, 21: «Me pusie-ron ademas hiel por comida,y cuando tenia sed me dieronvinagre para beber.»

Juan 19, 28: «Despues deesto, sabiendo Jesus que to-das las cosas se habian cum-plido, para que la Escritura secumpliese, dijo: "Tengo sed."}}

Salmo 69, 21: «Me pus ie-ron adem as hiel por comida,y cuando tenia sed me dieronvinagre para beber.»

Mateo 27,34: «Le dieron abeber vinagre mezclado conhiel: y, tras probarlo, no 10quiso beber.»

43. El mesfas se sentirfa abandonado durante suagonfa.

Salmo 22, 1: «Dios mio,Dios mio, (por que me hasabandonado? (Por que estaslejos de mi salvaci6n y de laspalabras de mi clamor?»

Mateo 27, 46: «Y cerca dela hora novena, Jesus excla-m6 a gran voz: "Eli, Eli, lamasabactanf?", que significa:"Dios mio, Dios mio, (par queme has abandonado?"»

44. El mesfas se encomendarfa a Dios en el momen-to de su muerte.

Salmo 31,5: «En tu manaencomiendo mi espiritu. Tume has redimido, oh YHVH,Dios de verdad.»

Lucas 23, 46: «EntoncesJesus, clamando a gran voz,dijo: "Padre, en tus manos en-comiendo mi espiritu." Y trasdecir esto, expir6.»

45. Apesar de padecer un horrible tormento, los hue-sos del mesfas no sedan quebrados.

Salmo 34, 20: «E'Jguardatodos sus huesos; ni uno deellos sera quebrantado.»

Juan 19, 33: «Pero cuandose acercaron a Jesus, al verque ya estaba muerto, no Iequebraron las piemas.»

Zacarias 12, 10: «Y derra-mare espfritu de gracia y ora-ci6n sabre In casu de David, ysobre los habitll'1tes de Jeru-

Juan 19, 34: «Pero uno delos soldados Ie abri6 el costa-do con una lanza, y entoncessal i6 sangre y agua.)}

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salen y me miranin a mi, aquien traspasaron, y haranHanto sabre el, como Hantosabre unigenito, afligiendosesabre el como quien se afligesabre primogenito.»

47. En el momenta de la muerte del mesias, se pro-duciria oscuridad sobre la Tierra.

Am6s 8, 9: «Y acaecera enaquel dia, dice el SenorYHVH, que hare se ponga elsol al mediodia, y en media dela claridad del dia cubrire detinieblas la Tierra.»

Mateo 27, 45: «Y desde lahora sexta hasta la non a hubotinieblas sabre toda la Tie-

48. La muerte del mesias tendria un caracter expia-torio.

Isaias 53, 10: «Can todoeso YHVH quiso quebrantar-10, sujetandolo a padecimien-to. Despues de que haya ofre-cido su vida en expiaci6n parel pecado, vera linaje, vivirapar largos dias, y en su manaprosperara la voluntad deYHVH.»

Marcos 10, 42-45: «PeroJesus, Hamandolos, les dijo:"Sabeis que los que son prfn-cipes sabre las naciones, seensenorean de eHas, y 10s queentre eHas son grandes, tie-nen sabre eHas potestad. Peroentre vosotros no sera as!. Parel contrario, cualquiera quequi era ser grande entre voso-tros, sera vuestro servidor; ycualquiera de vosotros quequi era ser el primero, serasiervo de todos. Porque elHijo del hombre tampocovino para ser servido, sinopara servir, ydar su vidi\ en

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Profecias 49-51. Las circunstancias relacionadascon sucesos posteriores a la muerte del mesias

Aunque sue1esefialarse con bastante frecuencia que la .idea de la resurreccion del mesias es tfpicamente cris-tiana, tal afirmacion no se corresponde con 10 que en-contramos en las fuentes. De hecho, ya en Isaias 53 seindica que, tras ofrecer su vida en expiacion por el pe-cado, el siervo-mesias vena la vida. En el judaismo pos-terior, hallamos referencias a como el rnesias seria re-velado, c6mo morina, c6mo sena llevado al cielo porDios y, despues de un tiempo, regresana (Midrash Rab-bah sobre Rut 5,6; Midrash sobre Rut 2, 14;2 Baruc 30,1-5;etc.). De manera bien significativa, la resurrecci6ntendna lugar no con ocasi6n de la prirnera apariciondel mesias sino con la segunda (lohar 1, 139a-b).Todosestos aspectos configuran una vision totalmente judiaque es similar a la recogida en el Nuevo Testamento ycuya unica diferencia -no escasa, desde luego- es laafirmaci6n de este de que Jesus es el mesias.

49. A pesar de haber recibido la muerte al lado dedelincuentes, el mesias sena enterrado en la tumbade un hombre rico.

Isaias 53, 9: «Y se dispusocan los impios su sepultura,pero en su muerte estuvo canlos ricos; porque nunc a per-petr6 maldad, ni hubo enga-(io en su boca.»

Mateo 27, 57-60: «Y cuan-do Heg61a tarde, vino un hom-bre rico de Arimatea, HamadaJose, que tambien habia sidodisdpulo de Jesus. Este Heg6aPilato, y pidi6 el cuerpo de Je-sus. Entonces Pilato ordenaque se Ie entregase el cuerpo.Y tomando Jose el cuerpo, 10envolvi6 en una sabana Iim-

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pia, y 10 coloc6 en un sepulcronuevo, que habia labrado en laroca y, tras disponer una granpiedra a la entrada del sepul-cro, se fue.»

Salmo 118,22: «La piedraque desecharon los construc-tores se ha convertido en pie-dra angular.»

I Pedro 2, 7: «(Lapiedra quees Jesus) es, por 10 tanto, un ho-nor para vosotros que creeis,pero para los desobedientes,"la piedra que desecharon losconstructores se ha convertidoen piedra angular".»

Isaias 60, 3: «Y andaninlos gentiles a tu luz, y los re-yes al resplandor de tu naci-miento.»

Hechos 13, 47-8: «Porqueasi nos ha mandado el Senor,diciendo: "Te he puesto paraluz de los gentiles para queseas salvaci6n hasta los confi-nes de la tierra." Y los genti-les, al escucharlo, se march a-ron alegres y glorificaban lapalabra del Senor: y creyerontodos los que estaban ordena-dos para la vida eterna.»

Los textos consignados en las paginas anterioresson tan s6lo un bot6n de muestra de la manera en queJesus cumpli6las profedas sobre el mesias consigna-das en las Escrituras siglos antes de su nacimiento.

Estas profedas tienen una enorme relevancia en lamedida en que, en primer lugar, carecen de paralelo enotras religiones ya que ni Buda, ni Mahoma n1 Contil-

cio, por citar algunos ejemplos significativos, tuvieronuna trayectoria que se tradujera en el cumplimiento dedecenas -a decir verdad, centenares- de profedas.En segundo lugar, esas profedas se escapaban de la ca-pacidad de acci6n de Jesus. En otras palabras, no exis-tia la menor posibilidad de que se vieran forzadas porel. En su mana pudo estar el entrar en Jerusalen mon-tado en un asno, pero no el nacer en Belen 0 el ser ven-dido por treinta piezas de plata. Aun mas. Resulta ab-solutamente imposible que esas profedas anunciadas,siglos antes de su nacimiento, se cumplieran de mane-ra casual. Asi se deriva de algo tan friamente cientificocomo el ca1culomatematico.

Hace ya algunas decadas, Peter W. Stoner4 realiz6ese ca1culo sobre la base de tan s6lo ocho -fijemonosbien, unicamente ocho- profedas. El resultado fueque la posibilidad de que cualquier hombre pudierahaber vivido hasta el dia de hoy y cumplido las ochoprofedas era de 1 en 1017 (10 a la decim6septima po-tencia). Eso seria 1 sobre 100.000.000.000.000.000(un 1 seguido de 17 ceros). Para ayudar a entenderesta impresionante probabilidad, Stoner proporcio-naba un ejemplo. Supongamos que tomamos un nu-mero de d6lares de plata similar a 10 elevado ala 17potencia y 10 arrojamos sobre la superficie del estadode Texas, una superficie, dicho sea de paso, que equi-vale, de manera aproximada, a la que suman conjun-tamente Francia, Belgica, Holanda y Escocia. En esecaso, los d6lares cubririan la citada superficie conuna capa de monedas de medio metro de altura apro-ximadamente. A continuaci6n, habria que marcaruno de los d6lares y ocultarlo en algun lugar del es-tudo de Texas. Acto seguido, deberiamos cubrir la vis-ta de una persona elegida· al azar, permitirle que re-

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corriera como quisiera la inmensasuperficie cubier-ta por los d6lares y ordenarle que escogiera tambienal azar una de las monedas. La posibilidad de que alprimer intento diera con la moneda marcada es lamisma, en terminos matematicos, a la de que Jesuscumpliera ocho profecfas mesianicas de manera ca-sual.

Stoner tambien sefia16 la probabilidad de que secumplieran en Jesus 48 profecfas mesianicas, es decir,un numero ligeramente inferior al que hemos consig-nado en las paginas anteriores. En este caso, la pro-babilidad serfa de 1 a 10 elevado ala 157 potencia, esdecir, de una cifra que se representa con un uno se-guido por 157 ceros. Para poder expresarlo en termi-nos graficos, Stoner recurri6 a otro ejemplo.

En este caso, la unidad utilizada era el electr6n, lamas pequefia que conocemos. De hecho, resulta tanpequefio que llevada 2,5 veces 10 elevado ala 15 po-tencia el poder formar una fila de electrones quemidiera una pulgada. Para que, una vez mas, nos ha-gamos una idea de 10que esto significa, si nos pusie-ramos a contar los electrones que hay en esa pulgaday pudieramos contarlos a un ritmo de 250 por minu-to, de manera ininterrumpida, dfa y noche, necesita-damos diecinueve millones de afios para concluir elrecuento. Supongamos ahora que contamos con unaesfera que tiene las dimensiones de nuestro universoy que en su interior introducimos un electr6n y 10marcamos. Pues bien, la posibilidad de que una per-sona, que pudiera recorrer el universo a voluntad, die-ra, a ciegas, con el electr6n a la primera, es la mismaque la de que se cumplieran de manera casual 48 pro-fecfas mesianicas en una persona concreta.

Arrancando de ese punta de partida, apoyac1oen e]

ca1culomatematico, c:puedealguien creer que las pro-fecfas mesianicas cumplidas en Jesus son fruto de lacasualidad? c:Puede alguien sin prejuicios sostenerque se trataba de una mera coincidencia? Matemati-camente, resulta imposible. Con todo, el cumplimien-to de las profecfas mesianicas en Jesus no es el unicoargumento que me lleva a aceptar la veracidad delcristianismo. Ademas, Jesus -y con ello llev6 a caboel cumplimiento de mas profecfas- resucit6 de entrelos muertos.

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Cuando se produjo la detenci6n de Jesus, la reacci6nde sus discfpulos dist6 mucho de ser ejemplar. De en-trada, uno de ellos ya 10 habia vendido por una canti-dad de monedas equivalente al salario mensual de unjornalero, pero, por si fuera poco, al tener lugar elprendimiento, todos se dispersaron e inc1uso Pedro,que 10 sigui6 hasta la casa del sumo sacerdote para sa-ber c6mo terminaba todo, fue presa del panico por laspalabras de una portera y unos criados, y 10 neg6 tresveces. Las razones de aquella reacci6n,por muy bo-chornosa que pl.ieda parecernos ahora, resultan facil-mente explicables. Jesus habia sido detenido por ordende las autoridades religioso-politicas, entregado al go-bemador romano y ejecutado en el suplicio mas vil quepudiera imaginarse. Era mas que obvio que sus segui-dores se enfrentaban con un riesgo real de sufrir undestino parecido. Y a esa sensaci6n casi tangible de pe-ligro se sumaban la decepci6n -' Jesus no se habiacomportado como un mesias victorioso sino como unsiervo sufriente que no habia abierto la boca ante susaCl1sadores- y la con['usi6n por el terrible y cruentofracaso. Hu'biera sido 16gico esperar que aquel grupo

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de atemorizados discipulos se hubiera disuelto con elpaso del tiempo 0 que se hubiera transformado en unasecta apartada del resto del mundo como sucedi6 conlos seguidores del Maestro de justicia a orillas del marMuerto.1 Sin embargo, no sucedi6 nada de eso. Por elcontrario, aquellos hombres y mujeres amedrentados,aterrados, voluntariamente ocultos, salieron de nuevoa la luz embargados por un valor inexplicable y un po-der espiritual que resistfa cualquier comparaci6n. Enapenas unas horas su conducta habia cambiado de ma-nera radical y habian pasado de esconderse a proc1a-mar a viva voz y en publico su fe en Jesus como el me-sias y el Hijo de Dios. No s6lo eso. Ellos mismos dabanla raz6n para aquella transformaci6n radical: Jesus ha-bia resucitado de entre los muertos y se les habia apa-recido en repetidas ocasiones.

La resurrecci6n de Jesus se habia convertido -y 10sigue siendo- en el gozne central sobre el que gira elcristianismo. Lejos de ser un predicador fracasado quehabia terminado tragicamente c1avado a una cruz ro-mana, lejos de ser uno de tantos mesias judios cuyas ex-pectativas se demostraron ilusorias, Jesus habia sido elSiervo sufriente profetizado por Isaias y, como sefiala-ban las Escrituras, ese siervo habia visto la vida despuesde entregarse ala muerte en expiaci6n por el pecado.Jesus no era, por 10tanto, un farsante que habia tenidola mala fortuna de padecer un destino tnigico. Por elcontrario, era el mesias prometido, habia cumplido lasprofecias y, sobre todo, habia sido reivindicado porDios, que lohabia levantado de entre los muertos.

Resulta innegable que muchos que desean conver-tir el cristianismo en una mera filosofia de vida -queluego, a decir verdad, tampoco tiene mucho que vercon 10que encontramos en la Biblia- insist.n.n que

la resurrecci6n no resulta algo relevante. Sin embar-go, la realidad es bien distinta. Como sefia16Pablo deTarso, precisamente uno de los testigos de la resu-rrecci6n de Jesus, el cristianismo carece de sentido siel mesias no se levant6 de entre 10smuertos:

Porque si no hay resurreccion de muertos, el mesfastampoco resucito y si el mesfas no resucito, entoncesnuestra predicacion es vana y tambien vuestra fe esvana. Y,por afiadidura, queda de manifiesto que somostestigos falsos de Dios; porque hemos testificado deDios que ha resucitado al mesfas; al que no ha Ievanta-do, si, ciertamente, Ios muertos no resucitan. Porque siIos muertos no resucitan, tampoco el mesfas ha resuci-tado y si el mesfas no ha resucitado, vuestra fe es vana;atm estais en vuestros pecados. Entonces tambien Iosque durmieron en el mesfas estan perdidos. Si solo enesta vida tenemos esperanza el mesfas, somos Ios masdesdichados de,todos Ios hombres, pero 10 cierto es queel mesfas ha resucitado de entre Ios muertos. Asf se haconvertido en primicia de Ios que ha.n dormido.

I Corintios 15, 13-20

La resurrecci6n de Jesus constituye, por 10tanto, unelemento esencial del cristianismo y tambien de su ve-racidad 0 falsedad. Debemos, por ello, detenernos enlas circunstancias que rodearon este acontecimiento.

Algunos autores han apuntado la posibilidad de queJeSllS efectivamente se apareciera a sus discipulos

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despues de la resurrecci6n, pero han alegado que talcircunstancia se debi6 a que nunca muri6 en la cruz.En otras palabras, se trataria de un Jesus -sin duda,un tanto deteriorado tras su paso por e1patfbulo-que habrfa aparecido vivo simplemente porque nun-ca muri6. La realidad es que semejante argumentoes muy reciente y surgi6 no en el ambito de la in-vestigaci6n hist6rica sino en el de la novelfstica conobras como The Brook Kerioth. Los datos que indi-can las fuentes hist6ricas son, desde luego, muy dis-tintos, como sefialaremos a continuaci6n. A decirverdad, Jesus estaba muerto cuando 10 bajaron de lacruz, 10 colocaron en una tumba facilmente recono-cible, sellaron e1 sepulcro, colocaron una guardiapara que 10 vigilara y hubo testigos de todos y ·cadauno de estos pasos. En paralelo, los discfpulos de Je-sus se habfan escondido aterrados temiendo un des-tino semejante al de su Maestro.

I. Jesus estaba muerto.Jesus muri6 en la cruz y ademas los soldados ro-manos comprobaron que, efectivamente, su cuerpoya era cadaver. Semejante circunstancia era habi-tual en las ejecuciones y responde a toda l6gica,puesto que ningun verdugo desea que su reo escapedel cumplimiento total de la sentencia. Lo que re-sulta inverosfmil es que soldados avezados en darmuerte a otros seres humanos no se hubieran per-catado de que Jesus segufa vivo. Las fuentes, al res-pecto, son unanimes.

Marcos 15, 43-45: «Jose de Arimatea, un senadornoble, que tambien esperaba el reino de Dios, vino, y,valientemente, se entrevist6 con Pilato, y solicit6 elcuerpo de JeStlS.Y Pilato se sorprendi6 de que ya hUM

biera muerto; y ordenando que viniera el centuri6n, Iepregunt6 si habfa muerto ya. Y, tras comprobarlo elcenturi6n, entreg6 el cuerpo a Jose.»

Juan 19, 28-37: «Despues de esto, sabiendo Jesusque todas las cosas se habfan cumplido ya, para quela Escritura se cumpliese, dijo: "Tengo sed." Y habfapor allf un vasa lleno de vinagre. Entonces empapa-ron una esponja de vinagre, y, clavada en un hisopo,se la acercaron a la boca. Y,tras tomar el vinagre, dijoJesus: "Ha sido consumado." Y,tras inclinar la cabe-za, entreg6 el espfritu. Entonces los judfos, dado queera la vfspera de la Pascua, para que los cuerpos no·permaneciesen en la cruz en el sabado, pues era elgran dfa del sabado, rogaron a Pilato que les quebra-sen las piernas, y los retiraran. Y vinieron los solda-dos, y quebraron las piernas al primero, e igualmen-te al otro que habfa sido crucificado con el. Perocuando llegaron a Jesus, al verlo ya muerto, no Ie que-braron las piernas. Sin embargo, uno de los soldadosIe abri6 el costado con una lanza, y entonces sali6sangre y agua. Y el que 10 vio, da testimonio y su tes-timonio es verdadero y el sabe que dice la verdad,para que vosotros tambien creais. Porque todo estosucedi6 para que se cumpliese la Escritura: "No Iequebrareis ningun hueso." Y tambien la otra escritu-ra que dice: "Miraran al que traspasaron."»

II. Lo llevaron a una tumba identificable.Como era de esperar, tras verificar que habfa muer-to, el cuerpo de Jesus fue conducido ala tumba. Lamanera en que se produjo esa circunstancia impli-caba un cumplimiento de varias profecfas conteni-das en:

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Isaias 53. En primer lugar,la que afirmaba que, tras sumuerte con delincuentes, Je-sus deberia haber recibido se-pultura con ellos, y, en segun-do lugar, la que sefialaba que,a pesar de la circunstanciaanterior, su tumba seria, noobstante, la de gente rica.

Mateo 27,57-60: «Y cuan-do se hizo de noche, vino unhombre rico de Arimatea, lla-mado Jose, que tambien ha-bfa sido disdpulo de Jesus.Este lleg6 a Pilato, y pidi6 elcuerpo de Jesus. Entonces Pi-lato mand6 que se Ie entrega-se el cuerpo. Y tomando Joseel cuerpo, 10 envolvi6 en unasabana limpia y 10 puso en unsepulcro nuevo que era suyo yque estaba excavado en laroca y, tras colocar una granpiedra a la entrada del sepul-cro, se march6.»

III. Hubo testigos.La sepultura de Jesus fue contemplada por varias per-sonas que podian testificar tanto sobre la manera enque Jesus habia sido llevado desde el Calvario al se-pulcro como sobre ellugar donde habia sido coloca-do su cadaver.

Mateo 27, 61: «Y estaban alIi Maria Magdalena, yla otra Maria, sentadas delante del sepulcro.»

Lucas 23, 55-56: «Ylas mujeres que habian venidocon el desde Galilea, tambien 10 siguieron y vieron el se-pulcro, y c6mo fue colocado su cuerpo. Y,de regreso aJerusalen, prepararon especias aromaticas y ungiientos;y descansaron el sabado, conforme al mandamiento.»

IV. Cerraron la tumba.El sepulcro fue asegurado de manera que nadie pu-diera profanar el cadaver de un personaje como JesLls,que habia sido objeto de una condena impulsada pOl'

las autoridades religiosas y ejecutada por el goberna-dor romano.

Mateo 27, 60: «Y tomando Jose el cuerpo, 10 en-volvi6 en una sabana limpia y 10 puso en un sepulcronuevo que era suyo y que estaba excavado en la rocay, tras colocar una gran piedra a la entrada del sepul-cro, se march6.»

V. Dispusieron una guardia.Para evitar la eventualidad de que alguien pudiera ro-bar el cadaver -e incluso alegar que Jesus habia re-sucitado- se coloc6 una guardia ante el sepulcro.

Mateo 27, 62-66: «Y al dia siguiente, que es des-pues de la preparaci6n, se reunieron los principalesde los sacerdotes y los fariseos con Pilato y Ie dijeron:"Senor, nos acordamos de que aquel impostor dijocuando todavia vivia: 'Despues de tres dias resucitare.'Ordena, por 10 tanto, que se asegure el sepulcro has-ta el dia tercero para que no vengan sus discipulos denoche, y 10 roben, y digan al pueblo: 'Ha resucitado deentre los muertos.' Y sera el ultimo error peor que elprimero." Y Pilato les dijo: "Teneis una guardia: id,aseguradlo como sabeis." Y yendo ellos, con la guar-dia aseguraron el sepulcro, sellando la piedra.»

VI. Los discipulos huyeron aterrados.Mientras sucedian todos estos hechos, los discipuloshabian corrido a esconderse temerosos de ser objetode represalias. Hubiera sido imposible para ellos apo-derarse del cadaver de Jesus teniendo en cuenta lasmedidas que se habian desplegado en torno al sepul-ero, pero es que no tenian la menor intenci6n de darun paso semejante. A decir verdad, bastante teniancon pensar en su seguridad ...

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Mateo 26, 47-56: «Y cuando todavfa estaba ha-blando, apareci6 Judas, uno de los doce, con muchagente armada con espadas y garrotes, enviada por losprincipales sacerdotes, y los ancianos del pueblo. Yelque 10 entregaba les habfa indicado una senal, di-ciendo: "AIque yo bese, ese es. Prendedlo." Y cuan-do lleg6 a la altura de Jesus, dijo: "Salve, Maestro."Y Ie bes6. Y Jesus Ie dijo: "Amigo, c:aque vienes?" En-tonces se acercaron y echaron mana a Jesus, y Ieprendieron. Y uno de los que estaban con Jesus, ex-tendiendo la mano, sac6 su espada, e hiriendo a unsiervo del sumo sacerdote, Ie quit6 la oreja. Enton-ces Jesus Ie dijo: "Vuelvetu espada a su lugar; porquetodos los que echen mana de la espada, a espada pe-recenin. c:Acasopiensas que no puedo ahora orar ami Padre, y me entregarfa mas de doce legiones deangeles?, pero c:c6mose cumplirfan entonces las Es-crituras, que senalan que asf conviene que sea he-cho?" En aquella hora dijo Jesus a las gentes: "c:Comosi fuera un ladr6n habeis salido con espadas y congarrotes a prenderme? Cada dfa me sentaba con vos-otros ensenando en el templo, y no me prendisteis.Pero todo esto sucede para que se cumplan las Es-crituras de los profetas." Entonces todos los disdpu-los huyeron, abandonandolo.

Marcos 14, 50-52: «Entonces todos sus disdpulos,abandonandolo, huyeron. Sin embargo, un joven Iesegufa con el cuerpo cubierto con una sabana y 10prendieron, pero el, abandonando la sabana, huy6 deellos desnudo.»

En apariencia, la historia de Jesus -y de sus se-guidores- habia concluido de manera tragica. Sinembargo, en tres dfas, 108acontecimientO'lxperi-

mentaron un vue1codramcitico, un vue1coque cambi6radicalmente la Historia. De entrada, la tumba en queJesus habia sido depositado, apareci6 vada.

Apesar de la guardia, a pesar de haber sido sellada, latumba se abri6 y su interior apareci6 vado. Fue unhecho comprobado por diversos testigos que 10con-templaron at6nitos y que, inicialmente, no supieronc6mo interpretarlo.

I. La tumba estaba vada.Lucas 24, 1-4: «Yel primer dfa de la semana, muy

de manana, vinieron al sepu1cro, trayendo las drogasaromciticas que habfan preparado y algunas otras mu-Jeres las acompanaban. Y hallaron que habian retira-do la piedra del sepu1cro. Y, al entrar, no hallaron elcuerpo del Senor Jesus. Y sucedi6, que, mientras seespantaban por 10 que tenian ante si, se detuvieronjunto a ellas dos varohes con vestiduras resplande-cientes.»

Juan 20, 1-4: «Y el domingo, Marfa Magdalenavino de manana, cuando aun estaba oscuro, al sepul-cro; y vio que habfan retirado la piedra del sepu1cro.Entonces ech6 a correr, y lleg6 hasta donde estabanSim6n Pedro y otro disdpulo, al que amaba Jesus, yles dijo: "Se han llevado al Senor del sepu1cro,y no sa-bemos d6nde 10han puesto." Y sali6 Pedro, y el otrodisdpulo, y se dirigieron al sepu1cro.Y corrian 10sdosjuntos, pero el otro disdpulo corri6 mas de prisa quePedro, y lleg6 el primero al sepu1cro.»

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II. El sudario de Jesus.De manera bien significativa, no solo estaba vacfo elsepulcro sino que adem as los lienzos y el sudario enque se habfa envuelto el cadaver de Jesus reposabanen ellugar.

Juan 20, 5-10: «Y bajando para mirar, via los lien-zos echados, pero no entro. Llego a continuacion Si-mon Pedro que iba detras de el y entro en el sepul-cro, y vio los lienzos echados, yel sudario, que habfatenido sobre la cabeza, separado de los lienzos, sinoenroll ado en un lugar aparte. Y entonces entro tam-bien el otro discfpulo, que habfa llegado el primero alsepulcro, y vio, y creyo. Porque aun no se habfan per-catado de 10 sefialado por la Escritura, que era nece-sario que resucitase de entre los muertos. Y regresa-ron los discfpulos con los suyos.»

El hecho de que la tumba de Jesus apareciera vacfa-10 que implica que el sello habfa sido rota y la piedramovida- causo una profunda impresion en algunos delos discfpulos. Sin embargo, la primera reaccion fue desorpresa y confusion. c:Quehabfa sucedido? c:Adonde sehabfan llevado el cuerpo de Jesus? AI dolor de tres dfasantes, c:debfa ahora sumarse el de una tumba profana-da? Todas esas preguntas recibieron una respuesta in-esperada y prodigiosa cuando en el curso de las horassiguientes, las personas mas divers as contemplaron aJesus que habfa resucitado de entre los muertos.

Se trataba de gente muy divers a y, desde luego,nada inclinada a creer que su Maestro regresarfa de latumba en esos l110mentos. En las paginas silui.ntes,

me he permitido agrupar a las personas que fueronobjeto de las diversas apariciones y despues he con-signado el orden en que se produjeron.

1. Discfpulos incredulos que no esperaban la resu-rreccion.En primer lugar, nos encontramos con aquellos quehabian crefdo en Jesus y queahora estaban sumidosen la tristeza y el desconcierto. Ninguno de ellos abri-gaba la menor idea de que aquel en el que habiancrefdo y al que habfan torturado y crucificado pudie-ra levantarse de la tumba. Sin embargo, eso fue 10queencontraron.

Lucas 24, 13-35: «Y sucedio que dos de ellos ibanel mismo dfa a una aldea llamada Emmaus que esta-ba situada a unos sesenta estadios de Jerusalen. Eiban hablando entre ellos de todas aquellas cosas quehabfan sucedido. Y sucedio que mientras iban ha-blando entre ellos, y se formulaban preguntas, se lesacerco el mismo Jesus y comenzo a caminar a sulado. Pero los ojos de ellos estaban velados para queno 10 conociesen. Y les dijo: "c:De que hablais de ca-mino y por que estais tristes?" Uno de ellos, que se lla-maba Cleofas, Ie respondio: "c:Acaso tu eres el unicoque ha venido a Jerusalen y no se ha enterado de lascosas que han sucedido en la ciudad estos dias?" En-tonces elles dijo: "c:Que cosas?" Y ellos Ie dijeron: "Losucedido con Jesus de Nazaret, que fue un hombreprofeta, poderoso en obra y en palabra delante deDios y de to do el pueblo, y como dictaron condena encontra suya los principales de los sacerdotes y nues-tros principales, y 10 crucificaron. Pero nosotros es-perabamos que el era el que debia redimir a Israel yhoy hacetrel dims que sucedi6 todo esto. Aunque tam-

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bien algunas mujeres de los nuestros nos han asom-brado, que antes de amanecer fueron al sepulcro y, alno hallar su cuerpo, vinieron diciendo que tambienhabian visto a unos mensajeros que afirmaban queesta vivo. Y fueron algunos de los nuestros al sepul-cro, y encontraron 10 mismo que habian dicho lasmujeres, pero a el no 10 vieron." Entonces elles dijo:"iOh insensatos, y tardos de corazon para creer todo10 que los profetas han dicho! (No era necesario queel mesias padeciera estas cosa,s, y entrara en su glo-ria?" Y comenzando por Moises y siguiendo con todoslos profetas, les mostro en todas las Escrituras 10 quededan de el. Y llegaron a la aldea adonde se dirigiany el hizo como que iba mas lejos, pero ellos Ie retu-vieron diciendo: "Quedate con nosotros, porque sehace tarde, y ya ha caido el dia." Entro pues a que-darse con ellos. Y sucedio que cuando estaba sentadocon ellos a la mesa, tomando el pan, 10 bendijo, y 10partio, y se 10 dio. Entonces fueron abiertos sus ojosde ellos, y Ie reconocieron, pero el desaparecio de suvista. Y se dedan el uno al otro: "(No nos ardia el co-razon en nuestro interior, mientras nos hablaba por elcamino, y cuando nos abria las Escrituras?" Y levan-tandose en aquel mismo momento, regresaron a Je-rusalen, y encontraron a los once reunidos, y a los queestaban con ellos y estaban diciendo: "Es verdad queha resucitado el Senor y se ha aparecido a Simon."Entonces se pusieron a contar las cosas que les ha-bian sucedido en el camino, y como 10 habian reco-nocido al partir el pan.»

Lucas 24, 36-49: «Ymientras hablaban estas cosas,el aparecio en medio de ellos, y les dijo: "Paz a voso-tros." Entonces ellos espantados y asombrados, pen-saron que est",ball viendo a Ull espiritu, perl .1 les

dijo: "(Por que estais turbados, y os vienen esos pen-samientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mis-mo soy: palpad, y ved porque un espiritu ni tiene car-ne ni huesos, como veis que yo tengo." Y mientras lesdeda esto, les mostro las manos y los pies. Y, comoseguian sin creerlo, embargados por la alegria y elasombro, les dijo: "(Teneis por aqui algo de comer?"Entonces Ie dieron un trozo de pescado asado, y unpanal de miel. Y ello torno, y comio delante de ellos,y les dijo: "Estas son las palabras que os hable, estan-do aun con vosotros: que era necesario que se cum-pliesen todas las cosas que estan escritas de mi en laley de Moises, yen los profetas, yen los salmos." En-tonces les abrio el entendimiento, para que entendie-sen las Escrituras y les dijo: "Asiesta escrito, y asi eranecesario que el mesias padeciese, y resucitase de en-tre los muertos al tercer dia, y que se predicase ensu nombre el arrepentimiento y el perdon de los pe-cados en todas las naciones, comenzando en Jerusa-len. Y vosotros sois testigos de estas cosas. Yvoy a en-viar la promesa de mi Padre sobre vosotros, perovosotros quedaos en la ciudad de Jerusalen, hasta queseais investidos de poder de 10 alto."

.Juan 20, 24-29: «Sin embargo, Tomas, uno de losdoce, elllamado Gemelo, no estaba con ellos cuandoJesus vino. Los otros disdpulos Ie dijeron: "AISenorhemos visto." Y elles dijo: "Si no veo en sus manos lasenal de los clavos,y meto el dedo en ellugar de los cla-vos, y meta la mana en su costado, no 10 creere." Yocho dias despues, estaban otra vez sus disdpulos reu-nidos y con ellos Tomas. VillOJesus, estando las puer-tas cerradas, yaparecio en medio de ellos, y dijo: "Paza vosotros," Luego dijo a Tomas: "Mete tu dedo aqui, ymframe lu manos: yalarga aca tu mano, y metela en

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mi costado: y no seas incredulo, sino cree." EntoncesTomas respondi6 y Ie dijo: "iSenbr mfo, y Dios mfo!" Ledijo Jesus: "Porque me has visto, Tomas, has crefdo.Bienaventurados los que no vieron y creyeron."»

II. Incredulos.Sin embargo, no s610 los discfpulos que no habfancrefdo experimentaron las apariciones de Jesus resu-citado. Tambien se apareci6 a gente que nunca habfacrefdo en el y que comenz6 a creer desde ese mo-mento. Fue el caso especialmente de Santiago, «elhermano del Senor».

Juan 7,5: «Porque ni siquiera sus hermanos (de Je-sus) crefan en el.»

Mateo 13, 55: «c:Noes este el hijo del carpintero?c:Nose llama su madre Marfa y sus hermanos Santia-go, Jose, Sim6n y Judas?»

I Corintios 15, 1-5, 7: «Ademas os declaro, herma-nos, el evangelio que os he predicado, el que tambienrecibisteis, en el que tambien perseverais, por el queigualmente, si reteneis la palabra que os he predicado,sois salvos, si no crefsteis en vano. Porque, en primerlugar, os he ensenado 10que asimismo recibf: Que elmesfas muri6 por nuestros pecados conforme alas Es-crituras; y que fue sepultado, y que resucit6 al tercerdfa, segun las Escrituras, y que se apareci6 a Pedro, ydespues a los doce... despues apareci6 a Santiago.»

III. Enemigos.Jesus no s610se apareci6 a discfpulos que se resistfana creer en la resurrecci6n y a incredulos. De hecho, elresucitado se apareci6 tambien a enemigos cuya vidacambi6 de manera radical. El caso mas obvio [1.1eelde Saulo de Tarso.

Hechos 9, 1-8: «Y Saulo, respirando aun amenazasy muerte contra los discfpulos del Senor, acudi6 alsumo sacerdote y Ie pidi6 cartas para las sinagogas deDamasco, para que si encontraba hombres 0 mujeresde esta secta, los trajera presos a Jerusalen. Y; mientrasiba por el camino, sucedi6 que, al acercarse a Damas-co, subitamente Ie rode6 un resplandor de luz proce-dente del cielo, y mientras cafa en tierra, oy6 una vozque Ie decfa: "Saulo, Saulo, c:porque me persigues?" Yel dijo: "c:Quieneres, Senor?" Y el dijo: "Yosoy Jesus aquien tll persigues: 'dura cosa es que des coces contrael aguij6n.'" El, temblando y Henode temor, dijo: "c:Se-nor, que quieres que haga?" Y el Senor Ie dijo: "Levan-tate y entra en la ciudad, y se te dira 10que debes ha-cer." Y los hombres que iban con Saulo, se quedaronat6nitos, porque ciertamente escuchaban la voz, perono vefan a nadie. Entonces Saulo se levant6 de tierra ,y abriendo los ojos, no vefa a nadie, asf que, tomando-10de la mano, 10condujeron a Damasco.»

4. EI numero de testigos

Lo cierto es que las apariciones de Jesus resucitadofueron todo, menos escasas. Aunque no podemos con-siderar que las consignadas en el Nuevo Testamentoconstituyan una relaci6n completa y exhaustiva de to-das las que acontecieron, resulta, sin embargo, im-presionante su numero. La enumeraci6n es la si-guiente:

1. A Marfa Magdalena (Marcos 16, 9; Juan 20, 14).2. Alas mujeres que regresaban del sepulcro

(Mateo 28, 9-10).

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3. A Pedro un poco mas tarde en ese mismo dfa(Lucas 24, 34; I Corintios 15, 5).

4. A los discfpulos de Emmaus (Lucas 24, 13-33).5. A los ap6stoles sin Tomas (Lucas 24, 36-43;

Juan 20, 19-24).6. A los ap6stoles con Tomas una semana des-

pues (Juan 20, 26-29).7. Asiete a orillas dellago de Tiberfades (Juan 21,

1-3).8. A mas de quinientos discfpulos (I Corintios

15, 6).9. A Santiago, el «hermano del Sefior» (I Corin-

tios 15, 7).10. A los once de nuevo (Mateo 28, 16-20; Marcos

16, 14-20; Lucas 24, 33-52).11. A los once, en la despedida en el monte de los

Olivos (Hechos 1, 3-12).12. A Saulo de Tarso (Hechos 9, 3-6; I Corintios

15, 8).

De hecho, decada y media despues de la crucifi-xi6n de Jesus la mayorfa de los que 10 habfan vistoresucitado aun vivfan y podfan dar fe de ello (I Co-rintios 15, 6).

Aquella certeza -contemplada con los ojos y palpa-da con las manos- de que Jesus habfa regresado deentre los muertos marc6 un claro antes y un innega-ble despues en la vida de sus discfpulos. Juan, afiosdespues, podrfa escribir al inicio de su primera cartareferente a «10 que hemos visto con nuestro. ojos, Ie>

que hemos contemplado y 10 que palparon nuestrasmanos referente ala Palabra de Vida» (I Juan 1, 1).No exageraba un apice y, precisamente, esa experien-cia multiplicada por centenares de casos de haber vis-to y escuchado y tocado al Jesus que habfa vencido ala muerte tuvo una consecuencia inmediata, la de uncambio espectacular e incomprensible en la vida detodos elIos, 10 mismo si habfan sido discfpulos, queincredulos 0 incluso enemigos. A continuaci6n nosvamos a detener en algunos de esos casos. Empece-mos por Pedro, el ap6stol que neg6 a Jesus hasta tresveces (Lucas 22, 54-62). Apenas unas semanas des-pues, su comportamiento era un ejemplo de valor.Veamos c6mo aparece relatado, por ejemplo, en He-chos 4, 1-22:

Y hablando ellos al pueblo, llegaron los sacerdotes, y eljefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidosporque ensefiaban al pueblo, y anunciaban en Jesus laresurrecci6n de los muertos. Y les echaron mano, y losarrojaron en la carcel hasta el dfa siguiente; porque eraya tarde, pero muchos de los que habfan ofdo la pala-bra, creyeron; y fue el numero de los varones como cin-co mil. Y aconteci6 al dfa siguiente, que se reunieron enJerusalen los principales, y los ancianos, y los escribasy Anas, sumo sacerdote, y Caifas, y Juan y Alejandro, ytodos los que eran dellinaje sacerdotal. Y poniendolosen medio, les preguntaron: «(Con que potestad, 0 enque nombre, habeis hecho vosotros esto?» Entonces Pe-dro, lleno del Espfritu Santo, les dijo: «Prfncipes delpueblo, y ancianos de Israel, puesto que se nos pregun-ta hoy acerca del beneficio hecho a un hombre enfermoy de que manera este haya sido curado, sea notorio a to-dos VOlBotroll, y tl todo eJ pueblo de Israel, que en el

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nombre de Jesus de Nazaret, el mesfas, al que vosotroscrucificasteis y Dios resucit6 de entre los muertos, porel este hombre esta en vuestra presencia sano. Jesus esla piedra rechazada por vosotros los edificadores, quese ha convertilio en piedra angular. Y en ningun otrohay salvaci6n porque no hay otro nombre debajo delcielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.»Entonces se maravillaron al ver la valentfa de Pedro yde Juan, sabido que eran hombres sin letras e ignoran-tes, y reconocfan que habfan estado con Jesus. Y, al veral hombre que habfa sido sanado, que estaba con ellos,no podfan decir nada en contra. Pero les mandaron quesaliesen de la sala y se pusieron a discutir entre sf, di-ciendo: «GQuevamos a hacer con estos hombres? Por-que es obvio que han realizado una sefial manifiesta,que resulta notoria a todos los que moran en Jemsalen,y no 10podemos negar. No obstante, para que no se di-vulgue mas entre el pueblo, vamos a amenazarlos paraque de aquf en adelante no hablen a nadie en este nom-bre.» Y tras llamarlos, les intimaron para que de nin-guna manera hablasen ni ensefiasen en el nombre deJesus. Entonces Pedro y Juan les respondieron: «Juzgadsi es justo delante de Dios obedecer antes a vosotrosque aDios, porque nosotros no podemos dejar de decir10 que hemos visto y ofdo.» Ellos entonces los despa-charon amenazandolos, no hallando ningun modo decastigarlos, por causa del pueblo, ya que todos glorifi-caban aDios por 10 sucedido. Porque el hombre enquien habfa sido hecho este milagro de sanidad, era demas de cuarenta afios.

Pedro habfa negado por tres veces a Jesus, habfacorrido asustado a esconderse mientras era crucifica-do y habfa temido, con raz6n, que la persecuei6n de-

sencadenada sobre el Maestro se extendiera a susseguidores y Ie afectara de manera tnigica. Sin em-bargo, apenas unos dfas despues, se habia enfrentadovalientemente con las autoridades que habfan decre-tado la condena de Jesus. No s610 eso. Habfa dejadode manifiesto que continuarfa predicando sus ense-fianzas porque Dios 10 habfa resucitado y porque noresultaba lfcito obedecer a Dios antes que a los hom-bres. EI cambio radical en Pedro y, dicho sea de paso,en los otros ap6stoles tenfa una causa obvia: habianvisto a Jesus resucitado.

Un caso semejante es el que vemos en Pablo deTarso. Sabemos que habfa sido un perseguidor de loscristianos, que habfa consentido en ellinchamientode Esteban y que se habfa dirigido a Damasco concartas del sumo sacerdote para detener a los seguido-res de Jesus (Hechos 8, 1-3). La aparici6n del resuci-tado en el camino de Damasco cambi6 totalmente lavida de Saulo hasta el punto de convertirlo en el ap6s-tol Pablo, el hombre que estarfa dispuesto a sufrirto do tipo de penalidades y arrostrar toda clase de su-frimientos para lograr que otros atravesaran su mis-ma experiencia espiritual. EI mismo 10 expondrfa asfante el rey judfo Agripa; como aparece recogido, porejemplo, en Hechos 26, 1-32:

Entonces Agripa dijo a Pablo: «Se te permite defender-te.» Pablo entonces, extendiendo la mano, inici6 su de-fensa, diciendo: «Acerca de todas las cosas de que soyacusado por los judfos, oh, rey Agripa, me tengo por di-choso de que hoy deba defenderme ante ti, fundamen-talmente porque conoces todas las costumbres y cues-tiones que hay entre 10sjudfos, por 10que te mego queme oigas con paciencia. Mi vida desde la juventud,

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que transcurrio desde el principio en mi nacion, en Je-rusalen, todos los judios la saben. Ellos saben que yodesde el principio, si quieren testificarlo, conforme a lamas rigurosa secta de nuestra religion, he vivido comofariseo. Y ahora, por la esperanza de la promesa quehizo Dios a nuestros padres, soy lIamado en juicio, lacual promesa nuestras doce tribus, sirviendo constan-temente de dia y de noche, esperan que ha de lIegar. Poresa esperanza, oh, rey Agripa, soy acusado por los ju-dios, pero (que es esto? (Se considera increible entrevosotros que Dios resucite los muertos? Yo ciertamentehabia pensado que tenia el deber de hacer muchas co-sas contra el nombre de Jesus de Nazaret, 10 que hiceen Jerusalen, y yo encerre en la carcel a muchos de lossantos, tras recibir potestad de los principales de los sa-cerdotes, y cuando los entregaban a la muerte, yo vota-ba a favor. Y muchas veces, persiguiendolos por todaslas sinagogas, los force a blasfemar, y enfurecido contraelIos, los persegui hasta en las ciudades del extranjero.En eso me hallaba ocupado, cuando iba a Damasco conpotestad y comision de los principales de los sacerdo-tes. Almediodia, oh, rey, vi en el camino una luz del cie-10, que sobrepujaba el resplandor del sol, la cual me ro-deo junto con los que iban conmigo. Y habiendo caidotodos nosotros en tierra, oi una voz que me hablaba, ydeda en lengua hebrea: "Saulo, Saulo, (por que me per-sigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijon." Yoentonces dije: "(Quien eres, Senor?" Yel Senor dijo: "Yosoy Jesus, a quien tu persigues, pero levantate, y ponteen pie; porque para esto me he aparecido a ti, para de-signarte siervo y testigo de las cosas que has visto y delas que te mostrare, librandote del pueblo y de los gen-tiles, a los que ahara te envio, para que abras SUI ojos,para que se conviertan de las tinieblas a Ill. t~, y ae la

potestad de Satanas a Dios; para que reciban, por la feen mi, perdon de pecados y lugar entre los santifica-dos." Por 10 cual, oh, rey Agripa, no fui rebelde a la vi-sion celestial. Por el contrario, la anuncie, en primer lu-gar a los que estan en Damasco, y Jerusalen, y por todala tierra de Judea, y a los gentiles, para que se volvie-sen y se convirtiesen aDios, realizando obras propiasde la conversion. Por esta causa, los judios, echandomemana en el temple, intentaron matarme, pero ayudadopor Dios, persevero hasta el dia de hoy, dando testimo-nio a pequenos y a grandes, no diciendo nada fuera delas cosas que los profetas y Moises dijeron que habiande suceder: Que el mesias habia de padecer, y ser el pri-mere en la resurreccion de los muertos, para anunciarluz al pueblo y a los gentiles.» Y,mientras se defendia,Festo a gran voz exclamo: «Estas loco, Pablo: las mu-chas letras te vuelven loco.» Pero el dijo: «No estoy loco,excelentfsimo Festo, sino que hablo palabras de verdady de sensatez porque el rey, delante del cual tambien ha-blo en confianza, conoce estas cosas. Porque no creeque ignore nada de esto; pues no ha sido lIevado a caboen algun rincon. (Crees, rey Agripa, a los profetas? Yose que crees.» Entonces Agripa Ie dijo a Pablo: «Porpoco me persuades para ser cristiano.» Y Pablo dijo:«Dios quisiera que por poco 0 par mucho, no solamentetu, sino tambien todos los que hoy me oyen, estuviereiscomo yo, excepto por estas cadenas.» Y cuando termi-no de hablar, se levanto el rey, seguido por el presiden-te, y Berenice, y los que se habian sentado con elIos; Y,cuando se hubieron retirado aparte, hablaban unos conotros, diciendo: «Nada digno ni de muerte ni de prision,ha lIevado a cabo este hombre.» Y Agripa dijo a Festo:«Podia ser puesto enlibertad este hombre, si no hubie-ra apelado a Cesar.»

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Como sucede con el caso de Pedro, Pablo fue unhombre cambiado totalmente tras contemplar a Jesusresucitado. En ambos casos, su vida concluyo con elmartirio durante la persecucion del emperador Ne-ron. La tumba vacia, las numerosas apariciones, elcambio prodigioso experimentado por los discipulos,el testimonio de cientos de personas dejan de mani-fiesto que Jesus resucito de entre los muertos y se lesaparecio. Semejante hecho ha sido objeto de inter-pretaciones alternativas. Aunque sea someramente,debemos examinarlas.

Las endebles versiones alternativas:lno pudo ser...?

I. ( ... un desmayo?Uno de los intentos de explicar los hechos aconteci-dos en aquellos dfas es sefialar que Jesus no murio enla cruz. Aparecido, como ya sefialamos, en The BrookKerioth fue retomado despues por Hugh Schonfieldpara su obra The Passover Plot, de la que se realizarfauna mediocre pelicula. Sin embargo, la tesis del co-lapso 0 desmayo resulta insostenible. Un Jesus quehabfa sido flagelado, que habfa recibido golpes innu-merables, que habfa tenido los pies davados a la cruzdurante horas y que habfa recibido una lanzada en elcostado, (habrfa recorrido el camino de Jerusalen aEmmaus charlando tranquilamente con los dos disci-pulos? Cuesta creerlo, pero supongamos que asf fue.En ese caso, un Jesus que habfa colgado de la cruz ypreviamente habfa sido flagelado por los romanos,(habrfa impresionado a los discipulqs hasta el puntade convencerlos de que habfa vencido a la 111uerte?

Aceptemos tambien tan inverosfmil eventualidad, eseJesus deshecho y semimoribundo, (hubiera llevada.alincredulo Santiago 0 al enemigo Saulo a creer en el?Decididamente no.

La tesis del Jesus desvanecido que luego vuelve ensf puede tener alguna utili dad -limitada- para unrelato de ficcion, pero no hay manera de encajarla nosolo con 10 que nos relatan las fuentes historicas, sinocon el simple sentido comun.

II. i.... una alucinacion?Otra tesis repetida ocasionalmente -en especial enrelacion con Pablo- es la de que las apariciones delresucitado no pasaron de ser una alucinacion. Unavez mas, la teorfa crea mas problemas de los que pre-tende resolver. De entrada, una alucinacion deriva 0

del consumo de sustancias susceptibles de provocar-la 0 de un trastorno mental. Nada lleva a pensar quePedro, Juan 0 Pablo padecieran una dolencia mental-mas bien, a juzgar por 10 que dejaron escrito, ha-brfa que llegar a una conclusion muy diferente- y,desde luego, la idea de consumo de estupefacientes 0

de embriaguez resulta absolutamente ridicula. Porotro lado, cuando se tiene en cuenta ademas 10 nu-merosas que fueron las apariciones -varios centena-res de personas- la tesis de la alucinacion se vuelveimposible de sostener.

III. i.... una equivocacion?Otra posibilidad apuntada para intentar explicar lacreencia en la resurreccion es el hecho de que las mu-Jeres encontraron una tumba vacia y 10 interpretaroncomo Ul1a pnleba de que JeS(lShabfa resucitado, pero,en rcalidac1,todo Ie reducfa a que habfan confundido

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el sepulcro. Semejante explicaci6n no da cuenta delfen6meno de las numerosas apariciones, pero, sobretodo, pasa por alto que un error de ese tipo habriasido descubierto en seguida. La predicaci6n de Pedroy Juan hubiera quedado invalidada de manera inme-diata mediante un expediente tan sencillo como el deensefiar el cadaver de Jesus. Tal eventualidad no seprodujo y por ello no qued6 reflejada en ninguna delas fuentes antiguas ni siquiera en aquellas, como lasrabinicas, que son abiertamente hostiles a Jesus y asus seguidores.

IV. ( ... un robo?Al fin y a la postre, la tesis alternativa mas verosimiles la que ya pensaron en su momenta los adversariosjudios de Jesus y de la que advirtieron a Poncio Pila-to, la de que los discipulos robaran el cadaver y lue-go, mendazmente, afirmaran que habia resucitado.

Sin embargo, esta tesis, a pesar de ser la menosdisparatada, tambien es insostenible. Resulta total-mente inverosimil que unos discipulos que habianhuido aterrados al ser prendido Jesus salieran a laluz unos dias despues para predicar con valor 10quesabian que era una mentira no s610 descarada sinoblasfema, y aun resulta mas increible que decidierancomportarse asi conscientes de que semejante con-ducta podria costarles la vida de la misma maneraque habia sucedido con el Maestro. Ciertamente, nofaltan en la Historia los casos de gente que muri6equivocada, pero eso es algo muy distinto de arries-garse a perder la vida por algoque se sabe que esmentira.

No s610eso. Una vez mas, el cambio radical de losdiscipulos -y de los incredulos y enemigos- s610

puede explicarse por la suma de factores innegablescomo la tumba vacia y las apariciones. No fue -comose afirma inexacta y frivolamente tantas veces- la fela que origin6 la creencia en la resurrecci6n, sino quela comprobaci6n factica de que la resurrecci6n habiatenido lugar fue la que provoc6 el nacimiento de la feincluso en aquellos, como Santiago 0 Pablo, que nohabian creido.

Guste 0 no, los datos que tenemos en las fuenteshist6ricas s610pueden ser comprendidos si se llega auna conclusi6n que es, ala vez, una proclamaci6n ale-gre: jJesus ha resucitado!

Se trata -y no existe exageraci6n en ello- de mo-tivo mas que suficiente para creer en la veracidad delcristianismo y, efectivamente, asi queda reflejado enlos primeros documentos hist6ricos. Sin embargo, nosoy cristiano s610por eso.

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PORQUE DA RESPUESTAALAS PREGUNTAS ETERNAS

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QUIENES SOMOS, DE DONDE VENIMOS ...

En la parte anterior, he sefialado que el cristianismoes verdad y que esa veracidad se sustenta, entre otrosargumentos, en el hecho de. que Jesus cumpli6 lasprofecias relacionadas con el mesfas y que resucit6 deentre los muertos apareciendose a centenares de per-sonas y cambiando radicalmente sus vidas. Sin em-bargo, a esa veracidad se suma el hecho de que el cris-tianismo da una respuesta cabal alas preguntasclasicas de la filosoffa, las que pretenden averiguarquienes somos, de d6nde venimos y ad6nde vamos.Esa respuesta cabal es otra de las razones por las quesoy cristiano.

Definir quien es exactamente el ser humano resulta de-terminante para interpretar el mundo que nos rodea ypara comportarnos en consecuencia. Los que ereenque el genero humano es una suma de razas que com-piten entre sf como las especies en la Naturaleza nohan tenido htlt6ricamente problema alguno en inten-

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tar dominar a algunas de esas razas e incluso en em-prender el exterminio de los distintos. Los que afirmanque la Humanidad se divide en clases sociales y que lalucha entre ellas es la unica via de progreso, hist6rica-mente se han dedicado con verdadero entusiasmo alexterminio de aquellos que consideraban enemigos declase. En ambos casos -y no s6lo en ellos- la ideade que el ser humano es un simple animal sin dimen-si6n espiritual y trascendente colabor6 poderosamen-te a la pnictica del crimen en masa. Desde luego, nodeja de ser revelador y deberia mover a reflexi6n quelas dos ideologias con un efecto letal mas pavoroso enla Historia de la Humanidad -el nacionalsocialismoaleman y el comunismo- fueran ateas y abiertamenteanticristianas. Si el nacionalsocialismo cost6 cincuen-ta millones de muertos, el socialismo real arranc6 lavida a no menos de cien millones de inocentes.

El cristianismo, sin embargo, parte de unas basesmuy diferentes, unas bases que implican una visi6ndigna y enaltecedora del ser humano. Este es -comovar6n y hembra- un ser creado a la imagen y seme-janza de Dios. Al respecto, el relato de Genesis 1, 26-28 no puede ser mas explicito:

Y dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen,conforme a nuestra semejanza;y domine sobre los pe-ces de la mar, y sobre las avesde los delos, y sobre lasbestias, y sobre toda la tierra, y sobre todo animal quese arrastra sobre la tierra.}}Y creo Diosal hombre a suimagen, a imagen de Dios10 creo; varon y hembra loscreo. Y los bendijo Diosy les dijo Dios:«Crecedy mul-tiplicaos,y llenad la tierra, y sojuzgadla,y gobernad so-bre los peces de la mar, y sobre las avesde los delos, ysobre todas las bestias que se mueven sabre la tierra.))

El texto, en su conmovedora sencillez, rezuma elo-cuencia y, aunque sea de manera breve, debemos se-fialar algunos de sus puntos esenciales:

1. El hombre NO es un animal como las aves, 10speces 0 las bestias. A pesar de los parecidos su-perficiales que puedan sefialarse, es un ser to-talmente distinto y la diferencia la establece demanera esencial el hecho de que lleva impresaen si la imagen y semejanza de Dios.

2. El hombre -el ser que refleja la imagen y se-mejanza de Dios- no es s6lo el var6n, sino tam-bien la mujer. La lucha de sexos sera por ellosiempre una conducta contra la esencia del ge-nero humano, un suicidio de la Humanidad, depesimas consecuencias.

3. El ser humano tiene como obligaci6n someter elentorno que Ie rodea y que es esencialmente di-ferente de si mismo. Su dominio, sin embargo,no es desp6tico.

4. El ser humano vive en un cosmos donde los as-tros 0 las bestias no son dioses, como creianegipcios, griegos 0 romanos. Por otro lado, setrata de una creaci6n buena surgida de la manade Dios.

De semejante punto de partida, la tradici6n judeo-cristiana ha extraido a 10largo de los siglos una visi6nde la que parten los derechos humanos y el concep-to de persona, una dignificaci6n de la mujer, una con-templaci6n de la Naturaleza respetuosa y, a la vez,desacralizada, y un impulso para dominar el cosmosy estudiarlo. Basta observar la ausencia de estos con-ceptos en otras culturas para comprender la enormerelevancia de este breve pasaje del Genesis en la His-toria de la Humanidad.

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Sin embargo, resulta obvio que semejante visi6ncolisiona con 10 que contemplamos a diario. De en-trada, el hombre puede comportarse peor que las bes-tias, que no suelen atacar a los miembros de su pro-pia especie, y la armonfa entre sexos dista mucho deser una realidad. A eso se suma una naturaleza hostilque se resiste a ser dominada y que sepresenta no po-cas veces agresiva e incluso criminal. A decir verdad,el individuo tiene incluso serios problemas para estaren paz consigo mismo. <. C6mo se ha fraguado eseabismo entre aquella realidad senalada por el Genesisy la que podemos contemplar mediante el simple ex-pediente de leer los diarios, encender el televisor 0 mi-rar por el balc6n? Es el mismo libro del Genesis elque responde a la pregunta atribuyendo la dram<iticadiferencia a la Cafda primigenia (Genesis 3).

Es la desobediencia original del genero humano-la Cafda-la que ha introducido enla Historia unestado de alienaci6n que separa al ser humano detodo 10 que verdaderamente importa: Dios, el otrosexo, el trabajo, la Naturaleza, nosotros mismos ...Esa es la terrible realidad en que vivimos. Aunque so-mos seres creados a imagen y semejanza de Dios y esonos confiere una incomparable dignidad, la Cafda-una denominaci6n ciertamente elegante para des-cribir la rebeldfa culpable del genero humano contraDios- ha empanado terriblemente esa realidad. Asf,nos hallamos en un estado de ruptura con Dios y porello de nuestro propio ser, de los demas, de las condi-ciones en que se desarrolla nuestra vida y del cosmos.No s610eso. En nuestro estado de enfermedad espiri-tual, caminamos de forma inexorable hacia nuestraperdici6n eterna,

Lo que conservamol de ,\quellas primigenias ima-

gen y semejanza de Dios nos resulta evidente, porejemplo, en el talento, en la belleza 0 en la bondad,pero semejantes realidades, que pueden alcanzar elnivel de 10 sublime, no nos pueden llevar a negarotras que son terribles y que nos situan ante seres hu-manos que se comportan como verdaderas fieras consus semejantes, y tambien ante nuestras carencias yrebeldfas.

Jesus reflej6 de manera fiUy clara el estado en quese hallan los seres humanos recurriendo a imagenescomo la de los enfermos que necesitan a un medico(Mateo 9, 9-13), la de una pobre oveja perdida que esincapaz de regresar a su redil, la de una moneda que,extraviada, nunca podrfa por sus propios medios vol-ver al bolsillo de su ama 0 la de un joven calavera queha desperdiciado su existencia y se encuentra en unasituaci6n deplorable. Estas tres ultimas imagenesaparecen recogidas precisamente en uno de los Evan-gelios donde se describen con mas claridad las notascompasivas del caracter de Jesus:

Y se acercaban a el todos los publicanos y pecadorespara oido. Y murmuraban los Fariseos y los escribas,diciendo: «I~,stea los pecadores recibe, y con elloscome.» Y elles propuso esta parabola: «(Quien de vo-sotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, nodeja las noventa y nueve en el campo, y va en busca dela que se perdi6, hasta que la halla? Y,cuando la halla,alegre, se la pone sobre los hombros. Y,al Jlegar a casa,reline a los amigos y a los vecinos, diciendoles: "Felici-tadme porque he hallado mi oveja que se habia perdi-do." Os digo, que de la misma manera habra mas gozoen el cielo por un pecador que se arrepiente, que pornoventa y l'1\.lcve justos, que no necesitan arrepenti-

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miento. (0 que mujer que tiene diez dracmas, si pierdeuna dracma, no enciende la luz y barre la casa, y buscacon diligencia hasta hallarla? Y cuando la halla, reu-ne alas amigas y alas vecinas, diciendo: "Felicitadme,porque he hallado la dracma que habia perdido. Osdigo que de la misma manera hay mas gozo entre losangeles de Dios por un pecador que se arrepiente."»Y dijo: «Un hombre tenia dos hijos; y el menor de ellosdijo a su padre: "Padre, dame la parte de la haciendaque me pertenece", y les reparti6la hacienda. Y no mu-chos dias despues, reuniendo todo el hijo menor, parti6hacia una provincia lejana, y alIi dilapid6 su haciendaviviendo perdidamente. Y cuando hubo malgastadotodo, se produjo una hambruna grande en aquella pro-vincia, y comenzaron a faltarle los recursos. Y fue y searrim6 a uno de los ciudadanos de aquella tierra, que Ieenvi6 a su hacienda para que apacentase los puercos.Y deseaba llenarse la andorga con las algarrobas quecomian los puercos, pero nadie se las daba. Y volvien-do en si, dijo: "jCUantos jornaleros en casa de mi padretienen abundancia de pan, y yo aqui me muero de ham-bre! Me levantare y acudire a mi padre, y Ie dire: 'Padre,he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy dignode ser llamado hijo tuyo. Tratame como a uno de tusjornaleros.'" Y levantandose, acudi6 a su padre y cuan-do aun se encontraba lejos, 10 via su padre, y se con-movi6 y ech6 a correr y se Ie ech6 al cuello, y comenz6a darle besos. Y el hijo Ie dijo: "Padre, he pecado con-tra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llama-do hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Sacadel mejor vestido, y vestidlo, y pone dIe un anillo en lamano, y calzado en los pies. Y traed el becerro grueso,y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta, porque estehijo mio habia muerto y ha vuelto a la vida, se hahfa

perdido, y ha sido hallado." Y comenzaron a celebrarlo.Y su hijo mayor estaba en el campo y cuando regres6 yestuvo cerca de casa, escuch6 la musica y las danzas;y llamando a uno de los criados, Ie pregunt6 que eraaquello. Yelle dijo: "Ha llegado tu hermano y tu padreha ordenado sacrificar el becerro cebado porque 10 ha re-cuperado sana y salvo." Entonces se enoj6, y no queriaentrar. Sali6 su padre, y se puso a rogarle que entrara,pero el, respondiendo, dijo al padre: "Llevo tantos afiossirviendote, sin quebrantar nunca tu voluntad y nuncame has dado un cabrito para divertirme con mis amigos,pero cuando ha venido este hijo tuyo, que ha consumidotu hacienda con rameras, has ordenado que sacrifiquenel becerro cebado para el." Entonces Ie dijo: "Hijo, tusiempre estas conmigo, y todo 10 mio es tuyo, pero eranecesario celebrar una fiesta y alegrarnos porque tu her-mana habia muerto y ha vuelto a la vida; se habia perdi-do, y ha sido hallado."»

Las imagenes utilizadas por Jesus para expresar lasituaci6n del genero humano dificilmente podrian sermas graficas. Apartados de Dios, no pasamos de ser,en terminos espirituales, como la oveja que s610 pue-de quejarse, pero que jamas encontrarfa por sf sola elcamino de vuelta; como la moneda que, perdida en unrinc6n, nunca podra retornar al bolso de su ama;como el enfermo al que s610 puede curar un medicoo como ese muchacho que desperdici6 10 que posefay se via reducido a una situaci6n tan vergonzosacomo la de un judfo que, en tierra extrafia, ha de cui-dar animales tan impuros como los cerdos. Cierto. Al-gunos seres humanos pueden trazar extraordinariosproyectol arquitect6nicos, combatir la enfermedad,

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investigar los arcanos del cosmos, pero, en el planoespiritual, su situaci6n no es mejor que la de otros se-mejantes. La realidad -desagradable, pero innega-ble- es que, como sefia16Jesus en sus parabolas, so-mos una especie perdida e incapaz de remontar porsus propios medios, ese estado de perdici6n. Y no setrata s610 del conjunto de la Humanidad. Todos ycada uno de nosotros, en mayor 0 menor medida, he-mos quebrantado la ley de Dios -jhemos pecado!-y somos culpables.

Esa misma ensefianza de Jesus la encontramos ex-presada de manera mucho menos grafica, pero conenorme perspicacia teo16gicaen los escritos de Pablo.Merece la pena detenerse por unos instantes en la for-ma en que el ap6stol que antafio persigui6 a los dis-cipulos de Jesus expresa la situaci6n de la Humani-dad en su escrito mas importante, la epfstola a losromanos.

A diferencia de la mayorfa de sus textos, esta cartade Pablo no pretende responder a situaciones cir-cunstanciales que se han planteado en iglesias funda-das por el como es el caso de las dirigidas a los co-rintios 0 a los tesalonicenses. Tampoco busca atendernecesidades de caracter pastoral como sucede en lasenviadas a Timoteo, a Tito 0 a Filem6n. Por el con-trario, se encuentra dirigida a unos hermanos en lafe que s61010conocian de ofdas y a los que deseabaofrecer un resumen sistematico de su predicaci6n. Enese sentido, mas que ninguna otra de sus obras, la di-rigidaa los romanos merece el nombre del Evangeliosegun Pablo y tambien mas que ninguna otra recogela mayor parte de su cosmovisi6n de forma sistemati-ca y completa.

Pablo tiene la intenci6n de o:freceruna versi6n de-

tallada de 10que es el Evangelio,la buena noticia que seanuncia a todos y, precisamente por ello, igual que Je-sus, pone el dedo en la llaga de la situaci6n en quenos encontramos espiritualmente todos los seres hu-manos. El primer tema abordado por el antiguo per-seguidor es el de nuestro terrible y grave distancia-miento de Dios. Por eso, desde el inicio, deja sentadoel estado de culpabilidad universal del genero huma-no. Se trata de una descripci6n que el ap6stol realizapor partes iniciandola por los gentiles, por los paga-nos, por los que no pertenecen al pueblo de Israel delque el mismo sf formaba parte. De los gentiles puedeafirmar 10siguiente:

Porque es manifiesta la ira de Dios del cielo contra todaimpiedad e injusticia de los hombres, que detienen laverdad con la injusticia: Porque 10 que de Dios se cono-ce, a ellos es manifiesto; porque Dios se 10 manifest6.Porque las cosas que de el son invisibles, su eterno po-der y su deidad, se perciben desde la creaci6n del mun-do, pudiendo entenderse a partir de las cosas creadas; demanera que no tienen excusa: Porque a pesar de haberconocido a Dios, no Ie glorificaron como aDios, ni Iedieron gracias; por el contrario, se enredaron en vanosdiscursos, y su coraz6n necio se entenebreci6. Asegu-rando que eransabios, se convirtieron en necios: cam-biaron la gloria del Dios incorruptible por una imagenque representaba a un hombre corruptible, y aves, y ani-males de cuatro patas, y reptiles serpientes. Por eso,Dios los entreg6 a la inmundicia, alas ansias de sus co-razones, de tal manera que contaminaron sus cuerposentre sf mismos: ya que cambiaron la verdad de Dios porIa mel'ltira, honrando y sirviendo alas criaturas antesque 1\1Cr•• clof, el cual es bendito por los siglos. Amen.

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Por esto Dios los entreg6 a pasiones vergonzosas;puesaun sus mujerescambiaron el natural uso del cuerpoporel que es contrario a la naturaleza:Y de la misma mane-ra, tambien los hombres, abandonando eluso natural delas mujeres, se encendieron en pasiones concupiscenteslos unos con los otros, realizando cosas vergonzosashombres con hombres, y recibiendo en si mismos lapaga adecuada a su extravio.Y como no se dignaron re-conoceraDios, Dioslos entreg6a una mente depravada,que los Hevaa hacer indecencias, rebosando de todainiquidad,de fornicaci6n,de maldad, de avaricia,de per-versidad; Henosde envidia, de homicidios, de contien-das, de engafios, de malignidades;murmuradores, de-tractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios,altivos, inventoresde maldades, desobedientesa los pa-dres, ignorantes, desleales,sin afecto natural, despiada-dos:estos, aun sabiendode sobra el juicio de Dios-quelos que practican estas cosas merecen la muerte-, nos610las hacen, sino que ademas respaldan a los que lashacen.

La descripci6n que Pablo hace del mundo paganoen el texto previo coincide, en lineas generales, conotros juicios expresados pOl' autores judios de la An-tigtiedad y, en menor medida, con fi16sofos paganos,pero su enorme actualidad deriva del hecho de que estambien ajustada al mundo en que vivimos a iniciosdel s. XXI. La linea argumental resulta de especial ni-tidez, desde luego. De entrada, a juicio de Pablo, laraiz de la degeneraci6n moral del mundo paganoarranca de su negativa a reconocer el papel de Dios enla vida de los seres humano!il. Que Dios existe es algoque se desprende de 1& ,milma creaci6n, pero e1 ser

humano ha preferido sustituirlo pOl' el culto alascriaturas. Ha entrado asi en un proceso de declive enel que, de manera bien significativa, las pnicticas ho-mosexuales constituyen uno de los paradigm as deperversi6n en la medida en que son actos contrariosa 10que la propia Natura1eza dispone.

El volverse de espaldas aDios tiene como conse-cuencia primera el rechazo de unas normas morales,10que deriva en pn'icticas pecaminosas que van de lafornicaci6n a la deslealtad pasando par el homicidio,la mentira 0 la murmuraci6n. Sin embargo, el proce-so de deterioro moral no concluye ahi. Da un pasomas ana cuando los que hacen el mal no se limitana quebrantar la ley de Dios, sino que adem as se com-placen en que otros sigan su camino perverso. Setrata del estadio en el que el adliltero, el ladr6n, eldesobediente a los padres 0 el que practica la homo-sexualidad no s6lo deja de considerar que sus practi-cas son malas, sino que incluso invita a otros a imi-tarle y obtiene con ello un placer especial.

Sin embargo, Pablo no era tan ingenuo como parapensar que el veredicto de culpa pesaba linicamentesobre los paganos. POl'el contrario, estaba convenci-do de que, ante Dios, tambien los judios, el puebloque habia recibido la Torah de Dios, era culpable. Alrespecto, sus palabras no pueden ser mas claras:

He aqui, tu tienes el sobrenombre de judio, y descan-sas en la Torah y presumes de Dios,y conoces su vo-luntad, y apruebas 10mejor, instruido por la Torah y

conGasque eres guia de los ciegos,luz de los que estanen tinieblas,maestro de los que no saben, educador denii'\os,que Henesen la Torah la formulaci6n de la cien-cia y de Ia verdad.Tll puel1i, que ensefias a otro, ino te

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ensefiasa ti mismo? c:Tu,que predicas que no se ha dehurtar, hurtas? c:Tu,que dices que no se ha de cometeradulterio, cometes adulterio? c:Tu,que abominas losidolos, robas templos? c:Tu,que te jactas de la Torah,con infracci6n de la Torah deshonras aDios? Porque elnombre de Dios es blasfemado por vuestra culpa entrelos gentiles, tal y como esta escrito. Porque la circunci-si6n en realidad tiene utilidad si guardas la Torah,perosi la desobedeces tu circuncisi6n se convierte en incir-cuncisi6n.

La conclusi6n a la que llegaba Pablo dificilmentepodia ser refutada. Los gentiles podian no conocer laTorah dada por Dios a Moises, pero eran culpables enla medida en que desobedecian la ley natural que co-nocian e incluso podian llegar a un proceso de des-composici6n etica en el que no s6lo no se oponian almal, sino que se complacian en el Yllegaban a impul-sar a otros a entregarse al quebrantamiento de la leynatural. Los gentiles, por 10tanto, eran culpables. Enel caso de los judios, su punta de partida era superiorsiquiera porque habian recibido la Torah, pero su cul-pa era, como minima, semejante. Tambien los judiosquebrantaban la Torah. El veredicto era obvio:

... ya hemos acusado a judios y a gentiles, de que todosestan debajo de pecado. Comoesta escrito: No hay jus-to, ni siquiera uno.

El hecho de que, a fin de cuentas, todos los sereshumanos son -somos- pecadores Y,.en mayor 0 me-nor medida, han-hemos- quebrantado la ley natl1-

ral 0 la Torah parece que admite poca discusi6n. Sinembargo, hist6ricamente no han faltado las interpre-taciones teo16gicas que afirman que esa culpabilidadpodria quedar equilibrada 0 compensada mediante elcumplimiento, aunque sea parcial, de la ley de Dios.Enotras palabras, es cierto que todos somos culpa-bles, pero podriamos salvarnos mediante la obedien-cia, aunque no sea del todo completa Yperfecta, a laley divina. La objeci6n parece haber estado presenteen la mente de Pablo porque la refuta de manera con-tundente al afirmar que la ley no puede salvar:

Porque sabemos que todo 10 que la ley dice, se 10 dice alos que estan bajo la ley 10 dice, para que toda boca setape, y todo el mundo se reconozca culpable ante Dios:Porque por las obras de la ley ninguna carne se justifi-cara delante de el; porque por la ley es el conocimientodel pecado.

Una vez mas, Pablo aniquila con una l6gica con-tundente a la posible objeci6n. La ley no puede salvar,porque, en realidad, 10unico que su contenido deja demanifiesto es que todo el genero humano es culpable.De alguna manera, la ley es como un term6metro quemuestra la fiebre que tiene un paciente, pero que nopuede hacer nada para curarlo. Cuando un ser hu-mana es colocado sobre la vara de medir de la ley 10que se descubre es que es culpable ante Dios en ma-yor 0 menor medida. La ley incluso puede mostrarlehasta que punto es pecador, pero nada mas. Esa es 1£1,conclusi6n de quienes somos, una especie caida ennl1estra desobediencia, una sum a de individuos tanextraviados como una oveja perdida, tan inertes como

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una moneda caida en un rincon, tan dignos de lasti-ma como un joven que ha desperdiciado su existen-cia. El juicio puede ser aspero, duro, desagradable,impertinente incluso, pero, por encima de todo, escierto y muestra hasta que punto el cristianismo seencuentra a una enorme distancia de cualquier bue-nismo ingenuo y que, por afiadidura, resulta estupido.Pero el cristianismo no se limita a responder a la pre-gunta de quienes somos y de donde venimos. Tambiennos indica hacia donde vamos y, al hacerlo, nos brin-da un mensaje de amor y de esperanza.

La respuesta a la pregunta del futuro -y el presentey los pasados- del genero humano es tajante en elcristianismo. Sin Dios, manifestado en Jesus muertoy resucitado, el genero humano va a la perdicion. Nose trata unicamente del destino individual de cada serhumano separado de Dios, sino tambien del futurocolectivo. No solo el porvenir inmediato, sino toda laeternidad. La Humanidad que insiste en vivir de es-paldas a Dios, que escucha sus mandatos como im-posiciones incomodas e intolerables, que 10 despreciacomo una quimera, no tiene la menor legitimidadpara quejarse del mal en el mundo y mucho menospara atribuirselo aDios. Desde luego, pocos espec-taculos mas obscenos se pueden contemplar que el deesos comentaristas que no pierden ocasion para pedirel final de todo 10 que sea divino 0 sagrado y que lue-go protestan porque Dios -de cuya existencia se si-guen burlando- no ha intervenido para paliar cual-quier mal. Precisamente, esas conductas han ~idohist6ricamente las que han acabado derivando en el

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GULAGy en Auchswitz, dos paradigm as del horrorhumano que nacen directamente de despreciar aDios. Y no cabe engafiarse. Ni comunistas ni nacio-nalsocialistas adoraban el mal. En sus filas, con se-guridad habia idealistas que sofiaban con un futuromejor. Ese futuro, sin embargo, no tenia lugar paraDios y, por afiadidura, era contemplado como unaepoca en que habrian desaparecido sectores enterosde la sociedad. Ese futuro seria mejor sin judios -enel caso de los nacionalsocialistas- 0 sin enemigos declase -en el caso de los comunistas- y arrancandode ese punto de partida ambas ideologias perpetraronlos peores crimenes que conoce la Historia humana.En ambos casos ademas millones creyeron que se tra-taba de la acci6n gloriosa de la punta de lanza delprogreso. Si Hitler fue propuesto para el premio No-bel de la paz y su legalizaci6n de la eutanasia fue·con-siderada una medida progresista; Lenin y Stalin fue-ron vistos como luminarias del genero humano, cuyasatrocidades quedaban mas que justificadas por elavance que significaban para la implantaci6n del so-cialismo. Consideradas ambas situaciones con laperspectiva que da el tiempo, parecen una versi6n dela parabola del Hijo pr6digo ampliada en el horrorde los asesinatos masivos. Pudiendo vivir el bien, di-lapidaron la herencia de civilizaci6ny se entregarona un mal que aniquil6 millones de vidas, pero, pordesgraciada afiadidura, no volvieron en si para acudiral Padre en petici6n de perd6n y vida restaurada.

Sin embargo, resulta muy facil ver el mal s610en elexterior -yen modelos sociales desaparecidos- y nocontemplarlo en nosotros mismos. c:Acasonuestraexistencia no es tambien un reflejo de 10que implicavivir de espaldas a Dios? La angustia que deriva de la

mentira, la ansiedad que nace de una visi6n desajus-tada de 10material, la amargura que nace de una vi-vencia de la sexualidad contraria a los mandatos deDios, el vertigo de un futuro que se dibuja incierto pormor del propio egoismo... esa es la realidad que se de-riva de que, en mayor 0 menor medida, todos los se-res humanos son -somos- culpables ante Dios.

Para ocultarnos esa verdad innegable construimosideales pasajeros -a veces, absurdos- que nos hagansentirnos buenos y justos. Supuestamente, plantar unarbol puede equilibrar nuestra envidia; apoyar la cau-sa de unos nifios tercermundistas a los que quiza nonos acercariamos si los vieramos sirve para negar laindiferencia que nos producen los sobrinos; acusar alos politicos de embusteros cubre el uso sistematicode la mentira y el engafio en nuestras vidas; burlar-nos de los contenidos de la telebasura supuestamentelegitima como nuestra propia sexualidad se ha dese-quilibrado ... Ninguna de esas excusas tiene el menorvalor y en momentos de lucidez nosotros mismos so-mos conscientes de 10endeble de nuestras pobres men-tiras y de 10innegable de nuestras culpas, unas menti-ras y unas culpas que merecen el juicio de un Diosjusta y que ya, ahora, comienzan a sufrir su mereci-do castigo, su anticipo del estado eterno de perdici6napartados del Dios del que nos apartamos con nues-tras acciones cotidianas.

Sin embargo, el cristianismo -a diferencia, porejemplo, del existencialismo de Camus- no se limitaa poner el dedo sobre la llaga de un mal indudable.Ademas anuncia un mensaje de Buenas noticias, deEvangelio, de salvaci6n, que descansa sobre la perso-na y la obra de Jesus.

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Dentro de su incomparable fuerza grafica, el mensajede Jesus es de una claridad extraordinaria. Siento sialguno se desilusiona con 10 que voy a senalar a con-tinuacion, pero el Jesus de las fuentes historicas notiene punto de contacto ni con el dirigente social alestilo del Che Guevara, ni con el mensaje esoterico deEl C6digo Da Vinci, ni con la dictadura de 10 polftica-mente correcto. Cuando alguien incurre en el inmen-so atrevimiento de senalar que Jesus apoyaria un pro-yecto de ley 0 se sumaria a una causa social, solocontribuye a oscurecer -si es que no a pervertir gra-vemente- su mensaje. Para saber 10 que haria 0 di-ria Jesus basta con releer los Evangelios ... y no de-jarse llevar por las declaraciones del personaje deturno.

El corazon del mensaje de Jesus es eillamamientoa la conversion, a volverse a Dios, a cambiar de exis-tencia, porque Dios ha venido al encuentro del hom-bre y en esa aventura esta dispuesto a entregarse a lamuerte para pagar sus pecados y dar ejemplo de vida.Al respecto, las fuentes no dejan la menor duda.Cuando Jesus comenzo su ministerio, su mensaje era«arrepentfos porque el reino de los cielos ha llegado»(Mateo 4, 17). El arrepentimiento, lejos de ser un do-lor pasajero por los pecados, es la palabra espanolaque traduce el hebreo teshuvah (vuelta) y el griegometanoia (cambio de mente). Es la conversion, el vol-verse aDios, el cambiar de vida orientandola segunlos principios del reino de Dios.

Ese arrepentimiento no es una mera opcion. Es, enrealidad, la unica alternativa que existe para que laHumanidad, en general, y cada ser humano, en par-

ticular, no perezca. Al respecto, es interesante 10 queJesus senalo:

En este mismo tiempo se encontraban alIi algunosqueIe hablaron acerca de los galileos cuya sangre habiamezclado Pilato con los sacrificiosque llevaban.Jesusles respondi6: «(Acasopensais que estos galileoseranmas pecadores que todos los galileosporque sufrieronesto?Puesyoos digoque no, y si no os arrepentis, todosvosotrosperecereisde la mismamanera. 0 aquellosdie-ciocho sobre los que cay6 la torre en Siloe,y los mat6,Gacasopensais que eran mas culpables que todos loshombres que habitan en Jerusalen?Puesyo os digoqueno, y si no os arrepentis, todosvosotrosperecereisde lamisma manera.)}

El mensaje de Jesus diffcilmente puede ser masclaro. Algo en nuestra naturaleza tiende a buscar se-res peores que nosotros, en realidad 0 en apariencia,que, al parecer, nos evitan, al compararlos con nues-tra vida, la necesidad de conversion, de arrepenti-miento, de cambio de vida. Dado que la Historia tie-ne ejemplos como Stalin 0 Hitler, 0 incluso todosconocemos a gente especialmente embustera, rijosao ladrona, la tarea dista mucho de ser diffcil. Sin em-bargo, Jesus deja de manifiesto que semejante con-ducta carece de valor y que, quiza, aunque puedaservir en algunos casos para enganarnos a nosotros,no tendra ese efecto en el Dios y juez del genero hu-mano. Seguramente, somos mejores que Hitler 0

Stalin, pero aun asi no dejamos de ser culpables yla unica via que existe para evitar nuestra ruina es lac0l1versi6n.

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Sin embargo, no deberfamos caer en el nefastoerror de pensar que nuestra conversi6n es un acto ex-traordinario que merece recompensa. A decir verdad,no servirfa de nada si Dios no hubiera tornado la ini-ciativa y saliera a nuestro encuentro en la persona yla obra de Jesus. Sin el pastor que se empefi6 en en-contrar la oveja, sin el ama de casa que barri6 una yotra vez hasta dar con la moneda, sin el padre que co-rri6 a abrazar a su hijo y 10recibi6 con una fiesta, laoveja, la moneda y el estupido hijo menor serfan tresentes desdichados condenados al extravfo y la soledadperpetuos.

Permftaseme continuar con esa cuesti6n. Dios havenido en Jesus a buscar al ser humano, pero esa bus-queda ha ido mas aHa de pronunciar parabolas prodi;..giosas 0 de dar ensefianzas morales de una altura su-blime. Ademas -en cumplimiento de 10anunciado porlos profetas- el mesfas debfa morir pagando los peca-dos del genero humano. Isafas habfa sefialado c6moYHVHcargarfa el pecado de todos sobre el siervo-me-sfas (Isafas 53, 6) y que pondrfa su vida en expiaci6npor el pecado (Isafas 53, 10). Como el mismo Jesus se-fia16de manera bien explfcita, «el Hijo del Hombre noha venido para ser servido, sino para servir y para darsu vida en rescate por muchos» (Marcos 10, 45).

Hist6ricamente, las modas han hecho que, a 10lar-go de los siglos, se haya enfatizado en mayor 0 menormedida la gravedad de ciertos pecados. En algunasepocas, los pecados relacionados con el sexo han sidoconsiderados especialmente dafiinos mientras que enotras -como la actual- casi han adquirido categorfade merito humano. En algunas epocas, la esclavitud hasido considerada casi como algo digno de disculpa,mientras que hoy horrorizarfa a cualquiera. En algu-

nas epocas, elderramamiento de sangre no ha tenidouna importancia especial mientras que en otras ha cau-sado una especial repugnancia y, por supuesto, a estohay que afiadir las diferencias culturales que hacenque, por ejemplo, hoy en dfa, el golpear alas esposasresulte no s610lfcito sino preceptivo en ciertas partesdel globo mientras que en otras constituye el paradig-ma de la maldad humana. Dios no sufre de nuestrasdistorsiones morales. Su ley muestra la misma repug-nancia por la inmoralidad sexual ahora que hace tressiglos, la misma aversi6n por el asesinato ahora quehace un milenio y el mismo rechazo por la mentiraahora que antes del nacimiento de Jesus. Ante El ten-dremos que responder, pero tambien a El podemos vol-vemos y acudir para recibir el perd6n por nuestros pe-cados. Precisamente para que asf fuera, Jesus se hizohombre y muri6 en la cruz de tal manera que pudoafirmar que «elque oye mi palabra y cree en el que meenvi6, tiene vida eterna, y no sera condenado, sino queha pasado de muerte a vida» (Juan 5, 24).

Los ap6stoles corroboran el mensajede Buenas Nuevas de Jesus

EI mensaje que Jesus entreg6 a sus contemporaneosfue el mismo -exactamente, el mismo- de la predi-caci6n apost6lica. Se trata de un mensaje que podrfaresumirse en cinco puntos:

1. Todos somos pecadores.2. Todos estamos sujetos por nuestros pecados al

juicio y a la ulterior condenaci6n de Dios.3. Todos somos incapaces de superar esa situaci6n

por nosotros mismos.

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4. Dios viene a nuestro encuentro en Jesus quemurio por nuestros pecados en la cruz.

5. Somos llamados a convertirnos recibiendo asigratuitamente el perdon de nuestras culpas.

Por supuesto, la exposicion mas sistematizada deeste anuncio de Buenas Noticias la proporciona Pa-blo, pero, como veremos, no es el unico. Regresemospor unos instantes a la carta a los Romanos. Como vi-mos en el capitulo anterior, Pablo ha desarrollado demanera brillante -e irrefutable- el tema de la cul-pabilidad universal y ademas ha indicado algo que, enno escasa medida, resulta pavoroso: no solo es que laley de Dios no nos salva, sino que ademas nos indicahasta que punto somos pecadores. Naturalmente, lapregunta que se plantea entonces es obligada: si elhombre no puede salvarse por sus propias obras, porsus propios meritos, por sus propias acciones; si la leyde Dios, lejos de salvarlo, solo Ie muestra que es in-cluso mas culpable de 10 que cree, (como puede sal-varse de la justa condenacion de Dios?

La respuesta de Pablo -como la de Jesus- hundesus rakes en los textos del Antiguo Testamento quehacen referencia a la muerte de un ser inocente enpago por los pecados de los culpables, en las profe-cfas sobre un mesias que morira en expiacion por lasculpas del genero humano (Isaias 53) y en la propiapredicacion de Jesus que se ha presentado como esemesias-siervo que entregara su vida en rescate pormuchos (Marcos 10, 45). No es original, por 10 tanto,y tampoco pretende serlo. Lo que hace es reproducirel mensaje de Jesus de manera meticulosa y extraor~dinariamente bien expuesta. Dios -que no puede serjusta y, a la vez, declarar justa a alguien que es peca~dor e injusto- ha enviado a alguien para morir en ex-

piacion por las faltas del genero humano. Esa obrallevada a cabo por el mesias Jesus no puede ser ni pa-gada ni adquirida ni merecida. Tan solo cabe acep-tarla a traves de la fe 0 rechazarla. Aquellos que laaceptan a traves de la fe son aquellos a los que Diosdeclara justos, a los que justifica, no porque sean bue-nos sino porque han aceptado la expiacion que Jesusllevo a cabo en la cruz. De esa manera, Dios puede serjusta y, al mismo tiempo, justificar al que no 10 es. Deesa manera tambien queda claro que la salvacion esun regalo de Dios, un result ado de su gracia y no delas obras 0 del esfuerzohumano:

Pero ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifes-tado, testificada por la ley y por los profetas, la justiciade Dios por la fe en Jesus el mesfas, para todos los quecreen en el: porque no hay diferencia; por cuanto todospecaron, y estan destituidos de la gloria de Dios; siendojustificados gratuitamente por su gracia a traves de la re-denci6n que hay en el mesfas Jesus; al cual Dios ha colo-cado como propiciaci6n a traves de la fe en su sangre,para manifestaci6n de su justicia, pasando por alto, en supaciencia, los pecados pasados, con la finalidad de ma-

. nifestar su justicia en este tiempo, para ser justo, y, alavez, el que justifica al que tiene fe en Jesus. c:D6ndeque-da, por 10 tanto, el orgullo? Se ve excluido. c:Porque ley?c:Porlas obras? No, sino por la de la fe.Asfque llegamosa la conclusi6n de que el hombre es justificado por fe sinlas obras de la ley.

EI argumento de Pablo en Romanos aparece ex-puesto ademas como si dialogara con un adversarioinvisible que Ie plantea distintas objeciones a las que

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responde de manera s6lida, razonada y contundente.Por ejemplo, se puede plantear si todo 10 que Pablo-siguiendo a JeSllS- sostiene no choca con las Es-crituras del Antiguo Testamento en las que la Torahtiene un papel central. La respuesta de Dios es queprecisamente en la propia Torah ya se ensefia que lasalvaci6n no es por obras, sino un regalo de la graciade Dios, que se recibe a traves de la fe. EI caso deAbraham, el padre de los creyentes, 0 el del rey Davidson una buena muestra de ello:

(Que, pues, diremos que hall6 Abraham nuestro padresegun la carne? Porque si Abraham fue justificado porla obras, tiene de que gloriarse; aunque no para conDios, pero (que dice la Escritura? Y crey6 AbrahamaDios, y Ie fue computado como justicia. Sin embargoal que hace obras, no se Ie cuenta el salario como gra-cia, sino como una deuda. Pero al que no realiza obras,sino que cree en aquel que justifica al impfo, la fe Ie escontada por justicia. Tambien David dice que es bien-aventurado el hombre al que Dios atribuye justicia sinobras, al afirmar: Bienaventurados aquellos cuyas ini-quidades son perdonadas, y cuyos pecados son cu-biertos. Bienaventurado el hombre al que el Sefior noimput6 pecado. (Esta bienaventuranza es en la circun-cisi6n 0 tambien en la incircuncisi6n?, porque decimosque a Abraham fue contada la fe por justicia. (C6mopues Ie fue contada? (En la circuncisi6n, 0 en la incir-cuncisi6n? No en la circuncisi6n, sino en la incircunci-si6n. Y recibi6 la circuncisi6n como sefial, como sellode la justicia por la fe que tuvo en la incircuncisi6n:para que fuese padre de todos 10screyentes no circun-cidados, para que tambien a ellos les sea contado porjusticia; Y padre de la circuncisi6n, no solamente para

los que son de la circuncisi6n, sino tambien para losque siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padreAbraham antes de ser circuncidado. Porque la prome-sa no Ie fue dada a Abraham por la ley ni tampoco a sudescendencia, que serfa heredero del mundo, sino queIe fue dada por la justicia de la fe... Por tanto es por lafe, para que sea por gracia; para que la promesa sea fir-me para toda descendencia, no solamente para el quees de la ley, sino tam bien para el que es de la fe deAbraham, el cual es padre de todos nosotros.

Precisamente, el inicio del capitulo 5 de la cartaa los Romanos constituye un resumen de todala exposici6n del camino de salvaci6n expuesto porPablo:

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Diospor medio de nuestro Sefior Jesus el mesfas: por el cualtambien tenemos entrada mediante la fe a esta graciaen la cual estamos firmes y nos gloriamos en la espe-ranza de la gloria de Dios.

Pero para Pablo no basta con sefialar la fe como lavia por la que el hombre al final recibe la salvaci6n deDios y es declarado justa por Dios, es decir, es justifi-cado. Ademas quiere dejar claramente de manifiestoque el origen de esa circunstancia es el amor de Dios,un amor que no merece el genero humano porque fuederramado sobre el cuando estaba caracterizado porla enemistad con Dios:

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Y la esperanza no averguenza; porque el amor de Diosha sido derramado en nuestros corazones por el Espf-ritu Santo que nos ha sido dado. Porque el mesfas,cuando aun eramos debiles, a su tiempo, muri6 por losimpfos. Es cierto que ya es raro que alguien muera poruna persona que sea justa. Sin embargo, es posible quealguien se atreva a morir por alguien bueno. Pero Diosdeja de manifiesto su amor para con nosotros, porquesiendo aun pecadores, el mesfas muri6 por nosotros.Por 10 tanto, justificados ahora en su sangre, con mu-cha mas raz6n seremos salvados por el de la ira. Porquesi cuando eramos enemigos fuimos reconciliados conDios mediante la muerte de su Hijo, mucho mas ahoraque ya estamos reconciliados, seremos salvados por suvida.

Pablo coincide con Jesus de una manera prodigio-sa: Dios nos ha amado sin motivo, ha enviado a suHijo a morir por el genero humano y la salvaci6n esun regalo divino que se recibe no por meritos propiossino a traves de la fe.

Ese mismo mensaje -que algunos se empefian encircunscribir a Pablo- es el que hallamos en el restode los escritos apost6licos. Juan, por ejemplo, afirma:

En esto se mostr6 el amor de Dios para con nosotros,en que Dios envi6 a Su Hijo unigenito al mundo paraque vivamos gracias a el. En esto consiste el amor, noen que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que EInos am6 a nosotros, y envi6 a su Hijo como sacrificiopor nuestros pecados.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado la vidaeterna y esa vida esta en Su Hijo. EI que tiene al Hijotiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tienela vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creeisen el nombre del Hijo de Dios para que sepais que te-neis vida eterna y para que creais en el nombre delHijo de Dios.

Lo mismo hallamos en Pedro, el que neg6 a Jesustres veces y cuya vida fue transformada radicalmen-te al contemplar a su Maestro resucitado de entre losmuertos:

Fuisteis rescatados de vuestra vacfa forma de vida, querecibisteis de vuestros padres, no con cosas corrupti-bles, como el oro 0 la plata, sino con la sangre preciosadel mesfas, como un cordero sin mancha y sin conta-minaci6n, ya destinado desde antes de la creaci6n delmundo, pero manifestado en los ultimos tiempos poramor de vosotros.

Cristopadeci6una solavezpor lospecados,el justo por losinjustos, para conducimos aDios

Dios no ha dejado al genero humano -ni a ningu-no de nosotros- abandonado a pesar de que se em-pei'ie en volverle la espalda. Por el contrario, 10amaYI lejos de dejarse llevar por la c61eraque provoca unaoveja estt1pida que se pierde 0 un hijo ingrato y necio

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que dilapida su existencia, «amo tanto al mundo queenvio a Su Hijo unigenito para que todo aquel que creaen el no se pierda sino que tenga vida eterna» (Juan3, 16). El que cree en Jesus, el que Ie entrega su vida«no se perdeni sino que ya ha pasado de muerte avida» (Juan 5, 24). Esa ha sido la experiencia de mi-llones de seres humanos durante los dos pasadosmilenios. Es mi propia experiencia.

El fenomeno de la conversion aDios es extraordina-riamentesencillo y, ala vez, se encuentra dotado deuna trascendencia incomparable. Jesus mismo ense-fio que provoca el gozo de los angeles en el cielo, ungozo que supera al de contemplar a aquellos que yano necesitan convertirse. Yo experimente esa conver-sion hace ahora mas de tres decadas en circunstan-cias que son similares a las de muchos otros y dife-rentes a la de otros tantos, pero que, en cualquiercaso, coinciden con 10 que encontramos en el NuevoTestamento.

Durante el bachillerato habia estudiado griego conespecial placer y cuando entre en la universidad deci-di seguir leyendo en aquella lengua a diario guiadofundamentalmente por el deseo de no perder unos co-nocimientos ya adquiridos. Para llevar a cabo esapractica cotidiana, compre un Nuevo Testamento engriego -la lengua en que se redacto originalmente-y comence a leerlo cada mafiana. Ya en sexto de ba-chillerato, habia tenido ocasion de traducir algunos[yagmentos de Lucas y de Pablo y, por tanto, la expe-riencia, lingiifsticamente hablando, no era nueva. Sin

embargo, el impacto espiritual no se asemejo a nadaque hubiera podido experimentar antes.

Si la lectura de los tres primeros Evangelios no mellevo mucho mas alla de la apreciacion de un codigoetico especialmente sublime y de un caracter, el de Je-sus, autenticamente extraordinario, el Evangelio deJuan me conmovio de una manera mucho mas per-sonal. Hasta entonces habia podido verlo todo comoun espectador especialmente interesado en cuestionesfilologicas, pero el texto redactado por Juan «para quecreais que Jesus es el mesias, el Hijo de Dios, y paraque creyendo tengais vida en su nombre» (Juan 20,31) abrio un boquete en aquella coraza de caracterunica y exclusivamente intelectual. Sin embargo, norecibi entonces la gracia de la conversion. Esta no seproduciria hasta que llegue a la primera carta de Pa-blo que aparece en el Nuevo Testamento, la destinadaa los romanos.

La manera en que el apostol describia la situaciondel genero humano me parecio totalmente irrefuta-ble. Todos y cada uno de nosotros somos pecadores yno solo eso, cuando estudiamos los mandatos deDios, lejos de llegar a la conclusion de que podemosacercarnos a £1 por nuestros propios meritos, si so-mos honrados, descubrimos 10 lejos que estamos deSu presencia. Como sefialo acertadamente el judiode Tarso, «sabemos que todo 10 que la ley dice, se 10dice a los que estan bajo la ley,para que toda boca setape, y todo el mundo se reconozca culpable anteDios». (Romanos 3, 19.) Sf. Pablo tenia razon al afir-mar que «por las obras de la ley ninguna carne se jus-tificara delante de £1; porque por la ley es el conoci-miento del pecado». (Romanos 3, 20.)

Sin embargo, esa conclusi6n -que, con toda la

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honradez del mundo, no podfa yo negar- iba unidaa un anuncio de amor y esperanza: Jesus el mesfashabfa muerto para pagar con su sangre los pecadosdel genero humano. No s610 eso. Ese Dios de amorme invitaba a recibir a traves de la fe ese sacrificioque habfa sido realizado para darme la vida eterna.Igual que el carcelero de la ciudad de Filipos, yo mehabia formulado en las semanas anteriores la si-guiente pregunta: «(Que debo hacer para ser salvo?»,y la Biblia me respondia 10mismo que habia contes-tado el ap6stol Pablo: «Cree en el Senor Jesus y serassalvo.» (Hechos 16, 30-31.)

Fue entonces cuando reconod ante Dios mi condi-ci6n de pecador, cuando Ie pedf perd6n por mis peca-dos, cuando acepte mediante la fe 10que Jesus habiallevado por mi en la cruz, y cuando, a fin de cuentas,me convert! al que Tomas llam6 «Mi Senor y mi Dios»(Juan 20, 28) con la intenci6n de vivir en adelante si-guiendo sus ensenanzas.

Aquella conversi6n era s610el inicio. Ante mf co-menzaba un camino que constituye, en mi opini6n,una de las razones mas poderosas para ser cristiano:la posibilidad de iniciar una nueva vida.

PORQUE EL CRISTIANISMO SIGNIFICAUNA NUEVA VIDA

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Muchas personas piensan -muy erroneamente- quela vida del cristiano es una existencia marcada por eldeseo de obtener la salvacion eterna. Para lograr esameta, el cristiano se dedicarfa a ir acumulando meri-tos a 10 largo de su existencia en la conviccion de quesu suma Ie franqueanllas puertas del cielo. Sin duda,se trata de un punto de vista popular y extendido en-tre creyentes y no-creyentes, pero tiene un terrible de-fecto y es el de no corresponderse con la Verdad en-sefiada en el Nuevo Testamento.

Algo seme.lantesucede con la vision diametralmenteopuesta que sostiene que la persona recibe el perdon deun Dios inmensamente amoroso, pero que eso no signi-fica que su vida deba experimentar cambios ya que, enrealidad, Dios ve con acentuada benevolencia, cuandono con total indiferencia, la manera en que quebrantaSu ley. Al parecer, los que defienden esa vision .lamashan lefdo -0 si 10han lefdo se permiten despreciarlo-el pasa.le de la Biblia en el que Jesus indica taxativa-mente ala adultera sorprendida en su pecado: «Yotam-poco te condeno. Vete y no peques mas.» (Juan 8, 11.)EI mensaje de fa Biblia es, a la vez, sencillo y pro-

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fundo. Los seguidores de Jesus no se esfuerzan porconformar su vida alas ensefianzas del Maestro parasalvarse, sino porque ya han recibido esa salvaci6n ydesean manifestar su gratitud hacia un acto de am orque no han merecido. Al respecto, no deja de ser sig-nificativo que Pablo pudiera escribir: «Por gracia ha-beis sido salvados a traves de la fe, y eso no es cosavuestra, sino que es un regalo de Dios; no es porobras, para que nadie presuma, porque somos hechu-ra suya, creados en el mesias Jesus para buenasobras, que Dios prepar6 de antemano para que andu-viesemos en ellas.» (Efesios 2, 8-10.)

Contra 10 que algunos parecen opinar, seguir a Je-sus no significa que uno acepta su Amor inmerecidoy sigue en la vida vieja con la convicci6n de que Dioscomprende que sigamos siendo los mismos que antesde nuestra conversi6n. En realidad, sucede exacta-mente 10 contrario. Tras recibir la salvaci6n que vie-ne de Dios, se nos ofrece la maravillosa posibilidad decambiar nuestra vida y de caminar en una existencianovedosa segun el ejemplo de Jesus. Al respecto, Pe-dro -que sabia mas que sobradamente 10 que impli-caba el cambio de vida- escribi6:

Porque para esto fuisteis llamados, porque tambien e1mesfas padecio por nosotros dejandonos un patron deconducta para que caminemos sobre sus pisadas ... e1cua111evonuestros pecados en su cuerpo sobre e1made-ro, para que nosotros, habiendo muerto a 10specados, vi-vamos para 1ajusticia, y por cuya herida fuisteis sanados.Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, peroahora os habeis convertido a1Pastor y Obispo de vues-tras a1mas

Es facil encontrar en las palabras de Pedro clarasresonancias de las parabolas de Jesus y de las pro fe-cfas mesianicas. Antes de nuestra conversi6n, somosla oveja perdida de la que hab16 el Maestro (Lucas 15)y ciertamente, si podemos recibir la salvaci6n es por-que el mesias-siervo llev6 sobre si el castigo por nues-tros pecados (Isaias 53, 4-7, 10). Sin embargo, eso ess6lo el principio. Ahora comienza la mayor aventuraque puede vivir un ser humano, la de seguir a Jesuspara convertirse en alguien que se asemeja a el.

Como ya sospechara el lector, la exposici6n masamplia y sistematica de la cuesti6n es ofrecida porPablo, precisamente -aunque no de manera exclu-siva- en su carta a los romanos. La primera con-clusi6n etica de Pablo tras exponer su visi6n de lasalvaci6n -visi6n, insistamos en ello, que no es ori-ginal sino que corresponde a la de otros .predicado-res cristianos del s. I y puede enlazarse con el Anti-guo Testamento- no es la de continuar la vieja vidadespues de la conversi6n que acepta la gracia amo-rosa de Dios, sino to do 10 contrario. As! 10 plantea demanera inmediata:

.(Que vamos a decir entonces? (Vamos a continual' en elpecado para que aumente 1agracia? De ninguna mane-ra, porque 10sque hemos muerto a1pecado, (como va-mos a seguir viviendo en e1?(0 no sabeis que todos 10sque somos bautizados en e1mesfas Jesus, somos bauti-zados en su muerte? Porque somos sepultados junta-mente con e1en 1a muerte a traves del bautismo; paraque como e1mesfas resucito de 10s muertos por 1a glo-ria del Padre, asf tambien nosotros andemos de una ma-nera nueva de vida ... Sabiendo esto, que nuestro viejohombre f1.ulI crucificado junto can 61,para que e1cuerpo

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del pecado sea deshecho, a fin de que ya no sigamos sir-viendo al pecado.

Naturalmente, Pablo no era tan ingenuo comopara pensar que la suma de la gratitud por la salva-ci6n recibida por la gracia y de la mera voluntad hu-mana pudiera operar un cambio de naturaleza. Sabiamas bien que la insistencia en negar la propia natu-raleza human a y en afirmar la impecabilidad podiaprovocar las disfunciones espirituales que aquejabana no pocos personajes religiosos de su epoca como era .el caso de los fariseos. Gustara 0 no gustase, reconodala realidad de que la naturaleza humana esta inclina-da claramente hacia el mal incluso en aquellos quehan sido justificados por la fe. De hecho, el pasaje quevamos a ver a continuaci6n -cuya fuerza ha intenta-do ser descartada por algunos aduciendo que descri-be al Pablo anterior a la conversi6n- nos muestra aun hombre que, de manera humilde y sincera, reco-noce su propia condici6n:

Porque 10 que hago, no 10 entiendo; y tampoco hago 10que quiero. Por el contrario, hago precisamente 10 queaborrezeo. Y si hago 10 que no quiero, apruebo que laley es buena. De manera que no soy yo el que actua,sino el pecado que mora en mi. Y yo se que en mi (esdecir, en mi carne) no reside el bien: porque el querer10 tengo, pero el hacer el bien no 10 consigo.

Porque no hago el bien que quiero; sino que hago elmal que no quiero. Y si hago 10 que no quiero, ya no 10realizo yo, sino el pecado que mora en mi. Asi que, alquerer hacer el bien, me encuentro con esta ley: Que elmal esta en mf. Porql.le seg(m el hombre interior, me de-

leito en la ley de Dios. Sin embargo, veo otra ley en mismiembros, que se rebela contra la ley de mi espiritu, yque me lleva cautivo a la ley del pecado que esta en mismiembros.

Conmueve ver la forma en que Pablo concluye estaexposici6n senalando sus carencias humanas y, a lavez, su confianza en que Dios Ie ayudara a vencerlas:

jMiserable de mil (Quien me librani de este cuerpo demuerte? Gracias doy aDios, por Jesus el mesias, Senornuestro. Asi que, yo mismo con la raz6n sirvo a la leyde Dios, pero con la carne a la ley del pecado.

Es cierto que Pablo no negaba la inclinaci6n al malpropia de la naturaleza humana y tambien es obvioque no ocultaba que su raz6n deseaba hacer el bienpor encima de su capacidad para ejecutarlo. Y,sin em-bargo, Pablo no caia en el desanimo. Era conscientede que, a pesar de sus limitaciones, resultaba posible-y obligado- vivir de una manera nueva. La clave re-sidia en someterse a la acci6n del Espiritu Santo. Alrespecto, puede afirmarse que Pablo era un confiadooptimista, no porque creyera en la supuesta bondad deuna naturaleza humana que conoda de sobra, sinoporque era consciente del poder del Espiritu:

Por 10 tanto, no existe ninguna condenaci6n para losque estan en Jesus el mesias, los que no andan confor-me a la carne, sino conforme al espiritu. Porque la leydel Espiritu de vida en el mesias Jesus me ha librado deIa ley del pecado y de la lTIuerte. POl"que 10 que era im-

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posible para la ley, por cuanto era debil por la carne,Dios 10 ha llevado a cabo enviando a su Hijo en seme-janza de carne de pecado, ya causa del pecado, conde-no al pecado en la carne; para que la justicia de la ley secumpliera en nosotros, los que no andamos conforme ala carne, sino conforme al espiritu. Porque los que vivenconforme a la carne, se ocupan de las cosas que son dela carne; pero los que viven de acuerdo al espiritu, seocupan de las cosas del espiritu. Porque la intencion dela carne es muerte; pero la intencion del espiritu, vida ypaz: porque la inclinacion de la carne es enemistad conDios; porque no se somete a la ley de Dios, ni tampocopuede. De manera que los que estan en la carne no pue-den agradar aDios, pero vosotros no estais en la carne,sino en el espiritu, si es que el Espiritu de Dios mora envosotros. Y si alguno no tiene el Espiritu del mesias, esque no es deel. Sin embargo, si el mesias esta en voso-tros, el cuerpo ala verdad esta muerto a causa del pe-cado; pero el espiritu vive a causa de la justicia. Y si elEspiritu de aquel que levanto de los muertos a Jesusmora en vosotros, el que levanto al mesias Jesus de losmuertos, tambien dara vida a vuestros cuerpos morta~les por su Espiritu que mora en vosotros ... Porque to-dos los que son guiados por el Espiritu de Dios, esos sonhijos de Dios.

La vivencia del Espiritu tiene una importancia ex-traordinaria, como sefia16 Pablo, aunque, una vezmas, su punto de vista al respecto no fuera original,sino que se retrotrajera a la predicaci6n judeo-cris-tiana, al mismo Jesus e incluso al Antiguo Testamen-to que habia prometido su efusi6n en 10stiempos me-sianicos (Joel 2). Ese Es.piritu que mora en el interior

de los que han sido justificados por la fe es el que datestimonio de que son hijos de Dios (v. 16) y comohijos, herederos de Dios y coherederos del mesias(v. 17).En ese sentido -yen contra de un t6pico err6-neo muy extendido- la fe cristiana no predicaba nique todos los hombres son hijos de Dios ni tampocouna fraternidad universal. S6lo son hijos de Diosaquellos a los que Dios ha adoptado porque han acep-tado por fe a Jesus el mesias (Juan I, 12). De hecho,la manifestaci6n final de esos hijos de Dios -los quetienen en su interior el Espiritu Santo- tendra unasconsecuencias que pueden calificarse como c6smicas(v. 19 y ss.). Basta entonces, el Espiritu va a socorrerala debilidad de los hijos de Dios ayudandoles inclu-so a pedir 10que mas les conviene aunque no sean ca-paces de colegirlo por si mismos (v.26 y ss.). Precisa-mente, aillegar a este punto de su exposici6n Pablo laconcluye con uno de los himnos mas hermosos que sehan escrito nunca dedicados al amor de Dios y a laconfianza que este puede infundir en los que han ex-perimentado la conversi6n. Nada puede separarnosdel amor de Dios ni de su salvaci6n, pero es que ade-mas aunque no podamos entender todo 10que nos su-cede a diario, debemos tener en cuenta que Dios ac-tua para que todo discurra siempre para nuestro bien:

Y sabemos que todas las cosas ayudan a bien a los queaman a Dios, a los que han sido llamados conforme asu proposito. Porque a los que antes conocio, tambienlos predestino para que fuesen hechos conformes a laimagen de su Hijo, para que el sea el primogenito de en-tre muchos hermanos; y a los que predestino, a estostambien 10s llama; y a los que llamo,a estos tambienlos justific6; y H 108que justifico, a estos tambien los

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glorific6. (Pues que diremos a esto? Si Dios esta a fa-vor de nosotros, (quien puede estar contra nosotros? Elque no escatim6 a su propio Hijo, sino que mas bien 10entreg6 por todos nosotros, (c6mo no va a darnos tam-bien con el todas las cosas? (Quien acusara a los esco-gidos de Dios? Dios es el que justifica. (Quien es el quecondenara? El mesias es el que muri6; mas aun, elque tambien resucit6, quien ademas esta a la diestra deDios, el que tambien intercede por nosotros. (Quien nosapartara del amor de Cristo? (La tribulaci6n? (0 la an-gustia? (0 la persecuci6n? (0 el hambre? (0 la desnu-dez? (0 el peligro? (0 la espada? Como esta escrito: Porcausa de ti vamos a la muerte todo el tiempo. Somoscontados como ovejas de matadero. Sin embargo, en to-das estas cosas, somos mas que vencedores por mediode aquel que nos am6. Por 10 cual estoy segura de queni la muerte, ni la vida, ni angeles, ni principados, nipotestades, ni 10 presente, ni 10 por venir, ni 10 alto,ni 10 bajo, ni ninguna criatura nos podra apartar delamor de Dios, que es en el mesias Jesus Senor nuestro.

Tras el acto de la conversion, existe la posibilidadde una vida nueva. Se trata de una nueva vida que elser humano es incapaz de crear -los experimentosdel «hombre nuevo» comunista son un ejemplo san-grantemente tragico de ello- pero que resulta posibleen el seguimiento de Jesus y con la ayuda amorosa delEspfritu Santo. Esa nueva vida es, a mi juicio, una delas razones mas poderosas para ser cristiano. A laconcrecion de algunos aspectos de esa vida, estan de-dicadas las paginas siguientes.

LA NUEVA VIDA (II):VIDA, VERACIDAD Y AMOR

Hay muchas personas que padecen ideas profunda-mente erroneas sobre la etica cristiana. Algunos la con-ciben como un codigo retrogrado que solo busca amar-gar la existencia de gente que ama disfrutar 10 buenode la vida. Otros la ven como un conjunto de puntosque deben ser sumados para a1canzar el cielo. Inc1usono faltan los que consideran que se trata de un con-junto de norm as morales que deberian inspirar la ac-cion polftica. Cualquiera de estos puntos de vista se en-cuentra muy extendido y, sin embargo, todos sonsustancialmente erroneos. De entrada, las ensefianzasmorales del Nuevo Testamento no son un intento dearruinar la existencia de nadie sino que, por el contra-rio, llevan en sf una enorme fuerza de liberacion. Ensegundo lugar, como ya indicamos en paginas anterio-res, la obediencia alas ensefianzas de Jesus es llevadaa cabo no paraobtener la salvacion, sino porque ya seha recibido la salvacion que Dios otorga. Finalmente,la ensefianza moral del cristianismo desborda y rebasacualquier ideologfa polftica y asf fue comprendido por108 discfpulos de Jesus desde 10sprimeros siglos.

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En las siguientes paginas, intentare mostrar, sinel menor animo de ser exhaustivo, c6mo esa nuevavida de libertad se expresa en algunos aspectos con-cretos.

Jesus, presentandose como buen pastor, indic6 clara-mente que habfa venido «para que tengan vida y latengan en abundancia» (Juan 10, 10). Precisamenteporque su misi6n era dar vida y vida en plenitud, pue-de entenderse el enorme valor que tiene el hecho derenunciar a esa vida par los demas, una entrega que,en el caso de Jesus, fue totalmente voluntaria y cons-ciente (Juan 10, 17-18).

Aunque no todas las culturas comparten esta vi-si6n, desde una perspectiva bfblica, resulta obvio queel primer don que recibimos de Dios es la vida. La Bi-blia comienza precisamente con el relato de Dios queotorga la vida a todos los seres; prosigue con la pro-clamaci6n de la santidad de la vida que no puede serquitada por nadie (Genesis 9, 5-6) y llega a una de suscimas con la entrega de la Torah a Israel afirmandoque la vida se encuentra estrechamente vinculada alseguimiento de los mandatos divinos.

Precisamente eso que podrfamos denominar demanera un tanto pobre «cultura de la vida» es algopropio del cristianismo y se opone radicalmente a lacultura de la muerte. El cristianismo que cree que elser humano fue creado a imagen y semejanza de Diosha defendido hist6ricamente esa vida cuando esta sehalla en proceso de formaci6n -contra el aborto-,cuando acaba de iniciarse -contra el infanticidio-

y cuando se deteriora por efecto de la enfermedad yla vejez -contra la eutanasia.

Por supuesto, esa visi6n ha chocado hist6ricamen-te con otras como tendremos ocasi6n de ver en otraparte de este libro. Result6 insoportable para los pa-ganos que consideraban que abandonar nifios no de-seados era etico. Result6 insoportable para culturas,como la china 0 la romana, que propugnaba (y pro-pugna) el abandono de las nifias como seres humanosde valor inferior. Result6 insoportable para los nacio-nalsocialistas alemanes que promulgaron la primeraley de eutanasia de la Historia, como supuesta mues-tra de progreso, pero, en realidad, como terrible pr6-logo del genocidio. Resulta insopartable hoy en diatambien para aquellos que afirman que la madre tie-ne el derecho a matar a la criatura que lleva en suseno y que esa decisi6n s610Ie compete a ella y paralos que consideran que la vida de un enfermo 0 un an-ciano no es «digna de ser vivida» y debe legalizarse sufinal antina tural.

Frente a ese panorama de muerte -que siempre seha ocultado hist6ricamente bajo una capa de supues-ta ilustraci6n y no menos supuesto progresismo- elcristianismo ofrece la vida y la defensa de la vida pre-cisamente porque cree en Aquel que dio su vida paraque los demas la tuvieran en abundancia.

No se trata, sin embargo, s610de defender la vida,sino tambien de entregarla. El cristianismo, que co-noce el papel real de la vida y su importancia auten-tica, al mismo tiempo cree que esta puede entregarsey que precisamente esa entrega es la prueba maximade amor que existe. Al actuar asf, el cristiano se limi-ta a seguir el ejemplo de Jesus. Como escribi6 el ap6s-tol Juan, «en esto hemos conocido el amor en que Je-

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sus entrego su vida por nosotros. Nosotros tambiendebemos entregar la vida por nuestros hermanos» (IJuan 3, 16). Con todos sus errores y limitaciones,la Historia del cristianismo es, en no escasa medida, lade personas entregadas a dar su vida para que otrosla pudieran tener.

En segundo lugar, la nueva vida del que ha experi-mentado la conversion se caracteriza por la veraci-dad. Desde luego, llama a reflexion que Jesus afirma-ra que el Diablo era «un homicida y padre de lamentira» (Juan 8, 44). En otras palabras, el principede las tinieblas se caracteriza, en primer lugar, pormantener una cultura de muerte y, en segundo lugar,por utilizar de manera sistematica la mentira. Al res-pecto, ejemplos como los de Lenin, Stalin 0 Hitler re-sultan autenticamente reveladores, pero no son losunicos. Siempre que contemplamos el desprecio porla vida y el uso de la mentira deberfamos poder ras-trear el origen diabolico de esas posiciones.

Ese rechazo de la mentira es algo que caracterizola ensefianza y la conducta de Jesus. En el Sermon delMonte, Jesus llego incluso a cuestionar el uso del ju-ramento precisamente porque nuestra veracidad debeser tan obvia que no necesite ningun apuntalamientode ese tipo:

Ademas habeis oido que se dijo a los antiguos: No ju-raras en falso, sino que cumpliras al Senor tus jura-mentos, pero yo os digo: no jureis de ningl.1nal11anera,ni por el cielo porque es el trono de Dio./ 1'11POl'Itl tie-

rra porque es el escabel de sus pies, ni por Jerusalenporque es la ciudad del gran rey. Ni por tu cabeza jura-ras porque no puedes convertir un solo cabello tuyo enblanco 0 en negro. Vuestro hablar debe ser: si, si y no,no, porque 10 que va mas alIa de eso, procede del Ma-ligno.

Nuestra sociedad -resulta estupido negarlo- esuna sociedad totalmente esclavizada por la mentira.Si en su epoca Oscar Wilde pudo decir que era impo-sible vivir en sociedad sin una cierta hipocresfa, hoyla utilizacion de la mentira es una constante. La ve-mos en los polIticos que, en ocasiones, llegan a negardescaradamente la realidad; la vemos en los que de-sean vendernos algo y para ello falsean 10 cierto; la ve-mos en la forma en que la gente pretende presentarseante los demas ocultando, cambiando 0 manipulan-do la verdad.

.No hay duda de que para millones de personas se-mejante conducta es algo deseable, que se instrumen-ta con la finalidad de obtener un beneficio que puedeir de ganar unas elecciones a seducir a una chica, pa-sando por aumentar el nivel de ventas 0 por mejorarla propia imagen. Sin embargo, en esa manera de vi-vir apenas se oculta una sofocante y terrible esclavi-tud, esa esclavitud, entre otras cosas, impide mos-trarse como uno es, obliga a recurrir a la mentira ydistancia del resto de los seres humanos. Es a esta si-tuacion a la que se refiere, en parte, Jesus al afirmarque «laVerdad os hara libres» (Juan 8, 32). La Verdadexiste y, por si fuera poco, sin ella el ser humano nopasa de ser alguien reducido al estado de esclavitud.

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Esa combinacion de vida y verdad como ejes centra-les de la nueva vida explica, siquiera en parte, por queel cristianismo ha sido definido con bastante exacti-tud como la religion del amor. Semejante afirmacionse ha prestado -y se presta- a interpretaciones bienerroneas. Para algunos, el amor no es sino un senti-miento blandengue y nebuloso, de fondo vagamentesentimental que 10 mismo puede ir referido al deseode tener relaciones sexuales que ala indulgencia fren-te alas faltas ajenas. Ese concepto gaseoso va suma-do no pocas veces a la idea de que el que 10 poseecuenta con una especie de patente de corso para pa-sar por alto cualquier precepto moral. Incluso no sue-Ie ser extrano que algunos citen -mal citado, porcierto- a Agustin de Hipona y su «ama y haz 10 quequieras». El amor en la ensenanza de Jesus y del Nue-vo Testamento no tiene nada, absolutamente nada,que ver con esto.

Los griegos utilizaban varias palabras que se tra-ducen al espanol por amor. Una era la palabra «eros»de la que procede nuestro termino «erotismo». Sinembargo, el termino no se usaba unicamente para elamor sexual e·incluia aspectos espirituales como po-demos ver en algunas delas obras de Platon. En rea-lidad, era la palabra usada para el amor romantico,para 10 que nosotros denominariamos enamoramien-to. Jenofonte, en un pasaje de la Ciropedia (5, 1,11) se-nala, valiendose de este termino, como no es lfcitoque uno se enamore de la hermana ni que el padre seenamore de la hija, porque deben buscarse otras mu-jeres para esa finalidad.

Otro termino para amor era «filia». in ..••caso,

los griegos hacfan referencia a ese amor tipico de 108

amigos que incluye cualidades como la lealtad, la en-trega y el respaldo mutuos.

Incluso existia un tercer termino -«storgue»-que implicaba el cumplimiento amoroso de deberesde caracter familiar. Platon, recurriendo a este termi-no, por ejemplor podia senalar que un nino es amadoy ama a Ios qu~ 10 engendraron (Las leyes 754b). Setrataba, pues, de un afecto natural.

De manera bien significativa, el Nuevo Testamen-to -a pesar de que hace referencia ocasionalmente astorgue y filia, aunque no a eros- no utiliza ningunode estos terminos para hablar del «amor». Por el con-trario, echa mano de la palabra «agape», un concep-to de amor especialmente sublime y elevado que, des-de luego, dificilmente encaja con esa interpretaciontontilona y cursi del «ama y haz 10 que quieras» deAgustin. EI Nuevo Testamento, desde luego, va muchomas alIa. De hecho, la manera en que el apostol Pa-blo 10 describe en el capitulo 13 de la primera carta alos corintios -uno de los pasajes mas hermosos nosolo de los escritos 'paulinos sino tambien de la His-toria de la literatura universal- es suficiente paracomprobarlo:

Si yo hablase Ienguas humanas y angelicas, y no tengoamor, vengo a ser como un bronce que resuena, 0 uncfmbalo que retine. Y si tuviese el don de profecfa, yen-tendiese todos los misterios y toda la ciencia; y si tuvie-se toda la fe, hasta tal punta que pudiera mover monta-nas, y no tengo amor, nada soy.Y si repartiese toda mihacienda entre Ios pobres y si entregase mi cuerpo paraser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.EI arnores IllUfrtclo, es benigno; el arnor no tiene envidia, el amor

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no es presumido, no cae en el engreimiento;nose com-porta de manera indecorosa,no busca 10 suyo,no se irri-ta, no guarda rencor;no se alegra con la injusticia, sinoque se alegra de la verdad; todo 10 sufre, todo 10 cree,todo 10 espera, todo 10 soporta. El amor nunca deja deser.Lasprofecfasse han de acabar,y cesanin las leriguas,y la ciencia quedani anulada; porque en parte conoce-mos, y en parte profetizamos;pero cuando venga 10 quees perfecto, entonces 10 que es incompletoquedara anu-lado. Cuando yo era nino, hablaba como nino, pensabacomo nino, juzgaba como nino, mas cuando me hice unhombre, deje 10 que era de nino.Ahoravemosmedianteun espejo, de manera oscura; pero entonces veremoscara a cara: ahora conozco en parte; pero entonces co-nocere como soy conocido.Y ahora permanecen la fe, laesperanza,y el amor,estas tres, pero la mayor de ellas esel amor.

El amor cristiano -el amor agape- va mucho masaHa de ciertas sensiblerias cursis. Sus notas, al respec-to, son obvias. De entrada, el amor cristiano dice la ver-dad (Romanos 12, 9; 2 Cor 6, 6; 8, 8) porque no es cie-go sino realista (2 Corintios 2, 4). Su comportamientoes generoso (2 Corintios 8, 24) y practico manifestan-dose en la acci6n (Hebreos 6, 10; I Juan 3, 18). Ademastiene paciencia (Efesios 4, 2) y sabe perdonar (2 Co-rintios 2, 8). Pero, por encima de todo, el amor es vivi-do como una consumaci6n de la vida cristiana (Roma-nos 13, 10; Colosenses 3, 14; I Timoteo 1, 5). Por todoeso, el amor incluye -y sobrepasa- todos los conte-nidos eticos que se encontraban en la Torah entregadapor Dios a Moises. Como sefia16Pablo, «Vosotros, her-manos, fuisteis Hamados a la libertad,. p~GQ:utiliceis

esa libertad como ocasi6n para la carne, sino •• t'YfO'los unos a los otros por amOl~pOl"quetoda la Torah enesta sola maxima se cumple: Amaras a tll pr6.1h"C)como a ti mismo» (Galatas 5, 13-4).

Lejos de sostener que todos los principios eticoscontenidos en la Biblia pueden ser sustituidos por unsentim~ntalismo incapaz de cambiar la vida bautiza-do impropiamente como amor, la ensefianza de Jesusy de los ap6stoles sefialan taxativamente que la eticacristiana asume toda la Torah y,por afiadidura, va mu-cho mas aHa. Incluye, por supuesto, el abstenerse deconductas como el adulterio, la mentira 0 el robo, peroademas las supera asumiendo una entrega desintere-sada a imagen y semejanza de la practicada por el pro-pia Jesus. As! 10sefia16con enorme claridad Pablo:

No debais nada a nadie, salvo el amaros los unos a losotros, porque el que ama al pr6jimo ha cumplido la ley.Porque: no cometeras adulterio, no matanis, no hurta-nis, no diras falso testimonio, no codicianis y cualquierotro mandamiento se resume en esta sentencia:Amarasa tu pr6jimo como a ti mismo. El amor no hace mal alpr6jimo, de manera que el amor es el cumplimiento dela ley.

Este -y no otro- es el significado de la frase deAgustin de Hipona que, practicamente, se limitaba acitar a Pablo. No es que «aman> exima de obligacio-nes eticas, sino que, precisamente, el que ama asumetodas esas y mas. En este contexto es donde debe en-cuadrarse la ensefianza de Jesus sobre la sexualidad,una ensefianza tan limpia que rechaza incluso el con-templar lascivamente a alguien (Mateo 5, 27 ss.).

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Nuestra sociedad, de manera inadvertida y graciasa una vision distorsionada de la realidad, ha ido co~locandose las cadenas de la promiscuidad, de la ines-tabilidad emocional, de los danos y amarguras quearrancan de la falta de compromiso afectivo, de laruptura con 10que la propia Naturaleza senala. El re-sultado ha sido una terrible, y para muchos, inconfe-sable esclavitud. Y especialmente terrible es que esaasfixiante servidumbre se presente disfrazada con loscolores de la libertad. c:Eslibertad que una muchachase yea obligada a mantener relaciones sexuales cuan-do es una nina simplemente para parecer «normal»?c:Eslibertad renunciar a una relacion estable a cam-bio de otra en que el unico compromiso es intentarbus car una satisfaccion meramente genital? c:Es li-bertad sustituir una convivencia en fidelidad y perdu-rable por una sucesion de relaciones sin ataduras?c:Eslibertad abstenerse de buscar ayuda para liberar-se de inclinaciones antinaturales simplemente porquees 10que marca la dictadura de 10politicamente co-rrecto? c:Eslibertad contemplar como, a medida quepasa el tiempo, el valor propio en el mercado eroticava disminuyendo y uno se convierte en un jugueteusado y quiza roto? No. No es libertad. A decir ver-dad, constituye una horrible esclavitud que comienzapor el cuerpo y que va corroyendo hasta 10mas inti-mo del alma.

La persona que, siguiendo ellIamamiento de Jesus,abandona la practica del adulterio, de la fornicacion,de la homosexualidad, aunque el mundo -especial-mente la dictadura de 10politicamente correcto- gri-te 10 contrario, no pierde nada. En realidad, ha co-menzado a caminar por un sendero de libel-tad q'ueculminara en el Reino de Dios. C01'nO< :6 Pablo,

«Ni los que fornican, ni los idolatras, ni los adulteros,ni 10shomosexuales, ni los que se acuestan con hom-bres, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, nilos maledicentes, ni 105estafadores heredaran el Rei-no de Dios. Y esto erais algunos, pero ya habeis sido la-vados, ya habeis sido santificados, ya habeis sido justi-ficados en el nombre del Senor Jesus y por el Espiritude nuestro Dios» (I Corintios 6, 9-11).

Ahora empieza un nuevo camino -apoyado en laobra de Jesus- que es un camino de libertad. A decirverdad, solo la persona que decide seguir esa visionde la sexualidad -una vision que puede incluir en al-gunos casos la renuncia por amor al projimo- ha co-nocido la Verdad y asi sera libre. Pero, como tendre-mos ocasion de ver en el capitulo siguiente, esalibertad va mas alIa.

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LA NUEVA VIDA (III):CONFIANZA E INMORTALIDAD

Junto con 1aesclavitud de 1amentira y del sexo desor-denado, nuestra sociedad -y 10s individuos que 1acomponen- padece una agobiante servidumbre decara a 10s bienes materia1es. No se trata s610 de 1asnecesidades que todos debemos cubrir porque resu1-tan imprescindib1es, sino de un ansia por tener 10queotros poseen y, a ser posib1e, con 1a misma marca.Son corrientes 10s comentarios sobre e1mayor 0 me-nor valor de una persona vincu1ados a 10 que llevapuesto, a11ugar donde vive 0 a1autom6vil que utiliza.Es 16gico que as! sea porque un porcentaje nada es-caso de 10spensamientos, de 1asacciones, del coraz6nde 1as personas esta vo1cado hacia 10meramente ma-terial. Es justa 10 que e1ap6sto1 Juan denomin6 «losdeseos de 10sojos y 1avanag10ria de 1avida» que «noproviene del Padre, sino del mundo» (I Juan 2, 16).

No cabe duda de que muchas personas experimentanfugaces momentos de feIicidad cuando consiguen un de-terminacio abrigo, se compran un cierto televisor 0 se

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hacen con un vehfculo concreto. Sin embargo, a pesarde esas circunstancias puntuales, la realidad es que vi-yen en la mayoria de los casos en una asfixiante escla-vitud que determina buena parte de sus actos. No se hanparado a reflexionar -y, posiblemente al oirlo por pri-mera vez no 10entenderian- que «la vida del hombreno consiste en la abundancia de bienes que posee» (Lu-cas 11, 15).

Entendamonos. El Nuevo Testamento no ensefianingun tipo de ascetismo e incluso sabemos que Jesusera criticado porque Ie gustaba comer y beber (Ma-teo 11, 19) y porque en esas comidas no excluia a pe-cadores y publicanos (Mateo 9, 11). En ese sentido,la ensefianza de Jesus y de los ap6stoles enlazaba con lacontenida en el Antiguo Testamento. Sin embargo, apesar de 10 anterior, el mensaje del cristianismo in-siste de manera clara en dos aspectos. El primero esque para vivir bien son necesarias, realmente, muypocas cosas y el segundo, que incluso esas cosas de-beriamos saber compartirlas con los demas.

Pablo, precisamente al final de su existencia, con laperspectiva que s610da el conjunto de una vida, pudoescribir:

Porque gran ganancia es la piedad que va acompafiadade contentamiento,porque a este mundo no hemos trai-do nada y no cabe duda de que tampoco vamosa podersacarnada. Por 10 tanto, si tenemossustentoy abrigo,es-temos contentos con ello. Porque los que quieren enri-quecerse caen en tentaci6n y lazo, y en muchos deseosestupidos y perjudiciales, que sumen a los hombres ende~trucci6ny perdici6n,porque el amor al dinero es raizde todos los males.

Naturalmente, resultaria muy facil culpar de la co-dicia a un sistema econ6mico concreto y excluir as!nuestra responsabilidad. Eso es exactamente 10 quesucede con esos millonarios de las finanzas 0 delmundo del espectaculo que rezuman codicia y que nodejan de acaparar bienes materiales, pero que, luego,se dedican a lanzar soflamas en contra del capitalis-mo. La referencia del ap6stol -como la de Jesus- esmucho mas profunda que la condena de un sistema.Van a 10mas profundo, a 10que se haya situado en elcoraz6n de cada ser humano. No se trata de posicio-narse a favor de uno u otro sistema. Se trata mas biende la disposici6n del coraz6n, y esa desafia y tras-ciende nociones tan primarias y superficiales. El dis-cipulo de Jesus ha sido llamado ala libertad de la es-clavitud de 10material. Con sustento y abrigo, no esque se conforme, es que se alegra y, por supuesto, nopadece las cadenas de la avaricia 0 la codicia. Y esque las cadenas siempre son cadenas aunque estenforjadas en oro puro.

Ese reajuste de la visi6n tiene una consecuencia in-mediata sobre el que la asume. Me refiero al descu-brimiento de 10que es verdaderamente importante enla vida. Jesus hizo referencia a esta cuesti6n en unade sus parabolas mas incisivas:

Y les dijo: «Procurad manteneos a salvo de cualquierforma de avaricia, porque la vida del hombre no con-siste en la abundancia de los bienes que posee.» Tam-bien les refiri6 una parabola, diciendo:«Lahacienda deun hombre rico habia producido mucho, y comenz6 adiscurrir: ",Qw§ voy a hacer? Porque no tengo d6ndeguardar todos mis beneficios."Y dijo: "Esto es 10 quevoy. nlC.r. Derribare l11is graneros y los levantaremas

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grandes, y alIi guardare todos mis beneficios y produc-tos, y dire a mi alma: 'Alma, tienes guardados muchosbienes para muchos anos. Descansa, bebe, alegrate.'"Pero Dios Ie dijo: "Estupido, esta noche tu alma sera re-clamada, y 10 que has ido juntando c:dequien sera? Asies el que reune un tesoro y no es rico para con Dios.")}

Ni descansar, ni beber, ni alegrarse son comporta..,mientos negativos ni tampoco 10pretendi6 Jesus. Sinembargo, centrar la vida en 10material es una lasti-mosa forma de desperdiciarla. No s610eso. Constitu-ye un ejemplo de c6mo distorsionar la realidad, unarealidad que se orienta hacia 10material cuando exis-te mucho mas.

El que emprende la nueva vida en Jesus y reorien-ta su visi6n de 10material incluso contempla de ma-nera distinta su trabajo. En contra de 10 que creenmuchos, la Biblia no s610no considera el trabajo unamaldici6n, sino que confiere a esa actividad un valorespecial, tanto que ya formaba parte del comporta-miento del ser humano antes de la Caida. Sin embar-go, el trabajo no es contemplado como un medio parasatisfacer unicamente deseos materiales. En primerlugar, el trabajo es el medio del que nos valemos parasustentarnos y evitar convertirnos en parasitos que vi-ven de los demas. Ese peligro existi6 tambien en lasprimeras comunidades cristianas y tiene 16gica queasi fuera porque siempre que se abre la puerta a reci-bir algo gratis aparecen, en mayor 0 menor medida,los aprovechados. Para enfrentarse a ese mal -el dela gebte que vive de los demas-, surgido en Tesal6-nica, Pablo escribi6:

Ademas os mandamos, hermanos, en el nombre denuestro Senor, Jesus el mesias, que os aparteis de todohermano que anduviere de manera desordenada, y noconforme a la doctrina que recibieron de nosotros: Por-que vosotros mismos sabeis de que manera debeis imi-tarnos; porque no anduvimos de forma desordenadaentre vosotros, ni comimos de balde el pan que perte-neciera a alguien; sino que trabajamos ardua y fatigo-samente, de noche y de dia, para no ser una carga paraninguno de vosotros; no porque no tuviesemos derecho,sino para daros un ejemplo que podais imitar. Porqueincluso cuando estabamos con vosotros, os ordenamosque si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.Porque hemos oido que algunos de vosotros andan demanera desordenada, no trabajando en nada, salvo enmeterse en la vida de los demas. A esos les mandamosy rogamos por nuestro Senor, el mesias Jesus, que, tra-bajando sosegadamente, se ganen el pan.

Pero, en segundo lugar, el trabajodebe servir tam-bien para compartir con otros. Sefialando el cambiode vida que implica la conversi6n, Pablo escribi6:

El que robaba, que no robe mas, sino que trabaje, ha-ciendo con sus manos 10 bueno, para que tenga quecompartir con los que pasan necesidad.

El que vive esa nueva vida tiene una visi6n distin-ta de los bienes materiales y del trabajo. A decir ver-dad, los situa en su verdadero lugar a diferencia de unmuncio en que una concepci6n distorsionada causa

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un verdadero rosario de amarguras y pesares. Pero noes eso todo. En la medida en que el seguidor de Jesusse ve libre de la esc1avitud de unas concepciones delmundo material que pretenden proporcionar placer,pero s610atan, se produce una liberaci6n aiiadida, lade un mal que constituye un autentico flagelo ennuestra sociedad.

El mundo en que vivimos es presa de la ansiedad. Queel consumo continuado de Prozac sea consideradocomo una bendici6n de la ciencia 0 que millones de se-res humanos no puedan conciliar el sueiio si antes noconsumen algun somnffero constituyen s610dos mues-tras de la ansiedad que posee a la sociedad que nos ro-dea. Todo ello sin hacer referencia a las personas quepadecen algun tipo de trastorno pasajero 0 continuadode canicter psico16gico y que deben recurrir al auxi-lio de psiquiatras, psic610gosy psicofarmacos.

En no escasa medida, es natural que asf sea. El serhumano no ha sido diseiiado por Dios para que vivaunas relaciones afectivas que crean inseguridad e ines-tabilidad y que se reducen practicamente al aspectogenital. El ser humano no ha sido diseiiado por Diospara que su vida familiar resulte ca6tica y desordenada'y, enlugar de brindarle amparo, constituya una fuen-to continua de desazones. El ser humano no ha sidodllenado por Dios para correr como un hamster den-tro de una rueda en persecuci6n de metas materialesque, por regIa general, son imposibles de conseguir etnelulo euando son alcanzadas no satisfaeen. Por esono II .xtra,do que el resultado fi,nal II .•n.iedad,

una ansiedad que no pocas veces no tiene causa iden-tificable y que tan s610es el amargo fruto de una exis-

, tencia vivida de espaldas alas enseiianzas de Dios.Al respecto, no deja de ser significativo que una

parte no desdeiiable de la enseiianza de Jesus indiquec6mo liberarse de esa ansiedad y que adem as la rela-cione con cuestiones materiales. Por ejemplo, en elSerm6n del Monte, Jesus seiia16:

Por tanto os digo: no padezcais ansiedad por vuestravida, por 10 que habeis de comer 0 10 que habeis de be-ber, ni por vuestro cuerpo por 10 que habeis de poneros.(Acaso no vale la vida mas que el alimento y el cuerpomas que el vestido? (Y quien de vosotros podra, pormucho que se entregue a la ansiedad, anadir a su esta-tura un codo? Y porel vestido, (por que os entregais ala ansiedad? Observad los lirios del campo, c6mo cre-cen: no trabajan ni hilan, pero os digo que ni siquieraSalom6n con toda su gloria se visti6 como uno de ellos.Y si la hierba del campo que hoy existe y manana esarrojada al horno, Dios la viste asf, (no hara muchomas por vosotros, hombres de poca fe? Porque los pa-ganos buscan todas esas cosas, pero vuestro Padre ce-lestial sabe que las necesitais. Pero buscad en primer lu-gar, el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas osseran anadidas. Asf que no os dejeis llevar por la ansie-dad en 10 que al dfa de manana se refiere, porque el dfade manana ya traera sus propias preocupaciones.

A diferencia de aquellos a los que Jesus denomina«paganos» -los goyim del Antiguo Testamento-losque 10 siguen 110 deben estar sujetos a la ansiedad.Pel"Ou•.•ituaci6n no arranca de seguir cursos de au-

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toayuda 0 de dedicarse a eso que en Occidente llaman«yoga» y que en nada se parece al yoga indio. Parte,pOl'el contrario, de la certeza de que Dios Padre cui-da de sus hijos mucho mas -16gicamente- de 10que10haria con el resto de su creaci6n. Se trata, pOl'afia-didura, de un Padre en el que puede creerse porqueno dud6 en entregar a su propio Hijo a la muerte pOl'amor al genero humano. Ese Padre nos llama a unavida de libertad y ademas provee generosamente paraque esa vida de libertad sea vivida sin escaseces, an-siedades 0 angustias.

Sin embargo, la libertad de la ansiedad para el quesigue a Jesus no s6lo va referida a cuestiones mate-riales. A decir verdad, llega a su culmen precisamen-te en relaci6n con la ultima ansiedad.

A todas las ansiedades ligadas al ser humano sesuma la de la muerte. Nuestra sociedad es, sin dudaalguna, una de las mas empefiadas a 10 largo de laHistoria en negar algo tan natural como el desenla-ce de toda vida. Se evitan las referencias a la muer-te, a los funerales, a los entierros. Se intenta fingir lapermanencia de la juventud mediante procedimien-tos que van del uso de cosmeticos alas operacionesquirurgicas. Incluso se camina hacia una legaliza-ci6n de la eutanasia que ahorre la sensaci6n de fa-llecimiento a los que rodean al moribundo descar-gando tal eventualidad sobre los facultativos quedarian muerte a .la vfctima. La muerte aterra al serhumano porque es el final y lit maxima inc6gnita,pero en nuestra sociedad de inicios del s. XXI parece

que ese pavor es aun mayor que en otros periodos dela Historia.

Frente a ese miedo, el cristianismo es tambienBuena Noticia. No s6lo anuncia gozoso que Jesus elmesias, el que muri6 en la cruz, regres6 de entre losmuertos y fue contemplado pOl'centenares de testigos(I Corintios 15, 1 y ss.), sino que ademas proclamaque ese mismo destino espera a los que han muertoen el. Al respecto, el capitulo 15 de la primera cartade Pablo a los corintios constituye un texto esencialpara comprender la fe cristiana:

Ademas os declaro, hermanos, el evangelio que os hepredicado, que tambien recibisteis, en el que tambienperseverais; por el que igualmente, si preservais la pa-labra que os he predicado, sois salvos, a menos que cre-yerais en vano. Porque, en primer lugar os he ensenado10 que asimismo recibf: que el mesfas muri6 por nues-tros pecados conforme alas Escrituras; y que fue se-pultado, y que resucit6 al tercer dfa, conforme alas Es-crituras; y que se apareci6 a Pedro, y despues a losdoce. Despues se apareci6 a mas de quinientos herma-nos ala vez; de los que muchos siguen vivos, aunqueotros ya han muerto. Despues se apareci6 a Santiago;despues a todos los ap6stoles. Y el ultimo de todos,como si fuera un aborto, se me apareci6 a mf. Porqueyo soy el mas pequeno de los ap6stoles, que no soy dig-no de ser llamado ap6stol, porque perseguf la Iglesia deDios.

Para Pablo, la creencia en la resurrecci6n no pro-cedfa de una mera especulaci6n filos6fica ni era fru-to de un devaneo teol6aico. Se trataba de una reali-

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dad historica de la que el era testigo, aunque ni elprimero ni el mas importante. Al Jesus resucitado 10habfan visto centenares de personas de las que lamayorfa aun segufa viva para poder dar testimonioy que inclufan a gente primitivamente incredula-como Santiago, el hermano del Senor- 0 inclusoabiertamente enemiga como era el caso del propioPablo.

La resurreccion del mesfas tiene una importanciaverdaderamente esencial para la predicacion delEvangelio. Si Jesus no hubiera resucitado, entonces lafe de los cristianos serfa «vana» (15, 14), e incluso se-guirfan «en sus pecados» (15, 17), pero dado que sf hatenido lugar -los testigos abundaban todavfa en laepoca de Pablo- de ello se desprenden hechos enor-memente trascendentales. El primero es que habraresurreccion, la de los que creemos en el cuando re-grese (15, 23). Despues, el mesfas acabara definitiva-mente con las potencias demonfacas y entregara elreino a su Dios y Padre (15, 24) y, finalmente, la mis-ma muerte desaparecera (15, 26).

El segundo es que la resurreccion se producira enterminos peculiares. De la misma manera que la plan-ta que nace no es igual que la semilla echada en tie-rra, el cuerpo de los creyentes, un cuerpo material,entrara en tierra para que surja en la resurreccion uncuerpo espiritual e incorruptible exento de debilidady rezumante de gloria y poder (15, 42 y ss.). Todo estosucedera cuando el mesfas se manifieste, 10 que im-plica que muchos creyentes no llegaran a morir sinoque, estando vivos en ese momento, seran transfor-mados de manera instantanea (15, 51 y ss.). Sera en-tonces cuando quedara de'manifiesto que el trabrijoen el Senor no ha sido en vano (15, 58).

La muerte, sin duda, es una realidad terrible, perodel espanto que produce tambien se ve libre el que hadecidido seguir a Jesus el mesfas e Hijo de Dios.Como el, espera resucitar y con el, espera pasar laeternidad. Esa fe -que se basa no en una quimerasinGen el hecho de que Jesus regreso de la muerte-explica la alegrfa en medio de las dificultades, la con-fianza en la tribulacion y, sobre todo, la reorientacionde la vida hacia metas y valores superiores, los quebrotan de la ensenanza y del ejemplo del mesfas.

Resulta enormemente significativo que en el Nue-vo Testamento la denominada «carta de la alegrfa»fuera escrita pOI'un hombre que estaba encadenadoen una mazmorra romana. Ese hombre, Pablo de Tar-so, no era ni un masoquista ni un enajenado mental.Era, pOI'supuesto, totalmente consciente de su situa-cion. Sin embargo, vivfa la liberacion del miedo a lamuerte y, pOI'tanto, podfa expresarse de la siguientemanera:

Y quiero, hermanos, que sepais que las cosas que mehan sucedido, en realidad, han contribuido al progresodel evangelio; De manera que el hecho de que mis pri-siones se deben al mesias se ha hecho patente en todoel pretorio, y para todos 10s demas; y muchos de 10shermanos en el Senor, a1entados pOI'mis prisiones, aho-ra se atreven mucho mas a hab1ar 1apa1abra sin ternor.Es cierto que algunos predican a1mesias pOI'envidia ypOI'rivalidad; pero otros 10 hacen de buena vo1untad.Los unos anuncian a Cristo pOI'deseo de competir, sinsinceridad, pensando en anadir aflicci6n a mis prisio-nes; pero 10sotros actuan pOI'amor, sabiendo que estoyaquf para defender e1evangelio. iA que conclusi6n lle-go? Pues a la de que, no obstante, de todas maneras, 0

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por pretexto 0 por verdad, es anunciado el mesias; yesome proporciona una gran alegria y 10 seguini hacien-do. Porque se que acabare siendo liberado, gracias avuestras oraciones y a la dispensaci6n del Espiritu deJesus el mesias; de acuerdo a 10 que deseo y espero, queen nada sere confundido, sino que, por el contrario, contoda confianza, como siempre, ahora tambien sera en-grandecido el mesias en mi cuerpo, 0 por vida, 0 pormuerte. Porque para mi el vivir es el mesias, y el morires ganancia. Pero si el vivir en la carne contribuye a darfruto para la obra, no se entonces que escoger; porqueme siento atrapado entre ambas cosas, al tener deseo deser desatado, y estar con el mesias, 10 cual es muchomejor pero tambien viendo que quedar en la carne osresulta mas necesario. Y confiado en esto, se que mequedare, que aun permanecere con todos vosotros, paraprovecho vuestro y alegria de la fe.

Filipenses 2, 12-26

Pablo habia incorporado la ensefianza de Jesus so-bre la muerte y habia comprendido hasta que puntola muerte del mesias habia sido un factor de libera-ci6n. El autor de la carta a los Hebreos 10 expresariatambien de manera harto elocuente:

Asi que por cuanto los hijos participaron de carne ysangre, Jesus tambien particip6 de 10 mismo, paradestruir por medio de la muerte al que tenia el Impe-rio sobre la muerte, es decir, al Diablo, y liberar a to-dos los que por temor de la muerte estaban toda suvida sometidos a esclavitud.

Dios sabe cuantos actos vergonzosos han cometidolos seres humanos a 10 largo de la Historia precisa-mente por miedo ala muerte. Sin embargo, la cruci-fixi6n y la resurrecci6n de Jesus nos liberan de ese pa-vor precisamente porque el triunf6 sobre la tumba yel Hades. Es una raz6n mas para ser cristiano.

Efectivamente, yo puedo confesar que, personal-mente, 10 recogido en las paginas anteriores son mo-tivos que se suman a la Verdad para que yo sea cris-tiano.

Frente a una cultura de la muerte, soy cristianoporque el cristianismo defiende la vida humana en to-das sus formas y estados.

Frente a una cultura de la mentira, de la aparien-cia y del engafio, soy cristiano porque la Biblia me haensefiado a vivir de manera sincera y sin tapujos, deforma veraz y veridica.

Frente a una cultura de sensualidad desordenaday sin compromiso, soy cristiano porque el cristianis-mo me ha ensefiado a no ver en mis semejantes unpedazo de carne en el que satisfacer mis apetitos y ano iniciar una relaci6n que no implique un compro-miso total.

Frente a una cultura del materialismo, soy cristia-no porque Jesus me ha ensefiado a ser feliz con sus-tento y abrigo, ya que nada hemos podido traer a estemundo y a buen segura nada nos podremos llevar.

Frente a una cultura que distorsiona el valor deltrabajo, soy cristiano porque el Nuevo Testamento meha ensefiado a trabajar para mantenerme ami y alaspersonas que dependen de m! y para compartir con10s que sufren necesidad.

Frente a una cultura de la ansiedad, soy cristianoporque de Jesus he aprendido a buscar, primero, el

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Reino de Dios y su justicia, confiado y tranquilo por-que el Padre celestial me dara todo 10 necesario paravivir.

Frente a una cultura que niega 10 trascendente ycree que todo acaba en la tumba, soy cristiano porqueJesus se levanto de entre los muertos y con su resu-rreccion anuncio que la muerte tendra un final y queyo, junto con otros creyentes de todos los siglos, con-templare ese acontecimiento a su lado.

Soy cristiano -0 mas bien, 10sigo siendo- porquehe comprobado que con todos mis defectos y fallos,con todos mis errores y pecados, con todas mis insu-ficiencias y caidas de las tres ultimas decadas, el Es-piritu Santo ha ido cambiando mi vida, paso a paso,desde el momenta de mi conversion. Se -no abrigola menor duda- que, seguramente, ese cambio es pe-queno y de escasa trascendencia, pero, a la vez, meconsta que es uno de tantos millones que se han pro-ducido a 10 largo de la Historia cuando una personase ha vuelto a Jesus aceptandolo como su Senor y Sal-vador. Ahi reside otra de las razones por las que soycristiano, porque el cristianismo ha cambiado de ma-nera decisiva y positiva la Historia de la Humanidad.

PORQUE EL CRISTIANISMO HA CAMBIADOPOSITIVAMENTE LA HISTORIA UNIVERSAL

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EL CRISTIANISMO HA SIDO EL PRIMERDEFENSOR DE LOS DEBILES

Hace algunos afios escribf un ensayo titulado Elle-gada del cristianismo en la cultura occidental.! Sefia-laba en esa obra algunos de los aportes esencialesdel cristianismo a Occidente, tan esenciales que, pormas que intenten negarse u ocultarse, son los quehan proporcionado a la cultura occidental una netasuperioridad sobre otras en areas como la cultura,la ciencia, la economfa 0 el respeto hacia los dere-chos humanos. Remitoal lector a esta obra paraexaminar los aportes positivos del cristianismo alaHistoria. Sin embargo, en las siguientes paginas heseleccionado y resumido algunos de esos cambiospositivos que jamas se habrfan producido sin elcristianismo. El primero -y uno de los mas tras-cendentales- fue el de asumir la defensa de los de-biles, una tradici6n que ya existfa en la cultura ju-dfa veterotestamentaria, pero que el cristianismollev6 hasta su consumaci6n.

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Durante casi tres siglos, los primeros de su existencia,el cristianismo padeci6 una decena de persecucionesgenerales aparte de varias locales. La supervivenciadel cristianismo frente alas continuadas ofensivasimperiales se tradujo en innegables consecuencias po-sitivas para la historia ulterior de Occidente. Desdeluego, el choque de valores entre las dos cosmovisio-nes no podfa resultar mas obvio. La sociedad imperialse regfa por ese prodigioso entramado de normas queconocemos como derecho romano. Dado que su in-fluencia llega hasta nuestros dfas, poco puede cues-tionarse que nos hallamos ante un autentico monu-mento de la mente humana capaz de sobrevivir alpaso de los siglos y a las no escasas alteraciones his-t6ricas sufridas por Occidente. Resultarfa, sin embar-go, una grave equivocaci6n equiparar perdurabilidade incluso pragmatismo con bondad etica. El derechoromano estaba concebido en funci6n de los varonesromanos y libres. Poca atenci6n, salvo cuando se cru-zaban en el camino de estos, concedfa alas mujeres,a los no-romanos 0 a los esclavos, a los que se consi-deraba res, palabra que en latfn significa cosa y queen castellano ha terminado por designar, no sin raz6netimo16gica, a las cabezas de ganado. Atodo~ ellos lesofreci6 amparo el cristianismo ya que, como sefia16elap6stol Pablo, «ya no hay judfo ni griego, no hay es-clavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todosvosotros sois uno en Jesus el mesfas» (Galatas 3, 28).Comencemos por el estatus de las mujeres.

La cultura grecolatina era todo salvo benevola ha-cia ellas. En la cultivada Atenas2 -una de las ciuda-des donde el ap6stol Pablo predic6 el Evangelio- su

situaci6n era, sin ningun tipo de exageraci6n, penosa.Para empezar, su numero era reducido a causa delmuy comun infanticidio femenino. Ademas, se lesproporcionaba poca 0 nula educaci6n y se concerta-ba su matrimonio en la infancia, celebrandose apenasllegada la joven a la pubertad y en ocasiones inclusocon anterioridad. Legalmente, su estatus era similaral de un nifio, aunque en la practica no pasaba deconstituir una propiedad en manos de un var6n. In-cluso aunque podfan poseer algunos bienes, estos, enrealidad, quedaban en manos del hombre que gober-naba su vida. Porque esoera 10 que hacfa y no preci-samente de manera benevola. Llegado el caso, podfadivorciarse de la mujer sin indemnizaci6n ni com-pensaci6n mediante el facil expediente de expulsarlade su casa. Era esta una medida obligatoria legal-mente si la mujer, por ejemplo, habfa sido violada.Por 10 que se referfa a la mujer, si deseaba el divorciose vefa subordinada al hecho de que algun var6n desu familia aceptara defenderla ante los tribunales.

La condici6n femenina en Roma no resultaba des-de luego mejor. El estudio de las fuentes epigraficasromanas deja de manifiesto que las mujeres romanasse casaban en su mayorfa cuando eran simples nifias3

que, en no pocos casos, ni siquiera habfan alcanzadola pubertad. Esta grave circunstancia no exclufa-todo 10 contrario- alas mujeres pertenecientes alas clases altas. Asf, Octavia se cas6 a los once afios;Agripina, a los doce; Tacito contrajo matrimonio conuna joven de trece afios, 0 Quintiliano tuvo su primerhijo de una esposa de esa misma edad. Plutarco men-dona que 10s romanos entregaban a sus hijas paraque contrajeran matrimonio cuando «tenfan doceaf1oso·1nolu.o menos», y encontramos notidas simi-

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lares en otros historiadores como Dion Casio. Es cier-to que el derecho romano consideraba edad nubilpara la mujer los doce afios, pero ni siquiera esa ba-rrera era respetada siempre. De hecho, la nifia podiaser casada antes, aunque solo se Ie considerara espo-sa legal cuando a1canzaba los doce afios. Desde luego,las crfticas frente a esos comportamientos eran deltodo inexistentes y las evidencias arqueologicas mues-tran que los matrimonios -incluso si se celebrabanantes de que la nifia a1canzara los doce afios- eranconsumados. De ahi que no resulte sorprendente quela ley romana incluso se ocupara de articular meca-nismos punitivos para las adulteras de menos de doceafios.

Sin duda, la suerte de aquellas nifias no era en-vidiable y, sin embargo, en el contexto de la epocahay que considerarlas obligatoriamente afortunadas,ya que, al menos, habian logrado llegar a esa edad. Elinfanticidio era no solo comun en el mundo clasico,sino ademas totalmente tolerado y legitimado. Sene-ca contemplaba el hecho de ahogar a los nifios en elmomenta del nacimiento como algo provisto de ra-zon, y, por supuesto, la idea de que debiera mante-nerse la vida de un hijo no deseado provocaba una re-pulsa directa. Al respecto, debe recordarse que Tacitocensuro como una practica «siniestra y perturbadora»el que los judios condenaran como «pecado el matara un hijo no deseado» (Historias 5, 5). No se trataba,desde luego, de excepciones. Platon (Republica 5) yAristoteles (Politica 2, 7) habian recomendado el in-fanticidio como una de las medidas polfticas que de-bia seguir el Estado. Por supuesto, los nifios aban-donados 0 muertos tras nacer pertenecfan a ambossexos, pero, de manera ostentosamente preferente,

este triste destino recaia en las hembras 0 los enfer-mos. Al respecto, no deja de ser interesante la cartaque un tal Hilarion envio a su esposa Alis, que estabaencinta:

Sabe que estoy aun en Alejandria y no te preocupes sitodos regresan y yo me quedo en Alejandria. Te ruegoque cuides de nuestro hijito y tan pronto como me pa-guen te hare llegar el dinero. Si das a luz, conservarlo sies varon, y si es hembra, desembarazate de ella. Me hasescrito que no te olvide. (Como iba a olvidarte? Te su-plico que no te preocupes. [La cursiva es nuestra.]

Hilarion, amante esposo y afectuoso padre, aunquesolo dehijos varones, no constituia un caso marginal.Simplemente, era un ejemplo de 10 que aparecfa enlas normas legales y en la practica cotidiana. La leyde las Doce Tablas, por ejemplo, permitfa al padreabandonar a cualquier hembra 0 a cualquier varon,si bien en este ultimo caso debia tratarse ademas deuna criatura debil 0 con malformaciones. Por otrolado, recientes excavaciones han dejado de manifies-to que de las docenas de nifios arrojados a la muerteen una ciudad mediterranea de la epoca la inmensamayorfa eran hembras.4 Que los hombres superaran alas mujeres demograficamente en una proporcion de131 a 100 en la ciudad de Roma y de 140 a 100 en Ita-lia, Asia Menor y Africas no era sino una consecuen-cia de la nula consideracion que se tenia socialmentehacia el sexo femenino.

lAcaso podia ser de otra manera cuando era rarala familia que aceptaba en su seno mas de una hija?De acuerdo con un estlldio arqlleo16gicorealizado porLindsay, de leiscientas familias estudiadas en una de

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1as ciudades del Imperio s610 seis -es decir, e1 1 pOl'ciento- contaba con mas de una hija.6

Considerado todo de manera objetiva, no puededudarse de que 10.nueva fe tenia multitud de aspec-tos que 10.convertian en atractiva para 1asmujeres. Deentrada, e1cristianismo condenaba sin ningun tipo depaliativos e1infanticidio. POl'supuesto, no hacia acep-ci6n de sexos 0.1respecto, pero no puede dudarse, pOl'10yo.visto, que 10sprincipa1es beneficiarios de esa ac-titud eran 10srecien nacidos de sexo femenino. E1pri-val' de vida a un bebe se consideraba mora1mentenefasto y, a diferencia de 10contenido en 10.carta deHilari6n, no se aceptaba una excepci6n con e1casode 1as nifias. Pero, ademas, 10s cristianos propugna-ban estrictas normas mora1es en e1terre no de 10.vidaconyuga1, equiparando de nuevo 0.1hombre y a 10.mu-jer. Asf, condenaban e1divorcio (con matices, porqueaceptaban a1gunas causas), e1 incesto, 10.infidelidadmatrimonial y 10.poligamia. POl' supuesto, e1cristia-nismo va10raba 10.castidad femenina, pero, 0.1mismotiempo, rechazaba 10.dob1e vara de medir que cons i-deraba con benevo1encia e1adulterio masculino.7 POl'e1 contrario, 10.infidelidad masculina era objeto deuna censura tan acentuada como 10.femenina. De 10.cristiano. se podfa esperar una conducta de fide1idad,pero a 10.vez era consciente de que su esposo se vedasometido alas mismas exigencias mora1es. Una vezmas 10.equiparaci6n entre ambos sexos era cons ide-rada natural.

POl'si todo 10anterior fuera poco -y ciertamenteera mucho- ademas, 1asmujeres que se convertlan 0.1cristianismo gozaban de ventajas adiciona1es. POl'ejemp10, contrafan matrimonio a una edad mayor quesus coetaneas y tenfan posibilidad de eseoger a su

c6nyuge. De nuevo 10s estudios arqueo16gicos resu1-tan contundentes. Una mujer pagano. tenia tres vecesmas posibilidades que una cristiano. de haber contraf-do matrimonio antes de 10s trece afios; y e1 44 porciento de 1aspaganas yo.estaban casadas a 10scator-ce afios en comparaci6n con e120 pOl' ciento de 1ascristianas, es decir, menos de 10.mitad. De hecho, e148 pOl'ciento de 1as cristianas eran solteras aun a 10sdieciocho afios.8

Si se producia 10.viudedad, 10.situaci6n que el cris-tianismo ofrecia alas mujeres era tambien conside-rab1emente mejor a 10.que estas experimentaban en 10.sociedad clasica. La crisis demografica re1acionadacon 10.propia etica del paganismo se traducia en unaenorme presi6n social -incluso 1ega1- para que 1asviudas vo1vieran a contraer matrimonio. Augusto lle-g6 a disponer que si 10.nueva boda no se ce1ebraba enun p1azo de dos afios 1as viudas se vieran sujetas auna sanci6n legal. POl' e1 contrario, e1 cristianismomanifest6 desde un principio un respeto muy especialhacia las viudas e incluso organiz6 un sistema de asis-tencia de sus necesidades que carecia de parang6n en10.Antiguedad y que hunde sus rakes en 10sap6st01es(I Timoteo 5, 3 y ss.). En e1afio 251, pOl'ejemp10, pre-cisamente en medio de 10.terrible persecuci6n de De-cio, Cornelio, el obispo de Roma, escribfa a Fabio,obispo de Antioqufa, que las iglesias de su di6cesis es-tab an atendiendo «a mas de mil quinientas viudas ypersonas desamparadas».

Partiendo de estos aspectos no puede extrafiar quee1eristianismo tuviera un exito extraordinario entrela poblaei6n fe111eninadel Imperio mucho antes deeonvertirse en religi6n oficial. De hecho, e1nllmero defiele. femenin•.• de la nueva fe debi6 de exeeder de

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manera considerable el de varones, y esto en una so-ciedad donde la ratio demognifica por sexos era exac-tamente la contraria.9 Por ejemplo, en un inventariode la propiedad confiscada en una iglesia de la ciudadnorteafricana de Cirta durante una persecuci6n en elano 303, hallamos dieciseis tunicas de var6n frente aochenta y dos de mujeres ... jUna desproporci6n supe-rior a cinco a uno! La critica racionalista ha intenta-do en ocasiones minimizar esta circunstancia alu-diendo a la escasa racionalidad de las mujeres. Elargumento, sin embargo, es ridfculo. Si la clave de lasconversiones femeninas hubiera sido la supuesta irra-cionalidad habrian abarrotado tambien los templospaganos, 10 que, desde luego, no fue el caso. Si, enbuena medida, las mujeres se adhirieron al cristianis-mo fue, ni mas ni menos, porque las considerabaseres humanos, porque condenaba su exterminio,porque las equiparaba con los varones, obligandoademas a estos a adoptar patrones de conducta igua-litarios como, porejemplo, el de la fidelidad conyu-gal, y porque les otorgaba un estatus muy superior alreconocido por el paganismo en terrenos como la vidaconyugal, la familia 0 la viudedad.

A inicios del siglo IV, cuando el cristianismo estabaen puertas de convertirse en religi6n del Imperio, almenos la mitad de la poblaci6n era ya cristiana. Sinembargo, su influencia demografica era mucho ma-yor, ya que el porcentaje de conversas femeninas eramas elevado y se extendfa sobre familias en las que elesposo continuaba siendo pagano. Para alcanzar esasituaci6n, en contra de 10 sostenido por los apologe-tas del paganismo, la nueva fe no habfa tenido que re-currir a la violencia ni al respaldo estatal. Mas bien,habfa sufrido ambos.

El cristianismo no s6lo result6 atractivo para la po-blaci6n femenina del Imperio. Habfa otros sectores,no necesariamente formados por mujeres, que tam-bien eran considerados con especial dignidad por lanueva fe. Entre ellos ocupaban un lugar predominan-te los extranjeros y los esclavos, precisamente aque-llos para los que, segun Pablo habfa senalado en suEpfstola a los Galatas, no existfan barreras en el senode la comunidad cristiana.

En verdad, la situaci6n de los esclavos era todo me-nos envidiable en el mundo clasico. Algunos conse-gufan la emancipaci6n y su paso al estado de libertos,pero hasta donde sabemos se trataba mas bien de ca-sos excepcionales. La suerte, desde luego, de los escla-vos que trabajaban en el campo erapesima, ya que seles sometfa a una vida miserable basada en los conse-jos de personajes avariciosos y codiciosos como Colu-mela (De Agricultura 1.8.1,2,5,6,9, 10, 11, 16, 18, 19)o Cat6n el Viejo (De Agricultura 2, 56-59).Con todo, re-sultaba casi envidiable si se la comparaba con la deaquellos que trabajaban en las minas (Diodoro Sfculo,Historia, 5, 38, 1). Pero incluso aquellos esclavos quevivfan en las ciudades al servicio de un gran senor nopodfan escapar de un destino pespunteado de circuns-tancias aciagas. Las fuentes clasicas nos senalan queera normal en la existencia de los esclavos sufrir la fla-gelaci6n (Marcial, Epigramas, 3, 94), la mutilaci6n aveces por pura diversi6n (Plinio el Viejo,Historia natu-ral, 9, 39, 77) y el sadismo mas brutal e injustificado(Juvenal, Sdtiras, 6, 475-6; 480~4;490-3).

La ley l"Olnanaera ademas considerablemente duracan loa.,clavol. Por ejemplo, cualquier esclavo obje-

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to de una investigacion judicial era siempre sometidoa tortura porque se partia de la base de que mentiria, yen caso de que se sospechara que un esclavo era culpa-ble de la muerte de su amo se procedia a la ejecucionde todos y cada uno de los esclavos de la casa. Tacito(Anales 14, 42-45) recogio, en este sentido, como elhomicidio de Pedanio Secundo fue castigado con laejecucion de sus cuatrocientos esclavos, y esto conla sancion directa del Senado. Era el propio amo elque podia administrar la ultima pena a los esclavos y,de hecho, tal medida no cambia hasta Adriano (Scrip-tares Historiae Augustae, Vita Adriani, 18, 7-11), queexigio que la ejecucion fuera llevada a cabo por la au-toridad imperial. Por afiadidura, la esclavitud no im-plicaba solo maltratos nsicos, sino la sumision a unacondicion terrible en virtud de la cuallos esclavos de-pendian de los deseos sexuales de sus amos, se veianobligados a contemplar como sus hijos nacian escla-vos y podian ser separados de ellos y del resto de sufamilia. Incluso en el mas que improbable caso de quealguien lograra recuperar la libertad, esta no era ab-soluta e implicaba una perpetua vinculacion a los in-tereses del antiguo amo.

Frente a esa situacion, el cristianismo considerabaque los esclavos eran seres humanos en todo el senti-do del termino. No deja de ser significativo que enuno de los escritos de la cautividad del apostol Pablo,la Epistola a Filemon, el apostol ordene a este, uncristiano propietario del esclavo Onesimo, que nosolo no castigue a su siervo por haber huido, sino queademas 10 trate como a un «hermano amado» (File-man 16). Tampoco deja de llamar la atencion que en-tre los distintos grupos humanos a los que se dirigenlas epistolas se repita una y otra vez el colectivo de los

esclavos. Lo hallamos en los escritos paulinos (Colo-senses 3, 22 y ss.; Efesios 6, 5 y sS.;Tito 2, 9 y ss.) y apartir de ahi en toda la literatura cristiana posterior.Aeste sector enorme de la poblacion -el que mas tra-bajaba y mas sufria- el cristianismo no Ie ofrecia nila sublevacion ni tampoco el desprecio. Le brindaba,por el contrario, fraternidad, dignidad, igualdad en elseno de sus comunidades y en buen numero de casosla libertad mediante la influencia sobre sus amos.Ademas, les hablaba de una esperanza superior quetrascendfa su existencia terrena. Los esclavos noaceptaron el cristianismo porque se les impusiera.Por el contrario, tuvieron que enfrentarse no pocasveces a sus amos para creer en el y 10 hicieron por-que 10 que les ofrecia era infinitamente mejor que larealidad que sufrian de manera cotidiana.

Mas modernamente, la lucha contra la esclavitudfue una causa que derivo de una cosmovision bibli-ca, que se extendio a 10 largo de varios siglos y que, dehecho, solo mucho despues recibio el respaldo de ideo-logias distintas del cristianismo. Basta examinar laspaginas de la Enciclopedia, el maximo monumento dela Ilustracion del s. XVIII, para percatarse de que losilustrados no solo no eran contrarios a la esclavitud,sino que incluso la consideraban natural, dada la in-ferioridad racial de los esclavizados. Por ejemplo, enla voz «Negros, considerados como esclavos en las co-lonias de America», el texto dice: «Estos hombres ne-gros, nacidos vigorosos y acostumbrados a una ali-mentacion burda, encuentran en America dulzurasque les hacen la vida animal mucho mejor que en supafs.»

Deade lueio, resl1lta mas que dudoso que la escla-vitud en la. colonial americanas pl1diera ser califica-

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da de «dulzuras» y que la vida de los negros pudieraser pOl'definici6n calificada de animal, hasta el pun-to de que el hecho de ser esclavos la mejorara. Sinembargo, eso y no otra cosa afirma el citado articulode la Enciclopedia, y no resulta mejor la descripci6nque aparece en relaci6n con esta poblaci6n negra:«Estos negros son id6latras, su lengua es dificil depronunciar, saliendo la mayoria de los sonidos de lagarganta con esfuerzo ... Estos negros, se les Harnecomo se les Harne, hablan todos la misma lengua so-bre poco mas 0 menos.»

POI'si fuera poco, el ilustrado autor del articulo dela Enciclopedia indicaba que algunos negros logransuperar sus defectos propios y se convierten en bue-nas personas cuya caracteristica fundamental es nadamenos que la sumisi6n a su duefio: «Los defectos delos negros no se encuentran extendidos de manera tanuniversal que no se encuentren muy buenos sujetos.Varios habitantes poseen familias enteras compuestasde gente muy honrada y muy unida a su amo.» Par-tiendo de esa base, no resulta extrafio que se afirma-ra que encontrar negros buenos era un fruto mas dela casualidad que de la probabilidad:

Si por azar se encuentragentehonrada entre 10snegrosde Guinea, en su mayoria son durante todo el tiempoviciosos.En su mayor parte estiminc1inadosal liberti-naje, a la venganza,al robo y a la mentira.

Las consecuencias de semejante discurso no po-dian resultar mas obvias. La esc1avitud era censura-ble, pero los «salvajes» actuales habian caido tan pardebajo del imaginario nivel en que se encontraba el«buen salvaje» primitive que no cabia sino emprender

su educaci6n. Era obvio que unas razas eran superio-res y otras claramente inferiores. Esa circunstanciaobligaba alas primeras a dominar alas segundas pOl'su bien. Que el resultado no podia sino ser positivo 10demostraba el que, hasta reducidos a la esclavitud, losnegros se encontraran mejor bajo el dominio de unamo blanco en America que en libertad en Africa. Noresulta muy dificil imaginal' 10 que hubiera sido lasuerte de estos desdichados si, frente a la visi6n de losconquistadores (legitimado incluso pOl'algunas con-fesiones religiosas), al pensamiento ilustrado y, pOl'supuesto, alas concepciones islamica y pagana de laesclavitud, no se hubiera alzado una recuperaci6n delconcepto biblico acerca de esta instituci6n. En reali-dad, basta con examinar 10 que fue la trayectoria dela trata antes del movimiento emancipador.

Al fin y a la postre, el enfrentamiento con la escla-vitud surgi6 no de la Ilustraci6n, node la masoneria,ni tampoco delliberalismo, sino en el seno del cris-tianismo y pOl' razones enraizadas directamente enlas Escrituras. Durante el siglo XVII, los cuaqueros nos6lo condenaron la instituci6n, sino que ademas de-terminaron que si alguno de sus fieles tenia esclavosseria excomulgado. Antes de que acabara el siglo losmiembros de los cuaqueros habian emancipado a susesclavos e iniciado, ademas, distintas obras humani-tarias cuya finalidad no era otra que la de lograr suliberaci6n. En el siglo siguiente, al esfuerzo cuaquerose sum6 el de los metodistas. Estos, al experimental'la conversi6n, abandonaban el alcohol (una autenti-ca plaga en la Inglaterra de la epoca), la holgazaneria,la conducta disipada, y se entregaban a una vida me-t6dica (de ah! que se les denominara «metodistas») deseguhniento Uteral de Jos mandatos contenidos en el

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Nuevo Testamento. De esa dedicaci6n a los mas des-favorecidos surgieron escuelas, dispensarios medicos,sistemas de prestamo para iniciar nuevos negocios y,de manera directa, la lucha contra la esc1avituden In-glaterra.

El primero en enfrentarse con ella fue un antiguocapitan negrero llamado John Newton. Durante afioshabia pensado que su ocupaci6n no era inmoral. Fuesu conversi6n, tras escuchar una predicaci6n meto-dista, la que Ie convenci6 de que no s6lo no podiaconsiderar legitima la esc1avitud, sino que adem as es-taba en la obligaci6n moral de combatirla. A Newtonse sumaron otros personajes de distintas confesionesprotestantes, como fue el caso del bautista WilliamKnibb. Sin embargo, el papel principal contra la de-nigrante instituci6n 10representaria otro hombre lla-mado William Wilberforce. A semejanza de Newton,William Wilberforce tambien habia experimentadouna conversi6n religiosa gracias alas predicacionesde los metodistas. Hombre piadoso, promovi6la fun-daci6n de la Sociedad Misionera de la Iglesia (1798),asi como de la Sociedad Biblica inglesa y extranjera(1803), pero, a la vez, en su calidad de miembro delParlamento, se dedic6 a tareas de profundo conteni-do social. Asi, Wilberforce -al que se lleg6 a deno-minar la conciencia del primer ministro- foment6 laeducaci6n de los necesitados y, sobre todo, desarro1l6una extraordinaria labor para lograr la erradicaci6nde la esc1avitud. No fue una tarea facil, ya que choca-ba con intereses econ6micos obvios, pero en 1807consigui6 la prohibici6n britanica del comercio de es-c1avosy en 1833 se dec1ar6 la abolici6n de la esclavi-tud en la totalidad de los territorios britanicos. El (mi-co pais que se habfa adelantacioa In.Iaterra en la

abolici6n de la trata habia sido Dinamarca, en 1792,y tam bien apelando directamente a los principioscontenidos en la Biblia.

En los afios siguientes, la oposici6n ala trata segui-ria estando limitada al mundo anglosaj6n -Napole6nse ocup6 inc1uso de reprimir a los esc1avosnegros deAmerica latina- y al ambito del protestantismo. DavidLivingstone, el celebre explorador y abolicionista bri-tanico, era misionero protestante; las redes de emanci-paci6n de esc1avosen Estados Unidos se debieron acristianos como el cuaquero Levi Coffin, y el movi-miento abolicionista norteamericano -triunfador mo-ral de la Guerra de Secesi6n- estuvo formado de ma-nera casi exc1usiva por miembros de confesionesprotestantes como Charles Finney.

La misma manera en que la esc1avitud fue abolidaen Estados Unidos es incomprensible sin una refe-rencia al pensamiento protestante. En plena guerrade Secesi6n, en mayo de 1862, Estados Unidos y GranBretafia firmaron un tratado en virtud del cual secomprometian a colaborar en la supresi6n del traficode esc1avos,pero la ocasi6n para emancipar a los es-c1avosIe vino al presidente Lincoln de la mana de lavictoria militar de Antietam. El sabado 21 de sep-tiembre de 1862, Lincoln convoc6 a su Gabinete yanunci6 que estaba decidido a promulgar la proc1amade emancipaci6n. La raz6n se hundia en una consi-deraci6n de corte espiritual. Cuando las tropas sure-fias al mando del general Lee habian invadido el te-rritorio leal a la Uni6n, el presidente se habia dirigi-do en oraci6n a Dios para comprometerse con El aemancipar a 108 esclavos si las fuerzas confederadaseral1derrotacial YIe retiraban del Norte. Asfhabia su-ced1do,y a.bAnlJncoln estaba dispuesto a cumplir la

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promesa que habia formulado al Creador costara 10que costase. Ninguno de los miembros del Gabinetese opuso esta vez a la decisi6n de Lincoln. De esta ma-nera, no pudo ser mas espiritual el origen de la pro-clama de emancipaci6n que declaraba que a partir del1 de enero de 1863 serian libres todos los esclavos quese encontraran en un estado rebelde 0 en cualquierparte de un estado que el presidente designara. Lin-coln venia asi a concluir un camino comenzado porlos protestantes ingleses en el siglo anterior.

En los inicios del siglo XXI, y a pesar de la incorpo-raci6n de norm as antiesclavistas en la legislaci6n in-ternacional, la esclavitud sigue siendo una realidad fue-ra de Occidente y afecta a no menos de cien millonesde personas. En algunos paises islamicos y budistas in-cluso cuenta con una existencia legal. De no haber sidopor la influencia del cristianismo, tal vez ese tambienseria e1panorama en las sociedades occidentales.

La defensa de los debiles (III):las victimas de la violencia

El cuidado que el cristianismo mostraba de forma na-tural hacia los debiles y despreciados -mujeres, ni-nos, viudas, esclavos...- se extendi6 hacia otras vic-timas de la cosmovisi6n pagana como los condenadosa morir en el circo 0 los no nacidos.

Los sangrientos juegos de gladiadores contaron nos6lo con el respaldo del pueblo que los disfrutaba demanera enfervorizada, sino con e1apoyo de las insti~tuciones y la legitimaci6n de los inte1ectuales clasicos.Cesar, Augusto, Caligula, Ner6n, Domiciano y un et"cetera, en e1que no falta casi ningun emperador, 108

ofrecieron, rivalizando en el numero de victimas. DeCicer6n a Plinio el Joven pasando por Seneca se jus-tificaron apenas sin matices. Es peligroso cuestionarel sistema de producci6n de una sociedad, pero no 10es menos censurar sus diversiones y ocios. Sin em-bargo, a pesar de ese riesgo, el cristianismo no dej6 demostrar una indiscutible aversi6n hacia esas mani-festaciones de violencia.

La Tradici6n Apost6lica de Hip6lito de Roma (16) yaindica al referirse a los que desean convertirse en cris-tianos que «el gladiador y el que ensena a luchar a losgladiadores, e1bestiario que participa en la lucha deanimales en la arena y el funcionario relacionado conlos juegos dejaran de hacerlo 0 seran rechazados». Deacuerdo co.nesta fuente de finales del siglo II0 iniciosdel III, la participaci6n -0 relaci6n- con los juegosde gladiadores era tan condenable moralmente comola idolatria, la prostituci6n 0 la homosexualidad. Supunto de vista no era excepcional, sino generalizado.Lo era tambien en virtud del respeto a la vida el re-chazo al uso de las armas. Durante los tres primerossiglos de su existencia, 10 que hoy denominariamosobjeci6n de conciencia fue una practica generalizadaen el seno del cristianismo.10 En ese mismo sentido,debe encuadrarse su condena del aborto.

La cultura pagana, con excepciones como e1jura-mento hipocrMico, no tenia ninguna objeci6n moralcontra el aborto e incluso habia aducido razones ensu favor. Plat6n (Republica 5, 9) habia escrito que elEstado debia convertir en obligatorio el aborto paralas mujeres que superaban los cuarenta anos y tam-bien como una manera de controlar el crecimiento dela poblaci6n. Al"1st6teles,asimismo, habia suscrito elpunta d. vt,il d. que 5610debfa procrearse hasta una

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edad determinada y que, superada esta, habia que re-currir al aborto (Arist6teles, Politica, 7, 14, 10). La so-ciedad romana, desde luego, consideraba normal quelos varones dispusieran de los fetos de sus esposas 0amantes, y conocemos, por ejemplo, el caso de Julia,la sobrina de Domiciano, a la que este orden6 abor-tar cuando qued6 embarazada por mantener relacio-nes sexuales con el. El cristianismo, y en esto seguiaal judaismo, consideraba, sin embargo, un grave aten-tado contra la moral la destrucci6n de la vida queestaba albergada en el vientre de una mujer. La Dida-je, la primera catequesis cristiana de la que tenemosnoticia, cuya fecha de redacci6n puede incluso ser an-terior al ano 70 d. J.e., ya consignaba la siguiente pro-hibici6n: «Nomatanis a un nino recurriendo al abortoni 10matanis una vez que haya nacido.» De la mismamanera, la I Apologia de Justino dejaba de manifies-to que «se nos ha ensenado que es una perversidadabandonar a los ninos recien nacidos».

La posici6n del cristianismo primitive hacia elaborto y el infanticidio no tard6 en convertirse en unaabierta denuncia dirigida a las mas altas instanciasdel Imperio. Atenagoras (Apologia 35) ya sena16 enelsiglo II al emperador Marco Aurelio que «decimos alas mujeres que utilizan drogas para provocar unaborto que estan cometiendo un asesinato, y que ten-dran que dar cuentas aDios por el aborto ... Contem-plamos al feto que esta en el vientre como un ser crea-do, y por 10 tanto como un objeto del cuidado deDios... Y no abandonamos a los ninos, porque los quelos exponen son culpables de asesinar ninos». A fina-les del siglo II, Minucio Felix (Octavio 33) volvia acondenar el aborto y 10 relacionaba -con raz6n-con la propia mentalidad pagana.

A 10largo de tres siglos, el cristianlsmo fue conci-tando no s610 las simpatfas de amplios sectores so-ciales -esclavos y mujeres, pero tambien aquellosque estaban asqueados profundamente de lamoralpagana-, sino tambien reuniendo en su seno un po-tencial demognlfico que no podia ser igualado poruna sociedad que abandonaba a sus hijos, que practi-caba el aborto libremente y que sometfa alas muje-res a un trato injusto y discriminatorio.

La norma etica que caracterizaba al cristianismocomo considerablemente distinto de cualquier otracreencia era el precepto de amor al pr6jimo. Ese man-damiento implicaba no s610 otorgar una dignidadhasta entonces negada a cualquier ser humano conindependencia de su condici6n, sino tambien adop-tar medidas positivas para liberarle del mal (el infan-ticidio, el aborto, la esclavitud) y hacerle el bien (asis-tencia alas viudas). Esta ultima circunstancia tendrfauna especial importancia sobre todo a partir de los ul-timos anos del siglo II.

En el ano 165, durante el reinado del emperador-y perseguidor- Marco Aurelio, una terrible epide-mia aso16 el territorio del Imperio romano. No se hapodido determinar con exactitud el tipo de enfermedaddel que se trataba, pero durante decada y media dej6sentir su pavoroso impacto acabando con la vida deuna parte de la poblaci6n del Imperio que pudo llegara un tercio del total 0, como minimo, ala cuarta par-te. EI mismo Marco Aurelio pereci6 por esta causa en180 y el imp acto demoir'fico resl.1lt6tan considera-

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ble que, unido a la baja tasa de natalidad, llev6 a asen-tar a poblaciones barbaras en el Imperio con inten-ciones repobladoras, corroyendo aun mas los cimien-tos del poder. Era s610el principio. Un siglo despues,una nueva plaga volvi6 a golpear el Imperio y en supunto mas algido caus6 hasta cinco mil muertes dia-rias tan s610en la ciudad de Roma. La catastrofe nos610era extraordinaria en terminos sociales. Ademaspuso a prueba la fuerza interna del paganismo y deun cristianismo perseguido y minoritario.

La respuesta de ambos sistemas de creencias fuediametralmente opuesta. Los profesantes del paganis-mo buscaron sobre todo poner a salvo su vida y,por su-puesto, abandonaron a aquellos que ya habfan empe-zado a sufrir la enfermedad. Segun escribi6 Dionisio deAlejandrfa: «Desde el mismo inicio de la enfermedad,echaron a los que sufrfan de entre ellos y huyeron desus seres mas queridos, arrojandolos a los caminos an-tes de que fallecieran, y trataron los cuerpos insepul-tos como basura, esperando asf evitar la extensi6n y elcontagia de la fatal enfermedad; pero haciendo 10quepodfan siguieron encontrando diffcil escapar.»

En realidad, los paganos del Imperio no eran peo-res que los de otras epocas si contrastamos su con-ducta con la descrita por Tucfdides en su Historia dela guerra del Peloponeso (2, 47-55) al relatar la pesteque aso16Atenas. Sin embargo, volvieron a poner demanifiesto el caracter despiadado de los valores queinformaban la sociedad en que vivfan. Si considera-ban lfcito el infanticidio 0 el aborto, si no censurabanel abandono de las hijas 0 su entrega al matrimonioantes de la pubertad, si disfrutaban con el derrama-miento de sangre en los espectaculos publicos, lporque raz6n deberfan haber permanecido allado de se-

res que podfan contagiarles una enfermedad letal?Galeno, el celebre medico, vivi6 la epidemia que seprodujo durante el reinado de Marco Aurelio y sucomportamiento fue completamente paradigmcitico.Desde luego, no pens6 en quedarse en la ciudad deRoma para asistir profesionalmente a los enfermos.Por el contrario, la abandon6 con la mayor rapidez yse dirigi6 a sus posesiones en Asia Menor.

La conducta de los cristianos no pudo ser mas di-ferente. Cipriano de Cartago (Mortalidad 15-20) escri-bi6 una descripci6n angustiosa de la manera en quehabfa causado estragos, pero, a la vez, dej6 constan-cia de que mientras que los paganos habfan huido loscristianos, que morfan de la misma manera, optaronpor quedarse al lado de los enfermos: «... los que es-tan bien cuidan de los enfermos, los parientes atien-den amorosamente a sus familiares como deberfan,los amos muestran compasi6n hacia sus esclavos en-fermos, los medicos no abandonan a los afligidos ...estamos aprendiendo a no temer la muerte.»

Dionisio de Alejandrfa, en tornoal 260 (Eusebio,HE, 7, 22), senalaba una situaci6n muy similar: «Lamayorfa de nuestros hermanos cristianos mostraronun amor y una lealtad sin lfmites, sin escatimarse ypensando s610en los demas. Sin temer el peligro, sehicieron cargo de los enfermos, atendiendo a todassus necesidades y sirviendolos en Cristo, y con ellospartieron de esta vida serenamente felices, porque sevieron infectados por otros de la enfermedad... Losmejores de nuestros hermanos perdieron la vida deesta man~ra, un cierto numero de presbfteros, diaco-nos y laicos llegaron a la conclusi6n de que la muer-te de estl;.manera, como resultado de una gran piedady de I parece en todo similar almartirio.»

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Enfrentados con una crisis a vida 0 muerte, el pa-ganismo y el cristianismo observaban comportamien-tos distintos. El primero buscaba la supervivencia delindividuo por encima de cualquier consideraci6n sindescartar la muerte de los semejantes; el segundoconsideraba que era indispensable ayudar al pr6jimoaunque eso implicara un riesgo cierto de muerte, unamuerte tan digna como la del martirio por la fe. Pero,ademas, ambas creencias ofrecian una esperanza dis-tinta en medio de situaciones desesperadas. El paga-nismo carecia de respuesta para catastrofes de estetipo. Sus dioses no tenian interes en el bienestar delos seres humanos, no iban a brindarles consuelo y, ajuzgar por el comportamiento de sus sacerdotes, s610podia esperarse de ellos un distanciamiento desola-dor. Por el contrario, el cristianismo no s6lo brinda-ba remedios practicos a la crisis, sino que, ademas,insistia en que todo -absolutamente todo- tenia unsentido vital, aunque este quiza no fuera accesible.Ese sentido derivaba directamente de la creencia enque «Cristo Jesus, siendo en forma de Dios, no se afe-rr6 a ser igual a Dios, sino que se anonad6 tomandoforma de siervo, hecho semejante a los hombres, ysiendo hombre se humill6 a si mismo, hecho obe-diente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses2, 5-8).

A los paganos no se les escap6 que aquel compor-tamiento cristiano que atendia a enfermos y viudas, anifios abandonados y a mujeres, a esclavos y desdi-chados, tenia un impacto corrosivo sobre su mono-polio ideo16gico. Fue precisamente Juliano, el prota-gonista del ultimo intento imperial de restauraci6ndel paganismo, el que capt6 con mas c1aridad la fuer-za de esta diferencia. :&1'3: una carta dirigida en el afio

362 a un sumo sacerdote de Galacia, Juliano instabaa los paganos a igualar las virtudes de los cristianos,ya que su expansi6n se debia a su «caracter moral» ya su «benevolencia hacia los extrafios y el cuidado porlas tumbas de sus muertos». En otra misiva dirigidaa otro sacerdote, Juliano Ie insistia: «Creo que cuan-do los sacerdotes descuidaron y pasaron por alto a 108pobres, los impios galileos se percataron de ello y seentregaron a la caridad»; y en otro lugar afiadfa: «Losimpios galileos no s6lo sustentan a sus pobres, sinotambien alas nuestros, todos pueden ver que nuestragente carece de ayuda nuestra» (la cursiva es nues-tra). Juliano atribuia las peores motivaciones ala ca-ridad cristiana, pero 10que no podia era ni negarla nipasar por alto el impacto que estaba teniendo sobreun paganismo que, en terminos generales, estaba des-provisto de piedad, de compasi6n, de solidaridad e in-cluso de esperanza.

Se ha sefialado que el cristianismo habia creado un«estado del bienestar en miniatura en un imperio queen terminos generales carecia de seriricios sociales».l1Es verdad, pero no toda la verdad. Lo cierto es que elpaganismo carecia de fibra moral para asistir a losdesfavorecidos cuando precisamente no tenia reparosen arrojarlos ala cuneta social-o incluso a la muer-te- y profesaba un culto evidente a la fuerza, el po-der y la violencia. Al mismo tiempo, era incapaz nos6lo de brindar su asistencia social, sino tambien deotorgar la mas minima esperanza a sectores impor-tantes de su poblaci6n, precisamente aquellos -mu-jeres, esclavos, extranjeros, desposeidos, enfermos-por los que sentia un claro menosprecio.

EI cristianismo venci6 finalmente al paganismo,pero no porque contara con la fuerza, sino porque, a

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pesarde la violencia dirigida en su contra, supo in-fundir misericordia, caridad y esperanza en una so-ciedad desprovista de estas conductas; porque abri6sus brazos de la misma manera a sectores sociales«humillados y ofendidos» (por utilizar la expresi6n deDostoievski), y porque implicaba una Mica elevadade respeto por la vida que tuvo muy positivas reper-cusiones demognificas. Hoy en dia, a pesar de la exis-tencia del Estado del bienestar, de los servicios socia-les 0 de los psicofarmacos, los seres humanos tienenesas mismas necesidades y hoy tambien, como en-tonces, s6lo Jesus el mesias puede dades una satis-facci6n cabal y plena.

El cristianismo 10gr6emerger victorioso de las perse-cuciones imperiales y de un enfrentamiento culturalen el que alas fieras del circo y alas mazmorras im-perialess6lo podia oponer la Palabra. Hubiera resul-tado l6gico que ese cristianismo perseguido por lacultura c1asica la hubiera contemplado con aborreci-miento e inc1uso hubiera sonado con aniquilada. Su-cedi6 exactamente todo 10 contrario. Cuando en els. v los barbaros aniquilaron el Imperio romano, fue-ron precisamente los cristianos los que se afanaronpor conservar todo 10noble, todo 10digno, todo 10be-llo que tenia la cultura grecorromana.

De hecho, 10que quedaba a finales del s. v tras laserie de enfrentamientos entre los barbaros y el Im-perio era practicamente la nada. Polltica y adminis-trativamente, el Imperio estaba despedazado en unaserie de reinos cuya existencia era inestable y por ana-didura ef!mera. Una vez mas los datos resultan elo-cuentes. El reino africano de 108vandal08 apenas lle-g6 alaille, .,1429 al 534; algo similar sucedi6 con el

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establecido en Tolosa por los visigodos (419-507) 0con el de los burgundios (443-534). El reino ostrogo-do de Italia, quiza el mas importante y, desde luego,el que mas se esforz6 por asimilar la herencia deRoma, no lleg6 a los tres cuartos de siglo (493-553).Y junto a los saqueos intermitentes, ala inestabilidadpolitica, a la violencia germanica desencadenada so-bre poblaciones a las que consideraba inferiores mo-ral y racialmente, no podia sino producirse la desin-tegraci6n, inc1uso el caos, y una acentuada sensaci6nde desmoralizaci6n. Gregorio Magno! nos ha trans-mitido precisamente una descripci6n del panoramacontemporaneo que diffcilmente puede resultar maselocuente:

(Que existe en este mundo que pueda causar nuestroagrado? Por todas partes solamente contemplamospena y lamentos. Las ciudades y las villas se hallanarrasadas, los campos se encuentran asolados y la tie-rra esta abandonada en su soledad. Yano quedan cam-pesinos que cultiven los campos, pocas gentes siguenhabitando en las ciudades e incluso esos escasos restosde humanidad se encuentran expuestos a incesantes su-frimientos ... A algunos los arrastran al cautiverio, aotros los mutilan y otros, mas numerosos, son degolla-dos ante nuestra vista ... (Que existe en este mundo quepueda causar nuestro agrado? Si seguimos deseando unmundo semejante 10 cierto es que no ansiamos el placersino la miseria.

Frente a esos barbaros el cristia:pismo opuso unmensaje, duro y directo, de juicio divino porque eraabsurdo pensar que Dios podrfa dispensar -muchomenos legitimar- las tropeBas de los [-uertesy Ia des-

gracia de los debiles. Sin embargo, a pesar de su con-tundencia, el cristianismo pervivi6 y al hacerlo 10gr6que perviviera la cultura clasica.

En los siglos siguientes, el cristianismo preserv6 lacultura c1asica en los monasterios; primero, y en lascortes, despues; sirvi6 de baluarte a Occidente para de-fenderse del Islam y de la segunda oleada de invasionesprocedentes del Este y del Norte de Europa; convenci6a los barbaros para que abandonaran sus cultos paga-nos y creyeran en Jesus; y model6 la cultura de Occi-dente de una manera que, con todos los matices quese desee, fue extraordinariamente positiva.

Los ejemplos son, desde luego, abundantes. En Es-pana, los visigodos intent an sumar la herencia c1asi-ca al espiritu cristiano y a las rakes germanicas. Elresultado sera la primera encic10pedia de la Historia-las Etimologias de Isidoro de Sevilla-, la primeranaci6n europea nacida de la descomposici6n del Im-perio romano -Espana- y la primera cultura de laepoca, una cultura completamente destruida porla invasi6n islamica de inicios del s. VIII, pero que senegaria a desaparecer ante los musulmanes yacaba-ria reconstruyendose y consumando la labor de libe-raci6n nacional casi ocho siglos despues.

Incluso cuando las nuevas naciones sonaron conreconstruir el Imperio, su aliento ya estaba marcadodecisivamente por la cosmovisi6n cristiana. No dejade ser significativo, por ejemplo, que el imperio caro-lingio distara mucho de repetir el sistema desp6ticodel romano. Asi, Cataulfo, en una carta dirigida a Car-los al inicio de su reinado, Ie anim6 a seguir la Bibliapara gobernar a la manera del consejo contenido enDeuteronomio 17, 18-20. Con ello, no se intentabacrear una teocracia, sino mas bien establecer un cons-

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titucionalismo cuya legitimidad derivarfa de la suje-ci6n a ciertas normas eticas. Tampoco puede sor-prender que la lectura favorita del emperador fuera laCiudad de Dios, de Agustin de Hipona. En otras pala-bras, su labor de gobierno pretendia traducir al terre-no de la politica principios ya presentes en el NuevoTestamento, los de que la legitimidad se sustenta en ladefensa de ciertos valores y que el abandono de losmismos legitima la desobediencia al gobernante.

El gobierno de Carlomagno no s610 signific6 laaceptaci6n de un nucleo de constitucionalismo poli-tico 0 un intento de reunificar el Imperio -por 10tan-to, un precedente de la Europa unida- frente alasamenazas externas. Tambien implic6 de manera muyprincipal la oficializaci6n regia de la tare a cultural yeducativa desempenada por el cristianismo en los si-glos anteriores. Entroncando con precedentes hispa-nicos -Teodulfo tenia claras conexiones con el poli-grafo Isidoro de Sevilla y tambien 10conoda Alcuinode York, tal vez a traves de Beda-, eldenominado re-nacimiento carolingio constituy6 una fecunda fusi6nde la cultura clasica y la cristiana. La Biblia fue el tex-to glosado con mas frecuencia, pero seguido por Vir-gilio. Alcuino compuso una guia para el estudio de laret6rica basada en el De inventione de Cicer6n, pero,a la vez, se ejecutaron extraordinarias copias manus-critas de la Biblia. Eginardo histori6 dejando de ma-nifiesto la influencia de Cesar, Tito Livio, Floro, Taci-to, Justino y Osorio, y, al mismo tiempo, supervis6 laconstrucci6n de iglesias en las que se percibi6 -unavez mas- la influencia artistica espanola.

Carlomagno -que gustaba de ser llamado en pri-vado David, como el rey bfblico- dispuso que las se-des episcopales y 108monasterios no se ocuparan s610

de cultivar la piedad, sino tambien de cultivar lasciencias y ensenar a los que no sabian. Incluso -enun proyecto que no termin6 de llevarse a la practica-·la Capitular I, 235 estableci6 que todos los ninos de-bian recibir instrucci6n elemental, una instrucci6nque debia ser gratuita (Cap. I, 238). Las traducciones,la creaci6n de bibliotecas, la recuperaci6n y el fo-mento de las artes fueron s610 algunas de las mani-festaciones de un imperio que se desea cristiano yque, siquiera en parte, incorpor6 valores propios deesta fe. De estos, allado de la sabidurfa iba a ocuparsu lugar la caridad. Aun con la distancia del tiempollama la atenci6n la manera en que Carlomagno sin-ti6 preocupaci6n por la asistencia social. Carlos seconsideraba protector directo de debiles y necesitados(Cap. I, 93) y no ces6 de articular medidas legales re-lacionadas con este tema. Por ejemplo, se prohibi6 demanera terminante negar techo, hogar y fuego a losviajeros; se castig6 con severidad el rehusar socorroa un barco en peligro de naufragar; se mantuvieronlos hospicios y xenodoquias en la mayor parte de lasciudades italianas y se crearon otros nuevos en las re-sidencias episcopales del imperio franco al oeste delRhin.

Ademas, se aprobaron normas que pretendian evi-tar la explotaci6n de los mas debiles. Asi, se pro-hibieron los prestamos con interes (Cap. I, 244) Y elacaparamiento de viveres de primera necesidad,se es-

. tableci6 el precio oficial de bienes imprescindiblescomo los alimentos (794) 0 la ropa (808) y se bus-c6, en terminos generales, impedir la formaci6n demonopolios y favorecer la circulaci6n de bienes en be-neficio del consumidor. Incluso en la legislaci6n ma-trimonial, Carloa intent6 defender a 10smas despro-

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tegidos. Por ejemplo, se prohibio a los maridos repu-diar a sus esposas y contraer nuevo matrimonio sal-vo que mediara el adulterio (Cap. I, 30), aunque, alavez, se autorizo el divorcio por razones como la noconsumacion del matrimonio, el intento de asesinato,la entrada en religion 0 la negativa a seguir al conyu-ge a otras tierras (Cap. I, 40 y ss.). Todo esto resultoparalelo -que no sustituyo- a la asistencia propor-cionada por iglesias rurales y monasterios. De estos,la totalidad contaba con servicios de ayuda a los des-favorecidos y la mayor parte disponia de hospederiaspara viajeros. El monasterio de Saint-Riquier, porejemplo, entregaba ayudas a diario a trescientos po-bres y a ciento cincuenta viudas, una cifra elevadapara la demografia de la epoca. Asimismo se constru-yeron, por 10general bajo el cuidado de institucioneseclesiasticas, hospitales para enfermos, leproserias 0alojamientos para viajeros en los pasos montafiososde dificil acceso como el del Septimer. No fue menorel papel de la Iglesia en el aumento de las manumi-siones,·un fenomeno que ya tenia precedentes en losprimeros afios de tolerancia del Imperio romano ha-cia el cristianismo.

Ese cristianismo -ya 10hemos anticipado- logroresistir al Islam en Espafia e implantarse en las na-ciones que desde mediados del s. IX asolaban Occi-dente. Escandinavos -jlos terribles normandos!-,rusos, polacos ... aceptaron a Cristo siquiera en parteporque sus seguidores representaban una cultura mashumana, mas clemente, mas profunda, en suma, muysuperior.

Del siglo X emergio Occidente, no anegado por lasultimas invasiones del paganismo 0 Jas mas antiguasdel Islam, sino comunicando a otros pueblos ellega-

do cultural del cristianismo y ampliando sus fronte-ras hacia el este y el norte. Si Occidente llegaba has-ta el Rhin en el siglo IX, podemos afirmar que limita-ba con Islandia y Kiev en e1siglo x.

Y no se trato de la cultura simplemente -la del ro-manico, la de los Cantares de Gesta, la de las prime-ras cortes importantes-, sino tambien del impulsohumanitario. Justo en un momenta en que surgiacomo institucion sincretica una caballeria en la quese unian comportamientos paganos sublimados por eltamiz de los valores cristianos, se produjo un intentoorganizado y sistematico en pro de suprimir los ma-les derivados de la guerra. Asi es como nacieron ins-tituciones como la Paz de Dios y la Tregua de Dios ycon ellas 10que en la actualidad se conoce como de-recho humanitario de guerra. La Paz de Dios habiaintentado proteger a los indefensos contra 10sabusosno solo de los conflictos belicos, sino de una noblezacarente de un minima sentido de la justicia. No fueuna intromision de la Iglesia en el ambito civil. Por elcontrario, se trato de un intento por defender -iunavez mas!- a los debiles en medio de una sociedaddonde las autoridades politicas no podian 0 no desea-ban protegerlos. En 987, el Sinodo de Charroux yahabia fulminado el anatema contra aquellos que ro-baban los rebafios de los campesinos 0 saqueaban lasposesiones eclesiasticas. De manera bien significativa,el pan de 10strabajadores y los bienes eclesiales erancolocados en 01misma punta de mira protector.

La Treiul de D10l .intont6 ademas eliminar la vio-

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lencia en ciertas ocasiones concretas. Asi,prohibio lashostilidades entre el sabado por la noche y el lunespor la mafiana. En 1027, la prohibicion se extendi6 atodo tipo de guerra privada. Una docena de afios des-pues, quedo exento de la violencia el espacio de tiem-po transcurrido entre la puesta del sol del viernes y susalida dellunes. Con posterioridad se vieron tambienlibres del derramamiento de sangre belico las esta-ciones de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. Elcristianismo no podia eliminar -como habia sido suvocacion primera- la guerra. Sin embargo, la res-tringia de una manera sin precedentes y 10 hacia re-curriendo al unico poder con el que contaba, el espi-ritual, ya que la sancion por violar la tregua no eraotra que la excomunion. La Tregua de Dios no tardoen extenderse por Occidente. Primero, y con rapidez,fue aceptada en Francia, Italia y Alemania. En 1179,un concilio la considero de aplicacion en toda la cris'-tiandad occidental.

A pesar de todo 10 anterior, la gran contribucion delcristianismo a la cultura medieval posterior al sigloXI, su gran creacion, persistente de manera indisolu-ble del concepto de cultura hasta el dia de hoy y cons-tituyente de uno de los grandes jalones de la Historiade la Humanidad, fue la creacion de las universida-des. Conocida inicialmente como universitas magis-trorum et scholarium, es decir, union de maestros y es-tudiantes, su finalidad era el beneficio mutuo y laproteccion legal de unos y de otrO$. Con una ense-fianza impartida en lat!n-la lengua del Imperio y

tambien de la sagrada liturgia-, en el siglo xu se es-tablecio ya en Paris una universidad dedicada a la en-sefianza de la teologia y de la filosofia. El modelo notardo en extenderse a Italia -Bolonia, fundada en1088, seria durante siglos el centro occidental de laensefianza del Derecho- y a partir del siglo XUI eraya comun en Francia, Espafia (Salamanca fue funda-da en 1230), Inglaterra, Escocia, Alemania, Bohemiay Polonia. Durante los siglos siguientes, la idea del sa-ber, de investigacion, de cultura resultaria inseparablede la universidad.

Otros ambitos culturales -el hindu, el budista, elmusulman- no serian capaces de crear la universi-dad. No solo eso. La aparicion de la universidad solose produjo cuando llegaron los occidentales que la co-nocian -y disfrutaban- desde hacia siglos. El cris-tianismo habia alterado la Historia y 10 habia hechoademas en claves muy positivas que trascenderian desu ambito espiritual. Sin embargo, la gran eclosion devalores occidentales -eclosion nacida totalmente devalores cristianos, eclosion de cuyos frutos positivosseguimos aprovechandonos a dia de hoy- se produ-ciria en el s. XVI.

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EL CRISTIANISMO HA CREADOLA MODERNIDAD

Incluso los siglos XIV y XV, a pesar de verse tnigica-mente marcados por una profunda crisis eclesial queincluyo el Cisma de Occidente y la cautividad babilo-nica de la iglesia en Avifion,fueron acompafiados porlos grandes aportes culturales del Humanismo y delRenacimiento. Se inicio asf un camino que desembo-co en la Reforma del s. XVI. Excede los lfmites de esteensayo analizar semejante perfodo, pero, incluso a pe-sar de la controversia aspera y la fractura innegable,los aportes positivos del cristianismo en esa epoca re-sultaron extraordinarios.

La cosmovision espiritual reformada no triunfo entoda Europa. Tambien es cierto que no pudo ser erra-dicada de la mitad de Occidente. Sin embargo, nodeja de ser revelador que algunos de sus valores eti-cos, derivados directamente de su teologfa, acabarancon el paso de 10ssiglos trascendiendo de sus lfmitesconfesionales y f1.1eranaceptados par sociedades queno eran prot•• tantes. Las razones para esa influencia

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no resultan diffciles de entender. En primer lugar, laReforma afirmaba la libertad del ser humano frentealas autoridades no s6lo religiosas, sino tambien po-lfticas. Ni siquiera el hecho de que Lutero apoyara alos principes contra la revuelta de los campesinoschocaba contra este principio. Por el contrario, 10afirmaba al negar legitimidad a los procesos revolu-cionarios en los que la esencia fuera una despiadadalucha de clases. Ante fen6menos de ese tipo, debiaprevalecer el orden publico precisamente como ga-rantia segura de la justicia. El episodio seria muy cri-ticado posteriormente por el marxismo, pero encie-rra una visi6n favorable a la ley y el orden frente aluso de la violencia por parte de las masas que la ex-periencia hist6rica ha confirm ado como dramMica-mente acertada.

El 25 de septiembre de 1555, la Dieta del Imperioaleman promulg6 la Paz de Augsburgo, en la que sereconocia la libertad religiosa a los protestantes. Losrepresentantes en la Dieta 10 ignoraban, pero acaba-ban de consagrar legalmente la primera libertad poli-tica de la Historia moderna. De esta manera comen-zaba una evoluci6n politica que tendria pasos atras,pero que acabaria resultando irreversible. Era l6gico.Si un individuo podia examinar libremente la Palabrade Dios, si tenia derecho a adorar a Dios de acuerdocon los dictados de su conciencia, <-queIe impediriasometer a escrutinio cualquier otro aspecto de suexistencia obviamente de menor relevancia que la Re-velaci6n divina? De ahi nacerian pronto la libertad deexpresi6n, de prensa, de asociaci6n ...

En segundo lugar, la Reforma -en cualquiera desus formulaciones- implic6 un regreso directo, COl1~

creto, sin mediaci6n, ala Biblia, partiendo del princi-

pia de Sola Scriptum. En verdad, ese retorno agudiz6la fragmentaci6n organizativa protestante, pero, alavez, permiti6 recuperar los valores integrados en lasEscrituras. Los ejemplos son muy numerosos y ade-mas fecundos. El regreso ala Biblia de los reforma-dores se tradujo, por ejemplo, en una afirtnaci6n delvalor del trabajo -cualquier trabajo, siempre que fue-ra digno- y del ahorro. Hasta finales del siglo XVIIIno eximira Carlos III de Espana de su caracter infa-mante al trabajo manual. Para ese entonces, Inglate-rra ya habia experimentado el inicio de la Revoluci6nIndustrial y adquirido una hegemonia econ6mica queduraria hasta el final de la primera guerra mundial.Seria entonces sustituida por Estados Unidos, una na-ci6n mas protestante si cabe.

No menos relevante fue el papel que los reforma-dores concedieron a la educaci6n. Las razones, enprincipio, no podian ser mas pragmMicas. Un buencat6lico podia ser perfectamente analfabeto. Las vi-drieras de las iglesias, las portadas de las catedrales,la recitaci6n de las oraciones, la contemplaci6n de lasimagenes podian educarle de forma espiritual. Algomuy similar sucedia en la cristiandad oriental con losiconos. Para el protestante, que repudiaba el culto alas imagenes apelando al mandato contenido en Exo-do 20, 4 Yss., tal camino era impensable. Su instruc-ci6n, ademas, s610podia derivar de la lectura de la Bi-blia. Alfabetizar a la poblaci6n resultaba obligado, ymuy pronto el indice de analfabetismo fue muy infe-rior entre las poblaciones protestantes que en el senode las cat6licas.

El acceso ala educaci6n y la valoraci6n del traba-jo facilit6 tamb16n la recllperaci6n de otro de los prin-cipios nlot ••tamentarios, el igllalitario y meritocrati-

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sencia, por el contrario, de judfos y cat6licos era casitestimonial y los metodistas aun no habfan hechoacto de presencia con la fuerza que tendrfan despuesen Estados Unidos.

De hecho, el primer texto independentista nortea-mericano no fue, como generalmente se piensa, la De-claraci6n de Independencia redactada por ThomasJefferson, sino la fuente de la que el futuro presiden-te norteamericano la copi6. Esta no fue otra que laDeclaraci6n de Mecklenburg, un texto suscrito porpresbiterianos de origen escoces e irlandes, en Caro-lina del Norte el 20 de mayo de 1775. La Declaraci6nde Mecklenburg contenfa todos los puntos que un anodespues desarrollarfa Jefferson, desde la soberanfanacional a la lucha contra la tiranfa pasando por elcaracter electivo del poder politico y la divisi6n de po-deres. Por anadidura, fue aprobada por una asam-blea de veintisiete diputados -todos ellos purita-nos- de los que un tercio eran presbfteros de laIglesia presbiteriana, incluyendo a su presidente ysecretario. La deuda de Jefferson con la Declaraci6nde Mecklenburg ya fue senalada por su bi6grafo Tuc-ker, pero ademas cuenta con una clara base textual,y es que el texto inicial de Jefferson -que! ha llega-do hasta nosotros- presenta notables enmiendas yestas se corresponden puntualmente con la Declara-ci6n de los presbiterianos.

El caracter puritano de la Constituci6n -recono-cida magnfficamente, por ejemplo, por el espanolEmilio Castelar- iba a tener una trascendencia inne-gable. Mientras que el optimismo antropo16gico deRousseau derivaba en el Terror de 1792y, al fin y a lapostre, en la dictadura napole6nica, Q.Il no memosop.timista socialismo propugnaba 10 Quyaante·

sala era la dictadura del proletariado, los puritanoshabfan trasladado desde sus iglesias a la totalidad dela naci6n un sistema de gobierno que podfa basarseen conceptos desagradables para la autoestima hu-mana, pero que, traducidos ala practica, resultaronde una eficacia y solidez incomparables. Si a este as-pecto sumamos ademas la practica de algunas cuali-dades como el trabajo, el impulso empresarial, el en-fasis en la educaci6n 0 la fe en un destino futuro quese concibe como totalmente en manos de un Dios so-berano, justa y bueno, contaremos con muchas de lasclaves para explicar no s610la evoluci6n hist6rica deEstados Unidos, sino tambien sus diferencias con losdemas pafses del continente.1

Al fin y a la postre, como tantas cuestiones tras-cendentales en la Historia del genero humano, nose trataba de una discusi6n meraniente te6rica. Elpensamiento rousseauniano, convencido de la bon-dad natural del ser humano y del efecto benefico delculto a la diosa Raz6n, tuvo como hija a la Revolu-ci6n francesa, con su cortejo tantas veces olvidadode sangre y represi6n; el desconfiado protestantis-mo, a la Constituci6n norteamericana, con su refi-nado sistema de checks and balances. La Revoluci6nfrancesa, en la que tuvo un papel esencialla maso-nerfa, deriv6-c:podemos no creer que de manera16gica?- hacia la guillotina, el Terror y, por ultimo,la implantaci6n de una dicta dura militar disfraza-da de imperio; la segunda traz6 un modelo politicode divisi6n de poderes (divisi6n calcada de la es-tructura de gobierno eclesial de los presbiterianosingleses) que ha funcionado hasta el dfa de hoy sinderivar III dictaduras. Nada de eso hubiera sido po-sible .1ft UC,I cosmovisi6n cuyas rafces eran honda-

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mente cristianas. De hecho, podriamos preguntar-nos si, aparte de la Reforma, la democracia seriahoy algo mas que el recuerdo de una experienciafracasada en Grecia en el siglo v a. J.e.

De manera repetitiva suele sefialarse que la primera le-gislaci6n de caracter social que intent6limitar los abu-sos delliberalismo se promulg6 en la Alemania de Bis-marck, en relaci6n con cuestiones como el segurasocial medico y el de accidentes y jubilaci6n. Seme-jante afirmaci6n resulta grata a personas de todas lastendencias. Los simpatizantes con el conservadurismosuelen aprovechar el dato para sefialar que las prime-ras reformas sociales partieron de un politico que bajoningun concepto podia identificarse con las izquier-das. Por el contrario, los simpatizantes de estas obje-tan que, en realidad, la legislaci6n bismarckiana se de-bi6 alas presiones del partido socialdem6crata alemany fundamentalmente perseguian neutralizar el peso so-cial de este. Ambas afirmaciones contienen algo deverdad, pero yerran en su presupuesto fund,amental,el de considerar que las normas sociales bismarckia-nas fueron las primeras en ser aprobadas en Occiden-te. En realidad, el inicio de la legislaci6n social con-temporanea fue anterior en varias decadas y obedeci6no alas presiones de las izquierdas ni a un intento delas derechas por contenerlas, sino a una cosmovisi6ncristiana. Su propulsor no fue otro que el septimo con-de de Shaftesbury, Anthony Ashley Cooper.

Nacido en Londres en 18011 lord.Shaftesbury ob-tuvo un escafio parlamentar10 ':L\<~fU6.Su filiaci6n

politica era conservadora y, de hecho, como tal repre-sent6, primero, ala ciudad de Woodstock, y despues,desde 1831 hasta 1846, a Dorset. Sin embargo, suorientaci6n era en esencia cristiana y enlazaba conprecedentes como los de los cuaqueros 0 los metodis-tas. Asi, Shaftesbury impuls6 la aprobaci6n de leyesque prohibian la contrataci6n de mujeres y nifios enlas minas de carb6n (1842) 0 que establecian unajor-nada laboral de diez horas para los trabajadores delas fabricas (1847).

Shaftesbury dedic6 sus esfuerzos como legisladora otras dos areas de sufrimiento humano, pero enellas no fue original. La primera fue el cuidado dis-pensado a los dementes (1845), y la segunda, la cons-trucci6n de edificios modelo que servian de escuelaspara los nifios sin recursos econ6micos. En el primerterreno habia sido ya precedido en el periodo del Ba-rroco por el hispanico Juan de Dios, que no s6lo in-tentaria proporcionar cuidados y amor a los enfermosmentales, sino que ademas dejaria tras de si una or-den religiosa dedicada a continuar sus esfuerzos. Tam-bien en ese area habian desempefiado -y desempe-fiarian- un papel no despreciable los cuaqueros y losmennonitas, dos confesiones pacifistas que, en oca-siones, fueron empleadas por distintos gobiernos paraaliviar el sufrimiento de los enfermos mentales.

En 10 relativo a la educaci6n, los precursores po-dian retrotraerse a los primeros cristianos, las escue-las eclesiales y monasticas durante la Edad Media, elesfuerzo alfabetizador de la Reforma 0 el numero enverdad extraordinario de 6rdenes religiosas cat6licasdedicadas a la ensefianza. Movimientos como el de re-forma penitenciaria de la cuaquera Elizabeth Fry(responsable de medidas humanitarias introducidas

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en las prisiones inglesas durante los siglos XVIII y XIX),

el del denominado socialismo cristiano de FrederickMaurice, Charles Kingsley y John Ludlow, surgido enla primera mitad del siglo XIX, el del sindicalismo ca-t6lico y protestante 0 la fundaci6n de la Cruz Roja porel protestante suizo Jean Henri Dunant, son s610bo-tones de muestra en la historia de la lucha del cris-tianismo contra el sufrimiento humano. Pero es queademas nada ello hubiera existido sin esas rakes cris-tianas.

En las paginas anteriores no he pretendido ni conmucho ser exhaustivo. Sin embargo, creo que los bo-tones de muestra que he consignado son 10suficien-temente elocuentes. Es la existencia del cristianismola que ha consagrado principios como los de personao derechos humanos; la que ha impulsado la investi-gaci6n cientifica y la creaci6n de la universidad; laque ha considerado a los debiles como seres no pres-cindibles sino dignos de ser atendidos; la que ha pre-servado la cultura y dignificado ala mujer; la que hadefendido la vida en todas sus manifestaciones. Todosesos logros de la Humanidad hunden sus rakes en elfecundo suelo cristiano y no podran pervivir durantemucho tiempo sin contacto con el. Como sucede conla rosa a la que se ha apartado del rosal, podran du-rar algun tiempo, conservar parte de su fragancia,mantener su color, pero, sin la savia que s610prop or-ciona el cristianismo, se agostaran. Sus primeras vk-timas, por afiadidura, seran los mas debiles, comomuestran la despenalizaci6n del aborto y la previsiblelegalizaci6n de la eutanasia. Sin embargo, ahf no con-cluira todo. En el proceso de destrucci6n de todos 10saportes positivos del cristianismo a .la Hlstoria de lahumanidad, a no mucho tardar, ll••artiel final de las

libertades y, finalmente, de los sistemas democraticos.El cristianismo ha cambiado, de manera incompara-blemente excepcional y positiva la Historia y sin ellaHistoria no podra seguir avanzando por el buen ca-mino del respeto a la dignidad humana. Como handemostrado durante el siglo XX el denominado socia-lismo real y el nacionalsocialismo aleman, sin el cris-tianimo 10 mas previsible es que el genero humanodegenere en la barbarie propia de los que vuelven laespalda aDios.

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VEINTICINCO RAZONES POR LAS QUESOY CRISTIANO

En las paginas anteriores he intentado perfilar algu-nas de las razones mas relevantes por las que no s610hace tres decadas decidi convertirme sino tambienpor las que, a dia de hoy, sigo siendo cristiano. Qui-siera sefialar que podria afiadir muchas mas, perocreo que estas son mas que suficientes. En las paginasque restan tan s610pretendo resumir en un numeroredondo -veinticinco- algunas de esas razonescomo paso previo a Hamar al lector para que de unpaso singular.

1. Soy cristiano porque me resulta innegable quesoy pecador (Romanos 3, 9-10).

2. Soy cristiano porque Dios es justa y, precisa-mente porque 10es, no pasara por alto ningunpecado (Romanos 3, 19-20).

3. Soy cristiano porque Dios, a pesar de ser infi-nitamente justo, me am6 y envi6 a Su Hijo amorir por mi (Juan 3, 16).

4. Soy cristiano porque Jesus dej6 de manifiestoque era el mesias prometido y esperado alcumplir las profecias de las Escrituras.

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5. Soy cristiano porque Jesus quedo reivindicadocomo Hijo de Dios al resucitar de entre losmuertos.

6. Soy cristiano porque, en su incomparable amor,Dios me salvo «por gracia, a traves de la fe, nopor 10 que nosotros hayamos hecho, no porobras para que nadie se jacte» (Efesios 2, 8-9).

7. Soy cristiano porque Dios me ha dado junto ala vida eterna la posibilidad de una nueva exis-tencia aqui y ahora (Efesios 2, 10).

8. Soy cristiano porque Dios me ha librado del usode la mentira y de la manipulacion y me ha he-cho libre a traves de la Verdad (Juan 8, 32).

9. Soy cristiano porque Dios me ha librado delmaterialismo y de la apariencia llamandome abuscar, en primer lugar, el Reino de Dios y sujusticia (Mateo 6, 31-34).

10. Soy cristiano porque Dios me ha liberado de laansiedad invitandome a confiar en El por en-cima de todo (Mateo 6, 25-31).

11. Soy cristiano porque Dios me ha ensefiado aser feliz y a sentirme satisfecho «con abrigo ysustento porque nada hemos traido a estemundo y a buen segura nada nos podremosllevar» (I Timoteo 6, 6-10).

12. Soy cristiano porque, gracias aDios, duermocon tranquilidad y me despierto sosegado (Sal-mos 3,5).

13. Soy cristiano porque Jesus me ha ensefiado ano ver en mis semejantes a pedazos de carnedestinados a servirme de disfrute sexual.

14. Soy cristiano porque la Biblia me ha ensefiadoa valorar el matrimonio y la familia en 8U ver-dadera medida.

15. Soy cristiano porque el cristianismo ha cam-biado la Historia en un sentido positivo en unaforma que no 10 ha conseguido ni lejanamenteninguna otra cosmovision.

16. Soy cristiano porque el cristianismo preservo'la cultura clasica y fundamento la cultura deOccidente muy por encima de cualquier otroaporte.

17. Soy cristiano porque gracias al cristianismo nose aprobaron las primeras leyes de caracter so-cial.

18. Soy cristiano porque sin el cristianismo el ra-cismo, la opresion de la mujer y la esclavitudseguirian siendo valores positivos.

19. Soy cristiano porque el cristianismo ha predi-cado entre las naciones la inigualable dignidaddel hombre creado como varon y hembra, aimagen y semejanza de Dios (Genesis 1,26-27).

20. Soy cristiano porque sin el cristianismo no ha-bria surgido la democracia contemponinea.

21. Soy cristiano porque, tras mi conversion, hehallado hermanos en todo el mundo que comoyo esperan la manifestacion gloriosa de Jesusel mesias (Tito 2, 13).

22. Soy cristiano porque, cada dia, puedo apren-der mas y mas sobre la mejor manera de viviren las paginas de la Biblia (Josue 1, 7-9).

23. Soy cristiano porque Dios escucha a diario misoraciones y me ha dado pruebas mas que so-bradas de que las responde (Mateo 7, 7-11).

24. Soy cristiano porque se que si muriera hoy mis-mo, al otro lado de la muerte me estaria esperan-do Jesus para vivir con el por toda la eternidad(Filipenses 1, 21-23).

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25. Soy cristiano porque se que un dia, allado delResucitado, tambien yo resucitare con uncuerpo glorioso como el Suyo y vere la desa-paricion definitiva de la muerte (I Corintios15, 51-58).

Querido lector, ignoro -no podia ser de otra mane-ra- las circunstancias personales de tu vida. Por esomismo, no se cuales de estas razones podrian impul-sarte a ser cristiano. En realidad, no tiene tanta im-portancia. Tu -como yo- eres pecador. Tu -comoyo- compareceras un dia ante Dios. Tu -como yo-solo puedes hallar salvacion en Jesus. Tu -como yo-deseas llevar una existencia mas plena y completa.

Desde aqui, aprovechando la cercania que nos pro-porciona este libro, deseo invitarte a que te vuelvas aDios, a que recibas la salvacion que Jesus obtuvo enla cruz para ti, a que empieces una nueva vida. No setrata de que te sometas a un complicado ritual ni deque pases por una engorrosa iniciacion. Es todo mu-cho mas sencillo. Como si Jesus hubiera llegado a tupoblacion y te pidiera que 10 siguieras. Si deseas darese paso, si quiza no aciertas con las palabras ade-cuadas para ello, me atrevo a sugerirte que recites laoracion que aparece a continuacion:

Padre, me reconozco pecador y se que muchas veces hecaminado lejos de Tus caminos. Pero ahora deseo cam-biar mi vida. Te abro mi coraz6n para que en el entreJesus, para que lave con su sangre mis pecados, paraque tu me perdones y me recibas como a un hijoquedesea permanecer a Tu lado siempre. Apartir de ahora,deseo empezar una nueva vida con Tu ayuda. En elnombre de Jesus. Amen.

Si de todo corazon has pronunciado esta oracion,acaba de empezar para ti una nueva vida, la aventuramas maravillosa que Ie ha sido dado experimentar alser humano.

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JESUS EN LAS FUENTES HISTORICASNO-CRISTIANASl

Las primeras referencias a Jesus que conocemos fue-ra del marco cultural y espiritual del cristianismo sonlas que encontramos en las fuentes clasicas. A pesarde ser limitadas, tienen una importancia considerableporque surgen de un contexto cultural previo al Occi-dente cristiano y porque -de manera un tanto injus-tificada- son ocasionalmente las unicas conocidasincluso por personas que se presentan como especia-listas en la Historia del cristianismo primitivo.

La primera de esas referencias la hallamos en Taci-to. Nacido hacia el 56-57 d. J.e., Tacito desempefio loscargos de pretor (88 d. J.e.) y consul (97 d. J.e.) aun-que su importancia radica fundamentalmente en habersido dautor de dos de las grandes obras historicas dela Antigiiedad clasica: los Anales y las Historias. Falle-cido posiblemente durante el reinado de Adriano (117-138 d. J.e.), sus referencias historicas son muy cerca-nas cronologicamente en buen numero de casos.

Tacito menciona de manera concreta el cristianis-mo en Anales XV,44, una obra escrita hacia el 115-117. El texto sefiala que los cristianos eran originarios

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de Judea, que su fundador habia sido un tal Cristo-resulta mas dudoso saber si Tacito considero lamencionada palabra como titulo 0 como nombre pro-pio- ejecutado por Pilato y que durante el principa-do de Neron sus seguidores ya estaban afincados enRoma donde no eran precisamente populares.

La segunda mencion a Jesus en las fuentes clasicasla encontramos en Suetonio. Aun joven durante el rei-nado de Domiciano (81-96 d. J.e.), Suetonio ejercio lafuncion de tribuno durante el de Trajano (98-117 d.J.e.) y la de secretario ab epistulis en el de Adriano(117-138), cargo del que fue privado por su mala con-ducta. En su Vida de los Dace Cesares (Claudio XXV),Suetonio menciona una medida del emperador Clau-dio encaminada a expulsar de Roma a unos judios quecausaban tumultos a causa de un tal «Cresto». Los da-tos coinciden con 10 consignado en algunas fuentescristianas que se refieren a una temprana presencia decristianos en Roma y al hecho de que en un porcenta-je muy elevado eran judios en aquellos primeros anos.Por anadidura, el pasaje parece concordar con 10 rela-tado en Hechos 18,2 y podria referirse a una expulsionque, segun Orosio (VII, 6, 15) tuvo lugar en el novenoano del reinado de Claudio (49 d. J.e.). En cualquiercaso no pudo ser posterior al ano 52.

Una tercera referencia en la Historia clasica la ha-llamos en Plinio el Joven (61-114 a. J.e.). Gobernadorde Bitinia bajo Trajano, Plinio menciona en el decimolibro de sus cartas a los cristianos (X, 96, 97). Por susreferencias sabemos que consideraban Dios a Cristo yque se dirigian a el con himnos y oraciones. Gente pa-cifica, pese a los maltratos recibidos en ocasiones porparte de las autoridades romanas, no dejaron de con-tar con abandonos en sus filas.

A mitad de camino entre el mundo clasico y el ju-dio nos encontramos con la figura de Flavio Josefo.Nacido en Jerusalen el ano primero del reinado deCaligula (37-38 d. J.e.), y perteneciente a una distin-guida familia sacerdotal cuyos antepasados -segunla informacion que nos suministra Josefo- se re-montaban hasta el periodo de Juan Hircano, este his-toriador fue protagonista destacado de la revuelta ju-dia contra Roma que se inicio en el ano 66 d. J.e. Fueautor, entre otras obras, de la Guerra de los judios y delas Antiguedades de los judios. En ambas obras en-contramos referencias relacionadas con Jesus. La pri-mera se halla en Ant, XVIII 63, 64 y su texto en la ver-sion griega es como sigue:

Vivi6 por esa epoca Jesus, un hombre sabio, si es que seIe puede llamar hombre. Porque fue hacedor de hechosportentosos, maestro de hombres que aceptan con gustola verdad. Atraj,o a muchos judios y a muchos de origengriego. Era el Mesias. Cuando Pilato, tras escuchar la acu-saci6n que contra el formularon 10sprincipales de entrenosotros 10conden6 a ser crucificado, aquellos que 10ha-bian amado al principio no dejaron de hacerlo. Porque altercer dia se les manifesto vivo de nuevo, habiendo pro-fetizado 10sdivinos profetas estas y otras maravillas acer-ca de el. Y hasta el dia de hoy no ha desaparecido la tri-bu de 10scristianos.

El joven Anano ... pertenecia a la escuela de 10s saduce-os que son, como ya he explicado, ciertamente 10smasdesprovistos de piedad de entre 10sjudios a la hora de

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aplicar justicia. Poseido de un canicter as!, Anano con-sider6que tenia una oportunidadfavorableporque Festohabia muerto y Albino se encontraba aun de camino.De manera que convenci6a los jueces del Sanhedrinycondujo ante ellosa uno llamado Santiago,hermano deJesus elllamado Mesiasy a algunos otros. Los acus6 dehaber transgredido la Leyy orden6 que fueran lapida-dos. Loshabitantes de la ciudad que eran consideradosde mayor moderaci6n y que eran estrictos en la obser-vancia de la Ley se ofendieron por aquello. Por 10 tan-to enviaron un mensaje secreta al rey Agripa,dado queAnano no se habia comportado correctamente en suprimera actuaci6n, instandole a que Ie ordenara desis-tir de similares acciones ulteriores. Algunosde ellos in-cluso fueron a ver a Albino,que venia de Alejandria,yIe informaron de que Anano no tenia autoridad paraconvocar el Sanhedrin sin su consentimiento. Conven-cido por estas palabras, Albino, lleno de ira, escribi6 aAnano amenazandolo con vengarse de el. El rey Agri-pa, a causa de la acci6n de Anano, 10 depuso del Sumosacerdocio que habia ostentado durante tres meses y 10reemplaz6 por Jesus, el hijo de Damneo.

Ninguno de los dos pasajes de las Antiguedades re-lativos al objeto de nuestro estudio es aceptado demanera generalizada como autentico, aunque es muycomun aceptar la autenticidad del segundo texto y re-chazar la del primero en todo 0 en parte. El hecho deque Josefo hablara en Ant XX de Santiago como «her-mana de Jesus llamado Mesias» -una referencia tanmagra y neutral que no podria haber surgido de uninterpolador cristiano- hace pensar que habia hechoreferencia a Jesus previamente. Esa referencia ante-rior acerca de Jesus seria la de Ant XVIII 3, 3. La au-

tenticidad de este pasaje no fue cuestionada pnictica-mente hasta el siglo XIX ya que, sin excepci6n, todoslos manuscritos que nos han llegado 10 contienen.Tanto la limitaci6n de Jesus a una mera condici6n hu-mana como la ausencia de otros apelativos hace pnic-ticamente imposible que su origen sea el de un inter-polador cristiano. Ademas la expresi6n tiene paralelosen el mismo Josefo (Ant XVIII 2, 7; XII, 2). Segura-mente tambien es autentico el relato de la muerte deJesus, en el que se menciona la responsabilidad de lossaduceos en la misma y se descarga la culpa sobre Pi-lato, algo que ningun evangelista (no digamos cristia-nos posteriores) estaria dispuesto a afirmar de formatan tajante, pero que seria 16gico en un fariseo comoJosefo y mas si no simpatizaba con los cristianos y sesentia inclinado a presentarlos bajo una luz desfavo-rable ante un publico romano.

Otros aspectos del texto apuntan asimismo a unorigen josefino: la referencia a los saduceos como «losprimeros entre nosotros»; la descripci6n de los cris-tianos como «tribu» (algo no necesariamente peyora-tivo) (Comp. con Guerra III, 8, 3; VII, 8, 6); etc. Re-sulta, por 10 tanto, muy posible que Josefo incluyeraen las Antiguedades una referencia a Jesus como un«hombre sabio», cuya muerte, instada por los sadu-ceos, fue ejecutada por Pilato, y cuyos seguidores se-guian existiendo hasta la fecha en que Josefo escribia.Mas dudosas resultan la clara afirmaci6n de que Je-sus «era el Mesias» (Cristo); las palabras «si es quepuede llamarsele hombre»; la referencia como «maes-tro de gentes que aceptan la verdad con placer» posi-blemente sea tambien autentica en su origen si bienen la misma podria haberse deslizado un error textualal conf"Undir (intencionadamente 0 no) el copista la

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palabra TAAEZE con TALEZE; y la menci6n de la resu-rrecci6n de Jesus.

En resumen, podemos sefialar que el retrato acer-ca de Jesus que Josefo reflej6 originalmente pudo sermuy similar al que sefialamos a continuaci6n: «Jesusera un hombre sabio, que atrajo en pos de sf a muchagente, si bien la misma estaba guiada mas por un gus-to hacia 10 novedoso (0 espectacular) que por una dis-posici6n profunda hacia la verdad. Se decfa que era elMesfas y, presumiblemente por ello, los miembros dela c1asesacerdotal decidieron acabar con el entregan-dolo con esta finalidad a Pilato, que 10 crucifie6. Pesea todo, sus seguidores, llamados cristianos a causa delas pretensiones mesianieas de su maestro, DIJERON

que se les habfa aparecido. En el afio 62, un hermanode Jesus, llamado Santiago, fue ejecutado ademas porAnano si bien, en esta ocasi6n, la muerte no cont6con el apoyo de los ocupantes sino que tuvo lugaraprovechando un vacfo de poder romano en la regi6n.Tampoco esta muerte habfa conseguido acabar con elmovimiento. »

Aparte de los textos mencionados, tenemos que ha-cer referencia a la existencia del Josefo eslavo y de laversi6n arabe del mismo. Esta ultima, recogida por untal Agapio en el s. x, coincide en buena medida con lalectura que de Josefo hemos realizado en las paginasanteriores, sin embargo, su autenticidad resulta pro-blemcitica. Su traducci6n al castellano diee asf:

En este tiempo existi6un hombre sabio de nombre Je-stis. Su conducta era buena y era consideradovirtuoso.Muchosjudfosy gentede otras nacionesse convirtieronen discfpulos suyos. Los que se habfan COlwertidoensus discfpulosno 10 abandonarOl'l.a"'Na que se les

habfa aparecido tres dias despues de su crucifixi6n yque estaba vivo;segun esto, fue quiza el Mesiasdel quelos profetas habfan contado maravillas.

En cuanto a la versi6n eslava, se trata de un con-junto de interpolaciones no s6lo relativas a Jesus sinotambien a los primeros cristianos.

Con todo, posiblemente la colecci6n mas intere-sante de textos relacionados con Jesus se halle en lasfuentes rabfnieas. Este conjunto de fuentes reviste unenorme interes porque procede de los adversarios es-pirituales de Jesus y del cristianismo, porque resultaespecialmente negativo en su actitud hacia el perso-naje y, de manera muy sugestiva, porque estas fuentesvienen a confirmar buen numero de los datos sumi-nistrados acerca de el por los autores cristianos.

Asf, en el Talmud se afirma que Jesus realiz6 mila-gros. Ciertamente, insiste en que eran fruto de la he~chieerfa (Sanh 107; Sota 47b; J. Hag. II, 2), pero nolos niega ni tampoco los relativiza. De la misma ma-nera, se reconoce la respuesta que tuvo en ciertos sec-tores del pueblo judfo -un dato proporcionado tam-bien por Josefo- al sefialar que sedujo a Israel (Sanh43 a).

Este ultimo reviste una enorme relevancia porquese relaciona con la causa de la muerte de Jesus. En lasultimas decadas, por razones hist6rieas faciles de ex-plicar, ha existido una tendencia muy acusada a dis-tanciar a los judfos de la muerte de Jesus. Si con ellose pretende decir que no todos los judfos de su epocatuvieron responsabilidad en su ejecuci6n y que los ac-tuales no deben cargar con la culpa, semejante ten-dencia historiografica es correcta. Si, por el contrario,10 que se pretende sefialar es que la condena y muer-

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te de Jesus fue un asunto meramente romano, enton-ces se falta a la verdad historica. Los Evangelios se-iialan que en el inicio del proceso que culminarfa conla crucifixion de Jesus hubo una accion de las autori-dades judfas que Ie consideraban un extraviador. Eldato es efectivamente repetido por el Talmud, que in-cluso atribuye toda la responsabilidad de la ejecucionen exclusiva a esas autoridades y que sefiala que 10colgaron -una referencia a la cruz- la vfspera dePascua (Sanh 43 a).

Aun de mayor interes son los datos que nos pro-porcionan las fuentes rabfnicas sobre la ensefianza ylas pretensiones de Jesus. En armonfa con distintospasajes de los Evangelios, el Talmud nos dice que Je-sus se proclamo Dios e incluso se sefiala que anuncioque volverfa por segunda vez (Yalkut Shimeoni 725).Ambas doctrinas -la de la conciencia de divinidad deCristo y la de su Parusfa- han sido atacadas desde elsiglo XIX como creaciones de los primeros cristianosdesprovistas de conexion con la predicacion originalde Jesus. Curiosamente, son los mismos adversariosrabfnicos de Jesus los que confirm an en estos textoslas afirmacione,s de los Evangelios en contra de la de-nominada alta crftica.

De enorme interes son tambien las referencias a lainterpretacion de la Torah que sustentaba Jesus. Enlas ultimas decadas, en un intento por salvar la dis-tancia entre el judafsmo y Jesus, se ha insistido enque la relativizacion de la Torah no se debfa a Jesussino a Pablo y a los primeros cristianos. De nuevo, lasuposicion es desmentida porlos textos rabfnicos. Dehecho, se acusa espedficamente a Jesus de relativi-zar el valor de la Torah, 10 que Ie habrfa convertido enun falso maestro y Ie habrfa converticioen Icreedor a

la ultima pena. Este enfrentamiento entre la interpre-tacion de la Torah propia de Jesus y la de los fariseosexplica, por ejemplo, que algun pasaje del Talmud lle-gue incluso a representarlo en el otro mundo conde-nado a estar entre excrementos en ebullicion (Guit.56b-57a). Con todo, debe sefialarse que este juicio de-nigratorio no es unanime y asf, por ejemplo, se citacon aprecio alguna de las ensefianzas de Jesus (Av.Zar. 16b-17a; T. Julin II, 24).

El Toledot Ieshu, una obra judfa anticristiana, cuyadatacion general es medieval, pero que podrfa conte-ner materiales de origen anterior insiste en todos estosmismos aspectos denigratorios de la figura de Jesus,aunque no se niegan los rasgos esenciales presentadosen los Evangelios sino que se interpretan bajo una luzdistinta. Esta vision fue comun al judafsmo hasta el si-glo XIX y asf en las ultimas decadas se ha ido asistien-do junto a un mantenimiento de la opinion tradicionala una reinterpretacion de Jesus como hijo legftimo deljudafsmo aunque negando su mesianidad (J. Klaus-ner), su divinidad (R. Schonfield) 0 aligerando los as-pectos mas dificiles de conciliar con el judafsmo cla-sica (D. Plusser). De la misma manera, los ultimostiempos han sido testigos de la aparicion de multitudde movimientos que, compuestos por judfos, han op-tado por reconocer a Jesus como Mesfas y Dios sin re-nunciar por ello alas practicas habituales del judafs-mo (Jews for Jesus, Messianic Jews, etc.).

Resumiendo pues puede sefialarse que efectiva-mente contamos con fuentes historicas distintas delas cristianas para conocer la vida y la ensefianzade Jesus. Todas ellas eran hostiles -a 10 sumo, indi-ferentes-, pero, de manera muy interesante y suges-tiva, corroboran la mayorfa de los datos de que dis-

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ponemos gracias al Nuevo Testamento y a otras fuen-tes cristianas. Su judafsmo, su pertenencia a la estir-pe de David, su autoconciencia de mesianidad y divi-nidad, la realizaci6n de milagros, su influencia sobrecierto sector del pueblo judfo, su afirmaci6n de quevendrfa por segunda vez, su ejecuci6n a instancias dealgunas autoridades judfas, pero a mana del gober-nador romano Pilato, la afirmaci6n de que habfa re-sucitado y la supervivencia de sus discfpulos hasta elpunta de alcanzar muy pronto la capital del Imperioson tan s6lo algunos de los datos que nos proporcio-nan -no con agrado, todo hay que decirlo- las dife-rentes fuentes no-cristianas. En ese sentido cabe de-cir, simplemente a titulo comparativo, que, por elnumero de noticias, por su cercanfa en el tiempo alpersonaje y por la pluralidad de orfgenes, Jesus esuno de los personajes de la Antiguedad cuya vida yensefianzas mejor conocemos.

1. W. K. Hobart, The Medical Language of Saint Luke,Dublin, 1882, pp. 34-37.

2· Lukas der Arzt, Leipzig, 1906.3. O. Cullmann, El Nuevo Testamento, Madrid, 1971,p. 55.4. N. Perrin, The New Testament, Nueva York, 1974, pp.

195 y ss.; E. Lohse, Introducci6n al Nuevo Testamento,Madrid, 1975, pp. 167 y ss.; P. Vielhauer, op. cit., cap. VII;O. Cullmann, op. cit., p. 77.

5. Vease: B. Reicke, «Synoptic Prophecies on the Des-truction of Jerusalem», en D. W. Aune (ed.), Studies in theNew Testament and Early Christian Literature: Essays inHonor of Allen P. Wikgreno, Leiden, 1972, p. 134.

6. Sobre el documento Q, vease C. Vidal, El Documen-to Q, Editorial Planeta, Barcelona, 2005.

7. C. H. Dodd, «The Fall of Jerusalem and the Abomi-nation of Desolation», en Journal of Roman Studies, 37,1947, pp. 47-54.

Torrey,Documents of the primitive church, 1941, pp. 20 yss. N. Geldenhuys, The Gospel of Luke, Londres, 1977,p. 531.

8. En favor tambien de la veracidad de la profecia sobrela destrucci6n de Jerusalen y el Templo, recurriendo a

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otros argumentos, veanse: G. Theissen, Studien zur Socio-logie des Urchristentums, Tubinga, 1979, cap. III; B. H.Young, Jesus and His Jewish Parables, Nueva York, 1989,pp. 282 y sS.;R. A. Guelich, «Destruction of Jerusalem», enDJG, Leicester, 1992; e. Vidal Manzanares, «Jesus», en Dic-cionario de las tres religiones, Madrid, 1993.

9. Acerca de Mateo, con bibliografia y discusi6n de las di-ferentes posturas, veanse: D. A. Carson, Matthew, Grand Ra-pids, 1984; R. T. France, Matthew, Grand Rapids, 1986;idem, Matthew: Evangelist and Teacher, Grand Rapids, 1989;W. D. Davies y D. e. Allison, Jr., A Critical and ExegeticalCommentary on the Gospel According to Saint Matthew,Edimburgo, 1988; U. Luz, Matthew 1-7, Minneapolis, 1989.

10. El texto mas completo sobre el tema en: e. Vidal, EIdocumento Q, Barcelona, 2002.

11. e. P. Thiede y M. D'Ancona, Eyewitness to Jesus,Nueva York, 1996.

12. C. H. Dodd, Historical Tradition in the Fourth Gos-pel, Londres, 1963.

13. D. R. A. Hare, The Theme of Jewish Persecution ofChristians in the Gospel according to St. Matthew, Cambrid-ge, 1967, pp. 48-56. Con paralelos en los datos suministra-dos porellibro de los Hechos enreferencias a 10 aconteci-do en el 70 d. J.e. resulta especialmente reveladora.

14. He dedicado a esta cuesti6n mi novela EI testamen-to del pescador, Barcelona, 2000, que obtuvo el Premio Es-piritualidad.

1. J. Rabow, 50 Jewish Messiahs, Jerusalen y NuevaYork,2002.

2. M. Buber,Talesof the Hasidim, NuevaYork,1948,II, p. 72.3. R. Patai, The Messiah Texts, Detroit,1979, pp. 104 y ss.4. Meter W. Stoner, Science Speaks, ChlclIO, 1963.

1. Al respecto, vease: e. Vidal, Jesus y los documentosdel mar Muerto, Barcelona, 2005.

Capitulo 9. El cristianismo ha sido el primer defensorde los debiles

1. La ultima reedici6n en Espasa-Calpe es del ano 2005.2. Sobre la situaci6n de la mujer en Grecia, veanse:

M. Finley, Economy and Society in Ancient Greece, NuevaYork, 1982; M. Guttentag y P. E. Secord, Too Many Wo-men? The Sex Ratio Question, Beverly Hills, 1983; S. Po-meroy, Goddesses, Whores, Wives, Slaves: Women in Classi-cal Antiquity, Nueva York, 1975.

3. Sigue siendo clasico el articulo de K. Hopkins, «TheAge of Roman Girls at Marriage», en Population Studies,1965, 18, pp. 309-327. Un estudio tambien interesante ba-sado sobre todo en inscripciones, en A. G. Harkness, «AgeatMarriage and at Death in the Roman Empire», en Transac-tions of the American Philological Association, 27, pp. 35-72.

4. L. E. Stager, «Eroticism and Infanticide at Ashkelon»,en Biblical Archaeology Review, 17, 1991, pp. 34-53. Estoscuerpos infantiles contaban apenas con unos dias cuandofueron abandonados, segun P. Smith y G. Kahila, «Bonesof a Hundred Infants Found in Ashkelon Sewer», en Bibli-cal Archaeology Review, 17,1991, p. 47.

5. J. e. Russell, Late Ancient and Medieval Population,Filadelfia, pp. 14 y ss.

6. J. Lindsay, The Ancient World: Manners and Morals,Nueva York, 1968, p. 168.

7. A. T. Sandison, «Sexual Behavior in Ancient Socie-ties», en D. Brothwell y A. T. Sandison (eds.), Diseases inAntiquity, Springfield, pp. 734-755.

8. ef£TI. con tablas comparativas, en Hopkins, op. cit.

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9. En el mismo sentido, veanse: R. L. Fox, Pagans andChristians, Nueva York, 1987; A. Harnack, The Mission andExpansion of Christianity in the First Three Centuries, Nue-va York, 1908, t. II, p. 73.

10. Un analisis con referencia alas fuentes en C. Vidal,Ellegado del cristianismo en la cultura occidental, Madrid,2005, pp.

11. P. Johnson, A History of Christianity, Nueva York,1976, p. 75.

1. La relaci6n entre el pensamiento reformado y la de-mocracia puede examinarse en R. B. Perry, Puritanism andDemocracy, Nueva York, 1944, y, de manera mas especifi-ca, en D. F. Kelly, The Emergence of Liberty in the ModernWorld. The Influence of Calvin on Five Governments fromthe 16th Through 18th Centuries, Phillipsburg, 1992, y J. J.Hernandez Alonso, Puritanismo y tolerancia en el periodocolonial americano, Salamanca, 1999. Los acercamientosdesde una perspectiva teo16gica-direct a 0 indirecta- re-sultan indispensables para analizar este tema. Puedenhallarse de forma mas 0 menos concreta en J. A. Froude,Calvinism, Londres, 1871, y L. Boettner, The Reformed Doc-trine of Predestination, Phillipsburg, 1932. Finalmente,debo hacer menci6n a un ensayo notable debido a J. Bud-ziszewski, The Revenge of Conscience. Politics and the Fallof Man, Dallas, 1999, en el que se retoman desde una pers-pectiva filos6fica algunos de los aspect,os lnaS relevantesdel analisis politico de 105puritanos.

APENDICEJesus en las fuentes hist6ricas no-cristianas

1. Las referencias a Jesus fuera del Nuevo Testamentono han recibido, por regIa general, toda la atenci6n quemerecen. La causa de ese comportamiento se encuentra nopocas veces en la mera ignorancia de las fuentes semfticasacerca del cristianismo primitivo a pesar de su abundan-cia e importancia. Por supuesto, tal conducta carece de ex-cusa a partir de estudios como los de H. Laible, JesusChristus im Talmud, Leipzig, 1900 y R. T. Herford, Chris-tianity in Talmud and Midrash, Londres, 1905. Me he refe-rido a estas fuentes rabinicas con cierta extensi6n en El ju-deo-cristianismo palestino en el siglo I: de Pentecostes aJamnia, Madrid, 1995, y las he traducido en parte en ElTalmud, Madrid, 2001.

De menor interes pero generando verdaderos rios detinta ha sido la aproximaci6n a los textos de Flavio Joseforeferidos a Jesus. Entre ellos cabe destacar sin pretenderser exhaustivo las obras de W.E. Barnes, The Testimony ofJosephus to Jesus Christ, 1920 (a favor de la autenticidadde las referencias flavianas sobre Jesus); C. G. Bretschnei-der, Capita theologiae Iudaeorum dogmaticae e Flauii Iose-phi scriptis collecta, 1812, pp. 59-66 (a favor); B. Brune,«Zeugnis des Josephus uber Christus» en Tsh St Kr, 92,1919, pp. 139-147 (a favor, aunque un autor cristiano eli-min6 parte de 10contenido en el texto); F. F. Bruce, (Sonfidedignos los documentos del Nuevo Testamento?, Miami,1972, pp. 99 ss. (a favor pero sosteniendo que un copistacristiano elimin6 parte del contenido original); F. C. Bur-kitt, «Josephus and Christ» en Th T, 47, 1913, pp. 135-144(a favor); A. von Harnack, Der jadische Geschichtsschrei-ber Josephus und Jesus Christus, 1913, cols. 1037-68 (a fa-vor); R. Laqueur, Der Jadische Historiker Josephus, Giessen,1920, pp. 274-278 (el testimonio flaviano procede de lamano de Josefo pero en una edici6n posterior de las Anti-

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guedades); L. Van Liempt, «De testimonio flaviano» enMnemosyne, 55, 1927,pp. 109-116 (a favor); R. H. J. Shutt,Studies in Josephus, 1961, p. 121; C. K. Barret, The NewTestament Background, Nueva York, 1989, pp. 275 y ss. (eltexto aparece en todos los manuscritos de las Antigueda-des, aunque seguramente presenta omisiones realizadaspor copistas cristianos. Originalmente se asemejaria alasreferencias josefianas a Juan el Bautista); S. G. F. Brandon,Jesus and the Zealots, Manchester, 1967, p. 121,359-368 (afavor de la autenticidad pero con interpolaciones); Idem,The Trial of Jesus of Nazareth, Londres, 1968. pp. 52-55;151-152; L. H. Feldman, Josephus, IX, Cambridge y Lon-dres, 1965, pp. 49 (autentico pero interpolado); R. Gotz,«Die urpriingliche Fassung der Stelle Josephus Antiquit.XVIII 3,3 und ihr Verhaltnis zu Tacitus Annal. XV,44» enZN1Iv, 1913, pp. 286-297 (el texto s6lo tiene algunas partesautenticas que, ademas, son minimas y, en su conjunto,fue reelaborado profundamente por un copista cristiano);J. Klausner, Jesus de Nazaret, Buenos Aires, 1971, p. 53 yss. (no hay base para suponer que todo el pasaje es espu-rio pero ya estaba interpolado en la epoca de Eusebio deCesarea); T.W.Manson, Studies in the Gospel and Epistles,Manchester, 1962. pp. 18-19; H. St. J. Thackeray, O.c. p.148 (el pasaje procede de Josefo 0 un secretario, pero elcensor 0 copista cristiano realiz6 en el pequefias omisioneso alteraciones que cambiaron el sentido del mismo); G.Vermes, Jesus el judio, Barcelona, 1977, p. 85 (es impro-bable la interpolaci6n por un autor cristiano posterior); P.Winter, On the trial of Jesus, Berlin, 1961,pp. 27, 165, n. 25(sostiene la tesis de la interpolaci6n); E. Schiirer, «Jose-phus» en Realenzyclopiidie fur die protestantische Theologieund Kirche, IX, 1901, pp. 377-386 (es falso); W.Bauer, NewTestament Apocrypha, I, 1963, pp. 436-437 (es falso); H.Conzelmann, «Jesus Christus» en RGG, III, 1959, cols.619-53 y 662 (pretende, 10 que es mas que discutible, queel pasaje refleja el kerigma de Lucas); F,R,bAt W, Lohff y

G. Bornkamm, Die Frage nach dem historischen Jesus,1966, pp. 17-40 (es falso); E. Meyer, Ursprung und Anfiigedes Christentums, I, Sttutgart- Berlin, 1921. pp. 206-211 (esfalso).

Finalmente, los textos recogidos en autores clasicoscomo Tacito, Suetonio 0 Plinio gozan de una aceptaci6npracticamente generalizada.

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a) ClasicasSuetonio: ROLFE, J. K., Suetonius, 2 vols. (latin con

traducci6n inglesa), Cambridge y Londres, 1989.Tacito: MOORE, c. H., Y J. JACKSON, Tacitus: Histories

and Annals, 4 vols. (latin con traducci6n inglesa),Cambridge y Londres, 1989.

b) TalmudicasHERFORD, R. T., Christianity in Talmud and Midrash

(hebreo y arameo), Londres, 1905.c) Flavio losefoTHACKERAY,H. St. J.; R. MARCUS; A. WIKGREN, Y L. H.

FELDEMAN, Josephus, 10 vols. (griego con traduc-ci6n inglesa), Cambridge y Londres, 1989.

d) PatristicasMIGNE, J. P., Patrologia Graeca, 162 vols., Paris, 1857-1886.-, Patrologia Latina, Paris, 1844-1864.II. OBRAS GENERALESAGUA, A. Del, El metodo midrasico y la exegesis del

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